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José Luis Barrio Moya.

El 21 de agosto de 1722, Don Juan de Santa Maria Infante, tesorero del arzobispo de Toledo y secretario del Tribunal de la Inquisición de la ciudad de Córdoba, declaraba ante el escribano madrileño Don Juan Rodríguez Vizcaíno, como estaba próximo a contraer matrimonio con Doña Manuela de Arguelles Valdés y Espinola, viuda de Don Miguel de Castroviejo y que la citada señora “al tiempo que se asento y ajusto dicho casamiento, me ofrecio traeria a mi poder ciertos vienes, omenaje de casa, ropa blanca y plata labrada, con calidad de que otorgue a su favor carta de pago”.[1]

Doña Manuela de Arguelles había nacido en “el lugar de Ornachos, en la provincia de Extremadura”, siendo hija de Don Antonio de Arguelles, natural de la ciudad de Valladolid y de Doña Sebastiana de Espinola, que lo era de la citada villa de Hornachos.

Doña Manuela de Arguelles fue una viuda adinerada como así lo atestigua la rica dote que ofreció a su segundo marido y en la que se incluían ropas y vestidos, tapices y alfombras, joyas y objetos de plata, abanicos, muebles y una pequeña colección de pinturas, cuya obra mas importante era una copia de “La túnica de José”, de Velázquez. Además de todo ello la dama extremeña poseyó casas y fincas en la población alcarreña de Pastrana y viña y bodegas en Valdefuentes (Cáceres).

Las ropas que Doña Manuela de Arguelles aportó a su segundo matrimonio fueron muy abundantes, registrándose numerosas cortinas, colgaduras de cama, puntas de encaje, dengues, mantillas, basquiñas, casacas, servilletas, almohadas, pañuelos, toallas, batas, tocados de cintas, medias bordadas, colchones, sábanas, camisas, manteles y calcetas, así como varios abanicos. Las piezas textiles más curiosas fueron las siguientes:

  • una colcha de Yndias de algodon bordada de seda pagiza, 200 rs.
  • mas otra colcha de algodon de Berberia, 120 rs.
  • una tapiceria de nueve paños, lavor de ramilleteros, de cinco anas de caida, 3000 rs.
  • mas seis paños de Ystoria, ordinarios, de cerca de tres varas de caida, 1000 rs.
  • yten una alfombra de quatro varas de largo y dos de ancho, 192 rs.

Muy valiosos y ricos fueron los objetos de plata, sin que fueran a la zaga las joyas, todo ello minuciosamente descrito en el documento dotal.

  • Primeramente unas manillas de perlas, 3660 rs.
  • mas unos bronches para dichas manillas y una cruz, una gargantilla, unos pendientes y una benera del Santo Oficio, todo ello de oro quajado de diamantes de distintos tamaños, 16250 rs.
  • yten dos clavos de oro esmaltado para el pelo, 150 rs.
  • un Crucifijo de oro esmaltado para el pecho, 180 rs.
  • mas una cadenita de oro para el cuello, 360 rs.
  • mas quatro sortijas de diamantes y esmeraldas, 900 rs.
  • yten seis tumbagas, 150 rs.
  • yten dos navios, una calesa con su hombre y su cavallo, dos jarritos con sus flores, una pila de agua vendita, todo ello de filigrana de plata y tres nacares guarnecido de lo mismo y una bandejita, unos dijes de niños y otras curiosidades de escaparate, 1000 rs.
  • mas dos cajas de plata, 180 rs.
  • mas una calderilla para las manos, 140 rs.
  • mas diez y ocho platillos de plata, 4320 rs.
  • yten una palangana de plata, 510 rs.
  • yten un belon de plata, 674 rs.
  • yten seis cuchillos con cavos de plata, 270 rs.
  • yten un salero de plata de echura antigua, 120 rs.
  • yten dos salvillas de plata, 800 rs.
  • yten dos bandejas de plata, 750 rs.
  • mas onze cucharas y ocho tenedores, 500 rs.
  • mas dos candeleros de plata, 450 rs.
  • mas ocho maserinas de plata, 900 rs.
  • mas un Cruzifixo de bronze dorado y piedras, 600 rs.

Por lo que respecta a muebles y utensilios de cocina, estos fueron los que a continuación se registran:

  • Primeramente dos taburetes de Ynglaterra, 540 rs.
  • dos escapartes de evano lisos, con sus christales y sus bufetes, 360 rs.
  • yten un escaparate grande con su christal y dentro un Nacimiento, 390 rs.
  • un escriptorio de Salamanca con su pie y sus puertas, 700 rs.
  • una papelera embutida de box, 200 rs.
  • un arcon grande de caoba, de siete quartas de largo con herraje doble, 360 rs.
  • quatro cofres, 200 rs.
  • un bufete de nogal, de dos baras de largo y una y media de ancho, 240 rs.
  • mas tres mesas de nogal de distintos tamaños, 150 rs.
  • mas una cama de ebano bronzeado, 300 rs.
  • mas dos torteras, un perol grande, otro mediano, seis cubiletes, dos cantaros, dos marmitas, espumaderas, cucharas y otras cosas de cobre, 240 rs.
  • mas un lebrillo, dos belones, seis candeleros y tres chocolateros de laton y un almirez, 300 rs.

Como bienes inmuebles Doña Manuela de Arguelles llevó a su matrimonio una casa en Pastrana (Guadalajara), tasada en 13000 reales así como diversas viñas y olivares en la citada población alcarreña y varias bodegas y viñas en Valdefuentes (Cáceres).

Sin embargo lo mas interesante entre los bienes de Doña Manuela de Arguelles lo constituía su colección artística, formada por una escultura de un Niño Jesús, de factura napolitana y 48 pinturas, siendo la mas significativa una copia de “La túnica de José”, de Velázquez, que el anónimo tasador valoró en la cantidad de 2000 reales de vellón.

  • Primeramente un Niño Jesus de Napoles, 300 rs.
  • una pintura de Jacob copia de Belazquez, de quando le trajeron la camisa los hermanos de Joseph, de tres baras y dos terzias de ancho y dos varas y media de alto, con marco negro y perfil dorado, 2000 rs.
  • otra pintura de pan y pezes de el mismo ancho y largo, hecho por estampa, 1000 rs.
  • otra pintura de San Geronimo, orixinal, de dos varas y media de alto y una bara y tres quartas de ancho, 2000 rs.
  • mas seis laminas de cobre de la Pasion de Xpto, de tres quartas de alto y una bara de ancho con marcos negros de peral y perfil dorado, 2000 rs.
  • otra pintura en christal de Nuestra Señora de la Concepcion, de una bara de alto y tres quartas de ancho, 600 rs.
  • otras dos pinturas iguales en christal de el Salbador y Maria, de una bara de alto y tres quartas deancho, 600 rs.
  • mas otras dos pinturas iguales en christal de Nuestra Señora con el Niño y la Magdalena, de tercia de ancho i poco mas de alto, con marcos pintados i dorados, 300 rs.
  • otra pintura del transito de San Francisco, de mas de tercia de alto y esta en piedra, 150 rs.
  • otras dos pinturas, una de San Antonio, otra de Nuestra Señora con el niño dormido, de vara de alto i poco menos de ancho con marcos negros y perfiles dorados, 200 rs.
  • otras dos pinturas iguales, una de la Beronica y otra de Nuestra Señora del Populo con marcos negros y perfiles dorados, de dos tercias de alto y media vara de ancho, 360 rs.
  • otras dos pinturas de el Salbador y Maria del mismo tamaño y marco, 100 rs.
  • mas otras dos pinturas, la una del Descendimiento de la Cruz y la otra de Agar con su hixoYsmael, de dos varas de ancho y una y media de alto, 500 rs.
  • mas otra pintura de Nuestra Señora con el Niño, de media vara en quadro, con marco azul y dorado, 80 rs.
  • mas otra pintura de Nuestra Señora de la Umildad, de tres quartas de alto y dos tercias de ancho con marco negro y perfil dorado, 100 rs.
  • otra pintura de Nuestra Señora de la Rosa en azul i perfil dorado, 75 rs.
  • mas dos pinturas de San Juan Bauptista y San Sevastian, de dos varas de alto y unade ancho, 200 rs.
  • otras dos pinturas en cobre de San Juan y San Eusebio, de una quarta de alto, 120 rs.
  • mas quatro pinturas en cobre de Nuestra Señora de la Conzepcion, un Santo Xpto., Nuestra Señora de la Salzeda y la uida a Egipto, de dos varas de alto con marcos negros, 160 rs.
  • otra pintura de la Encarnazion, de vara y tercia de ancho y dos tercias de alto, marco negro i perfil dorado, 150 rs.
  • otra pintura de Nuestra Señora la Portera de Zaragoza, de media vara de alto con marco dorado, 120 rs.
  • otras quatro pinturas de Nuestra Señora de la Soledad, un pais de pescadores, un Crucifijo y Santa Lucia, 80 rs.
  • quatro paises de batallas, 150 rs.
  • mas otra pintura en miniatura de la Adorazion de los Reies, de terzia en quadro, 300 rs.
  • una pintura de Nuestra Señora con el Niño, pequeña, con marco de bronçe dorado, 500 rs.
  • mas dos laminas decobre, Nuestra Señora del Populo la una y la otra el Nacimiento, de quarta de alto y sexma de ancho, 300 rs.

De todas las pinturas que Doña Manuela de Arguelles poseía en el momento de su segundo matrimonio, las mas curiosa y la única en que se menciona a su autor, bien que se trate de una copia es “La túnica de José”, cuyo original fue pintado por Velázquez en 1630 y que se conserva, desde 1665, en la Sala Capitular del monasterio de El Escorial.

Dentro de la producción velazqueña, “La túnica de José”, constituye, tal vez, su obra mas insólita. El asunto es de sobra conocido y está tomado del Génesis. Representa el momento en que los hermanos de José presentan a su padre Jacob la túnica de aquel, empapada en la sangre de un cabrito, haciendo creer al venerable anciano que su hijo predilecto había sido devorado por las fieras mientras apacentaba unos rebaños. En realidad el hijo de Jacob y de Raquel, por quien sus hermanos sentían profunda aversión, fue vendido como esclavo por aquellos a unos madanitas que desde Galaand se dirigían a Egipto.

La túnica de José y La fragua de Vulcano fueron realizadas por Velázquez en 1630, durante la primera estancia del artista sevillano en Roma. En principio ambas pinturas tenían el mismo tamaño, pero por razones ignoradas y en fecha desconocida “La túnica de José” fue cortada por los extremos, lo que hace que en la actualidad tenga 40 centímetros menos que “La fragua de Vulcano”. En copias antiguas del original velazqueño se advierte que la figura del viejo Jacob está completa, sin que le falte parte del codo y del manto y que el personaje medio desnudo del lado opuesto, colocado de espaldas, tenía integro el brazo izquierdo, con cuya mano sostenía una larga vara, de la cual todavía es visible, en el original escurialense, la parte inferior.

Velázquez trajo de Roma las dos pinturas, siendo adquiridas por el rey Felipe IV, quien las destinó al palacio del Buen Retiro. En la residencia regia la vio el poeta portugués Manuel de Gallegos, quien en su “Silva topográfica”, incluida en su libro “Obras varias al Real Palacio del Buen Retiro”, publicado en Madrid en 1635 dedicaba a “La túnica de José”, unos ditirámbicos y ripiosos versos[2]. En 1665, un poco antes de morir, Felipe IV ordenó llevar “La túnica de José” al monasterio de El Escorial, donde se conserva desde entonces.

La túnica de José es una de las obras más desconocidas de Velázquez, lo que hace de ella una de las pinturas más enigmáticas de su autor. Aquí Velázquez sublimó toda una serie de influencias estéticas que iban desde Guercino hasta Poussin y en donde destaca, por su buen efecto, la perfecta perspectiva que el pintor sevillano supo dar al pavimento de la habitación donde discurre la escena, formado por losas blancas y negras, lo que ya advirtió Beruete, como si se tratara de un tablero de ajedrez, cuyas piezas son los protagonistas del asunto bíblico. Atención especial merece el poético paisaje, de tonos verde azulados, que se divisa a través de la ventana del fondo.

La túnica de José es pintura difícil, que no gustó a muchos críticos, entre ellos Gregorio Cruzada Villaamil y José Moreno Villa, quienes la dedicaron poco amables adjetivos. Carl Justi por su parte destaca que el personaje de Jacob es nuevo en el arte velazqueño “cabeza de judío anciano, con ojos pequeños, nariz larga, que levanta los brazos aterrorizado a la vista de la túnica ensangrentada que no le permite dudas”.[3]

De “La túnica de José” se conocen varias copias antiguas, entre ellas una que perteneció al pintor José de Madrazo y que luego fue del marqués de Salamanca y que en el siglo XIX se creía boceto del original, por lo que se la fechaba antes del primer viaje de Velázquez a Italia. La obra medía 1,70 x 3,25 y según el crítico inglés William Stirling Maxwell (1818-1878) que la vio, en 1845, en la propia casa de José de Madrazo, no era un simple boceto sino “una repetition qui diffère a quelques egard du tableau original” y señalaba la variante del perrillo que en el dicho lienzo en vez de ladrar, duerme”.[4]

A finales del siglo XIX la copia velazqueña pertenecía al coleccionista madrileño Don Mariano Hernando, quien la poseyó hasta su muerte, acaecida en 1913, siendo a continuación vendida por sus hijas y herederas a persona ignorada.

En 1978 Diego Angulo dio a conocer otra copia de “La túnica de José” en colección particular madrileña, que no presentaba las mutilaciones del original. De esta manera, tras la figura de Jacob se encuentra una monumental columna, en cuya parte alta aparece una cortina arrollada, mientras que en lado opuesto, la figura medio desnuda de uno de los hijos está completa, “pero sobre todo deja ver un buen espacio de solería que, apenas visible en el resto del lienzo, contribuye a dar gran sensación de profundidad y de amplitud al escenario, al mismo tiempo que con la pilastra que se levanta al fondo encuadra por esta parte la composición, como lo hace la columna en el lado opuesto”.[5]

Otra interesante copia del original velazqueño se encuentra en la iglesia cordobesa de San Miguel, obra atribuida a Bernardo Jiménez de Illescas (1616-1678) o a Juan de Alfaro.[6]

Varias copias antiguas de “La túnica de José” vio Antonio Ponz en diversas iglesias madrileñas: San Jerónimo, San Antonio del Prado y Santa Isabel, la de este último templo aun pudo verla Elías Tormo antes de su desaparición durante la guerra civil[7]. Es posible que algunas de estas copias antiguas fuera la que perteneció a Doña Manuela de Arguelles.


NOTAS:

[1] Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 15669, folº. 284-292.

[2] Manuel de Gallegos fue un escritor portugués del siglo XVII que residió en el Madrid de Felipe IV, dedicado al cultivo de la poesía. Escribió el poema en octavas “La Gigantomachia”, publicado en Lisboa en 1628 y “El templo de la memoria”, que asimismo vio la luz en prensa lisboeta en 1635. Sin embargo su libro mas conocido fue el ya citado “Obras varias al Real Palacio del Buen Retiro”, publicado en Madrid en 1637, donde incluyó toda una serie de composiciones poéticas dedicadas a celebrar la recién construida residencia real, así como a los cuadros que adornaban sus paredes y a los jardines que la rodeaban. (Vid.- Antonio Palau Dulcet.- Manual del librero hispanoamericano, Tomo IV, Barcelona 1953, Pág. 37).

[3] Carl Justi.- Velázquez y su siglo, Madrid, Espasa Calpe, 1953, Págs., 299-300.

[4] Bernardino de Pantorba.- La vida y la obra de Velázquez. Estudio biográfico y crítico, Madrid, Compañía Bibliográfica Española, 1955, Págs. 98-99.

[5] Diego Angulo Iñiguez.- “Velázquez: retrato del Conde Duque de Olivares.”La túnica de José” en Archivo Español de Arte, nº. 201, 1978, Pág. 84.

[6] Santiago Alcolea.- Guía artística de Córdoba, Barcelona, Aries, 1951, Pág. 124.

[7] Elías Tormo.- Las iglesias del antiguo Madrid, Madrid 1927, pág. 34.

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