Oct 012006
 

Jennifer Rol Jiménez.

Introducción

La población objeto de estudio en nuestro caso ha sido la villa de Madroñera y para ponernos en situación con respecto a su ubicación geográfica, comenzaremos diciendo que la historia de nuestros pueblos se mueve entre los tópicos, las leyendas y unos cuantos hechos más o menos documentados que han llegado hasta nuestros días. Desde las líneas de nuestro estudio, intentaremos hacer llegar unas simples notas o apuntes para acercarnos a lo que fue el pueblo, en donde se ubica la ermita, en tiempos pretéritos. Comenzaremos por una coplilla, tomada del Diccionario Geográfico Popular de Extremadura, editado en 1963 que realiza una somera descripción geográfica del lugar de localización de Madroñera.

Santa Cruz de la Sierra
está en un cerro,
Trujillo en un berrocal,
y la Madroñera hermosa
entre dos sierras está
[1].

Un vistazo a la hoja 706 del Mapa Topográfico Nacional también nos serviría para ubicar a Madroñera en la comarca trujillana entre el Cerro de Trujillo y el Cerro de Pedro Gómez, el punto más elevado de la Cuerda de Valdelamadera con 1.003 m. de altitud. De este modo, Madroñera está situada en la Meseta meridional, en el sureste de la provincia de Cáceres, de cuya capital la separan 62 km. Tiene una superficie de 139.91 km² y está a 589 m. de altura sobre el nivel del mar. Limita al norte con Aldeacentenera, al sur con Santa Cruz de la Sierra, al este con Garciaz y al oeste con Trujillo. Dista algo más de dos kilómetros del “Cruce”, una carretera provincial, la 524, que va desde Plasencia a Logrosán, para enlazar con otras vías que, formando un entramado de redes, comunican y relacionan a varios núcleos activos de la provincia (Miajadas, Guadalupe, Logrosán, etc.)[2]. Quizás, este relativo “aislamiento” de su carretera principal, haya podido suponer un obstáculo para un mayor desarrollo del municipio.

Podemos seguir señalando que la villa de Madroñera está situada entre las tierras de la meseta Trujillano-Cacereña y la Sierra de las Villuercas. Atraviesan sus tierras las aguas de los ríos Almonte y Magasca. Predomina el paisaje adehesado, combinando con olivares y tierras de labor. Su vegetación es típica de bosques mediterráneos, encinas y alcornoques, también robles, melojos o rebollo, castaños y, por supuesto, madroños, que dan nombre a ésta tierra. En la fauna destacan conejos, perdices, tórtolas, liebres, patos, jabalíes y zorros. Y en cuanto a la pesca hay tencas y carpas, que pueden pescarse en sus pantanos.

Es probable que los orígenes de Madroñera se remonten a tiempos bastante remotos, ya que en lugares cercanos se han encontrado vestigios de culturas antiguas, como el poblado de asentamiento celtíbero en Aldeacentenera o algunos restos del periodo visigodo en Santa Cruz de la Sierra. Pero quizás sea la cercanía a Trujillo, ciudad donde estuvieron romanos, visigodos y árabes, entre otros, la que pueda conferir a Madroñera una discreta existencia en los tiempos antiguos. Lo que parece estar claro es que el nombre del pueblo tiene su origen en el topónimo “madroñera” como nombre derivado de un arbusto, el madroño, dentro de la amplia toponimia de pueblos extremeños cuyos nombres evocan vegetales (Aceuchal, Oliva, Acebo, Jaraicejo, Hinojal, Robledillo, etc.). En este sentido, la abundancia de esta planta arbustiva, de hoja perenne, color verde oscuro brillante y fruto rojo comestible, por estos parajes, favoreció que desde mediados del siglo XVI se conociese a este lugar como la “Villa de las Madroñeras”. No se sabe el año de su fundación, pero sí que en 1551 lo estaba, ya que en 1558 don Gonzalo Carvajal, Obispo de Plasencia, compró a “Su Majestad” haciéndole villa, y falleciendo en 1559, hizo cesión de la compra en don Alonso Ruíz de Albornoz, regidor de la ciudad de Trujillo[3].

Cuando el conocido “lugar de las madroñeras” dejó de pertenecer en jurisdicción a la ciudad de Trujillo, tenía poco más de cien habitantes dispersos entre el recorrido del arroyo el Hornillo y los cerros que circundan por el norte y, sobre todo por el este de sierras pizarrosas, redondas, conformado entonces por colmenas y lagares. Debió de ser hacia la segunda mitad del siglo XVI, fecha oficial de su fundación, según reza en el Libro de Becerro del archivo parroquial[4], un desorden de casas de una sola planta construida con materiales pobres donde sus pobladores se dedicaban a labores agrícolas, a la apicultura y al pastoreo. Estas actividades ocuparían la mayor parte de sus quehaceres y apenas dispensarían un par de días al año para rendir gratitud a algún benefactor santo de los muchos que proliferaron en la Baja Edad Media. Cronológicamente estaríamos hablando de lo que los historiadores llaman Edad Moderna, cuando todavía se andaba con la resaca de la Reconquista y se había instituido una monarquía basada en los principios del Cristianismo, del Catolicismo, y en el discurso político y filosófico de Maquiavelo, tan de moda entre las incipientes monarquías absolutas, institución representada en los territorios de las Españas por los Reyes Católicos y en la unidad de los reinos peninsulares.

De sus monumentos, podemos destacar la iglesia de la Purísima Concepción, perteneciente al siglo XVII y de estilo barroco, con órgano instalado en 1759 que pertenecía a la parroquia de San Martín de Trujillo; la conocida Mona del Rollo o Picota, pertenece al tercer cuarto del siglo XVI, rematada por blasones de los señores de la villa (actual escudo de Madroñera), así como la denominada “Ermita Vieja», dedicada a la Virgen de la Soterraña, patrona del pueblo y que cuenta la leyenda que entre los años 1500 y 1600 se apareció la Virgen en una roca que se encuentra frente a la ermita, a un pastor que andaba por esas tierras aún despobladas. Una fuerte tormenta de nieve y granizo le sorprendió y se puso a rezar a la Virgen pidiendo auxilio y ella acudió en su ayuda ofreciéndole refugio en la cueva, y por este motivo, es tradición de las gentes del lugar llevarse un trocito de pizarra de la cueva y tirarlo a su tejado para que les proteja de las tormentas. En lo referente a esta cuestión es la ermita “Virgen de la Soterraña” donde centraremos nuestro estudio y que va a constituir el tema central que nos ocupa. La ermita “Virgen de la Soterraña”, situada en las afueras del pueblo, es una construcción moderna, no anterior a finales del siglo XVIII, a pesar de que la leyenda la sitúe entre 1500 y 1600, aunque podrían referirse a una ermita anterior, considerada como la verdadera ermita del pueblo, en la actualidad desaparecida, que era la ermita de San Gregorio, según se recoge en el informe del párroco de Madroñera en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, fechado el 3 de abril de 1791 y que dice lo siguiente:

“Que hai solo una Hermita de San Gregorio Ostiense, inmediata al pueblo y en su día se trae en procesión el santo a la yglesia parroquial, donde se zelebra su fiesta”[5].

Respecto a sus orígenes se ha barajado la hipótesis de que el nombre de Soterraña, con el que se conoce a la ermita dedicada a esta Virgen, proviene de la palabra de raíz latina, que significa “lo que está debajo del suelo”, lo subterráneo. Es posible que el origen de la Virgen de la Soterraña, también conocida como la Virgen de las Nieves, se pueda hallar al final de la Baja Edad Media y en consonancia con el pastoreo y, sobre todo, con la trashumancia, asunto que trataremos en páginas posteriores, ya que la ermita se encuentra muy cerca del camino que conduce a Garciaz. Así, tenemos constancia de que el pueblo segoviano de Santa María del Real de la Nieva, también tiene como patrona a Ntra. Sra. de la Soterraña, pudiendo existir alguna relación entre ambas. Sin embargo, la tradición popular, tanto de este pueblo castellano, como la de Madroñera, narra que la imagen de la Virgen fue encontrada enterrada, de ahí podría proceder su denominación de “Soterraña” o subterránea.

La población actual de Madroñera, haciendo una referencia aproximada a la revisión de los padrones de población de los últimos años, se encontraría en torno a los 3.500 habitantes, con una sex ratio bastante igualada entre hombres y mujeres, si tenemos en cuenta que nacen más niños que niñas, pero al igual que sucede en el resto de España, la esperanza de vida es más elevada entre las mujeres. Por otra parte, los aspectos económicos de Madroñera, ligados a su soporte físico y demográfico, se han modificado sustancialmente en las dos últimas décadas. De ser un pueblo de economía rural dependiendo de la agricultura y la ganadería, ha pasado a ser económicamente un pueblo terciario, donde una buena parte de sus habitantes dependen del sector servicios. Por su parte, el Diccionario Estadístico-histórico de Pascual Madoz, publicado hace más de ciento cincuenta años, refiere que las principales dedicaciones de los vecinos de este pueblo estaban en la producción de trigo, cebada, centeno, avena, ganado lanar, cabrío, porcino y caza menor, “pero todo por la jurisdicción de Trujillo, por falta de terrenos del pueblo”[6]. La escasez de tierras de labor, bien por lo reducido del término o por la existencia de grandes latifundios, y esto ha supuesto un endémico obstáculo al crecimiento, ha propiciado que en Madroñera durante mucho tiempo se haya practicado una economía primaria de subsistencia, a veces de servilismo, que se ha perpetuado hasta la segunda mitad del siglo XX, probablemente, a causa de la emigración y de un radical cambio en las actividades económicas del pueblo.

En resumen, podemos decir que Madroñera es un pueblo de carácter terciario que poco a poco ha ido sustituyendo su economía agropecuaria por actividades del sector de la construcción y del sector servicios que podrían consolidarse y aumentar en un futuro inmediato. De este modo, los diferentes aspectos económicos, así como su desarrollo y proceso de formación, podrían resultarnos de gran interés para la realización de nuestro estudio histórico-antropológico y poner de manifiesto las posibles causas del abandono y recuperación de la ermita “Virgen de la Soterraña”, sometida a los avatares del proceso de emigración producido hacia la segunda mitad del siglo XX.

– El enclave de la ermita “Virgen de la Soterraña”.

Para el desarrollo de este apartado, comenzaremos poniéndonos en situación ante la temática planteada. En la población de Madroñera, en la actualidad, existen dos ermitas, conocidas como la “Ermita Nueva” y la “Ermita Vieja”, ambas consagradas a la advocación de la Virgen de la Soterraña. La “Ermita Nueva” sustituyó a la “Ermita Vieja”, que quedó en desuso por razones de la situación de ruina en que fue declarada hacia el año 1966. Por ello, la Virgen de la Soterraña, talla que data del año 1916, se llevó a la villa de Madroñera, donde sería custodiada por su mayordoma durante casi tres décadas, hasta que fue trasladada a la sacristía de la parroquia “Purísima Concepción” de Madroñera. Actualmente, se está restaurando de nuevo la denominada “Ermita Vieja”, cuyo enclave geográfico dista pocos kilómetros de la denominada “Ermita Nueva”.

El dato que nos remite a la mayor antigüedad y que consta en el archivo parroquial, es una reseña histórica, que se redacta con motivo de la visita que realizó el arcipreste al párroco y le recomienda que se preocupe de corregir algunas pequeñas imperfecciones que hay en el tejado de “esa pequeña ermita a la que la gente muestra una gran devoción”. De este modo, señala que se preocupe el párroco de pedir limosna, puesto que es una ermita muy pequeña y que debido a las condiciones del temporal se encuentra en un mal estado. Así dicen algunos de los gozos dedicados a la Virgen de la Soterraña, cuya devoción entre su pueblo, consta por escrito desde el año 1859: “Se halla en el término jurisdiccional de esta Parroquia una Ermita de Nuestra Señora bajo el título de Soterraña”[7].

Por otro lado, suponemos que en el año 1859, la ermita ya estaba construida, y que antes de 1791 no estaba levantada, ya que hacia esta fecha se han encontrado unos escritos de la parroquia en los que consta que no existía ninguna ermita más que una conocida como la Ermita de San Gregorio. Dicha ermita es la que aparece mencionada en un documento del año 1791, recogido por el Interrogatorio de la Real Audiencia que se realizó por los diversos pueblos y municipios de la comunidad extremeña. En este sentido, se contestó desde el Ayuntamiento y desde la Parroquia de la población de Madroñera, señalando que había una ermita dedicada a San Gregorio, lo que significa o podemos deducir que la Ermita de la Soterraña, o no tenía resonancia popular, o no existía. Parece ser que esta última opción sea la más considerable. Aparece otro dato que podría resultarnos relevante, como es el hecho de que la gente iba en romería a una quinta conocida como la Rinconada, a cumplir un voto o una promesa, debido a la existencia de una ermita en dicha finca, que a pesar de su carácter privado, era accesible al resto de la población de Madroñera.

La estructura de la ermita de la Soterraña consta de una planta de cruz latina, formada por una nave central de pequeñas dimensiones, atravesada por el transepto y coronada por una linterna que se conserva en la actualidad ubicada en el crucero de la nave central. En el ábside de pequeñas dimensiones se encontraría depositado el cuadro con la imagen de la Virgen, para su veneración. Podríamos estar hablando de la existencia de un exvoto pictórico, hecho muy frecuente en siglos anteriores ante la falta de tallas de las imágenes religiosas. La imagen de la Virgen de la Soterraña, venerada por la población de Madroñera, fue adquirida en el año 1916, como ya hemos señalado, sustituyendo al cuadro que se encontraba en el lugar en que se adoraba a la Virgen en la ermita, de la que se encuentran los datos en el archivo parroquial señalando la existencia en el año 1859 de dicha ermita. Del mismo año hay un escrito del visitador del arciprestazgo, que fue a encontrarse con el párroco de Madroñera y le habló de la existencia de una pequeña ermita donde se veneraba una efigie de la Virgen de la Soterraña a la que el pueblo profesaba una gran devoción. La ermita estaba muy deteriorada y el visitador recomendó al párroco de la villa que se lo comunicase a los fieles para que le ayudaran, contribuyendo con alguna limosna, para poder reconstruir el tejado, dado que el pueblo sentía una gran devoción por la Virgen.

Posteriormente, la pequeña ermita fue ampliada en dos terceras partes, entre los años 1916 y 1920, por los párrocos que entonces se encontraban en la villa de Madroñera, que eran dos hermanos, don Donato y don Vicente, que tras las obras de ampliación de la ermita, colocaron una imagen de talla, y en el caso de la existencia del cuadro, podría haber quedado ocultado en la pared. En su lugar colocaron una efigie que parece ser imitación de la imagen que se venera bajo la advocación de la Virgen de la Soterraña, en Santa María de Nieva, provincia de Segovia, y donde también encontramos otra Virgen similar conocida como Nuestra Señora de la Soterraña en la provincia de Ávila, ubicada en un santuario dedicado a ella. De estas tierras castellano-leonesas, parece ser que pudiera haber llegado la devoción a Madroñera, pudiendo haberse difundido a través de la trashumancia, con lo cual, los mismos pastores podrían haber traído la imagen de la Virgen como recuerdo y memoria de donde ellos venían, junto con algún cuadro que colocaron en una pequeña ermita en el lugar que llamamos la “Ermita de la Soterraña”, y allí se encontraría durante casi tres siglos la imagen de la Virgen, venerada por los lagareros y otras gentes del lugar. En este sentido, podríamos poner de manifiesto la existencia de una teoría de carácter difusionista, desde el punto de vista antropológico, dado el carácter extensivo de la transmisión cultural por difusión. Para confirmar la existencia del carácter trashumante de la zona, el texto de Julius Klein nos servirá para ponerlo de manifiesto, así como el carácter conflictivo de la práctica trashumante con la monarquía de la época:

“El aspecto más significativo de este programa para el cumplimiento de las resoluciones adoptadas por las Cortes de Toledo de 1480, fue la política francamente agresiva llevada a cabo por la nueva autocracia respecto a villas y ciudades. Las justicias locales, y más adelante los corregidores reales, tenían orden de informar anualmente, a fines de abril, sobre la administración de las leyes referentes a los peajes reales. Al poco tiempo hallamos una comisión de veedores recogiendo estos datos durante cada primavera. Cáceres, Plasencia, Trujillo y otros centros de pastoreo, que en tiempos se consideraban muy por encima de estas decisiones, se vieron pronto enfrentados con una Monarquía que estaba dispuesta a hacer cumplir sus edictos”[8].

Las siguientes aportaciones también nos conducen a poner en relación la construcción de la ermita “Virgen de la Soterraña” como consecuencia de las prácticas trashumantes que se llevaron a cabo durante varios siglos en la región extremeña. Atendiendo a las palabras de Diago Hernando, podemos señalar que dichas prácticas se llevasen a cabo considerando bastante probable que entre los mesteños predominasen entonces los modestos ganaderos de comarcas serranas que sólo trashumaban para sobrevivir, aunque entre ellos también hubiese algunos grandes propietarios de origen social muy diverso. A lo largo de las generaciones, reclutarían en los siglos subsiguientes sus pastores y mayorales los grandes propietarios que “se volcaron en la cría de ganados trashumantes cuando esta actividad adquirió mucho mayor desarrollo gracias al incremento espectacular de la demanda de lanas” [9]. Podríamos estar ante dichos y hechos que se transmiten de un sitio a otro, así como valores y costumbres que en cada lugar se recogen, dejando entrever un carácter propiamente difusionista.

Por otro lado, también podemos barajar la posibilidad de que la construcción de la ermita “Virgen de la Soterraña” se hiciese a través de la influencia de los monjes dominicos, por cuanto que en Trujillo existía un convento bastante representativo de esta Orden, y por lo que nos consta, el santuario de Santa María de Nieva en Segovia, estaba atendido por monjes de la orden dominica, pudiendo ser que uno de ellos, procedente de Trujillo, quien condujera la devoción de la Virgen hasta la villa de Madroñera. En este sentido, podemos señalar que hasta el momento, se desconoce esta advocación en otro lugar de la provincia de Cáceres, aunque sí existe el caso de la Virgen de Soterraño en Barcarrota, provincia de Badajoz[10], que podría resultar de carácter similar. No obstante, en diversas provincias podemos encontrar analogías con la Virgen de la Soterraña, tales como Segovia, Ávila, Tarragona y Córdoba, entre otras. Podría tratarse de un hecho muy concreto y bastante significativo desde un punto de vista espacio-temporal.

– Leyenda y transmisión oral.

En torno a la leyenda y respecto a la transmisión oral y divulgación popular que nos habla del “mito de origen”de la Virgen de la Soterraña, se narra la aparición de la Virgen a un humilde pastor, cuando éste se refugiaba de una gran tormenta en el abrigo de una pequeña cueva, al que la Virgen le indicó que deberían construir una ermita para su veneración y advocación, en señal de gratitud por haberle salvado y prestado su auxilio durante la fuerte tormenta. De un modo general, se trata de la narración que circula entre la población de Madroñera, aunque pueda sufrir alguna variación en función de quién nos la cuente y nos la transmita, con una aportación de información más o menos extensa.

Uno de los problemas sin resolver que podemos encontrar con respecto a la religiosidad, es el del nacimiento de las leyendas y los mitos de creación y su fijación por diferentes manuscritos. En este sentido, se señala que el potencial poder benéfico que la tradición atribuye a ciertas imágenes, les otorga por su supuesta facultad de incidir en la salud, “el rol de intercesoras en el contexto levistraussiano de la eficacia simbólica”[11], en este sentido, nos estamos refiriendo al poder de los símbolos y de las imágenes dentro de una sociedad. Por otro lado, lo que también nos parece sugerente es la posibilidad que ofrecen los exvotos, en su versión de tablillas y objetos simbólicos, a la hora de establecer, lo que se pueden denominar áreas de gracia de cada devoción y sus fluctuaciones y modas en una visión tanto retrospectiva o diacrónica, como actual, para tratar de valorar la vigencia del fenómeno. Para el caso de Extremadura, en general, la información que poseemos acerca de los exvotos desde la perspectiva histórico-temporal que se nos ofrece, tenemos de un lado, la documentación historiográfica, como los Libros de Milagros, y del otro, la bibliografía pertinente. En este sentido, los libros de milagros, que inspiran determinadas tablas votivas, sobre todo durante los siglos XVI, XVII y XVIII, no son más que una fuente de segunda mano, teniendo en cuenta que, generalmente, se basan al mismo tiempo en relatos orales anteriores a las fechas en que se escribieron. Estos documentos e impresos tienen por objeto dejar por escrito lo que, frecuentemente, andaba de boca en boca, pretendiendo divulgar el culto y extender el conocimiento acerca de sus benefactoras virtudes. En el caso de la ermita “Virgen de la Soterraña” en la localidad de Madroñera, no tenemos constancia de que se conserve ningún tipo de documento, manuscrito o libro de milagros, relacionado con la leyenda en torno a la aparición de la Virgen.

Por otra parte y desde un enfoque científico, al margen de la fe y del estricto ámbito de las creencias, hay que tener presente que los divulgadores de este tipo de leyendas relacionadas con la transmisión oral, suelen ser clérigos o personas próximas en su afecto a las poblaciones, santuarios y devociones que historian. Además, también se pone de manifiesto que el recurso explicativo remite a lo mitológico, de forma que los hechos históricos se confunden en un proceso consciente con los de carácter legendario.

A todo ello, queremos aportar otro dato de gran interés que nos ha legado la transmisión oral, como es el hecho de coger un trozo de pizarra de la cueva próxima a la ermita a la que nos estamos refiriendo, donde habría tenido lugar la aparición de la Virgen, para enterrarlo en una vivienda cuando se realiza su construcción, o arrojarlo al tejado, si ya está construida; todo ello con la finalidad de que la Virgen de la Soterraña, ofrezca su protección ante las tormentas. De este modo, con motivo de las tormentas, los devotos toman pequeños trozos de la cueva para evitar que caiga un rayo en sus casas, por advocación contra las tormentas. Asimismo, tenemos que señalar que este mismo gesto también se produce en Santa María de Nieva, en Segovia.

En este sentido, podemos señalar que la mayoría de las veces “los hechos históricos se confunden en un proceso consciente con los de carácter legendario o fantástico, pudiendo dar respuesta a las diversas estrategias que emplearían miembros de la cultura oficial para penetrar en las capas populares y hacer más sugestivo el mensaje”[12], como ya hemos señalado anteriormente.

– Abandono y recuperación.

En este apartado, queremos reflejar un dato, como ha sido el hecho del abandono que sufrió la ermita, hacia los años sesenta del siglo XX, probablemente por causa del fenómeno de la emigración que tanto afectó a nuestros pueblos, y que en la actualidad, ha mostrado un notable retroceso, junto con la reconstrucción de la ermita, seguramente a la par que la recuperación de la economía y la identidad cultural del pueblo de Madroñera, puesto que el estado de la ermita se encontraba en una situación casi de ruina total.

Con motivo del fenómeno de la emigración hacia la segunda mitad del siglo XX, los diversos grupos humanos que habitaban diferentes parajes de la villa de Madroñera, emigraron a las ciudades y su entorno quedó deshabitado, asimismo, el camino que daba paso a la ermita dejó de ser transitado, dificultando su acceso a la misma. Durante algún tiempo, el santuario permaneció en el olvido, aunque no sucedió lo mismo para la mayoría de sus devotos, ya que se seguían produciendo visitas de forma esporádica.

Respecto al abandono de la ermita, podríamos pensar que el hecho de ubicarse en un paraje húmedo, que con los temporales de agua afectaría al interior y exterior de la ermita, junto con la aparición del fenómeno migratorio; porque pensemos que la emigración contribuyó a que diversas zonas se quedaran despobladas, al mismo tiempo que la mayoría de todos los lagares que existían en el entorno donde estaba situada la pequeña ermita, van a ser dos factores de gran importancia a la hora de referirnos a su abandono. De este modo, los efectivos humanos marcharían a las ciudades, quedando en situación de despoblamiento los enclaves del lugar. El sitio de acceso sería menos frecuentado, al encontrarse el camino de paso en condiciones cada vez más adversas y podría ser este hecho el que contribuyese a que gran parte del tejado se cayera en el año 1966 y se trasladase la imagen de la Virgen al pueblo, al mismo tiempo que se producía un total abandono del lugar.

Respecto a su recuperación, podemos señalar que todo se conjuga. Pensemos que después de los últimos coletazos producidos por el fenómeno migratorio, la gran mayoría de los habitantes de Madroñera habrían ido adquiriendo una mayor calidad y nivel de vida y un mejor bienestar, todo ello podría haber contribuido a que las gentes del lugar quisieran recuperar todo aquello que anteriormente había formado parte de su cultura, de su identidad y de sus creencias, volviendo posteriormente al intento de rescatar sus raíces. Tal vez con un sentido de nostalgia o un sentido de vacío, con el trasfondo de un mayor nivel de vida y la puesta en marcha de una serie de nuevos valores que se han ido adquiriendo con la entrada al nuevo milenio, así como con el crecimiento, el desarrollo y la existencia de un mayor poder adquisitivo; podemos referirnos a la recuperación de la ermita “Virgen de la Soterraña” de una forma paralela y al mismo tiempo que los parajes del entorno que la rodean.

En este sentido, la adquisición de los antiguos lagares por nuevos propietarios, dispuestos a invertir grandes sumas de dinero en su restauración y recuperación, en una clara apuesta por el desarrollo sostenible, así como la imposición de nuevos valores y modas con respecto a un estilo pseudo-rústico, nos lleva a hablar de la clara necesidad de la recuperación del entorno, como creación o habilitación de una de las denominadas zonas verdes, al igual que si de un ámbito urbano se tratase. De este modo, se pueden percibir las nuevas construcciones que se han producido durante los últimos tiempos. A todo ello, podemos añadir que con la recuperación del camino y la mejora de las condiciones de acceso a la ermita, se ha producido un mayor incremento de las visitas a la misma. Junto con la recuperación del enclave paisajístico y de los lagares que se han ido recobrando y reconstruyendo, al mismo tiempo, se ha contribuido a hacer el lugar más accesible.

En la actualidad, se encuentra restaurada, reconstruida y ofreciendo una mayor amplitud a su entorno paisajístico, tal vez como expresión de unos nuevos valores culturales que enraízan en el pasado o quizás por la nostalgia de un pueblo al intentar recuperar lo que algún día fue suyo y lo que en algún tiempo le perteneció. Todo ello para seguir manteniendo viva la leyenda de la Virgen de la Soterraña, así como sus valores y creencias, además de mantener activo el engranaje socio-cultural del municipio de Madroñera.

– La “cultura” como determinante demográfico y social.

Para el desarrollo de este apartado, nos referiremos al concepto de “cultura” como determinante de un sistema social concreto. Para ello, se nos ofrecen diversos puntos de vista, así como diferentes autores. Se exponen de forma general, los diferentes modelos que encontramos en la literatura antropológica referidos al estudio de sociedades relacionadas con sus medios y formas de producción así como la construcción de sus ideas y creencias religiosas. Pero antes, vamos a distinguir las orientaciones de tipo materialista de aquellas no materialistas o culturalistas. Para ello, a lo largo del presente apartado, pueden verse los presupuestos metodológicos y las posiciones teóricas, y a pesar del gran abanico que forman, se pueden clasificar a partir de la consideración según la cual la cultura definida como sistema de representación determina el modo de vida social de las diversas comunidades o grupos humanos, en este caso nos referiremos al punto de vista culturalista[13]. Por otro lado, desde el punto de vista materialista, a partir de la consideración según la cual los recursos disponibles, los productos obtenidos, los modos de obtenerlos y las relaciones de producción van a determinar la cultura, las estructuras sociales y su historia, se incluye al materialismo histórico como una de dichas formas. En el segundo caso, sin embargo, la polarización aparece más claramente en torno a los cambios en las condiciones materiales de su existencia como fundamento de los cambios sociales e históricos.

Por otro lado, nos encontramos ante un concepto de naturaleza geográfica que se apoya sobre las características del medio físico. En este sentido, el punto de vista difusionista puede permitir aclarar cuestiones de tipo histórico, y señalamos también, a modo positivo, que la noción de área cultural es muy útil, aunque no es un instrumento eficaz de análisis en sí a no ser que se complemente por el estudio de las relaciones entre los grupos de la sociedad o las clases[14]. En este sentido, no debemos olvidar también el factor temporal. Para la aplicación en el caso que nos compete, hemos empleado la perspectiva difusionista para la creación y construcción de la ermita “Virgen de la Soterraña”, bien a través de la trashumancia o de la orden de los dominicos.

De este modo, podemos señalar que nos referimos a un momento en el que las referencias descriptivas abundan y son de gran valor, tanto por el detalle y la minuciosidad con los que han sido recogidas, como por su gran número. En este marco, los detalles referentes a la esfera del campo social aparecen estudiados desde la perspectiva de la identificación y del valor adaptativos de los medios de trabajo. Los dos puntos básicos serían, por un lado, la importancia otorgada a la tecnología de los grupos estudiados, y por otro, la prioridad dada a la adaptación con el medio en el que se hallan dichos grupos, junto con el componente demográfico. Aplicadas estas características al caso que nos ocupa, podemos referirnos al abandono de la ermita, como adaptación al nuevo medio, producido por el fenómeno de la emigración, cuya influencia se basa en el desarrollo tecnológico, así como el “proceso de mecanización”, que se produce durante los años sesenta del siglo XX en la región extremeña.

En este sentido, podemos ver cómo la influencia del fenómeno de la emigración y la modernización sobre el sector económico podrían haber afectado de una forma u otra tanto al abandono como a la recuperación de la ermita “Virgen de la Soterraña” de Madroñera, por medio de la influencia de nuevas técnicas aplicadas, como por medio de nuevas formas de organización del trabajo. Sin embargo, ello puede parecer insuficiente si tenemos en cuenta que no se hace mención sobre los factores que están en la base de dicha influencia. En este sentido, los análisis presentados se detendrían en un plano más bien ideal, de carácter religioso, sin entrar en un análisis más profundo de las causas estructurales. Por lo tanto, la necesidad de utilizar conceptos más operacionales, nos va a conducir hasta los estudios sobre la economía y las formas de religiosidad basados en el materialismo histórico.

Si tenemos en cuenta que la sociedad en la que vivimos actualmente, conocida como la sociedad de masas, se contrapone al estilo de sociedad tradicional y es una consecuencia del proceso de industrialización a que se han visto sometidas ese tipo de sociedades, abocadas a una forma de vida impregnada de gasto y consumo, podremos esclarecer algunas de las claves hacia el intento de recuperación de un determinado espacio físico. Mientras que para unos, el término consumo podría tratarse de un adjetivo impuro de enorme capacidad contaminante, para otros puede ser sinónimo de bienestar, prueba irrefutable de igualitarismo económico y hasta garantía de las libertades individuales. Puede tratarse de un concepto polivalente, tan apto para anunciar el advenimiento del nuevo Apocalipsis como para constatar el reino de Jauja. Por otra parte, “el consumo de productos inútiles o superfluos constituye un impulso irrefrenable para hombres y mujeres en todas las edades y niveles sociales y culturales, sabiamente alentado y dirigido por quienes dominan la mecánica del consumismo”[15]. En este sentido, nos atreveríamos a señalar que el hombre puede convertirse en un consumidor de espacios, a lo que podríamos atribuir el hecho de la recuperación de la ermita de la Soterraña en Madroñera en relación con la sociedad de consumo en la que nos movemos, donde podemos entrever un claro trasfondo de carácter económico que podría sustentar el hecho al que nos venimos refiriendo.

Por otro lado, para poder acercarnos al estudio antropológico de nuestro estudio desde el punto de vista del materialismo cultural de Marvin Harris, debemos tener presente que la estrategia de investigación seguida por éste, enfatiza en la infraestructura como una causa de la estructura y la superestructura, y a esto es a lo que se le llamará “materialismo cultural”[16]. En este concepto se utilizará el patrón universal integrado por tres divisiones principales: infraestructura, estructura y superestructura.

En el caso que nos compete, como aplicación práctica podemos referirnos al hecho de buscar una infraestructura como la causa y la consecuencia de que se produzca el abandono y, posteriormente, la recuperación de la ermita como puede ser el absentismo rural y la emigración a las ciudades, por necesidades económicas, como resultado de un contexto espacio-temporal determinado, así como de unas causas relacionadas con los requisitos mínimos de subsistencia y el crecimiento demográfico. Para el caso de la estructura, podríamos referirnos al tipo de organización económica de carácter político que va a influir en el hecho del abandono y recuperación de la ermita, constituida por actividades económicas y políticas de carácter capitalista, mediante las cuales se va a organizar la población de Madroñera, así como el tipo de relaciones internas y externas entre la sociedad global. En último término, la superestructura estaría integrada por la conducta y el pensamiento dedicados a las actividades religiosas, como la advocación hacia la Virgen de la Soterraña, junto con otros aspectos ideológicos, tales como la búsqueda o recuperación de una identidad cultural.

Sin embargo, desde el estructuralismo, corriente antropológica defendida por Claude Lévi-Strauss, podemos establecer un patrón general en nuestro estudio antropológico, si tenemos en cuenta que el hecho migratorio hizo que se despoblase una zona determinada y, posteriormente, con el auge y el bienestar económico se volviera a recuperar. En este sentido, la estructura inconsciente que podría subyacer sería la idea del intento de recuperar un espacio abandonado, por motivos económicos como la falta de recursos que conllevó a la emigración de una mayoría de los grupos humanos, del mismo modo que su reconstrucción se debería igualmente a la intervención de los factores económicos, con el crecimiento de una economía favorable que propició el retorno de los efectivos humanos que habían emigrado durante la década de los años sesenta del siglo XX, dispuestos a recuperar tanto la ermita “Virgen de la Soterraña” de Madroñera como su entorno socio-cultural.

Conclusiones finales.

A modo de conclusión, podemos señalar que el ejercicio de nuestra labor investigadora nos ha servido para poner de manifiesto que en el mundo de las creencias, el factor económico puede jugar uno de los papeles más relevantes en la historia del hombre, al mismo tiempo que el fenómeno de la emigración parece estar presente en la mayoría de la sociedades en circunstancias determinadas. Para ello, a través de la realización del estudio presente, así como siguiendo el recorrido de estas páginas, podemos incidir y apreciar una de las ideas que subyacen a lo largo de nuestro análisis defendiendo el desarrollo y la aparición de diversos factores tales como el crecimiento económico, el proceso de emigración, así como los cambios socio-culturales que se han venido produciendo en la sociedad durante las últimas décadas. Dichas causas podrían haber contribuido de una manera notable a los resultados que se han producido en la actualidad y que tienen como reflejo la recuperación de una ermita abandonada y de una serie de principios, valores y símbolos asociados.

Por otro lado, hemos podido constatar que la religiosidad dentro del ámbito de la población de Madroñera es un instrumento de integración y cohesión social, siempre que la percepción que se que tenga de la sociedad esté ligada a la condición religiosa del hombre. En este sentido, el culto religioso será un instrumento de cohesión social en el momento en que la sociedad esté dispuesta a aceptarlo como tal y destine ciertos lugares para su culto y celebración, así como para su manifestación. En el caso que nos compete nos referimos a la ermita “Virgen de la Soterraña”.

Otro de los aspectos que podemos señalar es la construcción de una nueva identidad a partir de la recuperación de un edificio de carácter religioso, como puede ser la ermita y que podría dejarnos entrever otra serie de aspectos que han resultado de especial interés para llevar a cabo nuestro estudio. También podemos señalar que el fenómeno de la emigración podría ser más proclive a la adaptación de una sociedad de carácter rural que urbana, pudiendo producirse una concepción diferente del espacio físico en ambos casos.

Por otro lado, podríamos plantearnos la idea de si volvería a abandonarse, a lo que añadiremos que, ya el hecho de haberse reconstruido, podría aportar una mayor consistencia y una mejor reestructuración que lo haría más difícil; sin embargo, si formulamos un patrón general, es decir, si tenemos en cuenta que cuando las necesidades económicas apremian y la población debe emigrar, la ermita se abandona, en contraposición a los tiempos de bonanza y crecimiento económico, en los que existe una intencionalidad de recuperar lo perdido, la respuesta sería afirmativa.

Sin embargo, la actitud o el hecho de mantener y conservar un determinado espacio físico o geográfico podría poner de manifiesto la expresión y manifestación de una identidad cultural, con una raíz en común, en lo que significa la fe y la advocación de la Virgen de la Soterraña para el pueblo de Madroñera. De este modo, crecer y madurar en el sentido de convivencia, de unidad y de cohesión social, podría conducir a que las nuevas generaciones, recogieran la antorcha y el relevo de sus antecesores, pero con la incorporación de los nuevos valores surgidos. Desde el punto de vista de nuestro estudio histórico-antropológico, hemos intentando reflexionar y entender cómo el proceso migratorio ha contribuido en gran medida a ampliar las miras y las perspectivas de la población de Madroñera como hecho reflejado en la recuperación de su ermita.

En esta línea, podemos hacer referencia a cómo las personas tienen un lenguaje vivo junto a las formas de expresar su fe, su devoción y hasta su inventiva y, en el trasfondo, lo que se ve es la existencia de una devoción hacia la Virgen de la Soterraña, arraigada en el pueblo y sus gentes, cuya base se encontraría en el sistema económico de la población. Otra de las teorías defendidas en nuestro estudio histórico-antropológico que aquí presentamos, hace referencia al hecho de que se haya relacionado una misma advocación con la que ya existía en otros pueblos y que se celebra actualmente en otros lugares como en Segovia, fruto de una transmisión difundida entre diferentes grupos humanos, partiendo de una base económica específica como ha sido la práctica trashumante durante varios siglos. Por otra parte, podemos señalar que en el fondo de la cuestión, subyace una dimensión religiosa, bastante profunda, que podría haber quedado diluida y difuminada, de una manera ambigua, con motivo del fenómeno migratorio durante los años sesenta del siglo XX, como consecuencia de la búsqueda de nuevos efectivos económicos.

De este modo, podemos referirnos al fenómeno de la emigración como una de las aportaciones culturales y manifestaciones ancladas en espacios temporales, que testimonian épocas y muestran valores, mitos, organizaciones sociales y símbolos que configuran la historia de nuestros pueblos, reproduciendo también un modo cultural específico de un tiempo, un espacio y una sociedad.

Para concluir, sólo nos queda poner de manifiesto el gran acercamiento al terreno de la Antropología Social y Cultural que ha supuesto para nosotros la realización del presente estudio histórico-antropológico. Para ello, finalizaremos con las palabras del profesor Lisón Tolosana, puesto que “ni las gentes del pasado ni las más remotas y aisladas culturas nos son radicalmente ajenas”. Es por ello que “reconstruimos, naturalmente; imaginamos desde nuestra coyuntura histórica y situación personal, sin duda, pero podemos captar porciones del Otro, quienquiera que sea, porque con todos compartimos una cierta afinidad espiritual, porque también peregrinamos y escribimos y leemos, porque también creemos y dudamos, porque también nos equivocamos, sufrimos, gozamos y creamos”[17]. Esperamos no habernos equivocado demasiado en la realización del presente estudio histórico-antropológico, no obstante, siempre nos quedará el consuelo de reflexionar acerca del Otro, para conocernos mejor a nosotros mismos, porque también “creemos y dudamos, porque también nos equivocamos, sufrimos, gozamos y creamos”.

ANEXO

– Dossier fotográfico

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Enclave geográfico de la ermita “Virgen de la Soterraña” (Madroñera).
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“Ermita Nueva” de la Virgen de la Soterraña. “Ermita Vieja” de la Virgen de la Soterraña.
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Cueva donde se “apareció” la Virgen de la Soterraña, según la tradición oral. Talla de la Virgen de la Soterraña realizada en el año 1916.
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Réplica del campanario anterior en la actualidad. Conservación de la antigua linterna de la ermita sobre la reconstrucción actual.
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Detalle de la Virgen de la Soterraña con el Niño en brazos.
img09 img10
Emita de la Soterraña en 1955. Antes de ser abandonada. Ermita de la Soterraña en 2006. En proceso de recuperación.
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Vista exterior de la ermita “Virgen de la Soterraña”.

Agradecimientos:

A don Jesús Mateo Izquierdo Gil, párroco de Madroñera, por su inestimable ayuda y a la Fundación “Fernando Valhondo Calaff” (Cáceres).

BIBLIOGRAFÍA:

  • BARANDIARAN IRIZAR, F., “Sociología de la Religión y Antropología”, Ethnica, Revista de Antropología, nº 20, Barcelona, 1984.
  • BARBER, W. J., Historia del pensamiento económico, Alianza Universidad, Madrid.
  • DIAGO HERNANDO, M., Mesta y trashumancia en Castilla (siglos XIII a XIX), Arco/Libros, Madrid, 2002.
  • Diccionario Geográfico Popular de Extremadura, 1963.
  • GARCÍA ROL, J. M., Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999.
  • GARCÍA ROL, J. M., Ordenanzas de Madroñera del año 1443, Gráficas Geximp, Madrid, 2004.
  • GEERTZ, C., El antropólogo como autor, Barcelona, Paidós, 1997.
  • HARRIS, M., Antropología cultural, Alianza Editorial, Madrid, 2001.
  • KLEIN, J., La Mesta, Alianza Universidad, Madrid, 1979.
  • LÉVI-STRAUSS, C., Antropología estructural, Paidós Básica, Barcelona, 2000.
  • LIPOVETSKY, G., La era del vacío, Ed. Anagrama. Barcelona, 1990.
  • LISÓN TOLOSANA, C., Individuo, estructura y creatividad. Etopeyas desde la Antropología Cultural, Akal Universitaria, Madrid, 1992.
  • MARCOS ARÉVALO, J., “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.).Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60.
  • RUBIO-ARDANAZ, J. A., La Antropología marítima subdisciplina de la Antropología sociocultural. Teoría y temas para una aproximación a la comunidad pescadora de Santurtzi (Bizkaia). Universidad de Deusto, Bilbao, 1994.

NOTAS:

[1] Diccionario Geográfico Popular de Extremadura, 1963.

[2] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 15.

[3] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 15.

[4] J. M. García Rol, Ordenanzas de Madroñera del año 1443, Gráficas Geximp, Madrid, 2004, pág. 7,

[5] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 19.

[6] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 15.

[7] Documento del Archivo Parroquial de Madroñera.

[8] J. Klein, La Mesta, Alianza Universidad, Madrid, 1979. Pp. 280-281.

[9] M. Diago Hernando, Mesta y trashumancia en Castilla (siglos XIII a XIX), Arco/Libros, Madrid, 2002. Pág. 65.

[10] J. Marcos Arévalo, “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.). Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60.

[11] J. Marcos Arévalo, “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.). Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60. Pág. 53.

[12] J. Marcos Arévalo, “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.). Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60.

[13] J. A. Rubio-Ardanaz, La Antropología marítima subdisciplina de la Antropología sociocultural. Teoría y temas para una aproximación a la comunidad pescadora de Santurtzi (Bizkaia). Universidad de Deusto, Bilbao, 1994. Pág. 40.

[14] Ibídem. Pág. 47.

[15] G. Lipovetsky, La era del vacío, Ed. Anagrama. Barcelona, 1990.

[16] M. Harris, Antropología cultural, Alianza Editorial, Madrid, 2001. Pág. 32.

[17] C. Lisón Tolosana, Individuo, estructura y creatividad. Etopeyas desde la Antropología Cultural, Akal Universitaria, Madrid, 1992. Pág. 6.

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