Oct 011997
 

 

Alonso J. R. Corrales Gaitán.

En los últimos años se está dando en nuestra extensa tierra, el interés por un variado número de temas que tienen gran parte de su base en leyendas o tradiciones transmitidas sencillamente de forma oral, es decir son fundamento documental y esto tal y como se puede apreciar agrada a una gran mayoría de lectores.

Pero aún, si cabe, se consigue mayor interés, cuando se demuestra que lo que en un principio tiene una base simplemente de leyenda, con el tiempo y la constancia se llega a demostrar que es algo palpable o al menos lo ha sido en algún momento de su historia. Es decir algo real.

Y evidentemente, esta temática a mí, como investigador incansable, me agrada mucho, tal y como lo demuestra que en los últimos doce años he estudiado e investigado sobre mas de una veintena de temas con estas características excepcionales, algunos de lo cuales han llegado incluso a convertirse en un libro.

Este es el caso que nos ocupa, algo que comencé a estudiar en el año 1994 y que a finales de 1995 salía a la luz bajo el título de: “Aproximación a los tesoros escondidos en la provincia de Cáceres y Badajoz”.

Pero aquello tal y como en su momento indiqué, era simplemente la punta del iceberg, ya que a partir de la publicación de la obra me “llovieron” gran número de datos sobre tesoros, así como de la existencia de variada bibliografía sobre este tema.

En la práctica totalidad de nuestras ciudades y pueblos se ha conservado alguna historia que hace referencia a algún tesoro o cantidad de mon3das que alguien ha escondido, generalmente musulmán o hebreo o persona poco confiada en las originarias entidades bancarias, y que por muy distintos motivos posteriormente no pudieron recuperar. Pues hay que estudiar detalladamente toda esta información y tratar de encontrar mas pistas al respecto, así de esta manera no pocas personas se han hecho ricas de la noche a mañana.

En la actualidad las leyes referidas a la búsqueda de tesoros son muy severas, pero ello no puede impedir que un elevado número de personas, cada año, se dediquen con aparatos o sin ellos a la búsqueda incansable de los mismos. En mi caso es distinto ya que yo me limito a estudiar su historia, evitando que se pierda la leyenda, y fotografiando las pistas físicas que aún puedan quedar en pie, dejando el trabajo arqueológico para expertos y por consiguiente personas autorizadas.

En mi archivo tengo recopilados cerca de medio centenar de casos sobre tesoros escondidos o hallados, en distintos lugares de nuestra geografía regional, siendo evidentemente más los de la provincia de Cáceres.

El siglo pasado (XIX), es especialmente rico al respecto, es el tiempo en el que se escriben no pocas obras relativas a la localización de tesoros, llegándose a pagar fuertes sumas de dinero por su adquisición o simple lectura.

Hasta nuestra tierra llegan incluso algunas obras originarias del vecino Portugal, y gracias a la comunicación de la antiquísima Ruta de la Plata, hasta aquí llegan trabajos de investigación de origen gallego. Existiendo también constancia de otras publicaciones realizadas en la propia Extremadura.

Curiosamente se da la circunstancia de que en la actualidad, viven en nuestra tierra media docena de personas que dentro de sus actividades culturales se encuentra la de búsqueda y localización de tesoros de todo tipo. Teniendo estas personas un amplio archivo de pistas y señales, todo lo cual he podido descubrir una vez que salió a la luz mi obra anteriormente mencionada, gracias a lo cual hemos realizado un importante intercambio de conocimiento e información.

Fuentes de información.-

Hoy podemos indicar que existe una extensa relación de personas que han escrito o investigado sobre este apasionante tema. Seguidamente damos una pequeña muestra de ello:

  • D. Publio Hurtado Pérez, investigador cacerense.
  • D. Claudio Constanzo, bibliófilo y amante de antigüedades.
  • D. Juan Sanguino Michel, incansable investigador.
  • D. Mario Roso de Luna, teósofo e investigador.
  • D. Vicente Paredes, bibliófilo e investigador.
  • D. Rafael Ramírez Arellano, investigador.
  • D. Antonio G. Rodríguez Moñino, bibliófilo e investigador.
  • D. Elías Diéguez Luengo, investigador.
  • D. Nector Ordóñez Díaz, investigador y zahorí.
  • D. Juan Antonio Córdoba, etc.

Explicar que gracias a la aportación de mi obra referida, he conocido la existencia de mas de una veintena de fuentes de información referentes a lo tesoros escondidos. Incluimos en esta información varios libros fotocopiados, que datan de finales del siglo XIX o principios del XX.

En Extremadura existen infinidad de historias referidas a la ocultación de objetos valiosos, tales como monedas, joyas, documentos etc. o mágicos con supuestos poderes extraordinarios.

Y dicho esto, indicar que los tesoros aquí tratados están fechados fundamentalmente en los siglos XV y XVI, refiriéndonos no obstante en menor cantidad a otros relativos al siglo XVII, incluso a alguno de tiempos posteriores.

El motivo que movió a hebreos y musulmanes a ocultar en total verdaderas toneladas de oro, plata, perlas, diamantes y otros objetos, fue el temor latente ante sus expulsiones a que fueran robados por el camino de expulsión, pensando que pasado algún tiempo podrían volver a los lugares donde habían vivido algunos de ellos, durante varias generaciones, y así recuperar sus riquezas. Algo que como ya sabemos no ocurrió, para desgracia de ellos y beneficio de muchos cazadores de tesoros o simples oportunistas.

La mayoría de las noticias se refieren a lo que se escondió en lugares apartados de las poblaciones, es decir cerca de puentes, arroyos, ermitas, castillos o cualquier otra pista que pudiese facilitar su recuperación. En menor medida se dan casos referidos a tesoros enterrados o simplemente escondidos en el interior de ciudades o pueblos, pus como es de suponer estas noticias son conocidas por una gran cantidad de vecinos, es evidente,

Por esta circunstancia durante siglos, todos los edificios o construcciones que por distintos motivos han dejado de estar habitados, han sufrido la búsqueda destructiva de infinidad de curiosos en una anárquica localización de posibles riquezas allí escondida. Lo que ha producido resultados muy dispares.

Evidentemente en este tema, tal y como ocurre en torso muchos, siempre salen “listillos”, que viviendo de la mentira y el oportunismo obtienen algunas sumas de dinero. Sirva de claro ejemplo el caso que seguidamente vamos a contar y que lógicamente no es el único.

Nos situamos a finales del siglo XIX. Bonifacio Montero, era natural de Cilleros y se dedicó por largo tiempo, prácticamente toda su vida, a fabricar falsos libros de tesoros.

Escribía con tinta añeja en viejos papeles, con datos de lugares misteriosos, con tesoros esplendidos. Posteriormente sometía lo escrito a los humos de chimenea y seguidamente los enterraba para que la humedad y el moho le diesen aspecto de antiguos, después se las apañaba para colocar estos libros o escritos en las manos de los investigadores mas avispados y obsesionados con encontrar tesoros, de los que obtenía importantes sumas de dinero a cambio de prácticamente nada.

Aquí se puede preguntar el lector: Pero entonces ¿Cómo descubrir el verdadero dato, del falso? La respuesta es muy sencilla, para ello nada mejor que investigar los mismos y continuar las pistas marcadas, así al final y no sin pocos esfuerzos descubriremos donde se encontraba la mentira y donde la verdad.

Un tesoro muy familiar.-

Esta historia se refiere a mi tatarabuelo paterno, que se llamó Agustín Cisneros Marcos, quién casó con Teresa Congregado Márquez, siendo padres de José Cisneros, abuelo este de mi padre, quién puso un comercio de ultramarinos en la Calle Javier García, hoy llamada Mario Roso de Luna, de esta ciudad de Cáceres.

Agustín fue una persona de gran longevidad, pues naciendo a mediados del siglo XIX, murió a los noventa años, motivo por el que durante mucho tiempo ayudó a su hijo en mencionado negocio.

Y cuentan los familiares, así como algún que otro amigo de confianza y vecino, que dándose el caso de que Agustín y José tenían en tan poca estima a las entidades bancarias de la época, que solían cambiar las monedas que obtenían por duros de plata, los que a continuación escondían según unos, en grandes latas y según otros en cántaros de barro, por distintos lugares de la casa, cuadra o patio, siendo el mas habitual el pozo principal.

Como es de suponer de lo aquí relatado, no existe documentación alguna, pero no es menos cierto que se trata de una historia que durante años la familia ha ido contando a sus descendientes. Todas las personas de entonces que conocían a mis familiares, sabían que éstos poseían unos ingresos considerables, ello como consecuencia de la renta de varias casas y tierras, sumas que hasta este preciso momento no se han encontrado.

Del mismo modo no podemos pasar por alto que toda esta zona fue levantada por mis ascendientes, es decir hasta el número 17 de la calle Donoso Cortés, no habiéndose realizado desde entonces ningún trabajo serio de construcción en los cimientos o base, estando allí escondidos al menos dos pozos y una gran diferencia de terreno o altura.

Tenemos aquí otro caso claro de tesoro escondido, que seguiremos estudiando con la esperanza de encontrar algo más.

– Hoy puedo decir que existe una amplia e interesante literatura referida a este tema, y como no es mi intención el repetir aquí todo lo ya indicado en mi libro, ya que para eso es más cómodo leerlo, voy a continuar dando nuevas pistas de información sobre tesoros escondidos.

Poseo desde hace algún tiempo, una copia de la obra titulada: “Libros de Tesoros antiguos enterrados, copiados, comentados y arreglados y añadidos con noticias y notas por D. Vicente Maestre y Calbo, vecino de Coria. Año de 1860. Con noticias de algunas ruinas de grandes poblaciones romanas en la provincia de Extremadura”.

Realmente podría considerarse que se trata de un trabajo de recopilación de otras tantas obras y así podríamos tratarlo como una verdadera enciclopedia. En él se trata de trabajos al respecto realizados por más de media docena de investigadores o estudiosos sobre el tema. Y también sorprende el elevado número de información concreta sobre pueblos, puentes, fuentes, ríos, regatos, peñascos, valles, sierras, ruinas, etc.

El contenido de esta obra es curiosísimo y en el podemos encontrar referencias a pueblos de la provincia de Cáceres y no pocos de Portugal, con un total de 714 tesoros.

Dentro de esta obra está incluida otra, la cual nosotros hemos estudiado durante varios meses, hasta dar forma a la obra que publicamos en el año 1995. Nos referimos al libro titulado: “De los Haberes que quedaron los moros en la cristiandad, cuando fueron despojados de ella, que trajo el capitán Manuel Tavora y barrón, que estuvo cautivo en el Imperio de Marruecos doce años, cuyo rescate se hizo por los padres de la redención en el año 1605″.

Hemos sabido de la existencia de otro libro por el estilo, y que se titula: “Grave Livro de San Cipriano ou tesouros do feiticeiro”. Está hecho en Lisboa en el año 1971 y es de la colección de Ediciones Afrodita, en él vienen tesoros de Portugal y 174 de Galicia, una auténtica joya dentro de las curiosidades de cualquier bibliófilo.

El Libro de San Cipriano es un grimario de rituales mágicos y búsqueda de tesoros encantados, vino a España por la Ruta de Santiago, es un producto de la Crónica del Arzobispo Tuspin, se conoce también como el Ciprianillo.

Un ejemplar editado a finales del siglo XIX dedica su capitulo VIII a “Odesecanto de Thesouros”.

Tenemos constancia de otra obra manuscrita, de la que es su autor Serrano Barrantes y que tiene cuarenta páginas escritas en tinta roja, en ella se hace referencia a ciento cuarenta y nueve tesoros. Su origen corresponde al siglo XIX.

Y podíamos continuar con algunas obras más, referidas a tesoros escondidos por la práctica totalidad de la geografía extremeña y española, pero por no alargar el presente trabajo mas de lo debido, lo dejamos aquí.

Existe en la totalidad de estas obras un denominador común, el que son pistas que muchas veces ya han sido seguidas al pie de la letra `por un gran número de investigadores o curiosos, lo que nos puede aclarar que en la actualidad no es tan fácil el encontrar un tesoro, como pueda parecerlo en las películas, ya que al haber pasado el documento original por tantas manos, no pocos de estos propietarios se han encargado de intentar localizar la posible riqueza escondida, pero pese a todo ello y desde mi particular punto de vista, aún nos queda el encanto de poder tener estos libros o escritos, que hacen detallada referencia a todo este apasionante tema, y esto no es poco.

Y para finalizar este trabajo, recordar que en lo referente a la información que poseo sobre tesoros escondidos en la ciudad de Cáceres, hay un total de cinco casos, que relaciono seguidamente:

  1. La Huerta del tesoro. Cerca del Complejo Cultural de San Francisco.
  2. La casa del tesoro. Edificio próximo al Excmo. Ayuntamiento y donde vivió Publio Hurtado Pérez.
  3. El bandolero Martín Paredes. Escondió todo su botín en una cueva cerca del Santuario de la Montaña.
  4. Una historia increíble. Desaparición de gran cantidad de monedas de oro de la antigua Delegación de Hacienda (Convento de Santo Domingo).
  5. Tesoro escondido en la judería de la ciudad.

Así como otros casos sueltos de los que tenemos escasa información detallada.

Si cualquier persona desea saber algo mas sobre este apasionante y misterioso tema de los tesoros escondidos, le aconsejamos que lea nuestra obra ya mencionada repetidas veces, titulada: “Aproximación a los tesoros escondidos en la provincia de Cáceres y Badajoz”.

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