Oct 011992
 

Agustín Vivas Moreno y Luís Arias González.

I. INTRODUCCION

En este año de l992, la avalancha de publicaciones, congresos, mesas redondas y similares sobre la Conquista de América está llegando a ser abrumadora; en la mayor parte de los trabajos, los criterios economicistas, culturales y políticos dominan por encima de todo, sean cuales sean los esquemas políticos e historiográficos de los historiadores. Sin embargo, un tema como éste, el de las guerras civiles y enfrentamientos internos de los conquistadores extremeños se escapa un tanto a los intentos clasificatorios de hoy en día, pues no puede aplicarse ningún sistema cuantitativo o estadístico y, además, ya no se considera a estos movimientos como un precedente de la independencia iberoamericana como en el auge del romanticismo nacionalista [1]. Quizás, por esto, pueda ser calificado como un asunto incómodo, incluso para la historia de las mentalidades, y de este modo, tratado más por la literatura[2], o por el cine[3], que por la propia historiografía.

Por supuesto, sabemos que este pequeño artículo no va a solucionar este problema, ni tampoco lo pretendemos, dada la extensión del asunto, nuestros pocos conocimientos y lo limitado de los mismos. El propósito de estas páginas no es tampoco el de narrar la serie de acontecimientos que se produjeron en la conquista extremeña de América, aunque de vez en cuando, no tengamos más remedio que hacer referencia a ellos, así como a la biografía de los conquistadores, puesto que todo eso puede encontrarse mucho mejor en cualquiera de los múltiples manuales y libros especializados. Por tanto, la única pretensión de este escrito es la de analizar, comparar e intentar una cierta sistematización en torno a las fuentes existentes, contemporáneas a los hechos, que conforman el núcleo escogido.

Todo esto, porque Extremadura y la Conquista están muy entrelazados, y porque la Historia se hizo haciéndola -valga la redundancia- . Resulta imposible pretender un cuadro que registre a tantas individualidades, con los diferentes matices que en la participación extremeña se dieron, tanto por el número de los que se movieron a cruzar el océano como por las distintas categorías que de sus actos cabría registrar. Siempre a modo de representación, pero a sabiendas que mutilamos la realidad histórica, hacemos notar el nombre de una decena de extremeños que fueron fundamentales protagonistas de dicha conquista americana: fray Nicolás de Ovando, a quien cabe reconocer como el fundador de la Nueva América, ordenador de hombres y plantador de instituciones; Vasco Núñez de Balboa, que saltando del litoral al interior descubrió las espaldas oceánicas de América; Hernán Cortés y su México; Pedro de Alvarado; nuestro Francisco PizarroHernando de Soto;Gonzalo de Sandoval; Pedro de ValdiviaFrancisco de Orellana,…Si se ha escrito mucho sobre el ciclo descubridor, en el que fueron otros hombres, principalmente los protagonistas, cabría también hablar del «ciclo de los extremeños», para referirnos a la fase en que su paso del océano fue tan trascendente. Evidentemente, sin embargo, hubo también castellanos, andaluces, vascos y gentes de otras regiones que estuvieron también presentes en aquella empresa colectiva como es innegable.

No obstante, en dicha aventura múltiple, no todo fue incorruptible entre los conquistadores. Las «rebeliones de los dominadores»[4], disensiones internas, «guerras civiles», revueltas, sublevaciones, enfrentamientos, «traiciones»[5], o como queramos denominarlo, puesto que lo del término es lo de menos y su concepto es el mismo, comienzan con el mismo Descubrimiento: el propio Colón es el primero que padece este enfrentamiento en forma bilateral (Corona/otros conquistadores o funcionarios regios), inaugurando un extraño «triángulo» de relaciones que se va a reproducir durante todo el periodo de la Conquista y que finalizará en el siglo XVII con la instauración de una nueva Sociedad en la que el conquistador perderá todo su papel anterior y donde, paradójicamente, las relaciones con la metrópolis se hacen más distantes. La autonomía de esta «sociedad criolla» será mucho mayor y los peligros de rebeliones de grupos indígenas o cimarrones, y las invasiones de otros países europeos acabarán con los enfrentamientos internos.

Sorprende el gran número de estos sucesos, que llegan a crear la sensación de ser continuos, solapándose unos a otros e implicando directa e indirectamente a casi todos los participantes en el proceso de la conquista en alguno de los «bandos «, cuando no los vemos participando sucesivamente y según los acontecimientos en todos y cada uno de los «bandos» en litigio. Por ello, hemos hecho una selección de los mismos, tanto cronológica (entre l5l9 -conquista de México- y 1561-muerte de Lope de Aguirre-)[6], como temática[7]. Por consiguiente, hemos escogido los dos ejemplos más representativos para la Historia de la Conquista llevada a cabo por extremeños, y que pueden ilustrar además los distintos modelos de enfrentamiento:

  1. la conquista de México: enfrentamiento de Cortés con los funcionarios de las islas;
  2. la conquista del Perú: enfrentamientos entre los mismos conquistadores.[8]

Hubo otros muchos[9] pero nos ceñiremos a estos dos, por lo anteriormente expuesto y por ser los que cuentan con un mayor y contrastado número de fuentes.

Hay que señalar que esta problemática no se encuentra en las posteriores colonizaciones del siglo XVII efectuadas por ingleses, franceses, holandeses en las islas y el continente; ni siquiera son paralelizables a este tipo de revueltas y enfrentamientos españoles, las características de heterodoxia religiosa o el fenómeno del filibusterismo y bucanerismo británico. Tampoco la colonización portuguesa, tanto americana, como africana o asiática en los siglos XV y XVI tuvo acontecimientos tan similares a los españoles[10]. La pregunta es inminente: ¿Por qué esta peculiaridad?, ¿qué causas particulares pueden explicar esta situación?; podemos señalar las siguientes explicaciones:

  1. En América se van a reproducir, incluso de una forma más acusada, los enfrentamientos entre los grupos sociales por ocupar parcelas de poder creciente que se están dando en España desde los Reyes Católicos y que continúan con los Austrias. Precisamente en este enfrentamiento, queda reforzado, e incluso podemos decir que se apoya, el propio poder de la monarquía española. Los grupos enfrentados se clasifican según diversos criterios:
    • regionales: queda constatado cómo los conquistadores se unen según su origen geográfico (extremeños, andaluces, navarros, vizcaínos,…) y cómo se reproducen sus rencillas y odios por este motivo. Es sintomático y analizable, como veremos, el enfrentamiento extremeños/vizcaínos en el caso de México.[11]
    • socio-políticos: la dicotomía aquí expuesta se da entre conquistadores directos y primigenios, a los que luego definiremos, y conquistadores y funcionarios reales que intentan participar y/o reglamentar este proceso con posterioridad. Siendo los primeros, salvo excepciones, pertenecientes a la pequeña nobleza hidalga y militar o de un oscuro origen; mientras que los segundos, salvo excepciones también, pertenecen a la alta nobleza o a la jerarquía eclesiástica y al funcionariado.
  2. La figura humana del conquistador, sobre todo la de la denominada «generación de 1504»[12], predisponía totalmente a esto. Los siguientes tópicos sirven para definir a casi todos los personajes a los que posteriormente nos referiremos:
    • son de origen militar, de un valor temerario y cierto desprecio a la vida y a sus riesgos (por ejemplo, los «marañones» de Aguirre);
    • de origen pequeño-nobiliar, segundón o desconocidos; sin historia pasada o totalmente oscura; con un periodo de aprendizaje y adaptación en las islas antes de saltar al continente formando parte de una expedición en busca de hacienda y fama. La mayor parte de ellos, proceden de las zonas más deprimidas de España, como Extremadura (también Andalucía, Castilla,…). Todo esto, recuerda un tanto el proceso de Reconquista peninsular (formación de bandos y mesnadas, búsqueda de botín, tierras y fama, el estilo de vida de la frontera…)[13]; incluso, los indígenas eran incorporados o asimilados a los musulmanes ibéricos en todas las fuentes que hemos manejado;
    • todos ellos van a conocer, utilizar en sus luchas internas y explotar económicamente[14] a los pueblos indígenas, con una relación que, insistimos, recuerda en parte a las relaciones entre los reinos cristianos y los de taifas e incluso a la fase final de la conquista de Granada.
  3. La propia realidad americana, sorprendente, llena de paisajes, animales y lugares extraños, asimilables a los esquemas mitológicos europeos (por ejemplo el«Dorado»); con unas culturas, pueblos y costumbres totalmente nuevos y opuestos a los españoles con unas extensiones y unas distancias casi inabarcables para la época. Todo lo cual creó una sensación de irrealidad y de libertad, al mismo tiempo que se tradujo tanto en los casos de auténtica locura entre los conquistadores, como de rebeliones independentistas llenas de matices utópicos tan característicos de la transición del Renacimiento al Barroco[15].

II. GUERRAS Y CONFLICTOS INTERNOS EN LA CONQUISTA DE MÉXICO.

Cortés es comisionado por el gobernador de Cuba en 1519 para conquistar el continente. Bien pronto, deja de reconocer la autoridad del mismo y mediante pactos con los indígenas acaba por hacerse con el poder de la capital del imperio azteca (Tenochtitlan) y comienza la depredación del mismo; a pesar del descalabro de la«Noche Triste», el asesinato de Moctezuma y la posterior rebelión de Cuanhtemoc (1521), Cortés se hace con el dominio total de toda esta zona hasta 1528. En este año, tiene que regresar a la Península para hacer frente a las acusaciones y confirmar del rey la autoridad que hasta entonces se había auto conferido. Sus subordinados quedarán encargados de completar la conquista de la zona sur y norte de México, península de Yucatán y América Central. Muchos de ellos se van a sublevar (siguiendo casi el mismo esquema que utilizó Cortés respecto a Diego Velázquez) e intentan quedarse con todo o parte del poder de Cortés. Cuando él vuelve, conel título de Marqués del Valle de Oaxaca, se impone aunque ya no tiene el mando político directo al ser nombrados una serie de funcionarios de la Corona e, incluso, un Virrey (1535). Su vuelta a España (1540) y sus desesperados intentos por recuperar todos sus privilegios ante el emperador (incluyendo su participación en la campaña de Argel) no tuvieron ningún éxito y morirá poco tiempo después (1547).

2.1. FUENTES Y COMPARACIÓN.

Todos estos acontecimientos a que dio lugar la conquista del primer gran imperio continental americano, fueron relatados e interpretados de forma distinta según las fuentes. La importancia que se le concedió a las mismas es patente, puesto que ocupa la mayor parte de las crónicas generales como a continuación veremos.

2.1.1. Bernal Díaz del Castillo

Principalmente con su obra Historia verdadera de la Conquista de Nueva España. De este autor, como de otros muchos participantes en la Conquista, no se conocen sus orígenes ni su procedencia, aunque esté fuera de toda duda su larguísima estancia en América, donde actuó como soldado[16]. Esto le permite un conocimiento de primera mano de los hechos y personajes a que se refiere.

A pesar de que él se considera un hombre con pocas letras y escasa formación, su libro resulta de una manera fácil, sin las referencias eruditas y enojosas de los otros cronistas, lo que le confiere un carácter directo y plenamente actual alejado de los convencionalismos al uso del siglo XVI.

Hemos de decir, por otra parte, que su concepción histórica es de un rigor enorme. Tardó más de treinta años en elaborar este libro, aunque fue al final de su vida cuando elabora la redacción, y contrasta absolutamente todo lo que dice, con testimonios directos e indirectos; precisamente en esto, se diferencia un tanto deFrancisco López de Gómara al que acusa de hablar de cosas que nunca vio como si las hubiera presenciado[17]. Sin embargo, a pesar de esta búsqueda de objetividad e imparcialidad, Bernal Díaz tomó un claro partido por Hernán Cortés, al que él mismo sirvió. Pensaba de él que debía tener un carisma personal indudable, como puso de manifiesto en tantas ocasiones; de todas formas no llega a los «entusiasmos » laudatorios de Gómara. El personaje de Cortés en su obra destaca, más que por su propia figura, por la oposición respecto a sus enemigos:

  • Diego Velázquez es gordo y «poco acostumbrado a trabajos»;
  • Narváez es «borracho» y «avaro»;
  • Salvatierra es «cobarde» y «fanfarrón»;
  • Juan Rodríguez de Fonseca está «ávido de cargos».

Igual son considerados Bartolomé de las Casas, Luís Ponce de Leónfray Tomás de Ortiz, los soldados que se pasan al bando contrario, tales como Antonio de VillafañaRodrigo de Albornoz, Cristóbal de Olid y Pedro Barba

De la importancia de estos enfrentamientos internos, da cuenta la gran cantidad de capítulos que se dedican al tema y que pueden clasificarse de la siguiente manera:

  1. Sobre el enfrentamiento de Cortés y Diego Velázquez y sus enviados Pánfilo de Narváez y Pedro Vargas. Esto los podemos observar en los capítulos XXII, XXIV, CIX, CX, CXI, CXII, CXIII, CXIV, CXV (en el que se cuenta la utilización de Moctezuma por cada uno de los » bandos «, CXVI, CXVII, CXVIII, CXIX, CXX, CXXI, CXXII, CXXIII, CXXIV, CXXV, CXXXI, CXXXVI.
  2. Rebeliones y conspiraciones de lugartenientes del mismo Cortés: (sobre Antonio de Villafaña) cap. CXLVI, CLXXII (traición de Rodrigo de Albornoz), CLXXIII y CLXXIV (rebelión de Cristóbal de Olid).
  3. Sobre sus enemigos peninsulares, intrigas cortesanas contra él y los enfrentamientos con la burocracia y los legados del emperador: caps. CLXVII (sobre Juan Rodríguez de Fonseca, futuro Obispo de Burgos), CLXVIII (Pánfilo de Narváez Tapia ante el rey), CXCII (en torno al enfrentamiento de Cortés con los oficiales reales y, sobre todo, la «residencia » que iba a efectuar Luís Ponce de León sobre la actuación del conquistador), CCXI (que trata de los «repartimientos» y su polémica sobre el carácter hereditario de los mismos).

El resultado y desenlace de estas cuestiones puede ser encontrado en cualquier manual al uso. Pero esta es una cuestión en la que no nos detendremos.

No obstante, una lectura atenta, incluso «entre líneas», ofrece una serie de informaciones complementarias a veces más importantes que los propios acontecimientos. Entre otras, podemos encontrar las siguientes:

  1. Hay una crítica más o menos solapada al desconocimiento del emperador sobre la situación americana, su ingratitud y los favoritismos en su política de concesión de cargos;
  2. Esta crítica se hace extensiva también a personajes eclesiásticos, tanto pertenecientes a la más alta jerarquía como Juan Rodríguez de Fonseca (obispo de Burgos y arzobispo de Rosano), como al bajo clero, a los que también se acusa de no conocer ni comprender la realidad americana, ni lo que sucede con los indígenas. Bernal estudia las costumbres indígenas, su religión, el idioma, sus instituciones…, y no puede por menos de mostrar su admiración algunas veces; pero esto no evita que siga pensando en los indígenas como una fuerza peligrosa para el español y que está para el uso y disfrute del conquistador. Por eso, le molesta el «paternalismo » hacia el indígena, por parte de quien ni le conoce, ni le ha tratado[18].
  3. Siguiendo la vertiente crítica, ésta llega a las instituciones. Tanto el Real Consejo de Indias, como los funcionarios y sistemas castellanos trasplantados a América, son vistos como algo completamente ajeno e inoperante. Al decir esto, hemos de tener en cuenta que no es sólo la visión de un cronista sino también la opinión de un conquistador directo. Todo lo cual indica como desde un primer momento, los conquistadores tienen conciencia de estar en un espacio y situación diferente a la castellana y, por tanto, no pueden ser aplicados los mismos parámetros.
  4. Sobre las formas cotidianas de la vida colonial, es donde nos encontramos una extraña mezcla de penalidades y privaciones con el mayor desenfreno (véase las descripciones de fiestas, banquetes y las propias vestiduras de Hernán Cortés), la solidaridad de los españoles frente al peligro indígena[19] y las grandes envidias y rencillas internas plasmadas no sólo en las guerras y sublevaciones, sino también en asuntos más cotidianos como los libelos infamantes y las intrigas municipales.
  5. También hay una cierta desmitificación de la personalidad y el modo de actuar de Hernán Cortés. A pesar de la evidente admiración que Díaz del Castillosiente por él, no oculta, sin embargo, sus debilidades puestas de manifiesto en las acusaciones de que es objeto en la «residencia «efectuada contra él porLuís Ponce de León: parcialidad en los «repartimientos «, en las ventas de indios, en los repartos de indias concubinas e irregularidades en el «quinto del rey». Ninguna de estas acusaciones es desmentida totalmente, como tampoco lo es el posible envenenamiento (una forma de asesinato típicamente indiano) de alguno de sus enemigos (Luís Ponce de León y fray Tomás de Ortiz).

2.1.2. Francisco López de Gómara

Es autor de la obra Hispania victrix, primera y segunda parte de la Historia general de Indias, con todo el Descubrimiento y casas notables que han acontecido desde que se ganaron hasta el año 1551[20].

Aunque se ha discutido si estuvo o no en las Indias, parece indudable actualmente que estuvo al menos durante cuatro años. Fue estudiante de Humanidades en Alcalá y se ordenó como sacerdote; precisamente de ahí viene su vinculación a Hernán Cortés, ya que va a ser su capellán cuando regresa a España en 1540 y es nombrado Conde del Valle. Esta vinculación es fácil de apreciar , puesto que más de la mitad del libro corresponde a la conquista de México y toda la obra está dedicada al hijo de Hernán, Martín Cortés. Fue un trabajo con relativo éxito a pesar de su prohibición de impresión (bajo multa de 200.000 maravedís) a partir de l553, por las noticias no excesivamente benignas para la Monarquía y algunos importantes señores que esta obra contiene.

En cuanto a su estilo, él mismo habla («a los lectores») de utilizar un romance llano y escribir capítulos breves y fáciles de leer, aunque su formación hace que las notas eruditas y los ejemplos clásicos y las digresiones comparativas se multipliquen mucho más que en Bernal Díaz, lo que no quita que se encuentren expresiones y giros tan populares como «ciscábanse de miedo».

Su pretensión histórica es la de contar dónde, cuándo, quién y cómo se realizaron los hechos, sin preguntarse el porqué de los mismos, pues esto es algo que no le interesa. De esta forma, su obra responde a un típico esquema académico, con una ordenación escolástica: consideraciones filosóficas sobre el nuevo mundo, descripción geográfica, cuestiones técnicas, la figura de Colón y los Reyes Católicos, descripciones etnográficas y antropológicas, acontecimientos de la conquista, el elogio de los españoles…

No hay ningún intento de imparcialidad en lo referente a Cortés, sino más bien puede definirse como una hagiografía en el completo y absoluto sentido de la palabra, pues Cortés es presentado como un héroe con ciertos paralelismos con Alejandro Magno, César, etc., sin la menor crítica de sus actos[21].

Los breves títulos que resumen y preceden cada uno de los capítulos son tremendamente significativos, y aparte de facilitar la labor del lector y de los aprendices de investigador, conforman un esquema perfecto de la problemática aquí analizada:

  • «Motín que hubo contra Cortés y el castigo»;
  • «Deseo que algunos españoles tenían de dejar la guerra»;
  • «Oración de Cortés a los soldados»;
  • «De cómo Diego de Velázquez envió contra Cortés a Pánfilo de Narváez con mucha gente»;
  • «Lo que Cortés escribió a Narváez«;
  • «Lo que Pánfilo de Narváez dijo a los indios y respondió a Cortés«;
  • «Lo que dijo Cortés a los suyos»;
  • «Prisión de Pánfilo de Narváez«;
  • «Cómo fue Francisco de Garay a Pánmuco con grande armada»;
  • «Muerte del adelantado Francisco de Gray«;
  • «De cómo fue recusado el obispo de Burgos en las cosas de Cortés«;
  • «De cómo se alzó Cristóbal de Olid contra Hernán Cortés«;
  • «Cómo salió Hernán Cortés de México contra Cristóbal de Olid«;
  • «Cómo se alzaron en México sus tenientes: Alonso de Estrada y Rodrigo de Albornoz«;
  • «Misión del factor y veedor»;
  • «Lo que hizo Cortés cuando supo las revueltas de México»;
  • «Cómo envió el emperador a tomar residencia a Cortés»;
  • «Muerte de Luís Ponce«;
  • «Cómo Alfonso de Estrada desterró de México a Cortés«;
  • «Cómo vino Cortés a España»;
  • «Mercedes que hizo el emperador a Hernán Cortés«;
  • «Vuelta de Cortés a México».

Lo que se dice en estos capítulos es lo siguiente:

  1. La única causa de todas estas «traiciones» y desavenencias es la maldad humana que caracteriza a todos los enemigos del conquistador, presentados de forma caricaturesca (Rodríguez Fonseca es un hombre tan perverso que está enfrentado a su propio sobrino -¿hijo?-).
  2. Aparentemente, López de Gómara, asegura que la Corona está por encima de esta problemática e incluso parece que apoya y reconoce a Cortés. Sin embargo, se le «escapa» una serie de afirmaciones tan significativas como que el emperador sustituyera la primera revocación de los poderes de Cortés por un juicio de «residencia» debido al oro y los regalos que Hernán se apresuró a enviarle; también se señalan las demoras en ser recibido por parte de Carlos V, en su último viaje a España.
  3. Aunque es un hombre de Iglesia, un sacerdote, puede apreciarse una cierta crítica hacia sectores eclesiásticos, aunque siempre menor que en el caso anteriormente expuesto de Bernal. La crítica va dirigida sobre todo a la intromisión de los Jerónimos (orden hispánica por excelencia y con un fuerte apoyo real)[22] en los asuntos americanos y a la ambición de Juan Rodríguez de Fonseca, que tanto contrastan con el carácter «cristianísimo» y evangelizador deCortés.

2.1.3. Cartas de Hernán Cortés

Tomadas de un códice existente en la Biblioteca Imperial de Viena, estas extensísimas cinco cartas (en realidad son más «memoriales», que epístolas propiamente) abarcan un periodo de tiempo que va desde 1519 a 1526, sin referirse, por tanto, a todos los hechos posteriores. Van todas ellas dirigidas a Carlos V, y su finalidad es tanto la de justificar y hacer valorar su actuación, como la de condenar a sus enemigos, influyendo en las decisiones del emperador a su favor.

Primera Carta. Tiene fecha de 10 de Julio de 1519, y es solamente una descripción de los primeros momentos de la llegada del continente.

Segunda Carta. Tiene fecha de 30 de Octubre de 1520. Se cuentan las grandezas de la ciudad de Temixtitán, sus costumbres, «Muteczuma», la «Noche Triste», la posterior reconquista… Se hace referencia ya, aunque un tanto velada a Diego Velázquez y Pánfilo de Narváez, a quienes se hace aparecer como enemigos del rey y son acusados de ladrones y de aliarse con los aztecas y «Muteczuma» contra él.

Tercera Carta. Tiene fecha de 15 de Mayo de 1522. En ella escriben también sus ayudantes (Julián AlderetaAlonso de GradoBernardino Vázquez de Tapia); deliberadamente no hace referencia alguna a las disputas entre españoles, puesto que en esos momentos no representan peligro alguno para el potencial militar de Cortés. Simplemente, es una detallada exposición de sus luchas contra los indígenas, los terrenos poco a poco conquistados y de sus riquezas (una constante en todos sus escritos).

Cuarta Carta. Tiene fecha de 15 de Octubre de 1524. Es una de las más importantes dentro del tema que en este pequeño artículo estamos comentando. En ella, hay una acusación directa a Juan de Fonseca y a sus colaboradores (Diego ColónFrancisco de Garay) de intentar acaparar todas las mercedes, llegando incluso a interceptar sus cartas. Esta acusación se extiende a todos los hombres de Cuba (de nuevo la tensión islas/continente), a Gonzalo Dovalle, etc. También son enemigos en esta larga lista, los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla (Juan López de Recalde y otros) que en connivencia con el obispo de Burgos no le proveen de los materiales que necesita. Como en un descuido, habla del regalo de una culebrina enteramente de plata, con un enorme valor que se envía al emperador. Su ataque va dirigido a las costumbres de los clérigos americanos (exceptuando siempre a franciscanos y dominicos); mientras, él se hace aparecer como un buen cristiano preocupado por la evangelización y pacificación de las tribus. Por último, defiende el sistema de perpetuación de las «encomiendas» y«repartimientos» como una forma (curiosamente paradójica) de evitar el despoblamiento y pobreza que asola las islas caribeñas y amenaza con extenderse por el continente.

Quinta Carta. Tiene fecha de 3 de Septiembre de 1526. Además de relatar como siempre, los nuevos descubrimientos y conquistas, hace referencia a la traición deCristóbal de Olid, el cual es acusado por boca de sus mismos soldados de «traidor» y de «maltratar indios». De una forma confusa se informa de la«residencia» llevada a cabo por Luis Ponce de León y de las acusaciones más fuertes contra él vertidas[23]Cortés no intenta rebatirlas una por una, sino que hace una exposición de todo lo que él ha hecho por la Corona y los exiguos gastos que esto ha costado a la misma. Las similitudes formales y de contenido con las«Cuentas del Gran Capitán» son evidentes.

La falta de objetividad e incluso la deformación de los hechos en todas estas cartas es, lógicamente, constante; pero, de todas formas, presentan una serie de rasgos completamente originales sobre la mentalidad de los conquistadores. No vamos a hablar aquí de los conocimientos de Cortés sobre los indígenas, que le convierten en uno de los primeros etnógrafos, ni tampoco de su formación en la Universidad de Salamanca que se traduce en la cuidada redacción de sus cartas y en la adopción de los típicos esquemas de la oratoria clásica para defender sus argumentos. A lo que nos vamos a referir aquí es a la relación entre conquistadores y rey o funcionarios reales. Cortés intenta representarse siempre como un fiel súbdito, mientras que sus enemigos no lo son; intenta hacer aparecer sus disputas contra sus antiguos lugartenientes como insurrecciones contra el emperador. De todas maneras, Hernán Cortés no puede disimular en algunas ocasiones la tensión que mantiene frente a un monarca que no valora su actuación y que parece preocupado sólo por obtener más riqueza. Esta pugna tiene muchas similitudes con la que se da en la Baja Edad Media, durante la Reconquista, entre Nobleza y Corona[24], como ya hemos dicho en alguna otra parte de este mismo artículo. Incluso, amenaza con la posibilidad del estallido de «comunidades » en América (Cuarta Carta), por causas similares a las que se dieron en Castilla[25]. Todo lo cual, pone de manifiesto la existencia de una mentalidad caballeresca, nobiliaria, dentro de los conquistadores; en este caso, sus enfrentamientos, pueden asemejarse a los de las«banderías» hispánicas. Y es que en América asistimos a un proceso, casi, de feudalización y de ahí las referencias constantes por parte de los conquistadores sobre la perpetuación de «encomiendas» y «reparticiones».

III. GUERRAS Y CONFLICTOS INTERNOS EN LA CONQUISTA DEL PERÚ

Todos los autores están de acuerdo en considerar al Perú como el lugar de formación de un tipo soldado-aventurero marginal, dispuesto a meterse en cualquier enfrentamiento ya sea contra los indígenas o contra los propios españoles. Sería éste, un fenómeno parecido al de los mercenarios y «condottieros» europeos. Las diferencias entre «vecinos» y soldados son enormes y en las fuentes parece que se tratara de dos sociedades totalmente distintas.

Las luchas comienzan con el propio proceso de la conquista encargado a dos personas. Con esto, la Administración busca un equilibrio basado en las disputas entre ambos, evitando así el poderoso y peligroso encumbramiento individual de un Cortés, por ejemplo.

Francisco y Fernando Pizarro y Diego de Almagro «el viejo «, inician muy pronto las desavenencias internas, y, a pesar de los múltiples juramentos por lo más sagrado, y la firma de pactos y tratados, se llega a la guerra. Las causas son la falta de entendimiento por el reparto del botín, territorios y «encomiendas «. El bando almagrista es derrotado en la batalla de las Salinas (26 de abril de 1538) y tanto Almagro «el viejo», como posteriormente Francisco Pizarro van a morir a manos de sus antiguos aliados. El conflicto lo van a continuar los familiares respectivos[26], siguiendo un código de honor y represalias característico. Las sublevaciones continúan:

  • primero, Diego de Almagro «el joven» (Batalla de Chapas, el 15 de Septiembre de 1542);
  • a continuación, sublevación de Gonzalo Pizarro contra las Nuevas Leyes y Ordenanzas para las Indias (Noviembre de 1542), y contra el propio rey, sus funcionarios y el bando almagrista.

Después de una larga guerra, Gonzalo Pizarro, será apresado (Batalla de Xaquixaguana) y ajusticiado por La Gasca (1550), funcionario que será recompensado con el obispado de Palencia y el Condado de Pernia, a su vuelta a España. En la rebelión de Gonzalo Pizarro, sí que encontramos ya un auténtico deseo de independencia; son muchos los que le aconsejan proclamarse rey y aliarse, y esto es extraordinariamente curioso, con franceses y turcos contra la monarquía española.

Son conflictos en los que se entremezclan:

  • los intereses personales, económicos sobre todo;
  • las contradicciones del sistema imperial de los Habsburgo, incapaz de terminar con las diferencias nacionales e incapaz de integrar a todos los sectores sociales en sus proyectos;
  • la persistencia de un código y costumbres medievales;
  • ciertos ideales difusos de libertad (aquí, cabe preguntarse si hay algún tipo de influencia de las «comunidades»).

3.1. FUENTES Y COMPARACIÓN

Aunque hay otros muchos autores cronistas que se refieren a los asuntos peruanos[27], nos han parecido los más completos López de Gómara y Pedro Cieza de León.

3.1.1. Francisco López de Gómara

En esta parte de su extensa obra, Gómara se muestra bastante más imparcial; ahora ya, no tiene que justificar nada, ni alabar a nadie y, además, los hechos del Perú estaban mucho más cerca en el tiempo que los de la conquista de México, y era, por tanto, más difícil de deformación. El resto de características que señalamos para los capítulos sobre Cortés, pueden aplicarse de nuevo a éstos. En concreto, los títulos que hacen referencia al Perú y que pueden ser utilizados para resumir el» problema «, son los siguientes:

  • «Bandos entre los españoles del Darién»: preceden a los enfrentamientos entre Pizarros y Almagros, a los de Nicuesa contra Enciso y Balboa, y posteriormente entre Enciso y Balboa;
  • «Albarado da su armada y recibe cien mil pesos de oro»: se expone la compra y venta de voluntades y la existencia de ejércitos personales entregados al mejor postor;
  • «Nuevas capitulaciones entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro«: en él comienzan los malentendidos entre ambos bandos y los juramentos, siempre violados, de amistad y fidelidad (algunos reproducen juramentos de vasallaje clásicos);
  • «Vuelta de Fernando Pizarro al Perú»: Primera exposición sobre las quejas de los conquistadores hacia el Emperador;
  • «Almagro toma por fuerza el Cuzco a los Pizarros«;
  • «Almagro prende al capitán Albarado, y rehúsa los partidos de Pizarro«: circunstancia que se da gracias al cambio de bando de Pedro de Lerma (esto es una constante en la actuación de la soldadesca);
  • «Vistas de Almagro y Pizarro en Mala sobre concierto»: franciscanos y mercedarios eran utilizados, sin éxito, como intermediarios en este conflicto;
  • «Prisión de Almagro«;
  • «Muerte de Francisco Pizarro«;
  • «Lo que hizo don Diego de Almagro después de muerto Pizarro«;
  • «Lo que hicieron en el Cuzco contra don Diego«;
  • «Cómo Vaca de Castro fue al Perú»: podemos observar aquí, como el rey, por fin, toma partido, enviando un delegado contra la sublevación;
  • «Batalla de Chupas entre Vaca de Castro y don Diego«;
  • «Nuevas leyes y ordenanzas para las indias»: redactadas y dirigidas por García de Loaisa, cardenal de Sevilla; su resultado es totalmente contrario al esperado;
  • «La grande alteración que hubo en el Perú por las Ordenanzas»;
  • «Cómo fueron al Perú Blasco Núñez de Vela y cuatro oidores»;
  • «Lo que pasó a Blasco Núñez con los de Trujillo»: rebelión de los habitantes de Trujillo, más o menos dirigidos por un fraile mercedario, fray Pedro Muñoz[28];
  • «Jura de Blasco Núñez y prisión de Vaca de Castro«;
  • «Lo que Gonzalo Pizarro hizo en el Cuzco contra las Ordenanzas»;
  • «La sonada de guerra que hizo Blasco Núñez de Vela«: a ella acuden los seguidores almagristas;
  • «Prisión del virrey Blasco Núñez de Vela«;
  • «Manera de cómo los oidores repartieron los negocios»;
  • «Cómo los oidores embarcaron al virrey para España»;
  • «Lo que hizo Cepeda después de la prisión del virrey»;
  • «De cómo Gonzalo Pizarro se hizo gobernador del Perú»;
  • «Lo que hizo Gonzalo Pizarro siendo gobernador»;
  • «Lo que hizo Hernando Bachicao por el mar»: va a buscar refuerzos a Panamá, para unirse a la insurrección;
  • «Cómo Gonzalo de Pizarro corrió a Blasco Núñez de Vela«;
  • «Lo que hizo Pedro de Hinojosa con la armada»;
  • «Robos y crueldades de Francisco de Carvajal con los del bando del rey»;
  • «Batalla en la que murió Blasco Núñez de Vela«;
  • «Lo que Blasco Núñez dijo y escribió a los oidores «: carta (probablemente apócrifa) contra los oidores, acusados de traidores en esta situación;
  • «Cómo Gonzalo de Pizarro quiso llamarse rey «;
  • «Cómo Pizarro degolló a Vela Núñez«: éste era hermano del virrey;
  • «Marcha del licenciado Pedro La Gasca al Perú»;
  • «Lo que La Gasca escribió a Gonzalo Pizarro «: se trata de un ofrecimiento de perdón y una vuelta atrás de las ordenanzas, a cambio de deponer las armas;
  • «Hinojosa entrega la flota de Pizarro a La Gasca«;
  • «Los muchos que se alzaron contra Pizarro, al saber que La Gasca tenía la flota»;
  • «Cómo Pizarro desamparaba al Perú»;
  • «Victoria de Pizarro contra Centeno«;
  • «Lo que hizo La Gasca al llegar al Perú»;
  • «Batalla de Xaquixaguana donde fue apresado Gonzalo Pizarro«;
  • «Muerte de Gonzalo Pizarro por justicia»;
  • «Repartimiento de indios que La Gasca hizo entre los españoles»;
  • «Consideraciones»;
  • «Otras consideraciones»: hemos de decir, que tanto en éste como en el anterior capítulo, López de Gómara hace una serie de curiosas y más o menos acertadas reflexiones sobre el fenómeno de la guerra civil.
  • «El robo que los Contreras hicieron a La Gasca cuando volvía a España»: muchos de los participantes en estos conflictos acabarán por transformarse en ladrones, mezclando ciertas consideraciones políticas y contando con algún apoyo por parte de la población, con un mecanismo ciertamente similar al que nos vamos a encontrar en Cataluña en el siglo XVII.

Para López de Gómara el origen de todos estos levantamientos sigue siendo la ambición humana y su respectiva maldad (como ejemplo de esto tenemos la crueldad de Carabajal, que con más de ochenta años mata personalmente a los presos negándoles la confesión); estos hombres, a veces, son equiparados como personajes heréticos o diabólicos. Sin embargo, en esta obra pueden verse otras causas:

  1. La intervención de los conquistadores frente a la intromisión de la Administración (Nuevas Leyes, Virrey, Oidores,…);
  2. El enfrentamiento conquistadores/clérigos protectores de los indígenas. De tal forma, que «todos maldecían a fray Bartolomé de las Casas« y no debe olvidarse que García de Loaisa se consideraba como un discípulo de Las Casas y que La Gasca acabará siendo obispo;
  3. La fuerte personalidad de Gonzalo Pizarro, tanto en el aspecto personal, militar o político. Es presentado más como un dictador, en el sentido original del concepto, que como un tirano despótico[29]. Hay una no disimulada simpatía hacia él, sobre todo a la hora de narrarnos su muerte[30]; sólo se le achaca el que estuviera acompañado por hombres no tan ilustres.

3.1.2. Pedro de Cieza de León

Extremeño, nacido en LLerena (hacia 1520) dentro de una familia muy modesta, va muy joven a América (1535) donde se hace «soldado de entradas» en distintas expediciones (violación de tumbas incas, una de las búsquedas del Dorado,…) y es aquí donde comienza una formación totalmente autodidacta donde se mezclan el quechua con los autores clásicos (Cicerón, Diodoro Sículo…), los libros de caballería con la literatura de cordel. Cieza, llega a participar en las guerras civiles en el bando real, con La Gasca (1547) y es en este momento donde comienza su actividad como cronista. A pesar de recibir «encomiendas»Pedro de Cieza puede ser considerado como un seguidor de Las Casas y sus discípulos (sobre todo fray Domingo de Santo Tomás). Estas ideas llenan todos sus escritos, e incluso, historiadores como Mario A. Valotta, sostienen que la segunda y la tercera parte de su obra responden a un encargo directo de fray Bartolomé. En 1550 regresa a España (Sevilla) donde corrige y comienza a publicar la Chrónica del Perú, falleciendo tempranamente en 1554.

En el proemio de la obra se expone la estructura de la misma, compuesta por cuatro partes autónomas y con identidad por sí mismas:

  • Primera Parte: descripción geográfico y cultural de la América andina;
  • Segunda Parte: la historia incaica anterior a los españoles;
  • Tercera Parte: sobre el proceso de la conquista;
  • Cuarta Parte: análisis de las guerras civiles. Esta parte, objeto de nuestro estudio, está a su vez dividida en cinco libros:
    • libro primero: la guerra de las Salinas;
    • libro segundo: la guerra de Chupas;
    • libro tercero: la guerra de Quito;
    • libro cuarto: la guerra de Huarina;
    • libro quinto: la guerra de Xaquixaguana
  • Además, pensaba añadir dos comentarios finales, que nunca llegó a realizar:
    • uno, sobre el gobierno de La Gasca (1550);
    • otro, sobre los hechos ocurridos en el Perú hasta la entrada del virrey Antonio de Mendoza (1551).

La problemática de esta obra comienza muy pronto. Es censurada y prohibida teniendo que publicarse parte de ella en Amberes, perdiéndose los manuscritos originales (algunos de ellos no han aparecido hasta 1984 y los dos últimos libros de la cuarta parte todavía no han sido localizados), circulando más o menos clandestinamente y siendo imitado y copiado por otros cronistas. Todo ello nos puede dar idea de la importancia de la obra.

Su visión histórica es muy simple, pues se limita a explicar de una forma llena los acontecimientos de una manera pormenorizada, recogiendo el mayor número posible de detalles y nombres de personajes y dejando al lector la interpretación de los mismos. Su rigor, le lleva a incluir documentos directos tan heterogéneos como los borradores y notas de La Gasca, las decisiones y libros concejiles e incluso romances populares, coplas y hasta cantos y dichos de los indígenas. Todo ello escrito en un castellano directo, sin «filacterías» ni «notas», y con capítulos muy breves precedidos por sus correspondientes títulos-resumen.

Todo lo que cuenta lo ha vivido casi directamente, proporcionando una información de primera mano, con un rigor muy estimable; quizás es porque no se trata de una historia oficial ni de encargo por lo que no intenta justificar nada, y así ha sido censurada y boicoteada sistemáticamente.

En cuanto a la parte que a nosotros ahora nos interesa, la de las guerras civiles y enfrentamientos internos, no añade ningún hecho que no haya sido recogido también por Gómara, pero da una visión algo diferente:

  1. La dureza del clima, las dificultades que opusieron los indios y la poca compensación económica, provocan un resentimiento único en los conquistadores del Perú, que llegan a considerarse una raza aparte;
  2. La rapiña de la Corona y de los funcionarios regios, se une a la de los propios conquistadores, y entra en colisión con los mismos;
  3. El gran perdedor de todos estos enfrentamientos no va a ser ninguno de los bandos (salvo los jefes más señalados, el resto no será represaliado), sino el sector indígena que pierde la poca protección que gozaba con las Nuevas Leyes y es el que realiza el gran gesto humano en la serie de guerras civiles;
  4. No hay ningún maniqueísmo buenos/malos, como el que de hecho encontramos en López de Gomara, sino que todos son expuestos con sus debilidades, sus crueldades (algunas recuerdan excesivamente a las descritas por el padre Las Casas) y también sus heroísmos. Sólo La Gasca parece destacar por encima de los demás personajes por el uso moderado del rigor y el perdón, lo que de hecho indica la debilidad en esta zona de la monarquía hispánica que para hacer frente a este foco subversivo tiene que utilizar amnistías, pagar traiciones, fomentar disputas antiguas, etc., porque no puede triunfar frontalmente.

Concluyendo:

La conquista española de América, llevada a cabo en gran parte por extremeños, creó la posibilidad del primer imperio en la historia humana de verdaderas dimensiones mundiales, como lo percibió Hernán Cortés con la rapidez característica en él cuando escribió a Carlos V desde México que estaba al alcance de su poder convertirse en el » monarca del mundo «: «se puede intitular de nuevo emperador, y con título y no menos mérito que el de Alemania, que por la gracia de Dios vuestra sacra majestad posee «[31].

Sin embargo, la política en relación con las Indias forzó los desarrollos institucionales. La Conquista de América resultó ser un proceso sumamente complejo en el que los soldados no siempre eran los que dominaban. Si al menos, al principio, fue una conquista militar, también poseyó desde sus primeras etapas, otras características. Estaba acompañada por un movimiento que apuntaba hacia la conquista espiritual; a esto siguió una masiva emigración desde España que culminó con la conquista demográfica de las Indias; posteriormente, la conquista efectiva de la tierra y la mano de obra se puso en marcha, pero los beneficios de esto fueron, sólo en parte, para los colonos, porque les pisaban los talones los burócratas, decididos a conquistar o re-conquistar el Nuevo Mundo para la Corona. La difusión de la autoridad se basaba en una distribución de obligaciones que reflejaban las distintas manifestaciones del poder real en Indias: administrativa, judicial, financiera y religiosa. Con frecuencia, las líneas de separación no estaban nítidamente trazadas[32]. No obstante, estas aparentes fuentes de debilidad eran la mejor garantía del predominio de las decisiones tomadas en Madrid, puesto que cada agente de autoridad delegada tendía a imponer un freno a los demás mientras, que al mismo tiempo a los súbditos del rey en las Indias, oponiendo una autoridad con la otra, se les dejaba suficiente espacio de maniobra en los intersticios del poder.

Del mismo modo, las disensiones internas, las «guerras civiles», las revueltas y sublevaciones, en fin, las «rebeliones de los dominadores« en el proceso de la conquista, instauran el principio de una nueva Sociedad, en la que como decíamos más arriba, el conquistador perderá todo su papel anterior. Elemento fundamental en este disgregación es el botín. La lucha por los botines de conquista inevitablemente condujo a disparidades en su repartimiento[33]; lo mismo que condujo lainterna desigualdad de los soldados[34]. Es lógico: «Todos los españoles -escribió el franciscano Fray Gerónimo de Mendieta– hasta el mas vil y desventurado, quieren ser señores y vivir por sí, y no servir a nadie sino ser servidos»[35].

NOTAS:

[1] Vid. MANPEL GONZÁLEZ, E. y ESCANDELL TUR, N.: Lope de Aguirre. Crónicas 1559-156l. Ed. Universidad de Barcelona, Barcelona, l986, págs. XIV-XV.

[2] Vid. SENDER,R.J.: La aventura equinoccial de Lope de Aguirre.

[3] Vid. SAURA,C.: El Dorado.

[4] Vid. BENNASAR, B.: La América española y la América portuguesa (ss. XVI – XVII), Ed. Sarpe, Madrid, l985, Págs. 224-231.

[5] Vid. MORALES, F.: Historia del descubrimiento y Conquista de América. Editora Nacional, Madrid, l98l, Pág. 365.

[6] La sublevación de Lope de Aguirre se incardina dentro de las sublevaciones peruanas y puede ser considerado como un epígono de las mismas y una consecuencia de la cantidad y pecualiar carácter de los soldados y aventureros del Perú. Precisamente, el virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza (marqués de Cañete), concibe un proyecto que permite la ocupación de toda esta gente peligrosa y rebelde, acumulada aquí por la conquista y las guerras civiles. El encargado de la dirección de todo esto es Pedro de Ursúa el navarro, hombre peligroso por su ambición y triunfador sobre los negros cimarrones panameños; su llamamiento atrae a un grupo heterogéneo en donde hay mulatos, negros esclavos y manumitidos, mestizos, proscritos, clérigos irregulares, ladrones y asesinos, descontentos por las Nuevas Leyes, nobles segundones en busca de empleo y algunas mujeres (Inés de Atienza, amante de Ursúa y Elvira, la hija de Aguirre entre otras). El viaje comienza en 1560 y casi al mismo tiempo, se inician las insurrecciones contra la dirección de Ursúa considerado como un extranjero «poco militar «, y que son siempre fomentadas por Lope de Aguirre. No vamos a extendernos más con esta sublevación típica y tópica, por no desviarnos de nuestro tema y nuestros conquistadores extremeños.

[7] Por sus peculiaridades, ya que se trata de un viaje de descubrimiento y no exclusivamente americano, no hemos integrado las sublevaciones y enfrentamientos en el periplo de Magallanes, en el que destaca la gran sublevación de marzo de 1520, en la costa patagónica (puerto de San Julián) por parte de Luis de Mendoza,Gaspar de Quesada, Juan de CartagenaAntonio de Coca, el clérigo Pedro Sánchez Reina y paradójicamente el mismo Elcano (PIGAFETTA, A.: Primer viaje alrededor del mundo, Ed. Orbis, Barcelona, 1986.

[8] Nos quedaría analizar la sublevación de Lope de Aguirre como ejemplo representativo del reflejo del enfrentamiento frontal contra la Corona.

[9] Entre estas sublevaciones «menores», hay que señalar la de aquellos conquistadores «pasados» a los indígenas, con un mecanismo más o menos similar al de los renegados cristianos en el norte de África; esto sucede con Francisco Martín en Venezuela, Gonzalo Guerrero en la península del Yucatán y Barrientos en el Perú. (MORALES, F.: Op. cit. pág. 363, l98l.).

[10] CORVISIER, A.: Historia Moderna, Ed. Labor, Barcelona, 1982. Págs. 278-280.

[11] Al desprecio hacia los «chapetones» (recién llegados) por parte de los «indianos»(adaptados), hay que unir el odio hacia los recién incorporados navarros, que siguen siendo acusados de «franceses», (ataque verbal de Lope de Aguirre hacia Pedro de Ursúa).

[12] MORALES PADRÓN, F.: Op. cit., pág. 341.

[13] GIBSON, C.: España en América, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1977, Págs. 50-87.

[14] Resulta curioso constatar el posterior «remordimiento» de muchos de los conquistadores por el trato que infringieron a los indígenas y que se recoge sobre todo en sus testamentos en forma de limosnas, libertades, reconocimiento de hijos, etc.

[15] Nos podemos preguntar, si realmente hay algo más «Barroco« que América y su contexto. Creemos que falta por hacer un estudio sobre la influencia de la conquista y conocimiento de las culturas indígenas de América, sobre el Barroco español.

[16] Se cree nació en 1495/96 en Medina del Campo. Soldado y cronista, hijo de Francisco Díaz del Castillo el Galán, regidor de Medina, pasó a América conPedrarías Dávila en 1514; insatisfecho ante la escasa fortuna que se conseguía y las disensiones entre el gobernador y Balboa, solicitó licencia de aquel con otros soldados para ir a Cuba, recién conquistada por Velázquez de Cuéllar, careciendo de encomienda, se asoció con otros soldados para una nueva empresa, y así participó en el viaje de Hernández de Córdoba, en que se descubrió el Yucatán(1517); al año siguiente se alistó igualmente, en la expedición de Grijalva, descubridor de México, y por tercera vez volvió a las nuevas tierras con Cortés, fue el único que tomó parte en las tres expediciones. En Nueva España asistió a toda la campaña y presenció de modo activo todos los hechos y operaciones de la campaña, figurando entre los amigos de Cortés en los momentos dudosos, como en el del hundimiento de las naves. Con ingenuo orgullo enumeraba haberse hallado en 114 batallas, de ellas 80 durante el sitio de México. Participó también en la expedición de Luís Marín contra los zapotecas y en la conquista de Chiapas (1523); acompañó a Cortés en la calamitosa expedición a Honduras. Más tarde, vecino de Coatzacoalcos fue diputado con Marín por los pobladores para solicitar un repartimiento perpetuo, que no otorgó el factor Salazar. Solicitó al presidente de la segunda Audiencia, Sebastián Ramírez de Fuenleal, que los indios no fueran considerados esclavos. En 1540 estuvo en España y obtuvo la concesión de una encomienda en Guatemala por habérsele quitado las que tenía en Tabasco y Chiapas, y al volver a Indias se estableció en Guatemala; regresó a España en l550 para solicitar nuevas recompensas y fue llamado a la discusión entre Las Casas y Sepúlveda. En sus últimos años fue vecino y regidor de Guatemala, donde se afincó y dejó descendencia, pues tuvo doce hijos entre legítimos e ilegítimos. Ya anciano, experimentó la necesidad de consignar por escrito sus recuerdos de la conquista, para vindicar los hechos de sus camaradas y suyos que se negaban o rebajaban y para replicar a López de Gómara, cuyo relato ensalzaba, como observaremos, en excelso a Cortés, con olvido de la eficaz y primordial colaboración de sus huestes. Así escribió su Historia verdadera de la conquista de Nueva España. Obra capital en la historiografía americana y española, constituye una fuente insustituible para la historia de la conquista de México por el copiosísimo caudal de noticias que contiene, debido a la memoria excepcional del autor; todo ello es un relato sin pretensiones literarias, lleno de digresiones y a veces farragoso, pero vivo, pintoresco, plástico, animado, expuesto con ingenuidad, como en una prolija conversación. Es sincero, no oculta nada y no se abstiene de censurar a personas o hechos que cree lo merezcan. Evidentemente no faltan errores, descuidos u omisiones, pero siempre de poca monta. Entra su obra en la categoría de memorias militares, frecuentes en la historiografía española con tono literario además. Menospreciada desde Solís, cuyo refinamiento literario era incapaz de comprender la rudeza de Bernal Díaz, y todavía vista con cierto desdén por Prescott, ha ido subiendo desde fines del siglo XIX en estima por su indiscutible valor histórico, aunque se necesite contrastar su información con la de los demás cronistas. Bernal Díaz del Castillo, murió en Guatemala en 1584.

[17] DIAZ del CASTILLO, B.: Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, Ed. Historia l6 (TT. A y B), Madrid, l984, Pág. 120.

[18] A pesar de este sentimiento racista, Díaz del Castillo diferencia claramente entre Cortés con su conocimiento de los indios y su ascendiente sobre los mismos, y los advenedizos «chapetones» que nunca logran captar su confianza e incluso son objeto de burla.

[19] Los enfrentamientos entre facciones españolas queda en suspenso ante la rebelión de Cuathemoc, volviendo a proseguir, una vez sofocada ésta.

[20] Poco se sabe de la vida de López de Gómara. Fue sacerdote y acompañó a Carlos V en la expedición de Argel (1541), y fue capellán de Hernán Cortés. Hombre culto y aficionado a la Historia, escribió además de la citada arriba, varias obras de gran interés. Dicha obra, refiere la historia del Nuevo Mundo hasta la fecha de su aparición en su primera parte y está dedicada a Carlos V, y la segunda se refiere a los hechos de Cortés y la conquista de Nueva España , dedicada aMartín Cortés hijo del conquistador. Tuvo la obra gran éxito, con cinco ediciones en dos años, hasta que en 1553 fue prohibida por orden de Felipe II, aún príncipe, alegando que no convenía que se leyese; se ignoran las causas de la prohibición, debidas probablemente a querer evitar que se divulgaran en el extranjero noticias sobre América, atribuyéndose también a los grandes elogios otorgados a Cortés, a presión de Las Casas, y a evitar excesos de fantasías y de ensalzamiento de los conquistadores, ante las crisis ocurridas poco antes. En forma breve y con buen estilo trató en le primera parte de todos los países americanos, con noticias etnográficas y la historia de su descubrimiento y conquista, demostrando estar en general bien informado y poseer buen criterio a pesar de no haber cruzado el océano, trató con más detalle de la conquista del Perú; justifica la conquista, sin ocultar los desmanes, y la considera gloriosa para España, y el descubrimiento como el principal hecho de la Historia después de la misión de Cristo. Sus juicios son bastantes imparciales y libres. La Historia de la Conquista de México, o la segunda parte, ha gozado de menos estima, por su tono, como observaremos arriba, de continuado panegírico de Cortés, que provocó la indignación de Las Casas y de Bernal Díaz del Castillo, como hemos visto. Otras obras suyas (perdidas) fueron Barbarroja y HorméReyes de Argel y Anales de Carlos V (publicado en 1912), a los que se refiere en Hispania Victrix…, que refuerza indudablemente su carácter de historiador.

[21] Hay un sincero antagonismo en las obras de Bernal Díaz del Castillo y López de Gómara por refutarse las acusaciones sobre emponzoñamientos o heroísmos, malversaciones o benevolencias, parcialidades o ecuanimidad.

[22] En torno a las peculiaridades de la orden de S. Jerónimo y su actuación en la política española y enfrentamiento con los franciscanos y otras órdenes vid. BATAILLON, M.: Erasmo y España, F.C.E., México, 1950.

[23] Resulta sintomático comprobar, cómo la mayor parte de estas acusaciones son económicas y no políticas o sociales y que el «crimine lesae majestatis» que se le imputa es el relativo a haberse quedado con la parte del quinto del rey.

[24] Cortés se considera a sí mismo como integrante de una Cruzada. Así, a los templos indios los denomina como «mezquitas».

[25] La participación de soldados comuneros en la Conquista de América ha sido apuntada por algunos autores. Algunos testimonios sobre esto, también han sido recogidos por Bernal Díaz del Castillo.

[26] La persistencia de la saga familiar en América, de los conquistadores extremeños, es muy significativa; los conquistadores llevaban posteriormente a sus hermanos, sobrinos y demás, componiendo una sociedad cerrada, clánica, dando la impresión de conocerse todo el mundo, como ponen de manifiesto las descripciones y relaciones en este sentido tanto de Díaz del Castillo como de Pedro de Cieza.

[27] Son incompletas, por ser excesivamente parciales. Se limitan a copiar casi literalmente a Cieza, u otras que no hemos podido localizar. No trataremos aquí, por no ser tema de este pequeño trabajo, las obras de Jiménez QuesadaFrancisco de JerezMiguel de EsteteBernabé CoboJuan de Betanzos y las de los indígenas Inca GarcilasoFelipe GuamanTitu Cusi, o Juan de Santa Cruz.

[28] El enfrentamiento entre el virrey y el mercedario nabían comenzado ya en España (en Málaga). Estas continuaciones de disputas eran relativamente frecuentes.

[29] Recordemos, que «dictador» entre los antiguos romanos, era el magistrado supremo que nombraban los cónsules en momentos de peligro, el cual asumía todo el poder.

[30] Gonzalo Pizarro es apresado en la batalla de Xaquixaguana. Tras breve proceso es decapitado; su cabeza fue puesta en la picota de Lima y su cuerpo enterrado en el monasterio de las Mercedes del Cuzco, donde yacían, curiosamente, los de los Almagros, padre e hijo, que habían sido sus enconados enemigos.

[31] HERNAN CORTÉS: Cartas y documentos, ed. Mario Hernández Sánchez-Barba, México, l963, p. 33.

[32] Diferentes ramas del gobierno se superponían, un único funcionario podía combinar diversos tipos de funciones y había infinitas posibilidades de fricción que sólo podrían resolverse en el largo proceso de apelación al Consejo de Indias en Madrid.

[33] Cuando Cortés, por ejemplo, hizo el primer repartimiento de los indios mexicanos a sus seguidores en 1521, los hombres asociados con su enemigo, el gobernador de Cuba,tendían a ser excluídos. Igualmente, en Perú, hubo muchas amarguras en la distribución del tesoro de Atahualpa, siendo la parte del león para los hombres de Trujillo, los seguidores de Pizarro, mientras que los soldados que habían llegado de Panamá con Diego de Almagro en abril de 1533, se quedaron al margen.

[34] Los hombres a caballo recibían normalmente dos partes, mientras que los de infantería sólo una.

[35] Citado por DURAND, José: La transformación social del Conquistador. México, 1953, vol. II, p. 45.

El contenido de las páginas de esta web está protegido.