Oct 172023
 

José Antonio Ramos Rubio

Oscar de San Macario Sánchez

 

En la margen Este del río Salor entre los siglos XIII y XIV surgieron numerosos caseríos con la repoblación de las tierras cacereñas, por su aprovechamiento agroganadero y por la necesidad de protegerlas de las incursiones de los rebaños mesteños que bajaban del Reino de León.

Tras la reconquista de Cáceres acaecida en el año 1229 por Alfonso IX, rey de León, se desarrolla una labor de poblamiento por parte de las tropas cristianas de las nuevas tierras adquiridas, siendo los leoneses los principales protagonistas de la reconquista de nuestro territorio y, así mismo, en su repoblación tendrán un importante protagonismo los leoneses[1]. La conquista del actual territorio extremeño interesa no sólo por el aumento de territorio, sino también porque los pastos invernales extremeños son necesarios para el ganado trashumante[2]. Cáceres consigue un extenso territorio, segundo de España por su longitud. Esto provoca que surjan asentamientos rurales (heredamientos-aldeas) en el territorio dependiente de la villa, heredamiento que al aumentar de población dan lugar a aldeas que no tenían término municipal propio, sino que constituían una comunidad con Cáceres.

 

Comenzaron a formarse los adehesamientos –dehesas–, trazados por mandatarios de Alfonso X el Sabio, donde surgieron estos pequeños núcleos. Pero la peste, la crisis demográfica del XIV, el aislamiento y otros factores hicieron desaparecer muchas aldeas: Alpotreque, Puebla de Castellanos, Casas del Ciego, Malgarrida, Borrico, Pardo y Borriquillo. Sin embargo, el antiguo arrabal de Zamarillas perdura y aún mantiene su porte nobiliario en medio de Los Llanos, como un núcleo urbano medieval excepcional y privilegiado.

Enclavado en las cercanías del río Salor, en plena llanura trujillano-cacereña, el antiguo arrabal de Zamarrillas, cercano a Torreorgaz, fue destruido y deshabitado a comienzos del siglo XIX, quedando aún en pie vestigios de algunas de sus casas menos humildes, reconvertidas otras como cuadras o almacenes, como es el caso de la antigua parroquia del lugar, enclavada junto al camino que, partiendo por debajo del acueducto que surge de la presa de Valdesalor, llega a estas tierras.

En este antiguo arrabal, hoy despoblado, es importante unificar el conjunto de edificaciones que aún se conservan en la zona con el proceso histórico. Tras ser reconquistada en 1229 Cáceres, y ser dotada la por entonces villa con un amplísimo término municipal[3], se dispusieron sus terrenos, desde las vegas de los ríos Tamuja y Almonte al Norte, hasta las estribaciones de las Sierras de San Pedro al Sur, más para la ganadería que para la agricultura, salpicando las reses y cabezas de ganado de los nuevos habitantes, repobladores y colonos, así como nobles de Castilla que ocuparon esta comarca, los pastos y encinares propios del bosque mediterráneo que cubre la región y que bordeaban el núcleo urbano, adaptándolos en dehesas donde conjugar y combinar la explotación ganadera con la conservación del ecosistema, o eliminando por el contrario la presencia arbórea en terrenos más llanos en pro de la abundancia de fáciles pastos. El término de Cáceres era muy extenso, y se hacía necesaria la creación de estos poblados, seguramente aprovechando en ocasiones antiguos asentamientos romanos y árabes[4].

 

Ante la gran extensión del término municipal cacereño y la gran distancia que podía llegar a separar fincas y cotos con la propia urbe, se vio bien por el Concejo la fundación no sólo de aldeas en los alrededores pertenecientes a su jurisdicción pero con gobierno propio, sino también de arrabales y pedanías dependientes de la villa, así como cortijos y casas de campo que funcionaran como auténticos centros de aprovechamiento agroganadero, donde pudieran agruparse las viviendas de pastores, agricultores, braceros, jornaleros e incluso de terratenientes, todos ellos a manera de colonos a los que se les cedían porciones de terreno para su rendimiento, y así no sólo poblar, vivir y residir cerca de los centros de trabajo y lugares de explotación agroganadera, para comodidad suya y mejor administración de los mismos, sino además como eficaz medida de protección de las reses y los terrenos frente a futuras incursiones de los musulmanes del sur, cada vez menos probables pero posibles mientras Al-Ándalus siguiera existiendo, pero también de los campos frente a las ganaderías que, venidas desde tierras castellanas en su búsqueda anual de sustento, pudieran expoliar los pastos. Fundadas principalmente en la Baja Edad Media, permitía la existencia de estas aldeas y alquerías la presencia continua de población por los contornos, con especial intensidad en la zona meridional del término municipal y cercanía a las vías que comunicaban la villa con Medellín, Mérida y Badajoz, respectivamente. Mientras que algunos cortijos apenas se componían de una quinta señorial rodeada de las viviendas necesarias para sus empleados y servidores, más los inmuebles propios para la explotación ganadera y quehaceres diarios, las aldeas y algunos arrabales sin embargo llegaron a alcanzar los varios centenares de vecinos, contando entre sus calles e inmuebles destinados a viviendas y centros de trabajo también con parroquia y cementerio propio, complementándose la trama urbana y permitiendo una mayor independencia de la villa en sí.

 

El trascurrir de los años y el devenir de los hechos históricos conllevó tras la aparición y auge de aldeas y arrabales la consolidación de la gran parte de las primeras, convertidas -hoy en día- en pueblos independizados de la ciudad con el paso de los años y aumento de la población, tales como Malpartida de Cáceres, Aliseda, Aldea del Cano, Torrequemada, Sierra de Fuentes o Casar de Cáceres. Sin embargo y contrariamente las alquerías, arrabales y pedanías, a excepción del Zángano, sufrieron la paulatina marcha de sus pobladores y desaparición de sus inmuebles y términos urbanos, contando actualmente la ciudad de Cáceres con sólo tres pedanías, Valdesalor, Rincón de Ballesteros y Estación de Arroyo-Malpartida.

 

El origen histórico de las dehesas y su objeto en la tierra de Cáceres están bien recogidos en los escritos de Ulloa[5]; como ejemplo el que nos ofrece Daniel Berjano[6] sobre el «Repartimiento de tierras en Alguixuela, que hizieron á los de Cáceres los omes del Rey don Alfonso el Sabio, nombrados para ello, Era de 1316 años (1278) y en el que se dice que el Rey mandó que se diesen a los de Cáceres defesas en que pudiesen traer sus bueyes é sus ganados». También se refiere el Cronista don Antonio Floriano a este episodio describiendo los linderos de esta dehesa, que eran: «(…)partiendo con don Gonzalo y sus heredamientos (¿Zamarrillas?) (sic.), a la cumbre que parte con la Zafra (que es dehesa de Concejo), a partir con los de Aldea de Pedro Cervero (La Cervera); de allí a la Alçaza, descendiendo hasta el Salor, y el Salor arriba a buscar el mojón primero«[7].

 

1.- El arrabal de Zamarrillas

Uno de estos arrabales despoblados fue la Heredad de Zamarrillas, enclavada en plena llanura trujillano-cacereña, cerca de la localidad de Torreorgaz, que llegó a contar con 14 vecinos a principios del siglo XVII [8] que en su mayoría trabajaron para los Ovando, linaje cacereño que logró hacerse con la mayor parte de los terrenos que componían la heredad y que contó con castillo y casa fuerte en el lugar. El conjunto de la construcción es de mampostería con sillarejo y sillares en las esquinas. En la zona más elevada se alza un torreón de base cuadrada, en cuyo interior se aprecian los restos de la escalera y algunos esgrafiados en muy mal estado de conservación. Habitado hasta hace unas décadas y perteneciente a los Sanabria[9], en la que puede apreciarse sobre el portal un escudo esgrafiado mal conservado con las armas de Ovando-Ulloa. En el lateral que mira al Norte existe un blasón de granito bajo un alfiz datable en el siglo XVI con armas de Ovando, Ulloa, Mogollón y Carvajal que da fe, como después veremos, de las familias dominantes en estas tierras. Otra casa, de la que solo se conservan los muros exteriores presenta en su fachada lateral un esgrafiado apenas visible con el escudo de los Paredes[10].

 

Existió una iglesia bajo la advocación de la Virgen de la Esclarecida, donde se veneraba la imagen mariana que actualmente se encuentra en la iglesia parroquial de Santiago de Cáceres, presidiendo el retablo de las Benditas Ánimas del Purgatorio, junto a la entrada a la sacristía del templo. Se trata de una imagen gótica de la Virgen con el Niño, tallada en madera; muestra a Santa María no sólo como Madre de Dios o representación artística como Teothokos, sino además en su versión como Odegetria bizantina o aquella que presenta al mundo el verdadero camino en la figura del Niño Jesús al que porta en su brazo izquierdo. Éste porta una paloma, representación del Espíritu Santo[11] o de la paz, en clara referencia a la vida, paz y Trinidad que encarna el Niño Dios o pudiera representar el alma del pecador, que escapa al lazo de los cazadores que lo persiguen y halla cobijo en brazos de Dios[12]. Muestra la Virgen de la Esclarecida diversas mutilaciones, roturas y deterioro general con claro reflejo en el rostro de María y en la figura del Niño Jesús, sufridas posiblemente y en gran parte por el vandalismo causado por las tropas napoleónicas que supuestamente destruyeron la iglesia de la que era titular, así como por el paso de los años, el desgaste de su naturaleza de madera y el olvido y abandono que desde su mudanza a la ciudad ha venido padeciendo.

 

La imagen de la Virgen y el Niño fue tallada rompiendo con el hieratismo románico y presentando el nuevo naturalismo que surge con los ideales de la Baja Edad Media, reflejado no sólo en la humanidad y ternura que exhala María, sino en otros diversos detalles tales como los pliegues de manto y túnica, o la presentación adelantada del pie derecho de la Virgen, que viste túnica de color jacinto con escote cuadrado y manto voluminoso de color verde-púrpura estofado donde aún pueden percibirse elementos vegetales, como personaje de la realeza. Es una obra de la segunda mitad del siglo XV.

 

Volviendo al lugar de Zamarrillas, en el inventario que a comienzos del siglo XVIII, y tras la Guerra de Sucesión Española, realizó el obispo don Luis de Salcedo y Azcona sobre los bienes artísticos de la Diócesis de Coria[13], figuraba aún el templo de la Heredad de Zamarrillas en pleno uso, describiéndose el interior del monumento y relacionando las obras de arte allí guardadas, entre las que figuraba la talla de Nuestra Señora de la Esclarecida ocupando uno de los altares laterales, no ocurre así en la descripción dada sobre el enclave en 1909 por Alfredo Villegas[14], habiéndose convertido el templo en cuadra o cobertizo, por los decretos sobre desamortización que durante la primera mitad del siglo XIX sacó a la venta un grandísimo número de propiedades, terrenos y bienes eclesiásticos, tanto en uso como fuera de culto. Así es como llega a día de hoy, con transformación de su estructura inicial en pro de acoplar el edificio a sus labores y uso ganadero, pero conservando aún su ábside pentagonal realizado con fábrica de sillarejo regular del siglo XIV. El templo, en su día, se estructuraba en una nave cubierta con tres tramos de bóveda de aristas, conservándose ahora solamente los arranques y la cabecera, donde aún pueden apreciarse cuatro trompas de ladrillo sobre la que se asentaba una cúpula de media naranja. Se conservan igualmente vestigios de su atrio, levantado a los pies del templo, contando con una arquería de cinco columnas y cuatro arcos escarzanos junto a los que se abre la portada que posiblemente comunicaba el templo con el camposanto del lugar.

 

El origen histórico de las dehesas y su objeto en la tierra de Cáceres están bien recogido en los escritos de Ulloa[15]; como ejemplo citaremos el que nos ofrece Daniel Berjano[16] sobre el «Repartimiento de tierras en Alguixuela, que hizieron á los de Cáceres los omes del Rey don Alfonso el Sabio, nombrados para ello, Era de 1316 años (1278) y en el que se dice que el Rey mandó que se diesen a los de Cáceres defesas en que pudiesen traer sus bueyes é sus ganados”. También se refiere el Cronista don Antonio Floriano a este episodio describiendo los linderos de esta dehesa, que eran: «partiendo con don Gonzalo y sus heredamientos (¿Zamarrillas?) (sic.), a la cumbre que parte con la Zafra (que es dehesa de Concejo), a partir con los de Aldea de Pedro Cervero (La Cervera); de allí a la Alçaza, descendiendo hasta el Salor, y el Salor arriba a buscar el mojón primero»[17].

 

2.- Casa fuerte de La Cervera

La casa fuerte de La Cervera se encuentra próxima a la carretera N-630 que conduce de Aldea del Cano a Cáceres, en la margen derecha, frente al castillo de Mayoralgo. La casa fuerte de La Cervera data del siglo XV. Es de propiedad privada, y se usa como explotación agropecuaria y almacén

Dos casas fuertes próximas entre sí y a escasa distancia de la carretera N-630, muestran todavía el ambiente acastillado de algunos nobles cacereños de finales de la Edad Media. La primera de las casas, la más próxima a la carretera está configurada por una planta en forma de L, de aspecto macizo y cerrado. A la casa, datable a finales del siglo XV, se ha adosado una construcción moderna para los usos agrícolas de la explotación.

La segunda de las casas, la más al interior de la finca, mantiene algunos rasgos peculiares que acusan sucesivas etapas constructivas. El piso superior está muy transformado. Por el apreciable grosor de muros y el aparejo utilizado, a base de grandes sillares, se puede casi afirmar que la torre fue desmochada y que tuvo originariamente una altura mucho mayor.

Podemos fechar la casa a mediados del siglo XV. Propiedad de García de Paredes, fue derribada por Gómez Solís en la segunda mitad del XV, por lo que tuvo que pagar su coste en la segunda mitad del XV. La torre debió reconstruirse a finales del XV.

También lo árabes pasaron por aquí, y su presencia se ve claramente reflejada en los dos castillos situados en la Arguijuela, además de los restos de esta fortaleza árabe destruida. Casi desaparecida. Sólo quedan algunos vestigios. Es de acceso libre.

Del nombre que todavía conservan estas tierras próximas al municipio hay testimonio al menos desde mediados del siglo XV, cuando se cita la dehesa o aldea de Pedro Cervero.

El cuerpo contiguo obedece a diversos añadidos y ampliaciones operadas más tarde, en cambio el tercer cuerpo, en el extremo meridional, vuelve a mostrar su tipología castrense medieval con una torre, mas esbelta que la anterior pero de aspecto más moderno y frágil, pese a conservar matacanes en lo alto y aspilleras en sus muros, datable en torno a mediados del siglo XV, mientras que la que veíamos puede ser anterior.

Además, en la Cervera se conserva un pozo de grandes dimensiones cuyo brocal está cubierto con lanchas graníticas, que sin duda sirvió para dar agua a los habitantes de la aldea de Pedro Cervero, y se construyó cubriendo la abertura o boca inicial del pozo con grandes lanchas de granito.

 

 

3.- El castillo de Mayoralgo

El castillo de Mayoralgo es otro de estos baluartes defensivos que se encuentran en el río Salor. Es visible desde la carretera N-630 a escasos kilómetros al norte de la localidad, entre Aldea del Cano y Cáceres, frente a la casa fuerte de La Cervera. Esta fortaleza se eleva sobre canchales que les sirven de cimiento a algunas torres y lienzos, en parte desmoronados, pero todavía con suficientes restos para poder definir su primitiva configuración. Se encuentra bajo la protección genérica del Decreto de 22 de abril de 1949. Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. Ley 2/99 Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura.

El castillo de Mayoralgo es uno de más antiguos que se conservan en las tierras de la ciudad de Cáceres. El linaje Mayoralgo tiene sus antecedentes en los Blázquez que llegan a la ciudad en tiempos de la Reconquista en 1229, remontándose hasta un Munió Blázquez de esos tiempos, aunque algunos identifican en un hijo de este Munió, llamado Blasco Muñoz, el primer eslabón del linaje en estas tierras. Sea como fuere, en 1282 ya figuran varios miembros de esta familia en los repartos de tierras ordenados por Sancho IV[18], y en 1320 otro Blasco Muñoz crea un mayorazgo en cuya acta fundacional cita, entre otros bienes, la torre que llaman de Blasco Muñoz en la que identificamos los antecedentes más antiguos de este castillo, construida por su padre del mismo nombre, en todo caso a comienzos del siglo XIV. Parece que este linaje pasó a llamarse después de Mayoralgo por corrupción del nombre Mayorazgo con el que se les conocía al ser el suyo el primero instituido en Cáceres.

Alzándose en el centro la torre del Homenaje, que es la parte primitiva construida durante el primer cuarto del siglo XIV, en la cual todavía se mantienen algunas de sus almenas, saeteras y restos de los matacanes que se adelantaban en lo alto. También en esta plataforma elevada están todavía en pie algunos lienzos del recinto y de dos aljibes o cisterna que aseguraban el suministro de agua en el interior.

En una plataforma situada a nivel inferior, hacia el lado de poniente, está el segundo cuerpo que actúa a modo de antemuralla, configurando un recinto que también se dotó con construcciones diversas, algunos de cuyos muros todavía persisten, aunque acusan un uso más de tipo funcional y de servicio, como caballerizas o cuadras, mientras que las actividades residenciales debían ubicarse en el cuerpo alto y principal, mucho más seguro y confortable. Es muy notable la concentración de recursos defensivos que se acumulan en este ámbito inferior, con lo cual debió resultar casi inexpugnable, pues además de contar con una puerta en recodo, con numerosas saeteras abiertas en sus flancos, lo que haría dificilísimo y peligroso el ingreso, se repetían los dispositivos en torno al patio interior, desde cuyos flancos otras tantas saeteras enfilaban y permitían el hostigamiento de posibles asaltantes; y por si esto fuera poco, también estarían al descubierto desde lo alto del cuerpo principal, dispuesto a mayor altura y desde la torre del Homenaje.

El castillo, posiblemente por su especial disposición para la defensa, quedó fuera de uso cuando desaparecieron las condiciones de inestabilidad que motivaron su construcción, momento en el que era más necesario atender a las necesidades de habitabilidad, por lo que durante el siglo XVI su actividad debe ser mínima, si no nula, construyéndose al lado una magnifica casa-palacio que solventaba mejor las necesidades residenciales que necesitaban sus moradores[19].

4.- La Arguijuela de Arriba

La estructura y configuración original del castillo es similar a su homónimo de Abajo. Todos los muros están almenados con una disposición en voladizo sobre canecillos, realzándose aún más su silueta y aspecto castrense y fuerte con las torres que se disponen en las esquinas, tres de ellas redondas y una prismática.

 

El uso del castillo responde al prestigio de un modelo que, a pesar de haber perdido sentido en esa época con el fin de la reconquista y la pacificación de los reinos hispanos unificados bajo el reinado de los Reyes Católicos, ha mantenido su vigencia y se ha convertido en un tipo muy empleado para los edificios de representación que se alzan en las nuevas tierras amayorazgadas por sus propietarios[20].

 

La construcción de éste es algo posterior al de Abajo y aunque se carece de fecha precisa parece que las obras debieron realizarse en torno a la segunda década del siglo XV, situada en las inmediaciones de la antigua calzada romana –la Vía Lata conocida posteriormente como de la Plata– para ser usada como residencia secundaria y cabeza de sus explotaciones pecuarias. La zona, muy romanizada y en el borde de la vía de la Plata, con villas que explotaban sus dehesas (cercana a varias villas romanas en las inmediaciones y a ermitas como las de Santiago de Bencáliz y Santa Olalla). Perteneciente a la familia Ovando, vinculada a la rama primogénita, la del Capitán Diego de Cáceres, quien entregó a su hijo, de igual nombre, la mitad de la Dehesa de la Arguijuela, que había recibido de su padre, y edificó allí unas casas que serían el origen del castillo. El hijo de éste, y nieto del Capitán, Diego de Ovando de Cáceres comenzó, en la década de 1510, a fortificar la construcción, junto a su mujer, Teresa Rol de la Cerda. Para la obra contrataron a Pedro de Larrea, maestro de obras de la Orden de Alcántara, aunque otros artistas, como Gabriel Pentiero, también intervinieron. En esa obra consumieron la no despreciable suma de dos mil ducados, para la cual se empeñaron y vendieron partes de la dote de su mujer. Las armas de ambos se encuentran sobre la bella portada principal de medio punto. El Castillo se organiza en torno a un gran patio central, siendo la parte más antigua de la construcción la occidental, la que mira hacia la carretera. En sus cuatro ángulos se disponen torres, cuadrangular y muy robusta la del homenaje, al mediodía, y circulares el resto, muy robustas las orientadas a oriente y más elevada y ágil la que del norte. Una garita se eleva junto a la torre del homenaje.

 

En torno al patio interior, que se levanta con un interesante sistema de crujías, se disponen las dependencias de la casa, donde destacan las hermosas bóvedas de crucería. Destacan los arcos lobulados y conopiales que se abren al exterior, las saeteras cruciformes, los canes y los intactos merlones. Ni la construcción, ni las torres poseen terraza, sino que están todas techadas con teja y cubiertas con hermosas bóvedas, algunas, incluso, estrelladas. Los propietarios del castillo fueron, entre otras dignidades, Marqueses del Reyno, en Nápoles, y condes de la Encina, a quienes sucedieron los Marqueses de Camarena la Vieja. Lo heredó de su padre García de Arce y Aponte, el famoso Marqués del Reyno, a quien tanto hemos visto en estos paseos, propietario de

múltiples posesiones, pero cuya casa favorita era ésta. Aquí tuvo su gran amor con la gitana Carmen Campos, a quien conoció en Sevilla en 1880. Vivieron juntos hasta la muerte del Marqués en 1897 y le dejó una sustanciosa renta vitalicia, que recibió de los herederos de su amante hasta su muerte acaecida en 1934. Reformó el castillo, adaptándolo a los nuevos tiempos, instalando uno de los primeros pararrayos de toda Extremadura y mandó plantar un jardín romántico, del que aún, en parte, se conservan las trazas. Como afición criaba ciervos en el parque anexo a la propiedad, en torno a un lago, en el que se mantenían en una situación de libertad hasta bien entrado el siglo XX.

La última de las acciones de guerra en que ha participado el castillo de la Arguijuela de Arriba ha sido como centro de entrenamiento de las unidades de carros de combate de la Legión Cóndor en los primeros momentos de la Guerra Civil Española.

 

La vida del Marqués, verdaderamente novelesca, sirvió a Publio Hurtado para escribir su novela El Rizo Negro, que causó verdadero furor (no exento de escándalo) en el Cáceres de la época. Del Marqués del Reyno heredó el castillo su primo hermano Gonzalo de Carvajal y Arce, IX Marqués de Camarena la Vieja.

 

A unos metros del castillo está la ermita  a la que hace referencia el Cronista de la ciudad y Académico don Miguel Ángel Orti: “Cercana al castillo de la Arguijuela Alta, se levanta una ermita, ya sin culto y altares, edificó Diego de Ovando Cáceres, el mayorazgo. En la capilla del castillo hizo un retablo que costó mil ducados, al que contribuyó Nicolás de Ovando, y en donde trabajó el divino Morales. Este retablo estuvo intacto hasta la muerte del último marqués del reino, en que, fragmentado, se distribuyeron las tablas entre los herederos. Para el culto de la iglesia al que concurrían no sólo sirvientes del castillo, sino de los alrededores, vinculó una casulla e un frontal de altibajo con su alba, manipulo y estola, un cáliz y de plata del peso dos marcos y medio y dos reales, una cruz de plata que pesó marco y medio y dos onzas, un incensario de plata que pesó dos marcos y medio y dos onzas y tres reales, dos vinajera de plata que pesaron un marco y menos dos reales, una naveta de plata que pesó marco y medio y un real, un portapaz de plata que pesó un marco y dos onzas, y toda la plata y ornamentos dichos dejó anexada e le yncluya en el mayorazgo que hizo e ynstituyó el capitán Diego de Cáceres mi señor agüelo, que es en gloria…”. Son muy interesantes los inventarios de casas domiciliarias en el siglo XVI que nos ofrece don Miguel Ángel Ortí Belmonte[21].

 

La ermita fue construida bajo la advocación de San Juan hacia 1560 por el mismo Diego de Cáceres, después de fallecida su primera esposa, en tiempo de sus segunda mujer. En el documento del Bachiller de Trevejo, se especifica que durante el segundo matrimonio de Diego de Cáceres con Francisca Jiménez se construyó la ermita la cual costó más de mil ducados, incluidos el retablo y los ornamentos necesarios[22].

 

La capilla es una construcción discreta con un atractivo pórtico elevado sobre columnas y capiteles finamente labrados. A finales del siglo XIX se llevaron a cabo obras en la ermita, concretamente el Marqués del Reino, García de Arce y Aponte,  le añade un pórtico neorrománico y se le cambia la advocación incorporándole un retablo con la Sagrada Familia. Este interesante personaje, que vivió prácticamente toda su vida en el castillo, es también el responsable de la construcción del jardín y la charca que le sirve de depósito de cabecera para el riego, así como de la cerca conocida como el Conejal, que mantuvo hasta los años setenta del pasado siglo XX una manada de ciervos e incluso hacia 1870, durante un corto espacio de tiempo, un león en cautividad.

 

Continuando con la descripción de la ermita. El pórtico, enlosado con grandes piezas de cantería, cobija la puerta de entrada a la fábrica eclesial mediante una puerta en arco de medio punto adovelado de cantería, una sencilla espadaña, que aún conserva la campana, corona el tejado en la culminación de la fachada principal. En las laterales se conservan contrafuertes que reciben los empujes de las bóvedas que cubren la nave. Las paredes interiores están encaladas, presentando nave única cubierta con bóvedas de aristas y enlosada con cantería, excepto el presbiterio que tiene hermosas baldosas de cerámica que continúan en el zócalo que rodea el altar mayor. En la entrada hay una pila de agua bendita, probablemente de la segunda mitad del siglo XVI. Vanos de medio punto permiten en los laterales la entrada de luz al interior. Un gran arco triunfal delimita la nave del altar mayor o presbiterio rectangular que se cubre con bóveda de arcos cruzados, consistente en la configuración de arcos de forma paralela. Preside el altar mayor un retablo neogótico con la escultura moderna representativa de la Sagrada Familia, de principios del siglo XX. En los laterales del altar mayor, dos óleos sobre lienzo del siglo XIX, representando a la Dolorosa y, en el lado de la Epístola a Jesús con la Cruz a cuestas.

 

Interesa señalar esta actuación, que a finales del siglo XIX se instaló en esta capilla un retablo pintado por Luis de Morales a mediados del siglo XVI cuyo destino era otro lugar, del cual todavía quedaban algunas tablas a comienzos del siglo XX, aunque ya está totalmente disgregado[23]. El académico fallecido Carmelo Solís señaló que el destino y ubicación primitiva de las tablas de Morales fue la capilla de Santa Ana de la Catedral de Badajoz, hasta la segunda mitad del siglo XIX que se trasladarían a esta capilla de la Arguijuela donde actualmente está colocado un retablo neogótico[24]. El abogado y escritor ovetense Daniel Berjano en su trabajo sobre el pintor Luis de Morales menciona ocho tablas que entre 1547 y 1550 pintó para el retablo de la iglesia de la Arguijuela de Arriba[25]. El Bachiller de Trevejo hace referencia también a cuatro de los cuadros que constituirían el conjunto total de las ocho tablas, representando el Bautismo de Cristo, la Misa de San Gregorio, un santo franciscano, y una pequeña tabla con la representación de San José enseñando a leer al Niño Jesús con Santiago Peregrino[26].

 

5.- La Arguijuela de Abajo

 

A 9 km de la capital cacereña, por la carretera de Mérida, está el castillo de la Arguijuela de Abajo y próxima a la edificación castrense se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Gracia a quien pertenece y a la jurisdicción de la parroquia de San Mateo. Según el cronista cacereño Floriano Cumbreño, en dicho lugar en el año 1278 se estableció la primera dehesa Boyal, surgiendo un núcleo poblacional[27].

En el año 1482 los Reyes Católicos conceden Facultad Real para que Francisco de Ovando “El Viejo” pueda instituir un mayorazgo, destacando sus propiedades en la Arguijuela[28]. Este era hermano del capitán Diego de Cáceres Ovando e hijos ambos de Hernán Blázquez y Leonor Alfón de Ovando[29]. En el año 1498 Francisco de Ovando deja en su testamento información sobre su mayorazgo destacando entre otras la casa que posee en la Arguijuela[30]. La finca posee cuadras, fragua, tinado, otras dependencias agrícolas y un magnífico castillo que aunque tiene su origen en el siglo XV se llevaron a cabo distintos añadidos y reformas en los siglos siguientes[31]. Se trata de un recinto amurallado con torres de protección, dotado de matacanes, garitas, troneras y saeteras. En el siglo XVI se construyó un patio interior con galerías porticadas, destacando una galería de tradición gótica mientras que las otras dos muestran la elegancia y los detalles constructivos del Renacimiento. En distintos lugares se exhiben los blasones del linaje fundador, los Ovando-Mogollón[32]. Por lo tanto, el inmueble se configura definitivamente según su aspecto actual durante la primera mitad el siglo XVI, siendo sus propietarios sucesivos Francisco de Ovando “el Rico”, hijo del anterior, y Francisco de Ovando Mayoralgo, hijo de éste, dotándose entonces al inmueble con sus recursos torreados, matacanes, garitas, troneras y saetera, al mismo tiempo que se mejoran y amplían las dependencias residenciales, construyéndose un patio interior con galerías porticadas al gusto de los palacios urbanos.

En distintos lugares de la casa se exhiben los blasones de la familia fundadora, los Ovando-Mogollón, especialmente atractivos los escudos de la portada, tanto los pequeños que se labran en mármol como los ejemplares tallados en granito que están encima, sobre los cuales, a su vez, se eleva un característico matacán semicilíndrico con sus troneras cruciformes.

Desde antiguo cuenta este castillo con un buen número de construcciones y edificios auxiliares donde se atendían las más diversas funciones. Para las tareas de explotación agropecuaria contaba con naves, corrales, talleres, etc., todavía en servicio muchas de ellos.

La ermita  de Nuestra Señora de Gracia es una construcción de mampostería y sillarejo, en la cual se celebró culto, según tenemos documentación, desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII[33]. Concretamente en la Visita de la Real Audiencia de Extremadura se la cita como dependiente de la parroquia de Aldea del Cano[34]. La información que tenemos sobre la misma se remonta a finales del siglo XV, pues consta que el propio Francisco de Ovando “El Viejo”, constructor del castillo, había dado a la cofradía de Nuestra Señora de Gracia cierta contribución[35]. En el Archivo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de Cáceres, se encuentra una Escritura de Censo, de 1547, perteneciente a la antigua Cofradía de Nuestra Señora de Gracia[36].

Además, el Académico Mayoralgo y Lodo confirma la existencia de la ermita en el interesante estudio que realiza, afirmando que en el año 1549 su propietario Francisco de Ovando Mayoralgo mandó fabricar una campana para la ermita, al parecer, fundiendo otras dos más pequeñas que había en la capilla, encargándose de la obra del maestro campanero Juan de la Bárcena, vecino de Güemes (Cantabria)[37].

Se accede al interior de la ermita por un arco de medio punto, en el lado de la epístola, precedido por un pórtico con arcos de medio punto, sobre el cual hay una cruz y el anagrama de María. Sobre la fachada de los pies, se eleva una sencilla espadaña de mampostería. Presenta su interior una sola nave y presbiterio recto.  Se conserva en la puerta de acceso a la ermita una pila de agua bendita renacentista, presentando guirnaldas de flores y el rostro de un angelote, rodeada por un cordón.

La única nave existente está dividida en tres tramos por arcos apuntados ojivales sobre pilares cuadrangulares adosados, cubriéndose dichos tramos con bóvedas de cañón; la capilla mayor, se cubre con bóveda de crucería, se accede a la misma mediante arco de medio punto triunfal. La ermita es claramente una obra gótica, de finales del siglo XV, como denotan los arcos fajones apuntados y la decoración artística gótica en los tres tramos de la nave. En el lado del Evangelio se conserva un retablo barroco de madera sin policromar, de un cuerpo como hornacina central, estípites a los lados y decoración a base de cartelas, ángeles, tallos y telas. En el presbiterio se conserva un retablo barroco policromado de un cuerpo y ático; el cuerpo está dividido en tres calles por columnas salomónicas con racimos; en el banco, una inscripción indica la fecha de realización: 1669, y los mecenas que le encargaron: “EN 12 DE DICIEMBRE DE 1669 AÑOS MANDO EN SU TESTAMENTO HACER ESTE RETABLO DOÑA MARIA JAZINTO DE CARVAGAL PRIMERA MVGER DEL MARQVES DE CAMARENA CON EL ROTVLO QVE ESTA EN LA PEANA. IZOSE EN VIDA DE DOÑA MAGDALENA JVANA DE SOLIS I OVANDO SEGVNDA MVGER DE DICHO SEÑOR A LOS 5 AÑOS DE VIVDEZ I SE FINALIZO DE DORAR AÑO DE 1705”[38]. En la hornacina central se situaría una escultura de la Virgen con el Niño, en madera policromada, de finales del siglo XIV (en la actualidad preside la hornacina una imagen de cerámica de la Virgen del Rocío, ya que la Hermandad que hay en Cáceres tiene su sede en esta ermita); en las calles laterales, pintura sobre tabla de la misma fecha el retablo, en el lado del Evangelio se representa a San Nicolás de Bari y a Santa Bárbara; en el lado de la Epístola, a San Antonio de Padua y a María Magdalena. Y, en el ático, un cuadro con la representación de San Vicente Ferrer.

 

La obra artística a destacar es la citada imagen gótica de Nuestra Señora con el Niño[39], responde al tipo iconográfico de la “Odegetria” bizantina, la Virgen es portadora y conductora de su Hijo durante la infancia, variedad iconográfica que destaca en el siglo XIV, con la intención de humanizar el tema para hacerlo más comprensible al pueblo. Se nos ofrece vestida con túnica de color jacinto y el dorado de las ces y manto azul oscuro y zapatos de punta redondeada, mientras que el Niño que se dispone casi en el centro de la composición con una actitud rígida, lleva túnica talar marrón con estofado y tiene los pies desnudos. Porta el libro de la sabiduría divina y del mensaje evangélico en la mano izquierda y bendice con la derecha. Nuestra Señora de Gracia, tenía su sede en la ermita junto al Castillo de la Arguijuela de Abajo. En los años 80, dado que estaba muy deteriorada, fue restaurada en el taller de don Raimundo Cruz Solís, Taller de Restauraciones Artísticas Diocesano en Madrid. La cara estaba bastante perdida. Normalmente, la imagen se encuentra en la casa de don Ramón Jordán, Vizconde de Roda, en la ciudad de Cáceres, concretamente en la calle de los Condes, número 1. Se lleva a la Arguijuela de Abajo cuando se celebra algún acto. En la Iglesia de San Mateo tenía su altar, junto a los Ovando, donde ahora está la imagen de la Virgen de la Victoria patrona de Trujillo.

 

En el lado de la Epístola se conserva un retablo barroco, sin dorar, con los símbolos de la Pasión en cartelas, es el retablo que alberga la imagen de un crucificado de madera policromada (bajo la advocación del Cristo de la Expiración) del siglo XVI, con una tipología rígida y popular, restaurado en el año 1997 por doña María Antonia González Luceño, licenciada en Bellas Artes. En el año 1992 se fundó una cofradía penitencial que procesiona el Viernes Santo por la mañana al Crucificado. Es de destacar que el obispo don Juan José García Álvaro (1750-1783) concedió cuarenta días de indulgencia a aquellos fieles que rezasen ante las imágenes de la Virgen de Gracia y del Crucificado, según reza en una cartela que está en el lado del Evangelio: “El Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE YNDVLGENCIA QVIEN REZARE VNA SALVE DELANTE D ESTA SSMA YMAGEN D. Nª. Sª. D GRACIA ROGANDO A DIOS POR LA EXTon D. Nra Sta Fee”. Y, en otra cartela: “El Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE YNDVLGENCIA. REZANDO VN CREDO DELANTE DEL SSmo CHRISTO DE LA ESPIRACION. ROGANDO A DIOS POR LA EXALTAon D. Nra Sta FEE”.

 

La imagen del Crucificado es una impactante obra escultórica que se sostiene en tres clavos, los brazos del Cristo prácticamente son horizontales. Tiene la boca abierta, arcos supraciliares elevados, nariz aguileña, fuerte entrecejo y frente estrecha. Barba larga abierta en dos picos, tiene negra cabellera, corona de espinas, la cabeza ligeramente ladeada hacia su derecha, el cabello o formando buques entrelazados, cae por los hombros. El estudio anatómico es de gran calidad, resaltando los músculos y las venas. Por encima de la cruz del Crucificado rezan en una cartela las letras: “JESUS NAZARENUS REX IUDEORUM”. Existe otro retablo barroco en el lado del Evangelio, sin policromar, que durante siglos albergó la imagen de Ntra. Sra. del Loreto que actualmente se encuentra en el Palacio del vizconde de Roda, en Cáceres.

 

 

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Foto 1.- Vita aérea de la Heredad de las Zamarrillas

Foto 2.- Casa fuerte de las Cerveras

Foto 3.- Castillo de Mayoralgo

Foto 4.- Detalle de la fortaleza de Mayoralgo

Foto 5.- Castillo de las Arguijuelas de Abajo

Foto 6.- Ntra Sra de Gracia de Arguijuelas de Abajo

Foto 7.- Castillo de las Arguijuelas de Arriba

Foto 8.- Ermita de San Juan (Arguijuelas de Arriba)

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[1] GONZÁLEZ,1943, 236; DE LA MONTAÑA CONCHIÑA, 1993.

[2] CLEMENTE y DE LA MONTAÑA, 2000.

[3] Como relata Floriano al describir las lindes de la tierra de Trujillo con lade Cáceres en esta época: «uno y otro cerraban por esta parte el circuito cacerense dejándolocircunscrito a lo que habrían de ser sus términos históricos hasta la secesión de las aldeas (Sierra deFuentes, Torre de Orgaz, Torrequemada, Torremocha y Zamarrillas)» FLORIANO CUMBREÑO, 1959, 164.

[4] ZULUETA ARTALOYTIA, 1977, 80.

[5] ULLOA GOLFIN:Fueros y Privilegios de Cáceres. Sin lugar/ni fecha.  CALLEJO CARBAJO, 2001.

[6] D. Berjano Escobar, pasaje tomado de su introducción al Libro de Yerbas de Alfredo Villegas de 1909. VILLEGAS, 1909.

[7] FLORIANO CUMBREÑO, 1949; FLORIANO CUMBREÑO (Reedición, 1987, 119).

[8] En el del año 1608 figuraban 14 vecinos de Zamarrillas. RODRIGUEZ SANCHEZ, 1977, 60.

[9] NAVAREÑO MATEOS, 1999, 187.

[10] Interesante el estudio realizado por CALLEJO CARBAJO, 2001; GIBELLO, 2013.

[11] Si vemos en la paloma el símbolo del Espíritu Santo, apareciendo ésta como tal y según el Evangelio de San Mateo sobre Jesús una vez bautizado el mismo por su primo San Juan Bautista en las aguas del río Jordán (San Mateo, Capítulo 3, Versículo 16). Incluso también, símbolo de la vida según las escrituras apócrifas, concretamente en base al milagro recogido en el Evangelio de la infancia de Santo Tomás y que ejercitó el Niño Jesús al moldear varios pájaros de barro y, tras dar una palmada sobre ellos, dotarles de vida.

[12] Versículo de los Salmos: “Escapó nuestra alma como avecilla del lazo del cazador; rompióse el lazo y fuimos librados” (Salmos 124-7).  GARCIA MOGOLLON, 1987,  51.

[13] Hemos de tener también en cuenta que en la visita de la Real Audiencia de 1791 se señala que la casa fuerte y el templo están arruinados. Sección Real Audiencia, caja 643, expediente 18, fol. 1 vº. Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

[14] VILLEGAS, 1909.

[15] ULLOA GOLFIN:Fueros y Privilegios de Cáceres. Sin lugar/ni fecha.

[16] Berjano Escobar, pasaje tomado de su introducción al Libro de Yerbas de Alfredo Villegas de 1909. VILLEGAS, 1909.

[17] FLORIANO CUMBREÑO, 1949; FLORIANO CUMBREÑO, 1987, 119.

[18] MAYORALGO, 1985, 67.

[19]NAVAREÑO MATEOS, 1998, 133.

[20] RUEDA MARQUEZ DE LA PLATA y CRUZ FRANCO, 2012, 736.

[21] ORTI BELMONTE, 1949, 28.

[22]EL BACHILLER DE TREVEJO, 1909, 535. Cit. NAVAREÑO MATEOS, 1999, 127.

[23] Vid. referencia del Inventario que nos ofrece ORTI BELMONTE, 1949, 28. Sobre el reparto de obras artísticas y bienes muebles.

[24] SOLIS RODRIGUEZ,  tomo II, 1986, 675-676.

[25] BERJANO ESCOBAR, 1918. Referencias que también obtenemos en el Inventario que nos ofrece ORTI BELMONTE, 1949, 28.

[26] EL BACHILLER DE TREVEJO, tomo XL, número CXXVI, 1909.

[27] FLORIANO CUMBREÑO, 1987, 101.

[28] MAYORALGO Y LODO, 1991, 400.

[29] HURTADO, 1927, 255.

[30] GARCIA OLIVA, 1990, 263.

[31] NAVAREÑO MATEOS, 1983, 76 y 77; NAVAREÑO MATEOS, 1999, 101-109; MOGOLLON CANO-CORTES, 1992, 16.

[32] NAVAREÑO MATEOS, 1985, 37.

[33] Interesante el estudio de investigación realizado por don Serafín Martín Nieto, 2005, 378-396; Aportaciones documentales de mediados del siglo XVI. Archivo Diocesano de Cáceres, leg. 4, doc. 17 y Archivo Provincial de Cáceres, Protocolos de Pedro de Grajos, caja 3923.

[34] MARTINEZ QUESADA, 1965, 73.

[35] PULIDO, 1980, 427; NAVAREÑO MATEOS, 1999, 108.

[36] Archivo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de la ciudad de Cáceres, en la Caja 41 Carpeta n° 17.

[37] MAYORALGO Y LODO, 1991, 410. Contrato de 1549 en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres ante Pedro Grajos.

[38] En su testamento fechado el 12 de diciembre de 1669, doña María Jacinto de Carvajal, primera mujer del marqués de Camarena y Señor de la Arguijuela de Abajo don Pedro Francisco de Ovando, mandó “se haga un rretablo de madera, que se entiende un hueco, adonde se ponga Nuestra Señora de Grazia, y que en la peana se ponga un rrótulo que diga: este rretablo dio María indigna esclava de la Virgen”. Protocolos de Juan Fernández Zayas, caja 3784, 1669-1679, fols. 208-211 vº. Cit. MARTIN NIETO, op. cit., 388.  Pero, sería finalmente su segunda esposa, doña Magdalena  Juana de Solís la que donó un retablo al convento de predicadores convento de Santo Domingo) y también el retablo de la ermita de la Virgen de Gracia. El prof. Martín Nieto en su trabajo de investigación nos ofrece el documento completo  localizado en Protocolos Notariales, caja 4194. Escritura inserta al comienzo de los protocolos del escribano Francisco Martín Pozo Andrade del año 1737. Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

[39] GARCIA MOGOLLON, 1987, 40.

Dic 072022
 

José Antonio Ramos Rubio

Oscar de San Macario Sánchez

 

 Almoharín es una población de la provincia de Cáceres, situada a 39° 10′ 35» de latitud norte y a 6° 2′ 34» de longitud oeste. El término municipal está flanqueado al este por el curso del río  Búrdalo, en dirección noreste-suroeste  y los arroyos de Sopetrán, Saltillo o el regato de los Parrales; al sur por las vegas  del Guadiana, hay una pujante zona agrícola, atravesada por una red de canales y acequias que arrancan de los embalses de Orellana y del Zújar y, distribuyen la preciada agua por sus fértiles vegas, que ha experimentado un importante crecimiento económico con la puesta en marcha del Plan Badajoz; al oeste por la meseta  adehesada de Arroyomolinos de Montánchez, al noroeste por la Sierra de Montánchez (1000 m), al norte por la Sierra de la Zarza, Cancho Blanco (940 m) y San Cristóbal (845 m), con un terreno montañoso, y al suroeste nos encontramos con las sierras  de Don José y La Parrilla, dependientes de las estribaciones orientales de la Sierras de San Pedro.

 

En una llanura, a 7 km de la localidad de Almoharin,se encuentra la ermita dedicada a la advocacion de Nuestra Señora de Sopetrán. En dicho paraje se han localizado restos arqueológicos de época romana, paraje ocupado por los astures lacienses, como denotan  varios epígrafes[1], sillares y tégulas, cuando se ha llevado a cabo la restauración de la casa del santero entre los años 1859 y 1860; en 1992 se encontró un ánfora romana del siglo II d. Cristo, cuando se realizó la cimentación de los servicios públicos en el recinto del santuario, confirmándose que existió una villa romana. Nuestra Señora de Sopetránes la patrona de la cercana localidad de Almoharín. Un dato a tener en cuenta es que aquí se encuentra el punto cero del mapa de la región de Extremadura.

A pocos metros del núcleo de la población se documentó un bronce de la ceca de la ciudad ibera de Bolskan (actual ciudad de Huesca), la ceca que acuñó el mayor volumen de monedas de toda Hispania durante los siglos II y I a. C. con la representación de una cabeza masculina con jinete lancero, Pegaso y caballo galopando[2], así como el yacimiento arqueológico de La Malena, donde se han localizado contrapesos de una almazara romana[3].

Durante unas obras realizadas el mes de junio del año 1991, junto al cuartel, para ubicar una residencia de mayores, se destruyó parte de la cimentación de una «villae» romana posiblemente un asentamiento agrícola que abarcaba unos  250 , entre los restos localizados se documentó un molino redondo que se utilizaba para moler el cereal, así como diversos fragmentos de «doliae», recipientes de gran tamaño, para el almacenamiento de los cereales, así como restos de cerámica del tipo sigillata hispánica, de primeros del siglo I llegando hasta el siglo IV, así como sepulturas halladas en la zona de La Vega y campo de fútbol, destacando una tumba realizada con lajas de mármol, cubierta por un bloque de granito, en cuyo interior se encontraron los esqueletos de un hombre y una mujer, en posición fetal, y fragmentos de una botella y una copa de vidrio, del siglo II de nuestra Era[4].  ​

 

Son pocos los datos existentes sobre la ermita de Nuestra Señora de Sopetrán, ya lo decía don Juan José González, sacerdote de finales del siglo XIX: «Siento que las noticias acerca de nuestra Virgen de Sopetrán son escasas y deficientes, y por tanto me es imposible aportar los datos que desearía para formar con ellos brillante historia; he vuelto ha indagar de acá y allá; y lo poco encontrado procuro presentarlo cuidadoso orden«[5].

 

Aún quedan restos en la ermita actual de la segunda mitad del siglo XV, cuando fue construida la ermita, aunque domina en la obra el estilo barroco popular del siglo XVIII. Anexa a la  hospedería, ala que se accede mediante puerta adintelada que presenta en el dintel el símbolo grabado de las llaves del cristianismo o papales (San Pedro),  hubo una capilla, a modo de eremitorio que debió construirse en la primera mitad del siglo XV, aún se conservan las dependencias, de reducidas dimensiones, y la puerta de entrada a la misma, con arco de medio punto rodeado de pometeados. Según opinión fidedigna del Dr. Mayoral Cortés, el culto a Nuestra Señora de Sopetrán, patrona de Almoharín, surgió a finales del siglo XV y ya existía una ermita dedicada a su culto[6].

Según una venerable tradición, que no se corresponde en absoluto con las características estilísticas y psicológicas de la ermita, ni con el proceso de reconquista de este sector de la región extremeña, de acuerdo con las crónicas cristianas que hacen referencia a un hecho acontecido no en Almoharín sino en Hita (Guadalajara), en el siglo XI el Príncipe árabe Alí-Maimón, ya bautizado como Petrán tras la aparición de la Virgen en una higuera, acude a Roma siendo Pontífice León IX y recibe enseñanzas en la fe cristiana hasta la muerte del Papa en el año 1054. Después de regresar y establecerse en el lugar del milagro, en el Valle de Solanillos, cerca de la Villa de Hita (Guadalajara), recibe noticias de que su padre Al-Mamún, Rey moro de Toledo, le está buscando para castigarle por su osadía al haber permitido la liberación de los cautivos cristianos capturados en los Altos de Barahona y haber renegado de su fe islámica. Petrán reúne a una partida de hombres de armas de su antiguo grupo de guerreros y abandona el santo lugar, busca refugio en tierras más seguras y se dirige hacia Extremadura. Encuentra el lugar más idóneo para esperar a que se calme su padre, en las cercanías de Almoharín, a una legua, casi seis kilómetros de esta antigua población árabe, entre los restos ya despoblados de un antiguo asentamiento. Aprovecha las ruinas de una antigua mezquita y allí decide crear un lugar de devoción a la Virgen de Sopetrán. Los cristianos mozárabes de Almoharín acaban encontrando un lugar de oración y escuchan maravillados los relatos de Petrán. De ahí su respeto por Nuestra Señora y la tradición que perdura hasta el tiempo presente.

En una serie pictórica que se conserva en el presbiterio de la ermita de Almoharín se recoge que el Infante vivió en este Santuario 16 años y murió en el de 1070, siendo sepultado al pie de la higuera donde se le apareció la Virgen. El vocablo de Sopetrán vendría de la contracción del topónimo Solanillos y del Infante Petrán.

No obstante, en honor a la verdad, no existen datos documentales acerca de los orígenes de la primera capilla o eremitorio existente en paraje del término municipal de Almoharín (Cáceres) y que diera nombre a una advocación tan lignaria. Tampoco podemos conjeturar la posibilidad de que algún monje benedictino procedente del Monasterio de Santa María de Sopetrán de la localidad de Torre del Burgo, el término municipal de Hita (Guadalajara), llegase hasta este lugar y que estableciera el culto a Nuestra Señora. Hay que tener en cuenta que el monasterio benedictino tuvo sus orígenes en el siglo VII, aunque la estructura actual date del período románico. También es importante tener en cuenta la fecha 1372, cuando tuvo lugar la fundación por parte del arzobispo de Toledo Gómez Manrique, que decidió entregar aquel lugar a la Orden de San Benito, para que lo reédificara y cuidara. fue entonces cuando se lleva a cabo una propagación helenística de estos primeros monjes por algunos lugares de España, recibiendo los favores y regalos de reyes y magnates. Hemos de tener en cuenta que en los libros de visitas de la Orden de Santiago no se hace referencia alguna al nombre de «Sopetrán», cuando encargan al entallador emeritense Pedro de Requena una imagen de la Virgen, no se menciona la palabra «Sopetrán» (en 1556), sino “Nuestra Señora”. Consideramos, más bien, que existió una capilla en el siglo XIV. La orden santiaguista encargó la construcción de la ermita en la segunda mitad del siglo XV, anexa a la capilla primitiva, bajo la advocación de Santa María. En el primer decenio del siglo XIX algún devoto procedente de la Villa de Hita (Guadalajara) se estableció en Almoharín y trajo el culto a Nuestra Señora de Sopetrán, pintándose los cuadros que ornamentan el presbiterio en el año 1806, fecha -igualmente- en la que se lleva a cabo una serie de restauraciones en la ermita, como la construcción de la puerta del Evangelio. El monasterio benedictino de Hita tiene un origen mítico[7], si bien los primeros datos históricos hacen referencia a una fortaleza árabe Sopetrán, palabra cuyo origen etimológico está compuesta por el sufijo latino “sub” (bajo) y “petran” (piedra) y eso es lo que fue Sopetrán en sus orígenes: un lugar “bajo piedra”, cuartel general del caudillo beréber Al-Wahid sublevado en el 768 contra el califa Abd el-Rahman I[8].

 

Volviendo al estudio de la ermita de Almoharín. Se accede al interior de la ermita actual mediante dos puertas. La del lado oeste tiene arco carpanel, con decoración a base de rosetas y mascarones humanos, obra del primer decenio del siglo XVI. La del lado del Evangelio es sencilla, adintelada, presentando la inscripción sobre el vano de entrada: «SE PVSO ESTA PORTAL Y ADAS D ABLA. D 1806». Casi unida a la puerta del Poniente, hay una ventana, en cuya parte superior se lee: «FEBro. 14 DE 1731».

 

La casa del Santero dista de la mitad 14 m, y su fachada principal mira al norte. En el año 1859 se reedificó esta casa, concluyéndose la nueva en el año 1860, siendo mayordomo de la virgen el presbítero don domingo Martín Núñez. Con este motivo ya se empezaron a realizar excavaciones en el solar de la casa en el paraje cercano, encontrándose sepulcros y otras obras subterráneas así como inscripciones romanas, ánforas de barro, y otros objetos antiguos.

 

Tanto por el lado oeste como el del norte, se accede al interior mediante un porche corrido con arcos de medio punto sobre columnas toscanas. Este portal ya existía a principios del siglo XVI, según consta en la descripción que realizaron los visitadores de la orden santiaguista, según recoge Victorino Mayoral[9].

 

La ermita tiene una nave rectangular (17,50 m x 6,95 m) dividida en tres tramos separados por arcos de medio punto rebajados y cubiertos con bóveda de medio cañón con lunetos. Un arco triunfal separa la nave del presbiterio, que se cubre con cúpula semiesférica sobre pechinas. Y un airoso camarín cuadrado adosado al muro oriental cubierto con cúpulas semisférica sobre pechinas.

 

En el presbiterio, hay cuatro óleos sobre lienzo firmados por Tomás Hidalgo en 1806. Representan episodios –a los que aludimos anteriormente- del príncipe Ali Maimón, hijo del rey moro de Toledo y hermano de Santa Casilda, cada una de las ocho escenas representadas, de luchas, milagros y apariciones de la Virgen, están relatadas en unas cartelas laterales[10]. Este príncipe moro vivió en tiempos del rey Fernando I de León (1066-1072), «Dejó Fernando sus reinos divididos en tres hijos y dos hijas que tuvo: a don Sancho el mayor de los varones, Castilla; a don Alfonso, León; a don García, Galicia; y a doña Urraca y doña Elvira las ciudades de Zamora y Toro. Contradijo don Sancho esta división, origen de muchos daños; pues en muriendo la reina doña Sancha su madre, cuyo respeto le detenía, quitó el reino de Galicia a don García, a quien prendió año mil y setenta; y acometiendo a don Alfonso, vencido y preso, le forzó a entrar en religión, de donde huyó a Toledo, y quitando a doña Elvira su herencia, y ciudad de Toro, puso cerco sobre Zamora, donde fue muerto a traición por Bellido de Olfos en cuatro de octubre de mil y setenta y dos años, y llevado por los castellanos a sepultar en San Salvador de Oña. Luis del Mármol cuidadoso coronista de las cosas de los moros dice que por este tiempo Ali Maimon, rey de Toledo, rompiendo las treguas que tenía con el rey don Sancho de Castilla cercó la ciudad de Segovia, y dándosele a partido la destruyó y asoló toda»[11].

 

El orden cronológico está bien marcado en los cuadros por una inscripción que en línea horizontales divide en dos partes iguales, a excepción del último, en que una serie de estrellitas constituye la línea divisoria del mismo. Éstos cuadros, son exactamente iguales, así como los marcos, tienen de longitud 2 m y 15 cm x 258 cm de ancho; los marcos tienen 23 cm.

 

Cada uno de los lienzos tiene una leyenda dentro de un medallón alado, expresiva del hecho que representa la pintura. En la cartela superior de uno de los lienzos dice (literalmente): «EL EJERCITO MORO GOVERNADO POR EL INFANTE, HACE ALTO CERCA DE LA VILLA DE HITA EN EL VALLE DE SOLANILLOS DONDE SIENDO SIEMPRE  LOS TRISTES CAVTIVOS EL TEMPLERO DE LAS IMPIEDADES MAOMETANAS PIDEN EN SV CORACON EL ALIVIO POR MEDIO DE LA REYNA DE LOS ANGELES».

En el centro, donde separa una leyenda de otra: TOMAS HIDALGO ME FECIT; AÑO 1806; SIENDO CURA PÁRROCO EL DR. D.  (continua en el siguiente) MANUEL PACHECO Y COMAN, Y ALCALDES ORDINARIOS, LOS SRES. ALONSO CHAMORRO Y GONZALO BRONCANO, Y REGIDOR CELEDONIO JARA Y POR SÍNDICO GONZALO  GARCÍA GIL Y MAYORDOMO JUAN ALVAREZ ARAUJO.

 

En la cartela del lienzo inferior dice (literalmente): «ACORDANDOSE LOS CRISTIANOS QUE EN AQUEL SITIO VBO TEMPLO DEDICADO A MARIA SANTISSIMA IMPLORARON SV FAVOR I LA CELESTIAL PRINCESA VAJO DEL CIELO A VNA HIGUERA TAN LLENA DE RESPLANDOR QUE A SV VISITA QUEDARON LOS MOROS ADORMECIDOS I ALGVNOS CIEGOS I ENTRE ELLOS EL INFANTE LOS IZO CAVTIVOS».

 

En el segundo cuadro, se lee: «HABIENDO SALIDO EL REY D. FERNANDO EL MAGNO CONTRA EL REY DE SEVILLA POR TENER PACES CON ALMENON REY DE TOLEDO, ESTE MOVIO LA GUERRA, ENVIANDO HACIA SEVILLA UN EJERCITO A TALAR LOS CAMPOS DE PARAHONA, Y POR CAUDILLO SU HIJO DE EDAD DE TREINTA AÑOS, EN EL DE 1050».

 

«EL INFANTE ALI MAIMON TIENE DIFERENTES ENCUENTROS EN QUE SALE VENZEDOR. TALALES LOS CAMPOS I QUEMALES LAS MIESES I CON INFINITOS DESPOJOS I GRAN NUMERO DE CAVTIVOS MARCHA A TOLEDO TAN GVSTOSO COMO AFLIXIDOS LOS MISEROS CRISTIANOS DESPOSEIDOS DE TODO VIEN».

 

En el tercer cuadro, se lee: «AUNQUE CIEGO, ILUSTRADO EL INFANTE DE ESTA SOBERANA LUZ, DIJO: ¿MARÍA, QUÉ QUIERES DE MÍ?… QUE NO PERSIGAS A MIS HIJOS, RESPONDIÓ LA VIRGEN, Y QUE TE BAUTICES. ¿y QUIÉN LO HA DE HACER? RESPONDIÓ: YO, DIJO MARÍA; Y TOMANDO LA MANO LO LLEVÓ A UN POZO DONDE LE BAUTIZO POR SU MANO,Y PÚSELE PEDRO POR NOMBRE, Y AL PUNTO COBRÓ LA VISTA; MÁNDOLE IR A rOMA PARA QUE EL PAPA LE INSTRUYESE».

 

«LLEGA A ROMA EL INFANTE, Y EN ELLA LE ESPERABA EL PONTIFICE, QUE TUVO REVELACION DEL SUCESO; ENTEROLO EN LA FE Y SEÑALOLE UNA COMO HERMITA DONDE VIDIO CON SUS COMPAÑEROS HASTA QUE MUERTO LEON IX EL AÑO 1054 VINO A ESPAÑA Y FUNDO LOS SANTUARIOS DE SOPETRAN».

 

En el cuarto cuadro, el lienzo superior, se lee (literalmente): «DESPVES EL INFANTE VINO DE ROMA FVNDO EL SANTUARIO DE SOLANILLOS EN EL TERMINO DE ALMOHARIN POR MANDATO DONDE LA VIRGEN EN EL SITIO EN QUE FVE VISTA I TUVO EN EL VN PIE DE EXERCITO ATESTIGVALO ASEGVRAN VESTIGIOS Y SEÑALES».

 

En lacartela del lienzo inferior dice (literalmente): «VIVIO EL INFANTE EN ESTE SANTVARIO 16 AÑOS. MVRIO EN EL DE 1070. FVE SEPVLTADO AL PIE DE LA HIGVERA DONDE SE APARECIO LA VIRGEN VIENCeVIDO DE CASILDA SV HERMANA SACANDOLA DE LA ZETA PARA EL NUMERO DE SUS SANTAS».

 

Si seguimos fielmente la leyenda, de manera categórica, se afirma en estos cuadros que el año 1054 vino de Roma a España el infante y fundó los santuarios de Sopetrán. De modo más concreto se lee que después, fundó el dicho infante el santuario de Solanillos y éste, término de Almoharín, por mandato de la Virgen en el sitio de la Mezquita. Podemos concluir, si seguimos fiel al texto, que Alí Maymón vino a este sitio de la Mezquita (dehesa); que fundó Santuario de Sopetrán, de Almoharín, dividió este santuario 16 años, muriendo en el año 1070, y que fue trasladado su cuerpo desde aquí ante Sopetrán de Hita, donde fue sepultado el que leyera donde se apareció la Virgen[12]. Son lienzos que nos determinarían una tradición transmitida de generación en generación. Bien es cierto que la ermita se encuentra en el límite de la dehesa llamada «Mezquita», que fue propiedad del Duque de Frías.

 

No obstante, no ratificamos en las aclaraciones que hemos realizado con anterioridad: que existió una capilla en el siglo XIV. La orden santiaguista encargó la construcción de la ermita en la segunda mitad del siglo XV, anexa a la capilla primitiva, bajo la advocación de Santa María. En el primer decenio del siglo XIX algún devoto procedente de la Villa de Hita (Guadalajara) se estableció en Almoharín y trajo el culto a Nuestra Señora de Sopetrán, pintándose los cuadros que ornamentan el presbiterio en el año 1806, fecha -igualmente- en la que se lleva a cabo una serie de restauraciones en la ermita, como la construcción de la puerta del Evangelio.

 

Volviendo a la ermita, preside el presbiterio un retablo mayor dorado, obra del siglo XVIII. Consta de banco, cuerpo en cinco calles y remate, ornamentado con tallos y hojas carnosas; en la hornacina central se venera la imagen policromada de la Virgen de Sopetrán, patrona de Almorahín, obra en madera policromada y estofada, realizada en la segunda mitad del siglo XVI, la imagen sostiene al Niño con la mano izquierda mientras que con la derecha sostiene un canastillo de frutas[13]. Existió una imagen anterior -presumiblemente gótica- que recibió culto como Patrona de Almoharín y cuya efectividad se realizaría posiblemente el día de la Asuncion[14] y que recoge la descripción que hace el visitador de la Orden de Santiago en el año 1550. En la visita realizada en el año 1556 se encarga una nueva talla de la imagen de la Virgen de Sopetrán de bulto y un tabernáculo que se ponga con sus puertas. La imagen fue realizada por Pedro de Requena, que tenía taller establecido en Mérida[15], entallador que tuvo una importante actividad en Andalucía. La imagen actual fue restaurada en el Taller de Romero de  Torre en Córdoba entre los años 1920 y 1925, en el transcurso de la misma le enderezaron la cabeza y  le retocaron el rostro; la última restauración se efectuó en 1958. Las ordenanzas de la Cofradía de Nuestra Señora de Sopetrán fueron aprobadas por el señor provisor eclesiástico a Mérida en el año 1737[16].

 

Entre los documentos pertenecientes a la Cofradía de Nuestra Señora destaca una antigua estampa que se conserva en la que figuran la virgen sobre una higuera, con el niño en el brazo izquierdo y el distrito de frutas en el derecho; junto al tronco del higuera, al izquierdo del observador, dos hombres en actitud suplicante depositando a los pies de la Virgen, grillos y cadenas, por allí esparcidos; y a la derecha otros dos, tendidos en tierra, llenos de espanto, con alfanjes sacados de sus vainas y tirados en el suelo. Bajo la imagen hay una inscripción que dice literalmente: «Vº. Rº. de Nª. Sª. de Sopetran, que se venera en su ermita, término desta villa de Almoharin. Sácala a luz Dn. Bartolomé Caro de Zaea Rexor. perpetuo y Aguacil mayor del Campo de la Ciudad de Carmona, quien la dedica al Caballero D. Miguel Donayre y Solís, aº 1714«. Lo que indica claramente que por aquel tiempo, año 1714, se veneraba a la Virgen de Sopetrán, la imagen ejecutada en la segunda mitad del siglo XVI.

 

En las cuatro esquinas de la cúpula de la ermita hay pinturas al fresco con la representación de los cuatro evangelistas con sus atributos, obra popular del siglo XIX y que han sido restaurados recientemente. Detrás del retablo se encuentra el camarín. En este espacio se conserva un cuadro pintado por José Pérez Lázaro y la misma representación nos la ofrece en otro cuadro de formato menor en la hospedería del santuario, con firma del autor y que retrata a don Jacinto Jaraiz, magistrado, entregando un poema a la Virgen de Sopetrán, según una cartela en la que puede leerse: «EL EXCMO. SR. D. JACINTO JARAIZ FERNANDEZ MAGISTRADO DEL TRIBUNAL SUPREMO AUTOR DE EL POEMA DE LA VIRGEN DE SOPETRAN OFRECIENDOSELO A LA EXCELSA PATRONA DE ALMOHARIN, 1924»[17]. Fueron varias las canciones y poemas que recogió el magistrado del Tribunal Supremo, don Jacinto Jaraíz Fernández, a principios del siglo pasado, canciones de niños y niñas y romances de labradores y pastores dando las gracias a la Virgen por favores recibidos.

 

En la sacristía hay un artístico lavatorio de granito del siglo XVI. Destacamos dos esculturas en madera policromada de Jesús crucificado, ambas obra del siglo XVIII. Desde la sacristía, mediante un corredor o pasillo, y tras subir una escalera de piedra de ocho gradas llegamos al camarín de la Virgen. En el pasillo que conduce al camarín hay un imagen en madera policromada que representa a San Bartolomé, obra del siglo XVIII y la imagen artística de Santa Ana con la Virgen niña. el camarín está formado por un cuadrado perfecto que mide por todos sus lados 3 m y 57 cm. Este, así como la media naranja que constituye su parte superior, fueron pintados al óleo en el año 1886.

 

En el lado del Evangelio destaca un retablo barroco dorado, obra del siglo XVIII, de un solo cuerpo como hornacina en la que se encuentra una imagen moderna de San Antón, patrón de los animales, acompañado de un cerdito, su símbolo parlante. Y remata el retablo, una tabla pictórica con la representación de la Presentación de la Virgen en el templo y el epígrafe: «SE DORO ESTE RETABLO SIENDO MAYORDOMO FRANCISCO IGNACIO LOPEZ. AÑO DE 1799». Este retablo fue realizado para la imagen policromada de Santa Ana, obra del siglo XVIII, que se encuentra actualmente en el pasillo de acceso al camarín y que hemos mencionado anteriormente. Próximo a este retablo hay un púlpito de granito, que tiene en uno de sus paneles la cruz de Santiago y la fecha: 1819.

 

En el lado de la Epístola hay un retablo barroco dorado de un cuerpo y remate, obra del siglo XVIII. En la hornacina central se venera una imagen moderna de San Isidro labrador con ángel y bueyes. El retablo está rematado por una tabla pictórica con la representación de Jesús atado a la columna, obra del siglo XVIII.El coro se encuentra a los pies, con arco rebajado en el frente.

 

Aún se conservan algunos cuadros exvotosen la ermita. Hay tres que representan prodigios cobrados por mediación de Nuestra Señora en favor de sus protegidos. El primero es un cuadro en papel cañamazo, picado, en cuyo centro está colocada la imagen de la Virgen de Sopetrán y por debajo una leyenda que dice: «Habiendo caído gravemente enfermo la niña Dionisia Cámara y Gómez, su tía Dionisio Gómez la ofreció muy de veras a la Virgen Santísima de Sopetrán, y colocar su imagen en un cuadro, por haber recobrado su salud«.

 

Otro es una fotografía de Nuestra Señora de tamaño regular, forma grupo con la Virgen con niño, y junto a estas fotografías se lee: «Antonio Pedrero, de edad de seis años, estando enfermo gravemente desahuciado del médico de esta villa, su madre Tomasa del Prado se ofreció a la Virgen de Sopetrán en la noche del 15 de amanecer el 16 agosto 1863, y desde entonces principió el niño a ir recobrando su salud«.

 

Entre estos dos hay un cuadro de lienzo de 80 cm de largo por 72 de ancho. Representa un hombre de edad vestido del antiguo estilo del país, esto es con chaquete calzón corto, de rodillas ante la imagen de la Virgen bajo cuya peana serie de la siguiente inscripción: «Jph Jaraiz, vesº. de la Bª de Almoarin de edad de 60 años a estado gravemte enfermo, y en los 9 de marzo del pres.te se hinchó todo su cuerpo y bientre de suerte q. de modo q. se aogaba. De sav.do de medicos y ziru.nos ofreciose mui de beras a Nra. Sra. de Sopetran y de pintar su imagen en el dia 22 de Julio desde a.º de 1785 desde el sintio alibio y se halla totalmente sano«.

 

Han desaparecido algunas de las imágenes que se veneraban en esta ermita y que conocemos gracias a las investigaciones llevadas a cabo por Victorino Mayoral y que recoge la descripción que realizaron los visitadores entre 1498 y 1500, según la misma, la Iglesia eran una sola nave, de piedra compuesta, tejado de madera tosca y teja. El altar mayor había tres imágenes de madera de Nuestra Señora, Santa Lucía y Santo Domingo, y mencionan la existencia de cinco capillas. El altar mayor había un marco de cantería, atravesado por una viga en la que estaba un crucifijo y dos imágenes[18].

 

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Lám 1. Ermita de Sopetrán

Lám 2. Ánfora romana, siglo II d. C.

Lám 3. Epígrafe romano encontrado en el recinto del santuario

Lám 4. Entrada a la primitiva ermita

Lám 5. Óleo sobre lienzo, Tomás Hidalgo, 1806

Lám 6. Óleo sobre lienzo, Hidalgo, 1806

Lám 7. Óleo sobre lienzo, Tomás Hidalgo, 1806

Lám 8. Óleo sobre lienzo, Hidalgo, 1806

Lám 9. Retablo mayor, siglo XVIII

Lám 10. Nuestra Señora de Sopetrán, segunda mitad del siglo XVI

Lám 11 Devotos y sacerdotes ante la imagen de la Virgen, 1934

 

 

Bibliografía

 

Andrés Ordax, et allí: Inventario artístico de Cáceres y su provincia, tomo II, Madrid, 1990.

Carrasco Vázquez, J: «La fundación del monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán a la vista de un documento conservado en el Archivo Histórico Nacional: una puesta al día». Revista de Estudios de GuadalajaraNº. 24, 1997, pp. 25-40.

González y Gómez, J. J: Estudio histórico descriptivo de la Santísima Virgen María que con el título de Sopetrán se venera en su ermita de la villa de Almoharín y monografía de dicha villa. Sevilla, 1898.

Jaraíz Fernández, J: El poema de la Virgen de Sopetrán y otras poesías religiosas. Tip. Sobrino de B. Peña, Trujillo, 1924.

Mayoral Cortés, V: Almoharín en la historia. Un pueblo de Extremadura. Muñoz Moya, Almoharín, 2010.

Río-Miranda, J, Iglesias Domínguez, M. G: ”Nuevas aportaciones a la epigrafía y arqueología de Cáceres”, Ahigal 21, 2005, 4-5.

Río-Miranda, J, Revista Cultural BIGC Valdeobispo, 2ª época, nº 14/1992.

 

[1] Estela de granito, con remate semicircular y rota por abajo. Como decoración tiene un creciente lunar con apéndices colgantes, como formando una especie de copa. Dabajo, por su reutilización, tiene un canal profundo que, partiendo del lateral izquierdo, en la que puede leerse: P(ublius) • Lupius / Bassus / an(norum) • XXX. Río-Miranda, 2005, 4.

[2]Río-Miranda, 1992.

[3] Mayoral, 2010, 25.

[4] Mayoral Cortés, 2010, 23 y 24.

[5] González y Gómez, 1898, 3. No existe un documento los archivos parroquiales ni en el municipal que los de luz para descubrir la fecha de su origen, ni el más pequeño indicio siquiera que pudiera servir de apoyo y guía en el descubrimiento de la época en que se comenzó a dar culto a la Virgen de Sopetrán, Ibidem, 21.

[6]Mayoral, 2010, 71. Según ha investigado en los Libros de Visitas de la Orden de Santiago. Libros de Visitas de la Orden de Santiago. Archivo Histórico Nacional. Sección de Ordenes Militares.

[7] Según las investigaciones de don Jesús Carrasco en el Archivo Histórico Nacional, sección Osuna, legajo 1671, se encuentra un libro bajo el título Relación breve de la fundación del monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán y que ya había sido publicado por Criado del Val en su Historia de Hita y su arcipreste, Madrid, 1976, 196. Carrasco Vázquez, 1997, 24.

[8] Carrasco Vázquez, 1997, 27.

[9] Mayoral, op. cit., 73.

[10] Andrés Ordax, et allí, 1990, 101.

[11] Capítulo XIII de la Historia de la Insigne Ciudad de Segovia. Manuscrito. Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla.

[12] González y Gómez, 1898, 34. Tambien certifica este hecho Tirso Lozano, en su obra sobre Historia de Montáchez,  1894 (reed. 1996).

[13]Sitúa «en el altar una imagen de Nuestra Señora de bulto metida en una caja de madera pintada«. Vid. Mayoral Cortés, 2010, 73.

[14] Según recoge el capítulo III de los Estatutos aprobados el día 17 de enero de 1737: «Ordenamos y mandamos que el día de la Asunción de Nuestra Señora, en el cual hay jubileo para todos los hermanos».

[15] Mayoral Cortés, 2021, 74.

[16] Las antiguas constituciones fueron abolidas y aprobadas otras nuevas para su mejor observancia en el año 1737.

[17] El poema está publicado: El poema de la Virgen de Sopetrán y otras poesías religiosas, por Jacinto Jaraíz Fernández. Editorial: Tip. Sobrino de B. Peña, Trujillo, 1924.

 

[18] Mayoral, 2010, 72.

Oct 172017
 

 José Antonio Ramos Rubio. Provisional.

 La iglesia parroquial de San Martín es uno de los templos más antiguos de Trujillo construido en lo que entonces se llamó arrabal de la villa y que con el tiempo llegó a ser el centro neurálgico de la Ciudad. Su origen se remonta al siglo XIV y debió ser una construcción sencilla porque sus bóvedas y su torre indican haber sido levantadas sobre otros elementos más bajos y de época medieval. No obstante aún quedan restos de la edificación primitiva, algunos de los cuales se ha podido rescatar gracias a las obras de conservación, mantenimiento y restauración que ha llevado a cabo en los últimos seis años. Una iglesia parroquial que tuvo, como las de Santiago y Vera Cruz, párroco y beneficiados para su servicio; con numerosas y ricas fundaciones para el sostenimiento de su culto diezmando para esta parroquia algunas heredades del término y casi todos los que labraban o poseían en su extenso berrocal.

La importancia del espacio que actualmente ocupa la Plaza, tuvo su origen durante la ocupación musulmana (713-1233) como lugar de encuentro mercado de ganados, seguiría sirviendo para idénticos menesteres en la nueva situación socioeconómica, que a partir de 1233 supondría para los habitantes de la villa el acontecimiento de la reconquista cristiana[1]. El emplazamiento del otro mercado, donde se vendían verduras y productos artesanales, estuvo puertas adentro de la villa, cerca del arco de San Andrés, junto a la Alberca, y en un espacio suficientemente amplio para la concurrencia de gentes. El mercado de ganados se ubicó fuera de la muralla, donde se formaría, al correr de los años, la plaza del arrabal de San Martín[2], es decir, la Plaza Mayor actual[3].

Fernando III el Santo conquista Trujillo (1233), Medellín y demás fortalezas extremeñas, internándose en Andalucía para ocupar el Valle del Guadalquivir.

Tras la Reconquista hubo que efectuar la Repoblación pues, al estar nuestra región casi despoblada, los reyes se ven obligados a entregar extensos territorios a las Órdenes Militares y a la nobleza (incluyendo a la Iglesia), lo que repercutirá negativamente en los aspectos económicos y sociales de siglos posteriores (formación de latifundios). Las propias ciudades, como necesitaban atraer población cuando son fundadas o repobladas, recurren a la concesión de Fueros. En 1256, Alfonso X otorga a Trujillo su Fuero, con las lógicas repercusiones que tendría para la vida de una ciudad cristiana bajomedieval: concejo, acotamiento del término, legislación, etc[4].

En la zona que actualmente ocupa la Plaza Mayor, la toponimia hace referencia a dos torres vigías (el Castillejo y otra en el camino de Fontalba), está claro que una de ellas es la torre medieval conocida como “Torre del Alfiler” que se encuentra entre la Plaza y la calle Ballesteros. Hasta mediados del siglo XIV no tendremos documentos fiables de edificaciones importantes, existentes extramuros de la villa y podamos conocer el desarrollo gradual de la Plaza Mayor y la futura ciudad, que a partir de ella surgiría. La iglesia de San Martín de Tours, objeto de nuestro estudio, se emplaza de forma exenta en el lado Noreste de la Plaza Mayor de Trujillo, sobre una zona de especial incidencia topográfica dado que a su vez resuelve en su alrededor los importantes desniveles existentes en la propia plaza.

La primera noticia que tenemos de la iglesia de San Martín data del 14 marzo del año 1353, día en el que se reúne el Concejo en la iglesia para dar poder a Gonzalo Fernández de Añasco para señalar y amojonar los ejidos en las aldeas en nombre de Domingo Juan de Salamanca, alcalde enviado por el rey para tal cometido,     especificando en el documento que dicha iglesia se encuentra en el arrabal de la Villa de Trujillo[5]. En repetidas ocasiones el Concejo se reúne en el portal de la iglesia de San Martín, concretamente en la puerta de las Limas, dato importante para conocer la estructura arquitectónica que tenía la primitiva iglesia de San Martín, en varios documentos se especifica que era costumbre del Concejo reunirse en dicho lugar[6]. El 18 de mayo de 1353, de nuevo se reúne el Concejo continuando los tratos iniciados sobre el amojonamiento del berrocal y ejidos de las aldeas: “estando juntados so el portal de la iglesia de sant Martin desta dicha villa segund que lo avemos de uso e de costumbre a canpana repicada por mandado de Juan Blasquez, alguazil en el dicho lugar por nuestro señor el rey e estando presentes en el dicho conçejo Miguel Sanchez e Blasco Sanchez e Juan Sanchez e Ruy Sanchez, …”[7].

Al igual que ocurriera en la Edad Media con la iglesia de Santiago Apóstol, la de San Martín fue durante cierto tiempo el lugar donde se reunía el Concejo de Trujillo.

La elección del concejo de este lugar – junto a una pequeña iglesia extramuros de la villa- parece indicar que aquí se encontraba ya un primer centro de un dinamismo social, cercano a los arrabales de Huertas y Belén, donde habitaba una población netamente agraria-ganadera, sería el más adecuado para obtener una asistencia importante de los campesinos, a quienes interesaba vivamente los temas tratados en aquel concejo, y no nos extraña que esta práctica no fuera del todo novedosa, sino consecuente con una tradición de origen árabe.

Este primitivo núcleo urbano, mercado-iglesia, junto al que pronto se añadirían las Casas Consistoriales, será el epicentro virtual de una ciudad, que desde aquí y siguiendo los caminos se expandiera por irradiación.

Aparece citada la iglesia de San Martín en un documento de 1440 donde se especifica que era un templo de pequeñas dimensiones. Con el paso del tiempo se vio la necesidad de ampliarlo[8]. Además, hemos de tener en cuenta que se ha localizado en el templo una capillita con acceso en arco conopial decorado con dos motivos vegetales y en su interior la tumba más antigua, tipología rectangular, hallada en el interior del templo. En la capilla de Santa Bárbara, perteneciente a la primitiva obra gótica, está el enterramiento de Gil Fernández, beneficiado de la iglesia de San Martín con una extensa inscripción que data el mismo en el año 1439: “DEPOSITO DEL/ ONRADO GIL FERNADES D FIGVEROA/BENEFICIADO EN LA IGIA. DE S. M./ FALLECIO ANO IV/ CCCCXXXIX”.

Del año 1500 datan las Ordenanzas de la Cofradía de San Martín[9]. En un documento de 1526, se indica que se había iniciado la construcción de una cabecera más amplia para cuya fábrica se solicita subvención pública: «que por estar en la plaza desa Cibdad corre a ella muchas gentes, los dichos parroquianos movidos por caridad y celo de servir a Nuestro Señor, acordaron juntamente con al dicho cura, beneficiados e clérigos, la obra de la dicha capilla mayor de la iglesia, y con las limosnas que para ello dieron, se comenzó a labrar y está comenzada aquélla…«[10].

En 1529 aún no se había terminado la obra por lo que se reitera la petición de ayuda al Concejo argumentando «…que dicha iglesia es de las principales de la dicha Cibdad y que por estar en la plaza todos los forasteros y la mayor parte de los vecinos desa Cibdad van a oir misa a dicha iglesia y que por esta causa tiene necesidad de se reedificar acrecentar para que el culto divino se pudiese celebrar con la reverencia y acatamiento debido y porque es muy pobre…»[11]. El edificio que hoy vemos es esencialmente una fábrica del segundo y tercer cuarto del siglo XVI. En sus muros llegaron a colocarse las medidas oficiales del trigo, la cebada y otras mercaderías. El día 7 julio del año 1496, cuando los Reyes Católicos hicieron donación del señorío de Trujillo a su hijo el príncipe don Juan, un representante – Fernando Gómez de Ávila- tomó posesión de la ciudad y la fortaleza en su nombre en la iglesia parroquial de San Martín[12], motivo por el cual renovaron los cargos del Concejo: Corregidor y oficiales. También, la iglesia San Martín juró los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres Carlos V en el año 1526 cuando iba camino a Sevilla para desposarse con Isabel de Portugal en los Reales Alcázares[13]. El rey Felipe II estuvo presente la Santa Misa del día 13 de marzo de 1583 en la iglesia de San Martín e igualmente lo haría Felipe V[14].

En el siglo XVI se llevan a cabo las obras de ampliación de la pequeña iglesia de San Martín hasta convertirla en un majestuoso templo. Existió ya en el año 1515 un interés por reformar y ampliar la primitiva Iglesia de San Martín, concretamente la realización de una nueva capilla mayor que no se llevaría a cabo en dicha fecha[15]. Al crecer el vecindario tras muros de la Villa, la iglesia de San Martín quedaba pequeña para atender a los actos litúrgicos ampliándose la fábrica desde el ábside a partir del año 1526, desapareciendo el cementerio que se encontraba en las cercanías del templo[16]. Desde el año 1538 interviene en su fábrica el gran maestro trujillano Sancho de Cabrera[17], interviniendo también en ella los canteros Diego de Nodera, Juan de Fradua, Pedro Hernández y Pedro Vázquez, el día 3 de octubre de 1540 se terminaba de cerrar la capilla mayor[18]. Hemos de destacar que durante las obras ejecutadas entre los años 1538 y 1546 se realizó el escalonamiento que permite el acceso al templo por la puerta meridional y extendiéndose hacia la puerta de los pies formándose un atrio con el correr de los tiempos desde el que podemos disfrutar de una magnífica vista del espacio placero, concretamente, muchas de las sillerías que se utilizaron para su construcción fueron de acarreo, así nos podemos encontrar desde inscripciones latinas[19] hasta el juego alquerque de doce grabado en piedra[20]. Se finalizó lo fundamental del conjunto parroquial en el tercer cuarto del siglo XVI. Algunos detalles son posteriores, como es el caso del chapitel del reloj, cuyas trazas fueron realizadas por Sancho de Cabrera, en el que intervino el maestro Hernando de Solís[21]. Torre-chapitel del reloj de San Martín, definida su traza por el maestro Sancho Cabrera en 1554.

Por tanto, el edificio que hoy vemos es esencialmente una fábrica del segundo y tercer cuarto del siglo XVI[22]. Se levanta ante la Plaza Mayor con un aspecto austero derivado de la sobriedad de los volúmenes y la sencillez que le confiere la mampostería y sillería de la construcción.

OBRAS ESCULTÓRICAS

Un importante ajuar litúrgico, así como obras escultóricas enriquecieron esta iglesia parroquial con el paso de los tiempos. Gracias a la ingente aportación del mecenas trujillano don José María Pérez de Herrasti, la iglesia de San Martín cuenta con un importante elenco de obras de arte que han sido donadas al templo por el citado mecenas.

El patrimonio escultórico de la iglesia de San Martín de Tours de Trujillo

 

Lám 1.- Imagen de Nuestra Señora de la Coronada antes de su restauración

Lám 2.- Imagen de Nuestra Señora de la Coronada después de su restauración

En el muro del Evangelio, cobijada bajo una hornacina, se conserva la magnífica talla de Ntra. Sra. de la Coronada con el Niño en brazos[23] (Lám 1 y 2). Pero, este no fue su emplazamiento primitivo, en la Edad Media fue muy venerada en la ermita que lleva su mismo nombre, La Coronada[24], situada a 10 kms. de Trujillo y, propiedad de la villa de Trujillo, fue entregada a los caballeros Templarios hasta la extinción de dicha Orden, por el Papa Clemente V con la bula “Vox in excelso” (3 de abril de 1312), volviendo la villa de Trujillo a correr con la dotación y culto de esta ermita y por voto solemne del pueblo, recordando la victoria sobre los árabes (1233)[25], iban los trujillanos con el Concejo todos los años en procesión a dicha ermita el lunes de Pascua de Resurrección y se celebraba una suntuosa fiesta en honor de Ntra. Sra. de la Coronada. Esta costumbre duró hasta el año 1687, fecha en la cual tuvo lugar la celebración del Sínodo placentino, la Constitución VIII dice: «Que ninguna procesión se haga à iglesia, ò Hermita, que diste mas de media legua del Lugar, salvo à algun Santuario celebre en tiempo de urgentissima necesidad«[26]. Desde entonces se perdió el culto en la ermita de la Coronada.

En el año 1809, los franceses destruyeron la ermita[27] y la imagen de la Virgen con el Niño, fue trasladada a la parroquia de Santiago en Trujillo[28], ya que la ermita era aneja a dicho templo[29]. En la actualidad se encuentra en estado ruinoso[30].

Se nos ofrece Ntra. Sra. de la Coronada sedente sobre un trono decorado con molduras y elementos curvilíneos, es un escaño típico de la región aragonesa, como ponen de manifiesto la Virgen de la Colegiata de Daroca o la del Santuario oscense de Salas. Ntra. Sra. sostiene con la mano derecha lo que parece una alcachofa, mientras que con la izquierda sostiene a su Hijo. Este está sentado sobre la rodilla izquierda de su Madre, pero se gira con suavidad hacia su derecha, en un deseo de humanidad y naturalismo típico de la escultura tardorrománica[31]. En cualquier caso, el grupo humanizado que relaciona a María con el Niño alcanza su mayor esplendor en la Virgen de la Sede de Sevilla y en la del Sagrario de Plasencia.

El Niño de la imagen trujillana lleva corona mayestática, como es propio de la imaginería arcaica, sujeta el Libro de los Siete Sellos (alusivo a su segunda venida apocalíptica) con su mano izquierda y está en actitud de bendecir. Este lleva túnica talar de color marrón oscuro, con las bocamangas, los ribetes del cuello y la corona dorados. La policromía de la cara, al igual que la de su Madre, son modernas (retocadas en la restauración de 1979). Además, lleva los pies desnudos. Por su parte, la Virgen María, es hueca por detrás, característico de las imágenes de campaña. Viste túnica de color blanco-marfil, con adornos de color rojizo, el cuello que ostenta la túnica es muy ajustado, rasgo típico de la estatuaria antigua[32]. Sobre la túnica lleva un manto de color azul decorado con flores cuatripétalas[33], cuyos pliegues son muy rígidos, de enorme influencia románica, caen pesados y paralelos, sin naturalismo, dejándonos ver los zapatos puntiagudos con los que calza sus pies la Virgen.

Los trujillanos siempre han profesado especial devoción a esta imagen, celebrando solemnes misas en su altar en sufragio de difuntos, indulgencias por rezar ante la imagen[34], limosnas por agradecimientos, etc.[35]. El único Inventario que se conserva en la parroquia de Santiago corresponde al año 1857, en éste se da cuenta detallada de los ornamentos pertenecientes a Ntra. Sra. de la Coronada.

En el año 1964 fue llevada al Casón del Retiro, en Madrid, para ser restaurada, según consta en el fichero de entrada del mismo. Su restauración fue desafortunada, ingresando en 1979 en el Taller de Restauraciones Artísticas de don José Gómez, en Trujillo. Durante el segundo proceso de restauración[36], se levantaron los repintes de color ocre, descubriéndose en la túnica blanca-marfil unos dibujos a modo de estampaciones en carmín y verde que se completan y desgastan para su entonación con los primitivos. En el manto color azul-verdoso, se descubrieron unas rudimentarias rosetas en carmín que rompen y dan encanto al monocolor. Respetados y completados estos detalles se procedió a la consolidación y entonación de su policromía en túnica y manto con carácter definitivo.

No pudo realizarse del mismo modo la restauración de la cabeza y cara de Ntra. Sra. por haber perdido de forma total el tallado del velo que la cubriera y los rasgos del rostro. Continuando los restos de pliegues que se advirtieron en la parte superior de la cabeza y estudiadas algunas imágenes de la época, se procedió al retallado de un nuevo velo en madera. Este añadido no se realizó definitivamente, como se hizo con el resto de la escultura, sino de forma provisional y pendiente de unos datos ciertos que se ajustasen a su estado original.

También, durante la restauración, se agrandaron los ojos, dado que los que presentaba no eran los originales. Fueron repuestos los dedos de las manos derechas de Madre e Hijo. Se sustituyó la peana vieja, muy fina y carcomida, por una de mayor grosor que entonara con el trono.

Con esta restauración la escultura ha ganado en belleza y dignidad, pudiendo volver al culto en el templo de San Martín de Trujillo.

Según lo contenido en los párrafos anteriores, nos encontraríamos ante una talla de la Virgen con el Niño fechable en la primera mitad del siglo XIII, ligada a la Orden del Temple, como es también el caso de Ntra. Sra. de Montfragüe. Estas dos imágenes citadas son probablemente las más antiguas representaciones de la Virgen María en Extremadura, después de la de Guadalupe.

Formó parte destacada, junto con la talla de Ntra. Sra. de la Luz y el Cristo de las Aguas, en la Exposición: Patrimonio Histórico de Extremadura: Edad Media y Renacimiento, celebrada en Cáceres, en el año 1990[37].

En la capilla de Santa Bárbara hay un retablo de sobria arquitectura clasicista, obra de la segunda mitad del siglo XVII, se ilustra con pinturas cuyo tema central es la Imposición de la casulla a San Ildefonso y varios santos en el banco, figurando San Juan Bautista, Santa Catalina de Alejandría, San Gregorio Magno, San Francisco y Santa Apolonia. El retablo está presidido por hermosas esculturas de la primera mitad del siglo XX que representan a la Sagrada Familia, en cuya peana puede leerse su procedencia: “Escultor Romero Alboraya, Valencia”. Ha sido restaurado recientemente por Virginia Chacón y María Teresa Puy, bajo el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

En un lateral de la capilla, concretamente en el sepulcro de Francisco de Mendoza, se conserva una interesante talla de San Antonio Abad, obra de principios del siglo XVI. San Antón fue abad y gran guía espiritual de los monasterios de Egipto. Viste hábito talar, con manto o cogulla y capuchón, propio de los monjes antonianos, que le consideran fundador. Lleva báculo abacial que termina en forma de tau griega, otro tributo personal es el libro abierto. Como patrón de los animales domésticos, suele estar rodeado frecuentemente por algunos, en este caso le acompaña un cerdito.

Junto a esta talla, hay dos imágenes que han sido donadas recientemente a la parroquia, una imagen de San Blas de principios del siglo XVI y una excelente imagen románica de la Virgen con el Niño, ambas procedentes de la ermita de Nuestra Señora de la Vega (Campo Lugar), perteneciente a la tierra de Trujillo. Esta imagen recibía culto en un oratorio de una finca particular conocida como «Casa de la Vega» a kms. y medio de Campo Lugar. Se trata de una escultura que representa a Ntra. Sra. (78 x 39 x 41 cms.) con el Niño (30 cms.), en madera policromada. En el año 1374 de la era cristiana, el Infante don Sancho hizo donación de la dehesa y ermita de Santa María de la Vega al Monasterio de Guadalupe, tras la desamortización de 1836, pasó a manos particulares.

Lám 3.- Imagen de Nuestra Señora de la Vega

Se nos ofrece María entronizada, sentada en un elemental trono, constituido por un madero, sobre una peana en la cual se lee: «Nª. Sª. DE LA VEGA Aº. D. 1786». En su mano derecha porta la fruta esférica, porque María fue por voluntad divina la Nueva Eva, la Perfecta Eva, mientras que con la izquierda sostiene delicadamente al Niño. Este se dirige al fiel cristiano, a quien bendice con la diestra, mientras que con la izquierda sostiene la bola del mundo, símbolo del poder universal. No existe comunicación entre Madre e Hijo, este tiene una actitud rígida, arcaica (Lám 3).

Ntra. Sra., se cubre con un velo de color marfil. Viste túnica de color jacinto, ceñida al cuerpo con un cíngulo dorado, que cae hasta los pies con amplios pliegues, no dejándonos ver los zapatos que calza la Virgen. El cuello de la túnica ya no es tan ajustado, como es característico en esculturas más arcaicas. Podemos apreciar por algunas zonas de la escultura, una decoración geométrica a base de cuadrados que tienen inscritas flores cuatripétalas, y en el cuello y bocamangas, presenta adornos vegetales entrelazados. Se cubre con un manto de color azul-verdoso, con adornos geométricos a base de cuadrados y flores cuatripétalas.

El Niño viste túnica de color jacinto, con similares adornos geométricos, ya descritos, y tiene los pies descalzos. Esta policromía no es la original, seguramente fue modificada en el año 1786, fecha en la cual se añadió la peana, como consta en una inscripción en la peana. Los paños se pliegan con gran elegancia y soltura, como es característico de un estilo gótico algo avanzado; incluso las violentas angulaciones de la primera época han desaparecido para dar paso a un tratamiento más suave. La espalda de Ntra. Sra. no está vaciada o desbastada, pero posee un elemental tallado, lo cual prueba que estas imágenes tenían un punto de vista único, el frontal. Por todas estas características, consideramos que pueda tratarse de una obra de principios del siglo XIV, pero muy modificada, de lo que podría suponer su aspecto primitivo.

La mentalidad religiosa y popular que dio vida tanto a esta escultura como al resto de efigies que estamos estudiando, se basó en la filosofía, teodicea, teología y exégesis de la Baja Edad Media, en las más antiguas cronológicamente, o sea en el pensamiento escolástico, aristotélico-tomista, que fecundó el naturalismo gótico. La Virgen está representada, en esta obra de la finca de la Vega, como Madre de Jesús, con toda la fuerza realista que se deriva de los escritos de Gonzalo de Berceo, las Cantigas de Alfonso X y del culto de hiperdulía tributado a la Señora, se venera a la Madre de Dios, a la Teotocos o Deipara, en cuanto ello era asequible a la humana contemplación.

La capilla de Pedro Suárez de Toledo[38] –obra de mediados del siglo XVI- se cubre con una bóveda de crucería con combados ricamente policromada y decorada con rosetas y tallos en flor; y sobre el arco de la capilla las armas de los Orellana-Ulloa. Preside la capilla el retablo de la Virgen del Carmen con las Ánimas, de principios del XVIII, posee un cuerpo con hornacina de arco de medio punto entre pares de columnas salomónicas cubiertas por ornamentación vegetal y remata con el lienzo de la Coronación de la Virgen, del siglo XVIII. En un lateral del retablo una pintura al óleo sobre lienzo representando a San Jerónimo penitente[39], obra del siglo XVII del acreditado artista Antonio de Pereda sobre original de Ribera. Fue adquirido en Madrid, donación de un particular a don Mariano Duprado, Arcipreste y sacerdote de esta iglesia. La obra representa un tema muy difundido en el programa artístico del pintor, un San Jerónimo penitente, de anatomía corpulenta, cubierto con un manto rojo de pliegues ampulosos[40]. El pintor no ha renunciado a sus inclinaciones naturalistas, describiendo con analítica y rigurosa precisión, con una minuciosidad táctil, volúmenes y superficies, arrugas y deformidades, así como objetos: los libros, la calavera. Su preocupación por la intensidad de las reacciones procuradas por la extensión firme y natural de las luces sobre las densas superficies cromáticas, una atmósfera nada oscura, ni misteriosa, sino de una verdadera y profunda humanidad, de altísima pero controlada y concentrada tensión interior, de reacciones emotivas casi sofocadas por apariencias de contenido cuando San Jerónimo alza su mirada sorprendido por la aparición de la trompeta del Juicio Final que lo distrae de sus oraciones. Aparecen en la obra sus atributos: la pluma, el libro y las hojas sueltas, que aluden a su actividad de estudioso de los textos sagrados. También la calavera, símbolo iconográfico vinculado al santo. Destaca en el lienzo las luces y los tonos cromáticos, la postura del santo permite imaginar la profunda concentración en que debía encontrarse antes de la llegada del sonido trompetero. Restaurado en octubre del año 2008 por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C S.L., bajo el encargo y patrocinio de Don José María Pérez de Herrasti.

La iglesia de San Martín cubre el testero con un retablo que en principio estuvo adosado en el muro colateral del Evangelio. Sustituye al que regaló a comienzos del siglo XX doña M.ª Juana Durán Rey, y que en la actualidad se encuentra en la iglesia de Garciaz. Es importante citar que, según las Cuentas de Fábrica del templo, existió otro retablo mayor cubriendo el ábside y dos colaterales que son obra de Juan de Trujillo y se colocaron en el año 1573[41]. El que hoy cubre el testero de San Martín está dedicado al Santísimo Cristo de la Agonía, trasladado desde la antigua iglesia de la Sangre[42]. En alzado, la obra se divide en banco, cuerpo y ático, con templete emergente del centro de un frontón curvo partido. Una pareja de columnas corintias sobre ménsulas enmarca la hornacina que alberga al Cristo de la Agonía, soberbia talla de gran realismo. Desde el ático domina San Pedro sentado en Cátedra, y sobre la hornacina avenerada que cobija al santo, una cartela elíptica y policromada, con las armas papales (de plata, dos llaves en aspa, una de oro y otra de plata; brochante una tiara). Todo el conjunto se puede fechar en torno al primer tercio del siglo XVII. Algunos autores han considerado que era obra del escultor cordobés Juan de Mesa y Velasco, que nació en Córdoba en el año 1583. Fue bautizado el 26 de junio de 1583 en la parroquia de San Pedro de Córdoba. Pertenecía a una familia de pintores y se inició a la escultura con Francisco de Uceda. Cuando contaba con veintitrés años ingresó en el taller de Martínez Montañés, en Sevilla, siendo un discípulo leal y ordenado que inició sus estudios en humanidades mientras olía a madera tallada. Es un artista poco conocido, su importancia arranca a finales del siglo XIX gracias a la obra de José Bermejo y Carballo, Glorias religiosas de Sevilla (1882): «El bellísimo Jesús, en el acto de pronunciar desde la Cruz sus Siete Últimas Palabras, construido según se cree, por Juan de Mesa, discípulo insigne de Montañés.» Luego Hernández Díaz aportó una documentación fundamental[43]. Consideramos, más bien, que esta magnífica talla del Crucificado es obra de Alonso de Mena (1587-1646), padre de Pedro de Mena, que se haría cargo del taller a partir de 1622. Se le atribuyen obras como el Cristo del Desamparo de la iglesia de San José de Madrid (1635) que muestra rasgos de ejecución y estilo semejante al del Cristo de Trujillo, igualmente presenta las mismas características estilísticas el Cristo de la Sangre y de la Vera Cruz, conocido popularmente como El Señor de la Caja, como referencia a una urna de madera y cristal donde se expone en su capilla de la iglesia parroquial de la Encarnación de Vélez-Rubio (Almería), obra de Pablo de Rojas[44], maestro de Alonso de Mena.

Juan de Mesa fue un hombre muy vinculado a las Cofradías y Hermandades, perteneció a la hermandad del Silencio, siendo miembro activo de su Junta de Gobierno de dicha hermandad, la cual albergaba entre sus hermanos a numerosos sevillanos ilustres. Falleció a los cuarenta y cuatro años víctima de una tuberculosis, fue enterrado en la Iglesia de San Martín de Sevilla, donde reposan sus restos. Le podemos considerar uno de los máximos representantes del realismo sevillano, dedicándose casi en exclusividad a las imágenes procesionales, realizando estudios anatómicos de los procesos premortales y observaciones de cadáveres que le permitieron plasmar en la madera obras llenas de realismo. Realismo, éste, que instó a la propagación del culto a Jesús por parte de una población que veía «más cerca» los momentos pasionales de Jesús y su sufrimiento, acrecentando la devoción entre el pueblo cristiano, podemos destacar entre sus obras la talla del Cristo del Amor, el Cristo de la Buena Muerte o el mundialmente conocido Jesús del Gran Poder pueden servir de ejemplo, sin menospreciar ni mucho menos a otras de sus obras. Muchas de sus imágenes hoy en día procesionan durante la Semana Santa en Sevilla.

El Inquisidor fray Gabriel Pizarro de Hinojosa, natural de Trujillo, encargaría la obra del Cristo que presidiría el altar mayor de la iglesia de la Sangre de Cristo (fundada el 15 de octubre 1625) a Juan de Mesa y Velasco, durante su estancia en Andalucía como Inquisidor de Córdoba y Granada. La hechura de un crucificado de la agonía. Este, detallaría en el contrato que debía ser una talla, en la que Jesús estaría clavado en la cruz y coronado de espinas.

Esta obra fue concebida para dar culto a los fieles de Trujillo, ya que era costumbre que frailes o miembros de la nobleza hicieran donaciones de este tipo, para ganar prestigio social y además a la vez que invierte en la salvación de su alma.

La obra se ejecuta en madera de cedro y la policromía era tarea de pintores supervisados por los imagineros. Este Cristo de la Sangre de Mesa, destaca por su corpulencia, movimiento desgarrador, posición y gesto conmovedor y la clara influencia plástica que Mesa imprime en sus obras. Aparece Jesús con una gran corona de espinas, la mirada suplicante y la boca abierta, representando así la dramática expresión.

El estilo del maestro procede de la escuela de su maestro Juan Martínez Montañés, pero los detalles violentos son clara señal del imaginero cordobés (el imaginero del dolor).

Mesa se distingue de sus predecesores, por que imprime una gran intensidad en sus obras, dotándolas de un realismo íntimo y doloroso, que ha sido y sigue siendo copiado en la actualidad por muchos artistas de la madera.

Jesús de la Agonía aparece suspendido en la cruz con una cruel tensión, reflejando el dolor y calvario del momento de la crucifixión, este detalle muy característica en las obras de Mesa junto a una muy estudiada anatomía del cuerpo y que lo diferencia del estilo clasicista de su maestro Montañés (Lám 4 y 5). La anatomía de la obra es de un impresionante verismo idealizado y que lo convierte en un apolíneo exento de descomposiciones patéticas. De un movimiento sobrecogedor, la obra invita a la devoción y al fervor.

Este crucificado de Trujillo está traspasado por tres clavos sobre una cruz arbórea, hecha de un tronco sin devastar, lo que acentúa el naturalismo, y llevan corona de espinas de un bloque con la cabeza o postiza. Responde a los tipos de Crucificados de su gubia, sus cuerpos aparecen agitados por un sentimiento interior que rima con la angustiada expresión de los rostros de pómulos salientes, en los que las cejas se curvan hacia el entrecejo como signo de dolor intenso, los ojos se abultan cuando están abiertos y los párpados se ondulan cuando cerrados; el cabello y la barba se ordenan en madejas finas y simétricas, el pecho aparece hundido, sin fuerza, y toda la anatomía se hace minuciosamente descriptiva: los clavos retuercen los dedos y arrugan la piel. El paño de pureza deriva del utilizado por Montañés y forma grandes masas de pliegues finos y profundos, con cuerda o sin ella, atado con dos moñas laterales.

En el año 1921 se trasladaron los bienes muebles de la iglesia de la Sangre de Cristo a la parroquia de San Martín según disposición del párroco don Rafael García López, según documentación existente en el Archivo de la parroquia de San Martín: “Encontrándose sin fondos la fábrica de la parroquia de San Martín, por las múltiples y costosas reparaciones q en ella se han hecho; el Sr. Cura de la misma solicita de sus feligreses que por su piedad, y desprendimiento se han distinguido en amor a su parroquia en otras ocasiones, presten cooperación con la limosna que estimen suscribirse para el traslado del Stmo Cristo de la Sangre y Retablo del mismo, a su parroquia, lo que se hace para evitar el deterioro del mismo, dado el estado ruinoso de su capilla, y para darle el debido culto del que ha estado privado por espacio de muchos años (seguidamente viene la relación de personas que participaron económicamente en los gastos del traslado, realizado por el maestro alarife don Manuel Diz Ramos el 30 de noviembre de 1921, costó 161,05)”.

Lám 4.- Crucificado de la Agonía que preside el retablo central

Lám 5.- Crucificado de la Agonía, detalle

El Crucificado de la Sangre de Cristo preside el retablo de la parroquia de San Martín. Se eleva sobre un sencillo banco, mostrando una caja flanqueada por un par de columnas estriadas en cada lado y encima hay un frontón partido que aloja una hornacina con San Pedro en cátedra. Según don Clodoaldo Naranjo en el año 1675 el artista Manuel Ruiz ejecutó su dorado y pintura a costa del Cabildo de Capellanes de Trujillo[45]. La imagen del Crucificado, de la misma cronología, es una obra realista de cierta calidad. Antes tuvo, lógicamente, otros retablos el presbiterio de la iglesia. En el banco de la obra advertimos la presencia de los escudos de don Gabriel Pizarro de Hinojosa y Arévalo († 1625), quien llegó a ser Inquisidor General de Córdoba y Granada[46]. En el banco del retablo advertimos la presencia de los escudos de don Gabriel Pizarro de Hinojosa y Arévalo († 1625), quien llegó a ser Inquisidor General de Córdoba y Granada[47]. Cabe decir de este retablo que es una de las mejores obras de estilo clasicista que se conservan en la Diócesis. Hasta los años 80 del siglo XX, presidía el espacio ochavado un moderno retablo que fue trasladado a la parroquia de Garciaz por el sacerdote don Ramón Núñez. Se trata de un retablo del año 1903, de estilo neogótico, que donó al templo doña Juana Durán Rey, vecina de Madroñera, en cumplimiento del testamento de su difunto esposo don Manuel Pablos Miguel. Según consta en una inscripción del retablo. Juntamente con las imágenes de San Martín y la Virgen de la Victoria –obras del escultor Romero- que presiden en sendas hornacinas laterales, en los años que preceden a la Coronación Canónica de la Virgen granítica que está en la capilla del castillo, esta imagen de la Patrona de la iglesia de San Martín procesionó en los días de la Festividad de la Virgen de la Victoria, en cumplimiento del testamento de su difunto esposo don Manuel Pablos Miguel. Esta es la efigie a la que se refería el poeta trujillano don Gregorio Rubio «Goro» en su poesía cuando nos dice «que la imagen de colores tan vivos que está en la iglesia de San Martín no es la Virgen que quiere el pueblo sino la que está en el castillo, que es la que Trujillo venera como verdadera Patrona».

A ambos lados del retablo mayor destacamos dos tondos[48] o composiciones escultóricas-pictóricas en forma de disco que representan a San Pedro y a San Pablo, del siglo XVI.

Lám 6.- Imagen de la Virgen de la Victoria que presidía una hornacina de la plazuela del Reposo

En la sacristía se conserva la Virgen de alabastro que presidía la hornacina de la plazuela del Reposo (Lám 6). Colocándose recientemente en dicho lugar una réplica. Virgen coronada con el Niño desnudo. Viste la Virgen María túnica y manto, inclinando suavemente la cabeza y posando sus pies sobre un serafín de alas explayadas. Es obra de la segunda mitad del siglo XVI, en el año 1569 en el testamento de Francisco de Sotomayor, una de las cláusulas especificaba: “Item mando que se eche un chapitel de madera forrado de hoja de lata en la imagen de Nuestra Señora del Reposo que está a las espaldas de la capilla de Sant Martín de tal manera que la ymajen no reçiba daño con el hostigo del agua y que se pague lo que para ello fuere menester”.

                                                                                         Lám 7.- Cristo de la Salud

En este sepulcro de los Bejaranos se conserva el Cristo de la Salud (Lám 7), magnífica imagen en madera policromada del Crucificado, recibe culto bajo la advocación de Cristo de la Salud[49]. En esta imagen se pone de manifiesto la representación de un Cristo doloroso que destaca por su belleza plástica. Está tratado con una suavidad de formas muy lejanas a las representaciones del Cristo del Dolor en las que todos los detalles anatómicos estaban en función de la expresión acrecentada de dolor. Este Cristo de la parroquia de San Martín presenta un carácter menos dramático y unas líneas más suaves que el Cristo de las Aguas, de esta misma ciudad.

Está clavado en la cruz, con la cabeza inclinada hacia su hombro derecho, tiene los ojos cerrados y la boca entreabierta. Su larga cabellera cae por la espalda y barba bífida, además de llevar una corona trenzada sobre la cabeza. Tiene muy bien talladas las costillas y los tendones. Su figura se cubre con perizoma corto, anudado en el centro, formando variados pliegues. Podemos fechar esta obra en el siglo XV. Curiosamente, en un documento que hace referencia a las disputas mantenidas entre los Chaves y las tropas del Marqués de Villena menciona la existencia de un Crucificado en la iglesia que sufrió duros desperfectos[50]. Ha sido restaurado entre los meses de junio – julio del año 2011 por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C. S.L, contando con el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

Lám 8.- Crucificado del s. XVIII

La capilla de los Regodones la preside un Crucificado del siglo XVIII sobre cruz de madera tallada, dorada y policromada a la que está clavado con tres clavos de hierro (Lám 8). La cruz tiene el INRI pegado al brazo horizontal. El Crucificado está representado joven, delgado, moreno, de media melena hacia atrás de la que un mechón se separa avanzando por el hombro derecho hasta el pecho. Su barba no es continua, está dividida en dos por la barbilla. Su cabeza ladeada a la derecha cae ligeramente hacia abajo. Sus ojos están semiabiertos. En su cabeza lleva una corona de espino apoyada en unas espinas incrustadas en la cabeza, entre sus costillas derechas hay una herida de lanza. De estas heridas emanan chorretones de sangre. También presenta diversas señales de latigazos, está cubierto por un manto blanco de pureza de pequeñas dimensiones, sujeto por un gran y sencillo nudo a su izquierda. La imagen, con el paso del tiempo ha sufrido importantes deterioros. Es una imagen tallada en madera, de bulto redondo, policromado en las carnaciones y estofada en el paño de pureza. La cruz, como se ha descubierto durante la intervención, estaba estofada originalmente, ha sido magníficamente restaurado entre los meses de abril-mayo del año 2011 por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C. S.L. contando con el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

Lám 9.- Imagen de San Donato

Lám 10.- Imagen de San Hermógenes

En la capilla de los Bejarano, lugar de enterramiento de don Luis de Camargo Paniagua hay un retablo rococó, obra de mediados del siglo XVIII, preside la capilla. Tiene columnas adornadas con telas y rocallas, que muestra las esculturas de los mártires San Donato (Lám 9) y San Hermógenes (Lám 10), esculturas de la segunda mitad del siglo XVII[51], efigiados en pie y arrodillado, respectivamente sobre un pequeño pedestal marmolizado, con las manos cruzadas sobre el pecho, atadas, degollado, mira hacia arriba. La devoción a los santos mártires fue implantada en época barroca al considerar que eran trujillanos tales Santos y que fueron martirizados, junto a otros compañeros, en Mérida. Debió fabricarse hacia la misma fecha que aporta la inscripción que leemos a los pies: «LAUDA DE DON LUIS DE CAMARGO PANIAGUA/CAPITÁN DE CABALLERÍA DE LOS EXERCITOS DE/ SU MAGESTAD (…) AÑO DE 1755». Se deduce de esto que la obra vino a sustituir el retablo que había construido la parroquia en honor de los dos mártires en 1673: en este año tenemos documentada una paga de 275 reales en favor del carpintero Francisco Acedo, autor del mismo. Lo doró el pintor Manuel Ruiz entre 1678 y 1679 a cambio de 925 reales[52]. Entre los meses de febrero y marzo del año 2011 fue restaurada la imagen de San Hermógenes por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C. S.L., y bajo el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti. Hemos de indicar que esta capilla se la conoció hasta las obras de restauración efectuada en el templo en el año 1979 como capilla de la Virgen de la Victoria, pues presidía dicho retablo en su hornacina central una imagen de la Virgen de la Victoria[53].

Incluimos la imagen de la Virgen de la Piedad, actualmente preside dicho retablo. Fue depositada en el año 2012 en el templo parroquial de San Martín[54]. Este tipo de esculturas se las conoce como imagen de vestir. Tiene el tronco apenas detallado (se prolonga hasta la cintura o las caderas); brazos articulados, sin forma anatómica, que terminan en manos de talla y un bastidor troncocónico que forma la parte inferior de la imagen, al que se le llama caballete o candelero. Es obra de madera, yeso y está policromía. La cara, el cuello y las manos están realizados en madera tallada, con una base de estuco (masa de yeso blanco y agua de cola) y policromía. Bellísima imagen que representa a una joven María de rostro sereno y mirada ensimismada, presentando una policromía con delicioso brillo a pulimento, y el complemento de ojos de cristal y los cabellos pintados. Presenta características estilísticas muy parecidas a la Virgen de la Paz del Convento de San Pedro de Trujillo. Lleva en su mano izquierda al Niño Jesús. Ha sido restaurada recientemente por la empresa de Restauraciones Artísticas ATRIUM, bajo el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

Nota.- El resto de fotografías de este trabajo puede consultarse directamente en nuestro archivo.

 

[1]La reconquista de Trujillo tuvo lugar el 25 de enero de 1233, como ya advirtió el profesor J. González en su obra Reinado y diplomas de Fernando III, Córdoba, 1982-1983, p. 318. El problema radica en un defecto de una unidad en la fecha con numeración romana y que también ha sido defendido por el Académico Manuel Terrón Albarrán en su trabajo “En torno a los orígenes de la Tierra de Trujillo (1166-1233)”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo desde la época prerromana a la Baja Edad Media”. Badajoz, 2005, p. 300; y en su libro Extremadura musulmana, Badajoz, 1991, p. 213. Interesante es también el estudio de Jesús Ruiz Moreno: “1233 la reconquista cristiana de Trujillo”, presentado en los XLII Coloquios Históricos de Extremadura, 2013. Como señalan los cronistas (fuentes árabes y la crónica cordubense de Fernando Salmerón) y no en el año 1232 como se ha venido insistiendo al seguir a los Anales Toledanos, es evidente que la fecha exacta es la de 1233 dada la fuente árabe de Al Himyari, ed. Leví Provençal p. 63. que afirma que tuvo lugar en Rabi I del 630 H. y en el Cronicón cordubense de Fernando Salmerón.

[2] SOLIS RODRÍGUEZ, C.: “La Plaza Mayor de Trujillo”. Actas del VI Congreso de Estudios Extremeños. Tomo I. Historia del Arte, Badajoz, 1981.

[3] RAMOS RUBIO, J. A.: “Recuperación histórica de la Plaza Mayor de Trujillo”. Cimbra, revista del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, año XL, número 358, mayo-junio de 2004, pp. 46-57. RAMOS RUBIO, J. A: La Plaza Mayor de Trujillo. Excmo. Ayuntamiento de Trujillo. Imprenta Moreno (Montijo), 2003.

[4] Archivo Municipal de Trujillo, legajo 5, documento 1, fol. 123 y ss.

[5]Sepan quantos esta carta vieren como en Trugillo, jueves catorze días de março, era de mil e trezientos e noventa e un años, como nos el consejo de Trugillo estando ayuntado en la eglesia de sant martin, que es el arraval de la dicha villa, a canpana repicada por mandado de Pero Martines juez en la dicha villa por nuestro señor el rey e estando presentes en el dicho conçejo…..”. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1.1, número 30, fols. 92r-94r.

[6] También hemos de indicar que el Concejo no sólo se reunía en el portal de la iglesia de San Martín, también se reunieron en otras ocasiones en las peñas próximas a la iglesia de Santa María y en el atrio de la iglesia de Santiago. “Sepan quantos esta carta vieren como nos el conçejo de Trugillo, estando yuntados en conçejo en las peñas çerca de la eglesia de Santa María del dicho logar a canpana repicada por mandado de Johan Blasquez, alguazil por nuestro señor el rey en esta dicha villa…”. Carta de poder del concejo de Trujillo alargando el poder concedido a Gonzalo Fernández Añasco, para entender en los pleitos existentes sobre los ejidos de las aldeas. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1.1, número 30, fols. 104r-105r. “Sepan quantos esta carta de poder vieren como nos el conçejo , justicia, regidores, cavalleros, escuderos de la muy leal çibdad de Trugillo, estando ayuntados en la yglesia de Santiago que es de los muros adentro de la dicha çibdad, a canpana tañida según que lo avemos de uso e de costumbre para semejantes actos e negoçios, a nonbre de conçejo, …”. Cartas de poder del concejo de la ciudad de Trujillo y vecinos de ella a Juan de Chaves, Álvaro de Hinojosa, Cristóbal Pizarro, Pedro Calderón Altamirano, Francisco de Loaisa y Martín de Chaves, vecinos de la ciudad, para que actúen en su nombre en el pleito existente entre la ciudad y sus vecinos y el obispo de Plasencia sobre el cobro de diezmo de las hierbas, pleito en el que las partes se comprometen a aceptar la sentencia que dicte en la reina del obispo de Oviedo. 21 a 28 de abril de 1500. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 3. 1, fols. 6r- 14r. Son varios los documentos existentes en el Archivo Municipal que nos indican el lugar principal donde se reunía frecuentemente el Concejo era en el portal de la iglesia de San Martín. Arrendamiento de la guarda de los prados, alcaceres, fuentes, alberca y muladares (febrero de 1384). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1. 1, número 1, fols. 1r- 1v.; Acuerdo del concejo de Trujillo y que los nuevos alcaldes de Trujillo Guadalupe intenten llegar a un acuerdo sobre los debates existentes entre el concejo de Trujillo y el monasterio de Guadalupe en algunas ocasiones de Madrigalejo (12 noviembre de 1484). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4. 9.; Carta de censo sobre unas casas de Juan López de Santa Cruz, del concejo de la ciudad por 700 maravedíes y cinco gallinas cada año (3 agosto de 1498). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 3. 1, fols. 353 r- 355 v.

[7] Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1. 1, número 39, fols. 137r- 137v.

[8] 19 enero de 1526, ante Francisco de los Cobos. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 66v- 67r. Cit. TENA FERNÁNDEZ, J: Trujillo, histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, 1ª ed, p. 296.

[9] Ordenanzas de la Cofradía del señor San Martín. Año 1500, legajo 65, carpeta 13, tiene 8 folios. Archivo Municipal de Trujillo.

[10] Archivo Municipal de Trujillo, Acuerdos, número 18, 1525-1526, fols. 86-87 vº. Cédula de Carlos V el concejo de la ciudad de Trujillo para que pueda dar por una vez de los propios de la misma 200.000 maravedíes para las obras de la capilla de la iglesia de San Martín. En Toledo a 19 enero de 1526, ante Francisco de los Cobos. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 66v- 67r.

[11] Real Provisión de don Carlos y doña Juana al concejo de la ciudad de Trujillo para que pueda dar 12.000 maravedíes para la obra de ampliación de la parroquia de San Martín, a cuenta de los 500.000 que tiene acordado dar en cinco años. Dada en Toledo a 15 marzo de 1529, refrendada de Francisco de Salmerón. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 127v- 128r.

[12] Presentación en el Consejo de la ciudad de Trujillo de la merced que los Reyes Católicos hacen a su hijo, el Príncipe don Juan, de esta ciudad así como de tres cartas del príncipe comunicando dicha concesión a Trujillo, dando poder a Fernando Gómez de Ávila para que tome posesión de la misma en su nombre y confirmando a Juan Rodríguez de Mora como corregidor de Trujillo. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 6.6.

[13]Cédula de Carlos V en Toledo a 26 de febrero refrendada de Francisco de los Cobos comunicando a Trujillo que por esta Ciudad pasará su esposa la Emperatriz Isabel y mandando que se le hagan los honores y recibimientos correspondientes a su persona. Archivo Municipal de Trujillo, año 1526. 1-3-78-1, fol. 89.

[14] Testimonio de la visita del rey Felipe II a la ciudad de Trujillo. En Trujillo, a 13 de marzo de 1583. Actas de Acuerdos, 1576-1583. Actas del Concejo de Trujillo. Del 10 de octubre de 1576 al 2 de abril de 1583. 571 folios. Archivo Municipal de Trujillo, años: 1576 a 1583. 1-1-30-1.

 

[15] “…porque el pueblo es crecido e se multiplican en feligreses de quince o veinte años acá, así por los infieles de moros e judíos que se convirtieron en la ciudad, que son casi todos feligreses de la Iglesia… y no puede acoger a los que acuden a los actos religiosos, que tiene muy estrecha capilla, tanto y en tal manera que a esta causa e al concurrir en ella mucha gente, por estar en la plaza del arraval, no cabe gente en ella los días de fiesta….”. Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla. Memoriales (16 diciembre de 1515), legajo 128, número 31. Cit. SANZ FERNANDEZ, F: Paisaje, percepciones y miradas urbanas de una ciudad del Renacimiento: Trujillo . Badajoz, 2009, p. 295.

[16] Fueron necesarias por parte del Ayuntamiento la compra de algunas casas. Archivo Municipal de Trujillo, Cédula de Carlos V al concejo de la ciudad de Trujillo para que pueda dar por una vez de los propios de la misma 200.000 maravedíes para las obras de la capilla de la iglesia de San Martín en la plaza de esta ciudad (19 enero de 1526), legajo 4, carpeta 4, ff. 66v-67r. Véase el importante trabajo de SOLIS RODRÍGUEZ, C: “El arquitecto trujillano Sancho de Cabrera”. Actas del V Congreso de Estudios Extremeños, Badajoz, 1976, p. 143. Las obras continuaban en el año 1529. Real Provision de don Carlos y doña Juana al Concejo de la ciudad de Trujillo para que podar 12.000 maravedíes para las obras de ampliación de la parroquia de San Martín, a cuenta de los 500.000 que tiene acordado dar en cinco años ( 15 marzo de 1529). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 127v- 128r.

[17] Sería una importantísima obra para el maestro, avecindado en sus proximidades y quedando constancia en su Testamento de su voluntad de ser enterrado en la citada iglesia. Testamento de Sancho de Cabrera, 31 de mayo de 1574. Archivo de Protocolos de Trujillo. Francisco de Villatoro, 1574, legajo 19, fols. 334-336. En Apéndice documental. Documento 1.

[18] “…dí la comida a los oficiales de acabada de cerrar la capilla”. Archivo parroquial de San Martín, Cuentas de Fábrica (1538-1590).

[19] Junto al osario del atrio de San Martín: “h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) TEMISON (…) uxs(or) f(ecit)”. Falta el nombre y la edad del difunto. Se ha conservado la fórmula funeraria y el parentesco que unía a la dedicante con el difunto. Al igual que la anterior (perdida): “h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)”. Inscripción funeraria: “…an(norum) IL (,…) hic. S(it) t(ibi) t(erra) l(evis). ESTEBAN ORTEGA, J: Corpus de Inscripciones Latinas de Cáceres. II Turgalium. Cáceres, 2012, pp. 237 y 270. CIL, II. 528A y 528 B y 639.

[20] El rey Alfonso X mencionó este juego en su obra Libro de los Juegos. Popular juego, muy antiguo, originado en el Medio Oriente, nombre que proviene del árabe al qirkat, preservándose tableros grabados en piedras de varios templos del Mediterráneo. Llevado por los árabes a la Península Ibérica, al llegar a Occitania se fusionó con el tablero de ajedrez y dio lugar a las damas.

[21] Archivo Municipal de Trujillo. Acuerdos, núm. 34, fol. 492 vº.

[22] En la visita celebrada en el año 1573 se especifica que la iglesia ya estaba bendecida.

[23] RAMOS RUBIO, J. A: “Imaginería Medieval mariana en la Tierra de Trujillo”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo desde la época prerromana a la Baja Edad Media”, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo, 2005, pp. 137-169. RAMOS RUBIO, J. A.: Escultura Medieval y Tardomedieval en la Diócesis de Plasencia. Fundación “Palacio de Alarcón”. Imprenta Moreno, Montijo, 2004.

[24]Construida por el maestre Gil de Cuéllar, autor de la Sala Capitular de la catedral placentina o capilla de San Pablo. Esto lo afirma por primera vez NARANJO ALONSO, C.: Trujillo y su tierra, p. 110. Es importante ver el estudio del Catedrático de la Univ. de Valladolid, Dr. don Salvador Andrés Ordax sobre esta ermita y este arquitecto, en B.S.A.A., tomo LIII, Valladolid, 1987, pp. 304-309. En los años 80, el párroco de la iglesia don Ramón Núñez trasladó esta imagen que se encontraba en la iglesia de Santiago (filial) al templo de San Martín.

[25]La imagen tiene vaciada su espalda, característico de las imágenes fernandinas que acompañaban a los ejércitos. Es probable que esta imagen llegara a Trujillo con las tropas cristianas traídas por los templarios, en la reconquista definitiva del 25 de enero de 1233. Estableciéndose su culto enseguida. Según los Anales Toledanos, Trujillo fue reconquistado por el Maestre de Alcántara, ayudado por el obispo de Plasencia y algunos caballeros del Temple y Santiago. Vid. Anales Toledanos I y II, ed. Julio Porres Martín-Cleto, Toledo, 1993. TERRON ALBARRAN, M: “En torno a los orígenes de la tierra de Trujillo (11666-1233)”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo desde la época prerromana a la Baja Edad Media”. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Trujillo, 2005, pp. 211-302; GONZALEZ, J: “Reconquista y repoblación de Castilla, León, Extremadura y Andalucía (siglos XI y XIII)”, en La Reconquista española y la repoblación del país. Zaragoza, 1951; GONZALEZ, J: “Repoblación de la Extremadura leonesa”. Hispania, tomo XI, Madrid, 1943; GONZALEZ, J: Reinado y diplomas de Fernando III, Córdoba, 1980-1983.

[26]Synodo Docesana del Obispado de Plasencia, celebrada por el Ilvstrissimo y Reverendissimo Señor Don Fr. Joseph Ximenez Samaniego, Obispo de Plasencia. En la Civdad de Plasencia, los días XI al XV del mes de mayo del año de M.DC. LXXXVII. En Madrid, Oficina de Melchor Alvarez. Año M.DC.LXXXXII, fol. 255.

[27]La agresión francesa en Trujillo y sus alrededores (ermitas y arrabales) fue muy violenta. Es muy explícita la nota del sacerdote trujillano don Tomás Martín de Prado en el Libro de Bautismos del año 1809: «Debe hallarse con reparación las partidas que pueden suponerse desde primeros de agosto de 1806 hasta veinte y tres de julio de 1809 por haberse perdido las partidas comprendidas en este tiempo a causa de la invasión francesa y el total abandono de la ciudad acaecida en 19 de marzo de 1809«. Libro de Bautismos, 1809-1833. Arch. Parroq. Santa María. Trujillo.

[28]NARANJO ALONSO, op. cit., pp. 110 y 111. TENA FERNANDEZ, J.: Trujillo histórico y monumental, op. cit., p. 423. Aquí estuvo depositada la Virgen de la Coronada hasta el año 1989, fecha en la cual comenzaron las obras de restauración de la iglesia de Santiago, trasladándose la imagen a la parroquia de San Martín.

[29]Capellanía que fundó Diego de Orellana en la hermita de nra. sra. de la Coronada, aneja a la parroquia de Santiago, 15 de febrero de 1729. Libro de Capellanías de la iglesia parroquial de Santiago, 1729-1908, fol. 21.

[30]Lo más característico de esta ermita es su portada, que se abre en arco de medio punto y está decorada con siete cabezas humanas y de animales, muy a tono con los bestiarios medievales. En el salmer derecho, se leía una inscripción que fechaba la ermita: «MASTRE GIL/ dE CullaR M/E FECIT ERA DE MIL E CC/C ANNOS/DOZE». La fecha de la era hispánica (1312) equivale al año 1274 de la era cristiana. Hablamos en pasado, pues en la actualidad esta portada forma parte de una chimenea de la finca cercana de don Miguel Tovar.

[31]Se observan similitudes en este desplazamiento lateral de Niño con la Virgen de Santa María la Real de Nájera, que se atribuye al siglo XIII. SPENCER COOK, W.W., y GUDIOL RICART, J.: Ars Hispaniae Historia Universal del Arte Hispánico. T. VI. Pintura e Imaginería Románicas, ed. Plus Ultra. Madrid, 1980., p.380, dicen al respecto: «La Virgen de la iglesia de Santiago de Trujillo, es una ingenua representación del modelo de Nájera, que llegaría a región tan apartada a través de infinitas copias y adaptaciones».

[32]El escote de la túnica lleva una abertura con la guarnición llamada «orfrés», similar al que ostenta la Virgen del Carrascal, de Logrosán, propia de los vestidos lujosos del siglo XIII, es una pervivencia románica que desaparece en el siglo XIV. BERNIS, C.: BERNIS, C: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos I (los Hombres), II (Las mujeres). Instituto Diego Velásquez, C.S.I.C. Madrid, 1978-1979, p. 207.

[33]Estas flores están presentes en muchas de las orlas que circundan las viñetas de las Cantigas de Alfonso X. Vid. GUERRERO LOVILLO, J.: Las Cantigas. Estudio arqueológico de sus miniaturas. Madrid, 1949.

[34]El Ilmo Sr. don José Avila, obispo de Plasencia, concedió «cuarenta días de indulgencia a todos los fieles por cada vez que rezasen un Padrenuestro o un Credo ante la imagen de Jesucristo Crucificado denominado de las Aguas y otros cuarenta a los que lo verifiquen rezando un Ave María o una Salve ante la imagen de Ntra. Sra. de la Coronada, y otros cuarenta a los que recen un Padrenuestro por el Apóstol Santiago». Libro de Cuentas, parroquia de Santiago de Trujillo, 1849. Santa Visita del 18 de mayo de 1854, f. 14 vº.

[35]Libro de Cuentas, fols. 4 vº (año 1849), 17 (1855), 18 vº (1855) y 30 (1862). Archivo Parroquial de Santiago de Trujillo. Los altares más importantes del templo de Santiago eran el mayor dedicado al Santo Patrono, el altar del Cristo de las Aguas y el de Ntra. Sra. de la Coronada.

[36]Durante la restauración se pudo verificar que la efigie había recibido una primera restauración en el siglo XVIII, momento en el cual le colocaron ojos de cristal al rostro de la Virgen María, luego sustituidos por unos tapones de madera retallada que son los que se le han dejado, pero abriéndolos más.

[37]PIZARRO GOMEZ, F. J. (Comisario) y otros: Catálogo de la Exposición: «Patrimonio Histórico de Extremadura: Edad Media y Renacimiento». ERE. Mérida, 1990, pp. 42-45 y 54-55.

[38] “..Queremos e mandamos que la capilla e enterramiento que tenemos en la iglesia del Señor San Martin en la Capilla Mayor de la dicha iglesia ande junta con todo ello por Mayorazgo..”. TENA FERNÁNDEZ, Trujillo, histórico y monumental, op. cit., p. 341.

[39] San Jerónimo, uno de los grandes Padres latinos de la Iglesia, junto a las figuras de San Agustín de Hipona, de San Ambrosio de Milán y de S. Gregorio Magno, ha sido considerado como el «príncipe de los traductores» de la Biblia y el exegeta, por excelencia, de los Padres de Occidente.

[40] PIZARRO GOMEZ, F. JAVIER y ANDRES ORDAX, S.: El Patrimonio Artístico de Trujillo (Extremadura). Salamanca, 1987. TENA FERNÁNDEZ, J.: Trujillo, histórico y monumental, op. cit.. PEREZ SÁNCHEZ, A. E: Antonio de Pereda y la pintura madrileña de su tiempo. Madrid, 1978. TERRON REYNOLDS, M. T: Patrimonio pictórico de Extremadura en los siglos XVII y XVIII. Universidad de Extremadura. Salamanca, 2000.

[41] Archivo de la iglesia parroquial de San Martín. Cuentas de Fábrica (1538-1590), año 1576. El Altar Mayor fue obra de Francisco Rodríguez (año 1576), “…Antonio Rodríguez cura de Arroyomolinos y Tejeda, a nombre de su padre Francisco Rodríguez que hizo el retablo de San Martín, recibió 23 familias de trigo y 20 ducados”. En las cuentas del año 1578 recibe 100 ducados en una partida y 1200 maravedíes en otra. En el año 1579 Inocencio Hernández, carpintero, puso los andamios para colocar el retablo.

[42] Fue trasladado en el año 1921 siendo Cura Ecónomo de la parroquia de San Martín don Rafael García, por su interés en dotar al suntuoso templo de nuevos elementos que valoren su mérito.

[43] HERNÁNDEZ DÍAZ, J: Juan de Mesa. Escultor de imaginería (1583-1627), Colección Arte Hispalense, 1, Diputación de Sevilla, 2ª ed., Sevilla, 1983, p. 22; VILLAR MOVELLÁN, Alberto, “Juan de Mesa y Alonso de Mena: enigmas e influencias”, Apotheca, 3, Departamento de Historia del Arte, Universidad de Córdoba, Córdoba, 1983.

 

 

[44] Libros de la Cofradía titulada de la Sangre de Cristo de la villa de Vélez-Rubio, 2t, 1602-1804. Archivo parroquial.

[45] NARANJO ALONSO, C.: Trujillo sus hijos y monumentos. 2ª ed. Serradilla, 1929. NARANJO ALONSO, C.: Trujillo, sus hijos y monumentos. Espasa-Calpe. 3ª ed. Madrid, 1983.

[46] CORDERO ALVARADO, Pedro: Trujillo. Guía Monumental y Heráldica. Cáceres, 1996, p. 54

[47] Hijo de Alonso Pizarro de Torres y de Teresa de Grado, falleció en Trujillo en el año 1625.

[48] El término proviene del italiano rotondo, «redondo».

[49] RAMOS RUBIO, J. A: “La imaginería medieval en Trujillo”. Actas del Congreso Trujillo Medieval, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo, 2002, pp. 77-95. RAMOS RUBIO, J. A: Escultura Medieval y Tardomedieval en la Diócesis de Plasencia, op. cit.

 

[50] “Con motivo de los duros enfrentamientos entre los seguidores del marqués de Villena desde la fortaleza y los Chaves que se defendían desde la iglesia de San Martín, ésta quedó bastante destrozada. En una ocasión (año 1476) sufrió destrozos el crucificado, y una parte de ella, según cuentan testigos presenciales como Juan Núñez, Nuño de Chaves, Francisco Dávila. Los daños causados ascendieron a 100.000 maravedíes”. Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla. Pueblos, legajo, 20. Cit. FERNANDEZ-DAZA ALVEAR, C.: La ciudad de Trujillo y su tierra en la baja Edad Media. Badajoz, 1993, p. 124.

[51] Flórez cita veinticuatro mártires de Trujillo, entre ellos a San Hermógenes y a San Donato. FLOREZ, E: España Sagrada, tomo XIII, Madrid, 1756, p. 120. FLOREZ, ENRIQUE: España Sagrada. Editorial Agustiniana. Madrid, 2001. Santos mártires que murieron en Mérida en tiempos de la dominación romana, y aparecen citados por Baronio en su Martirologio. Retablo de los Mártires San Hermógenes y San Donato. Archivo parroquial de la iglesia: L.C. y V. de la Cofradía de los Mártires San Hermógenes y San Donato, de 1673 a 1762, foliado. 1673. Hechura del retablo dedicado en la iglesia a los Santos Mártires titulares de la congregación de San Hermógenes y San Donato. Aditamentos posteriores. Cuentas de 1673: «Yten doçientos y doçe reales que costó la madera que se compró para haçer el retablo de los Santos». (Fol. 3 vt.º) «Yten doçientos y setenta y cinco reales que pagó a Françisco Azedo, carpintero, por la hechura del dicho retablo como constó de su recibo que exivió dicho mayordomo y en cuya cantidad se conçertó dicha obra por el alcalde y demás ofiçiales». (Fols. 3 vt.º. 4) «Yten çiento y setenta y siete reales que gastó en la fiesta que se hiço el día que se colocaron los santos en la capilla, en haçer el altar, sermón, cohetes y otras cosas como se contiene en las partidas del libro del borrador». (Fol. 4) Cuentas de 1679, ref. a 1677-78: «Yten mil trecientos y sesenta maravedís a Francisco Azedo por la hechura del altar». (Fol. 24) 1678-1679. Pintura y dorado del retablo de los Santos, obra concertada con el pintor Manuel Ruiz. Cuentas de 1681, ref. a 1678-1679: «Yten noveçientos y veinte y çinco reales que pagó a Manuel Ruiz, pintor, en que se concertó el dorar y estofar el retablo de los Santos, como consta del ajuste que se hiço con el susodicho y reçibos que entregó». (Fol. 28)

[52] Vid., A.D. de Trujillo, Documento 4.

[53] ROCHA PIZARRO, F.: Explicaciones Litúrgicas de la Consagración de las iglesias, Toledo 1936; Pág. 48, aparece una fotografía del retablo con una imagen central de la Virgen de la Victoria y nombra a la capilla que lo alberga como Capilla de la Victoria.

[54]Existió una ermita dedicada a la Virgen de la Piedad (próxima a la Plaza de Toros), de gran devoción entre los trujillanos, fundada en el año 1528 (la imagen titular de la ermita desapareció, al igual que la primitiva ermita). Una Cofradía se encargaba de su culto. Cuando cesó el mismo se trasladó a la iglesia de Jesús y, posteriormente, a la de San Francisco. Véanse nuestros estudios RAMOS RUBIO, J. A: “La Ermita de la Piedad se construyó en el año 1528. Aportaciones documentales”. Revista La Piedad, Trujillo, 2000, pp. 9 y 10; RAMOS RUBIO, J .A: “Las Fiestas a Ntra. Sra. de la Piedad”. Revista La Piedad, 1990; RAMOS RUBIO, J. A: “Nuevos datos sobre la advocación de Ntra. Sra. de la Piedad en Trujillo”. La Piedad, 1992, p. 9; RAMOS RUBIO, J. A: «Las Fiestas de La Piedad según el Libro de Ordenanzas del Cabildo de Trujillo, año de 1573». LA PIEDAD, Trujillo, 1993, pp. 31-33.

 

 

 

Jun 092017
 

José Antonio Ramos Rubio. Provisional.

EL GRECO DOMENICO THEOTOCÓPULI

Nació en 1.541 en Candía, capital de Creta. Su familia pertenecía a la bur- guesía ciudadana y era de religión católica (bien demostrado en sus obras pictóricas). Estuvo en Venecia donde aprendió el estilo y color de esta es- cuela, luego en Roma y por último en España.

¡Quién lo incitó a venir a España?

Parece ser que el deán de Cuenca, al cual conoció en Roma, le incito a probar fortuna en España.

Se estableció en Toledo donde realizó un arte personalísimo, aunque den- tro de la corriente manierista. El Greco comprendió que su sino estaba en Toledo, en el corazón del pueblo español.

¡Por qué va a Toledo?

Pudieron ser muchos los motivos, aunque en primera línea hay dos clarísi- mos: a) posiblemente influenciado por personaje que acudían al palacio Farnesio (el bibliotecario Fulvio Orsini, el sacerdote español Luis de Casti- Ila, cuyo hermano, Diego, ex delegado del Concilio de Trento, era deán del Cabildo de Toledo). Don Luis le incitó a probar fortuna en España (Deán de Cuenca).

Cuando el Greco llegó a Toledo en 1.577, acababa de producirse en la historia de la ciudad un cambio decisivo. Madrid, desde 1.560 había em- pezado a centralizar la vida política en España. La construcción del Mo- nasterio de El Escorial contribuyó a desplazar el eje de la vida cortesana. Posiblemente el Greco quiso estar cerca de tales acontecimientos.

La ciudad vivida por el Greco mostraba una prodigiosa influencia y síntesis de culturas y estilos. Posiblemente podríamos encontrar aquí otro hacha por el cual eligió Toledo y no otra ciudad de España: después de su paso por ciudades italianas descubrió en Toledo algo capaz de remontarle a sus orígenes: la simbiosis de Oriente y Occidente, también patente en la Creta que conoció en su niñez.

Tuvo problemas con la corte a causa del «Martirio de San Mauricio», cua- dro destinado para el Escorial, pero relegados a las dependencias del mo- nasterio por destinar el pintor a segundo término el suplicio de los mártires y a primero tomas mundanales.

A pesar de ello, recibió muchos encargos de conventos e iglesias, posible- mente no se le interpretó bien en el Escorial. Consiguió gran prestigio co- marcal (ej. Retablo de Talavera la Vieja) y también en Madrid (ej. retablo del colegio de Doña Mª de Aragón). Incluso tenía en Sevilla un depositario que recibía los cuadros que le mandaba para su exportación a América. Pero termi nó solo y enfermo. Murió el 7 de abri I de 1 .614.

Fue un artista que expresó tan bien como Morales, las emociones religiosas de los españoles del tiempo de Santa Teresa.

La producción del Greco alcanza los 300 cuadros, sin contar réplicas obras de taller. En ellas se recibe un ímpetu creador que fuese desarrollado a través de una serie de etapas donde la formación minierista iniciada no impidió la exaltación de una fortísima personalidad.

En su estilo destacan influencias de los lugares por los que pasó:

a) Sobre su formación pasa lo cretense, que es, en el fondo, bizantino.

b) Venecia le enseñó la ciencia del color y de la luz.

c ) Roma le enseñó la estructura del retrato. También el interés por los efec- tos de la luz tenebrista.

d) Ya en España, en 1.577–79, en el retablo de Santo Domingo el Antiguo, ofrece una personalidad muy arraigada, con tintes manieristas. Español por sentimiento, impresionista por la técnica, ejecución expresionista.

Su figura a permanecido olvidada, hasta ser revalorizada por los románti- cos del siglo XIX.

EL RETABLO DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE TALAVERA LA VIEJA

Hasta hace unos veinticuatro años, Extremadura poseía un retablo del Gre- ca. Retablo realizado para la iglesia parroquial de la desaparecida Talavera la Vieja. Destruido, en parte, durante la Guerra Civil. Los lienzos que se

pudieron salvar fueron llevados al museo toledano de Santa Cruz, tras su adquisición por Bellas Artes en 1.962, antes de que el pueblo fuese afecta- do por el embalse de Valdecañas en 1.963.

Llevados a Toledo, por la antigua vinculación jurisdiccional del norte ex- tremeño con la mitra toledana; o quizás porque en esa ciudad fue donde vivió el autor del retablo.

Don Verardo García, investigador de la historia de Toledo, ha encontrado en el Archivo de Protocolos de la ciudad la prueba documental de que son obra del Greco el retablo, las pinturas y la imagen de la Virgen.

La obra fue encargada en nombre de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, de Talavera la Vieja, Lucas Sánchez, mayordomo y Hernando Márquez, presbítero.

Se acordó con el artista a tenerlo el día 25 de julio del mismo año (1.591), en dicho retablo tenía que estar «la coronación de Nª Sª en una gloria, en el qual an de yr pintados los bien abenturados san juª bapta. y santo do- mingo con el Rosario y san antón y san sebastián y san juª abanxelista e los demás santos que le parecieren al dho. Dominico», el retablo debía llevar «alIado derecho de la ymagen la de san i» de bulto y alIado yzquierdo a de yr de bulto san andrés con sus ynsignias, todo de pincel sobre lienzo y a las espaldas con sus tablas».

«Yten se le obligó a hacer una ymagen de nra. sª del Rosario que irfa en madio del retablo, en escultura, dorada y estofada y del dorado y estofado y talla y escultura de todo el dho retablo lo toma a su nopmbre el dho Dominico».

En cuanto a las dimensiones y precio del dicho retablo, ‘~ de llevar de an- cho tres baras e quarto y de alto quatro baras y media e cinco (3,76 x 2,71 rn.) y por toda la e/osta del dho. retablo de madera, manos y materia- les y todo lo necesario e de darle asentado se le an de dar y pagar trecisíl ducados … e elllebar el dho lo ha de pagar la dha cofradfa a su costa reci- be luego de preste al dho Dominico mili e quatrozientos reales para la compra de ederecos necesarios».

Las pinturas del retablo no concuerdan con los que se fijaron en la escritu- ra; posiblemente porque «El Greco» puso otros santos o bien hubo modifi- caciones en el contrato o se sustituyeron los lienzos por otros.

Entre 1.936–38 se perdió la talla de la Virgen y algunas pinturas. Se salva- ron aquellas que estaban guardadas en la casa rectoral porque habían sido restauradas en 1.927, son las que se encuentran hoy día en el museo de Santa Cruz de Toledo, adquiridas por Bellas Artes en 1.962: «La

Coronación de La Virgen», «San Pedro» y «San Andrés». Se restauraron en los años 1.962 1.964.

Pero ¿Cómo estaban colocados los lienzos en el retablo?

Se trataba del retablo colateral de la Epístola, del siglo XVI, dividido en dos cuerpos, cada cuerpo con tres compartimientos rectangulares. En los CUa- dros del cuerpo superior se representan: a la derecha, «La Anunciación»; en el central, «La Coronación»; y en la izquierda, «La Presentación de Jesús en el Templo». En el cuerpo bajo, laterales: «San Pedro» y «San Juan Evangelis- ta». En el centro del retablo la imagen de la Virgen del Rosario, tallada en madera de pino y policromada.

Algunos autores que visitaron el retablo en Talavera, ej Guinard, 1.925, decían que la estatua era del XVIII y algunas pinturas como «La presenta- ción de Jesús» no eran del Greca. Pero al no contar con más documenta- ción que la citada, hamos de defender la tesis de que el retablo en conjunto es obra del Greca, si se observa la mediocridad en el retablo, ya no existente y defendida por muchos entendidos en la materia que lo vie- ron; o también, en pinturas como «San Andrés», sabiendo que el artista ha realizado otros «San Andrés» «San Pedro», de más valor. Puede deberse a las restauraciones, sobre todo a los repintes de la primera, 1.927; o que el artista se lo confiase, parte de las pinturas, a discípulos de su taller.

ESTUDIO ARTíSTICO DE LAS PINTURAS

«La Coronación de la Virgen». Medidas: 1,05 x 0,80 m.

Asisten al acontecimiento siete santos dispuestos en círculo, de izquierda a derecha: San Francisco de Paula, San Juan Bautista, San Juan Evangelista con su cáliz, San Sebastián, San Pablo, San Antonio y Santo Domingo. To- dos ellos, excepto San Francisco y San Pablo, se hicieron de acuerdo con el contrato de 1.591. La firma de «El Greca» aparece en la parte inferior derecha de Santo Domingo. Es la obra de mayor aliento de las conservadas del retablo de Talavera la Vieja.

Posiblemente basada en un grabado de Durero.

Nos encontramos ante un asunto místico, los santos alzan la mirada al te- ma central. «El Greca», nos ofrece de nuevo, muchas veces repetidos en sus obras dos planos, el terrenal y el celestial. El mismo tema se repite en un lienzo del Prado, pero suprimiendo a los santos de la parte inferior; por el estilo puede corresponder también a los primeros años de la década de siglo. También repite el tema en la capilla de San José de Toledo y en el Hospital de la Caridad de IIlescas.

«San Andrés».

Medidas: 1,26 x 0,46 m. Figura de cuerpo entero.

Tema también muy repetido por el artista, aunque difiere en los rasgos que confiere al santo.

A quedado poco de lo que desde un principio es la obra original por las múltiples restauraciones a que se ha visto sometido.

«San Pedro».

Medidas: 1,25 x 0,46 m. De cuerpo entero.

Tampoco se repite «El Greco» con respecto a otras pinturas realizadas sobre el mismo tema.

Los tres de óleo sobre lienzo. Documentados en 1.591–1.592. Dibujos de «El Greco» ejecutados por el taller. El estilo del maestro es patente en los retratos y cuerpos alargados. Se ha querido explicar el alargamiento de las figuras con un posible defecto óptico del artista (astigmatismo). Este alarga- miento tiene una intención estética motivada por un anhelo de espirituali- dad dentro del arte de su tiempo. «El Greco» crea una perspectiva vertical.

Suprime los grandes espacios entre las figuras y estas aparecen cercanas macizando la composición. No pintaba al natural, sino de unos bocetos de barro que el modelaba. Ello le hacía posible las figuras contorsionadas. Las figuras adquieren ritmo, dinamismo. El movimiento ascensional (vertical) tampoco hubiera sido posible sin la técnica impresionista de toques abier- tos que dan a la iluminación gran rapidez.

La pena es tener que recorrer 240 Kms. para poder apreciar una obra pic- tórica de «El Greco», que estaba en nuestra región y la hubieramos podido tener más cerca, quizás en el museo del Mono, Cáceres; donde hay otra obra del mismo autor: «El Salvador», procedente del convento del Cristo, Serradilla. Adquirido por el estado u depositado en Cáceres, 1.974.

Feb 072015
 

José Antonio Ramos Rubio.

HISTORIA DEL CEMENTERIO DE TRUJILLO.

El cementerio de la Vera Cruz se ubicó en torno a la iglesia de la Vera Cruz, de ahí su nombre, en el siglo XIX. Dicha iglesia tuvo sus orígenes en el Medievo, tal y como se desprende del testamento del trujillano Álvaro de Hinojosa, otorgado el 14 de marzo de 1489 ante el escribano Juan López de Haro[1], y en el que dispone que se le dé sepultura en este templo.

Actualmente, solamente se conservan en la iglesia, los muros maestros, algunos arcos, como el arco de medio punto de acceso al interior del mismo y los de la nave, así como un esgrafiado casi perdido, posiblemente ejecutado en el siglo XVI, que representa un Calvario (el Crucificado, la Virgen y San Juan), y restos de esgrafiados con representaciones geométricas y vegetales por los muros del templo.

 Esta iglesia tuvo gran importancia hasta su derribo por las tropas napoleónicas en 1809[2], algunos de sus bienes muebles y documentos parroquiales que no fueron destruidos se conservaron en otras parroquias de la ciudad y de sus arrabales (la parroquialidad se trasladó a Huertas de Animas)[3]. De hecho, algunos de los principales linajes de la ciudad tuvieron allí su sepulcro, tal es el caso de los Escobar[4].

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Lám 1. El cementerio se construye aprovechando la iglesia de la Vera Cruz.

En el siglo XIX esta iglesia quedó incluida dentro del Cementerio Municipal que recibió el nombre de «Vera Cruz».

   Según se desprende por los testimonios de don Clodoaldo Naranjo en su libro, este presbítero conservó uno de los pocos documentos rescatados de la iglesia de la Vera Cruz, pues consta como expediente de traslado de la parroquialidad al arrabal de Huertas de Animas y el inventario de piezas muebles que tenía el templo, tales como un retablo mayor con seis cuadros, otros cuatro retablos más que estarían en los laterales del templo y contenían pinturas de la Virgen, San Simón, San Juan Bautista y la Virgen del Puerto, así como un retablo dorado con un cuadro de la Virgen de la Antigua, además de lámparas, custodia, cálices y otros objetos de platería[5].

Los primeros pasos legales para la creación de un cementerio en Trujillo datan de abril del año 1812, fecha en la cual se convoca a los párrocos de las iglesias de Trujillo para la construcción de un cementerio que satisfaciera las mínimas reglas de higiene y salubridad que prescriben los Reales Decretos[6]. La disposición tercera de la Real Orden de 1787[7] recomendaba que la construcción de los cementerios se hiciera en las afueras de la población en los que existiese alguna construcción religiosa para que sirviera de capilla. En un principio se pensó en la idea de construir el cementerio de Trujillo en el convento de los frailes descalzos de la Magdalena, que se encontraba deshabitado y en mal estado de conservación desde la ocupación francesa[8], otras opciones fueron la huerta del convento de San Francisco el Real de la Puerta de Coria e incluso, el Albacar del Castillo, en un principio fue la opción elegida los médicos nombrados para dictaminar un lugar apropiado para la creación del cementerio, pero esta decisión no fue apoyada por el alférez mayor de la fortaleza, el Marqués de la Conquista. Ante la urgente necesidad de la creación de un cementerio[9], provisionalmente se habilitó la huerta del convento de San Francisco el Real, por ser un espacio tan reducido se optó por buscar otras soluciones como por ejemplo la creación un cementerio en las proximidades de la iglesia parroquial de Santo Domingo[10] o en el convento de la Magdalena en agosto del año 1814 estaba habilitado como almacén del Regimiento de milicias[11], sería el lugar idóneo por encontrarse situado entre Trujillo y los arrabales de Huertas de la Magdalena y de Ánimas. Pero la comunidad del convento de San Miguel que era la propietaria de la Magdalena, expresaba la imposibilidad de ceder el convento para la creación de un cementerio. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Trujillo dispuso de un cementerio provisional que sería la iglesia parroquial de la Vera Cruz se encontraba en estado ruinoso, lugar que fue aprobado por los médicos encargados de la inspección[12].

Lám 2. Capilla del Cementerio

Lám 2. Capilla del cementerio

Se llevaron a cabo las obras para la habilitación del cementerio junto a la capilla de la Vera Cruz con un coste de 12.500 reales, el lugar fue bendecido el 18 octubre del año 1820[13] al mismo tiempo que se pasaba oficio a todas las iglesias parroquiales y conventos para que cesaran los enterramientos en los mismos pronto se iniciaron los preparativos para la construcción de un cementerio permanente en el mismo sitio, rematándose en el año 1820 la subasta de las obras en 8000 reales de trabajos de albañilería y 1900 reales de carpintería[14]. En 1870 el Ayuntamiento terminó la construcción de los muros del cemetnerio católico, dentro del recinto quedó la iglesia de la Vera Cruz, tal y como reza en una inscripción situada en el frontón de la puerta de acceso al mismo: “AÑO 1870”.

En 1894 se especula con la posibilidad de llevar a cabo un ambicioso proyecto de ampliación, aprovechando al máximo las dimensiones del terreno de la cerca contigua a uno de los lados del cementerio civil. El terreno útil para enterramientos, según parece en los planos del proyecto se articulaba en dos patios con arcadas escarzadas sobre columnas semejantes a las de la capilla de 1884 y las del ensanche de 1890. Estos dos espacios fortificados cobijaban las galerías de nichos, dispuestas en tres pisos, y los enterramientos en suelo. Las 370 nuevas sepulturas proyectadas cubrirían   las necesidades de una población, que en 1897, entre Trujillo y sus arrabales, sería de 9.158 almas[18], y las de varios años posteriores.

El cementerio proyectado disponía de un interesante e higiénico sistema de aspiración a través de unas chimeneas situadas en la parte posterior de las hiladas de nichos cuyo objetivo era el de facilitar la ventilación y canalización de los olores de descomposición. El resto del espacio de la cerca se destinaría a diversas dependencias anejas como el depósito de cadáveres y la vivienda del encargado municipal. El presupuesto de las obras era de 45.249,60 pesetas.

En 1895 el proyecto es presentado a la administración municipal, que acordaría su paso a las comisiones de Obras y Beneficencia para su estudio e informe a cerca del modo de efectuar las obras[19]. Esta es la última noticia que tenemos al respecto, pues, por razones que desconocemos, las obras nunca dieron comienzo. Ese mismo año se emprenden los trabajos de un nuevo proyecto de obras en el cementerio, redactado por el arquitecto municipal Eduardo Herbás, con el fin de dotar a la capilla construida en 1886 de altar, retablo y sacristía; esta última se ubicaría en un estrecho espacio existente entre la pared posterior del ala derecha de nichos y el muro de la cerca sobre la que se realizó la ampliación de 1886.

El altar y el retablo se construirían con mampostería y ladrillo. La ornamentación a base de escayola y pintura al óleo para los acantos de los capiteles, guirnaldas del entablamento y los demás detalles decorativos, como los del frontón que remataba el conjunto, estaba dentro del gusto historicista clásico que tanto empleara este arquitecto en los proyectos arquitectónicos de Trujillo. Se conserva una trama de esgrafiados en punta de diamante concebida a la manera italiana de finales del siglo XVI y la escena del Calvario, en muy mal estado de conservación.

Debemos hacer una breve alusión a la amplia gama de estilos (neoclasicismo, eclecticismo, romanticismo) que muestran los panteones ubicados en la parte decimonónica del cementerio trujillano. Donde podemos observar claramente, gracias a los panteones las diferencias sociales existentes en la ciudad: la élite noble de la ciudad, una nueva burguesía, dueña de los medios de producción y consumo; y, la clase obrera, éstos se enterraban en el suelo o en nichos modestos. Nos encontramos con suntuosos panteones pertenecientes a las familias nobles trujillanas, entre los que destacamos, el de don Francisco Orellana Bravo (1820), don Pedro de Abecia (1841), don Fabián de Orellana y Bravo (1873), de don Félix Spina García de Paredes (1883), del Excmo. Sr. Marqués de la Conquista y Vizconde de Amaya, Orellana Pizarro (1889); del Conde de Tres-Palacios (1891), doña Ramona Romero de Castañeda (1900), don José Montalvo Martín y doña Antonia Núñez (1930); de Vargas, viuda de Montalvo (1949), familia de Castellano; entre otros.

Panteones de los burgueses que fueron los auténticos artífices de los ensanches en las calles de Margarita de Iturralde, Encarnación, Paseo del Mercadillo y zona del Campillo, tales como el de doña Ignacia Elías Serrano, don Juan Mediavilla Martínez (1867), de don Luis Pérez-Aloe Mediavilla (Alcalde de Trujillo entre los años 1910-1913), de don Elías Núñez y don José Núñez (Alcalde de Trujillo entre los años 1925 y 1930, cuando se inauguró la estatua ecuestre de Francisco Pizarro), de la familia Sanz Carrasco, de la viuda de Pineda, de la familia Ledesma-Reglado, de O´Mullony Martínez, de La Calle Zuasti, de la familia Fernández Shaw, de don Manuel Grande y Valdés, de don Juan Fernández Paredes (Alcalde de Trujillo entre los años 1937 y 1938); de la familia Pérez-Aloe y Elías; don Luis Peralta y familia; don Pedro La Calle Artaloytia, de don Fernando Salazar; entre otros.

Capítulo aparte es el llamado “patio de los curas”, donde están enterrados algunos de los más preclaros sacerdotes que ejercieron su ministerio en Trujillo como don Gregorio Ildefonso Cidoncha y don Clodoaldo Naranjo Alonso (Canónigo Honorario de la Catedral de Lima, Miembro Correspondiente del Instituto Peruano de Investigación y Capellán de Honor de la Capilla de Francisco Pizarro). Pues, don Ramón Núñez Martín, hijo adoptivo de Trujillo, está enterrado en una tumba en la capilla del cementerio.

La actual capilla del cementerio se encuentra en el centro del mismo, rodeada de panteones y bellos cipreses. La fachada está rematada por un frontón triangular, la cubierta se cierra a dos aguas, con un espacio recto donde se eleva una espadaña, también con remate triangular. La capilla es un edificio de planta rectangular de una sola nave, cubierta con dos bóvedas de aristas, el altar lo preside un retablo neogótico con un crucificado moderno. Esta capilla fue diseñada en el último tercio del siglo XIX dentro del proyecto de ampliación del cementerio. Se trata de un diseño sencillo y recogido, que se inscribe dentro del estilo neogótico. Este espacio, por su proximidad a la capilla, fue regido tradicionalmente por familias de alta posición para tener allí su enterramiento, lo que hace que muchas de las tumbas construidas allí tengan un gran interés artístico, consistente algunas de ellas en tumbas muy similares, de forma rectangular, en cuyo centro se sitúa una losa lisa y una lápida vertical rectangular, rodeado todo ello por una cerca de pivotes en piedra y una cadena de metal. La losa funeraria del sepulcro de don Ramón Núñez, se encuentra en el interior de la capilla, en el lado de la Epístola y contiene la siguiente inscripción:

DON RAMON NÚÑEZ MARTÍN. PÁRROCO EMERITO DE SAN MARTIN. HIJO ADOPTIVO DE TRUJILLO. FALLECIO EN EL SEÑOR EL 7 DE OCTUBRE DE 2006. A LOS 93 AÑOS. TRUJILLO RECUERDA Y AGRADECE SUS DESVELOS PASTORALES Y LE TIENE PRESENTE EN SUS ORACIONES.

A sus pies se guardaron los restos de su madre, doña Juliana, por deseo expreso de don Ramón.

2. EL CULTO A LOS ANTEPASADOS A TRAVÉS DE LA ANTROPOLOGÍA Y LAS DIFERENCIAS SOCIALES. TIPOLOGÍAS DE ENTERRAMIENTOS EN EL CEMENTERIO.

2.1.- PANTEONES

Al igual que los museos, también los cementerios guardan la historia de una ciudad. Gracias a las tipologías de las lápidas y los mausoleos, panteones o simples tumbas nos podemos acercar a la sociedad de Trujillo desde la segunda mitad del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Hasta el siglo XIX los muertos se enterraban en las iglesias o en sus alrededores, el sentimiento ilustrado consideró oportuno que las necrópolis debían situarse fuera de las ciudades ya que los cadáveres en putrefacción, aunque yacían varios metros bajo tierra, eran el origen de enfermedades. Además, se buscaron otras alternativas por la escasez de espacio en las capillas y cementerios colindantes.

El panteón es un monumento funerario que tiene una zona de enterramiento cubierta por un pequeño edificio con su puertas, ventanas, tejado y espacio interior, generalmente, todos los panteones que hay en el cementerio de Trujillo sirven como enterramiento para varias personas de una misma familia. Si tenemos en cuenta el estudio de los panteones en el cementerio de Trujillo podemos hacer una relación precisa de que dichos enterramientos familiares han sido la última morada para personas de situación socioeconómica alta.

En algunos de ellos, se han realizado funerales y oraciones a los difuntos que se encuentran enterrados en ellos, un claro ejemplo de las dimensiones interiores de algunos de ellos que cuentan incluso con un altar para rezar por los familiares, además de proteger dichos enterramientos de las inclemencias del tiempo por sus características constructivas. Los nuevos estilos artísticos de la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX están presentes en la construcción, como arcos, columnas, frontones y cubiertas muy singulares. Existe una enorme variedad de panteones en el cementerio de Trujillo que hace que haya mucha diferencia entre la calidad de unos y otros. Hay varios panteones que siguen exactamente el mismo modelo, ya que han sido construidos en serie por el mismo arquitecto y que responden a una tendencia historicista que está presente desde los inicios del cementerio de Trujillo, concretamente en la segunda mitad del siglo XIX, con el deseo de reivindicar algunas raíces históricas: neorrománico, neogótico, neomudéjar e incluso, influencias de un exotismo procedentes del arte chino o hindú. Esta recreación de estilos desbordan muchos de los panteones que se encuentran en la zona más antigua del cementerio de Trujillo y que están unidos unos a otros, podemos citar el panteón de don Teodoro Dueñas, de la familia Mediavilla Elías, de don Juan Elías de Vargas y el de la familia Sayago, entre otros. Generalmente, presentan una portada en arco de medio punto y ojival decorado con tracerías, delimitado por pilastras o columnas que además de ser un elemento decorativo sirve para diferenciar un panteón de otro, el panteón presenta remate triangular y con pináculos con pequeñas llamas a cada lado, flor de lis o corona de flores utilizando generalmente como material la piedra.

Láms 3 y 4. Escudo de los Pizarro. Tumba-panteón del Marqués de la Conquista y Vizconde de Amaya

Lám 3 y 4. Escudo de los Pizarro. Tumba panteón del Marqués de la Conquista y Vizconde de Amaya.

Existe otro grupo de panteones que responden a un estilo eclecticista clasicista de la segunda mitad del siglo XIX. Se trata de pequeños edificios de sillares cubiertos con tejados a dos aguas, la entrada se facilita con un arco de medio punto, el tejado con alerón volado, la fachada remata en un frontón triangular con pináculos a cada lado y con una cruz que también presenta numerosas variedades y decoraciones muy singulares, como los panteones de la familia de Castellanos, de don Manuel Artaloytia, Dueñas Pérez, Mediavilla Elías, don Juan Elías de Vargas, Pérez-Zubizarreta, familia Cortés, el panteón de don Enrique Cortés Villarreal o el de don Juan Fernández Paredes (Alcalde de Trujillo durante la Guerra Civil Española).

La mayoría de los panteones difieren en el motivo decorativo que marca el frontón triangular central, decorados con motivos geométricos, algunos representan pebeteros con llamas o motivos decorativos que reciben del mundo clásico como por ejemplo ramas, guirnaldas y coronas de flores. Generalmente, la mayoría se caracterizan por su austeridad, prefiriendo la belleza de ritmos similares a una decoración muy recargada, encontrándonos panteones muy austeros como por ejemplo los de la familia Martínez Jaraíz, Cortés o el de la familia Milla-Serrano, junto a panteones donde se desborda la decoración como es el caso del panteón de la familia de don Manuel Artaloytia, que presentan una fachada a modo de templete clásico con una gran portada que se abre en arco de medio punto con arquivoltas y flanqueada por columnas con motivos decorativos vegetales y rematado en un frontón clásico coronado por una cruz y pináculos o guirnaldas a ambos lados.

2.2.  TUMBAS

Las tumbas son espacios de enterramiento en el nivel del suelo y cubiertos con lápidas y se rodean con cadenas o rejas, señalando el espacio del propietario del mismo, y se decoran con cruces, esculturas, siendo algunos de ellos muy originales en su diseño, correspondientes a las familias linajudas de Trujillo. Ha sido el modo más utilizado en el cementerio de Trujillo y, concretamente, las más antiguas corresponden a los inicios del cementerio (último tercio del siglo XIX), sea porque es el modo de enterramiento más parecido a los que se realizaban en las iglesias, antes de la creación del cementerio municipal. En el camposanto originario del cementerio se conservan algunas tumbas más sencillas, pertenecientes a los proletarios, destacando la sencillez de líneas de las lápidas y losas desnudas, colocando una cruz de forja en el coronamiento de las mismas, apoyadas en el propio suelo.

También hemos de tener en cuenta que la sociedad trujillana ha modificado los hábitos en lo referente a los ritos funerarios. Según he constatado en la recopilación de diferentes datos estadísticos del sector se corrobora una tendencia al alza de algunos hábitos laicos frente a los religiosos, se destaca que las cremaciones siguen aumentando, sería un cambio importante en la sociedad trujillana que favorecería el problema de espacio en el actual cementerio.

No obstante, el % de los ciudadanos que se decantan por una ceremonia civil para dar el último adiós a sus seres queridos es mínimo, por no decir, nulo. Otro de los datos significativos que he podido comprobar tiene que ver con la exhibición de la personalidad propia, de las creencias, ideología y convicciones más allá de la muerte, en los detalles ornamentales que rodean el nicho. En este sentido cabe resaltar el incremento notable de los motivos laicos en las lápidas funerarias, algo que vendría a ratificar datos como los que publicaba recientemente la Fundación Francesc Ferrer Guàrdia y, según los cuales, los españoles han pasado de ser un 8% los que en 1978 se declaraban no adscritos a ninguna conciencia religiosa a un 25% en la actualidad, es decir uno de cada cuatro ciudadanos. El cambio social a la hora de buscar el reconocimiento a nuestra forma de pensar y comportarnos nos afecta, incluso, después de la muerte ya que buena parte de la producción de lápidas empieza a variar sus patrones de diseño.

Lám 5. Tumba de la familia Aguado Gaona

Lám 5. Tumba de la familia Aguado Gaona.

Uno de los datos que llama poderosamente la atención, es la eclosión de la simbología funeraria relacionada con aficiones y, más concretamente, con la adscripción de los finados a una agrupación, cofradía, etc. Las aficiones, y en este caso la pasión, van ganando adeptos a la hora de buscar el recuerdo permanente más allá de la muerte. En este contexto de incremento de motivos no religiosos en los enterramientos efectuados en los últimos años sobresale el aumento de lápidas que incluyen representaciones decorativas o leyendas relacionadas con cofradías a la que ha pertenecido el finado o a las siglas de alguna Asociación.

Es importante realizar una distinción entre las tumbas como mero lugar de enterramiento situadas a nivel del suelo y cubiertas con losa y aquellas tumbas-panteón del cementerio de Trujillo, mucho más suntuosas, que constan de un espacio subterráneo para depositar los cadáveres, cerrado con una losa y que suele decorarse con esculturas y están rodeadas por cadenas o rejas, que permiten individualizar o destacar una tumba con respecto al resto. Lo que hace original a una tumba es el material del que está hecha, generalmente todas han sido construidas con piedra, solamente existen tres tumbas formadas por un armazón de hierro recubierto con cemento. Entre las tumbas más suntuosas destaca por encima de las demás la que ocupa el patio central del cementerio, se trata del Panteón del Excmo. Sr. Marqués de la Conquista y de Albayda, Vizconde de Amaya, cuya fecha aparece en la leyenda que presenta la tumba en granito (1888). Una enorme cruz de piedra se alza sobre un basamento cuadrangular que presenta las armas esculpidas en granito del citado Marqués de la Conquista y de Albayda, en sus cuatro frentes. La tumba-panteón está rodeada por una reja de hierro.

Un diseño parecido le encontramos en la tumba-panteón de don Luis Pérez-Aloe Elías, también centrado con una destacada cruz de piedra, rodeado de una hermosa reja, bajando unas escaleras se accede al interior de la tumba donde los finados de la familia de don Luis Pérez-Aloe están enterrados en nichos. Próxima se encuentra la tumba-panteón de la familia O´Mullony, sobre un podio con cuatro escalinatas se eleva un pedestal donde un ángel arrodillado se abraza a una cruz de piedra, que parece custodiar los restos de los difuntos.

La mayor parte de las tumbas de la segunda mitad del siglo XIX constan de un enterramiento en forma de caja rectangular que se prolonga debajo de la tierra donde hay un espacio para distintos nichos. La caja rectangular está cubierta con una capa de piedra lisa o de forma troncopiramidal coronada por una cruz de piedra o metálica, y está rodeada por una cadena o rejas metálicas, para delimitar la propiedad. Generalmente, en el pedestal reza en una inscripción o lápida el nombre de la familia de los finados. En el interior del panteón se encuentran los nichos como el nombre y apellidos de los difuntos así como el año del nacimiento y defunción y alguna leyenda, a cual más curiosa, encontrándonos con algunas más sencillas: “Tu familia no te olvida”.

La mayoría de las tumbas pertenecientes a la clase noble y a los burgueses responden a un diseño Eclecticista clasicista, tendencia artística que aglutina aportaciones de otros estilos anteriores. Un estilo artístico que fue difundido por las Academias de Bellas Artes y que impregnó las obras artísticas neoclásicas de mediados del siglo XVIII perviviendo en algunos lugares, como es el caso de Trujillo, hasta mediados del siglo XIX. En su origen y determinación influyeron los descubrimientos arqueológicos de Roma o Grecia y la vuelta a los ideales que imperaron en la cultura clásica, y su reflejo en el arte funerario, donde se eligen elementos decorativos que tengan presente una significación sentimental, el arte clásico, con su sobriedad de líneas, sirve para enaltecer la personalidad de los difuntos y, el arte gótico del que también se reciben reminiscencias evoca la espiritualidad y la ascensionalidad. Encontrándonos frecuentemente en tumbas del cementerio de Trujillo elementos clasicistas con arcos o rivales, e incluso, obeliscos –como la tumba de la familia Castellanos- que nos recuerdan el arte egipcio rodeados con rejas modernistas o columnas de influencia romana rematadas con cerramientos neogóticos. Así como elementos decorativos de raigambre clasicista: hornacina, molduras, pilastras o guirnaldas.

Destacan algunas tumbas de influencia clásica como la de la familia Ávila y Martínez, del año 1887, que presenta una fachada a modo de templete clásico con doble pilastras en marcando un arco de medio punto en la zona inferior y, la parte superior, dobles columnas toscanas que apoyan un entablamento y enmarcan un arco de medio punto rematado en un frontón clásico coronado por una cruz de piedra y a los lados dos pináculos.

La tendencia al eclecticismo clasicista estará presente también hasta mediados del siglo XX, posiblemente porque el arte clásico, con su sobria grandiosidad, se considera muy apropiado para el arte funerario.

En algunas tumbas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX está presente el modernismo, que en oposición al historicismo, dejó libertad al artista para que desplegarse su imaginación olvidándose de estilos artísticos anteriores y, haciendo hincapié, en la naturaleza, las formas orgánicas y en el propio cuerpo humano, tratando de evitar la simetría en las líneas rectas, optando por la línea curva y las formas decorativas sinuosas utilizando como motivos decorativos preferidos los de origen vegetal, encontrando del cementerio de Trujillo muchos elementos modernistas en las rejas de los enterramientos y en las decoraciones, así como la representación de ángeles, un tema muy del gusto modernista ya que se tratan de seres espirituales, concretamente, se conservan dos pares de angelotes con cabello rizado, con las alas abiertas y desplegadas, de rodillas y con las manos cruzadas o en oración, indistintamente, dos con un tono blanco y dos con un tono oscuro, aumentando la sensación dramática de las esculturas. También se conservan algunas cruces de forja decorada con motivos vegetales y con un ángel arrodillado y abrazado a ella.

2.3. NICHOS

En el cementerio de Trujillo, el enterramiento en nichos comenzó a autorizarse tras la construcción del mismo. De hecho se conservan nichos fechados en el año 1870, como el de don José Montalvo Izquierdo o los nichos de los Orellana. No obstante, el modelo de enterramiento preferido fue la tumba en tierra. Desde la primera mitad del siglo XX cuando continuaron las ampliaciones del cementerio, el Ayuntamiento comenzó la construcción de bloques de nichos que ceden a particulares, consiguiendo así ahorrar espacio y siguiendo las normas de una época en la que se buscaba la sencillez y la solución para ahorrar dinero, sobre todo, entre las clases más humildes, encontrándonos algunos nichos tan extremadamente sencillos como el del veterinario Juan Trejo, cuyo nombre aparece indicado en una simple chapa colocada en el nicho. La clase noble y los burgueses continuaron enterrándose en los panteones familiares.

 Lám 6. Nichos de Los Orellana

Lám 6. Nicho de los Orellana

2.4. ELEMENTOS DECORATIVOS Y SIMBÓLICOS

Si en la construcción de panteones y tumbas se observa claramente la diferencia entre las personas de distinta posición social, quedó más patente en los elementos decorativos y simbólicos decimonónicos y de la primera mitad del siglo XX. Las personas trataron de personalizar sus enterramientos construyendo panteones suntuosos, tal y como hemos estudiado, así como la decoración de sus tumbas mostrando así la distinción social o superioridad económica de la familia. Considerando, igualmente, que enterrar a sus muertos en panteones elegantes donde desplegar una importante decoración era rendir un mayor homenaje al difunto tras su muerte, una muestra del cariño y la admiración que la familia tenía con respecto al finado.

El arte funerario en Trujillo es muy rico en simbología, tanto cristiana como eminentemente funeraria. El motivo decorativo más utilizado es la imagen de la Cruz, omnipresente en el cementerio de Trujillo; el dolor se manifiesta por medio de imágenes como una antorcha apagada o una columna rota, símbolos de una vida truncada; la devoción es patente en las representaciones de Cristo, la Virgen, ángeles o santos. A esta decoración hemos de sumar también los elementos propios constructivos como molduras, frisos, pilastras, arcos y remates decorativos. Generalmente suelen aparecer motivos escultóricos en las tumbas y los nichos, tanto relieves como de esculturas de bulto redondo, de materiales muy diversos, generalmente utilizando la piedra en las tumbas-panteón y, en los motivos decorativos del propio nicho en relieve. En el cementerio de Trujillo el motivo religioso más frecuente es la figura de Jesucristo que se representa generalmente en brazos de su madre, haciendo alusión también a la muerte de Cristo; Cristo crucificado; un tema muy habitual que representan el amor de Cristo es la representación del Sagrado Corazón. Algunas de las esculturas incluidas en bulto redondo en los nichos hacen referencia a Cristo crucificado, la Asunción de la Virgen, rostros de ángeles, la Piedad o Jesús en brazos de su Madre o de un ángel que sostienen la cabeza inerte de Jesús mientras que su Madre le besa la frente, la Virgen del Carmen, los rostros de San José, María y Jesús (la Sagrada Familia) y San José; en otros, el Niño Jesús, San Francisco de Asís y San Antonio de Padua, haciendo referencia claramente a la devoción de los difuntos a cada uno de los santos en los que buscaba su protección divina. Algunos nichos están decorados con representaciones de algunas de las estaciones de la Pasión y Muerte de Cristo, el motivo más repetido es la escena del Huerto de los Olivos, la caída de Jesús o paño de la Verónica, la Crucifixión y la escena del Calvario, que sirve para recordar la futura resurrección.

En algunos nichos la fe se representa con la imagen de la Cruz y junto a ella, el ancla que representa la esperanza, que es el apoyo firme y que impide que el alma se pierda. También, algunos nichos están decorados sencillamente con un querubín.

Un apartado especial consiste en recordar al difunto con una fotografía colocada en el nicho, protegida por un cristal o en un esmalte (valor sentimental), éstas son relativamente recientes, corresponden generalmente a los últimos 40 años. Incluso, en algún nicho aparecen representadas advocaciones marianas relacionadas con Trujillo, tal es el caso de la Patrona, la Virgen de la Victoria.

Lám 7. Angeles

Lám 7. Detalle, ángeles.

Los Ángeles son el motivo más repetido tanto en las tumbas de Trujillo como en los nichos. Algunos de los motivos que explican la numerosa representación de ángeles en el cementerio es porque se les considera compañeros de viaje hacia el otro mundo, nos han acompañado en esta vida y por ende también son compañeros de viaje en la muerte, sólo aparecen recogiendo el alma del difunto para llevarla al cielo. Generalmente, los enterramientos de niños pequeños suelen estar acompañado por un querubín o ángel con las alas desplegadas. Uno de estos ángeles se encuentra abrazando a una cruz en la tumba-panteón de la familia O´Mullony, puede estar relacionado con la Pasión de Cristo. Destaca por su riqueza escultórica, esculpido en piedra sobre un basamento al que se accede por unas escalinatas, muestran gran interés estilístico, por su belleza y elegancia así como por ser representativo del estilo modernista, preponderante entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La majestuosa tumba-panteón de Castellanos presenta una original decoración con el símbolo de un acróstico formado con las dos primeras letras griegas del nombre de Cristo (X-P «equis-Rho») a las que se añaden los símbolos apocalípticos alfa y omega, representando que Él es el Principio y el Fin y, a los lados, las alas desplegadas de un águila.

Lám 8. Jesús en brazos de su madre

Lám 8.Jesús en brazos de su madre.

También son numerosos los panteones y las tumbas decoradas con simbología de carácter profano y funerario. Por ejemplo algunos relieves representan una manecilla de un reloj y un sol arrojando sus rayos, como un símbolo del final del tiempo y la llegada de la muerte. También hay tumbas en las que se representan símbolos funerarios, alusivos a la muerte, utilizando frecuentemente motivos vegetales, como coronas de flores, ramos y guirnaldas esculpidas en la piedra, material utilizado frecuentemente en las tumbas o, en las decoraciones de las rejerías. Otro de los símbolos frecuentes que nos encontramos en el cementerio de Trujillo, tanto en las paredes de los panteones como en las rejas es un reloj de arena, representado con dos pequeñas alas, que nos recuerda que el tiempo pasa rápido y hay que estar alerta ante la muerte.

También suelen aparecer cruces abrazadas con la hiedra, que con su unión simboliza esa estrecha relación entre la vida y la muerte. También es un motivo muy frecuente en las rejas de los panteones. Las flores están muy presentes como símbolo funerario, símbolo de pureza y eternidad como los lirios o las rosas, símbolo de amor eterno. La calavera es otro motivo repetido en el cementerio de Trujillo e igualmente, el fuego, símbolo de la vida y de la purificación que está presente en antorchas y pebeteros en las cubiertas de los panteones, generalmente a ambos lados de una cruz de piedra.

Los animales más representados en las tumbas de Trujillo son el murciélago, animal asociado a la oscuridad, y el búho con las alas parcialmente desplegadas, por vivir de noche y en la oscuridad, está asociado al mundo de las tinieblas, es el símbolo de la tristeza.

Muchos de los motivos decorativos citados están también presentes en la rejería del cementerio de Trujillo. Nuestro cementerio presenta un muestrario interesante de la arquitectura del hierro y del estilo modernista. Las rejas que decoran el cementerio son de hierro o bronce, utilizadas tanto para el cerramiento de las tumbas mediante cadenas como para las puertas de los panteones. Hemos de destacar un importante muestrario de cruces de hierro que coronan las tumbas terrestres así como el cerramiento de algunas tumbas-panteón. El motivo decorativo más utilizado es la decoración geométrica a base de líneas curvas, rejas y cruces decoradas con volutas y ces, dispuestos de forma simétrica. En múltiples ocasiones nos encontramos con motivos ondulados que combinan con formas geométricas como cruces dando lugar a complejas composiciones. También está presente la decoración de motivos vegetales como flores, ramas u hojas, siendo las más frecuentes las flores de cinco pétalos y las hojas de hiedra, que además de ser un motivo decorativo tienen también un destacado carácter simbólico, ya que evocan el abrazo entre la vida y la muerte.

 

 

 

 

[1] Archivo de la Diputación de Cáceres. Sección Sanidad, Leg. 375, núm. 2. Cit. RODRIGUEZ MATEOS, M. V: “La antigua iglesia trujillana de la Vera Cruz”. Norba-Arte, XVIII-XIX (1998-1999). Universidad de Extremadura, Departamento de Historia del Arte, Cáceres, 1985, p. 25. Según don Clodoaldo Naranjo Alonso, fue construido el templo a finales del siglo XIII (no olvidemos que la reconquista definitiva tiene lugar en el año 1232). NARANJO ALONSO, C: Trujillo y su tierra. Historia, monumentos e hijos ilustres. Trujillo, 1923, vol. II, p. 75.

[2] “Quemaron los franceses la casa de Diego Pizarro, la casa del Paular que se llamaba del Toro, los archivos y edificios de la Vera Cruz y San Andrés, el hospital de Sta. Lucía, en la calle de Garciaz y otros edificios como la ermita de los Mártires, en 1809”. Libro de Rentas de la parroquia de Santa María, Cit. NARANJO ALONSO, op. Cit., p. 330. RODRIGUEZ MATEOS, M. V, op. cit., p. 27.

[3] TENA FERNANDEZ, J: Trujillo, histórico y monumental, op. cit., 543 y 544.

[4] NARANJO ALONSO, op. Cit., p. 270.

[5] Ibidem, pp. 77 y 78.

[6] Colección Legislativa, tomo 18, Madrid, 1834, p. 131. Archivo Municipal de Trujillo, Libro de Acuerdos de 2 abril 1812, fol. 19 vº. Cit. PIZARRO GÓMEZ, F. J: Arquitectura y Urbanismo en Trujillo, op. cit., p. 347.

[7] Novísima recopilación de las leyes de España, libro I, título tercero, Ley I, p. 18.

[8] Archivo Municipal de Trujillo, Libro de Acuerdos de 31 marzo de 1812, fols. 17 y 17 vº.

[9] Archivo Municipal de Trujillo, Leg, 414, Libro de Acuerdos del 16 junio 1812, fols. 26 vº  y 27. Cit. PIZARRO GÓMEZ, op. cit. p. 348.

[10] Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 416, Libro de Acuerdos del 29 agosto del año 1814, fol. 79.

[11] PIZARRO GÓMEZ, op. cit., p. 349. Vid. Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 416. Libro de Acuerdos del 23 diciembre del año 1814, fol. 129.

[12] Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 564, libro 2, s. f.

[13] Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 564, libro 2, expediente para la construcción de un cementerio, s/f.

[14] PIZARRO GÓMEZ, op. cit., p. 350.

[15] Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 471, Libro de Acuerdos del 25 de diciembre del año 1871, fol. 66. Leg. 477, Libro de Acuerdos del 10 mayo del año 1875, fol. 35 vº.

[16] Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 480, Libro de Acuerdos del 18 marzo del año 1878, fol. 16 vº. Cit. PIZARRO GÓMEZ, op. cit., p. 354.

[17] TENA FERNANDEZ, J, op. cit., p. 545.

[18] Vid. Juan SANZ ANTON: La población cuantitativa de Trujillo durante los siglos XVIII al XX. op. cit., p. 14.

[19] Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 497. Libro de Acuerdos de 1895. Acuerdos de 11 de febrero, f. 18.

Oct 011992
 

José Antonio Ramos Rubio.

En 1850, nace en el arrabal de Huertas de Animas, a dos kilómetros de Trujillo, el pintor don José Bermudo Mateos.

Se conocen todavía muy pocas noticias biográficas de este artista. Fue alumno de la Escuela Superior de Pintura de Madrid. Se presentó frecuentemente a las Exposiciones Nacionales desde 1876.

Entre sus obras hemos de destacar Una Bacante, presentada en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid en el año 1876. En 1881, presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, su obra Antes del Baile. En la Exposición Nacional de 1884, en Madrid, la obra Los Mártires o «Eudoro y Cimodea» y Los presentes para la boda, costumbre de la provincia de Cáceres.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, del año 1887, presentó su obra Alfonso XII visitando a los coléricos de Aranjuez. En estas últimas exposiciones citadas, las comprendidas entre los años 1884-1887, recibió el artista Menciones Honoríficas. Fue profesor con título de la Escuela Central de Artes y Oficios.

Obtuvo Tercera Medalla en 1892, con las obras Los hijos de Antonio Pérez ante Rodrigo Vázquez y Alegoría del 2º Centenario de Calderón, propiedad del Museo de Cáceres, sito en el Palacio de las Veletas. En esta Exposición Nacional de 1892 se presentaron varias obras suyas, entre las que podemos citar: Un cigarro que no arteEchadora de cartas, En Guiñol: los palos del PierrotLección de Baile y Un Angel más. En la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid del año 1895 obtuvo Tercera Medalla con la obra Encomienda de Isabel la Católica. Fue condecorado en 1899 y 1901.

Pintor esencialmente romántico y costumbrista, con un lenguaje figurativo y dentro del realismo decimonónico, consiguió ciertas calidades por su capacidad de dibujante y suficiente práctica académica. Obras suyas, que se conservan, son por ejemplo el gran lienzo Buenos amigos, propiedad de la Excma. Diputación de Cáceres, presentada a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920; obra de corte naturalista pero no alejada de cierta afectación y referencias tópicas. O la obra ¡Vaya un par!, propiedad de la Excma. Diputación de Cáceres, variante de la presentada en la Exposición Iberoamericana de Sevilla del año 1929 que le valió ser condecorado con la Cruz de Caballero de Isabel la Católica. Es una pintura un poco edulcorada pero con interés, se trata de un paisaje rural amable y descriptivo, con varios personajes, donde la naturaleza, los animales y las figuras, se organizan equilibradamente para conseguir una serenidad que es exaltada bucólicamente por el luminoso y un poco artificial colorido.

En el Museo Provincial de Cáceres hay una acuarela que representa Una Maja, de 1881, de corte romántico con la mantilla de blonda y situada en un ambiente al aire libre.

CATALOGO DE EXPOSICIONES DE BELLAS ARTES. BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID.

DIAZ Y PEREZ, N.: Diccionario de extremeños ilustres. T. I. p. 99.

EXPOSICION J. BERMUDO. CATALOGO. En el Salón Witcomb, Buenos Aires, septiembre de 1903.

NARBON, J.J. y otros: Catálogo Costumbristas Extremeños. Cáceres, 1983.

PIZARRO GOMEZ, F.J.: «El costumbrismo extremeño de los siglos XIX y XX en el panorama pictórico español de su tiempo». Alcántara, núm. 9. Cáceres, 1986.

PIZARRO GOMEZ, F.J. y TERRON REYNOLDS, M.T.: Catálogo de pintura de la Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1989.

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