Nov 192018
 

Domingo Quijada González.

Licenciado en Filosofía y Letras.

INTRODUCCIÓN

Aunque ya hace 41 años que resido en Navalmoral de la Mata, que dignó nombrarme su Cronista Oficial en 1993 (y ahora pretenden concederme la distinción de “Hijo Adoptivo”), nunca podré olvidar mis orígenes de Montehermoso, donde pasé mi infancia, gran parte de la juventud y etapas posteriores de mi vida, que posibilitaron la realización de este trabajo.

Allí viví envuelto en su peculiar habla local que, al principio, era la única existente para mí. Hasta que salí a estudiar fuera (Plasencia) y observé como mi lenguaje era diferente al de mis compañeros de aula y que, además, llamaba la atención de mis profesores (más tarde me enteré que a uno de ellos le fue muy fructífero, porque mis singulares vocablos y expresiones les fueron muy útiles para culminar su Tesis Doctoral…).

Gradualmente fui comprendiendo la idiosincrasia que teníamos los montehermoseños, así como la evolución de su léxico. A la vez que recordaba vocablos y expresiones que me habían sido tan familiares en el ámbito familiar y local: Pedru, no nais na; no, no truji traji (Pedro, no nadas nada; no, no traje traje (de baño); o “moilhu quijeris” (me da igual…), más un largo etcétera.

Como es evidente, para una mayor comprensión del tema debemos conocer los orígenes.

 

  1. LOS CONDICIONANTES HISTÓRICOS

 

La Reconquista de Extremadura

El concepto de Extremadura como lo utilizamos en la actualidad sólo comienza a esbozarse a fines del XV. No obstante, en documentos anteriores, se hace referencias a “las Extremaduras”; pero, cuando así sucede, los cronistas que lo utilizan lo hacen con gran ambigüedad, incluyendo en él a territorios dispares situados al sur del Duero y alejados de aquellos otros que hoy pertenecen a esa región (“extremo del Duero”).

Una región que en la documentación del XII y XIII aparece denominada como la Transierra, término para nombrar los territorios más meridionales del reino de León, incluyendo a la alta Extremadura. Antes de la Edad Media no existen unos territorios extremeños que tengan una unidad única desde el punto de vista administrativo, aunque será a mitad del XV cuando aparezcan referencias a esta región.

 

Los precedentes del siglo XII

La Reconquista fue un proceso lento, que se encuadra desde la mitad del s. XI hasta la primera mitad del s. XIII y sometido a grandes dificultades. Dada esa ambigüedad, la Reconquista se debió tanto a leoneses como a castellanos, aunque en tiempos del Emperador Alfonso VII (s. XII) se hizo una división territorial tomando como referencia la Vía de la Plata, reservándose la zona comprendida al Oeste de la ruta para León. No sólo participaron castellanos y asturleoneses, sino también portugueses (por ejemplo, Geraldo Sempavor) e incluso nobles de otros territorios peninsulares. Pero sin duda alguna las que más contribuyeron fueron las Órdenes Militares.

Fueron esas Órdenes las que por su ayuda recibirán extensas donaciones y villas enteras. Sin duda una dificultad importante fue propiciada por la inestabilidad de Castilla y León, y algunas veces se agrava por el hecho de encontrarse entre ellos enfrentados. Semejante desunión sería aprovechada por los musulmanes para realizar incursiones en territorio cristiano para así recuperar parte del territorio arrebatado anteriormente.

 

Consolidación de los reinos peninsulares

En la segunda mitad del XII y casi todo el siglo XIII la situación quedó del siguiente modo: León y Castilla se separan temporalmente, lo que no impide que cada uno de ellos prosiga la reconquista contra el islam: Alfonso VIII de Castilla derrota a los almohades en las Navas de Tolosa y su primo Alfonso IX de León recupera importantes territorios extremeños (es en esta etapa o reinado cuando se encuadra fundamentalmente el tema que vamos a tratar). Hasta que vuelven a unirse definitivamente con Fernando III el Santo en 1230, cuando Castilla toma la supremacía, formando un poderoso reino que incrementa la reconquista a costa del sur de Extremadura y Andalucía (en 1248 San Fernando conquista Sevilla).

 

La repoblación y colonización de Extremadura

El fenómeno de la repoblación es de larga duración y supera los límites cronológicos de la Edad Media. Ese proceso sufrió numerosos avatares en un primer momento. Es difícil tratar, en relación con el tema, de señalar áreas de repoblación o niveles cuantitativos de poblamiento, dada la falta de documentación. Habría que tener presente que un tercio del territorio extremeño se ocupa de forma rápida; al mismo tiempo que otras tierras mucho más ricas (caso del valle del Guadalquivir), que sin duda polarizaron la atención de los colonos. Independientemente hay factores que influyen en la repoblación extremeña. A medida que avanzaba la reconquista se llevaba a cabo el proceso repoblador de los territorios ganados a los árabes –repoblación exterior–, lo que se hizo de diferentes modos (según las épocas y los lugares):

 

El valle del Duero: constituyeron las llamadas «comunidades de villa y tierra«, compuestas por una ciudad o villa (que actuaba como capital) y un conjunto de aldeas y sus términos que formaban su Alfoz. Ejemplo: Salamanca o Ávila.

 

La cuenca del Tajo: el modelo repoblador fue también el de las «comunidades de villa y tierra«. Se expulsó a la abundante población musulmana, pero se incorporó a la mozárabe (a veces, procedentes del Sur, como hemos comprobado a través del léxico, etnología y folclore).

 

Las zonas poco pobladas, caso de La Mancha y algunas de Extremadura, fueron entregadas a las Órdenes Militares, que crean en ellas grandes latifundios con una economía sobre todo ganadera.

 

En todo ese proceso tuvo gran trascendencia la fundación del Honrado Concejo de la Mesta (1273), cuyos procesos de trashumancia influyeron también en la propagación de la lengua asturiana.

En el contexto geográfico que estamos tratando, la mayoría de los repobladores procedían del reino de Castilla y León, incluyendo el sector asturiano origen de esa gestación.

 

Así pues, la Extremadura occidental fue reconquistada por el Reino de León, siendo el asturleonés el dialecto histórico latino usado por los repobladores, que comenzaron con la repoblación de la actual zona altoextremeña alrededor del siglo XII (básicamente las zonas más septentrionales como Las Hurdes y Sierra de Gata, el Valle del Alagón y sus alrededores). Recordando que algunos lugares de la actual Extremadura como Trujillo, Plasencia, Medellín, Hervás, el Campo Arañuelo o Los Ibores estaban englobados dentro del Reino de Castilla, puesto que la antigua “Vía de la Plata” los separaba.

 

Influencia de la Universidad de Salamanca

Tras la unión de los reinos de León y de Castilla en 1230, el castellano sustituyó poco a poco al latín como lengua oficial de las instituciones, relegando así al asturleonés como señal de pobreza e ignorancia de aquellos que lo hablaban. Sólo en zonas rurales de Asturias, León (caso del Bierzo y la Maragatería), entorno de la Sierra de Francia salmantina y un sector del NW cacereño (como Montehermoso y sus alrededores, al estar aisladas por el Alagón. En todos esos casos, era la gente consciente de hablar una lengua diferenciada del castellano. Pero incluso allí sólo algunos autores lo usaban en sus escritos.

Es evidente que el influjo cultural de la prestigiosa Universidad de Salamanca (fundada en 1218) fue la causa de la rápida castellanización de esta región, progresivamente, especialmente desde que Nebrija edita su Gramática castellana (Salamanca 1492), que fue la primera del español y la segunda gramática de una lengua europea moderna.

Dividiéndose así el dominio asturleonés en dos desde bien temprano: el asturiano o asturleonés al norte y el extremeño al sur del antiguo reino de León. La expansión del castellano también se produjo desde el sur, con el crecimiento económico de la zona occidental de la provincia de Badajoz.

Sin embargo, la zona hablante de altoextremeño también incluye zonas que fueron conquistadas por el Reino de Castilla: como el Valle del Jerte, buena parte de la Tierra de Plasencia o Madroñera, incluyendo de hecho algunas de las zonas de habla altoextremeña mejor conservada, como Serradilla. Hay diversas hipótesis que podrían explicar este fenómeno, hablándose de la extensión de los rasgos leoneses hacia el este por medio de rutas de trashumancia, del efecto de segundas repoblaciones posteriores o del papel que pudieron tener en el origen de las hablas extremeñas las hablas cántabras, que poseen muchos rasgos en común con el altoextremeño y cuyo territorio estuvo dividido entre el reino de Castilla (Trasmiera, Valle del Pas…) y el de León (Liébana,…) en la Edad Media.

 

A.- Reyes de León:

Dado que el tema del hoy se centra fundamentalmente en el NW extremeño, repasemos los monarcas de ese reino que llevaron a cabo el proceso conquistador-repoblador:

 

Alfonso VI (de Castilla y León): 1065-1109.

Alfonso VII, el emperador (de Castilla y León): 1126-1157.

Fernando II de León (hermano de Sancho III de Castilla): 1157-1188.

Alfonso IX de León: 1188-1230 (expansión y repoblación extremeña).

Fernando III el Santo: 1230-1252 (últimos reductos y Guadalquivir).

 

La evolución entre 1142 (conquista de Coria por los cristianos) y 1230 (toma definitiva de Cáceres) puede dividirse en cuatro etapas bien diferenciadas:

Entre 1142 y 1174 (primera expedición almohade), de claro dominio cristiano.

De 1174 a 1196 (segunda expedición almohade), bajo control musulmán.

Desde esa última fecha a 1212 (Batalla de las Navas de Tolosa), época de frecuentes razzias por ambos bandos.

Tras el triunfo cristiano en Navas de Tolosa, los árabes retroceden hacia el Sur posibilitando la progresiva conquista y repoblación de Extremadura.

 

B.- Localidades del entorno de Montehermoso relacionadas con el hecho histórico

 

Granadilla fue fundada por los musulmanes en el siglo IX como baluarte estratégico de la zona, ya que se sitúa en una colina de pizarra que domina un extenso terreno y es un paso obligado por la Vía de la Plata. En su parte más vulnerable (el noroeste), los almohades levantaron la alcazaba, que más tarde sería castillo cristiano.

En 1160 el rey Fernando II de León conquistó la aldea, que entonces se llamaba Granada y hasta ese momento había pertenecido a los árabes. La rehízo y repobló dotándola de murallas y le otorgó el título de Villa en 1170. Su intención era que sirviera de muro de contención contra posibles avances de los musulmanes que se asentaban y dominaban toda la parte meridional de las Transierras leonesa y castellana. La villa era una verdadera fortificación situada estratégicamente, al ser paso obligado entre la antigua Vía de la Plata y la comarca de las Hurdes. Estaba rodeada por las vegas del río Alagón. Su nombre original fue Granada aunque, tras la conquista de Granada en 1492 por parte de los Reyes Católicos, pasó a denominarse Granadilla para evitar confusiones. Y el 31 de agosto de 1191 fue cedida a la Orden de Santiago por el rey Alfonso IX de León.

Lám 1. Mapa del norte cacereño, entre cuyas dos vías romanas se expande el léxico asturleonés

 

Posteriormente volvió a la Corona, aunque el rey Alfonso X de Castilla la entregó en 1282, junto con otros señoríos a su hijo, el infante Pedro de Castilla. Y este infante, además de ser señor de Granadilla y de Ledesma, poseía los señoríos de Alba de Tormes, Salvatierra, Miranda del Castañar y Galisteo. Hasta que en 1446 el rey Juan II fijó la sucesión señorial de la villa en los Álvarez de Toledo, Duques de Alba, que reedifican el castillo.

 

Coria: era el centro geoestratégico musulmán principal al norte del tajo, en el sector noroccidental de Extremadura.

La primera conquista tuvo lugar en 1079, por Alfonso VI de Castilla. Como anticipo de la toma de Toledo. Pero cae en poder de los almorávides entre 1110 y 1113. Un nuevo asedio cristiano en 1138, hasta que Alfonso VII la toma definitivamente en 1142; con algunas incursiones almohades posteriores que son eliminadas definitivamente por Alfonso IX, tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212).

Lám 2. Cerro donde se ubicaba La Atalaya de Domingo Velidiz, en un meandro del río Alagón

 

La Atalaya de Pelayo Velídiz data del siglo IX, como pequeño castillo árabe que se erige sobre un montículo ubicado en uno de los meandros del Alagón (junto a unos restos romanos, y tal vez prerromanos dada su geomorfología). Realmente se trataba de una avanzadilla que protegía las espaldas de Galisteo y, sobre todo, Coria.

Alfonso VI la conquista por vez primera en 1077, como paso previo para hacer lo mismo con Coria (aprovechando la decadencia de los reinos taifas). Y se la dona a su mayordomo Pelayo Vellido (o Velídiz), de donde derivaría su posterior denominación.

Pero, tras la derrota de Zalaca (o Sagrajas) en 1086, pasa a manos almorávides durante bastantes años (como ya señalaba Publio Hurtado en 1927 en su obra “Castillos, torres y casas fuertes de la provincia de Cáceres”).

Habrá que esperar a que el hijo del anterior, Alfonso VII, la conquiste para hacer lo mismo con Coria en 1142. Incluso hubo varias razzias posteriores, porque de nuevo hallamos que Fernando II de León vuelva a conquista La Atalaya en 1170. En 1181 ya está integrada en las tierras leonesas y, dos años después, el citado monarca dona la fortaleza a la catedral de Santiago de Compostela. Lo que confirma a su muerte su hijo Alfonso IX, quien pasa unos días allí con su esposa doña Berenguela.

Lám 3. Vista aérea del castillo de La Atalaya

Ante el interés de la Orden de Santiago por poseer esa fortaleza y los deseos del monarca por ampliar sus conquistas y necesitar la colaboración de los santiaguistas, les cede la fortaleza en 1209 a cambio de otros territorios. Pero el rey vuelve a instalarse en el castillo en 1229, cuando organiza la definitiva toma de Cáceres y Montánchez.

Lám 4. Escudo de la Orden de Santiago, en la ermita de su nombre

 

Galisteo: fue conquistada en primer lugar por Alfonso VI, pero a partir de entonces cambiaría constantemente de manos (según los avances y retrocesos árabes o cristianos). Hasta que es reconquistada y repoblada definitivamente por Alfonso IX tras las tomas de Coria y Alcántara. Se puebla entre 1203 y 1217 con gente castellanoleonesa.

Se constituye a partir de entonces la Mancomunidad de Villa y Tierra de Galisteo. En el año 1268 Alfonso X el Sabio dona Galisteo y su tierra a su hijo Fernando de la Cerda. Pasa después por varios dueños, hasta que recae en los Manrique de Lara (con Juan II).

La villa de Galisteo fue cabeza del estado de su nombre, que con la misma comprendía los lugares de Aldehuela del Jerte, Aceituna, Carcaboso, Guijo de Galisteo, Holguera, Montehermoso, Pozuelo, Riolobos y Valdeobispo. La vida económica de cada aldea estaba regulada por un Concejo.

Fernando de la Cerda la donó a don García Fernández Manrique, conde de Osorno; recayendo por último, en la casa del señor duque de Montellano y del Arco, conde del Cervellón, que nombraba el corregidor y las justicias. Los mismos pueblos componían el sexmo de Villa y Tierra, aprovechando en común los pastos y montes, los cuales fueron donados por el duque, formando para su gobierno un cuaderno de leyes municipales, en el año 1531; que fue sancionado por el mismo señor en 1547; cuyo sexmo quedó disuelto en 1837, por orden de la diputación provincial, adjudicando a cada pueblo la parte de terreno correspondiente.

Lám 5. Galisteo

 

Repoblación y colonización de Montehermoso y su entorno

 

Como se desprende de lo anterior, está ligada al proceso ya comentado: Granadilla, Coria, Galisteo, La Atalaya, etc.

Precisamente, junto a la fortaleza citada, aún existe –aunque en mal estado de conservación– una antigua ermita dedicada a Santiago, levantada por los caballeros de esa Orden cuando el proceso bélico y repoblador. Todavía conserva su escudo:

Gente procedente del Norte (gallegos y asturleoneses), así como mozárabes llegados desde el Sur que iban reconquistando paulatinamente, serán los primeros en asentarse.

 

Lo podemos apreciar analizando los apellidos más antiguos y destacados de Montehermoso, según el siguiente cuadro:

Tabla 1

2.- LA LENGUA ASTURIANA

 

Con sus diferentes variantes, cuenta ya con una Gramática, el Diccionariu de la Llingua Asturiana y unas normas ortográficas. Está regulado por la Academia de la Lengua Asturiana y, aunque no goza de carácter oficial en el Estatuto de Autonomía, una ley regula su uso en el Principado.

Algunas veces se hace mención en los estudios científicos refiriéndose a esta lengua con el nombre de «asturleonés» o de «leonés», sobre todo a partir de la publicación de El Dialecto Leonés (1906) de Menéndez Pidal, quien considera al leonés o asturleonés, junto al castellano en sus distintas variedades, al mozárabe y el navarro-aragonés uno de los cuatro grupos dialectales dentro de la Península Ibérica que contribuyen a la formación de la lengua española. Esta terminología fue usada también en parte por sus discípulos. La razón de esta denominación está en el hecho de que Ramón Menéndez Pidal prima el aspecto socio-político, y particularmente del hecho repoblador, como factor determinante a la hora de entender el proceso de cohesión lingüística en la Península. Sin embargo, y teniendo en cuenta que el territorio del antiguo Reino de León y el de utilización del «romance leonés» no coincidieron exactamente, y que el proceso de cohesión lingüística fue al sur del dominio muy intensa y más temprana que al norte, ha de entenderse que es en Asturias donde se mantuvieron con mayor vitalidad y firmeza los rasgos diferenciadores de la lengua. Se propugna por ello que el término más adecuado para referirse a la situación actual en el territorio administrativo del Principado de Asturias es el de «lengua asturiana» o «asturiano», mientras que se reserva el ya acuñado de «asturleonés» para aludir a la lengua en su extensión global actual e histórica.

 

El asturiano tiene su origen en la lengua romance derivada del latín hablada en los reinos medievales de Asturias y de León. Del latín escrito en los siglos X y XI, muy alterado por las lenguas romances locales locales. El seguimiento de la evolución de la lengua se pierde, sin embargo, a partir del siglo XII, en parte por la actuación del obispo Pelayo (¿1101?-1153).

El asturiano es una variedad del asturleonés, que a su vez forma parte de las lenguas iberorromances, tipológicamente e filogenéticamente cercana al gallego-portugués, al castellano y en menor medida al navarro-aragonés. Tipológicamente es una lengua flexiva fusionante del núcleo inicial y marcaje de complemento.

Junto a las diversas hablas dialectales dispersas en el extenso dominio territorial del asturleonés, hoy en día se ha consolidado un asturiano normativo que se ha institucionalizado a través de la publicación de unas normas gramaticales uniformes por la citada Academia de la Lengua Asturiana.

 

El Estatus actual

 

El estado legal actual de la lengua asturiana en Asturias es el siguiente:

Goza de protección, sin llegar a estar reconocida como oficial por el Gobierno de Asturias.

La Ley 1/1988, de 23 de marzo, de uso y promoción del bable/asturiano, en su artículo 4, que se refiere al uso de la llingua, dice, en el apartado 2, que «se tendrá por válido a todos los efectos el uso del bable-asturiano en las comunicaciones orales o escritas de los ciudadanos con el Principado de Asturias».

En 2005 el gobierno asturiano aprobó el Plan de Normalización Social del Asturiano 2005-2007, para potenciar el uso y promoción del asturiano y del gallego-asturiano.

 

3.- EL ASTURIANO EN EXTREMADURA

 

El extremeño–ehtremeñu– es una modalidad lingüística hablada en el noroeste de Extremadura y una parte del sur de Salamanca, con un desarrollo que lleva a incluirla dentro del sistema lingüístico asturleonés (reconocido por eminente lingüistas como Menéndez Pidal, Manuel Alvar, Emilio Alarcos Llorach y otros), a pesar de no ser oficial en las comunidades donde se hallan las zonas donde está enclavado.

Aun así, el extremeño a menudo es tenido por un dialecto del idioma asturiano-leonés; de hecho aparece como un dialecto del astur-leonés en el nuevo Atlas de Lenguas en Peligro en el Mundo, de la UNESCO, DE 2009.

Ya vimos al principio los condicionantes históricos que lo propiciaron. Pero recordemos ahora su área de dispersión geográfica:

Se habla con mayor o menor vitalidad en la provincia de Cáceres: en las comarcas de la Sierra de Gata, Las Hurdes, lugares de la Tierra de Alcántara, valle del Alagón y tierra de Coria, Granadilla, Garrovilla y Ceclavín; al igual que en las comarcas salmantinas de la Sierra de Francia, El Rebollar, sur de Ciudad Rodrigo y de Béjar.

Así mismo existen pequeñas influencias de estas hablas en zonas tradicionalmente castellanohablantes como la Tierra de Plasencia: Serradilla, Malpartida de Plasencia, Valle del Ambroz y algunas localidades del Valle del Jerte (como Piornal, Rebollar o El Torno) y de la Vera (caso del Guijo de Santa Bárbara); o en parajes más alejados (como Berzocana y Madroñera).

En el resto de Extremadura, incluyendo la mayor parte del sur y el este de Cáceres o la provincia de Badajoz, las hablas tradicionales son formas de castellano que comparten con el altoextremeño sobre todo los rasgos meridionales (además de algún otro, como el diminutivo en -ino o algunos aspectos léxicos).

 

Rasgos típicos en hablas asturleonesas

Cierre general de las vocales átonas postónicas -o y -e en -u e -i respectivamente: libru, grandi. Se exceptúan en muchas variedades las palabras utilizadas como interjecciones y los vocativos. El cierre postónico provoca que los pronombres átonos posean dobletes cerrados y abiertos según estén en posición proclítica o enclítica: se dice te miru, pero miralti (mirarte).

Cierre de -o- tónica en restos lexicalizados en algunas aldeas de la Sierra de Gata y otras zonas del extremo más al norte: cumu (como), puçu (pozo, en Villamiel).

Restos lexicalizados de la -F inicial latina: fogal (hogar), fala (habla), fechal (cerrar)…

Aspiración general de -F inicial latina: h.ierru (hierro), h.umu (humo), h.uerti (fuerte), h.azel (hacer)…

Diptongación frecuente, como sucede con la palabra carueçu (carozo).

Palatalización de la -n en lexicalizaciones (más usuales en variedades noroccidentales): ñubi (nube), ñeblina (neblina), ñuca (nuca), ñuera (nuera), ñíu (nío = nido), ñogal,…

Conservación de la antigua -i latina: redi (red), h.oci (hoz), h.azi (haz), tosi, peci, sedi, …

Formas occidentales curiosas en grupos latinos -cl-, -pl-, -fl- para algunas formas: achegal, chama, chamá,

Formas de perfecto fuerte de la tercera persona del plural análogas con la tercera del singular: h.izun (hicieron), truh.un (trajeron, por analogía con truh.u, trajo), … En cambio no se da esta analogía con los perfectos «débiles» (los regulares y algunos irregulares monosílabos, es decir, los de acentos agudos en la terminación de la tercera del singular): carçarun o calçarun; al igual que h.uerun, bebierun, etc.

Mantenimiento de antiguas aspiraciones: heneru (enero), giernu, gelar (helar), …

Epéntesis de -i- en algunas palabras: unturia, quiziás, grancia, urnia, matancia, atah.arria, alabancia, h.olgazián…

Tendencia a la pérdida de las consonantes sonoras derivadas de las sordas latinas: mieu (miedo), tou (todo), fuèu (fuego), lau (lado), Estremaúra (Extremadura),…

Algunas conservaciones del grupo -mb- latino: lambel (lamer),…

En grupo consonántico motivado por pérdida de vocal latina, a veces la primera consonante se hace -l: h.ulgal (juzgar, del lat. iudicare), …

Cambio del grupo -rl- a -lr- (metátesis): mielru (mirlo), palral (hablar, de parabolare a través del paso intermedio «parlar»), chalra, bulra, pelra, cholritu,…

Formas verbales del grupo -zc- en -z-: conoçu, agraeçu, paeça, creça, reuza,…

Formas de imperativo plural en -ái, -éi e : coméi (comed), passái y sentaivus (pasad y sentaos).

 

La l > r en ciertos grupos consonánticos en algunas de las variedades más noroccidentales: pruma, frol (flor), craru (claro), puebru (pueblo), aunque este rasgo es uno de los que más rápidamente se pierden… En otras variedades, se dan lexicalizaciones, como pranta, praça, branco (en la variedad chinata), pranta, frauta, lo cual indica que este rasgo probablemente debió de estar más extendido en el pasado.

También la r>l, especialmente en el grupo -pra-, que se transforma en -pla- en algunas palabras: plau (prado), plaera (pradera), templanu (temprano).

Contracción de en + artículo: nel, ena, enus, enas/enes.

Uso de formas verbales apocopadas para la tercera persona singular del presente, especialmente en el habla de Garrovillas, o en la de Cilleros y Villamiel (entre otras): pon (pone), sal (sale), h.a (hace).

Terminación general y diminutivo –inu/ina (versión acorde a la fonética leonesa oriental del diminutivo –ín del asturleonés central u occidental, cuyo plural de hecho es en-inos o –inus en estas hablas): librinu, casina, gatinu. Sin embargo, el diminutivo más usual en –inu no sustituye de forma sistemática a los diminutivos análogos a los habituales del castellano en –itu o -illu, sino que tiene connotaciones diferentes a las de estos últimos. El diminutivo en –itu suele usarse especialmente cuando el diminutivo más que atenuar el sentido del elemento al que está sufijado lo refuerza o enfatiza, especialmente con ciertos gerundios: vengu suanditu (vengo sudando a chorro), vienis pinganditu, agora mesmitu (ahora mismo), igualicitu (igualito), se lo h.incó tuitu… etc. En todas esas expresiones un hablante nativo no juzgaría natural el uso del sufijo –inu (vengu suandinu*…etc) o se produciría un ligero cambio de matiz o sentido con él. La diferencia es notoria cuando el diminutivo se aplica a participios: está cansaínu frente a está cansaítu. Además, el uso de diminutivos en general (especialmente en -inu) es mucho más frecuente que en castellano, tanto en altoextremeño como en extremeño bajo y medio (en este caso el sufijo diminutivo obviamente ya es -ino).

 

Rasgos propios extremeños

 

Terminación generalizada de -r final etimológica en -l, como en algunas hablas del andaluz oriental: rompel, trael, ardol, abriol,… Sin embargo, existen algunas cuantas zonas (Villamiel, y parte de las Hurdes) donde esa -r se omite como en bajoextremeño: rompé, traé, ardó, abrió,…

Al igual que en las hablas andaluzas, se da una neutralización de los fonemas -r- y -l- en posición trabante de sílaba, tendiendo según las variedades ya a la generalización de la solución -r-, ya a la de -l- (como a veces en andaluz oriental), ya a una combinación de ambas según sea el sonido posterior: «almariu» (armario), «artu» (alto). En algunas variantes donde la neutralización tiende a -r- el artículo «el» puede adoptar la forma «er» como en bajoextremeño o muchas variantes andaluzas (así es el caso de Montehermoso o algunas aldeas serragatinas).

Uso de algunos «genitivos partitivos», concretamente en expresiones como «unus cuantus de», «unus pocus de añus».

Conservación de las antiguas consonantes sonoras -s- y -z- diferenciadas de sus respectivas versiones sordas -ss- y -ç-, como en el portugués o el catalán. Esta conservación se ha mantenido tradicionalmente de forma sistemática y con perfecta correspondencia etimológica en Serradilla y en una curiosa versión «ceceante» en el ya casi o prácticamente extinto dialecto chinato de Malpartida de Plasencia. Pero en muchas localidades repartidas por todo el territorio alto-extremeño (desde Madroñera a El Rebollar) se dan lexicalizaciones que pueden llegar a ser en algunos casos muy abundantes (especialmente en Garrovillas, Montehermoso y en la Sierra de Gata), llegando casi a la sistematicidad del rasgo, por lo que lo más probable es que en un pasado no muy lejano este rasgo estuviera generalizado por la zona. Ejemplos recogidos incluso fuera de Malpartida y Serradilla (caso de Montehermoso): ca^sa, vizinu, cozina (pronunciada aproximadamente «codina»), h.azel (hacer, escrito «jadel» en la ortografía tradicional), izil (decir), azeiti (aceite), aceituna o azituna, azéu («acedo» o agrio), azul (pronunciado «adul», en Garrovillas), co^sa, meiro^su…etc. En el antiguo dialecto chinato, que se caracterizaba por un particular «ceceo» convirtiendo las sibilantes en interdentales, «casa» y «cosa» se pronunciarían aproximadamente «cada» y «coda» («caza» y «coza» en la ortografía que usamos habitualmente para el extremeño), mientras que «passal» (pasar) se pronunciaría «paçal», como si tuviese una zeta castellana.

Aparecen ciertos cambios característicos de género gramatical respecto del castellano para algunos sustantivos, como «la azeiti».

Uso de la preposición «a» con el sentido de «en» con los verbos «estal» y «andal» indicando localización temporal: «Estuvun a Caçris», «andan al corral».

Empleo del «gerundio locativo», formado por el infinitivo precedido por la preposición a:-¿Lu óndi está él? -Está a frital unus güevus ena cozina.

Terminación plural -us, -is (en vez de –os y –es, como es general en asturianu): carrus, cancionis, perrus, alreoris,…

Cambio del grupo -dr- a -ir- en el interior de palabra: mairi (madre), pairi (padre), … Muy común en Montehermoso.

Aspiración del fonema antiguo /x/ (como en las formas meridionales de castellano) por influencia de la aspiración de la F- inicial latina: cah.a, pah.a, roh.u,…

Aspiración de la -s en posición final o implosiva o apertura de vocal que la precede (como en las formas meridionales de castellano), presencia de hasta 10 vocales en posición final (y no sólo ocho, por la apertura de las vocales finales -u-, -i-, que no puede darse en castellano). De esta manera se pronunciaría la -s- de dos, pies, pastu, mesmu, librus, vienis… etc.

En ciertas variedades se dan ejemplos lexicalizados del fenómeno de aspiración de la -s- intervocálica, conocido para las hablas andaluzas como heheo (que se da también por ejemplo en cántabro): vuh.otrus (vosotros, al lado de vusotrus), peh.eta (peseta), e incluso h.i o h.ei (sí). También lo hemos aprciado en Montehermoso.

Ensordecimiento y fricativización de ciertas consonantes sonoras tras aspiración, como en algunas hablas manchegas o murcianas: rah.u (rasgo), refalal (resbalar). También en fonética sintáctica: lah f’otah (las botas). Este rasgo no suele reflejarse en la ortografía.

Uso de gerundios derivados del tema de perfecto, como en cántabro o alguna que otra variedad del dominio castellano: pusiendu (poniendo), tuviendu (teniendo),…

Construcción de participios que habitualmente toman formas irregulares siguiendo el paradigma regular de forma analógica, alternando formas regulares e irregulares, como en algunas hablas andaluzas (aunque con mayor vitalidad y extensión que en éstas). H.echu alterna con h.azíu, y aBiertu con aBríu.

En algunas variedades, regularización analógica (en diversos grados, no siempre sistemática) de los tiempos formados a partir del tema de perfecto, alternando con las formas irregulares, especialmente en el subjuntivo: poniessi (por «pusiessi»), o incluso alguna vez habió (por «hubu»). Curiosamente este rasgo es compatible con el uso ya mencionado de los gerundios derivados del tema de perfecto.

Pérdida frecuente de la -d- intervocálica: cuaderno = cuaerno.

Conversión de la –b- en –g-: agüelu.

Uso de formas de primera persona del plural en algunas variedades del estilo: nuh.otrus palremus (en vez de ‘nusotrus palramus’, «nosotros hablamos»), cantemus, …

Contracción de la terminación -iera y similares en -iá y terminaciones análogas en algunas formas y palabras en el habla no enfática, como en algunas hablas andaluzas o murcianas: siquiá (por «siquiera»), tuviá (por «tuviera»), quisián (por «quisieran»),…

Al igual que en hablas meridionales como las andaluzas o murcianas, aparece alguna vez el uso en el pretérito imperfecto de subjuntivo de formas coincidentes con las del verbo sel en vez de las del verbo habel o tenel: Si h.uessin cantáu (si hubiesen cantado).

Uso ocasional del verbo tenel en lugar de habel para los tiempos compuestos sin concordancia del participio con el objeto: Le tenía h.echu una h.ienda ena punta.

Utilización de las formas pronominales reduplicadas ellus y ellus, muh.otrus y muh.otrus y vuh.otrus y vuh.otrus con sentido recíproco: Estaban palrandu ellus y ellus (estaban hablando entre ellos, estaban hablando unos con otros).

Formas en -uigu, -uiga para muchos verbos de infinitivo acabado en -uil, aunque la terminación -uil aparezca por pérdida de d intervocálica. Costruigu (construyo, de costruil), sacuiga (sacuda, de sacuil),…

Uso de la forma arcaica imus (o dimus) para decir «vamos».

Formación abundante de sustantivos derivados de verbos indicando acción o estado mediante los sufijos –aeru e -ieru: aburrieru, acabaeru, acarreaeru, ah.inaeru

Uso muy abundante y versátil de formas presentativas a las que se le pueden añadir pronombres enclíticos al final, después de lo que procede etimológicamente de adverbios de lugar: Velequí (o Velaquí) el hombri (he aquí el hombre), veleíilu o velahílu (helo allí, allí está), velequila o velaquila (hela aquí, aquí está).

Empleo abundante del adverbio de lugar pahí (ahí, por ahí) como una partícula de indeterminación (como también se hace por ejemplo en las hablas salmantinas): -¿Lo qué guardas en essi borsinu? -En él guardu cosas pahí (cualquier tipo de cosas).

Aspiración de la –s y –d final (lo que nos diferencia de los castellanos): Tomáh, pareh…

Conversión del final –ido por –íu: Garríu, comíu…

Y de la –ll por –y: Miyán, poyu, cayi…

Alteración de algunos pretéritos indefinidos en formas muy irregulares: como jidi, o jici, por hice.

Empleo de la conjunción disyuntiva –ora– como partícula exclamativa e, incluso, interrogativa: ¿No sabéih que la Chon ehtá preña?… ¡Ora!…

Uso de ciertos sufijos procedentes del astur-leonés: caso de asín, asina (por así).

O de prefijos innecesarios: como aluegu (por luego).

Y otras muchas que no puedo exponer, porque me extralimito.

Pero no sólo ocurre con el léxico, sino también con el nombre de objetos: por ejemplo, en Galicia y Asturias llaman “camaranchón” al pedrusco que soporta los hórreos, igual que en nuestro pueblo (aunque no haya ese recinto típico de allí, pero sí peñascos).

 

El uso escrito del habla norextremeña

En los primeros años del siglo XX se produjo el primer intento serio de escribir en extremeño, por el famoso poeta José María Gabriel y Galán. Nacido en Salamanca, pero que vivió la mayor parte de su vida en el norte de Cáceres (Guijo de Granadilla, junto al Alagón). Escribió algunas obras en una variante local del extremeño, sin olvidar su castellano.

 

Tabla 2

 

El Embargo (Gabriel y Galán)

 

Señol jues, pasi usté más alanti
y que entrin tos esos,
no le dé a usté ansia
no le dé a usté mieo…

Si venís antiayel a afligila
sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s’ha muerto!

¡Embargal, embargal los avíos,
que aquí no hay dinero:
lo he gastao en comías pa ella
y en boticas que no le sirvieron;
y eso que me quea,
porque no me dio tiempo a vendello,
ya me está sobrando,
ya me está gediendo!

Embargal esi sacho de pico,
y esas jocis clavás en el techo,
y esa segureja
y ese cacho e liendro…

¡Jerramientas, que no quedi una!
¿Ya pa qué las quiero?
Si tuviá que ganalo pa ella,
¡cualisquiá me quitaba a mí eso!
Pero ya no quio vel esi sacho,
ni esas jocis clavás en el techo,
ni esa segureja
ni ese cacho e liendro…

¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto
si alguno de ésos
es osao de tocali a esa cama
ondi ella s’ha muerto:
la camita ondi yo la he querío
cuando dambos estábamos güenos;
la camita ondi yo la he cuidiau,
la camita ondi estuvo su cuerpo
cuatro mesis vivo
y una nochi muerto!

¡Señol jues: que nenguno sea osao
de tocali a esa cama ni un pelo,
porque aquí lo jinco
delanti usté mesmo!

Lleváisoslo todu,
todu, menus eso,
que esas mantas tienin
suol de su cuerpo…
¡y me güelin, me güelin a ella
ca ves que las güelo!…

 

 

El Embargu (Montehermoso)

 

Señol jueh, pasi’uhteh máh alanti
y que entrin toh esuh,
no le dé a’uhteh ansia
no le dé a’uhteh mieu…

Si veníh antiayel a’fligilha
soh tumbu’a la puerta. ¡Peru ya s’ha muertu!

¡Embalgal, embalgal loh avíuh,
que’aquí no’hay dineru:
lo’he gahtau’en comíah pa’ella
y en boticah que no le silvierun;
y, esu que me quea,
porqui no me dio tiempu’a vendelhu,
¡ya m’ehtá sobrandu,
ya m’ehtá gediendu!

Embalgal esi sachu de picu,
y esah jocih claváh en’er techu,
y esa segureja
y ese cachu’e liendru…

¡Jerramientah, que no quei’una!
Ya, ¿paqué lah quieru?
Si tuviá que ganalhu pa’ella,
¡cualihquiá me quitaba’a mí esu!
Pero ya no quieu vel esi sachu,
ni’esah jocih claváh en’er techu,
ni’esa segureja
ni’esi cachu’e liendru…

¡Peru’a vel, señol jueh: cuidaítu
si’argunu d’ésuh
eh’osau de tocalhi a’esa cama
ondi’ella s’ha muertu:
la camita ondi yo la’he queríu
cuando dambuh estábamuh güenuh;

la camita ondi yo la’he cuidiau,
la camita ondi’estuvu su cuerpu
cuatru mesih vivu
y’una nochi muertu!

¡Señol jueh: que nengunu sea osau
de tocalhi a’esa cama ni’un pelu,
porque’aquí lo jincu
delanti’uhteh mehmu!

Lleváisuhlu todu,
todu, menuh esu,
qu’esah mantah tienin
suol der su cuerpu…
¡y me güelin, me güelin a’ella
ca veh que lah güelu!…

 

 

Después de eso, los localismos han sido la norma en los intentos de defender el extremeño, hasta el punto de que sólo algunos tratan hoy de revivir la lengua y hacer del noroeste de Extremadura una región bilingüe; mientras que la Junta de Extremadura y la de Castilla y León, así como el resto de instituciones oficiales estatales, consideran que la mejor solución es defender la extensión y enseñanza del castellano normativo en la zona. Esto, unido a los continuos intentos por denominar al medioextremeño y al bajoextremeño como ‘lengua’ –el castúo, término acuñado por el poeta de Guareña, Luis Chamizo– hacen todavía más difícil defender la verdadera lengua y más fácil el rechazo de la administración a la normalización y enseñanza del extremeño. A pesar de las cifras que hablan de cientos de miles de hablantes (200.000 «hablantes activos» según el Ethnologue), posiblemente sólo unos miles de hablantes, casi siempre mayores, todavía conserven los rasgos dialectales astur-leoneses y propios extremeños (excepto algunos comunes con las hablas meridionales, que tienden a conservarse y a gozar de buena salud), muchas veces en medio de diversos grados de castellanización.

 

Bibliografía

 

CUMMINS, John G. (1974): El habla de Coria y sus cercanías, Londres, Thames Books.

Diccionario General de la Lengua Asturiana (DGLA), 2014. Bajo la dirección de Xose Lluis García Arias. Editorial Prensa Asturiana.

GONZÁLVEZ GONZÁLEZ, Pablo et al. (1995): Primera Gramática Ehtremeña, Calzadilla: Ayuntamiento.

de SANDE BUSTAMANTE, María de las Mercedes (1997): El habla de Acehúche, Mérida: Asamblea de Extremadura.

HERREO UCEDA, Miguel (2013): “El nuestro palral”, Aceña, núm. 7. Pescueza (Cáceres)

IGLESIAS OVEJERO, Ángel (1982): El habla del Rebollar, Salamanca.

MONTERO CURIEL, Pilar (1997): El habla de Madroñera, Cáceres, Universidad de Extremadura.

QUIJADA GONZÁLEZ, Domingo: “Los apellidos de Montehermoso y su trasfondo histórico y demográfico”. XXXV Coloquios Históricos de Extremadura, 2006.

QUIJADA GONZÁLEZ, Domingo: “Dos Vírgenes singulares de Montehermoso, la de Valdefuentes y la Inmaculada”. XLIV Coloquios Históricos de Extremadura, 2015.

RAMOS INGELMO, Cándido (1973): Estudio lingüístico del habla de Piornal, Barcelona, Universidad de Barcelona (Facultad de Filosofía y Letras).

REQUEJO VICENTE, José María (1977): El habla de las Hurdes, Salamanca, Universidad.

VIUDAS CAMARASA, Antonio (1976): «El dialecto extremeño». Boletín de la Asociación Europea de Profesores de Español VII, número 15, págs.123-131.

VIUDAS CAMARASA, Antonio (1979): «Estudios sobre el dialecto extremeño», Alminar, II, página 15, Diputación Provincial de Badajoz. (Analiza la bibliografía existente sobre las hablas extremeñas (no sólo altoextremeñas) desde finales del siglo XIX en adelante).

VIUDAS CAMARASA, Antonio (1980): «La estima social del dialecto extremeño», Aguas Vivas, Año I, pág. Colegio de Doctores y Licenciados de Cáceres.

VIUDAS CAMARASA, Antonio (1980): Diccionario extremeño, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres. Tabla 1

 

 

Ene 042018
 

Domingo Quijada González.

 

Es habitual en España que se ensalce a ladrones, terroristas y asesinos. Sobre todo en el pasado, con el tema de los bandoleros. Pero también existen ejemplos recientes, dependiendo de qué personaje se trate.

Centrándonos en el tema de los malhechores, son múltiples los casos en que las leyendas y escritos que emanaban de ellas los encumbraban y mostraban como auténticos héroes, luchadores contra las injusticias y dadivosos con los pobres a costa de los acaudalados[1]. Todo ello, fruto de la leyenda, como ocurre con otros casos y épocas.

 

“La vida de un bandolero que robaba a los ricos para paliar el hambre de los pobres».

“Por dónde pasa Simón

el terrateniente tiembla,

y el hambriento lo bendice

porque alivia su miseria.

 

Simón “Jarero” le llaman

a ese bandolero audaz,

Extremadura lo admira

por su generosidad.

El trabuco de Simón

nunca se manchó de sangre,

el lo uso muy pocas veces

y sólo disparó al aire”.

 

Pero la historia demuestra que esa idea se hallaba muy alejada de la realidad: secuestraban pidiendo rescates, cobraban impuestos a los lugareños como auténticos mafiosos, atemorizaban a quienes osaban enfrentarse a ellos o hablaban con la autoridad, les exigían alimentos y refugio, etc.

Muchos de ellos surgieron tras diversos conflictos bélicos, cuando gente acostumbrada a la lucha armada prefería continuar con esa actividad antes que regresar a la penosa vida laboral; o porque se les perseguía por haber cometidos graves delitos, que llevaban aparejadas encarcelaciones o ajusticiamiento.

Sus inicios no son diferentes a los de otros muchos que se tiran al monte por diferentes cuestiones, desde porfías rurales rematadas a golpe de faca o trabuco, que obligan a vivir al margen de las leyes; hasta hijos del infortunio que huyen, hacia adelante, de la pobreza y la hambruna a la que el sistema de propiedad de la tierra les condena. Muchos se curtieron en la guerra contra los franceses, que les unió para siempre a una actividad de la que solo les rescató el doliente patíbulo; otros –o los mismos– lo hicieron años después, tras las “Guerras Carlistas”.

Los caminos para llegar al bandolerismo fueron muchos y no siempre coinciden con la visión romántica que autores imprimieron de ellos que, en algunos casos, mostraron unos grados de crueldad que nada tenían que ver con ese enfoque social y justiciero. Fueron un mal endémico y un auténtico drama para comerciantes, ganaderos, pastores, carboneros o viajeros que sufrieron la inseguridad, desolación y muerte que las partidas de bandoleros imponían en los caminos.

En la primera mitad del siglo XIX, sólo en la provincia de Cáceres, saltaron a la fama nombres como “Los muchachos de Santibáñez”, “Los hermanos Cuesta”, Melchor González o Merino.

 

Pero hoy nos vamos a centrar en otro de ellos, el extremeño Simón Jiménez (o Giménez) Alcón, más conocido como Simón Jarero. Según unos era natural de Zarza de Granadilla (Cáceres), de donde le viene el apodo: por la Sierra de la Jara. Otros se inclinan porque nació en La Alberca (Salamanca, cuyo Teatro lleva su nombre…), aunque no es cierto: su relación con ese pueblo salmantino se debía a la procedencia de un amigo y miembro de su cuadrilla. Incluso hay quien asevera que era de Montehermoso (Cáceres).

De él se han escrito numerosos trabajos (incluso libros) sin rigor científico, sino más bien basados en las leyendas (que tanta aceptación tienen entre el vulgo), según hemos expuesto antes. Se ha escenificado su vida y obra. Y se ha bautizado con su nombre un lugar de cultura como es un teatro por Ayuntamientos demócratas que tal vez ignoren que su ideología era la carlista, absolutista, con rasgos muy parecidos a los denominados hoy fascistas o totalitaristas…; sin contar los asaltos, secuestros, robos y asesinatos cometidos. A otros –caso de los citados “Hermanos Cuesta”– se les han dedicado calles en su pueblo natal (Torrecillas de la Tiesa).

 

Los antecedentes políticos

 

  1. El Liberalismo y la Primera Guerra Civil Carlista (1833-1840)Más que un pleito dinástico, fue un conflicto ideológico en el que los tradicionalistas (que eran ultraconservadores) luchan contra la revolución liberal. Conozcamos ambos bandos:
  • Acaudilla el movimiento tradicionalista, o carlista, Carlos Mª Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, que reivindica sus derechos dinásticos frente a su sobrina Isabel. Recordemos que Fernando deroga la Ley Sálica (que impedía a las mujeres acceder al trono) mediante la Pragmática Sanción.
  • El carlismo era partidario del realismo exaltado, del absolutismo y del Antiguo Régimen; del integrismo religioso y la defensa de los Fueros (con régimen jurídico y administrativo particular, como la exención del régimen fiscal ordinario y de las quintas, lo que atrae a navarros y vascos).
  • Un grupo importante de la sociedad urbana, y sobre todo rural, apoyó al bando carlista. Los que más apoyaron a éstos fueron los religiosos de las órdenes afectadas por las desamortizaciones liberales, una parte menos numerosa del clero secular, miembros no destacados del ejército, nobles provincianos (viejos hidalgos-propietarios) y parte del campesinado que sufría desde comienzos del siglo XIX un retroceso en sus condiciones de vida.
  • Isabelinos, o cristinos: seguidores de Isabel II y de su madre, María Cristina de Borbón. Pretendían liquidar el Antiguo Régimen y la implantación de un sistema político liberal (aunque con tendencias diversas).   2.- Extensión del conflicto (1835-37): se inician expediciones al sur del Ebro, donde se puso de manifiesto el escaso apoyo al carlismo, que no era capaz de cohesionar territorios, fracasando en la toma de Madrid y Bilbao (defendida por el general Espartero). Por cierto, en esta fase hubo sucesos en nuestra comarca.
  •          El final de la guerra significó el triunfo del liberalismo. Y lugares como Navarra y País Vasco, que conservaban sus Fueros a pesar de los Decretos de Nueva Planta, sufrieron la restricción foral.
  • 3.- Victoria liberal: ante la imposible victoria, el carlismo se dividió en facciones: una derecha intransigente, reacia a la rendición o pacto; y un sector moderado o transaccionista, que con Maroto a la cabeza firmó la Paz o Convenio de Vergara (1839); mientras otro general, Cabrera, continuó la Guerra en el Maestrazgo hasta 1840.
  • 1.- Etapa de iniciativa carlista (1833-35): el foco principal estuvo en el País Vasco y Navarra, pero hubo otros en Aragón, Cataluña, Valencia y las dos Castillas. Los liberales frenan a los carlistas en las ciudades: en una de ellas, Bilbao, murió el general carlista Zumalacárregui.
  • La guerra estalló el 1-X-1833, y finalizó en 1840. Se desarrolló sobre todo en dos áreas: el territorio vasco-navarro y el Maestrazgo, aunque las correrías afectaron a todo el país. Las fases fueron éstas:
  • b) Desarrollo y etapas de la guerra
  • La mayoría de la población defendió la legalidad vigente, pero destacaban en el bando isabelino la mayor parte de los cargos de la administración y de la burocracia provincial y municipal, los miembros del ejército, clases medias, financieros y comerciantes, los de profesiones liberales, alta nobleza, gran parte del clero secular y la mayoría de los sectores populares.

El carlismo perdió fuerza en 1840, pero no desapareció y esporádicamente rebrotaría, obstaculizando la política del reinado de Isabel II.

 

  1. En 1846 surge la 2ª Guerra Carlista (1846-1849) cuando el hijo de Carlos María Isidro, Carlos Luis de Borbón y Braganza pretende contraer matrimonio con la adolescente Isabel II.Los carlistas o montemolinistas intentan romper el acuerdo pactado, y muchas de esas partidas vuelven o intensifican sus hechos delictivos. Aunque sólo hemos hallado una crónica de esa etapa que relacione a Jarero con los Carlistas: concretamente la de El Clamor público (Madrid). 13/5/1847, página 2, que veremos después.
  2. Y es en esta fase cuando entra en acción El Jarero y su cuadrilla que, por los datos emanados de las crónicas periodísticas que vamos a ver, pertenecían al bando carlista: que tuvo muchos seguidores en la tierra de Plasencia y su entorno, encabezados por su propio obispo (Cipriano Sánchez Varela), así como en la comarca de Coria.
  3. Habrá una 3ª Guerra Carlista (1872-1876) cuando Carlos VII (Carlos de Borbón y Austria-Este reclama el reino a Alfonso XII). Pero ésa no afectó al tema que tratamos hoy.Veamos lo que dicen los periódicos madrileños existentes en la Biblioteca Nacional acerca de los hechos que estamos analizando hoy:El Heraldo (Madrid). 22/4/1847, página 4.Dicen de Plasencia con fecha 16 del actual: «En esta mañana y hora de las nueve entró montado a caballo un malhechor llamado Mateo, compañero de Simón (a) el Jarero, en el inmediato pueblo de Valdeobispo, y apeándose y dejando el caballo en un cercado que se halla en el mismo, se dirigió hacia varias mujeres con intención de burlarse de ellas, principalmente a una que se hallaba en cama recién parida. A las voces de las mujeres salieron algunos hombres a dar cuenta al alcalde, mas este se hallaba ausente: como se observase por el Mateo que el pueblo estaba alborotado, se salió a pie, y aunque los vecinos vieron que con el trabuco que llevaba amenazaba a quienes se le presentaban, se decidieron cuatro o cinco buscarle y ver si podían prenderle, pues le conocieron; y habiéndolo buscado, le halló uno que se asomó a pared de un cercado, tendido, quien al momento echó mano al trabuco para defenderse. En el momento se echó sobre el vecino, y con una navaja le dio la muerte antes que el ladrón se la diera a él y a otras dos que llegaban por otro lado: se ha formado la correspondiente sumaria.La misma noticia es publicada por El Español (Madrid). 12/5/1847, n.º 884, página 1; y El Espectador (Madrid), 13/5/1847, página 3.El Clamor público (Madrid). 13/5/1847, página 2.
  4. —MUERTE DE UN FORAJIDO.—

Existe indudablemente un plan de alzamiento montemolinista en el valle de Tornavacas, Vera de Plasencia y valle del Tiétar, incluso el Campo Arañuelo. Estaba combinado con el de Calvente en las sierras de Ávila y con el de Peña García (Portugal) por un antiguo y desacreditado partidario de don Carlos. El alzamiento debió efectuarse a principios de abril, y para ello vino a Majadas a la sazón el jefe que debía ser, con otros seis oficiales de reputación todos en la pasada lucha por sus atrocidades en la Mancha. El alzamiento empero se frustró, porque el comisario de Plasencia salió inmediatamente en seguimiento de los cabecillas hasta fuera de su distrito, sin poderles dar alcance por la delantera que le llevaban de dos días; pero a su regreso puso presos a disposición del juzgado competente muchos de los espías, encubridores y guías, muy convictos y algunos confesos.

Con este plan vasto tiene relación una terrible y numerosa partida de latro-facciosos, parte ya echados al monte y parte que permanecen en sus casas esperando la ocasión oportuna. En los primeros se halla el jefe Simón Jiménez (a) Jarero, con tres forajidos que tienen de tributarios suyos desde el año 40 todos los pueblos adyacentes a los montes de Cáparra y río Alagón[2].

De los segundos se cuentan hasta 15 ó 20 entre la sierra de Francia en la provincia de Salamanca, las Jurdes y este partido de Granadilla, con no pocos del de Plasencia. Las hazañas y conducta del Jarero son admirables. Robando a todo el país, todos le encubren y protegen mientras que entreteniendo a las autoridades superiores con solicitudes de indulto y grandes ofertas forma una riqueza que toca ya en la opulencia.

En esta partida de latro-facciosos[3] él es el alma. Sus subordinados robarían a todo el mundo, cuando viese la alarma después de recogido el fruto, entregaría o asesinaría a los malhechores ejecutores, y se lavaría las manos haciendo méritos para el indulto[4], si es que antes no se-presenta ocasión de que, según sus esperanzas, venzan los montemolinistas y por sus méritos éstos le indulten. Pero no contaba el Jarero que tiene una autoridad muy activa y resuelta que le sigue muy de cerca. Este es el comisario de Plasencia, que acaba de someter a este juzgado de Granadilla cinco latro-facciosos de las Jurdes y Aceituna con sus armas, y anteayer 6 salió con cuatro guardias civiles[5] de caballería recorriendo los montes de la Nava en busca de los cuatro: Jarero, Chiclanas, Cubín y Castillo, que andaban por aquellas inmediaciones y alcanzó y mató por resistírsele al Manuel Morales (á) Castillo. E1 comisario no cree al Jarero y hace muy bien. La muerte del Castillo, apodo muy adecuado a su humanidad y fuerzas, es justo castigo de un atrocísimo asesinato, en que cooperó en el pueblo de Montehermoso, y se cometió en un anciano respetable con 27 puñaladas todas mortales: por su fuga le reclama el juzgado de Plasencia en el Boletín oficial de la provincia.

 

Detención, encarcelamiento y fuga de Jarero

 

En ese contexto histórico, fueron detenidos el Jarero y su banda, y encarcelados en Cáceres. Dicha acción fue protagonizada por el comisario de policía del distrito de Plasencia, don Nicolás Pérez de Tocino, que los envía a la cárcel de Cáceres. Sin embargo, por causas desconocidas (aunque culparán al propio directos del penal), se fugan de la misma la noche del 7 de marzo de 1849. Se inicia la persecución de los mismos, como vemos en la prensa del momento:

 

El Clamor público. 14/3/1849, página 2.

EXTREMADURA. El día 11 del actual no había sido aún capturado ninguno de los once presos que se fugaron en la noche del 7 de la cárcel de Cáceres. Todas las diligencias practicadas para saber su paradero habían sido infructuosas, lo que tenía en gran pena y sobresalto a muchas familias que deben temer las venganzas de algunos de los fugados. Nuestro corresponsal se expresa en estos términos: «Todavía no ha podido traslucirse cómo el funestamente célebre Simón Jarero, que era el terror[6] de todos los pueblos en la derecha del Tajo, se ha fugado de la cárcel de esta audiencia con sus compañeros, teniendo para ello que violentar hasta ocho puertas. Lo que pueda haber sucedido para preparar y para llevará efecto su fuga de la cárcel en que se hallaban, y a la cual habían sido trasladados; para afianzar más su seguridad, se halla encubierto en el misterio, y acaso no pueda nunca llegarse a averiguar. La autoridad sigue instruyendo él oportuno sumario, y tiene preso y asegurado al alcalde de la cárcel, encargado de su custodia. Los males que puedan ocasionar en la provincia estos once presos fugados, no hay necesidad de encarecerlos y encomiarlos. Ya continúen juntos, ya se hayan separado, los desastres que ocasionen tienen que ser graves, tan graves y de tanta intensidad e influencia, como extraordinaria ha sido también la alarma general que su excarcelación ha difundido.

Esto es lo único que faltaba en una provincia, agobiada con tantos pechos y tributos, amenazada por la frontera de Portugal y por la de la Mancha con facciones montemolinistas, que dificultan sus relaciones agrícolas y comerciales y que ponen a saco su riqueza; y que mira con dolor por la falta de la lluvia, disipadas sus esperanzas agostadas y secas sus mieses en el mes de marzo, interrumpidas sus faenas y labores del campo, escuálida y casi exánime su granjería, y sin los elementos y los recursos que son necesarios para poder atravesar-el sombrío porvenir que se presenta».

 

El Observador (Madrid). 15/3/1849, n.º 355, página 1. Publica lo mismo

 

El Católico (Madrid). 9/8/1849, página 7.

EXTREMADURA.— CÁCERES 4 de agosto.—

Anteayer por la larde salieron algunas fuerzas de infantería de las que guarnecen esta capital. Tomaron desde luego la dirección del Casar, desde donde se ha sabido que pasaron a Garrovillas y desde allí á Portaje, que se halla a la derecha del Tajo. Noventa y tantos hombres, con la correspondiente dotación de oficiales, han tocado en este último punto, y todavía no se sabe ni se ha podido traslucir hacia dónde y con qué objeto se podrán dirigir desde allí. Si llevan por objeto la persecución y exterminio de la cuadrilla de malhechores que se ha organizado por aquella parte de la provincia bajo el mando y funesta dirección del tristemente célebre Simón Jarero, uno de los presos que se fugaron de la cárcel de esta audiencia territorial, aplaudiremos tan buena medida y daremos gracias muy cumplidas a las autoridades provinciales por el celo y por el interés que despliegan en favor de sus administrados; y todavía las aplaudiremos más, y nuestras gracias serán más sinceras, si su objeto se llega a realizar. Según dicen algunos trajineros que han tenido la desgracia de caer en las garras de tan terribles forajidos, parece que no puede ser más oportuna su persecución, por la división e incomodidad que advirtieron entre ellos mismos; y que se pudiera concluir inmediatamente y aun sin grandes sacrificios, con toda la cuadrilla, siempre que las autoridades y los jefes de la tropa tuviesen todo el tino que es necesario para explotar aquel germen de desunión y el principio de escisión y de rompimiento con que se encuentran.

 

La misma noticia se publica en La Época (Madrid). 9/8/1849, n.º 113, página 3. Así como en El Observador (Madrid). 10/8/1849, n.º 463, página 1. Y El Popular (Madrid). 13/8/1849, pág. 2.

 

La Época (Madrid). 17/8/1849, n.º 120, página 3.

De Cáceres nos ruegan desmintamos las noticias dadas por varios periódicos de grandes excesos cometidos por los presos que se fugaron de aquellas cárceles. Algunos han sido capturados, otros abandonaron aquel suelo, merced a una activa persecución, y sólo quedaba el Jarero, a quien se buscaba sin descanso.

 

Fin de las andanzas de Simón Jarero

 

En los últimos días de agosto de 1849 muere Simón Jiménez, Jarero. Se ignoran los hechos con precisión, por lo que volvemos a recurrir a la prensa del momento.

 

El Heraldo (Madrid). 26/8/1849, página 3.

Pues bien, hoy puedo asegurar a Vds., refiriéndome a personas que conocen bien aquel país, que viven allí, y que allí tienen grandes relaciones, que la cuadrilla se halla disuelta, y que ha sido exterminada completamente. Por supuesto que el cabecilla Jarero ha sucumbido, inclinándose aquellas personas a creerlo así por el mucho tiempo que trascurre sin que trasluzca su paradero; y por la facilidad además con que se aprestan hoy a descubrir y a revelar a la autoridad sus guaridas y la dirección que han tomado, lo mismo los pastores que los labradores, hortelanos y demás que habitan en el campo.

En lo que no están de acuerdo es en si ha muerto de un trabucazo a manos de su compañero el Resmellado, otro de los que se fugaron de la cárcel de corte de esta capital (Cáceres), o si ha concluido con él un vecino de Montehermoso que le tenía buenas ganas, y que parece que para ello estaba de acuerdo con el Resmellado[7].

Pero sea de la una o de la otra manera, y a manos de ese o da aquel, lo cierto es que ha desaparecido, y que a juicio de sus habitantes del país ha muerto, que la cuadrilla se ha deshecho, que uno de los que a ella correspondían recibió dos balazos a la salida del pueblo de Aceituna, y después fue preso por los civiles en medio de un monte, y que el Resmellado ha huido, y se presume ha trasladado el teatro de sus iniquidades a la parte izquierda del Tajo. Que no se duerman las autoridades, y tantos y tantos como hay encargados en la protección y seguridad pública, a quienes sirva esto de aviso.

 

Lo mismo publica El Observador (Madrid). 27/8/1849, n.º 477, página 1.

 

El Observador (Madrid). 17/9/1849, nº 495, página 1.

Recuerdo muy bien haber dicho a vds. en aquella fecha que el Resmellado, uno de los que más figuraban en la cuadrilla de Jarero, y de los que se habían fugado de la cárcel de Corte de esta capital, había huido de aquel país, y que se presumía hubiera trasladado el teatro de sus rapiñas o iniquidades a la parte izquierda del Tajo, con cuyo motivo deberían vivir las autoridades muy sobra aviso. Y can este aviso, y aun sin él, esa gavilla, que todavía se ignora quién la capitanea, pero que deberá ser el mismo Resmellado, no se hubiera llegado nunca a organizar, y nunca habría llegado a tener nueve hombres a caballo como desde luego ha presentado si la fuerza de la guardia civil y demás que sostiene la nación se retirase de las poblaciones para vigilar y afianzar en los caminos la seguridad pública y personal, o cuanto menos si alternara y distribuyera su servicio entre las poblaciones y los campos. Mucho ha de tardar la disolución de esta cuadrilla si desde luego no te destinan en su persecución fuerzas bastantes y no se procura interesar a los pueblos para que contribuyan a este fin con cuanto esté de su parte, armándolos, municionándolos y poniéndoles al abrigo da cualquier acontecimiento por parte de los ladrones, y especialmente a los pueblos pequeños. Se nos ha venido el otoño encima con un tiempo templado, y con unas aguas templadas también y seguidas, que hacen presagiar muy bien para la granjería, para labor y para toda clase de arbolado. Únicamente el fruto de bellota puede que llegue a padecer algo con las aguas y con el temporal, criando lo que se llama melocilla, que facilita su caída y que impide su aprovechamiento para el ganado; pero en cambio los campos, vestirán con anticipación y asegurando al ganado mayor y menor el invierno por este medio, y los frutos que hay qua recolectar y toda clase de plantas y arbolado mejorarán considerablemente.

 

Si recurrimos a la leyenda que se forjó en torno a él (en la que preferimos no entrar, por lo adulterada y subjetivada que está), finaliza con la muerte del bandido a manos de sus propios compañeros y del entierro de Simón en el paraje o dehesa de La Atalaya (Montehermoso), en las inmediaciones del arroyo Casillas, hoy llamado el arroyo de Simón Jarero.

 

Para finalizar, exponemos la opinión de dos historiadores –doctores– expertos en el tema:

 

Juan Pedro Recio Cuesta (Cronista Oficial de Tornavacas): Entre la anécdota y el olvido, la 1ª Guerra Carlista en Extremadura. Colección Luis Hernando de Larramendi. Editorial: Editorial Actas, 2015

 

“Si tenemos en cuenta los datos recopilados sobre Simón Jarero, principalmente también procedentes de la consulta en la Hemeroteca de la BNE, tan sólo uno, de 1847, lo relaciona con el bando carlista (en el marco de lo que sería la Segunda Guerra carlista, entre 1846-1849). El del Jarero, bajo mi punto de vista, es uno de los muchos casos confusos, ya que se movió en la dinámica general del bandolerismo puro y duro, pero también aprovechó las guerras carlistas (1833-1840 y 1846-1849) como pretexto para seguir con sus correrías. Ni las mismas autoridades sabían si era bandolero o carlista, y mi opinión personal, tras lo visto y leído, es que no se trató de un carlista al uso, sino un simple bandolero que se aprovechó de las circunstancias históricas para ejecutar sus tropelías sin tener una motivación, política o ideológica, alguna”.

 

Fernando Flores del Manzano (Cronista Oficial de Cabezuela del Valle): El bandolerismo en Extremadura, Universitas Editorial, Badajoz, 1992.

 

La estampa del bandolero extremeño resulta cruda, sin ropajes ni adornos que lo descentren de lo que en verdad es un criminal sin ambages, un bandido auténtico.

El bandolero extremeño se nos ofrece más bien como el resultado de una serie de circunstancias convergentes de índole diversa: política, socioeconómica, ambiental, etc.

Aprovechando los conflictos políticos (muchos surgen cuando la Guerra de Independencia), es más que probable que sujetos pocos escrupulosos enrolados en la guerrilla –ante la idea de enrolarse en una vida cotidiana de escaso futuro– prefiriesen prolonga –ahora al margen de la Ley– un sistema que tantas compensaciones les deparaba: vida fácil, libertinajes, venganzas y mucho dinero… El bandolerismo debió perfilarse como una cómoda salida para muchos desharrapados guerrilleros.

En cuanto al perfil humano del bandolero extremeño podríamos caracterizarlo:

  • Baja extracción social.
  • Carencia de educación y rudeza de modales.
  • Medianamente disciplinado, pues con frecuencia ha pertenecido al ejército, aunque sólo sea como guerrillero.
  • Historial delictivo y experimentado en cárceles antes de integrarse en las cuadrillas.
  • Ambición ilimitada: quiere salir del entorno miserable a costa de lo que sea.
  • Falto de escrúpulos y sensibilidad, sanguinario, cruel.
  • Carente de generosidad y estímulos políticos.

 

  • Normalmente, quienes les ayudaban lo hacían movidos por razones económicas, tal vez por temor, y algunos por simpatía.

Apéndice fotográfico

Fig 1. Dibujo del siglo XIX

Fig 2. Pintura de un enfrentamiento con una partida de bandoleros

 

 

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Fig 3. Recreación de una pareja de bandoleros

Fig 4. Montehermoso. La Atalaya desde el castillo

Bibliografía

[1] SÁNCHEZ LÓPEZ, Paquita: Simón Giménez Alcón, el bandolero Extremeño. 2015

[2] En este apartado se refleja bien que, aunque cesó la Primera Guerra Carlista, Jarero y otros permanecen en el monte subyugando a los pueblos de su entorno.

 

[3] Para el periodista no existen dudas: le aplica el calificativo de latro-faccioso

 

[4] Como leemos, no dudaban a asesinar a compañeros, sobre los que hace recaer el delito.para acogerse a los posibles indultos.

 

[5] Por primera vez aparece ya recorriendo los campos extremeño el benemérito cuerpo de la Guardia Civil, fundado con este fin –y otros– el 13 de mayo de 1844. A partir entonces y gradualmente, el bandolerismo irá desapareciendo.

 

[6] Esta expresión contradice la opinión romántica de sus defensores…

[7] Como en casos anteriores, ahora es él quien es ejecutado por miembros de su propia banda para que, como en los ejemplos anteriores, puedan acogerse a los indultos. O por diferencias entre ellos.

Dic 202016
 

Domingo Quijada González.

 

Introducción

 

La superstición y la magia han estado siempre muy arraigadas entre los españoles, sobre todo durante los siglos XVI y XVII. En la Península, a las supersticiones de los pueblos primitivos, romanos y godos, se unieron las de judíos y moriscos, además de las milenarias del pueblo gitano, fundiéndose con el dogma católico y generando una religión que podríamos considerar paralela entre el pueblo, que continuó manteniéndola viva a pesar de la condena de la Iglesia. La incultura, situación política y económica favorecían el cultivo.

En todos los tiempos ha habido varones y mujeres que decían tener poderes y practicar la magia. Desde sacerdotes hasta emperadores adoptaban el título de magos. Había funcionarios estatales que trabajaban de adivinos o augures y se dedicaban a predecir quién sería el vencedor en la batalla. Eran los magos. La brujería, en cambio, ejercida por gente de menor nivel cultural y económico, era vista como un subproducto de la magia. La gente recurría a los brujos y brujas para ahuyentar la mala suerte o mejorar las cosechas. En el fondo, era una brujería benéfica.

Mientras la magia fue una ceremonia practicada en la corte papal o real por los llamados nigromantes, que utilizaban el conjuro para el control de los demonios, los poderosos magos eran del sexo masculino. Pero cuando los teólogos escolásticos condenaron estas prácticas al sostener que, si los demonios proporcionaban servicios al mago, era porque esperaban algo a cambio, fue cuando el mago-señor se transformó en bruja-servil, el sexo del malhechor cambió y los brujos se convirtieron en su gran mayoría en mujeres.

Pero, antes de continuar, hemos de aclarar que la distinción principal entre brujería y hechicería es que en esta última no existe un pacto con el diablo. Así, mientras que la brujería utiliza hierbas, ungüentos y alucinógenos para producir sugestión en sus víctimas, la hechicería usa herramientas concretas y palpables (el demonio queda al margen).

La superstición fue uno de los servicios más solicitados para solventar los problemas que acuciaban la vida diaria de los colectivos sociales. Durante todas las fases históricas.

Pero sería el siglo XVII, el del Barroco por antonomasia, aquella España que veía el comienzo de su declive hegemónico bajo el cetro los Austrias, cuando la superstición alcanzaría un grado tal de inserción en la sociedad que en todos los estratos, desde el hombre más humilde al noble más laureado –salvo excepciones, que las hubo–, creían en la intervención de lo sobrenatural en sucesos de diversa índole e incluso en el devenir de la vida cotidiana. Sustituye al ardiente misticismo y la fiebre teológica que protagonizaron el XVI. La España de los Austrias sufrió grandes crisis de ideales y una relajación moral y en las costumbres propicias para desarrollar creencias supersticiosas, prácticas que alcanzaron a todos los campos: el pensamiento, las artes y las mismas costumbres.

Hechiceros, brujas, nigromantes y adivinos estaban a la orden del día; y gentes de rancio abolengo creían a pies juntillas en sortilegios y agüeros, acudiendo a que les adivinasen el porvenir o a pedir ayuda para todo tipo de problemas: mal de amores, envidias, obtener éxito y dinero… Esta ciencia alcanzó tanta notoriedad que incluso algunos nobles se permitieron el lujo de tener astrólogo propio que elaborase su horóscopo personal. Se creía en el influjo de los astros sobre los hombres, los cuales nacían con buena o mala estrella, dependiendo del signo zodiacal que les influyese; existían días fastos, favorables para todo, y nefastos, adversos para aventurarse a realizar cualquier cosa. Pero la Inquisición intervendrá muy pronto.

La verdad es que esa mentalidad no ha desaparecido en la actualidad y la práctica del tarot, signos zodiacales, videntes, etc., proliferan en la vida pública y en los medios sociales.

Centrándonos en nuestra Comunidad, Extremadura es de las últimas zonas de la península cuyos elementos folclóricos de índole fantásticos han sido estudiados. Pero, gradualmente, el material se va incrementado gracias a la aportación de diversos autores, desde distintos enfoques: desde la visión centrada en lo paranormal de Iker Jiménez, hasta historiadores como Isabel Testón, Ángeles Hernández, Fernando Flores del Manzano, Félix Barroso… Y, especialmente, Fermín Mayorga[1], que hace un repaso por casi toda Extremadura del tema. Aunque ya Publio Hurtado mencionó a principios del siglo XX algunos mitos.

Hace poco encontramos en el Archivo Histórico Nacional un Expediente de la Inquisición (Legajo 1.987, Número 22), que nos ha servido para realizar este trabajo.

 

Exposición y análisis de la ponencia

 

Encausada: Isabel Gómez Yusta, mujer de Lorenzo Muñoz, vecina de Navalmoral en el obispado de Plasencia, de edad de treinta años[2].

Fecha de los autos: entre marzo de 1625 y 10 de noviembre de 1626.

Testigos: 15, siete de ellos varones.

Lugar del Auto de Fe: Llerena.

 

Caso nº 1[3]

Lugar: Trujillo (a donde había ido la inculpada)[4].

Testigos: seis.

Paciente: una mujer casada.

Padecimiento: “mala de hechizos”.

Objetos utilizados: un barreño con agua, dos velas encendidas, un crucifijo, un muñeco de cera figura de mujer, con alfileres por las coyunturas y una lumbre; un arco de mimbre con nueve candelillas, un cordel, un cedazo, unas piedras y unas tijeras.

Método aplicado: echar el muñeco en el barreño, extraerlo y arrojarlo a la lumbre. Pasar a la mujer por el aro de mimbre, golpear las piedras, hincar las tijeras en el cedazo y decir un conjuro: “conjúrote cedazo con tijeras y con diablos, y con la gracia del Espíritu Santo y de fulano…; si es verdad lo que te quiero preguntar, da una vuelta hacia la mano derecha y luego hacia la izquierda”. Más otras palabras que no pudo percibir.

Resultado: tras ser quemado el muñeco, la enferma mejoró…

Conclusión: práctica mixta de vudú y conjuros.

 

Caso nº 2[5]

Lugar: se ignora (no se expone). Tampoco la fecha.

Testigos: uno.

Paciente: un testigo…

Padecimiento: desea un remedio para tener más memoria…

Objetos utilizados: unos polvos colorados y una oración o conjuro escrito en un papel.

Método aplicado: decir el conjuro a las nueve de la noche, tres días seguidos: “conjuro de estrella la más linda y bella que en el cielo estas, conjúrote con una, con dos, con tres, con cuatro, con cinco, con seis, con siete, con ocho, con nueve, estas nueves estrellas os juntaréis y por la mar salada pasaréis y en el Monte Olivete entraréis, y de la mimbre de amor tres varas cortaréis y en la muela de Satanás la aguzaréis y en la de Barrabás las amolaréis y buena sabiduría me traeréis”.

Resultado: la hechicera asevera que “en razón de estudios esto era bueno”…

Conclusión: práctica mixta de magia blanca, hechizo y conjuro.

 

Caso nº 3[6]

Lugar: Trujillo. Dos años después del hecho anterior.

Testigos: ocho.

Paciente: un hombre que estaba enfermo.

Padecimiento: no se expresa (suponemos que similar al caso primero, por los objetos y métodos aplicados).

Objetos utilizados, parecidos a los expuestos antes: un barreño con agua, dos velas (una bendita), un muñeco de cera figura de hombre y una lumbre; un cordel, un cedazo, unas piedras y unas tijeras.

Método aplicado: parecido al caso nº 1, aunque no se cita lo del arco de mimbre ni el conjuro.

Resultado: Se ignora, aunque la protagonista dice al quemar el muñeco que “en aquello estaba el daño del enfermo”.

Conclusión: práctica típica de vudú.

 

Caso nº 4[7]

Lugar: se ignora. Sólo menciona una ermita.

Testigos: uno.

Paciente: no se aclara muy bien, pero después se habla de la “salud de la enferma”.

Padecimiento: no se expresa (suponemos que estaba hechizada, porque el tribunal la acusa de “dar culto al demonio”…).

Objetos utilizados: ninguno

Método aplicado: “otro día había llamado una persona que era uno de los testigos para que se fuese con ella a una ermita y habiendo ido se apartó de la dicha persona por más de tres horas y cuando volvió había venido descolorida y había oído un golpe como que le habían dado una bofetada de que cayó en el suelo y que la rea había dicho a la persona que iba con ella que callase y no dijese nada”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica de brujería.

 

Lo anterior motivó que “en diecisiete de Febrero de 1626 fue votada a prisión en cárceles secretas so secuestro de bienes y estando en ellas se tuvo con ella la primera audiencia en 3 de marzo (de 1626, suponemos que en el Tribunal del Santo Oficio de Llerena) y con juramento habiéndolo pedido de su voluntad dijo haberla pedido para decirmás asuntos (tal vez para justificarse o hacer recaer la culpabilidad en otros):

 

Caso nº 5[8]

Lugar: Casatejada.

Testigos: uno, ya difunto (su tía), que se convierte en la hechicera del caso.

Paciente: la protagonista.

Padecimiento: era rechazada por su marido.

Objetos utilizados: ninguno

Método aplicado: “la cual le respondió que saliese de noche donde viese el norte y dijese conjuro de estrella la más linda y bella que en el cielo estás yo te conjuro con uno, con dos, con tres, con cuatro, con cinco, con seis, con siete, con ocho, con nueve y estas nueve estrellas os juntaréis, y por la mar salada pasaréis, y en el Monte Olivete entraréis, y de la mimbre del amor tres varas cortaréis y en la muela de Satanás las aguzaréis y en la de Barrabás las amolaréis y en el corazón de Lorenzo Muñoz las enclavaréis; que ni coma, ni beba, ni sosiego tenga hasta que conmigo venga; y que había ido las referidas nueve noches con deseo de que viniese el dicho su marido mirando al cielo porque no conocía al norte, unas noches en anocheciendo y otras cuando se quería acostar”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica mixta de conjuro (repite parte del Caso nº 2) y “magia negra”.

 

Caso nº 6[9]

Lugar: Trujillo.

Testigos: no menciona ninguno.

Paciente: un letrado, para tener buena memoria.

Padecimiento: falta de memoria…

Objetos utilizados: como reitera que haga lo referido en el caso anterior (nº 2), suponemos que unos polvos colorados y una oración o conjuro escrito en un papel.

Método aplicado: que hiciese el dicho conjuro que había referido, “conjuro de estrella la más linda y bella que en el cielo estas, conjúrote con una, con dos, con tres,…”.

Resultado: Se ignora. “El dicho letrado le dijo que sí haría, aunque no sabía si lo había puesto en ejecución o no”.

Conclusión: práctica mixta de magia blanca, hechizo y conjuro.

 

Caso nº 7[10] (con tres versiones)

Lugar: suponemos que Trujillo, pues dice que “la rea estaba en la dicha ciudad”, y antes sucedió en esa localidad cacereña. Además, luego lo reitera y aclara (ya utiliza la palabra “rea”, prueba de que ha sido condenada).

Testigos: no menciona ninguno. Pero más adelante afirma que estuvo un muchacho joven.

Paciente: “una mujer casada”…

Padecimiento: “decían estaba ligada”…

Objetos utilizados: aceites. En la segunda y tercera versión usa baño de agua, muñeco de cera, velas, alfileres, arco de mimbre, fuego, etc. Incluso vino, según las versiones.

Método aplicado: “para curarla en ocho días que allí estuvo la había untado con unos aceites y bendiciéndola y haciéndola cruces le había dicho Jesucristo nació, Jesucristo murió, Jesucristo resucitó, así Señor mío Jesucristo como estas palabras son buenas y verdaderas y como así lo creo seáis Jesucristo de curar y sanar esta enfermedad que no crezca no prevalezca en dolor ni en calor”.

Resultado: Se ignora. En la tercera versión llega a decir que “ni siquiera sabía si estaba ligada o no, ni sabía cómo se ligaban y desligaban”… Aunque ella confiaba: “diciendo que con aquello la había de quedar sana”.

Conclusión: práctica mixta de hechicería, magia blanca y conjuro.

 

Al final del asunto anterior asevera que “dijo ser cristiana vieja e hijadalgo y no sabía ni presumía porque fuese presa”. Posiblemente para que no la tengan por bruja o hechicera. Y más adelante asegura “que no era hechicera ni nigromántica, ni invocadora de demonios”. Y repite que utilizó el método del Caso nº 2: barreño con agua, velas, muñeco de cera, etc.

 

Y vuelve a repetir el caso anterior, pero con otra versión: “en otra audiencia dijo que cuando estuvo en la dicha ciudad de Trujillo a curar a la dicha mujer había hecho un muñeco de cera y la había puesto cuatro o cinco alfileres por el cuerpo y echado en un baño de agua y les había dicho a las personas que estaban presentes que mirasen en el dicho muñeco el mal que tenía la dicha enferma, y las dichas personas lo echaron en el fuego”.

Se defiende diciendo que “la verdad era que ella no sabía lo que le hacía ni estaba en su juicio entonces porque le habían dado a beber mucho vino”.

Y reiterara el caso anterior, pero con otra versión (similar a otros vistos): “la verdad era que estando curando a la dicha mujer se entró en un aposento a media noche y con ella otra persona que nombró muchacho de poca edad y que había pedido que le diesen dos velas de cera sin decir si habían de ser benditas o no y un barreñón de agua, y que habiéndoselo llevado la rea bebió mucho de un jarro de vino, y tenía tres piedras que el día antes había cogido de la calle y las había tirado por el dicho aposento, y había tomado el dicho muñeco de cera que había hecho y lo había echado en el dicho barreñón de agua, de donde lo habían sacado y quemado, y que también había hecho un aro de mimbres y puesto en él nueve candelillas (flores de planta o cera de la misma) y salvaba con él por delante y por detrás la enferma muchas veces”.

 

Caso nº 8[11] (con dos versiones)

Lugar: Trujillo, aunque no la cita (“estando después de esto otra vez en la dicha ciudad”.

Testigos: dos persona, que nombró.

Paciente: un hombre.

Padecimiento: “que decían estaba enfermo de los mismos hechizos”.

Objetos utilizados: un cordel, piedras, muñeco de cera y baño de agua.

Método aplicado: “había entrado en un aposento una noche… y que había hecho otro muñeco de cera y había tomado un cordel y unas piedras haciendo ruido con ellas y había dado a entender que el dicho muñeco había caído del cordel en un baño de agua que allí tenía y que en él se parecía el mal del enfermo”. Pero

Resultado: Se ignora. Ella sólo dice que “la verdad era que ella no lo sabía, sino que todo era para dar a entender que sabía que tenía hechizos y que cuando hacía esto estaba harta de vino, lo cual habían enseñadole a la rea la dicha mujer que tiene nombrada de Casatejada, y lo demás otro hombre de su tierra que andaba haciendo curas”.

Conclusión: práctica mixta de vudú y hechizo.

 

A continuación se le da traslado y letrado que la defendiese. Se recibe la causa a prueba el 4 de abril. Como parece que está enferma, la visita el médico y la llevan a hospital del Espíritu Santo (uno de los que había entonces en Llerena).

Mientras se cura, lo ratifican los testigos. Y el 22 de mayo se lo dieron en publicación respondiendo a ello con juramento con esta otra versión (o matización): “dijo ser verdad de la manera que lo tenía antes confesado; y también que, cuando se entró en el dicho aposento con las velas, crucifijo y agua también puso en el cordel que ha declarado unas tijeras en un cedazo hincadas y dijo estas palabras, conjúrote cedazo con tijeras y con diablos y con la gracia del Espíritu Santo y de fulano (nombrando el nombre que le decían) si es verdad lo que te quiero preguntar da una vuelta hacia la mano derecha, y que el cedazo debía de dar la vuelta la mano derecha y luego hacia la izquierda[12].

 

Aclaran que “esto sería por menear la rea dos dedos que tenía puestos en las tijeras que estaban puestas sobre el mismo cedazo, y era fácil de menearse con cualquier movimiento que se hiciese. Todo lo cual hacía para dar a entender que lo sabía, pero que no lo hacía con intento de que el diablo interviniese en ello, sino para dar a entender que lo sabía como dicho tiene”. Mientras ella vuelve a defenderse (de acuerdo con su abogado) diciendo “que tenía dicho la verdad, y que lo que había hecho había sido no sintiendo mal de Nuestra Santa Fe, siendo todo embuste y mentira para dar a entender sabía hacer algunas curas de que le pudiese resultar algún interés. Y estaba muy arrepentida y protestaba la enmienda, y pidió se usase con ella de misericordia”.

 

Sentencia[13]

 

Y en 26 de mayo concluyó definitivamente. Y en 8 de agosto, visto en consulta, se votó indiferentemente. Y vista en auto de 22 de agosto mandó que esta rea en auto público de fe, si de próximo lo hubiese, y si no en una iglesia con insignias de hechicera y en forma de penitente saliese donde se le leyese su sentencia, con méritos adjurase de Leví (ligera sospecha o leve) y fuese desterrada de esta ciudad y de la de Trujillo y de Navalmoral, y cinco leguas en contorno de cada uno de los dichos lugares por tiempo de cuatro años precisos, y que no los quebrantase (so) pena de doscientos azotes y que se le mandase que de aquí adelante no hiciese semejantes curas ni embelecos (engaños), con apercibimiento sería castigada con más rigor. Y en 13 de septiembre se ejecutó.

 

Reincidencia: “el día que le leyeron su sentencia”. Y después otros casos.

 

Caso nº 9[14]

Lugar: Llerena.

Testigos: una mujer mayor, mulata. Más una mesonera y su hija.

Paciente: Ana Téllez, mesonera, mujer de Godoy, sastre, y su hija.

Padecimiento: la manda llamar y le pregunta “qué remedio tendría para que su hija hiciese su voluntad y gusto en lo que le mandase”.

Objetos utilizados: un hilo, un vaso de vidrio, agua bendita y una cruz hecha de dos pajitas.

Método aplicado: “que tomase la medida de los pies a la cabeza de la dicha su hija con un hilo… y sacó un vestido de la dicha su hija y por él le tomó la medida y se lo dio a la rea, la cual la tomó y la echó dentro de un vaso de vidrio que estaba de agua hasta el medio… que era agua bendita,…y la rea había puesto una cruz hecha de dos pajitas en el vaso y luego había quitado la cruz diciendo algunas palabras entre sí, que no entendió, y que había sacado el hilo del agua y le dio dos o tres nudos; dándoselo a la dicha Ana Téllez, diciéndole que lo pusiese sobre su hija cuando durmiese o hubiese ocasión, que con esto la dicha su hija se adormecería y haría su voluntad”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica mixta de magia blanca y hechizo.

 

Caso nº 10[15]

Lugar: Llerena.

Testigos: Ana Téllez, mesonera, y su hija. Y un mozo huésped suyo.

Paciente: la citada Ana Téllez.

Padecimiento: la mesonera le pregunta “para qué era buena la cabeza de un gato negro porque ella había oído decir que era buena para querer bien”.

Objetos utilizados: una cabeza de gato negro, un tiesto, tierra de sepultura, agua bendita, siete habas y un papel escrito.

 

Método aplicado: “la rea le había respondido que se había de enterrar en un tiesto la dicha cabeza de gato negro en tierra de sepultura, y regarla nueve días continuos con agua bendita; y que, cuando se regara, se había de decir con agua bendita y tierra de sepultura te entierro, siete habas de ti espero. Y que al cabo de los dichos nueve días habían de nacer siete habas en el dicho tiesto por la boca y ojos de la dicha cabeza, y que tomase un espejo en la mano y se estuviese mirando en él y sacando las dichas habas del tiesto una a una y entrándoselas en la boca de la misma manera. Y, que la que se quedase escondida debajo de la lengua, esa había de ser la haba invisible, la cual serviría de que llevándola en la boca no fuese vista la persona que la llevase aunque entrase donde hubiese gente. Y que las otras seis habas las guardase y que servirían para que tocando con cualquiera de ellas a alguna persona querría bien a la persona que le tocase con la dicha haba. Y que también dijo que cuando habían de coger las siete habas habían de decir entonces tres palabras que, aunque las declaró, no se acuerda de ellas más que la una decía sul… Y dijo no le parecía bien”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica mixta de hechizo, magia blanca y conjuro.

 

Caso nº 11[16]

Lugar: Llerena.

Testigos: Ana Téllez, su hija y la rea. “Estando todas tres juntas y solas”.

Paciente: la mencionada Ana Téllez.

Padecimiento: la anterior “había pedido a la rea le diese alguna cosa con que hubiese ventura con los huéspedes para que acudiesen a su casa”.

Objetos utilizados: unos huesos de difunto, el quicio de dos puertas y agua bendita.

Método aplicado: “la rea mandó le trajesen unos huesos de un finado y, pidiéndole al testigo fuese por ellos, no quiso ir. Y de allí a un rato vio que tenía dos en las manos de la dicha Ana Téllez, que decía eran de muertos. Y la rea los tomó y con sus uñas hizo un hoyo en los quicios de las dos puertas de la calle de la casa de la dicha Ana Téllez. Y en cada uno de los dichos dos hoyos puso uno de los dichos dos huesos dando algunas higas (gesto mágico) al hoyo antes de echar el hueso. Y después de haberlo echado lo cubrió con tierra habiendo puesto el un hueso derecho inhiesto hacia arriba y el otro echado y tendido a la laja. Y después les echó agua bendita según ellas dijeron, diciendo entre sí algunas palabras”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica mixta de hechizo y magia blanca.

 

Caso nº 12[17]

Lugar: Llerena.

Testigos: Ana Téllez y la rea. Aunque hablan de un testigo.

Paciente: cualquiera.

Padecimiento: remedio para ser querido bien.

Objetos utilizados: unos pedazos de ara (altar) y agua bendita.

Método aplicado: “la susodicha le mostró un pedacito de piedra de ara que le había dado la rea para que le quisiese bien la persona a quien tocase con ella. Y le aconsejó al testigo le pidiese a la rea otro pedacito. Y esta fue y estando a solas se la pidió y se la dio del tamaño de un cuarto diciéndole que era de ara. Y antes que se la diese le echó agua bendita y dijo algunas palabras que no pudo entender. Y cuando se la dio le dijo la rea que cuando fuese a misa no la llevase consigo ni tampoco cuando estuviese con su marido. Y que a la persona que tocase con ella la querría bien. La cual dicha piedra de ara se la había dado la dicha Ana Téllez a la rea para que la aderezase”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica mixta de hechizo y magia blanca.

 

Sentencia y Audiencia[18]: “luego que la penitenciaron en 28 de septiembre de 1626, fue votado a que fuese presa en cárceles secretas sin secresto (separación) y le hiciese su causa. Y en primero de octubre se tuvo la primera audiencia”.

 

2ª Reincidencia: “dos días después de ser penitenciada por este Santo Oficio”.

Alega en su defensa que “la llamaban unos hombres de Trujillo que posaban en el citado mesón de Godoy, que posaban en él y venían a pretender una familiatura” (empleo de la Inquisición). Pone además como testigo a “una negra natural de Badajoz que estaba en casa de Ana Téllez”, que la había llamado por encargo de ésta, dando lugar al contenido que veremos después (“que le diese un remedio para que su hija no anduviese amancebada”).

Añade que ella “no sabía nada”. Pero la mesonera “le respondió que hartas cosas le habían leído en su sentencia y que pues la ponían en reputación de hechicera y la habían sacado con coroza” (gorro o caperuza de la Inquisición)…, que “se quería ir a cumplir su destierro, y no la había dejado”… “Y que esto lo dijo para cumplir con la dicha mujer por que no la persiguiese, y no entendiendo que haría ofensa a Dios”.

 

Caso nº 13[19]

Lugar: Llerena.

Testigos: una mujer mayor, mulata. Más la mesonera y un estudiante, que era quien le habían enseñado el hechizo. Aunque matiza la rea que “eso del hilo yo también lo sé hacer”.

Paciente: Ana Téllez y su hija.

Padecimiento: la manda llamar y le pide “que le diese un remedio para que su hija no anduviese amancebada”.

Objetos utilizados. Los mismos que en el caso nº 9 (también reincidente), cuando explica el hechizo para que la hija de la mesonera hiciese su voluntad: un hilo, un vaso de vidrio, agua bendita y una cruz hecha de dos pajitas.

Método aplicado: “que tomase un hilo y tomase con él la medida del amigo de la dicha su hija. Y la dicha mujer de Godoy trajo un hilo y dijo que había tomado la medida. Y la rea tomó el hilo y le dio tres o cuatro nudos y lo metió en un vaso de agua… que una negra que estaba allí dijo que era bendita; y echó el hilo en el vaso, y luego puso encima de él una cruz que hizo de dos pajitas y, sin decir palabras ningunas, la quitó y sacó el hilo del vaso y le entregó a la dicha mujer de Godoy diciéndole que le pusiese donde su hija le trajese consigo”.

Resultado: Se ignora. Aunque Isabel dice que “con eso se apartaría de andar amancebada”.

Conclusión: práctica mixta de magia blanca y hechizo.

 

Caso nº 14[20] (Repite el ya analizado nº 10, aunque cambian los testigos, algo de la versión anterior; y, además, “la rea dijo que no lo sabía”…)

Lugar: Llerena.

Testigos: Ana Téllez, un estudiante y un fraile.

Paciente: la reseñada Ana Téllez, que reitera lo consultado en el ya indicado nº 10.

Padecimiento: la mesonera le pregunta “para qué era buena la cabeza de un gato negro”. En el Caso nº 10 la susodicha Ana Téllez decía que “ella había oído decir que era buena para querer bien”; mientras que ahora afirma que “para hacerse invisible la persona que la tenía”.

Objetos utilizados: una cabeza de gato negro, un tiesto, tierra de sepultura, agua bendita y siete habas y un papel escrito.

Método aplicado: “le habían dicho tomase la cabeza de un gato negro y la metiese en un tiesto, y la enterrase en él con tierra sagrada, y la regase nueve días con agua bendita. Y que el dicho estudiante y fraile le habían dejado un papel, escritas en él las palabras que habría de decir cuando al cabo de los dichos nueve días naciesen, como nacerían, siete habas por las orejas, ojos y boca, y ventanas de narices. Y que, cuando cortase las dichas habas, tomase un espejo y se las fuese metiendo una a una en la boca. Y que la que se metiese debajo de la lengua y no se viese en el espejo, aquella era buena para hacerse invisible la persona que la tenía. Y que las otras serían buenas para que quien las trajese fuese querida de otra”. Como vemos, hay una ligera variación de la otra versión.

Resultado: Se ignora, porque la inculpada dice que “nunca lo hizo”.

Conclusión: práctica mixta de hechizo, magia blanca y conjuro.

 

Caso nº 15[21] (es una repetición del nº 11, con algunos cambios en la explicación)

Lugar: Llerena.

Testigos: Ana, una testigo que no cita y un hombre de Mérida “que no nombró”.

Paciente: la reiterada Ana Téllez.

Padecimiento: la anterior “había pedido a la rea le diese alguna cosa con que hubiese ventura con los huéspedes para que acudiesen a su casa”.

Objetos utilizados: unos huesos de difunto, el quicio de dos puertas y agua bendita.

Método aplicado: “que ella tenía un diente y soga de ahorcado. Y sacó de una nómina un hueso que era dijo de difunto. Y que poniéndolo en los quicios de las puertas acudiría a su casa mucha gente. Y que la rea le había preguntado si lo había puesto en algún quicio, y le respondió que no. Mas que aquella noche lo habían de poner para que la feria que era entonces fuese mucha gente a su casa. Y como a las diez de la noche habían mandado al testigo que trajese una luz y que, habiéndola traído la dicha mujer de Godoy, partió el hueso del muerto y puso la una parte en un quicio, y la rea puso el otro, y cubrieron los dos huesos con la misma tierra de los quicios. Sin que pasase otra cosa más de que los regaran con agua, no sabe si era bendita o no”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica mixta de hechizo y magia blanca.

 

Caso nº 16[22] (guarda cierto paralelismo con el Caso nº 12)

Lugar: Llerena.

Testigos: Ana Téllez, su hija y la rea. Pero también hablan de un testigo.

Paciente: cualquiera.

Padecimiento: para no caer en poder de justicia, ni ser preñada y ser querida mucho.

Objetos utilizados: unos pedazos de ara (altar) y granos (esporas) de helecho.

Método aplicado: “la mujer de Godoy tenía un pedazo de ara que le había dado un clérigo, y que le habían dicho que, quien le trajesen consigo, no serían en poder de justicia ni se haría preñada. Que su hija traía otro pedazo. Y quien iba a misa, si la llevaba no vería misa. Y que si alguna persona quisiese que otra la quisiese, bien llegándola a las carnes la querría mucho. Y que tenía tantas virtudes como el grano del helecho. Y que ella había cogido la grana de los helechos y no era tan buena como el ara… Y la rea le pidió que, pues era de tanto provecho, le diese uno. Y se lo dio diciéndole que lo tomara y que si ella lo tuviera no se lo hubiese visto en la afrenta que se vio… Y que la rea de allí a cuatro o cinco días sacó el pedacito de ara y lo echó por ahí, en un arroyo, pareciéndole que era pecado mortal el traerlo”.

Resultado: Se ignora.

Conclusión: práctica mixta de hechizo y magia blanca.

 

Fin de la causa, ratificación, enfermedad, reprimenda y destierro[23]

 

Después, queriéndose ir la rea a cumplir su destierro, se había ido con ella a la villa de Usagre la dicha mujer de Godoy, con ocasión de que iba a comprar una cebada para su mesón. Y que de allí la habían traído presa.

Y habiéndosele mandado dar traslado y letrado que la ayudase con su parecer en 13 de octubre se recibió la causa a prueba y ratificado el testigo en 9 de noviembre se le dio en publicación… Y habiéndosele dado traslado con acuerdo de su letrado dijo que tenía confesada enteramente la verdad, y negaba lo demás que contra ella deponía el testigo. Y que lo que había hecho había sido engañada y movida por las razones que tenía dicho. De que estaba muy arrepentida… Y pidió se usase con ella de misericordia. Y concluyó definitivamente en dicho día y dijo estar con grandes dolores y muy mala. Y en dicho día con juramento hizo relación el médico que había visto muchas veces a la rea, la cual estaba podrida de bubas (sífilis), con dolores de piernas, de brazos y cabeza, granos en la cara, llagas en sus partes de dónde salía cantidad de podre. Y también en el pecho, de que echaba sangre en los escupidos. Y que todo le procedía de la dicha enfermedad de bubas. Y que tenía muy gran necesidad de curarse porque, de no hacerse, corría riesgo su vida y le parecía que sería imposible en las cárceles, y que en la ciudad no había hospital para curar semejante enfermedad…

Y visto esto en consulta en 10 de noviembre, se votó que atenta al estado que tiene la causa y el sujeto de la rea, como por el contagio que se podría seguir de tenerla más tiempo y no estar el sujeto capaz de mayor pena, fuese traída a la sala de la audiencia y en ella reprendida gravemente y advertida para adelante. Y que dentro de un día saliese a cumplir el destierro que le estaba impuesta en la sentencia de su primer proceso so las penas y apercibimiento”.

 

Conclusión

 

De todo lo expuesto se infiere que nos encontramos ante un caso más de mujer de mala vida y transeúnte que, para ganarse la vida, se aprovecha de la ignorancia y mentalidad de un colectivo de extremeños de comienzos del siglo XVII, recurriendo a una serie de métodos o prácticas embaucadoras, muchas de ellas perseguidas entonces por la Inquisición.

En el documentos se reflejan algunos de esos padecimientos y remedios, que el lector podrá fácilmente desmitificar hoy, pero que en aquella época eran muy aceptados por la sociedad en general, aunque el Santo Oficio los condenara.

 

 

APÉNDICE DOCUMENTAL

[1] MAYORGA HUERTAS, F.: ‘Extremadura Tierra de Brujas’. Asociación Torre Isunza, Don Benito.

[2] En los libros de Bautizos, Matrimonios y Defunciones de la parroquia de San Andrés de Navalmoral de la Mata no constan ninguno de ellos. Puede que fueran vecinos “de paso”. Tal vez de Casatejada (en el texto habla de una tía que tenía allí).

[3] Página 2

[4] No se menciona ninguna práctica en Navalmoral de la Mata

[5] Página 2 (final) y 3 (inicio)

[6] Página 3

[7] Página 3 (final)

[8] Página 4

[9] Página 4 (final) y 5 (inicio)

[10] Página 5 y 6

[11] Página 6

[12] Página 7

[13] Página 7 (final) y página 8 (inicio)

[14] Página 8 (final) y 9 (inicio)

[15] Página 9 (final) y 10 (inicio)

[16] Página 10 (final)

[17] Página 11

[18] Página 11

[19] Página 12 y 13 (inicio)

[20] Página 13

[21] Página 13 (final) y página 14 (inicio)

[22] Página 14 y (final) y 15 (inicio)

[23] Páginas 15 y 16

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Domingo Quijada González. Licenciado en Geografía e Historia. Cronista Oficial de Navalmoral de la Mata. PROVISIONAL

1.- El Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

El Retablo Mayor, prototipo de los retablos españoles del siglo XVII, es un claro ejemplo de retablo catequético, con abundantes imágenes que configuran una lección doctrinal de la Iglesia surgida de Trento.

Según el estilo barroco propio de ese siglo, sigue aún la base renacentista, sobre el que se suceden los elementos propiamente barrocos: tallas de madera policromada según la técnica del estofado, pinturas barrocas y relieves del mismo estilo.

Este retablo es de gran tamaño, adaptándose a las dimensiones del edificio. La distribución del mismo es la siguiente:

Se estructura en dos cuerpos afectando a las cuatro calles externas, mientras que las tres internas constan de tres cuerpos. Siete calles pues en total, con ático (incorporado al tercer cuerpo central) y predela (en la base). Y una serie de relieves en los espacios que separan los cuerpos. Más unas esculturas coronando los diversos cuerpos.

Las obras duraron varios años por diversos motivos (destacando la enfermedad de Gregorio Fernández, ya en la etapa final de su vida), por lo que se ejecutaron durante el mandato de los siguientes prelados[1]:

Titular                                                            Nombramiento                       Cese

Sancho Dávila Toledo                                   11-VII-1622                           5-XII-1625

Francisco Hurtado de Mendoza y Ribera     27-I-1627                               1630 (renuncia)

Cristóbal de Lobera y Torres                         2-XII-1630                             22-X-1632

Plácido Pacheco                                            18-VII-1633                           7-X-1639

Diego de Arce y Reinoso                              8-X-1640                                10-XII-1652

Juan Coello de Sandoval                               11-XII-1652                           13-IX-1655

Francisco Guerra                                            3-IV-1656                              3-XII-1657

1.- Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

1.- Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

Como es lógico, esta magnífica obra (una de las mejores de España) partió del diseño que realizó el arquitecto Alonso de Balbás, vecino de Ciudad Rodrigo (año 1623 y siguientes).

Para realizarlo, la arquitectura fue encargada a los maestros entalladores Cristóbal y Juan Velázquez, de Valladolid y colaboradores de Gregorio Fernández. Y las esculturas al famoso maestro Gregorio Fernández (año 1625 y siguientes), con tallas de madera policromada según la técnica del estofado. El dorado y estofado se deben a los pintores madrileños Luis Fernández y Mateo Gallardo, así como al dorador Simón López. Mientras que los cuatro óleos ubicados en las calles segunda y sexta (primer y segundo cuerpo) son obras de tres pintores: Francisco de Rizzi (uno de los mejores del momento), que realizó dos cuadros a partir de 1652, la Anunciación y la Adoración de los Pastores; el citado Luis Fernández, que pintó la Adoración de los Reyes; y el mencionado Mateo Gallardo, que hizo lo mismo con la Circuncisión de Jesús.

2.-Imagen central de la Asunción

2.- Imagen central de la Asunción

La arquitectura, escultura y pintura están en consonancia maravillosa, en una armonía rara de encontrar en obras semejantes. La iconografía es una lección de la Iglesia contrarreformista, que intentó resaltar el historicismo de la Iglesia como institución. En el centro, el origen de toda fe, la Virgen rodeada de sus padres, San Joaquín y Santa Ana; al lado, los patronos del obispado y a continuación los patrióticos santos: Santiago, San José y Santa Teresa, todos ellos enmarcados por las potestades angelicales. Todo este programa se justifica porque debajo está el gran misterio, el de la Muerte en la Cruz. Hay una magnífica concordancia entre los temas y la solución técnica de la talla; a la Asunción se le da un papel esencial y la talla es una réplica de la que hizo en Miranda do Douro. El espacio en el que se mueven las esculturas centrales es el de movimientos más bruscos, sobrevuelan, rebasan los tableros. Es un espacio barroco tan complejo como el mensaje teológico. Si nos detenemos a comparar unas imágenes con otras, las mejores calidades artísticas están en las cabezas, parecen ser las que salieron de la gubia del maestro, mientras es lógico pensar que los cuerpos fueran obra de los ayudantes de su taller.

En el tabernáculo se venera una imagen de Nuestra Señora del Sagrario, de estilo gótico y que data del siglo XII. El original es de madera recubierta de plata y se expone en el museo catedralicio.

3.- El Calvario de la Catedral de Plasencia

3.- El Calvario

File source: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Plasencia_-_Catedral_Nueva,_retablo_mayor_04.jpg

    4.- Escultura de San Juan Bautista

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5.- Detalle de los relieves

SU PROYECCIÓN

Como es evidente, dicho retablo fue el espejo en que se miraron otros templos de la región; no sólo de la diócesis placentina, sino de otras foráneas. Aunque en mayor o menor grado son varios los que guardan alguna relación con él: Casar de Cáceres, Malpartida de Plasencia, etc.), hemos seleccionado dos que nos son muy familiares, uno de cada diócesis, que se parecen mucho entre sí y que imitan al retablo de la ciudad del Jerte: el de la parroquia de San Andrés de Navalmoral de la Mata (de su sede) y el de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso (perteneciente a la de Coria). Ambos se construyeron unos años después del placentino, pero en el mismo contexto histórico y artístico.

Como es lógico, dada la economía de ambos municipios y otros factores[2], ambos retablos son más modestos, pero guardan cierto paralelismo con el placentino.

 

2.- El Retablo de la iglesia de San Andrés de Navalmoral

Algunas notas para la introducción[3]

Según adelantábamos, los retablos suelen adoptar una disposición geométrica, dividiéndose en cuerpos (secciones horizontales, separadas por molduras) y calles (secciones verticales, apartadas por pilastras o columnas). Las unidades formadas por esta cuadrícula de calles y cuerpos se denominan encasamentos, y suelen albergar representaciones escultóricas o pinturas. El conjunto de elementos arquitectónicos que enmarcan y dividen el retablo se denomina mazonería. También hay ejemplares que se organizan de forma más sencilla, con una escena única centrando la atención.

El retablo suele elevarse sobre un zócalo para evitar la humedad del suelo. La parte inferior que apoya sobre el zócalo se llama banco o predela, y se dispone como una sección horizontal a modo de friso, que a su vez puede estar dividida en compartimentos y decorada. El elemento que remata toda la estructura puede ser una luneta semicircular, o una espina o ático; como corresponde a su posición dominante, suele reservarse a la representación del Padre Eterno o a un Calvario. Todo el conjunto se protege a veces con una moldura llamada guardapolvo, muy habitual en los retablos góticos.

2.1. Lo que había antes de este retablo

A partir del siglo XV, tomó relevancia el tabernáculo o sagrario (lugar donde se guardan las formas sagradas), que paulatinamente centralizó el espacio del retablo hasta convertirse, en ocasiones, en su elemento principal, adoptando incluso formas exentas e independientes.

En la iglesia de San Andrés, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, hubo un primer retablo con las características que acabamos de describir. Atisbos de ello los tenemos en la margen izquierda del retablo, a la altura de la imagen de San Pedro. Queda señal del hueco del sagrario, al mismo tiempo que puede observarse el picado de la piedra, para deshacer la parte que quedaba fuera del actual retablo; pero queda el resto detrás, y que rodeaba la situación del sagrario.

Debió ser hermoso. Todo de piedra. Con adornos de columnas, conchas y figuras, que aún pueden observarse, y que permanecen, tras la calle izquierda del actual retablo y que se pudo observar cuando se realizó la última restauración del mismo.

2.2. Algo de historia del retablo

Al igual que el de la catedral de Plasencia, el actual retablo de San Andrés data del s. XVII y es de madera sobredorada. Según veremos más tarde, debió ejecutarse entre 1640 y 1659. Es decir, durante los obispados de los prelados ya señalados para esa época: Diego de Arce y Reinoso (1640-1652), Juan Coello de Sandoval (1652-1655) y Francisco Guerra (1656-1657).

Consta de predela, dos cuerpos sobre ella y rematado con el ático. Consta de cinco calles separadas por columnas estriadas rematadas con capiteles corintios.

Hay toda una reseña del desarrollo del pago de la construcción del retablo, en los archivos parroquiales. Principalmente se encuentra en el Libro de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. En él se consignan los distintos pagos que se le hicieron a Jerónimo de Bricuela, constructor del mismo. El tal Jerónimo de Bricuela, era vecino de Cuacos. Así aparece en una nota de pago donde dice:

«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia”.

Lo que no podemos asegurar es que fuera natural de allí, pues con frecuencia estos constructores se desplazaban de un lugar a otro, con el fin de cumplimentar encargos que se les hacían.

La primera mención que aparece en las cuentas que allí se registran de los ingresos datan después de la visita del 26 de Noviembre de 1644, pero que se supone que no son indicativas del comienzo de la construcción del retablo, dice:

«Jerónimo de Bricuela tres varas y media a seis reales. 714 maravedís» (Folio 8)

 

No obstante, en otro lugar aparecen pagos que se hace anteriormente, en el que se autoriza pago al maestro que hace el retablo:

”Pago Jerónimo de Bricuela maestro del retablo 1.166 reales. Septiembre de 1640”.

Esto nos indica que antes de 1640 o en el mismo 1640, la construcción del retablo está en ejecución.

Después prosiguen los abonos, como éste otro, que se refiere a una anotación en el folio 14 de dicho libro, pareciendo que corresponde al año 1643, en la que se dice:

(Margen: Retablo; Pasada; hízomela buena ante escribano)

«Y data yo Jerónimo Bricuela maestro que hizo la obra del retablo de esta iglesia del Señor San Andrés de este villa del señor licenciado Juan Fraile mayordomo de ella recibí doscientos y cinquenta y nueve, con la partida de arriba en que todo entró en esta carta de pago y lo firme en Navalmoral a quatro de ¿Octubre? de el 43» Firmado Jerónimo de Bricuela.

Y uno más posterior:

«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero ? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia y confesó haber recibido del licenciado Juan Frayle, vecino de esta villa y mayordomo de ella 992 reales a cuenta de la hechura del retablo que está labrando para la iglesia de dicha villa, de lo cual…hago carta de pago en presente firma y lo fizgo ansi ante mi el presente siendo testigos Juan González de Martín González y Pedro García y Francisco Gallego vecinos todos de dicha villa … le conozco lo firmo de su nombre de que doy fe”.

Firmado Jerónimo de Bricuela                                Ante mi Domingo Caballero

Más este otro:

“Pagué a Jerónimo de Bricuela, maestro del retablo 761 reales a quenta de la hechura del retablo ha sido 66 reales que le dio Juan Granado y se hizo cuenta el día 2 …. ? ? de 46”.

Es más, por lo que puede leerse en la misma nota de cuenta, en relación con la construcción de la base o zócalo del retablo, se hace el detalle del importe de dichos trabajos.

En la misma página constan diversas cuentas de la piedra, cal y peonadas para el transporte o hechura de la base del retablo, con detalles de a quienes se abonaron. En total importaron 12.834 reales.

Y de ese mismo año 1646 existe otra cuenta de pagos atrasados:

“Retablo: Primeramente se le pasan en cuenta trescientos y quince mil cuatrocientos y cuarenta y seis maravedís que parece a pagado a el maestro que hizo el retablo y de el asiento de el como costo por cartas de pago que mostró. Mas se le pasan en cuenta siete mil y cuatrocientos ochenta maravedís que gastó con el maestro que traxo la yglesia para tasar el retablo consta por carta de pago.

(9) Mas pagué a Jerónimo Bricuela ochocientos y quarenta y quatro reales de la hechura del retablo

Mas le pagué treinta y seis reales de dicha hechura del retablo.

Mas le di al dicho veinte y seis reales.

Mas quinientos reales que di a Bricuela, de la hechura del retablo.

(10) Pasense en quenta mil setecientos y seis reales por trabajos que pareció haber pagado a quenta del rretablo.

(11) Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.

Como podemos constatar con nombres, hubo intervención de varias personas, que construyeron dicha base del retablo. Pero nos queda la duda de si esta intervención fue cuando el retablo, una vez construido, se trataba ya de colocarlo definitivamente o al comienzo.

Algo interesante que se puede consignar es que la madera que se usa en el retablo es de pino y que no debería proceder de muy lejos de aquí (tal vez de los pinares del Tiétar, lugar más donde existían entonces), pues en una pequeña nota se consigna una partida que dice:

“Madera: más pagué ocho reales a la sobreguarda porque dejare cortar los pinos para el retablo”.

El pago del retablo se continuó realizando en varias partidas pues, ya que después de las realizadas en 1644 y 1646 hay consignadas otras partidas:

“(Margen: hizomela buena ante escrivano). Carta de pago del retablo

Digo yo Jerónimo de Bricuela maestro de la obra del retablo de esta villa de Navalmoral que recibí del licenciado Juan Frayle mayordomo de la parroquial de esta villa, conviene a saber mil y cuarenta y ocho reales a fin de pago por obra del dicho retablo y por que es verdad que los recibí y no haber escribano de presente dí esta firma la de mi nombre ante Pedro Marcos Cura teniente a dieciseis días del mes de Agosto de mil y setecientos ? cuarenta y nueve.

Firmado Jerónimo de Bricuela     Pedro Marcos»

Así, en 1653 dice: “Pagué 800 reales a Jerónimo de Bricuela a cuenta del retablo de que tengo carta de pago hecha fecha a tres de enero de 1653”.

La muerte de Jerónimo, debió ocurrir en 1659, pues a partir de esa fecha ya no aparece en ningún sitio.

Aunque por los apuntes que se encuentran en dicho libro, es de señalar, que el pago total del retablo no se completó hasta después de la muerte de Jerónimo de Bricuela, puesto que hay indicios de pago, tanto a su viuda, como hijos. Incluso se ve que tuvieron que intervenir para que se pagaran las deudas a los mencionados. Así nos encontramos con:

“28 de noviembre de 1663. Se le pasan en cuenta 900 maravedís que ha de pagar a José de Bricuela heredero de Jerónimo de Bricuela a cuenta de lo que se le debe de la hechura del retablo

Herederos

Se le reciben en data 574 reales que ha pagado a los herederos del que hizo el retablo de esta iglesia según consta de cartas de pago que rubricadas se entregaron al dicho mayordomo que valen. Manda su merced no le paguemos hasta que se ajuste la cuenta de lo que se le restare”.

Y consta otra más posterior, concretamente de 1671:

“Recibí del Sr. Alonso Martín de Arias, mayordomo de la iglesia parroquial de esta villa de Navalmoral 4 fanegas de trigo en grano a cuenta de lo que se me debe de la mitad de lo que dicha iglesia está debiendo de la hechura del retablo de dicha iglesia como (celonaria) de Florentina Díaz, mi tía, mujer que fue de Jerónimo de Bricuela , su marido, la cual quedó por bienes gananciales como lo declara una ffca= (fecha) que tengo en mi favor del pleito que seguí con los herederos de Jerónimo de Bricuela y porque los recibí di esta carta de pago en Navalmoral en treinta días del mes de Agosto de 1671

4 fgas. trigo                          Firmado y rubricado Joseps Ximenez”

“Digo yo Alonso del Barco Isla que recibí de mano de Alonso Martín de Arias mayordomo de la iglesia de Navalmoral por quenta de lo que tengo de recibir de la parte que me toca por la hechura del retablo, cincuenta reales que son de ciento y sesenta y tres reales en que fue (alcancada) dicha iglesia por mayor ajustadas todas cuentas y por la verdad de que los recibí esta fecha en catorce de noviembre de mil y seisciento y setenta y uno. A los cuales dichas cuentas me hallé presente.

Firmado y rubricado: Alonso del Barco Isla”.

 

“Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.

 

Posteriormente sufrirá distintas restauraciones, como la de 1721-23, que afectó tanto a las pinturas como a las imágenes, por encontrarse muy deterioradas[4].

 

2.2.1. Tasación del retablo:

Era costumbre, según parece, el de hacer una tasación final del trabajo realizado, tanto por parte de la iglesia como del propio interesado constructor. Tasación que había que pagar, y que en el caso que nos incumbe consta. Podemos leer:

Tasación de retablo.

«Digo yo Gaspar Díaz de Carrasco vecino de ciudad de Trujillo y maestro ensamblador, persona nombrada por parte de la iglesia de esta dicha villa que tengo recibido de dos días, que he asistido a la tasación del retablo de la iglesia de esta villa y tres de mi camino, doscientos veinte reales de mi trabajo y ocupación y por ser verdad que lo tengo recibido de mano de Rvdo. Juan Frayle, clerigo presbítero y mayordomo de dicha iglesia, lo firmé de mi nombre en Navalmoral a siete días del mes de Febrero de mil seiscientos y cincuenta y tres años

Firmado Gaspar Díaz Carrasc”.

Declaraciones del retablo

“Pagué a Francisco Cordero, Cura de esta villa y Francisco Iñigo notario de las declaraciones y peticiones que se hicieron cuando vinieron a tasar el retablo por mitad nueve reales.

Tres reales que pagué en ¿Plasencia? de vista, dile y declaraciones y comisiones para la retasa.

Dos reales que pagué a Vbº? del vicario de Jaraiz que mandaba llevar seis reales a cuenta y a ¿costo? otros y no se paguen más de tre ? y seis cuartos que me llevaron en ¿plaza? de la suspensión de las censuras”.

 

Después de todas estas anotaciones de pagos que hemos consignado, no sabemos quienes o quien es el autor de los cuadros, puesto que no siempre era el retablista. También nos quedan dudas, como veremos, de qué imágenes eran las originales para este retablo, puesto que en el inventario que se consigna nos encontramos con las siguientes imágenes, de las cuales algunas aún existen:

 

2.2.2. Lista de imágenes:

. Un Xto. Crucificado grande en el altar mayor (probablemente es el que estaba en el ático del retablo). Si se trata del hallado recientemente, y que hemos catalogado en agosto de este año, se trata de un cristo muy antiguo, de finales del siglo XIV (pudo proceder de otro templo, quizá de Santa María de la Mata, que por entonces había perdido su esplendor).

. Un S. Andrés del culto. Tal vez el gótico que aún se venera.

. Un S. Blas. Que hoy no existe en San Andrés. Sin embargo, sí hay una talla del mismo en la ermita de San Isidro que se erigió a mediados del siglo XX por los vecinos del barrio del Cerro y de La Peligrosa, agricultores y ganaderos en su mayoría. Aunque esa talla está muy restaurada, posiblemente a finales del XVIII o principios del XIX, sobre la anterior.

. Una imagen de S. Sebastián (situada en la parte izquierda superior del arco principal; encima del púlpito).

. Una imagen de S. Gregorio de madera tallada. Que ya no existe, pues debió llevarse al templo matriz de Santa María de la Mata (hoy ruinas de San Gregorio), donde se celebraba una famosa romería en el siglo XIX. Al desaparecer la Campana en 1855 se arruina la iglesia.

. Una imagen de Sta. Ana (situada en la parte derecha superior del arco principal; encima del Resucitado).

Las imágenes citadas de San Blas, San Sebastián y San Gregorio nos señalan la economía básica de Navalmoral en el pasado, eminentemente ganadera y agrícola.

Las posteriores se irían adquiriendo después a otros templos talladores.

 

 Tabla 1: Ubicación de los elementos del Retablo de San Andrés

6.Tabla 1.- Ubicación de los elementos del Retablo de San Andrés

 

7.- Esquema del retablo de San Andrés de Navalmoral

7.- Esquema del retablo de San Andrés de Navalmoral

8.- Fotografía antigua del retablo de San Andrés

8.- Fotografía antigua del retablo

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9.- Retablo de San Andrés de Navalmoral en la actualidad

2.3. Descripción del retablo.

Como ya se ha dicho, el retablo es del s. XVII, período en el que más se trabaja en toda la región. Pero también se realizó en época en que Navalmoral y comarca padecían una gran crisis económica, entre otras causas, por los elevados costes que conllevó la consecución del título de Villa y emancipación de la ciudad de Plasencia

Había en este siglo y anterior tendencia a imitar en los retablos de algunas iglesias la estructura y configuración de la iglesia catedral más cercana, o de la misma diócesis. Algo de esto tiene el retablo de S. Andrés, en relación con el de la catedral de Plasencia; aunque, como es de suponer, en menor escala. Podríamos poner como algo similar el retablo de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de Montehermoso, retablo muy parecido a este de S. Andrés, con las mismas distribución y factura, según veremos en el siguiente apartado.

Para el visitante de este último, puede notar una diferencia actual ya que éste último de S. Andrés no tiene, en el lugar del sagrario, el manifestador que aquel tiene. Pero se ha de advertir que éste de S. Andrés lo tenía, aunque no se sabe cuando desapareció. No obstante sí hemos conocido las bivalvas de dicho manifestador, que estuvieron mucho tiempo como base de la cruz parroquial. No obstante, hay notificación gráfica de él.

Hay la impresión, que la repisa donde está colocado el sagrario actualmente, se hizo de los restos del manifestador, dándole la forma que ahora tiene. ¿Cuándo? ¿Por qué?

La tabla del fondo indica perfectamente la presencia de un manifestador del Santísimo, puesto que todo tiende a la adoración por parte de los ángeles al Señor expuesto, quedando en lo no pintado lo ocultado por las bivalvas.

Es posible que todo ocurriera, cuando se puso un altar y manifestador de mármol, de la casa Granda, que desapareció, cuando se hizo la reforma interior del templo.

Fuera lo que fuese de dicho manifestador, la distribución actual del retablo es la siguiente:

Se compone de dos cuerpos, cinco calles, con ático y predela, y una serie de pinturas en cuadros de separación de cuerpos. (Ver Esquema y situación de los elementos).

 

  • El ático, como era normal, está con una pintura del Calvario. Con el fondo de la ciudad, sobresalen las figuras del Crucificado, teniendo a su derecha a su Madre Dolorosa y a su izquierda Juan, el discípulo amado.

Durante mucho tiempo, la figura del Crucificado, fue sustituida por un crucifijo que ocultaba buena parte de la tabla. Al realizar la limpieza y reparación del retablo fue restituido todo a su forma originaria.

 

  • Entre el ático y el segundo cuerpo nos encontramos con cuatro pequeños cuadrados apaisados:

Encima de la primera calle de la izquierda (según lo ve el espectador) se halla uno de Santa Lucía. De gran devoción en el pasado, patrona de la vista debido a una leyenda en la Edad Media que decía que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. También es patrona de los pobres, los ciegos, de los niños enfermos y de las ciudades de Siracusa, Venecia y de Pedro del Monte. Así como de los campesinos, electricistas, choferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros y escritores.

Durante la Edad Media, debido al retraso acumulado por el Calendario Juliano, la festividad de Lucía coincidía con el solsticio de invierno y, por tanto, el día más corto del año.

A continuación, siguiendo a la derecha, tenemos una escena que parece ser del Antiguo Testamento. En realidad no sabemos cuál es. Da la sensación de la manifestación de Dios a Moisés, con el fondo de la zarza ardiendo.

El cuadro que aparece en la calle siguiente representa la escena en que un cuervo le trae a Elías un pan para alimentarse, cumpliendo lo que Dios le había dicho anteriormente y que aparece en el libro 1 Reyes, 17,4: “he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento…” Va en consonancia con la tabla anterior también del Antiguo Testamento.

En el extremo derecho de la referida fila, se encuentra una santa mártir (porque parece portar la espada o la palma del martirio) que nos es desconocida.

 

  • Bajando al 2º cuerpo, en la primera calle de la izquierda, está la talla de San Ramón Nonato. Probablemente es una de las imágenes originales de este retablo, pues parece adaptarse a la hornacina que la alberga. Curiosamente, también en Montehermoso se le tiene gran devoción (con retablo incluido), ya que es el santo patrón de los partos, matronas, niños, embarazadas y personas acusadas falsamente (su epíteto nonnatus –no nacido– se deriva de haber sido extraído de su madre por cesárea después de que ella hubiera fallecido).En la calle central de este cuerpo hay un habitáculo mayor que alberga una imagen de San Andrés, titular del templo y patrón de la localidad, de escasa calidad. En su origen presidía este espacio un cuadro al óleo del titular, que sufrió tantos retoques que hoy está en muy mal estado en la sacristía y no merece la pena restaurarlo (a juicio de los expertos, cuando repararon el retablo en 1989).
  • Otro de los grandes misterios del cristianismo aparece en el cuadro siguiente: la Venida del Espíritu Santo, o momento en que comienza la andadura de la Iglesia. Destaca principalmente la Virgen María, presidiendo el grupo y manteniendo la oración comunitaria de la Iglesia.
  • Seguidamente nos encontramos con un cuadro grande, con uno de los misterios principales del cristianismo. La Resurrección del Señor. Por lo que podemos ver, se trata del mismo momento de dicha resurrección, pues no aparece nadie: si exceptuamos a los soldados que, como podemos comprobar, no estaban dormidos como querían determinar los sumos sacerdotes y fariseos. Esbelta la figura de Cristo.

Se remata este cuerpo (primera calle por la derecha) con la imagen de San Francisco de Asís (que también aparece en el retablo de Montehermoso, aunque la escultura es más pequeña). Santo de gran devoción en todos los tiempos y que actualmente ha suscitado las miradas de todos por haberse puesto el Papa ese nombre, para resurgir al espíritu de pobreza de la Iglesia.

 

  • Entre cuerpo y cuerpo del retablo hay otra serie de cuadros de menor tamaño, apaisados como los superiores:A continuación, y en la segunda calle, aparece la transverberación de Santa Teresa (del latín transverberatĭo, que significa «traspasar»). Según el diccionario, “es una experiencia mística que, en el contexto de la religiosidad católica, ha sido descrito con un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural. El ejemplo más conocido es de Santa Teresa de Jesús. En este cuadro contemplamos los elementos que la Santa nos describe en su Libro de la Vida, capítulo XXIX.Y, en la calle exterior derecha, nos encontramos con un cuadro de San Antonio de Padua, con gran devoción en Extremadura, España, Portugal (país de nacimiento) e Italia (donde ejerció gran parte de su corta vida).
  • Otro hecho insólito nos encontramos en la siguiente pintura de la segunda calle intermedia: S. Ildefonso, santo español arzobispo de Toledo, que es investido con una casulla por la Virgen (de acuerdo con el supuesto milagro de su encuentro con María). La ayuda un ángel.
  • En la primera calle de la izquierda se representa a una santa, pero que no sabemos quién es: para unos se trata de Sta. Águeda de Catania (relacionada por su origen siciliano con Santa Lucía, por eso tal vez se hallan en la misma calle). Aunque para otros pudiera ser Santa Catalina de Siena, monja dominica, prueba de la influencia que los frailes dominicos procedentes del convento de Santa Catalina de Aldeanueva de la Vera ejercieron sobre la comarca, a la que misionaron a finales del siglo XVI y principios del XVII.
  • Para todos es conocible la imagen que ocupa la hornacina de la primera calle de la izquierda (según la vemos) del primer cuerpo del retablo: se trata de la imagen de S. Pedro Apóstol. Las llaves que lleva en sus manos le delatan como el portador del primado de la Iglesia que Jesús le dio, después de haber sido examinado de amor. Esta imagen, una talla formidable, se ve claro que no es primigenia del retablo. Debió venir de otra parte, o pudiera que, al igual que los retablos de los altares laterales, procediera de alguno de los conventos que se ubicaban en la zona y que por distintas causas desaparecieron (aunque el esquema prototipo de esa época nos anima a aseverar que en su origen hubo otra talla de San Pedro).
  • Tanto la hornacina que ocupa el Cristo de Medinaceli (segunda calle por la izquierda), como la que ocupa la Virgen de Guadalupe (segunda por la derecha), fueron originariamente cuadros (tal vez representando a la Anunciación y al Nacimiento de Cristo[5]), que fueron robados en los primeros años del siglo XX[6]. De hecho en la parte posterior de la del Cristo de Medinaceli hay una inscripción que dice quien la hizo. En su lugar se colocaron las imágenes citadas.

Entre ambas tallas, en la calle central, está el lugar del antiguo Manifestador y ahora el Sagrario.

En la última calle de la derecha está la talla del Buen Pastor. Aunque es muy posible que antes ocupara este espacio una imagen de San Pablo, haciendo juego con San Pedro (como en Montehermoso o la catedral de Plasencia).

10.- Talla de San Pedro del retablo de San Andrés

10.- Talla de San Pedro

11.- El Buen Pastor. Talla del retablo de San Andrés

 11.- Escultura del Buen Pastor

  • Los cuatro cuadros que componen la predela son estampas de la Pasión del Señor: En nuestro caso nos encontramos con el primero por la izquierda que representa la Flagelación del Señor. A continuación se halla La coronación de espinas. En la segunda calle comenzando por la derecha está el Encuentro con María camino del Calvario. Elocuente es el cruce de miradas entre Madre e Hijo. Y, la calle del extremo derecho, La Piedad. Notamos la presencia de Jesús muerto. María que lo sostiene en sus piernas, con la cabeza en su brazo izquierdo. Juan. Y a los pies Mª Magdalena.

12.- Una de las pinturas de la pradela de San Andrée

12.-Una de las pinturas de la Predela

2.4. ÚLTIMA REPARACIÓN Y LIMPIEZA DEL RETABLO

AÑO 2000

Como todas las cosas, el paso del tiempo. Así había ocurrido con el retablo. Los últimos años había recibido un grave deterioro, principalmente a causa de las termitas.

Habían entrado por detrás del retablo, por la parte baja y habían atacado principalmente las columnas de la parte derecha, en el primer cuerpo.

Se contrató un equipo de restauradores, que, puesto manos a la obra, dejaron el retablo con una nueva visión de las pinturas y limpieza del resto de la estructura, al tiempo que ésta se había reforzado en los anclajes.

Cuando todo estuvo concluido, en la limpieza y restauración del retablo, una misa en acción de gracias celebrada el 21 de enero del 2001, presidida por D. Carlos López, Obispo de la Diócesis, junto con el Sr. Cura Párroco, D. David González, da por terminada una presentación del retablo de la iglesia parroquial de S. Andrés de Navalmoral de la Mata.

 

3.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

 

Ya había intentado imitar algunas características de la Catedral Nueva de Plasencia: como es el caso de primitiva bóveda del techo (iniciada, pero no finalizada), que se pretendía descansar en proyectados haces de columnas cuyos nervios no parten desde los capiteles, sino desde los basamentos mismos, extendiéndose ramificados entre las bóvedas y creando de éste modo un efecto de gran belleza y únicos en el mundo (difícil técnica con la que, además, algunos tratadistas insinúan que los autores pretendían mostrar la unión de la Tierra con el Cielo). Como no se pudo rematar, se conservaron los arcos que separan los diferentes tramos y el inicio de los citados haces…, rematándose con bóveda de artesonado de madera.

Ubicado en la capilla mayor, el retablo es de notables proporciones pues cubre tres lienzos del ochavo, adaptándose también en su ático y remate al perfil de los nervios del abovedamiento.

Consta de banco, dos cuerpos con cinco calles y remate o ático.

Aunque, como en el caso de San Andrés de Navalmoral, imita al de la catedral de Plasencia (pero éste posee siete calles, dada la mayor extensión del ábside de la sede episcopal), y al igual mencionado de Navalmoral y de otros muchos templos, el de Montehermoso es más clasicista, con menos manifestaciones barrocas; siguiendo un modelo que se reiteraba en aquella época, con una estructura y forma en apariencia más renacentista.

Las columnas que separan las calles son estriadas y de orden compuesto. Las que separan las calles intermedias de las exteriores son dobles, para recalcar el ángulo del ábside.

Respecto a las figuras que componen el mismo, se distribuyen de la siguiente manera[7]:

  • Calle central: en el cuerpo bajo presenta un expositor, cuyas características nos hacen pensar que es posterior a la ejecución del retablo. Con pequeñas tallas muy populares de San Francisco, Santo Domingo y Jesús Salvador.
  • Sobre él, y ya en el segundo cuerpo, un grupo escultórico en el que destaca la Asunción de la Virgen (a cuya advocación está dedicado el templo), rodeada de ángeles muy toscos.
  • Dicha calle finaliza con el remate, en el que sobresale el grupo del Calvario y la coronación con el Padre Eterno.
  • Las calles intermedias presentan cuatro lienzos pintados, dos en cada cuerpo: en el inferior la Inmaculada (izquierda) y San José con el Niño (derecha, ambos de estilo popular y con imágenes desproporcionadas; en el cuerpo superior hay sendos óleos representando a la Anunciación (izquierda) y San Miguel (derecha) que, como las anteriores, poseen un mediocre valor artístico y parecen posteriores al tallado del retablo (tal vez de mediados del siglo XIX[8]).
  • En las calles exteriores aparecen cuatro imágenes de bulto, pero siguiendo la estructura de las pinturas anteriores: San Pedro (izquierda) y San Pablo (derecha) en el cuerpo inferior, mientras que en el superior están San Andrés (izquierda) y Santiago el Mayor[9] (derecha). Todas ellas de pliegues duros y ampulosos, posturas forzadas (con un barroquismo patente) y rústicos rostros.
  • El banco se decora con toscos relieves de los Evangelistas esculpidos en él.
  • En los espacios comprendidos entre los dos cuerpos, y entre el segundo y el ático, hay unos espacios rectangulares apaisados con relieves similares a los del banco.

El conjunto fue pintado, dorado y estofado por Miguel Martínez, sin fecha.

Como hemos visto y comprobado en el esquema, es muy parecido al de San Andrés de Navalmoral, variando sólo las imágenes (de acuerdo con la devoción de los fieles de cada localidad). Ignoramos si el autor de la arquitectura fue el mismo que el de Navalmoral (Jerónimo de Bricuela), siendo rematado por el mencionado Miguel Martínez. Pero no hemos hallado datos en el Archivo Parroquial ante la dispersión que han sufrido sus documentos (gran parte de ellos desaparecieron y los Libros básicos se hallan en Cáceres, en el Archivo Diocesano). Pero lo que sí es evidente es que, si no lo realizó él, al menos tuvo conocimiento del de Navalmoral y del de la catedral de Plasencia. Por lo que suponemos que se ejecutó en las mismas fechas o posteriores a cuando se realizaron los anteriores, a los que imita. En esa semejanza pudo influir el hecho de que en la época de la construcción (entre 1640 y 1650) era Señora y III duquesa de Galisteo (a cuyo Señorío pertenecía el lugar de Montehermoso) Ana Apolonia Manrique de Lara; esposa de Baltasar de Ribera Barroso, a quien el 16 de agosto de 1621 concedieron el Condado de Navalmoral. Aunque quince años después, y quizá para evitar esto, nuestra localidad compró la libertad o exención (por eso, este título se encuentra vacante, pero el citado Baltasar Rivera siempre se tituló I Conde de Navalmoral).

Lo que sí es cierto es que no imitó al de la sede de su diócesis, Coria; ya que éste es muy posterior, de un siglo después; con el que sólo tiene en común la advocación a la Nuestra Señora de la Asunción y el grupo escultórico relativo a ello. Es lógico que Coria tuviera otro anterior, tal vez del siglo XVI (cuando se labraron el coro y la verja protorrenacentista), pero no del XVII.

13.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

13.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

14. Tabla 2.- Ubicación de los elementos del Retablo de Montehermoso

14.- Tabla 2: Ubicación de los elementos del Retablo de Montehermoso

 

15.- Esquema del retablo de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

15.- Esquema del retablo

16.- Fotografía antigua del retablo de Montehermoso

16.- Fotografía antigua del retablo de Montehermoso

17.- Talla de San Pedro

17.- Talla de San Pedro

18.- Talla de San Pablo

    18.- Talla de San Pablo

19.- Expositor con el Sagrario

19.- Sagrario

20.- Relieve de la Predela

20.- Un relieve de la Predela

21.- Óleo de la Inmaculada

21.- Óleo de la Inmaculada

22.- Óleo de San José

22.- Óleo de San José

 

 

 

 

 

 

23.- Grupo escultórico de la Asunción de la Virgen

23.- Grupo escultórico de la Asunción de la Virgen

 

[1] es.wikipedia.org/wiki/Anexo: Obispos_de_Plasencia

[2] En 1636 la Campana de la Mata compra el título de Villa y la exención de la ciudad de Plasencia, por 7.565.000 maravedíes, de los que un tercio correspondieron a Navalmoral. Mientras que en esa misma época Montehermoso pertenecía al Señorío de Galisteo, bajo la jurisdicción de los Manrique de Lara, que grababan sus tierras con numerosos impuestos (alcabalas, una parte de las tercias reales, bienes mostrencos, etc.).

[3] Para este apartado nos ha sido de gran utilidad el estudio realizado por don Juan de la Fuente Remedios, anterior sacerdote de este templo.

[4] Archivo Parroquial de San Andrés. Libro

[5] BUENO ROCHA, J.: Navalmoral, 600 años de vida. Navalmoral, 1985.

[6] Archivo Municipal. Correspondencia. Publicado por QUIJADA GONZÁLEZ, D. en el periódico local “Quince Días”: Se produce un ‘horrendo sacrilegio’ en la Iglesia durante la mañana del 11 de enero de 1908, según comunica el párroco al alcalde, y sin que nos expliquen los hechos (pues todo el mundo lo sabría).

[7] ANDRÉS ORDAX, S. y otros: Monumentos artísticos de Extremadura. Editora Regional. 2006

[8] GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ, A.: Montehermoso, estudio histórico. Caja Duero. Salamanca. 1990

[9] Los Manrique de Lara, Señores de Galisteo a quien pertenecía Montehermoso, construyeron el templo en el siglo XVI y tal vez financian el retablo un siglo después, según veremos. Y eran caballeros de Santiago.

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