Oct 012007
 

 Mercedes Martín Pulido.

La historia de la región extremeña pocas veces se ha acercado al arte de la música para explicar cómo en un pueblo como el nuestro, con tan escasas oportunidades en este campo, han surgido individualidades de profunda vocación musical.

 

Sin embargo, a poco que indaguemos aparecen señales evidentes y expresivas de la gran afición y devoción que, en todo tiempo, Extremadura ha sentido por la música. La creación de asociaciones musicales (academias filarmónicas, bandas municipales, bandas militares, sociedades lírico-dramáticas, rondallas, corales…), la presencia de un comercio que tiene a la venta instrumentos musicales, la evidencia de la enseñanza  de la música, la información que la prensa local y regional ofrece de los conciertos previstos, del éxito de interpretes que han destacado… nos hablan del arraigo de la música en cualquiera de sus versiones y de la dependencia que de ella tenemos. La labor de quienes se han ocupado de mantener hasta el momento presente la llama viva de tan noble pasión -compositores, maestros de música, intérpretes, críticos musicales, y recopiladores de nuestro rico folclore- es la manifestación de un legado cultural que parece perdido en la memoria y que es necesario recuperar, valorar y catalogar para formar  parte de la historia artística de Extremadura[1].

 

Es el caso  del músico cacereño Carlos Hurtado Romero que en su momento mereció la consideración de la sociedad de su época, incluso su obra transcendió más allá de las fronteras nacionales y hoy es ignorado y solo contadas personas conocen de su existencia y de su talento musical.

 

Ha sido Miguel Hurtado Urrutia[2] quien ha divulgado la laboriosidad de este músico y ha resaltado su presencia en los ambientes culturales cacereños como el buen pianista que fue y como compositor laureado. Ciertamente quedan muchos datos de su biografía por conocer, incluido el año de su nacimiento (M. Hurtado la sitúa hacia 1868) así como el lugar y fecha de su fallecimiento.

 

Si nos hacemos eco de la opinión de Juan Luis Cordero Gómez[3], que lo consideraba un gran artista, fue el ambiente provinciano en el que se estancó el que cortó las alas a tan prometedor artista, también las privaciones que vivió, sin recursos económicos, interrumpieron los mejores frutos de su inteligencia. De no haber sido así, Carlos Hurtado  hubiera triunfado plenamente pues así lo  auguraban sus espléndidos triunfos en el Conservatorio de Madrid donde obtuvo brillantes notas y los primeros premios[4].

 

Una simple mirada a revistas como El Mundo Artístico,  y Bellas Artes de Madrid; El Anunciador Musical de San Sebastián, Alma Extremeña de Cáceres, así como otros periódicos de la región, El Bloque, El Adarve, El Norte de Extremadura,  El Noticiero… y conoceremos que prestaron gran atención a este músico desconocido hoy reconociendo su obra con admiración y divulgando sus triunfos. Precisamente son estas revistas la mayor fuente de información sobre este músico y su obra, pues incluso  algunas partituras han sido recogidas en sus páginas.

 

Al terminar sus estudios Carlos Hurtado se afinca en Cáceres donde se ganó la vida como organista de San Mateo, cuya plaza ganó por oposición en 1892, y como profesor de música dando clases particulares a domicilio y en su casa, de solfeo, piano, armonía, canto y flauta y preparación de alumnos para los exámenes del Conservatorio.  También afinaba pianos y copiaba música.

 

Por las fuentes citadas sabemos que en los primeros años del siglo XX dirigió el orfeón onubense y el orfeón “El Eco Cacereño” al mismo tiempo que iba adquiriendo reconocimiento de buen intérprete, dominó el violín y la flauta y destacó como pianista y organista notable. En 1910 dirige un cuarteto con Julián Arnelas (flauta) y Roberto y José Segarra (violinistas) y da conciertos en el teatro de Variedades y en provincias. Como compositor obtuvo grandes satisfacciones pues alcanzó importantes premios que consolidaban su trayectoria como tal.

 

Siendo todavía estudiante en Madrid compuso “La Cacereña», mazurca para piano de la que afortunadamente se conserva partitura. El domingo 28 de octubre de 1906 estrena en el teatro Principal[5] el “Pasodoble” que realiza para el Batallón Infantil de Cáceres[6]. Igualmente compone el pasodoble titulado “Manolete” dedicado al diestro Manuel Rodríguez, estrenado por la Banda Provincial durante el paseíllo en la corrida del dia 31 de mayo de 1908. No sería el único pasodoble taurino pues en septiembre de 1915 en la novillada con picadores que se celebra en Cáceres, la Banda Municipal dirigida por el maestro García Agúndez estrena el titulado “Cáceres Taurino”.

 

Su vals “Petra” fue premiado con cien francos y diploma en el certamen internacional de valses-boston organizado por la Asociación de Autores y Compositores de Música del Norte y  Pas-de Calais de Lille en 25 de marzo de 1909, alzándose con el 2º premio al que optaron 789 concursantes.

 

Compuso una marcha para los Exploradores Cacereños, asociación fundada en 1911, que sería agraciada con 50 pts. y 50 ejemplares de la obra, en el concurso de la revista Arte Musical de Barcelona de 3 de abril 1916[7].

 

En febrero de 1912 cosecha nuevos éxitos  al ser premiada  su obra, “Hosanna a Dios en las alturas y en la tierra hidalga de Extremadura”, gran marcha de concierto para septeto en el concurso Internacional de Composición celebrado en Bruselas. El premio consistió en 150 francos y diploma.

 

Quizás sean las composiciones religiosas las  más consideradas por la crítica musical, lo refuerza la prensa  al informar en 1919 de la “Salve”  de Carlos Hurtado en ocasión en que es cantada por el P. Salvador Carcagnolo que en esos momentos es huésped de los Misioneros de la Preciosa Sangre de Jesús en Cáceres.

 

Es autor del himno musical de la Asociación Cacereña de Socorros Mutuos, de cuya Junta  directiva formó parte. Esta Asociación cumplía sus Bodas de Plata en agosto de 1916 y para este cumpleaños Carlos Hurtado y Federico Reaño, como letrista, compusieron el himno mencionado, interpretado por primera vez con motivo de la finalización de las dos primeras viviendas de la barriada llamada “Casas Baratas”.  No era la primera vez que ambos firmaban un trabajo pues ya en este mismo año  lo habían hecho en el entremés titulado “Del mal el menos”, estrenado en Cáceres, en el cine San Juan.

 

La última noticia que he obtenido sobre él es la que se refiere a la toma de posesión de su cargo de director de la Banda Municipal de Hervás (Cáceres), hecho que ocurrió el 31-X-1924. A partir de esta fecha nada más conocemos de él. Tal vez ya se había ido apagando la aureola de celebridad que debió conquistar por sus merecimientos.

 

De tantos músicos extremeños de los que hoy se ha perdido la memoria, dos están especialmente vinculados a Trujillo, me refiero a Jacinto Cabrera de Orellana-Pizarro Melgarejo y Pérez-Aloe, como hijo del vizconde de la Torre de Albarragena y nieto del marqués de la Conquista, prolífico y generoso con el don musical del que fue investido, y a Carlos Hurtado, a quien me he venido refiriendo en estas cuartillas, pues además de haber dado algún concierto en esta ciudad es el autor del pasodoble[8] para piano titulado «Trujillo»  que dedicó a su Ayuntamiento en 1899. Según José Antonio Ramos Rubio[9] dicho pasodoble compuesto inicialmente para banda debía ser estrenado en  la ceremonia del tercer matrimonio de uno de los vecinos más longevo de Trujillo (llegó a los 120 años).  Hurtado contaba con la existencia de esta agrupación musical y al no ser así hizo una versión  para piano que es la partitura que hoy presento aquí y de cuya lectura extraigo lo más significativo: ritmo de marcha (allegro) propio para el desfile de soldados y para “el paseíllo” taurino,  de tiempo ligero, ejecución sencilla, melodía fácil y pegadiza, compuesto en tonalidades brillantes. El tema principal (la mayor) contiene modulaciones que dan a esta partitura una audición muy agradable.

 

Esperemos que haya ocasión de un reestreno y podamos conocerla  y disfrutarla.

BIBLIOGRAFÍA

 

 

GARCÍA REDONDO, Francisca: La Música en Extremadura. I.C. “El Brocense, Cáceres1983.

 

HURTADO URRUTIA, M.: “Nuestros artistas de ayer (Un territorio poco explorado)”. En Misterios de Cáceres (coord. CORTIJO, Esteban). Cámara O. de Comercio e Industria de Cáceres, 1998.

 

HURTADO, Publio: Ayuntamiento y Familias Cacerenses. Tip. Luciano  Jiménez Merino. Cáceres, 1918.

 

RUBIO RAMOS, José Antonio: Trujillo costumbrista. 1870-1970. Hermandad de la Virgen de la Victoria. Cáceres, 1993.

 

 

Revista Brisas Nuevas, de Cáceres (1909-1910)

Revista Alma Extremeña, de Cáceres  (1905-1909)

La Opinión, semanario de Trujillo (1908…)image002image003image005

 

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[1] En el ámbito regional y provincial ya se han realizado los inventarios musicales del monasterio de Guadalupe, de las catedrales de Coria, Plasencia y Badajoz y han aparecido estudios de gran interés sobre aspectos musicales de Plasencia, Trujillo, Cáceres, etc. Incluso algunas reediciones como las de Lux Bella (1492), obra del garrovillano Domingo Marcos Durán, autor del primer tratado de música en castellano, permiten ser optimistas.

 

[2] HURTADO URRUTIA, M.: “Nuestros artistas de ayer (Un territorio poco explorado). En Misterios de Cáceres (coord. CORTIJO, Esteban). Cámara O. de Comercio e Industria de Cáceres, 1998. Ps. 169-192.

 

[3] Bajo el seudónimo de “C.” Juan Luis Cordero firma el artículo “Gente Extremeña. D. Carlos Hurtado” en la revista Brisas Nuevas (Cáceres, nº 46, 18-1-1910)

 

[4] En 1891 solicitó al Ayuntamiento de Cáceres una pensión para continuar sus estudios de música en Madrid. Recibió entonces un apoyo económico de 150 pts  que se mantendrá hasta terminar los estudios en la Escuela Nacional de Música. (Sesión del Ayunt, 2-4-1891, y de 6-7-1894).

[5] En la velada musical a beneficio del Orfeón” Eco Cacereño“. En el programa intervienen  entre otros la pareja conocida artísticamente como “los ciegos Miguel y Pepe” en bandurria y guitarra. En la 2ª parte, el Orfeón bajo la dirección de Carlos Hurtado:-Primero interpretó el pasodoble que Cabrera de Orellana con letra de Cardenal realizó para esta asociación musical de la que fue fundador. A continuación “Barcarola”, de su autoría, igual que la “Jota” que con letra de Enrique Montánchez Jiménez Tercero . En la tercera parte la Banda del Batallón Infantil bajo la dirección de su director, D. José Capdevielle interpretó además de otras composiciones el “Pasodoble.-que Carlos Hurtado dedicó a dicha banda  (El Noticiero, nº 69, 27-10-1906,)-

 

[6] La presentación del Batallón Infantil constituyó un verdadero acontecimiento en Cáceres. La plaza, los balcones, las calles se llenaron de gente. Fue a Misa y detrás de él todo Cáceres y de la iglesia a la plaza de toros donde varios fotógrafos sacaron fotografías para los periódicos de Madrid (El Adarve, nº 165, 15-3-1906).

 

[7] HURTADO, Publio: Ayuntamiento y Familias Cacerenses. Tip. Luciano  Jiménez Merino .Cáceres, 1918.

 

[8] Agradezco a Miguel Hurtado que me haya facilitado la copia de la partitura de este pasodoble para presentarla a estos Coloquios.

 

[9] RAMOS RUBIO, J.Antonio: Trujillo costumbrista. 1870-1970. Hermandad de la Virgen de la Victoria. Cáceres, 1993. pag.30-31

Oct 012007
 

 Cecilia Martín Pulido y Mercedes Martín Pulido.

Afortunadamente los estudios sobre la Historia de la Enseñanza en Extremadura ya no son contados y escasos. Hoy reclama la atención de los investigadores y estudiosos de la historia extremeña convencidos de que el acercamiento a lo que se enseñó, y se aprendió, aporta aspectos valiosos e imprescindibles para el conocimiento de la evolución del pensamiento colectivo y de su instalación en la sociedad. Es la mejor oportunidad para conocer la respuesta de la escuela a las exigencias y necesidades que demanda, en cada tiempo, la sociedad; por todo ello los distintos aspectos relacionados directa o indirectamente  con la educación y con la enseñanza merecen la mirada atenta, objetiva y considerada del historiador si quiere manejar todas las variables que inciden en la vida.

 

Hay que conocer y recuperar la presencia y la actuación de los centros de enseñanza, públicos y privados, la labor desarrollada en este campo por instituciones y sociedades culturales, la de particulares, que movidos por distintos intereses asumieron según el caso, el mecenazgo o la caridad, la de quienes ejercieron la función de enseñar o plantearon sus actuaciones desde la perspectivas educativa y cultural.

 

Hora es ya de acercarse a  los autores extremeños que desde el mundo de la experiencia educativa dejaron tratados pedagógicos y asuntos relacionados con las labores de enseñar, lamentablemente no integrados en los repertorios bibliográficos[1], y sin embargo, por derecho, son parte de una realidad patrimonial digna de ser estimada.

 

En este convencimiento no están de más estas breves e inarticuladas notas sobre la enseñanza en Trujillo referidas al siglo XIX y XX, para las que he tenido en cuenta las alusiones e informaciones  sobre centros de enseñanza aparecidas en trabajos que tienen como objeto de estudio aspectos diversos de esta ciudad (me refiero, entre otros a los de Juan Tena, Clodoaldo Naranjo, José Antonio Ramos Rubio o el más reciente de los hermanos Pérez-Zubizarreta). Y me he asomado a la prensa local y provincial donde he constatado la existencia de talleres de carpintería, de bordados y confección, de clases de música, de dibujo, de comercio, de jardinería…etc., es decir, la enseñanza no reglada que diríamos en la terminología actual. También la presencia de la Sociedad Económica del País, de los círculos recreativos, la afición teatro, las agrupaciones musicales, la labor de las imprentas, la dedicación de asociaciones benéficas protectoras del Niño… todo ello necesario para entender el discurrir vital e intelectual de la  ciudad de Trujillo.

 

Así, de este espigueo por la prensa y por algún archivo particular he entresacado estos datos:

 

El Instituto

Me refiero al Instituto de Cáceres, creado en 1839, el único existente en la provincia. En él realizaron sus estudios secundarios la mayoría de los estudiantes trujillanos cuyas familias tuvieron posibles para ello. Del desembolso que realizaban los padres para mantener a su hijo, estudiante en Cáceres,  tenemos conocimiento a través de la correspondencia  que D.

Valentín Collazos, vecino de Trujillo, mantenía con el maestro D. Nicolás Rey Galeano que era quien durante los cursos 1852-53,1853-54 y 54-55 dio pupilaje a su hijo, Fidel, en Cáceres. Parece que Rey Galeano actuaba como tutor muy interesado a todos los efectos, ello se desprende de la mencionada correspondencia de la que extraigo algunas frases:

 

«el niño sigue bien, al que puede recomendar que estudie más, pues por más que se le advierte, se abandona mucho” (31-3-1854)

 

nos hemos examinado de Latín  y ya veremos” (3-3-1954)

 

Las constantes minutas enviadas al padre de los gastos de Fidel se refieren a facturas de botica, arreglo de zapatos, de vestido, compra de sombrero, de libros y otros sin especificar. La minuta del mes de marzo es de 170 rs y 17 mv por 31 días de alimentos. A estos gastos hay que añadir los 106, 9 rs v y 9 mv que había que abonar al mes al maestro   D. Felipe Uribarri. No respondió el alumno a las expectativas paternas a juzgar por los resultados finales que son evaluados de “mediano” por el Director del Instituto, D. Luis Sergio Sánchez y el Secretario del mismo, D. Andrés Paredes, en 1853.

 

La formación profesional

Un maestro de taller fue José Bacciarini, artista grabador, especialmente de toda clase de sellos con escudo de armas. Llega a Cáceres en 1839 pero se afinca en Trujillo donde vive en 1858 e instala su taller en el que al mismo tiempo que responde a los trabajos de encargo tiene dos aprendices del oficio.

 

 

Imposible hablar de la enseñanza en Trujillo y no mencionar aunque sea con la brevedad de ahora, a su centro más emblemático: el Colegio Preparatorio Militar. Levantado en terrenos que el Ayuntamiento compró en 1888 a los herederos de Dª Lucía Elías Serrano para la instalación en lo que hoy es Paseo Ruiz de Mendoza de un Colegio Preparatorio Militar. Además de la enseñanza específica de este centro, se podía cursar el bachillerato

En 1902, por R. O. del Ministerio de la Guerra se suprimen en España las academias preparatorias militares y por lo tanto la de Trujillo. El profesorado se disemina y así en 1903 Carlos Marra comandante de Infantería y el capitán Santiago G. Barberá abren en Cáceres una Academia Preparatoria Cívico-Militar. Se anuncian en la prensa como  exprofesores del colegio Preparatorio Militar de Trujillo. En ella se daba preparación especial y completa para el ingreso en las academias militares.

El edificio que fue requerido por los jesuitas para establecer en él un Colegio de Segunda Enseñanza, pasó por una época de abandono quedando solo habitable el pabellón de la oficialidad destinado a casa-cuartel de la Guardia Civil y el gimnasio convertido en garaje automovilista. Otros espacios comprados en 1916 por Dª Margarita Iturralde permitieron la instalación de nuevos centros de enseñanza[2]

La nueva calle, Marqués de Albayda que el Ayuntamiento abre en 1920 dividió en dos tan magnífico edificio[3].

 

Un maestro de escuela pública

Lo fue el trujillano Joaquín Cuadrado Retamosa, que ejerció su profesión de maestro de Primera Enseñanza en Cáceres  y posteriormente en Trujillo. Es conocido como autor de la letra del Himno a la Virgen de la Victoria. En su tiempo fue estimado como buen maestro y alguna muestra ha dejado que así lo corrobora. Me refiero al librito que publicó titulado Cartilla Agraria en verso para uso de las escuelas de Primera Enseñanza. Imp. de Nicolás Mª Jiménez, Cáceres, 1887.

 

Sobrino suyo fue Cipriano Guerra Cuadrado (1862-1928) auxiliar de la sección de Letras del Instituto General y Técnico (donde daba Francés, Historia y Geografía desde 1891-hasta 1916). Ocupará el puesto de director en 1918 tras la marcha a Valencia de Manuel Castillo  Quijada Como profesor se había hecho querer, de carácter bondadoso , de él se cuenta que jamás suspendió a un alumno.

 

La imprenta:

Una de las imprentas existentes en Trujillo  en el siglo XIX es la que regentó la sociedad “Acedo Hermanos”, anterior a la  imprenta  de Benito Peña, de larguísima permanencia, y a “La Minerva” de  Agustín Durán pero posterior a la de Lucas Moreno que funcionaba en 1856.  En la primera de las citadas se imprimió en 1872 el texto escolar  de José Bravo y Díaz, maestro de Primera Enseñanza en Zarza de Montánchez titulado Nociones fundamentales de Aritmética Teórico-práctica en verso para la enseñanza de las escuelas. El método memorístico estaba instalado  en la escuela y el verso era una apoyatura muy apreciable.

 

La enseñanza a distancia

Una nueva modalidad de enseñanza es la que introduce Rafael Heredia Rodríguez Jaén, trujillano, uno de los fundadores del semanario local La Opinión, de ideas republicanas, diputado provincial en Madrid y director de la Revista Pericial Mercantil. En 1908 abrió y dirigió la Escuela Práctica de Comercioubicada en la c/ de la Montera, nº 43 de Madrid. Escuela que abre a un entorno más amplio al iniciar la  enseñanza por correspondencia para adquirir en seis meses el título de Tenedor de Libros, y que lo sitúa en Extremadura como pionero de esta modalidad.

En la provincia de Cáceres encontró alumnos que prepararon esta carrera siguiendo esta forma tan novedosa de enseñanza-aprendizaje.

 

 

La obra benéfica:

La representa Lucía de Orellana, condesa de Romero, que estableció en octubre de 1915 el Colegio y Talleres de la Stma. Trinidad  en la c/ Ancha, en el antiguo solar de los Paredes Saavedra, en Cáceres. Se trataba de un colegio-residencia para jóvenes totalmente gratuito. La Obra era pobre y se mantenía de limosnas y de la venta de sus manufacturas.

En 1917 edita el Boletín de los Talleres de la Santísima Trinidad para dar a conocer la labor que se hace.

 

Una revista:

El Colegio-Academia de la Purísima Concepción  establecido desde 1922 en el Palacio del Marqués de Albayda bajo la dirección del abogado D. Marcelino Gonzalez H. Barrantes propició la salida de Ensayos, una publicación periódica que apareció en enero de 1922 como “Revista quincenal ilustrada de Literatura y Arte”. El título de la revista responde perfectamente a la finalidad que se propusieron sus responsables: servir de ensayo y aprendizaje al grupo de redactores en las manifestaciones de sus inquietudes literarias.

En un formato clásico de revista, es decir, el cuarto mayor y revestida con una cubierta  en color donde campea el dibujo que firma “Carlos” (castillo y patrona de Trujillo sobre una bella orla) da custodia a las 8 páginas que fueron habituales. El director artístico de Ensayos, es el autor del dibujo de portada, Carlos Baruteaud.

 

La permanencia de esta revista fue muy corta, no llegó a sobrepasar el año, nota característica en las de su género y sobre todo en las realizadas por jóvenes como era el caso de Ensayos. El cuadro de redacción dirigido por Juan Chamorro Padilla lo formaban estudiantes vinculados al Colegio citado: Elisa Miura Pérez[4], Tomás Civantos Morales, Manuel Bazaga Medina, Andrés Cancho Bravo, los hermanos Blanca y Antonio Míguez Paredes, Fernando Marcos Calleja, Tomás Pumar Cuartero y Francisco López Pedraza; a ellos se sumarían después Álvaro de Zurita de los Ríos y Alejo Leal García.

 

Además de una Crónica Local, incluía una serie de problemas aritméticos y geométricos para ser resueltos por los lectores. La disconformidad en la solución de algunos de ellos llegó a enfrentar al director de Ensayos con el de Voz Regional, Julio Martínez Gala, poco tolerante con los fallos de los jóvenes. Estas discusiones tenían como punto final las explicaciones de ambos en la prensa local, retirando, «las ofensas personales inferidas, que deseamos no dejen recuerdo alguno de amargura» (nº 14).

 

La revista se sostuvo con las suscripciones  de sus lectores, la mayoría padres de los citados, que debían abonar 1,50 pts al trimestre. Recurrieron al comercio y a la industria de Trujillo para financiar los gastos de papel en época de carestía,  y de impresión en “La Perfección Trujillana” de Benito Peña.

 

Las clases de idiomas:

La enseñanza de idiomas ya había tenido ejercicio en Trujillo desde los primeros años del siglo XX. En este eje cronológico que me guía, y que llega  a la mitad de dicho siglo se me ha ocurrido incluir la academia denominada Academia Latino-Francesa  que en 1935 dirigía D. Miguel Abril Blanco: Estaba establecida en el nº 3 de la  C/ Cruces,   y en ella se impartían clases complementarias para alumnos de Bachillerato, especialmente  de Latín y Francés. Se preparaba el ingreso en el Instituto de Segunda Enseñanza y en Escuelas Especiales, y también se daban clases particulares a domicilio.

 

Es en este momento cuando pongo punto final a nuestra exposición en el convencimiento de que ni siquiera hemos logrado esbozar este gran tema.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Con algunas excepciones. Afortunadamente las ideas y pensamiento de ilustres pedagogos están siendo divulgados a través de la Consejería de Educación y de la Fundación “Juan Uña”. La Unión de Bibliófilos Extremeños, en su afán de conocer, estudiar y divulgar el patrimonio bibliográfico extremeño ha incluido en sus publicaciones anuales con motivo de la Feriadel Libro una mirada interesada a este tipo de publicaciones. Por otra parte,  la  Exposición “Extremadura en sus páginas. Del papel a la web”, celebrada en Badajoz en 2005, incluyó en su catálogo  piezas bibliográficas  de enorme interés.

 

[2] Sobre el Colegio Militar de Trujillo hay publicado algunos trabajos: GUTIÉRREZ MACÍAS, Valeriano: “El Colegio Preparatorio Militar de Trujillo”, Comunicación presentada a los XXII Coloquios Históricos de Extremadura de 1996.

 

[3] El Noticiero, Cáceres, 17-1-1920.

 

[4] Posteriormente se convirtió en una conocida escritora, publicando en las revistas literarias de la región aparecidas a principios de siglo. Es autora de la novela Deseo de amor, publicada en 1911

 

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