Sep 292023
 

 Teodoro Martín Martín

 

  1. I) INTRODUCCIÓN

 

Después del trabajo que llevé a cabo en el año 2022, para conmemorar el Primer Centenario de la Visita del Rey Alfonso XIII a las Hurdes, y que se titulaba Documentos para un Viaje, sentí la necesidad de profundizar más sobre aquel tema y para ello encontré un terreno abonado en el estudio y peculiaridades de la revista Las Hurdes. Ésta apareció en el año 1904 y dejó de existir en 1908. Fue la expresión mediática de la  asociación filantrópica La Esperanza de las Hurdes, creada en el año 1903.

Se trataba de una publicación paternalista, católica y regeneracionista, editada y concebida fuera del territorio hurdano. Sus creadores e inspiradores fueron Francisco Jarrín Moro, magistral de la catedral de Salamanca y José Polo Benito, entonces sacerdote en la ciudad del Tormes. Se enmarcaba pues en la dinámica de la acción social católica, que tenía sus orígenes en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII. Fue la primera publicación periódica que con este nombre surgió en el siglo XX.

A ésta le siguió con la misma denominación otra que tuvo vitalidad de 1926 a 1928, editada en Cáceres y subtitulada Revista Quincenal Católica Ilustrada. Aceptaba la censura eclesiástica y tuvo un talante más religioso. Tras la misma estaba el obispo de Coria, Pedro Segura Sáez. Una tercera publicación con igual denominación y hecha por hurdanos fue la que se editó de 1985 a 1988, con un perfil más reivindicativo y progresista. Su director fue Casto Iglesias Duarte. Ya terminada la centuria pasada, en 1999 apareció la última de que tenemos noticias, dirigida por Jerónimo Roncero Domínguez, también concebida por hurdanos y de carácter conservacionista y ecologista.

Vinculados a estas publicaciones se halla la celebración de tres Congresos Nacionales de Hurdanófilos. El primero celebrado en Plasencia  en junio de  1908, el segundo que tuvo lugar en 1988 en Casares de Las Hurdes y el tercero, en diciembre de 2006, en Caminomorisco. En ellos se trataba de poner en común aquellas experiencias, conocimientos y propuestas que sirvieran para resolver los graves problemas de dicha comarca, centrados en los temas de educación, sanidad y comunicaciones. Combatiendo a la vez los grandes prejuicios y leyendas que a lo largo de la Historia se fueron inventando.

El estudio de la primera publicación que tuvo la comarca, la de 1904 a 1908, es pues nuestro objetivo. Para ello hemos establecido una serie de apartados en los que analizaremos, tras la obligada introducción, la estructura de la revista y su formato.  Después nos detendremos en los contenidos de la misma, haciendo mención a los autores de artículos, temas de los mismos, textos poéticos y en prosa más relevantes, así como los principales debates que surgieron en la publicación. Otros aspectos noticiables en la revista, como las secciones Nuestras Noticias y Notas Bibliográficas cierran el trabajo que no excluye una coda conclusiva.

Hemos detectado ejemplares completos de Las Hurdes en los siguientes centros de documentación: Biblioteca Nacional de España Madrid, Real Academia de la Historia, Biblioteca Estatal de Cáceres, en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo y en el Centro de Documentación de Las  Hurdes en Pinofranqueado. La bibliografía que hemos utilizado, además de la propia publicación, es la siguiente:

-Benito Bejarano, Sergio (2020): La Esperanza de Las Hurdes. Indie. Torrelavega.

-Blanco Belmonte, M. Rafael (1911): Por la España Desconocida. La Ilustración Española y Americana Madrid.

Crónica del Primer Congreso Nacional de Hurdanófilos (1908), 14 y 15 de Junio de 1908 Plasencia.

-Flores del Manzano, Fernando (2013): La acción social de la Iglesia Placentina. Pontificados de F. Jarrín y A. Reguera. Editorial Cultura Cristiana Plasencia.

-González Castro, José, Crotóntilo, (1908): Las Hurdes una solución que se impone. Revista Extremadura, Volumen XX Cáceres.

Legendre, Mauricio (2006): Las Hurdes. Estudio de Geografía Humana. Editora Regional de Extremadura Badajoz.

La Liga Hurdana (1917): Texto de Juan Pérez, nuevo presidente de la misma. El Noticiero Cáceres.

-M. Anónimo (1922): La acción social del clero en Las Hurdes. Revista Católica de Cuestiones Sociales nº 331, año XXVIII julio, Madrid.

-Martín Martín, Teodoro (2022): Documentos para un viaje. XII Jornadas Históricas de Almendralejo y Tierra de Barros, Almendralejo.

-Ortega Cantero, Nicolás (2022): Marañón y las Hurdes. La Comisión Científica y el Viaje de Alfonso XIII. Nº extraordinario del Boletín de la Real Sociedad Geográfica. Madrid.

Pleito de la Esperanza de Las Hurdes (1909) Plasencia.

Revista Extremadura. Editada en Cáceres de 1899 a 1911. De carácter regeneracionista.

-Rodríguez Masa, Juan Carlos (2020) .Pan de trigo y pan de ideas. Las limosnas que un poeta reclamó y un obispo consiguió. Actas de los XLIV Coloquios Históricos de Extremadura Trujillo.

-Sánchez Granjel Santander, Mercedes (2003): Las Hurdes el país de la leyenda, entre el discurso ilustrado  y el viaje de Alfonso XIII. Ed. Milenio Lérida.

-Valenzuela Rubio, Manuel (2022): Las Hurdes en las décadas iniciales del siglo XX. Entre la filantropía y el regeneracionismo. Nº extraordinario del Boletín de la Real Sociedad Geográfica Madrid.

 

  1. II) ESTRUCTURA DE LA REVISTA

 

En este capítulo aludiremos al formato de la publicación, así como otras peculiaridades que nos ayudaran después a comprender mejor los contenidos y temas que se insertan en aquella. Es lo que podríamos denominar el continente de Las Hurdes. Distinguiremos las siguientes partes:

  1. a) La portada. Ésta varía según los números editados:

+En el número 1, del 22 de febrero de 1904, en la zona superior aparece en grandes caracteres el título de la publicación y el subtítulo de Revista mensual ilustrada. No tiene foto o grabado, pero sí un marco florido. En la zona media de dicha portada aparece el nombre de su fundador y patrocinador Jacinto Orellana y Pizarro, marqués de Albaida, y a continuación la nota: se publica el 22 de cada mes en cuadernos de 22 páginas.

+Las portadas del 2 al 26 tienen esta configuración: arriba el título de Las Hurdes, debajo Revista mensual ilustrada. En el centro y sobre una foto de paisaje el nombre del fundador ya citado. En la parte inferior la fecha y número de la publicación. El grabado es una composición que consta de una población con gentes andando, montes con pastores y ganado de cabras, rio con puente, bueyes conduciendo un carro y campesino en una tierra trabajando con yunta. En la parte inferior de la mencionada ilustración se insertan a su derecha las letras A y J unidas y a su izquierda Rocafull y Cª.

+La portada de los números 27 al 52 es la misma que las anteriores. Pero cambia la foto. Ahora aparece una figura femenina de pie, portando en su mano derecha una pluma para escribir y en la izquierda una gavilla de espigas de trigo, que sujeta con el brazo a su pecho y entre los dedos de ese brazo sostiene una cruz. El fondo de la figura es un campo con flores y frutales, en lontananza montañas y destacando una espadaña con campanas. Lo firma J. Diez, profesor de dibujo en el Instituto General y Técnico de Salamanca. En la parte baja de la portada es donde aparece ahora Revista mensual ilustrada, la fecha y el número. El nombre del fundador Jacinto Orellana se ha trasladado a la zona superior de la primera página con texto. El encuadre de estos números es el característico de las publicaciones de comienzos del siglo XX.

  1. b) La contraportada varía según los números. Suele utilizarse este espacio para señalar la lista de colaboradores, corresponsales y sus poblaciones; o bien publicidad. A veces no tiene contenidos aparece en blanco. Por lo tanto en el sentido tradicional de estas publicaciones no hay índice ni nota referencial en la contraportada.
  2. c) Índice y paginación. El primero suele aparecer en la página 2 indicando el autor, título y página en la que se inicia el artículo o nota. A este sumario se añade el título de los grabados que se intercalan dentro o entre los artículos. Las páginas 3 y 4 son de publicidad en ciertos números. En otros comienzan directamente los contenidos a partir de la 3ª. Antes de las colaboraciones se suele señalar el año fecha y nº del ejemplar y en rótulo: Las Hurdes, Revista mensual ilustrada, más el director F. Jarrín.

Respecto al nº de páginas, estas varían; suelen situarse entre las 22 y las 33 páginas dependiendo de la cantidad de artículos y su extensión. Todo ello sin contar la publicidad y portadas. La paginación de los nº 1 al 23 (febrero 1904-diciembre de 1905) es seguida y asciende a 260 páginas. Del nº 24 al 35 (enero-diciembre 1906) son 280: del 36 al 47 (enero-diciembre 1907) consta de 285 y del 48 al 52 (enero-mayo 1908) 95 páginas. Entiendo que esta distribución tiene por objeto hacer coleccionables por años la propia revista. Su formato físico es 215×145 mms. De media tiene la publicación unas 25 páginas.

  1. d) Periodicidad. Ésta es mensual, suele aparecer los días 22 de cada mes, algunas veces el 20 otras el 23, salvo cuando algún mes recupera el mes en que no aparecido. Así sucede en noviembre de 1905 en que aparecen uno el 7 y otro el 22, recuperando el no publicado en setiembre anterior. En este mes de 1906 surge uno el 3 y otro el 22, recuperando el mes de agosto. El de mayo de 1907 se adelanta al día 12. El último que apareció, abril y mayo de 1908, es conjunto y no señala día.
  2. e) Idioma. La revista preferentemente utiliza la lengua castellana, si bien en algunas poesías y en diálogos entre naturales de artículos costumbristas es habitual el empleo de expresiones en el dialecto o habla extremeños.
  3. f) Número de años y títulos que se editaron. Como se ha señalado anteriormente Las Hurdes vieron la luz de febrero de 1904 a mayo de 1908. Se publicaron en total 52 números a lo largo de cinco años. El total de páginas fue de 920 sin contar publicidad ni portadas.
  4. g) Precio de la publicación. Éste se mantuvo constante. La suscripción anual ascendía a 3 pesetas, el número suelto 0,25 céntimos y el abono para el extranjero 4 francos.
  5. h) Editorial. No existía línea editorial específica en el sentido de apartado concreto de la publicación. No obstante la misma se define como promotora de tres grandes objetivos para la comarca o “tierruca”, término utilizado con asiduidad. Aquellos son: iglesias, escuelas y caminos. La mayor parte de los artículos abrazan estos contenidos o metas. El propósito de la publicación no era otro que desmitificar las leyendas hurdanas, dar a conocer la realidad y cara al futuro obtener recursos humanos y económicos para redimir a sus habitantes de su marginación y ostracismo.
  6. i) Directorio. Su director fue Francisco Jarrín y el principal redactor José Polo Benito. Éste sustituyó al primero al frente de la revista cuando aquel fue nombrado obispo de Plasencia a partir del nº 35. La secretaría y administración estuvo al principio en la calle Carvajal 5 de Salamanca, luego pasó a Juan del Rey 8. Igualmente en la citada ciudad y su imprenta Calatrava, a cargo de L. Rodríguez, estuvo la impresión de los números 1 al 39. La redacción estuvo en la calle Azucena 4 de la mencionada ciudad castellana.

Pero a partir de mayo de 1907, nº 40, la redacción y administración se trasladaron al palacio episcopal de Plasencia, siendo Bernardo Jarrín, mayordomo del obispo, su responsable. La impresión también se trasladó a la ciudad del Jerte. Primeramente el nº  40 en La Minerva a cargo de L. González, Los números  41 al 47 en la imprenta viuda de Sagrera y los números 48 al 52 en la imprenta Ramos. El fundador y patrocinador fue el aristócrata de origen extremeño Jacinto Orellana y Pizarro, marqués de Albaida y de la Conquista, senador y mecenas.

  1. j) Artículos. Son la parte medular de la revista; no hay orden temático o de otra índole en su confección. Suelen tener entre 5 y 8 colaboraciones por número, con una extensión de 2 a 4 páginas cada uno de ellos. Pueden ser narrativos, novelados o bien poesías. Los temas y autores ya los señalaremos en otros apartados. Los hay de actualidad o de saludo, que suelen ocupar las primeras páginas. Al final se inserta la sección Nuestras Noticias sobre La Esperanza de Las Hurdes y otras cuestiones afines. Además de los trabajos que se insertan hallamos fotografías o grabados referidos a personajes o paisajes jurdanos o relacionados con los artículos. Las fotos de los últimos números, a partir del 28, son del renombrado fotógrafo salmantino Venancio Gombau.
  2. k) Publicidad. Después de ésta suele aparecer la lista de colaboradores y corresponsales de la publicación en las zonas donde tuvo más difusión, sobre todo Salamanca, Extremadura y Madrid. Así mismo advertencias a los socios y suscriptores. La pauta publicitaria se caracteriza por su vinculación con Salamanca en los años 1904 a 1907. En este último año ya aparecen anuncios de la provincia de Cáceres. En los 12 primeros no existe publicidad, tampoco en el 48, no se la razón de porqué eso fue así. El tipo de empresas anunciantes fue: pensión para estudiantes, liceo escolar, taller de construcción, librería, colegio o fábrica de harinas en Salamanca. Las referidas a Cáceres fueron: el colegio de El Salvador y una farmacia en Plasencia, más un taller religioso en Navalmoral de la Mata. Estos anuncios publicitarios podían ocupar una página entera o media.

 

III) ANÁLISIS DE LOS CONTENIDOS

 

La revista Las Hurdes, como bien señala recientemente un autor, “era el eco de la sociedad Esperanza de las Hurdes y portaestandarte de su progreso” (Ortega Cantero, 2022, 178). Ambas fueron propuestas por un destacado grupo de católicos salmantinos. “El sello religioso marcó las diversas medidas puestas en marcha durante la primera década del siglo XX. Así ocurrió con la fundación en 1903 de la Esperanza de Las Hurdes, sociedad creada por Jarrín con la finalidad de recaudar fondos y canalizarlos hacia las Hurdes en forma de ayudas sociales y mejoras de la zona. Una interesante faceta de la Esperanza de Las Hurdes fue su sistema de financiación, en el que se combinaban la aportación de los socios con la obtención de una subvención del Ministerio de Fomento de 20.000 pesetas anuales” (Valenzuela Rubio, 2022, 62). La sociedad se disolvió en 1917. Las causas que lo motivaron y la creación de la Liga Hurdana, pueden leerse en el texto de Juan Pérez, presidente de la nueva asociación, cuya acta fundacional y reglamento se insertan en el folleto titulado La Liga Hurdana. Imprenta de El Noticiero de Cáceres 1917. También en el libro El Pleito de la Esperanza de las Hurdes. Plasencia 1909.

Sobre la revista que nos ocupa continua diciendo este destacado profesor de la Universidad Autónoma de Madrid: “La Esperanza de las Hurdes llevó a cabo una activa labor de difusión de sus planteamientos y actuaciones a través de la revista Las Hurdes (1904-1908), sufragada por Jacinto Orellana, marqués de Albaida. Otro gran hito de propaganda de la Esperanza fue la celebración del Congreso Nacional de Hurdanófilos, celebrado en Plasencia en 1908, que contó con el apoyo del Instituto de Reformas Sociales, personalizado en Segismundo Moret” (Valenzuela Rubio, 2022, 62).

Estas palabras sitúan a nuestra publicación dentro de un contexto histórico y conforme a unos planteamientos ideológicos que van a estar presentes a lo largo de los cinco años que la revista subsistió. Ello lo podemos vislumbrar más claramente en los diversos apartados de este capítulo que pasamos a considerar.

  1. A) Autores. Si por algo se caracteriza una publicación es por el sello que le imprimen sus protagonistas, incluyendo en los mismos a su dirección, redacción y colaboradores. De éstos unos 60 autores hemos contabilizado a lo largo de los cinco años. Los que más publicaron fueron: José Polo Benito, sacerdote salmantino con cargos después en Plasencia y Toledo (44 artículos); Francisco Jarrín, chantre de la catedral de Salamanca y luego obispo de Plasencia (35); Julián Mancebo Martín, sacerdote de La Alberca (29); Jacinto Vázquez de Parga, director del Museo de Salamanca (25);Eugenio Escobar Prieto, deán de la catedral de Plasencia (17); Gumersindo Santos Diego, poeta y doctor en Derecho Canónico por Salamanca (16); Tomás Gómez, secretario del Ayuntamiento de Caminomorisco (10); Crotóntilo, médico rural en varios pueblos de la provincia de Cáceres (5); Julián Castro Bajo, poeta y párroco de Cabezabellosa (4). Con tres hallamos al poeta José Mª Gabriel y Galán, Pablo Hernández, párroco de Pinofranqueado, Constancio Bernardo de Quirós del Instituto de Reformas Sociales y creador de la sociedad de alpinismo Peñalara, Juan Domínguez Berrueta, catedrático en el Instituto de Salamanca, Romualdo Martín Santibáñez, secretario de ayuntamiento y notario, más otros tres. Con dos colaboraciones destacan el doctor Ángel Pulido, el director del Instituto de Cáceres Manuel Castillo, el Conde de Retamoso delegado regio de pósitos, el párroco de La Alberca Ciriaco Iglesias Garrido, los ingenieros Eduardo Argentí y Víctor Sánchez, L. Rodríguez Miguel catedrático de la Universidad de Salamanca, el sacerdote Crisanto Pedraza y Teodoro Sánchez. El resto con un artículo, hasta 60, son colaboradores de distintas provincias: los obispos Peris Mencheta y el padre Cámara, el académico Juan Catalina García y el catedrático de la Universidad salmantina Pedro Dorado Montero, entre otros.

Como podemos comprobar un amplio abanico de escritores y personalidades marcados por su pertenencia al ámbito católico y regeneracionista. Hallamos desde obispos a delegados regios, pasando por médicos, canónigos, poetas, párrocos, catedráticos de institutos y universidades, ingenieros, cronistas o historiadores, secretarios de ayuntamientos y un largo etcétera. Si hay un paraguas que les protege y les guía es la acción social católica y su preocupación por sustraer a la comarca de su situación de postración, miseria y aislamiento.

  1. B) Temas y géneros. Éstos son muy variados, tanto las temáticas como los géneros literarios en que se expresan. Vamos a agruparlos en materias y citaremos los artículos más destacados.

+Cartas: De los obispos de Coria y Salamanca, Ministro de Estado, y las tituladas: a S. M. Alfonso XIII o Albricias.

+Educación: Fiesta escolar, de instrucción hurdana, el principio del fin, las Hurdes y la Universidad de Salamanca, a la cartera ministerial, nuestras escuelas, nueva escuela en las Hurdes, contestación obligada.

+Poesías en castellano y en habla extremeña (varias).

+Sobre la Esperanza de las Hurdes: Sociedad un balance, de nuestra obra, nada de asaltos, juntas generales.

+Gratitud: Honremos a Gabriel y Galán, nuestros amigos, pro patria, palabras sinceras, el gobierno de las Hurdes.

+Historia: Juan Porras y Atienza, las Hurdes en la Historia, doscientos años, regionalismo hurdano, un poco de Historia, las Hurdes nunca fueron salvajes, regionalismo honrado, Las Hurdes, La Unión Extremeña.

+Geografía: Correo de las Hurdes, ¿dónde están las Hurdes?, paisajes hurdanos, concejos hurdanos, las Batuecas y las Hurdes, impresiones de un viaje, un proyecto, valle y convento de las Batuecas, a cerca de las Hurdes, la tierra y el hombre, más sobre el territorio jurdano.

+Biografía: Peris Mencheta, rasgos, Gasset en la Batuecas, obras y hombres: el doctor Bide.

+Religión: Viático en las Hurdes, sacerdote hurdano, el Cristu del Pino, los franciscanos en las Hurdes, los jesuitas en las Hurdes, impresiones hurdanas, el obispo electo de Plasencia.

+Costumbres: El pilu, contrastes, nuestra fiesta, el monaguillo de Vegas, los amores de mi guía, retazos de una historia, por sorpresa, el cotorro de las tiendas, lo que son los hurdanos, la lucera, el volcán, el bichu, diálogos hurdanos, del dia-gosto, invenciones del trust, una boda en Nuñomoral.

+Etnología: Consideraciones sobre las Hurdes, páginas de sangre, la tía Candela, mi interviú con un hurdano, respuesta obligada, juicios ajenos, el país de las brujas, mendicidad hurdana, la Diputación y las nodrizas hurdanas, farmacopea hurdana, las menderas, el mal de ojo.

+Economía y Sociedad: Minas en las Hurdes, colonias agrícolas penitenciarias, la mayor miseria, el porvenir de las Hurdes, carta abierta, la carretera de las Hurdes, el ferrocarril de la Vera, luz eléctrica, pósitos en las Hurdes.

+Periodismo: Las Hurdes y la prensa, al quinto, la campaña hurdana.

+Viajes: De mi viaje a las Hurdes, uno más, notas de un viaje, por las Hurdes, ¡a las Hurdes!, de mi viaje a Cáceres, impresiones de un viaje.

+Lengua: Yo escribo Jurdes.

+Comunicaciones: Carretera del Estado, carretera de La Alberca a Plasencia.

+Medicina: Las Jurdes, la Medicina en las Hurdes, unidad de acción.

+Congreso de Hurdanófilos: ¿Congreso de hurdanófilos? una idea, a nuestros lectores, carta abierta a Crotóntilo, tengo la palabra, mi opinión, por los hurdanos, del Congreso de Hurdanófilos, más adhesiones, nuestro congreso, sobre el Congreso, carta abierta, proyecto de cuestionario para el Congreso, Congreso Nacional a favor de las Hurdes.

Como podemos ver los títulos, temas, género y materias de los artículos son muy variados. Abordan a mí entender todas las cuestiones que en el primer decenio del siglo XX preocupaban a los hombres que tenían como norte la redención de los habitantes de aquella comarca. Existen colaboraciones más o menos logradas, en un estilo y formato corto. Los artículos no sobrepasan por lo general las dos o tres páginas. El contenido de los mismos trataremos de exponerlo en el siguiente apartado, que manifiesta en textos poéticos o en prosa lo que embargaba a sus autores. Por razones de espacio utilizaremos sólo algunas muestras. Tras los textos citamos el autor, número y año de la revista.

  1. C) Textos más significativos:

1) Poéticos.

Aplicando a las Hurdes una copla conocida en El Escorial, “Salieron de este canto/ cuatro reyes y un santo”. (Jarrín, I, 1904).

El poema de La jurdana termina así: “Por la cuesta del terrucho pizarroso/va bajando la paupérrima jurdana/con miserias en el alma y en el cuerpo,/ con el hijo medio imbécil a la espalda./ Yo les pido dos limosnas para ellos/ a los hijos de mi patria:/ ¡pan de trigo para el hambre de sus cuerpos!/ ¡pan de ideas para el hambre de sus almas!” (Gabriel y Galán, II, 1904).

Del mismo autor y correspondiente a un poema de 60 versos inédito, en nº XIV de 1905, se insertan los siguientes: “Basta, pues, de introducción/ que hay mucho que agradecer/y no quiere el corazón/más tiempo en vano perder”.

De Santos Diego, XXII, 1905, son estos versos: “No es la sierra, no es la sierra/quien ahoga, quien encierra/a los míseros jurdanos/en la estéril oquedad de sus montañas/ ¡son los hombres, sus hermanos/sus hermanos sin entrañas!”.

“El que en estas tierras/quiera prosperar, /en cabras y colmenas/debe trabajar.” (Mancebo, XXXII. 1906).

Aforismo popular: “en guerras y amor es lo primero/el dinero, el dinero y el dinero”. (Polo Benito, XXXIII, 1906).

La poesía titulada Creo en Dios concluye con estos dos versos: “¡Creo en Dios y que hay ángeles y santos, /y porque vos sois un ángel y una santa!” (Castro Bajo, XLIV, 1907).

Jarrín describiendo el valle y convento de Los Ángeles, XLIX, 1908. “Sólo quedan memorias funerales/donde vagaron sombras de alto ejemplo/la cascada de la Meancera/donde sólo reina el silencio”.

2) Textos en prosa.

Califica a la Esperanza de Las Hurdes “gran cruzada de la caridad” (Polo Benito, II 1904).

“Las Hurdes son un laberinto montañoso a vista de pájaro” (Jarrín, III, 1904).

“Las Hurdes son un baldón para España” (Mancebo, III, 1904).

“Los paisajes hurdanos son majestuosos como la naturaleza” (Polo Benito, III, 1904).

“Hay 44 alquerías en los cinco concejos” (Jarrín, IV, 1904).

“Las Hurdes son verdadera Suiza en miniatura” (Vázquez de Parga, V, 1904).

Los sacerdotes hurdanos son, ”héroes oscuros del catolicismo” (Polo Benito, V, 1904).

Mancebo, V, 1904, vincula la dehesa de las Jurdes al ducado de Alba, a través de la Comunidad de Villa y Tierra de Granadilla.

Los ríos de las Hurdes son: Batuecas, Ladrillar, Jurdano, Fragoso, Esparabán, Ovejuela y Los Ángeles (Vázquez de Parga, VI, 1904).

“En las Hurdes no he escuchado más que lamentos y gemidos. ¡Vergüenza tremenda para la España del siglo XX!” (Anna Seé, X, 1904).

“El valle de las Batuecas es el más profundo, áspero y solitario del país. No tiene más cuerpo de población que la familia del arrendatario que cultiva la huerta y terrenos del ex convento” (Vázquez de Parga, X, 1904).

(Mancebo, XII, 1905)  Citando a Fígaro: “Tras el polvo de la diligencia va la civilización”.

“El donostiarra jesuita padre Abarizqueta visitó la comarca durante más de 10 años en el siglo XVIII” (Escobar Prieto, XV, 1905).

Por las deudas que se tenían con los maestros y nodrizas hurdanos “no sería extraño que los jurdanos, armados de hoz como los obreros de Jerez, llegaran hasta Cáceres y pidieran cuentas a la Diputación” (Polo Benito, XVI, 1905).

Llaman los hurdanos a Jarrín “nuestro padre. El único que nos ayuda sin pedirnos el voto” (Manuel Castillo, XVII ,1905).

Alude al contrato enfitéutico que otorgó La Alberca a los moradores de Nuñomoral y Caminomorisco y sus alquerías en 1531. Debían pagar anualmente 7.500 maravadis y 75 pares de perdices, con 18 condiciones desfavorables para los jurdanos. Ello originó pleitos continuos con La Alberca hasta el fin de los señoríos  en el siglo XIX. (Escobar Prieto, XVIII, 1905).

“En las Hurdes hay lobos de distintas razas, pero los más insaciables y carnívoros son los bípedos. Están en la propia tierra, al acecho de la carnaza” (Tomás Gómez, XVIII, 1905).

Los verdaderos pobladores de las Hurdes fueron vecinos de La Alberca y las visitas a aquel territorio fueron positivas para la dehesa hurdana al evitar rozas e incendios innecesarios (Mancebo, XXI, 1905).

Los agentes poderosos de la degeneración de estos valles hurdanos son: la naturaleza eruptiva del suelo que le hace estéril, su relieve tan abrupto y complicado, más el agente tóxico del bocio y el cretinismo originado por el agua que mana. (Bernardo de Quirós, XXVI, 1906).

La Esperanza de las Hurdes lleva a la comarca “la dulce civilización cristiana” (Ibáñez Marín, XXIX, 1906).

“Una cosa es predicar y otra dar trigo. Hay que españolizar las Hurdes, nobilísima cruzada. Son hombres de fe profunda y caridad inagotable” (Iglesias Garrido, XXXI, 1906).

Favorable al Congreso de Hurdanófilos, propuesto por Crotóntilo, añade: “hay que hacer que los españoles todos se encuentren con el problema hurdano hasta en la sopa” (Santos Diego, XXXIV, 1906).

Favorable a la asamblea de hurdanófilos dice: “hay que remediar las tristezas hurdanas, hablando alto y en público a las autoridades” (Conde de Retamoso, XXXVII, 1907).

“Las iglesias, escuelas, caminos y puentes no se hacen con discursos. Lo que hace falta es dinero, apoyo del poder central. Confío poquísimo en los congresos españoles, sin embargo iré si lo vota la mayoría” (Iglesias Garrido, XXXVIII, 1907).

Sobre el Congreso, “una reunión de  hombres por amor, por amistad, hacia otros semejantes suyos, es algo bueno” (Domínguez Berrueta, XXXIX, 1907).

“En las Hurdes se da una medicina popular, empírica, casi siempre irracional. Es necesario instituir plazas de médicos y una farmacia de la que dependerían dos botiquines a cargo de los médicos” (Crotóntilo, XLIII, 1907).

Víctor Sánchez, en el nº XLV del año 1907, propone en carta abierta al director de la Revista un proyecto de tres saltos de agua de los que se obtendrían 600 caballos de energía eléctrica. Este mismo autor, en el nº XLVIII del año 1908, propone constituir la Sociedad La Eléctrica de las Hurdes, que se ha creado con acciones de caridad, la que se ofrece a la participación de los que lo deseen.

Jarrín en el número LI y LII, 1908, da noticia de la concesión de 50.000 pesetas para el Pósito de las Hurdes.

La redacción de la Revista en este último número de 1908, dice que el Congreso de hurdanófilos, que se reunirá en Plasencia los días 14 y 15 de junio de 1908, va “a laborar por la patria. Ni políticos ni sectarismos de color. Logrado el Pósito de préstamos, los hurdanos piden escuelas, médicos y vías de comunicación”. Cita además los temas del Congreso.

 

 

 

 

  1. IV) INFORMACIÓN Y DEBATES

 

Si por algo se caracterizó la revista Las Hurdes a lo largo de su existencia fue por proporcionar la más amplia información sobre las leyendas y el pasado de la comarca, el lamentado estado de su presente y el futuro que, gracias a la labor de la Esperanza llevaba a cabo, confiaban que fuera prometedor. O al menos diferente a la situación de marginación, miseria y aislamiento en que se encontraba.

Por lo anterior podemos deducir que el carácter informativo y concienciador estuvo en el norte de la publicación. Ello se deduce de los temas y títulos que señalamos anteriormente y que subrayan este matiz de transformación y sensibilización sobre la historia y el presente de las Hurdes. El enfoque de esa acción se impregnó de la filosofía social que caracterizó a la política eclesial en el terreno de la dinámica social. Unos la calificaban como paternalista, otros de trabajo social y caritativo. Creo que ambos determinantes fueron compatibles y ajustados a lo que representó nuestro periódico mensual.

Además de los propios artículos se insertaba una sección denominada Nuestras Noticias, al final de algunos números. No apareció en los de febrero, marzo y abril de 1904, pero sí en el número 4, con el título de Documentos Importantes. En el nº 5 aparece con el de Noticias de la Esperanza. Pero a partir del 6, julio del mismo año, ya rige la denominación Nuestras Noticias. No en todos; por ejemplo, no consta la sección en el 16, 21, 25, 44, 46, 47, 48, 51 y 52. La extensión de cada una de estas noticias no excedía los dos párrafos. El formato era un dato y su brevísimo comentario.

Los temas que se incluyen en la sección son del estilo de: visitas pastorales de obispos, franceses en las Hurdes, ecos en la prensa nacional de los temas hurdanos, nombramientos de chantre, vicarios, obispos, gobernadores civiles, maestros de escuelas, visitas a la Diputación, entrevistas de hurdanos con Alfonso XIII, pésame por fallecimientos, regalos de libros a bibliotecas escolares o de objetos litúrgicos a parroquias, pagas a maestros y nodrizas, regalos varios, sobre proyectos de puentes y carreteras, juntas generales de la Esperanza, exámenes o fiestas escolares, colaboración de Gombau con la revista, nuevas iglesias, parroquias, escuelas o cementerios, avances y adhesiones al congreso, subvenciones del Ministerio o de la Diputación Provincial, etc.

Sólo hemos hallado en el nº 37, de 22 de febrero de 1907, una sección denominada Notas Bibliográficas. En ella lo que se hacía era una breve recensión o comentario de distintos libros de tema preferentemente religioso. Sus títulos fueron: Verdades de Teología Pastoral de J. Fogues, Epítome Histórico de Mérida de J. J. González y Gómez de Soto, más de José Polo Benito su  opúsculo Feminismo Social y la Inmigración en Béjar. No hubo más comentarios bibliográficos en los demás números de la revista que comentamos.

Las Hurdes no eludió los debates en sus páginas. Aunque en notas a pie de página de los mismos se advertía no compartir las tesis expuestas por los polemizantes. A pesar de ello nunca rehusó incorporar aquellas colaboraciones que resultaran de interés para los lectores. Yo centraría en cuatro los asuntos en los cuales las diatribas se manifestaron en uno u otro sentido y en sendos artículos.

El primero fue el de la situación de pobreza de las Hurdes  y sus causas. Se dieron interpretaciones varias sobre las razones del aislamiento, el carácter y pasividad de los hurdanos, la conformación geomorfológica y climática de la comarca, etc. Tampoco se impidió dar cabida a las tesis del abandonismo o de la  redención in situ de la  población existente.

Un segundo tema de debate, que exigió muchos artículos, fue el de la Historia de las Hurdes y su relación con los pueblos limítrofes. Aquí adquirieron un gran protagonismo, y costó bastantes artículos, a dos colaboradores en concreto: Eugenio Escobar Prieto, canónigo y deán de la catedral de Plasencia y en el lado opuesto Julián Mancebo Martín, sacerdote y erudito de La Alberca. Éste defendía el carácter positivo y civilizador que tuvo la dependencia de las dehesas, luego pueblos y alquerías de las Hurdes, de la citada población salmantina. Subrayaba que la visita de los albercanos a la comarca en cuestión ayudó a su desenvolvimiento y a que los montes no fueran pasto de los incendios ni de roturaciones abusivas. En cambio el deán Escobar culpaba a La Alberca del atraso jurdano por la “colonización” que de ellos ejerció la citada población. Ambos se apoyaban en documentos históricos, haciendo lecturas o interpretaciones diferentes o sopesando más unos textos que otros.

El tercero llenó las páginas de la publicación en forma de ruegos, críticas o noticias en las cuales se ponía de manifiesto el abandono e insolidaridad de los poderes públicos. Ya fuera el gobierno central de Madrid  o los regionales, en especial la Diputación Provincial de Cáceres. Todo ello hasta que ésta cambió de actitud, y tomando conciencia de la realidad  se decide a colaborar, pagando a maestros y nodrizas, o implicándose en la subvención de carreteras, escuelas o botiquines médicos. Los diputados nacionales del partido de Hoyos, del que dependían las Hurdes, también recibieron palmas o aplausos según se posicionaran sobre la cuestión.

El cuarto tema, que se expresó en los números de la revista de los años 1907 y 1908, fue el de la celebración del Congreso Nacional de Hurdanófilos. El promotor y primero que lo sugirió el 23 de octubre de 1906, nº 33, fue Crotóntilo, entonces médico en Mirabel. Tituló su artículo: ¿Congreso de Hurdanófilos? Una Idea. Siguiendo las sugerencias dadas por Bernardo de Quirós de que las causas  del cretinismo y otras desgracias en las alquerías profundas era el terreno, propugnó que había que hacer algo más que lo que venía haciendo la Esperanza. Además de la prensa, dice, es preciso celebrar una asamblea que elabore unas conclusiones y las lleve al gobierno nacional. Al principio la idea resultó extraña, muchos de los colaboradores se mostraron en contra, pero a lo largo de los dos últimos años de la publicación la propuesta fue madurando y aceptada la celebración del evento, que tuvo lugar al mes siguiente de que saliera el último ejemplar de Las Hurdes. En junio de 1908 y en la ciudad de Plasencia.

 

  1. V) A MODO DE CODA

 

En páginas precedentes creemos haber diseccionado los principales órganos anatómicos de la revista Las Hurdes, entendiendo por tales: los dirigentes de la misma, sus redactores, autores y colaboradores, principios que  la inspiraron y los debates que en aquellos surgieron. Igualmente los temas básicos abordados, géneros literarios  y disciplinas científicas a ellas vinculados. Algunos rasgos de la vida y dinámica de la publicación, lo que llamaríamos su fisiología o funcionamiento, creemos que también han sido abordados en los capítulos anteriores.

Sólo nos resta valorar lo que representó este órgano de expresión de la Esperanza de las Hurdes a lo largo de los casi cinco años en que existió. Ello nos parece que es mejor exponerlo con las palabras de uno de los contemporáneos de Jarrín y Polo Benito. Nos estamos refiriendo a Marcos Rafael Blanco Belmonte y su libro Por la España Desconocida. Notas de una excursión a La Alberca, las Jurdes, Batuecas y Peña de Francia. Madrid 1911, con fotos de Venancio Gombau. Dice el referido autor en lo concerniente a nuestra revista.

“Dos palabras compendiaban el programa de la revista Las Hurdes: Cultura y Civilización. Atractiva, simpática, interesantísima, con revelación de un mundo ignorado, la revista Las Hurdes luchó bravamente por el cumplimiento de su programa, pero no halló en España eco y resonancia proporcionada a sus fines. La revista en su redacción y en su confección, fue un acierto periodístico. El Sr. Jarrín dio a conocer en ella a una bellísima serie de artículos refiriendo las impresiones de sus visitas a los pueblecitos que formaban los cinco concejos jurdanos. Polo Benito alternó, con la descripción de hechos y costumbres de la comarca, crónicas en las que su fogosa indignación estallaba en anatemas, contra los que desoían sistemáticamente las reclamaciones hechas en nombre de 6.000 españoles olvidados de su patria”(Blanco Belmonte, 1911, 63).

Más adelante el mismo autor continuaba diciendo. “Al entrar en el quinto año de su existencia dejó de publicare la revista. Su última campaña dio por resultado la celebración del Congreso Nacional de Hurdanófilos. A la historia de la revista, como a los Anales del Congreso, quedó unido el nombre de su célebre colaborador artístico Venancio Gombau. Por las mismas fechas la Esperanza de las Hurdes obtuvo del gobierno, por mediación del Comisario Regio, Conde de Retamoso, la donación de 50.000 pesetas como capital inicial para  la creación de un Pósito de la Tierra” (Blanco Belmonte, 1911, 71).

Este pósito cumplía la función  de caja rural, mediante la cual concedía préstamos sin interés a los socios labradores, siempre que estos cumplieran determinados requisitos que figuraban en sus estatutos aprobados en 1907. Con esta creación del pósito se liberaba a la Esperanza de una de sus funciones sociales, que era el préstamo a los jurdanos de determinadas cantidades en función de los fondos existentes en dicha sociedad benefactora. Sin ninguna duda nuestra publicación y la asociación que la patrocinó, cumplió uno de los hitos más destacados y significativos en pro de la redención de la comarca de las Hurdes, situada en el norte de la actual Extremadura.

Desearía concluir este trabajo con una reflexión que me surge a propósito de la historia jurdana y tras la lectura del libro de David Graeber y David Wengrow El Amanecer de Todo. Coincido con ellos manifestando que la Historia no se mueve linealmente ni progresa de forma constante. Existen múltiples opciones y conviven realidades muy distintas. Por tanto la historia lineal no resuelve la comprensión del pasado humano; constatamos un fresco mucho más complejo, contradictorio, plural y fascinante del pasado. Tenemos que plantearnos muchas dudas sobre los relatos oficiales ya consolidados. Estas ideas fueron para mí un estímulo para acercarme a las Hurdes y sus leyendas.

 

  1. VI) APÉNDICES

 

Por último incluimos las portadas de la revista Las Hurdes número 27 y número 1.

 

 

 

Nov 242022
 

Por Teodoro Martín Martín

(Real Sociedad Geográfica)

 

 

INTRODUCCIÓN

 

El objetivo de este estudio es aproximarse a la sensibilidad social existente en el citado estamento religioso de la comarca de la Vera en la segunda mitad del siglo XVIII. Especialmente en el caso que nos ocupa en los 19 pueblos que constituyen aquel espacio geográfico. Y ello lo vamos a realizar analizando lo que los propios individuos de este segmento del clero secular nos manifiestan en las respuestas que proporcionan al Interrogatorio llevado a cabo por don Tomás López (1731-1802). Este notable geógrafo elaboró quince preguntas en las que pretendía captar la situación real de la España de Carlos III cara a sus proyectos e investigaciones.

Nuestro trabajo consta, tras esta necesaria introducción, de un apartado dedicado a las fuentes y bibliografía utilizadas, al que le sigue el núcleo básico de nuestra comunicación. Ésta abordará con detalles, a partir de temas específicos, como los orígenes, la educación, la sanidad, las jurisdicciones o la producción, cuál era el parecer de los rectores de las parroquias veratas. Sus opiniones nos las proporcionan las respuestas al referido Interrogatorio. Un análisis global de todo ello en el contexto de la época pone fin a este artículo, que se mueve dentro de lo que podemos llamar historia de las mentalidades a escala comarcal.

 

BASE DOCUMENTAL

 

Nuestra tarea se apoya en  un conjunto de datos y opiniones extraídas de las contestaciones dadas por los señores párrocos al citado Cuestionario enviado por el cartógrafo real. Es sabido que en nuestra Historia Moderna se utilizó con frecuencia la elaboración de interrogatorios solicitando a determinadas capas de la población datos y opiniones para, con sus respuestas, elaborar proyectos o sencillamente tener conocimientos de la realidad social del país. Las relaciones topográficas de Felipe II o el Catastro de Enseñada son ejemplos vivos de este modelo de captación de información.

El Interrogatorio de Tomás López tenía, según el profesor López Gómez, una doble finalidad: “Acopiar datos para un mapa y para un Diccionario Geográfico. Bastantes relaciones se acompañan de borradores de mapas de muy diferentes tipos: esquemáticos, lineales, toscos o de cierta calidad. Sobre estos borradores López traza sus peculiares croquis. Si no hay borrador remitido es habitual que él mismo haga su propio croquis con los datos proporcionados en el cuestionario. Destaca en definitiva la gran labor y el trabajo de acopio, interpretación y dibujo personal de croquis, sin parangón posible” (López Gómez, 2004, 73 y 74).

En la misma línea se manifiesta Manso Porto. “Con sus respuestas Tomás López quería reunir mucha información complementaria para hacer los mapas del Reino y provincias, formar un Atlas Geográfico y sobre todo escribir una Geografía Histórica de España” (Manso Porto, 2004, 175). Javier Campos y Fernández de Sevilla apunta que: “todos los investigadores coinciden en que el trabajo de López era geográfico y cartográfico, eso significa que para ese proyecto lo más valioso del Interrogatorio era la nota final, en la que pide a los que contestan que hagan unas especies de mapas o planos de sus respectivos territorios…, aunque no esté hecho de mano de un profesor, nos contestaremos, dice, con solo una idea o borrón del terreno, porque lo arreglaremos dándole la última mano” (Campos y Fernández de Sevilla, 2021, 13).

De todas formas las respuestas al cuestionario eran muy importantes para otros proyectos del Diccionario Geográfico y la posible Geografía de España. Quizás López se inspiró para sus objetivos en las 14 preguntas del Interrogatorio que el cardenal Lorenzana llevó a cabo en la gran archidiócesis de Toledo (Campos y Fernández de Sevilla, 2021, 14).

La tesis de la gran especialista a día de hoy en este tema, Carmen Manso Porto, es que López lo que quería era realizar una descripción geográfica de España, tarea que nunca llevó a cabo; es decir, elaborar una Geografía Histórica del País. De este proyecto solo escribió dos tomos sobre Madrid y su provincia. Esto invalida la idea de hacer un Diccionario Geográfico (Manso Porto, 2004, 181 y 182).

La petición de don Tomás López para que se respondiera iba dirigida al obispo de cada diócesis. Éste lo pasaba normalmente a los vicarios y estos a su vez a los párrocos, que son los que prácticamente se involucran respondiendo por sus poblaciones y habitantes. La carta circular con las 15 preguntas se remite en dos fases, la primera entre 1763 y 1770 y la segunda de 1784 a 1787. En el cuestionario se formulan preguntas generales de tipo histórico o de geografía física, con otras sobre la época, como las relacionadas con el tipo de producción agrícola, industrial o artesanal, además de la situación social, cultural o jurisdiccional. Estas respuestas demuestran que “el clero mantenía actividad de despacho y de lectura” (Campos y Fernández de Sevilla, 2021, 18).

El resultado de la operación fue un conjunto de 20 volúmenes, manuscritos y encuadernados con el título de Diccionario Geográfico. Este fondo se halla hoy día en la sala Cervantes de la Biblioteca Nacional de España en Madrid. La catalogación llevada a cabo posteriormente sitúa a los de Extremadura y en concreto a las respuestas de la Vera en los legajos: Mss. 7299, 20241 y 20263.

Con los manuscritos recibidos el equipo de don Tomás López decidió realizar, además de los mapas de España, su propia cartografía extremeña. Ésta comenzó en 1762 con el partido de Llerena, el último fue el de Plasencia que se hizo en 1797. En ese intervalo elaboró también los mapas de las tierras de Guadalupe (1781), partido de Mérida (1783), Xerez de los Caballeros (1784), Alcántara (1785), partido y obispado de Badajoz (1794). De toda la Intendencia de Extremadura llevó a cabo dos mapas, uno en 1766 y otro en 1798. Éste último dedicado a don Manuel Godoy (Corraliza, 1936, nº 1,  4 y siguientes).

El mapa del obispado de Plasencia, en el que se ubica nuestra comarca, comprendía el partido de su nombre y las vicarías de Trujillo, Béjar, Medellín, Jaraicejo, Jaraíz y Cabezuela del Valle, también la abadía de Cabañas. Todo ello  a escala 1/248500, grabado en color, con 73,5 x 41,5 cm. En hoja de 79,5 x61 cm. En la parte inferior izquierda una nota sobre las fuentes recibidas para su confección, donde alude al obispo González Laso y su invitación a colaborar a las seis vicarías. La escala gráfica también se expresa en leguas geográficas de España. En el ángulo inferior izquierdo el meridiano de origen, longitud oriental del pico de Tenerife. El relieve se expresa por montes de perfil y sombreados. Hay abundante toponimia, límites del obispado y división en partidos con líneas punteadas e iluminadas. Impreso en dos hojas de papel verjurado unidas con cola. Hay también en la parte inferior señales de ciudades, villas, número de conventos y órdenes religiosas. En el ángulo superior derecho cartela con el título en marco rectangular ornado con motivos religiosos alusivos al obispado (Manso Porto y López Gómez parte 3ª, 2006, 511).

Se hallan ejemplares de este mapa en la Real Academia de la Historia, el Ministerio de Estado (Asuntos Exteriores) y Biblioteca Nacional, caja 23, de Madrid. Y en el Museo Británico, signatura 156.6. (9).

Centrados en los borradores de mapas y en las respuestas al cuestionario que se obtienen en nuestra comarca, algunos investigadores han señalado ciertos rasgos. Sobre la Vera destaca por su amplitud las respuestas del cura de El Losar, en las que precisa todos los pueblos del partido de Jaraíz, que integraba los 19 de la Vera y algunos del Campo Arañuelo. En las de Jarandilla, López Gómez dice que la respuesta es bastante detallada y el rústico  mapa del término lleva una treintena de localizaciones mediante números y letras. Es rudimentario pero si señala las dos gargantas, la de Jaranda y la de Jarandilleja, en trazado poligonal, que se juntan y van al rio Tiétar. Es un croquis tosco. El del Guijo de Santa Bárbara es intermedio, de transición, tomando como eje la garganta de Jaranda, con dos puentes y una sierra que no denomina (López Gómez, 2004, 64).

Además de esta importante fuente documental y del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791, utilizado para el caso de Cuacos, hemos empleado la siguiente bibliografía:

-Barrientos Alfageme, Gonzalo: Extremadura en el Interrogatorio de Tomás López. Asamblea de Extremadura. Mérida 1991.

-Campos y Fernández de Sevilla, F. Javier: Los pueblos de la provincia de Ciudad Real en las relaciones topográficas de Tomás López. Instituto de Estudios Escurialenses. San Lorenzo de El Escorial 2021.

-Corraliza, José V.: De Geografía Extremeña. Don Tomás López de Vargas y Machuca. Revista de Estudios Extremeños. Badajoz, nº1  de 1936. Páginas 1-8.

-Fernández Millán, Isidoro: Notas sobre el reformismo ilustrado en Plasencia. Studia Histórica. Historia Moderna nº 7. Salamanca 1989, páginas 601-614.

-Fernández Millán, Isidoro: Plasencia en el Siglo XVIII. Asamblea de Extremadura. Mérida 1995.

-Hernando, Agustín: Atlas Geográfico de España (1804) producido por don Tomás López. Centro Nacional de Información Geográfica. Madrid 2005.

-López Gómez, Antonio: El método de Tomás López: el Interrogatorio y los mapas de Extremadura. En Historia, clima y paisaje. Estudios geográficos en memoria del profesor López Gómez. Valencia 2004, páginas 59-74.

-López Gómez, A.: El método cartográfico de Tomás López: el Interrogatorio y los mapas de España. En Estudios Geográficos nº 57/225 Madrid 1996, páginas 667-710.

-Manso Porto, Carmen: El Interrogatorio de Tomás López: nueva hipótesis sobre su finalidad. En Homenaje al profesor López Gómez. En Historia, clima y paisaje. Valencia 2004, páginas 175-186.

-Manso Porto, Carmen y López Gómez, Antonio: Cartografía del siglo XVIII. Tomás López en la Real Academia de la Historia. Departamento de Cartografía y Bellas Artes de la Academia. Madrid 2006. 3 partes.

-Martín Martín, Teodoro: La Vera en el siglo XVIII: Jurisdicciones y fiscalidad. XLIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2020, páginas 265-282.

-Martín Martín, Teodoro: Aldeanueva de la Vera a fines del Antiguo régimen. XLV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2016, páginas 303-317.

-Martin Martin, Teodoro: Aldeanueva de la Vera un pueblo con historia. Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera 2009.

-Martin Romo, Alejandro: Cartografía en Aldeanueva. Revista Cultural Pencona nº 6, página 5. Aldeanueva de la Vera 2010.

-Olarán Múgica, Clotilde; Índice de la relaciones geográficas enviadas a Tomás López que se conservan en el Gabinete de manuscritos de la Biblioteca Nacional. Madrid 2004.

-Otazu, Alfonso: Ilustrados y reaccionarios en la Extremadura del siglo XVIII. Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo CLXXII nº 1. Madrid 1975.

-Paniagua Arellano, Juan Antonio: Estudio etnográfico de Losar de la Vera. Revista de Estudios Extremeños, volumen 60 nº 2. Badajoz 2004. Páginas 475-514.

-Pozo Blanco, P.: Guadalupe. En la provincia de Extremadura al final del siglo XVIII. Descripciones recogidas por Tomás López. Mérida 1991.

 

LA VERA EN LAS RESPUESTAS

 

Como ya hemos dicho anteriormente nuestro objetivo es centrarnos en las contestaciones que dan los párrocos de esta comarca al Interrogatorio que estamos considerando. Hay que decir que de los 19 pueblos que la integran solo de uno, Cuacos o Quacos, no hemos hallado las respuestas. Desconocemos si no se respondió, aquellas se perdieron durante su envío a Madrid o están extraviadas en alguna parte. Todos los que han tratado este tema así lo manifiestan. Por ello y para tener referencias de esta población en el tema que nos ocupa, hemos consultado algunas respuestas que este núcleo dio al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura en 1791. Creemos que con ello no excluimos a ninguna localidad en nuestro análisis.

Decir también que una vez enviadas al obispo de Plasencia las preguntas del cuestionario, éste se las remitió al vicario de Jaraíz, para que a su vez las hiciera llegar a los rectores parroquiales. El coordinador de esta operación en la zona fue Vicente Sánchez Zúñiga, que era además de vicario párroco de San Miguel. A continuación expresamos la población de los 19 pueblos, el sacerdote que responde y el legajo en que se insertan dichas respuestas.

Población                     Vecinos                        Párroco                     Mss. en B. Nacional
Aldeanueva                    408                 Juan Rena y Sanabria                   20241
Arroyomolinos               134                Alonso Vicente Serrano                20263
Collado                           32                  Manuel Díaz y Aguez                   20241
Garganta la Olla            482                 Antonio Prados                              7299
Gargüera                         46                  Matías Silo Llande                        7299
Guijo de Sta. Bárbara     60                  Pedro Rosado                              20263
Jaraíz                              340                Vicente Sánchez Zúñiga              7299
Jarandilla                        400                Francisco Cayetano Rubio         20263
Losar                              300                Manuel Hernández Halcón         20241
Madrigal                         40                 Francisco de Borja Calero           20241
Pasarón                           270               Juan Rosado Gómez                     7299
Quacos                            –                                    –                                       –
Robledillo                      60                   Manuel Hernández Halcón         20241
Talaveruela                    59                   José Peinado                                20241
Tejeda                            92                   Francisco A. Alonso Rodríguez  20241
Torremenga                   28                   José Núñez                                   20241
Valverde                       150                   Lorenzo Borja y Ando                20241
Viandar                          45                   José Peinado                                20241
Villanueva                    400                   Manuel González Carvajal         20241

 

  • Orígenes e Historia

 

Sobre estos temas las respuestas son muy dispares. Trataremos de exponer si ello es posible los textos originales. Si se indica citaremos el nº de la respuesta del Interrogatorio. Mantendremos el nombre antiguo de las localidades y topónimos.

Sobre Aldeanueva se dice que “al abrigo de una atalaya que es tradición fue obra de moros y después campanario de su iglesia comenzaron algunos ganaderos del Campo Arañuelo a hacer casas y casillas con el motivo de tener aquí sus ganados en verano, y así a poco de los años quinientos de este decenario se comenzó a fundar este lugar” (7). Por el Puerto Nuevo, también llamado collado de la Yegua, vino a Yuste el Señor Carlos V de feliz memoria (5). Sobre Arroyomolinos solo se manifiesta que hay una cantera junto a la ermita del Cristo de la Misericordia de la que se sacó piedra para el puente del Cardenal Carvajal sobre el Tajo. De Collado únicamente se menciona que este pueblo ocupa el 4º lugar en las juntas generales de la Tierra de Plasencia. De Garganta solo señala que es del señorío de los marqueses de Villena. Y de Gargüera que es de realengo. De El Guijo se dice que “aunque es barrio de Jarandilla es más antiguo que ésta y fue fundado por pastores. Hombres célebres fueron Viriato y Martín de El Guijo”. Jaraíz apunta que tuvo 800 vecinos pero bajó por “la decadencia de España” y que tiene dos parroquias (1). Alude a la crisis de la castaña que se inició por Jarandilla hacia 1733 (8). El cura de Jarandilla recuerda que tuvo en tiempos 1.000 vecinos, la decadencia demográfica la causaron los levantamientos de Portugal y Cataluña pues se formó una compañía de valerosos mancebos naturales de ella. Pertenece al condado de Oropesa. El del Losar dice que es de más antigüedad que Jarandilla, prueba de ello es que en las juntas de los sexmos de la Vera que se reúnen en la iglesia de Malpartida de Plasencia ocupa el primer asiento. Tuvo 2.000 vecinos que disminuyeron por las guerras pasadas. Este curato comprende las parroquias de Losar y Robledillo. En Madrigal se habla de que tuvieron 200 vecinos pero lo adverso de los tiempos y algunas pestes le llevaron a este lamentable estado y es del marquesado de Astorga (1). Pasarón pertenecía al ducado de Arcos. Sobre Quacos se menciona los 38 frailes del monasterio de Yuste que se mantienen de sus rentas. Habla también de despoblamiento por el predominio de la ganadería sobre la agricultura. Robledillo ocupaba el 2º puesto en las Juntas de la Tierra, es de realengo y pasó por las pasadas guerras de 200 a 60 vecinos. Sobre Talaveruela, del marquesado de Astorga, se nos comenta que no ha habido hombres ilustres pues a nadie enseñan más que a cavar por no permitir más la tierra (7).En Tejeda se alude a su antigua pertenencia a la Condesa de la Roca, pero ahora la jurisdicción es vecinal. Torremenga es del ducado de Arcos y la torre atalaya fue obra de sarracenos. Cita la decadencia demográfica de los últimos siglos y que el título de villa se lo concedió en 1369 el rey Alfonso XI. Sobre Valverde se destaca que es más antigua que Plasencia y es del señorío de Astorga. Su parroquia es matriz de las otras cuatro del citado señorío. Viandar, también del citado marquesado, es aldea y no ha habido hombres ilustres por la falta de instrucción. También de la citada dependencia jurisdiccional es Villanueva, cuyo cura rector reside en ella y la parroquia se titula de San Justo y Pastor. Se hizo villa hace 105 años a solicitud de sus naturales.

 

  • Educación y Cultura

 

En Aldeanueva, don José Pano y Godoy fundó una cátedra de Gramática que hoy permanece con honor, siendo el preceptor excelente y muy laborioso, sacando sus niños adelante por trabajo y los ingenios del país. Existe un hospital de pobres (11). Nada  se dice sobre estos temas en Arroyomolinos, Garganta, Gargüera, Guijo, Pasarón, Robledillo, Tejeda, Torremenga, Valverde y Villanueva. De Collado se nos manifiesta que se están practicando diligencias para que con el sobrante de los propios se dote de maestro de primeras letras (11). De Jaraíz sabemos que no había estudios generales, ni partidas, más que una corta dotación para el preceptor de Gramática, cuya cátedra está hoy día sin servicio. El que quiera seguir la carrera de letras tiene que salir fuera (11). Una cofradía mantiene un hospital para pobres (12). Jarandilla tiene un hospital para enfermos y en el convento de San Francisco hay noviciado. En el de San Juan Bautista, de agustinos recoletos, hay una cátedra abierta todo el año. El párroco del Losar llama la atención por su preparación intelectual y sus observaciones cultas y eruditas y con un talante irónico, pero no dice nada sobre estos temas (Paniagua Arellano, Juan Antonio, 2004, 478). El de Madrigal, Talaveruela y Viandar señalan que estos lugares no han tenido estudios generales ni partidas presupuestarias. No hay por tanto enseñanza pública, ni colegio, seminario u hospital. En Quacos existe una escuela de niños y niñas de primeras letras, dotadas con fondos de propios y arbitrios, más 2.200 reales que paga el Monasterio de Yuste. No hay estudio de Gramática y considerarían muy útil su establecimiento.

 

  • Higiene y Salud pública

 

Sobre esta temática el párroco de Aldeanueva, Rena Sanabria, nos dice que “se cura con sangrar, purgar y quina. A algunos les dan amargos y por lo común les queda a los pobres con infartos gravísimos y calenturas continuas de lo que resulta la muerte y enfermedades crónicas, muriendo estando vivos por estas miserias, que me traspasan el corazón en mis feligreses. El médico está en la Corte. Sus ausencias las suple el sangrador entre pariente del cirujano. Las más enfermedades son las inflamatorias y biliosas. Si el sangrador dice que no quiere sangrar, como no lo mande el médico que está en Madrid, no se hace, de lo que resultan muertes continuadas. Y en premio a mi trabajo suplico a vuestra merced que nuestro Rey, que Dios guarde, provea el remedio” (12). “Con la raya de 50 años que tengo de cura y 40 en este pueblo al ver este desamparo y habiendo la práctica del maestro Tissot he procurado aplicarme a ella y remediar a mis desvalidos feligreses” (13). El de Arroyomolinos describe las enfermedades más comunes que “se curan como Dios quiere, porque en este pueblo no ha habido jamás médico, sí solo un cirujano que es el que acierta” (13). En parecidos término se expresa el de Collado. En Garganta la Olla se dice que “hay fluxiones de muelas y se les cae la dentadura por el poco cuidado que tienen de ella, comiendo carbotes, castañas asadas calientes, y bebiendo luego agua fría. Para la epidemia de tercianas de 1792 el obispo, por envío de Su Majestad, repartió quina, que se gastaron entre los pobres. Los hombres los más que mueren son de excesos que hacen y aunque son asistidos de buen médico, cirujano y botica, ellos mismos se mueren porque no se sujetan a las reglas curativas. Las mujeres se desgracian mucho de parto, no hay comadronas” (13). En Gargüera se citan como enfermedades las tercianas y el tabardillo. Algo parecido en El Guijo, donde habla de “dolores reumáticos que se curan con la sangre de los machos monteses o silvestres, que se crían en lo más inculto de la sierra…Las fiebres ardientes continuas y epidérmicas se curan con sangrías, emulsiones de simientes frías, hechas con cocimiento de cuerno de ciervo” (13). Muy evasiva es la respuesta de Jaraíz. El de Jarandilla dice que las enfermedades comunes se curan con baños, sangrías y purgas y contra lombrices. Pondera también las muchas y preciosísimas yerbas que se crían, que si los naturales tuvieran conocimientos de ellas apenas experimentarían enfermedades o que no se dieran alivios con la aplicación de ellas. En esta línea el de El Losar apunta que yerbas medicinales hay muchísimas pero pocos y malos botánicos. En Madrigal se insiste en los medios curativos mencionados y se manifiesta que no hay médico facultativo. Nada dice el de Pasarón, Robledillo y Villanueva. El de Quacos manifiesta que hay un hospital para mendigantes y dos cirujanos no asalariados. Y añade que ha habido en 1787 una epidemia. El de Talaveruela y Viandar cita las tercianas, tabardillos, dolor de costado y cuartanas, “cada uno se compone como puede y es de lo más común dejar a la naturaleza vencer por donde quiera, porque los cirujanos entienden poco por ser nuevos y luego que van prácticos se van a otros lugares” (13). El de Tejeda cita las enfermedades comunes, mientras que el de Valverde reitera la cura con sangrías, purgantes, quina y refrescos, y añade que son buenos sus aires. Es lo que ratifica el cura de Torremenga cuando subraya que son más los nacidos que los muertos, pues es un país sano.

 

  • Vida social y económica

 

Sobre estas cuestiones las respuestas de los párrocos veratos son poco explícitas en general. El de Aldeanueva apunta que no hay ferias ni mercados y sus medidas son como las de El Barco de Ávila (10). “El escribano, con motivo de ser los alcaldes boyales, hace lo que quiere, y habiendo una alhóndiga de bastante caudal hace lo que quiere en su gobierno, careciendo el vecindario de alimentos, con penetración de mi corazón y sin poder remediarlo” (12). El de Arroyomolinos, dice que hacen a este pueblo más infeliz los crecidos tributos, las plagas que se expanden tan a tiempos, ya de lobos, zorras, orugas, pulgones y otros insectos. No hay alusión a estos temas en las respuestas de Collado, Garganta, Gargüera, El Guijo, Jarandilla, Madrigal, Pasarón, Talaveruela, Tejeda, Valverde, Viandar y Villanueva. El de Jaraíz señala que una cofradía mantiene un hospital para recoger pobres mendigantes si caen enfermos. El de Losar y Robledillo dice de la comarca que es tierra de frutales, viñas, olivos y castañares. Estos hace doce años se han perdido. Los naturales son sumamente laboriosos, desmontan y fertilizan los terrenos, sangrando las gargantas y plantando pimentales, lino, garbanzos, habichuelas, etc. Pero ya están cansadas las tierras, dan poquísimo y a costa de mucho estiércol. Critica a Antonio Pons y dice que cuando vino a la Vera “hubo de venir dormido” por lo que dijo del campo. En Quacos se manifiesta que no hay ferias ni mercados “ni consideran útil su establecimiento”. Las tierras se cultivan a fuerza de hombres, con los instrumentos de azadas y yunta de bueyes. El ramo de los castañares sufre la epidemia general de toda la Vera. El pueblo se va despoblando y está en la mayor decadencia. Los ganaderos son enemigos de la agricultura y dicen bárbara y maliciosamente que no hay terrenos incultos a propósito de agricultura, porque les importa para disfrutarlos con sus ganados. El de Torremenga cita los productos que se cultivan y dice “más abundara de todo si sus habitantes fueran más industriosos, pues todo su conato lo tienen en labrar las tierras poco productivas, que solo ellos cogen centeno con que se alimentan.”

 

  • Religiosidad y jurisdicciones

 

El cura de Aldeanueva destaca que en su iglesia el Santísimo Cristo del Sepulcro “es asilo de esta comarca en sus necesidades” y que en su término se ubica el convento de Santa Catalina de Siena, de la orden de Santo Domingo (2). Y tras señalar que es de realengo, manifiesta que el gobierno político y económico de este pueblo es bárbaro por estar reducido a dos personas, que son el escribano y el cirujano (12). El de Arroyomolinos apunta que también es de realengo y que su parroquia es anexa a la de Tejeda. Collado es aldea de Plasencia. “El gobierno político, civil e económico es muy limitado, pues sus alcaldes no pueden conocer asuntos que excedan de 1.000 maravedises” (12). El de Garganta la Olla, de señorío, dice que el gobierno todo es económico (12). Gargüera de realengo, manifiesta que el gobierno político se reduce a dos alcaldes, dos regidores y un procurador síndico de abastos de vino y aceite. El Guijo de Santa Bárbara, al ser barrio de Jarandilla, es de señorío. Sobre Jaraíz se comenta que es de realengo y tiene dos parroquias, Santa María y San Miguel, en ésta ejerce de párroco el vicario de la Vera, Vicente Sánchez Zúñiga. Jarandilla, siendo de señorío, se gobierna por un alcalde mayor, con dos ordinarios y dos de la hermandad, tres regidores y un procurador, cuyas decisiones son confirmadas por los condes de Oropesa. Losar y Robledillo son de realengo y el curato atiende a las dos parroquias. De Madrigal, aldea de señorío, se dice que “el gobierno político y económico se puede decir que es ninguno, porque aquí la villa de Valverde es la que manda y dispone todo y carece este lugar de todo gobierno, y no tiene privilegio alguno” (12). Pasarón, de señorío, se gobierna por dos alcaldes, dos regidores y un procurador síndico, uno personero, más dos diputados de abastos. Quacos es pedanía de Plasencia y de realengo; tiene dos alcaldes, dos regidores, un procurador síndico, dos alcaldes de hermandad y dos maestros, más un escribano. La parroquia está bajo la advocación de la Asunción de María. Talaveruela y Viandar, ambos de señorío, tienen cada uno un alcalde ordinario y un regidor, y no tienen privilegios. Tejeda es de realengo y el Concejo y sus vecinos conciertan el gobierno del pueblo tras el privilegio que les concedió la Condesa de la Roca en el siglo XVII. Torremenga, de señorío, su gobierno lo ejerce un alcalde ordinario, un regidor y un procurador. Valverde es de los marqueses de Astorga y su parroquia es matriz de las iglesias de Villanueva, Viandar, Madrigal y Talaveruela (2). Por último en Villanueva, de señorío, el cura rector reside en ella. En su iglesia, cuyos titulares son San Justo y Pastor, es de especial devoción la imagen del Santo Cristo de la Buena Muerte, de cuya devoción experimentan los naturales continuos y singulares favores.

 

6)  Mapas y croquis

 

En la nota final del Interrogatorio, Tomás López decía que “procurarán los señores párrocos formar unas especies de mapas o planos de sus respectivos territorios, de dos o tres leguas en contorno de su pueblo… que aunque no esté hecho de mano de un profesor, nos contentaremos con solo una idea o borrón de terreno, porque lo arreglaremos dándole la última mano.” Obedientes a esta solicitud los curas de las parroquias responden de forma variada y peculiar.

El expediente que existe de Aldeanueva incorpora dos borrones de mapa. Uno a escala indeterminada, con relieve, caminos y ciertos detalles. El segundo incluye montes, hidrografía o itinerarios; éste es más pequeño y menos detallista que el primero (Martín Romo 2010, 5). Arroyomolinos, Collado, Guijo de Santa Bárbara, Jaraíz, Jarandilla, Pasarón, Valverde y Villanueva incorporan un croquis. Garganta sobre lo mismo dice: “yo formaré el borroso bosquejo de los mapas según mejor atine, eso digo me perdone, porque como  no tuviera máquina aérea que me levantara sobre estas serraduras, 300 varas en línea recta, no pudiera ser eso, por doquiera que se mira se estrella al punto aquí la vista.” El de Gargüera señala que omite el mapa de este pueblo “por mi quebranto a la hora de escribir y hacer obra muy imperfecta.” Pero añade dos croquis que deben ser del estudio de López. El párroco del Losar presenta un mapa de La Vera y los alrededores de la comarca, dado que habla de toda ella. El de Madrigal presenta un plano y un croquis del alfoz. De Quacos, como dijimos al principio, no hay mapas ni respuestas al Interrogatorio. El teniente de párroco de Robledillo dice que ya incluyó un mapa el cura rector de ambas parroquias y añade “yo confieso que soy poco geógrafo y el señor cura no está más que para atender a sus males.” Sin embargo presenta un croquis. El de Talaveruela y Viandar presentan dos esbozos de los pueblos de su jurisdicción. Tejeda incorpora un croquis y un plano y el de Torremenga no contiene croquis ni planos.

De lo anterior se deduce que los rectores de las parroquias de la Vera no fueron muy disciplinados a la hora de incorporar algún rasgo cartográfico. La mayoría de los croquis son hechos en el taller cartográfico de don Tomás en Madrid. Sólo podemos decir que sean obra de los párrocos: el primero de los citados de Aldeanueva, los de Garganta y Gargüera, el de toda la Vera de El Losar y también los planos de Madrigal y Tejeda. Solo seis serían obra de los rectores parroquiales. El resto por su tipología, tipo de escritura, trazos y grafismo, responden al estudio del geógrafo real, que los incorpora a las respuestas, pero ya en Madrid. En su mayoría son croquis o esbozos de los contornos del municipio y en cuanto a los planos se limitan a ubicar los hitos destacados de la población, iglesia, castillo, plaza, ermita, etc. No tienen ningún tipo de planimetría ni proyección cartográfica. Que sirvieran las respuestas y sus borrones para los planes de don Tomás es una cuestión en la que no entramos por ahora.

 

ANÁLISIS DE LAS RESPUESTAS

 

¿Qué nos señalan las contestaciones dadas por los párrocos a las 15 preguntas del Interrogatorio? De entrada que los curas veratos no fueron muy disciplinados. No se atuvieron a las preguntas que se formulaban, gran parte de ellas se responden en un único texto, no por orden de cuestiones y utilizan excusas, enfermedades, falta de pericia o de conocimiento para evadir respuestas que les pudieran comprometer. Sin embargo sobre las temáticas que en páginas anteriores hemos diseñado para agrupar las respuestas sí se pueden obtener conclusiones sobre la mentalidad de este estrato social en la segunda mitad del siglo XVIII. Son muy raras las alusiones a ideas o proyectos de la Ilustración. Aunque los gobiernos de Carlos III lo fomentaran, no así los distintos regidores de la diócesis placentina. Lorenzana primero y posteriormente su “hechura” José González Laso, obispo desde 1766 hasta 1803, fueron reacios a favorecer las indicaciones de los gobernantes de Madrid. Sus planteamientos iban más por la conservación del orden social del Antiguo Régimen frente a las novedades ilustradas, pero eso sí con una fuerte preocupación por la situación vital de sus feligreses. En el caso del obispo Laso, Carlos III tuvo que enviar una real cédula en 1769, ordenándole expresamente que ejecutara la nueva aplicación del colegio e iglesia de los jesuitas de Plasencia, convirtiéndolos en Hospicio y Oratorio (Otazu Alfonso, 1975,  tomo CLXXII nº 1).

El gran conocedor de la Plasencia de esta  centuria, Isidoro Fernández Millán, nos dice respecto a este prelado lo siguiente: “La labor realizada por el obispo de la diócesis tendente a mejorar el estado de los caminos y calzadas mereció elogios de la clase gobernante. Pero la propuesta de crear la Sociedad Económica de Amigos del País es del corregidor, marqués de Pejas, en 1779. El obispo José González Laso se manifiesta contrario, negándose a prestar auxilio a ´semejantes establecimientos´. La obra de este obispo se dirige fundamentalmente a dos frentes: las construcciones públicas y la beneficencia. Las obras de infraestructuras que llevó a cabo fueron alabadas por Floridablanca y por el Interrogatorio de la Real Audiencia de 1791. En cuanto a la beneficencia promovió limosnas, ayudas y creó el hospicio en la sede de los jesuitas, la casa Pila y mejoras en el Hospital de Santa María” (Fernández Millán I. 1989 nº 7, 601 y siguientes). Este autor nos habla de que en la ciudad había un conservadurismo dominante.

Con esta aptitud en la clase dirigente de la diócesis no podía esperarse mucho más en los párrocos de la comarca verata, sometidos muchos de sus lugares a un crónico aislamiento, como consecuencia del predominio de los caminos de herradura para comunicarse entre los pueblos. Las nuevas ideas necesitaban agentes de difusión  y vías de comunicación con el exterior, que no existieron hasta bien entrado el siglo XX. A pesar de ello lo que podemos observar es un alto nivel de responsabilidad social por parte de estos sacerdotes. Son muchos los que fustigan y denuncian los abusos de poder por parte de funcionarios municipales, regidores de los concejos o grupos sociales dominantes. El caso de Aldeanueva es manifiesto y sangrante. Otros se quejan del predominio de algunas poblaciones colindantes aprovechando viejos privilegios jurisdiccionales.

En el apartado de orígenes e historia destacan aquellas poblaciones que son consecuencia de la transtermancia, caso de Aldeanueva y el Guijo, otros de las mercedes enriqueñas que los convirtieron de territorios realengos, dependientes de la Tierra de Plasencia, en zonas de señoríos, caso de Garganta, Jarandilla, Valverde, entre otros. Los que siguen bajo la jurisdicción real y sometidos por tanto al corregidor de la ciudad del Jerte tampoco salen bien parados de este tipo de dependencia (Martín Martín T. 2020, XLIX). En el tema de la educación y la cultura destacan los párrocos las graves carencias que observan. Las escuelas de Gramática, o no existen o están sin dotar lastimosamente, salvo en alguna localidad que sí funcionaba. Lo mismo podría decirse de las escuelas de primeras letras o del interés por la cultura en general.

En el campo de la higiene y la salud pública la situación es aún más sangrante. Hay carencias de médicos y cirujanos y algunos de estos abusan de su situación de preeminencia. Los métodos curativos, aparte de sangrías y quina, son de lo más tradicionales y en el caso de El Guijo muy llamativos. Las enfermedades más comunes son las propias de estos pueblos situados al meridión del Sistema Central, bien ventilados, pero con abundancia de encharcamientos que favorecían los terrenos lacustres y enfermedades endémicas, como por ejemplo el paludismo. Sorprende favorablemente que un cura como el de Aldeanueva conociera el libro sobre las enfermedades de los hombres del campo, del doctor suizo Samuel Tissot (1728-1797). Algunas de sus frases están contenidas en las respuestas que nos da y varios de sus métodos los puso en práctica. Debió conocer este trabajo porque circulaba ya la 3ª edición de la obra en una traducción al español hecha en Madrid en 1778. También que los curas de Jarandilla o El Losar observaran las virtudes curativas de ciertas yerbas en sus campos y se quejasen de que no hubiera botánicos para utilizarlas en sus investigaciones.

En cuanto a la vida social y económica las respuestas de los curatos son escasamente precisas. La mayoría nos citan los productos y cultivos dominantes, los métodos de trabajo, y la ausencia total de ferias y mercados, incluso alguna de ella considera poco útil su establecimiento. Todos señalan la crisis del castañar por la epidemia que los asoló a mediados de aquella centuria. También subrayan lo laboriosos que son los campesinos en su lucha por extraer de la tierra sus cosechas. Por lo que hace referencia  a las jurisdicciones, se expresa su dependencia señorial o de realengo, el tipo de autoridades que los rigen, que suele ser un alcalde ordinario en las villas y dos alcaldes pedáneos en las aldeas o lugares. Además de un reducido número de regidores, un procurador síndico y los escribanos. Había más poblaciones bajo señorío que en realengo. Por lo que respecta a las convicciones religiosas todos destacan la religiosidad que impera en sus feligreses, que tienen en muy alta estima a determinadas imágenes o cultos. Suelen ser los Cristo, como el del Sepulcro en Aldeanueva o el de la Buena Muerte en Villanueva. Las parroquias en general están bien dotadas de personal eclesiástico, algo mayores en edad según ciertas repuestas.

Con aquella situación sociocultural, un obispado conservador y unas infraestructuras ínfimas, no se podía esperar que las ideas y proyectos ilustrados arraigaran firmemente en las parroquias veratas y se expresara en sus contestaciones. Lo que sí se detecta en la mayoría es una preocupación de los curas por el bienestar de sus feligreses, señalando sus carencias educativas, sanitarias y culturales en general. Lo cual refirma el arraigo de este tipo de autoridades, su sensibilidad hacia las condiciones vitales, no ideologizadas, lo cual podía enlazar con los postulados del obispo Laso de mejoras en los caminos, en la beneficencia y la limosna. Es un atisbo de preocupación social que está aún muy alejado de lo que en centurias posteriores llamaríamos la doctrina social de la Iglesia.

Como conclusión de todo lo expuesto en páginas precedentes se puede decir que la mentalidad del clero secular de los pueblos de la Vera, a través de las respuestas que hemos consultado, responden al ambiente que regía la diócesis de Plasencia en aquellos años, donde las ideas ilustradas apenas se percibían con nitidez. Algún caso aislado entre los diecinueve pueblos no desdice la valoración del conjunto. Ahora bien, ello no les impedía denunciar ciertas situaciones de abusos sociales y carencias culturales o educativas. Nos parece que este tipo de trabajos como el que hemos realizado, de ámbito comarcal y aprovechando documentación generada a nivel nacional, puede servir para captar la realidad y mentalidad de las élites de nuestros pueblos. Como hipótesis fácilmente comprobable, me atrevo a predecir que el clero regular de la comarca sostendría una mentalidad muy pareja a la aquí expresada. Me estoy refiriendo a los jerónimos del Monasterio de Yuste, los frailes del convento dominico de Santa Catalina de Siena en Aldeanueva,  o los agustinos recoletos y franciscanos observantes, éstos dos últimos sitos en Jarandilla. Pero éste es un tema que desborda los objetivos de este artículo.

 

 

 

 

LA MENTALIDAD DEL CLERO DE LA VERA A FINES DEL SIGLO XVIII

 

Teodoro Martín Martín

(Real Sociedad Geográfica)

 

 

RESUMEN

 

 

Como lo expresa el propio título del artículo el propósito de nuestro trabajo es acercarnos a la mentalidad del clero secular en los 19 pueblos de la comarca de la Vera. Para ello nos hemos servido de una abundante bibliografía sobre el tema, pero sobre todo de la respuestas que dan los párrocos a las 15 preguntas que les manda don Tomás López, geógrafo real durante los reinados de Carlos III y Carlos IV. A lo largo de sus respuestas el clero verato se posiciona ante los problemas que padecen sus feligreses, algunos incluso proponiendo medidas o propuestas de mejora. Temas como los orígenes e historia, educación y cultura, higiene y salud pública, vida social y económica, religiosidad y régimen jurisdiccional aparecen en las contestaciones de dicho Interrogatorio. A ello se unen una serie de croquis o mapas hechos por los citados párrocos y que le sirvieron a don Tomás para llevar a cabo la Cartografía de España y sus provincias. Creemos que este tipo de estudios favorecen el conocimiento de uno de los sectores más influyentes de la sociedad de entonces como lo eran los curas párrocos.

Oct 232021
 

Teodoro Martín Martín (R.S.G.)

 

I) Introducción

 

El pasado año 2020 el Instituto Nacional de Estadística organizó una exposición virtual titulada “El Anuario Estadístico de España testigo de nuestra Historia”. En ella se quería hacer referencia a la importancia que ha tenido y tiene este tipo de fuente en la modernización de nuestro país en los siglos contemporáneos. La colección completa consta de 101 ejemplares publicados entre 1858 y 2020. La muestra constó de cinco paneles correspondientes a las respectivas etapas que ha experimentado la estadística oficial en los aspectos económicos y sociales fundamentalmente.

El primer anuario fue el de 1858. Su importancia fue básica para los inicios de la Ciencia Estadística en España, pero sobre todo para la concreción en guarismos de la realidad socioeconómica de nuestro país en aquellos años. Lo que éramos a mediados del citado siglo está fielmente reflejado en este conjunto de textos y tablas, que integran el mencionado recuento de datos. Su conjunto exceden los 378 cuadros, en más de 710 páginas y una serie de informes complementarios todos ellos apoyados por organismos o instituciones del Estado, que avalan la veracidad de las cifras. Es pues una fuente histórica de primera mano para conocer aquella sociedad en aquel tiempo.

Este Anuario en su prólogo nos dice que se hace en cumplimiento del artículo 4º del reglamento orgánico de la Comisión Estadística General del Reino, creada por el General Narváez, presidente del Consejo de Ministros en 1856. No había precedentes ni modelos de una obra de estas características. Solo los censos del XVIII y los diccionarios de Miñano y Madoz podían parecerse en algo. Al no existir pues otro anterior se insertan datos de los años precedentes ya que “los fenómenos sociales, económicos o de otro cualquier orden, no siguen precisamente la circunvalación terrestre, si no que guardan ciertos ciclos, no tanto para reproducirse, como para señalar el principio de una nueva era” (pág. VII del prólogo).

En este sentido los datos de población se han retrotraído hasta los censos de 1787 y 1797, en cuanto a los de tributación han comenzado en 1845, año de la creación del nuevo sistema fiscal, o 1850 para los datos comerciales y aduaneros. Esta dilatación en el tiempo no les ha hecho caer en la Estadística Histórica ni en la Estadística Comparada. Ésta sólo por falta de tiempo dada su utilidad. El objetivo de esta datación es expresar lo que tiene un interés positivo, ordenar cada clase de datos en su lugar guardando todos una cierta uniformidad de disposición y para que “formasen un conjunto armónico y luminoso” (pág. VIII).

Su ámbito geográfico fue el de la Península Ibérica regida por España, las islas adyacentes y los territorios de Ultramar. De éstos solo se excluyeron las colonias del Golfo de Guinea, por falta de datos significativos. Las notas a pie de páginas del Anuario son las fuentes que la Subcomisión encargada de este trabajo empleó y cruzó. Hay algunas lagunas como las referidas a los movimientos de población o la producción del suelo, pero ello se debió a la inexistencia de datos relevantes al respecto.

Existen otras observaciones en este prólogo. En ellas los autores del anuario ponen de manifiesto que: no se habla de la división en clases sociales “pues perteneciendo a distintas de ellas muchos individuos, la suma total no sería la verdadera” (pág. X). También dicen que hay datos de la coyuntura de aquellos años queriendo con ello dejar constancia  de cómo las crisis de subsistencias de 1854-56 obligó a adoptar medidas como la importación de cereales extranjeros (pág. X).

El guion general del anuario tiene las siguientes áreas y capítulos. Reseñas: geográfica, geológica y agraria. Divisiones: política, eclesiástica y judicial. Fuerzas productivas: territorio y población. Políticas públicas: instrucción, beneficencia y estadística criminal. Presupuestos: deuda pública, contribuciones, registro de hipotecas, aduanas, rentas estancadas, loterías y desamortización. Otros datos son: medios de comunicación, Guerra y  Marina y provincias de Ultramar.

El prólogo citado, que no lleva firma o autoría nominal, dice que en los datos del presupuesto de España para 1858 han tratado de “reflejar la riqueza y las necesidades del país, que solo por medios estadísticos se puede comprobar” (pág. XI). Es una prueba más de que en las élites de nuestra nación está penetrando la era estadística.

En 1858 el Presidente de la Comisión Estadística del Reino, creada dos años antes, era Francisco Javier Istúriz. Fueron vocales de la misma: Fermín Caballero, Pascual Madoz, Francisco de Luján, Agustín Pascual y González, Francisco Coello, Alejandro Oliván Borruel, Antonio Terrero Díaz-Guerra, Lorenzo Quintana, José García Barzanallana, Celestino del Piélago, Manuel Fernández de Castro y Juan Bautista Trúpita, entre otros. Todos ellos eminentes economistas, geógrafos, cartógrafos, ingenieros, estadísticos y hombres de reputada calificación profesional. Más de 15 expertos con amplias capacidades técnicas dispuestos a trabajar en cuatro secciones: territorio, población, producción e impuestos.

De entre estos se constituyó una subcomisión cuyo objeto era formar un anuario estadístico, pero había otras áreas en las que la Comisión debía trabajar. Una de ellas era la de Cartografía Nacional y la formación de un nomenclátor para registrar la toponimia local. Otra la organización del catastro, para la cual había dos propuestas: una la de realizarlo sobre masas de cultivo, la otra por parcelas, siendo ésta última la que triunfaría, pero con poco recorrido histórico. De estos proyectos y personalidades surgió la idea y la creación de la Escuela de Topografía, constituida por decreto de 13 de noviembre de 1859 (Martín López 1999, 63 y 64).

Aunque el ámbito del anuario es estatal y por tanto toda la información y el planteamiento general hace referencia a España como nación, junto a sus territorios ultramarinos, hay muy buena y relevante información referida a Extremadura y otras regiones españolas. Es esta temática extremeña la que vamos a concretar en las siguientes páginas. Con ello tratamos de acercarnos, en cifras comentadas, a lo que representaba a escala nacional una región como la nuestra.

En la estructura expositiva seguimos el esquema que traza el propio Anuario de 1858, el cual establece un buen orden lógico en la distribución de sus contenidos. Aquel ha sido pues la fuente documental de este trabajo. El cual se complementa con una adecuada y actualizada bibliografía expresada en notas de pie de página o en la bibliografía final.

II) Reseñas Territoriales

Tras el prólogo comentado el Anuario de 1858 comienza llevando a cabo tres informes específicos.

a)Reseña geográfica. En este apartado se hace una descripción del perímetro de la Península Ibérica y en ella de España; comenzando por la costa cantábrica, seguida de la atlántica, la mediterránea y por último los Pirineos. Pasa después a analizar las vertientes fluviales. En la occidental o lusitana es donde sitúa y describe parte de la región extremeña, siguiendo las cuencas de sus ríos y reparando en altitudes, límites, afluentes y otros datos físicos. La cuenca del Tajo ocupa las páginas 23 a 29. En la vertiente meridional u oceánica ubica la cuenca del Guadiana, en las páginas 29 a 34.

Al final incorpora un cuadro estadístico de la extensión de las provincias de España en leguas cuadradas de 20 al grado contados desde el Ecuador. Cáceres tenía 669,50 y Badajoz 725,50, incluyendo en esta última 1,10 leguas cuadradas en los límites con Portugal. El autor de esta reseña fue Francisco Coello, autor del atlas de España que acompañaba al Diccionario de Madoz y también fundador de la Real Sociedad Geográfica en 1876. En una nota  de su autoría dice que han tomado como medida para el cálculo de la superficie la de 20 al grado contada desde el Ecuador, cuya extensión “según los datos más recientes y exactos es de 5.565,522 metros o sea 19.984,120 pies castellanos” (pág. 72).

b)Reseña Geológica. Comprende las páginas 77 a 90 del Anuario y solo se expresa en forma de texto. Éste lo firmaba Francisco de Luján, destacado ingeniero de minas, académico de Ciencias y destacado político progresista. Se reconoce deudor de las memorias geológicas de Ezquerra Bayo y Naranjo (de la Real Academia de Ciencias) y de los señores Prado, Vilanova, Gómez de Salazar y Botella, miembros éstos de la Comisión del Mapa Geológico de España. También de otros geólogos nacionales y extranjeros.

El contenido de la reseña abarca un estudio geomorfológico, del tipo de rocas y de suelos existentes en nuestra Península. Extremadura la sitúa en los terrenos paleozoicos de la región central con dos grandes secciones. La primera entre las cuencas del Duero y el Tajo, la segunda la que existe entre los ríos Tajo y Guadiana. Destaca en su informe la importancia que tiene esta Ciencia sobre todo para la agricultura y la minería.

c)Reseña agrícola. Ocupa las páginas 92 a la 161. Su autor fue Agustín Pascual y González, ingeniero de montes y senador del Reino. Sigue los planteamientos de la Escuela de Ingenieros Agrícolas del Reino de Sajonia. En ella se formó con el sabio alemán Mauricio Willkomm, el cual había investigado nuestras llanuras, montañas y granjas.

Esta reseña contiene varias tablas estadísticas referidas a: posición geográfica de las principales capitales europeas, observaciones meteorológicas verificadas desde el Observatorio Astronómico de Madrid, la presión atmosférica, la temperatura en grados centígrados, observaciones pluviométricas, más las observaciones meteorológicas de Alicante y las tomadas por las 10 universidades del Reino. En ninguna aparecen datos referidos a Extremadura.

Pasa luego a dividir el territorio en zonas y regiones y concluye con un cuadro de zonas con expresión de altitudes, temperaturas y productos predominantes. Para él las regiones son: inferior, baja, montana, subalpina, alpina y nevada. Las zonas geográficas son: septentrional, central, occidental, oriental y mediterránea. En cada una de estas incorpora altitudes, temperaturas, siega, vendimia o recolección si procede.

A Extremadura, la sitúa en la región geográfica central, junto a las Castillas y la Mancha. Según las curvas de altitud  se adaptarían a las regiones baja, montana, subalpina y alpina en algunos casos. Hay concretas referencias a comarcas de nuestra región como cuando dice: “La Tierra de Barros, o sea los llanos feracísimos de Villafranca, Almendralejo y San Benito (?), en la planicie meridional, producen cantidades fabulosas de trigo y son otro de los graneros del Reino” (pág. 129).

A destacar que estas tres reseñas, geográfica, geológica y agrícola de España estuvieron en vigor y se publicaron repetidamente hasta que treinta años después editó otras más renovadas el Instituto Geográfico y Catastral.

 

III) División del Territorio

Consta de tres tipos de divisiones.

a) La división política, a partir de la página 165, contiene 7 tablas estadísticas. Entre las referidas a nuestra región una de ellas nos da el número de habitantes, ayuntamientos y distritos electorales por provincias.

Provincia     Habitantes      Ayuntamientos      Distritos electorales

Badajoz         404.981                163                            9

Cáceres         302.134                225                            7

 

También el número de los electores y votantes en los comicios de 1858.

Provincia      Distrito electoral     Nº de electores    Votaron      No votaron

Badajoz                  Badajoz                   570                    440               130

Badajoz                   Castuera                  312                    270                42

Badajoz                   Don Benito              285                    150               135

Badajoz                   Fregenal                   343                    279                64

Badajoz                   Jerez                         280                    160               120

Badajoz                    Llerena                     381                    340                41

Badajoz                   Mérida                     495                     355              140

Badajoz                  Siruela                     298                     255                43

Badajoz                    Zafra                        475                     412                63

Total                           _                          3.459                   2.661             778

 

Provincia        Distrito electoral  Nº de electores     Votaron      No votaron

Cáceres                  Brozas                      341                     277                64

Cáceres                  Cáceres                     411                      353               58

Cáceres                   Coria                       415                      305              110

Cáceres                     Gata                        274                      117               157

Cáceres                    Navalmoral            309                      251               58

Cáceres                     Plasencia               321                       259               62

Cáceres                       Trujillo                313                       254               59

Total                                _                       2.414                 1.816             568

Sin referencias a nuestra región hay también estadísticas de las aperturas y clausuras de las Cortes desde 1834, las elecciones y legislaturas habidas desde dicho año, el número de sesiones celebradas desde aquella fecha, la cifra de individuos que han sido miembros de los cuerpos colegisladores y los consejeros de la Corona desde los inicios del Reinado de Isabel II.

b) División judicial. Hallamos los siguientes datos.

En lo que respecta a las audiencias territoriales en Extremadura solo estaba la de Cáceres, creada por Carlos IV en 1790. Sobre ella se proporcionaban los siguientes datos.

Audiencia         Provincia    Población     Partidos judiciales    Juzgados de paz

Extremadura       Badajoz      404.981                  15                          163

Extremadura       Cáceres      302.134                  13                          225

En la citada audiencia territorial había:

Audiencia        Magistrados  Fiscales  Tenientes Fiscales  Jueces  Promotores fiscales

Extremadura            10              1                         3                     28               28

En toda la región el número de escribanos y notarios adscritos a juzgados de primera instancia e instrucción era de 56, no adscritos 10, en total 66; vacantes existentes 82. El número de pleitos despachados en 1856 era de 285 y el de expedientes gubernativos 696. Total 981. Dos años después las cifras eran: Pleitos despachados 329, expedientes gubernativos 624, total 953.

Hay estadísticas del Tribunal Supremo, de las demás audiencias y de juzgados de primera instancia en general.

c)División eclesiástica.

Nuestra región, antes del Concordato de 1851, pertenecía a la provincia y metrópoli de Santiago de Compostela y se mantenían las tres diócesis históricas de Badajoz, Coria y Plasencia, más los territorios pertenecientes a los prioratos dependientes de las órdenes militares de Alcántara y Santiago. Tras el citado acuerdo con la Santa Sede, Badajoz pasa a depender de Sevilla y las diócesis cacereñas del arzobispado de Toledo.

Datos del clero en 1857:

Diócesis   Obispos  Dignidades   D. que debiera haber   Nº pueblos  Nº parroquias

Badajoz        1                  41                          33                             48                    64

Coria            1                  42                          29                            109                  117

Plasencia      1                 41                          29                              147                 163

Nos proporciona también los datos del clero regular en el censo de 1768, que son estos:

Diócesis    Pueblos  Parroquias  Conventos de religiosos   Conventos de religiosas

Badajoz        41              54                          23                                     30

Coria           117              127                         21                                     14

Plasencia     128            174                         24                                     24

Las leyes de desamortización de Mendizábal exclaustraron a los religiosos de sus conventos, no así a las religiosas a las que solo se las prohibió admitir novicias. En 1854 y 1857 el número de monjas existentes era:

Diócesis  Conventos  Religiosas en 1854   Religiosas en 1857   Debiera haber

Badajoz          13                    163                              172                           296

Coria                6                      34                                 41                             75

Plasencia         9                      89                               115                           176

El número de privilegios eclesiásticos concedidos en la predicación de 1857 era:

Diócesis    Bulas y bulas de lacticinios  Indultos   Total   Derechos recaudados en reales

Badajoz               7.259                                 3.340     10.599             28.567,06

Coria                   9.611                                   3.508     13.119             36.344,62

Plasencia           18.817                                  6.447     25.264             69.921,03

En estas cifras no se incluyen los prioratos de Magacela y San Marcos de León dependientes de las órdenes militares. Por la bula de lacticinio se permitía a los eclesiásticos el uso de alimentos lácteos en las ocasiones en que estaba prohibido.

Por último el estado de las pensiones abonadas a los exclaustrados extremeños en tres fechas claves eran las siguientes:

Año                   Individuos                  Haberes en reales

1834                        808                             1.263.630

1854                        345                               631.663

1857                        268                               498.230

 

  1. IV) El Territorio

 

En este apartado se expresan los siguientes datos de Extremadura.

Extensión superficial y tipos de cultivos en fanegas de superficie:

Provincia      Extensión           En cultivo       % de cultivo   De regadío   De secano

Badajoz         3.493.990           1.708.883           48,9              2.855         1.706.028

Cáceres          3.222.962           2.375.077           73,69           9.008          2.366.069

Tipos de tierras y cultivos de secano:

Provincia     Labor       Viñas    Olivares    Pastos      Monte   Eras y Canteras      Total

Badajoz      658.512     17.421    42.654    976.619    10.776          46                 1.706.028

Cáceres       339.154     18.128    19.678  1.612.989  316.120           0                2.366.069

Casas y edificios sujetos a tributación territorial en 1858:

Provincia     En pueblos   En el campo    Industriales    Exentos     Total de edificios

Badajoz          74.293            2.293                1.208           947                78.741

Cáceres           46.189           3.970                 6.168           634                56.961

En cuanto a minas sujetas a tributación solo había, en 1858, 17 de tipo argentíferas en Badajoz e igual número en Cáceres. Respecto a fábricas de fundición de plata había en Badajoz dos que trabajaban a intervalos, en Cáceres otras dos sin funcionar.

Cabezas de ganado y sus especies:

Provincia  Vacuno   Caballar   Mular   Asnal      Lanar       Cabrío    Cerda        Total

Badajoz     51.310     14.331    29.101  46.115  1.265.981  178.377  182.867   1.768.082

Cáceres      62.643      8.975      8.628   17.887    510.981   224.295    90.074     923.483

El número de colmenas en Badajoz era de 65.674, en Cáceres 100.000.

En Badajoz había 4 paradas y secciones de fomento de cría caballar y 10 garañones. En Cáceres una sola parada y 10 caballos. Por lo que respecta a yeguas en Badajoz había 5.660 que habían producido 76 machos, en Cáceres su número ascendía a 1.315 que produjeron 78 machos.

En otra estadística se expresa el precio medio del trigo y la cebada en distintos meses de 1856, 1857 y 1858. El fin es poner de manifiesto los efectos de la importación de cereales establecido por el real decreto de 1856, dictado para combatir la crisis de subsistencia. Se observa en la evolución que los precios descendieron en el último año. Sean un ejemplo los de algunos meses de 1858 medidos en fanegas de capacidad.

Provincia               enero             marzo             mayo             junio            septiembre

Trigo  cebada   trigo  cebada  trigo cebada  trigo cebada   trigo cebada

Badajoz               41      21        38       19        35      16       40       23         37     17

Cáceres               42      24         39       22        38      21       44       24        43      22

España (media)   48      24         45       23        43      22       46       25        42      22

 

  1. V) Población

Se remonta a los censos de 1594 y 1768 para obtener el número de habitantes por provincias. En Extremadura era de 412.041 almas en el llamado censo de Floridablanca. De ellos 8.457 pertenecían al clero secular y regular de ambos sexos. En el de Godoy de 1797, para una población para España de 10,5 millones de habitantes, Extremadura contaba con 428.493. Alude también a los decretos censales de 1834, 1846 y 1856 para pasar a expresar el número de habitantes por provincias en el censo estadístico de 1857.

Provincia           Solteros          Casados           Viudos       Totales

Badajoz              225.025           132.647          27.309       404.981

Cáceres               165.661           115.909          20.564       302.134

Hay también datos de mozos sorteables para el reemplazo de ese año, habitantes por edad y por provincias, además de propietarios y colonos según el repartimiento de contribuciones de 1857 del que resulta:

Provincia          Rústicos       Urbanos        Colonos       Ganaderos        Total

Badajoz             56.686           63.708          11.554           48. 214         180.162

Cáceres              60.151          51. 580           7.157            43.884          162.772

En cuanto a industriales, comerciantes y profesiones liberales en el censo de 1857 hallamos un total en Badajoz de 11.475 individuos y en Cáceres 9.638. En lo referente a todo el clero por diócesis había en Badajoz 353, en Coria 389 y en Plasencia 357, obispos incluidos. En la administración provincial en 1856 hallamos 138 empleados en Badajoz, cuyos sueldos importan 405.424 reales y en Cáceres 108 por un valor de 356.600 reales. El número de empleados en la administración municipal y provincial ascendía en Badajoz a 1.610 personas, en Cáceres a 1.870. Por lo que hace referencia a clases pasivas y su tipología en 1858 hallamos en Badajoz 1.235 personas a las que se abonaban 2.795.700 reales, en Cáceres 524 por un monto a pagar de 1.069.940 reales.

 

  1. VI) Actuaciones públicas

 

En este apartado se incluyen tres campos de acción del Estado.

  1. a) Instrucción Pública. Comienza retrotrayéndose a estadísticas históricas, precisando el número de colegios y escuelas en censos precedentes. En el de 1797 había en Extremadura 37 maestros en las casas de estudio y este número de alumnado.

Provincia        Escuelas    Alumnos    Colegios  Alumnos   Casas de Estudio  Alumnos

Extremadura       427          17.060             4            378                    4                  378

En 1855 existían:

Provincia           Escuelas   Públicas   Particulares    Religiosas    Total de niños y niñas

Badajoz                 360           263              93                   4                       26.753

Cáceres                  363           328              33                   2                      19.580

Hay también una estadística con la relación de escuelas y alumnos por habitantes. La cifra de pueblos sin escuela es de 11 en Badajoz y 57 en Cáceres. El gasto de material y personal en la anterior fecha es:

Provincia                  Personal                 Material                   Total en reales

Badajoz                     754.622                  287.205                    1.041.827

Cáceres                     795.279                  210.857                    1.006.136

Procedencia de los recursos de las referidas escuelas en el citado año:

Provincia     Ayuntamientos     Fundaciones      Alumnos         Total

Badajoz            832.958                   5.052             133.795         971.805

Cáceres            682.059                  60.132            248.174         990.365

Por lo que respecta a los estudios medios solo había en Extremadura dos Escuelas Normales de las llamadas elementales o provinciales, que contaban con 23 alumnos en Badajoz, en Cáceres 33.

Los establecimientos de segunda enseñanza en 1858 eran:

Provincia Institutos Profesores Alumnos Colegios Alumnos  E. Doméstica  Total alumnos

Badajoz         1                   11              107            0               0                  114                   221

Cáceres         1                    11              212            0               0                   48                   260

Para la misma fecha los alumnos de los seminarios conciliares eran:

Diócesis   Advocación    de Becas     Internos    Externos     Total

Badajoz      San Antón          0                131                74           205

Coria     S. Pedro Apóstol     0                 51                 70           121

Plasencia  P. Concepción      0               64                107           171

  1. b) Beneficencia. El Anuario se remonta a los censos de 1787 y 1797 para indicar que en Extremadura había entonces 172 hospitales y 2 hospicios, en total 174 instituciones de este tipo.

Los centros de beneficencia en 1858 según su dependencia eran:

Provincia    Provinciales   Municipales   Particulares   Total    Acogidos en ellos

Badajoz              5                       8                          9              22             4.452

Cáceres               1                      43                         0              44             1.529

Tipos de centros en el mismo año.

Provincia   Hospitales   Hospicios  Maternidad  Particulares  Asilos    Balnearios

Badajoz            4                   9                      7                      1                1                 1

Cáceres            30                 13                    0                      0               1                 2

Los establecimientos de aguas termales extremeños eran las Termas de Alange, San Gregorio en Brozas y los Baños de Montemayor. No daba datos sobre el número de bañistas. No existían en ninguna de las dos provincias cajas de ahorros ni pósitos en 1858.

c)Estadística criminal. En 1857 existían en Badajoz 15 cárceles con 16 empleados, en Cáceres 13 y 16 respectivamente. También sabemos que dos años antes la Audiencia Territorial de Cáceres despachó 1.362 casos. En 1858 la misma falló 1.795 casos y 152 estaban pendientes de fallo en total 1947, con un ligero aumento respecto a los años anteriores. Las personas aprehendidas por la autoridad en aquel año, salvo por la Guardia Civil, fueron:

Provincia     Contra la propiedad   Contra personas   Otros delitos   Faltas    Total

Badajoz                       0                              4                                   0               0            4

Cáceres                        5                              3                                   3               0           11

En cuanto al tipo de delitos en total y en el mismo año.

Provincia Contrabando Defraudación Malversación Falsedad Exacciones Robos Abusos

Badajoz           128                       42                    4                    2               1                  2           1

Cáceres              32                      46                     1                     1               0                 2           5

En total 180 en Badajoz y 87 en Cáceres.

Hay también relación de las circunstancias de los reos: solteros, casados, nivel de instrucción, etc. Así mismo, las causas de los delitos en los dos años anteriores. Se observa un aumento del número de reos y delitos en el transcurso de los años. En el penal de Badajoz, único de la región en 1857, había confinados: por sentencia de la antigua legislación criminal 6 personas, a cadena perpetua 19, a reclusión 64, a presidio 179 y a prisión 156, en total 424 individuos. En dicho centro penitenciario las causas de estos reclusos eran: 7 falsificación de documentos, 47 contra el orden público, 4 por funcionarios en sus funciones, 208 contra la propiedad, 2 contra la seguridad, 137 contra las personas, 4 contra la honestidad, 2 contra el estado civil, 5 por vagancia y mendicidad, 1 por imprudencia temeraria  y 7 por delitos militares. También se clasifican por la edad de los reos y tipos de tribunales que los juzgaron. Hay una relación de confinados en España según sus actitudes. En la de Badajoz había 5 desertores, 61 reincidentes y ninguno por incorregible, total 66. En Extremadura no había casas de reclusión de mujeres, si a nivel nacional.

 

 V) Presupuestos

 

Es el capítulo al que el Anuario dedica más extensión tanto cualitativa como cuantitativa. Su importancia dentro del sostenimiento y caracterización de la estructura del Estado lo explica sin duda. Hay varios apartados con un elevado número de tablas estadísticas. Veamos los más destacados.

a)Presupuestos locales.

Presupuestos de ingresos municipales para 1857.

Provincia    Propios    Arbitrios  Beneficencia  Instrucción  Extraordinario  Total en reales

Badajoz    2.600.305   853.383       46.747           5.460            99.113                3.605.008

Cáceres    1.544.851          0               4.000          53.033       1.450.066                3.051.950

Badajoz es la primera provincia española en ingresos por sus propios, Cáceres la quinta, tras Cádiz, Madrid y Navarra. La de mayores ingresos totales es Barcelona con 11,3 millones de reales seguida por Madrid con 8,6. Hay otro cuadro de gastos municipales para ese año por provincias. El total de obligaciones de la de Badajoz es 4.623.871, en los cuales las partidas mayores son el propio consistorio y la instrucción pública. Lo mismo sucede con la de Cáceres que asciende a 4.429.150 reales. Para cubrir este déficit se recurría a arbitrios sobre artículos de consumo o a repartimientos sobre bienes inmuebles o actividades económicas.

Los presupuestos de gastos y de ingresos de las diputaciones en 1858 son:

Provincia      Gastos      Ingresos      Déficit      A cubrir con arbitrios o repartimientos

Badajoz      2.067.453   450.359     1.617.094                      1.923.833

Cáceres      2.753.809  2.032.343     721.466                          435.887

Solo constaba que no tenían déficit las provincias forales de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. El de Navarra era muy pequeño, 3.138 reales. Hay también estadísticas con datos de los presupuestos generales para 1859 con sus resúmenes estatal, provincial y municipal.

b)Deuda Pública y Crédito Público. Existen abundantes datos generales sobre el estado de este ramo, sus emisiones, amortizaciones, reconversiones y la situación de cada tipo de deuda. También sobre el número de bancos existentes en España, sociedades de crédito, industriales, concesionarias de obras públicas, sociedades de seguros, etc. Ninguna de éstas existía en nuestra región.

c)Contribuciones. Estas se hallaban distribuidas según el nuevo sistema tributario impuesto por los ministros Mon y Oliván en 1845 y se ajustaba a los siguientes tipos.

1) Territorial. Hay cuadros con los gravámenes que había sufrido la propiedad rústica, urbana y pecuaria por esta tributación desde 1845 hasta 1859, así como los repartimientos hechos en cada provincia. Consta también la cuota de contribución territorial que figura en los repartimientos municipales de 1858, según una escala gradual por provincias. Así mismo, la riqueza imponible que resulta de los repartimientos individuales por las contribuciones territoriales. De todo ello se deduce que: Las cantidades que tributan las provincias en orden de mayor a menor, según la riqueza imponible en 1859, nos hablan de que Madrid es la primera, seguida de Valencia, Sevilla y Barcelona. Badajoz ocupa el nº 10 con una riqueza imponible de 82.911.438 reales y un cupo de recargo de 12.648.946, en este cupo de recargo ocupa el puesto 13. Cáceres está en el nº 20 con una riqueza imponible de 58.505.515 reales y un cupo de recargo de 9.631.300 reales. En éste ocupa también el puesto 20. Según el reparto territorial de 1859 los datos anteriores en las capitales de provincia fueron:

 

Ciudad         Renta Imponible en reales          Total de cupos y recargos en reales

Badajoz                  5.561.600                                            848.514,57

Cáceres                  5.602.284                                            927.394,00

En ambas capitales la mayor parte, en torno al 80%, iba para el Tesoro Público. La única población extremeña que sin ser capital de provincia pagaba, en el repartimiento de 1859, un cupo territorial que excede de 500.000 reales era Trujillo con estos datos.

Ciudad   R. Imponible  Cupo de Contribución  Recargos  Total de cupo y recargo en reales

Trujillo     4.485.603             625.787                      87.127                    712.914

2) Industrial y comercial. Hay estadísticas del nº de contribuyentes, cuotas y recargos de 1845 a 1859. También de los valores totales de la contribución industrial. En 1859 había en la provincia de Badajoz 10.950 contribuyentes matriculados, en Cáceres 10.313. Por la importancia de la cuota de este impuesto a la Hacienda Pública, Madrid ocupaba el primer puesto con 9.557.840,27 reales, seguida de Barcelona, Cádiz y Sevilla. Badajoz ocupaba la posición 17 con una cuota de 1.127.810,74 reales. Cáceres la nº 23 con una cifra por el citado cupo de 826.358,28 reales. Los contribuyentes por este gravamen en la ciudad de Badajoz eran 838, en Cáceres 671. Hay pues más industriales y comerciantes en las provincias extremeñas que en sus capitales.

3) Consumos. Al igual que sucedía con los anteriores impuestos hay datos sobre esta carga fiscal desde 1845 hasta 1858. Su distribución en reales el último año por provincias y capitales era:

Provincia     Para el Tesoro   Por habitante      Ciudad    Para el Tesoro   Por habitante

Badajoz          2.761.654           10,79                  Badajoz        388.974              23,56

Cáceres          2.283.930             9,06                 Cáceres         sin datos             s.d.

Luego se hace relación a los consumos por vino, vinagre, aguardiente, nieve, carnes, jabón, cerveza y sidra. Para el impuesto vecinal de los consumos, en aquellos en que la Real Hacienda no los administraba directamente, como Badajoz y Cáceres, predomina el reparto entre vecinos sobre otras fórmulas como la imposición desde los ayuntamientos o el arriendo del cobro a particulares. Hay datos del consumo anual de los anteriores productos por provincias y sus capitales, pero los mismos son “fríos” con escasa relevancia sin su comparativa.

4) Aduanas. Obviamente no existen en Extremadura aduanas marítimas, tampoco terrestre para el consumo en 1859, ni fielatos de aduana. Sólo hemos hallado una tabla estadística en la que se nos expresa el valor de las mercancías importadas y exportadas por provincias en 1857.

Provincia                 Importación en reales           Exportación en reales

Badajoz                              533.568                             2.131.491

Cáceres                                 75.124                              1.281.023

Lo que nos muestra el carácter fuertemente exportador de productos agropecuarios de nuestra región en aquellos años.

5)  Rentas estancadas. Existen datos de los valores de estas rentas desde 1850 a 1858. No existían salinas en nuestra región, pero respecto a la venta de sal y su consumo.

Provincia   1850 (en quintales)   1857 (en quintales)    Consumo por habitante (en libras)

Badajoz      40.173                        53.985                                      13,20

Cáceres      40.857                         47.193                                     15,61

Hay también cifras de sal vendida a ganaderos a precio de gracia desde 1854 hasta 1857. La sal común consumida en 1858 fue:

Provincia   Sal común (en libras)  Corresponde por habitante (en libras)

Badajoz      5.405.350                                          13,35

Cáceres      4.820.388                                          15,95

El número de expendedurías en 1856 era.

Provincia   Alfolis    Estancos de tabaco    Administraciones subalternas de tabaco

Badajoz       170               230                                                40

Cáceres       261               251                                                30

Hay también relaciones de tabaco vendido en cigarros de papel y picado en latas, cigarros habanos y filipinos, así como tabaco rape. El número de libras de tabaco vendidas en 1858 y su correspondencia por habitantes era:

Provincia        Tabaco (en libras)        Corresponde a cada habitante

Badajoz           683.372                            1 libra y 10 onzas

Cáceres           233.211                                  12 onzas

En el citado año Badajoz es, tras Madrid y Sevilla, la provincia de España en que  más tabaco rape se vende, 9.920 libras, más lejos estaba Cáceres con 2.995.

Los sellos de correos de todas clases vendidos en 1858 en Extremadura son:

Provincia        Venta (en reales)        En timbres para periódicos (en reales)

Badajoz           395.059,96                               1.244,50

Cáceres           290.833,95                               1.466,87

Lo que nos manifiesta una cifra baja en la distribución de prensa escrita.

6) Loterías, casas de moneda y minas. Hay abundantes datos de minerales extraídos en distintas minas, acuñaciones de cobre en cecas y productos de renta de loterías de 1850 a 1858. También de casas de moneda existentes en el Reino y sus acuñaciones de oro y plata. Ninguna de todas ellas existía en nuestra región. Sí hemos hallado el producto de la venta de pagarés y billetes de lotería primitiva, moderna y de rifas en 1857, todo ello en reales.

Provincia      Pagarés de la Primitiva          Billetes de la Moderna     Por ¼ de rifas

Badajoz            40.369,53                                 4.089.324                            0

Cáceres            90.640,78                                    184.784                              0

7) Registros y derechos de hipotecas. Este apartado está muy relacionado con la propiedad y por tanto con el presupuesto, por ello sobre este tema hay bastantes datos. En el Anuario hallamos actas de traslación de dominio y arrendamientos de propiedad inmueble desde 1845, año en que empezó a regir la legislación hipotecaria vigente. Existen también traslados de dominio de propiedad inmueble para toda clase de herencias desde 1850, con el número de documentos registrados, capitales y derechos para el Tesoro Público. Lo mismo para todo tipo de legados, donaciones, contratos de venta, retroventas, permutas, adjudicaciones, censos, mayorazgos, capellanías y fideicomisos en las mismas fechas.

Nos encontramos así mismo con una relación de fincas rústicas y urbanas hipotecadas en dicho periodo para garantizar el cumplimiento de las obligaciones de préstamo y cantidades a que están afectas. También las hipotecas canceladas en los años 1857 y 1858.

En 1858 hallamos las siguientes oficinas de registro de hipotecas en Extremadura.

Provincia        Nº de oficinas      Interinamente     Por compra vitalicia

Badajoz                  15                           14                             1

Cáceres                  13                           13                              0

Actos de traslado de dominio y arrendamiento de propiedades inmuebles en 1845 y 1858.

Provincia        Año      Traslaciones      Arrendamientos     Derechos de hipoteca (en reales)

Badajoz         1845         1.151                       159                           76.314

Badajoz        1858         7.871                          0                         697.344

Cáceres         1845            645                      280                          60.080

Cácares         1858          5.145                         0                         448.452

En 1858 se registraron en Badajoz 6.888 documentos de ventas, por herencias sólo 280. En la misma fecha en Cáceres por ventas los documentos fueron 4.563 y por herencias 300.

El número de fincas hipotecadas en aquel año fueron.

Provincias        Rústicas         Urbanas        Importe total (en reales)

Badajoz              1.440               812                  10.562.076

Cáceres                 881               516                     9.211.106

En aquella fecha por donaciones en Badajoz hubo 48 documentos, en Cáceres 26 y por legados 101 en Badajoz y 7 en Cáceres.

 

VIII) Desamortización

 

Los datos de este apartado están fuertemente conexionados con los presupuestos, puesto que abastecen a los mismos con los remates y en algunos casos participan de los gastos del Estado en el caso de las pensiones a exclaustrados. Nosotros por su peculiaridad y trascendencia hemos decidido dedicarle capítulo aparte. Apuntemos que la desamortización fue un fenómeno histórico que se inicia en España de forma efectiva en 1836, si bien hay precedentes en años anteriores. Los decretos de Mendizábal, Espartero y Madoz condujeron al mercado ingentes cantidades de bienes pertenecientes al clero, los ayuntamientos y otras instituciones sociales[1]. En la fecha del Anuario que comentamos gran parte de las ventas han sido llevadas a cabo, sobre todo en lo que hace referencia a las propiedades de la Iglesia. Quedaba aún por vender los bienes de propios y comunes de los pueblos, que apenas fueron tocados en los años del bienio progresista. Nuestro anuario nos proporciona los siguientes datos.

Las fincas de Instrucción Pública que se subastaron en público remate y cuya adjudicación quedó suspendida por los reales decretos de septiembre y octubre de 1856 fueron en Badajoz 106 fincas, en Cáceres 48. Las fincas y censos inventariados en 1857 para su posible remate fueron:

Provincia  Finca  Estado O.Militar. Secuestro C.Regular C.Secular Propios Benef Instr.

Badajoz    Rústica    0             21               0              308        1.524              0        148      11

Badajoz   Urbana   21             14              12                39            261             0           34       4

Badajoz  Censos  265             53               9                   0                0             0      1.361      26

Badajoz  Rústica  243             0                8                 24        2.580          533        149     142

Cáceres   Urbana   28              0              13                 20            130            90          83       51

Cácares   Censos     0               0               0                    0                 0             0            0        0

Como se puede observar la mayor parte de los bienes por desamortizar son del clero secular y de propios, salvo el caso de Badajoz, que extraña no proporcionen datos sobre fincas comunales y de propios por vender en 1857. ¿Se habían enajenado estos bienes en 1855-1856? Lo dudo. Es posible que no se anunciaran en esa fecha y se dejasen para años venideros.

El resultado general para toda España de la Desamortización hasta 1858, según las distintas leyes promulgadas fue el siguiente:

  1. Bienes procedentes del clero

Periodo 1836-1844                                   Rústicas              Urbanas

Clero Regular                                               66.098                 7.210

Clero secular                                                48.852                 5.901

Periodo 1845-1854

Clero Regular                                                 1.381                    299

Clero Secular                                                  2.350                 1.030

Periodo 1855-1856

Clero Regular                                                 2.494                    629

Clero Secular                                                 22.351                4.576

Total                                                              143.526               19.645

  1. Bienes del Estado, secuestros y encomiendas

Periodos                                                    Rústicas             Urbanas

Periodo 1836-1854                                      3.372                   435

Periodo 1855-1856                                      1.702                   226

Total                                                               5.074                   661

 

  1. Bienes de Corporaciones civiles

 

Periodos

Periodo 1855-1856                                     Rústicas            Urbanas

Propios                                                            9.475                 1.634

Beneficencia                                                  6.025                  1.356

Instrucción Pública                                      1.359                     337

Total                                                              16.859                 3.327

El resumen general de los bienes desamortizados en España hasta 1857 es:

Procedencia                                                  Rústicas             Urbanas

Clero                                                             143.526              19.645

Estado, secuestros y encomiendas              5.074                   661

Corporaciones civiles                                   16.859                3.327

Total                                                               165.459             23.633

 

En cuanto al importe en reales de su venta a nivel nacional se obtienen estas cifras:

Tasación             Remate            Pago en papel         Pago en metálico

Total           2.300.134.116          4.659.991.146          4.362.041.271           1.925.352.211

En este precio en metálico van incluidos los intereses por aplazamientos o incumplimientos de los plazos de pago al Estado. El abono del precio del remate en papel se hacía con títulos de todo tipo de deuda pública, según su valor nominal, a pesar de que la mayoría de los títulos se hallaban depreciados en torno al 50% de su expresión nominal.

Hay otros datos y resúmenes generales de fincas y censos inventariados por la Hacienda Pública en 1856 y 1857, así como sobre recaudaciones obtenidas en ciertos periodos sin concreción provincial. También pagarés a plazos suscritos por los compradores con expresión de su importe y año de vencimiento. Todo a escala nacional.

 

  1. IX) Otros datos estadísticos

 

En este apartado aludiremos a otros temas presentes en el Anuario pero de difícil encaje.

a)Medios de comunicación. Hay referencias a puertos, faros y otros elementos de las  comunicaciones marítimas sin incidencia en nuestra región obviamente. En cuanto a líneas de ferrocarril sólo hay concedidas, la de Ciudad Real a Mérida, la de Mérida a Badajoz, Mérida a Sevilla y Mérida a Alconétar. A la altura de mayo de 1859 no hay ninguna línea terminada ni en construcción en toda la región. Únicamente las concedidas a empresas, ya citadas.

En cuanto a kilómetros de carreteras de primer orden en 1858 hallamos:

Denominación           Construido      en Construcción       en Estudio     sin Estudio

Madrid Badajoz            291,5                     34,4                       25,4                    35

Trujillo Cáceres              46,7                        0                              0                      0

Badajoz Sevilla             126                        23,2                          73,1                   0

Cáceres Huelva               53,2                     12,6                         30,5           216,3

Salamanca Cáceres          19,4                     11,6                         38,8          101,6

En número de pontazgos y portazgos del Estado y su rentabilidad en 1858 era:

Carretera               Nº de pontazgos y portazgos           Recaudación en reales

Madrid Badajoz                        3                                           360.696

Mérida Sevilla                          7                                            470.815

La única línea telegráfica existente en enero de 1859 era la de Extremadura, con inicio en Madrid y destino en Badajoz, contaba con 432 kilómetros en explotación y tenía estaciones en Santa Cruz de Retamar, Talavera, Trujillo, Mérida y Cáceres.

En cuanto a Correos y su organización en 1857 hallamos.

Provincia    Administración principal    Administraciones Agregadas      Estafetas

Badajoz                             1                                            4                                          25

Cáceres                              1                                            2                                         16

Se dan otros datos sobre el número de cartas, certificados y obras e impresos franqueados. En 1858 para este servicio de correos en la única línea llamada de Extremadura había 25 postas, 75 postillones y 284 caballerías disponibles todo ello para un número de leguas que ascendía a 69.

b).Guerra y Marina. En este apartado lógicamente no hay datos para Extremadura de la Marina. En lo referente al Ejército se apunta que en la división militar del territorio español existía la Capitanía General de Extremadura, que en 1858 comprendía las dos provincias extremeñas. En cuanto a las fuerzas de la Guardia Civil en nuestras dos circunscripciones provinciales se ubicaba el 9º tercio, con los siguientes datos:

Provincia        Puestos      Infantería      Caballería      Total      Caballos

Badajoz              33                188                    39               227           35

Cáceres                32              188                     39               227          35

No hay más datos sobre fuerzas armadas o de seguridad interior.

 

  1. X) Conclusiones

 

Ha llegado el momento de poner fin a esta aproximación extremeña al primer Anuario Estadístico de España. En este a modo de coda es preciso resaltar varias consideraciones. La primera de ellas es la importancia que tiene este Anuario y la Estadística en general para conocer la realidad histórica de los siglos XIX y XX. Sin ella es difícil captar la complejidad de relaciones e intereses que se entrecruzan en los tiempos contemporáneos.

En cuanto a Extremadura cabría destacar de los datos del Anuario de 1858 el carácter  elitista que tenía la política nacional y local, para una población regional de 707.115 habitantes sólo 5.873 tenían derecho a votar en los comicios. Es notorio también el número de causas falladas por la Audiencia Territorial de Cáceres, así como la cifra de vacantes de notarios y escribanos en los partidos judiciales. Se mantiene un alto número de dignidades eclesiásticas en las catedrales, mientras disminuye el número de exclaustrados e incluso el de religiosas en sus conventos.

En cuanto a su territorio nos hallamos con un país agrícola con predominio del secano y que en cultivos predominaban los pastos, las tierras de labor, olivares y viñas. La población se hallaba concentrada en grandes poblaciones. Hay apenas alguna mina en explotación y en ganadería predomina el ganado lanar, seguido a gran distancia por el caprino y el de cerda. En cuanto a animales de carga es dominante el asnal seguido del mular y el caballar.  Al ser una región agrícola el precio del trigo y la cebada no llegaba al de la media nacional. Sobre la población se observa un incremento sustancial respecto a los censos del siglo XVIII, predominando los solteros sobre los casados y viudos. El Anuario no nos habla de migraciones ni de población activa. Es predominante el número de propietarios rurales y urbanos sobre los colonos, no se dan datos de campesinos sin tierras ni yunteros. Los agricultores están muy por encima de los ganaderos contribuyentes. El censo de los contribuyentes industriales y comerciales es muy bajo comparado con los del sector primario. Los religiosos han descendido bruscamente por la exclaustración en todas sus tipologías. Siendo el volumen de funcionarios raquítico para la época.

En cuanto a las políticas públicas señalaríamos que en educación se ha incrementado el número de escuelas y alumnos de ambos sexos por las leyes de Pidal y Moyano, sobre todo en el sector público. El gasto predominante en las mismas es el de personal sobre el del material escolar y la financiación de la instrucción local es fundamentalmente municipal. No existía educación superior en la región. Había dos Escuelas Normales y dos Institutos de Enseñanzas Medias. Frecuentaban más alumnos los tres seminarios conciliares que los institutos provinciales. En cuanto a la beneficencia la crisis de la Iglesia hizo descender el número de hospitales y hospicios, ello se observa en la comparativa con el censo de 1797. Tampoco existían pósitos en la región. En lo referente a política criminal el Estado había incrementado el número de cárceles públicas dado el incremento sustancial de los delitos, sobre todo contra la propiedad, contra las personas, el contrabando y la defraudación.

El presupuesto de las entidades locales dependía casi en exclusiva de los bienes de propios, aun así el déficit hay que cubrirlo con repartimientos vecinales, dado que los arbitrios no cubren aquel. Lo mismo sucede con las diputaciones provinciales. Es una región que carecía de bancos, sociedades de créditos, de seguros, industriales o concesionarias de obras públicas. En cuanto a la contribución territorial, Badajoz ocupaba el nº 10 según la base imponible de su riqueza, Cáceres el nº 13. Los contribuyentes residían sobre todo en la provincia apareciendo las capitales provinciales como sedes de funcionarios y servicios. Destaca en este orden Trujillo cuyo cupo de recargo es el más elevado de la región tras Badajoz y Cáceres. Los contribuyentes industriales y comerciales son poco relevantes a nivel regional, mientras que los impuestos de consumos, no demasiado elevados, son francamente gravosos para los sectores sociales menos favorecidos. En cuanto a las importaciones y exportaciones de productos predominan las segundas sobre las primeras de forma muy notable. La aportación a la Hacienda Pública de la región en los ramos de rentas estancadas, sal, tabacos y sellos, es pequeña en todos ellos. Lo mismo se puede decir en la aportación por las loterías y rifas. Es una región donde no existen casas de monedas y sus pocas minas están sin explotar.

La desamortización en estos años y a nivel regional muestra la desaparición de sus patrimonios comunales y baldíos, fuente casi exclusiva de la financiación municipal. De ahí la fuerte oposición que todos los diputados extremeños mostraron al redactarse y debatirse la Ley Madoz de 1855. Al seguirse adelante con estas expropiaciones el Estado dejó en la ruina a gran parte de las economías de los pueblos, sin ninguna otra alternativa a la hora de mantener sus servicios. Fue una ruina de gran calado para el campo extremeño en general que se incrementaría en la segunda mitad de la centuria. En cuanto a comunicaciones en Extremadura, el Anuario nos demuestra que nos hallamos en una región con un desarrollo ínfimo. No hay ninguna línea de ferrocarril construida ni en construcción, y el sistema de carreteras, líneas telegráficas y postales  es inexistente fuera del eje comunicacional Madrid-Badajoz.

Estas son algunas de las reflexiones que podemos extraer de la lectura de este Anuario. Sin duda hay ausencias importantes en el mismo. Algunas debidas a que estamos en una fase inicial de la era estadística, otras debido a la escasez de datos sobre cuestiones esenciales hoy día, pero que en aquel tiempo tenían menos valor. Pero también a los objetivos que se trazó el propio Anuario que no era fotografiar nuestro país, sino concretar su riqueza para la posterior elaboración de un catastro sobre bienes y servicios y su aportación al Tesoro Público. Con estos objetivos poco más se podía pedir a esta fuente documental básica para conocer nuestro pasado.

 

  1. XI) Fuentes y Bibliografía

 

Aunque la base fundamental de información ha sido el tan citado Anuario Estadístico de 1858 fue imprescindible hacer mención o consultar, por los temas tratados, los siguientes trabajos bibliográficos.

-Miguel Artola Gallego (director): Enciclopedia de Historia de España. Alianza Madrid 1993.

-Albert Carrera y otros: Estadística histórica en España siglos XIX y XX. Fundación BBVA Bilbao 2005.

-Antonio Gómez Mendoza: Ferrocarriles y cambio económico en España 1855-1913. Alianza Madrid 1982.

-Grupo de Estudio de Hª Rural: Estadísticas históricas de la producción agraria española (1854-1935). Madrid 1991.

-José Martín López: Francisco Coello: Su vida y su obra (1822-1898). M. de Fomento Madrid 1999.

-Teodoro Martín Martín: La desamortización textos político jurídicos. Narcea Madrid 1973.

-Antonio Meredíz Montero: Historia de la estadística oficial como institución pública en España. Instituto Estadístico de Andalucía Sevilla 2006.

-J. L. Muro, F. Nadal y L. Urteaga: Geografía, Estadística y Catastro en España (1856-1870). Serval Barcelona 2001.

-Leandro Prados de la Escosura: El progreso económico de España (1850-2000). Madrid 2003.

-Juan Sánchez-Lafuente Fernández: Historia de la estadística como ciencia en España (1500-1900). En Estadística Española nº 58 y 59, INE Madrid enero-junio 1973.

-Anselmo Sanz Serrano: Resumen histórico de la Estadística en España. INE Madrid 1956.

-Francisco Tomás y Valiente: El marco político de la desamortización. Ariel Barcelona 1973.

 

 

 

[1] Sobre la desamortización pueden verse las clásicas obras de F. Tomás y Valiente: El marco político de la desamortización. Ariel Barcelona 1973 y Teodoro Martín Martín: La desamortización textos político jurídicos. Narcea Madrid 1973.

Dic 172020
 

 

Teodoro Martín Martín ( R.S.G.)

 

Resumen

Esta comunicación trata de aproximarse a la evolución histórica de esta comarca cacereña en la antigua provincia de Extremadura. Lo lleva a cabo profundizando en la realidad social existente a mediados del siglo XVIII, centuria de las reformas ilustradas. Consta de una introducción donde se plantea el tema, seguida de otro capítulo dedicado al catastro del Marqués de la Ensenada y su finalidad recaudatoria. En el tercer apartado se estudia el régimen jurisdiccional existente en los 19 pueblos integrantes de la comarca, para en el cuarto establecer cuáles eran los impuestos que se tributaban a distintos organismos e instituciones y a cuánto ascendía el volumen de aquellas cargas. Les sigue otro de conclusiones y uno más de fuentes y bibliografía. Con este tipo de investigaciones creemos que se puede alcanzar un mayor y mejor nivel de conocimientos sobre la realidad histórica de esta comarca verata.

 

  • Introducción

En este trabajo nos planteamos estudiar cual era la situación jurídico-impositiva en esta comarca de la entonces denominada provincia de Extremadura. Se trata de un territorio geográfico, hoy integrado en la provincia de Cáceres, y constituido por 19 municipios más dos localidades: Valdeíñigo de Tiétar, entidad menor y la Vega de Mesillas, dependiente de Aldeanueva de la Vera. Madoz en su Diccionario decía de esta comarca: “Es un país delicioso y pintoresco por las desigualdades del terreno, la abundancia de aguas y variedad de arboledas y frutos, aunque hay mucho terreno inútil, como es la eminencia de la sierra cubierta de canchales y despeñaderos, y otros pedazos bajos que lo están de arbustos y maleza. El clima es por consiguiente vario, hay sitios con temperatura templada y otros en los que nunca se deshace la nieve” (Madoz, 1849, XV, 671).

“El estudio de una comarca, señala Tuñón de Lara, no es cosa del erudito local, sin mayor relevancia…Una síntesis histórica no es posible sin apoyarse en una previa elaboración monográfica con base documental…Los más cercanos al terruño conocerán mejor su historia, la experiencia local de sus antepasados…Los grandes historiadores franceses partieron de la historia local: G. Lefebvre, L. Febvre, Le Roy Ladurie, entre otros…En historia se va de abajo a arriba, las grandes visiones de conjunto son más ideológicas que científicas” (Tuñón de Lara, 1985, 38 y 39).

La superficie de la Vera en Km2 es de 888, con una población en 2017 de 24.436 habitantes y una densidad de 27,52 h/km2.

Si por algo se caracteriza este espacio es por ser una comarca natural bien definida, con una serie de hitos en su devenir histórico y una escasa estructuración administrativa en el pasado. En la Edad Media la más antigua organización fue la Sexmería de la Vera. Ésta era una entidad o persona jurídica, titular de un conjunto de bienes, constituidos originariamente por los llamados baldíos. Administraba 12 de ellos, ubicados en ocho pueblos: Aldeanueva, Arroyomolinos, Garganta la Olla, Guijo de Santa Bárbara, Jarandilla y Losar con uno, Tejeda con dos y Jaraíz con cuatro (García Montero, 1990, 70-71).

Esta Sexmería, junto con la del Valle, la Transierra y la del Campo Arañuelo se hallaban integradas en una entidad mayor cual era la Comunidad de Villa y Tierra de Plasencia. Esta ciudad, para algún autor, fue la causante del atraso de la Vera, dado el afán por mantener sus privilegios con horca y cuchillo durante siglos (Novoa, 2009, 17 y 18). La citada urbe, a partir de 1213, hizo depender a estas comarcas de su concejo y diócesis. En los primeros tiempos pues nuestro territorio fue un espacio de realengo bajo la jurisdicción de la ciudad del Jerte.

Con el paso del tiempo y so pretexto de aprovechar sus espacios ganaderos, estas laderas meridionales de la Sierra de Tormantos fueron repobladas con gentes llegadas de los territorios cristianos del norte, dado que su población preexistente era escasa. Así se fueron conformando los pequeños núcleos de población, que el obispado placentino autorizaba a constituirse en parroquias, siempre que sus diezmos así lo posibilitaran.

A comienzos del siglo XIV inicia el estamento nobiliar a hacerse presente en el territorio. Aprovechando las luchas de la nobleza contra la Monarquía, ésta se ve obligada a contentar a aquella cediéndole jurisdicciones de realengo. En esta línea se enmarca la donación de Valverde de la Vera y sus aldeas de Madrigal, Talaveruela, Viandar, y Villanueva, a Nuño Pérez de Monroy, notario mayor del Reino, por parte de Sancho IV de Castilla. Su hijo Fernando IV el 21 de abril de 1309 confirmó la donación en calidad de villa. Su castillo, cuya torre aún perdura, se construyó en la centuria citada. Con el tiempo el señorío pasó a la familia de los Zúñiga, como condado de Nieva, y después a los marquesados de Mota y Astorga. Este último título era el que poseía el condado en el siglo XVIII.

Señalar que los Monroy y sus sucesores sólo recibieron el señorío jurisdiccional, nunca la propiedad; ni la directa (utilidades de la tierra) ni la útil (explotación de bienes y obtención de sus productos). “Era pues un señorío jurisdiccional en contraposición al solariego. Era, más parecido a los de Castilla y León que a los del resto de Extremadura, en el sentido de que las rentas mayores le provenían al señor de las alcabalas y tercias (rentas reales enajenadas), más las propias de la jurisdicción. En otras comarcas extremeñas las principales rentas las obtenía el titular jurisdiccional del arrendamiento de sus dehesas” (Novoa, 2009, 257). En 1581 el conde de Nieva compró al Rey Felipe II las alcabalas de estos cinco pueblos.

En idéntico sentido hay que encuadrar la donación que hizo Enrique II el 6 de junio de 1369. Por ella entrega a la familia de los Álvarez de Toledo, señores de Oropesa, las villas de Jarandilla con su pedanía de El Guijo y Tornavacas (Díaz Aceituno- Roso, 2016, 81 y siguientes). De igual forma obtuvo las villas de Pasarón y Torremenga el clan de los Manrique de Lara, señores de Osorno y Galisteo (Sánchez Prieto, 1971). O la población de Garganta la Olla otorgada al marquesado de Villena en el siglo XV (López Ortigo, 1989).

El clero regular, otro sector privilegiado del Antiguo Régimen, también se hace presente en nuestra comarca en la Baja Edad Media. Ya en el siglo XV se fundó el monasterio jerónimo de Yuste en Cuacos y el convento de dominicos de Santa Catalina de Siena en Aldeanueva. Entrada ya la Edad Moderna aparecen otras fundaciones como la de los franciscanos en El Guijo de Santa Bárbara o los agustinos de Jarandilla. Ahora bien, estas incursiones de cenobios religiosos se llevan a cabo sin obtener jurisdicción sobre los pueblos y sus vecinos. Se limitan a constituirse como centros dedicados a la oración y el culto divino, la predicación y el trabajo de sus tierras, que en nuestra comarca no eran demasiadas (Martín Martín, 1978).

Durante la Edad Moderna no surge en la Vera ninguna otra estructura administrativa al margen de la Sexmería ya citada. La comarca era conocida como la Vera del Tiétar o la Vera de Plasencia. Así aparece citada en el mapa de Extremadura de don Tomás López de finales del siglo XVIII. Con el liberalismo se crea una nueva demarcación, si bien de ámbito jurídico, cual fue el partido de Jarandilla, que integraba la mayoría de los núcleos de población en el nivel de la primera instancia judicial. Habría que esperar a 1986 para que se constituyese un órgano nuevo de gestión de servicios: La Mancomunidad Intermunicipal de la Vera, hoy día existente.

Ha habido referencias a nuestra comarca desde tiempos lejanos. Estrabón ya situaba aquí los Campos Elíseos, algo que vuelve a repetir la Enciclopedia Francesa en la centuria del XVIII. La literatura del Siglo de Oro se detuvo en un personaje peculiar La Serrana de la Vera (Lope de Vega y Vélez de Guevara). Ya en la Edad Contemporánea, Alarcón, Unamuno, Baroja o Camilo J. de Cela han sabido, en sus libros de viajes, dejar huellas de la impronta y peculiaridades de esta comarca. La cual puso en el mapa internacional la decisión del Emperador Carlos V de retirarse al Monasterio de San Jerónimo de Yuste en 1556-58.

Así pues, nos encontramos ya en el siglo XVIII con un territorio en manos de la administración y jurisdicción realenga en solo 8 núcleos, los 10 restantes están bajo señorío nobiliar. Ahora bien, la nobleza está ausente del territorio, se limita a cobrar a través de mayordomos o en arriendo sus derechos sobre los vecinos. Estos gozan de escasas propiedades, el grueso de las mismas son terrenos comunales, de propios o baldíos pertenecientes a Plasencia. Con el crecimiento de la población, sobre todo en esta centuria que estudiamos, la población local tiene hambre de tierras para sus ganados. Surge así un permanente conflicto con la ciudad y su sexmo. En esta lucha de los vecinos contra Plasencia los nobles no aparecen, no es su batalla. Los aires reformistas de la Ilustración hicieron necesaria la intervención real. Carlos III mandó repartir entre los vecinos algunas tierras concejiles o de baldíos por provisiones reales de 1766 y 1767. Sean ejemplo de ello los baldíos que se otorgan a los 5 concejos del señorío de Valverde o el de Mesillas concedido a los habitantes de Aldeanueva en 1771 (Martín Martín, 2009, 56).

La ciudad de Plasencia va poco a poco perdiendo hegemonía sobre la comarca y sus prerrogativas son cada día más formales, desvaneciéndose así sus derechos históricos. Los pueblos adquieren poco a poco sus títulos de villazgo. Aunque eso sí, sigue existiendo el procurador general y los sexmos de la Ciudad y su Tierra. Lo que sí irá incrementando la ciudad es su influjo comercial sobre estas y otras comarcas del norte de Cáceres. Ya en el siglo XX se convierte en la capital económica de los valles septentrionales de la provincia y su imagen como motor de desarrollo y centro de servicios no ha hecho más que aumentar con los años.

Las páginas anteriores no han hecho más que pergeñar algunos rasgos históricos de nuestra comarca en el pasado. Ello nos ha servido para enmarcar este trabajo. El mismo no tiene otro objetivo que “fotografiar” el régimen jurisdiccional e impositivo existente en el siglo XVIII. Para ello hemos utilizado, además de la bibliografía pertinente, la fuente documental más idónea para ello: El Catastro del Marqués de la Ensenada. Serán pues estas temáticas las que estructuren los distintos apartados de este estudio que pasamos a desarrollar a continuación.

Señalar por último que las unidades de pago o de medida, utilizadas en las provincias de la Corona de Castilla en el siglo XVIII, tenían las siguientes equivalencias: Un ducado equivalía a 372 maravedís y 1 real a 34 maravedís. Una fanega constaba de 4 cuartillas o 12 celemines, también llamados almudes. 1 celemín contenía 4 cuartillos.

 

  • El Catastro de Ensenada

Esta fue una operación catastral que se inició para las 22 provincias de Castilla en 1749 y concluyó en 1757. No se catastraron los territorios de la Corona de Aragón, ni las Provincias Vascas, Navarra y Canarias. La unidad catastral a todos los efectos fue cualquier ente poblacional: ciudad, villa, aldea o lugar que gozase de jurisdicción propia o constituyese alcabalatorio. El sujeto catastral era toda persona física o jurídica, seglar o eclesiástico, que fuese titular o propietario de bienes inmuebles, rentas, salarios, etc. (Camarero Bullón, 2002).

La operación constaba de:

  1. Respuestas generales o Interrogatorio: Son las contestaciones que un equipo de peritos designados por las autoridades locales dio a las 40 preguntas que se les enviaron. Su objeto era obtener una visión general de la situación jurídica y socioeconómica del pueblo (Martín Galán, 2002, 23).
  2. Libros de seglares y eclesiásticos, una especie de censo de población. Constan los datos poblacionales de todos los vecinos en doble libro, para seglares y para religiosos.
  3. Libros de lo Real, Registro o Raíces de los bienes de todo tipo que poseyeran tanto los civiles como los eclesiásticos. En libros diferentes, con relación y demarcación de cada bien. Fueron el grueso más importante para la configuración de la estructura de la propiedad que se quería averiguar.
  4. Libros de resúmenes, estadísticas y cartografía de zonas.

Los documentos de esta operación hacendística se hallan dispersos por toda la geografía española. El Archivo General de Simancas posee todas las Respuestas Generales y algunos libros resúmenes, estadísticos y cartográficos. Los libros de bienes y población se hallan, los que se han conservado, en su mayoría en los archivos históricos provinciales. Algunos en los municipales o en los parroquiales. Pero las situaciones son distintas según las provincias. En muchas de ellas las lagunas o ausencias son manifiestas.

“El catastro del Marqués de la Ensenada es la fuente más importante para el estudio de la población castellana durante el Antiguo régimen” (Martín Galán, 2002, 34). Son importantes para ver el mapa señorial del Reino los datos que nos proporcionan las respuestas 1, 2, 22 y 28. También las particulares. Sobre la vida municipal se encuentran datos en las preguntas 23 a 27. La fiscalidad eclesiástica se afronta en las preguntas 15 y 16 que se interesan por los diezmos y primicias. Los impuestos de nobles o de la Corona se explicitan en las respuestas 2, 27 y 40.

El Catastro citado tenía por objeto abolir el régimen impositivo existente y sustituirlo por una Única Contribución, que tratase a todos los habitantes según sus propiedades y rentas y no según sus privilegios a la hora de pagar impuestos. Era pues manifiesta la configuración de un sistema fiscal más justo. Los ingresos de la Corona se basaban, aparte de los ingresos procedentes de los virreinatos americanos, en las siguientes cargas:

  1. Rentas Generales: aduanas, almojarifazgo, diezmos del mar…
  2. Rentas Provinciales: alcabalas, cientos, servicios ordinario y extraordinario, millones, derechos de fiel medidor, rentas menores y 7 rentillas.
  3. Rentas Estancadas: Tabaco, naipes, papel sellado o sal. Ésta imprescindible para la conservación de productos, salazones y para el ganado.
  4. Tributaciones Eclesiásticas: Tercias reales, excusado, diezmos novales, décimas extraordinarias, subsidio y bula de cruzada.

El Catastro afectaba sobre todo a las Rentas Provinciales, las más sustanciosas, a las que sustituiría la Única Contribución del proyecto de Ensenada. Para un seguimiento particularizado de la implantación de la Única Contribución en la antigua provincia de Extremadura es interesante ver el libro de Alfonso Otazu titulado: La reforma fiscal de 1749-1779 en Extremadura, citado en la bibliografía final.

Existían también las rentas señoriales, muy disminuidas con el paso del tiempo y de escasa importancia en cuanto a su volumen. Destacaríamos: Los derechos de martiniega, yantar y forero en reconocimiento de señorío; el derecho de administrar justicia, penas de cámara, etc. el derecho de cargos u oficios, escribano, regidor, etc. los derechos del Rey que les hubieran sido cedidos o comprados por el señor; el servicio y montazgo que gravaba las cabezas de ganado.

En cuanto al clero, tanto regular como secular, sus fuentes de ingresos eran dobles: Además de limosnas o tasas por servicios prestados, destacaríamos:

  1. Los beneficios obtenidos de la explotación o arriendo de sus propiedades, más derechos de censos, juros y otras rentas.
  2. El diezmo y las primicias: La masa diezmal se dividía habitualmente en tres montones cada uno de los cuales constituía y era denominado tercia, correspondiendo inicialmente al obispo, al cabildo y al clero local. Cada una de estas tercias se dividía a su vez en terceras partes, que hacían de cada uno de los valores resultantes un noveno. La Iglesia cedió a la Corona las tercias reales, que eran 2/9 de todos los frutos. Ello fue así porque de las tercias concedidas por el Papa a la Corona, ésta más tarde cedió una tercera parte (1/9 de toda la masa decimal) para el mantenimiento de la fábrica de las iglesias, parte conocida como el noveno pontifical. Había varios tipos de diezmos: prediales, personales y mixtos, más los diezmos nuevos. Las primicias se pagaban del trigo, cebada, centeno, avena, mijo, habas, garbanzos y otras semillas; se entregaban generalmente al obispo. Hubo casos, como en el Señorío de Valverde, que se abonaban a los sacristanes de sus 5 pueblos. A la Mitra se entregaba también el llamado Voto de Santiago.

Tanto la Corona como la nobleza o la Iglesia cobraban sus impuestos por regla general, no de forma directa, es decir a través de sus funcionarios, que eran escasos o no tenían. De ahí que recurrieran en su mayoría al arriendo de aquellos a capataces o mayordomos de las respectivas localidades, o bien emplearan el sistema del encabezamiento por vía de repartimiento. Éste era el más utilizado por las autoridades reales. El amillaramiento consistía en el cómputo total del valor de las haciendas de los vecinos en miles de reales y repartiendo los tributos por millar de reales de las respectivas haciendas.

De todos modos durante el Antiguo Régimen el sistema imperante en cuanto a la percepción de impuestos era muy irregular. Encontramos en poblaciones de nuestra comarca cómo rentas de la Corona son cobradas por los señores y en otras poblaciones de forma diferente. Lo mismo sucede con las rentas eclesiásticas, en especial las tercias reales. Todo ello se explica si tenemos en cuenta que nos hallamos en una sociedad de privilegiados, donde el capricho, la merced, el abuso y las injusticias estaban a la orden del día.

 

  • El Régimen Jurisdiccional

Para desarrollar este apartado nos hemos basado sobre todo en las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Éstas comienzan señalando la fecha y el nombre del juez subdelegado de la ciudad de Plasencia y de las autoridades municipales presentes. Lo redacta el escribano del lugar a catastrar. La obtención de las respuestas en nuestra comarca se hace en el año 1753, desde el 8 de febrero hasta el 6 de octubre. Comienza por Gargüera, el último pueblo catastrado fue Cuacos. El orden de las visitas no tiene una explicación geográfica pues salta de Gargüera a Jaraíz para pasar después a Tejeda y Pasarón. Tras visitar los pueblos del señorío de Valverde en el mes de septiembre concluye en el ya citado Cuacos. En ese intervalo de tiempo visitó el resto de los núcleos comarcanos.

Tras el nombre de la población, primera respuesta, en la segunda se inquiere sobre si es de realengo o de señorío; así como los derechos que se perciben y cuanto producen. En estas contestaciones observamos ya como los señores perciben las cargas fiscales del Rey, así como las facultades para nombrar regidores o escribanos en otros casos. O sólo administrar justicia y recibir determinados pechos de vasallaje. Las situaciones son variadas dependiendo de cada pueblo. Ya dijimos que los sitios de realengo eran 8 y los de señorío 10. Pues bien, en la distribución de los impuestos las diferencias se presentan por poblaciones no por señoríos. Esto se desprende de las preguntas 2 y 27.

Garganta la Olla paga al Rey pero también al Marqués de Villena. En Jarandilla todos los impuestos son para el Conde de Oropesa. Pasarón y Torremenga abonan al Duque de Arcos: Alcabalas, tercias, diezmos prediales y menudos; al Monarca: Los cientos antiguos y renovados, el fiel medidor y el servicio ordinario y extraordinario. En Tejeda todo al Rey, nada al Conde de la Roca. Jaraíz, que es de realengo, paga casi todo al Soberano pero el tercero y medio por ciento se abona al Duque del Infantado por privilegio. En Valverde, Talaveruela y Viandar al Rey no se paga nada, todo va a la Marquesa de Astorga. En cambio en las otras dos poblaciones del señorío, Madrigal y Villanueva, a la Corona se abonan los cientos, servicios, millones y fiel medidor; a la Marquesa citada: la alcabala, martiniega, regalías y diezmos.

 

Cuadro I

Población Categoría Jurisdicción Vecinos Anejos Dependencia
Aldeanueva lugar realenga 317 0 Ciudad de Plasencia
Arroyomolinos lugar realenga 121 0 Ciudad de Plasencia
Collado lugar realenga 28 0 Ciudad de Plasencia
Cuacos lugar realenga 262 0 Ciudad de Plasencia
Garganta la Olla villa señorío 489 0 Marqués de Villena
Gargüera lugar realenga 38 0 Ciudad de Plasencia
Jaraíz villa realenga 342 0 Propia
Jarandilla villa señorío 461 1 Conde de Oropesa
Losar villa realenga 357 0 Ciudad de Plasencia
Madrigal lugar señorío 30 0 Marqués de Astorga
Pasarón villa señorío 279 0 Duque de Arcos
Robledillo villa realenga 54 0 Ciudad de Plasencia
Talaveruela lugar señorío 81 0 Marqués de Astorga
Tejeda villa señorío 60 0 Conde de la Roca
Torremenga villa señorío 17 0 Duque de Arcos
Valverde villa señorío 178 0 Marqués de Astorga
Viandar villa señorío 83 0 Marqués de Astorga
Villanueva villa señorío 313 0 Marqués de Astorga

 

El Cuadro número I nos señala el nombre de la población, su categoría como núcleo, el régimen jurisdiccional, los vecinos, núcleos anejos y dependencia administrativa. El total de vecinos era 3.510 que multiplicado por 4 nos da una población de 14.040 habitantes. Sólo Jarandilla tenía un barrio como anexo que era El Guijo de Santa Bárbara. Por categorías hallamos 11 villas, 7 lugares y 1 barrio. Aparte de los ocho núcleos de realengo los señores jurisdiccionales eran: Marqués de Villena en 1, Conde de Oropesa en 1, Conde de la Roca en 1, Duque de Arcos en 2 y el Marquesado de Astorga en 5. Estos datos se han confeccionado sobre lo que nos dicen las respuestas 1, 2 y 21 del Interrogatorio General.

En cuanto a la composición poblacional según sea su categoría social hemos elaborado el siguiente esquema distributivo, Cuadro II, según los datos que nos proporcionan las respuestas 21, 38 y 39. Destacamos la casi total ausencia de población noble, sólo aparecen 6 hidalgos en Aldeanueva (Martín Martín, 2009, 35). Sobresale lo poblados que estaban los 4 monasterios y conventos existentes. El clero secular era el mejor distribuido por localidades, explicable por las funciones pastorales y de cura de almas que le eran propias. Si bien su número 79 era inferior al de regulares 135.

 

Cuadro II

Población Clero secular Clero regular Criados adheridos Nobles
Aldeanueva 4 15 6 6
Arroyomolinos 4 0 0 0
Collado (de otro pueblo) 0 0 0
Cuacos 4 40 0 0
Garganta la Olla 8 0 0 0
Gargüera 1 0 0 0
Jaraíz 21 1 1 0
Jarandilla 8 79 2 0
Losar 6 0 0 0
Madrigal 1 0 0 0
Pasarón 9 0 0 0
Robledillo (el de Losar) 0 0 0
Talaveruela (el de Viandar) 0 0 0
Tejeda 4 0 0 0
Torremenga 1 0 0 0
Valverde 5 0 0 0
Viandar 2 0 0 0
Villanueva 1 0 0 0

 

 

  • La estructura fiscal

En el Antiguo Régimen nuestra comarca se caracterizaba por estar basado su sistema productivo en la agricultura y la ganadería. De ahí que el producto de sus rentas tengan este origen en su mayoría. M.ª Dolores Marcos en su estudio sobre la provincia de Extremadura en el siglo XVIII, refiriéndose a la Vera nos dice que las industrias existentes eran: de lino en Aldeanueva, Cuacos, Garganta, Losar y Valverde. Había curtidos en Cuacos, Jarandilla y Pasarón y loza en Cuacos (Mateos, 1971). Pero estos pequeños talleres tenían una organización gremial, de escaso nivel productivo y para abastecer la demanda local casi exclusivamente.

Por todo ello si queremos conocer el régimen fiscal allí existente debemos concebir éste como procedente de rentas agropecuarias. Y en efecto, así se observa cuando analizamos los tipos impositivos, los sujetos de los mismos y las procedencias de las imposiciones que se establecen.

Comenzaremos por desbrozar el presupuesto de los distintos municipios que integran la comarca en el Cuadro III. Viendo su nivel de gastos e ingresos, y si estos son de origen impositivos. Todo ello en reales de vellón y maravedís.

 

Cuadro III

Población Ingresos Gastos Resultado Arbitrios
Aldeanueva 2.023,22 2.753 déficit 0
Arroyomolinos 350 4.000 déficit 0
Collado 1.100 1.153,2 déficit 0
Cuacos 1.400 1.700 déficit 0
Garganta la Olla 2.974,13 4.616,08 déficit 0
Gargüera 3.265 2.576,29 superávit 0
Jaraíz 4.287,32 Superior a ingresos déficit 0
Jarandilla 1.171,17 5.320,27 déficit 0
Losar 2.220,12 10.432,17 déficit 0
Madrigal 370 700 déficit 0
Pasarón 5.892,23 10.112 déficit 0
Robledillo 1.313 1.683 déficit 0
Talaveruela 113 1.007,1 déficit 0
Tejeda 7.423 6.200 superávit 0
Torremenga 470,33 927,18 déficit 0
Valverde 1.934,33 3.026,2 déficit 0
Viandar 1.509,17 2.751,2 déficit 0
Villanueva 3.000 8.500 déficit 0

 

Hay una serie de rasgos que se desprenden de los datos que nos proporciona la respuesta 23 (ingresos), la 25 (gastos) y la 24 de arbitrios municipales. Entendidos éstos como imposiciones específicas de naturaleza concejil al margen de los de la Corona. Como nota significativa diremos que no hay en ninguno de los 18 pueblos analizados arbitrios o impuestos locales. Todos los ingresos de los ayuntamientos provienen de rendimientos de sus tierras, casas o derechos inherentes a las propias entidades locales. Veamos la procedencia de estos ingresos en algunos de ellos como muestra. En Aldeanueva, de realengo, los caudales municipales provienen de los derechos de medida 1.746,22 reales, del peso del concejo 267 reales, 358 fanegas de pasto para ganados y 3 fanegas de superficie pobladas con 600 robles; en total 2.023 reales y 22 maravedís. En Valverde, de señorío, sus ingresos provienen de 1 molino de aceite, el arriendo de la barca del Tiétar, derechos de peso y carga de productos, renta de la bellota de roble en la dehesa boyal y por penas. En total ingresan 1.934 reales y 33 maravedís.

Otra característica propia de la mayoría de las poblaciones es el déficit de sus cuentas municipales. Salvo Gargüera y Tejeda los demás sufren, en mayor o menor medida, de un desequilibrio crónico, que sin duda condiciona las posibilidades de reformas o prestación de servicios por parte de sus autoridades. Las dos poblaciones citadas tienen superávit pero es debido a que poseen extensas dehesas o ejidos, que arrendados a los ganaderos les otorgan sustanciales ingresos. Los otros 16 núcleos, aunque poseen baldíos y cotos comunales en sus alfoces, o son improductivos o están sometidos, a través del Sexmo de la Vera, al control y beneficio de la ciudad de Plasencia. Es el caso del baldío de las Pájaras en Aldeanueva usufructuado por dicha urbe, para ser empleado en el pago del maestro de primeras letras (Martín Martín, 2009, 57).

¿Cómo resolvían el problema del déficit? En su mayoría recurriendo al repartimiento de las deudas entre los vecinos, para que cada uno, en función de su patrimonio y rentas, aportara lo que faltaba. Así se constata tanto en pueblos de realengo, Aldeanueva, Jaraíz o Robledillo, como en los de señorío, Madrigal o Jarandilla. En éste la Condesa de Oropesa en 1753 aprueba que se realice un repartimiento de 6.000 reales para gastos de la alcaldía mayor de la localidad. Era la única vía ya que se resistían a imponer cargas fijas en forma de sisas o arbitrios, siempre mal percibidos por los vecinos.

A continuación las imposiciones que beneficiaban a la Corona y a la nobleza jurisdiccional las vamos a analizar unidas, dado que unas y otras se hallaban cruzadas o se complementaban. Por ejemplo, si las alcabalas las cobraba el señor, el monarca no las percibía y lo mismo se puede decir de las demás rentas provinciales, tercias o derechos de régimen general. El Cuadro IV así lo expresa.

 

Cuadro IV

Población Total Rentas reales Rentas señoriales
Aldeanueva 26.122,12 26.062,12 50
Arroyomolinos 11.790,27 100% 0
Collado 1.619,6 100% 0
Cuacos 1.000 100% 0
Garganta la Olla 26.475,30 17.935,10 8.540,20
Gargüera 1.677,04 100% 0
Jaraíz 30.913,03 30.608,17 304,20
Jarandilla 10.680 0 100%
Losar 20.876,16 20.523,18 352,32
Madrigal 1.324 714 610
Pasarón 18.502,09 15.557,29 2.944,14
Robledillo 3.294,04 100% 0
Talaveruela 1.010 0 100%
Tejeda 2.710,06 100% 0
Torremenga 1.016 816 200
Valverde 8.080,32 0 100%
Viandar 978,2 0 100%
Villanueva 26.202,12 18.763,18 7.438,28

 

De entrada señalaremos que los pueblos de realengo pagaban las contribuciones a la Hacienda Pública por encabezamiento o mediante arriendo. Es el caso de Aldeanueva, Arroyomolinos, Collado, Cuacos, Gargüera, Jaraíz, Losar, Robledillo y Tejeda. Ésta, aunque aparecía en el capítulo anterior como de señorío del Conde de La Roca, éste no percibía renta alguna. De los citados todas las contribuciones son del Rey, salvo en Aldeanueva, Jaraíz, Losar y Villanueva, pueblos en los que una pequeña partida se entrega al Duque del Infantado, en razón del tercero medio por ciento. Este privilegio no saben los vecinos si fue otorgado por concesión o por compra a la Real Hacienda.

En otros pueblos, como Garganta, Madrigal, Pasarón, Torremenga y Villanueva recibe más impuestos la Corona que el señor. En cambio en Jarandilla, Talaveruela, Valverde y Viandar recibe todas las rentas el señor. Otra singularidad es la de Arroyomolinos pueblo en el que particularmente el Monarca reinante, Fernando VI, rebajó una tercera parte de todos los impuestos, salvo los servicios ordinario y extraordinario, por la epidemia y crisis demográfica que este lugar sufrió en los años 1748-1750 (Melón Jiménez 1989, 333).

El régimen decimal en la diócesis de Plasencia estaba regulado por lo que estipulaban sus constituciones sinodales. Si analizamos las que se aprobaron en el Sínodo convocado por el obispo José Jiménez Samaniego en 1687, se pagaban: Diezmos prediales o terrazgos, personales y mixtos, además de los de yerbas y grandes, más los de arriendo de casas, bodegas, tinajas, molinos, aceñas o tahonas. También existían los llamados nuevos o de la campana de Grazalerma sobre higos, castañas, pollos, etc. Como singularidad se pagaba una cuartilla de granos o 3 celemines para el denominado Voto de Santiago (Martín Martín, 2004, 705 y siguientes).

Para no ir describiendo pueblo a pueblo la distribución y cantidades a que ascendían las rentas decimales, lo que haría muy farragoso este apartado, hemos elegido unas muestras que entendemos son representativas de los 18 núcleos estudiados.

En Garganta la Olla, pueblo de señorío, por lo general se abonaba de cada 10 arrobas una y de cada 15 fanegas de higos una. El destino de las rentas decimales era el que sigue:

El Obispo obtenía 1/5 de todos los diezmos prediales y menudos y las primicias. Además todos los diezmos nuevos en exclusividad. El Cabildo 2 partes de 3/5 de todos los diezmos. El cura párroco de San Lorenzo 1/6 parte de todos ellos. Un beneficio préstamo servidero de la parroquia la mitad de 1/6 parte de aquellos. Otro beneficio simple servidero de la parroquia la mitad de 1/6 parte de ellos. La fábrica de la Catedral de Plasencia 2/3 partes de 1/9 de todos. La fábrica de la Parroquia de San Lorenzo 1/9 parte de todos. Las tercias reales son de la Marquesa de Villena y rentan 2/3 partes de 2/9 de todos.

En Losar, que forma con Robledillo un todo pontifical, es decir, pagan el diezmo conjuntamente las dos poblaciones, y son ambos de realengo, se abonan en total: En especie, 7 fanegas y 8 celemines de trigo y 65 fanegas, 3 celemines y 1 cuartillo de centeno. En dinero, rentan los menudos 458.503 maravedís, los de la castaña 89.743 m. y los nuevos 19.892 maravedís. Y se reparte de la siguiente forma:

La Mitra, es decir el Obispo, recibe por primicias: 6 celemines de trigo, 1 de cebada y 3 fanegas, 10 celemines y 3 cuartillos de centeno. Percibe también los llamados diezmos novales que ascienden a 19.892 m.

El Cabildo de la Catedral en especies: 2 fanegas, 4 celemines y 3 cuartillos de trigo, y 20 fanegas, 5 celemines y 2 cuartillos de centeno. Más 152.835 m. por menudos y 29.914 por el de la castaña.

El Cura rector: 1fanega y 7 celemines de trigo, 13 fanegas, 7 celemines y 3 cuartillos de centeno. Más 101.890 m. de menudos y 19.943 m. de castaña.

Un beneficio simple en la parroquia: 9 celemines y 2 cuartillos de trigo y 6 fanegas, 9 celemines y 3 cuartillos de centeno. Además 50.944 m. de menudos y de la castaña 9.971 m.

La fábrica parroquial del Losar por 1/9 de todos los diezmos le corresponde: 9 celemines y 2 cuartillos de trigo y 6 fanegas, 9 celemines y 3 cuartillos de centeno. Más de menudos 50.944 m. y de castañas 9.971 m.

La fábrica de la Catedral de Plasencia: 6 celemines y 1 cuartillo de trigo y 4 fanegas, 6 celemines y 2 cuartillos de centeno. Además de por menudos 33.963 m. y por la castaña 6.648 m.

A Su Majestad por las tercias reales le corresponden: 1 fanega y 3 cuartillos de trigo, 9 fanegas y 1 cuartillo de centeno. Más por diezmos menudos 67. 927 m. y por la castaña 13.296 m.

Por último el Voto de Santiago ascendía a ½ fanega de trigo y 1 y ½ fanega de centeno.

Las cifras globales de este diezmatorio transformadas en reales ascienden a: Por menudos 13. 485,13 reales, por la castaña 2.639,17 reales y los llamados diezmos nuevos 555,22 reales. Suman todos los diezmos de Losar y Robledillo la cantidad de 16.680,18 reales. Sin incluir los percibidos en especies.

Señalar que el régimen decimal por lo general es el de todo el obispado placentino en cuanto a los receptores de estas rentas. Igualmente en cuanto a las Primicias. Hay no obstante singularidades. Las tercias reales las cobran en Garganta la Olla la Marquesa de Villena, en Jarandilla el Condado de Oropesa, en Pasarón el Duque de Arcos y en los 5 pueblos del señorío de Valverde se abonan a la Marquesa de Astorga. Las primicias, que en su mayoría las percibe la Mitra, es decir el Obispo, en el caso de los 5 pueblos del señorío de Valverde las perciben los sacristanes de sus parroquias. Los diezmos de yerbas y glandes, donde se perciben, las gozan el obispo y el cabildo. Los datos de estas cargas y su distribución las hemos obtenido de las respuestas a las preguntas 15 y 16 del Interrogatorio.

La Real Hacienda, además de las rentas generales, provinciales y las de procedencia eclesiástica, gozaba también de las llamadas estancadas. Se trataba de monopolios sobre el tabaco, los naipes, el papel sellado y la sal, entre otros. En el Cuadro V mostramos las cantidades, si las había, y cuyo fin era aumentar las cuentas del Rey. Los datos se expresan en reales y la sal en fanegas.

 

Cuadro V

Población Utensilio

(reales)

Otras

(reales)

Sal (fanegas) Renta de la sal (reales) Total

(reales)

Aldeanueva 0 0 0 0 0
Arroyomolinos 400 0 77 3.827 4.227
Collado 0 0 0 0 0
Cuacos 0 0 0 0 0
Garganta la Olla 386 86 154 8.139,12 8.611,12
Gargüera 0 0 18 900,18 900,18
Jaraíz 0 212 149 7.967,16 8.179,16
Jarandilla 0 60 0 0 60
Losar 0 52,17 0 0 52,17
Madrigal 0 0 18 972 972
Pasarón 482,19 30 115 6.162,22 6.675,07
Robledillo 0 0 0 0 0
Talaveruela 0 0 0 0 0
Tejeda 0 0 30 1.557 1.557
Torremenga 0 0 0 0 0
Valverde 0 0 0 0 0
Viandar 0 0 0 0 0
Villanueva 240 0 155 8.315,10 8.555,10

 

De las repuestas a la interrogante 40 hemos obtenido los datos anteriores y por ello deducimos que en nuestra comarca son grabados preferentemente la sal y el utensilio. Éste era una carga real que se abonaba a la Corona en sustitución de la obligación que tenían los pueblos de alojar y alimentar a las tropas del Rey en tránsito por la localidad. Se pagaba a la ciudad realenga de Badajoz. Ésta fijaba un cupo que establecía cada año. Unos pueblos lo abonaban y otros no, tanto si eran de señorío civil o de jurisdicción real. Según Artola este impuesto de sustitución del alojamiento de tropas por una contribución anual se creó en 1719 y su reglamentación no apareció hasta 1760 (Artola, 1982, 252).

En la columna de “otras” incluimos determinadas rentas que se obtenían en ciertas poblaciones por la comercialización de la nieve, el aguardiente, el jabón, por penas de cámara y gastos de justicias. No todos los lugares lo abonaban, dependía de su existencia y del reconocimiento de esta carga. Por ejemplo la tasa de nieve se pagaba sólo en Garganta, Jaraíz y Pasarón. En 3 pueblos del señorío de Valverde la renta de la sal se abonaba a la Marquesa de Astorga, no así en Madrigal o Villanueva. Destacar que el cobro de estas rentas se hacía mediante el sistema de encabezamiento entre vecinos.

La pregunta 40 también inquiría saber si el Rey tenía en la población respectiva alguna finca o propiedad, además de las mencionadas rentas. Las respuestas son todas negativas, dado que la Corona en esta época carecía de bienes inmuebles en la Vera.

 

  • A modo de coda

De lo expuesto se deduce el alto nivel de cargas fiscales que los habitantes de la comarca experimentaban. Además de las específicas de la Corona, tenían que abonar las primicias, los distintos tipos de diezmos y el voto de Santiago. Las que se pagaban a los señores jurisdiccionales no eran menores en los casos de Jarandilla, Pasarón, Torremenga y los cinco pueblos dependientes de Valverde. La no existencia de arbitrios municipales hizo que los ayuntamientos mayoritariamente tuvieran déficit crónico.

Tomando como ejemplo la población de Losar de la Vera observamos que la mayor carga fiscal provenía de los impuestos de la Corona, más de 20.900 reales, seguida de las rentas eclesiásticas, que ascendían a más de 16.600 reales, hecha la salvedad de que este pueblo compartía diezmatorio con Robledillo. En cambio, los ingresos municipales apenas superaban los 2. 200 reales. Es decir que un alto volumen de sus excedentes salía de la comarca, bien para la ciudad de Plasencia o para la Hacienda Pública.

Tanto los lugares como las aldeas tendieron a lo largo del Siglo de la Ilustración a tener más rango administrativo, luchando para que el Rey les concediera el título de villazgo. Cosa que era factible si abonaban una alta cuota al monarca y la ciudad de la que dependían no ponía inconvenientes. No sujetos a Plasencia tenían más control de sus bienes comunales, propios y baldíos y les ahorraba los traslados a la ciudad del Jerte, por caminos de herradura, llenos de peligros e inseguridades en aquellos tiempos.

Quizás lo anterior explica la buena aceptación que tuvo la reforma municipal de las Cortes de Cádiz. Se establecía que los ayuntamientos constitucionales se instalaran, libres de cargas y rentas señoriales o eclesiásticas, y bajo el paraguas de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Si a ello se añadía que el nuevo sistema tributario se basara en los niveles de patrimonio y renta, sin exenciones por privilegios, la adhesión a la nueva situación política estaba garantizada.

  • Fuentes y Bibliografía

Como soporte documental básico hemos utilizado el Catastro de Ensenada, en especial las Respuestas Generales de su Interrogatorio, que como es sabido constaba de 40 preguntas. Nos han sido especialmente útiles la 1, 2, 14, 15, 16, 21, 22, 23, 24, 25, 27, 38, 39 y 40. Se hallan estos interrogatorios de los 19 pueblos de la Vera en el legajo 135 del Archivo General de Simancas (Valladolid). Si bien su consulta es factible hoy por internet en el portal PARES del Ministerio de Cultura.

Además hemos empleado la siguiente bibliografía:

Acedo de la Berrueza, Gabriel: Amenidades y florestas de la Vera Alta y Baja de Extremadura. Sevilla 1891.

Aguilar Piñal Francisco: Badajoz 1752. Alcabala del Viento. Tabapress. Madrid 1995.

Amor Morales Ángel: La flora y la vegetación en la Vera. Junta de Extremadura. Mérida 1994.

Artola Gallego Miguel: La Hacienda del Antiguo Régimen. Alianza. Madrid 1982.

Ballesteros Díaz José Antonio: Baldíos y fanegas, dos indeterminaciones en el Catastro de Ensenada. El caso de la Provincia de Extremadura. Revista de Estudios Extremeños tomo LXVII nº III. Badajoz 2011, páginas 1445-1472.

Camarero Bullón M.ª Concepción: El Catastro de Ensenada. Ministerio de Hacienda. Madrid 2002.

Carolina de Santos Canalejo E.: El siglo XV en Plasencia y su tierra. Institución Cultural el Brocense. Cáceres 1981.

Díaz Aceituno G. y Roso M.: Jarandilla de la Vera. Diputación de Cáceres 2016.

García Montero Manuel: La Vera, luces y sombras de una comarca de la Alta Extremadura. Ed. del Autor. Mérida 1989.

García Montero Manuel: La Vera, siempre la Vera. Ed. del autor. Jaraíz 1990.

García Montero Manuel: Robledillo de la Vera. Ed. del autor. Jaraíz 1996.

López Ortigo Florencio: Estudio histórico y cultural de la villa de Garganta la Olla. Ed. del autor. Garganta la Olla 1989.

Llopis Enrique: Guadalupe 1753. Alcabala del Viento. Tabapress. Madrid 1995.

Madoz Pascual: Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar. Madrid 1849.Tomo XV.

Marcos González M.ª Dolores: La España del Antiguo Régimen: Castilla la Nueva y Extremadura. Universidad de Salamanca 1971.

Martín Galán M. M.: Historia del Catastro en España (s. XVIII-XX). A. H. P. de Guadalajara 2002. Páginas 15 y siguientes.

Martín Martín Teodoro: El dominio territorial de los conventos y monasterios de la Vera en vísperas de la desamortización. Alcántara. Cáceres 1978.

Martín Martín Teodoro: El diezmo en la diócesis de Plasencia. Revista de Estudios Extremeños, vol. 60, nº 2. Badajoz 2004. Páginas 705-718.

Martín Martin Teodoro: Aldeanueva de la Vera un pueblo con Historia. Ed. Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera. 2009.

Melón Jiménez Miguel Ángel: Extremadura en el Antiguo Régimen: Economía y sociedad en la Tierra de Cáceres (1700-1814). Editora Regional de Extremadura. Mérida 1989.

Melón Jiménez Miguel Ángel: Oligarquías locales y crisis del Antiguo régimen en Extremadura. En Investigaciones Históricas nº 9. Universidad de Valladolid 1989. Páginas 9-32.

Melón Jiménez Miguel Ángel: Economía eclesiástica en Extremadura a fines del Antiguo Régimen: Rentas de la diócesis de Plasencia. En Obradoiro de Historia Moderna nº 13. Santiago de Compostela 2004. Páginas 127-161.

Merchán Torralbo Luís y Soria Valentín: Jaraíz de la Vera. Ed. La Vera. Jaraíz 1997.

Novoa José Manuel: Vasallos, señores y concejos en la Vera de Plasencia: Historia del señorío de Valverde de la Vera (s. XIII-XVIII). Fundación Academia Europea de Yuste. Cáceres 2009.

Otazu Alfonso: La reforma fiscal de 1749-1779 en Extremadura. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid 1978.

Romero Durán Mª Pilar: Badajoz a mediados del siglo XVIII. UNED. Mérida 1989.

Sánchez Prieto J. A.: Estudio de un municipio de la Vera: Pasarón. Pasarón de la Vera 1971.

Timón Timón Francisco: La Vera: pueblos y paisajes. Ed. GD. Móstoles 1997.

Tuñón de Lara Manuel: ¿Por qué la Historia? Salvat. Barcelona 1985.

 

Nov 072018
 

Teodoro Martín Martín.

(R. S. G.)

Resumen.

El objetivo de esta comunicación es llevar a cabo una reflexión personal sobre lo realizado por mí en lo que a investigaciones sobre la región extremeña se refiere. Tras una breve introducción los contenidos se estructuran en tres capítulo, más una coda provisional. Comienza con mi primer artículo, que se remonta a 1972, para concluir con los llevados a cabo en el pasado más reciente. Creo que reflexiones de este tipo, muy alejadas del autobombo sirven para, tras echar la vista atrás, evaluar lo que se ha realizado. También poner en conocimiento de otros investigadores temas y épocas ya estudiadas para complementarlas y si es necesario superarlas.

Introducción

Era costumbre entre los antiguos que cuando se llegaba a una cierta edad en su evolución vital, volviendo la vista atrás, hicieran un balance de lo que habían realizado en todos los ámbitos de su existencia. Mi propuesta aquí no tendrá ese alcance, solo intentará mostrar, con toda modestia, una faceta que me ha entretenido a lo largo de mi vida: Mi obra histórica relacionada con Extremadura.

Lejos de mi la intención de mostrar algún tipo de vanidad u orgullo por ello, todo lo contrario. Mi propósito con esta reflexión es hacer una evaluación de lo realizado para proseguir y mejorar mi trabajo. Pero a la vez proporcionar a los extremeños que les interese y a otros estudiosos de la región, qué es lo que he hecho sobre la Historia en nuestra comunidad. En esta relación solo aludiré a trabajos científicos y no a colaboraciones ocasionales en periódicos o revistas divulgativas.

El concepto confesión de autor lo tomo en homenaje a la tertulia que, dirigida por el llorado escritor Manuel Andújar, teníamos hace ya años en el cafetín Croché de San Lorenzo de El Escorial. En ella aprendí lo bueno y brillante que tenían nuestras letras en los años ochenta y noventa del pasado siglo, con ocasión del paso por dicha tribuna de lo mejor de la literatura y el pensamiento español.

Si es cierto el aserto de que es de bien nacidos ser agradecidos debo dejar constancia de la obra benefactora que llevaron a cabo seres normales como Manolo Míguez y Kiky González. Además de los múltiples conferenciantes que pasaron por allí, sin duda lo más granado de nuestro mundo cultural. Su mención sería pretenciosa e injusta dada la brevedad de esta introducción.

Primeros intentos

Mi primera aportación a la historia de Extremadura se remonta a 1972. En ese año ya aludí a los efectos que el fenómeno de la desamortización tuvo en la comarca de la Vera[1]. Fue una extensión del estudio de esta temática que inicié con mi tesis de licenciatura en el Viejo Estudio salmantino. Al citado trabajo le siguieron otros dos titulados; La Desamortización en Extremadura en el Trienio Liberal (1820-1823)[2] y la Desamortización en Extremadura (1836-1895).[3] La pretensión de los mismos era adquirir, a la altura de los años setenta del pasado siglo, una visión general a través de estadísticas globales. No era su cometido abordar con fuentes primarias una profundización en la cuestión, cosa que afortunadamente han hecho ya otros investigadores vinculados a nuestra Universidad. Pienso en los trabajos de los profesores García Pérez, Naranjo Sanguino y Roso Díaz.

Consciente de que había que ahondar en espacios y tiempos concretos llevé a cabo estudios específicos que se plantearon las causas y las consecuencias de la exclaustración. En este caso limitados a la comarca de la Vera. En esta línea se contemplan los artículos siguientes: Conflicto y desamortización en la Vera[4] y Desamortización y élites locales en la Vera de Plasencia[5]. También abordaron esta temática los que dediqué en concreto a nuestro más querido cenobio y que fueron: La exclaustración en el Monasterio de Yuste[6], la Desamortización en Yuste[7], Ruina y abandono en Yuste[8], el Expolio de Yuste[9] y también Crisis y resurrección en Yuste[10].

De igual modo hice una aproximación a la situación de los conventos de la Vera, estudiando su dominio territorial en vísperas del proceso desamortizador, que se plasmó en un artículo con dicha denominación[11]. Todos estos trabajos me sirvieron para ahondar más en esta problemática pero ya fuera de nuestra región: Salamanca, Madrid; o con otro enfoque, como fueron la desaparición de las capillas musicales o las bibliotecas y pinacotecas conventuales.

De estos primeros años es también el análisis de la reforma provincial y eclesiástica que tiene lugar en Extremadura en el Trienio Liberal que se plasmó en otro trabajo[12]. A este periodo histórico le dedique más tarde otras dos colaboraciones. La primera sobre la reforma de los conventos[13] y la segunda sobre la actividad política de un personaje destacado de la Extremadura de comienzos de siglo XIX, Francisco Fernández Golfín[14]. Así mismo en estos mis primeros años de investigación deben situarse los comentarios que hice sobre el catálogo inventario de los documentos del Monasterio de Guadalupe, obra de Luís de la Cuadra Escrivá de Romaní en 1976[15]. La percepción de la gran mole de Gredos desde nuestra región también fue analizada por mí en La imagen de Gredos[16].

Otra temática que me preocupó y que ha dado pié a múltiples artículos míos es el monasterio al que decidió retirarse en 1555 el Emperador Carlos V. En 1999 inicié una aproximación a su historia para mí tan querida. No me olvido que nací en Aldeanueva de la Vera a cinco mil metros del cenobio. Fruto de ella fue un artículo sobre las fuentes documentales para su estudio[17]. A este le siguieron, a parte los ya citados en el apartado de la desamortización, los que se mencionan a continuación y cuyo título expresa fielmente su contenido.

El Dominio territorial del Monasterio de Yuste[18], el Alcaide de Yuste[19], Yuste en la poesía de Álvaro Valverde[20], Carlos V en las Doloras de Campoamor[21], Carlos V según Carlos Mª Esquivel[22], Luís de Santa María monje de Yuste[23], Yuste en 1656[24], El Monasterio de Yuste fundación y bienhechores[25], la Vida en Yuste según las actas capitulares de la orden jerónima[26] y Noticia de Yuste[27].

Cuadro 1. Monasterio de Yuste

Este último vino a poner de manifiesto la existencia de un manuscrito hallado por mí en la Real Biblioteca de Palacio en Madrid. En él el autor francés Félix Desvignes, se aproxima a la abdicación, retiro y muerte de Carlos V en Yuste. Se escribió en 1861 en francés y está dedicado a la Reina Isabel II. Se halla inédito y pretendemos hacer una edición bilingüe del mismo, dado su interés y novedad en algunos de sus planteamientos. Para Desvignes Carlos V imita a Diocleciano en su actitud de renuncia a la vida pública. Es posible que los planteamientos de autores como W. Sterling Maxwell, A. Mignet, A. Pichot o C. A. Saint Beuve deban ser reinterpretados a la luz de este novedoso trabajo.

Consolidación de un tema

A partir del año 2000 se produce en mí un evidente interés por las cuestiones históricas que atañen a Extremadura. Ello fue compatible con seguir trabajando en otros temas como jardines, la acción exterior de España o conventos y monasterios a nivel nacional. También la herencia hispana en ciudades como Lovaina, o temas relacionados con Salamanca, ciudad donde cursé mis estudios universitarios o Madrid ciudad en la que resido.

De esta inquietud surgió lógicamente aproximarme a la problemática histórica de mi lugar de nacimiento. Así apareció el artículo sobre El Convento de Santa Catalina de Siena a finales del Antiguo Régimen[28]. Al que le siguió otro sobre Las fuentes para su estudio[29]. Y sobre todo el libro El Convento de Santa Catalina de la Vera (1445-1845)[30]. Más tarde aparecería La huella dominicana en Aldeanueva[31], con lo que cerraba el ciclo sobre este cenobio aldeanovense.

No así el interés por la orden de predicadores en nuestra región, siguiendo el proyecto del padre Barrado, extremeño, de llevar a cabo un amplio estudio sobre la huella de los hijos de Santo Domingo en Extremadura. Fruto de este proyecto aún vivo han sido otras tantas colaboraciones como son: El Convento dominico de la Fuente Santa de Galisteo (Cáceres): Fuentes para su estudio[32], más El Convento de Santa Ana en Belvis de Monroy[33]. Aún no publicado pero sí concluido puede citarse el titulado Las dominicas de la Encarnación en Puebla de Sancho Pérez.

Un personaje que me ha preocupado y ocupado de manera persistente ha sido don Pedro de Godoy, último representante de la Escuela de Salamanca, catedrático de Teología en su Universidad y obispo de Osma y Sigüenza, ciudad donde está enterrado. Este personaje, natural de Aldeanueva, ha sido, por razones obvias, un acicate para mí en la investigación del tema de las biografías. El resultado de este esfuerzo son los siguientes trabajos citados en orden cronológico de aparición. El libro Dos escritores de la Vera en el siglo XVII Pedro de Godoy y Martín de la Vera[34]. Pedro de Godoy confesor de Felipe IV[35]. La imagen de Pedro de Godoy en Sigüenza[36]. Licentia docenti por Salamanca[37]. El testamento de Pedro de Godoy[38] y la voz Pedro de Godoy[39]en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia.

Cuadro 2. Obispo Godoy

Otra biografía que me interesó fue la del 15º prior del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, fray Martín de la Vera. Este personaje, autor de una singular obra escrita, había nacido en Garganta la Olla. Murió desterrado por el poder político del momento, el valido Conde Duque de Olivares, en el convento de Ávila en 1637. Su recia personalidad, fue además discípulo de Arias Montano y del padre Sigüenza, me fascinó y de esta atracción surgieron los artículos: Dos imágenes y una figura fray Martín de la Vera[40] y Biografía de fray Martín de la Vera [41]. La investigación inserta en el libro: Dos escritores de la Vera en el siglo XVII completó lo hecho por mí a cerca de esta figura privilegiada de la orden jerónima.

Sobre personajes extremeños relevantes debo citar los siguientes trabajos: Recuerdos de Carmelo Solís desde la Vera[42] y Vargas Carvajal un obispo del Renacimiento[43]. Sobre el militar Francisco Fernández Golfín, héroe de la libertad en España, aparte del ya citado al hablar del Trienio Liberal, cabe mencionar el estudio Francisco Fernández Golfín en la Real Academia de la Historia[44], donde abordo su discurso de ingreso en aquella Docta Institución a fines del siglo XVIII. Del también político liberal José María Calatrava Pintado, natural de Mérida y autor del primer código penal español, realicé estos dos trabajos: El pensamiento político de José Mª Calatrava[45] y José Mª Calatrava liberal desventurado[46]. Fue también presidente del Gobierno de España y presidente de su Tribunal Supremo, una figura paradigmática del primer liberalismo hispano.

Cuadro 3. Benito Árias Montano

Son también mencionables dentro de este género de las biografías abiertas el estudio sobre Arias Montano y la Universidad de Lovaina[47], en el siglo XVI o el referido a Luisa de Carvajal y Lovaina[48]. Por último sería digno de reseñar la aproximación biográfica que hice hacia la figura de mi paisana Juana Valleros Mateos, maestra y doctora ejemplar en la ciudad del Tormes[49].

Como era previsible el acercamiento a mi pueblo de nacencia había de ocupar parte de mis esfuerzos investigadores. Comencé con un breve artículo titulado Aproximación a la Historia de Aldeanueva[50], al que le siguieron La fuente del boticario[51] y Las coladas ganaderas de Aldeanueva[52]. El libro titulado Aldeanueva de la Vera un pueblo con Historia[53], supuso la primera visión sintética en la evolución del municipio y sus gentes desde los orígenes prehistóricos hasta nuestros días. Proseguí después con otras cuestiones interesantes en trabajos como: Alfonso XIII en Aldeanueva[54], Aproximación a la Educación en Aldeanueva[55], Crimen y violencia social en la Vera[56], Aldeanueva industrial[57], Dos alcaldes de Plasencia oriundos de Aldeanueva[58] y Aldeanueva de la Vera a fines del Antiguo Régimen[59]. Creo que todos ellos proporcionan una visión bastante cercana a lo que ha sido la evolución histórica de los pencones, gentilicio con el que se conoce a los habitantes de mi pueblo.

Consciente de la personalidad y el protagonismo que tienen los pueblos de nuestra región en su devenir histórico he llevado a cabo aproximaciones a algunos de ellos para conocer su singularidad. Sean un ejemplo los trabajos titulados: Trujillo en el siglo XVII[60], El Guijo de Santa Bárbara una retrospectiva histórica[61] y la Fuente del Maestre a fines del Antiguo Régimen[62].

A lo largo de mi vida ha habido otros temas abordados por mí y que también tenían como preocupación o como fondo poblaciones extremeñas. Sean ejemplos de ello mis impresiones sobre la ciudad del Jerte en mi etapa de alumno en el colegio de San Calixto y que expresé en mi artículo Vivencias en el tiempo[63]. Me aproximé a la importancia y regulación de las rentas decimales en la diócesis placentina en el siglo XVII a través de un artículo titulado El diezmo en la diócesis de Plasencia[64]. Muy tangencialmente me ocupé de la importancia de las instituciones de caridad en: Fuentes para el estudio de las cofradías en el Antiguo régimen con ejemplos en La Vera y Madrid[65]. El cometido y transcendencia que tuvo el colegio de la orden alcantarina en la universidad salmantina lo analicé en el trabajo: El colegio de la Orden de Alcántara en Salamanca[66].

Cuadro 4. Escudo de la Orden de Alcántara

Hacia un jardín deleitoso

Desde mis años de estudiante en Salamanca y después, desarrollando mi vida profesional en Barcelona y Madrid, siempre he concebido a nuestra región como un jardín delicioso. Un lugar a donde volver para disfrutar, recrearme y reflexionar sobre lo que se tercie, a veces meras banalidades. Es un poco la visión que hoy día se tiene de Extremadura como espacio ecológico. La falta de industrialización y sus peculiaridades geográficas han hecho de ella un lugar sin excesos medioambientales provocados por un perverso desarrollismo.

Estas dos concepciones sobre la región extremeña, la personal mía y la social o colectiva, han generado en mí un especial interés por el tema de la Naturaleza. Contemplada esta en sus dos vertientes: la salvaje y espontánea; pero también la naturaleza ordenada por el hombre, no otra cosa es lo que hoy llamamos jardines. Estos son espacios donde la mente y el espíritu humano son capaces de relajarse, pensar, sentir y a la vez gozar de lo más inmediato que nos ofrece el planeta Tierra en el que habitamos.

Por todo lo dicho se puede desprender que los jardines hayan sido uno de mis temas favoritos. Ya lo mostré en mi trabajo sobre el jardín musical de la Casita del Infante don Gabriel en San Lorenzo de El Escorial (2011). O en el que dediqué al estudio de la idea de jardín en La Constancia de Justo Lísio (2014). También lo he intentado plasmar en el territorio extremeño. Sean una prueba de ello los siguientes estudios:

En primer lugar el libro sobre un jardinero catalán del siglo XVI, perteneciente a la orden jerónima. Fue un personaje peculiar que sirvió a los dos grandes monarcas hispanos de aquella centuria. Me estoy refiriendo a fray Marcos de Cardona, jardinero de Carlos V en Yuste y de Felipe II en El Escorial [67]. En este lugar se halla enterrado, poniendo de manifiesto las antiguas y profundas conexiones de Cataluña con el resto de España, tan en cuestión en estos últimos años. El hallazgo de este personaje y su obra fue reconocido por la histórica villa de Cardona, que en el año 2009 me invitó a pronunciar una conferencia sobre su antepasado el día de San Jordi y puso el nombre de Marc de Cardona a su Biblioteca Municipal.

A este libro le siguieron otras investigaciones con la misma temática como son: Los jardines de Aldeanueva[68], donde analizo y describo dos curiosos espacios ajardinados de origen privado, existentes en mi pueblo. La imagen que de otro jardín histórico extremeño, hoy lamentablemente desfigurado, tuvieron diez visitantes que desde el siglo XVI lo contemplaron, la expreso en Visiones de la Abadía[69]. Dos jardines señoriales que pertenecieron a los Manrique de Lara en Pasarón y a los condes de Oropesa en Jarandilla los estudio en Jardines señoriales en la Vera de Plasencia[70]. Por último hice una aproximación a algunos jardines de Cáceres y Badajoz en la centuria pasada en el artículo que lleva por título Sobre jardinería extremeña en la primera mitad del siglo XX[71].

Estos temas sobre la naturaleza organizada son sin duda un campo abierto y sugerente por donde pueden deambular nuevas investigaciones. Animo a los jóvenes historiadores e investigadores en general, a proseguir en el análisis y profundización en esta tierra, que aún tiene mucho que decir y demandar para lograr ser conocida, después de lo cual podrá ser oída y reconocida. En esto último queda mucho por andar. Yo seguiré caminando por una senda que hasta ahora me ha dado muchas satisfacciones.

A modo de coda provisional

De lo expuesto en las páginas precedentes no ha de concluirse que cierro mi ciclo de investigaciones sobre la región extremeña. Todo lo contrario. Mientras goce de salud y buen ánimo proseguiré en mi empeño por conocer más y mejor el lugar donde nací. Además hago mía la frase de Marie Curíe de que no hay que pensar nunca en lo que se ha hecho, sino en lo que queda por hacer. Si además este trabajo te produce satisfacciones y puede ser compartido por colegas y estudiosos del saber más que mejor.

El lector que haya seguido con atención lo hasta aquí expuesto habrá observado mi interés por determinados temas como son: El diezmo, el Trienio Liberal, la desamortización y la exclaustración de regulares, La Vera y el Monasterio de Yuste o la orden de predicadores. Además de los que directamente afectan a mi pueblo natal: Historia de Aldeanueva, el Convento de Santa Catalina de Siena y el Maestro Pedro de Godoy. También me han preocupado notables biografías como las de: Arias Montano, Martín de la Vera, Fernández Golfín y José María Calatrava. Los jardines y su problemática han sido también uno de mis gozos en esta labor de estudio, que pienso proseguir y que hasta ahora lo que he hecho es un provisional balance.

Es mi deseo personal con esta comunicación a los XLVII Coloquios Históricos de Extremadura, que se celebran todos los años en la encantadora ciudad de Trujillo, unirme a las conmemoraciones del VIII Centenario del VIEJO ESTUDIO SALMANTINO. Para los que somos doctores por Salamanca y antiguos alumnos de su Universidad es siempre un honor y a las vez un privilegio poner de relieve estas vinculaciones y más si se hacen desde nuestra tierra tan deudora de esta ALMA MATER hispana.

[1] Revista de Estudios Extremeños Volumen XXVIII nº 2. Badajoz 1972.

[2] Revista de Estudios Extremeños Volumen XXXI nº 1. Badajoz 1975.

[3] Revista de Estudios Extremeños Volumen XXXIV nº 3. Badajoz 1978.

[4] Boletín de la Real Sociedad Geográfica Volumen CXXVI-CXXVII Madrid 1991-92.

[5]Actas de los XXX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2001.

[6] Actas de los XXX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2001.

[7] Actas de los XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2004.

[8] VIII Congreso de Estudios Extremeños. Badajoz 2007.

[9] Simposio sobre La Desamortización. San Lorenzo de El Escorial 2007.

[10] La Comarca de la Vera nº 20. Jaraíz de la Vera 2008.

[11] Alcántara nº 192. Cáceres julio-septiembre 1978.

[12] Revista de Estudios Extremeños Volumen XXIX nº 3. Badajoz 1973.

[13] Actas de los XL Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2011.

[14] Actas de las IV Jornadas históricas de Tierra de Barros. Almendralejo 2013.

[15] Alcántara nº 177. Cáceres octubre-diciembre 1974.

[16] Boletín de la Real Sociedad Geográfica. Volumen CXXXIII. Madrid 1997.

[17] Simposio sobre la orden jerónima y sus monasterios. Volumen II. San Lorenzo de El Escorial 1999.

[18] Boletín de la Real Sociedad Geográfica Volumen CXXXIX-CXL. Madrid 2003-04.

[19] La Comarca de La Vera nº 5. Jaraíz de la Vera 2004.

[20] Revista La Vera nº 83. Jarandilla de la Vera mayo 2005.

[21] La Comarca de la Vera nº 10. Jaraíz de la Vera 2005.

[22] Actas de los XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2005.

[23] Actas de los XXXVI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2007.

[24] La Comarca de la Vera nº 18. Jaraíz de la Vera 2007.

[25] Actas de los XXXVI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2007.

[26] Actas de los XXXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2010.

[27] Revista Cultural Pencona nº 13. Aldeanueva de la Vera 2017.

[28] Actas de los XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2000.

[29] Archivo Dominicano Volumen XXII. Salamanca 2001.

[30] Editorial San Esteban. Salamanca 2002.

[31] La Comarca de la Vera nº 25. Jaraíz de la Vera 2009.

[32] Archivo Dominicano Volumen XXXVII. Salamanca 2015.

[33] Actas de los XLVI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2017.

[34] Editorial Asociación Obispo Manzano. Jaraíz de la Vera 2003.

[35] Revista La Vera nº 72. Jarandilla junio 2004.

[36] Actas de los XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2004.

[37] Papeles del Novelty nº 13. Salamanca 2006.

[38] Revista Cultural Pencona nº 3. Aldeanueva de la Vera 2007.

[39] Voz en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia Volumen VIII. Madrid 2010.

[40] Simposio sobre El Escorial y la pintura. San Lorenzo de El Escorial 2001.

[41] Actas de los XXX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2001.

[42] Actas de los XXXI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2002.

[43] Actas de los XXXV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2006.

[44] Actas de las V Jornadas históricas de Tierra de Barros. Almendralejo 2014.

[45] Monografías ASPUR nº 5 .Madrid 2008.

[46] La Aventura de la Historia nº extraordinario. 25 españoles para la libertad. Madrid noviembre de 2014.

[47] Boletín de la Real Academia de Extremadura Volumen XXIII. Trujillo 2015.

[48] Actas de los XLIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2014.

[49] La Comarca de la Vera nº 14. Jaraíz de la Vera 2006.

[50] Revista Cultural Pencona nº 1. Aldeanueva de la Vera 2005.

[51] Revista Cultural Pencona nº 2. Aldeanueva de la Vera 2006.

[52] Revista Cultural Pencona nº 4. Aldeanueva de la Vera 2008.

[53] Editado por El Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera 2009.

[54] Revista Cultural Pencona nº 7. Aldeanueva de la Vera 2011.

[55] Revista Cultural Pencona nº 8. Aldeanueva de la Vera 2012.

[56] Actas de los XLII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2013.

[57] Revista Cultural Pencona nº 10. Aldeanueva de la Vera 2014.

[58] Revista Cultural Pencona nº 12. Aldeanueva de la Vera 2016.

[59] Actas de los XLV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2016.

[60] Actas de los XXXVIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2009.

[61] Actas de los XLI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2012.

[62] Actas de las VIII Jornadas históricas de Tierra de Barros. Almendralejo 2016.

[63] Revista La Vera nº 57 y 60. Jarandilla marzo y junio de 2003.

[64] Revista de Estudios Extremeños Volumen LX nº 2. Badajoz 2004.

[65] Simposio sobre la Iglesia y las instituciones de caridad. San Lorenzo de El Escorial 2006.

[66]Primer Congreso Nacional de las Ordenes Militares en Extremadura. Ed. Extremadura Histórica. Garrovillas 2015.

[67] Editorial Cocheras del Rey. San Lorenzo de El Escorial 2008.

[68] Revista Cultural Pencona nº 9. Aldeanueva de la Vera 2013.

[69] Actas de las VI Jornadas históricas de Tierra de Barros. Almendralejo 2014.

[70] Actas de los XLIV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2015.

[71] Actas de las VII Jornadas históricas de Tierra de Barros. Almendralejo 2015.

Dic 072017
 

Teodoro Martín Martín (UNED).

 

Introducción

 

Situado a la entrada de esta población del Campo Arañuelo por la carretera de Casas de Belvis, perteneció a la orden de Santo Domingo en su rama femenina. Fue fundado en la segunda mitad del siglo XVI y permaneció abierto hasta la exclaustración del siglo XIX.

Para su estudio nos hemos servido de las siguientes bases documentales:

  1. Fuentes:

.Archivo General de la Orden de Predicadores en Roma. Serie IX carpeta 60.

.Archivo Diocesano de Plasencia. Sección Pleitos civiles caja 418; sección Capellanías caja 833; sección Conventos exclaustrados: Relación de fincas del año 1847.

.A.H. N. Madrid. Clero regular, legajo 1404 expediente 2 (años 1495-siglo XVIII). Contiene información preferentemente económica.

.Lamentablemente hay bastante documentación de Santa Ana de Belvís dispersa por el territorio nacional. Sea una prueba de ello que en mayo de 2017 salió a la venta en una librería de antiguo en Madrid: “una escritura de convenio y concordia otorgada por Santa Ana de la villa de Belvís con fecha 30 de julio de 1660, 3 folios con un sello de 78 maravedís”. Al interesarme por el documento me dijeron que había sido adquirido por la Junta de Extremadura.

.Actas de los capítulos de la provincia de España (1595-1998).

.Biblioteca Nacional: Libro antiguo registro de la provincia de España. Orden de Predicadores 1758-1777, mss.7424.

.Bullarium Ordinis Fratum Predicatorum. Roma. 1729-1740. 8 volúmenes.

.Catastro de Ensenada. Respuestas Generales, pregunta 39 de Belvis de Monroy. Leg. 152 en A. G. Simancas.

.Catastro de Ensenada. Libro de propiedades de religiosos en Aldeanueva de la Vera, sito en el Archivo Parroquial de esta localidad de la provincia de Cáceres.

.Censos de población de España; de 1589 (obispos) y 1591 (millones).

.Contribución de los conventos de la provincia de España, Orden de Predicadores, a la aportación de 7 millones de reales en 1796. En Martín Martín Teodoro: El convento de Santa Catalina de la Vera. Ed. San Esteban, Salamanca 2002, apéndices.

.Hernández Martín Ramón: Libro registro de la provincia de España, orden de predicadores. En Archivo Dominicano (II). Salamanca 1981.

.Hernández Martín Ramón: Actas de los capítulos de 1581, 1585, 1587, 1591, 1593 y 1595. En Archivo Dominicano nº 35 y 36. Salamanca 2014 y 2015.

.Hernando del Castillo: Historia de Santo Domingo y su Orden de Predicadores. Valladolid 1612; 1ª y 2ª parte.

.Hoyos Manuel Mª de: Registro historial de la provincia de España. Orden de Predicadores. 3 vol. Madrid 1966-68.

.Hoyos Manuel Mª de: Registro documental de la provincia de España. Orden de Predicadores. 3 vol. Madrid 1961.

.López Juan: Historia de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores. Valladolid 1621; 3ª 4ª y 5ª parte.

.Salvador y Conde José: Historia de la provincia dominicana de España. Ed. San Esteban. Salamanca 1991, 3 vol.

.Salvador y Conde José: Índice alfabético de los conventos dominicos que aparecen en las actas capitulares de la provincia de España de la orden de predicadores (1250-2000). Madrid 1998.

  1. Bibliografía

-Sobre Extremadura

.Alonso Fernández Fray: Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia. Ed. de 1627 Facsimil Plasencia 2006.

.Barrantes Vicente: Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura. Madrid 1875 3 volúmenes.

.Extremadura por don Tomás López. Año 1798. Edición de Gonzalo Barrientos. Mérida 1991.

.García Pérez José: La desamortización eclesiástica y civil en la provincia de Cáceres. El Brocense .Cáceres 1994.

.González García Francisco: Los obispos de Plasencia. Ayuntamiento de Plasencia. 2008.

.Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura. Partido de Plasencia. Edición de Gonzalo Barrientos. Mérida 1994.

.López Sánchez-Mora Manuel: Plasencia siglos XVI y XVII. Plasencia s. a.

.Martín Martín Teodoro: La reforma de conventos en Extremadura en el Trienio Liberal. XL Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2011.

.Pérez-Coca Sánchez-Matas Carmen: Derecho, ideas y costumbres en Plasencia y su diócesis en los siglos XV y XVI. Universidad de Extremadura. Cáceres 1994, 2 volúmenes.

.Rodríguez Grajera Alfonso: La Alta Extremadura en el siglo XVII. Universidad de Extremadura. Cáceres 1990.

.Sánchez Loro Domingo: Historias placentinas inéditas. Cáceres 1982, 3 volúmenes.

.Timón García Francisco Javier: Belvis de Monroy: Señorío y villa. Ayuntamiento de Belvis de Monroy 1992.

.Timón García Francisco Javier: Don Manuel Talaván Mateos (1757-1813). El cronista accidental. XLIV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2015.

.Velo y Nieto Gervasio: Castillos de Extremadura: Cáceres. Madrid 1968.

-General

.Adámez Antonio: El convento de San Benito de Orellana la Vieja. Historia de su fundación. Madrid 2008.

. Atienza López Ángela: Tiempos de conventos. Marcial Pons Madrid 2008.

.Barrado Barquilla José: Las dominicas de San Sebastián el Antiguo. Ed. San Esteban. Salamanca 2001.

.Casillas García José Antonio: El monasterio de San Blas de la villa de Lerma. Ed. San Esteban. Salamanca 2008.

.Duby Georges y Perrot Michelle: Historia de las mujeres en Occidente. Ed. Círculo de Lectores. Barcelona 1992, 5 volúmenes.

.Madoz Pascual: Diccionario Geográfico Estadístico de España. Madrid 1847, vol. IV.

.Martín Martín Teodoro: La desamortización textos jurídico políticos. Madrid 1973.

.Martínez Ruíz Enrique: El peso de la Iglesia: 4 siglos de Órdenes Religiosas en España. Actas Editorial. Madrid 2004.

.Miura Andrades José María: Milagros, beatas y fundaciones de conventos. En Religiosidad Popular. Antropos. Barcelona 1989, 3 volúmenes.

.Ponz Antonio: Viajes por Extremadura. Ed. Universitas. Badajoz 1983, Vol. I.

 

Orígenes y Fundación

 

La génesis de este cenobio, por los datos que nos proporcionan las fuentes consultadas, es producto de dos iniciativas: De una parte la existencia de un beaterio previo, de otra una fundación específica hecha por el abad de Cabañas, hijo del séptimo señor de Belvis y primer conde de Deleitosa.

El padre Alonso Fernández nos dice al respecto. “En tiempos del obispo Francisco Tello de Sandoval (1578-1580) se fundó en la villa de Belvis un monasterio de monjas de la orden de Santo Domingo, que se llamó Santa Ana. Fue patrón don Fernando de Monroy, hijo del primer conde de Deleitosa, don Francisco de Monroy y le dotó de su hacienda. Es bien edificado y acabado, con buena iglesia, oficinas, dormitorios, claustro y todo lo que un convento ha menester. Es grande la observancia con que viven las religiosas, y la clausura y encerramiento; y así tienen grande opinión y crédito de su santidad en toda aquella tierra. Ha sido priora doña Francisca Monroy y Zúñiga, hija del fundador, casi cuarenta años y de algunos años a esta parte es vicario de este monasterio el prior del convento de San Vicente de la orden de predicadores de Plasencia”.[1]

  1. J. Timón García, cronista de la villa, señala que el fundador era hijo natural de don Francisco de Monroy y Zúñiga, primer conde de Deleitosa. Fue creado en 1586 por testamento del ya citado don Fernando. Al morir este dejó como único heredero al convento.[2] Este autor lo localiza en los restos conocidos popularmente como La Henera, pues hoy mismo son utilizados como pajar o almacén de heno. Se conserva parte de una gran iglesia, a la que se accedía por un precioso arco de medio punto, formado por grandes dovelas, aún conservado. En la fachada aparecen restos de decoración esgrafiada. Este arco era la entrada principal a la nave de la iglesia, cubierta por un tejado a dos aguas, aunque de ella solo quedan algunos muros de mampostería más la fachada y arco referidos. La nave estaba separada del ábside por un arco de medio punto, hoy tapiado, siendo esta cabecera la parte mejor conservada. En su interior, y en el paño frontal, aparecen interesantes restos de decoración esgrafiada, distinguiéndose un guerrero armado bajo cuyos pies aparece otra figura. Esta parte estaba iluminada por una estrecha ventana lateral. Refuerzan el conjunto dos contrafuertes, uno a cada lado de la cabecera. En uno de ellos aparece el escudo de los Monroy. Las dependencias del convento estarían adosadas a este conjunto aunque ya han desaparecido.[3]

El padre Manuel Mª de los Hoyos también nos proporciona información sobre nuestro convento. Tras señalar que el fundador era hijo del conde de Deleitosa y señor de la villa de Belvis, nos recuerda que de esta dependían 5 aldeas: Mesas de Ibor, Valdecañas, Valdehúncar, Campillo y Casas de Belvis. “Don Fernando fue capellán mayor y testamentario de la princesa doña Juana de Austria, hermana de Felipe II. Posteriormente tras la muerte de ésta fue capellán del propio Rey. Consta la fundación por dos escrituras fechadas en Belvis, una el 7 de octubre de 1572, la otra el 21 de abril de 1586. Recabó autorización don Fernando del padre maestro general, fray Serafino Caballi y de los padres provinciales de España, Esteban Coello y Juan de las Cuevas. Tuvo así mismo el consentimiento del obispo de Plasencia y la licencia del nuncio Sega, como consta en un breve fechado en Madrid el 28 de abril de 1580, octavo año del pontificado de Gregorio XIII”.[4]

Es posible que una copia de la segunda escritura sea la que hemos hallado en la sección clero del A. H. N. de Madrid. Es un documento sin fecha y ante 13 monjas reunidas en capítulo, en el que el escribano Alonso Arias, les lee la dotación y donaciones que les hizo don Fernando de Monroy. Se testifica también ante los padres Diego de Contreras y Pedro Lozano, prior y vicario del convento de Santa Catalina de la Vera.[5] Todos ellos aceptan la fundación en nombre del padre Juan de las Cuevas, provincial de España. Están presentes como testigos dos criados de don Fernando y el citado escribano de la villa de Fresnedoso, sitos en la villa de Belvis. Las condiciones son 7.[6]

.Por costumbre las que profesaren serán limpias de sangre y no de moros o judíos, de buena fama y se haga información previa.

.No sean viejas y si lo son sean de gran calidad y linaje.

.El número de religiosas sea 33 y no más y lleven su dote cada una.

.Se reserva el fundador incorporar 2 monjas sin dote.

.Las monjas sin dotes las elegirá el fundador de donde quiera, pero que sean en este orden: de la Abadía de Cabañas de la Peña[7], Deleitosa, Fresnedoso y Belvis por este orden de pueblos.

.Nombra priora perpetua a Francisca de Monroy.

.El monasterio ha de estar y permanecer para siempre en Belvis y no puede ser trasladado; y si se destruyese fuere recuperado en el mismo lugar.

Fernando de Monroy vivía en Roturas y Berzocana y fue abad de Cabañas hasta su fallecimiento el 17 de abril de 1590. Le sucedió en la abadía entre 1591 y 1593 Juan del Castillo, obispo de Cuba.

Hemos señalado la existencia de un beaterio previo al convento fundado por el abad. Así lo manifiesta Vicente Barrantes cuando habla de la fundación del convento de Santa Ana, que dice fue promovido por la venerable Juana de San Francisco. Esta era de Casatejada y creó el cenobio que andando los días pasó a poder de las religiosas dominicas.[8] Pero es que además hemos hallado un manuscrito, en el legajo 1404 del A. H. N. que consta de tres páginas, en el que hace su ingreso como beata Francisca de Santa María, está fechado en Belvis el 7 de septiembre de 1579.[9]

Por esta carta de obligación la mencionada beata entrega todos sus bienes a favor “de la casa de señoras de Santa Ana y digo que por cuanto las demás beatas mis hermanas hicieron donación a este monasterio de señoras de Santa Ana de la orden de Santo Domingo con ciertas condiciones”. Una de las cuales es que si se muriese dentro de dos años, su marido disponga de ellos a no ser que hubiese muerto. Renuncia a todo tipo de derechos en favor del monasterio y lo firma en Belvis ante dos testigos y ante el escribano Juan de Ayala.

Estas referencias nos hacen pensar que en sus orígenes aquel fue un beaterio en el que profesaban, bajo ciertos votos, determinadas señoras de estos lugares y que lo que hace don Fernando de Monroy es integrarlas bajo una misma comunidad; pero ya como convento sometido a la segunda regla de la orden dominicana, que él dota y promueve. Ahora bien, previamente existía esta casa de señoras, también denominada Santa Ana.

“Los beaterios femeninos, caracterizados todos ellos por una extrema pobreza, tuvieron que enfrentarse al recelo de lo oficial, temerosos de fomentar en estas rebeldes nuevas experiencias religiosas susceptibles de escapar a una regularidad disciplinar”.[10] El mundo de los beaterios es muy complejo. No es cierto que en su totalidad se parecieran a los beguinatos de Bélgica. En su gran parte estos beaterios estaban dependiendo de órdenes religiosas, de concejos, incluso a veces eran independientes.[11]

La ofensiva enclaustradora postridentina fue realmente notable. En muchas casas de beatas se resistieron con mayor o menor empeño al encerramiento. Pero también hubo casos de beaterios que se presentan más espontáneos y naturales, y que no parecen condicionados por intervenciones de terceros, ni intermediaciones algunas. La diversidad marcó los comportamientos.[12] Pero también hay que señalar que con las reformas del Concilio de Trento los conventos se convirtieron en verdaderos institutos de perfección, alejados de injerencias familiares y sociales. Al desaparecer estos vínculos la función del confesor adquirió mayor protagonismo en la vida personal y comunitaria de los conventos. Sobre todo en la confesión y en la dirección espiritual.[13]

El 8 de septiembre de 1579 tomaron posesión del convento las religiosas, dice el padre Hoyos. Estas fueron las siguientes: Madre Francisca de Monroy y Zúñiga[14], religiosa profesa del convento de San Blas de Cifuentes, era de la casa del fundador y fue priora perpetua por condición impuesta por este. La madre Catalina de los Ángeles y la madre Ángela de Santa Ana para cantoras. Esta murió presto y vino en su lugar la madre María de Hermosilla. También entraron en dicho día, por petición de la condesa de Deleitosa, doña Beatriz, 14 beatas de la orden de San Francisco, que vivían en comunidad en una casa llamada de San Miguel de dicha localidad. Fueron admitidas al hábito conforme a la antigüedad que tenían en el beaterio.

En documento que se conserva en el Archivo General de Roma figuran los nombres y orígenes de estas primitivas religiosas. También se halla una enumeración completa de las reliquias que en el convento se guardaban, como igualmente una descripción del sepulcro del fundador, que desde luego no tenía apariencia de suntuoso, puesto que se hallaba a ras de tierra en el centro de la capilla mayor de la iglesia. Así mismo se conserva una lista de los vicarios primitivos que tuvo la comunidad. Se hace particular mención de una talla muy devota del Santo Cristo de los Dolores. Todos estos datos los especificó en 1668 el vicario del monasterio, padre Dionisio Ruíz. Se dice también que en las actas del capítulo provincial de 1581, celebrado en Valladolid, se encuentra por primera vez mencionado este convento con ocasión de asignarle un confesor que lo fue el hermano Juan Díaz.[15]

Comprobamos por otras historias de cenobios femeninos el paralelismo en la problemática de su fundación. Por ejemplo, las dominicas de San Sebastián el Antiguo de la capital donostiarra también fue iniciativa de unos fundadores y de la preexistencia de un grupo de beatas, mujeres sencillas, pobres, analfabetas, pero muy religiosas. Este será el embrión del convento.[16] Algún parecido en sus orígenes hallamos en otra institución dominicana de la rama femenina, véase al respecto el trabajo sobre el convento de Orellana la Vieja.[17]

 

Vida en común

 

La vida conventual se desarrolló a lo largo de casi tres siglos bajo la dirección de la priora, la cual regía la existencia religiosa en el interior del claustro y actuaba en los asuntos legales, económicos y de representación, siempre bajo la tutela de la Orden de Predicadores. Hemos hallado las siguientes prioras y subprioras en los distintos documentos utilizados: Francisca de Monroy y Zúñiga, desde 1579 es superiora casi cuarenta años a perpetuidad. Regía el convento en 1627 Isabel del Corpus Christy. En 1637 lo es María de San Francisco y como subpriora Benita de la Concepción. En 1669 lo era Catalina de San Raimundo, que muere con opinión de virtud. En 1689 muere la subpriora María de Santa Teresa. En 1690 es priora Magdalena de Santa Inés. En 1698 Francisca de San Jerónimo es priora y Ana Mª de Jesús subpriora. Ya a fines del siglo siguiente fue priora de 1798 a 1802 Mª de la Cruz de Santa Rita.

A son de campana se reunían los capítulos del convento. Además de la superiora y la subpriora había una depositaria y la maestra de novicias. Aunque no tenemos datos al respecto es de suponer que la vida interior del claustro se desarrollaría con sosiego y orden, salvo algún acontecimiento exterior o alguna rencilla, esto último inherente a toda vida en comunidad.

Estaba estipulado que el ingreso de las novicias tuviera lugar antes de los 19 años; la duración del noviciado era de 12 meses prorrogables. La toma de hábitos podía hacerse al empezar el noviciado, durante el mismo o el día de la primera profesión. En esta se prometía obediencia y consagración a Dios, con los votos correspondientes. Además eran figuras importantes en todo convento femenino:

  1. a) El vicario nombrado, a propuesta o con el visto bueno de la comunidad, en el capítulo provincial o por el provincial. Su duración era de dos años prorrogables. Su tarea era dirigir espiritualmente a las religiosas, trasmitir el espíritu de la orden y las orientaciones de los capítulos.
  2. b) El procurador que colaboraba con el vicario. Se ocupaba de la administración de los bienes materiales que estaban fuera de la clausura, los censos, propiedades, rentas, etc. y del trato con las gentes en toda clase de asuntos.
  3. c) El confesor dirigía la conciencia de cada una de las monjas. A veces este cometido lo desempeñaba el vicario. Poco a poco este personal se fue reduciendo e incluso algunos de ellos desaparecerán de los conventos.[18]

“La superiora era la imagen de autoridad suprema dentro del recinto claustral…Sin embargo ella es solo mera referencia, puesto que el convento femenino depende siempre de las comunidades masculinas de la misma orden. En el entramado de subordinación y obediencias debidas, la figura del confesor adquiere una importancia especial. Su papel no es el de mero veedor, ni vigilante, pero es indudable que se convierte en el eje del universo claustral femenino…Fueron muchas las mujeres que por consejo de sus confesores escribieron sus memorias y obras literarias…En síntesis podemos decir que la salud mental de la comunidad femenina pasa a depender, casi de forma directa, del confesor, que ayuda a paliar la rigurosa exigencia de clausura y encerramiento formulada por el Concilio de Trento”.[19]

Las actas de los capítulos de la provincia de España que hemos consultado nos proporcionan bastante información, sobre estos nombramientos de sacerdotes dominicos para colaborar con las comunidades femeninas. Hasta el capítulo de 1581, celebrado en Valladolid, no hallamos referencias a Santa Ana. Ese año se nombra como primer confesor del mismo a Juan Díaz, del convento de Atocha de Madrid. En el de 1585 se nombra confesor y también vicario a Pedro Lozano del convento de la Vera. Dos años después ambas responsabilidades recayeron en Juan de Manzaneda del convento de Cáceres.[20]

He aquí algunas muestras de nombramientos para Santa Ana, que hemos hallado en las actas de la provincia citada desde 1591:[21]

Año            Capítulo               cargo                    persona                 procedencia

1591           Burgos        Vicario y confesor    Domingo Salinas     Medina del Campo

1593         Ocaña                     Vicario             Juan Román             Ocaña

1595         Segovia                   Vicario             Domingo Salinas   Medina del Campo

1601         Madrid         Vicario y confesor     Martín de Ugarte   Azpeitia

1623         Burgos       Confesor y procurador Ildefonso Gómez   Plasencia

1625     Benavente   Confesor y procurador Ildefonso Gómez   Plasencia

1627           Toro         Confesor y procurador Gabriel González   Orellana

1629     Benavente   Confesor y procurador Luis de Escobedo   Yepes

1651           Toro               Vicario             Jacinto de Montemayor Potes

1653      Benavente           Vicario                Pedro de Salinas         Plasencia

1655           Toro                 Vicario             Francisco Gómez         Plasencia

1659           Toro               Vicario             Ambrosio de Spínola Monbeltrán

1681     Benavente           Vicario             Gaspar Vivas                Segovia

1681     Benavente       Procurador     Benedicto Gutiérrez      Segovia

1683           Toro               Vicario           Martín de León        Sto. Domingo Madrid

1683             Toro           Procurador     Benedicto Gutiérrez    Segovia

1695             Toro             Vicario           Andrés Gutiérrez           Valverde

1695             Toro          Procurador     Francisco Fernández       Mérida

1697     Benavente           Vicario         Gaspar Flóres                   Mérida

1707         Toledo               Vicario       Domingo Rubio              Salamanca

1707          Toledo           Procurador   Juan de Villaseñor        Valladolid

1709       Benavente         Vicario          Domingo Rubio              Valladolid

1709       Benavente     Procurador     Juan de Villaseñor          Valladolid

El libro Antiguo Registro de la provincia de España, orden de predicadores, se formó en 1777 y comprendía desde el año 1758. En él hemos hallado los siguientes datos de nombramientos para Santa Ana:[22]

En 1772 vicario a José Piqueras de Plasencia

En 1773 procurador a Pedro Sierra de Salamanca

En 1773 vicario a Manuel Vicente de Segovia

En 1775 vicario a Pedro Rodríguez Arroyo de Galisteo.

El último capítulo en el que se nombra vicario y confesor de Santa Ana es el de Toro de 1801, el cargo recae en Gabriel Toledo. A partir de entonces y en los sucesivos capítulos de Benavente, Valladolid, Trianos y Palencia (dos) no hay nombramientos para Belvis.

Sin embargo en la relación de miembros de la junta de Guerra de Belvis, creada el 26 de junio de 1808, aparecía como miembro de la misma el vicario del convento de Santa Ana, fray Miguel Martín de Plasencia. Y en 1810, según el libro de casados de la parroquial de Belvis, actuó como párroco fray Alonso Rodríguez Blanco de la orden de predicadores y vicario de las monjas de nuestro convento.[23]

Durante la guerra de la Independencia, Timón García nos señala que en diciembre de 1808 las monjas de Santa Ana huyeron y la soldadesca se acomodó en los conventos del pueblo. Este saqueo se repitió el 4 de agosto de 1809, tras la batalla de Talavera.

Las actas antes referidas nos señalan también el número de fallecimientos de monjas de Santa Ana y algunos rasgos de los mismos. Veamos algunas muestras: En 1629 2, en 1631 3, en 1633 1, en 1637 1, en 1646 2, en 1647 1, en 1651 2, en 1653 3, en 1655 3, en 1661 3, en 1662 3, en 1665 6, en 1669 4, en 1671 2, en 1673 1, en 1675 4, en 1677 3, en 1679 2, en 1681 3, en 1683 1, en 1685 2, en 1687 3, en 1689 1, en 1691 4, en 1693 2, en 1695 1, en 1697 3, en 1701 3, en 1703 1, en 1705 1, en 1707 2 y en 1709 2 religiosas.

Si bien el número de 33 religiosas era elevado en el siglo XVI, poco a poco va descendiendo hasta los 10 o 12 de media que había en el siglo XVIII. En el siglo anterior, el XVII, su media rondaría las 15 monjas. Teniendo en cuenta el posible índice de mortalidad que nos dan los datos de las actas, deduciríamos que el convento se mantuvo bastante poblado en aquella centuria. Los picos de mayor mortalidad se dieron en los decenios de los sesenta con 14 fallecimientos, seguido de los setenta con 12, los ochenta con 10 y así en línea descendente. Comprobamos como las crisis en el siglo del Barroco también tiene incidencia al menos numérica en los conventos femeninos.

En cuanto a la edad de los decesos algunas son jóvenes novicias, a veces llamadas laicas, pero la mayoría son de edad avanzada, unas septuagenarias otras octogenarias. Bastantes de las mismas “cum opinione virtutis”. Otras c. o. v. “quae mortem suam predixit”.

Cabe reseñar lo que se dice de una de las 4 que fallecen en 1691 Magdalena de Santa Inés: “Cum magna opinione virtutis. Nam septenio completo religionem imgressa, usque ad quinquagessimum secundum aetatis suae in quo vitam finivit, intra clautra vixit, & in statu religioso mirifice profecit. Nam regularis observantia exactissima custos religionis iura ad unguem usque fervavit: quim infirmitates, quibus continuo vexabatur illam a sequela Chori, aliisque pietatis operibus dimoverent. Immo illas ita constanter ferebat, ut inter maiores dolores illud crebius usurparet: Domine hic feca, hic non parcas ve in aeternum parcas”.[24] Que en síntesis viene a resaltar la observancia regular y continua que esta religiosa llevó a cabo en todas las actividades conventuales, coro incluido. También las muchas flaquezas y enfermedades que la atormentaron, las superó y probaron su amor y devoción por el Señor, el cual la premió con una muerte digna y el gozo de una resurrección eterna.

Las actas capitulares del siglo XIX apenas nos dan referencias de nuestro convento. Solo hemos hallado en las del capítulo de Valladolid de 1815 noticias del fallecimiento de 4 religiosas, dos octogenarias, una de 40 y otra de 34, esta era laica. Todas ellas cum opinione virtutis.

Las monjas de Santa Ana no estuvieron libres de pleitos. Por ejemplo en 1627 ingresa con una dote de 200 reales al año Ana Iñiga de Villagutierre, natural de Pasaron de la Vera. Así lo establece su padre Alonso Lázaro. Pues bien los herederos, a la altura de 1655, se niegan a pagar la dote y esta falta de pago ascendía en la dicha fecha a 1750 reales. La orden tiene que recurrir a la amenaza de excomunión ante la reiteración de no pagar hecha por los herederos del donante.[25]

 

 

 

Economía conventual

 

Los conventos de dominicas, al contrario que sus homónimos de hombres, tenían que tener un patrimonio económico, ya que no podían solicitar limosnas en las calles, ni obtener ingresos por oficios religiosos. La subsistencia económica de un monasterio se basaba mucho en el trabajo de las monjas dentro de la casa, pero sobre todo en las dotes de las que entraban, en las donaciones de diversa índole y en las limosnas, parcas o espléndidas. Unido a ello fue la austeridad de vida, el ahorro y una buena gestión administrativa lo que ayudó al colectivo a seguir adelante.[26]

No se conserva la escritura de donación que llevó a cabo el abad de Cabañas, don Fernando de Monroy. Por ello no podemos conocer de su patrimonio inicial, que entendemos no debió ser muy nutrido. Pero sí tenemos un estadillo de los censos que tenía el convento el 6 de marzo de 1696. En función del mismo Santa Ana ingresaba:[27]

Población                         Nº de Censos   Importe por réditos

———————————————————————————

Belvis                                       49                   1.685,24   reales

Casatejada                               24                   1.929       reales

Valverde de la Vera                   4                     638,10 reales

Puente del Arzobispo               3                     605,30   reales

Mesas de Ibor                                                     568,04   reales

Villanueva de la Vera                                        556,13   reales

Viandar de la Vera                                             536,30   reales

Almaraz                                       6                     513,31   reales

Navalmoral de la Mata             11                     454,15   reales

Le seguían 8 en Casas de Belvis, 6 en Saucedilla, 3 en Peraleda, 2 en Millares y otros en Torrijos, El Gordo, Calzada, Deleitosa, Valdecañas, Valdehúncar, Frenedoso, Castañar, Candeleda, Madrigal de la Vera, Robledillo, Cuacos, Aldeanueva de la Vera y otros lugares. Importaba el total de ingresos por censos 11.494 reales y 26 maravedís. Si tenemos en cuenta que la media de ingresos del convento a lo largo de estos años era de 15.000 reales de renta, deducimos que la mayor parte de los ingresos procedían de censos.

La época de esplendor de los censos se sitúa entre mediados del siglo XVI y los años cincuenta del siguiente siglo, cuando los tipos de interés eran altos. En el XVIII estos bajaron. Para muchos conventos de monjas la inversión en rentas mobiliarias, censos consignativos y títulos de la deuda, fue preferida a otras modalidades de inversión, dada su fácil administración y su aparente seguridad al llevar la garantía de un inmueble. La mayor parte de los censatarios de los conventos femeninos eran pequeños propietarios agrarios, como vemos por las localizaciones de los antes citados.[28]

Por todo ello deducimos que los excedentes de los conventos femeninos no debieron ser muy abundantes, no adquiriendo lógicamente nuevas propiedades y tendiendo a la supervivencia y mantenimiento exclusivo de la comunidad. No es cierto que los censualistas pretendieran apropiarse de los bienes territoriales hipotecados al suscribir el censo. En Extremadura, Rodríguez Grajera[29], señala que la cuantía de los préstamos dados al censatario era escasa y los réditos anuales muy bajos. El interés se mantuvo en el 5% (20.000 al millar). Un ejemplo puede ser ilustrativo. En el libro de propiedades de eclesiásticos del Catastro de Ensenada, en Aldeanueva de la Vera, Santa Ana tenía un censo. Era de 588 reales y 8 maravedís de principal que obligaba a Bernardo Fontiveros, vecino de la localidad, como censatario a pagar 17 reales y 22 maravedís al año.[30] Ello nos confirma lo diminuto de esta forma de préstamos a campesinos de las comarcas circundantes, Campo Arañuelo, la Vera, Ibor, etc.

Los problemas económicos de la comunidad se agudizaron en determinadas épocas. Por ejemplo el 21 de abril de 1766 piden y la orden les concede licencia al mes siguiente para obtener un censo de 10.000 reales para “atender a las necesidades inminentes del citado convento”.[31]

En 1798 la priora sor Mª de la Cruz de Santa Rita, hace un estudio de los ingresos del convento para el comisionado regio de la diócesis de Plasencia. De esta relación obtenemos el siguiente estadillo de sus posesiones: [32] Una heredad al Malagón de 20 fanegas con 45 olivos y morales, un aprovechamiento en los Melonares de la Vega que produce 1.802 reales, un olivar a los Mártires con 130 olivos y morales, otro al Cristo con 106 olivos, la huerta de la casa con 35 olivos, 11 heredades en distintos pagos, 5 prados y cercas, más 2 olivares y 2 viñas. Todo ello en Belvis y su tierra.

Poseía también 8 suertes de tierra en Campillo de Deleitosa y Fresnedoso, heredades en Millares, 3 castañares en Madrigal de la Vera, un cañal en la ribera del Tajo y un molino de aceite o lagar en Belvis que rinde al año 1060 reales.[33] Ahora bien, toda esta hacienda, señala la priora arriba citada, tiene contra ella 2 censos de 10.000 reales a favor de las agustinas de La Calzada y la Pía Memoria que en Trujillo fundó doña Jerónima de Monroy, que importaban 600 reales de réditos.

Señala también que es preciso deducir los gastos de 1.040 reales que importaban las 230 misas, que tiene de carga este convento, las 115 rezadas, más la limosna de 14 reales que debe abonar por compromiso previo. Todo ello hace que de la renta inicial de ingresos que asciende a 17.701,31 reales le deducimos 1.796,09 reales de gastos contraídos nos dan un líquido para aquel año de 15.905 reales y 26 maravedís. En nota marginal señala la religiosa: “He empleado en este inventario seis días”.

A lo largo de estos años la documentación empleada nos habla de la adecuación del patrimonio original a la nueva situación económica rentista. Por ejemplo el 30 de agosto de 1582 el convento vende una casa en Berzocana, donada por su patrón el abad de Cabañas, pero compra otra casa en 1622 en Belvis. En 1632 compra un olivar en Casatejada y un herrenal en Belvis. Dos olivares en esta población en 1637 y en 1698. Ya en 1786 adquieren un huerto y un herrenal a la Fuente de Zabayo en la misma villa. En 1798 venden parte de un batán en Jarandilla.

Los cambios son continuos; por ejemplo el 20 de abril de 1769 se dio licencia a la priora para vender dos herrenales en Fresnedoso, de una fanega y media de cabida, para comprar otro mayor en Belvis. El 22 de febrero de 1772 se otorgó autorización al convento para que hiciese un trueque con un vecino de Millares, dando la comunidad la hipoteca que tiene en dicho lugar y el sobredicho vecino la que tiene en nuestra villa, junto a la heredad de nuestro convento.[34] Este trasiego de propiedades tiene como meta acercar el patrimonio conventual a Belvis.

Las dotes de ingresos por profesión que llevarían las postulandas también serían objeto de adecuación, bien en forma de rentas dinerarias, las menos, o de tierras, las más. Respecto a los censos la tendencia en el siglo XVIII es asegurarse los más “vivos” o rentables. En una nota marginal la autora de uno de los escritos dejará esta frase: “No puedo escribir de tanto frío como tengo”. Este apunte es de 1698.

En el legajo 1404 hay también una relación de gastos de mantenimiento de comienzos del siglo de la Ilustración. El cual nos dice por ejemplo: por dos religiosas 2.200 reales, “por 21 monjas que hay hoy” 19.162,17 reales, por dos donadas 1.500. Al mayordomo cobrador se le dan 1.460, un ama y su muchacha 1.232,17 reales, un aperador 994,17 reales, un gañan 918, un carretero 670, un pastor 670, un muchacho guarda cerdos 522, un hortelano 912,17, un mozo para la huerta 533 reales y así sucesivamente.

Bien el fundador o posteriores concesiones regias otorgaron privilegios específicos a las religiosas de Santa Ana. Por ejemplo, una provisión real de 15 de noviembre de 1581 establece que en ninguna ciudad, villa o lugar puedan embargar o tomar por el tanto de trigo ni las demás cosas necesarias para el sustento de este convento. Disposición firmada por Pedro Zapata de la Cámara de Su Majestad. Otra disposición de 8 de septiembre de 1615 establecía que nuestro cenobio tiene el privilegio de no pagar la cuarta funeral por el maremagnum, dictaminado en el concilio de Trento, lo cual está rubricado y por escrito en los libros de privilegios.[35] Precisamente el privilegio que tenía el convento de estar exento de pagar las sisas municipales en las cantidades precisas para su manutención, hace que de 1694 a 1699 mantengan un pleito con el Ayuntamiento de Belvis. Este se zanjará por un auto de 1699 que reduce a 70 arrobas de vino y 40 de aceite lo exento por la llamada “moderación del señalamiento de la reflacción” de estos productos.[36]

 

Evolución histórica del convento

 

Como ya hemos señalado Santa Ana permaneció abierto como comunidad de dominicas hasta la exclaustración de 1836. Sin duda sus mejores años fueron los de la primera centuria en que las rentas ofrecidas por el fundador y las vocaciones colmaron las posibilidades del mismo. Los años de crisis de mediados del seiscientos hicieron meya en su vida. Aunque se observa un cierto renacer en la primera mitad del siglo XVIII la decadencia se vuelve a manifestar en los últimos años del siglo de la Ilustración y sobre todo en la centuria del liberalismo.

El censo de Castilla de 1591 nos da una población total para la villa de Belvis y Casas de 262 vecinos, de los cuales 244 eran pecheros, 6 hidalgos y 6 clérigos. El número de religiosas de Santa Ana era de 25.[37] Este era uno de los 116 conventos femeninos existentes en las cuatro provincias dominicanas españolas. La de España a la que pertenecía tenía 45, uno de ellos era el de Belvis.[38]

Las respuestas generales del Catastro de Ensenada de 1752 nos dan para esta villa los siguientes datos: Es una población de señorío perteneciente al condado de Oropesa. Tiene tres conventos, uno de franciscanos, otro de franciscanas y el de dominicas. “Este se llama de Santa Ana y se compone de 13 religiosas de coro, dos novicias, la una lega y dos legas profesas, con dos criadas para su asistencia, dos religiosos sacerdotes, el uno vicario el otro procurador. Cuyo convento no tiene número fijo de religiosas en su fundación.”[39]

En la visita de 1761-62 que hace el padre general Juan Tomás Boxadors se nos dice que en Santa Ana de Belvis viven 19 monjas, y que su renta asciende a 10.164 reales al año.[40] Antonio Pons en su viaje de España también menciona de pasada el convento pero nada nos dice sobre sus habitadoras y rasgos artísticos.[41]

En la distribución que la provincia hace en 1796 para colaborar en la guerra contra Francia, consistente en el reparto de 7 millones de reales entre los conventos de aquella, le correspondían pagar a Santa Ana 258 reales y 32 maravedís, ya que su renta o cantidad subsidiable se estimaba en 13.520 reales anuales. [42]

El Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791 nos indica que el convento tenía 10 religiosas de las 33 de su fundación, correspondiendo su mantenimiento de réditos de censos y fincas raíces de pan llevar, olivos y viñas, y una acción por vida de nuestro monarca el señor don Carlos IV de 7.500 reales anuales, en cuyo convento se paga de dote al recibir las monjas 800 ducados…En ninguno de los tres cenobios de la localidad se enseña pública ni privadamente, si no es en el de franciscanos del Berrocal, pero solo a sus estudiantes del curso de Moral. [43]

Por una nota advertencia firmada en Belvís de Monroy el 9 de septiembre de 1851 por el párroco Antonio Narciso Díaz, obtenemos la siguiente información: “Por disposición del gobierno las religiosas dominicas de Santa Ana se trasladaron al de la Encarnación Plasencia el año 1836. Todos los principales bienes del convento que son de bastante mérito los posee don Felipe Lozano, vecino de Navalmoral, a excepción de dos viñas que posee doña Camila Sánchez Yáñez de Casatejada, y algunas de inferior calidad que no se vendieron las posee la Nación”[44].

Sabemos de la exclaustración de las religiosas en 1836, no en anteriores épocas revolucionarias como el Trienio Liberal. Las leyes de Mendizábal expropiaron sus rentas y derechos, que pasaron a particulares. Sus bienes, en forma de pequeñas propiedades y censos, suponemos que serían compradas por pequeños propietarios locales de los pueblos comarcanos. Los grandes propietarios de la zona, el notario Urbano González Corisco, el XV duque de Frías, el Marqués de la Romana, don Pedro Caro, por poner algunos ejemplos, no creo que se beneficiaran del pequeño patrimonio de Santa Ana. Al menos nada hallamos en los trabajos hoy existentes sobre la desamortización en Cáceres.[45]

A la altura de 1847 quedaban por vender pequeñas propiedes de Santa Ana. Por ejemplo: Tres heredades en distintos pagos, más una casa habitación del vicario y un cañal de pesca sobre el río Tajo. También prados a la Carnicería, los Campillos, los Malagoncillos, las Hoyas, las Mondongalas, Pajonal, Cordova, El Tejar o la Risca entre otros. Al no ser vendidas en el año precitado salen en arriendo en subasta pública, varias de ellas no tuvieron ni siquiera oferta de arriendo.[46]

Pascual Madoz en su célebre Diccionario de 1849, ya tras la desamortización, en la voz Belvis nos dice lo siguiente: Existen dos conventos de monjas, uno de la orden de Santo Domingo, fundado por don Fernando de Monroy, y otro de San Francisco, ambos suprimidos y casi arruinados.[47]

Ya redactado este artículo he tenido conocimiento de la presentación en los XXIII Coloquios Históricos del Campo Arañuelo, en año 2016, de un artículo de Francisco Javier Timón García sobre nuestro tema. Su título es “Aproximación a la historia del convento de Santa Ana de Belvis (1586-1836)”. Desconozco su contenido, pero conste aquí su existencia como propuesta a tener en cuenta.

 

Coda

 

Por todo lo expuesto anteriormente, deducimos que las dominicas de Santa Ana en la villa de Belvis fue uno más entre los muchos conventos femeninos que inundaron la geografía española en el Antiguo Régimen. Su origen estuvo en un beaterio, al que se suma la fundación llevada a cabo por don Fernando de Monroy. La vida conventual se caracterizó por el silencio, la oración y una vida activa, en la que lo material siempre estaba sometido a la regla fundada por Santo Domingo de Guzmán y que se remonta al siglo XIII en Prulla.

Sus bases económicas estaban en una economía censal y algunas propiedades en Belvis y comarcas colindantes. Fueron desamortizadas en el periodo de Mendizábal y Espartero al no contar con 20 religiosas profesas.[48] La exclaustración de la misma época las alejó de su convento y éste, tras ser vendido en subasta pública, inició un lento pero progresivo deterioro. Su actual estado, dada su historia anteriormente expuesta, precisaría de una cierta protección histórico artística, que evite una mayor ruina y con ello la desaparición de la memoria de una institución importante en la historia de Belvis de Monroy.

 

 

 

[1] Alonso Fernández: Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia. Plasencia 2006 pág. 233.

[2] Timón García F. Javier: Belvis de Monroy; señorío y villa. Belvis de Monroy 1992 pág. 57.

[3] Timón García F. Javier: Ob. Cit. pág. 57 y 58.

[4] De los Hoyos Manuel Mª: Registro historial de la provincia de España. Orden de Predicadores. Madrid 1966-68 Vol. II pág. 171-173.

[5] Sobre este convento véase la obra de Martín Martín Teodoro, publicada en Salamanca en 2002 por la editorial San Esteban.

[6] A. H. N. Madrid. Sección clero regular. Legajo 1404 expediente 2. Comienza “Mª de Santa María…”

[7] La Real Abadía de Cabañas la integraban las localidades de Solanas, Roturas, Retamosa y Cabañas, más otros pequeños núcleos. Agrupaba las iglesias de estas localidades. Fue del Patronato Real al que estaba agregada. El rey nombraba abad entre una terna propuesta por el obispo de Plasencia. A este abad correspondían los diezmos mayores y menores de este estado. La real abadía era de tipo religioso, los señores jurisdiccionales de Cabañas lo fueron los Monroy y luego los Oropesa. El censo de los obispos de 1589 daba a este territorio 6 pilas (parroquias) y 339 vecinos. Según Sánchez Loro Domingo, la abadía rentaba cada año 2.000 ducados de oro. Historias inéditas placentinas. Vol. A. Cáceres 1984 pág. 215.

[8] Barrantes Vicente: Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura. Madrid 1873. Vol. I pág. 336.

[9] A. H. N. Madrid. Clero regular. Leg. 1404 exp. 2. Comienza: “Sepan cuantos esta…”.

[10] Duby Georges y Perrot Michelle: Historia de las mujeres. Barcelona 1992. Vol. III pág. 581. Sobre este tema y el de los beguinatos europeos son interesantes los demás volúmenes de esta clásica obra.

[11] Atienza López Ángela: Tiempos de conventos. Marcial Pons. Madrid 2008 pág. 95.

[12] Atienza López Ángela: Ob. Cit. pág. 96.

[13] Duby G. y Perrot M.: Ob. Cit. Vol. III pág. 191.

[14] Esta religiosa, después de muchos años de regular observancia, fue escogida para ser la fundadora del convento de Belvis. Fue tenida siempre como modelo de superioras. Estaba en su punto siempre la observancia y el recogimiento. La pobreza era estrechísima. A ninguna permitía dádivas o distinciones. La jerga de sus hábitos se tejía en el monasterio de lana vasta. Los tocados eran gruesos y toscos. Se molía y amasaba el pan en el convento, trabajando las monjas en común. Así lo expresan Manuel Mª de los Hoyos y José Antonio Casillas García en las obras mencionadas en la bibliografía.

[15] Hoyos Manuel Mª de los: Registro historial de la Provincia de España. Orden de Predicadores. Madrid 1966-68. Vol. II pág. 171-173. La documentación de Santa Ana, sita en el convento de Santa Sabina de Roma, sede del Archivo General de la orden, se remonta a 1512, posible fecha del beaterio integrado en la fundación del posterior convento. Véase la reseña del capítulo de 1581 que hace Ramón Hernández Martín en Archivo Dominicano nº 35. Salamanca 2014 pág. 13.

[16] Barrado Barquilla José: Las dominicas de San Sebastián el Antiguo. Ed. San Esteban. Salamanca 2001.

[17] Adámez Antonio: El convento de San Benito de Orellana la Vieja. Madrid 2008.

[18] Salvador y Conde José: Historia de la provincia dominicana de España. Ed. San Esteban. Salamanca 1994. Vol. III pág. 61 y 62.

[19] Duby G. y Perrot M.: Ob. Cit. Vol. III pág. 575-577.

[20] Hernández Martín: Ramón: Actas capitulares de la provincia de 1581, 1585 y 1587. En Archivo Dominicano nº 35 pág. 13, 29 y 47.

[21] Actas de los capítulos de la provincia de España, Orden de Predicadores, que van de 1591 a 1998. Varios tomos. En Archivo del Convento de San Esteban de Salamanca. Agradezco al padre Lázaro Sastre la ayuda que me proporcionó en el citado centro documental.

[22] Libro Antiguo Registro de la Provincia de España, Orden de Predicadores. Biblioteca Nacional. Madrid mss. 7424.

[23] Timón García F. Javier: Don Manuel Talaván Mateos (1757-1813). El Cronista accidental. XLIV Coloquios históricos de Extremadura. Trujillo 2015. pág. 620 y 635.

[24] Actas del Capítulo de Toro de 1691 pág. 33.

[25] Archivo Diocesano de Plasencia. Pleitos civiles caja 418.

[26] Así se expresa el padre Barrado Barquilla en su obra antes citada, pág.73.

[27] A. H. N. Madrid Sección Clero Regular Leg. 1404 exp. 2.

[28] Martínez Ruíz Enrique: El peso de la Iglesia; 4 siglos de órdenes religiosas en España. Actas Editorial . Madrid 2004. pág. 346 y siguientes.

[29] Rodríguez Grajera Alfonso: La Alta Extremadura en el siglo XVII. Cáceres 1990 pág. 195 y siguientes.

[30] Archivo Parroquial de Aldeanueva de la Vera. Libro de propiedades de religiosos del Catastro de Ensenada pág. 134.

[31] Archivo Diocesano de Plasencia. Sección Pleitos civiles caja 418.

[32] A. H. N. Clero regular leg. 1404 exp. 2.

[33] La respuesta 17 del Catastro de Ensenada efectivamente nos dice que de los 5 molinos de aceite de una viga que existían en Belvis, uno de ellos era de Santa Ana, el cual muele 60 días al año y rentaba 1020 reales.

[34] Libro Antiguo Registro de la Provincia de España. Biblioteca Nacional mss. 7424.

[35] A. H. N. Clero regular leg. 1404 exp. 2.

[36] Archivo Diocesano de Plasencia sección Pleitos civiles caja 418.

[37] Censo de Castilla de 1591. I. N. E. Madrid 1984-86 2º volumen pág. 780.

[38] López Juan: Historia de Santo Domingo y de su orden de predicadores. 4ª parte. Valladolid 1615 pág. 988.

[39] Catastro de Ensenada. Respuestas generales de Belvis de Monroy. Legajo 152 pregunta 39.

[40] Archivo General de la Orden de Predicadores. Roma. Serie IX carpeta 60.

[41] Viajar por Extremadura. Editorial Universitas. Badajoz 1983, Vol. I pág. 86.

[42] Martín Martín Teodoro: El convento de Santa Catalina de la Vera. Ed. San Esteban Salamanca 2002. Apéndices.

[43] Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura. Partido de Plasencia. Ed. Asamblea de Extremadura. Mérida 1994 pág. 126.

[44] Archivo Diocesano de Plasencia. Capellanías caja 833.

[45] García Pérez José: La desamortización eclesiástica y civil en la provincia de Cáceres. El Brocense. Cáceres 1994. Sánchez Marroyo Fernando: Dehesas y terratenientes en Extremadura. Ed. Asamblea de Extremadura. Mérida 1993.

[46] Archivo Diocesano de Plasencia. Conventos exclaustrados. Año 1847.

[47] Madoz Pascual: Diccionario geográfico estadístico e histórico de España. Madrid 1847. Vol. IV pág. 149.

[48] Martín Martín Teodoro: La desamortización textos político jurídicos. Ed. Narcea. Madrid 1973 pág. 99 y siguientes.

May 222016
 

Teodoro Martín Martín.

(Catedrático y A. Correspondiente de la Real Academia de la Historia)

 

Introducción

 

Dentro del proyecto de estudio que llevo a cabo y que pretende catalogar los espacios ajardinados construidos por la nobleza en el oeste de España a lo largo de la Historia se hallan estos dos ejemplos, existentes en esta comarca cacereña. Se trata de los jardines de Pasarón y Jarandilla de la Vera.

En pleno siglo XVI, e imitando a la realeza, en la mayoría de los países europeos el estamento nobiliar decide construir mansiones campestres en las que manifestar su poderío y a la vez concentrarse en épocas de holganza o descanso. Surgen así estos castillos o palacios rurales en los que intentan emular las pautas establecidas por los poderosos y potentes señores italianos de aquel siglo.

Con más o menos éxito tratan de llevar a cabo en sus dominios aquello que estableció Palladio (1508-1580) sobre la arquitectura y su integración en el paisaje. Decía este célebre artista italiano en su libro Architectura: “Aunque es muy conveniente para un caballero tener una casa en la ciudad, donde no podrá dejar de ir alguna vez, ya porque tenga un cargo en el gobierno, o para atender sus asuntos particulares, de todas maneras su mayor rendimiento y placer se lo proporcionará su casa en el campo, donde gozará en ver la tierra aumentando su riqueza o ejercitándose en paseos a pie o a caballo y donde conservará su cuerpo fuerte y sano, y su mente reposará de la fatigas ciudadanas, ya quietamente, aplicándose al estudio, ya contemplando la Naturaleza”.

Con este exordio Andrea di Pietro trataba de justificar la casa de campo ideal que ejemplifica en Villa Rotonda, cerca de Vicenza. Sin pretender tanto la nobleza española, muy sometida a la influencia italiana, tratará de realizar otro tanto en algunas de sus posesiones. Es lo que pretendemos analizar en este trabajo, pero centrándonos sobre todo en los jardines que rodeaban o complementaban estas residencias nobiliares.

 

La Casa de los Manrique de Lara en Pasarón

 

  1. Fuentes consultadas

Lamentablemente no existen documentos manuscritos que nos hablen de la construcción y diseño del jardín que embellecía esta casa. Por ello nos hemos limitado consultar la bibliografía existente sobre la población o sobre la provincia de Cáceres. Merecen destacarse las siguientes obras:

-Sánchez Prieto José Antonio: Estudio de un municipio de la Vera. Pasarón de la Vera 1971.

-Velo y Nieto Gervasio, médico y Correspondiente de la Real Academia de la Historia, escribió para la revista Hidalguía, nº 10, mayo-junio de 1955 un artículo titulado Señores de Pasarón, páginas 361-380. Este complementaba lo que un año antes en 1954 había escrito para el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1-4º Trimestre, con una extensión de 14 páginas. Este último se llamaba El Solar de los Manrique de Lara en la Villa de Pasarón. Una síntesis de ambos la llevó a cabo con la edición en 1956 de su libro “Señores de Pasarón”. Colección Sierra de Gata. Madrid 1956. Consta de 92 páginas. Alguna referencia a nuestro tema plantea este autor en su trabajo “Castillos de Extremadura: Cáceres”, editado en Madrid en 1968.

-Inventario artístico de la Provincia de Cáceres. Ministerio de Cultura. Madrid 1989, tomo I, páginas 370-371.

-El Viaje de España de don Antonio Ponz y el informe que el párroco de Pasarón eleva a don Tomás López para su Interrogatorio no hablan para nada del palacio ni de los jardines que lo contorneaban. Tampoco hallamos datos en las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada de 1751.

-Herrero Leandro: El monje del Monasterio de Yuste. Editado por el Apostolado de la Prensa en Madrid en 1923.

-Ximénez de Sandoval Felipe: Romancillo de Pasarón. Diario ABC de Sevilla de 20 de abril de 1958, página 35.

Estas dos últimas obras hablan de los jardines pero de una forma fantaseada, eso sí dejando constancia desde la literatura de la existencia de jardines como complemento del palacio.

-El Catálogo Monumental de la Provincia de Cáceres de don José Ramón Mélida, publicado en Madrid en 1924, no hace referencia ni siquiera al palacio, mucho menos a los jardines que lo embellecían.

-El sistema SIGPAC, vía Internet, nos ha servido para complementar y perfilar datos de dimensiones y configuraciones topográficas del lugar en el que encuentra la edificación. La visita a pie tanto al palacio como a los jardines y huertas colindantes han sido básicas para hacernos una idea de cómo podría haber sido este espacio verde, construido en el siglo XVI. Este método de observación de campo es el que ha terminado de rematar nuestro trabajo.

 

  1. b) El palacio y sus señores

La villa de Pasarón se halla situada al norte de la provincia de Cáceres, dentro de la comarca natural de la Vera. A una altitud de 596 meros, se encuentra enmarcada por la garganta Redonda y el arroyo Godino, que desembocan en el río Tiétar. Su extensión superficial es de 38,45 kilómetros cuadrados.

Desde los tiempos de la Reconquista fue aldea dependiente de Plasencia, perteneciendo a su Comunidad de Villa y Tierra. Pronto, hacia 1331, se formó un señorío con la aldea de Torremenga, que Alfonso XI cedió a un hijo de los Infantes de la Cerda. Tras una serie de cambios de dominio en 1531 don Garci Fernández Manrique de Lara se convierte en Señor de Pasarón. Era a la vez tercer Conde de Osorno y Señor de Galisteo.

Garci Fernández, casado con María de Luna, estuvo al lado del Emperador en su coronación en Bolonia. “Su viaje a Italia contribuyó a que se aficionase por el Renacimiento italiano, tan en boga en aquel tiempo, y al regresar a la patria decidió dar comienzo a la casa palacio de Pasarón, residencia preferida por los descendientes de su hijo Alonso, progenitor de la segunda rama de los Manrique de Lara, que se perpetuó por varonía hasta mediados del siglo XVIII”[1].

El complejo residencial se empezó a construir en 1531. ”Se levanta en un altozano dominando el municipio. También pertenecen al palacio los bancales de regadío que le rodean por su parte posterior, en otro tiempo jardines”[2]. Estaba terminado hacia 1544.

“Está constituido por tres pisos, aunque por la fachada principal parece que solo tiene dos. Esta tiene tres cuerpos, con portada de cantería adintelada en el central. Dicha portada tiene encima el escudo de los señores de Pasarón y remata en una galería abalaustrada, con columnas de orden jónico, también adintelada… A la derecha de la portada existe una curiosa ventana con un antepecho de balaustres y dos columnas en las jambas.

Por encima del tejado se pueden admirar dos monumentales chimeneas, a las que hay que añadir las otras tres de que dispone el palacio. Todas ellas imitan formas fantásticas de castillos y son de de sabor manierista e italianizante.

En el lado sur, por donde el edificio tiene más altura dado el desnivel del terreno, con tres pisos, nos presenta una gran loggia, dividida en cuatro vanos adintelados con pilares cuadrangulares y cajeados, rematados en capitel con zapatas, que son del más puro estilo renacentista. Encima carga el entablamento decorado con cinco medallones de cabezas humanas de relieve…

En el ángulo noroeste del edificio, en la zona que se abre a los jardines, se superponen dos elegantes balcones de esquina, con parecidos capiteles, pilastras y zapatas a los del lado sur. A ellos se añaden unas interesantes gárgolas. También en la parte central de la fachada que da a los jardines hay una loggia de dos pisos…

En el interior, junto a la puerta principal y hacia la izquierda, se observa una noble escalera renacentista…Tiene el edificio grandes sótanos con bóveda de cañón que se destinan a bodegas y a otros servicios de la casa. Hay que destacar el salón llamado de los azulejos, que tiene un buen artesonado de madera, y la capilla, cubierta con una pequeña bóveda de crucería”[3].

Este palacio fue habitado en los meses veraniegos por los condes de Osorno según nos dice el padre Alonso Fernández en su obra sobre el obispado de Plasencia. El hecho de que siempre tuviera vida quizás influyó en su conservación a lo largo del tiempo. “En 1851, el último descendiente del señorío se lo vendió a Simón Sánchez, vecino de Pasarón y arrendatario del palacio y su huerta. Esta venta se plasmó en escritura pública ante el escribano de Plasencia el día 19 de junio del citado año, por la cantidad de 14.666 reales 22 y 2/3 de maravedises. Después pasaría al farmacéutico Tarsicio Lozano y de este a sus descendientes actuales”[4].

Aunque los autores que hemos citado no aluden a ello, se observa en la construcción dos momentos. Uno más antiguo que correspondería a la parte este del palacio frente a la plaza. Contiene elementos pertenecientes a un posible edificio sede de los regentadores del señorío anterior a 1531. Tiene esta parte un cierto estilo goticista final y es de menores dimensiones y contextura que el segundo, correspondiente al lado sur y oeste, de tres pisos, con una imponente loggia ya descrita.

Sin documentación que lo avale y con toda la provisionalidad que es menester en estos casos hallaríamos pues dos construcciones, la primitiva más sencilla y enriquecida con el balcón a la parte oriental, de claro influjo renacentista. En cambio la mayor parte del bloque que se orienta al sur es plenamente renacentista, correspondería al periodo constructivo de 1531-1544. La decoración interior y las chimeneas son posteriores y con cierto gusto manierista.

De la observación del terreno y la disposición general de la mansión nos parece intuir la existencia de una segunda vía de acceso al palacio. Esta se realizaría desde la actual calle de la Magdalena. En la fachada oeste y separando el edificio de la huerta es visible una gran portada con dos grandes pilastras de granito, hoy cegada. Creemos que este podría ser otro itinerario de entrada por el oeste al palacio pasando por el jardín. Entendemos que por la misma se llegaría a la mansión a caballo o en comitiva. Ello justificaría los dos elegantes balcones de la esquina noroeste, que sin este acceso no tendrían mucho sentido.

Agradezco las facilidades y la información que sobre estos temas me proporcionó la familia Lozano, propietaria de la finca hoy día. Sus atenciones y precisiones artísticas, así como detalles que en un principio no percibíamos, son de agradecer para todo investigador digno de tal nombre.

 

  1. La zona ajardinada

Con más o menos extensión todas las fuentes consultadas nos hablan de la existencia de unos jardines y huertas complementando el conjunto. A este respecto Velo y Nieto señala: “A la dicha casa solar de los Manrique de Lara pertenece la fértil tierra de regadío que la rodea por los lados noroeste; y en ella se trazaron, en otros tiempos, jardines caprichosos y se cultivaron flores y arbustos en profusión. A excepción de una pequeña parcela cubierta de emparrados donde aún sus propietarios cuidan flores y plantas olorosas y fragantes, es hoy extenso olivar, que asciende al altozano, y pródiga huerta poblada de frutales que facilita sabrosas y variadas hortalizas”[5].

También Ximénez de Sandoval nos habla de esta casa palacio de estilo renacimiento “rodeada de jardines, hoy desaparecidos”[6].

La literatura en clave de novela histórica o de romance popular también nos habla de estos jardines. La obra de Leandro Herrero alude a ellos en multitud de ocasiones. “El pequeño jardín encerrado, dentro de los pardos muros de la altiva morada señorial, ostentabase ya radiante de belleza, presentando a sus dueños las primicias del florido mes. Las plantas erguían sus tiernas corolas hasta besar las ramas de los árboles y estos parecían inclinar sus brazos amorosamente hasta las plantas para recibir sus inocentes caricias y confundirse con ellas en ósculos de misteriosa ternura.

Junto al albaricoque, cargado ya con el peso de sus frutos dorados, crecía el gallardo cerezo de racimos de carmín, y cerca de ellos mecían sus verdes coronas en las nubes el naranjo y el limonero, saturando los aires de azahar y de ambrosía.

Brillaba el rojo alelí de hojas de terciopelo cerca de la azucena de albas vestiduras y seno de oro; crecía el clavel de pétalos encendidos cerca de la humilde violeta, que ofrece al hombre su perfume escondiéndose de su vista; inclinaba el lirio su flexible tallo sobre el liquido espejo de las fuentes para verse retratado en sus aguas, y el tierno botón de la rosa salía de sus verdes cárceles para recibir orgulloso los homenajes del pensil, completando la atmósfera balsámica del odorífero panorama”[7].

Y más adelante inserta este diálogo:

“Abuelo querido, respondió Magdalena, ¿no os refrescan estas brisas perfumadas?, ¿no os encantan estas dulces flores?… Vamos a sentarnos en aquel cenador rodeado de mirtos y laureles y entoldado de verdes parrales”[8].

Hay una leyenda en Pasarón que nos habla de los amores de Jeromín en 1557 con una hija de los señores de la villa. Se trataría de Magdalena, descendiente de don Alonso Fernández Manrique de Lara, hijo segundo de don Garci Fernández. Esta leyenda no solo sirvió de base argumental a la novela que Leandro Herrero escribió en 1883, también al Romancillo de Pasarón, que Ximénez de Sandoval editó hace algunos años. El mismo se halla inserto en la obra de Sánchez Prieto. En él hay una estrofa que dice:

Estanques de rica pesca,

jardines con lindas flores,

nadando en el agua fresca

de rientes surtidores[9].

La visita que llevamos a cabo al jardín y huerta nos posibilitó la realización de fotos y mediciones sobre la actual estructura de las zonas verdes. De todo ello dedujimos que lo que es la zona llana, donde se ubica la mansión y sus dependencias tendría unos 4.200 metros cuadrados. De ellos 800 corresponderían al edificio, 600 al jardín y la zona de huerta y huerto unos 2.800 metros cuadrados. Hoy en el jardín se pueden contemplar una fuente en el ángulo noroeste, y un gran seto de boj que le separa por el lado norte. Emparrados, dos grandes palmeras y otros arbustos junto al cuidado césped completan lo que actualmente es este espacio ajardinado.

En un ordenado cuartel de forma rectangular ocupando el norte y oeste de la casa palacio podríamos encontrar en el siglo XVI un ejemplo de pensil italianizante. En él hallaríamos un jardín cerrado, con un cenador y emparrado complementario. A su alrededor flores de alelí, azucenas, claveles, violetas, lirios y rosas, además de laureles y arrayanes. También un huerto en el que se cultivasen el albaricoque, el cerezo, el naranjo y el limonero, junto a otros frutos propios de las condiciones edafológicas y climáticas de la región verata. La huerta surtiría de frescas y suculentas hortalizas a sus propietarios. Estanques con sus fuentes y surtidores ayudarían a completar este espacio que sin ser idílico, si era un remanso de paz, donde el sosiego y la meditación fueran posibles[10].

 

El castillo de los Oropesa en Jarandilla

 

  1. Fuentes consultadas

Carentes de documentación manuscrita a cerca del diseño y construcción de los jardines que rodeaban esta residencia hemos utilizado la observación directa, el trabajo de campo y el método comparativo a la hora de llevar a cabo nuestro cometido.

Las fuentes documentales del siglo XVIII, Respuestas Generales del Catastro de Ensenada y el Interrogatorio de don Tomás López, nada nos dicen sobre este castillo residencial. Por ello la bibliografía que citamos, junto a las visitas al lugar, han sido las fuentes más importantes consultadas. De aquellas citamos las siguientes:

-Salvador Andrés Ordax: Monumentos artísticos de Extremadura. Ed. Regional. Mérida 1988.

-Luís Merchán y Valentín Soria: Jarandilla de la Vera. Ed. La Vera. Jaraíz 1996.

-José Ramón Mélida: Catálogo Monumental de España. Provincia de Cáceres. Volumen II. Madrid 1924.

-Gervasio Velo y Nieto: Castillos de Extremadura: Cáceres. Madrid 1968.

-Fernanda Castelao: Monografía: Historia del castillo de Jarandilla. Revista del Centro de Estudios Extremeños. Badajoz 1936.

-Federico Ruíz: Vista del palacio castillo del Emperador en Jarandilla. Madrid 1862. Estampa en la sala Goya de la Biblioteca Nacional.

-Francisco Quirós Linares: Las ciudades españolas a mediados del siglo XIX. Planos de Francisco Coello. Ed. Ámbito Valladolid 1991.

-Gabriel Azedo de la Berrueza: Amenidades y florestas de la Vera. Madrid 1891.

-Aquilino Camacho Macías: Gabriel Azedo de la Berrueza. “Alminar” nº 46, Badajoz, junio 1983.

-Alfonso Franco Silva: El condado de Oropesa. “Cuadernos Abulenses” nº 35. Ávila 2006.

 

  1. El castillo y sus castellanos

El señorío de Jarandilla hunde sus raíces en los conflictos entre la nobleza y la monarquía en la Baja Edad Media. En 1366 Enrique II comenzaba su reinado otorgando todo tipo de mercedes a los que apoyaron su ascenso al trono[11]. Fue exactamente el 11 de mayo del citado año cuando el precitado monarca castellano concedió un juro de heredad de 50.000 maravedises, más las villas de Oropesa, Jarandilla y Tornavacas, entre otras, a don García Álvarez de Toledo, primer señor de los mencionados lugares. Le sucedió su hijo Fernando, y fue el sucesor de este, otro García Álvarez de Toledo, el que bajo Enrique III y Juan II utilizó por primera vez el título de Señor de Jarandilla. El IV señor de Jarandilla lo fue don Fernando Álvarez de Toledo y Zúñiga que sirvió fielmente a los Reyes Católicos. El nuevo título de conde de Oropesa se lo concedió a este la reina Isabel en 1475.

Ya en el siglo XVI le sucedió en el título su hijo don Francisco Álvarez de Toledo y Pacheco, segundo conde de Oropesa, que sirvió y bien a Carlos V [12]. La línea sucesoria en el condado y señoríos adyacentes continuó en la figura de don Fernando Álvarez de Toledo y Figueroa, III conde de Oropesa y VI señor de Jarandilla y otras villas. Este fue el que acogió a Carlos V en 1556 alojándole en su castillo durante el tiempo en que se daba remate a las obras del palacio de Yuste. Su escudo expresa en dos campos los símbolos de las cinco hojas de higueras y el jaquelado característico de la casa de los Álvarez de Toledo en Oropesa[13].

Juan Álvarez de Toledo y Monroy (Oropesa 1550-Jarandilla 1619) sucedió a su padre Fernando en 1572. Le correspondieron los títulos de IV conde y VII señor de las villas antes citadas. Se había casado en 1570 con Luisa Pimentel y Enríquez, hija de los duques de Benavente. Por orden de Felipe II le correspondió el traslado de los restos del Emperador de Yuste al Monasterio del Escorial. Nos hallamos pues con una saga nobiliar muy vinculada a la Corona desde los tiempos de los Trastamara y que se reafirma con la nueva dinastía Habbsburgo.

“Separado del pueblo por la carretera de Oropesa, descubrimos la Aliseda, como los jarandillanos denominan la finca y castillo, antigua residencia de los condes, debido sin duda a la gran cantidad de alisios que la pueblan”[14].

Según Luís Merchán y Valentín Soria, la fortaleza se comenzó a levantar a mediados del siglo XV, exactamente el 30 de agosto de 1447 por orden de don Fernando Álvarez de Toledo y para convertirla en su residencia de verano. Estos autores se apoyan en un documento publicado por Domingo Sánchez Loro en sus Historias placentinas inéditas. En esa fecha la ciudad de Plasencia protesta ante el conde por haber comenzado la edificación en tierras de la jurisdicción de la ciudad del Jerte[15].

Se trata de una enorme construcción de planta rectangular y torres cilíndricas en los ángulos. Del 12 de noviembre de 1556 al 3 de febrero del siguiente año aquí estuvo alojado el Emperador Carlos V. “Ocupó una confortable habitación, situada en la parte baja y lado izquierdo del palacio, a partir de la puerta principal, que da a un lado del jardín y disponía de útil y bien emplazado mirador que la permitía admirar la bella lejanía del monasterio”[16].

Esta residencia veraniega tenía tres recintos cuadrangulares concéntricos, fabricados en mampostería y sillería, prevaleciendo la regularidad en su trazado.

“Del recinto exterior solo son visibles escasos restos, constituyéndose a modo de muro de contención en los flancos occidental y meridional, con gran altura dado el desnivel existente.

En el segundo recinto pueden destacarse los lienzos del flanco septentrional, jalonados con cubos cilíndricos. Así mismo se aprecian muros de escasa altura en el oriente y mediodía. En la confluencia de estos destaca una interesante estructura constituida por dos cubos o torrecillas cilíndricas, entre las que se abre la puerta de acceso de este recinto. Se conservan también aquí restos del primitivo foso, el cual se superaba originariamente con un puente levadizo.

El recinto interior es de forma rectangular, organizado en torno a un patio central, flanqueados en todos sus lados por edificaciones adosadas a los lienzos, consta de dos plantas, completándose con torres en los ángulos, cilíndricas al mediodía y prismáticas al norte. La puerta de acceso se abre en el lienzo del mediodía. En el ala septentrional se encuentran los pabellones más nobles, abiertos al patio a través de una atractiva galería, con cuatro arcos escarzanos sobre pilares octogonales en la planta baja y otros tantos arcos carpaneles en la superior, protegida esta última por una balaustrada de tracería gótica”[17].

Como ya dijimos la construcción es de mampostería y sillares de granito, y las torres se coronan con doble hilera de canecillos de cantería y lo mismo la muralla del occidente[18]. F. Castelao en su obra incorpora un croquis del castillo en la página 19. Lo mismo hace Velo y Nieto en la página 283 del trabajo que citamos.

Tras la crisis del Antiguo Régimen el castillo sufrió un largo periodo de abandono y desidia que parecía anunciar su inminente ruina. Fueron providenciales las modificaciones que en 1911 llevaron a cabo los arquitectos Lorite y Cuartero que, aunque en parte algo lo deformaron, apuntalaron su conservación. En 1966, siendo aun propiedad de los duques de Frías, fue restaurado como parador nacional, uso que hoy día sigue teniendo.

A lo largo de los siglos XIX y XX esta fortaleza ha sido objeto no de estudio pero sí de contemplación. Conservamos un plano de Jarandilla, obra de F. Coello y su equipo, a escala 1/20.000. Es de 1849. En la zona junto al castillo se observa una parte ajardinada o al menos cercada y cultivada, tanto por el este como por el norte y el oeste. En la parte delantera, la meridional, hallamos una gran alameda y delante de la misma lo que el documento cartográfico denomina paseo de la Corredera[19].

En una estampa a plumilla, realizada en 1862, se observa el castillo desde el oeste, por el lado del mirador del Emperador. Es palpable la situación de abandono en que se halla, dado el estado de los muros y torreones. Al no existir la actual carretera Alcorcón-Plasencia, que hoy le circunda, todo este frente aparecía lleno de vegetación, sobre todo de grandes árboles y arbustos. También el patín o terraza llamado huerto de los naranjos (hoy olivar con piscina)[20].

El trabajo de Fernanda Castelao de 1936 incorpora varias imágenes del fotógrafo Díez, en las que se ve la fuente gótica que se hallaba en el centro de la plaza de armas, debió de ser del tiempo de la construcción de las dos galerías del norte. En otra  vista desde el norte se observan, delante de las dos grandes torres cuadradas y de los tres cubos redondos del segundo recinto, varios árboles, arbustos y un gran muro que está frente al estanque. Este se divisa parcialmente y se percibe un personaje sobre un puente o rampa de acceso al estanque[21].

El autor de este artículo conserva diez fotografías en blanco y negro que gentilmente le donó Valentín Soria y al que desde aquí manifiesto mi agradecimiento más sincero. Son de antes de la construcción del parador y de cuando se estaba comenzando a acondicionar. Todas ellas reflejan esa situación de abandono y la gran profusión de arbolado que por los cuatro puntos cardinales le contorneaban, produciendo una impresión fantasmagórica y de tiempos recios.

En los años cincuenta del siglo pasado Velo y Nieto se expresaba así: “A día de hoy ha desaparecido casi totalmente su cerca exterior, como así mismo sus preciosos jardines, huertas y otros anejos a la finca, que habían convertido a las tierras circundantes en auténtico vergel[22]. Veamos como era este remanso de paz en tiempos históricos.

 

  1. Un jardín de recreo

Para la descripción de las zonas verdes del castillo de los condes de Oropesa en Jarandilla nada mejor que transcribir lo que nos apunta Azedo de la Berrueza, jarandillano de pro y conocedor del sitio, ya que vivió en el siglo XVII y nos legó una obra básica para interpretar la comarca en aquel tiempo. Nos estamos refiriendo a “Amenidades y Florestas de la Vera”, editada en Madrid en 1667. La misma reza así:

“Está sito este famoso castillo en lo más eminente de la villa, algo apartado, aunque poco distante de ella, pues solo le media, aunque con subida levantada, un espacioso llano que tiene con dos ordenadas carreras de frondosos castaños que le hacen calle y hermosean… Así como se entra en la puerta del principal del castillo de quien vamos tratando, se descubre una hermosa y espaciosa plaza, acompañada de altos y famosos cuartos de casa, con buen pozo que tiene y unos hermosos naranjos que le adornan. Tiene mucha vivienda y famosos terrados, desde donde, por la parte septentrional, se descubre un grande y famoso estanque, con mucha pesca que tiene de anguilas y tencas, que hizo el señor don Juan Álvarez de Toledo”[23].

Sobre esta zona Fernanda Castelao nos dice lo siguiente: “Próximo a los muros del castillo hay un hermoso estanque que sirve de espejo a la airosa silueta del edificio, y a los dueños de él de recreo y expansión, distrayendo sus ocios con la pesca, entonces en boga. Es de forma rectangular, y en el centro tiene un cenador, donde, según la tradición, cenaba el Emperador cuando el tiempo lo permitía, siendo también tradicional que en dicho lugar se celebró un consejo de ministros.

Por si los accidentes naturales fueran pocos a defender el castillo, le rodean frondosos jardines poblados de corpulentos arboles, variados arbustos y delicadas flores, que le envuelven como un manto protector y dificultan su vista a gran distancia. El aroma de sus vergeles perfuma el ambiente y los surtidores y fuentes dan frescura en abundancia”[24].

Pero es Azedo el que se muestra más detallista a la hora de describirnos las zonas ajardinadas del castillo. Dice así: “Tiene el Marqués (?) dentro de su castillo y palacio hermosos jardines y grandiosas huertas con mucha diversidad de arboledas, que llevan regalados frutos. Son los jardines muy entretenidos por los muchos y diversos surtidores que tienen de burlescas aguas y diversidad de cuadros enlazados y entretejidos unos con otros de verdes murtas, olorosos arrayanes, y de otras muchas y diversas flores y odoríferas hierbas que la generosidad de la tierra produce, animadas con las dulces y regaladas aguas de las alabastrinas fuentes que las riegan. En medio de estos jardines está el referido estanque, con su cenador en medio de las aguas, a donde los señores muchas tardes se entretienen surcando las aguas de una parte a otra con su barco, y allí pescan y meriendan.

Sus márgenes por de fuera son cuatro calles que le circundan y todas pobladas y adornadas de muchos frondosos árboles. Allí se topa el oloroso limón, la hermosa cidra, el apetitoso ceotí, las dulces limas y hermosas toronjas. Allí los hermosos claveles, las castas azucenas, las minutisas, los tulipanes, la peonía, el alelí, con otras muchas diversidades de plantas, flores y rosas.

Tiene formados en sus calles, de la murta y arrayanes que hay en ellas, muchos monstruos y animales que, a la primera faz, unos meten horror y otros causan mucha alegría. (Hallamos por primera vez en la Vera una referencia al arte topiario, tan abundante hoy día en los pueblos veratos).

Está una sierpe al arrimo de la testera del dicho estanque, como mirando sus aguas, que ella misma si se mirara tuviera miedo de sí misma si se viera; y a no conocer que era aborto de una rama, cualquiera la temiera: tal es su fingimiento y ferocidad. Está puesta en carrera y a los alcances de un oso que, amedrantado, huye al sagrado de su cueva, y a cualquiera engaña”[25].

Castelao apunta que “gustaba mucho el Emperador pasear por los floridos jardines del castillo, y sobre todo en un huerto llamado de los naranjos, que tiene la puerta junto al puente levadizo y al cual dan sus habitaciones”[26].

Si ello fuera así debemos pensar que al menos parte de los jardines de esta casa existirían antes de 1556. Lo cual no es extraño por cuanto ya otros nobles hispanos, sometidos al gusto y estética italiana, habían construido o estaban a punto de iniciar atractivas zonas ajardinadas que embellecerían sus mansiones campestres. El caso de los duques de Frías en Cadalso de los Vidrios, el de Béjar en su Parque, los Manrique de Lara en Pasarón o los Alba en Abadía confirman esta proposición. Era de buen tono para el estamento nobiliar rodearse de residencias para el boato y el esparcimiento, donde manifestar su poder y holgar en tiempos de ocio. Los citados anteriormente son muestras en modo alguno poco comunes.

Hemos llevado a cabo varias visitas de estudio a los contornos de este castillo, tratando de contractar lo que nos dicen los textos con lo que hoy permanece. Todo ello aplicando algún tipo de método arqueológico sobre lo hoy existente. La adaptación del castillo a parador transformó ostensiblemente algunas zonas de arbolado en el segundo recinto, sobre todo en sus lados este y norte. Menos transformación experimentó por el lado meridional la zona de arboleda y en el oeste el llamado jardín de los naranjos, hoy convertido en un olivar con piscina.

Un gran paseo con dos fuentes modernas de piedra berroqueña separa el castillo del estanque por el lado norte. Este sigue teniendo su cenador y dos pasarelas de acceso. Sus calles siguen pobladas de frutales, olivos preferentemente, también eucaliptos y otros árboles. Como podemos comprobar bastantes transformaciones respecto a lo que sería en el siglo XVI este vergel y bosquejo encantador. El agua provenía de un depósito existente donde hoy se halla la sede de la Universidad de Verano por el lado norte, y muy cerca del llamado camino ganadero o La Manga. El patio de armas también ha sufrido cambios, hay un pequeño estanque de factura moderna y cuatro palmeras, más una arizónica en lugar de los tradicionales naranjos de la Vera.

Hemos calculado por Internet, a través del SIGPAC cuál sería la extensión de toda la zona residencial alrededor del actual parador, incluyendo el estanque y el parque municipal de la Aliseda. Nos da una posible extensión de 3,668 hectáreas, lo que equivaldría a 36.680 metros cuadrados. Si la zona del castillo ocupaba unos 2.224 metros cuadrados, el resto sería espacio ajardinado o bosque, con una extensión de 34.456 m2.Por supuesto estos datos están sometidos a revisión si hallamos documentación más precisa sobre el espacio que tratamos.

A modo de coda

 

Estos dos espacios ajardinados, situados en la comarca de la Vera, nos recuerdan que “primero fue el jardín y el hombre su habitante. Un paraíso donde el ser humano se enfrenta por primera vez con su propio destino”[27]. En la tradición judeocristiana el jardín precisa la imagen del paraíso perdido sin entrar en descripciones, añadidas después por la imaginación poética o la nostalgia.

Hay dos aspectos básicos que normalmente caracterizan a los jardines históricos, y estos de la Vera sin duda lo son: Primero el estar compuestos por elementos naturales, en segundo lugar que estos elementos estén ordenados por el hombre[28].

Otra singularidad hallamos en estas dos casas y es la práctica inexistencia de frontera entre el huerto y el jardín, entre lo útil y lo bello. El establecimiento de espacios productivos es compatible con el disfrute de los sentidos. El jardín es lugar de mucho embeleso, en el que el alma se solaza y se pone a buscar armonías esenciales. Floral ornamento que es lenguaje esencial para el amor y las artes. El huerto es el espacio en el que la naturaleza condescendiente con el ser humano, se hace alimento en frutos de exquisito sabor, botica vegetal para milagrosas medicinas, productoras de pócimas que calman o avivan la pasión.

Posiblemente nuestros dos jardines puedan catalogarse como manieristas. “La primera característica de este tipo de jardines es que son obras de arquitectura. Es como una gran proyección en el suelo de una de las fachadas de la casa. El jardín va a anexionarse a la casa… Un simple aficionado podría trazar un jardín del Renacimiento. Pero para el jardín manierista se necesita un arquitecto, que debe ser también especialista en hidráulica… Lo mismo que la arquitectura el agua es también una característica fundamental de este tipo de jardines”[29].

 

 

 

 

 

 

[1]Velo y Nieto Gervasio: Castillos de Extremadura: Cáceres. Madrid 1968 páginas 252-254. También del mismo autor Señores de Pasarón. Madrid 1956 página 23.

 

[2]Sánchez Prieto José Antonio: Estudio de un municipio de la Vera. Pasarón de la Vera 1971 página 64.

 

[3]Inventario artístico de la provincia de Cáceres. Ministerio de Cultura Madrid 1989, tomo I páginas 370-371. Gervasio Velo y Nieto describe el palacio en su obra Señores de Pasarón, páginas 33 a 37 y 72 a 83.

 

[4]Sánchez Prieto J A.: Ob. cit. página 27. También G. Velo y Nieto: Señores de Pasarón, Madrid 1956.

 

[5]Velo y Nieto G.: Señores de Pasarón, página 34.

 

[6]Ximénez de Sandoval Felipe: Romancillo de Pasarón. ABC de Sevilla, 20 abril 1958, página 35.

 

[7]Herrero Leandro: El monje del Monasterio de Yuste. Apostolado de la Prensa. Madrid 1923, páginas 120 y 121.

 

[8]Herrero Leandro: Ob. Cit. página 128. También hay citas del jardín en las páginas 90 y 127 de esta novela.

 

[9]Sánchez Prieto J. A.: Ob. Cit. El apéndice ocupa las páginas 123 a 126. Esta estrofa se halla en la página 123.

 

[10]Sobre las posibilidades reflexivas de los jardines puede verse mi estudio: “La idea de jardín en la Constancia de Justo Lipsio”. Revista La ciudad de Dios. Volumen CCXXVII número 1. San Lorenzo de El Escorial, enero-abril 2014, páginas 161-178.

 

[11]Rivero Isabel: Compendio de Historia Medieval Española. Istmo, Madrid 1982, página 240.

 

[12]Merchán, Luís y Soria, Valentín: Jarandilla de la Vera. Jaraíz 1996, página 18.

 

[13]Velo y Nieto G.: Castillos de Extremadura: Cáceres. Página 284 y siguientes. También J. Ramón Mélida: Catálogo Monumental de España. Provincia de Cáceres. Página 241 y Alfonso Franco Silva: “El condado de Oropesa”. Cuadernos Abulenses, número 35, Ávila 2006, páginas 85-224.

 

[14]Castelao Fernanda: Historia del Castillo de Jarandilla. Revista de Estudios Extremeños Badajoz 1936, páginas 8 y 9.

 

[15]Merchán, Luís y Soria, Valentín: Ob. Cit. Páginas 29 y 30.

 

[16]Velo y Nieto G.: Castillos de Extremadura: Cáceres. Página 294.

 

[17]Andrés Ordax Salvador: Monumentos artísticos de Extremadura. Editora Regional. Mérida 1988, páginas 342 y 343.

 

[18]Mélida J. R.: Ob. Cit. Página 241.

 

[19]Quirós Linares F.: Las ciudades españolas a mediados del siglo XIX. Planos de F. Coello. Ed. Ámbito Valladolid 1991. Página 203.

 

[20]Ruíz Federico: Vista del castillo del Emperador Carlos V en Jarandilla. Madrid 1862. Estampa en la sala Goya de la Biblioteca Nacional de Madrid.

 

[21]Castelao F.: Ob. Cit. Varias páginas.

 

[22]Velo y Nieto G.: Castillos de Extremadura: Cáceres. Página 292.

 

[23]Azedo de la Berrueza Gabriel: Amenidades y florestas de la Vera. Madrid 1891. Páginas 91 y 92. Es posible que el estanque se hiciera imitando el que frente a su palacio tenía Carlos V e Yuste. Véase mi obra: Fray Marcos de Cardona jardinero de Carlos V y Felipe II en Yuste y el Escorial. Cocheras del Rey San Lorenzo del Escorial 2009.

 

[24]Castelao F.: Ob. Cit. Página 10.

 

[25]Azedo de la Berrueza G.: Ob. Cit. Páginas 93 y 94.

 

[26]Castelao F.: Ob. Cit. Página 13.

 

[27]López Barxas Francisco: “Lisboa, ciudad de jardines escondidos”. Revista Album, número 40. Madrid 1994, página 52.

 

[28]Fundación Casas Singulares: Jardines históricos privados. Actas de las jornadas celebradas en Madrid en el año 2000. Madrid 2002, página 15.

 

[29]Tablate Miquis Jesús: “El jardín manierista”. Revista Album, número 34. Madrid 1993, página 56.

 

Mar 312015
 

 

Teodoro Martin Martín.

UNED

1. Introducción

Aprovechando la celebración del IV Centenario de la muerte de Luisa de Carvajal y Mendoza, ocurrida en Londres en 1614, hemos tratado de acercarnos a una faceta nueva de su vida. Esta, junto a su obra, ya ha sido estudiada por diferentes especialistas. Nuestro propósito aquí es abordar un aspecto poco conocido, cual es su vinculación a la ciudad y la universidad de Lovaina.

En nuestro reciente trabajo sobre esta ciudad belga[1], no hallamos rastro alguno sobre la citada conexión y por ello en el estudio aquella no aparecía. De hecho doña Luisa nunca visitó Lovaina. No obstante, sí merece relacionar este espacio geográfico con nuestro personaje, por cuanto fue ella la que patrocinó la fundación en aquella urbe de un centro de formación para sacerdotes jesuitas ingleses.

Este pues va a ser el objetivo que nos trazamos en esta comunicación, el por qué, cómo y qué evolución tuvo la fundación, con el dinero de su herencia, de un Noviciado de jesuitas en aquella ciudad. Para ello nos hemos propuesto consultar todos aquellos libros, documentos y manuscritos sobre nuestra autora, existentes en los distintos archivos y bibliotecas españolas.

Seguidamente estableceremos unos criterios de valoración de aquellas fuentes documentales, para poder calibrar con precisión y acertamiento cuáles fueron las motivaciones que la llevaron a patrocinar aquella institución. ¿Por qué los jesuitas? ¿No existían entonces otras órdenes reformadas? ¿Qué destino y desarrollo tuvo la creación del Noviciado? También veremos la evolución posterior del mismo hasta su localización en Saint Omer.

Entiendo que aunque este es un tema muy puntual, nos sirve para adentrarnos en la rica personalidad de Luisa de Carvajal. Una mujer extraordinaria, excepcionalmente “rara” para aquellos tiempos, pero con unas convicciones tan lúcidas y determinantes que hacen de ella un personaje singular. Contradictorio y complejo sí, pero a la vez eminente. Todo ello sin entrar a valorar su obra literaria en forma de cartas y poesías. Sin duda alguna estas están entre lo más granado de la creación ascética y espiritual de aquel tiempo.

Luisa de Carvajal y Mendoza renunció a toda una serie de comodidades que le proporcionaba su origen y posición social, entregándose a las profundidades de un mundo oscuro y peligroso. Ello fue posible por sus firmes convicciones religiosas, muy arraigadas ya desde su primera juventud. A ellas va a dedicar la mayor parte de su existencia, aunque ello le suponga sinsabores y conflictos mil. A todos ellos se enfrentó y venció porque como ha dicho algún tratadista de su vida y obra NO PODÍAN CON ELLA.

2.Fuentes y Bibliografía

2.1. Documentos

Hemos consultado las siguientes fuentes archivísticas:

a)  En el Archivo General de Palacio, en Madrid, se conservan, procedentes del Monasterio de la Encarnación, 178 cartas; así como otros manuscritos de nuestro personaje. Así mismo el testamento de Luisa de Carvajal. También el Proceso de beatificación, en forma de 38 respuestas a un interrogatorio predeterminado de 47 preguntas.

b) En la Real Biblioteca de Palacio se halla la Librería particular del Conde de Gondomar. De esta procedencia existen también una colección de 18.000 cartas privadas. Relacionadas con doña Luisa hay catalogadas 33, que van de 1611 a 1615.

c) En la Biblioteca Nacional hemos consultado la mayor parte de los libros que mencionamos en el apartado de bibliografía. Además en aquella hallamos la estampa retrato de doña Luisa, obra de Jean de Courbes y publicada en Madrid en 1632.

Figura 1b

d) En la Biblioteca de la Real Academia de la Historia es posible acceder al interrogatorio de preguntas para la información sobre la vida, virtudes y santidad de la sierva de Dios y Venerable Luisa de Carvajal y Mendoza, elaborado por el doctor Juan Doyega de Mendieta, Madrid 1626; consta de 11 hojas. Existen así mismo, diversas cartas de doña Luisa, de don Rodrigo Calderón, del padre Miguel Valpolo y de don Diego Sarmiento. Todas ellas en la colección Salazar y Castro, signatura N-28.

e) En el Monasterio de la Encarnación es posible contemplar el cofre con los restos de doña Luisa, sitos en el relicario del citado convento. También una pintura anónima que representa en actitud orante a nuestra biografiada, se halla en una saleta que precede al coro de las monjas agustinas recoletas.

Figura 2b

f) En la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial no hallamos manuscritos, pero sí diferentes libros sobre las poesías y el epistolario de doña Luisa de diferentes años y ediciones.

g) En el Archivo del Colegio de San Albano de Valladolid (vulgo Los Ingleses) existe, en la serie II, el libro 8, en el que es posible consultar diferentes documentos referidos a nuestro tema. Agradezco la información que sobre este centro me proporcionó el profesor Javier Burrieza de la Universidad vallisoletana.

h) La iglesia de Saint James (Santiago), en Londres, recuerda el paso por aquella ciudad de doña Luisa mediante una inscripción epigráfica sobre una gran lápida y en la parte superior un escudo con las armas de Carvajal y Mendoza.

 

2.2.Bibliografía

Para obtener información sobre Luisa de Carvajal, además, hemos recurrido a los siguientes trabajos sobre la misma, que ordenaremos siguiendo un criterio de edición cronológica:

-Licenciado Luís Muñoz: Vida y virtudes de la Venerable Virgen doña Luisa de Carvajal y Mendoza. Su jornada de Inglaterra y sucesos en aquel reino. Incorpora una estampa de doña Luisa obra de Jean de Courbes (1592-1641). Imprenta Real. Madrid 1633.

-Georgina Fullerton: The Life of Luisa de Carvajal. Burns and Oates, Londres 1873.

-Poesías espirituales de la Venerable doña Luisa de Carvajal y Mendoza. Muestra de su ingenio y de su espíritu. Texto impreso por Antonio Izquierdo en Sevilla en 1885. Se trata de una edición de 48 poesías espirituales a cargo de don Manuel Pérez de Guzmán, marqués de Jerez de los Caballeros, sin presentación ni introducción.

-Antonio Rodríguez Moñino y María Brey Aparicio: Luisa de Carvajal (poetisa y mártir). Apuntes bibliográficos. Artes Gráficas Municipales, Madrid 1933.

-Jesús González Marañón y Camilo María Abad: Luisa de Carvajal y Mendoza. Epistolario y poesías. Volumen 179 de la Biblioteca de Autores Españoles. Atlas, Madrid 1965.

-Camilo María Abad: Una misionera española en Inglaterra: Doña Luisa de Carvajal y Mendoza. Universidad Pontificia de Comillas, Santander 1966.

-Escritos autobiográficos (Texto Impreso) de Luisa de Carvajal y Mendoza. Introducción y notas de Camilo María Abad. Colección Espirituales Españoles. Editor Juan Flors, Barcelona 1966.

-Teodoro Fernández Serrano: IV Centenario de doña Luisa de Carvajal y Mendoza. Revista “Alcántara” nº 147, Cáceres, julio-diciembre 1966.

-Teodoro Fernández Serrano: Una extremeña hacia los altares. Diario “Hoy” de Badajoz, domingo 9 de abril de 1967.

-Valeriano Gutiérrez Macías: Doña Luisa de Carvajal y Mendoza, una mártir de la fe de Cristo y poetisa del amor divino. En el volumen II de su obra Mujeres Extremeñas. Cáceres 1977. Incluye una selección de versos.

-Aquilino Camacho Macías: Doña Luisa de Carvajal y Mendoza (1566-1614). Revista “Alminar” nº 8, Badajoz, octubre de 1979.

-Poesías Completas de Luisa de Carvajal y Mendoza. Texto Impreso. Edición a cargo de Mª Luisa García Nieto Onrrubia. Colección Clásicos Extremeños nº 1.  Diputación de Badajoz, 1990.

-Anne J. Cruz: Luisa de Carvajal y Mendoza y su conexión jesuita. “Asociación Internacional de Hispanistas”. Volumen II. Universidad de California, Irvine 1994. Tengo noticias, gracias a Leticia Sánchez Hernández, de que Anne J. Cruz acaba de editar este mismo año un libro titulado The Life and Writings of Luisa de Carvajal y Mendoza. Publicado por el Centro de Estudios para la Reforma y el Renacimiento. Victoria University, Toronto 2014.

-This Tight Embrace. Luisa de Carvajal. Edición de Elisabeth Rhodes. Marquette University Press, Milwaukee 2000.

-María de las Nieves Pinillos Iglesias: Hilando Oro. Vida de Luisa de Carvajal y Mendoza. Ediciones del Laberinto, Madrid 2000.

-M. García Verdugo: Luisa de Carvajal en sus contextos: aventurera y escritora. En “Espéculo” nº 26, Revista de Estudios Literarios. Universidad Complutense, Madrid 2004.

-Adelaida Cortijo y Antonio Cortijo Ocaña: Correspondencia entre Luisa de Carvajal y el Conde de Gondomar (1612-1614). Universidad de California, Santa Barbara 2005.

-Luisa de Carvajal y Mendoza. Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia. Por Manuel Mañas Núñez. Volumen XII. Madrid 2010.

-The letters of Luisa de Carvajal y Mendoza. Edición de Glyn Redworth. Pickering and Chatto. Londres  2010, 2 volúmenes.

Christopher J. Henstock: Luisa de Carvajal: Text, context and selfidentity. University of Manchestyer. Tesis doctoral 2012.

Otros trabajos consultados:

  1. Padre Bartolomé del Alcázar: Chrono-historia de la Compañía de Jesús en la provincia de Toledo y elogio de sus varones ilustres, fundadores y bienhechores. Madrid 1710, 2 volúmenes.
  2. Carmen Manso Porto: Don Diego Sarmiento de Acuña, Conde de Gondomar (1567-1626). Xunta de Galicia. Santiago de Compostela 1996.
  3. José Antonio Maravall: Poder, honor y élites en el siglo XVII. Ediciones Siglo XXI, Madrid 1984.
  4. Teodoro Martín Martín: El concepto de jardín en la Constancia de Justo Lipsio. En “La Ciudad de Dios”, San Lorenzo de El Escorial, volumen CCXXVII, nº 1, enero-abril de 2014.
  5. Teodoro Martín Martín y Alejandro Martín Romo: Visiones Hispánicas de Lovaina. “Cuadernos de Investigación Histórica” nº 29. F.U.E. Madrid 2012.
  6. Geoffrey Parker: Felipe II. La biografía definitiva. Planeta, Barcelona 2010.
  7. Ciriaco Pérez Bustamante: La España de Felipe III. Volumen XXIV de la Historia de España de don Ramón Menéndez Pidal. Espasa Calpe, Madrid 1983.
  8. Wenceslao Ramírez de Villaurrutia. La embajada del conde de Gondomar en Inglaterra en 1613. Madrid 1913.
  9. Oscar Ruíz Fernández: Las relaciones hispano-inglesas entre 1603 y 1625. Diplomacia, comercio y guerra naval. Tesis leída en la Universidad de Valladolid el año 2012.
  10. Reinhold Schneider : Philipp der Zweite oder Religion und Macht. Frankfurt a M. und Hamburg. 1966.
  11. Eduard Van Even: Louvain dans le passé et dans la prèsent. Edición de Auguste Fonteyn. Lovaina 1895.

3. Breve apunte biográfico

Luisa de Carvajal y Mendoza nació en Jaraicejo (antigua provincia de Extremadura) el 2 de enero de 1566. Era hija de Francisco de Carvajal y Vargas, caballero nobilísimo y de María de Mendoza y Chacón, primogénita de los condes de Monteagudo. Por su origen era doblemente aristócrata. Quedó huérfana a los seis años pasando a vivir con su tía María de Chacón en las Descalzas Reales de Madrid. A los diez muere su tutora y parte para Almazán con su tío materno, Francisco Hurtado de Mendoza, al cual seguirá a Pamplona cuando este sea nombrado virrey de Navarra.

En aquel siglo de espiritualidad tremendista, “los métodos educativos que su tío le impuso pecaron de rigurosos con una niña de trece años”[2]. Seguramente de él heredó también el gusto por la poesía. Esta y su dedicación a Dios y su religión fueron el norte que guió su vida desde los diecisiete años. Después de una breve estancia conviviendo con su tío en Madrid, a la muerte de este en 1592, decide rodearse de unas amigas y establecer en su propia casa una auténtica comunidad monástica, que perduró doce años. Funda así un pequeño beaterio en compañía de aquellas tres o cuatro criadas de la mansión de su tío que la habían seguido.

Se ubicaron en una casa de la calle de Toledo, no muy lejos del colegio de la Compañía, que había patrocinado la Emperatriz María de Austria, hermana de Felipe II, a su vuelta a Madrid. Allí Luisa hizo una serie de votos: De perpetua pobreza en 1593, de obediencia y mayor perfección ambos en 1595 y el de martirio en 1598.

Figura 3b

 Esta fase de su existencia en el beaterio de Madrid fue crucial en su vida. Así nos lo relata su más que amiga, hermana y fiel compañera, Inés de la Asunción. Esta fue una de las cuatro criadas que la siguieron en la desafiante aventura de entregarse a Dios de un modo por lo demás insólito. Ella, como dice Nieves Pinillos, allí “ya no era sino una compañera más y juntas habían de vivir como pobres y del trabajo de sus manos…Al decidir Luisa vivir del trabajo de sus manos escogió la muerte social, ser el oprobio del mundo, pero también conseguiría, aunque a alto precio, ser bastante más libre”[3].

Esta forma de vida habría tenido bastante parecido con la de un beaterio si no fuese por la introducción revolucionaria y rebelde del trabajo para sustentarse y de la frecuentación de lo más despreciado de la sociedad…Recogían prostitutas enfermas y las traían a casa para atenderlas[4].

“Sintió simpatía y cariño por los católicos ingleses. Supo por una carta del embajador de España, Juan de Mendoza, que había sufrido martirio el padre Eduardo Campiano, valeroso soldado de la Compañía de Jesús. Creció mucho este pensamiento con una relación que le llegó de la vida y martirio del padre Enrique Valpolo, de la misma orden religiosa, el cual fue ejecutado en el año 1595 en Londres”[5].

Entre 1603 y 1605 permanece en Valladolid para seguir de cerca el complicado proceso de recuperar su hacienda. En la citada ciudad se había instalado la Corte y con ella los consejos que la asesoraban. Ella tenía problemas para heredar, dado que según el testamento paterno ello solo era posible si contraía matrimonio o ingresaba en un convento. Ninguna de las dos situaciones reflejaba su modus vivendi. Conseguido su propósito de obtener sus derechos hereditarios en 1605 decidió lo siguiente: “Ya sabe vuestra merced que la hacienda ha de ser de la Compañía, como lo es su dueño, y lo será mientras viviere, que a esto se les ofrece tan pobre en la ofrenda y posibilidad, cuanto rica de voluntad y afición verdadera”[6]. La hacienda por voluntad expresa de Luisa se destinaba a la fundación de un Noviciado para la misión de los padres jesuitas en Inglaterra.

A finales de enero de 1605 parte para Londres a cuya capital llega, poco antes de que en noviembre del mismo año se produjera la Conspiración de la pólvora, intento por parte de algunos radicales católicos de hacer volar por los aires el parlamento inglés con su rey Jacobo I dentro. En la mencionada ciudad inglesa sostiene públicas controversias con gentes del común y teólogos protestantes, creando a su alrededor una pequeña comunidad femenina católica. Su labor de apostolado, en un ambiente hostil, la hace objeto de persecución, sufriendo dos veces prisión, una en 1608 y otra en 1613.

Sus nueve años de estancia en Londres supusieron un esfuerzo extraordinario para una mujer con delicada salud, bajo un clima con un sempiterno mal tiempo; “todos estos meses no hace otra cosa el cielo sino llover”, decía en una de sus cartas. El idioma también fue una barrera al principio ya que lo desconocía, pero poco a poco, según señalaba, “ya voy suelta en hablar inglés”. Es cierto que siempre contó con el apoyo de los tres embajadores españoles que conoció en Inglaterra, pero el ambiente adverso siempre la acompañó en su periplo británico. “La Iglesia y la Monarquía Española eran las únicas lealtades terrenales ante las que se inclinaba Luisa”[7].

El 2 de agosto de 1613 llegó a Portsmouth el nuevo embajador de España, don Diego Sarmiento de Acuña. Coincidió con la publicación ese mismo año, por el padre Francisco de Suarez de la Compañía de Jesús, de la obra “Defensa de la fe católica contra los errores del anglicanismo”. Esta fue muy mal recibida por el monarca inglés y en general por la iglesia anglicana, dado que defendía la teoría del tiranicidio en el caso de situaciones como la existente en Inglaterra. En ese ambiente tiene lugar la detención, en octubre, de Luisa y sus compañeras de beaterio, las cuales fueron llevadas a la cárcel pública. La habilidad y las gestiones del nuevo representante diplomático español debieron ponerse a prueba. Logró al fin la liberación de las encausadas con la condición de que salieran del país[8].

Sin embargo tal premisa no se va a cumplir por cuanto Luisa, nada más salir de la cárcel, se sintió enferma y falleció de neumonía el mismo día que cumplía 48 años, es decir, el 2 de enero de 1614. El 4 de agosto de 1615 salieron por fin de Inglaterra sus restos los cuales, tras hacer puerto en San Sebastián, se depositaron en el relicario de las madres agustinas recoletas del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid. Fue una disposición adoptada por el propio rey Felipe III para con esta institución, fundada por el mismo monarca y su esposa Margarita de Austria unos año antes. En este convento reposan hoy día con la dignidad y el aprecio que le dedican sus religiosas.

De Luisa de Carvajal nos ha quedado “su ejemplo de hija de la Iglesia, de católica militante sin complejos ni miedos, su limpia prosa, sus bellos versos místicos y su forma de ser mujer en un mundo en que serlo no era ni ventajoso ni fácil, y mucho menos si se desafiaba lo establecido y se ejercía el derecho impensable a la libertad de elección”[9].

 

3.1. Su decisión testamentaria

 

El fallecimiento de su tío y tutor espiritual en 1592 coincide con la decisión de Luisa de Carvajal de independizarse y poner en ejecución sus convicciones religiosas. Su instalación en la calle Toledo de Madrid supone una actitud clara y diáfana acerca de cuál va ser su estilo de vida.

En este modo de vida auto elegido la pobreza y el trabajo eran sus parámetros básicos; en consecuencia, una de las preocupaciones que la embargó en estos años fue la obtención de la herencia que le correspondía de sus padres y su aplicación a los fines benéficos que ella consideraba más apropiados.

El ambiente existente en España después del desastre de la Armada Invencible en 1588 y las lecturas que nuestra autora llevó a cabo a cerca de la persecución y martirio de católicos ingleses, hizo que Luisa no abandonara nunca las esperanzas de que Inglaterra volviera a ser de nuevo un país católico. Por ello, a lo largo del pleito que sostuvo con su hermano por conseguir la herencia paterna, la “misión de Inglaterra” estaría siempre presente. Esta se llevaría a cabo de dos formas: una mediante su compromiso personal de marchar a aquel país, la otra aplicando sus bienes a una fundación con igual propósito de combatir la herejía anglicana.

Así pues, “rebelándose contra la tradicional pasividad femenina, y a pesar de sus votos de pobreza y obediencia, Carvajal inicia un pleito por derechos de herencia primero contra los ejecutores y después contra su hermano. Para ello se ve obligada a trasladarse con la Corte a Valladolid en 1603, donde vivirá al lado del colegio jesuita de San Albano y conoce a los jesuitas Richard Walpole (Walpolo) y Joseph Creswell, vicerrector de la misión inglesa”[10].

La autora del anterior texto sostiene el gran influjo que los discípulos de San Ignacio tuvieron en su toma de posición. Siendo cierta esta influencia, hablar de una conjura jesuítica es menospreciar la capacidad de decisión de Luisa. Contra viento y marea nuestra protagonista tiene la clara convicción de cuál es su misión  y a ella encamina sus recursos económicos y sus energías personales. Las conveniencias políticas del momento, paz con Inglaterra de 1604 o los consejos de reflexión y prudencia por parte de los propios superiores jesuitas antes de partir para Inglaterra, nos hablan de una voluntad decidida de evangelización. Que esto fuera un despropósito histórico es otra cuestión, pero lo que si se desprende de toda su actuación es la firme determinación que tiene y a ella enfoca todas sus energías.

En carta al Duque de Lerma, firmada en Londres el 20 de noviembre de 1613 le dice: “Puedo asegurar a vuestra excelencia de que la vocación de venir a Inglaterra que desde que era muchacha tuve, conforme a la doctrina de la Santa Iglesia, ha sido muy probable y clarísima vocación de Dios y con los sucesos (dos prisiones) se ha confirmado de día en día. Y sin muy especial ayuda suya, no fuera posible haberme conservado tanto tiempo entre aquesta gente en la manera en que ello ha sido”[11].

Resuelta a su favor la petición hecha al consejo de recibir la parte de la herencia que le pertenecía, decide firmar testamento en Valladolid el 7 de enero de 1605, con un añadido del 26 de mismo mes, con su letra esmerada y renglones rectos, en el que dispone:[12]   1º que se cobren los 19.000 y pico ducados con los réditos que hubieren corrido a la mayor brevedad (ella ya no puede dilatar más su viaje). 2º Que a continuación se le den a su hermano don Alonso los 5.000 ducados estipulados en la sentencia real. 3º Que con el resto se paguen todas sus deudas de las que deja una memoria. 4º Que si es posible se vaya buscando en qué emplear el dinero que sobre para cuando esté disponible. 5º Que el dinero que se cobre se deposite en el Colegio inglés, para que el padre Ricardo Walpolo y el vice prefecto de la misión, bajo conciencia, lo empleen en lo dicho anteriormente… 7º Que el dinero que sobre después de pagado todo, se emplee sobre alcabalas poco cargadas o juro de segura cobranza libre de pleitos y marañas…” Además del dinero quedante de su herencia para la fundación de un Noviciado inglés, establece que el ajuar de su casa y los libros sean para el mismo destino, igual que el crucifijo que era de su tío, con el lignum crucis que tiene, que ha de ponerse en un relicario pequeño de oro. (Véase el Archivo del Colegio de Ingleses de Valladolid;  Serie II, libro 8, documento 104).

Figura 4b

 Aspiraba ella que bien colocada su hacienda pudiera rentar al año 1.500 o 2.000 ducados, con los cuales podría sustentarse un número conveniente de novicios. En 1550 el beato Juan de Ávila calculaba que con 2.000 ducados se podían mantener 48 seminaristas. Hay que subrayar que el padre general de los jesuitas, Claudio Aquaviva, aceptó la fundación de un seminario para sacerdotes ingleses el 25 de junio de 1605 y otorgó a la fundadora carta de hermandad con la Compañía[13].

Por todo lo anterior “hizo donación de todo el derecho que por ella le tocaba a favor de la misión de Inglaterra, para que se fundase un Noviciado en Flandes, donde se criasen naturales de aquel Reino, que sacerdotes doctos y virtuosos volvieran a su patria a conservar en muchos la Religión Católica… Ha sido la fundación de estos seminarios calificada por obra de las más gloriosas que ha habido desde los Apóstoles acá, y uno de los mayores blasones en materia de fe y religión que tiene España”[14].

 

3.2. ¿Por qué en Lovaina?

Luisa de Carvajal partió de Valladolid, donde seguía la Corte, el 27 de enero de 1605, camino de Inglaterra. En Vizcaya visitó la casa de San Ignacio prosiguiendo después su viaje hacia Paris. Desde aquí salió hacia Ruan, dejando el camino derecho de Bruselas, llegando a Saint Omer, donde se detuvo un mes en casa de la cuñada del padre jesuita Personio. A principios de mayo del precitado año desembarcaría en Dover, iniciándose con su marcha a Londres el último periplo de su vida.

Aunque se trasladase a las Islas, Luisa no se desentendió de su fundación, pero sí dejó que la misma la llevase a cabo la orden jesuita y alcanzase sus cometidos fundacionales. Estableció también que la decisión de donde ubicar el Noviciado correspondiera a los hombres de la Compañía. Esta por esas fechas se hallaba en un proceso de constitución y desarrollo de colegios y seminarios por todos los países católicos. Se iniciaron con los de Douai en 1568 y Roma en 1576, ambos por el padre William Allen. El padre Robert Parsons fundaría el de Valladolid en 1589, el de Sevilla en 1592 y en 1593 el de Saint Omer. El colegio de Madrid fue obra del padre Joseph Creswell y ya en 1622 el de Lisboa lo gestionó William Newman. Citamos solo algunos de los que tienen relación con nuestro estudio.

El Noviciado inglés comenzó en Lovaina en 1606, gracias a los fondos que aportó Luisa de Carvajal. Allí permanecería hasta 1612 en que se traslada a Watten. Esta población está a diez kilómetros al norte de Saint Omer y se aprovecharon las instalaciones de la antigua abadía de Saint Bertín, originaria del siglo XIV.

El Noviciado inglés fundado en Lovaina y luego trasladado a Watten es diferente, pues, del colegio jesuítico de Saint Omer, del cual aun hoy podemos contemplar su monumental fachada barroca, con cinco niveles o pisos, construida con piedra blanca y ladrillo. Fue obra del arquitecto jesuita Jean Du Blocq y su planta constaba de una sola nave con seis tramos, sin transepto, más un ábside poligonal.

Figura 5b

Por el contrario el noviciado de Watten, del cual hoy no quedan más que ruinas y heredero del de Lovaina, tuvo un tipo de organización a la inglesa, si bien varios de los primeros rectores eran españoles. En él se establecieron cinco clases de humanidades superiores, con cursos de Filosofía y Teología. Este Noviciado al igual que el colegio de Saint Omer pasó a Francia en 1677 y desapareció un siglo después  con la disolución de la Compañía de Jesús.

En la universitaria Lovaina los padres de San Ignacio aparecieron a mediados del siglo XVI, logrando fundar una casa en 1563, sita en la calle de los Orfelines. Dada la precariedad de esta primera fundación en 1595, por una suma de 10.000 florines, adquieren tres grandes casas linderas en la calle del Mayeur (hoy San Miguel). En años posteriores adquieren otros solares cercanos y van componiendo lo que será el gran Colegio de San Miguel, del cual hoy permanece su impresionante iglesia barroca. Los edificios claustrales complementarios fueron levantados en gran parte en torno a 1610; eran muy extensos, con un amplio jardín y huerta. La biblioteca del colegio era de las más ricas y más preciosas del país, la misma se iba incrementando constantemente con donaciones, entre ellas la del sabio Justo Lipsio[15]. Este colegio fue suprimido por bula de Clemente XIV en 1773[16].

La obra de Van Even recoge entre las páginas 492 y 493 un excelente grabado del colegio de los jesuitas de Lovaina en 1725. En él se puede visualizar la amplitud del complejo y el carácter imponente de su iglesia, hoy afortunadamente conservada. Es en esta sede donde se asentó el Noviciado para sacerdotes ingleses patrocinado por Carvajal y que se trasladaría en 1612 a las cercanías de Saint Omer. Coincide pues la construcción del colegio de San Miguel con la donación hecha por nuestra biografiada. Allí pues se alojarían los novicios de la fundación hasta su posterior traslado a Watten. El epistolario de doña Luisa refleja muy bien las inquietudes y dificultades que tendrá aquel en la sede de la calle San Miguel, esquina a la de Namur, de la urbe brabantina.

Figura 6

 Todos los autores que hemos consultado reflejan que la primitiva fundación de Carvajal fue en Lovaina[17]. Robert Parsons en nombre de la Compañía y por disposición de la fundadora dispuso que los 14.000 ducados de la donación se aplicaran al fin establecido en el testamento. El Noviciado abrió sus puertas en 1606 con seis sacerdotes, dos escolares y cinco hermanos coadjutores. El primer maestro y rector fue el padre Tomás Talbot. En 1609 era enviado desde Roma para trabajar en el Noviciado de Lovaina el padre Juan Gerard[18]. El Noviciado de Luisa de Carvajal rápidamente adquirió una notoriedad parecida a la de los fundadores. Pronto sería una  preocupación particular tanto de los ministros de Jacobo I en Londres como de la Corte de Bruselas[19].

La ubicación en Lovaina de la fundación tenía sentido si recordamos el prestigio de que gozaba el Alma Mater Lovaniensis en aquella época, siendo considerada como la Atenas del Norte. La proximidad a las islas era otra razón más para su ubicación. No se descartaba tampoco el apoyo que los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia otorgarían al nuevo Noviciado. Esto último sin duda no tuvo lugar. La expansión y crecimiento del colegio de San Miguel en estos años contaría con los fondos dispuestos por Luisa de Carvajal. ¿En qué cuantía? Este es un tema de difícil concreción, dada la inexistencia de documentación al respecto.

El traslado a Saint Omer en 1612 es la explicación de que los distintos testigos que responden al interrogatorio del Proceso de Beatificación hablen del Noviciado de Flandes, sin especificar la ciudad. Téngase en cuenta que el citado Proceso se inicia en 1625 y que por tanto aquel ya no se halla en la capital brabantina sino en la más cercana a Calais, exactamente en Watter near Saint Omer[20].

3.3. Vicisitudes de la Fundación

En el epistolario de doña Luisa puede seguirse la maternal solicitud con la que ella siempre se interesó por el Noviciado para sacerdotes ingleses de Lovaina. Veamos algunos ejemplos en sus cartas, todas ella escritas desde Londres:

En carta a Magdalena de San Jerónimo, amiga desde la infancia y que formó parte del séquito de Isabel Clara Eugenia en los Países Bajos, le dice el 2 de febrero de 1606: “Lo de Lovaina suplico a Vuestra Merced favorezca, pues ve la extrema necesidad que estas almas tienen de aquella ayuda, y la Santa Iglesia de que este rico pedazo de muro, que contra tantas violencias se ha sustentado en pié, no caiga en tierra; y en razón de estado para Flandes y lo demás de la Iglesia”[21]. Y el 2 de marzo la vuelve a decir: “Y no olvide lo de Lovaina, le suplico humildemente”[22].

En otra misiva dirigida a la condesa de Miranda el 7 de mayo del referido año le pide que “el Rey se haga patrón del Noviciado que se hace con los dineros que yo dejé para eso, que no tienen ninguno; y la necesidad del amparo del Rey es grande y sin costalle nada podrá honralle y aumentalle. Confío que vuestras excelencias, saliendo o no saliendo, nos harán esta merced”[23].

El 18 de enero de 1607 nueva carta a Magdalena de San Jerónimo.”No se olvide vuestra merced de los pobrecitos de Lovaina y de la suma necesidad que estas almas padecen y tienen de socorros; y a Su Alteza suplico humildemente lo mismo”[24]. En otra dirigida a esta religiosa el 3 de marzo del mismo año insiste en las dificultades de la fundación de Lovaina[25].

Figura 7b

El 12 de agosto de 1607 se dirige a Joseph Creswell, antiguo rector del colegio jesuítico de Roma y residente por estos años en Valladolid, y le dice: “El mejor camino es por el padre Baulduino (agente de negocios de la misión inglesa en Flandes), en compañía de los dineros que se enviaren al noviciado de Lovaina; y entretanto que se envían, los puede vuestra merced guardar, están del todo seguros”[26]. Unos días más tarde el 22 de agosto y al mismo  destinatario le señala:

“Y digo, señor, que en lo de la casica mía, yo no he ofrecido darla al colegio ni a nadie por tiempo de mi vida; quedó en la donación para el Noviciado de Lovaina, incluida en lo general, ya he escrito que, en conciencia y justicia, no debo réditos”.

“En cuanto a los dineros de la señora doña Ana María, suplico a vuestra merced los ponga en la renta del Noviciado, por cuenta del mismo Noviciado y como dinero suyo; quítele vuestra merced el nombre de dinero de las monjas de Bruselas; que si falta el padre Baulduino, podrá estar en peligro de ser tenido suyo de ellas; y sin comparación esto que digo; y lo que rentare esa cantidad júntelo vuestra merced con el mismo dinero del Noviciado para ellos, que yo no quiero renta…Y yo no pediré nada de estos 500 ducados; hasta que me falten dineros de otras limosnas; y hasta entonces mejor me los guardará vuestra merced o el mesmo Noviciado, que nadie en el mundo… No lo sepa la mesma señora que lo dio porque veo que sienten devoción mayor en darme a mí que a esa obra. Y aunque yo lo he excusado en algunas cartas y he querido anteponer la necesidad del Noviciado a la mía, no he podido trocar su ánimo”[27].

En una segunda carta dirigida al padre Creswell el mismo día le comunica: “Mucho deseo que el Rey Nuestro Señor se haga patrón del Noviciado y que no tenga otro patrón sino él y esto querría suplicar a la Reina Nuestra Señora. Avíseme vuestra merced en qué forma lo haré, y escribiré a su Majestad y a mi prima doña Inés y a su marido. En el alma me holgaré que salga vuestra merced con lo de los 40.000 ducados; bien lo han menester”[28].

Nueva misiva al padre Creswell el 31 de agosto de 1607 diciéndole: “Mientras no se envía el dinero con lo de Lovaina o semejante ocasión, puede correr por Lovaina si los Fúcares dieren algo de interés por lo que se detiene en su poder”[29]. El 16 de diciembre inmediato en nuevo escrito al referido jesuita le ordena: “Para mis libros tome vuestra merced de los dineros que han dado o dieren para mí, que no quiero consentir sean del Noviciado inglés de Lovaina, que si vuestra merced trata de eso, ni tomaré libros, ni jamás pediré otra ninguna cosa. Si Nuestro Señor Dulcísimo se sirve de que se den esos 40.000 ducados al Noviciado y que el Rey se haga patrón, quedará muy bien puesto. Y puede hacerse patrón, porque no se sabrá jamás, siendo el secreto guardado entre personas tales como vuestra merced y el padre Personio (Parsons) y los semejantes”[30].

De nuevo el destinatario de la carta del 29 de junio de 1608 es el padre Creswell. “Dígame vuestra merced si podríamos alcanzar del piadosísimo pecho del Rey Nuestro Señor, por medio del duque (Lerma), y del Duque por el Señor don Rodrigo (Calderón), que Su Majestad se hiciese patrón del Noviciado de Lovaina, pues tiene la mitad o más de la renta de patronazgos de la Casa de Austria, por lo cual no se le pudo dar al obispo sin aprobación del Archiduque, a lo que he entendido. Y sin dar Su Majestad nada, será gran lustre para aquella santa y devota casa, y espero crecería a su gran consuelo y gloria de Nuestro Señor”[31].

A la madre Mariana de San José, religiosa agustina recoleta y futura priora de la Encarnación de Madrid, le escribe el 5 de julio de 1609. “Siempre ando pensando por do poder entrar a dar principio a la fundación de esa recolección en Flandes, que deseamos. En Lovaina, do está el Noviciado inglés, ha habido un monasterio de San Agustín, de monjas flamencas e inglesas”[32]. A la monja agustina Inés de la Asunción le pide, el 22 de noviembre de 1609, “oraciones por lo de Lovaina o cualquiera otro cabo; que si es gusto de Dios, oración lo ha de hacer todo”[33].

La última carta que hemos hallado en su epistolario, donde menciona a Lovaina, es la que dirige al padre Creswell el 15 de octubre de 1611. “Voy hablando muy razonablemente inglés, sin maestro, a puro trabajo de mi cabeza…El libro contra la proclamación y leyes últimas pienso que será de gran provecho en inglés para animar y fortalecer a los católicos… Si vuestra merced envía uno de estos libro a mí o a Mr. Rich, a Lovaina, podrá ser se imprima en inglés”[34].

El relato que da sentido a todas estas cartas denota la preocupación constante y esforzada de Luisa por el Noviciado que ha patrocinado en Lovaina. Sus gestiones para la obtención de nuevos fondos y el anhelado patronazgo regio de Felipe III son sus dos grandes preocupaciones. Estas sabe trasmitirlas a sus distintos interlocutores, sean gentes de la nobleza, jesuitas o religiosas.

Luisa conoció de los frutos espirituales de su Noviciado, ya que Tomás Garnet, sobrino de Henry Garnet, fue ejecutado en 1608, siendo el primer mártir de la institución jesuita que esta mujer ayudó con su fortuna a fundar en Lovaina. Varios siglos después Tomás Garnet, Henry Walpole y otros mártires ingleses fueron canonizados en Roma el 25 de octubre de 1970.

Lo que no lograron los novicios de Lovaina fue un deseo expresado por Luisa de Carvajal en 1612. En aquella fecha dejó dicho que, “si yo fuere mártir y se pudiese recoger mi cuerpo, vuestra señoría le ponga donde fuere servido, dando alguna parte al Noviciado de la Compañía de Jesús inglés, que está en Lovaina. Fundóse de la pobre renta que les dejé, y es el primero que jamás ha habido de esa nación. No siendo mártir no merezco entierro”[35].

3.4. Una mujer singular

Aunque en nuestro trabajo nos hemos limitado a analizar las vinculaciones de Luisa de Carvajal y Lovaina, de las mismas, de su propia biografía y de su obra literaria se desprende que nos hallamos ante una figura eminente de nuestro ayer. Un personaje nada común, con una fuerza interior que la lleva a tomar decisiones poco frecuentes en la España de los Austria. Por todo ello merece figurar como una protagonista señera dentro de nuestro rico pasado histórico.

No es nada extraño que el estudio de sus cartas y poesías haya sido lo que más ha preocupado a los estudiosos de su obra. Ya en 1885 y en Sevilla, don Manuel Pérez de Guzmán, marqués de Jerez de los Caballeros, hizo una edición de 48 poesías espirituales de Luisa. En las mismas se puede observar el alma auténticamente mística de la autora. En ellas y en su propia vida “lo que más vivamente aflora es el amor divino que espontáneamente sigue a la contemplación infusa… Tales son los sentimientos que vibran en las poesías de Silva, nombre pastoril en que ella ha trocado el nombre propio. Acaso los más hondos son el del tormento de la ausencia y el del anhelo del martirio”[36].

“La poesía de doña Luisa se adscribe a un tipo de mística marcada por inconfundibles rasgos jesuíticos” señala García Nieto Onrubia, que prosigue más adelante, “Se vale del instrumento de la metáfora y de la imagen, que sobresalen en su corpus poético, por encima de otros recursos literarios hasta configurar el eje central de su poesía”[37]. Mañas Núnez califica su poesía “como religiosa, espiritual y de exaltación del amor místico con Dios. En ella el alma es como un jardín”[38]. El conjunto de su obra poética asciende a 50 poemas.

En el año 2012 Glyn Redworth realizó una edición en inglés de su epistolario. Ascendía el número de cartas a 179, con una breve introducción a cada una de ellas. La primera escrita desde Madrid es de 1598 y estaba dirigida a su prima Isabel Velasco. La última desde Londres es de noviembre de 1613 e iba dirigida al duque de Lerma. En esta edición se añade una del Rey de España Felipe III, firmada en Madrid en mayo de 1613 y dirigida a Luisa de Carvajal. Cuando redacto estas líneas no ha llegado a mis manos la nueva edición inglesa de su vida y obra hecha por Anne J. Cruz, desde la Victoria University de Toronto en 2014.

En la vida de Luisa de Carvajal es paradigmático su periplo y estancia en Londres. Allí conoció a tres embajadores españoles ante la Corte de Jacobo I. En sus cartas hace un retrato muy preciso, de gran profundidad y calado a cerca de estos representantes. Tras la embajada extraordinaria del Condestable de Castilla, don Juan Fernández de Velasco, duque de Frías, que fue el que logró la firma del tratado de paz de 1604, le sucedieron don Pedro de Zúñiga Cabeza de Vaca (1605-1609), don Alonso de Velasco (1610-1612) y don Diego Sarmiento de Acuña, conde de Gondomar(1613-1618). Este repetiría de 1620 a 1622.Por ejemplo de don Alonso de Velasco dice Luisa de Carvajal que “era poco inteligente y que carecía del despejo, valor y gracia de don Pedro de Zúñiga”[39].

Figura 8b

 Al hábil embajador conde de Gondomar le correspondería lidiar con los últimos meses de estancia de Luisa en Londres. “A iniciativa personal de don Diego se debe en 1613 la puesta en libertad de doña Luisa de Carvajal, piadosa señora que ayudaba a los religiosos perseguidos y a la conversión de herejes, y había sido detenida por orden del arzobispo de Canterbury. Por si fuera poco, la osadía de don Diego fue aun más lejos al decirle al Rey Jacobo I que doña Luisa no había cometido ningún delito para ser expulsada del reino, pero si ordenaba que saliese, él estaba dispuesto a acompañarla. Así logró que la mujer se quedase en el palacio de la embajada, donde falleció. Desde allí gestionó el traslado de sus restos a España”[40].

Cuando se planteó lo anterior el prestigio de doña Luisa era tal que todos los a ella vinculados en vida pretendieron hacerse con sus restos. En dos cartas, una de 24 de abril de 1614 y otra de 28 de mayo de 1615, el padre Miguel Valpolo escribía al conde de la Oliva y marqués de Siete Iglesias, don Rodrigo Calderón, solicitando que parte de su cuerpo se quedara en Londres, donde ella había vivido y sufrido. En las mismas escribía así mismo, “como también a Lovaina,  a donde está la casa que reconoce a la Santa Señora por la primera y principal bienhechora”[41]. Pero ni siquiera la pretensión del marqués de Siete Iglesias de llevar el cadáver de Luisa a su fundación de Porta Coeli de Valladolid tendrá lugar. En aquel mismo año 1615 el propio Rey Felipe III, es posible que a instancias de la priora de la Encarnación, Mariana de San José, gran amiga de Luisa, disponga que sus restos reposen en esta Real Fundación madrileña, donde hoy día permanecen.

La lectura del Proceso de Beatificación de Luisa de Carvajal, iniciado en 1625, es un buen documento para resaltar su vida y obra. Dentro del alambicado y a veces repetitivo lenguaje de la época se obtienen datos muy valiosos a cerca de la consideración y estima que se la tenía en los años posteriores a su fallecimiento. Fueron en total 38 los testigos que contestaron a las 47 preguntas formuladas en una causa de la que fue juez Juan Doyega de Mendieta, vicario general de la villa de Madrid. El interrogatorio se cerró en 1627. En el Archivo de la Encarnación se conserva el original del referido documento[42].

Figura 9a

Figura 9b

 [1] Martín Martín Teodoro y Martin Romo Alejandro: Visiones Hispánicas de Lovaina. “Cuadernos de Investigación Histórica”.  F. U. E. Madrid 2012.

[2] Pinillos Iglesias Mª Nieves: Hilando Oro. Vida de Luisa de Carvajal. Ed. Laberinto. Madrid 2000, pág. 34.

[3]      “          “         Mª     “       : Ob. Cit. pág. 62.

[4]      “          “         Mª     “       : Ob. Cit. pág.67

[5] Muñoz Luís: Vida y virtudes de la Venerable Virgen doña Luisa de Carvajal y Mendoza. Madrid 1633. Pág. 95.

[6] Abad Camilo Mª: Escritos autobiográficos de Luisa de Carvajal y Mendoza. Juan Flors. Barcelona 1966 páginas 37 y 38.

[7] Pinillos Iglesias Mª Nieves: Ob. Cit. pág. 190.

[8] Para ahondar en las relaciones hispano inglesas en la época de Felipe III véase el capítulo XVIII del volumen XXIV de la Historia de España de don Ramón Menéndez Pidal. Espasa Calpe Madrid 1983. Es obra de Ciriaco Pérez Bustamante. Sobre el Conde de Gondomar remito a la espléndida obra de mi compañera en la Real Academia de la Historia, Carmen Manso Porto: Don Diego Sarmiento de Acuña Conde de Gondomar (1567-1626). Xunta de Galicia. Santiago 1996.

[9] Pinillos Iglesias Mª Nieves: Ob. Cit. pág. 224.

[10] Cruz Anne J.: Luisa de Carvajal y Mendoza y su conexión jesuítica. “Asociación Internacional de Hispanistas”. Volumen II. Universidad de California Irvine 1994 pág. 99.

[11] Rodes Elisabeth Ed.: This tight embrace. Marquette University Press. Milwaukee 2000 pág. 292 y siguientes.

[12] Pinillos Iglesias Mª Nieves: Ob. Cit. páginas 108 y 109. El testamento de Luisa esta también en el libro III de la obra de Luis Muñoz páginas 99-101.

[13] Luisa de Carvajal y Mendoza. Epistolario y poesías. Atlas. Madrid 1965. Biblioteca de Autores Españoles 179, pág. 33.

[14] Muñoz Luís: Ob. Cit. pág. 99.

[15] Sobre este personaje puede verse mi artículo El concepto de jardín en la Constancia de Justo Lipsio. Publicado en “La Ciudad de Dios”, volumen CCXXVII nº 1. San Lorenzo de El Escorial, enero marzo de 2014 página 161 y siguientes.

[16] Van Even Eduard: Louvain dans le passé et dans le prèsent. Louvain 1895, pág. 489 y siguientes.

[17] Muñoz Luis: Ob. Cit. pág. 99. Abad Camilo Mª: Una misionera española en la Inglaterra del siglo XVII. Pág. 411. Camacho Macías Aquilino: Luisa de Carvajal y Mendoza. “Alminar” nº 8, Badajoz octubre de 1979. Pag. 2.

[18] Abad Camilo Mª: Escritos autobiográficos de Luisa de Carvajal y Mendoza. Página 248 nota 7.

[19] Rodes Elisabeth ed.: This tight embrace. Pág. 15.

[20] Véanse las respuestas al interrogatorio del Proceso del cual hay una copia en microfilm en el Archivo General de Palacio de Madrid. En especial las respuestas a la pregunta número 15.

[21] Luisa de Carvajal y Mendoza. Epistolario y poesías. BAE 179 pág. 156.

[22]     “                “                “                   “                   “           “             “     161.

[23]     “                “                “                   “                   “           “             “     170.

[24]     “                “                “                   “                   “           “             “     205.

[25]     “                “                “                   “                   “           “             “     207.

[26] Luisa de Carvajal y Mendoza. Epistolario y poesías. BAE 179. Pág. 224.

[27]     “                “                 “                   “                 “             “             “     236 y 237.

[28]     “                “                 “                   “                 “             “             “     237.

[29]     “                “                 “                   “                 “             “             “     226.

[30]     “                “                 “                   “                 “             “             “     234.

[31] Luisa de Carvajal y Mendoza. Epistolario y Poesías. BAE 179. Pág. 250.

[32]     “                “                  “                    “               “            “              “     289.

[33]     “                “                  “                    “               “            “              “     295.

[34]     “                “                  “                    “               “            “              “     333.

[35] Pinillos Iglesias Mª Nieves: Ob. Cit. pág.173.

[36] Luisa de Carvajal y Mendoza. Epistolario y Poesías. BAE 179. Pág. 421.

[37] García Nieto Onrubia Mª Luisa: Poesías completas de Luisa de Carvajal y Mendoza. Colección Clásicos Extremeños nº 1.Diputación de Badajoz 1990, páginas 22 y 24.

[38]Mañas Núñez Manuel: Voz correspondiente al volumen XII, página 34, del “Diccionario Biográfico Español” de la Real Academia de la Historia. Madrid 2010.

[39] Pérez Bustamante Ciriaco: La España de Felipe III. En la Hª de España de Menéndez Pidal. Espasa Calpe. Madrid 1983 pág. 368.

[40] Manso Porto Carmen: Ob. Cit. pág. 22 y 23.

[41] Archivo de la Real Academia de la Historia. Colección Salazar N-28, folios 73 y 91.

[42] Proceso de Beatificación de Luisa de Carvajal sito en Monasterio de la Encarnación. Existe en microfilm en el Archivo General de Palacio de Madrid. Fondo de Luisa de Carvajal y Mendoza.

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