Oct 011999
 

Luis Benito Martín.

INTRODUCCIÓN Y PRIMERAS AVENTURAS DE ÑUFLO DE CHAVES

Ñuflo (Nuflo o Nufrio) de Chaves, protagonista de este relato, fue un conquistador español, hijo de Alvaro de Escobar y María de Sotomayor, nacido en Trujillo (Cáceres) en 1518. Su hermano Diego llegó a ser el confesor del rey Felipe II.

Ñuflo de Chaves, con su viaje desde Sevilla al Río de la Plata en la expedición de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, con sólo 24 años de edad, comenzó su vida de conquistador o aventurero. Ésta es su historia.

Cabeza de Vaca[1], tras el largo camino por mar desde España, reposando en la isla de Sta. Catalina, frente a la costa de América del Sur, se enteró, por unos indios, de que la ciudad de Asunción estaba en peligro, por lo que salió en su auxilio. Como no conocía el terreno ni los peligros que allí podrían acaecer, dispuso una partida exploradora, en la que participaba Ñuflo de Chaves, y que era mandada por el factor Pedro Dorantes, para que le descubriese el camino. A su regreso, se puso en marcha la expedición de ayuda a Asunción, bajo la dirección de Álvar Núñez Cabeza de Vaca.

Al enterarse éste de que los indios del Piquerí le estaban preparando una emboscada cuando intentasen el paso del río Iguazú, dividió la expedición en dos grupos: uno acompañado de ochenta hombres, dirigido por él, que iría en canoas, y el resto, por tierra, hasta la confluencia de dicho río y del Paraná, donde se volverían a reunir.

Este tramo sólo supuso una muerte, pero muchos enfermos y heridos. Al dificultar éstos la marcha, Cabeza de Vaca resolvió enviarlos en balsas por el río Paraná, hasta llegar a dos supuestos bergantines pedidos por él a Asunción. Los enfermos fueron acompañados por cincuenta hombres al mando de Ñuflo de Chaves, nuestro protagonista, para defenderlos en caso del ataque de los indios. No surgió ningún percance de importancia, por lo que llegaron a Asunción sin tener que sufrir la pérdida de un solo hombre.[2]

Posteriormente, Ñuflo de Chaves tomó parte en la expedición que aspiraba a descubrir las riquezas de las que se tenía noticia en ese tiempo (las de Perú y las de la Sierra de la Plata). Poco después, participó en una trama o confabulación que tenía como pretensión desbancar, de su puesto, a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, y, en consecuencia, ser nombrado Irala[3], Gobernador. Esto terminó con la entrada en prisión de Cabeza de Vaca, que, un tiempo después, sería llevado a España, donde sería declarado inocente de todos los cargos impuestos por las personas opuestas a él.

Más tarde, Ñuflo de Chaves guerrearía contra los guaraníes[4], sublevados en 1545. Después, Domingo Martínez de Irala dispuso, en octubre de 1546, que nuestro protagonista, Ñuflo de Chaves, con cincuenta soldados y algunos indios, fuera a descubrir el camino más seguro y accesible que condujera a la Sierra de la Plata. Remontó Chaves el Paraguay, hasta el puerto de San Fernando[5]. Allí desembarcó, internándose en la selva. Abriéndose camino, en primer lugar, por el territorio de la tribu de los mbayaes[6], halló una zona de grandes facilidades para el abastecimiento. En diciembre de ese mismo año, regresó a Asunción sin haber perdido un solo hombre.

En marzo de 1547, Irala le envió, al mando de treinta hombres, para que realizase una nueva exploración, remontando el Pilcomayo[7], por si este camino fuera más directo a la Sierra de la Plata[8]. Una vez que hubo regresado a Asunción, Chaves dio conocimiento, a Irala, de los resultados de su exploración, y «dedicóse con la mayor actividad a disponer la gran expedición tantas veces proyectada».[9]

En julio de 1547, y como resultado de las pertinentes informaciones de Ñuflo, Irala resolvió realizar su entrada por la tierra de los mbayaes. En esta ocasión, Irala contó con la ayuda de doscientos cincuenta españoles y más de dos mil indios.

En el mes de noviembre de 1547, salió la expedición. Unos iban en embarcaciones, y los indios, con algunos españoles, por tierra, juntándose, todos, en el puerto de San Fernando, en enero de 1548. Al llegar a este sitio, Irala dispuso que cincuenta hombres, con dos bergantines y las correspondientes vituallas, se quedaran con él y que el resto regresara a Asunción.

El itinerario del viaje de Irala fue el previsto, atravesando la región de los mbayaes y de los chanés (o tapuios)[10], en el Chaco, y siguió su camino hasta la Sierra de la Plata, donde se enteró de que aquellos parajes habían sido conquistados por los españoles llegados desde el Perú.

Al conocer la noticia, Irala reunió a los oficiales reales y capitanes, acordando éstos enviar, a Lima, una delegación encabezada por Chaves, como jefe y capitán, e integrada, además, por Pedro de Oñate, Pedro de Aguayo y Miguel de Rutia. Ñuflo tenía, como misión, agasajar a La Gasca[11], de parte de Irala, y poner a su disposición, para la pacificación emprendida, los servicios de la expedición. Al mismo tiempo, solicitaba, para Irala, el mando y gobierno del Río de la Plata.

Partió Chaves con los demás, acordando estar de vuelta al término de su misión, citándose con Irala en la provincia de los corocotoquis. A su llegada a Lima, Chaves se presentó al Gobernador. En este punto, el historiador Azara afirma que La Gasca tenía conocimiento del viaje de Irala y de los suyos, prohibiendo a aquél la entrada en el Perú, por el temor de que se uniese, con sus soldados, a los grupos pizarristas, lo que fue acatado por Irala[12]. La Gasca obsequió, a los emisarios, con pequeñas concesiones, pero no lo que pretendían, que era conseguir, para Irala, el gobierno del Río de la Plata. Y es que el capitán Diego Centeno negociaba que le fuera concedida la conquista.

Poco después, La Gasca otorgaría, al capitán Diego de Centeno, una capitulación en virtud de la cual se le concedía una gran parte del Chaco y del Paraguay. Esto no tuvo trascendencia, porque Centeno renunciaría a tal decissión.

En el tiempo que duraron las conversaciones de Lima, se produciría, en el asentamiento de Irala, una gran confusión, ya que pasaba el tiempo y Chaves no regresaba. Los capitanes se conjugaron contra Domingo de Irala, destituyéndolo y nombrando a la fuerza, como sucesor, a Gonzalo de Mendoza, para que les guiase en su camino de regreso. En este viaje, cayeron algunos españoles por la insubordinación de una parte de los soldados, que no querían acatar las órdenes de su caudillo en tal desdicha, y por el mal mando del mismo.

A la llegada al puerto de San Fernando, unos españoles les informaron de que, en su ausencia, Francisco de Mendoza, segundo de Irala, había sido destituido y, luego, al saber que conspiraba, Diego de Abreu[13] mandó que le cortaran la cabeza. Al oir esto, sin más dilación, los soldados que volvían del Chaco[14] con Gonzalo de Mendoza al frente, restituyeron a Irala en su puesto, el 13 de marzo de 1549.

Un mes después, llegaron los emisarios, lo que trajo consigo que se enteraran de lo acaecido en Asunción. Desde ese momento, Ñuflo de Chaves persiguió a Diego de Abreu, pidiendo, a Irala, su muerte y la de los cómplices en tal asesinato[15]. Al no poderse negar a esto, por ser quien se lo pedía uno de sus mejores y más leales capitanes, y, a su vez, al no poderlo ajusticiar por ser el Gobernador, comenzó una persecución contra Diego de Abreu y sus amigos.

Queriendo Irala terminar con este ambiente de irritación, ofreció el indulto a los participantes en aquel asesinato. La mayoría de sus enemigos se acogió a ello, a excepción de Diego de Abreu y algunos más.

Para consolidar esta paz tan frágil, Irala casó a sus hijas con los insubordinados Francisco de Vergara y Alonso Riquelme, y con los capitanes Gonzalo de Mendoza y Pedro Segura. A la espera de su confirmación en el cargo, Irala mandó a Ñuflo para que prestase auxilio al Adelantado Diego de Sanabria[16]. Chaves llegó a San Gabriel, pero todavía no había arribado el Gobernador, por lo que regresó. A causa del retraso del Adelantado Sanabria, Irala decidió ir a «El Dorado» o Paitatí.

Pocos días después de salir Irala de Asunción, le llegó la noticia de que, en su ausencia, Abreu había estado intentando, de nuevo, derrocarle de su puesto, por lo que tuvo que volver, castigando a los infractores. Diego de Abreu se convirtió, una vez más, en un fugitivo en la selva.

En mayo de 1553, Irala volvió al lugar donde había dejado la expedición, siguiendo su camino hacia «El Dorado». El 17 de octubre de 1554, por falta de avituallamiento, envió a Chaves, con treinta hombres a caballo, a explorar la provincia de Itatin[17]. Irala pensaba salir tras él, pero la llegada imprevista de los despachos de Bartolomé Justiniano[18] se lo impidió. Al enterarse, por los indios que traían los despachos, de que Justiniano estaba retenido por los portugueses en el puerto de San Vicente, hizo llamar a Chaves y a Pedro de Molina.

El 24 de julio de 1555, se pusieron en marcha, con la orden explícita de Irala de recoger las provisiones y conseguir la libertad de Justiniano. Esta empresa se logró sin sufrir ningún percance digno de reseñar.

A este respecto, el historiador Antonio de Herrera escribe que, llegados unos despachos, Irala «mandò pregonar eftas Provifiones, i defpachò al Rei un Regidor, fu amigo, llamado Pedro de Molina; i porque nadie efcriviefe, le hiço acompañar de Nuflo de Chaves, que con 30 soldados, publicando, que le embiaba à poner en freno à los Indios Pupies, que fon de la jurifdicion del Brafil, porque hacian mala vecindad à los de la Corona de Caftilla, que confinan con ellos; Nuflo de Chaves dexò aviado al Regidor Molina, i rebolviò fobre los Indios Pupies, i los caftigo, i dexò en paz con los de la Corona de Caftilla, i para que adelante cefafen las diferencias, pufo terminos en los confines, i feñales, para que todos conociefen fu Territorio, con que cefaron las Guerras, que tenian los indios unos con otros, por efta caufa: dixofe, que Nuflo de Chaves anduvo mui rigurofo con aquellos Indios, i que llevo al Afuncion muchas Mugeres, i Muchachos, i que fobre efte cafo Domingo de Irala no hiço demonftracion ninguna; entendiòfe, que quifo tener refpeto à Nuflo de Chaves, por fer perfona«.[19]

Durante este tiempo, Irala fundó la villa de Ontiveros e impulsó la encomienda[20]. Por este motivo (el de formar nuevas encomiendas) parece ser que Irala dispuso una expedición, mandada por Ñuflo de Chaves, al territorio de Guairá[21]. Esta nueva empresa salió de Asunción en septiembre de 1555. El camino hasta el Paraná se realizó sin ninguna dificultad. Los problemas surgieron a la vuelta de viaje, en la región de los indios peabeyúes o peabiyus, de la gran familia guaraní. Estos sucesos fueron instigados por su hechicero Cutiguará (o Cotiguara), que les dijo que los españoles «traían consigo pestilencia y mala doctrina», y que «toda su pretensión era quitar a los indios de sus mujeres e hijas»[22], explorar aquellas tierras y poblarlas poco después, con lo que los indios atacaron a los españoles con total confianza en una victoria… que no consiguieron.

Tras este incidente[23], llegaron a Asunción, llevando consigo a los principales cabecillas de la sublevación.

Como consecuencia de esta expedición, se crearon trece pueblos en la región de Guairá: Loreto, San Ignacio, San Javier, Concepción, San Pablo, San Pedro»

EXPEDICIÓN DE ÑUFLO DE CHAVES A TRAVÉS DEL CHACO

Domingo Martínez de Irala encomendó, a Ñuflo de Chaves, la misión de establecer, lo más pronto posible, una fundación que favoreciese las comunicaciones con el virreinato del Perú, con un fin político y económico. En esta ocasión, Ñuflo estuvo acompañado por unos ciento cincuenta españoles y unos mil quinientos indios, además de todo su avituallamiento.

La expedición salió de Asunción a principios de marzo de 1558. Al no poder ir todos en las embarcaciones para remontar el río Paraguay, Chaves cogió un pequeño grupo de sus hombres, haciéndoles marchar por tierra hasta juntarse con él en el puerto de Itatin o de San Fernando.

Al llegar, en primer lugar, Chaves, en las embarcaciones, al puerto, dispuso que el teniente Hernán de Salazar y unos cincuenta hombres, fuesen en busca de los que iban por tierra. Los encontraron sin mayor dificultad, pero, en el camino de regreso a Itatin, fueron atacados por indios payaguaes[24], que les ocasionaron grandes pérdidas. No obstante, gracias a la astucia y habilidad de dicho teniente, lograron llegar al puerto de San Fernando.

Posteriormente, la expedición se adentró por el río, llegando a un lugar con diversas ramificaciones. Chaves determinó proseguir la marcha por el río Aracay, lo que aprovecharon los indios guatos[25] para prepararles una celada[26]. Esto supuso noventa vidas entre españoles e indios.

Tras producirse este hecho, Ñuflo decidió remontar el río principal, llegando al puerto de Santiago el 29 de julio de 1558. Al no encontrar un lugar adecuado para la fundación que le habían asignado, determinó internarse por tierra, lo que desobedecía las órdenes dadas por Irala. Chaves inició su entrada por tierra a finales de agosto, dejando las naves al cuidado de los indios jarayes.

En poco tiempo, llegó a un pueblo, más bien un poblado, gobernado por Paisuri, el cacique principal, donde fueron bien recibidos. Reanudaron la marcha a través de la región de Chiquitos[27], poblada por los indios jaramasis, donde recuperaron las fuerzas perdidas por la gran espesura de los bosques por donde habían transitado.

Tras este pequeño descanso, Chaves se dirigió a la región de Moxos[28]. Allí tuvo noticia de minas de oro y plata en la zona de los indios trabasicosis, a donde se dirigió poco después. En esta región se detuvieron un tiempo, teniendo algunas escaramuzas con los indios que habitaban aquella zona.

Por las malas condiciones de vida, algunos de sus generales tramaron una conspiración contra su persona, para hacer regresar la expedición a Asunción. Esto lo solucionó Ñuflo dejando partir hacia la capital a todos aquéllos qué quisieran regresar. Con él se quedaron, aproximadamente, unos cuarenta soldados, que siguieron su camino en dirección al río Guapay. En este tiempo, moría, en Asunción, Irala.

El 1 de agosto de 1558, Chaves fundó, entre el río Guapay y la laguna de Mapá, la ciudad de Nueva Asunción.

Otro problema acaecería al valiente Ñuflo. A unas ocho leguas de allí, se encontraba el capitán Andrés Manso[29], que, procedente del Perú, se ocupaba de poblar la región del río Parapití. En consecuencia, los dos se creían en su derecho en tal conquista: por un lado, Chaves, por suponer que esas tierras, pertenecientes a la gobernación del Río de la Plata y descubiertas por Juan de Ayolas, correspondían a los conquistadores paraguayos, «y en el caso a él, que también se creía descubridor de ellas»[30]; por otro lado, Manso argumentaba la autorización y poderes que le había concedido el virrey del Perú, marqués de Cañete.

Tras varias conversaciones, decidieron, Chaves y Manso, pedir consejo al Virrey, dividiéndose, mientras tanto, el territorio a la espera de una solución oficial. Chaves creyó adecuado dirigirse a la Ciudad de los Reyes[31] para propiciar, en su favor, la cuestión del territorio. Junto a él, marchó el teniente Hernando de Salazar. Con esto logró, aunque no lo que ansiaba, que el virrey nombrase gobernador de Moxos a García de Mendoza; a Chaves, teniente del gobernador, y, a Salazar, alguacil mayor.

Con todo lo conseguido, regresó, en julio, a la fundación de Nueva Asunción. Manso recibió con hostilidad a Chaves y pretendió sublevarse, pero, con gran astucia, Chaves mandó pregonar los despachos redactados por el Virrey de Lima. Esto le supuso que la mayoría de los que estaban con Manso en la rebelión, se alejasen de él, con lo que Ñuflo de Chaves lo hizo prisionero, remitiéndolo a la ciudad de Charcas.[32]

La tranquilidad duró poco, pues Manso se escapó de la cárcel, volviendo a su asentamiento de Nueva Rioja.

Con todo lo acaecido, se volvió a la misma situación de antaño, con reclamaciones de territorio, por uno y otro, ante la audiencia de Charcas y del Virrey. Finalmente, el regente de la audiencia, Ramírez de Quiñones, intervino. Recorrió el territorio que se discutía e hizo una delimitación sumamente vaga, dando, a Chaves, los territorios de Moxos y Chiquitos, y, a Manso, el Chaco boliviano y argentino. Pero, lo que realmente supuso el fin del enfrentamiento, fue la muerte de Manso, acaecida en 1564.[33]

Ñuflo de Chaves reanudó la interrumpida expedición a través de la provincia de Chiquitos, dejando al mando del asentamiento de Río Grande (Nueva Asunción), a su teniente Salazar. Sometió las tribus de gorgotoquis y chanés, y, hallando «un lugar cómodo, de grandes labranzas y comidas frutales, y pesquerías y cazas»[34], como él mismo dijo, fundó, el 26 de febrero de 1561, la ciudad de Santa Cruz de la Sierra[35], y nombró Regidor del Cabildo de la ciudad a Juan de Garay, que fue uno de sus principales propulsores.

A este respecto, el historiador Antonio de Herrera da la siguiente versión: «Y bolviendo el Capitan Chaves à los Taguamacis, i hallandolos alterados, los pacificò, i fundò la Ciudad, que llamò Santa Cruz de la Sierra, por un Pueblo de efte nombre, à tres leguas de Truxillo, afi llamado, adonde fe criò, i efta Población ha permanecido, i es de mucho fruto, para lo que fe pretendia de la Contratacion del Paraguai, i fus Provincias» Herrera, Antonio de: Historia General de los hechos de los Castellanos en las Islas y tierra firme del mar océano. 1736, Década VIII, p.97.

Esta fundación no estaba dentro de jurisdicción del Paraguay, por lo cual, Chaves quedaba desvinculado de la autoridad de los gobernadores de Asunción.

Como supuso Groussac, Chaves aspiraba a la total autonomía de la ciudad, independizándose de la tutela limeña.

La fundación no alcanzó gran florecimiento entonces, perdiendo habitantes, progresivamente, a partir de 1575.

Tras solventar el levantamiento de los indios de la provincia del Paraguay y Paraná, Chaves determinó volver a Asunción para impulsar la reciente fundación, a costa de la colonia asuncena y, en consecuencia, para aumentar su prestigio y autoridad. Salió, pues, de Santa Cruz, dirigiéndose al Paraguay, seguido por unos veinte soldados, entre ellos, Diego de Mendoza, su cuñado. Salvó, con gran habilidad, el difícil tramo entre la fundación y el río Paraguay, donde pidió auxilio a los indios guaxarapos o payaguaes, para que le proporcionaran canoas con las que poder cruzar el río. Y consiguió llegar a Itatin, donde se encontró con el factor Pedro Dorantes[36] y, juntos, regresaron a Asunción.

Por temor a represalias del Gobernador, entró con cierta precaución en la ciudad[37], por lo que, con gran habilidad, mostróse «sumiso ante el Gobernador y ganando a su causa al obispo Fray Pedro de la Torre»[38]. El recelo primero se vería, pues, injustificado.

Al considerarse seguro, propuso un incremento de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y, también, una gran expedición al Chaco. Con el apoyo del obispo, consiguió hacer realidad la expedición.

En este viaje, todos tenían algo que ganar: «Chaves y los suyos aspiraban a llevarse lo mejor de Asunción; el obispo deseaba buscar campo más apto para su genio emprendedor»[39], a excepción del Gobernador, que no sabía el porqué ni el para qué se había metido en tal aventura.

Esta expedición fue la mayor que jamás había salido de Asunción, hasta el punto de que, «aunque no había objeto de guerra, apenas se había visto hasta entonces expedición tan numerosa, como si se llevase la idea de abandonar el Paraguay».[40]

La gran partida de Asunción fue, en octubre de 1564, con unas dos mil personas. Ñuflo de Chaves, que pronto se haría con el mando y gobierno de la expedición, marchó por tierra con unos cuantos españoles, y el resto de la expedición lo hizo en las embarcaciones (21 navíos de remo y vela, y unas ochenta canoas). Por el camino, fue recogiendo algunos indios, que, por falta de alimento para tantas personas, perecieron en su gran mayoría. Por esto, decidió fundar, en pleno Chaco, el poblado de Itatin, donde se quedaron la mayoría de los supervivientes de los indios que sacó del Paraguay.

A su llegada a Santa Cruz, en mayo de 1565, esperando los expedicionarios el fin de sus fatigas, se encontraron con que en la ciudad se carecía de lo más indispensable, a causa de una grave sublevación de los indios de aquella zona. Además, se había interrumpido toda comunicación con el virreinato del Perú.

Poco tiempo después de enterarse de esta grave situación, Chaves salió de Santa Cruz de la Sierra con un puñado de cincuenta españoles y algunos indios. Tras una rápida campaña, sometió a las tribus cercanas, pero los guapas y los chiriguanas se resistieron con gran tenacidad, teniendo que librar, los españoles, duros combates, de los que salieron victoriosos. Esto permitió que, en poco tiempo, se restableciese la comunicación con el Perú.

Durante este periodo, el Gobernador, Ortiz de Vergara[41], intentó proseguir su camino en dirección a Charcas, pero no se lo permitió Hernando de Salazar, con el pretexto de trabas burocráticas. Este impedimento tenía como propósito ganar tiempo y disponer los acontecimientos a medida de los deseos de su capitán y amigo, Chaves.

MUERTE DE ÑUFLO DE CHAVES

En 1568, se presentaron, en Santa Cruz, el obispo, el teniente general Felipe de Cáceres, y otros caballeros que iban de regreso a Asunción. Allí fueron bien acogidos por Chaves para ganar la voluntad de algunos y conseguir que se quedaran a vivir en aquella ciudad, como así hicieron posteriormente. Chaves se ofreció a acompañar, a los que no se quedaban, hasta la mitad del camino de regreso a Asunción, desde donde volvería de nuevo a su fundación. Iniciado el viaje, al llegar al pueblo de Itatin, se sorprendieron de hallarlo abandonado. Por el temor a una traición, Chaves se separó del grupo con una compañía de soldados, yendo de un lado para otro del itinerario.

Al llegar a un pueblo, en el que, según conoció, estaban muchos caciques principales, se adelantó, de su compañía, con doce soldados. Fue bien recibido y hospedado con muestras de amistad, dándosele una casa por posada. Chaves entró en ella. Allí tenían colgada una hamaca, se sentó y se quitó la celada[42], para refrescarse. En ese momento, un cacique principal llamado Porrilla, le dio con una macana[43] en la cabeza, con tanta furia, que le sacó fuera los sesos[44], y lo derribó en el suelo. Este hecho terminó con la vida del valiente aventurero trujillano, que, por las numerosas hazañas, gozaba de gran popularidad entre los conquistadores españoles, y que, como dice Azara, acabó con la expansión de aquella región: «Si esta desgracia no hubiese sucedido, es de creer que no sólo habrían descubierto y poseerían los españoles los minerales de oro, diamantes y otras piedras preciosas que disfrutan los portugueses en Matogroso y Cubayá, sino, también, que se habría conservado abierta, por el río Paraguay, la comunicación del Río de la Plata con España, de la provincia de Chiquitos, Moxos, Santa Cruz y otras que, por falta de esta proporción, han sido y serán siempre pobres».[45]

BIBLIOGRAFÍA:

  • Azara F. de: Descripción e Historia del Paraguay. Tomo II.
  • Carbia, Rómulo D.: Manual de historia de la civilización argentina.
  • Díaz de Guzmán, Ruy: La Argentina. Crónicas de América 23, Edic. de Enrique de Gandía, Editorial Historia 16, Madrid, 1986.
  • García Alvarado, José María y Gutiérrez Puebla, Javier: Paraguay. Biblioteca Iberoamericana, Editorial Anaya, Madrid, 1988.
  • Gran enciclopedia Larousse, Gel. editorial Planeta, Barcelona, 1989.
  • Herrera, Antonio de: Historia General de los hechos de los Castellanos en las Islas y tierra firme del mar océano. Oficina Real de Nicolás Martínez Franco, Madrid, 1736. Ocho Décadas.
  • Pericot García, Luis: América indígena. Historia de América, tomo I. Salvat editores, Barcelona, 1936, dirigida por A. Ballesteros.
  • Rubio y Esteban, Julián Mª.: Exploración y conquista del Río de la Plata. Siglos XVI y XVII. Historia de América, tomo VIII, dirigida por A. Ballesteros. Salvat editores. S.A. Barcelona, 1942.
  • Schmidel, Ulrico: Relatos de la conquista del Río de la Plata y Paraguay 1534-1554. Alianza Editorial. Madrid, 1986.

NOTAS:

[1] Nuevo Adelantado del Río de la Plata, Capitán General y Alguacil Mayor, fue un gran conquistador español.

[2] Otras versiones indican que Cabeza de Vaca, tras informarse de los naturales del río Paraná, zona donde se encontraban, decidió despachar a los enfermos e impedidos, unos treinta, por el río en unas canoas y balsas al mando de Ñuflo de Chaves, junto a cincuenta hombres y un indio principal, de nombre Yaguarón. Tenían la orden de entrar por el Paraguay y caminar hasta juntarse con él en Asunción. Y allí llegaron sin mayor dificultad (Díaz de Guzmán, Ruy: La Argentina. Editorial de Enrique de Gandía, Madrid, 1986, p. 152).

[3] Domingo Martínez de Irala, conquistador español a cuyas órdenes desarrolló su gran carrera, en el Chaco, Ñuflo de Chaves.

[4] Pueblo amerindio que, en el siglo XVI, ocupaba la costa atlántica de América del Sur. Actualmente, está reducido a pequeños islotes.

[5] Puerto de Argentina situado en el Chaco oriental, a la orilla derecha del río Paraná.

[6] Pueblo amerindio del Chaco, que habitaba y sigue habitando la zona del Paraguay y del bajo Paraná.

[7] Río de América del Sur, afluente, por la derecha, del río Paraguay, teniendo su nacimiento y cabecera en territorio boliviano.

[8] En esta expedición no se sabe con certeza hasta dónde llegaron; pero se cree que hasta las estribaciones de la sierra peruana. (Este dato, obtenido de la Enciclopedia Extremeña, me ha sido proporcionado por la Fundación Salas, de Trujillo, lo que sinceramente agradezco).

[9] Julián Mª Rubio y Esteban, Exploración y conquista del Río de la Plata, siglos XVI y XVII. Historia de América, tomo XVIII. Salvat editores, Barcelona, 1942, p. 229.

[10] Pueblo Amerindio que habitaba la zona occidental del Chaco (sus restos se encuentran en el alto Pilcomayo y en el Parapití; su legua autóctona es la aruaca).

[11] Presidente de la Audiencia de Lima.

[12] F. de Azara: Descripción e Historia del Paraguay, Tomo II p. 123-124.

[13] Conquistador español, capitán-caballero natural de Sevilla, de mucha fortuna.

[14] El Chaco es una extensa región situada en el centro de América del Sur y repartida, actualmente, entre Bolivia, Paraguay y Argentina y en torno o dentro de la cual se llevó a cabo toda la gesta épica de Ñuflo de Chaves.

[15] Aquí hay que tener en cuenta que Chaves se había casado con la hija de Mendoza, Elvira.

[16] La corona le había otorgado el título de Gobernador General de aquellos territorios.

[17] Departamento de Argentina situado a la orilla del Paraná.

[18] Enviado del Gobernador.

[19] Herrera, Antonio de: Historia General de los hechos de los Castellanos en las Islas y tierra firme del mar océano. 1736, Década VIII, p.43.

[20] El indio quedaba bajo el cuidado y la tutela del encomendero, quien le obligaba a trabajar para él, a cambio de ser protegido e instruido en la fe cristiana.

[21] Departamento de Paraguay situado al nordeste de Asunción por el alto Paraná.

[22] Díaz de Guzmán, Ruy, ob. cit; 1986, p. 220.

[23] Tuvo algún que otro ataque que le produjo algunas pérdidas, pero ninguno como el narrado.

[24] Los payaguaes forman un grupo junto con los mbayaes, agaces y cadiveos, dentro de la familia guaicurú. Es una de las familias más importantes de esta zona, extendida, en el sentido de la latitud, a lo largo del Paraguay y de bajo Paraná (Pericot García, Luis: América indígena. Historia de América, T. I, Salvat editores, Barcelona, 1936, p. 672).

[25] Guatos, tribu muy primitiva, al sur de los bororós en la región pantanosa del alto Paraguay, lagos Uberabá y Gaiba, y río y laguna Caracara. Población muy reducida (Pericot García, Luis; América indígena, ob. cit. p. 669).

[26] Trampa, emboscada.

[27] Chiquitos: Actualmente, es una provincia de Bolivia, cuya capital es San José.

[28] Zona del Chaco que, en la actualidad, es una provincia de Bolivia y cuya capital es San Ignacio.

[29] Capitán conquistador español, procedente del Perú.

[30] Julián Mª Rubio y Esteban. Exploración y conquista del Río de la Plata. p. 295.

[31] Se refiere a Lima.

[32] Territorio y ciudad del mismo nombre en la actual Bolivia. Actualmente corresponde a la ciudad de Sucre, la ciudad de los cuatro nombres.

[33] P.Groussac: Mendoza y Garay, ob. cit. p. 290.

[34] P.Groussac: Mendoza y Garay, ob. cit. p. 291.

[35] Ciudad de la actual Bolivia.

[36] Había sido enviado por el Gobernador de Asunción, para verificar las noticias llegadas sobre la nueva fundación, Santa Cruz de la Sierra.

[37] Temía que se le acusase de haber participado en la muerte de Diego de Abreu y, también, de no haber acatado las órdenes asignadas, lo que había traído consigo la separación de un gran territorio -zona de Santa Cruz de la Sierra- de la gobernación del Río de la Plata.

[38] Julián Mª Rubio y Esteban: Exploración y conquista del Río de la Plata, p. 305.

[39] Carbia, Rómulo D. Manual de Historia de la civilización argentina.

[40] Azara, Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata, tomo II, p. 171.

[41] Puesto en el cargo tras la muerte de Irala.

[42] Pieza de la armadura que cubría la cabeza.

[43] Especie de clavo o maza, que usaban los indios americanos como arma ofensiva.

[44] Díaz de Guzmán, Ruy: La Argentina, ob. cit., 1986, p. 251.

[45] Azara: Descripción e Historia del Paraguay, ob. cit., p. 177.

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