Nov 252013
 

 Francisco Javier Rubio Muñoz.

Licenciado en Historia. Universidad de Salamanca.

  1. 1.      Introducción

En este trabajo abordaremos el estudio de un sector concreto de la población universitaria, el de los estudiantes manteístas de la nación de Extremadura. Esta tipología de estudiantes, es decir, aquellos no adscritos a ningún colegio (sólo portaban el “manteo” o capa), era la más numerosa en el cómputo global de la matrícula en el Estudio Salmantino.

Unido a ello, nuestra investigación tratará de rellenar lo que consideramos un vacío historiográfico, puesto que llevaremos a cabo un análisis cuantitativo y cualitativo de dicha nación en donde, además, identidad y paisanaje van estrechamente ligados. La agrupación de estudiantes en la Universidad de Salamanca bajo la denominación de nación de Extremadura se remonta a la época medieval, y se ha escapado al análisis de los historiadores sobre los orígenes de la región. Por esta razón, el objeto de estudio en sí resulta novedoso debido a la escasez de trabajos sobre naciones estudiantiles en la época Moderna, los cuales, en el caso de Extremadura, eran inexistentes hasta la fecha.

En lo que respecta al espacio y tiempo elegidos, qué duda cabe que la decana Universidad de Salamanca fue uno de los centros educativos superiores más importantes durante buena parte de la modernidad española. La importancia de sus estudios jurídicos, entre otros factores, hizo que el número de matriculados a lo largo del siglo XVI no dejase de crecer hasta casi el final de la centuria. Esta época, denominada como clásica, es la del mayor florecimiento del estudio salmantino.[1]

Por otra parte, Extremadura, territorio del cual procede el colectivo de estudiantes en el que se centrará nuestra investigación. El término Extremadura ha sido objeto de numerosas discusiones acerca de su etimología y territorio al que alude.[2] Según el “Libro de los millones” (1591) Extremadura estaba dividida administrativamente en dos provincias dependientes de Salamanca: la provincia de Trujillo y la de León de la Orden de Santiago[3].

No obstante, en los libros de matrícula no se tenía en cuenta la adscripción administrativa para los estudiantes, sino la diocesana, las cuales no eran coincidentes. Así, hemos entendido que la nación de Extremadura se componía de aquellos individuos que procedían de alguna de las tres diócesis extremeñas (Badajoz, Coria y Plasencia) y los que, aun perteneciendo en el siglo XVI a Nullius diocesis o jurisdicción militar, provenían de territorios que finalmente fueron incluidos en alguna de esas tres diócesis.[4]

A parte de nuestra vinculación personal con esta área, ciertamente los extremeños conformaban una de las poblaciones universitarias más numerosas de la Universidad salmantina. Así, sobresale el hecho de que al alcanzar los inicios del siglo XVII, la nación extremeña iba muy pareja a la de Castilla la Nueva en cuanto a contingente de estudiantes manteístas, concretamente en cuarto lugar y con unas cifras que estribaban entre el 8 y el 10% de la matrícula.[5]

 

1.1  Fuentes y metodología

En lo referente a las fuentes, nuestro trabajo se centra en las fuentes documentales de la época, ubicadas en el Archivo de la Universidad de Salamanca. Los libros de matrícula serán la fuente básica sobre la que cimentaremos nuestra investigación, ya que poseen una continuidad bastante uniforme en el tiempo, siendo por tanto seriable. En ellos quedaban inscritos todo el que ingresaban en la universidad, que además debían presentarse en persona y hacer juramento de obediencia al rector.[6]

Efectuados por el secretario, curso a curso dejan constancia del día de matriculación, nombre y grupo al que cada individuo pertenecía (doctores, licenciados, nobles, colegiales, extravagantes y manteístas). Se iniciaban el día de San Martín y se cerraban la víspera del mismo día en el año siguiente. Para nuestra investigación es crucial al ofrecer datos cuantitativos aproximados sobre los estudiantes, distribuidos según los estudios realizados (Cánones, Leyes, Teología, Medicina, Artes y Gramática), la población y la diócesis extremeña a la que pertenecían: Badajoz, Coria, Plasencia o, en su caso, Nullius diocesis. A pesar de que las limitaciones que ofrece esta fuente son grandes, (en la mayoría de los casos tan sólo aparece el nombre, el lugar de origen y la diócesis) en ocasiones muestran lazos de parentesco, oficios, edad, tipo o curso de estudios.[7] Así mismo, nos proporciona información sobre las votaciones de cátedra, puesto que durante las mismas se paralizaba la matrícula.[8]

No obstante, la problemática de los libros de matrícula radica en que por lo general los datos son parcos sobre todo para averiguar su adscripción social. Además, estamos ante unas cifras muy aproximadas, razón de lo cual debemos tratarlas con precaución, teniendo en cuenta diversos factores como las omisiones y equivocaciones causadas por el descuido de escribanos o alumnos, duplicaciones, matrículas falsas, tachaduras y enmiendas, etc.[9]

En cuanto a aspectos metodológicos, pasaremos por varias fases hasta llegar a la conclusión de nuestra investigación. En un primer nivel, el de la obtención de información, nos permitirá documentarnos acerca de lo que ya se ha escrito sobre el tema y realizaremos un estado de la cuestión en el que quedarán reflejados los distintos estudios y enfoques. En un segundo nivel, efectuaremos el trabajo de archivo mediante un estudio de índole cuantitativa para conocer de una forma aproximada el número de estudiantes extremeños durante el último cuarto del siglo XVI. Con estos datos pretendemos estudiar la procedencia, distribución y evolución de este colectivo a lo largo de la denominada época clásica del Estudio Salmantino, teniendo siempre en cuenta la exclusión de los estudiantes colegiales en cuanto a la tipología, y el binomio diócesis/Nullius diocesis para la procedencia.

Para la obtención de la información se han realizado calas en los libros de matrículas de los cursos 1574-75, 1584-85 y 1594-95, metodología habitual en este tipo de trabajos sobre población estudiantil.[10] De este modo, hemos escogido sólo los matriculados manteístas procedentes de alguna de las cuatro áreas diocesanas mencionadas. Esto nos servirá para llegar al objetivo de nuestra investigación: reflexionar acerca de las solidaridades regionales en el caso de los estudiantes extremeños, sacando a relucir atisbos de una identidad extremeña que parten del análisis de la nación universitaria como grupo diferenciable de otros.

 

1.2  Estado de la cuestión.

Son numerosas las obras que abordan el estudio de los estudiantes en el contexto de las Universidades Hispánicas. La obra clásica de Kagan sentó las bases de la investigación sobre la Historia de las Universidades, con un apartado dedicado a los estudiantes que ofrece una serie de cifras sacadas de los libros de matrículas y que han sido matizadas.[11] Tras esta obra pionera, como señala Rodríguez-San Pedro, han surgido durante los años ochenta bastantes trabajos sobre demografía académica que tratan aspectos muy variados a nivel social, económico, cultural… En todos ellos el recuento de estudiantes era la base sobre la que partir, y, al estilo de Kagan, la historiografía posterior pasó de seleccionar figuras célebres a incorporar el contingente de matriculados a sus investigaciones sobre la historia de la Universidad. Como señala Margarita Torremocha, “la calidad fue sustituida por la cantidad”.[12]

En esta línea, Mariano Peset de forma concisa examina los límites y opciones que permite el recuento estudiantil.[13] El propio Peset señala en el citado artículo una selección de obras sobre el estudio de la población estudiantil en diversas Universidades Hispánicas. A éste, junto con el artículo de Margarita Torremocha, nos remitimos por parecernos los más apropiados para este sucinto estado de la cuestión.[14] Sin embargo denotamos una carencia de obras acerca de las naciones estudiantiles. En un marco amplio, Hilde de Rider-Symoes, basándose en la obra de Pearl Kibre que es una de las primeras que tratan el tema, realiza un breve recorrido comparando las diversas naciones universitarias en la Edad Moderna.[15]

Investigaciones más concretas son las de Pascual Tamburri, que hace un estudio sobre la nación de Indias en la Universidad de Bolonia, a través de la cual hubo un flujo de estudiantes juristas americanos.[16] Para la Universidad de Salamanca, Ángel Marcos realiza sus investigaciones en el área lusa, tanto de portugueses como de brasileños. [17] También el profesor Rodríguez-San Pedro ha realizado diversos trabajos basados en muestreos sobre algunas procedencias geográficas de los estudiantes en la Edad Moderna, en concreto sobre la nación de Vizcaya, Valencia y la Corona de Aragón[18]. Del mismo modo Juan Luis Polo se centra en los estudiantes manteístas salmantinos durante la primera mitad del siglo XVIII, momento en el que la Universidad está en decadencia.[19]

Por último, contamos con un único artículo dedicado exclusivamente a los extremeños en la Universidad de Salamanca, aunque se reduce a una semblanza sobre personajes ilustres que pasaron por Estudio salmantino.[20]

 

 

  1. 2.      Las naciones de estudiantes en la Universidad de Salamanca.

Desde el siglo XIII la península Ibérica asiste al surgimiento de los Estudios Generales, entre ellos el de Salamanca, que sigue el modelo corporativo boloñés. Sin embargo, al tratarse de una fundación real y al verse influenciada por las directrices papales, en el Estudio salmantino se dio una situación intermedia en donde los poderes entran en tensión a la vez que hay una búsqueda de equilibrio.

Dentro de este modelo universitario, las naciones surgen como corporaciones de estudiantes de carácter solidario según vínculos geográfico-sociales. Éstas anclan sus raíces en el Medioevo ligadas al carácter universalista de los Estudios que van naciendo, y sobre todo a la fundación de colegios “nacionales” que incorporaban a alumnos de una procedencia determinada, normalmente la de su fundador, como es el caso del Colegio de Españoles de Bolonia. Aunque siempre conservaron el carácter solidario para con sus integrantes, las naciones van perdiendo poder y autonomía a finales del siglo XVI y comienzos del XVII en favor de las facultades.[21]  En el ámbito universitario, el término de nación no ha de confundirse con el concepto contemporáneo.[22]

Dicho esto, siguiendo el esquema de Tamburri, consideramos que las naciones de estudiantes tienen tres campos de actuación: con sus integrantes, como elemento de poder en la organización de la Universidad y frente a otras naciones.[23] Sin embargo, creemos que hay un cuarto lugar en donde las naciones actúan: los lugares de origen de los estudiantes que la componen. Como veremos más adelante, entre otros factores (proximidad o lejanía, economía…) las naciones universitarias, con su respaldo asistencial y representativo actuarían como elementos atrayentes de estudiantes en potencia, cosa que aumentaba cuando alguno de sus integrantes ocupaba un puesto relevante en la universidad.

En primer lugar, es indudable que el paisanaje era un punto fundamental en la configuración de estas solidaridades regionales, por tanto, la vida de éstas era paralela a la de la universidad y a la de los estudiantes que la conformaban. De este modo, cuando un estudiante salía de su hogar necesitaba hacer frente a un mundo nuevo, y la mejor manera de hacerlo era uniéndose a otros que, o bien se hallaban en su misma situación, o habían pasado por ella antes. Lógicamente, la sociabilidad era más fácil con aquellos que procedían de una misma zona, y poseían unas costumbres y unos rasgos idiomáticos o culturales similares.

Las naciones de estudiantes poseían una organización determinada, con una serie de personas dedicadas a la gestión de todo lo referente a sus integrantes. Además contaban con una ordenación jurídica, libros de registro,… así como vinculaciones a una iglesia o convento destinado a ser el lugar de reunión. En el caso de la nación de Extremadura, no está claro el lugar de encuentro; posiblemente se trataría del convento de San Agustín.[24]

En segundo lugar, las naciones tenían una finalidad muy importante en el gobierno de la Universidad. Según el modelo boloñés, el esquema de poder lo encabezaba el rector (estudiante elegido a votación) junto con sus consiliarios, también estudiantes. En este punto las naciones son esenciales, puesto que de cada una de ellas salía por votación un consiliario según su adscripción a las mismas, y además era elegido anualmente. En total se elegían cuatro consiliarios de las diócesis del Reino de León y otros cuatro de Castilla, de una forma representativa y no respondiendo a la proporción de estudiantes de cada nación. [25]

Ante la elección que anualmente se realizaba del rector y consiliarios o ante las oposiciones de cátedra había pactos y rivalidades entre las diversas naciones según la procedencia, familiaridad,… de cada consiliario, de forma que el momento de plasmar el vítor o señal de obtención de la cátedra del aspirante en cuestión en alguna de las paredes de los edificios universitarios era uno de los momentos más conflictivos.[26] En estas banderías jugaba un papel muy importante la cuestión del paisanaje por encima a veces de otros aspectos sociales o económicos, y en el caso del grupo extremeño, que firmaba con una “E” coronada, se mantenía gran confrontación con la nación de Vizcaya.[27]  

  1. 3.      Matrícula y cifras

Echando una mirada hacia el panorama de las tres universidades mayores (Salamanca, Valladolid y Alcalá), comprobamos un crecimiento de las matrículas universitarias durante la segunda mitad del quinientos, de modo que para el último cuarto de esa centuria se podría hablar de “revolución educativa” al menos para las principales universidades hispánicas.[28] Para el caso de Alcalá tendría sus cotas máximas entre 1570 y 1580, superando los 3200 matriculados, mientras que Valladolid tuvo su auge hacia finales de los ochenta, con cifras en torno a los 1300 matriculados.[29] En el caso de Salamanca, también se observa este máximo hacia los años centrales de la década de 1580 con más de 7300 matriculados, aunque nuestro recuento matiza las anteriores cifras aportadas por Cubas, Alejo Montes, Kagan o Vidal y Díaz.[30]

Los estudiantes de las diócesis de Badajoz, Coria y Plasencia, dentro de las tres grandes Universidades Hispánicas presentan un mayor porcentaje en la matrícula de Salamanca que en el resto de las mismas, en donde su presencia puede considerarse marginal.[31] Precisamente en el Estudio salmantino durante el curso 1574-75 hay, según nuestros datos, un 5,4% de extremeños en las aulas salmantinas, cifras que aumentan hasta el 6,9 % si tenemos en cuenta los que figuran como Nullius diocesis. Estas cifras se ven incrementadas en el curso 1594-95, llegando al 8,4% sin incluir a los mencionados y al 9,3% con ellos.[32]

Atendiendo a la división en estudios, el análisis de cifras corrobora la atracción de Salamanca como primera universidad entre las hispánicas, debido, entre otras razones, a su tradición jurista. Aunque en mucha menor medida, también predominan los estudios de leyes en Valladolid, frente a la importancia de la facultad de Artes en Alcalá.[33]

 

3.1  La nación de Extremadura en la Universidad de Salamanca (I): cuantificación[34]

La Universidad de Salamanca lidera en este momento el número de matriculados en la península Ibérica. Así lo corroboran el total de 5908 estudiantes que se matricularon en el primero de los cursos citados, número que aumenta hasta llegar a los 7308 del curso 1584-85, momento de máximos, y que desciende a 6199 en el curso que cierra nuestra análisis. De estas cantidades, el porcentaje de manteístas gira en torno al 90 % del total de la matrícula.

En cuanto a lugares de origen de los matriculados, según los estudios realizados por Rodríguez San Pedro basándose en cifras de Alejo Montes, o Noemí Cubas, la Universidad de Salamanca sería la que incorpora mayor número de alumnos procedentes de otras regiones de la Monarquía Hispánica y del exterior hasta el decreto de Felipe II.[35] Sin embargo, hay un claro predominio de estudiantes de la mitad norte de la Corona de Castilla. Para el curso 1584-85, los estudiantes de Castilla la Vieja-León son los más numerosos, con más de un 40%, seguidos de Castilla la Nueva (13%), Portugal (12 %), Extremadura (8%), Territorios Vasco-navarros y riojanos (7,5%), Andalucía (5%), Galicia (5%), Reino de Aragón (2,2%), Asturias (2,1%) y Murcia (0,8 %). Estas proporciones contradicen lo manifestado por Kagan, para quien Extremadura “contribuía relativamente con pocos estudiantes”. [36] Los territorios diocesanos que más estudiantes aportan serían, para el citado curso, Salamanca, con 921 matrículas (casi el 15 %), Toledo (476 matrículas y 7,5 %), Calahorra (311) y Burgos (308), con cifras cercanas al 5%. Seguidamente, Ávila, Zamora, Cuenca, Astorga, Plasencia y Palencia en torno a doscientos matriculados cada una (3%).[37]

En este tipo de estudios, un elemento a tener en cuenta en la computación del número total de estudiantes es el de las duplicaciones. Nosotros hemos hecho lo propio con los muestreos exhaustivos que hemos realizado para la nación de Extremadura, para después aplicarlo a las cifras globales del curso 1584-85.[38]

El peso de Extremadura en la matrícula salmantina supone, con 407 estudiantes, el 7,7% de los matriculados para mediados de la década de los setenta. A diferencia del total de matrículas salmantinas que observa el máximo en el curso 1584-85 y desciende a mediados de los noventa, el contingente extremeño no dejará de crecer en los decenios siguientes, aumentando en 543 y un 8,2% de la matrícula para 1585, y 576 y un 10,3% para diez años después.[39] Sin embargo, Badajoz es la única diócesis que, aun aumentando su población estudiantil, no lo hace al mismo ritmo que el resto de diócesis y disminuye su proporción en relación a la matrícula total y de manteístas a mediados de los ochenta del siglo XVI.[40]

Si echamos un vistazo al número de estudiantes de Badajoz, Coria, Plasencia y los territorios de Nullius diocesis, encontramos que Plasencia es la diócesis que más estudiantes aporta, con gran crecimiento entre los cursos 1574-75 y 1594-95 (pasa de 129 a 203 estudiantes) y el 35 % del total de la nación extremeña. No obstante, en el curso 1574-75, a pesar de que la diócesis placentina va muy igualada a Coria, ésta última está en primera posición (32% de los extremeños y 131 estudiantes). Mismamente Coria es la segunda diócesis que más estudiantes envía para el periodo, un 30% del contingente de Extremadura, seguida de los territorios de órdenes militares (21 % y entre 87 y 120 estudiantes), que son los únicos que descienden sus cifras en el último curso analizado. Por último, iría Badajoz, con un 14 % de la nación y entre 61 y 81 estudiantes.[41]

 

3.2  La nación de Extremadura en la Universidad de Salamanca (II): facultades

 Debido a la importancia que la Monarquía Hispánica otorgó a los estudios jurídicos como uno de los pilares en el que apoyaba su compleja maquinaria, la Universidad de Salamanca se convirtió en el principal centro de formación de juristas que pasaban después hacia la burocracia del Estado moderno y la Iglesia. Desde el principio los monarcas se apoyaron en un cuerpo de letrados que basaban su formación en los estudios de derecho. Esta burocracia administrativa articulaba una red clientelar en donde las influencias y los lazos de solidaridad de diversos tipos venían a ser parte esencial de la columna vertebral que articulaba la institución monárquica. En el ámbito eclesial, por otra parte, el derecho canónico y la Teología fueron establecidos por las disposiciones tridentinas como condición sine quae non para la formación del clero y para conseguir las más altas dignidades eclesiásticas.[42]

A parte de los estudios en leyes, la Universidad de Salamanca tenía un elenco de facultades de las que Teología se destacaba sobre el resto, además de otros estudios como los de Gramática y Retórica, Filosofía, Medicina y algunos que aparecen de forma intermitente, caso de Matemáticas. En cuanto a cátedras, Rodríguez-San Pedro habla de 26 cátedras vitalicias o de propiedad, y alrededor de 30 temporales o cursatorias para 1590. Cánones se alzaba con 6 y 4 respectivamente, seguidas de Leyes (4 de propiedad y 6 cursatorias); Teología, con 3 vitalicias y 3 temporales; Medicina (4 y 3 respectivamente); Gramática con 2 de cada tipo; Griego, con 3 cursatorias; y por último las cátedras de propiedad de Lenguas, Retórica, Matemáticas-Astrología y Música.[43]

Los estudios en Cánones, como ya vimos en la comparativa con Valladolid y Alcalá, focalizan la asistencia de los manteístas, con porcentajes que varían entre el 46 y el 52% de los estudios. En segundo lugar, la facultad de Gramática presenta para los cursos 1574-75 y 1584-85  mayores cifras que el resto, en torno al 20%, si bien ésta desciende bruscamente sus efectivos al final de la centuria (7,5%) a favor de los artistas, relacionado con dificultades en la estructuración de sus estudios. Estos problemas se vinculan a la especialización y parcelación de disciplinas en la Universidad desde el segundo tercio siglo XVI cuando Teología, Derecho y Medicina y Artes aparecen como estudios totalmente independientes de la labor de los gramáticos, y éstos ven reducido cada vez más su campo de actuación a la Gramática propiamente dicha (latín), Retórica y Griego.[44]  La facultad de Artes, por su parte, ocupa el tercer puesto con proporciones de entre el 11 y el 14 % de la matrícula, seguidos de los legistas que tienen un peso en la matrícula de entre el 8 y casi el 12%. Los teólogos se mantienen con cifras entre el 8 y el 10%, y por último, los estudios en Medicina (2-4 %).[45]

Por diócesis según las facultades, para el curso 1584-85, en Cánones destaca Toledo con casi 300 matrículas, seguido de Salamanca y Burgos con más de 200 cada una. A continuación  Calahorra, Palencia, Cuenca, y Plasencia entre otras (100-150). En el caso de Gramática, Salamanca predomina con cerca de las 400 matrículas igual que en Artes, con  más de 150. En lo que respecta a los legistas, Toledo vuelve a superar a Salamanca, con 53 y 40 matrículas respectivamente. Los estudios de Teología atraen a los salmantinos principalmente (79 matrículas) seguidos de los calagurritanos con casi 40. Por último, los estudiantes de Medicina provienen igualmente de la diócesis de Salamanca (33 matrículas) y Toledo entre otras, con 10 matriculados.[46]

Ante la relevancia del Estudio salmantino y su variedad de estudios, y dada la proximidad de las diócesis de Coria y Plasencia, que reunían en torno al 65% de los extremeños matriculados, es lógico que la presencia extremeña fuera notable, en donde además encontraban el apoyo de una nación. El peso de la nación de Extremadura en la facultad de Cánones se mantiene elevado, pasando del 7,9 % hasta prácticamente el 11% hacia 1595. Sin embargo, la mayor representatividad la encontramos en el curso 1574-75 en Leyes (10%); Retórica (20%) y Artes (10%) en el curso 1584-85, y Matemáticas y Medicina con un 18 y 14,7% respectivamente para el último de los cursos. Contingentes de extremeños superiores al 7% se dan en Artes en el primer corte; Leyes, Gramática y Medicina en los años centrales de la década de los 80, y Leyes, Artes y Teología para 1594-95.[47]

Cánones, en las diócesis extremeñas, ocupa la mayor proporción de estudiantes (34-60% en cada diócesis). Plasencia ostenta el número mayor de canonistas, (53-56% de sus estudiantes) entre los 68 y los 111 individuos. Seguidamente irían los gramáticos, que, superando el 16 % (entre 20 y 30 alumnos), continúan con la misma tendencia general de descenso para las postrimerías del siglo, concretamente hasta un 3%. Artes, a continuación, ocupa el tercer puesto (11-15%), seguida de Teología y Leyes, que van muy igualadas en cuanto a número de placentinos (del 5 al 11 %). Las disposiciones tridentinas favorecieron un auge del número de estudiantes teólogos hacia 1595, con 24 alumnos (12 %). En el caso de otros estudios como Medicina, Retórica o Matemáticas son opciones secundarias, observándose un aumento hasta el 6% de los médicos también a finales de siglo que podría estar relacionado con los prestigiosos estudios de la escuela de medicina del Monasterio de Guadalupe, los cuales daban una formación primaria que debía completarse en Salamanca. [48]

Aunque para el curso 1594-95 todos los territorios aumentan en Cánones, en proporción Coria llega a sobrepasar a Plasencia rozando el 60 %, un incremento con respecto a al curso 1574-75 de casi el doble de estudiantes en esa facultad. En lo que respecta a Gramática y Retórica, los caurienses son los más numerosos de los extremeños en todos los cursos, (24-30%), acusándose al final de la centuria la citada regresión hasta un 9%; pero incluso aquí tienen mayores proporciones que el resto. En el caso de los retóricos Coria es una de las diócesis a nivel global con mayor presencia. Esto puede ser explicable por la presencia de El Brocense, que en esos años es profesor en dicha facultad y posiblemente, como veremos, tendría gran capacidad de atracción. Por otro lado, Leyes también es una facultad bastante demandada, aunque sus cifras descienden del 20 % a aproximadamente la mitad hacia 1584-85. Artes también sufre un acusado descenso final llegando a un 6%. Teología se mantiene en torno al 3-5% de los matriculados; aquí no parece que incidieran las directrices de Trento. Medicina y Matemáticas, igual que en Plasencia, tampoco son estudios muy solicitados.[49]

Como contraste, los territorios de Nullius diocesis y Badajoz son, debido en parte a su lejanía con la Universidad de Salamanca y su proximidad a las recién fundadas  Universidades de Sevilla (1505) o Granada (1531), los lugares que aportan menos al contingente estudiantil. Los territorios de órdenes militares aportan mayores estudiantes en Cánones, entre 46 y 66 individuos (55%) y Artes, en torno al 20. Para 1574-75, Leyes, con un 19%, era la segunda facultad que acogía a mayor número de estudiantes, aunque después irá pareja a los estudios de Teología (6-10%). Gramática, empero, no tenían demasiada capacidad de atracción para este alumnado: a finales del siglo XVI no encontramos ni uno sólo. En cambio, Medicina concentraba en esos años casi igual peso que Leyes y Teología (10%).[50]

Por último, Badajoz es la diócesis que menos estudiantes envía a Salamanca, con un predominio en la tríada Cánones-Leyes-Artes que suponen entre el 80 y cerca del 90 % de los matriculados de esta circunscripción. En ella, los canonistas disminuyen en proporción durante la época de máximo crecimiento de la matrícula global. Leyes y Artes van bastante igualados, (10 y el 18%). De cerca le siguen los gramáticos (10-15%) que aminoran su presencia en el curos 1594-95 como ocurría en las otras de diócesis. Teología y Medicina son los estudios con menor número de alumnos de la diócesis pacense, entre el 4 y el 7%, aunque los primeros aumentan durante la última etapa analizada hasta el 12 %, siendo la segunda opción, junto con Artes, tras la facultad de Cánones.[51]

3.3  La nación de Extremadura en la Universidad de Salamanca (III): procedencia geográfica y social

Una vez examinados los contingentes de estudiantes extremeños se hace necesaria una aproximación a sus lugares de origen. La historiografía ha considerado que, excluyendo los ámbitos plenamente rurales en donde estaban ausentes las preocupaciones culturales, la Universidad atraería más al medio urbano que el rural.[52] En nuestro trabajo corroboramos esta premisa, dado que ciudades como Plasencia, Cáceres o Trujillo son las que más estudiantes envían. En ello, el apoyo de la nación de Extremadura era indispensable, pero también la presencia de figuras notables que funcionan como polos de atracción en sus lugares de procedencia. Todo ello lo comprobaremos a través de los libros de matrículas, aunque antes analizaremos unos prolegómenos de partida.

Como ya vimos, la Universidad es uno de los resortes de la Monarquía Hispánica en tanto que abastece de letrados al aparato burocrático que se pone en marcha con el surgimiento de los Estados modernos. Esto suponía una forma de promoción social, la llamada “promoción por las letras” a través de las disciplinas jurídicas, puesto que la Teología se ligaba al ámbito de la Iglesia, la Medicina requería gran especialización y las Artes estaban consideradas como estudios menores o de tránsito hacia otras facultades.[53]

Así pues, el ingreso en la Universidad obedecía previamente a diversos factores. Entre ellos cabría destacar, en primer lugar razones socio-económicas. Matricularse en la Universidad de Salamanca no resultaba aparentemente costoso.[54] Sin embargo, el mero hecho de trasladarse a una ciudad distinta encarecía el precio de los estudios, y dependiendo del estatus, los vínculos o la suerte, había diversas formas de mantenerse en una ciudad universitaria como Salamanca. Los estudiantes más pobres intentaban sobrevivir mediante algunas de las becas que otorgaban los colegios, o por medio de la protección eclesial, también como sirvientes de un estudiante adinerado, etc.[55] A continuación había un nivel superior de hidalgos con pocos recursos, hijos de labradores notables o profesionales urbanos que seguían el camino de sus progenitores. También existían vagos, pícaros o vagabundos que intentaban probar suerte entre el mundo estudiantil como forma de mejorar su situación.[56] Paralelamente había sistemas como el del pupilaje, por medio del cual un bachiller se encargaba de varios estudiantes a los que mantenía y hospedaba, además de asistirles en cuestiones educativas. Sin embargo, este tipo de alojamiento no resultaba demasiado barato.[57] Por último, un número muy reducido de nobles y caballeros estaba presente en los estudios superiores, normalmente segundones que pretendían subir en el escalafón social.

Ligado a las razones económicas, estaban las razones intelectuales. Como señala Kagan, “aunque había acusadas diferencias de riqueza y cultura dentro de esta minoría, ésta representaba a los miembros más cultivados de la sociedad, una parte de los cuales había recibido también educación latina”.[58] Esto indica que lógicamente sólo los más pudientes se podían permitir una educación de primeras letras en los lugares de origen, requisito previo para iniciarse en los estudios universitarios. Además el latín era otro de los conocimientos básicos necesarios antes de entrar en la Universidad, que en la mayoría de los casos únicamente se adquiría en un medio urbano. En contraposición, el analfabetismo era general en las zonas rurales, y sólo los núcleos más nutridos o las ciudades pequeñas había un pequeño sector de instruidos. A su vez, también aquellos que poseían ya una cierta formación confiaban en la Universidad como forma de aspirar a una posición más elevada. [59]

De cualquier forma, aparte de otros requisitos como la limpieza de sangre, hemos de tener claro que también las razones geográficas son relevantes, y en nuestro caso centran uno de los criterios que hemos utilizado para escoger el contingente estudiantil extremeño: el paisanaje. Como hemos visto, la proximidad espacial, aunque no es determinante, influye notablemente en aquellas diócesis más cercanas. A su vez, el hecho de pertenecer a una de las cofradías de estudiantes facilitaba el acceso a una red de vínculos que partían desde la propia Universidad hasta los lugares de origen y viceversa, a la par de proporcionar algunos privilegios frente a estudiantes de otras naciones. Esta forma de confraternizar daba auxilio y apoyo al estudiante en caso de necesidad una vez que llegaba a la Universidad, pero antes de ello parentelas, amistades y paisanos que confluían después en la nación ya habían tomado parte en la decisión del estudiante en potencia para escoger una universidad determinada, en este caso Salamanca.

Mismamente esos vínculos, que se forjaban tanto en el seno de los núcleos de residencia habitual, como en la propia ciudad universitaria, se entrelazaban en las naciones, las cuales los impulsaban, renovaban y ampliaban hacia los tres niveles que mencionamos al principio (en la propia nación, en el gobierno de la universidad y con respecto a otras naciones). Estos niveles podrían considerarse como internos, dado que sus límites se circunscriben al funcionamiento del Estudio.

En nuestra investigación querríamos quedar esbozado un cuarto nivel de influencia de las naciones estudiantiles: su irradiación sobre las áreas de procedencia, nivel que podría considerarse externo si lo comparamos con los otros tres. Sin embargo, no lo sería tanto si tenemos en cuenta que dichos influjos constituirían uno de los eslabones para que la cadena de atracción hacia la universidad volviera a funcionar de nuevo. Es decir, aparte de la existencia en sí de la propia nación, el hecho de que alguno de sus integrantes allegados o conocidos desempeñase algún puesto relevante, ora en lo académico, ora en la administración o gobierno de la universidad, era un elemento que tenía un “efecto llamada” sobre los jóvenes que estaban en disposición de iniciar sus estudios superiores.

Pongamos un ejemplo que creemos bastante representativo de lo explicado hasta ahora. Francisco Sánchez de las Brozas, “El Brocense”, fue un reconocido humanista y traductor de su tiempo. El Brocense se hizo con la propiedad de la cátedra de Retórica de dicha Universidad en 1573, al igual que la de Griego desde 1576, siendo profesor de ambas hasta su jubilación en 1593.[60] Ambos estudios iban ligados, como ya vimos, a los de Gramática, y precisamente los años que está ejerciendo el Brocense en esta facultad, la diócesis de Coria es la que presenta en ella mayor número y proporción de estudiantes de la nación de Extremadura, y en el caso de Retórica, una de las diócesis que más estudiantes aporta (más del 18 % de la matrícula total) para el curso 1584-85. Pero aun más, el núcleo de Brozas, donde había nacido el Brocense, es uno de los que más estudiantes envía de las cuatro áreas estudiadas hasta ese curso: la tercera durante 1574-75 (19 estudiantes), aumentando hasta 24 individuos para 1584-85. Como vemos, la capacidad de atracción de el Brocense era notoria.

Dicho esto, se hace indispensable el estudio de los estudiantes de la nación de Extremadura según los núcleos de origen, para lo cual hemos contrastado los datos obtenidos de la matrícula universitaria del curso 1594-95, hito de estudiantes de la nación de Extremadura, con los censos y recuentos de población de la época: el llamado “Libro de los millones” de 1591-94 y el “Censo de los obispos de Castilla” de 1587,  ambos recogidos por Tomás González en el siglo XIX.[61]

Para ese momento, hemos encontrado datos de las poblaciones de origen de 540 de los 576 estudiantes, teniendo tan sólo 4 sin identificar. Así las cosas, los individuos identificados se reparten en un total de 117 núcleos, como se observa en la figura 19.[62] Parece ser que, de forma general, predominan los núcleos de 500 vecinos o menos, con 74 de las 117 poblaciones (63%), y de forma específica los núcleos de entre 200 y 500 vecinos, con cerca de la mitad de todos los que tenemos datos (44%). En contraste, las poblaciones superiores a esa vecindad tienen mayor peso en la salida de estudiantes (69% del contingente y 376 estudiantes). Destacan, con proporciones superiores al 30 % del contingente estudiantil, los lugares de entre 500 y 1000 vecinos, seguidos por los núcleos de entre 200 y 500 (25%) y a continuación los mayores de 1500 vecinos (23%). Queda claro, por otro lado, lo afirmado al principio: las áreas rurales de escasa población (menores de 200 vecinos), aunque ocupan un 20% del total de procedencias, apenas envían estudiantes; tan sólo el 6%.[63]

 En esta distribución, las diócesis de Plasencia y Coria están empatadas en cuanto a núcleos que envían más estudiantes a la Universidad de Salamanca, con 36 cada una, si bien Plasencia envía ligeramente más estudiantes que la diócesis cauriense (174 frente a 172). A continuación, los territorios de Nullius diocesis envían 114 estudiantes de 31 procedencias distintas, y por último, Badajoz, con 14 núcleos de los que salen 80 estudiantes.[64]

Viendo detenidamente cada área según la figura 21, parece ser que en la diócesis de Plasencia predominan claramente los núcleos de menos de 500 vecinos, con un peso del 78%. Precisamente el contingente estudiantil proviene sobre todo de núcleos mayores de 200 habitantes (58 individuos), aunque los núcleos de un tamaño considerable (más de 1000 vecinos) envían el mayor porcentaje de estudiantes (59% y 102 efectivos). Sin embargo, las poblaciones de entre 1000 y 1500 vecinos se hallan ausentes. Gran parte de ese contingente lo envían las ciudades más pobladas de la diócesis, Trujillo, Béjar y Plasencia, pero se sale de la norma Cabezuela del Valle, que siendo un núcleo rural bastante poco poblado, (230 vecinos) también envía un número alto de individuos.[65]

Para el caso de Coria, ocurre algo similar a la diócesis de Plasencia: en la distribución de núcleos los más pequeños tienen una mayor proporción, un 70%, pero son los que menos estudiantes expulsan, un 30% (49 individuos). Por el contrario, los 7 núcleos de entre 500 y 1000 vecinos envían un 35 % de los estudiantes. Finalmente, el peso de estudiantes se lo llevan poblaciones más grandes, de más de 1000 vecinos, con el hito en la ciudad de Cáceres, que aporta 40 estudiantes, esto es, un 23% del total de la diócesis. Otros enclaves significativos son: Coria, con 15 estudiantes, Brozas (14), Ceclavín (13) o Garrovillas (12).[66]

Los territorios extremeños de Nullius diocesis, pertenecientes a la jurisdicción de las órdenes de Alcántara y Santiago, matizan el predominio en las otras diócesis de las procedencias con pocos vecinos, dándose en este área casi un empate entre los lugares con menos de 500 vecinos (51%) y los superiores a esa cifra (49%). No ocurre lo mismo, no obstante, con el número de estudiantes, los cuales salen mayormente (un 74%) de poblaciones de entre 500 y 1500 vecinos, concretamente 84 de los 114 estudiantes identificados. Los cuatro núcleos más grandes vuelven a aportar el mayor contingente, el 32 % de los estudiantes: Mérida y Llerena, con 19 y 11 estudiantes respectivamente.[67]

Por último, la diócesis de Badajoz es la que menos está representada en la nación de Extremadura con tan sólo 80 estudiantes repartidos principalmente entre sus cuatros poblaciones mayores: Badajoz, ciudad extremeña más poblada con 2805 vecinos y el 29% de los estudiantes (29); Alburquerque, Fregenal y Jerez de los Caballeros (24%), con un total de 19 entre las tres ciudades. Continúan predominando la relación entre la abundancia de núcleos pequeños (36%) que envían pocos estudiantes, en total 14, un 17% de la diócesis. De forma parecida a la diócesis de Plasencia, hay escasez de núcleos de entre 1000 y 1500 vecinos, tan sólo uno, Zafra, que envía 6 estudiantes.[68]

En resumen, a la luz de los datos, parece ser que hay dos grandes focos, Cáceres y Trujillo, que constantemente envían estudiantes. Les siguen las sedes episcopales Plasencia, Badajoz y Coria, así como Béjar, y un sector de poblaciones intermedias que se diseminan por la geografía extremeña (Brozas, Mérida, Llerena…). En torno a ellos se concentran un rosario de pequeños núcleos que están bajo su influencia y que aportan un número reducido de alumnos. Estos se ubican en los Valles del Jerte y Tiétar y las Vegas de Coria en el tercio norte, mientras que en la zona centro, la penillanura Trujillano-Cacereña, sobre todo la Tierra de Trujillo es la que alberga más procedencias. Por último, en el tercio sur, destaca la franja situada entre Tierra de Barros y el campo de Zafra con los núcleos de Jerez, Fregenal y Zafra.

Apuntados los aspectos geográficos, y en otro orden de cosas, intentaremos aproximarnos a alguno de los pocos aspectos sociales que nos dejan entrever las matrículas. Así, hemos de destacar uno que nos da una ligera idea de un grupo que establece una diferenciación con el resto de matriculados. Se trata de aquellos que aparecen inscritos con el título de “don”, particularidad que en principio indicaba un nivel bajo de hidalguía, que en el caso de los universitarios solía circunscribirse a segundones, aunque hay que tomarlo con precaución debido a los abusos que en la época se hacían al respecto.[69] Como indica Cadenas y Vicent, es necesario el cotejo de numerosa documentación en donde se indique dicha titulación, siendo ésta una de las pruebas que demostrarían que la anteposición del “don” es símbolo de un estatus nobiliario y no una impostura.[70]

En nuestro caso, aunque tenemos en cuenta esas consideraciones, resulta una tarea casi imposible identificar la veracidad de todo aquel título de “don” que nos encontramos en las matrículas, puesto que tendríamos que cotejarlo al menos con las fuentes parroquiales, cuestión que podría llevarnos años en hallar respuesta. A pesar de que, como indica Alemán Illán, el título de “don” podía reflejarse en los escritos debido a los propios notarios que lo intitularían por razones de amistad o relación profesional, sí que es cierto, como veremos en el caso de Trujillo, que normalmente suele ir acompañando a estudiantes con apellidos notablemente conocidos en los lugares de origen por su condición hidalga o noble.[71] Por esta razón, y ante la falta de otras fuentes para contrastarlo, daremos por válidos los títulos de “don” que aparecen en los libros de matrícula, al menos a efectos de cuantificación, en los que hemos de tener en cuenta las duplicaciones.

Para la nación de Extremadura, los titulados de “don” aparecen sobre todo en las facultades jurídicas y proceden de todas las diócesis. De forma general, suelen ser de 1 a 5 estudiantes canonistas principalmente, y en menor número, legistas. A éstos le siguen, de manera secundaria los “dones” de artes y gramática. Sin embargo, el caso de Plasencia en el curso 1584-85, con 12 estudiantes hidalgos, es llamativo puesto que esta diócesis acumula el mismo número de individuos de esa condición que el resto de diócesis juntas para ese curso.[72]

En el curso 1574-75 los porcentajes de “don” se mueven entre el 1,15 % de la matrícula de Nullius diocesis y el 3,81 % de los matriculados procedentes de Coria. Estas proporciones se elevan durante los años centrales de la década de los ochenta, ascendiendo al 6,31 % en el citado caso de Plasencia, seguida de Badajoz (5,8%) y los territorios de Nullius diocesis, con un 3,3%. Por último, en el curso 1594-95, Coria, con 7 titulados de “don” encabeza a las diócesis extremeñas (4,19%), a la que le sigue Badajoz y Plasencia con un 3,7 y un 2,46%, y sin hallar, empero, ninguno de esa condición bajo jurisdicción de las órdenes militares.[73]

Estas cifras indican que la mayoría de los estudiantes manteístas de la nación de Extremadura suelen provenir de un estrato social más bajo que el analizado, si bien no siempre es indicativo de falta de recursos porque, como señalamos, estudiar en una universidad no estaba al alcance de todos. Excepción a esto lo conforman hidalgos de la baja nobleza de algunas familias notables extremeñas, dentro de los cuales vamos a ver los procedentes de las dos diócesis que más aportan: Plasencia y Coria.

Al residir familias de la nobleza en ciudades como Plasencia, Trujillo, Cáceres o Béjar lógicamente no sale de la normalidad que sean las procedencias donde más titulados de “don” encontramos. Así, apellidos como Barahona, Paniagua o Solís son bastante conocidos en el círculo de la nobleza local para el caso de Plasencia, o Figueroa, Zúñiga…para el caso de Béjar. Lo mismo ocurre con las familias Altamirano, Loayssa, Escobar, Tapia, Paredes, Pizarro,… linajes que eran notables en el caso trujillano. En lo que respecta a Cáceres, apellidos como Golfín, Ovando, Portocarrero, Andrada, o Becerra atestiguan que, por norma general, el uso del título de “don” no estaba ajeno a fundamentos del linaje.

Otro aspecto que a veces muestran los libros de matrícula y que demostraría la veracidad de los presentados como hidalgos sería la aparición de hermanos o presuntamente familiares que se matriculan conjuntamente. El apoyo familiar en este sentido es importante, ya que resulta más llevadero enfrentarse a las novedades que resultan de estudiar en una ciudad universitaria lejos del seno familiar cuando se unen dos individuos en la misma situación.[74]

  1. 4.      La Tierra de Trujillo

Lo que denominamos como Tierra de Trujillo, según la división administrativa del siglo XVI, estaba situada dentro de la llamada también Provincia de Trujillo, comprendiendo ésta la mayor parte del actual territorio extremeño. Como ya vimos, junto a la Provincia de León de la Orden de Santiago formó la provincia de Extremadura en 1653.[75] La Tierra de Trujillo, según los censos consultados para la realización de este trabajo, comprendía los siguientes núcleos: Trujillo, Garciaz, Berzocana, Cañamero, Herguijuela, La Zarza (Conquista de la Sierra), Zorita, Logrosán, Navalvillar, Acedera, Madrigalejo, Alcollarín, El Campo (Campo Lugar), Abertura, Escurial, Santa Cruz de la Sierra, Robledillo de Trujillo, Orellana. La Cumbre, El Puerto de Santa Cruz, Ibahernando, Retamosa, Plasenzuela, Aldea el Pastor (Santa Ana) y Búrdalo (Villamesías).[76] Limitaba al norte con la Tierra de Plasencia, al oeste con la de Cáceres y el partido de Montánchez de la Orden de Santiago, al sur, con Medellín y con el partido de Magacela de la Orden de Alcántara, y al este con la Tierra de Talavera y el Señorío de Alcocer.[77]

En el contexto general de las diócesis y de la nación de Extremadura, Trujillo es una de las ciudades que más estudiantes aporta en todos los cursos, entre 30 y 35 según los libros de matrículas. En este sentido, durante el curso 1574-75 lidera a las diócesis extremeñas junto con Cáceres (38 estudiantes), mientras que diez años más tarde lo hace junto a Plasencia (39 estudiantes frente a los 35 de Trujillo), superando a Cáceres en contingente estudiantil. Sin embargo, a finales de la centuria, Plasencia decae hasta los 16 estudiantes a la vez que sube Cáceres hasta los 40, mientras que Trujillo sigue manteniéndose con 30 efectivos.

Si echamos un vistazo a las facultades que más demanda tienen entre los estudiantes procedentes de la Tierra de Trujillo durante el curso 1594-95, Cánones es la primera, con una proporción del 47%. Los canonistas proceden sobre todo de Trujillo (17 estudiantes), seguido de Berzocana, Cañamero y Santa Cruz de la Sierra con dos estudiantes cada una. A continuación, los artistas son los más numerosos, con un 20 % y un total de 11 matriculados trujillanos, destacando de nuevo la ciudad, con 8 estudiantes, seguida, con uno, de La Cumbre, Madrigalejo y Orellana. En tercer lugar destacan, igualados al 11% de la Tierra de Trujillo, los estudios de Leyes y Gramática, que atraen en total a 12 individuos. Son predominantemente legistas los trujillanos (5 estudiantes), mientras que también se destacan entre los gramáticos (3 estudiantes) junto a los procedentes de Berzocana (2), Garciaz, Alcollarín, el Puerto de Santa Cruz y Santa Cruz de la Sierra, con uno cada uno. En el caso de Teología, encontramos sólo a tres estudiantes de Trujillo, mientras que en Retórica sólo encontramos uno de dicha ciudad, y otro de Berzocana cursando Medicina.[78]

En el caso de la nación de Extremadura, Trujillo y su tierra estaban ampliamente representadas en la Universidad de Salamanca, puesto que, como se puede ver en la figura 25, de los 25 núcleos citados antes, encontramos estudiantes de 19 de ellos en el último cuarto del siglo XVI.[79] Se trata de núcleos de menos de 1000 vecinos, a excepción de Trujillo que superaba los 1500 vecinos. Entre ellos continúa la tónica vista para la generalidad de las diócesis extremeñas: la mayor parte de núcleos son pequeños, no llegando a sobrepasar los 800 vecinos para el caso de los tres mayores de los que tenemos datos aparte de Trujillo (Logrosán, Garciaz y Berzocana), mientras que el resto tiene entre 150 y 400 vecinos. Sin embargo, todos estos lugares no envían apenas entre un 25 y un 34 % de los estudiantes de la Tierra de Trujillo para el periodo 1574-1585. [80]

No obstante, a mediados de la década de los noventa del siglo XVI esta tendencia cambia: Trujillo, que antes enviaba contingentes de entre el 66 y el 75 % de los estudiantes, ahora se va a ver superada por la suma del resto de poblaciones menores de 1000 vecinos, si bien es por la mínima: 31 estudiantes frente a 30 que tiene la ciudad (51 y 49%).[81]

 

  1. 5.      Un estudiante trujillano de “don”: Luis de Tapia Paredes.

En un intento al acercamiento a la adscripción social de los estudiantes ya dijimos más arriba el caso de los titulados de “don”. A modo de epílogo, nos gustaría fijarnos en un estudiante de Trujillo que aparece matriculado en la Universidad de Salamanca y cuya trayectoria posterior dio como resultado una “mejora del estado por las letras”. Hablamos de Luis de Paredes, que aparece matriculado en el curso 1584-85, junto a su presunto hermano Bernardino de Tapia.[82] No hay ninguna mención en el libro de sus lazos de parentesco, pero el hecho de que aparezcan matriculados uno seguido del otro hace que intuyamos que podrían tratarse de los hermanos de Esteban de Tapia, autor de un interesante manuscrito sobre la historia de Trujillo y su heráldica.[83] Todos eran hijos de Gonzalo de Tapia, señor de Plasenzuela, Guijos y Avililla, y María de Paredes, nieta de Diego García de Paredes, el afamado militar de las guerras de Italia.[84]

De Bernardino de Tapia apenas sabemos que, de tratarse del personaje que consideramos, era el segundón de la familia y heredero, según Muñoz de San Pedro, del mayorazgo de los Paredes, ya que su hermano Esteban era el primogénito y le correspondía el de los Tapia. Desconocemos la fecha del fallecimiento de Bernardino, pero lo hizo sin descendencia, y el tercero de los hermanos, Luis, heredó dicho mayorazgo, reuniendo bastante patrimonio.[85]

Luis de Tapia Paredes, que según el conde de Canilleros firmaba también como Luis de Paredes, nació después de 1560 (su hermano mayor Esteban nace sobre esa fecha), y cursó estudios juristas en Salamanca, llegando posteriormente a ser alcalde de Casa y Corte y Consejero de Castilla e Indias.[86] Según la crónica de la orden de Alcántara, Luis de Paredes fue “colegial del Mayor del Arzobispo, Oidor de Sevilla y de Valladolid, Alcalde de Casa y Corte, del Consejo de Indias, y hoy de el Real de Castilla. Casó con D. Aldonza de Esquivel y Guzmán, natural de la ciudad de Sevilla”.[87] El hecho de fuera colegial podría parecer que nuestro Luis de Paredes era otro, ya que se encuentra matriculado entre los manteístas. Sin embargo encontramos en una obra coetánea a él la siguiente referencia:

“[…]Don Luis de Paredes, Licenciado por la Universidad de Salamanca, año de mil y quinientos noventa y seis, y el del noventa y ocho entró en el Colegio mayor del Arçobispo de la sobredicha Universidad, donde a pocos días le encomendaron la oposición de las Cátedras de Cánones, y el de seiscientos y diez y seis fue promovido por Oydor de Valladolid, y el de diez y ocho fue proveydo por Alcalde de Casa y Corte […].[88]

Por tanto, fue colegial dos años después de licenciarse (1596). Aunque las coincidencias son bastante altas, aparece matriculado en 1585, más de diez años antes de licenciarse, tiempo que podría parecer algo excesivo, aunque no mucho, para realizar sus estudios, barajando la posibilidad de una interrupción temporal o que simplemente se tomó algo más de tiempo del habitual.

De cualquier modo, el trujillano Luis de Paredes llegó a ocupar una posición muy elevada en la administración de Felipe III y Felipe IV. Su paso por las aulas salmantinas cursando estudios como manteísta en Cánones era algo bastante habitual para aquellos hidalgos segundones que querían conseguir un estatus más alto a través de una formación jurídica para pasar a las filas de burócratas de la Monarquía Hispánica. Dado que él en principio no era heredero de ninguno de los mayorazgos, es entendible su inclinación hacia las letras, aunque después la fortuna hizo que, al fallecer su hermano Bernardino, heredase un mayorazgo más grande que el de los Tapia, detentado por su otro hermano Esteban.

Durante su etapa de colegial, hasta 1606, conocería al futuro Conde-Duque de Olivares, como confirman algunas de sus cartas conservadas, y en 1618, Luis de Paredes desempeña el cargo de Consejero y Alcalde de Casa y Corte. Después de 1626, durante su etapa en el Consejo de Indias, se preocupó de reunir una serie de documentos sobre dicho Consejo hallados posteriormente en el Archivo del Conde de Canilleros, como el propio Muñoz de San Pedro indica en uno de sus artículos sobre Luis de Paredes.[89]

 

  1. 6.      Conclusiones

Los lazos de solidaridad regional juegan un papel primordial en las relaciones sociales en el momento en que un estudiante sale de su ámbito habitual. Es por ello por lo que creemos que existe una noción, aunque difusa, de identidad extremeña, al igual que la había en relación a otras procedencias geográficas dentro y fuera del ámbito peninsular. Así, se referiría no sólo al ámbito geográfico, sino también a sus habitantes, con unas características y rasgos comunes (idiosincrasia, comportamientos, peculiaridades lingüísticas, etc).

En este sentido, la existencia de las naciones respondería, entre otras razones, a una necesidad primigenia de subsistencia en un medio extraño, a lo que se suma la intención de aunar esfuerzos para alcanzar puestos de relevancia mediante los diversos cauces representativos de la universidad. A través de dichos lazos de paisanaje se ponían en contacto individuos que habían experimentado la situación de ser estudiante en sus carnes o en la de sus familiares y conocidos, o bien estaban en una situación de partida similar a la del novato. Las naciones funcionarían como polo de atracción de estudiantes de la misma procedencia, posible causa, entre otras ya apuntadas, de que un individuo se decantase por Salamanca.

En el caso de la nación de Extremadura, la tendencia en el aporte de estudiantes es constante, sin cambios bruscos, al menos, hasta la peste de 1595. De forma local se denota un aumento significativo en ciertos núcleos, a la vez que otros descienden considerablemente su representación. Esto puede ligarse, como hemos visto, a razones de paisanaje, pero en este punto, se abre el abanico de posibilidades.

Así, la mejora por las letras hizo que numerosos individuos encontrasen una vía hacia el incremento de su prestigio y poder social. Para ello, lógicamente había que destinar un dinero, que dependía de los recursos de cada futuro estudiante. Amén de otras posibilidades, fue cada vez más frecuente donar ciertos fondos para que algún familiar o allegado pudiera licenciarse en Salamanca, mostrando otra vez la preferencia de esta Universidad. Es el caso del trujillano Fray Jerónimo de Loaysa, arzobispo de Lima, que dejó un dinero para que su pariente Gutierre Espadero Paredes estudiase en Salamanca.[90]

Como hemos visto, el campo de estudio de las naciones es muy amplio, de modo que el objetivo para futuras investigaciones ha de aprovechar las cifras para analizar otros niveles posibles de relación entre Universidad y naciones de estudiantes.

 

Apéndice[1]

 

AÑOS

Matriculados

Manteístas

Manteístas de la nación de Extremadura

%

%

% manteístas

%total

1574-75

5908

100

5313

89,92

407

7,66

6,88

1584-85

7308

100

6603

90,35

543

8,22

7,43

1594-95

6199

100

5569

89,83

576

10,34

9,29

Figura 1. Evolución general de la matrícula. (1574-95)

Figuras 2 y 3. Evolución general de la matrícula de manteístas y de la nación de Extremadura (1574-95)

Fig 2Fig 3

 

Figura 4. Contingentes totales y manteístas de la nación de Extremadura (totales y porcentajes).

DIÓCESIS

1574-75

1584-85

1594-95

Totales

% total

% mant.

% extr.

Totales

% total

% mant

% extr.

Totales

% total

% mant

% extr.

Badajoz

61

1,03

1,14

14,9

68

0,94

1,04

12,7

81

1,3

1,45

14

Coria

131

2,21

2,46

32,1

164

2,24

2,48

30,2

177

2,85

3,17

30,7

Plasencia

128

2,16

2,4

31,4

191

2,59

2,87

35

203

3,27

3,64

35,24

Nullius diocesis

87

1,47

1,63

21,4

120

1,64

1,81

22

115

1,85

2,06

20

Total

407

6,88

7,66

100

543

7,43

8,22

100

576

9,29

10,34

100

 

Figuras 5 a 9. Evolución general según diócesis de la nación de Extremadura (número de alumnos y porcentajes).

 Fig 5

Fig 6

Fig 7

Fig 8

Fig 9

 Figura 10. Evolución general de los estudiantes manteístas y de la nación de Extremadura según estudios (totales y porcentajes).

 

ESTUDIOS

1574-75

 

1584-85

1594-95

Manteístas (total) Manteístas Extremadura Manteístas  (total) Manteístas  Extremadura Manteístas  (total) Manteístas  Extremadura

%

% total

% estudios

%

% total

% estudios

%

% total % estudios
Cánones

2449

46,09

194

3,65

7,92

3068

46,46

257

3,89

9,37

2943

52,84

320

5,74

10,87

Leyes

634

11,93

65

1,22

10,25

577

8,73

47

0,71

8,14

555

9,96

62

1,11

11,17

Teología

525

9,88

24

0,45

4,57

528

7,99

32

0,48

6,06

595

10,68

54

0,96

9,07

Medicina

129

2,42

11

0,2

8,52

201

3,04

15

0,22

7,46

230

4,13

34

0,61

14,78

Artes

621

11,68

49

0,92

7,89

863

13,05

87

1,31

10,08

818

14,68

80

1,43

9,77

Gramática

955

17,97

64

1,2

6,7

1351

20,46

102

1,54

7,54

417

7,48

24

0,43

5,75

Retórica

0

0

0

0

0

15

0,22

3

0,04

20

0

0

0

0

0

Matemáticas

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

11

0,19

2

0,03

18,18

Total

5313

100

407

7,66

6603

100

543

8,22

5569

100

 576

10,34

Figuras 11 a 13. Evolución general de los estudiantes manteístas según estudios (porcentajes).[2]

 Fig 11

Fig 12

Fig 13

 

Figura 14. Evolución de las diócesis extremeñas según estudios: totales y porcentajes según diócesis.

CURSO 1574-75

CURSO 1584-85

CURSO 1594-95

ESTUDIOS

BADAJOZ

CORIA

PLASENCIA

NULLIUS D

BADAJOZ

CORIA

PLASENCIA

NULLIUS D

BADAJOZ

CORIA

PLASENCIA

NULLIUS D

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Total

%

Canonistas

29

47

51

39

68

53

46

53

30

43

55

34

107

56

66

55

47

58

99

59

111

55

63

55

Legistas

11

18

26

20

11

9

17

19

10

15

18

11

9

5

10

8

8

10

24

15

19

9

11

10

Teólogos

4

7

4

3

11

9

5

6

5

7

9

5

11

6

7

6

10

12

9

5

24

12

11

10

Médicos

3

5

3

2

2

1

3

3

3

4

6

4

2

1

4

3

3

4

9

5

12

6

10

9

Artistas

8

13

15

12

14

11

12

14

11

16

27

16

29

15

19

16

10

12

10

6

30

15

20

16

Gramáticos

6

10

32

24

22

17

4

5

10

15

47

29

31

16

14

12

3

4

15

9

6

3

0

0

Retóricos

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

2

1

1

1

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

Matemáticos

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

1

1

1

1

0

0

Total

61

131

128

87

69

164

190

120

81

167

203

115

 

  Figuras 15 a 18. Evolución de las diócesis extremeñas según estudios (número de alumnos).

Fig 15    Fig 16

Fig 17   Fig 18

Figuras 19 y 20. Distribución geográfica de los estudiantes manteístas de la nación de Extremadura: cursos 1574-95 (19) y curso 1594-95 (20).

 Fig 19 Fig 20

Figuras 21, 22 y 23. Núcleos extremeños que envían estudiantes a Salamanca (en vecinos) y estudiantes. Curso 1594-95 (totales y  porcentajes). .                                                                                                                                                                                                                                               

1594-95 Badajoz       Coria       Plasencia       Nullius D.      
Vecinos Núcleos % Estud. % Núcleos % Estud. % Núcleos % Estud. % Núcleos % Estud. % Total núc. % Total est. %
<100

0

0

0

0

1

3

1

1

1

3

3

2

0

0

0

0

2

2

4

1

100-200

0

0

0

0

9

25

13

8

9

25

11

6

2

6

2

2

20

17

26

5

200-500

5

36

14

17

15

42

35

20

18

50

58

33

14

45

27

24

52

44

134

25

500-1000

4

29

18

22

7

19

60

35

6

17

56

32

11

36

48

42

28

24

182

34

1000-1500

1

7

6

8

3

8

23

13

0

0

0

0

4

13

37

32

8

7

66

12

1500-2000

3

21

19

24

1

3

40

23

2

5

46

27

0

0

0

0

6

5

105

19

>2000

1

7

23

29

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

1

1

23

4

Total

14

 

80

 

36

 

172

 

36

 

174

 

31

 

114

 

117

 

540

 

 

Fig 22 Fig 23

 

Figura 24. Titulados de «don», cursos 1574-1595 (totales y porcentajes, entre paréntesis cifra real tras restar las duplicaciones)

 

1574-75                                                                            1584-85 1594-95
ESTUDIOS BADAJOZ CORIA PLASENCIA NULLIUS D. BADAJOZ CORIA PLASENCIA NULLIUS D. BADAJOZ CORIA PLASENCIA NULLIUS D.
CÁNONES

2

2

1

1

1

1

11

2

3

4

4(3)

0

LEYES

0

4 (3)

1

0

1

3

1

0

0

2

1

0

ARTES

0

0

0

0

2

0

0

2

0

2

0

0

GRAMÁTICA

0

0

1

0

2 (0)

0

0

0

0

0

0

0

TOTAL

2

6 (5)

3

1

6 (4)

4

12

4

3

7

4

0

% sobre total dióc

3,28

3,81

2,34

1,15

5,8

2,43

6,31

3,3

3,7

4,19

1,97

0

 

 Figuras 25, 26 y 27. La Tierra de Trujillo (mapa), y distribución según facultades de la Tierra y la ciudad de Trujillo (porcentajes).

 Fig 25

Fig 26 Fig 27

 

Fiura 28. Núcleos de la Tierra de Trujillo que envían estudiantes a Salamanca (vecinos) y estudiantes. Cursos 1574-95(totales y porcentajes).

 

1574-75       1584-85     1594-95    
Vecinos Núcleos % Estudiantes % Núcleos % Estudiantes % Núcleos % Estudiantes %
<100

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

100-200

1

11

1

3

2

22

3

6

3

33

4

7

200-500

3

33

5

11

2

22

6

11

2

23

7

11

500-1000

4

45

5

11

4

45

9

17

3

33

20

33

1000-1500

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

1500-2000

1

11

33

75

1

11

35

66

1

11

30

49

>2000

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

0

Total

9

 

44

 

9

 

53

 

9

 

61

 

 

 

 


[1] Fuente: todos los elementos gráficos que aparecen en el apéndice son de elaboración propia con los datos obtenidos de los libros de matrícula del Archivo de la Universidad de Salamanca (AUSA, Libros de matrículas, años 1574/75; 1584/85 y 1594/95. AUSA 294, 302 y 308). Para el caso de los mapas, nos hemos basado en ALDEA VAQUERO, Quintín, (et alii). Diccionario de Historia Eclesiástica de España (5 vols.). Madrid: Instituto Enrique Flórez, 1972-87. Para cuestiones de núcleos de población y vecindarios, los datos del “Libro de los millones” y “Censo de los obispos”. En GONZÁLEZ, Tomás. Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla… pp. 79-83, 197-198, 237-239, 353-358 y 363-364. [Fecha de consulta: 5 julio 2012]. Disponible en <http://bib.cervantesvirtual.com /historia/CarlosV/censo1.shtml>

[2] C: Cánones; L: Leyes; G: Gramática; A: Artes; T: Teología; M: Medicina; R: Retórica; Mat: Matemáticas.

 


[1] En cifras, los estudiantes matriculados estribaron entre 5000 y 7000 en la segunda mitad del siglo XVI. En RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. “La Universidad de Salamanca, evolución y declive de un modelo clásico”. Studia Histórica. Historia moderna, IX. Salamanca, Ed. Universidad de Salamanca, 1991, p. 17

[2]MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo. “Extremadura, origen del nombre y formación de las dos provincias.” [online] Anuario de la Facultad de Derecho de Cáceres, nº2, 1983, pp. 59-119[Fecha de consulta: 1 julio 2012] Disponible en <http://www.paseovirtual.net/biblioteca/Ft/extremo1.pdf>; PALACIOS MARTÍN, Bonifacio. “Sobre el origen del nombre de Extremadura. Estudio historiográfico de la etimología duriense”. [online] Revista de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, nº 4, 1989, pp. 409-423. [Fecha de consulta: 1 julio 2012]. Disponible en < http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=128955>.

[3] GONZÁLEZ, Tomás. “Provincia de Trujillo” y “Provincia de León de la Orden de Santiago”. En Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI. [online]. Madrid: Imprenta real, 1829, pp. 79-83. [Fecha de consulta: 5 julio 2012]. Disponible en <http://bib.cervantesvirtual.com/historia/CarlosV/censo1.shtml> Habría que esperar hasta mediados del siglo XVII para que seis ciudades extremeñas (Badajoz, Mérida, Trujillo, Cáceres, Alcántara y Plasencia) alcanzasen el voto en Cortes y el distrito territorial de Extremadura se independizase del de Salamanca. En MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo. “Extremadura, origen del nombre… pp. 82-85.

[4] Hemos excluido el señorío de Belalcázar al pertenecer a territorios de Nullius diócesis que actualmente corresponden a la diócesis de Córdoba, y otros que, aun estando en la actual región de Extremadura, pertenecen a la archidiócesis de Toledo.

[5] RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, Luis Enrique. “Universidad de la Monarquía Católica Católica, 1555-1700”. En RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, Luis Enrique, POLO RODRÍGUEZ, Juan Luis (coords.) Historia de la Universidad de Salamanca, vol. I, Trayectoria y vinculaciones. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2002, p 115. Las ocho naciones de estudiantes eran: Galicia, Portugal, Campos, Vizcaya, Extremadura, La Mancha, Andalucía y Aragón. En RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. “La nación de Vizcaya en las Universidades de Castilla. Siglos XVI-XVIII”. Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante,20. Alicante, Universidad de Alicante, 2002, p. 51.

[6] ALEJO MONTES, Francisco Javier. La Universidad de Salamanca bajo Felipe II. Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998, p. 227.

[7] Valgan de ejemplos: “Don Pedro de Barahona, natural de Plasençia. Don Íñigo de Barahona, su hermano”: Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 49 r. “Juan Garçía Fernández, natural de Trujillo, diócesis de Plasençia. Clérigo presbítero”. Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol 61 v. “Don Diego de Ulloa Porcallo, natural de Cáçeres, diócesis de Coria, menor de 14 años. Lógico” Libro de matrículas. 1594-95. AUSA 308, fol. 134 r. “Don Gonzalo de las Cassas, natural de Truxillo, diócesis de Plasençia.2º año.”

[8] “Vacose la catreda de Filosofía Natural de propiedad por muerte del maestro Enrique Hernández, oy miércoles a dos días del mes de henero de mil e quinientos y ochenta e cinco años, a la hora de las ocho de la mañana y los estudiantes que se matricularon después de la vacatura son los siguientes […]” Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 112 v.

[9] Por ejemplo “Alonso Martínez, digo, Alonso Nidos del Estoque, natural de Alburquerque, diócesis de Badajoz” Libro de matrículas. Curso 1574-75. AUSA 294, fol. 49.v

[10] KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad en la España Moderna. Madrid, Technos, 1981, pp. 281-305; RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. La Universidad Salamantina del Barroco, periodo 1598-1625. Vol. III. Aspectos sociales y apéndice documental. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca; Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca, 1986, pp. 280 y ss;

[11] KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… pp. 219- 239 y 281-305.

[12] TORREMOCHA HERNÁNDEZ, Margarita. “Los estudiantes universitarios en la Edad Moderna: líneas de investigación”. Miscelánea Alfonso IX, 2011. Ejemplar dedicado a “Historiografía y líneas de investigación en Historia de las Universidades: Europa mediterránea e Iberoamérica”. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2012, pp. 219-241.

[13] PESET, Mariano. “Historia cuantitativa y población…  pp. 21-31

[14] Ibidem, p. 15-21; TORREMOCHA HERNÁNDEZ, Margarita. “Los estudiantes universitarios… pp. 224.

[15] KIBRE, Pearl. The Nations in the Mediaeval Universities. Cambridge: Mediaeval Academy of America, 1948. Citado por RIDDER-SYMOES, Hilde de. “Administración y recursos”. En Historia de la Universidad en Europa… pp.163-170. En estas páginas Ridder-Symoes también realiza una breve recopilación de obras sobre naciones en las Universidades europeas.

[16] TAMBURRI, Pascual. “La nación de las Indias en la Universidad de Bolonia (siglos XVI-XIX). Raíces medievales de la cultura hispano-americana”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, Hª Moderna, nº 13, 2000, p. 344.

[17] MARCOS DE DIOS, Ángel. Estudiantes de Brasil en la Universidad de Salamanca durante los siglos XVI y XVII”. Revista de Historia, nº 105. Sao Paulo, 1976, pp.215-230. Portugueses na Universidade de Salamanca (1550-1580). Salamanca: Luso-Española de Ediciones, 2005. Del mismo autor, “Estudiantes de Brasil en la Universidad de Salamanca durante los siglos XVI y XVII”. Revista de Historia, nº 105. Sao Paulo, 1976, pp. 215-230.

[18] RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. “Declive y regionalización de la matrícula salmantina de los siglos XVII y XVIII. Aproximación descriptiva”. Studia Historica. Historia Moderna, vol 3, VIII, 1985, pp. 143-162. Del mismo autor, “La corona de Aragón en la Universidad de Salamanca: siglos XVII y XVIII”. Aulas y saberes.VI Congreso Internacional de Historia de las Universidades Hispánicas (Valencia, diciembre 1999). Vol II. Valencia, Universidad de Valencia, 2003, pp. 399-417; RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique y POLO RODRÍGUEZ, Juan Luis “Valencianos en Salamanca”. En Historia de la Universidad de Valencia. Vol II: La universidad Ilustrada. Valencia, Unversidad de Valencia, 2000, pp. 309-317.

[19] POLO RODRÍGUEZ, Juan Luis. “Estudiantes manteístas salmantinos en la Universidad de Salamanca de la primera mitad del siglo XVIII”. Studia Historica. Historia Moderna, nº 9. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1991, pp. 23-42. Véase también, POLO RODRÍGUEZ, Juan Luis. La universidad salmantina del Antiguo Régimen (1700-1750). Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1995. También destaca CUBAS MARTÍN, Noemí. “Procedencia geográfica de los estudiantes de la Universidad de Salamanca (curso 1584-85). Tablas estadísticas. En Miscelánea Alfonso IX, 2000 (Ejemplar dedicado a la Universidad Contemporánea). Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2000, pp. 231-240

[20] MIGUEL, Luis R. “Los extremeños en la Universidad de Salamanca” [en línea]. Revista de Extremadura. Órgano de las comisiones de monumentos de las dos provincias. Historia, ciencia, artes y literatura, nº 9. Cáceres: Librería de Jiménez, 1900. [Fecha de consulta, 3 febrero 2012]. Disponible en <http://prensahistorica.mcu.es/es/publicaciones/numeros_por_mes.cmd?anyo=1900&idPublicacion=3672>

[21] RIDDER-SYMOES, Hilde de. “Administración y recursos”. En Historia de la Universidad… pp.168.

[22]Hemos tomado de Hobsbawm la definición de nación contemporánea como “conjunto de personas suficientemente nutridas cuyos miembros consideran que pertenecen a una <<nación>> [la cual] no es una entidad primaria ni invariable. Pertenece exclusivamente a un período concreto y reciente desde el punto de vista histórico”. Véase, al respecto HOBSBAWN, Eric. Naciones y nacionalismo desde 1780. Barcelona: Crítica, 2004, pp. 13-18.

[23] TAMBURRI, Pascual. “La nación de las Indias en la Universidad… p. 343

[24] A falta de estudios sobre la documentación sobre dicho convento, llama la atención la relación con éste de la duquesa de Béjar y de Plasencia, María de Zúñiga, la cual en 1533 otorgó testamento y “mandó que en la Universidad de Salamanca se edificase un Colegio […] de la Orden de los Hermitaños de San Agustín […] y púsose la advocación de San Guillermo” HERRERA, Tomás de. Historia del conuento de San Agustín de Salamanca, Madrid: Imprenta de Gregorio Rodríguez, 1652. Citado por VIÑAS ROMÁN, Teófilo. “Convento de San Agustín y Colegio de San Guillermo”. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel; ROBLES CARCEDO, Laureano y RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique (eds.) Historia de la Universidad de Salamanca. Vol I, Historia y proyecciones. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1989, pp. 385-386.

[25] GARCÍA y GARCÍA, Antonio. “Consolidaciones del siglo XV”. En RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, Luis Enrique, POLO RODRÍGUEZ, Juan Luis (coords.) Historia de la Universidad de Salamanca, vol. I, Trayectoria  y vinculaciones. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2002, p.42. Véase también  RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, Luis Enrique. “Universidad de la Monarquía Católica… p 100.

[26] LA FUENTE, Vicente de. Historia de las Universidades, colegios y demás establecimientos de la enseñanza en España. Madrid: Viuda e hija de Fuentenebro, 1881, vol. III, pp.90-91. Citado por RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. La Universidad Salamantina del Barroco…  p. 441.

[27] Se hallan testimonios al respecto en el diario de Girolamo da Sommaia: “Succese in Scuola la mattina una gran mistia tra Extremenni, et Biscaini, i biscaini ne dettero” (3-XII-1603). Citado por RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. La Universidad Salamantina del Barroco…  p. 444.  Así mismo, el propio Rodríguez-San Pedro reproduce la declaración sobre una de estas peleas ante las oposiciones a la cátedra de Código en 1611, la cual que quedó plasmada en los libros de procesos de cátedras: “[…] yendo la nación de Extremadura […] se encontraron con la nación de Vizcaya en San Benito, llevando una nación y otra armas, y allí se acuchillaron y encontraron defendiendo cada uno a su nación”. En RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. “La nación de Vizcaya… pp.  56-60. El mismo historiador, junto con Ángel Weruaga, hace un interesante análisis de los vítores durante la Edad Moderna en RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique, y WERUAGA PRIETO, Ángel. Elogios Triunfales: origen  y significado de los vítores universitarios salmantinos (ss. XV-XVIII). Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, 2011.

[28] KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… p 29.

[29] Ibidem… pp.  295 y 298.

[30] Véase apéndice, nº 1 y 2. Para el curso 1584-85, el profesor Alejo Montes cifra en 6938 el número total de matriculados; Kagan 6633 (periodo 1585-1590), y Vidal y Díaz, 6778. Noemí Cubas, por su parte, realiza el recuento de los estudiantes manteístas y obtiene 6301 matrículas, mientras que nosotros contamos un total de 6603. En ALEJO MONTES, Francisco Javier. La Universidad de Salamanca… p.233. KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… p. 293; TORREMOCHA HERNÁNDEZ, Margarita. “Los estudiantes, los estudios y los grados”. En Historia de la Universidad de Valladolid. Valladolid: Servicio de publicaciones de la Universidad de Valladolid, 1989, p. 90; VIDAL Y DÍAZ, Alejandro. Memoria histórica… p. 383; CUBAS MARTÍN, Noemí. “Procedencia geográfica de los estudiantes… p. 231.

[31] Según Kagan, los extremeños en Alcalá hacia mediados del siglo XVI representaban en torno al 1,4% de la matrícula, descendiendo al 0,5% a principios del siglo XVII. Cifras muy similares presenta el mismo historiador para los estudiantes de Extremadura en Valladolid: 1,2 % en 1570 y un descenso al 0,6% en 1620, cantidades exiguas si las comparamos con Salamanca. Hemos de decir que a la hora de establecer comparaciones con los datos de Kagan y Cubas no tendremos en cuenta los estudiantes de Nullius diocesis de la nación de Extremadura, dado que ambos los introducen bajo la misma denominación genérica sin tener en cuenta la adscripción a dicha nación. KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… p. 285 y 29.

[32] Véase apéndice, figuras 1 y 4.

[33] KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… p. 295 y 298. Para Salamanca, véase apéndice, nº 5.

[34] El análisis que proponemos de la nación de Extremadura dentro del Estudio salmantino se basa, como ya señalamos, en la información obtenida de los libros de matrículas del archivo de la Universidad de Salamanca. Para ello hemos tenido en cuenta los estudiantes manteístas del periodo 1574-1595 según calas decenales en los cursos 1574-75, 1584-85 y 1594-95, (Archivo de la Universidad de Salamanca. Libros de matrícula, AUSA 294, 302 y 308 respectivamente). Recordemos que parte de estos y otros fondos se hallan digitalizados en la dirección URL  <http://ausa.usal.es/ausa.html>.

[35] Por ese decreto Felipe II intenta cerrar las fronteras hispanas a la salida de universitarios hacia el exterior. En De los Estudios de las universidades y su reforma. Ley I. Prohibición de pasar los naturales de estos reynos a estudiar en Universidades fuera de ellos.” [online]. Novísima Recopilación de las leyes de España. Tomo IV, Libro VIII, Título IV, Ley I. Madrid: 1805, p. 21.  [Fecha de consulta, 20 julio 2012] Disponible en< http://books.google.es/books?id=N3BFAAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false>

[36] KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… p. 225.

[37] RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, Luis Enrique. “Universidad de la Monarquía Católica… p. 115-117; CUBAS MARTÍN, Noemí. “Procedencia geográfica de los estudiantes… pp. 231.

[38]Para el caso de Extremadura obtenemos los siguientes coeficientes. Curso 1574-75: 5,4% de duplicaciones. (de 407 individuos se descendería hasta los 385 estudiantes reales, es decir, los que verdaderamente pasaron por las aulas salmantinas durante ese curso y no los que figuran en el registro de matrículas (que contiene los duplicados). Curso 1584-85: 7,18% y 504 estudiantes reales sobre 543 matriculados. Curso 1594-95: 5,5%, pasando de 576 matriculados a 544 en cifras reales. Matrícula global del curso 1584-85: 6,22 % aplicable al total, que pasaría de 7308 matriculados a 6750 estudiantes reales. No obstante, en el análisis de cifras a lo largo del trabajo, no hemos tenido en cuenta las duplicaciones.

[39] Véase apéndice, figuras 1, 2 y 3.

[40] Véase apéndice, figura 4.

[41] Véase apéndice, figuras 4, 5, 6, 7, 8 y 9.

[42] CARABIAS TORRES, Ana María. “Salamanca, académica palanca… pp. 25 y ss; HERNÁNDEZ VICENTE, Severiano. “Juristas y estudiantes de derecho de la Universidad de Salamanca (siglos XVI-XVIII)”. En TORRIJANO, Eugenia, et alii (coords.) El derecho y los juristas en Salamanca (siglos XVI-XX): en memoria de Francisco Tomás y Valiente. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2004, pp. 249-264.

[43] SAN PEDRO, Luis Enrique. “La nación de Vizcaya… p. 37.

[44] CODOÑER MERINO, Carmen. “Las humanidades en Latín”. En RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, Luis Enrique, POLO RODRÍGUEZ, Juan Luis (coords.) Historia de la Universidad de Salamanca, vol. III.2 Saberes y confluencias. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2006, pp. 747 y ss.

[45] Véase apéndice, figuras 10, 11, 12 y 13. Estos datos contrastan con el predominio que Rodríguez- San Pedro con datos de Alejo Montes da a Teología sobre Gramáticos y Artistas. RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, Luis Enrique. “Universidad de la Monarquía Católica… p. 114

[46] CUBAS MARTÍN, Noemí. “Procedencia geográfica de los estudiantes… pp.232- 239.

[47] Véase apéndice, figura 10.

[48] Véase apéndice, figuras 14 Y 15.

[49] Véase apéndice, figuras 14 y 16

[50] Véase apéndice, figuras 14 y 17

[51] Véase apéndice, figuras 14 y 18

[52] RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. La Universidad Salamantina del Barroco…  p. 19; KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… p. 223.

[53] RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. La Universidad Salmatina… p. 23.

[54] Según los estatutos de 1561, los matriculados en Gramática pagaban 3 maravedíes; los estudiantes ordinarios y graduados, 5 y 7 respectivamente, y los nobles, 17 maravedíes. En ESPERABÉ DE ARTEAGA, Enrique. Historia pragmática e interna de la Universidad de Salamanca. Salamanca, 1914. Tomo I, La Universidad de Salamanca y los Reyes, p. 311. Citado por KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… pp.  234.

[55] Para ilustrar la protección de los estudiantes por parte de la Iglesia, valga de ejemplo: “Juan Mateos, natural de Plasençia, mozo de coro” Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 146 r.

[56] RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. “Vida estudiantil cotidiana en la Salamanca de la Edad Moderna”. En Miscelánea Alfonso IX, 2001. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2001, p. 74.

[57] Ibidem, p. 78. Véase también, del mismo autor, “Pupilajes, gobernaciones y casas de estudiantes en Salamanca (1590-1630).” En Studia Histórica. Historia Moderna, vol. I, nº 3. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1983, pp. 185-210.

[58] KAGAN, Richard L. Universidad y sociedad… p.  236.

[59]Francisco Rodríguez, clérigo presbítero, bachiller teólogo, natural de Alburquerque, diócesis de Badajoz” Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 103 r.

[60] CHAPARRO GÓMEZ, César. “Francisco Sánchez de las Brozas”. Personajes extremeños. Mérida: “HOY”. Diario de Extremadura CMESA, 1996, pp. 5 y 8.

[61] GONZÁLEZ, Tomás. Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI. [online]. Madrid: Imprenta real, 1829, pp. 79-83, 197-198, 237-239, 353-358 y 363-364  [Fecha de consulta: 5 julio 2012]. Disponible en <http://bib.cervantesvirtual.com/historia/CarlosV/censo1.shtml> Somos conscientes de que el segundo de los recuentos no resulta demasiado fiable, pero dado que nuestra intención no es otra que la de aproximarnos al tamaño de los núcleos de forma referencial, hemos optado por utilizarlo de manera complementaria cuando no había datos en el “Libro de los millones”. También hemos excluido aquellos núcleos cuyo vecindario aparecía en cifras conjuntas a otros lugares.

[62] Véase apéndice, figura 19.

[63] Véase apéndice, figuras 21, 22 y 23

[64] Véase apéndice, figura 21

[65] Véase apéndice, figuras 20, 21.

[66] Ibidem.

[67] Idem.

[68] Idem.

[69] RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Luis Enrique. La Universidad Salamantina del Barroco…  p. 256 y ss.

[70] CADENAS Y VICENT, Vicente. “El empleo del don en los documentos hasta el siglo XVIII y su presunción de calificación nobiliaria”. [online] Hidalguía, nº 86, 1968, pp. 9-12. [Fecha de consulta 26 julio 2012]. Disponible en < http://books.google.es/books?id=R2BO2eKS1YoC&printsec=frontcover&dq=CUADERNOS

+DE+DOCTRINA+NOBILIARIA+3.+A%C3%B1o+1971&source=bl&ots=b7Z3wI2e7c&sig=9515uG93rRcHqjy275W3MCIluzk&hl=es&sa=X&ei=0dMrUNDoDI26hAeRkIC4BQ&ved=0CDQQ6AEwAA#v=onepage&q=CUADERNOS%20DE%20DOCTRINA%20NOBILIARIA%203.%20A%C3%B1o%201971&f=false>

[71] ALEMÁN ILLÁN, Anastasio. “La muerte en la sociedad murciana a finales del Antiguo Régimen: un estudio cuantitativo de testamentos”. [online] Contrastes. Revista de Historia Moderna. Universidad de Murcia, vol, 3-4, 1987-88. Murcia: Universida de Murcia, 1988, p. 14.[Fecha de consulta 26 julio 2012]. Disponible en < http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=112420>

[72] Véase apéndice, figura 24.

[73] Ibídem.

[74] “Don Pedro de Barahona, natural de Plasencia.” “Don Íñigo de Barahona, su hermano”. Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 49 r; “Don Rodrigo de Llerena, natural de Llerena del maestrazgo de Santiago, digo don Rodrigo de Portillo, natural de Llerena, del maestrazgo de Santiago”. “Don Francisco de Ribero, su hermano, natural de Llerena, del maestrazgo de Santiago”. Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 74 v; “Don Baltasar de Tobar, natural de Badajoz, gramático”. “Don Juan de Alvarado de Tobar, su hermano, natural de Badajoz, gramático”. Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 121 v.

[75] MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo. “Extremadura, origen del nombre… pp. 82-85

[76] GONZÁLEZ, Tomás. “Provincia de Trujillo” y “”Corregimientos de Plasencia y Trujilo”. En Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI. [online]. Madrid: Imprenta real, 1829, pp. 79-80 y 364. [Fecha de consulta: 5 julio 2012]. Disponible en <http://bib.cervantesvirtual.com/historia/CarlosV/censo1.shtml>

[77] MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo. “Extremadura, origen del nombre… pp. 87. Véase apéndice, figura nº 25.

[78] Véase apéndice, figuras nº 26 y 27.

[79] Véase apéndice, figura nº 25. Aunque figuran en el mapa, no hemos hallado datos de población en los censos consultados de La Cumbre, Orellana, Puerto de Santa Cruz, Retamosa y Villamesías, por lo que los excluiremos de nuestro cómputo.

[80] Véase apéndice, figura nº 28

[81] Ibidem.

[82] “Don Bernardino de Tapia, vecino e natural de Truxillo, diócesis de Plasencia”. “Don Luis de Paredes, natural de Truxillo, del dicho obispado”. Libro de matrículas. 1584-85. AUSA 302, fol. 175 v.

[83] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel. Crónicas Trujillanas del siglo XVI. Manuscritos de Diego y Alonso de Hinojosa, Juan de Chaves y Esteban de Tapia”. Cáceres: Biblioteca pública y Archivo Histórico de Cáceres, 1952.

[84] Ibidem, p. XXXI.

[85] Idem, p. XXXIII. No tenemos referencia de que Bernardino estudiase en Salamanca, por lo que posiblemente podría tratarse de algún otro pariente de su linaje debido, como dijimos, a su aparición conjunta en la matrícula.

[86] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel. “Un extremeño en la Corte de los Austrias (documentos inéditos sobre don Rodrigo de Calderón, el Conde Duque de Olivares y el Conde de Villamedina). Revista de Estudios Extremeños, vol. II, nº 4, 1946. Pp. 381

[87] “Descendencia de Alonso de Sotomayor y Chaves”. [online] En TORRES Y TAPIA, Alonso de. Crónica de la orden de Alcántara, Tomo II. Madrid: Imprenta de Gabriel Ramírez, 1763. p. 336. [Fecha de consulta 28 julio 2012]. Disponible en < https://play.google.com/books/reader?id=B9L9XTL575MC&printsec=frontcover&

output=reader&authuser=0&hl=es&pg=GBS.PP5> Una referencia similar la encontramos en TAMAYO VARGAS, Tomás. Diego García de Paredes. Relación breve de su tiempo. [online] Madrid, 1621, p. 140-141. [Fecha de consulta 28 julio 2012]. Disponible en <https://play.google.com/books/reader?id=bSANaSfbgOQC&

printsec=frontcover&output=reader&authuser=0&hl=es&pg=GBS.PP24>

[88] LÓPEZ DE HARO, Alonso. Nobiliario genealógico de los reyes y títulos de España. [online] Volumen 1. Madrid: Imprenta Real de Luis Sánchez, 1622, p. 418. [Fecha de consulta 28 julio 2012] Disponible en <https://play.google.com/books/reader?id=Vs0WAAAAQAAJ&printsec=frontcover&output=reader&authuser=0&hl=es&pg=GBS.PP5>

[89] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel. “Un extremeño en la Corte… pp. 383 y 380. Rodríguez Moñino se encargó, allá por los años 50, de realizar un catálogo sobre dicha documentación al cual no hemos tenido acceso. RODRÍGUEZ MOÑINO, Antonio. Catálogo de la colección Tapia y Paredes (memoriales al Consejo de Indias: 1626-1630). Descripción bibliográfica de de 430 rarísimos impresos y manuscritos. Madrid: Maestre, 1953.

[90] Agradecemos a la profesora Sánchez Rubio que nos facilitase este dato que ilustra las múltiples direcciones de los vínculos entre la Universidad de Salamanca y los lugares de origen de la nación de Extremadura. TESTÓN, Isabel y SÁNCHEZ RUBIO, Rocío. Aunque no hacía nada por mí, su sombra llegaba hasta acá. Solidaridades y redes relacionales en la familia castellana del siglo XVI: Los Espadero-Paredes de Extremadura. En BARBAZZA, M.C. y HEUSCH, C. Familles, pouvoirs, solidarités. Domaine méditerranéen et hispano-américan (XVe-XXe siècles). Universidad de Montpellier, 2002, pp.  35-64

Sep 012011
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz.

 

1.  INTRODUCCIÓN

1.1.  Generalidades

Nos produce cierto desagrado oír o leer los trabajos que de nuestros tres paisanos se vienen realizando con motivo de la conmemoración del 500 aniversario del nacimiento de Francisco de Orellana. Da la impresión que, todo está hecho, que todo está aclarado y que no existen posibilidades de encontrar más versiones del famoso viaje que la mencionada por estos autores sin que existan controversias cuando son éstas lo natural y lógico; es lo que marca la lectura de las fuentes más directas.

Por lo general, en la mayoría de esos trabajos se valoran generosamente de igual manera las fuentes directas –los escritos de nuestros tres paisanos- que las indirectas realizadas por los demás cronistas; compuestas éstas, en el mejor de los casos, a partir de los testimonios orales de protagonistas, generalmente acompañantes, y otros que se harían pasar por ellos e incluso imprecisiones supuestas por los mismos cronistas secundarios.

La utilización en nuestro trabajo de las numerosas fuentes secundarias generaban una cantidad de datos tan elevada que, por lo contradictorio del tema, al final eran una maraña imposible de ordenar. Por esto decidimos usar como base de nuestro trabajo los testimonios facilitados por Gonzalo Pizarro en su carta al rey de 3 de septiembre de 1542; la relación que el padre Gaspar de Carvajal realizó durante la navegación o recién terminada ésta, existente pocos meses después de la carta de Gonzalo y los documentos que Francisco Orellana presentó al Consejo de Indias el 7 de junio de 1543.

Otros escritos menos directos, posteriores, pero que estimamos de interés para atestiguar o completar lo dicho son empleados para reforzar y clarificar lo simplemente apuntado por nuestros tres personajes entre ellos destacan los de Pedro de Cieza de León; el relato de Pedro Ordóñez de Cevallos, firmado como el Clérigo Agradecido, primer sacerdote que penetra en parte de la zona con un propósito político – militar, en el último cuarto del s, XVI las cartas del padre Rafael Ferrer S. J., que intenta evangelizar la zona a principios del s. XVII y muy brevemente al cronista oficial Gonzalo Fernández de Oviedo.

Debemos aclarar que la fuente facilitada en la relación del padre Carvajal, en las primeras páginas que son las que hemos utilizado, suele utilizar una construcción conceptista en las frases que, sin perder el sentido de los hechos, permite hacer una lectura más extensa y profunda de los mismos, sin perder el sentido del relato y sin alejarnos de la realidad. Otras veces, por determinados detalles, podemos saber lo sucedido a pesar de que se nos narraron unos hechos con apariencia de absurdos pero que nosotros hemos reinterpretados con buena lógica.

En lo tocante a Orellana, si se toma el relato de fray Gaspar superficialmente jamás se duda de los nobles fundamentos de su viaje: fue un héroe mitológico de conducta intachable. Lo contrario supondría sospechar la posibilidad de traición no ya en Orellana, sino en cualquier héroe. Esto choca de lleno con la épica, que al fin de cuentas es el género predominante al que la mayoría han dado lugar. Esta actitud, tan simplista tiene que ignorar por medio del silencio la relación basada en los datos que nos proporcionó Gonzalo Pizarro.

La Historia muchas veces es difícil de completar y contar. En nuestro caso lo es desde el principio, desde los orígenes, debido a la doble finalidad que encontramos en las mencionadas fuentes. Radicalmente para Gonzalo, Orellana es un traidor; para fray Gaspar es un héroe.

En nuestro trabajo hemos descubierto la posibilidad de que no fuera ni lo uno ni lo otro. Como se verá, tras la lectura y comentarios de estos párrafos se puede llegar a la conclusión de que los dos cronistas no conocían toda la verdad, ésta solamente era conocida por Francisco de Orellana y sus escritos fundamentales sobre el particular, si los hubo, no se encuentran.

En otro orden de cosas debemos abordar el problema de la determinación más o menos exacta de la ruta que siguieron. Inclinarnos por una u otra es fundamental para nuestro trabajo. Nosotros hemos tomado la opción por la que, tras abandonar el río Coca, asciende hacia las tierras de Pasto y Popayán y desciende por el río Putumayo, localizando entre éste y el río Caquetá, a los omaguas. Este trayecto es un destacado escenario que propicia la ambientación necesaria  a la narración de las acciones de nuestros personajes con una coincidencia bastante certera. Nos hemos inclinado por seguir la lógica de esta ruta porque casi todo en ella coincide. La opción no es nuestra, la encontramos propuesta por la artista colombiana Gilda Mora1.

Más adelante aclararemos también los desajustes en las distancias manejadas, por presentar las unidades empleadas, las leguas, aparentes imprecisiones.

Aunque encuentren buena correspondencia estos dos temas en nuestro trabajo, nos parecen propios de estudios particulares.

Nuestro trabajo tiene unos límites bien definidos. Comienza en Quito, con los preparativos y el inicio del viaje en fechas cercanas a febrero de 15402. Su término tiene lugar cuando surge la separación entre los personajes: Gonzalo queda en tierra con el real y Orellana con fray Gaspar y sus compañeros navegan “oficialmente” en busca de comida, a finales de ese mismo año3.

1.2.  Los personajes

No es frecuente que la narración histórica, no novelada, presente tres protagonistas de la misma ciudad y de edades cercanas. Gonzalo Pizarro nació hacia el año 1510, Francisco Orellana en 1511 y Toribio Medina sitúa el nacimiento de Gaspar de Carvajal sobre 15044. Nuestro Gaspar cuenta con unos 37 años al comenzar el viaje; Gonzalo y Orellana rondaban los 30.

Gonzalo Pizarro pasa a América en 1530 en compañía de sus hermanos Francisco, Hernando y Juan. Participó con su particular valentía, en todos los conflictos bélicos acaecidos a su familia en América. Francisco Pizarro lo nombra Gobernador de Quito como medio de acometer con diligencia la conquista del País de la Canela y el Dorado; cuestión que en ese momento se les escapaba de las manos por la marcha y posterior maniobra de Sebastián de Belalcázar ante Carlos I pidiendo una gobernación5..

Para tomar posesión de su nuevo cargo, Gonzalo marcha desde la recién conquistada Charcas a Quito, vía Lima. Desde aquí va agrupando soldados y enseres. En Lima convence a Fray Gaspar de Carvajal para que les acompañe. Juntos marchan a Quito donde Gonzalo Pizarro toma posesión de la gobernación que le había otorgado su hermano; a este acto asiste también Francisco Orellana que pasa a depender del nuevo gobernador como señor de Guayaquil y Puerto Viejo. Igualmente, al acto de posesión no debió faltar el paisano y capellán de la expedición Fray Gaspar de Carvajal por su muy probable estancia en esa ciudad por esas fechas y por ese motivo6.

Francisco Orellana llegó a América cuando tenía unos l6 años, es decir hacia 1527. Pronto se relaciona con el clan de los Pizarros, sus paisanos, y tras una estancia en Guatemala, marcha a Lima. En 1538, tras participar victorioso en la batalla de las Salinas, principio del fin de la guerra civil contra Almagro, es enviado por Francisco Pizarro como Teniente General a Puerto Viejo y Guayaquil, al norte del incario en el actual Ecuador. Como hemos dicho, en 1539 asiste y acata la toma de posesión de Gonzalo Pizarro como gobernador en Quito, era su gobernador7.

Gaspar de Carvajal, dominico, había partido hacia América en 1536 y en 1538 se halla en el convento de Lima como Vicario General. Gonzalo Pizarro, cuando marcha a Quito a tomar posesión de su gobernación en 1539, le habla del proyectado viaje al País de la Canela y el Dorado. La necesidad de capellanes que les asistan en sus necesidades espirituales, las posibilidades de evangelizar los nuevos territorios, la muy probable presencia de Orellana…animó a nuestro clérigo a acompañarle. Carvajal convencido, se traslada a Quito en ese mismo año8.

2. EL VIAJE

2.1.  Primera etapa: Quito – Valle de Zumaque (Zumaco, Çumaco)

2.1.1.  La entrevista

Nos dice el padre Carvajal:

“…venía a gobernar a Quito y a la dicha tierra quel dicho capitán tenía a cargo; y para ir al descubrimiento de la dicha tierra, fue a la villa de Quito, donde estaba el dicho Gonzalo Pizarro, a le ver y meter en la posesión de la dicha tierra. Hecho esto, el dicho Capitán dijo al dicho Gonzalo Pizarro como quería ir con él en servicio de Su Majestad y llevar sus amigos y gastar su hacienda para mejor servir; y esto concertado, el dicho capitán se volvió a reformar a la dicha tierra que a cargo tenía…” 9.

Aquí se nos menciona, con total nitidez, los dos objetivos de este viaje de Orellana a Quito: primero, asistir a la posesión de la Gobernación de Gonzalo y segundo entrevistarse con él para intentar “asociarse” en la próxima expedición.

Para acercarnos a las fechas de la entrevista y posesión que con Gonzalo celebró Orellana recurrimos al cronista Toribio de Ortiguera que, como ya mencionamos, determinar el tiempo de salida de la expedición de La Canela; fue un par de meses antes:

“…Por el mes era de Hebrero del año del nacimiento de Nuestro Redentor y Salvador Jesucristo de 1540…”10

Es lógico pensar que el padre Carvajal, paisano de ambos, debió tener algún conocimiento de la entrevista ya que como hemos mencionado, lo lógico es que estuviera al tanto en la toma de posesión de Gonzalo; allí vería también a Orellana, su compañero de próxima aventura, del que acabará siendo su parcial confidente.

La entrevista nos aproxima a un acuerdo entre los dos militares que en lo esencial consistía en un aporte a la expedición por parte de Orellana de veintitrés hombres. Orellana debía poder relacionarse con un mayor numero de caballeros ya que los había utilizado en la reciente reconquista de Guayaquil. Además contribuyó con una importante cantidad de dinero: 40.000 pesos de oro.

Nos lo dice Carvajal en la continuación:

“…que por no llevar más de veintitrés hombres…”11.

“…y para seguir la dicha jornada gastó sobre cuarenta mil pesos de oro…”12.

Por las crónicas solo sabemos que la contrapartida de Gonzalo consistía en aceptar en la expedición la compañía de Francisco y sus caballeros, la aporta- ción económica; y según Cieza de León a cambio Gonzalo le otorga el apetecible título de Teniente General del Real que solía llevar consigo elevados privilegios a la hora de repartos.

”… al cabo de algunos días llegaron a Zumaque, donde estaba Pizarro é toda su gente, é con ellos recibió mucho placer, é nombró por su Teniente general á este Francisco de Orellana.” 13.

La cuestión del título no solamente lo sabemos por el cronista, Orellana no deja de mencionarlo en sus escritos de descargo presentados en el Consejo de Indias el día 7 de junio de 1543:

“ …la tercera, que no había causa para que yo me alzase, pues era el principal del real,…”

“…y a todo lo suso dicho vino por nuestro Capitan y Tiniente General, como lo era del dicho Gobernador; y agora hemos visto haberse desistido de dicho cargo que del señor Gobernador tenía por se excusar del mucho trabajo que tenía…”14.

2.1.2.  El regreso de Orellana

Tras la entrevista, Orellana vuelve a Guayaquil para realizar los preparativos del viaje y ordenar sus asuntos privados, cotidianos y futuros; después regresa a Quito. Debía venir ilusionado con la expedición, pero quedó perplejo ante los hechos: Gonzalo marchó con el real sin que aparentemente deje recado que lo justifique. No sabemos los motivos de su marcha pero sin duda faltó al acuerdo alcanzado entre ambos.

La crónica de fray Gaspar narra con rapidez y sin entrar en detalles descriptivos, esa parte del viaje de Orellana.

y cuando llególe fallo que era ya partido, de cuya cabsa el Capitán es- tuvo en alguna confusión de lo que debía de hacer…”15.

¿Qué hacer? ¿Seguir los consejos de los que les presagiaban un oscuro porvenir si continuaba? Es decir, regresar a sus tierras en Guayaquil y  Puerto Viejo o ir tras la riqueza de la Canela y el Dorado. La decisión se produce por la introducción de un elemento idealista en el razonamiento muy propio del siglo y del momento: Se recurre al servicio de su Majestad el rey Carlos I. Después sin más dudas se parte.

La carta de Gonzalo Pizarro a Carlos I nada menciona de la entrevista, de los preparativos de su primo, de la ida y vuelta de éste a Guayaquil, de la aportación económica, ni de las personas que Orellana aportó a la expedición, ni por supuesto, del inapropiado comienzo de marcha. En circunstancias normales es excesivo este silencio pero la finalidad de la misma carta –acusar de traidor a Francisco- explica como su carga emocional pudo imponer un silencio que, de no haber existido, habría tendido a beneficiar a Orellana: es pues la carta de Gonzalo una narración que, desde sus comienzos, rezuma partidismo. Francisco aunque no escrito, era en realidad su socio y como se ha visto, en apariencia, en esta ocasión, fue claramente rechazado, expresión que, como se verá, no evidencia abiertamente su oposición aunque fuera también deseado por Gonzalo para marchar en la expedición. De momento Orellana aguanta el envite sin aparentes problemas. A nuestro entender, a lo largo del viaje aflorará esa ambivalencia producida por una falta de sintonía, muy generalizada, que repunta al final de forma inesperada.

No está demás recordar brevemente lo que, nos cuenta Cieza al hablar del personaje Pedro de Puelles, en los tomos I y II de sus Guerras Civiles del Perú.

Nos dice que días antes de partir Gonzalo con su expedición, Pedro había llegado a Quito desde la costa; Pedro Puelles era reconocido enemigo de Belalcazar y en ausencia de Gonzalo quedó en Quito de Teniente y Justicia Mayor.

¿Quién era y de dónde venía el recién llegado Puelles en un momento tan oportuno para él?

Puelles llegó al Perú con las tropas de Pedro Alvarado en 1534. Compradas éstas, fue asimilado a las de Belalcazar. Desde entonces no deja de ocupar cargos político y militares importantes en la naciente sociedad quiteña. Dónde ya tuvo enfrentamientos con Sebastián.

No hacía mucho, hacia 1538, había sido apresado por Belalcazar en la población de Villaviciosa de la Concepción de Pastos, donde era Primer Teniente de Gobernación. Preso, fue trasladado por la expedición de Belalcazar hacia el norte. Tras dejar la sabana de Bogotá, lo lleva hasta Cartagena de Indias. Antes de marchar a la Península Belalcazar lo devuelve con destino al Perú; lleva informes para Francisco Pizarro sobre sus movimientos. Las pretensiones de Belalcazar eran claras: marchaba a la Península a solicitar para si la gobernación de Quito. Finalmente se le entrega la de Popayán.

Belalcazar marchó a la península en el mes de julio de 1539; consiguió la Gobernación de Popayán con los títulos de Adelantado y Gobernadpor Vitalicio, en marzo de 1540 y regresó a América en  1541.

En febrero de 1541 sale la expedición de Gonzalo. Es muy probable que esos informes que traía Puelles influyeran poderosamente en el adelanto de la salida de la expedición sin esperar a Orellana.

Sigue el viaje lleno de dificultades y sin indicios de que Pizarro le aguardara, piensen que el territorio acababa de ser depredado por miles de bocas de las personas y a nimales de la expedición. Por su corto número, los indios los hostigaban continuamente… el resultado fue que padecieron mucha necesidad, penalidades, sufrimientos…. Perdieron todo lo que llevaban, según Carvajal.

La terminación de esta primera etapa ofrece escasa imprecisión; su situación está definida con mucha aproximación en el valle de Zumaque.

Zumaco (Zumaque, Çumaco en las crónicas), es el nombre actual de un volcán, pero en el s. XVI la extensión de su contenido era más amplia. Los cronistas la identifican con una ciudad, un valle, o un río.

Según Gonzalo Pizarro, nuestros expedicionarios están a 60 leguas de Quito.

“…y fuimos siguiendo el viaje hasta llegar a la provincia de Çumaco, que habrá bien sesenta leguas…”16.

Menos preciso resulta el relato de Carvajal por tener perdido el número de leguas en el manuscrito que manejamos y menciona una provincia que aun no hemos sido capaces de localizar: la provincia de Motín.

“…y de esta manera entró en la provincia de Motín, donde estaba el dicho Gonzalo Pizarro con su real17.

¡Ojo!. Según el cronista Pedro de Cieza de León están a 30 leguas de Quito.

”…Llegaron al valle de Zumaque, que es donde más poblado e bastimento hallaron y está treinta leguas de Quito18.

Hemos mencionado este párrafo de Cieza para aclarar la diferencia de las medidas de longitud, que, desde los primeros años tanto han confundido a los cronistas secundarios. Son exactamente el doble de las que emplean Gonzalo y Carvajal. Ello es debido a la utilización de unidades diferentes. Las que utilizan Gonzalo y fray Gaspar se basaban en la milla árabe o de Alfagrano que equivale a 1.973,5 km (2 km); en cambio en las crónicas de Ponce de León se utilizan las millas de postas implantadas en Indias a partir de 1.587 con un valor aproximadamente el doble, unos 4 km.

En el mismo sentido diremos que Cieza menciona la población de Hatunquijo (el gran Quijo) como la primera a la que llega D. Antonio Rivera, Maestre de campo de Gonzalo que encabeza la expedición. Es población hoy conocida.

“…D. Antonio se partió é anduvo hasta que llegó al pueblo de Hatunquijo…”19.

Hatunquijo en la actualidad se localiza junto a la población de Cuyuja en el valle de Papayacta, en el trayecto Quito – Baeza. Esta ciudad, Baeza, está actualmente a 106 Km de Quito y fue fundada en 1559 . En época colonial fue la ciudad principal del valle de los Quijos20.

Si unimos los topónimos Hatunquijos y Zumaco con las medidas aportadas en leguas (60 leguas =120 km) podremos afirmar que Gonzalo se dirigió al valle del río Quijo y asentó por primera vez el real en las proximidades de la actual ciudad de Baeza (Ecuador) que entonces no existía como tal.

2.2.    Segunda etapa: Zumaque -Quema

2.2.1.  La prospección de Gonzalo.

Gonzalo decide ir a encontrar la localización exacta de los afamados árboles canelos y que Orellana quede al mando del real, como hemos dicho en un lugar de la zona de Zumaco, próximo a la actual ciudad de Baeza (Ecuador). La situación de ese lugar de la especiería era medianamente conocida por una expedición reciente de Gonzalo Díaz de Pineda quien los acompañaba como guía, según nos cuenta Cieza de León. Obtenidos los datos objetivos, tantearía su aprovechamiento económico para su familia y para su rey.

Nos dice fray Gaspar de Carvajal:

“…Después quel dicho Capitán llegó, el dicho Gonzalo Pizarro, que era Gobernador, fue en persona a descubrir la canela,…” 21.

Gonzalo Pizarro nos narra así esta parte de la expedición:

“…procuré de me informar á que parte era la tierra de la Canela de algunos indios que yo había fecho tomar de los naturales, los cuales dijeron que sabían donde estaba la tierra de la Canela; y como fuese cosa de que tanta noticia se tenía y tan rica tierra era habida, porque V. M. mejor y más cierto fuese informado de la verdad, determiné de ir en persona á la ver con ochenta soldados a pie…”22.

Puestos en Zumaque, entre lo que sabía Diez de Pineda y lo que le dijeron los indios la localización de los árboles canelos no sería difícil. Pero en la narración de Gonzalo que acabamos de mencionar, les presuponía asentados en buena tierra:

“…y tan rica tierra habida…”23.

Pero desde Zumaque, ¿hacia donde se dirigió Gonzalo Pizarro por espacio de algo más de dos meses, con sus ochenta soldados entre los que se debía encontrar Pineda, el guía “oficioso”?. No lo sabemos bien. Pero algo más adelante del viaje, Fray Gaspar de Carvajal nos clarifica algo este aspecto:

“…no era cosa para seguir un río y dejar las çabanas que caen a las es- paldas de Pasto y Popayán,…” 24.

Pizarro exploraría el territorio sin un rumbo fijo, lo que no hay dudas es que la expedición marchó después bastante al norte; si dejaron las çabanas de Pasto y Popayán es por que habían llegado a ellas.

Estos detalles tan precisos para la orientación de la expedición es silenciado en el comentario que en la nota nº 88 dedica Toribio Medina a la enumeración de las ciudades de Pasto y Popayán25.

En sus comienzos debieron seguir la corriente del río Quijo. Pero llegados al punto en el que este dobla y pasa a otro valle tomando el nuevo nombre de Coca, según la ruta que nosotros seguimos, siguieron ascendiendo hacia el norte, como dice la crónica de fray Gaspar, hacia las çabanas cercanas a Pasto, ciudad situada en el sur de Colombia.

En la versión más difundida, los expedicionarios continúan el curso del río, ahora llamado Coca, hasta el Napo y después siguieron éste hasta el Amazonas. Es decir era una ruta que parece no fue diseñada para buscar los territorios con la Canela, ni las riquezas del Dorado, iba directamente a descubrir el Amazonas.

Sin detenernos mucho, diremos que para nosotros esta última ruta carece de sentido principalmente por varias cuestiones:

Una, todos nuestros protagonistas sabían que la canela y el Dorado estaban hacia el norte o nordeste, hacia allí había marchado Belalcázar no hacía mucho; de allí venían todas las noticias relativas al oro del afamado tercer imperio y hacia allí los manda la crónica de Carvajal con la reseña de las dos ciudades antes mencionadas: Pasto y Popayán.

La segunda es que el paisaje natural que ofrece la ruta hasta aquí tan historiada no se corresponde bien con el “escenario” natural que nos mencionaron las crónicas directas. Es verdad que ambas rutas poseen tres islas en su desembocadura con el Amazonas: la del gran río que llevaban, el Putumayo-Iza en Brasil- y el Napo, con otro mucho mayor que les venía por la derecha, el Ama- zonas y al que Orellana llamo por ello río de la Trinidad (Lám 1).

Gonzalo nos menciona, antes de la separación, la existencia de unos omaguas, no amazónicos, en el gran río que acaban de descubrir, y que se localizan según los testimonios que aportamos, cerca del curso superior del río Putumayo y que los historiadores suelen silenciar (Lám II y III).

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Lám. 1. Nos narra fray Gaspar de Carvajal:“…vimos entrar por el río otro río muy poderoso y más grande, a la diestra mano: tanto era de grande que a la entrada hacía tres islas, de cabsa de las cuales le pusimos el río de la Trinidad;…”

Nosotros ahora debemos continuar con nuestros expedicionarios. Andaron el valle del río Quijo hasta las proximidades del volcán Reventador, situado a 53 km de Baeza, hemos mencionado que en las proximidades de esta ciudad -en Zumaco- estaba el real detenido; pasado este valle, dejarían el valle del río Coca y ascenderían por el corto valle del Azuela hasta el río Aguarico; aquí comienza el territorio cofán. Posiblemente remontaron algo este río y debieron cruzar el curso alto de al menos otros tres, los San Miguel, Guamuez y el Orito que discurrían de izquierda a derecha, de los Andes al llano, ya que, como veremos, cuando cambien de sentido de ruta y bajen todos el gran río, han de pasar tres desembocaduras de ríos importantes.

Lo proponemos como acciones necesarias antes de llegar a las tierras próximas a Pasto apoyados en la crónica de fray Gaspar y en la carta de Gonzalo que menciona en el descenso posterior del gran río, dos grandes desemboca- duras antes de la célebre tercera junta.

No dudamos que el límite oficial por el norte de esta expedición, era el señalado a Francisco Pizarro en la Capitulación de Toledo de 1529. Precisamente para llegar a ese territorio de demarcación, situado al septentrión de los quijos, había que atravesar el ocupado por los cofanes, donde cronistas directos aunque algo posteriores nos dicen que estaban los árboles canelos buscados por Pizarro y como se ve en no corto número.

El primer sacerdote misionero entre los quijos, cofanes etc. fue el padre Pedro Ordoñez de Ceballos, conocido como “El Clérigo Agradecido” quien desempeño su labor a finales del s XVI .

“…la provincia de los cofanes está del valle de la Coca (a do hay cura y beneficiado) veinte leguas, que las doce son de montaña, que todas son de árboles de canela y las otras son de árboles de lúcumos…”

“…Supe del Ladino otro camino por la tierra de cofanes, que toda es (como queda dicho) mas de doce leguas de árboles de canela.”

“Es cosa de grande contento y camino de mucho placer, porque la cordillera todo es canela, y acá abajo todo son árboles de lúcumas,…” 26.

De la lectura de estas cortas descripciones de D. Pedro Ordóñez se desprende que lo que sin duda disgustó a Gonzalo no fue el número de plantas que como acabamos de ver era numeroso, doce leguas de posta, es decir de cuatro kilómetros, equivalentes a unos 48 Km. Era la aspereza del terreno y posiblemente junto a esto la climatología adversa para la agroganadería: él, como los demás esperaban estos árboles en una tierra agrícolamente productiva y rica.

Nos lo menciona fray Gaspar y sin duda por no faltar a la verdad no hace referencia a la especiería:

“…y no halló tierra ni disposición donde Su Majestad pudiese hacer servicio…”27.

Nos dice Gonzalo:

“…y fui prosiguiendo la vía que los guías decían donde era tierra buena…”28.

Al cabo de más de dos meses de exploración con una climatología adversa debida a la zona ecuatorial donde se mueven y del rechazo a la explotación de los canelos, Gonzalo Pizarro no da marcha atrás, ni da la sensación de que cambien los objetivos de la expedición: la Canela, el Dorado y la tierra fértil. Él decide que la expedición continúe de nuevo.

“…bien más de setenta días…”

“…por razón de las grandes aguas y hambres que pasamos…”29.

El padre Carvajal nos narra como continuó el viaje:

, y así determinó de pasar adelante y el dicho Capitán Orellana en su seguimiento con la demás gente, y alcanzó al dicho Gobernador en un pueblo que se llama Quema que estaba en unas çabanas ciento treinta leguas de Quito, y allí se tornaron a juntar;…” 30.

Gonzalo dice:

“…Desde allí salí a otra provincia que se dice Capua, y de allí mande a por el real y fui prosiguiendo la vía que los guías decían donde era buena tierra, y todo siempre por montañas y sierras y haciendo camino de nuevo, y llegué a otra provincia que se dice Guema…”31.

3. TERCERA ETAPA: QUEMA – GRAN RÍO (RÍO PUTUMAYO)

3.1.  Todos en Quema

Por fin todos de nuevo en Quema a 130 leguas de Quito (260 km). Luego Quema se encontraría pasado el volcán Reventador aproximadamente a 87 km (140 – 53 = 87).

No nos lo dicen las crónicas pero antes de llegar a Quema ellos comenzarían a observar como el paso de la sombra de los objetos pasaba de norte a sur, es decir, ellos saben que han pasado el ecuador. Un poco más abajo, en el curso del río Aguarico, se sitúa la línea equinoccial (ecuador terrestre).

Allí arriba, próximos al río Orito, sin duda les surge un problema que no mencionan nuestros informantes pero que comienza a alterar a determinados expedicionarios.

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Lám. 2. Las dos rutas propuestas

¿Qué hacer?. Nuestros paisanos bien sabían que tenían límite en su marcha hacia el norte-noreste, era la primera Capitulación de Toledo de 26 de julio de 1529 en la cual se fijaba el paralelo 1º 20´ los derechos de Francisco Pizarro en el Perú. Este paralelo correspondía a la boca del río Santiago, en el pueblo indígena de Teninpuya32.

Aproximadamente este paralelo pasa por la ciudad de Pasto y Pasto era la última ciudad de la Gobernación de Quito por el norte. Por eso, sin mencionar directamente estas cuestiones, es referencia sugerida para la orientación de este viaje en la crónica del padre Carvajal. Decir Pasto y Popayán era lo mismo que indicar el límite norte de la gobernación de Pizarro, es decir de Nueva Castilla.

Quizás es posible que aún tuvieran una corta extensión por explorar, o ya habían salido de ella, pero tras esto, legalmente, era necesario volver o cambiar de rumbo.

Puede que con esta cuestión, en la expedición se acentuó un conflicto inter- no que vendría larvándose desde el fracaso de los árboles canelos, la climatología hostil, la tierra desechable para el cultivo etc.

Gonzalo Pizarro en su carta al rey no da noticias de la llegada del real a Quema; pero sabemos que allí interrogaron al cacique y éste les indicó que había tierra buena hacia abajo, es decir hacia el este, ya que al norte, al oeste y al sur son territorios altos,  andinos.

Nos dice Gonzalo:

“…fui del informado que más abajo era la tierra buena…”33.

No sabemos si cuando fue este interrogatorio había llegado el real a Quema, es de suponer que si, Carvajal así lo da a entender.

3.2.  El descenso por el gran río

Para seguir buscando el Dorado y tierras fértiles Gonzalo envía de exploración a D. Antonio Rivera, su maestre de Campo, regresa con sus 50 soldados tras quince días de prospecciones. Trae importantes nuevas: ha visto un poblado disperso a la orilla de un gran río; los indios tenían buen aspecto e iban bien vestidos. Era lo que Gonzalo esperaba, sin pérdida de tiempo, todos dejan Quema y cambian el sentido de la marcha hacia el gran río.

Pero veamos como nos cuenta el padre Carvajal estos sucesos:

“…y el dicho Gobernador queriendo enviar por el río abajo a descubrir, hubo pareceres que no lo hiciese porque no era cosa para seguir un río y dejar las çabanas que caen a las espaldas de Pasto y Popayán, en las que había muchos caminos;…” 34.

Como se ve la cuestión de cambiar el sentido de la exploración de forma tan radical no fue tan simple como nos narra Gonzalo ya que, como nos dice fray Gaspar, hubo varios personajes que se oponían a cambiar de rumbo hacia el este-sureste, en general todos los ríos importantes de esta zona tienen esa orientación; buscan el Amazonas. Estas voces discrepantes le indicaban que el rumbo debido era el opuesto, hacia el noroeste, es decir hacia la ciudad de Pasto, donde había muchos caminos que unían poblados y por lo tanto terreno fácilmente reconocible. Esto en realidad significaba la aceptación del fracaso de la expedición; apuntaban el regreso a Quito.

Del escrito y los hechos inmediatos que surgieron, se puede deducir que en esa reunión, donde hubo distintos cambios de pareceres, se llegó a un acuerdo. En éste, prevaleció la tesis de Gonzalo Pizarro de imponer un nuevo sentido a la marcha siguiendo el curso del gran río. Pero el modo en que se llevó a cabo deja espacio para suponer que en esta exploración iba con el freno de la pruden- cia echado: como veremos se le puso un espacio determinado. Repetimos que esta distancia debió ser la contrapartida de Gonzalo para silenciar de momento las voces más prudentes entre las que, según la crónica de fray Gaspar de Carvajal debían estar Orellana y él.

Nos comunica Gonzalo Pizarro:

“.Y luego como vino con esta relación, me partí y llegue á esta provincia, que se llama Omagua, pasando grandes ciénagas y muchos esteros…”35.

Detengamos lo preciso para situar esta tribu, ello nos acercará certeramente a la ruta de la marcha.

Estos nativos, los omaguas, eran uno de los diversos omaguas localizados en la Amazonía o sus proximidades; para nosotros su situación es clave para confirmar la verdadera ruta de la expedición.

Hasta estos momentos se habían movido por territorio cofán, relativamente conocido siquiera como límite de las tierras habitadas por los quijos, cuyos caminos principales se había conseguido seguir. En estos momentos, con el cambio de sentido, todo cambia.

Breves pero seguras son las citas que hemos encontrado para localizar a los omaguas a las orillas de un gran río que no es el Amazonas y antes de separarse los expedicionarios, es decir en el lugar apropiado a la descripción de Gonzalo.

Diremos que nos resulta extraño que Toribio Medina no le dedique una mínima reflexión cuando en su libro, que venimos manejando habitualmente, enumera el texto anterior (nuestro número 35). Trata de los omaguas, más adelante del relato de Carvajal, cuando la separación entre Orellana y Pizarro ha sido efectiva, concretamente en la página LXXXVIII al hablar de los irimarais.

irimais ó irimareses; son ya omaguas del río Amazonas o muy próximos al mismo36.

Encontramos los siguientes datos en el ya citado título, del cápitulo XXIX del Libro Segundo del padre Pedro de Ordóñez Ceballos que dice:

“Donde se contiene la descripción de la provincia de los Quijos, Omaguas, Cofanes y demás naciones.”

Algo más adelante en el mismo libro y capítulo se lee:

“…La provincia de los omaguas distan de Ávila y Archidona ciento treinta leguas, y son muchas con este nombre de omaguas en general, y en particular cada provincia tiene su nombre. Lo que de esta gente y provincia más en general se puede decir, es que andan desnudos, sin cubrir sus carnes con cosa alguna…”

“….La provincia de los nujas está de otra parte de un río grande de los cofanes, hacia los omaguas;…”

“…La provincia de los coronados está junto a ésta…”37.

Con relación a esta misma cuestión de los omaguas no amazónicos, encontramos también una cita en la descripción del ministerio y muerte del jesuita padre Rafael Ferrer, en ella parece que se ignora la reciente evangelización del P. Ordóñez. Su estancia en territorios muy próximos acaeció una decenas de años después. Al referirse a un viaje apostólico que realizó Ferrer descendiendo Cofán – Aguarico para vía Napo llegar hasta el Marañón (Amazonas), dice así:

“…Entre las diversas naciones que descubrió y visitó, las principales eran los coronados, omaguas y los avishiras…”38.

Esta corta reseña, testimonio de la evangelización del padre Ferrer en las proximidades del territorio de los cofanes, aunque breve, atestigua lo reseñado. Observemos como los coronados ya son nombrados en nuestra nota 37.

Continuando con el comentario de la estancia del padre Ordoñez entre quijos y cofanes se deduce que su relación con los omeguas fue distante, quizás de oídas más que de hechos pues no narra experiencia alguna con los mismos. Hay además un punto de divergencia con el relato de Gonzalo Pizarro es su desnudez –D. Antonio, el maestre de campo de Pizarro insiste en su vestido-. Aparentemente no hay ningún punto más de discrepancia. ¡Hasta aquellos territorios, tan apartados por la naturaleza del medio físico, incluso hoy mismo, les llevó Gonzalo!.

Continuemos el comentario: Al hablar de la localización de los nujas nos dice que su territorio estaba situado en los límites de los cofanes más allá de su río grande, hacia territorio omagua. Esto les sitúa al norte de Ávila y Archidona de las que según nos dice dista ciento treinta leguas. Si las leguas empleadas son las de posta serían 4 X 130 leguas = 520 Km. Si la distancia Archidona – Baeza – Quema son 204 Km vemos que el padre Ordoñez les sitúa quizás de- masiado al norte. Lo que si se deduce es que eran vecinos de los cofanes, y que se situaban al este de estos, más allá del gran río que no puede ser otro que el actual río Putumayo tal como se representó en el mapa realizado en los comienzos del s. XVIII por Delisle Guillaume.

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Lám. 3. Situación de los omaguas en el curso alto, entre los ríos Putumayo y Caqueta. Mapa de Delisle Guillaume.

Anteriormente vimos como en Quema, fray Gaspar nos insinúa con cierta elegancia las dos tendencias que habían surgido: seguir buscando los objetivos el recién descubierto río grande abajo, en general hacia el este-sureste, o aceptar el fracaso de la exploración y regresar a casa (Quito) por Pasto, es decir , en general cambiar de ruta hacia el oeste.

Al fin decidieron seguir explorando. Dejan todos Quema y sabemos que acaban descendiendo el curso de un gran río recién descubierto, durante 20 penosas leguas (40 Km); allí dan con un pequeño poblado en el que se detienen. Ya insinuamos que la exploración del maestre de campo D. Antonio y este límite de veinte leguas fuera quizás una prudente condición acordada en la reunión tenida en Quema por las dos tendencias que habían surgido al llegar al límite norte de la Gobernación. Se explica así más fácilmente el cambio de actitud de la facción más conservadora y prudente. Su finalidad parece ser un nuevo tanteo económico de las posibilidades que ofrecía el viaje en esta nueva dirección.

Nos lo dice Carvajal:

“…y todavía el dicho Gobernador quiso seguir el dicho río, por el cual anduvimos otras XX leguas al cabo de las cuales hallamos unas poblaciones no muy grandes…”39.

Para imponer su criterio y hacer posible seguir su camino, Gonzalo recurre a una acción que debió sorprender a todos: observa las relaciones de los indios; ve como se trasladan ágilmente, de un sitio a otro, en cientos de canoas y decide imitarles. Gonzalo decide construir un barco que sirva de ayuda a la marcha río abajo  y  comunique ambas orillas.

Así lo cuenta fray Gaspar:

”…y aquí determinó el dicho Gonzalo Pizarro se hiciese un barco para navegar el río de un lado a otro por comida…”40.

Recordemos que los objetivos materiales de la expedición eran básicamente tres: evaluar la cantidad de canela, conquistar El Dorado y poblar buenas tierras. Ahora, solamente Gonzalo en su carta al emperador, añade un objetivo novedoso: salir a la mar del Norte. Aunque parezca extraño Gonzalo intuía por sus conocimientos esa salida y trató a toda costa seguir río abajo.

Así nos lo dice él:

“…si no topásemos con buena tierra donde poblar, de no parar hasta salir á la mar del Norte…”41.

Pero volvamos a Carvajal. Antes de dar comienzo a la construcción del bergantín, nos cuenta que hay una nueva recriminación de Orellana en el sentido de dejarse de navegaciones y volver a lo conocido. El río Putumayo les debía asombrar por su gran caudal y amplitud. No es un río cualquiera, en algunas partes de su curso alto llega a tener más de 1 km de ancho. La selva, los manclares y esteros ocupaban sus orillas cada vez con más frecuencia. Es lo que la expedición iba viviendo en el día a día.

Reflexionemos ante esta situación: Orellana era ya rico;.poseedor de tres señoríos y por esto, no estaba en disposición de acometer largas y temibles aventuras. Sus tierras, algunas cerca de Pasto, le reclamaban la necesaria aten- ción política, militar y administrativa. Sus aspiraciones, como máximo la gobernación, no se correspondían con los derroteros que venía marcando Gonzalo y es lógico pensar que él deseaba justificadamente el regreso, no debemos olvidar que le acompañaban algo más de una veintena de caballeros y al menos su estimado fray Gaspar. Pero no podían desertar por su honor y por los Pizarros dueños totalmente de la situación.

Bajo esta presión Carvajal añade:

“…y aunque el dicho Capitán era de parecer que no se hiciese el dicho barco, por algunos buenos respetos, sino que diesen vuelta a las dichas çabanas y siguiésemos los caminos que iban al dicho poblado…”42.

Como vemos el hecho de oír la iniciativa de construir el barco no solo no llama la atención de Francisco Orellana, más bien ocasiona su rechazo.

Sin embargo hay un momento en el que parece cambiar de actitud, la narración nos lo precisa: Carvajal nos menciona como abandona su actitud de prudente oposición y pasa a organizar la actividad de la construcción naval sin desagrado. ¿Había pasado alguna nueva idea por su cabeza que le hizo cambiar de actitud?. Creemos que es posible. De todas formas cuando dejado ya el Real, río abajo, construyeron el otro bergantín en Aparia, obró con la misma solicitud.

Nos dice Carvajal:

“…, visto esto, anduvo por el Real sacando hierro para clavos y echando a cada uno la madera que había de traer…”43.

Como se aprecia Gonzalo no da vuelta atrás; es partidario de continuar el descenso del gran río y decide que todos lo hagan.

Hecha la botadura del barco, debieron seguir descendiendo por la margen derecha del río Putumayo ya que en la izquierda Gonzalo nos ha contado que se encontraban los siempre temidos omaguas. Los enfermos y pertrechos más pesados irían navegando, ya era un buen alivio, y unos por tierra y otros por agua descienden otras 50 leguas (100 km).

Completa Carvajal:

“…y seguimos el río abajo otras L leguas, al cabo de las cuales se nos acabó el poblado y íbamos ya con mucha necesidad y falta de comida, de cuya causa todos los compañeros iban muy descontentos y platicaban de se volver y no pasar adelante, porque se tenía noticia que había gran despoblado;…” 44.

La obtención de comida se convirtió en necesidad urgente. Ante este hecho la gente vuelve a estar descontenta y quiere regresar antes que sea demasiado tarde. Nadie quería seguir río abajo y por ello aparecen motivos para una verdadera rebelión.

Una mirada superficial de estos momentos claves, en las dos fuentes, parecen indicar una clara disparidad pero, a nuestro entender, se complementan.

Veamos lo que nos dice Gonzalo de estos momentos con sabrosos pormenores que a nuestro entender, pueden servir para aclarar algo los acontecimientos posteriores.

“…vino a mí el capitán Francisco de Orellana y me dijo como las guías que yo en su poder tenía puestas por mejor guarda y porque los hablase y dellos se informase de la tierra adentro,…” 45.

En su marcha, Gonzalo seguía la costumbre de tomar rehenes; varios caciques les acompañan como presos desde el primer poblado que encuentra en este río, además lleva los guías indios quienes irían en parecidas condiciones. Nos menciona, con bastantes detalles, dos de los cometidos de Orellana en lo relativo a estos rehenes: era responsable de su vigilancia y de recabar información de los mismos. Era conocedor de sus lenguas como se nos mostrará más adelante, a lo largo del descenso por este río.

Por lo general la interrogación a los presos, es confidencial. Ello induce a Orellana a manifestar a Gonzalo, lógicamente en privado, que los serios problemas de subsistencia tienen solución río abajo:

“… y me dijo que las guías decían quel despoblado era grande y no había comida ninguna hasta donde se juntaba otro río grande con este por donde caminabamos, y allí una jornada río arriba había mucha comida…” 46

Orellana le propone dos cosas: la primera es donde encontrar comida y la segunda es como llevar a cabo este hecho y para ello se ofrece personalmente a tomar el mando del viaje de tan difícil prospección.

Ahora y aquí se nos muestra una nueva faceta de Orellana: toma la iniciativa y se constituye por unos días en protagonista visible de la expedición; a pesar de que resulte extraño Gonzalo lo acepta. Mal le deberían ir las cosas a Gonzalo en ese momento. Poco después, se nos dice, marchará al mando de los escogidos a encontrar nuevas tierras con alimentos.

Prosigue Gonzalo:

“…que él quería tomar trabajo de ir á buscar la comida donde los indios decían, porquel estaba cierto que allí la habría;…”

“..y que dándole el bergantín y las canoas armadas de sesenta hombres, quel iría a buscar comida y la traería para socorro del real…”47.

Hagamos un alto en el viaje y reflexionemos sobre estas dos cuestiones:

¿Por qué este cambio tan radical en Orellana?. Recordemos que hace unos días deseaba con reiteración, marchar en retirada en sentido contrario, hacia las tierras de Pasto.

Por otro lado, ¿qué cosas podía hacer Gonzalo con el real, a punto de levantarse, frente a su decidida voluntad de continuar hacia el sureste, río abajo?.

Orellana estaba en un grupo formado por al menos su veintena de caballeros, sus caballeros, y el clero; eran al menos, veinticinco voces dispuestas a susurrar a diestro y siniestro sobre la conveniencia de volver, de regresar. Entre las diversas opciones había pues una por la que Gonzalo se inclinó; era permitir el envío de Orellana y los dos religiosos, fuentes importante de las discrepancias según manifiesta el manuscrito del padre Carvajal. Por unos días todo volvería a la calma y de esta manera lograría solucionar los dos problemas que más le acechaban: la sublevación interior y la necesidad de alimentos.

Los no ocultos deseos de sus paisanos, fray Gaspar y Orellana, de marchar río arriba, a las cercanías de Pasto, es decir volver a casa, eran una garantía de su regreso. Según nos refieren las dos fuentes, su decisión vino facilitada por el ofrecimiento del propio Orellana. De esta manera los rumores de sublevación desaparecerían  y su gente volvería a ser aguerrida, como siempre lo había sido.

Además Gonzalo nos añade que hubo una condición concreta, muy precisa, para la autorización del protagonismo de su primo y que Carvajal no menciona quizás por ignorarlo, dadas las características confidenciales de las declaraciones de los presos.

nos dice Gonzalo:

“…y por ninguna manera no pasase de las juntas de los ríos…”48.

Esta junta de los ríos es clave en el relato de Pizarro, para acusar a su compañero de traición ante Carlos I.

Ahora variaremos de personaje e intentaremos acercarnos a las causas que debió tener Orellana para decidir un cambio de actitud aparentemente tan radical.

Orellana, como hemos visto, se ocupaba de “interrogar-conversar”, es decir obtener políticamente y aparentemente sin violencia información de los rehenes; por tanto podía manejarla prudentemente según sus fines. Esta información, como ya se ha dicho, no sería pública, por sus características, sería siempre confidencial.

Él sabía con certeza y exactitud, por esas declaraciones, no solo la localización de las juntas, también el territorio señalado por los indios como pleno de víveres recordemos su expresión ya escrita: porquel estaba cierto que allí la habría. Posiblemente también sabía que el lugar estaba abandonado tras una incursión de otros indígenas vecinos, ¿omaguas?. Es muy probable que algún prisionero en su poder hubiera participado en la invasión o relacionado con la misma pues eran tribus vecinas.

Por su función debía saber eso y algo más. Es lógico pensar que dado su puesto de “conversador” con los indios, Orellana les hablara también de sus deseos, de dejar la expedición y volver a Quito por rutas benévolas. Los presos se lo debieron indicar y Orellana lo guardó en lo más recóndito de su corazón y obró en consecuencia.

El relato arrancado a los rehenes indios debió ser algo parecido a esto: navegando Putumayo abajo y ascendiendo por el tercer río de notable caudal, pronto, en un día, encontrarían alimento y podía devolverles a territorio conocido en unas pocas jornadas más, pues ese río es uno de los principales del territorio de los cofanes; donde ya habían estado evaluando la rentabilidad económica de los árboles canelos.

La información, la de la tercera junta de los ríos por donde deberían ascender a buscar comida, era una información que Orellana comunicó posteriormente a Gonzalo a quien los presos le confirmaron lo dicho. La segunda cuestión, la del territorio conocido habitado por los cofanes no se la mencionaron ni el uno ni los otros. ¿Por qué?.

Ahora contestamos a este ¿por qué?. Llegar a territorio cofán era regresar a Quito por un camino conocido y fácil, pero si Gonzalo Pizarro conocía ese detalle, dada su obcecación por seguir explorando el río grande abajo, es muy probable que ni los frailes ni su primo hubieran embarcado.

Esta hipótesis justifica la decisión del embarque río abajo, Putumayo abajo, de Orellana, fray Gaspar, y según el cronista Fernández de Oviedo, el otro clérigo y dos trujillanos más –paisanos-. Sencillamente intentaban buscar una nueva ruta de regreso para todos o al menos para los que lo desearan.

Todavía podemos profundizar algo más. El cronista Pedro Cieza de León puede aproximarnos a un entendimiento o pacto entre Orellana y los rehenes por obtener toda la información lo más cierta y detalladamente posible.

Dice Cieza:

“…é, viendo un día que no había mucho cuidado en los mirar, se echaron con la cadena al río, é pasaron de la otra parte sin que los cristianos les pudiesen tomar,…” 49.

¿Cómo se explica la escapatoria de estos, en esos días, si hubieron de atravesar el gran Putumayo, que ya tenía más de media legua de ancho (1 km), nadando encadenados?. Ponce nos pone una vez más en una situación increíble. Lo probable es, que si existió tal escapatoria, sería acordada, porque alguien los liberó antes de las cadenas.

El río que tenían que ascender tras la junta sería probablemente el actual río San Miguel, les mandaba a territorio de los ya conocidos cofanes.

image011 Lám. 4. La unión del río S. Miguel con el Putumayo

Orellana estaba también en disposición de saber que lo dicho anteriormente por los indios tenía visos de ser verdad pues si habían cruzado varios ríos que discurrían hacia la derecha cuando la expedición ascendía hacia el N-NE; variaron la ruta hacia el hacia el S-SE, al descender con el barco por el gran río, forzosamente tendrían que atravesar otra vez alguno de los mismos ríos que habían cruzado antes, esta vez por su desembocadura en el Putumayo. Por tanto, repetimos estaba en disposición de juzgar si tenía posibilidades de ser o no verdadera una información que surgiera de los rehenes en este sentido (Lám IV).

Continuemos con lo que nos dice Gonzalo Pizarro:

pues los guías habían dicho que en el principio del despoblado había dos ríos muy grandes, que no se podían facer puentes,…” 50.

Esos tres afluentes del río Putumayo, que necesariamente pasó nuestra expedición en sus cursos altos al ascender hacia las tierras de Pasto y Popayán, son los ríos San Miguel, Guadanés y Orito,  no hay otros significativos, luego la expedición podría haber llegado hasta el Orito y antes de la desembocadura del río Conejo doblar Putumayo abajo.

El ascenso por el San Miguel, el tercer río, de Gonzalo y los restos del real, les llevó a divisar las cumbres de los Andes y pasarían, más arriba, a la vertiente del Aguarico y a partir de allí seguirían una ruta alternativa a la empleada en la ida, por el Azuela y el Quijo. Esta fue posiblemente la ruta que siguió Gonzalo andando, en su regreso a Quito como se puede comprobar por el relato de Cieza de León51, invirtieron en ello entre 7 y 8 meses.

Volvamos a días anteriores y observemos lo escrito por fray Gaspar; veremos como se ignora en su crónica el hecho de la junta de los ríos y otros pormenores:

“…,y el Capitán Orellana viendo lo que pasaba y la gran necesidad en que todos estaban, y que había perdido todo cuanto tenía, le pareció que no cumplía con su honra dar la vuelta sobre tanta pérdida, y así se fue al gobernador y le dijo cómo él determinaba dejar lo poco que allí tenía y seguir el río abajo, y si la ventura le favoreciese en que cerca hallase poblado y comida con que todos se pudiesen remediar, que él se lo haría saber,…” 52.

De este párrafo se puede deducir que dado lo estéril de la expedición y los problemas de supervivencia que iban surgiendo, por la cabeza de Orellana debió pasar la posibilidad de unirse a la sublevación en germen y volver a Quito. Debió ser esto lo que su honra no le permitía hacer y lo debió hablar confidencialmente con fray Gaspar por eso éste puede insinuarlo en su relación.

No dudamos que Carvajal y demás compañeros del real ignoran el detalle de las juntas de los ríos. Este silencio por ignorancia que a nosotros nos resulta de poca lógica, por las razones que fuera, no lo era para los jefes de la expedición. Se trataba de un dato manejado en conversaciones confidenciales entre los dos mayores dirigentes militares de la expedición. No olvidemos que Carvajal pertenecía al estamento religioso.

De haber sido público el dato de la junta de los ríos como límite de la expedición, algún cronista indirecto, de los de primera época lo hubiera mencionado. Nada de ello dice Fernández de Oviedo en su carta al cardenal Pedro Bembo, ni en su famosa Historia general y natural…Otros cronistas no lo ponen claro, en concreto Cieza coloca las dos versiones etc.

Según Carvajal, fue Orellana quien puso condiciones: no le debían esperar mucho tiempo, 3 o 4 días; si estos trascurrían que diesen la vuelta y buscasen poblado y comida.

Continúa fray Gaspar:

“… y que si viese que se tardaba, que no hiciese cuenta dél, y que, entre tanto, que se retragese atrás donde hubiese comida, y que allí le esperase tres o cuatro días, o el tiempo que le pareciese, y que si no viniese que no hiciese cuenta dél; y con esto el dicho Gobernador le dijo que hiciese lo que le pareciese….”53.

El tono final que fray Gaspar pone a su relato es que a pesar de lo dicho por los presos, cuestión que parece conocer de manera muy general e imprecisa, la expedición en busca de comida tenía un fin difícil, todo era dudoso e incierto y se contemplaba claramente la posibilidad de no regresar. A pesar de ello y por extraño que parezca, él y su compañero religioso se embarcan. No es lo que Francisco Orellana había “vendido” a Gonzalo recordemos que le dijo que la localización del poblado con alimentos situado tras la junta era una cuestión cierta.

¿Qué función hacían en este viaje de ida y vuelta, de conquista y requisa alimenticia los padres Carvajal y Vera?. Parece lo más lógico que hubieran quedado para atender las necesidades espirituales del real. Con buena lógica, la posibilidad de regresar a casa sería una causa que puede contribuir a explicar este hecho.

Gonzalo acepta y lo autoriza, nos da la impresión que, aparenta resignado ante los acontecimientos y el creciente protagonismo de su primo. Aunque ya hemos apuntado como las circunstancias sociales de la expedición contribuyeron de manera decisiva a explicar la autorización de ese protagonismo.

Hubieron de desembarcar los menesterosos y algún bagaje ya que se pretendía volver cargados con alimento. Después Orellana marcha libre de la tutela de su primo Gonzalo, y navega con sus compañeros Putumayo abajo; en el grupo vienen los dos religiosos y sus otros dos paisanos54.

A Orellana no le surgieron las cosas como esperaba, continuó río Putumayo abajo sin encontrar la junta de éste con el San Miguel. Tampoco como vimos le sucedió a Gonzalo lo deseado.

Allí los ríos, sus juntas etc. pueden llegar a ser de gran magnitud, mucho mayor de lo que ellos habitualmente conocían. Por una circunstancia geográfica precisa, no resulta fácil encontrar la desembocadura del río San Miguel en el Putumayo: las aguas de ambos, se funden en un “lago” en calma.

Transcribimos una descripción del jesuita padre Pablo Maroni del s. XVIII:

“…Desde el mismo pueblo de San Miguel, navegando río abajo, á los cuatro días, se hallan las juntas del mismo río con el Putumayo, que llaman La Laguna por lo ancho y apacible que tienen al juntarse ambos ríos…”55.

4. CONCLUSIONES

Por una jugada del destino nuestros paisanos siguieron las rutas que ni se propusieron ni desearon. Gonzalo, en canoa, vadeó lógicamente cerca de la orilla; llegó hasta la famosa junta; ascendió con muchísimas dificultades muy posiblemente por el río San Miguel; encontró la yuca en un despoblado y regresó al gran río, el Putumayo, con lo que quedaba del real.

A pesar de todo lo sucedido les propuso una vez más seguir el río grande abajo. Esta vez hubo negativa general. Vadearían difícilmente los dos primeros ríos y ascendieron nuevamente por el tercero, repetimos, quizás el San Miguel y, como hemos dicho, tras grandes penalidades regresaron a Quito por territorio conocido, el de los cofanes. Lo que nunca contempló.

Orellana, fray Gaspar y sus compañeros, a bordo del bergantín, barco más pesado que las canoas, tras romper un tablón del barco, huirían de las orillas por eludir los choques. Por el centro del río navegaron de largo por “La Laguna”, sin ver la junta. Descendieron posiblemente el Putumayo con sus innumerables meandros hasta el Amazonas, desde éste hasta salir al mar del Norte –el océano Atlántico-. Fueron donde nunca se propusieron.

Finalmente diremos que esta nueva ruta que se os propone es de mayor recorrido y multiplica los peligros del viaje; el río Putumayo es una continua serie de meandros llenos de islas, ciénagas, esteros y manglares.

Aunque es indudable a lo largo del relato una elegante pero cierta oposición de Carvajal-Orellana hacia Gonzalo, pensamos que su conducta general no traduce unos personajes para encabezar una conspiración indirectamente violenta, preparada y encabezada por ellos. Según se narra en la crónica de fray Gaspar Orellana, tras los primeros fracasos, nunca ambicionó otra cosa que regresar por Pasto; no cabe en él pensar que explorar el camino de regreso; tomar comida y volver con sus compañeros para voluntariamente regresar por la nueva ruta, es decir, sin remontar el gran río hacia las tierras de Pasto.

Nuestros paisanos merecían este esfuerzo por nuestra parte en un intento de contribuir a favorecer su humana honradez. Su astucia y la jugada de sus destinos, que a nuestro juicio les reservó la Historia, si les acerca y mucho, a los héroes literarios.

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1  Mora, Gilda (2007): http://www.eldoradocolombia.com/

2  Páez Flor, Roberto J. (2004): Cronistas Coloniales. (Segunda parte). Toribio de Ortiguera. Jornada del río Marañón con todo lo acaecido en ella y otras cosas notables dignas de ser sabidas acaecidas en las Indias occidentales.     Cap. XIV. http://www.luisvives.com/servlet/sirveObras/ecu/01383886477026622312802/index.htm

3  Toribio Medina, José (1894): Descubrimiento del río de las Amazonas. Introducción, p. XIX.

4  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p XIV.

5  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Pedro Ponce de León. Guerras Civiles del Perú, tom. II, cap XVIII.

6  Páez Flor, Roberto J. (2004): Ibiden.

7  Toribio Medina, José (1894): Op. cit. Nota número 1 a la Relación del padre Carvajal, p 4.

8  Toribio Medina, José (1894): Op..cit. p XIV y ss.

9   Toribio Medina, José (1894): Op. cit. Relación del descubrimiento del famoso río grande que, desde su nacimiento hasta el mar descubrió el Capitán Orellana en unión de 56 hombres. p 3 y 4.

10  Páez Roberto, J. (2004): Op. cit. Toribio de Ortiguera. Cap XIV.

11  Toribio Medina, José (1894): Op. cit. p 4.

12  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 4.

13  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. Cit. Pedro Cieza de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo II, Guerra de Chupas. 196-197.

14  Toribio Medina, José (1894): Op. cit.. Documentos, p 95.

15  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 4.

16  Toribio Medina, José (1894): Ibiden. Documentos, p 85.

17  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 5.

18  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Pedro Cieza de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo II, Guerra de Chupas. 196-197.

19  Páez Flor, Roberto J. (2004): Ibiden.

20  Gutiérrez Marín, Wilson (2002): Baeza la ciudad de los Quijos, pág 48. Ed. Abya-Yala. Quito.

21  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit. p 5.

22  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 85.

23  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 85.

24  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 5.

25  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit. Introducción, p LXXVI.

26   Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Historia y Viaje del Mundo del Clérigo Agradecido don Pedro Ordóñez de Ceballos. Natural de la insigne ciudad de Jaén a las cinco partes de la Europa África América y Magalanica con el itinerario de todo él. Libro Segundo. Cap. XXIX, XXX, XXXI y XXXII.

27  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 5.

28  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 85.

29  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 87.

30  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 5.

31  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 85.

32   Porras Barrenechea, Raul (2006): Obras completas. Indagaciones peruanas: El legado Quechua. Coli y Chepi.

33  Toribio Medina, José (1894):Op. Cit., p 85.

34  Toribio Medina, José (1894):Ibiden, p 5.

35  Toribio Medina, José (1894):Ibiden, p 85.

36  Toribio Medina, José (1894):Op. cit., Introducción LXXIV y LXXXVIII.

37  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. Cit. Historia y Viaje del Mundo del Clérigo Agradecido don Pedro Ordóñez de Ceballos. Natural de la insigne ciudad de Jaén a las cinco partes de la Europa África América y Magalanica con el itinerario de todo él. Libro Segundo. Cap. XXIX.

38  Jouanen, José (2005): Historia de la Compañía de Jesús en la antigua provincia de Quito: 1570- 1774. Tomo I. Ministerio apostólico y martirio del padre Rafael Ferrer. htpp://www.lluisvives.com/servlet/sirveObras/ecu/90252847651270596932457/index.htm

39  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p 5 – 6.

40  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

41  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 89.

42  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

43  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

44  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

45  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p. 89.

46  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p. 89.

47  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p. 89.

48  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 90.

49   Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Cronistas Coloniales: (Segunda parte). Pedro Ponce de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo segundo. Guerra de Chupas. Cap XX.

50  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p 90.

51   Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Cronistas Coloniales: (Segunda parte). Pedro Ponce de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo segundo. Guerra de Chupas. Cap XX, XXI, XXII y LXXI.

52  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p 6 – 7.

53  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 7.

54  Fernández de Oviedo y Valdez, Gonzalo ( 1851-1855): Historia general y natural de las Indias islas y Tierra Firme del mar Océano por el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez. Tercera parte. Libro XLIX. Cap II. Academia de la Historia. Madrid.

55  Maroni, Pablo (1988): Noticias Auténticas del famoso río Marañón (1738). Monumenta Amazónica, B4, Iquitos.

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 Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz

 1.  INTRODUCCIÓN

Trujillo ofrece varios monumentos románicos bien definidos junto a otros que han sufrido una vigorosa transformación. En el primer grupo incluimos una de las torres de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor; la correspondiente de la iglesia de Santiago y el exterior de su ábside; las ruinas de la iglesia de la Vera Cruz; la ermita de “La Coronada”; la planta y exterior de la iglesia de San Andrés y quizás la ermita de San Pablo, recientemente modificada, en el castillo. En el otro conjunto se han conservado elementos que corresponden a pequeñas partes de conjuntos arquitectónicos, de mayor entidad, bien definidos, principalmente son las iglesias de San Martín de Tours y en las ya citadas de Santiago y Sta María.

En nuestro trabajo nos hemos definido por la torre pequeña de la iglesia de Sta María la Mayor (Lám 1).

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 Lám. 1. La torre románica de Sta María.

 2. ANTECEDENTES

No hay ningún estudio dedicado exclusivamente a nuestra torre románica, a pesar de su grandiosidad y elegancia. Los nombres de Torre Julia, Torre Juliana, Torre Trajana y quizás algún otro, la han denominado de manera un tanto disparatada basados en datos a los que el/los “historiadores” del momento ha atribuido unos contenidos inapropiados.

Entre los eruditos que se han encargado de describir los diversos rincones de Trujillo destacamos primeramente a Clodoaldo Naranjo y a Juan Tena; ambos han pasado sin observar con detenimiento los detalles que en su tiempo ofrecía (estaba desmochada en los cuerpos 3º y 4º). Tampoco su inclinación natural hacia la Historia se detuvo en curiosear su pasado (Naranjo 1929, 569; Tena 1968, 495) .

Hemos de llegar a 1987 para encontrar un curioso estudio sobre el mismo en el apartado que Francisco Javier Pizarro Gómez la dedica (Pizarro 1987, 170

– 211). Nos describe con interés y profundidad la historia general de su ruina, sobre todo en el s. XIX. El citado autor emite en su final un juicio de valor negativo sobre su restauración, demasiado rotundo a nuestro juicio.

Consideramos muy semejante una parte del trabajo realizado por José Antonio Ramos sobre Sta María (Ramos 1990). En otra parte intenta desechar los falsos nombres con la que ha sido bautizada. Hace un ligerísimo esbozo sobre su parte artística que resulta demasiado corto (Ramos 1990).

Tanto Pizarro como Ramos dejan escapar su descripción artística, cuestión que con este trabajo intentamos completar.

3. DESCRIPCIÓN

3.1.  Planta y alzado

Esta torre se sitúa adosada exteriormente en el ángulo NE de la iglesia. Por ello no podemos afirmar que su planta sea cuadrada ni siquiera que sea rectangular. El lado norte mide 8,38 m, el este 7,23 m, los correspondientes al lado oeste y sur no permiten una medición exacta por estar adosada la esquina al templo por lo tanto su medida nos es desconocida aunque aparenta similitud con los lados opuestos. La altura ronda los 25 – 26 m1 y el volumen corresponde a un prisma. Estas irregularidades están presentes en numerosos monumentos románicos recordemos que el claustro de Santo Domingo de Silos mide el lado mayor 33,12 m y el menor 30 m ofreciendo 16 y 14 arcos respectivamente.

La disposición de los lados de nuestra torre coinciden con los puntos cardinales ya que el lado este, que hace de eje N-S, presenta una declinación de unos 10º – 15º con respecto al N magnético que marca la brújula.

Toda se realizó en granito y se distinguen en ella cuatro cuerpos, la base del inferior desciende paulatinamente de nivel por los lados norte, este y sur adaptándose externamente al declive del terreno  entre 3 y 4 m.

El cuerpo inferior es de mampostería escasamente empleada en el románico, empleándose también ripios y tierra arenosa fortalecida con granos de cal; presenta buenos sillares en las esquinas. En este cuerpo se abren tres pequeños vanos en lo lados sur, este y norte.

Cambió la factura de los materiales en los tres cuerpos superiores que fueron construidos con sillares bien escuadrados. Estos se encuentran separados por impostas formadas con una sencilla moldura rectangular en la parte superior y cóncava en la inferior –caveto o nacela-. Solamente la imposta que remata la parte superior del primer cuerpo –el primitivo- presenta en toda su longitud una ligera acanaladura, a veces perdida, de la que carecen las demás.

En los tres cuerpos superiores se abren vanos decorados con elegancia y ocupan centralmente la parte inferior excepto en el lado norte que se construyeron desviados al oeste; este hecho se repite en la torre románica de la catedral de Plasencia normalmente ocultaban la subida de escaleras ¿Fue éste un motivo importante del derrumbe por descompensación de las fuerzas precisamente en el lugar del derrumbe? A nuestro juicio sí.

Las esquinas de estos tres cuerpos se remataron con baquetones -esbeltas columnillas- embutidos; se alzan sobre los sillares correspondientes a modo de pequeñas basas y fueron rematados en la parte superior del segundo y cuarto cuerpo por sencillos capiteles todos ellos de escaso relieve y motivos vegetales o geométrico e incluso uno de contenido deportivo; son producto de la reconstrucción de 1972.

Cada uno de los vanos del segundo cuerpo se realizó con dos arcos de medio punto concéntricos, uno exterior y otro más pequeño, huidizo hacia el interior.

Para decorar estos vanos se elevaron sencillos fustes sobre dos basas pris- máticas, una en cada lateral, los fustes se remataron con capiteles románicos de aceptable factura.

Sobre estos van sencillas impostas rectangulares que, desde el interior se prolongan lateralmente en el exterior un par de decímetros más allá de los capiteles.

Sobre las impostas se elevaron los arcos; el interior más pequeño, carece de elementos decorativos y el del exterior lo acompaña una moldura formada principalmente por un llamativo baquetón cilíndrico en la parte inferior y superior a él transcurre un listel – forma rectangular- aunque de sección ligeramente menor, además muy cerca de su intersección presenta en todo su recorrido una tenue incisión longitudinal en V.

Los vanos de los dos cuerpos superiores fueron realizados de forma diferente. En el tercero se dispusieron en cada lado dos arcos pequeños de medio punto algo huidizos al interior; van sobre tres pares de columnillas de fustes cilíndricos con basas menos rústicas que las del segundo cuerpo y capiteles que a veces se repiten; su decoración es, menos llamativa y vistosa, pero por lo general repiten modelos vegetales o geométricos propios del románico otras se alejan demasiado del mismo; sobre ellos hay cortos cimacios y encima de estos se extiende la imposta. Cerca de los extremos de éstas se alzan en cada lado un arco externo, también de medio punto, está formado por una moldura parecida a la del segundo cuerpo: la forman un llamativo baquetón en la parte inferior y superiormente se acompañó de listel, la forma rectangular es de menor sección. El espacio entre éste y los arcos inferiores que le sirven de base se cegó con sillares; aprovechando estas superficies, en los lados norte y este se colocaron tres mascarones –rostros- de estilos diversos. Esta composición triangular formada a base de arcos de medio punto comunica una originalidad y elegancia singular sobre todo al cuarto cuerpo.

Los elementos decorativos que estamos tratando se repitieron en el cuerpo superior; aquí la moldura cilíndrica exterior del arco central se ve adosada en su parte superior por un bien marcado listel o forma rectangular con una potente incisión en V en su centro. Bajo ellos el mismo espacio cegado con sillares hasta alcanzar la parte superior de tres arquitos apoyados ahora en cuatro pares de columnillas semejantes (Lám 45).

4. LA DECORACIÓN DE LAS CUATRO ARISTAS EXTERIORES

La esquina NE presenta en la parte superior un capitel que ofrece centralmente un octógono e inscrito en él hay ocho hojas formando svástica. En ambos lados se completó con una ornamentación compuesta por formas de toscas ramas y hojas, de apariencia muy simples.

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Láms. 2 y 3. Capiteles superior e inferior de la esquina NE.

El del segundo cuerpo de este mismo esquinazo presenta un tema geométrico floral de ocho pétalos radiales inscritos en una circunferencia; se completó en ambos lados con tres formas circulares iguales (Lám 2 y 3).

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Láms. 4 y 5. Capiteles superior e inferior de la esquina NO.

En la esquina NO el capitel superior tiene mayor relieve en su grabado, corresponde a un club de fútbol muy querido por algunos aficionados locales, y sin duda el club de “los amores” de la mayoría de los canteros que acometieron la restauración: el Atlético de Bilbao. A ambos lados del escudo se dispusieron de forma triangular tres círculos, de estos el superior es de diámetro algo mayor.

El correspondiente al segundo cuerpo se decoró con nueve motivos foliares lanceolados y lobulados en sus bordes, se situaron verticalmente; de ellos hay siete que tienden a ocupar todo el espacio y dos, más pequeños, se situaron inferiormente a ambos lados de la primera hoja por la derecha (Lám 4 y 5).

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Láms. 6 y 7. Capiteles superior e inferior de la esquina SO.

El capitel superior de la columnilla SO tiene diversos temas: en el centro ofrece un motivo floral de cuatro pétalos. Entre sus espacios se dispusieron líneas curvas angulares de abertura exterior y se completo en ambos lados por otros dos temas semejantes aunque ahora de cinco pétalos.

El correspondiente al segundo cuerpo, debido a la disposición de la torre con respecto a la nave, solamente nos ha permitido observar su parte izquierda. Lo componen dos formas abastonadas, enfrentadas, con el puño hacia el exterior; en la parte superior del pequeño espacio que dejan entre ellas se trazaron unas líneas curvas palmeriformes con dos trazos curvos en la parte izquierda y tres en la derecha. Inferiormente se trazaron sendas horizontales a ambos lados de las formas de bastón. La parte derecha ofrece unos relieves triangulares con su contorno en zig-zag; entre ellos dejan un espacio en la parte superior que se ocupó con una forma circular (Lám 6 y 7).

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Láms. 8 y 9. Capiteles superior e inferior de la esquina SE.

La esquina del SE tiene en su cuerpo superior un capitel que ofrece todo él unos relieves de tendencia triangular limitados por líneas onduladas.

El correspondiente al segundo cuerpo tiene realizados tres sencillos arbolitos. Sus troncos son dos líneas simétricas cóncavas, muy próximas en la parte superior, las copas formadas por círculos. En la parte inferior, entre los árboles, se ocupó con una forma de concha o amplia hoja; situada con el pedúnculo en la parte inferior, sus correspondientes nervios la dividen en cinco partes; tiene el borde superior lobulado (Lám 8 y 9).

5. LA DECORACIÓN DE LA CORNISA

La cubierta, a cuatro aguas, va sobre cornisa rectangular con la arista inferior de la base fuertemente truncada; toda ella se apoya en canecillos muy sencillos, doce por cada lado, alternan los de forma rectangular con sencillos mascarones -rostro-, escudos etc en los 1, 4, 6, 7, 9 y 12 de cada lado; en ocasiones se incorporó una larga barbilla poco apropiada a este tipo de esculturas.

6. LA DECORACIÓN DE LOS VANOS6.1.  La decoración de los vanos de la parte este

Primer cuerpo

El lado este tiene una abertura cerca de la esquina NE, elevada unos metros sobre el nivel del vano correspondiente del lado sur. En esta ocasión es cuadrado, de unos 40 – 50 cm de lado; se decoró con un bello rosetón de granito que muestra una celosía formada por un cuadrado con una circunferencia inscritas; dentro de ésta se trazó una cruz griega con brazos circulares. Todo este bello ventanal fue logrado con un relieve profundo y es un buen ejemplo del estilo gótico (Lám 10).

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Lám. 10. Decoración del vano del 1º cuerpo de la parte este.

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Láms. 11 y 12. Capiteles de la izquierda y derecha del segundo cuerpo del este.

Segundo cuerpo

Los capiteles que decoran los vanos no se labraron de forma independiente al muro de sillería sino que se dispusieron sillares de mayor volumen por su longitud encajándose sobre las columnas; en el saliente de ellos se realizaron las formas y los diversos temas, es una técnica presente en numerosas iglesias románicas. La parte inferior del capitel está limitada por un collarino que da paso al fuste de la columnilla.

Aunque los capiteles tienden a presentar un volumen cilíndrico éste se organizó como si se tratara de un tronco de pirámide con la base pequeña hacia la parte inferior. De indicarnos este proyecto se encarga una pequeña moldura en ángulo recto que ocupa la esquina superior de la arista central (en algunos capiteles está invadida por el tema); pasados unos 10 cm esta moldura desaparece para reaparecer unos centímetros en ambos extremos. De esta manera el espacio a trabajar fue dispuesto en tres partes: generalmente hay dos temas en los laterales y uno, que les relaciona, ocupa la “arista” central.

Si comenzamos por el lado este, el segundo cuerpo presenta en el capitel de la izquierda (Lám 11) tres figuras adosadas distribuidas de la forma mencionada. Hacia la izquierda se prolonga una forma husiforme gruesa acabada en aleta caudal; inferiormente ya hacia su parte central hay dos fuertes extremidades inferiores de ave.

Hacia la derecha se observa otra forma husiforme , más doblada y esbelta, que puede corresponder a un gran ofidio o serpiente.

Un rostro humano, remata ambos animales en el centro. Destacan sus grandes ojos en órbitas exageradas; bajo ellos una gran incisión, arqueada infe- riormente de parte a parte, indica la boca y en su contorno inferior muestra un perfil dentado de 10 ó 12 agudas piezas; muestra también un tremendo “chinchón” en la parte superior derecha de su cabeza que parece rapada; no se observa mentón ni cuello.

Se trata de una sirena, según la concepción clásica, aunque muy evolucionada en el medievo.

El capitel de la derecha de este vano (Lám 12) muestra una distribución semejante aunque su ángulo central carece de moldura superior por estar ocupado por el rostro del personaje central. Éste presenta un cabello liso peinado a ambos lados de la cabeza; bien señalada la prominente nariz y los ojos; marcada está su boca y bien señalado el cuello. En la parte izquierda, su mano derecha está en parte flexionada y parece cobijar, quizás da de comer, a la cabeza de un ave de gran porte; sus alas en reposo, se extienden por la parte superior derecha, bajo ella hay una fuerte pata con un muslo bien marcado; este ave fue rematada, en forma de reptil, con larga y gruesa cola que se dobló hacia el interior de la parte inferior. Pertenece a un ave con cola de reptil. La ocultación de la cabeza por la mano no nos permite concluir el tipo de animal que es.

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 Lám. 13. Este. Capiteles del tercer cuerpo.

Tercer cuerpo

Entre los trabajos que acometieron el maestro Serván y su taller de canteros en la recuperación de esta torre, destacan la realización integra de los capiteles de los cuerpos 3º y 4º de los que no había copia.

La disposición general semeja la del segundo cuerpo: han de pasar de superficies cuadradas, ahora rectangulares, en la parte superior, a formas circulares en la inferior; deberán acabar en dos círculos que encajarían exactamente en la base superior de los tambores de las columnillas laterales. Además se economizó tiempo realizando también los dos capiteles de cada lado, exterior e interior, en un solo bloque.

Todos los capiteles llevan superiormente un volumen prismático rectangular de aproximadamente 1/5 de su altura donde se apoya la imposta que relaciona con los arcos, todo lo cual comunica una apariencia de cimacio. La zona media tiene aproximadamente 2/5 de la altura, es de transición entre el prisma rectangular del que parte y superiormente la zona inferior, otros 2/5, está generalmente ocupada por las dos formas cilíndricas que se van imponiendo a medida que se desciende hasta las columnas.

El capitel de la izquierda del tercer cuerpo presenta una decoración poco definida. Semeja larga y ancha hoja situando su ápice truncado cerca de la parte inferior de la esquina y asciende extendiéndose en ambos lados del capitel hasta llegar a la parte superior en cuyo esquinazo se remató con un corto cilindro ornado centralmente en su base con un trazo oblicuo dentro de una circunferencia inscrita. Los centrales presentan en sus cuatro esquinas la misma decoración simplista de tipo almendrada; en la parte inferior sus esquinas tienen una ligerísima moldura en baquetilla.

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 Láms. 14 y 15. Los capiteles del cuarto cuerpo de la parte este.

La esquina interior del lado derecho ofrece igualmente en la parte superior una forma de corto cilindro con circunferencia inscrita, todo muy semejante al tema exterior del capitel de la izquierda; ahora en el círculo central se trazó una pequeña cruz. En la exterior hay un bello ángulo cuyo pie parte cerca del collarino; asciende por la esquina marcando paulatinamente su relieve, superiormente se divide las dos partes que se insertan por ambos lados en forma de cortas espirales (Lám 13). Aunque sus temas se alejan de la didáctica medieval no desentonan, como veremos, del mundo románico.

 Cuarto cuerpo

El capitel de la izquierda del cuarto cuerpo (Lám 14) se realizó según el plan general ya mencionado y en sus dos esquinas aparecen relieves en forma de alargadas conchas sin estriar; por su forma y simpleza son parecidas a las formas almendradas empleadas en los capiteles del centro del tercer cuerpo de este mismo lado.

Dada su altura, no nos ha sido posible observar el interior de los dos capiteles centrales de este cuarto cuerpo, que desde luego merecieron una mayor dedicación y presupuesto.

Se alteró levemente la parte prismática superior ya que el lateral se hizo oblicuo con la finalidad de facilitar su observación desde la calle. En la zona intermedia inmediata se trazaron con bastante finura, unas formas foliáceas, yuxtapuestas y estrechas; éstas terminan inferiormente en un collarino por lo que la presencia de estos es doble en los cuatro capiteles centrales.

Hemos mencionado que la parte superior prismática presenta un lado obli- cuo para facilitar la lectura desde el suelo de una interesante inscripción. De los dos centrales, en el de la izquierda y desde el interior al exterior, se lee perfectamente: DE TAPIA.CASARES; en el frente AÑ.1.972 y en el lado derecho continúa hacia atrás: ARQ.D.HDEZ .GIL.

El exterior del derecho, de esta parte central, presenta en su frente una decoración semejante; solo la parte superior se dejó oblicua, los laterales en unos 10 – 15 centímetros se cubrieron con igual tema foliáceo. Más allá, en la supuesta unión con el capitel del interior se colocaron a ambos lados dos arbolitos; Aunque de copas con mayor volumen, son semejantes a los ya mencionados en la parte inferior de la columna exterior de la esquina SE. Atrás tiene en la esquina de la izquierda un adorno que no describimos por no percibir su conjunto y al frente se dejó como hemos mencionado, la parte oblicua para realizar en ella otra inscripción que no se observa bien por una alteración del granito pero que sin duda hace mención al maestro cantero: SERVÁN2 (Lám 15).

Llegamos a los capiteles del lado derecho de este cuarto cuerpo; ambos siguen el plan general. Su esquina exterior nos muestra como es habitual cubriendo toda la zona media, una forma en U, de lados abiertos, y en el centro superior un motivo circular. Nuestros medios no permiten apreciar los temas que decoran el capitel interior ni la zona central.

6.2.  La decoración de los vanos de la parte norte

Primer cuerpo

En el lado norte, cerca de la esquina NW, y elevado unos metros sobre el nivel del vano anterior del mismo cuerpo, hay otro rosetón de medidas parecidas y decoración semejante al del lado este; aunque su superficie es de apariencia menos envejecida y el relieve bastante menos marcado. Carece de las circunferencias y en su lugar se marcaron los lados ligeramente convexos de un cuadrado con vértice superior. Pertenece a la parte restaurada y apunta estilo gótico.

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Lám. 16. Decoración del vano del cuerpo 1º de la parte norte.

La distribución a diferente altura de los tres vanos del primer cuerpo nos indican la toma de luz de una escalera interior adosada al menos, a tres de los cuatro lados. Una de sus aberturas comenzaría en la esquina SW y la otra serviría de terminación en la parte NW  de la primera planta.

Segundo cuerpo

El capitel izquierdo de la parte norte presenta centralmente en su parte inferior una forma de concha.

En la parte superior del lóbulo central comienzan los vértices de dos cortas formas angulares -picos- que provienen de sendas cabezas, pequeñas y triangulares, de aspecto convencional. Estas figuras marcan sus diferencias hacia los laterales. La de la izquierda presenta el abultado cuerpo de un ave en reposo, bien señalada la parte trasera del cuerpo y enseguida aparecen dos patas con fuertes muslos.

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Láms. 17 y 18. Capiteles de izquierda y derecha del 2º cuerpo de la parte norte.

La escultura de la derecha tiene una forma husiforme adelgazándose bastante hacia la cola y doblándose hacia adelante hasta cruzar la propia figura. Podría tratarse de un ofidio con cabeza de ave (Lám 17).

La concha es símbolo del bautismo y a ambos lados se ofrecen formas fabulosas del bien y el mal.

El capitel de la derecha está en la parte reconstruida y ofrece un relieve más superficial. Ocupa la arista central un rostro con los ojos nariz y boca bien apuntados. De la parte inferior derecha parece desprenderse un largo penacho aunque no se concretó con éste figura conocida. Bajo esta forma en la misma arista hay el contorno de un corazón invertido. A ambos lados, en las caras laterales, se ve ocupado por dos formas husiformes, simétricas; parten de ambos lados de la cara y se doblan por abajo y adelante hacia adentro para salir, en ambos casos, hacia la parte superior de los laterales semejando  un par de cuernos ciertamente defectuosos por recogidos nada tienen que ver con los temas habituales del Románico.(Lám 18).

 Tercer cuerpo

Los capiteles de los cuerpos tercero y cuarto de la cara norte siguen la misma distribución general ya apuntada: una zona prismática rectangular en la parte superior que ocupa aproximadamente 1/5 de la altura; la zona media que consideramos de transición entre las formas rectas de la parte superior y las circulares de la inferior y la tercera parte ya circular hasta lograr los cilindros que se unen a las columnillas a través del collarino. Los motivos ornamentales se dispusieron a lo largo de las aristas exteriores no siéndonos posible observar si tienen alguna forma de ornato en la parte interior.

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Lám. 19. Los capiteles del cuerpo 3º de la parte norte.

Por la izquierda, el primer motivo es una forma de tendencia rectangular de base ligeramente convexa; comienza en la parte inferior de la zona media de la arista del capitel, aquí, en su interior, hay cuatro puntos marcando una cruz de brazos iguales; asciende la esquina y termina en forma de pequeño escudo en el extremo superior sin llegar a tocar la zona prismática superior.

El capitel central ofrece, en cada una de las partes superiores de sus dos esquinas exteriores, dos pequeños círculos adosados al exterior y decorados inte- riormente con un motivo cruciforme.

En la esquina correspondiente al capitel del lado derecho se labró un bien proporcionado rostro de corta y simétrica melena (Lám 19).

Cuarto cuerpo

El capitel del lado izquierdo fue decorado en su la parte inferior de su esquinazo con una aparente forma de mariposa cuyo cuerpo ocupa la arista central y sus alas se extienden levemente por el inicio de los laterales. La parte superior del cuerpo de esta forma se descompone en dos pedúnculos que dan lugar a unas formas que nos parecen sendas hojas de acanto.

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Lám. 20. Los capiteles del cuerpo 4º de la parte norte.

La parte superior de los capiteles centrales y el del lado derecho se aproxi- man bastante al tema realizado en los centrales del tercer cuerpo. Claramente se inician, en ambos lados de la parte inferior, con dos formas que recuerdan las alas de algunos insectos y rematan superiormente, como acabamos de decir con dos pequeños círculos adosados al exterior cuya decoración interna se escapa a nuestra observación. Semejan estas esquinas también a las del capitel izquierdo del cuerpo 3º del lado este (Lám 20).

 

6.3.  La decoración de los vanos de la parte oeste.

Primer cuerpo

El primer cuerpo de la parte oeste carece de vanos por estar próximo el lugar de acceso de la escalera interior al segundo cuerpo y no tener necesidad de luz.

Segundo cuerpo

Los elementos arquitectónicos correspondientes a la parte izquierda del vano oeste del segundo cuerpo fueron reconstruidos disponiendo las superficies con las mismas pautas. En el capitel correspondiente a la izquierda se dispusieron verticalmente varias formas foliáceas lanceoladas, muy onduladas, con nervio central completado por los laterales; todos de apariencia elemental que poco tienen que ver con nuestra torre (Lám 21).

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Lám. 21 y 22. Capitel de izquierda y derecha del cuerpo 2º de la parte oeste.

Una única forma ocupa el capitel de la derecha, no reconstruido; corresponde a un animal monstruoso formado por un ave de gran porte con ala plisada en la parte superior izquierda; bajo ésta continúa la parte trasera de un ofidio que comienza en la parte derecha del capitel; aquí presenta inferiormente dos cortas patas. Superiormente la figura fue doblada en la parte central para realizar una redondeada cabeza escamada y acompañada de corta cresta. Con pocas dudas debemos afirmar que se trata dela representación de un basilisco, animal fabuloso, malévolo, mitad gallo mitad serpiente que tenía relación con la vanagloria y la envidia (Lám 22).

 Tercer y cuarto cuerpos

Los capiteles del tercer y cuarto cuerpo del lado oeste fueron repuestos en la restauración y en general parecen repetir tema. En ellos se observa una forma cilíndrica que recorre la arista superior mostrando al exterior sus caras cilíndricas. Estos cilindros rematan sus bases circulares ornamentados, al menos los exteriores, con una flor tetrapétala u otro motivo parecido (Laminas 23 y 24).

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 Lám. 23. Los capiteles del cuerpo 3º de la parte oeste.

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Lám. 24. Los capiteles del cuerpo 4º del oeste.

6.4.  La decoración de los vanos de la parte sur.

Primer cuerpo

El primer cuerpo presenta un vano en su parte sur, calle de Sta María. Se abre a unos 5 – 6 m del suelo cerca de la esquina este; está realizado pobremente en ladrillo muy desgastado; es de forma rectangular, bastante angosto; los lados pequeños en la parte superior e inferior miden sobre 10 – 15 cm y los laterales entre 40 y 50 cm. La parte inferior del lado derecho tiene una abertura algo mayor y de forma redondeada (Lám 25).

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Lám. 25. El vano del cuerpo 1º de la parte sur.

Segundo cuerpo

No resulta fácil la observación de los cuerpos superiores dada la ubicación cercana de viviendas y del ábside de la iglesia, por ello el vano del segundo cuerpo, no restaurado y por lo tanto original, no presenta imágenes didácticas de bestiarios.

La superficie del capitel de la izquierda están divididas por dos incisiones no muy marcadas, en sentido vertical que determinan con simpleza formas de hojas; De esta manera la superficie del capitel se dividió en tres partes que representan tres formas de hojas: una central, que ocupa la esquina y dos laterales los rincones. La parte inferior como ocurre habitualmente, se ensambla median- te un collarino en este caso bastante descentrado con el fuste.

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Láms. 26 y 27. Parte sur capiteles de izquierda y derecha.

En la esquina superior del centro del capitel se observa un relieve formado por dos círculos unidos por delante en ángulo recto. Su decoración, muy erosionada, parece semejante: un círculo concéntrico e inciso con un pequeño casquete esférico en el centro. Centralmente bajo ellos parece rematada la esquina hasta su mitad con una forma foliácea muy trabajada.

Tanto en la parte derecha del capitel como en la izquierda se dispusieron unidas en la parte superior tres formas de tendencia oval y de distinta longitud; su contorno aparece lobulado e interiormente presentan un ligero vaciado en toda su extensión (Lám 26).

El capitel de la derecha de este segundo cuerpo se observa poco y mal pero dada su situación no parece presentar una decoración significativa, Solamente en la esquina más externa presenta un relieve de apariencia circular; es pues de traza semejante al del lado derecho incluso quizás más simple. Como hemos visto esta forma de decorar las esquinas de los capiteles se repite en numerosos vanos de la parte restaurada de la torre (Lám 27).

Tercer cuerpo

Pasados al vano del tercer cuerpo, nos encontramos con capiteles producidos totalmente en la restauración de 1972. El de la izquierda se realizó con una decoración algo más simplista situando en el esquinazo superior dos círculos en ángulo con su interior ocupado por un relieve de 6 u 8 trazos radiales semejando una flor (Lám 28).

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Láms. 28-30. Los tres capiteles del cuerpo 3º de la parte sur.

En el capitel del centro también se repitió el motivo pero en su interior se ocupó con un círculo concéntrico (Lám 29).

Más simple parece el capitel de la derecha aunque no atinamos a definir sus trazos (Lám 30).

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En este cuerpo, como en el del lado este, hay dos vanos laterales a ambos lados del ventanal central que se decoraron con dos bellos rosetones formados con un círculo central y ocho pétalos.
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 Láms. 32-35 .- Capiteles del cuerpo 4º de la parte sur.

El cuerpo superior tiene por decoración en el capitel de su izquierda al menos dos casquetes esféricos que se situaron en el lateral medio; sus superficies ofrecen formas muy simples de rostros. Las esquinas aparecen libres de ornamentación.(Lám 32).

El capitel siguiente, el izquierdo de los centrales, repite en sus esquinas e teriores el bello motivo descrito en la derecha del tercer cuerpo del lado este. En la parte central del lado medio hay un pequeño escudo dividido con tres líneas ligeramente onduladas y en posición horizontal (Lám 33).

Las esquinas superiores del capitel derecho de los dos centrales, se decor ron con dos formas de semialmendra repetidas en el capitel central del lado este del tercer cuerpo (Lám 34).

Finalmente el capitel de la derecha presenta escaso relieve y, dada nuestra posición, solamente observamos una forma cilíndrica en la esquina (Lám 35).

7. RELACIONES

Los temas de un grupo de elementos decorativos se escapan del románico; entre estos, uno rompe escandalosamente con él: sencillamente no son relacionables. No resulta difícil establecer relaciones con los demás.

Entre los no relacionables debemos situar todos los motivos decorativos que se nos muestran en los baquetones de las esquinas, a estos hemos de añadir los situados en la derecha del lado N y el de la izquierda del lado O del segundo cuerpo pertenecientes al esquinazo de mayor derrumbe y por tanto reconstruidos. Está comenzó justo por encima de la arquería del segundo cuerpo.

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Láms. 36 y 37. Motivos semialmendrados de las iglesias de Jaramillo de la Fuente y de Santa María de Trujillo.

Todos los que restan del segundo cuerpo son originales. Al tercer grupo pertenecerían el resto de los capiteles; en ellos el grabado se localiza generalmente en la esquina más exterior; en esto presentan una correspondencia real; en cuanto a los temas de este último grupo existe una relación unas veces algo lejana y otras, como seguidamente veremos, la relación llega al grado de coincidencia. En cualquier caso son capiteles de factura secundaria.

Los motivos de un grupo de capiteles de la iglesia de N. S. de la Asunción de Jaramillo de la Fuente, en concreto los motivos lisos cóncavos que hemos denominado semialmendrados, están presentes en Sta María la Mayor. También los motivos florales y vegetales que ofrecen los capiteles del segundo cuerpo de la parte sur de Santa María y que fueron reproducidos en la restauración están presentes en este mismo cuerpo de la iglesia burgalesa.

Estos se repiten igualmente en los dos cuerpos superiores de la iglesia de San Martín de Tours de Jaramillo Quemado. Es evidente que algún miembro del equipo restaurador de la iglesia de Trujillo conocía las citadas iglesias burgalesas y en un momento determinado hizo llegar a los canteros estas formas (Lám 36 y 37).

En otros aspectos, más bien arquitectónicos, nuestra localidad proporciona una clara semejanza con la torre que estudiamos. Se trata de la técnica constructiva del cuerpo inferior –mampostería- y superiores –sillería- de la torre de San Martín de Tours. También aparece el elemento decorativo de semicolumnillas adosadas a las esquinas en el segundo cuerpo de S. Martín.

En su segundo cuerpo es igual el remate mediante moldura cilíndrica en torno a los arcos de los vanos del campanario, cuestión que también se observa en el campanario de Santiago de Trujillo (Cáceres).

Más distante encontramos este mismo motivo en torres de diversos templos de la zona norte y centro de Castilla-León entre las que mencionamos algunas por su importancia.

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Láms. 38-40. Arcos ciegos encima de geminados en las iglesias de Vizcaínos de la Sierra, Jaramillo de la Fuente y Jaramillo Quemado (Burgos).

De Valladolid tomamos dos ejemplos; tenemos la torre de la iglesia de Sta María la Antigua; dividida en cuatro cuerpos de sillería y se remató con las citadas columnillas en las esquinas de los tres cuerpos superiores; también mantiene este elemento decorativo los tres cuerpos superiores de la torre de la iglesia de San Martín en la misma ciudad, y como ocurre en Santa María, claramente rematadas por pequeños capiteles en sus intersecciones perpendiculares con las molduras que la cortan.

La torre de la iglesia de San Esteban en Segovia, de 56 m de altura, es la mayor de las románicas peninsulares, se dividió en seis cuerpos, todos de sillería y sus esquinas están decoradas con una columnilla desde la base a la cubierta.

La ermita de Sta Cecilia, levantada en el castillo de Aguilar de Campóo, Palencia, ofrece igualmente este tipo de remate en las esquinas con basa elemental y capitel en las terminaciones de los dos cuerpos superiores.

Las composiciones ajimezadas decoradas superiormente mediante un arco de medio punto ciego es otro detalle decorativo que nos relaciona con una parte importante del románico peninsular. Lo encontramos en los cuerpos superiores de las torres de las iglesia burgalesas de S. Martín de Tours en Vizcaínos de la Sierra y en la de Jaramillo Quemado; en la iglesia de la Asunción de Jaramillo de la Fuente este acabado se extiende a los dos cuerpos superiores, Burgos. .

En las iglesias de Vizcaínos y Jaramillo Quemado, los arcos se apoyan sobre ménsulas soportadas por columnillas es decir, se adoptó la solución del arco del segundo cuerpo de Trujillo. El apoyo exclusivo sobre ménsulas, presente en los vanos de los cuerpos 3º y 4º de Sta María de Trujillo, tiene su correspondencia en los arcos que cierran los vanos de los dos cuerpos superiores de la iglesia de la Asunción en Jaramillo de la Fuente.

Las molduras cilíndricas que marcan el arco exterior de los vanos superiores de nuestra iglesia también tienen su paralelismo entre estas iglesias serranas de influencia silense. Debemos acercarnos a la iglesia de Jaramillo Quemado, también denominada San Martín de Tours y, como en los dos casos anteriores, observar los vanos ajimezados de su tercer cuerpo; sobre ellos el arco de medio punto está también cegado y terminado en cortas ménsulas sobre columna pero rematando esta arquería hay una moldura compuesta con doble baquetón cilíndrico muy semejantes a nuestra torre; esta ornamentación no está presente en las torres de Vizcaínos y Jaramillo de la Fuente.

Todas estas últimas conexiones nos indican con claridad hacia donde debemos dirigir nuestras relaciones. Se atribuye la construcción de estos tres templos al Taller de la Sierra (sierra de la Demanda), relacionada directamente con el monasterio de Silos (Lám 38, 39 y 40).

Es posible encontrar otros paralelismos decorativos semejantes en otras iglesias románicas situadas más al norte. Pasados los Pirineos encontramos características parecidas a las señaladas, en la basílica de Nuestra Señora del Puerto en Clermont, Francia (1100-1150), en los cuerpos superiores de su torre.

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Láms. 41 y 42. Decoración superior de los vanos en las iglesias de Notre Dame del Port, Clermont y Notre Dame d´Orcival.

Recordemos que Clemont es de gran importancia en el cristianismo medieval, ya que fue allí donde el papa Urbano II formó un Concilio e inicio la predicación de la Primera Cruzada en el año 1095. Este hecho decorativo se extiende por iglesias cercanas, como Notre Dame d´Orcival, Notre Dame de Mailhat etc. ( Lám 41 y 42) (Romanes.com).

Es evidente la existencia de relaciones constructivas de las torres hispanas, dedicadas como en Trujillo a la Asunción y a San Martín de Tours y con las francesas, al menos en los aspectos decorativos señalados.

En el templo trujillano se buscó mayor luminosidad y la evolución de las formas intenta proporcionar espacios más abiertos sin dejar el medio punto ni los gruesos muros; para ello se dispuso según los cuerpos de uno, dos y tres arcos de apoyo -esto último nos parece que es único-.

8. CRONOLOGÍA Y CONCLUSIONES

Los aspectos señalados parecen encaminarnos hacia un tiempo determinado. Hay otro detalle en nuestra torre al que debe prestar atención. Se trata del capitel situado en la izquierda de la parte este del segundo cuerpo que representa una sirena.La sirena es uno de los animales fabulosos que más ha cambiado en su forma y en su contenido a lo largo de los tiempos. En general, en cuanto a estos ha pasado de ser un elemento malévolo a tener en la actualidad significados de bondad, ternura etc.Su morfología pasa por ser, en época clásica, ave con cabeza de mujer, y como tal se nos presenta en la Odisea cuando la nave de Ulises (s. VIII a. C.) llega a la isla de Antemoesa, lugar donde habitaban las sirenas cuyos dulces cantos y voces atraían irremisiblemente a los navegantes hasta su destrucción contra las rocas. También la Biblia, en el mismo periodo de tiempo, nos habla de sirenas (ver Isaías cap. 22/ vers. 13). Su inclusión en este libro fue el salvoconducto para una abundante distribución en los bestiarios medievales.

En las edades tempranas del medievo el tema de las sirenas tiene unos contenidos y formas semejantes a los descritos en la época clásica. Pero según avanzan los años la evolución de las formas no se hizo esperar. Ya en la iglesia de Sta María de Villanueva de Teverga (Asturias) se puede observar una sirena con membranas interdigitales y otra con cola de pez. El mismo hecho ocurre en S. Esteban de Ciaño, Langreo (Asturias).

A la vez vamos a encontramos numerosas sirenas-aves que poseen cola de serpiente como ocurre en las iglesias de San Pedro de Plecín, Alles (Asturias), San Vicente de Serapio en Ayer, (Asturias) y San Martín de Vega de Poja (Asturias). Estas distintas formas, que coexisten en el tiempo, tienen en común el rostro de una mujer que va desde un trazado elemental, no deforme, hasta una bien parecida cara que es lo más general.

Estas transformaciones tienen su justificación en los numerosos tratados descriptivos (bestiarios) que, sobre los animales fabulosos y sus atribuciones, iban apareciendo a través de los años, como el libro Etimologías de San Isidoro (560-636) o el Liber Montruorum (anterior al s. IX) etc. Ellos dibujaban y hacían una descripción moralizante, después los escultores obedecían plasmando en los distintos relieves lo dibujado en los bestiarios.

Tales variaciones ocasionaban bastante confusión y debemos llegar al s. XIII para encontrar grandes figuras del pensamiento medieval que intentan fijar las doctrinas, entre ellas, por el tema que tratamos, destacamos la de los dominicos San Alberto Magno (1193-1280) y Tomas de Cantimpré (1201-1272). Alberto, en su libro De animálibus (1258) (Vallverdú 2003), comentario a la obra del mismo título de Aristóteles, da un cambio radical a la forma exterior femenina de las sirenas: pasan a ser madres envejecidas, con rostro horrible; monstruos marinos dotados de patas y alas aguileñas con cola carnosa de pez en la parte posterior. Son a la vez mujeres, pez y ave destacando su feo aspecto (Docampo, 1991). No parece que la nueva forma gozó de muchas representaciones entre otras cuestiones por que el estilo gótico se apartó de los bestiarios.

Tras la nueva descripción de San Alberto, realizada sobre mitad del siglo, los bestiarios han de cambiar la expresión de los rostros, antes siempre dulces, de las sirenas y aunque sus realizaciones debieron ser poco numerosas, la nueva descripción como ser horrible, es la que se ha plasmado en nuestra torre, ella encaja exactamente en el citado capitel cuya labra debió ser paralela a la del edificio (Lám 43 y 44), recordemos que nuestros capiteles no se realizaron independientes; se aprovechó un sillar del edificio para hacer en él las distintas figuras.

Con fundamento debemos afirmar que D. Adán Pérez de Cuenca, obispo de Plasencia (1234-1262) no debió ser ajeno a un amplio proyecto constructivo en el recién creado arcedianato de Trujillo, (por bula del papa Inocencio IV se da el Estatuto fundamental del Cabildo de la Catedral de Plasencia, en el año 1254).

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Láms. 43 y 44. Rostros de sirenas. Puerta del Perdón, Catedral de Santander primer tercio del s. XIII. y Santa María de Trujillo (Cáceres), 2ª mitad del XIII.

Así pues, con seguridad podemos afirmar que los tres cuerpos superiores de la torre con sus capiteles se debieron realizar hacia la mitad del siglo XIII.

Para concluir, ajustaremos más nuestro visor. Si además de las coincidencias señaladas, tenemos en cuenta que: D. Adán, cuando fue nombrado obispo de Plasencia estudiaba en Colonia (González 2002) y esta ciudad alemana fue una de las elegidas en esos años por San Alberto para impartir sus enseñanzas. Que la inscripción de la portada de la ermita románica de la Coronada en Trujillo indica con toda claridad la era de 1312 que corresponde al año 1274 (Rubio 2005). Debemos decir que la cronología que proponemos presenta una muy posible relación con estos hechos: coincidencia de lugares con personas, for- mas, contenidos y tiempo.

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Lám. 45. Vista general de los tres cuerpos superiores.

BIBLIOGRAFÍA

–  Docampo Álvarez, P.; Martínez Osende, J.; Villar Vidal J. A. (2001): Animales fabulosos del románico de Asturias. Editorial Trea.

–   González Cuesta, F. (2002): Los obispos de Plasencia I. Exm Ayuntamiento de Plasencia (Cáceres). Pág 39.

–  Naranjo Alonso, C. (1929): Solar de conquistadores. Trujillo, sus hijos y monumentos. Editorial Sánchez Rodrigo. Serradilla (Cáceres).

–   Pizarro Gómez, F. J. (1987): Arquitectura y urbanismo en Trujillo (Siglos XVIII y XIX). Servicio de publicaciones de la UEX. Cáceres.

– Ramos Rubio J. A. (1990): Estudio histórico artístico de la iglesia parroquial de Sta María la Mayor de Trujillo. Cáceres.

–  Rubio Andrada, M. y Rubio Muñoz F. J. (2005): Estudio de la ermita de Nuestra Señora de la Coronada. Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.

–  Tena Fernández, J. (1967): Trujillo histórico y monumental.

–  Vallverdú i Segura J. (2003): www Vallverdú.cat/…/articles/racisme.

-www.Romanes.com.

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1 La altura es una apreciación aproximada ya que ha sido tomada según la escala que presenta el dibujo realizado por D.  Vicente Paredes, depositado en el Archivo Municipal de Trujillo.

2  El taller del maestro Serván lo integraban diversos canteros entre los que hemos localizado a Basilio Valeria, Francisco Cortijo Serván, sobrino del maestro. El resto se nos relató con apodos, apellidos poco seguros. Había un grupo familiar de canteros de Huertas de Ánima vinculados a una rama de la numerosa familia Hueso.

Oct 012008
 

Manuel Rubio Andrada, Manuel Ignacio Rubio Muñoz  y  Francisco Javier Rubio Muñoz.

  1. INTRODUCCIÓN

Al comienzo nos ofrecía dudas su denominación. Según el mapa manejado si la fin- ca donde se ubica recibe el nombre de La Caballería del Muerto, el del Castillejo corres- ponde al nombre del cortijo más próximo. Ya hace varias décadas este topónimo nos había servido de pista para localizar el posible asentamiento y por ello debería corres- ponderle pero resulta demasiado abundante y por ello confuso. Actualmente también es conocida la finca como la Caballería de los Sánchez, que es el apellido de la familia propietaria. Finalmente decidimos incluir los dos nombres toponímicos para evitar equí- vocos.

… debido a lo extenso de este artículo, se ha procedido a convertirlo en archivo para descargarIcono pdf

Oct 012007
 

Manuel Rubio Andrada,  Francisco Javier Rubio Muñoz y  Manuel Ignacio Rubio Muñoz.
1. INTRODUCCIÓN
La ausencia de precisión en los hallazgos es un problema importante con el que se debe contar al acercarse a los trabajos arqueológicos realizados sobre el pasado de la sierra de Sta Cruz; se sitúan generalmente en lugares poco concretos, otras incorrectos y distantes.
Son varios los estudios que sitúan determinados objetos en la extensa sierra como si fuera un lugar único de asentamiento que ha ido evolucionando a través de los tiempos con la consiguiente superposición de culturas. En este aspecto se puede concluir que, a veces, se ha deformado intencionadamente la ubicación como recurso elemental para eludir las visitas necesarias; indudablemente a esos autores les falta el conocimiento directo de la sierra y sus trabajos, por ello, resultan deformados.

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Oct 012006
 

Manuel Rubio Andrada,  Manuel Ignacio Rubio Muñoz y Francisco Javier Rubio Muñoz.

INTRODUCCIÓN

En Trujillo, como en la mayor parte de su comarca, existe una baja actividad relativa a la investigación prehistórica y los pocos aficionados o profesionales que nos hemos dedicado a ello, no vemos expresado el fruto de nuestras investigaciones en determinados trabajos que, dedicados a poblaciones cercanas, han proliferado en los últimos años.

Ante ese panorama algunos, desde luego más bien pocos, seguimos realizando en el ámbito comarcal, una serie de trabajos en los que intentamos quedar constancia impresa, lo más científicamente que nos es posible, medidas, descripciones, dibujos, fotografías…, de diversos bienes patrimoniales que presentan un alto riesgo de desaparecer y que, sin saber por qué no son inventariados por la Consejería correspondiente que, en este aspecto parece no existir. Esperamos que, a pesar de todo este “espléndido” panorama, no se deterioren nuestros bienes o se pierdan para que el prehistoriador de oficio o de afición no los ignore y los sepa aprovechar. En esta línea de trabajo traemos este año las pinturas rupestres de la cueva Larga del Pradillo publicada su reseña ya hace tiempo.

1. Localización

Este monumento se encuentra situado cerca del centro de la ciudad, al NE. El punto geográfico que ocupa está muy próximo al formado por una latitud de 39º 28´ 02´´ y longitud de 5º 52´ 45´´ del meridiano de Grenwich, hoja 702-II, denominada Trujillo, del Mapa Topográfico Nacional 1/25000, Instituto Geográfico Nacional, Madrid 1996.

Para visitar este abrigo y observar las pinturas, debéis partir de la Plaza Mayor de Trujillo y tomar la avenida de la Coronación en sentido de Huertas de Ánimas; antes de llegar al cruce con la carretera de Plasencia, hacia la mitad del trayecto, divisaremos a nuestra izquierda entre las edificaciones y tras de ellas, unas bellas formas de granito; grandes volúmenes curvos, de aspecto caótico y deslizados suavemente hacia el este donde se abre la boca del covacho.

Podemos aproximarnos a través de una calleja, algo cerrada por la vegetación, que se abre en la parte izquierda hacia la mitad de la citada Avenida.

Actualmente no está en terreno público por lo que son necesarios las correspondientes autorizaciones y permisos tanto de la Consejería de Cultura y Patrimonio como de la propiedad. No obstante, no existe puerta de acceso, ni cartel de prohibición alguna y si se continúa la alambrada que surge a la derecha nos conduce, sin posible pérdida, a las inmediaciones de la cueva.

2. Antecedentes

En el mes de marzo de 1973 un grupo de la Organización Juvenil Española, dirigido por D. Alfonso Naharro, descubrió estas pinturas. Poco después le fue comunicada la noticia al Dr. Jordá de la Universidad de Salamanca quien visitó el covacho. Dada la escasa espectacularidad del hallazgo pasó el tema a la Dra. Rivero de la Higuera quién incluyó una imprecisa y breve reseña en un artículo de contenido más amplio (Rivero de la Higuera, 1972-73).

Posteriormente, en el año 1978 acometí un estudio más pormenorizado y presentado en los IV Coloquios Históricos de Extremadura, su pérdida, ha motivado la realización de este nuevo estudio con el fin de quedar al menos una realidad impresa del mismo.

En 1991 se da una breve reseña de su localización en un artículo de carácter general en el que se alega el fenómeno de la meteorización para excluir enumerar sus contenidos (Alvarado y González, 1991).

En lo anecdótico, cabe reseñar que: en el año 2005, la construcción de viviendas adosadas a la parte sur del morro que contiene la cueva, fue objeto de denuncias por no cumplirse varias condiciones requeridas en la actual Ley de Patrimonio. Gustosamente acompañé a su visita a las partes en litigio. Ignoro el resultado de dicha denuncia aunque los resultados prácticos pueden observarse.

3. El paisaje

La mole de granito, sin apenas tierra fértil que la fecunde, presenta, sobre todo en umbría, notables variedades de flora mediterránea entre los que destacan numerosos arbustos plenamente autóctonos, generalmente encina joven. Sin excesivos antropismos, ofrecía milagrosamente hasta hace unos años, a unos pasos de la plaza, un singular conjunto. Salpicado de líquenes y musgos su cromatismo varía intensamente según la estación. La naturaleza abstracta de sus formas, generalmente curvas, presenta con difícil intermitencia un instante del movimiento natural del magma deslizándose, aquí y allá, siempre hacia el este…donde se formó la cueva(Lám I y II).

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Lam. II

Más hacia el sur y en parecidas condiciones, aunque menor y más olvidada, se ofrece su mole compañera, quizás más estática; también presenta abertura en semejante dirección. Entre ambas se realizó, en general, un tardío urbanismo -mediados del s. XX-, en él, tras años de indecisión constructiva, se acabó arrasando este extremo del Pradillo; no se atendió a solucionar con corrección los espacios comunes, naturaleza y ciudad, ello, a pesar de las diversas evidencias denunciadas, fundadas y competentes. Ahí están los aciertos y errores.

Hacia el oeste, en mayor altura, se presenta “Cabeza de Zorro”, ya muy alterado, sirvió para que los asentamientos humanos fueran numerosos, demostrables estos solamente desde época romana. Lo más característico de este cabezo granítico es su época musulmana con la maravillosa alcazaba emiral, pareja de la emeritense. A su solana se alza un paisaje plenamente urbanizado: la ciudad de Trujillo.

Todavía debemos mencionar otro “cabezo”, hacia el NW emerge el denominado “Pradillo II”. Su aspecto actual es más rotundo y cortante.

4. Descripción de la cueva

Ya hemos mencionado que esta pequeña cueva se abre al este. Sus formas son redondeadas aunque de tendencia prismática rectangular e irregular, desgastadas con más intensidad están las caras y aristas superiores. Aunque da la impresión de ocupar la base de la masa rocosa, en realidad se abre a unos 2 o 3 m de altura del terreno que, a partir de ella, decae con suavidad hacia naciente. Un lindero de unos 2m de altura impide la visión general desde la entrada, sin él, disfrutaría de gran capacidad de observación por su amplitud de mira hacia el vallecillo de esa parte.

Su entrada mide 2 m de ancho y 1,95 m de alto, la longitud total, ligeramente ascendente, está en torno a los 11 m. El volumen que guarda está claramente dividido en dos partes de igual longitud -5.50 m-

La entrada se formó con un gran volumen de granito de aproximadamente 1,50 m de alto, 4 m de ancho y 5 m de largo que hace de cubierta, más allá se formó con otros menores. Este gran bloque parece deslizado desde la parte superior y se apoya lateralmente en otros volúmenes también considerables, más quebrados los del lado derecho; las formas de estos tienden a ser alargadas en dirección este-oeste y se extienden más allá de la boca formando un pasillo de unos 3 m de largo (Lám III y IV).

img03Lam. III

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Lam. IV

Su base está formada por el mismo tipo de roca con una ligera capa de tierra negra acumulada en la superficie de la entrada. Aquí, una zarza se ha introducido entre los racheados de la derecha y dificulta el acceso. Pronto, en esta misma parte, se ofrece una considerable pared lateral vertical, muy lisa y escasamente alterada a pesar de la composición del granito; en ella se organizó bastante centrado en el espacio, un conjunto, que ocupa una pequeña superficie del espacio disponible. Continuemos por este mismo lado y enseguida se abre, hacia el norte y de forma caótica de indudable belleza, un vano alargado compuesto por formas caprichosas.

Más regular es el lateral sur formado por una pared hasta la mitad, continúan grandes bloques cuyas superficies internas son bastante verticales; no parecen poseer restos de pinturas.

El fondo es cada vez más angosto y llegados a unos 5,50 m, hacia su mitad, la cueva se estrecha cada vez más -1,65 m al comienzo y 0,70 al final-; su altura en cambio se eleva -comienza con 0,60 m y termina con una altura de 2,60 m.

En la cubierta de esta segunda parte de la cueva los volúmenes son menores, en los comienzos se han desprendido y han propiciado la fijación de una capa de tierra de mayor grosor -aproximadamente 0,40 a 0,60 m- su superficie presenta numerosos restos de cerámicas aparentemente actuales. En la articulación de esta última parte hay superiormente una roca central que presenta superficie hacia el sureste, lisa pero muy alterada, parduzca y oscura, en ella se aprecian numerosos restos de pigmentos que posibilitan la clara observación de una única figura.

5. Las pinturas

El escaso número de pinturas y su convencionalismo no deben restar importancia a su ejecución. Pese a no ser espectaculares son un testimonio inequívoco de que nuestros ancestros de pasados milenios utilizaron esta covacha con determinadas finalidades. No hay tantos testimonios de sus obras, sobre todo en esta penillanura dónde los batolitos de granito parecen ser una excepción aquí confirmada. Por esto, a pesar de su humildad, debemos conservarlas en lo posible como parte fundamental de nuestro Patrimonio en esta parte de nuestro pasado tan escasamente estudiado.

Estas obras, como el resto del arte rupestre, a pesar de su fosilización, sufre desde su ejecución un progresivo deterioro, unas más que otras; de manera cierta acabará con su desaparición si no hay alguna “bárbara” acción que las elimine antes. Como en cualquier estudio de estas características, nuestra relación con ellas ocupa un momento histórico preciso de ese deterioro físico, también del nuestro, y debe estar presidido por la atención, el cuidado, la delicadeza etc.

Conjunto I

El soporte.- Hemos señalado que en la primera parte de la cueva, en el lateral derecho, había una considerable superficie lisa con el conjunto I, así pues se orienta a solana. Este espacio mide 97 cm. de alto y 1,25 m de ancho en su zona media. Solamente se utilizó una pequeña parte de la zona media superior, además está bastante centrada en el espacio que ocupa. La parte inferior a las formas está invadida por un liquen verde que se hace ceniciento a medida que profundizamos; la parte superior del soporte donde se trazaron estas formas está limpio de formaciones. El granito presenta pequeños racheados que a través del tiempo van alterando las figuras originales.

Las pinturas

Su color actual es rojo vinoso -tinto claro- y su estado de conservación es aceptable. En su centro y parte derecha está bastante bien definida; en la izquierda por el contrario la continuidad de los trazos cambia constantemente de dirección sobre todo en el cuarto inferior. A veces da la impresión que el autor hubo de utilizar algún objeto para manipular las pinturas en algunos trazos ya que, por su finura, les hace imprescindible.

Este conjunto se trazó a unos 1,80 m de altura y lo debió realizar una persona bastante alta. Se ejecutó algo inclinado hacia la izquierda; esto puede ser debido a la dificultad que ofrece el lateral de la cueva en ese lugar ya que allí presenta una angulación considerable desde una buena altura y no permite acercarse a la superficie utilizada con facilidad. Para realizar la pintura no pudieron apoyar los pies en el mismo plano pues no se llega al muro; uno, generalmente el izquierdo, debe estar más elevado, flexionado y apoyado sobre la pared inclinada, esto motiva la elevación de la mano derecha, el posible apoyo del brazo izquierdo sobre la pierna flexionada y doblando la columna determinaríamos una posición de equilibrio bastante estable que permite acercarnos más a la pared, elevar la mano derecha y realizar de forma inclinada hacia la izquierda -sinistrógira- los trazos.

Suponemos que el autor realiza un retrato de alguien y algo que está frente a él, presente o representado en su cerebro; en la descripción, como ocurre en la reflexión, los lados se cambian, el derecho corresponde al izquierdo y viceversa (Lám V. Fig 1).

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Lám V. Conjunto Pradillo I, fig 1, 2, 3, 4
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Fig 1. Conjunto Pradillo I, fig 1, 2, 3 y 4

Fig 1.- Esta figura está formada por una forma humana, antropomorfo, tendente a la posición vertical, claramente esquemático, dibujado sin titubeos con trazos decididos y rectos. Lo componen una línea vertical de 25,5 cm. que dobla ligeramente hacia la derecha en su mitad y tiene en torno a 1 cm. de ancho. Representa la cabeza y el tronco. Dos trazos angulares, escasamente caídos, indican las extremidades, más abiertas las superiores y disminuida la extremidad derecha inferior.

Fig 2.- Ésta se situó a la derecha del antropomorfo 1, en la zona media de su lado izquierdo y a 3 cm. de ella; tiene forma lineal curva, de tendencia vertical y ligeramente arqueada, convexa al exterior; su trazado nos ha llegado bastante intermitente.

Fig 3.- A la izquierda de la representación esquemática humana, correspondiente al lado derecho del modelo y por ello el más importante a la hora de aprehender algo con la mano, hay un trazado, ciertamente complejo, que intentaremos describir.

Primeramente señalaremos su intermitencia en los trazados y los continuos cambios de dirección en los mismos.

Escasamente a 1 cm. bajo la terminación de su extremidad derecha hay realizados cinco tracitos ligeramente inclinados hacia la parte inferior izquierda; centralmente bajo ellos se realizó una línea que dobla hacia la izquierda a 1,6 cm. formando en un trazo algo más grueso una forma de corta U cuya parte izquierda es de menor altura; en su centro inferior hay un corto tracito que enseguida termina en una gruesa puntuación de apariencia irregular, continúa inferiormente paralelo a la extremidad inferior de este lado con al menos dos pequeñas líneas muy intermitentes quizás por estar invadidas por los líquenes verdes. Esta parte ocupa unos 15 cm. desde su comienzo en las proximidades de la parte inferior de la extremidad superior hasta terminar en el mismo plano que la extremidad correspondiente del antropomorfo; es decir, esta parte de lo representado ocuparía desde el fin de la mano hasta el suelo.

Fig 4.-El conjunto continúa hacia la parte superior a partir del trazo externo de la figura en U ya descrita. Asciende en grueso trazo de unos 12 cm. de longitud y algo más ancho que el antropomorfo al que ligeramente sobrepasa; intermitente en su zona media y con alguna coloración esparcida en las proximidades de la parte inferior del lado izquierdo. En su parte superior se realizó un trazo de tendencia horizontal, ligeramente arqueado, cóncavo en la parte inferior sobre todo en la derecha; es decir esta cuarta figura es un ancoriforme de cabeza ligeramente apuntada, cuya extremidad superior derecha acaba con bastante rectitud siendo más curvada la izquierda; las extremidades inferiores solamente se apuntaron con unos tracitos inconexos. Esta figura posee en torno a su cintura una serie de pequeñas puntuaciones indicadoras de que el personaje portaba algún objeto en esa parte del cuerpo.

Comentario

La reconstrucción de las formas a través del dibujo ofrece una posibilidad de interpretar y conocer lo que en este conjunto se nos muestra. Es indudable que se representó un personaje principal, Un tracito en la parte inferior del tronco puede mencionar un corto puñal. El personaje exhibe cerca de su parte izquierda un trazo arqueado intermitente que puede reconstruirse sin problemas: debe ser la representación de un arco. En su derecha, asido, hay un objeto desconocido, algo pesado ya que motiva que el tronco de nuestro protagonista flexione ligeramente hacia la parte contraria para mantener el equilibrio. Posiblemente otro personaje, sin duda de menor relieve, acompaña a nuestro protagonista y su objeto. Esto es ciertamente lo representado.

Ahora nos adentramos en el mundo de lo posible e intentaremos suponer qué es lo que se nos mostró en ese objeto del cuadrante inferior izquierdo.

Desde los primeros dibujos y detenidas observaciones que hicimos de este conjunto nos llamó la atención que todos los trazos de apariencia caótica ocuparan el cuarto izquierdo inferior de la composición. Los trazos reconocibles no presentan graves deterioros que impidan reconocer las figuras y no hay razones físicas, corrientes de agua, intemperie etc., para que los situados en este cuadrante lo estén. También dadas las extensiones de las figuras reconocibles lo probable es que debería pertenecer a una sola figura. Concluyendo: los trazos caóticos que se realizaron deben representar un objeto que, según la intención del autor, debería sernos reconocible aunque la ausencia del dominio por éste, del esquema de lo representado nos impide conocerlo.

Debemos tener en cuenta los posibles convencionalismos que a veces utilizan algunos artistas primitivos que, claramente se manifestaban en uno de los conjuntos de la cueva de La Panda en el término de Talarrubias, en Badajoz -mostrar las puntas de los venados de forma rectangular y doblar sus astas para representarlas en un espacio reducido-. (Rubio Andrada, 1997). Parece que nuestro autor utilizó levemente el primero de esos recursos y nos dejo dos tracitos rectangulares unidos en su parte superior por una fina línea, serían representativos de dos puntas del asta derecha de un venado. Están situados en la parte superior del cuadrante con trazos caóticos -inferior izquierdo-, muy cerca de la extremidad derecha del personaje central.

Reconstruyamos la figura con las posibilidades que ofrece de esa pequeña línea con sus trazos. Sus inicios estarían en las cercanías de la figura antropomorfa mayor, la terminación en el corto lateral izquierdo de la U. Nos mostraría el asta de una cuerna con sus pequeñas puntas representadas por pequeños rectángulos. La abultada parte central de la línea en U sería el testuz del animal; del lado derecho de la U parte la otra punta, corta y mal realizada por no encontrar espacio suficiente ya que enseguida encontró su par ya realizado. Bajo ésta se puede suponer, más bien adivinar, un pequeño cuello; entre los demás restos colocados inferiormente reconstruir un cuerpo disminuido y grotesco; linealmente inferior hay otros tracitos de tendencia vertical y poco definidos, pueden ser las representaciones de unas cortas extremidades, colgantes, intermitentes por la invasión de líquenes y mal realizadas.

De esta manera podemos suponer que el personaje, un cazador, portaría en su mano derecha un venado, exhibiendo su cabeza y sus puntas en posición horizontal y cuya mirada se perfiló desplazando algo el hocico hacia la derecha con el fin de que se observe bien el trofeo.

La escasa valoración del resto del cuerpo y las dificultades propias de su dibujo contribuyeron a realizar una pésima figura, mal trazado, por esto, más que por el deterioro, nos ha llegado irreconocible.

Con respecto al trazado de la figura número 4 diremos que posiblemente el autor llegó a su límite de extensión natural, es decir, la dificultosa posición para pintar, ya indicada, no le posibilitaba dominar superiormente más espacio para pintar. Posiblemente las extremidades inferiores le quedaron excesivamente cortas porque ya había realizado las demás figuras. El resultado está a la vista.

Conjunto II

El soporte

El segundo conjunto de pinturas se realizó en la zona media de una superficie situada en el bloque que, suspendido desde la cubierta, amenaza con estrangular la cueva en su parte media; de tendencia rectangular (trapecio), tiene unos 65 cm. de alta y 1,30 m de ancha y se orienta al SE. La superficie que nos ofrece aunque en general es lisa, está bastante alterada, presenta un color parduzco y sufre en épocas de lluvia una intensa correntía; esto motiva que los colores estén muy desvaídos y sus formas muy alteradas e imprecisas.

Las pinturas

Un fino racheado corta la superficie de arriba abajo; en general la mayoría de las pinturas se sitúan a la derecha. Su color es parecido a las anteriores aunque los trazos son bastante más gruesos, en torno a 1,7 cm. (Lám VI, VII, VIII y IX. Fig 2, 3 y 4).

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Lam. VI
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Lam. VII
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Lam. VIII
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Lam. IX

Fig 1.- Solamente distinguimos en la parte central un corto y grueso cruciforme cuyos brazos iguales miden 8 cm. En el resto la coloración, presente en sus proximidades, no nos ha permitido limitar los contornos de otras figuras por lo que renunciamos a cualquier tipo de descripción o representación de las mismas.

CONJUNTO III

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Fig 2. Conjunto Pradillo III, fig 1 (inferior) y 2 (superior).
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Fig 3. Conjunto Pradillo III, fig 3.
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Fig 4. Conjunto III, fig 4.

El soporte.-El tercer conjunto se situó en una superficie ofrecida por la gran roca de granito que forma la cubierta de la cueva; este espacio tiene tendencia horizontal aunque algo convexo en el tercio de la parte norte. Tiene unos 5 m de largo en dirección E-W y 2 m de ancho en el N-S. Está desprovisto de los habituales líquenes y se ofrece clara y limpia aunque con zonas verdes, rojizas o negras.

Las pinturas.- Son de pigmentos semejantes a los empleados en los conjuntos anteriores; las figuras se situaron en sentido N-S y solamente son reconocibles con cierta claridad dos figuras el resto tienen un contorno poco preciso.

Fig 1.- La primera figura que describimos se situó en la zona media del espacio cerca de la parte abombada. Es una línea vertical de 7 cm. de longitud y 1 cm. de ancho realizada en el sentido apuntado; su extremo norte termina algo afilado y el sur (la cabeza) lo hace algo engrosado de forma triangular (1,5 cm. de lado); en la parte derecha de esta figura hay un corto pero evidente trazo de 2 cm. que correspondería a una extremidad superior. Por ello debemos suponerla como la representación de un antropomorfo.

Fig 2.- Superiormente a 3 cm. de la fig 1, hacia el sur hay un doble ancoriforme de 15,6 cm. en disposición semejante. Se compone de un trazo vertical para la cabeza, tronco y largo falo prolongado intermitentemente hacia la fig 1 con cuyo eje corporal se corresponde. Dos trazos angulares, muy agudos hacia la parte inferior y ligeramente cóncavos, indican las extremidades superiores y otros dos en semejante disposición, indican las inferiores.

Fig 3.- A 16 cm. de la fig 2 y en el mismo sentido, el sur, hay otros trazos ya menos definidos. El número 3 es una línea oblicua de 4,5 cm., elevada hacia la izquierda unos 50º; a su derecha hay numerosos restos intermitentes y muy desvaídos; parecen apuntar una forma alargada semejante a los antropomorfos descritos. En ese caso el trazo más visible sería la represtación de un objeto alargado que portaría en su extremidad superior izquierda, tal vez una espada.

Fig 4.- En la misma superficie de la cubierta, unos 15 cm. hacia el sur, en el lateral derecho de una mancha triangular de color verdoso se observan restos de otra figura parecida, en tonalidad semejante y de unos 7,5 cm. de longitud.

Entre la zona estudiada y la entrada se puede observar una zona con un manchón de una pigmentación de color semejante; su contorno no es alargado y su parte media es intermitente.

Comentario

La proximidad y disposición de las figuras 3 y 1 parecen reclamar una relación de parentesco directo es decir la persona representada en la figura 1 procede, es hija de la número 2; nos apoyamos en el hecho de que se dirigen hacia ella los trazos surgidos del pene de esta figura. Entendida la escena como la representación particular de un hecho general, ésta nos deposita en unos momentos culturales, de época poco precisa, en los que, en general y de manera global, no está claro el hecho de la paternidad en su relación causa efecto o al menos ofrecía dudas. Parece que el autor de cabeza triangular o tal vez su padre, que no presenta esa forma, dominaba el tema y así lo expresó.

También puede ser la representación de un hecho particular, es decir, la aclaración de determinada paternidad entre un padre con respecto a su hijo debido quizás a su escaso parecido en alguna parte corporal tal vez la forma de la cara.

6. Relaciones

Formalmente y temáticamente poco tienen que ver con las pinturas realizadas en el canchal cercano al arrabal de Belén en Trujillo (Rubio Andrada, 2001). En el panorama provincial los batolitos granitos que nos son próximos, Plasenzuela y Malpartida de Cáceres, ofrecen también realizaciones artísticas de este tipo. En las de Plasenzuela resulta más dudoso o por ser mínimamente testimonial ya que no ha sido presentado a la comunidad científica trabajo alguno que ofrezca algo de las formas del único conjunto prospectado (Alvarado y González, 1991). En Malpartida se observa una mayor cantidad con notables semejanzas cromáticas y formales aunque sus temas aparentemente tienen poco que ver con los aquí tratados (Alvarado y González, 1979) (Sauceda Pizarro, 2001). Con esta breve enumeración quedan nuestras pinturas asociadas con cierta simpleza al resto de las representaciones sobre los granitos que nos son más próximos.

El tema previsto en el conjunto representado en el Pradillo I encajaría bien en el cinegético y ciñéndonos a la pintura esquemática, en el ámbito provincial, hemos de indicar su relativa abundancia comparada con la escasez que ofrecen otros espacios hispanos en este tema.

En los cacereños es evidente el predominio de fondos en los que el hecho cinegético se realiza con otras artes más primitivas en los que esta ausente el arco y la flecha. Bien mediante acoso individual como ocurre en Torrejón I del P. N. de Monfragüe; de una cuadrilla de cazadores y perros como ocurre en sendos conjuntos de La Burra y El Joyu en Cañamero o mediante reclamos y trampas como se evidencia en el Risquillo de Paulino en Berzocana (Rubio Andrada, 1994).

7. Cronología

Hemos visto que, en la mayoría de las ocasiones, en este tipo de pinturas -el esquematismo-, resulta difícil acercarnos al conocimiento verdadero de los temas, cuestión que surge también en los fondos pictóricos actuales dada su naturaleza abstracta. Cronológicamente este tipo de monumentos, por pequeño que sea, entraña numerosos problemas cuyas incógnitas son difíciles de resolver aunque si debemos acercarnos a su situación temporal.

Para ir buscando solución a todos estos problemas nos referiremos primeramente a los conjuntos I y III cuya situación temporal les suponemos muy próxima dadas las semejanzas de cromatismo, igualdad de trazado en los antropomorfos y el escaso número de estos representados en ambos conjuntos. En otro impreciso momento se debió de realizar el conjunto II de trazos más gruesos, inclusión de cruciformes etc., y que, dado su estado de conservación, poco más podemos decir de él.

Referente a los conjuntos mencionados en primer lugar, la primera duda que deberíamos aclarar en lo posible es si estas pinturas son de época histórica o si pertenecen a la Prehistoria. El hecho de la posible representación del arco en la izquierda del personaje del conjunto I limita el tiempo de su ejecución al postpaleolítico, concretamente su ejecución más antigua podría haber sido en el Neolítico Medio que es cuando se sitúa la introducción del arco y la flecha en nuestra cultura peninsular (Arias González, R. A. 113). El hecho de la marcada desnudez de algunos personajes y la utilización de los esquemas corporales propios del esquematismo prehistórico les aleja de cualquier periodo histórico y sobre todo del periodo islámico por su prohibición coránica.

Entre los temas de pintura esquemática o naturalista de época temprana -Neolítico Calcolítico-, cinegéticos o de otra índole, no suele haber representaciones individualizadas o son muy escasas comparadas con el número de temas en las que el grupo humano es lo predominante por otro lado conservan detalles naturalistas propios del periodo estilístico al que parecen pertenecer. Citemos como ejemplos de esas representaciones grupales entre otros muchos, los conjuntos de “Los Varones”, en el abrigo de Torrejón I-C-I, en el P. N. de Monfragüe (Rubio Andrada, 1991); Bonete del Cura en Ciudad Rodrigo (Bécares Pérez y Rivero de la Higuera).

Una de las excepciones individuales que presentamos de esa primera época es “el acoso individual” expresado en el conjunto cinegético del “Despeñado” Torrejón I-A-II también del P. N. de Monfragüe; los útiles de caza allí representados nos inducen a sospechar que el protagonista no debía conocer el arco y la flecha, por ello la situamos en un Neolítico temprano (Rubio Andrada, 1991).

También la pintura naturalista levantina ofrece algunos ejemplos de temas de caza individualizados, ya con arco, en medio de la multitud de escenas colectivas de cazadores y guerreros. Se viene situando en época neolítica ya plenamente desarrollada con toda la problemática que sugiere su realización, Mencionemos como ejemplo el arquero con arco y flechas de la Cueva de la Vieja en Alpera, Albacete (Beltrán Martínez, 1982).

A pesar de las posibilidades que proporciona lo expuesto nos inclinamos por suponer la realización de estos dos conjuntos del Pradillo, de temas bastante individualizados, en las cercanías del Calcolítico Final o en los comienzos del Bronce pues en ellos existen también una clara tendencia a la supresión y simplificación abstracta lineal eliminando paulatinamente parte del esquema corporal cuestión que parece acentuada hacia los finales del Bronce y que es evidente en las figuras 4 del conjunto Pradillo I y figura 1 de Pradillo III.

Repetimos, aunque no están en estas pinturas de manera general y evidente, las supresiones propias de finales del Bronce en las que barras y puntos son lo predominante, creemos que comienzan a indicarse. La tendencia a suprimir la cabeza en el segundo antropomorfo del conjunto I y la ausencia clara de cabeza y extremidades inferiores en la figura 1 del conjunto III constituyen indicios de que ya era conocido el proceso que llevaría desde el esquematismo a la abstracción lineal. Por lo tanto de encajar en esta evolución estilística y seguir el camino de las supresiones apuntado nos serviría para datar con cierta probabilidad estos dos conjuntos en la transición del Calcolítico al Bronce en torno a los comienzos del segundo milenio a. C.

8. Conclusiones

Según pasaba el tiempo, las funciones de nuestra cueva debieron ser diversas.

En el mencionado aspecto cinegético no cabe duda de que es un excelente sitio de observación del amplio valle que se extiende hacia el E. En él pastarían diversos animales salvajes. En el estío los puntos de agua serían muy escasos y por ello privilegiados lugares para el rececho. Es probable que, nuestro antepasado nos dejo el resultado singular de uno de esos lances en esta instantánea.

Tampoco debe descartarse la utilización de la cueva como habitación y refugio en un Neolítico temprano cual ocurre en otras zonas del berrocal trujillano (Rubio Andrada, 1998, 199 y 2000) e incluso su utilización temporal con carácter funerario aunque estas cuestiones deberá resolverlas una apropiada excavación.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Arias González, L. y Jiménez González, C. ( ): “Puntas de flechas líticas del Calcolítico Ibérico”. Revista de Arqueología. nº 113. Madrid.
  • Becares Pérez, J., Rivero de la Higuera, M. C. y otros ( ): Las pinturas rupestres de Bonete del Cura, Ciudad Rodrigo (Salamanca). Zephyrus XXX y XXXI, pág 131 y ss.
  • Beltrán Martínez, A. (1982): “De cazadores a pastores. El Arte Rupestre del Levante Español”. Ediciones Encuentro. Madrid.
  • De Alvarado Gonzalo., M. y González Cordero, A. (1979): “Pinturas esquemáticas en Malpartida de Cáceres”. Alcántara, 195, 16-22. Cáceres.
    • (1991): “Pinturas y grabados rupestres de la provincia de Cáceres, estado de la investigación”. Extremadura Arqueológica II, pág 141. Mérida-Cáceres.
  • Rivero de la Higuera, M. C. (1972 – 1973): “Nuevas estaciones de pintura rupestre esquemática en Extremadura”. Zephyrus XXIII-XXIV, pág 297.
  • Rubio Andrada, M. (1991): “La pintura rupestre en el P. N. de Monfragüe” (Cáceres). Cáceres.
    • (1994): “Reflexiones en torno a cuatro escenas de contenido cinegético representadas en la pintura rupestre esquemática de la provincia de Cáceres”. XXIII Coloquios Históricos de Extremadura”, pág 425. Trujillo (Cáceres).
    • (1997): “Las pinturas rupestres en el término de Talarrubias, Badajoz”. XXVI Coloquios Históricos de Extremadura, pág 421. Trujillo (Cáceres).
    • (1998, 1999, 2000): “Tres poblamientos prehistóricos del berrocal trujillano”. XXVII – XXVIII – XIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo (Cáceres).
  • Rubio Andrada Manuel y Cáceres Herrera José María (2001): Una hoja de cobre endurecido en el berrocal trujillano. XXX Coloquios Históricos de Extremadura, pag 489. Trujillo (Cáceres).
  • Sauceda Pizarro, M. I. (2001): Pinturas y grabados rupestres esquemáticos del Monumento Natural de los Berruecos. Malpartida de Cáceres. Memorias, 2. Museo de Cáceres.
Oct 012005
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz.

El fin de este estudio es facilitar al público la información actualizada en los aspectos descriptivos, planimétricos, bibliográficos y fotográficos de este monumento, tan singular para la historia de los trujillanos y tan abandonado; aparentemente no tiene otro sentido que su desaparición. En este estudio no están presentes los aspectos documentales, que esperamos acometer en breve, ni arqueológicos, ya que carece de intervenciones en este sentido.

1. LOCALIZACIÓN

Se encuentra situada en el término municipal de Trujillo, muy próxima al punto determinado por las coordenadas geográficas: latitud 39º 23´55´´ y longitud 2º 09´05´´; mapa 1/50000, hoja 706 denominada Madroñera; Madrid, 1ª edición 1963 del I.G.C.

Para llegar podemos trasladarnos por el cordel de ganados que desde Trujillo, vía ermita de Santa Ana, marcha hacia el sur pasando próximo a Santa Cruz de la Sierra. La ermita se encuentra a la izquierda hacia la mitad del camino en la finca del mismo nombre: La Coronada.

Más cómodamente se puede acceder al cordel desde la N-V -autovía de Extremadura-. Llegados a la primera gasolinera, en sentido de Badajoz, tomemos el camino de servicio de la izquierda. A la altura del poblamiento residencial de los Quintos, debemos abandonarle y machar nuevamente a la izquierda, pronto llegaremos al complejo de las fincas las Torrecillas; pasadas estas instalaciones, daremos con el cercano cordel y doblaremos a la derecha. Transcurridos por él unos 400 metros, a nuestra izquierda, hay un paso canadiense; atravesemos, puesto que sigue siendo camino público, y marchemos 1100 metros hasta llegar a una puerta situada en el frente izquierdo. Podemos dejar aquí el vehículo y marchar a pie por el camino. El monumento está a unos 300 m tras unos edificios actuales. Lo correcto es pedir permiso a los dueños de la finca donde está situado este monumento y los restos del yacimiento donde se construyó.

2. GENERALIDADES

Para levantar esta ermita se eligió la suave caída, hacia NE, de una ligera mesetilla de 8 o 10 ha, más ataludada al SW. Hacia este mismo lado continúa un valle algo amplio, completamente desforestado y de apariencia fértil, se utiliza para la agricultura -cereal- y pastoreo de ganado bovino y ovino. El vallecillo se ve flanqueado al S por una corta elevación algo extraña en este paisaje ya que, aunque a penas son perceptibles en el paisaje, está coronada por crestas de cuarcitas que se extienden próximas a la dirección E-W. Estas zonas de contacto determinan fáciles afloramientos de agua en sus laderas. Más allá surgen de nuevo terrenos graníticos.

El granito es también predominante en el resto de tierras situadas en el entorno inmediato de la ermita; presenta volúmenes de escasa entidad. Otras veces alternan con terrenos pizarrosos propios de nuestra penillanura. Todo este paisaje se ofrece desforestado, de monótona apariencia; se utiliza igualmente para pastoreo de ganado lanar y bovino.

En resumen es un paisaje propio de la penillanura trujillana aunque la intrusión de masas pequeñas de granito y la suave elevación hacia el S de la cadena de cuarcitas rompe algo su monótona horizontalidad.

Arqueológicamente diremos que, la pequeña meseta donde se construyó la ermita ofrece frecuentes fragmentos de cerámicas comunes entre las que se observan algunas tégulas romanas. La elevación y potencia de estos restos es mayor en el ángulo SW, donde se adivinan restos de edificaciones de cierta entidad y nobleza por algún sillar de buen volumen que, parcialmente presenta su superficie. Dijimos que la parte opuesta es algo más baja y fue el lugar escogido para construir la ermita; puede decirse, sin lugar a dudas, que está construida sobre restos más antiguos entre los cuales son evidentes los romanos.

En la cresta que determina la cadena de cuarcitas situada en el límite S del valle hay restos de muros circulares, completamente arrasados, esparcidos y a veces con tendencia circular; el pequeño diámetro, evidente en algunos -no más de 3 m-, su apariencia es pobrísima, sin que se observen entre ellos cerámicas u otros materiales. Entre las rocas utilizadas en la construcción de una de estas posibles chozas, que parecen corresponder más a animales que a hombres, hay al menos una de granito, tendente a la forma prismática, de no más de 0,50 m de lados salientes del suelo; en ella se grabó un conjunto interesante de cazoletas. Evidentemente este soporte ha sido acarreado de otro lugar. También en la ligera pendiente situada al SW se encuentran más restos romanos aparentemente de escasa potencia e identidad. Hay que señalar los numerosos y amplios majanos -depósitos de piedras debidamente apilados-, esparcido por toda la finca aunque predominantes cerca de la vivienda actual. No hemos observado ningún otro referente arqueológico en los mismos.

LA ERMITA

3. Descripción general

El edificio religioso fue construido en posición E-W y por lo general con materiales pobres: mampostería y cal en ábside y pilastras; barro y ripio como aparejo en el resto de los muros. Todo ello con excelente lucido. Consta de un ábside y una nave que se comunican por arco triunfal; hacia el exterior lo hacían por una puerta colocada en la nave hacia poniente, – posiblemente había otra menor al S, en el ábside- En el norte del ábside se dotó con una sacristía y en el este con un camarín; a éste se accede desde la sacristía por una dependencia adosada.

lam1Lám I – Ruinas de la ermita de Nuestra Señora de la Coronada

El ábside (interior)

Su planta mide 8,20 m de ancho y 6,5 m de largo desde el centro del arco triunfal; el ancho de sus muros es de 0,80 m. Tiene forma semicircular, con sus lados prolongados con rectitud, algo más de 2 m, hasta la nave. Se cubrió con bóveda de ladrillos en cuarto de esfera completada con otra de cañón hasta el arco triunfal.

La forma circular del lateral del ábside se transformó interiormente a unos 3 m de la base con un cubrimiento que le comunica a toda la parte superior un relieve de unos 5 cm.; este espacio se limitó inferiormente con cinco arcos ciegos cuyos arranques laterales se realizaron con irregularidades notorias; ellos intentan determinar una forma poligonal en la parte superior. Los dos laterales son apuntados y los tres centrales tienden a ser de medio punto; de estos el central es de diámetro mayor; únicamente éste muestra ser de granito ya que los demás están cubiertos por un grueso encalado, no obstante alguna grieta o desconchado deja creer en el posible empleo de ese mismo material en las demás arquerías.

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Lám II – Interior del ábside.

Los extremos de todos estos arcos se unen, a veces de forma irregular, cerca de la parte inferior de seis nervios de sencillas secciones doblemente cóncavas. Estos, en su extremo inferior, parten desde consolas o ménsulas redondeadas, achatadas y adornadas lateralmente con sencillas molduras decrecientes de motivos geométricos; cada ménsula pretendió ser igual que su par en el lado opuesto. Todos los extremos superiores de los nervios confluyen en una clave circular con biselado cóncavo en su circunferencia. Este soporte presenta grabada en el centro una M orientada al W y un pequeño perfil de sombrerete en su parte superior central.

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Lám III – Clave superior.

Estos nervios son, en teoría, los encargados de dominar la presión de la bóveda, pero su finalidad, en nuestro caso, parece ser esencialmente estética ya que la primitiva bóveda no está ensamblada a ellos. Únicamente marcan los paños en esa parte media superior del presbiterio y que, si se observan de cerca, comunican un aspecto abombado muy deficiente. Dada su posición adosada a la bóveda, llegado el caso, estos nervios pueden servir de soporte de la cubierta.

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Lám IV – Arquería y nervios añadidos.

En toda la parte baja lateral del ábside, ya cerca del suelo, se observa un escalón de unos 30 cm. que recorre todo su perímetro; más abajo estaría el pavimento, cuestión que no podemos describir por estar cubierto de materiales del próximo derrumbe de la nave.

En el centro y el lateral derecho de la superficie interior del ábside se observa una larga grieta cuyos recorridos siguen tendencia vertical e irregular.

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Lám V – Grietas del ábside.

En el frente tiene un camarín de planta rectangular adosado externamente en el este del edificio; ofrece una abertura al interior a 2,55 m de altura y presenta arco de medio punto en fino granito, con una luz de 1,62 m de ancho y 2,23 m de alto; se adornó en ambas impostas con una elegante moldura convexa y doblemente escalonada en su parte superior e inferior; también posee otra, semejante pero menos vistosa, en la parte superior del sillar inferior de las jambas. Este vano está descentrado con respecto a los nervios centrales del interior del ábside, claramente se observa su desvío hacia la derecha.

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Lám VI – El camarín.

La cubierta del interior del camarín se hizo en ladrillo con bóveda de arista; el suelo se realizó con material semejante sobre bóveda de cañón. Tiene al levante una ventana con un vano de 1,60 m de alto y 1,20 m de ancho; abocinada al interior, e completó superiormente con sencillo arco rebajado.

A ambos lados del comienzo de la cabecera del ábside se abren sendos vanos cuyas portadas han sido arrancadas. La que estuvo en el lado derecho presenta una acumulación externa de materiales que impide conocer su existencia con exactitud. La de la izquierda articula con tres pequeñas dependencias menores: la primera es relativamente pequeña y está cubierta con bóveda de arista; tiene tronera central en el centro del muro norte. Dada su posición y técnica debió ser construida antes que las otras dos dependencias y tendría función de sacristía.

La habitación contigua central es algo más amplia, y debió tener cubierta a teja vana ya que no se observan restos de otro tipo; una escalera, construida con atrevida bóveda de ladrillos, fue adosada al muro en su esquina SE para ascender al camarín.

La tercera habitación corresponde al volumen inferior a esa dependencia; se accede a ella por una excelente puerta de granito, muy bien conservada, situada bajo el tramo superior de la escalera, sus medidas son 0,87 m de ancha y 1,60 m de alta. Esta habitación tiene una ventana al E, también abocinada al interior y rematada superiormente con arco rebajado. Es semejante a la superior del camarín aunque de vano más pequeño; dada la solidez de sus muros podría servir de almacén, al menos temporal, de objetos litúrgicos.

La nave (interior)

Un arco triunfal de medio punto, en buena sillería, articula las dos dependencias: ábside y nave. El arco aun conserva por el lado S algunas dovelas “milagrosamente” adheridas al mampuesto lateral; su luz es de ancho menor que la arquería de la nave y le suponemos de su misma altura. El hecho de su menor amplitud y la elevación de las impostas hace que el ábside produzca un sentimiento de mayor elevación, recogimiento y majestad; en cambio, la forma rectangular de la nave y su amplitud, remarca un volumen de menor solemnidad.

lam7Lám VII – Los restos de las capillas laterales.

Dado que los materiales de derrumbe ocupan totalmente el suelo, no podemos asegurar que la nave estuviera más baja que el presbiterio, ni si llegó a estar enlosada. Tiene de largo 17,70 m, -el total del templo por el interior es de 24,20 m-; de ancho 12,45 – 12,50 m; la altura hasta la base de la espadaña es de 8,30 -8,50 m y en la esquina NW 6,10 m (medida exterior). Las pilastras que se conservan salen del muro 0,93 m y tienen un ancho de 0,52 m lo que nos permite calcular en 217,39 m2 su superficie máxima, una vez deducidas las que ocupan las pilastras.

Su superficie está dividida en cinco espacios transversales rectangulares; comenzando por el ábside solamente son iguales el primero, segundo y tercero que miden 3,23 m; el cuarto tiene 3,04 m y el quinto, inmediato al muro de poniente, solamente se realizó con 2,90 m. Solamente restan los inicios a buena altura de las dos primeras pilastras por ellos vemos que sus caras internas se recubrieron, al igual que el arco triunfal, con sillería de granito de esquinas biseladas en cuarto de círculo. Suponemos una continuidad superior en medio punto como parece marcar el arco triunfal en su pilastra por el lado norte; serían el soporte de una primitiva cubierta de madera hoy totalmente perdida.

lam8Lám VIII – Arranque del arco triunfal.

Sus impostas fueron decoradas con dos sencillas molduras de secciones semicirculares convexas y separadas unos 8 cm. Por lo general, la moldura superior es de unos 7 cm. de diámetro y está rematada en su parte inferior con un sencillo escalón en ángulo recto de apenas 2 cm. de lado; la inferior tiene unos 3 cm. de diámetro.lam9

Lám IX – Las molduras de las impostas.

fig1Fig. 1 – Perfil de las molduras

En la segunda pilastra del lado norte se observan tres importantes perforaciones en sus caras internas; posiblemente sirvieron de sujeción a un fuerte enrejado que, en un tiempo determinado, de parte a parte debió presentar la nave en este lugar. Deducimos de ello la necesidad de acotar un espacio más amplio que el absidal lo más próximo a él, generalmente este espacio estaba reservado al clero. Viene a señalar la presencia de un elevado número de personas de este estado religioso, al menos en determinadas ceremonias de importancia.lam10

Lám X. Las perforaciones de  la segunda pilastra.

Los dos primeros laterales de este lado presentan restos de capillas adosadas al muro y situadas entre las pilastras; aún mantienen los ladrillos de los inicios de sus bóvedas e indicios en los muros de su extensión a toda la cubierta (Lám VIII y X).

El espacio situado más a poniente de este mismo lado, ofrece los restos de otra capilla, en ella se observan al menos cuatro lucidos superpuestos. La capa más superficial muestra imitación a sillería. Las siguientes ofrecen restos de esgrafiados y la más interna ofrecía pinturas polícromas hoy perdidas. En éstas, a la izquierda y en sentido vertical, se observaba una cenefa muy colorista, formada por gruesas puntuaciones con predominio del color marrón oscuro. A la derecha se mantenía el dibujo con trazos seguros y bien proporcionados de un personaje barbado, ligeramente marrón y con su mano derecha extendida; se cubría con túnica de la cual distinguimos el contorno y los pliegues realizados con soltura y proporción. Este motivo estaba limitado por la derecha con una cenefa de tema vegetal en color verde medio sobre fondo amarillo. Sin duda hacia el centro continuaba el tema religioso hoy totalmente desaparecido. En el resto de las capillas no se observaban estos aspectos decorativos.

En esa esquina NW del interior del templo se realizaron obras de fortalecimiento; al abovedar la ancha nave, alteraron profundamente el ancho del muro original con el fin de soportar la presión; en la construcción de ese nuevo muro de la esquina NW se empleó una bella dovela decorada al menos por una moldura con forma convexa semicircular de unos 8 cm. de diámetro y dos escalones rectos de 90º hacia el interior; ella, con otras tres semejantes, debieron pertenecer a otra portada más acorde con los gustos góticos.

lam11Lám  XI – Dovela embutida de la esquina NW.

El muro sur, como el de la parte norte, tienen un ancho de 0,67-0,70 m, sin duda esbeltos para su altura; está prácticamente caído, sobre todo en su parte central, donde lo hacen hacia el exterior. Interiormente y adosado al mismo están los comienzos de otro, muy cerca del suelo actual, de unos 70 cm. de ancho, llega hasta la superficie externa de las pilastras; se extiende en sentido longitudinal continuando externamente unos metros a naciente, donde refuerza el dañado ábside y por poniente reforzando externamente el muro del oeste en su esquina sur.

lam12Lám XII – El ancho muro longitudinal del interior del lado sur.

Su ángulo SW mantiene la altura original. A 1,25 m de la esquina y a poco más de 3 m de la base real se abre una angosta tronera rectangular, adintelada con tosquedad y abocinada, tanto al interior como al exterior, desde su parte central.

                                               lam13

Lám XIII. La ventana del SW.

El muro de poniente presenta una altura de 13,84 m – 13,90 m y 7,70 – 7,80 m de ancho, su grosor es de 0,85 m, -es 0,15 cm. más ancho que los laterales-. En el centro se observa el vano de la puerta, con arco rebajado al interior, ligeramente abocinado y bien lucido; superiormente, en su parte izquierda, bajo un saltado del lucido, se observan parte de las superficies de tres dovelas de granito de otra arquería semejante, embutida en el muro, de ella solamente se observa desde el interior ese detalle. En la parte alta de este muro oeste puede verse el campanario, bien realizado en ladrillo, con su espadaña de una sola arquería de medio punto.

Tanto en la parte N como en la S se observan los restos circulares de las bóvedas de ladrillo que, en un tiempo determinado debió servir de cubierta al templo. Ya mencionamos las obras que muestra la esquina del lado NW. En la esquina SW puede verse el muro original picado y rebajado de forma irregular, entre 17 y 27 cm., sin duda para servir de ensamble al muro interno de refuerzo descrito en la parte inferior del lado sur que serviría de refuerzo y soporte de la bóveda. Aparentemente, este muro interno no se concluyó, ya que no presenta restos de adherencia en los primitivos muros, ni restos del mismo que justifiquen su elevación, ambas cuestiones son evidentes en la parte N. Desde luego puede afirmarse que, en general, el muro original es el que mejor resistió el paso del tiempo.

                                              lam14

Lám XIV – Vista general del interior del muro sur.

El ábside (exterior)

Debido a la mayor amplitud de la nave, su articulación con el ábside presenta un muro con doble ángulo recto. Ya dijimos que, en el lado sur, inmediato a la unión con la nave, hay restos de un vano; éste, en el exterior está casi cegado por los materiales del muro adosado al ábside que continúa por el interior del sur de la nave. Este muro aún mantiene su grueso hasta buena altura, justo en el exterior del rachón visible en el interior (Lám XV).

Externamente, el ábside es recto en sus comienzos, más adelante impone su forma circular; nos ofrece enseguida una estrecha tronera abocinada al interior y mejor rematada que las demás, con dintel acabado inferiormente en medio punto; quizás esta delicadeza sea debida a su posición, a solana, lo que permitiría iluminar directamente el altar con luz solar. Recordemos que no se observan en el interior ni este pequeño vano ni el del lado opuesto; pueden localizarse uno de los ángulos de sus bases a 2,80 m sobre el inicio del banco circular y a unos centímetros del inicio de la curvatura cilíndrica.lam15

Lám XV – Ábside desde el sur. Obsérvese la prolongación externa del muro sur hasta la tronera.

En la parte del ábside que da al este y al norte se construyeron las dependencias correspondientes al acceso del camarín, con frecuentes sillerías en sus esquinas y en la base. En sus muros se observan al menos tres con molduras que combinan los perfiles circulares y rectos; aunque difieren, encajan estilísticamente con otros amortizados en este monumento. Externamente, estas dependencias presentan una incompleta forma prismática rectangular cuya altura máxima corresponde al centro del camarín donde se observan los vanos, ya descritos, del camarín y su cámara inferior (Lám XVIII)La actual ausencia de cubierta, nos permite observar otro vano en el muro N del ábside, a una altura semejante al mencionado en el lado de la epístola, éste es de acabado algo más tosco. De la observación de estos tramos se deduce que la estancia situada más al noroeste, la sacristía, debió ser realizada en un momento diferente al primitivo alzado de la ermita y también al de las dependencias del camarín y sus accesos ya que esta adosado sin ninguna material de ensamble común; también ofrece un estrecho vano semejante a los descritos.

lam16Lám XVI – Ventana al sur, cegada al interior.

lam17Lám XVII – Las dependencias exteriores del este (camarín y accesos).

lam18Lám XVIII – Ventana al norte, cegada al interior.

La nave (exterior)

El muro N comienza con la unión en ángulo recto del lateral con la pilastra del arco triunfal. Externamente continúa unos decímetros la construcción adosada de la sacristía; más hacia el W, este lateral presenta restos de pequeños contrafuertes de distintos materiales y anchos; entre ellos destaca el penúltimo que es todo él de sillería de granito, con algunos sillares claramente reaprovechados; de estos el situado inferiormente presenta en su esquina una moldura cilíndrica vertical.

lam19Lám XIX – Vista del muro N.

lam20Lám XX – El contrafuerte de sillería de granito.

Continúa el muro hacia el W, hasta su final mantiene su primitiva altura pero con un mayor grueso en el espacio correspondiente a la capilla situada más al W hasta ensamblar con el muro de poniente en ángulos rectos de cortos lados. De esto deducimos que, en esta parte, el muro original se derribó construyéndose otro más ancho, por tanto de mayor solidez, con el fin de soportar la parte de cubierta de la bóveda de ladrillos que correspondía a esta capilla; esté nuevo muro no dejó rastro de la tronera que debió ir el original en coincidencia con su opuesta en el lado sur.

lam21Lám XXI – La construcción en la esquina NW.

En la esquina más occidental hay construida una dependencia más adosada al exterior, sin entrada a la nave; en otra que había centralmente, ya derruida, localicé, como pila de ganado, una dovela de granito, cóncava en su parte superior y vaciada en su interior; una de sus caras laterales ofrecía un tema decorativo singular. Éste dividía la superficie de 0.50 m de larga por 0,34 m de ancha, en tres espacios de tendencia cuadrada; un zigzag vertical separaba el de la derecha y dos paralelas muy próximas y también verticales completadas con seis tracitos oblicuos en su interior limitaban la central de la izquierda. En el espacio de la derecha se labró una flor formada por una semiesfera en su centro y ocho pétalos encuadrados en sus esquinas. Semejante motivo presentaba el espacio central pero con ausencia de semiesfera en el centro. Finalmente el de la derecha tenía una curiosísima figura esquemática que clasificamos como zoomorfa indeterminada. En la parte correspondiente a la cabeza se trazó un triángulo de base superior en cuyo centro había un puntito; de los vértices laterales salían dos cuernecillos cóncavos hacia el interior; el vértice inferior de este triángulo se adosó a una estrecha forma alargada aguzada hacia la parte inferior, naviforme, con sexo femenino bien marcado; en la parte superior de éste se realizaron dos tracitos ligeramente cóncavos hacia la parte superior y cuyos extremos se remataron con sendos puntitos, serían dos extremidades En concreto el simbolismo que nos ofrece parece ensalzar la virginidad femenina pues sugiere una relación entre la perdida del interior de una flor, órgano sexual, con la conversión, en un ínfimo insecto promiscuo y monstruo diabólico.

lam22Lám XXII – La dovela románica del establo.

fig2Fig. 3 – El grabado de la dovela reutilizada como pila de abrevadero.

El muro Sestá muy deteriorado, la mayor parte ha perdido su altura, pero todavía conserva ésta en su esquina de poniente su tosca tronera, ya mencionada. En la que da al naciente no se observa nada de mención.

lam23Lám XXIII- La ventana del lado S de la nave.

Dijimos que en el interior hay un ancho muro de refuerzo; éste tiene un ancho en el exterior de la pared W de 1,48 m y se extendía desde más allá de la tronera del ábside Tras unirse al de la portada, continúa más allá de su esquina; es en realidad un pesado y largo contrafuerte. Continúa pues, por ambos lados, más allá de edificio.

lam24Lám XXIV. El refuerzo exterior de la esquina SW.

Finalmente nos toca describir el muro oeste donde se ubicaba la famosa puerta románica. Las dimensiones del lienzo de este muro pueden deducirse de las mencionadas en la parte interior; ahora añadimos que su altura exterior es de 6,10 m en la esquina NW (ya mencionada).

La puerta fue arrancada al menos en dos fases, en la primera se extrajeron todas las piezas que componen la arquería y en un momento posterior se hizo otro tanto con el bestiarioYa mencionamos, que encima del vano actual, se observa, en su interior, un arco rebajado realizado en granito muy bien labrado y de un ancho de 0,25-0,30 m, cuya clave se prolongó ligeramente unos 0,05-0,10 m hacia el interior del muro; bajo él, a 0,30 m hay otro muy bien realizado a ladrillo y cal; dicta del anterior 0,30 m en los extremos y 0,45 m en el centro, es pues de radio bastante mayor que el superior y ligeramente abocinado al interior. Perfectamente lucido tiene la doble misión de ocultar el superior y comunicar una estética externa ciertamente novedosa en el primitivo estilo de este templo. La puerta ofrecía al exterior otro arco esta vez de medio punto, es el realizado por el maestro Gil de Cuellar; tenía de ancho 0,37-0,40 m. Es evidente la falta de ensamble entre los dos arcos de sillería ya que hubo una separación entre ellos de unos 40 m. Ello, a pesar de que la prolongación señalada en la clave del interior, parece preparada para acoplarse en la parte superior del arco externo[1].

lam25Lámina XXV – La portada arrancada sin el bestiario superior.

lam26Lámina XXVI – El vano actual sin portada ni bestiario.

Este arco partía de sencillas impostas ligeramente salientes unos 5 cm. y decoradas solamente en su parte inferior por una recta horizontal y una sencilla moldura de unos 3 cm. en forma de cuarto de círculo cóncava, con ella se unía a las jambas. Externamente se encuentra decorado su parte central con dos molduras limitadas en el centro de las dovelas; de éstas la más externa ofrece una línea central en zig-zag formando ángulos de 115º. Las formas triangulares que consigue fueron parcialmente vaciadas, forman vistosos tetraedros que determinan el acompañamiento de dos finos espacios paralelos a la línea labrada en zigzag, realzándola y dándola gran vistosidad. La cenefa de la parte inferior está compuesta por puntas de diamante y semiesferas distribuidas alternativamente. Ambas cenefas se encuentran rematadas en el extremo interior del arco por otra moldura parcialmente cilíndrica. En el interior las dovelas terminaban en ángulo recto precedido a unos 5 cm. de un ligero entrante cóncavo de ancho similar.

lam27Lám XXV – La portada original con el bestiario.

lam28Lám XXVI – Decoración de la puerta.

En el salmer de la derecha, en su intradós, se realizó la famosa inscripción que sitúa en el tiempo su construcción y aleja del anonimato a esta portada.

lam29Lám XXIX – La inscripción en el salmer.

Dice así:

insc

Aún debemos completar la decoración de este arco con la clave donde se realizó un relieve formado por dos cabezas humanas muy próximas; de ellas solamente nos ha llegado el rostro de la izquierda que presenta unas facciones bien marcadas y proporcionadas.

lam30Lám XXX – Los dos rostros de la clave

Conserva todavía la portada en el interior las piezas superiores de las hembras que articulaban el gozne de la puerta; son dos cilindros de 12 cm. de diámetro y 8 cm. de profundidad. También se mantienen un par de sillares a ambos lados de la parte inferior lo que permite conocer el ancho de la portada del maestre Gil.

El primer sillar de la jamba derecha tenía en su cara externa un extraño grabado de tipo laberíntico; fue trazado tendente a la horizontalidad y está compuesto esencialmente por dos formas circulares inscritas de tendencia elíptica-rectangular.

La línea más interior es completamente cerrada y la compone una circunferencia en su parte derecha y una forma angular circular a la izquierda; ambas figuras se unieron en el centro con un estrangulamiento doblemente cóncavo en la parte superior e inferior.

Las formas exteriores presentan una abertura de escasos centímetros cerca de la parte central inferior; está indicada en su parte izquierda por un trazo recto de tendencia perpendicular y en el lado derecho por otro semejante pero conseguido por doblez del extremo hacia la parte superior. El resto del trazo sigue tendencia paralela a la línea de la parte interna, excepto el ángulo inferior izquierdo que fue realizado de manera más convexa -saliente-.

En la parte superior estas formas presentan dos aberturas, una en la parte central y otra más saliente en la izquierda; ésta se encuentra cerrada por un tercer trazo en leve espiral y tapona la salida de esa parte. Tiene la espiral un tracito exterior situado a la derecha de su zona media y ordena la otra salida claramente hacia ese lado -derecha-. Este tracito parece remarcar cualquier comunicación al exterior de la parte izquierda de la figura. En resumen estas formas parece determinar dos caminos: el de la derecha tiene salida superior y el de la izquierda conduce a unas formas que no lo tiene.

lam31Lám XXXI – El laberinto.

fig3Fig. 2.- El grabado laberíntico de la derecha de la portada.

Encima del espacio que ocupa la portada, como a un metro, se alinean horizontalmente cinco pequeños relieves más; el central representa un rostro humano serio y de apariencia recogida y ascética; los laterales son cabezas de animales y a pesar de su deterioro puede afirmarse con pocas dudas que la del extremo derecho pertenece a un suido (cerdo); le sigue un bóvido; continua por la izquierda lo que parece un animal con cuernos hacia arriba y atrás, (podría ser un cáprido) y el último nos parece un cánido.

lam32Lám XXXII – El bestiario

El muro de la portada conserva lo restos de haber tenido una cubierta, tal vez un porche, situada a algo más de un metro sobre el bestiario.

En la parte superior de este muro está el campanario, ya descrito.

Externamente a la izquierda había una edificación que llegaba en altura hasta el bestiario, partía cerca de la esquina del muro hacia el W y se adosó al mismo unos decímetros buscando su fortaleza. En su extremo había la pieza de un tambor de granito octogonal, otros restos continuaban hacia el S; serían pertenecientes al porche cuya señal de cubierta hemos señalado encima del bestiario.

4. Proceso constructivo

Con las descripciones realizadas quedan suficientemente pormenorizadas las distintas partes de este monumento y estamos en condiciones de resumir, a grandes rasgos, los diferentes momentos de su construcción.

En su aspecto original, nuestra ermita constaría de un ábside semicircular con prolongaciones rectas a ambos lados hasta alcanzar la nave, toda esta parte se realizó a cal y canto; dos angostas ventanas se abrían en el norte y al sur, cerca del final de los laterales cilíndricos. Se cubrió en cuarto de esfera y medio punto, con ladrillo y cal. Un arco triunfal en sillería de granito remataba a poniente articulando con la nave.

La nave, rectangular, fue dividida en cinco espacios, iguales los tres primeros -partimos de la cabecera-, algo más reducidos según nos cercanos al muro de poniente. Estos espacios están marcados por cuatro pares de pilastras adosadas a calicanto a los laterales, hacían innecesarios los contrafuertes exteriores, la cubierta primitiva debió ser de madera y el resto de los muros se levanto con bien trabajado barro y piedra. Su arquería, basándonos en el arco triunfal, la suponemos acabada en medio punto; en el muro sur se conserva otra estrecha tronera, doblemente abocinada, que debió tener al menos su par en el lado norte.

La decoración interior de esta primera fase destaca por su austeridad y sencillez; se limita a redondear los ángulos anteriores de los arcos y a realizar una moldura lisa, aunque levemente compuesta por perfiles curvos y rectos, a la altura de los capiteles del inicio de la arquería.

Externamente lo más destacable de este primer momento es el muro oeste que hasta la década de 1980 mantuvo su sencilla portada románica, sin arquivoltas, aunque decorada al exterior e inscrita en el salmer de la derecha.

Por lo tanto debemos concluir que en este primer momento se realizó un templo rural, de planta románica, buenas dimensiones (265,5 m2), bien construido aunque sin pretensiones arquitectónicas. Una inscripción en el interior de la puerta sitúa, al menos la construcción de ésta, en la era de 1312 (año de 1274).

Tras este acabado inicial, posiblemente muy poco después, se añadió en el ábside la estética y simbología gótica. Se colocaron las ménsulas, arcos, nervios y clave consiguiendo en el interior, un desigual aspecto abombado poligonal en su parte superior; esta obra cegó al interior las primitivas troneras; ello prueba su posterior construcción con ello añadió al ábside una mayor oscuridad.

En siglos posteriores se incorpora el camarín, claramente renacentista, con las dependencias externas necesarias para su acceso por el NE y que completaban la sacristía adosada con anterioridad aunque en época imprecisa. Ahora se construye también en el camarín un ventanal, al este, que logra dotar de mayor luminosidad a estos volúmenes y al ábside.

Vamos a detenernos ahora en la construcción de bóvedas en los espacios superiores de la nave cuyas obras debemos situar a partir de estos siglos, posiblemente durante el Barroco. Se propuso con ello sustituir la cubierta original, posiblemente de madera, por otra abovedada de ladrillo, cuestión para la que los esbeltos muros de la ermita no estaban diseñados. Había que hacer modificaciones profundas en los mismos para dotarlos de la fortaleza necesaria para soportar con éxito la presión de la nueva techumbre. Las variaciones técnicas empleadas demuestran diversas economías que desde luego no solucionaron satisfactoriamente el problema.

Tal vez durante estos momentos vinieron las teóricas normativas eclesiásticas, que ponían fin a la supresión del culto en este tipo de templos; ello completaría su abandono cuando gran parte de la misma debía estar caída y con importantes reparaciones por realizar.

5. Relaciones

Se sitúan en esta misma época, la Sala Capitular de la Catedral Vieja de Plasencia (Benavides, 1907) y la portada de la epístola de la basílica de Sta. Eulalia en Mérida.

Otras relaciones algo más distantes en el espacio, aunque no en el tiempo, en la misma diócesis placentina, son las iglesias de Santiago y San Martín en Medellín (Badajoz), ambas datadas en estas mismas épocas; en ellos es posible observar, además de la planta de la nave y el ábside, restos decorativos y estructurales de su primer momento románico. En la de Santiago de Medellín se cubrió la nave con el mismo tipo de arquería, en medio punto, visible en algunas fotos del monumento antes de su restauración actual que consolidó la posterior bóveda de ladrillo (Andrés Ordax, 1985); suponemos que en el de San Martín ocurre lo mismo.

Entre los templos trujillanos, la iglesia de la Vera Cruz, situada intramuros del recinto amurallado de la ciudad de Trujillo, contiene elementos arquitectónicos, decorativos y una técnica constructiva semejantes. Los viejos paredones de su nave, localizables en el cementerio actual y próximos a la entrada de poniente -puerta del Triunfo- fueron levantados a piedra y barro; su arquería en bien labrada sillería al exterior ofrece igualmente sus ángulos anteriores convexos; las pilastras adosadas, también se fortalecieron a base de calicanto.

Resulta dificultoso realizar una medición certera en la Vera Cruz dado que se encuentra rodeada, tanto en su interior como en el exterior, por enterramientos adosados a sus muros en varios pisos. Casi escondida, en lugar inapropiado, está también una magnífica escultura orante de Gonzalo Pizarro.

Se puede decir que el plan técnico general de la construcción de esta iglesia es el mismo que en la Coronada. No son iguales sus portadas ni sus plantas ya que la nave de la Veracruz no es completamente rectangular y actualmente carece de ábside.

Acabamos de mencionar que en ambas construcciones encontramos dos detalles ornamentales que, por su similitud, reclaman una misma cronología y posiblemente un mismo taller. Primeramente es la igualdad en la sección de las molduras que decoran los inicios de la arquería; en segundo lugar, el acabado redondeado, convexo, de los ángulos anteriores de las sillerías empleadas en la construcción de los mismos (Fig 1).

También hemos mencionado que la Vera Cruz no presenta actualmente ábside, en su lugar hay dependencias adosadas al exterior; su planta tiende a ser rectangular, si bien el muro de poniente, que forma estrecha calle con la muralla y, sorprendentemente no sigue paralelo a ésta como lo hace el resto de la linde del cementerio. También al exterior este muro de poniente presenta la parte superior de un arco apuntado de una puerta, no centrada y se desviada al tercio norte; indican un enterramiento de la planta original del templo superior al metro, con ello la puerta actual resultaría materialmente colgada a unos 2 m de altura en el lateral norte.

lam33Lám XXXIII – La Veracruz (actual cementerio). Arco apuntado exterior del muro de poniente.

Este templo trujillano debió soportar también en sus comienzos una cubierta de madera; a poniente se observan los restos de su posterior sustitución por bóveda de ladrillo; en cambio, no son visibles las grandes obras estructurales en los laterales que se realizaron con ese fin en la Coronada y otros templos coetáneos.

Su sencilla portada, situada al norte, en el lateral correspondiente al lado del evangelio, no permite recambios y está en consonancia con el estilo sencillo y austero de su interior, por tanto algo alejada ya de los gustos románicos; se corresponde con el espíritu pobre y recogido aunque inteligente y equilibrado de los tiempos cistercienses.

Extramuros de la ciudad, en el lado norte, están los muros del convento de la Magdalena. También intramuros se construyeron al menos los templos de Sta. María, San Andrés, Sta. María Concepción (jerónimas) y Santiago que mantienen una planta primitiva semejante a la Coronada. La construcción de alguno de ellos -al menos Santiago y Sta. María- son próximos en el tiempo a la Coronada y Veracruz a juzgar por los importantes restos románicos que todavía nos muestran. Las modificaciones posteriores en cada una de estas iglesias tienden a marcar cada vez más las diferencias según la época de su realización. De cualquier modo podemos decir que no hemos encontrado en estos ningún elemento decorativo o estructural que directamente los relacione con la Coronada o la Veracruz.

Tanto los medellinenses como los trujillanos han soportado las transformaciones constructivas, propias del cambio modal: gótico, renacimiento, barroco… aunque con distinto resultado. En las dos de Medellín el abovedamiento de sus respectivas naves exigió en realidad la construcción unitaria de nuevos templos dentro de los otros ya existentes, con nuevos muros y pilastras adosadas a los primitivos quedando ocultos, por ello difíciles de observar y comparar, arcos y elementos decorativos.

6. Conclusiones

La corrección en la planta y alzado, la técnica constructiva empleada, a pesar de los pobres materiales empleados; su curiosa ordenación en espacios de ancho desigual -paulatinamente se acortan los espacios entre pilastras y arquerías con el fin de descargar levemente la presión sobre el muro oeste-; la sencillez decorativa y el trazado de sus arcos comunican solidez, confianza y seguridad. Al menos todo esto transcribe sabiduría y buena experiencia en su constructor y también, la pobre economía que lo sustenta que él hermosea a base de su inteligencia y buen hacer de su cuadrilla. Todo se ordena desde el punto de vista arquitectónico con rigor científico.

Por otra parte el interior de la nave y el ábside fueron realizados para crear una considerable falta de luminosidad, únicamente alterada por los ejes de luz procedentes de las angostas troneras que iluminarían especialmente la imagen de María con su hijo Jesús coronado; su fin era fomentar la devoción a base de concentración e inducir al recogimiento y la oración. En la imagen merced al detalle de la coronación de Jesús niño, se colocó a cada personaje en su lugar correspondiente: Jesús es Dios, el Hijo de Dios, por ello lleva corona, María es su madre por ello no la corresponde ser coronada como a una diosa ello a pesar de la denominación de la ermita: la Coronada. Todo ello es propio de la austeridad, interioridad y pensamiento del movimiento cisterciense.

Por otro lado es indudable la decoración románica, cargada de simbolismos, realizada en la portada, la cual, por su disposición interna, permitía una relativamente fácil sustitución. Su estilo, algo anterior al empleado en la construcción del resto del templo, era poco utilizado ya en los ambientes cristianos vigentes en los reinos cristianos del norte peninsular de esa época -1274-, aunque, como se ve, todavía eran adoptados en la evangelización campesina e incipiente repoblación de los territorios recién reconquistados al Islám e integrados desde 1190 en la novísima diócesis placentina (González, 2002).

Posteriormente, durante el gótico, se completó la visión de María con la inclusión de la letra M -inicial de su nombre- en la parte fundamental de la construcción del ábside: la clave; es acompañada por un perfil que, no es una corona, pero si puede corresponder a un sombrero. Ambas cosas: situación esencial en la construcción de la Redención Universal y tocado, como distinción de ese papel, pretenden remarcar más las excelencias de Nuestra Señora entre el género humano que en el momento anterior quedó quizás poco explicito en la construcción de la imagen.

lam34Lámina XXXIV – La imagen antes de ser restaurada.

lam35Lámina XXXV – La imagen restaurada.

Comienza el peregrinaje de nuestra querida imagen -María y Jesús niño- con su traslado al camarín renacentista, su elevación y mayor luminosidad les comunicaron majestad pero quizás también lejanía.

Tal vez una causa natural hizo que, en época por ahora imprecisa, el ábside sufriera graves daños en lugares puntuales de su parte sur, evidentes en el interior por varios rachones. Esto justifica la prolongación externa del muro interno hacia el este como anteriormente comentamos.

Parece que para su ejecución hubo un plan global en lo constructivo, aunque suponemos que su financiación económica debió realizarse en distintas divisiones. Lo probable es que económicamente la obra, abovedar la nave, se dividieran primeramente en dos partes: el lado norte, de mayor prestigio por corresponder al lado del evangelio; con menos distinción el lado sur, el de la epístola.

En los espacios existentes entre las pilastras del lado del evangelio, el norte, claramente se observan los restos de capillas laterales que, posiblemente los benefactores recibirían a cambio de costear las obras de fortalecimiento del muro y la techumbre correspondiente. Todos solieron aportar una solución semejante: reforzar el grueso del muro lateral pero cada espacio se hizo de manera diferente, incluso en el noroeste cayeron el muro primitivo y construyeron otro notoriamente más grueso; en otras partes se realizaron contrafuertes exteriores, aparentemente sin ensambles, y al menos en una ocasión de sillería; se reforzaron las esquinas etc. En resumen cada benefactor hace la obra según la economía disponible, a veces con buenos resultados por la correcta utilización de buenos materiales -generalmente sillería reutilizada- y otras de forma más humilde que tuvieron resultados menos duraderos.

. El otro lado, el de la epístola, no debió ser tan apetecido ya que no se observan en él restos de capillas y el muro primitivo aun mantiene su lucido limpio en la parte interior. Partimos de los restos hoy existentes; el lado sur se realizó con un plan más general que consistió en levantar el grueso muro interior de refuerzo, su ancho llegaba hasta la superficie anterior de las pilastras -como en el lado norte; pero su longitud traspasó varios metros los límites del templo -tanto en el exterior del ábside, como en el del porche. En el interior del templo este muro sobresale del suelo actual un par de decímetros; existe un picado interno solamente en la parte sur del muro oeste y señales superiores del ensamble de la bóveda que allí debía realizarse sin que se observen en ellos restos de tejas, ladrillos, cal etc. De estas cuestiones deducimos que el citado muro parece que no llegó a concluirse

Este tipo de soluciones en el cambio de cubierta, son comunes en los templos coetáneos de nuestro entorno -se cambia la madera por la bóveda de ladrillo-; casi siempre, en ellas, la personalidad de un mecenas, religioso o privado, unificó la economía y con ello se logro técnicamente la consecución de los proyectos con resultados bastante mejores que en la Coronada.

Otra cuestión que ahora tratamos de nuevo es la portada que, aunque románica parece algo tardía, pudo ser sustituta de otra anterior ya que la estructura interna es permisiva de cambio y faculta la posibilidad de sustituirse en un momento dado. Una dovela de esa primera portada -hoy ausente- sería la localizada en el interior de las dependencias adosadas al norte y vaciado parte de su volumen era utilizada como pila de ganado que muestra un románico anterior, más primitivo. Las dudas se pueden acrecentar al encontrar amortizadas entre muros posteriores o sueltas otras dovelas pertenecientes al menos a otro arco de estilo cercano al gótico. En cualquier caso se adivina una interesante discusión por este detalle ya desde el principio de la nave. Entre los arcos aspirantes el firmado por el Maestro Gil de Cuellar acabó imponiéndose estimamos desde la construcción de la iglesia basándonos en el análisis somero de los materiales que sirvieron de aparejo al arco y al resto del muro oeste: aparentan ser iguales.

Durante el periodo de construcción de la bóveda, que debió ser muy largo, surgieron las corrientes de opinión que determinaron la supresión del culto en este tipo de templos. Tras ello seguiría el peregrinaje de la imagen de nuestra Señora con su Hijo a la iglesia de Santiago, donde era especialmente protectora del hijo que marchaba a servir de soldado de España. Fue restaurada y dotada de velo con el fin de actualizarla en su ubicación posterior en la iglesia de San Martín; sin duda, pierde con ello parte de su sabor medieval.

Ya que el problema de su primitiva financiación parece por el momento de difícil solución debemos indagar sobre algunas finalidades de su construcción. Una de ellas es cristianizar a una población campesina bastante dispersa que poblaría sus inmediaciones. También se construyó en un lugar significativo, a semejanza con la mayoría de las ermitas paleocristianas o visigodas de nuestro entorno. Recordemos que la portada románica del templo emeritense lo hace sobre la antigua basílica de la mártir Eulalia; los medellinenses sobre la escena y aledaños del teatro romano en un marcado afán de cristianizar el lugar. Las ermitas de Portera, el Gatillo, Alconetar, Sta. María del Trampal… lo hacen sobre importantes restos romanos cristianizados. Esperemos que una excavación arqueológica en la Coronada comience a fundamentar este camino.

fig47. Bibliografía

De los autores consultados hemos encontrado una primera mención en el Chantre J. Benavides quien al hablar de los artistas residentes o naturales de Plasencia nos menciona al Maestre Remondo como artífice de parte de la catedral y sigue con el Maestre Gil de Cislar, como constructor de la capilla de S. Pablo, añadiendo que éste antes edificó la ermita de la Coronada, cerca de Trujillo, que terminó en 1274.

El inquieto Chantre no citó las fuentes documentales de las que tomó estos datos y, dada su afición a transcribir otras inscripciones, resulta probable que no conociera la de nuestra ermita ya que la omitió (Benavides, 1907).

Cronológicamente le sigue el padre Naranjo; sin duda fue conocedor del templo ya que al hablar de las ermitas trujillanas hace una breve descripción del mismo. Al acercarnos a su obra observamos principalmente que las finalidades esenciales de la misma es ofrecer unas características míticas, periodísticas y sitúa los contenidos históricos -científicos -en un plano secundario. Realiza en su trabajo aseveraciones basadas en datos muy superficiales sin que aparentemente le importe inducir al error histórico. Entre estos equivoca el año de la inscripción, confunde la naturaleza del soporte de la imagen, las figuras del bestiario… y desde luego resulta temerario atribuir su construcción a la Orden del Temple basándose únicamente en los restos de gruesos muros de escasa entidad y no concreta con exactitud las dimensiones ni el lugar de su existencia (Naranjo, 1923 y 1929).

No creemos necesario indicar la lejanía de la Coronada de las tres balías templarias situadas entonces en la actual Extremadura; ni los continuos conflictos entre éstas y Alfonso X, reinado durante el que se construyó la ermita, en sus concejos de Badajoz y Plasencia; con sus obispados respectivos y con la Orden de Alcántara…hay pocas probabilidades que adquiriesen o recibiesen en donación tierras del alfoz de Trujillo para montar al menos una granja que debería depender de alguna de las encomiendas o balías citadas. Creemos que de momento no hay pruebas para atribuir a los templarios su construcción y los indicios no parecen señalar esa dirección.

Breves y pasajeras son las referencias que padre Tena hace a esta ermita (Tena, 1967). Lo hace primeramente en el pórtico de su libro. En él relata un resumen de cronologías relacionando los diferentes monarcas con Trujillo. Al mencionar el reinado de Fernando IV (1295-1310) parece no contar con hechos locales de relevancia y menciona uno de carácter muy general: la extinción de la Orden del Temple y en consecuencia su desaparición de La Coronada.

En segundo lugar hace referencia, algo más amplia, al describir la iglesia de Santiago y mencionar la imagen de nuestra señora, procedente de la ermita que estudiamos; sigue al padre Naranjo y la atribuye, sin dudar, un origen templario.

Encontramos una tercera alusión en su libro cuando nos está mencionando el origen de la iglesia de Belén, sin duda encontró en el archivo un documento interesante en el que D. Antonio Eraso, obispo de Plasencia muy residente en Trujillo, hace una súplica al Ayuntamiento de esta ciudad, para que accedan a trasladar una de las dos campanas de la Coronada a la nueva ermita. Padre Tena nos asegura en un comentario más bien literario que: «dicha campana guarda y evoca en la sigla de sus símbolos y la leyenda en ella grabada diversas hazañas templarias por estas tierras». Después hace referencia a su constructor y cita su situación de manera poco precisa. Debemos aclarar que la actual espadaña solamente admite una campana, que ésta no pasaría de los 0,45 m de diámetro, era pues una campana pequeña que pocos relatos podía guardar.

Hicimos gestiones sobre esta campana y el párroco actual amablemente nos dijo que había sido fundida debido a su pésimo estado y no se habían anotado los contenidos referentes a textos o símbolos que hubiera podido tener.

Dada su afición a transcribir otras inscripciones significativas como las portadas de los molinos de la Albuhera, las de las dehesas de los Caballos y las Yeguas… resulta difícil admitir los contenidos que nos propone padre Tena para esta campana sin transcribir sus textos. Observemos que nos dice que “guardan y evocan” palabras que a nuestro juicio hacen referencia mas a un contenido sugestivo o simbólico que real.

En resumen diremos que la propuesta de este autor es seguir alimentando el mito templario propuesto hacía unos años por el padre Naranjo.

En un pequeño artículo de carácter divulgativo dedicado al maestro Gil de Cuellar, Salvador Andrés Ordax (Andrés Ordax, 1987) describe con brevedad la ermita. Dos cuestiones nos surgen tras la lectura de su artículo: la primera es que aunque menciona la posesión templaria apuntada por Naranjo, él se sitúa al margen de dicha propuesta. La segunda se refiere a la atribución a una misma fase constructiva del ábside semicilíndrico y recto, sus bóvedas en cuarto de esfera y medio cañón con los arcos, nervios y clave que sostienen una segunda bóveda interior “postiza”, simplemente decorativa. Nada tendríamos que objetar a estos planteamientos sino estuvieran tapiadas interiormente, como ya mencionamos, las dos troneras que al exterior presenta el presbiterio en ambos lados añadiendo evidencias de dos momentos constructivos.

Unos interesantes estudios de la imagen de la ermita de la Coronada se pueden observar en dos trabajos de José Antonio Ramos Rubio (Ramos Rubio, 1995 y 2005). En ellos también menciona este templo; lo acompaña de noticias de su constructor y las menciones de su posesión templaria basadas en las afirmaciones de los padres Naranjo y Tena. Añade datos generales sobre sus finales pero sin su contrapartida documental o arqueológica por lo que sus aseveraciones en este sentido quedan algo faltas de fundamento, sencillamente cuando las normativas eclesiales aparecen la ermita ya podría no tener culto por tener serios deterioros.

Debo confesar que también nosotros fuimos divulgadores de la posesión templaria mencionando a Naranjo y Tena, en el artículo, hoy perdido, presentado en los C.H.E de 1965, aseveración que posteriormente he desechado no solo por falta de pruebas sino porque trabajos posteriores sobre la Orden del Temple en Extremadura parecen no señalar ese camino.

El templo de la Vera Cruz ha sido descrito, aunque brevemente, por eruditos locales como C. Naranjo que lo sitúa acertadamente en el tiempo pero sin hacer tipo alguno de relación con la Coronada pese a las semejanzas apuntadas (Naranjo, 1923).

María Victoria Rodríguez Mateos se acerca con espíritu científico a la Vera Cruz aunque también lo hace con brevedad (Rodríguez, 1998 y 1999). Con decisión asegura la forma apuntada de los fajones, lo cual nosotros no lo tenemos tan claro. El empleo de este descubrimiento en la construcción de la arquería de la Vera Cruz y su posible empleo en las dos edificaciones, no altera su cronología ya que su escasez o ligereza de esa forma, tan poco marcada, mostraría un tanteo en esta novedosa forma de construir y indicaría los titubeos del constructor que no parece dominar plenamente el empleo de la forma apuntada en los arcos. Es propio del periodo de transición estilística entre románico y gótico época en la que se construyeron estos templos.

  • Andrés Ordax, Salvador y otros
    • (1985): Testimonios históricos de Medellín (Extremadura). Comité Regional de Extremadura para el V Centenario del Descubrimiento de América.
    • (1987): Un arquitecto del s. XIII en Extremadura: El maestro Gil de Cuellar. B.S.A.A., vol LIII, Valladolid
  • Benavides Checa, J. (1999): Prelados placentinos: notas para sus biografías y para la historia documental de la Santa Iglesia Catedral y ciudad de Plasencia.
  • González Cuesta, Francisco (2002): Los obispos de Plasencia. Ayuntamiento de Plasencia. Excelentísimo Ayuntamiento de Plasencia.
  • Naranjo Alonso, Clodoaldo
    • (1023): Trujillo y su tierra, t. I, pág 109 y ss.
    • (1929): Trujillo sus hijos y monumentos, pág 109
  • Ramos Rubio, José A.
    • (1995): Escultura medieval en Trujillo, XXIV Coloquios Históricos de Extremadura, pág 423. C.I.T. Trujillo, Cáceres.
    • (2005): Escultura medieval y tardomedieval en la diócesis de Plasencia, pág 131 y ss. Fundación Palacio de Alarcón. Trujillo.
  • Rodríguez Mateos, María Victoria (1998-99): La antigua iglesia trujillana de la Vera Cruz. Norba-Arte XVIII y XIX. U. Ex. Departamento de Historia del Arte. Cáceres.
  • Tena Fernández, Juan (1967): Trujillo histórico y monumental. Artes Gráficas Alicante 1ª Edición, págs 15, 423 y 547.

NOTAS:

[1] Desmontada la portada y su bestiario en torno a 1987 fue depositada, junto con numerosas dovelas de su arquería, en la casa de la finca a la cual pertenece la ermita. Se las dio otra función pero se preservó su hurto y pérdida. En gestiones inmediatas posteriores la Administración Local se negó a declararla Bien de Interés Cultural por lo que fue imposible gestionar la restauración del edificio.

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