Oct 011986
 

Fernando Bravo y Bravo.

“Todo lo que se acercase, poco a poco,
evolutivamente, a la ortografía fonética,
es un progreso”
.

Miguel de Unamuno

INTRODUCCIÓN

Los extremeños somos dados a tratar temas relacionados con el idioma. Basta para corroborar este aserto traer a colación las cimas preclaras de Benito Arias Montano, Francisco Sánchez “el brocense”, Gonzalo Correas, Juan Pablo Forner, Bartolomé José Gallardo…

Y una de las modalidades de esa afición es la que pretende reformar la ortografía académica para adaptarla al uso popular y corriente, iniciativa que han hecho suya muchos españoles y la han practicado más o menos amplia e intensamente desde un poeta como Juan Ramón Jiménez hasta un humorista como Ricardo García (K-Hito); y en el extranjero es conocido el caso del ilustre Bernard Shaw que dejó en testamento una elevada cantidad de dinero para fundar una institución que acercara la ortografía y la fonética inglesas.

Por lo que atañe concretamente a los extremeños se puede citar como ortógrafo-fonéticos al gran maestro Gonzalo Correas, catedrático de lenguas de la universidad de Salamanca; Ipólito Baliente (así escribía él su nombre), profesor de artes en los estudios de Plasencia y de leyes en la universidad salmantina; Bartolomé José gallardo, consumado el famoso polígrafo y erudito, y a su hermano José Antonio; al farmacéutico de Barcarrota Luis María gallardo Saavedra; al médico homeópata Pedro Rino Hurtado; y a otros más entre los cuales me encuentro, pero en un orden modestísimo, claro.

Hacha por los años veintitantos, mi profesor de literatura española de la universidad de Salamanca, Emilio Alarcos (padre), me inició en el conocimiento de la genial obra de Gonzalo Correas, nacido en Jaraíz de la Vera, gran lingüista y una de las más reputadas “autoridades de la lengua”, según consigna el primer diccionario editado por la Academia, y me inculcó el virus de la reforma ortográfica, de la que fue paladín Correas.

La brevedad de una “comunicación” no permite expansión es divagatorias, arrequives literarios ni tecnicismos lingüísticos, para tratar de exponerlo más sencilla y sumariamente que me sea posible el complejo asunto de la reforma ortográfica, no sin antes hacer costar que la anarquía de nuestro idioma comenzó a regularse con la gramática que creo Nebrija para que la lengua fuera compañera del imperioy y que después se ha ido pudiendo al suprimir la “ph” por”f”, al desaparecer la “cedilla”, al surgir definitivamente la “ñ”, como contracción de la “nn”, etc.

El Diccionario de la Real Academia Española reconoce la existencia de cinco vocales y de veinticuatro consonantes, en total 29 letras.

Las vocales son: a, e, i, o, u. cada una tiene su representación gráfica individualizada, única e inequívoca, si bien el sonido de la “i” se puede representar con la grafía expuesta y con la “y” llamada debiera, cuando actúa como conjunción copulativa o como letra final de algunas palabras graves, tales como: ley, voy, buey… Las vocales españolas son sonoras salvo la “u” es átona, muda, en las sílabas: “gue”, “gui”, “que”, “qui”.

Como fácilmente se aprecia, las excepciones apuntadas son cómodamente obviables.

Las consonantes son veinticuatro, como ya sea dicho, y no todas son sonoras ya que la “h” es muda, pues ha perdido la aspiración que se llegaba antes en algunos territorios y sólo suena cuándo va precedida por la letra “c” para formar una nueva letra, con su sonido propio, la “che”; pero en todo caso, ya esté colocada al principio de la palabra, intercalada en ella o al final, permanece muda, como en: habla, alcohol, ¡bah!…

Las consonantes son, en general, unígrafas o sea que se representan por un solo grafismo, salvo en tres casos, el de la letra “che”, que se escribe “ch”, el de la letra “elle” que se representa “ll”; la modalidad de la vibración múltiple de la “erre” requiere digrafía y se escribe “rr”, pero cuando la vibración es simple y suena como “ere”, el grafismo es uno solo “r”. hay otros casos de digrafías como cuando se trata de representar el sonido suave de la “g”, y el de la “q”, antes de “e” o “i”, pues en estos supuestos se intercala la letra “u”, y se escribe: “gue”, “gui”, “que”, “qui”.

Aunque sea más propio de la fonología, no está de más traer a colación que los sonidos de las consonantes pueden ser de cuatro clases, en algunos casos: “directo”, “inverso”, “Intercalarió” y “suplementario”.

El sonido “directo” será en las consonantes sonoras y se escribe con el signo de la consonantes de que se trate seguido de una vocal: “l-omo”, “n-ada”, “p-ato”, “r-oto”, “s-aco”.

El sonido “inverso” se expresa gráficamente por la consonante pero pospuesta a una vocal: “o-l-mo”, “a-n-da”, “a-p-to”, “o-r-to”, “a-s-co”…

El sonido “intercalario” se produce cuando la consonante se interpone entre otra consonante que la precede, y con la letra que se funde, y una vocal pospuesta, y solamente rige para las letras “l” y “r”. Ejemplos: “p-l-omo”, “ot-r-o”.

El sonido “suplementario” se da más bien como sonido distinto. Es característico y exclusivo de la letra “erre”, la cual además de los sonidos ya expuestos en los ejemplos anteriores (“r-oto”, “o-r-to” y “ot-r-o”) le cabe el de: “o-r- o”, que es el llamado suplementario que suena como “ere”.

Ahí algunos sonidos que tal y como se pronuncian prácticamente se pueden expresar por un solo signo, y ahora se utilizan hasta tres. Ejemplos: “ca”, “co”, “cu”, “Ka”, “ke”, “ki”, “ko”, “ku”, “que”, “qui”; y lo mismo ocurre con las letras: “b”, “v”, “w”; y en ambos casos debe llegarse a la refundación, aún sólo signo.

ORTOGRAFÍA FONÉTICA

Tras esta exposición previa, se entra ya en materia, debiendo recordar que escribieron sendas obras los citados maestros Correas, Ipólito Baliente y José María Gallardo[1], propugnando la reforma de nuestra escritura dejando aparte la erudición etimológica y adaptando la ortografía a la sonoridad coloquial, para así facilitar tanto el aprendizaje como la difusión del idioma patrio, aunque difieren entre sí al hallar las soluciones, y no estimó necesario recalcar las diferencias.

Yo utilizo, para la reforma que defiendo, tan sólo letras ya conocidas sin necesidad de emplear algún signo nuevo, como proponía Correas.

Para no perder más tiempo, paso a exponer de manera esquemática, pero comprensible, mi propuesta.

El nuevo “abecedario” se compone de 24 letras; 5 derechas vocales y 19 consonantes. Suficientes para una conversación normal.

Las vocales son: “a”, “e”, “i”, “o”, “u”; siempre sonoras, únicas, unívocas e inequívocas. Así, pues, desaparecen la “u” muda para formar las sílabas “gue”, “gui”, “que”, “qui”, y desaparece el sonido vocálico de “i” que a veces se da a “ye” o y griega.

Las consonantes son todas sonoras y su sonido es tal y como a continuación se indica: b (de); d (de); f (efe); g (gue); j (jota); l (ele), ll (elle), m (eme); n (ene); ñ (eñe); p (pe); q (qu); rr (erre); r (ere); s (ese); t (te); x (che); y (ye); z (ceta o ceda). Hacer posible las letras “ll” y “rr” se deben escribir como “l” y “r”, pero con o virgulilla encima, como la “ñ”, para que todas las consonantes fueran unígrafas, facilitando así su expresión.

Se suprimen las letras “c”, “ch”, “h”, “k”, “v”, “w”.

Se modifican las siguientes: la “g” que suena siempre como “gue” (ejemplo: garra, gerra, guitarra, gorra, gula); la “m” pierde el sonido “ene” (ejemplo: colunna en vez de columna); la “rr” suena como “erre” siempre (ejemplo: rroto, corro); la “r” suena como “ere” (ejemplo: ira, arena, oro); la “y” pierde el sonido vocal “i” y se pronuncia siempre como “ye” (ejemplo: ya, yagua, yo, yunta); la “x” pasa a pronunciarse como la suprimida “ch”, con lo que la “x” vuelve a recuperar el sonido que tuvo dicha letra en griego latinizado.

En vez de “k” que usaba Correas para los sonidos “Ka”, “ke”, “ki”, “ko”, “ku”, he preferido la “q” por ser más usada en nuestro idioma, ya que la “k” apenas emplea; así pues resultará sonando como “qa”, “qe”, “qi”, “qo”, “qu”, lo que ocurría con bastante frecuencia que nuestra escritura histórica.

El sonido “inverso” de las consonantes se reserva exclusivamente para las letras: l, n, r, s, z; y esta última sustituye a las restantes consonantes, por ejemplo: “azsurdo”, “actor”, “azbertencia”, “oftalmólogo”, “optar”, “istmo”.

Como consonantes finales de palabras solamente se podrán usar las que sirvan para formar los plurales.

Son compatibles, y se emplearán indistintamente, las conjunciones regulares y las irregulares.

Con esto ya creo que bastante para facilitar el manejo de nuestra lengua en cuanto a su escritura. Con la reforma que expongo gana mucho el hombre inculto y nada pierde el hombre ilustrado. En 1952 escribí dos artículos sobre tan interesante materia[2], y no han dejado de recordarla Narciso Sánchez Morales en el año 1971 y Aquilino Camacho en el año 1982 al ocuparse, en la prensa, de la obra del genial Correas.

Desde hace varios años vengo poniendo en práctica esta modificación de nuestra ortografía académica pues ésta resulta complicada principalmente por causas de etimología, la cual es propia de especializados.

La práctica referida consiste en que las felicitaciones navideñas por escrito, que yo, siguiendo el parecer del académico Amézua, denominó con el neologismo “navidal”, que en ortografía fonéticas escribe “nabidal”, y que envió a mis conocidos, las entienden todos los destinatarios.

Estimó que no hace falta insistir en la conveniencia de facilitar el manejo de nuestra lengua escrita ni argumentar más a favor de la reforma indicada, pues utilidad es evidente.

La ortografía fonética -concluyo- benefician inculto y no perjudica al ilustrado.


NOTAS:

[1] “Ortografía castellana nueba y perfeta”, 1630; “Alfabeto o nueba qoloqación de las letras qonozidas en nuestro idioma Castellano»,1731; y“Prosodia i ortografía”, 1871; respectivamente.

[2] “Azia la rreforma de la escritura qastellana. Sus bentajas i sus inqonbenientes”, en: diario Extremadura, Cáceres, 16 y 22 de mayo de 1952.

Sep 231971
 

Fernando Bravo y Bravo.

Fuentes documentales.- Copia existente en el Ayuntamiento de la citada villa, de la intitulada «Relación, memoria e información histórica y descriptiva de esta Villa» año 1775, enviada al «señor» de la villa, Conde Alba de Aliste, para responder «a cierto interrogatorio de preguntas, venido de la Superioridad» suscrito por Juan Gutiérrez Bello, Cgdor de Toledo.

Antes de proseguir con el asunto mencionado en el epígrafe de esta «Comunicación», quiero dejar constancia literal, por lo curiosa, de una nota previa desde dicha «Relación», que dice así:

«Crisis y súplica que hace por este papel, al que acompañan estos apuntamientos, un imparcial:

Aquí tosca pluma, aunque lerda,
por este papel que vi,
a V.S.Sª. recuerda
que como otros no se pierda
por no merecerlo así.»

Texto.- Al número 53 del referido interrogatorio se contesta de la siguiente manera:

53.- Los monasterios de frailes y beatas que hubiera en el pueblo, con lo que se supiere de sus fundadores y el número de edificios y rentas que hubiese.

Hay en esta villa tres Conventos o Monasterios, el uno de religiosos de San Francisco, de regular observancia, otro de Religiosas Terceras de dicho patriarca y otro de Religiosas Jerónimas.

El Convento de religiosos franciscanos fue fundado en el año de mil cuatrocientos setenta y seis (1.476) por los Excelentísimos Señores D. Enrique Enríquez y Dña. María de Guzmán, en virtud de la bula de S.S. Sixto IV; y como su marido se hallase prisionero de guerra en Portugal cuando acompañó al Sr. Rey D. Fernando el V, su sobrino, en el cerco del castillo de Zamora, dicha Sra., como a quien correspondía esta villa, lo puso en ejecución; cuya Iglesia y claustro amplificó el Excmo. Sr. D. Luis Enríquez de Guzmán, Conde de Alba de Aliste y Villa flor y Virrey de los reinos de Perú y Méjico, y su mujer Dña. Hipólita de Córdoba y Cardona.

Cuya iglesia es de obra exquisita de sillería, con un retablo de pintura que los inteligentes no solo dudan la mano del autor de ellas sino el precio que se le puede dar, pues en su clase es obra singular. Cuatro arcos en su capilla mayor los dos con dos cajones cada uno para sepulcros, o depósitos, y sobre ellos unos bultos de alabastro de grande magnitud y perfección; los del cuerpo de la iglesia aunque tienen los cajones, no se hallan efigies como en los otros.

Dicho Convento, el presente, tiene veintidós sacerdotes, tres religiosos legos, tres donados, y tres sirvientes y, por lo regular, lo común es ser el mismo número; sus rentas de fundación y agregaciones con diversos respetos, son diez y seis mil quinientos noventa y ocho reales y veinticinco maravedíses, veinte fanegas de trigo y treinta de cebada, que todo lo paga la Casa de Alba de Aliste; también tiene algunas donaciones entre particulares por aniversarios, que cobra su Sindico con arreglo a su instituto.

En dichos panteones de capilla mayor están Don Enrique Enríquez, hijo de Don Alonso Enríquez y de Dña. Juana de Mendoza, primer Almirante de Castilla y nieto de Don Alonso el Onceno, primer Conde que fue de Alba de Aliste; en el otra Doña María de Guzmán, su mujer. En el cuerpo de la iglesia, en los otros arcos y gavetones, están Don Luis Enríquez de Guzmán, nono Conde de Alba de Aliste, y segundo de Villa Flor, y Dña. Hipólita de Córdoba y Cardona su mujer; en otro está Don Manuel Enríquez de Guzmán, duodécimo Conde de Alba de Aliste y tercero de Villa Flor, remitido por la Excma. Sra. Dña. Andrea de Velasco, hija de D. Bernardino de Velasco Condestable de Castilla y León, Duque de Frías, y de Dña.  Isabel de Guzmán, su mujer.

Dícese tener en su iglesia una cabeza de las once mil Vírgenes, una costilla de San Pedro Regalado, pero la más celebre y venerable memoria de dicha iglesia es un crucifico que se venera en una suntuosa capilla con la vocación de Cristo de las Injurias, cuyo título le ocasionó la perfidia de ciertos hebreos que con sacrílega osadía apedrearon la soberana imagen en un ermita tres cuartos de legua de esta villa, término de la de Portezuelo, llamada Villasbuenas; los que, según la Crónica de dicha Provincia y otros documentos a primera instancia fueron presos por la Justicia de esta villa, y traída su imagen a ella, y como la de Portezuelo la pretendiese manifestando el claro derecho que le asistía, el Santo Tribunal de la Inquisición, quien cono privativo conociera en la causa, tomó el termino medio de depositarla en el Convento donde se halla, siendo el imán de los corazones no sólo de los vecinos de esta villa sino de todos los pueblos de sus inmediaciones, a donde concurren frecuentemente con suplicas y votos en común o en particular, siendo testigos que convencen las piedades que dispensa Su Divina Magestad con sus devotos, la muchedumbre de tarjetas presentadas y otras demostraciones que llaman la atención a creer que en todos los tiempos ha franqueado y dilatado dicha Sagrada imagen el raudal de sus favores con sus devotos»

Hasta aquí el objeto de esta comunicación pues los otros dos conventos de monjas: el de Ntrª Sra. De la Encarnación, de Religiosas Terceras, y cuyo solar se ha utilizado para edificar el grupo escolar hoy existente; y el de Ntrª Sra. De la Salud, de Religiosas Jerónimas, que subsiste en la actualidad.

Del Convento de San Francisco, hoy en ruinas, se conserva la iglesia y el claustro, salvo la balaustrada superior, pero no las pinturas del retablo que menciona la «Relación» ni los bustos de alabastro que cita. El edificio se halla situado al poniente de la villa, en sus inmediaciones.

La imagen del Cristo de las Injurias se conserva y se venera en la Iglesia parroquial de San Pedro, de esta villa. Termino indicando que la «Relación» esta firmada, sin que se consignen cargos, por Francisco Narciso Gutiérrez y Francisco de Granda Ribero.

Madrid a 23 de Septiembre de 1971

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