Oct 011979
 

Jesús Bermejo Jiménez.

INTRODUCCIÓN

La vida de D. Eladio Mozas Santamera está enmarcada en un período difícil de la Historia de España. Pocos años antes de su nacimiento en el pueblo castellano de Hiedes de Atienza (Guadalajara), la Iglesia española ha sufrido un duro revés con la supresión de las Ordenes religiosas. Antes, había tenido lugar la quema de conventos, la matanza de los frailes la desamortización de los bienes pertenecientes al patrimonio ecco. Por obra de J.V. Mendizábal. Muchos fueron los Religiosos que pagaron con su vida en Madrid en 1.834; en Zaragoza, Murcia y Barcelona en 1.835. En poco tiempo desaparecieron 900 Conventos, quedando todo en estado lamentable.

Esto sucedía en 1.837, año mismo del nacimiento de Eladio. Tiempos duros, llenos de persecución y furor por parte de los políticos, y de lágrimas y lamentos por parte de la Iglesia, vilipendiada y crucificada en sus miembros más activos y eficaces.

A pesar de ello, la Iglesia española dio pruebas de una vitalidad inconmensurable. Defendió sus derechos con la tenacidad propia del que posee la verdad y tiene hambre y sed de justicia, no para sí misma, sino para guardar los derechos de Dios.

En este ambiente transcurrió la infancia y la juventud de Eladio, aunque la ciudad de Sigüenza, donde realizó sus estudios como niño y seminarista, no recibió tan directamente los embites de la turbonada liberal y anticlerical. Sin embargo, a nivel personal, el joven seminarista, a punto de concluir sus estudios eclesiásticos, terminaba 6º de Teología, se vio envuelto en la marea de las pasiones, zarandeado por vientos contrarios: por un lado la exquisita formación religiosa de su familia, sobre todo de su madre Dña. Mónica Santamera; la lista de Sacerdotes en la familia nos habla de una vena o filón vocacional; también de este lado, su formación en el Seminario de S. Bartolomé de Sigüenza, Centro de seriedad científica y de probada santidad. Por otra parte el hambre de libertad que le acuciaba y el deseo de alcanzar una fama correspondiente a la poderosa y aguda inteligencia que el Señor le había concedido. El desacertado consejo de un mal compañero provoca la crisis y a la promesa de un risueño porvenir sucede la decisión precipitada: dejar el Seminario y marchar a Madrid para prepararse a oposiciones a Cátedras de Universidades del Estado. Dicho y hecho. Y es en el ambiente madrileño donde se agudiza la crisis. Respira liberalismo, la piedad se entibia y el corazón se aficiona a amistades, tertulias y diversiones.

Celebridad, prestigio, dinero, posición elevada. Palabras mágicas que le espolean a estudiar con titánica intensidad, casi con furor, llegando a sacar hasta 10 y 12 horas de estudio diarias, según confesión propia a su tío Santiago, Canónigo en Plasencia. Voluntad de hierro. Temple castellano. Calificaciones brillantísimas hasta que llega el examen final, del que sale radiante. Ha triunfado! El sueño se ha convertido en gozosa realidad. Lo sabe con certeza casi matemática. Pero… en seguida la decepción. Cuando esperaba el primer puesto, alcanza solo un segundo lugar para la Universidad de Santiago. De nuevo la crisis, esta vez espantosa, desesperante. Pero este será precisamente su camino de Damasco, la fulguración definitiva de la gracia.

Toda conversión es decisión de amor, acción inmediata. Por eso, en un arranque fulminante escribe a su tío D. Santiago Yáñez, interpretando en clave evangélica el revés sufrido, considerándolo como una «prueba grande» del amor de Dios y pidiendo la admisión al estado sacerdotal.

SACERDOTE Y MISIONERO

A mediados de Abril de 1.864 llegó Eladio a Plasencia. La «Perla del Jerte» y su comarca fértil será en adelante el escenario casi exclusivo de sus fatigas apostólicas, testigo de sus grandes virtudes y «beneficiaria de sus desvelos que culminarán con la fundación de la Congregación Josefino-Trinitaria.

Recibidas las Ordenes Menores, el Subdiaconado y Diaconado en Plasencia, de manos del Obispo diocesano Dr. D. Gregorio Mª López y Zaragoza, recién llegado también a la Diócesis, es ordenado Sacerdote en la Capilla de las Religiosas del Stmo. Sacramento, de Madrid, por el Obispo auxiliar de Toledo, Dr. D. Francisco de Sales Crespo, el 1 de Abril de 1.865. Su primera Misa, según nota tomada de su Cuaderno de Celebración, fue el 9 de Mayo de 1.865.

Configurado plenamente con el Sacerdocio de Cristo, al que ha entregado de forma incondicional su alma y su vida, adquiere una conciencia viva de su misión y a ella se entrega con la audacia y el vigor de su juventud. Tiene 28 años. La mente del joven Sacerdote está recién iluminada por el estudio profundo de la Teología; su corazón está caldeado en el fuego del amor e impregnado por la unción del Espíritu, que lo ha llenado de su caridad. Es el momento de definir posturas y orientar la propia existencia hacia el Evangelio, fuerza de Dios para el que lo proclama como Profeta de Dios y para el que lo recibe como creyente.

Qué hizo D. Eladio al encontrarse situado en este nuevo horizonte, revestido de una dignidad incomparable, hecho «mediador entre Dios y los hombres? Armado con la espada pacífica de la Palabra de Dios y empujado por el viento del Espíritu, se dedicó en alma y cuerpo, día y noche, con febril intensidad a la predicación apostólica como Misionero rural.

Eran tiempos difíciles, también en el ambiente clerical, cargados de política intrigante, como lo hemos comprobado con la lectura de la Prensa placentina de aquel tiempo. Tiempos de luchas de partidos opuestos con odios feroces. Tiempos de calamidades sociales; pero tiempos también propicios para la semilla de la gracia en los corazones sencillos de los extremeños. Recorrió, pues, incansablemente, en varias ocasiones, con otros compañeros (sabemos de D. Leandro Muñoz de la Peña y D. José Barbero), bastantes pueblos y aldeas de la Diócesis placentina, haciendo en todas partes brotar llamaradas de fervor incontenible. La palabra de los predicadores evangélicos escarba en lo profundo de los corazones; afloran las lágrimas a los ojos de los penitentes; se organizan rosarios de la aurora y procesiones multitudinarias; se oyen «vivas» a los Misioneros. Verdaderas apoteosis de fe, manifestación, fehaciente de la profunda raíz cristiana de nuestro pueblo. Evangelio vivido Evangelio anunciado, Palabra de Dios sembrada a los cuatro vientos. Ignoramos las resonancias concretas que tuvo la palabra del Misionero; pero conjeturamos que fueron profundas, a juzgar por el caso de las «SANTAS MISIONES EN D. BENITO, desde el 7 al 23 de Mayo de 1.879». Este Artículo, firmado por D. Juan B. Cámara, puede leerse en el B.E. tomo 19, págs.95-96;107-112 y 121-123. Habla de la trascendencia de las Misiones y de la veneración hacia los Misioneros que, dejándolo todo y llevados del celo de la Religión, se dedican por entero «a hacer resonar en las almas la voz de la Verdad, atrayéndolas al camino de la salvación eterna». Consta que dicha Misión fue dada por D. José Barbero, D. Leandro de la Peña y D. Eladio Mozas Santamera.

ECÓNOMO DE LA PARROQUIA DE S. PEDRO, DE PLASENCIA

En Diciembre de 1.865 recibió D. Eladio su primer destino parroquial como Ecónomo de la de S. Pedro de dicha ciudad. Aquí, hasta el 31 de Marzo de 1.656, había de desplegar su actividad apostólica. Tenía entonces esta Parroquia unas almas. A ellas se dedicó por entero el joven y celoso Sacerdote. Según datos tomados del Archivo parroquial, D. Eladio bautizó en estos meses a 18 niños; presidió 3 Matrimonios y 12 entierros.

El 24 de Marzo de 1.866 publicaba el B.E. el nombramiento de D. Dionisio Claver como Párroco de S. Pedro. D. Eladio Párroco de S. Nicolás, de Plasencia.

En los primeros meses del año 1.866 hubo en la Diócesis placentina concurso general a curatos vacantes. D. Eladio se presentó y, dada su preparación teológica, aprobó con facilidad y brillantez; adjudicándosele la Parroquia de S. Nicolás de Bari, llamada S. Nicolás el Real, de Plasencia. La real Cédula por la que se le nombraba para el cargo de Rector, lleva fecha de 13 de Julio de 1.866; y el 27 del mismo mes y año tomaba posesión solemne de su cargo.

La dotación de la Parroquia era de 700 escudos. La feligresía, sabemos que en 1.869 tenia 835 almas. Buena tierra, apta para recibir la semilla del apóstol.

Según D. Isidoro José Morales: «… las costumbres eran cristianas de tradición, no maleadas todavía por el liberalismo y la mala prensa».

La acción pastoral desplegada a lo largo de 15 años, se vio favorecida por la inteligencia vigorosa de Eladio; por su preparación científica; por la bondad natural y la caridad activa, así como por la ejemplaridad evangélica que en todo momento le caracterizó, convencido de que «un buen ejemplo vale más que 100 sermones»; son sus palabras. Fue tal su entrega al trabajo, que alguien llegó a decir: D. Eladio no puede pecar porque no tiene tiempo».

Su predicación era frecuente, casi diaria, aprovechando cualquier circunstancia, favorable -hasta una simple advertencia- paira volcar su alma sobre el auditorio con una unción, profundidad y suavidad, que pronto le granjearon fama de Orador en toda la Diócesis. No consistía su predicación en discursos de humana sabiduría, sino en la exposición sencilla del Evangelio y de las verdades de la Fe; llevando los corazones hacia Dios, no por caminos de temor y pesimismo, sino por la senda dulce de la bondad y del amor, predicando siempre a Jesucristo y este crucificado.

Especial cariño y paciencia demostró siempre en la atención a los enfermos, prodigándose sin descanso en esta obra de caridad corporal y espiritual, derramando sobre las almas doloridas el bálsamo de su palabra, siempre empapada de bondad y dulzura. Con infinita delicadeza sabía preparar a los moribundos para el trance definitivo, administrándoles a tiempo los últimos Sacramentos y haciéndoles la recomendación del alma con lágrimas en los ojos. Para todos era un padre, un amigo, un hermano, que comunicaba paz profunda y fuerza interior, recorriendo infatigable las calles y las casas, con tal de ganar almas para el cielo.

Y especialísima vocación y predilección tenía por el confesionario. Desde que se ordenó Sacerdote hasta su muerte fueron muy pocos los días en los que no se sentó a confesar». Este Ministerio de la reconciliación colmaba su alma de gozo. Era aquí donde su oficio de buen pastor se desplegaba con mayor profundidad, acogiendo a la oveja perdida en el seno de la misericordia de Dios. Su confesionario estaba siempre rodeado de fieles que iban a buscar en D. Eladio no solo al confesor, sino también al director de sus conciencias. En cierta ocasión estuvo oyendo a una persona varias horas y alguien le advirtió los inconvenientes de este modo de proceder, a lo que él respon dió: «Pues mira, amigo, en todo este tiempo no habré hablado yo ni cuatro palabras. «Paciencia admirable que muchas veces debió de costarle gran sacrificio. El Ministerio de la dirección espiritual le ocupó no solo días enteros, sino también largas vigilias.

Muchas personas, especialmente Religiosas, que no podían acudir al confesionario, recibían de su pluma consejos y orientaciones de atinada sabiduría espiritual, repletas de unción evangélica y de profundidad mística, dirigidas a almas selectas que acometieron la tarea de la perfección y algunas de las cuales murieron en olor de santidad; esta correspondencia es reflejo de su alma pura. La doctrina ascético-mística de estas preciosas cartas es de un valor excepcional, a juicio de expertos. En ellas aparece D. Eladio como hombre versadísimo en la oración; perfecto conocedor de los caminos de Dios jalma divinizada, capaz de comunicar a otros el fuego de su ardorosa caridad.

Una idea del apostolado ordinario de D. Eladio nos la brindan las Actas parroquiales a lo largo de 15 años: Administró 355 Bautismos; presidió 130 Matrimonios y 386 entierros. Se administró la Confirmación el 28 de Junio de 1.876 y el 28 de Marzo de 1.879. Recibió la Santa Pastoral Visita el 4 de Febrero y en Octubre de 1.880. Presentó normal y periódicamente sus Cuentas de Fábrica a la autoridad competente, consiguiendo al final haber elevado el nivel económico de la Parroquia dejando un buen superávit. Intervinieron también, con su autorización, en la administración de Sacramentos, su tío D. Santiago Yáñez; su primo D. Ruperto Santamera; D. Manuel Navarro y otros Párrocos. A su vez él actuó en otras Parroquias, también siendo ya Canónigo. Todo esto además de la organización de Cofradías, fiestas, etc. etc.

OTRAS OCUPACIONES

Leemos en la Crónica de la Congregación Josefino-Trinitaria: «D. Eladio era el Sacerdote a quien se encomendaban los cargos más difíciles y menos remunerados. Predicó durante 20 años, todos los 19 de cada mes en las Religiosas Dominicas de Plasencia y en las Novenas y Septenarios; era Confesor de casi todas las Religiosas de Plasencia; tenía Cátedra en el Seminario; formó alguna vez tribunal de los exámenes de ordenandos y colegiales. En la Iglesia de Sto. Domingo fundó la Cofradía de la Stma. Trinidad y levantó en su honor un retablo. También instituyó las Camareras del Sacramento para proveer de ornamentos sagrados a las Iglesias pobres». rodemos añadir: Fue Vocal de la Junta de Reparación de templos desde el 6 de Octubre de 1.876;en 1.871 fue nombrado por el Sr. Vicario Capitular (S.V.) Mayordomo de la Cofradía de la Virgen de los Remedios. En el Archivo parroquial pueden verse varios recibos firmados por él, en los que se compromete por amor a la Stma. Virgen, a poner de su bolsillo lo que falte al gasto de la fiesta, cada año. Dice que si la Hermandad no puede abonárselo (cosa que a menudo ocurría), lo deja a favor de la Virgen. Manifestó que por este motivo no era necesario presentar cuentas y así lo hizo a partir de 1.876. En 23 de Agosto de 1.876 se hace cargo de la Iglesia de S. Vicente, después de haber firmado y recibido un Inventario de las ropas, objetos, etc. que en dicha Iglesia habla.

Durante los tres primeros años de Párroco -de 1.866 a 1.869- cursa el 7º Año de Teología y dos de Sgdos. Cánones. En 19 de Mayo de 1.869 es nombrado Examinador sinodal. A partir de 1.869 y casi hasta el final de su vida, llevó la dirección espiritual de las Religiosas Agustinas Recoletas de Serradilla, de las que fue tres veces Visitador episcopal. Allí dejó una huella de santidad que solo Dios conoce perfectamente; nosotros solo podernos juzgar por los frutos de fervor que en aquella época conoció dicho Convento.

Toda esta serie de trabajos soportados con paciencia y dulzura, fueron labrando aquella alma santa, que hoy aparece como una de las figuras más sobresalientes en el panorama de la mística española del siglo XIX. D. Eladio no fue solo un Sacerdote ejemplar que se entregó sin reservas al ejercicio de su apostolado; fue además un profundo conocedor de los oscuros senderos de la mística y, sobre todo, un verdadero místico que gozó del don de la oración continua, del don de lágrimas (muy visible sobre todo cuando hablaba del Misterio Trinitario o vela alguna manifestación más concreta del amor de Dios; parece que alguna vez gozó del arrobamiento extático.

Durante sus largos y fecundos años en la Parroquia de S. Nicolás, fue madurando su Obra predilecta: la fundación de la Congregación Josefino-Trinitaria, que había de prolongar su espíritu nazareno a lo largo del tiempo y del espacio. Fue la obra de madurez de un santo, inspirado por el Espíritu y corroborado por la palabra del Papa Pío IX; en una memorable audiencia que le concedió en Junio de 1.876.

Que D. Eladio se ganó la simpatía y el cariño general de sus feligreses, lo demuestra el dolor que toda la Parroquia experimentó el día en que D. Eladio fue nombrado Canónigo Penitenciario de la Sta. Iglesia Catedral, el 31 de Mayo de 1.881. Fue una fecha luctuosa pues habían perdido al Párroco santo, al padre y al hermano, al amigo sincero, al buen pastor que día a día había entregado su vida por la grey confiada a sus cuidados. Sin embargo, D .Eladio seguirá viviendo muy cerca del corazón de todos y todos dentro del suyo. Un extremeño más entre los extremeños, que demostró su amor a esta tierra y a quien ella acogió llenando su vida y sus ideales.

Le sucedió en la Parroquia, como Ecónomo, D. Isidoro Breganciano que, ya siendo Párroco de la de Sta. María, firmaría su Acta de defunción. 21 Párroco que siguió a D. Eladio en S. Nicolás fue D. Benito Gil.

Toda la acción de D. Eladio estuvo marcada por la vivencia de sus dos devociones favoritas: la Stma. Trinidad y la Sgda. Familia de Nazaret; esta última en su proyección social, sobre todo. Mantenía una intensa vida interior, que cada año renovaba con la práctica de los Stos. Ejercicios. En su Cuaderno de Celebración consta que todas sus cargas piadosas estaban cubiertas. Perteneció a la Hermandad de sufragios desde 23 de Enero de 1.869.

Podemos concluir esta visión panorámica de la vida parroquial de D. Eladio con las siguientes líneas de la Madre Cofundadora de la Congregación, dirigida suya desde 1.872, Sor Margarita de los Dolores; es como una breve semblanza espiritual de este apóstol de Plasencia y su comarca:

«Siempre fue distinguida y admirada su paciencia, humildad, sencillez, dulzura y amabilidad; piedad sólida; caridad y condescendía con todos; era sabio y santo; finísimo, atento y liberal con los pobres y, en fin, era como criado por Dios para pacificador y consolador de las tres Iglesias».

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