Oct 011988
 

José Antonio Ramos Rubio.

El propósito más importante al realizar este trabajo no ha sido otro que el de valorar a un personaje que fue juzgado severamente por sus contemporáneos y elevado en la actualidad como bien se merece, ya que fue el primero en iniciar la gran aventura americana.

Fue un hombre de profunda fe cristiana, como claramente lo demostró a lo largo de su vida tanto en sus cartas, relaciones de viajes, como en su testamento. Fue un experto marino y cartógrafo, Almirante del Océano y Virrey de las Indias.

Cristóbal Colombo, como era su verdadero nombre, que él latinizó en sus primeras cartas, según costumbre de la época, se presentaría en España con el apellido Colón; según su hijo, porque no quiso que sus descendientes fueran confundidos con los de otras ramas de la misma familia, por eso utilizó el origen romano de su nombre abreviándolo en Colón.

Se han barajado muchas hipótesis acerca del lugar de nacimiento de Colón cuando claramente nos dice él mismo en su testamento que había nacido en Génova[1]:«que, siendo yo nacido en Génova, les vine a servir (a los Reyes) aquí en Castilla y les descubrí al Poniente de tierra firme las Indias y las dichas islas sobredichas».

Además, en el mismo testamento, otorga algunos bienes a una serie de personas, todas ellas relacionadas con Génova o Portugal[2]:

“Primeramente, a los herederos de Jerónimo del Puerto, padre de Benito del Puerto chanceller de Génova, veinte ducados o su valor.
A Antonio Vazo, mercader genovés, dos mil quinientos reales de Portugal, que son siete ducados poco más.
A los herederos de Luis Centurión Escoto, mercader genovés, treinta mil reales de Portugal”.

Por tanto, Cristóbal Colón, nació hacia 1450 en Génova, en una casa de esta capital italiana se puede leer en la fachada: NUZLA DOMUS TITULO DIGNIOR/ HEIC/ PATERNIS IN AEDIBUS/ CHRISTOPHORUS COLUMBUS/ PUERITIAM PRINQUE JUVENTAM TRANSEGIT (“Ninguna casa es más digna de honor que ésta, en el hogar paterno, Cristóbal Colón pasó su niñez y su primera juventud»).

En el año 1461, a la edad de once años hizo su primer viaje por mar como grumete. Entre los años 1466 y 1476 se familiarizó con la navegación por el Mediterráneo adquiriendo una serie de conocimientos interesantes que le serían muy útiles para su gran empresa[3]. Cristóbal Colón fue un hombre inteligente, estudió geografía y astrología, siempre apasionado por las aventuras y las historias, algunas de ellas fantásticas, relacionadas con los grandes viajes, en una época en la que se inventa la tipografía (Gutemberg); se vuelve a dar importancia a la cultura clásica y a los escritores antiguos (Plinio, Estrabón), y se llevarán a cabo descubrimientos geográficos[4].

Los europeos interesados por la geografía utilizaban libros que trataban de Asia o de África. Es de destacar, ya desde el siglo XII, la escuela de cartógrafos de Mallorca, donde destacó Abraham Cresques, autor de un Mapamundi (1375). Así como los estudios de geógrafos árabes: Masudi, El Bekri y el mismo Edrisi, influyeron en la concepción cosmográfica del siglo XV.

De todas las descripciones de Asia, la más completa es la de Marco Polo, Colón poseía un ejemplar impreso del Libro de Marco Polo.

Colón en su juventud no se apartó mucho de Italia: Pavía, Génova. Sostenía la teoría de que África era circunnavegable, se podía llegar a la India costeándola. La ruta de las Indias había sido descubierta por los portugueses pero era larga y peligrosa. Colón pensó que el viaje por el oeste, atravesando directamente el Atlántico sería más corto.

Colón, antes de ir a España, pasó una parte de su vida en Portugal, llegaría a Lisboa por los años 1470 a 1472, por entonces acudían a Lisboa muchos extranjeros para rescatar noticias o hacer fortuna como miembros de las expediciones.

Aquí se casó con Felipa Moñis de Palestrello, de origen italiano, su padre fue gobernador de la isla de Puerto Santo, en otoño de 1479, fue el rasgo esencial del ascenso social de Colón. Colón, a raíz de este acontecimiento, tenía acceso a los numerosos secretos de Estado relacionados con la navegación por las costas de África y el Atlántico.

Recogía, asimismo, confidencias e informes de los marinos que hacían el descenso de la costa de África, por ejemplo, Martín Vicente, explicó a Colón que encontró un madero en el agua cuando navegaba a 450 leguas al oeste del Cabo de San Vicente.

Colón tenía los suficientes datos como para apoyar la teoría de la existencia de una ruta más corta hacia las Indias. Además de tener conocimientos suficientemente fehacientes sobre la Tierra como esfera que podía recorrerse de Oriente a Occidente, siguiendo a Ptolomeo; otras ideas de Plinio o Séneca de que era posible ir de Cádiz a las Indias, o las ideas de Estrabón de que el Océano rodea la tierra batiendo en el Oriente las costas de la India y en el Occidente las de Espala y Mauritania y muchas noticias procedentes de tierras occidentales y llegadas a las costas del mundo antiguo.

Cristóbal Colón propuso su teoría a los Reyes Católicos de España y, aunque en principio no le hicieron mucho caso, después de varias negociaciones, primero con la reina Isabel y después don Fernando, accedieron a financiar la empresa.

Guadalupe es acrópolis de la Hispanidad. Su Virgen, la Reina de las Españas por derecho indiscutible de Historia y por la influencia que ha tenido en la vida de España, especialmente en las relaciones con América: descubrimiento, conquista, culturización y evangelización[5].Tradicionalmente se ha mencionado una visita de Colón a Guadalupe en 1492, antes de partir en la gran expedición, con la finalidad de solicitar a los Reyes carabelas y tripulación[6]. Desde luego, los Reyes estaban por este año en Guadalupe, donde llegaron desde Granada, pero no creemos en tal visita pues es dudoso que Colón se ausentara de Palos cuando lo decisivo era su presencia allí. Los Reyes expidieron dos sobrecartas para que Juan de Peñalosa hiciera cumplir en Palos y Moguer lo que Colón solicitaba. Según el Padre Ortega, cuando Juan de Peñalosa llegó a estas villas, Colón abría pacífica y oficialmente la tabla de enrolamiento, alistándose voluntariamente un buen número de marineros[7]. Los documentos, por tanto, solo mencionan a Peñalosa, pero no hacen referencia a que Colón fuese a Guadalupe, Juan de Peñalosa fue como comisionado para que “vayades a la dicha villa e veades la dicha nuestra carta suso encorporada e la guardedes e complades y ejecutedes e fagades complir…”[8].

Una vez que los Reyes Católicos acceden a financiar la empresa, partió Colón el 3 de agosto de 1492 con tres carabelas de la barra de Saltes, poniendo rumbo al sudoeste, hacia las Islas Canarias, así comenzó la azarosa aventura, casi trágica, según nos cuenta Colón en su diario, hasta que por fin, el 12 de octubre de 1492 vio por primera vez las costas del Nuevo Mundo, era la isla de Guanahaní, Colón la bautizó con el nombre de San Salvador, una vez que tuvo conocimiento de que había descubierto un Nuevo Continente. Cristóbal Colón siempre tuvo el convencimiento de que había arribado a las Indias Orientales, pues tal fue el propósito de su viaje. Una vez hubo conciencia de que se había llegado a una nueva tierra, se exploró el Continente hasta dar con el paso que permitiera llegar a Oriente.

Esto es una prueba de la enorme importancia que el comercio con las Indias Orientales tenía para los europeos, importancia que no decreció por el hecho de haberse descubierto América. Es más, América sirvió de punto de partida y de base para numerosos viajes por el Pacífico y el Índico. Resulta también sintomático que dos de los países más dinámicos en la carrera de las Indias, Inglaterra y Holanda, creasen sendas Compañías comerciales con el sobrenombre de Compañías de las Indias Orientales.

Desde luego, es evidente la enorme trascendencia que tuvo para Europa el descubrimiento de América. No hace falta exponer la dimensión económica que supuso para España. Si el comercio de las especias con Oriente, en la mente del europeo estaba rodeado de una cierta aureola legendaria, América, aunque con un componente mítico y legendario importante, estaba más asociada psicológicamente con la rentabilidad inmediata, entre otras cosas, porque la explotación de los recursos americanos era una actividad dirigida por europeos (plantaciones, minería, ganadería). Por otra parte, América entra a formar parte de un sistema de circulación planetario.

Las dos primeras visitas que hizo Cristóbal Colón a Guadalupe, tuvieron lugar en 1486, la primera; y, en 1489, la segunda. La primera tuvo lugar después de haber sido constituida la Junta presidida por fray Fernando de Talavera que había de dictaminar sobre el proyecto presentado por el genovés.

Colón estuvo en Salamanca, donde la Junta celebró unas sesiones. De vuelta a Andalucía, hicieron estancia en Guadalupe. No es extraño que Fray Hernando de Talavera, prior de Valladolid, muy devoto de la Virgen de Guadalupe, hubiese contagiado su amor a la Virgen a Colón[9]. No olvidemos que Colón bautizó a una isla con el título de Guadalupe en 1493, en el segundo viaje.

Otra visita probable fue en 1489. Como ya he explicado, los Reyes Católicos en un principio no aceptaron financiar ni aprobar la empresa de Colón. Éste, volvió a Lisboa pues fue requerido por el rey portugués. No olvidemos que Colón había propuesto su teoría al rey de Portugal antes que a los españoles, pero las ideas de Colón no cuajaron tampoco en Portugal. Cristóbal Colón pensó marcharse a Francia y regresó a España a recoger a su hijo. Fue entonces cuando una serie de personas influyeron sobre la reina Isabel para ayudar a Colón en su empresa: fray Diego de Deza, el contador Quintanilla y el cardenal Mendoza. Así mandó despachar la reina sus letras «para Cristóbal Colón, mandándole sin dilación que para su corte se partiese”[10]. Los Reyes que estaban en Valladolid marcharon hacia Andalucía, en el canino pararon en Guadalupe donde se entrevistaron con Colón.

Posiblemente Colón, en la espera de los Reyes en Guadalupe, impetrara el auxilio de la Virgen, por haberle encomendado la suerte de la empresa, de aquí su devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe[11].

América está también relacionada con Europa políticamente. Casi todos los acontecimientos políticos europeos de los siglos XVI, VII y XVIII, tuvieron su repercusión americana, e incluso esta proyección llegó a funcionar en sentido inverso. La revolución e independencia de los EE.UU., no fue sólo un conflicto entre Inglaterra y sus colonias: fue también un conflicto entre potencias europeas. Desde luego, no se puede pensar en la con formación del mundo actual sin América. Otro dato interesante es la nueva demanda generada por América al impulsar el comercio que hizo que la producción aumentase en volumen y en complejidad y, con la producción, los movimientos de capital, inversión y crédito.

En conclusión, América supuso, ante todo para Europa, un nuevo campo que ofrecía toda una serie de oportunidades inimaginables antes de 1492. Oportunidades tanto para los que cruzaban el Atlántico como para los que se quedaban. Ha que considerar que el Descubrimiento fue impulsado por la intención de encontrar una ruta nueva para alcanzar las Indias Orientales en el contexto de la carrera del comercio de las especias.

Cristóbal Colón regresaría a España a contar lo sucedido a los Reyes Católicos; llevaría a cabo otros tres viajes más, en el segundo (1493-1496), descubrió las Antillas y Jamaica. Para el tema que nos ocupa es muy interesante este segundo viaje. Colón de regreso a España, al verse en trance de muerte por el ímpetu de la tormenta que los acosó cerca de Santa María de las Azores ordenó, según se anota en el Diario con fecha 14 de febrero de 1493, “que se echase un romero que fuese a Santa María de Guadalupe y llevase un cirio de cinco libras de cera, y que hiciesen voto todos los que al que cayese la suerte cumpliese la romería”. Le tocó al Almirante, según él hace constar, «se tuvo por romero y deudor de yr a complir el voto», lo que nos pone en el punto de partida del tercer viaje de Colón a Guadalupe. Según don Juan Tena, camino de Guadalupe a Burgos, Colón pasó por Trujillo. Colón desde Sevilla se dirigió a Burgos para entrevistarse con los reyes, pero antes, pasó por Guadalupe a cumplir su voto. En el Libro I de Bautismos, códice 15, folio 1, se dice:

“Viernes XXIX desde dicho mes, se baptizaron xristoual e pedro, crisdos del sennor almirante don Xristomal Colon, fueron sus padrinos: de Xristobal Antonio de Torres e Andres Blasques, de pedro fueron padrinos el sennor coronel e sennor comendador Varela e baptizolos Lorengo Fernandes capellán”.

Por tanto, cuando Colón vino a Guadalupe en 1496 se bautizaron dos criados suyos. Colón ofreció a Nuestra Señora una lámpara de plata y varias joyas de oro (como aparece en el Libro de bienhechores de Guadalupe, manuscrito 90 del Archivo Real Monasterio de Guadalupe).

Cristóbal Colón, tenía una gran devoción a la Virgen de Guadalupe, no olvidemos que en su segundo viaje, impuso el nombre de Guadalupe a la isla Turuqueira, en las Antillas, el 4 de noviembre de 1493.

Así pues, Colón visitó Guadalupe tres veces, dos anteriores a la partida de 1492 y la tercera en 1493, de regreso del segundo viaje.

Cristóbal Colón llevó a cabo otros dos viajes más al Nuevo Mundo, el tercero (1498-1500), descubriendo la Trinidad y la desembocadura del Orinoco. Algunos historiadores no mencionan el cuarto viaje, en el cual recorrió la América Central creyendo que se trababa del Quersonero de Oro (sureste de Asía), de 1502 a 1504.

Después de este cuarto viaje, ya no realizaría ninguno más el Almirante. Muchas fueron las razones que llevaron a Colón hacia la muerte. Dice W. Irving: “Lo que se negó a su mérito, se concedió a sus infortunios; y hasta los envidiosos, apaciguados a la vista de tantos reveses, parecían perdonarle el que una vez hubiese gozado de tan altos triunfos”[12].

Tuvo problemas con Ovando, ya que éste realizaba de vez en cuando algunas carnicerías contra los indios. Colón se quejó varias veces a los soberanos por carta, pero fueron enviadas en vano. Cristóbal Colón fue criticado y abandonado por sus contemporáneos. Estas razones y la enfermedad que padecía (dolores de gota), le llevaron a la muerte.

Una carta que manda Colón desde Sevilla a su hijo Diego, es muy explícita: «Vivo de prestado. Poco me han servido veinte años de trabajo y peligros, pues al presente no tengo techo que me cubra. Si deseo comer, tengo que recurrir a una posada, y las más veces me falta con qué pagar mi escote».

Colón, en medio de tantas desventuras no se olvidó de sus marineros, y velando por aquellos escribió varias cartas a los soberanos; en una de ellas decía: “Son pobres, y hace ya cerca de tres años que salieron de sus casas. Han arrastrado infinitos trabajos y peligros, y traen nuevas invaluables, por las que sus majestades debían dar gracias a Dios y regocijarse”. Muchos de estos hombres habían sido sus enemigos, e incluso, cuando Colón y Ovando no se llevaban bien, el Almirante regresó a España y sólo le acompañaron, su hijo Diego y algunos marineros fieles.

Un terrible suceso vino a ensombrecer las esperanzas que tenía Colón por aquellos días de abandono, fatiga y dolores de gota, fue la muerte de la reina Isabel en Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504, una de las pocas personas en las cuales tenía Colón puestas todas sus ilusiones. El día 19 de mayo de 1506 hace testamento nuestro almirante, en la entonces villa de Valladolid. Murió el día 20 de mayo de 1506 acompañado por sus más fieles amigos, sus hijos Diego y Fernando y su hermano Bartolomé. Fue abandonado en los últimos años de su vida el hombre que tanta gloria diera a España, al final de tan penosa jornada sólo se preocupó de salvar su dignidad y su nombre. Sus ultimas palabras fueron: «En tus manos Seño encomiendo mi espíritu».


NOTAS:

[1] “Cristóbal Colón, los cuatro viajes y su testamento”. Bilbao: Ed. Cultura y Progreso S.A., 1977, p. 159.

[2] Ibídem, p. 173.

[3] PAULETE, José: «Cristóbal Colón: El Descubrimiento de América (I)», en: Diario de Extremadura, 16-6-1988, p. 32.

[4] RAMOS RUBIO, José Antonio: “Cristóbal Colón, el gran iniciador de la aventura americana”, en: Diario Extremadura, 20-5-1988, p. 5.

[5] GARCÍA, Sebastián: “Guadalupe, cita de fe y de arte”. Barcelona, 1985, p. 32.

[6] FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M.: “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV”. Madrid, 1955, t. II, p. 282.

[7] ORTEGA, P. Ángel: “La Rábida, historia documental y crítica”. Sevilla, 1925, t. II, p. 159.

[8] RAMOS, D.: “Visitas de Colón a Guadalupe”, en: Rev. Guadalupe, núms. 674-675, p. 19.

[9] FERUMEZ, Fidel: “Fray Hernando de Talavera, confesor de los Reyes Católicos y primer arzobispo de Granada”. Madrid, 1942.

[10] DE LAS CASAS, Bartolomé: “Historia de las Indias”. México, 1951. Libro I, cap. XXX, p.1del tomo I de la edición de Agustín Millares.

[11] RAMOS, D.: “Visitas de Colón a Guadalupe”, en: Rev. Guadalupe, núms. 674-675, p. 25.

[12] IRVING, Washington: Vida y viajes de Colón. Madrid, 1983. Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 401, p. 171.

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