Abr 082014
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Licenciado en Derecho e Historia. 

Introducción.

            Uno de los elementos que no tenido trascendencia en la reciente historiografía, la cual ha analizado las transformaciones de la economía rural de principios del siglo XX en Extremadura, fue la introducción del crédito agrícola. Algún estudio sobre la zona en concreto a la que se circunscribe esta comunicación no ha valorado suficientemente la importancia que tuvo la extensión del crédito agrícola cooperativo a principios del siglo XX[1]. Este fenómeno tiene una trascendencia tal porque la inversión en la agricultura antes de la implantación del sistema crediticio normalizado dependía exclusivamente del corto excedente de la cosecha anterior y de la usura. Ésta tenía una extensión tal, que cualquier agricultor que caía en sus garras podía caer en la ruina.

            A principios del siglo XX se produjeron y se sucedieron varios años de malas cosechas. El Partido Judicial de Fuente de Cantos fue uno de los más azotados por esta desdicha. Las malas cosechas provocaban que una parte del excedente destinado para la simiente de la siguiente campaña fuera casi inexistente, porque lo escasamente producido se destinaba para su consumo. Estamos hablando especialmente de la cosecha triguera, la fundamental en aquella época, ya que su transformación en harina es el elemento fundamental para la fabricación de los productos panificados y derivados.

            En cuanto a la usura, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX era una auténtica lacra, pues el sistema bancario y crediticio sólo estaba presente en las grandes capitales, y el resto del país, ruralizado, y especialmente Extremadura era un auténtico desierto bancario. Hubo una importante censura eclesiástica contra la práctica de la usura, y sin duda influyó en el Legislador que promulgó por Ley de 23 de julio de 1908 la primera y única norma contra la usura, al declarar nulo de pleno derecho cualquier contrato que tuviera alguna cláusula con interés desproporcionado[2].

            En este contexto se fundó la primera Caja Rural de Ahorros y Préstamos en Extremadura, de carácter estrictamente local, en Fuente de Cantos. En los años sucesivos, y de forma mimética, se crearon más de veinte en toda la provincia de Badajoz. En pocos años se pasó de un auténtico desierto bancario a un incipiente panorama de combate contra la usura. La extensión del crédito a través de las cajas rurales por un módico interés supuso que por primera vez se dispusiera de un capital que permitía comprar simiente de mejor calidad, y en la introducción de novedosos aperos de trabajo que sustituyeron paulatinamente a los anteriores, totalmente rudimentarios. Así, la irrupción de las cajas rurales es, por tanto, un fenómeno muy interesante que según ciertas opiniones es fundamental para

«Entender las transformaciones agrarias liberales y la introducción del capitalismo en la agricultura», y además ayuda a entender otros fenómenos como las «transferencias de propiedades, introducción de innovaciones tecnológicas y nuevas formas de cultura, la ampliación en el uso de insumos como los abonos químicos, la selección y renovación del ganado de labor…»[3].

Hasta 1909 se constituyeron hasta el número de veinticinco entidades, siendo las más importantes las de Fuente de Cantos (15 de octubre de 1905), Hornachos (1 de abril de 1906), Cabeza del Buey (15 de abril de 1906), Medina de las Torres (25 de abril de 1906), Almendralejo (3 de mayo de 1906), Oliva de la Frontera (24 de mayo de 1906), Monesterio (27 de mayo de 1906), Nogales (5 de julio de 1906), Villafranca de los Barros (14 de octubre de 1906), Fregenal de la Sierra (27 de abril de 1907), Villar del Rey (7 de mayo de 1907), Valencia del Ventoso (3 de noviembre de 1907), Cortes de Peleas (30 de noviembre de 1907), Calera de León (6 de enero de 1908), Villagarcía de la Torre (15 de febrero de 1908), Guareña (19 de marzo de 1908), Fuentes de León (25 de julio de 1908), Fuente del Maestre (13 de septiembre de 1908), Olivenza (20 de septiembre de 1908), Torre de Miguel Sesmero (23 de septiembre de 1908), Los Santos de Maimona (4 de abril de 1909), Talarrubias (28 de mayo de 1909), Zafra (16 de julio de 1909) y Bienvenida (3 de septiembre de 1909). Operaban en 62 localidades y contaban en conjunto con 5.859 socios[4].

escanear0018

D. Manuel Carrascal y Gordillo,jefe de los liberales de Fuente de Cantos y fundador de Caja Rural; D. Tomás Marín Pérez, director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, alentador y Presidente de Honor de la Caja Rural de Fuente de Cantos -retratado por Eugenio Hermoso y D. Álvaro de Figueroa, Conde de Romanones, Presidente de Honor de la Caja Rural de Fuente de Cantos

II. La crisis agraria de 1903 y 1904 en el sur de Extremadura y su influencia en la creación de la primera Caja Rural.

            1903 y 1904 fueron años en los que especialmente se manifestó una crisis agraria con importante consecuencia: La cosecha fue prácticamente inexistente. Esta situación supuso la ruina de pequeños labradores y agricultores que no pudieron recoger si siquiera la inversión en simiente, y no tuvieron apenas producción triguera para destinarla a la panificación. Muchos de estos pequeños labradores, para poder subsistir, especialmente en la localidad de Fuente de Cantos, se pusieron en manos de usureros. Unos años después, ya creada y consolidada la primera Caja Rural, se recordó con estas palabras esa situación:

«Conocedores de la que la usura, cuyas redes aprisionan entre sus mallas al labrador, al que impiden toda acción y desenvolvimiento, al que agobia obligándole a dejar en sus manos la producción y el trabajo, procuraron por este medio arrancar de sus garra a aquellos desgraciados, víctimas de la insaciable avaricia de semejante calamidad, rémora funesta de la vida y del progreso de los intereses sociales»[5].

            La principal derivación de las malas cosechas era especialmente económica, que se tradujo, dicho sea de paso, en protestas sociales y motines de subsistencia en la localidad de Fuente de Cantos. El más grave se produjo en mayo de 1905, con el asalto del carro del pan[6]. En agosto también se produjo un motín, denominado de subsistencia[7], también en Fuente de Cantos. Las autoridades locales, en el verano de 1905 hicieron gestiones ante las provinciales y nacionales para reactivar obras públicas con escaso éxito[8]. En agosto de 1905, los alcaldes de las más importantes localidades y demás personales políticos de la provincia de Badajoz hicieron público un manifiesto titulado «Pueblos hambrientos»:

El hambre y la miseria se ciernen sobre las antes feraces campiñas de Extremadura, donde ha fracasado toda cosecha y agoniza la ganadería. Legiones de hombres, ayer fuertes y robustos, y hoy anémicos y debilitados, recorren las principales ciudades de aquella región en humilde demanda de pan o de trabajo; porque aquel pueblo, educado en el sufrimiento y la resignación no ha aprendido aún a imponerse tumultuosamente. Las cajas municipales están exhaustas de fondos y el labrador y el ganadero, agotadas sus reservas económicas, torturan su imaginación para arbitrar recursos con que atender a las labores del año próximo a la alimentación de sus ganados. Impulsadas las fuerzas vivas de aquel país por un sentimiento altamente humanitario y previsor de próximos y tristes acontecimientos nos han comisionado para acudir al Estado en demanda de auxilios pecuniarios para contrarrestar la crisis del trabajo. Entendemos que nuestro primer deber es solicitar el apoyo de la prensa periódica, siempre dispuesta a la defensa de los altos intereses del país sin distingos ni condiciones. A ella, pues, acudimos para que como directora de la opinión nos preste el eficaz apoyo que exigen nuestras pretensiones. Con él contamos y por la participación que no dudamos ha de prestarle ese periódico de su digna dirección, anticipamos a V. las más sinceras gracias ofreciéndonos cuyos afectísimos atentos S. S. S. S. Q. L. B. L. M. Antonio de Rivas, abogado; Regino Corrales, abogado, Herrera del Duque. Antonio Márquez Tejada, Alcalde, Fuente de Cantos. Ignacio Santos Redondo, Alcalde; Mario G. de Segovia, Teniente de Alcalde; Manuel Jiménez, Teniente de Alcalde; Vicente Martínez, Concejal, Badajoz. Eduardo Baselga, Cámara de Comercio. Félix Sardiña, Cámara Agrícola y Comunidad de Labradores, Badajoz. Alfonso Pachecho, Presidente de la Diputación Provincial. Jesús Lopo, José Reginfo, Antonio Márquez, Diputados Provinciales. Fidel Macías, Alcalde. Antonio Fernández, Manuel Gutiérrez, concejales, Mérida. Felipe Trigo, Julián Martínez, asociados. Perfecto Zancada, Sociedad Económica de Mérida. Augusto Alvar, Comunidad de Labradores, Mérida. Julián Landero, Alcalde, Valverde de Leganés. Juan Ponce, Alcalde; Enrique Castelló, Antonio Rincón, Concejales, Llerena. José Prieto, Alcalde; Francisco Mendoza, José Pío, labradores, Talarrubias. Antonio Benítez Donoso, concejal de Castuera. Blas Moreno, Alcalde, Felipe Martínez, ex Diputado Provincial, Justo Martínez Pardo, ex Alcalde, Zafra. José Tovar, Alcalde, Faustino Meslín, Concejal, Los Santos. Francisco Martínez, Concejal, Segura de León. Marqués de Jerez de los Caballeros, Rafael Tovar, Arcadio Albarrán, Eugenio Silvela, Ricardo Fernández, Pedro Gallardo, Antonio Pacheco, Luis González, Carlos Groizard, Francisco Barreiro, Diputados a Cortes. Conde de Torrefresno, Marqués de Lorenzana y Marqués de Rianzuela, Senadores del Reino. Casimiro López, Eduardo Baselga, Antonio Cortijo, ex Diputados a Cortes. Ventura Márquez de Prado, Enrique Donoso Cortés, ex Senador. Madrid, 7 de agosto de 1905»[9].

            Esta situación económica, insostenible, porque hay que añadir que la localidad de Fuente de Cantos tenía según el Censo de 1900, 8.507 habitantes[10], se intentó remediar por parte de los más importantes propietarios afectos al Partido Liberal. Una comisión compuesta por Antonio Márquez Tejada y Francisco Romero Romero se desplazó a Badajoz para mantener una entrevista con el Director de la sucursal del Banco de España en dicha capital. Aquéllos solicitaron, en nombre de los principales propietarios y labradores, al Banco de España un empréstito para ser repartido entre todos los agricultores y labradores de Fuente de Cantos.

            El Director de dicha sucursal, llamado Tomás Marín Pérez, comunicó a esa Comisión de propietarios que las normas internas del propio Banco de España le impedía autorizar dicho empréstito. Sin embargo, les expuso los pro y los contra sobre la conveniencia de constituir una entidad de crédito novedosa, cuya base era el sistema de crédito mutuo y solidario. Esta entidad se denominaría Caja Rural. La comisión fue «a pedir peces y volvieron con una caña de pescar». El Director de la sucursal se comprometió proporcionarles en un plazo corto un proyecto de estatuto[11].

Al poco tiempo, Tomás Marín envió a la comisión de propietarios de Fuente de Cantos un borrador de los estatutos y de los reglamentos para proceder a la fundación de la que sería la primera Caja Rural de Extremadura. El acto de fundación tuvo lugar el 15 de octubre de 1905 en el «Casino de la Amistad». Sus promotores fueron considerados como «protectores del noble y elevado propósito de constituir tal institución benéfica». Constituida la entidad, este grupo se convertiría en su primer consejo de administración. Los promotores estaban acompañados por un importante número de labradores, cultivadores y granjeros domiciliados en aquel término municipal. En total, suscribieron el acta de fundación 171 socios. Presidió dicho acto el jefe de los liberales fuentecanteños, Manuel Carrascal Gordillo, que asimismo era uno de los principales propietarios rústicos de la localidad.

Carrascal intervino en primer lugar manifestando «en sentidas frases su agradecimiento por la merced con que le distinguen, expone consideraciones redentoras encaminadas a evidenciar lo mucho que a Fuente de Cantos interesa que se combata la usura y se fomenten los hábitos de economía y ahorro»[12]. En esta misma reunión se leyeron los proyectos de estatuto y reglamento de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos, los cuales, tal como se ha manifestado, eran de la autoría del director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, Tomás Marín Pérez. Como se ha relacionado anteriormente, se había ofrecido tras una reunión de una comisión de propietarios de Fuente de Cantos. Varios años después se hizo público, por boca de Guillermo López, las circunstancias de este hecho:

«Así nos ofreció el señor Marín el que ni tardo ni perezoso, con la diligencia que le distingue, nos sorprendió a los pocos días, no con las bases solicitadas y prometidas, sino con un proyecto de reglamento y estatutos completo y acabado que, sometido a vuestra deliberación, fue aprobado unánimemente sin alteración alguna en aquella inolvidable asamblea que duró trece horas y determinó la solemne constitución de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos. La fecha memorable del 15 de octubre de 1905, fecha de nuestra constitución, debe quedar grabada con caracteres indelebles en el corazón de todo fuentecanteño que se precie ser amante de la prosperidad y bienestar de su pueblo»[13].

Tras la lectura de los proyectos de estatuto y reglamento -los cuales fueron aprobados por unanimidad, adquiriendo el carácter de definitivos- se hizo la declaración formal de constitución de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos. El segundo acuerdo fue del siguiente tenor: «Nombrar Presidentes Honorarios del Consejo de Administración y socios de mérito al excelentísimo señor Conde de Romanones, Ministro de Fomento, como protector de nuestra abatida agricultura nacional, y al señor don Tomás Marín Pérez como Director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, autor del proyecto de estatutos y reglamento porque ha de regirse la sociedad, y campeón que propaga con entusiasmo en nuestra provincia las redentoras cajas rurales». En ese mismo acto se solicitó al citado Ministro de Fomento que auxiliara a la naciente institución fuentecanteña con la subvención que estimara conveniente. También se acordó telegrafiar a Marín Pérez en estos términos: «Constituida en esta población Caja Rural de Ahorros y Préstamos, elegidos por aclamación usted y Excmo. Sr. Conde de Romanones presidentes honorarios; cúmpleme el honor de notificar sentimientos». Contestó Marín con estas palabras:

            «Presidente Caja Rural de Ahorros y Préstamos, Fuente de Cantos. Agradezco vivamente honrosísima distinción y felicito organizadores y socios por el paso de gigante dado en el camino de la redención de los agricultores y prosperidad de ese noble pueblo. Tomás Marín»[14].

III. Marco jurídico y objeto social de las primeras Cajas Rurales extremeñas.

            Llama la atención que la primera Caja Rural fundada en Extremadura, la Fuente de Cantos, no se realizara bajo ninguna cobertura legal específica. Se constituyó utilizando la Ley de Asociaciones de 1887. La norma que hubiera servido de cobijo, la Ley de Sindicatos Agrícolas, no sería promulgada hasta el 28 de enero de 1906[15]. Había habido un intento legislativo en este sentido en 1901, y fue un proyecto de ley sobre esta misma materia suscrito por el Ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, Miguel Villanueva y Gómez. Este proyecto ya adelantaba una de las finalidades de los sindicatos agrícolas en su artículo 3.4: «Ejercer el crédito agrícola y crear instituciones de previsión para los labradores, sobre todo en orden al seguro, ganados, invalidez, enfermedades, contratos agrícolas»[16].

Pero, sin duda, en la concreción del objeto social, como se podrá comprobar más adelante, de la Caja Rural de Fuente de Cantos influyó notablemente el proyecto de Ley de Sindicatos Agrícolas de Antonio Maura de 7 de octubre de 1904[17]. Se partía de una ausencia legal. Ausencia legal de carácter positivo porque no suponía ninguna prohibición su fundación teniendo en cuenta la máxima jurídica permissum videtur in omne, quod non prohibitum, es decir, «está permitido todo lo que no está prohibido». Aunque el encaje legal podría justificarse en el principio de la autonomía de la voluntad consagrado en el artículo 1.255 del Código Civil («Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral ni al orden público»[18]).

escanear0024

Sellos de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos; firma de si primer Director-Presidente D. Guillermo López Núñez.

Hasta enero de 1906 no se promulgó la Ley de Sindicatos Agrícolas, norma bajo cuya cobertura se desarrolló en los años siguientes la creación de las cajas rurales. Dos semanas después de la fundación de la de Fuente de Cantos fue enviado por el Consejo de Ministros a las Cortes el proyecto de ley suscrito por el Conde de Romanones[19], por lo que tampoco pudo influir en la norma estatutaria de aquélla. Habría que tener en cuenta el proyecto de Ley de Sindicatos Agrícolas de Maura de 1904 como texto sí influyente en la redacción del objeto social de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos:

 

Art. 1º del Estatuto de la C. Rural de F. de Cantos

Proyecto de Ley de Sindicatos Agrícolas de Maura

1º Crear hábitos de economía y ahorro entre los agricultores y auxiliarse mutuamente en sus necesidades.
2º Utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener préstamos a módico interés en beneficio de los asociados. 6º Creación o fomento de institutos o combinaciones de crédito agrícola (personal, pignoraticio o hipotecario), bien sea directamente dentro de la misma asociación, bien estableciendo o secundando cajas, bancos o pósitos separados de ella, bien constituyéndose la asociación en intermediaria entre tales establecimientos y los individuos de ella.
3º Adquisición de aperos y máquinas agrícolas y ejemplares reproductores de animales útiles para aprovechamiento de los socios. 1º. Adquisición de aperos y máquinas agrícolas y ejemplares reproductores de animales útiles para su aprovechamiento por el sindicato.
4º Adquisición para los socios de semillas, plantas, abono y cuantos elementos convengan para el fomento agrícola y pecuario 2º Adquisición para el sindicato o para los individuos que lo formen, de abonos, plantas, semillas, animales y demás elementos que la producción y el fomento agrícola o pecuario.
5º Depósito, custodia y conservación y venta en común de los productos de los asociados. 3º Venta, exportación, conservación, elaboración o mejora de productos de cultivo o de la ganadería.
6º Organización de la guarda y defensa de las heredades, ganados y cosechas, y extinción de plagas del campo. 5º. Organización de la guarda o defensa de heredades, ganados o cosechas, y aplicación de remedios contra las plagas del campo.
7º Seguro de cosecha, edificios, aperos y ganados de los asociados
8º Conciliación entre los socios cuando se sometan a este procedimiento para dirimir sus contiendas por medio de amigables componedores 9º Conciliación entre los asociados, organización profesional, y cuando lleguen a plantearse conflictos, resolución de ellos por arbitraje y otros medios que los estatutos establezcan.

 

            El marco legal, entonces, era la Ley de Asociaciones vigente en aquella fecha[20]. El encaje legal a la actividad desarrollada por la Caja Rural de Fuente de Cantos se podía incardinar en la autorización del artículo 1º de la citada Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887: «El derecho de asociación que reconoce el artículo 13 de la Constitución podrá ejercitarse libremente, conforme a lo que preceptúa esta ley; en su consecuencia, quedan sometida a las disposiciones de la misma las asociaciones […] que no tenga por único y exclusivo objeto el lucro o la ganancia», especificándose a continuación que se regirían por esa ley «las cooperativas de producción de crédito o de consumo». El inciso final del artículo cuarto del Estatuto de la Caja Rural establecía que «ha de tenerse por norma que la creación de ésta no tiene por fin el lucro de los socios, sino el objeto indicado el artículo primero». Es decir, la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos se constituyó según la legislación común sobre asociaciones.

            Pero dentro del objeto social contenido en el artículo primero del Estatuto se puede analizar la verdadera naturaleza jurídica de esta sociedad, y especialmente su responsabilidad. Se constituía «bajo la base del crédito mutuo solidario», y sobre todo se hacía hincapié al sistema de responsabilidad ilimitada: «Utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener préstamos a módico interés en beneficio de los asociados». Pero habría que añadir otra característica de esta sociedad, y que es el intuitu personae, es decir, en el negocio jurídico tenía verdadera importancia la consideración personal de las personas que intervenían[21]. Esta cuestión se detectaba en el artículo séptimo de los Estatutos en el cual se establecían varias condiciones relevantes sobre esta materia: Observa buena conducta, no formar parte de otras sociedades que tuviesen por base la responsabilidad solidaria o la residencia habitual en Fuente de Cantos. Una materia del objeto social que quedaba poco más o menos sin contenido era el número sexto, el cual decía: «Organización de la guarda y defensa de las heredades, ganados y cosechas, y extinción de plagas del campo». Suponía una mera declaración de intenciones si se tiene en cuenta que en el verano de 1905 se había fundado en Fuente de Cantos la Comunidad de Labradores[22].

            También era un punto de importancia la responsabilidad ilimitada que sobre el patrimonio presente y futuro adquirían los asociados por el mero hecho de ser admitido en la Caja Rural. Así aparecía consagrado en el artículo octavo de los estatutos: «Los socios no aportarán capital alguno, y responderá solidariamente con sus bienes presentes y futuros de las obligaciones que la sociedad contraiga en forma legal». El carácter especial de esta sociedad hacía recaer, pues, la responsabilidad en los asociados, con la matización hecha en el artículo 37 de los estatutos: «Para proceder contra éstos es requisito indispensable que no existan fondos de caja». Otro asunto de gran trascendencia era el capital social de la Caja Rural. En el momento de la constitución se declaraba en el artículo quinto del reglamento que no poseía capital de ninguna especie. Éste se formaría con las cuotas de entrada y con las mensuales de los socios, de donaciones de personas o sociedades filantrópicas, con subvenciones que puedan conceder el Estado, la provincia o el municipio, o las ganancias que obtenga la entidad. Y la ausencia de lucro se manifestaba en el artículo octavo del reglamento: «Si llegase el caso de disolverse la sociedad, se liquidarán y satisfarán todas sus obligaciones y el capital remanente se destinará a obras de beneficencia o mejoras que redunden en beneficio del pueblo».

La importancia de estos documentos estribó en que fueron tenidos en cuenta en el acto de fundación de las cajas rurales extremeñas creadas en la oleada de 1906 y 1907 en la provincia de Badajoz. El texto es idéntico al documento constitucional de la Caja Rural de Monesterio a finales de mayo de 1906[23], aunque se hacía una curiosa mención, que era que los estatutos que habían servido de modelo eran los de la Caja Rural de Almendralejo, fundada varias semanas antes[24]. En cambio, el documento fundacional de la Caja Rural de Calera de León reunían en un solo texto una síntesis de estatuto y reglamento[25]. Hay que decir que uno de los promotores de la entidad establecida en 1906 en Monesterio era Miguel Romero Delgado, hermano del cajero de la de Fuente de Cantos. Hay que tener en cuenta la difusión que existió de los documentos fundacionales de la Caja Rural de Fuente de Cantos.

IV. Un ejemplo de organización de una Caja Rural extremeña según los estatutos y reglamentos de la creada en Monesterio.

            El 27 de mayo de 1906 se constituyó en la Casa Consistorial de Monesterio un Sindicato Agrícola denominado Caja Rural de Ahorros y Préstamos, con 106 socios solidarios. Fueron tomados como ejemplo los estatutos y reglamento de la Caja Rural de Almendralejo, siendo copiados literalmente. El acto se formalizó mediante documento privado que fue presentado el 5 de junio en el Gobierno Civil de Badajoz, y fue inscrito con el número 8 en el libro habilitado para tal fin. Tal como se ha citado, los estatutos de la Caja Rural fueron el modelo de todas las demás. Estos documentos eran obra del Director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, Tomás Marín y Pérez, el cual se había basado en estas mismas instituciones que ya funcionaban en Murcia y en Zamora[26]. Tomás Marín y un corredor de comercio de la capital, Luis Pla Soto, fueron distinguidos honoríficamente como «socios de méritos» de esta entidad de Monesterio. A estos estatutos se adjuntó también el reglamento de funcionamiento como anexos al acta de constitución. Se hizo en ese mismo año una edición impresa de tales documentos en la Imprenta de Antonio Arqueros de Badajoz[27]. En el caso de Monesterio se tiene constancia de la situación de crisis de la agricultura y la ganadería a principios del XX. El siglo comenzó con una plaga de langosta que afectó al norte de la provincia de Sevilla y Córdoba, parte del término de Monesterio[28]. Este hecho fue el aliciente para la unión de los más importantes propietarios de la localidad para llevar a cabo esta empresa:

«La crisis angustiosa porque atravesó el pueblo en años anteriores, debida a las malas cosechas, mortandad de ganado, especialmente el de cerda, etc., colocaron a los labradores y ganaderos en situación difícil, obligando a muchos a acudir al préstamo usurario para atender a los gastos más apremiantes de la agricultura y a las necesidades de la vida, habiendo llegado el caso de adquirir dinero en marzo o abril a un interés de 1 y 1,25 pesetas por cada 5 pesetas y plazo de cuatro meses.

            «Ante esta crisis ruinosa y teniendo conocimiento los iniciadores de la indicada Caja Rural de los buenos resultados obtenidos por las establecidas en Fuente de Cantos, Almendralejo, Oliva de Jerez y otras, surgió por el imperio de la necesidad la agrupación mencionada, merced al esfuerzo de todos y al valioso auxilio del Director de la Sucursal del Banco de España de Badajoz y del apoyo de casi todos los propietarios más importantes del pueblo, y quedó formado su primer consejo de administración»[29].

Las normas internas de la Caja Rural de Monesterio eran los estatutos (40 artículos) y el reglamento (101 artículos) que fueron tomados de forma literal de la establecida en Almendralejo. No obstante, también eran idénticos de los de la Caja Rural de Fuente de Cantos, difiriendo ligeramente sobre la regulación de la composición del consejo de administración. En el artículo 1 de los estatutos se establecían los fines de la entidad en la base del «crédito mutuo solidario». Esta característica de la responsabilidad solidaria ilimitada le hacía acogerse al modelo Raiffeisen. Entre aquellos fines estaban el de «crear hábitos de economía y ahorro entre los agricultores y auxiliarse mutuamente en sus necesidades», «utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener préstamos a módico interés en beneficio de los asociados», «depósito, custodia, conservación y venta en común de los productos de los asociados» o «el seguro de cosecha, edificios, aperos y ganados de los asociados» entre otros.
escanear0028
La Caja Rural de Monesterio se fundó en la planta alta de este edificio, situado en la Plaza del Pueblo, el 27 de mayo de 1906. Durante varios años y hasta 1932 fue la Casa Consistorial.
escanear0029
Fachada de la sede de Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, construida en 1908. Albergó las oficinas (planta alta) y un casino (planta baja) hasta 1922, fecha en que se vendió a un particular.

Con el establecimiento de la Caja Rural «se constituirá el capital social con las donaciones particulares o subvenciones oficiales que reciba la sociedad, con las cuotas de entradas y mensuales que satisfagan los socios y con la diferencia que resulte entre el interés activo y el pasivo de la sociedad». El capital social, en caso «de disolución de la sociedad ha de tenerse en cuenta por norma que la creación de ésta, no tiene por fin el lucro de los socios, sino el objeto indicado en el artículo primero». La Caja Rural, según el artículo 5 del reglamento, «se constituye sin capital social de ninguna especie». Aquél se formaría así:

«Primero. Con las cuotas de entrada y mensuales que satisfagan los socios.

            «Segundo. Con las donaciones que hagan a la sociedad las personas o sociedades filantrópicas.

            «Tercero. Con las subvenciones que pueda concederle el Estado, la provincia o el municipio.

            «Cuarto. Con la diferencia entre el interés activo y el pasivo de las operaciones que efectúe la sociedad.

            «Quinto. Con la diferencia entre la remuneración de los socios por los servicios que les preste de los enumerados en los apartados 3º y siguientes de los estatutos y los gastos que originen la sociedad.

            Esta entidad tenía como órganos rectores la junta general de socios, el consejo de administración y el inspector. La figura del inspector (regulada en el artículo 28) tenía las funciones del «accionista censor» en las sociedades anónimas, figura sustituida actualmente por la auditoría externa: «Corresponde al inspector la vigilancia constante de los asuntos sociales y su principal misión es la de velar por el cumplimiento de los estatutos y reglamentos porque se rige la sociedad y amparar a los socios que crean menoscabados sus derechos por el consejo». Éste se componía de ocho miembros: Un presidente, que era al mismo tiempo director de la Caja Rural, un vicepresidente, un cajero, cuatro consejeros y un secretario. Además establecía un sistema de sustituciones que se completaba con el nombramiento de consejeros suplentes. Todos los cargos no remunerados excepto el cajero, cuya retribución (según el Art. 64 del reglamento) se configuró mediante una asignación fija y una comisión pagadera por la Caja Rural del 1 por 1.000 de los préstamos que se concedieran o se renovaran. Según el artículo 36 del reglamento, las atribuciones del consejo de administración eran:

«Primero. Acordar las admisiones y baja de los socios.

«Segundo. Acordar las cantidades que en concepto de imposiciones podrán admitirse en el intervalo de una a otra sesión.

«Tercero. Acordar las concesiones de los préstamos.

«Cuarto. Enterarse del resumen mensual de operaciones y de la situación de la sociedad».

            También existía un sistema peculiar de renovación de los cargos del consejo de administración y del inspector. Los consejeros podían ser reelegidos indefinidamente, sin embargo, el inspector sólo podía ser renovado por una vez, y siempre que hubiesen trascurrido cuatro años. La primera renovación del consejo de administración se haría a los tres años de su constitución de forma parcial, ya que se en ese momento se haría por cuatro turnos (presidente y consejero 1º; vicepresidente y consejero 2º; cajero y consejero 3º; e inspector, secretario y consejero 4º). Según el artículo 27 del reglamento «no son elegibles para cargos los socios que no sepan leer ni escribir, los que tengan no su residencia habitual en Monesterio ni las mujeres». Se evitaría el proceso de elección siempre y cuando la junta general de socios los designase por aclamación. Las competencias de la junta general, según el artículo 21 de los estatutos de la Caja Rural de Monesterio, eran entre otros:

            «Primero. El nombramiento del inspector y del consejo de administración.

            «Segundo. Examinar las operaciones de la sociedad y aprobar la memoria y balance que presentará anualmente el consejo de administración.

            «Tercero. Señalar la cantidad máxima que haya de concederse en préstamos a un solo socio.

            «Cuarto. Resolver sobre la inversión de las cantidades que hubiere en caja, y que revistan el carácter de beneficios o ganancias, con la limitación que señala el artículo 4º.

            «Quinto. Acordar la destitución del inspector, del consejo de administración, de cualquiera de sus vocales o de los delegados.

            «Sexto. Conocer en alzada de todos los acuerdos del consejo de administración».

            Para obtener la calidad de socio, debía ser solicitado previamente por escrito al consejo de administración, se requería (según el artículo 7 de los estatutos) «hallarse en pleno goce y ejercicio de los derechos civiles», «observar buena conducta», «tener su residencia habitual en el término de esta villa», «no formar parte de otras sociedades que tengan por base la responsabilidad solidaria e ilimitada de sus miembros» y «ser admitido por el consejo de administración». Los socios no aportarían capital alguno, pero responderían solidariamente con sus bienes presentes y futuros de las obligaciones que la sociedad contrajese. Sin embargo, los socios satisfarán a la sociedad una cuota de entrada (diez pesetas) y una mensual de 25 céntimos. Dada la importancia de la responsabilidad solidaria en este tipo de entidad, el artículo 11 del reglamento disponía   que «los socios están obligados a comunicar al consejo de administración las alteraciones que experimente su fortuna».

            El secretario asumiría la custodia de toda la documentación de la Caja Rural. El cajero, según el artículo 57 del reglamento «tendría a su cargo la cartera de la sociedad y los fondos y valores de la misma». La caja se abriría varias horas solamente un día a la semana, el domingo. Los fondos se custodiarían en el propio edificio de la sociedad. No obstante, si la cantidad de dinero fuera importante, el consejo podría acordar su depósito en la sucursal de Banco de España en Badajoz. Una de las funciones del cajero era la de recibir las imposiciones que podían ser en depósito o en cuenta corriente. En este caso de admitía que los impositores podían ser no socios. Las imposiciones en cuenta corriente devengarían un tres por ciento de interés anual. En cambio, las imposiciones en depósito se admitirían a partir de mil pesetas y el interés se devengaría en 3,25 si era por seis meses y 3,50 pesetas si era por un año o plazo superior.

V. La organización de la Caja Rural de Calera de León.

            El día seis de enero de 1908 se reunieron en la casa consistorial cuarenta vecinos, entre ellos dos mujeres, con el notario de Montemolín Juan Rodríguez Celestino. La reunión estaba alentada por el Alcalde, Anselmo Chaves, y por el Juez Municipal, Antolín Megías. El primer extremo de la reunión era el acuerdo de desear «asociarse y al efecto lo verifican con el objeto de constituir un sindicato agrícola con arreglo a la Ley de veintiocho de enero de mil novecientos seis». De esta forma, el sindicato agrícola se denominaría Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Calera de León. A continuación se aprobó el proyecto de estatutos el cual constaba de noventa artículos.

            Los estatutos de la Caja Rural de Calera de León estaban inspirados en los que ya eran habituales para estas instituciones. El modelo era la norma estatutaria de la Caja Rural de Fuente de Cantos, la primera fundada en la provincia (octubre de 1905), y que era obra de Tomás Marín y Pérez, director de la sucursal del Banco de España en Badajoz. La principal diferencia era la composición del consejo de administración. Éste estaba integrado por el gerente de la Caja Rural, que sería además su presidente, un vicepresidente, seis vocales y un secretario. A diferencia de otras del entorno, carecía de la figura del cajero. El domicilio social de la Caja Rural de Calera de León se estableció en la casa consistorial. Este sindicato denominado Caja Rural estaba formado por propietarios, labradores, arrendatarios y ganaderos, y se basaba en los principios del crédito mutuo y en la solidaridad ilimitada tenía este objeto múltiple:

1º. Crear hábitos de economía y ahorro entre los agricultores y auxiliarse mutuamente en sus necesidades.

2º. Utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener y conceder préstamos a módico interés en beneficio de los asociados.

3º. Adquisición de aperos y máquinas agrícolas y ejemplares reproductores de animales útiles para aprovechamiento de los socios.

4º. Adquisición para los socios de semillas, plantas, abonos, y cuantos elementos convengan para el fomento agrícola y pecuario.

5º. Depósito, custodia, conservación y venta en común de los productos de los asociados.

6º. Organización de la guarda y defensa de las heredades, ganados y cosechas, y extinción de las plagas del campo.

7º. Seguro de cosechas, edificios, aperos y ganados de los asociados.

8º. Conciliación entre los socios cuando se sometan a este procedimiento para dirimir sus contiendas por medio de amigables componedores.

El primer objetivo del sindicato agrícola, declaro en el artículo tercero de sus estatutos, era que su constitución era ajena a toda idea de lucro, y que cualquier beneficio sería para la constitución de un fondo de reserva que se destinaría para la adquisición de abonos, aperos de labranza, máquinas agrícolas, semillas, plantas y sementales seleccionados, libros y revistas útiles al Sindicato, enseñanzas y experimentaciones agrícolas y en general a todo lo que pueda redundar en beneficio común de los asociados. La Caja Rural se constituyó sin capital social, pero se iría formando bajo la denominación del citado fondo de reserva. En caso de disolución del sindicato, el capital remanente resultante de la liquidación del activo y del pasivo, del patrimonio y de las deudas, en caso de ser positivo «se destinará a obras benéficas o mejoras que redunden en el beneficio del pueblo» (artículo noveno).

escanear0030

Sellos de la Caja Rural y Préstamos de Calera de León y firma de su presidente.

Los órganos de gobierno la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Calera de León eran colegiados: El consejo de administración y la junta general de socios. El primero tenía, como ya se ha advertido anteriormente, ocho consejeros (el gerente-presidente, el vicepresidente y seis vocales numerados de forma ordinal). El artículo 13 de los estatutos designó al primer consejo de administración: Gerente-presidente, Antolín Megías Cubero; vicepresidente, Manuel Paniagua Cubero; consejero primero Matías Chaves González; consejero segundo, Anselmo Chaves Domínguez; consejero tercero, Lesmes Redondo Rodríguez; consejero cuarto, Policarpo Blanco Gordito; consejero quinto, Domingo Díaz Botón; consejero sexto, José Mosquero Gómez. Una de las atribuciones del consejo era la de nombrar al secretario de la Caja Rural, que no necesariamente debía ser socio. Esta función fue desempeñada por Ángel Fernández Paniagua, el cual ejercía esta misma ocupación en el Juzgado Municipal, y unos años después en el Ayuntamiento. Las atribuciones del consejo de administración eran:

1º. Acordar las admisiones y bajas de los socios.

2º. Otorgar préstamos a los socios que los soliciten, atendiéndose a sus respectivas clasificaciones, cuando sólo ofrezcan garantía personal.

3º. Aceptar las cantidades que se impongan en la Caja del Sindicato siempre que puedan ser colocadas entre los asociados.

4º. Enterarse del resumen mensual de operaciones y de la situación del Sindicato.

5º. Resolver en caso de urgencia, sobre los asuntos de la competencia de la junta general, bajo la responsabilidad personal de los consejeros.

6º. Designar los días y locales hábiles durante el intervalo de uno a otro consejo para proponer toda clase de operaciones y la tramitación que el secretario haya de dar a las sesiones.

La junta general era la reunión de todos los socios presentes o representados. Ordinariamente se reuniría el primer domingo de cada año, pero también podía ser convocada de forma extraordinaria en otra fecha. Sus atribuciones eran éstas:

1º. Examinar las operaciones del sindicato y aprobar la memoria y balance que presentara anualmente el consejo de administración.

2º. Exigir al consejo de administración las responsabilidades a que hubiere lugar, llegando hasta su destitución, si así lo acordasen las dos terceras partes del número total de socios.

3º. Conocer en alzada de todos los acuerdos del consejo de administración.

4º. Resolver todos los asuntos que no estén atribuidos al consejo de administración.

El gerente, según el artículo veintiséis, es «el jefe supremo del sindicato» y de esta declaración se deduce que era el órgano unipersonal más importante de esa sociedad. Sus funciones eran las siguientes:

1º. Cumplir y exigir el cumplimiento de los estatutos, de todos los acuerdos de la junta general del propio consejo, y de cuantos contratos celebre el sindicato.

2º. Llevar la representación del sindicato en todos los asuntos y contratos en el ejercicio de toda clase de acciones y excepciones, entendiéndose en sus relaciones con las autoridades, corporaciones, establecimientos, sociedades y todo género de personas. Esta representación la ostentará por medio de certificado expedido por el secretario y visado por el vicegerente.

3º. Presidir los consejos de administración y las juntas generales.

4º. Dar posesión a los consejeros en el primer consejo que se celebre después de su elección o nombramiento.

5º. Abrir las sesiones a la hora fijada y levantarlas evacuados que sean los asuntos que en ellas hayan debido tratarse.

6º. Dirigir la discusión fijando los puntos a que debe contraerse.

7º. Levantar de autoridad propia la sesión del consejo o de la junta general, siempre que no pueda restablecer el orden después de amonestar a los que lo alteren.

8º. Autorizar la ejecución de los préstamos que haya acordado el consejo de administración y acordar en casos urgentes los que no excedan de cincuenta pesetas sin esperar a la reunión del consejo al que dará cuenta en la primera sesión que se celebre.

9º. Autorizar el balance anual y la memoria que redactará el secretario y presentar ambos documentos a la junta general.

10º. Dar cuenta a la sucursal del Banco de España en Badajoz en la primera decena de cada mes de las alteraciones introducidas durante el anterior en la lista de socios, por alta, bajas, aumentos y disminuciones en las clasificaciones.

            En cuanto a los socios, según el artículo 54 de los estatutos, su relación con la entidad definía el carácter de esta sociedad: «No aportarán capital alguno y responderán solidariamente de las obligaciones que el sindicato contraiga en forma legal». Es decir, el patrimonio personal de los socios podía llegar a responder en caso de haber deudas en la Caja Rural. Para ser socio debía acreditarse estas condiciones:

1º. Hallarse en el pleno goce y ejercicio de los derechos civiles.

2º. Poseer bienes inmuebles suficientes para obtener préstamos de la primera categoría de las contenidas en el artículo veintitrés.

3º. Tener sus bienes inmuebles libres de todo gravamen.

4º. Observar buena conducta.

5º. Tener su residencia habitual o casa abierta en el término de Calera de León.

6º. No formar parte de otras asociaciones que tengan por base por responsabilidad de sus miembros con la sola excepción de los que pertenezcan a sociedades mercantiles.

7º. Ser propietario, colono, aparcero, arrendatario o ganadero en Calera de León.

            En cuanto a las imposiciones, la Caja Rural admitía que personas extrañas a la misma pudieran depositar sus ahorros. Éstos tenían el carácter de préstamo al sindicato y devengaban un interés anual del 3,5%. Los préstamos sólo podían ser concedidos a los socios para la atención de la industria agrícola y pecuaria, a la construcción, reparación o adquisición de edificios destinados a uso personal, o para cancelar deudas. En todo caso los préstamos debían garantizarse con una hipoteca, prenda o fianza personal. En el hipotecario se devengaría un 5% de interés anual, y un seis para los personales y los pignoraticios. Si el préstamo hipotecario se constituía sobre bienes inmuebles rústicos o urbanos, y los constituidos mediante prenda se podrían garantizar con los frutos recolectados o los ganados.

VI. Las Cajas Rurales extremeñas modernizan la agricultura extremeña de principios del siglo XX: El caso de Monesterio.

La labor de la Caja Rural de Monesterio en sus primeros años fue objeto de diversas condecoraciones y concesiones. Entre éstas está la de haber sido el primer sindicato al que se le concedió la exención del Impuesto del Timbre en la provincia[30] según establecía la Ley de 28 de enero de 1906. Cuando comenzaron las actividades crediticias de la Caja Rural, llama la atención que el notario de Montemolín Juan Rodríguez extendiera las escrituras en papel común a diferencia de las demás. Pero en el libro de protocolos de 1907, y concretamente en los documentos de la Caja Rural de Monesterio, se adicionaron posteriormente pólizas que fueron estampillados con el sello de la Inspección Técnica del Timbre de la Provincia de Badajoz. Además, en el Congreso Internacional de Agricultura celebrado en el Palacio de Exposiciones del Parque del Retiro de Madrid, en 1911, la de Monesterio, en presencia del Rey Alfonso XIII recibió «el diploma de mérito» en el contexto del II Concurso de Asociaciones Agrícolas. Recibió tal distinción al igual que las de Fregenal de la Sierra, la de Medina de las Torres, Fuentes de León, Valencia del Ventoso y Villafranca de los Barros[31]. Este asunto fue puesto de manifiesto en la Memoria y balance leída por Miguel Romero Delgado en la junta ordinaria de socios de 3 de marzo de 1912:

«Después de la mala impresión que queda en el ánimo de que sin poderlo evitar, se causa por morosidad en el pago de sus obligaciones a algunos asociados; nos reanima y satisface el premio obtenido por esta entidad consistente en Diploma de mérito y Medalla de oro en el noveno Congreso Internacional de Agricultura celebrado en Madrid en el mes de mayo último, premio que tuvimos el honor de recibir de manos de S. M. el Rey y que nos otorgó en su concurso la Asociación de Agricultores de España».

            Aparte de la actividad crediticia propia de la Caja Rural, no hay que olvidar que realmente era un sindicato agrícola. En 1914, y por iniciativa de aquélla se ensayaron algunas vacunas sobre el ganado de cerda, pero no pudieron combatir la epidemia conocida como mal rojo que había mermado dicha cabaña en el Sur de Extremadura[32]. Además, una de sus actividades fue la de gestionar la compra de los primeros abonos químicos que fueron utilizados en Monesterio. Precisamente el artículo 1.1 de la Ley de Sindicatos Agrícola de 1906 consideraba que uno de sus fines fuese la «adquisición para el sindicato o para los individuos que lo formen, de abonos, plantas, semillas, animales y demás elementos de la producción y el fomento y pecuario». La introducción de esta novedad se produjo en el año 1910:

            «Hemos ensayado por primera vez, y para la siembra del año que finaliza, los abonos químicos minerales, habiendo traído tan solamente tres vagones, no habiéndose expedido más que uno aproximadamente, debido tal vez a la desconfianza que aún existe por aquí de sus positivos resultados, esperando que al ver el que les pueda dar con el ensayo que han hecho, será poco para la siembra próxima los dos vagones que nos quedan de existencia, y que para el balance próximo os daremos cuenta de las pérdidas o ganancias que haya habido en los mismos»[33].

Además, la Caja Rural intentaba dar respuesta a las cuestiones y dudas de los labradores sobre los cultivos más adecuados. En aquélla se recibían además las siguientes revistas especializadas: La industria pecuaria, La liga agraria, Revista comercial de Sevilla entre otras. Se tiene constancia del envío y contestación de aquéllas en la revista El Progreso agrícola y pecuario de Madrid. He aquí un ejemplo:

«El Secretario de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos del Sindicato Agrícola de Monesterio (Badajoz) nos pregunta:

«1º ¿Se puede sembrar la alfalfa en todo el mes de noviembre?

«2º Caso afirmativo, ¿cuántos kilógramos de semillas tengo que comprar para media fanega de tierra?

«3º ¿Qué cantidad de abono necesita y de qué clase con arreglo a la muestra de tierra adjunta?

«Contestación: 1ª Me parece la primavera mejor época para sembrar la alfalfa. 2ª Para una hectárea se necesitan de 20 a 25 kilogramos; la fanega superficial de Badajoz, de 2.216 varas cuadradas equivale a 64,395 áreas, de modo que serán 6,5 a 8 los kilos que para sembrar media fanega hagan falta; la semilla ha de ser madura, pesada, amarilla, lustrosa, reciente y perfectamente limpia para evitar que lleve cúscuta, que es su peor enemigo; se distribuye a voleo, mezclando arena fina con la semilla para hacer más regular la distribución, después se cubre con un pase de rastra y se riega. 3ª Puede ensayar la fórmula siguiente por hectárea y año: Escorias Thomas 250 kilógramos, cloruro potásico, 120 kilogramos; Los kilos de escorias Thomas que corresponden al número de años que ha de dura el alfalfar los distribuirá de una vez, antes de la siembra de la alfalfa, en unión del cloruro potásico correspondiente a un año. Los demás años se repartirá la misma cantidad de potasa en cobertura en primavera»[34].

 

 



[1] Cfr. SÁNCHEZ MARROYO, F. «Propiedad y conflicto social en la comarca de Tentudía (1850-1930) en Actas del I Congreso de la Memoria Colectiva de Tentudía, Zafra, Centro de Desarrollo Comarcal de Tentudía, 2001, pp. 182 y s.

[2] Gaceta de Madrid, 24 de julio de 1908.

[3] Martínez Soto, Á. P. «Síntesis bibliográfica sobre el ‘crédito agrícola’ en España (1850-1934)» en Biblioteca agronómica, p. 129.

[4] MOLINA REYES, I., PULIDO ROMERO, M., VILLALOBOS CORTÉS, Caja Rural de Extremadura, papeles para su Historia, Badajoz, Caja Rural de Extremadura, 2005. p. 14.

[5] Revista ilustrada de banca, ferrocarriles, industria y seguros (Madrid), 10 de abril de 1907.

[6] El liberal (Madrid), 26 de mayo de 1905. «Ahora llegan al Gobierno Civil noticias de haberse amotinado varios grupos de obreros del pueblo de Fuente de Cantos. Arrojáronse sobre un carro cargado de pan. Apoderándose de lo que en el carro iba, y distribuyéndose las hogazas, los obreros las partieron entregando de ellas a sus hijos. Todos comenzaron a comer con ansia loca. Fue imposible impedir el despojo. Otras noticias llegan de Fuente de Cantos, que no me atrevo a telegrafiar hasta que estén confirmadas»[6]» Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «Fuente de Cantos a principios del siglo XX» en Actas de la XI Jornada de Historia de Fuente de Cantos, Fuente de Cantos, Lucerna, 2011, pp. 30 y s.

[7] BAUMEISTER, M. Campesinos sin tierra. Supervivencia y resistencia en Extremadura (1880 – 1923), Madrid, MAPA-Diputación de Badajoz, 1996, p. 421.

[8] BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «Fuente de Cantos a principios del siglo XX… op cit., pp. 30 y s.

[9] El liberal (Madrid), 9 de agosto de 1905. Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «Fuente de Cantos a principios del… op. cit. p. o. 27 y s.

[10] Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, Censo de la población de España según el empadronamiento hecho en la península e islas adyacentes en 31 de diciembre de 1900, Madrid, Imprenta de la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, 1903, tomo II, p. 41.

[11] Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos, Memoria y balance del ejercicio social leída y aprobada en el junta general de socios, extraordinaria, celebrada el 7 de marzo de 1907, Badajoz, Tip. Lit. y Enc. De Uceda Hermanos, 1907.

[12] Cajas rurales extremeñas. Estatutos. Reglamentos, Formularios y documentos y tablas de liquidación, Badajoz, Tip. Lit. Encuad. De Uceda hermanos, 1905.

[13] Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos, Memoria y balance del ejercicio social leída y aprobada en el junta general de socios, extraordinaria, celebrada el 7 de marzo de 1907, Badajoz, Tip. Lit. y Enc. De Uceda Hermanos, 1907.

[14] La región extremeña (Badajoz), 18 de octubre de 1905.

[15] Gaceta de Madrid, 30 de enero de 1906.

[16] Gaceta de Madrid, 20 de octubre de 1901.

[17] Gaceta de Madrid, 8 de octubre de 1904.

[18] Gaceta de Madrid, 26 de julio de 1889.

[19] Gaceta de Madrid, 8 de octubre de 1904.

[20] Gaceta de Madrid, 12 de julio de 1887.

[21] VV. AA. Diccionario básico jurídico, Granada, Comares, 1996, p. 300.

[22] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 4 de septiembre de 1905.

[23] Cfr. Barragán-Lancharro, Antonio Manuel «La Caja Rural de Ahorros de Monesterio» en Iñesta Mena, Félix (Coord.) en El arte en tiempos de cambio y crisis y otros estudios sobre Extremadura, Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2011, pp. 305-322.

[24] Estatutos y reglamento de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, Badajoz, Tip., Lib. y Encuad. de A. Arqueros, 1906.

[25] Cfr. Barragán-Lancharro, Antonio Manuel «La constitución de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Calera de León en 1908» en Tentudía, Zafra, Hermandad de la Santísima Virgen y Ayuntamiento de Calera de León, 2011.

[26] PULIDO ROMERO, M., VILLALOBOS CORTÉS, F. 100 años del crédito cooperativo… op. cit. p. 66.

[27] Estatutos y reglamento de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, Badajoz, Tip., Lib. y Encuad. de A. Arqueros, 1906. El ejemplar utilizado procede de un hallazgo producido a finales de 2007 en la obra de construcción de la planta alta de la casa de la calle Colón 6. Fue introducido el folleto en una carcasa de motor en forma de olla junto con periódicos de la época, hacia 1927, por los albañiles (los hermanos Juan y José Mejías Sánchez, y Manuel Barco Mejías) que hicieron la remodelación de esa misma vivienda. Agradezco a Juan Carlos Giraldo Garrón la gentileza de haber puesto a nuestra disposición este valioso documento.

[28] El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 22 de abril de 1901, p. 190.

[29] ROVIRA, P. “Caja Rural de Ahorro y préstamos de Monesterio”, El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 13 de abril de 1909, p. 220.

[30] ROVIRA, P. “Caja Rural de Ahorro y préstamos de Monesterio”, El progreso… op. cit. p. 220.

[31] El siglo futuro (Madrid), 8 de mayo de 1911.

[32] GARCÍA E IZCARA, D. “Sección de consulta”, El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 31 de enero de 1914, pp. 59.

[33] Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, Memoria y balance del cuarto ejercicio social… op. cit. p. 7.

[34] GARRIDO, A. “Sección de consulta”, El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 22 de noviembre de 1910, p. 683.

Nov 292013
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Licenciado en Historia con Grado por la UEx.

Estudiante de 4º de Derecho en la UEx.

Resumen:

La Educación ha sido una de las actividades públicas que más atención ha tenido desde inicios del siglo XX. Es en esos años cuando se desgajó del Ministerio de Fomento el novedoso Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, antecedente inmediato del actual Ministerio de Educación. Del abandono secular que había estado sumida la Escuela Pública tradicionalmente, la lectura de esta comunicación demuestra una clara evolución de la situación en 1900 y la realidad efectiva en 1930. De esta manera, crecen los recursos humanos y también los materiales o se tecnifica la Enseñanza. Sin embargo, la Educación seguía siendo un gran problema a la altura de 1930. Era un problema porque aún no se había dotado de las suficientes estructuras para atender a la instrucción de las primeras letras a una población infantil en crecimiento. No obstante, se puede detectar el esfuerzo de la Administración Central y Local en mejorar las instalaciones durante los primeros treinta años del siglo XX. Pero el cambio se produjo durante la Dictadura de Primo de Rivera, época en la que se generalizó la construcción de grupos escolares y la dotación material y personal.

1. Estado material de las infraestructuras educativas a principios del siglo XX.

            Tradicionalmente, la educación había sido sostenida por los municipios. Esta circunstancia originó una precariedad secular de este servicio público. Por esta razón, y hasta muy entrado el siglo XX era frecuente la «escuela habilitada», es decir, el alojamiento en edificios no construidos para este fin. La primera escuela estable en Monesterio la instaló el Ayuntamiento en un edificio religioso hacia 1829, estando en servicio hasta la década de 1960. Este edificio había sido la ermita de un hospital de transeúntes conocida como de la Virgen de Gracia. En ese mismo edificio habitaba el maestro[1].

A principios del siglo XX había sido reclamado este edificio al Ayuntamiento, junto a otros, por las autoridades eclesiásticas, aunque sin obtener ningún éxito. Esto consta en un informe reservado del Párroco al Obispado en 1926: «Los edificios – ermitas de Ntra. Sra. de Gracia, sito en la calle de este mismo nombre, hoy destinado a escuela nacional de niños, y de la Candelaria, contiguo al cementerio católico, ya demolido para dar ensanche a éste, fueron arbitrariamente expoliados por este municipio en los años 1907 y 1920 respectivamente, sin que fueran bastante a impedir tan incalificable despojo, hecho por fuerza caciquil, las gestiones y protestas que entonces hicieran los que desempeñaban el cargo parroquial en esta iglesia»[2].

En los últimos años del siglo XIX el Ayuntamiento adquirió de los fondos de propios dos viviendas en la calle Sevilla expresamente para instalar una escuela. En la sesión del Pleno Municipal del 23 de diciembre de 1888 se dio conocimiento de la autorización para adquirir estas dos fincas urbanas: «Gobierno Civil de la Provincia de Badajoz. Secretaría. Sección 2ª. Negociado Ayuntamientos. Número 820. Por la Dirección General de Administración Local ha remitido a este Gobierno de Provincia el expediente instruido por ese Ayuntamiento en solicitud de autorización para adquirir una casa a fin de construir un local con destino a Escuelas Públicas […] ha acordado autorizar a la Corporación que U. preside para sin necesidad de previa subasta pueda adquirir el edificio a que se refiere el expediente indicado. Dios guarde a U. muchos años. Badajoz 13 de diciembre de 1888». La escritura de compraventa dice así:

«En la villa de Monesterio a treinta de diciembre de mil ochocientos ochenta y ocho, ante mí, don Ignacio Murillo López, Notario del Ilustre Colegio de Cáceres y de esta vecindad, comparecen en este acto con los testigos que se dirán, de una parte D. Rafael de Alba y Pizarro, de cincuenta y cuatro años, casado, propietario, de esta vecindad, por sí, y de otra D. Feliciano Villalba y Vasco, de la misma vecindad, edad y cualidad de propietario, en concepto de representante del Ayuntamiento Constitucional de esta propia villa, como su Alcalde-Presidente […] Que el primero es dueño en propiedad y posesión de una casa sita en esta villa y su calle de Sevilla, señaladas con lo número nueve y once, midiendo veinte y seis metros de frente y veinte y cuatro de fondo, que hacen seiscientos veinte y cuatro [metros] cuadrados, libre de cargas, lindante por la derecha entrando con otro de los herederos entrando con otra de los herederos de D. Manuel Villalba Vasco, por la izquierda con la de Antonio Delgado Garrote, y por la espalda con la calle del Tránsito, habiéndola adquirido por herencia de su padre don Juan de Alba y Méndez, fallecido en el año mil ochocientos cincuenta y cinco […] Don Rafael de Alba y Pizarro da en venta real para siempre al Ayuntamiento Constitucional de esta villa […] por precio de siete mil trescientas ochenta pesetas».

            Sin embargo, estas precarias infraestructuras fueron insuficientes cuando aumentó la población escolar y cuando se crearon administrativamente más escuelas. Más bien se establecía la plaza de maestro nacional y el Ayuntamiento habilitaba un edificio para su habitación y para ejercer su profesión. En 1921 el Consistorio arrendó por seis años dos viviendas para instalar a sendos maestros. El primero, propiedad de José Manzano Conejo estaba situado en la calle Sevilla número 28 y sería la sede de la Escuela de Niñas cuyo titular era Sofía Entrialgo. También fue sede para otra Escuela de Niñas el local propiedad del farmacéutico Sixto Jiménez Martín de Yanguas, precisamente era la escuela de su esposa, la Maestra Nacional Carmen Puig Roldán[3].

            Con respecto a la vivienda alquilada a José Manzano Conejo, a los pocos meses el Ayuntamiento rescindió unilateralmente el contrato por diversos motivos: «La presidencia expuso a la corporación que había recibido numerosas quejas de los padres de las niñas que asistían a la Escuela instalada en la calle de Sevilla nº 28 de esta población, porque el dueño del inmueble, don José Manzano Conejo, que habita la misma casa, no permitía hiciesen uso del corral de ella para hacer aguas mayores y menores, teniendo que salir a la vía pública, lo que constituía un ataque a la moral, cosa que no podía tolerarse en modo alguno, máxime cuando el ayuntamiento disponía de otros locales en mejores condiciones, y el contrato de arriendo de dicha casa adolecía de vicios de nulidad, y por el dueño se habían ejercido actos de daban motivos a la rescisión del contrato, puesto que en la cláusula primera sólo se reserva aquel las habitaciones de la derecha, haciendo cesión del resto del inmueble en la cláusula tercera que cuyo motivo el corral de la misma era para uso de las niñas asistentes a la Escuela allí establecidas»[4].

            Pocos días después anuló este acuerdo y quedó sin efecto aquel: «Seguidamente, la presidencia expuso a la corporación que el local de escuelas y casa habitación para instalar a los maestros consortes, don Vicente Pelayo, y doña Sofía Entrialgo, que le tenía destinado el ayuntamiento no reunía condiciones de habitabilidad, y para [folio 29] conseguirlas, habría que verificar obras de importancia, para las cuales no existía crédito presupuesto a pesar del tiempo que en ella se invertirá con el cual quedará abandonada la enseñanza. Para evitar estos inconvenientes no existía otro remedio que dejar subsistente el arriendo que el ayuntamiento tenía con don José Manzano Conejo, en cuya casa podían instalarse y así lo habían solicitado dichos maestros, además de tener allí una de las escuelas. El ayuntamiento, en virtud de estas manifestaciones, acordó dejar subsistente dicho contrato»[5].

            La vivienda que había adquirido en 1888 el municipio en la calle Sevilla estaba en estado insalubre y el Ayuntamiento decidió trasladar la Escuela nº 2 a la travesía de la carretera general, en la entonces calle Real (hoy Paseo de Extremadura). Al poco tiempo el propietario requirió al Consistorio que dejara libre el inmueble. Así consta en el acuerdo municipal: «El Sr. Presidente expuso a la corporación que estando instalada la Escuela Nacional de Niños nº 2 con carácter provisional en la casa propiedad de D. José Sayago Hidalgo, calle Real, y habiendo requerido el propietario varias veces a la Alcaldía para que verificase el traslado de dicha escuela, cuyo contrato de arriendo estaba vencido, y por necesitar dicho inmueble, y teniendo en cuenta que la instalación en dicha casa sólo tenía un carácter provisional, toda vez que este ayuntamiento tiene local propio en la Calle de Sevilla nº 9, que sólo necesita algunas reparaciones, proponía a la corporación se verificaran las obras necesarias en dicho local, y tan pronto como estas terminen, se lleve a cabo dicho traslado»[6].

            Al mismo tiempo, en la Escuela de la «Virgen de Gracia» también se daban clases nocturnas a los adultos, por lo que tenía instalada incluso energía eléctrica. La escuela trasladada de nuevo a la calle Sevilla necesitaba de algunas reparaciones. Hay que decir que el piso de la entrada era de tierra: «Se dio cuenta de un oficio que pasa el maestro de la Escuela nº 1, solicitando la instalación del alumbrado eléctrico para la clase de adultos, instalación que desapareció al verificarse las obras en este año, y que hay que colocar de nuevo, así como la colocación de algunos cristales. Así mismo, se dio lectura de otro oficio del maestro de la Escuela nº 2 en que solicita también la colocación de cristales, instalación de luz, y colocación de unas tablas en forma de estantería para libros y material, así como el arreglo del piso de la entrada, hoy de tierra, obras todas de poca importancia»[7].

            El Ayuntamiento también costeó material educativo para las escuelas de Monesterio. La aprobación de facturas por el pleno municipal ha permitido hacer un sucinto inventario de objetos que se adquirieron en la década de 1920:

            «A don Manuel Durán, treinta y dos pesetas con sesenta céntimos por mapas servidos a este ayuntamiento para las escuelas nacionales de esta población»[8]. «Se acordó se abonen del capítulo de imprevistos a don José Sayago el importe de ochenta tinteros para las mesas bipersonales de las Escuelas Nacionales, dándole encargo para que los adquiera en Sevilla»[9]. «Antonio Parra, tres pesetas, portes de ferrocarril y conducción a ésta de material para las escuelas nacionales, donado por el Ministerio de Instrucción Pública»[10].

            En 1923 el Ayuntamiento encargó la construcción de bancas para las escuelas: «El Sr. alcalde expuso a la corporación las repetidas quejas que vienen formulando los maestros nacionales por la insuficiencia de material fijo de que disponen para la enseñanza, haciendo imposible la estancia de los niños en las escuelas, por no tener donde sentarse y como estas quejas eran justificadas había hecho gestiones cerca de los maestros carpinteros Juan Álvarez Tomillo y Carmelo Sevilla para que construyan veinte bancas bipersonales ajustadas al modelo del Museo Pedagógico Escolar, los que habían quedado conforme con proceder a dicha construcción a razón de cincuenta pesetas por cada banca»[11].

            Del año 1923 es la primera noticia que existe sobre la realización de ejercicios físicos: Autorizó al Sr. alcalde para que ordene una pequeña reparación en el piso del corral o patio de la escuela de niños número 2 de esta población, con objeto de dejarla en condiciones para los niños puedan hacer ejercicios físicos de gimnasia en dicho patio»[12]. En los inicios de la Dictadura de Primo de Rivera, y ante el aumento de la población en edad escolar, la Junta Local de Enseñanza Primaria solicitó la creación de dos escuelas más, y pocos meses después dos de niñas:

«Se dio cuenta de la sesión celebrada por la junta Local de Primera Enseñanza, celebrada bajo la presidencia del Sr. delegado Gubernativo del Partido, y el ayuntamiento acordó adherirse en un todo a dicho acuerdo, y autorizar al alcalde para que haga las gestiones necesarias para habilitar locales necesarios para instalar dos escuelas de niños, y ofrecérselas al Estado, así como el material necesario, y que se consignen créditos suficientes para subvenir a estas atenciones en el presupuesto trimestral prorrogado que ha de confeccionarse para los meses de abril a junio»[13].

«Dada cuenta de un oficio de la junta Local de 1ª Enseñanza, proponiendo la creación de dos Escuelas de cada sexo, esta corporación, después de estudiar las disposiciones legales que cita la expresada junta, y comprendiendo los beneficios que el aumento de Escuelas proporcionan, acordó acceder a la propuesta hecha, comprometiéndose a facilitar locales, material de instalación, y casa habitación para los maestros, y autorizar al Sr. alcalde para acudir a la superioridad a estos fines»[14].

            Este solicitud sirvió de acicate para que el Alcalde de entonces, Luis Megía García retomara un proyecto de la corporación anterior consistente en la construcción de un Grupo Escolar. Así se trasluce del acuerdo plenario tomado en el 19 de diciembre de 1924:

            «El Sr. Presidente expuso a la consideración de los concejales que habiendo acordando en la sesión extraordinaria celebrada por el Pleno el veinticinco de noviembre último solicitar la creación o aumento de dos escuelas de niños y dos de niñas, comprometiéndose a facilitar locales y material de instalación de las mismas, se hacía preciso ocuparse de llevar a efecto el Proyecto y para ello el medio que consideraba más aceptable era el de concertar con el Instituto Nacional de Previsión para la construcción de un Grupo Escolar de seis grados análogos al del folleto publicado por el Instituto titulado Fomento de Construcciones de Escuelas Nacionales, lo que resolvería en esta localidad el problema de la enseñanza. Para ello, y poder tener una base firme de apreciación del coste de dicho edificio en esta localidad, y poder marcar la cuantía del préstamo al solicitarlo del Instituto o sus Cajas Colaboradoras, consideraba lo más pertinente, gestionar de dicha entidad la venida de uno de sus arquitectos para que formulase planos, proyectos, memoria y demás condiciones que diesen el conocimiento suficiente al ayuntamiento para solicitar el préstamo, y en armonía con las condiciones económicas del municipio, establecer los plazos de amortización. Como esto había de requerir también gastos, se necesitaba habilitar al arquitecto sus honorarios en la realización de estos trabajos».

            Se ha constatado suficientemente que ante la insuficiencia de locales para instalar escuelas el Ayuntamiento se veía obligado a alquilar algunas viviendas. En 1926 se acordó instalar la Escuela de Niñas nº 2 en la calle Sevilla número 8: «Seguidamente, se dio lectura del contrato de arrendamiento por la alcaldía con don Antonio Rincón Huerto, de la casa propiedad de éste, calle Sevilla nº 8, para destinarla a morada de la maestra de niñas de la Escuela nº 2, y local para la instalación de la Escuela que la misma dirige, siendo las condiciones de dicho contrato por plazo de lo que resta del actual ejercicio, y cuatro años más, y precio del alquiler el de doscientas cincuenta pesetas noventa y tres céntimos para el actual trimestre, octubre, noviembre y diciembre, y mil ciento treinta y ocho pesetas con setenta y cinco céntimos en los años sucesivos y pagos anticipados»[15].

            Mientras se terminaban los trámites administrativos de construcción del Grupo Escolar, el Estado creó una nueva escuela unitaria. En 1927 autorizó una de niñas, y el Ayuntamiento tuvo que buscarle alojamiento en una casa particular: «Acto seguido, se dio conocimiento de los contratos de alquiler celebrados con don Julián Lancharro González y don José Manzano Conejo, para instalar en los edificios de su propiedad una escuela de niños, y otra de niñas de esta población de nueva creación con carácter provisional, y hasta que se habiliten locales propios. El ayuntamiento, después de una ligera discusión, acordó aprobar dichos contratos, y que se hagan constar en los mismos dicha aprobación»[16].

2. Creación de innovadoras infraestructuras educativas en la década de 1920.

            Una de las construcciones más singulares de la localidad es el grupo escolar de la Plaza de Ramón y Cajal. El expediente para la petición de la construcción de ese edificio principió el 18 de julio de 1922. El Alcalde de entonces, el liberal Antonio Sayago Delgado, propuso su creación en unas condiciones que más tarde no fueron asumidas por la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas:

«Petición al Estado para construcción de escuelas. De orden de la Presidencia, yo el secretario, di lectura de la circular publicada por la Inspección de Primera Enseñanza de la Provincia, inserta en el boletín de dieciséis de mayo último, que contiene las disposiciones referentes a construcción de edificios escolares, y abierta discusión sobre los extremos contenidos en dichas disposiciones, teniendo en cuenta la perentoria necesidad de la construcción de edificios escolares que reunían las condiciones necesarias y de capacidad para esta población que en la actualidad carece en absoluto de ello pues de cuatro escuelas unitarias, tres están instaladas en casas particulares y otra en un edificio que fue ermita, que tampoco reúne condiciones para el fin a que se destina, siendo además insuficiente este número de escuelas para dar enseñanza a todos los niños de la población era de urgencia, y así lo acordó la corporación se solicite del Excmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública la construcción por cuenta del Estado de escuelas graduadas de ambos sexos. Así mismo, la corporación acordó ofrecer las aportaciones siguientes. Diez por ciento del total costo de dichas obras con destino al material fijo de las mismas, y la consignación legal y anual en su presupuesto para la conservación del edificio. También acordó aportar en metálico, y en la forma que el Estado determine, el cuarenta por ciento del costo de las mismas. Por último, también se acordó autorizar al alcalde para que conforme previene la R. O. de 31 de mayo de 1921 solicite del Excmo. Sr. Ministro de Instrucción, por conducto de la Inspección de 1ª Enseñanza, en cumplimiento de este acuerdo, acompañando los documentos que enumera dicha disposición»[17].

Además, en nota adjunta al expediente se puso de manifiesto las características del emplazamiento:

«Indicaciones a la nota de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas: «Solar: El solar, cuyo plano se acompaña, está situado en sito alto, seco, bien soleado, de fácil acceso y aislado de otras edificaciones por estar en pleno campo, cerca de un parque, el terreno es ligeramente inclinando y alejado por completo de todo lugar cuyas emanaciones puedan viciar el aire. Plano: El que se acompaña, pudiendo ampliarse en su extensión por ser terreno del municipio en donde está enclavado. Rasante y orientación: Van indicadas en el plano. Calles. No tiene calles adyacentes por estar en pleno campo, pudiendo comunicarse con la población por medio de una carretera que lo una con el Parque de Ramón y Cajal. Distancias: Dista de la población unos 200 metros. Nivel de las Aguas Subterráneas. Es completamente seco. Cimientos: Se encuentra el firme para cimentar […] Extensión del solar: Además de la extensión que se marca en el plano puede ampliarse en otras dos hectáreas. Suministros de aguas y alejamiento de materias residuales: El depósito general de aguas potable para el abastecimiento de la localidad está a corta distancia del sitio del emplazamiento y en lugar más alto pudiendo llevarse a las escuelas por una derivación o cañería toda la cantidad necesaria para los usos de la misma con un costo insignificante. Y las materias residuales pueden ser conducidas al arroyo que se marca en el plano. Monesterio a 18 de julio de 1922. El Alcalde, Antonio Sayago [sello de estampilla: “Alcaldía Constitucional de Monesterio”]. El Maestro de la Escuela nº 2, Vicente Pelayo».

El impulso de esta iniciativa estaba en la circular de 9 mayo de 1922 de la Inspección de Primera Enseñanza de Badajoz[18]. Ésta recordó las disposiciones estatales acerca de la construcción de locales para escuelas y casa habitación de los maestros para que desde los pueblos se estudiara el problema de las instalaciones escolares. La intención de la Inspección Provincial era «que en todas las poblaciones se excite a los padres de familia y amantes de la educación popular a que agrupados alrededor de las corporaciones municipales contraigan el compromiso (con ofertas de cuanto puedan y estén dispuestos a realizar en pro de esta gran idea) de acabar con los edificios escolares que hoy son causa de nuestro sonrojo». Según la Real Orden de 31 de mayo de 1921, los expedientes contendrían la siguiente documentación, dirigida al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes:

1º. Certificación del acta de la sesión celebrada por el Ayuntamiento en la que se acordó solicitar la construcción de edificio escolar, expresando en este documento las aportaciones a que se compromete el municipio, que habrán de ser destinada a material fijo de indicado edificio, así como la consignación anual en sus presupuesto para conservación del mismo.

2º. Certificado en la que consten el censo y matrícula escolares, en el año último, de la localidad en que haya de construirse el edificio escuela.

3º. Informe de la Inspección de Primera Enseñanza de la Provincia acerca de la necesidad de la construcción pretendida.

4º. Certificación de la citada Inspección que acredite el hecho de reunir la cada de los maestros del municipio las condiciones higiénicas y de capacidad necesarias.

5º. Croquis del plano del solar, con todas las indicaciones que se especifica en la nota redactada por la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas.

Sin embargo, de este asunto no se supo de este asunto hasta 1927. También acordó el Ayuntamiento en esas fechas ceder una parte del Parque de Ramón y Cajal para su construcción[19]. En la sesión plenaria del siete de agosto de 1928 se dio cuenta del resultado de la subasta de las obras. Se hizo con éstas la empresa de Badajoz «Construcciones y Montajes». Su director técnico fue el arquitecto pacense Martín Corral Aguirre. Unos meses después, el Ministerio de Instrucción Pública le concedió al Ayuntamiento una subvención de 60.000 pesetas. Así quedó reflejado en la siguiente Real Orden que literalmente dice:

            «Ilmo. Sr., visto el expediente incoado por el Ayuntamiento de Monesterio (Badajoz), solicitando subvención del Estado para construir directamente un edificio con destino a dos escuelas graduadas, con tres secciones cada una, para niños y niñas, con arreglo al proyecto formado por el arquitecto D. Martín Corral. Resultando que la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas informa que los locales representados en dicho proyecto reúnen en general las condiciones técnico – higiénicas exigidas para este género de edificios. Considerando que en la tramitación del expediente se han cumplido los preceptos del Real Decreto de 17 de diciembre de 1922, las Instrucciones aprobadas por Real Orden de 26 de enero de 1925, S. M. el Rey (q. D. g.) ha tenido a bien disponer:

            «1º. Que se apruebe el proyecto redactado por el arquitecto D. Martín Corral, para la construcción por el Ayuntamiento de Monesterio (Badajoz) de un edificio con destino a dos escuelas graduadas, con tres secciones cada una, para niños y niñas.

            «2º. Que se conceda en principio al referido Ayuntamiento la subvención de 10.000 pesetas por cada una de las secciones de las dos escuelas graduadas que se mencionan, abonándose la totalidad de dicha suma de 60.000 pesetas, después de terminadas e inspeccionadas las obras en la forma que se determine al resolver en su día sobre la concesión definitiva de este auxilio. Y

            «3º. Que cuando la construcción del edificio se halle en las condiciones que señala la Real Orden de 27 de agosto de 1927 (Gaceta del 1º de septiembre), deberá el Ayuntamiento comunicarlo a este Ministerio a fin de que se gire la oportuna visita de inspección por un arquitecto escolar.

            «De Real Orden lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid, 10 de marzo de 1928. Callejo. Señor Director General de Primera Enseñanza»[20].

A raíz de estas obras, en el Gobierno Civil de Badajoz se recibieron unas quejas que llevaban la firma apócrifa del Secretario. Este delicado asunto generó un debate en el propio consistorio. Así consta en un acta plenaria:

            «El señor Presidente manifestó que la a la sociedad “Construcciones y Montajes”, contratista de las obras municipales, se le había dirigido un anónimo con procacidades e insultos de la más baja estofa, tomándose en mencionado papelucho el nombre del Secretario de este Ayuntamiento, y vertiendo conceptos que hieren la honorabilidad de expresado funcionario, digno de todos los respetos. Con posterioridad, y seguramente de la misma procedencia, se ha dirigido al Gobierno Civil este escrito también anónimo en que se atribuyen faltas de cumplimiento del contrato y otras a referida sociedad, haciendo responsable a esta Alcaldía de mencionadas faltas. Como quiera que el autor de estas falsedades, de poderse descubrir no debe quedar impune, ponía los hechos en conocimiento de la Comisión para que ésta adoptase los correspondientes acuerdos. La Comisión acordó autorizar a la Alcaldía Presidencia para que realice cuantas gestiones y averiguaciones estén a su alcance, y de tener sospecha de alguno o algunos, se valga de peritos calígrafos para la comprobación de las ilegalidades de referidos anónimos con otras de los que resulten sospechosos»[21].

            Sin embargo, la polémica siguió en el ambiente político, y fue necesario que el Ayuntamiento contratara a dos peritos albañiles independientes para visaran las obras cada quince días[22]. Así, uno de los técnicos pertenecía al antiguo Partido Liberal, Baldomero Mejías Cantillo[23], y el otro era conservador, Juan Vila Barbosa[24]. Un año después, el 2 de junio de 1930, el primer edil, el liberal José Sayago Romero, propuso que se eliminaran esas visitas periciales. Esta actitud mostraba que eran los liberales quienes estuvieron detrás de las denuncias y de los rumores. A principios de 1931, el edificio escolar estaba prácticamente terminado, aunque se observaron algunas anomalías menores en su interior. Esto también fue tratado en una sesión plenaria:

«El Sr. Presidente manifestó que los pasillos del Grupo Escolar se llenan de aguas tan pronto se producen algunas lluvias a causa de los ventanales o huecos que dan al patio, así como las entradas de los mismos están al descubierto, produciéndose los consiguientes desperfectos. Así mismo, los pórticos que daban entrada a dichos edificios, que también están al descubierto, eran refugio de mendigos y depósito de basuras, cosa que también era necesario evitar a todo trance. Por último, al no poderse utilizar las aguas de las cañerías del Pilar, cuyo aprovechamiento figuraba en los proyectos, había que utilizar las procedentes del pozo que está en el patio de las referidas escuelas, y para ello proponía [que] se le ordenase al Arquitecto Director de las obras formule proyectos y presupuestos complementarios para la colocación de verjas de cerramientos en los pórticos del Grupo Escolar, portería de cristales en los huecos y entradas que dan a los pasillos, e instalación de aguas para los usos generales del edificio. La corporación, después de discutidas ampliamente las proposiciones del Sr. Alcalde, acordó de conformidad con las mismas, y que se comunique este acuerdo al Arquitecto, y a los contratistas»[25].

En agosto de 1931 se inició el proceso de graduación por parte del Ministerio de Instrucción Pública de ese edificio escolar. Se trató sobre esta cuestión en la sesión plenaria de 17 de agosto. En ésta se dio cuenta de un acuerdo de la Junta Local de Primera Enseñanza de 28 de noviembre de 1930 en la que se solicitó la homologación del mismo. El traslado de las escuelas habilitadas al Grupo Escolar se efectuó a principios de 1932. También se procedió a un cambio de los pabellones destinados a niños y niñas. Además, se autorizó al Alcalde, el cuatro de enero, para que ordenase «la reposición de cristales en el Grupo escolar y preservación de los mismos protegiéndolos con una tela metálica así como también que se proceda al aseo de los locales; y por último que la parte inferior de los ventanales se cubran con el papel especial que imita al esmerilado para evitar que desde la parte exterior se pueda distraer la atención de los niños». Asimismo, se acordó colocar un alambrado de espino para delimitar el recreo.[26]El Grupo Escolar se inauguró definitivamente el 17 de enero, y para ello el Ayuntamiento ofreció un refrigerio[27].

3. El magisterio local.

            En 1922 se organizó una comisión pro homenaje a Luis García-Gill y Alba, Maestro Nacional de Monesterio durante más de cuarenta años. El homenaje consistió en colocar una placa en fachada de la Ermita de Gracia, su escuela donde impartió su magisterio. Decía: «En este local cumplio con su grandiosa misión durante cuarenta años el benemérito maestro nacional don Luis García-Gill y Alba. Sus discípulos acordaron premiar su laboriosidad dedicándole esta lápida para perpetuar su memoria. Monesterio, septiembre de 1922»[28]. Al respecto existe además este acuerdo municipal:

«Homenaje al maestro Gill de Alba. Seguidamente, se dio lectura de la solicitud presentada por don Emilio García, don Vicente Pelayo y otros para que se dé el nombre de calle de Gill de Alba a la que en la actualidad lleva el nombre de Feria, y se les autorice para colocar una lápida conmemorativa en la fachada del edificio destinado a Escuela titulada “Virgen de Gracia”, en donde desempeñó durante más de cuarenta años el cargo de maestro don Luis García-Gill de Alba, como reconocimiento del trabajo y labor desarrollada por dicho profesor durante su larga actuación. El Ayuntamiento acordó adherirse a la idea iniciada, autorizando la colocación de mencionada lápida, y considerando así mismo la variación de la calle actual de Feria por el de García-Gill de Alba, y para contribuir a la suscripción popular para satisfacer el costo de dichas inscripciones en diez pesetas, que serán abonadas del capítulo de imprevistos a la comisión encargada del homenaje»[29].

            Como sustituto de García-Gill llegó a Monesterio un maestro excepcional. Se llamaba Vicente Pelayo. Fue un incasable promotor de la educación en Monesterio. Creó el «Campo de experimentación agrícola» y la «Biblioteca Circulante del Labrador». Fundó diversas asociaciones culturales y fue el principal valedor en la solicitud para la construcción del Grupo Escolar de Ramón y Cajal. Siempre atento a estas cuestiones no escatimó medios para promover las inquietudes de sus alumnos, incluso en la distribución de premios:

«El ayuntamiento acordó que en virtud de que figuran consignado trescientas pesetas para premios en las Escuelas Nacionales, se haga entrega de dicha suma a los maestros D. Vicente Pelayo y D. José Manzano, a fin de que procedan a distribuir entre los niños de las Escuelas que dirigen, y que a juicio de los mismos lo merezcan, los premios en metálico, ropa y objetos y en la forma que dichos profesores ordenen»[30].

Al caer la monarquía alfonsina, los maestros nacionales que ejercían en Monesterio la enseñanza oficial eran Juan Calero González[31], Encarnación Cortés Amat[32], Domingo Malillos Arenales[33], Lucía Eusebio Martín, Carmen Puig Roldán[34] y Miguel Díaz Acosta[35]. Además, en la población existían otros profesores que no ejercían la instrucción de manera oficial. Eran Isabel Carretero Vasco[36], Amalia Guerra Matitos[37], Carmen Vázquez Rico[38], Ascensión Díaz Acosta[39], y María de Lourdes Vasco Mestre[40]. Gracias al recibí de la nómina de las subvenciones de la casa-vivienda de maestros[41] se conocen las identidades de los maestros nacionales que ejercían en 1934. Eran Miguel Díaz Acosta, Carmen Puig Roldán, Juan Calero González, Nieves López Acosta, José González Camacho, Florencio Vega Moreno, Enriqueta Nieto de la Rosa, Gregorio Ayllón Cansado, María Martín Mateos, Ramona Serrano Camacho y Encarnación Cortés Amat.

4. Una actividad extraescolar: La Fiesta del Árbol (1921-1936).

Por Real Decreto del Ministerio de la Gobernación, de 5 de enero de 1915 (Gaceta de Madrid, 6 de enero) se instituyó la «Fiesta del Árbol». El artículo 1º decía: «Se declara obligatoria la celebración anual de una Fiesta del Árbol en cada término municipal. La fecha en que ha de celebrarse se fijará por las corporaciones correspondientes en sesión ordinaria, y el acuerdo se hará público para conocimiento de todos los habitantes del municipio. El Ayuntamiento deberá invitar a todos los funcionarios, asociaciones y entidades tanto oficiales como particulares, que en el término municipal residan».

Según disponía el Art. 2º de este Real Decreto, en los presupuestos municipales debía constar la correspondiente partida presupuestaria para su organización. Si no se cumplía este mandato «los gobernadores [civiles] no aprobarán ningún presupuesto municipal sin que en él figure partida, por pequeña que sea, destinada al fin indicado». Además, «los secretarios de los ayuntamientos tendrán la obligación de enviar al Gobernador de la Provincia, por duplicado, una memoria de la celebración de la Fiesta del Árbol, debiendo figurar en ella la fecha en que se celebre, el número de árboles plantados, el número de asistentes a la solemnidad, señalando de modo especial los alumnos de las escuelas que concurran, personas que más se distingan por su colaboración a las fiestas, y estados de las plantaciones ejecutadas en los años anteriores».

Todas las memorias locales servirían para aportar la información necesaria para confeccionar por los Gobernadores Civiles una memoria general de toda la provincia para elevarla a la Dirección General de Agricultura. Por Real Orden Circular de 16 de agosto de 1918 se aclaró un extremo. Así, tras la solicitud de ciertas entidades defensoras de intereses fruteros, el Ministerio de la Gobernación interpretó que se podía optar por la celebración de la «Fiesta del Árbol» o la del «Árbol Frutal», según dispusiera el Ayuntamiento correspondiente.

Desde 1921 hasta 1936, anual e ininterrumpidamente, se celebró en Monesterio, y promovida por el Ayuntamiento y con apoyo de la Junta Municipal de Primera Enseñanza y la docencia oficial. Fiesta del Árbol. La celebración durante una jornada de esta experiencia suponía romper con  la rutina habitual en las mismas escuelas, y salir a la calle, al aire libre y aprender más cosas en un escenario distinto. Pues esta actividad iba dirigida a los escolares sobre todo, por ello era un día donde se fomentaba el civismo, representado en la siembra de árboles. Sin embargo, como queda explicado en esta exposición el apoyo de las autoridades municipales fue esencial para el buen desarrollo de este acontecimiento. Aquél se encargaba de la compra de las plantas, de contratar a obreros para realizar las hoyas, y el compromiso de poner todos los medios a su alcance para que los árboles sembrados perduraran.

            Por ello, esta fiesta fue aprovechada por las autoridades municipales para adecentar la población, pues la imagen de los árboles en las calles era poco habitual o rara anteriormente. Pero este nuevo elemento no podía competir con el tradicional trasiego de animales por las mismas, los cuales dañaban, irreparablemente a veces, estos árboles. De ahí el compromiso municipal de proporcionar protección a tales elementos, ya sea por bandos que advirtieran tal infracción y su pena, ya sea por el establecimiento de un guarda, o la instalación de castillejos.

            En Monesterio, ya en años anteriores, había iniciado el Ayuntamiento una labor de adecentar algunas calles, si su anchura así lo permitía, consistente en la siembra de árboles, en cada lado de la vía pública, emulando las ilustraciones que aparecían en revistas y libros de parques y jardines de las grandes ciudades. De esta manera, en 1913, el alcalde Felipe Sayago Romero propuso a la corporación la siembra de plantas de eucaliptos, aunque poco estético, de crecimiento rápido, en la Calle de la Fuente[42] (actualmente las calles Primero de Mayo, Eduardo Naranjo, y Ramón y Cajal). Varios meses más tarde vuelve hacer otra propuesta similar, pero esta vez referida a la carretera, entonces calles Real y Mártires, hoy Paseo de Extremadura, para sembrar en él árboles:

«Acto seguido dio cuenta el señor alcalde [Felipe Sayago Romero] de que por comunicación fechada el 15 de febrero último por el Sr. Ingeniero de Obras Públicas de esta provincia había sido concedidos a este Ayuntamiento cien árboles del vivero, del Estado, de Villafranca de los Barros, de donde podía recogerlos, lo cual había efectuado por lo que estaba en el caso de disponer la plantación de los mismos, y el Ayuntamiento, previa discusión, y por unanimidad, acordó que por el regidor síndico [José Delgado Villalba], acompañado por el capataz de la carretera, se proceda a designar el sitio de la misma en que se hallen de colocarse, autorizando además al señor alcalde para que ordene se coloque a cada uno un castillejo y abone los gastos que se originen con arreglo al capítulo 11, artículo único, del presupuesto municipal»[43].

            La primera noticia de la celebración es de 1921. La iniciativa la llevó a cabo el Alcalde Carlos Flores Ambrosio, que expuso que aunque era de obligatoria celebración hasta la fecha aún no se había celebrado: «El Sr. alcalde expuso a los Sres. concejales que no habiendo llevado a efecto la Fiesta del Árbol, declarada obligatoria, y teniendo en cuenta era la época de poder realizarla en atención a que a la vez de cumplir con un precepto ordenando, se hermosearía una de las vías más céntricas de la población, procedía tratar este asunto. Enterados los señores del ayuntamiento de lo manifestado por el dicho Sr., después de una detenida discusión, se acordó por unanimidad que ésta se verifique el día 27 del corriente, para cuyo caso invítese a las autoridades de todos los órdenes, así como a los Sres. Profesores de Instrucción Primaria, al objeto de que concurran con los alumnos a dicho acto, y proceder después de los trámites que el caso requiera a la plantación de los árboles ya preparados al efecto, en la calle Eugenio Silvela y Plaza del Príncipe»[44].

En 1922, según recoge un acuerdo concejil, el alcalde Antonio Sayago propone colocar, a los árboles sembrados en la Fiesta del Árbol de esa edición, castillejos, para protegerlos de la voracidad animal. Además también refleja tal acuerdo la creación de un vivero, vallado con alambre de espino, en la zona del Llano del Pilar, germen del parque que se desarrolló varios años después[45]. Un acuerdo tomado varios meses más tarde, ajeno a la Fiesta del Árbol, propone la siembra de plantones de eucaliptos en la carretera de la Fuente, la actual calle de Eduardo Naranjo y Plaza del Pilar, además de la contratación, con el haber diario de una peseta con veinticinco céntimos, de un guarda para el vivero y los árboles, siendo el primero Vicente Bayón Ramayo[46].

            Sin embargo, el vecindario no ponía ningún tipo de cuidado a los plantones, por lo que en ese mismo año se acordó, según consta en el acuerdo tomado el 24 de septiembre de 1922, la publicación de bandos donde se hacía saber al vecindario la obligación de respetar los árboles recientemente plantados, además de advertir de la multa de veinticinco pesetas para aquellos que maltrataran alguna planta de la recién llamada, entonces, calle y avenida de Ramón y Cajal, nombre que sustituyó, el 28 de mayo de 1922, a la calle de la Fuente y al ensanche conocido como Cruz del Pilar: «Con objeto de que sean más respetadas las plantaciones de árboles de las calle y avenida de Ramón y Cajal, se acordó que la Alcaldía publique un bando haciendo saber al vecindario la obligación que tiene de respetar dichas plantaciones, e imponiendo la multa de veinticinco pesetas al que verifique algún daño, sin prejuicio de resarcir el daño»[47].

            La circunstancia de ser esta zona la salida hacia Calera de León y hacia Cala, así como el acceso a las tierras de los vecinos, además de estar emplazada allí la fábrica electro-harinera de los señores Jiménez, Sayago y Compañía, asimismo de la existencia en el lugar de un arroyo y del Pilar del Tejar, era un lugar propicio para el establecimiento de las bestias de labor y de carga. No en vano, el rodeo de la antigua feria ganadera de Monesterio se celebraba en esa zona. Ello suponía que si los árboles allí sembrados no estaban suficientemente protegidos desaparecerían sin remedio. A pesar de todo, algunos árboles, sembrados en la época descrita, han llegado hasta la actualidad por haber quedado dentro del recinto de los grupos escolares antiguos del Llano, creados en 1927, construidos en 1930, e inaugurados éstos en 1932.

            El acuerdo municipal de 30 de diciembre de 1923 muestra, a pesar del cambio político que se había iniciado en España con la Dictadura de Primo de Rivera, el anhelo de continuidad. Así, se acordó celebrarla en febrero de 1924. Además, fue un acuerdo conjunto de la Junta Municipal de Primera Enseñanza y el Ayuntamiento, dirigido, entonces, por José Delgado Garrote. En la primera fiesta que celebra Luis Megía como alcalde, o sea, la edición de 1925, se consigue que el jefe de la 5ª Región Hidrográfica-Forestal remitiese, para la celebración de la Fiesta del Árbol, 200 plantones de eucaliptos, lo que muestra la esplendidez de tal edición, existiendo bastantes árboles para sembrar[48].

            En la edición de 1926, y en su acuerdo así se hizo referencia, se ofreció por primera vez a los niños participantes una merienda[49]. En ese mismo año se menciona, por primera vez, la existencia del Parque de Ramón y Cajal vallado con alambre de espino. Sin embargo, actualmente éste muestra una fisonomía distinta, además de ser más reducido, circunscrito al recinto inmediato al Pilar de Llano, tiene solería, a excepción de unos cortos arriates. En 1927 se procedió a la contratación de operarios para abrir las correspondientes hoyas: «Seguidamente se acuerda autorizar a la presidencia para que ordene la apertura de hoyas para la plantación de árboles, y adquisición de éstos a fin de poder celebrar la Fiesta del Árbol, y los gastos que se produzcan en dichos trabajos y adquisición se giren de la consignación correspondiente»[50]. Esta edición se celebró el jueves 7 de enero de 1927.

            Para la edición de 1928 se menciona por primera vez la siembra de plantones de moreras[51] en la zona del Llano del Pilar y en el ejido junto al Arroyo del Cañuelo. Aunque todas han desaparecido, en cambio, el topónimo ha perdurado. En la ilustración número 2, realizada en la década de 1960, muestra la Cruz del Pilar y la primitiva morfología de los grupos escolares, y juntos a éstos, todavía se conservaba un ejemplar de morera, muy menguado, sembrado en esas ediciones de la Fiesta del Árbol; además al fondo de la imagen aparecen los últimos eucaliptos, que aún se conservan en el patio de esos colegios. Todavía, y en uno de los patios interiores del citado colegio, se conservan varias moreras.

            En 1929, y ajeno a la Fiesta del Árbol, el Ayuntamiento sembró cien plantones de moreras[52]. Sobre la celebración en abril de este evento, apareció esta nota en un diario de la capital pacense: «Se celebró la Fiesta del Árbol, concurriendo los niños y niñas de las escuelas nacionales con sus respectivos maestros. Terminada la siembra de los árboles, marcharon todos los niños, acompañados de sus profesores y autoridades, al Ayuntamiento, donde se procedió al reparto de meriendas, dándose con ello por terminado el acto»[53]. De las ediciones de 1930 a 1933 se carecen de noticias, pero es posible su celebración por tener una consignación en el presupuesto municipal, y se utilizaba para abonar los gastos ocasionados.

            La edición de 1935 fue organizada por el alcalde republicano-radical Carlos Flores Ambrosio. El texto del acuerdo, tomado éste el 4 de abril de 1935, es del siguiente tenor:

«Fiesta del Árbol. Siendo una fiesta grandemente simpática y beneficiosa, signo indudable del progreso y cultura de los pueblos, se acuerda celebrarla el próximo domingo, día siete, invitándose al acto autoridades y personas de relieve social, maestros y niños de las escuelas nacionales, invitándose a los escolares con una merienda, y a los demás invitados con un refrigerio, facultándose a la alcaldía para organizar el acto, siempre dentro de la consignación que figura en el presupuesto vigente».

            La Fiesta del Árbol de 1936 se celebró a finales de marzo. En el pleno del día 18 de ese mes se designó una comisión compuesta por los concejales socialistas Gabriel Ramos, Federico Luján y Antonio Chavero. Por razones del destino, estos tres concejales, junto a varios más, lograron salvar la vida frente a otros que fueron fusilados meses más tarde, en el contexto de la represión de la Guerra Civil. Los gastos abonados, por ser la última Fiesta del Árbol celebrada, lo detallamos a continuación, pues ello nos da una ligera idea del acto social en que se convertía, tal actividad, en los últimos años de su celebración.

De esta manera, el detalle de los gastos es el siguiente: 62 pesetas con cincuenta céntimos a Magdalena Naranjo Granadero por quinientos bollos; a Antonio Ramos 62´50 pesetas por ciento veinticinco panes que se repartieron a los niños asistentes; a Daniel Córdoba 63 pesetas por dos cajas de Cervezas y una arroba para el refresco a las Autoridades; a Francisco Ramírez treinta pesetas por seis cajas de puros habanos; a Francisco Quintero Real ciento veinticinco pesetas por el suministro de chorizos y lomos; a Celestino Barragán 296 pesetas por el suministro de árboles, mil naranjas, y treinta kilos de chorizos; y a los obreros Agustín Vázquez Muñoz, Teófilo Melo Guijo y Antonio Moya Naranjo 27 pesetas por dos jornales por los trabajos auxiliares para la siembra de los árboles.

5. El Campo de Experimentación Agrícola.

Durante esta época estuvo funcionando una actividad educativa aneja a una de las escuelas de niños de la localidad. Se desarrollaba fuera de los locales escolares y era la puesta en práctica de un huerto. Esta iniciativa nació en la etapa monárquica de los años veinte, y fue considerada como una innovación con destino casi exclusivo para el ámbito rural. De esta forma, los principales objetivos de esta actividad, conocida como «Campo de Experimentación Agrícola», era la de rehacer la mentalidad pública de los futuros labradores. Los maestros encargados de esta innovación debían adquirir conocimientos acerca de la agricultura e inculcarlos a los alumnos. Tal como se indicó en la Real Orden de 17 de octubre de 1921 (Gaceta de Madrid del 26), «la misión del maestro es dirigir la atención de los niños hacia la naturaleza, y despertarles la afición a los hábitos y trabajos rurales, sembrar en las tierras inteligencias, las verdades primordiales de la ciencias agronómica moderna, y abrirles el camino de una perfección cultural que, sin esa labor previa de la escuela, mañana rechazaría su ignorancia».

De esta forma, los profesores tenían que proporcionar a los niños ocasiones y motivos para que vieran, analizaran e hicieran las cosas desarrollando sus facultades en provecho la cultura general y agrícola. Para ello, el maestro podía utilizar unos métodos y procedimientos recomendables, que eran principalmente los siguientes:

a)       Observación directa y razonada de los hechos.

b)      Ejercicios prácticos sobre la vida de las plantas, y sencillas experiencias y reconocimiento de tierras, semillas y abonos.

c)       Cultivos en el agua, en macetas y en pequeños cuadros de ensayo.

d)      Visitas y excursiones a granjas, establecimientos agrícolas modelo o a fincas bien cultivadas.

e)       Formación de herbarios y de productos de la región.

La escuela que quisiera tener asignada esta actividad la debía solicitar mediante una memoria o proyecto ante el Inspector Jefe de Primera Enseñanza de la provincia. Además, tenía que disponer de un terreno adecuado para poder instalar el «Campo de Experimentación». Los dos únicos maestros de niños de la localidad, Vicente Pelayo González, y Manuel Emilio Mejías Balsera, solicitaron unas parcelas al Ayuntamiento. Éste les otorgó a ambos, en caso de ser estimadas sus solicitudes, una hectárea a cada uno en el «Ejido del Llano del Pilar»[54]. Los dos proyectos fueron estimados. Sin embargo, quedaron fuera de la subvención que concedía el Ministerio de Instrucción Pública por no disponer éste de crédito suficiente. De esta forma, las dos solicitudes de los maestros de Monesterio quedaron inclusas en el apartado 3º de la Real Orden de 17 de diciembre de 1921 (Gaceta de Madrid del 5 de enero de 1922). Así, se tendría en cuenta para el futuro las dos peticiones de Monesterio para cuando existiesen fondos. En otra nueva convocatoria, se aprobó el «Campo de Experimentación Agrícola» de Monesterio. Sólo fue aceptado el proyecto de Vicente Pelayo González, que iba a ser subvencionado anualmente con la cantidad de 1.000 pesetas[55].

La situación del «Campo de Experimentación» no fue el «Ejido del Llano del Pilar», sino el «Ejido de los Escobalitos». Estaba situado éste en la otra parte del núcleo urbano. El cambio obedecía a la construcción en el «Ejido del Llano del Pilar» de un Grupo Escolar de seis secciones. Además, ese lugar estaba más cerca de la escuela que dirigía Vicente Pelayo, que por estar en el casco urbano no podía tener anejo una hectárea de terreno. El director del «Campo de Experimentación Agrícola» debía poner en práctica los siguientes puntos[56]:

a)   Empleo racional de toda clase de fertilizantes, especialmente de los abonos químicos.

b)   Influencia de las semillas seleccionadas sobre el rendimiento, comparándolas con la simiente ordinaria sin seleccionar, y ensayo de variedades nuevas de gran producción.

c)   Alternativa de cosechas.

d)  Conveniente preparación del terreno, ventajas de las labores profundas y demostraciones de un mismo cultivo con distintas labores y diversas formas de siembras.

e)   Aplicación, cuando sea posible, de maquinaria agrícola moderna, especialmente de los tipos de arado más apropiados a los terrenos del pueblo de que se trate.

f)    Limpieza e higiene de las plantas y empleo de insecticidas.

g)   Estudio de la climatología local en el límite y relación de las necesidades de los cultivos.

h)   Aplicación de una contabilidad agrícola sencilla.

Por otra parte, las funciones del maestro – director del «Campo de Experimentación Agrícola», según quedó reflejada en la Real Orden de 17 de octubre de 1921, del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, eran las siguientes:

a)      Los encargados de los campos agrícolas formaran el plan de cultivos y de demostraciones a realizar, teniendo en cuenta la naturaleza de los terrenos disponibles, las exigencias del clima y de las plantas de la región y las prácticas culturales que conviene mejorar. No deben olvidar tampoco que no se trata de hacer investigaciones nuevas, sino de divulgar los procedimientos ya conocidos y sancionados como buenos por la experiencia, y que no se persigue alcanzar la cosecha más abundante que puede producir un terreno, sino el beneficio máxime de un cultivo, deducidos los gastos de una explotación racional del suelo y de las plantas.

b)      Los maestros a quienes se confíe un campo agrícola llevarán un registro de todas las operaciones de gastos e ingresos del cultivo con arreglo a un sencillo modelo que se publicará. Este registro estará a disposición de todos los vecinos que quieran examinarlo, a fin de divulgar, entre los labradores, las prácticas de contabilidad agrícola.

c)      Para el estudio de los principales elementos de la climatología local, los encargados de los campos llevarán un registro meteorológico, en el cual anotarán los días de lluvia, de nieve y de granizo, o cantidad de agua caída, días de niebla, de rocío, y de escarcha, temperaturas máxima y mínima diarias, días de helada, de tormenta y vientos dominantes. Se adquirirá para este estudio un pluviómetro Hellmann, y un termómetro de máxima y de mínima. Estos instrumentos podrán instalarse en el mismo campo o en otro lugar donde sea más fácil la observación, y teniendo presente, para la mayor exactitud de los datos, los instrumentos que conviene saber para la colocación y uso de los mismos.

d)     Un día a la semana, el maestro llevará a los niños al campo agrícola para que presencien las labores que en él se ejecuten o vean las operaciones realizadas, y les explicará en qué consisten y en qué principios se fundan las mismas, haciéndolos notar las diferencias y ventajas de los procedimientos empleados con las prácticas comunes de la localidad. Se recomienda que el maestro explique lecciones análogas a los adultos, aprovechando días festivos u otra oportunidad. Los niños intervendrán únicamente en las operaciones agrícolas sencillas, pudiendo tomar parte en los trabajos apropiados a su edad.

e)      En la época de la recolección de cada planta, se procederá escrupulosamente a la apreciación de la cosecha, determinando el rendimiento de cada cultivo. Asimismo, una vez concedidos los productos o que pueda hacerse la valoración de los mismos, el maestro hará un balance de los gastos e ingresos y beneficio obtenido. El beneficio del campo agrícola, después de pagados todos los gastos, se distribuirá del modo siguiente.

  1. 1.      El 50 por 100 se destinará a mejoras del terreno y cultivos, construcción de vallas, cobertizos, gallineros, etc.
  2. 2.      El 25 por 100 se aplicará a bonificaciones de la Mutualidad Escolar, y si ésta no funcionara todavía, este 25 por 100 se destinará a la cantina, ropero, colonia de vacaciones u otra institución complementaria de la escuela.
  3. 3.      El 25 por 100 restante quedará a beneficio del encargado de campo.

Además, el «Campo de Experimentación Agrícola» de Monesterio tuvo adscrita una actividad de préstamos de libros, conocida como Biblioteca Circulante del Labrador, cuyo proyecto fue llevado a cabo y desarrollado por el maestro Vicente Pelayo González. Esta iniciativa comenzó a gestarse unos años antes por el citado maestro cuando actuaba como Presidente de la «Juventud Cultural Recreativa»[57]. La biblioteca fue inaugurada en junio de 1927 por Sebastián García Guerrero, Presidente de la Diputación Provincial[58]. Además, esta institución realizó un acto público en el «Salón Hidalgo» para informar de la venta de acciones del Matadero Industrial de Mérida. Vicente Pelayo desarrolló su labor en Monesterio hasta 1928. Desde unos años antes sus éxitos profesionales generaron algunas envidias entre algunos vecinos y en el otro maestro nacional, Miguel Díaz Acosta. Para acabar con su carrera en Monesterio formularon algunas denuncias contra él, desconociendo los motivos que las justificaron[59]. Tras abandonar la localidad Vicente Pelayo, la actividad pasó a ser gestionada por Díaz Acosta:

         «Vacante la Dirección del “Campo Agrícola” anejo a la Escuela de Niños de Monesterio, que desempeñaba D. Vicente Pelayo, y con el fin de que no se interrumpieran los trabajos y cultivos de dicho campo, esta Dirección General ha dispuesto que provisionalmente, y hasta que se proceda a nombramiento definitivo, se encargue de la Dirección de dicho campo el maestro de dicho pueblo D. Felipe [sic, Miguel] Díaz Acosta, con los derechos y obligaciones correspondientes a dicho cargo. Lo digo a V. S para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid, 27 de julio de 1929. El Director General, Suárez Somonte. Sr. Inspector Jefe de Primera Enseñanza de Badajoz»[60].

 Durante la Republica Díaz Acosta fue Presidente de la «Casa del Pueblo» e implacable denunciador de la Dictadura que resolvió sus aspiraciones y mejoró notablemente su posición social y económica. Tras el asesinato de Díaz en 1936 en Badajoz y hasta la inscripción fuera de plazo de la muerte de Díaz en 1940, en los ámbitos administrativos se presumía vivo. Así, en 1937 se inició un expediente de depuración en el ámbito educativo[61]. En la sesión plenaria del 25 de septiembre de 1936 el Ayuntamiento -a iniciativa de Luis Megía- propuso a la Inspección de Enseñanza que Juan Calero se ocupara del Campo Agrícola en sustitución de Díaz Acosta. Pero antes de esta propuesta Calero, aprovechando la muerte de Díaz, ya tenía en su poder todo el material:

            «Puesto a discusión el asunto objeto de este epígrafe, se acuerda proponer a la Inspección de Primera Enseñanza de esta provincia, como encargado del campo agrícola de esta localidad al maestro nacional don Juan Calero González, teniendo en cuenta al hacer esta designación que es el maestro más antiguo, y además gran entusiasta de este ramo especial de la enseñanza. Participándole también que dicho Sr. Calero se ha hecho cargo interinamente de todo el material agrícola y cantidad determinada de cereales de referido campo, rogándole que esta Comisión Gestora vería con agrado fuera confirmado este nombramiento, por las razones aducidas».

6. La creación de la primera Biblioteca Escolar Popular (1925).

Otra actividad desarrolla en Monesterio y que se salía de la mera actividad de instrucción fue la creación de la primera Biblioteca Escolar. Ya existía con anterioridad la «Biblioteca Circulante del Labrador» adscrita al Campo de Experimentación Agrícola. Sin embargo, esta iniciativa desbordaba a la existencia de los típicos libros escolares y tuvo una proyección más ambiciosa. La única noticia sobre este hecho consta en el diario de Badajoz Correo de la mañana del día 6 de marzo de 1925.

La «Biblioteca Escolar Popular» nació el 25 de febrero de 1925 en el Local de la Escuela Nacional número 2 de Monesterio, cuyo titular era Miguel Díaz Acosta. Llevó por título «La Alborada». En ese día se reunieron las personas más influyentes de la localidad. Eran el Alcalde, Luis Megía García, el Párroco, Francisco Rodríguez Hervás, el coadjutor Pablo Espinosa de los Monteros y Amaya, el Primer Teniente de Alcalde, Juan González Lergo, el ex Juez Municipal y ex Alcalde Carlos Flores Ambrosio, a Médico Emilio García Álvarez del Vayo, al Veterinario y ex Alcalde Santiago Blanco Garrón, al Farmacéutico Sixto Jiménez Martín de Yaguas, el Secretario del Ayuntamiento José Méndez Chaves, el Comandante accidental del Puesto de la Guardia Civil José María Flores González, el propietario Miguel Romero Romero, los comerciantes Juan Llimona Argacha y Horacio Conejo Garrón, y el estudiante Juan Manuel Lancharro Sayago.

Dijo Díaz Acosta en el acto de constitución dijo que hacía «tiempo, considerando la carencia de simpáticas y utilísimas instituciones como ésta en la localidad, germinaba y creció en él el deseo de iniciarla para que le sirva de auxiliar poderoso en su obra educadora y para que despierte e instigue la afición a la lectura, al estudio, al saber». Díaz había recibido antes de la creación de la «Biblioteca Escolar Popular» numerosos donativos, tanto en libros como en dinero para acrecentarla. Se distinguieron en las donaciones de obras -las cuales llegaron al número de 150 el día de la inauguración- los vecinos Emilio García Álvarez del Vayo, Luis Megía García, Jerónimo Jiménez Villalba, Aniceto Gañán, Daniel Delgado Martínez, Pedro Flores Carballar, José Minero Minero, Dionisio Valencia Romero, Asunción Real de Amaya, Miguel Romero Romero, Higinio Burgos Bermúdez y Manuel Fernández Ortega.

La lista de los donativos en metálico la encabezaba el Ayuntamiento con 100 pesetas. Le seguían Santiago Blanco Garrón, Antonio Lancharro González, Julián Lancharro González, Sixto Jiménez Martín de Yanguas, Casimiro Esteban Cámara, Juan Llimona Argacha, Horacio Conejo Garrón, Luis Blanco Garrón, Francisco Contador Torres, Francisco Martínez Olmo, Manuel Calderón Conejo, Bruno Otero Sanpedro, Nicolás García, José Sánchez Guerra, Jerónimo Giraldo Escudero, José Cuerpo Jariego, Sebastián de Castro Baños, Domingo Sánchez Carrasco, Carlos Flores Ambrosio, José Méndez Chaves, Francisco Romero Romero, Juan González Lergo. La cantidad ascendió a 295 pesetas. Una comisión formada por el propio maestro, el párroco Francisco Rodríguez Hervás, el Médico Emilio García, el Secretario municipal José Méndez Chaves, y Segundo Cuerpo Moreno.

Lesmes Reina, alumno de Díaz Acosta, fue designado como bibliotecario de la «Biblioteca Escolar Popular». Fue encargado de leer un discurso de agradecimiento a las personas que apoyaron esta iniciativa. Este discurso acogió estas ideas: «Es en la escuela donde se ha de forjar la regeneración patria», «con frases de Costa nos dice que la escuela es una célula gigantesca, cuya membrana externa abarca toda España y cuyo nucleolo es el domicilio oficial» o «se equivocan cuantos, tratando de regeneración nacional, citan como problemas fundamentales: La construcción de carreteras, ferrocarriles, canales, fertilización de campos, repoblación forestal, etcétera, etcétera, pues que, sin un grano a propósito de preparación social de los ciudadanos, serían inútiles tales mejoras». La Biblioteca estaría regida por una junta formada por el Maestro y sus alumnos.

 APÉNDICE FOTOGRÁFICO

 Antonio Manuel 1

1. VISTA AÉREA DEL GRUPO ESCOLAR DE MONESTERIO EN 1956.

 Antonio Manuel 2

2. FACHADA PRINCIPAL DEL GRUPO ESCOLAR DE MONESTERIO.

 Antonio Manuel 3

 3. ESCUELA UNITARIA DE NIÑOS DE DON VICENTE PELAYO GONZÁLEZ, EN LOS AÑOS 20 (Fotografía de F. Bautista Oliva).

Antonio Manuel 4

4. ESCUELA PARTICULAR DE MATILDE RODRÍGUEZ MUÑOZ (Fotografía de F. Bautista Oliva).

Antonio Manuel 5

5. ESCUELA PARTICULAR DE DON JOSÉ CUERPO JARIEGO EN LA DÉCADA DE 1910 (Fotografía de F. Bautista Oliva).

Antonio Manuel 6 

6. ESCUELA DEL AVE MARÍA DE MONESTERIO (Fotografía de F. Bautista Oliva).


[1] «…Se hace conveniente la agregación a esta Cofradía [la Sacramental] de los censos que se pagaban y deben pagarse a la Ymagen de Ntra. de Gracia, que está colocada en la parroquial desde la invasión de los franceses, que derrotaron la que han llamado impropiamente ermita, siendo más que una casa, y colocado en su zaguán un altar para decir misas y depositar los cadáveres de los que morían en el Hospital, que no merece tal nombre, continuo a la ermita (…) que al presente sirve para la educazión de los niños de primeras letras, habitando el maestro en ella (…) Monesterio, junio, 16 de 1829. Francisco Ruibal y Durán». APM, legajo 6, expediente 5, folio 38r.

[2] APM, legajo 11, expediente 53.

[3] Archivo Municipal de Monesterio (AMM), acta plenaria, 16 de enero de 1921.

[4] AMM, acta plenaria, 23 de agosto de 1921.

[5] AMM, acta plenaria, 30 de agosto de 1921.

[6] AMM, acta plenaria, 24 de julio de 1923.

[7] AMM, acta plenaria, 14 de octubre de 1923.

[8] AMM, acta plenaria, 24 de septiembre de 1922.

[9] AMM, acta plenaria, 4 de septiembre de 1923.

[10] AMM, acta plenaria, 30 de diciembre de 1923.

[11] AMM, acta plenaria, 3 de abril de 1923.

[12] AMM, acta plenaria, 16 de marzo de 1924.

[13] AMM, acta plenaria, 16 de marzo de 1924.

[14] AMM, acta plenaria, 25 de noviembre de 1924.

[15] AMM, acta plenaria, 26 de septiembre de 1926.

[16] AMM, acta plenaria, 13 de junio de 1927.

[17] AMM, acta plenaria, 9 de julio de 1922.

[18] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 16 de mayo de 1922.

[19] AMM, acta plenaria, 12 de agosto de 1927.

[20] Gaceta de Madrid, 23 de marzo de 1928.

[21] AMM, Comisión Municipal Permanente, 13 de mayo de 1927.

[22] AMM, acta plenaria, 22 de agosto de 1929.

[23] Tenía 75 años, y estaba casado con Victoriana Sánchez Lancharro, de sesenta y uno. Sus hijos se llamaban José, Clotilde y Baldomero Mejías Sánchez, de veintisiete, veintidós y dieciséis años respectivamente. Vivían en la calle Ramón y Cajal número 22, actualmente Primero de Mayo. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 604.

[24] Residía también en la calle de Ramón y Cajal, en el número treinta y cuatro. Contaba con cincuenta y ocho años, y su esposa se llamaba Concepción Pando López, de cincuenta y tres. Sus hijos eran Purificación -de 27 años-, José Antonio -de veintiséis-, Antonia -de 21- y María Vila Pando -de dieciséis-. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 613.

[25] AMM, acta plenaria, 21 de enero de 1931.

[26] AMM, acta plenaria, 24 de octubre de 1932.

[27] AMM, acta plenaria, 16 de enero de 1932.

[28] BAUTISTA OLIVA, F. «La enseñanza y la educación en Monesterio (finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX)», en Revista de Ferias, Monesterio, Ayuntamiento de Monesterio, 2005.

[29] AMM, acta plenaria, 10 de septiembre de 1922.

[30] AMM, acta plenaria, 6 de febrero de 1923.

[31] Calero González llegó a Monesterio en 1928. Era natural de Torremocha (Cáceres), tenía 30 años, estaba soltero, y vivía con su hermana Catalina, de diecisiete años y estudiante, en la Calle de Eugenio Silvela número cincuenta y dos (hoy Barrio de la Cruz). AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.005.

[32] Encarnación Cortés llego a Monesterio, al igual que Calero, en 1928. Tenía 24 años y era natural de Félix (Almería). Se alojaba en la calle de los Mártires número veinte, con sus hermanos Francisco y Antonio, estudiantes y de veintidós y veinte años respectivamente, y con su madre viuda, Luisa Amat Pérez, de 45 años. Vivían de alquiler en la casa de Antonio Garrón Naranjo, concejal durante la Dictadura de Primo de Rivera. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.497.

[33] Este maestro nacional, natural de Salamanca, contaba con treinta años de edad, y estaba casada con la también maestra Lucía Eusebio Martín, de treinta años. Residían en la calle Sevilla número ocho. En dicha vivienda también vivía la madre de aquél, Remedios Arenales Hernández, de sesenta y ochos años, natural de Valdelosa (Salamanca) estaba viuda. AMM, censo de población de 1930, cédulas familiares núms. 344 y 345.

[34] Esta maestra nacional llegó a Monesterio en 1919. Tenía treinta y tres años y era natural de Puebla de Guzmán (Huelva). Estaba casada con el farmacéutico Sixto Jiménez Martín de Yanguas, de cincuenta y tres años, natural de Oliva de Mérida y residente en la localidad desde 1911. Sus hijos se llamaban Carmen, Cándida y Miguel Jiménez Puig, de nueve, siete y un año de edad respectivamente. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 660.

[35] Díaz Acosta era además el Presidente de la «Casa del Pueblo». Tenía 36 años, ejercía en Monesterio desde 1924 y estaba casado con Carolina Blanco Garrón, de treinta y cuatro. Vivieron de alquiler en la Plaza del Príncipe número cuatro. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 315. En 1936 su vivienda, también alquilada, estaba en la calle Pablo Iglesias número 2 (hoy Paseo de Extremadura).

[36] Residía en la calle Templarios número veintinueve con su madre viuda, María Vasco Villalba, y de sesenta y tres años, y con su hermano José, de treinta y dos años, soltero y comerciante. Isabel Carretero había nacido hacia 1908. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 639.

[37] Amalia Guerra era vecina de Isabel Carretero, pues vivía en el número treinta y uno. Tenía cuarenta años, y era natural de Cabeza la Vaca, estaba casada con Francisco Flores Ambrosio, éste de cuarenta y siete y mecánico de profesión. Ambos residían en Monesterio desde 1927. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 641.

[38] Vázquez Rico tenía veintitrés años, y residía con sus padres -Antonio Vázquez Carrasco, de 47, y Belén Rico Zapata, de 46- y con sus hermanos -María Dolores, de diecinueve, y Elena, de diez-, en la calle Real número 61. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.346.

[39] Habitaba la casa número uno de la calle Hernán Cortés. Tenía treinta y dos años, y era natural de Zafra. Era hermana de Miguel Díaz. En aquélla residían también sus padres -Miguel Díaz Trejo, de 74, Secretario municipal retirado, y Ángeles Acosta Moreno, también de 74 años- y su hermana Presentación, natural de Badajoz, de treinta y nueve años y profesora en partos. En esa vivienda habitaban también el pintor Eduardo Acosta Palop, de veinticinco años, y su padre, Antonio Acosta Moreno, que era zapatero y tenía setenta y seis años. AMM, censo de población de 1930, cédulas familiares núms. 302 y 301.

[40] Tenía 37 años y estaba soltera. Vivía en la calle de Gallego Paz número veintiuno con su madre viuda, Nieves Mestre Acosta, de sesenta y tres años, y con sus hermanos Concepción, de veintitrés, y José, que era zapatero y que contaba con veintiún años. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 117.

[41] AMM, depositaría, mandamiento de pago número 268/1934.

[42] AMM, acta plenaria, 19 de enero de 1913. «Seguidamente, y a propuesta del señor alcalde, acordó, por unanimidad, comprar ciento cincuenta plantas de eucaliptos que se plantarán en la calle Fuente hasta la salida del camino de Cala, colocándose sus castillejos a cada una, librando el importe a los gastos que se originen con cargo al capítulo 11, artículo único del presupuesto municipal».

[43] AMM, acta plenaria, 16 de marzo de 1913.

[44] AMM, acta plenaria, 20 de marzo de 1921.

[45] AMM, acta plenaria, 28 de febrero de 1922. «El Ayuntamiento acordó, que para dar mayor impulso a la Fiesta del Árbol, y a fin de que al mismo tiempo que revista los caracteres de solemnidad suficientes a dejar un recuerdo grato, se obligue de ella algo de positivo e inmediato beneficio, que sirva de orientación para lo sucesivo, se proceda a la adquisición de plantas que serán protegidas por los castillejos de madera. En el Llano del Pilar se hará una plantación y vivero, circundándose para protegerlo de toda clase de daños, de una valla formada de espino artificial».

[46] AMM, acta plenaria, 14 de marzo de 1922.

[47] AMM, acta plenaria, 24 de septiembre de 1922.

[48] AMM, Comisión Municipal Permanente, 5 de enero de 1925.

[49] AMM, Comisión Municipal Permanente, 8 de febrero de 1925.

[50] AMM, Comisión Municipal Permanente, 21 de febrero de 1927.

[51] AMM, Comisión Municipal Permanente, 2 de abril de 1928.             

[52] AMM, Comisión Municipal Permanente, 28 de enero de 1929: «El Sr. Alcalde manifestó que había ordenado la apertura de hoyas para la plantación de cien moreras que remite la Comisaría de la Seda, encargando dichos trabajos a Ángel Vázquez Nogues».

[53] La Libertad (Badajoz), 9 de abril de 1929.

[54] AMM, acta plenaria, 1 de noviembre de 1921.

[55] Gaceta de Madrid, 14 de octubre de 1922, Real Orden de 2 de octubre.

[56] Gaceta de Madrid, 26 de octubre de 1921, Real Orden de 17 de octubre.

[57] AMM, acta plenaria, 8 de enero de 1924.

[58] AMM, Comisión Municipal Permanente, 25 de mayo de 1927.

[59] AMM, correspondencia, salida núm. 316, 26 de agosto de 1926. Alcalde a Inspector Jefe de 1ª Enseñanza, Badajoz. «Significándole, con motivo de la denuncia formulada por varios maestros y vecinos de esta localidad contra el maestro nacional de la Escuela nº 1, D. Vicente Pelayo González, para que informe la Junta Local de Primera Enseñanza, en sesión plenaria que formando parte de dicha Junta como vocales cuatro de los firmantes de la denuncia, manifiesto si deben tomar o no parte en la sesión que referido organismo celebre para emitir el informe que solicita».

[60] Gaceta de Madrid, 29 de agosto de 1929.

[61] BOPB, 10 de febrero de 1937. «La Comisión Depuradora de Maestros Nacionales requiere a los señores don Miguel Díaz Acosta, Maestro de Monesterio […] que en 18 de julio último tenían sus escuelas en las mencionas localidades, para que en el plazo de diez días comuniquen su actual domicilio a dicha Comisión. Badajoz a 6 de febrero de 1937. El Presidente, Ricardo Carapeto».

Oct 302013
 

Antonio Manuel Barragán Lancharro.

Licenciado en Historia

 

I. INTRODUCCIÓN.

Todavía no está suficientemente estudiada la actividad minera en la provincia de Badajoz desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX. El Estado liberal puso a punto una legislación minera a partir de 1849. Esta normalización supuso en gran medida una auténtica desamortización del subsuelo español. Y es que la minería incluía además un desarrollo de las actividades industriales y era además un beneficio para el Tesoro Público en cuanto a la percepción de tasas e impuestos.

            La Ley de 11 de abril de 1849, y su correspondiente reglamento -promulgado el 31 de julio de ese mismo año- reguló todos los trabajos mineros. La importancia de estas normas legales radicaba en las facilidades que ofrecían para las prospecciones y en la concesión de licencias de explotación. Este permiso se asignaba por tiempo ilimitado mientras que su concesionario cumpliera con sus obligaciones económicas con el Estado.

            Años después, fue sustituida por la Ley de Bases de 29 de diciembre de 1868. Básicamente recogía el mismo espíritu de la precedente norma. Especialmente se subsanaron los errores de la anterior, y se completaron las lagunas legales que no fueron contempladas por el Ministro Juan Bravo Murillo cuando en 1849 confeccionó la Ley de la Minería del Reino. La Ley de Bases de 1868 se encontraba aún vigente a principios del siglo XX. Sin embargo, fue en esta época cuando entró en vigor el Reglamento General Interino para el Régimen de la Minería de 17 de abril de 1903.

II. EL POTENCIAL MINERO DEL SUR DE EXTREMADURA, Y EL “BOOM” MINERO A COMIENZOS DEL SIGLO XX.

            Desde que fue promulgada la Ley de 1849 fueron diversas las prospecciones llevadas a cabo en el suroeste de la provincia de Badajoz, e incluso en otras parte muy localizadas de ese distrito. En aquella época no se disponía de estudios sobre el suelo, pues estas investigaciones son relativamente actuales. En aquella época se guiaban mediante la información recogidas en obras como el Diccionario de Pascual Madoz. En 1966 el Instituto Geológico y Minero de España decidió estudiar, dentro del Programa Sectorial del Hierro, la reserva de hierro del suroeste. Aquélla abarcaba la mayor parte de la provincia de Badajoz, norte de la de Huelva y Sevilla, y un pequeño foco de Córdoba.

            Estas mineralizaciones de hierro fueron las fundamentalmente explotadas en esa época. Los afloramientos carboníferos y de otros minerales fueron más secundarios. En cuanto a los filones férricos, éstos tienen una estrecha relación con las “zonas de contacto de rocas graníticas intermedias y horizontes carbonatados cámbricos, situándose en la zona de skán o en las mismas calizas, e incluso dentro de la roca ígnea”[1].

            La reserva del suroeste o Zona IV ha sido la que más atención ha recibido, y por esta razón ha sido minuciosamente investigada. Uno de los procedimientos empleados ha sido el vuelo aeromagnético. Este medio localizó una serie de anomalías en esa zona que abarcaba desde Alburquerque hasta el sur de Extremadura. Después se llevaron a cabo unas pesquisas más pormenorizadas a nivel del suelo. Estas averiguaciones no eran más que el reflejo de una riqueza que había sido deficientemente explotadas a finales del siglo XIX y principios del XX.

            Estas modestas explotaciones proliferaron por la demanda del mercado. Así, en los años que van desde 1900 hasta 1910 la demanda de hierro y carbón supuso un alza en los precios finales de estos productos. Este comercio de metales era asimismo estimulado por la MZA (la compañía de ferrocarriles Madrid-Zaragoza-Alicante). Esta empresa poseía las minas de La Reunión, cercanas a Sevilla. Este punto pudo atraer la producción de hierro de su zona de influencia, incluida la provincia de Badajoz.

            Esto provocó una oleada de prospecciones entre 1901 y 1910 sin precedentes. Ya en los años anteriores también se ha detectado numerosas exploraciones. En la década siguiente de 1911 a 1920 los reconocimientos cayeron en picado como muestra el número de concesiones que se hicieron. Según el Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, entre 1901 hasta 1910 se registraron en el Distrito Minero más de dos mil licencias mineras. En la década siguiente éstas se redujeron hasta la mitad. Ello significó una ralentización de esa actividad y una localización de la misma en varios focos (Fregenal-Jerez, Azuaga o Castuera).

III. ANTECEDENTES MINEROS EN EL TÉRMINO DE MONESTERIO.

            La actividad minera tenía destacados antecedentes en las tierras jurisdiccionales de esa localidad. Pascual Madoz señaló la explotación de filones de metales preciosos en el siglo XVI[2]. Sin embargo, es a partir de las medidas legislativas de 1849 cuando empezaron a explotarse modestos yacimientos mineros de forma sistemática. La pujanza de esta actividad había generado una incipiente industria en la misma localidad. Así, se construyó en esos años una fábrica de fundición y horno de tejas, en el sitio del “Llano de la Fuente del Tejar”, en el ejido de la población[3].

Primeramente estas instalaciones eran propiedad de la empresa minera “Sacra Familia”, más tarde pasó a la propiedad de Tomás de Soto y Freire. Estas infraestructuras tenían el inconveniente de estar construidas sobre terrenos de la pertenencia del Ayuntamiento. Por esa razón, hacia 1851 solicitó la titularidad del suelo ante el Gobernador Civil de la provincia, que inició un expediente y que lo continuó la municipalidad. Así, se sacó a subasta las tres cuartillas o 4.875 metros cuadrados de extensión de la metalurgia y su entorno. Finalmente, y tras rematarse el terreno a favor de Cristóbal Sayago Naranjo, éste se lo traspasó a Tomás de Soto[4].

Asimismo, Tomás de Soto[5] formó parte de una de las dos empresas mineras que en la década de 1850 existieron en Monesterio. El 24 de marzo de 1854 constituyeron la “Sociedad Minera de los Templarios” el mencionado Soto, y sus convecinos Juan Álvarez de Aguado, el médico Santiago García González, Manuel Sayago Naranjo, José de Alba y Manuel Navarro. Esta empresa cedió los registros mineros denominados “Virgen de las Candelas” y “Virgen del Rosario” a la “Empresa Minera Itálica”, de Sevilla. Finalmente se refundió esa compañía local con la sevillana, que poseía las minas “Ambiciosa” y “Pureza” en la “Dehesa del Águila”. El documento de la cesión dice lo siguiente:

“En la villa de Monesterio a diez y ocho de junio de mil ochocientos cincuenta y cinco, ante mí el infrascrito escribano de estos, notario de reynos únicos en ella, y secretario de su Ayuntamiento, y testigos que se contendrán, parecieron presentes don Tomás de Soto y Freire, natural de La Coruña, don Juan Álvarez Aguado, natural de Villafranca, don Santiago García y González, natural de Aracena, Manuel Sayago Naranjo, don José de Alba y don Manuel Navarro, naturales de esta villa, y todos vecinos de esta villa, a quienes doy fe conozco, y dijeron que siendo los comparecientes los que en la actualidad componen la ‘Sociedad Minera de los Templarios’, establecida en esta villa, creada por escritura otorgada al efecto en veinte y cuatro de marzo de mil ochocientos cincuenta y cuatro, la cual aparecen nueve socios primitivos y diez participaciones representadas en el día tres por don Tomás de Soto, don por don Álvarez Aguado, dos por Manuel Sayago Naranjo, y una por cada uno de los tres restantes, Alba, Navarro y García, a cuya sociedad pertenecen dos registros de minas de plomos argentífero, uno conocido con el nombre de ‘Virgen del Rosario’, y otra con el de ‘Virgen de las Candelas’, situados en la cerca de Valde propiedad de don José Jiménez, vecino y natural de la misma; y teniendo verificado en contrato con la empresa minera Itálica, existente en la ciudad de Sevilla, de la que es Presidente don Ángel de Ayala, a cuya empresa representa el don Santiago García y González como administrador de ella, el que ha presentado la autorización debida por la extensión de esta escritura en la vía y forma que más haya lugar en derecho, otorgan y declaran por unanimidad que dan y ceden los antedichos dos registros, uno de ‘Las Candelas’ y ‘Virgen del Rosario’ a la referida ‘Empresa Minera Itálica’, para que refundiéndose las dos Sociedades en la Itálica, con los dos registros que le ceden, y los dos que ante tenía los conocidos con los nombres de ‘La Pureza’ y ‘La Ambiciosa’ en la ‘Dehesa del Águila’, continuando constituida la ‘Sociedad Itálica’ con las ciento cincuenta acciones de pago que hoy tiene, y de veintiséis de [ilegible] que  se sacan a favor de los cedentes, sólo que las tiene, o sea, una de cada participe percibirá los dividendos desde el primero que le reporta por la Sociedad y las otras trece luego que la empresa se reembolse de los gastos que lo hagan desde hoy, día de la fecha en que tiene lugar la cesión y luego se haya reembolsado la Sociedad las [ilegible] tres, continuarán en su consecuencia que en los cuatro registros, ‘Candelas’, ‘Rosario’, ‘Pureza’ y ‘Ambiciosa’ que constituyen en lo sucesivo la nueva sociedad conocida con el nombre de ‘Itálica’ comunes los derechos entre los socios que componen ‘Los Templarios’ y ‘La Itálica’ en la forma que en esta escritura se expresa, haciéndose presente además que seis de las veintiséis acciones amparadas son dos concedidas a don José Jiménez, dueño de la tierra, a quien se indemnizará de los daños y perjuicios que se le hagan en la finca, sin perjuicio de las otras dos acciones que se concedieron por unanimidad el derecho [ilegible], dos de José Ambrona y dos de Antonio Ambrona ofrecieron los descavadores [sic]; cuyas acciones las tiene concedidas por la condición segunda de la escritura de la constitución de la Sociedad ya referida de ‘Los Templarios’; y para cumplimiento de este contrato otorgan la presente, haciendo entrega en el acto al don Santiago García y González, representante de ‘La Itálica’ de los certificados de registros, el uno expedido a favor del Manuel Sayago Naranjo por el Sr. Gobernador de Provincia en primero de abril del año próximo pasado con el nombre de ‘Virgen del Rosario’, y otro a favor de don Manuel Navarro, con el de ‘Virgen de las Candelas’ en igual fecha, entregándole además los respectivos recibos de la Depositaria del dicho Gobierno de los doscientos reales por el reconocimiento preliminar, y demarcación de la mina…”.

La otra empresa minera de Monesterio se llamaba “La Alianza”, y explotaba la concesión minera denominada “Los Templarios”, en el sitio de “Los Bordoneros”. Solamente se conoce la identidad del presidente. Era el farmacéutico Vicente Grau. No se ha localizado tampoco su escritura constitucional, sin embargo se sabe fehacientemente que tenía anejo un reglamento de organización y funcionamiento[6]. En esos años, una compañía de extracción de Sevilla se hizo con el registro de unas minas de galena argentífera en la “Dehesa del Águila”[7] Esta zona minera era compartida con el término municipal de Montemolín[8], y estaba junto al camino que conduce a la Aldea de Pallares.

En los años sucesivos se hicieron más búsquedas en el término municipal. Estas operaciones dieron lugar a modestas explotaciones de filones metálicos diversos. Así,  hacia 1854 se legalizaron las concesiones de las minas mencionadas por Pascual Madoz en su Diccionario, tales como las de plomo de “Valdezahurdas”, y una de oro y cobre en el “Puerto de las Herrerías”. También en ese año comenzó a explorarse la zona de “Aguablanca”. De ésta se extrae níquel y es actualmente la más importante cuenca minera de Extremadura. En esta época el terreno de “Aguablanca” era propiedad de las “Cinco Villas Hermanas”[9], una comunidad de tierras de usos comunales pertenecientes a los municipios de Monesterio, Montemolín, Calzadilla de los Barros, Medina de las Torres y Fuente de Cantos.

También se empezó en esta época la exploración de una zona de minas que también tendrá algún protagonismo hacia 1900. Este era sitio de “El Robledillo”, “Tambor” o “Viñuela”. En este caso se descubrió un filón de carbón de piedra que recibió el nombre de “San José” y la concesión se hizo a nombre de Gabriel Bogeat[10]. Otra mina de este mismo mineral fue descubierta por Bogeat en el sitio conocido por “Las Navas” o “La Hoya Vaquera”[11], otra zona potencialmente minera de gran importancia a partir de 1900. Gabriel Bogeat exploró en busca de carbón mineral en el término municipal de Monesterio hasta la década de 1870. La última concesión que se le concedió se fechó el 19 de abril de 1875. La llamó “La Favorita” y la descubrió en la zona conocida por “El Meadero”[12], y era lindante con el antiguo camino real o “Camino de la Plata”, y dos kilómetros de la localidad. De otras minas de las que se tienen noticias, aquéllas quedan relacionadas en la siguiente tabla.

 

NOMBRE DE LA MINA

REPRESENTANTE EN BADAJOZ

PROPIETARIO

B. O. PROVINCIA BADAJOZ

“San Antonio” Cayetano Pulido Luis Chacón 19 de marzo de 1860
“Hernán Cortés” Juan de Dios Martínez Gregorio Pardo 19 de marzo de 1860
“García de Paredes” Juan de Dios Martínez Wenceslao Tuisido 19 de marzo de 1860
“Abenhumeya” Juan de Dios Martínez Ramón Cerrudo 19 de marzo de 1860
“Mina Pizarro” Juan de Dios Martínez Martín Labandera 19 de marzo de 1860
“Padre de Pecadores” Tadeo María Moruno Juan Leandro Campos 19 de marzo de 1860
“San Antonio” Juan de Dios Martínez Gregorio Prado 19 de marzo de 1860
“Imagen de los Remedios” Benito García Juan Garrón 19 de marzo de 1860
“Mina del Carmen” Benito García Juan Garrón 19 de marzo de 1860
“Mina del Moro Antonio Garrón Antonio Garrón 19 de marzo de 1860
“Ntra. Sra. del Rosario” Luis García Antonio Jara 19 de marzo de 1860
“La Georgiana” Domingo María Ruiz Gabriel Rogert 19 de marzo de 1860
“Mina Resca” Antonio Algaba Antonio Algaba 19 de marzo de 1860
“San Sebastián” Guillermo Werton 4 de febrero de 1879
“Taramona” Guillermo Werton 4 de febrero de 1879
“La Poderosa” Gabriel Bogeat 4 de febrero de 1879
“San Jorge” Guillermo Werton 5 de febrero de 1879
“Abundancia” Manuel del Corral 5 de febrero de 1879

 

IV. EL MARCO LEGAL MINERO HACIA 1900.

            A principios del siglo XX imperaba aún la legislación provisional mineras del Sexenio Democrático. La norma vigente entonces era la llamada “Bases generales para la nueva legislación de minas”, de 29 de diciembre de 1869, del Ministro de Fomento Manuel Ruiz-Zorrilla. Este marco legal estaba complementado por el “Reglamento general interino para el régimen de la minería”, de 17 de abril de 1903 (Gaceta de Madrid de 22 de abril). Esta normativa, al igual que la legislación precedente de 1849, facilitó grandemente las prospecciones y supuso en gran medida una desamortización del subsuelo. Previo permiso del dueño de la superficie podía realizar estudios sobre el terreno, tal como marcaba el artículo décimo de las bases generales[13].

            La Ley de 1868 clasificaba las sustancias minerales en tres secciones, y solamente el Gobierno concedía para su explotación concesiones de la clasificación tercera. Según el artículo cuarto “se comprenden en la tercera sección los criaderos de sustancias metalíferas, la antracita, huya, lignito, asfalto y betunes, petróleo y aceites minerales, el grafito, las sustancias salinas, comprendiendo las sales alcalinas y terreo alcalinas ya se encuentren en estado sólido, ya disueltas en el agua, la caparrosa, el azufre y las piedras preciosas; debe considerarse que pertenecen también a este grupo las aguas subterráneas”. El artículo noveno precisaba que el registro minero “constituye una propiedad separada de la del suelo, cuando una de ambas deba ser anulada y absorbida por la otra, proceden a la declaración de utilidad pública, la expropiación y la indemnización correspondiente”.

            Cuando la investigación por medio de las calicatas era positiva, el promotor decidía la superficie de terreno necesaria para establecer la concesión. La unidad medida se denominó desde la Ley de 1849 como “pertenencia”. Ésta fue definida por el artículo once como “un sólido de base cuadrada de 100 metros de lado, medidos horizontalmente en la dirección que designe el peticionario, y de profundidad indefinida para estas últimas sustancias”. El mínimo de pertenencias que se podía solicitar era el de cuatro. El terreno que no había sido registrado, o en cambio había caducado la concesión, se denominaba “franco”.

            El trámite administrativo comenzaba en el Gobierno Civil de la Provincia. Ahí se procedía a formalizar la solicitud y a demostrar que el terreno era franco. En esa instancia tenía que hacer constar todos los datos referentes a la localización del terreno y los linderos. La mina era nombrada en este acto; según el artículo octavo del reglamento de 1903 “los Gobernadores, sin ulterior recurso, rechazarán los nombres de los registros que pudieran ser ofensivos malsonantes, considerados moral o civilmente, obligando a los solicitantes a que elijan otros exentos de tales inconvenientes”.

Sacada a información pública el expediente mediante anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia, y oídas las reclamaciones si se produjeren, se otorgaba el permiso. El artículo 19º decía expresamente que “las concesiones para la explotación de sustancias minerales son a perpetuidad, mediante un canon anual por hectárea”, y según aquéllas, la tasa difería notablemente. Los permisos expiraban “cuando el dueño deje de satisfacer el importe de un año del canon que le corresponda, y que perseguido por vía de apremio no lo satisfaga en el término de quince días o resulte insolvente”.

            Esta legislación era flexible hacia la actividad minera. Incluso si el concesionario no llegaba a un acuerdo con el dueño de la tierra podía solicitar la utilidad pública y el Gobierno procedería a la expropiación. Así era marcado por el artículo 27:

“Los mineros se concertarán libremente con los dueños de la superficie acerca de extensión que necesiten ocupar para almacenes, talleres, lavaderos, oficinas de beneficio, depósitos de escombros o escorias, instalación, de máquinas, bocaminas, etc. Si no pudieran avenirse ya en cuanto a la extensión ya en cuanto al precio, el dueño de la mina solicitará del Gobierno la aplicación de la ley sobre utilidad pública.

            “En los informes del ingeniero y de la diputación se tendrán en cuenta y se apreciarán como corresponda. Primero, la necesidad de la expropiación. Segundo, las ventajas que por una y otra parte ofrecen, y la explotación de las minas, y el cultivo o explotación del suelo, para poner en claro de este modo cual de ambos intereses debe ser atendido.

            “En todo caso deberá proceder al acto de expropiar la correspondiente indemnización”.

V. LAS MINAS DE MONESTERIO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.

            De aquellas explotaciones mineras de los últimos años de la centuria decimonónica, y de los primeros años del siglo XX han quedado algunas huellas. Sobre todo en forma de pozos de cierta profundidad. Muchos son utilizados actualmente para recoger agua. Otros, por carecer de revestimiento de mampostería, se han cegado de forma natural. En la zona minera conocida por “Hoya Vaquera”, a dos kilómetros de Monesterio, y junto a la N-630 ha quedado en pie un antiguo polvorín. Durante la construcción de la “Autovía de la Plata”, los movimientos de tierra para construir el corredor han dejado al descubierto las antiguas escombreras y restos de escorias propios de la actividad extractiva. Estos trabajos presentan la principal característica de poseer un pozo en vertical. Éste atravesaba las vetas metálicas y daba la posibilidad de la construcción de galerías horizontales para aprovechar al máximo los diferentes filones, o para evacuar las aguas subterráneas. 

            La principal mina de esta zona se registró en 1903 con el nombre de “Paquita”. De ésta se extrajo plata. Estaba junto a la antigua carretera de Badajoz a Castilleja de la Cuesta, la actual N-630, a unos pocos metros de la desaparecida caseta del capataz de los peones camineros. Cuando fue abandonada fue conocida por el ‘Pozo de la Mina’, y a ella eran arrojados los animales muertos. Posee una chimenea de mampostería cuadrada de unos sesenta metros de profundidad. A través de aquélla ascendía y descendía un elevador. En el exterior existen restos de pilares que sirvieron para colocar las poleas. Cuando termina las paredes de mampostería continúa la abertura sin aquélla, distribuyéndose a más profundad una serie de galerías.

            Esta era la zona minera más cercana a Monesterio. A principios del siglo XX se registraron en ella una serie de trabajos. Todos correspondían a la explotación del hierro. En 1903, Julián de Castro Ferrero se hizo con una serie de pertenencias mineras en el paraje “El Parque”. Unos años más tarde se registró una mina llamada “Kemi” en el sitio “El Meadero”. Finalmente, en 1907 se registraron 20 pertenencias mineras en el “Cerro de los Zapateros”. En la década de los veinte estos minados quedaron abandonados. Por estar cercanos a un camino vecinal aquéllos generaban un gran peligro. Hacia 1927 desapareció el sacristán de la parroquia, José Antonio Lancharro Bayón, y se creyó que se había tirado al “Pozo de la Mina”. El Ayuntamiento decidió taponar algunas bocaminas[14].

            Otra zona potencialmente minera, y que es la única explotada actualmente es la de “Aguablanca”. También era conocido ese sitio por “La Garranchosa” y “Las Minillas”. La primera concesión se hizo a mediados del siglo XIX para la explotación de un filón de cobre. Sin embargo, entorno a 1900 se ponen de manifiesto permisos para la extracción de mineral de hierro. El terreno era propiedad de Rufino Sayago Muñoz y Tadeo Cantillo Sánchez-Neguillo. El nombre de “Aguablanca” tendría su origen en unos antiguos hornos de cal. Además, desde antiguo existieron trabajos mineros de cobre[15], por esa razón, esta zona era conocido ese paraje por “Sierra de las Minillas”. Hoy en día, esta zona, en la que antaño existieron numerosas minas de hierro, es una cuenca de extracción principal de níquel, aunque también se extraen en menor medida, cobre e incluso plata y platino[16].

            En la orilla del camino que une Monesterio con la localidad de Cala (Huelva) también se hicieron constar algunos registros de extracción de hierro de poca importancia que también ha dejado huellas en forma de pozos. A unos pocos kilómetros de este punto, en la zona conocida por “El Moro” – “La Vicaría” – “Valdelahuesa” – “Herrerías”[17], de la propiedad de Manuel y Rufino Sayago Muñoz, también se registraron algunos minados de hierro. Algunas minas de la “Dehesa del Moro” estaban situada entre los términos de Monesterio y Calera de León[18]. En la zona conocida por “Cerro Bermejo” y “Campofrío” el vecino de Sevilla Juan G. Macdongall hizo solicitud 120 pertenencias mineras de hierro[19]. Sin duda alguna, fue la explotación más importante en esos años. Sólo de este minado se conoce que hubo expediente de expropiación por no haber llegado a un acuerdo con la propietaria del terreno en el que radicaba la mina. Este proceso duró al menos dos años, y se inició en 1908. El primer edicto publicado decía lo siguiente:

“Jefatura de Minas. Distrito de Badajoz. En el expediente de expropiación forzosa por causa de utilidad pública incoado a instancia de D. Juan G. Macdongall, dueño de la mina ‘Abundancia’, núm. 6.240, del término de Monesterio, el señor Gobernador, con fecha de ayer, ha decretado lo siguiente: ‘Solicitada la expropiación forzosa por causa de utilidad pública de parte del terreno comprendido para la mina ‘Abundancia’, sita en la dehesa denominada ‘Cerro Bermejo’ y ‘Campofrío’, en parte de la que fue ‘Dehesa de Calilla’, término de Monesterio, porque el dueño de la superficie no consiente la explotación de referida mina a pesar de haberlo intentando, cumpliendo con lo dispuesto en los artículos 27 del Decreto Ley de 29 de diciembre de 1869, y 84 del Reglamento General para el Régimen de la Minería, de 16 de junio de 1900, se acepta la pretensión entablada. Publíquese este decreto en el periódico oficial y dése traslado del mismo al Ayuntamiento de Monesterio y a dueña del terreno, Dª Filomena Zapata, para que el plazo de ocho días, como ordena el párrafo segundo del artículo 12 de la Ley de Expropiación, produzcan las reclamaciones que crean oportunas’. Lo que se hace saber en este periódico oficial para conocimiento del público interesado. Badajoz, 15 de septiembre de 1908. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”[20].

            El expediente se resolvió en 1910 a favor del concesionario de la mina, pudiendo de esta forma realizar todos los trabajos proyectados[21]. Se expropió unos 10.200 metros cuadrados para poder realizar algunas instalaciones y poder expandir la explotación. En el lugar conocido por “Valdezahurdas” o “Florido” un vecino de Madrid le concedieron unas doce pertenencias de mineral de hierro[22]. Allí se hizo una serie de instalaciones, y por medio de un sumario por robo de materiales de aquéllas, se conoce los enseres que quedaron abandonados en aquellos trabajos:

“Don José Paniagua Porras, Juez de Instrucción del Partido, hago saber que en este Juzgado y con el número cuarenta y dos de este año, se sigue sumario por robo de nueve puertas de dos metros de largo por uno de ancho aproximadamente, tres ventanas de un metro de largo por uno de ancho, tres maderos de cinco metros de largo por ocho centímetro cuadrados, una mesa escritorio de metro y medio de largo por uno de ancho, un catre de alambre, dos sartenes, un royo de alambre grueso de doce a trece metros de largo, varios tornos y persianas, un cronómetro, veintidós chapas de zinc de dos metros de largo por uno de ancho, una barra de hierro de tres metros de largo por cuatro centímetros de grueso y varios objetos más que no se han podido determinar, ocurrido en la mina llamada ‘Enriqueta’, de la casilla que en la misma existe enclavada al sitio llamado ‘Florido’, término de Monesterio, con anterioridad al día seis de marzo anterior, y en providencia de esta fecha se ha acordado se inserte el presente en el Boletín Oficial de esta provincia, y Gaceta de Madrid, para que por la Guardia Civil y demás agentes de la policía judicial se proceda a la busca y rescate de los efectos sustraídos, poniéndolos, caso de ser habidos, a disposición de este Juzgado con la persona o personas en cuyo poder se encuentren, si no acreditan su legítima adquisición, y llamando a la persona que se crea perjudicada comparezca inmediatamente ante este Juzgado para declarar en dicha causa y para hacerle el ofrecimiento de acciones que determina el artículo ciento nueve de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Dado en Fuente de Cantos a veintiuno de abril de mil novecientos diecinueve. José Paniagua. El Secretario, Eusebio Cornago”[23].

            El beneficio más cercano a la localidad lo registró José Sayago Romero en el “Llano del Pilar”, junto a la fábrica electro-harinera “Sayago, Jiménez y Cía” el 19 de agosto de 1907. El anuncio público decía: “Por D. José Sayago Romero, se ha hecho un registro de veintiuna pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘La Cruz’, número 6.877, ha descubierto en el sitio ‘Llano del Pilar’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad del común de vecinos, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida la pedrera de la fábrica de los Sres. Sayago y Compañía, y desde él se medirán al N 150 metros, al S 150 íd, al O 350 y al E otros 350 íd., las perpendiculares en los extremos de estas líneas formarán de las 21 pertenencias solicitadas”[24]. No fueron sólo estos los únicos minados autorizados en el término de Monesterio. Fueron muchos más. Para completar con más datos aquéllas concesiones, en el apéndice documental, y a continuación, se exponen los anuncios aparecidos en el Boletín Oficial de la Provincia.

APÉNDICE DOCUMENTAL

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 1 de junio de 1897. “[…] Por D. Antonio Sierra, en representación de D. Laureano Giles y Durán, se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de mineral de hierro, que con el nombre de ‘La Pura’, núm. 4.143, ha descubierto en ‘Las Navas de Lupo’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de particulares, que linda por Norte con ‘Cerro del Escobar’, por Este con ‘Río Viar’, por Sur y Oeste con tierras del registrador, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una era en los ‘Calatones de Clavijo’ y desde ella se medirán al Este 200 metros para la primera estaca; al Norte 150 para la segunda; al Oeste 400 para la tercera, al Sur 300 para la cuarta, al Este 400 para la quinta; al Norte 150 metros para llegar a la primera y cerrar el perímetro de las doce pertenencias solicitadas […] Badajoz, 25 de mayo de 1897. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 21 de junio de 1897. “[…] Por D. Antonio Sierra, de esta vecindad, en representación de D. Ramón Bonplata, que lo es de Madrid, se ha hecho un registro de treinta y una pertenencias de mineral de hierro, que con el nombre de ‘Segunda Santa María’, núm. 4.149, ha descubierto en ‘Sierra Traviesa’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Secundino Mateos, que linda por Norte con terrenos de Mateos, por Oeste con otros de Rojo, y por Sur y Este con otros de Infante, verifica la designación siguiente. Se tomará por punto de partida el mismo de la mina ‘San Sinforiano’ y desde él se medirán 250 metros al Norte para la 1ª estaca; desde ésta 250 metros al Oeste para la 2ª, desde ésta 800 metros al Este para la 4ª, desde ésta 800 metros al Norte para la 5ª, y desde ésta 250 metros al Oeste llegando a la 1ª y quedando demarcadas cuarenta pertenencias, que descontadas las nueve de que consta ‘San Sinforiano’ que abarca esta designación, quedan las treinta y una pertenencias solicitadas […] Badajoz, 18 de junio de 1897. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 2 de julio de 1897. “[…] Por D. José Brieva, vecino de esta capital, en representación de D. Antonio María Espada, de Lisboa, se ha hecho un registro de diez y seis pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘La Oportunidad’, núm. 4.154, ha descubierto en ‘Sierra Traviesa’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de don Secundino Mateos, que linda por Norte con terrenos del mismo, por Oeste con otros de Rojo, y por Sur y Este con otros de Infante, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el ángulo NE de la mina ‘San Sinforiano’, y desde él se medirán al Norte 100 metros para la primera estaca, de primera a segunda al Oeste 400 metros; de segunda a tercera al Sur 500 metros; de tercera a cuarta al Este 500 metros; y de quinta a primera al Oeste 100 metros, cerrando así el perímetro de las diez y seis pertenencias […] Badajoz, 22 de junio de 1897. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 30 de  noviembre de 1897. “[…] Por D. Antonio Sierra, en representación de Dª Encarnación de Castro y Martín Rayo, vecina de Llerena, se ha hecho un registro de doce pertenencias de mineral de hierro, que con el nombre de ‘La Salvación’, núm. 4.209, ha descubierto en ‘Las Navas de Lupo’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de los Sres. Mateos, que linda por todos rumbos con tierras de los mismos. Verifica la designación siguiente, se tomará por punta de partida una calicata en la cañada de Moreno, a doce metros del camino de Cazalla, y desde ella se medirán al N. 200 metros para la 1ª estaca; al E 100 para la 2ª; al S 400 para la 3ª, al E 200 para llegar a la 1ª, y cerrar el perímetro de las 12 pertenencias solicitadas […] Badajoz, 26 de noviembre de 1897. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 14 de diciembre de 1897. “[…] Por don Antonio Sierra, de esta vecindad, en representación de doña Encarnación de Castro, que lo es de Llerena, se ha hecho un registro de doce pertenencias de mineral de hierro, que con el nombre de ‘Segunda Salvación’, número 4.272, ha descubierto en la ‘Dehesa de las Navas de Lupo, y ‘Cañada Moreno’, término de Monesterio y terreno de don Santiago Moreno, vecino de Llerena, que linda por Norte, Sur y Este, con terreno de dichos herederos, y por Oeste con propiedad de don José Caballero Pizarro. Verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una calicata en la “Cañada Moreno”, distante doce metros del camino de Cazalla, y desde él se medirán al Norte doscientos metros 1ª estaca; al Este ciento y 2ª; desde ésta al Oeste, trescientos y la 4ª, desde ésta al Norte, cuatrocientos y la 5ª, y desde ésta al Este, doscientos y la 5ª, y desde ésta al Este, doscientos hasta llegar a la 1ª, quedando cerrado el perímetro que comprende las doce pertenencias solicitadas […] Badajoz, 13 de diciembre de 1897. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 14 de diciembre de 1897. “Cuerpo Nacional de Ingenieros de Minas. Provincia de Badajoz. Núm. 4.381. Por Decretos del señor Gobernador, fechas 9, 12 y 13 del corriente mes, han sido cancelados los expedientes de las minas ‘Segunda Santa María’, nº 4.149, del término de Monesterio […] Badajoz, 13 de diciembre de 1897”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 9 de febrero de 1898. “[…] Por D. Juan Paes de Sousa Andrade, vecino de Lisboa, con residencia accidental en esta ciudad, se ha hecho un registro de veinte pertenencia mineras de mineral de hierro que con el nombre de ‘Rosario’, número 4.294, ha descubierto en el ‘Cerro Romeral’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de la viuda de Toribio Ruiz [erróneo: Rodríguez], que linda por Norte y Sur con terrenos de la misma, por Este con los de Bernardo Garrote, y ‘Sierra Culebrín’, y por Oeste con herederos de José Jiménez y ‘Cerro de los Carricos’. Verifica la designación siguiente: se tendrá por punto de partida un mojón en dicho ‘Cerro del Romeral’, que se determina por tres visuales, una a la Ermita de Tudía a los 25º, otra al cortijo de José Jiménez a los 319º, y otra al Cortijo de Bernardo Garrote a los 40º 500 metros; a los 219º, 500 metros; a los 310º, 100 metros; a los 131º, 100 metros. Las perpendiculares en los extremos de esta líneas determinan el perímetro de las veinte pertenencias mineras solicitadas […] Badajoz, 2 de febrero de 1898. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 9 de febrero de 1898. “[…] Por D. Juan Paes de Sousa Andrade, vecino de Lisboa, con residencia accidental en esta Ciudad, se ha hecho un registro de veinte pertenencias de mineral de hierro, que con el nombre de ‘San Antonio’, núm. 4.295, ha descubierto en el ‘Cerro Agua Blanca’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de Rufino Sayago, que linda por Norte, Sur y Oeste con terreno de Cantillo, verifica la siguiente designación siguiente. Se tendrá por punto de partida, uno situado en dicho ‘Cerro de Agua Blanca’, a 20 metros de un horno de cal, y del arroyo que determina por tres visuales, una al cortijo de Sayago a los 297º, otra a la chimenea de la casa de Cantillo a los 22º, y otra a la Iglesia de Santa Olalla a los 135º, y desde él se medirán a los 56º 500 metros, a los 236º 500 metros, a los 148º 100 metros, y a los 328º 100 metros. Las perpendiculares en los extremos de estas líneas determinan el perímetro de las veinte pertenencias solicitadas […] Badajoz, 2 de febrero de 1898. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 18 de enero de 1901. “[…] Por D. Eugenio Serrano, vecino de esta capital, en nombre de D. Celestino González Bulzá, se ha hecho un registro de veinticuatro pertenencia mineras, de mineral de hierro, que con el nombre de ‘Dificultad’, número 5.303, ha descubierto en ‘Dehesa de la Taramona’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de doña Cristina Carrascal, vecina de Fuente de Cantos, que linda por todos los rumbos con terreno de la misma señora, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida uno en el regato y donde desemboca el minado en dicho regato llamado ‘Bodión’, y desde aquí se medirán al S 25º E 100 metros y se pondrá la primera estaca, de ésta al E 25º N 6.000, y la segunda; de ésta al N 25º O 200 y la tercera; de ésta al O 25 S 1.200 y la cuarta; de ésta al S 25º E 200 y la quinta, de ésta al E 25º N 60º y la primera, quedando cerrado el perímetro […] Badajoz, 16 de enero de 1901. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 19 de febrero de 1901. “[…] Por D. Manuel Torrótegui Jáuregui, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de treinta y seis pertenencias de mineral de hierro, que con el nombre de ‘María’, número 5.345, ha descubierto en Valderrascón, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de doña Nieves y doña Manuela Jiménez, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto medio una zanja abierta al N de una casa en ruinas, y desde éste punto en dirección E 35º S se medirán 100 metros y se pondrán la estaca auxiliar; desde ésta en dirección N 35º E se medirán 600, y en dirección opuesta otros 600; y desde la misma estaca auxiliar y en dirección E 35º S se medirán 150 y en dirección opuesta otros 150, formando así estas líneas los ejes del rectángulo que comprende las treinta y seis pertenencias solicitadas […] Badajoz, 15 de febrero de 1901. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 19 de febrero de 1901. “[…] Por D. Manuel Torrótegui Jáuregui, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de veinticuatro pertenencias de mineral de hierro, que con el nombre de ‘Enriqueta’, número 5.344, ha descubierto en ‘Bajondo’, término de Monesterio, y terreno de D. Francisco Gallego y otros, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una calicata de 0,75 metros de profundidad en terreno de D. Francisco Gallego, que dista unos 12 metros al N del ‘Arroyo Bajondo’, desde este punto, y en dirección N se medirán 50 metros y se pondrá una estaca auxiliar, desde ésta y en dirección E se medirán 600 al O 100 al N y 100 al S los ejes de un rectángulo que formarán estas líneas […] Badajoz, 15 de febrero de 1901. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 23 de marzo de 1901. “Ramón Izquierdo y Rubio, Ingeniero Jefe del Distrito Minero de Badajoz, hago saber que por D. Salomón Jiménez y Cadenas, Subdirector del Banco de Andalucía, y vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de treinta y seis pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Amadeo’, número 5.411, ha descubierto en el paraje llamado ‘El Robledillo’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Vicente Hernández, D. Manuel Conejo y otros. Será punto de partida una calicata practicada en la orilla izquierda del camino de Cala, yendo hacia dicho pueblo […] Badajoz, 22 de marzo de 1901, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 25 de marzo de 1901. “[…] Por D. Ernesto Ortiz Pérez, vecino de esta capital, se ha hecho un registro de doce pertenencias de hierro, que con el nombre de ‘La Minilla’, núm. 5.413, ha descubierto en el cerro denominado ‘Minilla’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de D. Tadeo Cantillo, verifica la designación siguiente. Se tendrán por punto de partida una labor que existe en el sitio denominado ´La Minilla’, desde dicho punto se medirán en dirección al N 400 metros, que lindan con el cerro llamado ‘Bajondo’, desde el mismo punto de partida y en dirección al S 600 metros, que lindan al S con la Dehesa de Santa Olalla; desde el mismo punto de partida al E se medirán 300 metros, que lindan al E con el ‘Cerro de las Casas’, y desde este punto al O 300 metros, que lindan por el O con ‘La Resbaladera’, quedando cerrado el perímetro de las doce pertenencia solicitadas […] Badajoz, 22 de febrero [sic, marzo] de 1901. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 29 de marzo de 1901. “[…] Por D. Ernesto Ortiz Pérez, vecino de esta capital, se ha hecho un registro de doce pertenencias de hierro, que con el nombre de ‘Las Caras’, núm. 5.416, ha descubierto en el paraje llamado ‘Las Caras’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Rufino Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una labor empezada; desde dicho punto de partida y en dirección al S se medirán 300 metros, que lindan al S con el ‘Barranco del Rodeo’, desde el mismo punto de partida al E se medirán 200 metros, que lindan por el E, término de Real de la Jara, y desde el punto de partida al O se medirán 250 metros, que lindan por O con ‘Santa Marta’, quedando cerrado el perímetro de las doce pertenencias solicitadas […] Badajoz, 22 de marzo de 1901, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 26 de abril de 1901. “[…] Por D. Manuel Fernández Mauricio, agente de negocios, vecino de esta ciudad, se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de piritas arsenical, que con el nombre de ‘La Deseada’, núm. 5.489, ha descubierto en la ‘Dehesa del Moro’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Manuel y D. Rufino Sayago, que linda por todos puntos con terrenos de dichos señores, verifica la designación siguiente. Se tendrá como punto de partida una pequeña calicata antigua que se encuentra de dos pequeños declives en la afluencia, que unidos bajan al ‘Arroyo del Castillo’, y desde dicho punto se medirán con rumbo al N 500 metros, y se colocará la primera estaca, de ésta al E 200, y la segunda, de ésta, al Mediodía, 1.000, y la tercera, de ésta al O 400, y la cuarta, de ésta a N 1.000 y la quinta, y desde ésta al punto de partida se medirán 200 metros, quedando así cerrado el perímetro […] Badajoz, 24 de abril de 1901, Ricardo Rúa Figueroa”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 29 de abril de 1901. “[…] Por D. Alberto Wilquens, natural de Alemania, y vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de doce pertenencias de piritas de hierro, que con el nombre de ‘San Benito’, núm. 5.492, ha descubierto en ‘San Benito’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Manuel Sayago, que linda por todos rumbos con terreno franco, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un mojón de piedra colocado por encima de la parte más elevada de la boca de una galería antigua que tiene sobre dos metros de longitud, y se encuentra al lado de un regajo, y desde dicho punto se medirán con rumbo al N 300 metros, y se colocará la primera estaca; de ésta al E 135, y la segunda; de ésta al S 600, y la tercera, de ésta al O 200, y cuarta, de ésta al N 600, y la quinta, y desde ésta 65 metros, quedando cerrado el rectángulo de las doce pertenencias […] Badajoz, 27 de abril de 1901, Ricardo Rúa Figueroa”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 25 de mayo de 1901. “[…] Por D. Rafael Ariza y Echarerreta, Ingeniero de Minas y vecino de Mondragón (Guipúzcoa) se ha hecho un registro de veinticuatro pertenencia mineras de hierro, que con el nombre de ‘Natividad’, núm. 5.561, ha descubierto en el sitio de ‘Guijarro Blanco’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de don Manuel Sayago […] Badajoz, 24 de mayo de 1901, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 25 de mayo de 1901. “[…] Por D. Rafael Ariza y Echarerreta, Ingeniero de Minas y vecino de Mondragón (Guipúzcoa) se ha hecho un registro de treinta pertenencias de hierro, que con el nombre de ‘Brígida’, núm. 5.562, ha descubierto en el sitio ‘Las Herrerías’ y ‘Colmenarejo’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de D. Manuel Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una labor antigua situada a unos 150 metros por debajo del camino de Monesterio a Cala; desde este punto de partida, y en dirección N 25º E se medirán 500 metros, en sentido opuesto, o sea, al S 25º O, se medirán 500 metros, desde el mismo punto de partida, y en dirección E 25º se medirán 150 metros con lo cual quedan determinado los ejes del rectángulo de las treinta pertenencias solicitadas […] Badajoz, 24 de mayo de 1901, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 25 de mayo de 1901. “[…] Por D. Rafael Ariza y Echarerreta, Ingeniero de Minas y vecino de Mondragón (Guipúzcoa) se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Segunda Carmen’, número 5.563, ha descubierto en el sitio ‘Arroyo del Moro’, término de Monesterio y Calera de León, y terreno de la propiedad de D. Manuel Sayago, verifica la designación siguiente. Se tomará por punto de partida el mismo de la mina ‘Carmen’, o sea, el centro de una calicata hundida al E de una trinchera en que hay empezado un socavón, y distante unos cinco metros del ‘Arroyo del Moro’, desde este punto se medirán al S 50 metros, y se podrá la primera estaca; de ésta al S se medirán 100 metros, y se pondrá la segunda, de ésta al E 800, y la tercera; y ésta al N 300 y la cuarta; de ésta al O 200, y la sexta; y de ésta al O 600, con lo que se cerrará sobre la primera estaca el perímetro […] Badajoz, 24 de mayo de 1901, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 6 de septiembre de 1901. “Careciendo de representantes en esta capital los interesados en los registros mineros que abajo se expresan, se publica este anuncio en el Boletín Oficial para que llegue a conocimiento de los registradores los días en que tendrá lugar la demarcación de los mismos. Núm. 5.313, ‘Carmen’, término de Monesterio, del 4 al 11 de septiembre. Núm. 5.314, ‘Enriqueta’, término de Monesterio, del 6 de 13 de septiembre. Núm. 5.345, término de Monesterio, del 7 al 14 de septiembre […] Badajoz, 4 de septiembre de 1901. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 31 de marzo de 1902. “Por Decreto del señor Gobernador, fecha 26 del corriente, ha sido declarado franco y registrable el terreno de las minas ‘La Minilla’, núm. 5.413; ‘Bajondo’, núm. 5.415; ‘Las Caras’, 5.416 […] todas de Ernesto Ortiz Pérez, por no haber presentado en el plazo legal el papel de pagos al Estado correspondiente. Badajoz, 29 de marzo de 1902. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 24 de febrero de 1903. “[…] Por D. Alberto Vilckens, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de dieciocho pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘San Benito 2’, número 6.217, ha descubierto en el paraje ‘Cerro de San Benito’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Manuel y D. Rufino Sayago, que linda por N, S y O con terreno franco, y al E con la mina ‘San Benito, número 5.492 verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida la estaca número 5 de la mina ‘San Benito’, desde él se medirán 200 metros al E, 1ª estaca que lo es a la vez estaca número 2 de ‘San Benito’, desde ésta 200 metros al N y 2ª estaca, desde ésta 300 íd., al O 3ª id.; desde 3ª 1.000 íd., al S 4ª íd.; íd. 4ª 300 íd. al 5ª 200 íd. al N 6ª íd., que es a la vez estaca núm. 3 de la mina ‘San Benito’; de 6ª 200 metros al O y 7ª que es a la vez estaca número 4 de la mina ‘San Benito’, de 7ª 600 metros al punto de partida […] Badajoz, 18 de febrero de 1903. E. Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 6 de marzo de 1903. “Por Decreto del señor Gobernador fecha 3 de marzo ha sido declarado franco y registrable el terreno de las minas siguientes, renunciadas por sus dueños. ‘Carmen’, número 5.343 […] de Calera de León; ‘Enriqueta’ 5.344, ‘María’ 5.345, ‘Amadeo’ 5.411 del término de Monesterio […] Badajoz, 4 de marzo de 1903, El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 21 de abril de 1903. “[…] Por D. Carlos de Thena, vecino de Villagarcía, se ha hecho un registro de veinticinco pertenencias mineras de hierro que con el nombre de ‘Calvario’, núm. 6.254, ha descubierto en el sitio ‘Garranchosa’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de los herederos de don Rafael Fernández, verifica la siguiente demarcación. Se tendrá por punto de partida el alto del ‘Cerro del Gamito’, y desde dicho punto de partida se medirán al N 250 metros 1ª estaca; de ésta al E 250 íd 2ª estaca; al S 500 id 3ª id; al O 500 id 4ª íd; íd al N 500 id 5ª id; y de ésta intestando con la 1ª 250 íd; con lo que quedará formado el perímetro […] Badajoz, 18 de marzo de 1903, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 21 de abril de 1903. “[…] Por D. Juan S. Macdongall, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de treinta pertenencias mineras de hierro que con el nombre de ‘Esperanza’ núm. 6.255, ha descubierto en el sitio ‘Cerro del Agua Blanca’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Pedro del Castillo y otros, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un pozo junto a algunos antiguos trabajos en el lado NO del ‘Cerro del Agua Blanca’, y desde dicho punto de partida se medirán al N 20º O 150 metros 1ª estaca; de ésta al O 20º S 500 íd 2ª íd; íd al S 20º E 300 íd; íd al N 20º O 300 id 5ª id; e íd al O 20º S 500 íd; hasta intestar con la 1ª, con lo que quedará cerrado el perímetro […] Badajoz, 18 de abril de 1903, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 21 de abril de 1903. “[…] Por D. Juan S. Macdongall, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de treinta pertenencias mineras de hierro que con el nombre de ‘Prosperidad’ núm. 6.256, ha descubierto en el sitio ‘Cerro del Agua Blanca’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Bernardo Garrote, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un pozo al lado O del ‘Cerro del Agua Blanca’; y desde dicho punto de partida se medirán al N 100 metros 1ª estaca; de ésta al E 500 íd 2ª íd: ídem al S 200 íd 3ª íd; íd al O 1.000 íd 4ª íd; íd al N 200 íd 5ª id; e id al E 500 íd hasta intestar con la 1ª con lo quedará cerrado el perímetro […] Badajoz, 18 de abril de 1903, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 27 de abril de 1903. “[…] Por D. Carlos de Thena, vecino de Villagarcía, se ha hecho un registro de veinticinco pertenencias mineras de hierro que con el nombre de ‘La Concepción’, núm. 6.262, ha descubierto en el sitio ‘Garranchosa’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de los herederos de don Rafael Fernández, verifica la designación siguiente. Se tomará por punto de partida el ángulo O de la casa expresada ‘Garranchosa’, y desde este punto de partida se medirán en dirección al N 250 metros 1ª estaca; de ésta al E 250 íd 2ª id; íd al S 500 íd 3ª íd; íd al O 500 íd 4ª íd; íd al N 500 íd 5ª; e íd hasta intestar con la 1ª 250 íd, con lo que quedará formado el perímetro […] Badajoz, 21 de abril de 1903, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 24 de febrero de 1903. “[…] Por D. Nicolás González, en nombre de D. Joaquín Eloy Álvarez Navarro, vecino de Villafranca de los Barros, se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Carmen’, número 6.263, ha descubierto en el sitio ‘Robledillo’ y ‘Tambor’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de Vicente Hernández y otros, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una calicata practicada en la orilla izquierda del camino de Cala, yendo hacia Monesterio, y punto del camino en que aflora el criadero; desde este punto y en dirección al N 25º, aproximadamente 30 metros 1ª estaca; de ésta al E 25º S 300 metros y en sentido opuesto otros 300 desde dicho punto de partida al N 25º E o perpendicular se medirán 100 metros y en sentido opuesto otros 100 íd, formando así un perímetro que comprende las doce pertenencias solicitadas […] Badajoz, 27 de abril de 1903, R. Rúa”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 4 de mayo de 1903. “[…] Por D. Nicolás González, en nombre de D. Joaquín Eloy Álvarez Navarro, vecino de Villafranca de los Barros, se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘La Amistad’, núm. 6.265, ha descubierto en el sitio ‘Valderrascón’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Fernando Campos, que linda por todos aires con terreno franco verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una zanja abierta al N de una casa en ruinas, y desde este punto, y en dirección al E 35º S 50 metros estaca auxiliar; desde ésta al N 35º E 150 íd y en dirección opuesta otros 150 metros, y desde la estaca auxiliar y en dirección E 35º S 100 metros y en dirección opuesta 100 id formando así un perímetro que comprende las doce pertenencias solicitadas […] Badajoz, 27 de abril de 1903, R. Rúa”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 17 de junio de 1903. “[…] Por D. Rafael Trujillo, en nombre de D. Juan S Macdongall, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de dieciocho pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Belinda’, núm. 6.279, ha descubierto en el ‘Cerro de Agua Blanca’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de don Rufino Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un crestón al lado de un trabajo antiguo cerca de 400 metros, en dirección S 30º E de la casa de don Tadeo Cantillo, y desde dicho punto de partida, en dirección E 35º S se medirán 50 metros, y se pondrán la 1ª estaca, desde ésta al S 35º O 400 metros 2º íd; íd al O 35º N 300 metros 2ª íd; íd al N 35º E 600 íd 4ª íd; íd E 35º S 300 íd 5ª íd, y desde ésta al S 35º O 200 metros, cerrando el perímetro […] Badajoz, 16 de junio de 1903, R. Rúa”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 28 de septiembre de 1903. “[…] Por D. Joaquín Eloy Álvarez Navarro, vecino de Villafranca, dueño del registro ‘Carmen’, núm. 6.263, de mineral de hierro, de doce pertenencias, del término de Monesterio, rectifica, ampliándolo a cuarenta y ocho pertenencias, en la siguiente forma. Se tomará como punto de partida el mismo que se cita en la solicitud de registro de ‘Carmen’, y a partir de él se medirán 200 metros N; 200 al S 25º O; 600 E 25º S; y 600 O 25º. Las perpendiculares levantadas en los extremos de estas líneas cierran el perímetro de las cuarenta y ocho pertenencias […] Badajoz, 19 de septiembre de 1903, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 20 de noviembre de 1903. “[…] Por D. Eugenio Serrano, en nombre de D. Julián de Castro Ferrero, vecino de Monesterio, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro que con el nombre de ‘El Paso’, núm. 6.310, ha descubierto en el sitio llamado ‘El Parque’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de D. Juan de Alba Espinosa de los Monteros, que linda por Saliente con herederos de Antonio Sayago, por Mediodía con terreno llamado ‘Los Cotos’; por Poniente con D. Rufino Sayago, y por N con la ‘Dehesa del Alcornocal’, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una calicata de diez metros de profundidad que hay en el sitio mencionado, desde donde se medirán al N 100 metros y se pondrá la 1ª estaca; de ésta al P 500 íd y la 2ª, de ésta al M 200 íd, y la 3ª, de ésta al E 1.000 y la 4ª; de ésta al N, 200 id, y la 5ª; de ésta 500 a la 1º quedando cerrado el perímetro […] Badajoz, 17 de noviembre de 1903. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 4 de diciembre de 1903. “[…] Por D. José Dacal Pérez, en nombre de D. Francisco Sánchez Arjona, de Sevilla, se ha hecho un registro de cuarenta y dos pertenencias mineras de plata que con el nombre de ‘Paquita’, núm. 6.314, ha descubierto en el sitio denominado ‘Meadero’, y dehesa de D. Rufino Sayago, término de Monesterio, que linda al N con tierras de D. Rufino Sayago, al S con tierras de Juan de Alba, al E con tierras del mismo, y al O con las de Antonio Veredas y Juan Seda, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de referencia el centro de la puerta de la casilla de los peones camineros que tiene el número 3, y que es la primera que se encuentra en la carretera de Sevilla; desde dicho punto de partida al N se medirán 150 metros 1ª estaca; de ésta al E 400 íd 2ª íd; íd al S 700 id 5ª íd, que unida a la 1ª cierra el perímetro de las cuarenta y dos pertenencias solicitadas […] Badajoz, 30 de noviembre de 1903, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 19 de julio de 1904. “[…] Por D. Miguel Durán, en nombre de D. Francisco Sánchez Bog, vecino de Monesterio, se ha hecho un registro de veinticinco pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Ernesto’, núm. 6.406, ha descubierto en el ‘Cercado de la Rincona’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de varios particulares, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida dicho cercado y se medirán al O 1.200 metros 1ª estaca; al N 200 ídem 2ª íd; al E 1.800 íd 3ª íd; al S 400 ídem 4ª íd; al O 1.800 íd 5ª íd, al N 200 íd a enlazar con la primera […] Badajoz, 9 de noviembre de 1904, Ramón Izquierdo.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 21 de diciembre de 1904. “[…] Por D. Eugenio Serrano, en nombre de D. Julián de Castro Ferrero, vecino de Monesterio, se ha hecho un registro de diez pertenencias mineras de hierro que con el nombre de ‘Segundo Paso’, núm. 6.415, ha descubierto en el sitio llamado ‘El Parque’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de D. José Manzano, que linda por terreno franco y mina ‘El Paso’, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el ángulo SE de la mina ‘El Paso’, y se medirán al O 500 metros 1ª estaca; de ésta al S 200 íd 2ª íd; íd al E 500 íd 3ª id; íd al N 200 íd 4ª ídem, al punto de partida, quedando formado el perímetro […] Badajoz, 20 de diciembre de 1904, R. Rúa”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 14 de abril de 1905. “[…] Por don José Dacal Pérez, vecino de Minas de Cala, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Luisa 2ª’, número 6.459, ha descubierto en el sitio ‘Juan Benito’, término de Monesterio, terreno de la propiedad de Rufino Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el mismo de la mina núm. 5.492, y se medirán al O 65 metros 1ª estaca; de ésta al N 200 id; íd al O 200 íd 3ª; id al S. 1000 id 4ª ídem; íd al E 200 id 5ª id. y id la 1ª al N 800 id, quedando cerrado el perímetro […] Badajoz, 11 de abril de 1905. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 22 de abril de 1905. “[…] Por don José Dacal Pérez, vecino de Minas de Cala, se ha hecho un registro de 30 pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘La Buscada’, número 6.472, ha descubierto en el sitio ‘Juan Benito’, término de Monesterio, terreno de la propiedad de Rufino Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el mismo de la mina ‘San Benito 1ª’; de éste se medirán al O 265 metros 1ª estaca; de ésta al N 200 metros 2ª íd; íd al O 300 íd 3ª id; id al S 1.000 íd 4ª id. id al E 300 id 5ª id, e id a la primera 800 íd, quedando cerrado el perímetro […] Badajoz, 12 de abril de 1905. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 5 de junio de 1905. “[…] Por don César Contel Maranillo, vecino de Caspe, se ha hecho un registro de treinta pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘María-Rosa’, número 6.487, ha descubierto en el paraje ‘Herrería’, término de Monesterio, terreno de la propiedad de don Manuel Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una labor antigua situada a unos 150 metros por debajo del camino que conduce de Monesterio a Cala, desde donde se medirán al N 25º E 500 metros; al S. 25º O 500; al E. 25 S 150 id; al O 25 N 150 id; con la cual queda determinado los ejes del rectángulo […] Badajoz, 3 de junio de 1905. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 12 de junio de 1905. “[…] Por don César Contel Maranillo, vecino de Caspe, en nombre de don Alberto Catalá, que lo es de Madrid se ha hecho un registro de treinta y seis pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Anistosgui’, número 6.488, ha descubierto en el ‘Valle-la-huesa’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de don Manuel Sayago, que linda por todos rumbos con terreno franco, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el centro de una pared de choza hundida al E de una trinchera, en la que hay empezado un socavón, y a uno 100 metros del ‘Arroyo del Moro’, desde dicho punto se medirán al O 700 metros; al E 500 metros; al S 150 id, y al N 150 id, siendo estas líneas los ejes del rectángulo que comprende de las 36 pertenencias solicitadas […] Badajoz, 3 de junio de 1905. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 19 de septiembre de 1905. “[…] Por don Francisco Gutiérrez García, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de setenta pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘La Americana’, número 6.524, ha descubierto en el paraje ‘Agua Blanca’, término de Monesterio, que linda por E con ‘Barranco de las Torres’; al N tierras de la Estrella; al O ‘Barranco Culebrín’ y al S tiene próxima la ‘Ribera de Cala’; verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida la cúspide del referido cerro, y desde ella se medirán al N 200 metros; 1ª estaca; de 1ª a 2ª al O 1.100 íd, de 2º a 3ª al S 500 íd; de 3ª a 4ª al E. 1.400 íd, de 4ª a 5ª al N 500 íd, y de 5ª a 1ª al O 300 id cerrando el perímetro […] Badajoz, 12 de septiembre de 1905. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 29 de enero de 1906. “[…] Por don Eugenio Serrano, en nombre de don César Conter, vecino de Madrid, se ha hecho un registro de veintiuna pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘La Bruja’, ha descubierto en el paraje de ‘Valderrascón’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de don Blas Rodríguez, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el medio de una zanja abierta al N de una casa en ruinas, y desde este punto se medirán al E 35º 100 metros 1ª estaca; y en dirección opuesta 300, y desde dicha estaca al E 35º S 150; y en dirección opuesta otros 150, formando estas líneas los ejes del rectángulo que comprenden las veintiuna pertenencias mineras […] Badajoz, 25 de enero de 1906, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 30 de marzo de 1906. “[…] Por don Manuel Marín Castilla, vecino de Cala, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘La Rebollosa’, núm. 6.607, ha descubierto en el paraje la ‘La Pedrira’, termino de Monesterio, y terreno de la propiedad de los herederos de don Manuel Ordóñez, que linda por N y E con dicha finca, por S ‘Rivera de Cala’, y O ‘Arroyo del Moro’, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un mojón de piedra seca blanqueado, distante tres metros de un alcornoque, desde él se medirán al N 500 metros 1ª estaca; de ésta al E 50 íd 2ª ídem; íd al S 100 íd al N 1000, 5ª íd, e id a la 1ª 150 íd, quedando cerrado el perímetro de las veinte pertenencias solicitadas […] Badajoz 28 de marzo de 1906, Ricardo Rúa Figueroa”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 9 de abril de 1906. “[…] Por D. Joaquín Royo, vecino de Madrid, se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Kemi’, núm. 6.611, ha descubierto en el paraje ‘El Meadero’, término de Monesterio y terreno de la propiedad de don Manuel Hanchana [sic, Lancharro], que linda por E con la mina ‘El Pavo’, y demás rumbos terreno franco, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un pozo hundido que tendrán 4 o 5 metros de profundidad en dicho terreno, y desde él se medirán al S 100 metros 1ª estaca; de ésta al E 200 íd 2ª ídem; íd al N 200 íd 3ª íd; íd al O 600 íd 4ª íd; íd al S 200 íd 5ª íd; e íd al E 400 íd para unir con la 1ª, cerrando así el perímetro de las doce pertenencias mineras […] Badajoz, 3 de abril de 1906, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 23 de junio de 1906. “[…] Por D. Francisco Geormán, vecino de Madrid, se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Charito’, núm. 6.644, ha descubierto en el paraje ‘Meadero’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de don Manuel Lancharro, que linda por E con la mina ‘Primer Paso’, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un pocillo de unos 6 metros de profundidad, desde este punto se medirán al E 300 metros 1ª estaca; de ésta al S 100 íd 2ª íd; íd al O 600 íd 3ª íd; íd al N 200 íd 4ª íd; íd al Este 600 5º íd; e íd al S 100 íd a unir con la 1ª, quedando cerrado el perímetro […] Badajoz, 29 de junio de 1906, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 1 de mayo de 1907. “[…] Por D. Antonio Olmedo, vecino de San Juan de Aznalfarache, se ha hecho un registro de 151 pertenencias mineras de hierro, que el nombre de ‘3ª Americana’, número 6.780, ha descubierto en sitio ‘Agua Blanca’, término de Monesterio verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida la estaca núm. 2 de la mina 2ª Americana, y se medirán al O 300 metros 1ª estaca, S 800, y 2ª, E 300 y 3ª; S 100, y 4ª, E 100 y 5ª, S 200 y 6ª. Este 100 y 7ª, N 100 y 8ª; E 200 y 9ª, N 200 y 10ª, E 100 y 11ª, N 100 y 12ª, E 400 y 13ª, S 100 y 14ª, E 100 y 15ª, S 200 y 16ª, E 100 y 17ª, S 100 y 18ª, E 300 y 19ª, S 100 y 20ª, E 100 y 21ª, S 100 y 22ª, E 100 y 23ª, N 700 y 24ª, O 300 y 25ª, N 300 y 26ª, E 200 y 27ª, N 100 y 28ª, E 400 y 29ª, N 200 y 30ª, O 1200 y 31ª, S 500 y 32ª, O 800 y 33ª y N 500 al punto de partida cerrando el perímetro de las 151 pertenencias solicitadas […] Badajoz, 19 de abril de 1907. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 24 de mayo de 1907. “[…] Por D. José Dacal, en nombre de don José Serra, vecino de Minas de Cala, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Mercedes Primera’, número 6.816 ha descubierto en el paraje Valhondo, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de Bernardo Garrote, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida una era de trillar trigo, que se encuentra en el alto del corro de dicho paraje y desde él se medirán al N 100 metros, al S 100 id, al o 300 íd, y al Este 700 id […] Badajoz, 22 de mayo de 1907. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 24 de mayo de 1907. “[…] Por D. José Dacal, en nombre de don José Serra, vecino de Minas de Cala, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Mercedes Segunda’, número 6.816 ha descubierto en el paraje Romeral, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de la viuda de Toribio [Rodríguez], verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un horno de cocer cal que se encuentra en el cerro de Romeral, y desde él se medirán al O 700 metros, al E 800 íd, al N 100 íd, al S 100 íd […] Badajoz, 22 de mayo de 1907. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 12 de julio de 1907. “[…] Por D. Carmelo Solanier y Guijarro, vecino de La Carolina, se ha hecho un registro de 20 pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Ampliación 1ª’, ha descubierto en ‘Valdezahurda’ y ‘Collado de la Casa’, término de Monesterio, que linda por el S con la mina ‘Enriqueta’, núm. 6.643, verifica la designación siguiente. Se tomará por punto de partida el ángulo nordeste de la citada mina ‘Enriqueta’ núm. 6.613, y desde él se medirán en dirección N 1ª E con relación al meridiano verdadero 100 metros al O y 1ª estaca; de 1ª a 2ª 100 metros al O, 1ª N, de 2ª a 3ª 100 metros al O 1ª N, de 4ª a 5 100 metros N, 1ª E, de 5ª a 6ª 600 metros al E 1ª S, de 6ª a 7ª 100 metros al Sur 1º O, de 7ª a 8ª 200 metros al Este 1ª S, de 8ª a 9 100 metros al S, 1ª S, de 10ª a 11ª 100 metros al S, 1ª O y de ésta al punto de partida 700 metros al O, 1ª N, quedando así cerrado el perímetro de las 20 pertenencias solicitadas […] Badajoz, 11 de julio de 1907. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 22 de julio de 1907. “El señor Gobernador con fecha de hoy ha declarado sin efecto su decreto fecha 21 de mayo último caducando la mina ‘Méndez Villa’, número 6.422 del término de Monesterio, y de la propiedad de don Manuel Aguilar, por haber satisfecho éste todos los débitos del canon de superficie incluso el del primer trimestre del corriente año. Los que se publica en este periódico oficial para conocimiento del interesado. Badajoz, 20 de julio de 1907, el Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 10 de agosto de 1907. “Jefatura de Minas. Distrito de Badajoz. Hago saber que por D. Antonio de Olmedo, vecino de San Juan de Aznalfarache, se solicita el espacio de terreno franco comprendido entre las minas ‘1ª Americana’ ‘3ª Americana’ y ‘Prosperidad’ sitas en Aguas Blancas, término de Monesterio, con el nombre de ‘Segunda Demasía’ a ‘3ª Americana’, núm. 6.875. Lo que se hace saber en este periódico oficial en cumplimiento a lo dispuesto en el Reglamento de Minería. Badajoz, 7 de agosto de 1907, el Ingeniero Jefe, Ezequiel Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 10 de agosto de 1907. “[…] Por D. Antonio de Olmedo, vecino de San Juan de Aznalfarache, se solicita el espacio de terreno franco comprendido entre el polígono de las estacas núm. 33 y 2 de la mina ‘3ª Americana’ y el límite de la provincia de Huelva en el término de Monesterio, con el nombre de ‘Primera Demasía’ a ‘3ª Americana’, núm. 6.874. Lo que se publica en este periódico oficial en cumplimiento al Reglamento de Minería. Badajoz, a 7 agosto 1907, el Ingeniero Jefe, Ezequiel Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 11 de septiembre de 1907. “[…] Por D. Carmelo Salanier y Guijarro, vecino de La Carolina, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de plomo, que con el nombre de ‘Ampliación a la Bruja’, número 6.886 ha descubierto en el paraje ‘Valderrascón’, término de Monesterio, que linda con la mina ‘La Bruja’, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida al ángulo SO de la referida mina La Bruja y desde él se medirán al E 35º S 200 metros 1ª estaca, de 1ª a 2ª a S 35º, O 200 íd., de 2ª a 3ª al O 35º, E 300, de 3ª a 4ª al N 35º E 500 íd, de 4ª a 5ª al O 35º, N 100 íd, de 5ª a 6ª al N 35º E 200 íd, de 6ª a 7ª al O 35, N 100 íd, de 8ª a 9ª al E 35º S 100 íd, de 10ª a 11ª al E 36º S 200 íd, y de 11ª a punto de partida al S 35 O 7.000 íd, quedando cerrado el perímetro de las 20 pertenencias solicitadas […] Badajoz, 4 de septiembre 1907. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 6 de noviembre de 1907. “[…] Por D. Enrique Troya András, vecino de Valladolid, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘María Teresa’, número 6.917 ha descubierto en el sitio ‘Cerro de los Zapateros’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de don Juan de Alba, que linda con la mina ‘2º Paso’, y con terreno franco, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el mismo que sirvió para la mina ‘Cristóbal Colón’, núm. 6.423, o sea, el punto más alto del ‘Cerro de los Zapateros’ y desde él se medirán al E 25º N 100 metros 1ª estaca, de ésta al N 25º O 400 id 2ª id, id al O 25º S 200 id 3ª id, id al S 25º E 1.000 id 4ª id, id al E 25º N 200 íd, 5ª id, e id a 1ª 600 id, cerrando el perímetro de las veinte pertenencias solicitadas […] Badajoz,  29 de octubre de 1907. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 6 de noviembre de 1907. “[…] Por D. Mauricio Capdeveille, vecino de Valladolid, se ha hecho un registro de veinticuatro pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Genoveva’, número 6.916 ha descubierto en el sitio ‘Dehesa Taramona’, término de Monesterio, terreno propiedad de D. Crista Carrascal verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el mismo que sirvió a la mina ‘Dificultad’ núm. 5.396, o sea, el regato precisamente donde desemboca al de Bodión y desde él se medirán al S. 25º E 100 metros 1ª estaca; de ésta al E 25º N 600 íd 2ª id, id al N 25º E O 200 id 3ª id, id al O 25º S 1.200 id 4ª id, id al S 25º E 200 id 5ª id, e id al E 25º N 600 íd a unir con la 1ª, quedando cerrado el perímetro de las veinticuatro pertenencias solicitadas […] Badajoz, 4 de octubre 1907. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 11 de noviembre de 1907. “[…] Por D. Eugenio Serrano, en nombre de D. Mariano García Agustín, vecino de Minas de Cala, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro que con el nombre de la ‘La Desesperada’ núm. 6.934, ha descubierto en el sitio ‘Cuesta del Parral’, y ‘Arroyo del Moro’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Rufino Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrán por punto de partida una casa sita en la ‘Cuesta del Parral’, y desde ella se mediarán al E 250 metros 1ª estaca, de esta al N 700 íd 2ª íd, íd al E 200 íd 3ª íd, íd al S 1000 íd 4ª íd, íd al O 200 íd 5ª íd, íd al N 800 íd, quedando formado el perímetro de las veinte pertenencias solicitadas […] Badajoz, 9 de noviembre de 1907. Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 14 de abril de 1908. “[…] Por D. Fernández González Hernández, de esta vecindad, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Las Misericordias’, núm. 7.024, ha descubierto en el sitio ‘Cerro de las Minillas’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de Víctor Castillo, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida unos trabajos viejos que existen en dicho cerro, y se medirán al N 200 metros, al S 200 íd, al E 250 íd, y al O 250 ídem, tirando perpendiculares en los extremos de estas líneas, formará el rectángulo de las veinte pertenencias […] Badajoz, 14 de abril de 1908. Ezequiel Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 25 de mayo de 1908. “[…] Por D. Justo Emusquia, vecino de Cala, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Esperanza’, núm. 7.032, ha descubierto en el sitio ‘Sierra de las Minillas’ y ‘Agua Blanca’, que linda por los cuatro rumbos con terrenos particulares, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un horno de cal tomando al O 50 metros y se medirán al S 300 metros; al E 500 íd; al N 400 íd; al O 500 íd; e id al S 100; a llegar a la 1ª, que nace del punto de partida, cerrando el perímetro […] Badajoz, 21 de mayo de 1908, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 20 de noviembre de 1908. “Jefatura de Minas. Distrito de Badajoz. En el expediente de expropiación forzosa por causa de utilidad pública de parte del terreno ocupado por la mina ‘Abundancia’, del término de Monesterio, incoado por D. Juan G. Macdongall, vecino de Sevilla, vistos los informes del Ingeniero Jefe y de la Comisión Provincial que proponen sea declarada de utilidad pública la explotación de referida mina, el Sr. Gobernador con fecha 16, ha decretado lo siguiente. De conformidad por lo propuesto por la Jefatura de Minas y la Comisión Provincial, he acordado declarar de utilidad pública, la expropiación de la mina ‘Abundancia’, del término de Monesterio, y que de este decreto con el informe de su referencia se publique en el Boletín Oficial con arreglo a lo dispuesto en el artículo 14 del Reglamento de 13 de junio de 1879, para los efectos que en el mismo se expresan, notificándose a los dueños del terreno, por conducto del Alcalde de Fuente de Cantos. Badajoz, 19 de noviembre de 1908. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 7 de noviembre de 1909. “Jefatura de Minas. Distrito de Badajoz. Por decretos de Sr. Gobernador, fechas 23 de agosto último y 4 de septiembre, se deja sin efecto el decreto de caducidad de minas […] ‘El Paso’, número 6.310, de Monesterio […] por haber satisfecho sus descubiertos al Tesoro. Lo que se hace saber en este periódico oficial para conocimiento del público. Badajoz, 6 de septiembre de 1909. El Ingeniero Jefe, Ramón Izquierdo”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 18 de diciembre de 1909. “[…] Por D. Eugenio Serrano, en nombre de D. Antonio Garre, vecino de Santa Marta, se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Genoveva’, número 7.130, ha descubierto en el sitio ‘Robledillo’, término de Monesterio y terreno de la propiedad particular de Vicente Hernández, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un pocillo de unos tres metros, donde se hallan los trabajos de la mina ‘Carmen’, caducada, y se medirán al E 7º N 200 metros 1ª estaca; de ésa al N 7º O 100 ídem, 2ª ídem; ídem al O 7º 1.000 ídem 3ª ídem; ídem al S 7º E 200 ídem 4ª ídem; ídem al E 7º N 1.000 5ª ídem, e ídem al N 7º O 100 ídem a la 1ª, cerrando el perímetro de las veinte pertenencias solicitadas […] Badajoz, 7 de diciembre de 1909, Ramón Izquierdo y Rubio”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 18 de diciembre de 1909. “[…] Por D. Adolfo Moreno, en nombre de D. Juan Murillo Pizarro, vecino de Villafranca, se ha hecho un registro de veinticuatro pertenencias mineras de hierro que con el nombre de ‘Virgen de Tentudía’, núm. 7.152, ha descubierto en el sitio ‘Robledillo’, término de Monesterio, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el mismo de la caducada ‘Carmen’, o sea, una calicata en la orilla izquierda del camino de Cala a Monesterio, y de medirán a N 25º E 100 metros 1ª estaca; de ésta al E 25º S 600 ídem 2ª ídem; ídem al S 25º O 200 ídem 3ª ídem; ídem al O 25º N 1.200 ídem 4ª ídem; ídem al N 25º E 200 ídem 5ª ídem; e ídem al E 25º S 600 ídem a unir con la 1ª, cercando el perímetro […] Badajoz, 7 de diciembre de 1909, Ramón Izquierdo y Rubio”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 22 de abril de 1910. “Jefatura de Minas. Distrito de Badajoz. En el expediente de expropiación forzosa para la explotación de la mina ‘Abundancia’, del término de Monesterio, y en virtud de instancia de la dueña del terreno, ha recaído el informe y decreto siguiente. ‘Señor Gobernador, estudiada la anterior solicitud y vistos los antecedentes que obran en esta Jefatura relativos al expediente de expropiación para la mina ‘Abundancia’, de Monesterio, no teniendo además en cuenta lo dispuesto por Real Orden de 24 de febrero próximo pasado, que retrotrae dicho expediente al primer periodo, o sea, la declaración de utilidad pública, procede que V. S. haga saber al expropiante, señor Macdongall, la obligación que tiene de abandonar los trabajos que en la parcela de terreno ocupada de la finca de la señora doña Filomena Rodríguez y Zapata e hijos, llamada ‘Campofrío’ y ‘Cerro Bermejo’, mientras dicho expediente no adquiera de derecho a la ocupación temporal que la Ley determina. V. S., no obstante resolverá. Badajoz, 20 de abril de 1910’. ‘Decreto conforme a lo propuesto por el Sr. Ingeniero Jefe, notifíquese a los interesados y publíquese en el Boletín Oficial. Badajoz, 20 de abril de 1910. El Gobernador Civil, Mariano Martínez del Rincón’. De orden del Sr. Gobernador se publica en este periódico oficial para conocimiento de los interesados. Badajoz, 21 de abril de 1910. El Ingeniero Jefe Accidental, Ezequiel Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 11 de mayo de 1910. “[…] Por D. Juan Masero Zapata, en nombre de D. Arturo Thomas, vecino de Falmont (Inglaterra), se ha hecho un registro de veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Santa Cristina’, número 7.229, ha descubierto en el paraje ‘Collado de la Vívora’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de D. Manuel Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el ángulo SO de la casa de D. Manuel Sayago, situada al E del ‘Barranco o Collado de la Víbora’, y desde dicho punto se medirán al N 250 metros para la 1ª estaca, de ésta al O 400 metros, y la 2ª; de ésta al S 500 metros y la 3ª, de ésta al O 400 metros y la 4ª; y de ésta al punto de partida 250 metros para cerrar el perímetro […] Badajoz, 9 de mayo de 1910, Ricardo Rúa Fernández”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 20 de mayo de 1910. “El Sr. Gobernador de esta provincia, con fecha 16 del actual, se ha servido disponer quede firme el Decreto de 20 de abril último, en que se dispone la suspensión de los trabajos de la mina ‘Abundancia’, del término de Monesterio, providencia dictada con motivo del recurso de alzada interpuesto por el señor don Juan S. Macdungall contra referido Decreto. Lo que se publica en este periódico oficial para que sirva de notificación a los interesados, doña María del Carmen Murillo Rodríguez-Zapata y don Juan S. Macdungall, y para general conocimiento. Badajoz, 18 de mayo de 1910, el Ingeniero Jefe, Ricardo Rúa Fernández”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 2 de junio de 1910. “Jefatura de Minas. Distrito de Badajoz. Según Decreto del Sr. Gobernador, con fecha de ayer, queda desestimada por improcedente la instancia presentada por doña Filomena Rodríguez Zapata, con fecha 28 de mayo, relacionada con el expediente de expropiación forzosa para la mina ‘Abundancia’, de Monesterio, puesto que según los artículos 63, 64, y 65 del procedimiento administrativo para el Ministerio de Fomento, fecha 23 de abril de 1890, en el concepto de plazos, no son descontables para los particulares los días festivos. Lo que se publica en este periódico oficial para conocimiento de la interesada. Badajoz, 2 de junio de 1910, el Ingeniero Jefe (a), E. Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 12 de julio de 1910. “En el expediente de expropiación de la mina ‘Abundancia’, del término de Monesterio, y con motivo del recurso de alzada contra el Decreto del Sr. Gobernador, fecha 20 de abril último, por el dueño de la mina, don Juan S. Macdungall, ha resuelto la superioridad que quede sin efecto dicho Decreto, y que siga ocupando el terreno de la parcela donde radican los trabajos, si bien puede disponer el Sr. Gobernador que se aumente la cuantía del depósito para garantir los intereses del propietario de dicho terreno, durante esta ocupación hasta llegar a la definitiva. Lo que se publica en este periódico oficial para conocimiento de los interesados. Badajoz, 12 de julio de 1910. El Ingeniero Jefe (a), E. Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 10 de agosto de 1910. “Con arreglo al Decreto del Sr. Gobernador fecha 6 del actual, se hace saber a los interesados en el expediente de expropiación forzosa para la mina ‘Abundancia’ de Monesterio, que queda sin efecto el Decreto de dicha autoridad, fecha 7 de julio último, ínterin informa la Comisión Provincial sobre la necesidad de la ocupación a petición del expropiante. Badajoz, 8 de agosto de 1910, el Ingeniero Jefe (a), E. Navarro”.

Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 24 de agosto de 1910. “Se hace a doña Filomena Rodríguez Zapata e hijos, dueños del terreno que se trata de expropiar para la explotación de la mina ‘Abundancia’, del término de Monesterio, que según Decreto del Sr. Gobernador, fecha de ayer, se declara la necesidad de la ocupación de dicho terreno una vez llamados todos los requisitos legales al efecto, y que en el plazo de ocho días que la Ley concede, puedan entablar los recursos que estimen oportunos referentes a dicho decreto. Badajoz, 23 de agosto de 1910, el Ingeniero, Ezequiel Navarro”.



[1] La minería en Extremadura, editado por la Consejería de Industria y Energía de la Junta de Extremadura, Mérida, 1987, p. 95.

[2] “En el mismo término existen algunas minas. En 17 de julio de 1564, se descubrió una de plomo y plata en el regazo de ‘Valdezahurdas’, hacia los manantiales, y otras 2 por bajo en el rastrojo. En 7 de diciembre de 1569 se registraron otros de cobre, plata y oro en el ‘Puerto de las Herrerías’, los que se denominaron ‘Minas de la Madre de Dios’. Y existe otra que comenzó a beneficiarse por los años 1843, al sitio conocido de ‘Las Minas’, camino de la aldea de Pallares. Pero en ninguna se trabaja actualmente ni hay noticias de que hayan ofrecido notables resultados”. Madoz, P., Diccionario geográfico-estadístico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1848, tomo IX, p. 477.

[3] Archivo de la Diputación Provincial de Badajoz. Carpeta de Propios de Monesterio. “24 de enero. Manifiesta D. Tomás de Soto, vecino de dicha villa, que es dueño de la fábrica de fundición que existe en ‘El Llano de la Fuente del Tejar’, de aquel término, con el horno de cocer tejas que tiene inmediato, y fueron de la empresa minera ‘Sacra Familia’, y deseando adquirir el terreno en que está construida la expresada fábrica y tejar, perteneciente a los propios para poderlas reedificar, pide que se le conceda a censo reservativo”.

“Sr. Jefe. Debe remitirse esta solicitud al Alcalde de Monesterio para que acordada la conveniencia de la enajenación de dicha porción de terreno por el Ayuntamiento reunido con igual número de mayores contribuyentes, instruya el oportuno expediente con los requisitos que fija el Real Decreto de 28 de septiembre de 1849 y cuando lo remita para darle el curso correspondiente. 29 de enero de 1851. Ilegible”.

“15 de febrero. Remite el Alcalde el expediente instruido, y de él resulta que reunido el Ayuntamiento con igual número de mayores contribuyentes, acordaron ser muy conveniente la enajenación del corto terreno que reclama a censo el dueño de la fábrica y tejar edificados sobre él, que tasado por dos peritos es de cabida de tres cuartillas de tierra de inferior calidad que tasan en 150 reales vellón en venta, y 4 reales vellón de censo anual, que es lo que ha venido a producir en el último quinquenio por la parte más estéril de la suerte a que pertenece dichos terrenos”.

“Sr. Gobernador. No acreditándose en este expediente el dominio que los Propios tienen a las tres cuartillas de tierra cuya enajenación se solicita, procede que se devuelva para que se cubra tan importante requisito, según dispone la Real Orden de 24 de agosto de 1834, y que lo acredite también por medio de certificación si desde el día en que se publicó el anuncio de su tasación y venta se ha presentado alguna reclamación en contra. V S no obstante resolverá lo más acertado. 19 de febrero de 1851. En 20, conforme, P. O. Muro”.

“28 de febrero. Devuelve el Alcalde el expediente con un certificado en que se acredita que en el inventario de las fincas de propios aparece entre otras fincas de la propiedad de los mismos la suerte de tierra llamada ‘Llanos del Tejar’ a que se refiere el expediente, y otro certificado acreditando que no se han presentado reclamaciones contra la tasación de la tierra que se pide ni contra su enajenación”.

[4] Archivo de la Diputación Provincial de Badajoz. Carpeta de Propios de Monesterio. “[Sello de estampilla: ‘Alcaldía Constitucional de Monasterio’] Paso a manos de V S el adjunto expediente que comprende el remate celebrado de las tres cuartillas de tierra perteneciente a los propios de esta villa, a favor de Cristóbal Sayago en la cantidad de 1.610 reales a censo reservativo, habiendo cedido y traspasado dicho remate en D. Tomás de Soto, esta vecindad, y se le tiene aceptado y conforme esta corporación mediante haber terminado los poderes de la Ley sin haber aparecido persona alguna que lo [ilegible] le remite a V. S. para la superior aprobación compendio de 20 folios. Dios guarde a V. S. muchos años. Monesterio, 31 de agosto de 1851. José de Alba. Sr. Gobernador de esta provincia de Badajoz”.

“Al Ministro de la Gobernación. 6 de marzo de 1851. Tengo el honor de pasar a manos de V. S. el expediente instruido a instancia de D. Tomás de Soto en solicitud de que se le conceda a censo reservativo un pedazo de tierra [entre líneas: ‘perteneciente a los propios de la villa de Monesterio, y de cabida de tres cuartillas’], se hallan construidas una fábrica de fundición y un horno de tejas que son de su pertenencia, a fin de que su V. E. lo estima procedente se sirva proponer a S. M. la concesión del Real Permiso que se necesita para llevarla a efecto en todas sus partes por ser ventajosa al patrimonio común de la misma a causa de no [ilegible] alguna de dicho terreno en la actualidad por las razones que del mismo expediente aparecen. Remite expediente en demanda de permiso para enajenarse a censo un terreno de tres cuartillas perteneciente a los propios de Monesterio”.

“Al Alcalde de Monesterio. 5 de septiembre de 51. Examinado el Expediente remitido sobre la subasta de tres cuartillas de tierra perteneciente a los propios de ‘El Llano de la Fuente del Tejar’ de este término, para enajenación a censo enfitéutico, he acordado aprobar el remate que de las mismas se hizo a favor de Cristóbal Sayago por la cantidad de 1.610 reales vellón, capital y rédito correspondiente a razón de tres por ciento anuos, y la cesión que del mismo [ilegible] a D. Tomás de Soto, en virtud devuelvo a U. el expediente que dando cuenta al Ayuntamiento se le otorgue en forma legal la oportuna escritura de […] que de elle quedan bien deslindadas para evitar usurpaciones en el terreno inmediato ya que se saquen de la misma dos copias, abierta de la siguiente, según previene la Real Orden de 24 de agosto de 1834, de los cuales enviarán U. una a este Gobierno de Provincia, quedándose la otra en el Archivo de esa Municipalidad a los fines consiguientes”.

“Visto el expediente remitido por ese Gobierno de la Provincia en 6 de este mes, S. M. la Reina se ha dignado autorizar al Ayuntamiento de Monasterio para la dación a censo de tres cuartillas de tierra perteneciente a sus propios que había solicitado D. Tomás de Soto, previa subasta con arreglo a las leyes vigentes. De Real Orden lo digo a V. S. con devolución de dicho expediente para su cumplimiento. Dios Guarde a V. S. muchos años. Madrid, 31 de marzo de 1851. Arteta”.

[5] Tomás de Soto Freire (La Coruña, 1810? – Monesterio, 1885) fue el primer jefe que tuvo el IX Tercio de la Guardia Civil con cabecera en Badajoz (1844-49). Había contraído matrimonio en Monesterio en 1847 con María de la Concepción Sánchez-Hidalgo y Cubero, y en esa localidad vivió retirado en sus propiedades. Cfr. Barragán Lancharro, A. M., “Algunas notas sobre la trayectoria del Coronel don Tomás de Soto y Freire, primer jefe del IX Tercio de la Guardia Civil (1844-1849)”, en Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, 2004, tomo LX, pp. 83-95.

[6] “En la villa de Monesterio a treinta de noviembre de mil ochocientos cincuenta y cinco, ante mí, el infrascrito Escribano de S. M., Notario de Reinos, único en ella, Secretario de su Ayuntamiento Constitucional, y testigos que se contendrán, pareció presente don Vicente Grau, natural de Cádiz, y vecino de ésta, presidente de la Sociedad Minera ‘La Alianza’, establecida en esta villa, que explota la mina ‘Los Templarios’, situada en los Bordoneros, autorizado para representar ante las autoridades y tribunales a dicha Sociedad, en virtud del Art. diez y nueve del Reglamento que la constituye, y a quien doy fe conozco, y dijo, que siendo necesario según está prevenido, el que mencionada Sociedad tenga su representante debidamente autorizado en la capital de provincia, poniéndolo en ejecutiva en la vía y forma que más haya lugar en derecho, otorga que da y confiere todo su poder cumplido tan bastante como por derecho se requiera necesario sea y más valer pueda a don Pedro Omar, vecino de la ciudad de Badajoz, grado para que representando la persona y derechos del otorgante le ayude y defienda en todos los pleitos, causas y negocios, civiles y criminales, que de presente tenga, y en delante hubiera con cualesquiera cabildos, juntas, y personas particulares, siendo acto de mandamiento…”

[7] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 12 de julio de 1852. “D. Agustín Álvarez Sotomayor, Gobernador de esta provincia, etc., hago saber que por D. Antonio María Solano, Presidente de la ‘Sociedad Abundancia’, residente en Sevilla, se ha hecho el registro de una mina de galena argentífera que, con el nombre de ‘La Abundancia’ ha descubierto en el sitio de ‘Los Cerros de María Ovejera’, término de Monesterio, terreno de la propiedad de Juan Álvarez de Aguado, vecino de dicha villa; linda únicamente con la mina ‘Afortunada’, de D. José María Rollán y con la ‘Sierra del Águila’ […] Badajoz, 27 de junio de 1852. Agustín Álvarez Sotomayor. Juan Barragán”.

[8] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 3 de diciembre de 1851. “Don Agustín Álvarez Sotomayor, Gobernador de esta Provincia, hago saber que con esta fecha ha sido admitida por mi autoridad el registro solicitado por don Juan Antonio Cuevas y Francisco Mateos, vecinos de Calera de León, sobre la mina de plomo argentífero titulada ‘Afortunada’, al sitio ‘Maiovejera’, en ‘La Sierra del Águila’, término de Montemolín, lindante por todos lados con propiedad del señor Conde de Casa Chaves […] Badajoz, 29 de noviembre de 1851. Agustín Álvarez Sotomayor”.

[9] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 2 de enero de 1854.Don José Pino, Gobernador de esta provincia, etc. Hago saber que por don Juan Antonio de la Cueva, vecino de Calera de León, y don Plácido Moreno, que lo es del Real de la Jara, se ha hecho el registro de una mina de plomo, que con el nombre de ‘Nuevo Potosí’ ha descubierto en el sitio de ‘Valdezahudas’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de don José Tinoco, vecino del expresado pueblo; linda con la dehesa de ‘Calilla’, ‘Cerro del Guijo’ y ‘Sierra de la Estrella’ […] Por don José Villalba Romero, vecino de Monesterio, se ha hecho el registro de una mina de cobre y oro, que con el nombre de ‘Madre de Dios’ ha descubierto en el Sitio de las Herrerías, término de Monesterio, y terreno de la propiedad del común de vecinos de expresada villa; lindante con tierras del mismo común de vecinos de expresada villa […] Por don Vicente Vegas Plasencia, y Juan Antonio de la Cueva, vecinos de la Calera de León, se ha hecho el registro de una mina de cobre, que con el nombre de El Porvenir ha descubierto en el punto de la ‘Garranchosa’ y ‘Agua-Blanca’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de las ‘Cinco Villas’; linda todos los vientos con tierras del ‘Baldío de Calilla’, excepto por el Sur que linda con tierras de don Antonio Alba […] Por don Vicente Vegas Plasencia, vecino de Calera de León, se ha hecho el registro de una mina de plomo, que con el nombre de ‘La Estrella’ ha descubierto en la sierra del mismo nombre, término de Montemolín, y terreno de la propiedad del excelentísimo señor don Santiago Fernández Negrete; lindante por todos vientos con tierras del expresado señor […] Y habiendo admitido dichos registros, se hace saber al público para que si alguno tiene que deducir en contra de estas pretensiones, lo verifiquen en el improrrogable término de sesenta días a contar desde la fecha, según así lo dispone el artículo 53 del reglamento de 31 de julio de 1849 para llevar a cabo la Ley de Minería del reino. Badajoz, 29 de diciembre de 1853. El Gobernador de la Provincia, José del Pino; José María Ojeda, Secretario”.

[10] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 11 de mayo de 1860.

[11] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 11 de mayo de 1860.

[12] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 12 de mayo de 1875.

[13] “Todo español o extranjero podrá hacer libremente, en terrenos de dominio público, calicatas o excavaciones que no excedan de 10 metros de extensión en longitud o profundidad, con objeto de descubrir minerales para ello no necesitará licencia, pero deberá dar aviso previamente a la autoridad local. En terrenos de propiedad privada no de podrán abrir calicatas sin que proceda permiso del dueño o de quien lo represente”.

[14] Archivo Municipal de Monesterio, comisión municipal permanente, 13 de junio de 1927. “La Presidencia expuso que con frecuencia se venían quejando muchos vecinos del peligro que para las personas y animales constituían los pozos abandonados de las minas que existieron en esta localidad, por la proximidad el camino que conduce a ‘Los Cotos’, pozos que por estar a flor de tierra, y por su gran profundidad, pueden ser motivo de graves males, habiéndose dado ya el caso de un supuesto suicidio en uno de dichos pozos, sin haber podido encontrar el cadáver del que se supuso que a uno de ellos se arrojó. La Comisión, después de discutido este asunto, y teniendo en cuenta la obligación impuesta a los Ayuntamiento de velar por la seguridad de las personas y de las cosas, acordó se proceda al cierre de dichos pozos, pues si bien el artículo 56 del Reglamento de Policía Minera, del 28 de enero de 1910 impone la obligación de rellenar todas las calicatas y obras de las minas abandonadas por los dueños de las mismas, como en este caso no se puede exigir el cumplimiento de esta obligación por ser completamente desconocidos los concesionarios de referidas minas, ya caducadas, no podía dejarse incumplida la misión tutelar del municipio”.

[15] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 18 de julio de 1853. “Don José del Pino, Gobernador de esta Provincia, hago saber […] por don Vicente Vegas Plasencia, vecino y residente en Calera de León, se ha hecho el denuncio de una mina antigua, cobriza, e el sitio de ‘La Garranchosa’ y ‘Agua-Blanca’, término de Monesterio, abandonada de tiempo inmemorial, sin que se sepa el nombre de ella, ni el de sus poseedores, según la justificación que ha presentado […] en su consecuencia, y habiendo declarado por decreto de 2 del actual la caducidad de ellos, se hace saber al público, en cumplimiento de lo que previene el artículo 20 del Reglamento, para la ejecución de la Ley del Ramo. Badajoz, 9 de julio de 1853. José del Pino. Eugenio Sánchez de Fuentes, Secretario”.

[16] Hoy (Badajoz), 14 de noviembre de 1994, p. 5. “Por cada mil kilos de material extraídos y tratados se obtendrían 14,4 kilos de níquel (12.256 pesetas es su valor), 4,3 de cobre (1.330 pesetas), 1,03 de cromo (826 pesetas), 400 gramos de cobalto (1.781 pesetas), y cantidades menores de platino, paladio, oro y plata”.

[17] Pascual Madoz señaló la existencia de minados antiguos, y en 1853 se detecta un registro. Boletín Oficial de la Provincia, 1 de agosto de 1853. “Que por don José Villalba Romero, vecino de Monesterio, a la una y cuarto de  la tarde del día 14 de julio de 1853, se presente una solicitud por escrito con fecha 15 de junio anterior, en súplica de que se declare la caducidad de unos trabajos antiguos de tiempo inmemorial, que ha descubierto en el ‘Puerto de la Herrerías, término de Monesterio, en terreno perteneciente al común de vecinos del expresado pueblo […] Badajoz, 17 de julio de 1853. José del Pino. Manuel Saenz Diente”.

[18] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 19 de febrero de 1901. “[…] Por D. Manuel Torrótegui Jáuregui, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de veinticuatro pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Carmen’, núm. 5.343, ha descubierto en el sitio ‘Arroyo del Moro’, términos de Monesterio y Calera de León, y terreno de la propiedad de D. Manuel Sayago, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida el centro de una corratela o paredes de choza hundida al E de una trinchera en que hay empezado un socavón, y del ‘Arroyo del Moro’ como a unos cinco metros, desde este punto se medirán al N 50 metros, y se pondrá la estaca auxiliar; desde ésta, y en dirección N se medirán 100 metros y en sentido opuesto a S 100, que serán los ejes los rectángulos que comprende las veinticuatro hectáreas solicitadas […] Badajoz, 15 de febrero de 1901. Ramón Izquierdo”.

[19] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 31 de marzo de 1903. “D. Ramón Izquierdo y Rubio, Ingeniero Jefe del Distrito Minero de Badajoz, hago saber que por D. Rafael Trujillo, en nombre de D. Juan S. Macdongall, vecino de Sevilla, se ha hecho un registro de ciento veinte pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Abundancia’, núm. 6.240, ha descubierto en el sitio ‘Hera de Cerro Bermejo’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de la viuda de D. Rufino Murillo y otros, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida la referida ‘Hera de Cerro Bermejo’, y desde dicho punto de partida se medirán en dirección a S 20º E 300 metros 1º estaca; en dirección al E 20º N 1000 id 2ª id; íd al N 20º O 600 íd 3ª íd; íd al O 20º S 2.000 íd 4ª íd; íd al S 20º E 600 íd 5ª; íd al E 20º N 1.000 íd, con lo que quedará cerrado el perímetro que comprenden las 120 pertenencias solicitadas […] Badajoz, 30 de marzo de 1903. Ramón Izquierdo”.

[20] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 19 de septiembre de 1908.

[21] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 30 de abril de 1910. “Con arreglo al Decreto del Sr. Gobernador, fecha de ayer, se publica la siguiente relación de propietarios interesados en la expropiación de terreno para la mina ‘Abundancia’ del término de Monesterio, para que en el plazo de 20 días, a contar de la fecha de inserción en este Boletín Oficial, puedan exponerse en la Alcaldía de la citada villa las reclamaciones pertinentes a la necesidad de la ocupación que se pretende de la parcela descrita. Badajoz, 27 de abril de 1910, el Ingeniero Jefe (a) Ezequiel Navarro. Relación que presenta D. Juan S. Macdongall, dueño de la mina ‘Abundancia’, de término de Monesterio en que aquélla radica y parcela que desea adquirir para la explotación de dicha mina. Nombra de la finca: ‘Cerro Bermejo’ y ‘Campofrío’, que forma parte de lo que fue ‘Dehesa de Calilla’. Propietario: Dª Filomena Rodríguez Zapata e hijos, vecinos de Fuente de Cantos. Parcela de terreno que se desea expropiar: una superficie poligonal con un área de 12.670 metros, y 500 centímetros cuadrados (obra en la Alcaldía de Monesterio). Descripción de la finca: Consta de 361 fanegas 6 celemines, equivalentes a 232 hectáreas, 79 áreas y 4 centiáreas; linda al Naciente con la carretera de Badajoz a Sevilla, al Mediodía con la ‘Ribera y Arroyo de Cala, al Poniente con terreno de herederos de Antonio Fernández Viera, y al Norte con terreno de D. Anselmo Moreno, D. José Granados y ‘Arroyo Helechoso’. Es copia del original. Cotejada esta relación con la refundición del amillaramiento de la riqueza rústica de esta villa, confeccionada en 1906, y apéndices sucesivos hasta el del presente año, aparecen amillarada a nombre de la viuda de D. Rufino Murillo Rastrojo, vecina de Fuente de Cantos, y como forastero, 160 fanegas de tierra labor, y otras 160 fanegas de arbolado, que hacen un total de 320 fanegas; las primeras al sitio de ‘Cerro Bermejo’, de este término, y las segundas al sitio llamado ‘Campofrío’, que forman una sola finca, y cuyos linderos no constan en el amillaramiento. Monesterio a 20 de abril de 1910, el Alcalde, Francisco Lancharro. Es copia del original. El Ingeniero Jefe (a), Ezequiel Navarro”.

[22] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 23 de junio de 1906. “[…] Por D. Francisco Geormán, vecino de Madrid, se ha hecho un registro de doce pertenencias mineras de hierro, que con el nombre de ‘Enriqueta’, núm. 6.643, ha descubierto en sitio de ‘Valdezahurdas’, término de Monesterio, y terreno de la propiedad de doña Manuela Sánchez, verifica la designación siguiente. Se tendrá por punto de partida un pozo de 10 metros de profundidad que se encuentra a unos 120 de la casa cortijo de la Sra. Sánchez, al S, y desde este punto se medirán al O 15º N 500 metros opuesto otros 500 metros; desde el mismo punto al N 15º E 100 íd; y en sentido opuesto otros 100 […] Badajoz, 20 de junio de 1906, Ramón Izquierdo”.

[23] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 23 de abril de 1919.

[24] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 19 de agosto de 1907

Oct 012011
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro y Moisés Domínguez Núñez.

1.  INTRODUCCIÓN

Sin duda alguna, el nombre de René Brut está íntimamente relacionado con la Historia de la Guerra Civil en Extremadura. Gracias a este operador de cámara de la casa francesa Pathé Journal se disponen de unas imágenes interesantes sobre los primeros días de la contienda. De esta manera, esta investigación supone la culminación de un estudio sobre la figura y el trabajo de René Brut en España, y especialmente en Extremadura, con su labor desarrollada en Almendralejo2 y en Cáceres3. Estos filmes de René Brut permanecieron olvidados durante décadas, pues aunque fueron visionados en las salas cinematográficas de media Europa en 1936, en España no se conocieron públicamente hasta que fueron utilizadas en 1982 en un documental elaborado por cadena británica Granada TV4. Sin embargo, hay que afirmar que el manejo de estas imágenes captadas por Brut en ese documental se hizo de forma sesgada y sensacionalista tal como se pondrá de manifiesto.

René Brut era en 1936 un experimentado operador de cámara en el que confluían las cualidades de pasión por su profesión, intuición y audacia, sin las cuales hubieran sido imposibles realizar una de las filmaciones de la Guerra Civil española más importantes e interesantes. Brut, de nacionalidad francesa, obtuvo permiso de la Alta Comisaría de España en Marruecos para pasar a la Península y trabajar en la «Zona Nacional». Se estableció, junto con otros periodistas extranjeros, en Sevilla, ciudad que en poder de Queipo de Llano, gestionaba el permiso para poder viajar por el territorio liberado. El 16 de agosto de 1936 René Brut y otros corresponsales internacionales consiguieron el permiso para viajar a Badajoz. En estos momentos, en palabras de Luis Antonio Bolín, el cual fue jefe del Servicio de Prensa de los nacionales, todos estos corresponsales tenían cierta libertad de movimiento e independencia en sus labores informativas5. En los dos recaladas de Brut a Extremadura le acompañó su compatriota Jean D’Esme, redactor de L’Intransigeant.

Se puede afirmar que René Brut filmó unos cinco minutos de película los días 16, 17 y 18 de agosto de 1936. Así, en el archivo de British Pathe se conserva una cinta de 5 minutos y 3 segundos (número de registro UN 0094F y FILM ID 554.16). En la ficha de descripción está calificada como «material no utilizado» y no tiene sonido alguno. Sin embargo, las imágenes están mezcladas, sin ninguna lógica. Es, sin duda, la película, íntegra, o casi íntegra que Brut sacó de España. La existencia de esta cinta echa abajo cualquier especulación, como la ya realizada por un literato que sin pruebas ha llegado a afirmar que «sus películas y fotografías habían sido mutiladas [por los “rebeldes” o nacionales]; sólo se salvaron algunos fotogramas»6. El propio René Brut semanas después afirmó que «afortunadamente fui capaz, con cien pesetas, de enviar mi película a París a través de Lisboa»7.

Con este material, el noticiario cinematográfico inglés Pathe Gazette, elaboró, con fecha 3 de septiembre de 1936, un especial titulado «Trouble Spain. Fierce fighting near the Portuguerse border»8 con una duración de un minuto y treinta segundos. En este noticiario hablado no se visionó ninguna imagen de cadáver que sí filmó Brut. En cambio, la casa francesa Pathé Journal realizó un noticiario cinematográfico comentado con voz en off y difundido el 2 de septiembre de 1936 bajo el título «Visions d’Espagne». En éste se divulgaron imágenes de Barcelona y de Irún, pero también un resumen de las rodadas por Brut en Andalucía y Extremadura los días 16, 17 y 18 de agosto de 1936: El Ronquillo (Sevilla), Almendralejo, Mérida y Badajoz. De una duración de 4 minutos y 21 segundos, a partir del minuto y 39 segundos hasta el final se visionaron las imágenes filmadas por Brut. En este resumen, a diferencia de la edición inglesa, fue total, ya que se emitieron las impactantes imágenes de los cadáveres, tanto los captados en la carretera de circunvalación de Badajoz (la actual Avenida de Europa, Plaza de la Constitución y la calle Fernando Calzadilla) y cementerio de San Juan, y también el cuerpo de un miliciano carbonizado junto a la iglesia de Almendralejo9.

Antes de partir de Sevilla René Brut se había puesto en contacto con Georges Moraud, cónsul francés en Sevilla, y le informó que tenía la intención de filmar las ejecuciones que se estaban realizando en la retaguardia nacionalista. El cónsul no sólo no le previno que era una acción muy peligrosa y que podía arriesgar su vida incluso, sino que le aconsejó que lo intentará en pro y en bene- ficio de la propaganda del bando del Frente Popular. Esta información es vital para conocer las verdaderas intenciones del cámara francés antes de emprender su viaje a Badajoz, y que echan por tierra las teorías buenistas e inocentes con las que algunos historiadores han querido rodear la labor del francés por Espa- ña. Todo esto se deduce del testimonio de John Dored10, de la Casa Paramount, detenido en Navalmoral, trasladado primero a Trujillo y después a Cáceres11  y que más tarde estuvo con Brut durante su detención definitiva en Sevilla12.

El propio Brut confirmó en una entrevista realizada en septiembre de 1936 que durante su cautiverio en la cárcel de Carmona coincidió con su colega y antiguo compañero de Pathé, el fotógrafo norteamericano de origen letón John Dored. Ambos se juramentaron que el primero que saliera daría a conocer la situación del otro. Así, aprovechando la entrevista que le hizo el corresponsal de la Associed Press, Brut dio cuenta de la situación de Dored: «Informó hoy que su colega estadounidense John Dored permanece prisionero por los insurgentes en Sevilla. Dijo Bru [sic] que Dored, un camarógrafo de noticias que se fue a Madrid después de fotografiar la guerra ítalo-etiope, fue capturado por los fascistas mientras acompañaba a las tropas del gobierno en el frente de batalla. El fotógrafo francés declaró que Dored fue hecho prisionero en Mérida [sic], trasladado después a Cáceres, y finalmente a Sevilla hace 15 días»13. Fue en la prisión de Carmona el lugar de coincidencia, y en la cual Brut le confesó sus propias intenciones de rodar imágenes de fusilados a sabiendas del peligro, y sobre todo, con el beneplácito del cónsul de Francia en Sevilla:

«Cuando John Dored llevaba encarcelado, ya algún tiempo, en la prisión de Sevilla, llegó un nuevo prisionero. Ellos ya se conocían. Era un colega francés, y la última vez que coincidieron fue en Casablanca. Ellos estaban emocionados de verse. Ellos hablaron en francés. El francés le contó su historia: Él ha había realizado una película de ejecuciones. En algún momento la gente quiere hacer esto, pero es tan tonto como de mal gusto. Un diario independiente no muestra a la gente en el momento de la muerte. Sólo la propaganda sensacionalista podría hacer eso. Fue una sorpresa para Dored que este colega, al que consideraba formal, había tenido la tentación de hacer esto. Él [Brut] admitió que era una locura, pero él había hablado al cónsul francés acerca de su plan, y el cónsul le aconsejó que lo intentara. Si al día siguiente el camarógrafo francés no aparecía, el cónsul iniciaría las investigaciones. El francés le dijo que su desaparición [la de Dored] era conocida durante algún tiempo. Pero se perdían sus pistas en Navalmoral. Él prometió que tan pronto estuviera fuera comunicaría al noticiero de Dored que estaba en Sevilla»14.

2. PUNTO DE SALIDA: SEVILLA, 16 DE AGOSTO DE 1936

Así, y contando con el pertinente permiso, viajaron a Badajoz, ciudad que había sido tomada el 14 de agosto, los periodistas José Augusto del Diario de Noticias, Félix Correia del Diario de Lisboa, Leopoldo Nunes de O Seculo (portugueses) y Jean D’Esme de L’Intrasegeant y René Brut (franceses). Antes de partir de Sevilla, todos ellos se fotografiaron junto a un automóvil acompañado por el falangista Juan de Diego Soto-Sánchez (nieto de la Marquesa de los Ríos), que sirvió de salvoconducto a los corresponsales en su periplo pacense, pero realmente acompañaba al redactor José Augusto Dos Santos. Alquilaron un coche conducido por su propietario, un sevillano llamado Antonio, pero que era conocido por «Tonio el Bravo»15.

René Brut hizo su primera filmación en las cercanías de la sevillana localidad de El Ronquillo. Cuatro kilómetros antes de llegar a este pueblo había sido volada por los revolucionarios una alcantarilla de la carretera general para impedir el avance de la Columna Madrid16. Había sido reconstruido con tablas, pero en ese mismo lugar había una camioneta volcada y un tractor oruga también en ese mismo estado en el mismo hueco del colector volado. En este mismo punto, y junto a la carretera, se posicionó Brut con su tomavistas, inmortalizando en la misma a sus compañeros de viaje José Augusto Dos Santos, Félix Correia, Leopoldo Nunes y el falangista Juan de Diego Soto-Sánchez. Jean D’Esme no apareció en esta escena porque bajó con Brut para realizar fotografías desde esa misma posición para incluir detalles del tractor oruga volcado; una de ellas fue publicada junto con otra vista de la alcantarilla reconstruida en la edición del 26 de agosto del parisino L’Intransigeant.

La situación de esta escena se ha podido establecer gracias a una crónica del citado José Augusto sobre un viaje realizado unos días antes, y que está firmada en Zafra el 11 de agosto17. En la tarde de ese 16 de agosto llegaron a Almendralejo. Hasta ese momento se desconoce si Brut filmó más escenas. En Almendralejo, el cámara francés realizó un interesante reportaje sobre los estragos de la guerra en la propia iglesia parroquial y los presos izquierdistas detenidos en la cárcel18. Uno de los testigos del trabajo de los franceses Brut y D’Esme, el periodista Correia los elogió en estos términos: «Que en la prensa de París y en los cines de todo el mundo darán una impresionante visión de lo que fue y lo que está siendo la Guerra Civil en Andalucía y Extremadura»19.

3. DE MÉRIDA A BADAJOZ

Los corresponsales extranjeros permanecieron en Almendralejo en la tarde del 16 de agosto. José Augusto Dos Santos, del portugués Diario de Noticias, marchó directamente a Badajoz, yéndose con él el falangista Juan de Diego Soto. Precisamente, Juan de Diego posó con una bandera blanca en la torre de Espantaperros de la Alcazaba de Badajoz, y esa fotografía se publicó dos días después en el lusitano Diario de Noticias. Al atardecer llegaron a Mérida Brut y D’Esme. Aprovechando las últimas luces naturales del ocaso, René Brut filmó unas escenas de escasos segundos cuyos protagonistas fueron los legionarios que vivaqueaban debajo y junto a los soportales del Palacio de la China, en la Plaza de España. También captó el momento del reparto del rancho. Los periodistas pernoctaron en Mérida. Incluso tuvieron la oportunidad de entrevistar al comandante Antonio Castejón que había salido de Badajoz y se había detenido en Mérida antes de continuar su avance hacia Madrid:

«En el Parador del Patronato de Turismo de Mérida, cuando acabábamos de cenar, vimos entrar un oficial al que luego reconocimos por haber visto muchas veces su fotografía: El comandante Castejón, un hombre bajo y fuerte, de facciones enérgicas. Inmediatamente le presentamos cumplimientos, solicitando una entrevista que nos concedió.

«-¿Hacia dónde se dirige ahora? -Como es natural, hacia el Este. Mi columna, reforzada con una Bandera del Tercio y tres Tabores de Regulares, sigue con el objetivo inmediato de tomar Don Benito, donde está la base de los aviones gubernamentales, a 60 kilómetros de Mérida, y Villanueva de la Serena. Llevo, también, dos baterías y aviación para colaborar en el ataque.

«-¿Piensa terminar esta mañana las operaciones? -No me gusta nunca anticipar tales noticias, pues el hecho de vencer cuarenta veces no impide que alguna vez pueda fallar20. Pero, antes de tomar Don Benito, debo pasar por las poblaciones de Medellín y Santa Amalia, en las cuales, sobre todo en la primera, hay fuertes concentraciones de comunistas huidos de varias ciudades y hasta llegados de Madrid.

«Y el comandante Castejón se despidió de nosotros para seguir con su columna. Los elementos de la retaguardia de ésta dejarán Mérida a primera hora de mañana. Comenzó así el avance sobre Madrid, de esta fuerza de heroísmo legendario que no conoce la derrota, porque donde otros huyen, ellos atacan, a la bayoneta, a pecho descubierto y cantando, como en el ataque a Badajoz, el himno de la Legión: “Viva la Muerte”…»21.

En la mañana del 17 de agosto los corresponsales abandonaron Mérida y se dirigieron hacia la capital de la provincia, entrando en la ciudad de Badajoz por la Puerta de la Trinidad, lugar por el que se había llevado a cabo uno de los ataques: «Al llegar a Badajoz nos detuvimos ante la brecha, donde a las 14,30 horas del día 14, ciento cincuenta legionarios, cantando sus himnos, efectuaron un formidable ataque a la bayoneta, sufriendo 85 bajas y haciéndole quinientas al enemigo»22. Antes de entrar en la ciudad por la carretera de circunvalación, René Brut filmó varias escenas.

Así se pueden apreciar varias secuencias, una de ellas es un plano general de esa carretera en la que aparecen circulando dos obreros junto a un burro, otro plano general de los cadáveres de tres paisanos en posición decúbito supino junto a la carretera con dos de los periodistas, así como varios planos más cercanos de esos fusilados. En la siguiente secuencia captó a otro cadáver de un paisano en la misma carretera. También hizo un plano general de la parte trasera del Cuartel de la Bomba. Otras secuencias inmortalizaron unos vehículos calcinados en la carretera de circunvalación (cerca de la actual Plaza de la Constitución, entre las Avenidas de Europa y Fernando Calzadilla) y en las que se aprecia en la lejanía el citado acuartelamiento. Son al menos tres vehículos destrozados los que recogió el tomavistas de Brut. Estos coches procedían de las requisas que las milicias hicieron en la capital. De dos de ellos se distinguen las matrículas: BA 2013 (y marca Buick) y BA 335323.

Mientras Jean D’Esme gestionaba el alojamiento en un hotel24, a Brut le asignaron un oficial en funciones de escolta que además actuaba como supervisor del camarógrafo. La misión del militar no sólo era controlar cada uno de sus pasos, sino también era una medida de seguridad para el propio Brut. Así ese día 17 de agosto, acompañado de falangistas locales, lo dedicó a filmar imágenes sin mayor trascendencia bélica en diversos lugares de la ciudad:

a) Exterior del Grupo Escolar General Navarro, situado en la Ronda del Pilar. En este lugar estaba estacionada una camioneta en la que se iba recogiendo todo tipo de armas. De esta manera, Brut perpetuó el momento en el que dos soldados traían una talega que depositan en el camión. Otra escena recoge la vigilancia del camión por un soldado que posa con dos ciudadanos, uno de los cuales lleva un brazalete blanco en la derecha. Otro de los planos recoge a soldados y civiles exhibiendo encima del camión las pistolas requisadas.

b) En el interior del Teatro López de Ayala, en la Plaza de Minayo. El 14 de agosto, en el contexto de la toma de la capital, unos milicianos se atrinchera-on en este edificio. Al paso de los legionarios de la V Bandera, éstos fueron atacados desde el interior, comenzando una lucha que concluyó cuando los soldados arrojaron bombas de mano en su interior. Esto provocó el incendio del teatro, pereciendo los milicianos en su interior25. Este inmueble fue visitado por Brut y D’Esme. Éste vio dos extremidades calcinadas26. René Brut filmó varios planos de las ruinas, en las que algunas de las partes estaba aún humeantes según afirmó D’Esme. Las secuencias recoge las vigas del inmueble, el patio de butacas, el escenario y algunos detalles, entre ellos una imagen de uno de los proyectiles utilizados en el asedio, en concreto uno modelo Schneider de 75 mm entero.

c) Vista de una calle cercana a la Plaza de la República con el pavimento totalmente lleno de escombros de las viviendas afectadas por el bombardeo.

d) Plaza de la República (hoy Plaza de España). Así, René Brut filmó varias secuencias que hay que analizar por separado:

a. Legionarios yendo y viniendo por la calle.

b. Un plano en la que se aprecian dos guardias portando fusiles, un niño y un ciudadano con brazalete blanco. Al fondo se distingue el escaparate de la Imprenta «La Minerva Extremeña», sita en la Plaza de España.

c. Dos guardias civiles hacen guardia transitando frente a la escalinata sur de la Catedral de San Juan.

d. Dos obreros transportan enseres domésticos.

e. Un guardia cívico junto a un ciudadano provisto de brazalete blanco. Según el corresponsal portugués Mario Neves, en crónica firmada el 16 de agosto: «la gente que circula por las calles tiene que llevar un brazalete blanco para afirmar sus sentimientos pacíficos y patrióticos»27. Al fondo de la imagen se puede distinguir la fachada de la «Farmacia del Doctor Camacho», establecimiento que aún existe y que hace esquina con la calle Muñoz Torrero.

f. Un grupo de legionarios transita por la plaza. Al fondo se puede apreciar el edificio del Ayuntamiento de Badajoz.

g. Otro conjunto de soldados de la Legión saluda a la cámara de René Brut. En ese mismo grupo se puede ver a varios niños.

h. Exhibición de la avioneta modelo Hawker Fury. Este aparato, pilotado por el capitán Félix Uturbi (de la aviación republicana) estaba destinado con la matrícula 4-2 en el aeródromo de Don Benito. Su misión era atacar Badajoz, pero tuvo un fallo de sincronización entre el fuego de la ametralladora y el giro de la hélice. Esto produjo daños en la avioneta y su piloto realizó un aterrizaje de emergencia en las proximidades de Badajoz, concretamente en la finca «La Liviana», propiedad de Lisardo Sánchez28 y muy cercana a Valdebotoa. El piloto abandonó el aparato y huyó a la «Zona Republicana».

Esta avioneta fue recuperada por las autoridades militares de Badajoz, y trasladada a la capital en una camioneta. El día 17 de agosto fue exhibida en un paseo triunfal por las calles pacenses. Fue trasladado a Sevilla para ser reparado, pero por falta de piezas de recambios (que tenían que ser enviadas desde Inglaterra) no pudo ser operativo.

René Brut filmó varios planos de esta avioneta modelo Hawker Fury, la cual fue exhibida junto a la Catedral de San Juan. En otra escena, legionarios, guardias civiles, ciudadanos y niños delante saludan a la cámara delante del avión.

i. Un primer plano de un escaparate de la calle de San Juan con una pintada con el texto «Viva España».

e) Torre de Espantaperros. Esta atalaya que se encuentra en la alcazaba es uno de los lugares más altos de la capital. Por esta razón, es el sitio en el que se divisa toda la ciudad. Brut tomó un plano del legionario encargado de la vigilancia. Así mismo tomó varios planos generales de Badajoz desde las almenas; en una se puede distinguir el cimborrio de la Iglesia de la Concepción y la Torre de la Catedral. Desde esta posición también filmó tejados bombardeados por la aviación durante la toma de la capital. Brut también filmó los exteriores de la Torre de Espantaperros en el que se aprecia el impacto de varias bombas en la pared.

4. LA FILMACIÓN DE LOS CADÁVERES DEL CEMENTERIO DE SAN JUAN

La tarde del 17 de agosto fue dedicada por Brut y D’Esme para tomar imá-genes de la ciudad de Badajoz y a informarse de lo sucedido en la capital desde los inicios de la Guerra Civil. D’Esme explica en una de sus crónicas que «acompañados por falangistas y debidamente autorizados, visitamos la ciudad, tomando notas e hicimos fotos en la propia ciudad»29. Después de hacer ese recorrido por la ciudad, Jean D’Esme se separó de Brut, y a las 4 de la tarde decidió viajar a Olivenza, que acababa de ser tomada, con el corresponsal del Diario de Noticias José Augusto30. En la noche de ese 17 de agosto, René Brut se enteró de los fusilamientos que se estaban llevando a cabo en los extramuros de la ciudad y decidió que por la mañana iría a filmarlos pues uno de sus principales objetivos, a la luz de la confesión que le hizo a John Dored, era obtener imágenes de fusilados31.

Al día siguiente, el 18 de agosto, en las primeras horas de la mañana, René Brut filmó clandestinamente las famosas imágenes de los carabineros y guardias civiles fusilados en las tapias del cementerio de San Juan, así como unos trescientos cuerpos carbonizados y una veintena de cuerpos antes de ser quemados. La labor de incineración comenzó, según el corresponsal portugués Mário Neves, a las seis de la mañana del 17 de agosto: «Al fondo en un escalón cavado aprovechando un desnivel del terreno, se encuentran, sobre vigas de maderas transversales, parecidas a las que se utilizan en las vías del ferrocarril, sobre una superficie de más de cuarenta metros, más de 300 cadáveres, en su mayoría carbonizados»32. Estas escenas nublarán la mirada de Brut y causarán pavor en su país, él vio cadáveres tendidos en el camposanto de Badajoz: «Contra un muro los insurgentes alinearon a sus víctimas. Yo conté 80 muertos. Esto significa que muchos sospechosos habían sido fusilados a la vez. Dentro del cementerio me di cuenta entonces que cien cadáveres amontonados iban a ser quemados de un momento a otro». Antes de salir de Badajoz, y como ya ha sido indicado, el propio Brut expresó que «afortunadamente fui capaz, con cien pesetas de enviar mi película a París a través de Lisboa»33. De esta forma, se valió de la ayuda del periodista portugués José Augusto Dos Santos y un mensajero que trasladó las películas a Lisboa.

A primeras horas de la mañana del 18 de agosto René Brut, de forma clandestina, grabó en el cementerio de Badajoz. El obstáculo principal era la forma en la cual debía zafarse del oficial que lo controlaba. René Brut explicó posteriormente la manera en que se libró del celoso militar: «El oficial que me acompañó se había acostado muy tarde. Entonces, como todos los españoles, se levantó también tarde… Me enteré de que iban a fusilar a los presos a primeras horas de la mañana y fui a ver este espectáculo y rodarlo…»34. Estas imágenes son muy interesantes porque sirven para aclarar lo sucedido en Badajoz. En esos segundos de grabación se pueden distinguir los siguientes planos:

a) Una hilera de cadáveres. Éstos visten ropas de paisano, y corresponden a los milicianos muertos que fueron recogidos tras la batalla librada en las calles.

b) Otra hilera de cadáveres calcinados cuya combustión está extinguida. Los cadáveres proceden de la incineración llevada a cabo el día 17 de agosto y de la que fue testigo Mario Neves varios días antes35.

c) Fusilamiento de carabineros junto a una de las tapias del cementerio de San Juan:

a. Un plano general de un grupo de cadáveres.

b. Detalle de uno de un carabinero que destaca sobre varios cadáveres.

c. Detalle del rostro de un cadáver en el que se aprecia ensangrentado y también se distingue en el cuello la insignia del Cuerpo de Carabineros.

d. Otros cadáveres y junto a ellos la característica gorra de plato del cuerpo de Carabineros.

Con anterioridad había utilizado este método, pues en 1933 la película que Brut realizó junto con el cineasta Luois Cottard sobre el corredor de Danzig titulada «Sombras sobre Europa», fue extraída clandestinamente de allí; también en ese año de 1936 sacó de Austria en el interior de su impermeable unas imágenes de Adolfo Hitler en Viena tras la entrada de las tropas alemanas en el Anschluss. Años después volvió a reiterar que las imágenes de Badajoz las evacuó a través de Lisboa36. En capital lusa la línea Air France enlazaba con su socia AP (Aero Portuguesa) de Tánger-Lisboa-París. Sin embargo, al comienzo de la Guerra Civil, se restringió el espacio aéreo que utilizaba, siendo sólo la AP la línea que hacía Tánger-Lisboa y regreso. René Brut intuyó la importancia de las imágenes que había filmado en Badajoz, pues «debido a la urgencia de la información, pude enviar estos documentos directamente sin pasar por los Servicios de Prensa de Sevilla»37. La película salió inmediatamente en el correo aéreo de Air-France: «Su honor como reportero quedaba a salvo». Cuarenta y ocho horas después las imágenes llegaron a los estudios de Pathé Journal, en París.

Hubo un adelanto de estas imágenes en el periódico L’Intransigeant de París, cuyo corresponsal Jean D’Esme estaba en Badajoz con Brut, en la edición del 29 de agosto de 1936. Brut utilizaba un tomavista que captaba imágenes en movimiento sin sonido, pero D’Esme llevaba consigo además una cámara fotográfica. Se sabe, gracias al periodista portugués Félix Correia, que tanto Brut como D’Esme llevaban cámaras, y que las utilizaron, por ejemplo, en el patio de la cárcel de Almendralejo38. La publicación de las cuatro imágenes del cementerio de Badajoz bajo el epígrafe de «A Badajoz: Les horreurs de la guerra» fue lo que alertó al Servicio de Prensa de los nacionales. El mismo día que se emitía en los cines franceses el noticiario «Visions D’Espagne» (que contenía las imágenes del cementerio de Badajoz) las autoridades militares nacionales ya tenían los ojos puestos en Brut y D’Esme39.

5. LA FILMACIÓN DE BRUT EN EL CEMENTERIO DE BADAJOZ: UN DOCUMENTO EXCEPCIONAL PARA ESTABLECER LO OCURRIDO LA CAPITAL

Llegados a este punto es pertinente reflexionar sobre varias cuestiones: «Montones de cadáveres cubrían las calles». Lo cual corrobora que hubo una batalla y había muertos, como en todas las guerras donde hay combates. «80 cadáveres contra un muro, cien cadáveres en el cementerio a punto de ser quemados». Como expresó el sacerdote Ildefonso Jiménez Andrade a Mario Neves, la quema de esos cuerpos era una medida higiénica para evitar la propagación de epidemias por el proceso de descomposición acelerada dadas las altas temperaturas de agosto. Es más, Neves afirmó que ese mismo fin tuvo 23 cadáveres de legionarios, fuerza asaltante, que estaban en ese mismo camposanto40. Algún autor ha querido ver en la quema de esta pila de cuerpos una anticipación de la Europa de los campos de exterminio41 o que «esas imágenes son la premonición de Auschwitz»42 ¿Dónde están los miles de muertos en la plaza de toros? ¿Donde metieron a tantos miles de muertos que ni René Brut ni Mário Neves, ni Mário Pires, ni José Augusto vieron? ¿Por qué teniendo «autorización» no filmó los miles y miles de asesinatos que se estaban llevando a cabo en la plaza de toros de Badajoz?

Otro punto es el número de muertos y que son los que fueron filmados por Brut, unos trescientos, procedentes de las luchas que se vivieron dentro de la ciudad (excepto los carabineros y guardias civiles fusilados). Para saber qué resistencia se encontraron las fuerzas asaltantes, hay que tomar como referencia los diarios del que fue comandante de Badajoz nombrado por el Gobierno del Frente Popular, Coronel Idelfonso Puigdengolas Ponce de León. Ejerció como tal entre el 25 de julio hasta el 14 de agosto. En los días previos a la toma de la capital, «El total de los milicianos que debían quedar en Badajoz, pero de cuyo número no respondo, era de 275 armados con fusil, 200 carabineros y próximamente unos cien soldados de Infantería que quedaron después de los bombardeos de aviación». Siguiendo estas memorias, en la mañana del 14, «las fuerzas de Infantería que debían defender el cuartel de la Bomba y el sector a izquierda o derecha de él, abandonan las posiciones y, saliendo por la Puerta de Rotezna [Poterna], con bandera blanca, se pasan al enemigo». El relato del Coronel Puigdengolas sobre lo ocurrido el día catorce tiene un claro espíritu derrotista, denunciando la huida de milicianos y de carabineros que la defendían43.

Si Brut tuvo autorización para filmar en el casco urbano de Badajoz, y una facilidad para mostrar esas imágenes horrendas de cadáveres calcinados y apilados (no se aprecia formación de ejecución sino apilamiento de cadáveres), ¿cómo no iba a mostrar esas imágenes de fusilamientos? La respuesta es bien msencilla, porque en Badajoz no hubo en esos días miles de asesinatos que la prensa extranjera cacareó a bombo y platillo. Frente a autores que expresan que las imágenes de René Brut posiblemente sean las únicas existentes de «las matanzas»44 se puede asegurar con toda certeza que no es así. Así, en el libro La Matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda45, hay varios cuadernillos de fotos donde se aprecian los cuerpos sin vida de milicianos que o bien murieron en la batalla o bien fueron fusilados sobre la marcha en varios puntos de la ciudad.

Una de las imágenes más importantes de dicho libro, y que ha sido recientemente descubierta, es una vista de la citada plaza de toros de Badajoz captada el día 15 de agosto y que fue publicada por el rotativo portugués Diário de Noticias dos días después. Esa fotografía es la viva descripción que Mário Neves hizo del ruedo en sus crónicas del 15 y del 16 de agosto para el Diario de Lisboa: Algunos cadáveres (en concreto dos, uno en la arena y otro en el burladero), camiones de las milicias populares (algunos destruidos) y algunas bombas sin explotar46, pero además se pueden apreciar pequeños cráteres en la arena y desperfectos en varios puntos del graderío por los impactos de bombas arrojadas por la aviación. El 19 de agosto, el socialista Indalecio Prieto firmó un artículo en Informaciones que contradice a Mário Neves y al mismísimo fotógrafo que captó la instantánea en la plaza de toros: «En Badajoz los prisioneros fueron encerrados en el local de la plaza de toros y obligados a salir al ruedo por la puerta del chiquero; cuando aparecían en el redondel, desde tendidos, gradas y palcos les ametrallaban los facciosos a placer»47. A partir de aquí las versiones sobre el particular crecieron con detalles escalofriantes en la prensa del Frente Popular48.

Además, hay que añadir que era habitual entre los «cámaras» pasarse metros de películas para poder completar los reportajes, así Pathé Journal compró a otros noticiarios «de todo tipo de connotación ideológica» (Cinegirnale LUCE italiano, UFA alemán, British Moviestone…)49 imágenes que después ensamblaban con las propias en los estudios parisinos de la calle Francoeur, así ocurre con algunas de las imágenes del reportaje «Visions D’Espagne»50. De esta forma, las escenas filmadas en el cementerio de Badajoz de los cuerpos de los aproximadamente 300 milicianos calcinados que murieron, bien durante la batalla bien durante la represión llevada a cabo inmediatamente después, y que aparecen en la filmación, ya están fríos, no hay humo, por lo tanto deben de ser los quemados a las seis horas del día 17 de agosto y que fueron comentados por el periodista luso Mario Neves. Los que están sin quemar (unos veinte o veinticinco cuerpos) debían de ser los cuerpos trasladados al cementerio a partir del día 16 de agosto. Además, en la película de Brut se aprecian los cuerpos carabineros y guardias civiles fusilados en la madrugada del dieciocho de agosto inertes en una de las tapias del cementerio de San Juan.

Según el periódico comunista L’Humanite fueron varios los operadores franceses que entraron en Badajoz: «Después de la toma de Badajoz por los insurgentes varios operadores de cine franceses filmaron las escenas de terror relatadas por los periodistas»51. Se conoce el caso del periodista galo Maurice Leroy del Paris Soir y Choc, que acompañó a Bertrand de Jouvenel en la primera quincena de agosto de 1936 por tierras extremeñas y que fue también camarógrafo. El historiador Aitor Yraola, añade que René Brut «entró en Badajoz dos días después de su conquista junto con otro corresponsal portugués, Anibal Contreiras…52 Realmente Contreiras no estuvo en Badajoz: Entró en España por Salamanca a mediados de octubre de 1936 acompañado del «jornalista» José Augusto Dos Santos, del Diario de Noticias.

Una vez acabado el trabajo en Badajoz el mismo día 18 de agosto regresaron a Mérida. Por la tarde llegaron a Sevilla, donde los esperaba el Capitán Luis Antonio Bolín, nuevo Jefe de los Servicios de Prensa de Queipo de Llano, recientemente creados mientras los corresponsales extranjeros estaban en tierras pacenses. Interesadamente se ha expresado que el Capitán Bolín, al conocer que Brut estaba en Badajoz tomando imágenes de «las matanzas» le hizo llamar inmediatamente. Esto no es así, en esa fecha tan temprana el citado Jefe de Prensa desconocía absolutamente que Brut hubiera grabado clandestinamente. En estos primeros momentos, los alzados ofrecían bastante libertad de trabajo y de información a los periodistas extranjeros. Sin embargo, pronto pudieron darse cuenta que buena parte de ellos hacían una labor contra los alzados. El capitán Bolín en esos días convocó a todos los redactores extranjeros que trabajaban en su zona de influencia porque «no todos los corresponsales en nuestro bando sometían sus escritos a la censura»53. Es decir René Brut no fue ninguna excepción y a partir de ese momento todos los periodistas, fotógrafos y operadores de cine deberían desplazarse al frente «en caravanas organizadas por el Servicio de Prensa y el Estado Mayor»54.

Hay que tener en cuenta este dato tan revelador, ya que pese a lo que se ha venido publicando55, Brut gozó en todo momento de libertad de movimientos por el territorio controlado por los nacionales, con las evidentes restricciones debidas a la evidente situación bélica que se vivía en España en esos momentos. De esta forma nunca se hubiera podido desplazar a Antequera el 19 de agosto. René Brut se sintió defraudado al comprobar las dificultades que a los redactores extranjeros les ofrecían desde la oficina de prensa de los rebeldes en Sevilla para realizar sus labores: «Fuimos autorizados para ir el 19 [de agosto] a Antequera, a 60 kilómetros de Málaga. Nuestra caravana de reporteros (la componían 4 operadores y 3 periodistas acompañados por una escolta de falangistas) se parecía más bien a una gira de agencia de viajes»56.

En la tarde-noche del día 19 de agosto regresó a Sevilla donde «nos quedamos una semana en blanco»57. Todos los días acudía a la oficina de prensa con la esperanza de obtener la ansiada autorización para poder partir al frente de guerra. Esta inactividad se interrumpió el 25 de agosto cuando con Jean D’Esme se desplazó a Córdoba. En esta ciudad filmó los efectos del bombardeo de la aviación republicana. Regresó a Sevilla y la mañana del 26 de agosto viajó a Tánger para cambiar de aires en el contra torpedo de la Marina francesa Tornade58 que había remontado el Guadalquivir con 91 refugiados franceses procedentes de Granada. Esta misma tarde desembarcaron en Tánger.

6. EPÍLOGO: LA MANIPULACIÓN DE LAS IMÁGENES FILMADAS EN BADAJOZ POR BRUT EN EL DOCUMENTAL LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA DE GRANADA TV. LA MUERTE DE RENÉ BRUT

En 1982 la productora británica Granada TV editó el documental televisivo The Spanish Civil War (La Guerra Civil española). Se comercializó en España en formato de video en 1985 y en ese mismo año Radio Televisión Española compró los derechos, y fue en 1988 cuando se emitió por primera vez. En el capítulo II, titulado «Revolution, countrarrevolution & terror» («Revolución y contrarrevolución») se manejaron las imágenes que René Brut rodó en tierras extremeñas en los días 17 y 18 de agosto de 1936. Era la primera vez que se podían visionar en España las imágenes del camarógrafo francés. Sin embargo, a pesar del mérito de localizar y rescatar del olvido el trabajo de Brut de la videoteca de Pathé, no se hizo una localización de algunas escenas y se manipularon algunas de ellas con un sonido que el original no tiene. Una parte de este documental expone el avance de la Columna Madrid por tierras extremeñas a principios de agosto de 1936, pero básicamente centra la información en la toma de la capital, Badajoz. El testimonio central que sirve para exponer lo ocurrido es el proporcionado por Mario Neves. Es presentado como el «primer periodista extranjero en llegar a Badajoz tras la batalla», cuando esto no es cierto59.

Mario Neves declaró en el documental esto: «Fue terrible, eran capaces de todo, supongo que es porque venían muy excitados. Hay que pensar que habían atravesado el Estrecho, que habían venido de Marruecos, que habían cruzado en avión el Estrecho a Sevilla, y venían muy enaltecidos porque habían tenido que librar violentos combates en su camino a Badajoz. A esta altura llegó una columna, creo que de ciento veintitantos, ciento veintitrés o cosa así de legionarios enloquecidos. Esto me lo contó un oficial que me dijo: “Cuidado, no hables con ellos porque están muy excitados». En un alarde de sensacionalismo, los editores del documental, a continuación, pusieron imágenes de impactos de bala que se conservaban en algunas paredes de las murallas de Badajoz y las mezclaron con las que Brut había filmado en la Plaza de Badajoz el 17 de agosto de 1936. Es la que se corresponde a un grupo de legionarios que se muestra con alegría ante el objetivo y en la que se unen algunos niños. Estas imágenes, que no tienen sonido en el original, sí las tiene en el documental, en forma de gritos y vociferaciones feroces. Esta mezcla de unas imágenes sacadas de un contexto no estrictamente bélico, pues los legionarios filmados en la Plaza de España de Badajoz no estaban en actitud de combate, y los sonidos obedecen a una manipulación claramente sensacionalista y con objeto de impresionar al televidente.

Cuando se produjo este documental, uno de los testigos, René Brut, vivía retirado en una localidad del sur de Francia llamada Ondrés, enclavada en pleno País Vasco francés. Residía allí desde 1967 en su casa familiar con su esposa Suzanne Celine hasta que el 4 de octubre de 1985 falleció en una clínica de Bayonne; fue enterrado en el panteón que la familia Brut poseía en el cemente- rio de Ondres en la acera P 63. Salvo el nombre que dio a su casa («Ma Camera») en la Avenida Docteur Laforcade nada delataba su pasado como uno de los más importantes operadores de cine franceses. Una de sus últimas apariciones fue un documental titulado Compilation Espagne, en la década de 1960, en el que relató y recordó sus peripecias en España en 1936:

«René Brut fue a Badajoz, punto de unión de los franquistas del norte y el sur. Aquí es donde, en secreto, filmó imágenes aterradoras dignas de Goya, ¿cómo? El oficial que me acompañaba se acostó muy tarde, y como todos los españoles se levantó también muy tarde. Me enteré que iban a fusilar a los prisioneros durante la madrugada. Fui a ver este espectáculo en el curso del cual pude filmar estas escenas. Veinte días más tarde, después que la película fuera exhibida en Francia, fui detenido como comunista. Durante el interrogatorio, me dijeron: “Confiesa, confiesa, sino vas a sufrir el destino de las personas que has filmado”. Éramos cinco por celda, republicanos españoles, y cada mañana venían a buscar a uno o dos de los prisioneros, al día siguiente restituían a los desaparecidos. Liberado el 13 de septiembre, tras la intervención del Papa, del cardenal Gerlier y el director de cine Julien Duvivier, René Brut finalmente llegó al aeropuerto de Le Bourget (París), consciente de haber salido realmente bien librado: Agradezco a todas las personalidades, amigos conocidos y desconocidos que intervinieron a favor de mi liberación. Usted sabe que dije: ¡Uf!»60

Se desconoce si los promotores del documental de Granada TV sobre la Guerra Civil española, hicieron gestiones para recabar su testimonio. Sí es cierto que en España la historiografía ha olvidado la vertiente humana de Brut, siendo estos datos biográficos los primeros que ven la luz en una investigación histórica. Así mismo, las imágenes que captó René Brut en Extremadura, conocidas desde la década de 1980 no habían sido sometidas a un estudio pormenorizado. La historiografía extremeña, en una profunda dejación de funciones, no ha promocionado un estudio de estas imágenes. Ello ha supuesto incluso una identificación, datación y localización errónea. Concretamente, en una obra se dice que la filmación se produjo el 15 de agosto, una de las imágenes tomadas en las cercanías de El Ronquillo habían sido situadas erróneamente en Badajoz y el tractor oruga es equivocado con una avioneta, y asimismo confundida la fachada de la Cárcel Municipal de Almendralejo con la de la Prisión Provincial61. También existe una confusión entre ciertos historiadores que no tienen claro el soporte material, pues Brut hizo su trabajo en película y no fotografías62.

7. APÉNDICE GRÁFICO

image005

Figura 1. El Ronquillo (Sevilla). Mañana del 16 de agosto de 1936. De izquierda a derecha: Leopoldo Nunes, José Augusto, el falangista Juan de Diego, Jean D’Esme y Félix Correia

image007

Figura 2. El Ronquillo (Sevilla). Mañana del 16 de agosto de 1936. Detalle de la alcantarilla volada en la carretera de Sevilla a Badajoz

image009

Figura 3. El Ronquillo (Sevilla). Mañana del 16 de agosto de 1936. De izquierda a derecha: José Augusto, el falangista Juan de Diego, Leopoldo Nunes y Félix Correia

image011

Figura 4. Mérida. Atardecer del 16 de agosto de 1936. Legionarios vivaqueando en los soportales del Palacio de la China, en la Plaza de España de Mérida

image013

Figura 5. Mérida. Atardecer del 16 de agosto de 1936. Legionarios junto a los soportales del Palacio de la China, en Mérida

image015

Figura 6. 17 de agosto de 1936. Entrada de Badajoz por la carretera de circunvalación. Tres cadáveres junto a la carretera

image017

Figura 7. 17 de agosto de 1936. Entrada de Badajoz por la carretera de circunvalación. Detalle de los tres cadáveres junto a la carretera

image019


Figura 8. 17 de agosto de 1936. Entrada de Badajoz por la carretera de circunvalación. Otro cadáver junto a la carretera

image021

Figura 9. 17 de agosto de 1936. Entrada de Badajoz por la carretera de circunvalación. Detalle del vehículo marca Buick y matrícula BA 2013 (al fondo el Cuartel de La Bomba)

image023

Figura 10. 17 de agosto de 1936. Entrada de Badajoz por la carretera de circunvalación. Un vehículo matrícula BA 3353 y al fondo el Cuartel de La Bomba

image025

Figura 11. 17 de agosto de 1936. Entrada de Badajoz por la carretera de circunvalación. Detalle del amasijo del vehículo marca Buick y matrícula BA 2013

image027

Figura 12. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Recogida de armas junto al colegio General Navarro.

image029

Figura 13. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Detalle de la recogida de armas junto al colegio General Navarro.

image031

Figura 14. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Un policía, un legionario guardias cívicos y civiles posan con las armas recogidas junto al colegio General Navarro.

image033

Figura 15. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Detalles de las ruinas del Teatro de la Plaza de Minayo.

image035

Figura 16. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Detalles de las ruinas del Teatro de la Plaza de Minayo.

 

 

 image037

Figura 17. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Detalles de los bombardeos en una calle de la capital

image039Figura 18. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Dos obreros transportan enseres domésticos en la Plaza de la República

image041Figura 19. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Dos guardias civiles pasean junto a la Catedral de San  Juan, en la Plaza de la República

image043Figura 20. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Un grupo de legionarios marcha por la Plaza de la República. Al fondo se aprecia la fachada del Ayuntamiento

image045

Figura 21. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Un guardia cívico pasea con un civil en la Plaza de la República. Al fondo la Farmacia del Doctor Camacho que hace esquina con la calle Muñoz Torrero

image047

Figura 22. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Detalle de un grupo de Legionarios y niños que posan ante la cámara de Brut en la Plaza de la República. Detrás se aprecia la fachada del Ayuntamiento

image049

Figura 23. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Un grupo de curiosos entre los que hay legionarios, guardias civiles, ciudadanos y niños posan ante el Hawker Fury junto a la Catedral de San Juan

image051

Figura 24. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Exhibición en la Plaza de la República de una avioneta Hawker Fury (matrícula 4-2)

image053

Figura 25. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Un legionario vigila desde la Torre de Espantaperros, en la alcazaba pacense

image055

Figura 26. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Vista de la ciudad desde la Torre de Espanta- perros. En un primer término el cimborrio de la Parroquia de la Concepción, y detrás el campanario de la catedral

image057

Figura 27. Badajoz. 17 de agosto de 1936. Impacto de varias bombas en la pared de la Torre de Espantaperros

image059

Figura 28. Cementerio de San Juan de Badajoz. 18 de agosto de 1936. Cadáveres de fusilados y muertos en los combates

image061

Figura 29. Cementerio de San Juan de Badajoz. 18 de agosto de 1936. Cadáveres de fusilados y muertos en los combates de la ciudad incinerados

image063


Figura 30. Cementerio de San Juan de Bada- joz. 18 de agosto de 1936. Cadáveres de carabineros y un guardia civil fusilados en la tapias del camposanto

image065

Figura 31. Cementerio de San Juan de Badajoz. 18 de agosto de 1936. Detalle de unos carabinero fusilados

image067

Figura 32. Cementerio (viejo) de Badajoz. 18 de agosto de 1936. Detalle de un guardia civil fusilado en la tapias del camposanto

image073

Figura 33. René Brut y su autógrafo. En la imagen, de 1970, Brut porta en sus manos el tomavistas que utilizó en Badajoz en 1936

image069

Figura 35. L’Intransigeant (París), 26 de agosto de 1936. Imágenes tomadas en las cercanías de El Ronquillo (Sevilla) en la mañana del 16 de agosto de 1936. Se aprecia en la imagen de la derecha el camión

image074

Figura 34. Diario de Lisboa, 18 de agosto de 1936. De izquierda a Derecha: Félix Correia, José Augusto, Jean D’Esme, Juan de Diego, Leopoldo Nunes y René Brut posan junto con el coche que les condujo a Almendralejo, matrícula SE 16.6??

image076

Figura 36. L’Intransigeant (París), 29 de agosto de 1936. La difusión de estas imágenes del cementerio de Badajoz alertaron a las autoridades militares de España y fue el origen de la deten- ción y posterior expulsión de René Brut del territorio nacional

image078

Figura 37. Estado de la plaza de toros de Badajoz el día 15 de agosto de 1936 y (publicada en el lisboeta Diário de Noticias el 17 de ese mes). Según la propaganda, en ese día se produjeron miles de fusilamientos con un tendido repleto de público. La realidad es otra, es la imagen gráfica de la crónica que firmó ese día el portugués Mario Neves: «Nos dirigimos en seguida a la plaza de toros, donde se concentraban los camiones de las milicias populares, muchos de ellos están destruidos (…) este lugar ha sido bombardeado varias veces; sobre la arena se ven algunos cadáveres (…) todavía hay, aquí y allá, algunas bombas que no han explotado, lo que hace difícil una visita pormenorizada».

image009

1  La presente comunicación forma parte de un estudio más amplio titulado «René Brut, un cazador de imágenes de la Guerra Civil Española en Extremadura». Asimismo, por problemas de espacio no se ha podido incluir todo el repertorio fotográfico expuesto durante los Coloquios.

2  BARRAGÁN-LANCHARRO, Antonio Manuel, y DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés «Imágenes de la Guerra Civil en Extremadura: Los fotogramas de la película rodada por René Brut en Almendralejo en agosto de 1936», en Actas de las II Jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros (2010).

3   BARRAGÁN-LANCHARRO, Antonio Manuel, y DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés. «Algunas notas sobre la estancia del General Franco en Cáceres en agosto y septiembre de 1936 y las imágenes recuperadas de René Brut», en Actas de los XXXIX Coloquios Históricos de Extremadura (2010).

4  Este documental está dirigido por David Hart y está asesorado por los historiadores Ronald Fraser, Hugh Thomas y Javier Tusell. Parte de las imágenes tomadas por René Brut fueron utilizadas en el capítulo segundo, titulado «Revolución y contrarrevolución».

5  BOLIN BIDWELL, Luis Antonio, España: Los años vitales, Madrid, Espasa-Calpe, 1967, pp. 197 y s.

6  VILA IZQUIERDO, Justo, Extremadura: La Guerra Civil, Badajoz, Univérsitas Editorial, 1984, p. 75.

Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936.

8  Videoteca de British Pathe, núm. 36/71 y Film ID 895.01.

Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, Antonio Manuel, y DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés «Imáge- nes de la Guerra Civil… op. cit.

10  John Dored, realmente se llamaba Jānis Doreds, 1881 – 1954, era un camarógrafo de origen letón que trabajaba para el noticiero norteamericano Paramount News. Dored había alcanzado prestigio internacional después de haber filmado ilegalmente el funeral de Lenin; cuando el material se encontraba a salvo fuera de las fronteras de Rusia, Dored fue capturado por la KGB y condenado a muerte. Fue rescatado sólo gracias a las protestas de los gobiernos británico y norteamericano. En 1936 se encontraba en España y acompañó a las tropas del bando del Frente Popular. Estuvo primeramente cubriendo la Guerra Civil en Barcelona para posteriormente trasladarse a Madrid. Fue capturado en un pueblo cercano a Navalmoral de la Mata el 28 de agosto de 1936, pues quería cubrir la toma de Navalmoral por los frentepopulistas. Cuando fue detenido viajaba con tres anarquistas llamados Carlos (Karl Vervuert Pollak), Jesús y René (conductor) en un coche pintado con los signos habituales de los anarquistas de la FAI, y el sindicato anarquista CNT. Al enseñar las credenciales que le habían proporcionado en Madrid y comprobar su origen letón (no hay que olvidar que Letonia por aquel entonces formaba parte de la URSS) estuvo a punto de ser pasado por las armas. Fue trasladado a Trujillo donde pasó una noche en un calabozo. Allí, dos de sus compañeros anarquistas (Jesús y René) fueron fusilados en el patio de la cárcel; a él y a Carlos los evacuaron a Cáceres. Desde aquí fue enviado a Sevilla donde estuvo encarcelado durante veintiún días en la cárcel de Carmona. Allí coincidió con René Brut. Dored clandestinamente hizo llegar un telegrama a su mujer en Viena y ésta comunicó su detención a la delegación de la Paramount en París. El 20 de septiembre de 1936, después de arduas negociaciones diplomáticas gestionadas por el cónsul norteamericano en Sevilla Charles A. Bay, fue puesto en libertad tras la promesa de no regresar jamás a España. Sus colegas H.R. Knickerbocker y el fotógrafo de guerra Arthur Mencken lo trasladaron en avión a Gibraltar y ese mismo día, pudo salir de España.

11  New York Times, 16 de febrero de 1941.

12   DÍEZ PUERTAS, Emeterio, El montaje del franquismo: La política cinematográfica de las fuerzas sublevadas, Barcelona, Laerte, 2002, p. 149.

13  The Evening Independent, 16 de septiembre de 1936.

14   DORED, John, For meg er jorden rund, Oslo, Aschehoug, 1955, p. 263. Es un resumen del capítulo correspondiente proporcionado en inglés por Gunnhild Holmen, de la Biblioteca Nacional de Noruega.

15  L’Intransigeant, (París), 25 de agosto de 1936.

16   Cfr. MARTÍNEZ BANDE, José Manuel, La marcha sobre Madrid, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1968, p. 30.

17  Diario de Noticias (Lisboa), 17 de agosto de 1936.

18   BARRAGÁN-LANCHARRO, Antonio Manuel, y DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés «Imágenes de la Guerra Civil en Extremadura: Los fotogramas… op. cit.

19  Diario de Lisboa, 20 de agosto de 1936.

20  Estas palabras del comandante Castejón fueron proféticas, ya que no pudo tomar Don Benito, al ser detenida su columna en el puente de Medellín por la feroz resistencia de los gubernamentales y los intensos ataques de la aviación.

21  Diario de Lisboa, 18 de agosto de 1936.

22  Diario de Lisboa, 20 de agosto de 1936.

23  Este vehículo fue matriculado en el mes de abril de 1929 a favor de José Bigeriego Márquez. Cfr. Boletín Oficial de Badajoz, 21 de mayo de 1929.

24  L’Intransigeant (París), 27 de agosto de 1936.

25  PILO ORTIZ, Francisco, DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés, DE LA IGLESIA RUIZ, Fernando La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda, Madrid, Libros Libres, 2010, p. 297.

26  L’Intransigeant (París), 27 de agosto de 1936.

27  NEVES, Mário, La matanza de Badajoz. Crónica de un testigo… op. cit. p. 52.

28  El propio Lisardo Sánchez escribió en El Adelanto (de Salamanca) el 22 de agosto de 1936 que «el 17 [de agosto] presencié la llegada de dos aviones rojos que bombardearon Badajoz, pero llegaron tres de la base de Mérida y les hicieron huir; uno de ellos aterrizó en la finca “La Liviana” y era un gran aparato francés, que transportado en dos camiones, estuvo expuesto el día 18 en la Plaza de San Juan de Badajoz».

29  L’Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936.

30  AUGUSTO, José, Jornal de um correspondente da Guerra em Espahna, Lisboa, Edita Empresa Nacional de Publicidade, 1936, p. 44. Cfr. L’Intransigeant (París), 27 de agosto de 1936.

31  DORED, John, For meg er jorden rund… op. cit.

32  NEVES, Mário, La matanza de Badajoz. Crónica de un testigo… op. cit. p. 60.

33  Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936.

34   En 1966, con ocasión del 30 aniversario del inicio de la Guerra Civil española, Pathe Magazine produjo un documental titulado «Les plus terrible des guerres civiles». En esta retrospectiva se rindió un homenaje a su «cameraman d’honneur» René Brut. Éste participó en el documental titula- do «Il y a 30 ans… La Guerre D’Espagne» (editado el 29 de abril de 1966). Parte del relato de René Brut se puede visionar. Sin embargo, en otro documental producido por Pathe y titulado «Compilation Espagne». En este documento gráfico expuso parte de su peripecia en Badajoz.

35   NEVES, Mário, La matanza de Badajoz. Crónica de un testigo de uno de los episodios más trágicos de la Guerra Civil de España (agosto de 1936), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1986, p. 60.

36    En un artículo titulado «Pionnier du journal  filmé»  y  subtitulado «René Brut, cameraman d’honneur» publicado en la revista Pilote (16 de agosto de 1962, núm. 147, p. 28) repasa las etapas de su vida profesional. Un párrafo trata de la guerra civil española, expresa que el film salió por Lisboa: «Pendant la Guerre d’Espagne, il filme des exécutions en masse de républicains. Il envoie sa bobine à Paris par le Portugal». Sin embargo, el historiador Pierre Marqués Posty ha afirmado sin pruebas que las imágenes salieron por Gibraltar: «…Accusé d’avoir fait parvenir à Paris, à sa rédac- tion, par Gibraltar, des clichés de la répression de Badajoz est arrêté à Séville …» (Espagne 1936, correspondants de guerre: L’ultime dépêche, París, Harmattan, 2008, p. 115). La salida natural de los artículos que querían evitar la censura era ora Gibraltar ora Tánger, por ello los rebeldes creye- ron en principio que las imágenes de Brut habían salido por El Peñón.

37  Revista Cinemonde núm. 413. Declaración de René Brut publicada el 17 de septiembre de 1936, pp. 669 y s. (Biblioteca Nacional de Francia, microfilm MICR D-556).

38   CORREIA, Félix, Quem vem lá? Gente de Paz! Gente de Guerra!, Lisboa, edición del autor, 1940. p. 93.

39   BARRAGÁN-LANCHARRO, Antonio Manuel, y DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés. «Algunas notas sobre la estancia del General Franco en Cáceres… op. cit.

40  NEVES, Mário, La matanza de Badajoz. Crónica de un testigo… op. cit. p. 61.

41  ESPINOSA MAESTRE, Francisco, La columna de la muerte. El avanceop. cit. p. 256.

42   ESPINOSA MAESTRE, Francisco, Contra el olvido. Historia y memoria de la Guerra Civil. Barcelona, Crítica, 2006 p. 98.

43  Las memorias del Coronel Puigdengolas están difundidas en la parte correspondiente a su actuación en Badajoz en este sitio web http://www.kaosenlared.net/noticia/defensa-badajoz-agosto-1936- segun-coronel-puigdengolas

44  Cfr. ESPINOSA MAESTRE, Francisco, La columna de la muerte. El avanceop. cit. p. 256.

45  PILO ORTIZ, Francisco, DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés, DE LA IGLESIA RUIZ, Fernando La matanza de Badajoz ante… op.cit.

46  NEVES, Mário, La matanza de Badajoz. Crónica de un testigo… op. cit. pp. 44 y 50.

47  La Vanguardia (Barcelona), 20 de agosto de 1936.

48  Cfr. PILO ORTIZ, Francisco, DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés, DE LA IGLESIA RUIZ, Fernando La matanza de Badajoz ante… op.cit.

49  CABRERIZO PÉREZ, Felipe, La Atenas militarizada, la industria cinematográfica en Gipuzkoa durante la Guerra Civil (1936-1939), San Sebastián, Diputación Foral de Guipuzkoa, 2004, p. 31.

50  Fecha 3 de septiembre de 1936, Pathé, longitud del metraje 125 m, número de identificación Pa. 356. 11 conservado en la Filmoteca española con el código 16.

51   L’Humanité (París), 10 de septiembre de 1936: «A Séville, les rebelles menacent de fusiller un français».

52   CAPARRÓS-LERA, José María, YRAOLA, Aitor, Historia contemporánea de España y  cine, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1997 pp. 56 y 57.

53  BOLIN BIDWEL, Luis Antonio, Los Años Vitales, Madrid, Espasa Calpe, pp. 197 y s.

54  L’Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936. El corresponsal del Daily Telegraph Philips Percival añade con respecto al capitán Bolín que éste «ha conseguido que los corresponsales le odien como a la peste. Todos los corresponsales extranjeros le detestaban y temían, en parte porque no permitía visitas al frente salvo con escolta militar»: GARCÍA SANTA CECILIA, Carlos, Corresponsales en la guerra de España (1936 – 1939), Madrid, Fundación Pablo Iglesias e Instituto Cervantes, 2006, p. 32.

55  TENORIO, Rafael. «Las matanzas de Badajoz», en Tiempo de Historia, núm. 56, julio 1979.

56  Revista Cinemonde núm. 413. Declaración de René Brut publicada el 17 de septiembre de 1936, pp. 669 – 670. (Biblioteca Nacional de Francia, microfilm MICR D-556).

57  Ibídem.

58  Le Petit Marocain, (Casablanca), 15 de septiembre de 1936.

59  Cfr. PILO ORTIZ, Francisco, DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés, DE LA IGLESIA RUIZ, Fernando La matanza de Badajoz ante… op.cit. pp. 51 y ss.

60  Traducción de la transcripción de las declaraciones de René Brut en el documental Compilation Espagne (Gaumont Pathé Archives, Compilation Pathé, duración 1: 01:00, Blanco y Negro. Mudo y Sonoro, TC IN: 00:24:06:17, TC OUT: 00:25:56:20, Ref: B 29/D95921) realizada por Camille Bitaud, jefa de ventas de Gaumont Pathé Archives.

61  VILA IZQUIERDO, Justo, Extremadura: La Guerra… op. cit. pp. 72 y s.

62  Cfr. ESPINOSA MAESTRE, Francisco, La columna de la muerte. El avanceop. cit. p. 210.

Oct 012010
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro y Moisés Domínguez Núñez.

1.  INTRODUCCIÓN: LA LLEGADA DEL GENERAL FRANCO A CÁCERES EL 26 DE AGOSTO DE 1936
Tras el fracaso del golpe de Estado de una parte del Ejército en julio de 1936 se inició la Guerra Civil Española, la cual asoló el país casi tres años. Así, en la presente investigación se van a tratar varios asuntos relacionados con este acontecimiento. El primero es analizar el establecimiento del Cuartel General de Franco en la ciudad de Cáceres en los meses de agosto y septiembre de 1936. Meses decisivos, sobre todo septiembre, pues se decantó por su candidatura como mando único que sustituyera a la Junta de Defensa Nacional. Ésta, en la práctica, era inoperante al existir tres mandos militares autónomos: El General Emilio Mola dirigía el Ejército del Norte, el General Gonzalo Queipo de Llano el Ejército del Sur, y el General Francisco Franco las Fuerzas Expedicionarias de Marruecos. Sin embargo, la segunda cuestión es poner de manifiesto unas imágenes de Franco y de su cuartel extraídas de una película filmada por René Brut, enviado especial de la casa Pathé Journal, la cual elaboraba noticiarios cinematográficos1. Las más antiguas imágenes del General Franco en Extre- madura que refuerzan la tesis que pone en tela de juicio, por no decir que la destruye por completo, la afirmación de que René Brut no tuvo libertad ni autorización para filmar en la “Zona Nacional”2, ya que tuvo la oportunidad tomar imágenes del propio General Franco y de su cuartel de Estado Mayor en Cáceres.

En la unión de las zonas alzadas del norte y del sur, como hecho circunstancial de la marcha de la Columna Madrid, Cáceres iba a tener un papel muy interesante en la retaguardia. En esta capital habían triunfado los planes golpis- tas e inmediatamente pasó a ser “zona alzada”. Tenía asimismo buena comunicación por carreteras (era una encrucijada de caminos: Carretera de Salamanca, de Badajoz-Portugal, de Sevilla, etc.) y también por ferrocarril. Además, la ciudad poseía unas condiciones militares sugestivas en tanto en cuanto disponía de un aeródromo militar, instalado en 1927 en la carretera general, a las afueras de la ciudad, junto al actual recinto ferial. Desde el éxito del Alzamiento en Cáceres, este aeródromo adquirió gran actividad militar, instalándose en su recinto depósitos o polvorines para el almacenamiento de las bombas que se utilizarían en acción de guerra3.

Además, el aeródromo de Cáceres fue utilizado como base de aparatos alemanes e italianos. Un piloto italiano llamado Vicenzo Patriarca, capturado por los republicanos, declaró que su destino era Cáceres, pero que se había desviado4. A principios de septiembre, el día 9 en concreto, el piloto Joaquín García Morato se trasladó a Cáceres junto al resto de una escuadrilla formada por aviones italianos Fiat. Aquélla estaba compuesta por las patrullas de García Morato y por las de los oficiales italianos Dequal y Mantelli5. Esta escuadrilla obtuvo numerosos éxitos, ya que apoyaba el avance de la Columna Madrid, entrando en combate con los aviones “gubernamentales”, derribando bastantes aparatos. Se tiene constancia de que un ametrallador de un avión Junker 52, José Larios Fernández, se acercó en ese mes de septiembre al palacio de los Golfines para visitar a su amigo López-Montenegro y se encontró casualmente con el General Franco6. Por la importancia del aeródromo de Cáceres no es de extrañar que fuese objetivo militar del Gobierno de Madrid y fue bombardeado, según sus fuentes7, el 29 de octubre de 1936. Por esta razón se construyeron refugios antiaéreos, auténticos bunkers soterrados que aún se conservan8.

En el contexto del avance de la Columna Madrid por tierras de Toledo, a las seis de la tarde del día 26 de agosto de 1936, llegó a Cáceres -en una avioneta procedente de Sevilla- el General Francisco Franco Bahamonde. La estancia no iba a ser ni puntual ni breve, sino que iba a establecer el Cuartel de su Estado Mayor en la ciudad para seguir el avance de las tropas a Madrid. Precisamente en ese 26 de agosto la Junta de Defensa Nacional le designó “General en Jefe de las fuerzas militares de Marruecos y del Ejército expedicionario”9. Es más una Orden del mismo día declaraba que “la provincia de Cáceres dependerá a efec- tos militares del excelentísimo Sr. General en Jefe de las fuerzas militares de Marruecos y del Ejército expedicionario”10. Un día antes, un oficial de Estado Mayor se entrevistó con el prócer cacereño Gonzalo López-Montenegro y Carvajal. Aquél traía una misión muy concreta: Era el de trasmitirle la pretensión del General Franco de utilizar su casa, el palacio de los Golfines de Arriba – situado en ciudad monumental, concretamente en la Cuesta de Aldana-, como Cuartel de su Estado Mayor. Sin duda, alguna, la fisionomía de la ciudad cam- bió por completo (a fecha de 4 de septiembre de 1936), tal como lo puso de manifiesto el corresponsal del Diario de Noticias portugués:

“Cáceres, hoy tiene un ambiente curioso. Desde que el General Franco instaló aquí su cuartel general, la fisonomía de la ciudad cambió por completo. Por diez personas que pasean por las calles de Cáceres, nueve son, sin sombra de duda, uniformadas. Todos luchan por una nueva España, todos quieren participar en esa Cruzada de la Reconquista. En la plaza principal, dominada por la mole del Ayuntamiento, en cuyas ventanas ondean, con una brisa suave, las banderas españolas y portuguesas, la animación excede todo lo que se pue- da pensar. Sobre los arcos, un “jazz” martillea música todo el santo día. De vez en cuando, toca una marcha patriótica -especialmente el himno de la Fa- lange- inmediatamente en la esquina se aglomeran centenas de personas que acompañan la música. Al final, los vivas a España se suceden. Hay entusiasmo y calor en estos saludos a la Patria. Después pasado un momento el “jazz” se mezcla con un “fox” y todos vuelven a sus conversaciones. Así vive Cáceres estos días de lucha. Cáceres es una ciudad feliz. No hubo lucha entre el ejército y los marxistas por la conquista de la ciudad. El 19 de julio la guarnición se rebeló y tomó el poder civil. No encontrando resistencia, los aviones nacionalistas no la visitaron y así Cáceres paso incólume estas horas de tragedia, que tantos recuerdos dolorosos dejaron en Mérida y Badajoz, sus vecinas de paredes blancas. La vida de la ciudad se resiente de esta circunstancia. No hay paredes picadas por las balas ni episodios tristes. Cáceres ve y asiste, interesa- da al desfile de los soldados”11.

2. EL ESTABLECIMIENTO DEL CUARTEL DEL ESTADO MAYOR DEL GENERAL FRANCO EN EL PALACIO DE LOS GOLFINES DE ARRIBA DE CÁCERES

Ciertamente no está aclarado el por qué se había fijado en la Casa de Gonzalo López-Montenegro, en pleno barrio de San Mateo. Hay que tener en cuenta un detalle ocurrido -en la década de 1960- y del que fue testigo el maestro nacional Antonio Ramos Rubio en la casa de la finca “Las Golondrinas”. Al pasar Gonzalo López-Montenegro ante un portarretrato con una fotografía de Alfonso XIII (dedicada así: “A mi Gentilhombre de Cámara, Gonzalo López- Montenegro y Carvajal”, inclinó su cabeza y exclamó “Yo cedí mi casa a Franco por tú me lo mandaste”12. Gonzalo López-Montenegro no se negó ante tal petición, y cedió su morada para tal utilidad. Reciente, el biógrafo de López Montenegro ha señalado que la cesión “era evidentemente obligada” por “la responsabilidad y el peligro que el generoso gesto suponía para la casa y la familia que allí vivía”13. Es un argumento débil y de poca consistencia, especialmente cuando en la propia casa han estado siempre visibles algunas de las fotografías de la manifestación del 6 de septiembre de 1936. Además, el General Franco plasmó la siguiente dedicatoria en una fotografía del Estado Mayor en el patio del palacio: “A Gonzalo L. Montenegro como recuerdo de su amable hospitalidad a nuestro Cuartel General”14. Esta fotografía y su histórica nota han estado siempre visibles en un portarretrato en los salones principales de la casa, así como la bandera roja y gualda que se instaló en el balcón principal del pala- cio cuando fue Cuartel General, que aún se conserva en un lugar privilegiado.Además, López Montenegro puso a disposición del General Franco su vehículo, marca Buick.

Es de suponer que la elección del palacio de los Golfines de Arriba fue debido a que era propiedad de López-Montenegro, destacado monárquico que había sido Presidente de la Diputación de Cáceres y uno de los responsables de la Unión Patriótica de la ciudad durante la Dictadura de Primo de Rivera. Es más, uno de los integrantes del Estado Mayor que llegó en esa tarde de agosto de 1936 habla así de la hospitalidad del anfitrión: “Aseguradas las comunicaciones de Sevilla con Melilla, Cáceres Salamanca, Valladolid y Burgos, Franco decidió trasladarse con su pequeño Estado Mayor a la capital extremeña, a don- de llegamos el 26 de agosto; nos instalamos en el palacio de los Golfines de Arriba y allí fuimos recibidos con toda amabilidad por su propietario, don Gonzalo López Montenegro”15.

Durante la estancia de Franco en Sevilla, éste había requisado para establ cer su cuartel de Estado Mayor en el palacio de Yanduri. Esta circunstancia irritó al General Queipo de Llano, que estimaba como suficientes los edificios militares16. Al trasladarse a Cáceres, el General Franco salió del feudo del omnipresente Queipo de Llano. Como en cualquier otro centro de operaciones militares, fueron habilitados rápidamente todos los artilugios de comunicación telefónica (once teléfonos y tres estaciones de radio)17. En el amplio palacio de los Golfines de Arriba se instaló el General Franco en la tarde del 26 de agosto de 1936. Según Juan Barra, el peluquero de Gonzalo López-Montenegro, “Franco era un hombre muy reservado. No hablaba nunca. Vivía en la segunda planta y don Gonzalo Montenegro, entonces soltero, y su hermana doña María, en la planta de abajo”18. En una biografía realizada en plena guerra explica qué clase de vida hacía el General:

“Franco pasa varias semanas en Cáceres sin salir ni un solo día a la calle. Su vida transcurre en el despacho, junto a los teléfonos y los mapas. Los domingos oye misa en el oratorio de la casa. Con frecuencia recorre los frentes. Unas horas de la tarde las dedica a las visitas: Las de generales y jefes que le refieren las novedades de sus columnas; las de aviadores que le cuentan las averiguaciones hechas en sus vuelos; las de algunos diplomáticos o periodistas extranjeros”19.

La distribución que se hizo en el improvisado cuartel fue la siguiente: La entrada principal del palacio estaba flanqueada por la guardia (legionarios); en el interior, en un vestíbulo, estaba el despacho del jefe de guardia de puerta (a la izquierda en el zaguán). La amplia biblioteca -antesala del despacho de López- Montenegro- se destinó como oficina para los ayudantes del General. En esta estancia -con dos ventanas al patio- había tres mesas ocupadas por los tenientes coroneles Carlos Díaz Valera y Francisco Franco Salgado-Araújo y por José Antonio de Sangróniz y Cuesta, Marqués de Desio. En una habitación contigua estaba el despacho del General Franco (con ventana a la calle). En otra estancia inmediata, destinada como comedor de verano por los propietarios se habilitó la sala de mapas dispuestos en caballetes20. Esta última se comunicaba con otro salón el cual tenía comunicación al patio por una puerta (que se aprecia en la fotografía del Estado Mayor). Igualmente, se habilitaron seis despachos para los oficiales del Estado Mayor21. También estuvo en el palacio su hermano Nicolás Franco (Teniente Coronel de Ingenieros Navales), que se encargaba, entre otras cosas, “de recibir, despedir y agradecer”22 a los que iban le iban a profesar inquebrantable adhesión. También estaba incorporado al Estado Mayor el oficial de Artillería Antonio del Rosal Rico -Marqués de Sales-, el cual había escapado del Madrid gubernamental23. A finales de septiembre se incorporó al equipo como asesor jurídico Lorenzo Martínez Fuset. Además, por el cuartel general pasaron personajes pintorescos y aventureros como el norirlandés Nöel Fiztpatrick:

“El 1 de septiembre cruza el paso fronterizo por Badajoz para alistarse en la Legión Española. Permanecerá un día en Badajoz donde oirá los comentarios sobre los sucesos acaecidos en la ciudad en la segunda quincena del mes de agosto. Desde Badajoz fue conducido en coche al cuartel general del Generalísimo en Cáceres. En la antesala del palacio de los Golfines se encontró de frente con el General Millan Astray, en traje de paisano, que le explicó que sería bienvenido a la Legión a título individual pues “los alistamientos de grupos de la misma nacionalidad no son bien vistos en la Legión”. Se presentó a Franco y le comentó que él había servido como Teniente de los Guardias Irlandeses de su Majestad Británica. Textualmente, el General Franco expresó delante del capitán de Caballería José Botana Rose que “si este oficial es digno de ser Teniente en el Regimiento de Guardias Irlandeses, también era digno de ser Teniente en la Legión Extranjera”, y le envió a Talavera de la Reina para presentarse ante el Coronel Yagüe. El día 2 de septiembre se desplazó a la ciudad toledana donde se alisto en el banderín de enganche de la Legión”24.

Es de suponer la impresionante vida que recobró aquella casa, con plena actividad por ser el auténtico centro neurálgico de los alzados. Entre los oficia- les que acompañaron al General Franco hasta Cáceres hay que destacar al Teniente Coronel de Artillería Felipe Sanfeliz Muñoz, o el Capitán Aurelio Perote Martínez comandantes Francisco Hidalgo Sánchez (del Estado Mayor) y Eduardo Rodríguez Madariaga (del cuerpo de Artillería). Antonio Sarmiento León-Troyano, Comandante de Ingenieros, era uno de los oficiales más importantes del Cuartel de Estado mayor porque era el responsable del Servicio de Cifras y Comunicaciones, este departamento dirigido por Sarmiento “elaboraba y suministraba todas las cifras, que renovadas regularmente, debían emplear las diversas unidades del ejército nacional”25. Por otra parte, en cuanto al personal político, el historiador Luis Fernández ha advertido que “en Cáceres rodeaban al General consejeros civiles que formaban una especie de embrión de gobierno, entre su hermano Nicolás y el diplomático Sangróniz”26. Franco Salgado- Araujo explica también en sus memorias cómo se organizó el cuartel:

“A los pocos días empezó la organización del Cuartel General de Ejército de África y Sur de España. A raíz de ello conocí al Capitán de Estado Mayor don Carmelo Medrano, jefe inteligente y muy trabajador que tuvo una actuación eficacísima durante toda la campaña. Como jefe de los servicios de artillería, fue designado el competentísimo coronel García Pallasar27 al que Franco encargó la movilización de la industria para fines de guerra y la adquisición de armamento y proyectiles de todas clases. Esta difícil misión fue desempeñada por dicho coronel con enorme entusiasmo y competencia. García Pallasar fue durante todo el tiempo que duró la campaña esclavo de su deber sin escatimar ni un minuto al desempeño de su misión. Servía a Franco con absoluta lealtad y no puso nunca el menor reparo a sus órdenes. Franco le decía: “Pallasar, para dentro de quince días necesito tantos cañones, tantos fusiles y millones de proyectiles, morteros, etc., etc.”. Este jefe le contestaba siempre: “Se hará lo que usted manda, mi General”. Luego daba las órdenes sin admitir el menor reparo a sus subordinados, que consideraban que era imposible realizar en el tiempo fijado un programa de construcción tan intenso; lo había mandado el General Franco y no quedaba otro remedio que la obediencia ciega a sus disposiciones. Cuando así lo ordena, decía, es que es posible satisfacer sus deseos. Los programas que fijaba Franco siempre fueron cumplidos por el coronel Pallasar y sus inteligentes colaboradores, entre los que recuerdo a los jefes de Artillería Ladreda y Vigón.

Los salones del citado palacio de los Golfines y habitaciones particulares quedaron rápidamente convertidos en despachos y oficinas del mencionado Cuartel General. Allí nos quedamos a vivir el General Franco (cuya familia continuaba en Francia), el Teniente de los Servicios de Seguridad y yo. A los pocos días de nuestra instalación parecía que el palacio nobiliario hubiera sido siempre una dependencia castrense. Las oficinas del General y las de los ayudantes, la secretaría, jefatura y secciones de Estado Mayor, la oficina diplomática, las dependencias de la guardia exterior y del servicio de seguridad, etc., estaban perfectamente instaladas. El trabajo que Franco nos encomendó fue abrumador y las facilidades dadas por Montenegro para instalarnos lo mejor posible no pudieron ser mayores. Allí se trabajaba todo el día y buena parte de la noche si era preciso. El único descanso que teníamos fuera de las horas de comer comenzaba a las seis de la tarde y duraba media hora. A esa hora el dueño del “Palacio Gonzalito” como le llamábamos, nos invitaba a tomar cerveza, que siempre estaba fresca y que desde Franco al oficial más modesto agradecíamos dado el calor enorme que se sentía en aquella tierra cacereña en el mes de agosto. Aprovechábamos esta reunión para comentar la marcha de la campaña”28.

En Cáceres, el General Franco también obtuvo información de primera mano de lo que ocurría en Madrid. Uno de los informantes fue el Comandante de Estado Mayor Joaquín Ysasi-Ysasmendi. Escondido un tiempo, a finales de agosto tuvo que presentarse al Ministerio de la Guerra republicano para evitar que no fuera declarado desertor. El 4 de septiembre marchó como oficial del Estado Mayor al frente de Talavera. Ya había decidido evadirse. Cogido prisionero por las fuerzas nacionales, estuvo a punto de ser fusilado hasta que fue reconocido por su amigo Juan Ignacio Luca de Tena. Éste hizo todas las gestiones posibles para que fuera puesto a disposición de la autoridad militar hasta que se aclarase el asunto. Ausente el Comandante Antonio Castejón, Luca de Tena tuvo autorización para hablar por teléfono con el General Franco que estaba en el palacio de los Golfines. Puesto en antecedentes éste y que conocía al Comandante Ysasi-Ysasmendi por su carrera en África, ordenó que fuera conducido a su Cuartel General.

“No había anochecido del todo cuando el Comandante, todavía prisionero, llegaba a Cáceres y tomando hacia la izquierda ascendía con sus guardianes hacia el casco viejo de la ciudad, donde estaba enclavado el palacio de los Golfines, bellísimo edificio de estilo gótico-renacentista del siglo  XVI,  que desde finales de agosto servía de alojamiento y Cuartel General de Franco. En la entrada, los regulares y el oficial que hacían la guardia, tenían ese toque de discreto boato castrense que siempre fue tan del gusto del Generalísimo, incluso en campaña.

El comandante de Estado Mayor Carmelo Medrano, ayudante tantos años del General, recibió con expresivas muestras de cordialidad a su compañero de armas, y sin mucha espera, le introdujo en el despacho de Franco. Recibió éste a su antiguo oficial de la Legión, con cortesía y afecto; sin frialdad pero sin entusiasmo. Le ordenó sentarse frente a él, e inició un interrogatorio  que habría de durar más de una hora.

Después de conocer Franco los detalles de la evasión del Comandante, fue directamente al grano ¿Qué había pasado en el Regimiento de Artillería de Carabanchel con aquellos oficiales que, inicialmente comprometidos con el Alzamiento, se habían vuelto atrás asesinando a su General? ¿Qué había sido de los generales y jefe zutano y mengano, que estando en Madrid no se habían sumado al Movimiento, ni constaba tampoco que estuvieran alineados con el Ejército Rojo? Franco quería saber, dando una serie de nombres concretos, si habían sido asesinados, hechos prisioneros, o permanecían ocultos. Preguntó asimismo si el comandante sabía cuántos y quiénes eran los jefes y oficial que junto al General Villegas y el Coronel Capaz habían sido asesinados el 28 de agosto en la Cárcel Modelo. Sobre todo ello, el interrogado contestó cuanto sabía o podía razonablemente suponer.

Después Franco se interesó vivamente por los planes de Asensio Torrado: Qué generales y jefes le rodeaban; en qué consistía la pregonada reforma del llamado “Ejército Popular de la República”; hasta qué punto los comunistas se estaban infiltrando en el Ministerio de la Guerra, a través de los llamados “camaradas responsables”. Naturalmente quiso conocer con precisión los planes de Miquetel para fortificar el nudo Maqueda-Santa Olalla y sobre este punto el Comandante le dio cumplida información, aunque el General no mostró especial preocupación por esa línea defensiva, dando a entender que podría envolverse vadeando el Alberche y utilizando la carretera de Toledo. Pero donde el General Franco puso mayor interés, dando muestras de cierta preocupación, fue en conocer el estado de ánimo y la moral de la población civil de Madrid”29.

Además, se puede ahondar en la idea tomada del historiador Luis Suárez sobre la posible existencia de un “embrión de gobierno”30 en el improvisado Cuartel General en el palacio de los Golfines de Arriba. Según Franco Salgado- Araújo, éste fue nombrado “jefe de las tropas agregadas al Cuartel General y de su residencia, y a este cometido unía la ayudantía personal y la jefatura de sus secretaría militar y particular; rápidamente, y ante el alud de correspondencia que para el General Franco llegaba del mundo entero, tuve que organizar sus secretarías particular y oficial”. Una de las personalidades que tuvo un papel importantísimo, ya que puso su experiencia como diplomático de carrera al servicio del General Franco, era José Antonio de Sangróniz. Éste había sido correo entre los generales Franco y Mola y más tarde fue nombrado máximo

responsable del Gabinete Diplomático del Jefe del Estado, ejerciendo un gran poder hasta que en 1938 fue nombrado embajador en Caracas31. La forma de trabajo, casi frenética de este diplomático, está ampliamente descrita en las memorias de Franco Salgado-Araújo. El motivo era que servía al mismo tiempo al General Queipo de Llano y al General Franco porque intuía que uno de ellos sería proclamado mando único:

“Recuerdo que muy cerca de mi oficina había un despacho dónde trabajaba el diplomático señor Sangróniz. Este señor llagaba a Cáceres desde Sevilla en un avión alemán Junker todas las mañanas alrededor de las nueve; se trasladaba a su despacho, examinaba los papeles oficiales diplomáticos, dictaba la contestación a un taquígrafo y, después de despachar con Franco, se volvía a Sevilla alrededor de la una de la tarde en el mismo avión que le había traído. Así estuvo viajando diariamente de Sevilla a Cáceres y de Cáceres a Sevilla todo el tiempo que estuvimos en la capital extremeña. No se explicaba tal movilidad, pudiendo estar fijo en la residencia del Cuartel General del Ejército de África. Un día fue a verme a mi despacho para hacerme esta pregunta: “¿Quién cree usted, amigo Franco, que será el general que llegue a ser el futuro jefe de todo el Ejército, Franco o Queipo de Llano?”. Le contesté sin titubear: “No lo dude usted ni un momento, será el General Franco”. “Queipo cree que será él porque es más antiguo que su primo” me contestó el inteligente diplomático. Le repetí que tenía la plena convicción de que Franco sería el designado para el mando supremo. “Esperaré a que se resuelva este asunto y seguiré sirviendo a Franco por la mañana en Cáceres y a Queipo de Llano por las tardes en Sevilla”. El enigma quedó aclarado”32.

La jornada de trabajo del General Franco comenzaba a las 8 de la mañana y terminaba algunos días hasta las cuatro de la madrugada. A las tres de la tarde comía y descansaba dos horas33. Después volvía a la actividad y hacía una breve parada para cenar. Por el testimonio de Andrés Rumbo, aprendiz en el periódico Extremadura, el cual estaba situado a pocos metros del palacio de los Golfines de Arriba, cuando iba a recoger el parte oficial de guerra para publicarlo en el rotativo a las 3 de la mañana, aún había frenética actividad de cuartel en pie de guerra, y que Francisco Franco corregía personalmente dicho parte34. Unos de los primeros biógrafos, Joaquín Arrarás, afirma que en el palacio de los Golfines y “en ese despacho y con la colaboración valiosa del Estado Mayor, se estudian los objetivos de cada operación, se coordinan los movimientos de las tropas que han de intervenir, se concierta y enlaza la acción artillera con la aérea, se sitúan las reservas, se prevé el gasto de municiones”35. En Cáceres el General Franco tuvo entrevistas con los principales jefes del Alzamiento. Así, el 29 de agosto de 1936 se entrevistó con el General Emilio Mola Vidal36. En ese mismo día, según el periodista del ABC Manuel Sánchez del Arco hubo también una reunión de altos mandos militares en Navalmoral de la Mata bajo la presidencia del General Franco37. Precisamente en ese día, por Decreto de la Junta de Defensa Nacional, se restableció la enseña “bicolor roja y gualda como bandera de España”38. Ciertamente, la actividad del General Franco en esos días era frenética:

“Para seguir más de cerca el avance de la Columna de Madrid, Franco trasladó su cuartel general al palacio de los Golfines, en Cáceres. Desde allí sale diariamente a ponerse en contacto con los jefes de la columna que se divide en agrupaciones al mando de los tenientes coroneles Asensio, Tella, Delgado Serrano y Castejón. Pues bien, el Generalísimo llega hasta las propias vanguardias de la columna. Se establece en los puestos de mando en Navalmoral, en Oropesa y en Talavera de la Reina. Cuando está con el Coronel Yagüe la aviación roja bombardea a placer. Al regresar de este viaje tiene que refugiarse debajo de un puente para defenderse del ataque que a la carretera hacía en aquel momento la aviación roja. Días antes, en Calzada de Oropesa, viose obligado a salir del coche para buscar un refugio donde defenderse del bombardeo de la aviación enemiga al pueblo y la carretera”39.

El domingo 30 de agosto de 1936, Francisco Franco asistió a la eucaristía oficiada por el párroco de la cercana Iglesia de San Mateo, Santiago Gaspar Gil, en el oratorio del palacio. El General solía desplazarse al frente de forma habitual. Dos días después -a principios de septiembre-, un rotativo cacereño recién creado, La Falange40, publicó una proclama de Francisco Franco a los españoles de la “zona republicana”. La firmaba en Oropesa (Toledo) el 31 de agosto41. Desde el palacio de los Golfines de Arriba dirigió las operaciones militares de la Columna Madrid fundamentalmente, pero además tuvo entrevistas trascendentales con algunos de los representantes de sus aliados internacionales (Ale- mania e Italia). El 1 de septiembre el Coronel Ruggiero Bonomi, de la aviación italiana, se entrevistó con Alfredo Kindelán y con el General Franco en Cáceres para exponerle cómo habían de ser utilizados los aviones de caza42. Unos días después, el 5 de septiembre, se reunieron con el General Franco el Teniente Coronel alemán Walter Warlimont y el General italiano Mario Roatta43. Esta cuestión ha sido definida por un especialista como “el reconocimiento de facto italo-alemán de su liderazgo”44. Posiblemente, como fruto de estas conversaciones, se decidió establecer una base alemana de instrucción y almacenamiento de material de guerra en los castillos de la Arguijuela, muy cercanos a Cáceres.

3. RENÉ BRUT EN CÁCERES: EL ENCUENTRO CON FRANCISCO FRANCO Y LA FILMACIÓN DE SU CUARTEL GENERAL

El noticiario cinematográfico francés Pathe Journal había destacado a uno de sus mejores cameramen para cubrir las fases iniciales de la Guerra Civil española en la zona controlada por los rebeldes. Se trataba del francés René Brut, un verdadero y experimentado cazador de imágenes. Había nacido en París el 25 de julio de 1903 y trabajó para la casa Pathe Journal desde 1921 hasta 1967. Así, el 12 de agosto de 1936 había obtenido un salvoconducto de la Alta Comisaría de España en Marruecos (en poder rebelde) para trabajar en la zona controlada por los sublevados. Varios días después, el 15 de agosto, ya se encontraba en Sevilla: Tomó imágenes del izado de la bandera bicolor y del acto religioso posterior. No obstante, lo que le interesaba realmente a Brut era “filmar escenas de combate y no de procesiones”45.

De esta forma, René Brut -junto a los periodistas extranjeros José Augusto del Diario de Noticias, Félix Correia del Diario de Lisboa, Leopoldo Nunes de O Seculo (portugueses) y Jean D´Esme de L´Intrasegeant (francés)- viajó desde Sevilla a tierras extremeñas siguiendo el avance de la Columna Madrid. Las primeras imágenes rodadas por el francés fueron cerca de la localidad sevillana del Ronquillo. En las cercanías de este pueblo filmó un tractor oruga despanzurrado que estaba caído en un barranco. Hizo una breve parada en Almendralejo, donde grabó unas imágenes impactantes de los muros ennegrecidos del patio de la prisión, en el cual se apreciaban las manchas producidas por los cócteles molotov que habían sido arrojados a los presos derechistas. Pernoctó en Mérida, y en la mañana del 17 de agosto de 1936 entró en Badajoz por la Puerta de la Trinidad.

El 17 de agosto de 1936 es dedicado por Brut para filmar imágenes sin mayor trascendencia bélica de legionarios yendo y viniendo por la Plaza de la Plaza de la República (hoy Plaza de España) apreciándose en las imágenes la puerta de la principal de la Catedral de San Juan, así como guardias civiles y del tercio saludando arremolinados ante la cámara del galo. También rodó imágenes de los vecinos de Badajoz ante un avión Hawker Fury que había sido capturado, y que fue exhibido a bordo de una camioneta en esa mañana por las calles de la capital pacense. Al día siguiente, el 18 de agosto, en las primeras horas de la mañana, René Brut filmó las famosas imágenes de los carabineros y guardias Civiles fusilados en las tapias del cementerio de San Juan, así como unos 300 cuerpos carbonizados y una veintena de cuerpos previamente ser incinerados. Antes de salir de Badajoz, y según el propio testimonio de Brut “afortunadamente fui capaz, con cien pesetas, de enviar mi película a París a través de Lisboa”46.

Pese a lo que se ha venido publicando47, Brut gozó en todo momento de libertad de movimientos por el territorio controlado por los rebeldes. De esta forma nunca se hubiera podido desplazar a Antequera el 19 de agosto, o a Córdoba el 25 de ese mismo mes. En esta ciudad filmó los efectos del bombardeo de la aviación republicana y el 26 de agosto viajó a Tánger para cambiar de aire en el contra-torpedo de la Marina francesa Tornade. René Brut regresó a Sevilla el 29 de agosto. En ese día el destino le retó nuevamente. Aquel tendría que desplazarse al norte de España para tomar imágenes de la ciudad de Burgos según le fue sugerido por el Capitán Luis Antonio Bolín Bidwell. El mismo Brut lo relató semanas después en una entrevista sobre lo que le aconteció en esos momentos:

“La noche de mi llegada [a Sevilla], a las 21 horas vino a buscarme el famoso Capitán Bolín y me expresó que fuera inmediatamente a Burgos, a través de Mérida, Cáceres y Salamanca. Partí el día 30 de agosto a las 4 de la mañana, durante la parada en Cáceres, logré aproximarme al General Franco. En esta última (ciudad), a diferencia de los funcionarios de la región de Sevilla y, sobre todo, a diferencia del Capitán Bolín, se mostraron muy amables y me proporcionaron todo lo que yo quería. Me quejé delante del jefe del movimiento nacional del acoso moral del que era víctima por parte del Capitán Bolín. Él me pidió que no le concediera mayor importancia y me deseo buena suerte para viajar hasta Burgos”48.

En un artículo publicado en un rotativo parisino varios días después, Brut señaló que tras llegar de Tánger el 29 de agosto, y “apenas llegamos al hotel, el Capitán Bolín nos preguntó si queríamos atravesar casi toda España para ir Burgos”49. A las tres y media de la madrugada del treinta de agosto logró encontrar un automóvil para poder realizar el viaje. En él irían el propio Brut, así como dos compatriotas y colegas: Jean D’Esme, del L´Intransigeant y Lèon Ferrandez, redactor del Eclair Journal. En su largo viaje fueron escoltados por ocho falangistas sevillanos “que nos protegían y facilitaban nuestra tarea; se encargaron del papeleo y de que nada nos estorbara”50. El coche, de la marca Hispano-Suiza (modelo H6B), tenía matrícula de Sevilla 11.788 e iba distinguido con un banderín de Falange Española. Vehículo que podía alcanzar los 130 kilómetros por hora y que inmortalizó René Brut en su reportaje. Hacia las tres de la tarde del citado 30 de agosto, el automóvil llegó a Cáceres. Conocedores los periodistas de que el General Franco residía accidentalmente en la capital de la Alta Extremadura, solicitaron sendas entrevistas. Aquéllos no sólo consiguie- ron entrevistar al General Franco, sino que René Brut llegó a rodar unas imágenes de la misma y del cuartel de su Estado Mayor en el palacio de los Golfines de Arriba. El encuentro se produjo por la tarde, cuando el General recibía las visitas51. Estos periodistas fueron afortunados, pues según cuenta el Capitán Bolín en sus memorias, no era fácil ser recibidos por el General Franco:

“Durante la etapa inicial del conflicto, los corresponsales agregados a nuestras tropas constituyeron un grupo heterogéneo. No pocos solicitaban entrevistar al General Franco; lo consiguieron los más solventes. Aún así, sus pretensiones tenían que coincidir, para prosperar, con una de las raras coyunturas en que el general disponía de tiempo para recibirles. Los periodistas más concienzudos, objetivos y discretos eran los que evidentemente trabajaban para informar a sus respectivos Gobiernos; se desenvolvieron con libertad casi ple- na, ya que no existía objeción a que supieran lo que estaba ocurriendo. Otros no merecían tanta confianza”52.

Jean D’Esme ya era conocido por el General Franco. Le había entrevistado en Tetuán en los inicios del movimiento militar53. Durante la entrevista en Cáceres aquél recordó a Franco “las promesas hechas en Tetuán de visitar el frente de batalla en primera línea con las fuerzas de choque”. Sorprendido Franco por las palabras del periodista francés, ordenó al Capitán Luis Antonio Bolín -que estaba presente en la entrevista- que ofreciera todo tipo de facilidades a los tres franceses para la obtención de información para realizar reportajes y películas54. Los franceses siguieron su camino hacia Burgos. Por la noche cenaron en Sala- manca y llegaron al día siguiente, el 31 de agosto, a la capital burgalesa. Al día siguiente fueron testigo del bombardeo republicano sobre Burgos, hecho que dieron cuenta a sus periódicos. Además, René Brut obtuvo imágenes cinematográficas de varios lugares afectados, escenas que fueron montadas y mezcladas con las imágenes de Cáceres por Pathé Journal a mediados de septiembre de 1936. Jean D’Esme redactó así la entrevista al General Franco en Cáceres el 30 de agosto:

“Con sus calles empedradas y angostas, llegamos a través de las calles pequeñas hasta la ciudad alta, nos chocamos contra una fachada muy sencilla – y armoniosa en su simplicidad- una vieja mansión de una de las familias más antiguas y más destacada de toda la provincia [Cáceres]. La morada del General Franco, una casa grande ayer, nostálgica y somnolienta, se ha convertido en un foco de vida intensa y tumultuosa. Invadida de oficiales, custodiadas por soldados, sus salas aun cálidas y oscuras y el patio siempre apacible, hacen resonar aquí el rumor de un pasado guerrero: De pronto órdenes de marcha, las órdenes deben salir de inmediato, ida y venida de uniformes, máquinas de escribir… Afuera, en la calle estrecha, diez coches acaban de estacionar, se forma un barullo de silbidos y ruidos de claxon, acabando con el apacible silencio que los siglos pasados han acumulado… A tan sólo 80 kilómetros de aquí, hacia el Este, se encuentra el frente de combate de las líneas rojas. Pero es aquí, en esta parte de la provincia, que el cerebro y la voluntad de un hombre delimita esta línea y que con su lucha permanente quiere conquistar esa otra mitad.

“Somos recibidos en el salón de la familia. Nosotros -René Brut del Pathe Journal, Léon Ferrández del Eclair Journal, y yo- tres franceses. De pronto, se levanta de una mesa modesta donde trabajaba, el General Franco nos acoge con la mano tendida. Lleva puesto el uniforme de campaña, que yo le he visto en todas las ocasiones, un uniforme kaki, desgastado, sobrio, con un cinturón de seda púrpura, como única decoración de general destaca el punto brillante de la medalla de San Fernando. Le recuerdo los varios encuentros que hemos tenido, incluido el de Tetuán, donde por primera vez el periodista abuso de su confianza. Él sonrió (Franco). [Franco contestó]: “Pero le recuerdo perfecta- mente, hace mucho que le conozco. Estoy muy feliz de verle”. Le expuse inmediatamente el objeto de la vista de los tres. Simplemente, él asiente. De pie en el patio donde nos hizo pasar, se impaciencia -mientras conversamos- al ver como mis dos amigos franceses están esperando…”55.

Aquellas imágenes rodadas por René Brut hasta esta investigación habían permanecido sin identificar correctamente56, pues el noticiario Pathe Journal las tituló La guerre d´Espagne a Burgos57. O sea, el noticiario cinematográfico las incluyó mezcladas con el reportaje de los efectos de los bombardeos republicanos en la ciudad de Burgos el 1 de septiembre de 1936. Estas imágenes fueron visionadas en Francia a partir del 17 de septiembre de 1936. Las imáge- nes en cuestión tienen una duración de apenas dieciocho segundos con las siguientes secuencias:

  1.  Un soldado monta guardia delante de la puerta principal de dicho palacio. También aparece un oficial en la puerta.
  2. Balcón principal del palacio de los Golfines de Arriba con la bandera de España.
  3. Secuencia del patio del citado edificio:
  • Plano general: El General Franco recibe a los periodistas franceses.
  • Plano medio corto del General Franco.
  • Primer plano del General Franco.
  • Plano conjunto: Un periodista -posiblemente Jean D’Esme- toma de- claración al General Franco ante el Jefe de Prensa, el Capitán Luis A. Bolín Bidwell.

El 1 de septiembre de 1936 tuvo lugar el primer hecho que conllevó a la posterior expulsión de René Brut de la Zona Nacional. En la mañana de ese día, y tras acabar su trabajo comenzaron los problemas de René Brut y por ende, de Jean D’Esme, con las incipientes autoridades nacionales. Cuando acudieron a la Capitanía de Burgos para que el Servicio de Prensa enviase sus trabajos a Francia, los responsables de ese organismo preguntaron a Jean D’Esme quién era el autor de las fotografías tomadas en el cementerio de Badajoz y publicadas en su periódico, L´Intrasigeant, el 29 de agosto. Brut y D’Esme negaron ser los autores58. Y lo hacían de buena fe, porque se ha podido cerciorar que aunque las citadas fotografías proceden de la película de Brut, se extrajeron de los fotogramas sin su conocimiento.

En ese mismo 1 de septiembre -terminados sus trabajos- emprendieron el viaje de vuelta. En la noche del dos llegaron a Cáceres. Alcanzaron el Cuartel General para conseguir en él la ansiosa autorización para viajar al frente, en la provincia de Toledo59. Sin embargo, el asunto de las fotografías del cementerio de Badajoz acaba sólo de empezar. Los franceses recibieron órdenes del Capitán Bolín de regresar urgentemente a Sevilla no sin las oportunas protestas de aquéllos. En la tarde del 3 de septiembre llegaron a Sevilla60. El 2 de septiembre el General de la VI División, Emilio Mola, envió un telegrama al General Jefe del Ejército Sur, Gonzalo Queipo de Llano, bajo la clave “Oviedo” con este texto: “Para información esa Oficina Prensa: Artículos D´Esme todos correctos. Antecedentes Pierre [sic] Brut malos, convendría detener éste hasta más información y recoger todas películas cuando llegue. Los dos marcharon Sevilla”61. Sin embargo, las películas rodadas hasta entonces como la de Badajoz y la de Burgos-Cáceres ya no estaban en su poder pues las había enviado a Francia.

Este importante telegrama -calificado como reservado– se puso también en conocimiento del Capitán Bolín, el cual lo recibió a las 4 horas del 3 de septiembre. Este documento hace decaer la afirmación de Francisco Espinosa Maestre que hace pensar que la iniciativa de la detención de Brut partió exclusivamente de una decisión autónoma de Luis Antonio Bolín62. Además, éste ya había sido informado por los agentes que estaban desplazados en Francia de que en este país se estaban difundiendo imágenes “no autorizadas” relativas a la represión que se había llevado a cabo en la ciudad de Badajoz tras haber sido tomada a mediados de agosto63. En estos primeros momentos, los alzados ofrecían bastante libertad de trabajo y de información a los corresponsales extranjeros. Sin embargo, los nacionales pronto pudieron darse cuenta que buena parte de ellos hacían una labor contra ellos. Años después, Luis Antonio Bolín escribió al respecto:

“No todos los corresponsales en nuestro bando sometían sus escritos a la censura. En algunos casos era difícil determinar la relación existente entre ciertos artículos que aparecían en periódicos extranjeros y los autores de los mismos. Los diarios de referencia tenían corresponsales en Sevilla. Los artículos en cuestión, ferozmente hostiles a nuestra causa, eran invariablemente publicados bajo otras firmas. Fue necesario algún tiempo para investigar las credenciales de los periodistas que en número creciente iban presentándose a nosotros, para separar las genuinas de las dudosas o de las que seguramente eran falsas. Llegamos a saber, por ejemplo, que algunos de los periodistas aprovechaban la amplia libertad que les concedíamos para trasladarse a Gibraltar o Tánger y despachar desde allí sus artículos, firmándolos con nombres supuestos y con un desprecio olímpico de las reglas del juego. Recordé las restricciones impuestas por los aliados a los movimientos de los corresponsales nacionales o extranjeros -yo había sido uno de éstos- en los frentes de batalla durante la primera guerra mundial. A propuesta mía, medidas semejantes, aunque mucho menos severas, fueron adoptadas por el Ejército del Sur, instalándose en Sevilla una Oficina de Prensa que yo mismo dirigí un breve lapso de tiempo”64.

Mientras las autoridades recababan toda la información, Jean D’Esme y Rene Brut permanecieron alojados en un hotel de Sevilla en espera de la ansiada autorización para alcanzar el frente toledano, y hacer realidad la promesa del General Franco. Mientras tanto, les habían sido retirados sus pasaportes65. Sospechaban que algo ocurría porque otros dos colegas, también de nacionalidad francesa, habían arreglado sus papeles para volver a su país. A D’Esme y a Brut, en cambio, no les daban ninguna respuesta. El 6 de septiembre es interrogado Jean D’Esme por las autoridades militares sevillanas mientras que René Brut quedó en situación de detenido en el hotel a disposición de aquéllas tras ser objeto de un registro. En la noche del 7 al 8 de septiembre, y a la hora de las dos y media de la madrugada, fue arrestado René Brut en su habitación, con confiscación de todos sus enseres personales.

Al día siguiente, Jean D’Esme protestó la detención de Brut ante el Capitán Bolín. Éste le aseveró que “ignora[ba] totalmente este suceso y la razón que lo había motivado”66, cosa improbable por ser el máximo responsable de la Oficina de Prensa. D’Esme pidió la presencia del Cónsul de Francia en Sevilla para que le informase de su situación, si era de detenido o no o si estaba inculpado en algún proceso, y si no era así, poder recuperar su pasaporte. Bolín le autorizó para regresar a Francia por Tánger. Esta autorización también la obtuvo Lèon Ferrandez. Jean D’Esme movilizó a todos sus amigos -tanto en Sevilla, como en el Marruecos francés, y en la propia Francia- en auxilio de René Brut. Se requería una copia del film rodado en Badajoz por René Brut. El 11 de septiembre, en un avión procedente de Tánger, llegó una copia de la película. El film “fue visionado por ellos y quedaron satisfechos”67. La película había sido retocada y únicamente desaparecieron las escenas en las que aparecían los carabineros y guardias civiles fusilados junto a las tapias del cementerio, los cerca de trescien- tos cuerpos carbonizados y la veintena de cuerpos apilados de combatientes y paisanos fusilados a punto de ser incinerados, ni más ni menos68.

En ese mismo día 11, el General Jefe del Ejercito del Norte -Emilio Mola- telefoneó a su homólogo del Sur -Queipo de Llano- para interesarse por “el operador de la casa Pathe Journal René Brut, por si había sido hecho prisionero en Sevilla o Córdoba”. Además, solicitó que no fuera sometido a “fallo” alguno, es decir, que no fuera fusilado, dado que lo “recomendaba con gran interés el Presidente de la Republica Francesa Mr. Flandin”69. El domingo 13 de septiembre, René Brut fue excarcelado y abandonó el territorio español. En total fueron día y medio de arresto domiciliario y seis días de prisión, y no “semanas” tal como ha afirmado algún que otro literato70. Todas las peripecias de Brut y D’Esme fueron explicadas por éstos en un artículo firmado conjuntamente, y publicado por el rotativo parisino Intransigeant del 18 de septiembre de 1936. Iniciaban el artículo con una inmensa gratitud a Ernestina Queipo de Llano y Martí, esposa de Niceto Alcalá-Zamora y Castillo71, hijo del ex Presidente de la República española:

“Particularmente queremos agradecer a la señora Ernestina Zamora, hija política del anciano presidente de la Republica española e hija del General Queipo de Llano, gobernador militar de Sevilla, quien intercedió ante su padre enviándole un telegrama con el siguiente texto: “General Queipo de Llano, Sevilla: Se pide con toda el alma clemencia a favor de René Brut, operador de Pathe Journal, padre de tres hijos pequeños. Firma Ernestina”.

 4. EL PRIMER HOMENAJE DEL PUEBLO CACEREÑO AL GENERAL FRANCO.

En esos primeros días de septiembre de 1936 se había alcanzado, con la ocupación por los efectivos de la Columna Madrid de la localidad de Navalmoral de la Mata, tierras de la provincia de Toledo. Sin duda alguna tuvo acierto, para beneficio de su estrategia militar, el asentamiento de su cuartel general en Cáceres. Ya que la disposición del aeródromo le permitía desplazarse con fre- cuencia al frente. Su piloto era el Capitán Carlos Haya González de Ubieta72. Tras la caída de Talavera de la Reina, pudo peligrar la vida de Francisco Franco como ha señalado un periodista que acompañaba a los militares: “El servicio de espionaje enemigo funcionaba muy bien, y tiraban sobre seguro y en los momentos oportunos, si bien con suerte para nosotros. El día que el Generalísimo visitó Talavera, aunque sobre su viaje se guardó la natural reserva, apareció la aviación roja apenas Franco se apeaba en la plaza, y volando sobre la ciudad permaneció cerca de dos horas”73.

El domingo 6 de septiembre el General Franco asistió a la eucaristía de la Concatedral de Santa María que tuvo lugar a las 10 de la mañana. Fue oficiada por el Obispo de la Diócesis, Fray Francisco Barbado Viejo, el cual ofreció la misa por el triunfo del que entonces era conocido como “Movimiento Salvador de España”74. Asistieron los señores López-Montenegro, los ayudantes del General, los jefes y oficiales de su Estado Mayor, los legionarios de la guardia personal de Franco, la sección de la Guardia Civil de África que le sirvía de escolta y los agentes de la policía de la plantilla de Cáceres con encargo de la vigilancia del General. Tras la misa se produjo un homenaje -sin organización previa se dijo en la época- por los habitantes de la ciudad. Así, “a las once de la mañana era materialmente imposible dar un paso por la Plaza Mayor, ocupada por un inmenso gentío que esperaba al general, en la creencia de que éste acudiría al Ayuntamiento”75.

En las puertas del Ayuntamiento se encontraban el Gobernador Civil, Fernando Vázquez, el primer Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, Sr. Soragriega (acompañado por los oficiales del Benemérito Instituto capitanes José Luis Marzal Albarrán y Marra, y Teniente Concha), el comandante señor Fernández Tamayo, el General Nicolás Rodríguez-Arias Carbajo (que sería más tarde Presidente del Consejo Supremo Militar), el fiscal señor Carrasco, el secretario municipal señor Quirós, el Alcalde Manuel Plasencia Fernández y los ediles Fernando Vega Bermejo, Marcos Mariño Báez, Eleuterio Sánchez Manzano y Gabino Muriel Espadero, el Administrador de Correos -señor Carretero- entre otros. En la plaza, además del público asistente, estaban las Milicias Patriótica e Infantil mandadas por Miguel Canal. Ya que Francisco Franco decidió volver al palacio de los Golfines, las autoridades formaron una manifestación que se dirigió a este lugar.

Llegada la imponente manifestación a los aledaños de la residencia accidental del General Franco, la multitud dio vivas a éste, a España, a la Legión y al Ejército. Entonces apareció el General (acompañado por Gonzalo López Montenegro, Alfredo Kindelán, Francisco Martín Moreno, Francisco Franco Salgado-Araújo, José Antonio de Sangróniz, entre otros) en el balcón principal de la casa: “Hecho el silencio, tras no pocos esfuerzos, el General Franco, con voz potente, pronunció unas palabras de salutación, agradeciendo el homenaje y aceptándolo, no por lo que tiene de adhesión al caudillo -dijo- sino por ser dedicado al Ejército”. Arengó de esta forma según el rotativo cacereño La Falange:

A continuación habló de lo que significa la lucha empeñada en estos mo- mentos, diciendo que es la lucha de la civilización contra la barbarie, de la reli- gión contra la impiedad, del honor contra la deshonra, y de España contra la anti España, señalando las atrocidades cometidas por las hordas rojas que a diario vienen asesinando a personas de orden y a sus familiares por el delito de amar a España. Dice que la España que alumbró civilizaciones y que fue madre de Cortés y de los heroicos conquistadores de nuestro Siglo de Oro no puede morir a manos de las hordas salvajes que se mueven merced a impulsos extranjeros. Entona un vibrante canto a la bandera rojo y gualda y da fin a su arenga con estentóreo viva a España, que fue calurosamente contestado por la multitud”76.

El ABC de Sevilla publicó unas notas acerca del acto, 5 días después, con unas palabras similares, y otras no, que demuestra que el discurso debió de ser más amplio:

“En la Plaza Mayor de esta ciudad se formó una imponente manifestación popular, aclamando al glorioso General Franco, que había regresado del frente de combate de Talavera de la Reina. Se congregaron también en dicha plaza urbana fuerzas de la Falange Española, balillas y milicias patrióticas. Como la muchedumbre popular diera repetidamente grito de “viva el General Franco”, “viva el salvador de España”, el caudillo se asomó a uno de los balcones de su residencia, y dirigió unas palabras al pueblo:

Esta manifestación del pueblo -dijo Franco- representa, más que la adhesión al General, la viva llamarada de entusiasmo que ha prendido en todos los pechos y que hizo unirnos para la salvación de España. Es preciso de España. Es preciso resucitar la tradición y extirpar definitivamente la mala semilla del comunismo. El pueblo de don Quijote, del Cid y de Pizarro va a defender a la civilización de la destrucción marxista que nada respeta. Estamos asistiendo a la barbarie del marxismo en España, al que le quedan ya días contados en nuestra patria.

Después de subrayar la importancia moral y estratégica de la derrota de los marxistas en el sector de Talavera de la Reina, exclamó el General Franco: “Hay que mantener vivos las fe y el optimismo en la victoria final. Que todo padre que pierda un hijo luchando entregue, si lo tiene, otro para siga luchan- do por ella. La grandeza de la Patria y de la Historia se forja con sacrificios incontables. Estos sacrificios vamos ahora a repetirlos para salvar a España del comunismo”. Termina dando un “viva a España” que fue clamorosamente contestado. Después, las fuerzas patrióticas desfilaron por la Plaza Mayor, siendo aclamadas”77.

Cuando terminó el discurso comenzó del desfile del público presente -que se concentraba en las calles aledañas, y sobre todo en la Plaza de San Mateo- ante el balcón en el que se situaba el General Franco. Comenzó la revista improvisada con las Milicias Patrióticas dirigidas por Rodríguez Serradell, así como la sección infantil de aquéllas. Según el rotativo consultado, La Falange, finalizó el acto de esta forma:

“Después, un inmenso gentío en el que figuraban representaciones de to-das las clases sociales de la población, sin que faltara la nota simpática de la presencia de unos obreros que, emancipados del seno de oprobio en que vivieron hasta aquí, sienten en sus almas vibración del amor a la patria. La gente, agolpada en las bocacalles y balcones, no cesaba de aplaudir y vitorear al General Franco. Desde uno de ellos, las señoritas de Mayoralgo y Crehuet entonaron el himno de la Legión que fue coreado entre grandes aplausos por el enorme gentío. Cerraron la marcha nuestra Sección Femenina de balillas, que es la primera vez que se presenta en público y que fue objeto de una señaladísimo muestra de simpatía, siguiendo a ésta los populares balillas que llamaron la atención por correcto y preciso de sus movimientos y que desfilaron ante el General entonando el himno de Falange Española”.

Por otra parte, desde mediados de septiembre, y dado el éxito del avance de la Columna Madrid por la provincia de Toledo, se estaba perfilando la toma de su capital, y especialmente el objetivo principal era la liberación del Alcázar. Hacia el 20 de septiembre se reforzó la escuadrilla de Fiat que tenía su base en Cáceres con los pilotos Ángel Salas Larrazábal y Julio Salvador Díaz-Benjumea. En esos días el Teniente Coronel Yagüe hizo importantes avances antes de entregar el mando provisionalmente a su homólogo Carlos Asensio; además en “el día 24 llega Valera (que ya había ocupado Ronda) a sustituir a Yagüe, y este mismo día Franco redacta en Cáceres la orden de operaciones para la conquista de Toledo, que debe efectuarse en tres jornadas”78.

5. EL  GENERAL  FRANCO  ASUME  EL  MANDO  ÚNICO  DE  LAS FUERZAS NACIONALES.

Como se ha apuntado anteriormente, y tomando la idea del destacado historiador Luis Suárez, el Cuartel del General Franco en Cáceres “funcionaba ya un embrión de gobierno”. Este aspecto es muy importante para ser tenido en cuenta, pues la Junta de Defensa Nacional estaba totalmente desbordada y además muchos de sus miembros ni siquiera asistían a las sesiones. La intuición de Luis Suárez es interesante de ser destacada: “En el palacio de los Golfines de Cáceres funcionaba ya un embrión de gobierno, con José Antonio de Sangróniz al frente de una oficina diplomática, Millán Astray que se había fabricado un de- partamento de propaganda, Luis Bolín, que servía de enlace con los corresponsales y Nicolás Franco, que ejercía un gran influjo sobre su hermano; Alfredo Kindelán, Jefe del Aire, estaba también allí”79. De mediados de septiembre se tienen noticias fehacientes de la estancia de Millán Astray en Cáceres:

“Coincidiendo la estancia en nuestra ciudad del heroico General Millán Astray con la del jede las Centurias sevillanas, nuestro querido camarada Modesto Díaz de León, que fue legionario cuando aquel mandaba la Legión, quiso saludar a su antiguo Coronel. Fue un acto fraternal afecto entre un soldado y su jefe, que sin duda recordaban los días de lucha y de alegría, pasados en los campos africanos. Paseaba nuestro camarada por la Plaza Mayor, cuando llegó a su conocimiento que el heroico general estaba en el Círculo de Artesanos. Corriendo fue a saludarlo, y tras solicitar audiencia fue recibido en el acto. Nuestro camarada, cuadrado y mano en alto, se presentó ante su general…”80.

Según el historiador cacereño Sellers de Paz (tomando como referencia una información de Joaquín Arrarás81), días antes, a las cinco de la tarde del 23 de septiembre, llegaron en avión Carmen Polo y su hija Carmen Franco. Gonzalo López-Montenegro comunicó la llegada de ambas a la casa y le contestó que aún tenía que recibir algunas visitas y esperaron aquéllas más de una hora82. Otro historiador ha afirmado que el erudito cacereño Antonio Floriano estuvo encargado de mostrar el paisaje histórico-artístico de la zona a Carmen Polo83. El encargado de recogerlas en Valladolid (procedentes de Francia) en misión reservadísima fue Francisco Franco Salgado-Araújo; y según éste las acompañó al Cuartel General de Salamanca84, aunque este último dato se puede considerar como un lapsus memoriae.

Tal como se ha afirmado anteriormente, el General Franco mantenía conversaciones con el personal militar, pero también con el civil. El 22 de septiembre de 1936 se reunieron con aquél los intelectuales José María Pemán, Eugenio Montes y Eugenio Vegas Latapié para tratar de diversos asuntos, entre éstos el de los asesinatos en la retaguardia: “El segundo tema que me interesaba exponerle a Franco había de resultar mucho más espinoso. Se trataba del problema de los famosos paseos […] un rumor general la existencia de asesinatos incontrolados en la España Nacional, aunque, desde luego en número menor y con características distintas que en la zona roja. No creía, sin embargo, que el problema debiera abordarse en estos términos cuantitativos, sino en función de los principios de estricta índole moral, fundamentales para quienes proclamábamos estar luchando movidos por un impulso religioso”85. Varios días después, el 24 de septiembre, el General Franco dio la orden de operaciones para tomar la ciudad de Toledo y liberar el Alcázar86. Sobre este asunto, el Jefe del Aire, Alfredo Kindelán tuvo la siguiente conversación con el General:

“-Sabe, mi General, que Toledo le costará Madrid? -le dije.

-Sí, lo sé; he meditado mucho sobre las consecuencias de mi decisión. ¿Us- ted que haría?

Yo -le contesté sin vacilar- iría a Toledo, aunque con ello me expusiera a no tomar Madrid.

Yo así lo tengo decidido -me respondió- por apreciar que en toda guerra, y más en las civiles, los factores espirituales cuentan de modo extraordinario; hemos de impresionar al enemigo por el convencimiento llevado a su ánimo de que cuanto nos proponemos lo realizamos sin que puedan impedirlo”87.

En estos cuarenta días de establecimiento del Cuartel del General Franco en Cáceres tuvieron lugar unos acontecimientos muy destacados que fueron las conversaciones y gestiones para crear un mando único entre los alzados. Tras la muerte del General José Sanjurjo en julio de 1936, la sublevación perdió al militar que aglutinaba a todos los demás, pues era considerado aquél como su jefe natural88. El General Franco era quien reunía más méritos militares y profesionales. Los más destacados historiadores que han tratado el tema éste, de la designación del mando único, establecen la fase final de las negociones precisamente cuando Franco residía accidentalmente en Cáceres. Es más, José An- drés-Gallego afirma que en Cáceres, el 29 de septiembre se redactó (por el General Alfredo Kindelán y por Nicolás Franco), el decreto de nombramiento de Francisco Franco como Jefe del Estado89. Luis Suárez asevera que “se ha supuesto que Nicolás Franco y Yanguas Messía intervinieron en su redacción, pero nada podemos asegurar de manera absoluta”90. Un testigo excepcional de esos acontecimientos fue el General, nombrado en julio Jefe de los Servicios del Aire91, Alfredo Kindelán Duany. Se convirtió en un destacado colaborador del General Franco, colaboración que calificó él mismo como “asidua, leal e íntima”92.

La otra gran manifestación de adhesión del pueblo cacereño al General Franco se produjo con la recuperación del Alcázar de Toledo el 27 de septiembre de 1936. Así se anunció en el parte oficial de guerra: “Ejército expedicionario: Continúa la operación sobre Toledo; vencen las columnas las resistencias enemigas y en un brioso ataque entran en la plaza, se apoderan de ella y se unen a los heroicos defensores del Alcázar, sitiados por los rojos desde el comienzo desde los comienzos del movimiento”93. Ese día había sido frenético en el Cuartel General del palacio de los Golfines de Arriba. Además, el público estaba pendiente del acontecimiento. Fueron los periodistas extranjeros, especialmente los portugueses, los que indicaron, y así se publicó por ejemplo en el ABC de Sevilla del 27 de septiembre, la inminente ocupación de Toledo:

“¿Se ocupó Toledo? Lisboa, 26. El enviado especial de la Agencia Havas, Juan de Hospital, telegrafía diciendo que ayer, a las cinco de la tarde, fuerzas nacionales estaban a siete kilómetros de Toledo. Después se recibió un telefonema del enviado del enviado especial del Diario de Noticias, anunciando que al anochecer de ayer las tropas del General Franco se encontraban a cinco kilómetros de la ciudad. El enviado especial del Diario de Lisboa confirma también esta noticia, asegurando que los nacionales están a cinco kilómetros de Toledo. Esta noche llegó a Lisboa la noticia, que aún no está confirmada oficialmente, de que las fuerzas nacionales han entrado en Toledo por cuatro partes distintas, después de haber ocupado las dos carreteras que comunican la ciudad con Madrid. Hasta ahora no se conocen más detalles, pero todo indica que Toledo, si no ha sido tomado hoy, lo será mañana. Correia”94.

Juan Millán Cebrián, periodista del Extremadura -cuya sede estaba en el palacio de la Generala, a escasos metros- no hizo otra cosa en ese día que solicitar a todas horas noticias sobre Toledo. A las nueve de la noche, José Antonio de Sangróniz, emocionado, comunicó al citado periodista esto: “El General le autoriza a que ponga en una pizarra: “Las tropas liberadoras se avistan, en estos momentos, con los defensores del Alcázar, en medio de gran emoción”95“. La noticia corrió como la pólvora en la tarde-noche del domingo 27 de septiembre de 1936 por toda la ciudad. Espontáneamente, los cacereños comenzaron a concentrarse en las inmediaciones del palacio de los Golfines de Arriba. Esta manifestación ha sido calificada por algunos historiadores como el nombra- miento popular de Franco como Jefe del Estado: Fue “la propia ciudad de Cáceres quien proclamó a Francisco Franco jefe supremo de la Zona Nacional”96. En el interior del palacio de los Golfines, al mismo tiempo que se iniciaba la mani- festación, un oficial dijo a Francisco Franco: “Mi General, ¡Toledo liberado! ¿No oye el rumor de la calle?”. Contestó: “Tenemos guerra para tres años”97. Según Ricardo de la Cierva “todo Cáceres se congrega en la Plaza Mayor, sube por el Arco de la Estrella y los adarves hasta llenar la calle de los Condes y rebosar por ella y los dos callejones de acceso al palacio de los Golfines deArriba; el entusiasmo popular fue hábilmente canalizado por el montaje de Millán Astray”98. Otro testimonio del acontecimiento se encuentra en las memorias de Francisco Franco Salgado-Araújo, aunque confunde las fechas:

“El domingo 28 estuvimos Franco, el coronel Martín Moreno y yo pendientes en el Cuartel General de Cáceres de las noticias que Varela proporcio- naba sobre el avance hacia la capital imperial (Toledo). Horas más tarde en- traron varias unidades en el histórico recinto (El Alcázar) y Franco dio la noticia de la ocupación en el parte oficial de aquella noche. Una enorme mani- festación se organizó espontáneamente en Cáceres y se dirigió al palacio de los Golfines, donde mi primo, acompañado por el Coronel Martín Moreno y por mí, salió al balcón a dar las gracias al pueblo por su entusiasmo ante tan grato acontecimiento. El día 29 de septiembre salimos muy temprano en avión rumbo a Maqueda, donde subimos a un coche oficial que nos llevó a Toledo. Regresamos al anochecer a Cáceres y al día siguiente salimos para Burgos donde Franco iba a ser proclamado jefe del Gobierno Español”99.

Es evidente que el entonces Coronel Franco Salgado-Araújo ha con- fundido en sus memorias los acompañantes del General en el Balcón. El Coronel Martín Moreno y él salieron el 6 de septiembre. Pero el 27 sólo estaban Franco, Yagüe y Millán-Astray. Éste, en 1943, dedicó una fotografía a Gonzalo López Montenegro e hizo mención a esa noche histórica. Además, una fuente de primera mano describe el momento: “El entonces Teniente Coronel Yagüe dijo a los allí presente: “Ya tenemos nuestro Caudillo. Ya tenemos nuestro mando único”. Millán Astray se dirigió a los allí congregados diciendo: “Pueblo de Cáceres, gritad conmigo: Franco, Franco, Caudillo de España”. Para terminar con los gritos “Viva Franco”, “Arriba España”“100. En el diario Extremadura del día siguiente, 28 de septiembre, apareció un artículo bajo el título de “Balcón histórico”:“La barroca multitud efervescente, cerca del palacio que, bajo el signo de la inmortalidad, alberga el destino de España… Por primera vez, Franco celebraría el encanto de una noche soberana. ¡Qué contraste con aquella otra noche de julio, aquella noche africana, donde oyó las mismas voces irresistibles, providenciales, que armaron el brazo de Juana de Arco! ¡Aquella noche fue la de la decisión. La que acabamos de vivir fue la de las grandes definiciones. Conquistada Toledo, España vuelve a ser imperial… Franco, sereno y paternal, nos habla del pasado, del honor, de la raza. Millán Astray, que tantas proezas hizo jugando con la muerte (el buen hombre no se olvidaba de sí mismo). Yagüe poderoso y profético, precursor del salvador de España, anuncia urbi et orbi que, dentro de unas horas, la nación tendrá a su cabeza su primer magistrado, y el ejército invicto su indiscutido generalísimo. ¡Balcón viejo de Cáceres, he ahí escrito, para el uso del cicerone de mañana, el último capítulo de su historia ¡Habrás visto proclamar ritualmente a la hora propicia, al general Franco regente de España! ¡Evidentemente…! Yagüe dijo: Mañana tendremos un generalísimo y un Jefe de Estado en la persona de Franco”.Las palabras de Yagüe, anunciando el mando único quedaron en los muros de la ciudad monumental, pues no fueron publicadas en ningún rotativo de fuera de la ciudad. Según Stanley G. Payne en ese mismo día “Yagüe, con sus maneras bruscas y directas, se dirigió inmediatamente al despacho de Franco e insistió en que debía convertirse en General en Jefe en el acto”101. Este hecho se produjo así: Nicolás Franco, hermano del General llegó a Cáceres el 27 de septiembre procedente de Portugal. Tuvo una reunión con Yagüe, que residía acci- dentalmente el palacio de los Golfines, ya que Alfredo Kindelán le había pedido que convenciera a su hermano para que asumiera el mando único. Yagüe habló con el General Franco en la conveniencia de que asumiera aquél, sino sería asumido por otro militar102. Por eso se ha considerado a Juan Yagüe como el primero que adelantó públicamente la candidatura de Franco para la asunción del mando único103. Tras la manifestación se convocó una junta de generales en el aeródromo de San Fernando de Salamanca al día siguiente, el 28 de septiem- bre, que le otorgó el mando único104. Al día siguiente se publicaba su nombramiento -Decreto 138- en el Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional:“La Junta de Defensa Nacional, creada por Decreto de veinticuatro de ju- lio de mil novecientos treinta y seis, y el régimen provisional de Mandos com- binados, respondían a las más apremiantes necesidades de la liberación de España. Organizada con perfecta normalidad la vida civil en las provincias rescatadas, y establecido el enlace entre los varios frentes de los Ejércitos que luchan por la salvación de la Patria, a la vez que por la causa de la civiliza- ción, impónese ya un régimen orgánico y eficiente, que responda adecuada- mente a la nueva realidad española y prepare, con la máxima autoridad, su porvenir. Razones de todo linaje señalan la alta conveniencia de concretar en un solo poder todos aquéllos que han de conducir a la victoria final, y al esta- blecimiento, consolidación y desarrollo del nuevo Estado, con la asistencia fervorosa de la Nación. En consideración a los motivos expuestos, y segura de interpretar el verdadero sentir nacional, esta Junta, al servicio de España, promulga el siguiente decreto:Artículo primero. En cumplimiento de acuerdo adoptado por la Junta de Defensa Nacional, se nombra Jefe del Gobierno del Estado Español al Excmo. Sr. General de División D. Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado.Artículo segundo. Se le nombra asimismo Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire, y se le confiere el cargo de General Jefe de los Ejércitos de operaciones.

Artículo tercero. Dicha proclamación será revestida de forma solemne, an- te representación adecuada de todos los elementos nacionales que integran este movimiento liberador, y de ella se hará la oportuna comunicación a los Gobiernos extranjeros.

Artículo cuarto. En el breve lapso de tiempo que transcurra hasta la trasmisión de poderes, la Junta de Defensa Nacional seguirá asumiendo cuantos actualmente ejerce.

Artículo quinto. Quedan derogadas y sin vigor cuantas disposiciones se opongan a este Decreto.

Dado en Burgos a veintinueve de septiembre de mil novecientos treinta y seis. Miguel Cabanellas”105.

Pero Franco afirmó en el balcón del palacio de los Golfines de Arriba que tenía la intención de restaurar la monarquía, palabras que fueron oídas y que no fueron recogidas por escrito. Éste es el testimonio indirecto de José Montes Pintado, falangista cacereño:

“Terminado el acto de la calle de los Condes nos reunimos el consejo político de la Falange cacereña, tomando el acuerdo de ir al palacio de los Golfines, donde fuimos recibidos por Franco Salgado, para manifestar nuestro descontento por la promesa realizada, diciéndole que, con José Antonio, nosotros considerábamos “a la monarquía como una institución de glorioso pasado, pero ya fenecida” y que, si se insistía en su restauración, retirábamos nuestro apoyo al movimiento y comunicaríamos tal decisión a la Falange de todas las provincias”106.

Al día siguiente, lunes 28 de septiembre, a primera hora de la mañana, el General Franco presenció, acompañado por el jefe falangista de Cáceres José Luna Meléndez y por el Comandante Linos Lage, un desfile de una Bandera de la Falange que tendría como destino Toledo107. El 29 de septiembre el General Franco visitó las ruinas del Alcázar de Toledo, siendo recibido allí por el Coronel José Moscardó, el cual había dirigido la defensa del mismo108. El 30 de septiembre se envió a diversos responsables militares el siguiente telegrama oficial desde Cáceres:

“Ejército de África y sur de España. Estado Mayor. (Cinco direcciones). Telegrama oficial. Cáceres a 30 de septiembre de 1936. El General en Jefe Fuerzas Nacionales. Al General en Jefe de la Flota Nacional, Cádiz. Coman- dante Militar de Baleares, Plaza de Mallorca. Comandante Militar de Canarias, Santa Cruz de Tenerife. General Valera, Jefe de la Columna de Madrid, Toledo. Comandante Militar de Badajoz. Al tomar posesión del mando supremo de las Fuerzas Armadas Nacionales, envío V. E. y a cuantos forman en sus filas y organizaciones, que unidas al Ejército tan gloriosos servicios vienen prestando, el testimonio de mi confianza en ellas y la fe ciega en el próximo y definitivo triunfo de nuestras armas que devolverá a España su grandeza y prestigio ante el mundo. Al enviar este saludo, he de dedicar el más entusiasta recuerdo a cuantos dieron su vida en defensa de la Patria y a los generales y prosélitos jefes, orgullo de nuestro Ejército, que han dirigido las gloriosas jornadas que constituyeron victoriosos avances o heroicas resistencias y que han impresionado al mundo por su grandeza. Elevemos juntos nuestros corazones hasta la España grande que defendemos, que se siente orgullosa de ver remozar en vosotros sus tradiciones y glorias gestas. ¡Viva España! Vuestro General, Franco. Trasmítase. De Orden de S. E. El Tte. Coronel Ayudante”109.

Curiosamente, la prensa de Madrid, al día siguiente, publicó una noticia, evidentemente falsa, que informaba que el General Franco había sido asesinado. Decía la noticia -que pasó como auténtica en la “Zona Republicana”, y ciertamente no tenía ni pies ni cabeza- así: “Acentuánse los rumores, que ya venían circulando hace varios días, del fallecimiento del ex General Franco en casa de un conocido doctor falangista. Se dice que el ex General Franco ordenó equívocamente que dice se administrase ricino a la esposa de un Teniente de la Guar- dia Civil y que esta señora, como consecuencia de ello, falleció de un aborto. El Teniente de la Guardia Civil buscó a Franco y le disparó varios tiros, hiriéndolo de gravedad. Se le trasladó a Tánger para ser operado; pero falleció a pesar de la intervención quirúrgica. Se asegura que el cadáver, embalsamado, ha sido trasladado a Tetuán. Estos rumores no han sido desmentidos ni por los mismos falangistas, quienes, al contrario, se muestran apenadísimos”110.

En los primeros días de octubre el General Franco, investido como “Jefe del Gobierno del Estado”, aún estaba en Cáceres. Hubo una entrevista hacia el día tres con los mandos falangistas: “El Jefe del Estado, General Franco, recibió en su despacho al camarada Hedilla y demás representantes de Falange Española, a los que hizo presente su cordial y sincera felicitación por la patriótica actuación que viene desarrollando la organización falangista en toda España. Los camaradas Agustín Aznar, Jefe Nacional de Milicias. Sancho Dávila, Jefe terri- torial de Andalucía y miembro de la Junta Política se han entrevistado también en Cáceres con el General Franco”111.

En resumen, el establecimiento del Cuartel del Estado Mayor del General Franco en Cáceres se puede calificar, a raíz de los acontecimientos posteriores y por la importancia que iba adquiriendo su organización, se estaba convirtiendo en el embrión y de la incipiente Casa Civil y Militar del Jefe del Estado. Máxime cuando en la misma fachada del palacio de los Golfines fue instalada una placa conmemorativa con este texto: “Palacio Golfines de Arriba. Estando en esta casa el Excmo. Sr. Don Francisco Franco Bahamonde fue proclamado Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Nacionales. XXIX-IX- MCMXXXVI”.

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

image004

Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. Detalle del balcón del palacio de los Golfines de Arriba con mástil y bandera nacional

image006

Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. Puerta del palacio de los Golfines de Arriba flanqueada por un soldado haciendo guardia.

image008

Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. El General Franco y el Capitán Luis Antonio Bolín (de espalda) reciben en el patio del palacio de los Golfines a uno de los periodis- tas franceses, posiblemente J. D’Esme

 image010

Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. El Capitán Luis Anto- nio Bolín observa como el periodista francés (posible- mente J. D’Esme) apunta en unas cuartillas las decla- raciones del General Franco

image012

Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. Una de las secuencias del primer plano del General Franco en el patio del palacio de los Golfines de Arriba de Cáceres

image014

Fotograma de la película rodada por René Brut. Detalle del banderín de Falange Española del vehículo utilizado por los franceses D’Esme, Brut y Ferrandez para viajar de Sevilla a Burgos pasando por Cáceres los días 30 de agosto al 2 de septiembre de 1936

image016

Vista actual del patio del palacio de los Golfines de Arriba. El antiguo zócalo de azulejos que se aprecia en la película de Brut ha desaparecido, así como las cintas de pintura del muro que se pueden apreciar debajo de una capa de cal, además se han colocado nuevas rejas

image018

Ficha de la película de René Brut elaborada por la casa Pathé Journal el 17 de septiembre de 1936 con el título de «La guerre d’Espagne a Burgos»

image020

Estas imágenes de los cadáveres incinerados en el Cementerio de Badajoz, extraídas del documental rodado por René Brut el 17 de agosto de 1936 y publicadas en la página 10 del L’Intransigeant de París del 29 de agosto de 1936, fueron las que provo- caron la detención y posterior expul- sión del territorio nacional de aquél 1929.

image022    image024

Despacho y biblioteca de D. Gonzalo L. Montenegro en el palacio de los Golfines, y que fue utilizado por el General Franco. La puerta del fondo da al despacho, y en este lugar trabajaron Sangróniz, y los Tenientes Coroneles Díaz-Valera y Franco Salgado-Araujo

image026

Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Vista panorámica de la mani- festación de adhesión al General Franco

image028

Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Detalle del discurso del General Franco. Detrás de éste se distingue a su Jefe de E. M., Francisco Martín Moreno. Detrás de D. Gonzalo López- Montenegro está el General Alfredo Kindelán. La bandera aún se conserva en la casa image030

Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Detalle del discurso del General Franco. Detrás de éste se distingue a su Jefe de E. M., Francisco Martín Moreno. Detrás de D. Gonzalo López- Montenegro está el General Alfredo Kindelán.

image032

Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Imagen tomada por el fotógrafo Javier García-Téllez. El General Franco acompañado de su Estado Mayor se fotografía en el patio del palacio de los Golfines de Arriba. Junto al General (a la derecha) está su Coronel de E. M. Francisco Martín Moreno. Esta fotografía la poseen los actuales propietario de la casa, Mercedes López-Montenegro y Pascual de Churruca. Está dedicada y firmada por el General Franco: «A Gonzalo L. Montenegro como recuerdo de su amable hospitalidad a nuestro Cuartel General».

image034Reverso de la fotografía con los autógrafos de los oficiales del Estado Mayor del General Franco: 1 Joaquín García Pallasar (Coronel de Artillería). 2 Francisco Franco Salgado-Araujo (Teniente Coronel). 3 Francisco Martín Moreno (Coronel Jefe del Estado Mayor). 4 Aurelio Perote Martí- nez (Capitán). 5 Carlos Díaz-Valera (Teniente Coronel). 6 Antonio Blanco García. 7 Sin identifi- car. 8 Antonio Sarmiento León-Troyano (Coman- dante de Ingenieros, Jefe de Cifras y Comunica- ciones). 9 Emilio Alcaraz. 10 Sin Identificar. 11 Felipe Sanfeliz Muñoz (Teniente Coronel de Infantería). 12 Ángel  Riche?  13. Antonio SáezIzquierdo. 14 Carmelo Medrano Ezquerra (Teniente Coronel). 15 Juan Hidalgo Sánchez. 16 Sin identificar. 17 Sin Identificar. 18 Eduardo Rodríguez Madariaga (Comandante de Infantería). 19 José Marín (éste pone esta nota: «Con un cariñoso abrazo de gratitud por sus atenciones sin número su siempre buen amigo».

image035 El General Franco se entrevista con el Coronel Moscardó en el Alcázar de Toledo el 29 de septiembre de 1936. Le acompaña el General Valera, entre otros, y su primo Franco Salgado- Araújo

image037

Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Imagen tomada por el fotógrafo Javier García-Téllez. Otra ima- gen distinta del Estado Mayor de Franco en el patio del palacio de los Golfines de Arriba.

image001

1 Cfr. DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M. «Testimonios gráficos de la represión en la provincia de Badajoz. La leyenda y la investigación histórica sobre las escenas filmadas por René Brut», en Actas del III Congreso Internacional sobre la II República y la Guerra Civil. La otra memoria, Madrid, CEU- Universidad San Pablo, 2008 (en prensa). También hay un amplio estudio sobre las actividades de Brut en PILO ORTIZ, F., DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M., DE LA IGLESIA RUIZ, F. La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda, Madrid, Libros Libres, 2010.

Cfr. ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Barcelona, Crítica, 2003, pp. 208 y ss. VILA IZQUIERDO, J. Extremadura: La Guerra Civil, Badajoz, Univérsitas Editorial, 1984, p. 75.

Cfr. SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un periodista (casi 3.000 años de vida en la ciu- dad), Cáceres, Editorial Extremadura, 1964, p. 356.

La Voz (Madrid), 3 de octubre de 1936.

5  SALAS LARRAZÁBAL, J. La Guerra de España desde el aire. Dos ejércitos y sus cazas frente a frente, Barcelona, Ariel, 1972, p. 105.

6 LARIOS, J. Combate sobre España. Memorias de un piloto de caza, Madrid, Editorial San Martín, pp. 79 y s.

7 El Sol (Madrid), 15 de noviembre de 1936.

8  GIBELLO BRAVO, V. M. «Valoración y posibles actuaciones para la conservación del patrimo- nio histórico de la Guerra Civil en Extremadura», en VV. AA. Guerra y patrimonio en el FrenteExtremeño, 70 aniversario del cierre de la Bolsa de la Serena, Badajoz, Centro de Desarrollo Rural de La Serena, 2009, p. 114.

9 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 27 de agosto de 1936.

10  Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 27 de agosto de 1936.

11  AUGUSTO, J. Jornal de um correspondente da Guerra em Espanha, Lisboa, Empresa Nacional de Publicidade, 1936, p. 77.

12  RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco en Cáceres», en Boletín de la Real Academia de Extremadura, Trujillo, 2009, tomo XVII, p. 61.

13  VAZ-ROMERO NIETO, M. Gonzalo López Montenegro, un prócer cacereño, Cáceres, autoedición, 2005, p. 108.

14  Nota de los autores: Queremos agradecer a Mercedes López-Montenegro y Pascual de Churruca, Marqueses de Espinardo y actuales propietarios del palacio de los Golfines de Arriba la gentileza de haber puesto a nuestra disposición algunas fotografías antiguas de la casa, entre la que destaca la dedicada por el General Franco a D. Gonzalo López-Montenegro.

15  FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a Franco, Madrid, Espejo de España, 1977, p. 192.

16   QUEVEDO Y QUEIPO DE LLANO, A. Queipo de Llano. Gloria e infortunio de un general, Barcelona, Planeta, 2001, p. 393.

17  SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 443.

18   GARCÍA PÉREZ, J. SÁNCHEZ MARROYO, La Guerra Civil en Extremadura, 1936-1986, Badajoz, Hoy, 1986, p. 58.

19 ARRARÁS, J. Franco, Burgos, Imprenta Aldecoa, 1938, pp. 290 y s.

20 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., pp. 443 y s.

21 ARRARÁS, J. Francoop. cit. p. 286.

22 RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 63.

23  KNICKBOCKER, H. R. The siege of Alcazar. A war-log of the Spanish revolution, Londres, Hutchinson & Co, 1937, pp. 107 y s.

24   DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M. «Nöel Fiztpatrick: Un masón en la Legión», en III Jornadas de Historia de Cáceres (2009).

25  ROS AGUDO, M., HEIBERG, M. La trama oculta de la Guerra Civil. Los servicios secretos de Franco 1936-1945, Barcelona, Crítica, 2006, p. 169.

26   SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de un tiempo. El General de la Monarquía,  la República y la Guerra Civil desde 1892 hasta 1939, Madrid, Actas Editorial, 1999, p. 359.

27  ABC (Madrid) 25 de julio de 1942. «El ilustre artillero Excmo. Sr. D. Joaquín García Pallasar, designado para desempeñar la Capitanía General de Burgos, destacó su personalidad relevante en nuestra guerra de liberación […] Aquí le sorprendió el Movimiento [Santa Cruz de Tenerife], y en la presidencia del Cabildo Insular de Tenerife, para que fue designado, prestó valiosos servicios que vinieron a corroborar sus dotes de mando. No tardó en ser requerido para ocupar el difícil cargo de Comandante General de Artillería del Ejército de África y Sur de España, incorporándose en Cáce- res al Cuartel General del Caudillo».

28  FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., pp. 192 y s.

29  YSASI-ISASMENDI ADARO, J. J. «El Comandante Ysasi-Ysasmendi (relato de una peripecia heroica)», en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. 199, c. III, 2002, p. 388.

30  SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de un tiempo. El General… op. cit., p. 359.

31 NERÍN, G. La guerra que vino de África, Barcelona, Crítica, 2005, p. 134.

32  FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., pp. 193 y s.

33  ARRARÁS, J. Francoop. cit. p. 287.

34  SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 444.

35  ARRARÁS, J. Francoop. cit. p. 288.

36  ANDRÉS-GALLEGO, J. La época de Franco, Madrid, Rialp, 1991, p. 39.

37  SÁNCHEZ DEL ARCO, M. El Sur de España en la Reconquista de Madrid. Diario de operacio- nes glosado por un testigo, Cádiz, Establecimiento Cerón, 1937, p. 118.

38  Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 30 de agosto de 1936.

39  DE GALINSOGA, L. y FRANCO SALGADO-ARAUJO, F. Centinela de Occidente. Semblanza biográfica de Francisco Franco, Barcelona, Editorial AHR, 1956, p. 270.

40   Cfr. SELLERS DE PAZ, G. La prensa cacereña y su época (1810-1990), Cáceres, Institución Cultural el Brocense de la Excma. Diputación Provincial, 1991, pp. 300 y s.

41 La Falange (Cáceres), 1 de septiembre de 1936.

42  ALCOFAR NASSAES, J. L. La aviación legionaria en la Guerra Civil, Barcelona, Euros, 1975, p. 79.

43  ROS AGUDO, M., HEIBERG, M. La trama oculta de la Guerra Civil… op. cit., pp. 45 y s.

44  HEIBERG, M. Emperadores del Mediterráneo. Franco, Mussolini y la Guerra Civil Española, Barcelona, Crítica, 2004, p. 74.

45  Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936. Entrevista de René Brut realizada por el director del rotativo, Antoine Mazzella.

46  Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936.

47  TENORIO, R. «Las matanzas de Badajoz», en Tiempo de Historia, nº 56, julio 1979.

48  Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936.

49  L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

50  L´Intransigeant (París), 4 de agosto de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

51  ARRARÁS, J. Francoop. cit. p. 291.

52  BOLIN BIDWELL, L. A. España: Los años vitales, Madrid, Espasa-Calpe, 1967, pp. 197 y s.

53 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

54 L´Intransigeant (París), 5 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

55  L´Intransigeant (París), 5 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

56  Nota del coautor A. M. Barragán-Lancharro: El mérito del descubrimiento de esta equivocación histórica de Pathé Gaumont así como la primera identificación de las imágenes de las imágenes tomadas por Brut en Cáceres se debe a la pericia de Moisés Domínguez, especializado en la localización de los más curiosos e interesantes documentos sobre la Guerra Civil española en Extremadu- ra. Se puede obtener una previsualización de la película en http://www.britishpathe.com/ reco- rd.php?id=77311.

57  «La guerre d’Espagne a Burgos», edición PJ.358. 13. Fecha de edición 17/09/1936, longitud 64 mm Corresponsal: René Brut. Descripción original: «De Burgos 3 pl. soldat montant la garde devanb le Quartier Genéral de Franco. Du Gal Franco. Homme temant un fusil. Femme faisant un signe de la main. Automobile s’arrestant. L’homme et la femme s’approchent de la voiture. Le soldat parle au chauffeur de la voiture. Le femme remet son revolver dans un étui. Inmuebles bom- bardés pl. religieuses dans un hospital bombardé. Pl. Pl. de l’hôspital en ruines. Cádavre etendu à terre. Defile de phalangistes devant le foule qui les salus». Cfr. DEL AMO GARCÍA, A. Catálogo General del Cine de la Guerra Civil, Madrid, Cátedra-Filmoteca Española, 1996, p. 743.

58  L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

59 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

60 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

61  Archivo General Militar de Ávila, armario 1, legajo 8, carpeta 104, documento 5.

62  Cfr. ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de la muerte. El avance… op. cit., p. 209.

63  DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M. «Testimonios gráficos de la represión en la provincia de Badajoz… op. cit.

64  BOLIN BIDWELL, L. A. España: Los años… op. cit. pp. 197 y s.

65  L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

66  L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

67  L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).

68  En la edición 359, del 24 de septiembre, Pathe Journal visiona la llegada de Brut a Francia tras su liberación. El historiador Aitor Ydraola ha afirmado que «sólo quiero resaltar una cosa, aparecen nuevamente imágenes de las filmadas por Brut en España, pero no las de Badajoz», CAPARRÓS LERA, J. M., YRAOLA, A. Historia contemporánea de España y cine, 1997 pp. 56 y 57.

69  Archivo General Militar de Ávila, armario 1, legajo 8, carpeta 104, documento 5. El presidente de la República francesa era Pierre-Étienne Flandin.

70  Cfr. VILA IZQUIERDO, J. Extremadura: La Guerra… op cit., p. 75.

71   BLASCO GIL, Y. y MANCEBO, Mª F. «Niceto Alcalá-Zamora y Castillo y Pedro Urbano González del Valle, profesores exiliados y provisión de sus cátedras», en Cuestiones Pedagógicas, 19, 2008/2009, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, p. 179.

72  FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., p. 195.

73  SÁNCHEZ DEL ARCO, M. El Sur de España en la… op. cit., p. 128.

74  SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 444.

75  La Falange (Cáceres), 7 de septiembre de 1936.

76  La Falange (Cáceres), 7 de septiembre de 1936.

77 ABC (Sevilla), 11 de septiembre de 1936.

78 SALAS LARRAZÁBAL, J. La Guerra de España… op. cit. p. 105.

79 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de… op. cit., p. 366.

80  La Falange (Cáceres), 17 de septiembre de 1936.

81 ARRARÁS, J. Francoop. cit. p. 291.

82  SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 446.

83  RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 62.

84  FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., p. 195.

85  REDONDO, G. Historia de la Iglesia en España, 1931-1939, Madrid, Rialp, 1993, t. II p. 158.

86  MARTÍNEZ BANDE, J. M. La marcha sobre Madrid, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1968, p. 72.

87  KINDELÁN DUANY, A. Mis cuadernos de guerra, Madrid, Plus Ultra, p. 23. Cfr. MARTÍNEZ

BANDE, J. M. La marcha sobre… op. cit., p. 67.

88  SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de… op. cit., p. 344.

89 ANDRÉS-GALLEGO, J. La época de… op. cit., p. 39 y ss.

90 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de… op. cit., p. 375.

91 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 30 de julio de 1936.

92  KINDELÁN DUANY, A. La verdad de mis relaciones con Franco, Barcelona, Editorial Planeta, 1980, p. 28.

93  VIDAL MANZANARES, C. Partes de guerra nacionales y republicanos. Memoria de la Guerra Civil Española, Barcelona, Belacqua, 2004, p. 172.

94  ABC (Sevilla), 27 de septiembre de 1936.

95  SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 447.

96  DE LA CIERVA Y HOCES, R. Francisco Franco, un siglo de España, Madrid, Editora Nacional, 1973, t. I, p. 509.

97  SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 447.

98  DE LA CIERVA Y HOCES, R. Francisco Franco, un… op. cit. p. 509.

99  FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., pp. 200 y s.

100  RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 64.

101   PAYNE, S. G. Los militares y la política en la España contemporánea, París, Ruedo Ibérico, 1967, p. 324.

102  Cfr. TOGORES, L. E. Yagüe, el General falangista de Franco, Madrid, La Esfera de los libros, 2010, pp. 338 y s.

103  CALLEJA, J. J. Yagüe, un corazón al rojo, Barcelona, Editorial Juventud, 1963, p. 116.

104  DE LA CIERVA Y HOCES, R. Francisco Franco, un siglo de España, Madrid, Editora Nacio- nal, 1973, t. I, p. 510.

105  Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España, 30 de septiembre de 1936.

106  RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 66.

107  SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 448.

108  ARRARÁS, J. Francoop. cit. p. 293.

109   CARDONA ESCANERO, G. «Rebelión militar y Guerra Civil» en JULIÁ DIAZ, S. (Coord.) Historia de España Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 2004, t. XL, p. 184.

110  El Sol (Madrid), 1 de octubre de 1936. La Libertad (Madrid), 1 de octubre de 1936.

111  Labor (Soria), 8 de octubre de 1936.

Oct 012009
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

 El 4 de agosto de 1936 entraba en Monesterio (Badajoz) el Teniente Coronel Carlos Asensio Cabanillas, Jefe de una de las Columnas que desde Sevilla tenían el objetivo de alcanzar la capital de España, Madrid1. Varias semanas antes había comenzado la Guerra Civil. A partir de ese momento la primera localidad del sur de Extremadura se incorporó a la Zona Nacional. En muy pocos días la “Ruta de la Plata”, nervio de la provincia de Badajoz, quedó controlada militarmente2 en una rapidez calificada por algunos historiadores como “espectacular”3. Consolidada la situación de guerra, muy pronto en la retaguardia de la Zona Nacional se establecieron puntos de vigilancia para evitar incursiones del enemigo.

El término municipal de Monesterio posee una orografía muy abrupta, con numerosas elevaciones y valles en plena dehesa. Pero además, era un nudo de comunicaciones y estaba fuertemente vigilado por un destacamento militar establecido en el “Cortijo de la Purificación”, propiedad de Juan Márquez Real. Aquellas Fuerzas controlaban unas vías terrestres tan importantes como las que comunicaban el sur y noroeste de la provincia de Badajoz: La carretera de Sevilla y la de Culebrín a Castuera. En Santa Olalla existía otro puesto creado por las circunstancias de esa época que se coordinaba con el establecido en “La Purificación”.

El 27 de octubre de 1937 se produjo el hasta ahora único caso constatado de enfrentamiento militar tras la toma de Monesterio el 4 de agosto de 1936 por la Columna Madrid. Aunque documentalmente se tiene constancia de un viaje de las autoridades locales de Monesterio a Santa Olalla “a los funerales del Alférez muerto en este término”4, el caso estudiado en este capítulo ha podido ser reconstruido íntegramente a través de la historia oral. En todo caso, se han respetado todas las cautelas que este tipo de fuentes acarrean. Así, se ha tenido en cuenta la reflexión de un especialista como es T. Todorov:

“La memoria no se opone en absoluto al olvido. Los dos términos para contrastar son la supresión (el olvido) y la conservación. La memoria es, en todo momento y necesariamente, una interacción de ambos. El restablecimiento integral del pasado es algo por supuesto imposible (…) y por otra parte, espantoso. La memoria como tal, es forzosamente una selección: Algunos rasgos del suceso serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados y luego olvidados”5.

Este asunto, por motivo de haber sido reconstruido a través de la historia oral, no sido tratado en otras obras sobre la Guerra Civil en Extremadura6. Los hechos hacen referencia a una incursión de unos veintitantos fugitivos contrarios a Franco que cruzaron el término municipal para llegar posiblemente a la “Bolsa de la Serena” o al “Frente de Córdoba” y así internarse en la “Zona Republicana” o “Zona Roja”. El 12 de octubre de 1937 fue designado Jefe de las Columnas de la Operaciones de las sierras de Huelva, Sevilla y Badajoz el Coronel de Carabineros Joaquín Ibáñez Alarcón. Este cargo militar sustituyó reunió en su mano las potestades del Gobernador Militar y del Gobernador Civil de Huelva en esta materia dado el recrudecimiento de las actividades de la guerrilla, la cual había asaltado cortijos y asesinado a algunos labradores onubenses. El Coronel Ibáñez estableció una división en cinco sectores la zona de operaciones, una de cuyas cabeceras era Santa Olalla del Cala (Huelva)7 de la cual dependía Monesterio.

Los sucesos que a continuación se narrarán ocurrieron en el sitio conocido “Doña Marina”, en el término de Monesterio. Está situado en el camino de Culebrín al Real de la Jara, cerca del sitio conocido por “La Mimbre”. Existen en la zona varios barrancos, conocidos éstos por “El Tamujoso”, “La Mano Negra” y “Doña Marina”. El barranco de “Doña Marina” recoge las aguas de las sierras que rodean la depresión en la que se enclava la “Casa de Doña Marina”. Ésta había sido reconstruida por su propietario, Guillermo Garrón Delgado, pues anteriormente existía una casilla conocida como “El bahondo”. Actualmente sigue en propiedad de los descendientes de Guillermo Garrón. Éste había sido concejal y Alcalde en varias ocasiones (1914 y 1931) y cuando falleció en 1935 era edil del Concejo. En esa época estaba en sociedad con Manuel Villalba Cardoso8 en el arrendamiento de unas tierras colindantes, y cuando murió Garrón, sus propiedades pasaron a la propiedad de Antonio y Leocadio Garrón García.

Estos huidos, según se oyó en la misma época, eran antiguos mineros quizás de Cala, de Riotinto o de Nerva. En 1937, la Serranía de Huelva había sido objeto de importantes operaciones militares para localizar a los huidos. Un informe depositado en el Servicio Histórico Militar que lleva por título El problema de los huidos establece que “la provincia que más se distinguió por el contingente de huidos durante la campaña fue la de Huelva, zona minera, esencialmente marxista, todo el continente rojo dado por esta provincia quedó a consecuencia de las operaciones, emparedado entre nuestro frente y la frontera portuguesa y si bien tuvieron un portillo de – kms. [sic] por donde escapar a Zona Roja entre Campillo de Llerena y Granja de Torrehermosa, éste se encontraba a bastante distancia, teniendo que atravesar por carreteras transitadas y

vigiladas, hallándose expuestos al encuentro con nuestros servicios”9.

En esos meses, concretamente el 6 de agosto de ese año, el General Jefe del Ejército del Sur, Gonzalo Queipo de Llano, declaró en un bando “zona de guerra” el triángulo interprovincial de Huelva, Badajoz y Sevilla debido a la presencia de “elementos marxistas”. Este documento fue publicado íntegramente el 11 de agosto en el Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz. La introducción de esa disposición decía lo siguiente:

“Las circunstancias extraordinarias y los sucesos vandálicos que vienen ocurriendo en la serranía de Huelva me obligan a suspender la conducta hasta ahora tenida con los elementos marxistas huidos en aquellos, y como quiera que el perdón que en un principio concedí para los casos de presentación voluntaria no ha sido escuchado, y más bien parece que ese impulso generoso ha sido interpretado como debilidad en mis decisiones, me veo en la imprescindible necesidad de revocar cuanto a este respecto tengo ordenado y de adoptar las medidas conducentes para que el principio de autoridad sea respetado con la máxima obediencia”.

Así, a continuación se consideró “zona de guerra”, prestándose servicios “como si fueran en campaña y el frente del enemigo”. Y sería de esta forma “zona necesaria para batir y reducir los elementos marxistas no sometidos” (artículo 1º). La Autoridad Militar superior delegada de Queipo de Llano fue el Teniente Coronel de Infantería Fermín Hidalgo Ambrosy, el cual sería el designado responsable del “orden público y seguridad” (artículo 2º). Se aplicará consejo de guerra, según el artículo tercero:

a) Serán considerados como actos de rebelión cuantos tiendan a facilitar alimentos o cualquier otro auxilio a las personas huidas en la zona a que este bando se refiere.

“b) El facilitar datos de situación de fuerzas o simplemente el movimiento de aquéllas a los huidos de los pueblos.

“c) El hecho de salir de los pueblos enclavados en la serranía sin estar provisto del documento que a tal efecto provenga el Jefe Militar de la zona.

“d) La desobediencia a cuanto ordene dicho Jefe, tanto por personas civiles como por los militares.

“e) La negligencia o tibieza en el cumplimiento de las órdenes y servicios militares dados por el Jefe de la zona.

“g) El no denunciar la existencia de personas rebeldes por quienes tengan noticias de ellos, podrá ser estimado como rebelión o como auxilio a la misma.

h) El hecho de transitar por la serranía o encontrarse en ella sin una justificación clara del motivo y finalidad que se persigue, podrá ser estimado como rebelión o auxilio”.

Volviendo a la cuestión, en un día lluvioso de octubre de 1937, en concreto el 26, llegaron al término de Monesterio, territorio que era fuertemente vigilado por destacamentos militares de diversa naturaleza como ya se ha explicado.

Estos mineros fueron a parar a la “Casa de doña Marina”, enclavada ésta en un valle y rodeada de sierras. Quedaba cerca del “Cortijo de la Purificación” donde estaba establecido el citado destacamento militar, conocido también por “Viña de Márquez”. Sin embargo, a causa de la intensa lluvia y viento de ese día, quedó la bandera del destacamento enrollada, por lo que no se podía advertir la existencia del puesto.

La “Casa de Doña Marina” era un edificio bien construido y que se asemejaba a una vivienda de la misma localidad, con habitaciones, cocina, despensa, alacenas, un techo de madera que originaba un doblado amplio también por la altura del tejado. Estaba empedrado el suelo de la misma. Era acogedora para los empleados que allí pernotaban, pues en la misma finca otros trabajadores vivían en chozos. Junto a la parte residencial existían otras instalaciones propias del trabajo agrícola y ganadero como cuadras, laneras y otros almacenes. Delante de la puerta principal existe un corral, también empedrado. Es decir, era un edificio bien acondicionado en la época y que permitía vivir establemente en él durante algunas épocas.

Los mineros secuestraron a dos jornaleros que trabajaban para Leocadio Garrón García, dueño en esa época de la “Casa de Doña Marina”. Se llamaban Joaquín García Palomas, “El Mariné”10, y Manuel Barbecho Delgado11. Éstos pernoctaban en “El Cortijino”, que estaba enfrente del destacamento de “La Purificación” y que entonces lo llevaban en arrendamiento los hijos de Guillermo Garrón y Manuel Villalba Cardoso. Estos jornaleros llevaban un carro con empales y paja -de bálago decían antes- para construir chozos. Así, al llegar a la “Casa de Doña Marina”, en la cual estaban refugiados los fugitivos, salió uno, barbado, y apuntó a los dos jornaleros con una pistola. Al entrar en la casa pudieron ver el conjunto de hombres que allí estaban.

Les pusieron un guardián en una parte de la casa, y mientras tanto deliberaban sobre el fin que le iban a dar a esos dos jornaleros. Hablaron de matarlos para que nada se supiera, aunque por la condición de obreros decidieron respetarles sus vidas. Después les preguntaron si existían fuerzas militares en la zona, y si tenían comida en el cortijo. A la primera cuestión mintieron, y omitieron decir que cerca existía un destacamento. Con respecto a la segunda afirmaron que en “El Cortijino” poseían comida. Dos mineros acompañaron a Manuel Barbecho y a Joaquín García hasta su residencia. Recogieron la comida y al pasar por el Cortijo de Juan Manuel Jiménez Villalba (entonces Tercer Teniente de Alcalde), un cabrero les ofreció café a los dos mineros. Al poco tiempo, oyeron el inicio del tiroteo de las fuerzas militares a la “Casa de doña Marina”. Joaquín García había dado cuenta al Teniente Olivero, oficial que mandaba en esa época el destacamento de “La Purificación”.

Inmediatamente “El Mariné” dio aviso12 a las autoridades militares de la existencia de esa partida. Reforzaron aquéllas fuerzas con efectivos de una compañía que existía en Santa Olalla del Cala y con guardias civiles del puesto de Monesterio. Los dos guerrilleros que acompañaron a los obreros huyeron por la llamada “Umbría de los Hernández”. Joaquín García mostró el terreno a las fuerzas, y les indicó el lugar exacto en el que estaban los milicianos. Al hostigamiento de la “Casa de doña Marina” por parte de las fuerzas militares, los mineros respondían con disparos, pues parece ser que iban bien pertrechados. Incluso aprovecharon una de las ventanas como aspillera o tronera para instalar un ametrallador. Los milicianos alcanzaron a un alférez que estaba parapetado en un alcornoque, muriendo en el acto. Esto ocurrió ese día 27 de octubre a las 5 de la mañana. Se llamaba Ricardo Bernáldez Bernáldez y era súbdito argentino. Además, un sargento sufrió una grave herida de bala en el hombro.

Hacia las tres de la madrugada cesó el tiroteo por parte de los mineros. Éstos aprovecharon la noche lluviosa y alcanzaron el “Barranco de Doña Marina”, cercano a la casa, por la que pudieron escapar, no sin dejar algunas bajas. Parece ser que un guardia no se pudo apercibir de la huida, aunque estaba encargado de vigilar dicho barranco. En la casilla quedó un guerrillero, que había sido alcanzado y que no podía andar. Según escucharon en más de una ocasión a Miguel Carmelo Medina -Guardia Civil del puesto de Monesterio que estuvo presente en estas operaciones- el miliciano, para no ser detenido, se seccionó con una navaja el cuello. Fue encontrado empuñando con la mano aquel cuchillo. Otro minero que estaba herido fue apresado en la zona de Santa Olalla, donde fue fusilado.

El fugitivo que se suicidó fue enterrado junto a la casa por un miembro de las fuerzas que operaron en aquella ocasión. El militar que recibió este encargo era natural de Monesterio y se llamaba Antonio Rodríguez Martínez, apodado “El Tumbeto”. El cadáver fue enterrado a escasa profundidad y los perros de las personas que habitaban la zona hurgaron en la tierra y lo exhumaron, esparciendo los restos óseos por el entorno. El alférez Ricardo Bernáldez fue enterrado en el Cementerio de San José de Santa Olalla del Cala (Huelva). En el Registro Civil de esa localidad no fue inscrito, sin embargo, sí existe constancia en el Registro Parroquial:

“En la villa de Santa Olalla del Cala, Diócesis de Sevilla, provincia de Huelva, a veinte y siete de octubre de mil novecientos treinta y siete, don Juan Otero Gómez, Cura Párroco de la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, mandé dar sepultura al cadáver de Ricardo Bernáldez Bernáldez, natural de Arenaza, de veinte y dos años de edad, de estado soltero, de profesión Alférez, hijo de Ricardo Bernáldez y Rolindes Bernández, falleció (en) [sic] el día veinte y siete a las cinco de la mañana en el Frente. Se le hizo el funeral de primera clase, y se halla enterrado en el Cementerio de San José de esta villa. Fueron testigos de su defunción Antonio Diosdado y José Méndez. En fe de lo cual lo firmo en fecha ut supra. Era natural de Arenaza de la República Argentina. Dr. Juan Otero”13.

Años después, ya terminada la Guerra Civil, uno de aquellos huidos se acercó a la “Casa de Doña Marina”. La escena transcurrió así. En esa época ya no trabajaban allí ni Joaquín García ni Manuel Barbecho. Pernoctaba en la “Casa de Doña Marina” Antonio Gallego López14 conocido por “Hijo de José el grande”. Cómo estaba solo, iba a fumar a un chozo (que estaba en frente de la “Casa de Doña Marina” en el que se quedaba otro trabajador, Antonio Rodríguez Carrasco conocido por “El Luno”. Al poco tiempo Antonio Gallego se dio cuenta que salía humo de la chimenea de la casa y acudió a la misma. Cuando llegó se encontró a un señor que preguntaba por el “Tío Cano”. Éste también era un apodo por el que era conocido también Joaquín García Palomas. Se identificó como uno de los huidos que había protagonizado aquel suceso, y aseguraba que había salido de la cárcel. Pero no ocurrió nada más.

APÉNDICE DOCUMENTAL

Los sucesos de “Doña Marina”, acaecidos en octubre de 1937, según un testimonio de Manuel Ledesma Villalba15.

“Aquello fue un golpe joío, porque los hombres se portaron bien, y no tenía que haber hecho aquello. Luego fueron a buscarlo [unos señores a Joaquín García Palomas, “El Mariné”]. Era Joaquín “El Mariné”, uno viejo, era de unos sesenta años, ese tenía un hijo que se llamaba José [José García Vargas]. A ése lo mandaron [al “El Mariné”]... Esa casilla está todavía en pié, y segura- mente están las poyetes donde pusieron los ametralladores, esos venían muy bien equipados, aquella gente que se había pasado a Extremadura, y se veían las aspilleras joías, y aquellos tíos entendían, y las hicieron en la pared del tinaón, y mirando a la sierra, en donde estaban los alfereces. Esa casilla está en un valle, y está rodeada de sierra, pero estaba por todos los sitios cercada.

Resulta que llegaron por la tarde y Garrón, uno de “Los Garrones”, Leocadio “El de Garrón” [Leocadio Garrón García], pues mandó a ese “Mariné” que estaba de mozo con él, y a otro que le decía José “El Grande” [José Garrón Delgado], y le mandó llevar un carro de bálago como se decía antiguamente, pues los chozos aquellos; y entonces estaban los guerrilleros dentro, y estaba lloviendo, aquella noche fue una de lluvia, y aquella tarde…, y ésta fue la salvación, pues la banda de…, pues había allí una compañía de soldados en el “Cortijo de Juanito Márquez” [Juan Márquez Real], y la bandera [dispuesta en el mástil] como hacía tanto viento, el viento estaba de la parte ésta, y la bandera estaba enrollada, pues “El Cortijino” donde fueron dos guerrilleros aquellos, que se los llevó el “Tío Mariné” para darles de comer y el “Cortijo de la Purificación” está enfrente [de “El Cortijino”], y como estaba la tarde tan mala los soldados estaban refugiados dentro, y la bandera estaba enrollada, y no se dieron cuenta, sino hay algo allí, hay algo, pues los hubieran matado.

Pues al llegar ellos con el carro [Joaquín García Palomas y José Garrón Delgado], les preguntaron, pues salió un hombre con barbas y con una pistola, que se la puso en el pecho [de Joaquín García Palomas], y le preguntó que a dónde iban, y le dijo [Joaquín García Palomas] que le habían mandado llevar un carro de bálago allí, [y les dijo el de las barbas]: “Dejad el carro y venirse para acá”. Entonces, entraron para la casilla, y entonces allí empezaron a salir, hasta veintisiete iban, y entonces el jefe les pasó allí un hombre de centinela con ellos. Ellos dicen que por dentro de la casa estaban ellos, y la casillaes chiquetilla, y oyeron la conversación, y dicen que le decía al jefe: “A éstos lo mejor que hay es matarlos, porque en matándolos no se sabe nada” y el que estaba con ellos de centinela les decía: “Bueno, esto que están hablando ahí ya se verá, yo ahora entraré adentro, y veré al jefe.

Así fue, y dice que lo relevaron, y dicen que oían -contaba “El Mariné”- que le decía aquél que estaba hablando con el jefe: “Son trabajadores, son trabajadores, ¿para qué los vamos a matar?, son hombres trabajadores”, y entonces creo que dijo el jefe: “Bueno, ya se verá lo que se hace con ellos”. Unos querían matarlos y otros que no, y les dijo el jefe: “Pues bueno, ¿ustedes dónde están?”, y contestaron: “Nosotros estamos en el cortijo, y nos quedamos allí”, [y les volvió a preguntar el jefe de los guerrilleros]: “Y de comida, ¿cómo estáis? [Y respondieron]: “Pues tenemos allí la que traemos de casa -pues entonces se iba para catorce o quince días, la que traemos de casa”. Y les ase- veró el jefe de los guerrilleros: “Pues bueno, se van a ir dos con ustedes, y le dan la comida que puedan”. Ese cortijo está uno enfrente del otro, muy cerquita, y digo que el viento tenía la bandera envuelta, y no se veía, y los soldados estaban todos recogidos, pues estaba por el agua liada.

Entonces le dieron allí lo que fuera, ¡y me cago en la mar!, les había preguntado el jefe [con anterioridad]: “¿Por aquí hay fuerzas cerca?”, [y el “Tío Mariné” le contestó]: “Por aquí no”. Entonces dijo [el jefe de los guerrilleros]: “Irse dos y le dan la comida que puedan”. No hicieron nada más que llegar al cortijo, le dieron la comida que fuera, y se vinieron los otros para la casilla. No les dio tiempo a llegar a donde estaban los otros, en la casilla, los otros compañeros, y entonces se pasaron se pasaron por el cortijillo de Juan Manuel Jiménez [Juan Manuel Jiménez Villalba] que está cerca, y se pasaron los dos, y entonces había allí uno de aquí del pueblo, de cabrero, -no me acuerdo cómo le llamaban-, y les dijo [a los dos guerrilleros]: “Espérense, que les voy a hacer un poquito de café, que está la tarde muy fría y muy mala”. Entonces, allí sintieron los tiros, como el cortijo donde estaban los soldados estaba cerca del otro de la Purificación, pues enseguida dieron el salto [“El Mariné” y José “El Grande”], y enseguida se lo dijeron al Teniente. Me acuerdo que era el Teniente Olivero, y entonces se lo comunicaron, que había veintitantos hombres en la casilla.

Avisaron también a la Compañía de Santa Olalla, a Guardias Civiles y laberinto, y entonces ellos, que se pararon a tomar un café con la cabrera aquélla, entonces sintieron los tiros, y salieron y dicen: “¡Ay!, nuestros compañeros, ya están ahí los tiros”. Aquello fue todo rápido, que si hubieran tenido que venir al pueblo [“El Mariné” y José “El Grande”] a dar cuenta ya hubiera sido otra cosa; y entonces esos hombres no pudieron entrar en la casilla, y dijeron que se fueron a la “Umbría de los Hernández”, debajo de la Sierra, y entonces aquella noche se lió la de san quintín, pues se lo oía contar al “Tío Mariné”, porque fue el que enseñó el sitio y estuvo toda la noche allí, con un Capitán de la Guardia Civil. Éste sólo llevaba un capote, un capotón que llevaba el Teniente, y dicen que arropaba al “Tío Mariné”, hartito de agua, como una noche de agua tan tremenda como que se presentó.

Resulta que estuvieron haciendo tiros, pero decía un sargento, que iba con un alférez cuando lo mataron, al sargento también lo hirieron en el hombro, que dijo al alférez: “Mire usted que la ametralladora, o lo que tengan ahí…” – estaba enfocada al cerro donde estaban ellos- y enseguida mataron al alférez, y dicen, como sentían los tiros, sabían la hora en que se pudieron haber escapado, pero decían que fue sobre las tres de la noche, y dejaron de sonar los tiros en la casa, los que tiraban los guerrilleros a la fuerza; y entonces estaban preparando la huida, y entonces se salieron en el barranco abajo, pues como estaban rodeado de sierras, para arriba no podían tirar, que la defensa que tuvieron era el barranco, que no se dio cuenta [el guardia encargado de vigilarlo] pues estaba la tarde tan mala, y estaría [el guardia civil o el soldado] agazapado con el capote, y por allí es escaparon.

Tan sólo quedó uno en la casilla, pero aquel se degolló, le pegaron un tiro, según contaba el guardia aquél, Carmelo, [Miguel Carmelo Medina] que se lo oímos contar en la caseta, le pegaron un tiro, así por el lado, y el hombre no podía andar, y entonces lo que hizo, temiendo que le iban a matar, y para no declarar nada… pues todavía tenía la navaja el hombre empuñada en la mano, y se mató en la casa, el hombre estaba en la casa, pues lo habían herido, y el hombre no pudo andar, y los otros se marcharon, y ya qué iban a hacer con él,

¿a dónde lo iban a llevar?, el hombre, lo que hicieron fue dejarlo allí, y él lo que hizo es que se cortó el pescuezo, porque decían que tenía empuñada la navaja, la tenían empuñada en la mano, y él lo hizo con un nervio exagerado, y estaba degollado.

De Santa Olalla para abajo cogieron a otro, herido también, también lo cogieron herido, que a ése lo fusilaron en Santa Olalla, y de los otros nada; pero claro, el “Tío Mariné”, luego después, se oía de hablar por ahí que había ido alguno en su busca, y preguntando por “El Mariné”, pues aquéllos a lo mejor estaban por la sierra, y cuando se enteraron del percance; pues sí, se fiaron de él, que no había fuerzas, eso sería por octubre; aquella tarde, me acuerdo, estaba el viento del Golfo de Cádiz, pero mira, no se había puesto el sol, y los pobres soldados que estaban allí toda la noche, o iban a hacer guardia a la caseta toda la noche un grupo de unos catorce o quince, y aquellos pobrecitos, como todo el agua que le cayeron encima, eran capotes de éstos que llevaban antes, de esos de paño, eso se empapaba de agua… de esos tuvimos en el ejército, y eso se empapaba con todo el agua que caía, y los pobres soldados iban a allí, eso al otro día, e iba una compañía al “Puente del Helechoso”, y los pobres se tendían allí en la cocina, en una buena candela en la cocina de la caseta, y los pobres muchachos tendían los capotes allí, y estaban echados allí en el suelo, en el cemento, pues aquello lo pusieron de agua perdido.

El alférez era gallego, el nombre no lo sé, yo lo sabía por oída de los soldados; el alférez era gallego según contaban ellos, un muchacho nuevo, de unos dieciocho años; el Teniente Olivero era el que estaba en la Compañía, en “La Purificación”, que fueron los primeros que llegaron, luego acudió otra Compañía de Santa Olalla, y la Guardia Civil de otros pueblos; pero el Tenien- te, siempre me acuerdo, Olivero; me acuerdo que decía a otro Teniente: “Vamos, esta gente -pues aquel Teniente tenía gafas- éstos no saben sólo que presumir con las gafas, y dejarse ir, cercados como los tenían con dos o tres compañías de hombres, y dejarse, no saben sólo que presumir con las gafas”; luego, un coche blindado que tenían, ese vigilaba las carreteras, pues resulta que no llegó, pues si hubiera llegado ya hubiera sido otra cosa, lo que pasa es que el barrozal, pues aquel camino estaba lleno de barro”.

image003

Lám. 1. Joaquín García Palomas, “El Mariné”, uno de los protagonistas de los sucesos de “Doña Marina” el 27 de octubre de 1937

image005

Lám. 2. José A. Delgado Vasco, Concejal elegido el 12 de abril de 1931 (izquierda) y Leocadio Garrón García (derecha), copropietario de la finca de “Doña Marina”, donde se produjo una acción de guerra el 27 de octubre de 1937

image007

Lám. 3. Recibo de desplazamiento de las autoridades a Santa Olalla para el funeral del alférez muerto en Doña Marina (1937)

image009

Lám. 4. Recibo que atestigua la instalación de un Destacamento Militar en la “Viña de Márquez” en Monesterio durante la Guerra Civil.

image011

image014

image016

image021

image023

image025

Lám. 11. Eugenio Delgado Garrón, biznieto de Guillermo Garrón Delgado mostró al autor el 2 de agosto de 2008 la “Casa de Doña Marina”, lugar donde se hicieron fuerte los “guerrilleros rojos” en la noche del 26 al 27 de octubre de 1937 frente a varias secciones del “Ejército Nacional”.

image027

Lám. 12. Vista frontal del agujero abierto (ya tapiado) de un metro de diámetro en la pared de una de las dependencias de la casa de “Doña Marina”, realizado en la madrugada del 27 de octubre de 1937.

image029

13. Espacio de la cocina de la “Casa de Doña Marina”.

image031

Lá. 14. Desde esta ventana de la cuadra de la “Casa de Doña Marina”, que sirvió de improvisada aspillera, dispararon al Alférez Ricardo Bernáldez.

image033

 Lá. 15. Entre estos dos alcornoques, situados en la ladera de un alto frente a la “Casa de Doña Marina” estaba apostado el Alférez de origen argentino Ricardo Bernáldez, muerto a las 5 de la mañana del 27 de octubre de 1937.

image035

Lá. 16. Vista de la “Casa de Doña Marina” conocida también por los sucesos de 1937 como “Cortijo de los Rojos”.

image037

Lá. 17. Restos de sillares romanos en la entrada del patio de la “Casa de Doña Marina”.

image039

Lá. 18. Esta piedra labrada de origen romano es la entrada al patio de la “Casa de Doña Marina”.

image009

* Esta comunicación supone la reelaboración de un capítulo del libro de este mismo autor titulado República y Guerra Civil en Monesterio (Badajoz, Sociedad Extremeña de Historia, 2008, pp. 355 – 357) tras haber hallado más documentación al respecto, así como la realización de un reportaje fotográfico del lugar donde tuvieron los hechos históricos el 2 de agosto de 2008.

1   Una obra clásica sobre este particular es la de MARTÍNEZ BANDE, J. M. La marcha sobre Madrid, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1968.

2  Un testimonio directo de esta gesta militar se puede consultar en SÁNCHEZ DEL ARCO, M. El sur de España en la Reconquista de Madrid. Diario de operaciones glosado por un testigo, Cádiz, 1936.

3   VIDAL MANZANARES, C. La guerra que ganó Franco. Historia militar de la Guerra Civil Española, Barcelona, Planeta, 2006, p. 197.

4  Archivo Municipal de Monesterio, depositaría, mandamiento de pago núm. 215/1937. «Sírvase U. Abonar a Eleuterio Vasco Salas la cantidad de veinticinco pesetas correspondientes a un viaje a Santa Olalla del Cala con el coche de su propiedad para llevar a las autoridades que asistieron a los funerales del Alférez muerto en este término. Monesterio, 30 octubre de 1937. El Alcalde, L. Her- nández [Leonardo Hernández Muñoz]. Recibí, Eleuterio Vasco. Son 25 pesetas. Sr. Depositario de los Fondos Municipales de esta villa».

5  TODOROV, T. Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós, 2000.

6  CHAVES PALACIOS, J. La guerra civil en Extremadura. Operaciones militares (1936 – 1939), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997; o ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de la muerte, Barcelona, Crítica, 2003.

7  ESPINOSA MAESTRE, F. La Guerra Civil en Huelva, Huelva, Diputación Provincial, 1996, p. 261.

8  En 1937 Villalba Cardoso tenía 42 años y estaba casado con Constantina González Conejo, de 36, y tenía tres hijos llamados Antonio, José y María Villalba González. Vivía en la Calle Reina María Cristina, 70, hoy «De la Libertad». Archivo Municipal de Monesterio, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 830.

9  ESPINOSA MAESTRE, F. La Guerra Civil en Huelva, Huelva, Diputación Provincial, 1996, p. 261.

10  Joaquín García tenía cuarenta y dos años, residía en la calle San Pedro número sesenta, y estaba casado con Carmen Vargas Lancharro, también de esa edad. Su hijo, de catorce años de edad, se llamaba José García Vargas. Archivo Municipal de Monesterio, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.139.

11  Manuel Barbecho Delgado vivía en la calle San Pedro número 7, tenía treinta y dos años, y estaba casado con Adela Monjo Murillo.

12   Fueron frecuentes los bandos que encomiaban a los ciudadanos a que dieran noticias sobre la infiltración de este tipo de grupos armados en la retaguardia: «Don Jesualdo de la Iglesia Rosillo, General de Brigada y Gobernador Militar de la Plaza y Provincia de Badajoz, ordeno y mando: Todos los vecinos de pueblos y caseríos de la zona de retaguardia están obligados a dar a las Auto- ridades Locales cuantas noticias y datos tengan de partidas rojas que se infiltren en la zona de retaguardia. El omitir esta obligación será castigado con la inmediata aplicación de las más rigurosas penas con arreglo al Código de Justicia Militar, por incurrir a los culpables en el delito de auxi- lio a la rebelión. Lo que se hace público para general conocimiento y exacto cumplimiento. Bada- joz, 12 de julio de 1938 (Segundo Año Triunfal). El General Gobernador Militar, Jesualdo de la Iglesia Rosillo». Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 16 de julio de 1938.

13  Archivo de la Parroquia de la Asunción de Santa Olalla del Cala, libro XIV de defunciones, ff. 163v y 164r. Debo a la generosidad del Párroco D. Francisco Aguilar Díaz la consulta de esta documentación el 5 de agosto de 2008.

14  Había nacido en 1910, y vivía en la calle San Pedro número 14 con su suegro -José Monjo Gallego-, su esposa -Filomena Monjo Villalba-, y su sobrino, José Villalba Monjo.

15  Testimonio tomado el 10 de abril de 2004. Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. República y Guerra Civil en Monesterio, Badajoz, Sociedad Extremeña de Historia, 2008, pp. 482 – 484).

Oct 012007
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Licenciado en Historia.

Resumen:

A finales del siglo XVIII, el rey Carlos IV creó la Real Audiencia de Extremadura. Nada más echada a funcionar, se decidió realizar un informe del estado de los pueblos y ciudades de su jurisdicción. Por esta razón, se llevó cabo una serie de encuestas que debían cumplimentar las Justicias Concejiles. La información obtenida de los expedientes de los pueblos del antiguo Partido de Mérida -conservada en torno al cuarenta por ciento- ha ofrecido en su conjunto unas conclusiones interesantes sobre el estado de las atribuciones y competencias municipales. Hacia 1790 en los pueblos pertenecientes a este partido, como en los demás del Reino de Castilla, concurrían unas estructuras políticas superpuestas fruto de la lógica evolución de las instituciones. No obstante, y no existe lugar a dudas, la actual organización política local española hunde sus raíces en la tradición municipal castellana.

I. Algunas consideraciones sobre la Real Audiencia.

A finales del siglo XVIII se creó, para el ámbito jurisdiccional de la Provincia de Extremadura, una Real Audiencia que tuvo su sede en la villa de Cáceres. Sus límites jurisdiccionales están descritos, grosso modo, en la Pragmática-Sanción de 30 de mayo de 1790: «El territorio de esta Audiencia, en que ha de ejercer su jurisdicción, así civil como criminal, y todas las demás funciones, encargos y regalías de un tribunal superior de provincia, ha de ser desde la línea del Reyno de Toledo a la parte de Oriente, por el puerto y sierra de Baños al Norte, siguiendo hasta el Reyno de Portugal al Poniente, y volviendo de allí al medio día hasta las cumbres de Sierra Morena, en donde terminan los Reynos de Sevilla y Córdoba». Sin embargo, se iniciaba esa pragmática con los motivos que movió a Carlos IV para promover su creación:

«Por las ciudades y villas de voto en Cortes de Badajoz, Mérida, Plasencia y Alcántara, de la provincia de Extremadura, se representaron al mi Consejo los perjuicios y agravios que padecían aquellos naturales por el costoso y distante recurso a los tribunales superiores constituidos fuera de la provincia, y propusieron para remedio de estos daños el establecimiento de una Audiencia Territorial a imitación de las de Galicia y Asturias. Examinado este asunto en mi Consejo, al mismo tiempo que lo hizo del respectivo a la ampliación del territorio de la Audiencia de Sevilla, conformándome en todo con lo me propuso, y teniendo por necesario y conveniente el establecimiento de dicha Audiencia en Extremadura para la más pronta, efectiva y cómoda administración de justicia civil y criminal en ella». Ley I del Título VI (De la Real Audiencia de Extremadura), del Libro V (De las Chancillerías y las Audiencias del Reino, sus ministros y oficiales) de la Novísima Recopilación de las leyes de España (Madrid, 1805).

Tras la caída del Antiguo Régimen en el siglo XIX, se transformó esta institución en la Audiencia Territorial de Cáceres, manteniendo parte de sus competencias. En ese momento, éstas eran estrictamente judiciales para el ámbito de las recientes -entonces- provincias creadas de Cáceres y Badajoz. Antes de 1791, los pueblos y villas situados al norte o al sur del río Tajo, acudían o recibían órdenes administrativas y judiciales de las Reales Chancillerías de Valladolid, de Granada, o de la Audiencia de Sevilla. Las grandes distancias a estos centros no eran salvadas por los rudimentarios medios de transporte, y alargaban años y años los trámites, o las órdenes y notificaciones se recibían a deshora.

Nada más establecida la Real Audiencia de Extremadura, la primera misión encomendada a los oidores fue la dar publicidad del establecimiento de esta institución a los pueblos afectados. Además, se requirió de todos los ayuntamientos la contestación de una serie de preguntas o materias que formaban, en conjunto, un interrogatorio. Conocidas las respuestas, el oidor encargado de recoger la información del partido correspondiente, realizaba un informe reservado en el que se exponían las características de las villas, así como las irregularidades o necesidades de cada una de ellas. Esa pesquisa individual servía de base a otro dictamen que se hacía sobre el partido. Lo recopilado era después leído en la Real Audiencia, teniéndose en consideración todos los datos recogidos, y atendiendo a las necesidades de cada lugar de su jurisdicción se exponían posibles soluciones.

Las preguntas del interrogatorio se articulaban operativamente, pesquisando información de todo tipo, y cuyo precedente más inmediato era el cuestionario de las Preguntas Generales de la Introducción de la Única Contribución o Catastro de Ensenada, de 1750. Sin embargo, la naturaleza fiscal del Catastro de Ensenada condicionó mucho la información. En cambio, el Interrogatorio de la Real Audiencia recogió datos de temática diversa: Antecedentes económicos o de naturaleza jurídica del municipio, pasando por la información religiosa, o la pesquisa sobre antiguas poblaciones desaparecidas, la existencia de bibliotecas, o instituciones benéficas y hospitales, por ejemplo.

Afortunadamente, a pesar de las diferentes purgas que se hicieron en tiempos de la Audiencia Territorial en su abundante documentación, muchos fondos contemporáneos a la fundación de la misma se han conservado, entre ellos los expedientes del Interrogatorio. No obstante, del Partido de Mérida se han perdido un buen número de documentos. La trascripción que se hizo a principios de la década de 1990, y su posterior publicación por la Asamblea de Extremadura, ha agrupado a las villas según el criterio de la pertenencia a un partido determinado. Esta obra ha puesto al alcance de cualquier interesado una información importantísima, contrastada, clara en muchas ocasiones, en la que se puede relacionar fácilmente la información de un pueblo con la de otro, y de un partido con otro diferente.

II. El Partido de Mérida.

Del Partido de Mérida se ha tenido la mala fortuna, como ya se ha citado, de haberse perdido buena parte de los expedientes referidos a los pueblos que la componían, circunstancia que condiciona cualquier estudio global sobre dicho partido. Pero a nivel local, gracias a los expedientes existentes, se pueden hacer algunos estudios pormenorizados. El Interrogatorio recoge íntegramente quince poblaciones, faltando veinticinco. Destacan entre éstas Montánchez y Mérida como entidades de cierta importancia en la época. Ha desaparecido, aproximadamente, el 60% de la información sobre el antiguo Partido de Mérida. Utilizando la obra Estremadura, de Tomás López, según pesquisa recogida en 1764, se puede conocer la totalidad de los pueblos del Partido de Mérida, que eran los siguientes:

Mérida, Calamonte, Alange, Palomas, Puebla de la Reina, Oliva de Mérida, Villagonzalo, Zarza de Alange, Torremejía, Fuente del Maestre, Aceuchal, Almendralejo, Arroyo de San Serván, Lobón, Montijo, Puebla de la Calzada, Arguijuela, Garrovillas, Esparragalejo, La Nava, Cordobilla, Carbonita, San Pedro, Don Álvaro, Trujillanos, Montánchez, Mirandilla, Carrascalejo, Aljucén, Villafranca de los Barros, Casas de Don Antonio, Torremocha, Albalá, Botija, Benquerencia, Valdefuentes, Torre de Santa María, Salvatierra de Santiago, Zarza de Montánchez, Valdemorales, Almoharín, Arroyomolinos, Alcuéscar, Valverde (Barrientos Alfageme, 1991, pp. 299 – 302).

De todos los interrogatorios conservados, excepto dos -los de Valverde y de Villafranca de los Barros- las demás localidades aparecían vinculadas al Gobernador o Alcalde Mayor de Montánchez, del cual recibían instrucciones políticas. Sin embargo, para asuntos fiscales, las órdenes llegaban desde Mérida. La información emanada de Salvatierra de Santiago lo ha dejado claro: «Deviendo hazer presente como está sujeta por lo respectivo a rentas reales, positos, real cavallería de el reyno y órdenes comunicadas por el señor Yntendente de esta provincia al cavallero gobernador de la ziudad de Mérida, como magistrado de dicho partido; y por lo que haze a montes y plantíos y demás órdenes comunicadas por las superioridades al alcalde maior de la villa de Montánchez» [Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Mérida. Asamblea de Extremadura, Mérida, 1994, pp. 363 y s., en adelante «IRAE»).

Las órdenes del señor Intendente de Extremadura, residente en Badajoz, se trasmitían a los pueblos de Albalá, Alcuéscar, Almoharín, Arroyomolinos, Benquerencia, Botija, Casas de Don Antonio, Salvatierra, Torre de Santa María, Torremocha, Valdefuentes, Valdemorales y Zarza de Montánchez, por el Gobernador de Mérida. No obstante, los mandatos de tipo político y judicial se recibían en estos pueblos por conducto del Alcalde Mayor de Montánchez, como se especificó en la información de la segunda respuesta de Botija, por ejemplo, y que consta casi de forma similar en todas esas localidades: «La elección de los sujetos para la administración de justicia se hace en virtud de real probisión que cada quinquenio se gana del Real Consejo de las Órdenes, y biene cometida al alcalde maior de la villa de Montánchez» [IRAE, p. 196].

Sin duda, este desdoblamiento de jurisdicciones, que se da atípicamente en el Partido de Mérida -y que si se estudian otros partidos no ocurre esa circunstancia- pudo ser debido a la superposición y anexión de jurisdicciones nuevas y antiguas. No hay que olvidar que Montánchez fue una importante Encomienda santiaguista en la Baja Edad Media y en los primeros siglos modernos (Maldonado Fernández, 2000, p. 920). Fue -junto a Mérida, Alange, Hornachos, Reina y Montemolín- una de las principales cabeceras de dicha Orden, proyectándose jurisdiccionalmente sobre todo su entorno. En cambio, Torremocha, del antiguo Partido de Montánchez expresó que pertenecía al Partido de Mérida. También constaba como afirmación implícita en algunos pueblos vecinos, aunque dependiendo en algunos asuntos del Gobernador de Montánchez: «Reconoze por cabeza de Partido a la ziudad de Mérida en lo concerniente a rentas reales, pósitos, ramo de cavallería, y demás zircularmente se comunica por el señor Yntendente General de esta provincia, y por lo que respecta a montes a la villa de Montánchez» [IRAE, p. 311]. Botija es «villa eximida y dista de la ciudad de Mérida, cabeza de partido nuebe leguas» [IRAE, p. 195].

Más de lo mismo contestó como primera respuesta los regidores de Zarza de Montánchez: «Este lugar de la Zarza es pueblo reputado por aldea de la villa de Montánchez, distante de la ziudad de Mérida, cabeza de partido ocho leguas (…) deviendo hacer presente como está sujeto por lo conzerniente a rentas reales, positos, real cavallería del reino, y órdenes sueltas; y por lo que mira a montes, plantíos, y demás órdenes comunicadas por las superioridades al señor alcalde mayor de la villa de Montánchez» [IRAE, p. 437]. Con respecto a Salvatierra de Santiago, esta información es exactamente igual a las villas referidas, es decir, recibía las órdenes fiscales desde Mérida, y desde Montánchez las administrativas y judiciales [IRAE, p. 251]. Benquerencia también respondió en la línea anterior: «Distante de la ziudad de Mérida, caveza de partido ocho leguas» [IRAE, p. 171].

Así pues, los pueblos agrupados en este volumen, excepto algunos -Torremocha, Botija, Zarza de Montánchez, Salvatierra de Santiago y Benquerencia-, y los otros dos referidos al principio -Villafranca de los Barros y Valverde- los demás aparecían como integrantes del Partido de Montánchez. Ni siquiera mencionan a Mérida ni en la relación de distancias:

a) Albalá: Este pueblo es pedáneo de la villa de Montánchez, caveza de partido» [IRAE, p. 49].

b) Alcuéscar «Es villa del Partido de Montanchez, dista de la caveza de partido una legua» [IRAE, p. 65].

c) Almoharín: «Esta villa es eximida de la de Montánchez, cabeza de partido» [IRAE, p. 115].

d) Arroyomolinos: «Este pueblo es villa eximida, dista de la capital, que es Montánchez, cabeza de este partido una legua» [IRAE, p. 141].

e) Casas de Don Antonio: «No es caveza de partido, y si en quanto a montes y plantíos está sujeta a la capital, de Montánchez» [IRAE, p. 219].

f) Torre de Santa María: «Aldea de Montánchez, que es su cabeza de partido» [IRAE, p. 285].

g) Valdefuentes: «Este pueblo es villa, distante de la caveza de partido una legua [Montánchez], y de la subdelegazión siete [Mérida]» [IRAE, p. 339].

h) Valdemorales: «Aldea sujeta a el señor governador de la villa de Montánchez» [IRAE, p. 363].

Además, Montánchez y Mérida contaban con Oficio de Hipotecas. Según el Diccionario Escriche era «una oficina establecida en cada cabeza de partido para tomar razón de las escrituras que se otorguen ante los escribanos de los pueblos del distrito; con el objeto de que puedan llegar a noticia de todos, las compras, ventas, hipotecas, censos, tributos y cualesquiera otros gravámenes de los bienes raíces, evitándose así ocultaciones y fraudes, y de que en el caso de perderse los protocolos y originales, puedan sacarse otras copias que las reemplacen» (Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, de Joaquín de Escriche, Madrid, 1876, tomo IV, p. 354).

Así, en la respuesta de Casas de Don Antonio se afirmó «no haver en ésta Oficio de Ypotecas, por subsistir éste en la capital de Montánchez» [IRAE, p. 221]. Similar fue la respuesta que ofreció el Concejo de Zarza de Montánchez: «No hai Ofizio de Hipoteca alguno por hallarse éste en la villa de Montánchez, como es prevenido por repetidas reales órdenes» [IRAE, p. 439]. El otro Oficio de Hipotecas se encontraba en la ciudad de Mérida. Además, Montánchez era sede de una administración de correos, circunstancia que se justificaba por su entidad superior. Así quedó reflejado en una información de Valdemorales: «Al administrador del correo de la villa de Montánchez, ciento y cinco reales» [IRAE, p. 365].

Existe, pues, una confusión entre las dependencias jurisdiccionales, por un lado entre las poblaciones anejas de la antigua Encomienda de Montánchez, que decían pertenecer al partido de este último, pero que expresan, a efectos fiscales, depender de Mérida. En la obra de Tomás López se verificó que todas las localidades conformaban el Partido de Mérida. La falta de los expedientes de Montánchez y Mérida no aclara algunos extremos de estas contradicciones. La explicación más ajustada a la realidad ya ha sido defendida, y es la superposición o agregación de unas jurisdicciones antiguas, inoperantes las más, a otras modernas. Incluso podía tener un origen eclesiástico, pues en el antiguo Provisorato de Mérida, de la Orden de Santiago, el Provisor de Mérida tenía competencias sobre el Partido de Montánchez, como el de Llerena lo era de los partidos de Segura de León y Hornachos, que además fueron en su día destacadas Encomiendas de Santiago (López y López, 2002, p. 316).

Así con respecto a esto último, es elocuente la información que proporciona el Diccionario geográfico-estadístico de Madoz. A mediados del siglo XIX, los pueblos que habían formado el antiguo Partido de Mérida pertenecían al Provisorato de Mérida, encuadrándose estas mismas localidades en los diferentes partidos judiciales -Almendralejo, Mérida y Montánchez-. Esto significó una confusión de las jurisdicciones eclesiástica con civil. Así, el recuerdo en el ámbito civil quedaría reflejado en una jurisdicción eclesiástica el resto del siglo XIX. Los pueblos del antiguo Partido de Mérida pasaron en el siglo XIX unos a la provincia de Badajoz y otros a la de Cáceres. Al mismo tiempo, se crearon unos partidos judiciales cuya estructura jurisdiccional se ha conservado hasta la actualidad.

 

Pueblo Provincia Partido Judicial
Almendralejo Badajoz Almendralejo
Aceuchal Badajoz Almendralejo
Arroyo de San Serván Badajoz Mérida
Alange Badajoz Mérida
Almoharín Cáceres Montánchez
Alcuéscar Cáceres Montánchez
Arroyomolinos de Montanchez Cáceres Montánchez
Albalá Cáceres Montánchez
Aljucén Cáceres Mérida
Benquerencia Cáceres Montánchez
Botija Cáceres Montánchez
Calamonte Badajoz Mérida
Casas de Don Antonio Cáceres Montánchez
Cordobilla Badajoz Mérida
Don Álvaro Badajoz Mérida
Esparragalejo Badajoz Mérida
Lobón Badajoz Mérida
La Garrovilla Badajoz Mérida
La Nava Badajoz Mérida
La Oliva Badajoz Mérida
Mérida Badajoz Mérida
Montijo Badajoz Mérida
Montánchez Cáceres Montánchez
Mirandilla Badajoz Mérida
Puebla de la Reina Badajoz Mérida
Puebla de la Calzada Badajoz Mérida
Palomas Badajoz Almendralejo
Salvatierra de Santiago Cáceres Montánchez
San Pedro Badajoz Mérida
Torremejía Badajoz Mérida
Trujillanos Badajoz Mérida
Torremocha Cáceres Montánchez
Torre de Santa María Cáceres Montánchez
Torremayor Badajoz Mérida
Valdefuentes Cáceres Montánchez
Valdemorales Cáceres Montánchez
Valverde de Mérida Badajoz Mérida
Villagonzalo Badajoz Mérida
Villafranca de los Barros Badajoz Almendralejo
Zarza de Montánchez Cáceres Montánchez
Zarza de Alange Badajoz Mérida
(Madoz, 1848, tomo XI, p. 388)

Posiblemente, este Partido de Montánchez a que se refiere en 1791 pueda ser un corregimiento. Un plano de 1829, procedente del Archivo Histórico Provincial de Cáceres (referencia: ES AHP MPD 016) sobre el arreglo del Corregimiento de Montánchez puede ser la clave. Aparece en un lateral de aquél los pueblos de su corregimiento, y otros que se intentan agregar, que son, exceptuando Torrequemada, Carmonita, Cordobilla, Miajadas y Escurial, todos los que decían pertenecer, en 1791, al Partido de Montánchez. Eran los que varios años después, exceptuando estos últimos mencionados, integraron el Partido Judicial de Montánchez. Es decir, Albalá, Alcuéscar, Almoharín, Arroyomolinos, Benquerencia, Botija, Casas de Don Antonio, Montánchez, Salvatierra de Santiago, Torre de Santa María, Torremocha, Valdefuentes, Valdemorales, Zarza de Montánchez (Madoz, 1848, tomo XI, p. 521).

III. Jurisdicción eclesiástica.

Si en el ámbito civil existe cierta confusión, no es así en el ámbito eclesiástico. Todas las localidades enmarcadas en el Partido de Mérida afirmaron pertenecer a la Orden de Santiago. Valga el ejemplo de Zarza de Montánchez: «Este therritorio no es de diózesis [ordinaria] alguna, a virtud de ser comprehendido en lo therritorial a la Orden de Santiago, y tener en la jurisdizión eclesiástica el ylustrísimo señor Prior de León, vere nulius, sin embargo, sus alzadas y apelaziones en los juizios corresponden al sacro y Real Consejo de Órdenes Militares» [IRAE, p. 438]. Otro ejemplo, fuera del entorno de Montánchez, puede ser Valverde, «que en lo eclesiástico es el territorio de la Orden de Santiago, y Priorato de LeónNulius» [IRAE, p. 383]; o Villafranca de los Barros: «Todas [las villas aledañas y Villafranca] comprehendidas en el territorio de la Orden de Santiago, a quien corresponde» [IRAE, p. 419].

Es importante dedicarse a este asunto, pues todavía a esta altura del siglo XVIII la Orden de Santiago poseía en la vida eclesiástica -y porque no, en la civil- una gran influencia en este territorio. En cuestiones civiles, como fue la elección de oficios concejiles, la autorización emanaba del Consejo de Órdenes Militares, no de la Real Chancillería de Granada o de la Audiencia de Sevilla, o después de la Real Audiencia de Extremadura como era lógico. Ejemplo sería la villa de Alcuéscar, villa realenga, que como las demás, seguía un tortuoso proceso administrativo para renovar los oficios del concejo, y que la primera autorización venía del dicho Consejo, no de la Real Chancillería de Granada: «Las elecciones de justicia se hazen por el Governador o Alcalde Maior de la caveza de este Partido [de Montánchez], con licencia del Supremo Consejo de Órdenes» [IRAE, p. 66].

Estas irregularidades -en la que se mezclaban las realidades eclesiástica y civil- deben entenderse en su contexto histórico y en la evolución dela Orden de Santiago. Nacida ésta en la Edad Media, y por recompensa por los servicios en la Reconquista le fueron cedidos numerosos territorios enla Mancha y en Extremadura fundamentalmente. Tuvo en sus primeros siglos una independencia casi total de la Corona. En el siglo XVI, la Monarquía hispánica consiguió la administración de la misma, así como la facultad de proveer los cargos eclesiásticos en su territorio. El hito cronológico de esta disposición se produjo el 4 de mayo de 1523, fecha en la que fue concedida la bula por la que se convirtió el rey de Castilla y de León en Gran Maestre y administrador perpetuo (López y López, 2002, p. 307.

De esta manera, todas las villas pasaban a ser dependientes del Rey, y serían por tanto villas realengas. De los expedientes consultados, sólo Valdefuentes es villa de señorío, perteneciente al Duque de Abrantes. Era frecuente en la época moderna la enajenación de territorios de realengo a favor de los señores jurisdiccionales, aunque no se indica en la pregunta correspondiente -segunda- el origen del señorío de Valdefuentes. Aunque, fue enajenada, pertenecía todavía en lo eclesiástico al Priorato de León [IRAE, p. 339]. Felipe II la vendió el 11 de julio de 1588 a favor de Álvaro de Sande, I Señor de Valdefuentes (Rubio Rojas, 1992, tomo X, p. 67). Más tarde, en 1616, Felipe III le nombró I Marqués de Valdefuentes. Por el matrimonio de Ana de Sande con Alfonso de Lancáster, I Duque de Abrantes, se vinculó al marquesado de Valdefuentes el ducado de Abrantes, convirtiéndose por su política matrimonial en uno de los linajes más prósperos del ámbito extremeño (Sánchez Marroyo, 1992, p. 68).

Inmediatamente después del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, al Prior de León se le invistió de la dignidad episcopal. Desde 1797 residiría en Llerena, dirigiendo desde allí todo este vasto territorio (López y López, 2002, pp. 312 y s.). Casi todos los pueblos del Partido de Mérida pertenecieron al Provisorato de Mérida. El provisor era teniente de vicario general en el territorio de su jurisdicción. A su vez, el cargo de vicario general fue creado en 1600 para suplir en la provincia la ausencia del Prior de San Marcos de León, pues no residía en Extremadura (López y López, 2002, pp. 315 y s.). Esta jurisdicción eclesiástica fue suprimida en 1873, integrándose este territorio en el Obispado de Badajoz. Esta decisión no fue acogida favorablemente entre muchos clérigos y provocó un episodio cismático muy conflictivo (Cfr. Barragán-Lancharro, 2003).

IV. La administración municipal en el Partido de Mérida según el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura.

De entre los pueblos que se conservan expedientes se pueden clasificar, atendiendo a su naturaleza jurídica, de tres formas:

1. Villas realengas, en el caso del Partido de Mérida, antiguas dependientes del Señorío de la Orden de Santiago, que después pasaron a la Corona. Eran consideradas totalmente realegas, pero con ciertas irregularidades, como era la dependencia del Consejo de las Órdenes Militares. En este caso estaban las localidades de Alcuéscar, Almoharín, Arroyomolinos, Botija, Casas de Don Antonio, Salvatierra de Santiago, Torre de Santa María, Torremocha, Valverde y Villafranca de los Barros.

2. Pueblos pedáneos, dependientes de una entidad mayor, teniendo sus funciones muy condicionadas por las decisiones que se tomaban desde el concejo del que dependían. Este es el caso de Albalá, Benquerencia, Valdemorales, y Zarza de Montánchez; dependientes todas de Montánchez.

3. Villa sujeta al régimen señorial, antiguamente de carácter realengo, y que por voluntad real cambió de condición jurídica. El único caso que se da es el de Valdefuentes, en el que su señor el «excelentísimo señor Duque de Abrantes, marqués de ésta, quien sólo es dueño de la jurisdicción» [IRAE, p. 339].

Para el estudio de la composición de los concejos en el Partido de Mérida se ha analizado detenidamente la información emanada de la pregunta segunda del interrogatorio. En las villas realengas, la máxima autoridad era el Alcalde Mayor o Gobernador, siempre nombrado «por su majestad a consulta del Real Consejo de las Órdenes Militares, sin tener comisión ni subdelegazión alguna» [IRAE, p. 312]. El gobernador o alcalde mayor de una villa de señorío era nombrado por el titular del mismo, y sólo llevaba a efecto la representación política de su superior. En Valdefuentes, aparte de no residir en la villa, provocaba, cuando estaba allí, roces con los alcaldes ordinarios cuando éstos aplicaban o supervisaban algún caso: «Su alcalde [ordinario] exerze la jurisdizión ordinaria sin límite alguno, pero a presenzia del maior, no quiere éste la tenga, y sí corren todo el juzgado verbal y judizial ante él, como se ha experimentado» [IRAE, pp. 339 y s.]. Aunque no formaba parte del concejo, podía presidir sus reuniones, pudiendo así ejercer su influencia sobre el mismo.

El ayuntamiento estaba formado por una serie de oficiales concejiles, y su nombramiento se hacía en nombre del rey, incluso en las villas de señorío. Algunos cargos se elegían por el criterio de mitad de oficios. La respuesta de Valverde especificó la mitad de oficios como la forma de elegir «uno por el estado noble, y otro de por el estado de los hombres buenos [o pecheros]» [IRAE, p. 384]. En cambio, no en todos los lugares había mitad de oficios, a veces por circunstancias relacionadas con la entidad del municipio no existía: Era la circunstancia de Casas de Don Antonio: «Es esta villa realenga, en la que no hay mitad de oficios» [IRAE, p. 220].

Por este criterio de mitad de oficios eran elegidos los dos alcaldes ordinarios, los regidores perpetuos, y los alcaldes de la Santa Hermandad. El número de alcaldes y de regidores variaban según la entidad del municipio. Así, cada municipio tenía un número determinado de alcaldes y regidores, exceptuando Torremocha y Villafranca, en los demás se señaló la existencia de alcaldes ordinarios. Por lo que respecta a los regidores de los pueblos de la influencia de Montánchez, tenían normalmente dos oficios de regidores, excepcionalmente en Torremocha había cuatro. En otra zona, Villafranca contaba con dos, y Valverde con diez oficios, tres de éstos eran regidurías vacantes.

En cuanto a la figura del alcalde ordinario, el Diccionario Escriche dice que era «el que ejercía la jurisdicción ordinaria en algún pueblo, habiendo sido elegido a este fin por sus vecinos. Llamábanse ordinario, porque el orden establecido por derecho, exigía que todos los que habitaban en su distrito, acudiesen a el en sus litigios; siendo preciso, para eximirse de su jurisdicción, manifestar el goce de otro fuero». Además, «los alcaldes ordinarios tenían la misma jurisdicción que los alcaldes mayores, y conocían, por consiguiente, en primera instancia, de las causas civiles y criminales hasta la sentencia definitiva, de oficio o a instancia de parte» (Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, de Joaquín de Escriche, Madrid, 1874, tomo I, p. 424).

En una reforma del S. XVIII, y por decisión del Consejo de cinco de mayo de 1766 se introdujeron las figuras de los «diputados de abastos» y «síndicos personeros del común». Estaban éstos encargados de «evitar a los pueblos todas las vejaciones que por mala administración o régimen de los concejales padezcan en los abastos, y que todo el vecindario sepa como se manejan…». Así, se implantaron estos oficios como contrapeso a la actuación de la oligarquía tradicional. En la Instrucción del Consejo de 26 de junio de 1766 se señaló su elección anual por los vecinos seculares y contribuyentes. Su cargo era incompatible con cualquier oficio concejil simultáneo.

La mención en las respuestas de cargos por lugares es de la siguiente manera:

1. Albalá: «[En el recuento electoral] se sacan un alcalde y regidor de ambos estados» [IRAE, p. 50]. 2. Alcuéscar: «En la villa de Alcuéscar en los quinze días del mes de marzo de del año de mil setecientos noventa y uno, los señores don Francisco de Cázeres Cordovés, y Miguel Fernández Antillano; don Diego Giménez Retamal y Bizente García Burgos, alcaldes y regidores de ella por su magestad y mitad de oficios» [IRAE, p. 65]. 3. Almoharín: «Cada año se desinseculan dos alcaldes ordinarios y dos rexidores de uno y otro estado noble y general» [IRAE, pp. 115 y s.]. 4. Arroyomolinos «Los alcaldes y dos regidores en cada un año» [IRAE, pp. 141 y s.]. 5. Benquerencia: «Un alcalde y dos rexidores cada año» [IRAE, p. 172]. 6. Botija: «Habiendo cada año dos alcaldes y dos rexidores» [IRAE, p. 196]. 7. Casas de Don Antonio: «Su número en cada año son de dos alcaldes y dos rexidores» [IRAE, p.220]. 8. Salvatierra de Santiago: «Haviendo cada año dos alcaldes y dos rexidores» [IRAE, p. 252]. 9. Torre de Santa María: «Percibe dicho alcalde [pedáneo] y dos regidores cada año, por reglamento, quatro ducados cada uno» [IRAE, p. 286]. 10. Torremocha: «Tiene su ayuntamiento compuesto por quatro regidores» (…) [IRAE, p. 312]. 11.Valdefuentes: «Un alcalde y dos regidores» (…) [IRAE, p. 339]. 12. Valdemorales: «Sólo sirven un alcalde y dos regidores cada un año» [IRAE, p. 364]. 13. Valverde: «Dos alcaldes y diez regidores perpetuos, de los quales tres están vacantes» [IRAE, p. 384]. 14. Villafranca: «Hay mitad de oficios, haciendo el de regidores que se compone de dos, uno por cada estado» [IRAE, p. 419]. 15. Zarza de Montánchez: «Perzibe su alcalde anualmente y dos rexidores cinquenta reales» [IRAE, p. 438].

Aparte de estos cargos municipales, existían otros más variados. En Almoharín «hay un procurador síndico, dos diputados del común, un mayordomo de propios y arbitrios, un depositario y un ynterventor del real pósito, un alguazil mayor, un ministro ordinario, y un peón público» [IRAE, p. 116]. El alguacil era encargado de hacer ejecutar las penas y custodiaba la cárcel real en cada villa, por ello su origen era muy concreto. En Arroyomolinos de Montánchez el «alguazil maior perpetuo con voz y voto en ayuntamiento, con preferenzia a los caballeros regidores según su real título» [IRAE, p. 142].

El concejo se reunía una vez a la semana por lo menos, solía tratar de una serie de asuntos, que después eran anotados en el libro capitular (acuerdos) o en el libro de propios (gestión económica) por el escribano del mismo (Maldonado Fernández, 2000, pp. 937 y s.):

a) Designación de oficiales al servicio del municipio. En Salvatierra de Santiago se nombran «celadores de montes, guardas y veedores de daños y boyada» [IRAE, p. 252].

b) Distribución, explotación y control de las tierras comunales y las concejiles. En Torremocha «dichos regidores tienen salario anual cien reales, y se les faculta para custodiar la oja, acotados y montes, todo con arreglo a la ynstitución de estos ofizios y privilegios de villazgo» [IRAE, p. 312].

c) Organización de comisiones de peritaje para el control de las mojoneras de las tierras del término, de las comunales y las del concejo. En el interrogatorio correspondiente a Villafranca, se cita excepcionalmente este caso: «En la mañana del día veinte y quatro de marzo, en virtud del previo aviso dado a la justicia de la villa de Villafranca, haviendo llegado al sitio llamado del Pilón, por donde principia su término al entrar desde la villa de Alange, comparecieron Diego García Santiago y Joseph Hernández, labradores; Diego Benítes Gallardo, y Juan Gutiérrez de los Casares, pastores; peritos nombrados por esta villa para el reconocimiento de su término» [IRAE, p. 434].

d) Reparto entre el vecindario de los impuestos (alcabalas, servicios reales…) y los gastos del concejo. Quienes llevaban el peso de los impuestos era el estado general. Estaban eximidos de tales cargas el estado noble y el estado eclesiástico. Así, en Salvatierra de Santiago, cuando se contrataban guardas oculares para vigilar los presos, quienes salían perjudicados no eran éstos, sino el estado general que era que sufragaba los gastos: «Haviendo reos de consideración es forzoso custodiarlo con guardas oculares, lo que es mui gravoso al vecindario, y especialmente a los de el estado general que siempre son los que ausilian en semejantes lanzas» [IRAE, p. 253].

e) Convocatoria de las licitaciones para nombrar los abastecedores oficiales del vino, aceite, pescado… Por ejemplo, en Alcuéscar «hay quatro abastos públicos, que son el de carne de macho cabrío, el del vino, jabón, y aguardiente; el de carne no tiene otra pensión que la de paga un quarto en libreta por sí de alcavala; el del vino paga en presente año a beneficio público setecientos veinte reales; el de jabón paga, según costumbre, por razón del quarto en libra mil ciento nueve reales; el aguardiente paga noventa y nueve reales y maravedíes, cuyos importes se imbierten a beneficio del encavezamiento que tiene esta villa echo con el administrador de rentas generales de la ciudad de Mérida» [IRAE, p. 67].

f) Control de las pesas y medidas dentro del municipio, ajustado al Marco de Ávila. Así, la mención que se hace la respuesta dada por Valdemorales es de la siguiente manera: «Los pesos y medidas que se usan son los mismos que usan los pueblos confinantes, con arreglo al Poste de Ávila» [IRAE, p. 364]. Por otro lado, en Valverde «los pesos y medidas de que aquí se usa son conformes con los de la ziudad de Mérida, esto es, la vara de medir arreglada por la de Burgos, la arroba de bino por la de Toledo, y la de granos por la de Ávila, y se nota que la fanega de granos de la Guareña es un quartillo menos que la de ésta, i en los demás pueblos confinantes está conforme con las de esta villa» [IRAE, p. 387].

g) Administración económica del municipio, constituyendo la Junta de Propios. Así los ingresos eran examinados por esa junta y el concejo. En Valdemorales, los ingresos de «este concejo se vale solamente de que dan por las yervas de la dehesa, y del fruto de bellota que da de sí el corto monte de ella, que a corta diferencia por quinquenio se haze cada año mil trescientos reales, de los que se pagan veredas, reales órdenes, copias de ellas, que suelen ascender unos años con otros a la cantidad de seiscientos treinta reales, del situado del señor alcalde quarenta y quatro reales, el fiel de fechos doscientos quarenta y cinco reales, el ministro diez y ocho, al administrador del correo de la villa de Montánchez ciento y cinco reales, y al que recibe las cartas y las reparte veinte reales» [IRAE, p. 365].

h) Tomar medidas referentes al socorro de pobres necesitados, así como el fomento de la higiene pública, mercados públicos…

Los cargos de alcaldes ordinarios y de regidores se renovaban cada anualmente según un proceso electoral que se producía cada cinco años. Las elecciones eran muy restringidas, y el control del concejo en materia de listas de votantes era total. La corrupción política en esos comicios estaba servida de antemano, sobre todo cuando eran concejos con muchos bienes que administrar. El voto se emitía en varias fases según el estamento al que perteneciera el individuo que tenía derecho al sufragio. Este proceso ha quedado bien descrito, a diferencia de otros pueblos, en la respuesta de Valverde:

«Hai en ella mitad de ofizios, la qual se observa en la elección que anualmente se haze de dos alcaldes ordinarios, uno por el estado noble y el otro por el de hombres buenos, y asímismo, de otros dos alcaldes de la Santa Hermandad por sus respectibos estados; los alcaldes ordinarios se nombran por ynseculación que se haze una en cinco años conforme a la ley de este territorio, y en esta forma con testimonio que se remite por medio del caballero governador del partido al señor fiscal del Real Consejo de las Órdenes, de estar evacuado el cántaro y concluida la ynseculación nueva cometida al gobernador de dicha ziudad de Mérida, el qual en virtud de ella se constituie la villa, acompañado de escribano y alguazil, y hace presente su cometido al ayuntamiento, y pide testimonio del vezindario (que se le entrega), con expresión de eclesiásticos, nobles y demás vezinos, manifestando en ellos hacendados con bienes que poseen, y con vista de este documento, llama primeramente a los del estado eclesiástico para que nombren seis personas para alcaldes ordinarios por el estado noble, y otros tantos para dicho empleo por el general; después rezibe los votos de los que componen el ayuntamiento para el propio fin, luego practica igual diligenzia con los del estado noble; y últimamente examina para lo propio del estado de hombres buenos y entre labradores de los más ricos y honrados, y de los pobres hasta el número de quarenta personas; después de rezibidos todos los botos, haze escudriño de las cinco personas en quienes han recaído la pluralidad para dicho empleo de alcaldes ordinario por el estado noble, y forma cinco papeletas que comprehende cada una de ellas el nombre y apellido del sugeto que debe servir dicho empleo por un año, con los votos que ha tenido, la fecha y firma del governador en esta forma: Fulano de tal, alcalde ordinario de esta villa por un año, con quarenta votos, Valberde y maio a 20 de 1780, don Miguel Maldonado.

Estas cinco papeletas se introducen por dicho governador cada una de por sí en unas bolillas de madera abugeradas por medio, y después forma otra papeleta del sugeto que ha seguido en votos a los de las cinco anteriores, y la introduze en otra bolilla, la qual, a diferencia de aquéllas, le rodea un hilo enzerado porzima, y la introduze con las otras cinco en el cántaro de madera de los alcaldes ordinarios por el estado noble; advierto que esta última papeleta y bolilla que enzierra sólo sirve para exerzer el empleo por muerte, ausenzia y u otro legítimo ympedimiento de las personas comprehendidas en las cinco primeras, por cuia razón sólo se extrae en estos casos, y se le nota con la dicha diferencia del hilo, y se estiende también en diversa forma, a saver: Fulano de tal, alcalde ordinario por su estado noble de esta villa en el ylo por ausentes, muertos o legítimamente ympedidos, Valberde y maio, 20 de 1780, don Miguel Maldonado.

En los mismos términos y conformidad forma dicho governador otras seis papeletas para los que ha de servir el empleo de alcalde ordinario de hombres buenos, y las introduze en otro cantarillo; así este como el de los alcaldes por el estado noble tienen su rótulo que los distingue y dize el uno estado noble y el otro estado general; y luego que están introduzidas en cada uno de ellos sus respectivas bolillas, se zierran con sus llaves que recoje el cura párroco, y después se meten estos cantarillos en un arca resguardada con tres llaves, que conservan los dos alcaldes ordinarios y el regidor decano. Todas estas diligenzias las practica el governador y su escribano por sí solos, de modo que en el pueblo no se save que sugetos son los que quedan encantarados, y las remite originales a dicho Real Consejo de las Órdenes.

Llegado el día de año nuevo, se junta el aiuntamiento en la forma acostumbrada, que es a son de campana, y pasa recado de atención al cura párrocho para que concurra con las llaves de los cantarillos, y asista a la desinculazión como un testigo de maior excepción, y no en otro conzepto, y juntos todos se prozede a abrir el arca con las respectivas llaves, de la que se extraen los cantarillos por el regidor decano, ambos a un tiempo, y avierto por dicho cura párroco el del estado noble, por un niño de corta edad, que está prevenido, se extrae una de las bolillas en él contenidas, y la entrega al párroco, quien saca la papeleta que está metida en ella, y la lee públicamente, y da a leer a todos los demás del ayuntamiento para que se certifique, y que el sugeto escrito en dicha papeleta es el alcalde ordinario por el estado noble en todo aquel año; y la misma diligenzia, y en los propios términos se executa la saca de otra bolilla del cántaro de alcaldes ordinarios por el estado de hombres buenos; y en acto continuado, sin disolverse el ayuntamiento, se le pasa recado por medio del ministro ordinario para que vengan a tomar posesión dando las fianzas de la ley, y después se presentan, se les rezibe el juramento acostumbrado, y se les da posesión de sus empleos, entregándoles las varas de justicia, y ocupando los asientos de los que zesan en dichos empleos, con la qual fianza que presta en dicho acto se concluie éste, y se disuelbe el ayuntamiento.

Ello pasa así quando los sugetos contenidos en las bolillas no tienen legítimo ympedimento o se hallan muertos o mudados de vecindad, pues en estos dos últimos casos, o se rompen las bolillas, o se quedan fuera del cántaro, y se pasa a extraer otra; y en el primero de tener legítimo impedimento, y se gradúa por tal por el ayuntamiento, se relanza la papeleta, esto es, se buelve a introduzir en el cántaro, y se saca otra, pero si la persona que tiene ympedimento, y sale por alcalde es en el último año de la ynseculación, en este caso no se relanza su boleta, sino que se queda fuera, y se extrae la de ylo. Los dos alcaldes de la Santa Hermandad, uno por el estado noble, y otro por el general, se nombran asímismo el día primero de cada año por el ayuntamiento a pluralidad de votos, y los dos sugetos o personas a quienes se verifica ésta, son llamados también, y se les da posesión en acto continuado después de la de los alcaldes ordinarios». [IRAE, pp. 384-386].

Todo este proceso tenía su base legal en las leyes que formaron los Capítulos Generales de Madrid y Toledo de 1560 – 1562, por el cual, como se ha podido constatar, imponía un sistema profundamente oligárquico; además de controlar, férreamente, la corona, por medio del gobernador de todo el proceso, así como la vida concejil:

«Don Felipe, por la gracia de Dios, rey de Castilla, León (…), administrador perpetuo de la Orden y Caballería de Santiago (…), a nuestro gobernador, o juez de residencia que sois o fuéredes de la Provincia de León, a cada uno y cualquiera de vos, sabed que habiéndose hecho Capítulo General de la dicha orden, que últimamente se celebró, en el que se hizo una Ley Capitular de la dicha Orden, cerca del orden que se ha de tener en la elección de alcaldes y regidores (…) habemos proveído, y mandamos que aquello se cumpla y se execute inviolablemente, según más largamente, y en la dicha provisión se contiene, su tenor del qual es el que sigue: (…) por quanto por experiencia se ha visto que sobre la elección de los alcaldes ordinarios y regidores de los concejos de las villas y lugares de nuestra Orden ha habido, y hay, muchos pleitos, cuestiones, debates y diferencias, en que se han gastado, y gastan mucha cuantía de maravedíes, y se han hecho y hacen muchos sobornos y fraudes (…) por quanto, por evitar y remediar lo suso dicho, establecemos y ordenamos que de aquí adelante se guarde y se cumpla y tenga la forma siguiente (…) y de cada uno de ellos pondrán se su propia letra en un papelito, y doblado lo meterá dentro de una pelotita de cera, la qual redondeará con una turquesa de bodoque, de manera que todas las pelotillas sean iguales, y echará los que fueren nombrados para alcaldes en un cantarillo de madera, y los que para regidores en otro, cada uno de los quales ha de tener su llave (…) los dichos cantarillos se meterán en un cofre o arca que tengan quatro llaves, y la una ha de tener un alcalde, y la de otro el otro, la otra el regidor más antiguo, y la otra el cura del lugar». (Maldonado Fernández, 2000, pp. 933 y s.).

En cuanto a los escribanos, en todos los pueblos residían estos funcionarios. Daban fe de los actos del concejo, legalizaban las cuentas de propios, tomaban testimonios judiciales, y notificaban cualquier requerimiento. Además es notario público. En el Partido de Mérida existían ciertas reminiscencias del periodo plenamente santiaguista, pues eran proveídas las escribanías, a petición de los concejos, por la Mesa Maestral de la cabeza de partido a aquéllos que tuviesen el título de escribano expedido por el Real Consejo de las Órdenes. Recibían sus estipendios del concejo por los servicios a éste, y cobraba además honorarios por sus servicios de notario según un arancel.

Este es el caso de Albalá: «Aquí la escribanía de ayuntamiento, en que éste nombra a sujeto que obtenga título del Consejo de las Órdenes, y por lo que haze a lo público, la harrienda la Mesa Maestral de la ciudad de Mérida a escrivanos aprobados en dicho Real Consejo de Órdenes, pagándose de propios al escribano de ayuntamiento seiscientos reales anuos, y en defecto de ese se sirve por un fiel de fechos como suzede de presente por el mismo salario; no savemos haya aranzel alguno para sus derechos, y sí siguen llevando lo que sus antecesores» [IRAE, p. 50]. En otros lugares, como en Almoharín, residían dos escribanos, lógicamente con funciones distintas: «El uno de cortes y el otro de reynos, el primero exerze lo público y juzgado nombrado por la Mesa Maestral de la Ciudad de Mérida, a quien perteneze su arriendo; y el otro es del ayuntamiento y pósito, nombrado por dicho ayuntamiento» [IRAE, p. 116].

Además, bajo su responsabilidad se custodiaban todos los documentos del concejo. La justicia ordinaria de la villa tenía la obligación de requerirle los documentos municipales que poseyera en caso de traslado, o a su familia cuando falleciera, de tal forma como se manifiesta en la pregunta sexta del interrogatorio; por ejemplo, en la respuesta de Zarza de Montánchez se pone de manifiesto algunos de estos extremos: «En este lugar, aunque se ha ausentado y fallezido escribanos, las justicias han recogido los protocolos y papeles que se hallavan en su poder, los que se hallan custodiados con la seguridad conveniente sin estravío alguno en el archibo de tres llaves» [IRAE, p. 439].

V. Las casas de ayuntamiento, pósitos y cárceles en el Partido de Mérida.

En cuanto a las casas consistoriales en el Partido de Mérida, el panorama era desolador: Donde no había, el ayuntamiento se reunía en el pósito; y si existían estos edificios, amenazaban completa ruina. Pocas excepciones concurrían en cuanto a esos edificios en condiciones de uso y bien reparados. La casa pública capitular solía albergar varias dependencias: a) La cárcel real existía en todas las localidades. b) El archivo donde se custodiaban los papeles del concejo y los protocolos notariales, malamente en muchas ocasiones, sin prevenir el cuidado. Y c) El pósito, que podía tener además anejo una panera. Podía faltar el ayuntamiento o casas del cabildo, pero nunca la cárcel, el pósito o el lugar para albergar el archivo público. Éste, a falta de casa consistorial, podía ser custodiado en la oficina del pósito. En el archivo se salvaguardaba, bajo tres llaves, los libros de acuerdos, los libros de propios -que solían estar en una arca propia-, y los protocolos notariales, recogidos éstos por la justicia concejil al fallecer o al trasladarse el escribano.

En la Novísima Recopilación, aunque publicada en 1805, recogía las leyes antiguas que establecieron los cimientos del municipalismo. Así, enla Ley I del Título II (De los Concejos y Ayuntamientos de los pueblos) del Libro séptimo (De los pueblos y de su gobierno civil, económico y político). Esta Ley, promulgada por los Reyes Católicos en Toledo en 1480 disponía la construcción de casas públicas capitulares en los pueblos:

«Ennoblécense las ciudades y villas en tener casas grandes y bien fechas, en que fagan sus ayuntamientos y concejo, y en que se ayunten las Justicias y Regidores y Oficiales a entender en las cosas cumplideras a la república que han de gobernar. Por ende, mandamos a todas las Justicias y Regidores de las ciudades y villas de nuestra Corona Real y a cada una dellas, que no tienen casa pública de Cabildo o Ayuntamiento para se ayuntar, de aquí adelante cada una de las dichas ciudades y villas fagan su casa de Ayuntamiento y Cabildo donde se ayunten, so pena que en la ciudad o villa donde no se hiciere, que desde en adelante, siendo por su culpa, los dichos oficiales hayan perdido y pierdan los oficios de Justicias y Regimiento que tuvieren».

La Ley II -promulgada en Sevilla en 1500- se refería otra vez a la construcción de casas consistoriales, además de cárceles y el arca de los libros: «Mandamos a los corregidores que se informen si en la ciudad, villa o lugar donde fueren proveídos, hay casa de concejo, y cárcel qual convenga, y prisiones, y si no las hubiere, den orden como se hagan. Y otrosí, que hagan arca donde estén los privilegios y escrituras del concejo a buen recaudo, que a lo menos tengan tres llaves, que la una tenga la Justicia, y la otra uno de los regidores y la otra el escribano del Concejo, de manera que no se sacar de allí, y que quando hobiese necesidad de sacar alguna escritura, la saque la Justicia y regidores; y que aquel a quien la entregaren se obligue de tornarla dentro de cierto término, y de conocimiento dello, y quede en el arca del Concejo; y que el escribano del Concejo tenga cargo de solicitar que se torne, el qual escribano haga hacer los libros que tenemos mandado que se hagan, según y como se contiene en la ley siguiente, y execute la pena en ella contenida; y haga que en la dicha arca estén las Siete Partidas, y las leyes del Fuero, y este nuestro libro y las más leyes y pragmáticas, porque habiéndolas, mejor se puede guardar lo contenido en ellas».

Los concejos con más posibilidades contaban con sala capitular, donde podían hacer cómodamente las reuniones concejiles. La casa del cabildo no era entendida, de ninguna manera, como centro administrativo estricto, sino simplemente como el lugar de reunión del concejo. Es más,la Ley V del Título II del Libro VII de la Novísima Recopilación -promulgada por Juan II en Madrid en 1435- prohibía tajantemente que persona ajena al Concejo penetrara en el Ayuntamiento: «Mandamos que el corregidor o justicia que consistiere entre en Regimiento a otras personas fuera de los regidores y oficiales y escribano de concejo, que por ese día pierdan el salario que tienen, y sea para el reparo de los muros; y mandamos al concejo de la tal ciudad o villa do esto acaeciere, que se entregue y tome lo que montare el dicho salario y lo gasta en los dichos muros».

En algunos lugares no había casa consistorial, y si no era así, se componía de al menos de una habitación, habiendo excepcionalmente alguna más para el despacho del juez o del alcalde. En cuanto a la cárcel, solía haber varios calabozos, normalmente tres, reservados a cada uno a los tres estamentos. Esto se correspondía además con la diversidad de fueros de justicia según el estado social. Así, en Villafranca se afirmó que aunque existían tres celdas en la cárcel, dos estaban ocupadas por los oficiales carceleros, y en la que queda «se encarcelan toda clase de persona» [IRAE, p. 420], refiriéndose con ello a diferentes rangos sociales. En Alcuéscar existe la mención de la casa de la Encomienda. Era un edificio que tuvo pleno uso en tiempos de la dominación efectiva de la Orden de Santiago en el territorio, y el que habitaban los administradores. El panorama de cada población, expuesta en la pregunta quinta, es el siguiente:

1. Albalá: «En este pueblo no ai casas de ayuntamiento, pero las juntas se zelebran de tiempo ynmemorial en un soportal de el pósito, a el que está unida la cárzel, capaz para custodiar los presos, aunque teniendo causa grave se les conduze a la de la capital [Montánchez]; sin haber otro archivo que el de dicho pósito, donde se custodian todo género de papeles y acuerdos» [IRAE, p. 51].

2. Alcuéscar: «Hay casa de aiuntamiento para la zelebración de acuerdos de esta justicia, su estensión es la de quatro varas de ancho y largo poco más o menos, con su alto de bóveda en donde se conserva el archivo público, y arca de los papeles de propios. Así mismo, hay cárcel para hombres con tres divisiones, que su cavida de cada una es la de quatro varas de longitud y tres de ancho poco más o menos. Dicha cárzel y casas de ayuntamiento se hallan en el día bien reparadas. Hay un edifizio arruinado que ha servido de palazio de la encomienda de esta villa, el qual havitan sus administradores» [IRAE, p. 67].

3. Almoharín: «Hay casas de ayuntamiento, archibo donde se custodian los papeles pertenezientes a esta villa y a sus vecinos, cuias casas consistoriales consisten en una sala que tiene de longitud siete varas, y de latitud quatro, y debajo de ellas se halla la real cárzel, echa de bóveda con tres separaciones, la primera tiene siete varas de longitud y tres de latitud, la segunda de la misma longitud y latitud, y la terzera un quarto que tiene de latitud tres varas y de longitud otras tres varas, sobre el qual se halla un quarto a donde habita el ministro o alcalde de la cárzel; y de todo se nezesita precisos reparos en el día» [IRAE, p. 117].

4. Arroyomolinos: «Hay casas de ayuntamiento y cárzel, aunque estrechas una y otra pieza, pero en tal disposizión una y otra que está arruinándose, sin haver podido lograr su construcción nueba, aunque se han practicado varias diligenzias para ello; tiene archivo de papeles esta villa» [IRAE, p. 143].

5. Benquerencia: «En este lugar no hai casas de ayuntamiento, por los acuerdos que se celebran por su ayuntamiento se ejecutan en el portal del pósito según costumbre; hau una cárzel unida al pósito bastante incómoda y de poca seguridad, pues haviendo reos de considerazión, se trasladan a la de la villa de Montánchez. Ygualmente azemos demostrable como el archivo público donde se custodian los papeles gubernativos del pueblo y pueblo, y protocolos públicos de los escribanos que ha havido en este lugar se halla éste, para maior seguridad en la ofizina y pieza del pósito» [IRAE, p. 173].

6. Botija: «En esta villa ay casas de ayuntamiento, en donde se celebra sus acuerdos según costumbre, ay una real cárzel vajo la panera pública del real pósito, bastante segura. Hay un archivo público en donde se custodian los papeles importantes y gubernativos del pueblo, y protocolos públicos de los escribanos que ha abido en esta villa, y se alla en dichas casas de ayuntamiento» [IRAE, p. 197].

7. Casas de Don Antonio: «Esta villa careze de casas de aiuntamiento, mediante a que para ello se balen de un pequeño quarto, que por su mucha estrechez no se está con la decencia devida, lo primero como ba dicho por su cortedad y mal preparado, careciendo en él de asientos que no tiene; ni menos hay casa alguna para correxidor ni alcalde maior, y sí sólo una cárzel reducida y con dos calavozos, que por sus paredes se hallan nada suficientes ni seguras, sin que haia en ésta otros edificios de que hazer mérito, pero sí hay los archivos correspondientes con sus respectivas llaves para custodia de papeles que en ellos se conservan» [IRAE, p. 221].

8. Salvatierra de Santiago: «En esta villa no hai casas de ayuntamiento, pues los acuerdos que se celebran por su ayuntamiento, se ejecutan en el portal de el pósito según costumbre; hai una cárzel unida a el pósito, bastante incómoda y de poca seguridad, pues haviendo reos de consideración es forzoso con guardas oculares, lo que es mui gravoso al vecindario, y especialmente a los de el estado general que siempre son los que ausilian en semejantes lanzas; igualmente hazemos demostrable como el archivo público, donde se custodian los papeles gubernativos de el pueblo, y protocolos de los escribanos que a havido en esta villa, se halla éste por maior seguridad en la oficina y pieza de el pósito» [IRAE, p. 253].

9. Torre de Santa María: «Hay sala de ayuntamiento, y cárzel junto y bajo de una techumbre, y divisos con el real pósito, las que se hallan nuebamente construidas, su estensión es diez y nueve pasos de lonjitud y cinco de latitud» [IRAE, p. 287].

10. Torremocha: «Esta villa tiene sus casas de ayuntamiento en donde avita el alcalde maior, como también cárzel unida a la misma, aunque tanto la avitación del juez como la cárzel no tiene la menor combenienzia, teniendo preziso esta justicia de poner resguardo a la cárzel quando le ocurren reos de cuidado. Careze esta villa de edificios de nota, y tiene su archivo público trasladado por este alcalde mayor desde una pieza lóbrega donde estaba a la sala capitular, en donde se nota con superiores ventajas» [IRAE, p. 313].

11. Valdefuentes: «Ay casa de ayuntamiento sólo para este exercicio, que tendrán de latitud tres varas, y de longitud diez, también ay cárzel de quasi la misma extensión, que uno y otro se halla vien tratado» [IRAE, p. 340].

12. Valdemorales: «En este pueblo hay un corto quarto de ayuntamiento, ay una cárcel ynmediata a dicho ayuntamiento, ay un mediano archivo» [IRAE, p. 364].

13. Valverde: «Ai casas de ayuntamiento y cárzeles que son una misma, como también para los granos del pósito, sirbiendo para éste y para cárzel lo bajo de ellos, y para ayuntamiento lo alto, y se halla bien reparadas, y son tan estrechas y reduzidas para dichos tres fines que sólo se puede formar caval conzepto, inspeccionándolas ocularmente, pues deverían destinarse únicamente para cárzel, y formar otras nuebas para ayuntamiento y pósito. No hai más archibo que el de la villa, que se reduze a un armario en donde se custodian bajo tres llabes en las casas de ayuntamiento los papeles y documentos de la villa, y de algunos escribanos que han sido de ella» [IRAE, p. 387].

14. Villafranca: «No hay casas de ayuntamiento, ni para el alcalde mayor, y sólo unas de corta estensión destinadas para ello, celebrando los cavildos en unas de sus piezas, y otra insegura y molesta sirve de cárcel en la misma casa, en la que encarcelan toda clase de personas, pues no hay extensión que otras dos piezas, también incómodas, donde havita el peón publico y carcelero, por cuyo hecho todo reo de cuidado se lleva a la caveza de partido, en donde hay la obligación de mantenerlos» [IRAE, p. 420].

15. Zarza de Montánchez: «En este lugar no hai casas de ayuntamiento, pues los acuerdos que se zelebran por su ayuntamiento se zelebran y ejecutan en el portal del pósito, según costumbre; hai una cárcel unida al pósito, bastante incómoda, y de poca seguridad, pues aviendo reos de consideración se traslada a la de Montánchez. Ygualmente hazemos demostrable como el archibo público donde se custodian los papeles gobernatibos del pueblo, y protocolos públicos de los escribanos que ha avido en este lugar, se halla éste para maior seguridad en la ofizina y pieza del pósito» [IRAE, p. 439].

VI. Bibliografía.

BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. (2003): “Aproximación al Cisma de Llerena (1874-75): el caso de Monesterio, en LORENZANA DE LA PUENTE, F. y MATEOS ASCACÍBAR, F. (Coords.), Actas de la III Jornada de Historia de Llerena.

BARRIENTOS ALFAGEME, G. (1991): Estudio, recopilación de Estremadura, por Tomás López. Asamblea de Extremadura. Madrid.

LÓPEZ Y LÓPEZ, T. A. (2002): “Priorologios de las Órdenes Militares de Santiago y Alcántara en Extremadura”, en XXX Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo.

MADOZ, P. (1848): Diccionario geográfico-estadístico de España y de sus posesiones de ultramar, Madrid.

MALDONADO FERNÁNDEZ, M. (2000): “La Comunidad de las siete villas de la Encomienda de Reina”, en Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, tomo LXI, pp. 917 – 963.

Novísima Recopilación de las leyes de España, dividida en XII libros, en que se reforma la Recopilación publicada por el señor don Felipe II en el año 1567, reimpresa últimamente en el de 1775: Y se incorporan las pragmáticas, cédulas, decretos órdenes y resoluciones reales, y otras providencias no recopiladas y expedidas hasta el de 1804, mandada formar por el señor don Carlos IV. Madrid, 1805.

SÁNCHEZ MARROYO, F. (1992): “Marqués de Valdefuentes” en Gran Enciclopedia Extremeña, Vitoria, tomo X, p. 68.

RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G. (editores) (1994): Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Mérida. Asamblea de Extremadura, Mérida.

RUBIO RODRÍGUEZ, A. (1992): “Valdefuentes”, en Gran Enciclopedia Extremeña, Vitoria, tomo X, p. 68 y ss.

Oct 012006
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Tras las Elecciones Generales celebradas el 16 de febrero de 1936, que dieron el triunfo al «Frente Popular de Izquierdas», el orden público se deterioró considerablemente, pues los partidos extremistas de esta coalición, básicamente los obreros, impusieron su ley en la calle. Esto parecería contradictorio si se tiene en cuenta que del 17 de febrero databa el Decreto que declaró el Estado de Alarma. Al comenzar la Guerra Civil todavía regía, según resolución acordada en la Diputación Permanente de las Cortes del 15 de julio, y se mantiene hasta el 9 de enero de 1939, cuando el Gobierno de lo que Burnett Bolloten ha designado como «III República»[1] declaró el Estado de Guerra[2]. Esta disposición significaba una merma de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución en pro del mantenimiento del orden público. Sin embargo, tal como afirmó en sus Memorias Niceto Alcalá-Zamora, esta coyuntura fue aprovechada por los afines al «Frente Popular» para perturbar la convivencia social:

«La suspensión de garantías (por Azaña decretada)…[3] dejada en manos de los perturbadores; ordenaba a la autoridad que la emplease al servicio y según el criterio de éstos. Así resultaba el caso insólito de que la suspensión entusiasmaba a los agitadores y la temían las gentes pacíficas, ya que sin detención de ninguno de aquéllos, eran los mismos quienes prendían personas, o invadían domicilios faltos de toda protección legal»[4].

En no pocas ocasiones, la fuerza pública hizo causa común con los extremistas izquierdistas, y les ofrecía la cobertura necesaria a las agresiones a militantes o a simpatizantes de partidos de derechas. Así, en Campanario «están mejorados del estado de gravedad que hacía temer un funesto desenlace, los estudiantes don Antonio Ruiz y don Antonio Fernández, víctimas con otros de la salvaje agresión de que, en unión con los guardias municipales, fueron hecho objeto por unos trescientos socialistas en la noche del 23 del actual (abril de 1936). Los agresores continúan en la impunidad»[5]. Estas noticias se hicieron lamentablemente habituales en la prensa de la capital, y en algunas ocasiones aparecieron censuradas.

El Estado de Alarma, precepto que originaba una suspensión de las garantías constitucionales, estaba regulado en el Capítulo III del Título II de la Ley de 28 de julio de 1933, de Orden Público. Era el desarrollo del artículo 42 de la Constitución, y suponía la cesación de los derechos reconocidos en los Arts. 29 (la detención sólo por causa de delito, habeas corpus, entrega del detenido al Juez competente, etc.), 31 (libertad de circulación, libertad de residencia, inviolabilidad del domicilio, etc.), 34 («Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio de difusión, sin sujetarse a previa censura»), 38 («Queda reconocido el derecho de reunirse pacíficamente y sin armas»), y 39 (libertad de asociación y sindicación).

Así, tras el triunfo del «Frente Popular», España vivió en una clara situación de merma de los derechos ciudadanos, y esta coyuntura fue aprovechada por los partidos obreristas para aplicar su programa revolucionario. No hay que olvidar que estas tendencias -socialistas, comunistas, anarquistas, en sus diversas variantes y ramas- al tener aspiraciones revolucionarias -la dictadura del proletariado, el comunismo libertario- quedaban fuera del paradigma de la democracia liberal, y propugnaban la acción directa y violenta. Tampoco se recataban sus dirigentes en anunciar el destino de los adversarios políticos, que pasaron a convertirse en enemigos. Así en un acto público que tuvo lugar el 14 de abril de 1936 en el Teatro de Minayo de Badajoz, y ante la presencia del Gobernador Civil, el Diputado socialista Nicolás de Pablos habló de «exterminar a las derechas»[6], palabras textuales.

Al mismo tiempo, los partidos obreros creaban e instruían sus propias milicias armadas. El Partido Comunista organizó la MAOC, y los socialistas, a través de sus Juventudes también la constituyeron. La socialista era la más importante y solía hacer acto de presencia perfectamente uniformada, con camisa azul y corbata roja[7]. En abril de 1936 se fusionaron las Juventudes Socialistas y las Comunistas, dando lugar a las «Juventudes Socialistas Unificadas». Largo Caballero dejó escrito en sus papeles que este hecho obedecía a unas consignas enviadas desde la URSS, y que resumió en estos términos: «En todo esto no presidía otra cosa que la idea del Frente Popular importado de Rusia y que tan perniciosos resultados habían de dar en todos los países. El tiempo nos ha demostrado que toda esa política se hacía exclusivamente en beneficio del estalinismo»[8]. En esta línea, Margarita Nelken, Diputada socialista, en su obra propagandística Por qué hicimos la revolución, que analizaba los primeros cuatro años de la República, exigió una alianza de los partidos de extrema izquierda (PSOE, anarquistas y PCE) para llevar a cabo la superación del régimen constitucional republicano:

«He aquí seguramente la fuerza absoluta de la conminación revolucionaria que había de borrar momentáneamente las consignas particulares de cada partido. Una sola orden: La insurrección. Una sola bandera: La bandera roja. Una sola consigna: La lucha por la dictadura del proletariado. Un solo título: El de revolucionario, que anula o, mejor dicho, que integra todos los distintivos de los partidos»[9].

En todas las concentraciones que tuvieron lugar en ese primer semestre de 1936 estaban presentes estas formaciones paramilitares. La instrucción de las mismas, causaba escándalo en las poblaciones. En muchas localidades pacenses tenían su lugar de desfile, extramuros, y para demostrar su poderío entraban marcialmente gritando «UHP» o «U hache pe», sigla que se correspondía a «uníos, hermanos proletarios». El diario Hoy, de Badajoz, destacó lo que sucedía al respecto en Talavera la Real: «Las Juventudes Socialistas y Comunistas de esta localidad, integradas por personas de ambos sexos, vienen durante más de un mes ensayándose en instrucciones o formaciones militares en el sitio llamado “El Royo”, en las afueras de este pueblo, al terminar las cuales entran en el pueblo al grito de UHP, formados con dirección a la plaza, previo desfile, rompen filas en la puerta de la Casa Ayuntamiento»[10].

Así, desde la Unión General de Trabajadores, y en concreto desde la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT) -la rama agrícola de aquélla-, se impulsó la maquinaria de la propaganda de la revolución social, que no hay que olvidar que su objetivo era la consecución de la «dictadura del proletariado», en palabras literales de Margarita Nelken. En aquel entonces existía una estrecha relación entre esa central sindical y el Partido Socialista, por lo que debe entenderse que estaba al tanto de ese proyecto. Desde las federaciones y sociedades afines se comunicaron, en forma de correa de transmisión, consignas revolucionarias. Es más, se aleccionaron desde la FETT a todos sus afiliados y simpatizantes a que secundaran el asalto de fincas. Fue meticulosamente organizado a través de unas instrucciones precisas que describían la forma de ejecutarlo.

La programación del Secretariado Provincial de Badajoz de la Federación Española de Trabajadores de la Tierra llevaba por fecha la del 20 de marzo de 1936. A las 5 de la mañana del miércoles 25, al mismo tiempo en todas las localidades, se llevaría a cabo el apoderamiento de diversas fincas. Los asociados «se concentrarán sigilosa y rápidamente en diversos puntos de las afueras del pueblo» con aperos para practicar los deslindes. Formados los grupos, se dirigieron a las fincas que según la FETT debían ser «incautadas». Es decir, un partido político, perteneciente a la coalición electoral del entonces Gobierno de la Nación, había acordado, por su propia cuenta y riesgo, la confiscación de bienes privados, saltándose hasta un precepto constitucional: El Art. 44 consagraba que «la propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de utilidad social mediante adecuada indemnización, a menos que disponga otra cosa una ley aprobada por los votos de la mayoría absoluta de las Cortes. Con los mismos requisitos la propiedad podrá ser socializada». Es decir, sólo el Gobierno de la Nación podía tomar medidas y decisiones tan trascendentales a través de leyes votadas en el Parlamento.

Incautadas y deslindadas las fincas, la FETT daba las instrucciones precisas si existía oposición a estas pretensiones claramente delictivas. Si era una autoridad se «le obedecerá solamente si lo que ordena no es contrario a los intereses de la República y de los trabajadores, que en el momento presente son los mismos». En cambio, si era un particular, la sección agrícola de la UGT ordenó que «se le desoirá en lo posible y no se le obedecerá en nada». Perpetrada la confiscación, seguidamente se procedería a una especie de legalización -en forma de aberración jurídica- del delito. Así, las autoridades locales se implicarían asimismo en este hecho firmando un documento en el que se hacía constar la requisa de esos bienes rústicos. El documento instructivo de la FETT era del siguiente tenor:

  1. A las cinco de la mañana del día 25 del actual, los campesinos de cada localidad se concentrarán sigilosa y rápidamente en diversos puntos de las afueras del pueblo, procurando ir todos provistos de azadas y demás instrumentos para efectuar un deslinde.
  2. Efectuada así la concentración y con el mismo sigilo y la misma actividad, emprenderán la marcha hacia las fincas que han de ser incautadas.
  3. Ya en ellas, se trazarán las lindes convenientes, no de la parcela que pudiera corresponder a cada uno, sino de la extensión total que haya de tener la parte incautada.
  4. Con este acto, y un viva a la República, dado éste por el que vaya al frente del grupo, se tendrá por realizada la incautación.
  5. Seguidamente, regresarán al pueblo, y una vez reunidos todos los grupos, se dirigirán ordenadamente al Ayuntamiento, en el que penetrará la Junta Directiva. Requerido el Alcalde y cuantos concejales sea posible, más algún funcionario, se levantará acta de esta comparecencia, cuyo modelo os adjuntamos, la cual deberá ser firmada por los representantes del Ayuntamiento, y por los de la Sociedad Obrera, así como también por el funcionario que actúa de Secretario en aquel momento.
  6. De allí, y con todo el orden posible, los compañeros se trasladarán a la “Casa del Pueblo”, en donde se celebrará asamblea general para constar que la Sociedad Obrera acaba de tomar posesión de tales y cuales fincas en nombre de todos los vecinos del pueblo, y seguidamente se comenzará, bien por la asamblea en pleno, o bien por una comisión designada por ella misma, al estudio de la manera como haya de llevarse el trabajo, si individual o si colectivamente. Este Consejo del Secretariado aconseja la forma colectiva, pero si una respetable parte de la asamblea opina lo contrario, será de desear que se hiciera de las dos formas.
  7. Sea cual sea la manera acordada, y aunque no se hubiera acordado ninguna, al siguiente día y en los sucesivos irán a las fincas incautadas todos los campesinos o una parte de ellos a continuar la operación de deslinde, y a comenzar la del cultivo adecuado.
  8. Si en cualquier ocasión alguien se opusiese a la realización de lo anteriormente indicado, deberá adoptarse una de estas dos conductas:
    1. Si el que se opone es autoridad o agente de ella, se lo dirá con respeto, se le contestará con igual respeto y con la mayor brevedad, y se le obedecerá solamente si lo que ordena no es contrario a los intereses de la República y de los trabajadores, que en el momento presente son los mismos.
    2. Si el que se opone no es autoridad ni agente de ella, se le desoirá en lo posible y no se le obedecerá en nada.
  9. Se realizarán los mayores esfuerzos para evitar todo daño evitable a las fincas incautadas y a las otras: A las primeras porque ya serán de los campesinos, a las otras porque habrán de serlo algún día.

Badajoz a 20 de marzo de 1936. El Consejo Provincial del Secretariado, Diego de la Cruz. Nicolás de Pablo. José Sosa. Antonio Rodríguez. Antonio Pulgarín. Domingo Mendoza (sello de estampilla: “Federación Española de Trabajadores de la Tierra. UGT. Secretariado Provincial de Badajoz”)[11].

Este documento no trascendió públicamente en la época. Está depositado en un archivo y se ha dado a conocer recientemente. Dos componentes del Secretariado Provincial, Nicolás de Pablo Hernández y José Sosa Hormigo eran además Diputados a Cortes, socialistas, por la circunscripción de Badajoz. Pero más grave aún es que estos representantes de la Nación formaban parte de la coalición gubernamental, es decir, del «Frente Popular». Stanley G. Payne ha afirmado oportunamente que «en 1936 España se había convertido en el hogar de la más amplia e intensa panoplia de movimientos revolucionarios del mundo»[12]. Hay que añadir además que estas experiencias trastornaron la convivencia social, y por supuesto, minaron el Estado de Derecho.

El Código Penal, vigente en su reforma de 1932, castigaba con penas pecuniarias estas acciones tipificadas en el artículo 509 como delito de usurpación, aparte de las responsabilidades penales que llevaban aparejadas por el uso de la violencia[13]. Es más, en el artículo siguiente, el 510, se contemplaba también como una trasgresión penal la perturbación de los limites de las propiedades: «El que alterare términos o lindes de pueblos o heredades o cualquiera clase de señales destinadas a fijar los límites de propiedades, demarcaciones de predios contiguos, tanto de propiedad particular como de dominio público, o distrajere el curso de aguas públicas o privadas, será castigado con una multa del 50 al 100 por 100 de la utilidad reportada o debido reportar con ello, siempre que dicha utilidad exceda de 50 pesetas». Se desconoce si se tomaron medidas judiciales, posiblemente no.

Pero más grave aún era que estos hechos podían ser calificados como de sedición, según contemplaba el artículo 245.5 del C. P. de 1932. La sedición era tipificada en las leyes españolas para castigar a «los que se alzan pública y tumultuariamente para conseguir por la fuerza o fuera de las vías legales cualquiera de los objetos siguientes». Entre éstos estaba el «despojar, con un objeto político o social, de todos o de parte de los bienes propios a alguna clase de ciudadanos, al Municipio, a la Provincia o al Estado, o talar o destruir dichos bienes». Estos actos delictivos tenían además circunstancias agravantes en la responsabilidad criminal tales como «el cometer el delito mediante precio, recompensa o promesa» (Art. 10.2ª C.P.), u «obrar con premeditación» (Art. 10.5ª C.P.)

Estos hechos, indudablemente, tuvieron una cobertura sindical en el ámbito local, y unos organizadores que eran los que recibieron las instrucciones precisas, y que convenientemente propagadas, sirvieron para insuflar entre los afiliados, en su mayoría analfabetos, las proclamas revolucionarias. La penuria de la vida de muchos de éstos obligó a tomar parte en esos sucesos pues estaban en la creencia de convertirse en propietarios. Otros, en cambio, fueron obligados, pues su negativa llevaba aparejada una marginación en la oportunidad del trabajo, pues esas Sociedades Obreras controlaban el mercado laboral local. Así, Gutiérrez Casalá ha señalado acertadamente, que estos centros, socialistas en su mayoría, eran donde se fraguaban todas las decisiones, aunque fueran flagrantemente delictivas:

«Desde que se implantaron las “casas del pueblo”, la mayoría a principios de la República, fueron la sede no del pueblo a cambio de los famosos casinos de señoritos, sino de partidos de izquierdas, y en particular del socialismo. Jugaron un interesante papel, pues en ellas se fraguó toda la política a seguir en la localidad, incluido Ayuntamiento, ciertas sociedades, empleos, huelgas, manifestaciones, invasión de fincas, robos, etc. El presidente de la misma solía ser el que manejaba los hilos de la política local, se hacía todo según dictaba. Funcionó como un auténtico cacique»[14].

En no pocas ocasiones, por malicia o por ignorancia, se ha confundido esta acción claramente delictiva, la apropiación por la fuerza de bienes inmuebles rústicos, con el Decreto de 3 de marzo de 1936, o «Decreto de asentamiento de yunteros». Esta disposición emanada del Consejo de Ministros, del «Frente Popular», no implicó el traspaso de la propiedad del bien, sino todo lo contrario, pues en el artículo primero se decía inequívocamente que los yunteros «que durante el año agrícola 1933-1934 o en los siguientes, y se encuentren en la fecha de promulgación de este Decreto sin tierra a la que aplicar sus actividades, tendrán derecho a recuperar el uso y disfrute de las tierras que anteriormente que anteriormente hubieran utilizado». Es decir, los yunteros que habían alquilado alguna tierra para trabajar en esos plazos, este Decreto les facultaba a recuperar el uso del bien, pero no implicaba ningún tipo de adquisición de la propiedad. Pero en las instrucciones reservadas de la FETT se había indicado la pretensión de adquirir la propiedad del predio a través de un hecho con violencia. Preveía la FETT el presente y el futuro, pues decía que debían evitar daños «porque ya serán (las fincas incautadas) de los campesinos» y en «las otras (las colindantes) porque habrán de serlo algún día».

El Gobierno de la Nación sólo había previsto una restauración del estatus socio-económico del yuntero que por parte del propietario de la finca había rescindido el contrato unilateralmente. El artículo segundo indicaba que «será obligación inexcusable de los yunteros para el disfrute de los beneficios establecidos en el artículo anterior, solicitarlo al Ingeniero Jefe del Servicio Provincial de Reforma Agraria o de sus delegados», y tenía que exponer una serie de requisitos, que según el artículo 4º «el Ingeniero Jefe del Servicio Provincial de la Reforma Agraria comprobará sumariamente la veracidad de todos los extremos de la declaración. El propietario podía interponer recurso a estas decisiones, pero no implicaba la suspensión del asentamiento de los yunteros».

Desde 1934, la FETT, rama agrícola de la UGT había tomado una posición netamente revolucionaria. Su órgano oficioso se denominaba El obrero de la tierra, publicación periódica que trasmitía mensajes a sus bases de este tenor: «¡Nos declaramos a favor de la revolución!» o «¡Sin revolución nunca habrá reforma agraria!»[15]. No se acogía a esta disposición que prescribía taxativamente que debía ser supervisado en todo momento por el Servicio Provincial de Reforma Agraria. La FETT se tomó la justicia por su mano y no venía a restaurar «la posesión y disfrute de los yunteros», sino incautarse, utilizando sus propias palabras, es decir, la apropiación arbitraria de bienes particulares. Claro está, estos actos estaban fuera de la ley, pero no se obró en consecuencia por parte de las instituciones competentes ante este episodio delictivo, lo cual demuestra el grado de descomposición política del país.

Al comienzo de la Guerra Civil, la Junta de Defensa Nacional de Burgos respetó, por medio del Decreto número 71, los asentamientos de yunteros realizados legalmente conforme al citado Decreto de 3 de marzo. En el preámbulo de la citada disposición, la Junta indicó que «la necesidad, por otra parte, de no interrumpir las explotaciones agrícolas de las tierras que han sido objeto de aplicación de los Decretos antedichos, obliga a esta Junta a dictar normas que aseguren la continuidad de dichas explotaciones, en tanto se legisle para que esta clase rural de yunteros, transformándose en colonos o aparceros, gocen de una mayor estabilidad sobre la tierra que trabajan»[16].

Evidentemente, estos hechos producidos en la mañana del 25 de marzo de 1936 causaron alarma en la provincia de Badajoz[17]. Desde las diversas localidades se cursaron telegramas de los propietarios al Gobierno Civil denunciando estos atropellos, que tenían la aquiescencia de numerosas autoridades municipales, las cuales se convirtieron en cómplices necesarios del delito de usurpación. Al día siguiente, el titular de apertura del diario Hoy, de Badajoz, aseveró que «El Gobernador ordena (que) se desalojen las fincas invadidas». Seguidamente, se decía que «Azaña afirma que no puede tolerar las invasiones de fincas». Miguel Granados, la máxima autoridad provincial falseaba la situación al declarar a la prensa que «tenía noticias de que habían sido ocupadas algunas fincas por elementos obreros con el pretexto de trabajarlas»[18]. Las miles de hectáreas incautadas, utilizando términos sindicales, usurpadas, empleando lenguaje penal, no se podían reducir a «algunas fincas». Hay que tener en cuenta además, que por la vigencia del Estado de Alarma existía censura previa en los medios de comunicación, y en ese mes de marzo elHoy de Badajoz apareció con espacios en blanco de informaciones que nunca aparecieron.

Sin embargo, el Gobernador dijo que estos hechos se posicionaban fuera de la Ley, y que los obreros habían dictado una Ley que no existía: «Sin perjuicio de que el Gobierno viene demostrando su deseo de dar satisfacción a las clases trabajadoras como lo prueba el hecho de estar ultimados más de 11.000 asentamientos de yunteros y en tramitación otro crecido número de expedientes, no es posible aceptar este procedimiento que se sale de la legalidad, convirtiéndose, una fuerza social muy respetable, en autores de una Ley que no existe y que será dictada, sin duda alguna, por el Gobierno». Pero no se iniciaron procesos judiciales que juzgaran la oportunidad de posicionarse al margen de la legalidad.

Decía el artículo 1º de la citada Ley de 28 de julio de 1933, que «el normal funcionamiento de las Instituciones del Estado y el libre y pacífico ejercicio de los derechos fundamentales, políticos y sociales definidos en la Constitución son fundamentos del orden público»[19]. Es decir, la rama sindical del partido con más Diputados en el Congreso, y aliado del Gobierno de entonces, era el que perturbaba el orden público en la definición legal del mismo. Por esta razón, la situación política y social de la nación, y especialmente de los pueblos de la provincia de Badajoz era bastante delicada. Pero la gravedad de esta situación estribaba además en que la FETT aconsejó en las instrucciones transcritas que en el documento que firmarían en Ayuntamiento se hiciera constar que «la posesión» se hacía «en nombre de todos los vecinos del pueblo». La FETT se arrogaba de una representación de la totalidad que no tenía, ni tampoco tenía un mandato definido para hablar en nombre de todos los habitantes. Pero en la época hay que identificar la expresión «pueblo», según Santos Juliá, «en el lenguaje sindical con la clase obrera»[20].

A pesar de la censura que el Gobierno había establecido en los medios de comunicación con ocasión de la vigencia del Estado de Alarma, el diario Hoy publicó una serie de noticias que divulgaron la invasión de fincas. Así, «Según nos informan, durante la noche algunos campesinos han roturado parte de la “Dehesa Valdorito”, del término de Solana de los Barros. Esta finca es un coto en su mayor extensión»[21]. En esa misma edición, la del 27, se informó que «la “Dehesa Don Rodrigo” del término de Villafranca de los Barros también amojonaron parcelas, pero con el conocimiento de que ya estaba dividida a favor de pequeños colonos». A Almendralejo llegaron «tres camiones conduciendo guardias de asalto. Suponemos vengan para que, como punto estratégico, repartirse desde aquí hacia los lugares en que se hayan invadido fincas».

En Fuente del Maestre, también en la edición del Hoy del 27, se informó de que «en la madrugada de ayer se desplazaron varios centenares de obreros al campo, señalando diversas parcelas en diferentes terrenos. Más tarde, un grupo, con arados al hombro, se dirigió al Ayuntamiento». De Fuente de Cantos se cursó una comunicación al Gobierno Civil que en extracto decía: «Transcribiéndole acta lebantada (sic) por “Agrupación Socialista” y “Unión Obrera” con motivo de haberse posesionado de varias fincas (de) este término los obreros pertenecientes a las mismas»[22]. En Llerena y en su Partido Judicial también se asaltaron fincas y se señalaron parcelas, y «con este motivo se han concentrado en esta población fuerzas de la Guardia Civil y de Asalto en número de 25 los primeros y de 10 los segundos». Desde Zarza de Alange:

«Nos dicen que ayer a la una de la madrugada, más de doscientos afiliados de la sociedad de Trabajadores de la Tierra, filial de la Casa del Pueblo de esta villa, siguiendo instrucciones de la Federación Provincial de que la sociedad forma parte, se personaron en la Dehesa Holgado, de este término, propiedad de las señoras Romero y señalaron porciones de tierras para explotarlas. Llevaban la intención de acogerse a la Reforma Agraria obviando trámites y a ingenieros y peritos quienes ante el hecho consumado no tendrían más que refrendar y autorizar los asentamientos, y además no dejar pasar el tiempo sin verificar las labores preparatorias que, de no practicarse ahora, habrían de demorarse hasta el venidero año agrícola. En la mañana de hoy, para verificar lo último, marcharon a mencionada finca bastantes socios, con unas ochenta yuntas, según rumores, aquéllos han tenido que regresar por indicación del Alcalde en cumplimiento de órdenes del Gobierno Civil».

Los obreros de Orellana de la Sierra afectos a los dictados de la FETT decidieron asaltar fincas de otros términos municipales: «El día 25 de los corrientes, varios individuos de ésta, y con motivo de tener solicitado ser incluidos en la intensificación de cultivos, salieron con el fin de rayar varios trozos en diferentes fincas de los términos de Navalvillar de Pela y Esparragosa de Lares. Después, y al anochecido, se presentó la Directiva de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra en el Ayuntamiento para levantar un acta para su remisión al señor Presidente del Consejo de Ministros en el sentido de estar rayada la tierra que se tenía solicitada al señor Ingeniero de Reforma Agraria, toda vez que queda poco tiempo para hacer las operaciones de barbechera»[23].

Sobre lo sucedido en la zona de Guareña, el Hoy de Badajoz informó que «en los términos colindantes, en estos pasados días de esta semana se han invadido algunas propiedades, amojonando tierras no afectadas a la Reforma Agraria y algunas de ellas del de Oliva de Mérida propias de don Demetrio Carrasco; los arados han surcado las hierbas que eran el sostén del ganado que la finca necesita sostener para que sea sostenida la labor de siembra de cereales a que por mitad venía dedicada». Estas notas advierten la perturbación en las técnicas de explotación de la tierra. Así, era frecuente que por el bajo rendimiento de aquélla, se dejara descansar una hoja en barbecho que se destinaba a la alimentación del ganado. Evidentemente produjo un trastorno de graves consecuencias y unos daños que difícilmente pudieron ser resarcidos los afectados por la impunidad con que se cometieron estos actos. En Villanueva de la Serena también «ha habido invasiones de fincas a granel sin que, afortunadamente se produjeran incidentes de violencia»[24]. En Zafra se redactó un acta en las que algunos concejales, y el propio Alcalde en funciones avalaron con su firma un acto delictivo:

«Acta primitiva de la ocupación de fincas por campesinos. En la Casa Ayuntamiento de la ciudad de Zafra a las ocho horas del día veinticinco de marzo de mil novecientos treinta y seis; estando presentes el Primer Teniente de Alcalde, en funciones de Alcalde Presidente, don Manuel Gordillo Durán, los concejales don José Antonio Ibáñez Puebla, don Manuel Martín Cabañas, don Alfredo Encarnado Venegas, don Lázaro Serrano González, don Leandro Carrasco Flores, don Manuel Carbonero Vegas, don Luis Calderón Ortiz y don Francisco Merchán Carvajal y la Junta Directiva de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra manifiestan estos últimos lo siguiente:

«Primero. Que conocen y comparten el propósito de la República en orden a efectuar el asentamiento general de campesinos en España.

«Segundo. Que, por mediación del Secretariado Provincial de los Trabajadores de la Tierra de Badajoz, ofrecieron su apoyo al Ilmo. Sr. Director del Instituto de Reforma Agraria, cuando dicho Sr. estuvo en este mes en la capital de la provincia para realizar, en nombre del Gobierno, el propósito de éste.

«Tercero. Que desde entonces vienen esperando la realización del asentamiento, observando como se acercaba el momento de que las tierras destinadas a ser incautadas perdían a su razón para recibir las barbecheras, unas, y para ser escardadas, otras.

«Cuarto. Que, a fin de evitar al país el grave perjuicio resultante de desaprovechar el tiempo oportuno para el laboreo de las tierras en la madrugada de hoy han tomado posesión de ellas en las fincas siguientes, conocidas con los nombres que siguen: “Santa Marina” “La Rolina”, “Madre del Agua” (de don Manuel Mendoza); “Las Vegas”(de don José María Guerrero), “Doña Gila”, “Las Noritas”, “La Pajaritera”, “José Ramón”, (de don Domingo García Gotilla); “San Francisco”(de don Manuel Mendoza); “Fuentecilla”, “Camino Los Santos”, “La Tinajita”, “Cabezo de la Orca”, “Rosales”, “Aragón”, “Peñaranda”, “Largavida”, “La Caridad”, de don Domingo García Gotilla); “La Cabrahiga”, “Pedro Toro”, “Cerca de Bocaoveja”, “Los Canchales y terrenos anejos”, “San Román”, “Cercado Largo”, “Blancar”, “El Chozón”, “Segundo Blancar”, “Valdelagrulla” (de don Eulario Sáenz Fernández); “Dehesa Boyal”, “Las Navas”, “Cercado Bernardo”, “Cercado El Gitano”, “Valdelagrulla” (de don José Navarro Pingarrón), “El Rincón”, “Las Minas”, “Las Vegas”, “Galindo”, “La Confitera”, “Los Corrales”, “San Román”, “Mortier”, “Cerca de don Félix Bermudo frente a la Huerta de Cañería”, en las que comenzarán inmediatamente las labores adecuadas.

«Quinto. Que todo esto lo hacen en interés propio y en el de la República que son los mismos en el momento presente.

«Sexto. Que todo esto lo hacen en representación de la Sociedad Obrera Trabajadores de la Tierra de Zafra, por ser ésta la única entidad representante genuina del campesinado en la localidad pero que no aspiran al provecho exclusivo de los miembros de dicha sociedad, sino que lo hacen para beneficio de todos los vecinos trabajadores del campo.

«Séptimo. Que piden el apoyo del Ayuntamiento para que éste eleve al Gobierno de la República nuestros deseos de legalizar la posesión de mencionadas fincas y la necesidad de enviar auxilios económicos para poder llevar a feliz término la explotación de las mismas»[25].

Además, era falso de que esas medidas se fueran a extender a los obreros no afiliados a la FETT. Para una cuestión tan primaria como era el derecho a trabajar -monopolizado por «las casas del pueblo»- se hacían discriminaciones. Así, en Campanario excluyeron de unas medidas laborales a los que no eran simpatizantes de los socialistas[26]. Por otra parte, desde el Gobierno de la Nación se determinó que estos actos no podían adquirir carta de naturaleza y se ordenó a los gobiernos civiles de las provincias afectadas que conminaran a la simple rectificación de las «actas de incautación» de esos bienes inmuebles de naturaleza rústica. Desde el Gobierno Civil de Badajoz se radió un telegrama circular a todas las localidades de la provincia en ese día 25 de marzo. Esta orden exhortó a los alcaldes «el deber en nombre del Gobierno de oponerse a ello». Sin embargo, muchas autoridades fueron cómplices necesarios, y a sabiendas de la perpetración del delito, accedieron a firmar y a dar cobertura legal a esos actos delictivos, y por supuesto, no se opusieron en nada. El citado telegrama decía:

«Ante noticias llegadas a este Gobierno Civil dando cuenta de que obreros han ocupado fincas procediendo a amojonar sin tener para ello la autorización de los técnicos de Reforma Agraria, y teniendo el deber en nombre del Gobierno de oponerse a ello, doy a U. las siguientes instrucciones de cuyo cumplimiento responderá:

  1. Al tener conocimiento de una ocupación comunicará a los inspectores disposición en nombre del Gobierno y les indicará que cesen en toda operación y abandonen las fincas ocupadas.
  2. Al recibo del presente telegrama oficiará a las sociedades de trabajadores de la tierra de ese pueblo, haciéndole saber que no se admitirá ninguna ocupación de fincas que no estén debidamente autorizadas por los técnicos, así como les hará advertencia de la responsabilidad que particular y colectivamente contraen al ordenar estas ocupaciones.
  3. Me comunicará urgentísimamente cuantas cuestiones relacionadas a este asunto se presenten sin omitir ningún detalle.

«Para general conocimiento y para evitar limitaciones producidas por imposiciones, haga saber a todo el vecindario que el Gobierno se preocupa de la solución del problema de la tierra, y que los técnicos actúan sin descanso para que en plazo breve sea una realidad el compromiso del Frente Popular como lo demuestra el hecho de que actualmente son muchos los asentamientos realizados. Debo decirle que estando dispuesto a evitar a toda costa estas invasiones, y que necesitando contar con el auxilio de los ayuntamientos, llegaré en la exigencia de tal obligación a la destitución fulminante aún en el periodo electoral en caso de encontrar alguna»[27].

Para que los alcaldes hicieran caso al Gobernador Civil, éste amenazó con deponerlos: «Llegaré en la exigencia de tal obligación a la destitución fulminante aún en el periodo electoral». La Ley Municipal de 2 de octubre de 1877, vigente entonces en cuanto a lo concerniente a la constitución de los ayuntamientos, según se desprendía de la Disposición Transitoria primera[28] de la Ley Municipal de veintinueve de agosto de mil novecientos treinta y cinco[29], permitía a los gobernadores civiles suspender a los ayuntamientos con extremada facilidad. Además, se hacía referencia a unas elecciones municipales que fueron convocadas en ese mes de marzo, pero que fueron suspendidas a principios de abril.

Según el criterio de Alcalá-Zamora, España vivía en una situación revolucionaria, y temía que alzaran en los ayuntamientos «la bandera roja»: «Yo aconsejé al Gobierno suspenderlas, porque en el estado de terror en que vivía el país, y que no lograba con mis exhortaciones se remediase, no podían aquéllas ser más que la acumulación gigantesca, escandalosa, de los dos típicos delitos electorales: La coacción y la falsedad. Les previne además contra el anuncio hecho por los extremistas de que una vez ganadas por ellos, incluso contra los republicanos de izquierda, esas votaciones por medio del terror, izarían la bandera roja sobre los ayuntamientos y exigirían la capitulación de los poderes de la República, alegando que ésta debía caer como subió, en virtud de unas elecciones municipales»[30].

Sin embargo, esta actuación del Gobierno Civil no fue del todo satisfactoria a juicio de la clase propietaria, y fue objeto de numerosas quejas de ciudadanos ante el Gobierno de la Nación. Así se desprende de una conversación de Miguel Granados, primera autoridad provincial con la prensa: «También nos dijo el señor Granados que conoce el texto de algunos telegramas que han sido elevados en queja de su actuación, manifestando que no le molestan, cuando existe quien por sus resoluciones se considere lesionado, toda vez que es imposible una actuación que merezcan unánimes elogios; pero que cuando en las protestas se utilicen conceptos falsos y noticias que resulten tendenciosas para sembrar la alarma y el desconcierto está dispuesto a sancionarlas con toda energía, más aún cuando se trate de presidente de entidades que, tomando el nombre de ellas y sin que respondan a acuerdos de éstas, lancen las especies que más convierten a satisfacer su propia ideología, sin darse cuenta de los perjuicios que pueden causar a las entidades que representan»[31].

Realmente, la comunicación de los ciudadanos y entidades que notoriamente no eran afectos al «Frente Popular» suponía un riesgo destacado. Era insólito en un supuesto sistema democrático, y no había ocurrido en etapas anteriores, que la queja o la denuncia ante el Gobierno de la Nación, llevara aparejada la detención. Precisamente, el 24 de marzo fueron detenidos en Almendralejo los máximos dirigentes de una entidad por el simple hecho de telegrafiar a Madrid varios mensajes: «A primera hora de la noche fueron detenidos por la Guardia Municipal el Presidente de la Asociación Patronal, don Alfonso Iglesias, y el Presidente de la Comunidad de Labradores, don Fernando Alcantarilla García. Parece ser que los motivos partían de unos telegramas dirigidos a Madrid. Al habla con el Gobernador Civil, éste dio órdenes para que se pusieran en libertad a los detenidos»[32].

Al mismo tiempo, el Director General de la Reforma Agraria exigió al Gobernador Civil de Badajoz que informara que los implicados en los asaltos quedarían fuera de los beneficios de los asentamientos. Sin embargo, esas amenazas nunca se materializaron, pues en aquel momento no existían medios suficientes para aplicar esta medida, que podría provocar graves alteraciones del orden público. Además, según el Gobernador, Miguel Granados dijo el mismo día 27 que se «había continuado desalojándose de las fincas invadidas a los que las ocupaban sin que ofrecieran resistencia alguna y sin que en esta operación haya habido que lamentar desgracias de ninguna clase en todas partes. El Gobierno mantiene su debido propósito de no tolerar que nadie se salga de la Ley y para cumplir la de asentamientos están los ingenieros de la Reforma Agraria, que se ocupan con toda celeridad de la distribución de tierras»[33].

«El Ilmo. Sr. Director General de la Reforma Agraria, en telegrama de Ley, me dice lo que sigue:

“Ruego a V. E. dé publicidad Boletín Oficial esa provincia, prensa local y circular alcaldes ayuntamientos de su digno Gobierno, que este Instituto se halla dispuesto a excluir de los beneficios del asentamiento de yunteros y obreros a los que asalten fincas. La Reforma Agraria, en lo que a distribución de la tierra afecta, ha de hacerla el Instituto, con arreglo a las disposiciones del Gobierno y por tanto no admite la iniciativa privada más que forma de solicitud, pues la forma ejecutiva adolece del efecto de no responder a los principios generales de la técnica y economía y ofrece al país una merma de autoridad que no se puede consentir”.

«Lo que se hace público en este periódico oficial para general conocimiento y más exacto cumplimiento. Badajoz, 27 de marzo de 1936. El Gobernador Civil, Miguel Granados»[34].

Hacia el 30 de marzo, en declaraciones del Gobernador, estos hechos habían concluido. Así, «manifestó que ya había quedado resuelto el conflicto de las ocupaciones de fincas rústicas en la provincia, sin que hubiera ningún incidente que registrar en la actuación de la fuerza pública, que no encontró resistencia alguna. Obran ya en poder del señor Granados las actas de los acuerdos anulando los de ocupación y dijo que el Gobierno seguía firme en su propósito de que se mantengan todos dentro de los límites de la Ley»[35]. Uno de estos documentos, correspondiente a la localidad de Zafra decía:

«Acta de la rectificación del acuerdo tomado en el acta primitiva. En la Casa Ayuntamiento de la ciudad de Zafra, a veintiséis de marzo de mil novecientos treinta y seis: Reunidos de una parte los Sres. don Manuel Gordillo Durán, Primero Teniente de Alcalde en funciones de Alcalde Presidente, y don José Antonio Ibáñez Puebla, don Manuel Martín Cabañas, don Alfredo Encarnado Venegas, don Lázaro Serrano González, don Leandro Carrasco Flores, don Manuel Carbonero Vegas, don Luis Calderón Ortiz, y don Francisco Merchán, todos concejales de este Ayuntamiento.

«De otra y previo requerimiento al efecto por el Sr. Alcalde Presidente los Sres. D. Félix Torrado Hernández, don Eduardo Llera García, Juan Amador Zambrano, Manuel Ortiz Torrado, y Melecio Pizarro Torrado, individuos que componen la Junta Directiva de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra.

«Por la Presidencia se expone el contenido del telegrama del Excmo. Gobernador Civil por el que ordena que se deje sin efecto la ocupación de terrenos llevada a cabo en el día de ayer, por considerar que esta operación ha de hacerse por los técnicos de la Reforma Agraria en el momento oportuno, por lo que invita a los Sres. de la Junta Directiva a que rectifiquen lo hecho ayer, quedando sin efecto la ocupación.

«Por los señores de la Junta Directiva se acata respetuosamente la orden gubernativa pero haciendo constar que las necesidades apremian el asentamiento de los obreros y que más tarde produciría verdaderos prejuicios (sic) a la clase por haber pasado la oportunidad agrícola en los terrenos. Interesa a la Junta recoger la promesa del Sr. Gobernador de que estos asentamientos se han de llevar con la mayor urgencia y al ser posible en lo que resta de mes mediante la habilitación de los créditos necesarios para la explotación de los terrenos que los obreros han de cultivar y que creen son los referidos.

«Y considerándose con la presente acta rectificando el contenido de la anterior, el Sr. Presidente levantó la sesión ordenándose se extendiese (sic) la presenta (sic) acta que firman todos los concurrentes y de todo lo que yo el Secretario del Ayuntamiento certifico, entre clamorosos vivas a la República que se dieron por la Junta Directiva de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra y Sres. Concejales»[36].

En circunstancias normales se hubieran iniciado procedimientos penales contra los instigadores de estos hechos, incluidos los Diputados a Cortes, socialistas, Nicolás de Pablo y José Sosa, miembros del Secretariado Provincial de FETT. En una situación normalizada las fuerzas del orden público hubieran impedido la consumación de estos actos delictivos. En un Estado de Derecho existe una protección de los preceptos constitucionales para conservar la convivencia social. A esas alturas todo eso había dejado de existir en España. A principios de abril, el Gobernador, pese a sus declaraciones del 30 de marzo, afirmó que «continúan los excesos de quienes se adelantan e invaden fincas». Como las prisiones preventivas estaban destinadas para contener a derechistas, el representante del Gobierno en la provincia «se ha visto obligado a imponer sanciones». Además daba a un aviso a los medios de comunicación no afines: «Está dispuesto a sancionar cuantas noticias se tramiten denunciando invasiones de fincas». Después de este aviso, no volvió a aparecer ninguna referencia en Hoy. Las declaraciones íntegras de Miguel Granados eran del siguiente tenor:

«El Gobernador manifestó ayer a los informadores que continúan los excesos de quienes se adelantan e invaden fincas. Por ello se ha visto obligado a imponer sanciones y advierte, una vez más, que el Gobierno no tolerará más asentamientos que los autorizados por la Reforma Agraria que, como se puede comprobar, lleva realizado un número considerable en la provincia. Igualmente hizo constar que está dispuesto a sancionar cuantas noticias se tramiten denunciando invasiones de fincas que no tengan la debida comprobación, ya que con ello se siembre la alarma, y transciende fuera de la provincia, dando a ésta un carácter de anormalidad que está muy lejos de la realidad, toda vez que salvo pequeños incidentes la tranquilidad es absoluta, y no existe ningún síntoma que justifique esa falsa alarma»[37].

Tan deficientes han sido los estudios y el conocimiento de estos sucesos que diversos autores, extranjeros y de nuestro país, han cometido errores fundamentales sobre el alcance de los acontecimientos. Recientemente, el hispanista francés Bartolomé Bennassar ha afirmado que «el Gobierno se limitó en ciertos casos, sobre todo en Extremadura, a legalizar las ocupaciones de tierras espontáneas organizadas por la FNTT»[38]. Ni fueron legalizados, y ni por supuesto, como se ha probado, estos actos no obedecieron a impulsos espontáneos. Los documentos aquí expuestos demuestran todo lo contrario.

En la desfasada Extremadura: La Guerra Civil, de Justo Vila, aparece reflejada una realidad histórica que tampoco se corresponde con lo que ocurrió: «El 25 de marzo de 1936, más de 60.000 (sesenta mil) campesinos, bajo la dirección de la FNTT, ocuparon en la provincia de Badajoz unas 3.000 fincas simultáneamente a las cinco de la mañana y, al grito de “Viva la República”, se pusieron a arar. Fueron enviadas tropas inmediatamente a todos los tajos, pero los campesinos no dieron marcha atrás. No se estaba en tiempos de la dictadura ni en octubre de 1934»[39]. Los hechos y los documentos han demostrado que la FETT tuvo, a su pesar, que rectificar levemente sus aspiraciones revolucionarias.

B. Bolloten también ha caído en este error. A diferencia de los dos autores reseñados anteriormente, ha indicado como fuente algunos rotativos internacionales que no debieron de estar bien informados. Ello le ha inducido a afirmar que «al amanecer del 25 de marzo, ochenta mil campesinos de las provincias de Cáceres y Badajoz se apoderaron de las tierras y comenzaron a cultivarlas. La sublevación unánime de los campesinos de Extremadura produjo un verdadero pánico en los círculos gubernamentales… En vez de emplear la fuerza, el Gobierno se vio obligado a enviar un equipo de ingenieros y de funcionarios del Instituto de Reforma Agraria para dar una apariencia de legalidad a la apropiación de la tierra»[40]. Malefakis también afirmó en su día que «la táctica de la FNTT no podía haber obtenido un mayor éxito. Con una única acción, los campesinos habían ocupado mucha más tierra de la que se les había entregado en los últimos cinco años»[41].

En algunas localidades, en la misma jornada en la que tuvieron lugar los asaltos de fincas se produjeron otros hechos delictivos. En Zahínos se sustrajeron varios cerdos de una heredad[42]. Además, en Campanario fue aprovechada por los socialistas esa situación para asaltar las fincas no para amojonarlas y roturarlas, sino para adueñarse de más de medio millar de corderos. Sin embargo, muchos militantes no consideraron correcta esta actitud e intentaron evadirse del delito[43]. Demuestran estos hechos el grado de anarquía que existía en el campo extremeño en el primer semestre de 1936:

«El día 25, los obreros socialistas alojados no acudieron al trabajo y salieron al campo en cuadrilla con rumbo desconocido. Por la tarde trajeron, según nos informan, 220 corderos de la finca denominada “Marina”, propiedad de los hermanos Gallardo, que habitan en Badajoz, 390 de la finca denominada “Hojalatero”, propiedad de los hermanos Fernández-Daza, que actualmente se encuentran ausentes la mayor parte de la localidad, y 15 de la finca “Ontanillas”, propiedad de don Andrés Callejo, hacendado forastero. Los corderos fueron encerrados en corralones y parece ser que existe el propósito de venderlos en pública subasta para cobrar las cuatro pesetas que se dan en ésta a los alojados. Se dice que existe el propósito de excluir del censo del trabajo a todos los obreros que no han querido ir por los corderos, al menos muchos han ido contra su voluntad por el temor que les han infundido los socialistas de excluirlos del censo. Esta mañana, aproximadamente a las nueve, se presentaron en ésta tres coches de Guardias de Asalto, que después de dar un pequeño paseo se marcharon antes de las doce del día. Ignoramos los motivos de la venida, como los de la marcha»[44].

Evidentemente en España se estaba gestando un cambio de régimen por la vía de los hechos. Así actuaba el genuino proceso revolucionario. Diversos autores han señalado que esta realidad había avanzado sustancialmente, sobre porque las leyes penales y las referidas al orden público sólo eran aplicadas a la mitad de la población, casi siempre de forma injusta. El profesor Macarro Vera ha reflexionado acertadamente acerca de la existencia de ese proceso: «¿Situación revolucionaria ésta? En tanto las relaciones entre las clases sociales se estaban invirtiendo, y en cuanto el poder del Estado se estaba desmoronando en beneficio de nuevos poderes locales, que controlaban los partidos obreros, sin duda»[45]. Los hechos acreditaron que la democracia española sufrió acometidas importantes desde todas las posiciones políticas.


NOTAS:

[1] Bolloten, B., La Guerra Civil Española. Revolución y contrarrevolución. Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 109.

[2] González Calleja, E., «El Estado ante la violencia», en Juliá Díaz, S. (Dir.), Violencia política en la España del siglo XX, Madrid, Taurus, 2000, p. 386.

[3] Realmente fue decretado el Estado de Alarma por el Gobierno de Portela Valladares el 17 de febrero de 1936, pero fue ratificado por Manuel Azaña por Decreto de 26 de febrero cuando sólo cesó en las provincias vascas y en Soria y lo mantuvo en el resto.

[4] Alcalá-Zamora, N., Memorias (segundo texto de mis memorias). Barcelona, Editorial Planeta, 1977, p. 399.

[5] Hoy (Badajoz), 28 de abril de 1936. Las citas referentes a las noticias aparecidas en este rotativo han sido extraídas del fondo microfilmado que de este diario se conserva en la Real Sociedad Extremeña de Amigos del País de Badajoz. Asimismo, agradezco a los responsables de esta Institución las facilidades dadas para la consulta de este material.

[6] Hoy (Badajoz), 15 de abril de 1936.

[7] «El primero de mayo [de 1936], Fiesta del Trabajo, se celebró en Madrid una gran manifestación obrera, en la que desfiló una inmensa muchedumbre. Nuestras milicias, ya de uniforme, con camisa azul y corbata roja, aseguraron el servicio de orden». Tagüeña Lacorte, M., Testimonio de dos guerras, México, Ediciones Oasis, 1973, p. 95 y s.

[8] Largo Caballero, F., Escritos de la República. Notas históricas de la Guerra en España, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1985, p. 307.

[9] Nelken Mansberger, M., Por qué hicimos la revolución, Barcelona, International publishers, 1936, p. 158.

[10] Hoy (Badajoz), 19 de mayo de 1936.

[11] Rodríguez Hermosell, J. I., Movimiento obrero en Barcarrota: José Sosa Hormigo: Diputado campesino, Badajoz, Asamblea de Extremadura, 2005, p. 118. Trascripción de una imagen que corresponde a un documento depositado en la Fundación Pablo Iglesias, AH-72-11.

[12] Payne, S. G., El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-1936), Madrid, Las esfera de los libros, 2005, p. 415.

[13] «Artículo 509. Al que con violencia o intimidación en las personas ocupare una cosa inmueble o usurpare un derecho real de ajena pertenencia, se impondrá, además de las penas en que incurriere por las violencias que causare, una multa del 50 al 100 por 100 de la utilidad que haya reportado, no bajando de 250 pesetas. Si la utilidad no fuere estimable no fuere estimable, se impondrá la multa de 250 a 2.500 pesetas».

[14] Gutiérrez Casalá, J. L., La Segunda República en Badajoz, Badajoz, Universitas Editorial, 1998, p. 238.

[15] Malefakis, E., Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Barcelona, Ariel, 1970, p. 377.

[16] Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España, 29 de agosto de 1936. Decreto núm. 71.

[17] Según Chaves Palacios, estos acontecimientos tuvieron menos trascendencia en la provincia de Cáceres, y la invasiones de fincas «fueron aisladas y de poca importancia». Cfr. Chaves Palacios, J., Violencia política y conflictividad social en Extremadura. Cáceres en 1936, Salamanca, Diputación de Badajoz – Diputación de Cáceres, 2000, p. 55. También es afirmado en García Pérez, J., y Sánchez Marroyo, F., La Guerra Civil en Extremadura (1936-1986), Badajoz,Hoy – Diario Regional de Extremadura, 1986, p. 19.

[18] Hoy (Badajoz), 26 de marzo de 1936.

[19] Y proseguía el citado artículo: «La autoridad a quien compete mantenerlo tendrá por fin de sus actos asegurar las condiciones necesarias para que ninguna acción externa perturbe la función de aquellas instituciones y para que tales derechos se ejerciten normalmente en la forma y con los límites que prevengan las leyes».

[20] Juliá Díaz, S., «El Frente Popular y la política de la República en la Guerra», en Juliá Díaz, S. (coord.), República y Guerra Civil en España (1931-1939), Madrid, Espasa, 2006, p. 153.

[21] Hoy (Badajoz) 27 de marzo de 1936.

[22] Archivo Municipal de Fuente de Cantos, correspondencia, salida núm. 445, 26 de marzo de 1936. Alcalde a Gobernador Civil.

[23] Hoy (Badajoz) 28 de marzo de 1936.

[24] Hoy (Badajoz) 31 de marzo de 1936.

[25] Lama Hernández, J. M., La amargura de la memoria: República y Guerra en Zafra (1931-1936), Badajoz, Diputación Provincial, 2004, pp. 531 y s.

[26] Hoy (Badajoz) 31 de marzo de 1936. «Campanario, 30. Cuando en ésta se firmó el llamado pacto de trabajo, al hacerse la distribución de obreros, se hizo ésta con cierta imparcialidad, que fue alabada por todas las personas sensatas. Se nombró una comisión de propietarios y obreros y se depuró la lista con arreglo a la necesidad y no a la ideología del individuo. Desde el balcón del Ayuntamiento, incluidos los nombres de los propietarios en una urna, fueron sacándose los nombres de los propietarios y por orden correlativo de la lista se iban repartiendo con el propietario cuyo nombre saliera de la urna. Estaban todos los propietarios que pagaban con los obreros que le habían correspondido ya tan tranquilos, cuando una nueva orden trae otra vez la perturbación. Se han excluido, sin que sepamos quién lo ha hecho, de esa lista a la mayor parte de los obreros que no tienen ideología marxista, y se quiere obligar a los propietarios, que pagan, a sustituir esos ésos por obreros socialistas. Como es natural, la mayor parte de los propietarios se han negado a ello, y se están utilizando toda clase de medios coactivos para obligarles. Esperamos que el excelentísimo señor Gobernador Civil de la provincia ampare a esos obreros que son tan españoles y necesitados como los demás».

[27] Ibarra Barroso, C., «La causa obrera en Fuente de Cantos durante el primer tercio de siglo XX (1900-1936)», en Actas de la I Jornada de Historia de Fuente de Cantos. Badajoz, Lucerna, Asociación cultural de Fuente de Cantos, 2001, p. 94.

[28] «Los preceptos de esta Ley relativos a constitución y composición de los organismos municipales no serán de aplicación hasta la primera renovación de los Ayuntamientos».

[29] «Artículo 80. El Gobierno podrá suspender a los alcaldes, en cuanto a todas sus funciones, cuando la provincia a que pertenezca el término municipal se halle en alguno de los tres estados de prevención, alarma o guerra, definidos por la Ley de Orden Público. A la orden de suspensión acompañará la de nombramiento de Alcalde interino, que recaerá necesariamente en un Concejal; el Alcalde suspenso seguirá ejerciendo sus funciones concejiles. La suspensión del Alcalde propietario y, por lo tanto, la actuación del interino cesará cuando el Gobierno lo disponga y necesariamente, de modo automático, al restablecerse la normalidad constitucional».

[30] Alcalá-Zamora, N., Memorias…, ob. cit., p. 359.

[31] Hoy (Badajoz) 26 de marzo de 1936.

[32] Hoy (Badajoz), 26 de marzo de 1936.

[33] Hoy (Badajoz), 28 de marzo de 1936.

[34] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 30 de marzo de 1936.

[35] Hoy (Badajoz), 31 de marzo de 1936.

[36] Lama Hernández, J. M., La amargura de la memoria: República… op. cit. pp. 532 y s.

[37] Hoy (Badajoz), 4 de abril de 1936.

[38] Bennassar, B., El infierno fuimos nosotros. La Guerra Civil Española (1936-1942…), Madrid, Taurus, 2005, p. 57.

[39] Vila Izquierdo, J., Extremadura: La Guerra Civil, Badajoz, Universitas Editorial, 1996, p. 18.

[40] Bolloten, B., La Guerra Civil Española. Revolución y contrarrevolución. Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 51.

[41] Malefakis, E., Reforma agraria y revolución campesina…, ob. cit.,p. 425.

[42] «Don Antonio de la Riva Crehuet, Juez de Instrucción de este Partido. Por el presente ruego a todas las autoridades civiles y militares de la nación procedan a la busca y ocupación de los semovientes que a continuación se reseñan, propios de Primitivo Castillo Megías, que fueron sustraídos la noche del 25 de marzo último en la finca “Zamoreja”, término de Zahínos, pues así lo tengo acordado en el sumario que con tal motivo se instruye bajo el número 64 del corriente año, poniéndolos caso de ser habidos, a disposición de este Juzgado, juntamente con sus poseedores ilegítimos. Señas. Tres cerdos negros, de un año, sin castrar, con punta en ambas orejas y hendida en la izquierda, y el hierro J C en el jamón derecho, y el otro orejisano y sin señal alguna ni hierro. Jerez de los Caballeros a 3 de abril de 1936. Antonio de la Riva Crehuet. P. H., Pedro Marcos». Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 29 de abril de 1936.

[43] Hoy (Badajoz), 28 de marzo de 1936. «Se comenta también el hecho de que muchos a cuya conciencia repugnaba ir por los corderos se escondieron detrás de los árboles, paredes y casas, en momentos de confusión, de sus compañeros, lo que prueba cumplidamente la honradez de una parte de la masa obrera de la localidad, que si comete algunos hechos vandálicos, es debido a la presión que sobre ellos ejercen unos cuantos desahuciados protegidos por quien debiera proteger la honradez alejada del vicio».

[44] Hoy (Badajoz), 28 de marzo de 1936.

[45] Macarro Vera, J. M., Socialismo, República y revolución en Andalucía (1931-1936), Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2000, p. 451.

Oct 012004
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Licenciado en Historia

I. INTRODUCCIÓN.

En la pasada edición de estos Coloquios Históricos de Extremadura analizamos varios aspectos relacionados con la epidemia de cólera morbo de 1855 y su presencia en la provincia de Badajoz. En el presente estudio se pretende hacer un análisis más pormenorizado. Ello conduce irremediablemente a realizar un estudio a nivel local de esta epidemia.

La investigación en ese ámbito nos proporciona una serie de conclusiones a través de la exposición de los diferentes datos disponibles. Y en ellos podremos considerar la incidencia de la enfermedad infecciosa a nivel demográfico y las diferentes fases de la virulencia del brote en la población.

Por ello, el núcleo central del presente estudio será la consignación de la identidad de las personas afectadas y fallecidas por esa causa. Así, todo ello significará una primera aproximación al estudio de la epidemia a ese nivel. A diferencia de una investigación del espacio provincial, se señalarán unos detalles que son más fáciles de recoger en ese ámbito, y que en otro espacio territorial sería más trabajoso, tal como es la cuantificación numérica de víctimas mortales.

II. LA LLEGADA DEL CÓLERA MORBO A MONESTERIO.

El primer caso registrado de cólera en Monesterio es el fallecimiento de un adulto, Antonio Ortega, el 13 de julio de 1855. Todas las víctimas del brote infeccioso fueron anotadas meticulosamente después de la epidemia por el Cura Párroco, Tadeo María Moruno, en el libro de difuntos número 5 de la Parroquia de San Pedro.

Si la primera muerte es de un adulto, le sigue la de unos cuantos párvulos, tipología de víctima que se repetirá en valores elevados durante todo este proceso. El primer niño fallecido por esa causa es Manuel, hijo de Antonio Monjo y Manuela Aparicio, y ocurre el 17 de julio, cuatro días después del primer fallecimiento.

graf1A partir del día 13 de julio comienzan dos largos meses de padecimiento de la población. El total de fallecidos registrados en la Parroquia es de 133 personas, cifras realmente elevadas para uno corto periodo temporal.

Es de por sí un número importante de bajas; y más aún en una villa que contaba con varios miles de habitantes. A pesar de las indagaciones realizadas, no hemos podido hallar el total de población que habitaba en la localidad al inicio de la epidemia.

Una noticia procedente de una quinta extraordinaria en 1851 nos indica que la villa tenía 2.131 almas[1]. En cambio, en el nomenclátor estadístico de 1857, considerado como el primer censo con finalidad estadística, y realizado con una metodología distinta, indica que la población existente en ese año es de 3.730 habitantes, distribuidos en 949 cédulas censales[2].graf2

Naturalmente, el censo de 1857 ofrece una cifra más fiable que la noticia de 1851; más aún cuando esta última sirvió de base para realizar una leva extraordinaria, y cuanto menos población indicase menor sería la aportación de hombres para el servicio de armas. En cambio, el censo de 1857, al estar realizado con fines estadísticos sin aparentes fines fiscales o de quintas, resulta más fiable en sus números. Un cálculo porcentual del total de víctimas sobre esa cifra, y manteniendo una distancia más o menos razonada, podemos afirmar que el brote colérico afectó mortalmente a un 3 o 4% de la población total.

III. DESARROLLO DE LA EPIDEMIA.

El cólera empezó a afectar a la villa -como ya hemos apuntado- a mediados de julio de 1855, y quedó extinguida la epidemia a finales de septiembre de ese mismo año. Sin embargo es en el mes de agosto cuando se desarrolla con mayor incidencia la epidemia, causando con mayor diferencia más víctimas mortales.

Afectó a 77 varones (58%) y a 56 mujeres (42%). Entre los primeros casados eran unos 28 (36%), solteros 38 (50%) y viudos 11 (14%). De las mujeres, casadas eran 28 (50%), solteras estaban 13 fallecidas (23%), y viudas eran 15 (27%).

graf3El desarrollo del cólera tuvo más importancia aún por producirse en los meses más calurosos del año, julio y agosto, siendo septiembre un mes intermedio por producirse el cambio de estación, de verano a otoño. Así, en septiembre menguó la enfermedad. Ésta se unió con otras patologías propias de los meses estivales, y que al igual que cólera, afectaban al aparato digestivo. Estas enfermedades gastro-intestinales ya hacían estragos anualmente, pero el cólera actuaba con más virulencia sobre la población que esas enfermedades típicamente veraniegas.

graf4Y la circunstancia de producirse en la época estival provocó la extensión del contagio por la ingestión de agua y alimentos contaminados; pues hay que tener en cuenta que los avances sanitarios e higiénicos en los núcleos urbanos de mediados del siglo XIX todavía eran bastantes precarios.

El 13 de julio -como ya se ha afirmado- se produce la primera víctima mortal, no obstante, la escalada de muertes no se inicia hasta el día 17 de julio, y es raro el día en que no aparece algún fallecido. En el día 19 mueren seis personas, en el anterior fueron tres. También seis se registró en el penúltimo día de mes, el 30 de julio; cinco fallecidos se apuntó el 23. Excepto la primera víctima que es un adulto, la seis siguientes son párvulos, el sector de la población que carece de defensas suficientes para contrarrestar los efectos de una epidemia. En total se registró 50 fallecidos que eran párvulos y adolescentes, y los restantes hasta llegar al número de 133, ochenta y tres, eran adultos.

graf5En la primera semana del mes de agosto no se produjeron víctimas; en cambio, a partir del día nueve comienza de nuevo la ascenso de fallecidos, en la que sólo los días 17 y 30 no se anotó ninguno. Se registró un total de 79 víctimas del cólera, cifra impresionante para los veinte días que restaban al mes de agosto, frente a las 38 apuntadas en el mes anterior, julio. Destacó con diferencia el 23 de agosto de 1855, día en el fallecieron a causa del cólera unas trece personas, y esa fecha se puede considerar como el cenit de la epidemia. En días sucesivos, tales como 20, 21 o 27 se registraron 6 victimas respectivamente; en el día 28 fueron siete.

graf6En el mes de septiembre se observa una clara disminución de la incidencia epidemiológica, distribuyéndose intermitentemente las víctimas, habiendo incluso días y días seguidos sin registrase ningún fallecimiento. El brote de cólera se consideró totalmente extinguido el 29 de septiembre, día en el que tiene lugar las dos últimas muertes producidas por la misma, y que hizo desaparecer a dos párvulos. En total, se anotó en el mes de septiembre 16 personas, cifra que difiere considerablemente con la registrada los meses de julio y agosto, 38 y 79 respectivamente.

graf7En conjunto, la epidemia de cólera afectó a un total de 133 personas. Para una comprensión visual de todas estas cifras, hemos elaborado una serie de gráficas que permita una comprensión de la evolución de ese brote epidémico.

graf8IV. INTERVENCIÓN DE LA JUNTA DE SANIDAD, CLERO, AYUNTAMIENTO DURANTE LA EPIDEMIA DEL CÓLERA MORBO.

Claro está que ante ese proceso coyuntural como el que se está analizando, entra en juego una serie de instituciones, ya sea por mandato legislativo (las Juntas de Sanidad), o por intervención personal por razón del cargo (médico y farmacéutico).

Así, en otros lugares de la provincia, la invasión del cólera supuso que algunas autoridades optaran por la huida. En el caso estudiado no se ha registrado ninguna dejación de funciones.

De esta manera, la Junta de Sanidad funcionó tal como indicaba la legislación, y como ya adelantamos, tuvo una conducta ejemplar. El presidente de dicha junta fue Antonio Lancharro Florido, capitán de la Milicia Nacional, que era al mismo tiempo alcalde primero; el vicepresidente era el alcalde segundo, Antonio Lobón; los vocales eran los regidores municipales, Ramón Mestre y Narciso García Rincón, además del médico Vicente Grau y los vecinos Manuel Chavero, Ignacio Todo y Antonio Sánchez Mellado.

La importancia de esta junta no era menor, pues en ella se decidían todos los pormenores causados por la epidemia. Y de esta manera, juntamente con el ayuntamiento, tomaba acuerdos sobre el abastecimiento de víveres y medicinas. Además decidía medidas como las cuarentenas y la manipulación de enfermos. Y por los mandatos emanados de la superioridad hacía cumplir las disposiciones vigentes sobre el enterramiento de los afectados, pues incluso dictaban las órdenes al respecto que debían de ser cumplidas por el párroco. Además nombraba a los enterradores encargados de dar sepultura a los fallecidos, y recogía todos los datos personales necesarios para identificar convenientemente a los cadáveres.

El licenciado don Tadeo María Moruno, presbítero y abogado del reino, cura párroco de la yglesia de esta villa de Monesterio, etc. Certifico que, habiendo sido invadida esta población de la enfermedad del cólera morbo asiático, y habiéndose acordado en su consecuencia por la Junta de Sanidad la provisión de tocar campanas y celebrar públicos funerales mientras durase el tiempo de esta calamidad, se procuraron recoger de los sepultureros nombrados por aquella con la mayor exactitud y escrupulosidad todos los datos y noticias de las personas que fallecieron y fueron sepultadas, así en el cementerio como en otros sitios de este término desde el día trece de julio al veinte y uno de septiembre inclusivos, que desapareció de esta población aquella calamidad, las cuales son las que individualmente se expresan a continuación.[3]

Un año después, el alcalde remitió todas las cuentas de los gastos ocasionados por la epidemia a la Diputación Provincial de Badajoz. Sin embargo sólo hemos encontrado el oficio de la primera autoridad local y no las cuentas.

[Sello de estampilla: ‘Alcaldía Constitucional de Monasterio’] [Anotación en el margen: ‘Monesterio. Cuentas de la cantidad percibida para las necesidades del cólera]. Excelentísimo señor, esta cuenta bien formada y justificada por lo cual opina el que suscribe que debe aprobarse y remitirse con los ejemplares al Sr. Gobernador. Badajoz, mayo 27 y 856. Chacón]. Acompaño a esa superioridad las cuentas y sus copias rendidas de la cantidad recibida para atender, según el repartimiento para que se digne aprobarlas. Dios guarde a vuestra excelencia. Monesterio y marzo, 13 de 1856. Excelentísimo señor. Antonio Lancharro Florido. Excma. Diputación Provincial, Badajoz. Sesión del 1º de junio de 1856. Conforme, Ortiz [rubricado] [firma ilegible]. Nota, esta cuentas se remiten con las de ayer. Otra. Queda sin valor lo antes dicho[4].

A pesar del padecimiento que sufrió la población, la entereza de sus autoridades fue suficiente para que el Gobernador Civil de la Provincia reconociera la labor de las autoridades locales durante el desarrollo de la epidemia.

Artículo de Oficio. Gobierno de la Provincia. Circular número 261. El Ayuntamiento, Junta de Sanidad, el digno clero, la clase de facultativos y la benemérita Milicia Nacional de la villa de Monesterio, ha observado un comportamiento ejemplar durante la invasión del cólera en la población, sin separarse un momento de sus puestos y socorriendo cada cual, según su estado y facultades, las necesidades de las circunstancias con el mayor esmero, con el más exquisito celo por el alivio de tantos males como afligían a sus convecinos, sin que fuera bastante a entibiar su ardiente patriotismo y caridad evangélica, ni el aspecto aterrador de la epidemia, ni el repugnante espectáculo de los atacados, ni los temores que pudiera inspirarles la muerte que les rodeaba por doquiera; y sin que haya podido vencer su incansable sed de hacer bien a sus semejantes dos meses consecutivos de fatigas y de sinsabores continuos. Tal proceder no debe permanecer oculto, y a fin de procurar a sus autores la satisfacción que sea de todo conocido y que tenga imitadores en otros pueblos que se hallen en el caso, he resuelto publicarlo en el Boletín, insertando a continuación lista nominal, sin perjuicio de elevarlo al conocimiento del Gobierno de Su Majestad para que puedan obtener la debida recompensa. Badajoz, 8 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José de Montemayor. Lista de individuos que se han distinguido en Monesterio durante el cólera, y de que se hace mérito en la circular anterior. Don Antonio Lancharro Florido, Alcalde Primero y Presidente de la Junta de Sanidad. Don Antonio Lobón Calderón, ídem. [Alcalde] Segundo, y Vicepresidente de la misma. Don Manuel Muñoz Terrón, Regidor Primero. Don Antonio Calderón Veredas, ídem. [Regidor] Segundo. Don Joaquín Palomas, ídem. [Regidor] Tercero. Don Manuel Vasco, ídem [Regidor] cuarto. Don Ramón Mestre, ídem [Regidor] quinto, y Vocal de la Junta de Sanidad. Don Narciso García, ídem. [Regidor] Sexto, y Vocal de ídem. [la Junta de Sanidad]. Don Pedro González, Regidor Síndico. Don José Melchor Fernández, Secretario. Don Tadeo María Moruno, Cura Párroco. Don Vicente Grau, Médico Titular, individuo de la Junta de Sanidad, y Oficial de la Milicia Nacional. Don Manuel Chavero, Vocal de la Junta de Sanidad. Don Ignacio Todo, ídem. [Vocal de la Junta de Sanidad]. Don Antonio Sánchez Mellado, ídem. [Vocal de la Junta de Sanidad]. Don José Antonio Vázquez, Oficial de la Milicia Nacional[5].

V. ALGUNAS INCIDENCIAS DE LA EPIDEMIA.

En el desarrollo de la epidemia hemos encontrado algunas noticias sobre la intervención en la misma de las fuerzas del orden. El 30 de julio, en los primeros días del brote, un guardia civil del Puesto de Monesterio falleció a causa del cólera, en concreto Juan Antonio García, que estaba casado con Guadalupe Naranjo. En la mención oficial del Gobernador de la Provincia, ya trascrita, se agradece el servicio prestado por algunos miembros de la Milicia Nacional, tales como el médico titular, don Vicente Grau, y José Antonio Vázquez, ambos oficiales de ese cuerpo. Además, el alcalde Lancharro Florido era Capitán de la Milicia Nacional; todavía a algunos miembros de su familia son conocidos en Monesterio con el apodo ‘Melicia’ como deformación de la palabra milicia.

Por otro lado, hemos localizado una noticia hallada en un protocolo notarial fechado en octubre de 1855, un mes después de desaparecido el cólera morbo asiático de la población. Aparte de todo esto, la epidemia se desarrolló en una de las etapas anuales más importantes de la economía rural, pues en los meses estivales se realizan las labores de recogida y limpia de las mieses.

Pero volviendo a esta noticia de 1855, hemos constatado que se produjo durante la epidemia una paralización de la vida del pueblo. Hay que tener en cuenta que en muchos hogares se produjo una verdadera tragedia familiar, desapareciendo traumáticamente varios miembros de la misma; además de producirse una penuria económica que arrastraba unos antecedentes.

Esa noticia se destila tras el examen de un protocolo notarial, fechado el 17 de octubre de 1855. Es el caso de Manuel Hidalgo Calderón. Éste y su esposa, Isabel Vasco, se habían endeudado para la construcción de una casa. Los acreedores iniciaron un expediente judicial para la reclamación de la deuda. No obstante, el cólera ralentizó la ejecución del expediente, y la esposa de Manuel Hidalgo, Isabel Vasco, fue una de las primeras víctimas de la epidemia, pues falleció el 19 de julio. En esa tesitura, Manuel Hidalgo vendió la casa, y con parte de ese dinero pudo resarcir a sus acreedores, Antolín Palacios, José Pío Rico, Fernando Borja y la viuda de Manuel Piris, un albañil de origen portugués, que falleció también a causa del cólera el mismo día que Isabel Vasco, el 19 de julio[6].

En la villa de Monesterio a diez y siete de octubre de mil ochocientos cincuenta y cinco; ante mí el infrascripto Escribano de S. M., Notario de Reynos, único en ella, y Secretario de su Ayuntamiento Constitucional, y testigos que se contendrán, pareció presente Manuel Idalgo Calderón, natural y vecino de la misma, viudo de Isabel Basco, a quien doy fe, conozco y dijo, que durante el matrimonio contrajeron varias deudas para construir unas pequeñas casas en esta población, hoy que no ha habiendo podido solventar, fue ejecutado a instancia de D. Juan Álbarez Aguado en el Juzgado de Primera Instancia de este Partido, con embargo de dichas casas, y a las que se agregaron los acreedores Antolín Palacios, José Pío Rico, Fernando Borja, Viuda de Manuel Piris, y otros infinitos, y cuya ejecución se paralizó con motivo de haber sido invadida esta villa del cólera morbo, del que falleció su mujer, y para evitar más cortes y dilaciones, se enajenaron referidas casas en más precio que su tasación; y siendo justo que el comprador tenga título de su adquisición en la vía y forma que más haya lugar en derecho por sí en nombre de sus herederos y sucesores, que vendo y cedo en venta por juro de heredas y para siempre jamás a Manuel Vayón Palomas, a saber, unas pequeñas casas de morada situada en la Calle de los Mártires de esta población, linda por levante con la calle donde hace frente, por sur con ejido, por el norte hace esquina con la Calleja del Pozo de Antonio Lobón y poniente con las casas de Antonio Vayón, las cuales son libre de tributo, hipoteca, memoria ni otra carga especial ni general, y por tales se las aseguro con todas sus entradas y sus salidas, usos, costumbres y servidumbre, y de lo demás que le pertenece y pueda pertenecer de hecho y de derecho por precio de dos mil y ciento reales que me ha pagado en moneda de plata, usual […] En cuyo testimonio así lo otorgaron, y no firman por no saber, lo hacen a su ruego los tres testigos presentes, que lo fueron Manuel Vargas, Miguel Amaya, e Inocente García, de esta vecindad, manifestando el otorgante, Manuel Idalgo Calderón que habiéndole sobrado de las casas vendidas después de pagar todas las deudas, seiscientas setenta reales, ha entregado dicha cantidad a la abuela de sus hijos, Juan Rodríguez y Antonia Calderón para que compren un cuarto de casa, y en su defecto queden asegurados en sus casas de su morada, y cuyos abuelos estuvieron conformes, y no firman por no saber, lo hacen mencionados testigos, doy fe. Testigos rogados por los otorgantes y abuelos. Manuel Bargas. Miguel Amaya. Inocente García. Ante mí, Josef Melchor Fernández[7].

VI. LAS VÍCTIMAS DE LA EPIDEMIA.

Tal como consta en el libro de difuntos de la Parroquia, los fallecidos fueron inscritos según las órdenes de la Junta de Sanidad, y fueron enterradas según los dictámenes de la misma. Los fallecidos, con la indicación de la fecha, son los siguientes[8].

  1. 13 de julio de 1855 Antonio Ortega, casado con Nolasca Iglesia.
  2. 17 de julio de 1855. Manuel (párvulo), hijo de Antonio Monjo y Manuela Aparicio.
  3. 18 de julio de 1855. Francisco (1 año), hijo de José Moya y María Aparicio.
  4. 18 julio de 1855. Miguel, hijo de Manuel Piris (albañil) y Rosa Pizarro.
  5. 19 de julio de 1855. María (párvula), hija de Manuel Bayón y Manuela Palomas.
  6. 19 de julio de 1855. Manuel (párvulo, hijo de Manuel Bayón.
  7. 19 de julio de 1855. Manuel, hijo de Manuel Calderón y Ramona Ronquillo.
  8. 19 de julio de 1855. Manuel del Cubo (albañil) casado con Antonia Garrote.
  9. 19 de julio de 1855. Genaro Morillas (labrador), casado con Manuela Carrasco.
  10. 19 de julio de 1855. Isabel Vasco, casada con Manuel Hidalgo.
  11. 19 de julio de 1855. Manuel Piris (portugués), casado con Rosa Pizarro.
  12. 22 de julio de 1855. Pedro Olivo, casado con Manuela Bermúdez.
  13. 22 de julio de 1855. Francisca, «llamada vulgarmente la Merina», viuda.
  14. 23 de julio de 1855. José (párvulo), hijo de Antonio Lancharro y Josefa Hidalgo.
  15. 23 de julio de 1855. Vicente Palomas (jornalero) viudo de Plácida Neguillo.
  16. 23 de julio de 1855. Feliciana Melo, casada con Antonio Bayón.
  17. 23 julio de 1855. Antonio (párvulo), hijo de Antonio Martínez, labrador, y de María Iglesias.
  18. 23 de julio de 1855. Antonio, hijo de Manuel Barragán y Antonia Ramos, labradores.
  19. 24 julio de 1855. Emilio (párvulo), hijo de Lorenzo Neguillo (labrador) y Francisca Rico.
  20. 24 de julio de 1855. Antonio (de 7 años) hijo de Ambrosio Guijo y Carmen Barbecho, jornaleros.
  21. 24 de julio de 1855. Manuela Chavero, casada con Antonio García Calderón, jornaleros.
  22. 25 de julio de 1855. Manuela Bermúdez, viuda de Pedro Olivo.
  23. 25 de julio de 1855. Bárbara Valencia, casada con José Romero.
  24. 25 de julio de 1855. María Calderón, casada con Manuel Cantillo.
  25. 26 de julio de 1855. Manuela Vasco, casada con Antonio Carrasco, jornaleros.
  26. 26 de julio de 1855. José Mera (portugués) casado con Carmen Brus (Puebla del Maestre).
  27. 26 de julio de 1855. Ana Guerrero, viuda de Manuel Rico.
  28. 27 de julio de 1855. Alonso Talamino (75 años), casado con Trinidad Muñoz.
  29. 27 de julio de 1855. Antonio López, casado con María Palomas, jornaleros.
  30. 27 de julio de 1855. José González, soltero, hijo de don Manuel, maestro herrador, e Isabel Gallego.
  31. 28 de julio de 1855. José Bayón (25 años), jornalero, casado con Manuela Bayón.
  32. 29 de julio de 1855. Ramona Palomas (70 años) viuda de Manuel Bayón.
  33. 30 de julio de 1855. Mª Josefa (5 años), hija de Manuel Gallego Paz, y Dolores Soto, labradores.
  34. 30 de julio de 1855. Juan Antº García, «guardia civil de este destacamento», casado con Guadalupe Naranjo.
  35. 30 de julio de 1855. María Velázquez, viuda de Juan Vielmas, natural de Santa Olalla.
  36. 30 de julio de 1855. Antonio Calado (30 años), labrador, casado con Antonia Garrote.
  37. 30 de julio de 1855. José (3 meses), hijo de Miguel Chaves y María Calderón, jornaleros.
  38. 30 de julio de 1855. Antonio (3 años), hijo de Manuel Chaves y María Calderón, jornaleros
  39. 9 de agosto de 1855. Domingo Granadero, viudo de María Carballar, jornaleros.
  40. 10 de agosto de 1855. José Villalba Vasco, casado con Josefa Calderón.
  41. 10 de agosto de 1855. Manuel (párvulo), hijo de Antonio Calderón Chaves, jornalero.
  42. 11 de agosto de 1855. Josefa, hija de Juan Lancharro y María Nevado.
  43. 12 de agosto de 1855. Martín Ruiz, soltero y arriero, natural de Umbrete.
  44. 12 de agosto de 1855. Diego Garrote, casado con Josefa Real, «en el sitio de Calilla, en las Veredas».
  45. 12 de agosto de 1855. Manuel Bautista (60 años), viudo de Paula García Salinero, labrador.
  46. 12 de agosto de 1855. Manuela Villalba, viuda de Silvestre Aguilar.
  47. 13 de agosto de 1855. María del Carmen (8 años), hija de Manuel Garrote y Josefa Durana.
  48. 14 de agosto de 1855. Juan Garrote (70 años), casado con Josefa Lancharro.
  49. 14 de agosto de 1855. José Chavero, casado con Teresa Nevado.
  50. 15 de agosto de 1855. Domingo (3 años) hijo de Manuel Hernández e Isabel Garrote.
  51. 15 de agosto de 1855. Francisco Domínguez, natural de Salonimos, casado y arriero.
  52. 16 de agosto de 1855. Salomé (1 año), hija de Miguel Mejías.
  53. 16 de agosto de 1855. Manuel Villalba Nevado, viudo de María Calderón.
  54. 18 de agosto de 1855. Josefa Lancharro, viuda de Juan Garrote.
  55. 18 de agosto de 1855. Antonio Aguilar, casado con Antonia Carrasco.
  56. 18 de agosto de 1855. José Villalba Calderón, casado con María Manzano.
  57. 18 de agosto de 1855. María Manzano, viuda de José Villalba Calderón.
  58. 19 de agosto de 1855. Juan (2 años), hijo de Felipe Villalba y Manuela de la Paz.
  59. 19 de agosto de 1855. Manuela (2 años) hija de Manuel Calderón y Dolores Rodríguez.
  60. 19 de agosto de 1855. Francisco Cardoso, casado con Antonia Rodríguez,
  61. 19 de agosto de 1855. Antonio Calderón, viudo de Francisco Palomas.
  62. 19 de agosto de 1855. Marías Vargas, viuda de Francisco Palomas.
  63. 20 de agosto de 1855. Isabel Bayón, viuda Juan Granadero.
  64. 20 de agosto de 1855. Un párvulo de José Lancharro y Cristina Vázquez.
  65. 20 de agosto de 1855. María Bautista, esposa de Juan Sayago.
  66. 20 de agosto de 1855. Don Juan de Alba, viudo de doña Gabina Pizarro.
  67. 20 de agosto de 1855. Ramona Granados, casada con Antonio Cantillo.
  68. 20 de agosto de 1855. Un párvulo de Antonio Fernández y Florencia Ramírez.
  69. 21 de agosto de 1855. Antonio Cantillo, viudo de Ramona Granados.
  70. 21 de agosto de 1855. Antonia Rodríguez, casada con Francisco Cardoso.
  71. 21 de agosto de 1855. Rafael, párvulo, hijo de don Manuel Villalba y doña Carmen Santos.
  72. 21 de agosto de 1855. José, hijo de José Cornelio Granadero y Guadalupe Palomas.
  73. 21 de agosto de 1855. Manuel, hijo de Manuel Guareño y Manuela Palomas.
  74. 21 de agosto de 1855. Josefa, hija de Bernardo Justo y Antonia Díaz.
  75. 22 de agosto de 1855. María Romero., casada con Lorenzo Villalba.
  76. 22 de agosto de 1855 Josefa Carballar, casada con José Antonio Vázquez.
  77. 22 de agosto de 1855. Antonia Valiente, viuda de Pedro Morcillo.
  78. 23 de agosto de 1855. Antonio, hijo de Rosendo Conejo y Manuela Soto.
  79. 23 de agosto de 1855. Isabel, hija de don Antonio de Alva y María de la Paz.
  80. 23 de agosto de 1855. Teresa Boza, casada con Antonio López.
  81. 23 de agosto de 1855. José Garrote, casado con Manuela Delgado.
  82. 23 de agosto de 1855. María del Carmen Pecellín, casada con Teodoro Villalba.
  83. 23 de agosto de 1855. Antonio García Calderón, viudo de Antonia Siles.
  84. 23 de agosto de 1855. Manuela Pecellín, viuda de Antonio Monjo.
  85. 23 de agosto de 1855. Leonarda Rincón, casada con José Rico.
  86. 23 de agosto de 1855. Nicanor Valiños, casada con Celestina Vega.
  87. 23 de agosto de 1855, Manuela Villalba, casada con Juan Monjo.
  88. 23 de agosto de 1855. Un párvulo de José Garrote y Antonia Sayago.
  89. 23 de agosto de 1855. Dionisio, hijo de Antonio Romero, y Manuela Basco.
  90. 23 de agosto de 1855. Un párvulo de José Antonio Bázquez y Josefa Carballar.
  91. 24 de agosto de 1855. Manuel Romero Espeluca, viudo de Antonia Teodoro.
  92. 24 de agosto de 1855. José, hijo de Francisco Muñoz y Josefa Campano.
  93. 24 de agosto de 1955. Josefa Romero, viuda de Manuel Carrasco.
  94. 24 de agosto de 1855. Elena Garrote, casada con Antonia Cardoso.
  95. 25 de agosto de 1855. Francisco Moya, viudo de María Giles.
  96. 26 de agosto de 1855. Josefa (3 años), Antonio Caballero y Antonia Siles.
  97. 27 de agosto de 1855. José, hijo de Teodosio Villalba y Carmen Pecellín.
  98. 27agosto de 1855. Un párvulo de Manuel Mellado y Manuela Basco.
  99. 27 de agosto de 1855. Pedro, hijo de Gabriel Guareño y Felipa Carrasco.
  100. 27 de agosto de 1855. Antonia Villalba, casado con Soledad Rodríguez.
  101. 27 de agosto de 1855. Josefa Basco, casado con Manuel Calcatierra.
  102. 27 de agosto de 1855. Manuela Vargas, casada con Antonio Garrote.
  103. 28 de agosto de 1855. Teresa Megía, casada con Vicente Garrote.
  104. 28 de agosto de 1855. Josefa Gallego, casada con Esteban Garrón.
  105. 28 de agosto de 1855. Josefa Teodoro, casada con Antonio Naranjo.
  106. 28 de agosto de 1855. Antonio, hijo de don Manuel González y doña Isabel Gallego.
  107. 28 de agosto de 1855. Marina Calado, viuda de Juan Soto.
  108. 28 de agosto de 1855. Manual Neguillo, casada con Vicente Garrote.
  109. 28 de agosto de 1855. Toribio, hijo de José Bautista y Josefa Gallego.
  110. 29 de agosto de 1855. Isidoro, hijo de Antonio Rivas.
  111. 29 de agosto de 1855. Un párvulo de Ramón Carballar y María Carrasco.
  112. 31 de agosto de 1855. Joaquina Guareño, casada con Manuel Duqueso.
  113. 31 de agosto de 1855. Cristóbal Cantillo, casado con Antonia Arroyo.
  114. 31 de agosto de 1855. María Sayago, casado con Juan Campano.
  115. 31 de agosto de 1855. Antonio, hijo de Manuel Garrote y María Pajarón.
  116. 31 de agosto de 1855. Juan Olivo, viudo de Manuela Granados.
  117. 31 de agosto de 1855. Un párvulo de Juan Zapata y Remedios Rivas
  118. 2 de septiembre de 1855. Elena Rodríguez, casada con Francisco Vasco.
  119. 2 de septiembre de 1855. Una párvula de Manuel Carballo y Dolores Basco.
  120. 3 de septiembre de 1855. Manuela Sayago, casada con Dionisio Basco.
  121. 4 de septiembre de 1855. Marcelino Gómez, casado con Vicenta Martín, arriero de Salamanca.
  122. 6 de septiembre de 1855. Antonia Real, casada con Antonio Lancharro.
  123. 10 de septiembre de 1855. Manuel Carballo, casado con Dolores Basco.
  124. 10 de septiembre de 1855. Isabel Lobón. Viuda.
  125. 11 de septiembre de 1855. Juan Calderón Veredas, casado con María Villalba.
  126. 12 de septiembre de 1855. Manuel (1 año) hijo de José González y Carmen Villalba.
  127. 13 de septiembre de 1855. José Agapito Llechet, casado con Antonia Neguillo.
  128. 13 de septiembre de 1855. María López (1 año) hija de Juan López y Antonia Pecellín.
  129. 13 de septiembre de 1855. José (3 años), hijo de Jerónimo Pando y Antonia Pecellín.
  130. 19 de septiembre de 1855. Juan Antonio López, casado con Josefa Bayón.
  131. 20 de septiembre de 1855. Dolores, hija de Joaquín Pajarón y la Cubo [Antonia].
  132. 21 de septiembre de 1855. José (3 meses) hijo de Miguel Chaves y María Chaves.
  133. 21 de septiembre de 1855. Antonia, hija de Miguel Chaves y María Calderón.

NOTAS:

[1] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz. Núm. 91. Viernes, 11 de julio de 1851. «Artículo de Oficio. Diputación Provincial de Badajoz. Repartimiento de 675 hombres que se piden a esta provincia en el Real Decreto de 20 de junio último, por la quinta de 25.000 hombres correspondientes al alistamiento del año anterior, y resultado del sorteo de las décimas, con el número de soldados que en vista de él pertenece definitivamente a cada pueblo […] Partido de Fuente de Cantos […] Monesterio, 2131 [núm. de almas]».

[2] Boletín Oficial Extraordinario de la Provincia de Badajoz. Jueves 24 de septiembre de 1857. «Artículo de Oficio. Gobierno de la Provincia de Badajoz. Nomenclátor estadístico de las ciudades, villas, lugares, aldeas, granjas, cotos redondos, cortijos, y despoblados de esta provincia, expresivo de la jurisdicción territorial municipal y judicial a que corresponden y del número de cédulas recogidas, y habitantes enumerados en el recuento general de 21 de mayo de 1857 […] Partido Judicial de Fuente de Cantos […] Monesterio, 949 [número de cédulas inscritas], 3.730 [número de habitantes]».

[3] Archivo Parroquial de Monesterio (APM). Libro de difuntos nº 5, f. 90v.

[4] Archivo de la Diputación Provincial de Badajoz. Propios de Monesterio.

[5] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, número 125, 12 de octubre de 1855.

[6] APM, libro de difuntos número 5, folio 92v.

[7] Archivo Histórico de Protocolos. Escribano José Melchor Fernández, año de 1855.

[8] APM. Libro de difuntos número cinco, ff. 90r – 110v.

Oct 012003
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

I. Introducción.

Entre las mayores crisis demográficas que se registraron durante el siglo XIX en el conjunto de Extremadura se encuentran las provocadas por diferentes oleadas del cólera morbo-asiático. Una de las más mortíferas fue la del bienio de 1854 y 1855. Sólo treinta años después Koch descubría el bacilo que producía tal epidemia, y comenzaba el control de la enfermedad. No obstante, en la época de este estudio no se sabía qué la producía, sólo se había determinado que la toma de medidas higiénicas prudentes podía atajar el contagio. En un interesante informe de la Junta Provincial de Sanidad de Badajoz, de 1849, se exponían las deficiencias que los pueblos padecían y que podían provocar una fácil propagación del cólera:

1º En la falta de aseo y limpieza de las calles, casas, caños, albañales, riberas, acueductos y aguas potables. 2º En la costumbre de criar cerdos o abrigarlos en ellas de noche. 3º La de tener en la mayor parte de los pueblos zanjas en los corrales con aguas corrompidas para que, echando paja o inmundicias, se pudran y formar estiércol para abono de sus tierras. 4º Tener las esterqueras dentro de la población, o tan cerca que no disten lo que se marca por la higiene pública. 5º No cuidar de alejar los animales muertos o sepultarlos como debieran. 6º La falta de esmero en el aseo de los mataderos. 7º El descuido de los alcaldes de los pueblos en permitir multitud de mendigos, en algunos sin ser naturales de aquellos. 8º El no cuidar no se expendan al público carnes muertas de enfermedad y no evitar que se las den a comer a sus mozos los granjeros. 9º El no hacer que los fabricantes de curtidos, almidón, aceite y jabón, recojan o alejen por cañerías las aguas inmundas y corrompidas, que efectos de su tráfico tienen en los pueblos donde están establecidos”[1].

Una noticia curiosa que encontramos en este informe, publicado en 1855 en el Boletín de la Provincia para que los pueblos lo tuvieran en cuenta y pudieran tomar medidas, es la consideración que se tenía de tal enfermedad y su peculiar contagio. Más tarde se determinó que se trasmitía por el agua y alimentos contaminados fundamentalmente, aunque antes se creía que era por el aire:

“Esta Comisión cree, por los datos que tiene del padecimiento que nos amenaza, que la causa productora de esta enfermedad existe en la atmósfera, consistiendo en la mistión de un gas deletéreo con el aire que respiramos, que marcha con la dirección de los vientos, y con una rapidez extraordinaria, tomando asiento en ciertos pueblos, principalmente en los puntos bajos, pantanosos, mal ventilados e insanos, constituyendo los que se llama por los prácticos un envenenamiento atmosférico; su naturaleza es desconocida, porque siendo gaseoso el envenenamiento, no ha podido analizarse, ni tratarse con los reactivos, ni colocarse en ninguna de las seis clases de venenos que marcan los autores, imprime en la economía tantas modificaciones cuantos son los sujetos, efecto del temperamento de la idiosincrasia y de las otras circunstancias especiales de los individuos, caracterizándose de tal cólera por los síntomas generales que siempre lo acompañan, y por presentarse con el carácter epidémico, arrebatando un 40 y tantos por ciento de los sujetos acometidos”[2].

Así, una mala educación higiénica, sumada a las malas condiciones higiénico-sanitarias de pueblos y ciudades, incluyendo casas particulares y de servicio público -posadas, fondas…-, propagaban rápidamente la epidemia colérica. Pero no vamos a hacer un estudio médico y de consecuencias demográficas provocadas por el cólera, sino que procederemos a analizar el comportamiento social ante la epidemia y las medidas políticas que se adoptaron destinadas a luchar contra este magno contagio.

Ha sido fundamental para la realización del presente estudio las abundantes noticias recogidas en el Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz. Por decisión del Gobernador de la Provincia, José Montemayor, se publicaron muchas reseñas que llegaban de localidades afectadas referentes a la actitud de sus autoridades, así como el señalamiento de sanciones a los que contravinieron las disposiciones legales, e incluso se recriminó ciertas actitudes poco apropiadas a las circunstancias.

De esta manera, por datos recogidos en ese periódico oficial, la etapa de más virulencia de la epidemia fue el verano y otoño de 1855. Y por las noticias que llegaban de los pueblos y ciudades atacadas, la situación social era realmente dramática. Se tuvo que recurrir a cuestaciones o suscripciones para la compra de medicinas y alimentos, punto éste que se analizará cuando recurramos a la variable de la caridad y la filantropía.

Como ya veremos más adelante, y anticipamos ahora, hubo intentos de timos a los afectados proporcionando cierta bebida milagrosa. Las autoridades no tuvieron más remedio que desautorizar y prohibir tal brebaje, que no era más que otra forma de sacar dinero a los pobres infelices afectados.

En los centros urbanos y semi-urbanos, y en todo el ente rural de la provincia de Badajoz, fue fundamental la actuación de las autoridades sanitarias si las había -médico, cirujano o boticario- e incluso el Ayuntamiento, la Milicia Nacional, la Guardia Civil; y en esta coyuntura adquirió una relevancia fundamental las Juntas Municipales de Sanidad y Beneficencia, desde las cuales emanaban todas las decisiones importantes para prevenir la epidemia, y en los lugares afectados para marcar las normas referentes al tratamiento de enfermos, traslado y sepultura de cadáveres a los cementerios, etc. A pesar de todo, los acontecimientos se desbordaron en muchos municipios y el pánico se apoderó de las autoridades civiles y eclesiásticas, y algunos de ellos -en ciertos casos- huyeron despavoridos del azote.

II. Sanidad Municipal y cólera.

En el año 1854 empezó la introducción -por la costa- del cólera en la Península Ibérica. Durante ese año, y el siguiente -1855-, se dictaron una serie de disposiciones oficiales, casi todas emanadas del Ministerio de la Gobernación que era el que tenía las competencias de Sanidad. En esas reales órdenes se marcaban las normas a seguir ante el cólera. Disposiciones legales anteriores habían dispuesto la creación, a nivel provincial y municipal, de Juntas de Sanidad y Beneficencia, regidas por reglamentos diferentes -hay que recordar que es la época en que se está creando la estructura del Estado liberal en España, de 1845 data la Ley Municipal que regía entonces la vida local-. Así, la Junta Municipal de Sanidad debía de existir y estar constituida en cada localidad, casi siempre tras la inauguración de una nueva municipalidad, pues sus cargos eran natos, es decir, la Presidencia y las Vocalías eran ocupadas por cargos concejiles. De esta manera, la Presidencia de la Junta de Sanidad recaía en el alcalde primero, el vicepresidente en el alcalde segundo, y las vocalías eran ocupadas por varios concejales, el médico titular y varios vecinos.

Las Juntas Municipales de Sanidad tuvieron una importancia esencial durante la invasión del cólera. Sus competencias y tomas de decisiones serán relevantes ante esta calamidad pública. En ellas, con el asesoramiento del médico titular, se tomaron las medidas a seguir en la prevención y extinción del cólera en las diferentes localidades. Las decisiones sobre cementerios, traslado de cadáveres, cuestación de fondos para medicinas y alimentos fueron precisas. Por ello, era frecuente que desde el mismo Boletín Oficial de la Provincia se fueran publicando diferentes circulares del Gobernador Civil exhortando a los Alcaldes sobre la constitución de las Juntas de Sanidad y de Beneficencia.

De esta manera, en las Juntas de Sanidad recaían unas responsabilidades importantes, sobre todo en lo referido en la cuestión de la búsqueda de medicinas y de fondos monetarios para la adquisición de éstas. No en vano, en el estudio de todas las noticias recogidas en el Boletín Oficial encontramos diferentes sanciones del Gobernador Civil a concejos y Juntas de Sanidad y Beneficencia por incumplimiento de las prescripciones oficiales, ello prueba la responsabilidad en la toma de decisiones de estos organismos concejiles.

Con el asesoramiento de estas Juntas se decidió, en 1855, la celebración o no de las tradicionales ferias ganaderas que tenían lugar en ciertos municipios de la provincia de Badajoz. La aglomeración de personas y ganados, el trasiego de los mismos de unos pueblos a otros, las malas condiciones higiénicas que generaba el propio rodeo o venta de ganados era caldo de cultivo suficiente para extenderse la epidemia. En esta situación encontramos a varios municipios, entre ellos Mérida:

“El Ayuntamiento constitucional de esta ciudad, de acuerdo con las Juntas de Sanidad y Beneficencia, y temeroso de que la aglomeración de personas y ganados fuese causa de que se desarrollarse con más intensidad en la población el cólera morbo que desgraciadamente continúa invadiéndola, ha determinado suspender indefinidamente la celebración de la feria, que con el título de san Bartolomé se viene ejecutando todos los años en los días desde el 28 del corriente hasta el 4 de septiembre próximo venidero, sin perjuicio de anunciar oportunamente los días en que deberá verificarse visto el estado de la salud pública. Mérida 15 de agosto de 1855. C. P. José Moreno y Bailén. Antonio Galbán, Secretario[3].

Lo mismo ocurrió en Don Benito:

“El Ayuntamiento Constitucional de esta villa que tengo el honor de presidir, en sesión extraordinaria que ha celebrado el 16 del corriente, oído el dictamen de la Junta de Sanidad y varias personas ilustradas de la población, ha acordado suspender la celebración de la feria en esta villa debiera tener lugar en los días 7, 8, 9 y 10 del próximo mes de septiembre, como medida higiénica para evitar la aglomeración de personas y animales de dicha época, quedando en anunciar con la debida anticipación en los periódicos oficiales la celebración de dicha feria cuando las circunstancias sanitarias lo permitan. Lo que se inserta en el Boletín Oficial, para la debida inteligencia. Don Benito, 17 de agosto de 1855. Juan José de Sosa. Juan Álvarez Roldán, Secretario[4].

En Herrera del Duque también se suspendió:

“El Ayuntamiento Constitucional de esta villa, temeroso de que la aglomeración de personas y ganados fuera la causa de que se importara en esta población el mortífero y cruel azote del cólera morbo, que por desgracia tiene invadido varios pueblos de la provincia, y otros muchos de los inmediatos de Toledo y Mancha, ha determinado suspender la celebración de la feria, que con el título de san Mateo, se viene ejecutando todos los años desde el 21 al 23 del corriente, ambos inclusive, todo sin perjuicio de anunciar oportunamente los días en que debiera verificarse, si el estado de la salud pública lo permitiese. Herrera del Duque, 1 de septiembre de 1855. El Presidente, Manuel Valcárcel de Neira. De su orden, José Martín, Secretario[5].

La primera edición de la feria de Rivera del Fresno no tuvo lugar:

“El Ayuntamiento de esta villa, atendiendo el mal estado de la salud de la misma, ha determinado la suspensión de la feria que por primera vez debía celebrarse en los días 13, 14 y 15 del actual. Lo que se anuncia para los efectos convenientes. Rivera del Fresno, 7 de septiembre de 1855. Julián Antonio de la Hoz. José de Bargas y Quirós, Secretario[6].

Y en Fregenal de la Sierra se pospuso varias semanas después:

“El Ayuntamiento Constitucional y Junta de Sanidad de esta villa de Fregenal, en vista de hallarse invadida, aunque no con mucha intensidad del cólera morbo asiático, han acordado se suspenda la feria que debía celebrarse en la misma en los día 21 al 24 del próximo mes de septiembre, aplazándola para que se verifique en los días 8 al 11 del siguiente octubre. Y para que llegue a noticia de los habitantes de esta provincia se inserta en el Boletín Oficial de la misma. Fregenal a 31 de agosto de 1855. Alcalde Primero, Cecilio Domínguez, Secretario[7].

No obstante, en otros lugares, por no padecer el azote, y para no sacrificar una tradición económica de siglos, decidieron celebrar esta cita ganadera. En este caso está Zafra:

“El Ayuntamiento Constitucional que tengo el honor de presidir, en virtud del buen estado de salud que disfruta esta población y las limítrofes, ha acordado celebrar, según costumbre, la feria de san Miguel que dará principio el 29 del corriente, y para mayor comodidad, y desahogo de los ganados, pone a disposición del público la dehesa Nueva que ofrece abundantes pastos y buenos abrevaderos. Zafra, 10 de septiembre de 1855. El Alcalde Primero, Santiago Izquierdo. Joaquín A. de Liébana, Secretario[8].

Y en Almendral también se celebró:

“El Ayuntamiento que me honro presidir ha acordado que en los días 13, 14 y 15 del corriente mes se celebre la feria concedida a esta villa, y que se anuncie en elBoletín Oficial de la Provincia para la concurrencia de las personas que quieran interesarse en ella. Almendral, 5 de septiembre de 1855. El Alcalde PrimeroConstitucional, Francisco Mendoza”[9].

Por otra parte, a nivel provincial, existía una Junta de Sanidad, la cual coordinaba todas las decisiones referido a su ámbito de competencias; y sobre todo, tomaba las decisiones referidas a la capital. Su presidente nato era el Gobernador Civil. Ella tomó la decisión de prorrogar el inicio del curso académico 1855-56, pues la afluencia de estudiantes rurales podía extender la epidemia a la misma capital:

“Circular número 254. Habiendo llegado a mí noticias que dos individuos que habían entrado en la plaza en el día de ayer, han sido atacados del cólera fulminante, el cual habían ya contraído es sus respectivos pueblos, y traían en estado de incubación; de acuerdo con el ilustrado dictamen de la Junta Provincial de Sanidad, que instantáneamente he reunido, y con el fin de evitar se repitan sucesos de esta naturaleza con la afluencia de jóvenes estudiantes, he resuelto suspender y prorrogar por tiempo indefinido la apertura del curso académico que debía tener lugar en 1º de octubre próximo; declarando, no obstante, que en esta capital se disfruta la más completa salud, sin que haya el menor motivo para alarmarse de los casos ocurridos por efecto del cólera importado de fuera, y asegurando que en el caso improbable de que el estado de la salud pública no fuese satisfactorio, la Autoridad superior hablará con franqueza, tratando por cuantos medios estén a su alcance, de conjurar los males que pudieren sobrevivir en lo sucesivo. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[10].

III. Cólera, aislamiento y cordones sanitarios.

Para el cólera, los cordones sanitarios parecían inservibles, pues este mal, a pesar del establecimiento de aquella medida, se propagaba, pues el medio de contagio fundamental era por el agua y alimentos contaminados. Ya durante la invasión de 1834, se había observado la inutilidad de los cordones sanitarios, pues impedía esta medida la comunicación, y con ella las actividades económicas en los diferentes municipios. Además, el aislamiento provocaba consecuencias irreparables, pues dificultaba el avituallamiento de alimentos y productos de primera necesidad. En este sentido se posicionó la Real Orden de 24 de agosto de 1834 que prohibía en su articulado los cordones sanitarios, y en cuyo preámbulo se nos dice que (…) la observación del curso seguido por el cólera no fue completamente estéril ni para el Gobierno ni para los pueblos; varias Autoridades y Corporaciones han elevado al Trono su dolorido acento pidiendo con ardor patriótico se modifique el sistema de incomunicaciones, que siendo inútil para evitar la trasmisión del mal de una localidades a otras, causa evidentes y trascendentales perjuicios bajo el aspecto económico y administrativo; pues paralizando el tráfico e imposibilitando el abastecimiento de comestibles condena a los pueblos por evitar un mal dudoso, a sufrir los seguros e inevitables que nacen de la escasez y la miseria; aumenta las víctimas de la enfermedad, y produce finalmente la ruina de la fortuna Pública, extendiendo las consecuencias de la epidemia aun a los pueblos que no la padecen; corroboradas estas reflexiones con el sistema adoptado y seguido por los Gobiernos de dos Naciones, cuya ilustración las coloca a la cabeza de la civilización europea, y aun con el de los demás que habiendo adoptado al principio los cordones acabaron por conocer y confesar su ineficacia; S. M. la Reina Gobernadora se dignó mandar que la Junta Suprema de Sanidad del Reino propusiera las reformas que creyese oportuna en las disposiciones sanitarias vigentes[11] (…) Esta misma intención recogía otra Real Orden de fecha 18 de enero de 1849: (…) 1º Que auque aparezca el cólera en Francia o Portugal, no se establezcan cordones, lazaretos o cuarentenas de ninguna clase en los pueblos de las respectivas fronteras terrestres. 2º Que si la referida enfermedad se declarase en cualquier punto de la Península, cuide V. S. muy particularmente de proteger y hacer que se proteja la libre circulación de todos los pueblos entre sí y de evitar que por dicho motivo se cause la menor vejación a los viajeros. Y 3º Que de ningún modo permita V. S. el aislamiento o incomunicación de los coléricos en los barrios, casas o establecimientos públicos de las poblaciones[12].

Durante 1855 fueron numerosas las disposiciones que recordaban a las autoridades municipales el no establecimiento de cordones sanitarios que impidieran las comunicaciones. La forma de aislamiento más habitual en la provincia de Badajoz -cuando se dio el caso- fue la clausura de las entradas de las localidades mediante tapias. Ello fue acompañado de denuncias y sanciones a las autoridades implicadas. En muchas ocasiones se utilizaba este procedimiento con un doble sentido, pues muchas veces se establecía para impedir la entrada en la villa de las fuerzas de la guardia civil, instrumento de seguridad que nació en 1844 para poner orden en el ente rural; por ello, en ese ámbito estaba mal vista; además, durante el Bienio Progresista, en el que tuvo lugar la epidemia, se reorganizó una antigua institución de seguridad de tipo cívica, era la Milicia Nacional. Estas circunstancias tuvieron lugar en Bodonal de la Sierra y en Segura de León:

“Los Alcaldes, Concejales, e individuos de las Juntas Municipales de Sanidad de Bodonal y Segura de León han sido condenados a 100 reales de multas cada uno de los primeros y 50 los demás, por la responsabilidad que les resulta de los hechos probados de haberse incomunicado, haciendo tapiar las entradas de sus pueblos respectivos, y deteniendo y molestando a los transeúntes, y con particularidad a un destacamento de la Guardia Civil que pasaba en asuntos del servicio. Este abuso ocasionó un verdadero conflicto que pudo haber acarreado serios compromisos a no evitarlos la prudencia de los beneméritos guardias, y causando desgracias incalculables, contraviniendo además abiertamente, no sólo a las repetidas circulares de este gobierno, sino a las terminantes órdenes del de S. M. Resuelto como estoy a que no continúen éstas desatendiéndose por más tiempo, con mengua de las personas sensatas, y más aún de las autoridades que las dictan, he dispuesto publicar la falta y la pena en el Boletín Oficial para que sirva de saludable ejemplo a los demás que puedan encontrarse en su caso, y de correctivo a los que han faltado a su deber. Badajoz, 24 de agosto de 1855. El Gobernador interino de la Provincia, Antonio Verdú”[13].

E incluso en algún municipio -fue el caso de Alburquerque- la epidemia se convirtió en pretexto para negar la entrada de fuerzas del ejército, circunstancia que había sido ordenada por José de la Puente, Capitán General de Extremadura:

“Circular. Desde el año 1834, en que el Gobierno de S. M. determinó levantar los cordones sanitarios establecidos con objeto de impedir la propagación del cólera morbo-asiático, mandándose restableciesen las comunicaciones interiores con toda la extensión que tenían antes de formarse aquéllos, ha venido sucesivamente, en repetidas Reales Órdenes, reiterando sus prevenciones sobre este punto; convencido no solo de la inutilidad del sistema de aislamientos, sino de la paralización que con él se impone al tráfico, imposibilitando el conveniente abastecimiento de los pueblos. En observancia de ellas, este Gobierno de Provincia ha procurado inculcarles la idea de la inmensas ventajas que han de reportar si conservan completamente libres sus comunicaciones y protegen la más amplia circulación de personas y efectos. Muchos han sido dóciles a tales inspiraciones, más otros se han encerrado en una incomunicación absoluta, haciendo alarde de la más peligrosa resistencia. Alburquerque, siguiendo la marcha que se trazó el año pasado, es uno de los más tenaces y desobedientes, y a fin de hacerle variar su conducta, y que sirva de ejemplo a los demás que se hallen en su caso, he acordado obrar con su Ayuntamiento y Junta de Sanidad con todo rigor. En su consecuencia, además de conminarle con 1.000 reales de multa sino cambia de conducta paso con esta fecha los antecedentes al Juzgado para que se sirva proceder a la formación de la correspondiente causa e imposición de la pena a que se hayan hecho acreedores, según el código, por su marcada y tenaz desobediencia. De ellos resulta principalmente la resistencia opuesta a permitir la entrada en la población a una fuerza de infantería que, de orden del Excmo. Sr. Capitán General, se dirigía de esta capital a aquella villa, a la cual se obligó a permanecer a las inmediaciones, a pesar de las terminantes órdenes para que cesase tan punible abuso; y el haber rehusado todo auxilio a los infortunados vecinos de la inmediata villa de La Codosera, atacados del cólera, quienes faltos de medicamentos, mandaron un comisionado a procurarlos y conducirlos al pueblo a la vez que la correspondencia pública, habiendo llegado al extremo de arrojarlo el mismo Alcalde a empellones hasta verlo fuera de la población, despidiéndole tan bruscamente sin los auxilios que en su angustia reclamaba. Y para que se haga pública tan inhumana conducta, entendiendo se lleva a efecto la conminación que tengo hecha de sujetar esta clase de asuntos al fallo de los tribunales, he acordado insertarlo en el Boletín Oficial, sin perjuicio de elevarlo a conocimiento del Gobierno, por si se digna disponer otras providencias, y que se publique también en la Gaceta, esperando servirá de saludable ejemplo a los demás. Badajoz, 9 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[14].

Igualmente grave fue el caso de Higuera de Llerena, y que también negó la entrada de la guardia civil. Este caso llegó al Gobierno Central, y (…) la Reina (q.D.g.) ha visto con el mayor desagrado la conducta observada por el Ayuntamiento y la Junta de Sanidad de Higuera de Llerena, negándose a dar entrada en la población a la guardia civil, bajo pretexto de precaverse del cólera morbo, faltando con estas medidas coercitivas a lo prevenido en las disposiciones sanitarias vigentes, y es su Real voluntad que se publique en la Gaceta esta resolución. De Real Orden lo digo a V. S. para su inteligencia, contestando a su comunicación de 13 de septiembre de 1855[15] (…)

IV. Pánico, huidas y cólera.

Fueron numerosos los casos de huidas provocados por el pánico producido por la exposición de los afectados, y por la gravedad de la misma enfermedad. El primer caso encontrado en el Boletín es la noticia de la dimisión del médico de Siruela (…) motivada por su desgracia y la de la población en el mal estado de salud ha acordado el Ayuntamiento de mi presidencia anunciar esta vacante que se proveerá el día 1º de septiembre próximo, prefiriendo entre los profesores solicitudes lo que reúnan las circunstancias de ser médicos-cirujanos. La dotación por una sola visita a todos los vecinos del pueblo de toda clase de dolencias médicas consiste en 6.000 reales, pagados del presupuesto municipal en las épocas que hay ingresos en propios. Las demás visitas que hagan del vecindario son por igualas de libre contratación entre éste y el facultativo, excepto a los pobres de solemnidad, a quienes gratuitamente hará cuantas su prudencia le sugiera. La población es de 1.000 vecinos, de situación topográfica saludable y abundante de buenas aguas potables y artículos de primera necesidad, tiene dos boticas y cirujano titular. Las solicitudes se dirigirán a esta Alcaldía francas de porte, y el agraciado deberá presentarse a escriturar y desempeñar su cometido inmediatamente que se le comunique su admisión. El Alcalde Constitucional, Juan Ruiz Luengo. Antonio Cabeza, Secretario[16]. Y es que en el caso de Siruela el médico dimitió, pero la Real Orden de 18 de julio de 1855 disponía entre otras cosas la prohibición de abandonar los médicos titulares las poblaciones afectadas por la epidemia:

“Artículo 1º Los profesores titulares de las ciencias médicas no podrán abandonar el pueblo de su residencia en caso de epidemia. Art. 2º El profesor titular que contravenga a lo dispuesto en el Art. anterior, sobre perder su asignación, quedará sujeto a las penas a que el Gobierno le juzgue acreedor oyendo al Consejo de Sanidad. Art. 3º Tampoco podrán abandonar el pueblo de su residencia, y quedan obligados a la asistencia de los enfermos, en caso de epidemia, los profesores de las ciencias de curar que perciban sueldo del Estado, o del presupuesto provincial o municipal. Art. 4º El profesor que falte a lo dispuesto en el artículo anterior perderá su sueldo, sin perjuicio de las penas que el Código prescribe para los funcionarios públicos que abandonen su destino sin la correspondiente licencia. Art. 5º En los pueblos en que no haya médico titular o dotado de los fondos del Estado, del presupuesto provincial o municipal, los que existan sean insuficientes para la buena asistencia de los enfermos, la autoridad superior local invitará a los profesores en ejercicio conviniendo con ellos las condiciones de la asistencia que se cumplirá por la municipalidad con toda exactitud por el tiempo que dure el convenio. Art. 6º En casos extraordinarios de epidemia, el Gobernador Civil de la Provincia adoptará las disposiciones convenientes para que no carezcan los pueblos de la asistencia facultativa”[17].

Pero las auténticas complicaciones llegaban cuando se producía la desbandada de las autoridades locales, incluidos Alcaldes, Regidores y miembros de la Junta de Sanidad, que presos del pánico -causado por la epidemia- y por el desbordamiento de los acontecimientos, abandonaron sus responsabilidades. Así, encontramos el caso de Burguillos del Cerro:

“Circular número 235. El Alcalde Constitucional de Burguillos, D. Joaquín García de la Mata, y los Regidores D. Manuel Borrallo y D. Francisco Cumplido, los individuos de la Junta de Sanidad, D. Manuel Jarillo, Depositario, D. Nicolás Garlandi, D. Antonio García de la Mata y D. Fernando Zarallo han huido cobardemente del pueblo a la presencia del cólera en aquella villa, abandonado a la población afligida en los momentos en que más necesitaba de sus socorros, faltando a todos sus deberes y posponiendo todo sentimiento filantrópico, a la propia conservación. Digna tan criminal conducta el más severo castigo, he dispuesto publicarla con sus nombres en el Boletín Oficial, y ponerla en conocimiento del Gobierno de S. M., por si se digna disponer que en la Gaceta se haga también patente proceder tan extraño, a fin de evitar la imitación de tan pernicioso ejemplo por parte de los que pueden hallarse en su caso, además de oficiar al Juzgado del Partido para que proceda desde luego en su contra con todo el rigor de las leyes. Badajoz, 3 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[18].

Incluso hubo huidas al país vecino, Portugal, circunstancia que se vio (…) con desagrado, esta Diputación Provincial, por la conducta observada por D. Antonio Frois, Regidor del Ayuntamiento de Olivenza, quien a los primeros casos del cólera morbo ocurridos en aquella villa se ausentó con su familia al Reino de Portugal, sin que precediese competente autorización del Alcalde; ha acordado hacer saber al público por medio del Boletín su reprobada conducta para que sirva de ejemplo. Badajoz, 22 de septiembre de 1855. José Montemayor. J Chacón Pizarro, Secretario[19]. La localidad de Montijo tampoco no se libró de huidas de autoridades:

“Circular número 255. El Regidor del Ayuntamiento Constitucional del Montijo D. Pedro Fernández ha sido multado en 200 reales vellón por haber abandonado la población al ser invadida del cólera morbo; y por igual falta han sido separados de sus respectivos cargos D. Miguel Molina, individuo de la Junta Municipal de Beneficencia, D. Joaquín Real y D. Alonso Grajera, que lo eran de la de Sanidad. Lo que se hace público por medio del presente periódico oficial para los fines que convengan. Badajoz, 29 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[20].

En Azuaga huyeron hasta los escribanos:

“Circular número 279. Atacada la villa de Azuaga con gran intensidad por el terrible azote del cólera morbo asiático, han huido cobardemente, abandonando sus puestos y la población el Alcalde Primero D. Antonio Ponce de León, los Regidores, Isidro Merino, Juan Robledo, José Durán Vega, el Primer Procurador Síndico José López Cano, y los dos escribanos públicos D. Vicente Gaón Sutil y D. José Ugía; por lo que he conminado a los individuos de Ayuntamiento con 400 reales de multa a cada uno si en el preciso término de tercero día no regresan a desempeñar sus cargos; reservándome adoptar otras providencias si persisten en su punible y criminal conducta (…) Badajoz, 16 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[21].

No obstante, hubo casos tremendamente dramáticos, donde casi todas las autoridades municipales desaparecieron, así en (…) la villa de Usagre, invadida de una manera terrible del cólera morbo, ha quedado sin Ayuntamiento por haber muerto unos y heridos otros de sus Concejales, cuyo ejemplo ha imitado las personas pudientes; D. Francisco León, Alcalde; D. Joaquín Gallardo, Regidor 1º; D. Tomás García, ídem segundo; D. Antonio Medina, Procurador Síndico; D. Juan Gallardo, Depositario de Propios; el Secretario D. José Peligro; D. Ildefonso Nogales, Farmacéutico; los presbíteros D. Casto del Carmen, D. Pedro Pérez, y D. Calisto García Cuevas, con particulares pudientes D. Manuel Candalija, D. Manuel Grajera, D. Manuel Muñoz, y D. José Murga abandonaron a sus convecinos, temerosos de los efectos de la epidemia, dejándolos en la situación más crítica y deplorable (…) además pues, de imponer 300 reales de multa a cada uno de los funcionarios públicos ausentes y de elevarlo al conocimiento del Gobierno, he creído conveniente publicarlo en el Boletín Oficial para que llegue todo a conocimiento de todos los habitantes de esta provincia. Badajoz, 18 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[22]. Y el Alcalde de Fuentes de León también abandonó su puesto:

“Circular número 299. El Alcalde Constitucional de Fuentes de León, don Manuel Contreras, a la presencia del cólera en la población, ha huido cobarde y vergonzosamente, sin esperar en su precipitada fuga la licencia competente para ausentarse y delegar su cargo. No pudiendo dejar impune semejante conducta, le he prevenido que inmediatamente regrese al pueblo a hacerse cargo de la jurisdicción que no ha debido abandonar, bajo multa de 500 reales si no lo verifica. Los demás Concejales e individuos de la Junta de Beneficencia y Sanidad permanecen firmes en sus puestos prestando los servicios que de ellos reclaman tan aflictivas circunstancias. Y para que sirva de escarmiento a los demás que pueden hallarse en igual caso he resuelto hacerlo público por medio del Boletín Oficial, y elevarlo a conocimiento del Gobierno de S. M. por si se cree acertado se publique también en la Gaceta. Badajoz, 25 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[23]”.

Todos ellos fueron sancionados, y el caso de la villa de Montijo llegó al Gobierno central, así (…) en virtud de la comunicación de V. S. fecha 29 de septiembre próximo pasado participando el correctivo impuesto a las personas que se ausentaron de la villa del Montijo, al ser invadida del cólera morbo, la Reina (q.D.g) a tenido a bien resolver se manifieste a V. S. como ejecuto, que aprueba la separación de los vocales de las Juntas de Beneficencias y Sanidad, que abandonaron aquella población; así como también la multa de 200 reales impuesta al Regidor de la misma don Pedro Fernández, como una de las prescripciones que en la Real Orden de 19 de julio último se hicieron a los Gobernadores. De la propia Real Orden lo digo a V. S. para su conocimiento y efectos consiguientes. Lo que se inserta en este periódico oficial para la común inteligencia. Badajoz, 27 de noviembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[24].

Las circunstancias de Granja de Torrehermosa fueron de las más horribles, destacando por la gran espantada de la mayoría de sus ciudadanos, que sin distinción de clases, huyeron de la villa, dejando allí a los enfermos, que fueron atendidos por las autoridades:

“El pueblo de Granja de Torrehermosa, acometido su vecindario del cólera morbo asiático, ha sido teatro de las nobles acciones. Al aspecto del azote, huyeron no sólo las personas acomodadas, sino que las que sólo disfrutaban de una mediana, y aún las pobres, a buscar la salvación en el campo. El vecindario quedó, por decirlo así, reducido a los enfermos, siendo a admirar la caridad, el celo y la eficacia del el respetable párroco D. Jerónimo Leoncio Maldonado y su digno Teniente D. Andrés Hidalgo, el Ayuntamiento y la Junta de Sanidad, el Médico Titular D. Francisco Alsina, y el Secretario de Ayuntamiento, Segundo Comandante de la Milicia Nacional, D. Pedro María Robledo asistían incansables a los dolientes, cada uno según su ministerio, estado y facultades. Unos alentaban con su voz permisiva y continua a los afligidos, cuidaban otros no faltasen los precisos artículos al menesteroso; aquellos velaban por proporcionarles la necesaria y salvadora asistencia, y éstos les facilitaban recursos sin gravar a nadie. Tal conducta no necesita de encomio y hasta hacer de ella un sencillo relato para conmover a todo el que participe de sentimientos tan humanitarios. Para satisfacción pues de tan dignos patricios, y a fin de poner patente un ejemplo que pueda hallar imitadores, he resuelto publicarlo en el Boletín Oficial de la Provincia, sin perjuicio de ponerlo en su día conocimiento del Gobierno para que obtenga la recompensa debida a tales acciones. Badajoz, 3 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[25].

En Zalamea de la Serena no huyeron las autoridades, pero sí las clases acomodadas, que despavoridas se marcharon al campo, de esta manera (…) consternada la población por el desarrollo del cólera morbo asiático, huyeron instantáneamente a buscar la salvación en los campos la mayor parte de las familias acomodadas (…), comportamiento marcadamente contrario a las autoridades, pues (…) al ver la actitud tranquila, firme y decidida de los que estaban al frente del pueblo, el vecindario ha recobrado la calma de espíritu tan indispensable en tales casos, y espera el resultado de los acontecimientos, entregándose a la esperanza de que sus medidas, han de contrarrestar en cuanto sea posible, los tristes efectos de la enfermedad[26]. Algo parecido pasó en Valverde de Leganés y (…) las familias más acomodadas han huido a la presencia del mal, siendo de notar hayan imitado su ejemplo los vocales de la Junta de Sanidad D. Francisco Becerra y Granadilla, y D. Manuel de la Concha y Alós, desatendiéndose de sus deberes, y posponiendo el bien general a los instintos de su propia conservación, de todo lo cual doy conocimiento con esta fecha al Gobierno de S. M. para lo fines que convenga. Badajoz, 11 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[27].

No faltó tampoco el caso de un eclesiástico que, horrorizado igualmente por la epidemia, abandonó a sus feligreses, recibiendo gran reprimenda desde el Gobierno Civil:

“Circular núm. 284. El Cura Párroco de la villa del Aceuchal, olvidando los deberes que le impone su sagrado ministerio, abandonó la población el 10 de julio último cuando comenzaba a presentarse la epidemia, y aún no ha regresado, desoyendo lamentos de los infelices, y las constantes y vehementes reclamaciones para que regresase a prestarles los auxilios de que tanto necesita en su lastimoso estado. Contrasta la de los dignos sacerdotes D. Domingo Indias, D. Miguel Cabrera, D. Francisco Sánchez, y D. José Álvarez, que en unión del Regidor Agustín Rodríguez, encargado interinamente de la jurisdicción, y de los facultativos D. Agustín Patrón y D. Lorenzo Millán, y el boticario D. Nicolás Rubiales prestaron cada uno en su clase los cuidados más exquisitos a los necesitados, mereciendo las bendiciones de sus convecinos. Lo que he dispuesto se inserte en el presente Boletín Oficial para la debida publicidad e inteligencia. Badajoz, 18 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[28].

También hubo momentos en que se extendieron bulos sobre poblaciones no invadidas, y que generaba grandes perjuicios, muchas veces fruto de enfrentamientos y rivalidades de unos pueblos con otros; así, informaba, desde Guareña, (…) don Juan Carlos Mancha, Alcalde Constitucional de esta villa (…), que habiendo circulado voces alarmantes acerca del estado sanitario de esta población, atribuyendo al cólera morbo asiático la muerte ocasionada en tres personas octogenarias y achacosas, cumple a mi deber como autoridad desmentir tales rumores, manifestando que esta villa disfruta del mayor beneficio que la providencia puede dispensarnos; Guareña, 5 de septiembre de 1855, Juan Carlos Mancha; P.A.D.S., Mariano Huerta[29].

V. Cólera, cadáveres y cementerios.

Desde finales del siglo XVIII -como se puede ver en el mismo Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, existió una preocupación en la cuestión referida a salubridad pública y cementerios. Durante la primera mitad del siglo XIX todavía era normal encontrar cementerios intramuros en las poblaciones, casi siempre cercanos a las parroquias, e incluso dentro de las mismas. Paulatinamente surgieron diferentes disposiciones que ordenaron el establecimiento de los campos santos fuera de la población como medio de evitar focos de infección por descomposición orgánica.

Todavía en 1855 existían inquietudes por el estado de los cementerios desde el Gobierno Civil como medio de control para evitar focos epidémicos. El 12 de marzo de 1855, el Gobernador Interino de Badajoz, Bartolomé Romero Leal publicó una circular en la que encomendaba a los alcaldes de los respectivos pueblos a enviar una serie de datos referidos a los campos santos:

“Circular número 70. Aún cuando muchos pueblos de esta provincia han construido sus cementerios en la forma que preceptúan las disposiciones del Gobierno y las reglas sanitarias, quedan todavía algunos en que por abandono de sus autoridades no se ha llevado a efecto aquella medida, recomendaba ya hace siglos como utilísima a la salud pública, y considerada hoy como absolutamente indispensable. A fin, pues, de evitar que las exhalaciones de los muertos infesten el aire que han de respirar los vivos, y que por esta causa de suyo poderosa se produzca una enfermedad epidémica o tome mayor incremento cualquiera otra que con distinto origen pudiera desarrollarse, he acordado lo siguiente: 1º En el término de quince días contados desde la publicación de esta circular, los Alcaldes Constitucionales me manifestarán con la mayor exactitud y precisión la distancia que medie entre sus respectivos pueblos y los cementerios que les pertenezcan, si estos tienen o no bastante capacidad para que hagan los enterramientos en la forma que recomiendan las reglas de higiene pública y lo demás que crean conveniente para remediar cualquier mal que por su situación o circunstancias se esté ocasionando o amenace perjudicar a la salud del vecindario. 2º Antes de darme estas noticias, consultarán los Alcaldes el parecer de los facultativos titulares, si los hubiere, y en su defecto el de cualquier otro de su confianza, remitiéndome el informe que estos le dieren por escrito sobre el particular. 3º Si notoriamente fuesen conocidas las malas condiciones del cementerio, las Autoridades locales instruirán el oportuno expediente, que remitirán a mi aprobación, donde se consigne la necesidad de construir uno nuevo, el sitio donde deberá establecerse según la opinión de los profesores de medicina, el presupuesto de la obra y los recursos que podrán emplearse en su ejecución, arreglando en lo posible estas diligencias a lo que previene la Real Orden de 2 de junio de 1833. 4º Los Alcaldes que sean morosos en el cumplimiento de esta circular, me reservo exigirles la responsabilidad que merezcan, en proporción al mayor o menor daño que su abandono pueda originar a la salud pública. Badajoz, 6 de marzo de 1855. El Gobernador Interino, Bartolomé Romero Leal”[30].

Pero declarada la epidemia, se publicó en el Boletín de la Provincia una Real Orden que prohibía la costumbre de la exposición pública de los cadáveres en las iglesias, pues (…) nada más perjudicial a la salud pública que la exposición de los cadáveres en las iglesias; cuantos de la higiene pública se han ocupado, todos han prescrito como una de las medidas sanitarias más importantes la prohibición de conducir los cadáveres a los templos, la descomposición subsiguiente a la muerte produce miasmas nocivos, que aspirados por los fieles concurrentes son origen de las enfermedades más graves. La exactitud de estas observaciones ha sido reconocida en todas épocas. El Sr. D. Carlos IV en 1801 expidió un decreto prohibiendo los funerales de cuerpo presente, y si bien las preocupaciones y el orgullo que se arrastra más allá del sepulcro lo relegó al olvido, un esfuerzo de demostración de las buenas medidas sanitarias lo reprodujo en 20 de septiembre de 1849. Por no haberse exigido con firmeza la responsabilidad que en esta última Real Disposición se imponía a los Gobernadores que consintiesen una práctica que bien puede calificarse de abusiva, volvieron los funerales de cuerpo presente, y si en todo tiempo es dañosa la expresada práctica, el perjuicio se eleva al grado máximo, considerando el estado sanitario del país y la influencia que en el ánimo opera la vista de los cadáveres. Absurdo inconcebible es que cuando se prescriben las fumigaciones y todos los desinfectantes para purificar la atmósfera de la habitación donde ha ocurrido un caso de epidemia se permita conducir los cadáveres de los epidemiados a los templos, lugar en general de escasa ventilación, y más si se compara con el número de personas que en ellos se reúnen. Penetrada S. M. la Reina (q.D.g.) de la verdad de las consideraciones expuestas y de que las exequias de cuerpo presente son una manifiesta infracción de los Reales Mandatos, se ha servido prohibir el expresado acto, haciendo responsables a los Gobernadores de las provincias de la menor relajación que en particular consientan. De Real Orden lo digo a V. S. para su puntual y exacto cumplimiento. Lo que se inserta en el Boletín Oficial para la debida publicidad e inteligencia, previniendo a los Sres. Alcaldes de esta provincia el más exacto y puntual cumplimiento. Badajoz, 10 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[31].

En esta coyuntura dramática, incluso algunos párrocos se vieron en la circunstancia de conducir cadáveres a los mismos cementerios. De esta manera, (…) guiado de su caridad evangélica, el Párroco [de Usagre], D. Luis Antonio Chacón, ha provisto a todas las necesidades en lo espiritual y temporal, visitando, consolando y socorriendo a los enfermos, y llegando al extremo de conducir las camillas de los cadáveres, cuyo admirable celo hizo se quebrantase su salud[32] (…) En Campillo de Llerena, (…) el Teniente de Cura D. Antonio Platero, con una caridad ejemplar, no contento con auxiliar a los infelices en tan duro trance, llevó a su celo hasta conducir un cadáver al depósito[33]. Fernando Rodríguez, Secretario del Ayuntamiento de Llera se dedicó a buscar a personas que hicieran sepulcros y que le ayudaran para enterrar a sus convecinos:

“Faltaría a mi deber si no llamase la atención de V. S. acerca del comportamiento habido en los días de aflicción que ha habido por el Secretario de Ayuntamiento, don Fernando Rodríguez Guerrero, la que ha consistido en visitar diariamente a los invadidos, animándolos con su presentación y persuasiones, dando alimento a los invadidos, y socorriendo de su peculio a los menesterosos, después acompañándome para buscar personas que hiciesen los sepulcros, de los que fallecían llevasen a enterrarlos, y sobre todo no estar en su casa más que las horas de trabajo, pues las demás las invertía como he dicho en las visita de enfermos y animando a los que sus fortunas no dejaron abandonar sus hogares”[34].

VI. La Legación española en Londres ayuda a las provincias invadidas por el cólera.

Dentro del apartado de suscripciones para paliar el cólera, destacó la ayuda que desde Inglaterra llegó a Badajoz, procedente del sufragio recogido de la Legación y españoles residentes en Reino Unido. Además de Badajoz, recibieron ayuda las provincias de Málaga, Granada y Madrid. De esta manera, a mediados de septiembre de 1855 llegaron de dicha suscripción a España 43.103 reales, y cada provincia recibió 10.775 reales y 24 maravedíes. La iniciativa partió del Ministro Plenipotenciario, Antonio González, natural de la provincia de Badajoz. Ello fue anunciado de la siguiente manera:

“Legación de España en Londres. Londres, 15 de septiembre de 1855. Muy señor mío, conmovido profundamente por las desgracias que el cólera morbo causa en esa capital y otros pueblos de la provincia, he invitado a una suscripción a los individuos de esta Legación, a los Cónsules y a los españoles notables que residen en Inglaterra. El resultado ha satisfechos mis deseos y esperanzas, y ha producido la suma de 43.103 reales vellón, lo cuales se reparten por iguales partes entre las provincias de Málaga, Badajoz, Granada, y Madrid, y le corresponden respectivamente 10.775 reales vellón 24 maravedíes. Al remitir a V. S. esta suma, que me alegraría fuese mayor, me cabe la satisfacción de manifestar a V. S. que no olvido las desgracias de los pueblos de esa provincia la que tuve la fortuna de nacer y ver la luz primera. Sírvase V. S. publicar esta comunicación en el Boletín Oficial con la nota adjunta de la suscripción, para satisfacción de los interesados y de sus distinguidos sentimientos de humanidad y patriotismo. Con este motivo tengo el honor de ofrecer a V. S. la distinguida consideración con que soy su atento y afecto S. Q. B. S. M. Antonio González. Sr. Gobernador de la Provincia de Badajoz. Suscripción abierta en esta legación de S. M. para socorrer a los pueblos de Madrid, Granada, Málaga, y Badajoz, infestados por el cólera morbo. Excmo. Sr. D. Antonio González, Ministro Plenipotenciario, 10 libras; D. Juan F. Comyn, Primer Secretario, 3; D. Pedro Sorella, Segundo ídem, 1; D. Eduardo Díaz del Moral, agregado, , D. Ricardo Balez, ídem, 1; D. Juan Guardamino, ídem, 1; Excmo. Sr. Duque de Osuna, 40; D. José Rodríguez Losada, 50; D. Sebastián Martínez y D. J Bretón Martínez, 50; D. Juan de Dios Ramos Izquierdo, 1’1; D. Antonio García Gutiérrez, 1; D. Juan Martínez Villergas, New Castle, 6; D. Enrique L. de Vedia, Liverpool, 3; D. Eduardo A. Gutiérrez, Cardiff, 1; D. Mariano Carsi, Cónsul General, 3; Los empleados del Consulado General, 1; Sres. Pinto, Pérez y Compañía, 10; Sres. Cuadra, Romero y Compañía, 10; D. José Luis Retortillo, 0’5. Libras, 192’6. Sr. D. Francisco Luciano Murrieta, 10.000 reales vellón; Sr. D. Federico Huth, 5.000; Sres. D. Francisco y D. Manuel Antonini, 4.000; D. José de Murrieta, 3.000. D. Mariano de Murrieta, 3.000. Resumen, 25.000. Libras, 192’6 que importan reales vellón, 18.103; suscripciones, 25.000. Total, 43.103”[35].

Y la distribución en la provincia de Badajoz se hizo de la siguiente manera según la (…) Circular número 252; distribuidos los 10.775 reales 24 maravedíes, producto de la suscripción hecha en Londres, para socorrer las necesidades del cólera en esta provincia, entre los pueblos que actualmente se tiene en este Gobierno conocimiento de hallarse invadidos de dicha enfermedad, con arreglo al número de vecinos de cada uno, les ha correspondido las sumas que se estampan a continuación, las cuales podrán reclamar en esta Secretaría por medio de persona de confianza que lo represente. Badajoz, 29 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Almendral, 465 reales vellón 16maravedíes; Aceuchal, 758 12; Barcarrota, 862 2; Berlanga, 881 28; Burguillos, 749 4; Fuente del Maestre, 1.051 30; Fregenal, 1.045 26; Puebla de Sancho Pérez, 457 16; Codosera, 178 16; Fuentes de León, 662 50; Higuera de la Serena, 443 24; Jerez de los Caballeros, 1.405 10; Oliva junto a Jerez; 933 12; Llera 210 28; Valencia del Mombuey, 165 2; Valverde de Llerena, 252; Villalba, 292 6; Total 10.775 24[36].

VII. España, Portugal y el cólera.

La cercanía de los pueblos de Cáceres y Badajoz con Portugal provocó igualmente la alarma en las autoridades lusas. En el mismo Boletín Oficial se publicaban resoluciones sanitarias de Portugal para evitar la extensión de la epidemia al país vecino. Por seguridad, se suspendieron algunas ferias cercanas a la frontera con España y a la que solían acudir españoles. En otras se prohibieron expresamente que fueran personas y mercancías de procedencia española. Ello ocurrió con la feria de Porto Alegre, circunstancia por la que (…) El Sr. Administrador del Concejo de Elvas, con fecha 3 del actual me dice lo que sigue: ‘Por el Excmo. Sr. Gobernador Civil de este distrito, me acaba de ser anunciado que está prohibida la entrada a las procedencias de los pueblos de España, donde continúa la epidemia, en la ciudad de Porto Alegre, en la que tiene lugar la feria en los días 13, 14 y 15 del actual; recomendándome lo comunique a V. E. para que se sirva hacer publicar que en dicha ciudad de Porto Alegre no serán admitidas personas procedentes de ese Reino’. Lo que se hace notorio por medio del Boletín Oficial para la debida publicidad y conocimiento a evitar lo perjuicios que en otro caso son consiguientes. Badajoz, 5 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[37]. Otras fueron suspendidas, fue el caso de la feria de Yelves:

“Gobierno Civil de esta provincia. Como medida sanitaria, las Autoridades del inmediato Reino de Portugal han suspendido la feria de san Mateo que debía celebrarse en Yelves los días 21, 22 y 23 del corriente. Lo que he dispuesto publicar para común inteligencia de todos los habitantes de esta provincia. Badajoz, 17 de septiembre de 1855. El Gobernador, José Montemayor”[38].

Al final, las Autoridades lusas decidieron cerrar la frontera, pero ésta era un territorio que era fácilmente permeable, y por ello conminaron a las Autoridades españolas que prohibieran terminantemente traspasar La Raya, sólo se permitía la entrada por el Puerto del Tejo, frente a Santiago de Carbajo. El anuncio de esta decisión se hizo por la (…) La Circular número 311; el Sr. Gobernador Civil de Castelo Blanco, en el Reino de Portugal, con fecha 25 del mes próximo pasado, me dice lo siguiente: ‘Habiéndose infelizmente declarado el cólera morbo en la villa de Herrera de Alcántara, contándome que la epidemia existe en otros dos puntos a pequeña distancia de aquel y pudiendo ser que se halle en algún otro pueblo próximo a la raya de la provincia del digno cargo de V. S. es forzoso impedir la entrada de las personas y objetos procedentes de ese país, que se dirijan a este por los puntos comprendidos, desde la Hoz de Sever junto a Cedillo, hasta la Erge frente a la Zarza, exceptuando solamente el Puerto del Tejo frente a Santiago de Cabajo, por donde es permitida la entrada, guardando las precauciones precisas y obligándose a hacer cuarentena de cinco días por lo menos, aquellas personas que no vengan provistas de documentos de sanidad de sus domicilios. Conciliados de este modo los intereses de los pueblos, confiados a la sabia administración de V. S. y la fiscalización que me compete ejercer en bien de la conservación de la salud pública en este distrito, ruego a V. S. se digne dar la conveniente publicidad de aquella medida en las poblaciones de esa provincia, cuyos habitantes frecuentan este distrito, a fin de que procuren para su entrada en el lugar de Monforte, fronterizo al referido Puerto de Santiago, venir siempre autorizados del competente documento de sanidad, durante las presentes circunstancias y hasta que se establezca otro punto de entrada por Salvatierra, lo que oportunamente elevaré del mismo modo a conocimiento de V. S.’ Lo que hace público por medio del Boletín Oficial para conocimiento de las personas a quienes[39]”.

Sin embargo, hubo quejas por la expedición de cartas de sanidad previo pago de una gratificación en el Viceconsulado de Portugal en Badajoz. De toda esta trama quedó constancia en la siguiente

“Circular número 276. El Excmo. Sr. Subsecretario del Ministerio de la Gobernación, con fecha 4 del actual, me dice lo que sigue: ‘De Real Orden comunicado por el Sr. Ministro de la Gobernación, incluyo a V. S. para su inteligencia y efectos correspondientes, copia de la nota del Ministro de Negocios Extranjeros de Portugal, en que se previene cese de exigirse emolumento alguno por las cartas de sanidad, cuya exacción se verificaba por disposición del Vicecónsul de aquella nación en esa capital’. ‘Ministerio de la Gobernación del Reino. Primera Secretaría del Estado. Dirección Comercial. Copia. Legación de España en Lisboa. Ministerio de Negocios Extranjeros. Tengo la honra de acusar a V. S. el recibo de la nota que se sirvió dirigirme en 6 del corriente, acompañándome copia de un oficio que le había dirigido el Vicecónsul de España en Elvas, informando a V. S. de que en aquel Viceconsulado no se percibía emolumento alguno por cartas de sanidad. En respuesta a dicha nota, cúmpleme manifestar a V. S. que en 7 del corriente fueron expedidas las convenientes órdenes al Vicecónsul de Portugal en Badajoz para que no exija en lo sucesivo emolumento alguno por las cartas de sanidad, quedando de este modo satisfechos los deseos expresado por V. S. en su referida nota. Aprovecho &c. Firmado. El Vizconde Athongina. Sr. D. Patricio de Escosura. Lisboa, 10 de julio de 1855. Está conforme. Es copia. El Subsecretario, Gómez’ Y se inserta en este periódico oficial para la debida publicidad y conocimiento. Badajoz, 12 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[40].

VIII. Medicinas y cólera.

Ante la epidemia, aunque el mejor remedio era la prevención, no faltaron pueblos que reunieron fondos monetarios para adquirir medicinas en establecimientos farmacéuticos; muchas veces se recurrieron a farmacias situadas en localidades vecinas por no existir en el núcleo afectado, además se adquirían también con esas cantidades alimentos de primera necesidad para formar economatos. De este tipo de noticias encontramos varias. El Alcalde de Valverde de Burguillo, aunque el pueblo se libró del azote, nos dice que (…) en uno de los últimos días de julio convoqué al Ayuntamiento, Junta de Sanidad y vecinos más acomodados, y después de hacerle una pintura de lo triste de las circunstancias, les indiqué la necesidad de reunir fondos por medio de donativo para proveerse en Zafra (pues aquí no hay boticas) de los medicamentos más precisos, así como de azúcar, arroz, almendra, té, café, y otras cosas necesarias, a fin de estar prevenidos para una eventualidad, cuya proposición fue favorablemente acogida, inscribiéndose todos, acto seguido por las cantidades que constan de la adjunta lista. A principios de agosto, reunidos en mi poder los 1.411 reales, pues me hicieron depositario, dándome al mismo tiempo facultades para la compra de lo que creyese necesario; me pasé a Zafra, y de la botica de D. Manuel de Silva traje medicamentos por valor de 307 reales, habiendo empleado hasta 630 en azúcar, arroz y demás, cuyos efectos con 781 reales en metálico obran en mi poder, habiendo acordado en la reunión que si las circunstancias lo exigían, se arbitrarían más recursos, pero hasta hoy, gracias al Ser Supremo, este pueblo se ha librado del terrible azote[41]. También en Zafra adquirió medicinas el Alcalde de Alconera:

“Pongo en conocimiento de V. S. como en este pueblo de Alconera se ha declarado en el día de hoy [18 de octubre de 1855] el cólera morbo asiático, habiendo principiado con bastante temor, que en pocas horas han sido invadidos del terrible azote doce personas, de las cuales cuatro han sido víctimas de la epidemia y las restantes están en mal estado. El Ayuntamiento y Junta de Sanidad, no teniendo recursos algunos para atender a la asistencia y medicamentos necesarios para socorrer a los invadidos necesitados, movidos de los mayores sentimientos y humanidad, al momento proporcionó por de pronto, por un donativo voluntario las cantidades que constan en la adjunta lista para comprar en Zafra los medicamentos necesarios por no haber en este pueblo botica, y todos dispuestos a continuar dando tantas, cuantas veces se concluya dicha suma hasta la extinción de dicha enfermedad”[42].

En Bienvenida, tras hacer una suscripción entre los vecinos pudientes, los medicamentos y otros artículos fueron traídos de Sevilla[43]. Realmente conflictiva fue la situación vivida en Puebla del Maestre, allí se agotaron las medicinas de la botica y se generó un grave conflicto; de esta manera, (…) en un pueblo en que ha habido tantos invadidos como vecinos, y donde se inutilizó el médico titular y se agotó la botica, se han dado gravísimos conflictos, habiendo suplido a todo uno y otra con incansable asiduidad y esmero. El Secretario de Ayuntamiento, D. Miguel Pecellín, a quien no son del todo extraños los conocimientos en medicina, logró según las instrucciones del farmacéutico de Fuente de Cantos, que auxiliaba en lo posible a los enfermos, arrancar muchas víctimas del borde del sepulcro, sin que fuese bastante a entibiar su ardiente celo haber contraído él mismo la enfermedad[44].

Sin embargo, no faltaron quienes intentaron hacer negocios con las penalidades ajenas. Así, hemos encontrado una orden de prohibición de venta, sin receta facultativa, de un medicamento, relacionado con la enfermedad. Se hace una denuncia contra el abuso de la toma de este medicamento, además que nos informa que no podía ser expensado por individuos no autorizados :

“Circular número 295. Los desastrosos efectos que produce el fanatismo y ceguedad con que algunos se administran la bebida conocida con el nombre de vomi-purgativo Le-Roy, y se entregan otros en manos de curanderos que especulan con la credulidad de gentes poco ilustradas o sistemáticas apasionadas, que de buena fe creen hallar en ella el remedio de todas sus dolencias, han movido a la Junta de Sanidad de esta Provincia a reclamar de mi autoridad medidas de represión, que corten en lo posible los numerosos abusos que se notan acerca de tan importante particular. Prohibido de Real Orden, el que expenda sin receta de persona competentemente autorizada, ni se haga uso de un medicamento que tanto como puede sanar un enfermo bien administrado y tomado a tiempo, es capaz así mismo de ocasionar la muerte si se usa sin método, y en una disposición que pueda contrariar los violentos efectos que produce; me creo el deber de publicar la presente en el Boletín Oficial para desimpresionar en cuanto de mí dependa a los incautos, inclinándoles a que arrostren el peligro que les acarrea el hacer uso de él sin conocimiento u dirección de facultativos aprobados; y a fin de que en los establecimientos de farmacia no de despache de modo alguno, a menos que sea por receta de persona competente, recomendado con toda eficacia a los subdelegados y autoridades dependientes de la mía, vigilen con el mayor esmero el cumplimiento de tales disposiciones, persiguiendo y denunciando, sin ningún género de consideración ni miramiento a los que se dedican a la confección, expendición y administración privada y clandestina, que me consta que se verifica por particulares y curanderos, que carecen de toda autorización, y a quienes vigilo y me reservo imponer severas penas si fuesen cogidos in fraganti, o se comprobase de un modo evidente su criminal manejo que tantos perjuicios acarrea a la sociedad, con marcado descrédito y vilipendio de la ciencia de curar. Badajoz, 23 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor.[45]

IX. Filantropía, caridad y cólera.

Fueron numerosos los actos de caridad y filantropía que se dieron en numerosos pueblos. De esta manera, fueron frecuentes en muchas localidades la búsqueda de fondos acudiendo a la caridad de las clases acomodadas, únicas capaces de hacer donaciones, en metálico y en especie. En muchas ocasiones se precavía haciendo una inversión de futuro en caso de invasión del cólera. Así (…) El Alcalde Constitucional de Bienvenida, con fecha 5 del actual me dice lo que sigue: ‘Si las Autoridades tienen un deber de perseguir las acciones que a la sociedad dañan, están igualmente en dar publicidad y elogiar a aquéllos que refluyen en beneficio de la misma, y que tienen por objeto servir a la humanidad. En este sentido creome en la obligación de poner en conocimiento de V. S. para de estímulo pueda servir en otros pueblos, el que para acudir a las necesidades que había de ocasionar el cólera morbo caso de llegar a invadir esta población, se ha hecho una suscripción voluntaria entre los vecinos de ésta, comprendidos en la adjunta lista, y reunidas en el acto las cantidades que la misma expresa. Además, el Diputado Provincial D. Pedro Bueno, D. Ciriaco Chábez, Sr. Conde de Villa de Santa Ana, D. Juan Francisco Muñoz, D. Ildefonso Sánchez de la Barreda, D. Pedro Rubio, D. Casimiro Esteban, D. Pedro Valencia, D. Antonio Candalija, D. Agustín Calvo, Cura Párroco, D. Severo Domínguez, D. Antonio Navarro Martínez, D. Vicente Luna, y D. Agustín Megía se han comprometido a seguir asistiendo al pueblo si el terrible azote le invade hasta concluir con sus respectivos caudales. En ninguna parte se han llevado los sentimientos humanitarios a tal extremo, y yo creo que tendrá V. S. un gran placer al saber este acto de abnegación y desprendimiento. Debo añadir a V. S. que tanto medicamentos como artículos de necesidad, para el caso de tener lugar de tener lugar dicho fatal acontecimiento, han sido traídos de Sevilla; por manera que a estas horas están cubiertas todas las eventualidades gracias a la filantropía de dichos vecinos. Lo que pongo en conocimiento de V. S. para su satisfacción, y a fin de que si le tiene a bien, se sirva mandar se inserte la adjunta lista en el Boletín Oficial de la Provincia’. Acciones de esta naturaleza no pueden quedar ocultas ni relegarse al olvido, mucho menos en una época y en un país en que por desgracia se observa por lo general una conducta diametralmente opuesta, dejándose llevar de rancias preocupaciones y posponiendo todo sentimiento al de la propia conservación. No contento con haber dado las gracias en nombre de la humanidad y ponerlo en conocimiento del Gobierno para que reciban la merecida recompensa, he acordado publicar el preinserto oficio con la lista que se estampa a continuación, a fin de excitar a los demás a la imitación de tan notable proceder. Quede pues, sentado que si bien hay entre nosotros muchos pusilánimes, gentes tímidas y de ánimo apocado que huyen a la proximidad del peligro, abandonado y desatendiendo sin ninguna consideración ni miramiento los cargos y deberes más sagrados, también hay, aunque en menor número, ciudadanos esforzados que se disponen, llenos de una caridad evangélica y poseídos de un verdadero amor a sus convecinos, a hacer frente a la calamidad y a hacerla más llevadera con su previsión, sus cuidados, su prodigalidad y su buen ejemplo. ¡Loor a lo que se sienten fuertes para la práctica de tales virtudes! Badajoz, 7 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor.

Ante una falsa alarma, en La Garrovilla se organizó también una suscripción:

“Circular número 275. El Alcalde de La Garrovilla, con fecha 4 del actual, me dice lo que sigue: ‘Habiéndose dado el día 27 del mes próximo pasado, en esta villa, un caso sospechoso de cólera morbo, reuní el Ayuntamiento de mi presidencia, y Junta de Sanidad de la misma, e invité a todos para que suscribieran voluntariamente con las cantidades que quisieran para socorrer las necesidades que en el desgraciado caso de que se desarrollara tan terrible enfermedad pudieran ocurrir a estos vecinos, dando por resultado dicha invitación lo que a continuación se expresa, con lo que se trajeron y prepararon medicinas y alimentos en abundancia’. Lo que se publica en el presente Boletín para la debida publicidad y conocimiento y para satisfacción de los que también comprenden los deberes de humanidad. Badajoz, 12 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Lista de los sujetos que se citan en la anterior circular. Don Francisco Durán, 40 reales; don Martín Rodríguez, 10; don Sebastián Barrero, 20; don Bartolomé Pérez Pabón, 160. Y además, don Miguel Pérez Pabón, por todo lo demás que hiciera falta”[46].

En Castuera también se decidió hacer una colecta para atender a los afectados en caso de invasión. Se recogieron dos tipos de ayuda, una en metálico y otra en especie. En esta última, figura trigo para que se hiciese harina, la cual sería entregada a los panaderos de la localidad, y así hacer pan para venderlo a su precio ajustado en caso de privación de productos panificados de otras procedencias, todo ello fue acordado por su Ayuntamiento el tres de septiembre[47]. Ayuntamiento de Casas de Reina también invitó a los pudientes de la localidad para desembolsar medios en caso de invasión[48]. El Ayuntamiento de la Haba, visto que en su término no se dio ningún caso de cólera, renunció a la suma de 500 reales del fondo de calamidades públicas del Gobierno, y que (…) teniendo en cuenta la reclamación que me ha dirigido el de Campanario para que se le facilite alguna suma con que cubrir las obligaciones creadas durante el largo periodo que ha pesado el azote sobre aquella población, se le ha asignado, mediante a no existir resto alguno de los subsidios concedidos por S. M. con este objeto[49].

En otros municipios, la filantropía se tradujo en ayuda incondicional a los convecinos afectados. Hemos encontrado algunos casos llamativos. En esta tesitura encontramos a la villa de Feria:

“Circular número 304. El Alcalde Constitucional de Feria, con fecha 22 del actual, me dice lo que copio: Al notificar a V. S. en oficio fecha 29 del pasado la desaparición en ésta del cólera morbo asiático, hice mérito ligeramente de los eminentes servicios que en días tan aciagos prestó el mismo facultativo de esta villa don Antonio Fadón, y como la gratitud del pueblo sea tanta por el convencimiento en que se halla de que la epidemia cedió a la intensidad que manifestase en sus primeros días, dejando así de cebarse como en otros pueblos ha sucedido, efecto de las disposiciones por él tomadas, habiéndole visto incansable, lo mismo de día que de noche, a pie o a caballo, buscando de casa en casa necesidades para prevenir el mal, ya para atajarle en sus primeros momentos, y ya en fin para remover todo aquello que pudiera darle origen o provocarle; y no tan sólo por esto, sino también por el celo y actividad que desplegó en la epidemia de pulmonías y tabardillos que apenas había desaparecido, epidemia que, no obstante sus terribles complicaciones, y sin el número de invadidos, sólo dos sucumbieron (…) Tampoco se ha hecho menos digno de recompensa el joven don Manuel Muñoz, que hallándose a la sazón en ésta esperando la terminación del año práctico que el plan de estudios exige para licenciarse en farmacia, invitado a permanecer y surtirse de cuantas medicinas pudieran necesitarse, previo permiso que se impetró del Sr. Gobernador, por carecerse de farmacéutico, tan necesario en tan críticas circunstancias, prestando así unos servicios que sólo se hubieran podido comprender careciendo de ellos (…) Badajoz, 26 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[50].

En la villa de Zahínos también hubo escenas que muestran casos de ayuda a los afectados. Así, (…) El Ayuntamiento, Junta de Sanidad y Junta de Beneficencia de la villa de Zahínos, modelos de filantropía y patriotismo, han permanecido firmes en sus puestos, sin arredrarles para el exacto cumplimiento de sus deberes los terribles golpes del cólera morbo que ha diezmado aquel vecindario, y desde el 30 de agosto hasta esta fecha cada cual se ha dedicado exclusivamente con un ardor y celo admirable a combatir la temida enfermedad, prodigando cuantos auxilios han necesitado los infelices invadidos. Entre ellos se han distinguido muy particularmente don José María del Peche, quien de su propio peculio ha suministrado cuantas medicinas han sido precisas sin omitir medio por costosa que fuese para socorrer a los desgraciados, y auxiliando a la par con alimentos abundantes a los coléricos y a sus familias, en lo que fue secundado por la señora doña Ana Pecellín y Salas, de la misma vecindad. También merece especial mención el médico cirujano don José Gamero, acierto y constante asiduidad, se debe no haya sido mayor el número de víctimas. Lo que he dispuesto insertar en el Boletín Oficial para satisfacción de los interesados, y procurar que tan loable conducta tenga imitadores. Badajoz, 2 de noviembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[51].

En Puebla del Maestre -como ya se ha apuntado atrás- también se vivieron momentos dramáticos, y no faltaron vecinos que se portaron como auténticos héroes:

“D. José Rodríguez Charco, individuo de la Junta de Sanidad, a pesar de haber perdido a su esposa, a su madre y a una hermana, no desmintió por un momento sus sentimientos humanitarios, atendiendo y socorriendo a todos los necesitados de un modo verdaderamente heroico, olvidando sus propias penas por aliviar las ajenas. El digno Cura Párroco D. Francisco Pulgarín, modelo de abnegación y de caridad evangélica, no ha descansado un momento administrando a los necesitados los consuelos espirituales que también sientan en tan aflictivos casos. No satisfechos con el exacto cumplimiento de su sagrado ministerio, y a pesar de haber estado a la muerte el sacristán, quien perdió a sus padres y un hijo, se ocupó a la vez de suministrar toda clase de alivios temporales, llegando al extremo de sacar de entre los cadáveres de su esposa e hijos a un infeliz moribundo, y llevarlo a su misma casa, donde le asistió hasta que lo vio en salvo, y de conducir, acompañado del Secretario, desde el hospital el cadáver de un colérico forastero, desamparado de todos y enterrarlo en el cementerio”[52].

En Barcarrota también hubo casos de filantropía:

“Al comunicar a V. S. tan grata noticia, y cumpliendo con los deseos de referidas corporaciones, no puedo menos de hacerle presente, para que se publique en elBoletín Oficial, que todos los individuos correspondientes a las mismas, han cumplido con sus respectivos deberes en el periodo que ha durado referida enfermedad, prestándose a todo cuanto ha sido preciso para la asistencia y alivio de los necesitados; debiéndose a sus esfuerzos el que la enfermedad no se encarnizarse en la población, y que los enfermos no careciesen absolutamente de ningún auxilio; pero más señaladamente, el médico titular don José Díaz-Gómez, y el bachiller en medicina don Ambrosio García Maqueda, que con la mayor abnegación y desinterés se prestaron a la asistencia facultativa en los días de más peligro y aflicción , y cuando cayó enfermo en cama el también médico don Luis Carrasco Vázquez, llevando su humanitario proceder hasta el extremo de no descansar de día ni de noche por espacio de cuatro o cinco días, negándose a admitir todas las recompensas pecuniarias que el Ayuntamiento y Junta de Sanidad les propusieron, y no permitiendo que se gastasen los fondos de Beneficencia en traer otro facultativo que reemplazase al enfermo”[53].

En Berlanga se registraron también actitudes dignas de recordar, de esta manera (…) para contrarrestar sus efectos se han puesto en juego cuantas providencias han sido de desear por la celosa municipalidad y Junta de Sanidad, siendo secundados por el digno Clero, Milicia Nacional, Guardia Civil, y profesores de medicina D. Antonio Veles y D. Julián Moreno, que todo a porfía han socorrido las necesidades de su propio peculio. También es digno de mención el Capellán de la Milicia don Francisco Reyes, y muy particularmente el Guardia Civil de primera clase Francisco Capilla, quien se ha conducido heroicamente asistiendo con el mayor celo y abnegación a los coléricos, y prestando además, en unión de los demás individuos que constituyen el destacamento, importantes servicios de vigilancia, en circunstancias tan críticas. En Campillo de Llerena, nada más ser invadida por el cólera, (…) se reunió inmediatamente el Ayuntamiento y Junta de Sanidad para dictar cuantas disposiciones fuesen necesarias para combatir la terrible enfermedad, y todos sus individuos se prestaron con sus bienes y personas a cuanto exigiesen las circunstancias. El médico titular D. Juan Antonio Domínguez se ofreció espontáneamente y sin sobresueldo alguno a la asistencia de los coléricos[54]. Igual actitud se registró en Higuera de la Serena:

“Circular número 359. La loable conducta del Ayuntamiento, Clero y Junta de Sanidad de Higuera de la Serena, en las críticas circunstancias del cólera, es digno de que se le consagre un público homenaje, y que se inscriban los nombres en este periódico oficial, para recompensar su celo y estimular el de los demás que puedan hallarse en su caso. En tan aciagos momentos, todos rivalizaron en abnegación y patriotismo, y no pueden distinguirse a uno de ellos sin hacer notable injusticia al resto de dichas corporaciones. Por ello le he dado las gracias, y además de esta pública manifestación, me propongo elevar su heroico comportamiento a conocimiento del Gobierno de S. M. para la recompensa a que se le juzgue acreedores. Badajoz, 5 de diciembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Lista de las personas que se han distinguido durante el cólera en Higuera de la Serena, a que se refiere la circular anterior. Don Juan Bueno, Alcalde; Manuel Horrillo, regidor primero; Francisco Segovia, ídem segundo; Julián Segovia, ídem tercero; Antonio Lopo, síndico; don Mauricio Morillo Velarde, Secretario; don José Carriedo, Cabo Primero de Nacionales; don Juan de Dios Hidalgo Barquero, Cura Párroco; don Francisco Gómez, Presbítero; don Santiago Merino, ídem.; don Aquilino Segovia, ídem.; don Patricio Villar, sangrador; don Felipe Hidalgo, ídem.”[55].

También se publicó una reseña referida a las circunstancias emeritenses:

“circular número 339. El Alcalde de Mérida, en comunicación de 11 del pasado, me dice: ‘Al elevar al superior conocimiento de V. S. el estado de invadidos, curados y muertos del cólera morbo asiático en esta ciudad en los años 1854 y el presente, según se sirve prevenirme por su orden de 25 de septiembre último, no puedo menos de manifestarle que tanto en la primera como en la segunda época contribuyeron todos los individuos de las Juntas de Sanidad y Beneficencia, cuyos nombres acompaño a V. S. en lista separada, a menoscabar los efectos de tan mortífera enfermedad, practicando visitas domiciliarias con frecuencia, consolando a los infelices que tuvieron la desgracia de perder a alguno de su familia, y facilitando recursos de todos géneros a los que se encontraban en este miserable trance, pudiendo decirse con la veracidad que cumple a toda autoridad, que a los citados individuos que siempre permanecieron en sus puestos, a sus medidas anticipadas higiénicas, y a su constante anhelo por el aseo y limpieza en las casas y personas, así como también por el buen método que lograran se adoptase, generalmente en las comidas, se debe el que este vecindario no padeciera la enfermedad de la manera tan temible y funesta que otros, por cuya razón y para que sentimientos tan filantrópicos como humanos no yaciesen en el olvido, me permitirá V. S. le ruegue se digne hacerlos públicos para satisfacción de indicadas personas y estímulos de las demás. Precisándome mi cargo de Alcalde Primero Constitucional de esta ciudad, y como tal Presidente en ambos años de las referidas Juntas de Sanidad y Beneficencia, ocuparme más inmediatamente de todo cuanto concierne a las personas y cosas, de los que me hicieron la honra de darme aquella investidura, tuve una grande satisfacción al verme rodeado de infinidad de sujetos que a porfía se empeñaban en acompañarme a sobrellevarlo, y por ello varias veces tuve ocasión de mostrarle mi gratitud, más no encontrando medios en mis atribuciones para recompensarlos cual merecen, faltaría a uno de mis principales deberes, si al paso que en general recomiendo a V. S. a todos los individuos de las Juntas mencionadas, no lo hiciese particularmente, y con energía de los facultativos titulares D. José Araúna y D. Lucas Cervantes; del Subdelegado de Veterinaria D. Ildefonso Gómez Hernández; del Regidor D. Andrés Galán, del Secretario de Ayuntamiento D. Antonio Galbán y del Oficial Primero de la Secretaría D. Eugenio Bugarín (cuyos dos últimos sujetos renunciaron el sobresueldo que por sus trabajos extraordinarios debieron haber percibido); y de los vecinos particulares D. Vicente Pérez, y D. Pedro Pablo Fernández, todos los que jamás se separaron de mi lado y sin descanso de día y noche, me acompañaban, consultábamos lo que había de ejecutarse en los momentos críticos en que el progreso del mal lo requería, y se practicaba cuanto se creía conveniente en el acto mismo de su recrudescencia, esperando por ello se digne V. S. recomendar sus servicios al Gobierno, por sí de alguna manera estima sean recompensados como justamente merecen, y a ello son tan acreedores’. Lo que se publica en el Boletín Oficial con la lista de que se hace mérito, para satisfacción de los interesados, y que pueda servir de ejemplo a los demás. Badajoz, 20 de noviembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Junta de Sanidad y Beneficencia de 1854. Don Agustín Fragoso; don Antonio Ramírez y Giménez; don Diego Nevado; don Andrés Galán; don Manuel Cervantes; don Eugenio Bulgarín, Oficial de la Secretaría; don José Araúna; don Ildefonso Gómez Hernández; don José Sánchez Ladrón de Guevara; don Juan Fraile; don José Becerra; don Antonio Galbán, Secretario. Auxiliares, don Eugenio España; don Vicente Pérez; don Antonio María Taboada; don Rafael Pulido; don José Pérez Domínguez; don Francisco de Tena; don Vicente Berrocal; don Martín Maroto Calderón; don Joaquín Sánchez, Sr. Antonio Barrera. Ídem [Junta de Sanidad y Beneficencia] Vocales, don José Araúna, don Ildefonso Gómez Hernández; don Diego Nevado; don Antonio Ramírez y Giménez; don Antonio Galbán, Secretario. Auxiliares, don Pedro Nogales; don Pedro Pablo Fernández; don Andrés Galán, don José Becerra, don Diego Chaput, don Lucas Cervantes”[56].

X. El fin del cólera y la acción de gracias.

No había noticia más esperada en una población, y por ende en el Gobierno Civil, que las noticias sobre la extinción de la epidemia en una localidad afectada. El primer acto público que se realizaba en una población que lograba extinguir el cólera era una magna función religiosa de acción de gracias. En el otoño de 1855, dadas las condiciones climatológicas de la estación, la epidemia solía perder vigor, y fue durante los meses de septiembre, octubre de 1855 cuando la enfermedad empezó a remitir. De esta manera, hemos encontrado constancia de varios casos. El anuncio que se publicó en el Boletín Oficial en referencia a los Santos de Maimona fue el siguiente:

“Por acuerdo del Ayuntamiento Constitucional y Junta de Sanidad de esta villa se ha cantado el día de hoy en la Iglesia Parroquial de la misma, un solemne Te Deum en acción de gracias al Todopoderoso, por haber alejado de sus habitantes la terrible enfermedad cólera morbo que los aquejaba. Lo que se anuncia por medio delBoletín Oficial para que llegue a conocimiento de todos. Los Santos, 3 de septiembre de 1855. El Alcalde Constitucional, Antonio Cerón Periáñez. Juan Vázquez, Secretario”[57].

También se hizo en Llera, así (…) en el día 21 del que rige se ha cantado en esta villa un solemne Te Deum dando gracias al Todopoderoso por haber cesado su divina justicia del cólera morbo que la afligía, en razón a que desde el día 14 no se había muerto ninguna persona[58]. En Barcarrota (…) el Ayuntamiento Constitucional de esta villa, en unión con las Juntas Municipales de Sanidad y Beneficencia han acordado en sesión de este día que el próximo 18 del corriente se cante un solemne Te Deum en acción de gracias por haber hecho cesar el cólera morbo asiático que por espacio de dos meses ha afligido a este vecindario[59]. Circunstancia que se repitió en Berlanga donde (…) se ha cantado el Te Deum por haber desaparecido el cólera que la ha afligido por espacio de 46 días[60].


NOTAS:

[1] Boletín Oficial de la Provincia (B.O.P.) de Badajoz. 5 de marzo de 1855.

[2] B.O.P. de Badajoz. 7 de marzo de 1855.

[3] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín del 27 de agosto de 1855.

[4] B.O.P. de Badajoz. 29 de agosto de 1855, p. 3.

[5] B.O.P. de Badajoz, 12 de septiembre de 1855, p. 4.

[6] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 2.

[7] Íbidem.

[8] B.O.P. de Badajoz, 21 de septiembre de 1855, p. 4.

[9] B.O.P. de Badajoz, 24 de septiembre de 1855, p. 4.

[10] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín del 1º de octubre de 1855.

[11] Peral Pacheco, D., Cólera y Sanidad en las Reales Órdenes de 1833 a 1855, Mérida, 1994, pp. 94 y s.

[12] Íbidem., p. 97.

[13] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín de 27 de agosto de 1855.

[14] B.O.P. de Badajoz, 12 de septiembre de 1855, p. 1.

[15] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 1.

[16] B.O.P. de Badajoz, 15 de agosto de 1855, p. 3.

[17] B.O.P. de Badajoz, 25 de julio de 1855, pp. 1 y s.

[18] B.O.P. de Badajoz, 7 de septiembre de 1855, p. 1.

[19] B.O.P. de Badajoz, 28 de septiembre de 1855, p. 3.

[20] B.O.P. de Badajoz, 3 de octubre de 1855, p. 1.

[21] B.O.P. de Badajoz, 22 de octubre de 1855, p. 1.

[22] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, p. 2.

[23] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 3.

[24] B.O.P. de Badajoz, 30 de octubre de 1855, p. 1.

[25] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 2.

[26] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 1.

[27] B.O.P. de Badajoz, suplemento del Boletín del 15 de octubre de 1855.

[28] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, p. 2.

[29] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 2.

[30] B.O.P. de Badajoz, 12 de marzo de 1855, p. 1.

[31] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 1.

[32] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, p. 2.

[33] B.O.P. de Badajoz, 7 de diciembre de 1855, p. 1.

[34] B.O.P. de Badajoz, 2 de noviembre de 1855, p. 1.

[35] B.O.P. de Badajoz, 1º de octubre de 1855, pp. 2 y s.

[36] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín del 1º de octubre de 1855.

[37] B.O.P. de Badajoz, 10 de septiembre de 1855, p. 1.

[38] B.O.P. de Badajoz, 19 de septiembre de 1855, p. 2.

[39] B.O.P. de Badajoz, 7 de noviembre de 1855, p. 1.

[40] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 1.

[41] B.O.P. de Badajoz, 1 de octubre de 1855, p. 1.

[42] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 1.

[43] B.O.P. de Badajoz, 12 de septiembre de 1855, p. 1.

[44] B.O.P. de Badajoz, 9 de noviembre de 1855, p. 1.

[45] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 2.

[46] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 1.

[47] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, pp. 1 y s.

[48] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 2.

[49] B.O.P. de Badajoz, 30 de noviembre de 1855, p. 1.

[50] B.O.P. de Badajoz, 31 de octubre de 1855, p. 2.

[51] B.O.P. de Badajoz, 7 de noviembre de 1855, p. 2.

[52] B.O.P. de Badajoz, 9 de noviembre de 1855, pp. 1 y s.

[53] B.O.P. de Badajoz, 28 de noviembre de 1855, pp. 1 y s.

[54] B.O.P. de Badajoz, 7 de diciembre de 1855, p. 1.

[55] Ibídem.

[56] B.O.P. de Badajoz, 23 de noviembre de 1855, pp. 1 y s.

[57] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 1.

[58] B.O.P. de Badajoz, 2 de noviembre de 1855, p. 1.

[59] B.O.P. de Badajoz, 28 de noviembre de 1855, p. 1.

[60] B.O.P. de Badajoz, 3 de diciembre de 1855, p. 1.

El contenido de las páginas de esta web está protegido.