Oct 011978
 

Patricio Guerin Betts.

En carta de 2 de septiembre me comunica el P. Georges Boterrau, Director adjunto del Archivo Romano de la Compañía de Jesús, lo siguiente:

Cristóbal de Lobera nació en Medina del Campo alrededor de 1544. Entró en la Compañía de Jesús en Plasencia el 4 de julio, 1558. Lo recibió el rector del colegio, P. Martín Gutiérrez. A principios de 1562, a preguntas del Visitador, P. Jerónimo Nadal, enviado desde Roma por el P. Diego Lainez, sucesor de S. Ignacio, contestó de la siguiente manera. Sus padres han fallecido. Tiene una hermana que, «por casar tiene suficientemente». La salud de Cristóbal «Un poco tengo el estómago opilado». A escogido la Compañía de Jesús «con motivo de ir a Indias y ser bueno». «Entré muy contento y consolado». Ha practicado los Ejercicios de San Ignacio, los de la primera semana dos veces durante dieciséis días. Ha enseñado el catecismo y hecho la peregrinación prescrita para los novicios en plan de mendigar. Ha hecho los servicios domésticos y confesión general cinco veces. Ha renovado seis veces los votos de religión en público y muchas más en privado… Antes de entrar a novicio a los catorce años, ya practicaba el ayuno y la disciplina y algo también la oración mental y vocal. En Plasencia estudió dos meses como novicio y estuvo muy enfermo durante el resto del noviciado. Siguió de novicio en Simancas y Villar. Actualmente está en Ocaña, donde sustituye al portero, cuando hace falta. Repasa la gramática y sus otros estudios. Siempre tiene gran deseo de ser enviado ahora las Indias y «tengo voto de ello». Antes de entrar en el noviciado había estudiado unos dos años y medio en Medina y Plasencia la gramática y un poco de retórica. No le gusta mucho el estudio, mas sí la Teología. Cree que tiene cierto talento para predicar. Tiene buena memoria. Al año siguiente (1563-1564) está todavía en Ocaña. Su Superior advierte que tiene «un raro talento de predicar, aunque la voz y la salud no le ayuda». Estudia filosofía (artes). Luego pasa cuatro años en Alcalá para estudiar Teología. Antes de ser ordenado sacerdote el 25 de abril de 1572 en Toledo ha hecho la profesión de los tres votos el 12 de diciembre de 1571, según la prescripción del Papa Pío V (contraria a las constituciones de San Ignacio, que reservaba la profesión para después del sacerdocio). Desde 1573 y hasta la muerte en 22 de diciembre 1616 en Plasencia hay pocas noticias. Siempre está enfermo. En 1574 es enfermero en Plasencia (no será una confusión por enfermo? Creo que no). En 1587 está en Ocaña de predicador, «es muy enfermo». De 1590 a 1602 en Murcia, siempre enfermo y sin oficio. Desde 1611 hasta la muerte en Plasencia enfermo.

Según el P. Berthold Ignace de Sainte Anne (Vie de la Mére Anne de Jesús, tome I,p. 24) habría escrito varias obras, entre ellas dos volúmenes sobre la predicación y explicación de los evangelios de todo el año. No parece que se hayan publicado estas obras.

Viaceli (Cóbreces 14 de septiembre 1978)

Es Patrona de la ciudad episcopal de Plasencia la Virgen del Puerto. En su honor construyó una ermita el canónico y chantre de la Catedral. D. Diego de Lobera, fallecido en 1502 y cuyo sepulcros se conservaba en el claustro en 1631. Había en dicha ermita tres escudos de armas de los Lobera.

Dice Ángel Manrique en su Vida de la Venerable Madre Ana de Jesús (Bruselas 1632) que el apellido Lobera que llegó a Plasencia con el Canónigo y sus hermanos. De estos debieron descender los que vamos ahora a mencionar: Cristóbal de Lobera y Torres, jesuita, y su hermana la Venerable Ana de Jesús y otro Cristóbal de Lobera y Torres y su hermano jesuita, primos de los otros dos. Nacieron aquellos en Medina del Campo, Cristóbal hacia 1540 y Ana el 25 de noviembre de 1545, hijos de Diego de Lobera y de Francisca de Torres. Sus primos nacieron en Plasencia, al menos Cristóbal en 1556, hijos del licenciado Diego de Lobera y de Francisca de Torres, lo cual no deja de ser chocante.

Teníamos la esperanza de hallar en el archivo de la Chancillería de Valladolid algún expediente de hidalguía de estos Lobera, mas no se les cita. Hay un Pedro de Lobera, vecino de Villalón en 1522. Procedía de lugar de Lobera en la Junta de Sámano, valle de Salcedo, en las Encartaciones de Vizcaya, hoy provincia de Santander. La casa era solariega, muy antigua y con escudo. Otañes era una de las cinco anteiglesias de la Junta de Sámano y Gibaja bajo la jurisdicción de Castro Urdiales. Aunque no haya mención de los Lobera de Plasencia, cabe que hubiese habido parentesco, ya que por de pronto dice Manrique que decían que la madre era originaria de Vizcaya.

El padre nació en Plasencia, pero no sabemos por qué motivo estaba en Medina del Campo al tiempo de nacer sus hijos y allí murió mucho antes de llegar Ana al uso de razón. Cuando ya tenía los siete años, era sorda y muda. Entonces comenzó a hablar. A esta misma edad recibió el sacramento de la confirmación. Quería cambiar su nombre por el de Francisca, pero su madre no lo consintió. A los nueve años quedó huérfana también de madre. Ella y su hermano fueron recogidos por la abuela materna. A los quince quiso marchar a Plasencia a casa de su abuela paterna y su hermano la ayudo.

En 1562 se hizo beata de la Compañía de Jesús. Dice Manrique que halló entre los papeles de fray Basilio Ponce de León un relato de cómo Ana salvo a Plasencia de la inminente destrucción. Alcanzó del Obispo que se aplazase una fiesta de cañas y toros. Aquella misma tarde se descubrió que estaban las casas minadas. Añade Manrique que, en caso de ser canonizada, sería una buena Patrona para Plasencia.

En busca de su vocación Ana acudía a la Virgen del Puerto. Tomó el hábito de Carmelita descalza en Ávila y profesó en San José de Salamanca a 22 de octubre de mil quinientos setenta y uno, traída allí por Santa Teresa.

Claro que no podemos extendernos en la vida de esta Venerable. Fue Priora en Beas. Algunos dijeron (p. 209) que en grandeza de ánimo excediera a la misma Santa Teresa. Y el párrafo que sigue merecería reproducirle si no fuera en gracia de la brevedad. En el libro cuarto se la presenta como fundadora en Granada y Madrid. San Juan de la Cruz compuso algunas de sus canciones a ruegos de ella (p. 251). Dice Manrique (p. 253) quieran parecidísimos. Por canciones entiéndase el Cántico Espiritual y más concretamente: A dónde te escondiste Amado, citado textualmente por Manrique.

Desde el libro sexto se trata de sus fundaciones en Francia y Bélgica, todo interesantísimo, pero largo. En la página 65 de este libro aparece la carta por la cual la Infanta Isabel Clara Eugenia la invita a Flandes, día de Santo Domingo de 1606. Promovió la traducción de las obras de Santa Teresa e hizo imprimir el libro de las fundaciones. (p. 82). Fray Luis de León compuso a instancia suya (p.97) el Comentario al libro de Job y ella insistió en que se imprimiese.

Una vez fallecida, sano a su primo Cristóbal, obispo de Osma (p. 202 del libro VIII) en septiembre de 1621. El mismo Obispo lo declaró ante notario en Ucero a 18 de abril, 1622. Dicho Señor falleció el año que se publicó la obra de Manrique. La Venerable había fallecido el 4 de marzo de 1621.

Acerca de su hermano Cristóbal se sabe poco. El P. Sommervogel en su Bibliotheque de la Companie de Jesús dice que entró en el noviciado hacia 1561. Sería, pues, poco después de ir a Plasencia y hacia la época en que Ana se hizo beata de la misma Compañía. Fue autor de varias obras, entre ellas una sobre la predicción y sobre las homilías del evangelio de todo el año. Sin embargo añade, que en los archivos de la Orden sólo figuraba un hermano coadjutor de ese nombre, que en 1574 era enfermero en Plasencia. Murió en España hacia 1617 y Ana le vio subir derecho al cielo.

Sobre el primo jesuita, a quien llama nuestro Gómez de Torres, escribe Ana a su hermano de él, el obispo Cristóbal, quien no había que tener pena, que muy poco padeció el por sus mocedades y al año siguiente le dice: Creo cierto goza de Dios el nuestro Gómez de Torres y no quiso decir más.

Ya sólo queda hablar del obispo Cristóbal. De este si se puede decir mucho. Manrique no quiso explicar más ampliamente la genealogía de los Lobera por lo herir la modestia de D. Cristóbal. Estudió en Salamanca. Dice Gil González Dávila (t.IV,l.IV,c10 del Teatro Eclesiástico, Salamanca, 1618) que le conoció de canónigo en Roma. Fue maestrescuela varios años en Plasencia, luego abad sucesivamente de Ampudia y de Lerma y a continuación en dieciséis años ocupó cinco mitras.

Primero la de Badajoz desde 1616 a 1618. Consagrado en Madrid en San Andrés por D. Andrés Pacheco, obispo de Cuenca en 25 de enero, 1616. El nombramiento fue en 16 de noviembre del año anterior y su entrada solemne el Miércoles Santo, 30 de marzo. El Sr. Obispo en su breve estancia hizo lo que pudo y entre otras cosas quiso hacer una fundación de monjas Carmelitas descalzas, para lo cual se carteó con su prima, la Venerable Ana, que le animó, pero el provincial se negó. Por fin consiguió una fundación en Talavera (no de la Reina) y fue el primer maestro de capilla, porque las enseñó el tono en que habían de cantar.

Pero el Obispo ya tenía otro destino: Osma. Aquí tuvo un pleito muy importante en defensa de los derechos de la Mitra contra el condestable de Castilla. Lo refiere J. Loperráez y Corvalán en su Descripción Histórica del Obispado de Osma (Ma. 1788),t.III,p. 402. Se conservaba en el archivo catedralicio un tanto corregido de mano del Obispo de la demanda enviada a la Chancillería de Valladolid. Dice Juan Solano de Figueroa, autor de la Historia Eclesiástica de Badajoz, que allí (Osma) se dio tanta prisa en merecer, que en breve tiempo (1622) pasó a Pamplona. Y ya tenía 66 años. Y en Pamplona debió hacer algo parecido, porque el 23 de septiembre, 1625, entraba en Córdoba. Por de pronto lucieron sus limosnas. Donó a su iglesia una lámpara fénix de las lámparas y dotó a los ministriles que acompañaban al Viático. Muy devoto de San José. Visitó personalmente las iglesias de la Capital y en 1627 comenzó a visitar la diócesis, ya de setenta y un años. Quiso establecer la fiesta de Santa Teresa de Jesús para el 5 de octubre con octava, pero al Cabildo le pareció demasiado y se quedó en semidoble. De todos modos dirigió al Cabildo un manifiesto en defensa del patronato de la Santa, más ellos se resistieron. Insistió en examinar a los confesores religiosos en lo aprobó Urbano VIII por una Bula de 13 de octubre de 1627, confirmada en 30 de enero, 1629, que pueden verse en las Sinodales. Algunos religiosos se declararon en huelga de no confesar ni predicar. Tuvo otra desavenencia con el Cabildo sobre la contribución al Rey. En 1629 visitó parte de la Diócesis. Asistía con frecuencia al coro y era muy amante de la música. A primeros de junio de 1629 recibió la noticia de su nombramiento para arzobispo de Santiago de Compostela, pero, a pesar de sus tropiezos con el Cabildo, no quiso abandonarlos, ni tampoco lo quisieron ellos si no que pidieron al Rey le dejase en Córdoba. Regaló quinientos ducados a la iglesia de Badajoz. En 1630 hubo mucha hambre en las provincias vecinas y el Obispo gastó todas sus rentas en limosnas. El 25 de julio de 1631 predicó el Magistral el sermón de Santiago y Lobera le excomulgó, pero el Canónigo tenía de León no sólo su nombre (Dr. Lucas González de León) sino también el espíritu e imprimió el sermón. Por fin el gran devoto de Santa Teresa absolvió al gran devoto de Santiago.

Ya el 13 de marzo de este año visitó al Cabildo y les dijo que por lo rehusar en pocos días dos obispados, había aceptado el de Plasencia, su patria, más que se iba con mucho sentimiento. Le contestó atentamente el Deán. Salió para Plasencia el 16 de marzo. Esto hace pensar que hay un error en las fechas.

Según algunos fue ahora cuando le nombraron para Santiago, aunque esto contradice a las noticias de Córdoba. En Plasencia aparte de su actuación general mandó labrar una muy suntuosa ermita dedicada a Santa Teresa, fuera de la ciudad en dirección a Trujillo, muy bien dotada. Falleció el 21 de octubre de 1632 y por disposición testamentaria, aunque enterrado provisionalmente en la Catedral, fueron trasladados sus restos en 27 de julio de 1637 a dicha ermita. Tenía oído muchas veces Solano quiere el cuerpo estaba incorrupto al lado del evangelio con el correspondiente epitafio, por el cual constaba que entre otras cosas fue electo de Santiago y obispo de esta ciudad (por este orden). Dícese que tratan de él fray Alonso Fernández en su Historia de Plasencia y Tamayo en la Vida de San Epitacio. Algunos le atribuyen una obra sobre los salmos.

No cabe duda que la Venerable Ana de Jesús Lobera y Torres y su primo D. Cristóbal de Lobera y Torres fueron dos personajes de gran relieve y muy ligados a Extremadura.

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