Oct 011979
 

Pedro Lobo Martín.

CIEN años ha que cumpliese el nacimiento de don Clodoaldo Naranjo, clérigo y cantor de las grandezas históricas de la muy noble ciudad de Trujillo.

Esta efemérides jubilar de su natalicio me da pie para escribir sobre su vida y obra y tomar parte por vez primera en estos coloquios históricos extremeños.

Si buscamos una razón para ello, no podremos hallar otra que en primer lugar aceptar la invitación, que a este efecto se me hizo y en un segundo lugar al ser párroco de la localidad, que víó nacer a don Clodoaldo. Ni hay otros méritos ni por mi parte puedo alegarlos, cuando por otro lado solamente tengo la presunción de traer algo que tal vez está en el pensamiento de todos cuantos recuerdan todavía a don Clodoaldo y que yo imperitamente pretendo resucitar.

Para este menester solicité la ayuda de los todavía familiares vivientes y que conservando con veneración y respeto sus muchos escritos los pusieron a mi disposición. Difícil ha sido la tarea de selección, porque como es fácil entender ni todos tienen la misma importancia, ni todos vienen al caso.

Con todo, y para una mayor comprensión de lo que se pretende, voy a reducirme a escribir sobre los siguientes puntos:

  1. La persona de don Clodoaldo.
  2. Su estancia en América.
  3. Su Su actividad literaria.
  4. Historiador de Trujillo.

1.- LA PERSONA DE DON CLODOALDO

No tuve la oportunidad. de conocer personalmente a Don Clodoaldo. Cuando él falleció, quién esto escribe estaba aún en los estudios eclesiásticos, si bien en los últimos años. Por otro lado no paso por mí pensamiento que algún día podría llegar a ser el sacerdote del pueblo de su natalicio y que, como consecuencia de esta condición, podría ser el pobre glosador de la fecha, centenaria de su nacimiento.

Vio la luz por vez primera un 7 de diciembre de 1878. Su nuevo nacimiento por el bautismo fue al día siguiente, festividad de la Inmaculada Concepción, sus padres fueron Alejo Naranjo Terrón e Inés Alonso Garrido, nieto por línea paterna de Julián Naranjo y Andrea. Terrón y por la materna de Lorenzo Alonso y María da la Concepción Garrido, siendo padrinos de su bautismo Juan Tizón y Leocadia Díaz. Curiosamente no fue el cura propio el ministro del bautismo, a la sazón don Francisco Reyes Antón García, sino el sacerdote propio de la de Arroyomolinos de la Vera, don Juan José Acedo de Cáceres y Baltasar, encargado accidentalmente de Tejeda. La hora de su venida al mundo fueron las dos de la mañana. Como puede verse fue muy madrugador el mozo.

Su infancia transcurrió, al decir de los que le conocieron, muy normal y conforme a los chicos de su tiempo. Llegado el momento ingresó en el seminario de Plasencia, donde cursó los estudios eclesiásticos con evidente aprovechamiento. La fecha de ingreso en dicho centro fue en Septiembre de 1891 para cursar lo que entonces, y durante un tiempo después, denominase 1º de Latín.

Finalizados los estudios eclesiásticos, fue promovido al orden sacerdotal en las Témporas de San Mateo del año 1902, el 20 de referido mes, por el entonces obispo de Plasencia don Pedro Casa y Souto.

Sus actividades pastorales fueron de lo más diverso; partiendo de la coadjutoría de El Salvador de la ciudad de Béjar, cargo que ejerció durante 3 años, pasó luego a la Mayordomía del seminario durante 5 años, siendo nombrado secretario de estudios en lo que estuvo 3 años.

Desde los cargos administrativos pasó a los docentes y así le vemos el año 1906 enseñando Patrología y Oratoria sagrada y seguidamente caligrafía y Ortología castellana, cargos que le llevaron 3 años.

Transcurrido este interregno docente, de nuevo pasa a la actividad pastoral y es nombrado capellán de las religiosas de la Sagrada Familia y Colegio de San José de Plasencia y Hermanas Carmelitas de la Caridad de Trujillo, hasta que primeramente fue ecónomo de la Cumbre y luego, mediante concurso oposición a parroquias el año 1918, párroco de la misma, ejerciendo el cargo durante 20 años hasta que por razones de salud renunció al mismo, siendo nombrado en su largo ministerio sacerdotal, capellán del Colegio, de Santiago y santa Margarita, en lo cual le cual le sorprendió la muerte, acaecida el 7 de mayo de 1946, que fue muy sentida y llorada por cuantos le conocieron, siendo innumerables los testimonios de condolencia recibidos por tan luctuoso acontecimiento. Tenía en el día de su fallecimiento 67 años de edad.

Pido perdón por esta minuciosa exposición de los datos personales y que puede haya cansado vuestra atención, pero los estimo necesarios para dar un general conocimiento de la persona que nos ocupa, ya que cada uno es hijo, entre otros aspectos, de sus circunstancias. Y éstas, como hemos visto, son en don Clodoaldo muy variadas y comprometidas.

2.- LA ESTANCIA DE DON CLODOALDO EN AMÉRICA

Con fecha, 3 de octubre de 1941 recibe don Clodoaldo un escrito con sello de la alcaldía de Trujillo, cuyo texto es el siguiente:

«El trabajador del Perú ha dado aviso por teléfono para que mañana lo llame usted a la Embajada de 10½ a 1, o de 4½ a 7, por cuenta de dicho señor Embajador, al objeto de tener una conferencia con V. interesante».

El tema de dicha conferencia es fácil saberla después de los hechos. Se trataba de su designación como miembro de la Delegación española en el cuarto centenario de la muerte de Francisco Pizarro y del Descubrimiento del Amazonas.

Lo cual se confirma con la subsiguiente comunicación del obispado de Plasencia, que con fecha del 4 de dicho mes decía:

«Estimado D. Clodoaldo: acabo de recibir el telegrama que a continuación transcribo: Cumpliendo instrucciones recibidas de mi Gobierno he comunicado al padre Clodoaldo Naranjo su designación como invitado de honor ceremonia conmemorativa descubrimiento América y ruego a Vuestra Señoría Ilustrísima concederle permiso aceptar invitación y poder embarcar vapor Marqués de Comillas saldrá Bilbao ocho octubre próximo. Confiando aceptación este pedido reservo pasaje para Pedro Naranjo citado vapor donde viajará también Delegación oficial España misma ceremonia. Bedoya Encargado de Negocios del Perú».

Por parte del obispado no hubo inconveniente alguno para este viaje y de este modo pudo D. Clodoaldo pasar los mares y llegar a Perú.

Según las crónicas de aquellos tiempos la acogida que tuvo la Delegación española fue de extrema cordialidad por aquellas tierras andinas, resultando muy prolongada y de agasajos frecuentes.

Por aquellos días don Clodoaldo, por su parte, recibió particulares muestras de afecto, entre los que destacaron como mayormente importantes su nombramiento como Huésped Ilustre de la ciudad de Lima, su designación como Celador de la Hermandad de Huanca y su agregación como canónigo honorario al Cabildo metropolitano de la archidiócesis de Lima.

La toma de posesión de mencionada canonjía revistió caracteres extraordinarios y se celebró en la Catedral metropolitana, bajo la presidencia del arzobispo y de tal acto se hizo extenso eco la prensa local. Durante el cual pronunció brillante alocución el neocanónigo, siendo muy felicitado por los presentes, entre cuyas felicitaciones destaca la del Nuncio Apostólico que dice así:

«Monseñor Fernando Canto Arzobispo Titular de Seleúcia Pieria Nuncio Apostólica saluda a su amigo el P. Clodoaldo Naranjo y le felicita muy cordialmente por haber sido nombrado canónigo honorario de esta Metropolitana y Capellán de la Capilla Mausoleo de Francisco Pizarro»

El nombramiento de Canónigo y posterior toma de posesión tuvo lugar en diciembre del año 1941, y el visto bueno del propio para aceptarle se firmó en Plasencia el 12 de febrero de 1942.

Como complemento a este acto de primordial importancia en la vida de don Clodoaldo me voy a permitir transcribir algo de lo que el mismo dijo en la toma de posesión:

Comenzó diciendo: «En los largos insomnios que me ha producido el pensamiento de que se avecinaba este memorable acto, he escuchado con insistente llamamiento, descendiendo de las alturas de donde partió ha muchos años mi vocación sacerdotal, unas palabras que ya escribió el autor del Libro de los Hechos de los Apóstoles para darnos a entender cómo fue la inscripción de San Matías en el Apostolado: «Ét comumeratus est ad undecis apóstoles, y fue agregado entre los apóstoles». Para proseguir diciendo: «Y has sido numerado tú, pobre sacerdote, débil rayo de luz divina que tantas veces has desfallecido en el intricado laberinto de la conciencia humana pecadora y penitente…».

Esta oración sagrada, decía un periódico de la época, será recordada muy vivamente por los asistentes y notable muestra de la elocuencia apostólica impregnada del sentir cristiano que distingue al Padre Naranjo.

3.- ACTIVIDAD LITERARIA DE DON CLODOALDO

No habiendo tenido contacto personal con don Clodoaldo, no tengo más remedio para poder glosar este capítulo de su vida que acudir a los escritos que han llagado a mis manos. Estos escritos son de lo más diverso que pueda imaginarse. Me fueron proporcionados por su sobrina, que le atendió hasta los últimos días de su vida, y sobre ellos voy a decir algo, ya que no es mi deseo ni intención, agotar toda la actividad literaria del interesado.

Pasaron por mi mano ante todo sus sermones, pronunciados en determinadas solemnidades, y que están inscritos de su puño y letra. Con aquella letra tan perfecta y clara que por algo se le encomendó la cátedra de Ortología española en el seminario de Plasencia.

De los tres que llegaron a mis manos, dos están fechados en el año 1905 y fueron pronunciados en la ciudad de Béjar durante el tiempo en que ejerció el ministerio pastoral en referida ciudad, siendo coadjutor de la parroquia del Salvador. Se da la curiosa coincidencia de que ninguno de ellos fue predicado en la parroquia de su ministerio, sino que ambos lo fueron el uno el día 3 de abril en la parroquia de san Juan y el segundo el día 20 del mismo mes en la de Santa María. Esta última fecha fue Jueves Santo y el tema obligado del sermón fue el del Mandato, forma muy eclesiástica de designar el sermón sobre el precepto del Señor acerca del amor fraterno, y el que predicó en la parroquia de san Juan llevó por título «Sermón de Misiones», con la que se hacía referencia a un tema de misiones, como es en este caso concreto el tema del pecado.

La fecha del tercer sermón, que llegó a mis manos, está dada el 4 de abril de 1912 y el lugar fue pronunciado en esta ciudad de Trujillo. El autor lo llama Sermón de Pasión.

Si del trabajo personal queremos pasar a la actividad literaria impresa, hemos de acudir a aquella que vio la luz por aquellos tiempos. De esta todavía puede leerse El Extremadura, diario de la provincia, y de la cual fue don Clodoaldo asiduo colaborador.

Por el 20 de enero de 1930 comienzan a aparecer unos largos y exhaustivos escritos firmados por don Clodoaldo en la revista quincenal, editada en Serradilla titulada EL CRONISTA, de la que fue director-propietario don Agustín Sánchez Rodrigo. El autor llama a estos escritos Notas de un Visitante a la exposición Ibero Americana de Sevilla y que encabeza de la siguiente manera: «Porque no está demás abrir una introducción a estos mal pergeñados apuntes, si no porque careciendo de importancia y de interés, no lo merezcan al menos porque explicará muchas circunstancias de oportunidad, ya que esta exposición es de las que forman época en la vida nacional «.

Estas que el autor llama sencillas notas, se prolongan hasta el 5 de julio y cierra con estas palabras:

«Y basta ya, pacientísimos lectores que me habéis acompañado en este paseo literario por la gloriosa, inmortal, inolvidable Exposición Ibero Americana. Es este el momento de despedida de aquella fantástica ciudad de Sevilla que parece haberse levantado en el suelo hispano para ser la sonrisa y la alegría del mundo entero, tan acogedora, tan grata y espléndida para propios y extraños. También lo es para mi pluma que ha trazado sobre EL CRONISTA las impresiones de aquella fiesta ibérica, se despide de vosotros expresándoos un testimonio de gratitud y cordialidad amistosa por vuestra benevolencia en sufrirme. Por conforme me daré, si he logrado que en espíritu me acompañéis a gritar con más de ciento cincuenta millones de hispano-americanos: ¡Madre España, viva tu nombre entre los nombres que ha bendecido siempre la Humanidad» .

Estas notas de un Visitante, a las que acabo de hacer referencia, son las más largas y extensas de las que han llegado a mis manos, escritas por don Clodoaldo, si exceptuamos las historias de Trujillo, a la que voy a hacer alusión seguidamente.

4.- DON CLODOALDO HISTORIADOR DE TRUJILLO.

Al llegar a este punto, creo que hemos llegado a la obra cumbre de don Clodoaldo, sobre el que podemos decir que si bien no puede en ella compendiarse toda su obra literaria, llamándola opera omnia, ya que tiene, como hemos visto otras facetas de escritor, sí se puede afirmar sin riesgo a error que esta su historia de Trujillo es el culmen de sus investigaciones y el digno remate a una vida de plena eficacia y rendimiento.

Voy a confesar al llegar a este punto algo que me preocupa grandemente. Es mi imposibilidad de saber compendiar en unas pocas líneas todo cuanto el autor escribe en tan larga y documentada obra. De la misma se han hecho prolijos, acertados y vastos elogios, por lo que los míos vendrían a ser como querer hacer alumbrar un fósforo ante la luz clarísima del sol.

Revolviendo los papeles que llegaron a mis manos para poder confeccionar esta semblanza, que estoy ofreciendo, hay un escrito, firmado por el también sacerdote, e hijo igualmente de Tejeda, don Ambrosio Tejado, al que creo conocisteis muchos de los presentes, y del que conservarán algún recuerdo los más, quien escribe sobre esta obra del historiador de Trujillo:

«El culto sacerdote ha sabido sintetizar la parte histórica y artística, como advierto en el prólogo, para destacar con gran relieve la actuación de Trujillo en la empresa de América, dando cabida a muchos de los hijos ilustres que la ciudad envió a la conquista de aquellas tierras e inmensas regiones; conquista por las armas, por las letras, por las virtudes… «.

Tres escritos se aventuró don Clodoaldo sacar a luz sobra la historia de Trujillo. Los dos primeros tomos se titularon «Trujillo y su tierra». Ambos recibieron permiso diocesano de publicación, el primero el 16 de junio de 1922 y el 9 de octubre de 1923, el segundo. El tercero, y que apareció como segunda edición de los anteriores, vio la luz en el año 1929, editado por la editorial Sánchez Rodrigo, de Serradilla, bajo el título de SOLAR DE CONQUISTADORES. TRUJILLO, SUS HIJOS Y MONUMENTOS.

De esta segunda edición afirma el autor: «Seis años han transcurrido desde que se lanzó al mundo literario la primera edición de esta obra. Ella fue, lo confieso ingenuamente, una edición escrita en el ambiente tímido y pacato de un ensayo ya que la impericia del autor y la magnitud del asunto cohibían los arrestos y la forma. Su trazado hubo de ajustarse a miras y fines reducidos, cuales eran la gratitud que me obligaba a esta ciudad por muchos motivos y el deseo de que sus hijos conocieran los riquísimos tesoros de tradición y virtud, que se amontonan en su historia».

Se trata, pues, con esta segunda edición de dar a aquel primer escrito mayor corrección y amplitud en el relato.

Como no tengo ante mi vista, ni mis manos contrastaron la antedicha primera edición, cuanto diga se ha de referir exclusivamente a esta segunda edición, que fue corregida y aumentada por el autor.

Mas antes de pasar adelante no quiero omitir algo que considero de sumo interés respecto a la primera edición de «TRUJILLO Y SU TIERRA».

En el semanario trujillano la OPINIÓN, mayo de 1946, en un suelto sobre el fallecimiento de don Clodoaldo, leo lo siguiente; «Le respetábamos (se refiere a don Clodoaldo) y le distinguíamos por su afable trato de hace muchos años y (ahora viene a lo que quería hacer referencia) en 1918 correspondió a nuestros deseos de otorgarnos la primacía de sus dos primeros tomos de «TRUJILLO Y SU TIERRA», que en forma de folletín apareció y hemos publicado en LA OPINIÓN».

Examinando la obra máxima de don Clodoaldo causa admiración la multitud de datos y noticias que aporta al conjunto histórico no sólo de Trujillo, sino también de toda la región. Me atrevo a afirmar que igualmente enriquece el acervo histórico de España, ya que la empresa gigantesca de la conquista de América es algo que pasa de los estrechos limites locales a ser patrimonio de toda la nación. Y aquellos que la hicieron posible son hijos preclaros de estas hidalgas tierras de Extremadura, tan maltratada y olvida en el reparto de la prosperidad general.

No entra dentro de la idea y objetivos del presente escrito hacer un glosa exhaustiva de la magna obra de don Clodoaldo. Porque no se pretende hacer una descripción desde aquel Turgaliun de la antigua Vetonia hasta nuestros días. Si alguno lo desea bastará con remitirle a la mencionada obra.

Las pretensiones de este escrito son sencillamente engrandecer en algo la persona y obra del sacerdote escritor. Si para ello hay que hacer algo más es una idea que brindo a los presentes, que continúen la investigación.

Por mi parte he puesto lo que estaba en mis manos para sacar a luz esta egregia figura de Don Clodoaldo en el primer centenario de su nacimiento.

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