Dic 192016
 

Ángel Paule Rubio.

INTRODUCCIÓN

Camino en tres etapas:

  1. Mérida-Baños de Montemayor. Publicado por estos coloquios en Setiembre del año 2010.
  2. Baños de Montemayor-Salamanca.
  3. Salamanca-Astorga.

 

La Vía Romana de la Plata es una entidad propia que vertebra nuestro suelo desde Mérida hasta Astorga. Hemos de considerarla como una Vía emocional, histórica e integradora. Es paso de cultura, de costumbres, de raíces lingüísticas comunes, arqueología de paisajes, de compromiso. Nos conduce  por unas piedras holladas  por todos los que  con su deambulear  han ido construyendo nuestra Historia

Ha servido de nexo entre Oriente y Occidente. Considerémosla como mezcla de todas las semillas.

Hasta los dioses de Oriente Medio, caminaron de forma mistérica por nuestra Vía de Sur a Norte.

Quisiera apuntar escuetas pinceladas históricas: Es unidad que ha existido a través de los tiempos pretéritos formando, en su esencia, lo que hoy llamamos Vía de la Plata, Camino de Santiago o Mozárabe.

Desde el Paleolítico, la Cueva de Maltravieso en Cáceres, es un mosaico de pintura en rojo formado por signos y manos en negativo. Está definida como un  tipo especial de santuario comparable con el de Gargas y otras cuevas del Cantábrico.

Las estelas del Bronce Final de tipo Alentejano se dispersaron y llegaron a la Alta Extremadura conocidas como “Estelas Extremeñas” caracterizadas por ser más narrativas y más esquemáticas.

La Cueva de Boquique en Plasencia, Cáceres, con cerámica de “punto y raya” también se dispersaron a través de esta Vía y se contempla como modo de hacer cerámica en zonas norteñas.

Tesoro de Aliseda, orientalizante, su técnica se difundió a través del  mismo camino.

Costumbres pastoriles, arte culinario, cantos, cuentos y leyendas encontramos en cualquier descansadero de ganados. Emoción del ganado a su paso por los pueblos, delicia de niños y mayores. Todo quedaba impregnado de cultura. Beneficio mutuo bajaba y subía por los caminos mesteños, que tantas veces se confundían con la Vía de la Plata.

Este camino o Vía no lo podemos dividir en partes. Es camino completo desde su origen hasta su fin. Es columna vertebral, que naciendo en Mérida llega hasta Astorga. Pero por razones de espacio lo vamos a presentar en tres unidades complementarias:

  • Extremadura por la Vía de la Plata, publicado por estos Coloquios de Trujillo en Septiembre del año 2010.
  • La Vía Romana de la Plata en la Provincia de Salamanca, que nos ocupa ahora para su publicación en los mismos medios para el presente Septiembre del 2016.
  • La Vía de la Plata Salamanca-Astorga, si las circunstancias y los Coloquios de Trujillo lo estiman, será publicado en el próximo Septiembre del 2017. La precitada ponencia, superando las páginas que nos concede la Dirección, podría adjuntarse para completar el tema este mismo año.

Siguiendo el Itinerario de Antonino, la “mansio” de Cáparra, última de la provincia de Cáceres. Está situada a 110 millas de Emérita y a 22 millas de Caelionicco, primera “mansio” de Item ab Emerita Caesaravgvsta.

Las mansiones de la provincia de Salamanca son cinco: Caecilio Vico, Ad Lippos, Sentice, Salmantice y Sibariam.

La mansio de Caecilio Vico ha sido motivo de interpretación. En Baños de Montemayor o Puerto de Béjar (Entrecarreras) la mansio de Caeciio Vico, según itinerario de Antonino está a 132 millas, que medidas y siguiendo los  miliarios “in situ” nos lleva a Puerto de Béjar (Entrecarreras).

En cuanto a la “mansio” de Sibariam, no hay más que opinar que, sin salirse de la Vía está a 21 millas de Salamanca y a 21 millas de Ocelo Duri en la provincia de Zamora.

 

LA VÍA ROMANA DE LA PLATA EN LA PROVINCIA DE SALAMANCA.

Un día, sentimos la curiosidad por las cosas de nuestros ancestros. Habíamos terminado la licenciatura en la especialidad de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología.

Nuestro doctorado nos brindó la oportunidad de conocer al Dr. Manuel Roldán Hervás, que había terminado su tesis doctoral sobre la Vía de la Plata con el título de “ITER AB  EMERITA AUGUSTA-ASTURICA AUGUSTA.”

Dos años de doctorado sirvieron para conocernos mejor, profesor y alumno. Un día comenzamos la clase sobre la Vía de la Plata y otros caminos. Como advirtiese mi interés sobre el tema me dijo que, aunque su tesis doctoral no estaba publicada, pero sí leída y valorada, me la ofreció, y llevándomela a clase me la dio, diciéndome que podría fotocopiar y hacer las anotaciones que estimase. Se trataba de un ingente tomo mecanografiado.  Finalizada la clase añadió  “esto por tu Extremadura, cuando  hayas terminado de leerla, meditarla y criticarla, hablaremos”. Pasado  un tiempo, le entregué su tesis, citándome una tarde en la Facultad para comentarla.

Este fue, sin añadiduras, el germen de mi interés por el tema.

Posteriormente, en el año 2010, conocí a Julio Arroyo. Alcalde de Aldeanueva del Camino en un congreso sobre la Vía celebrado en este su pueblo. Se reunían todos los alcaldes  por donde discurría la Vía. Como alcaldes más representativos estaban los de Mérida y Astorga. El acto fue abierto por el Dr. D. Alfonso Ramos de Castro, Presidente de la Comunidad de Alcaldes “Vía de la Plata”.

En el año 2012 se promociona la Vía de la Plata con un manifiesto por la concordia y la paz. Alfonso Ramos de Castro dijo: “Tenemos que devolver el alma al Patrimonio. Hay que enriquecerlo para merecerlo. Añadir el alma solidaria que exige nuestro tiempo al espíritu  que en su día le dio origen y que llega por los siglos difuminado hasta nosotros. Tenemos que hacer con el Patrimonio la Paz y de la Paz un patrimonio”.

En el documento están las firmas de ochenta y nueve alcaldes.

No vendría mal hacer un poco de historia. Fue un camino engendrado por los caprichos de la Naturaleza. La Geología lo entiende como el descansar de las fuerzas orogénicas en la formación de nuestro suelo. Se forman corredores fáciles de tránsito, aprovechando valles y puertos. Sus primeros  caminantes serían animales salvajes, que por instinto natural cambiarían de lugar buscando alimento. No iban solos. El hombre del  Neolítico caminaba siguiendo sus huellas. Ellos también buscaban su subsistencia. Las aves aprovecharían estos valles para hacer más fácil sus movimientos migratorios.

Los prerromanos, es de suponer, sal varían, con su inteligencia, las dificultades que la Naturaleza le  mostraba. El camino natural, primitivo o prehistórico, se fue forjando, al mismo tiempo que el “homo” iba alcanzando mayores metas de sabiduría en la medida que la Naturaleza se lo iba permitiendo.

Más tarde, desde Oriente, subirían desde Cádiz o Sevilla, objetos, útiles, creencias y cultura. Período Orientalizante de gran influencia en todo el oeste peninsular. De este momento nos dirían mucho los Vettones.

El Próximo Oriente a través de Micenas llega al Guadalquivir y su cultura se desliza por el camino prehistórico, que más tarde Roma lo convertiría en el camino de la Romanización.

Roma llega a España y lo utiliza como instrumento de colonización y dominio. Explota las minas. Lleva a Roma minerales de hierro y de oro. Sus ejércitos se mueven lentamente. Las noticias llegan muy tarde. Necesita cohesión, rapidez y facilidad de movimiento. Piensa que el mejor medio de su presencia de un buen sistema de caminos, de fácil tránsito. Bajo este pensamiento Roma hace de un camino prehistórico un camino empedrado. Para ello realizó la obra de ingeniería más atrevida de su historia. Levanta puentes, alcantarillas, allana el suelo, sanea los valles, buscó el camino más corto, menos empinado, alza mansiones para el descanso de soldados y de caballos.

Va más allá de todo esto. Crea una red de caminos o vías que desde Roma llegan a Hispania. Era necesario conocer las distancias y para ello levantó miliarios, donde se reflejaba el numeral que le separaba de Mérida o de la “mansio” más próxima.  El miliario decía algo más. El nombre del emperador debía de ser conocido. Sus atributos: augusto, soberano, césar, cónsul, nobilísimo, piadoso, padre de la patria, pontífice máximo, año de su coronación y de su consulado. Todo iba dirigido a divinizar al emperador, a considerarlo como criatura divina, con tantos títulos y honores  que el pueblo debía sumisión a los dictados del emperador.

La invasión musulmana del siglo VIII otorgó al camino un papel muy importante, casi determinante.

Mozárabes y peregrinos subían a Santiago usando este medio físico como camino jacobeo. A la Vía de la Plata llegaban y salían otros caminos que se dirigían a la tumba del Apóstol.

Frontera entre Castilla y León, que divide administrativa y religiosa ambos reinos. Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX fijaron los límites de sus reinos y de sus conquistas. Por ello algunas veces recibe la Vía de la Plata como “El Lindón” o la “Raya”.

Honrado Concejo de la Mesta la erige en Cañada Real. En ella hay contaderos de ganados que pagan su peaje.

De todo esto se desprende sus perspectivas de futuro:

  • Es un protagonismo de la Historia.
  • Canon arqueológico.
  • Circulación de nuestro arcano idioma.
  • Cultura y religión, que por ser diferentes, son enriquecedoras.
  • Gastronomía rica y variada.
  • Paisajes diversos como jardines botánicos.
  • Camino del arte: románico y Gótico.
  • Milenaria cultura.

Todo esto me invitó a hacer el camino a pie, sin prisas. Si vas a Astúrica, procura que el camino sea largo. Caminar, ver, buscar y encontrar. Todo es susceptible de todo. Párate en ese miliario, puente o alcantarilla. Obsérvalo, mídelo, piensa, transpórtate en el tiempo, saca consecuencias. Estoy seguro que no has perdido el tiempo.

Mi compañero y yo, a pie, hemos recorrido el camino. Nos hemos detenido tantas veces para ver una pequeña fuente, árboles gigantes, flores con matices tan diferentes que piensas en la diversidad de nuestro suelo, acaso de nuestro clima. Hemos dejado la Vía para enriquecernos con el fortín aislado, la muralla ruinosa, la tumba pétrea excavada en el granito. Nos hemos desviado del camino para ver “algo” desprendido en su día del lugar encontrado. ¿Por qué?

Nebrija se fijó, en sus viajes por Extremadura, en el estadio de Mérida y en la Vía de la Plata, jalonada por columnas miliarias en el exacto valor del pie y del paso. “Hay en Mérida un estadio circular donde se celebran los juegos circenses, el cual, a menudo, medí con mis propios pies “gressus” y pasos. De ahí deduje la medida exacta del pie y del paso”

De la Vía desde Mérida a Salamanca nos da el siguiente detalle. “El modo de averiguar la medida del pie, mediante la milla, es decir, por el intervalo de dos mojones, columnas miliarias. Como cada milla tiene mil pasos, los cuales hacen cinco mil pies, cogiendo una cuerda que no se estire ni se afloje medí el espacio entre dos mojones hasta   que cien tirados de aquel cordel que llevaba para ese espacio completaron todo el intervalo que se extendía entre dos piedras  miliarias”.

Hace frío, Julio y yo apoyados en el pretil del puente  sobre el río Albarregas,  comentando la grandiosidad de lo que nuestra vista divisaba, maravilla romana, nos relajamos viendo el vuelo de unas cigüeñas que volaban sobre los arcos del acueducto. Nos deseamos  lo mejor en nuestro viaje. Echamos la mirada hacia lo que íbamos quedando atrás, como despedida grata y enriquecedora. Paralelo a la Vía, el acueducto que llevaba el agua a Mérida. Dejamos la Vía y nos acercamos hacia un depósito que sobresalía un metro de la tierra. Sobre ella una tapa de granito, la quitamos y nos encontramos con una pequeñita corriente de agua que caía sobre un pequeño pozo circular, para volver a salir  a la misma altura de la caída. Era, sin duda, un pozo de drenaje. Continuamos.

Lo importante no es llegar al destino, sino la experiencia del viaje. Le digo a Julio, ¿Qué prefieres: buscar, ver o encontrar? Decide. Así buscando, día a día, recorrimos el camino que nos separaba de Baños de Montemayor.

Nuestra primera etapa por Extremadura, como ya hemos indicado la expuse en los XXXIX Coloquios de Extremadura. Año 2010.

Estamos ante un nuevo reto

Vamos a iniciar nuestro segundo viaje. Como es mi método, quiero enlazar la última jornada En Baños de Montemayor como nexo de unión para continuar hacia Salamanca.

Terminé mi trabajo “Extremadura por la Vía de la Plata”, presentado como ya quedó expresado con el comentario del último pueblo en la provincia de Cáceres, Baños de Montemayor. Entre otras cosas me pronuncié como hipotéticamente posible que fuese, según el Itinerario de Antonino, la última “mansio” de la  Vía XXIV con el nombre de Caecilio Vico, distante de Cáparra 22 millas y 12 de la “mansio” Ad Lippos, primera de la provincia de Salamanca, situada en el pueblo de Valverde de Valdelacasa.

Sobre su localización los historiadores han estado discordes. Para unos Baños de Montemayor y, para otros, Puerto de Béjar, en la provincia de Salamanca. Hay algunos que han pensado en Aldeanueva del Camino. Los que apostamos por Baños, centramos nuestra atención en los hallazgos romanos dentro de su casco urbano. La Vía divide al pueblo pasando por una de sus calles. Su balneario de aguas termales, terapia para las legiones romanas. Sus esculturas con divinidades salutíferas y  lápidas dedicadas a las ninfas. La iniciación de la subida al Puerto se entiende como si invitara al descanso para vencer el cansancio que se avecinaba.

Una cosa, de importancia gravitacional, apoya su ubicación en Puerto de Béjar, la ubicación de los miliarios. Caelonicco, según Antonino, está a 132 millas de Emérita, a 22 de Cáparra, y a 12 millas de Ad Lippos. Podemos leer el miliario CXXXI y el CXXXIIII, están ambos “in situ”. Haciendo mediciones llegaríamos a situar con mínimo error la situación del miliario CXXXII, no en Puerto de Béjar, sino en lo que hoy es estación de ferrocarril.

El Padre César Morán acepta los datos del Itinerario de Antonino y de los miliarios citados, llegando a la conclusión que la “mansio” se encontraba  en la estación de  ferrocarril, Entrecarreras  y no en el pueblo, por donde no pasa la Vía. Un día será la excavación arqueológica la que tenga la palabra.

Después de este comentario, subimos desde Baños de Montemayor por una empinada calle del Dr. Rengifo hasta tocar la carretera N-630, continuamos por la derecha por la empinada Vía encontrándonos un tramo de Vía reconstruido con losetas de piedras desiguales. Un crucero de piedra que nos permitió descansar y a la vez contemplar los pueblos extremeños, su rico valle, el pantano de Gabriel y Galán y la frondosidad de sus castaños y alcornoques.

Estamos en el miliario CXXX, el último de Cáceres. Al lado el Bar Solitario. En su puerta hay un trozo de miliario que podría ser el CXXXI. Por su ubicación se le conoce como el miliario del Solitario.

Nos encontramos en lo alto del puerto. Aquí había cinco columnas miliarias, de las cuales sólo queda una con el numeral CXXXI y la palabra RESTITVIT.

Empieza la provincia de Salamanca. ICONA ha construido una fuente, ha colocado unos bancos y un cartel indicando que estamos en la Cañada Vizana y de Aliste.

 

MANSIO CAELIONICCO

PUERTO DE BÉJAR

Paisaje de hermosos castaños y robles. Prados en el enclave Entrecarreras. Estación de ferrocarril Cáceres – Salamanca.

¿Dónde? Restos arqueológicos no se han descubierto. Se sabe que tenía hospital de peregrinos. Fue centro comercial por su industria de toneles de maderas y muebles. Sus ruinas dan vida a sus sueños.

Casa Adriano. Lugar de reunión de viajeros, pastores, campesinos, tratantes de ganados, hasta príncipes ocuparon sus aposentos

Tomamos café en casa de Adriano, que nos lo sirven las dos hijas de Adriano, ambas octogenarias, llamadas Loli y Mari

A unos metros de la Casa de Adriano, la Vía de la Plata, que no abandonamos si no es para visita zonas de influencia ligadas de alguna manera a su núcleo central “La Vía”. Detrás de la casa de Adriano uno de los más bellos jardines de Salamanca, pertenecientes al Marqués de Dos Palacios. En una pequeña glorieta de la casa se halla el miliario llamado del Carmen, rodeado de flores y árboles. Hay quien duda de su identidad como tal. Tiene 2 m. de altura y 55 cm. de diámetro. Tiene basa y en la parte superior un turbante semiesférico.  Podría ser una columna votiva. Se lee:

N    FL    VAL

CONSTANTINO

OBILISSIMO

C FORTISSIMO

A ES DIVI CONS

TANTI PII FILIO

A pocos metros iniciamos la bajada por la Vía de la Plata. Con motivo de la construcción de la autovía se hallaron restos muy importante de la Vía, se detuvo la obra y el ministro de Obras Públicas desvió la autovía quedando al descubierto más de cien metros de Vía, donde podemos contemplar toda la infraestructura: Firme, statumen, rudus, nucleus y pavimentum. Cantos rodados y grandes piedras escuadradas forman el bordillo. Alomada para que sus aguas viertan al exterior. Paseamos por ella varias veces, nos sentamos en sus bordes, comentamos, buscamos detalles, hicimos hipótesis, construimos mentalmente lo que pudo ser esta gran obra tan sublime como generosa, tan cargada de historia y hoy de recuerdos.

La autovía, sobre columnas, cubre la Vía. En uno de sus muros paralelo a la Vía un mapa de unos metros de longitud en caracteres de acero, que podemos contemplar, nos ilustran sobre sus mansiones y distancias.

Seguimos el descenso hacia el Puente de la Malena, sobre el Río Cuerpo de Hombre.

Al sitio “los Maquilones”, nombre que me sugieres un molinode harina. Restos de un cárcavo, hoy, usado como fuente. Sus sillares ortogonales de granito. A su lado tres miliarios:

  1. De 96 cm de longitud y 50 cm. de diámetro.
  2. De 83 cm. 55 de diámetro. Está dividido en dos partes.
  3. Un fragmento de miliario que sirvió de soporte a una entrada. Es ovalado. Sus dimensiones son: 150 cm. de longitud y diámetros 40 y 50 cm.

A la misma altura sale un camino estrecho y empedrado. Lo seguimos unos metros y después orientamos nuestros pasos a campo a través por un monte de robles, encinas y alcornoques. Subimos una elevada pendiente y a un kilómetro, más o menos, nos encontramos con una granja de ganado vacuno. Saltamos la pared  con riegos de ser advertido porque aquello era propiedad privada. Una casa de campo rodeada de corrales y cuadras. Todo dentro de un  muro de granito de dos metros de altura con entradas o portadas para que el ganado, en su momento, pudiera salir a ramonear.

Allí, en medio del corral, un pilón circular  granítico de 70 cm. de profundidad y 15o cm. de diámetro. En su centro un miliario como enhiesto surtidor de agua servía de bebedero del ganado. Un poco horadado en su verticalidad sujetaba un grifo de color amarillo.

Sus medidas: Tiene de alto 170 cm. sobre base ortoédrica de 60 X 60 cm. y 55 cm. de diámetro.

La casa, con una escalera exterior que le servía de entrada. Sus muros de granito escuadrado, con clave central un poco desprendida. Adosada a la pared unos comederos o pesebreras también de granito.  Todo el conjunto está rodeado  de abundante vegetación de robles, encinas y alcornoques.  Bloques de granito ingentes se veían por todas partes.  Me he permitido la generosidad de los lectores, pormenorizar con detalles el lugar de la ubicación del miliario. Sólo para hacer y hacerme la pregunta ¿Por qué trasladaron este pesado miliario desde  su ubicación en la Vía para colocarlo dos kilómetros cuesta arriba, con dificultad del suelo y con la densidad de la vegetación?  ¿No tenían, sin dificultad, granito al pie de obra?

Bajamos la pendiente, eso sí, dando tropezones y caídas, para volver a nuestra Vía.

 

PUENTE DE LA MALENA:

La Vía baja en pronunciada pendiente hacia el Río Cuerpo de Hombre. Piedras marginales que forman parte del pavimento y, otras hincadas, sirviendo de sostén del precipicio lateral y  apoyadas unas sobre otras formando un  muro.

Tramo de calzada bien conservado de una longitud de  unos cien pasos y ocho de anchura. Lugar de alisos formando un evocador soto.

Llegamos al rio, saboreando el puente de la Malena. Bajamos hasta tocar sus aguas para ver el puente desde aguas arriba y también, como no, desde aguas abajo. Tiene dos arcos redondeados y uno apuntado. Tajamares fusiformes aguas arriba debido a la intervención de  del Conde de Floridablanca a finales del siglo XVIII. Todos posteriores a la época romana. Sí que se atisba posible factura romana en sus orígenes.

Pasado el río por el puente de la Malena, a pocos metros, nos encontramos el corral de la viuda de Domingo Muñoz. El primer miliario con leyenda completa y numeral expreso, está aquí en este corral. Tiene soportales, sustentados con columnas de granito, comederos en el amplio solar. Allí, en el centro se alza el miliario más significativo de la provincia de Salamanca. Dice así:

IMP . CAESAR . DIVI

SEPTIMI . SEVERI. PII. ARAB

ADIAB . PARTHICI . MAX . BR

  1. MAX . FIL . DIVI . MAR . AVR . ANTONINI

GERM . SARM . NEP .  DIVI .  HADRIANI

ABNEP . DIVI . TRAIANI .  PARTHI

CI . ET .  DIVI .  NERVAE . AD

NEP

M . AVREL .  ANTONINVS .  PI

VS . FELIX .  AVG . PART .  MAX

BRIT . MAX . GERM .  MAX .  PA

TER . MILITVM .  TRIB .  POT .  XX

IMP . III . COS .  IIII .  P .  P

PROCOS

CXXXIIII

 

Otro de los supuestos sobre la ubicación de la “mansio” Caecilio Vico. También se ha barajado. De todas maneras en los supuestos mencionados no hay distancias apreciables.

Este miliario es del emperador Caracalla (211-217) quien construyó las llamadas “Termas de Caracalla” en Roma. Publicó un edicto extendiendo la ciudadanía a todos los súbditos del Imperio. Año 212.

A nuestra izquierda Montemayor del Río con castillo medieval.  Considerándolo de interés y, como zona de influencia nos acercamos. Una vez visitado, volvimos a la Vía. Subimos  por la orilla derecha del río Cuerpo de Hombre hacia la Colonia de San Francisco. Aquí  hallamos un miliario sin numeral. Su leyenda es esta:

S . IMPERATORIB

S .  IMPERATORIB

MAXIMINO . NOBIL

IBVS

Un miliario de Trajano (53-117). Aquí, Calzada y Vía caminan juntas. Piedras anchas constituyen el firme de la Vía. El miliario, que según el Padre Morán estaba allí, “in situ” no lo encontramos. Preguntando a varias personas y algunos sí lo recordaban. El Padre Morán dice: “está medio enterrado a la vera del camino, con la siguiente inscripción  incompleta, dedicada a los emperadores Severo y Maximino Daza, que gobernaron al principio del siglo IV”

IMP . CAESAR . DIVI

NERVAE . FILIVS . NERVA

TRAIANVS . AVGVSTVS

GERMANICVS . PON

TIFEX . MAXIMVS .  POTES

TATE . CONSVUL .  ITER

RESTITVIT

CXXXVI

 

Siguiendo al Padre Morán dice: “que había otra columna miliaria, cilíndrica, sin basa, procedente de la inmediaciones de la Colonia y que estuvo largo tiempo en la pared que bordea la Vía, y de allí rodó hasta la orilla de un canal, donde se encuentra”. En ella se lee:

D . D

ET . MAX

MIAN

SENIORI

C T

 

Dedicamos mucho tiempo buscándola con resultado negativo. No encontrarla, por ahora, no significa perdida. Puede que este miliario se encuentre un buen día, como tantas veces ha ocurrido. Por ello debemos reseñar nuestro interés porque todo quede reflejado.

Aquí la Calzada mide 7,60 m. Bordillos de grandes sillares y con sostenes en las orillas. Caminamos por la Vía 50 a 60 m.

Prado Regajo: Hay un trozo de miliario equivocado e incompleto con la siguiente leyenda:

CONSVL

RESTITVIT

.. LVII

 

Evidentemente le falta una “C” al principio por lo que sería el  CXXXVII  por que el miliario siguiente, que está en el mismo prado, su numeral es el CXXXVII. Posiblemente el “Curator Viarum” no debió aceptar el error y mandó hacer otro.

 

CALZADA DE BÉJAR.

En el Prado Merino y Vegones del Campillo: hay dos miliarios. En los Vegones, en la , casa de Sebastián García, haciendo oficio de poste está el miliario CXXXIX. El otro en el Prado Merino.

Estos dos miliarios, muy cerca  el uno del otro, según Ponz y Morán, debieron pertenecer a cada uno de los dos pequeños caminos que tiene el mismo origen y el mismo final: Calzada de Béjar.

Hablamos con su Alcalde y nos comentó que su pueblo tenía siete pozos romanos, un fortín y dos fuentes también romanas.

Nos comentó que desde la Vía de la Plata, en los valles citados salían dos caminos, uno por la solana y otro por la umbría, este lo llamaban camino viejo o Vía de la Plata. Ambos se encontraban en el mismo pueblo.

Le dedicamos mucho tiempo con especial atención. Vimos sus fuentes y pozos. Casas porticadas, la ermita del Cristo de la Misericordia del S. XVI. En su puerta, saludamos al párroco D. Jesús Luengo Galán y nos dice  que en el año 2006 se hizo una reproducción de Santiago Peregrino que podemos ver en su puerta. La pregunta fue inmediata: ¿Pasan por aquí muchos peregrinos hacia Santiago? Inmediata también fue la respuesta. ¡Muchos!

Sobre un cerro se destaca un fuerte, que los naturales llaman El Fortín Romano. Fue declarado Monumento Histórico el 3 de junio de 1931, con la categoría de Castillo. Aunque estaba fuera de la Vía nos acercamos. A pesar de su estado ruinoso nos permite contemplar su forma casi pentagonal, de dimensiones 30 X 28 m. Sus muros superaban los 6 m. de altura. En el muro que da a la Vía se abre una hilera de saeteras, de las que contamos cuarenta. Vuelta a la Vía continuando nuestro camino.

 

PEROMINGO

A la derecha de la Vía. Junto al Río Sangusín, la Iglesia de Peromingo. Visitamos dos miliarios de la Vía y otro junto al río.

Un miliario está en un establo sujetando el techo del mismo. Pudimos leer el numeral X.

Junto al Río Sangusín, y a la derecha del camino, pudimos contemplar la iglesia de Peromingo. La Vía se desliza por camino ancho. Las paredes de sus fincas la han respetado. En el Prado Fusillo un miliario “in situ” el numeral es CXLIII. Letras de difícil lectura.

Seguimos por la Vía hacia el río Sangusín. La Vía es de tierra sin excavar. Hay un miliario que está en su sitio entre zarzas. Se le conoce como miliario de Prado Fusillo

Continuamos por unas pasarelas de piedras ortogonales a la distancia unas de otras de un paso sobre un pequeño arroyo. Son cinco piedras sin cubierta. Llegamos a un cruce. Seguimos observando el bordillo de la Vía. Estamos en la carretera Valdefuente de Sangusín. A cincuenta metros del cruce está el miliario “in situ”, que le llaman el Miliario Viajero.

Tiene forma de sector triangular para indicar una delimitación de término. En cada una de las tres caras, dos rectangulares y una circular las iniciales de los pueblos delimitados. P-V-S. Santos, Fuente y Valdelacasa.

En carretera de Valdefuente de Sangusín vimos una ermita muy grande, adosada a una plaza de toros.

 

MANSIO AD LIPPOS.

VALVERDE DE VALDELACASA

Una milla más adelante está el miliario CXLIIII, también “in situ” que corresponde a la mansio Ad Lippos, según el Itinerario de Antonino vía 22 (434,3) en el pueblo Valverde de Valdelacasa y según  Ravennate, IV, 45 (319,9) se corresponde con la masio Appos

Salimos de Valverde de Valdelacasa por un camino vecinal, confundiéndose la Vía y el camino. Cuesta empinada y con muchas curvas. Paisaje digno de admiración. Robles y prados.

 

VALDELACASA

Entramos por una calle y a su izquierda una pequeña ermita y sencillo campanario. Tomamos la calle de la Atalaya, cuyo topónimo indica su concepto. La iglesia con un campanario cuadrangular sencillo. Se trata del trozo más romanizado de la Vía de la Plata, donde se observan restos de empedrado.

Arquitectura popular con interesantes portadas adinteladas de piedras graníticas. Fechadas sobre dintel siglos XVII-XVIII.

De nuevo a la Vía desde donde sale un camino hacia Los Santos y otro a Fuenterroble. Dejamos la Vía y nos desplazamos a San Medel, media legua y una a Los Santos.

Paralela a la Vía se desliza la Cañada Real Soriana luciendo entre paredes y alambres su silueta de su Real nombre.

 

LOS SANTOS

No pasa por allí la Vía, pero pudimos ver un miliario en la calle de la Rambla. Sus dimensiones: 70 cm. de alto por 57 cm. de diámetro. Se conserva parte del fuste, no tiene basa. El numeral corresponde al CXIX, por lo que debería estar en Aldeanueva del Camino, donde por su número le correspondería. ¿Cómo ha llegado hasta allí?

Según M. Santonja y G. Guillani, la inscripción dice:

COS

RESTITVIT

CXIX

 

Su iglesia es de grandes dimensiones. Tiene tres naves y en el altar mayor tres arcos. El techo es de madera de un rico artesonado. La subida desde el exterior es por una gran escalinata. Está rodeada por un pórtico de corredor con bancos de granito adosados a la pared.

 

SAN MEDEL

Pueblo muy pequeño de una docena de casas. Muchos corrales de granito. Sequeros. Más perros que personas. Junto a la iglesia estaba un miliario colocado a la izquierda de la escalera Mide 175 cm. de alto, 45 cm. de diámetro. Sólo se conserva el fuste. Está colocado invertido con un rebaje en ángulo en su longitud, preparado para soportar una puerta que protegía la escalera del campanario. Su lectura, difícilmente controlada dice según nuestro calco:

 

 

 

 

 

IMP   CAES   A  GVSTO

C MESSIO  Q

NTO TROI

ANO DECIO

PIO FELICI

PRO V  ET  QUINTO

O  ETRV

O NOBIL

O MO  CAESAR

CXLV

 

La iglesia, como tal, no existe. Está formada por unas paredes y un solar. La torre tiene espadaña a la que se asciendo por una escalera exterior. Un ruinoso soportal que se resiste a caer. El interior es un solar rectangular. Donde queda una pila bautismal y al traspasar la puerta de la iglesia una pila para purificase las manos los asistentes a los actos religiosos que en su día hubiere.

Junto a la citada escalera, un artilugio o potro para herradero de vacas.

La distancia que nos separa de la Vía   es de  una milla. Volvimos a ella para continuar el  camino.

 

FUENTERROBLE DE SALVATIERRA

Camino de Fuenterroble. Llegamos a un cruce donde la Cañada Vizana se cruza con la Vía de la Plata. Un miliario sin leyenda. Ascendemos por la Vía y llegamos a un lugar escampado, libre de maleza donde pudimos ver el miliario CXLVII, una pequeña fuente y un chozo de madera. Su terreno es calizo. Hicimos una pequeña parada, cambiamos impresiones sobre este lugar y una milla más y el miliario CXLVIII. El color de la tierra ha cambiado, pasando a tener una tonalidad rojiza.

Una bifurcación de caminos. La Vía continúa, no pasa por Fuenterroble, pero lame sus muros. Tomamos el camino de Fuenterroble, por donde los peregrino ascienden al pueblo, don hay y un albergue, regentado por el párroco Blas. Una fuentecilla y nos encontramos en el albergue de peregrinos, donde nos recibe  Blas. Conocido desde hace mucho tiempo. Acoge a peregrinos  dándole cama y comida. Por ello no cobra nada. En el porche del albergue, a la salida  hay una mesa y un cestito donde los viajeros depositan su voluntad. La pregunta no se hace esperar. ¿Tienes bastante dinero para  equilibrar los gastos? Me sobra. La gente sencilla paga con sencillez y la gente con dinero paga con generosidad.

Blas se dedica a hacer peregrinaciones con sus carros y burros. Ha ido a Roma, a Inglaterra, a diferentes sitios de España. Los peregrinos solicitan ir bajo un programa y unos precios módicos llenando las listas y quedando algunos en reserva.

Cada carro pintado con motivos piadosos lleva nombre de algún santo, con su imagen en un pequeñito altar dentro del carro. Los carruajes muy engalanados pregonan su místico caminar.

He de hacer notar que mi amigo y compañero de viaje, Julio, pintor y grabador ha pintado una escena bíblica de grandes dimensiones en el lugar destinado a las ceremonias del Bautismo entrando a la Iglesia a su izquierda. Es digna de admiración.

El albergue tiene su iglesia, donde el cura Blas en una ceremonia íntima, bendice a los peregrinos después de asistir a la misa. Un porche al aire libre con unos bancos debajo de unos árboles. Unas placas indicadoras de la Vía  y Camino de Santiago. Dos miliarios  y un trozo de calzada con las diferentes capas para que el viajero conozca  su arqueología y estructura.

Comimos con algunos peregrinos.

 

PALACIOS DE SALVATIERA

Volvimos a la Vía tomando un camino hacia la derecha para dirigirnos, como zona de influencia, a Palacios de Salvatierra. El arroyo de la Rivera es salvado por un puente o alcantarilla y tiene por sostén dos miliarios. Están embutidos pero no se ve leyenda.

Desandado lo andado volvimos a la Vía. Nos recibe otro miliario indicando que íbamos bien.

 

NAVARREDONDA DE SALVATIERRA

Llegamos a un cruce, donde un cartel nos indica el nombre de este pueblo. Dejamos la Vía y a nuestra izquierda, a dos kilómetros, el pueblo. No más de 200 habitantes. Humilde iglesia dedicada a San Felipe, pero por algún misterio, el Santo, que figura como patrono, ha sido desplazado  por un Santiago Peregrino. Sin buscar a  nuestro amigo Blas lo encontramos  revestido de ornamentos sacros  para oficiar  la misa del domingo a una docena de fieles. Eran las once de la mañana. A la docena de fieles nos sumamos dos más, total catorce.

Terminada la ceremonia, como siempre, hablamos de la Vía y Camino de Santiago. Me llamó la atención de un hermoso púlpito, que no hacia juego con  su humilde contorno. Se lo indiqué y me comentó que efectivamente este púlpito no era el de esta iglesia sino que había sido llevado del Monasterio de Fuensanta.

Nos despedimos y Blas fue a otros pueblos, que según él eran cinco, para realizar su misión pastoral.

 

MANSIO SENTICE

FUENTESANTA

Junto al camino y entre zarzas y malezas, lugar que fuera antes una bendición y descanso para el peregrino, nos encontramos las ruinas del Monasterio de Fuente Santa. Para unos está aquí la mansio de Sentice. Es la hipótesis moderna más aceptada. Morán se apoya   en el miliario de la Dueña con el numeral  CLIX y en el miliario que antecede a Sentice, ad Lippos, situado en Valverde de Valdelacasa. Hay un  error de cálculo El error está que de Sentice, tercera mansio salmantina, a la mansio siguiente no hay  12 millas, sino 15.

Las ruinas del Monasterio de Fuente Santa están formadas  por una pared de piedra de granito con portada noble adintelada con  piedras talladas ortogonales. Sobre esta puerta un balcón alineado con la puerta de entrada, formado por dovelas de granito bien escuadradas. En su interior un pozo que podría satisfacer de agua a los monjes de la comunidad. No tiene púlpito porque, como ya lo hemos indicado, está en Navarredonda de Salvatierra.

 

FINCA LA DUEÑA

En el término de Pedrosillo de los Aires está  la finca de la Dueña Chica y Dueña Grande,  donde se encuentran dos miliarios. En uno de ellos no hemos podido leer nada, pero si se atisba formas que pudieran ser letras. El otro, nos ha permitido leer las letras y el numeral CLIX. Hay discusión entre los historiadores si la mansio SENTICE está aquí o en Fuente Santa. Siguiendo el Itinerario de Antonino y su numeración, lo más posible su ubicación es Fuente Santa. La mansio de Salmantice está  a 24 millas de Sentice.

Entre ambos miliarios hay un camino que conduce a una casa de campo.

 

 

 

 

MEMBRIBE

Nos desviamos hacia la izquierda de la Vía donde se  hallaban dos miliarios. El CLVIII. Se encuentran  en el  Museo de Salamanca. Humilde iglesia con espadaña  y matacán.

 

CALZADILLA DE LOS MENDIGOS.

Volviendo a la Vía, donde se confunden la Cañada de la Vizana con la Vía de la Plata, más que pueblo es una finca. Un prado y en él una ermita con dos miliarios, uno a cada lado de la puerta. A su lado pasa la Vía de la Plata, que sigue recta y  llana hasta Salamanca.

Dos puentes paralelos distantes pocos metros. El uno viejo, antiguo, por donde discurre la Vía de la Plata. El otro moderno por donde pasa la carretera. Estando apoyados en el pretil del Puente Viejo, vinieron  diez motoristas y por medio de los dos puentes por donde circulaba una corriente de agua, sin valorar lo que podría ocurrir, se lanzaron entre piedra, barros y agua, pasando a toda velocidad. Llegaron a la orilla, pero bañados en barro.  Nos comentaron que venían haciendo el camino Vía de la Plata, sin encontrar dificultades.

Subiendo nos encontramos un miliario al sitio del Carnero, lejos de su primitiva ubicación. Con el numeral CLXV.

Seguimos por la Vía hacia un cruce de caminos. En la misma bifurcación el miliario CLXVIII

 

SAN PEDRO DE LOS ROZADOS

A nuestra izquierda San Pedro de los Rozados.  No está en la Vía.

 

SIETE CARRERAS

Un camino hacia la derecha nos llevará a Morille. No está en la Vía. Tiene albergue para peregrinos Debe visitarse. De hecho los peregrinos  abandonan la Vía y se dirigen a Morille.

 

ALDEATEJADA

La Vía sigue recta hasta llegar al pueblo de Aldeatejada, cuyas últimas casas se mezclan con las primeras del Barrio del Arrabal de Salamanca. El último miliario de la Vía el CLXXXIII, unos metros antes de llegar a la Ermita de Santa María de Rocamador. Las huellas de la Vía  están presentes. En línea recta desde Aldeatejada la Vía va buscando el arroyo del Zurguén, nombre que provoca delicadeza, pasión, emotividad. Cruzándola por un puente de madera, hoy desaparecido. El arroyo  nos muestra unos diques de contención hechos con los restos de las viejas piedras. El paso de la Vía es el mismo que se usaba en el pasado siglo. Desde aquí gira para dirigirse al puente romano, que da entrada a la capital salmantina. Se pasea por el Arco de Aníbal, recuerdo de las heroicas mujeres salmantinas en su lucha por la independencia. Calle de la Vera Cruz, Libreros, Menéndez, izquierda de la Plaza Mayor, calle de Zamora para salir de Salamanca, dirección Zamora.

 

SALMANTICE

El puente, palabra tan familiar y cariñosa que empleamos para salvar obstáculos, para hacer la paz, para unir lo que no debiera haberse separado.

El puente romano sobre el Río Tormes, está catalogado como Bien de Interés Cultural y declarado Monumento Histórico Artístico el 3 de Junio e1931, se le ha conocido como Puente Mayor que, junto con el toro, es el icono más representativo de la ciudad. Soportaba el puente, sobre todo en cada uno de los meses de verano, mil carros de corteza de árbol y otros tantos de cereales. “Los carros que vienen y regresan de Extremadura alcanzan unas cifras considerables. Las cabezas de ganado trashumante, así como las de otro género concurren a las renombradas ferias de Andalucía y Extremadura llegan a un número que se sustrae a todo cálculo”.

El puente íntegramente romano corrió la mala suerte de la avenida del 26 de enero de 1626, llamada la avenida de San Policarpo que destruyó buena parte del puente. Está formado por 26 arcos. De su fábrica original romana sólo quedan catorce arcos y la mitad del décimoquinto. El segundo tramo es de traza Hispana con once arcos y mitad que se continúa con un macizo para enlazar con el firme de la Vía. Su longitud total es de  358,70 m. La anchura libre de la Vía oscila entre 5,50 y 5,95. El acceso desde el Arrabal se flanquea con dos pilastras conmemorativas que ponen fin a los pretiles.

Sillares almohadillados de granito, arcos de medio punto. Con una luz de diez metros. El pavimento romano de losas de arenisca de gran dureza y grano grueso. Tuve la suerte de contemplar la estructura de su pavimento, cuando por razones de saneamiento lo dejaron al descubierto. Recuerdo que una superficie no muy grande quedó expuesta al público  y la  cubrieron con un cristal hasta que se terminaron las obras. Después pretiles y pavimento sufrieron una transformación de enlosado que, al menos a mí,  no me agrada.

Un verraco situado al principio o al fin del puente, según se mire, nos indica  que Salamanca fue un castro vettón, enclavado en el Cerro de San Vicente. En el mismo cerro un poblado de la Edad del Hierro, 700 a.d. C. y hoy lo podemos contemplar en toda su pureza. Fue un honor para mí haber tomado parte activa en la excavación, siendo estudiante de Arquelogía.

Volviendo al puente la opinión más unánime es que fuese construido por el emperador Trajano (98-117). Una antigua tradición popular dice que es obra de los dioses. En concreto se le asigna a Hércules. Está recogida en el libro de Lucio Marineo Sículo “De Hispaniae laudalibus”

La Vía romana Emérita- Astúrica tiene excelentes puentes, pontones y alcantarillas que supone una maravillosa conquista del hombre. Puentes sobre el Guadiana, Albarregas, Tajo,  Ambroz, Cuerpo de Hombre, Sangusín, Tormes y Duero, lo hacen realidad.

Al norte de Salamanca la Vía de la Plata deja de ser un camino enlosado cambiándolo por un camino de tierra apisonada. Pasada Salamanca no hemos visto miliarios. Llegado al pueblo Calzada de Valdunciel, cuyo topónimo señala que estamos en la Vía de la Plata.

 

SABARIA

Hipótesis sobre su ubicación, ya que el nombre en acusativo es indicador que estaba fuera de la Vía.  El Cubo de la Tierra del Vino en la provincia de Zamora aduce a que tiene un puente Saburro de etimología igual a Sabaria. Otra interpretación se fijaría en  la finca de Izcala en la provincia de Salamanca. El Padre Morán considera el lugar más idóneo en Cubo del Vino, primer pueblo de la provincia de Zamora. Otros la sitúan en Calzada de Valdunciel, no sin antes haberlo hecho por Aldaseca de la Armuña, castro que llamaron Septa, que conserva vestigios de fosos y algunas cerámicas. Está a la orilla del arroyo de la Armuña. Sigue la Vía a la derecha de la carretera. Aparece y desaparece hasta Calzada de Valdunciel. Atraviesa el pueblo por la calle del Carrascal. Sale del pueblo, cruza un regato, donde se perciben restos de miliarios que sirven de pasarelas, no se identifica ni letras ni números. Una fuente romana de mala calidad de agua. Aunque también, es cierto,  hay otras de excelente calidad. Sigue la Vía dirección a Izcala, todavía en Salamanca, penetrando por el Cubo del Vino, antigua Sibariam. Primer pueblo de Zamora.

Entre el Cubo y el límite de las provincias de Salamanca y Zamora hay un lugar elevado que se llama la Torre del Sabre. Topónimo apocopado muy sugestivo emparentado con Sabariam o Sibarim, aunque arqueológicamente no ha existido excavación que lo determine.

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Dic 162016
 

 Esteban Mira Caballos.

 

1.-LA DISPUTA

Probablemente la cuestión más controvertida sobre el llamado conquistador de las Tres Américas sea su lugar de nacimiento, pues él jamás se refirió a su patria chica[1]. Todas las alusiones a su naturaleza parten de terceras personas y no de su testimonio personal. Esto ha provocado que varias localidades se hayan disputado el honor de ser la cuna del célebre conquistador, fundamentalmente Barcarrota y Jerez de los Caballeros.

De Hernando de Soto teníamos la certeza de que era hijo de Francisco Méndez de Soto y de la badajocense Leonor Arias Tinoco y que tenía al menos un hermano mayor, llamado Juan Méndez de Soto, y dos hermanas, Mencía y Catalina[2]. Hasta el siglo XX nadie dudó de su nacimiento en Barcarrota pues el Inca Garcilaso de la Vega, basándose a su vez en el manuscrito hoy desaparecido de Juan de Coles, aludió a su naturaleza barcarroteña:

 

Fue el Adelantado Hernando de Soto, como al principio dijimos, natural de Villanueva de Barcarrota, hijosdalgo de todos cuatro costados de lo cual, habiéndose informado la cesárea Majestad, le había enviado el hábito de Santiago…[3]

 

Desde entonces, todos los historiadores clásicos fueron unánimes a la hora de afirmar su nacimiento en Barcarrota, desde el cronista Antonio de Herrera al erudito Luis Villanueva y Cañedo, pasando por Juan Solano de Figueroa, Ascensio de Morales, Ramón Mélida, José V. Corraliza, Publio Hurtado y Constantino Bayle, entre otros[4]. Esa certeza, nunca cuestionada antes de 1929, hizo que el 25 de julio de 1866, inauguraran un monumento al conquistador, financiado por suscripción popular, a petición del alcalde de la localidad en esos momentos, Joaquín Portella.

Fotografía 1.- Estatua de Hernando de Soto en Barcarrota, inaugurada el 25 de julio de

1866 y financiada por suscripción popular.

 

La polémica surgió en pleno siglo XX, a raíz de la publicación de su testamento y del expediente para su ingreso en la Orden de Santiago, así como de la edición en castellano de la obra del Fidalgo de Elvas[5]. Desde entonces la tesis jerezana ha cobrado muchísima fuerza gracias al respaldo documental. Analicemos minuciosamente estas tres pruebas:

La primera, es su testamento, otorgado en La Habana, el 10 de mayo de 1539, pocos días antes de su partida a la Florida. En dicho instrumento afirmó que, en caso de fallecimiento, quería que lo llevasen a sepultar a la iglesia de San Miguel de Jerez, donde estaba inhumada su progenitora[6].

La segunda, es su expediente de ingreso en la Orden de Santiago, fechado en 1538 y cuya pesquisa se realizó en la ciudad de Badajoz. Yo siempre afirmé que el documento tuvo un defecto de forma por realizarse en esta última ciudad y no en Barcarrota o Jerez. Obviamente, todos los interrogados conocían a la perfección a su familia materna –que era de Badajoz- pero apenas sabían nada de sus ascendientes paternos. Ya veremos más adelante, que no fue exactamente un error, sino más bien una estrategia interesada del propio conquistador. Lo cierto es que de la decena de declarantes, tan sólo uno, Suero Vázquez de Moscoso, afirmó que sabía que el adelantado era natural de la ciudad de Jerez[7].

Y la tercera, fue la primera edición en castellano de la obra del Fidalgo de Elvas (1952), la cual terminó por afianzar la tesis jerezana, al escribir que el adelantado era hijo de un escudero de Jerez de Badajoz[8]. Ahora bien, dicho esto también conviene observar que el Fidalgo tampoco dijo exactamente que el gobernador hubiese nacido en Jerez sino que su padre era natural de esta última localidad aunque, como luego analizaremos, tampoco esto era cierto.

Así estaban las cosas cuando en el año 2003 publiqué un libro sobre Barcarrota y América en el que expuse varios argumentos en favor de la tesis barcarroteña. Mi objetivo principal fue tratar de documentar al tal Juan de Coles y encontrar su manuscrito, al que aludió el Inca Garcilaso para fundamentar su afirmación de que el adelantado nació en Barcarrota. La localización del manuscrito titulado Breve relación de la conquista de la Florida y de las hazañas de Hernando de Soto y sus sesenta compañeros resultó totalmente infructuosa[9]. Y realmente, es improbable que se haya podido conservar porque ya el propio Inca Garcilaso afirmó que él lo encontró en mal estado y bastante carcomido[10]. Lo más probable es que haya desaparecido para siempre, salvo que el propio Garcilaso se hubiese molestado en realizar un traslado. En cambio, sí conseguimos documentar al autor del citado manuscrito, a Juan de Coles El Joven. Éste era hijo de Juan de Coles El Viejo y de Luisa Rodríguez, nacido en Zafra a principios del quinientos[11]. Siendo aún joven se trasladó a vivir a la entonces llamada Villanueva de Barcarrota, donde se terminó desposando con una viuda del pueblo[12]. Años después, se enroló en la expedición de Hernando de Soto a La Florida por lo que queda claro que, al igual que el Fidalgo de Elvas, Juan de Coles, cuando escribió sobre el adelantado, no lo hacía de oídas sino que sabía perfectamente de quién estaba hablando. Y lo hacía desde una cercanía aún mayor que la del Fidalgo, pues mientras éste era portugués, aquél estaba afincado en la localidad natal del conquistador, desposado con una barcarroteña. Lo que quiero decir con ello es que la fiabilidad de Juan de Coles, cuando decía que era de Barcarrota, era mucho mayor que la del Fidalgo de Elvas, cuando afirmaba que su padre era natural de Jerez.

Además, documentamos en Barcarrota a otros miembros de la familia del conquistador, especialmente al hermano del adelantado, Juan Méndez de Soto, heredero del mayorazgo familiar[13]. Llama la atención que el primogénito viviese en Barcarrota y no en Jerez si no es porque su linaje estaba asentado en la primera localidad. Asimismo, en la misma expedición a la Florida viajaba Diego de Soto, natural de Villanueva de Barcarrota y sobrino del adelantado que desgraciadamente perdió la vida de manera trágica, en combate, hacia 1540. Y con posterioridad, se han documentado otros miembros del linaje, como Cristóbal Méndez de Soto que, en 1612, era abogado natural y vecino de dicha villa de Barcarrota[14].

Las demás pruebas eran mucho más circunstanciales, como el enorme poder de convocatoria que tuvo en Barcarrota cuando reclutó a los hombres para su campaña por Norteamérica. Hasta la fecha, hemos localizado a treinta y tres barcarroteños enrolados frente a tan solo cinco que se alistaron en la ciudad de Jerez[15]. De Badajoz fueron nada menos que sesenta y cinco y, aunque la población de esta ciudad era muy superior a la de Barcarrota, demuestra nuevamente la gran vinculación del adelantado con aquella ciudad.

En el año 2009 publiqué un nuevo trabajo en el que aporté referencias inéditas  sobre su origen. El primer dinero que obtuvo en la  conquista del Perú, cuando residía en Cuzco, unos 400 pesos de oro, los envió a España en 1535. Y los consignó nada más y nada menos que sus hermanos, Juan Méndez de Soto y Mencía de Soto, ambos vecinos de Villanueva de Barcarrota[16].

¿Cómo estaba la tesis de su origen a día de hoy? Está claro que los Méndez de Soto poseían la mayor parte de sus bienes raíces en el término de Barcarrota, localidad en la que debían poseer una casa solariega y varias fincas rústicas. A mi juicio, había pocas dudas sobre su nacimiento en Barcarrota. Pero seguía sin respuesta una cuestión: ¿Por qué el adelantado nunca se refirió a su lugar de nacimiento? Efectivamente, han aparecido varios documentos en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla firmados por él; donde otros ponían fulanito de tal, natural de… y residente o estante al presente en Sevilla, él omitía lo primero y respondía directamente a lo segundo. En su testamento, redactado en La Habana antes de partir a su expedición descubridora, ocurrió exactamente lo mismo; en casi todas las escrituras de última voluntad, como un formulismo más, se añadía el nombre del testador, señalando quiénes eran sus padres, dónde nació y en qué lugar residía. Pues bien, como de costumbre, el barcarroteño se salto el formulismo de su lugar de nacimiento para ir directamente a las cláusulas testamentarias.

En las páginas que vienen a continuación demostraremos que no se trataba de un capricho personal ni de un desliz sino que respondía a una intencionalidad clara, tendente a salvaguardar su gran secreto.

Fotografía 2.- Grabado de Hernando de Soto, anónimo, 1949

2.-SU GRAN SECRETO

Después de repensar durante largo tiempo esta problemática he encontrado una explicación plausible para dicha interrogante que de paso deja fuera de toda duda su naturaliza barcarroteña. Siempre pensé que cuando omitía su nacimiento en Barcarrota, e incluso, permitía que algunos pensasen que era de Jerez de los Caballeros lo hacía por una cuestión de prestigio. Durante años interpreté que pretendía simplemente dar un mayor lustre a su hidalguía, haciendo creer que sus orígenes estaban en la señera ciudad de Jerez y no en la pequeña villa de Barcarrota. Dada la importancia que se daba en aquellos tiempos al linaje y a la honra, había una gradación social que variaba en función de la prestancia de cada localidad. No era lo mismo ser un hidalgo de una pequeña villa rural que de una ciudad más importante como Sevilla, Badajoz, Trujillo o la propia Jerez. Precisamente, esta última había obtenido el título de ciudad a principios del siglo XVI y poseía una importante élite nobiliaria[17]. Para un escudero de ascendencia nobiliaria, residir en una localidad de tanta solera como Jerez de los Caballeros –entonces Jerez de Badajoz- era un punto más de señorío. Un caso que no es único pues, por ejemplo, la familia de Hernán Cortés, tenía la mayor parte de sus propiedades en Don Benito pero por una cuestión de prestigio residía oficialmente en la villa matriz de Medellín, desde donde se administraba y defendía todo el condado[18]. Sin embargo, tras leer el libro sobre los Peñaranda, dueños de la famosa Biblioteca de Barcarrota, obra del recordado Fernando Serrano, he llegado a la conclusión de que el conquistador tenía un motivo mucho más confidencial que no era otro que su origen judaico[19].

Hay casos muy similares, relativamente cercanos a él, como el del Almirante de la Mar Océana Cristóbal Colón que jamás se refirió a sus orígenes, lo que Salvador de Madariaga atribuye a una posible ascendencia judía[20]. Y esa misma sospecha tengo yo sobre Hernando de Soto, sobre la cual quiero argumentar en las líneas que vienen a continuación.

Sabíamos de la existencia de una nutrida comunidad judeoconversa en la villa, que buscaba preferentemente lugares fronterizos a Portugal, para tener una salida fácil en caso necesario[21]. Recientemente, José Ignacio Rodríguez Hermosell ha publicado un interesantísimo padrón vecinal, realizado en la villa el 3 de noviembre de 1461. En él se mencionan uno a uno los nombres de todos los vecinos, entre los que se incluyen nada menos que cuarenta y un judíos o judeoconversos, equivalentes a más de un centenar y medio de personas[22]. Aunque probablemente no disponían de una aljama propia, al menos que sepamos, la comunidad era muy numerosa, algunos judíos practicantes y otros conversos. Pero es más, Fernando Serrano, en su ya citado trabajo, incluye entre los apellidos judeoconversos, a los Mesa, Mexía, Milano, Mangas, Fonseca, Sánchez, Méndez y Méndez de Soto[23]. Es decir, la estirpe del adelantado de La Florida estaba vinculada secularmente al grupo judeoconverso de la localidad.

Estos linajes fueron perseguidos por la Inquisición y sus descendientes marginados de la administración, de los más prestigiosos colegios mayores, de las órdenes militares, e incluso, de determinadas congregaciones religiosas, como la jerónima. Fueron considerados linajes deicidas, con una permanente deuda de sangre. Además implantaron en España una perniciosa tradición, que en algunos sectores sociales ha llegado hasta la Edad Contemporánea, de que simplemente basta la sospecha para excluir a alguien. Los estatutos de limpieza sirvieron a los cristianos viejos para limitar la capacidad de los neófitos de acceder a las instituciones castellanas[24].

Es indudable, pues, que Hernando de Soto tenía una ascendencia judeoconversa por parte de padre y le interesaba silenciar lo más posible dichos orígenes. Es bien sabido que el recurso más frecuente usado por estas minorías religiosas era cambiar los apellidos, mudarse de localidad o falsear su genealogía. Hernando de Soto buscó su protección usando nada más y nada menos que los tres medios. Para empezar trocó su apellido Méndez de Soto por el de Soto a secas. Era frecuente en esta época replegar los apellidos compuestos, seleccionando el más prestigioso de los dos o el menos sospechoso[25]. Así se deshizo del Méndez, muy vinculado con el judaísmo en su villa natal. Bien es cierto que Juan Solano de Figueroa, que conocía bien la historia de la Baja Extremadura, lo sigue llamando en su obra por su nombre original, Hernán Méndez de Soto[26].

Asimismo, y para más seguridad, trató de airear lo menos posible su origen barcarroteño, especialmente cuando se hizo su probanza para su ingreso en la Orden de Santiago. El supuesto defecto de forma del que yo he hablado durante lustros, al hacerse el interrogatorio en Badajoz y no en Barcarrota, no fue tal sino una decisión bien meditada. Supongo que no tuvo demasiados problemas para compensar a Suero Vázquez Moscoso para que dijera que era natural de Jerez de Badajoz, pues además el resto de los testigos sabía tan poco de su familia paterna que no podían negarlo. En un  estudio relativamente reciente, se ha puesto de manifiesto el fraude generalizado en las genealogías y en las probanzas de muchas familias nobles de España, especialmente de aquellas que trataban de esconder un origen judeoconverso[27]. El Fidalgo de Elvas pudo decir que era hijo de un hidalgo de Jerez, porque él no sabía nada de la familia del conquistador y se limitó a repetir lo que había escuchado o lo que Hernando de Soto había querido que creyera. En cambio, a Juan de Coles no lo pudo engañar porque él conocía perfectamente a los Méndez de Soto, y sabía que era un linaje barcarroteño.

Hernando de Soto trataba de escamotear su pasado judaico porque, entre otras cosas, eso le hubiese dificultado el acceso al hábito de Santiago, además de acarrearle otros problemas. Su estrategia fue de lo más simple: interrogar solo a testigos de Badajoz, consiguiendo que estos abundasen en el pasado de su familia materna, libre de toda sospecha hebraica. En cambio, apenas supieron decir una palabra sobre la paterna, más allá de lo que habían oído o de lo que el propio Hernando de Soto había querido que supieran o que dijeran. De esta forma, su origen judeoconverso se convirtió en el secreto mejor guardado del conquistador.

Y por si fueran pocas las pruebas aportadas sobre la ascendencia conversa de Hernando de Soto hay otro aspecto más que la confirma plenamente. Se desposó con otra conversa, Isabel de Bobadilla, hija del gobernador de Castilla del Oro Pedrarias Dávila. Actualmente está totalmente demostrado que el abuelo del suegro de Hernando de Soto, fue Ysaque Benacar, convertido al cristianismo con el nombre de Diego Arias Dávila, que llegó a ser contador mayor del rey Enrique IV[28]. Y digo que confirma mi hipótesis porque era absolutamente normal que un converso se desposase con otra persona de su mismo origen, aunque tanto los Soto como los Arias Dávila negaran y trataran de ocultar dicha mancha de sangre en su linaje.

Queda claro que la tesis del origen converso de los Méndez de Soto es mucho más que plausible, yo diría que segura, al igual que el origen barcarroteño de toda la familia, incluido, por supuesto, el conquistador. Y ello explicaría su comportamiento un tanto extraño en relación a su tierra natal. Trató de disimular sus orígenes, no abundando en su nacimiento barcarroteño, e incluso tratando de difundir su origen jerezano. Ahora bien, eso lo podía hacer en Badajoz o en La Florida, pero no en su tierra natal donde todo el mundo sabía que Los Méndez de Soto eran conversos de Barcarrota. Como ya hemos afirmado, eso explicaría los testimonios errados de Suero Vázquez Moscoso y del Fidalgo de Elvas.

 

3.-CONCLUSIÓN

El Adelantado de la Florida nunca dijo cuál era su lugar de nacimiento, una circunstancia que alimentó la disputa entre Barcarrota y Jerez de los Caballeros por ser su localidad natal. Todo apuntaba hacia la primera de ellas, pero algunas afirmaciones de personas poco allegadas al personaje, señalaron la segunda.

El origen judeoconverso del apellido Méndez de Soto, puesto de manifiesto en los recientes trabajos sobre la emparedada Biblioteca de Barcarrota, nos ha aportado claves para interpretar sus orígenes. Ello le empujó a cambiarse el apellido Méndez de Soto, demasiado implicado y señalado, por el Soto a secas, mucho menos sospechoso. Al mismo tiempo, trató de no airear su cuna barcarroteña, para evitar cualquier vinculación con el judaísmo. De hecho, difundió hasta donde pudo su origen jerezano, algo que pudo dar por válido el Fidalgo de Elvas, que era portugués y no conocía a su familia paterna, pero no el cronista Juan de Coles, que era barcarroteño y no lo podía engañar.

Y todo ese juego de engaños, de cambios de apellidos y de vecindad, tenía como objetivo escamotear su pasado converso. Una circunstancia que le podía perjudicar seriamente en su sueño de ascensión social y particularmente en la obtención del deseado hábito de la Orden de Santiago.

Esta ascendencia manchada nos ha permitido entender muchas de las actuaciones del conquistador. Gracias a ello hemos podido encajar por fin todas las piezas del puzle, despejando todas las dudas sobre su origen barcarroteño.

 

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TAVIANI, Paolo Emilio: Cristóbal Colón. Génesis del Gran Descubrimiento. Barcelona, Instituto Geográfico de Agostini, 1983.

 

VILLANUEVA Y CAÑEDO, Luis: Hernando de Soto. Badajoz, Imprenta Arqueros, 1929.

[1]MIRA CABALLOS, Esteban: Hernando de Soto. El conquistador de las tres Américas. Badajoz, Fundación Obra Pía de los Pizarro, 2013, p. 17.

 

[2]Ibídem, p. 18.

 

[3]GARCILASO DE LA VEGA, Inca: La Florida del inca. Barcelona, Red Ediciones S.L., 2016, p. 385.

 

[4]Solo citaremos el testimonio de un gran americanista de Villanueva de la Serena, José V. Corraliza, cuya obra completa ha sido reeditada recientemente. Él citaba sin ningún género de dudas a Hernando de Soto como natural de Villanueva de Barcarrota. Bien es cierto que ese texto lo publicó en 1923, es decir, seis años antes de que apareciera la obra de Antonio del Solar y José de Rújula en la que se dio a conocer el testamento del conquistador y su expediente de ingreso en la Orden de Santiago. CORRALIZA, José V.: Extremadura. Villanueva de la Serena (Ed. de Agustín Jiménez Benítez-Cano). Villanueva de la Serena, Asociación Cultural Torres y Tapia, 2007, p. 72.

 

[5]SOLAR Y TABOADA, Antonio del y RÚJULA Y OCHOTORENA, José de: El Adelantado Hernando de Soto. Breves noticias y nuevos documentos para su biografía. Badajoz, 1929. FIDALGO DE ELVAS: Expedición de Hernando de Soto a Florida. Madrid, Austral, 1965

 

[6]El testamento, descubierto y publicado por los citados Antonio del Solar y José de Rújula, lo transcribí de nuevo del original, corrigiendo algunas erratas, y lo publiqué en un apéndice documental de mi libro: Barcarrota y América: flujo y reflujo en una tierra de frontera. Badajoz, Consejería de Cultura, 2003, pp. 118-123.

 

[7]MIRA CABALLOS: Hernando de Soto…Ob. Cit., p. 22.

 

[8]FIDALGO DE ELVAS: Ob. Cit., p. 37.

 

[9]MIRA CABALLOS: Barcarrota y América…Ob. Cit., p. 101. MIRA CABALLOS: Hernando de Soto… Ob. Cit., p. 23.

 

[10]BARRANTES, Vicente: Aparato Biográfico para la historia de Extremadura. Badajoz, Institución Juan de Valencia, 1977, p. 314.

 

[11]MIRA CABALLOS: Barcarrota y América…Ob. Cit., p. 102.

 

[12]El nombre de esa viuda lo desconocemos, pero sí sabemos que tenía tres hijas de su primer matrimonio, llamadas Beatriz, María y Catalina. MIRA CABALLOS, Esteban: “Nuevos aportes a la historia de la demografía extremeña: el censo de Barcarrota de 1538”, Revista de Estudios Extremeños, T. L, N. III. Badajoz, 1994, pp. 597-598.

 

[13]MIRA CABALLOS: Barcarrota y América…Ob. Cit., p. 102.

 

[14]VILLANUEVA Y CAÑEDO, Luis: Hernando de Soto. Badajoz, Imprenta Arqueros, 1929, p. 24.

 

[15]SÁNCHEZ RUBIO, Rocío: “Extremeños con Hernando de Soto en la expedición a la Florida”, en Hernando de Soto y su tiempo. Villanueva de la Serena, 1993, pp. 39-51.

 

[16]MIRA CABALLOS, Esteban: “Nuevas pruebas sobre el origen barcarroteño de Hernando de Soto” XXXVII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2009, pp. 231-245.

 

 

[17]MARTÍNEZ Y MARTÍNEZ, Matías Ramón: El libro de Jerez de los Caballeros. Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1993 (original de 1892), pp. 75-86.

 

[18]Se han documentado casos similares en Castilla y en la Extremadura Castellana, donde con frecuencia los caballeros estaban avecindados en las cabeceras jurisdiccionales aunque de hecho residiesen habitualmente en alguna de las aldeas del entorno o en una casa de campo. DIAGO HERNANDO, Máximo: “Caballeros e hidalgos en la Extremadura castellana medieval (siglos XIII-XV)”, en La España Medieval, Nº 15. Madrid, 1992, p. 35.

 

[19]SERRANO MANGAS, Fernando: El secreto de los Peñaranda. El universo judeoconverso de la Biblioteca de Barcarrota, siglos XVI y XVII. Badajoz, Alborayque, 2010.

 

[20]Él jamás se refirió a sus orígenes familiares, administrando la verdad, como afirmó Salvador de Madariaga, con notoria cautela. MADARIAGA, salvador de: Vida del muy magnífico señor don Cristóbal Colón. Buenos aires: Editorial Sudamericana, 1944, p. 43. Y en este mismo sentido, afirmaba Paolo Taviani, que Colón desarrolló la costumbre de no contar nunca toda la historia a una sola persona, de descubrir siempre sólo una parte del argumento, contribuyendo notablemente al misterio y a la confusión en torno a su persona. TAVIANI, Paolo Emilio: Cristóbal Colón. Génesis del Gran Descubrimiento. Barcelona, Instituto Geográfico de Agostini, 1983, p. 27.

 

[21]HERNÁNDEZ BERMEJO, María Ángeles e Isabel TESTÓN NÚÑEZ: “Tiempo de Inquisición. (La represión social en la Extremadura del siglo XVI)”, Hernán Cortés y su tiempo, T. I. Mérida, Editora regional de Extremadura, 1987, T. I, p. 384.

 

[22]RODRÍGUEZ HERMOSELL, José Ignacio: Noticias bajomedievales de Villanueva de Barcarrota. Barcarrota, Colección Altozano 2016, pp. 41-56.

 

[23]SERRANO MANGAS: Ob. Cit., p. 62 y 66.

 

[24]En la Península, las probanzas comenzaron a mediados del siglo XV y sirvieron para discriminar de los altos cargos de la administración a los conversos, es decir, a los neófitos. Y ello porque se entendía, como se estableció en la Sentencia-Estatuto del cabildo de Toledo de 1449, que independientemente de su fidelidad al cristianismo, tenían un origen manchado y un linaje perverso. Dado que los apellidos sospechosos eran fácilmente sustituibles se hizo necesario establecer mecanismos para verificar el linaje de cada persona, proliferando así las probanzas de limpieza de sangre. Sobre el particular puede verse el excelente trabajo de HERNÁNDEZ FRANCO, Jesús: Sangre limpia, sangre española. El debate de los estatutos de limpieza (siglos XV-XVII). Madrid, Cátedra, 2011.

 

[25]SALINERO, Gregorio: “Sistemas de nominación e inestabilidad antroponímica moderna”, en Un Juego de Engaños. Movilidad. Nombres y apellidos en los siglos XV al XVIII. Madrid, Casa de Velázquez, 2010, p. 24.

 

[26]SOLANO DE FIGUEROA, Juan: Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz (Ed. de Francisco Tejada Vizuete). Badajoz, Diputación Provincial, 2013, p. 79.

 

[27]SORIA MESA, Enrique: La nobleza en la España moderna. Cambio y continuidad. Madrid, Marcial Pons, 2007, pp. 300-317.

 

[28]MENA GARCÍA, Mª del Carmen: Un linaje de conversos en tierras americanas. Los testamentos de Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla del Oro y Nicaragua. León, Universidad, 2004, pp. 15-74. Sobre el particular también pueden consultarse otras dos obras citadas en el libro anterior y que abundan en el pasado judeoconverso de los Arias Dávila. CANTERA BURGOS, Francisco: Pedrarias Dávila y Cota, capitán general y gobernador de Castilla del Oro y Nicaragua: sus antecedentes judíos. Madrid, Cátedra de Lengua Hebrea e Historia de los judíos, 1971 y GITLITZ, David: Los Arias Dávila de Segovia: entre la Sinagoga y la Iglesia. San Francisco, International Scholars Publications, 1996.

 

Dic 162016
 

Álvaro Meléndez Teodoro, colmega@gmail.com

 

A modo de introducción. La fortificación moderna.

La fortificación de Badajoz, que nos caracteriza y mejor se conserva, amén de la Alcazaba, responde al sistema abaluartado.

El sistema abaluartado, o “a la moderna”, responde a la evolución de la muralla y la torre medieval frente al progreso de la artillería.[1]

La muralla medieval no permite establecer en sus adarves armas de fuego que necesitan amplio espacio para su manejo y, por otra parte, no presentan resistencia suficiente al impacto de proyectiles que rompiendo las defensas en su parte baja posibilitan la apertura de amplias brechas de acceso al interior de una fortaleza o ciudad.

Además, el alcance de estas nuevas armas hace vulnerable desde larga distancia, permitiendo una corrección cómoda del tiro, a los sobresalientes elementos defensivos del medioevo.

Ante estos problemas la solución está en la corrección de inconvenientes:

La murallas se “hunden” en la tierra para ocultarse y presentar menor blanco-aparece el foso.

Las torres se “aplastan”, ensanchándose, para permitir que se puedan asentar piezas artilleras y elementos defensivos de complicado manejo –aparece el baluarte.

Los muros se refuerzan para “engrosar”, presentando más resistencia y permitiendo el movimiento de piezas artilleras, materiales pesados, municiones y gran cantidad de personal a lo largo de todo el perímetro defensivo de una manera cómoda, rápida y eficaz –aparecen los terraplenes.

El alcance de las nuevas armas de fuego implica establecer elementos defensivos “avanzados” que impidan un fuego eficaz y una correcta corrección de tiro por lo que aparecen los revellines, caminos cubiertos y fuertes exteriores.

Basta con estas consideraciones para conocer de manera muy resumida los progresos y modificaciones que la fortificación abaluartada supone frente  a la medieval.

 

La muralla abaluartada de Badajoz.

Fue la Guerra de Restauración portuguesa (1640-1668) la que determinó el establecimiento de una muralla eficaz que defendiera la estratégica ciudad, sus almacenes de suministros, su población y su dominio de las vías de comunicación frente a los ataques rebeldes.

Al comienzo del conflicto la ciudad estaba completamente abierta, más de un siglo de relativa paz descartaba cualquier gasto en reponer defensas, y hubo que apresurarse a montar elementos adecuados para afrontar los ataques.

Los primeros elementos que se establecieron respondiendo a criterios defensivos modernos son el fuerte de San Cristóbal y la cabeza del Puente, que se establecen en los primeros años del conflicto, el resto de la ciudad se reforzó de manera inadecuada aunque sirvió para mantener libre la plaza en los diversos asedios y ataques a que fue sometida.

En pleno conflicto se establecen algunas otras defensas exteriores como el fuerte de Pardaleras.

En 1680 aparecen los primeros baluartes, en el sentido moderno del término, como apreciamos en la cartografía del ingeniero Francisco Domingo, proyecto de 1679, y leemos en la fecha de apertura de la puerta de la Trinidad, 1680.

Hacia 1692 el Capitán general conde del Montijo ha rematado gran parte del cerco abaluartado, como apreciamos en sus escudos de la puerta del Pilar y en la muralla inmediata a la Alcazaba, confundido con el escudo de Wellington en numerosas publicaciones. Su sucesor, el marqués de San Vicente, cerrará el cinturón amurallado entre la puerta del Pilar y el río Guadiana.

Puede decirse que al comenzar el siglo XVIII la fortificación moderna de Badajoz está completa en sus líneas esenciales. No debemos olvidar la máxima militar de que una posición defensiva nunca está terminada y siempre se puede mejorar.

Desde el primer momento las defensas de Badajoz atrajeron la atención de los más importantes Ingenieros militares del siglo de la Ilustración y los mejores de ellos puede decirse que pasaron por Badajoz permitiéndonos contar hoy con una extraordinaria cartoteca histórica digna de un Centro de interpretación o Museo militar que permita el acceso, estudio o disfrute a la ciudadanía badajocense.

En esta línea de mejoras pueden situarse las obras del fuerte de Picuriñas y del revellín de la Trinidad –más conocido como fuerte de San Roque- que se deben al proyecto de Diego de Bordick del año 1735.

Ya en el siglo XIX, verano de 1811, levantaron los franceses –del Ingeniero coronel Lamare- la luneta de San Juan, cuyo nombre original fue “moncoeur” y posteriormente “del general Werlée”.

Hasta su entrega a la ciudad, en 1930, la muralla siguió recibiendo las atenciones de la Comandancia militar ya que no se descartaba su utilidad en un hipotético conflicto.

 

Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM), Colección General de Documentos, documento 5-5-5-11, nº 4014.

Este expediente contiene dos documentos principales, uno de ellos es el que transcribimos, datado en Badajoz 1723, y el otro está firmado en Guadalajara en 1729. El primero es un análisis del estado de la fortificación de Badajoz y el de 1729 es un estado de las obras que se están realizando en la misma Plaza.

Señalamos la cuestión porque en el catálogo de la Colección General de Documentos aparece actualmente como título del documento 5-5-5-11 “Fecha, 11 de marzo de 1729. Relación y estado general de las plazas y castillos de la provincia de Extremadura…” no haciendo referencia al que estudiamos.

 

1723

Viva exposición que hace el YngenieroBordick al capitán General D. Luis Fernández de Córdova sobre el miserable estado de la Plaza de Badajoz: su suma importancia pª cubrir la frontera y Provincia y medio de su reparazion.

Se separó de uno de los legajos de dicho año y pasó al Depósito en Agosto de 1816.

 

 

Copia                                                                                                     1723 = Bordick

Excmo. Sr. Exposición sobre el miserable estado de Badajoz.

El antiguo y largo Conocimiento que tengo de esta Plaza, juntamente con el todo reciente reconocimiento que acabo de hazer della, por orden de V. Excª, puede dar lugar a esta prompta representazion que le hago sobre su Estado presente y la qual no puedo dilatar sin notable perjuicio de la seguridad desta frontera: por las ruinas que amenaza ya por varias partes de su recinto.

Pero para discurrir en este particular con algún método, combiene declarar a V. Excª que solo ay dos modos de hazer esta Plaza más o menos respectable como lo hubiera de ser, pues cubriendo no solo la Provincia de la que es llave, pero [sino] otras muchas que son contiguas a ella, sin que aya obstáculo a sus Espaldas que Ympida una Ymbasión y hallándose tan sumamente deteriorada no solo en la Ynfima disposisición y calidad de sus fortificaziones, pareze que la negligencia de su manutención a sido muy continuada por los antezesores de V. Excª, pues al presente está totalmente incapaz de defensa.

Puede ser el motivo principal de su descaecimiento que el Rl ánimo de S. M. aya sido hazerla tan Zelebre como sería Ymportante a su Rl servicio y que en la consideración de los Crezidos gastos que onerarían su Rl Hazienda aya sido también causa suficiente para dilatar sus convenientes reparos; pues a ponerla con las ventajas de su terreno ocasionará un gasto de más de 400 mil Doblones, debiéndose mudar su total figura y quedar la mayor parte de su rezintoYnutil, incluiendo en él la correspondiente fortificación de sus castillos y puestos exteriores que son muchos:

Este, Excmo. Señor, es el primer modo y en el qual me pareze no combiene pensar sin prezeder una firme paz que asegure la reedificación o tener para protexerla un Exercito que sin zelos de las potenzias Zircumbezinas (y quizás de otras Ymparziales a esta Monarquía) dificultosamente permaneziera sin turbaciones en esta frontera.

El segundo modo es reparar esta Plaza de suerte que se pueda decir que está en mediana defensa, no obstante los conocidos y multiplicados defectos que tiene: así en la traza de su circuito, la pequeñez de sus baluartes, la estrechez de sus defensas, las mal conduzidas y débil fundaziones suyas[2], como en la poca batida de sus muros, los quales siquiera no se executaron con la más ordinaria regla de la solidez, bien lejos de estar con las del Arte; a que añado la necesidad de un foso que no tiene y de una estrada encubierta[3]que al presente es tan inexcusable (si se consideran los grabes esfuerzos del Arte de atacar las Plazas) que es casi imposible defender sin ella qualquiera Plaza por buena que sea, y por considerable y repetidas que sean las defensas, pues toda la resistencia de [a] los aproches[4] estriba en aquella Ynebitable pieza. De modo, Excmo. Sr. que mediante estos generales reparos y algunas obras exteriores de poca entidad se pusiera en estado de contener los esfuerzos de un Exercito ofensivo, de resistirle en caso de necesidad y de lograr el feliz éxito que tubo en la última guerra, que fue obligar el levantamiento del sitio a sus expugnadores: por la natural disposición del sitio que ocupa, la grande extensión de sus puestos dominantes y el clima favorable que no permite que los grandes Exercitos puedan permanecer a su vista por los calores extremos del verano y por las ordinarias Ynclemencias del Ynvierno nocivas a las Empresas en todas partes; deviendo tener entendido que si esta Plaza logró en aquella ocasión tan milagroso socorro se puede atribuir al denuedo con que se introduxo, al gloriosos esfuerzo de la Guarnición y de sus naturales y a la poca experiencia del Enemigo, circunstancias todas que difícilmente se consiguen en todas las ocasiones.[5]

En esta inteligencia no parecerá inútil el prevenir a V. Excª que todo lo que yo intentara premeditar de obras exteriores en favor desta Plaza serían pocas y de poco momento, y quedarían dispuestas al mismo fin y a la misma utilidad que si S. M. resolviera su total reedificación en algún tiempo. Cuyo acierto pende [depende] de ser Ynexcusable el ocupar los puestos dominantes[6] a donde las destinara, pues desde ellos en cinco días de vatería me atrevo a decir, se puede hazer brecha capaz de penetrar el rezinto de la Plaza y por lo consiguiente hazer irremediable su pérdida. Por la extenuidad de sus terraplenes[7] en barios Baluartes y ningunos a bien pocos en sus cortinas; lo que uno y otro está descubierto desde los dichos puestos hasta el pie de la Muralla, la qual se puede reputar afirmativamente sin resistencia alguna.

Otra consideración me toca poner en los ojos de V. Excª, y es que en caso de que S. M. no pudiese subministrar para la erección de estos trabajos caudales proporcionados a la prontitud y a la precisión que se debe zelar en este caso, Ynformado que esté su Rl ánimo del mal estado de esta Plaza es: que se pueden executar consecutivamente sin riesgo ni causar notable armonía [sic] y así, procurando el zelo de V. Excª, aquellos medios que se pudieren conseguir de su generosa y Rl precaución. Con tal que no sean del todo cortos, si bien continuos, se podrán aplicar sucesivamente a lo que más precisare, para que hallándonos siempre en cierto estado de respeto para las Contingencias (sea la cesación del trabajo o bien otras que obmito y dexo a la considerazion de V. Excª se pueda evitar el riesgo de una desolazion universal de esta Provincia antes que nuestro Monarca la pudiese alentar con los bríos de su poder.

 

1º Para entrar pues en el discurso de esta materia con el mejor orden que se pueda, represento a V. Excª en primer lugar la necesidad que ay de terraplenar los Baluartes, de modo que el cañón que cabe en sus cortas defensas pueda mano obrarse a gusto, en que algunos van muy adelantados, pero esta es la menor parte, y concluidos; rehacer de nuevo sus parapetos y embrasuras[8] en los flancos y caras, y premeditando la objeción que se me puede hazer sobre la poca resistencia de los muros, respondo que no faltará Arte en la colocación de las tierras para que los carguen poco, además del conocimiento que tengo de la naturaleza dellas, muy aptas a ligarse y consolidarse por sí, observando además de esto los auxilios más prezisos, como la trabazón de la faxina, el batir y humedecerla en suficiente consistencia.[9]

2º En quanto a las Cortinas, se deberán terraplenar tanto quanto puedan contener un parapeto de nueve a dose pies[10], con un camino de rondas fácil, para la comunicación de dichos baluartes y si puede ser capaz para el transporte de las piezas de Artillería más ligeras de un Baluarte a otro; y a cuyo efecto se abrá de estrechar Yrremisiblemente la huerta del Combento de Sto. Domingo[11], por el terreno que se necesitará tomar en las dos cortinas que limita, y cercenar un poco el mismo convento de la Trinidad por lo que quita de defensa al baluarte deste nombre.

3º No ocurre ponderar la precisión de Escabar el foso, pero a de ser con muy distinto modo de aquel que se ha empezado, por el peligro a que han espuesto la cara derecha del baluarte de Santiago y que conviene revestir luego, por no haver dexado una berma que se dexará suficiente y con declivio para resistir el rempujo de las tierras de los terraplenes y que S. M. podrá en todo tiempo mandar revestir de cal y canto para mayor seguridad; como también la contra escarpa, sin la qual periclitan cada día este género de obras, atendiendo a los parages más urgentes.[12]

4º De las tierras que provinieren de dicha Escabación se formará, al mismo tiempo, la estrada encubierta, no seguidamente pero por parages Considerados y preferidos, aunque todo se aya de seguir Ynebitablemente, acudiendo siempre a lo más preciso como norma que se observará con madura reflección [reflexión]  en todo el discurso de la obra, pero cada vez que S. M. mande se proyecte, se me ofrece dezir a V. Excª que se puede hazer de dos maneras: la una como se ha empeçado (la qual no acredito) que es trazar sencillamente dicha estrada encubierta proporcionada a las defensas, o por mejor dezir a los flancos, pues se debe considerar a tiempo la flaqueza de las Cortinas, que son monstruosas en su dilatación [extensión] si se atiende a la magnitud de los baluartes que es muy limitada, lo descubierto de la Plaza y lo dudoso que estoy en que S. M. benga a resolver estos urgentes reparos; se debe pues precaver (y este es el modo que apruebo) el terreno competente a los Revellines que de toda precisión se necesitan para cubrirlas, lo qual no siendo antevisto se añadirían en lo futuro crezidos gastos en los varios movimientos del terreno de las plazas de Armas de la estrada encubierta, de suerte que a un mismo tiempo se puede dejar el terreno natural que pueden ocupar estas obras y de la escabación de su foso particular aumentarlas de modo que estén aptas en todo tiempo a recibir el rebestimiento con poca costa (porque bastará de tapia con la sobase de cal y canto) y no averse después de trastornar la Estrada Encubierta la qual quedará desta suerte siempre permanente y estos montones de tierra no dexaran, aunque desnudos, de tener parte de la utilidad a que se destinan y perfecta consolidación en sucesión de tiempo; esto es lo que se me ofrece informar a V.Excª. en orden al Cuerpo de la Plaza advirtiendo con especialidad la ruina que amenazan otras Caras de Baluartes que flaquean ya, a tal punto, que están separadas de sus ángulos de espalda hasta las fundaciones, de que se puede temer una prompta caida si se dilatare el remedio, el qual aplicado quanto antes será de mucho provecho a la Rl. Hazienda, Y remito otras circunstancias al proyecto quando S.Mgtd. lo ordenare que no merecen lugar aquí por inferiores.

5º) Por lo que toca lo exterior de la Plaza y sus Castillos debo poner en la sublime Ynteligenzia de V.Excª. que tube la fortuna, el año de 1709 de asistir al Proyecto que hizo de sus reparos el Excmº. Sr. D. Prospero de Verbon, Yngeniero General de esta Monarquia[13] el qual considerando bien maduramente los defectos de ella y quan inescusable se hazia lanecesidad de remediar los mayores en un prompto, convino en deverse fortificar yrremisiblemente el puesto del fuerte de Pardaleras y la altura de Trinidad[14] pues ambos dominan y enfilan las Cortinas y Baluartes del Cuerpo de la Plaza de tal suerte que me suspendo en la consideración del peligro que este escudo de la Monarquía ha corrido en los baybenes de la pasada guerra, y que pudiera aver sido manifestado a la perspicaz y Rl. mente de S. Mgad. por sus Generales en el curso de ella, con grande ventaja de su Rl. hazienda por el auxilio de las tropas que es poco costoso, quando no hubiera havido más zelo el honor de las Armas, por el qual recombengoa S. Excª. la diligente precisión de hazerlo patente a S: Magd. Como inevitable Atención de su prudente actividad, declarándole que es una evidente temeridad (por no ponderarlo más) pensar defender esta Plaza sin afianzar estos puestos y assi no puedo dejar de significar a V. Excª. que sería ynutil quanto se hiziera en abono desta Plaza, pues quedara aunque reparado, solamente disimulado el remedio y en la realidad de muy poca consideración, estos dos puestos Exmº. Sr. se pueden fortificar con reductos a la moderna enterrados los quales se defienden por si, y son obras de menos gastos de quantas se ynbentaron y de notoria utilidad y defensa; porque a ser construido con todos los requisitos del Arte, suelen hazer una defenza muy larga y aunque ganados, rezeloso el Enemigo en su ocupación y de poco ámbito para dañar al Cuerpo principal en lo qual no dudo que S.Mgª. benga en resolverlo caso que lo mande proyectar y pase su Augusta atención a la consequencia.

 

6º) Assi mismo el referido Yngeniero General cuyo dictamen confirmo, bino a considerar de qué poca costa seria asegurar el ataque del frente de esta Plaza que se estiende desde el Baluarte de la Trinidad hasta el paraje adonde el arroyo Ribillas desemboca en el rio Guadiana, que fue el mismo por donde la atacaron los Enemigos el Año de 1705[15] (a lo que no se huvieran atrevido siendo fortificada la altura de la Trinidad) haziendo un reductillo en la lengua de tierra que forman ambos ríos, para descubrir la abenida y los ribazos del sitado rio, y construyendo dos Diques con sus Ynclusas [esclusas] de muy corta espensa[16] se lograba ynundar el barranco que haze en este paraje el Ribillas delante de la Plaza y por cuyo medio se fortificaba en mucho esta parte hasta por cima del citado Baluarte de la Trinidad, de donde se pudiera agotar dicho barranco siempre que se quisiera y particularmente en los grandes calores, por las enfermedades que suele causar en la Guarnición la mansedumbre de sus aguas, las quales se precipitarían con este medio, añadiendo algún reductillo con comunicación a la parte superior de dicho Barranco en correspondencia del primero para cerrar esta avenida y cubrir estos Diques; a esta sazón con el revellín que se construyra delante de la cortina del Baluarte de Sn. Pedro al de la Trinidad se colocara la puerta como es uso en la Cortina.[17]

Quedaría bien cubierta y desembarazado el flanco que esta ocupa, que aunque es de poca defensa, es de ninguna al presente, y es de toda precisión para el contiguo Baluarte y respecto de hallarse el mayor frente del Castillo Viejo expuesto en este a la campaña, el sitio ventajoso y algunas ruinas favorables, todo esto permite su fácil reparo, asegurando el antiguo pie de su rezinto y valiéndose de su admirable situación con sagacidad, conviene establecer algunas lunetas y otras pequeñas obras que lo harán inexpugnable por aquella parte con muy poca costa porque a dexarlo de executar, está expuesto a la contingencia de Yntroducirse en él sin riesgo alguno con un quintal de Pólvora y que se pierda todo en una hora.

 

7º) Supuesto lo antecedente, sobre la Prolongación de la Capital de la Ynutil media luna de Sta. Tereza es de igual consequencia la construcción de un reducto pequeño que por estar debajo del fuego de la Plaza se ha de construir de manera que limpie y defienda el Ribazo del Rio Guadiana por esta parte, porque no tiene la Plaza parage alguno que lo bea debidamente y por lo consiguiente es un parage de los que se pueden zelar a lo menos tanto como todos los demás, respecto de que puede venir el Enemigo cubierto a su favor hasta un tiro de pistola del Glasis (cuando le hubiere). [18]

8º) Y finalmente para alegar todo lo que es Ynescusable en esta representación, debo asimismo poner en la mente de V.Excª. que necesita esta Plaza un Almazen de pólvora a toda prueba[19] de suficiente capacidad para su defensa, el qual destino en el Castillo Antiguo de ella, dispuesto de manera que esté oculto a los ataques, que reciba los Ayres que necesita para que este seca y segura de los acasos ordinarios y al mismo tiempo continuar la Batería contra el fuerte de Sn. Cristóbal de modo que lo inutilise al Enemigo contra la Plaza apoderado que esté de él[20], por quanto a que este fuerte puede aguardar los reparos y obras que necesita para hazerle mas considerable, por ser un puesto ymportantisimo aunque de corto y difícil terreno por lo que obliga al enemigo a una distante Zircumbalacion favoreciendo los socorros y protegiendo la Cabeza del Puente (a que contribuirá la referida batería), los Molinos, varias avenidas y la Plaza misma; esta cabeza de puente podrá también aguardar a que S. Magd. considere su ymportanzia pues necesitan estos puestos obras de mayor consideración de las que  tienen, por ser defectuosos, en extremo pequeñas y por decirlo de una vez de poca o ninguna defensa y amenazando ruina..

Y para que no quede escrúpulo alguno a donde quiera que llegue esta Relación mía devo prevenir a V. Excª. que aviendome puesto la estrechez de la precisión por ley declaro Yngenuamente que quanto alegue tengo por yndispensable si S. Mgd. gusta de evitar, no solo los quantiosos gastos de una nueba reedificación, pero [sino] los contingentes que amenazan ya y cuya compostura pueden ygualar los destos reparos y destas obras nuebas sin más ventaja en abono desta Plaza que ratificar sus defectos y el mal estado en que se halla al presente, y concluio diziendo que tal vez el Yngeniero General ideara en los parages en donde abono su opinión en favor de la mía (como justicia a tan superior conocimiento) obras de mayor entidad (que se lo que ignoro y de lo que no me acuerdo habiendo capazidad para mayores) pero afirmaré también que basta lo que propongo además que este género de obras colocándose, por lo reduzido, al centro de tan ventajosas situaciones se les podrá añadir sin menoscabo de su aprecio lo que se quisiere y así hallándose estos puestos asegurados en la forma que expreso, que es la más indispensable y menos onerosa, me propaso a decir que Badajoz fuera en semejante estado formidable a qualquiera exercito sin quitarle la Esperanza de Ynsuportable [invencible] si nuestro Monarca (que Ds. Gde.) se dignase algún día darle toda la atención que pide.

En quanto a los reparos de más inferior consideración para el servicio particular de esta Plaza daré a V. Ex. puntual relazion aparte, siendo todo lo expresado quanto se me ofrece dezir a V. Ecª. cuyaExcmª. persona guarde Dios como deseo.

 

Badajoz 21 de Octubre de 1723.

Excmº. Sr. B.L.M. de Vª. Excª. Su mayor y humilde servidor Dn. Diego de Bordick.        

 

Excmº. Sr. Dn. Luiz Fernandez de Cordova.

 

El documento final es el oficio de remisión, unos días después de recibido el anterior, en el que el Capitán general informa al Consejo de Castilla de la necesidad de poner en ejecución las propuestas de Bordick:

 

Muy Sr. mío, en ejecuzion de la orden de S. M. que V. sª me dirigió en fecha de 15 de el pasado, en que se sirve prevenirme lo concerniente a la visita de las Plazas de esta Frontera y reconocimiento de el Estado de ellas, los reparos que convenirá executar, los almazenes, fortificaciones y demás obras en el año próximo venidero; con tal estímulo y el de mi zelo, a todas las importanzias de servicio me e aplicado con el más Especulativo conocimiento a Examinar el estado, defectos naturales, descuidos y abandono de la importancia de esta Plaza; i Ejecutado todo en lo general y particular de ella mandé al Yngeniero Dn Diego de Bordick iziese un estado general en relación de todo, el que incluso remito a V. Sª juzgándole zeñido y proporcionado a la situación, que considero en la necesidad de remediar lo indefenso de sus fortificaciones. Lo que me persuado que expuesto a la alta comprensión de V. Sª, dará cuenta a S. M. para que si tuviera por conveniente poner su Rl. consideración en el importante objeto de esta Plaza, se sirva mandar se destinen para el siguiente año los caudales que propone el Yngeniero o los que sean de su Rl. agrado, se consiga el que levantando éste el Plan Correspondiente al más demostrativo conocimiento y dadas las demás providenzias pueda yo, exponiendo toda mi aplicación y zelo, el más vibo logro de esta importancia, conseguir el acierto de esta Plaza y el Castillo de Alburquerque (que son los dos principales baluartes de esta frontera) se pongan en el decoroso Estado que conviene a los Rls intereses.

Dios gde a V. Sª ms as como deseo = Badajoz 5 de Novre de 1723 = B. L. M. de V. S. su mor servidor = Dn. Luis Ferz de Cordova…[21]

 

 

Sr. Marqués de Castelar.

 

A modo de conclusión

A disposición del interesado en el tema de las fortificaciones de Extremadura dejamos este documento, transcrito con la única intención de facilitar su acceso a los estudiosos o todo aquel que quiera profundizar en el conocimiento de estos temas.

Para aquel que desee profundizar en esta cuestión recomendamos los estudios y publicaciones del profesor Julián García Blanco, sobre todo en el tema de Badajoz y su relación con Portugal y los desarrollados por la doctora, o bajo su dirección, María Cruz Villalón en lo referente a Extremadura y sus plazas y puntos fuertes.

En la bibliografía señalamos los trabajos más importantes publicados sobre Badajoz y su fortificación moderna.

Apéndice fotográfico

Fotografía 1.- Puerta de la Trinidad. Badajoz

Fotografía 2.- Hornabeque del puente. Badajoz

Fotografía 3.- Fuerte de la Picuriña, 1735, Bordick,. Badajoz

Fotografía 4.- Baluarte de San Roque. Badajoz

Fotografía 5.- Baluarte de San Pedro. Badajoz

Bibliografía y documentación.

CRUZ VILLALÓN, M. (Coord.), Ciudades y núcleos fortificados de la frontera hispano-lusa, Cáceres, Servicio de Publicaciones de la UNEX, 2007.

GARCÍA BLANCO, Julián, las fortificaciones de Badajoz durante la Guerra de Restauración de Portugal, Badajoz, Aprosuba, 2001.

“Rodrigo Dosma y la muralla de Badajoz” en VII Jornadas de Historia de Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, Llerena 2006.

“Las murallas de Badajoz” en Revista O Pelourinho nº 14, Badajoz, Diputación Provincial, 2010.

MELÉNDEZ TEODORO, Álvaro, “Cerros emblemáticos de Badajoz” en Revista de la Feria, Ayuntamiento de Badajoz, 2002, páginas 99-113.

“El fuerte de San Cristóbal” en Revista de la Feria, Ayuntamiento de Badajoz, 2003, páginas 89-97.

La Raya extremeña en 1750. El informe de Gaver (I), XLIII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2014.

SILVA BARRETO, Alejandro, Guerra de Extremadura y Sitios de Badajoz, edición y notas de Lino Duarte Insúa, Badajoz, Tipografía vda. de Arqueros, 1945.

TEIJEIRO FUENTES, J. y MELÉNDEZ TEODORO A. La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, Badajoz, Autoedición, 2000.

[1]La fortificación “antigua” es un simple muro de piedra, característico de los castros; la “media” son los castillos clásicos y la “moderna” la que aquí tratamos

 

[2]Mal trazadas y débiles cimentaciones.

 

[3]Camino cubierto. Elemento defensivo por delante del foso con parapeto para fusilería y otros construcciones.

 

[4]Galicismo por “aproximación”, trincheras que utilizan los atacantes de una plaza fortificada para acercarse a sus muros.

 

[5]Sitio que lo aliados pusieron a la ciudad en 1705. Sobre este episodio puede verse: SÁNCHEZ RUBIO, Carlos (coordinador), Historia e imagen de un asedio. Badajoz 1705, Badajoz, editorial 4 Gatos, 2010.

 

[6]Alturas de Santa Engracia en la margen derecha del río Guadiana y las de Picuriñas, Pardaleras y San Miguel en la margen izquierda, como más adelante señalará.

 

[7]El terraplén es la tierra acumulada, bien apisonada, tras los muros de una muralla “a la moderna”. Es la clave de la resistencia de ésta frente los impactos de la artillería de sitio y debe permitir en su parte elevada el asentamiento de la artillería propia y el paso de tropas y bastimentos a lo largo de todo el recinto amurallado. Bordick señala que son muy débiles, estrechos…

 

[8]Galicismo por cañonera o tronera.

 

[9]En resumen ensanchar el terraplén para que pueda sostener piezas de artillería y como el muro de sujeción no tiene la suficiente resistencia al empuje hay que colocar la tierra y apisonarla de modo que la carga no vaya sobre él en su totalidad.

 

[10]De 2’5 a 3’30 mts. Pie: 27’86 cms.

 

[11]Hoy Parque de Castelar.

 

[12]Al excavar los fosos se han dejado al aire los fundamentos de los muros, lo que sumado al empuje de la tierra interior que conforman los terraplenes pueden provocar su caída. La berma es un a modo de repisa que se deja en el borde de una excavación, trinchera o foso, para que la tierra sacad no caiga dentro de nuevo.

 

[13]Jorge Próspero de Verboom, ingeniero militar español, de origen flamenco. Capitán general y fundador del Real Cuerpo de Ingenieros (R. D. de Felipe V de 17 de abril de 1711.

 

[14]Alturas de la Picuriña.

 

[15]En 1705 las fuerzas aliadas partidarias del pretendiente Carlos de Austria (Portugal, Inglaterra, Holanda…) penetran en España tomando Valencia de Alcántara, La Codosera, Alburquerque y ponen sitio a la ciudad de Badajoz. Apoyándose en las fortificaciones de la plaza y el trabajo de los vecinos en los reparos de la misma, logran evitar el asalto y la toma de la misma. Los sitiadores ocupadas las alturas de la Picuriña y la margen derecha del arroyo Rivillas centran sus ataques en el baluarte de San Pedro (zona este de la ciudad), en el que lograron abrir brecha, destruyendo el flanco y cara derecha del mismo. Ante la cercanía de fuerzas borbónicas de refuerzo abandonan el sitio de la plaza no sin bombardear la ciudad en la que causaron una destrucción inmensa y muchas víctimas entre sus habitantes.

 

[16]Con poco gasto.

 

[17]Desde que el proyecto de Francisco Domingo, en 1680, ubicara la puerta de la Trinidad en el flanco izquierdo del baluarte, fue muy discutida y criticada esta disposición por todos los ingenieros que pasaron por Badajoz. Las “normas académicas” de la fortificación abaluartada disponían que las puertas principales de una plaza debían estar en el medio de la cortina, para poder ser cubierta por el fuego de los baluartes colaterales.

Nunca hubo fondos para acometer dicha obra y ahí permanece. No obstante, a pesar de las vicisitudes bélicas padecidas por Badajoz jamás fue atacada o asaltada por esta zona.

 

[18]En este punto señala el peligro que presenta la inclinada ladera este y norte de la Alcazaba, que permitiría llegar al asaltante muy cerca de los muros. La señalada media luna de Santa Teresa, no localizada por el momento en ningún documento, suponemos pueda ser la defensa adelantada establecida para reforzar la puerta del Alpéndiz.

 

[19]A toda prueba: A prueba de bomba. Capaz de resistir los impactos de la artillería de mayor calibre.

 

[20]En efecto, Diego de Bordick firma unos proyectos para un almacén de pólvora unos años después y una poderosa batería. No hay referencia alguna de donde estarían ubicadas ambas obras, suponemos que se establecerían en la explana superior y central de la Alcazaba, donde estaba la batería de Santiago o de las Lágrimas, levantada durante la Guerra de Portugal (1640-1668)

 

[21] Luis Fernández de Córdoba (1677-1743) Teniente general en 1720, en abril de 1723 fue nombrado Comandante general interino de Extremadura, donde permanecería hasta junio de 1725.

 

Dic 162016
 

 María del Carmen Martín Rubio.

En el presente trabajo pretendo poner de manifiesto los enormes esfuerzos que, según relata un manuscrito titulado Relación del sitio de Cuzco, atribuido al obispo fray Vicente Valverde, realizaron todos los hermanos Pizarro para mantener Cuzco dentro de la gobernación concedida por el emperador Carlos V a Francisco, especialmente las incesantes luchas que con tal propósito mantuvo Hernando. Mas, antes de adentrarme en la exposición de esos hechos, me parece conveniente recordar algunos aspectos básicos de la conquista de Perú:

Francisco Pizarro recorrió la costa del reino del Birú entre noviembre de 1524 y mayo de 1528 y aunque no llegó a la sierra andina, donde se hallaba el corazón del poderoso estado Inca, durante esos cuatro años de exploración percibió su poder y, sopesando que para incorporar los inmensos territorios que aglutinaba a la corona del emperador Carlos V necesitaba más hombres y recursos económicos, decidió volver a Panamá y después a España con el fin de poner en conocimiento del emperador el gran descubrimiento que se proponía realizar y para recabar su ayuda. Como el emperador acogió muy bien el proyecto, el 26 de julio de 1529 se firmaron en Toledo las capitulaciones que daban luz verde a la empresa, tras lo cual sobre finales de agosto o principios de septiembre Pizarro se dirigió a Trujillo, su ciudad natal[1].

Los vecinos, que ya tenían noticias de su hazaña, le recibieron triunfalmente y también sus hermanos de padre Hernando, Juan y Gonzalo, aunque hasta ese momento no habían conocido a su hermano mayor, Muchos de ellos, al ver a los tres aborígenes que le acompañaban, sus ricos objetos y oír hablar de fabulosas ciudades, decidieron marchar al lejano Birú con su paisano, entre ellos sus tres hermanos, quienes a partir de entonces se convirtieron en sus más fieles compañeros, junto con Martín de Alcántara, otro hermano de madre reclutado en Sevilla.

Parecía que al contar con licencia de la Corona la empresa no tendría muchas dificultades, pero no fue así: primeramente los viajeros tuvieron que detenerse varios meses en Sevilla con objeto de reunir a los ciento cincuenta hombres que debían integrarla, según se estipulaba en las Capitulaciones, y también surgieron problemas en Panamá, desde donde tenía que salir la expedición, por la escasez de navíos y de tripulantes, e incluso por problemas surgidos con el socio Diego de Almagro, debido a que no le bahía sido concedida una gobernación como se había concertado.

Sin embargo, el gran tesón de Pizarro consiguió que el 31 de diciembre de 1531 se pudiera iniciar la navegación hacia el Birú por el recién descubierto Mar del Sur. Durante muchos días los expedicionarios recorrieron las tierras costeras pantanosas en medio de nubes de mosquitos, alimañas, sin apenas comida y atravesaron las desérticas comarcas de Atacames, Concebí y Cojimies, pero al fin llegaron a pueblos importantes como Coaque, Puerto Viejo, Túmbez y en este último oyeron hablar del Inca Atahualpa y de su gran reino[2].

El Tahuantinsuyo

Desde tiempos ancestrales, en la sierra andina existió una organización social a base de señoríos, cuya jefatura presidía un sinchi, también llamado curaca, algunos de los cuales como los Chancas alcanzaron un gran poder; sin embargo hacia finales del siglo XII, o a principios del XIII, en ese mismo territorio se asentó una etnia foránea: la de los Incas, quienes muy pronto, impulsados por su líder Manco Cápac, ejercieron una expansión, tan fuerte, que sus habitantes no pudieron frenar. Es en ese momento cuando surge la ciudad de Q´osqo: Cuzco, el Ombligo, y también cuando Manco Cápac se proclama rey a sí mismo, a sus sucesores y establece las primeras leyes de gobierno del estado del Tahunantinsuyo. Eran los comienzos de un pueblo dominador que iba a ejercer en América del Sur un papel similar al de Roma en Europa, tanto por la expansión territorial que alcanzó como por la unidad cultural impuesta en los territorios dominados. Y si Manco Cápac estableció las bases del Incanato, fue el noveno monarca Pachacuti: el Reformador, quien hacia la mitad del siglo XV comenzó a transformar al pequeño reino en un imperio, ya que en su reinado, en el de su hijo Tupac  Inca Yupanqui y en el de su nieto Guayna Capac abarcó la mayor parte del cono sur americano: por el norte llegó al río Ancasmayo,  en Colombia, y  por el sur al Bio-Bio en Chile y al Maule en Argentina.

 Q’osqo: una gran ciudad

El Tahuantinsuyo fue un estado teocrático regido por un monarca, el Inca hijo del Sol, que gobernaba a sus súbditos, asentados en zonas agrícolas y agrarias, desde la cúspide de una especie de pirámide ayudado por parientes nobles que se agrupaban  en torno a él en las llamadas panacas reales. La ciudad de Q’osqo fue la capital y el eje central de aquel imperio; vivían en ella unos cien mil habitantes entre los nobles administradores de la maquinaria estatal y sus servidores. Se consideraba sagrada por encontrarse dentro de su recinto el magnífico Coricancha, templo dedicado al dios Inti: el Sol, máxima divinidad inca, que era una especie de catedral construida con piedras de diorita verde en la que, además de una imagen del astro solar, se hallaban momificados los cuerpos de los monarcas fallecidos. En el centro de la ciudad, en la gran plaza ceremonial de Ahucaypata, se encontraba el usno, un trono desde donde el Inca impartía órdenes, y a su alrededor se levantaban los palacios privados como el de Coracora, construido por Inca Roca; el Amarucancha por el Inca Viracocha, el Jatuncacha por Inca Yupanqui, el de Caxana por el Inca Huayna Caoac, y asimismo los edificios públicos: el Acllahuasi, o casa de las Vírgenes del Sol y las kallancas, que eran galpones grandes donde se alojaba la gente destacada por los gobernantes para intervenir en construcciones oficiales o para integrar los ejércitos. Junto a ellos estaban los almacenes estatales, llamados qolqas, y seguidamente se agrupaban los barrios ocupados por los servidores de la nobleza. Todo el conjunto urbano estaba protegido por la enorme y alta fortaleza de Sacsayhuaman y se hallaba atravesado por cuatro suyus: el Chinchaysuyo, el Collasuyo, el Cuntisuyo y el Antisuyo, los cuales se comunicaban con los demás territorios del Imperio siguiendo la dirección de los puntos cardinales y a su vez éstos se hallaban cruzados por ceques: unas líneas imaginarias rituales en las que había lugares sagrados llamados huacas que convergían en el Coricancha.

El cronista Pedro Sancho de la Hoz la describió así: “La ciudad del Cusco, por ser la principal de todas donde tenían su residencia los señores, es tan grande y tan hermosa que sería digna de verse aun en España, y toda llena de palacios de señores, porque en ella no vive gente pobre, y cada señor labra en ella su casa y asimismo todos los caciques, aunque esos no habitaban en ella de continuo. La mayor parte de estas casas son de piedra y las otras tienen la mitad de la fachada de piedra; hay muchas casas de adobe, y están hechas con muy buen orden, hechas calles en forma de cruz, muy derechas, todas empedradas y por medio de cada una va un caño de agua revestido de piedra. La falta que tienen es el ser angostas, porque de un lado del caño solo puede andar un hombre a caballo y otro del otro lado. Está colocada esta ciudad en lo alto de un monte, y muchas casas hay en la ladera y otras abajo en el llano. La plaza es cuadrada y en su mayor parte llana, y empedrada de guijas; alrededor de ella hay cuatro casas de señores que son las principales de la ciudad, pintadas y labradas y de piedra, y la mejor de ellas es la casa de Guaynacaba, cacique viejo, y la puerta es de mármol blanco y encarnado, y de otros colores, y tiene otros edificios de azoteas muy dignos de verse. Hay en la dicha ciudad otros muchos aposentos y grandezas. Pasan por ambos lados dos ríos que nacen una legua más arriba del Cusco, y desde allí hasta que llegan a la ciudad y dos leguas más abajo, todos van enlosados para que el agua corra limpia y clara y aunque crezca no se desborde; tiene sus puentes por dende se entra a la ciudad”[3]

El mismo cronista dice de la fortaleza de Sacsayhuaman: “Sobre el cerro que de la parte es redondo y muy áspero, hay una fortaleza de tierra y de piedra muy hermosa; con sus ventanas grandes que miran a la ciudad y la hacen parecer más hermosa. Hay dentro de ella muchos aposentos y una torre principal en medio, hecha a modo de cubo con cuatro o cinco cuerpos, uno encima de otro; los aposentos y estancias de dentro son pequeños y las piedras de que está hecha están muy bien labradas y tan bien ajustadas unas con otras que no parecen que tengan mezcla y las piedras están tan lisas que parecen tablas acepilladas, con la trabazón en orden al uso de España, una juntura en contra de la otra. Tiene tantas estancias y torre que una persona no la podría ver toda en un día; y muchos españoles que la han visto y han andado en Lombardía y en otros reinos extraños, dicen que no han visto otro edificio como

esta fortaleza, ni castillo más fuerte. Podrían estar dentro cinco mil españoles…” “…y en el valle que está en medio rodeadas de cerros hay más de cien mil casas, y muchas de ellas son de placer y recreo de los señores pasados y de otros caciques de toda la tierra que residen de continuo en la ciudad. Las otras son casas o almacenes llenos de mantas, lana, armas,

metales y ropas, y de todas las cosas que se crían y fabrican en esta tierra …”.[4]

Cuzco ciudad española

Francisco Pizarro, los soldados y capitanes que le acompañaban, entre ellos Diego de Almagro, Hernando de Soto y sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo debieron de quedar totalmente impactados, a pesar de que habían vivido en ciudades importantes del Incanato como Cajamarca o Xauxa, donde encontraron tan gran riqueza como para que en la última surgiera el dicho popular ”esto es Jauja”, cuando el 15 de noviembre de 1533 contemplaron Q’osqo desde lo alto del cerro Carmenca, pues aquella magnificencia urbana no la habían visto en ellas, ni en ningún otro lugar de las Indias. Lo primero que les impactaría sería la traza de puma sentado que tenía en honor de la antigua divinidad de la etnia Chavin, animal también sagrado para los Incas; seguidamente admirarían sus enormes edificios y por supuesto, su espectacular entorno, ya que al estar situada en un valle, a tres mil cuatrocientos metros sobre el nivel del mar, se hallaba rodeada de montañas jalonadas por andenerías sembradas de maíz que semejaban verdes jardines.

Tras recorrerla junto con los curacas locales, quienes muy castigados y diezmados en las recientes luchas habidas entre dos hijos de Huayna Capac: Huascar y Atahualpa, creían que los recién llegados iban a restablecer su reino por ir acompañados de Manco Inca, otro hijo de Huayna Capac, nombrado monarca por Pizarro, de ahí que les permitieran aposentarse en los palacios que se alzaban en la plaza de Aucaypata.

Pasado un poco más de tres meses, el 23 de marzo de 1534 Q`osqo la capital del Tahuantinsuyo cambió su nombre por Cuzco y, aunque se dieron ordenanzas para conservar sus impresionantes edificios, se trasformo en una urbe hispana mediante una ceremonia fundacional en la que recibió el título de “Muy noble y Gran Ciudad de Cuzco” y a partir de este momento se construyó la iglesia, que con el tiempo se convertiría en catedral, y se repartieron solares a los españoles que quisieron avecindarse[5].

No cabe duda de que la urbe había impresionado al gobernador Francisco Pizarro por su monumentalidad y belleza, pero en esos momentos era muy difícil comunicarse desde ella con la costa debido a la mucha distancia que la separaba y a los malos caminos y, como se necesitaba tener constantemente noticias de España, de Panamá y de lo que ocurría en los territorios quiteños del norte, que habían sido invadidos por un ejército al mando de Pedro de Alvarado, gobernador de Guatemala, en abril de 1534, Pizarro sobre cuatro meses después de haber entrado en Cuzco, decidió volver a Jauja y el 25 de abril la declaró “cabeza e principal”, por hallarse ubicada en el centro de los territorios hasta entonces descubiertos, y desde allí, teniendo muy presente la importancia de Cuzco, la urbe sagrada corazón de los Andes, el 27 de julio encomendó su gobierno al capitán Hernando de Soto y le dio la orden de que observara las ordenanzas que había establecido, que protegiera a los indígenas y sus edificios; junto con él envió a Manco Inca para que su presencia estabilizara la alejada zona,

Sin embargo, a pesar de las riquezas halladas en Jauja, la vida no resultaba cómoda en la ciudad, porque al estar situada a más de tres mil trescientos metros de altura no había leña y el frío, unido a la esterilidad del terreno, no permitía criar cerdos y caballos. Los vecinos expusieron estas quejas a Pizarro y le pidieron que trasladara la capital del nuevo reino que se estaba gestando a un lugar que reuniera mejores condiciones de vida. El gobernador atendió sus quejas y mandó explorar el valle del río Rimac e incluso marchó a Pachcamac, donde se hallaba el gran templo inca de la costa descrito por su hermano Hernando, para comprobar personalmente los informes que le enviaban los exploradores. Allí se reunió con su socio Diego de Almagro y con Pedro de Alvarado, quienes en territorios quiteños habían llegado al acuerdo de que éste, a cambio de cien mil pesos, les dejara su ejército.

Pizarro debería de haberse tranquilizado cuando Alvarado se marchó a Guatemala, después de recibir tan cuantiosa fortuna el 1 de enero de 1535[6], ya que quedaban a salvo los territorios descubiertos; pero por aquellos días le asaltó otra gran preocupación; fue comprobar la insatisfacción que sentía su compañero Almagro: decía que él había participado activamente en el descubrimiento de aquellos territorios y que sólo tenía el título de alcalde de la fortaleza de Túmbez, mientras que su socio era el gobernador absoluto de todo lo hallado. Como su descontento se remontaba a las Capitulaciones firmadas con Carlos V, en 1533 al llevar su hermano Hernando los quintos reales a España, había pedido para él una gobernación en los territorios del sur y, viendo que el nombramiento no llegaba, en Pachacamac reiteró la petición y además, con objeto de que se calmara, le dio el cargo de teniente gobernador de Cuzco y le autorizó que organizara una expedición a Chile.

Cuzco manzana de discordia

Mientras Pizarro terminaba la exploración en el valle del Rimac y fundaba la Ciudad de los Reyes, después denominada Lima, Almagro llegó cerca de Cuzco, donde ya se encontraban Juan y Gonzalo Pizarro, el capitán Soto y Manco Inca, El manchego estaba satisfecho porque al fin tenía un mando importante: era teniente gobernador de la ciudad e iba a preparar su soñada expedición a Chile; pero antes de entrar un mensajero le comunicó que a San Miguel de Piura, la primera ciudad fundada por los españoles en suelo andino, había llegado la noticia de que Carlos V le había concedido una gobernación llamada Nueva Toledo y que su territorio se extendía al sur de la Nueva Castilla otorgada a su socio. En su ejército se habían integrado los hombres de Pedro de Alvarado y éstos, sin conocer el texto de la real cédula, aseguraban por haberlo oído decir a su jefe, que Cuzco no estaba dentro de los límites de la Nueva Castilla; ignoraban que Pizarro, cuando envió a España a su hermano Hernando con los quintos reales, junto con la gobernación de Almagro, había pedido que la sagrada ciudad, cabeza del Tahuantinsuyo, quedara dentro de su gobernación.

En esos momentos, al enterarse de lo que estaba pasando, secretamente mandó mensajeros a sus hermanos para que Almagro no fuera recibido con los cargos que le había dado ya que, por no cocerse el texto de la real cédula, podía ser peligroso; en su lugar nombró teniente gobernador a Hernando de Soto y jefe miliar de la ciudad a su hermano Juan. A pesar de ello, Almagro entró en Cuzco alegando que el emperador le había dado el título de gobernador y como Hernando de Soto ni los hermanos Pizarro lo reconocieron por tal, sus hombres se enfrentaron a los vecinos y la ciudad quedó dividida en los dos bandos; consecuentemente durante varios días lucharon entre sí pero, de repente, el 11 de junio de 1535 apareció Francisco Pizarro y todos se calmaron, porque consideraban que era al auténtico representante de Carlos V. El mismo Almagro, fue rápidamente a su encuentro, y tras abrazarse, comenzaron a hablar. Pizarro le dijo que si la ciudad no se encontraba dentro de los límites de su gobernación, no pondría ninguna objeción, pero que mientras llegaba la real cédula, era conveniente que fuera a Chile con la expedición proyectada, porque según se decía en aquellos parajes había tierras tan ricas como las cuzqueñas.

Almagro preparó la expedición y el 1 de julio salió de Cuzco acompañado del príncipe Paullo, otro hijo de Huayna Capac, y del sumo sacerdote Huillac Umu. A su vez Pizarro, tras realizar durante algún tiempo nuevos repartimientos de solares a otras personas que quisieron avecindarse, se volvió a Los Reyes. En noviembre de ese mismo año regresó de España su hermano Hernando con dos reales cédulas de Carlos V; en una se ampliaba en 70 leguas el territorio de su gobernación, llamada la Nueva Castilla, y en la otra se constataba la gobernación de la Nueva Toledo concedida a Almagro, cuyos límites abarcaban doscientas leguas de norte a sur a partir de la de Pizarro.

El Inca Manco

Cuzco había quedado tranquilo bajo el gobierno de Juan Pizarro a quien ayudaba su hermano Gonzalo, sin embargo, el Inca Manco cada día que pasaba estaba más descontento; veía que su poder no era real, que todas sus decisiones debían de ser ratificadas por los extranjeros, que éstos constantemente fundaban ciudades, se repartían las tierras que antes habían formado el poderoso estado del Tahuantinsuyo y también que sus compatriotas aborígenes, según se les asignaba en los repartimientos de indios que hacían, estaban obligados a prestar servicios en los trabajos urbanos y agrícolas, muchas veces de forma abusiva. Por todo esto, un día reunió a los señores principales y les dijo que tenían que matar a todos españoles que estaban en Cuzco, antes de que llegaran más, y que no temieran nada de los que habían ido con Almagro, ya que el príncipe Paullo y el Huillac Umu llevaban el encargo de terminar con ellos durante el camino a Chile.

Con estos propósitos Manco intentó la huida, pero Juan y Gonzalo le consiguieron captura; le llevaron de nuevo a Cuzco y le dejaron libre en su palacio de Colcampata por decirles que iba a reunirse con Diego de Almagro que le había pedido ayuda[7]; mas como ya no le creyeron tras capturarle en una segunda huida, le pusieron una cadena al cuello y le encerraron en una habitación bajo la vigilancia de varios carceleros. Esta vez escribieron a Francisco Pizarro diciendo que tenían la sospecha de que se quería rebelar y le preguntaron qué debían hacer. EL gobernador contestó que Hernando había regresado de España y que le enviaría con el cargo de teniente gobernador para que hiciera lo necesario para contentar al Inca[8].

Hernando Pizarro

El mayor de los hermanos de Francisco, debió de nacer hacia 1502. Fue el único hijo varón legítimo de Gonzalo Pizarro y Rodríguez de Aguilar, apodado “el Largo” y “el Tuerto”, habido en su matrimonio con su prima y esposa Isabel de Vargas y Rodríguez de Aguilar. Recibió una educación esmerada y desde muy joven siguió la carrera de las armas, al igual que los caballeros de la época; participó junto a su padre en las guerras de Italia y Navarra alcanzando, muy pronto, el grado de capitán. Estos hechos, más el importante status social de su familia, le granjearon una gran reputación; quizás por ello el gobernador confió plenamente en él y le encomendó acciones muy delicadas. El 16 de noviembre de 1532 se halló en Cajamarca en la captura de Atahualpa y al año siguiente marchó a España para llevar los quintos reales recaudados en el rescate del Inca. Regresó en noviembre de 1535 y, como se ha visto, muy poco después, en diciembre, su hermano le nombró teniente gobernador de Cuzco.

Hernando llegó a la ciudad el 14 de diciembre y como encontró a Manco tranquilo, le quitó la cadena que llevaba en el cuello y le autorizó a deambular por la casa donde estaba preso; no sospechaba que secretamente seguía preparando la rebelión junto con el sumo sacerdote Huillac Umu, quien siguiendo el plan trazado, había abandonado a Almagro, según decía porque le trataba mal. Algunos españoles se dieron cuenta de sus intenciones y se lo dijeron a Hernando pero no les creyó porque el Inca se mostraba tan amigable que incluso deseaba hacer regalos valiosos que se hallaban guardados en lugares cercanos. Cierto día pidió permiso con el fin de ir en busca de un hombre de oro; Hernando autorizó su salida y a los ocho días volvió con la estatua de un orejón de oro hueco. Después, el 18 de abril de 1536 volvió a pedir permiso para traer otro hombre de oro macizo desde el pueblo de Yucay y Hernando, como seguía confiando en él, le dio un nuevo permiso. Esa vez Manco no regresó; se fue a Yucay y dio orden de que se preparara la gente de guerra; seguidamente marchó a pueblos cercanos y mató a varios españoles asentados en ellos[9].

El asedio de Cuzco según el manuscrito atribuido al obispo Valverde

Llegados a este punto es preciso decir que el documento no me parece que se deba a la pluma de Fray Vicente Valverde, aunque así está catalogado en la Biblioteca Nacional de Madrid, ya que en el texto no existe ninguna invocación a Jesucristo, a la Virgen María, ni a ningún santo y tampoco se alude a la labor evangelizadora de la Iglesia Católica, tal como solían hacer los religiosos de esa época cuando escribían sobre los sucesos de la conquista. Por la minuciosidad y precisión con que están narrados los hechos bélicos y también los acontecimientos que iban sucediendo, creo que el manuscrito ha sido escrito por algún caballero-soldado integrado en el ejército de los Pizarro, según se dice testigo de vista desde que los naturales se rebelaron hasta que Cuzco quedó pacificado, posiblemente a petición del propio Hernando; si bien no se puede descartar que el autor sea el mismo Hernando, ya que de la extensa carta que dirigió a los oidores de la Audiencia de Santo Domingo el 23 de noviembre de 1533 en la que relata la conquista de Perú, se colige que tenía una buena formación cultural[10] y además este documento presenta una redacción muy similar a la del manuscrito.

La defensa de Hernando Pizarro

El autor dice que el sábado, víspera de Pascua de Flores, Hernando fue avisado de que el Inca estaba alzado y que éste, tras comunicarlo a la ciudad, acordó salir rápidamente en su seguimiento, con gente de a pie y de caballo, antes de que reuniera a más guerreros. Cuando llegaron a Yucay les dijeron donde se hallaba e intentaron llegar hasta él, pero al no poder cabalgar los caballos por aquellos fragosos territorios y sopesando que les podías hacer una emboscada, Hernando decidió dar aviso a su hermano, el gobernador, de lo que estaba pasando y regresar a Cuzco. Al mismo tiempo Juan y Gonzalo habían ido a pueblos cercanos y al ver que habían matado a varios españoles, que tampoco podían cabalgar los caballos y que iban con muy poca gente, también regresaron a la ciudad. Nuevamente salieron los tres juntos con casi todos sus soldados y llegaron hasta un río –tal vez el Urubamba- y al advertir que los puentes estaban quemados, volvieron a la ciudad por temer que Manco mandase un gran ejército para tomarla.

Y no se equivocaron porque, poco después, la cercaron cien mil indios de guerra y, ochenta mil de servicio. Tomaron la fortaleza rápidamente y desde ella avanzaron por la ciudad e hicieron grandes hoyos en el suelo de las calles para evitar que transitaran los caballos y a la vez que quemaban las casas y sus techumbres de paja. El autor del manuscrito dice que como ese día hizo mucho viento, se desprendieron muchas pajas ardiendo de techumbres y que llegó un momento en que en toda la ciudad sólo se veía una enorme llama de fuego en medio de un gran griterío de los indios y que el humo era tan espeso que no se veían los unos con los otros. Sigue contando que cada capitán tenía a cargo un cuartel, pero que centenares de indios llegaban sobre ellos y no se podían defender, aunque peleaban mano a mano. Hernando iba a los lugares donde había más peligro y que al darse cuenta de la difícil situación en que estaban, se puso al frente de veinte soldados de caballería que mataron a muchos indios, pero que los que pudieron huyeron y que les siguieron hasta una quebrada en la sierra, pero que allí, al ser imposible que subieran los caballos, se rehacían ya que Manco Inca, que se hallaba a tres leguas, enviaba nuevos guerreros.

En la ciudad, los nativos andaban por encima de las paredes de las casas quemadas; los españoles no podían sacar los caballos por los socavones que habían hecho y porque además durante la noche soltaban el agua de las acequias con objeto de dificultar más su tránsito. A los seis días del asedio, habían perdido toda la ciudad menos la plaza y lo peor era que en la fortaleza se hallaba el sumo sacerdote Huillac Umu liderando la revuelta. Ante tan desesperada situación, los pocos vecinos que había dijeron a Hernando que buscara un camino para huir, pero él respondió;”no sé yo señores cómo queréis poner eso por obra, porque a mí no me ha de venir ni me ha venido temor alguno”. Según el autor del manuscrito, al oírlo algunos callaron por vergüenza y otros hicieron corrillos declarando sus propósitos de huída..Hernando hizo todo el día como que no se daba cuenta y al llegar la noche mandó llamar a sus hermanos Juan y Gonzalo junto con los principales vecinos, los alcaldes, regidores, el tesorero, etc, y con el rostro sereno, en un largo discurso les recordó la obligación que tenían de defender los territorios ganados por su hermano Francisco y asimismo les dijo que si huían él se quedaría y, aunque estuviera solo, defendería la ciudad con su vida, que se esforzasen todos en pelear para ganarla, que esa era su voluntad y que todos la aceptasen.

Le respondieron que si así le parecía, que como hombre que tenía una gran experiencia guerrera, les dijese que deberían hacer porque todos le secundarían y Hernando les dijo que lo primero era recuperar la fortaleza, desde donde les causaban el daño, ya que ganándola se aseguraba el pueblo y que a la mañana siguiente irían a tomarla. Juan dijo que le dejaran ir a él porque se había perdido por su causa, y al siguiente día, aunque en anteriores combates le habían roto una mandíbula, fue a rescatarla acompañado por Gonzalo y por el capitán Ponce. Llegaron hasta las murallas y después de dos días de lucha, consiguieron alcanzar las puertas Los indios lanzaban grandes piedras desde arriba y una de ellas dio a Juan en la cabeza, que la llevaba descubierta por no haberse podido poner la celada, y cayó al suelo sin sentido. Gonzalo siguió luchando, pero no pudo tomarla por la mucha gente que la defendía[11]. Al amanecer del siguiente día dejó a sus hombres luchando y llevó a su hermano Juan a la ciudad, donde murió unos quine días después a causa de la herida recibida. Volvió ya anochecido y ordenó suspender el combate hasta el día siguiente.

Por la mañana recorrió todo el entorno de la fortaleza y al darse cuenta de que, por su gran altura, sólo la podrían tomar trepando con escalas, mientras que parte de sus hombres continuaban combatiendo, a otros mandó que durante todo el día hicieran escaleras. Cuando las tuvieron terminadas, aunque Manco Inca había mandado cinco mil guerreros más, subieron por las tres murallas y lucharon con tan gran empuje empuje que Vila Umu, viendo su irrefrenable fuerza y que a sus guerreros les quedaba poco aprovisionamiento de piedras y flechas, se marchó con el Inca. Dejó la fortaleza al mando de un capitán llamado Cahuide, quien la defendió bravamente todo lo que pudo, pero al comprobar que no podía impedir la huida de los nativos, que no tenían armas para luchar y que iba a ser tomada por los castellanos, se suicidó tirándose abajo.

Ante la muerte de su caudillo, los nativos aflojaron la lucha y Hernando, que se había incorporado al ejército, entró en la fortaleza junto con Gonzalo y sus soldados. Dice el autor que pasaron a cuchillo a los que estaban dentro, que serían unos mil quinientos, y que de los españoles únicamente murieron uno y Juan Pizarro, si bien muchos estaban heridos, Seguidamente Hernando mandó poner una bandera en lo más alto de la fortaleza para que todos los nativos vieran que la habían tomado, Pero, a pesar del gran triunfo obtenido, Gonzalo y Hernando y sus hombres tuvieron que continuar luchando con los indios durante dos días en los cuatro caminos cercanos a Cuzco[12]. Estos hechos debieron de suceder en mayo de 1536 porque, aunque los castellanos habían conseguido recuperar la ciudad, las tropas de Manco mantuvieron el asedio hasta mayo de 1537; lo levantaron en dos ocasiones para ir a hacer sacrificios a sus dioses, pero lo volvieron a poner cuando los terminaron.

Según el autor del manuscrito, En la segunda de aquellas ocasiones Hernando y Gonzalo, conociendo que el Inca se hallaba en Tambo, decidieron ir en su busca con unos cien soldados de infantería, caballería e indios amigos y, aunque combatieron fuertemente, tuvieron que replegarse al no poder transitar los caballos, por estar las calles anegadas de agua, y por la gran cantidad de flechas que les dispararon indios flecheros. Días después Gonzalo y un grupo de soldados de caballería fueron nuevamente a Tambo y al ver que debían de enfrentarse a quince mil enemigos, pidieron ayuda a Hernando. Con los refuerzos de hombres y caballos que su hermano llevó siguieron avanzando y consiguieron vencer en algunos parajes pero, como los enemigos eran muchos y temiendo que estando los dos ausentes fueran sobre Cuzco y se llevaran el maíz que tenían plantado, en esos momentos su principal alimento, decidieron volver.

El regreso de Diego de Almagro

En efecto, desde que terminaron los sacrificios, la ciudad fue atacada intermitentemente por escuadrones indígenas durante dos meses. Los nativos, que conseguían apresar, les dijeron que Diego de Almagro había vuelto muy enojado, que era su amigo y que les había de matar a todos. De repente, un día llegó la noticia de que el adelantado estaba a siete leguas de Cuzco con quinientos soldados y que durante su fracasada expedición a Chile había conocido que el emperador Carlos V le había concedido una gobernación de doscientas leguas, que comenzaba en la que terminaba la de Francisco Pizarro, y que Cuzco estaba dentro de su gobernación.

Dice el autor del manuscrito que Hernando no podía dar crédito a aquellas noticias porque él mismo había llevado las cédulas y sabía que la de su hermano había sido ampliada con setenta leguas más y pensando que no era cierto lo que le decían y que quizás Almagro estaba muerto, ya que no le había comunicado su vuelta, envió un mensaje a Manco con un indígena para que disimuladamente se informara de lo que pasaba, en el cual le decía que no hiciera más daño, que volviera a Cuzco, donde sería perdonado en nombre de su majestad. Sigue diciendo el autor que cuando el indio mensajero llegó a Tambo encontró que se hallaban tres españoles mandados por Almagro con el fin de comunicar al Inca que su jefe estaba en Urcos y que quería reunirse con él para decirle que iba pedir a Carlos V que le perdonase y que el Inca se reunió con sus capitanes, tras lo cual acordaron contestar a Almagro y dejar marchar a sus mensajeros, pero también acordaron cortar la mano derecha al mensajero de Hernando y uno de los españoles se la cortó.

Hernando viendo que Almagro se intentaba confederar con los nativos para apoderarse de Cuzco, mandó a Urcos a un capitán con varios soldados de caballería para que hablasen con él y, después, pensando que sus hombres les podían matar, fue él con otro grupo, pero al llegar a un valle cercano, salió un capitán del y le dijo que no pasara de allí porque el adelantado no estaba: había ido de paz a Tambo para hablar con el Inca. Hernando contestó que no iba en contra suya, sino a ayudarle, ya que le habían dicho que estaba en dificultades y que no quería herrar por estar mal informado, a lo que el capitán contestó que lo que quería Almagro era tomar posesión de la tierra que pertenecía a su gobernación. Entendiendo Hernando que el propósito del adelantado era apoderarse de Cuzco y viendo el poco respeto que le tenía después de un año en que con tanto trabajo y peligro había mantenido la tierra y pareciéndole que era gran poquedad entregársela porque pertenecía a la gobernación de su hermano Francisco, preguntó a sus hombres qué debía hacer y éstos le dijeron que prendiera al capitán y a los que estaban con él, pero Hernando dijo que eso sería comenzar una guerra y que no deseba que fuera por su causa.

Había ocurrido que Almagro al llegar a Yucay, cerca de Tambo, había enviado al Inca mensajeros para tratar de una alianza, pero Manco no aceptó y los retuvo. Según el autor del manuscrito, a partir de ese momento el adelantado, comprobando que el Inca no quería la paz, inició conversaciones con Hernando y éste le dijo que fuera a Cuzco que allí tenía sus casas, y que fuera por la noche a descansar, como el adelantado le contestó que antes iría a recoger a sus soldados a Urcos, le envió comida.

Sin embargo, al otro día se presentó con los que tenía, los colocó alrededor de la ciudad y se marchó a Urcos. Dos días después volvió acompañado de toda su tropa y se instaló a una legua: era lunes, 18 de abril de 1537. Hernando le dijo que se instalara en sus aposentos y contestó que sólo entraría en la ciudad en el momento en que fuera suya y que no ocuparía más que las casas de Hernando. Volvió a decirle, a través de mensajeros, que sería muy perjudicial que hubiera problemas entre ellos, porque los indios, aunque habían levantado el cerco de Cuzco cuando llegó con su ejército, estaban en guerra y que enviaba mensajeros a su hermano Francisco para que estableciera la paz

Sin embargo, Almagro agrupó a sus hombres en dos escuadrones y los puso al mando del capitán general Orgoñez; por su parte, Hernando también agrupó a los suyos en dos escuadrones: al frente de uno estaba Gonzalo y él en el otro y también ordenó que se reuniera el cabildo y que el alcalde y los regidores hablaran con el adelantado para que les mostrara las provisiones de su gobernación y como el adelantado aceptó la propuesta, acordaron una tregua hasta la media noche del otro día.

En efecto, Almagro presentó sus provisiones de gobernador de las doscientas leguas a partir de la gobernación de Francisco Pizarro y los componentes del cabildo le dijeron que le recibirían por gobernador si sus doscientas leguas comenzaban en los límites de la de Pizarro, que pilotos: expertos hiciesen una medición y que mientras tanto no diera lugar a tan gran escándalo, porque perderían los unos y los otros, y que el Inca podría volver a tomar la tierra; seguidamente acordaron ampliar la tregua tres días más. Pero aquella noche, cuando Hernando y sus hombres estaban descuidados, los soldados del adelantado entraron en la ciudad al grito de Almagro, Almagro y mueran los traidores; tomaron la plaza, las calles y Orgoñez se apoderó de las casas de Francisco Pizarro y apresó a Gonzalo y Hernando[13].

A partir de estos hechos, el autor del manuscrito describe las penalidades que pasaron ambos hermanos cuando estuvieron prisioneros, especialmente Hernando, sus allegados y el saqueo de la ciudad; asimismo las fracasadas negociaciones llevadas a cabo con el gobernador Francisco en Nazca y Mala, el intento de emancipación de Almagro en Chincha, la libertad de Hernando y la fuga de Gonzalo. También se relata con todo lujo de detalles la batalla de las Salinas, acaecida el 6 de abril de 1538, en la que fue derrotado Almagro, su prisión y los continuos intentos llevados a cabo por los capitanes almagristas para liberarle; finalmente se narra la ejecución efectuada el 8 de julio de 1538, no sin antes dejar patente que fue totalmente necesaria para poder terminar con las revueltas que protagonizaban sus capitanes y allegados.

El manuscrito termina de escribirse el 2 de abril de 1539 y especifica que al día siguiente partía Hernando Pizarro a dar cuenta al emperador de todo lo sucedido, si bien parece que no se embarcó hasta el mes de julio[14]. De lo que no cabe duda es de que se escribió con la intención de que la Corona tuviera constancia de las hazañas realizadas por los hermanos Pizarro para defender Cuzco, particularmente por Hernando, tal vez con objeto de defenderse de las acusaciones que en la Península había vertido el capitán Diego de Alvarado por la ejecución de Almagro

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BIBLIOGRAFÍA

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Martín Rubio, María del Carmen. Francisco Pizarro. El hombre desconocido. Ediciones Nobel. Madrid 1914

Pizarro, Hernando. Carta a la Audiencia de Santo Domingo. Biblioteca Peruana. T, I. Lima 1968

Pizarro, Pedro. . Relación del descubrimiento y conquista del Perú (1571). Biblioteca Peruana. Tomo I. Lima 1968.

Rostworowski. Doña Francisca Pizarro. Una ilustre mestiza. 1534-1598. IEP Ediciones. Lima 1989.

Sancho de la Oz. Relación para su Majestad. Biblioteca Peruana. T. I, Lima 1968

Trujillo, Diego de. Rela ción del descubrimiento del Perú. Biblioteca Peruana. T. II, Lima 1968.

Valverde, fray Vicente. Relación del sitio de Cuzco. Manuscrito 3216. Biblioteca Nacional. Madrid.

 

1María del Carmen Marín Rubio: Francisco Pizarro. El hombre desconocido, pg 171.

[2] Diego de Trujillo: Relación del descubrimiento del reino del Perú, pgs. 11-18.

[3] Pedro Sancho de la Oz: Relación para Su Majestad, pg. 328.

[4] Ibidem, 329.

[5] María del Carmen Martín Rubio. Acta de la Fundación española de Cuzco. Francisco Pizarro. El hombre desconocido, pg. 191.

[6] María del Carmen Martín Rubio. Francisco Pizarro. El hombre desconocido, pg. 257

[7] Pedro Pizarro: Relación y conquista del Perú, pg. 511.

[8] Ibidem, pg. 212.

[9] Pedro Pizarro: Relación del descubrimiento y conquista del Perú, pg.512.

 

[10] Carta de Hernando Pizarro. Biblioteca Peruana. T. I, pg, 117. Lima 1968.

[11] Fray Vicente Valverde: Relación del El sitio de Cuzco, pgs, 11- 15

[12] Fray Vicente Valverde. Relación del sitio de Cuzco, pgs 16-21v.

[13] Fray Vicente Valverde. Relación del sitio de Cuzco, pg, 90.

[14] María Trujillo, Rostworowski: Doña Francisca Pizarro. Una ilustre mestiza 1534-1598. Pg.58

Dic 152016
 

  José Pastor Villegas.

 Jesús Francisco Pastor Valle.

 Montaña Belén Pastor Valle.

. INTRODUCCIÓN

Nuestra aportación a los XLV Coloquios de Extremadura estuvo proyectada primero más directamente con el quinto centenario del fallecimiento del rey Fernando el Católico, pero cambiamos por las razones confluyentes que se dicen a continuación.

En primer lugar, una continuación de nuestro trabajo presentado el año pasado a los Coloquios Históricos de Extremadura,[1] en donde concluimos que los conocimientos directos de Nueva España mencionados por Hernán Cortés y los conocimientos indirectos proporcionados por el mismo al menos a Lucio Marineo Sículo y a Francisco López de Gómara en su primer retorno a España en 1528 fueron un antecedente muy valioso para el descubrimiento científico del Virreinato de Nueva España durante la Primera Expedición científica a América (1571-1577) realizada en el reinado de Felipe II. En segundo lugar, el reciente fallecimiento de Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre (Madrid, 1932 – Madrid, 2016),[2] español polifacético e internacional, cercano a Extremadura y experto en el conocimiento de América, director de numerosas expediciones a América desde 1979, conexas con Extremadura, en las que han participado miles de jóvenes de diferentes países. Y en tercer lugar, el hecho de la inauguración reciente en Trujillo del denominado Centro Los Descubridores, quinientos diez años después de la muerte de Cristóbal Colón (Génova, 1451 – Valladolid, 1506), geógrafo y náutico,[3] quien realizó cuatro viajes de descubrimiento bien conocidos durante el reinado de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los Reyes Católicos, soberanos de la Corona de Castilla (1474-1504) y de la corona de Aragón (1479-1516); ambos reyes y el descubridor estuvieron en Guadalupe (Cáceres, España), antes y después del primer viaje de descubrimiento, y el rey Fernando el Católico murió en Madrigalejo en 1516.[4]

Aquí, versamos más ampliamente sobre la Primera Expedición Científica a América (1571-1577) que en nuestro trabajo anterior. Nuestro trabajo versa también sobre las expediciones científicas españolas de los siglos XVIII y XIX, destacando la participación de los científicos José Antonio Pavón Jiménez (Casatejada, Cáceres, 1754 – Madrid, 1840)[5] y Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca, 1758 – México, 1829)[6]. Tratamos también de las expediciones a América dirigidas por el mencionado Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. Y, finalmente, sobre el centro inaugurado en Trujillo dedicado a los descubridores de América de los siglos XV y XVI.

 

 

  1. LA PRIMERA EXPEDICIÓN CIENTÍFICA A AMÉRICA (1571-1577)

 

El descubrimiento de América impactó en Europa, teniendo consecuencias intelectuales, económicas y políticas.[7] En otras palabras, reinando en España los Reyes Católicos, ambos mundos comenzaron a descubrirse y a compartir la historia tras arribar Cristóbal Colón a la isla de Guanahaní el 12 de octubre de 1492, a la que llamó San Salvador, que forma parte del archipiélago de las Bahamas. Al conmemorarse el V Centenario del Descubrimiento de América, se insistió en que con el descubrimiento se inició, aunque no se tomara conciencia de ello, el encuentro de los mundos viejo (europeo) y nuevo (indígena)[8].

El descubrimiento de América abrió la posibilidad del descubrimiento científico de una nueva naturaleza y una nueva medicina. Alejandro San Martín y Satrústegui (Larrainzar, Navarra, 1847 – Madrid, 1908), participante activamente en la medicina y cirugía, y en la política,[9] pronunció una conferencia en el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, el 18 de abril de 1892, con motivo de la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América;[10] consta en ella que Cristóbal Colón pidió que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra, petición recogida en unos de nuestros libros.[11]

Desde el primer viaje colombino se aportaron noticias de interés científico por numerosas personas. Hubo extremeños que pasaron a América con diferente formación que fueron cronistas, como Hernán Cortés, Pedro Cieza de León, etcétera;[12] dieron algunas noticias de interés científico del Virreinato de Nueva España y del Virreinato del Perú en sus crónicas. Otros cronistas escribieron también noticias de interés científico y tecnológico de los virreinatos.

En nuestro trabajo anterior, argumentamos que el conocimiento de América como necesidad de estado fue un hecho durante el reinado de Carlos V (1516 – 1556). Establecido el Consejo de Indias oficialmente en 1524, surgido como escisión de una parte del antiguo Consejo de Castilla (al que estaban vinculadas las Indias), comenzó el objetivo fundamental para la Corona, o más bien para García de Loaisa (presidente) y Francisco de los Cobos (secretario), de recoger información sistemática sobre América. Mediante provisión de 5 de abril de 1528 dirigida a Nuño de Guzmán y, en general, a la primera audiencia de México, se pedía información colegiada, fundamentada en documentos y/o en el testimonio de testigos fidedignos españoles o indígenas (principalmente de éstos) sobre descripción cosmográfica y topográfica de la tierra, censo aproximado de habitantes y censo de los recursos mineros. Desgraciadamente, la accidentada historia de la Primera Audiencia de México y el turbulento estilo de Nuño de Guzmán no contribuyeron. La petición fue reiterada a la Segunda Audiencia de México y a su presidente, Sebastián Ramírez de Fuenleal. La Descripción de la Nueva España se terminó y envió el 5 de julio de 1532, no llegando a la Corte hasta marzo de 1533. La información se consideró insuficiente y el 19 de diciembre de 1533 se volvieron a emitir cédulas ordenando obtener más y mejor información de Nueva España y de otros territorios, incluyendo información gráfica. A todo ello, siguió la actividad del Consejo de Indias durante el reinado de Carlos V, cuyo nuevo presidente fue Luis Hurtado de Mendoza, Marqués de Mondéjar, en 1546.[13]

Pronto hubo transferencia de información a Europa sobre Historia natural del Nuevo Mundo, con interés en torno al uso medicinal de sus plantas, animales y minerales. Al mismo tiempo, se estaba intentando integrar la Geografía del Nuevo Mundo en la versión de Ptolomeo.[14]

A mediados del siglo XVI solamente se habían difundido entre los médicos y farmacéuticos europeos un número reducido de productos americanos, como se refleja en la traducción comentada a la Materia médica, de Dioscórides, que publicó Andrés Laguna en 1555. Se puede hablar de una etapa de primera noticias y descripciones (1492-1553), en la que hicieron aportaciones Cristóbal Colón, Hernán Cortés y otros. A esta etapa siguió otra, la de los estudios científicos de los médicos y naturalistas Nicolás Monarde y Francisco Hernández; ambos tienen en común que se formaron inicialmente en la Universidad de Alcalá de Henares y que realizaron sus estudios experimentales casi simultáneamente durante los años sesenta y setenta del siglo XVI. El primero, desde un punto de vista de la farmacognosia y terapéutica, es autor del libro Historia Medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, cuyas tres partes aparecieron entre 1565 y 1574 redactadas sin moverse de Sevilla, en el que trata de casi un centenar de nuevas medicinas. El segundo, comisionado por Felipe II, estudió casi todo el virreinato de Nueva España en la década de los setenta del siglo XVI desde un punto de vista principalmente botánico, aunque anotó las aplicaciones medicinales; escribió sobre más de tres mil plantas y sobre numerosos animales y vegetales. Las aportaciones de ambos tuvieron una difusión diferente; los libros de Nicolás Monarde fueron muy difundidos, mientras que nada se publicó en vida de Francisco Hernández.[15]

En el reinado de Felipe II (1556 – 1598) se reunieron plantas útiles para la Medicina en el Jardín Botánico de Aranjuez, procedentes de España y de ambas Indias.[16] A finales de los años sesenta y comienzo de los setenta del siglo XVI se organiza una política destinada a obtener el máximo control y los máximos beneficios de las tierras americanas, considerándose imprescindible el mejor y máximo conocimiento de ellas[17]. Esto motivó la primera expedición científica mundial, dirigida por Francisco Hernández, nombrado Protomédico de Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano,[18] es decir, el protomédico con la jurisdicción más extensa.

Así pues, hasta el reinado de Felipe II no se atendió la petición de Cristóbal Colón de que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra. En otras palabras, transcurridos más de cincuenta años del descubrimiento y conquista del mundo novohispano por Hernán Cortés se realizó la Primera Expedición Científica a América (1571-1577), cuyo resultado fue el descubrimiento científico de lo que entonces era Virreinato de la Nueva España, único virreinato que pudo investigar, siendo director de tal expedición, es decir, investigador principal, el gran científico, médico y naturalista toledano, Francisco Hernández.[19]

Sobre Francisco Hernández se ha sabido relativamente poco durante siglos. En 1790, Casimiro Gómez Ortega,[20] Director del Real Jardín Botánico de Madrid, escribió que nació en la provincia de Toledo, fue médico del Real Monasterio de Guadalupe en los años de 1555 y 1556, murió en Madrid en el 28 de febrero de 1587, y que se enterró en la Parroquia de Santa Cruz, habiendo dejado por testamentarios a su hijo Dr. Juan Hernández Caro, a Andrés Barahona, y a doña María Figueroa[21]. Posteriormente, se ha escrito mucho sobre su vida y obra; dos diccionarios prestigiosos publicados en 1983[22] y 2011[23] coinciden en dar como lugar de nacimiento Puebla de Montalbán (Toledo), como año de nacimiento 1517 y 1515, respectivamente, y como fecha de su muerte el 28 de enero de 1587.

De la vida y obra Francisco Hernández, destacamos aquí que antes de ser comisionado había estado en el prestigioso complejo de la cultura en general y de la Medicina y Cirugía en particular que en el pasado fue el Real Monasterio de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe y sus Reales hospitales, a cargo de la Orden de San Jerónimo, de los que fue médico. En Guadalupe, investigó practicando la cirugía, dirigiendo el famoso jardín botánico y explorando el entorno montañoso de las Villuercas. Los recuerdos de sus actividades de investigación pasaron con él a América, estando reflejados algunos de ellos en su obra Historia natural de Cayo Plinio Segundo, la cual comenzó en España y continuó en el Virreinato de Nueva España; la experiencia previa y esta obra debieron influir para que el rey Felipe II le confiara la expedición científica.[24]

Como se puede observar en la orden que Francisco Hernández recibió el 11 de enero de 1570, el objetivo principal de la expedición era hacer la Historia natural de todo el territorio americano en su relación con la Medicina. La orden recibida comienza así:

 

“La orden que vos el doctor Francisco Hernández, nuestro médico, habéis de tener y guardar en el oficio de nuestro protomédico general de las nuestras Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano en que os habemos proveído, y en las otras cosas que se os cometen tocantes a la historia de las cosas naturales que habéis de hacer en aquellas partes, es la siguiente:

Primeramente, que en la primera flota que de estos reinos partiere para la nueva España os embarquéis y vais a aquella tierra primero que a otra ninguna de las dichas Indias, porque se tiene relación que en ella hay más cantidad de plantas y yerbas y otras semillas medicinales conocidas que en otra parte.

Item, os habéis de informar dondequiera que llegareis de todos los médicos, cirujanos, herbolarios e indios y otras personas curiosas en esta facultad y que os pareciere podrán entender y saber algo, y tomar relación generalmente de ellos de todas las yerbas, árboles y plantas medicinales que hubiere en la provincia donde os hallareis.

Otrosí, os informareis qué experiencia se tiene de las cosas susodichas y del uso y facultad y cantidad que de las dichas medicinas se da y de los lugares adonde nacen y cómo se cultivan, y si nacen en lugares secos o húmedos, o acerca de otros árboles y plantas, y si hay especies diferentes de ellas; y escribiréis las notas y señales.

Item, de todas las cosas susodichas que pudiereis hacer experiencia y prueba la haréis, y de la que no, procuraréis de informaros de las personas susodichas, para que sabiendo y estando certificado de la verdad, las escribiréis de manera que sean bien conocidas, por el uso, facultad y temperamento de ellas.

De todas las medicinas o yerbas o sus simientes que viereis por aquellas partes y os parecieren notables, las haréis enviar acá, entendiendo que de las que así enviareis no las hay en estos reinos.

En lo que toca a la escritura que habéis de hacer de la dicha Historia, porque tenemos entendido que lo haréis como convenga, os lo remitimos a vos para que hagáis de ella como de vuestro buen juicio y letras se confía.

Item, cuando hubiereis concluido con lo que hubiere que hacer en la dicha Nueva España, os podréis partir de allí e iros a la provincia del Perú, donde proseguiréis las cosas arriba declaradas en lo que se os comete”.[25]

 

Como se puede observar, la información cualitativa de que se disponía en el siglo XVI acerca de las plantas del continente americano tuvo reflejo en las instrucciones que Francisco Hernández recibió al partir.

El resto de las instrucciones recibidas antes de partir se refieren al oficio de protomédico, cargo que ejerció relativamente poco.

No recibió inicialmente instrucciones acerca de la Geografía e Historia. Sin embargo, en los dos diccionarios referenciados anteriormente consta que al embarcar en Sevilla, en septiembre de 1570, a Francisco Hernández le acompaña su hijo Juan Hernández y el cosmógrafo portugués Francisco Domínguez. En nuestra opinión, se debió tomar la decisión de encargar también el estudio geográfico e histórico de América durante los meses anteriores, lo más probable es que influyera ya el cacereño Juan de Ovando (Cáceres, c.1515 – Madrid, 1575), quien desde el 7 de junio de 1567 hasta el 12 de agosto de 1571 cumplió el encargo de visitador del Consejo de Indias y luego fue su presidente desde el 29 de agosto de 1571 hasta su muerte.[26]

Francisco Hernández y los demás expedicionarios arribaron al puerto de Veracruz en febrero de 1571. El arribo debió ser antes del 19 de febrero de ese año, porque ese día presentó su nombramiento de Protomédico en México y el 25 de noviembre de 1570 lo había hecho en Santo Domingo. ¡Por fin llegaron a América hombre doctos comisionados oficialmente, un médico con formación específica naturalista para hacer la Historia natural del territorio y un geógrafo!, quienes siguieron hasta la capital del Virreinato de Nueva España casi medio siglo después el itinerario que había seguido Hernán Cortés hasta Tenochtitlán.

Las exploraciones del territorio realizadas por Francisco Hernández y otros (componentes de la expedición, pintores, escribientes, herbolarios, médicos indígenas y los mozos y acemileros) fueron cinco itinerarios: Exploración de la zona central (actuales estados de Moruelos, México, Puebla, Tlaxcala e Hidalgo), Viaje al Mar Austral, Exploración de Oaxaca, Viaje a Michoacán y Viaje al Pánuco. Durante estas exploraciones interrogó para obtener información botánica medicinal y experimentó siempre que tuvo ocasión. Después de tales itinerarios, a partir de 1574 realizó experimentación clínica en el Hospital Real de San José, dedicado a la población indígena, con capacidad para más de doscientos hospitalizados.[27]

Francisco Hernández informó a Felipe II y a Juan de Ovando sobre el curso de la expedición científica en el Virreinato de Nueva España. En 1576, muerto Juan de Ovando y requerido por Felipe II, le remitió dieciséis cuerpos de libro de la Historia natural, con dibujos e ilustraciones. Y al año siguiente, regresó a España con otros veintidós cuerpos de libros, figurando entre ellos la mencionada traducción de Plinio y el manuscrito latino De Antiquitatibus Novae Hispaniae, es decir, Antigüedades de la Nueva España, estructurado en tres libros, a los que sumó un cuarto libro titulado De Expugnatione Novae Hispaniae.

La gran obra manuscrita del docto médico y naturalista Francisco Hernández, cuyas vicisitudes hemos estudiado, quedó inédita durante su vida. En 1926, se imprimió en México el manuscrito latino mencionado, considerándose como edición latina. Sesenta años después, la extremeña Ascensión Hernández, residente en México desde 1965, publicó una nueva edición, en la que atiende a lo que significó el encuentro del Renacimiento y la sabiduría indígena del siglo XVI[28]. De acuerdo con su editora, el primer libro de las Antigüedades es una miscelánea sobre geografía, costumbres, etcétera; el libro segundo está dedicado a la astrología, medicina, arte culinario y organización religiosa; y el libro tercero es una síntesis de la vida religiosa de los pueblos nahuas de la región central de México. En el Libro de la Conquista, como complemento, Francisco Hernández hace una síntesis acerca de los acontecimientos sucedidos entre los años 1519 y 1521 en buena parte de los que hoy es la República de México; el relato arranca cuando Hernán Cortés sale de la isla de Cuba en marzo de 1919 y termina con la estancia en la capital mexica y su posterior conquista, inclinando su narración a una gran empresa para la cristiandad y para España.

Añadimos aquí que Francisco Hernández no menciona en el manuscrito de las Antigüedades, con su complemento final el Libro de la Conquista, que lo escribió por encargo del mencionado Juan de Ovando, justificando su redacción en el Proemio a Felipe II Óptimo Máximo, Rey de las España y de las Indias, considerando que lo que ofrece es una semilla de historia, es decir, una síntesis histórica.

Entre 1959 y 1984, el médico español Germán Somolinos D´Ardois, quien pasó a México al finalizar la Guerra Civil Española (1936-1939), realizó la publicación de los manuscritos de Francisco Hernández, con el título Obras Completas. En esta publicación, ya referenciada, a título de ejemplo, figura la primera descripción científica ilustrada de un árbol cauchífero, su producto y sus aplicaciones; denomina holquáhuitl al árbol cauchífero o árbol del olli, y goma a la al producto vegetal descubierto, identificándola con la materia prima famosa utilizada en la preparación de las pelotas del juego azteca llevado por Hernán Cortés a España. La descripción figura también en nuestro libro referenciado sobre el caucho, referenciado anteriormente.

La Primera Expedición Científica a América (1571-1577) inició el estudio científico in situ de las plantas del continente que alberga la mayor variedad de plantas del mundo. Muchos años después, se ha afirmado que de las más de cien mil plantas existentes en América Latina, más del 20% pueden tener aplicación farmacéutica.[29]

No hubo más expediciones científicas en los reinados de los Austrias posteriores, lo que indica claramente que hubo un apagón científico y tecnológico en los asuntos ultramarinos. De acuerdo con Severo Ochoa de Albornoz (Luarca, Asturias, 1905 – Madrid, 1993), Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959,[30] porque España, quizá desde Felipe II estaba más interesada en los asuntos de allá arriba que en los de aquí abajo, es decir, una religión mal entendida.[31]

 

 

  1. EXPEDICIONES CIENTÍFICAS ESPAÑOLAS A AMÉRICA DURANTE LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA

 

Durante la Ilustración Española, es decir, entre 1700 (llegada de Los Borbones) y 1808 (invasión de España por las tropas napoleónicas), o 1814 (fin de la Guerra de la Independencia), se desarrolló una gran actividad ideológica, social y política, con su cenit en el reinado de Carlos III (1759-1788). La muerte de este rey casi coincide con el inicio de la Revolución Francesa (1789), y marca un punto de inflexión. En los años sucesivos, las aspiraciones reformistas pierden su vigor en comparación con los reinados borbónicos anteriores, y se llegan a pagar las luces de la razón, sucediéndole un absolutismo monárquico en todo su apogeo.[32]

Durante la Ilustración Española se realizaron numerosas expediciones a los territorios ultramarinos españoles. Se han relacionado un total de 41 expediciones científicas[33]: dos en el reinado de Felipe V, tres en el reinado de Fernando VI, veinte en el reinado de Carlos III y dieciséis en el reinado de Carlos IV. Según que predomine el carácter estatal o privado y la iniciativa nacional o internacional se han clasificado en: expediciones estatales de iniciativa internacional, expediciones estatales de iniciativa nacional, expediciones estatales de iniciativa plurinacional y expediciones privadas de iniciativa nacional o internacional.

De la primera expedición científica de la Ilustración Española, es decir, la Expedición Geodésica Hispano-Francesa al Virreinato del Perú (1734-1743), ya hemos tratado en nuestro libro sobre el caucho.[34]

Las principales expediciones científicas realizadas a América y Filipinas en los reinados de Carlos III y Carlos IV están relacionadas en la Tabla 1, elaborada consultando el libro La ilusión quebrada.[35] Las expediciones botánicas (Perú y Chile, Nueva Granada y Nueva España) que figuran en esa tabla tuvieron tres objetivos: inventariar las riquezas naturales americanas (importancia científica, conocer sus aplicaciones y su posibilidad de utilización (importancia económica), y desarrollar en las colonias el nuevo modelo sanitario de la metrópoli (reorganización de las profesiones sanitarias en las colonias); tuvieron un carácter utilitario claramente farmacológico.

Casimiro Gómez Ortega, además de catedrático primero del Real Jardín Botánico de Madrid y figura clave de la Farmacia del siglo XVIII, fue el científico cortesano principal gestor de la ciencia ilustrada en los reinados de Carlos III y Carlos IV, en lo referente a la Historia Natural y sus colonias ultramarinas, e incorporó la Botánica al proyecto ambicioso, utópico y, en cierta medida original, de inventariar y comercializar las riquezas coloniales.

Como extremeños objetivos, destacamos aquí a los científicos José Antonio Pavón Jiménez y Vicente Cervantes Mendo, cuyos datos de nacimiento y muerte hemos mencionado en el primer apartado de este trabajo. El primero, boticario y botánico es conocido desde hace mucho tiempo que nació en Casatejada (Cáceres), y que participó en la Real Expedición Botánica a Perú y Chile (1777-1787) como segundo botánico. Y el segundo científico, conocido como Vicente Cervantes durante mucho tiempo, se ha tenido como nacido en Zafra en 1755 hasta que el primero de los autores del presente trabajo demostró que era en realidad el insigne científico Vicente Cervantes Mendo, nacido en Ledrada (Salamanca) en 1758, cuya familia materna era de Casar de Cáceres (Cáceres); fue boticario, botánico y químico, y alumno distinguido del mencionado Gómez Ortega, pasando con su esposa, nacida Hervás (Cáceres), a Nueva España desde Cádiz en el navío Mentor con destino a Veracruz, el 30 de junio de 1787, como Catedrático de Botánica del Real Jardín Botánico de México, quien finalizada la Real Expedición Botánica de Nueva España (1787-1803) vivió en México colonial y México independiente hasta su muerte; es patrimonio de España y de México.[36] Ambos científicos son autores o coautores de publicaciones importantes relacionadas con la expedición botánica de la que fueron investigadores; las dos expediciones científicas en que participaron se pueden considerar continuación de la Primera Expedición Científica a América (1571-1577)

 

 

 

 

 

 

 

Tabla 1. Algunos datos de las expediciones científicas principales realizadas en los reinados de Carlos III y Carlos IV

Expedición y duración Primeros expedicionarios, profesiones y actividades en la expedición Territorios explorados
Perú y Chile

(1777-1787)

Hipólito Ruiz López, farmacéutico; Primer botánico y Director de la expedición

José Antonio Pavón y Jiménez, farmacéutico; Segundo botánico

 

Territorios peruanos, chilenos y ecuatorianos
Nueva Granada

(1783-1808)

José Celestino Mutis y Bosio, clérigo; Director de la expedición

Juan Eloy Valenzuela, clérigo; botánico hasta 1784

Diego García, clérigo; botánico encargado del estanco de la quina

Otros investigadores

Territorios correspondientes a la actual Colombia
Nueva España

(1787-1803)

Martín Sessé y Lacasta, médico; Director y herborizador

Vicente Cervantes Mendo, farmacéutico; Director del Real Jardín Botánico de México

Otros investigadores

México, algunos estados de los Estados Unidos de América, isla de Nukta (Archipiélago de Vancouver), Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Puerto Rico
Filipinas

(1786-1806?)

Juan de Cuéllar, farmacéutico; botánico contratado por la Real Compañía de Filipinas y botánico del Rey, Director del Jardín Botánico de Filipinas Filipinas
Malaspina

(1789-1794)

Alejandro Malaspina, marino, Comandante de la corbeta Descubierta; Director de la expedición

José Bustamante y Guerra, marino; Comandante de la corbeta Atrevida y segundo jefe de la expedición

Otros investigadores

Uruguay, Patagonia, islas Malvinas, Chile, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, México, isla de Nukta, islas Marianas, Filipinas, Australia, Archipiélago de Tonga, Perú
Mopox

(1796-1802)

Baltasar Manuel de Mopox y Jaruco, Conde de Boldo, aristócrata y médico; Director y botánico hasta 1799

José Estévez; pasó de la Expedición Nueva España (1787-1803)

Otros investigadores

 

Cuba y algunos estados de los Estados Unidos de América

Fuente: elaboración de los autores a partir de datos tomados del libro La ilusión quebrada: botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada, págs. 272-275, y datos propios.

  1. LAS EXPEDICIONES A AMÉRICA DIRIGIDAS POR MIGUEL DE LA QUADRA-SALCEDO Y GAYARRE

 

Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre ofreció en 1979 su proyecto educativo Aventura 92, consistente en organizar una serie de expediciones, repitiendo los viajes de Cristóbal Colón y de otros navegantes españoles y portugueses, con el objetivo de impulsar la reflexión en jóvenes iberoamericanos y europeos de la importancia trascendental, histórica y de futuro del Descubrimiento de América o Encuentro de Dos Mundos. En la Tabla 2 se relacionan las expediciones Aventura 92 dirigidas por español tan polifacético e internacional (Figura 1).

El segundo de los autores del presente trabajo fue expedicionario en 1992, última expedición del programa Aventura 92; fue uno de los 191 preseleccionados españoles (estudiantes de Bachillerato Unificado y Polivalente y de Formación Profesional) por los distintos jurados (de la Universidad Complutense de Madrid y Quinto Centenario) calificadores de los trabajos presentados, y seleccionado definitivamente en la segunda fase del concurso en Televisión Española. El trabajo presentado tiene por título Páginas de ciencia hispanoamericana,[37] en el que se trata con brevedad de las expediciones científicas españolas, resaltando el referente extremeño de ellas. En la Figura 2, se muestra una de las páginas de mencionado trabajo.

Los jóvenes de la Expedición 1992 recibieron una carta del rey Juan Carlos I, visitaron la Exposición Universal de Sevilla y fueron recibidos por el Papa Juan Pablo II en la República Dominicana. El programa fue muy amplio en España (5-29 de septiembre de 1992) y en la República Dominicana (5 de septiembre de 1992 – 15 de octubre de 1992). Las Figuras 3 y 4 corresponden a dos momentos de la expedición en Extremadura (18-22 de septiembre de 1992) y la Figura 5 corresponde a la Bahía de Samaná en la República Dominicana. La Figura 5 corresponde a una entrevista a los cuatro jóvenes cacereños expedicionarios tras finalizar la expedición.

El director de la expedición explicó el 22 de septiembre de 1992 en la Oficina Enclave 92 de Badajoz que “Aventura 92 es un programa de Estado que moviliza a toda la juventud, con el ideal común de los países que han tenido páginas de la historia en común y, sobre todo, que han dado ese mestizaje cultural que ha enriquecido a las dos orillas”. Y destacó la experiencia que están viviendo los jóvenes participantes de treinta y cinco países de Iberoamérica, Europa y Asia, de entre 16 y 17 años, de cara al futuro.[38]

Añadimos a sus declaraciones que en el Programa de 1992 ya se decía que funcionaba la Asociación de Amigos de la Aventura 92, formada por ex-alumnos, para participar en programas sociales que las Comisiones del Quinto Centenario de distintos países de América tiene establecidos, con campañas de alfabetización, cooperación con agricultores, etcétera, logros que los antiguos alumnos de Aventura 92 comunicaban a otros jóvenes que se incorporaban así a los programas sociales. Buena prueba de ello fue el Encuentro de expedicionarios de las expediciones anteriores celebrado en Cáceres en 1992 y el Encuentro de expedicionarios de la Expedición 1989 celebrado en la misma ciudad en 2015.

Aventura 92, declarado Programa de Interés Cultural por la UNESCO en 1990, continuó dirigido por el mismo experto con otras denominaciones a partir de 1993, financiado principalmente por Argentaria y el Banco de Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA): Ruta Quetzal Argentaria, Ruta Quetzal BBVA en 2001 y Ruta BBVA desde 2014.

En particular, Ruta Quetzal 1997 estuvo dedicada a la Primera Expedición Científica en América, convocada para la participación de jóvenes españoles o extranjeros nacidos exclusivamente en los años 1980 y 1981 que cursaban estudios en España en enseñanzas medias/educación secundaria (BUP, FF, ESO, LOGSE…). La ruta de ese año fue muy interesante; los párrafos y la Figura 6 que hemos seleccionados son muy ilustrativos:

 

“En esta aventura científica, Francisco Hernández viajaba en una litera que llevaba dos mulas. El resto del grupo, que seguía a pie o a caballo, lo formaban tres dibujantes, otros tantos escribientes, un intérprete, cuatro herbolarios y un cosmógrafo. Junto a ellos, viajaban varios médicos indígenas, además de los acemileros encargados de acarrear la impedimenta de la expedición.

A lo largo de toda su expedición, Francisco Hernández viajó interrogando a los indígenas más ancianos y anotando en su diario todo aquello que le decían. Además probaba y experimentaba en él las hierbas y medicinas poniéndose alguna vez al borde de la muerte por envenenamiento. Su figura quedó grabada en la memoria de los indios como “El Preguntador”.

En el incendio de 1671 de la Biblioteca Real del Monasterio de El Escorial, se destruyeron muchos de los manuscritos de Francisco Hernández y para completar su obra se envió la “Real Expedición científica” de 1787-1803, dirigida por el aragonés Martín Sessé con la participación del científico mexicano José Mociño.

En su viaje de estudios la expedición Ruta Quetzal Argentaria atravesará los estados mexicanos de Puebla, Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz, volviendo a México D.F. por el camino de Hernán Cortés desde la costa. En 1997 se cumple el 450 aniversario de su muerte en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), cuando estaba regresando a México.

La gran aventura de ese año será la ascensión al volcán Popocatepetl de 5452 metros de altitud. Los expedicionarios que logren llegar al cráter y después a la cumbre, podrán ver entre nieves perpetuas unas vistas inigualables de las ciudades de México y Puebla, así conmemoramos la primera subida del leonés Diego de Ordás a este volcán en 1519.

Esta duodécima edición de la expedición Ruta Quetzal [realmente fue la quinta edición pues antes se habían celebrado siete expediciones de Aventura 92] está patrocinada una vez más por Argentaria, uno de los mayores grupos financieros de España, y la colaboración de las Comunidades de Castilla-La Mancha y Castilla y León, que hacen posible este ambicioso programa cultural que une a los jóvenes de Europa y América a través de una aventura educativa.

En la presente edición, Miguel Miguel de la Quadra-Salcedo, director de la expedición, propone una aventura en la que se estudiarán las civilizaciones precolombinas (aztecas, zapotecas, mayas y olmecas) profundizando con arqueólogos e historiadores en los templos y zonas arqueológicas de estas culturas, muchas de ellas hoy día atrapadas por la selva, y donde habitan los indios lacandones, descendientes de los mayas, siguiendo la antigua ruta del científico Francisco Hernández.

El programa está auspiciado por por el Ministerio de Asuntos Exteriores a través de su Secretaría de Estado de Cooperación y para Iberoamérica, en estrecha colaboración con el Gobierno de México. Ruta Quetzal Argentaria es un programa declarado de Interés Universal por la UNESCO”.

La última expedición realizada, Ruta BBVA 2016, titulada “Aventura en la Selvas Mayas de Yucatán”, se ha realizado primero por México y después por España. Según noticias de BBVA, el 29 de junio pasado comenzó en Cancún (México) la última expedición patrocinada por esta entidad. Los expedicionarios recorrieron la península de Yucatán y en España recorrieron Extremadura y Andalucía para profundizar en la figura del inca Garcilaso de la Vega y conmemorar el quinto centenario de la muerte del rey Fernando el Católico.

La última ruta se ha realizado sin la presencia de Miguel de la Quadra-Salcedo  y Gayarre, quien falleció el viernes 20 de mayo de 2016 en su domicilio de Madrid, a los 84 años de edad. La noticia del fallecimiento de tan conocido personaje fue muy difundida. El periodista Francisco Pérez Henares ha escrito en El Español su adiós al compañero de profesión y de aventuras con el título Lo que me enseñó Miguel de la Quadra.[39], en cuyo primer párrafo dice:

 

“Me enseñó que no se era español del todo hasta que no se conocía y se amaba Hispanoamérica. Y para que lo aprendiera me arrastró tras él por todo continente y me hizo recorrerlo de arriba a abajo, de costa a costa, de manglares a nieves, de las selvas al desierto, de mares a ríos, de cascadas a lagos y de ciudades prehistóricas a malocas actuales, desde San Blas de las Californias a Nombre de Dios, desde Isla Colon a Pico Duarte y el Popocatepel, desde el Darién a Sonora, de Orinoco al mar de Cortés, del Salto del Ángel o Basaseachic a Arareko y de Ingapirca al Pastaza.”

 

Y en el cuarto párrafo:

 

“Y España le debe a Miguel de la Quadra un reconocimiento que no le dio, un Premio Príncipe de Asturias que un jurado cegato le negó, un legado que jamás pagaremos en su justa medida. La Ruta Quetzal fue la obra de su vida y por ella vivirá Miguel en el corazón de miles de ruteros, de más de 50 países diferentes, unidos por nuestra lengua y desde su paso por los campamentos por un espíritu compartido que “les cambió la vida”, como repiten cuando recuerdan, que les dio una lección de igualdad, solidaridad y de abrir sus mentes y sus corazones a lo diferente”.

 

El mismo día de su fallecimiento, a propuesta del Ministro de Educación Cultura y Deporte, el Consejo de Ministros acordó concederle, a título póstumo, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.[40]

El personaje fallecido fue siempre cercano a Extremadura. A propuesta del Presidente de la Junta de Extremadura, el Consejo de Gobierno en su sesión del 17 de agosto de 2012, se le concedió la Medalla de Extremadura, es decir, la más alta distinción de la Comunidad Autónoma de Extremadura.[41] En el Decreto de concesión, tras varios párrafos, consta:

 

“En definitiva, D. Miguel de la Quadra-Salcedo es un personaje clave en la recreación y puesta en valor de la importante labor llevada a cabo por los grandes descubridores extremeños del siglo XVI, con lo que ello implica para la memoria colectiva del pueblo extremeño, lo que le hace merecedor del reconocimiento de la región con la cesión de la más alta distinción de la Comunidad Autónoma de Extremadura”.

 

Tras recibir tan alta distinción, continuó ejerciendo su vinculación con Extremadura. La Junta de Extremadura lamentó el fallecimiento de tan polifacético personaje, al tiempo que transmitió sus condolencias a los familiares de una de las personalidades más queridas y respetadas en nuestra Comunidad Autónoma.

Tal vinculación ha tenido como epílogo póstumo el hecho de que la última expedición de la Ruta BBVA ha recalado en Madrigalejo casi dos meses después del fallecimiento. Los 213 jóvenes, la treintena de monitores que les guiaban y los 40 periodistas internacionales que acompañaban la expedición de 2016 durmieron el pasado 16 de julio en el pueblo cacereño y partieron al día siguiente hacia Córdoba para, posteriormente, continuar a Granada.[42]

Según Íñigo de la Quadra-Salcedo Asumendi, uno de los tres hijos del director fallecido, su padre le dijo las cosas importantes de la Ruta 2016 en noviembre del año anterior. En América, el árbol del chicle, y el mestizaje, y en España, Madrigalejo, porque lo que más le importaba era que se conmemorara la muerte del rey Fernando el Católico.[43]

Según fuentes de BBVA, esta entidad ha decido no continuar con un proyecto irrepetible de Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. En total, se han realizado 31 expediciones, habiendo participado más de diez mil jóvenes de 57 países que han tenido la oportunidad de descubrir la dimensión humana, social, geográfica e histórica de otras culturas. El proyecto del fallecido pare que tuvo su inspiración en un viaje organizado en 1933 por la Institución Libre de Enseñanza por el mar Mediterráneo.

Tabla 2. Expediciones Aventura 92 dirigidas por Miguel de la Quadra-Salcedo Gayarre

Expedición Título Itinerario
Expedición 1979 Aventura en el Amazonas Bolivia, Perú y Brasil
Expedición 1985 Rumbo a Zipango España, Bahamas, Cuba y República Dominicana
Expedición 1988 Rumbo a las Antillas España, Bahamas, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Portugal
Expedición 1989 Rumbo a las Selvas del Orinoco España, Islas de Cabo Verde, Venezuela, República Dominicana y Portugal
Expedición 1990 Rumbo al Mundo Maya España, México, Costa Rica, Panamá, Colombia y Puerto Rico
Expedición 1991 Rumbo al Amazonas España, República Dominicana, Venezuela y Brasil
Expedición 1992 Rumbo al mundo del futuro España y República Dominicana

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Aventura 92.

 Figura 1. El Miguel de la Quadra-Salcedo Gayarre y expedicionarios. Fuente: tríptico Expedición 1992 de Aventura 92

Figura 2. Hispanidad en Guadalupe (Cáceres, Extremadura, España). Fuente: Páginas hispanoamericana, trabajo inédito del autor Jesús Francisco Pastor Valle, expedicionario en 1992.

Figura 3. Expedición 1992 en la Plaza Mayor de Trujillo, 20 de septiembre 1992. Fuente: Expedición 1992 de Aventura 92.

Figura 4. Expedición 1992 en la Bahía de Samaná, República Dominicana, 6 de octubre de 1992. Fuente: fotografía de los autores.

Figura 5. Los cuatro jóvenes cacereños entrevistados por Santos A. Vázquez en Cáceres tras finalizar la Expedición 1992. Fuente: HOY Diario de Extremadura, 31 de octubre 1992, pág. 25.

Figura 6. El Preguntador, grabado único que representa a Francisco Hernández. Fuente: Ruta Quetzal 1997, fotografía de los autores.

 

 

  1. CENTRO LOS DESCUBRIDORES EN TRUJILLO

 En los XLIV Coloquios Históricos de Extremadura, concluíamos que la exposición sobre Hernán Cortés celebrada en Madrid en 2014-2015 con el título Itinerario de Hernán Cortés había sido la primera exposición internacional sobre tan gran personaje de la Historia. Y que tal exposición, si bien muy interesante, tuvo muy poca difusión institucional en Extremadura, que faltó presencia institucional extremeña, y que fueron relativamente pocos los materiales expuestos de Extremadura.

Recientemente, se ha inaugurado el Centro Los Descubridores en Trujillo, sito en la que fue Iglesia de la Preciosa Sangre. La inauguración fue realizada por José Luis Navarro Ribera, consejero de Economía e Infraestructura de la Junta de Extremadura. Según información que figura al entrar en el centro inaugurado, esta iglesia, erigida entre 1627 y 1635, se encontraba en un lamentable estado al borde de la ruina. Ello motivó la actuación del ayuntamiento trujillano, con el apoyo de la Junta de Extremadura, adquiriendo y restaurando el edificio, para sumarlo al extraordinario patrimonio de la ciudad. La restauración y musealización de la iglesia se finalizó en el mes de julio de 2016, siendo Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Trujillo Alberto Casero Ávila. El Museo Naval de Madrid y el Archivo General de Indias han colaborado.

El centro inaugurado está estructurado en diferentes ámbitos. Dos de ellos son se denominan Los descubridores y La peligrosa aventura del Descubrimiento, en donde hay un gran palo mayor hasta la cúpula y suena cada cierto tiempo un océano embravecido. Se muestran datos esenciales de los descubrimientos de los siglos XV y XVI:

 

  • Los motivos que impulsaron la financiación de la expedición de Cristóbal Colón, al servicio de los Reyes Católicos.
  • Las Capitulaciones de Santa Fe, es decir, el acuerdo entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón firmado el 17 de abril de 1492 en Santa Fe (Granada) para el descubrimiento y conquista de nuevos territorios trasatlánticos. Las carabelas La Pinta y La Niña, y la nao Santa María, zarparon del Puerto de Palos (Palos de la Frontera desde 1642, Huelva) el 3 de agosto de 1492 al mando del almirante Cristóbal Colón en busca de una nueva ruta hacia Oriente; arribaron a la isla Guanahaní, es decir, San Salvador, una de las islas de las actuales Bahamas, tras dos meses y nueve días de navegación, superando grandes tormentas y otras dificultades.
  • Trujillanos y trujillanas protagonistas de hechos diversos en el Nuevo Mundo: Francisco de las Casas, María de Escobar, Diego García de Paredes, Inés Muñoz, Francisco de Orellana, Francisco Pizarro González y Hernando de Soto.
  • Las fechas y hechos importantes relacionados con las expediciones por mar y tierra realizadas durante el descubrimiento y exploración del Nuevo Mundo, con fechas extremas 1492 y 1571, es decir, los años del Descubrimiento de América y el inicio de la Primera Expedición Científica a América.
  • Se remarca que el Descubrimiento del Nuevo Mundo fue una aventura peligrosa. Hay un panel en donde se ilustran instrumentos de navegación de los siglos XV y XVI: astrolabio, ballestilla, compás magnético, cuadrante de dos sectores, cuadrante náutico o de altura y nocturlabio.
  • Información sobre la religión durante la colonización, señalando que el motor de la Reconquista a los musulmanes permanece vivo durante el siglo XVI y se traslada como motivación esencial al continente descubierto. En otras palabras, la Iglesia Católica fue un aliado político de España y sus descubrimientos en el nuevo continente. Y también se señala que el cúmulo de denuncias y alegatos de misioneros y humanistas determinaron la aprobación de las Leyes de Burgos, en 1512, obligando a los encomenderos, bajo la supervisión de oficiales reales, a su cumplimiento.

No obstante, se puede mejorar. No hay ni una sola mención al trujillano Alonso de Chaves (Trujillo, Cáceres, ca. 1493 – Sevilla, 1587)[44] ni a su hijo Jerónimo Chaves Ramos (Sevilla, 1523 – Sevilla, 1574).[45] El padre fue nombrado piloto, cosmógrafo y maestro de la manufactura de los instrumentos náuticos de la Casa de Contratación de Sevilla el 24 de abril de 1524, y el 11 de julio de 1552 sucedió al geógrafo y náutico italiano Sebastián Cabot como piloto mayor hasta 1586; estuvo al frente de la construcción y licencia de instrumentos, así como de la enseñanza y licencia de pilotos, y dedicó su larga vida a las tareas cotidianas de supervisión de la empresa de Indias, es decir, la empresa con más exigencias de la ciencia aplicada de su época, ya que el retorno de cada barco conllevaba un informe técnico, cuaderno de bitácora e información recogida de los pilotos. Su hijo, por insistencia de su padre, antes de que se hiciera cargo de la cátedra de cosmografía, realizó un examen consistente en presentar un currículum obligatorio para la licencia de los pilotos de la carrera de Indias; desempeñó el puesto entre 1552 y 1568, siendo su principal contribución científica las tablas astronómicas, cartas y mapas. Padre e hijo fueron bien considerados en la corte y sus opiniones fueron solicitadas por el Real y Supremo Consejo de Indias.

Hasta el momento, no existe una publicación informativa resumen para los visitantes del Centro Los Descubridores, pero los visitantes pueden aprender o recordar en este centro que la vinculación de la ciudad de Trujillo en el descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo no se limita al monumento dedicado a Francisco Pizarro González que encuentran y fotografían en la Plaza Mayor (Figura 7). En uno de los paneles, se puede leer un primer párrafo del trabajo “La Hispanidad de Trujillo en las Américas”, cuyo autor es Vicente González Hernández, y dos párrafos más que ilustran que Trujillo fue protagonista indiscutible de la Historia en el Nuevo Mundo. Los tres párrafos los transcribimos a continuación tomados del panel expuesto (Figura 8).

 

“En Trujillo y en aquellos lugares del Nuevo Mundo llamados Trujillo; en el paisaje americano abierto al entendimiento entre Culturas milenarias, los nombres de Francisco Pizarro y Hernán Cortés simbolizan ideales de universalidad; representan todas aquellas virtudes y defectos, triunfos y derrotas, proximidades y alejamientos que abrieron los caminos de la Hispanidad, título éste que doy por merecido y ha de otorgase con justicia a la ciudad extremeña e hispana en la memoria de América: Trujillo”.

“Resulta evidente que para cualquiera que contemple Trujillo, la enorme vinculación que posee la ciudad con el Descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo.

Podría afirmarse que Trujillo es hoy el más vivo exponente de aquella época histórica que modificó el mundo. Sus monumentos, sus archivos documentales y hasta muchos de sus habitantes, son, sin lugar a dudas, el mayor patrimonio histórico y cultural de aquellos tiempos y el mejor testimonio del protagonismo de Trujillo en la extraordinaria aventura del Descubrimiento”.

 

Los autores del presente trabajo consideramos que si Miguel de la Cuadra-Salcedo y Gayarre hubiera vivido en la fecha de la inauguración, hubiera tenido la satisfacción de ver, aunque con mucho retraso, que Extremadura es más reivindicativa. Como epílogo de lo mostrado en el centro inaugurado, falta recordar a tan polifacético español, cuyas expediciones dirigidas a partir de 1979 tuvieron como motivo frecuente los descubrimientos de América de los siglos XV y XVI, reivindicando la proyección de Extremadura en América, y en particular de Trujillo.

Finalmente, en nuestra opinión, los numerosos contenidos Extremadura-América requieren un centro general, es decir, una Casa de América en Extremadura, en donde se muestren permanentemente de manera concisa y didáctica las aportaciones significativas de los extremeños y extremeñas que pasaron a América, incluyendo las aportaciones científicas y tecnológicas. O bien, otros centros similares al inaugurado en Trujillo en otras poblaciones extremeñas que en el pasado tuvieron también vinculación importante con América. Sobra decir que tales centros sumarían también al potencial turístico de Extremadura.

Figura 7. Estatua ecuestre de Francisco Pizarro en la Plaza Mayor de Trujillo (1929). Fuente: fotografía de los autores.

Figura 2. Panel ilustrativo del protagonismo indiscutible de Trujillo en la Historia del Nuevo Mundo. Fuente: Centro Los Descubridores de Trujillo, fotografía de los autores.

 

 

  1. CONCLUSIONES

 

  1. Hasta el reinado de Felipe II no se atendió la petición de Cristóbal Colón de que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra. Transcurridos más de cincuenta años del descubrimiento y conquista del mundo novohispano por el extremeño Hernán cortés, se realizó la Primera Expedición Científica a América (1571-1577), cuyo investigador principal fue el médico y naturalista toledano Francisco Hernández. Este gran científico, vinculado antes con los Reales Hospitales de Guadalupe, recibió al partir la distinción de Protomédico de Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, es decir, el médico con la jurisdicción más extensa. El resultado de la expedición, cuyo objetivo principal era realizar la Historia Natural en su relación con la Medicina, fue el descubrimiento científico de lo que entonces era Virreinato de Nueva España, único virreinato que pudo investigar; inició el estudio científico in situ de las plantas del continente que tiene la mayor variedad de plantas del mundo. Además, trató del México precortesiano y de su conquista por Hernán Cortés.
  2. Tras la Primera Expedición Científica a América (1571-1577), hubo un apagón en el estudio científico y tecnológico en los asuntos ultramarinos. Durante la Ilustración Española se realizaron numerosas expediciones científicas. Las llamadas expediciones botánicas tuvieron un carácter utilitario claramente farmacológico. En la Real Expedición Botánica a Perú y Chile (1777-1787) destacó el científico José Antonio Pavón y Jiménez (Casatejada, Cáceres, 1754 – Madrid, 1840). Y en la Real Expedición Botática a Nueva España (1787-1803), y después, destacó el científico Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca, 1758 – México, 1829), quien no es extremeño de nacimiento, pero tuvo vinculación con Extremadura; es patrimonio de España y de México.

2. El polifacético Miguel de la Quadra Salcedo y Gayarre (Madrid, 1932- Madrid, 2016), conocedor de América, dirigió 31 expediciones a América desde 1979, con las denominaciones Aventura 92, Ruta Quetzal Argentaria, Ruta Quetzal BBVA y Ruta BBVA, por España y diferentes territorios de América. Todas ellas relacionadas con los descubrimientos de los siglos XV y XVI, y con las expediciones científicas españolas. En total, más de diez mil jóvenes de 57 países han tenido la oportunidad de descubrir la dimensión humana, social, geográfica e histórica de otras culturas. Durante las expediciones estuvo muy vinculado con Extremadura y puso en valor a los descubridores extremeños del siglo XVI; recibió merecidamente la Medalla de Extremadura en 2012.

3. El Centro Los Descubridores recientemente inaugurado en Trujillo, necesario desde hace tiempo, y mejorable, ofrece información esencial sobre el Descubrimiento del Nuevo Mundo en los siglos XV y XVI, e incluye algunos aspectos científicos y tecnológicos anteriores a la Primera Expedición Científica a América (1571-1577). En particular, se destaca a los descubridores extremeños del siglo XVI, a Trujillo, y a trujillanos y trujillanas que pasaron al mundo nuevo. Dicho centro, suma al potencial turístico de la ciudad de Trujillo.

4. En nuestra opinión, falta un gran centro general porque hay que mostrar la proyección total que en el pasado tuvo Extremadura en América. O bien más centros, similares al inaugurado en Trujillo, en poblaciones extremeñas que en el pasado tuvieron también vinculación importante con América.

REFERENCIAS

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TORIBIO MEDINA, José: Biblioteca hispanoamericana (1493-1810), Vol. 2, págs. 265-297. Santiago de Chile, 1959.

 

AGRADECIMIENTO

 

Seguimos expresando nuestro agradecimiento a la Asociación Coloquios Históricos de Extremadura por sus 45 años de trabajo. En nuestra opinión, ha acumulado méritos para ser distinguida con la Medalla de Extremadura.

[1]PASTOR VIILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, PASTOR VALLE, Montaña Belén:   “Itinerario de Hernán Cortés en el descubrimiento y conquista de México, antecedente de la Primera Expedición Científica al Virreinato de Nueva España”. En: Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura (edición), XLIV Coloquios Históricos de Extremadura, en prensa. Trujillo, 2015.

 

[2]LORENCI, Miguel: “El conquistador de la aventura”, HOY, Diario de Extremadura, 21.05.2016, págs. 30-31. Badajoz, 2016.

 

[3]GLICK, Thomas F. “Colón, Cristóbal”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 239-242. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[4]ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo: Cien personajes en Guadalupe, págs. 85-87, 239-244. Fuenlabrada (Madrid), Graficinco, 1995.

 

[5]LÓPEZ PIÑERO, José María, GLICK, Thomas F.: “Pavón Jiménez, José Antonio”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2, págs. 148-149. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[6]PASTOR VILLEGAS, José: “Vicente Cervantes Mendo: lugar y fecha de nacimiento, bicentenario no conmemorado y próximo 250 aniversario. An. R. Acad. Nac. Farm. 73, 747-762. Madrid, 2007.

 

[7]ELLIOT, J. H.: El Viejo Mundo y el Nuevo (1492-1650), págs. 13-40. Madrid, Alianza, 1970.

 

[8]LEÓN-PORTILLA, Miguel: “Encuentro de dos mundos”, América 92,4, 16-17, Madrid, 1985.

 

[9]LÓPEZ PIÑERO, José María: “San Martín Satrústegui, Alejandro”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2, págs. 291 – 293. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[10]SAN MARTÍN, Alejandro: “Influjo del descubrimiento del Nuevo Mundo en las Ciencias Médicas”. En: El Continente Americano, Vol. III, págs. 5-54. Madrid, Ateneo de Madrid, Sucesores de Rivadeneira, Impresores de la Real Casa, 1894.

 

[11]PASTOR VILLEGAS, José y PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, pág. 18. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[12]BARAJAS SALAS, Eduardo: Cronistas extremeños de Indias. Badajoz, Estudio, 1992.

 

[13]BUSTAMANTE, Jesús: “El conocimiento como necesidad de estado: las encuestas oficiales sobre Nueva España durante el reinado de Carlos V”, Revista de Indias, Vol. 60, núm. 218, págs. 33-55. Madrid, 1954.

 

[14]Enciclopedia de Latinoamérica, Vol. 3, págs. 162-63. Madrid, Debate/Círculo, 1987.

 

[15]LÓPEZ PIÑERO, José María, FRESQUET FEBRER, José Luis, LÓPEZ TERRADA, María Luz, PARDO TOMÁS, José: Medicinas, drogas y alimentos del nuevo mundo: textos e imágenes españolas que los introdujeron en Europa, págs. 13-16. Madrid, Ministerio de Sanidad y Consumo, 1992.

 

[16]MURILLO CAMPOS, Francisco., BERMÚDEZ CAMACHO, Diego: “Estudios en el Archivo General de Indias de Sevilla, Prólogo”, Anales de la Real Academia de Farmacia 15, núm. 5, págs. 653-655, 1949.

 

[17]ALVÁREZ PELÁEZ, Raquel: “El Doctor Hernández, un viajero ilustrado del siglo XVI”, Revista de Indias 47, núm. 180, 617- 629, 1987.

 

[18]GUERRA, Francisco: Historia de la Materia Médica Hispano Americana y Filipina en la Época Colonial, págs. 63-64. Madrid, Afrodisio Aguado, 1973.

 

[19]PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, págs. 22-23. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[20]CARLES GENOVÉS, Concepción: “Gómez Ortega, Casimiro”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 408-410. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[21][GÓMEZ ORTEGA, Casimiro]: Noticias del descubrimiento e impresión de los Mss. De Historia Natural de Nueva España del doctor Francisco Hernández. Madrid, Imprenta Real, 1790.

 

[22]LÓPEZ PIÑERO, José María: “Hernández, Francisco”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 443-446. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[23]GUERRA, Francisco: “Hernández, Francisco”. En: Diccionario biográfico español, Vol. 25, págs. 743-746. Madrid, Real Academia de la Historia, 2011.

 

[24]SOMOLINOS D´ARDOIS, Germán: “Prólogo”. En: Historia natural de Cayo Plinio Segundo, págs. VII-XXX. Madrid, Visor Libros, 1999.

 

[25]TORIBIO MEDINA, José: Biblioteca hispanoamericana (1493-1810), Vol. 2, págs. 265-297. Santiago de Chile, 1959.

 

[26]BARRIENTOS GRANDÓN, Javier: “Ovando, Juan de”. En: Diccionario biográfico español, Vol. 39, págs. 372-378. Madrid, Real Academia de la Historia, 2012.

 

[27]SOMOLINOS D´ARDOIS, Germán: “Vida y obra de Francisco Hernández”, págs. 194-258. En Obras Completas, Vol. 1. México, Universidad Nacional Autónoma, 1960.

 

[28]HERNÁNDEZ DE LEÓN-PORTILLA (ed.): Antigüedades de la Nueva España, págs. 7-48. Madrid,  Historia 16, 1986.

 

[29]MURRAY PRISANT, G.: Medicina y Cultura (Puerto Rico), Vol. 3, núm. 4, 23-27.

 

[30]ALFONSECA, Manuel: Grandes científicos de la humanidad, Vol. 2, págs. 157-158. Madrid, Espasa Calpe, 1998.

 

[31]OCHOA, Severo: “Prólogo”. En: S. Ramón y Cajal, Reglas y consejos sobre investigación científica, págs. 9-10. Madrid, Espasa Calpe, 1995.

 

[32]PUERTO, J.: “La Ciencia durante la Ilustración y la Guerra de la Independencia”. An. R. Acad. Nac. Farm. 75 (E), 527-576. Madrid, 2009.

 

[33]PINO DÍAZ, Fermín del, GUIRAO DE VIERNA, Ángel: “las expediciones ilustradas y el estado español”. Revista de Indias, Vol. 47, núm. 180, 379-429.

 

[34]PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, págs. 27-32. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[35]PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier: La ilusión quebrada: botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada, págs. 272-275. Barcelona, Serval y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988.

 

[36]PASTOR VILLEGAS, José (ed. y coor.): Ledrada, el insigne científico hispanomexicano Vicente Cervantes Mendo y Zafra, págs. 297-349. Béjar (Salamanca), AGH Impresores, 2011.

 

[37]PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas de ciencia hispanoamericana, trabajo seleccionado para participar en la Expedición 92 de Aventura 92. Cáceres, inédito.

 

[38]MORENO, Nieves: “Quinientos jóvenes viajan con Miguel de la Quadra en la “Aventura 92”. Extremadura, 23 de septiembre de 1992, pág. 8. Cáceres.

 

[39]PÉREZ HENARES, Antonio: “Lo que me enseñó Miguel de la Quadra”. El Español, 21.05.2016 3:02 h.

 

[40]Real Decreto 215/2016, de 20 de mayo, por el que se concede, a título póstumo, la Gran Cruz de la Orden civil de Alfonso X el Sabio a don Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. BOE, núm. 123, sábado 21 de mayo de 2016, pág. 34130.

 

[41]Real Decreto 164/2012, de 17 de agosto, de concesión de la Medalla de Extremadura a D. Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. DOE, núm. 163, jueves 23 de agosto de 2012, pág. 18657.

 

[42]R. R.: “Fernando El Católico lleva la ruta Quetzal a Madrigalejo”. HOY Diario de Extremadura, lunes 18.07.2016, pág. 11.

 

[43]MARCOS, Miguel Ángel: “Un centro de interpretación recuerda a Fernando El Católico”. HOY Diario de Extremadura, miércoles 20.07.2016, pág. 9.

 

 

[44]LAMB, Úrsula: “Chaves, Alonso de”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 216 – 217. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

 

[45]LAMB, Úrsula: “Chaves, Jerónimo de”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 218-219. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

 

Dic 132016
 

Teodoro Martín Martín (UNED).

 

 

1) Introducción

 

Si bien es cierta que la crisis del Antiguo Régimen es concebida por la historiografía actual como un fenómeno sociopolítico que afecta en el siglo XVIII a las estructuras de los estados, no menos patente es que este acontecimiento histórico se evidencia también en los núcleos pequeños de población. Es esto último lo que pretendemos investigar; de qué modo se manifiesta lo anterior en la localidad de Aldeanueva de la Vera, población de la antigua provincia de Extremadura. Creemos que una aproximación a las estructuras administrativas y sociales  de las pequeñas poblaciones nos arrojará luz sobre un fenómeno que solo ha sido abordado a nivel nacional o supra estatal.

Hay un caso paradigmático que ha planteado interrogantes a diversos historiadores. En 1796 el obispo de Sigüenza, Juan Díaz de la Guerra, en carta a Carlos IV le comunica su renuncia y la del cabildo catedralicio, a la jurisdicción señorial sobre la ciudad. Esta pasa a tener un alcalde nombrado por el Rey y perder su condición de señorío eclesiástico. La pregunta es inmediata. ¿Esto sucedió en otras poblaciones? ¿Y en concreto en nuestro pueblo? A estas interrogantes queremos responder analizando los condicionantes que existían en Aldeanueva de la Vera y precisar si ellos y sus agentes sociales hacían posible un cambio que favoreciera la transición de una sociedad estamental a otra más abierta y clasista.

“Extremadura es todavía en el siglo XVIII un mosaico de jurisdicciones confusas, de infraestructuras administrativas dominadas por señores, de pervivencias feudales que significan el gran poder señorial y de un poder real muy inferior en cantidad al que ejercen los magnates de la nobleza tradicional y del clero. Los señoríos son muy nuevos, las percepciones de derechos feudales muy frecuentes, el control de vasallos muy importante y la confusión jurisdiccional un verdadero problema. Como ha demostrado Miguel Rodríguez Cancho para el partido de Llerena la mayor parte de la infraestructura municipal es de nombramiento y control señorial y la situación descrita por Mª Dolores Marcos confirma una señorialización de Extremadura.”[1]

 

2) Fuentes Documentales

 

Para poder abordar nuestro objetivo es preciso recurrir a una documentación precisa y veraz que nos arroje información de cómo estaba la población que nos ocupa en la segunda mitad del siglo XVIII. Nuestro soporte documental va ser básicamente de fuentes primarias, más alguna bibliografía existente sobre la historia de la población que citaremos a posteriori.

Entre las primeras merecen citarse las siguientes:

  1. Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada. Se trata de 40 respuestas a un interrogatorio realizado en 1753 en el que se pregunta por el nombre, situación y régimen jurídico de la población 1, 2, 3, datos económico-fiscales 4-20, casas y vecinos 21 y 22, propiedades del común 23-26, impuestos de la Corona 27,28, dotaciones y oficios 29-37, clero del lugar 38,39, y fincas o rentas del rey en la población 40. Este documento se halla en el Archivo General de Simancas legajo 135.
  2. Relaciones Geográficas de Tomás López.[2] se trata de 15 preguntas formuladas por el citado geógrafo real en 1786 a los párrocos de todos los pueblos de España. En el interrogatorio se pide el nombre y régimen de gobierno de la población 1, sus orígenes y el clero existente 2, situación geográfica 3-6, historia 7, datos económicos 8-10, policía y dotaciones 12, salubridad 13, minas y otros recursos 14, arqueología y datos de antigüedad 15. Se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid, mss. 20241/48.
  3. Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura llevado a cabo en 1791 por esta institución regional creada el año anterior en la ciudad de Cáceres. Se trata de 57 interrogantes que abordan los siguientes puntos: Situación geográfica 1, población 3, 31-34, ayuntamiento 2, 4-7, 15, dotación 8, 9, 26-30, 38, 39, 51, religiosidad 16-25, economía 10-14, 35-37, 40-50, 52-56. La 57 demanda alguna noticia no formulada en el cuestionario.[3]
  4. Memorias políticas y económicas de Eugenio Larruga (Zaragoza 1747-Madrid 1803). Se trata de 45 tomos incompletos que comenzaron a publicarse en 1797. Es la obra   principal de este economista aragonés, que consagra a Extremadura 15 de sus memorias. “Frente al agrarismo dominante en la política económica ilustrada, Larruga defiende la necesidad de potenciar la producción industrial y el comercio.”[4]
  5. Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de España de Pascual Madoz. Varios volúmenes. Madrid 1849. Se trata de un trabajo ordenado alfabéticamente pueblo a pueblo, en el que se recogen de forma estadística y corográfica datos de cada localidad tocantes tanto a su historia, situación geográfica, producciones como a referencias culturales y artísticas. Estas las menos. Es bastante prolijo en información y nos sirve para obtener referencias de como se hallaba la población tras las reformas liberales habidas con anterioridad. Lamentablemente el atlas que acompaña al diccionario, obra de Francisco Coello, no incorpora un plano de Aldeanueva de la Vera, si lo hace de la vecina población de Jarandilla.

En cuanto a bibliografía hemos utilizado los siguientes textos:

-Historia de Extremadura en 4 volúmenes editada por la Universidad extremeña en Badajoz 1985, en especial el volumen III que trata de los tiempos modernos. Es obra de Ángel Rodríguez, Miguel Rodríguez Cancho y Julio Fernández Nieva.

-Mª Dolores Marcos González: La España del Antiguo Régimen: Castilla La Nueva y Extremadura. Edit. Universidad de Salamanca 1971.

-Martín Martín Teodoro: Aldeanueva Industrial. Revista Cultural Pencona nº 10 Aldeanueva de la Vera 2014.

-Martín Martín Teodoro: Aldeanueva de la Vera un pueblo con historia. Ayto. Aldeanueva 2009.

-Martín Martín Teodoro: Conflicto y desamortización en la Vera. Boletín de la Real Sociedad Geográfica tomo 126-127. Madrid 1990-91.

-Martín Martín Teodoro: El convento de Santa Catalina de la Vera. Edit. San Esteban. Salamanca 2002.

-Martín Martín Teodoro: Desamortización y élites locales en la Vera de Plasencia. XXX Coloquios históricos de Extremadura. Trujillo 2001.

-Martín Martín Teodoro: La desamortización en la región de la Vera. Revista de Estudios Extremeños Badajoz 1972.

-Martín Martín Teodoro: El diezmo en la diócesis de Plasencia. Revista de Estudios Extremeños Vol. 60, nº II. Badajoz 2004.

-Martín Martín Teodoro: El dominio territorial de los conventos y monasterios de la Vera en vísperas de la desamortización. Alcántara nº 192. Cáceres 1978.

-Martín Martín Teodoro: Dos escritores de la Vera en el siglo XVII: Pedro de Godoy y Martín de la Vera. Jaraíz de la Vera 2002.

-Martín Romo Alejandro: Cartografía en Aldeanueva. Revista Cultural Pencona nº 6. Aldeanueva de la Vera 2010.

 

3) Nuestra población en la segunda mitad del siglo XVIII

 

La percepción global de nuestro pueblo la podemos obtener en los dos mapas que complementan el informe de Tomás López. El primero a una escala indeterminada lleva fecha de 9 de agosto de 1786. Se  trata de un manuscrito a tinta, que representa con dibujos el relieve y caminos principales de la población. Abarca desde el monasterio de Yuste por el poniente hasta Jarandilla por el naciente. Al norte sitúa el Puerto Nuevo y al sur el río Tiétar. Es bastante detallista. El segundo es un manuscrito hecho también a tinta, incluye montes, hidrografía e itinerarios. El número de vecinos que da es de 400, unos 1.600 habitantes. Este segundo croquis es  más pequeño y menos detallista que el primero.[5]

  1. Situación Geográfica:[6] Está situada nuestra población en una pendiente mirando al medio día de la sierra de Tormantos, la cual divide Extremadura de Castilla la Vieja. Al este tiene la garganta del Redondillo y la de San Gregorio, esta inmediata al pueblo. La que le circunda por el oeste se llama de las Bolsillas. Tiene dos puentes de piedra y otros de madera. Toda las sierra está llena de robles y matas con otras especies de piornos, helechos y escobones fuera de lo labrado y demás haciendas y al menor descuido en las labores se llena de la dicha mata y maleza. (T. López 4, 5, 6). El terreno tiene de circunferencia irregular como tres leguas (C. Ensenada 3).
  2. Orígenes e Historia. Al abrigo de una atalaya que es tradición fue obra de moros y después campanario de su iglesia, comenzaron algunos ganaderos del campo Arañuelo a hacer sus casas y casillas con el motivo de tener aquí sus ganados en verano y así a poco de los años 500 de este decenario se comenzó a fundar este lugar. No tiene más armas que las que hay en la iglesia, que son las del obispo de Plasencia (T. L. 7). Han florecido tres varones ilustres todos de la orden de predicadores, insignes en santidad y letras, como el señor Pedro de Godoy, catedrático en Salamanca y obispo de Osma y Sigüenza.[7]
  3. Régimen jurídico. Este pueblo es aldea del partido de Plasencia y es de realengo. En el mismo hay dos alcaldes pedáneos, por cuyo motivo no conocen causa alguna y solo pueden mandar pagar en juicio verbal hasta la cantidad de 1.000 maravedis. Solo hay un escribano numerario (R. Audiencia 2). En este pueblo hay algunas personas que viven sin temor a la justicia por su mala educación y enseñanza, lo que sirve de escándalo público (R.A. 32).
  4. Población. Lógicamente difieren las tres fuentes documentales que usamos. La de 1753 nos da 317 vecinos, sin incluir en ellos 6 señores que se mantienen de su hacienda. Habitan 337 casas y un hospital de pobres, más dos casas arruinadas (C.E. 21, 22). La de 1786 nos da 408 vecinos (T. L. 1). En 1791 hallamos 410 vecinos, de ellos 2 eclesiásticos, 305 vecinos pecheros, 59 viudas, 12 huérfanos mayores y 32 menores (R. A. 3).
  5. El clero y la religiosidad. Hay una parroquia, su dotación es de 4.000 reales, procedentes de los diezmos y para el nombramiento del párroco se alternan por meses Su Majestad y el obispo de Plasencia. Hay también un cementerio parroquial. Tiene así mismo 13 capellanías con dotación, un hospital para recoger a los pobres mendigantes, más 5 obras pías. Existen también 4 cofradías y 4 ermitas. Extramuros de la población y a un cuarto de legua se halla el convento de padres dominicos titulado Santa Catalina, que se compone de 4 religiosos sacerdotes y un lego y los de su fundación 12 (R. A. 18-24). Contrasta el descenso de frailes del convento que en el catastro de Ensenada el nº de religiosos era de 12 sacerdotes, más un lego y 6 criados (C. E. 39).[8] La iglesia parroquial dedicada a San Pedro Apóstol venera al Santísimo Cristo del Sepulcro, asilo de esta comarca en sus necesidades (T. L. 2).
  6. Dotaciones municipales. En este pueblo hay casas de ayuntamiento, su estado es imperfecto y casi inhabitables, solo sirve de cárcel la casa del ministro, de lo que se siguen graves perjuicios. Hay archivo para custodiar papeles. Hay también dos oficios de escribanos del número. Al ser pedáneo no hay pleitos civiles ni criminales. No hay noticias de que haya Ordenanzas. El estado de las calles, bastantes en pendiente y las más de ellas angostas, limpias y aseadas. Hay tres mesones o posadas y no hay camino real alguno, existen 4 con mal piso y de herradura. En este pueblo no hay penas de cámara. No hay biblioteca pero sí una escuela de niños en mal estado por no haber dotación competente, por cuyo motivo se le da a un hijo de vecino rústico. No hay estudio de Gramática, aunque hay dotación de 100 ducados que son insuficientes. Sí existen fuentes públicas, cuyos sobrantes se aprovechan para regar las huertas (R. A. 5-9, 15, 26, 27, 38). Respecto al común el ayuntamiento tiene el derecho de la medida llamada media, por privilegio de confirmación de 23 de julio de 1616 dado en San Lorenzo por el rey Felipe III. También el aprovechamiento del peso del concejo por compra hecha al citado Rey en la misma fecha. Tiene también 358 fanegas de pasto para ganados, con robles para entresaca, así mismo los efectos del pósito del lugar. Satisface este lugar anualmente 250 reales por razón del corte de veredas y otros gastos a distintos cargos del pueblo. No alcanzando el producto de los propios a la paga de las antes dichas cargas se reparte lo que falta anualmente a proporción entre los vecinos. No hay arbitrio alguno salvo lo dicho antes. El pueblo tiene contra sí tres principales de censos impuestos con facultad real, uno de 18.419 reales y 4 maravedis, otro de 16.400 reales y el tercero de 488 reales, todos a favor del mayorazgo que en la villa de Pasarón fundaron el capitán Luís Prieto y su mujer y goza Carlos Osorio vecino de ella (C. E. 23-26).
  7. Datos Económicos. En esta población hay tierras de regadío para hortalizas, patatas, pimientos y otros productos, más viñas y pastos. Las tierras son de 1ª 2ª y 3ª calidad a parte de los robledales y zonas yermas. En los plantíos hay frutas de pepita y hueso, más parras, olivos, castaños, nogales, morales y robles. La fanega de tierra de sembradura a puño se compone de 720 varas castellanas. La extensión del término abarca 2.940 fanegas de tierra, 85 de regadío, 13 de sembradura de cada 6 años, 564 de sembradura de cada 10 años 79 de parras, 127 de frutales, 73 de olivos, 123 de castaños, 1 fanega y 9 celemines de morales, 4 fanegas de nogales, 58 de pastos, 3 de robles y las restantes yermas por naturaleza y peñascales. Cita también la producción de cada una de estas tierras. Además hay 4 molinos harineros y un lagar de aceite, todos movidos por agua. No hay ganado de esquileo, sí de esquilmo, predominan las cabras, unas 1.260. Hay también 1.500 colmenas (C. E. 4-14, 17-20). Datos parecidos nos da el Interrogatorio de la Real Audiencia, respuestas 35-37. Esta misma fuente nos señala respecto a la evolución de las producciones que “se ha notado que de pocos años a esta parte ha habido disminución, con bastante exceso, en el fruto de la castaña y en parte en el de higos pasados, así mismo se ha notado aumento en la especie de vino” (pregunta 35). “En este pueblo se cultivan las tierras a fuerza de brazos, excepto algunas que son con bueyes” (pregunta 37). No hay más fábricas que de tejer lienzos comunes las que cada uno necesita para su casa y se emplean 40 hombres (T. L. 9). En la memoria 163, E. Larruga nos dice que “hay 4 hombres produciendo seda en tornos de hilar, unos a dos libras, otros a libra y media, por quinquenio tienen una cosecha de 100 libras de seda”. En la memoria 171 el economista aragonés nos dice que “en este pueblo hay mucha aplicación para fabricar lienzos angostos. Con sus 23 telares se tejen al año 32.200 varas”. En este pueblo en 1786 no hay mercado ni feria pero una parte de sus vecinos se ocupa en sacar frutos del país para Castilla y Extremadura para con ellos traer trigo, centeno y cebada de que carecen mucho (T. L. 10) En parecidos términos se expresa la pregunta 10ª del Interrogatorio de la Real Audiencia que señala además “ni para este fin hay compañía alguna”.
  8. Régimen fiscal. De esta parcela quien nos informa más y mejor es el Catastro de Ensenada, el cual nos manifiesta lo siguiente: De los frutos se paga cada diez fanegas o arrobas de diezmo una para el obispo, el cabildo, el cura párroco, dos beneficios, préstamos, la fábrica de la parroquia y la catedral de Plasencia, y a Su Majestad por las tercias. De primicias ½ fanega que recibe el obispo. Al voto de Santiago 3 celemines. Se pagan también por el diezmo nuevo de la campana de Guadalerma[9] al citado obispo (respuesta 15). Los granos del diezmo importan en un quinquenio 10 fanegas, un celemín y dos cuartillas y media de trigo, 2 fanegas, 2 celemines y un cuartillo de cebada, más 61 fanegas y 9 celemines de centeno. Los de la castaña ascienden a 253.100 maravedís. Sigue con los demás productos y el valor de las primicias a sus beneficiarios. Evalúa también el importe de las tercias (respuesta 16). Respecto a los tributos de la Corona señala: Este lugar paga anualmente a S. M. por alcabala 289.944 maravedís. Por el 1º y 2º y 4º medio ciento 88.369 maravedís; por cientos renovados 143.587 maravedís, por millones 154.275 maravedís, por nuevos impuestos 51.425. Por el servicio ordinario y extraordinario 118.970 maravedís y 41.750 que se pagan por el tercero medio por ciento a la Señora Duquesa del Infantado, de los que percibe solo dicha Señora 17.000 por tener cedidos los 24.750 maravedís a la Real Hacienda como situado (repuesta 27). Este pueblo pues en cuanto a rentas enajenadas solo tiene el citado derecho del 3º medio por ciento perteneciente a la casa del Infantado por el que solo cobra 17.000 maravedís, por tener cedido a la Real Hacienda el resto y no saber si es en derecho de compra o de privilegio (respuesta 28). La respuesta 40, última del catastro, señala que en este pueblo no tiene el rey finca alguna y las rentas son las que se responden en la pregunta 27 y las tercias reales.
  9. Dinámica Social. Estas sociedades del Antiguo Régimen no son estáticas, a nivel individual o como colectivos se manifiestan socialmente. El interrogatorio de Tomás López nos dice que “el gobierno político y económico de este pueblo es bárbaro por estar reducido a dos personas que son el escribano y el cirujano”. Estos son los que manipulan al pueblo sometiéndolo a su gobierno (T. L. 12). En esta y en la 13 el cura párroco pone de manifiesto las condiciones de salubridad de la población agravadas por los métodos inhumanos y anticuados que utiliza el cirujano, dejando en desamparo a los feligreses. Da algunos datos sobre nacimientos y defunciones habidos en el año 1785. Merece destacarse la obra de este sacerdote, Juan Rena y Sanabria, que estuvo en la población 40 años desarrollando su labor apostólica y con gran influjo social en la localidad. El interrogatorio de la Real Audiencia es más explícito en sus respuestas. En la 2ª dice que “son frecuentes los pleitos en las elecciones y reinan parcialidades que mutuamente combaten por los oficios, de que resultan muchos males y que se destruían y arruinan. Convendría poner remedio a esto y ampliar la jurisdicción y facultades de la justicia, pues por la distancia del pueblo y genio contencioso de los vecinos se aniquilan moviendo litigios sobre cosas levísimas”. En la 3ª dice que en este pueblo no se nota inclinación a vicio alguno, ni en los jornaleros ni en los oficiales se advierte abuso en el modo y horas de trabajo. Se oculta la afición al vino y el abuso de las rondas, y se oculta también alguna inclinación a la ratería, en lo demás la gente es aplicada y laboriosa. En la 12ª   se señala que con el pretexto de dehesa boyal se concedió a este pueblo una dilatada extensión de terrenos, Las Mesillas, que permanecen tan incultas como estaban, en el que repartido en propiedad pudieran hacerse excelentes heredamientos y aumentarse la agricultura en todas sus producciones. Por lo general las producciones van en aumento, la cosecha de aceite, seda y otras pudieran aumentarse concediendo terrenos en propiedad, y aquí importará estimular y aún obligar a no desamparar los castañares ya casi perdidos (R.A. 35). La espesura impenetrable de los montes que contiene la dehesa de propios y boyal de este lugar, sirve solo para abrigo de fieras; se propone rozarse por la necesidad que hay de repartir estas tierras en propiedad (R. A. 45). En este pueblo no se queman los montes, excepto algunas rozas para sembrar y algunos que ponen fuego subrepticiamente y a horas intempestivas que no se puede averiguar los causantes, con los perjuicios de tales quemas, especialmente en las colmenas (R. A. 46).

 

4) Autonomía Administrativa en 1802

 

La respuesta 2ª del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura ya ponía de manifiesto la necesidad que tenía el pueblo de “ampliar la jurisdicción y facultades de la justicia” para resolver los problemas sociales cotidianos. Ello y la histórica pretensión de los vecinos de independizarse de la ciudad de Plasencia es lo que les lleva a solicitar el título de villazgo. Después de muchos años intentando ser villa, en 1802 el pueblo de Aldeanueva consigue tal titularidad por real cédula de Carlos IV, firmada en Barcelona el 28 de septiembre de aquel año. Esta fue una de las más prolongadas batallas sostenidas por el municipio. Su logro suponía mayores competencias municipales en lo administrativo, lo fiscal y en lo jurisdiccional, además de ahorrarse difíciles viajes a Plasencia para resolver litigios, en aquellos tiempos con tan malas comunicaciones e inseguridad en los caminos.

En el Archivo Histórico Nacional de Madrid, sección Consejos, el legajo 6922 que consta de 152 hojas, contiene la carta privilegio firmada por el mencionado monarca. Una copia de este documento, también manuscrita, se halla en el archivo municipal de Aldeanueva, libro de deslindes de término, página 50 y siguientes. Para la obtención de tal gracia fue necesario el pago por los vecinos de 70.147 reales y 2 maravedís, equivalentes a 2.385.000 maravedís que los pencones abonaron a la Corona por la obtención del precitado título. Correspondió pagar a cada uno de los 318 vecinos 7.500 maravedís. El desbroce de la documentación consta de una solicitud del concejo para ser villa, comprometiéndose los bienes del común y con 25 vecinos pudientes avalando el pago de los derechos establecidos. Tras preceptivas consultas al consejo de la Cámara, la Audiencia de Extremadura y la ciudad de Plasencia, que no manifestaron oposición, se lleva a cabo la firma del título que dice textualmente: “Eximo, saco y libro a ese mencionado lugar de Aldeanueva de la Vera de la jurisdicción de la ciudad de Plasencia, de su corregidor, el alcalde mayor y demás ordinarios, jueces y ministros de ella, y le hago villa de por sí y sobre sí con jurisdicción civil y criminal, alta y baja y mero mixto imperio, para que sus alcaldes ordinarios y demás oficiales de su ayuntamiento la pueda usar y ejercer en primera instancia en todas las causas y negocios civiles y criminales…Podéis nombrar y elegir dos alcaldes ordinarios, un procurador síndico general y los demás oficiales de justicia…Permito, quiero y es mi voluntad que podáis poner y pongáis horca, picota, cuchillo y las otras insignias de jurisdicción acostumbradas.[10]

Si bien el pueblo conseguía con el precedente título su independencia administrativa y cierta autonomía jurisdiccional no hay que olvidar que ello supuso un costo económico. Un gasto que aumentó el nivel de endeudamiento del común y de los vecinos, lo cual les va a hipotecar durante varios años. Pero lo que es más paradójico, una concesión que les vendrá a conceder gratuitamente la revolución liberal, obra de las Cortes de Cádiz y los gobiernos que le siguen. ¿Fue un mal negocio o que los acontecimientos históricos se precipitaron con la invasión napoleónica?, todo ello era difícil de prever. Son interrogantes que hoy día pueden hacerse en estos tiempos tan acelerados y de cambios impredecibles.

 

 

 

5) Aldeanueva de la Vera en tiempos de Madoz

 

En su Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de España de 1849, este autor nos proporciona la siguiente “fotografía” de nuestra población, en algunos aspectos bastante transformada en relación al siglo anterior.[11]

Aldeanueva de la Vera era una villa con ayuntamiento propio, perteneciente al partido judicial de Jarandilla y dentro de la nueva provincia de Cáceres. Su administración de rentas se sitúa en Plasencia, sede también de la capital de la diócesis. Se halla en la falda de la sierra de Tormantos y Jaranda, ventilada de todos los aires y con un clima sano, aunque propenso a las intermitentes tan frecuentes en el país. Tiene un edificio para ayuntamiento que antes fue beaterio y hospital. Además de las salas de sesiones, el mismo contiene cárcel bastante segura, habitación para el alcalde y escuela de niños. Estos ascienden a 70. Hay también escuela de niñas, buen cementerio, 4 fuentes con sus caños y pilones para el uso doméstico y una iglesia parroquial en el centro de la población, dedicada a San Pedro Apóstol. Está servida por un cura rector, un teniente y un beneficiado simple.

Después describe el término municipal, con sus límites y confines, gargantas que le bañan, puentes sobre las mismas y los molinos sitos en sus márgenes. Estos son 3 de aceite y 5 harineros, que aprovechan el curso rápido y perenne de sus aguas. Estas crían abundante pesca de truchas y se invierten las aguas en el riego de muchas posesiones que se hallan en sus márgenes. El terreno es en su mayor parte de cerros y cordilleras pedregosas, todo de sierra con enormes peñascos y sinuosidades; pero poblado de castaños, robles y otros árboles. En las inmediaciones del pueblo están cultivados aun los cerros que parecen más estériles, y que no se prestan a otro cultivo, sino a brazo, por cuya razón es sumamente trabajoso, y solo la constancia de aquellos habitantes puede vencer tantos obstáculos. De este modo pueden conseguir que de las 1.278 fanegas que el término comprende, se hallen 200  plantadas de viñas, 20 de olivos, 8 de prados, 100 de hortalizas y legumbres y 150 de castaños, nogales, frutales de todas clases y moreras, quedando las 800 restantes completamente incultas, por no consentir ningún género de trabajos.[12] Todos los vecinos tienen alguna propiedad y no puede decirse que haya ninguno absolutamente pobre. Le cruzan 3 caminos por el paso de las sierras, todos son de herradura, llenos de peñascos y guijarros y en mal estado por la naturaleza del suelo, los demás son rurales para el servicio de las heredades. Entra el correo los lunes, jueves y sábados de cada semana, conducido por un hombre a pié, desde la estafeta de Jarandilla. No hay ni puede haber diligencias ni carruajes de ninguna clase.

En cuanto a producciones las principales son vino, castañas, aceite, nueces y seda, también se cosechan legumbres, pimiento y fruta de verano. No existe la de cereales y se mantienen 1.100 cabezas de ganado cabrío, 100 de vacuno y hasta 228 de caballar, asnal y mular, destinados para los usos domésticos. En cuanto a la industria si se exceptúan algunos tejedores de lienzo basto y otros cuantos artesanos no hay empleados en esta actividad. El comercio lo hacen los naturales y arrieros forasteros trayendo lo que falta y llevando lo que sobra del consumo. Se venden 2.000 arrobas de vino y 200 de aceite en Madrid y Castilla, 1.500 fanegas de castañas, 200 de nueces, 200 de higos, 300 libras de seda, 1.000 arrobas de frutas, 10.000 de patatas y 300 de pimiento. A cambio les proporcionan trigo, cebada, garbanzos y telas para sus vestidos.

La población, apiñada en 310 malas casas ya que no hay casas rurales, asciende a 440 vecinos, 2410 almas.

Su capacidad productiva se estima en 3.894.320 reales. Sus importaciones ascienden a 194.826 reales. Las contribuciones oficiales ordinarias importan 28.156 reales. El presupuesto municipal cuenta con 2.500 reales de dotaciones al secretario y asciende a 20.000. Los gastos provinciales 2.750. Estos y los municipales se cubren con 800 reales de derecho de pesas, 6.000 de la producción de la dehesa de propios y el déficit por repartimiento vecinal.

Se ignora la época de su fundación, aunque en el país es tenida por de las más modernas. Forma parte del territorio que se llamó Vera de Plasencia, de cuya capital fue aldea hasta 1802, en que obtuvo el título de villa. Es patria de Pedro de Godoy, dominico, predicador de Felipe IV y obispo de Osma y Sigüenza, además de escritor de Teología Moral. Extramuros de la población se hallan las ruinas del ex convento de Santa Catalina de Siena, orden de predicadores, que fue exclaustrado en 1822 y sus propiedades y bienes subastados en las desamortizaciones de épocas pasadas. Hoy es propiedad particular.

Este pueblo, que se halla en el mayor incremento de su riqueza y población, va decayendo notablemente por efecto de la ambición del mando local, que tiene divididos a los naturales, cada vez más empeñados en sus cuestiones. Dos veces fue acometido por los partidarios del pretendiente carlista en la última guerra civil (1833-39); en una supo conducirse de manera que apenas experimentó daños, en la otra es el único en el país que los escarmentó poniéndoles en precipitada fuga.

 

6) Para terminar

 

¿Ha experimentado cambios significativos nuestra población tras la revolución liberal? La respuesta decididamente es sí. Ha habido transformaciones importantes que modificaron sustanciales aspectos de la vida individual y comunitaria de la villa.

Obviamente aquellos no afectaron a la ubicación y límites geográficos de Aldeanueva ni a su historia, pero sí a su régimen jurídico. Desapareció su status de realengo reemplazado por el de constitucional, con un alcalde en vez de los dos anteriores, más un número determinado de concejales que sustituyeron a los viejos regidores y justicias. La población incrementó sus cifras y lo que es más importante inició un ascenso que no ha perdido hasta la emigración al exterior en la segunda mitad del siglo XX. El clero vio disminuido su número. Desapareció el llamado clero beneficiado de cofradías, memorias y obras pías, amén del clero regular existente en el convento de Santa Catalina; a todos ellos se los llevó el fenómeno de la exclaustración.

Mejoraron las dotaciones municipales. El ayuntamiento y la cárcel se instalaron en el viejo beaterio de la calle San Miguel y las escuelas de niños y niñas se consolidaron. Las comunicaciones en general no experimentaron mejoras, habría que esperar al siglo XX para que los caminos y calzadas para vehículos de rueda pudieran acercarse a la población. Bien es cierto que perdió el baldío de las Pájaras y el de la Sierra pero en beneficio de particulares del pueblo; no obstante mantuvo la dehesa de Mesillas, que hoy día conserva. Se liberó de censos y cargas feudales aunque es verdad que algunas penurias económicas seguirían salpicando su gestión.

Respecto a la economía se aumentaron las tierras de regadío y se incrementó la propiedad privada por efecto de la desamortización civil y eclesiástica. Ello llevó a una considerable elevación de la producción, que se añadió a la implantación de nuevos productos como el algodón o el tabaco. Por eso Madoz nos decía en su Diccionario dos cosas significativas. “La constancia y esfuerzo de la población roturando nuevas tierras” y que “todos los vecinos tienen alguna propiedad, no pudiendo decirse que haya alguno absolutamente pobre.”

Respecto al régimen fiscal hemos de constatar la desaparición de los diezmos y primicias eclesiásticos, sin duda una gran liberación para la economía de los vecinos y la implantación de un nuevo sistema tributario. En este desaparecieron las viejas rentas generales y provinciales (alcabalas, cientos, millones, tercias, etc.) que serían sustituidas por un régimen sin duda más justo, basado en impuestos directos e indirectos. Se puso fin también al vejatorio y obsoleto método del encabezamiento y el arriendo de las contribuciones, y no olvidemos que dejó de existir la enajenación de cargas públicas con los viejos lastres de juros, mercedes y situados.

Desde el punto de vista social señalaremos la desaparición del vetusto régimen caciquil del escribano y el cirujano-sangrador, que denunciaba el cura Sanabria en 1786. Ahora existirá un juzgado de paz municipal y un juez de partido judicial en la vecina Jarandilla. Ello no va a suponer la desaparición de conflictos individuales o tensiones sociales y políticas, pues estas son propias de todos los núcleos comunitarios que tienen vida y lógicamente problemas que resolver. Pero eso sí las reglas del juego y las circunstancias para su resolución han variado y creemos que para mejor desde que se estableció el principio de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Esto que sucedió a nivel local sabemos que también tuvo lugar en el contexto de otras poblaciones y de España en general.

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Foto 1.- Despezonamiento de pimientos

Foto 2.- Danzantes

Foto 3.- Antigua Aldeanueva

Foto 4.- Los niños de la escuela

[1] Historia de Extremadura. Editorial Universidad. Badajoz 1985. Volumen III: Los tiempos modernos. página 474.

[2] Véase Extremadura por Tomás López, año 1798. Edición y recopilación de Gonzalo Barrientos Alfageme. Edit. por la Asamblea de Extremadura. Mérida 1991. Para este interrogatorio puede verse la obra de Olarán Múgica Clotilde: Índice de las relaciones geográficas enviadas a Tomás López que se conservan en el gabinete de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid. De este libro hay dos ediciones hechas por la propia Biblioteca, una en 1987 y otra en 2004. Para los mapas de estas relaciones véase: Líter Mayayo Carmen y Sanchís Ballester Francisca: Tomás López y sus colaboradores. Ed. Biblioteca Nacional Madrid 1998.

[3] Utilizamos la edición del citado interrogatorio llevada a cabo por la Asamblea de Extremadura en 10 volúmenes. Mérida 1995. Estuvo a cargo del profesor Gonzalo Barrientos Alfageme.

[4] Fontana Lázaro J.: Introducción a la edición llevada a cabo por la Institución Fernando el Católico de Zaragoza en 1996 en 15 volúmenes, bajo el título de Memorias Políticas y Económicas de Eugenio Larruga, página 14.

[5] Martín Romo Alejandro: Cartografía en Aldeanueva. Revista Cultural Pencona nº 6. Año 2010, página 5.

[6] Los datos que damos a continuación indicarán después del texto la fuente: Tomás López (T. L.), Catastro de Ensenada (C. E.) o Real Audiencia (R. A.), seguido del número de la respectiva respuesta.

[7] Sobre Pedro de Godoy puede verse mi obra: Dos escritores de la Vera en el siglo XVII. Pedro de Godoy y Martín de la Vera. Jaraíz de la Vera 2002. Para la historia de la población remito a mi libro: Aldeanueva de la Vera un pueblo con historia. Editado por el Ayuntamiento. Aldeanueva de la Vera 2009.

[8] Sobre este cenobio dominico puede verse mi estudio: El convento de Santa Catalina de la Vera. Editorial San Esteban. Salamanca 2002.

[9] Este diezmo afectaba a molinos, higos pasos y soldadas de mozos. Véase al respecto mi artículo: El diezmo en la diócesis de Plasencia. Revista de Estudios Extremeños vol. 60 nº II. Badajoz 2004. Páginas 710-712.

[10] Martín Martín Teodoro: Aldeanueva de la Vera un pueblo con historia. Aldeanueva 2009, páginas 87 y 88.

[11] Madoz Pascual: Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de España. Madrid 1849. Vol. I páginas 508 y 509.

[12] La diferencia entre el nº de fanegas que se dan en el siglo XVIII y las que proporciona Madoz, entiendo que se debe a que este no incluye en Aldeanueva a la dehesa de Mesillas, sita en el término municipal de Collado de la Vera.

Dic 132016
 

 Jacinto J. Marabel.

 

  • Introducción.
  • La larga marcha.
  • La casa de Wellington en Badajoz.
  • Bibliografía.  
  • Introducción
  • Coincidiendo con su bicentenario, en la última década se ha escrito mucho sobre la Guerra de la Independencia en Extremadura. Más aún en su vertiente político-castrense. Por el contrario, no se ha investigado casi nada. Se ha avanzado muy poco en la última centuria, por lo que, con merecimiento, la obra de Román Gómez Villafranca continúa vigente como referencia inexcusable de cualquier estudio que trate de abordar aquel conflicto, así como las operaciones militares ejecutadas en nuestra Región[1]. Sin embargo y en cuanto a esto último, la recopilación documental de fuentes españolas que puede encontrarse en el mismo revela extensas lagunas que, en lo que interesa a este trabajo, se antoja necesaria respecto a los ejércitos foráneos. Y son precisamente estas carencias las que el ingente acervo de publicaciones de los últimos años no ha resuelto.Al hilo, quiero recordar que una edición anterior de estos Coloquios Históricos tuve ocasión de exponer algunos pormenores del cerco formado a Mérida por los propios españoles en 1809, del que escasamente se tenían noticas. Pertreché aquella intervención de una heterogénea correspondencia oficial, así como de diarios y testimonios en francés, alemán y holandés, hasta entonces inéditos, que habían sido legados por los protagonistas de aquellos hechos[2]. Sin duda, aquellos hombres consideraron relevante dejar constancia de la numantina resistencia que opusieron ochenta fusileros, cercados por toda una división española, en el devenir de la estrategia general del Ejército francés sobre el suroeste peninsular y en la propia supervivencia del I Cuerpo del mariscal Victor. Con todo, el empeño combinado de británicos y españoles empujó a las tropas francesas hacia el norte de Extremadura, por lo que, como corolario de aquel trabajo, apuntamos al repliegue concentrado de éstas en las proximidades de Talavera, que daría lugar algunos días más tarde a la famosa batalla. Aquel fue quizás el acontecimiento bélico más trascendental de este período, pues a partir del verano de 1809 y como consecuencia de las pérdidas sufridas por los aliados en los combates de Talavera, los mariscales franceses tomaron la iniciativa y el rey José estuvo en disposición de iniciar la Campaña de Andalucía. En pocos meses, el Ejército español quedó reducido a su mínima expresión y los franceses pasaron a dominar la mayor parte del centro y sur peninsular, con los británicos a resguardo de las líneas fortificadas que circunvalaban Lisboa. En este punto, el presente estudio enlaza con nuestra anterior participación en el mismo foro. La historiografía británica, que ha tratado con profusión y detalle todo lo concerniente a la intervención de sus tropas en el conflicto patrio, refiere con solapada circunspección el repliegue de las mismas tras la batalla de Talavera. En la mayor parte de los casos sus crónicas resultan incongruentes y, desde luego, no se detienen en analizar las causas que motivaron el acantonamiento de aquellos hombres durante cinco meses en Extremadura. Después de aquel combate y hasta finales de agosto, las divisiones británicas se establecieron prudentemente en las proximidades de Trujillo. Pero no se detuvieron allí, puesto que desde finales de agosto y hasta las navidades de 1809, los aliados fueron acantonaron en las inmediaciones de Badajoz. La enfermedad se ensañó con aquellos hombres, el Ejército quedó diezmado y esta adversidad trató de ocultarse para que el enemigo, que por entonces acechaba desde varios frentes, no acabara por consumar la catástrofe. Y por supuesto, con el mayor celo hubo de cubrirse que el propio comandante en jefe, el general Arthur Wellesley, se encontraba convaleciente y vulnerable en su residencia de Badajoz.Aún hoy es difícil explicar los motivos que le indujeron a permanecer escondido durante estos meses, por lo que cabe entender los reproches que expresaron gran parte de sus oficiales. Entre otros, el joven teniente Andrew Leith-Hay, llegó a escribir que El tiempo que el Ejército británico pasó en las llanuras de Extremadura produjo los efectos más perjudiciales. Las enfermedades se propagaron rápidamente a través de las diferentes unidades. La fiebre tifoidea se hizo más incruenta en las debilitadas constituciones de sus víctimas y los hospitales estaban abarrotados. En Elvas se habilitó un gran receptáculo para alojar a los enfermos. Sin mayor causa aparente que el sobresfuerzo de la larga marcha, se contabilizaron más de diez mil enfermos en el Ejército. Las asistencias regimentales estaban repletas y la lista se incrementaba diariamente. El mes de septiembre pasó sin ninguna otra circunstancia que reseñar, no había movimientos de tropas ni se acercaba el enemigo, no había más salida más allá de las llanuras que presenciar la innoble muerte de los mejores y más valientes soldados. Aunque los detalles son para los historiadores y con su imparcialidad de juicio tal vez puedan encontrar una razón para este desperdicio de vidas, para un humilde narrador de los acontecimientos y circunstancias de que fue testigo, ni entonces ni después y aun teniendo desapasionadamente en consideración la materia, he encontrado nunca razón suficiente para justificar porqué Lord Wellington sometió a su Ejército a esta mortal y, en apariencia, innecesaria aflicción”[3].Algún día, debería dedicarse un ensayo a analizar la relación de Arthur Wellesley con Badajoz. Sin duda esta ciudad marcó su destino. Aquí utilizó por primera vez su apelativo más conocido, Lord Wellington. Fue en una carta dirigida al embajador británico en Lisboa, John Villiers, el 16 de septiembre de 1809. “Esta es la primera vez que firmo con mi nuevo nombre[4], dijo, tras haber sido nombrado vizconde doce días antes como reconocimiento a su participación en la batalla de Talavera; y no sería la única, pues a partir de ese día y con el nombre de Lord Wellington pasaría a la posteridad. Y aquí principió, precisamente, la cadena de victorias que en tres años le llevó a batir al mayor estratega de todos los tiempos en Waterloo. Pero, como la amante que probablemente gozara en Badajoz, la ciudad no se lo puso fácil a Lord Wellington. Como tendremos ocasión de relatar, los testimonios de sus protagonistas describieron el desahogo y solaz esparcimiento del que disfrutaron durante la estancia, pero también la desolación y muerte que revistieron las terciarias desatadas aquel otoño de 1809. En apenas tres meses y a las puertas de Badajoz, el Ejército británico perdió el doble de efectivos que en toda la Campaña del Tajo. Después, en la primavera de 1811 y en el transcurso de dos fallidos cercos, cientos de hombres volverían a sucumbir ante sus murallas. Y, justo un año más tarde, otros cinco mil soldados yacerían antes de tomar finalmente la ciudad que durante meses les abasteció y dio cobijo. Puede decirse que esta Plaza diezmó a las divisiones británicas probablemente como ningún otro combate, naval o terrestre, lo había hecho en toda la historia del glorioso Ejército de Su Majestad. Y, sangre con sangre, la noche del 6 de abril de 1812 Lord Wellington acabó por cobrarse la deuda con Badajoz. Los párrafos que siguen tratarán de explicar el ensañamiento del Ejército angloluso con los habitantes de Badajoz en aquella aciaga jornada, a partir de un examen psicológico que en todo caso deberá abundar en una correcta epistemología, lejos de las débiles hipótesis reduccionistas esgrimidas hasta ahora. Sin embargo y aunque tozudamente nos esforzamos en reducir el texto que acompaña al presente estudio, no logramos simplificarlo hasta el punto de acomodarlo, ni siquiera acercarnos, a las veinticinco páginas que como máximo preceptivamente deben abarcar las comunicaciones de este foro. Por esta razón, nos pareció acertado exponer en un primer trabajo el periplo que antecede al acantonamiento de las tropas en las proximidades de Badajoz, ocupándonos así mismo de desvelar el lugar donde residió su comandante en jefe en el transcurso de los meses siguientes, mientras que en la próxima convocatoria de estos Coloquios Históricos abordaremos las impresiones que causaron en sus invitados los usos y costumbres de los habitantes, desembocando en la epidemia que llegó a diezmarlos a todos.

 

 

A tal fin hemos recurrido a las fuentes británicas. La base para recomponer el espacio temporal de la segunda mitad del año 1809 en la Región, lo forman el conjunto de cartas emitidas por Arthur Wellesley desde distintos puntos de la geografía extremeña. Como es conocido, esta correspondencia, en su mayor parte oficios y despachos de índole administrativa, una vez expurgada escrupulosamente, fue recopilada y publicada en vida del protagonista por su secretario particular, el coronel John Gurwood, aunque tras el fallecimiento del Lord, el II Duque de Wellington le autorizó a editar también aquellas otras órdenes que por motivos personales, políticos o patrióticos su padre le había negado[5]. Al margen de ambas ediciones, el coronel Gurwood seleccionó una serie de decretos de índole meramente castrense dirigidos al cumplimiento de las obligaciones cotidianas, dictados entre 1809 y 1815, que nos ha parecido muy conveniente rescatar al objeto del presente trabajo, confrontándolos con una compilación impresa por William Cloves en este último año [6].

 

Por su parte, la imperecedera obra de Charles Oman sirve de apoyo al relato general, junto a algunos apuntes que hemos tomado de la biografía de Wellington rescatada del primer volumen que escribió el capitán James Alexander[7]. De la biografía del general Rowland Hill, publicada cuatro años más tarde, nos interesaron tres cartas dirigidas a su hermana desde otros tres puntos de Extremadura[8], así como otras diez escritas por el capitán de Guardias William Stother en el mismo período[9]. Del 29º regimiento de infantería ligera, una unidad escocesa adscrita a la II División comandada por el citado teniente general Hill, que fue acantonada en Puebla de la Calzada a mediados de septiembre de 1809, hemos extraído los testimonios de su coronel, Charles Leslie[10], así como el del teniente Andrew Leith-Hay, sobrino y ayudante del estado mayor del general James Leith-Hay, al que ya hemos hecho referencia[11].

 

En esta misma división se integró el 48º regimiento, una unidad irlandesa que se acantonó en Montijo y cuyas vicisitudes conocemos a través del diario del capitán Charles O`Neil[12]. Respecto a la III División del brigadier general Robert Craufurd acantonada en Campo Mayor, nos han interesado especialmente cuatro memorias: las de los sargentos Thomas Garretty y Edward Costello, del 43º y 95º regimientos de infantería ligera respectivamente, y las de los tenientes William Grattan y Harry Smith, del 88º y 95º regimientos, especialmente vinculada a Badajoz esta última autobiografía al haberse desposado su protagonista con la aún impúber Juana de los Dolores León tras el sangriento asalto de 1812[13]. Por último, las impresiones del sargento William Lawrence, del 40º regimiento de infantería ligera, adscrito a la IV División del general Cole, acantonado en un convento de Badajoz desde mediados de octubre de 1809[14].

 

Hemos extraído también las impresiones que legaron los protagonistas de otras armas, como los capitanes Peter Hawker y William Eliot, integrados en el 14º regimiento de dragones ligeros y en el batallón de artillería respectivamente[15]. Y en lo que respecta a la epidemia de tifus que diezmó al Ejército aliado en el otoño de 1809, nos pareció interesante transcribir el criterio de varios miembros del cuerpo médico británico, en especial los del general Henry Mackinnon, nombrado ad hoc para gestionar una crisis sin precedentes bajo la dirección facultativa del doctor James Franck, Inspector General de Hospitales y jefe del departamento médico en la Península[16], así como de aquel que  meses más tarde sería su sucesor y que por entonces cubría plaza en el 88º regimiento de infantería ligera, James McGreegor, y del facultativo Charles Boutflower, titular del 40º regimiento alojado en la Plaza de Badajoz[17].

 

Junto a estas fuentes y con el puntual apoyo de aquellas otras que constan en la bibliografía que se adjunta, hemos tratado de articular respuesta a la controvertida inacción de las fuerzas británicas en este período. Efectivamente y como tendremos ocasión de exponer, casi un tercio de los hombres acantonadas en localidades próximas a Badajoz enfermaron de gravedad, muriendo gran parte de ellos. El Ejército se encontraba mermado y falto de aprovisionamiento; el enfrentamiento con los aliados, a los que se achacaban los errores tácticos que conllevaron la deshonrosa retirada tras la batalla de Talavera, había llegado a su punto más álgido; y por si fuera poco la Quinta Coalición contra Napoleón había fracasado y éste pronto estaría en disposición de enviar ciento cuarenta mil curtidos hombres a España[18]. El estado mayor británico comenzó a inquietarse por los velados propósitos de su comandante.

 

El general Arthur Wellesley, que se encontraba enfermo desde mediados de agosto[19], encontró junto al sosegado remanso del Guadiana, la cura para su salud y el sosiego necesario tras largos meses de combates y marchas. Desde Badajoz despachó cientos de cartas y oficios de índole administrativa en las que tomó importante decisiones políticas y militares, pero no ha sido posible encontrar ningún documento que dejara traslucir sus consideraciones privadas o personales. En este sentido, los cien días que vivió en Badajoz transcurrieron en la más absoluta reserva, de tal modo que, hasta la fecha, ningún historiador pudo asegurar en qué edificio de la ciudad llegó a alojarse.

 

  • La larga marcha.

 

 

La primera operación conjunta del Ejército español y británico contra las tropas imperiales finalizó de manera abrupta a mediados del verano de 1809. Los combates del 27 y 28 de julio en torno a Talavera interrumpieron la estrategia general común, prevista para la Campaña del Tajo. Los españoles perdieron 1.202 efectivos, mientras que las bajas de sus aliados sumaron 5.365 hombres: 801 muertos, 3.915 heridos y 649 desaparecidos. Como la merma del enemigo llegó a alcanzar los 7.268 hombres, entre 761 muertos, 6.301 heridos y 206 desaparecidos[20], podría llegarse a pensar en un desgaste de fuerzas equilibrado entre ambos bandos, si no fuera porque los franceses tomaron rápidamente la iniciativa.

 

En varios movimientos coordinados, el mariscal Victor desplazó sus tropas hasta Maqueda amenazando el ala izquierda de los aliados, mientras la reserva del rey José y el ejército de Sebastiani se mantenían en Aranjuez a fin de evitar que el general Venegas tratara de cruzar el Tajo, de camino a Madrid. Desde León, el V Cuerpo de Ney buscó conectar con las tropas de Soult y Mortier que marchaban ya hacia Portugal a través de Plasencia. Las unidades de este último consiguieron desalojar la vanguardia española que cubría el Puerto de Baños, una posición clave en la defensa del norte de Extremadura, cuya pérdida dejaba expedita la incursión del enemigo hacia el valle del Tajo y exponía sobremanera el repliegue de los aliados.

 

La situación de estos era, en todo caso, muy precaria. Determinados a cubrirse en Extremadura, tras las estribaciones occidentales de los Montes de Toledo, los británicos debían cruzar la Sierra de Guadalupe a través de angostos desfiladeros y pronunciadas gargantas, por lo que, abandonaron la mayor parte de los pertrechos, improvisaron angarillas para los heridos y suplieron la fuerza de los bueyes con la de los brazos para arrastrar el desmedido tren de artillería por los macizos montañosos. Aquel titánico sacrificio, en el que los exámines soldados apenas cubrían diez kilómetros diarios, llevó algunos días en los que casi treinta mil menesterosos hombres tuvieron que dormir a la intemperie, comidos de chinches, faltos de toda higiene y apretados en la estrechez de aquellos escarpados montes. Cabe entender por tanto que, como apenas se llevaron a la boca la media ración de pan y cecina que se les suministraba desde el 22 de julio, las constituciones más débiles comenzaron enfermar aun antes de iniciar la parte más abrupta del trayecto[21].

 

El irlandés Charles O`Neil, que anotó en sus memorias el atormentado periplo que le llevó por aquellos baldíos y enriscados senderos, escribió que

 

“Al tercer día de marcha, subíamos lentamente una gran montaña agotados por la estrechez y la penuria, cuando a mitad de camino observamos ante nosotros un singular caserón. Un grupo de los nuestros se adelantó apresurado con la esperanza de conseguir algo de comer. Los ligeros cierres de la puerta cedieron pronto a su ímpetu, pero, cuando estaban a punto de precipitarse al interior, una terrible escena les inmovilizó por completo. El suelo estaba repleto de personas en estado de inanición. Treinta mujeres y niños se hallaban muertos, aunque enmarañados entre los cadáveres podía distinguirse a quince o dieciséis desgraciados que aún respiraban, incapaces de articular palabra. Hambrientos desde hacía días, aquella sobrecogedora escena impresionó nuestros corazones hasta tal punto que les cedimos nuestra ración diaria a fin de rescatarles de la muerte, aun a sabiendas de que con este gesto tan sólo podríamos retrasar su destino. Se encontraban demasiado débiles para buscarse sustento y apenas tenían fuerza para comer lo poco que podíamos ofrecerles, por lo que es más que probable que todos perecieran.

 

Al día siguiente, un camarada, un buen hombre que había conocido en Irlanda y que no podíamos dejar atrás, se encontraba tan sumamente débil que acabó por apagarse. Obtuvimos permiso para enterrarlo en las proximidades y cavamos una fosa poco profunda, en la que, tras envolverlo en su manta, dimos reposo. Cerca del lugar, encontramos una cabaña donde la fortuna quiso obsequiarnos con un poco de vino. Al rato, escuchamos un grito desgarrador. Sorprendidos, salimos justo a tiempo de comprobar cómo varios soldados huían aterrados del lugar donde habíamos abandonado a nuestro camarada, en dirección al campamento. Le habían desenterrado con el propósito de robarle la manta, pero el cuchillo desgarró parte del muslo del finado y éste saltó de repente. Esto era lo que les había asustado. Nos acercamos a ver a nuestro camarada y comprobamos que, efectivamente, estaba vivo. El cansancio y la fatiga le habían llevado a un estado similar a la muerte, de donde había despertado gracias a aquella puñalada. Compartimos con él un poco de vino y quedó tan reconfortado que, finalmente, fue a dar la espalda a su propio funeral. Al poco tiempo se recuperó y pudo regresar a Irlanda[22].

 

El 6 de agosto, las primeras unidades alcanzaron el río Ibor sin que se les permitiera detenerse, puesto que la caballería francesa había sido avistada a algo más de una jornada de distancia. En efecto, al día siguiente la división del general Luis Alejandro Bassecourt, que cubría la doliente retirada de sus aliados desde El Puente del Arzobispo, fue sorprendida por la caballería de Mortier, que había vadeado el Tajo diez kilómetros aguas abajo. Los españoles huyeron, abandonando la artillería y obligando a desplazar el cuartel general de Cuesta, de  Peraleda de Garvín a Mesa de Ibor, donde fue emplazado finalmente el 9 de agosto.

 

El comandante de las fuerzas británicas estaba furioso. Este inesperado y forzado movimiento de las tropas españolas comprometía la seguridad de ambos ejércitos, ahora encerrados en una estrecha franja montañosa. Si bien hay que señalar que parte del problema se debía a la negligencia del comandante de la Leal Legión Lusitana, Robert Wilson, que lejos de acomodarse al repliegue de los españoles, intentó abrirse paso hacia Portugal y quedó torpemente aislado en el Puerto de Baños. El 12 de agosto, las avanzadas del mariscal Ney le dieron alcance y, aunque pudo resolver la situación gracias al auxilio del regimiento de infantería de Sevilla y del provincial de Mérida escapando hacia el Puerto de Perales, para adentrarse a continuación en Portugal, perdió medio millar de hombres en esta innecesaria y temeraria acción[23].

 

Pero, aunque reconviniera públicamente a su subordinado, el general Arthur Wellesley achacó la vulnerabilidad de su posición a la imprevisión logística de los españoles. Perder el Puente del Arzobispo había significado quedar aislado de la ruta de suministro que abastecía al Ejército de La Mancha desde Sevilla, por lo que la derivada que partía de Badajoz, prevista únicamente para el Ejército de Extremadura, debería aprovisionar ahora a cuarenta mil hombres cuyos comandantes comenzaron pronto a disputarse los escasos recursos disponibles. En estas condiciones, la posición de los ejércitos aliados no podría sostenerse demasiado tiempo.

 

Los británicos reprochaban a los españoles que retuvieran los convoyes de mulas que debían abastecer a sus unidades y, en tono admonitorio, les exigían tanto los víveres y el forraje para su Ejército, como los medios de transporte y auxilio que habían comprometido con anterioridad a la Campaña del Tajo, intimándoles en caso contrario con internarse de inmediato en Portugal, abandonándoles a su suerte[24]. Era unánime la opinión de los comandantes británicos, deseosos de romper la alianza que les unía a los españoles, como por otra parte se deduce de la carta que el general Rowland Hill escribió a su hermana, lamentando que éstos no cumplieran con lo estipulado

 

A la anterioridad de la entrada en el País, con todo tipo de suministro, así como con la disposición de carros para los enfermos. Sé que no han hecho nada y, en consecuencia, muchos enfermos y heridos han debido ser dejados atrás. El Ejército ha sufrido grandes privaciones por falta de alimento, y ahora se encuentra, siento decirlo, mucho más reducido e ineficaz. Bajo todas estas premisas, creo que Sir Arthur Wellesley ha actuado con prudencia retirándose, por lo que nos movemos ahora en marchas cortas en dirección a Elvas, en Portugal, donde imagino que habremos de esperar hasta que lleguen órdenes desde Inglaterra […] Creo que estaremos en Portugal en el curso de cinco o seis días[25].

 

La situación llegó a mejorar un tanto cuando, el 11 de agosto, los españoles emplazaron el cuartel general en Deleitosa y, en consecuencia, el campamento aliado pudo desplazarse hasta Jaraicejo, situándose en una altura desde la que se dominaba el margen derecho del Almonte y desde donde, según Andrew Leith Hay

 

“La panorámica era hermosa en grado sumo. Considerablemente elevada por encima del río, la vista sobrevolaba los numerosos y espléndidos árboles que daban sombra a sus orillas; la pendiente era considerable, aunque no abrupta, y llegaba hasta la misma orilla de una amplia corriente, profunda pero tranquila. Detrás nuestra, extensos bosques de encinas, castaños y robles. Y al frente podía distinguirse la carretera de Deleitosa a Trujillo, formando casi ángulo recto al final de una interminable línea de tiendas de campaña. En este apacible lugar permanecimos en perfecto inactividad durante algunos días. El Ejército español había desaparecido de nuestro frente y no teníamos noticias del enemigo. Nada podría ser más aburrido o monótono que aquellas jornadas en el campamento en Jaraicejo[26].

 

Aunque tal vez los oficiales pudieran respirar un tanto aliviados, sin duda la tropa continuó soportando innumerables inconvenientes y privaciones. Probablemente, al teniente Edward Costello no debieron parecerle tan tediosas las semanas que pasó acantonado con su regimiento en la inmediaciones del Almonte, pues tal y como dejó escrito en su diario

 

“Nuestra vida aquí se hizo realmente salvaje. Aunque permanecimos en el mismo lugar dos o tres semanas, creo que apenas recibimos media docena de raciones durante este período, por lo que como pudimos, sobrevivimos gracias a nuestro ingenio. Por fortuna y en lo que se refiere a la carne, nos encontramos con algunas piaras de cerdos que deambulaban libres por el bosque a fin de ser engordados con bellotas. A estos animales, que por lo general estaban a cargo de algunos españoles, hubimos de recurrir como alimento. Para hacer pan, tomamos cereales de los campos, y, como no teníamos medios adecuados para aventarlo y molerlo, lo frotábamos entre nuestras manos y después lo majábamos contra las piedras para hacer la masa. En recuerdo de esta desdichada práctica, bautizamos a aquel lugar como Dough Boy Hill, un nombre que sería bien recordado por los hombres de nuestra división”[27].

 

Por su parte, los hombres de la III División llamaron a este paraje Mount Misery, rememorando así la indigencia que llegaron a soportar, según contó el sargento Thomas Garrety, adscrito al 43º regimiento de infantería ligera:

 

“En una ocasión, un camarada consiguió con gran esfuerzo una pequeña cantidad de sangre de buey. La hervimos para la cena y la repartimos entre todos. Y, aunque la tomamos sin una pizca de sal, me pareció deliciosa… Muchas veces desayunábamos las bellotas que habían sido vareadas por los porqueros españoles para el consumo de los cerdos. Y unos despojos de cabra fueron vendidos por entonces por cuatro dólares, casi el doble del precio del animal completo, y tanto los soldados como los oficiales pujaron por hacerse con esta horrible miseria[28].

 

Finalmente, los convoyes procedentes de Badajoz comenzaron a abastecer los almacenes previstos en Trujillo y se autorizó a los oficiales para que acudieran a diligenciar el aprovisionamiento de sus respectivas unidades. Algunos de ellos lo hicieron a título personal, como el teniente Andrew Leith-Hay, que el 13 de agosto acompañó al capitán de su compañía con el confeso deseo de conocer la cuna del conquistador Francisco Pizarro, dejando constancia de este modo de sus impresiones:

 

“Trujillo es una gran villa que, desde su altura, domina una vasta extensión de terreno. Desde allí, la vista se prolonga magnífica y variada, enseñoreándose sobre la llanura. Los habitantes, que habían huido ante la presencia de las tropas, comenzaron a regresar cuando entendieron que podían hacer negocio con los británicos. Esto restauró su confianza y estableció un sistema de trueque enriquecedor para ellos y útil para nosotros. Por supuesto, hicimos acopio en cantidad de cada producto. Especialmente, el vino fue vendido con profusión. Las bodegas estaban casi vacías, pero el ingenio compensó las carencias. Los españoles entendieron rápidamente que sus aliados necesitaban disponer de grandes cantidades de vino y que, por el contrario, no eran particularmente exigentes en cuanto a la calidad, por lo que aguachinaron de tal modo el pobre producto de la uva de Extremadura, elaborando un indecible brebaje, que realmente no produjo inmediatos efectos letales por sus excelentes cualidades etéreas.

 

Como por otra parte era de esperar, desde todos los campamentos se enviaron comisionados a la lonja de Trujillo, donde constantemente acabaron por representarse las más ridículas escenas. Los puestos fueron desbordados por los compradores, que lidiaban por reclamar la atención de los tenderos y desplazar rápidamente a aquellos cuyos deseos ya habían sido colmados. En medio de este extraordinario mercado, todas las diferencias de clase desaparecieron frente al impulso natural de procurarse el sustento de vida. El cuartel maestre, el oficial del regimiento, el cirujano, la esposa del soldado o el oficial de Guardias se empleaban de igual modo en el poco elegante pasatiempo de comprar carne, verduras, chocolate y  todo tipo de comestibles, además de pan.

 

En un lugar de la plaza pude observar a un joven aristócrata en el acto de despachar a sus sirvientes después de efectuar aquel degradante servicio en el que, por necesidad, de mala gana había obrado; en otro, como un humilde recadero, pude ver a un  suboficial sepultado como una mula con los bultos comprados en una tienda, porque el soldado que lo acompañaba se había perdido entre un bosque de cantinas, en las que se servía veneno suficiente para acabar con un regimiento.

 

La casa de la familia Pizarro en Trujillo luce espléndida y señorial. Presenta una fachada ornamentada que le da un aspecto de residencia distinguida. En una iglesia en ruinas de Trujillo había sido erigido un monumento a la memoria del célebre conquistador de Perú. La estela fue desmantelada por las tropas francesas, pero aún podía observarse un mármol labrado que había sobrevivido al sacrílego expolio, en el que se recordaba al más distinguido hijo de la ciudad”[29].

 

El capitán William Stother refirió también la situación en la que encontró el cenotafio de Pizarro cuando visitó la iglesia de Santa María la Mayor, apuntando que, pese a que había sido arrasado por los franceses, aún podían observarse pequeñas piezas de ágata, procedentes del mausoleo original, esparcidas por todas partes. La casa de los Pizarro sirvió, según el mismo oficial de Guardias, como residencia del general Arthur Wellesley el 21 de agosto, cuando los aliados por fin levantaron los campamentos y pusieron rumbo al sur, siguiendo la carretera de Miajadas, a donde llegaron el 22 de agosto[30].

 

El 23 de agosto de 1809 las columnas británicas acamparon junto a los arcos del puente romano de Medellín y, al día siguiente, bajo un sol de justicia y tras una agotadora jornada de treinta kilómetros, pudieron alcanzar Mérida. Aunque la mayor parte de los regimientos prosiguieron su camino, el general Wellesley se detuvo aquí apenas una semana, hasta que finalmente el 1 de septiembre retomó de nuevo la marcha. Al día siguiente llegó a Lobón y, el 3 de septiembre de 1809 entró en Badajoz, donde emplazó de manera definitiva el cuartel general y el tren de artillería aliadas. Por su parte, las tropas fueron acantonadas en los alrededores del siguiente modo[31]:

 

La caballería quedó en retaguardia y los ocho escuadrones del 3º y 4º regimientos de dragones, al mando del coronel Calcroft, quedaron alojados en Mérida. Por su parte, los hannoverianos del 1º regimiento de la King German Legion fueron acogidos en Valverde de Leganés.

 

En cuanto a la infantería, el teniente general John Coape Sherbrooke emplazó la I División a su cargo entre Badajoz, donde dispuso sendos batallones de Guardas, pertenecientes a los Coldstream y al 3º regimiento, así como una compañía del quinto batallón del 60º regimiento de infantería ligera; Lobón, donde fue emplazada al completo la brigada del general Cameron, compuesta por tres batallones de los regimientos 42º,42º y 61º, así como otra compañía del quinto batallón del 60º regimiento de infantería ligera; y Talavera la Real, donde hizo lo propio con la brigada hannoveriana del general Sigismund von Löw, compuesta por los cuatro batallones de los regimientos de línea 1º, 2º, 5 y 7º de la King German Legion y dos batallones del regimiento ligero de la misma unidad[32].

 

El teniente general Rowland Hill, al mando de la II División, dispuso del mayor general Tilson y los cuatro batallones de los regimientos 3º, 31º, 48 y 66º de Buffs, así como la acostumbrada compañía del quinto batallón del 60º regimiento, en Montijo; la del brigadier general Robert Stewart, compuesta por tres batallones de los regimientos 29º, 48º y 57º, en Puebla de la Calzada; y la del brigadier general James Catlin Craufurd, compuesta de los respectivos del 28º, 34º y 39, entre Montijo y Torre Mayor.

 

El brigadier general Robert Craufurd, comandante de la III División tras la muerte del general Mackenzie en Talavera, situó sus dos brigadas, formadas por los batallones del 95º, 53º y 43º regimientos, a las que se unieron el 45º, el 88º y la consabida compañía del quinto batallón del 60º, dirigidas por el coronel Rufane Donkin, Campo mayor.

 

Por su parte, el teniente general Galbraith Lowry Cole, comandante de la IV División, emplazó los batallones del 7º, 11º, 53º regimientos, así como la compañía del 60º en Olivenza, junto al 97º y  otra compañía del 60º, de brigada del coronel Kemmis, mientras que, ya a mediados de octubre, los dos batallones del 27º y del 40º regimientos de infantería ligera, adscritos al mismo cuerpo, se les permitió alojarse en Badajoz. Así mismo, la Plaza también cobijó el mermado cuerpo de ingenieros comandados por el mayor David Dundas.

 

 

  • La casa de Wellington en Badajoz.

 

 

Los historiadores, que pronto pasaron a detallar la fehaciente constancia del acantonamiento de las divisiones británicas en las localidades próximas a Badajoz, fueron siempre mezquinos en asegurar el paradero de su comandante en jefe en esta ciudad. En 1907 y sobre la base de la colección diplomática que poco después llegaría a ser divulgada por Román Gómez Villafranca, el por entonces secretario perpetuo de la Real Academia de la Historia, Juan Pérez de Guzmán y Gallo, publicó un breve y pretencioso artículo en el que, bajo el mismo título que preside este epígrafe, nunca llegó a revelar el presunto inmueble en el que debió alojarse el general Arthur Wellesley[33].

 

Desde entonces y aunque la incertidumbre no es poca, ningún otro investigador ha resuelto aproximarse a este enigma, pese a que, al menos hasta donde nos alcanza, para su satisfacción no es menester descifrar esotéricos arcanos. Y es que, a nuestro juicio, no cabe duda que, desde el 3 de septiembre al 27 de diciembre de 1809, el general Arthur Wellesley fijó su residencia en el actual edificio de la Capitanía General de Extremadura, antiguo Palacio del Conde de la Torre del Fresno.

 

Como es conocido, su desventurado propietario, don Toribio Gragera y Arguello de Carvajal, comandante interino de las fuerzas de Extremadura, fue linchado por una turba de paisanos que halló pruebas irrebatibles de infidencia en su vacilante proceder respecto a las salvas acostumbradas en la onomástica real en 1808. Su viuda, doña Juana Topete y Argüello Carvajal, esa misma noche y después de dar sepultura al vejado cadáver, partió a un cortijo de las proximidades cediendo el uso de la vivienda a los militares, que no obstante se mantuvo desocupado hasta la llegada de los británicos.

 

Las autoridades militares que en el verano de 1808 se pusieron al frente del Ejército de Extremadura, no volverían a pisar Badajoz en muchos meses. Tanto el teniente general José de Galluzo y Páez como el provecto Gregorio García de la Cuesta, centraron el grueso de sus operaciones en el norte de la Región, por lo que, cuando en agosto de 1809 y una vez defenestrado este último el duque de Alburquerque tomó el mando Ejército de la Izquierda y fijó su cuartel general en Trujillo, manteniendo las comunicaciones con la Plaza, donde quedó guarnicionada la división del general Juan Senén de Contreras, a través de la división del brigadier Rafael Menacho y Tutlló asentada en Mérida, la Junta Suprema de Extremadura estimó que la antigua residencia del III Conde de la Torre del Fresno sería el lugar más adecuado para acoger al comandante de las tropas aliadas.

 

Lord Wellington residió en este magnífico edificio durante su estancia en Badajoz. Así fue expresamente reconocido por la propia condesa viuda de Torre del Fresno en la carta que escribió a su hijo Rafael Gregorio Portugués el 3 de julio de 1814, asegurando que

 

Este Palacio, que tu querido padre nos dejó disfrutar sin límites, ha sido ocupado y saqueado por franceses, ingleses y españoles; aunque también han estado bajo su techo hombres gloriosos como el general Menacho y el propio Wellington[34].

 

Y así se desprende del relato del allanamiento de la residencia por los soldados británicos en el asalto definitivo a la ciudad, que hizo el privilegiado testigo Fray Laureano Sánchez Magro, dejando escrito que

 

“Las casas más principales padecieron más perjuicios. Y en las del alojamiento de Lord Wellington, que por considerarla más segura se refugiaron muchas personas, se cometieron iguales tropelías y atrocidades. En ella fue herida con un balazo en el hombro la reverenda madre del convento de franciscanas descalzas, el prebendado don Manuel de la Rocha sufrió una cruel cuchillada en la corona y a la señora doña Topete, nuera de la condesa de la Torre del Fresno, dueña de la casa, le dieron una bofetada tan cruel que conservó por muchos días la señal”[35].

 

Desde mediados de marzo de 1811, el Palacio había servido también como residencia del gobernador Armand Philippon[36], por lo que las tropas violentaron las puertas para saquearlo. Aunque era un nefasto lugar para buscar cobijo, no es casualidad que a él se acogieran Sor María de San Diego, la abadesa del Convento de Franciscanas Descalzas situado a escasos veinte metros, así como el racionero catedralicio Manuel de la Rocha, conocido como “El Pastor de Extremadura[37] y propietario del inmueble colindante en el que había sido instalada una logia masónica durante la ocupación francesa[38].

 

El día 7 de octubre de 1809 el general Arthur Wellesley celebró en el Palacio una velada que sería recordada durante mucho tiempo entre los badajocenses. Apenas dos días antes y una vez repuesto de sus dolencias, había dispuesto la partida para viajar a Portugal con su comandante de ingenieros el teniente coronel Richard Fletcher, a fin de inspeccionar sobre el terreno su proyecto defensivo de líneas fortificadas. Sin embargo, la noche del 5 de octubre recibió un correo en el que se le notificaba que el general John Coape Sherbrooke había sido nombrado caballero de la Orden del Baño, por lo que, como comandante en jefe y apoderado real, estaba obligado a imponerle la insignia en una solemne ceremonia que no convenía aplazar, por lo que escribió al homenajeado:

 

“Mi querido Sherbrooke,

 

Anoche recibí una carta comunicándome que el Rey le ha impuesto la Orden del Baño, por lo que será un honor para mí imponérsela si viene usted mañana o pasado. Se me remite la divisa y algunos documentos para usted. Acuda con su estado mayor y los comandantes del batallón de guardias[39].

 

A la suntuosa gala acudió todo el estado mayor, junto a los generales y comandantes de las distintas unidades, además de los ilustres de la ciudad acompañados de sus respectivas esposas. Los salones de la residencia del jefe de las fuerzas británicas estaban atestados hasta la asfixia, en palabras del cirujano Charles Boutflower, que también acudió al evento[40].

 

Esa tarde y según dejó escrito el capitán William Stothert, se dispararon salvas desde los baluartes en honor a Jorge III. A las ocho fueron abiertas las puertas del Palacio y el respetable anfitrión comenzó a recibir a las más reputadas familias del lugar. Una vez condecorado el general, hubo ocasión para que algunas damas deleitaran a los concurrentes con afinadas melodías, tras las cuales Lord Wellington abrió el baile tomando como pareja a doña Ana Fortunata, viuda de Fidalgo y dama muy notable de Elvas[41], a los que secundaron el resto de invitados hasta media noche, cuando fue anunciada la cena, no dándose por finalizada la gala sino hasta después de las dos de la mañana[42].

 

En estos entretenimientos, el otoño se presentaba sumamente apacible para las tropas británicas acantonadas en Badajoz y sus contornos. Había llegado el tiempo de tomarse un merecido descanso, tras un año de ininterrumpidas marchas y cruentos combates, por lo que el general Wellesley dejó a su homónimo Sherbrook al cargo de las tropas y partió para Lisboa a la mañana siguiente. Jamás llegó a imaginar el siniestro panorama que habría de encontrarse tres semanas más tarde.

 

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[1] Vid. GÓMEZ VILLAFRANCA, Román. Extremadura en la Guerra de la Independencia Española. Memoria Histórica y Colección Diplomática. Badajoz, 1908.

[2] Vid. MARABEL MATOS, Jacinto J. “El coronel Storm de Grave y el sitio de Mérida de 1809”. XLIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2014; pp. 313-334.

 

[3] LEITH HAY, Andrew. A Narrative of The Peninsular War. Volumen I. Edimburgo, 1831; p. 132.

[4] GURWOOD, John. The Services of Field Marshal the Duke of Wellington. Volumen V. Londres, 1836; p. 156.

[5]Vid. GURWOOD, John. Selections from Dispatches and General Orders of Field Marshal The Duke of Wellington. Londres, 1842.

[6] Vid. GURWOOD, John. The General Orders of Field Marshal The Duke of Wellington. Londres, 1832. CLOVES, William (Ed.) The Principles of War, exhibited in the practice of the camp; and as developed in a series of general orders of Field Marshal the Duke of Wellington, K.G. Londres, 1815.

[7] Vid. OMAN, Charles. A History of the Penisular War. Volumen II. Oxford, 1903. ALEXANDER, James Edward. Life of Field Marshal, His Grace The Duke of Wellington. Volumen I. Londres, 1840.

[8] Vid. SIDNEY, Edwin. The Life of Lord Hill, G.C.B. late Commander of the Forces. Londres, 1845.

[9] Vid. STOTHER, William. A narrative of the Principal Events of the Campaigns of 1809,1810 & 1811. Londres, 1812. El capitán Stother era ayudante del coronel del 3º regimiento de Guardias integrado en la I División británica y recopiló cuarenta y cuatro cartas escritas entre enero de 1809 y junio de 1811, finalizando justo con dos remitidas tras el fallido asalto a Badajoz ocurrido en esa fecha.

[10] Vid. LESLIE, Charles. Military Journal of Colonel Leslie. Aberdeen, 1887.

[11] Andrew Leith-Hay nació en Aberdeen el 17 de febrero de 1785, fue hijo del general Alexander Leith-Hay y sobrino del mayor general James Leith. Acompañó a este en calidad de ayudante de campo, desde agosto de 1808 cuando el general fue comisionado por el vizconde Castlereagh, secretario del War Office británico, en labores de apoyo al Ejército español en el Cantábrico. El general falleció en 1816 y Alexander Leith-Hay se encontraba en Barbados cuando publicó por vez primera sus memorias, en 1817, justo un año después del fallecimiento de su tío. En 1831, ya como comandante incrementaría esta obra en dos volúmenes, imprimiéndose al mismo tiempo en Londres y Edimburgo. Conoció una segunda edición en 1834, y dos más hasta 1850. Alexander Leith-Hay fue gobernador de Bermuda entre 1838 y 1841, alcanzó el grado de teniente coronel y murió a los setenta y siete años de edad.

[12] Vid. O’NEIL, Charles. The Military Adventures of Charles O’Neil. Worcester, 1851.

[13] Vid. GARRETTY, Thomas. Memoirs of a Sergeant late in the Forty-Third Light Infantry Regiment, previously to and during the Peninsular War. Londres, 1835. COSTELLO, Edward. The Adventures of a Soldier. Londres, 1841. GRATTAN, William. Adventures with the Connaught Rangers. Volumen I. Londres, 1847. SMITH, Harry. The autobiography of Lieutenant-General Sir Harry Smith. Volumen I. Londres, 1902.

[14] Vid. LAWRENCE, William. The Autobiography of Sergeant William Lawrence, a hero of the Peninsular and Waterloo campaigns. Londres, 1886.

[15] Vid. HAWKER, Peter. Journal of a Regimental Officer during the recent campaign in Portugal and Spain. Londres, 1810. ELIOT, William Granville. A Treatise of the Defence of Portugal. Londres, 1811.

[16] No debe confundirse el apelativo con el que se hacía llamar en honor al eminente patólogo contemporáneo Joseph Frank. Vid. JOHNSTON, William. Roll of Comissioned Officers in the Medical Service of the British Army. Aberdeen, 1917.

[17] Vid. MACKINNON. A Journal of the campaign in Portugal and Spain. Londres, 1812. McGRIGOR, James. The Autobiography and Services of Sir James McGrigor, Bart. late Director-General of the Army Medical Department. Londres, 1861. BOUTFLOWER, Charles. The Journal of an Army Surgeon during the Peninsular War. Manchester, 1912. Precisamente por encontrarse alojado en Badajoz durante este período, Charles Boutflower fue un privilegiado testigo de los acontecimientos intramuros. Su visión, no obstante, está pergeñada de expresas críticas a la moral, al clero y a la liturgia católica. Había nacido en Enfield, Middlesex, el 2 de febrero de 1782 y fue el cuarto hijo del reverendo John Boutflower, vicario de Seamer, en Yorkshire. Educado en severas creencias, ingresó como auxiliar sanitario en la armada en 1800, pero dos años más tarde fue trasladado al 40º regimiento de infantería ligera que por entonces se encontraba en Malta. Aquí fue promovido a cirujano y el 8 de junio de 1809 fue reclamado en la Península. No tenía experiencia en campaña cuando llegó a Badajoz el 10 de septiembre procedente de Elvas, por lo que las costumbres y usos del lugar reclamaron muy pronto su atención, aunque también su crítica. El 3 de septiembre de 1812 fue agregado al estado mayor del general Rowland Hill. En 1813 se casó y abandonó el ejército dos años más tarde para ejercer profesionalmente en Colchester, donde abrió consulta durante nueve años. En 1826 se trasladó a Liverpool para seguir ejerciendo la medicina, hasta que falleció el 24 de marzo de 1844 tras contraer unas fiebres tifoideas.

[18] Tras la batalla de Wagran y mediante el Tratado de Schönbrunn, Austria firmó el armisticio con Francia. La resolución de la política centroeuropea permitió que un gran número de veteranas unidades fueran destinadas a la Guerra de España y, de este modo, a finales de 1809 un Cuerpo comandando por Junot, dos divisiones de la Joven Guardia, una división de infantería alemana, varias compañías de policía a caballo especializada en combatir guerrillas y algunos regimientos que hasta entonces no contaban con una base permanente, comenzaron a cruzar la frontera. ESDAISLE, Charles. La Guerra de la Independencia. Una nueva Historia. Crítica. Barcelona, 2004; pp. 260-261.

[19] El 20 de septiembre escribió a John Villiers para participarle que, efectivamente, no se encontraba bien desde hacía algo más de un mes debido a unos fiebres intermitentes de la que no consiguía reponerse. GURWOOD, J. The Services…, ob.cit; p. 163. Aunque con las cautelas propias del diario oficial del régimen josefino, hay que señalar que de enfermedad y posterior recuperación también se dio cuenta en la Gazeta de Madrid, de 3 y 6 de enero de 1809 respectivamente, que a su vez recogían sendas crónicas informadas por los diarios de Lisboa.

[20] OMAN, C. A History…, ob.cit.; pp. 555-556.

[21] STOTHER, W. A narrative…, ob.cit.; pp. 103-105. Según Stother, antes de la batalla de Talavera, tanto bueyes, como ovejas y cabras, habían servido al consumo diario del Ejército. Las órdenes eran que aquellas provisiones debían ser cocinadas durante la noche y repartidas al amanecer entre la tropa, a fin de que cada soldado proveyera su mochila con la ración diaria necesaria para una agotadora marcha.

 

[22] O´NEIL. C. The Military Adventures… ob.cit..; pp. 139-141.

[23] WILSON, Robert. A Narrative of the C,ampaings of the Loyal Luisitanian Legion. Londres, 1812; pp. 274-284.

[24] GURWOOD, J. The Services..,, ob.cit; pp.  33-34. Efectivamente, el general Wellesley consiguió que sus presiones, el 12 de agosto, fuera cesado el general Gregorio García de la Cuesta con el que mantenía un perverso pulso, alegando una inoportuna y pasajera parálisis, y ese mismo día elaboró una batería de medidas a adoptar para el caso de que las columnas enemigas que se dirigían a Plasencia acabaran cortando sus comunicaciones con Portugal.

[25] SIDNEY, E. The Life…, ob.cit.; pp. 114-115. Por entonces, el cuartel general británico debía haber recibido noticias del cambio de alianzas en Centroeuropa. Napoleón podría centrarse en trasladar más recursos a la Península quedando la situación de las tropas británicas era sumamente expuesta si no se refugiaban nuevamente en Portugal.

[26] LEITH-HAY, A. A Narrative.., ob.cit; pp. 174.

[27] COSTELLO, E. The Adventures…, ob.cit.; p. 36. Hemos mantenido en su original el nombre de la colina, Dough-boy,  manteniendo el vocablo que hace referencia a las bolitas de masa de cereal hervido que fue la base del  alimento de las compañías británicas en esos días.

[28] GARRETTY, T. Memoirs of a Sergeant…,, ob.cit; pp. 74-75.

 

[29] LEITH-HAY, A. A Narrative…, ob.cit.;  pp. 179-180..

[30] STOTHER, W. A narrative…, ob.cit.; p. 108.

[31] Estado general de las fuerzas británicas en Extremadura a 1 de noviembre de 1809. GURWOOD, J. Supplementary…, ob.cit.;  pp.417-418.

[32] El barón Löw asumió el mando del 1º y 2º regimientos de línea de la KGL adscritos a la brigada del barón Ernst Langwerth, tras morir éste la batalla de Talavera, reuniendo bajo su mando toda la infantería alemana. OMAN, Charles. Wellington’s Army 1809-1814; p. 345.

[33] PÉREZ DE GUZMÁN Y GALLO, Juan. “La casa de Wellington en Badajoz”. La Ilustración Española y Americana, nº XXII. Madrid, 1907; p. 354.

[34] DEL SOLAR ORDOÑEZ, José Juan. Un testigo para la Historia. Excma. Diputación Provincial de Badajoz. 1997; p. 77.

[35] SÁNCHEZ MAGRO, Laureano. Sucesos Históricos de la capital y pueblos de Extremadura en la Revolución del año 1808. Editora Regional de Extremadura. Jaraíz de la Vera, 2011; p. 122.

[36] BRITO MOUZINHO, Maximiano. Correspondência de Maximiano de Brito Mouzinho para D. Miguel Pereira Forjaz, Ministro e Secretário de Estado dos Negócios da Guerra, sobre informaçoes militares, abastecimietnos, animais, relaçao da força militar francesa, artilharia, muniçoes e víveres existentes na Praça de Badajoz.  Archivo Histórico Militar de Portugal. DIV. 1, 14, 204.02; p.2

[37] Vid. DE LA ROCHA, Manuel. Églogas del Pastor de Extremadura. Badajoz, 1821.

[38] MELÉNDEZ TEODORO, Álvaro. Apuntes para la Historia Militar de Extremadura. Cuatro Gatos. Badajoz, 2008; p. 78.

[39] Escribió entonces a Beresford justificando precisamente el retraso en el deber de oficiante de la ceremonia y a Villiers a fin de que le facilitara dos o tres carros y cinco o seis caballos para el jueves 8 de octubre. GURWOOD, J. The Services…, ob.cit.; p. 200-201.

[40] BOUTFLOWER, C. The Journal…, ob.cit; p.15.

[41] Fueron célebres las tertulias organizadas por esta viuda, que recogió el testigo de la badajocense, en su casa de Elvas todas las tardes a partir de las ocho y en las que solían concurrir, además de la dueña de la casa y su confesor, su hija, su hijo Antonio y su sobrino José, ambos oficiales de caballería nombrados por Wellington. En abril de 1811 el comandante de las fuerzas aliadas se alojó cuatro días en casa de doña Ana Fortunata, en el transcurso de los cuales se celebraron otras tantas veladas en las que se cantó y bailó hasta altas horas de la madrugada. ELIOT, W.G. A Treatise…, ob.cit; p. 275-276. LIMPO PÍRIZ, Luis Alfonso. Badajoz y Elvas en 1811. Crónicas de Guerra. Ayuntamiento de Badajoz, 2011; pp. 238-240, 249-250.

[42] STOTHER, W. A narrative…, ob.cit; p. 120.

Dic 132016
 

Beatriz Maestro Mateos.

Lic. en Historia.

Máster Antropología Social.

Universidad de Extremadura.

 

 

  • INTRODUCCIÓN

 

En medio del estupor y fervor religioso que fue sentido y vivido en nuestro país durante el siglo XVI, tendrá lugar, fruto de una próspera economía y de una población cada vez más en aumento[1] (la población española pasará de 5,3 millones a 8 millones de habitantes), un acontecimiento sin precedentes para el estudio de la sociedad española del pasado: la expansión geográfica de las hermandades y cofradías.

Esto es debido a que las cofradías durante la Edad Moderna se caracterizarán por ser un fenómeno que engloba todos los estamentos que participen de una religiosidad común, asimismo, debemos tener en cuenta, que los estratos más altos de la sociedad se preocuparán de crear corporaciones exclusivas con el fin de consolidar aún más su predilecta condición.

Ya en el año 1771 se contabilizaban en nuestro país aproximadamente unas 25.000 cofradías[2], existiendo, en opinión de algunos autores, diferencias entre las que se conformaron en la Baja Edad Media y las que cobraron forma durante la Edad Moderna. En la actualidad, de los piadosos fines que algunas de ellas perseguían y de la cerrada estructura que otras poseían, se mantienen como prácticas comunes los ejercicios de obras de caridad, la promoción del culto público y el ímpetu por lograr entre sus socios una vida cristiana más perfecta.

La realización de este trabajo se encuentra motivada por el fin de contribuir con una nueva comunicación a la escasa bibliografía existente con respecto a este tema en nuestra comunidad autónoma. La villa elegida para ello es San Martín de Trevejo, un pequeño y fastuoso municipio ubicado en la Sierra de Gata (norte de la provincia de Cáceres, Extremadura), colindante con Portugal al oeste y la provincia de Salamanca al norte, más conocido por el uso y práctica de un particular dialecto, a fala, que por su intrépida y fascinante historia. Esto último, motivo de su elección como única población objeto de estudio para este trabajo, tiene como propósito hacer eco en nuestra sociedad del rico patrimonio cultural e histórico de esta zona, que si bien es también lingüístico, no lo es únicamente.

San Martín de Trevejo, cuyo principal rasgo a destacar es la nutrida vegetación que posee, cuenta en la actualidad con unos 800 habitantes aproximadamente; siendo palmario realzar que perteneció hasta el año 1833 a la provincia de Salamanca y hasta el año 1958 a la diócesis de Ciudad Rodrigo. Actualmente, tan solo una de las cofradías estudiadas y expuestas a continuación perdura, muy al contrario que la figura del mayordomo, la cual continúa gozando de gran prestigio, y la pasión religiosa perpetua que siempre caracterizó a este lugar.

                               Imagen 1.  Fachada con motivos gremiales en San Martín de Trevejo.                          Fuente: Elaboración propia.

 

En definitiva, la tradición religiosa perteneciente a los lugareños de San Martín de Trevejo, aún visible en los místicos vestigios arquitectónicos que se eternizan en el tiempo, no puede disociarse de la cultura popular que tanto ha distinguido al pueblo español durante centurias pasadas y que aún hoy en día perdura. Las cofradías y hermandades son una buena muestra de ello.

Asimismo, cobra protagonismo el concepto de religiosidad popular, el cual nosotros lo definiremos aquí como el conjunto de expresiones religiosas existentes a nivel local, no coincidentes en muchos casos con la religión oficial, pero que responden a unos esquemas de actuación semejantes en casi todos los lugares.

No pasa desapercibido el hecho de que la cultura popular (dentro de la cual englobamos el aspecto religioso) es hoy en día el centro de atención de numerosos investigadores, convirtiéndose la microhistoria, como consecuencia de ello, en la metodología referente para antropólogos e historiadores, y también en la metodología tipo para este trabajo. El padre de la microhistoria, Carlo Ginzburg, expone sus argumentos sobre la cultura popular afirmando que ésta es el conjunto de actitudes, creencias y patrones de comportamiento propios de las clases subalternas. Para este autor, con la Contrarreforma (tan influyente en la evolución de las hermandades) se inicia una época altamente jerarquizada, el adoctrinamiento paternalista de las masas, la erradicación de la cultura popular, y la marginación más o menos violenta de las minorías y grupos disidentes[3].

En nuestro caso, y a pesar de que ciertamente las autoridades españolas, tanto políticas como eclesiásticas, se opusieron en ciertos periodos de tiempo a la creación y mantenimiento de hermandades y cofradías[4], incitados por fines económicos y de control social, la mayoría de las cofradías que vamos a desarrollar en este estudio fueron fundadas “desde arriba”, es decir, por orden del obispo de Ciudad Rodrigo. Sin más dilaciones, procedemos a descender en la escala social la luz de nuestro foco para, a través de la microhistoria, adentrarnos en un breve relato sobre las cofradías de la villa San Martín de Trevejo.

 

 

 

 

 

 

  • LUCES Y SOMBRAS EN LA HISTORIA DE LAS HERMANDADES Y LAS COFRADÍAS.

 

Para comprender el complejo cosmos de las cofradías es necesario que nos remontemos a su origen, siempre teniendo en cuenta la presencia del elemento evolutivo en las mismas a lo largo de los siglos. Es indudable, en la actualidad, que el espumoso espíritu de asociación que caracterizaba al pueblo romano sembró el germen para la formación de las corporaciones de trabajadores, de este modo, el fin mutualista unido al religioso, pueden considerarse como la causa vital que induce en su origen a los Colegios de artesanos romanos[5]. Asimismo, encontramos en Hispania un origen más riguroso y un mayor paralelismo de las cofradías con el cariz religioso en las Diaconías cristianas, que fueron fundadas para la práctica de la caridad.

Con el triunfo del Cristianismo muchas de estas asociaciones romanas, dado el matiz pagano que tenían, desaparecieron o evolucionaron hacia la cofradía de influencia cristiana, nacida en el seno de la Iglesia[6]. Así, la preocupación de los emperadores por regular este tipo de asociaciones, conscientes de su cada vez mayor expansión y su poder económico, se pone de manifiesto en el Digesto, donde se describe un apartado sobre asociaciones y corporaciones:

“Se ordena a los gobernadores provinciales, en algunos mandatos imperiales, que no toleren la existencia de asociaciones de cofrades (…)[7]

Dado el carácter tempestuoso que este tipo de corporaciones poseía, y que en cierto modo no se inhibieron las reuniones con fines religiosos siempre que no se hicieran contra el senado consulto que prohibía las asociaciones ilícitas, se fueron permitiendo con el tiempo, a la vez que eran relacionadas siempre con propósitos económicos comunes por parte de sus socios, pues era habitual socorrer al afiliado con dinero y frente a riesgos de enfermedad o muerte.

“No se concede a cualquier poder constituir una sociedad, un colegio, u otra corporación semejante porque esto se haya regulado por las leyes (…). En muy pocos casos han permitido tales corporaciones. Los que pueden constituirse como colegio, sociedad o cualquier otra corporación tienen, como si fueran una ciudad, bienes comunes, caja comunes y un apoderado o síndico”[8].

En estas mismas leyes de Justiniano, ya se hace alusión al término “cofradía” y se dicta con respecto a ellas lo siguiente:

“Son cofrades los que pertenecen a una misma asociación, que los griegos llaman hetaireia. La ley les permite establecer los pactos que quieran con tal de no infringir la ley pública”[9].

Durante la Edad Media el término “cofradía” aparece inexorablemente mancomunado al de “gremio”. El espíritu religiosos benéfico se unió al interés de grupo de quienes realizaban un mismo oficio y deseaban auxiliarse mutuamente frente a los riesgos de la vida, dando lugar a la denominada cofradía gremial[10]. Si bien es cierto que, en algunos casos, el ambiente de espíritu religioso y benéfico de la época dará lugar a agrupaciones de hombres indistintamente de su clase o profesión conformando una cofradía de índole únicamente caritativa y asistencial, por norma general se puede afirmar que durante la Edad Media la cofradía y el gremio eran la misma cosa.

Por otro lado, el contexto histórico que envuelve a este periodo, hace entendible la aparición de cofradías penitenciales, pues la serie de fatalidades que arrasaron Europa durante estos siglos (Peste Negra, Guerra de los Cien Años…) provocaron una angustia colectiva que acentuó el sentimiento de lo trágico dentro del catolicismo popular y el culto de la Pasión de Cristo[11].

En el periodo de tiempo que comprende la Edad Moderna, se producirá un momento de renovación de las cofradías, debido principalmente a los ataques a la Iglesia Católica, las herejías, el protestantismo, ante lo cual se siente una necesidad de defensa de la verdad católica y de agrupamiento[12]. Así, podríamos afirmar que las cofradías posteriores al Concilio de Trento (como es el caso de las que vamos a estudiar a continuación) poseían el germen de la Contrarreforma, dando prioridad a la solidaridad ante la muerte (haciéndose cargo de los entierros), la enfermedad…

La realidad histórica que concierne a la creación de las cofradías en nuestra población objeto de estudio, San Martín de Trevejo, pertenece a la Edad Moderna y se extiende hasta principios de la Edad Contemporánea. Mientras que para la mayoría de los territorios españoles se producía una época de crisis y parón de las cofradías, en esta villa se ordenaba su creación. La época de la Razón y de las Luces despertó la sombra en muchas de estas congregaciones, que sufrieron un afán depurador religioso el cual exigía la legalización de su situación y la extinción de las que no lo hicieran. Por ello, es preciso tener en cuenta la factible ocultación de algunas corporaciones ilícitas en las zonas rurales, donde les era a los asociados más cómodo ocultar su situación ilegal que rendir cuentas ante el obispado.

De manera ordinaria, la actitud de las altas jerarquías eclesiásticas ante las cofradías fue de comprensión, aunque obispos como el de Ciudad Rodrigo, el mismo que efectuaba las visitas a San Martín de Trevejo, se lamentasen en reiteradas ocasiones de los atropellos que realizaban algunas de ellas[13]. Sin embargo, y debido al complemento salarial que suponían las cofradías, en muy pocas ocasiones se tomaron medidas drásticas contra las ellas.

En definitiva, a través de los siglos, las diferentes formas de agrupación que han llevado a cabo los individuos y que han sido anteriormente descritas (colegios romanos, gremios, cofradía-gremial…) darán lugar, a través de la evolución, a una serie de cofradías y hermandades que se perpetúan hasta nuestro tiempo. Es actualmente indiscutible, que se ocultan bajo su manto la devoción y el misticismo, pero también los fines económicos que desde un primer momento marcaron sus paradigmas. En nuestro municipio, rodeado de hercúleas montañas que lo mantuvieron durante épocas pasadas aislado en gran medida del exterior, tendrán lugar una serie de acontecimientos que pondrán de manifiesto la aparición de las cofradías como consecuencia indudable del espíritu humano de sociabilidad.

 

  • EL FENÓMENO COFRADIERO EN SAN MARTÍN DE TREVEJO

 

San Martín de Trevejo, esta villa a la cual la naturaleza ha querido hermosear con paisajes capaces de satisfacer al más exigente turista, dotada de un cielo diáfano, temperatura agradable, hermosos y sorprendentes castaños que rodean las sólidas casas de piedra, fértiles valles de pradera que fecundizan sus arroyos de cristalina agua, cuenta con un fervor religioso procedente de tiempos lejanos, el cual encontró su máxima expresión en los siglos XVII, XVIII y XIX a través de las cofradías creadas en torno al año 1648 y 1680, siendo éstas: la Cofradía del Santísimo Entierro, el Dulce Nombre de Jesús, Nuestra Señora del Rosario, Santa Vera Cruz, Nª Señora de la Concepción, San Sebastián y Ánimas del Purgatorio. Un año más tarde, en el 1681, se tendrá constancia de la existencia de la Cofradía del Santo Rosario.

Centrándonos, primordialmente, en la arquitectura histórica religiosa de esta villa con el fin de entender los núcleos de confluencias devotas en el pasado de la misma, cabe indicar que antes del año 1680 existían un total de diez ermitas: la ermita del Santo Cristo y las ermitas de San Pedro, San Juan, San Amaro, San Sebastián, San Lázaro, Santa Clara, San Blas, San Gregorio y Nª Señora de Torrelamata. En la actualidad, únicamente existen la Iglesia parroquial de San Martín de Tours, cuya creación se remonta al año 1653 y en la cual se conservan tablas del pintor Luis de Morales, la ermita de la Cruz Bendita, la ermita del Nazareno o Cordero y la ermita del cementerio. Aunque sin duda, la más ilustre y notoria edificación de esta villa es el Convento de San Miguel.

Atendiendo a toda esta arquitectura religiosa, que envolvía a una población de aproximadamente 2.500 habitantes, se entiende el fragoso éxito de la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio. Esta congregación, que tendrá cabida en esta localidad desde el siglo XVII, se encontraban muy ligada a la vida parroquial;  asimismo, respondía a un sentido religioso más profundo que el que despertaban otras devociones, pues el culto eucarístico y los sufragios por el alma de los difuntos eran sus objetivos fundamentales[14].

Otra de las Cofradías que convivió en San Martín de Trevejo fue la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. El rosario constituye una estructura religiosa y mental trascendental en la España Moderna, en el sentido de que aporta una referencia salvífica que se manifiesta en la cotidianidad mediante actitudes y formas, que forjadas en parte por la pastoral clerical, conforman una forma de vivir y morir[15].

Ambas cofradías, fundadas por orden de la diócesis de Ciudad Rodrigo, cohabitaron en San Martín de Trevejo desde el siglo XVII. Si existieron porfías y desasosiegos entre los hermanos de ambas se desconoce, lo que sí es bien sabido es el carácter asistencial de ambas, donde a falta de la presencia de un cementerio (tenemos constancia de que en el año 1816 aun no se había creado un camposanto en esta villa[16])  los enterramientos se hacían en el interior de las iglesias, ermitas, o en un campo adyacente. De este modo, las cofradías que participaban en los entierros se diversificarán con el paso del tiempo. En un primer momento las antigua cofradía de  las Ánimas del Purgatorio y Vera Cruz serán las más solicitadas, sumándose tiempo después a los testamentos otras advocaciones, muchas de ellas marianas, tales como el Rosario [17].

Otra Cofradía notable fue la ya mencionada Cofradía de la Vera Cruz. Este tipo de congregaciones se caracteriza por su austeridad y disciplina en sus procesiones, siendo sus primeras hermandades fundadas en conventos, hospitales y ermitas, como es el caso de nuestra villa. Contaba con una privilegiada posición en esta localidad y también con el refuerzo de las autoridades locales.

 

El triunfo indiscutible de estas tres cofradías fundadas tras el Concilio, y que han prevalecido en San Martín desde el siglo XVII hasta el siglo XX, se debe irrefutablemente a la devoción de la sociedad intensamente creyente y devota que habitaba la villa en unos tiempos donde la asistencia entre hermanos era necesaria, y la solidaridad entre convecinos poseía un carácter universal.

 

 

 

  • Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio en San Martín de Trevejo.El único libro de cuentas de la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio de San Martín de Trevejo que se conserva en el Archivo Diocesano se inicia en el año 1766 y abarca hasta el año 1847, sin embargo, comienza con el resultado de cuentas anteriores, lo cual demuestra la existencia de otro libro más antiguo de la cofradía. No están conservados los primeros documentos sobre la fundación, ni tampoco sobre el número de afiliados, sin embargo, el libro concluye con un inventario de lo que tienen las Benditas Ánimas en el Patronazgo a fecha de 3 de febrero del año 1769, redactada por el Beneficiado Rector del momento. El éxito de esta cofradía en la villa de San Martín de Trevejo se debió, sin duda, a la seguridad que ofrecía después de la muerte a todos sus hermanos de sangre, garantizándoles un entierro digno y unos sufragios determinados. Ya en la primera mitad del siglo XVI, la mayor parte de los testadores indicaban sencillamente que una vez enterrados se les dijese las vigilias y oficios acostumbrados (solía decirse un novenario con ofrenda en día y medio, tres o nueve días, que culminaban con una vigilia y misa réquiem). Sin embargo, con el trascurso del tiempo, aumentó la preocupación por detallar las misas cantadas que se debían decir el día del entierro o en los inmediatamente posteriores. Son las misas sueltas las que mayor número aparecen en los testamentos, con finalidad de rogar por el propio testador. Por su parte, el entierro conllevaba unos gastos que dependían del nivel económico, los deseos de aparentar y las ansias de salvación del difunto[21].Hemos observado que las cuentas son revisadas uniformemente y de manera anual por el Beneficiado Rector de la iglesia parroquial y en presencia del mayordomo. Además, eran inspeccionadas también anualmente por el obispo de Ciudad Rodrigo durante sus visitas a la villa, aunque hemos comprobado que, en ocasiones, se dan intervalos de tiempo intermitentes entre una visita y otra, desconociendo las causas que provocaron esta circunstancia. Observamos además en las Ánimas, la presencia de unas rentas procedentes de los censos, que si bien en la mayoría de las ocasiones no presentaban un gran aporte económico (51 reales con 12 maravedís en el año 1766)[22] sí contribuían de igual manera a acrecentar las cuentas de la hermandad. Aunque a menudo solía ser la cofradía la que invertía a cambio de una renta permanente, en el caso de esta congregación se trataban principalmente de donaciones testamentarias. Como veremos a continuación, los bienes de las Ánimas no procedían únicamente de rentas urbanas (casas y bodegas que poseían), sino también de terrenos agrarios tales como donaciones de prados y ventas de castaños.Por otro lado, cabe destacar que gracias a la visita del obispo de Ciudad Rodrigo, Pedro Manuel Ramírez de la Piscina, el 24 de octubre del año 1816, podemos conocer la crisis de organización por la que atravesaba esta cofradía, al exigir este prelado que se registrasen las cuentas de nuevo sin faltas ni errores, tras comprobar indisciplinas en la tardanza de la distribución de 2.483 reales en misas por las Benditas Ánimas y también “los 500 reales de Dº Domingo Sánchez y 1370 reales de Lorenzo Frade Bayle, ya que ambos debían haber pagado estas deudas al habérseles socorrido ya su necesidad[25] (no especifica cuál).                        

 

  1. La totalidad de estos datos aparecen reflejados en el libro de cuentas de la cofradía anteriormente mencionado, donde a través del sistema de cargo y data se pretendía dar cuentas a un tercero, el Obispo de Ciudad Rodrigo, a quien este método le permitía ejercer un precisado control económico sobre las Ánimas Benditas. De este modo, hemos podido comprobar cómo los ingresos de la cofradía experimentaron una serie de altibajos económicos que partían contra la misma y a favor del mayordomo en el año 1766[23], y concluían con un resultado de alcance cero en el año 1846[24].
  2. En cualquiera de los casos, las limosnas eran el principal método para sufragar los a menudo escasos recursos que poseían las hermandades rurales, teniendo esta fuente de ingresos un origen muy diverso. La cuota de entrada que debían abonar los hermanos al incorporarse a la organización, y los ya mencionados ingresos procedentes de los entierros, no sólo por las misas dadas sino también por la asistencia de los cofrades que acudían portando un estandarte, son algunas de las más comunes.
  3. Por lo que respecta a la vida económica de la Cofradía de las Ánimas, cabe decir que prosigue las mismas pautas que las demás cofradías. Las limosnas en metálico, (recogidas en las festividades de la cofradía y en otras), las limosnas en especie, y donaciones de lotes de tierras o fincas urbanas mediante testamentos son algunas de las fuentes de ingresos de esta hermandad. Por otro lado, esta cofradía era propietaria de censos cuyos réditos proporcionaban una retribución segura.
  4. De entre los nombres que desempeñaron este cargo de Beneficiado Rector durante los años citados anteriormente destacan: Cayetano Blanco Arroyo (desde el año 1766 hasta el 1768), Thomas Aparicio Sandín (adoptó este cargo en el año 1774 y en el año 1775) Josef Valentín Piñero (año 1794) y Felipe Collado (año 1837)[18], entre otros. Junto a esta figura, fue de gran importancia y prestigio la efigie del mayordomo. Elegido anualmente, sobre él recaía el gobierno y la administración de la hermandad, a la vez que ostentaba la máxima representación de la misma al contraer la responsabilidad económica cuando era necesario emprender las funciones propias de la cofradía[19] (misas, sermones…). Únicamente existieron en esta hermandad mayordomos y no madrinas, destacando Antonyo Baile (años 1766, 1774, 1775, 1779), y Josef Valentín Piñero (año 1794)[20].
  5. Es bien sabido que las Cofradías de Ánimas, como hemos mencionado con anterioridad, manifestaban un sentido religioso más hondo que otras devociones, al revelar el culto eucarístico y los sufragios del alma de los difuntos dentro de su carácter de corporación abierta, el cual impulsaba a los feligreses a participar vivamente en este fenómeno.
 

Cuadro Nº 1: San Martín de Trevejo

 

Evolución económica de la Cofradía de las Benditas Ánimas[26].

Año 1767 Alcance: 82 reales y 2 maravedís
Año 1768 Alcance: 861 reales y 3 maravedís
Año 1869 Alcance: 1367 reales y 7 maravedís
Año 1774 Alcance: 1136 reales y 3 maravedís
 Año 1775 Alcance: 385 reales y 32 maravedís
Año 1778 Alcance: 86 reales y 32 maravedís
Año 1779 Alcance: 6401 reales y 27,5 maravedís
Año 1794 Alcance: 2378 reales
Año 1846 Alcance. 000 reales

                                     Cuadro Nº. 1

 

Inventario de lo que tienen las Benditas Ánimas en el Patronazgo a tres de febrero del año 1769)[27]

  • Una casa en la calle de la Ciudad con alto y bajo que linda por la parte de arriba con casa de la escobala y por la parte de abajo con casa de Pedro Fernandez.
  • Y otra casa por bajo de la plaza con un lagar que linda con casa de la Monica por la parte de abajo, por la otra con Pila de Dª Francisca Ferrazón.
  • Una bodega bajo de la Casa de la Monica, mas otras bodegas fuera y adentro bajo de la casa de Joseph. Otra bodega que linda con casa de Juan Corbalan y bajo de la casa de Fernando Bascone.
  • Dos castaños que lindan con castaños de Juan dela Peña y Castaños de Ana Folgoso.
  • Y una hera que la hizo Antonio Bascone y la cedió a las Ánimas con escritura para el oficio de las Ánimas Benditas.
  • Y una escritura de Zenso que le dejo Francisco Chamorro y producía 9 reales al año –la pagan los herederos de la viuda.
  • Y otra que paga María Baile. Y otra de 12 reales y 12 maravedís que paga Blas Lozano. Y otra que paga Olalla Saabedra viuda de Juan Rodriguez.            Este inventario de bienes, firmado por el Beneficiado Rector Dº Cayetano Blanco Arroyo, coincidía con los primeros momentos de la cofradía que se describen en el libro de cuentas citado durante este trabajo. Muy probablemente, se mantuvieran estos bienes durante los años siguientes en mayor o menor medida, pues las ventas que se realizasen (en el año 1766 se poseían 4 castaños, de los cuales dos fueron vendidos ese mismo año por cuatro reales) se verían contrarrestadas con las sucesivas donaciones de los fieles.

 

  • En la actualidad, se conserva en la Iglesia parroquial San Martín de Tours una obra de arte dedicada a las Benditas Ánimas donde, con dificultad debido a su estado de deterioro, se pueden identificar las almas del Purgatorio envueltas en llamas para ocultar sus rostros. Asimismo, y de manera permanente, hay un cirio encendido junto al altar dedicado a las ánimas, a la mencionada pintura, y a la imagen para velar por las almas difuntas.
  •  
  • Cofradía del Santo Rosario de San Martín de TrevejoLlama la atención la cantidad de veces que se refundó esta congregación. Aunque probablemente estos vaivenes fueran causados por los conocidos desacuerdos entre estas organizaciones y el obispo de Ciudad Rodrigo, al cual afligían, como veremos a continuación, los atropellos que estas cometían, lo cierto es que la primera referencia oficial encontrada en la cual se hace referencia a su fundación data del año 1816, donde el obispo Pedro Manuel Ramírez de la Piscina en su visita del 20 de octubre de dicho año dicta en su noveno mandamiento:                        Traspapelado entre una serie de documentos y hojas sueltas, encontramos un documento del catorce de septiembre de 1883, dónde el cura párroco de la Iglesia de esta villa expone: “que con el Santo fin de fundar en esta parroquia la Cofradía del Santísimo Rosario pidió y le fueron concedidos por el Excelentísimo padre general las letras correspondientes de agregación con fecha 18 de octubre de 1879. Y como por ellas se ordene que se pidan al Ordinario del lugar letras testimoniales de su asentimiento y licencia (…)[29]“Por lo que nos toca concedemos nuestra autorización y licencia al párroco para establecer en la Iglesia de San Martín de Trebejo la Cofradía del Santo Rosario, y ordenamos al mismo nos sean presentadas las bases o estatutos por que ha de seguirse la asociación para la aprobación si la mereciese[30]”.“Autor y fundador del Rosario: Ilustrísimo padre Cipriano Sáenz de Buruaga del Sagrado orden de Predicadores.            De esta organización sí se conserva un listado de cofrades efectuado el día 7 de octubre del año 1883, cuando se fundó íntegramente la cofradía del Santo Rosario en esta villa, donde aparecen un total de sesenta hermanos donde se incluye al párroco Bernabé García. En el mismo documento se añadirán en el año 1899 un total cincuenta y ocho nuevos cofrades[32], anotando junto a los nombres de la primera lista la categoría de difunto cuando correspondía. Entre los nuevos hermanos destaca la existencia de varios miembros pertenecientes a una misma familia dentro de la cofradía:. Dº Francisco Mora                                      . Excma. Dª Petronila Godínez de Paz. Dª Encarnación Mora Guarilla                     . Dª Feliciana Ojesto Godínez de Paz. Dº Hilario Mora Guarilla                        Parece que tras años de desavenencias y discordancias entre el obispado y esta cofradía, donde se disolvería nuevamente la congregación, se pedirá una vez más la restauración de la hermandad del Santo Rosario en el año 1899[33].             Con respecto al nombramiento de cargos, destaca desde un primer momento, no sólo la existencia de mayordomos sino también de madrinas, así, en el año 1765 fueron elegidos mayordomos Juan Alonso de Franco y Juan López Rubio, y como madrinas Cathalina Frade Ciprián y María Donoso Bayle[34]. Anualmente se harán nuevos nombramientos de mayordomos y madrinas, si bien algunos nombres se repiten en el tiempo, en la mayoría de las ocasiones se van relevando. En el año 1804 aparecen más detalles de las responsabilidades que los mayordomos y madrinas tenían, así, siendo Diego Rodríguez el Beneficiado Rector de la Iglesia parroquial y Dº Alejo de la Peña y Figueroa el Abad, se nombrará por mayordomos a Cándido de la Peña y Ángel Franco, quienes debía llevar la arroba de cera; y por madrinas a Christina Domínguez y Joaquina Franco con la obligación de “alumbrar la lámpara y engalonar las handas de la imagen cada vez que salga de procesión, y llevar un hacha cada una el día de la festividad[35].  

 

    1.             El último nombramiento de mayordomos y madrinas que aparece en el libro de Nuestra Señora del Rosario se realiza en el año 1830. Sin embargo, en documentos sueltos se puede analizar la última lista de mayordomos conservada con fecha de 1958, vencimiento compartido por la anteriormente descrita Cofradía de Ánimas.
    2.             En este nuevo documento, se conservan los usos y costumbres que se establecieron con el objetivo de que existiese uniformidad en las funciones, y para que tuviesen conocimiento de la actividad de la congregación los hermanos de nuevo ingreso. Así, hay un total de seis mandatos en este testimonio, donde el primero de ellos establece la obligatoriedad para todos los cofrades de ambos sexos de asistir al Rosario de cada mes, a no ser que una causa razonable les excusase de ello. En el resto de normas se recoge la obligación de hacer una procesión mensual con el estandarte, el cual tendrán derecho a llevar todos los hermanos por orden de antigüedad, y la obligatoria exposición ante el presidente de las causas de ausencias y quejas que pudieran tener los cofrades.
    3. . Dº Nicolás Mora Guarilla
    4. . Dª Martina Mora Guarilla                            . Dª Luisa Ojesto Godínez de Paz
    5. Fundé esta Cofradía en la Iglesia de San Juan Evangelista en la que señalé por altar de esta Cofradía al segundo lado derecho de dicha Iglesia. Asimismo declaré al párroco y vecino de este lugar que haría esta fundación con la precisa condición de que si la orden de predicadores llegase algún tiempo a tener convento en este lugar desde luego y desde ahora para entonces se entiende trasladada y fundada en el dicho convento esta Cofradía. Sólo el párroco tiene facultad de admitir en esta Cofradía a los fieles y que estos ninguna obligación tienen a dar casa alguna por ser admitidos (…) Todos los cofrades del Rosario están admitidos a la especial participación de todas las buenas obras, a saber: oraciones, limosnas, Ayunos que todos los religiosos y religiosas del Orden de Predicadores hacen por todo el mundo (…) Se hace solemne la procesión por este lugar llevando en ella la imagen de Nuestra Señora del Rosario por aquellas partes que es costumbre hacer otras procesiones a siete de octubre de 1883 día de la festividad.[31]
    6. Existen otros dos documentos sobre la fundación del Santo Rosario con fecha ambos de 7 de octubre de 1883 donde se explica que por orden del obispo de Ciudad Rodrigo, Don Cipriano Sáenz de Buruaga, perteneciente a la orden de los Dominicos, se debe fundar en la Iglesia parroquial de San Martín de Trevejo esta cofradía. Es más, existe un tercer documento con la misma fecha (7 de octubre de 1883) donde el propio obispo redacta la carta oficial fundacional de la hermandad donde se exponen una serie de normativas y condiciones para los cofrades por las cuales han de regirse:
    7.             De este documento, podemos deducir, que debido a la gran devoción popular que existía entre los mañegos por el Rosario, se solicita desde la propia villa la licencia para la reinstauración de esta cofradía desde el año 1879. La respuesta a esta carta se obtuvo un día después desde Salamanca, el quince de septiembre del año 1883, donde por fin se ven atendidas las peticiones que el párroco de San Martín llevaba haciendo desde años anteriores como hemos mencionado:
    8. “(…) Pronunciará el Párroco y demas Eclesiásticos, que se pague la Bula para establecerse en esta Parroquia la Cofradia del Santo Rosario, y que desde luego se forme una congregación entre los Eclesiásticos y personas devotas para que se rece el Santo Rosario[28]
    9.             De igual manera que la hermandad anteriormente descrita, de la Cofradía del Santo Rosario se conserva un único libro de cuentas que comienza en el año 1765 y se extiende hasta el año 1829, sin embargo, se hace referencia en un documento aparte sobre la existencia de un libro anterior de misas del Rosario que comienza en el año 1681, donde se detallan las misas celebradas en el convento y en la parroquia.
  • Cofradía de la Vera Cruz en San Martín de Trevejo            A lo largo de sus añejas páginas, podemos comprobar cómo eran frecuentes las multas en dinero o en especies a los mayordomos por el descuido en entierros o misas de cofrades. Además, se tiene constancia de la inclusión en el mismo de un inventario de los bienes de la cofradía, y el número de cofrades que asistían a la reunión anual del Domingo de Ramos celebrada en la ermita de San Sebastián, la cual se situaba extramuros de la villa. Debido al carácter de población agrícola que poseía San Martín, aparece detallado la Bendición anual de campos se llevaba a cabo en la ermita de San Gregorio.            En un segundo libro de esta cofradía, aparecen los acuerdos, nombramientos cuentas y asientos de cofrades desde el año 1743 al año 1857[37]. En él, se detalla la Santa Visita del 25 de agosto de 1814, donde el tesorero de la catedral de Ciudad Rodrigo visita la villa con motivo de la plaza episcopal vacante del momento. Al revisar este libro de cuentas, dicho tesorero (Bernardino Valcárcel), muestra su descontento al comprobar unas enumeraciones poco claras, y en ocasiones ausentes, en las cuales no aparecen detallados ni el cargo ni la data. El tesorero propondrá como solución la reposición de este libro de cuentas por uno nuevo donde se detallarán los expendios y bienes de la hermandad, dejando al Beneficiado como total responsable de zanjar los abusos que se estaban produciendo. Don Bernardino Valcárcel expone lo siguiente:            Es esencial destacar que en los años posteriores se continuará haciendo las cuentas con la misma irregularidad y desobediencia de años anteriores, siendo la autoridad del tesorero y sus dictámenes ignorados. Lo único que aparece desde un primero momento reflejado como fuente única de ingresos de esta organización son las limosnas.            Se conserva asimismo el documento que recoge el “Auto de Buen Gobierno de la Cofradía”, del 29 de mayo de 1814, donde se decretaba que cualquier persona que se negase a servir debidamente la mayordomía de la Ver Cruz, se verán negados del acompañamiento del Bendito Christo y sus insignias, viéndose también afectados la mujer, hijos y criados del insolente. A continuación se detalla una lista de las personas que han faltado, ascendiendo a un total de ocho hermanos que quedarán deshonrados de dicha mayordomía. Las ya explicadas y citadas desavenencias entre las cofradías de San Martín de Trevejo y las autoridades eclesiásticas del obispado, serán escuchadas por un interesado rey Carlos III, quien el 17 de marzo de 1779 redactará una carta donde se explica el desorden existente en las cofradías de los pueblos de la diócesis de Ciudad Rodrigo, donde se llevaban a cabo irregularidades en los gastos de las mismas y en “la ruina que estos ocasionaban a los vecinos”. El rey Carlos III exige, en consecuencia, que en todos los pueblos de la diócesis se reduzca el número de cofradías y que se comprueben los gastos que no pertenecen al Culto, prohibiendo las comilonas y las comedias, y permitiéndose únicamente los que sean precisos de la liturgia.  

 

  1. Los desórdenes, irregularidades y desobediencias que han caracterizado a esta Cofradía de la Vera Cruz desde sus comienzos, no impidieron que su vida se prolongase hasta año 1959 según los documentos conservados, y que continúe vigente en la actualidad, gracias a la gran devoción que sienten los mañegos por la imagen de esta congregación: a Cru Bindita. Igualmente ocurrirá con la Cofradía de Ánimas y del Rosario, que si bien no perduran hoy en día, si sobrevivieron hasta épocas no tan remotas.
  2.             En las últimas páginas del vetusto libro quedan esclarecidas las desavenencias entre los propios cofrades, y la nefasta organización que acompañó a la hermandad desde un primer momento. mediante un escrito enviado desde el obispado, ordena D. Cayetano Antonio Quadrillero y Mora: “que aviendonos enterado de las discordias y distensiones que aveis tenido en las Juntas y Cabildos que de costumbre celebráis con el título de disponer y determinal lo que conviene al gobierno de vuestra Cofradía, y que en ellas divididos en parcialidades los hermanos cofrades insistiendo con porfiada temeridad cada uno de sus partidos en hacer prevalecer su dictamen y boto, daban ocasión a que muchos animos senturbasen en perjuicio de los estrechos santos vínculos de la confraternidad y mutuo amor que nos inspira el Santo temor de Dios, no pudiendo por otra parte tolerar que en estas Juntas forméis acuerdos ni tengáis estatutos nuebos sin nuestra licencia y aprobación(…)[40]
  3.             De este modo, parece ser que el principal sustento económico de la Vera Cruz eran las limosnas procedentes de los días de Jueves Santo, Domingo de Ramos, Día de Pascua y Día de la Ascensión. En el Domingo de Ramos (día santo de los cofrades) del año 1745 se recaudó un total de 23 donativos que reunieron la cantidad de 73 reales. Entre los caritativos destacaron hermanos como Alonso de Prado (6 reales), Martín y María, hijos de Francisco Matheos (4 reales), y Manuel Tabares Portugués junto a Águeda Fonseca, su mujer, y Antonio y Rosa, sus hijos (8 reales en total). En los años siguientes tenemos datos de limosnas de Domingos de Ramos de cantidades considerablemente menores: en el año 1790 se reunieron un total de 27 reales; en 1794 recaudaron 12 reales y 32 maravedís; y en el año 1805 la cantidad de 16 reales[39].
  4. “Sospecho de que se recivan los intereses desta Cofradía y no se sepa de su inversión (…) y mando que el caudal existente delos 746 reales que están en poder de los mayordomos de los años 1809, 1813 y de 1814 se reimbiertan en componer la capilla del mismo Cristo, esto es, lo más preciso, como son puertas y alguna otra cosa de mayor necesidad, y lo restante en una lámpara”[38].
  5.             Por otro lado, tenemos conocimiento de la existencia de una mayor antigüedad en esta cofradía, pues dado el carácter asistencial de la misma, fue fundada una Obra Pía en el año 1576 por el Beneficiado Miguel Fernández, posteriormente regulada en el 1603. En el testamento de este Beneficiado y fundador, tras señalar las misas que se habían de decir, dejó su capital con el objetivo de someterlo a censo y así poder dotar a las huérfanas para su casamiento. Se especifica además, la normativa de que en el caso de ser dos mujeres quienes solicitasen dicha dote, tendría preferencia la que menos recursos económicos portase, y si existiera igualdad de condiciones, la de más avanzada edad sería la privilegiada. Sin embargo, si algún año no fuese solicitada esta dote por ninguna huérfana, la recaudación sería destinada a los pobres.
  6.             El libro más pretérito del cual se tiene conocimiento sobre esta hermandad en San Martín abarca un periodo de tiempo comprendido entre el año 1658 y 1743[36]. En él se recoge un procedimiento idéntico en casi todos los años: nombramiento de alcaldes de la cofradía, uno de los cuales tenía que ser también alcalde de la villa, nombramientos de de oficiales, procuradores y mayordomos. También se da cuenta de las limosnas recogidas en los días de Pascua, Ascensión y en algunos casos el Corpus.
  • CONCLUSIONES

 

Siendo plenamente conscientes de la dificultad existente para delimitar el concepto de religiosidad popular, queremos destacar que para este trabajo ha sido preciso tener en cuenta que las cofradías y hermandades forman parte de ella, sin embargo, las cofradías pertenecientes a San Martín de Trevejo fueron creadas “desde arriba” mediante mandatos de obispos; entonces, y expresándonos en lenguaje cervantino: ¿Cuál es la razón de tamaña sinrazón? El ardoroso debate sobre la relación y coexistencia entre religiosidad popular y religión oficial podría abarcar todo un estudio, a partir del cual, llegaríamos muy probablemente a la conclusión de que ambas formas deben explicarse conjuntamente para analizar los condicionantes sociales que las originan y mantienen.

Sin duda alguna la perdurabilidad de estas tres cofradías en la villa de San Martín de Trevejo se debe a razones extrínsecas e intrínsecas, donde la devoción juega un papel fundamental pero no es el único: los comportamientos sociales y las mentalidades colectivas jugarán un papel primordial. De este modo, definimos las cofradías como verdaderos lazos de solidaridad familiar y vecinal que contribuían a salvaguardar el orden público en las zonas rurales.

Para comprender la conducta de aquellos moradores que en los siglos XVI, XVII y XVIII decidieron en San Martín de Trevejo crear las cofradías del momento, hemos de considerarles como miembros de un sistema social que pretendía unificar a los individuos en un grupo a través del cual llegasen a ser capaces de desarrollar su propia conducta colectiva.  En consecuencia, las relaciones de los miembros de estas Cofradías tienden a estabilizarse, organizarse y regularse mediante el desarrollo de un sistema de diferencias de roles, normas y valores compartidos que prescriben las creencias, actitudes y conducta en cuestiones relevantes para el grupo[41]. Este hecho determina su condición de perennidad en el tiempo.

El dolor y la penitencia son los dos mandatos que dominaban la piedad popular de San Martín de Trevejo, donde el dolor de los pecados haciendo penitencia por ello era lo único que aseguraba la salvación eterna, por lo tanto, se hacía necesario crear órganos que facilitasen a los laicos un servicio de identificación con el dolor: las cofradías[42]. Por ello, el inducido miedo a la muerte y a la condenación eterna será una de las razones por las que todo individuo pretérito querría formar parte del fenómeno cofradiero, pues era imprescindible contar con un entierro digno. Mediante esta práctica proliferaron desmesuradamente el número de misas que se obraban en honor al difunto.

Mediante estas circunstancias queda esclarecido el por qué de la perdurabilidad de las cofradías y hermandades de San Martín de Trevejo en el tiempo. El interés político que ha suscitado siempre este tipo de asociaciones, donde el provecho del capital que aportaban las hermandades y el necesario mantenimiento del orden social que suponen, han sido esgrimidos a lo largo de su historia por las altas jerarquías eclesiásticas y políticas, y permitidas por una sociedad temerosa de la herejía que encontraba en estas formas de agrupación la defensa y protección necesaria contra el mal y las desgracias venideras, pero que también les satisfacía sus ansias de estimación social. Por último, sostenemos que la angustia que suscita el miedo a lo que sucederá después de la muerte explica notoriamente el comportamiento que el pueblo mantuvo durante siglos pasados, y, también, la profusión del fenómeno cofradiero en la singular villa de San Martín de Trevejo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

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BOROBIO Dionisio (1998): “Hermandades y Cofradías: Entre pasado y futuro”. Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgico.

 

GINZBURG, Carlo (1997): El queso y los gusanos. Barcelona: Muchnik Editores S.A.

MARTÍNEZ GIL F. (2000): “Muerte y Sociedad en la España de los Austrias”. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla la Mancha.

MIRA CABALLOS Esteban (2002): “Hermandades y Cofradías en Badajoz y su Partido a finales de la Edad Moderna”. Badajoz: Junta de Extremadura, Consejería de Cultura.

 

ROMERO MENSAQUE C.J. (2014): “Un Paradigma de la Religiosidad Popular Moderna en España: La Devoción del Rosario y sus Cofradías”. Murcia. Universidad de Murcia.

 

RUMEU DE ARMAS Antonio (1981): “Historia de la Previsión Social en España. Cofrades, Gremios, Hermandades, Montepíos”. Barcelona: Ediciones El Albir S.A.

VENTURA GRACIA M. (2010): “Las Cofradías del Santísimo Sacramento”. Córdoba: Servicio de Publicaciones, Universidad de Córdoba.

 

 

 

 

 

[1] Lisón Tolosana C. expone en su obra “Demonios y Exorcismos en los Siglos de Oro” la soberanía de Felipe II sobre unos 6 millones de habitantes en la corona de Castilla, y un millón y medio de habitantes en Aragón. Es preciso detallar que más del 80% de la población era rural, compuesta principalmente de arrendatarios y braceros.

[2] ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS I. et all. (20002): “La Religiosidad popular. Crítica y Acción contra las Cofradías en la España del siglo XVIII”. Granada. Universidad de Granada.

[3] GINZBURG, Carlo (1997): El queso y los gusanos. Barcelona: Muchnik Editores S.A.

[4] A lo largo de este trabajo utilizaremos el término “hermandad” y “cofradía” indistintamente, si bien somos conscientes de que el primero es de carácter más amplio que el segundo, puesto que por “cofradía” se entienden únicamente las hermandades penitenciales (que ejercitan obras de piedad y caridad).

[5] RUMEU DE ARMAS Antonio (1981): “Historia de la Previsión Social en España. Cofrades, Gremios, Hermandades, Montepíos”. Barcelona: Ediciones El Albir S.A.

[6] Ibidem

[7] DIGESTO: tomo III, ley I, parte séptima, libro 47, título 22.

[8] DIGESTO: tomo I, ley I, libro III, título IV.

[9] DIGESTO: tomo III, ley IV, parte séptima, libro 47, título 22. Esta ley parece copiada de la ley de Solón que dicta: “si no se oponen a las leyes públicas, sea válido lo que convienen entre sí para sus fines los de un pueblo o fratría, los socios para un culto, los comensales, los cofrades de sepultura o religión”.

[10] RUMEU DE ARMAS Antonio (1981): “Historia de la Previsión Social en España. Cofrades, Gremios, Hermandades, Montepíos”. Barcelona: Ediciones El Albir S.A.

[11] BOROBIO Dionisio (1998): “Hermandades y Cofradías: Entre pasado y futuro”. Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgico.

[12] Ibidem.

[13] MIRA CABALLOS Esteban (2002): “Hermandades y Cofradías en Badajoz y su Partido a finales de la Edad Moderna”. Badajoz: Junta de Extremadura, Consejería de Cultura.

[14] ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS I. et all. (20002): “La Religiosidad popular. Crítica y Acción contra las Cofradías en la España del siglo XVIII”. Granada. Universidad de Granada.

[15] ROMERO MENSAQUE C.J. (2014): “Un Paradigma de la Religiosidad Popular Moderna en España: La Devoción del Rosario y sus Cofradías”. Murcia. Universidad de Murcia.

[16] Archivo Histórico Diocesano de Cáceres (en adelante A.H.D.C): Libro de cuentas, inventarios y otros de la Cofradía de las Benditas Ánimas. Año 1766-1847.

[17]MARTÍNEZ GIL F. (2000): “Muerte y Sociedad en la España de los Austrias”. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla la Mancha.

[18]A.H.D.C: Libro de cuentas, inventarios y otros de la Cofradía de las Benditas Ánimas. Año 1766-1847.

[19] ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS I. et all. (20002): “La Religiosidad popular. Crítica y Acción contra las Cofradías en la España del siglo XVIII”. Granada. Universidad de Granada.

[20] A.H.D.C: Libro de cuentas, inventarios y otros de la Cofradía de las Benditas Ánimas. Año 1766-1847.

[21] ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS I. et all. (20002): “La Religiosidad popular. Crítica y Acción contra las Cofradías en la España del siglo XVIII”. Granada. Universidad de Granada.

 

[22] A.H.D.C: Libro de cuentas, inventarios y otros de la Cofradía de las Benditas Ánimas. Año 1766-1847.

[23] Siendo obligada la hermandad a satisfacer el referido alcance de 331 reales con 21 maravedís a Antonio Bayle, mayordomo del momento, cuando hubiese fondos.

[24] A.H.D.C: Libro de cuentas, inventarios y otros de la Cofradía de las Benditas Ánimas. Año 1766-1847.

[25] Ibidem.

[26] A.H.D.C: Libro de cuentas, inventarios y otros de la Cofradía de las Benditas Ánimas. Año 1766-1847.

[27] Ibidem

[28] A.H.D.C: Libro de visitas de la Parroquia de San Martín de Trevejo, año 1788, Nº 67 del inventario.

[29] A.H.D.C: Libro de Nuestra Señora del Rosario. Nombramiento de mayordomo y cuentas de la Cofradía del Rosario. San Martín de Trevejo, Caja 52-54. Nº 66 del inventario.

[30] A.H.D.C: Libro de Nuestra Señora del Rosario. Nombramiento de mayordomo y cuentas de la Cofradía del Rosario. San Martín de Trevejo, Caja 52-54. Nº 66 del inventario.

[31] Ibidem

[32] Ibidem

[33] A.H.D.C: Libro de Nuestra Señora del Rosario. Nombramiento de mayordomo y cuentas de la Cofradía del Rosario. San Martín de Trevejo, Caja 52-54. Nº 66 del inventario.

[34] Ibidem

[35] A.H.D.C: Libro de Nuestra Señora del Rosario. Nombramiento de mayordomo y cuentas de la Cofradía del Rosario. San Martín de Trevejo, Caja 52-54. Nº 66 del inventario.

[36] Ibidem

[37] A.H.D.C: Libro de Acuerdos, Nombramientos, Cuentas, Asientos de Cofrades y otros de la Cofradía de la Vera Cruz. San Martín de Trevejo, Caja 52-54, Nº 66 del inventario.

[38] Ibidem

[39] A.H.D.C: Libro de Acuerdos, Nombramientos, Cuentas, Asientos de Cofrades y otros de la Cofradía de la Vera Cruz. San Martín de Trevejo, Caja 52-54, Nº 66 del inventario.

[40] Ibidem

[41] ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS I. et all. (20002): “La Religiosidad popular. Crítica y Acción contra las Cofradías en la España del siglo XVIII”. Granada. Universidad de Granada.

[42] VENTURA GRACIA M. (2010): “Las Cofradías del Santísimo Sacramento”. Córdoba: Servicio de Publicaciones, Universidad de Córdoba.

Dic 122016
 

Ángela López Vacas.

 INTRODUCCIÓN

La preocupación por la enseñanza, y en definitiva por la educación, es una constante de todas las sociedades y épocas puesto que la transmisión de los conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo a las generaciones futuras es un hecho de vital necesidad para la supervivencia y avance de esa comunidad. Ya sea de manera formal o informal, directa o indirectamente, la enseñanza forma parte de la vida del hombre. Por ello la educación, como cualquier otra actividad humana, tiene al mismo tiempo que esa vertiente social, una incidencia política lógica y necesaria que se ha desarrollado especialmente en las dos últimas centurias en España.

Los sistemas de educación, donde se incluyen el fin último de la misma, sus principios metodológicos y el programa educativo, se generan conforme a las necesidades del momento histórico y las expectativas sociales de cada época, a fin de dar adecuada respuesta a las preocupaciones, problemática y perspectiva que siente esa comunidad. Por este motivo, y en cuanto que la educación debe estar incardinada en una sociedad concreta, los modelos de enseñanza-aprendizaje también deben de estar orientados a ella.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX no había políticas educativas estatales claras[1] en España, por lo que las comunidades religiosas tuvieron un importante papel en la expansión de la escolaridad primaria y secundaria. La enseñanza de la educación primaria estatal en la escuela rural era muy elemental, con falta de recursos, malos edificios y profesorado con escaso sueldo, adversidades que los maestros suplían con ingenio y cariño, aunque quedaran patentes sus limitaciones.

Esta situación educativa es compartida por Fuente del Maestre (Badajoz) en los primeros años del siglo XX. Cierto es que en el siglo XVIII, concretamente desde 1735 hasta 1767, sabemos de la presencia del colegio de San Miguel Arcángel de la Compañía de Jesús, que tenía la obligación de “enseñar a leer, escribir y contar a los niños y demás personas de dicha villa[2]. Sin embargo, el panorama educativo a comienzos del 1900 se limita a maestros y maestras particulares de enseñanza de primeras letras, muchos de ellos sin titulación,

La educación formal contemporánea iniciada en el siglo XX coincide con el comienzo de la andadura del colegio de San Antonio de Padua en Fuente del Maestre de la mano de los Padres Franciscanos, popularmente conocido como “la escuela del Corro”, por situarse junto a la fuente del Corro, origen del pueblo y uno de sus lugares más emblemáticos. Este colegio  materializó un deseo de formación, tanto para niños como para jóvenes, que empezaba a surgir con interés, constituyendo el inicio de la educación formal que ya, de un modo u otro, no se verá interrumpida hasta la actualidad.

El objetivo de este estudio es conocer el origen de la historia educativa en Fuente del Maestre materializada en la escuela del Corro por dos razones de gran importancia. Por un lado, por una razón cronológica, ya que esta escuela fue la primera en aparecer durante los años veinte. Por otro lado, por una razón pedagógica, en cuanto que nacerá bajo la influencia de un nuevo sistema de enseñanza avalado por la escuela del Ave María de Granada y los principios metodológicos del Padre Manjón. Un nuevo método educativo importado de población limítrofe como es Los Santos de Maimona, germen de este método en la Baja Extremadura, y filiales de ésta como es Villalba de los Barros, de la que recibe apoyo. Sin embargo, la escuela de San Antonio de Padua pertenece a la orden franciscana que, indiscutiblemente, dejó su impronta en el método de enseñanza.

1.- PANORAMA EDUCATIVO DE LAS ENSEÑANZAS PRIMARIAS Y MEDIAS DURANTE EL SIGLO XX EN FUENTE DEL MAESTRE.

No es posible comprender una institución educativa si ésta no se enmarca dentro de un panorama más amplio que refleje el desarrollo de esta realidad a lo largo de un tiempo, en  nuestro caso el siglo XX. La escuela del Corro no es una isla que aparece en la nada, sino que es coetánea a otras escuelas, así como predecesora de otras muchas que  irán apareciendo para dar respuesta a nuevas necesidades. Las escuelas que se han podido rastrear a lo largo del siglo XX en Fuente del Maestre se subdividirán en dos categorías.

Por un lado, su institucionalidad. Cierto es que la Ley Moyano de 1857 constituyó la primera aprobación en el sistema educativo español que apostaba por una educación general y gratuita, estableciendo las bases del sistema educativo contemporáneo; sin embargo la convulsa situación política que caracteriza los siglos XIX y XX no permitió su materialización de forma continuada. Por ello se han dividido las escuelas en institucionales, cuando están en manos de instituciones, ya sean municipales, estatales o religiosas; y particulares, en casas particulares y sin supervisión institucional. Por otro lado, las escuelas mostradas se han subdividido en diferentes grados: párvulos, enseñanza primaria y enseñanza secundaria.

En Fuente del Maestre se establece desde muy temprano las escuelas de párvulos y de enseñanza primaria, y no será hasta 1996 cuando la educación secundaria quede institucionalizada a través del IES Fuente Roniel. Por eso, cuando hablamos de academias de secundaria no son realmente centro de enseñanza secundaria sino que se tratan de lugares de preparación al examen de ingreso a bachillerato, siendo los lugares más cercanos para ser cursado Badajoz (Seminario, I.N. Bárbara de Braganza, así como colegio de Josefinas y Angelinas para mujeres) y Villafranca de los Barros (colegio Jesuitas para varones y Carmelitas para mujeres).

Aún consciente de que no están todos los que fueron, e incluso que alguna fecha puede variar ligeramente, el siguiente cuadro trata de mostrar de manera general el panorama educativo de Fuente del Maestre a lo largo del siglo XX, donde se encuadra nuestro objeto de estudio.

CUADRO 1.

2.- PREOCUPACIÓN POR LA ENSEÑANZA: LA ESCUELA DEL CORRO.

Como ya se ha dicho, las limitaciones educativas en Fuente del Maestre a principios del siglo XX eran patentes, aunque la preocupación por la misma también estaba presente. Las crónicas del convento franciscano de Nuestra Señora de la Esperanza de Fuente del Maestre que comienzan en el año 1934 no hace mención a la fundación de la escuela, que a luz cierta es anterior a esta fecha pues las crónicas sí hablan de ella. A pesar de esto, el estudio referente a la comunidad franciscana extremeña de la provincia de San Gabriel realizado por fray Hipólito Ámez Prieto[3] sí hace alusión a la fundación de esta escuela por parte de la comunidad franciscana.

Según el padre Ámez, en 1921 Don Alonso Ceballos Rico donó a la comunidad franciscana del convento de Nuestra Señora de la Esperanza una casa de su propiedad, conocida como la casa del Gran Maestre, situado en la plaza del mismo nombre. Era y es un edificio sólido y amplio, de unos 582 metros cuadrados, y que constituye una parte de la historia de Fuente del Maestre, ya que esta casa corresponde al palacio-residencia que el maestre de la orden de Santiago, Don Lorenzo Suárez de Figueroa, mandó construir a finales del siglo XIV, cuando esta localidad se convierte en cabeza de encomienda. La intención de esta donación era la fundación de una escuela de enseñanza primaria, pensamiento que la comunidad franciscana ya tenía en mente en gratitud por la cálida acogida a los frailes por parte del pueblo. Los franciscanos ya regían el primer colegio-seminario seráfico de toda España en esta localidad, por lo que tenía los recursos humanos necesarios para ofrecer al pueblo una enseñanza básica de la que carecía.

FOTO 1: Fachada actual del antiguo colegio San Antonio de Padua, conocido popularmente como la “Escuela del Corro”

Y ya debía de estar en la mente de los padres franciscanos puesto que seis años antes de esta donación tuvo lugar en el convento un hecho inusual. En el año 1915, el Padre D. Antonio Sara, consiliario del Círculo Católico de Fuente del Maestre, manda una atenta invitación a la escuela parroquial de Villalba de los Barros, para que hiciera una demostración práctica de lo que hacían sus alumnos ya que eran muchos los señores fontaneses que tenían deseos de conocerlos. La escuela parroquial de Villalba era una filial de la escuela parroquial de Los Santos de Maimona, germen de la renovación socio-educativa a principios del siglo XX llevada a cabo por D. Ezequiel Fernández Santana, del que hablaremos más tarde en la parte pedagógica.

La revista “La Escuela Parroquial” recoge esta demostración del siguiente modo:

El día 5, a las doce, entramos en la simpática ciudad de Fuente del Maestre, dirigiéndonos al convento de los Rvdos. PP. Franciscanos, donde habían de tener lugar los ejercicios. Duraron éstos más de una hora, terminados los cuales, la caridad de los Rvdos. PP. Franciscanos sirvió esplendidísima comida a los treinta y tres alumnos nuestros, a los profesores y a gran número de amables villalbeses, que habían venido siguiéndonos. La generosidad del Círculo Católico y el desprendimiento de ilustres y aristocráticas damas completaron los agasajos de los que fuimos objeto en nuestra breve estancia en la amada ciudad de la Fuente[4]

Esta breve estancia debió de ser efectivamente muy fructífera ya que la representación fontanesa que la había presenciado estuvo inmediatamente dispuesta a abrir una escuela filial a ejemplo de  la de Villalba de los Barros, comenzando ese mismo día con los preparativos. De las conversaciones durante el almuerzo que ofrecieron los PP. Franciscanos salieron dos importantes decisiones: que la inauguración de la nueva filial se llevaría a cabo en un mes, y que al frente se pondría uno de los maestros de la escuela parroquial de Villalba de los Barros. De hecho la escuela parroquial de Fuente del Maestre es la tercera filial de las escuelas de Ave María creada después de Valencia del Ventoso y Villalba de los Barros[5].

Y efectivamente, el 21 de junio de 1915 comenzaron las clases de la nueva escuela parroquial establecida en Fuente del Maestre, a cuyo frente se encontraba D. Rafael González Merchán, maestro de la escuela de Villalba. El acto inaugural también aparece recogido en la revista “La Escuela Parroquial”[6] en su número 7.

Para inaugurar las clases fue nuestro Director, el cual, acompañado de muchas personas notables de la ciudad, de gran número de socios del Círculo católico y de otros muchos entusiastas y admiradores de los procedimientos de enseñanza, que practicamos en esta escuela, se trasladó al nuevo local donde aquella se había de establecer. Principió hablando de la necesidad urgente de atender a la primera enseñanza; de cómo ha de ser ésta para que sea completa; de cuáles son los procedimientos que aquí empleamos y terminó exhortando a todos para que cooperen a obra tan necesaria. Después dio por espacio de una hora una clase práctica de Aritmética, Geometría, Geografía y Doctrina a los niños allí reunidos, causando la admiración de todos la novedad del método de enseñanza y la rapidez con que aprendieron diversas e importantes materias los niños a quienes se dirigió la clase.”

FOTO 2: Revista “La Escuela Parroquial”

La misma noticia recoge que el entusiasmo despertado en la presentación sigue en aumento, siendo buen reflejo de ello el también aumento del número de alumnos que era, en un par de meses, considerable y que continuaba en aumento. La noticia es parca en detalles como el número de alumnos, el lugar del desarrollo de las clases…, aunque también señala que es nombrado profesor auxiliar de dicha escuela un alumno aventajado de la escuela de adultos de Villalba, D. Rafael     Luna Candelario que se unía a la labor de enseñanza de D. Rafael González Merchán.

Igualmente en el número 9 de la revista “La Escuela Parroquial” en su página 6, se hace otra referencia a la escuela parroquial de Fuente del Maestre, y en esta ocasión en relación a los exámenes y reparto de premios que tuvieron lugar los días 4 y 5 de septiembre de 1915. Dos aspectos importantes deben ser destacados en esta noticia.

Por un lado, la expectación del pueblo ante este nuevo proyecto educativo, ya que como dice la noticia “la velada resultó animadísima” pues además de la representación académica (director y profesores) y religiosa estuvo presente una banda de música. El espacioso patio donde, según la noticia, tuvo lugar este acto estaba ocupado por doble número de personas de las que pudieran estar en él acomodadas. De la ceremonia solo sabemos que fue similar a la que se realizaba en la escuela parroquial de Villaba de los Barros con discurso y saludo a la bandera que “entusiasmó a la muchedumbre, así como la enérgica arenga del capitán del batallón de aquellas escuelas”, terminando con una solemne función religiosa cantada por el cura párroco, oficiada por alumnos de la escuela y un elocuente sermón a cargo del padre guardián del convento de Franciscanos.

Por otro lado, y con respecto a los aspectos académicos, la noticia destaca “los grandes progresos realizado por los escolares en los tres meses que aquella escuela estaba funcionando”. Las causas que se citan como artífices de este gran avance son “la laboriosidad y excelentes condiciones pedagógicas del maestro y auxiliar de aquella escuela (así como) al excelente método pedagógico empleado”.

Será en el número 10 de “La Escuela Parroquial” donde se dé datos más concretos de la estructura y alumnos de la escuela aunque continúan siendo muy escuetos. Así conocemos que D. Rafael Luna Candelario, profesor auxiliar de la escuela, deja de serlo para ingresar en la Normal de maestros de Badajoz, después de un brillante examen. Lo que demuestra el alto nivel de los profesores de Fuente del Maestre.

Por esta noticia sabemos, que después de los tres meses de prueba “el día primero dieron principio las clases de la sección diurna de esta escuela”; igualmente afirma que el nuevo curso se inicia con los mismos alumnos anteriores más “otros muchos nuevos”, así como que se ha creado una banda de música de la escuela. También es de destacar que a primero de noviembre se abrirá por vez primera la escuela de adultos.

Y hasta aquí las pocas noticias que se conocemos de la escuela nacida de la mano de las Escuelas Parroquiales. Lo cierto es que parecen pocas, y lo son, pero no hay que olvidar que constituyen unos datos de gran valor porque confirman la presencia de la misma, como primera escuela contemporánea en Fuente del Maestre, y especialmente porque presenta unos nuevos e innovadores métodos pedagógicos.

En definitiva conocemos que después de los tres meses de prueba (21 junio – 5 septiembre 1915) se inicia el curso a principios de octubre de 1915 tanto para niños en horario diurno, como nocturno para jóvenes. La escuela es atendida por dos profesores: el profesor titular, D. Rafael González Merchán, y el profesor auxiliar, D. Rafael Luna Candelario. Los estudios impartidos así como los métodos de enseñanza son a imagen y semejanza de la escuela parroquial de Villalba de los Barros, heredera de la escuela parroquial de Los Santos de Maimona, origen de una nueva pedagogía educativa en Extremadura. Aparte de estos datos más teóricos, de las cuatro noticias recogidas en la revista “Escuela Parroquial” se desprende el entusiasmo con el que el pueblo acoge la nueva escuela y los altos rendimientos que los alumnos alcanzan en tan poco tiempo.

Volviendo nuevamente a la referencia que el Padre Ámez hace sobre la construcción de una escuela, sabemos que tras la donación de la casa-palacios por parte de D. Alonso Ceballos se traza los planos de la nueva escuela en el patio de la misma, donde se levantó de nueva planta dos espaciosos salones, uno de 14 metros de largo por 5,50 metros de anchura y 5 de altura, y otro de 13 metros de largo por 4,50 de largo y 5 de altura, así como servicios acondicionados y la acomodación del resto del patio para el recreo de los escolares. Los salones se abastecieron con el material traído de las escuelas de Lucena (Córdoba) que permitió que comenzaran a funcionar en el año 1922. El último dato que nos ofrece es que estas escuelas estuvieron siempre muy concurridas por los niños del pueblo, contando ya en 1932 con una matrícula de 52 niños de pago y 72 gratuitos.

Llegados a este punto surge una duda. ¿Qué pasó con la escuela parroquial que tanto éxito había cosechado? ¿La aparición en 1922 de la escuela dirigida por los franciscanos absorbió a la parroquial o ya había desaparecido en el transcurso de los seis años que separan las fundaciones de ambas escuelas? Resulta extraño que después del éxito inicial de la escuela parroquial, ésta no continuara con su andadura aunque igualmente es cierto que no aparecen nuevas referencia de ella en la revista “La Escuela Parroquial”, lugar de publicación de toda la vida escolar de este movimiento educativo. Por otro lado, la comunidad franciscana poseía los medios humanos necesarios para asumir la tarea educativa, sin embargo la primera noticia que se tiene de la escuela de “San Antonio de Padua” en las crónicas del convento es de 1932, aunque hace referencia a ella como algo sólido.

La conclusión más razonable en cuanto al origen de la enseñanza reglada en Fuente del Maestre a comienzos del siglo XX es la siguiente: la idea de la implantación de una escuela primaria surge en el ámbito religioso. La materialización de esta idea viene de la mano de sacerdote Don Antonio Sara, cuando en 1915 invita a la escuela parroquial de Villalba de los Barros a hacer una demostración de su nueva metodología educativa en el convento franciscano de la localidad, lo que da a entender el deseo de la comunidad de fundar una escuela de enseñanza básica para el pueblo, en cuanto que ya regía un colegio seráfico, de enseñanza superior, en la misma localidad. Tras el éxito de esta demostración, se funda entre el verano y otoño de 1915 una escuela parroquial impartida por profesores pertenecientes a la escuela del Ave María procedente de Villalba de los Barros, localidad de la que está separada 11 kilómetros. Lo que no se conoce es dónde se asienta, ¿en el convento franciscano?, con seguridad no puesto que el colegio-seminario ocupaba todo el espacio, ¿en dependencias parroquiales o en algún local cedido por alguien? con mayor probabilidad, e incluso me atrevería a aventurar como posible lugar la ermita del Espíritu Santo ya que D. Antonio Sara, capellán de dicha ermita y quien había llevado a cabo las negociaciones de la exhibición de la escuela parroquial de Villalba, impartía allí la catequesis llamada “el rebañito”. Llama la atención que en la revista de referencia del nuevo movimiento educativo, “La Escuela Parroquial”, solo se refleje los comienzos de la andadura de la nueva escuela en Fuente del Maestre y no su fin, por lo que podemos deducir que no tuvo una clausura como tal, sino que los padres franciscanos tomaron rápidamente las riendas de la misma. De este modo, en 1922, y tras la donación de la casa-palacio del Gran Maestre por parte de Don Alonso Ceballos Rico, aparece la escuela de “San Antonio de Padua”.

En definitiva, y desde un punto de vista histórico, el origen de la escuela de San Antonio de Padua, conocida popularmente como la escuela del Corro, hay que buscarlo en la escuela parroquial, filial a las escuelas del Ave María. Escuela que en pocos años será dirigida por la comunidad franciscana la cual comienza su andadura educativa primaria desde el año de 1922 hasta 1953 de forma ininterrumpida ya que, el estallido de la guerra civil y la toma de la localidad se produjo de forma rápida durante las vacaciones escolares; Sin embargo en el año 1953 por diversas razones, entre ellas la presencia de una ya asentada escuela nacional hicieron que la escuela echara su cierre. Y así fue durante ocho años cuando, coincidiendo con la visita canónica del general de la orden de los Hermanos Menores a Fuente del Maestre, el padre Agustín Sépinski, acompañado del padre provincial Luis Jurado, el entonces alcalde D. José Joaquín Cassillas Ovando le pide la reapertura de la escuela. La petición fue concedida aunque después de dos cursos académicos vuelve, y ahora de forma definitiva, a cerrar sus puertas.

Desde el punto de vista pedagógico, la primera escuela de enseñanza reglada en Fuente del Maestre nacerá de dos fuentes distintas: el método de la escuela del Ave María, que aunque de corta duración en la localidad fue el origen, y la espiritualidad franciscana, con su ya trayectoria en el colegio seráfico (1896-1970) de la misma localidad. ¿Qué aspectos se conservarán de cada una de ellas en la escuela del Corro? ¿Subsistirán los nuevos métodos traídos de la escuela parroquial de Villalba?

FOTO 3: Grupo donde aparece el padre D. Antonio Sara (vestido con sotana, sentado a la izquierda)

 

3.- CORRIENTES METODOLÓGICAS PEDAGOGICAS

Dos son las influencias pedagógicas en el origen de la enseñanza contemporánea en Fuente del Maestre.

3.1.- LAS ESCUELAS DEL AVE MARÍA DE GRANADA. PEDAGOGÍA DEL PADRE MANJÓN.

Existen multitud de libros y estudios sobre las escuelas del Ave María y de su famoso pedagogo P. Manjón que dan a conocer sus grandes obras educativas; sin embargo, la falta de espacio nos lleva a centrarnos en la influencia que éstos tuvieron sobre la apertura de las escuelas llevadas a cabo por D. Ezequiel Santana en Extremadura. La relación entre ambos sacerdotes (Manjón-Santana), estudiada por Felicidad Sánchez Pascua[7], refleja la influencia pedagógica de la Escuela del Ave María en la escuela matriz de Los Santos de Maimona y consecuentemente en sus escuelas filiales.

Tomando como base el estudio de Sánchez Pascua, las escuelas parroquiales de Los Santos y sus filiales se basan en un principio de igualdad social en cuanto que “no deben ser ni para los ricos sólo, ni sólo para los pobres, porque en la parroquia no caben distinciones[8] por lo que había varias opciones: los que tengan buena posición deben pagar la pensión completa, media el de modesta posición y nada el que sea pobre. Este principio, así como sus grandes líneas didácticas, encuadran a los centros santeños dentro de la pedagogía avemariana aunque después, como es natural, cada centro los adaptaría a sus circunstancias e incluso aportaran novedosas creaciones personales. De modo general la plasmación de la influencia de las escuelas del Ave María en las escuelas santeñas se puede diferenciar entre medios didáctico generales y didácticas específicas. Tanto unos como otros muestras las innovaciones del método.

Medios didácticos.

  • Biblioteca, como medio de fomentar la lectura e incrementar el bagaje cultural.
  • Premios, como medio de motivación. Fundamentalmente materiales, la sección de adultos de Los Santos entregaba terrenos de cultivo, dinero y prendas de vestir u ornato con el que se premiaba tanto la asistencia como el buen aprovechamiento en el aprendizaje.
  • Dramatizaciones, entendidas como representaciones que acompañadas de poesías y discursos ayudaban a la formación al tiempo que ofrecían momentos de entretenimiento y ocio. Dentro de este medio didáctico tienen cabidas las “veladas” en donde los alumnos de la escuela llevaban a cabo actuaciones literarias, dramáticas, cinematográfica y musicales.-
  • Actividades extraescolares, que complementaban y prolongaban la acción educativa.
  • Cinematógrafo, utilizado como medio para trasmitir conocimientos. De gran utilidad didáctica, D. Ezequiel Santana adquiere un aparato de la marca Enermam Kinok en 1915 con la que acudirá a otros muchos lugares.
  • Modelado, entendido como la materialización del objeto de estudio mediante madera, barro, cintas…
  • Resumir, como actividad de abstracción ya que “es imprescindible el manejo de abundante bibliografía, y estudiar y extractar libros se aprende haciéndolo, y por eso se incluye como actividad metodológica[9].

Didácticas específicas

  • Lenguaje. Se van a poner en práctica procedimientos nuevos mediante ejercicios físicos para el estudio tanto de la lectura y escritura, como de la gramática. Con respecto a la lectura y escritura el material didáctico se reducía a simples tarjetas de cartulinas con el dibujo de una letra en el centro. Cada alumno con su tarjeta en la mano debían formar las palabras propuestas por el profesor. El aprendizaje lecto-escritor comenzaba tan pronto como el niño iniciara la escuela. Los alumnos mayores practicaban ejercicios de lectura simultánea mezclados con movimientos (sentarse, levantarse, media vuelta).
  • Matemáticas. En el estudio de la aritmética va a tener gran importancia la acción corporal, así por ejemplo para practicar la suma los propios alumnos se convierten en “sumandos” de este modo la visión de igual número de unidades así como la movilidad permiten asimilar conceptos matemáticos como las propiedades, la suma o la multiplicación. Al igual que en la lecto-escritura las tarjetas de cartulinas serán otro recurso. La geometría también se va a desarrollar con un método activo-intuitivo variando el nivel de dificultad según las edades, de este modo partiendo de una definición, el alumno debía descubrir la figura a base de pensar y ensayar. De un modo similar se estudian los cuerpos geométricos así como las caras, vértices, aristas, ángulos… El nivel más avanzado sería aquel en el que los alumnos. unidos por las manos, se convierte en una línea flexible capaz de formar cualquier clase de polígonos.
  • Ciencias Sociales. La actividad física es también imprescindible en el estudio de la geografía tanto terrestre como celeste. En un primer momento, los alumnos pueden moverse por el extenso mapa trazado en el suelo del patio para luego ser capaz de contornearlo con cintas de distintos colores. Este movimiento e intuición sirve, asimismo, al conocimiento del sistema planetario. El mapa del estudio geográfico sirve también para abordar la historia, aunque se especifica que este método no conlleva un estudio profundo aunque sí es un complemento motivador. Un método apropiado para la enseñanza de la historia será la dramatización de episodios históricos.
  • Gimnasia. La máxima “mens sana in corpore sano” es una constante dentro de la metodología santeña, además de introducirlas dentro de las didácticas específicas, la gimnasia ocupará determinadas horas al día. Deben ser ejercicios sencillos que atiendan al desarrollo uniforme de todo el organismo. Una vez finalizada la sesión se experimenta una sensación de bienestar.
  • Agricultura. La idea de hacer una agricultura “científica”, rentable y competitiva hizo que ésta se incluyera en los planes de estudio. Entre la líneas de acción se encuentran los campos de experimentación, donde se realizan distintas pruebas con abonos, tipos de semilla, variedades; la divulgación gratuita de los conocimientos agrícolas nacidos de la experimentación; análisis de tierras para rentabilizar los cultivos por lo que se adquiere moderno material de laboratorio; y por último, se apuesta por una enseñanza reglada desde la escuela primaria ya que es allí donde asisten todos los agricultores y braceros.
  • Doctrina Cristiana. Considera que el catecismo debe ser la asignatura centro de todas las asignaturas, aunque advierte que “es una asignatura de las más difíciles de aprender”[10] debido a que son conocimientos abstractos, en la mayoría de las veces, superiores a las inteligencias infantiles. A pesar de ello se aboga por materiales didácticos utilizados en otras disciplinas como son cintas de colores, dramatizaciones, materialización del alejamiento o cercanía de Dios… en definitiva, medios que desarrollen la creatividad para acercar a los hombres a Dios.

3.2.- LAS ESCUELAS DEL MONASTERIO DE GUADALUPE. PEDAGOGÍA FRANCISCANA

La orden franciscana, aún sin poseer el carisma de la enseñanza como sí ocurre con los jesuitas o dominicos, ha sentido la necesidad de asumir la educación sobre todo de las primeras letras allí donde ha echado raíces como una tarea propia, especialmente cuando el entorno carece de enseñanza básica. Los conventos asumen esta tarea, incluso dentro de sus recintos la mayoría de las veces, como gratitud hacia el pueblo que tan bien los acoge.

No es fácil encontrar un manual de la enseñanza y pedagogía característica de la orden franciscana, por lo que a la hora de afrontar este estudio he optado tomar como referencia uno de los primeros, y sin lugar a dudas más representativo, convento franciscano en Extremadura: el monasterio de Guadalupe. Soy consciente de que los principios pedagógicos de la escuela guadalupana no es norma pero sin lugar a dudas constituye un modelo claro de imitación, especialmente dentro de la provincia bética franciscana.

En el estudio del Padre Arévalo[11] sobre el monasterio de Guadalupe se hace un detallado análisis de su escuela, de donde podemos extraer líneas generales aplicables a otros conventos. El solemne acto de inauguración de esta escuela acaeció el 25 de octubre de 1909 y en él tenían cabida de forma gratuita niños de entre 6 y 12 años. Del trabajo del Padre Arévalo podemos extraer los siguientes medios didácticos:

Medios Didácticos:

  • Fomento de la música, como elemento vinculador de toda la enseñanza. Tanta importancia se le da que ya en 1908, un año antes de abrir la escuela se constituyó una academia de música.
  • Premios académicos tras la celebración pública de los exámenes presidida por el director y autoridades locales (alcalde, juez, fiscal, médico).
  • Creación de un batallón infantil que forma parte del programa educativo y donde la gimnasia militar tiene un importante peso. La disciplina y el orden castrense que emana de estos batallones era bien recibida en una sociedad militarizada.
  • Celebración de veladas musicales, festejos literarios y representaciones teatrales.
  • Cinematógrafo que ya en el año 1913 ilustraba con documentales y películas a los jóvenes antonianos.
  • Creación de una escuela de adultos que sólo funcionaba los meses de otoño e invierno a causa de las faenas agrícolas. Esta escuela de adultos, al igual que la de primaria era gratuita.Didácticas específicas:
  •  

Sabemos por el primer examen público de las escuelas del monasterio celebrado los días 10,11 y 12 de julio de 1913 que los niños se examinaron de “sobre las veinte o más asignaturas y solfeo que han cursado[12]. De cursos posteriores se extraen que se estudian las asignaturas de gramática, agricultura, historia sagrada, geografía, derecho natural, urbanidad y cortesía, religión, catecismo, fisiología, anatomía, geometría, historia, moral, aritmética y música. Sin embargo, no se especifica sobre la metodología concreta de las mismas.

 

4.- LA PEDAGOGÍA DE LA ESCUELA DEL CORRO.

Para estudiar las líneas pedagógicas maestras de la escuela del Corro no tomaremos la división cronológica de su aparición, cierre, reapertura posterior y cierre definitivo, sino que se estructurará su andadura en dos partes muy bien diferenciadas a nivel pedagógico. Durante el curso escolar 1936-37, siendo director de la escuela el Padre Sixto Santa García y ayudante el hermano lego Fray Fernando Rodríguez se llevará a cabo un importante cambio estructural de importantes consecuencias pedagógicas y sociales. Desde el documento fundacional de la escuela otorgado por D. Alonso Ceballos Rico a los padres franciscanos se establecía una escuela que debía de acoger a 50 niños pobres y después, cuantos alumnos de pago pudieran ser atendidos. Y así se hizo dividiendo a los alumnos en dos clases unitarias, determinadas por cuestiones económicas, es decir, la clase de los que pagan y la clase de los alumnos gratuitos; sin embargo la llegada del padre Sixto como director de la escuela conllevará un importante cambio a partir de 1937, por el cual los alumnos serán clasificados por niveles académicos, es decir, por una separación en grados según edad y desarrollo madurativo, de modo que grado preparatorio y elemental estén en una clase, y grado medio y superior en otra, debiéndose mezclar por tanto los alumnos de pago y gratuidad. Este hecho conllevó no pocas protestas por parte de muchos padres que opinaban que los alumnos de pago, por el hecho de pagar, no debían ser tratados de la misma forma que los de gratuidad. No debemos olvidar que esta valiente decisión se produce en 1937, cuando España se encontraba en plena guerra civil, momento en el que la cuestión social era un tema más que delicado.

4.1.- LA ESCUELA DEL CORRO ANTERIOR A 1937

Contexto

Dos clases unitarias formada por alumnos de entre 5 a 11 años divididas por criterios sociales, a saber, la clase de alumnos de pago y la clase de alumnos de gratuidad. La primera era impartida por el director de la escuela, esto es, un padre, mientras que la de gratuidad era asumida por un hermano lego. La mensualidad de los alumnos de pago ascendía a 5 pesetas al mes, alto desembolso para una familia de la primera mitad del siglo XX en una zona rural como Fuente del Maestre. Tanto era así que durante la dirección del padre Teodoro las mensualidades ascienden a 10 pesetas por lo que muchos padres se declararon en huelga no llevando a sus hijos al colegio durante un par de días hasta que la cuota se redujo, aunque nuevamente subiría tiempo después.

Cada mañana los niños esperaban en la plaza del Corro la llegada de los frailes que venían del convento. En ese momento la señora Rosario García Hormigo, celadora del edificio y que vivía allí junto con su familia, abría las puertas y los niños, siempre en fila y detrás de su profesor, pasaban al patio donde eran llamados a clase.

Las aulas eran espaciosas y con mucha luz natural precedentes de ventanas que daban al patio del recreo. Los pupitres estaban dispuestos en filas de seis u ocho alumnos. Al haber diversas edades en la clase, los alumnos más pequeños se sentaban en los bancos de delante mientras que los mayores ocupaban los bancos traseros.

Metodología

La heterogeneidad de alumnos en una misma clase determinó una enseñanza generalista, donde el profesor explicaba de forma general la materia y después cada alumno trabajaba según su desarrollo. El hecho de utilizar este método tan repetitivo, puesto que los alumnos desde los 5 a los 11 años escuchaban las mismas lecciones de todas las materias, hacía que el alumno estuviera muy familiarizado desde muy pequeño con términos algebraicos o lecciones de historia que con el paso de los cursos iban asimilando. En definitiva, es un método de aprendizaje por repetición basado en una enseñanza verbal y memorística, ya que la precariedad económica impedía que los alumnos tuvieran libros de textos, y menos aún, libros de textos adaptados a cada nivel.

El importante número de alumnos (una media de 50 alumnos de pago y 70 gratuitos) hacía difícil una enseñanza personalizada, por lo que los alumnos mayores jugaban un importante papel a la hora de afianzar contenidos básicos, especialmente lectura, en los alumnos más pequeños.

Al llegar a la edad de 11 años, los alumnos finalizaban sus estudios en esta escuela. Bajo la dirección de padre Mariano Aguirre fueron muchos los niños que viajaron a Badajoz para examinarse del ingreso a bachillerato. Otros muchos continuaron sus estudios por las noches en unas aulas cedidas por los frailes en el convento. Se trataban como una especie de clases particulares para aquellos chavales que durante la mañana estaban trabajando en el campo. Durante este primer periodo las clases eran impartidas por el profesor seglar Don Juan Lloberat.

Asignaturas

Comenzando por el Lenguaje era de vital importancia la lectura y escritura de modo que diariamente se practicaban ambas. La lectura en voz alta y en la mesa del profesor, y la escritura a través de dictados. Llama la atención que ninguna de las personas que vivieron esta etapa recuerdan cómo aprendieron a leer y escribir, aunque como afirma Antonio Gajardo (87 años) “no recuerdo cuando empecé a leer ni cómo, pero sí recuerdo perfectamente a Agustín Ceballos, uno de los alumnos mayores, estar sentado conmigo ayudándome a leer”.  Por lo tanto, no hay una enseñanza de la lecto-escritura del tipo de las escuelas del Ave María, con cartulinas y movimiento, sino que se utiliza el trabajo colaborativo entre alumnos de distinto nivel, de modo que los alumnos de mayor edad sirven de tutor con los alumnos pequeños.

Con respecto a las matemáticas, era de vital importancia las cuatro operaciones básicas las cuales se iban complicando después con decimales. Una vez adquirida el cálculo se daba mucha importancia a los problemas y aritmética.

Importante cabida tenía el estudio de la historia universal y nacional, así como las ciencias sociales, especialmente la geografía. Al tratarse de un colegio religioso el estudio de la historia sagrada y el catecismo era un pilar fundamental.

Asignaturas como la agricultura y gimnasia, tan importantes en las escuelas de D. Ezequiel Santana, no aparecen en la escuela de Fuente del Maestre. Sí es cierto que los alumnos recuerdan hacer instrucción militar en el patio de recreo (no olvidemos en el contexto en que se enmarca este primer periodo), sin embargo no se crearon batallones infantiles, como ocurrió en Guadalupe, ni se vivía un ambiente de guerra en las clases.

La música es utilizada como un instrumento de aprendizaje ya que la enseñanza memorística de la época conllevaba el uso de ésta para recordar tablas aritméticas, accidentes geográficos o lista de acontecimientos. Sin embargo, la enseñanza de la música viene de la mano del padre Javier, director del coro. Con él los niños aprenden a cantar, teniendo tres momentos destacados a lo largo del año: canto del Miserere todos los viernes de cuaresma, excepto el viernes de ceniza, en la iglesia parroquial; acompañamiento al canto del Miserere cantado por los frailinos durante el Santo Entierro en su procesión penitencial el viernes santo; canto gregoriano durante la procesión de San Tarsicio en el convento franciscano. Estas actuaciones despertaban gran expectación entre las gentes del pueblo que llenaban tanto la iglesia parroquial como el convento de los frailes.

FOTO 4: Escolares del colegio San Antonio de Padua de Fuente del Maestre. Año 1924

 

Medios Didácticos

La escasez económica y material de la España rural durante el primer tercio del siglo XX determinó la escasez de materiales y medios didácticos en la escuela. A diferencia de las filiales a la escuela manjónica de Los Santos de Maimona, en la escuela del Corro de Fuente del Maestre no hay biblioteca, ni cinematógrafo, simplemente unos murales y mapas que servían de base para las explicaciones del profesor ya que los alumnos no tenían libro de texto. El único material de los alumnos era el pizarrín donde practicaban la escritura y el cálculo, a parte de la pizarra grande que presidía el aula. La precariedad de las familias, que no podían asumir gastos extras, hacía que los alumnos no llevaran uniformes, ni guardapolvos y, no en pocos casos, ni alpargatas.

Los alumnos no tenían actividades de repaso en casa (deberes) que era suplida por una larga jornada escolar con clases lectivas de lunes a sábado, excepto el jueves por la tarde, sin vacaciones de Navidad o Semana Santa, a excepción de los festivos como día de Navidad o Viernes Santo.

Disciplina

El respeto y la obediencia de los alumnos en las aulas eran comparables a la importancia de estos valores en la sociedad general del momento. Las personas entrevistadas que vivieron este periodo no recuerdan castigos físicos a los alumnos. Los castigos habituales en caso de mal comportamiento o no realizar las tareas escolares eran quedarse después de clase o acompañar a los frailes al convento donde los castigados debían permanecer en la iglesia del mismo hasta que sus padres vinieran  a recogerlos.

A diferencia de las filiales santeñas, en la escuela del Corro no aparecen premios materiales. Sí se llevan a cabo salidas extraescolares, siempre en horario de tarde, al paraje conocido como la Vereda Alta.

Hoy, después de más de 70 años, las personas entrevistadas guardan muy buenos recuerdos y dos sentimientos en especial. Por un lado, el elevado nivel de instrucción, comparable a colegios de prestigio de la capital; de hecho no pocos fueron los alumnos que continuaron estudios superiores llegando a ser médicos, maestros… Por otro lado, la buena educación y civismo recibido, considerándose un prestigio social el ir a la escuela de los frailes. Todavía hoy es fácil encontrar en Fuente del Maestre la expresión “¿no has ido a la escuela de los frailes?” cuando alguien deja la puerta abierta o una silla mal colocada.

4.2.- LA ESCUELA DEL CORRO POSTERIOR A 1937

Contexto

Tras la transformación organizativa llevada a cabo por el padre Sixto, a partir de 1937 se mantiene la división de los alumnos en dos clases pero ahora basada en criterios pedagógicos. La clase de los pequeños y la clase de los mayores. A cargo de la primera se encuentra un hermano lego y frente a la segunda un padre que ostenta el cargo de director del colegio.

Como ya se vio en la parte histórica de este estudio, el cambio conllevó las enérgicas quejas de muchos padres de alumnos que no aceptaban la supresión del trato especial a los alumnos de pago. Quejas que a pesar de llegar hasta el guardián del convento, se encontraron con la absoluta firmeza del padre Sixto. A partir de este momento, y ya de forma definitiva, los alumnos se distribuían en las dos clases según su nivel de desarrollo, sin influir el dinero ni la edad de los mismos. Este valiente cambio conllevó también una ruptura metodológica.

Metodología

Para la enseñanza primaria se opta por una enseñanza cíclica en la que los alumnos de una clase recorren, en un periodo de tiempo, el ciclo o materia de conocimiento de varias asignaturas; posteriormente, se vuelve nuevamente a retomar, ampliando lo ya aprendido, de modo que, continuando así en periodos sucesivos lo aprendido en el primer círculo es ensanchando y profundizando.  Esta metodología requiere que los alumnos con poca diferencia de conocimiento se distribuyan en un mismo grupo o sección de modo que puedan atender a la vez a las explicaciones del maestro.  De este modo, los alumnos repiten su programa, repitiéndolo varias veces antes de pasar al siguiente nivel.

El programa oficial se divide en siete cursos: preparatorio, 1º y 2º de grado elemental, 1º y 2º de grado medio y 1º y 2º de grado superior. Debido a la presencia de sólo dos clases, la escuela del Corro se distribuía: clase de los pequeños, preparatorio y grado elemental; y clase de los mayores, grados medios y superior.

Los programas de cada grado comprenden toda la asignatura, variando de uno a otro, no tanto en extensión sino en intensidad y detalles. Este método permitía que todos los alumnos pudieran seguir las clases, ya que tanto los más adelantados como los más rezagados,  tratan el mismo asunto en la misma lección el mismo día, en cuanto que todos los programas de todos los grados están sincronizados a imagen de círculos concéntricos.

Este nuevo método conllevaba que hasta la adquisición de un grado no podías acceder al siguiente, independientemente de la edad, por lo que varios alumnos tuvieron que abandonar el colegio ante el alto nivel académico. Francisco Ortiz (88 años) recuerda a un compañero de mayor edad que no quería estudiar y ante la imposibilidad de pasar de curso abandonó la escuela diciendo “¿y para qué quiero saber yo que es una palabra esdrújula? ¿acaso voy a llamar a mi burra esdrújula?”.

Esta nueva metodología alargó la escolarización hasta los 14 años, para aquellos alumnos más aventajados.  De igual modo, para aquellos alumnos más retrasados o que sus familias necesitaban de su trabajo se mantuvo las escuelas nocturnas en las dependencias del convento.  Debido al perfil de estos alumnos, la escuela nocturna, que tuvo su mayor auge bajo la dirección del padre Javier, funcionaba especialmente en época de vacaciones y de baja labor agrícola.

Asignaturas

Las asignaturas presente en todos los grados son las siguientes: lengua castellana, aritmética, geometría, geografía, historia de España, ciencias físicas, químicas y naturales, agricultura, industria y comercio, derecho, higiene, moral cívica, historia sagrada.

Comenzando con la lengua era de vital importancia la lectura, los dictados y las faltas gramaticales que se practicaban todos los días. Además hay una especial preocupación por el saber escribir, por lo que los alumnos más mayores llevarán tarea a casa sobre algún tema de redacción. Las matemáticas ocupaban el otro pilar de la educación, centrándose especialmente en la aritmética, cálculo, geometría y resolución de problemas. Al igual que en la etapa anterior, el estudio de la geografía, la historia, la historia sagrada y catecismo era destacado.

La gimnasia continúa sin ser una prioridad en la escuela del Corro, así como irá perdiendo peso la instrucción que se limitó al periodo donde el padre Sixto, que había sido capellán militar, asumió la dirección.  La asignatura que tomará importancia en este segundo momento es el estudio de la música la cual, además de continuar siendo utilizada como medio de estudio (cantinelas),  será estudiada la escritura y lectura musical. Igualmente se crea el coro de la escuela que cantará en la misa conventual que los frailes destinan especialmente a los niños de la escuela todos los domingos y días de preceptos. Sin embargo no se continúa con el canto Miserere durante la Semana Santa.

Medios Didácticos

El periodo de guerra y posguerra en el que se encuadra esta segunda etapa va a determinar la escasez de medios y material didácticos. Sin embargo, la nueva metodología y el esfuerzo de padres y maestros traerán pequeños cambios que conllevarán importantes beneficios para los alumnos. A pesar de la ausencia de cinematógrafo, se mantienen los murales y paneles explicativos que ahora serán una ayuda para los nuevos libros que aparecen tanto en la nueva biblioteca de la escuela, así como los libros de textos de los alumnos, permitiendo una mejora importante en el campo de la lectura. Otros materiales de vital importancia, especialmente para el desarrollo de la escritura y redacción, son los cuadernos de clase, las libretas y el papel reutilizado que le ofrecían los frailes.

El hecho de que cada alumno tenga su propio material hará pausible el mandar  tareas para casa, especialmente ejercicios de redacción a los alumnos mayores. Igualmente, el uso cada vez más frecuente de papel permitió que los alumnos llevaran al finalizar cada año un duplicado de sus notas que los padres debían firmar.

FOTO 5: Escolares del colegio San Antonio de Padua de Fuente del Maestre. Año 1924

Disciplina

Uno de los elementos característicos de las escuelas manjónicas era la presencia de premios, muchas veces materiales, al finalizar el curso. En este segundo momento de la escuela del Corro va aparecer, no tanto un premio material como sí un reconocimiento moral a aquellos alumnos más destacados. En uno de los lugares más visibles se encontraba el cuadro de honor; cuadro muy bien decorado donde aparecía el “colegial modelo”, o lo que es lo mismo, los alumnos más destacados.

Los castigos también estaban presentes, variando su intensidad según la benevolencia del padre. Sin embargo no recuerdan castigos más duros de los que pudieras recibir en casa. Entre los más frecuentes continúan apareciendo quedarse después de las clases de la mañana en el colegio, por lo que no podía ir a casa a comer;  acompañar a los frailes al convento hasta que finalizara los actos de culto; castigos físicos como ponerse de rodillas o dar con el puntero. Hoy estos adultos que fueron niños de la escuela recuerdan con una sonrisa algunas anécdotas como por ejemplo que el primero en estrenar un puntero de madera encargado por los frailes fue Curro Gordillo, hijo de quien recibió el encargo de fabricarlo, o que un fraile tenía tal habilidad con una goma elástica que era capaza de tirarla desde su asiento para llamar la atención a los alumnos de las últimas filas.

Al igual que los alumnos del primer periodo, estas hoy adultos mantienen ese doble sentimiento del alto nivel de instrucción intelectual, así como la buena educación recibida. Francisco Ortiz (88 años) afirma “la escuela del Corro rompió una estratificación social permitiendo que alumnos de gratuidad, como era mi caso, pudiéramos acceder a una educación de calidad”.

 

5.- CONCLUSIONES

Como se ha podido comprobar a lo largo de estas páginas la preocupación por una enseñanza formal es temprana en Fuente del Maestre. Está despertando el siglo XX cuando el padre D. Antonio Sara propició la aparición de una escuela parroquial que intentaba ir más allá del ya beneficioso aprender a leer y escribir. De la mano de la escuela parroquial de Villalba de los Barros, se pone en práctica un nuevo e innovador método educativo basado en los principios de las escuelas del Ave María que, fundada en Granada por el padre Andrés Manjón, se basaba en una “escuela activa” donde se pretendía que los alumnos “aprendieran jugando”. Tenemos constancia de que esta escuela funcionó al menos un curso escolar (1915-16), sin embargo no hay registro de su trabajo a pesar del elevado número de alumnos (con sección diurna y nocturna) y gran expectación que causó su nueva metodología. A pesar de ello, hay que afirmar que esta, hasta ahora, la olvidada escuela parroquial es el germen de la educación contemporánea en Fuente del Maestre, y que durante su corta vida llevó a cabo los principios metodológicos activos de las escuelas del Ave María (clases prácticas, premios, batallón infantil) .

El deseo de los padres franciscanos de la localidad de agradecer al pueblo el buen recibimiento a esta comunidad se materializa en una escuela de enseñanza primaria. Desde un primer momento hubo una estrecha relación entre la escuela parroquial y la comunidad franciscana. Así, el convento es el lugar elegido para llevar a cabo la demostración pedagógica de la escuela parroquial de Villalba de los Barros; de igual modo, el padre guardián del convento participa con un “elocuente sermón” en la función religiosa que siguió a la velada de fin de curso de la escuela parroquial; sin olvidar la figura de fray Constantino Garmendia Irada (1891 Urrestilla, Gipúzcua, – 1936 Fuente del Maestre, Badajoz). Durante los cursos que van desde 1916 a 1920 dirigirá las escuelas del monasterio franciscano de Guadalupe del que se dice “su juventud y vocación docente, que ha bebido en Granada los dulces y eficacísimos métodos del padre Manjón, dieron su impronta a las escuelas que no pasarían desapercibida a nadie[13]. Y así debió de ser pues en las hojas cronológicas del Ave María de Granada, en relación a julio de 1919 dice así: “Fr. Constantino Garmendia, franciscano del convento del Guadalupe, en Extremadura, que ha pasado 15 días en estas Escuelas para aplicar sus enseñanzas a las establecidas en el convento que fue morada de Carlos V[14]. Pues se da la circunstancia de que el padre Garmendia pasa al convento franciscano de Fuente del Maestre, del que fue rector de su colegio seráfico desde 1926 hasta 1936, cuando fue asesinado el 9 de agosto. En definitiva, estos tres elementos evidencian la relación entre la escuela parroquial y la comunidad franciscana.

A pesar de todo ello, el estudio de la escuela del Corro pone de manifiesto la no continuación de la metodología activa manjónica en la escuela dirigida por la comunidad franciscana. En líneas generales, y haciendo un breve esquema de lo trabajado en páginas anteriores, las líneas pedagógicas de la primera escuela contemporánea en Fuente del Maestre son tres: escuela activa (curso 1915-16 y quizás hasta 1922) donde se pretende que los alumnos aprendan jugando; enseñanza memorística (desde 1922 hasta 1937) basada en la repetición memorística de los contenidos; y enseñanza cíclica (desde 1937 hasta 1963, exceptuando desde 1951 hasta 1963 donde la escuela permaneció cerrada) basada en ir adquiriendo y profundizando partiendo siempre de los conocimientos previos del alumno. El hecho de que no se mantuviera la idea de una escuela activa no debe ser entendido como un fracaso, por el contrario, y después de una etapa más oscura y memorística, la aparición del método cíclico permitió una enseñanza más personalizada dentro de aulas masificadas, tanto en cuanto, cada alumno iba avanzando según su capacidad. Ciertamente el método de enseñanza, unido a la exigencia de los padres franciscanos, hizo elevar el nivel cultural e intelectual de una gran parte de la población joven de Fuente del Maestre. Jóvenes que continuaron sus estudios superiores llegando a ser maestros, médicos, veterinarios, arquitectos…, y otros muchos, la gran mayoría, que volvieron a las faenas agrícolas pero ahora con una gran diferencia: su alto nivel académico.

Pero sin lugar a dudas, no podía terminar este estudio sin resaltar nuevamente la figura del padre Sixto que, aunque nunca aparecerá en los manuales de pedagogía, llevó a cabo una de las transformaciones educativas de mayor trascendencia del siglo XX en esta localidad. La división de los alumnos en aulas según su nivel madurativo y no por su clase social llevada a cabo en 1937 por el fraile franciscano, supuso un destacado cambio pedagógico de importantes repercusiones sociales.

Sirva este ejemplo de acicate a todos los docentes que nos dedicamos a esta ardua y preciosa profesión para que nos anime a ser capaces de llevar a cabo esos pequeños cambios metodológicos, por los que no vamos a salir en revistas pedagógicas pero que sin lugar a dudas va a repercutir en el bien de nuestros alumnos.

 

 

 

 

 

 

 

[1] DOMÍNGUEZ RODRÍGUEZ, E. Políticas educativas en el siglo XX y su incidencia en Extremadura, Departamento de Ciencias de la Educación, Universidad de Extremadura, Badajoz, 1987.

[2] GIL CALVO, J. Colegio de San Miguel Arcángel, en “Fuente del Maestre: Historia y Devoción”, Elvas, 1993.

 

 

 

 

 

 

[3] Ámez Prieto, H. La Provincia de San Gabriel de la descalcez franciscana extremeña, ediciones Guadalupe, 1999,  277.

[4]Revista La escuela parroquial, número 4, página 7.

[5] Sánchez Pascua, F. La obra socio-educativa de Ezequiel Fernández Santana, Universitas editorial, 1994,  88.

[6] Revista La escuela parroquial, número 7, página 7.

[7] Sánchez Pascua, La obra socio-educativa de Ezequiel Fernández Santana.

[8] Sánchez Pascua, La obra socio-educativa de Ezequiel Fernández Santana, 41.

[9] Sánchez Pascua, F. “La obra socio-educativa de Ezequiel Fernández Santana”, p. 65.

[10] Sánchez Pascua, La obra socio-educativa de Ezequiel Fernández Santana, 80.

[11] Arévalo Sánchez, A. Guadalupe, siglo XX. (El primer siglo franciscano), ediciones Guadalupe, 2004, Sevilla.

[12] Arévalo Sánchez, A. “Guadalupe, siglo XX. (El primer siglo franciscano)”, p. 131.

[13] Arévalo Sánchez, A. Guadalupe, siglo XX. (El primer siglo franciscano), p. 134.

[14] Manjón Andrés, Hojas cronológicas del Ave María, Escuelas del Ave María, Granada, 1921, p.122.

Dic 112016
 

 

Teodoro A. López López.

Introducción

Dos precisiones a tener en cuenta según Benedicto XVI: “Todos sabemos  cuál  es la diferencia  que hay  entre una iglesia  impregnada por la oración y una iglesia convertida en museo. Hoy nos encontramos ante el peligro de que nuestras iglesias lleguen a ser museos y que suceda con ellas  como con los museos: si no están cerrados son  desvalijados. Ya no hay  vida en  ellas. La medida de la vitalidad de la  iglesia, el grado de su apertura interna, se manifiesta  en que pueden tener sus puertas abiertas, ya que es una iglesia  impregnada por la oración. Les pido por tanto a todos, de todo corazón,  que  tomemos nuevo impulso para ello. Volvamos a recordar  aquello de lo que  siempre vive la iglesia, que el Señor sale en ella  constantemente a nuestro encuentro”[1].

En efecto, nos obliga a presentar tres aspectos: histórico, teológico, existencial, antes de entrarnos en la fábrica del templo que nos ocupa.

 

LA CATEDRAL DE SAN JUAN BAUTISTA

La vieja  capital del Reino de los Aftasíes fue reconquistada por  Alfonso IX    en torno  a la Pascua  de Pentecostés de 1230, sería   el veintidós o veintitrés  de mayo. Sin embargo, el Rey  Alfonso IX  estuvo poco  tiempo  en Badajoz  y moría  el veinticuatro de septiembre del mismo año.  No tuvo tiempo material para  establecer la  organización de una iglesia. Pronto se hicieron  las gestiones pertinentes para restablecer el Obispado de Badajoz.

Gregorio IX (1227—1241) firma con fecha  29  de octubre de 1230 dos Bulas dirigidas a Bernardo II de Compostela: una, “Gaudeamus in Domino et eius laudibus delectemur”, por la que  concede facultad de proceder  por esa  vez  constituir los cabildos y consagrar obispos de las ciudades  de Mérida y Badajoz.; otra,  “Qui celestia simul et terrena omnipotente prudentia moderat”  dando las dificultades para  resolver lo que pueda surgir al encontrar personas que  puedan asumir dichas  funciones episcopales sin caer en irregularidades  canónicas “ex defecto natalium “ o de “suspensión” para la colación del “officium”. Otra tercera del  26  de junio de 1234  vuelve  a insistir  sobre la restauración de las iglesias “aptas para tal honor pontifical”, cuyo ejecutores son los arzobispos de  Compostela y Toledo.  No consta  que  fueran ejecutadas dichas Bulas  por el Arzobispo  metropolitano D. Bernardo  II. Lógicamente resulta  imposible que  existiera una primera  catedral  sin obispo  y aún más que se titulase Santa María del Castillo.

Fray Pedro Pérez (1255-1266) fue el Primus  episcopus pacensis, quien celebró el primer sínodo  diocesano o aprobó las primeras constituciones del cabildo catedral para organizar la  vida  eclesial el  22 de marzo de 1255, aunque no se consagra como obispo hasta después del 27 de noviembre de ese mismo año.

El 28 de mayo de 1255 el  Concejo de Badajoz a  ruego de Rey Sabio  dona Uguela  y Campo  mayor y el 8 de octubre del mismo mes  concede licencia  aquellos que quisieran donar  algo a la Iglesia de Badajoz. [2]

El 15 de noviembre de 1255 Alfonso X “el Sabio “ , Rey de Castilla y León otorgó el privilegio rodado “ Por grand fabor que he de hazer  bien er merced a la Eglesia Cathedral de Badalloz  et  al cabildo de esse  mismo  logar. Otorgo y establezco  daqui  adelante  para siempre  iamas que cada uno que muere el  Obispo de la sobredicha  Eglesia (to) das las cosas   que ouiere  a la sazon que finare que  finquen saluas  et seguras   en iuro et en poder el Cabildo , et que ninguno sea osado de tomar nin forçar  nin rrobar ninguna cosa de ellas.” [3]

El Fuero de Campomayor  del 31  de mayo de 1260  [4]  tiene dos sellos pendientes: uno del obispo sin poder conocer su efigie; otro del cabildo con toda distinción de cuarteles: un Cordero con Bandera, que es divisa del Precursor de Cristo, San Juan Bautista, y debajo una concha o venera  por devoción de esta  iglesia al Patrón de España Santiago o por ser iglesia sufragánea  de  Santiago de Compostela;  y en la parte  superior de la derecha  un castillo y en la de la izquierda un León rampante. Las que son armas de la misma Ciudad, por la que se agregaron al escudo, habiéndose tomado de los Reyes de Castilla y de León. Alrededor  el rotulo: Sigilum Capituli Sedis Pacensis, rematando  con la corona real. Estas primeras  armas  se usó por muchos años, después se impuso  las segundas armas cuyo  único cuartel  lo  ocupa  el  Codero.  Por ello se conoce  que siempre  la Iglesia catedral  estuvo dedicada  a San Juan Bautista.

Otro con la insignia de la Madre de Dios, sentada con un Niño en los  brazos y alrededor  las letras: Sigilum Capituli  Pacensis. Utilizan la Iglesia de Santa María del Castillo el tiempo necesario hasta la terminación de la primera fábrica de la Catedral.  En efecto, Fray Pedro Pérez  se enterró en la Iglesia de Santa María.

 

 

  1. Templo Primitivo

Badajoz en el pontificado de D. Fernando padece una derrota  considerable, tanto que fue   necesario  que el Obispo, Deán y Cabildo,  viendo destruida su Catedral  y que los vecinos habían pasado  su domicilio dentro del Castillo, se acuerda  retirarse   a la iglesia antigua de  Santa María para celebrar  los oficios  divinos los años 1269 y 1270 [5].

La Bula de 26  de enero de 1272 del papa Gregorio señala  los límites de la catedral y las parroquias ahora y en el futuro  y evitar  discordias, que aún no han sido delimitadas  y que con el asesoramiento  de varones  prudentes  había hecho con su autoridad el obispo  según  aparece en las letras y con el sello episcopal[6].

En el  1274 aparece ya reparada la catedral de San Juan  y por  segunda vez la ocupa  el cabildo y en ella  celebra los oficios divinos,   que estas quieren decir “porque  fue  Se,  e  más honradas que las otras”.

La Concordia que hizo Frey Lorenzo Suarez con el Maestre de Alcántara  sobre la Iglesia  de  Santa María de Calatrava el  18 de julio de 1274 se lee: “Et Retenemos para  nos e la iglesia quechamam  santa maría la Bisbal quesse  tem con el almacen del Rey, con todo su çementerio y con estos derechos   babtiçar y ssoterrar todosd aquelloys quesse y mandarem soterrar: por que fue see et más  honrada  que las otras et  por queiaz hy  el obispo don  pedro nuestro antecesor y otros  ommes  bonos, et  que se  faga hy servico de dios, salvo que  nunquam  pueda  aver  feligreses”[7].

El Rey Sancho confirma los privilegios de su abuelo Fernando y de Alfonso, su padre a esta Iglesia Catedral.[8] Parece que fue consagrada  el 1276. En uno de  los pilares que separan el cuarto  del quinto tramo, empezando por la cabecera, aparecen las cruces indicativas de la consagración.  Pues  Marín de Rodezno  en 1697  al ampliarla quiso  consagrarla y el cabildo   le  dijo que “no había necesidad, pues e  consagró en antiguo” [9]

En 1279 fray Lorenzo Suárez comienza a celebrar los oficios  divinos   en el nuevo templo de San Juan Bautista, a quien ya había sido dedicado y consagrado. Los libros litúrgicos  más  antiguos que conservamos es el “Missale secundum alme Pacensis ecclesie consuetudi[10]  y “Breviarium secundum alme Pacensis ecclesie consuetudi”[11], mandados por D. Pedro González Manso que a su vez  recoge otro más antiguo de 1505 en que se celebra la Dedicación de la Santa Iglesia Catedral Pacense el 17 de septiembre[12].

Durante el siglos XIV conocemos algunas  actividades en la catedral.  “Estando D. Beltrán, deán  de la Iglesia de Badajoz y el cabildo de la dicha Iglesia todos adjuntos   a campana repicada  en su cabildo según lo que hay de uso y costumbre dentro en el coro  ante el altar mayor de San Juan hicieron cantar  misa del Espíritu Santo y acabada  dicha Misa el Arçediano Gomes Martines  dixo e rogo a los caballeros et ommes  buenos de la dicha ciudad que y estavan que se salliesen fuera dela  dicha  iglesia et le dexasen  faser  su ellección et pidiesen  a  Dios merced que  enbiase sobre ellos gracia de Spiritu Santo, por que  oy  en este día finiesen  et ellegiesen prelado que fuese  a servicio de Dios…” [13]. El año 1341 fue elegido  D. Vicente  Estévanes, pero no llegó  a ser consagrado obispo.

El 19 de agosto de 1342 el cabido escribe: “Sepan quantos  esta carta vieren commo nos el deán et el cabildo dela sé de sant Iohan de aquí  de Badaios estando ayuntados en nuestro cabildo çerca de la dicha  yglesia segund quelo  avemos de huso et costumbre, connocemos  et otorgamos que arrendamos avos Estevan Peres….”[14].

Existen dos nuevas cartas de arrendamiento: una, del año 1356 en la que  el Cabildo  en la sé  de San Juan Bautista reconoce a Ferrant Sánchez un poder[15] y otra, del año 1362 en que concede a Juan  Ferrandes Gallego la renta de unas  casas[16].

Solano de Figueroa   escribe que en 1374  se firmen las actas capitulares en el claustro de la catedral pacense[17]. Cuando el Rey D. Juan puso sitio a Yelbes y son vencidos en la batalla de Aljubarrota  (Portugal) el 1386, pasan a celebrar las horas canónicas a Santa María[18].

En el siglo XV poseemos  una carta de 20 de julio de 1410  en que refiere “que  por la destrucción y  despoblamiento de los moradores de esta ciudad, que acaeció  en las  guerras pasadas, el cabildo hubo de  desamparar la Iglesia de S. Juan, que es matriz y catedral de este obispado  y ponerse dentro del castillo,  donde no pueden ir a celebrar  los oficios divinos;  mas fue y les  es necesario  residir y decir  las horas canónicas con el pueblo  de la ciudad  dentro del castillo, en la iglesia de  Santa María, la obispal, que es muy pequeña; por lo cual que confía que en adelante  la ciudad  podrá ser poblada; y la Iglesia de San Juan tornar a ser servida del cabildo; porque no cese  el oficio divino…  por mengua de basílica conveniente, exhorta el reparo de la  Santa María;  a cuya invención primeramente fue  fundada  y traspasada   de Mezquita que era de los moros; y otorga  a todos los fieles que ayudasen  por esta obra un año de indulgencia[19].

  1. Nueva Fábrica

En el 1467, se vuelven  a recibir varios donativos para la  “Iglesia Mayor del Señor San Juan”, con los cuales  se logra que el templo  esté totalmente  terminado[20]. Incluso era normal el celebrar las reuniones de cabildo en la sacristía[21].

A principio del siglo XVI se hacen casi todas las capillas laterales del templo, el nuevo claustro, la torre  y, a mediados el coro.  

  1. Ampliación y mejora

Juan Marín de Rodezno, gran mecenas, hace grandes reformas  para dignificar la catedral.   El resumen de las  obras se recoge en una dedicatoria en la sacristía de la  capilla de la Magdalena:El Ilmo. Sr. Don Juan  Marín de Rodezno, Obispo de este Obispado, a sus expensas, mandó hacer en esta Sta. Iglesia la Capilla Mayor, Presbiterio, Colaterales, Sacristía principal con sus cajones, Oratorio, la capilla de Sta. María Magdalena con su entierro, esta Sacristía copiosamente ornamentada, el panteón y entierro de los  Señores Prelados y Prebendados, la capilla del  Santo Cristo, dos salas capitulares, Ossario, graneros, cuarto para los sacristanes, bodegas y oficinas, con otro panteón en ella; la efigie  del Sr. San Juan Bautista colocada sobre la puerta principal, el enlosado de la Iglesia, de las dos capillas y sacristías. las rejas doradas del coro, crujía, Capilla Mayor, púlpito, tribunas, puertas del Panteón, capilla de la Magdalena y  Sacristías, un palio de tela pasada con 10 varas de plata, los canceles de las tres  puertas de esta Iglesia y otras muchas obras en ella; y agradecido su cabildo, le dotó su mesa capitular la fiesta de la Magdalena y un aniversario doble el día de su fallecimiento y mandó poner esta memoria  para que sea perpetua  la de tan Magnífico Piadoso Prelado. Año de  MDCCI”[22].

 

  1. “CATEDRAL” VIENE DE CATEDRA. LA SUCESIÓN APOSTOLICA

“Catedral” viene de “cátedra”, que es el lugar desde donde el obispo (sucesor de los Apóstoles) adoctrina y evangeliza a los fieles.  De aquí que sea muy importante  descubrir el vínculo existente  entre el obispo actual y la cadena  episcopal  de sucesión  apostólica.

Iglesia emeritense

Tendremos que averiguar históricamente  cuál es la conexión  con los apóstoles y conocer concretamente  el fundamento  apostólico.  En las tierras bajo extremeñas  la conexión  está  en la sucesión apostólica de  Mérida- capital  de la Hispania Ulterior-   cuya  “sede”  conecta  con el apostolado  de  San Pedro y san Pablo  desde Roma.  Por la carta de San  Cipriano del  año 256- testimonio más antiguo  de la Iglesia en España-  ya sabemos que había una Iglesia  organizada y  jerarquizada. Continuó  como sede  metropolitana  en el siglo VI-VII con los santos obispos: Paulo, Fidel, Mausona, Inocente y Renovato.  Su catedral o sede episcopal gozó con los derechos metropolitanos del arzobispo de Mérida. La  nomina de los  21 obispos y arzobispos abalan la sucesión apostólica[23].

Iglesia mozárabe             

Son escasos los fondos  documentales  sobre la iglesia mozárabe  de Badajoz, pero poseemos datos suficientes para afirmar su existencia.

La invasión sarracena de 713 tuvo como objetivo  la conquista de Emérita Augusta, gran urbe  y emporio  de cultura  durante la época romana y visigótica.  Existen levantamientos de los cristianos emeritenses  los años 827 y 835.   La percusión cristiana  es  grande. No obstante, es Ibn Marwan  quien  funda la ciudad de Badajoz= “Al Mossassa Batalways”, como  ciudad libre  e independiente, en el cerro de la Muela, entre los años 855-875, con permiso   del emir Muhammad I.

Con la sublevación de Mérida el 862 los cristianos emeritenses con su obispo  Ariulfo  pasan a la nueva ciudad de Badajoz. Aunque   el obispo  emeritense  no asistió al  concilio  celebrado en Córdoba, después por carta  se adhiere  por la carta: “Fuera autem episcopi qui epistolis me censuerumt suis adsolvi, hi: Ariulfus, videlicet, qui concilio non adfuerat, emeritensis sedis metropolitanus episcopus etc”. 

En cuanto al episcopologio mozárabe de Badajoz sólo conocemos los nombres de Theodocutus, episcopus  Baiciense. (904-905) Julio, episcopus  de Badalioaucu  (932) y Daniel,  epitafio  encontrado (1000).

Las fuentes históricas son los documentos reales  de Ordoño II (903-904), el privilegio de Ramiro II (932)  y  el código árabe 953 de la Biblioteca Nacional, y entre las sufragáneas de Mérida a Badajoz.

Iglesia pacense

Con la restauración del obispado de Badajoz   Roma  le da el título de “pacense” que en  épocas  anteriores lo había  ostentado la ciudad de Beja (Portugal)[24]. Pero Juan Pablo II eleva al rango de categoría superior por la Bula “Universae Ecclesiae sustinentes “, el  28 de julio de 1994 a Archidiócesis  de Mérida-Badajoz  con las diócesis sufragáneas  de  Coria-Cáceres y Plasencia.  Así s e forma la Provincia eclesiástica de Extremadura[25].

Los Episcopologios de los historiadores locales Rodrigo Dosma: Discursos Patrios[26] y Juan Solano de Figueroa: Historia eclesiástica de la Ciudad y Obispado de Badajoz  [27] caen en el error  de tomar  como propio el  episcopologio pacense de Beja (Portugal) con el deseo de entroncar con los apóstoles[28].

 

III. PIEDRAS VIVAS DE LA CATEDRAL DE AYER Y HOY

La Institución que agrupa a los canónigos es el cabildo de la catedral,  entidad muy antigua, que existe en Badajoz ininterrumpidamente  desde 1255, siete veces centenaria.

Sus funciones son ser “los servidores del culto y del canto de la catedral” y “consejeros del obispo con unos derechos  de control de las mismas funciones  episcopales”.

El colectivo de los  canónigos- llamados así porque  son  unos clérigos sometidos  a unos cánones o reglas eclesiásticas  al servicio de la catedral- fue incrementando en número a medida que pasaron los años, comenzando  con 12 en Badajoz y cuatro racioneros.  Nuestros  canónicos  no eran regulares, es decir, que  no seguían la  Regla de San Agustín, sino las decretales. Por tanto, con esta normativa no se le obligaba a vivir en comunidad, así encontramos canónigos de Badajoz que vivían en su domicilio particular.

El Código v igente de Derecho Canónico de 1983 añade:  El cabildo de canónigos, catedralicio o colegial, es un colegio de sacerdotes, al que corresponde celebrar las funciones litúrgicas más solemnes en la iglesia central o en la colegiata; compete además al cabildo catedralicio cumplir aquellos oficios que el derecho o el Obispo diocesano le encomienden. Canon 503.

En estas circunstancias continúa: “Pueden también encomendarse a clérigos que no pertenezcan al cabildo  otros oficios, con los que esos clérigos ayuden a los canónigos según los estatutos”. Canon 507.

Termina diciendo que el Obispo debe conferir las canonjías tan sólo a sacerdotes que, destacando por su doctrina e integridad de vida, hayan desempeñado meritoriamente su ministerio. Canon 509§ 2.

Dignidades y Canonjías.

Las dignidades, canónigos y racioneros tienen obligación de asistir a todos los oficios religiosos y sus obligaciones aparecen en distintos estatutos, reglamentos y reglas de coro.

Las Dignidades son Deán (Decanus) o presidente del cabildo; Arcediano (Archidiáconus) se responsabiliza de los diáconos o servidores del coro y altar, uno en Badajoz y otro en Jerez de los Caballeros; Tesorero (Tesaurus) , encargado  de guardar el dinero del cabildo; Chantre (Cantor) a cuyo cargo  está el coro; Maestrescuela (magíster) es responsable de las escuelas  catedralicias y Prior es el canónigo encargado de las ermitas  y santuarios de la diócesis.

A partir del siglo XVI se crean las canonjías de oficio, a saber, Doctoral o asesor jurídico de la  institución; Magistral que es predicador del cabildo;  Penitenciario como confesor de la catedral y Lectoral  o teólogo oficial del cabildo.  Finalmente aparecen otros oficios como el secretario capitular que lleva  la correspondencia.

Según el Concordato firmado el año 1851 por Pío IX e Isabel II, y la Real Orden Real de 16 de mayo de 1852  se instituye la dignidad de Arcipreste y se suprimen  las de Tesorero, Prior y Arcediano de Jerez. También se suprimen los racioneros y medios racioneros y son sustituidos por el cuerpo de beneficiados hasta que en nuestra Iglesia Catedral  el 1987 son elevados al canonicato por voluntad expresa del Sr. Obispo, extinguiéndose dicho cuerpo. Los nuevos beneficiados desempañan los oficios de tenor, dos contra altos, tres sochantres, cuatro salmistas, organista y maestro de capilla.

También suprimen las dignidades y canonjías de oficios, quedándose tan solo la del Presidente del cabildo (can. 507, $ 1), que ha de ser elegido democráticamente  para un periodo de cuatro años y el canónigo penitenciario (can. 508, $ 1).

Los ministros inferiores los componían tres grupos: Los capellanes de coro, que ayudaban al altar y al coro y llegaron a ser una veintena.  Los capellanes perpetuos servían al coro en todas las horas  canónicas y celebraban  la misa del finado y rociaban con agua bendita  su sepultura. Tenían obligaciones particulares  y no a todos toca a un tiempo: tres  capellanes  cada semana  son de misa  de Aparador, el primero más antiguo los lunes y jueves, el segundo,  martes y viernes y el tercero miércoles y sábado. El domingo entran  dos a misas de sexta, el lunes uno  para la misa ante primam; otro  para misa ante terciam; y dos para misa ante  sextam; el resto de los días martes dos para cada una de   las anteriores misas.  Finalmente, los Capellanes cureros que no dependieron directamente de la administración del cabildo catedralicio, aunque este ejercía sobre ellos cierta supervisión por vías más o menos indirectas a modo de instancia superior. Sirven  cada día en las confesiones, aniversarios, sepulturas y  pitanzas (pequeñas limosnas  que el cabildo distribuía diariamente en comida, o en metálico a los necesitados).

Cuatro de estos el día de la  Conmemoración de los fieles  difuntos acompañan al medio racionero a Vísperas y Misa en la Iglesia de Santa María del Castillo, saliendo y viniendo procesionalmente  desde la Catedral, con capa de coro y sobrepelliz.  Otros dos  ayudan todos los días de fiestas al cura  de Santa María y en Semana Santa a oficio de tinieblas con otros cuatro.

Otros ayudantes son la capilla  musical,   cuatro clerizones,  sochantres, un sacristán mayor y otros menores,  media docena de monazillos o monaguillos quienes solicitaban las vacantes  al cabildo para su nombramiento hasta el 1967 que  es una comunidad  de consagradas quien se responsabiliza de la sacristanía. También  existían otros ayudantes como eran los mozos de coro, ofrenderos, porteros y campaneros.

  • DESDE LA FABRICA. NAVE CENTRAL Y LATERALES. CAPILLAS Y CLAUSTRO.

 

  1.  
  1. NAVE CENTRAL

CAPILLA MAYOR. PRESBITERIO   Fue edificada a finales del siglo XVII, bajo el pontificado  y mecenazgo del obispo  Marín de Rodezno.

El retablo mayor, regalo del  arzobispo de Toledo,  Francisco Valero y Losa y (1707-1715), antes obispo  de Badajoz, es obra de  importancia del barroco madrileño, debida al entallador Ginés López (1717). La imagen  de San Juan Bautista, de la misma fecha, se debe al escultor, vecino de Madrid, Juan Alonso Villabrille y Ron, mientras que la de la Inmaculada  suelen adjudicarse  a artistas  sevillanos de la época; las restantes  imágenes  son obras de  escultores  locales: Miguel Ruiz Taramas y Francisco Ruiz Amador.

LÁMPARA. La magnífica Lucerna, procedente del salón de sesiones y de las Cortes hoy colocada en la nave mayor de esta Santa  Iglesia, ha sido donada por el gobierno de S.M.  a instancias del Excmo.  Sr. D. Adelardo López de Ayala, presidente del  Congreso y diputado por la provincia en diferentes legislaturas  y que la inauguración  o estreno de la misma ha de tener lugar en la próxima  festividad del la Inmaculada Concepción de Mª Santísima, vigésimo  quinto aniversario de la definición dogmática de este Misterio. (19 de noviembre de 1879).

REJAS. El conjunto  de la rejería  se labró  a finales del siglo XVII, gracias al mecenazgo  indicado de Marín de Rodezno. Sigue  modelos del Alentejo portugués, verificados tanto en Olivenza, como  en Marvao, Elvas, Campomayor, etc.

Las rejas de la catedral datan de finales del siglo XVII. Las de la nave  central  se pusieron  en el pontificado de  Marín de Rodezno, en 1696.

Las rejas de la capilla mayor, crujía y la que cierra la sillería del coro  está hecha de sencillos hierros, muy elaborados y artísticos.  Tienen  unos balaustres esbeltos, con base, capitel y adorno de hojas en el centro; otros tienen  forma de columnas salomónicas. Los frisos de las mismas llevan  adornos circulares y en espiral forma un bello  conjunto.  La parte superior está  llena de roleos que  desarrollan un motivo ornamental muy vistoso.

Acertadamente escribió Dª Dolores Gómez-Tejedor: son a manera de gigantes  mantillas  españolas como las que llevan las mujeres en las grandes solemnidades para  realizar  belleza”

PULPITOS. Dos pulpitos sostenidos por columnas de mármol. Recordemos  una  anécdota en la catedral de  Badajoz, con  ocasión de la visita de la Isabel  II  en 1865, cuando vino a la inauguración  del  ferrocarril (1865).  Como acostumbra  su arzobispo confesor  Antonio  Mª Claret, antes  de llegar a misa la Reina predicaba desde el púlpito  y al entrar ésta por la puerta del Cordero el pueblo le aplaudió.  El Prelado levanto su diciendo: “Sólo al  Soberano se aplaude en la Iglesia”.  Después le felicito la Reina.

CRUJIA  o paso que une el Coro con la Capilla Mayor con sus puertecillas para entrar y salir, están igualmente  balaustradas y con gran cantidad de piezas forjadas con  soltura.

CORO-ORGANOS. La sillería del coro es del más puro estilo plateresco. En el 1554 el Obispo D. Francisco Navarra, deciden  quitar la sillería que había cerca  del Altar Mayor, en el tramo cuarto de la nave central, porque estaba muy deteriorada y, además, junto  con los órganos, impedían a los fieles  participar en las  ceremonias y oir bien los sermones, ya que se hallaban muy cerca del púlpito. De esta forma, habría un espacio más amplio para las celebraciones. Acuerdan  hacer la sillería “de nuevo palo” y situarlas en los   tramos  quinto y sexto de la nave  central. El autor  fue   Jerónimo de Valencia, discípulo de Berrugete en Valladolid, rogándole  que bajase el precio   que pedía, que era de 16 ducados por cada silla alta con su silla baja. Como buen conocedor  en la materia  le encargan  traer la madera  más noble para su cometido, ajustándose  el precio de 14 ducados por silla alta y baja.

El 15 de septiembre  de 1557, se reúne el cabildo  con el artista y le piden que la obra  esté terminada   el 15 de agosto de 1558, festividad de la Virgen. Le quedaban  hacer las 16 silla ultima finales, y, efectivamente , se termina en esta fecha; pero para eso tuvo que contratar a sus rivales Bernardino y Jerónimo Torres, e incluso al no menos famoso Hans de Bruselas, que afincado en Badajoz, estaba trabajando por estas tierras Esto se puede   observar  en las diferencias estilísticas en los relieves.

El total del coro fue de 51.000 reales sin  contar la albañilería.

El coro es un rectángulo  de 14,80 metros de largo por 7,80 de ancho. Es de estilo renacentista puro. Tiene  43  sillas  en el coro alto y 36 en el coro bajo. Total 79 sillas.

Santoral de los relieves

Coro del Deán Sillas El Resucitado Coro del Obispo Sillas
1 Virgen María 2 San Juan Bautista
3 San José 4 San Pedro
5 San Pablo 6 San Andrés
7 Santiago el Mayor 8 San Juan Evangelista
9 San Felipe 10 San Bartolomé
11 San Matías 12 Santo Tomás
13 San Mateo 14 San Simón
15 Santiago el Menor 16 San Judas Tadeo
17 San Lucas 18 San Bernabé
19 San Gregorio Magno 20 San Marcos
21 San Agustín 22 San Ambrosio
23 San Sebastián 24 San Jerónimo
25 Santa Catalina de Siena 26 Santa Tecla
27 San Pedro de Verona 28 San Antonio de Padua
29 San Esteban   30 San Lorenzo
312 San Blas 32 San Cristóbal
33 San Benito 34 San Roque
35 Santo Domingo de G.   36 San Francisco de Asís
37 San Miguel Arcángel 38 San Rafael Arcángel
39 San Gabriel 40 Un Ángel
41 San Basilio Magno 42 San Juan Crisóstomo
43 San Gregorio Nacianceno 44 San Víctor
45 San Felipe, diácono 46 Santa Lucía
47 Santa Catalina de Alejandría 48 Santa Margarita
49 Moisés 50 Elías

 

El órgano central, que está en el trascoro, es excepcional. Tiene tres teclados, peladier y 51 registros.  El artífice  de la caja fue Francisco  Ruíz Amador alrededor de 1727, año en que se colocó el órgano original fabricado  por el maestro José Martín Hernández, organero de Salamanca.  En 1924 se colocó el órgano que hoy se exhibe sustituyendo al original de 1727.

El órgano de la nave de Ntra. Sra. la Antigua fue fabricado en el primer tercio del s. XVIII por el mismo organero salmantino. Tiene un teclado y 14 registros Fue reconstruido el 1846  por el maestro  Benito  Baquero, vecino de Madrid. La caja es de estilo barroco clasicista.

El órgano de la nave de San Blas no tiene teclado, sólo la caja, de estilo  manierista, del s. XVII. En la crestería  Juan  Ignacio Estrada inserta en óvalos algunos bustos  tocados a la moda de la época.  Escudo de  obispo D Andrés  Fernández de Córdoba (1611).

Cripta de los canónigos. Ante la práctica centenaria de los enterramientos en la catedral para todos los fieles, lleva al Obispo Marín de Rodezno a construir una cripta para los capitulares.

Por la puerta principal del templo catedralicio se accede al panteón de los canónigos y racioneros en el trascoro, con entrada por una cancela sobre la que se coloca el escudo pontificio del fundador y una pintura del calvario, flanqueada por dos sencillos retablos con los cuadros  del Patriarca San José y los Santos Mártires Marco y Marceliano, patronos, principales y menores de la ciudad, respectivamente. Se desciende a la cripta bajo el coro a través de 35 gradas – 15  de piedra y 10 de ladrillo. La cripta fue construida el 1696 a expensas de D Juan  Marín de Rodezno. Sus medidas son: 3.53 m. de ancho x 4.70 m. de largo y 15.00 m. de alto, con una bóveda de cañón y un respiradero en el escalón del coro a comienzo de la crujía.

Preside un altar de piedra adosado a la pared, rematando dos pinturas murales decorativas y dos angelotes de tamaño natural, y un cuadro de San Mateo, apóstol y evangelista. Leyenda: Óleo sobre lienzo. Firmado Pedro Atanasio Bocanegra. 1665. Estuvo hasta el 1847 que el cura del Sagrario concedió pasara  a la capilla “en depósito” y de esta se llevó el 1912 por canónigo lectoral, D. Tirso Lozano Rubio al Museo catedralicio Hoy se encuentra  en el claustro.

Los capellanes de coro celebraban su fiesta en el panteón y lo adornaba con los “tafetanes”  del Cabildo Catedral.

No faltó el  Breve de Su Santidad sobre  indulgencia plenaria que se gana en la misma capilla y Panteón del glorioso Apóstol San Mateo desde sus primeras vísperas  hasta la puesta del sol en su día, 21 de septiembre por siete años.

A la que se añade la Bula Apostólica de Su Santidad sobre el altar  privilegiado para la capilla de San Mateo apóstol y evangelista sita debajo del coro de la Santa Iglesia Catedral

Los capitulares son  enterrados en nichos distribuidos por la parte lateral  izquierda en tres cuerpos, siendo el primero y tercero, compuesto  de cuatro hileras  o columnas  y tres filas, respectivamente y el central  de una  hilera y tres filas: Depósito de los señores prelados. (Sr. Obregón); y, por la derecha, con simétrica disposición, el depósito de los Señores Obispos es sustituido por un arco  con una pintura mural de la efigie de Cristo doliente.  En la terminación de la fila superior se lee Osario repetidamente.

Las inscripciones pintadas sobre calado, que figuran, son entre otras las siguientes:

Aquí yace Sr. D. Miguel Caldera Carnero, canónigo que fue de esta Iglesia. Falleció  el 18 de noviembre de 1737.

Aquí yace el Señor  Dn. Antonio  Bonifas, racionero entero, que fue de esta Santa Iglesia, falleció  a 19 de mayo Año 1738.

Aquí yace el S. D. Francisco Mateo Moreno Dr Canónigo de esta Santa Iglesia. Murió el día 22 de Noviembre Año de 1795.

Aquí yace el D Manuel Oliveros y Becerra que fue de esta Iglesia capitular, Maestro de Sagradas Ceremonias, medio racionero, después Dignidad de Chantre, murió 1 de enero de 1803.

 

Poco más de un siglo cumple su finalidad el Panteón catedralicio. Puesto que en el 1829 el Cabildo ordenó que se construya en el Campo Santo del Castillo un panteón para enterrar a los  capitulares y capas de coro, obra que costó 5.537 reales, abonándose  al mayordomo D. Francisco de Soto. En efecto, desde entonces  empezó a “olvidarse” el panteón de canónigos de la catedral.

No obstante se permitían algunos traslados una vez que fueron abandonados los antiguos cementerios en abril de 1845.

Además fueron inhumados otros personajes insignes,  entre los que  figuran los capitanes Daoíz y Velarde en el 1823 hasta su traslado a Madrid (Caja 37. Actas capitulares,  25  septiembre  1835, fol. 83 vto.).

 

Igualmente se pusieron y se hallarán los huesos del general Rafael Menacho y Tutlló, gobernador militar de la Plaza, cuando fue sitiada la Ciudad  por los franceses el 2 de febrero de 1811, rechazando la rendición por dos veces[29].

 

  1. Felipe de Arco Argüero, gobernador general de Badajoz durante el trienio liberal (1820-22). Murió el 13 de noviembre de 1821, en trágico accidente de caza ocurrido al caerse del caballo en la dehesa de Santa Engracia. Fue enterrado en el cementerio del Castillo, ubicado en la antigua iglesia de Ntra. Señora de la Consolación.

 

Fallece el Obispo D. Francisco  Rodríguez  de Obregón el  jueves 20 de enero de 1853, según certificación médica del Licenciado  D. Nicolás Jiménez y es sepultado el sábado siguiente después de las horas canónicas  de la mañana, como corresponde a la dignidad episcopal en el Panteón del cabildo que se halla debajo del coro. No era el uso ordinario en estos casos ya que los Prelados siempre son enterrados en las capillas laterales de la Catedral[30]. El 10 de junio de 1893 en un cabildo extraordinario se acordó poner una lápida así: “A la memoria del Ilmo.  Sr. D. Francisco Javier Obregón, obispo que fue de esta diócesis y bienhechor  de esta Iglesia. Falleció 20 de enero de 1853, consagra el Ilmo. Cabildo este modesto recuerdo, 1893”.  Esta lápida fue sustituida en la década de 1920 por el cabildo, y se conserva admirablemente[31].

SEPULTURA DE  OBISPOS Y CANONIGOS EN LAS  CAPILLAS LATERALES.

 LUGARES PERSONAJES  CARGO AÑOS
Altar de Ntra. Sra. de la Antigua D. Gil Coloma Obispo  1286
Ntra. Sra. de la Antigua D.   Rodrigo Dosma Delgado Canónigo 1599
Capilla de la Magdalena D. Juan Marín de Rodezno Obispo 1706
Capilla de la Magdalena D. Fernando Ramírez Vázquez Obispo 1890
Capilla de San Juan de Ribera D. José M ª Alcaraz y Alenda Obispo 1971
Capilla de la Inmaculada D. Francisco Gómez de la Madrid Canónigo Anónimo
Capilla de la Inmaculada D. Pedro Gómez de la Madrid Canónigo
Capilla de la Inmaculada D. Lorenzo Suarez de Figueroa Embajador ??
Capilla de la Inmaculada D. Feliz Soto Mancera Obispo 1910
Capilla de la Inmaculada D. Doroteo Fernández Fernández Obispo 1989
Capilla de Santa Bárbara D. Pedro Levanto y Vivaldo Obispo 729
Capilla de Santa Bárbara D. Alonso de Solís y Marroquín Obispo 1797
Capilla de Santa Bárbara D. Gonzalo Cabezas Altamirano Canónigo Arcediano 1541
Capilla del Sagrario D. Fr. Angel Manrique Obispo 1649
Capilla del Sagrario D. Diego Gómez de la Madrid Obispo 1601
Capilla del Sagrario D. Francisco de Lara Obispo 1675
Capilla del Sagrario D. Gabriel Ortiz Sotomayor Obispo 1640
Capilla del Sagrario D. Juan de Mesa Canónigo Solano
Capilla del Sagrario D. Juan Gil de Feria Canónigo Solano I, 1, nº 114
Capilla de Santa Teresa D. Gabriel Alvarez de Faria Obispo 1802
Capilla de Santa Teresa D. Ramón Torrijos y Gómez Obispo 1903
Capilla de Santa Teresa D. Alonso de Solís y Marroquín Obispo  17
 Altar de San Blas   D. Manuel Pérez Minayo Obispo 1779
Cripta de canónigos D. Francisco Javier Rodríguez  Obregón Obispo 1853

 

Otros obispos se enterraron   en el distrito parroquial de  la  Iglesia Santa María la Real,  en el coro de las  Carmelitas Descalzas, en Zafra y en la parroquia de Higuera de Vargas.

  1. NAVE LATERAL DEL EVANGELIO o de Ntra. Sra. De la Antigua

En 1497 fue nombrado obispo de Badajoz don Juan Rodríguez  de Fonseca, canónigo de la Catedral de Sevilla. Desde allí enviaría a Badajoz diversos presentes y, entre estos, una copia sobre la tabla  de la venerada efigie  de Ntra. Señora de la Antigua. La que ahora  contemplamos, deteriorada por completo la original, es, a su vez, copia de aquella, realizada fidedignamente en 1633 por el pintor madrileño, avecinado en Zafra, Antonio Monreal.

Tras la remodelación  de la cabeza del templo, en tiempo del obispo Marín de Rodezno, a finales del siglo XVII, ocuparía esta pintura, que da nombre al espacio de la nave, la calle central del retablo labrado entonces por el entallador zafrense Alonso Rodríguez Lucas. Se dispusieron  en las calles laterales las pinturas de la Asunción y la Inmaculada que con las del ático, se deben al excelente  pincel  de don José Guerrero, pintor  badajocense de biografía poco conocida, quien deja en los lienzos, por firma, su apellido.

CAPILLA DE LA MAGADALENA

Fue mandada   edificar para su enterramiento por el obispo Marín de Rodezno, cuando se remodela la cabecera  del templo, se cumbre  como la nueva  sacristía,  y capilla  mayor con media naranja  sobre pechinas, profusamente  adornadas éstas con temas  vegetales  en estuco.

Muy pronto se labraría el retablo de esta capilla, probablemente obra del tallador zafrense   Alonso Rodríguez Lucas, destinado a acoger un cuadro  de gran tamaño con la efigie de la Santa penitente. Esta pintura  cuelga  ahora  en los muros del claustro, sustituida  que fuera en el siglo XIX por la esplendida  versión del pintor  romántico  Antonio Esquivel, quien firma y fecha su obra en el 1833. En el  banco del retablo puede  contemplarse un retrato del obispo mecenas, sobre tablero apaisado, debido al pintor  badajocense  Manuel  de la Puente (1701).

Entre las devociones  de Marín de Rodezno  pronto destacó  la que tuviera  al Santo Cristo  del Claustro, imagen del los inicios del siglo XVI a la que la ciudad de Badajoz  profesó.   Dicha imagen, tras diversas ubicaciones, pronto  encontró acomodo definitivo en referido espacio claustral, lugar en el que Marín de Rodezno mandaba edificarle,  a sus expensas, una hermosa capilla, dotando, además,  la celebración de dos misas   (martes y viernes) al Santo Cristo.

 

 CAPILLA DE SAN JUAN DE RIBERA                                                                                  

Se conoce también  como  capilla de los Moscosos, patrono y fundadores de la misma.  Se conservan disposiciones  testamentarias  tanto de  Dª María de Vargas (1469) como de su hijo D. Suero Vázquez de Moscosos (1476), alusivas a esta fundación.

El retablo del siglo XVII y corte clasicista acogía la escena del Regreso de la  Huida  de Egipto debido al  pintor  madrileño, avecindado en Zafra, Antonio Monreal  (1633); obra que ahora cuelga en los muros del  claustro.

Con ocasión de la canonización de San Juan de Ribera, a la sazón obispo de Badajoz (1562-1568)  el retablo fue restaurado  y colocándose en el mismo la imagen del  santo, obra del valenciano  Rodilla, quien a instancia del obispo D. José María Alcaraz y Alenda, patrocinador de la obra. El escultor se inspiró para el rostro en el retrato del  Museo del Prado, que le  hiciera  a San Juan de Ribera el pintor  Luis de Morales.

Recientemente (1975)  se labraría el túmulo funerario, con esculturas en bronce  del artista sevillano Juan Abascal Fuentes, que acoge los restos mortales del obispo Alcaraz y Alenda (+1971).

San Juan de Ribera, devotísimo de la Eucaristía, alentó el esplendor de la celebración del  Corpus, tanto en la ciudad de Badajoz como  en la de Valencia, donde fundaría el  Colegio del Corpus Christi. Por armas de su escudo  episcopal quiso tomar   precisamente la custodia  eucarística.

CAPILLA DE LAS RELIQUIAS                                                                        

En 1656 el entallador  badajocense Antonio  Morgado concluía por encargo del obispo  Ángel Manrique  un retablo destinado  a albergar las reliquias de los santos que guardaba la Catedral. También labró dos preciosas urnas, insertadas en el retablo  y depositadas ahora en el Museo catedralicio. Tal retablo , al que años después (1663)  el entallador trujillano Diego Díaz Carrasco  dotaría de  puertas, justifica el título de esta capilla, que cuenta, además  con otro pequeño retablo, obra del zafrense Alonso Rodríguez Lucas (1678),  en cuyo interior  y en una urna rococó, se guardan las reliquias  de  San Julián.

El retablo principal de la capilla, ocupado que fuera por la pintura de la Degollación del Bautista (ahora en la capilla de la Inmaculada), es obra  de 1835.  Tras la llegada de la peregrina Virgen de Fátima (1947), se destinó  a acoger una imagen de este título.

CAPILLA DE LA INMACULADA                    

Esta capital ha recibido diversas denominaciones: de los Fonseca, de los  Figueroa. Se alude  en este caso a su fundador, don Lorenzo Suárez de Figueroa. En ella se encontraban, hasta el pasado  siglo, el túmulo funerario del ilustre  personaje, cuya sin par lauda  sepulcral de bronce  veneciano hacia 1500, luce ahora en los muros del claustro, y , hasta fecha  más recientes , el bellísimo relieve de la Madonna  con el  Niño, obra del  “Quatrocento” italiano atribuida a Settignano, discípulo de Donatello) (Hoy en el museo  catedralicio)

Aunque desnudo el amplio espacio, cubierto por preciosa bóveda gótica estrellada, guarda el esplendor pasado la sobria reja del mismo estilo y época (1500) y una variada muestra de azulejos de artista de mediado del siglo  XVI, recubriendo la mesa  de  altar, sobre la que se eleva   la imagen de la Inmaculada, atinada y devota versión de los primeros años de nuestro siglo. Sobre el muro frontal  cuelga una pintura de gran tamaño con el tema de la degollación  del Bautista, obra neoclásica de artista anónimo  del siglo XIX, que formaba  parte  del retablo principal de la capilla de las  reliquias.

CAPILLA DE SANTA BARBARA

Debió edificarse  en fechas próximas a la capilla que sigue, la de  don Lorenzo Suárez  de Figueroa, dada la misma traza de la  bóveda, conociéndose también por título de la Purificación. En ella disponía su enterramiento  don Gonzalo Cabezas Altamirano, arcediano de Ecija (+1541).

La devoción que el obispo Levanto  y Vivaldo tuviera  a Santa Bárbara, de la que no había altar entonces  en la Catedral, llevó a erigirle en 1723  el precioso retablo barroco, coronado por un lienzo  con la efigie de  San Mauro, el trabajo escultórico  del  retablo y la propia imagen de  Santa Bárbara  reclaman la mano del entallador y escultor  badajocense  Francisco Ruiz Amador.

Albergó esta capilla también entre sus muros,  desde fecha no documentada hasta el año 2002, el retablo gótico, sito ahora en la capilla de Santa Ana y sustituido en esta de  Santa Bárbara por modesto retablo de aquella, datado  hacia el 1833.

 

CAPILLA BAUTISMAL O CAPILLA DEL BAUTISMO

Ocupa el vano del primer  cuerpo de la torre, cubierto por preciosa bóveda de terceletes; espacio que, que, según la inscripción que luce en la capilla, se concluía  en 1523. La esplendida pila de mármol, obra de influencia portuguesa, se labra en el 1551.

Se conocía también en los pasados siglos esta capilla  con  el título de las Angustias o de las tribulaciones, debido al pequeño retablo o tríptico hispano-flamenco  que albergaba el nicho del muro lateral.  Se representa en  él  la escena de la Virgen atravesada por siete  espadas, que rematan en todos alusivos  a sus dolores, acompañada por Santa Bárbara y Santa Inés. Restaurada  recientemente esta extraordinaria obra, que fuera sustituida en el siglo pasado por una pintura del Bautismo de Jesús, debido al modesto pincel de  Diego Florindo, integra ahora los fondos  del Mueso catedralicio.

Luce en la capilla un rico frontal de azulejos  de arista de  mediados del siglo XVI y ocupa su testero, desde no lejanas fechas, un  retablo de finales del siglo XVI con la pintura de Ntra. Señora de  Sopetrán, patrona de Almoharín.

  1. NAVE LATERAL DE LA EPISTOLA o De SAN BLAS.

Al igual  que su homólogo, el de Ntra. Señora  de a Antigua, este retablo  fue hecho también en 1697 por el zafrense Alonso Rodríguez Lucas.  Tienen seis grandes  columnas  salomónicas  recargadas de racimos y hojas, con los capiteles corintios y cartela, que separan los distintos lienzos.   Se apoya un altar de  mármol.

Preside el lienzo con una pintura de gran calidad de San Blas, con báculo, capa pluvial y mitra. A su derecha una pintura de uno de sus milagros, la curación de la garganta de un joven, presentado por su madre. A la izquierda, otro lienzo con el martirio del Santo, colgado de un madero y unos garfios. En la parte superior, cuadros bien rematados; en el centro, un ángel porta guirnaldas y la palma del martirio. A ambos lados unos ángeles.

En la puertecita del sagrario, una pintura de calidad sobre lámina de cobre. Representa  a San Carlos Borromeo rezando sobre la Biblia y ante un crucifijo. Hoy no  existe.

CAPILLA DE SAN FERNANDO

Múltiples denominaciones  ha recibido esta capilla., labrada  a finales del siglo XV que debió fundar  don Antonio Sánchez de Badajoz y Figueroa, En ella se ubicaron, entre otras, las imágenes   del Santo Cristo del Claustro y actualmente acoge la imágen de  San Pedro de Alcántara (principio del siglo XVIII), permaneciendo   actualmente el cuadro- retablo de San Fernando, mediocre pintura del siglo XIX que sustituyera  (salvo que la original se encuentre debajo la que contemplamos, como ha sucedido en otras pinturas)  a la que se realizará  en 1674, siguiendo las disposiciones de la monarquía española.

En 1833 se colocaba el retablo  lateral, realizado  por badajocense  José  Sánchez, siguiendo los dictados  del Vicepresidente  de la Real Academia de San Fernando, don Miguel de Inclant Valdés. En este retablo. En cuyo ático se dispuso una pintura  con el tema de la  transverberación  de Santa  Teresa. Será  en este momento cuando se coloque en el mismo la interesante imagen de Santa Teresa, cuya procedencia  madrileña está  documentada en 1835, aunque desconocemos  quien fuera su artífice.

CAPILLA DE LA VIRGEN  (Santa Ana)

Se comenzó a construir en los primeros años  del siglo XVI, siendo patrono de la misma  el comendador  de Portezuelo, de la Orden de Alcántara,  don Gome Suárez de Figueroa. Contó con retablo del pintor  Luís de Morales, cuyas tablas hoy se hallan dispersas, una vez que pasaron a principios del siglo  pasado  a manos de los descendientes  del fundador de la capilla.

En su lugar se coloca, hacia el 1866, un modesto retablo  que acoge la imagen de Santa Ana con la Virgen Niña Dicho retablo ha sido sustituido en el año 2002  por el retablo también que  se encontraba en la capilla  de Santa Bárbara en que los autores señalan  las posible procedencia  de la Iglesia de la  antigua seo  de Santa maría del Castillo.  Sus bellas  pinturas  renacentistas de la cuarta década  de finales del siglos XVI, y, en particular, la Piedad  de la “predella” , escoltadas por las efigies de San Jerónimo y Santa Paula, acompañados respectivamente  por un cortejo de piadosos varones y mujeres, vienen a ser el más interesante e inmediato precedente  del importante  momento pictórico vivido en la ciudad  bajo el magisterio  de Luís de Morales “el divino”. Completa el esplendor de esta capilla su reja principal de mediados del siglo XVI, que rematan entre dos tenantes con las armas del fundador de la capilla con la figura del Crucificado.

Se ha colocado también sobre sus murtos  el Calvario en óleo  sobre lienzo, de finales del siglo XVII o principio del siglo XVIII, que ocultaba el maltratado Calvario del retablo, recuperado en cuanto ha sido posible.

CAPILLA DEL SAGRARIO

Ultima de las capillas construidas durante el siglo XVI, se debe su fábrica  a Gaspar Méndez  (1545), -con laudas sepulcrales, procedentes   las más de  otras  capillas-   maestro que fuera de la torre ya en su tercer grupo y artífice también de la puerta de  San Blas. Magnífica  resulta  la bóveda en dos tramos, con una rica nervadura  de combados. La solería se compone  de un buen número

El retablo que ocupa la cabecera es el que mandara fabricar para la capital mayor (1666) el obispo Jerónimo Rodríguez de Valderas, antes de la reforma de  la cabecera  del templo.  Se debe su labra al escultor, de procedencia sevillana y avecinadado en Zafra, Blas de Escobar.  Faltan del mismo las imágenes originales  del cuerpo inferior, si bien la de San Juan Bautista de la calle central, se conserva en el Museo  catedralicio.

Pinturas de singular valor cuelgan en los muros  de esta capilla. Destaca  una piedad con las  figuras  de San Juan Bautista y la Magdalena, del siglo XVII, colocada   entre  dos grandes  lienzos de discreta factura, obra  del pintor badajocense  Diego Florido (siglo XIX), con las efigies  de San Agustín y Santo Tomás de Villanueva.

CAPILLA DE LA ANUNCIACIÓN

Está ubicada  en la entrada de la nave de San Blas. Llamada también   capilla de  Santa Rita, hoy  de la penitencia  por  estar  el  confesonario del Canónigo penitenciario, quien  tiene  la jurisdicción  ordinaria de absolver los pecados reservados  al Obispo.

Fue dotada por el canónigo, fundando una capellanía.   Fue  posteriormente  la fábrica la que se responsabilizó ante el incumplimiento de sus obligaciones por los herederos.

Tiene  bóveda  de crucería sencilla y puerta de madera con 182 barrotes torneados.

El altar, cuyo frontal presenta  un lienzo  con pinturas  muy delicadas  sobre temas de la  Pasión.  Contiene  cuatro recuadros- En el superior, se  ve la Santa Faz, la columna de los azotes y el cáliz de la Pasión. En la parte inferior  un corazón atravesado  por una espada, la túnica de Cristo y un martillo, alicates  y los dados   con que los  soldados se sortearon la túnica.

Una pintura mural muy llamativa  hace de retablo, formando un baldaquino con dosel de rico terciopelo, adornado con borlones y cenefas.  Cuatro angelitos lo rodean y otros dos  sostienen en el centro un vistoso medallón. Donde está Jesús-Niño  con la Cruz junto  al río Jordán.

Preside el mural retablo un cuadro de la  Anunciación, siglo XVIII,  pintado en oleo  sobre Lienzo. La Virgen María, asombrada  y humilde, con su mano izquierda  en el pecho,  recibe el saludo del ángel, el cual  la mira fijamente con un ramo de azucenas  en la mano; el Padre  Eterno, rodeado de nubes y ángeles, la mira  se complacido.

Dos imágenes  de ángeles, con candeleros,  escoltan  el altar.  En el muro izquierdo sobre una ménsula se halla una imagen de Santa Rita de Cassia.

 

  1. CLAUSTRO

El claustro que había desde el  1364  fue ampliado  por D. Alonso Manrique de Lara  el 1520. En él están los altares para las estaciones  de las procesiones  claustrales, y dos capillas: una, dedicada  a San Atón; otra, dedicada al  Santo Crucifijo de mucha veneración y concurso de sacerdotes por ser  altar privilegiado.

Altares claustrales      

Cuatro son los altares para  hacer las estaciones procesionales en ciertas  fiestas antes de la misa conventual,  llegándose  a celebrar  hasta en cincuenta y dos  días. El orden a recorrer  era 1º Altar de  San Bartolomé, mártir, 2º Santa Bárbara, 3º San Juan Bautista. Lienzo sobre oleo. Firmado Antonio Lucenqui. Año 1804 y 4º  La Virgen con el Niño. Oleo sobre lienzo. Alonso de Mures. Badajoz  1729. En  cada uno de ellos se cantaba un responsorio, utilizándose el libro  llamado Procesionario  en cuatro  volúmenes grandes que portaban los clerizones.

LAUDA DE D. LORENZO SUAREZ DE FIGUEROA

Pasado el tiempo y desmontado el monumento  en la capilla de la Inmaculada, no encontraron restos de cadáveres. Por lo que el cabildo no tuvo escrúpulo  en que se mudara de lugar. En 1889 fue trasladado  al claustro, en el paso a la sala capitular. Hoy en el centro  del muro donde  se colocó  en noviembre de 1912, puede ser fácilmente examinada, tras unos años de haber permanecido en las salas del Museo  catedralicio. El autor de la misma  fue probablemente Alexandro Leopardi, broncista  veneciano.

Todo parece indicar que el sepulcro fue concebido en forma tumular, como sugiere  las dos piedras de bronce  conservadas.

  1. “et si havia facto far qui un archa de bronzo bella y mandato in Spagana”. P.A. Sanuto, contemporáneo y biógrafo de D. Lorenzo.
  2. El José de Santa Cruz en su crónica de la Santa provincia de San Miguel habla del “suntuoso túmulo del embajador D. Lorenzo Suarez”, y en comunicación epistolar a D. Luís de Salazar y Castro, de 29 de setiembre de 1703 D.  Alejando de Silva  Barreto, insigne   historiador pacense afirma, que “D. Lorenço Suárez está sepultado en una cama de bronze levantada del çuelo y en su lámina su efigie con una yscripción notable, cuyo cuerpo vino Toma embalsamado”
  3. Solano se limita a indicar que “en medio de la capilla en lámina de bronze está el bulto del fundador en medio relieve”

Sin que sepamos saber cuándo se descompuso el túmulo, en el siglo  XIX la lámina se hallaba colocada en el suelo, según  refiere  Carderera, y a esta circunstancias s e acogieron los canónigos para justificar si traslado al claustro con el informe pertinente de la Comisión  de Monumentos Históricos y Artísticos de Badajoz, que había protestado del cambio.

Otros niegan la presencia de restos  como el propio Justi se pregunta si el cuerpo quedó en Venecia o se perdió en el mar.  Sólo resta espera  nuevos hallazgo de  los arqueólogos.

Los canónigos justifican su traslado:

  1. El abandono en que se hallaba la capilla de la Inmaculada por parte de  los patronos.
  2. El deterioro sufrido en la lápida “que yacía en el suelo y cuyos más ricos detalles artísticos ya eran de notar visibles obstrucciones  y desgastes  de consideración causados por el polvo y el continuo roce  del pasar por  la misma.
  3. La convicción de que nunca viniesen a  esta  catedral las cenizas de aquellos históricos personales.

Por otra parte, los capitulares indican  que en el mismo emplazamiento del claustro a la lauda “ha podido  dársele colocación  vertical, cual corresponde  a su módulo, atendiéndose a la vez  por modo más eficaz y fácil a la custodia y esmerada  conservación, que su indiscutible merito proclama[32].

Inscripción: Sepulcro: don Lorenzo Suarez de Figueroa y Mendoza con Dª Isabel de Aguilar su mujer= éste en la juventud hizo según la edad=y en las armas/usó lo que convenía: fue hecho después del conseio de sus  altezas: y enviado anbaxador  diversas veces: así conformó el  exercicio  con los años: y dexa para /después esta memoria: Lo que del más succediere: Dígalo su sucesor.

El enterramiento de Dª Isabel de Aguilar  en el convento de santa Ana de Badajoz, y  no en el de  San Onofre, como expresamente indica en su testamento[33]. En la placa pequeña, ideada para uno de los costados del túmulo, y entre los balsones de los esposos, corre fragmentado, el siguiente  hexámentro latino: Sola salvs serviré Deo sunt cetera fravdes”.

Una filacteria, pendiendo del brazo izquierdo de D. Lorenzo, ostenta la siguiente leyenda: La Insignia es cuya Compagniera es mia”.

Mausoleo del General Menacho

En el ángulo izquierdo, se encuentra el mausoleo, de mármol blanco, que guarda las cenizas del General Menacho, héroe de la defensa de Badajoz  en la Guerra de la Independencia. Antes  fue inhumado en la cripta  de los  canónigos. El primer cuerpo, dos escudos de bronce, uno, con dos espadas y águila bicéfala, otro, con león rampante y tres flechas verticales. Rama de laurel y palma, símbolos a su heroicidad. El segundo cuerpo  esta una urna que contiene sus cenizas, con su correspondiente inscripción, al lado sendos leones descansan. El tercer cuerpo, el  busto del  general, con gorro y vestimentas de la  época. Detrás una  cruz de bronce  de anchos brazos.

CAPILLA DE SAN ATÓN

Junto al cuarto altar, que ha en la nave de la derecha, se encuentra la  capilla  de San Atón, llamada también de la Soledad. Y primitivamente, de San Benito, edificada  el 1520.

En el muro central hay un lienzo de la Virgen de la Soledad.  En el muro izquierdo  un retablo  barroco, de mármol portugués gris y blanco. Tres calles  y rematado con  un ático. Se elevan cuatro columnas lisas de capitel corintio.

Preside la imagen de San Atón con las insignias pontificales. A  ambos lados las pinturas de San Benito y Santo Domingo de Guzmán. En el ático  el Arcángel san Miguel derrotando a Satanás.

Junto al primer altar procesional el epitafio  con la nómina de los  sacerdotes mártires, a la sazón  Siervos de Dios, que dieron  su sangre  por confesar  a Cristo en la persecución religiosa del 1936.

CAPILLA DE CRISTO

Pero fue el obispo Marín de Rodezno quien  edificó la capilla del Santo Cristo cercana  a su antiguo altar claustral y bajo de la misma la cripta de los  capellanes, inaugurándose dos años de  después de la muerte  del gran Mecenas, el año 1708.

El retablo está compuesto de dos cuerpos y tres calles  sobre banco, presenta grandes columnas, estípites, repisas, cartelas, volutas y otros elementos decorativos. Preside  el Cristo  crucificado, de tamaño natural,  acompañados por dos ménsulas  con  la Virgen y San Juan Evangelista. En el cuerpo superior, en la calle central, también en hornacina y bajo un elegante dosel  la imagen de la  Verónica sosteniendo el lienzo con el rostro el Señor y acompañado de dos ángeles. En las calles laterales, José de  Arimatea y Nicodemo, llevando unió las escaleras de la crucifixión y el otro el martillo y tenaza. El Cristo fue  llevado  el 3 de mayo  1709. El retablo  hizo  en mayo de 1731 y el dorado dos años  después. El  tallador fue Ruiz Amador.

Por una puerta lateral abierta en el basamento del retablo del Santo Cristo por el lado del evangelio se desciende a la cripta de los capellanes  por una escalera en recodo de 25 peldaños con dos mesas (descansos) con bóvedas de aristas y la cubierta en bóveda de cañón con una ventana  a un patio interior

El vano, cuyas dimensiones  son  de 8.70 de largo por 2.90 ancho y  5.50 de alto se cierra con una bóveda de casco ligeramente convexa  sobre dos cornisas  molduradas en los muros laterales y el  suelo enladrillado en sesgo.

La cripta cumplió su  finalidad  hasta el segundo tercio del siglo  XIX, cuando se suprimen los enterramientos en las iglesias.  Hoy podemos visitar a pesar  de su defectuoso estado húmedo  y abandonado.  Una  gran cruz de madera preside los  enterramientos, cuyos epitafios que podemos leer  entre otros los siguientes:

* Aquí yaze  el Sr. D, Francisco Pérez Gragera, capellán de coro que fue de esta Santa Iglesia el día 7 de abril de 1737.

* Aquí yaze Lorenzo Ortiz de Carvajal, capellán de coro de esta Santa Iglesia santa, Falleció el día 13 de junio del año 1793.

* Aquí yaze  el Sr. D. Juan Félix Lope Gata, capellán de coro que fue de esta Santa Iglesia, natural de Jerez de los Caballeros… Falleció  a 1 de octubre de 180?.

* Aquí yaze  D. Pedro Zorrilla, Pbro., capellán de coro de esta Santa Iglesia. Falleció el 26 de noviembre de 1783.

* Aquí yaze  D. Francisco Segundo, capellán de coro de esta Santa Iglesia, falleció el 19 de septiembre de 1787.

El centro del muro central  está presidido por un Cruz  de brazos cilíndricos.  En  el muro frontal de contención se abre un respiradero con rejilla, coincidiendo   con el presbiterio.

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

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[1]Papa Benedicto XVI. Obras Completas. Biblioteca de Autores Cristianos. Tomo XI. Teología de la Liturgia, 2012, págs. 261-262.

 

 

[2] Archivos Eclesiásticos de Mérida- Badajoz . Fondos catedralicios.  Serie pergaminos. Documento 7 y 9.

 

[3]Ibídem. Documento  1.

 

[4] Ibídem. Documento 13.

 

[5]Solano de Figueroa, Juan. Historia  Eclesiástica de la  Cuidad y  Obispado de Badajoz. Reimpresión 1929.   Iª Parte, Volumen   III  págs. 100-101

 

[6]A. C. B. Sección  III, serie  11, legajo 106 nº 2441, 1 y 2. Estas eran: la principal  Santa María del Castillo, llamada entonces la See, porque en ella se celebraba las horas canónicas, mientras las obras de  San Juan; Santa María de Calatrava o de los  Freires de la Orden de Alcántara, a dos pasos de la anterior; San Pedro y en frente Santiago, o de las Lágrimas, todas dentro del Castillo y fuera de él las  de San Lorenzo (hoy San Agustín), San Salvador (hoy antiguo convento de la Monjas Trinitarias) y San Andrés (actual Plaza de Cervantes, que luego pasa al contiguo  convento Madre de Dios en la desamortización.

 

[7] A.C.B. Serie pergaminos. Doc.2.

 

[8]Ibídem. Doc. 5

 

[9] Historia Eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz, continuación de la escrita por D. Juan Solano de Figueroa, hecha por un Anónimo en el siglo XVIII. Reimpresión 1945, Tomo  1º, pág.209.

 

[10]Cromberger, Juan. Sevilla 1529. Archivo Histórico Nacional.

 

[11]Cromberger, Juan. Sevilla 1529. Biblioteca del Cabildo Primado de Toledo.

 

[12] López López, Teodoro A. Los “Propios” de los Santos en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, en   XXV Coloquios Históricos de Extremadura, 1996.

 

[13]A. C. B. Ibídem. Doc. 4.

 

[14]Ibídem. Doc. 6.

 

[15]Ibídem. Doc. 25.

 

[16]Ibídem.Doc. 16.

 

[17]Juan Solano de Figueroa. o. c.   Iª Parte:   Volumen   IV  págs.  64.

 

[18] Ibídem. págs  99-101

 

[19]Dosma Delgado, Rodrigo. Discursos  Patrios de la Real Ciudad de  Badajoz. Reimpresión  Badajoz  1870, pág.  154.

 

[20] Juan Solano de Figueroa. o c.   Iª Parte, Tomo III, cap. XII, parf. 1º.   Testamento  Felipa do Quintal (Matrona portuguesa, mujer de Diego Tablada, el 15 de noviembre  de 1467: Mandó  para la obra de la Iglesia Mayor de San Juan quinientos maravedíes… )

 

[21]  Ibídem,  parf.   3º.

 

[22]Inscripción dedicada al Obispo Marín de Rodezno por el cabildo catedralicio en la Catedral  en  la sacristía de la capilla de la  Magdalena.

 

[23]Libro de los Santos Padres emeritenses Marcial (¿-255). Felix (255-?). Liberio (295 después del 314). Florencio (Antes del 347 – antes del 380). Idacio (Antes del 380385). Patruino (Antes del 383 – cerca del 400). Gregorio(410420). Antonino (445449). San Paulo (530-560). San Fidel (560-571). San Masona (571-605). San Inocencio (605-antes de 616). San Renovato (antes del 616– antes de 631). Esteban I( desde cerca del 632– cerca del 637). Oroncio(desde antes de 638– hasta antes 653). Proficio (antes de 666– antes de 672). Festo (antes de 672– antes de 684). Esteban II (681685). Zenón (antes del 687– después del 688). Máximo( antes de 688– después de 693). Ariulfo (antes del 839 – después del 862) Marcial (¿-255). Félix (255-?). Liberio (295 después del 314). Florencio (Antes del 347 – antes del 380). Idacio(Antes del 380385). Patruino (Antes del 383 – cerca del 400). Gregorio(410420). Antonino (445449). San Paulo (530-560). San Fidel (560-571). San Masona (571-605). San Inocencio (605-antes de 616). San Renovato (antes del 616– antes de 631). Esteban I( desde cerca del 632– cerca del 637). Oroncio(desde antes de 638– hasta antes 653). Proficio (antes de 666– antes de 672). Festo (antes de 672– antes de 684). Esteban II (681685). Zenón (antes del 687– después del 688). Máximo( antes de 688– después de 693). Ariulfo (antes del 839 – después del 862)

 

 

[24]Pedro Pérez (1255)-(1266). Fray Lorenzo Suárez (1264)-(1286). Gil Colona (12821285). Juan de Badajoz (1286)-(1827). Fray Alonso (1287). Gil Ruíz (1290-1295). Bernardo (1300). Simón OFM (1309-1324). Bernabé (1324-1329). Juan de Morales (1329-1335, nombrado obispo de Jaén). Fernando Ramírez de Ágreda (1335-1344). Juan (1353). Alfonso Fernando de Toledo y Vargas (1353-1354). Juan García (1354-1373). Fernando Sánchez (1373-1378). Fernando Suárez de Figueroa (1379-1398). Gonzalo de Alba (1407-1408). Fray Diego de Bedán, OFM (1409-1415, nombrado obispo de Cartagena). Juan de Villalón (1415-1418). ¿? Diego de Comontes (?-1442, nombrado obispo de Cartagena). Lorenzo Súarez de Figueroa (1442-1461), hijo del maestre de Santiago. Juan de Morales O.P. (1461-1470). Fray Pedro de Silva (1471-1478). Gómez Suárez de Figueroa (1479-1485). Pedro Ximénez de Prexamo (1486-1489, nombrado obispo de Coria). Bernardino Carvajal (1489-1493, nombrado obispo de Cartagena). Juan Ruiz de Medina (1493-1495, nombrado obispo de Cartagena). Juan Rodríguez de Fonseca (1495-1499, nombrado obispo de Córdoba). Alonso Manrique (1499-1516, nombrado obispo de Córdoba). Pedro Ruiz de la Mota (1516-1520, nombrado obispo de Palencia). Bernardino de Mesa OP (1521-1524). Pedro Gómez Sarmiento (1524-1525, nombrado obispo de Palencia). Pedro González Manso (1525-1532, nombrado obispo de Osma). Jerónimo Suárez Maldonado (1532-1545). Francisco de Navarra (1545-1556). Cristóbal de Rojas y Sandoval (1556-1562, nombrado obispo de Córdoba). San Juan de Ribera (1562-1568, nombrado arzobispo de Valencia). Diego de Simancas (1568-1578, nombrado obispo de Zamora). Diego Gómez de Lamadrid O Trin (1578-1601). Andrés Fernández de Córdoba (1602-1611). Juan Beltrán de Guevara (1611-1615). Cristóbal de Lobera (1615-1618, nombrado obispo de Osma). Pedro Fernández Zorilla (1618-1627). Juan Roco Campofrío (1627-1632), nombrado obispo de Coria). Gabriel Ortiz de Sotomayor (1635). José de la Zerda (1640-1644). Ángel Manrique, O Cist. (1645-1649). Diego López de la Vega (1649-1658). Diego del Castillo (1658-+1658). Gabriel de Esparza (1659-1662). Jerónimo Rodríguez de Valderas (1662-1668, nombrado obispo de Jaén). Francisco de Rois y Mendoza, O Cist. (1668-1673). Francisco de Lara (1673). Agustín Antolinez OSA (1675-1677). Juan Herrero Jaraba (1677-1681, nombrado obispo de Plasencia). Juan Marín y Rodezno (1681-1706). Francisco Valero y Losa (1707-1715, nombrado arzobispo de Toledo). Pedro Francisco de Levanto y Vivaldo (1715-1729). Amador Merino y Malaguilla (1730-1755). Manuel Pérez Minayo (1755-1779). Santiago Palmero (1780-1781). Alfonso de Solís y Gragera (1783-1797). Gabriel Álvarez de Faria (1797-1802). Mateo Delgado y Moreno (1802-1841)(Arzobispo). Javier Rodríguez Obregón (1848-1853). Manuel García Gil (1854-1858). Diego Mariano Alguacil (1859-1861). Pantaleón Monserrat (1862-1863). Joaquín Hernández Herrero (1864-1865). Fernando Ramírez Vázquez (1865-1890). Francisco Sáenz de Urturi Crespo OFM (1891-1894). Ramón Torrijos Gómez (1894). José Hevia Campomanes OP (1903-1904). Félix Soto Mancera (1904-1910). Adolfo Pérez Muñoz (1913-1920). Ramón Pérez Rodríguez (1920-1930). José María Alcaraz y Alenda (1930-1971). Doroteo Fernández y Fernández (1971-1979). Y los arzobispos Antonio Montero Moreno (1980-1994). Santiago García Aracil, (2004-2015) y Celso Morga Iruzubieta (2015- …)   Son 85 obispo.

 

[25] López López, Teodoro A. La diócesis de Badajoz: Historia ya conclusa. Coloquios Históricos  de Extremadura. Trujillo, 2000,  págs.. 223-267.

 

[26] Rodrigo Dosma o..c. Catálogo de los Obispos. Págs 115-163.

 

[27]Juan Solano de Figueroa o.c. Parte I, nº  I y II.

 

[28](Fue Mártir. San Aristóbulo). San Sergio Paulo, año 65.  San Leonido, año  283.  Esteban. Verísimo, mártir, año 308. San Apringio,  mártir,   año 337. Dominciano, año 343. Sinderico, 367.  Isidoro I, año  384.  Poncio Paulino, año 397.  Sinderedo,  Sertorio, año 444. Severino,  año 503.  Escolano,  año 456.  Zeloso, año 477.  San Apringio, año 529. Donato, año 556.  Johano intruso,  lo introdujeron los arrianos.  San Urso, año 568.  Palmaçio, año 589.  Gabano, año 590. Lauro,  año 594.  Luçio, año 627.   Modario, año 633.  Teodoredo,  año 646.  Juan año 681.  Adeodato.  Juan,  año 681.  Benedicto, año 683.   Pedro, año  706.   San Julián, año 712.

 

 

[29]A.C.B.Caja 37. Actas capitulares 25 septiembre 1835,  fol. 83 vto.

 

 

[30]Ibídem. Caja 38 Actas capitulares, años 1846-55, fol. 79.

 

[31]Ibídem. Caja 42, Actas capitulares, Años 1892-99, fol. 14-15.

 

 

[32] Ibídem Leg. 31,  nº 4890.

 

[33]Ibídem. Leg. 209, nº 4131: “1519”.

 

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