Oct 012009
 

Ángel Paule Rubio.

Los mapas históricos son tradicionalmente una ilustración aclarativa de los textos históricos. La cartografía, en consecuencia, tiene que estar en primer pla- no, ha de ser el medio expresivo fundamental, el eje de la explicación histórica.

Por ello, los mapas, deben estar antes del hecho histórico. Sobre este con- cepto quisiera fundamentar mi trabajo.

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Oct 012009
 

Álvaro Meléndez Teodoro.

INTRODUCCIÓN

Tras la rápida campaña de finales de 1808, dirigida por Napoleón en perso- na, las armas francesas están en disposición de pasar a una ofensiva total contra los restos del ejército español, que no cesa en su resistencia, levantándose una y otra vez tras cada derrota.

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Oct 012009
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

 El 4 de agosto de 1936 entraba en Monesterio (Badajoz) el Teniente Coronel Carlos Asensio Cabanillas, Jefe de una de las Columnas que desde Sevilla tenían el objetivo de alcanzar la capital de España, Madrid1. Varias semanas antes había comenzado la Guerra Civil. A partir de ese momento la primera localidad del sur de Extremadura se incorporó a la Zona Nacional. En muy pocos días la “Ruta de la Plata”, nervio de la provincia de Badajoz, quedó controlada militarmente2 en una rapidez calificada por algunos historiadores como “espectacular”3. Consolidada la situación de guerra, muy pronto en la retaguardia de la Zona Nacional se establecieron puntos de vigilancia para evitar incursiones del enemigo.

El término municipal de Monesterio posee una orografía muy abrupta, con numerosas elevaciones y valles en plena dehesa. Pero además, era un nudo de comunicaciones y estaba fuertemente vigilado por un destacamento militar establecido en el “Cortijo de la Purificación”, propiedad de Juan Márquez Real. Aquellas Fuerzas controlaban unas vías terrestres tan importantes como las que comunicaban el sur y noroeste de la provincia de Badajoz: La carretera de Sevilla y la de Culebrín a Castuera. En Santa Olalla existía otro puesto creado por las circunstancias de esa época que se coordinaba con el establecido en “La Purificación”.

El 27 de octubre de 1937 se produjo el hasta ahora único caso constatado de enfrentamiento militar tras la toma de Monesterio el 4 de agosto de 1936 por la Columna Madrid. Aunque documentalmente se tiene constancia de un viaje de las autoridades locales de Monesterio a Santa Olalla “a los funerales del Alférez muerto en este término”4, el caso estudiado en este capítulo ha podido ser reconstruido íntegramente a través de la historia oral. En todo caso, se han respetado todas las cautelas que este tipo de fuentes acarrean. Así, se ha tenido en cuenta la reflexión de un especialista como es T. Todorov:

“La memoria no se opone en absoluto al olvido. Los dos términos para contrastar son la supresión (el olvido) y la conservación. La memoria es, en todo momento y necesariamente, una interacción de ambos. El restablecimiento integral del pasado es algo por supuesto imposible (…) y por otra parte, espantoso. La memoria como tal, es forzosamente una selección: Algunos rasgos del suceso serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados y luego olvidados”5.

Este asunto, por motivo de haber sido reconstruido a través de la historia oral, no sido tratado en otras obras sobre la Guerra Civil en Extremadura6. Los hechos hacen referencia a una incursión de unos veintitantos fugitivos contrarios a Franco que cruzaron el término municipal para llegar posiblemente a la “Bolsa de la Serena” o al “Frente de Córdoba” y así internarse en la “Zona Republicana” o “Zona Roja”. El 12 de octubre de 1937 fue designado Jefe de las Columnas de la Operaciones de las sierras de Huelva, Sevilla y Badajoz el Coronel de Carabineros Joaquín Ibáñez Alarcón. Este cargo militar sustituyó reunió en su mano las potestades del Gobernador Militar y del Gobernador Civil de Huelva en esta materia dado el recrudecimiento de las actividades de la guerrilla, la cual había asaltado cortijos y asesinado a algunos labradores onubenses. El Coronel Ibáñez estableció una división en cinco sectores la zona de operaciones, una de cuyas cabeceras era Santa Olalla del Cala (Huelva)7 de la cual dependía Monesterio.

Los sucesos que a continuación se narrarán ocurrieron en el sitio conocido “Doña Marina”, en el término de Monesterio. Está situado en el camino de Culebrín al Real de la Jara, cerca del sitio conocido por “La Mimbre”. Existen en la zona varios barrancos, conocidos éstos por “El Tamujoso”, “La Mano Negra” y “Doña Marina”. El barranco de “Doña Marina” recoge las aguas de las sierras que rodean la depresión en la que se enclava la “Casa de Doña Marina”. Ésta había sido reconstruida por su propietario, Guillermo Garrón Delgado, pues anteriormente existía una casilla conocida como “El bahondo”. Actualmente sigue en propiedad de los descendientes de Guillermo Garrón. Éste había sido concejal y Alcalde en varias ocasiones (1914 y 1931) y cuando falleció en 1935 era edil del Concejo. En esa época estaba en sociedad con Manuel Villalba Cardoso8 en el arrendamiento de unas tierras colindantes, y cuando murió Garrón, sus propiedades pasaron a la propiedad de Antonio y Leocadio Garrón García.

Estos huidos, según se oyó en la misma época, eran antiguos mineros quizás de Cala, de Riotinto o de Nerva. En 1937, la Serranía de Huelva había sido objeto de importantes operaciones militares para localizar a los huidos. Un informe depositado en el Servicio Histórico Militar que lleva por título El problema de los huidos establece que “la provincia que más se distinguió por el contingente de huidos durante la campaña fue la de Huelva, zona minera, esencialmente marxista, todo el continente rojo dado por esta provincia quedó a consecuencia de las operaciones, emparedado entre nuestro frente y la frontera portuguesa y si bien tuvieron un portillo de – kms. [sic] por donde escapar a Zona Roja entre Campillo de Llerena y Granja de Torrehermosa, éste se encontraba a bastante distancia, teniendo que atravesar por carreteras transitadas y

vigiladas, hallándose expuestos al encuentro con nuestros servicios”9.

En esos meses, concretamente el 6 de agosto de ese año, el General Jefe del Ejército del Sur, Gonzalo Queipo de Llano, declaró en un bando “zona de guerra” el triángulo interprovincial de Huelva, Badajoz y Sevilla debido a la presencia de “elementos marxistas”. Este documento fue publicado íntegramente el 11 de agosto en el Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz. La introducción de esa disposición decía lo siguiente:

“Las circunstancias extraordinarias y los sucesos vandálicos que vienen ocurriendo en la serranía de Huelva me obligan a suspender la conducta hasta ahora tenida con los elementos marxistas huidos en aquellos, y como quiera que el perdón que en un principio concedí para los casos de presentación voluntaria no ha sido escuchado, y más bien parece que ese impulso generoso ha sido interpretado como debilidad en mis decisiones, me veo en la imprescindible necesidad de revocar cuanto a este respecto tengo ordenado y de adoptar las medidas conducentes para que el principio de autoridad sea respetado con la máxima obediencia”.

Así, a continuación se consideró “zona de guerra”, prestándose servicios “como si fueran en campaña y el frente del enemigo”. Y sería de esta forma “zona necesaria para batir y reducir los elementos marxistas no sometidos” (artículo 1º). La Autoridad Militar superior delegada de Queipo de Llano fue el Teniente Coronel de Infantería Fermín Hidalgo Ambrosy, el cual sería el designado responsable del “orden público y seguridad” (artículo 2º). Se aplicará consejo de guerra, según el artículo tercero:

a) Serán considerados como actos de rebelión cuantos tiendan a facilitar alimentos o cualquier otro auxilio a las personas huidas en la zona a que este bando se refiere.

“b) El facilitar datos de situación de fuerzas o simplemente el movimiento de aquéllas a los huidos de los pueblos.

“c) El hecho de salir de los pueblos enclavados en la serranía sin estar provisto del documento que a tal efecto provenga el Jefe Militar de la zona.

“d) La desobediencia a cuanto ordene dicho Jefe, tanto por personas civiles como por los militares.

“e) La negligencia o tibieza en el cumplimiento de las órdenes y servicios militares dados por el Jefe de la zona.

“g) El no denunciar la existencia de personas rebeldes por quienes tengan noticias de ellos, podrá ser estimado como rebelión o como auxilio a la misma.

h) El hecho de transitar por la serranía o encontrarse en ella sin una justificación clara del motivo y finalidad que se persigue, podrá ser estimado como rebelión o auxilio”.

Volviendo a la cuestión, en un día lluvioso de octubre de 1937, en concreto el 26, llegaron al término de Monesterio, territorio que era fuertemente vigilado por destacamentos militares de diversa naturaleza como ya se ha explicado.

Estos mineros fueron a parar a la “Casa de doña Marina”, enclavada ésta en un valle y rodeada de sierras. Quedaba cerca del “Cortijo de la Purificación” donde estaba establecido el citado destacamento militar, conocido también por “Viña de Márquez”. Sin embargo, a causa de la intensa lluvia y viento de ese día, quedó la bandera del destacamento enrollada, por lo que no se podía advertir la existencia del puesto.

La “Casa de Doña Marina” era un edificio bien construido y que se asemejaba a una vivienda de la misma localidad, con habitaciones, cocina, despensa, alacenas, un techo de madera que originaba un doblado amplio también por la altura del tejado. Estaba empedrado el suelo de la misma. Era acogedora para los empleados que allí pernotaban, pues en la misma finca otros trabajadores vivían en chozos. Junto a la parte residencial existían otras instalaciones propias del trabajo agrícola y ganadero como cuadras, laneras y otros almacenes. Delante de la puerta principal existe un corral, también empedrado. Es decir, era un edificio bien acondicionado en la época y que permitía vivir establemente en él durante algunas épocas.

Los mineros secuestraron a dos jornaleros que trabajaban para Leocadio Garrón García, dueño en esa época de la “Casa de Doña Marina”. Se llamaban Joaquín García Palomas, “El Mariné”10, y Manuel Barbecho Delgado11. Éstos pernoctaban en “El Cortijino”, que estaba enfrente del destacamento de “La Purificación” y que entonces lo llevaban en arrendamiento los hijos de Guillermo Garrón y Manuel Villalba Cardoso. Estos jornaleros llevaban un carro con empales y paja -de bálago decían antes- para construir chozos. Así, al llegar a la “Casa de Doña Marina”, en la cual estaban refugiados los fugitivos, salió uno, barbado, y apuntó a los dos jornaleros con una pistola. Al entrar en la casa pudieron ver el conjunto de hombres que allí estaban.

Les pusieron un guardián en una parte de la casa, y mientras tanto deliberaban sobre el fin que le iban a dar a esos dos jornaleros. Hablaron de matarlos para que nada se supiera, aunque por la condición de obreros decidieron respetarles sus vidas. Después les preguntaron si existían fuerzas militares en la zona, y si tenían comida en el cortijo. A la primera cuestión mintieron, y omitieron decir que cerca existía un destacamento. Con respecto a la segunda afirmaron que en “El Cortijino” poseían comida. Dos mineros acompañaron a Manuel Barbecho y a Joaquín García hasta su residencia. Recogieron la comida y al pasar por el Cortijo de Juan Manuel Jiménez Villalba (entonces Tercer Teniente de Alcalde), un cabrero les ofreció café a los dos mineros. Al poco tiempo, oyeron el inicio del tiroteo de las fuerzas militares a la “Casa de doña Marina”. Joaquín García había dado cuenta al Teniente Olivero, oficial que mandaba en esa época el destacamento de “La Purificación”.

Inmediatamente “El Mariné” dio aviso12 a las autoridades militares de la existencia de esa partida. Reforzaron aquéllas fuerzas con efectivos de una compañía que existía en Santa Olalla del Cala y con guardias civiles del puesto de Monesterio. Los dos guerrilleros que acompañaron a los obreros huyeron por la llamada “Umbría de los Hernández”. Joaquín García mostró el terreno a las fuerzas, y les indicó el lugar exacto en el que estaban los milicianos. Al hostigamiento de la “Casa de doña Marina” por parte de las fuerzas militares, los mineros respondían con disparos, pues parece ser que iban bien pertrechados. Incluso aprovecharon una de las ventanas como aspillera o tronera para instalar un ametrallador. Los milicianos alcanzaron a un alférez que estaba parapetado en un alcornoque, muriendo en el acto. Esto ocurrió ese día 27 de octubre a las 5 de la mañana. Se llamaba Ricardo Bernáldez Bernáldez y era súbdito argentino. Además, un sargento sufrió una grave herida de bala en el hombro.

Hacia las tres de la madrugada cesó el tiroteo por parte de los mineros. Éstos aprovecharon la noche lluviosa y alcanzaron el “Barranco de Doña Marina”, cercano a la casa, por la que pudieron escapar, no sin dejar algunas bajas. Parece ser que un guardia no se pudo apercibir de la huida, aunque estaba encargado de vigilar dicho barranco. En la casilla quedó un guerrillero, que había sido alcanzado y que no podía andar. Según escucharon en más de una ocasión a Miguel Carmelo Medina -Guardia Civil del puesto de Monesterio que estuvo presente en estas operaciones- el miliciano, para no ser detenido, se seccionó con una navaja el cuello. Fue encontrado empuñando con la mano aquel cuchillo. Otro minero que estaba herido fue apresado en la zona de Santa Olalla, donde fue fusilado.

El fugitivo que se suicidó fue enterrado junto a la casa por un miembro de las fuerzas que operaron en aquella ocasión. El militar que recibió este encargo era natural de Monesterio y se llamaba Antonio Rodríguez Martínez, apodado “El Tumbeto”. El cadáver fue enterrado a escasa profundidad y los perros de las personas que habitaban la zona hurgaron en la tierra y lo exhumaron, esparciendo los restos óseos por el entorno. El alférez Ricardo Bernáldez fue enterrado en el Cementerio de San José de Santa Olalla del Cala (Huelva). En el Registro Civil de esa localidad no fue inscrito, sin embargo, sí existe constancia en el Registro Parroquial:

“En la villa de Santa Olalla del Cala, Diócesis de Sevilla, provincia de Huelva, a veinte y siete de octubre de mil novecientos treinta y siete, don Juan Otero Gómez, Cura Párroco de la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, mandé dar sepultura al cadáver de Ricardo Bernáldez Bernáldez, natural de Arenaza, de veinte y dos años de edad, de estado soltero, de profesión Alférez, hijo de Ricardo Bernáldez y Rolindes Bernández, falleció (en) [sic] el día veinte y siete a las cinco de la mañana en el Frente. Se le hizo el funeral de primera clase, y se halla enterrado en el Cementerio de San José de esta villa. Fueron testigos de su defunción Antonio Diosdado y José Méndez. En fe de lo cual lo firmo en fecha ut supra. Era natural de Arenaza de la República Argentina. Dr. Juan Otero”13.

Años después, ya terminada la Guerra Civil, uno de aquellos huidos se acercó a la “Casa de Doña Marina”. La escena transcurrió así. En esa época ya no trabajaban allí ni Joaquín García ni Manuel Barbecho. Pernoctaba en la “Casa de Doña Marina” Antonio Gallego López14 conocido por “Hijo de José el grande”. Cómo estaba solo, iba a fumar a un chozo (que estaba en frente de la “Casa de Doña Marina” en el que se quedaba otro trabajador, Antonio Rodríguez Carrasco conocido por “El Luno”. Al poco tiempo Antonio Gallego se dio cuenta que salía humo de la chimenea de la casa y acudió a la misma. Cuando llegó se encontró a un señor que preguntaba por el “Tío Cano”. Éste también era un apodo por el que era conocido también Joaquín García Palomas. Se identificó como uno de los huidos que había protagonizado aquel suceso, y aseguraba que había salido de la cárcel. Pero no ocurrió nada más.

APÉNDICE DOCUMENTAL

Los sucesos de “Doña Marina”, acaecidos en octubre de 1937, según un testimonio de Manuel Ledesma Villalba15.

“Aquello fue un golpe joío, porque los hombres se portaron bien, y no tenía que haber hecho aquello. Luego fueron a buscarlo [unos señores a Joaquín García Palomas, “El Mariné”]. Era Joaquín “El Mariné”, uno viejo, era de unos sesenta años, ese tenía un hijo que se llamaba José [José García Vargas]. A ése lo mandaron [al “El Mariné”]... Esa casilla está todavía en pié, y segura- mente están las poyetes donde pusieron los ametralladores, esos venían muy bien equipados, aquella gente que se había pasado a Extremadura, y se veían las aspilleras joías, y aquellos tíos entendían, y las hicieron en la pared del tinaón, y mirando a la sierra, en donde estaban los alfereces. Esa casilla está en un valle, y está rodeada de sierra, pero estaba por todos los sitios cercada.

Resulta que llegaron por la tarde y Garrón, uno de “Los Garrones”, Leocadio “El de Garrón” [Leocadio Garrón García], pues mandó a ese “Mariné” que estaba de mozo con él, y a otro que le decía José “El Grande” [José Garrón Delgado], y le mandó llevar un carro de bálago como se decía antiguamente, pues los chozos aquellos; y entonces estaban los guerrilleros dentro, y estaba lloviendo, aquella noche fue una de lluvia, y aquella tarde…, y ésta fue la salvación, pues la banda de…, pues había allí una compañía de soldados en el “Cortijo de Juanito Márquez” [Juan Márquez Real], y la bandera [dispuesta en el mástil] como hacía tanto viento, el viento estaba de la parte ésta, y la bandera estaba enrollada, pues “El Cortijino” donde fueron dos guerrilleros aquellos, que se los llevó el “Tío Mariné” para darles de comer y el “Cortijo de la Purificación” está enfrente [de “El Cortijino”], y como estaba la tarde tan mala los soldados estaban refugiados dentro, y la bandera estaba enrollada, y no se dieron cuenta, sino hay algo allí, hay algo, pues los hubieran matado.

Pues al llegar ellos con el carro [Joaquín García Palomas y José Garrón Delgado], les preguntaron, pues salió un hombre con barbas y con una pistola, que se la puso en el pecho [de Joaquín García Palomas], y le preguntó que a dónde iban, y le dijo [Joaquín García Palomas] que le habían mandado llevar un carro de bálago allí, [y les dijo el de las barbas]: “Dejad el carro y venirse para acá”. Entonces, entraron para la casilla, y entonces allí empezaron a salir, hasta veintisiete iban, y entonces el jefe les pasó allí un hombre de centinela con ellos. Ellos dicen que por dentro de la casa estaban ellos, y la casillaes chiquetilla, y oyeron la conversación, y dicen que le decía al jefe: “A éstos lo mejor que hay es matarlos, porque en matándolos no se sabe nada” y el que estaba con ellos de centinela les decía: “Bueno, esto que están hablando ahí ya se verá, yo ahora entraré adentro, y veré al jefe.

Así fue, y dice que lo relevaron, y dicen que oían -contaba “El Mariné”- que le decía aquél que estaba hablando con el jefe: “Son trabajadores, son trabajadores, ¿para qué los vamos a matar?, son hombres trabajadores”, y entonces creo que dijo el jefe: “Bueno, ya se verá lo que se hace con ellos”. Unos querían matarlos y otros que no, y les dijo el jefe: “Pues bueno, ¿ustedes dónde están?”, y contestaron: “Nosotros estamos en el cortijo, y nos quedamos allí”, [y les volvió a preguntar el jefe de los guerrilleros]: “Y de comida, ¿cómo estáis? [Y respondieron]: “Pues tenemos allí la que traemos de casa -pues entonces se iba para catorce o quince días, la que traemos de casa”. Y les ase- veró el jefe de los guerrilleros: “Pues bueno, se van a ir dos con ustedes, y le dan la comida que puedan”. Ese cortijo está uno enfrente del otro, muy cerquita, y digo que el viento tenía la bandera envuelta, y no se veía, y los soldados estaban todos recogidos, pues estaba por el agua liada.

Entonces le dieron allí lo que fuera, ¡y me cago en la mar!, les había preguntado el jefe [con anterioridad]: “¿Por aquí hay fuerzas cerca?”, [y el “Tío Mariné” le contestó]: “Por aquí no”. Entonces dijo [el jefe de los guerrilleros]: “Irse dos y le dan la comida que puedan”. No hicieron nada más que llegar al cortijo, le dieron la comida que fuera, y se vinieron los otros para la casilla. No les dio tiempo a llegar a donde estaban los otros, en la casilla, los otros compañeros, y entonces se pasaron se pasaron por el cortijillo de Juan Manuel Jiménez [Juan Manuel Jiménez Villalba] que está cerca, y se pasaron los dos, y entonces había allí uno de aquí del pueblo, de cabrero, -no me acuerdo cómo le llamaban-, y les dijo [a los dos guerrilleros]: “Espérense, que les voy a hacer un poquito de café, que está la tarde muy fría y muy mala”. Entonces, allí sintieron los tiros, como el cortijo donde estaban los soldados estaba cerca del otro de la Purificación, pues enseguida dieron el salto [“El Mariné” y José “El Grande”], y enseguida se lo dijeron al Teniente. Me acuerdo que era el Teniente Olivero, y entonces se lo comunicaron, que había veintitantos hombres en la casilla.

Avisaron también a la Compañía de Santa Olalla, a Guardias Civiles y laberinto, y entonces ellos, que se pararon a tomar un café con la cabrera aquélla, entonces sintieron los tiros, y salieron y dicen: “¡Ay!, nuestros compañeros, ya están ahí los tiros”. Aquello fue todo rápido, que si hubieran tenido que venir al pueblo [“El Mariné” y José “El Grande”] a dar cuenta ya hubiera sido otra cosa; y entonces esos hombres no pudieron entrar en la casilla, y dijeron que se fueron a la “Umbría de los Hernández”, debajo de la Sierra, y entonces aquella noche se lió la de san quintín, pues se lo oía contar al “Tío Mariné”, porque fue el que enseñó el sitio y estuvo toda la noche allí, con un Capitán de la Guardia Civil. Éste sólo llevaba un capote, un capotón que llevaba el Teniente, y dicen que arropaba al “Tío Mariné”, hartito de agua, como una noche de agua tan tremenda como que se presentó.

Resulta que estuvieron haciendo tiros, pero decía un sargento, que iba con un alférez cuando lo mataron, al sargento también lo hirieron en el hombro, que dijo al alférez: “Mire usted que la ametralladora, o lo que tengan ahí…” – estaba enfocada al cerro donde estaban ellos- y enseguida mataron al alférez, y dicen, como sentían los tiros, sabían la hora en que se pudieron haber escapado, pero decían que fue sobre las tres de la noche, y dejaron de sonar los tiros en la casa, los que tiraban los guerrilleros a la fuerza; y entonces estaban preparando la huida, y entonces se salieron en el barranco abajo, pues como estaban rodeado de sierras, para arriba no podían tirar, que la defensa que tuvieron era el barranco, que no se dio cuenta [el guardia encargado de vigilarlo] pues estaba la tarde tan mala, y estaría [el guardia civil o el soldado] agazapado con el capote, y por allí es escaparon.

Tan sólo quedó uno en la casilla, pero aquel se degolló, le pegaron un tiro, según contaba el guardia aquél, Carmelo, [Miguel Carmelo Medina] que se lo oímos contar en la caseta, le pegaron un tiro, así por el lado, y el hombre no podía andar, y entonces lo que hizo, temiendo que le iban a matar, y para no declarar nada… pues todavía tenía la navaja el hombre empuñada en la mano, y se mató en la casa, el hombre estaba en la casa, pues lo habían herido, y el hombre no pudo andar, y los otros se marcharon, y ya qué iban a hacer con él,

¿a dónde lo iban a llevar?, el hombre, lo que hicieron fue dejarlo allí, y él lo que hizo es que se cortó el pescuezo, porque decían que tenía empuñada la navaja, la tenían empuñada en la mano, y él lo hizo con un nervio exagerado, y estaba degollado.

De Santa Olalla para abajo cogieron a otro, herido también, también lo cogieron herido, que a ése lo fusilaron en Santa Olalla, y de los otros nada; pero claro, el “Tío Mariné”, luego después, se oía de hablar por ahí que había ido alguno en su busca, y preguntando por “El Mariné”, pues aquéllos a lo mejor estaban por la sierra, y cuando se enteraron del percance; pues sí, se fiaron de él, que no había fuerzas, eso sería por octubre; aquella tarde, me acuerdo, estaba el viento del Golfo de Cádiz, pero mira, no se había puesto el sol, y los pobres soldados que estaban allí toda la noche, o iban a hacer guardia a la caseta toda la noche un grupo de unos catorce o quince, y aquellos pobrecitos, como todo el agua que le cayeron encima, eran capotes de éstos que llevaban antes, de esos de paño, eso se empapaba de agua… de esos tuvimos en el ejército, y eso se empapaba con todo el agua que caía, y los pobres soldados iban a allí, eso al otro día, e iba una compañía al “Puente del Helechoso”, y los pobres se tendían allí en la cocina, en una buena candela en la cocina de la caseta, y los pobres muchachos tendían los capotes allí, y estaban echados allí en el suelo, en el cemento, pues aquello lo pusieron de agua perdido.

El alférez era gallego, el nombre no lo sé, yo lo sabía por oída de los soldados; el alférez era gallego según contaban ellos, un muchacho nuevo, de unos dieciocho años; el Teniente Olivero era el que estaba en la Compañía, en “La Purificación”, que fueron los primeros que llegaron, luego acudió otra Compañía de Santa Olalla, y la Guardia Civil de otros pueblos; pero el Tenien- te, siempre me acuerdo, Olivero; me acuerdo que decía a otro Teniente: “Vamos, esta gente -pues aquel Teniente tenía gafas- éstos no saben sólo que presumir con las gafas, y dejarse ir, cercados como los tenían con dos o tres compañías de hombres, y dejarse, no saben sólo que presumir con las gafas”; luego, un coche blindado que tenían, ese vigilaba las carreteras, pues resulta que no llegó, pues si hubiera llegado ya hubiera sido otra cosa, lo que pasa es que el barrozal, pues aquel camino estaba lleno de barro”.

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Lám. 1. Joaquín García Palomas, “El Mariné”, uno de los protagonistas de los sucesos de “Doña Marina” el 27 de octubre de 1937

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Lám. 2. José A. Delgado Vasco, Concejal elegido el 12 de abril de 1931 (izquierda) y Leocadio Garrón García (derecha), copropietario de la finca de “Doña Marina”, donde se produjo una acción de guerra el 27 de octubre de 1937

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Lám. 3. Recibo de desplazamiento de las autoridades a Santa Olalla para el funeral del alférez muerto en Doña Marina (1937)

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Lám. 4. Recibo que atestigua la instalación de un Destacamento Militar en la “Viña de Márquez” en Monesterio durante la Guerra Civil.

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Lám. 11. Eugenio Delgado Garrón, biznieto de Guillermo Garrón Delgado mostró al autor el 2 de agosto de 2008 la “Casa de Doña Marina”, lugar donde se hicieron fuerte los “guerrilleros rojos” en la noche del 26 al 27 de octubre de 1937 frente a varias secciones del “Ejército Nacional”.

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Lám. 12. Vista frontal del agujero abierto (ya tapiado) de un metro de diámetro en la pared de una de las dependencias de la casa de “Doña Marina”, realizado en la madrugada del 27 de octubre de 1937.

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13. Espacio de la cocina de la “Casa de Doña Marina”.

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Lá. 14. Desde esta ventana de la cuadra de la “Casa de Doña Marina”, que sirvió de improvisada aspillera, dispararon al Alférez Ricardo Bernáldez.

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 Lá. 15. Entre estos dos alcornoques, situados en la ladera de un alto frente a la “Casa de Doña Marina” estaba apostado el Alférez de origen argentino Ricardo Bernáldez, muerto a las 5 de la mañana del 27 de octubre de 1937.

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Lá. 16. Vista de la “Casa de Doña Marina” conocida también por los sucesos de 1937 como “Cortijo de los Rojos”.

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Lá. 17. Restos de sillares romanos en la entrada del patio de la “Casa de Doña Marina”.

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Lá. 18. Esta piedra labrada de origen romano es la entrada al patio de la “Casa de Doña Marina”.

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* Esta comunicación supone la reelaboración de un capítulo del libro de este mismo autor titulado República y Guerra Civil en Monesterio (Badajoz, Sociedad Extremeña de Historia, 2008, pp. 355 – 357) tras haber hallado más documentación al respecto, así como la realización de un reportaje fotográfico del lugar donde tuvieron los hechos históricos el 2 de agosto de 2008.

1   Una obra clásica sobre este particular es la de MARTÍNEZ BANDE, J. M. La marcha sobre Madrid, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1968.

2  Un testimonio directo de esta gesta militar se puede consultar en SÁNCHEZ DEL ARCO, M. El sur de España en la Reconquista de Madrid. Diario de operaciones glosado por un testigo, Cádiz, 1936.

3   VIDAL MANZANARES, C. La guerra que ganó Franco. Historia militar de la Guerra Civil Española, Barcelona, Planeta, 2006, p. 197.

4  Archivo Municipal de Monesterio, depositaría, mandamiento de pago núm. 215/1937. «Sírvase U. Abonar a Eleuterio Vasco Salas la cantidad de veinticinco pesetas correspondientes a un viaje a Santa Olalla del Cala con el coche de su propiedad para llevar a las autoridades que asistieron a los funerales del Alférez muerto en este término. Monesterio, 30 octubre de 1937. El Alcalde, L. Her- nández [Leonardo Hernández Muñoz]. Recibí, Eleuterio Vasco. Son 25 pesetas. Sr. Depositario de los Fondos Municipales de esta villa».

5  TODOROV, T. Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós, 2000.

6  CHAVES PALACIOS, J. La guerra civil en Extremadura. Operaciones militares (1936 – 1939), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997; o ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de la muerte, Barcelona, Crítica, 2003.

7  ESPINOSA MAESTRE, F. La Guerra Civil en Huelva, Huelva, Diputación Provincial, 1996, p. 261.

8  En 1937 Villalba Cardoso tenía 42 años y estaba casado con Constantina González Conejo, de 36, y tenía tres hijos llamados Antonio, José y María Villalba González. Vivía en la Calle Reina María Cristina, 70, hoy «De la Libertad». Archivo Municipal de Monesterio, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 830.

9  ESPINOSA MAESTRE, F. La Guerra Civil en Huelva, Huelva, Diputación Provincial, 1996, p. 261.

10  Joaquín García tenía cuarenta y dos años, residía en la calle San Pedro número sesenta, y estaba casado con Carmen Vargas Lancharro, también de esa edad. Su hijo, de catorce años de edad, se llamaba José García Vargas. Archivo Municipal de Monesterio, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.139.

11  Manuel Barbecho Delgado vivía en la calle San Pedro número 7, tenía treinta y dos años, y estaba casado con Adela Monjo Murillo.

12   Fueron frecuentes los bandos que encomiaban a los ciudadanos a que dieran noticias sobre la infiltración de este tipo de grupos armados en la retaguardia: «Don Jesualdo de la Iglesia Rosillo, General de Brigada y Gobernador Militar de la Plaza y Provincia de Badajoz, ordeno y mando: Todos los vecinos de pueblos y caseríos de la zona de retaguardia están obligados a dar a las Auto- ridades Locales cuantas noticias y datos tengan de partidas rojas que se infiltren en la zona de retaguardia. El omitir esta obligación será castigado con la inmediata aplicación de las más rigurosas penas con arreglo al Código de Justicia Militar, por incurrir a los culpables en el delito de auxi- lio a la rebelión. Lo que se hace público para general conocimiento y exacto cumplimiento. Bada- joz, 12 de julio de 1938 (Segundo Año Triunfal). El General Gobernador Militar, Jesualdo de la Iglesia Rosillo». Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 16 de julio de 1938.

13  Archivo de la Parroquia de la Asunción de Santa Olalla del Cala, libro XIV de defunciones, ff. 163v y 164r. Debo a la generosidad del Párroco D. Francisco Aguilar Díaz la consulta de esta documentación el 5 de agosto de 2008.

14  Había nacido en 1910, y vivía en la calle San Pedro número 14 con su suegro -José Monjo Gallego-, su esposa -Filomena Monjo Villalba-, y su sobrino, José Villalba Monjo.

15  Testimonio tomado el 10 de abril de 2004. Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. República y Guerra Civil en Monesterio, Badajoz, Sociedad Extremeña de Historia, 2008, pp. 482 – 484).

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Jesús Barbero Mateos.

En el año 2005 se cumplió el centenario del diseño y puesta en marcha del método de la lectura por la escritura RAYAS, que supuso una auténtica revolución pedagógica, en relación con el tratamiento del aprendizaje lecto-escritor, por cuanto abordaba ambos aprendizajes de forma simultánea e inseparable.

En aquel momento se aprovechó la efeméride para poner en valor la figura del personaje que lo hizo posible, el maestro serradillano Ángel Rodríguez Álvarez, así como la auténtica innovación metodológica que impulsó con su obra. Unas jornadas desarrolladas en el Centro de profesores y Recursos de Trujillo en mayo de 2005 y un programa de actos para conmemorar el citado centenario, puesto en marcha en Serradilla en agosto del mismo año, vinieron a poner en valor RAYAS y a su autor.

Algún tiempo antes, en septiembre de 2.003, había presentado en estos mismos coloquios una comunicación titulada “Cien años de una innovación sin precedentes. El Rayas”, con la que pretendía llamar la atención sobre el acontecimiento y la necesidad de celebración de la efeméride.

En la comunicación se ponía de manifiesto que en distintos momentos a lo largo de finales del siglo XX, había surgido una agria polémica en torno a la autoría del método RAYAS.

La primera de ellas surgió a finales de los años sesenta y primeros setenta, a raíz de la publicación del libro “Sin Raíces”, por parte de Víctor Chamorro, que es una biografía novelada sobre Agustín Sánchez Rodrigo. En sus páginas se asegura que “(…) Celestino Vega llegó a afirmar que la idea fue de Agustín Sánchez, quien acudió a Ángel Rodríguez buscando su asesoramiento como pedagogo y dándole la idea para que él la desarrollase desde el punto de vista técnico, así como para que la confeccionase caligráficamente. Estamos convencidos que Agustín participó activamente en la invención del método RAYAS.

¿Fue sólo abra suya? ¿Fue en colaboración con Ángel? ¿Aportó él la idea y Ángel la llevó a la práctica? Esto es lo que afirma Celestino Vega, hombre objetivo y equilibrado, pese al enorme fervor con que trata todo lo que se relaciona con Agustín, al que siempre consideró su querido maestro (…)”.

Tras esta publicación, Raimundo y Alfonso Rodríguez Rebollo, sobrinos de Ángel Rodríguez Álvarez, escribieron en el diario ABC un artículo, que fue trascrito el día 23 de febrero de 1.971 en el diario HOY, con el que trataban de rebatirse los argumentos aportados por Víctor Chamorro, a base de aportar otros puntos de vista: “el autor fue Don Ángel Rodríguez Álvarez, que lo concibió basado en su cultura pedagógica, lo escribió, experimentó y sometió a comprobación. El libro del biógrafo, según propia confesión, es una biografía novelada y esto permite ciertas licencias en su desarrollo e interpretación del personaje. Pero cuando se hace referencia a personas que vivieron, debe el biógrafo, si es riguroso historiador, hacer historia y no deshacerla. Forzado a atribuirlo oficialmente a Ángel Rodríguez, transcribe manifestaciones de persona ya fallecida que, aún suponiendo las hiciera, sólo pudo exponer una opinión personal, sin valor de testimonio histórico, pues apenas si había nacido cuando se elaboraba el Rayas. Todas estas consideraciones y algunas más se las hemos dirigido privadamente al biógrafo, proponiéndole una rectificación pública del error. Como la contestación no ha sido la adecuada y justa y ante la interrogante lanzada, nos sentimos obligados a restablecer la rigurosa legitimidad de la creación de Rayas, cuya propiedad fue vendida en 1.917 por el autor al editor”.

La polémica se acalló al ponerse de manifiesto con claridad que la autoría del método era de Ángel Rodríguez Álvarez. Sin embargo, volvió a resurgir en 1.985 al publicarse en el diario EXTREMADURA del día 20 de julio, un artículo sin firma de autor, en el que nuevamente se atribuye la autoría del método a Agustín Sánchez Rodrigo. La revista local serradillana A.J.S. lo transcribió íntegramente en sus páginas, entre cuyas líneas podía leerse: «Aunque el invento Rayas fuera firmado por el maestro y amigo de Agustín, Ángel Rodríguez Álvarez, todo parece indicar que la idea original partió del primero (…)”. Como era de esperar, hubo pronta contestación, en esta ocasión de la mano de Mª Victoria Mateos Rodríguez: “¿cómo se atreven a afirmar lo que no es verdad? Es delito querer usurpar el derecho de paternidad al verdadero autor de Rayas, Ángel Rodríguez Álvarez. Tenemos cartas, el contrato de cesión de los derechos, en una de cuyas cláusulas se establece: “si hacéis alguna modificación sustancial, que afecte al fondo de la obra, tendréis la obligación de indicarlo en la portada; de ella no desaparecerá jamás mi nombre como autor”.

Terminaba aquella comunicación, concluyendo que, como en ninguna de las portadas de las sucesivas ediciones se hizo constar la introducción de modificaciones sustanciales y en todas ellas se reflejó que el autor fue Ángel Rodríguez Álvarez, parece claro que la polémica, además de estéril, fue provocada artificialmente, sin saber muy bien en defensa de qué intereses, quedando demostrado que el autor de RAYAS fue el maestro serradillano Ángel Rodríguez Álvarez.

Por otro lado, en 2.003 fue publicada la obra Érase una vez Extremadura, de Víctor Chamorro, en la que el autor, lejos de rectificar su posición, vuelve a atribuir a Agustín Sánchez la autoría del método RAYAS.

Esto es lo que sabíamos hasta ahora. Pero han aparecido nuevos datos que permiten precisar la información disponible, sin poner en duda, en ningún caso, la autoría de RAYAS por parte de Ángel Rodríguez Álvarez.

1. NUEVOS ELEMENTOS A TENER EN CUENTA

Con esta nueva documentación disponible, puede introducirse una nueva variable a tener en cuenta, a la hora de considerar la aparición de RAYAS en el contexto y momento histórico en el que tuvo lugar.

Un Maestro. En torno al último cuarto del siglo XIX, Juan Cano y Cuadrado sucedió a Antonio Blasco en la escuela de Serradilla, como maestro de los niños. Este maestro ya regentaba la escuela de niños de Serradilla en el curso 1.873/741 y se mantuvo ejerciendo en la localidad hasta 1.885, cuando fue nombrado en su sustitución, el maestro Quintín Polo Luceño.

Juan Cano, que dio clases a Agustín Sánchez y a Ángel Rodríguez, se manifestaría como un maestro activo e innovador.

Dos alumnos. El impulso que se manifestó en Serradilla en relación con la educación, como ya se ha dicho en más ocasiones, dista mucho de ser casual. Un somero análisis histórico nos hace concluir que la década de 1.870 concentró el nacimiento en la villa de influyentes personajes, imprescindibles para entender el espectacular avance de las cuestiones educativas, ya a comienzos del siglo XX.

Agustín Sánchez Rodrigo. Nació el día 19 de diciembre de 1870. Con quince años su padre le envió a Cáceres para que se iniciara en el oficio de comerciante, aunque pronto regresó a Serradilla.

De espíritu inquieto y solidario, observador e innovador, su vida fue una constante apelación al dinamismo. Amante de la palabra escrita, fundó numerosos periódicos. El año 1905 supuso un punto de inflexión en su vida. Adquirió maquinaria y montó una editorial para hacerse cargo de la edición del método de la lectura por la escritura RAYAS. Cuando se dio cuenta de que la publicidad era el mejor sistema para dar a conocer el método, fundó un periódico quincenal, EL CRONISTA. Corría el año 1.916.

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 Lám. 1. Agustín Sánchez Rodrigo.

Fue miembro de la Junta Local de Primera Enseñanza, se hizo eco de los postulados de León Leal Ramos en la Caja Extremeña de Previsión Social, reivindicó el reconocimiento de la labor de los maestros, la necesidad de erradicar el absentismo escolar y el analfabetismo. Animó y contribuyó a fundar el Ateneo Serradillano…

Falleció en Madrid en febrero de 1933, habiendo sabido adelantarse en décadas a los horizontes de su generación y avanzando soluciones imaginativas a seculares problemas sin resolver.

En relación con su escolarización, este es el testimonio que él mismo aporta: “A los cinco años me pusieron mis padres la cartilla en la mano y me man- daron a la escuela2. Los mayores podían holgar atrás alejados de la vara del tío Cano (…)”3. Esto demuestra que Agustín Sánchez fue alumnos del maestro Juan Cano y Cuadrado, siendo éste, además su único maestro.

Ángel Rodríguez Álvarez. Nació en 1877. Estudió magisterio en la Escuela Normal de Maestros de Cáceres. Fue presidente de la Asociación del Magisterio Cacereño. También dirigió el periódico profesional “Magisterio Cacereño”, en el que escribió numerosos artículos de carácter pedagógico. En 1905 diseñó y puso en marcha el método de la lectura por la escritura RAYAS.

Su preocupación por la cultura fue una de las constantes que marcaron su actividad vital. A la fundación y mantenimiento de revista y periódicos se entregó, convencido de su valor para elevar el nivel del hombre en sociedad. Falleció en Cáceres el día 23 de febrero de 1962, a los 85 años. Escribió varios libros de texto de lecturas, aritmética y gramática para las escuelas de enseñanza primaria. De entre ellos destacamos, además de “Rayas”, La aritmética del grado primero.

En relación con su escolarización y dada su fecha de nacimiento, apenas si debió estar en la escuela con el Maestro Juan Cano más allá de uno o dos años, pues el maestro se trasladó de la localidad cuando Ángel contaba sólo ocho años. Fue D. Quintín Polo Luceño quien guió la escolaridad del personaje.

Una solicitud. Cuando finalizaba el curso 1883-1884, el maestro Juan Cano y Cuadrado, presentó un escrito de solicitud al “Excelentísimo Señor Director general de Instrucción Pública”.

Este es su tenor literal:

D. Juan Cano y Cuadrado, Maestro de Instrucción primaria elemental y propietario de la Escuela elemental completa de niños de Serradilla, provincia de Cáceres, según cédula personal expedida el 27 de Diciembre de 1.883 con el número 83210 impreso y 620 manuscrito, a V. E. con el mayor respeto dice:

En quince años de práctica en la enseñanza de la niñez, ha tenido necesidad de emplear diferentes métodos para el aprendizaje de la Lectura y, entre todos, el que mejores resultados prácticos le ha dado ha sido el que ha impreso bajo el título de “Método racional de Lectura” y del que es adjunto un ejemplar, a fin de que, examinado por esa Dirección y previo informe del Consejo superior de Instrucción Pública, sea declarado de Texto, expresado método de lectura, por lo cual,

Suplica a V.E. sea tomada en consideración esta petición que redundará en beneficio de la enseñanza. Gracia que no duda alcanzar del recto criterio de V.E. cuya vida guarde Dios muchos años.

Serradilla, 16 de julio de 1884. Juan Cano y Cuadrado (Rubricado)”.

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Método Racional de Lectura. En definitiva, la solicitud de este maestro supone asumir que, veinte años antes del diseño y puesta en marcha de RAYAS, en Serradilla ya se había diseñado un método, aunque en esta ocasión tan sólo iba referido a la lectura: “Método Racional de Lectura”. Sobre la resolución de la citada solicitud nada sabemos, porque o consta documentación alguna en el Expediente.

A tenor de estos datos, es evidente que hay un claro precedente de RAYAS. Si además de ello tenemos en cuenta que Agustín Sánchez fue discípulo del Maestro Juan Cano, que era un personaje intelectualmente inquieto y que acabó editando un método de lectoescritura, no parece descabellado afirmar que algo debió tener que ver con el planteamiento de la idea inicial, sobre la necesidad y conveniencia de elaborar y editar un método actualizado.

Ahora bien, conviene dejar claro que ello no supone, en absoluto, plantear dudas acerca de la autoría material de Ángel Rodríguez Álvarez. De lo que se podría hablar es del lanzamiento de la idea por parte de Agustín Sánchez, para que Ángel Rodríguez diseñase, confeccionase y experimentase un método que englobase ambas facetas instrumentales:la lectura y la escritura.

Por lo tanto, aquella consideración de que RAYAS era “una innovación sin precedentes”, queda desbaratada con esta información.

Procede en este momento poner de manifiesto detalladamente el planteamiento teórico y las características técnicas del “Método racional de lectura”, confeccionado por el maestro Juan Cano y Cuadrado.

El maestro Juan Cano y Cuadrado, quien tuvo a su cargo en sus primeros años de escuela a Agustín Sánchez Ro- drigo durante toda su escolaridad y a Ángel Rodríguez Álvarez, diseñó, comprobó y publicó un manual titulado “Método Racional de Lectura, que se imprimió en 1884 en Cáceres, en la imprenta de Nicolás M. Jiménez, ubicada en la parte baja de la Plaza de la ciudad, donde años después se instaló La Minerva.

Por el momento se desconoce el número de ejemplares que vieron la luz, aunque en el Archivo General de la Administración se conserva uno de ellos, que es el que he podido hojear.

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Concretamente se encuentra en el Legajo 21/20195, junto con la solicitud del maestro para que fuese autorizado. Su estado de conservación es bueno.

El librito tiene unas dimensiones de 14 x 21´5 cm. y consta de 72 páginas.

En el prólogo se introducen bases teóricas y planteamientos educativos del autor, a la vez que se consignan algunas instrucciones para la puesta en marcha del método, como veremos a continuación.

En primer lugar, Juan Cano saluda a sus colegas con el encabezamiento “A mis comprofesores” y hace constar su opinión sobre la bondad y acogida de los distintos manuales, haciendo hincapié en que no siempre lo que más gusta es lo mejor y apuntando que todos los que ha empleado adolecían de fallos: “En los métodos de lectura hay un no sé qué, que los hace simpáticos o antipáticos, sin que podamos precisar la razón. Hay algunos que siendo buenos, nos parecen detestables y otros que no reuniendo ninguna condición aceptable les damos preferencia”.

Seguidamente afirmaba haber tratado de corregir los desfases que había ido detectando: “en todos he encontrado algún vacío que he tratado de llenar con procedimientos”, para argumentar que su método recoge la satisfactoria experiencia de su ejercicio profesional y que da buenos resultados, justificando sus carencias en la exposición del mismo: “En el método, que hoy me decido a publicar, expongo los procedimientos que vengo adoptando hace algunos años con resultados satisfactorios. Tengo la convicción de que en el aprendizage (sic) puede ser simpático a los Maestros.

Con humildad y sinceridad entra a razonar luego porqué publica el manual, asumiendo que si los maestros no deciden usarlo, será que no es bueno, “He creído un deber manifestar, con la sinceridad que me es peculiar, por qué publico este Método racional de Lectura. Si algo encuentran en él de bondad, mis compañeros procurarán adoptarle en sus escuelas; si adolece de defectos, o todo él es uno, su no adopción será el castigo de mi atrevimiento.

A partir de aquí comienzan las indicaciones para ponerlo en marcha de forma que los resultados sean satisfactorios. Inicialmente plantea su estructura: “Da principio el método por el conocimiento de las vocales colocadas de cinco maneras distintas, y siguen las consonantes de seis en seis del mismo modo colocadas, dándolas a conocer por su facilidad de pronunciación. Éstas deben darse a conocer con un sonido mudo, según tienen en el abecedario por orden alfabético que vá (sic) a continuación.

Para el conocimiento de las sílabas directas he encabezado éste con un procedimiento susceptible de aplicación al antiguo y nuevo silabeo; aunque es muy conveniente adoptar el principio de dar a conocer estas sílabas a los niños según la delicadeza de su oído. En dicho procedimiento, una vez aprendidos los cinco renglones de que constan, es necesario variar la raíz, y después al leer por ejemplo la sílaba bo, decir: si la o fuese una a, ¿cómo sonaría esta sílaba?

¿y si fuera una i?, etc, etc., hasta que comprendan y analicen la razón de la verdad que dicen.

En el procedimiento de las sílabas inversas se pronunciará la consonante con un sonido espiral y después de mudar la vocal raíz, ésta se pondrá en juego con todas las consonantes. Las sílabas compuestas con estos procedimientos no ofrecen duda alguna; pues así como los niños saben ya la razón de decir en una sílaba directa pa y al, en una inversa comprenden en seguida que p-al, suena pal. En las sílabas de contracción se procede a enseñarles, primero, los sonidos contraídos de las consonantes puestas en el primer procedimiento de la lección 30, después los contenidos en el segundo, y por fin adquieren rápidamente el conocimiento de estas sílabas por medio de ejercicios análogos a los que he anotado al hablar de las sílabas directas.

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En la parte práctica he expuesto, en primer lugar la teoría de la pronunciación del acento y de la diéresis, dividiendo las palabras según he observado las pronuncian los niños más dispuestos en esta enseñanza, dejando unidas en las palabras trisílabas y polisílabas la penúltima y última sílaba, debiendo seguir en los demás periodos, aunque están sin separar las sílabas, guardando la misma similitud; porque hay la ventaja de que los niños leen despacio y se enteran perfectamente de las sílabas antes de pronunciarlas. Algunos niños habrá que adquirirán el vicio de detenerse en las palabras monosílabas y algunas veces en la primera sílaba de las palabras algo difíciles de pronunciar; pero leyendo el Maestro antes que los niños el periodito que traigan de lección, aún si cabe más despacio que lean ellos, s eles acostumbrará a seguir el modelo.

Tras las indicaciones daban comienzo las sucesivas lecciones de las que constaba el manual. Se trataba de un método netamente silábico que constaba de cuatro partes.

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En la primera, que contenía treinta y cinco lecciones, se acometía el conocimiento sucesivo de las vocales, consonantes, abecedario en su conjunto, sílabas directas, palabras bisílabas, trisílabas y polisílabas, sílabas inversas y compuestas y luego se planteaban similares contenidos, pero para las sílabas de contracción.

El segundo bloque, conformado por seis lecciones, se centraba en la lectura de palabras bisílabas sin realizar divisiones de las sílabas.

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Un tercer apartado, con nueve lecciones, titulado Lectura de periodos, introducía explicaciones sobre acentos y diéresis, nociones de gramática, pronunciación de consonantes, requisitos para leer en voz alta, entonación de los signos de puntuación, advertencias para leer bien e importancia de la lectura…

Finalmente, en un cuarto epígrafe, propone algunos versos y máximas, concluyendo con un epitafio que dedicara Francisco Martínez de la Rosa a la tumba de Calderón de la Barca:

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Cabe señalarse, atendiendo a lo que el maestro manifiesta en el último párrafo del prólogo, “Me resta añadir que la mayor ventaja que he obtenido con mis procedimientos es la rapidez con que los niños escriben al dictado toda clase de palabras”, así como al análisis del material, una apreciación interesante.

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A pesar de que el método parece estar confeccionado exclusivamente para el aprendizaje de la lectura, lo cierto es que su puesta en práctica estaba pensada para simultanear el proceso escritor.

Atendiendo a esta consideración, bien puede decirse que el “Método Racional de Lectura” compuesto y publicado en 1.884 por el maestro Juan Cano y Cuadrado, es un claro antecedente del “Método de la lectura por la escritura RAYAS”, confeccionado por Ángel Rodríguez Álvarez.

Quizás, repito, quizás el hecho de que uno no triunfase, mientras que otro logró imponerse en casi toda España y parte de los países de habla hispana, radicase en que Agustín Sánchez Rodrigo acometiera la edición y distribución del segundo, mientras el primero durmió en el olvido definitivamente, sin nadie que se ocupase de darlo convenientemente a conocer.

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En este sentido apuntaba la intuición de Juan Cano cuando afirmaba: “En los métodos hay un no sé qué, que los hace simpáticos o antipáticos. Algunos siendo buenos nos parecen detestables y otros que no reuniendo ninguna condición aceptable les damos preferencia”, aunque él no consideraba, ni siquiera se planteó, la necesidad de una buena publicidad y de un adecuado sistema de distribución, como elementos de garantía para el éxito del método.

Sin embargo, Agustín Sánchez pronto comprendería que no regía en absoluto el dicho “el buen paño en el arca se vende” y que era necesario acometer un adecuado sistema de publicidad y tejer una completa red de distribución, para que el método triunfara, como así sucedió.

Quizás, sólo quizás, la clave explicativa del dispar éxito entre ambos métodos, radicase en la intervención de la mente preclara de Agustín Sánchez, en el momento de la edición, publicidad y distribución.

En todo caso, resulta evidente, tras lo manifestado hasta aquí, que Serradilla, anticipándose en décadas a la mayor parte de España, acogió iniciativas educativas diseñadas para redimir del analfabetismo a la, mayoritariamente analfabeta, población del país. Justo es reconocerlo así.

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1  Archivo Municipal de Serradilla. Legajo 158. Cuentas

2  CAJIDE LABRADOR, Juan José. “Historias de la Utopía”. Badajoz. Ed. Carisma. 1.996.

3  CHAMORRO, V. “Sin Raíces”. Plasencia, 1.970. Ed. Sánchez Rodrigo.

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Fermín Mayorga Huertas.

Fueron muchos los herejes que tuvo la ciudad de Mérida: una pequeña co- munidad judaizante, luteranos, alguna brujilla que otra, blasfemos, y como en casi todos lados, una Iglesia hereje. Dejemos a un lado la interesantísima histo- ria de estos personajes, para conocer a unos herejes muy especiales, los moris- cos que vivían en la ciudad de Mérida. Hombres, mujeres y niños que van a sufrir en sus carnes el estigma de la Inquisición de Llerena. A diferencia de los de Hornachos, los moriscos condenados por la Inquisición de Llerena que viví- an en Mérida, no eran todos nacidos en ella, sino solo residentes. El numero más elevado de seguidores de la secta de Mahoma que habitaba en dicha ciudad provenía del reino de Granada, y más concretamente los expulsados después de la rebelión de las Alpujarras venidos del Valle del Lecrín. Será el fin de la Gue- rra de las Alpujarras, y la posterior dispersión de la población morisca granadi- na por otros territorios castellanos, la que marque el inicio del recrudecimiento efectivo de las actividades del tribunal inquisitorial, y paradójicamente, la del fortalecimiento de su identidad como grupo social.

 

… debido a lo extenso de este artículo, se ha procedido a convertirlo en archivo para descargarIcono pdf

Oct 012009
 

Pablo Iglesias Aunión.

 1.  INTRODUCCIÓN

El estudio, comprensión y divulgación de un tema por el motor histórico inducido de su “aniversario o centenario”, debe en todo momento alejarnos de encajonar a la Historia en momentos adecuados cuando el tema de por sí sólo ya trae material didáctico e historiográfico suficiente. Sin embargo, una vez más, los Coloquios Históricos de Extremadura convocados desde Trujillo y que nos reúne en el Centro Cultural de La Coria es indudablemente un inestimable acierto en todos los campos: históricos en primer lugar, artísticos y antropológicos en segundo y no menos interesante desde la perspectiva socio-religiosa que habrá que dejarla de lado pues nos ocuparía varias comunicaciones.

Una vez más me permite centrarme en dos aspectos que en los últimos años he venido repitiendo en estos mismos coloquios: por un lado el espacial para la Baja Extremadura en torno a la Encomienda Emeritense que tanta riqueza geográfica nos proporciona desde el primer tercio del siglo XIII a finales del siglo XIX cuando surgen ya las divisiones administrativas propias de los obispados y diócesis casi actuales y, por otro lado el documental como inagotable fuente relacionada con esas precisas y preciosas visitas que la Orden Militar del Señor Santiago de la Espada recoge sobre su territorio administrado y regulado y donde el fenómeno que aquí nos atrae no está ni mucho menos ausente como podremos comprobar. Evito una enumeración de las poblaciones analizadas porque como indico anteriormente, se trata de la Encomienda y Comarca Emeritense y en cualquier acta anterior desde estos mismos coloquios puede verse.

Control, conversión, seguimiento, catecumenado y vigilancia en la asistencia sacramental, pago por misas y por supuesto un culto “oculto” de la ley islámica que llevó en alguna de nuestras localidades estudiadas a que el caso acabara en el Santo Tribunal de Llerena desde el punto de mira inquisitorial –otro aspecto que habría que dejar pues nos ocuparía igualmente un especio del que no tenemos-.

Por ello quizá, los primeros apartados de este trabajo deben ir centrados en lo que supuso el propio problema “morisco”, problema en cuento a convivencia de culturas y religiones y en cuenta a ese punto álgido que fue el fenómeno de Las Alpujarras, bien aprovechado desde la literatura1, bien desde planos que se alejan del fenómeno histórico y que gracias a congresos y jornadas como éstas nos la devuelven en su pleno formalidad histórica.

Y digo que uno de los primeros aspectos debería ser éste por cuanto el tema morisco como el tema judeoconverso, son temas generales y esenciales dentro del denominado debate historiográfico español pero que en estos Coloquios sobre la Historia de Extremadura en Trujillo, localizamos para el caso extremeño en la Baja Extremadura y en la ya conocida Comarca Emeritense por cuanto son varias ya las ediciones que la temática general de los Coloquios pueden perfectamente ser ajustados al proceso de investigación histórica para dicha realidad geográfica.

1. EL TEMA MORISCO EN SU CONCEPCIÓN GLOBAL: ANÁLISIS PARA DESCENDER A LA REALIDAD COMARCA

La riqueza documental para el estudio de la minoría social de los moriscos en Extremadura llega una vez más en la comarca de Mérida-Montijo, de la mano de los Libros de Visita y los Mandamientos de la Orden Militar de Santiago.

Desde ellos podemos establecer una rica vinculación con el tema inquisitorial, máxime si tenemos en cuenta que, muchos de los pueblos de nuestra comarca, dependían jurisdiccionalmente de Llerena incluso en temas tan amplios y afables como la emigración al Nuevo Mundo. Algunas de las localidades estudiadas, sea el caso de la Villa de Montijo, se dieron casos ya estudiados y publicados por profesores interesados en el tema inquisitorial de herejes, brujería y prácticas religiosas no adecuadas a la Santa Fe Católica.

Que el tema de los nuevos convertidos hasta la expulsión definitiva firmada por Felipe III en el año 1609 y totalmente efectiva en 1610, fue desde un principio un motivo de escándalo queda demostrado en la propia documentación de la época que choca con ellos de manera continuada hasta el extremo que podemos empezar por decir que, jamás estas formas religiosas contaron con una cordialidad y que cristianos y musulmanes pudiera convivir desde otro plano que no fuera el pacto, el engaño y la mirada distante que se tradujo en los aconteci- mientos de Las Alpujarras.

El mismo mandamiento de expulsión que conlleva un preámbulo que nos narra las peligrosas relacionas y las complejas formas de mantener una connivencia entre todos formas religiosas tan diferentes como la cristianas y la islámica o morisca, llegándose a exponer con una imponente rotundidad que debían claramente ser expulsado:

“Los dichos moros y moras de estos reinos jamás volverán a Castilla y León…”.

Quedó establecido que desde los 14 años en adelante, podían marcharse del territorio a excepción de los que eran cautivos, y los que lo hicieran, podían llevarse todas las posesiones que quisieran menos el oro y la plata. Desde el año 1502 y teniendo en cuanta que el levantamiento de Las Alpujarras se produjo como todos sabemos durante el reinado de Felipe III (1567 a1571), como respuesta a un edicto firmado en el año 1566 conocido como La Pragmática, de los inquisidores don Diego de Espinosa y el propio rey Felipe II y proclamado por el Presidente de la Audiencia don Pedro Daza, muestra lo que al final no tuvo otra salida que la explosión y expulsión con las consecuencias sociales, económicas y políticas que también todos conocernos.

Será objetivo: residían aquellos moriscos que dejasen las costumbres, sus formas, la vida y se convirtieran en españoles católicos; con la obligación de aprender el castellano en un plazo de tres años cumplidos los cuales, era considerado un crimen hablar, leer o escribir en lengua árabe. Háganse una idea estos aspectos trasladados al tema de la fe, los continuos mandamientos y la preocupación de los párrocos porque estos nuevos convertidos estuvieran dentro de la Pragmática y otras normativas dimanadas de interpretaciones y variedades. Y realmente que en este último aspecto entramos en un complejo mundo de relaciones especialmente de tipo religiosas donde fueron prohibidas por ejemplo los baños públicos pues generalmente ellos los utilizaban para sus abluciones y el mejor de los casos fueron los baños existentes fuera de la Alhambra.

Cierto que Carlos I vio un peligro constante y continuo en la presión turca con unos territorios españoles donde en su mismo interior existía población morisca dispuesta a facilitar la siempre tan temida por los Austrias Mayores invasión turca. Aislar la población musulmana tras caer en 1492 Granada en manos cristianas se hizo favorable sobre un problema que algo encerraba pues en el año 1560 se seguía del temo morisco: ¿pudiera ser la cifra de 125.000 individuos?; o igualmente podemos hablar de una población que se caracteriza- ba por la práctica de salteadores y bajo los conocidos monfíes se llegaba a atemorizar a una población cristiana que era atacada descaradamente.

Estos mofíes, que realmente era desterrados huidos a la montaña, fueron personas perseguidas por órdenes y medidas represoras desde el mismo momento de la toma de Granada y que podemos imaginar el papel que jugaron en todos los momentos de intentos o bien logrados como el de Las Alpujaras de levantamientos. España, con un alto grado de ruralidad y ellos, viviendo precisamente en esa zona, el bandolerismo no tardó en aparecer dentro de las mismas posesiones cristianas: Aben Humaya en el año 1568 tuvo un importante papel en Las Alpujarras.

La población morisca, tras la publicación de La Pragmática, estaba dispuesta a negociar. Los representantes eran Jorge de Braca y Francisco de Muley que defendías las tradiciones perseguidas por el edicto pero que fueran incompatibles con las cristianas y, por ejemplo en el comercio, una de las principales actividades moriscas, esencialmente cara al mundo Mediterráneo, fueron respetadas como incluso medida que podría valer para no hacer daño a las arcas reales.

Estos argumentos fueron buenos tanto para Carlos I como para su hijo Felipe II, que tras un año de infructuosas negociaciones, en el año 1568 la población morisca de la zona de Las Alpujarras decidió levantarse. Es cierto que no recibieron mucho apoyo de la capital, aunque la rebelión se extendió por toda la zona granadina.

El líder del levantamiento fue Fernando de Córdoba y Valor-Tobás, descendiente de los califas cordobeses, quien se volvió como era costumbre con el nombre de Oben Omeya siendo proclamado rey en Narila. Uno de sus seguidores fue Farex Aben Farez, alguacil mayor del rey quien en 1569 sería asesinado ocupando su cargo Abán Aboo. Argelia fue el lugar desde donde recibieron apoyo militar y contó con la desventaja por el monarca español de que la mayoría de los Tercios estaban en Flandes.

Ante el real peligro de la revuelta, en el año 1570 don Juan de Austria lideró un ejército desde Italia y la zona oriental de España terminando con la revuelta en el año 1571. Los últimos rebeldes desalojados del castillo de Juviles, fueron asesinados en sus cuevas, donde una de ella Abán Aboo encontró la muerte a manos de sus correligionarios. Los moriscos de Granada, entre los que se encontraban un gran número, fueron dispersados por toda Castilla, Galicia y León, La Mancha y Andalucía para evitar más revueltas. Pero más tarde, ya con Felipe III en el año 1609, se determinó la expulsión definitiva contando con aquellos que pelearon contra los moriscos el Inca Garcilaso de la Vega.

2. LA  EXPULSIÓN  MORISCA  Y  LA  INCIDENCIA  DIRECTA  EN TIERRAS EXTREMEÑAS

No fue ni mucho menos una única causa no tampoco debemos caer en la extravagante idea de que el motivo fuera exclusivamente religioso2. Realmente los convertidos forzosamente durante más de un siglo seguían siendo parte de una población, que a parte de la actual comunidad valenciana, había perdido el derecho a hablar su lengua (el árabe y, todos sabemos lo que eso significa para un musulmán), el conocimiento del dogma islámico y los ritos estaban extremadamente prohibidos a pesar de una teórica superficialidad en la vigilancia que realmente no era tal como veremos más adelante en los mandamientos de los visitadores y en las mismas preocupaciones de los curas en los lugares por lo menos demostrados documentalmente santiaguistas.

Igualmente cierto era que se sabía que dicha religión era practicada en secreto, otro aspecto que preocupaba a los anteriores ya mencionados visitadores de la Orden de Santiago y el seguimiento de los llamados bautizados nuevos, aunque esas prácticas como era lógico en villas y aldeas eran muy pobres. Aquí tenemos ya un elemento indiscutible que nos dará sin duda en el desarrollo del proceso investigador más de una oportunidad de comentar.

En segundo lugar, para entender la expulsión definitiva de los moriscos tenemos que tener en cuenta el mismo levantamiento de las Alpujarras y las consecuencias que todo ello se derivó pues ya en 1604, habían disminuido considerablemente los recursos llegados de América y la reducción de los estándares de la vida llevó a la población cristiana a mirar con resentimiento al morisco: “esto es algo que suele seguir siendo típico español, mirar el otro como culpable cuando a uno las cosas no le van bien.”

El ambiente político y socio-mental del momento se une a las causas definitorias de la expulsión pues realmente vivimos unos años de enrarecimiento en el pensamiento y desde hacía tiempo, se tenía ganas de acabar con aquel asunto de aire crítico que corría por toda Europa sobre la discutible cristiandad de España al permitir la pervivencia de esta minoría étnica.

Por último, no olvidemos lo que es la misma opinión pública –e insisto- especialmente en nuestra querida España. Una opinión que se encontraba tremendamente dividida entre aquellos que consideraban que debería darse más tiempo para el llamado “proceso de cristianización” y los que deberían no seguir tolerando y proponían abiertamente su expulsión.

Claro que en toda esta realidad no podemos olvidar que la población morisca constituía unos 325.000 individuos, que formaban parte de un porcentaje que variaba en función de las Coronas y territorios donde nos encontrásemos dentro de una población general española que alcanzaba los 8.5 millones de habitantes. Especialmente estaban concentrados en Aragón que eran el 20% y Valencia donde llegaban al 33%, con una población cristiana que crecía a menor ritmo que la morisca. Las tierras ricas y los centros urbanos de eco eran reinos mayoritariamente cristianos, mientras que los moriscos ocupaban la pero parte de la tierra pobre y eran considerados como personas concentradas en los suburbios.

Sin embargo en Castilla presentaban una situación bien diferente. Esta realidad que adelanto a los puntos esenciales del trabajo, es necesario conocer para poder al lector ubicarlo en el contexto histórico adecuado y que no vean en la expulsión de Felipe III la respuesta a un levantamiento en la zona granadina. Como digo, en Castilla la situación era diferente pues de unos 6 millones de personas, 100.000 los formaban los moriscos y los mudéjares, los cuales llevaban siglos conviviendo con la población cristiana.

Podemos por tanto afirmar que, todos estos datos no aportan realmente nada pero sin embargo, son datos que desde la generalidad nos permite desviarnos o, si ustedes lo prefieren, descender hasta los pueblos, villas, aldeas y ciudades de la zona comarcal estudiada y encontrar entonces un total de población entre los que encontraremos muchos de los por qué desde el sentido mismo de la expulsión, de sus formas de vida, de la manera en la que fueron vigilados y de una población eclesiástica que en su gran mayoría daba por la opción de que se les otorgara el tiempo suficiente para la conversión. Una opción apoyada incluso desde Roma, consciente de que la plena conversión indudablemente requería tiempo.

La nobleza castellana y aragonesa eran partidarias de que igualmente que el papado, se requería tiempo y de dejar además las cosas tal y como estaban, porque eran realmente grupos sociales de los que se beneficiaban como una interesante mano de obra barata en sus tierras.

Pero claro que existían defensores de su expulsión y además defensores que cara a la Monarquía gozaban de un poder considerable. Por ejemplo encontramos al inquisidor general valenciano Jaime Bleda, verdadero propositor al rey de su expulsión. Es precisamente cuando uno se interesa en este de los denominados “moriscos” cuando lo que realmente nos interesa, al menos a mí de manera personal y así he centrado este trabajo es, en el tema no cuantitativo es decir, cuántos y de qué lugar fueron expulsados sino, como vivían durante el tiempo que estuvieron en nuestras tierras a qué se dedicaban, qué ocurrió cuando hasta por ejemplo la zona centro-sur extremeñas llegaron las noticias de las Alpujarras u otros levantamientos; qué pensaban cuando se escuchaba que el rey podría actuar de esta o de la otra manera; que les decían a sus vecinos cristianos con los que llevaban un tiempo conviviendo en definitiva, como era realmente el morisco primero en Extremadura y luego el que nos centra en la Comarca Emeritense jurídicamente vigilado por la Orden de Santiago.

3. BREVE APROXIMACIÓN A LOS MORISCOS EN EXTREMADURA: SIGLOS XV-XVII

Recientemente se ha celebrado un interesantísimo Seminario dirigido por la profesora y doctora doña Isabel Testón Núñez que ha contado con grandes especialistas de nuestra universidad como Rocío Sánchez Rubio o María de los Ángeles Bermejo y que ha tratado sobre el tema los moriscos en Extremadura llegando a concluir que la orden de expulsión no se hizo efectiva hasta el año 1610 y que dentro del territorio para Extremadura, se dieron diez morerías de las cuales siete estaban en territorio de la Orden Militar de Santiago.

Por tanto, cuando tratamos el tema morisco en Extremadura, debemos conocerlo con suma delicadeza y como dice el Catedrático de Historia de Extremadura don Julio Fernández Nievas “nos encontramos ante una auténtica di- versidad dentro de esta minoría.”3 Y afirma ello porque esencialmente nos encontramos con los Mudéjares o moriscos autóctonos de Extremadura que centraron la atención de los visitadores santiaguistas y que a la larga son los que se convierten en el verdadero centro y motor de este trabajo, pues estaban tremendamente vinculados a la tierra y lógico que al finalizar la reconquista y ser entregadas las tierras a la menciona orden, quedaran mezclados con la población autóctona más la que se necesitó para terminar de repoblar.

Serían situados dentro de los subgrupos, aparte de Hornachos, Magacela y Benquerencia de la Serena en localidades donde la naturalidad de la convivencia fue total y la relación con la población indudablemente directa.

Relacionados tanto con el estudio de los Libros de Visita y en material municipal con el tema de pechar, se nos habla de morerías en4 Alcántara, Plasencia, Brozas, Trujillo, Valencia de Alcántara, Badajoz, Mérida, Llerena, Zafra, Montánchez, Montijo, Fuente de Cantos, Usagre, Bienvenidas, Vllanueva de la Serena que podemos comprobar directamente con relación a una población morisca que se sabe existía en otras localidades ya más estrictas de la orden santiaguista como Lobón, Torremayor, Puebla de la Calzada, La Garrovilla, Carmonita, Cordovilla de Lácara, Puebla de Obando y La Nava de Santiago5.

El otro subgrupo era conocido según el profesor Nievas como “granadinos” al ser descendientes llegados de Granada y acogida en la entonces naciente Extremadura que ha dado durante mucho tiempo pie para que a las búsqueda incasable de dar respuestas a momentos de los que se carecía de documentación fueron incluso utilizando para explicar el nombre de lugares por abundar asentamientos de  esta  población  inmigrada.6 Quizá  inducidos en estos  erróneos estudios porque la población granadina fue literalmente dispersada ya de la misma toma de Granada por los lugares de Castilla, León o Galicia, lugares que posteriormente fueron requeridos por las mismas órdenes religiosas para los diferentes procesos de repoblación.

3.1. La realidad social en los momentos de convivencia y expulsión

No fueron ni mucho menos, ni creo nadie a estar alturas defienda como causa única la religiosa para argumentar y dar una lógica y única explicación a la expulsión moriscas. Además, cuando tanto en el tema morisco como en el de los llamados “judaizantes” uno analiza la situación de relación en las diferentes poblaciones especialmente con el tema de la hacienda como “pecheros”, uno se da cuenta que además, implica una confusión ideológica que hace difícil explicar exclusivamente la causa religiosa.

Realmente fueron convertidos de manera forzosa, tampoco lo duda nadie como si negamos la única causa el no cumplimiento de este requisito, pero durante más de un siglo, los moriscos siguieron siendo población a parte que, a excepción de Valencia, la mayoría de las comunidades habían perdido el habla árabe, empezaban a desconocer e dogma islámico y la religión que seguían practicando en secreto, aún siendo la musulmana, quedaba tan por debajo de la capa superficial cristiana, que en los decretos y órdenes de los visitadores santiaguistas a los pueblos, villas, aldeas y ciudades que realizaban periódicamente entre 1498 y 1606, instan a los párrocos a que sigan en el adoctrinamiento y cuidado de los recién convertidos a la santa fe católica.

Pero no podemos olvidar para el estudio y la comprensión de la realidad social desde que en los años iniciales del siglo XVI estamos todavía en unos momentos que podemos denominar de transición con unas bases sociales que hace que en estos pueblos de la llamada recién iniciada Edad Moderna, está marcada y predicha por aspectos étnicos donde a los párrocos le son ordenados que anoten no ya solo a los cristianos que recibían los Sacramento, sino igualmente a los conversos de manera que, aquellos responsables eclesiásticos mantuvieran una muy estrecha relación con ellos desde el punto de vista del cumplimiento y aprendizaje sacramental. Así por ejemplo, en Montijo, en el año 1498 se dice:

“Visitáronse los cristianos nuevos que hay en este villa que se supo. Tomose si sabían santiaguarse y rezaban, y a aquellos que no estaban bien administrados. Mostróseles lo que debían de hacer y mandó ordenado el cura quedase anotado los visitase y administrase.”7

Los propios estudios a este respecto, hacen girar sobre el problema de los conversos la comprensión social de una minoría étnico-religiosa de judíos y moriscos convertidos que se desarrollan como ya he indicado en mandamientos por localidades como Puebla de la Calzada, Torremayor y Montijo que nos conducen claramente a una realidad social muy compleja especialmente porque ante dicha sociedad estamentalizada y marcada por el privilegio, éstos obviamente quedan encuadrados en los segundos es decir, no privilegiados y obligados al pago de impuestos que como pecheros está siendo y es uno de los temas esenciales para su localización y determinación de número aunque resulta insuficiente como único elemento.

El mismo caso tenemos para el cura párroco de la iglesia de Santiago en Torremayor, al cual en la visita de los años 1500 a 1515 se le insta a que junto a las remodelaciones y conservación del edificio, Pero Hernández (nombre del cura) procurase administrar los sacramentos a los convertidos y velar por el cumplimiento de ello.

En la villa de Esparragalejos, se orden al cura titular de su beneficio, don Bartolomé Sánchez que no olvide el correcto funcionamiento de la iglesia y de los aspectos religiosos, aspectos, insisten en que deben circundar toda la vida del párroco y que lleve al día, el libro donde son anotados “los sacramentos” especialmente pidiendo al mayordomo incluso de la parroquial de Santa María, indiquen aquellos que se han convertido o no y “…están aún sin confesar…”8, a veces estor ordenamientos venían más por el trabajo acumulado por los propios párrocos que por una desconfianza hacia ellos de los mismo visitadores.

Tengamos en cuenta que estamos hablando de lugares que en el primer tercio del siglo XVI, muchos de ellos poseían escaso vecinos, se trasladaban a otros lugares para escuchar o recibir los sacramentos y estaban entonces siendo levantadas ermitas e iglesias para un adecuado culto sea el caso por ejemplo de Carmonita que incluso en el año 1560 cacería de:

“No hay crismeras y son necesarias por lo que mandamos hacer a los di- chos mayordomos que las hagan a costa del comendador.”9

Y este es un problema realmente en esta zona de la orden de Santiago alcanza claras cuota de preocupación a los mismos responsables de la orden santiaguista. Tomaremos algunos ejemplos para que nos podamos hacer una idea de lo que supone la carencia de una asistencia espiritual, no sólo por saberse que existía una minoría conversa sino para la misma población conocida como cristianos viejos.

En la localidad de Carmonita, entre los años 1507-1508, los visitadores expresan la preocupación de que en dicha localidad no exista nombrado un celebrante para los Oficios Divinos, la administración de los sacramentos y lo que ellos consideran realmente grave no poder atender a los difuntos, enfermos y aquellos que seguramente, nacidos a la Santa Fe Católica necesitan de dicha asistencia: …de tal forma que cuando lo necesitan, es a costa de los vecinos…”10

Tanta es la insistencia que se dice algo más adelante del capítulo de los mandamientos entendemos el por qué no tiene este lugar y otros como éste asistencia sacerdotal:

“…mas cuando la mesa maestral lleva a este lugar los diezmos los cuales son tales que, con ellos no se puedan sustentar un clérigo, que alcanza la cantidad de seis mil maravedís.”

El problema quedó finalmente resuelto e insisto en esta idea para veamos que la preocupación religiosa, la atención espiritual a los habitantes especialmente donde se conocía que existía población moriscas, tengamos en cuenta que precisamente Carmonita es una de esas localidades que algunos historiadores han determinado que su nombre procede del asentamiento del Carmona deCórdoba, con la asistencia de un sacerdote cuyo dinero será cargado al comendador don López Sánchez Becerra por la cantidad de dos mil maravedíes anuales.11 Lógicamente, el libro donde eran registrados los nombres de aquellos bautizados, sacramentados en general y por supuesto convertidos a la fe católica, se guardaba en el Sagrario junto al Santísimo Sacramento, primero de los lugares en ser visitados en el momento de hacer presente la Orden de Santiago en uno de sus lugares.

Que todo lo anterior nos da una idea de que la población morisca vivía en recatada actitud con la mayoría de los cristianos está claro especialmente en lo que se refiere a los años pertenecientes al siglo XVI. Una vez producido el acontecimiento del levantamiento de Las Alpujarras entre 1568 y 1571 la recisión hacia esta población debió de hacerse mayor, pues posiblemente en estas localidades se notó.

Unamos a estos elementos un endurecimiento si quieren llamarle así “ideológico” por otros factores como la misma dureza en la vida conforme avanza el siglo XVI con la influencia de elementos como por ejemplo el que comenzara a faltar el oro y la plata que había estado llegando de América y que llevó a la población cristiana a mirar todo y todos con resentimiento. Tampoco favorecía nada el ambiente en los Países Bajos máxime si se decía que la decisión definitiva al alzamiento moriscos en Las Alpujarras llegó precisamente porque eran conocedores de la poca presencia militar en el territorio peninsular.

Existía desde hacía tiempo un intento que corría por toda Europa sobre la discutible cristiandad de España, otro elemento que señala aún más, precisamente por la presencia de población judeoconversa y morisca en tierras españolas. Y, finalmente, no podemos olvidar que la opinión pública en general que se tenía sobre los moriscos, era una opinión que se encontraba muy dividida entre los que consideraban que como ya hemos indicado, debería de dárseles un tiempo para la mencionada conversión y los que pensaba que su expulsión debía ser inminente.

Podemos afirmar que todos estos datos, no terminan de aportar realmente nada que son datos de un fuerza muy generalizadora pero ¿cómo conocer lo que ocurría en nuestros pueblos, villas, aldeas y ciudades extremeñas o de la comarca emeritense en este caso? Hay un ejemplo que nos hace mirar y ver la total integración que algunas de estas localidades, la población morisca podía llegar a tener.

Incluso tras los decretos de expulsión dictados en 1609 y puestos en práctica en 1610 hay localidades donde de manera pública se hace latente la existencia de población morisca dispuesta a convertirse al cristianismo. Tal es el caso de la villa de Montijo donde los condes de este lugar Portocarreros, tenían entre su servidumbre un moro de nación. Hablamos de una población dependiente casi en su totalidad en estos momentos de dos parámetros económicos: la agricultura y la ganadería. Pues bien, la comarca venía asolada por una tremenda sequía. El Archivo Parroquial de San Pedro recoge en su sección de registros sacramentales los siguiente:

“En la villa de Montijo a quince días del mes de agosto de mil seiscientos veinte y tres años, yo, el licenciado Gómez Hernández Silvestre, cura de esta villa, bauticé a Antonio, esclavo de su Señoría, el conde de esta villa. Moro de nación que se volvió a la Santa Fe Católica. Fue su padrino su Señoría y por verdad los firmé.”12

Está en esto la solución de que en muchos lugares, desde la misma nobleza a la clase eclesiástica optara, incluso tras el decreto de expulsión de permitir dar tiempo a que este tipo de reacción que ha sido traducida en un exvoto pictórico que de la misma fecha se conserva en la ermita-santuario de la imagen de Nuestra Señora de Barbaño a quien Alonso se encomendó, dar un tiempo como decimos para que pudiera de esta forma creer en una auténtica conversión por parte de cierta población no ya sólo morisca sino también judía.

El caso es que la población morisca, que siguiendo la ya antedicha explicada tipología del profesor Julio Fernández Nievas era de la llamada subtipo mudéjar, llegó a oscilar entre 4.800 y 5.000 habitantes, algo parecido a lo que estaba ocurriendo con los judíos que se encontraban segregados y respecto al resto de la población. Que se pudo temer unas relaciones que irían más allá de los estrictamente social, nos lleva entonces a hablar de unas relaciones de carácter jurídico recogidas entre moros y cristianos, relaciones que efectivamente estaban asentadas desde el año 1412 y que dará lugar a la posterior llamada Medida de Intolerancia nacida de las Cortes de Toledo aunque tardarían en llegar hasta los años 1493, 1494 ó 1497 en algunos casos.

Los visitadores de la orden santiaguista como ya hemos visto y citado anteriormente, mandaron tasar las casas y una vez realizadas dichas tasas, pagar a la aljama su importe, importe que se pagaría a 30 días a los cristianos. La ya men- cionada explicación de no practicar sus costumbres quedaba especificada en las órdenes de los visitadores en danzas, bailes, fiestas, placeres y bailes de moriscos o con moriscos, tanto si eran ellas los promotores como si decidían participar en ello.

Hay una teórica convivencia si, en la que algunos historiadores han visto que se podía seguir apostando por la convivencia y la tolerancia; localidades donde incluso ocupaban trabajos como sastres, herreros o zapateros apartando quizá la idea de que la población morisca se dedicaba exclusivamente a la tierra. Existen estudios realmente serios hechos en universidades donde se nos habla de que desempeñaron tareas en la justicia lo que hacía que en ocasiones, la misma Inquisición tuviera un trato un tanto sensible ante determinadas causas.

En Mérida por ejemplo, don Diego López de Cámara desempeñaba, siendo morisco converso, tareas de cirujano; igualmente hay localidades como Llerena, Zafra, Mérida o el propio Trujillo donde en el sector servicio los encontramos como personal especializado: mercaderes, tenderos, vendedores y muy relacionados con el tema del transporte.

Esto ha hecho que algunos historiadores hablen a la hora del tratamiento con la Inquisición de un proceso quizá selectivo pero que sin duda abre muchos debates histoiográficos. Lo cierto es que, la Inquisición trató temas moriscos pero muy vinculados por acusaciones al seguir practicando las normas y ritos del islam.

A este respecto, me gustaría resaltar que, utilizando además las palabras del profesor Fernández Nievas el hecho de que estudios sobre el tema morisco han decidido como causa de la expulsión una cierta resistencia por parte de ciudades y villas y citamos a este caso Mérida y Trujillo:

“…Truxillo y Mérida…en las partes donde se ha hablado…ser defendidos por los más ricos y poderosos…Plasencia tomó muy mal la expulsión de los moriscos antiguos.”13

4. VISIÓN GENERAL DE LA ORDEN DE SANTIAGO Y EL TEMA MORISCO

Podemos claramente comenzar a afirmar que, hablar de estas minorías como parte de un todo dentro del territorio que administró la Orden de Santiago es realmente, hablar de una amplio espacio geográfico, que además ha de tener en cuenta que, estamos dentro de núcleos que como hemos podido comprobar son totalmente desiguales desde localidades con una perfecta organización concejil y eclesiástica, sea el caso de localidades como Montijo, Lobón, Puebla de la Calzada o Torremayor a, localidades que están naciendo y que los propios visitadores demandan y ordenan la necesidad de un asistente de los Oficios Divinos.

Zonas consideradas como verdaderas aljamas y morerías donde incluso a gunos historiadores como el caso que es tratado en la magnífica obra de Rodríguez Blanco14 donde se afirma que, hay un problema en cuanto a dar una conti nuidad con el tema morisco para poder establecer un sistema de seguimiento de tal forma que uno pueda establecer unos parámetros adecuados en cuanto a la población cristiana-morisca puesto que lo normal era que, en aquellas localidades donde los vecinos superaban los 250, unos 1.000 habitantes, era difícil no encontrar este tipo de población morisca asentada, relacionando además a temas fiscales, pagos de aranceles que les permitían encima, o mejor que les obligaban además a que la movilidad fuer compleja esencialmente por el alto pago de esas tasas.

Mucho se ha discutido pues sobre las medidas definitivas que lanzaron a personajes como el duque de Lerma (véase Marcelino C. Quirant15), e instar a las medidas que en el trabajo de dicha expulsión debemos y hemos de mencionar –como lo hemos mencionado sólo que no nos hemos limitado a un único motivo- pero que sin duda de lo que resulta claro es que, tras la expulsión, las consecuencias y, en esto si se ponen de acurdo la práctica totalidad de historiadores, fueron muy negativas, sobre todo para aquellas zonas en las que la agricultura y la ganadería se constituían en base económica (léase por ejemplo el caso extremeño-sur):

“Solo ellos se bastarían a causar la fecundidad y abundancia de la tierra, por lo bien que saben cultivar y lo poco que comen.”16

Se decía de ellos que eran gentes que no se les podía tomar confianza pero que a su vez, no se metían con nadie y que en sus comunidades cerradas como eran las aljamas y morerías es visión eran mucho más cerrada porque el resto de la población estaba plenamente convencida de que se practicaba su antigua religión.

Fieles pagadores de sus impuestos con la Hacienda Real, quedaban de esta manera trasformados en unos súbditos que para algunos, tras la expulsión fue lamentado por el hecho de que lo que se perdía era realmente eso, unos fieles súbditos y pagadores a la Hacienda Real y unos no menos excelentes trabajadores de la tierra.

Hay historiadores que incluso van más allá al aludir a una mano de obra directamente relacionada con la agricultura, una mano de obra que era especializada en la artesanía y que en ciertos lugares como por ejemplo Plasencia, Trujillo, Mérida. Magacela o Benquerencia, eran considerados tanto en su valor que se dicen que llegaron a ser escondidos.

No he querido mencionar más que de pasada el caso de Hornachos por un motivo esencial. El trabajo trata de averiguar la forma y la vida morisca en los territorios de la comarca emeritense de la orden santiaguista y con ello queda todo dicho. En segundo lugar, e buen seguro serán presentados importantes trabajos a este respecto de más preparación en el tiempo y en el contenido.

Lo cierto es que, para la provincia santiaguista, cuando nos ponemos a analizar el tema morisco, se nos presentan los mismos problemas que cuando analizamos por ejemplo el tema judaizante. Están íntimamente relacionados con la imagen de los impuestos y tienen temas altamente vinculados a los casos fiscales. Pero insistimos, su conocimiento, su realidad, su función a que no pechen, no permitió tampoco en el territorio emeritense la posibilidad de saber cuántos era y dónde estaban (ya lo ha dicho e insistimos en esta idea, Daniel Rodríguez Blanco en la obra que aquí se ha citado.

El tema morisco es sin duda hoy, aún en su IV Centenario un tema complejo que se no se resiste y es fácil en el trato social con los cristianos, en sus formas de vida y en un casi perfecto sistema de convivencia con la ideología dominante, algo que quedaría roto tras Las Alpujarras.

Es cierto que, fueron dictadas normas desde la misma corte toledana por ejemplo para que judíos, moros y cristianos no se entremezclaran, medidas que por ejemplo en el caso extremeño y mucho más en concreto en el territorio santiaguista analizado, los maestres hasta bien entrado la década final del siglo XV no fueron muy claros en su aplicación.

Todo lo anterior, a excepción de aquellos casos como los ocurridos en Llerena en el año 1494 donde los mudéjares son acusados de ser los causantes de claros escándalos, los contactos con los cristianos fue de una cierta normalidad.

5. CONCLUSIÓN FINAL: UN “ANTES” Y UN “DESPUÉS”

El Levantamiento de Las Alpujarras si lo relacionamos directamente con Extremadura y de manera concreta con la zona emeritense-santiaguista, puedo afirmar que supone un “antes y un después”.

Sin que en ningún momento el objetivo esencial del mencionado trabajo buscase una valoración nominal es decir, cuantificar el número de moriscos que hubo o que dejó de haber en tierras de la Orden Militar de Santiago, si queda claro que estamos ante un tema apasionante sobre todo y esencialmente desde el momento en que lo adentramos en las relaciones sociales y las mismas relaciones con los diferentes grupos sociales.

Temas como el morisco, el judeoconverso, su relación con los procesos inquisitoriales y en general aquellos que tienen una reacción tan a nivel de llegar a ser una medida de carácter real, indudablemente jamás pueden estar vinculados a una única causa y la religiosa, aunque de enorme peso en estos momentos cronológicos que analizamos mucho menos.

La Orden de Santiago ordenó, mandó, veló e instó a sus párrocos a que los nuevos convertidos a la Santa Fe Católica cumplieran con esta doctrina y abandonaran definitivamente la que para ellos era vieja y sin servicio fe en musulmana. Los mencionados libros de Visita así lo quedan claro cuando nos han ido expresando en muchos pueblos, incluso en algunos tras el levantamiento y con servidumbre bajo la protección de la nobleza, que si ese cumplimiento se hacía, nada había que temer aunque es cierto y real, que al leer esas mismas páginas, uno tiene la sensación de que quien las escribe lo hace sobre una población de la que en el fondo no se fía.

Por esto digo que hay un antes y un después en el tema morisco para la Extremadura santiaguista con el afamado levantamiento de Las Alpujarras. Que tenemos claros casos como los analizados por los propios visitadores en los que en los años finales del siglo XV y principios del siglo XVI, aún con convivencia hay que separa para que no se dé un “contagio en las mentes”. Que incluso daría para un largo trabajo el manejo de las actas santiaguistas y hablar de lo que se conoce como el “apartamiento” entre cristianos con los moriscos pero que obviamente este es núcleo de otro interesante trabajo.

Si terminar diciendo que, en la España que termina con la Reconquista de la mano de los Reyes Católicos a incluso la España de Felipe III en el inicio del siglo XVII, los casos de esos apartamientos religiosos se dieron con moriscos y judíos y que analizar la presencia, la convivencia y el quehacer casi diario de esta minoría antes de que en el año 1610 las cosas se les pusieran realmente difícil, sirve como acicate a la investigación de un mundo, el de las minorías sociales en una época, la Edad Moderna donde el plano jurídico de la estamentalización es tan grandes, que grande hace el ejercicio del historiador a la hora de poder estudiar lo que para España, Extremadura y en general la Historia, supuso social, económica y políticamente la expulsión en el siglo XVII de los moriscos.

6. FUENTES INÉDITAS

–   Archivo General de Simancas. Secciones: Mercedes y privilegios; Censos de población correspondientes al siglo XVI.

–   Archivo Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libros de visita de la Orden de Santiago desde 1498 a 1660- Libros de 1001 al 117 y libro número: 246.

Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Registros Sacramentales. Libro número 2 de bautizados. Años: 1620-1641

– Archivo Parroquial de las localidades de Torremayor y Puebla de la Calzada. Libros relacionados con los registros sacramentales. Cotejo de datos para la relación con las actas santiaguistas. Siglo XVII.

7. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

–   RODRÍGUEZ BLANCO, DANIEL: La Orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV). Editorial: Editora Regional Extremeña. Colección de Historia Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.

–   CARDALLIAGUET QUIRANT, MARCELINO: Historia de Extremadura Biblioteca Pública Municipal Extremeña. Universitas Editorial. Badajoz 1988.

–    NIEVAS  FERNÁNDEZ,  JULIO:  La  sociedad.  Historia  de  Extremadura. Volumen III. Editado por Universitas-Badajoz. Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1985- Págs.535-538

–   IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia de la Comarca de Mérida del Me- dioevo a la Modernidad. Edita: Adecóm-Lácara y Excma. Diputación Provincial de Badajoz.

Historia, Religión y fe en nuestra Señora de Barbaño. Piedad y religiosidad popular en la Villa de Montijo Edita: iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Montijo, 1999.

–   JANNER, FLORENCIO: Condición social de los moriscos en España. Cau- sas de su expulsión, consecuencias que produjo en el orden económico y político. Biblioteca de Historia. Espuela de Plara MMVI. Ediciones Rena- cimiento, Sevilla, 2006.

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1  Me refiero por ejemplo, a la reciente novela histórica titulada La mano de Fátima que sin dejar de ser una genialidad de Ildefonso Falcones, hay un visión histórica un tanto nacionalista o catalanista en cuanto a un –insisto es un opinión muy personal resultado de su lectura- pasar muy “de puntillas” por lo que los moriscos levantados en Las Alpujarras se hizo y un “dejarse caer con fuerza” en el caso de las posteriores ocupaciones cristianas al mando de los ejército del rey Felipe III.

2  Esto sería igual que pensar que, el decreto de expulsión de los judíos en el año 1492 por parte de los Reyes Católicos fue exclusivamente por mantener la pureza la fe católica en la unificación peninsular.

3  FERNÁNDEZ NIEVAS, JULIO: La sociedad. Historia de Extremadura. Volumen III. Editado por Universitas-Badajoz. Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1985- Págs.535-538

4   Ibídem nota 3.

5  IGLESIAS UNIÓN, PABLO: Historia de la Comarca de Lácara desde el Medioevo a la Moder- nidad. Edita: Adecóm-Lácara y Excma. Diputación de Badajoz. Badajoz. 2000. IIª Edición (agotadas).

6   Hablo de autores que omito porque ya han desparecido y sin embargo dieron a la Historia de Extremadura interesantes obras que al menos sirvieron para abrir nuevos caminos o puntos desde donde arrancar. Pero critico a quienes haciéndose pasar por investigadores locales y carentes de las correspondientes experiencias académicas los han defendido incluso a sabiendo de la falta de rigor histórico o posterior aparición de documentos que daban otra explicación. He aquí una muestra de hasta dónde interesa desde un primer momento el tema morisco, la llegada a la península y convivencia con la población cristiana.

7  Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden Militar de Santiago a la villa de Montijo. Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Año: 1498. Número del libro: 1.103

8  Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden de Santiago al lugar de Esparragalejo. Iglesia de Nuestra Señora. Años 1507-1508. Libro Número: 1.107.

9  Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden de Santiago al lugar de Carmonita. Orden dada a los mayordomos Diego Corrales “el viejo”, Barto- lomé Sánchez y Luis Tanajas. Años 1560. Libro Número: 1.246

10   Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden de Santiago al lugar de Carmonita. Años 1507-0508. Libro Número: 1.107

11   Ibídem. Nota 10.

12  Archivo Históricos Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Libro número 2 de Bauti- zados. Registros Sacramentales. Años: 1620-1641. Montijo

13  FERNÁNDEZ NIEVAS, JULIO: La sociedad. Historia de Extremadura. Volumen III. Editado por Universitas-Badajoz. Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1985- Págs.226-244.

14  RODRÍGUEZ BLANCO, DANIEL: La Orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV). Editorial: Editora Regional Extremeña. Colección de Historia Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.

15   CARDALLIAGUET QUIRAN, MARCELINO: Historia de Extremadura Biblioteca Pública Municipal Extremeña. Universitas Editorial. Badajoz 1988.

16   Tomado de la obra de Marcelino Cardallieguet quien cita a Francisco Idiázquez secretario de Felipe II. Puede leerse en la obra anteriormente citada en las páginas 171-172.

Oct 012009
 

Lorenzo Corcobado Navarro.

1.  INTRODUCCIÓN

El día de nueve de Diciembre de 1609, Felipe III firmaba a petición del Consejo de Estado una Real Cedula ordenando la expulsión de todos los moriscos de los reinos de Granada, Murcia, Andalucía y de la Villa de Hornachos1.

Tan drástica medida ponía fin a 8 siglos de permanencia en España de la Religión Musulmana y a varios siglos de convivencia pacífica con las otras dos religiones, la judía y la cristiana.

Sí para toda España, la expulsión de los moriscos fue un duro golpe, tanto humano, económico y cultural, para los moriscos de Hornachos fue, independientemente de la tragedia que supone el desarraigo de sus orígenes un antes y un después, con claras vicisitudes históricas, que trataremos de poner de relieve en este trabajo.

Las características físicas del medio donde se desenvuelve la existencia de esta comunidad de gentes y el enraizamiento al mismo, explotando todas y cada unas de sus peculiaridades, hacen de la población morisca de Hornachos un caso singular y único. Singularidad que ha sido estudiada y pormenorizada en multitud de estudios y por diversidad de autores, que casi todos suelen coincidir en lo particular de la población y de su devenir histórico.

Un pueblo rico y próspero, como ponen de relieve las propiedades de los moriscos expulsados, atareados en la agricultura y la ganadería, con preponderancia del cultivo de huertas, viñas y cólmenares, la explotación de las minas y las distintas ocupaciones artesanas. Un pueblo laborioso y serrano de tierra adentro, verá en el exilio forzado otras nuevas perspectivas de labor, aquellos campesinos y hortelanos se lanzaran al mar, se harán piratas y corsarios, sin perder ningún rasgo de su naturaleza.

El aislamiento secular del enclave, situado entre comarcas naturales definidas en la historiografía moderna, entre reinos medievales otrora, y su alejamiento de grandes núcleos poblacionales crearan a lo largo de los siglos una identidad de pertenencia fuertemente enquistada en sus habitantes, que cuatro siglos después de su expulsión aún continua viva en los descendientes de aquellos hornacheros que la intolerancia y el fanatismo llevaron a vivir a otras tierras lejanas para su tiempo y cercanas hoy para los nuestros y nuestros medios2.

Independientemente de cuáles fueran las razones tanto políticas, religiosas, u de otra índole, que llevaron a la dramática expulsión y exilio de todo un pueblo y cuales fueran las funestas consecuencias, que en todos los órdenes de la sociedad tuviera el doloroso suceso, hay que señalar que detrás de todo aquello, como en casi tantas obras de la vida humana, se escondían los intereses particu- lares de los poderosos de la época, y arropadas entre razones espirituales, no andaba lejos la codicia del vil metal, que a la postre beneficio a no pocos de los ejecutores de la expulsión.

Razones una y mil veces cuestionadas, que tantas controversias suscitan ahora y suscitaron en la época de la expulsión, donde la disparidad de criterios entre los distintos poderes llegó a ser contradictoria la más de las veces como ponen de manifiesto: Janer, García Cárcel, Domínguez Ortiz, Bernard Vicent, L. Cardaillat, o Fernández Nieva entre otros3.

Casi 400 años después estas dos comunidades alejadas en su día por la intransigencia y obcecación, han buscado cauces para su acercamiento y los hornacheros de la villa de Hornachos y los hornacheros de Rabat han vuelto han encontrarse, a confraternizar, firmando y ratificando un hermanamiento entre las dos poblaciones, siguiendo vías de aproximamiento, de conocimiento de costumbres y de puesta en común de sus identidades, favoreciendo el conoci- miento de ambas culturas de sus formas de hacer y de vivir, su arte, su artesanía, sus modos de vida y su historia.

Signos de los nuevos tiempos, donde la diversidad, el pluralismo y la disparidad en las creencias no diferencian, sino unen en una historia común, escrita en el lenguaje de la tolerancia, del acercamiento de un pasado afín, con tan hondas raíces en la sierra hornachega y junto al mar a orillas del Bu-Regreg.

2. EL MEDIO FISICO

La villa de Hornachos provincia de Badajoz está asentada en la falda meridional de la Sierra Grande o Sierra de Hornachos, entre dos valles, el de los moros y el de los cristianos, a una altitud de 539m sobre el nivel del mar, siendo el punto más alto de esta sierra el Peñón de Marín, 945m, desde donde se divisa gran parte de la Serena y Tierra de Barros.

Si en la demarcación actual divide y separa estas dos comarcas, en otros tiempos marcó la división de los reinos moros de Badajoz y Toledo, y las jurisdicciones de las Órdenes de Santiago y Alcántara4.

Los numerosos núcleos de pinturas rupestres esquemáticas que aparecen en el ámbito de la Sierra Grande, ofrecen la posibilidad de que ya en la prehistoria existieran asentamientos humanos en ellas.

Castro celta más tarde, recibe en la colonización romana el nombre de Fornacis, con diversas acepciones con respecto del topónimo. Posiblemente esta Fornacis romana fuera la misma que cita Claudio Tolomeo, donde ya se realizaban trabajos de minería y fundición de metales5.

Seguramente y dada su posición estratégica seguiría habitado hasta la llegada de los árabes, donde la tradición, no apoyada en ningún documento, afirma que en el siglo VI sirvió de refugio a S.Hermenegildo cuando huía de su padre el arriano Leovigildo hacia Sevilla. Vestigios de la época visigoda pueden verse en algunos capiteles, hoy pilas benditeras del Iglesia Parroquial6.

A este enclave llegaron los árabes, más bien beréberes en sus invasiones por la baja Extremadura ocupando el asentamiento, cambiando el nombre de Fornacis por Fornachos, acrecentando las fortificaciones existentes, estableciendo en las cresterías de la sierra una verdadera fortaleza de tapial del tipo denominado Hins, o Sajra, que sería reforzada con piedras posteriormente en la ocupación cristiana en el Siglo XIII, hasta configurar un formidable castillo roquero en que quedó convertido el primitivo castro prerromano, constituyendo uno de los puntos estratégicos más firmes y sólidos de la zona7.

A la vez que se ponía en marcha la fortificación los árabes comenzaron a explotar su nuevo territorio, así lo describe a finales del Siglo XVII el cronista local Ortiz de Tovar: “Comenzaron los moros a cultivar su conquistada tierra, abriendo montes ásperos, haciendo grandes dehesas y heredades; descubriendo grandes minas y cristalinas fuentes; haciendo hermosísimas huertas, plantando en ellas muchas frutas, árboles y legumbres que no había en España. Trajeron de África para las huertas granados, naranjos, limoneros, limas y toronjos, cidros, ciruelos, alcaparras, ajos, pimientos, berenjenas, cebollas, tomates, sandías y otras legumbres, con la simiente de la seda para cuya crianza para cuya crian- za trajeron morales y moreras” 8.

En sus correrías por la zona los Caballeros de la Orden de Santiago al man- do de su catorce maestre D. Pedro González Mengo, ocupan Hornachos, permaneciendo en la villa toda su población musulmana, lo que da tinte a esta ocupación, más de rendición o negociación, dado lo estratégico e inexpugnable del enclave, pues una conquista violenta hubiera supuesto la expulsión de los moradores cuando no su matanza en masa.

De esta manera continuaron los habitantes de la antigua Fornacis, hasta prácticamente su expulsión en masa en Enero de 1610. Dedicados a la agricultura, ganadería, las minas, explotación de huertas, colmenares y producción de seda, la arriería y trajinería, haciendo de la población dentro de su aislamiento secular, una de las urbes más importantes de la baja Extremadura, constituida en Cabeza de Partido hasta 1640, con su jurisdicción correspondiente, sede de la Encomienda de su nombre, de la Orden de Santiago, en la provincia de León.

Bajo poder real y de la Orden, manteniendo la religión musulmana sus costumbres, ritos y lengua.

3. EL FACTOR HUMANO

El condicionante de punto fuerte aislado, dominando las vías estratégicas formadas por itinerarios naturales completadas después, por accesos fijados por los puentes romanos y medievales de la zona, hacen de la Villa de Hornachos un enclave peculiar que derivaría en la pervivencia de una comunidad bastante cerrada a su ámbito y costumbres, impenetrable a otros modos de vida tantos sociales como religiosos.

¿Quiénes eran la casi totalidad de los habitantes de Hornachos a principios del siglo XVI? Pues eran Moriscos, es decir, mudéjares, convertidos obligatoriamente al cristianismo, tras los decretos de los Reyes Católicos de 1502, y los siguientes del Emperador Carlos I.

Pudiéndose decir que oficialmente en España no había habitantes musulmanes desde 1526, fecha de la ultima conversión obligatoria. Pero la realidad era muy otra.

En 1494, en el preceptivo informe de la Visita de la Orden de Santiago a la Villa de Hornachos se dice: “Los dichos visitadores fueron a la dicha Villa de Hornachos, e después de visitada la fortaleza de la persona del comendador, no hallaron que avía en la dicha villa, ni en su término, iglesia ni hermita, porque todos son moros” 9.

Dijo algún autor que se sentían los moros, “patricios de sus tierras por haber peinado en ellas las canas más de 800 años”. Pedro de Valencia señala la españolidad de estos moriscos: “En cuanto a la complexión natural, y por el consiguiente, ingenio, condición, brío, son españoles como los que más que habitan España, pues casi 900 años que nacen y se crían en ella y se echa de ver en la semejanza o uniformidad de los talles con los demás moradores de ella” 10.

Aunque no permanecería ajena a la influencia de otras aljamas y recibiría algunos elementos provenientes de otras, los moriscos de Hornachos descendían de aquellos invasores bereberes que se asentaron al principio de la conquista en la antigua Fornacis. Que conservaron entre ellos lo que Sánchez Pérez siguiendo a Caro Baroja, en su libro “Los Moriscos del Reino de Granada”, llama solidaridad agnática, la “asabía” de autores árabes11.

Asabía que derivaría de alguna tribu túrdula, fundida con alguna tribu berebere o la asabía de alguna tribu berebere que anuló a los pobladores allí asentados.

Lo cierto es que la aljama de Hornachos desde tiempo inmemorial sigue en convivencia pacífica con los poco moradores cristianos, no exenta de algún encontronazo que al punto es corregido por la autoridad real o los maestres de la Orden de Santiago.

Vive sus ritos y costumbres como pone de manifiesto la carta de dote en la boda de dos jóvenes hornachegos, en 1498. En ella se especifican nombres, estatus social, profesiones de ellos, así como el dinero y los semovientes que se entregaban, “según costumbre y uso de la honrada aljama de Hornachos” 12.

La quietud pacífica de sus moradores se ve rota en la villa por las obligaciones impuestas por los poderes del momento. Es entonces cuando surge esa especifica solidaridad agnática de la que hablamos, la consciencia de pueblo, que unido en su religión y sus costumbres, se enfrenta a la autoridad, una y otra vez, tantas cuales quisieron conculcarles sus derechos ancestrales, su forma de vida y sobre todo su fe y creencias.

Primero con la conversión forzosa, que aunque nunca fue tal, de hecho los hacía cristianos. Después la llegada de cristianos viejos, curas, capellanes, etc., que comienzan a perturbar el ambiente, y si al principio se toleraron al final la hostilidad fue grande y encarnizada.

La inquisición tuvo, desde su sede instalada en Llerena, otro de sus caballos de batallas con los moriscos de Hornachos por más que durante mucho tiempo estos, sobornaran y corrompieran a sus ministros y familiares.

Plantaron cara ante la autoridad Real, cuando las leyes se hacían insoportables para sus intereses, y con dádivas y cohechos, fueron manteniendo sus prerrogativas.

Pero los excesos y arbitrariedades en la transgresión de la ley, que durante siglos habían moldeado a su antojo, en pro de sus objetivos, y que tantas veces habían conculcado desembocaron en su expulsión definitiva.

4. MUDÉJARES EN CASTILLA

Determinado el factor humano asentado en la villa de tiempo inmemorial, es en 1502, cuando los Reyes Católicos en aras de la unidad religiosa del país dictan la pragmática de conversión obligatoria de todos los habitantes de sus reinos de religión islámica. Hasta entonces el estatus para la población era el de mudéjares. Individuos de religión mahometana, que vivían en los reinos de Castilla y los demás peninsulares, bajo la autoridad y vasallaje de los monarcas, pagando sus tributos y cumpliendo las leyes y fueros. En Hornachos desde 1235, año después de la “conquista” bajo la jurisdicción de la Orden de Santiago, que aquí tenía una de las Encomiendas más prosperas de la baja Extremadura13.

En concreto los moros de Hornachos pagaban al Comendador o la Mesa Maestral, una serie de impuestos especiales, llamados “Amor de los Moros”, “Pedido de Moros”, ”Jara de Moros”, “Presente de Moros” y otros. Así como servicios en trabajos, donde cada vecino debe al Comendador una huebra al año, es decir, una jornada en la tarea que el señor le encomendase cumplir, normalmente llevada a cabo en las tierras de la encomienda o en el acarreo de algún producto a la casa del Comendador14.

La pujanza económica del Hornachos mudéjar ira unida a su hegemonía política, siendo junto con Mérida, Llerena, Montánchez, Jerez de los Caballeros y Segura de León, uno de los seis partidos que componían la Provincia de León de la Orden de Santiago, destacando como el mayor de los territorios centrales bajo extremeño.

Los Reyes Católicos poco antes de finalizar el siglo XV hicieron a Hornachos, Cabeza de Partido, poniendo al frente un gobernador y jurisdicción sobre catorce aldeas todas después villas, que eran El Valle (de la Serena), Hinojosa, Usagre, Llera, Higuera, Valencia de las Torres, Villafranca, Campillo, Retamal, Palomas, Puebla de la Reina, Puebla del Prior, Ribera y Oliva de Mérida15.

El potencial económico, tampoco era ajeno a la comunidad, amén de los saneados ingresos de la Encomienda y de la Mesa Maestral, recibidos de impuestos y arrendamientos de las dehesas del Bercial y el Lecho, cobraban también los derechos del llamado “Puerto Seco de Hornachos” que grababa a los ganados trashumantes.

Los vecinos de la villa disfrutaban también de pingues beneficios dada su granjería en viñas, huertas, ganados, colmenas y producción de sedas y la explotación de las minas que desde época ancestral aprovechaban con acierto y desde donde salieron expertos mineros a otras poblaciones como Almadén y Guadalcanal.

Con estos mimbres se conservaron en Hornachos durante siglos, observando su religión, tradiciones, vestidos y lengua hasta prácticamente la expulsión.

Ya a finales del siglo XVI en 1580, el noble alemán Erich Lasotta de Steblovo, alistado bajo las banderas de Felipe II, pretendiente entonces al trono de Portugal en su diario dice: “El 6 de Junio, fuimos a Hornachos, hermosa y agradable villa, situado en una montaña y donde se habla la lengua mora o árabe” 16.

Los alfaquíes de la villa, fueron los grandes conservadores de la lengua escritos y doctrinas, manteniendo en las escuelas coránicas copistería de libros sagrados del Islam y de sus oraciones y costumbres, así se constató en los momentos de conflictividad con la inquisición y lo encontrado en las moradas de los moriscos en el momento de la expulsión17.

Prueba de ello el famoso manuscrito morisco encontrado hace poco tiempo en el derribo de una antigua casa de Hornachos y hoy conservado en la Biblioteca Pública de Extremadura en Badajoz. Se trata de un devocionario con distintas oraciones y practicas rituales, preciosamente ilustrado lo que lo convierte en una autentica joya bibliográfica de Extremadura18.

5. LA CONVERSIÓN FORZOSA – MORISCOS DE HORNACHOS

Desde siempre la convivencia en la España medieval, fue algo generalizada entre las tres religiones, cristianos, moros y judíos.

Independientemente de las leyes de separación y apartamiento de las distintas comunidades, la realidad no hacía notar las diferencias y el nivel de respeto mutuo en las diversas vecindades fue grande.

A partir de la conquista de Granada en 1492, es cuando las leyes y capitulaciones de un principio empiezan a verse menoscabadas con las nuevas normas y obligaciones para con judíos y musulmanes.

Llevando a los primeros a su expulsión definitiva y a los demás en poco tiempo a la conversión forzosa, fue cuando la antigua convivencia se transformo en foco de conflicto.

El 12 de Febrero de 1502, los Reyes Católicos, mediante Pragmática signada en Sevilla, ordenan la expulsión de todos los moros mayores de 14 años y todas las moras mayores de 12 años, de los reinos de Castilla y León,” E que jamás tornen ni buelvan a ellos” 19.

Ante esta resolución drástica las aljamas de Hornachos y Llerena se dirigen a los reyes, suplicándoles en otras, las siguientes “mercedes”.

-Lo primero que, conviertiendos a nuestra fe vos mandásemos dejar bivir sin que fuesedes apartados en ningún tiempo…

-Lo segundo, que mandásemos que gozásedes de las preeminencias e libertades de que gozan los otros cristianos viejos…”.

El Rey y la Reina, mediante Cédula firmada en Talavera el 19 de Abril del mismo año responden: “Nos place que ansi se haga” y mandando que “ansi se guarde e cumpla como dicho es, y ninguna ni algunas personas vayan ni pasen contra ello ágora, en algún tiempo ni por alguna manera” 20.

De esta manera los vecinos de Hornachos optan por la conversión forzosa antes de partir para el exilio. Como dice Ortiz de Tovar: “Hicieronse, en fin, los moros cristianos mas por fuerza que por voluntad” 21.

Hubo algunos que ya no obvian esta imposición en su fe, e intentan en 1504 pasar la frontera portuguesa siendo detenidos y apresados, llevados a Sevilla donde como a esclavos fueron subastados a mejor postor.

Al propio tiempo llegan a Hornachos 30 familias de cristianos viejos, “Limpios de toda raza y cristiandad para que con el Gobernador, Comendador y el Cura, viviesen con los moriscos ejemplarmente, para sí con este medio, se iban catequizando y convirtiendo la fe de Jesucristo” 22.

Aunque estos cristianos viejos constituían una minoría, al principio la convivencia resulto pacífica, haciendo valer los moriscos sus privilegios y mercedes, mas también por la supremacía mayoritaria de ellos, que por convicciones y respetos de los cristianos viejos, lo que a la postre, llevaría a quejarse a los moriscos ante el propio Emperador en 1525, de no querer estos cristianos admitirlos a los oficios “honrosos”. Esto llevó a Carlos I a dar un real decreto a fin de que los cristianos viejos compartieran con los moriscos los dichos oficios en el Concejo23.

Muchas de estas familias se ausentarían de la población en años sucesivos, pues si todavía las hostilidades no habían surgido de forma expresa, el grupo mayoritario, los moriscos, disfrutaba de las mejores situaciones, tanto económicas como político-sociales.

Dado el proceso de estas políticas de asentamientos de “cristianos viejos” y la falta de celo de Visitadores y Clero de la Orden de Santiago, siguiendo las nuevas orientaciones que en materia doctrinal se estaban fijando en el momento, en 1530 se decide fundar en la villa un Convento de Franciscanos Recoletos, comisionando al Arzobispo de Sevilla, D.Alonso Manrique, para llevar a cabo tal fundación: “Para que por ese medio los nuevos cristianos tuviesen el con- gruente pasto espiritual”.

Pero salvo alguna excepción, la incomunicación y las relaciones fueron evolucionando desde la mera coexistencia hasta el odio exacerbado, convirtiéndose a la larga, clérigos, frailes y cristianos viejos en los más pertinaces delatores de los moriscos.

6. LA CONFLICTIVIDAD

Como dijo Braudel, al que cita García Cárcel: “No hay un solo problema morisco, si no varios. Tantos como sociedades y civilizaciones desperadas en vías de perdición” 24.

El problema morisco de Hornachos y su conflictividad tiene sus connotaciones propias, surgidas de la convivencia entre estos y los cristianos, con su transfondo religioso, pero también civil, económico y de poder. Todos estos ingredientes amalgamados dieron lugar a una inteminable sucesión de enfrentamientos que culminan con la expulsión definitiva.

Los Poderes Religiosos, el Clero, la Inquisición, tuvieron sus bazas. La ambición y hegemonía de unos sobre otros también la jugaron y el ansia de poseer los bienes y riquezas y de una comunidad próspera como la morisca hornachega, también fue determinante.

El abanico de conflictos aparece con claras referencias en 1586, si bien anteriormente la Inquisición había tenido alguna incidencia en Hornachos, a partir de ahora va a ser objeto de una vigilancia especial. Siendo consciente el tribunal de cuanto se tejía en la villa, dada su proximidad, “seis leguas pequeñas”, se ordenó una visita especial a la misma “La cual se ha hecho de tiempo inmemorial a esta parte, ni yo hallo libro en esta inquisición se halla hecho”. Afirmaba el fiscal Dr. Cipriano González25.

Un primer foco conflictivo arranca entre el Gobernador Dr. Soto de Argüello, queriendo ahorcar a Gonzalo Bejarano, morisco por ladrón. El Bejarano se confesó y delato ante el Santo Oficio, de sí y de otras personas contra la fe. El Gobernador hace retractarse públicamente al reo, pero el tribunal desplazado al lugar recogió de nuevo las mismas acusaciones. Al Gobernador se le incoó proceso, el incidente fue calificado de “grave negocio” 26.

Otro enfrentamiento significativo tuvo lugar entre el vecino y arrendador de la Encomienda, Francisco López Gutiérrez, sobre el derecho que este argumentaba de no pagar “alcabalas” diciendo ser cristiano viejo. En el pleito entre este y el municipio, salió sentencia favorable al resto del vecindario, ganando el pueblo27.

La frustración generó odio y enemistad al oponente, afirmando que “los había de destruir y hacer todo el mal daño que pudiese…aunque le costase toda su hacienda… hasta echarlos de la villa… quitarles sus armas y haciendas” etc.

El conflicto siguió con envió de Informaciones y Memoriales por ambas partes implicando a los más variopintos personajes locales, Curas, Bachilleres y Abogados, la más de las veces comprados por los moriscos, por lo que hasta ahora fueron saliendo victoriosos de los envites de los cristianos viejos.

En 1590, ante la prohibición general a los moriscos de portar armas los de Hornachos se sintieron muy afrentados, e hicieron valer ante el Rey sus antiguos privilegios. Este previo informe del Alcalde Mayor de la Villa, Ldo. Miguel Sánchez de Villarubia consiente a la petición para que gocen de las “mismas preeminencias y libertades de los demás moriscos de estos reinos” 28.

En este mismo año firman un acuerdo con el Monarca. Ante la petición de algunos vecinos, “cristianos viejos” de que quitara al Alcalde Mayor y su jurisdicción pasara a la villa por dos Alcaldes Ordinarios y los oficios de regidores pasaran de ser de perpetuos a elegibles por años. En el concierto firmado por la villa se ratificaba el privilegio concedido por los Reyes Católicos y la Cédula de permiso de armas reciente. Obligándose la villa a contribuir a las arcas reales con la importante cantidad de 30.000 ducados29.

Se siguen las acusaciones contra los moriscos por parte de los cristianos viejos tejiéndose una atmósfera irrespirable.

En este campo se mueven las informaciones hechas por el Ldo. Prado de Villanueva, imputando graves delitos a los de Hornachos, incluso con un atentado a su persona. A ello replican los moriscos reprochándole, odio y mala voluntad contra los naturales por haberles puesto ellos ciertas demandas ante los Alcaldes del crimen del Chancillería de Granada30.

Ya no solo es el conflicto religioso el que atañe, aparece en escena factores de orden público, que se unen a los socio-político y económicos.

Con ellos tendría que ver las pesquisas hechas por el Ldo. Alonso de Coronado y Valcárcel y el Dr. Anaya: “De muchas muertes que se hicieron por el común y se pagaban a treinta ducados”. Y las del Ldo. Moreno de Moreda “de muertes, vida y costumbres y trato con los moros de África y de haber muchos años fabricaban monedas falsas” 31.

Por otra parte la Iglesia, también tendría su ariete en el Ldo. Diego de Cuenca, del hábito de Santiago y cura propio de la villa que en tres largos y conocidos memoriales se sumó a la ya larga pléyade de acusaciones contra los moriscos. La insistencia de dicho clérigo ante el Rey, su consejo de órdenes, determinaría el envió del intransigente Alcalde de Casa y Corte, López Madera, los pronunciamientos del Fiscal de Ordenes y la inevitable expulsión32.

El dicho Cura Cuenca, tuvo una suerte de enfrentamientos con los moriscos de la Villa, siendo el más conocido el pleito que mantuvo por no querer dar la comunión a los vecinos, que posiblemente en tiempo pascual, para cumplir con la norma eclesiástica se acercarían a recibirla debidamente preparados33.

Un fiel aliado del Cura Cuenca fue sin duda, Juan de Chaves Xaramillo, cristiano viejo y Alcaide de la Encomienda de Hornachos, que había sido hacendado y principal, gastó su fortuna personal en perseguir a los moriscos, si bien poniendo como excusa el bien público y la pureza de la religión cristiana. En el fondo escondía odio y venganza, parapetados en el honor y nobleza tan propios de aquella época.

Entre sus acusaciones en informe enviado a S.M, dice “tenemos por cosa cierta viven en la secta de Mahoma, y aunque bautizados niegan los artículos de nuestra fe católica”. “Tienen públicamente tres Morquies, o desbautizaderos donde van a raer y quitar la crisma del santo bautismo”. “No hacen sufragios por sus difuntos, ni acuden a los sacramentos de la Iglesia y ninguno confiesa ni comulga, ni recibe la extremaunción. Todos mueren en la ley de Mahoma. No comen tocino ni beben vino, ni lo consienten beber en su casa. No oyen misas la mayoría de ellos y los que lo hacen por temor a los fiscales de la Inquisición. Los más de ellos no saben ni utilizan nuestra lengua castellana y usan la arábiga. A los penitenciados y condenado por el Santo Oficio los honran particularmente y los tienen por Santos de su perversa secta. No tienen respeto a las imágenes, pues en el Castillo apedrearon la imagen del Apóstol Santiago. Según información hecha por el Ldo. Martin de Toro y el Ldo. Moreno de Moreda averiguaron tenían trato y comunicación con los moros de África. Así mismo el Ldo. Valcárcel averiguo sobre las muchas muertes que estos moriscos de Hornachos habían hecho y de tener asesinos a sueldo” 34.

Otras muchas acusaciones fueron hechas por el Ldo. Cuenca, los fiscales de la Inquisición de Llerena, los testimonios de los frailes del Convento de S.Ildefonso, su guardián Fray Martin de Ávila, residente en la Corte, se persona en la casa del Fiscal del Real Consejo de Castilla informándolo de lo que pasaba en la villa. Todo ello movió al Consejo de Justicia a enviar como comisionado especial al Alcalde de Casa y Corte Gregorio López Madera, para su enjuiciamiento y castigo primero y después como juez ejecutor de la expulsión y confiscación de bienes de los moriscos.

En una primera intervención ahorcó a ochos de los cabecillas de los moriscos, les prohibió el uso de las armas, quitándoles el privilegio que tenían para traerlas, le quito los oficios de regidores y escribanos que ostentaban y prohibió trajinar con sus arrierías por el reino35.

Dos veces más volvió el Alcalde Madera a Hornachos, en la siguiente los hallo reincidente en los mismos delitos encontrando numerosas armas escondidas en las cuevas y peñascales contiguos a la población. Prohibió el uso de las vestimentas y la lengua árabe y todas las demás manifestaciones de la cultura islámica. Ahorcó a otros siete cabecillas y condenó a galeras a más de doscientos. Cuando iba a ejecutar esta sentencia fue llamado a Madrid, lo que le salvó la vida pues los moriscos tenían tramado un atentado para darle muerte.

En una tercera irrupción en la villa el Alcalde López Madera traía los decretos para la expulsión definitiva36.

7. LA EXPULSIÓN

Los informes y memoriales, sobre todos los últimos de López Madera, debieron alarmar bastante al Consejo de Estado y aunque se intentaron medidas paliativas ante de la expulsión en masa, esta ya estaba fraguando en las mentes de los Consejeros y los Grandes de Castilla. En la reunión celebrada con la Real presencia de su Majestad el 15 de Septiembre de 1609, se toma la decisión de laexpulsión, que sería ratificada por su Majestad el 22 del mismo mes, firmando un segundo bando real a finales de dicho año.

Las condiciones serían durísimas para los moriscos. A parte del destierro definitivo, tendrían que dejar aquí a sus hijos menores de 5 años, para ser evangelizados por las autoridades cristianas. Podrían llevar lo que pudieren de sus bienes muebles, que no estorbara para su embarque, los otros que pudieran vender servirían para su sustento y gastos hasta desembarcar.

Los demás bienes pasarían al fisco de su Majestad. Ningún morisco podría salir de su lugar de residencia tras la publicación del bando, bajo pena de muerte, hasta su embarque definitivo. Serían así mismos penados los que escondieran bienes o destruyeran cualquier clase de haciendas, etc.

También el Rey en prueba de su “benevolencia” mandaba “que nada ni nadie pudiera hacer ofensa alguna a los moriscos, ni tratarlos mal de obra o palabra, ni llegar a sus haciendas, a sus mujeres y a sus hijos”.

En Hornachos se pregonó el bando de expulsión a mediados de Enero de 1610, teniendo apenas 15 días para efectuar las ventas y recaudos de sus bienes, aunque muchos ya lo habían hecho en previsión de la posible expulsión que ahora les obligaba. Al ser la expulsión general en todo el reino todo el mundo mercadeaba con ganados, ovejas, caballos, gallinas, trigo, miel, ropa y enseres domésticos, se vendían por menos de su valor real y finalmente se regalaban, aquí se despertó la codicia de los cristianos viejos y de los ladrones que merodeaban por todas partes. Fueron habilitadas tropas para protegerles y darles escoltas hasta los lugares de embarque.

Los de Hornachos fueron conducidos a Sevilla en tres expediciones por el juez López Madera, en los últimos días de Enero de 161037.

Salieron de la villa más de 3000 personas, que llegaron a la ciudad del Guadalquivir antes del 9 de Febrero38.

Podíamos imaginar la enorme caravana de los expulsados caminando con el paso perdido y obligado, sus lamentos y sollozos por la patria perdida, andando por distinto lugares hasta su llegada al puerto de embarque, hombres, mujeres, ancianos, con el pensamiento en el futuro incognito y el corazón en su pueblo y en sus hijos que allí quedaban.

Ya en Sevilla antes del embarque definitivo los moriscos de Hornachos piden le desean devueltos sus hijos, con lo que aceptarían embarcarse a países cristianos39.

Sabemos que los niños quedaron en Hornachos pues en Abril del mismo año 1610 se encarga a personas “competentes y próximas”, entre ellos el Cura de Hornachos, la formación de ellos. Como en Hornachos quedarían pocos vecinos aquellos niños moriscos serían repartidos por las localidades vecinas.

Las personas que criaban los tendrían a su cuidado hasta los doce años, después estos niños estarían a su servicio hasta los veinticinco, en pago de su manutención y crianza, después quedarían libres de toda obligación.

Muchos fueron los bienes dejados en Hornachos por los moriscos, parte fueron a las arcas de la Inquisición, los más pasaron a poder fisco real y otros a los ministros y ejecutores de la expulsión.

El pueblo que fue próspero y rico se vio casi despoblado, sus habitantes al carecer de bienes, pues estos eran la mayoría de los moriscos y ahora estaban en otras manos, quedaron pobres y sin hacienda. El destino de los bienes de los moriscos daría para otro trabajo lo que en otro momento abordaremos.

8. EL ASENTAMIENTO-LA REPÚBLICA PIRATA

Grande fue la diáspora de los moriscos expulsados, desde Portugal, Países europeos, Norte de África incluso en África Central, como las Armas de Tombuctú, descendientes de moriscos españoles40.

Los de Hornachos amén de los que ya habían partido al exilio antes de la expulsión a Portugal, Francia, etc., el grupo más numeroso unos 3000 fueron embarcados en Sevilla y debieron desembarcar en algún lugar de la costa no muy lejos de Tetuán, pues allí se encontraban en los primeros meses de 161041.

En la zona no fueron muy bien recibidos por los naturales pues los consideraban cristianos, los llamaban los “Cristianos de Castilla”.

Y es que la lengua, los vestidos y las costumbres en poco se parecían a los habitantes de aquellos lugares.

En 1613 el contingente de moriscos hornacheros como se les conocerá es trasladado de la región de Tetuán a Salé, donde se instalaron en la Alcazaba, conocida hoy como Alcazaba de Rabat o Kasba de los Oudaias, junto al rio BuRegreg, que los separa de la actual Salé, por lo que también fue conocida por Alcazaba de Salé.

Posiblemente de origen romano, la Alcazaba domina la hoy ciudad de Rabat, capital del Reino Marroquí, y fue mandada a construir por el primero soberano almohade, Abdelmumen.

A finales del siglo XIII, se construyo a los pies de la alcazaba la ciudad de Ribat, atribuyéndose la construcción Yacud al Mamsur, de la que pueden verse las ruinas, con la Torre Hasan y restos de su pasado esplendor. Con el tiempo la ciudad quedó reducida a ruinas y la alcazaba también estaba arruinada cuando llegaron los moriscos hornacheros en 161342.

Pronto estos se dieron cuenta de la importancia estratégica de la alcazaba, reparando su recinto y edificando sus viviendas en el interior a semejanza de las dejadas en Hornachos, rasgos que aún pueden verse.

Frente a las murallas de la alcazaba se habían instalado también un numeroso grupo de moriscos andaluces.

El propio sultán marroquí Muley Zidan, tras la pérdida de Larache y la Mamora, incitó a los moriscos, aprovechando su resentimiento contra España, a ejercer el corso.

Los de Hornachos, a pesar de su origen de tierra adentro fueron los más entusiastas de la idea y los primeros en embarcarse, sirviéndose de marineros renegados europeos y  marroquíes.

La nueva profesión les pareció rentable y pronto decidieron hacer suya la alcazaba. En 1626 mataron al Caíd Ez-Zeruri y siguieron pagando al sultán los diezmos de la piratería, pero al llegar el nuevo Caíd le mataron y se declararon independientes.

Establecieron una República al modo de la que tenían en Hornachos, con su gobierno, un jefe o Alcaide y un Diván de catorce miembros43.

Pronto los moriscos andaluces, establecidos a los pies de la alcazaba que eran más numerosos y habían ayudado a los hornacheros, exigieron formar parte del gobierno y la correspondiente en la recaudación de la aduana. En 1630 andaluces y hornacheros estaban en plena guerra. En Mayo de este año, ante el peligro común, se suspendieron las armas y llegaron a un acuerdo por el cual los andaluces elegirían un Caíd que residiría en la Alcazaba. El Diván se compondría de dieciséis miembros mitad de cada una de las partes. Los dos pueblos andaluces y hornacheros se repartirían por igual las presas del corso, como la recaudación de la aduana.

Los de Hornachos pasarán pronto a ser armadores, reuniendo una pequeña flota de cuarenta barcos entre fustas, polacras, pingues o tartanas, todos de bajo calado para poder guarecerse en la desembocadura del Bu- Regreg.

En este tiempo llegaron a capturar hasta 6000 personas y el valor de las presas fuer mayor de quince millones de libras. La aduana de Salé recaudó desde 1626 a 1636, veintiséis millones de ducados44.

En su correría llegaron hasta Islandia y Terranova, poniendo en jaque a la mayoría de las flotas europeas, cuyos países establecieron contactos y embajadas con la República Pirata, firmando tratados de paz con Inglaterra, Francia y los Países Bajos. En los momentos de aprieto, también recurrieron a España pues no en vano eran españoles.

En 1631 intentan, teniendo como interlocutor al Duque Medina-Sidonia, un tratado entre la Alcazaba de Salé y el Rey de España, Felipe IV: pedían que se les dejara volver a su villa de Hornachos, donde vivirían como cristianos, entregando al Rey la fortaleza de Salé con sus 68 cañones, llegarían a Sevilla con sus barcos y con el producto del despojo de la judería, que prometía muy rico, haciéndose también con los caudales de los judíos de Flandes que allí operaban y comerciaban con ellos. Entregarían toda la correspondencia tenida con las potencias enemigas de España para servicio del Rey. A cambio de los barcos y del botín, el Rey les entregaría doscientas libras de oro, con lo que podrían iniciar su nueva vida en España e indemnizar a los nuevos ocupantes de Hornachos. A todo ello la Corona Española respondió con evasivas45.

No cejaron los de Salé en sus intentos de volver a España, volviendo a tratar lo mismo con el Marqués de los Arcos, Gobernador de Ceuta en 1660.

No era solo el gran sentimiento de la patria perdida lo que movía a los moriscos, también lo era el volver a la sujeción del Sultán, lo que ocurrió en 1668. Hasta entonces puede hablarse de una República Independiente en la Alcazaba de Salé. Los moriscos hornacheros y andaluces vuelven a ser súbditos del Rey de Marruecos, continuando con el corso y la piratería hasta prácticamente el siglo XIX46.

9. LOS MORISCOS DE HORNACHOS 400 AÑOS DESPUÉS

Cuatrocientos años después de la expulsión los moriscos hornacheros como son conocidos en Rabat, descendientes de los que salieron de Hornachos, guardan todavía la “Asabía” de sus progenitores, el agnatismo propio de pertenencia a una raza, a un pueblo, a una cultura, que generación tras generación conservan con orgullo.

Los Vargas, Blanco, Zapatas, Galán, Duque, Flores, Santiago, Zamar, Serón, Tredano, Palafresa, Ríos, Campos, Barrientos, Godina, Merino, Moreno, Marín, Carrión, etc.; guardan la memoria de sus ancestros que hace cuatrocientos años salieron de la villa de Hornachos.

El Corso hizo ricas a la mayoría de las familias de los hornacheros y su preponderancia e influencia, tanto económica como social llega hasta nuestros días. Paradigma de todos ellos los Vargas, hoy Bargach, descendientes del último regidor hornachego Diego de Vargas, padre de Brahím Vargas el famoso pirata que se hizo armador y muy rico.

Sus descendientes ocuparon puestos de Cadíes y Gobernadores de la ciudad de Rabat hasta el siglo XX.

Otro antepasado Mohamed Bargach fue ministro de asuntos exteriores de Marruecos firmando como tal el tratado de Madrid en 1880. En premio recibió del Gobierno Español la Gran Cruz de Isabel la Católica, que aún muestran con orgullo sus descendientes, junto a las ejecutorias y nombramientos47.

Las casas y palacios de los Vargas en la Medina de Rabat, también son orgullo de la familia y con orgullo de su pasado se muestra también su más preclaro descendiente el Coronel Mohamed Bargach, prototipo de los hornacheros de Rabat y uno de sus más firmes valedores.

En 1941, los descendientes de aquellos moriscos españoles eran denominados por el Instituto de Altos Estudios Marroquíes como: “Los que se distinguen de los hanifiis, porque son generalmente muy blancos de piel y tienen una fisionomía muy parecida a la europea, son muy limpios y urbanizados. Sus casas suelen ser preciosas, sus mujeres son hábiles en el bordado y parecen tener un mayor grado de civilización”.

Todas estas calificaciones pueden ser aplicadas a los hornacheros en particular, como hemos podido comprobar el alguna expedición a la ciudad de Rabat, donde cualquiera de los expedicionarios, actuales habitantes de la villa de Hornachos tenían más rasgos árabes que los anfitriones rabaties, y no es exagerar.

Las casi veinte generaciones de moriscos hornacheros desde la expulsión hasta nuestros días, han conservado el apego a sus orígenes, manteniendo tradiciones y costumbres y el afecto y familiaridad entre ellos como signo de identidad comunitaria.

10. HERMANAMIENTO HORNACHOS-RABAT

Atrás quedaba en el tiempo alguno que otra conferencia que en Semanas Culturales, etc., habían impartido sobre el tema morisco y los de Hornachos en particular, personalidades tan versadas en el asunto como el profesor Fernández Nieva entre otros.

Es cuando a iniciativa del entonces Alcalde D. César Diez Solís en 1998, se celebran las primeras Jornadas de Estudios Moriscos, con la finalidad de dar a conocer esta etapa tan importante de la historia local, así como ya de cara al IV Centenario de la expulsión “crear un cierto espíritu en la sociedad española y extremeña para reparar, hasta cierto punto la injusticia histórica que la expulsión de los moriscos representó”, rezaba el folleto anunciador de las mismas.

Estas jornadas se llevaron a cabo en Hornachos con la participación de expertos en la materia en los días 8, 9 y 10 de Julio de ese año.

Un año antes apareció por Hornachos un personaje singular que tuvo que ver bastante en todo esto, se trataba del periodista y profesor, un tanto aventurero, D. Francisco Sánchez Ruano, el cual había estudiado e investigado sobre los moriscos y los de Hornachos en particular, habiendo contactado con los descendientes de los hornacheros de Rabat y con algunas autoridades municipales de aquella ciudad. A este señor se le comisionó la organización de las Jornadas y facilitó los contactos epistolares primero y personales después, con las autoridades rabaties.

Estas Jornadas se pretendían institucionalizar y se llevarían a cabo cada dos años, por lo que en 2001 se celebran las Segundas Jornadas, con el patrocinio del Ayuntamiento y otras Instituciones durante los días 14, 15, 16 de Junio48.

A ellas invitadas por el Ayuntamiento de Hornachos asiste por primera vez una delegación de Rabat que encabezaba el profesor Driss el Anrrani, vicepresidente de la municipalidad de Rabat-Hassan y entre otros el coronel Bargach, alma mater de todos los contactos y relaciones.

El Coronel Bargach es persona de carácter abierto y entusiasta, más el apasionamiento puesto en todo lo relacionado con Hornachos, su influencia y buen hacer en las esferas oficiales rabaties, junto con las gestiones de Sánchez Ruano, ya habían fructificado y municipalidad de Rabat-Hassan, pues la capital Marroquí estaban entonces divididas en distritos, había dirigido invitación al Ayuntamiento de Hornachos para visitar esta ciudad y firmar los acuerdos pertinentes de colaboración y hermanamiento.

Esta visita se llevó a cabo en los días 27, 28, 29, 30 y 31 de Julio por una delegación del Ayuntamiento de Hornachos, encabezada por su Alcalde D. César Diez Solís, varios concejales, secretario de la corporación y otros entre los que tuvimos la satisfacción de encontrarnos.

Casi cuatrocientos años después de la expulsión los hornacheros de aquí volvíamos a la ciudad que acogió entonces a los expulsados. Numerosos encuentros hubo entre la delegación de Hornachos y las autoridades municipales de Rabat-Hassan, con ello se discutió y aprobó el protocolo de hermanamiento, estampando la firma del acuerdo en un memorable acto celebrado en la Casa Mariní, bello palacio de un antiguo morisco hornachero, convertido en lugar de representación del Ayuntamiento de Rabat.

Se formalizó el protocolo por parte hornachega por su Alcalde y por la municipalidad de Rabat-Hassan, su presidente Sr. Sebbata, este también descendientes de moriscos hornacheros, los Zapatas ya arabizado el gentilicio49.

En el mes de Abril de 2003, una comisión de la Municipalidad de Rabat- Hassan devuelve la visita, a fin de ratificar en Hornachos los acuerdos de hermanamiento y colaboración. Durante los días del 21 al 26 de dicho mes se sucedieron los actos y las visitas a las autoridades provinciales y regionales, siendo el Acto Central la ratificación del Hermanamiento y nombramiento de Hijo Predilecto de la Villa del Coronel Bargach. Por parte del Alcalde de Hornachos se hizo entrega de sendos pergaminos al Alcalde en funciones de la municipalidad de Rabat-Hassan Sr. Ahmed Att Madani y al Coronel Bargach.

En los días del 25 al 29 de Agosto de 2004 una nueva comisión del Ayuntamiento de Hornachos encabezada por el entonces Alcalde D. Bernardino Romero Durán (Q.E.P.D), visita la ciudad de Rabat, a fin de firmar un nuevo protocolo de hermanamiento y cooperación, pues el actual sistema de gobierno municipal de la ciudad rabatí había agrupado a las distintas municipalidades en una sola administración.

Este nuevo documento fue firmado por parte hornachega por su Alcalde D. Bernardino Romero Durán y por la ciudad de Rabat su homónimo Sr Omar el Bharaoui.

La firma quedo estampada en un gran pergamino de piel de cordero, muestra de la artesanía rabatí y al mismo se unieron puntos de acercamiento, no solo culturales e históricos, también sobre cooperación comercial.

En el trascurso de esta visita, aparte los encuentros lúdicos y culturales, por parte de los citados Alcaldes se descubrió una placa dando el nombre de Hornachos a una calle en la Medina de Rabat50.

A lo largo de estos años los vínculos entre estos pueblos se han ido acrecentando con distintos intercambios y visitas de otras tantas delegaciones, poniéndose de relieve en cada una de ellas, los lazos de hermandad y colaboración, lo que unirá más a ambas comunidades de cara a la celebración del IV Centenario de la expulsión.

Para ello tanto la Villa de Hornachos, como la ciudad de Rabat tienen establecido unos amplios programas de actos y celebraciones.

11. CONCLUSIÓN

Después de cuatrocientos años, “Un pueblo en dos ciudades” como alguien con acierto definió, ha vuelto a crear lazos de unión y amistad.

Lo que hace cuatro siglos fue partido por la intolerancia y el fanatismo, el racismo y la exclusión o cuales quiera fueran las causas, geoestratégicas, religiosas o políticas de aquella infausta expulsión, se ha remediado, sino con la unidad, sí con el acercamiento entre culturas, ideas y pareceres diferentes, pero todos ellos enriquecedores para la civilización y vida de los pueblos.

Su conocimiento y el estudio de la idiosincrasia particular, del pasado histórico, sin apasionamiento, fuera de toda imposición y mirado con perspectivas de futuro, solo puede llevar al progreso y bienestar de los integrantes de los mismos abriendo un horizonte de tolerancia, convivencia, igualdad y fraternidad.

Si muchos años ha habido de distanciamiento, obligado por tantos condicionantes como avatares han traído la historia, más debe de haber de enriquecimiento de las dos culturas, que en los comienzos de este siglo XXI deben de mirarse sin recelo en aras de la paz y concordia entre las naciones.

Como dijimos en el discurso de aquel solemne acto de Hermanamiento en la Casa de la Cultura de Hornachos “Ojala que los ríos Bu-Regre y Matachel pudieran juntar sus cauces en una sola corriente que uniera los más fructíferos deseos”.

Deseos que solo puede llevar a la comprensión y al conocimiento mutuo y afianzar en el respeto a lo diferente con independencia de las ideas políticas y religiosas, mirando a la unidad en los valores humanos universales.

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1 Pragmáticas Reales. Bando de Expulsión de los moriscos de los Reinos de Granada, Andalucía y de la villa de Hornachos. 1609-1610. Edición Facsímil. Madrid. 1979.

2  El contingente mayor delos expulsados, más de tres mil, según distintos estudios, tras la expulsión llegaron al norte de África, y después de deambular un tiempo se instalaron en la antigua y destruida Ribat-al Fatc, cerca de Salé donde se establecieron en la Kasba o Fortaleza. Los descendientes actuales de los hornacheros en la ciudad de Rabat, como hemos podido comprobar, guardan la memoria de su pasado, como timbre de orgullo, sintiéndose hornacheros de corazón identitariamente.

3  Janer, Florencio. Condición Social de los Moriscos de España. Imprenta de la R. A. H. Madrid 1857. -García Cárcel. Inquisición Española y Mentalidad Inquisitorial. S.F. Pg. 67, 78. – Domínguez Ortiz y Bernard Vicent. Historia de los Moriscos. Madrid  1984. – Fernández Nieva, Julio. La Inquisición y los Moriscos Extremeños. Universidad de Extremadura, S.F. –L. Cardaillac. Morisque et Cretiens. Un affrontement polémique. (1492-1640. Paris 1977.

4  Terrón Albarrán, Manuel. Extremadura Musulmana. Badajoz, 1991.

5  Vd. González Rodríguez, Alberto. Hornachos Enclave Morisco. Mérida 1990. –Corcobado Nava- rro, Lorenzo. Los hitos del Hornachos Morisco. Hornachos, 2001.

6  Muñoz de S. Pedro, Miguel. Conde de Canilleros. Extremadura. 1966.

7  González Rodríguez, Alberto. Op. Ci. Pg. 41  – Garrido Santiago, Manuel. Arquitectura Militar de la Orden de Santiago en Extremadura. Cáceres 1989. pg. 150, 153.

8  Ortiz de Tovar. Discursos de la Peregrina, Portentosa, y Milagrosisima imagen del Stmo. Cristo del Rosario de la Villa de Hornachos y de las Antigüedades, nombres, sitios y cosas notables de esta Villa etc.   Manuscrito original conservado en la Biblioteca del Seminario Diocesano de S. Atón. Copia del Autor. También. González Rodríguez, Alberto. Op. C. Pg. 68

9  A.H.N. Libros de Visita de la Orden de Santiago. L. 1102 – C folio 158

10  Valencia de, Pedro. Tratado de los Moriscos de España. Reproducción  Facsimilar. Málaga 1977. Pg. 15.

11  Sánchez Pérez, Andrés. Moriscos de Hornachos Corsarios de Salé. Revista de Estudios Extreméños. Badajoz 1964. Tomo XX, Pg. 15

12  Gómez Moreno. Copia de una carta de dote que se dio en tiempo que eran moros en Hornachos. Revista Al- Andalus. Tomo IX. Pg.196. 1944.

13  Chaves, Bernabé. Apuntamiento Legal sobre el dominio Solar de la Orden de Santiago. El Albit- Barcelona 1975.

14   Rodríguez Blanco, Daniel. La Orden de Santiago en Extremadura. Siglos XIV –XV. Badajoz 1985. Pg.188 y ss.

15  Ortiz de Tovar. Op. Cit. Folio 39 vto.

16   Vde. Viajes de extranjeros por España y Portugal. Ed. García Mercadal- I. Aguilar.   Madrid 1952.Pg.1257.

17  Ortiz de Tovar. Op. Ct. Folio 18. – Mayorga Fermín. Los Moriscos de Hornachos, Crucificados y coronados de espinas. Cultiva Libros. 2009.

18  Manuscritos Árabes de Hornachos. Introducción, Estudio y traducción. Pérez Álvarez, M. Ánge- les. Rebollo Ávalos, Mª José. Editora regional de Extremadura. Badajoz 2008.

19  Libro de Bulas y Pragmáticas de los Reyes Católicos. Madrid 1973. También. Ladero Quesada,

M.A.. Los Mudéjares de Castilla en tiempos de Isabel I.Inst. Isabel la Católica. Valladolid 1969. Pg.320 y ss.

20  A.G.S. Mercedes y Privilegios. Lg. 295. pieza 3. folio 4v. 5.

21  Ortiz de Tovar. Op. Ct. Fl.16.

22  Ibid. Op. Ct.Fl. 16.

23  Ibid. Op. Ct.Fl.17.

24  Braudel, F. El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Méjico 1976.

25   Fernández Nieva, Julio. La Inquisición y los Moriscos Extremeños. 1589-1610.Universidad de Extremadura. Gabinete de Publicaciones. Pg. 19

26  A.H.N. Inquisición. Llerena. Lg. 2705. 1586.

27  A.G.S. Cámara de Castilla.  Lg.2195. folio 27 y ss.

28  A.G.S. Mercedes y Privilegios. Lg. 295. Piz. 3 folio 5 y 5 Vto.

29  A.G.S. Ibíd.  Otorgamientos 1 y 3,5 º y 7º .

30  A.G.S. Cámara de Castilla. Lg. 2195. Auto del Ld. Santillana.

31  A.H.N. Inquisición Llerena. Lg. 2707.

32   Véase. A.H.N. Inquisición Llerena. Lg.2707.—Fernández Nieva, Julio. Les Morisques et leurs Temps. Ed. Du C.N.R.S. Paris 1983. Pg. 269-295.

33  A.H.N. Ordenes Militares. Archivo Judicial, Santiago. Pleito Nº 6381. Sobre las acusaciones del Ld. Cuenca y sus aliados, Juan de Chaves Xaramillo y los frailes del Convento de San Ildefonso. Véase.- Fernández Nieva Julio. Un pleito entre el Ld. Cuenca y los moriscos de Hornachos. 1607- 1609. Hitos de la conflictividad hispano musulmana en el seno de una comunidad local. Religión, Identité, el Sources. Pg.213- 244. Paris.

34   Informe del Alcaide de Hornachos, Juan de Chaves a S.M.. – A.H.N. Inquisición Llerena. Lg.2707. Copia. ——Mayorga Fermín. Op. Ct. Pg. 59-62.

35  Ortiz de Tovar. Op. Ct. Folio 17 y ss.— A.H.N. Estado. Lg.2639 sin foliar.

36   Con respecto a la conflictividad y acusaciones a los de Hornachos, entre otras puede verse: – Guadalajara y Javier, Fray Marcos.  Memorable expulsión  y justísimo destierro de los moriscos de España. Pamplona 1613. —Santa Cruz de, José. Crónica de la Provincia de San Miguel.1671. Fasimilada. Ed. Regional de Extremadura-2001. — Sánchez Pérez, Andrés. Op. Ct. – Salazar de Mendoza, Pedro. Origen de las dignidades seglares de Castilla y León.Madrid 1618. Imprenta Real 1657.

37  Sánchez Pérez, Andrés. Op. Ct. Pg.38.

38  A.G.S. Estado Lg. 220. Copia. El Marqués de S. Germán a S.M. Sevilla 9-2-1610

39 Ibíd. — Sevilla 16-2-1610.

40  Sánchez Ruano, Francisco. Un pueblo en dos ciudades. Hornachos –Rabat. Inédito. —– Mayorga Fermín. Op. Ct. Pg. 125 y ss.

41  Sánchez Pérez, Andrés. Op. Ct. Pg. 130.

42  Ibíd. Op. Ct. Pg. 132 y ss. —Gonzalvez Busto, Guillermo.  La República andaluza de Rabat en el siglo XVII. Tetuán. Biblioteca Española. 1974.

43  Sánchez Pérez, Andrés. Op. Ct. Pg. 134.

44  Ibid. Pg. 136.

45  El rey Felipe IV escribe al Duque de Medina-Sidonia proponiendo a los moros de la Alcazaba de Salé lo siguiente”: 1º- Pueden quedarse a vivir en Salé o en la Alcazaba bajo el amparo de S.M. gozando de la libertad y el comercio que al presente tienen con las naciones y en la forma que hasta aquí lo han hecho.——-2º Que los que quisieran reducirse a Nuestra Santa Fe Católica, serán admi- tidos en estos Reinos de S.M.. Les mandará señalar parte donde puedan avecindarse y vivir cómo- damente gozando de la exenciones y libertades que los demás que residen en España. A.G.S. Cartas Lg. 16 .1630-1631.

46  Gonzalvez Busto, Guillermo. Op. Ct. Pg. 100 y ss.

47  Bargach, Mohamed. Une Famille a Coeur de l’ histoire. Casablanca 2002.

48  II Jornadas de Estudios Moriscos. Actas. Ayuntamiento de Hornachos. Graficas Rivera 2002.

49  Corcobado Navarro, Lorenzo. Las inolvidables Jornadas de Rabat. Crónica inédita.

50  Vse. La Revista. Información Municipal y Cultural. Hornachos 2004. Nº 48.

 

Oct 012009
 

Cecilia Martín Pulido.

De Gabriel Llabrés y Quintana (Binissalem, Mallorca, 1858 – Palma, Mallorca, 1928) existen importantes biografías que dejan al descubierto su capacidad intelectual y su sabiduría. Catedrático de Historia, bibliotecario, académico correspondiente de varias Academias, fundador de la Arqueológi- ca Lu-liana, de Palma y de importantes revistas1, incansable investigador en diversos campos de la historia… , autor de importantísimos y valiosos traba- jos en “no menos de 346 títulos entre ediciones de documentos, artículos, opúsculos, libros, monografías y catálogos” 2, y mantuvo a lo largo del tiem- po, viva curiosidad por conocer y seguir la historia y el arte de las ciudades en las que residió, manteniendo contacto con los más señeros intelectuales de la época.

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Oct 012009
 

Serafín Martín Nieto.

2.3.  Año 1810

Este año, como no podría ser de otra forma, comenzó con la cotidiana pre- ocupación de atender a los suministros de las tropas. Unas de las primeras me- didas, fue la petición a los párrocos de la relación de capellanías y beneficios existentes en sus parroquias cuyos propietarios se hallasen ausentes. El 2 de enero, Don Gonzalo María Rincón, párroco de Santa María y vicario eclesiásti- co de Cáceres, declaró que como la última visita databa de 1792, me he acaba- do de desengañar de que nada se puede saber por ella, porque son muchos los posehedores que han fallecido y consecuentemente habían variado los adminis- tradores. No obstante, remitía una lista de los que había averiguado por medio del cobrador del subsidio1.

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Oct 012009
 

Teodoro Martín Martín.

  1. 1.  INTRODUCCIÓN

Hace pocas fechas investigando en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial me encontré con un curioso documento impreso titulado: Luz y claridad para contadores de partidos1. Estaba dedicado al Sr. Don Juan Francisco de Segura, contador de Su Majestad y de la Superintenden- cia general de rentas reales y servicio de Millones del Reino de Jaén. Su autor era Alonso Barbero, teniente contador de las rentas reales de la ciudad y tesore- ría de Trujillo, año 1694. Editado por Francisco Sanz, impresor del Reino y portero de Cámara de S. M., hecho con licencia. Consta el documento de título (una hoja) al que siguen otras seis sin paginar. En ellas se contiene la dedicato- ria a Carlos II, el parecer de un contador de resultas, la preceptiva licencia del Consejo de Hacienda, la fe de erratas y la tasa impuesta por el citado consejo el 18 de mayo y firmada por Don José Francisco Aguiriano.

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