Oct 012003
 

Felicísimo García Barriga.

Universidad de Extremadura

La familia es, sin duda alguna, la forma básica de la organización de prácticamente todas las sociedades humanas, pasadas y presentes, y su importancia trasciende más allá de lo meramente demográfico, para convertirse en un elemento clave en la explicación de fenómenos sociales y económicos que de otra manera mostrarían no pocas zonas oscuras, y en el que sus comportamientos se guían por estrategias claramente definidas; así, en palabras de Ángel Rodríguez Sánchez, “en la historia de la familia sólo ha de reconocerse cierta espontaneidad biológica; lo demás resulta ser un conjunto de evidencias que remite a una dirección calculada[2].

Sin embargo, esta importancia no se tradujo en absoluto en el correspondiente interés por parte de los historiadores que, en el mejor de los casos, sólo se preocupaban por la reconstrucción de genealogías de personajes de relevancia política o cultural. Será a partir de la década de los 60 cuando la familia se convierta por fin en objeto privilegiado de estudio por parte de los investigadores, a través de dos metodologías muy dispares, pero con objetivos similares: el método de reconstrucción de familias creado por Louis Henry y André Fleury[3], cuyo propósito era el análisis de las dinámicas familiares a lo largo del tiempo, y usando el Registro Civil y, antes de la creación de éste, los libros sacramentales, obligatorios en todas las parroquias católicas desde el Concilio de Trento, como fuentes básicas; y la escuela surgida del congreso celebrado en Cambridge en 1969, a partir del cual, y gracias a la importantísima labor de Peter Laslett se definió todo un modelo basado en la naturaleza estructural de las unidades de corresidentes[4], usando como fuente los padrones y recuentos fiscales en los que se anotaban los vecinos y las personas que vivían con ellos.

Así, mientras que el método de reconstrucción de familias parte de la unión biológica de los miembros de la unidad familiar, las listas nominales, en las que prevalece el concepto de vecino como cabeza familiar, ha obligado a considerar el término familia como unidad de corresidentes, es decir, los miembros de un grupo que se albergan bajo el mismo techo, independientemente de los lazos de cohesión entre los miembros del conjunto. Por esta razón, la vertiente cuantitativa del método laslettiano es evidente y ha sido duramente criticada por aquellos que creen que más allá de un mero recuento de tipologías estructurales, la historia de la familia debe abordar el llamado proceso de reproducción social y el papel que en él desempeñan mecanismos como el parentesco, el ciclo de vida, las estrategias personales y las redes de solidaridades en las que se sitúan y actúan los miembros de un hogar[5].

Es en este ámbito en el que queremos ubicar esta comunicación. Partiendo del hecho evidente y suficientemente demostrado por muchas investigaciones realizadas en el seno del Área de Historia Moderna de la Universidad de Extremadura, de que la familia nuclear, es decir, la compuesta por un matrimonio, con o sin hijos, era el modelo abrumadoramente mayoritario en la Extremadura del Antiguo Régimen, con porcentajes en algunos pueblos cercanos al 90% del total de agregados familiares, en estas líneas nos ocuparemos precisamente de las excepciones, de aquellas familias que albergaban en su seno a personas ajenas al núcleo familiar, y de los procesos que llevaban a la formación de esas familias extensas. Asimismo, utilizando la información proporcionada por la documentación notarial (testamentos, fundamentalmente, y otras escrituras como escrituras de obligaciones alimenticias, donaciones inter vivos, etc.), pretendemos exponer cómo las familias extremeñas de la época moderna mostraban su solidaridad, bien hacia sus familiares, bien hacia personas totalmente ajenas a ellos, y cómo en muchas ocasiones esas demostraciones de solidaridad no eran en absoluto desinteresadas, sino que llevaban implícita una contrapartida de orden económico.

Toda esta labor se centrará en un espacio muy preciso, la zona situada al oeste de la ciudad de Cáceres, y más concretamente los pueblos de Casar de Cáceres, Malpartida de Cáceres, Arroyo de la Luz, Navas del Madroño y Brozas, en el tiempo comprendido entre 1650 y 1850.

1.- LA CORRESIDENCIA Y SUS FORMAS BÁSICAS.

Como hemos comentado en la introducción, y frente a la creencia popular que creó una imagen, totalmente falsa por otra parte, de grandes familias compuestas por abuelos, padres y nietos, viviendo todos en la misma casa y trabajando codo a codo, principalmente en las labores agrícolas, la sociedad extremeña de los tiempos modernos se articulaba de forma mayoritaria en torno a la llamada familia nuclear y la residencia neolocal; esto supone que cuando una pareja contraía matrimonio, abandonaba el hogar paterno y fundaba uno nuevo, en el que viviría con los posibles hijos fruto de la relación conyugal. Ello no quiere decir, sin embargo, que estas familias nucleares fueran totalmente autónomas, ya que la neolocalidad o el establecimiento autónomo de la pareja implícito al sistema de residencia no tenía por qué afectar al trabajo y a la producción ni tampoco a su dimensión “solidaria” en forma de prestaciones de ayuda y cuidado[6]. Sirva como ejemplo el compromiso suscrito en 1827 en Casar de Cáceres entre Francisco Royo Guzmán y su yerno Agustín Criado, en el que “…dixeron que hace muchos años están avitando juntos en una misma casa y tenido de común todos sus bienes, no sólo desde que se casó la hija, sino antes, y después de morir la madre y un tío suyo carnal, sin haver separado la lexítima de estos, ni ajustado cuentas algunas ni llevado razón de gastos ni productos respectivos[7]. Incluso en algunos casos la pareja de recién casados seguía viviendo durante un tiempo en el hogar paterno, bien del novio bien de la novia, posiblemente en un momento en el que no disponían de domicilio propio; todo esto lo sabemos gracias a algunas cartas de dote, en los que los padres de la novia a la que se le otorga dicha dote les dan también los gastos sufridos por la familia en la manutención del nuevo matrimonio[8]. Así, Pedro Salgado Cotrina afirmaba en su testamento que “…quiero y es mi voluntad que a dicha mi hija no se le cuente ni compute cosa alguna por el tiempo que después de casar ha estado viviendo junta conmigo y manteniéndonos todos con lo que yo ganaba y ganaba su marido, como una familia, asistiendo y cuidándome en todo quanto necesitaba…” [9].

Por tanto, no cabe duda de que había ejemplos de familias que, o bien albergaban en su seno un pariente de uno de los cónyuges, caso en el que estaríamos hablando de las llamadas familias extensas, o bien contenían dos o más núcleos familiares, es decir, las conocidas como familias múltiples. La incidencia de esta última tipología era prácticamente nula en los pueblos analizados, por lo que serán los ejemplos de familias extensas las que podamos analizar. La mejor forma de acceder al conocimiento de estos núcleos familiares es el análisis del tamaño medio de las familias y de las formas de corresidencia, centrándonos en los casos de Brozas, Navas del Madroño y Arroyo de la Luz, las villas de las que disponemos de datos al respecto.

Como ya hemos comentado anteriormente, las familias extensas y múltiples integran en ambos pueblos un pequeño número de grupos que, según J. P. Blanco, pueden ser interpretadas en el caso extremeño fundamentalmente como variantes de la familia nuclear, destinadas a conservar patrimonios o por necesidades del sistema productivo[10], sin dejar por supuesto de lado la solidaridad familiar como motivación clave a la hora de entender este tipo de comportamiento, que será el foco de nuestro atención en el siguiente apartado, y que creemos además el motivo fundamental de formación de los agregados extensos en los pueblos analizados en este trabajo; se observan así casos de matrimonios que acogen en su seno al padre o la madre viudos, a hermanos o sobre todo hermanas solteras, a nietos o a sobrinos y sobrinas huérfanas[11], comportamientos que analizaremos con mucha mayor profundidad más adelante.

Tabla I: integrantes del núcleo familiar en Brozas y Arroyo de la Luz

miembros del núcleo familiar NAVAS BROZAS ARROYO DE
LA LUZ
AÑOS 1752 1752 1787 1829
cónyuges 1,64 1,82 1,79 1,8
hijos 1,93 1,81 1,62 1,6
parientes 0,10 0,11 0,05 0,04
criados 0,03 0,04 0,02 0,01
TOTAL 3,70 3,78 3,48 3,45

Fuente: Archivo Municipal de Navas del Madroño, Catastro del marqués de la Ensenada, Libros de lo Personal (s. c.) AHPC, Municipal de Brozas, cajas 87-90, Catastro del marqués de la Ensenada para la Única Contribución, Libros de lo Personal; caja 41 (padrones, censos y estadísticas), Censo de Floridablanca, Archivo Municipal de Arroyo de la Luz, caja 75 (secretaria, padrones y censos), Padrón de 1829, y elaboración propia.

Los datos confirman un hecho ya conocido a través de las investigaciones realizadas en otras localidades extremeñas: la pareja conyugal y los hijos constituían, debido al altísimo porcentaje de familias nucleares existentes, más del 95% del total de los integrantes de las familias de Brozas, Navas y Arroyo, porcentaje que además aumenta con el paso del tiempo[12]. En el caso de Navas, la fuerte presencia de viudas en la jefatura del hogar (más del 10% de los cabezas de familia son viudas, con o sin hijos), contribuye a una menor presencia de los cabeza de familia en el total del agregado familiar, frente a lo que sucede en Brozas o en Arroyo.

El escaso número de familias extensas y múltiples, es decir, de aquellas que precisamente se definen por acoger en su seno a parientes que no son estrictamente los cónyuges y sus hijos, hace que el peso de estos parientes en la composición total del agregado doméstico resulte muy exiguo[13], un peso que disminuye de forma drástica entre el siglo XVIII y el XIX[14], y que es atribuible de forma íntegra, al menos en el caso que conocemos, a los grupos de ascendientes y colaterales, sobre todo a padres, suegros y hermanos. El carácter en gran medida coyuntural de la acogida que se prestaba a los individuos integrados en estos sectores, que hacía que su número sufriera grandes oscilaciones bien por fallecimiento (en el caso de las personas ancianas, como los padres, los abuelos o los suegros, sería la principal causa de su desaparición del hogar familiar), bien por el acceso al matrimonio de hermanos o hermanas jóvenes, podría explicar esta fuerte disminución, todo ello en beneficio de la hegemonía, cada vez mayor, de la familia nuclear.

Tabla II: parientes corresidentes* en Brozas y Navas del Madroño en 1752 y 1787.

Parientes NAVAS BROZAS
1752 % 1752 % 1787 %
abuelos 0 0 1 0,8 1 1,8
padres 9 19,6 48 39,7 10 18,2
suegros 7 15,1 13 10,7 2 3,6
tíos y tías 0 0 2 1,7 0 0
hermanos y hermanas 21 45,7 35 28,9 5 9,1
cuñados y cuñadas 2 4,4 8 6,6 1 1,8
primos 0 0 1 0,8 0 0
nietos 3 6,5 5 4,1 19 34,5
sobrinos 4 8,7 8 6,6 17 30,9
ascendientes 16 34,8 64 52,9 13 23,6
descendientes 7 15,2 13 10,7 36 65,5
colaterales 23 50 44 36,4 6 10,9
TOTALES 46 121 100,0 55 100

*Estas tipologías están definidas por el parentesco del corresidente con el cabeza de familia.

Fuente: Archivo Municipal de Navas del Madroño (s. c.), Catastro del marqués de la Ensenada, Libros de lo Personal;AHPC, Municipal de Brozas, cajas 87-90, Catastro del marqués de la Ensenada, Libros de lo Personal; caja 41 (padrones, censos y estadísticas), Censo de Floridablanca, y elaboración propia.

Así, en el caso de Brozas, el predomino de los ascendientes (con un 53%) sobre los descendientes y colaterales, con un 11 y un 36%, respectivamente, se convierte en 1787, en un importante descenso de las familias de tipo ascendente y colateral, que ven notablemente reducidos sus porcentajes en beneficios de aquellos agregados cuyos cabezas de familia albergan a alguno de sus descendientes, que alcanzan el 74% del total de hogares incluidos dentro de esta clasificación.

Por el contrario, en Navas del Madroño el predominio de los colaterales es indiscutible, y dentro de ellos de los hermanos del cabeza de familia, fenómeno en el que debió de influir alguna grave crisis para la población de la villa que afectó a todas las variables demográficas[15]. No debemos olvidar, además, que el mismo Catastro señala la existencia de 9 pobres de solemnidad en la villa, lo que representa un 2% del total de vecinos, mientras que la misma fuente señalaba para la vecina villa de Brozas sólo 10 pobres, apenas un 0,8%. La crisis demográfica, pues, afectó sin duda a la estructura de los agregados familiares, como pone de manifiesto el elevado número de agregados sin estructura.

Las circunstancias que determinaban la presencia de parientes en el agregado doméstico influían también de forma decisiva en su composición sexual en relación con la clase de parentesco, como expresa la siguiente tabla

Tabla III: corresidentes por sexos. Brozas, 1752 y 1787, y Navas, 1752

Varones Mujeres Total%
Ascendente NAVAS 1752 23,5 76,5 100
BROZAS 1752 10,8 89,2 100
1787 38,5 61,5 100
Descendente NAVAS 1752 50 50 100
BROZAS 1752 38,5 61,5 100
1787 44,4 55,6 100
Colateral NAVAS 1752 39,1 60,9 100
BROZAS 1752 34,1 65,9 100
1787 20 80 100
Total NAVAS 1752 34,8 65,2 100
BROZAS 1752 21,5 78,5 100
1787 40 60 100

Fuente: A. Municipal de Navas del Madroño (s. c.), Catastro del marqués de la Ensenada, Libros de lo Personal; AHPC, Municipal de Brozas, cajas 87-90,Catastro del marqués de la Ensenada, Libros de lo Personal; caja 41 (padrones, censos y estadísticas), Censo de Floridablanca, y elaboración propia.

El predominio de las mujeres es evidente, hegemonía que podemos considerar lógica dadas las circunstancias en las que se forman las escasas familias extensas y múltiples de Brozas y Navas del Madroño, aunque con un dominio más claro en el primer caso que en el segundo; así, en Brozas sólo las madres y suegras, ya viudas, del cabeza de familia constituyen el 38% del total de parientes corresidentes, que unido al 18% de las hermanas (solteras o viudas), reúnen más de la mitad de los casos de corresidencia anotados en el Catastro; en 1787, en cambio, se produce una reducción de los porcentajes de parientes femeninos, posiblemente debida al ya comentado descenso de los ascendientes y colaterales, preferentemente mujeres, en beneficio de los descendientes. En todo caso, la solidaridad familiar sería en estos casos la explicación más plausible[16], ya que sólo tenemos constancia de una dedicación específica en la economía doméstica de estos individuos, sobre todo de las madres y suegras, que en otras zonas parecen ejercer ciertas obligaciones que permitían a los cabezas de familia dedicarse por entero a sus correspondientes oficios[17], en el caso del don Francisco Garrido, teniente de cura de Arroyo de la Luz, que según una relación hecha en 1799 tenía como criada a una prima que le asistía en las labores domésticas[18]; en Navas, la ya comentada fuerte presencia de hermanos por la relativa abundancia de hogares que, según la clasificación de Peter Laslett, se englobarían en la categoría de agregados sin estructura determinada hace que el porcentaje de varones sea algo mayor que en la villa brocense y establecería, como ya hemos comentado anteriormente, las vicisitudes demográficas como razón básica para la existencia de estos comportamientos, toda vez que en la mayoría de los casos se trata de hermanos que, muy jóvenes aún para contraer matrimonio, siguen viviendo juntos en el hogar en el cual la falta de los padres ha convertido al hermano mayor en el cabeza de familia. Así sucede, por ejemplo, en los casos de Juan Galán menor, labrador de su propia hacienda, soltero de 19 años, que mantenía en 1752 a tres hermanos, Pedro Galán, de 18 años, jornalero, Francisco de 14 y Alonso de 12, o de Francisco Talavera, de 24 años, jornalero, que albergaba en su casa a sus hermanos Juan, de 14 años, e Isabel[19].

En todo caso, creemos que estas circunstancias corroboran plenamente lo señalado por Francisco García González, cuando relaciona este tipo de cohabitación, más que con factores culturales o económico/productivos, con la propia dinámica demográfica en una coyuntura caracterizada por la inestabilidad tanto desde el punto de vista económico como demográfico. En este sentido la crisis reactivaría los mecanismos de solidaridad entre familias, adoptando soluciones contingentes a situaciones coyunturales, reforzando los lazos entre parientes y tendiendo a convivir con una mayor frecuencia bajo el mismo techo[20].

Como veremos posteriormente, la documentación notarial confirma plenamente estas hipótesis pero, como anticipo, sirvan de ejemplos los casos de don Isidoro García, clérigo, quien al casarse su sobrino Ignacio Bazo Carretero en 1808 decía que éste “…quedó bajo su amparo y protección al morir sus padres…[21], poniendo de manifiesto la acogida que se hace de los parientes desamparados por razones como la muerte de los padres; el de Domingo García Arroyo, quien al otorgar la carta de recibo de dote de su mujer María la Sena, señala “…que en el año de 1804 contrajo matrimonio con María la Sena, su actual muger, la cual y su ermana Ysabel, trageron la primera la matrimonio y la segunda a su compañía, y le entregaron doce mill reales en efectivo y cinco mil treinta y siete reales en efectos de ropa, ajuar y demás alajas, todo por mitad entre las dos, y procedentes de sus padres difuntos, y de su tío don Agustín Sánchez Royo…[22], lo que significaba la creación de una familia extensa al llevar la esposa consigo a una hermana soltera.

Por último, tenemos el caso de Juan Vivas Fregenal, quien en su testamento, otorgado en 1810, confesaba que su sobrina política María Cayetana Pacheco Corchado “…se hallaba entonces bajo mi cuidado y asistencia por un efecto de humanidad y cariño, atendiendo a la crecida familia de Cipriana Corchado, viuda, su madre y mi cuñada…”[23], demostrando así que las familias podían acoger a parientes por una temporada, sin que esa acogida significase una permanencia definitiva en ese hogar, pero sí una forma de aliviar la situación económica de sus familiares.

2.-SOLIDARIOS Y SOLIDARIDAD DENTRO Y FUERA DE LA FAMILIA.

Como hemos visto en el apartado anterior, la corresidencia de parientes junto a los núcleos familiares constituidos por el matrimonio, con o sin hijos, era muy escasa en los pueblos analizados en nuestra muestra. Sin embargo, no por ello deja de ser muy interesante el análisis desde el punto de vista cualitativo de esas formas de corresidencia, por cuanto constituyen un indicio muy revelador para comprender cómo las familias extremeñas ejercían comportamientos solidarios hacia miembros de su propia familia que en un determinado momento podían tener problemas para su subsistencia y que tenían que recurrir a la petición de ayuda a sus familiares, no sólo a través del acogimiento en el hogar propio, sino también mediante las mandas testamentarias, las mejoras y otras formas de ejercer esa solidaridad. Por último, pretendemos analizar la solidaridad manifestada hacia personas ajenas a esos núcleos familiares y con los que les podían unir vínculos de amistad que es mucho más difícil descubrir a través de la documentación disponible.

a) Testamentos y mandas testamentarias.

Una forma muy sugerente de acceder a los comportamientos solidarios de los extremeños de los tiempos modernos es el análisis de las mandas testamentarias. La ley sucesoria castellana dejaba a los testadores la facultad de disponer libremente de una parte de sus bienes mediante dos mecanismos de transmisión, el quinto de libre disposición y el tercio de la mejora, para destinarlos a alguno o algunos de sus herederos, así como mandar alguno de sus bienes a quien el testador quisiera. Con ello se podía premiar a quienes habían mostrado una actitud de obediencia, respeto, habían cuidado de los padres en sus enfermedades, o necesitaban de un beneficio suplementario para la realización de estudios o el desempeño de un oficio que de algún modo había contribuido a conservar el prestigio de la familia o a incrementar su estima social, o simplemente, por diversas circunstancias (ser menores, mujeres, estar enfermos o impedidos) se encontraba a los ojos de los padres en un estado de indefensión[24].

Ambas formas de solidaridad, la mejora y el legado, no responden desde luego a las mismas razones por parte del testador, circunstancia que se aprecia perfectamente a través del análisis de las personas que reciben la manda testamentaria. Así, las mandas constituyen por parte de quien otorga su testamento una forma de expresar su agradecimiento por el servicio prestado o por la ayuda en momentos de dificultades, o simplemente reconocer la amistad y cariño que le unen con miembros de su propia familia o con amigos suyos; aun cuando es muy frecuente la manda realizada sin justificación alguna, no dejan de ser sumamente interesantes y expresivas de las razones mencionadas en aquellos testamentos en los que los otorgantes señalan de forma bastante precisa por qué realizan dicho acto en su testamento; muchas veces es la petición de que se encomiende el alma del difunto a Dios, petición que en el Casar de Cáceres se convierte en pedir la llamada “ofrenda”, como ocurre en el caso de Juana Barra, viuda de Diego Alonso, quien al otorgar su testamento en 1740 “manda le ofrende su sobrina Catalina Martín, y por el trabajo le manda una viña de una yunta en las de Valhondo[25].

En otras ocasiones, el cariño y el aprecio hacia la persona mejorada parece constituir el motivo de dicha mejora, como reflejan las expresiones “por el mucho amor y cariño y buena maridanza que siempre hemos tenido” o “en atención al sumo cariño que le tiene”, que se repiten constantemente a lo largo de todas las escrituras que hemos podido manejar. Sucede así con Teresa Cordero Tejado, viuda de Manuel Borreguero y vecina de Arroyo de la Luz, quien al otorgar su testamento en 1839 decía que:

“…Yten también manda por vía de manda, legado, mejora o como más bien el derecho se lo permita a su sobrina Inés Tejado, huérfana y muger de Manuel Peguero Hernández de esta vecindad, todos los vienes muebles y efectos que la actualidad tiene y posee por dentro de su casa, con inclusión de dos cerdos que también le pertenecen destinados para vida, respecto que a dicha Inés la ha tenido, criado, educado y puesto en estado desde su tierna edad y conservándole el cariño y afecto como si fuera hija, cuyo título siempre le ha dado…[26]

Por último, el testador señala a veces el trabajo y asistencia del receptor o receptora de la manda como razón de ella, siendo muy frecuente las expresiones “por su buena asistencia y cuidado” o “por su trabajo”, hacienda referencia casi siempre a mujeres viudas, de avanzada edad, que viéndose imposibilitadas para mantenerse por sí mismas y realizar las tareas del hogar, eran ayudadas por hijas, hermanas, sobrinas, nietas, etc., que a su vez eran remuneradas en el momento de la muerte[27]. En otras ocasiones el otorgante del testamento es mucho más prolijo en sus explicaciones, como sucede con el brocense Juan Barriga Andrés, quien al hacer pública su última voluntad en 1743 decía que “…estoi privado de travajar para mantener mi casa y familia el tiempo más haze de siete años, y teniendo a mi hijo Pedro Barriga mozo de hedad vastante avanzada y expuesto a tomar estado muchos años haze, condolido de mis travajos y miseria se ha detenido en hazerlo a mis ruegos y como buen hijo para mantenerme y a su madre y hermanos de todo lo nezesario que a no ser su asistenzia y cuidado nos hubiéramos bisto prezisados a pedir una limosna y en la mayor estrechez, … y porque igual caridad era digna del maior premio y no poder nuestros vienes satisfazerlo, declaro y es mi voluntad que los tres bueies, jumento y metad de varvecho sembrado lo haia de sacar dicho Pedro Barriga mi hijo, …y que pues no puedo remunerarle lo que ha hecho por mí lo haré en pedir a su magestad su salud para que se lo premien en su gloria...”[28].

Tabla IV: beneficiarios de las mandas y bienes legados (en tantos por cien)

beneficiarios totales % enseres vestidos joyas dinero ganado f. Rústicas f. Urbanas otros total mandas
cónyuges 634 15,8 17,1 3,3 2,0 5,2 20,0 21,9 39,5 21,4 16,6
hijos 1179 29,5 27,1 16,8 20,2 37,3 15,2 35,5 32,3 22,1 27,6
hermanos 275 6,8 7,1 12,9 11,1 7,9 5,0 7,3 5,9 11,0 8,6
nietos 594 14,9 10,7 17,3 16,7 14,6 23,1 9,3 6,5 7,6 13,2
sobrinos 752 18,8 22,1 23,0 27,3 19,4 13,8 18,4 10,2 17,9 18,4
otros parientes 346 8,7 11,2 14,8 12,6 7,8 11,0 5,9 4,4 7,6 9,5
criados 75 1,9 2,1 4,6 1,0 3,2 0,7 0,5 0,8 6,2 2,4
otros 142 3,6 2,6 7,3 9,1 4,6 1,2 1,4 0,3 6,2 3,7
TOTAL 3997 9,4 25,3 4,4 14,6 9,3 14,7 19,2 3,2 100

Fuente: AHPC, Protocolos, escribanos de Brozas, Arroyo de la Luz, Navas del Madroño, Casar de Cáceres y Malpartida de Cáceres, siglos XVII-XIX, y elaboración propia.

Las circunstancias que presiden la realización de estas mandas inciden, como es lógico, tanto en sus beneficiarios como en los bienes legados. Los familiares directos, es decir, cónyuges, hijos, hermanos, nietos y sobrinos, reciben el 85,9% de las mandas, frente al escaso 14,1% que obtienen otros parientes más lejanos y personas ajenas al núcleo familiar. Entre los primeros destacan sobre todo los hijos, con un 27,6% de las mandas, seguidos de los sobrinos, el cónyuge y los hermanos, resultado en gran medida contradictorio con el obtenido por Mercedes Santillana para una pequeña muestra de 153 testamentos de los pueblos aquí observados, excepto Brozas y Navas[29], debido quizás a la exigüidad de esa muestra, y a la inclusión en ella de Cáceres, que podría tener comportamientos diferentes a los de su entorno rural. Junto a ellos, y además de los parientes menos allegados, es de destacar la presencia en los testamentos de mandas dirigidas a criados, muy frecuentes sobre todo en Brozas[30], así como a amigos, compañeros de trabajo o convecinos[31].

Con respecto a los bienes entregados, ropas de vestir y de cama (el 25,3% del total de objetos entregados), bienes inmuebles, tanto de naturaleza urbana (el 19,2%) como rústica (14,7%), dinero (14,6%), enseres domésticos (9,4%), ganado (9,3%) y joyas (4,4%) eran, por este orden, los objetos más utilizados para conseguir el objetivo que el testador se proponía con sus mandas testamentarias. Asimismo, también existen claras diferencias con respecto a lo entregado a las personas obsequiadas en relación con su relación con el otorgante; así, las fincas urbanas son entregadas preferentemente a los cónyuges, suponiendo el 45,5% del total de mandas que les son entregadas, ya que es muy frecuente que los esposos se manden las partes de las casas que han adquirido durante su matrimonio y que por tanto les corresponden en concepto de bienes gananciales, o que dichos inmuebles sean entregados como usufructo, con lo que queda claro el objetivo de facilitar la supervivencia del cónyuge superviviente.

Algo parecido sucede con las tierras, que en este caso son mandadas fundamentalmente a los hijos, quienes también reciben la mayor parte de las mandas dinerarias[32] y de los objetos de uso cotidiano, en este caso dirigidos preferentemente a las hijas. En cuanto al ganado, nietos y cónyuges son los principales beneficiarios, como forma también de socorrer a los miembros de la familia con mayores posibilidades de tener problemas en el futuro, sobre todo en el caso de las viudas de edad avanzada y de los nietos huérfanos, que aparecen con bastante frecuencia como beneficiarios de los legados. Sin embargo, las mandas de bienes menos relacionados con la situación económica del beneficiario, como las joyas o los vestidos, aparecen dirigidas principalmente a parientes quizá no tan cercanos, como los sobrinos (que aparecen en ambas tipologías como el grupo con mayor número de mandas), y otros parientes con conexiones aún más débiles, quienes reciben el 14,8% de las mandas de ropa y el 12,6% de las de joyas. No obstante, en este sentido hay que decir que los legados de ropa constituyen el grupo mayoritario en todos los grupos de personas cercanas al testador, excepto para los cónyuges y los hijos, supremacía que en el caso de los criados y del grupo de “otros” llega hasta casi el 50% del total de las mandas que reciben ambos grupos.

En conclusión, son los familiares más cercanos al otorgante del testamento, sobre todos el cónyuge que queda viudo y sus hijos, los principales beneficiarios de las mandas testamentarias, aunque sin dejar de lado el importante número de legados que se realizan a personas con parentescos menos fuertes con el testador, e incluso a individuos sin ningún vínculo de sangre, cuyas relaciones se derivan del trabajo realizado o de la pura y simple amistad.

La mejora del tercio y/o quinto tiene un objetivo más utilitarista, cual es un intento por mejorar las perspectivas de vida de aquellos individuos de la familia del otorgante que podrían estar en mayores dificultades por diversas razones.

Tabla V: beneficiarios de las mejoras de tercio y/o quinto

tercio y quinto tercio quinto
sexo total % sexo total % sexo total %
mujer 65 55,08 mujer 23 52,28 mujer 57 52,29
varón 53 44,92 varón 21 47,72 varón 52 47,71
TOTAL 118 100 TOTAL 44 100 TOTAL 109 100
parientes TOTAL % parientes parientes %
hijos 103 87,29 hijos 27 61,36 hijos 7 6,42
cónyuge 10 8,47 cónyuge 9 20,45 cónyuge 97 88,99
otros parientes 1 0,85 otros parientes 0,00 otros parientes 2 1,83
sobrinos 1 0,85 sobrinos 4 9,09 sobrinos 0,00
nietos 3 2,54 nietos 4 9,09 nietos 3 2,75
TOTAL 118 100,00 TOTAL 44 100,00 TOTAL 109 100,00

Fuente: AHPC, Protocolos, escribanos de Brozas, Arroyo de la Luz, Navas del Madroño, Casar de Cáceres y Malpartida de Cáceres, siglos XVII-XIX, y elaboración propia.

Si, como hemos visto anteriormente, un importante porcentaje de los otorgantes de testamentos de los pueblos analizados en esta comunicación realizaban mandas y legados de algunos de sus bienes a personas de su entorno, familiar o laboral, no ocurre lo mismo con las mejoras del tercio y quinto de los bienes; así, en sólo el 7,06% de los testamentos registrados se hace uso de este mecanismo.

Los datos obtenidos parecen reflejar una tendencia para favorecer a las mujeres, aunque en ningún caso de forma tan acusada como muestran los resultados obtenidos por Mercedes Santillana[33], ya que los porcentajes son, aproximadamente, del 55 y del 45% de mujeres y varones, respectivamente, en las tres tipologías de mejora existentes (tercio, quinto, tercio y quinto). En cuanto a los receptores de la mejora, los hijos son los beneficiarios mayoritarios de las mejoras del tercio y quinto de los bienes (más del 87%), seguidos de los cónyuges y después, con escasos porcentajes, nietos, sobrinos y otros parientes. También la mejora del tercio es dirigida preferentemente a los hijos, en esta ocasión con el 61% de los casos, ya que en esta tipología el resto de parientes tiene un papel más relevante, no sólo los cónyuges, con el 20% de las mandas, sino también los nietos o los sobrinos, ambos con el 9%. Por último, la mejora del quinto va destinada de forma abrumadora hacia los cónyuges, que son sus beneficiarios en casi el 90% de los casos, una situación por tanto prácticamente inversa a la del tercio y quinto.

Las razones que esgrimen los otorgantes de los testamentos a la hora de realizar estas mejoras nos son mejor conocidas que en el caso de las mandas, puesto que en un alto porcentaje de dichos testamentos los testadores hacen constar los argumentos que les han llevado a realizar dicha mejora.

En muchas ocasiones, el beneficiario de la mejora es alguno de los hijos del testador que, por diversas circunstancias, no tiene garantizada su situación económica a la muerte del otorgante. Si son menores de edad, recién nacidos, tienen alguna tara física que les impedirá en el futuro trabajar y ganarse su sustento, o bien están solteros y por tanto no han recibido en concepto de dote bienes que ya han percibido sus hermanos solteros, el padre o la madre pretenden salvaguardar sus intereses. Un caso ilustrativo es el de Francisca Flores la Arroya, quien al otorgar su testamento en 1718 mejora a su hija Ana con el tercio y quinto de sus bienes en una casa en la brocense Calle Sancho “…por estar tan baldada que no puede andar como no sea arrastrando por el suelo…[34]. En algunas ocasiones, el mejorado no tiene ningún problema, pero es encargado por su padre para que mantenga a un hermano que sí los tiene, como sucede en el caso de Juan Jiménez Tomé, quien mejoró en 1683 a su hijo Martín Jiménez con el tercio y quinto de sus bienes “…con la condición de que alimente y cuide a su hermano Francisco, que está cojo y baldado…[35].

En otros testamentos, la mejora pretende de alguna forma pagar los servicios y la ayuda prestada por esos parientes, sobre todo por las hijas, hacia el testador. Se trata, en definitiva, de premiar a la persona que en los últimos años de la vida del testador asistió y auxilió a un familiar que estaba imposibilitada para ello, por lo que la mejora se otorgará como gratificación a esos servicios prestados además de la legítima que por derecho, y a partes iguales, ha de percibir con el resto de los hermanos. Las expresiones que constantemente aparecen en estos documentos, como “por su buena asistencia y cuidado” así lo demuestran. Sirva como ejemplo el testamento de Benita García, quien en 1780 mejora con el tercio y quinto a su hijo don Diego Martín “…por asistirla y cuidarla tras la muerte de su marido y acogerla en su casa…[36]. Por último, “por el mucho afecto que se profesan”, “por la buena maridanza que han tenido” o “por el amor que le tiene” son expresiones que parecen poner de manifiesto que, más allá de un fin meramente utilitarista o de una razón económica, en algunas ocasiones la mejora era producto del cariño entre personas, que quería expresarse y ponerse de manifiesto en el momento en el momento de expresar la última voluntad.

b) Otras formas de solidaridad: obligaciones alimenticias y donaciones.

Hemos visto anteriormente que los extremeños de los tiempos modernos no se encontraban solos para hacer frente a las vicisitudes que la vida cotidiana llevaba consigo, sino que la familia constituía un asidero fundamental en el que muchos se acogían para sobrevivir en momentos de dificultad. Parafraseando a Francisco García González, aunque evidentemente el parentesco no equivale siempre a solidaridad, quizás haya que entender la red de parentesco como una “reserva de interacciones potenciales”, casi siempre posibles y sin duda siempre privilegiadas a la hora de crear vínculos y lazos afectivos o de otro tipo. De este modo, incluso entre los grupos menos privilegiados y en coyunturas específicas (viudedad, orfandad, enfermedad, emigración, necesidad temporal de mano de obra, etc.) se reactivaban o utilizaban unos vínculos que, a veces, podían aparentar que estaban en desuso o semiolvidados[37].

Hemos comprobado cómo las familias extensas y múltiples, aunque escasas, estaban presentes en la sociedad extremeña, lo que demuestra la existencia de estas redes de solidaridad. Al mismo tiempo, los testamentos nos han proporcionado informaciones muy jugosas sobre los medios que usaban sus otorgantes para beneficiar a aquellos parientes o personas allegadas que consideraban dignas de tal apoyo, tanto por relaciones afectivas como profesionales. Pero además contamos con varias manifestaciones directas de dicha solidaridad, que se expresaba a través de documentos de cáracter notarial, y que nos permite ir más allá en la comprensión de este fenómeno.

En gran cantidad de los testamentos analizados en nuestra muestra aparecen mandas destinadas a los familiares de los otorgantes que les han acogido en su domicilio y mantenido a su costa, con lo que los legados adquieren el carácter de pago de esas atenciones. Sin embargo, también hemos podido localizar escrituras realizadas ante un escribano y en el que se establecían claramente las condiciones de dichos acogimientos; son las llamadas escrituras de obligación alimenticia y de donación de bienes, sumamente interesantes por cuanto demuestran que la solidaridad familiar no era tan sólo producto del cariño filial, sino que existía tras ella un interés económico indudable.

La documentación manejada nos informa sobre las circunstancias que obligan a la realización del contrato: un accidente que ha imposibilitado a la otorgante (“…que por quanto haviendo tenido la desgrazia de haver dado una caída en la víspera o antevíspera del día de Todos los Santos del año próximo pasado, esto y la havanzada edad con que se ha, la tiene postrada en cama y como en todo este tiempo no haia tenido arbitrios para mantenerse ni alimentarse…”), el desamparo de uno de los cónyuges, sobre todo del marido ( “…que por la abanzada hedad allarse ziega sin que su marido quiera mantenerla se ve en una total pobreza…”), la incapacidad física (“…que se halla ciega enteramente e ymposibilitada por esta causa, y la de su abanzada edad de poder travajar i mantenerse…”), o la pérdida de los bienes por culpa de un conflicto bélico (“…que hallándose necesitada de recursos para vivir por haver parecido en las diferentes imbasiones que hizieron las tropas enemigas en esta poblazión, causándole a la otorgante bastantes daños y hasta el destruirle las casas que poseía, y de sus rendimientos lograva su manutención…”), suponían los motivos básicos que impulsaban a la búsqueda de la ayuda de un familiar. Hemos localizado asimismo algunas obligaciones de padres para con sus hijas, o incluso suegros con nueras, cuyos maridos o prometidos deben marchar al ejército, como sucede con la obligación otorgada por Bernardo Jiménez Ojalvo a favor de su hija Agustina Jiménez Cordero, en la que señala que “…por quanto se halla tratada de casar Agustina Serapia Ximénez Cordero, su hija lexítima con Mariano Muñoz, sargento primero del regimiento de ynfantería de Zamora, y con motivo de que todas las tropas por las ocurrenzias del día y presente guerra con la Franzia, se hallen sin sueldo más que la razión que por los pueblos se da a dichas tropas, por cuia causa y llevados de su amor paternal, se obligan a mantener y substentar a la dicha Agustina Serapia su hija, y los hijos que huviese del nominado don Mariano Muñoz en los casos que salga y tenga que ausentarse a asumptos del real servizio a guarnizión de alguna plaza o a alguna campaña, durante sus ausenzias en los referidos casos, y se constituían y constituieron en la prezisa obligazión de alimentar, vestir y mantener a al relazionada su hija como los hijos que huviese con arreglo a su calidad y porte durante las ausenzias de referido Muñoz…[38]

Las condiciones de estas ayudas solían repetirse: los beneficiarios de la donación debían garantizar la manutención del donante, suministrarle las ropas necesarias, asistirle en su enfermedad, pagando asimismo los gastos de médicos y botica que pudieran producirse, y finalmente pagar un entierro digno de su persona y hacer las misas correspondientes por su alma. En ocasiones, sin embargo, el otorgante de la donación establecía requisitos muchos más específicos; sucede así en la obligación suscrita entre el vecino de Brozas Pedro González Carnero y sus 5 hijos e hijas y su nieto, cuando el primero establece, en primer lugar, que seguirá viviendo en su casa en la Calle Derecha, acogiendo además al inquilino que estime oportuno, sin que sus herederos puedan inmiscuirse en ello; que deberán vestirle con la decencia correspondiente, además de que su entierro sea igual al de su difunta esposa María Jabato; que le suministrarán durante el resto de su vida y de forma anual 24 fanegas de trigo, 3 arrobas de aceite, 1 cerdo de 12 arrobas, 1 fanega de garbanzos, 6 arrobas de vino, 6 de uvas, 1 de queso, sal, vinagre, pimiento y 6 celemines de higos pasados, además de 6 onzas de oro para los fines que él establezca; y por último, que sus herederos harán frente al pago de las contribuciones de sal y de cualesquiera que se le repartan como vecino de la villa[39].

En ocasiones, cuando el documento otorgado era una simple donación de bienes, ésta se hacía después de que el otorgante ya estuviera bajo el amparo de los receptores de la donación, con lo que no se detallan ni las razones ni las condiciones de dicha ayuda, sino solamente el deseo de esa persona de remunerar de alguna forma el auxilio prestado. Sin embargo, cuando se trata de una obligación alimenticia, a cambio de los servicios prestados se establecía un precio diario por dicha manutención, una cantidad variable que podía ir desde el real y medio que, como señala en su testamento, acordó dar Isabel Gil Vicho a su hijo Juan Becerra y su nuera Tomasa Camberos por su manutención diaria[40], hasta los cuatro reales que estipulan en su acuerdo Manuela Aragüetes con su hija Antonia Jiménez y su yerno Francisco Galavís[41]; esta cantidad no se pagaba diariamente, sino que se cobraba por medio de la cesión de los bienes que le parecieran oportunos al otorgante, generalmente una casa, ganado o dinero en metálico. Por ejemplo, en la obligación alimenticia otorgada por Vicente Cilleros a favor de su madre Agustina Nieves Ortiz, ésta le cede media casa en la calle Escobar y el valor de 480 reales que en ella posee como herencia paterna y 22 ovejas[42]; más significativo es la donación de todos sus bienes muebles, semovientes y raíces que hace don Matías Rosado Clérigo, a su sobrino Antonio Rosado Cordobés por haberle estado varios años alimentándole, cuidándole y aseándole[43].

Un curioso ejemplo es el de Juan Hernández Acedo, quien en su testamento declaraba que “…estando casado con mi primera mujer rreziví en mi casa a Alonso Molano, vezino de esta villa, para tenerle en ella alimentarle y subministrarle todo lo demás correspondiente a su bestuario y estubo un año con corta diferenzia asta que fallezió la dicha mi primera mujer, y abiendo muerto hizo ajuste conmigo dicho Alonso Molano de que dejándome toda su hazienda por los usufrutos de ella durante mi bida le havía de mantener de todo lo nezesario para su alimento, vestido y calzado por los días de la suia y después de ella cumplirle la disposizión testamentaria en cuia virtud ejecutó su testamento y escriptura de zesión, traspaso y donazión yntervibos de todos sus vienes, así rraízes como muebles que se componían de un olibar, dos güertos y un manchón, treinta colmenas, tres sávanas de colgadura de cama de musilina y un mantillo de tela de joia, de cuios vienes me quedó por heredero de los muebles para desde luego enteramente y de los rraízes por usufrutuario durante mi bida y que después de ella pasasen a mis hijos de primer matrimonio…[44]. Desconocemos cuál pudo ser la relación existente entre estos dos brocenses, estando posiblemente ligados por vínculos de amistad o por una relación de trabajo previa que no podemos demostrar al carecer de cualquier testimonio que nos lo atestigüe, pero desde luego nos sirve para poner de manifiesto cómo la solidaridad no se practicaba solamente con los familiares (padres e hijos, tíos y sobrinos, abuelos y nietos, etc.) sino también con personas cuyos vínculos con la persona receptora no está nada claro.

Sin embargo, no todo lo que rodeaba a estas obligaciones y a estas muestras de solidaridad era positivo, surgiendo de vez en cuando problemas en la convivencia que a veces era plasmada en los documentos; sucede así con el convenio otorgado entre Isabel Flores Salgado y su sobrino Andrés López, en la que argumenta la realización del contrato porque antes había estado viviendo con su hijo y su nuera, pero que había decidido irse a vivir con el mencionado Andrés López “…por no llevarse bien con ellos no puede vivir ni estar en la compañía de éstos, como hasta aquí ha esperimentado, sufriendo inquietudes y desazones que perturban la buena armonía, paz y sosiego que apeteze y es devido a su estado y muchos años…[45]. Sin duda es sólo un ejemplo, pero creemos que probatorio de que situaciones similares tuvieron que darse en un contexto semejante y tan repetido, como manifiesta el importante número de referencias a este modo de convivencia que hemos hallado en la documentación manejada.

A modo de conclusión, y reconociendo en todo caso que este trabajo es sólo una pequeña aproximación a un tema mucho más amplio y complejo, podemos decir que los extremeños de la Edad Moderna no estaban en absoluto solos ante la adversidad, sino que las redes familiares, los lazos de amistad y las relaciones personales se usaban en los momentos en que era necesaria una ayuda para sobrevivir en el mundo a menudo hostil y siempre duro que era Extremadura en el Antiguo Régimen.

FUENTES:

  • Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Protocolos:
  • Arroyo de la Luz: legajos 2719-2724, 3220-3227, 3416-3420, 3567-3570, 3709-3711, 3721-3734, 3760, 3842-3844, 4262-4273.
  • Brozas: legs. 1-3, 40, 213, 561-563, 568-572, 573-575, 709-710, 748-753, 979-982, 1488-91, 1748-1750, 1915-1919, 2003, 2601-7, 2628-35, 2639-2644, 2804, 2894, 2917, 3077, 3239, 3324, 3406, 3414, 3446, 3454, 3461, 3484, 3497, 4584.
  • Casar de Cáceres: legs. 2847-2849, 3153-3159, 3258-3262, 3563-3566, 3790-3792, 3811-3813, 4323-4324, 4353-4354.
  • Malpartida de Cáceres: legs. 3140-3148, 3264, 3504-3507, 3521, 3664-3666.
  • Navas del Madroño: legs. 203, 375-382, 436-437, 590, 1201-1203, 1804, 3324.
  • Archivo Municipal de Brozas: cajas 87-90, Catastro del marqués de la Ensenada para la Única Contribución, Libros de lo Personal; caja 41 (padrones, censos y estadísticas), Censo de Floridablanca
  • Archivo Municipal de Arroyo de la Luz: caja 75 (secretaria, padrones y censos), Padrón de 1829
  • Archivo Municipal de Navas del Madroño: Catastro del marqués de la Ensenada, Libros de lo Personal (s. c.).

NOTAS:

[1] Esta comunicación ha sido realizada gracias a una Beca de Investigación Predoctoral cofinanciada por la Junta de Extremadura y el Fondo Social Europeo.

[2] RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A.: “Métodos de evaluación de las estrategias familiares en el Antiguo Régimen”, en Fuentes y Métodos de la Historia Local, Zamora, 1991, pp. 141-154.

[3] Henry, L. y Fleury, A.: Manuel de dépouillement et d´exploitation de l´ètat civil ancien, Paris, 1956.

[4] LASLETT, P.: “La famille et le ménage: approches historiques”. Annales, ESC., 1972, pp. 847-872; “Introduction: the History of the Family”, en Household and Family in past time, Cambridge, 1974, pp. 1-90.

[5] SAAVEDRA, P.: “Las lógicas de la organización familiar y reproducción social en la España Cantábrica y Noratlántica en el Antiguo Régimen”, en Historia y Perspectivas de Investigación. Estudios en memoria del Profesor Ángel Rodríguez Sánchez, Mérida, 2002, pp. 141-149.

[6] GARCÍA GONZÁLEZ, F.: “Ángel Rodríguez Sánchez y el estudio de las estrategias familiares. Algunas reflexiones desde el mundo rural en la España interior” en RODRÍGUEZ CANCHO, M. (coord.): Historia y perspectivas de investigación. Estudios en memoria del profesor Ángel Rodríguez Sánchez, Mérida, 2002., pp. 129-134.

[7] Archivo Histórico Provincial de Cáceres (en adelante AHPC), Protocolos, legajo 3564 (Casar de Cáceres).

[8] Sucede así en los casos de Jerónima Pérez, que en las dotes que entrega en 1826 a sus hijas María y Jerónima añade los gastos de manutención de 183 y 83 días que estuvieron ambas con sus maridos en su casa, a 4 reales diarios: AHPC, Protocolos, legajo 3564 (Casar de Cáceres).

[9] AHPC, Protocolos, legajo 3 (Brozas).

[10] BLANCO CARRASCO, J. P.: Demografía, familia y sociedad en la Extremadura moderna, 1500-1860, Cáceres, 1999, p. 290.

[11] Esta solidaridad se confirma con ejemplos como los recogidos en los Libros de lo Personal del Catastro de Ensenada en Brozas; así, Domingo Canales, labrador de 34 años y casado, acogía en su casa a su tía María Candelas, de 70 años y baldada. Otro caso es el de Juan Díaz Alejandro, también labrador, de 50 años y casado, que convivía con su hermano mayor, ciego, y por tanto imposibilitado para ganarse su sustento.

[12] Un fenómeno similar ocurre en Coria y, en general, en todo el norte de la región extremeña: SÁNCHEZ BERMEJO, Mª A.: “Estructuras familiares y sistemas de transmisión patrimonial en Extremadura. La ciudad de Coria en el siglo XVIII”, en GARCÍA GONZÁLEZ, F. (ed.): Tierra y familia en la España meridional, siglos XIII-XIX, Seminario Familia y Élite de poder en el Reino de Murcia, siglo XV-XIX, Murcia, 1998, pp. 133-153.

[13] El número medio de parientes corresidentes en Brozas era, en 1752, de 0,11 personas sobre un total de 3,87 por hogar, y en 1787, de sólo 0,04 sobre un total de 3,35. Datos similares se dan en otras zonas del interior peninsular, como Cuenca; en el ámbito rural, la media de parientes por hogar era de 0,09 durante el siglo XVIII, mientras que en la ciudad propiamente dicha esa media llegaba a los 0,4 en 1724, descendiendo hasta 0,2 en 1800 (REHER, D. S., op. cit., p. 197). Estos resultados contrastan vivamente con los 0,6 parientes por familia de la Galicia rural durante el siglo XVIII (DUBERT GARCÍA, I., op. cit., p. 69).

[14] Ese fenómeno se aprecia en Coria, que pasa de 18 personas en 1753 a 9 en 1761, y en otros lugares del Norte de Cáceres: HERNÁNDEZ BERMEJO, Mª A.: “Estructuras familiares…”, op. cit., p. 141.

[15] Es significativo, por ejemplo, el hecho de que entre 1747 y 1749, sólo 3 años antes de la realización del Catastro, el crecimiento vegetativo de la población ventera fuera negativo, perdiéndose desde el punto de vista de la dinámica demográfica 129 habitantes, gracias tanto al aumento de las defunciones como, sobre todo, a la clara disminución de los nacimientos, hecho que corrobora el importante descenso de los matrimonios para el mismo período, que se refleja en las dos bodas celebradas en 1746 o las 6 de 1754.

[16] Como señala María de los Ángeles Hernández Bermejo, el predominio de la familia nuclear y de la residencia neolocal no significaba en absoluto que los lazos con el hogar de origen se rompieran pues existen bastantes datos cualitativos en los testamentos que nos aproximan a un sistema de relaciones menos rígido y a la existencia de unos vínculos de parentesco que superaban el marco estrecho del hogar: HERNÁNDEZ BERMEJO, Mª A.: “Estructuras familiares…”, op. cit., p. 152.

[17] Así lo ha puesto de manifiesto, por ejemplo, Isidro Dubert en la Galicia rural del siglo XVIII, donde además la presencia entre los corresidentes de individuos con este tipo de parentesco ascendente es minoritario (tan sólo del 11,7% sobre el total): DUBERT GARCÍA, I., op. cit., p. 70.

[18] Archivo Municipal de Arroyo de la Luz (en adelante AMA), Hacienda, caja 509 (relaciones): “Relaciones de la contribución de criadas y demás contenido en la Real Cédula de 10 de noviembre de 1799”.

[19] Archivo Municipal de Navas del Madroño (en adelante AMN), s. c., Catastro del marqués de la Ensenada, Libros de lo Personal, tomo II (seglares).

[20] GARCÍA GONZÁLEZ, F.: La sierra de Alcaraz en el siglo XVIII. Población, sociedad y estructura agraria, Albacete, 1998, pp. 224-227.

[21] AHPC, Protocolos, legajo 3792 (Casar de Cáceres).

[22] AHPC, Protocolos, legajo 3563 (Casar de Cáceres).

[23] AHPC, Protocolos, legajo 2610 (Brozas).

[24] HERNÁNDEZ BERMEJO, Mª A., op. cit., p. 151.

[25] AHPC, Protocolos, legajo 4323 (Casar de Cáceres).

[26] AHPC, Protocolos, legajo 3417 (Arroyo de la Luz).

[27] En otras ocasiones la ayuda se formalizaba a través de un contrato en toda regla, como veremos posteriormente.

[28] AHPC, Protocolos, legajo 1750 (Brozas)

[29] SANTILLANA PÉREZ, M.: La vida: nacimiento, matrimonio y muerte en el partido de Cáceres en el siglo XVIII, Cáceres, 1992, p. 220.

[30] Por ejemplo, doña Petra Nolasco Cid y Salgado, viuda de don Matías Sánchez Barroso mandaba en 1820 a su criada Inés Castillo una habitación de su casa y su cama,a su criado Juan Ramón 320 rs, y a su criada Ana 100 rs y su ropa de uso: AHPC, Protocolos, caja 575 (Brozas).

[31] Son los casos, por ejemplo, de doña María del Carmen Bravo Ulloa, condesa de Medina y Contreras, quien en 1805 mandaba a su amiga Mª Micaela 1 abanico (AHPC, Protocolos, caja 561 (Brozas)), o de Luisa Verdión, vecina de Brozas como la anterior y mujer de Felipe Clavero, que en 1833 dejaba en su testamento a su amiga doña María Rodríguez 1 cuchara de plata (AHPC, Protocolos, caja 979 (Brozas)).

[32] El 19,8% de las mandas realizadas a los hijos son monetarias, siendo sólo superadas por los legados de fincas urbanas, con el 22,4%.

[33] SANTILLANA PÉREZ, M., op. cit., pp. 222-223.

[34] AHPC, Protocolos, legajo 3414 (Brozas).

[35] AHPC, Protocolos, legajo 2630 (Brozas).

[36] AHPC, Protocolos, legajo4354 (Casar de Cáceres).

[37] GARCÍA GONZÁLEZ, F.: “Ángel Rodríguez Sánchez…”, op. cit., pp. 131-132.

[38] AHPC, Protocolos, legajo 382 (Navas del Madroño), año 1812.

[39] AHPC, Protocolos, legajo 2604 (Brozas), año 1825.

[40] AHPC, Protocolos, legajo 573 (Brozas), año 1819.

[41] AHPC, Protocolos, legajo 562 (Brozas), año 1810.

[42] AHPC, Protocolos, legajo 2604 (Brozas), año 1824.

[43] AHPC, Protocolos, legajo 2604 (Brozas), año 1823.

[44] AHPC, Protocolos, legajo 1748 (Brozas), año 1728.

[45] AHPC, Protocolos, legajo 3 (Brozas), año 1789.

Oct 012003
 

Fernando Díaz Esteban.

1- La Separación de Portugal

En la Real Biblioteca de Palacio de Madrid hay encuadernados en un solo volumen[1], muy grueso, de 978 folios, multitud de documentos manuscritos de los siglos XVII y XVIII, que tienen intercalados a veces folletos impresos de esos mismos siglos. Entre los manuscritos se hallan cartas originales y copias para archivar que tanto Margarita de Saboya, nombrada virreina de Portugal por Felipe IV, como su médico y el Conde de Monterrey envían a Madrid contando las desventuras de su expulsión de Portugal y su parada en Badajoz camino de la Corte madrileña.

Como nacido a una legua de la Raya (frontera) portuguesa, he sentido siempre curiosidad y afecto por Portugal. Por eso, al encontrar en la Real Biblioteca diversos manuscritos con noticias de Portugal relacionadas con Badajoz, no he podido resistir la tentación de leerlos[2]. Dan noticias directas de cómo se sintió la separación de los portugueses de los reyes de España y de la situación económica de Badajoz, por lo que me ha parecido que su contenido podría interesar a los que estamos a este lado de la Raya.

Como es sabido, desde Felipe II los reyes de España lo eran también de Portugal, hasta que Carlos II no tuvo más remedio que reconocer en 1668 que Portugal había decidido tener reyes propios. Los reyes de la casa de Austria no tuvieron la visión política suficiente para intentar atraerse al pueblo, al clero y a la nobleza de Portugal, que acabaron sintiéndose preteridos hasta que se rebelaron en 1640, consumándose la separación en 1641 cuando las tropas del rey de España fueron incapaces de restablecer su autoridad y el rebelde Duque de Braganza tomó el título de rey con el nombre de Juan IV de Portugal.

2- Margarita de Saboya

Margarita de Saboya, duquesa de Mantua, era nieta de Felipe II. Las Capitulaciones matrimoniales de sus padres, Carlos Manuel I Duque de Saboya y la infanta de España Doña Catalina Micaela de Austria, hija de Felipe II y de Isabel de Valois, se firmaron en Chambery el 22 de Agosto de 1584. Del matrimonio nació el 28 de Abril de 1589 Margarita de Saboya. Fue una mujer animosa pero desgraciada. El 10 de Marzo de 1608 se casó en Turín con Francisco II Gonzaga Duque de Mantua; cuatro años después, en 1612, murió su suegro Vicente de Saboya, pasando el Ducado a su marido; pero en aquel mismo año murió Francisco, así que se quedó viuda; también en ese mismo año murieron los dos hijos varones y solamente le quedó una hija, María Gonzaga (1609-1660), que no podía heredar porque el Ducado de Mantua no lo podían heredar las hembras. El Ducado pasó al Cardenal Fernando Gonzaga, hermano de Francisco. Margarita se marchó al año siguiente, en 1613, sin su hija, a Saboya con su padre Carlos Manuel, donde estuvo durante 20 años intentando durante las guerras de 1628-1630 por el Monferrato favorecer a su hija en la disputa entre Francia y España por el norte de Italia, y aunque volvió a Mantua en 1631 allí “estorbaba” a los franceses, por lo que su primo Felipe IV se la trajo a España.

Felipe IV había decidido nombrar a su hermano Carlos virrey de Portugal. El rey justifica el nombramiento[3] porque “La soberuia, ceg[u]edad i obstinación de los rebeldes, fomentada y asistida de mis enemigos,” le han obligado a enviar a su hermano el Cardenal Infante Don Fernando a Flandes en ayuda de su tía [Isabel Clara Eugenia], y a su otro hermano, Carlos “a la plaza de armas prinçipal de España, y particularmente de lo marítimo, que es de la ciudad de Lisboa”, como Virrey y Capitán General del Reino de Portugal y Generalísimo de la mar, para que los enemigos se decidan a “instar y procurar, la deuida paz ………de manera que en breuedad se pueda conseguir el fin deseado de la paz, y el descanso y mayor aliuio de mi[s] Rey[n]os”, y para eso ordena que se hagan oraciones públicas. La orden de su Majestad del 31 de Marzo está copiada el 8 de Abril, y esta copia es la que está en la Real Biblioteca.

La muerte prematura del Infante Don Carlos, decide a Felipe IV en 1634 a nombrar a la Princesa Margarita de Saboya virreina y gobernadora de Portugal. Se limitaba algo sus iniciativas, pues solamente debería despachar con los consejeros castellanos, a los que debería dar a conocer antes las decisiones que tomara, si bien en los dictámenes enviados a Madrid ella podía dar su parecer; en cuanto a las órdenes reales todas se tenían que cumplir al pie de la letra. En 1635 ya se queja Margarita de que el Consejero Marqués de la Puebla es quien realmente tiene la autoridad, aunque de hecho era Miguel de Vasconcelos, agente del conde Duque de Olivares, el que la ejercía. Entre las recomendaciones de Felipe IV a su prima estaba la recuperación de las tierras del Brasil que habían caído en poder de los holandeses. Se le recomendaba también que tratara bien a todos los portugueses.

Los esfuerzos de los enemigos a los que había hecho referencia Felipe IV en el nombramiento de su hermano Carlos como virrey no cejaban. Además de los agentes del Cardenal Richelieu que intentaban levantar a los portugueses contra España, los jesuitas portugueses provocaron el motín de Évora en 1637 con el pretexto de los excesivos impuestos, motín que se corrió al Alemtejo y al Algarbe, teniendo que intervenir en 1638 los tropas castellanas para reprimirlo. El 1 de diciembre de 1640 estalló en Lisboa otro motín: los sublevados ocuparon el palacio y la Princesa Margarita tuvo que capitular para salvar la vida de los castellanos que habían sido hechos prisioneros por los portugueses. Los sublevados proclamaron rey al Duque de Braganza con el título de Juan IV de Portugal, que fue rápidamente reconocido por Inglaterra, Francia y Holanda, persistentes enemigos de España.

Los rebeldes respetaron la vida y el rango de la Princesa, aunque quedó retenida y tuvo que sufrir algunas humillaciones hasta que se le permitió cruzar la Raya y llegar a Badajoz. Durante su retención, la situación de Margarita empeoró cuando se supo que Don Duarte, hermano del rebelde Duque de Braganza, había sido detenido en Alemania por indicación de las autoridades españolas. El 19 de Junio de 1641 en una carta en portugués[4] Francisco de Lucena escribe a Don Mansueto Merati, del séquito de Margarita, que por esta causa el nuevo rey de Portugal “tem resoluto que a Sa Princesa [salga] desse sitio em q. estaa para o castello de Montemor o novo leuando para seu seruico quatro criadas e outros tantos criados” y que el resto de la servidumbre sea despedida “ ou para Castella ou para Italia”; de las necesidades de la Princesa en Montemayor se ha proveer allí lo que sea menester.

El 28 de Junio Francisco de Lucena vuelve a escribir a Don Mansueto Merati, esta vez en castellano[5] desde el Palacio comunicándole que la última resolución es que por la salud de la Princesa “se mude para Torres Vedras lugar siete leguas desta [de Lisboa,] ciudad de buenos y saludables aires, y con mucha comodidad en el Castillo”; se le concede ahora diez criadas, pero se mantiene los cuatro criados y que el resto de la servidumbre se le ponga en la Raya de Castilla o se le embarque para Italia; que para tratar de las negociaciones en Castilla y en Alemania “traia el Conde de Bainete a cuias diligencias parece se tendra mas respeto”; para acompañar a la Princesa se nombra a los portugueses Cristóbal de Tavora y al corregidor de la Corte Andres Velho de Fonseca.

Estas órdenes de traslado de la Princesa debieron de paralizarse mientras ella hacía algunas gestiones, pues el 8 de Agosto fray Dionisio dos Anios escribe[6] en portugués a Don Mansueto comunicándole que ha recibido la petición de la Princesa para llevar consigo al Marqués de la Puebla y que Su Majestad [Juan IV] ha decidido que “los portuguezes q. la tem na arraya con liberdede p[ar]a q. os q. quizesem passar a Portugal se passem e os q. quizesem ficar em Castella fiquem”. Ha habido un cambio de actitud respeto de una carta[7] anterior, del 4 de Agosto, en portugués dirigida probablemente al Marqués de la Puebla por un intermediario, el confesor del Duque de Braganza, utilizado por la Princesa para hacer la gestión; el intermediario le dice que ha hablado con su señor, el nuevo rey de Portugal y que Su Majestad “nao he seruido de admitir a proposta, nem q. se altere cousa alguā no estado das cousas presentes; assi o pode V. E. dizer a S. A. [Su Alteza] fazendome m[erced]e, de significarlhe, q. me tiuera de todo por bem afortunado, se com hauer obedecido ao que me mandou, se conseguira o fiquar S.A. muy seruida”.

Años después, por otro documento vemos a Margarita en el Palacio de Madrid asistiendo a la entrega de cartas credenciales en Septiembre de 1646 de Amet Aga, Embajador turco enviado a Felipe IV. La “Relación” manuscrita del acto dice que “se puso una celossia detrás de la qual estuuo la Infanta nra. Señora acompañada de la princessa Margarita de Saboya y dueñas de honor y damas[8].

El 25 de Junio de 1655 cuando iba a hacerse cargo del gobierno vitalicio de Viguevano en el Milanesado que le había concedido Felipe IV murió en Miranda del Duero.

3-La estancia en Badajoz.

Del 26 y 28 de Agosto de 1641 tenemos varias cartas y copias de archivo escritas en Badajoz.

El encargado de atender a la Princesa, el Conde de Monterrey, le escribe[9] a Felipe IV diciendo que ha recibido dos cartas suyas del día 22 relacionadas con el aviso que le había enviado de que la Princesa estaba en Yelves (hoy Elvas) y que al Conde-Duque le había escrito que si ocurriera algún imprevisto qué determinación se había de tomar. La comitiva se había detenido en los Olivares de Yelves, pero como el viaje continuó, se vencieron las dificultades:

no solo en juntar el carruaje q. fue menester pero en los imconbenientes q. se consideraron de hauer de embiar este carruaje hasta los oliuares de yelues no hauiendo querido de ning[un]a man[er]a permittir Martín Alfonso de Melo q. gouierna las armas q. el carruaje q. venia de Lixa [Lisboa] llegasse hasta la puente de Caya q. es el q. deuide los Rnos [Reinos] sino q. el carruaje d´aquí fuesse a los oliuares a receuir, y cargar la ropa ally, y pa[para] dar risguardo desto, y escusar la dilación de las demandas, y resp[e]tos se propuso q. p[ar]a la seguridad deste carruaje se embiasse alg[un]a pers[on]a en Yelvues, y assi vino un Cap[it]an de Infant[eri]a , con lo qual fue el carruaje, y en llegando partio la Sa Princa,

Se le preparó un vistoso recibimiento militar desde Caya a Badajoz:

y de aca se dispuso todo lo q. hubo p[ar]a su recibim[ient]to q. fue desde el puente desta Ciu[da]d al cam[in]o del puente de Caya, formar esquadrones de la Infant[eri]a y vatallones de la Caballeria, haciendo venir pa este effetto, pa q. fuessen mas numerosos algnas comp[añi]as de las q. estauan en los quarteles mas vecinos, y yo acompañado de todos los Cavos [=jefes] y Ministros q. aquy assisten aguardé a q. S. A. passasse el puente de caya, y ally la recibi, y a cauallo vine al lado de la litera acompañándola; la Infanta y Cavalleria dio muchas, y muy buenas cargas, abatieronse las Vanderas, y estandartes, y antes de entrar en el puente desta Ciud [=el de Palmas, único existente hasta mediados del siglo XX] se empeço a disparar la Art[illeri]a q. está en el Castillo, y se dispuso de man[er]a q. todas las 24 pieças del tren se dispararon; con este acompañamiento llego la Sa Princa a la casa q. le estaba preuenida.

El Marqués de Monterrey discrepa del Contralor (cargo equivalente a Inspector de cuentas y alojamientos) sobre la idoneidad de la casa que éste había elegido para la Princesa:

q. fue la q. parecio mejor al Contralor q. vino delante, pero errola, porq. eligio la de mas ostentacion pero de menos comodidad sin poderle reducir a q. gouernara esto mas comodamte; estanua dispuesto el alojamto pa todos los q. vienen, y nombrados dos regidores de la ciud pa acudir a todo lo q. fuesse menester;

La Princesa había llegado cansada y enferma:

Acostosse S.A por venir cansada, y sumamte calmosa, porq. la entrada fue a medio dia contra lo que se hauia ajustado porq. toda la noche la estuuimos esperando en campaña, y a la tarde se sintio con vn poco de calentura que se continuó con un poco de crecim[ien]to, como he dado cuenta a VMgd. y esso mismo se continua, con q. se hubo de sangrar, y oy otra vez, y el Dor Cupide de Vergara, medico de VMgd. q. está conmigo, la assiste con toda puntualidad, y no hay dilig[enci]a q. no se [h]aga pa acudir a todo lo q. puede ser de mayor comodidad, y de regalo,

Se pone de contraste la pobreza de Badajoz con las posibles comodidades de Mérida:

pero certifico a VMgd. q. en la sterelidad desta tierra y su contorno se carece todo, y se reduze a vaca, y carnero, y el conocimto desto me hauia hecho entender q. podria ser mejor seruida de la Sra Princesa passando a Merida, q. no deteniéndose aquy porq. ally se halla todo de Mantenim[ien] to, y mas regalos, y con abundancia, aguanieue, y frutos de que ésta carece totalm[en]te, pero viendo lo que VMgd. manda no se hará nobedad en esto y con todo cuydado se continuará el q. se tiene de acudir con lo q. es menester, haciendo [fol. 632v] venir de otras partes lo q. faltare,

El Conde de Monterrey pone también de relieve las penurias económicas de la Hacienda de los Austrias que impiden pagar a los soldados y encontrar quien preste dineros a pesar de que el Ayuntamiento de Badajoz paga algo:

aunq. sea con el riesgo q. se experim[en]ta de q. los soldados lo quiten, q. el no pagarlos los hace sumamte ????.asftos? y insolentes, molestos al pais y no lo reprime el castigo q. se executta en muchos, y porq. el gasto de la familia [=la servidumbre] se aga a satisfación della misma se ha combenido esto en quin[ien]tos reales cada dia pa que los gasten como quisieren; hasta ahora los ha proueydo la Ciud pero será inescusable q. de aquí adelante se supla de la haz[iend]a de VMgd porq. los apriettos y necessides de la Ciud son las que he representado y la falta de prouis[io]nes pa este exercito, tan grande q. aun pa acudir a este gasto no [h]ay, y es necess[ari]o buscarlo prestado, aunq. con pocas speranças de hallarlo, porq. en esta p[ar]te no es poss[ibl]e dezir a VMgd le estrecheza desta tierra, conq. si no vienen assistencias de din[er]o a ninga cosa se podrá acudir y a todo se harà falta, y se continuarán los descon[ten]tos con gran daño de los vassallos sin poderlos atajar, ni remediar.

No tiene nuevas noticias que añadir sobre la salida de la Princesa de Portugal, y entre su familia (es decir, su séquito), cita como importantes al Conde de Baynete, a don Mansueto, a Malespina y a su secretario don Bernardino:

En q[uant]o a la forma en que viene la Sra Princsa y lo q. dio motibos a su venida no he podido inquirir mas q. lo q. representé a VMgd por la relac[i]on q. me hiço su secret[ari]o q. es lo mismo q. S.A. me dixo después, y assi en esta parte no tengo que añadir.

La familia q. trae en q[uant]o a criados de cuenta, no son mas q. el Conde de Baynette el p[adr]e Mansuetto, el Margv[¿?] Malespina y don Bernardino un secret[ari]o italiano.

La Princesa ya había escrito al Rey, pero ahora está muy cansada para hacerlo de nuevo en opinión del Conde de Monterrey:

La carta q. escriuió a VMgd auisando su llegada remittí a VMgd con correo expresso, aunq. he avisado q. despacho otro por si quisiere escriuir, pero hallándose seg[und]a vez sangrada, no se si lo podrà hacer.

Se ha mudado a la Princesa de la casa, teniendo en cuenta el agobiante calor que hace en Badajoz y lo mal acondicionado que está para resistirlo:

Para mejorar a S.A. de cassa se han reconocido dos q. con vna puerta pueden comunicarse, y tienen capacidad muy vastante, y eran las q. me hauian siempre parecido mas capazes, y acomodadas pa los grandes calores, porq. vna sola casa pa verano, no hay capaz, si no podiendo hacer, como digo vnion de cassas; halas visto junto conmigo el Conde de Baynette, y ha parecido viuienda de toda comodidad, y assi se ha preuenido pa q. S.A. se passe a ella en podiendo, y esto podiera estar hecho si el Contralor q. vino al alojam[ient]o (a quien se mostraron estas casas) no se satisficiera mas de las q. se preuino, q. no tiene, como digo mas q. ostentación.

Dios g[uard]e la Cat[ólic]a y R[ea]l pers[on]a de VMgd como la christiandad ha menester. Badajoz 26. de Agosto de 1641. El Conde de Monte Rey.

Contrariamente a lo previsto por el Conde de Monterrey, ese mismo día, la propia Princesa Margarita le dice a su primo el rey Felipe IV, según la copia archivada[10], que ya le había dado cuenta de su llegada y de su falta de salud, y lamenta lo inoportuno del momento de su enfermedad, al tiempo que sale al paso de posibles criticas a su actuación:

“….. siento que me aya sobreuenido [la enfermedad] en ocas[io]n q. me impida el hacer esto [el escribir] de mi mano, dando cuenta de mi a VMgd, si bien en el sucesso de mi venida, y en lo q. obligó a ella, por lo q. se puede juzgar de Apariencias no veo q. añadir a lo q. el Conde de Monte Rey ha represent[a]do a VMgd por la relacion q. le hizo Don Bernardino my Secret[ari]o y deuio de ser [recelo] de q. mi assistencia podiesse facilitar el intento con q. dizen iban obrando las personas q. estan presas, y esto las pudo obligar a atropellar con otras consider[cio]nes. Supp[lican]do a VMgd me continue su real amparo, porq. solo en el tengo librado el aliuio de tantos trabajos. Dios grde la real persa de VMgd como desseo , y he menester. Badajoz 26 de Agosto de 1641. Señor. Bessa la mano de VMgd su muy humilde, y obediente Prima. Margarita.

También el 26 de Agosto, Margarita manda al Conde Monterrey que se comunique al rey que ha salido un agente secreto portugués para Alemania[11]:

La señora Princessa Margarita, me ha mandado de quenta a VMd que algunos dias antes que se le permitiese salir de Lixboa[12], partió para Alemania el Padre fr. Dionisio Mascareñas de la orden de Santo Domingo, hermano del Conde de Ouidos, en hauito [hábito]de seglar, y que fue con el vn baruero [barbero] de su A[lteza] llamado Lorenço Gastaldo, que se fue sin licencia fingiendo que yba a Italia, y que se embarcaron en Setuual [Setúbal], que el fin que estos lleuan según se decia, es para procurar que Don Duarte tenga modo de poder hacer fuga de la carcel, donde se halla presso, para que VMd con esta noticia mande preuenir en Alemania, que le tengan con mucho cuidado. Las señas del fraile son hombre de estatura grande de buen talle peliruuio. Las del Baruero hombre de mediana estatura, pelinegro, cara y cuerpo algo gordo, y que será posible que en Alemania se de a conocer por criado de la señora Princesa, a la Señora Emperatriz Leonor, y a la Marquessa de Grana. Dios guarde la Catolica persona de VMd como la xptandad [cristiandad] ha menester. Badajoz 26 de Agosto de 1641”.

El documento lleva la misma firma que otro, también del 26 de Agosto, que da una relación de documentos[13] que poseía Margarita y se envían al Rey.

Esta relación firmada alude a algunos de los papeles ya mencionados:

Señor. La señora Princessa Margarita, me ha entregado los cinco papeles originales que remito con esta, los dos primeros señalados 1. y 2. son las ordenes que se dieron para que su A. fuese a estar al Castillo de Montemayor el nueuo con quatro criadas y otros tantos criados con ocasión del auiso que se tuuo de hauer presso en Ratisbona a Don Duarte, si bien esta gda [guarda] de la señora Princessa no tuuo efeto; el señalado 3. es la orden para poder salir a Castilla, o a otra cualquiera parte y en la fecha ay Hierro [yerro]; el 4. es un papel del Marques de ferreira al Padre Don Mansueto, respondiendo a la instancia que se le hiço, para que se diese licencia al Marqués de la Puebla, para venir con la Señora Princessa; el 5. es del confesor del Duque de Bergança[14] sobre lo mismo y los embio a las Reales manos de VMd en cumplimiento de lo que su A. me ha ordenado. Dios guarde la catolica Real persona de VMd como la xpiandad ha menester. Badajoz 26 de Agosto 1641.

Firma igual, como hemos dicho, del documento anterior.

La referencia a la permisión para salir a Castilla con error en la fecha ha de ser a un documento firmado por Francisco de Lucena y dirigido a Don Mansueto Merati que tiene fecha 30 de Agosto. Evidentemente hay error, porque el 22 ya estaba Margarita en Badajoz ¿sería correcto el 20?. Esta redactado en portugués[15] y dice:

El Rey [Juan IV de Portugal] nosso Señor que D[eu]s guarde conçede faculdade a Sa Princessa para que liuremente se possa [¿]ir a Castella, ou a qualquera outra parte q. quisere com todas as pessoas de sua familia [=séquito o servidumbre], com declaraçao q. partira de aquj dentro de dez dias sem falta e dilatándose mais prouera SMd como lhe parecei mas conueniente, auiso o a V.S. para que assi o diga a a Sa Princessa. No Santa Cella do Paço a 30 de Agosto del 41.

Francisco de Lucena [rúbrica].

La estancia de Margarita de Saboya en Badajoz, con el agobiante calor de Agosto y en una casa no bien acondicionada, debió de ser penosa. Llegó enferma y su primo Felipe IV recibió información directa de la enfermedad tanto de ella misma como por medio del Conde de Monterrey y como por el médico que la atendía. Como hemos visto, la Princesa superó el mal momento, vivió en Madrid y no murió hasta 14 años después (en 1655) camino de un nuevo destino político que le iba a servir de retiro.

Dos días después, el día 28 de Agosto, en otra carta[16] el Conde de Monterrey pide a Felipe IV un nuevo médico e insiste en la penuria de la situación:

“Señor. He dado cuenta a VMd de q. se iua [iba] continuando la falta de salud de la Sa Princa Margarita y q. quedaua sangrda dos veces, y porq. hasta aora no ha tomado el mal ning[un]a mejoria, se continuan los mismos accidentes, lo represento a VMd acompañando la relacion q. ha hecho el Dor Çupide de Vergara para q. VMd se sirua de mandar ver por ella el estado en que S.A. queda, y si no huuiese partido medico de ahí, como he representado a VMd q. será conbeniente, importaria q. partiesse luego, y q. apressure el viaje por q. se pueda trattar mas bien de la cura de S.A., y porq. este accidente retrasará el salir de aquy, buelbo a supplicar a VMd, se sirua de mandar q. se embien prouiziones de din[er]o , porq. la falta que ay del es tan grande, como he representdo a VMd , cada dia se tiene mayor, y aquí no ay forma de remediarla, ni de reparar con hallar prestado, ni otros medios, porq. se carece de todos q. pueden ser de aliuio. Dios grde La Cat[ólic]a y R[ea]l pers[on]a de VMd como la christiandad ha menester. Badajoz 28 de Agosto de 1641. El Conde de Monte Rey.

También el 28 de Agosto, el Dr. Zupide de Vergara da un extenso informe[17] de los síntomas de la enfermedad de la Princesa y de los remedios que se han aplicado, y lo firma de su puño y letra:

Jueues a 22 del corriente a mas de las seis de la tarde me llamaron para que fuese a uisitar a la serenísima Princesa Duquesa de Mantua; hallela a Su Alteça con un buen pedazo de calentura, sed y algo de amargor de voca, que según la relaçión le hauia començado entre las diez y las onçe del dia sin hauer precedido frio ninguno, aquella noche se le dio por estar con mucha sed (que parte della se podía atribuir al calor y sol grande con que fue fuerça venir este dia por no haberla dejado salir de Yelves los portugueses antes de amanecer) vnos vizcochos y un poco de agua. Y lo restante della paso con poco sueño y con sed aunque mas remitida, y amanezió con los pulsos muy dilatados y con mui poca fiebre. Y este dia que hera el viernes antes de amanecer se hechó vn ayuda con que hizo bien y comio a las seis con moderaçión y a la misma hora que el dia antecedente (poco mas o menos) le vino el crecimiento con los mismos accidentes y este fue algo maior, y todo aquel dia paso con él ensuagandose [enjuagándose] no dejando dormir a su Alteza, porque en el principio tenia propensión al sueño, y çenó en la declinación después de treze horas hecho el computo desde que vino el crezimiento y paso menos mal la noche. El sabado antes de amanezer se sangró del braço derecho vena del arca en cantidad de mas que sangria italiana, y menos que española; comió su Alteza cinco horas del crecimiento y hora y media después de la sangria con mala gana y a la hora dicha vino el crezimi[ent]o si bien algo menor. Y guardándose el mismo horden que en el pasado aqueste dia començaron las horinas a parezer gruesas Y suuidas [subidas] [636v] de color que hasta entonces habian estado con el color y modo de sustançia de estado salubre, y sintio en el costado derecho vn dolor, si bien estando con toda atençión y cuidado me dezia su Alteza se mudaua que ya ariua [arriba] ya auajo dentro del término dicho. El Domingo se tornó a hechar otra ayuda a la misma hora que la otra, y comió y cenó guardando el mismo horden en todo y el crezimiento se repitió en la misma forma y con los mismos accidentes, y esta noche pasó menos bien que la antecedente.

Lunes se torno a sangrar del braço hizquierdo bena del Arco en la cantidad d[i]cha y en lo demas se fue continuando el mismo horden.

Martes en el tiempo del crezimiento sintió mucho mas el dolor del lado fixándose en la parte con un poco de tos con lo qual su Alteza hechaua algunos vamentos [=¿babas?] de sangre roxa [roja] y perceptibles no bien mezclados con el exputo, con que me parezió aquella noche sangrar a su Alteza, como se hizo; y después de la sangría dijo se hallaua sin dolor y que en toda aquella noche sola vna vez le hauia sentido y no en el mismo sitio.

Y oy miércoles dia de la fecha desta que somos 28 se a guardado el mismo horden y a la misma hora vino al crecimiento con el dolor en el mismo lado aunque menos; y de la misma manera hechó aquellos vamentos de sangre con la tos, y en la declinaçión está su Alteza persuadida de sangrarse y asi se executará luego y no se haze poco por el temor grande que en Ytalia tienen de las sangrías; las Orinas están en el principio Vniversal y su Alteza en el setimo [séptimo] de la enfermedad; esto es lo que hasta aora se ha hecho en este achaque y se continuará con todo cuidado puntualidad y amor lo que pareziere mas combeniente. Fecha En Badajoz a 28 de Ag[os]to 1641.

El dor Zupide de Vergara [rubricado].

El color de la orina (“quien mea claro no necesita médico ni cirujano”, dice el refrán) y las sangrías formaban parte de la medicina de la época, y aquí se nos dice que en Italia eran más reducidas; las “ayudas” han de referirse a una purga o lavativa.

La situación de Badajoz que se nos describe en las cartas no puede ser más deprimente. Y en cuanto el ejército de la guarnición, al lado del brillante desfile del recibimiento a la Princesa, se habla de que los soldados, al no recibir las pagas se convertían en ladrones de la comarca, por lo que no es de extrañar que fuera incapaz de vencer a los rebeldes.

Margarita de Saboya, Duquesa de Mantua, sobrevivió, como hemos visto, a la viudedad, al destierro, a la amarga experiencia portuguesa, a la enfermedad, y a los calores de Badajoz. Murió mucho después, en 1655, a los 66 años, después de haber estado en la Corte de Felipe IV unos años, quizás felices, o al menos tranquilos.


NOTAS:

[1] Catálogo de la Real Biblioteca. Tomo XI. Manuscritos. Volumen II. Los documentos reunidos en II/1431, Papeles varios, están descritos en 150 apartados. Los documentos que ahora se citan están en los apartados 58) con la errata de Felipe V en vez de Felipe IV, 114), 113), 89,1), 106),108), 112), 107), 110).

[2] También en relación con Portugal doy noticias en El frustrado retorno de los judíos en el siglo XVII: Nuevos documentos (en prensa).

[3] Real Bilioteca, II/1431, Papeles varios, fol. 361 rv.
En éste y los demás casos, he respetado la ortografía caprichosa e irregular de los copistas: intercambios v/u/b; supresión o añadido de /h/; z/ç/c/; s/ss; x/j; i/j; etc.; la puntuación y acentuación se ha añadido ocasionalmente.

[4] Real Bª, II/1431, fol. 643r.

[5] R. Bª, II/1431, fol. 641r.

[6] R. Bª. II/1431, fol. 642rv.

[7] R. Bª. II/1431, fol. 527r.

[8] R. Bª, II/2542, fol. 157r-160r Relaçion de la venida a españa Amet Aga embajador de el gran turco A la Magestad de el Rey nro. Señor don Phelipe, 4º forma en que su Magestad le dio Audiençia y lo demas que sucedió Asta su vuelta. Año de 1649. El 11 de Febrero de 1651 el Secretario Sebastián Gutiérrez de Párraga autentifica que esta copia concuerda con las “Etiquetas Originales”. El curioso documento espero publicarlo pronto.

[9] R. Bª. II/1431, fol. 632 rv. Copia de archivo.

[10] R. Bª., fol. 633r.

[11] R. Bª, II/1431, fol. 634 r, 634v y 635 r blancos, 635 v sirviendo de sobre: Badajoz. El Conde de Monte Rey. 26 Ag[os]to.

[12] La grafía Lixboa con /x/ ocurre a veces en los documentos de la época.

[13] R. Bª, II/1431, fol. 638r, 638v blanco.

[14] En los documentos de la época se escribía Berganz/ça y Verganç/za en vez de Braganza.

[15] R. Bª., II/1431, fol. 639 r.

[16] R. Bª., II/1431, fol. 632v. Copia de archivo.

[17] R. Bª., II/1431, fol.636r-637r.

Oct 012003
 

Alonso J. Corrales Gaitán.

Recuerdo perfectamente que la primera vez que tuve conocimiento de la existencia de este incansable investigador, fue en pleno año 1980, ello como consecuencia de unas consultas que realicé sobre la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres, y su cofradía, allí aparecía mencionado numerosas veces D. Miguel A. Orti Belmonte y sus obras.

Además de esto, en mis esporádicas incursiones a distintas bibliotecas para conocer más y mejores datos sobre la historia de mi ciudad, siempre me encontraba con alguna mención sobre los trabajos del Sr. Orti Belmonte.

De esta manera casi sin darme cuenta fui adquiriendo unos conocimientos fundamentales sobre la minuciosa tarea de tan sobresaliente personaje que dedicó toda su vida a descubrir infinidad de información que se había perdido por el paso del tiempo.

Pero si todo esto fuera poco y como no creemos en la casualidad, en el año 1997 en mi primera visita a la ciudad de Córdoba, lugar de nacimiento de mi admirado investigador, intenté seguir sus pasos y recuerdo por la creciente admiración que su persona me había despertado.

No es hasta el año siguiente, cuando encontrándome preparando mi publicación sobre hijos ilustres de Cáceres, cuando verdaderamente consigo profundizar en la vida y la obra de D. Miguel Ángel Orti Belmonte (1891-1973), especialmente en el periodo en que vivió en Cáceres de treinta y cuatro años, pero lamentablemente y dadas las características de aquella obra, donde aparecen reseñas biográficas y bibliográficas de cien personas, no podemos extendernos todo lo que queremos sobre nuestro admirado personaje.

Por todo lo cual en los últimos meses del año 2002, comprobando que en enero del 2003 se cumple el treinta aniversario de su fallecimiento, comienzo a realizar una detallada investigación sobre la vida y la obra de tan incansable seguidor de la historia local. Para lo cual contacto en repetidas ocasiones con una de las hijas de D. Miguel, Doña Concepción Orti Belmonte, que muy amablemente me atiende y me facilita numerosos datos familiares y fotografías, todo lo cual me sirve de mucha ayuda a la hora de conocer perfectamente a figura tan destacada en el atractivo mundo de la investigación, y me descubre a un mas que sensible hombre, declaradamente enamorado de Cáceres.

Con todo lo obtenido, e independientemente de la posible publicación que aparecerá en los próximos meses, en sincero y justo homenaje a mente tan extraordinaria, he decidido presentarles aquí y ahora un pequeño resumen de todo lo que he conocido y que sin duda sentó las bases para que posteriores generaciones conociesen mucho mejor tanto a mi ciudad, como a la propia provincia, gracias a la vida que desarrollo el Sr. Orti Belmonte en clara dedicación hacia los demás.

SU VIDA.-

Nació en Córdoba el 8 de septiembre del año 1891, como cuarto hijo del matrimonio formado por D. Vicente Orti Muñoz, natural de Marmolejo (Jaén), y por Doña Dolores Belmonte Müller. Siendo su padre médico cirujano, que ejerció con notable profesionalidad en Córdoba, despertando admiración y respeto ante todos los que lo conocieron o trataron. También era nieto y biznieto de médicos, todos dotados de grandes inquietudes científicas, puestas siempre al servicio de los demás.

Se da la circunstancia que su bisabuelo, D. Vicente Orti Criado, hizo público el primer análisis al agua de Marmolejo y un interesante examen filosófico sobre sus aplicaciones terapéuticas. En el campo de las técnicas quirúrgicas, su abuelo D. Vicente Orti Lara, fue el primer cirujano que utilizó en Córdoba el cloroformo. La tradición familiar cuenta que a la puerta de la casa del enfermo se situaron unos médicos esperando la muerte del operado, como era de esperar por los familiares más allegados y los amigos íntimos, la operación resultó un completo éxito. Y su padre, D. Vicente Orti Muñoz destacó entre los cirujanos de España, por los resultados obtenidos en su técnica de la extracción de cálculos de vejiga, a su consulta acudían enfermos de muy diferentes y distantes puntos del país.

Su madre, Doña Dolores Belmonte, era dama de ilustre linaje, pertenecía a una familia en la que durante generaciones abundaron pintores, poetas y apasionados a la música. De esta rama heredaría la sensibilidad para los goces del espíritu y de la belleza. De las dos los encantos de la entrega a su trabajo, a traspasar a sus alumnos el interés por el estudio y el conocimiento, y las excelencias de formar y educar a los jóvenes, y el contentarse con la satisfacción del deber cumplido. Que en el camino los honores quedasen en otras manos no le hizo mella.

Entre los Belmonte, sobresalieron sus tíos: D. Mariano Belmonte de Vacas, pintor romántico de paisajes y retratos, conservándose en el Museo de Bellas Artes de Córdoba dos interesantes muestras de su pintura. Y D. Guillermo Belmonte Müller, delicado y exquisito poeta, sin olvidarnos de su faceta de dibujante de la sierra cordobesa, además de retratista familiar.

En lo referente a su rama materna, su abuela Doña Elisa Müller Stone, era una consumada pianista, que por simple gusto y afición participaba activamente en la vida cultural cordobesa reuniendo en su casa, a intelectuales y artistas en veladas literarias y conciertos musicales. Se cuenta que cuando el gran y famoso compositor húngaro, Liszt, visitó Córdoba, manifestó su intención de participar en un de los conciertos de los que dicha señora era organizadora.

En su prolífica vida se le conocía en determinados círculos como: “el trabajador infatigable”.

Los primeros estudios los realizó en el Instituto de su ciudad natal, Córdoba. Los dos primeros cursos de Filosofía y Letras los hizo en Granada, pero al carecer aquella ciudad de la sección de Historia, decidió trasladarse a Madrid, donde terminaría en el año 1913 con sobresaliente de nota media.

Y es a su regreso a su ciudad natal, cuando su padre sensibilizado con el destino de su hijo, realiza todos los trámites oportunos para que este desempeñase el cargo de Archivero Bibliotecario del Ayuntamiento, para el que fue nombrado en el año 1914.

No es ningún secreto, que en muchas de las decisiones de aquellos años de estudiante de D. Miguel, fuese su padre su más decidido quía y apoyo, como ocurrió a la hora de elegir ciudad una vea aprobada la cátedra de Historia para Escuelas Normales, dejando Las palmas y tomando por consejo de su señor padre, la de Cáceres. Para lo cual había pedido la excedencia como Archivero de la Biblioteca del Ayuntamiento de Córdoba.

En el año 1916 obtuvo por oposición la Cátedra de Historia de la Escuela de Magisterio de Cáceres, tomando posesión el 14 de junio de dicho año, después de pedir la excedencia de Archivero Bibliotecario del Ayuntamiento de Córdoba. En dicha escuela de nuestra ciudad. Llegó a desempeñar el cargo de Director, también impartió clases en el Instituto Nacional de Enseñanza Media.

Y es a partir de este momento, cuando toda una serie de combinaciones de circunstancias hacen posible que D. Miguel desarrolle una gran variedad de actividades culturales en beneficio de la ciudad de Cáceres, producto del incansable trabajo que desempeña durante treinta y cuatro años (1916 a 1950). Entre todas estas cabe destacar: la enseñanza, la investigación histórica, arqueología, heráldica, tradiciones, leyendas, artes, etc.

Ya establecido de quieto en nuestra ciudad, contrae matrimonio en el año 1920 con Doña María Alcántara Alcántara, natural de Almendralejo (Badajoz) y sobrina del catedrático D. Antonio Silva Núñez, gracias a las visitas que Doña María realiza a Cáceres a casa de sus tíos, conoce a D. Miguel. Tan cristiano enlace dio el fruto de siete hijos: Francisco, Miguel Ángel, Vicente, Antonio, Mª Piedad, Dolores y Concepción, siendo todos ellos cacereños de nacimiento, los cuatro primeros nacieron en la Calle Ancha, las tres ultimas en el Museo o Casa de las Veletas. Hijos que supieron dar al matrimonio todas las alegrías deseadas tanto en el ámbito profesional como familiar.

Tal y como indicamos al principio de la presente obra, es muy difícil, casi imposible presentar aquí todo lo realizado por D. Miguel Orti Belmonte, en el largo periodo de tiempo que permaneció trabajando en nuestra ciudad, pero vamos al menos a referirnos a los acontecimientos más significativos para Cáceres.

Según afirman algunos estudiosos de su figura, D. Miguel ha dejado a lo largo y ancho de nuestra geografía española unos treinta mil alumnos, de los cuales aproximadamente la mitad se han hecho maestros. Todo un claro ejemplo de la magnífica tarea educativa que desarrolló a lo largo de tan ejemplar y enriquecedora existencia.

En 1923 se doctoró en Historia obteniendo Premio extraordinario por su tesis: “Córdoba durante la Guerra de la Independencia (1808-1813)”. Trabajo que en años posteriores (1924, 1926, 1928 y 1930), era publicado en el Boletín de la real Academia de Córdoba. En este año se le hizo en Cáceres, correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Por aquellos tiempos no sólo los legajos dormían en paz y tranquilidad en los archivos familiares de la nobleza cacereña, gran parte de la ciudad vivía descuidada de cuantos tesoros guardaban sus históricas piedras. Una apatía y preocupante desidia contra las que luchó con todas sus fuerzas D. Miguel Ángel, desde el preciso momento en que aquí se estableció. Siendo su primera gran tarea, la necesaria creación de un Museo de Bellas Artes, a la vista de los cientos de objetos que se amontonaban en manos de particulares, y que cada mes eran sacados a la luz, en simples actividades accidentales. Lo que afortunadamente para nuestra ciudad consiguió después de no pocos años en los que realizó ímprobos trabajos de búsqueda, investigación y catalogación, produciéndose su inauguración en el año 1933.

En 1932 había sido nombrado Secretario de la Comisión de Monumentos de Cáceres, a propuesta de D. José Ramón Mélida Alinari (1849-1933).

De igual manera innumerables fueron los cargos que desempeñó en su vida, seguidamente relacionados algunos de ellos: Archivero Bibliotecario del Ayuntamiento de Córdoba; Profesor de la Escuela Normal y en el Instituto Nacional de Enseñanza Media de Cáceres, Director de la Escuela Nacional de Magisterio, Director del Museo Provincial de Bellas Artes de Cáceres, Cronista Oficial de la ciudad de Cáceres (octubre de 1949), Doctor en Filosofía y Letras, Director de la Normal de Magisterio de Córdoba, Presidente de la Comisión Provincial de Monumentos de Córdoba, Académico correspondiente de las Reales Academias de la Historia de las Bellas Artes de San Fernando, de la Academia del Mediterráneo de Palermo y del Instituto Bouchard de Estudios Históricos Navales de Buenos Aires, Socio de honor de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz, etc

En los treinta y cuatro años que permaneció viviendo y trabajando en nuestra ciudad de Cáceres, muchas fueron las personas que escribieron sobre él y sobre su incansable trabajo divulgativo. Así hemos encontrado menciones de: D. Publio Hurtado, D, Juan Sanguino, D. Miguel Muñoz de San Pedro, D. Carlos Callejo, D. Vicente González y de D. Antonio Floriano Cumbreño, entre otros, quienes coinciden en afirmar que denominador común de las tareas del Sr. Orti Belmonte, eran su profesionalidad y seriedad histórica en todo cuanto hacía.

Hay que destacar los significativos comentarios que han llegado hasta nuestros días, realizados por el Sr. Floriano Cumbreño y el Conde de Canilleros, entre otros, y reflejados en algunas de sus obras, así como en conferencias y discursos, en los que no escatiman elogios para el Sr. Orti por sus magníficos trabajos de investigación, respaldados siempre por una amplia documentación.

Algunas de sus cualidades eran su sencillez y modestia con las que trataba todos sus innumerables trabajos y logros. Dado a apartarse de los ambientes de admiración que su trabajo de investigación y tarea de profesor le habían hecho acreedor. No aceptaba que le ofrecieran homenajes, en su despedida de Cáceres no encontró manera alguna de oponerse, y de aquel acto que asistió “todo Cáceres”, sólo le gustaba recordar la asistencia al mismo del cartero de su distrito, pues le llevó siete de sus publicaciones para que se las dedicara.

A mediados del año 1951 se traslada a Córdoba, su ciudad natal, para hacerse cargo de la Dirección de la escuela Normal de Magisterio, e impartir clases en el Instituto Nacional de Enseñanza Media.

En el año 1962, viviendo en Córdoba, el Pleno del Colegio Nacional de Colegios Oficiales de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras, y Ciencias, le concedió el premio nacional de colegiales distinguidos, otorgándole la Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, elevada a Encomienda. Por todo lo cual se le tributó un entrañable homenaje en el salón de actos de la facultad de veterinaria de Córdoba, acto en el que estuvieron presentes muchas personalidades y un elevado número de sus antiguos alumnos.

En nuestros días sorprende, como una persona con una familia tan numerosa (siete hijos), dedicase tanto tiempo a la enseñanza y a la investigación, todo perfectamente ordenado, sin dejar de lado la profunda convicción religiosa, que queda manifiesta en sus asistencias a los correspondientes cultos, además de las oportunas publicaciones que realizó. Todo un ejemplo difícil de imitar, incluso en los tiempos actuales con todos los medios técnicos que tenemos a nuestro alcance.

En los cerca de veinte años que vivió con su familia en la Casa de las Veletas, siendo Director de dicho Museo de Bellas Artes desde el 25 de mayo de 1921 hasta 1943, llegó a conocer prácticamente todas y cada una de las piedras, y rincones de dicho histórico edificio, realizándole unos profundos trabajos de acondicionamiento y mejora, dada la continua incorporación de piezas de tipo a dicho Museo, destacando especialmente la colección numismática de mas de seis mil piezas que dejó clasificadas e inventariadas.

No quiso que ninguno de sus hijos continuaran sus pasos profesionales (Filosofía y Letras), pero sí que todos se preparasen adecuadamente tanto en el aspecto familiar como profesional, sin olvidar por supuesto lo religioso, algo que D. Miguel tuvo muy en cuenta a lo largo de toda su existencia.De esta manera sus hijos, admiradores y obedientes seguidores de las enseñanzas y consejos de su progenitor, realizaron todos sus correspondientes estudios de Magisterio, además de elegir cada uno su oportuna carrera, lo que llenó de gozo y satisfacción a tan feliz y cristiano matrimonio.

El 8 de enero de 1973, fallecía Doña María Alcántara Alcántara y dos días después, es decir el 10, fallece en Córdoba D. Miguel Ángel Orti Belmonte, rodeado de sus familiares y amigos.

Siempre estuvo arropado y animado por el aliento, el cuidado y el fervor de la gran compañera de toda su vida de trabajo, su esposa, que desde la sombra y con la garantía del amor correspondido, vivió entregada solícitamente a procurar el ambiente necesario para su actividad y dedicada a sus hijos, a los que transmitió la adoración y admiración que por su marido y su labor sentía.

SU OBRA Y HERENCIA CULTURAL

De una mente tan incansable como la que estamos tratando y con una obra tan amplia y variada, es verdaderamente imposible referirnos a su vida y tratar detalladamente su trabajo investigador, ya que para ello tendríamos que contar con cientos de páginas y por consiguiente mas tiempo para su realización.

Pero considerando que hoy vamos a referirnos a tres casos muy concretos de sus investigaciones y que a nuestro modesto entender no han alcanzado la justa valoración, ni mucho menos el autor de los mismos, es decir D. Miguel.

Además de los trabajos aquí seguidamente detallados, nuestro protagonista colaboró estrechamente en las siguientes publicaciones: Diarios regionales Hoy y Extremadura; Revista Literaria Cristal; en Norba, Revista del Archivo Municipal de Cáceres; en el Boletín de Educación; así como en la Revista Alcántara de los Servicios Culturales de la Excma. Diputación Provincial de Cáceres; en el Santuario de la Montaña, revista de la Cofradía de la Patrona de Cáceres, y otras revistas de asociaciones e instituciones locales. Sin olvidar un elevado número de conferencias y charlas que dio siempre de manera desinteresada en diferentes centros de la ciudad, así como en asociaciones culturales y caritativas.

Sus trabajos escritos superan el medio centenar y del mas variado contenido cultural, relacionados al final del presente estudio.

Y una de las cosas que más poderosamente nos ha llamado la atención, es que en repetidas ocasiones explicó a familiares y amigos, así como discípulos, que durante su estancia en Cáceres, hubo tres emociones en el campo histórico que vivió, difícilmente comparables con otras.

  • La primera es la identificación y recuperación del denominado Tesoro de Aliseda.
  • La segunda se refiere, dentro de los oscuros pasajes de la historia, a la muerte de Enrique IV de Castilla, su posible envenenamiento, y su lugar de enterramiento.
  • Y la tercera y última, a la localización y estudio de los huesos del que fue Camarero de la reina Isabel la católica. Restos encontrados en una rudimentaria caja dentro de un armario de la familia.

Tres momentos que recordaba con contenida emoción, reviviendo cada detalle sin acritud y sin mostrar nunca públicamente ninguna protesta por el trato injusto que recibió, a pesar de ser él quién llevó la iniciativa de dichos trabajos.

Algo que por desgracia ha ocurrido y ocurre con demasiada frecuencia aquí en nuestra tierra.

Por distintas fuentes de información, conocemos que nuestro protagonista era investigador de las tradiciones y leyendas populares, en las cuales creía pero opinando que con el paso del tiempo habían sufrido toda una serie de adulteraciones o transformaciones, por parte de los propios ciudadanos en su continua transmisión oral. Tanto unas como las otras, las consideraba “la historia no oficial”, pero que podían servir para arrojar mucha luz sobre las características de pasadas épocas, en este caso de nuestra ciudad.

Así es justo que destaquemos brevemente, a uno de sus mas firmes trabajos de investigación, la localización física de una de las mas tradicionales leyendas existentes en Cáceres, la denominada: “Galería de la Reconquista”.

“Una tradición cacereña, a la que propiamente puede aplicársele el tópico de que se pierde en la noche de los tiempos, cuenta que las tropas de Alfonso IX tenían cercada la ciudad, y el rey envió una embajada al jefe moro intimándole a la rendición; que entre los emisarios figuraba un capitán que vio a una hija del Alcaide, de la que se enamoró, siendo correspondido, y que todas las noches, saliendo por una oculta galería, llegaba a las proximidades del campo real, al lado de la actual Fuente del Concejo. La mora proporcionó las llaves de la galería al capitán y por ella entraron las tropas leonesas y castellanas hasta el Alcázar, (era el 23 de abril del 1229), en cuyo interior se rió la batalla, mientras otras fuerzas penetraban en el recinto amurallado por la Puerta del Socorro, hoy llamada Puerta de Coria y Arco del Socorro, en la Plazuela del mismo nombre: La leyenda añade que la mora por su traición, fue encantada por el padre, convirtiéndola en gallina, que vive permanentemente en esta galería y que cada año, a las doce de la noche del día de San Juan recobra su forma humana y recorre silenciosa y tristemente las calles de la ciudad. Un escritor cacereño, Fulgencio García Osma, ha llevado al teatro en una obra en verso, la leyenda de l conquista de Cáceres (años veinte del siglo XX).

Siempre he creído que las leyendas históricas tienen un fondo de verdad más o menos adulterado, y desde que el Museo se instaló en las Veletas busqué la entrada de la galería. Tenía datos de que la galería había quedado al descubierto, al producirse un hundimiento en el muro Sur del jardín en 1902 (Sr. Sanguino Michel: “la boca de este subterráneo, se encontraba cegada por orden de D. Pedro López Montenegro, cuando allí vivía como administrador de la Casa Ducal de Fernán Núñez, para evitar que cayeran los niños por su boca, que se abría peligrosamente en el suelo”); dato que registró cuidadosamente D. Juan Sanguino Michel y copió D. Publio Hurtado Pérez, historiadores de Cáceres. Con estos datos me autorizó el arquitecto Señor González Valcarcel, para que se hicieran algunas excavaciones y se tuvo la suerte de encontrar, en marzo de 1942, la entrada a la Galería, a la que la prensa local bautizó pomposamente con el nombre de Galería de la Victoria. … … … … … …”

Y realizada esta discreta mención, recordamos aquellos tres temas históricos que emocionaron a nuestro protagonista:

A) Vamos a referirnos a un tema que habiendo sido catalogado como un suceso sensacional en el mundo de la arqueología, “El Tesoro de Aliseda”, siendo nuestro admirado D. Miguel A. Orti Belmonte el principal protagonista de que dicho hallazgo no se perdiese, las autoridades de la época no le hicieron justicia con un agradecimiento oficial y merecido, que ahora con el paso del tiempo debería hacerse.

“El día 20 de enero de 1920, señala un hito importante en mi vida profesional y cultural. Cavando para sacar tierra con objeto de hacer tejas en un terreno comunal del Ayuntamiento de Aliseda (Cáceres), se encontró el hoy llamado Tesoro de Aliseda. Quienes lo encontraron fueron a Cáceres a venderlo. Un alumno mío –hijo del Secretario del Ayuntamiento—me habló sobre ello y un platero al que habían visto me dijo que eran alhajas de Ceclavín o de Torrejoncillo. Con las referencias que me daban yo pensé que el hallazgo era antiguo y tenía positivo valor. Como se había encontrado en el terreno propiedad del Ayuntamiento pudiera ocurrir que fuese vendido y cobrar el Secretario del Ayuntamiento los atrasos de las pagas que se le adeudaban.

Yo le indiqué que presentaran una denuncia en el Juzgado y así lo hicieron. Me entrevisté con el Juez, quién me enseñó las alhajas entregadas y, como no apareciera el resto, el Juez dijo al platero comprador de las alhajas que lo pasearía por Cáceres con las manos encadenadas. Al día siguiente un religiosos franciscano entregó bajo secreto de confesión el resto de las alhajas.

Las estudié en el mismo Juzgado, clasificándolas como Tesoro Arqueológico Feno-Púnico. Sobre el importantísimo hallazgo publiqué dos artículos en “El Noticiero de Cáceres”. Incluso llegaron a llamarme loco, obstinados en la opinión de que se trataba de alhajas de Torrejoncillo o de Ceclavín. Se reunió al efecto la Comisión de Monumentos. Su Secretario, Sanguino Michel, mantuvo una opinión conforme con la mía. Telegrafié a mi maestro de Arqueología, D. José Ramón Mélida Alinari (1849-1933), que a la sazón dirigía las excavaciones del Teatro Romano de Mérida. Este señor ostentaba los cargos de catedrático de la central, Director del Museo Arqueológico Nacional y Académico de las de la Historia y de San Fernando.

Don Publio Hurtado Pérez –ilustre figura cacereña—escribió también y la llegada de Mélida a Cáceres hizo cambiar las cosas. Las alhajas fueron depositadas en el Banco de España y D. José Ramón regresó a Madrid. La visita que efectuó el Ministro de Instrucción Pública trajo como consecuencia que las alhajas fuesen declaradas propiedad del Estado Español. El día 25 de septiembre volvió Mélida a Cáceres y regresó a Madrid llevando las alhajas, protegidas con la presencia de la Guardia Civil. Actualmente se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional, expuestas al público docto o curioso. Las alhajas fueron tasadas en un valor monetario de 15.000 pesetas. Una mitad correspondía a los obreros que las habían encontrado. La otra, para el dueño del terreno. Pero, al ser este comunal, el Ayuntamiento no podía percibir nada.

Como consecuencia de lo referido el Ministro de Instrucción Pública me dio las gracias por mi gestión y la Academia de Bellas Artes de San Fernando, a propuesta de D. José Ramón Mélida, me nombró Académico Correspondiente en Cáceres”.

Pero tal y como en su momento apuntaba el Conde de Canilleros, D. Miguel Ángel no solamente recogía rosas, también tuvo que sufrir las espinas, la actuación de Mélida no fue muy correcta. Lo relativo al rescate del tesoro y su estudio detallado, lo realizó con ímprobos trabajos y sacrificios el Sr. Orti Belmonte, dado que las joyas se habían dispersado. A él corresponde íntegro el mérito de que tan importante hallazgo se salvara de la pérdida y pueda ser admirado hoy en el Museo Arqueológico Nacional.

Cuando todo estaba hecho, Mélida vino a Cáceres, para emprender el retorno a Madrid con el tesoro y presentarlo como mérito propio en su informe a la Real Academia de la Historia y en sus publicaciones D. Miguel Orti Belmonte, hombre extraordinariamente preparado, pero muy tímido y sencillo, quedaba en la penumbra, siendo el verdadero protagonista del episodio.

D. José Ramón Mélida Alinari, en un gesto de generosidad hacia quién rescatara el tesoro que nos ocupa, le regaló un folleto de treinta y dos páginas, titulado:“Museo Arqueológico Nacional –Tesoro de Aliseda—Noticia y descripción de las joyas que lo componente por José Ramón Mélida. Fotocopias de Hauser y Menet. Madrid, 1921”. Apareciendo la siguiente dedicatoria: “A D- Miguel A. Orti Belmonte. Recuerdo afectuoso de José Ramón Mélida”.

Es justo apuntar, que no pocos investigadores tanto locales como nacionales durante muchos años envidiaron el buen hacer y resultado del trabajo de D. Miquel Orti, un hallazgo de estas características no es fácil conseguirlo. Desgraciadamente y tal como ocurre en todos estos casos, no fue hasta décadas posteriores, incluso después del fallecimiento del Sr. Orti Belmonte, cuando las autoridades correspondientes comprendieron el verdadero valor de las piezas encontradas y recuperadas por tan insigne investigador cordobés- cacerense.

Descripción del Tesoro de Aliseda (Cáceres)

Numerosas y variadas piezas aparecieron en lo alto de un pequeño cerro, que en la actualidad ha desaparecido por la ampliación del mismo pueblo que se encuentra a treinta kilómetros de Cáceres, dirección a Valencia de Alcántara y Portugal, por la carretera nacional 521. Dicho tesoro está formado por una veintena de piezas de oro, plata, bronce, vidrio y algunos fragmentos de cerámica.

Fue encontrado en un tejar cuando allí se encontraban trabajando: los hermanos Jesús y Victoriano Rodríguez Santano, acompañados por Jenaro Vinagre Rodríguez, que entonces tenía ocho años de edad.

En la actualidad se conserva una lápida conmemorativa en el número 61 de la calle del tesoro de dicha localidad. Además de la sala de exposiciones que en este año 2003 se ha inaugurado, donde se conserva una réplica del mismo.

De oro están hechas una diadema y parte de otra, brazaletes, un torques, cinturón formado a partir de diversas placas, dos pendientes, piezas de collar, un cuenco, sellos giratorios, varias sortijas y anillos.

De plata se rescató un pequeño braserillo y algunos recipientes sin determinar.

De bronce un artístico espejo.

De piedra se encontró un posible afilador.

Y de vidrio había una botella completa, siendo también distintos fragmentos de cerámica.

El conjunto de las joyas de oro, tiene un peso total de 1 Kg. Y 100 gr., mientras que las de plata ascienden a los 2 Kg. Y medio. Todo encontrado en un lóculo funerario y no en un recipiente.

Según palabras de D. Martín Almagro Gorbea, son extraordinarias las técnicas empleadas tanto de filigranas como de repujado, con infinidad de detalles ornamentales figurados junto a lo geométrico. Aparecen muchos elementos vegetales (rosetas y palmetas), sirviendo de eje a pequeños halcones, animales fantásticos, escenas de lucha entre el hombre y el león, que aparecen repetitivamente en el cinturón encontrado.

De igual modo se pueden observar varias cabezas decorativas de serpientes, de halcón, el dios egipcio Horus, divinidades sedantes, orantes, jinetes, quedando incrustado al reverso un escarabajo tallado en piedras semipreciosas que dan suficientes pistas artísticas de su indudable procedencia sirio-fenicia.

Además aparecen unos brazos humanos esquemáticos labrados en las asas del braserillo y los jeroglíficos decorativos que rodean el contorno de la botella de vidrio. Todo este preciado conjunto convierte a este tesoro en el máximo ejemplo de la orfebrería oriental importada en el Mediterráneo Occidental.

La única inscripción jeroglífica del tesoro, se conserva en el vaso de vidrio, donde se repite la frase siguiente: “consagrado a Dios”, “consagración agradable a Dios”.

El Sr. Almagro Gorbea defiende que el origen de realización del mencionado tesoro es occidental y más concretamente de las proximidades de la ciudad de Cádiz, pero basado en las delicadas y puras técnicas de orfebrería, además de la iconografía oriental.

La fecha de fabricación la sitúan en el año 625 a de C., resultando ser uno de los conjuntos de su clase, más representativos dentro del periodo orientalizante de la Península Ibérica, en lo que a la cultura tartésica se refiere. Incluso del continuo intercambio comercial de esta zona con otras del Mediterráneo oriental.

Lo que muchos cacereños lamentamos es, que tan extraordinario tesoro, aparecido aquí en Extremadura, permanezca expuesto o guardado fuera de nuestra tierra. Debería iniciarse una campaña cultural a favor de que el tesoro de Aliseda quede depositado aquí en Cáceres, en el Museo Provincial de la Casa de las Veletas. Es de justicia y un derecho histórico, situaciones parecidas han vivido otras Autonomías y ciudades en lo referente a su patrimonio artístico y cultural.

B) “Exhumación de la momia de Enrique IV de Castilla”.- Con este tan atractivo y misterioso título, nuestro protagonista aglutinó un elevado número de datos y dio varias conferencias, para perpetuar una de sus investigaciones más misteriosas e inolvidables.

Se conocía la pobreza y mezquindad con la que se hicieron los funerales del Rey, su traslado casi en secreto al Monasterio de San Jerónimo del Paso y luego al de Guadalupe de Cáceres, y su anunciado deseo de descansar el sueño eterno debajo de su madre. Pero se desconocía el lugar exacto.

En las continuas investigaciones realizadas por D. Miguel, sobre la figura de la Reina Isabel la Católica en los archivos de la nobleza y especialmente en los del Duque de frías, había ido tomando notas que se referían a Enrique IV, pero en su decidido afán por tener mas datos que los aparecidos en los documentos históricos tan distantes, optó pos desplazarse hasta Guadalupe.

Obteniendo la información correspondiente del Padre Villacampas, que Enrique IV estaba momificado, algo por otra parte conocido en determinados círculos del propio Monasterio.

La búsqueda incansable de varios años, dio un feliz resultado, cuando en el año 1945, un alumno suyo hijo del médico de Guadalupe, le comunicó que había encontrado el ataúd del rey (perdido) y el de su madre.

Inmediatamente se presentó en Guadalupe el Sr. Orti y cuando comprobó y verificó el hallazgo y se convenció de la certeza, en su obligación de Correspondiente de la real Academia de la Historia envió su detallado informe. Nombrando la Academia una comisión, formada por D. Manuel Gómez Moreno y el doctor D. Gregorio marañón, para que con los permisos eclesiásticos pertinentes, se trasladaran a Guadalupe.

Actuando D. Miguel como secretario de dicha comisión, procedieron a examinar los ataúdes, estudiar los cadáveres, fotografiándolos y midiéndolos, tomando todas las necesarias notas, para una vez finalizado el estudio dejar todo tal y como estaba.

Y así inexplicablemente en el informe oficial presentado por los Sres. Gómez Moreno y marañón Posadillo a la Academia, no se hace mención alguna al Sr. Orti Belmonte, solamente se menciona al fotógrafo Sr. Calparsoro.

Particularmente ante lo interesante que nos pareció todo lo aquí recordado sobre la localización de la momia de Enrique IV (1425-1474), decidimos buscar mas información al respecto y una vez mas optamos por contactar con el Guardián del Monasterio de Guadalupe y así el padre Sebastián García, nos envió una copia del folleto publicado en su día con toda la información al respecto.

“Los restos de Enrique IV de Castilla”, bajo este título se publicó en el año 1947 por la Imprenta y editorial Maestre, de Madrid, un detallado trabajo que ahora recordaremos en algunos de sus fragmentos más atractivos.

“Noticiosa esta Real Academia, por conducto de la Comisión de Monumentos de Cáceres, de que la sepultura del rey Enrique IV de Castilla, en el Monasterio de Guadalupe, no se conserva con el honor debido, acordó que una comisión de su seno, constituida por los abajo firmantes, procediese a su reconocimiento, dando cuenta a la misma de la información obtenida.

En consecuencia, previa autorización de las autoridades eclesiásticas, Arzobispo de Toledo y Provincial de la orden franciscana, y con la intervención eficacísima y por todos conceptos acogedora, del susodicho P. Provincial y de la comunidad usufructuaria del monasterio, procedió al reconocimiento de dicho sepulcro, en la noche del 19 de octubre último, cuyo resultado, con las ilustraciones oportunas, exponemos a la consideración de la Academia.

Era notorio que Enrique IV, en la disposiciones verbales con que, al parecer, cerró sus cuentas en este mundo, dispuso que fuera sepultado su cuerpo debajo del de su madre la reina doña maría, primera esposa de Juan II, en el Monasterio de Guadalupe, del que ella fue devota y también favorecido por el rey su hijo … … … … … .

De ropas quedan solamente las mangas de la túnica, que era de terciopelo morado liso, y fragmentos casi deshechos de lienzo basto, residuos de la camisa u otras prendas interiores. Bien conservadas, una polainas de cuero recio, que llegan por delante hasta encima de las rodillas y por detrás hasta las corvas, y son de color oscuro y completamente lisas, al parecer. Nótese que las crónicas hacen constar cómo el pobre rey se echó en la cama a medio vestir, con miserable túnica y calzados unos borceguíes moriscos, que le dejaban los muslos al aire. Aún consta que así los llevaba de continuo sobre los zapatos. Estos faltan, y todo inclina a creer que se dejó el cadáver sin ceremonia de lavado ni mortaja ni accesorio alguno: caso tan miserable de incuria quizás nunca se haya visto.

El paño de brocado a que antes se aludió, no va puesto como capa, sino extendido, y es a un lado donde se le aprecia una escotadura muy abierta, como para el cuello; mas de la forma y tamaño no pudimos hacernos cargo; sólo que carece de forro y de guarnición. Es pieza de gran etilo; terciopelo verde aceitunado, destacando sobre fondo raso un ramaje ondulado con florones, ya provistos de núcleo central tejido con oro, ya enteramente de esta misma labor en oropel u oro de Chipre, dispuesto con espolines y circunscrito, por consiguiente, a sus campos exclusivos. En conjunto resulta una composición perfectamente equilibrada y bellísima, a golpe de florones en posición alternada y brotando de troncos nudosos con algo de hojas, y cuyo vellutado opulento resalta sobre el campo raso y más débil de entonación, aunque también verde: un sentido semioriental semigótico presidió en esta magnífica obra.

El ancho de la tela alcanza a 62 centímetros, sin las orillas, que llevan dos fajas de colores blanco y rubio en labor de sarga. Es probable que esta prenda fuese ya vieja cuando se la empleó aquí, pues aparecen otras de arte análogo en pinturas italianas de la primera mitad del siglo XV, así como es notorio que hacia 1470 eran ya lo corriente otros brocados a base de flores de cardo y con grandes desarrollos .Telas de este mismo estilo, aunque sin oro, se adjudican a los talleres venecianos, y de ellos saldría el ejemplar nuestro.

Si fue capa, como parece verosímil pudo servirle de atadero una cinta, que apareció suelta por encima de la cabeza. Su largo, cerca de un metro; ancho 13 milímetros; su labor exactamente como las cintas de los sellos en diplomas castellanos del siglo XIV. Va tejida a mano, formando cadenetas falsas, con hilos torcidos de lino, pardos, rojos, blancos, amarillos y azules, rematando por un extremo en borla hecha con los mismo hilos, a partir de un nudo en que se entrelazan cordoncillos verdes y rojos. Al parecer, esta cinta iba prendida por su mitad en dos cabos de a 80 centímetros, incluyendo la borla.

Y ahora, unas palabras sobre el cuerpo de los reyes:

El de Doña María es la momia de una mujer de talla media, sin nada que anotar. Aquella pobre señora, muerta joven, agobiada de sinsabores y con sospechas de haber sido envenenada, es hoy una carroña como las demás, amputadas las piernas para acomodarla a un féretro reducido.

La momia de su hijo está, como antes se ha dicho, bastante bien conservada. La desecación de los tejidos blandos ha borrado los caracteres propiamente vitales del rostro y del cuerpo, dependientes de la frescura de los tegumentos; pero las proporciones y el aspecto general del organismo se pueden observar casi tales como en vida fueron. Una momia es un esqueleto que se mantiene armado por el forro de la piel apergaminada y permite estudiarla en su conjunto.

Lo primero que destaca en la momia de Enrique IV es su corpulencia. El féretro es mucho más largo que el de la reina madre y no se pudo extraer de su tumba por el estrecho ventanal abierto en el retablo. Fue preciso examinarlo entrando nosotros, como pudimos, en el interior de la cripta.

A esto se debe la imperfección del retrato de conjunto, que, a pesar de la habilidad del Sr. Calparsoro, no se pudo lograr más que en proyección forzada y con mala luz.

La cabeza, espontáneamente desprendida del tronco, como es frecuente en los cuerpos momificados, se sacó a la iglesia y, colocada en el altar mayor, sobre uno de los trozos de paño que envolvían el cadáver, pudo ser fotografiada con más holgura y perfección.

La talla actual de la momia es de 170 centímetros. Se calcula que la momificación completa disminuye la talla del vivo en 12 o 15 centímetros, al desecarse los discos intervertebrales y el resto de los tejidos. Si a ello se une en nuestro rey el desprendimiento de alguna de las vértebras cervicales que ligaban la calavera a los hombros, puede, sin temor a errar, calcularse en mas de un metro y ochenta centímetros la talla que don Enrique tuviera en vida.

La cabeza y tronco son muy recios: la anchura del diámetro superior del vasto pecho alcanza a 50 centímetros, igual que la de cualquier varón robusto vivo, y la anchura de las caderas es igual a la del tórax. EN la fotografía de la momia se aprecia bien este detalle, que se acentúa y corrobora por la exagerada convergencia de los muslos, más parecida a la disposición de la mujer que a la del varón, en el que, por ser la pelvis menos ancha, las líneas de los muslos descienden casi paralelamente.

Las piernas son notoriamente largas en proporción a la altura del tronco, según puede comprobarse en la fotografía correspondiente aún con el descuento a que obliga la forzada proyección con que fue tomada. Ningún detalle puede anotarse respecto de los brazos, cruzados para el descanso eterno sobre la parte baja del pecho, ni respecto de las manos, con dedos que aparecen recios y largos en cuanto deja ver la destrucción del tiempo, así como en los pies. Lo que queda de éstos muestra una inclinación exagerada hacia fuera, en la posición llamada pie valgo. … …

Anotemos ahora, con satisfacción de historiadores, el perfecto acuerdo entre estos datos directos y los que nos comunicaron los cronistas y viajeros sobre la figura viva del último Trastamara. Prescindimos de los retratos plásticos, balbucientes y quizás inspirados, más que en la realidad, en el recuerdo, y trazados bajo la sugestión de la mitología egregia: tal, el más conocido, del códice de Stuttgart, publicado en la relación del viaje de Jorge Ehigen, inserto en el libro de Fabié y después reproducido innumerables veces.

Muchos más valores tienen las descripciones literarias, y sobre todo la de la Crónica de Enrique del Castillo y su variante de la biblioteca de El Escorial que publicó: Rodríguez Villa. Enrique del Castillo, contemporáneo del rey y su capellán y cronista, nos dejó una admirable silueta de su señor, de la que un ilustre compañero nuestro escribió, con razón, que partiendo de ella “podría hacerse un acabado estudio fisiológico, psicológico y hasta clínico de aquel monarca”. Los datos que proporciona el otro gran cronista del reinado, Alonso de Palencia, no difieren en lo fundamental de los de Enrique del castillo, ni tampoco los detalles sueltos que, al pasar, apuntan los viajeros que visitaron la corte de Trastamar …

Madrid, 28 de marzo de 1947”.

Y finaliza la presente publicación, con la copia literal del acta que se levantó con motivo de la localización de tan histórico enterramiento:

“En el Real Monasterio de la villa de Guadalupe, en la noche del diez y nueve de octubre de mil novecientos cuarenta y seis, y previa autorización del Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo y M.R. P. Provincial de la seráfica Provincia de Andalucía, los Académicos de la Historia, Excmo. Srs. Don Manuel Gómez Moreno y D. Gregorio Marañón Posadillo y el Correspondiente en Cáceres D. Miguel Orti Belmonte, y en presencia del M.R. P. Provincial, Fr. Francisco S. Zuloaga, PP. Julio Elorza, Claudio López, Arcángel Barrado y Enrique Escribano, se personaron todos en la Iglesia de Nuestra Señora para abrir los sepulcros donde se encuentran los restos de la Reina doña María de Aragón y enrique IV de Castilla.

Quitada la tabla medio-relieve que se encuentra debajo del cuadro de la Anunciación, en el lado del Evangelio del altar mayor, quedó al descubierto una galería, con bóveda de medio cañón y arco apuntado, donde había dos cajas de madera, lisas, del siglo XVII. En una de ellas se encontraban los restos momificados, pero muy destruidos, de la Reina Doña María, envueltos en un sudario de lino, cuya momia no ofrecía materia de estudio. En la otra caja, los restos de Enrique IV, envueltos en un damasco brocado del siglo XV, sudario de lino, restos de ropa de terciopelo, calzas y borceguíes. Se procedió a la medición antropológica de la momia y examen de las telas, retirando un trozo pequeño de damasco para su estudio, el cual pasará al Museo de telas y bordados del Real Monasterio.

Terminados de tomar los datos necesarios para la redacción del informe a la Real Academia de la Historia, se procedió otra vez al cierre de la galería, colocando la tabla medio-relieve del retablo y firmando este Acta los Padres franciscanos y los miembros de la Comisión y testigos, cuyas firmas aparecen a continuación.

De todo cual, yo como Secretario, certifico en Guadalupe, fecha ut supra.- Fr. Francisco S. Zuloaga Fumin, Prior.- Fr. Julio Elorza.- Fr. Claudio López, párroco.- Arcángel Barrado.- G. Marañón.- M. Gómez Moreno.- Reynaldo do Santos.- A. F. Araoz.- R. Calparsoro.- Philip Bonsal.- Sebastián Miranda.- Gerardo Hernández.- Miguel Muñoz de San Pedro.- Miquel Orti Belmonte, secretario”.

Pero tanto la momia de la Reina de Aragón, Doña María, así como la de su hijo D. Enrique, se habían estudiado, no tan detalladamente, con anterioridad.

En los inicios del siglo XX, cuando ya no vivían allí los jerónimos y los franciscanos aún no habían llegado, observando el párroco de Guadalupe D. Antonio de la Paz Gutiérrez, que un mas que desagradable olor procedía de detrás del retablo, causado muy posiblemente por la muerte de algún gato, de los muchos que por allí pululaban, solicitó que algunos parroquianos descendieran hasta aquella zona y retiraran al causante de tan nauseabundo aroma.

De esta manera y sirviendo como improvisado guía, el por entonces sacristán del templo Pedro Rivas Gonzalo, seguido de varios decidios hombres de la localidad, no sin cierta dificultad, llegaron hasta la parte trasera del magnífico retablo. Encontrándose con una puerta cerrada, por la que una vez abierta accedieron a una pequeña estancia donde vieron dos grandes cajas de madera, cuidadosamente cerradas, y al destaparlas pudieron descubrir asombrados, las momias de los reyes.

Descripción literal de algunos de lo testigos:

“Se encontraron las momias en perfecto estado de conservación, solamente la reina tenía algo desmoronada la nariz; la momia del rey representa a un hombre de gran estatura y recia complexión, se haya vestido de todas sus armas y sendas botas de montar en los pies. Se hallaban cubiertos ambos cadáveres con una tela de seda, sencillamente festoneada con labores de hilillo de oro, ya bastante ajeada; y, debajo del brazo izquierdo da cada una de las momias, las células realizadas por el Padre Prior Fray Juan de la Serena, el 19 de julio de 1618, detallando su identidad y cuando fueron trasladadas”.

Cuando el 8 de noviembre de 1908, los franciscanos tomaron posesión de este Monasterio, aún se conserva el recuerdo del hallazgo de las momias, lo que facilitó a que no pocos visitantes pudiesen acceder fácilmente hasta allí y contemplar los cuerpos e incluso tratar de extraer pedazos de los mismos, lo que obligó a los frailes a cerrar el acceso al lugar, llegando con el paso del tiempo a olvidarse de lo que allí se guardaba.

Según distintas fuentes documentales, mencionadas momias reales habían sido trasladadas hasta aquel lugar el 19 de julio de 1618, y colocadas en este lugar con bóveda que desde muy antiguo sirvió de paso al camarín y el trono de la Virgen de Guadalupe, espacio labrado dentro del muro que forma parte del ábside.

Con anterioridad, es decir el 28 de julio de 1616, se habían realizado los preparativos para la construcción de un retablo, así como toda una serie de remates de los que inexplicablemente carecían tan reales enterramientos. Los maestros de cantería contratados eran: Bartolomé de Abril y Joan Baptista de Semeria, vecinos de Valencia del Cid, residentes en Toledo, interviniendo como es lógico en el contrato de dichas obras, el maestro mayor de la corona Joan Gonzáles de Mora, además del propio prior del Monasterio Fray Bernabé de Loxa.

Finaliza el contrato de la siguiente manera:

“20.- La qual dicha obra empecaremos luego que se rrattiique esta dicha escriptura por el dicho convento, y no alcaremos mano della y la tendremos acabada dentro de vintidos meses primeros siguientes que corran desde el dia que se nos notificare la dicha rratificación; esto por precio y quantia que nos den y paguen ocho mil y quinientos ducados, que suman e balen tres quentos y ciento y ochenta y siete mil quinientos mavs; los quales, nos an de pagar en esta manera. …. …. …. “.

(La mencionada escritura está realizada en diez hojas de papel que miden 305 por 210 mms.).

Pero lo atractivo y desconocido de todo este tema para la gran mayoría, nos obliga a profundizar aún mas en la presente historia y recordar que los monarcas D. Juan II de Castilla y su esposa la reina Doña María de Aragón, acompañados por su hijo el príncipe D. Enrique, que con el paso del tiempo se convertiría en el IV, visitaron el Monasterio de Guadalupe en el año 1435, permaneciendo en aquel extraordinario lugar bastantes días, como si de un retiro espiritual se tratase. De esta sencilla manera conocieron y se familiarizaron con el Priorque hacía el número cinco de orden del mismo, Fray Pedro de Valladolid, conocido popularmente como “Padre Cabañuelas”. Siendo tanta la admiración que sintió la reina por el religioso jerónimo, que pidió que en el momento de su óbito, sus restos fuesen sepultados cerca de los de aquel más que bondadoso hombre de Dios, quién fallecería en el año 1441.

No olvidemos que los jerónimos permanecieron administrando el Monasterio desde el año 1389 hasta su expulsión de 1835.

En el año 1445 siendo el séptimo Prior, Fray Juan de Zamora, fallecía la Reina, siendo enterrada en el Monasterio de Guadalupe, tal y como en su día manifestó.

Enrique IV, fallecería en 1474, siendo enterrado inicialmente en el Monasterio del Paso, que cinco años después se convertiría en San Lorenzo del Escorial.

Hasta bien entrado el año 1518 no pudieron estar juntos los restos mortales de la Reina y de sus hijo, y cerca de los del admirado “Padre Cabañuelas”, tal y como disponían los oportunos documentos, todo ello como consecuencia de las profundas reformas que se realizaron en Guadalupe, en los años inmediatamente siguientes a estos reales fallecimientos.

Vendría posteriormente el periodo de gobierno de los Reyes Católicos, los cuales visitaron el Monasterio que aquí nos ocupa, en la siguientes fechas: 13 de septiembre de 1475; 2 de mayo de 1477; enero de 1479 y en octubre de 1482, enriqueciendo en todos los aspectos el patrimonio de dicho lugar, además de despertar en tales regios visitantes una profunda devoción hacia la Virgen de Guadalupe, que manifestaron y defendieron a lo largo de toda su vida. Gracias a lo cual se llevaría dicha advocación hasta las tierras descubiertas de América.

C) En el año 1955 publicó D. Miguel Ángel, la obra titulada: “Cáceres bajo la Reina Católica y su Camarero Sancho Paredes Golfín”. Donde se hace un detallado estudio de Isabel La Católica, pero sobre todo de su protegido Sancho Paredes (1467-1546), y su familia. Tercera emoción histórica vivida por nuestro protagonista aquí en Cáceres.

Trabajo que ha sido consultado numerosas veces por los promotores de la beatificación de la Reina Isabel, como consecuencia de su amplio e interesante contenido, con documentos hasta aquel momento inéditos, y datos desconocidos para la gran mayoría de los historiadores e investigadores.

Dicho estudio está centrado sobre la familia Golfín, identificada popularmente como Golfines de Abajo, junto a la plaza de Santa María, actualmente junto al Palacio de la Excma. Diputación Provincial, que hasta el siglo XIX era el Convento de Santa María de Jesús, de las religiosas jerónimas.

No debemos olvidar, que dicho cacerense siendo enterrado inicialmente en el Convento de Santa María de Jesús, como el resto de sus familiares, cuando la Desamortización de Mendizábal (siglo XIX), fueron sacados sus restos mortales y depositados en un pequeño arcón, siendo ubicados en diferentes lugares tanto en Cáceres como en Madrid, esperando recibir el descanso eterno y definitivo. Tantos traslados llegaron a sufrir, que en determinados momentos llegaron a estar verdaderamente perdidos o al menos olvidados de sus propios cuidadores y descendientes, hasta que se inician las oportunas investigaciones por varios interesados en el tema.

Las fuentes que habitualmente consultaba nuestro protagonista eran las siguientes:

  • El Fuero de Cáceres.
  • Memorial de Ulloa (D. Pedro Ulloa Golfín 1627-1679).
  • Archivo del Conde de Canilleros y del Marquesado de Ovando.
  • Archivo de la familia Golfín.
  • Archivo Municipal de Cáceres.
  • Documentación facilitada por D. Daniel Berjano Escobar (1853-19318).
  • Archivo de D. Antonio Rodríguez Moñino (1910-1970).
  • Documentación facilitada por D. Gabriel Llabrés Quintana (1858-1928).
  • Archivo y notas de D. Simón Benito Boxoyo (1739-1807).
  • Notas de D. Claudio Constanzo Aparicio (1774-1835).

Con relación a este extraordinario personaje histórico, el Sr. Orti Belmonte apunta lo siguiente:

“Sancho Paredes era hijo de Alonso Golfín, Señor de Torrearias y de casa Corchada, Regidor del Concejo de Cáceres y de doña Mencia de Tapia, dama trujillana, hija de Sancho Paredes y hermana por tanto del afamado Sansón Extremeño, Diego García de Paredes.

Siendo muy joven, vinieron los Reyes Católicos a Cáceres en 1477 y 1479 para apaciguar a los dos bandos existentes y ordenar definitivamente el gobierno de la villa, observando los monarcas la fidelidad mostrada por Alonso Golfín se instalaron en dicho palacio de los Golfines de Abajo, conociendo así al joven Sancho.

Pasando inmediatamente bajo la protección de los monarcas, en el año 1479 fue incorporado como miembro de la guardia personal de los monarcas; en el año 1498 era nombrado camarero Mayor de la Reina, cargo que también desempeñó con el infante primero y posteriormente monarca D. Fernando, así hasta su muerte. En el año 1504 recibió gran cantidad de recompensas y reconocimientos por sus servicios prestados a la corona. Fue Regidor perpetuo de Cáceres. El infante le había concedido previamente la colocación de siete cañones de guerra para que los colocase en dicha casa, por real cédula firmada de S.A., cuyo documento original se conservaba en el archivo de sus descendientes, además de todos los libros de recibo y pago de la cámara real, títulos de consejero, de tenencias de varias fortalezas con vasallaje, y demás.

Real Cédula:

El Infante. Sancho paredes, mi camarero. Yo os mando, que dos tiros de pólvora de hierro, que quedaron en Madrid, y otros cinco que están en el Colegio de Valladolid, de metal, que son de vuestro cargo, que los toméis para vos, por cuanto yo os hago merced de ellos, para que los tengáis para vuestra casa; y mando que por esta mi cédula vos sean recibidos y pasados en cuenta: fecho: El Infante.

Se casó con doña Isabel Coello, dama de la reina, teniendo un total de dieciocho hijos (11 varones y 7 hembras), siendo aquellos debidamente empleados en la Corte como: pajes y camareros, y damas de compañía las hembras, menos las tres que decidieron ingresar en el Convento de Santa maría de Jesús. Destacando en servicios tan nobles, los hijos: Alfón Golfín, Francisco de Paredes Golfín, Martín Coello, Juan de Ulloa, Hernán García de Ulloa y Martín de Paredes.

Después de incansables horas y días de estudios en los principales archivos familiares de Cáceres, así como en bases heráldicas y en especial en el archivo de la familia Golfín, pudo localizar restos óseos, además de interesante documentación referida a Sancho Paredes Golfín, que fueron debidamente colocados en lugares seguros para general conocimiento de futuras generaciones.

“… el frente de los sepulcros de Alonso Golfín y de Sancho Paredes, que se encontraban en el Convento de Santa María de Jesús, fueron trasladados en los años cincuenta del siglo XX, al patio principal del palacio de los Golfines de Abajo, además de los escudos de Tapia, Sánchez, Blasco, Ximeno y Agüero, así como la inscripción que había junto a ellos en dicho cenobio, y que dice:

AQUÍ ESPERAN LOS GOLFINES EL DIA DEL JUICIO.

A principios de la década de los años sesenta del siglo XX, fruto también del trabajo realizado por D. Miguel Ángel y con el total respaldo de D. Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, entre otros nobles e historiadores cacerenses, además de autoridades religiosas y civiles, fueron trasladados los restos de D. Sancho Paredes Golfín a la capilla de San Miguel en la S. I. Concatedral de Santa María, donde queda perpetuada una lápida con la siguiente inscripción:

AQUÍ ESPERA EL
JUICIO DE DIOS
SANCHO DE PAREDES
GOLFIN CAMARERO
DE LA REINA DOÑA
ISABEL LA CATOLICA

AÑO DE 1545

“Bajo la inteligente dirección de Sancho Paredes se le realizaron a su casa palacio infinidad de arreglos y mejoras, destacando la fachada principal plateresca que en la actualidad se puede contemplar, siendo contratado para ello Pedro de Ibarra, así como la denominada sala de los linajes donde aún en la actualidad se conservan los distintos escudos de armas de las familias que fueron entroncando con los Golfines, y los distintos artesonados del edificio. Así como la incorporación de determinadas casuchas de los alrededores, para engrandecer el edificio principal.

Además de las propias visitas de nuestros monarcas, y del servicio que prestaron los hijos de Sancho Paredes, mantienen los historiadores que durante años existió una amplia correspondencia entre ambas partes, escritos y documentos que deben conservarse en el Archivo de los descendientes de Sancho Paredes Golfín, aquí en Cáceres.

Queriendo inmortalizar, el vínculo de amistad existente entre los monarcas y su familia, colocó en la fachada principal la inscripción: FER DE FER, que algunos han querido interpretar: Fernando su nieto, a Fernando el monarca.

La generosa reina concedió a doña Isabel Coello el portazgo de Cáceres y su tierra, por vía de dote, cuando casó con el Camarero, y para sus herederos y sucesores, por privilegio el 24 de octubre de 1484, que estaba confirmado hasta por Felipe IV en 19 de diciembre de 1639.

Tanta importancia alcanzó dicho noble, que se convirtió en uno de los testigos que signaron el testamento de la Reina Católica en 1504.

Dotó el camarero Sancho de paredes una memoria de misas por los reyes Católicos, en la capilla mayor del convento de religiosas con la advocación de Santa María de Jesús, de esta villa, en que, con sus padres y otros de su familia, estaban sepultados en propios sepulcros, habiendo fabricado su padre Alonso Golfín u Holguín, la referida capilla, como consta en su bendición, por testimonio de notario, celebrada por el Ilustrísimo Señor D. Francisco de León, Obispo de Fez, en 14 de julio de 1498, tal y como se guarda en el mencionado archivo familiar … … … …”.

Sorprende como a lo largo de todo el presente estudio que realiza D. Miguel A. Orti Belmonte, referido a Sancho Paredes Golfín (1467-1546), va apuntando el magnífico archivo familiar que posee dicha familia en su palacio de los Golfines de Abajo, documentación que evidentemente trata una amplia época de la historia de la propia ciudad de Cáceres. Así sus investigaciones sobre el camarero de los Reyes Católicos, resulta relativamente fácil por la fuente prácticamente inagotable que allí existe al respecto.

Lo que en aquel momento desgraciadamente desconocía nuestro autor, es que casi dos décadas después de la aparición del presente estudio histórico, mencionado archivo familiar saldría casi en secreto, de la ciudad de Cáceres, para siempre. Tal y como desgraciadamente ha ocurrido poco a poco con otros archivos y bibliotecas que durante siglos aquí estaban acomodadas.

Tal y como ya hemos señalado anteriormente, lo hasta aquí apuntado no es mas que una insignificante muestra de la amplia y variada obra de investigación que realizó D. Miguel A. Orti Belmonte a lo largo de su enriquecedora vida. Se da el dato curioso de que ni sus propios descendientes saben a ciencia cierta la totalidad de trabajos que pudo realizar, es muy posible que se acerquen al centenar, llegando a la mitad los referidos a Cáceres y provincia, los más conocidos o al menos los publicados están relacionados al final del presente estudio.

En honor a la verdad, y en una obra de estas características no podía pasar por alto el valor que nuestro autor concedía a la amistad, junto con la familia eran dos de los pilares fundamentales del ser humano, según sus propias palabras. Durante su permanencia en Cáceres, hizo muy buenos amigos, con la mayoría de los cuales continuó tratándose una vez establecido definitivamente en Córdoba, muchos de los cuales compartían con nuestro protagonista un elevado número de inquietudes investigadoras. Por cuestiones de limitaciones de espacio y tiempo, nos vamos a limitar a relacionar las amistades más conocidas que mantuvo:

  • D. Tomás Martín Gil (1891-1947).
  • D. Juan Sanguino Michel (1859-1921).
  • D. Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros (1899-1972).
  • D. Ciriaco Ismael del Pan Fernández (1889-1968).
  • D. Gabriel Llabrés Quintana (1858-1929).
  • D. Antonio Rodríguez Moñino (1910-1970).
  • D. Antonio C. Floriano Cumbreño (1892-1979). Etc.

Con unos intercambio conocimientos, con otros mantuvo provechosa correspondencia y con una gran cantidad pudo participar de enriquecedoras tertulias, de moda en tiempos pasados. Todo un privilegio.

Cualquier persona interesada en el estudio de este personaje ilustre cacerense, podrá adquirir en los próximos meses la obra titulada: “Un cacerense venido de Córdoba”, donde recordamos ampliamente una veintena de sus trabajos mas relevantes de investigación relacionados con Cáceres y sus gentes.

Ojalá que todos estos trabajos sirvan para recordar a tan entrañable y equilibrada persona, así como concienciar a quienes corresponda y rendirle un justo y público homenaje.

APROXIMACIÓN A LA BIBLIOGRAFÍA DE D. MIQUEL A. ORTI BELMONTE.- (Artículos y publicaciones).

  • Testamento de Ambrosio de Morales al profesar en el Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso (1914).
  • Oposición del Cabildo Municipal de Córdoba a la construcción del crucero en la Mezquita (1914).
  • El Fuero de Córdoba (1915).
  • El Fuero de las cabalgadas (1915).
  • Historia del Gran Capitán, escrita en el siglo XVII por el Padre Alfonso García de Morales S. J. Granada (1916).
  • Nuevas notas al Fuero de Córdoba. Madrid (1917).
  • La sillería del Coro de la Catedral de Córdoba. Madrid (1919).
  • Catálogo de la exposición Eucaristía de la Diócesis de Coria en 1921. Cáceres (1922).
  • El tesoro fenicio de Aliseda (conferencia). Córdoba (1924).
  • Córdoba durante la Guerra de la Independencia 1808-1813. Córdoba (1930).
  • Extremadura artística e industrial (1931).
  • Los Ovando y Solís de Cáceres. Badajoz (1932).
  • La bandera española. Cáceres (1936).
  • Traje típico de la provincia de Cáceres (1936).
  • Memoria de los Museos Arqueológicos Provinciales. Volumen V. (1944).
  • El culto mariano en Cáceres y la Virgen de la Montaña. Cáceres (1946).
  • Recensión de la Biografía de Diego García de Paredes, por D. Miguel Muñoz de San Pedro.
  • Guadalupe en la historia (1947).
  • Las reconquistas de Cáceres y su Fuero latino anotado. Badajoz (1947).
  • Juan de Vega. Embajador de Carlos V en Roma, por el Marqués de la Vega (1947).
  • Una hija de Hernán Cortés, Leonor Cortés de Moctezuma (1947).
  • La muerte de D. Tomás Martín Gil (1947).
  • La Asunción y Mediación de María en el arte y la literatura regional (Trabajo premiado).
  • Fundaciones Benéficas Provinciales antes de 1850 (Investigación Histórica). Cáceres (1949).
  • La vida en Cáceres en los siglos XIII y XVI al XVIII. Cáceres (1949).
  • Historia del culto y del Santuario de la Virgen de la Montaña. Patrona de Cáceres. (dos tomos). 1949.
  • Prelados de Coria en la Corte Pontificia (1950).
  • Ofrendas y costumbres en los entierros cacereños (1950).
  • El Cáceres que vio la Reina Isabel. En revista Alcántara nº 44 (1951).
  • Monográfico de la Casa de las Veletas. Cáceres (1951).
  • Guía Artística de Cáceres y su provincia (1954).
  • Glosas a la legislación sobre los judíos en las Partidas (1955).
  • Biografía de Gonzalo de Ayora, creador de la infantería española (1956).
  • Biografía de D. Ángel de Saavedra Ramírez de Baquedano. Duque de Rivas (1958).
  • Informe sobre el pendón y el escudo de armas de Córdoba (1958).
  • Episcopologio Cauriense. Cáceres (1959).
  • Metodología de la Historia.
  • Los Golfines y Sancho de Paredes Golfín, el Camarero de la Reina Católico y su palacio.
  • Historia de D. Álvaro de Sande, por Hugo Foglietta (1962),
  • Exhumación de la momia de Enrique IV. Guadalupe.
  • Breve biografía de Osío, Obispo de Córdoba.
  • Córdoba Romana y Séneca, estilista de genio y originalidad deslumbrante.
  • La ciudad de Córdoba en tiempos de Juan de Mena.
  • Aportación a la vida y obras de Juan de Mena y su época.
  • Biografía de D. Lope de Hoces y Córdoba. Almirante del Océano y Capitán General (1961).
  • El irlandés Conde de O’Reylly, Teniente General de los ejercicios españoles de Carlos III y Carlos IV.
  • Nuevos datos para la biografía de D. Vicente de los Ríos.
  • Nuevas notas al Fuero de Córdoba, reedición de 1917 (1966).
  • San Eulogio. Glosas a la legislación sobre los judíos en las partidas.
  • Córdoba monumental, artística e histórica. La ciudad antigua. Iglesias y Conventos.
  • La Catedral antigua. Mezquita y Santuarios Cordobeses.
  • El apellido Orti en la historia y la cultura (1971).
  • Visión cacereña (Diario Córdoba). 1971.
  • Valor educativo de la enseñanza de la historia. (Diario Córdoba).
  • Historia del municipio de Córdoba. Tomo IV. Desde la reconquista hasta la casa de Borbón.
    Este último trabajo fue entregado en la década de los años setenta al Ayuntamiento de Córdoba para su publicación y no se ha sabido nada de él.
Oct 012003
 

Gregorio Carrasco Montero.

AQUELLOS PASTORES TAMBIÉN TENÍAN PROGRAMAS

Estamos en tiempos de vendavales desatados y fuertes corrientes subterráneas de anticlericalismos envenenados en medios de comunicación. A veces se dan hechos ciertos. No más que en otros segmentos de la sociedad. Aunque ¡eso sí! los abultan cuando se trata de clérigos.

En otras ocasiones, y van siendo muchas, se vuelven a levantar tinglados de antiguas farsas sobre meras sospechas o calumnias. De todo ello siempre queda algo. Sin embargo, el tema no es reciente. El S. XIX estuvo, especialmente en la segunda mitad, bastante revuelto en materias, injusticias y tendencias del mismo cariz.

Suerte tuvo la diócesis cauriense al ser pastoreada por pastores de talla, eminentemente pastores prácticos y llegando a la raíz de los males.

Uno de ellos Fray Pedro Núñez Pernía. Había nacido en Benavente (Zamora) el 1 de agosto de 1810, siendo sus progenitores los Marqueses de los Salados. Ingresó y profesó en el celebérrimo monasterio de San Juan de Sahagún. Exclaustraciones y desamortizaciones deshicieron la floreciente comunidad. Como en otros casos se perpetró un desastre espiritual, un asesinato artístico y una destrucción histórica y cultural.

El monje Fray Pedro – nunca dejó de usar el Fray – se encuadró en la diócesis vallisoletana iniciando en ella su trabajo pastoral en el mundo rural castellano. Más tarde, y sucesivamente, ocupó sillas corales en las catedrales de Menorca, Barcelona, Toledo, silla abacial de la Colegiata de Jerez de la Frontera. Volvió a Toledo como Dignidad de Arcediano en la Catedral Primada.

Elegido obispo de Coria el 24 de septiembre de 1868 llegaría a la sede el 13 de marzo de 1869. Fray Pedro, ya en la diócesis, vivió la situación de acoso a la Iglesia. Sintió como propios los ataques y agresiones morales contra Pío IX. Sufrió las consecuencias en España de la Revolución de 1868, que se llevó por delante a Isabel II.

Iluminó al pueblo con pastorales sobre el jubileo proclamado por aquel papa y con otras, anunció el gran acontecimiento del Concilio Vaticano I al que asistiría, no obstante sus achaques.

Otras muchas pastorales fueron orientadoras de mentes y conciencias animando a sacerdotes y cristianos, conocedores y sufridores de los ataques al Papa y a la Santa Madre Iglesia.

Otro obispo de esta época, aunque de cortísimo pontificado, pero santo y eficaz, dejó marca, memoria y perfume de santidad, Beato Marcelo Spínola. Por unas u otras razones había que prestar atención al mundo de la enseñanza. Y aportó ayuda y remedio al deficiente y caótico tema, por aquel entonces, fundando las Esclavas Concepcionistas en la capital diocesana.

Otro pontificado que marcó a los sacerdotes y por ellos al pueblo, por largo y práctico, fue el del Excmo. D. Ramón Peris Mencheta, 1894 -1920. Pontificado reivindicador porque hasta él llegaron, con efectos retardados, problemas y desaguisados de todo tipo originados por las repetidas exclaustraciones y desamortizaciones: El Palancar, Real Monasterio de Guadalupe.

Ante la situación social de la mayoría de sus fieles, atrapados en la usura reinante, especialmente en los pueblos, con otros laicos católicos fundó la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres. Estimuló a los sacerdotes para crear un los pueblos los Sindicatos Católicos Obreros, etc.

Todo eso, y muchas cosas más, no fue óbice para desarrollar una auténtica y amplísima labor religiosa con los seminaristas, sacerdotes y laicos. Divulgó en la diócesis la Devoción al Corazón de Jesús, Eucaristía para intensificar la comunión frecuente, etc…

Así, por las semillas sembradas, la diócesis pudo contar con un póquer de ases envidiables, preparadísimos, entregados al estudio y a la pastoral del momento, cultivando muchos de ellos la poesía, historia, oratoria de altos vuelos, música, etc. Sería interminable la lista y sólo aportamos algunos nombres: Santiago Gaspar, Escobar Prieto, Simón Herrera, Cruz López, Rocha Pizarro, etc.

ESTE ERA UNO DE ELLOS

En Arroyo del Puerco – aún no se había cambiado el genitivo de pertenencia – nació un futuro seminarista y sacerdote llamado Carlos Mercedes Barriga Barriga, el 24 de septiembre de 1854, día de la Merced.

Por entonces, aproximadamente dos años, regía la diócesis cauriense el obispo iniciador de la publicación del Boletín Eclesiástico del Obispado, Excmo. D. Antonio María Sánchez Cid y Carrascal. En dicho boletín, desde seminarista, aparecía frecuentemente el nombre de este arroyano: por las notas de su brillante expediente académico, por las ordenaciones recibidas, premios obtenidos, destinos desempeñados, etc.

Las que podíamos llamar investigaciones de campo que sobre él realizamos en su villa natal han sido pocas. No viven familiares ni personas que contactaran con ellos. Las poquísimas noticias gozan de total imprecisión. Por cierto, pude oír de un profesor jubilado que en dicha villa la mayoría no sabían quien era D. Carlos, pues, habrían quitado ya la rotulación de la calle a él dedicada. Serían avatares de la política y no de los valores que poseyera este presbítero arroyano. Hasta el punto de ser conocido como el cura sabio. Apelativo y calle demuestran que sus paisanos de entonces sí lo sabían y lo valoraban rindiéndole con ambas cosas un homenaje.

ALGUNOS PASOS DE DON CARLOS

Sin pretender con este trabajo una biografía del sacerdote, objeto del mismo, ofrecemos algunos pasos dados por él y eficaces acciones realizadas.

Desde que empiezan su función los seminarios acordados en el Concilio de Trento, de ahí que se hayan conocido como tridentinos, para la formación de los futuros sacerdotes, lo ordinario era ingresar en ellos entre los 10 y 12 años. Iniciaban estudios de Latín y Humanidades exigidos en la Ratio Studiorum, igual o muy parecida en todos ellos.

En el de Coria estaría nuestro arroyano con otros muchachos de la diócesis. Destacaría pronto en las clases. Su expediente académico lo certifica. En estos centros en los que la disciplina era básica junto con la formación espiritual, humana e intelectual hacían surgir hombres muy bien cultivados y completos. La formación la impulsaban obispos imprimiendo cada uno un determinado estilo. En el largo camino quedaban algunos. Por la formación recibida triunfaban en la sociedad y en cargo civiles. Otros llegaban a la cima de la carrera eclesiástica. Ordenados de sacerdotes servían a la diócesis en los puestos confiados. En esos tajos de actuación ministerial aparecían, y siguen apareciendo, hombres de enorme personalidad y entrega a favor de la sociedad. En la inmensa mayoría de los casos sin reconocimiento por parte de los pueblos a los que sirvieron.

D. Carlos Mercedes Barriga Barriga, “hijo de Vicente Barriga Gómez y Lorenza Barriga Tejado, que fue bautizado en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. María de la Asunción, única de esta villa de Arroyo del Puerco el 27 del mes de septiembre 1854”. Ese día nació para Dios el que físicamente lo había hecho ya el día 24 del mismo mes y año, día de Ntra. Sra. de la Merced. Según las notas que hemos podido ver en los boletines eclesiásticos del obispado a los 23 años, cumplidos los requisitos exigidos, comenzaba a dar pasos hacia el sacerdocio.

Los anuncios de órdenes y pequeñas crónicas de las administradas con relación nominal de los que las habían recibido presentan bastantes equivocaciones y erratas de bulto, como señalar en los días 23y 24 de septiembre las témporas de cuaresma. Creemos que serían 23 y 24 de marzo, tiempo de cuaresma, de 1877 cuando Carlos Mercedes recibió la llamada Primera Clerical Tonsura y las conocidas, hasta después del Concilio Vaticano II, como Órdenes Menores. Le fueron administradas en el oratorio del Palacio Episcopal de Coria por el obispo Fray Pedro Núñez Pernía.

Según las crónicas aludidas recibió todas las Órdenes Sagradas en el mismo año 1877. El Subdiaconado ha sido eliminado y a las Menores se les llama, simplemente, Ministerios después de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio citado.

Dejando a un lado el lío de fechas y témporas, que sólo se podría resolver teniendo acceso a los expedientes de Ordenes, aunque esto no suponga nada en contrario de su personalidad.

Destaca su preocupación por aplicar sufragios por los sacerdotes difuntos, ingresando de inmediato en la Hermandad de Sufragios, creada y existente en la diócesis. Cada sacerdote se comprometía a aplicar una misa por el difunto.

NOTICIAS DE D. CARLOS EN OTRA VILLA QUE LE CAUTIVÓ

Indicamos ya que no pretendemos hacer una biografía. Y menos exhaustiva. Sólo dejar constancia en estos XXXII Coloquios Históricos de Extremadura de la existencia de un sacerdote extremeño, que desde le ejercicio de su ministerio y compartiendo los bienes espirituales e intelectuales de que había sido dotado, hizo bien a la economía de labradores y jornaleros, a la cultura, a los pobres, a las almas…

Dª. Ascensión Vivas Salgado, hija del que fuera joven amanuense del cura que vivía en permanente estado de ceguera, D. Martín Vivas Chaparro, me ha facilitado datos y noticias referidos por su padre en multitud de ocasiones, así como fotografía del dicho sacerdote. De todo ello hacemos tres apartados con numerados comentarios.

A) Gran Orador Sagrado

  1. El primer comentario que consigno tiene referencia a la Virgen de la Montaña. Era en su época, cuando la imagen de indicada advocación no descendía desde su santuario todos los años, él era predicador habitual del novenario en la hoy Concatedral de Santa María y en aquellos años Iglesia Arciprestal de Cáceres.
    Un abuelo de la informante le trasladaba en caballo desde Las Brozas hasta Cáceres. Por inquietudes sociales estaba muy unido a la familia Leal hospedándose en casa de D. León Leal, o la del hermano de éste, D. Fernando Leal. Al terminar el novenario el abuelo Juan Vivas Marchena volvía a Cáceres para acompañarlo en el regreso a la villa brocense.
  2. Buen improvisador, como se deduce de lo siguiente, aunque la informante no haya podido concretarme datos para este comentario. Ante la llegada de un personaje –¿quién? ¿para qué?– en el Ayuntamiento de Brozas se ha organizado un acto. Imagino, que ya para la respuesta, ya para ambientación, se necesitaba alguien –¿falló el que estuviera designado?– y se buscó al cura ciego. Se encontraba de paseo por la ermita de la Soledad. Se lo comunican allí y durante el trayecto hasta la Casa Consistorial fue preparando su improvisación. Según ha oído mi informante llamó poderosamente la atención el discurso de D. Carlos.

B) Sacerdote comprometido con el Mundo Rural (Aunque no estuviera institucionalizado el Apostolado Rural).

1º) Acción Social

Habría que haber conocido la situación real de ese mundo que formaban los hombres del campo y el no menos complejo de la ganadería. Entonces no existían ayudas estatales, menos Comunitarias, a olivos, vacas y otras especies vegetales y ganaderas.

Eran tiempos del obispo D. Ramón Peris Mencheta. A mi juicio el más comprometido con esta tierra durante el S. XX y por eso el más reivindicador de todo lo extremeño.

Los que hemos vivido los coletazos de los cincuenta y década completa de los sesenta hasta comenzar las obras de la construcción del pantano de Alcántara, con que se produjeron, por centenares, los desertores del arado, podemos imaginar un poco las situaciones anteriores.

En medio de las vicisitudes de indicadas situaciones, muy negativas, el cura ciego, el cura sabio hizo en Las Brozas una campaña, de persona a persona, tratando de convencer a los labradores, ganaderos y adláteres de los beneficios que les aportaría la fundación de un Sindicato Católico de Crédito Agrícola. Meta a la que consiguió llegar. En crónica que puede leerse en el Boletín Oficial del Obispado páginas 102 -104 del tomo 1907 -1908, se dice, entre otras cosas: “Muy de aplaudir es, el entusiasmo con que la villa de Brozas ha acogido las indicaciones y trabajos del Sacerdote de aquel pueblo, D. Carlos Barriga y sus cooperadores para la fundación de esta Sociedad de la que con el favor de Dios tantos provechos se esperan”. “Bien por Brozas ¡y viva el Sindicato Católico de Crédito Agrícola de Brozas! que es muy de desear encuentre en esta diócesis muchos pueblos en los que se establezca”.

A continuación de la citada crónica, en el mismo Boletín aparece una carta dirigida al Obispo Peris Mencheta de los párrocos de ambas parroquias en la que se encuentra este siguiente párrafo: “Al dar a V.E. cuenta de tan grato suceso, que sin duda alguna ha de contribuir al desarrollo moral y material de este pueblo rogamos a V.E.I. se digne bendecir esta obra y con especialidad a D. Carlos Barriga, principal iniciador y organizador, el que nos encarga encarecidamente hagamos presente a V.E. que si él no escribe directamente a V.E. es por falta de vista y que tenga V.E. esta por suya. B. E.A.P. de V.E.I. sus humildes súbditos: Ángel Perianes Olmedo – Avelino Sánchez Bermejo. Párroco de Santa María el primero y de los Mártires el segundo.

2º) Ayuda moral: Consejos y orientaciones

Su labor diaria, el boca a boca pastoral, aprovechando visitas a los enfermos, encuentros en las calles, sembrando semillas en la academia que dirigió, buscando y trayendo conferenciantes, etc, todo servía para crear inquietudes. Así cristalizaron las obras reseñadas. Además como veremos más largamente en el siguiente apartado, aunque ya lo hemos apuntado, con el deseo de alumbrar nuevos horizontes en los jóvenes, a pesar de esa ceguera, tantas veces repetida, fundó una academia. Nos gustaría tener más datos para saber de su funcionamiento y frutos de la misma.

C) Su Vasta Cultura la Compartía con EL PUEBLO

Creo que es el momento oportuno de indicar el por qué de la presencia en Brozas de este sacerdote arroyano de nacimiento y brocense de deseo. Y es sorprendente que tenga que añadir que las desconozco. Lo cierto es que cuando definitivamente perdió la vista estableció su residencia en la Villa de la Encomienda Mayor. ¿Fue en ella donde tuvo su primer servicio a la diócesis? ¿Se vino a este pueblo al ir perdiendo progresivamente la vista? Ciertamente fue ilustre profesor del seminario varios años. Sea de ello lo que fuere, tenemos esto:

1º) El 16 de julio de 1880, en el Boletín Eclesiástico del Obispado, Nº 248, pág. 468, aparece la aprobación de las Constituciones del Cabildo Eclesiástico de Brozas. Estos cabildos, en esta villa y en otras de la jurisdicción, fueron establecidos por la Orden de Alcántara. Esa aprobación ¿fue intento de que superviviera después de ejecución de la Bula Quo Gravius que anulaba las Órdenes Militares?

D. Carlos fue miembro de dicho Cabildo cuya elección e ingreso encontramos en el libro 6 del mismo, Fol. 256 vto. y que sintetizamos, pero seguimos preguntándonos por qué él estaba ya allí, ¿poseyó alguna capellanía o algo parecido? A la pregunta, o preguntas, aportamos, de momento:

2º) En el libro 6º, Fol. 256 Vto., al margen, dice: “Entrada del Presbítero D. Carlos Barriga y Barriga en el Cavildo (sic.), y otros particulares”.

Sigue el acta del 7 de mayo de 1899 de la que entresacamos y entrecomillamos algunas cosas de las reseñadas. “D. Ángel Perianes Olmedo, presidente del Cavildo (sic.), expuso la necesidad de dar entrada en el Cavildo a D. Carlos”. ¿Razón? Los pocos capitulares existentes en las fechas referidas.

Expresa dicho presidente “ que siempre que dicho señor aceptara gustoso el cargo; eliminándole de pagar cuota de entrada que nuestras ordenanzas exigen; y de dejar las utilidades del medio año en beneficio de la Corporación para cobrar sus herederos después de su fallecimiento; fue aceptado todo por unanimidad; rogando al señor D. Carlos que aceptara dicho cargo con atención a las razones expuestas y para el culto a Dios, teniendo el gusto los señores Capitulares de oír la conformidad de indicado señor, dándole por ello las gracias, tomando posesión en el mismo acto con la solemnidad acostumbrada”.

Lo que sí podemos aducir es lo que él mismo dice en el Prólogo que, personalmente dictó, para el libro “Hijos Ilustres de la Villa de Brozas”, que se ha repetido en las tres ediciones del libro anteriormente citado y fechado el 12 de mayo de 1901. La cita, a mi juicio, es reveladora: “La gratitud de que a este pueblo soy deudor por las inequívocas muestras de respeto y consideración con que me han honrado y el tierno afecto que le profeso, encendieron en mí el deseo de contribuir a su mejoramiento en la medida de mis escasas fuerzas y afectos, aproveché cuantas ocasiones oportunas se me ofrecieron para verter desde el púlpito y en mis conversaciones particulares ideas encaminadas al fomento del bienestar moral y material de la población…”. Por ello lo primero que hizo:

1º) Fundar una academia y dirigirla.

Señala él la decadencia de la villa brocense iniciada cuando concluía la primera mitad del S.XIX. Lo constató y denunció razonadamente como lo expresó en el referido prólogo. Esto se está palpando en la actualidad, aunque en la segunda y tercera edición se recojan las siguientes palabras del Sr. Conde de Canilleros, que en la práctica daba como ciertas sus ensoñaciones: “El prólogo que D. Carlos Barriga puso a la primera edición de este libro, triste es reconocerlo, era francamente derrotista. Brozas aparece en sus páginas decadente, hundido, sin posibles horizontes de prosperidad y cultura. Tras las descripciones de tono sombrío sobre un presente angustioso y un porvenir sin esperanzas, coloca estos comentarios: “Tal es en nuestros días la poco envidiable situación de esta infortunada villa, antes tan rica y floreciente. Nada queda de su pasada grandeza”. A esto apostilla el Sr. Conde: “yo no puedo compartir su criterio, ni puede compartirlo nadie que conozca esta localidad, cuyo nombre sigue pronunciándose hoy con admiración y respeto”.

El que suscribe lo comparte en toda su extensión. Refutar lo que dice el Sr. Canilleros me daría suficiente materia para hacer un libro como el de los Hijos Ilustres de Brozas. Baste, para terminar, decir que hoy tiene menos de la mitad de la población existente cuando vivía el cura ciego y el mismo Sr. Conde. ¿De cultura?… pues ni siquiera se le ha concedido centro de la ESO. ¿Qué diría ahora D. Miguel Muñoz de San Pedro?

El cura ciego, que no erró en su análisis de la situación, quiso poner remedio y creyó que era bueno compartir sus conocimientos. No sé cómo sería la experiencia de lo que todos llamaron academia. Si sólo actuaba él o con la ayuda de algún profesional de la enseñanza. Lo que sí he comprobado es que la existencia de citada academia la relacionan y siempre con el cura ciego. ¿Qué amplitud tuvo? Lo ignoro. Ni han podido informarme. Imagino que sería preparación de muchachos para ir a Cáceres a examinarse del grado, como entonces se decía.

2º) Se le debe la publicación de los “Hijos Ilustres de Brozas”.

La tercera edición del mismo ha salido en 1.995. El cura sabio, ciego como estaba, conocedor del elenco de hombres ilustres, nacidos y salidos de este pueblo, movió los hilos que pudo para que se diesen a conocer. Para ello:

  1. Se presentó, dice D. Carlos, “en las Casas Consistoriales” el 27 de enero de 1.896, cuando se celebraba una sesión ordinaria. Pretendía que calles y plazas se rotulasen con los nombres de tales hijos, que los tenía en gran número la dicha Villa de Las Brozas.
  2. Debió exponerlo con tal ardor que los ediles, además, acuerdan: a) que deben figurar todos los ilustres nombres en el salón de sesiones; b) adquirir retratos de Frey Nicolás de Obando y de Francisco Sánchez de Las Brozas. El Brocense; c) colocar una lápida de mármol en la casa natal del Catedrático de Salamanca; d) añade que se le ocurrió una idea felicísima al Jurisconsulto y Regidor Síndico, D. Martín López y era que se escribiese un libro que recogiese las más amplias biografías posibles de los ilustres hijo, para que las pudiesen conocer todos los brocenses.
  3. Como consecuencia de todo lo anterior el cura ciego se encargó de gestionar, en nombre de la Corporación, que lo llevase a término el Ilmo. Sr. D. Eugenio Escobar Prieto, que había sido Dignidad de Arcipreste de la Catedral de Coria y era en aquel momento Deán de la Catedral Placentina. Este sacerdote e historiador aceptó complacido por la gran amistad que le unía al tan repetido cura ciego.

AL CURA CIEGO LE LLEGÓ LA MUERTE

En el mismo libro 6º se encuentran varias actas que recogen los cargos desempeñados, a pesar de la ceguera que le limitaba. Y, claro está, recoge su muerte ocurrida en kalendas en las que se hinchaban, cada vez más, las campañas anticlericales que, incluso iban oliendo a pólvora.

Del acta capitular tomamos lo siguiente; “falleció a las 8 de la mañana del día 10 de julio del año 1931, el presbítero agregado a la de Sta. María, D. Carlos Barriga y Barriga, a los 77 años de edad. Se le hicieron los funerales que dispone el acuerdo del Cabildo y se encargaron a los Sres. Capitulares del Cabildo las cuatro misas que disponen las Ordenanzas”.

Además de lo referido en el acta capitular sobre la muerte y obligaciones que deberían cumplir los otros capitulares hallamos en el Boletín Oficial del Obispado la siguiente preciosa nota necrológica. Se encuentra y puede verse en el Tomo 28, años 1931-1932 del referido Boletín.

Necrología.- El día 10 del pasado julio, en el pueblo de Brozas, vivero de hombres ilustres, entregó su alma a Dios confortado con los Santos Sacramentos y habiendo recibido la B. A. el venerable sacerdote D. Carlos Barriga. ¡Descanse en la paz del Señor! Era figura de relieve en el Clero cauriense por su vasta ilustración y por sus virtudes que Dios quiso acrisolar en la resignación que sobrellevó la ceguera que padeció muchos años. Fue profesor doctísimo del Seminario, y sus discípulos le recuerdan con veneración y estima profunda. Trabajó, no obstante la ceguera, con denodado ahínco por la cuestión social en Brozas, de arte que mereció la Medalla del Trabajo y recibió un cariñoso homenaje. ¡Dios nuestro Señor habrá premiado los trabajos de su siervo fiel!, pero por si necesitase de nuestros sufragios, elevemos al Señor una plegaria.

Pertenecía a la Hermandad de Sufragios y tenía cumplida las cargas, por lo que se aplicará la Misa de Reglamento”.

Punto Final – Terminamos estos apuntes y noticias y no quisiéramos concluir con una jeremiada, Pero sí con manifestación triste. ¿No son merecedores estos sacerdotes, en Las Brozas, de algo que perpetuase sus trabajos, por la Corporación, ya que ésta lo suplicó al cura ciego? Al autor de los Hijos Ilustres de Brozas se le pagó su trabajo de historiador con una pluma de plata. Poco me parece, aunque, tal vez fuera mucho entonces. Al primero, cura ciego, cura sabio, que sepamos, con nada. Poseo fotografía del mismo. Bien, porque nunca es tarde si la dicha es buena, podía hacerse un busto y rendirle buen homenaje por bien merecido. Casi siempre el olvido de sus vidas es pago reservado a los sacerdotes más entregados en el silencio, buscando el bien de las ovejas que le mandaron pastorear.

Oct 012003
 

Antonio Cantero Muñoz.

INTRODUCCIÓN

De entre las manifestaciones de religiosidad popular de la ciudad de Trujillo, la devoción a la Virgen de Victoria siempre ha ocupado un lugar central y relevante por ser la patrona de esta población extremeña. Además su origen en el tiempo y avatares históricos ya han sido estudiados con rigor documental por Juan Tena Fernández y José Antonio Ramos Rubio[1].

Por ello el objeto de la presente comunicación, solo pretende analizar los estatutos de la “Asociación Trujillana de Nuestra Patrona la Virgen de la Victoria” creada en 1920, así como de un patronato constituido en 1924 para hacerse cargo de su ermita sita en el castillo. Su nacimiento tiene lugar al amparo de la Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887, que reguló hasta 1964 el marco jurídico de este tipo de entidades, siendo ambos documentos testimonios harto elocuentes del fervor de los trujillanos a su Patrona durante ese periodo histórico.

Nuestro trabajo tiene muy presente la especial relación antes indicada, y sin negar la dimensión espiritual y más allá de las funciones y elementos explícitamente religiosos de las celebraciones organizados en honor de la Virgen de la Victoria, hemos de tener muy presente que esta advocación mariana se ha convertido en el referente de identificación colectiva de todos los trujillanos, aun de los que por distintos motivos no residen en esta ciudad extremeña, como ponen de manifiesto la existencia de distintas hermandades que con este título existen en Madrid, Cáceres, Badajoz y Sevilla[2].

ESTATUTOS DE LA ASOCIACIÓN TRUJILLANA DE NUESTRA PATRONA LA VIRGEN DE LA VICTORIA.

Nuestro trabajo comenzará con el análisis de los estatutos de la “Asociación Trujillana de Nuestra Patrona la Virgen de la Victoria”, fechados en 1920. Sabemos de su existencia por un ejemplar de estas ordenanzas, que conforme a lo dispuesto en el artículo 5.2º de la Ley de Asociaciones de 30 de julio de 1887, debían remitirse al Gobierno Civil de la provincia de su origen y que por ello se encuentran depositados en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres[3].

Este importante testimonio documental nos permite conocer la identidad de sus primeros cargos directivos, siendo su presidente Fernando Cancho, vicepresidente José Núñez, contador Valentín Lozano, tesorero Paulino Cruz, secretario Luis Andrada, vicesecretario Antonio Cancho, y vocales Francisco Canillas Cabeza de Vaca, Miguel Tamayo, Timoteo Yuste, Francisco Fernández.

El artículo 1º nos informa de cuales eran los dos fines fundamentales que perseguía la citada asociación, en primer lugar “acrecentar los cultos religiosos y actos cívicos en honor de la Patrona que se celebran anualmente en esta Ciudad”. Asimismo que el Ayuntamiento le entregara la capilla donde la Virgen de la Victoria era objeto de devoción por parte de todos lo trujillanos, para hacerse cargo de su administración y conservación, pues era precisa su rehabilitación debido al mal estado en que se encontraba.

El tercero nos hace saber que se compondría de un número ilimitado de socios, si bien distinguía en tres clases. Los fundadores, serían los inscritos hasta que se aprobara el reglamento; numerarios todos los demás que ingresaran en lo sucesivo; por último tendrían la condición de honorarios los que en atención a los favores o beneficios que de forma desinteresada hubieran realizado, fuesen propuestos por la junta directiva, pudiendo ser designado uno como presidente honorario.

El artículo 4º refleja de forma evidente el carácter abierto de la asociación, pues podían ser socios todas las personas de ambos sexos y de cualquier clase social, sin otra limitación que ser mayor de cinco años y no estar incluidos en el supuesto contemplado en el canon 693 del Código de Derecho Canónico de 1917[4].

El artículo 5º preceptuaba que para solicitar su ingreso, los aspirantes a socios debían hacerlo por escrito dirigido al presidente quien daría cuenta a su junta directiva. En caso de ser menor de 23 años se precisaba además el consentimiento de los padres o tutores, a quienes se obligaban a abonar las cuotas no satisfechas por sus hijos.

Los deberes de los socios fundadores y numerarios eran contemplados en el artículo sexto, quedando obligados en primer lugar a satisfacer una cuota mensual de 10 céntimos, que podía ser elevada o disminuida cuando se considerara oportuno. Era preceptiva su asistencia a la fiesta y procesión anual que desde tiempo inmemorial se celebra en honor de la Virgen, debiendo usar el emblema o distintivo que la junta directiva les había entregado. Además desempeñarían de forma gratuita cuantos cargos y servicios le fueran encomendados, perdiendo la condición de socio cuando se negaran a ello o dejaran de abonar tres cuotas sucesivas, en cuyo caso para reingresar deberían abonar los atrasos correspondientes al tiempo trascurrido desde que fue dado de baja.

Tenía como órgano superior de gobierno una junta directiva, que según el artículo 6º bis estaba formada por el director espiritual, presidente, vicepresidente, contador, tesorero, secretario, vicesecretario, depositario y seis vocales. Conforme al artículo séptimo su mandato estaba limitado a dos años, renovándose la mitad de los cargos cada año entre los socios fundadores y numerarios. El artículo noveno nos hace saber que su función principal era hacer cumplir los estatutos, resolviendo aquellas cuestiones no previstas en su texto, debiendo dar cuenta a la junta general de todas las resoluciones que se hubieran adoptado.

El director espiritual era nombrado por el obispo, siendo sus atribuciones las recogidas en el artículo 17º: presidir en unión del presidente las juntas generales y directivas, dirigir junto a él las preces y los actos religiosos organizados, autorizando de forma conjunta la admisión de nuevos socios; además le correspondía “estimular el celo y fomentar la virtud de los asociados” cuidando del cumplimiento de las normas que estamos analizando.

Conforme al artículo 18º al presidente le correspondía la representación de la asociación, siendo también de su competencia los siguientes asuntos: hacer cumplir los estatutos y acuerdos de la junta directiva; acordar la celebración de juntas generales ya fueran ordinarias y extraordinarias, guardando el orden en sus sesiones; autorizar los pagos y documentos de la entidad. El artículo 19º disponía que en caso de ausencia o enfermedad sería sustituido por el vicepresidente con sus mismas facultades y deberes.

El contador tenía a su cargo un libro donde se debían anotar todos los ingresos y gastos, otro de cuenta corriente de los socios que reflejaba las cantidades que cada uno ingresaba expresando su fecha, así como las altas y bajas de los socios. De igual modo artículo 20º disponía que le correspondía firmar y cumplimentar los recibos para el cobro, entregando el dinero que se hubiera recaudado al depositario.

La figura del tesorero venía contemplada en el artículo 21º, y entre sus obligaciones destacan las siguientes: recibir los fondos económicos quedando obligado de forma solidaria por ello, y entregando un resguardo con su firma que entregará al contador; llevar un libro de caja donde constaban las entradas y salidas de dinero y su razón de ser; también custodiaba los resguardos, efectos y objetos que representasen cualquier tipo de valores, verificando un arqueo anual del que se debía dar cuenta a la junta directiva; estaba autorizado a pagar facturas, pero era preciso el correspondiente libramiento y la autorización del presidente y contador.

Al secretario le correspondía llevar un libro de actas, en el que se recogían los acuerdos de la junta general y directiva, debiendo redactar los documentos que siempre serían firmados junto al presidente. Además de las antes indicadas, el artículo 22º también señala que sometería a la aprobación de la junta directiva en sesión ordinaria las cuentas que estuvieran pendientes de pago, consignado en acta el importe de lo que se autorizaba pagar. Por último firmaría junto con el director y presiente el título o patente de admisión de los nuevos socios.

Conforme al artículo 23º el vicesecretario sustituía al secretario y contador en caso de ausencia y enfermedad, teniendo sus mismas facultades y deberes. El artículo 24º establecía que los vocales estaban obligados a auxiliar al presidente y tesorero en los trabajos que sean requeridos, sustituyéndolos en caso de ausencia o enfermedad.

La junta general venía contemplada en el Capítulo V, disponiendo el artículo 10º que todos los años se celebrarían dos ordinarias en los meses de septiembre y diciembre. Con carácter extraordinario serían convocadas cuando lo acordara la junta directiva o fuera solicitado por lo menos por diez socios, en cuyo caso tendría lugar a los seis días de la petición. Le correspondía el nombramiento de los cargos de la junta directiva y el nombrar a los socios encargados de cobrar las cuotas. El artículo 26º nos hace saber que la citada junta podía acordar la reforma de los estatutos cuando las necesidades de la asociación lo hicieran necesarios y conveniente, sin especificar que la mayoría precisa para ello.

No se exigía la asistencia de un número mínimo de socios para su celebración, siendo abiertas sus reuniones por el Presidente a la media hora de la señalada en la convocatoria, y todos los que fueran mayores de 16 años tenían derecho de voz y voto, pudiendo ser elegidos para los cargos de la asociación.

El importante artículo 16º se refería a los cultos, haciéndonos saber que anualmente se celebraría la novena y la fiesta tradicional que desde siempre tenía lugar. Además la junta directiva podía acordar con carácter extraordinario otros actos de carácter religioso o civil, siendo preceptiva la aprobación de la junta general por mayoría de votos.

Para el cumplimiento de los fines antes indicados el artículo 14º se refería al capital social, que estaba formado por los ingresos provenientes de cuotas, pujas, donativos recogidos y limosnas, así como de cuantos actos se organizaran. Los ornamentos religiosos también se incluían en este concepto, y en caso de disolución de la asociación se entregaría a la autoridad que fuera competente, sin especificar si era civil o religiosa.

El artículo 25º se refería a las camareras de la Virgen, que serían nueve y tendrían a su cargo todo lo referente a la ornamentación del santuario, así como la custodia de las ropas y demás efectos. Eran elegidas entre las socias con la anuencia del director espiritual, que daría cuenta a la junta directiva de las nombradas, debiendo especificar quien era la presidenta así como la depositaria.

El artículo 27º establecía que esta entidad no podía ser disuelta mientras contase con diez socios. La disposición adicional establecía que una vez que la junta general aprobara el reglamento que estamos analizando, sería suscrito por los miembros de la junta directiva y remitida al Gobernador Civil y al obispo, y una vez aprobado por ambas autoridades sería puesto el vigor. Al estar los estatutos firmados por las personas antes indicadas, y haberse enviado una copia a la autoridad civil, podemos afirmar sin ningún género de dudas, que por los menos se celebró una junta general de la citada asociación, y adquirió plena personalidad jurídica conforme al ordenamiento jurídico de la época.

Aunque por ahora no tengamos más datos sobre esta asociación, podemos acreditar la vitalidad de las fiestas patronales en 1920, a lo que sin duda ayudó la voluntad de muchos trujillanos de crear la entidad cuyos estatutos hemos analizado, cuyo principal fin era acrecentar los cultos religiosos y cívicos en honor de la Virgen de la Victoria. Como testimonio de lo indicado trascribimos el siguiente texto, que relata el impulso dado a las fiestas patronales por Don Antonio Orozco Campomanes durante ese año[5]:

Hubo un novenario solemnísimo, el primero de que se tiene noticia de que haya sido predicado, fueron los oradores los sacerdotes de la población, se engalanó la plaza con guirnaldas los balcones de la ciudad con colgaduras y vistosísima iluminación. Se celebró una velada literario-musical, en que tomó parte la banda del Regimiento de Segovia, hubo fuegos de artificio, globos, cucañas, etc. Y fue la primera vez que la procesión recorrió las calles desde aquella otra histórica que celebraran nuestros antepasados a la Capilla del Castillo. Se distribuyeron limosnas a los pobres y casas de Beneficencia. Y desde hace dos años un grupo de jóvenes por iniciativa propia suben la noche de la víspera a cantar ante la imagen del Castillo, la Salve que se oye en casi toda la Ciudad”.

Existe un testimonio impreso de la citada velada literaria, titulada “A Trujillo: poesía recibida por su autor en el Teatro Principal de Trujillo en la Velada en honor de la Virgen de la Victoria. 31 de octubre de 1920. Sobrino de B. Peña 1920”, siendo su autor el trujillano Joaquín Ramos Sanguino.

PATRONATO DE LA ERMITA DE LA VIRGEN DE LA VICTORIA

Como señala Juan Tena Fernández, en la década de los años veinte del siglo pasado el fervor religioso a la Patrona de Trujillo también se reflejo en la existencia de otra asociación canónica formada de forma exclusiva por mujeres y que se titulaba “Santísimo Cristo de la Salud y Virgen de la Victoria”, y que en principio se ocupaba de los actos religiosos que se organizaban en la Ermita de San Lázaro[6]:

Desde 1924 existe una asociación de señoras, canónicamente erigida, con el título de Cofradía de la Victoria, que con ejemplar celo se ocupa del adecentamiento de la ermita de San Lázaro, y de las solemnidades del novenario y de la fiesta anual, que se celebra el domingo segundo después de la Resurrección. Piadosa esta fiesta y emotivos estos cultos son exponentes de la tradición católica de Trujillo”.

También sabemos que la Capilla de la Virgen de la Victoria había sido restaurada en 1912 por Don Jacinto de Orellana y Avencia, Marqués de la Albayda, siendo inaugurada en octubre de ese mismo año[7]. Sin embargo a los pocos años el estado de su fábrica no era muy bueno, como refleja un escrito presentado al Ayuntamiento de Trujillo por la entidad antes indicada fechado el 7 de febrero de 1924 y que nos hace saber el estado de abandono en que se encontraba el citado oratorio, y que daba lugar a que viera mermado el culto religioso, solicitando por ello que el fuera cedida a la Iglesia para que se hiciera cargo del mismo[8]:

Las que suscriben, hijas amantes de la Santísima Virgen de la Victoria, Patrona de esta M N L y muy católica ciudad de Trujillo a VE respetuosamente exponen:

Que llevadas del buen deseo de hacer del lugar que hoy ocupa la Imagen de la Santísima Virgen una verdadera capilla que inspire devoción y recogimiento y donde los fieles puedan dar culto a su Patrona sin estar expuestas a las inclemencias del tiempo como ahora sucede, con gran retraimiento de las mismas por las malas condiciones que reúne lo que hoy lleva el nombre de capilla, y antes que llegue la Autoridad Diocesana a prohibir la celebración de la Santa Misa en dicho lugar por el peligro de irreverencia que dadas las condiciones en que se encuentra se teme que sucedan”. Para remediar esta situación solicitaba “ceda a la Iglesia y en su representación a la parroquia de San Martín, en cuya jurisdicción está enclavada la capilla su propiedad, a fin de que la Iglesia sin temor a ser molestada algún día lo mire como cosa propia, y con la ayuda de los fieles tome a su cargo la restauración, conservación y ornato de la misma, de lo que resultará el incremento y esplendor del culto y el buen nombre de esta Ciudad que a sus muchos blasones podrá añadir el tener erigida a su excelsa Patrona una digna y suntuosa morada, cual corresponde de la hidalga historia trujillana y a los profundos sentimientos de amor y cariño que hacía Ella esperan sus hijos.

El examen de la identidad de las personas que rubricaron la anterior solicitud, nos hace saber que además de los cargos directivos, todas las mujeres que formaban parte de esta asociación pertenecían a los estamentos sociales con mejor posición económica y social de la sociedad trujillana[9].

Una vez recibida la anterior petición la Corporación Municipal se reunió bajo la presidencia del alcalde Don Proceso de la Calle García, celebrando sesión ordinaria el 10 de marzo de 1924, donde se debatió en el punto 5º del orden del día la anterior demanda. Y aunque no transfirió la propiedad de la Capilla de la Virgen de la Victoria por los motivos que a continuación se expresan, acordó que una vez que se constituyera conforme a derecho una entidad con personalidad jurídica propia, esta se hiciera cargo de su administración y custodia, reservándose el Ayuntamiento el derecho de inspección e intervención cuando lo estimare conveniente, y comprometiéndose a contribuir anualmente al sostenimiento del culto religioso en un edificio que tanto significaba para los trujillanos[10]:

Se da cuenta de un escrito presentado por gran número de señoras de la localidad, y en el cual haciendo resaltar el mal estado del Santuario de la Virgen de la Victoria, expresan su deseo de acondicionarle de manera que resulte digna morada de la Patrona de Trujillo, y piden su cesión a la Parroquia de S. Martín, para que esta, mirándole como cosa propia y con ayuda de los fieles atienda con toda libertad a su restauración, ornato y conservación. Los señores concejales deliberan largamente sobre el particular, acordando al fin felicitar a las señoras firmantes por el ideal de su iniciativa, aunque sintiendo no poder acceder a lo que solicitan, pues sobre las dificultades del trámite para llevar a cabo la cesión de que se trata, entiende el Ayuntamiento que esta implicaría el abandono de una obligación que por su índole debe corresponder perpetuamente a la suprema representación del pueblo. Comprendiendo no obstante la imposibilidad de que el culto este bien atendido bajo la exclusiva dirección del Ayuntamiento, se resuelve indicar a los recurrentes la conveniencia de que constituyan una entidad a quien poder ofrecer la administración y custodia del santuario con libertad de acción para la mejora y fomento del mismo, si bien conservando siempre el Ayuntamiento su propiedad, y reservándose el derecho de alta inspección, así como el de intervención cuando lo estime necesario. Se acuerda además contribuir en adelante al sostenimiento del culto con una cantidad anual que deberá fijarse en el primer presupuesto ordinario que se forme”.

Para evitar posibles problemas posteriores y despejar todo género de dudas que pudieran surgir, y en consideración al acuerdo municipal anterior, el 30 de junio de 1924 la asociación “Santísimo Cristo de la Salud y Virgen de la Victoria”, presentó otro escrito que recogía con detalle en que condiciones aceptaba la anterior cesión hecha por la Corporación Municipal[11]:

Que le correspondía todo lo referente a la conservación, reparación y ornato del oratorio, con intervención del párroco de San Martín y del alcalde en cuanto a la ejecución de las obras que pudieran afectar al edificio que seguía siendo de propiedad pública.

Además de la fiesta tradicional, el Ayuntamiento podía celebrar por su cuenta cuantas solemnidades religiosas quisiera, cuyos gastos correrían siempre por su cuenta, declarando que cualquier mejora que se hiciera en la fábrica de la ermita se entendería que eran un donativo a la asociación.

Por último el patronato de gobierno estaría compuesto por el alcalde, el cura párroco de San Martín y las personas que desempeñaran los cargos de presidenta, tesorera y secretaría.

Conforme a lo antes indicado, podemos aportar un importante testimonio documental que acredita la constitución del citado patronato titulado Virgen de la Victoria, y que tuvo lugar el 12 de julio de 1924 conforme a la Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887[12]:

Doña Julia Martínez de Blázquez, Secretaria de la Asociación del Cristo de la Salud y Virgen de la Victoria y con igual cargo en el patronato nuevamente constituido de la Virgen de la Victoria. Certifico que en el Libro de Actas de dicho Patronato existe una donde consta la constitución del mismo y copiada a la letra dice así. Constitución del Patronato de la Virgen de la Victoria} En la ciudad de Trujillo a doce de julio de mil novecientos veinticuatro, reunidos el Sr. Cura de S. Martín, el Sr. Alcalde, las Sras Presidenta, Tesorera y Secretaria de la Asociación del Cristo de la Salud y Virgen de la Victoria, después de leer el acuerdo del Excmo. Ayuntamiento adoptado en sesión del 10 de julio de 1924 en el que cede a la referida Asociación la Ermita de la Virgen de la Victoria para su conservación reparación y ornato, con intervención del Sr. Cura de S. Martín y del Sr. Alcalde, bajo los artículos del Reglamento aprobado al efecto, se constituyen referidas entidades en un Patronato. Trujillo fecha ut supra”.

Era presidido por María Guillén de Bote, siendo tesorera Josefa Vidarte de Higuero, secretaria Julia Martínez de Blázquez, Don Rafael García López como párroco de San Martín y el Alcalde Don Proceso de la Calle. Para regular su funcionamiento se adoptó un reglamento que está fechado el 4 de julio de 1924 cuyos aspectos más destacables eran los siguientes[13]:

  1. Su fin principal era “la alta inspección de las obras de restauración y conservación de la ermita, y procurar el esplendor posible en las fiestas de la Patrona”.
  2. Como hemos indicado, estaría formado por el párroco de San Martín, el alcalde de Trujillo y las señoras que componían la junta de gobierno de la Asociación Cristo de la Salud y Virgen de la Victoria.
  3. El párroco actuaría como presidente y representaría a la autoridad diocesana, haciéndolo el alcalde por la Corporación Municipal, que la cedía a la asociación para que la restaurase cuidase y conservase, haciéndose cargo de la misma su fábrica su junta directiva.
  4. El presidente lo convocaría todos los años en la segunda quincena de agosto para tratar la fiesta principal así como sus gastos que se cargaban a los fondos existentes.
  5. Los recursos económicos provenían de la subvención del Ayuntamiento, de la mitad de las cuotas de los miembros de la asociación, y de las limosnas y ofrendas que se recogían, que eran recogidas por la tesorera de la junta de gobierno.
  6. Todo gasto que excediera de mil pesetas debía estar autorizado por el Patronato, para lo cual debía reunirse a petición de la junta de gobierno de la asociación.
  7. Era competencia del patronato examinar y aprobar en la primera quincena de enero de cada año las cuentas formalizadas por la junta directiva expresada, incluyendo los ingresos y gastos habidos en el año anterior.
  8. También le correspondía nombrar un santero o santera para que custodiase la ermita, asignándole una subvención sin los fondos se lo permitían.

Aunque por ahora no podamos aportar más datos sobre este patronato, sin ningún género de duda es un ejemplo más, que reitera que la Virgen de la Victoria ha sido siempre objeto de culto y devoción por parte de todos los trujillanos.


NOTAS:

[1] En 1930 Juan Tena Fernández publicó en la localidad cacereña de Serradilla “Historia documentada de Sta. María de la Victoria Patrona de Trujillo, que fue reeditada en Cáceres en el año 2000. Por su parte José Antonio Ramos Rubio es autor de la obra titulada “Historia del culto a Ntra. Sra. de la Victoria y su coronación canónica”, fechada en Trujillo en 1994.

[2] MORENO NAVARRO, I.: Las hermandades andaluzas una aproximación desde la antropología. Sevilla 1974 (2ª edición ampliada 1999) páginas 80-94. Este autor pone de manifiesto que las hermandades patronales son aquellas en las que su imagen titular representa de forma simbólica y de forma “oficial” al conjunto de un colectivo de población definido territorialmente, ya sea en un barrio, pueblo y ciudad. Y aunque la publicación indicada se refiere expresamente a Andalucía, las ideas allí expuestas son plenamente aplicables a la Virgen de la Victoria con respecto a Trujillo.

[3] (A)rchivo (H)istórico (P)rovincial (C)áceres. Gobierno Civil, Asociaciones, Caja 37, Expediente 650. Este reglamento fue presentado ante el Gobierno Civil de Cáceres el 31 de diciembre de 1920.

[4] El citado canon establecía en su apartado 1 que no podían ser aceptados válidamente como miembros de la asociaciones de fieles quienes estuvieran incluidas en los siguientes supuestos: aquellos que no fueran católicos; los adscritos a una secta condenada; lo sincursos en notoria censura; por último los pecadores públicos en general.

[5] PEREZ ZUBIZARRETA SÁNCHEZ, M.T.; PEREZ ZUBIZARRETA SÁNCHEZ, M.; RAMOS RUBIO, J.A.: “Trujillo, historia gráfica. Cáceres 2003, página 33.

[6] TENA FERNÁNDEZ, J.: “Trujillo, histórico y monumental”. Trujillo 1988, página 105

[7] TENA FERNÁNDEZ, J.: “Trujillo, histórico y monumental”. Trujillo 1988, página 413.

[8] (A)rchivo (H)istórico (M)unicipal (T)rujillo. Legajo 1348 (8).

[9] Entre otras rubrican el escrito la Marquesa de la Liseda, Josefa Vidarte de Higuero; María Guillén de Bote, Nazaria Paredes de Miguel, Julia Martínez de Blázquez, María Pedraza, María Villarreal de Sanz, Josefa Secos de Núñez, Rita Higuero, Manuela Artaloytia, Nicanora Sánchez, Antonia Guillén, Margarita Iturralde, Elisa Navarro, Petra Sánchez de Pelillo, Agustina Moreno, Joaquina Gendre, Agustina Gendre y Juana Mediavilla.

[10] AHMT. Actas Capitulares n º 74, sesión ordinaria del día 10 de marzo de 1924.

[11] AHMT. Legajo 1348 (8)

[12] AHPC. Gobierno Civil. Asociaciones. Caja 37 Patronato de la Virgen de la Victoria 1924, expediente 31.

[13] AHPC. Gobierno Civil, Asociaciones, Caja 37 Patronato de la Virgen de la Victoria 1924, expediente 31.

Oct 012003
 

Francisco Vicente Calle Calle.

Qué plenitud llegar a la catedral de Plasencia por esas callejasperfumadas de azahar en las tardes de mayo, con las sierras metidas en los ojos. Hacerlo así, purificado, tan puro como es el cielo de mediados de primavera que arriba se ensancha con una profundidad infinita. Sin pensar en nada, dejándose arrastrar por el vuelo de las golondrinas, por el grito de los grajos medievales y por el sonar de una campana desde la torre mayor. Qué plenitud ver arder el crepúsculo rojizo como una vela de cera y saber que ante la contemplación de esta catedral no caben las preguntas, que sólo es posible el éxtasis. ¿Cómo preguntar por esa luz que se filtra desde los vitrales y va iluminándolo todo, abriendo un mundo secreto? ¿Qué decir de esta soledad, de este abandono, de este recogimiento de arcos, de columnas y de cúpulas que crean tanta armonía, la propia armonía de la materia cuando se eleva en un lugar sagrado? ¿Y del silencio frío de las tumbas mostrando lo inefable del destino? Las catedrales son espacios del alma y explicarlas es tanto como saber la esencia de nosotros mismos. Ellas guardan toda la memoria y el secreto de nuestro futuro. Si han detenido el tiempo y si al paso del tiempo han sobrevivido es para mostrarnos en qué consiste la eternidad. Por eso, aquí en Plasencia, sentado sobre la piedra de los siglos, sentado sobre la propia historia de mi alma, abro un libro, leo unas páginas, sueño, dejo pasar el tiempo igual que corre el agua del río de la vida allá abajo. Y ni siquiera lo pienso, ni tampoco lo veo”.

Diego Doncel

Cuando se llega desde la calle de las Claras a la plaza de la catedral, una de las primeras cosas que atraen nuestra atención son las dos gárgolas que junto con un pináculo se recortan sobre la masa de la seo placentina. La una representa a una cerda hilando y la otra a un gaitero. Siempre me sorprendieron, al igual que las demás gárgolas de la fachada principal. Ellas han sido una de las muchas razones que me han llevado a escribir esta ponencia, que en realidad no es más que una parte de un estudio más amplio consagrado a las gárgolas de la provincia de Cáceres.

Aunque todo el mundo sabe qué es una gárgola podríamos definir este elemento arquitectónico como un canalón decorado, cuya función, como la de cualquier otro canalón, es la de proyectar el agua lejos del muro, para que ésta no lo destruya.

Su origen es muy antiguo pues los egipcios, los griegos, los etruscos y los romanos hacían canalones de mármol, piedra y terracota con formas animales.

Por lo que se refiere a las gárgolas medievales y del Renacimiento, que son las que nos interesan, las primeras gárgolas eran poco numerosas, estaban muy pegadas a los muros y, por lo general, su talla era más bien tosca, como lo demuestran los numerosos ejemplos que se encuentran en la Catedral Vieja de Plasencia. Poco a poco se irán separando de las paredes, serán más numerosas y se convertirán en auténticas joyas de arte, como algunas de las que estudiaremos de la Catedral Nueva. A finales del siglo XVI comenzarán a ser sustituidas por canalones más simples. Hoy día, a pesar de la competencia de los nuevos materiales o junto con ellos, siguen realizando su función primitiva.

El porqué de las gárgolas: reflexiones varias sobre la razón de ser de estas esculturas

¿Cuál es la razón de ser de las gárgolas medievales y renacentistas? La respuesta no es ni fácil ni simple.

En primer lugar, podemos pensar que las gárgolas, al igual que otras obras artísticas que encontramos en las iglesias y catedrales, servían para la instrucción de un público en el que sólo una gran minoría sabía leer. Sin embargo, su utilidad pedagógica pueda ser puesta en entredicho, ya que se aprendía gracias a la repetición de las escenas y de los rasgos de los personajes, y, en general, no hay dos gárgolas iguales. A esto hay que añadir que las gárgolas no sólo aparecen en los edificios religiosos sino también en edificios civiles como las residencias privadas o los palacios.

La variedad de temas y de formas, aunque no sea un punto a favor de la finalidad pedagógica de las gárgolas, es una de sus características más sobresalientes.

Una de las explicaciones de esta variedad puede ser el hecho de que para muchos historiadores del arte existe una estrecha relación entre las gárgolas y el Diablo, una de cuyas características principales es la “diversitas”, diversidad que se manifiesta, por ejemplo, en sus acciones y, sobre todo, en la infinidad de formas y disfraces que puede adoptar.

Además de la “varietas”, y al mismo tiempo relacionada con ella, los diablos medievales y las gárgolas comparten otras características.

La primera son los gestos. Según el pensamiento medieval, los gestos de los diablos “(…) eran los más orgullosos, los más indecentes y los más horribles que se puedan imaginar[1]” y estos calificativos también pueden aplicarse a alguno de los gestos que encontramos en las gárgolas.

Entre los gestos comunes a los diablos y a las gárgolas tenemos que destacar los gestos de burla, inspirados, según algunos investigadores, en las máscaras y los disfraces que se lucían durante los misterios medievales o durante algunas fiestas como la Fiesta de los Locos o el Carnaval[2].

En la época que nos ocupa cualquier máscara era vista desde el punto de vista de la Iglesia como algo diabólico[3]. Por esta razón, algunas gárgolas, bien por estar inspiradas directamente de las máscaras, bien por guardar una estrecha semejanza con ellas, podrían ser consideras como algo diabólico o, cuanto menos, maligno, inquietante, como es el caso de una gárgola del ábside de la Catedral Nueva de Plasencia en forma de mascarón humano con grandes orejas, que parece estar soplando o más bien cantando pues, a su lado, en un pináculo, se aprecia una figurita que está tocando una especie de trompeta[4](fig. 1).

Otra de las características de los diablos medievales que también aparece en las gárgolas es su fealdad, manifestada de múltiples maneras[5]. La fealdad, tanto de los diablos como de algunas gárgolas, hay que entenderla a menudo como un recurso dentro de una pedagogía del miedo, y su finalidad sería la de causar espanto en los fieles para que estos se alejaran del pecado.

Las gárgolas también podrían simbolizar a las fuerzas del mal -tentaciones y pecados- encaramadas en el exterior del santuario acechando al creyente, como ocurría en algunos modillones de las iglesias románicas[6]. Serían una representación simbólica y, a menudo, monstruosa, de la multiplicidad disgregadora y caótica del exterior amenazador opuesta al recogimiento y la protección que brindan la unidad y la intimidad del templo.

Para algunos historiadores del arte las gárgolas podrían incluso representar el alma de algunos condenados que no han ido a parar al fuego eterno. En su lugar han sido transformadas en piedra y colocadas en el exterior de las iglesias para advertir a los otros fieles de la suerte que les aguarda si no cumplen con los mandamientos cristianos.

En el lado opuesto se encuentran aquéllos para los que las gárgolas son más bien guardianes de las iglesias, seres en piedra dotados de poderes mágicos, especie de espantapájaros o «espantadiablos» sagrados, que alejaban el mal y protegían al pueblo.

En cuanto a las gárgolas de los edificios civiles, su finalidad, en algunos casos, no está demasiado lejos de la función edificante que pueden tener algunas de las gárgolas de los edificios religiosos, como en el caso del Ayuntamiento de Plasencia, desde donde parece mandarse un mensaje indicando que el juego, representado por una gárgola en forma de prestidigitador, la lujuria, simbolizada por un ser con aspecto simiesco que muestra claramente su sexo en erección, y la bebida,simbolizada por un hombre borracho agarrado a un odre, conducen a la muerte, representada por un león con una calavera entre las patas; en otros casos pueden ser un símbolo de fuerza y poder, como las gárgolas en forma de león de la torre del Palacio de los Golfines de Arriba de Cáceres; hay otras que quizás no tengan más que una simple función ornamental, como es el caso de las que se encuentran en la fachada del Palacio de Piedras Albas de Trujillo o en la fachada del Palacio de los Golfines de Abajo de Cáceres.

Clasificación de las gárgolas

Para simplificar su estudio, y siguiendo el esquema propuesto por Janetta Rebold en su libro Saintes Terreurs[7], hemos hecho tres grandes grupos: gárgolas antropomorfas, gárgolas animales y gárgolas fantásticas o monstruosas, aunque estos tres grupos no forman compartimentos estancos y, de hecho, muchas de las obras podrían acomodarse con igual justicia en varios de ellos.

Gárgolas antropomorfas

Dentro de este grupo se encontraría la gárgola que representa al gaitero que mencionamos al principio (fig. 2). Representa a un hombre de cara ancha, cejas y sobrecejas muy marcadas y cabello rizado; va vestido con una camisa acuchillada aunque está descalzo; el hecho de que tenga entre sus manos una gaita, nos hace pensar que estamos ante un juglar o un músico ambulante. Aunque a primera vista pueda parecer un personaje pintoresco, este músico no tiene nada de inocente ya que hay algunos indicios que lo colocan en la órbita de los personajes demoníacos. El primero de ellos es su pelo rizado, que al igual que el pelo desgreñado, fue durante toda la Edad Media un símbolo del Demonio[8]. Otro indicio de su pertenencia al mundo del mal es su cara en la que, como ya hemos indicado, sobresalen las cejas, lo que le da un aspecto entre simiesco y salvaje[9]. Sin embargo, lo que le hace más inquietante y sospechoso es la gaita. Frente a instrumentos “nobles” como el arpa y el laúd, consagrados en la Biblia a alabar al Señor, la gaita es un instrumento “innoble”[10]. Además, este instrumento está cargado de fuertes connotaciones sensuales y malignas, como puede verse en numerosos cuadros de Pieter Brueghel el Viejo o de El Bosco[11] o en el pomo del sitial nº 27 de la sillería alta del coro de la Catedral Nueva de Plasencia que representa a un juglar tocando la gaita y descubriendo sus órganos sexuales[12].

Al lado de la gárgola del gaitero encontramos otra que representa a una cerda o a un jabalí hembra en la que se aprecian perfectamente los colmillos, las tetas y las pezuñas (fig. 3). Lo más curioso de esta gárgola es que la jabalina está hilando con un huso. Este motivo de la “jabalina hilandera” lo encontramos igualmente en el monasterio de Batalha (Portugal), aunque aquí aparece desdoblado en dos gárgolas, una al lado de la otra, que representan respectivamente a un jabalí hembra y a una mujer desnuda hilando. Aunque a primera vista pueda parecernos extraño, el motivo de la cerda hilandera es habitual en el arte de la época. Isabel Mateo Gómez lo ha estudiado en las sillerías de coro y estamos de acuerdo con ella en que es un símbolo de la lujuria[13]. Sin embargo, nosotros vamos un poco más lejos ya que pensamos que no sólo se trataría de un símbolo de la lujuria sino que podría ser además un símbolo del adulterio. Veamos. En primer lugar tenemos que tener en cuenta que el huso era un símbolo del hogar[14]. Por lo tanto, estaríamos ante una mujer casada. Por otra parte, tanto en el caso de Plasencia como en el de Batalha, ambas “hembras” están desnudas y muestran sus atributos sexuales, actitud nada recatada en mujeres casadas. Por último, la presencia en ambos casos del cerdo, animal que simboliza la lujuria y los apetitos carnales[15], termina por aclarar el significado. Sin embargo, el artista placentino ha ido más lejos que el artista luso pues, al mezclar en una misma gárgola la mujer y el jabalí hembra, está dando a entender que el adulterio ha transformado a la mujer en un animal, en una forma de vida inferior, puesto que, según la mentalidad de la época, la falta da como resultado el desorden en las leyes de la naturaleza, la trasgresión de la división querida por Dios entre hombres y animales, el establecimiento del desorden físico y espiritual.

Volvamos ahora a la gárgola del gaitero. Su presencia al lado de la gárgola de la “mujer jabalina” nos hace pensar en un conocido capitel de la iglesia francesa de San Lázaro de Autun donde aparece un juglar, con la giga en el cinto, tocando una flauta cuya música hace bailar a una mujer desnuda a la que acaricia un demonio horrible. Es el capitel conocido como “la música profana y el diablo de la impureza”. Creemos que en ambos casos se intenta poner de manifiesto la relación que existe entre la música profana[16] y la lujuria, al igual que en otras dos gárgolas del claustro de San Juan de los Reyes de Toledo de finales del siglo XIX que representan a un gaitero y a un joven desnudo. Otro ejemplo significativo sería la misericordia de la silla alta nº 2 de la sillería del coro del Monasterio de Yuste que representa a un cerdo tocando una gaita.

No lejos de la gárgola del gaitero encontramos otra gárgola que representa a un hombre que se mesa las barbas[17], cuyas extremidades inferiores terminan en garras de aves de presa (fig. 4). Entre sus piernas apreciamos una cabeza monstruosa que nos hace pensar en los diablos gastrocéfalos. Según Émile Mâle, las cabezas sobre el vientre significarían el desplazamiento de la sede de la inteligencia, puesta servicio de los más bajos instintos[18]. Es decir, como en el caso de la mujer-jabalina, el hombre alcanza el nivel de la bestia como lo demuestran sus pies con garras de animal. El gesto de tirarse de la barba podría interpretarse en este caso como un gesto de dolor o de aflicción por haber caído tan bajo[19].

Para cerrar este apartado sobre las gárgolas antropomorfas de la Catedral de Plasencia, señalaremos las dos gárgolas de la cornisa que corona la fachada meridional o del Enlosado de la Catedral Nueva de Plasencia. La de la derecha representa (fig. 5) a un ser monstruoso, de fea apariencia, con grandes senos y sin brazos. La de la izquierda (fig. 6), que tiene unos pies enormes, mira hacia el cielo mientras sostiene en sus manos una especie de cuerno. Podrían ser representaciones de los vicios o de los pecadores[20]. No en vano la gárgola de la izquierda, nos recuerda aquellas palabras del salmo 75, 5-8:

Digo a los arrogantes:

“¡Fuera arrogancias!”,
y a los impíos:
«¡No levantéis el cuerno,
no levantéis vuestro cuerno
contra el Altísimo,
no habléis contra Dios tan altaneros!”
Pues ya no de oriente o de occidente,
del desierto ni del lado de los montes
de donde viene la elevación,
sino que es Dios el juez,
el que a uno deprime y a otro exalta.

Y así parece ser en la fachada catedralicia, porque ambas gárgolas parecen estar abrumadas y aplastadas por la masa imponente del emblema que remata el hastial de la fachada, que no es otro que el de la Virgen María, quien fue ensalzada por Dios a lo más alto desde su humildad, derribando así a los poderosos y engreídos, tal y como se proclama en el Magníficat (Lc., 1, 46-55).

Gárgolas animales.

Por lo que se refiere al mundo animal, hay que decir que lo que la Edad Media y el Renacimiento conocían sobre los animales hay que buscarlo en libros como laSagrada Biblia, la Historia Animalium de Aristóteles, la Historia Naturalis de Plinio, que está en la base de la mayoría de los compiladores de enciclopedias medievales desde las Etimologías de San Isidoro hasta el De Universo de Rabano Mauro, pasando por el Speculum Majus de Vicente de Beauvais, De Naturade Tomás de Canterbury o el Libro de las Maravillas de Bruneto Latini. También hay que tener muy en cuenta el anónimo Physiologus, escrito en Alejandría entre los siglos II y III de nuestra era, y sus derivados los Bestiarios, en los que se presentaban diferentes animales, reales o fantásticos, explicando sus principales características a las que después se les buscaban analogías simbólicas de contenido religioso o moral[21]Por lo tantoel conocimiento de estos libros es fundamental para entender el significado moral o religioso que los diferentes animales pueden tener, aunque no hay que descartar que muchas de estas representaciones pudieran tener un simple valor decorativo.

Entre estos animales tenemos, en primer lugar, al león, que era el rey de los animales desde la antigüedad. El león es fácil de identificar gracias a la melena, que es su principal característica física y que se atribuye incluso a la leona

El león es un animal polivalente desde un punto de vista simbólico[22] que puede representar desde Cristo al Anticristo, pasando por ser símbolo de la muerte.

Valorado negativamente el león puede simbolizar a los pecados de ira y orgullo indistintamente[23]. También es el símbolo de la soberbia, al igual que el águila, soberanos, respectivamente, de la tierra y del aire en el reino animal.

Sin embargo, aunque tenga ciertos valores negativos, por regla general, el león está íntimamente ligado en la iconografía cristiana a la imagen del Salvador. Según los bestiarios, el león borra tras de sí sus huellas con la cola, lo mismo que Cristo escapa al Diablo. Además, las crías del león nacen muertas pero al cabo de tres días el león las resucita, en un gesto cargado de un claro simbolismo.

También es un animal conocido por su lealtad hacia las personas que lo ayudan. No olvidemos el caso del león que acompaña a San Jerónimo.

Además, el león no cierra nunca los ojos, por lo que se convierte en un símbolo de la vigilancia. Por esta razón aparece con tanta frecuencia en las tumbas pero también encaramado en las entradas y tejados de iglesias y palacios, tal y como lo recuerda Alciato en sus Emblemas: “Est leo: sed custos oculis quia dormit apertis, Templorum idcirco ponitur ante fores[24]” (“Y aquí está el león, y como este guardián duerme con los ojos abiertos, se pone por lo tanto como custodio ante las puertas de los templos”). En la Catedral Nueva de Plasencia encontramos un ejemplo de esta última función en el muro sur, a la altura de la balaustrada, semioculto por la Torre del Melón y otro en el ábside (fig. 7).

Otro animal muy representado en las gárgolas es el perro, que también está presente en una de las gárgolas del ábside la Catedral Nueva de Plasencia[25] (fig. 8).

Interpretado negativamente el perro puede ser un símbolo de la avaricia y de la gula[26]. También, como señala Isabel Mateo Gómez, en relación a su convivencia con el hombre, personifica a los hipócritas, lisonjeros e ingratos[27]”.

Para algunos bestiarios, la fábula del perro que va con un pedazo de carne en la boca y que al ver su imagen reflejada en el agua deja su bocado para coger el reflejo, indica también que el predicador debe alejarse del Diablo para impedir que éste se ampare de las almas de los cristianos[28].

El perro también puede ser símbolo del remordimiento y de la lujuria[29].

Valorado positivamente, el perro suele simbolizar al sacerdote que se encarga de su rebaño de fieles y los preserva del Diablo. Por eso, al igual que el león, es un símbolo de la vigilancia, función que creemos realiza la gárgola en forma de perro que señalamos más arriba.

En cuanto al cerdo, que no aparece en los bestiarios, hay que señalar que es símbolo de la lujuria y de la glotonería. Este animal suele representarse al lado de san Antonio para señalar la victoria del santo sobre estos pecados. Además de la mujer-cerda, tenemos otro ejemplo de gárgolas en forma de cerdo en la Catedral Vieja de Plasencia. Aunque quizás se trate más bien de un jabalí, por los colmillos que se aprecian claramente en la boca abierta. En la tradición cristiana, el jabalí simboliza al Demonio, porque su fuerza y su ímpetu recuerdan la fuerza de las pasiones, que acaban con todo lo bueno del hombre, al igual que el jabalí arrasa con campos y cultivos.

En la catedral de Plasencia encontramos varios ejemplos de gárgolas en forma buey (fig. 9). Su presencia en las gárgolas y en otro tipo de representaciones puede ser debida a un texto del profeta Isaías célebre en la Edad Media: «El buey conoce a su propietario y el asno el pesebre de su amo» (Isaías, 1,3), que justifica la presencia del buey y del asno en el nacimiento de Cristo, significando así que hasta el más vil animal reconoce la divinidad del Señor.

Estas gárgolas también podrían ser vistas como representaciones de toros, animales que, junto con los caballos, simbolizan las pasiones desenfrenadas, puestas, una vez más en el exterior del templo[30]. Sin embargo, creemos que la interpretación más plausible es la que ve en estas representaciones un homenaje de los constructores de la catedral a los animales que tanto les ayudaron acarreando los más diversos materiales[31].

Otro animal que aparece representado en las gárgolas de la catedral es el mono. Tiene apariencia simiesca una gárgola de la Catedral Nueva, semioculta entre un pináculo y la torrecilla circular que se levanta en uno de los laterales del ábside, cerca de la Torre de las Campanas. También tiene cierta apariencia simiesca una de las gárgolas del muro norte de la nave central de la Catedral Vieja.

Según los bestiarios este animal está íntimamente relacionado con el Diablo[32]. Además, el mono no sólo es símbolo de numerosas faltas y pecados como la burla, la adulación o la soberbia, sino que representa también al hombre degradado a la categoría de animal por el pecado.

En la Portada Norte de la catedral de Plasencia hay una gárgola en forma de águila bicéfala, cuyo cuerpo está cubierto de grandes plumas (fig. 10). En los bestiarios el águila tiene una clara simbología cristológica[33], pues según el Fisiólogo, cuando está vieja, sube cerca del sol para quemar sus alas y sus ojos. Después se precipita tres veces seguidas en una fuente y renace de nuevo, al igual que Cristo y que el hombre que se bautiza[34]. Sin embargo, en el caso que nos ocupa su posición, cercana a la puerta, nos hace pensar en ella, en primer lugar, como en un ser protector de la puerta; sus dos cabezas la ponen en relación con el dios Jano Bifronte, dios protector que vigila tanto las entradas como las salidas, el interior como el exterior, la derecha como la izquierda, detrás y delante, arriba y abajo[35]. Sin embargo, el que esté situada a la misma altura que otras tres gárgolas con valoración negativa nos hace verla como un ser nefasto. En la Biblia, además de ser citada entre las aves inmundas (Levítico, XI, 13 y Deuteronomio, XIV, 12), es ejemplo de rapacidad (Job, IX, 25-26; XXXIX, 27-30); así mismo puede ser un símbolo del Anticristo y también un símbolo de la soberbia, al igual que el león, como ya hemos indicado. Todos estos simbolismos negativos se verían reforzados por la duplicidad de la cabeza.

Gárgolas fantásticas o monstruosas.

Junto a las gárgolas antropomorfas y a aquéllas que representan animales encontramos un gran número de gárgolas que representan a seres que pertenecen a especies inexistentes; son, por decirlo de alguna manera, monstruos.

Según Gilbert Lascaux, “el monstruo, tal y como lo representa el arte occidental cristiano, se define grosso modo como la creación por la imaginación humana de un ser que su creador no ha podido ver ni en realidad, ni en pintura ni en foto, independientemente que ese creador haya creído o no en su existencia en un país lejano, aunque también podemos entender por monstruo cualquier ser que no presenta las características normales de una especie dada[36]”.

En la Edad Media, e incluso durante el Renacimiento, épocas en la que la mayor parte del mundo era terra incognita, en la que la ciencia no había desvelado muchos de los secretos de la naturaleza y en la que la razón no dominaba todavía el universo, la creencia en los monstruos era algo normal.

La teratología medieval, que tiene sus raíces en los textos de los autores antiguos como Herodoto (hacia 490-hacia 424 a. de C.), transmitidos a Occidente a través de las Etimologías de san Isidoro, bebió también de otras fuentes como la leyenda de Alejandro Magno o los relatos de los viajeros como Juan de Pian Carpino (1245), Guillermo de Rubruck (1253), Marco Polo (1254-1324) o Juan de Mandeville (1300-1372) para dar lugar a un conjunto de seres monstruosos difíciles de clasificar[37]

Entre estos seres monstruosos podemos incluir una gárgola que se halla en la pared exterior de la sacristía de la Catedral, perfectamente visible desde la terraza del Enlosado (fig. 11). Representa aun ser antropomorfo, con rostro casi simiesco, con barba y cabellera rizada. En la mano derecha blande una maza, mientras que en la izquierda ase un escudo en forma de mascarón, con el que parece aplastar la cabeza cortada de un enemigo que yace entre sus piernas. Creemos que esta gárgola representa a un hombre salvaje, un ser cuyo primer retrato completo aparece en la novela de Chrétien de Troyes titulada Yvain o el caballero del león, escrita entre 1176 y 1181. ¿Qué significa el adjetivo salvaje? Es la traducción del latín agrestis, es decir “campestre, grosero, inculto“, de lo que se deduce que el hombre salvaje es, ante todo, un individuo que vive al margen de la sociedad, lejos del espacio civilizado, es decir, en las montañas, los bosques o las landas[38].

Como ocurría con los animales descritos en los Bestiarios, el hombre salvaje podía ser visto como un ejemplo de pedagogía moral. Por ello, hasta finales de la Edad Media el salvaje se identificó con el mal, con la lujuria y con la brutalidad. Así mismo, el salvaje sirvió de ejemplo para mostrar que aquellos que de cualquier manera eran excluidos de la sociedad se rebajaban a la altura de las bestias salvajes. Sin embargo, poco a poco el concepto cambió y el salvaje pasó a ser un ejemplo del hombre en estado puro y perfectamente integrado en la naturaleza.

Se solía colocar las imágenes de estos hombres salvajes en las portadas de las iglesias, de los colegios, de las Casas Consistoriales o de los palacios nobiliarios.

En Plasencia encontramos un ejemplo de gárgolas con este tema en la Escuela Taller del Ayuntamiento[39] además de aparecer varias veces en la sillería del coro de la Catedral Nueva[40]. De estas últimas representaciones queremos señalar la que ocupa el apoyamanos derecho del sitial número dieciséis de la sillería alta. Se trata de “(…) un salvaje, con rostro fiero y gesto violento, provisto de maza y escudo. El salvaje está sentado, girando el tronco hacia su lado izquierdo y en actitud de lucha; en la mano derecha sostiene una maza, mientras que con la izquierda se protege mediante un escudo que cuenta con un mascarón. El cuerpo está cubierto de pelos en mechones y tiene una larga cabellera y barba[41]”. Si a estas palabras le añadimos que el salvaje tiene entre sus piernas la cabeza cortada de un enemigo, estaremos describiendo casi con total exactitud, la gárgola de la pared de la sacristía de la Catedral que mencionamos más arriba. Pensamos que tanto este salvaje de la Catedral Nueva como el de la Casa del Concejo, han de ser vistos no como ejemplos de brutalidad sino como ejemplos de virtudes. En el segundo caso, el hecho de el salvaje esté tocando una flauta lo acerca al idílico mundo de la novela pastoril. En el primer ejemplo, y teniendo en cuenta la evolución del tema, el salvaje podría llegar a ser visto como un caballero virtuoso vencedor de las pasiones, representadas por la cabeza cortada que yace a sus pies[42].

Otra figura monstruosa la encontramos en otra de las gárgolas de la rica fachada occidental de la Catedral Nueva de Plasencia. Se trata de un ser con cabeza de felino o de perro, con orejas puntiagudas que parecen las de un conejo, un cuerpo muy musculoso, con piernas acabadas en pezuñas y con unas manos que sujetan unas senos enormes. Esta gárgola podría simbolizar los vicios y las pasiones desordenadas que amenazan al hombre. No olvidemos que “es en la época renacentista cuando se asiste al más vistoso alarde de monstruos alegóricos: los vicios y las virtudes se convierten en complejas formas híbridas; en ellas cada parte tomada de algún animal tiene un significado preciso, y el conjunto no deriva de una composición de las partes según un criterio lógico y respetuoso con ciertas reglas biológicas, sino únicamente de la suma de valores que representan. La consecuencia de ello es que las formas monstruosas alcanzan una complejidad y una falta de lógica tan grande que contradice las propias sutiles telarañas que constituyen las estructuras simbólicas de los monstruos mitológico[43].

Sin embargo, este tipo de seres también pueden ser considerados como representaciones de los demonios. Como ya hemos señalado, en la Edad Media, se pensaba que el Diablo podía adoptar cualquier forma, creencia que sigue vigente en pleno Renacimiento[44].

A pesar de este carácter proteico, y de que podía adoptar formas hermosas, sobre todo a la hora de seducir y tentar a hombres y mujeres, en la mayoría de los casos se solía representar al Diablo como un ser feo. Esto es así porque según la teología Lucifer, el más bello de los ángeles, se rebeló contra Dios y fue expulsado del cielo junto con un gran número de seguidores. En su caída, su naturaleza y la de los que le siguieron cambió y de este modo, los seres más puros y hermosos se convirtieron en los seres más horribles y malvados de la creación, los demonios, presididos por su príncipe Satán[45].

Los artistas representarán la fealdad de los diablos de muy diversas maneras: formas humanas con cuernos, orejas puntiagudas, pieles escamosas, colmillos, barbas y pies de macho cabrío, alas de murciélago, garras, senos de mujer, etc[46]. El rico polimorfismo de estos seres demoníacos pretende explicar el infinito poder que el Diablo tiene para cambiar de formas. También es una manera de mostrar el caos que reina en el Infierno, lugar opuesto al cielo donde reina el orden, como podemos apreciar en los numerosos tímpanos de catedrales e iglesias medievales.

Lo que acabamos de señalar, nos hace pensar que el ser con cuernos, alas y una expresión de angustia en su rostro representado por una de las gárgolas del claustro de la Catedral Vieja de Plasencia sea un demonio (fig. 12).

Un demonio podría ser también una gárgola de la Catedral Nueva de Plasencia que representa a un ser antropomorfo de grandes orejas, con cuernos, el pecho abultado, con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas, cuyo cuerpo está cubierto de escamas (fig. 13). Según algunos estudiosos, estas escamas, así como los cuernos, son una manera de señalar el carácter impuro y demoníaco de este ser, ya que en la Edad Media, donde las enfermedades de la piel eran frecuentes, graves y temidas, las manchas (que en las esculturas aparecen como escamas o rayas) representan la caída más baja que se pueda imaginar[47]. Además, las piernas cruzadas solían representar en el arte medieval la idea de superbia[48].

También creemos que representa a un diablo, la gárgola con forma de animal fantástico, ser híbrido con cuerpo de felino y alas, que se tira de los cuernos (fig. 14). En este caso, el hecho de que entre las patas de este ser monstruoso aparezca una cabeza de niño con alas, nos hace creer que pueda tratarse de un diablo psicopompo, es decir un diablo secuestrador y conductor de almas que, entre otras cosas, tortura a los condenados atronándoles con horripilantes gritos[49].

También podrían ser un diablo psicopompo la gárgola que se encuentra a la derecha de la que estamos estudiando (fig. 15), un animal con la cabeza mutilada y los pies de felino que se lleva las manos a la boca; el espacio existente entre las piernas está ocupado por un pájaro, que al igual que la cabeza de niño con alas puede ser un símbolo del alma.

Al mencionar estas gárgolas que pueden representar a los diablos no queremos pasar por alto las dos que existen en la iglesia de San Nicolás de Plasencia (figs. 16, 17) en las que apreciamos claramente los cuernos de cabra, la barba de chivo y las patas con garras de aves de presa, rasgos todos ellos que se corresponden con los que normalmente se atribuyen a los diablos medievales. Así el diablo Ariel, tenía cara de león; Astaroth, tenía pies con garras; por su parte Balam, era descrito como un ser peludo, con barbas de chivo, uñas largas y cuernos.

Junto a las gárgolas fantásticas o monstruosas antropomorfas también existen gárgolas que representan animales fantásticos o monstruosos. Tal el caso de una de las gárgolas de la fachada norte de la Catedral Nueva que puede representar a una sirena-pájaro[50] o en una de las arpías (fig. 18), monstruos alados, con cuerpo de pájaro, cabeza de mujer, garras agudas y olor nauseabundo que simbolizan las pasiones provocadas por los vicios.

En último lugar tenemos algunas gárgolas fantásticas imposibles de clasificar debido a la complejidad de su composición, como un ser con patas de cabra, cuernos y alas del ábside la Catedral Nueva de Plasencia (fig. 19) u otro animal híbrido con cabeza de perro, cuernos de carnero, alas y patas y melena de león representado en una gárgola de la fachada oeste de la Catedral Nueva de Plasencia (fig. 20). Su simbología puede ser variada y podrían representar tanto al Diablo, los vicios y las fuerzas del Mal como a las fuerzas protectoras que vigilan contra ese mismo mal.

No quisiéramos terminar nuestro recorrido por las gárgolas que pueblan la Catedral de Plasencia sin preguntarnos si en conjunto tienen algún significado. La respuesta es una conjetura, otra más, aunque no por ello vamos a dejar de hacerla. Si agrupamos las gárgolas según su situación conforme a un eje vertical, vemos que la mayoría de las gárgolas situadas en las partes más altas del edificio están, de una manera u otra, relacionadas con la función de vigilancia, independientemente de que se encuentren en la fachada norte, en la fachada sur o en el ábside. En cambio, las gárgolas situadas en las partes más bajas tienen, en su mayoría, una conexión con el mundo del mal, del pecado o del vicio. Esta relación con el mundo diabólico es más evidente en la fachada norte donde incluso las gárgolas superiores tienen una valoración negativa. Esto puede deberse a que tradicionalmente “(…) el norte representa el lado del Aquilón, símbolo del frío y la sequedad -por ello del vicio y el pecado-, y el sur según las Escrituras es el lado del austro, viento cálido y reconfortante equiparado a la gracia y a la labor de la Iglesia[51]”.

Hasta aquí nuestro recorrido por las gárgolas de la Catedral de Plasencia. Esperamos que haya sido interesante y deseamos que sirva de acicate para que tanto los estudiosos del arte como los profanos en la materia se acerquen un poco más a esos seres de piedra que muchas veces pasan desapercibidos en nuestras cada vez más rápidas visitas a los monumentos.


NOTAS:

[1] J-Cl. SCHMITT, La raison des gestes dans l’Occident médiéval, Paris, 1990, Gallimard, (Bibliothèque des Histoires), p. 140.

[2] J-Cl. SCHMITT, “Le maschere, il diavolo, i morti nell’Occidente medievale”, en Religione, folklore e società nell’Occidente medievale, Roma, 1988, Laterza, Quadrante, 14, pp. 206-238.

[3] “(…) porque la máscara destruye la similitud existente entre el hombre y Dios (Génesis, 1, 26). Puesto que Dios es la Figura absoluta, cuya Transfiguración no puede ser otra más que la reproducción radiante de Él mismo, el hombre, única criatura que lleva sus rasgos, no puede cambiar de semblanza sin caer en un sacrilegio: al ponerse una máscara hace de sí mismo un ídolo; disfrazarse es diabólico (…) y para la Iglesia toda máscara es diabólica, en su apariencia, en ocasiones, y en su significado, siempre”. J.-Cl. SCHMITT, Ibid., pp. 212-213. La traducción es nuestra.

[4] De los mascarones existentes en la cornisa que remata la Catedral Nueva, sólo citamos éste porque es el único que se aprecia claramente, ya que los otros están casi tapados por canalones metálicos de factura moderna.

[5] Sobre la fealdad del Diablo y sus diferentes manifestaciones, ver Francisco Vicente CALLE CALLE, Les représentations du Diable et des êtres diaboliques dans la littérature et l’art en France au XIIe. siècle, Villeneuve d’Ascq, 1999, Atelier National de Reproduction des Thèses, (Thèse à la carte), pp. 325-sq.

[6] Jesús HERRERO MARCOS, Arquitectura y simbolismo del románico palentino, Palencia, 1994, Ayuntamiento de Palencia, p. 20.

[7] Janetta REBOLD BENTON, Saintes Terreurs. Les gargouilles dans l’architecture médiévale, Paris, 1997, Éditions Abbeville.

[8] Francisco Vicente CALLE CALLE, Op. cit., índice temático, voz chevelure; Luther LINK, El Diablo. Una máscara sin rostro, Madrid, 2002, Editorial Síntesis, pp. 78-79.

[9] Sobre las relaciones del hombre salvaje y del mono con el mundo del mal, ver infra.

[10] “El grabado que ilustra el capítulo 58 de La nave de los locos de Sebastián Brant llevaba como lema: «Aquel al que la gaita da alegría y solaz y no presta ninguna atención al arpa y al laúd, tiene su sitio ciertamente en el trineo de los necios». Citado por Luis PEÑALVER ALAMBRA en Los monstruos de El Bosco, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1999, Estudios de Arte, 13, p. 150. Se puede ver una reproducción de dicho grabado en Luis CORTÉS VÁZQUEZ, Ad summum caeli. El programa alegórico humanista de la escalera de la Universidad de Salamanca, Salamanca, 1994, Ediciones Universidad de Salamanca, Acta salmanticensia, Historia de la Universidad, 38, p. 31.

[11] La gaita aparece en numerosos cuadros de estos pintores, cuadros en los que, por regla general, se reflejan escenas de fiesta en las que los personajes bailan y se besan. Véanse cuadros de Bruegel como Boda de aldeanos (1566), Banquete nupcial (1568) o Baile de labriegos, (1568). En algunos de ellos, como enBoda de aldeanos (1566), Bruegel ha marcado de manera intencionada la bragueta del gaitero. La gaita también aparece en los cuadros de El Bosco. Así, en el tríptico El carro de heno aparece por dos veces; la primera en el cuadro principal, donde podemos ver cómo una monja es atraída por un gaitero; el segundo ejemplo está en uno de los tableros laterales, el titulado. El peregrino, donde aparecen dos campesinos bailando al son de una gaita. El ejemplo más claro, y a la vez más misterioso, es el de la gaita que figura en el Infierno del tríptico El jardín de las Delicias. En el ya citado libro sobre la escalera de la Universidad de Salamancael profesor Cortés Vázquez da bastantes referencias más sobre las connotaciones sensuales y malignas de dicho instrumento. Op. cit., pp. 23-38.

[12] Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS y Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, La sillería del coro de la Catedral de Plasencia, Cáceres, 1992, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, p. 59. En el arco que une la fachada de la Catedral Vieja de Plasencia con el palacio episcopal todavía son visibles los restos mutilados de otra representación de un gaitero.

[13]. Isabel MATEO GÓMEZ, Temas profanos en la escultura gótica española. Las Sillerías de coro. Madrid, 1979, CSIC, Instituto Velázquez, pp. 63-64.

[14] Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS y Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, Op. cit., p. 58.

[15] Luis PEÑALVER ALAMBRA, Op. cit., p. 136; Isabel MATEO GÓMEZ, Op. cit., pp. 61-64.

[16] “Convendría, antes de nada, que el lector tuviera en cuenta que, más que una música religiosa y otra profana, existe una música benéfica y otra depravadora, o como dice Chailley, p. 48: «Plus encore qu’une musique profane il y a une musique bénéfique et une musique dépravatrice. Une dévise gravée sous une gravure de Galle, d’après un tableau de Floris résume bien la doctrine courante: “Ut quidam magnetes ferrum attrahunt, et theamedes qui in Etiopía nascitur ferrum abigit, ita est musicae genus; est quod sedat affectus, et quod inciter”, que dicho en romance reza: “Así como las piedras magnéticas atraen al hierro, mientras que la theamedes que cría Etiopía lo rechaza, así es la naturaleza de la música: existe una que calma las pasiones, y otra que las excita”. Cf. Luis CORTÉS VÁZQUEZ, Op. cit., p. 23.

[17] En la sillería y el facistol del coro de la Catedral Nueva de Plasencia también podemos ver dos seres que se mesan las barbas. Cf. Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS y Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, Op. cit. p. 90, figs. 33, 127 y 128.

[18] Émile MÂLE, L’art religieux du XIIIe siècle en France, Paris, 1923, p. 383, citado por Jurgis BALTRUŠAITIS, Le Moyen Âge Fantastique, Paris, 1993, Garnier-Flammarion, Champs-Flammarion, 603, pp. 36-37. También podrían tratarse de una representación de un poseído por los demonios, pues se creía que “quienes están poseídos los demonios hablan con la lengua fuera de la boca, por el vientre, por sus partes naturales y emplean diversos lenguajes desconocidos”. Cf. Ambroise PARÉ, Monstruos y prodigios, ed. Introducción, traducción y notas de Ignacio Malaxecheverría, Madrid, 1987, Ediciones Siruela, p. 79.

[19]. Sobre el significado de este gesto y de otros parecidos como el de tirarse del pelo, ver Joaquín YARZA LUACES, “Aproximación artística e iconográfica a la portada de Santa María de Covet (Lérida)” en Formas artísticas de lo Imaginario, Barcelona, 1987, Anthropos, Palabra plástica, 9, pp. 206-208.

[20] Sobre las representaciones de los vicios en la época, ver infra.

[21] Sobre el Physiologus y los bestiarios medievales, ver Francisco V. CALLE CALLE, Op. cit., pp. 494-512 así como Ignacio MALAXECHEVERRÍA,Bestiario medieval, Madrid, 2000, Ediciones Siruela, (Biblioteca medieval, II).

[22] Sobre la polisemia del león en el arte medieval, ver Francisco V. CALLE CALLE, Ibíd., p. 347.

[23] Isabel MATEO GÓMEZ, Op. cit., pp. 84-85 que cita ejemplos sacados del Libro de Alexandre y de la Divina Comedia de Dante.

[24] Alciato’s Book of Emblemsnº XVThe Memorial Web Edition in Latin and English, ed. William Barker, Mark Feltham, Jean Guthrie, Department of English, Memorial University of Newfoundland, 2001.

[25] Cerca de esta gárgola hay otra en forma de animal cuadrúpedo difícil de definir con exactitud pues podría tratase tanto de un león como de un perro o incluso de un lobo. (¿?).

[26] “En el Bestiario Toscano, se indica, siguiendo al libro de los Proverbios, XXVI, 11, que “Y así como el can tiene la fea costumbre de volver a comer aquello que ha vomitado, así lo hace el falso pecador que va a confesar sus pecados y después vuelve a cometer aquellos mismos pecados…”; “Y así como el can, que deja lo que lleva en la boca por el reflejo que ve en el agua, así ocurre con mucha gente loca que pierde lo más importante, …sus almas por las cosas temporales”. Cf. Santiago SEBASTIÁN, El Fisiólogo atribuido a San Epifanio seguido de El Bestiario Toscano, Madrid, 1984, Edit Tuero, pp. 15-16. Citado por Cándido SERRADILLA MARTÍN, Op. cit., p.49.

[27] Isabel MATEO GÓMEZ, Op. cit., pp. 102-103.

[28] Richard BARBER, Bestiary, Being an English Version of the Bodleian Library, Oxford M.S. Bodley 764, Woodbrigde, Inglaterra, Boydell Press, 1993, p. 76.

[29] Ejemplos del primer significado los encontramos en numerosos grabados renacentistas que lo representan mordiendo la pierna del “fou” o bufón de corte. Ejemplos del segundo significado son otros tantos grabados en los que dicho animal aparece acompañando a prostitutas o a los “fous”. Se pueden ver varias representaciones de estos temas, así como información al respecto en Luis CORTÉS VÁZQUEZ, Op. cit., pp. 31-38.

[30] Sobre el toro y el caballo como símbolo de las pasiones desenfrenadas, ver Luis CORTÉS VÁZQUEZ, Op. cit., pp. 67-71.

[31] Otros ejemplos de este tipo de homenaje los podemos encontrar en capiteles de pequeñas iglesias rurales como la románica de Santa María de Bereyo (Cantabria) o en catedrales como la Nueva de Salamanca o en las torres de la catedral de Laon en la Picardía francesa; estos últimos llamaron la atención del arquitecto Villard de Honnencourt, quien los representó en su famoso Cuaderno. Mientras que en la catedral de Laon podemos ver 16 esculturas de bueyes a tamaño natural, en Salamanca se trata de un pequeño relieve que se encuentra en el interior de la Catedral Nueva, en un moldura plateresca que corre a lo largo de los muros, en el ala meridional del crucero, justo encima de la puerta que abre al Patio Chico. Dicho relieve representa a una carreta tirada por una yunta de bueyes guiados por su boyero, que va cargada con un gran bloque de piedra. Cf. Luis CORTÉS VÁZQUEZ, Salamanca,Dieciséis Claves, Salamanca, 1991, Librería Cervantes, pp. 55-56. El profesor Cortés también cita la presencia de esculturas de bueyes en la torre románica de Monbuey en Zamora. Sobre el Cuaderno de Villard de Honnencourt, ver la edición de Alain Erlande-Brandenburg, Régine Pernaud, Jean Gimpel y Roland Bechmann, Madrid, 1991, Akal, Fuentes del Arte, Serie Mayor, 9. En la lámina 19, aparecen representados los citados bueyes de la catedral de León.

[32]Singes est de laide figure,
De deable a forme et figure,
Plus resanble deable que beste.
Bestiaire de Gervaise
, vv. 361-363.

(El mono tiene fea apariencia / De Diablo tiene forma y apariencia, / Más parece diablo que bestia.). Le Bestiare de Gervaise, ed. de P. Meyer, Romania, 1, 1872, pp. 420-443. Ver también Ignacio MALAXECHEVERRÍA, Op. cit., pp. 103-106.

[33] Francisco V. CALLE CALLE, Op. cit., ver índice de temas, voz aigle.

[34] PHYSIOLOGUS LATINUS. (Éditions preliminaries versio B), ed. de Francis J. CarmodyParis, 1939, E. Droz, p. 19. Ver también Ignacio MALAXECHEVERRÍA, Op. cit., pp. 133-137.

[35] En la fachada principal de la Catedral Nueva de Salamanca también encontramos una gárgola en forma de águila bicéfala. Curiosamente, en dicha catedral son numerosos los ejemplos de seres bicéfalos.

[36] Gilbert LASCAUX, “Le diabolique et le monstrueux” en Actes des Entretiens sur l’homme et le Diable du Centre Culturel de Cérisy-la-Salle, 24 Juillet-3-Août 1964, p. 131.

[37] Sobre los problemas que surgen a la hora de hacer una taxonomía de estos seres, ver la voz Clasificación, del Diccionario de los monstruos de Massimo IZZI, Diccionario ilustrado de los monstruos: Ángeles, diablos, ogros, dragones, sirenas y otras criaturas del imaginario, Palma de Mallorca, 2000, José J. De Olañeta, Editor, (Alejandría), p. 113-115. También se puede consultar la voz, pueblos monstruosos de la misma obra, pp. 396-398. Sobre las fuentes y la interpretación de los monstruos durante la Edad Media, véase el libro de Claude LECOUTEUX, Les monstres dans la pensée médiévale européenne, Paris, 1993, Presses de l’Université de Paris-Sorbonne, Cultures et Civilisations médiévales, X.

[38] He aquí la descripción que aparece en el nuestro Libro de Alexandre (primera mitad del siglo XIII):

Entre la muchedumbre de los otros bestiones,
falló omnes monteses, mugeres e barones;
los unos más de días, los otros moçajones,
andavan con las bestias paciendo los gamones.

Non vistió ningún dellos ninguna vestidura,
todos eran vellosos en toda su tochura,
de noche como bestias yazién en tierra dura,
gui non los entediesse, avrié fiera pavura.

Ovieron con caballos dellos a alcancar,
ca eran muy ligeros, non los podién tomar;
mager les preguntavan, non les sabién fablar,
que non los entendían e avian a callar.

(cuadernas 2472-2474)
Cf. Libro de Alexandre, edición de Jesús Cañas, Madrid, 1995, Cátedra, (Letras Hispanas, 280), p. 545.

[39] Se trata de una talla de 51 cm de alto que data del siglo XV y que se encontraba en la Casa del Concejo. Representa a un hombre cubierto de pelos con una flauta en la mano. A.A.V:V:. Plasencia: patrimonio documental y artístico. Tesoros placentinos, 17-30 de Junio de 1988, Complejo Cultural Santa María, p. 97, il. 128.

[40] Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS y Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, Op. cit. pp. 38, 49, 54, y 63. Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS y Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, «El tema del salvaje en la sillería del coro de la catedral de Plasencia», El Urogallo, Extremadura, Diciembre 1995, pp. 16-20. También existe una representación del salvaje en la sillería del coro del Monasterio de Yuste, Cf. Cándido SERRADILLA MARTÍN, Op. cit., pp. 90, 92. Estos salvajes de la sillería de Yuste (hombre y mujer) son muy parecidos a los que existen haciendo la función de tenantes en la fachada de la iglesia de Gata. Sobre el salvaje, ver también Joaquín YARZA LUACES, «Reflexiones sobre lo fantástico en el arte medieval español», Op. cit., p. 21-22; Isabel MATEO GÓMEZ, Op. cit., pp. 213-221.

[41] Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS y Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, Art. cit., p. 19.

[42] Juliana SÁNCHEZ AMORES, “Psicomaquia medieval: El hombre salvaje”, Fragmentos. Revista de Arte, nº 10, 1984, p. 68.

[43] Massimo IZZI, Op. cit. p. 23. Se puede comparar la gárgola citada con las representaciones de los vicios que aparecen en un frontispicio alegórico de un libro de teología de 1609 citado por el mismo autor. Ibid., p. 22.

[44]. Sirva como ejemplo de lo dicho este texto de Ambroise Paré: “(Los Diablos) por su gran orgullo, fueron arrojados y echados fuera del Paraíso y de la presencia de Dios, por lo que unos viven en el aire, otros en el agua, en cuya superficie y orillas aparecen, otros sobre la tierra, otros en lo más profundo de ésta, y así permanecerán hasta que Dios venga a juzgar al mundo. Otros viven en las casas en ruinas y se transforman en todo lo que les viene en gana. Así como en las nubes vemos formarse muchos y diferentes animales y otras cosas diversas, a saber, centauros, serpientes, rocas, castillos, hombres y mujeres, pájaros, peces y otras cosas, así los demonios adoptan repentinamente la forma de aquello que les agrada, y a menudo los vemos convertirse en animales, como serpientes, sapos, autillos, abubillas, cuervos, chivos, asnos, perros, gatos, lobos, toros y otros; o bien se apoderan de cuerpos humanos, vivos o muertos, los manejan y atormentan, e impiden sus funciones naturales; no solamente se transforman en hombres, sino también en ángeles de luz; fingen estar presos y atados a argollas, pero semejante coerción es voluntaria y está llena de engaño”. Ambroise PARÉ, Op. cit., p. 79.

[45] Sobre la demonología en la Edad Media, véase Francisco V. CALLE CALLE, Op. cit, pp. 52-65; Luther LINK, Op. cit., passim.

[46] Sobre los diversos procedimientos de mostrar la fealdad de los diablos, ver Francisco Vicente CALLE, CALLE, Op. cit., índice de temas, voz laideur; Luther LINK, Op. cit., passim. En cuanto a los senos de mujer, decir que según Jurgis Baltrušaitis estos son muy frecuentes en los demonios, sobre todo durante el siglo XV. Jurgis BALTRUŠAITIS, Op. cit., p. 166.

[47] Michel PASTOUREAU, “Le bestiaire iconographique du diable: animaux, formes, pelages, couleurs», Démons et merveilles au Moyen Âge, Actes du IVe Colloque International du Centre d’Études Medievales de Nice, Nice, 1990, p. 190. Ver también. Francisco CALLE CALLE, Op. cit., pp. 333-334. Sobre los cuernos, ver infra.

[48]. Michael CAMILLE, El ídolo gótico. Ideología y creación de imágenes en el arte medieval, Madrid, 2000, Akal, Arte y estética, 57, p. 71.

[49] Francisco Vicente CALLE CALLE, Op. cit., índice de temas, voz démons psychopompes et démons râvisseurs d’âmes.

[50] Sobre la evolución morfológica de las sirenas, véase el magnífico artículo de Edmond FARAL, “La queue de poisson des sirènes”, Romania, CCXCVI, 1953, pp. 433-506 y sobre su simbología, Francisco V. CALLE CALLE, Op. cit., p. 359-361.

[51] Carlos DOMÍNGUEZ HERRERO, El románico zamorano en su marco del noroeste. Iconografía y simbolismo, Salamanca, 2002, Gráficas Lope, p, 146

Oct 012003
 

Diego Blázquez de Yáñéz.

Doctor en Ciencias de la Información

SEDE DEL OBISPADO: LLERENA

La sede del Obispado Priorato de San Marcos de León lo es la emblemática ciudad de Llerena. La más al sureste de la Baja Extremadura y capitalidad de su vasta campiña; la ciudad de los iluminados que estudió Gregorio Marañón; la que recreó con mimo especial los ojos del gran Zurbarán hasta romper todas las fronteras sus pinceles en blancos interminables; la de la bella iglesia obispal de Ntra. Sra. de la Granada con su moza y esbelta torre y su palacio episcopal -hoy bastante deteriorado- y de tantos etc., etc. …

Hoy enmarcamos este estudio y ponencia, siguiendo un poco el hilo del Boletín Ecco. del Obispado Priorato de San Marcos de León.

Se inicia esta publicación con el nº 1, en Diciembre del año 1857 y con la periodicidad, precio y director. Adjuntamos la cabecera del Nº 9.

BOLETÍN ECLESIÁSTICO

Se inscribe a dos columnas y se distribuye de la siguiente manera:

PARTE OFICIAL: Comprende las comunicaciones del Priorato, Reales decretos y Circulares.

PARTE NO OFICIAL: Comprende escritos de colaboradores, comunicados de la Secretaría de Cámara y noticias del Priorato. Al término se inscribe pie de imprenta que lo es la ciudad de Llerena, la de D. Rufo P. de Guzmán, calle Corredera. Se edita en otras temporadas también en la ciudad de Madrid.

VAMOS AL CONTENIDO DE ALGUNOS NÚMEROS

En su Año I, jueves de Diciembre de 1857 y en su número primero se notifica la nómina, que S. M. la Reina, administradora perpetua de las órdenes militares, que en su real nombre el Supremo Tribunal Especial de las mismas, se ha dignado nombrar para las vicarías y curatos del Territorio maestral y que divide en Vicarías con curato de término, curatos de término, curatos de término por resultas, curatos de segundo ascenso, de segundo ascenso por resultas, de primer ascenso, de primero por resultas, curatos de entrada y curatos de entradas por resultas. En nombre de S. M. firma estos decretos el ministro de Gracia y Justicia, Joaquín José Casaus.

Se da la nota curiosa que cuando se empieza a editar este Boletín dentro de la información del nombramiento entre ¿os curatos de segundo ascenso se incluye también el nombramiento del que es director al mismo tiempo del Boletín, D. José Doncel y Ordaz, para la parroquia de Fuentes de León, escritor y además buen versificador y con frecuentes composiciones para estas páginas.

Por estas fechas, de acuerdo con el Consejo de Ministros de Gracia y Justicia, viene a decretar para las órdenes militares del Priorato lo siguiente:

Suprimir la Cámara del Real Patronato, creada por decreto del 17 de Octubre de 1854.

Desde ahora, los asuntos de que entendía la Cámara citada, corresponderá al Consejo Real, conforme a la ley orgánica y al real decreto de 22 de Septiembre de 1845, hasta que otra nueva ley sobre el particular ordene lo más conveniente.

Esto se firma en palacio el 21 de Noviembre de 1857.

El Ministerio de la Gobernación, también por estas fechas dicta más notas en cuanto a sanidad: hay en España 2.655 pueblos que carecen de cementerio, y a subsanar esta carencia S. M. ordena que en el término menor posible se construya un lugar cerrado fuera de la población en cada pueblo, con destino a enterramientos. Cementerio.

Una Circular dirigida al Gobierno eclesiástico del Obispado Priorato de S. Marcos de León, aquí, en Llerena, se expresa así: «Este Tribunal ha resuelto participar a V. S. el feliz alumbramiento de S. M. la Reina, Ntra. Sra. (Q. D. G.) a fin de que general y particularmente conmueva a V. S. a tributar las más rendidas gracias al Señor por este beneficio, disponiendo se ejecute lo mismo en todas las parroquias de su jurisdicción». Así se publica en el Boletín, y se efectúa con gran solemnidad en la sede de este Obispado y se publica, también en el Boletín el acto “Con motivo del nacimiento de S.A.R el Serenísimo Señor Príncipe de Asturias, se celebró el domingo 13, del que rige, en la Iglesia mayor de Santa María de la Granada de esta Ciudad una misa solemne durante la que estuvo S. D .M. manifiesto, cantándose el Te-Deum a su conclusión. Asistieron el Sr. Gobernador de la Diócesis con su Tribunal, el Brigadier Sr. D. Felipe María Andríano; los coroneles y Gefes de los cuerpos de la Remonte de Estremadura, Reserva, Guardia Civil y Carabineros; el Juzgado de primera instancia, el Colegio de Abogados, el Administrador Económico del Priorato, los de Hacienda y Correos, y demás corporaciones y personas notables de la población invitados al efecto por nuestro Prelado”.

DATOS ESTADÍSTICOS DEL OBISPADO PRIORATO DE S. MARCOS

De Secretaría de Cámara en el Boletín Nº 4 del 14 de Enero de 1858, se dice:

“Vistos por el Sr. Gobernador los siguientes datos estadísticos de la Diócesis, tomados en su mayor parte de los expedientes que se instruyeron en este Gobierno sobre arreglo y demarcación parroquial, elevados a S.A. el Supremo Consejo de las órdenes militares el día 17 de Diciembre último, según se anunció en el número 2 del Boletín, ha dispuesto su Señoría que se publiquen en el presente, considerándolos de algún interés, así en el Territorio como fuera de él, donde este es generalmente poco conocido. Llerena 12 de Enero de 1858”

Firma: José Doncel Ordaz

PROVINCIA DE BADAJOZ

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
ARZIPRESTAZGO DEALMENDRALEJO Aceuchal 1 Término 3721. 26452
Almendralejo 1 Id. 9060.
Hinojosa del Valle 1 Entrada 370.
Hornachos 1 2º ascenso 3218.
Palomas 1 1º id. 339.
Puebla del Prior 1 Entrada 320.
Puebla de la Reyna 1 1º ascenso 800.
Rivera del Fresno 1 2º id. 3140.
Villafranca del Barros 1 Término. 5484.
ARZIPRESTAZGO DE CABEZA LA VACA Bienvenida 1 Término. 3623. 28598
Cabeza la Vaca. 1 1º ascenso. 2117.
Calera 1 Entrada. 1728.
Calzadilla. 1 Id. 1004.
Fuente de Cantos 1 Término. 5825
Fuentes de León. 1 2º ascenso. 2998.
Monasterio. 1 Id. 3445.
Montemolin. 1 Término. 2174.
Pallares. 1 Filial de Montnm 550.
Santa María de Nava. 1 Id. de id. 124
Segura de León. 1 Término. 3040.
Usagre. 1 1º ascenso 2184.
ARZIPRESTAZGO DE FUENTE DEL MAESTRE Fuente del Maestre 1 Término 5306. 16278
Medina de las Torres. 1 2º ascenso. 3422.
Puebla de Sancho Pérez 1 1º id. 1538
Los Santos 1 Término. 6012.
ARZIPRESTAZGO DE LLERENA Aillones 1 1º ascenso 1978 31387
Azuaga 1 Término 5472
Berloaga 1 2º ascenso 4515
Campillo 1 Entrada. 1723
Cardenchosa 1 Filial de Azuaga 106
Casas de Reyna 1 Entrada. 804
Fuente del Arco 1 1º ascenso 1532
Granja de Torrehermosa 1 2º Id 2792
Higuera de Llerena 1 Filial de Valencia 370
Los Rubios 1 Id de la Granja 98
Llera 1 Entrada. 1146
Llerena 3 Dos de Término y una de entrada 5981
MaguiUa 1 Entrada. 729
Retamal 1 Id. 423
Reyna 1 Filial de Fuente del Arco 485
Trasierra 1 Id. de Casas de Reyna 497
Valencia de las Torres 1 Entrada. 905
Valverde de Llerena 1 Id. 1528
ARZIPRESTAZGO DE MERIDA Alange. 1 2º ascenso 1351. 29774.
Aljúcen 1 Entrada. 386.
Arroyo de S. Servan. 1 2º ascenso. 1076.
Calamente. 1 1º id. 1633.
C amonita. 1 Filial de Cor 243.
Garrascalejo. 1 Filial de Alju 124.
Cordobilla. 1 1º ascenso 554.
D.Alvaro. 1 1º id. 874.
Esparragalejo. 1 Entrada. 546.
Garrovilla. 1 1º ascenso 660.
Lobon. 1 Entrada. 1086.
Mérida. 2 De Term. am 4601.
Mirandilla. 1 Entrada 625.
Montijo. 1 Término 4237.
Nava. (La) 1 Entrada. 505.
Oliba de Mérida. 1 1º ascenso 1513.
Puebla de la Calzada 1 2º ascenso 2404.
San Pedro de Mérida 1 Entrada. 350.
Torremayor. 1 Id. 532.
Torremejía 1 Id. 163.
Trujillanos. 1 lº id. 400.
Valverde de Mérida. 1 1º ascenso 1146.
Villagonzalo. 1 1502.
Zarza junto Alange. 1 2º id 3387.
Malcocinado. Filial de Sta. María del Guadl 870

PROVINCIA DE CÁCERES

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
ARZIPRESTAZGO DE MONTANCHEZ Alvalá 1 2º ascenso 1057 21270
Alcuéscar 1 2º id 2443
Almohann 1 2º id 2048
Arroyomolinos de Montanchez 1 2008
Benquerencia 1 lº id 514
Botija 1 lº id 545
Casas de D. Antonio 1 lº id 815
Montánchez 1 Término 4000
Salvatierra de Santiago 1 Ia ñusnen
Torre de Sta. María 1 9º id 960
Torremocha 1 2º id 1970
Valdefuentes 1 2º id 1575
Valdemorales 1 lº id 775
Zarza de Montánchez 1 lº id 1500

PROVINCIA DE CÓRDOBA

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
VICARÍA DE BENAMEJÍ Benamejí 1 2º ascenso 5703 7733
Palenciana 1 lº id 2030

PROVINCIA DE HUELVA

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
Correspondientes al Arciprestazgo de Cabeza la Vaca Arroyomolinos 1 1º ascenso 1432 1904
Cañaveral 1 Entrada. 472

PROVINCIA DE LEÓN

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
Destriana. 1 1º ascenso. 920. 1338.
Santovenia de S. Marcos 1 Entrada. 215.
Villavidel. 1 Id. 203.

PROVINCIA DE ORENSE

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
VICARIA DE VILLAR DE LOS SANTOS Campobecerros 1 1º ascenso. 484. 5201.
Cariacedo. 1 Término. 700.
Codosedo. 1 1º ascenso. 392.
Garabanes. 1 Id. 1185.
Paradina. 1 Filial. 170.
Sta. María de la Barra 1 2º ascenso. 450.
San Munio de Vega 1 Término. 720.
Ucelle. 1 Filial. 300.
Villar de Santos 1 Entrada 800.

PROVINCIA DE SALAMANCA

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
VICARIA DE BARRUECO PARDO Barrueco Pardo. 1 Término 588. 4042.
Barreras. 1 Filial de Barr. 92.
Barceino. 1 Id. 103.
Barceo. 1 Id. 121.
Milano. 1 Id. 302.
Saldeana. 1 Id. 244.
Valde»Rodrigro. 1 Id. . 285.
Villas Buenas. 1 Id. 404.
Zerezal de Peñaorcada. 1 Id. 332.
Peralejos da Abajo. 1 Entrada. 587.
Lacuelle. 1 2º ascenso. 984.

PROVINCIA DE SEVILLA

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
ARCIPRESTAZGO DE GUADALCANAL Guadalcanal. 3 2º ascenso todo 5875. 5875.
VICARÍA DE VILLANUEVA DEL ARISCAL Beuazuza. 1 Entrada. 76. 4015.
Villamanrique. 1 2º ascenso. 2496.
Villanueva. 1 Término 1443.

PROVINCIA DE ZAMORA

ARCIPRESTAZGOS Nombre de la población Número de parroquias Su clasificación Número de almas de cada una Total de almas de cada Arciprestazgo
VICARÍA DE POATO Porto. 1 Entrada 1096. 1369.
Barjacoba 1 fil. de Porto 83.
Pias. 1 Id. 142.
San Agustín 1 Id. 48.
VICARIA DE VILLABA DE LA LAMPREANA CUBILLOS. Parroquia de S. Juan Entrada. 172. 3566.
Peñausende. 1 1º ascenso. 1205.
Perilla de Castro 1 2º id. 410.
Olmillos. 1 Fil.de Perilla 197.
Piedrahita de Castro. 1 2º ascenso. 309.
San Cebrian de Castro. 1 Término. 606.
Fontanillas 1 Fil. de S. Cebrina 89.
Villalba. 1 2º ascenso. 578.

RESUMEN

Este Obispado Priorato consta de 134 Parroquias, de las que son 21 de Término, 25 de 2º ascenso, 30 de 1º, 32 de Entrada, y 26 filiales, componiendo una población de 192370. almas distribuida en siete Vicarías é igual número de Arciprestazgos enclavados en die2 Provincias.

Además de estas vicarías, existe dentro del Arciprestazgo de Cabeza la Vaca la muy antigua de Santa María de Tudia, cuyo vicario perpetuo es actualmente el Párroco de Segura de León, que ejerce jurisdicción preventiva con el Provisor de esta Ciudad en nueve villas con dos aldeas de aquel arciprestazgo y también en Guadalcanal. En otro tiempo el Vicario de Tudia era Secretario nato del capítulo de esta orden de Santiago. Pertenecía también a este Obispado Priorato la vicaría con curato de término de Santi Spiritus de la Ciudad de Salamanca, hasta muy pocos años ha en que habiéndose suscitado una larga competencia de jurisdicción entre aquel Diocesano y el último vicario, dejó de ejercer la suya en dicha demarcación parroquial el prelado de este Territorio. Otros varios pueblos, que hoy corresponden a los Obispados de León y a los de Galicia, eran asimismo de esta Diócesis, y aun conserva el Supremo Consejo de las Órdenes militares el derecho de nombrar sus párrocos. También debiera incluirse en los anteriores cuadros estadísticos la Ciudad de Jerez de los Caballeros con sus valles de Santa Ana y Matamoros, de que se compone la Vicaría Ecca. del mismo nombre, y consta de seis parroquias con una población de 9.000 a 10.000- almas; pero nos abstenemos de verificarlo así, porque si bien es cierto que en lo gubernativo pertenece aun a este Priorato, depende en lo judicial del Ordinario de Badajoz, y S.A. el citado Tribunal Especial se entiende directamente para su gobierno con aquel vicario.

ADMINISTRACIÓN ECONÓMICA DEL OBISPADO PRIORATO DE SAN MARCOS DE LEÓN

Según el Boletín nº 5 del 25 de Enero de 1858:

Por una Real orden del Ministerio de Hacienda se deja en vigencia lo establecido en el año 1857 hasta que se establezca el nuevo régimen para el 58.

La Secretaría de Cámara recuerda a todos los párrocos y superioras de las comunidades de religiosas del Territorio los trámites a seguir y solicitar al Gobierno de S. M. para la reparación extraordinaria de templos y conventos.

En el nº 7, de fecha 11 de Febrero de 1858, firma una Circular el Gobernador eclesiástico del Priorato Frey D. Agustín Cáceres de Corral, en su palacio episcopal de Llerena, a todos los párrocos, ecónomos o coadjutores y tenientes de filiales o a los que hagan sus veces, que remitan al Tribunal de su gobierno noticias exactas de cuantas Capellanías se hallen vacantes en cada una de las feligresías del territorio e informen cual es el nombre del administrados actual, quién fue su último poseedor con la fecha y causa de su cese en la posesión, en qué concepto se le confiere, si por derecho de parentesco o de patronato, o por gracia de esta dignidad prioral con «todos los demás antecedentes que puedan adquirir en los libros becerros y archivos parroquiales».

En el nº 8, sábado, del 20 de Febrero de 1858, entre NOTICIAS GENERALES, se dan éstas:

«El 22 de Diciembre último falleció en Roma el Emmo. Sr. Cardenal Espinóla.

Dicen los periódicos de Madrid que han sido agraciados por S. M. con la gran Cruz de Carlos III los M. M. R. R. Arzobispos de Santiago de Cuba, Burgos y Valladolid igualmente que el R. Obispo de Orense, y con la de Isabel la Católica los limos. Srs. Obispos de Guadix y Segovia.

…A las 11 de la noche del 14 del actual falleció en la ciudad de Sevilla el limo. Sr. D. Antonio Marín Sánchez Gil Carrascal, Obispo de Coria.»

Fotocopiamos de la 1.a hoja del Boletín, nº 9 del domingo, 28 de Febrero de 1858, que la integramos al principio.

En el nº 11, del jueves, 18 de Marzo de 1858 se insertan varias circulares:

sobre el derecho de estipendios de misas funerales que deben cobrar exclusivamente los capellanes según lo acordado por el Tribunal Supremo de Guerra y Marina; otra sobre folletos blasfemos como el «Catecismo Democrático», que se prohíben; otra sobre la música que debe tocarse en los templos.

REAL CÉDULA DE LA REINA PARA EL GOBIERNO DE LA DIÓCESIS DE PUERTO RICO

En los números 15 y 16 del Boletín se informa sobre la única diócesis y única parroquia de la isla de Puerto Rico, ya que la Bula expedida por el papa Alejandro VI, el 16 de Noviembre de 1501 traslada a la corona española el dominio absoluto de los diezmos de las provincias de estas islas, donde se constituye la catedral y un único curato, el de San Germán, ubicado en el mismo sagrario de la catedral y que regía su mismo Cabildo.

Para el régimen de esta territorialidad se hace extensivo a la isla de Puerto Rico las mismas disposiciones contenidas en las reales cédulas del 30 de Septiembre de 1852. A este fin se hace una visita al Cabildo y a su distrito y a la parroquia de San Germán en el año de 1849.

Consecuentemente, con el parecer del Ministerio de Estado y Ultramar se dicta una real cédula, que atienda a todo el régimen de su estructura. Dice así: «La Reina: al Gobernador vicereal patrono, presidente y oidores de mi real Audiencia y Chancillería de la isla de Puerto Rico, superintendente general delegado de la real Hacienda, intendente, reverendo Prelado diocesano, venerable deán y cabildo de su iglesia catedral, párrocos y demás personas a quienes lo contenido en esta mi real cédula toque o tocar pueda, sabed» (Y, sintetizando, expone).

Primero. La administración y recaudación de las primicias que hoy percibe el cabildo de esa santa iglesia por lo relativo a su distrito, como también de las que corresponden por el suyo al curato de San Germán, correrán a cargo de mi real Hacienda desde el día que acordaréis en unión del Rdo. Obispo y de las oficinas competentes, a cuyo fin quedarán subsistentes los ajustes alzados hechos por las juntas de visita de todo los pueblos en el año pasado de 1849, hasta tanto que en vista del expediente que al efecto haréis instruir, me propongáis lo oportuno sobre la conveniencia de alterar o modificar las bases actuales de aquella prestación.

Segundo. No debiendo percibir ese venerable cabildo otras rentas que las dotaciones fijas que se le señalaren por los conceptos de personal, fábrica y demás atenciones del culto, las cuales satisfarán puntualmente mi real Hacienda, se declararán extinguidos y a favor de esta los atrasos relativos a la consignación fija con que se dotó a la fábrica de esa santa iglesia en compensación de los novenos y escusados que le correspondía en virtud de la ley 23, tit. XVI, libro I de la Recopilación de esos dominios, y que no haya percibido hasta el día.

Tercero. Mi real Hacienda ha de contribuir anualmente al Rdo. Obispo de esa diócesis con la asignación de 12.000 pesos, que desde ahora le señalo como única renta de su mitra, para él y los que le sucedan en esta dignidad.

Esta renta comenzará a acreditarse y abonarse desde luego, sin perjuicio de que continúe la investigación que tengo mandada practicar en averiguación de los emolumentos de dicha mitra, los cuales, caso de haberlos, ingresarán en el Tesoro, según he prevenido por diferentes reales disposiciones.

Cuarto. Quedan derogadas todas las leyes y disposiciones que hoy rigen sobre espolios y vacantes pudiendo los Prelados de esa diócesis testar libremente como los demás españoles, según les dicte su conciencia, sucediéndoles abintestato los herederos legítimos, con la misma obligación de conciencia; esceptuándose en ambos casos los ornamentos y pontificales, que se considerarán como propiedad de la mitra, y pasarán a sus sucesores en ella. También será obligación de dichos Prelados sufragar el coste de las Bulas.

Quinto. El cabildo de esa santa iglesia se compondrá de las tres dignidades, deán, arcediano y chantre que hoy existen, de las dos canongías de oficio, magistral y penitenciaria que quedan establecidas ahora y que no se crearon al tiempo de la erección; de otras dos de merced, de dos raciones y de tres medias raciones. A este fin quedará convertida, sin nueva declaración, en canongía penitenciaria la primera que vacare de las tres de merced que hoy existen.

Sesto. La tercera parte de las prebendas de gracia que en lo sucesivo vacaren se han de proveer en los párrocos de término o ascenso que lleven 20 años al menos en la cura de almas.

Séptimo. Se reservará cierto número de prebendas y dignidades en las catedrales de la Península para proveerlas en los capitulares de esa que quieran pasar a aquellas, o en los párrocos que, conforme a la precedente disposición, tengan derecho a optar a las de esa santa iglesia.

Octavo. Mi real Hacienda contribuirá anualmente al deán de ese cabildo con la renta de 3000 pesos; con la de 2500 a las dignidades; 2000 a los canónigos; 1500 a los racioneros, y 1200 a los medio racioneros.

Noveno. Estas dotaciones han de satisfacerse íntegras, sin descuento alguno por razón de anualidades ni medias anatas eclesiásticas, las cuales quedan desde ahora suprimidas, y derogadas las leyes y disposiciones que las establecen.

Décimo, Se asigna al venerable cabildo de esa santa iglesia por la dotación de los ministros inferiores y subalternos necesarios para el decoro del culto, la cantidad de 6000 pesos anuales; la de 3000 para su fábrica, y la de 4000 para la Capilla de música.

Decimoprimero. La dotación que queda asignada a los capitulares de esa santa iglesia y la que se señalare a los demás individuos de ella, se entenderá repartida en distribuciones cotidianas, señalada y aplicadas en la forma que actualmente se acostumbra, a los que asisten cada día a todas las horas canónicas, según expresamente se previene en el capítulo 18 de la erección.

Decimosegundo. Para la conveniente distribución de los 6000 pesos señalados como dotación de los ministros inferiores y subalternos, se formará por el Rdo. Obispo, de acuerdo con el cabildo, se someterá a vuestra aprobación, como vice real patrona, la plantilla de dichos dependientes y sus dotaciones, de que sean sacristanes seglares a medida que se establezcan los presbíteros, teniéndolos presente para su colocación exclusiva en las sacristías de los curatos de entrada.

Vigésimonoveno. Los sacristanes seglares que han de subsistir por ahora en los curatos de ingreso disfrutarán la cuota de 150 pesos anuales, que satisfarán mis reales cajas.

Trigésimo. Procederéis en unión del Rdo. Obispo a instruir el oportuno expediente, conforme a las leyes de Indias, para la erección de nuevas parroquias donde la extensión o el crecido vecindario de las actuales lo hagan necesario, o para el establecimiento de uno o mas coadjutores perpetuos en aquellas donde se juzgaren convenientes, atendidas sus circunstancias. Estos coadjutores disfrutarán en su caso la dotación de 500 pesos anuales, y tanto ellos como los sacristanes-presbíteros de los curatos de término y ascenso, obtendrán sus cargos en concurso abierto y en la forma que se proveen las parroquias del obispado.

Trigésimo primero. Se asignan para gastos de fábrica en las iglesias parroquiales 200 pesos a las de ingreso, 250 a las de ascenso y 300 a las de término.

Trigésimosegundo. Habrá en cada parroquia un mayordomo de fábrica, elegido anualmente por el Prelado con vuestra aprobación, como vice-real patrono, de entre los vecinos de la misma. Este cargo será honorífico, gratuito y obligatorio, excepto para los que le hubiesen desempeñado, si no ha trascurrido un bienio después de haberlo servido.

Trigésimotercero. Los mayordomos de fábrica rendirán sus cuentas al Prelado, quien las someterá a vuestra aprobación definitiva como vice-real patrono.

Trigésimocuarto. Se asigna anualmente a esa diócesis la cantidad de 12000 pesos para reparaciones de sus fábricas, edificación de nuevas iglesias y dotación de ornamentos y vasos sagrados de las mismas; mas no podrá disponerse del todo ni de parte de dicha cantidad sino previa formación del oportuno expediente por el Rdo. Obispo, con vuestra aprobación, como vice real patrono, y libramiento en forma de aquel, que autorizareis.

Trigésimoquinto. La dotación y arreglo de estudios del Seminario conciliar de esa diócesis se determinará por expediente separado.

Trigésimosesto. Las congruas señaladas al clero diocesano y parroquial en esta misma real cédula, quedarán reducidas a las de igual categoría en la Península, cuando sus individuos residan en esta con licencia, cualquiera que sea la causa que la motive.

Por tanto, ordeno y mando a vos el gobernador vice-real patrono, presidente y oidores de la expresada mi real Audiencia, superintendente general delegado de la real Hacienda, intendente y demás autoridades y personas a quienes en manera alguna corresponda el cumplimiento de cuanto va dispuesto en esta mi real cédula, y encargo al Rdo. Obispo y al venerable deán y cabildo, la guarden, cumplan y ejecuten y hagan guardar y observar inviolablemente en todo y por todo, sin permitir que contra su tenor y forma se proceda en manera alguna, por ser así mi voluntad, y que esta mi real cédula quede registrada en la cancillería de Indias.

Dado en Aranjuez a veinte de abril de mil ochocientos cincuenta y ocho.-Yo la Reina- El ministro de Estado y Ultramar, Javier de Isturiz.

CATÁLOGO DE LOS GRANDES MAESTRES DE ESTA ORDEN DE SANTIAGO

  1. D. Pedro Fernández de Fuentencalada: se cuenta el primero porque fue el que consiguió la Bula de Confirmación de la Orden. Le precedieron algunos otros. Falleció en 1184, y se halla su sepulcro en la Capilla mayor de la Iglesia de la Real Casa de San Marcos de León.
  2. D. Hernando Díaz: no se sabe la fecha de su elección, pero consta que se retiró al Monasterio de S. Tuy en las sierras de Buitrago a los 8 años de su nombramiento, del que le hizo donación en 1205 el Rey D. Alonso IX.
  3. D. Sancho de Lemos, llamado también Sancho Fernández el Maestrazgo a los en tiempos del citado Rey D. Alonso.
  4. D. Gonzalo Ordóñez: fue Gran Maestre 18 años reynando el mismo monarca, y lo dejó.
  5. D. Suero Rodríguez: no tuvo el Maestrazgo mas que un solo año, en el propio reynado, y murió.
  6. D. Hernán González: lo fue 12 años en tiempo así mismo de D. Alonso IX, y lo dejó.
  7. D. Pedro Arias: se halló con repetido Rey en la célebre batalla de las Navas. Murió en 1250.
  8. D. Pedro González de Aragón: desempeñó poco tiempo este elevado cargo y lo dejó en tiempo de D. Enrique I.
  9. D. Martín Barragán: en los primeros años del reynado de D. Fernando III el Santo. Murió en la guerra contra los moros. Tuvo el maestrazgo corto tiempo.
  10. D. Garci Sanz de Candamio: dos años tan solamente en dicho reynado de D. Fernando III, y lo dejó.
  11. D. Hernando Coche, 1 año, en tiempo del mismo Rey, y lo dejó.
  12. D. Pedro Gonzáles Mengo, 2 años, en el propio reynado, dejólo.
  13. D. Rodrigo Iñiguez, 1 año, reynando también D. Fernando III.
  14. D. Pelay Pérez Correa: fue Gran Maestre 34 ó 35 años; sirvió mucho al repetido Rey Santo en las conquistas de Sevilla y Córdoba, donde se ganó el renombre de esforzado capitán; venció a los moros en Sierra Morena repitiéndose en aquella batalla el milagro de Josué, en cuya gloriosa memoria se levantó en el mismo sitio el célebre santuario de Ntra. Señora de Tudia, erigiéndose después una vicaria Ecca. que lleva esta denominación.
  15. D. Gonzalo Ruiz Girón: murió en la vega de Granada a manos de los moros, entrando con el infante D. Sancho, hijo de D. Alonso X el Sabio.
  16. D. Pedro Moñiz, llamado Martínez por otros: fue 6 años Maestre en los últimos del reinado de D. Alonso.
  17. D. Gonzalo Pérez Martel: tuvo el Maestrazgo corto tiempo reynando D. Sancho el Bravo.
  18. D. Pedro Fernández Matas: también poco tiempo en el propio reynado de D. Sancho IV. En su época (1291) facultó el Papa Nicolao IV, a los caballeros de Portugal para que eligiesen otro Maestre separado, siendo causa esta concesión de muy graves contiendas.
  19. D. Juan Osorez: en su tiempo rebocó el papa Celestino la facultad citada de elegir otro Maestre los de Portugal. Los privilegios hacen ya mención de él en 1294 y dura hasta 1310.
  20. D. Diego Muñiz: hay mención de él hasta el año de 1316.
  21. D. Garci Fernández: renunció el Maestrazgo en 1324 por no poderle servir a causa de su avanzada edad.
  22. D. Vasco Rodríguez Coronado y según otros Cornago: fue elegido en Mérida por renuncia de su antecesor. Murió en 1337.
  23. D. Vasco López: fue depuesto y huyó a Portugal.
  24. D. Alonso Méndez de Guzmán, hermano de Doña Leonor de Guzmán, la madre de Enrique de Trastamara y demás hijos bastardos de D. Alonso XI. Murió sobre Algeciras en 1342.
  25. D. Fadrique de Castilla, hijo de los ya citados D. Alonso y Dña. Leonor. Fue Gran Maestre 16 años desde la edad de 10, habiéndosela dispensado el Papa igual mente que la bastardía. Murió en Sevilla, a manos de su propio hermano el Rey D. Pedro, en 1358.
  26. D. Juan García de Villagera, a quien la historia de D. Pedro el Cruel llama D. García de Padilla: matóle en la vega de Belinchon D. Gonzalo Mejía, Comendador Mayor de Castilla, a los dos años de su elección. Fue el primero que hubo casado, porque ya lo estaba cuando le hizo elegir el Rey D. Pedro.
  27. Muerto el anterior maestre eligieron, por que así lo quiso el citado D. Pedro el Cruel, a D. García Álvarez de Toledo, y D. Enrique, hermano de aquel y su competidor, hizo elegir a D. Gonzalo Mejía; pero concertado este último Rey con D. García para que renunciara, se verificó así quedando solo D. Gonzalo, el cual murió en tiempo de D. Enrique.
  28. El Rey D. Pedro había hecho que se eligiera a D. Alonso Álvarez de Tejada, cuando supo la renuncia de su protegido, mas falleció sin ser confirmado.
  29. D. Fernando Osorio: confirmado en 1372. Obtuvo dispensa por ser hijo de Freiré profeso de la Orden.
  30. D. Pedro Fernández Cabeza de Vaca: en el mismo año de su elección, 1384, murió de peste marchando sobre Lisboa.
  31. D. Pedro Muñiz de Godoy: elegido por muerte del anterior. No se saben más pormenores, y lo mismo respecto de su sucesor:
  32. D. Garci Fernández de Villagarcía.
  33. D. Lorenzo Suárez de Figueroa: elegido en 1387. Falleció el año de 1409, siendo sepultado en la Iglesia de Santiago de la Espada de la ciudad de Sevilla, cuyo convento había mandado hacer.
  34. D. Enrique infante de Aragón, hijo de D. Fernando; fue electo a la edad de 9 años y murió en Calatayud año de 1448.
  35. El Condestable de Castilla D. Alvaro de Luna, personaje bien conocido por sus hechos y trágico fin en 1453. Después de su muerte tuvieron la orden en administración un año el Rey D. Juan II y 15 su sucesor D. Enrique IV.
  36. D. Beltrán de la Cueva, Duque de Alburquerque; le dio el Maestrazgo el mencionado D. Enrique mientras el infante su hermano cumplía la edad. Le dio después el Rey en recompensa varias villas y lugares.
  37. El príncipe D. Alonso hermano de Isabel la Católica, que se llamó rey reinando todavía D. Enrique IV. Murió en Arévalo habiendo renunciado el Maestrazgo pocos días antes.
  38. D. Juan Pacheco, marqués de Villena; falleció en Trujillo en tiempo de D. Enrique IV.
  39. El marqué de Villena D. Juan Pacheco, hijo del anterior, no fue confirmado por haber fallecido el Rey D. Enrique y haberse levantado revueltas en el reyno.
  40. D. Alonso de Cárdenas; no fue Maestre general en un principio, a causa de haberse dividido el maestrazgo entre él y D. Rodrigo Manrique, siéndolo éste de la provincia de Castilla y D. Alonso de la de León, con la condición de que fuese Maestre general el que sobreviviese; por lo que habiendo fallecido el D. Rodrigo hubo todo el maestrazgo el dicho D. Alonso. Murió en tiempo de los Reyes Católicos y está enterrado en la parroquial del apóstol Santiago de esta Ciudad de Llerena, cuya Iglesia fundó y dotó. Era natural de Ocaña, hijo del Comendador mayor de León D. Garci-López de Cárdenas.
  41. Por fallecimiento de D. Alonso sucedieron en la administración de la orden los citados monarcas D. Fernando y D.» Isabel por Bula de Alejandro VI, y el papa Adriano hizo perpetua esta administración, según se halla, en los Reyes de España.

ESTADÍSTICA POR POBLACIONES.

Los 15.464.340 habitantes que, según el censo de población, tiene España, se hallan divididos en las 49 provincias que estampamos a continuación por el orden de importancia que han adquirido en el último recuento:

Barcelona 743.734
Valencia 606.608
Coruña 551.989
Oviedo 524.529
Madrid 475.786
Sevilla 463.486
Málaga 451.406
Granada 444.629
Pontevedra 428.886
Lugo 424.186
Burgos 333.356
Toledo 328.755
Tarragona 320.593
Almería 315.664
Gerona 310.970
Lérida 306.994
Cáceres 302.134
Navarra 297.422
Canarias 233.784
Cuenca 229.959
Santander 214.441
Albacete 201.118
Guadalajara 199.088
Palencia 185.970
Huelva 174.931
Badajoz 404.981
Cádiz 390.192
Zaragoza 384.176
Murcia 380.969
Alicante 378.958
Orense 371.818
Córdoba 351.536
León 348.756
Jaén 345.879
Salamanca 263.516
Baleares 262.893
Castellón 260.916
Huesca 257.839
Zamora 249.162
Ciudad-Real 244.328
Valladolid 244.023
Teruel 238.328
Logroño 173.812
Ávila 164.039
Vizcaya 160.579
Guipúzcoa 156.493
Soria 147.468
Segovia 146.839
Álava 96.393
Población de cada capital de provincia por el orden de su importancia según el último censo:
Madrid 287.170
Barcelona 178.625
Sevilla 112.136
Valencia 105.485
Málaga 92.611
Cádiz 63.513
Granada 63.113
Zaragoza 59.978
Palma (Bal) 42.810
Valladolid 41.913
Córdoba 35.501
Vitoria 15.599
Salamanca 15.208
Cáceres 14.795
Oviedo 14.793
Gerona 43.959
Zamora 12.881
Palencia 12.841
Albacete 11.860
Santa Cruz de Tenerife 10.834
Logroño 10.466
Coruña 27.351
Murcia 26.888
Santander 24.702
Burgos 24.327
Almería 23.018
Pamplona 22.702
Badajoz 22.195
Alicante 20.342
Jaén 19.738
Lérida 19.023
Castellón 19.297
Tarragona 18.923
Bilbao 17.649
Toledo 15.797
Segovia 10.339
Huesca 9.873
León 9.603
San Sebastián 9.484
Ciudad-Real 8.951
Teruel 8.830
Huelva 8.423
Lugo 8.246
Cuenca 7.284
Orense 6.872
Pontevedra 6.623
Guadalajara 6.533
Ávila 6.419
Soria 5.191

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José Luís Barrio Moya.

El año de 1812 fue una de los más dramáticos del corto, azaroso y mediatizado gobierno de José Bonaparte “rey de España y de las Indias” desde l 7 de junio de 1808, por decisión personal de su hermano Napoleón quien, tras la bochornosa entrevista de Bayona con Carlos IV y Fernando VII, se había hecho dueño del trono hispano por la renuncia al mismo de los Borbones españoles.

Aquel año de 1812 se inició con muy negros augurios para el monarca impuesto. Así el 19 de enero, Valencia se rendía al ejército del mariscal Suchet, al que no pudo frenar las tropas del general Blake. Aunque Suchet guardaba las formas frente a José Bonaparte, Napoleón disputaba a su hermano la próspera ciudad levantina, nombrando como intendente de la misma al barón de Fréville, con lo que la autoridad del rey intruso en la zona quedaba en entredicho. Por sin todo aquello fuera poco, la situación económica empeoraba día a día. Cuatro años de guerra destructiva y salvaje causaron el abandono de los campos por parte de los labradores, que pasaron a engrosar las partidas de guerrilleros, ello llevó aparejado la ocultación de las cosechas cuando no la incautación de las mismas tanto por parte de los ejércitos franceses como por las guerrillas que actuaban por doquier y que a su vez dificultaban las comunicaciones, dieron lugar a la aparición de una gran hambruna que se cebó sobre todo en Madrid, donde desde fines de 1811 hasta principios del año siguiente murieron de inanición cerca de 20000 personas, y que fue descrita con muy negras tintas por Ramón de Mesonero Romanos[1].

La batalla de los Arapiles, acaecida el 22 de julio de 1812, en la que Wellington derrotó a las tropas francesas, obligó a José Bonaparte, el 12 de agosto de 1812 a dejar Madrid y pasar a Valencia para acogerse a la protección de Suchet. En la capital valencia permaneció José Bonaparte hasta febrero de 1813 en que regresó a Madrid, ciudad que tuvo que abandonar de nuevo a finales de aquel año para emprender su retirada a Francia con su famoso equipaje, en el que se llevaba numerosísimas obras de arte, producto de los saqueos de los palacios reales y de muchas residencias privadas[2]. Pero no obstante aquella convulsa situación, la vida en Madrid trataba de adaptarse a una cierta normalidad existencial, a pesar de las casi insuperables dificultades que la acosaban. Así lo demuestran los documentos que el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid guarda de aquellos trágicos años y en los que se recogen cartas de pago y dote, testamentos, inventarios, pleitos, arrendamientos, declaraciones de todo tipo y demás instrumentos administrativos emitidos por una sociedad que trata de sobrevivir en medio de los estragos de una tan larga como devastadora contienda. Uno de aquellos documentos, que además es muy clarificador de que no todos los habitantes de Madrid estaban afectados por la situación de ruina de la ciudad es la carta de dote en la que se recogen los bienes que Doña Antonia de Fuentes aportó a su matrimonio con Don José Tomas de Iratorza, celebrado en Madrid en febrero de 1812.

Doña Antonia de Fuentes “de estado honesto” nació en Badajoz “en el reino de Extremadura”, siendo hija de Don Manuel de Fuentes y de Doña Paula Miranda, ambos también naturales de aquella ciudad, y la madre ya difunta cuando Doña Antonia contrajo matrimonio.

Por su parte Don José Tomás de Irastorza “de estado soltero”, era natural del “lugar de Aldeacueva, obispado de Santander en el señorío de Vizcaya”, hijo de Don José de Irastorza y de Doña María Santos González, asimismo vecinos de la mencionada población.

El 24 de enero de 1812 Don José Tomás de Irastorza declaraba ante el escribano madrileño Cristóbal de Brenacasa su intención de casarse con la señora extremeña a la vez que otorgaba carta de pago y recibo de dote por los bienes que aquella aportaba a la unión “para ayuda a soportar las cargas del matrimonio”[3]. A pesar de la penuria de los tiempos, la dote de Doña Antonia de Fuentes era importante, puesto que todas sus pertenencias fueron tasadas en la cantidad de 163815 reales. Ignoramos la profesión de ambos cónyuges, puesto que no se menciona en los documentos, aunque Doña Antonia de Fuentes debió tener un negocio de venta al público, ya que entre sus bienes se contabilizaba un mostrador grande de nogal para tienda.

La dote de Doña Antonia de Fuentes incluía ropas y vestidos, muebles, pinturas, abanicos y utensilios de cocina. Singularmente numerosos, para la época, fueron los objetos de plata y las joyas que la dama pacense tenía en el momento de sus esponsales, lo que sorprende por el momento tan crucial por el que pasaba España en los últimos estertores de la Guerra de la Independencia. Pero amén de todos aquellos bienes muebles, Doña Antonia de Fuentes llevó 4216 reales en dinero de contado y otras cantidades, pendientes de cobro, que le adueñaban diferentes personas.

Tanto la ropa blanca como los vestidos de Doña Antonia de Fuentes eran numerosos : sábanas, almohadas, peinadores, toallas, mantas, camisas, colchas, jubones, zagalejos, vasquiñas, mantillas, calcetas, pañuelos, medias, cortinas, gorros, zapatos, chales, mantos, paraguas, colchones, alfombras, etc. Destacaban por su valor:

  • diez y nueve savanas nuevas de Olanda y batista con gaurnizion de muselina, 3800 rs.
  • ocho bestidos de verano, de varias telas, nuevos, 1920 rs.
  • un manton de seda morado, 60 rs.

Por lo que toca a los muebles se registraban urnas de caoba, un sofá de nogal, dos veladores de cristal, una escribanía de charol, etc.

MUEBLES.-

  • dos cofres catalanes cubiertos de baqueta, 320 rs.- yd un arca grande con tafilete encarnado, 200 rs.- yd otra de pino, 40 rs.- yd un sofa de nogal y doce taburetes compañeros, forrados en damasco color carmesi con fundas de coton, 400 rs.- yd un tremor con su mesa correspondiente, 480 rs[4].- yd siete sillas de Vitoria, 133 rs.- yd dos tocadores con su espejo y pie, 180 rs.- yd dos arquetas de pino forradas de papel jaspeado para ropa, 130 rs.- yd una arquita escrivania embutida, con asas de bronce, 90 rs.- un brasero de azofar con caja de nogal y badila de metal, 320 rs.- yd una mesa de nogal para juego, cubierta de paño berde, 90 rs.- una mesa de pino con su cajon, 30 rs.- yd dos tableros de cama con sus banquillos dados de verde, nuevos, 160 rs.- un catre de madera pintada, 200 rs.- yd una escalera de mano de ocho peldaños, 16 rs.- yd una escrivania de charol, 40 rs.- yd seis bandejas ochavadas, de varios tamaños, 240 rs.- un mostrador grande de nogal para tienda, nuevo, 150 rs.- yd una urna de caova y bronce con un Niño de talla, 300 rs.- yd otra urna mas grande con varios cristales y dentro de ella el Niño Dios con su mesa correspondiente, 500 rs.- yd dos rinconeras de caova, 90 rs.- yd dos veladores grandes de cristal para guardar reloxes, 120 rs.- yd un armarito de cristal, 40 rs.

PINTURAS.-

Doña Antonia de Fuentes poseyó una pequeña pinacoteca formada por cinco cuadros, entre los que se contaba uno de coral y nácar, cuyo tema no se especifica. Había también una pintura de la Divina Pastora, tema muy recurrente en el siglo XVIII y en el que destacó el sevillano Bernardo Lorente Germán (1680-1759). La pintura más valiosa, a juzgar por el preció en que se tasó, 3000 reales, fue una lámina en cobre de la Asunción.

  • yd un quadro de Nuestra Señora de la Concepción con su cristal, 100 rs.- yd otro quadro de coral y nacar, 300 rs.- yd otro quadro que respresenta la Divina Pastora con cristal y marco dorado, 50 rs.- yd otro dicho de San Antonio, 50 rs.- yd una lamina en cobre que respresenta la Asuncion con su marco dorado, 3000 rs.

ABANICOS.-

Doña Antonia de Fuentes poseyó una interesante colección de abanicos, formada por diez y siete ejemplares, y aunque seis de ellos se califican de ordinarios, el resto era verdaderamente lujoso, realizados en concha, marfil, plata y países de seda, algunos con países chinescos. Era digno de mención uno realizado en concha con país de seda, bordado en oro de figuras con las caras de marfil, de indudable origen chino[5].

  • yd un abanico de concha con país de seda, bordado en oro y acero y sus figuras con caras de marfil, 200 rs.- yd otro de marfil con país de seda, bordado en oro y clavillo de piedra, 140 rs.- yd otro de lo mismo con varillas doradas y clavillo de piedra, antiguo, 20 rs.- yd otro de concha negro, de dos países bordados en oro, 50 rs.- yd otro de lo mismo bordado con país chinesco, 90 rs.- yd otro de marfil calado con las guias de acero y país de crespon bordado, 100 rs.- yd otro de lo mismo, elastico, embutido en oto, 150 rs.- yd otro de concha redondo con anteojo, 160 rs.- yd seis abanicos ordinarios, 24 rs.- yd un abanico de concha con pais de papel, usado, 60 rs.- yd otro con el varillaje y guias de plata maciza sobredorada y pais chinesco , 200 rs.- yd otro de varillaje blanco con guias de acero, 40 rs.

Junto con los abanicos se tasaron a la vez toda una serie de objetos, de pequeño tamaño y materiales ricos, reminiscencias de las chucherías de escaparate, que tanto auge tuvieron en las grandes casas españolas de los siglos XVII y XVIII, y entre los que se contaban peinetas y cajas de concha, figuras y urnas de marfil, etc.

  • yd una figura de marfil, 60 rs.- yd un cubierto de lo mismo, 24 rs.- yd una urnita de marfil con una Virgen de lo mismo, 20 rs.- yd un par de tixeras ynglesas con baina de acero, 30 rs.- yd un cortaplumas con mango de nacar, 20 rs.- yd una peineta nueva de concha, 40 rs.- yd dos peinetas de lo mismo, mas pequeñas, 40 rs.- yd una caja de concha guarnecida de similor, 60 rs[6].- yd otra caja larga de lo mismo guarnecida de similor, esmaltada, 100 rs.- yd una estampa de seda guarnecida de plata y su media caña dorada, 40 rs.- ys una navaja con su mango de concha y acero, nueva, 20 rs.- yd dos pares de tixeras ynglesas, esmaltadas en oro, 70 rs.- yd una sombrilla verde guarnecida de lo mismo y forrada en blanco y arriva de plata, 160 rs.

PLATA.-

Dentro de este apartado, en el que asimismo se incluían las joyas, se registraban numerosos utensilios de aquel metal, tales como cubiertos, cucharones, cajas, cuchillos, dedales, relicarios, rosarios, alfileteros, etc. Por lo que respecta a las joyas se contaban collares de perlas y aljófar, sortijas de oro y plata, pendientes y relojes de oro, medallones de plata, Vírgenes del Pilar en plata, etc.

  • seis cubiertos compuestos de cuchara y tenedor de plata, con peso de treinta y tres onzas de ley, 660 rs.- yd un cucharon de lo mismo con peso de ocho onzas, 160 rs.- yd tres cuchillos con mangos de plata, 120 rs.- yd una caja de plata, 40 rs.- yd un rosoario de tres medallas de plata, 14 rs.- yd otro rosario estrellado con tres medallas y una cruz de plata, 30 rs.- ys otro de Jerusalen con tres medallas y dos cruzes de plata, 24 rs.- yd otro rosario de piedra azul con una cruz de plata, 20 rs.- yd quatro dedales de plata, 48 rs.- yd tres relicarios de plata con una cruz de Caravaca, 40 rs.- yd dos dichos con una Dolorosa en miniatura, una cruz y dos medallas de plata, 200 rs.- yd una arquita de caova para los dichos, 20 rs.- ys un rosario de plata sobredorada con un Santo Cristo, 160 rs.- yd un medallon con su cadena de plata sobredorada, 140 rs.- yd un relox de oro con cahja de cristal, hechura de flor de lis, guarnecido de plata, 320 rs.- yd dos Virgenes del Pilar, una grande y otra chica, de plata sobredorada y un relicario de filigrana, 120 rs.- un collar de granates finos y granos de oro, 50 rs.- yd tres alfileteros de plata, uno de hechura de pistola, otro de atahud y otro regular, 90 rs.- yd un relicario con la Cara de Dios y su cadena larga de plata, 60 rs.- una caja chiquita de concha con plata para palillos, 50 rs.- yd una navajita de concha engastada en plata, 30 rs.- yd un collar de nacar fino con diez siete estrellas de granates finos y unos clavitos de oro en medio, 120 rs.- yd un Agnus dei con cerco de plata maciza, su pedo quatro onzas, 80 rs.- un relicario grande con cerco de plata, su peso quatro onzas, 80 rs.- yd un collar de aljofar con peso de dos adarmes, 120 rs.- ys una carterita con un par de zapatos, el Mundo, tres potencias y la corona con un bordon, todo de plata, de un Niño Dios, 80 rs.- yd dos bestidos de tisu de oro y un sombrero para el Niño Dios, incluso la arqueta donde estan guardados, 110 rs.- yd una sortija de plata, de lanzadera, con piedras, 20 rs.- yd un cordon de oro con un corazon de piedras, una alcachofa de oro con quatro perlitas finas y una cruz de piedras, 240 rs.- yd un abanico de concha con su alfiler de oro para el pecho, 50 rs.- yd un tocador guarnecido con piedras de Francia y similor, esmaltado de azul con dos hilos de granos de nacar, 120 rs.- yd un collar de perlas de dos hijos largos, 80 rs.- yd una sortija de oro con cinco diamantes rosas, 320 rs.- yd otra de lo mismo con un solitario rosa, 120 rs.- yd otra de lo propio con quatro diamantes rosas, 100 rs.- yd tres sortijas de oro con tres diamantes rosas cada una, 300 rs.- yd una sortija de lo mismo con quatro diamantes rosas, 100 rs.- yd otro tambien de oro con cinco rubies, 40 rs.- ys otra dicha de un solitario de topacio, 40 rs.- yd otra sortija de oro con dos chispas de diamantes y una esmeralda, 50 rs.- ys una sortija de plata sobredorada engastada a punta de diamante, 50 rs.- yd unos pendientes de oro con diez y ocho diamantes, 340 rs.- ys otros pendientes tambien de oro con doce diamantes rosas, 220 rs.- yd un collar de piedras de Francia con una palomita, 160 rs.- yd otro collar de corales con granates y un relicarito de oro, 200 rs.- yd una piedra engastada en plata para el fluxo de sangre, 400 rs.- yd una peineta grande de concha con un estrellon grande de oro y en medio un topacio, 200 rs.

TRASTOS DE COCINA.-

El menaje de casa que Doña Antonia de Fuentes llevó a su matrimonio se caracterizó por su abundancia y variedad. Se componía de cazos, chocolateros, torteras, almireces, palmatorias, sartenes, planchas, parrillas, trébedes, tenazas, peroles, velones, romanas, espumaderas, embudos y coladores, todo ello realizado en cobre, hierro, azófar y acero, amén de artesas y fregaderos de madera, vasos de cristal, soperas y barreños, etc. Piezas curiosas fueron:

  • yd seis platillos de China con sus gicaras correspondientes, 120 rs.
  • doce platos de la fabrica del conde de Aranda, 18 rs[7].
  • una tinaja del Tovoso con pie y tapa de pino, 40 rs.
  • una tetera acharolada y una cafetera de pedernal, 80 rs.

Por todo lo expuesto anteriormente podemos convenir que Doña Antonia de Fuentes vivió en el Madrid de José Bonaparte, tan castigado por los excesos de la Guerra de la Independencia, dentro de un marco material no lujoso desde luego, pero si bastante acomodado habida cuenta de la situación bélica. En el hogar madrileño de la dama extremeña se guardaban valiosas joyas y numerosos objetos de plata, que quedaron a resguardo de los saqueos y depredaciones de aquellos aciagos años. Pero no solamente Doña Antonia de Fuentes mantuvo intacto su patrimonio, por lo menos así lo creemos, sino que también muchos profesionales activos en el Madrid josefino tuvieron una economía boyante, ajena a las miserias de la guerra. Tal es el caso del impresor Manuel de Rivera y Calvillo, quien al contraer matrimonio con Doña María Josefa Formanti declaraba, el 23 de noviembre de 1811, tener un patrimonio valorado en 2.807.153 reales y 22 maravedis de vellón[8].


NOTAS:

[1] Ramón de Mesonero Romanos.- Memorias de un setentón en Obras de Ramón de Mesonero Romanos, Madrid. Biblioteca de Autores Españoles, 1967, págs. 37-39.

[2] Sobre la Guerra de la Independencia véase Miguel Artola Gallego.- La España de Fernando VII en Historia de España. Ramón Menéndez Pidal, Tomo XXXII, Madrid, Espasa Calpe, 1978, págs. 89-307.

[3] Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 23367, folº. 387 – 404.

[4] El tremor o tremó era un adorno en forma de marco, de origen francés, en el que se colocaban los espejos para que quedasen fijos en la pared.

[5] Sobre los abanicos chinos en España véase Maruja Merino de Cáceres y José Luís Valverde Merino.- Abanicos chinos de exportación en Oriente en Palacio. Tesoros artísticos en las colecciones reales españolas. Catálogo de la Exposición, Madrid, Patrimonio Nacional, 2003, págs.263-266.

[6] El similor es una aleación de bronce y estaño, a veces con un poco de zinc que tiene el brillo y color del oro. Con frecuencia aquella mezcla se solía platear, recibiendo los objetos realizados con aquella técnica el nombre de platería del cobre.

[7] Se trataba de piezas salidas de la famosa fábrica de cerámica de Alcora, fundada por Don Buenaventura Pedro de Alcántara, conde de Aranda en 1726, que fue una de las manufacturas españolas más célebres, por la calidad de sus productos, de la España del siglo XVIII.

[8] José Luís Barrio Moya.- Pinturas, libros y grabados del impresor madrileño Manuel de Rivera y Calvillo en Homenaje a Antonio Matilla Tascón, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florían de Ocampo, 2002, págs. 17-38.

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Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

I. Introducción.

Entre las mayores crisis demográficas que se registraron durante el siglo XIX en el conjunto de Extremadura se encuentran las provocadas por diferentes oleadas del cólera morbo-asiático. Una de las más mortíferas fue la del bienio de 1854 y 1855. Sólo treinta años después Koch descubría el bacilo que producía tal epidemia, y comenzaba el control de la enfermedad. No obstante, en la época de este estudio no se sabía qué la producía, sólo se había determinado que la toma de medidas higiénicas prudentes podía atajar el contagio. En un interesante informe de la Junta Provincial de Sanidad de Badajoz, de 1849, se exponían las deficiencias que los pueblos padecían y que podían provocar una fácil propagación del cólera:

1º En la falta de aseo y limpieza de las calles, casas, caños, albañales, riberas, acueductos y aguas potables. 2º En la costumbre de criar cerdos o abrigarlos en ellas de noche. 3º La de tener en la mayor parte de los pueblos zanjas en los corrales con aguas corrompidas para que, echando paja o inmundicias, se pudran y formar estiércol para abono de sus tierras. 4º Tener las esterqueras dentro de la población, o tan cerca que no disten lo que se marca por la higiene pública. 5º No cuidar de alejar los animales muertos o sepultarlos como debieran. 6º La falta de esmero en el aseo de los mataderos. 7º El descuido de los alcaldes de los pueblos en permitir multitud de mendigos, en algunos sin ser naturales de aquellos. 8º El no cuidar no se expendan al público carnes muertas de enfermedad y no evitar que se las den a comer a sus mozos los granjeros. 9º El no hacer que los fabricantes de curtidos, almidón, aceite y jabón, recojan o alejen por cañerías las aguas inmundas y corrompidas, que efectos de su tráfico tienen en los pueblos donde están establecidos”[1].

Una noticia curiosa que encontramos en este informe, publicado en 1855 en el Boletín de la Provincia para que los pueblos lo tuvieran en cuenta y pudieran tomar medidas, es la consideración que se tenía de tal enfermedad y su peculiar contagio. Más tarde se determinó que se trasmitía por el agua y alimentos contaminados fundamentalmente, aunque antes se creía que era por el aire:

“Esta Comisión cree, por los datos que tiene del padecimiento que nos amenaza, que la causa productora de esta enfermedad existe en la atmósfera, consistiendo en la mistión de un gas deletéreo con el aire que respiramos, que marcha con la dirección de los vientos, y con una rapidez extraordinaria, tomando asiento en ciertos pueblos, principalmente en los puntos bajos, pantanosos, mal ventilados e insanos, constituyendo los que se llama por los prácticos un envenenamiento atmosférico; su naturaleza es desconocida, porque siendo gaseoso el envenenamiento, no ha podido analizarse, ni tratarse con los reactivos, ni colocarse en ninguna de las seis clases de venenos que marcan los autores, imprime en la economía tantas modificaciones cuantos son los sujetos, efecto del temperamento de la idiosincrasia y de las otras circunstancias especiales de los individuos, caracterizándose de tal cólera por los síntomas generales que siempre lo acompañan, y por presentarse con el carácter epidémico, arrebatando un 40 y tantos por ciento de los sujetos acometidos”[2].

Así, una mala educación higiénica, sumada a las malas condiciones higiénico-sanitarias de pueblos y ciudades, incluyendo casas particulares y de servicio público -posadas, fondas…-, propagaban rápidamente la epidemia colérica. Pero no vamos a hacer un estudio médico y de consecuencias demográficas provocadas por el cólera, sino que procederemos a analizar el comportamiento social ante la epidemia y las medidas políticas que se adoptaron destinadas a luchar contra este magno contagio.

Ha sido fundamental para la realización del presente estudio las abundantes noticias recogidas en el Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz. Por decisión del Gobernador de la Provincia, José Montemayor, se publicaron muchas reseñas que llegaban de localidades afectadas referentes a la actitud de sus autoridades, así como el señalamiento de sanciones a los que contravinieron las disposiciones legales, e incluso se recriminó ciertas actitudes poco apropiadas a las circunstancias.

De esta manera, por datos recogidos en ese periódico oficial, la etapa de más virulencia de la epidemia fue el verano y otoño de 1855. Y por las noticias que llegaban de los pueblos y ciudades atacadas, la situación social era realmente dramática. Se tuvo que recurrir a cuestaciones o suscripciones para la compra de medicinas y alimentos, punto éste que se analizará cuando recurramos a la variable de la caridad y la filantropía.

Como ya veremos más adelante, y anticipamos ahora, hubo intentos de timos a los afectados proporcionando cierta bebida milagrosa. Las autoridades no tuvieron más remedio que desautorizar y prohibir tal brebaje, que no era más que otra forma de sacar dinero a los pobres infelices afectados.

En los centros urbanos y semi-urbanos, y en todo el ente rural de la provincia de Badajoz, fue fundamental la actuación de las autoridades sanitarias si las había -médico, cirujano o boticario- e incluso el Ayuntamiento, la Milicia Nacional, la Guardia Civil; y en esta coyuntura adquirió una relevancia fundamental las Juntas Municipales de Sanidad y Beneficencia, desde las cuales emanaban todas las decisiones importantes para prevenir la epidemia, y en los lugares afectados para marcar las normas referentes al tratamiento de enfermos, traslado y sepultura de cadáveres a los cementerios, etc. A pesar de todo, los acontecimientos se desbordaron en muchos municipios y el pánico se apoderó de las autoridades civiles y eclesiásticas, y algunos de ellos -en ciertos casos- huyeron despavoridos del azote.

II. Sanidad Municipal y cólera.

En el año 1854 empezó la introducción -por la costa- del cólera en la Península Ibérica. Durante ese año, y el siguiente -1855-, se dictaron una serie de disposiciones oficiales, casi todas emanadas del Ministerio de la Gobernación que era el que tenía las competencias de Sanidad. En esas reales órdenes se marcaban las normas a seguir ante el cólera. Disposiciones legales anteriores habían dispuesto la creación, a nivel provincial y municipal, de Juntas de Sanidad y Beneficencia, regidas por reglamentos diferentes -hay que recordar que es la época en que se está creando la estructura del Estado liberal en España, de 1845 data la Ley Municipal que regía entonces la vida local-. Así, la Junta Municipal de Sanidad debía de existir y estar constituida en cada localidad, casi siempre tras la inauguración de una nueva municipalidad, pues sus cargos eran natos, es decir, la Presidencia y las Vocalías eran ocupadas por cargos concejiles. De esta manera, la Presidencia de la Junta de Sanidad recaía en el alcalde primero, el vicepresidente en el alcalde segundo, y las vocalías eran ocupadas por varios concejales, el médico titular y varios vecinos.

Las Juntas Municipales de Sanidad tuvieron una importancia esencial durante la invasión del cólera. Sus competencias y tomas de decisiones serán relevantes ante esta calamidad pública. En ellas, con el asesoramiento del médico titular, se tomaron las medidas a seguir en la prevención y extinción del cólera en las diferentes localidades. Las decisiones sobre cementerios, traslado de cadáveres, cuestación de fondos para medicinas y alimentos fueron precisas. Por ello, era frecuente que desde el mismo Boletín Oficial de la Provincia se fueran publicando diferentes circulares del Gobernador Civil exhortando a los Alcaldes sobre la constitución de las Juntas de Sanidad y de Beneficencia.

De esta manera, en las Juntas de Sanidad recaían unas responsabilidades importantes, sobre todo en lo referido en la cuestión de la búsqueda de medicinas y de fondos monetarios para la adquisición de éstas. No en vano, en el estudio de todas las noticias recogidas en el Boletín Oficial encontramos diferentes sanciones del Gobernador Civil a concejos y Juntas de Sanidad y Beneficencia por incumplimiento de las prescripciones oficiales, ello prueba la responsabilidad en la toma de decisiones de estos organismos concejiles.

Con el asesoramiento de estas Juntas se decidió, en 1855, la celebración o no de las tradicionales ferias ganaderas que tenían lugar en ciertos municipios de la provincia de Badajoz. La aglomeración de personas y ganados, el trasiego de los mismos de unos pueblos a otros, las malas condiciones higiénicas que generaba el propio rodeo o venta de ganados era caldo de cultivo suficiente para extenderse la epidemia. En esta situación encontramos a varios municipios, entre ellos Mérida:

“El Ayuntamiento constitucional de esta ciudad, de acuerdo con las Juntas de Sanidad y Beneficencia, y temeroso de que la aglomeración de personas y ganados fuese causa de que se desarrollarse con más intensidad en la población el cólera morbo que desgraciadamente continúa invadiéndola, ha determinado suspender indefinidamente la celebración de la feria, que con el título de san Bartolomé se viene ejecutando todos los años en los días desde el 28 del corriente hasta el 4 de septiembre próximo venidero, sin perjuicio de anunciar oportunamente los días en que deberá verificarse visto el estado de la salud pública. Mérida 15 de agosto de 1855. C. P. José Moreno y Bailén. Antonio Galbán, Secretario[3].

Lo mismo ocurrió en Don Benito:

“El Ayuntamiento Constitucional de esta villa que tengo el honor de presidir, en sesión extraordinaria que ha celebrado el 16 del corriente, oído el dictamen de la Junta de Sanidad y varias personas ilustradas de la población, ha acordado suspender la celebración de la feria en esta villa debiera tener lugar en los días 7, 8, 9 y 10 del próximo mes de septiembre, como medida higiénica para evitar la aglomeración de personas y animales de dicha época, quedando en anunciar con la debida anticipación en los periódicos oficiales la celebración de dicha feria cuando las circunstancias sanitarias lo permitan. Lo que se inserta en el Boletín Oficial, para la debida inteligencia. Don Benito, 17 de agosto de 1855. Juan José de Sosa. Juan Álvarez Roldán, Secretario[4].

En Herrera del Duque también se suspendió:

“El Ayuntamiento Constitucional de esta villa, temeroso de que la aglomeración de personas y ganados fuera la causa de que se importara en esta población el mortífero y cruel azote del cólera morbo, que por desgracia tiene invadido varios pueblos de la provincia, y otros muchos de los inmediatos de Toledo y Mancha, ha determinado suspender la celebración de la feria, que con el título de san Mateo, se viene ejecutando todos los años desde el 21 al 23 del corriente, ambos inclusive, todo sin perjuicio de anunciar oportunamente los días en que debiera verificarse, si el estado de la salud pública lo permitiese. Herrera del Duque, 1 de septiembre de 1855. El Presidente, Manuel Valcárcel de Neira. De su orden, José Martín, Secretario[5].

La primera edición de la feria de Rivera del Fresno no tuvo lugar:

“El Ayuntamiento de esta villa, atendiendo el mal estado de la salud de la misma, ha determinado la suspensión de la feria que por primera vez debía celebrarse en los días 13, 14 y 15 del actual. Lo que se anuncia para los efectos convenientes. Rivera del Fresno, 7 de septiembre de 1855. Julián Antonio de la Hoz. José de Bargas y Quirós, Secretario[6].

Y en Fregenal de la Sierra se pospuso varias semanas después:

“El Ayuntamiento Constitucional y Junta de Sanidad de esta villa de Fregenal, en vista de hallarse invadida, aunque no con mucha intensidad del cólera morbo asiático, han acordado se suspenda la feria que debía celebrarse en la misma en los día 21 al 24 del próximo mes de septiembre, aplazándola para que se verifique en los días 8 al 11 del siguiente octubre. Y para que llegue a noticia de los habitantes de esta provincia se inserta en el Boletín Oficial de la misma. Fregenal a 31 de agosto de 1855. Alcalde Primero, Cecilio Domínguez, Secretario[7].

No obstante, en otros lugares, por no padecer el azote, y para no sacrificar una tradición económica de siglos, decidieron celebrar esta cita ganadera. En este caso está Zafra:

“El Ayuntamiento Constitucional que tengo el honor de presidir, en virtud del buen estado de salud que disfruta esta población y las limítrofes, ha acordado celebrar, según costumbre, la feria de san Miguel que dará principio el 29 del corriente, y para mayor comodidad, y desahogo de los ganados, pone a disposición del público la dehesa Nueva que ofrece abundantes pastos y buenos abrevaderos. Zafra, 10 de septiembre de 1855. El Alcalde Primero, Santiago Izquierdo. Joaquín A. de Liébana, Secretario[8].

Y en Almendral también se celebró:

“El Ayuntamiento que me honro presidir ha acordado que en los días 13, 14 y 15 del corriente mes se celebre la feria concedida a esta villa, y que se anuncie en elBoletín Oficial de la Provincia para la concurrencia de las personas que quieran interesarse en ella. Almendral, 5 de septiembre de 1855. El Alcalde PrimeroConstitucional, Francisco Mendoza”[9].

Por otra parte, a nivel provincial, existía una Junta de Sanidad, la cual coordinaba todas las decisiones referido a su ámbito de competencias; y sobre todo, tomaba las decisiones referidas a la capital. Su presidente nato era el Gobernador Civil. Ella tomó la decisión de prorrogar el inicio del curso académico 1855-56, pues la afluencia de estudiantes rurales podía extender la epidemia a la misma capital:

“Circular número 254. Habiendo llegado a mí noticias que dos individuos que habían entrado en la plaza en el día de ayer, han sido atacados del cólera fulminante, el cual habían ya contraído es sus respectivos pueblos, y traían en estado de incubación; de acuerdo con el ilustrado dictamen de la Junta Provincial de Sanidad, que instantáneamente he reunido, y con el fin de evitar se repitan sucesos de esta naturaleza con la afluencia de jóvenes estudiantes, he resuelto suspender y prorrogar por tiempo indefinido la apertura del curso académico que debía tener lugar en 1º de octubre próximo; declarando, no obstante, que en esta capital se disfruta la más completa salud, sin que haya el menor motivo para alarmarse de los casos ocurridos por efecto del cólera importado de fuera, y asegurando que en el caso improbable de que el estado de la salud pública no fuese satisfactorio, la Autoridad superior hablará con franqueza, tratando por cuantos medios estén a su alcance, de conjurar los males que pudieren sobrevivir en lo sucesivo. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[10].

III. Cólera, aislamiento y cordones sanitarios.

Para el cólera, los cordones sanitarios parecían inservibles, pues este mal, a pesar del establecimiento de aquella medida, se propagaba, pues el medio de contagio fundamental era por el agua y alimentos contaminados. Ya durante la invasión de 1834, se había observado la inutilidad de los cordones sanitarios, pues impedía esta medida la comunicación, y con ella las actividades económicas en los diferentes municipios. Además, el aislamiento provocaba consecuencias irreparables, pues dificultaba el avituallamiento de alimentos y productos de primera necesidad. En este sentido se posicionó la Real Orden de 24 de agosto de 1834 que prohibía en su articulado los cordones sanitarios, y en cuyo preámbulo se nos dice que (…) la observación del curso seguido por el cólera no fue completamente estéril ni para el Gobierno ni para los pueblos; varias Autoridades y Corporaciones han elevado al Trono su dolorido acento pidiendo con ardor patriótico se modifique el sistema de incomunicaciones, que siendo inútil para evitar la trasmisión del mal de una localidades a otras, causa evidentes y trascendentales perjuicios bajo el aspecto económico y administrativo; pues paralizando el tráfico e imposibilitando el abastecimiento de comestibles condena a los pueblos por evitar un mal dudoso, a sufrir los seguros e inevitables que nacen de la escasez y la miseria; aumenta las víctimas de la enfermedad, y produce finalmente la ruina de la fortuna Pública, extendiendo las consecuencias de la epidemia aun a los pueblos que no la padecen; corroboradas estas reflexiones con el sistema adoptado y seguido por los Gobiernos de dos Naciones, cuya ilustración las coloca a la cabeza de la civilización europea, y aun con el de los demás que habiendo adoptado al principio los cordones acabaron por conocer y confesar su ineficacia; S. M. la Reina Gobernadora se dignó mandar que la Junta Suprema de Sanidad del Reino propusiera las reformas que creyese oportuna en las disposiciones sanitarias vigentes[11] (…) Esta misma intención recogía otra Real Orden de fecha 18 de enero de 1849: (…) 1º Que auque aparezca el cólera en Francia o Portugal, no se establezcan cordones, lazaretos o cuarentenas de ninguna clase en los pueblos de las respectivas fronteras terrestres. 2º Que si la referida enfermedad se declarase en cualquier punto de la Península, cuide V. S. muy particularmente de proteger y hacer que se proteja la libre circulación de todos los pueblos entre sí y de evitar que por dicho motivo se cause la menor vejación a los viajeros. Y 3º Que de ningún modo permita V. S. el aislamiento o incomunicación de los coléricos en los barrios, casas o establecimientos públicos de las poblaciones[12].

Durante 1855 fueron numerosas las disposiciones que recordaban a las autoridades municipales el no establecimiento de cordones sanitarios que impidieran las comunicaciones. La forma de aislamiento más habitual en la provincia de Badajoz -cuando se dio el caso- fue la clausura de las entradas de las localidades mediante tapias. Ello fue acompañado de denuncias y sanciones a las autoridades implicadas. En muchas ocasiones se utilizaba este procedimiento con un doble sentido, pues muchas veces se establecía para impedir la entrada en la villa de las fuerzas de la guardia civil, instrumento de seguridad que nació en 1844 para poner orden en el ente rural; por ello, en ese ámbito estaba mal vista; además, durante el Bienio Progresista, en el que tuvo lugar la epidemia, se reorganizó una antigua institución de seguridad de tipo cívica, era la Milicia Nacional. Estas circunstancias tuvieron lugar en Bodonal de la Sierra y en Segura de León:

“Los Alcaldes, Concejales, e individuos de las Juntas Municipales de Sanidad de Bodonal y Segura de León han sido condenados a 100 reales de multas cada uno de los primeros y 50 los demás, por la responsabilidad que les resulta de los hechos probados de haberse incomunicado, haciendo tapiar las entradas de sus pueblos respectivos, y deteniendo y molestando a los transeúntes, y con particularidad a un destacamento de la Guardia Civil que pasaba en asuntos del servicio. Este abuso ocasionó un verdadero conflicto que pudo haber acarreado serios compromisos a no evitarlos la prudencia de los beneméritos guardias, y causando desgracias incalculables, contraviniendo además abiertamente, no sólo a las repetidas circulares de este gobierno, sino a las terminantes órdenes del de S. M. Resuelto como estoy a que no continúen éstas desatendiéndose por más tiempo, con mengua de las personas sensatas, y más aún de las autoridades que las dictan, he dispuesto publicar la falta y la pena en el Boletín Oficial para que sirva de saludable ejemplo a los demás que puedan encontrarse en su caso, y de correctivo a los que han faltado a su deber. Badajoz, 24 de agosto de 1855. El Gobernador interino de la Provincia, Antonio Verdú”[13].

E incluso en algún municipio -fue el caso de Alburquerque- la epidemia se convirtió en pretexto para negar la entrada de fuerzas del ejército, circunstancia que había sido ordenada por José de la Puente, Capitán General de Extremadura:

“Circular. Desde el año 1834, en que el Gobierno de S. M. determinó levantar los cordones sanitarios establecidos con objeto de impedir la propagación del cólera morbo-asiático, mandándose restableciesen las comunicaciones interiores con toda la extensión que tenían antes de formarse aquéllos, ha venido sucesivamente, en repetidas Reales Órdenes, reiterando sus prevenciones sobre este punto; convencido no solo de la inutilidad del sistema de aislamientos, sino de la paralización que con él se impone al tráfico, imposibilitando el conveniente abastecimiento de los pueblos. En observancia de ellas, este Gobierno de Provincia ha procurado inculcarles la idea de la inmensas ventajas que han de reportar si conservan completamente libres sus comunicaciones y protegen la más amplia circulación de personas y efectos. Muchos han sido dóciles a tales inspiraciones, más otros se han encerrado en una incomunicación absoluta, haciendo alarde de la más peligrosa resistencia. Alburquerque, siguiendo la marcha que se trazó el año pasado, es uno de los más tenaces y desobedientes, y a fin de hacerle variar su conducta, y que sirva de ejemplo a los demás que se hallen en su caso, he acordado obrar con su Ayuntamiento y Junta de Sanidad con todo rigor. En su consecuencia, además de conminarle con 1.000 reales de multa sino cambia de conducta paso con esta fecha los antecedentes al Juzgado para que se sirva proceder a la formación de la correspondiente causa e imposición de la pena a que se hayan hecho acreedores, según el código, por su marcada y tenaz desobediencia. De ellos resulta principalmente la resistencia opuesta a permitir la entrada en la población a una fuerza de infantería que, de orden del Excmo. Sr. Capitán General, se dirigía de esta capital a aquella villa, a la cual se obligó a permanecer a las inmediaciones, a pesar de las terminantes órdenes para que cesase tan punible abuso; y el haber rehusado todo auxilio a los infortunados vecinos de la inmediata villa de La Codosera, atacados del cólera, quienes faltos de medicamentos, mandaron un comisionado a procurarlos y conducirlos al pueblo a la vez que la correspondencia pública, habiendo llegado al extremo de arrojarlo el mismo Alcalde a empellones hasta verlo fuera de la población, despidiéndole tan bruscamente sin los auxilios que en su angustia reclamaba. Y para que se haga pública tan inhumana conducta, entendiendo se lleva a efecto la conminación que tengo hecha de sujetar esta clase de asuntos al fallo de los tribunales, he acordado insertarlo en el Boletín Oficial, sin perjuicio de elevarlo a conocimiento del Gobierno, por si se digna disponer otras providencias, y que se publique también en la Gaceta, esperando servirá de saludable ejemplo a los demás. Badajoz, 9 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[14].

Igualmente grave fue el caso de Higuera de Llerena, y que también negó la entrada de la guardia civil. Este caso llegó al Gobierno Central, y (…) la Reina (q.D.g.) ha visto con el mayor desagrado la conducta observada por el Ayuntamiento y la Junta de Sanidad de Higuera de Llerena, negándose a dar entrada en la población a la guardia civil, bajo pretexto de precaverse del cólera morbo, faltando con estas medidas coercitivas a lo prevenido en las disposiciones sanitarias vigentes, y es su Real voluntad que se publique en la Gaceta esta resolución. De Real Orden lo digo a V. S. para su inteligencia, contestando a su comunicación de 13 de septiembre de 1855[15] (…)

IV. Pánico, huidas y cólera.

Fueron numerosos los casos de huidas provocados por el pánico producido por la exposición de los afectados, y por la gravedad de la misma enfermedad. El primer caso encontrado en el Boletín es la noticia de la dimisión del médico de Siruela (…) motivada por su desgracia y la de la población en el mal estado de salud ha acordado el Ayuntamiento de mi presidencia anunciar esta vacante que se proveerá el día 1º de septiembre próximo, prefiriendo entre los profesores solicitudes lo que reúnan las circunstancias de ser médicos-cirujanos. La dotación por una sola visita a todos los vecinos del pueblo de toda clase de dolencias médicas consiste en 6.000 reales, pagados del presupuesto municipal en las épocas que hay ingresos en propios. Las demás visitas que hagan del vecindario son por igualas de libre contratación entre éste y el facultativo, excepto a los pobres de solemnidad, a quienes gratuitamente hará cuantas su prudencia le sugiera. La población es de 1.000 vecinos, de situación topográfica saludable y abundante de buenas aguas potables y artículos de primera necesidad, tiene dos boticas y cirujano titular. Las solicitudes se dirigirán a esta Alcaldía francas de porte, y el agraciado deberá presentarse a escriturar y desempeñar su cometido inmediatamente que se le comunique su admisión. El Alcalde Constitucional, Juan Ruiz Luengo. Antonio Cabeza, Secretario[16]. Y es que en el caso de Siruela el médico dimitió, pero la Real Orden de 18 de julio de 1855 disponía entre otras cosas la prohibición de abandonar los médicos titulares las poblaciones afectadas por la epidemia:

“Artículo 1º Los profesores titulares de las ciencias médicas no podrán abandonar el pueblo de su residencia en caso de epidemia. Art. 2º El profesor titular que contravenga a lo dispuesto en el Art. anterior, sobre perder su asignación, quedará sujeto a las penas a que el Gobierno le juzgue acreedor oyendo al Consejo de Sanidad. Art. 3º Tampoco podrán abandonar el pueblo de su residencia, y quedan obligados a la asistencia de los enfermos, en caso de epidemia, los profesores de las ciencias de curar que perciban sueldo del Estado, o del presupuesto provincial o municipal. Art. 4º El profesor que falte a lo dispuesto en el artículo anterior perderá su sueldo, sin perjuicio de las penas que el Código prescribe para los funcionarios públicos que abandonen su destino sin la correspondiente licencia. Art. 5º En los pueblos en que no haya médico titular o dotado de los fondos del Estado, del presupuesto provincial o municipal, los que existan sean insuficientes para la buena asistencia de los enfermos, la autoridad superior local invitará a los profesores en ejercicio conviniendo con ellos las condiciones de la asistencia que se cumplirá por la municipalidad con toda exactitud por el tiempo que dure el convenio. Art. 6º En casos extraordinarios de epidemia, el Gobernador Civil de la Provincia adoptará las disposiciones convenientes para que no carezcan los pueblos de la asistencia facultativa”[17].

Pero las auténticas complicaciones llegaban cuando se producía la desbandada de las autoridades locales, incluidos Alcaldes, Regidores y miembros de la Junta de Sanidad, que presos del pánico -causado por la epidemia- y por el desbordamiento de los acontecimientos, abandonaron sus responsabilidades. Así, encontramos el caso de Burguillos del Cerro:

“Circular número 235. El Alcalde Constitucional de Burguillos, D. Joaquín García de la Mata, y los Regidores D. Manuel Borrallo y D. Francisco Cumplido, los individuos de la Junta de Sanidad, D. Manuel Jarillo, Depositario, D. Nicolás Garlandi, D. Antonio García de la Mata y D. Fernando Zarallo han huido cobardemente del pueblo a la presencia del cólera en aquella villa, abandonado a la población afligida en los momentos en que más necesitaba de sus socorros, faltando a todos sus deberes y posponiendo todo sentimiento filantrópico, a la propia conservación. Digna tan criminal conducta el más severo castigo, he dispuesto publicarla con sus nombres en el Boletín Oficial, y ponerla en conocimiento del Gobierno de S. M., por si se digna disponer que en la Gaceta se haga también patente proceder tan extraño, a fin de evitar la imitación de tan pernicioso ejemplo por parte de los que pueden hallarse en su caso, además de oficiar al Juzgado del Partido para que proceda desde luego en su contra con todo el rigor de las leyes. Badajoz, 3 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[18].

Incluso hubo huidas al país vecino, Portugal, circunstancia que se vio (…) con desagrado, esta Diputación Provincial, por la conducta observada por D. Antonio Frois, Regidor del Ayuntamiento de Olivenza, quien a los primeros casos del cólera morbo ocurridos en aquella villa se ausentó con su familia al Reino de Portugal, sin que precediese competente autorización del Alcalde; ha acordado hacer saber al público por medio del Boletín su reprobada conducta para que sirva de ejemplo. Badajoz, 22 de septiembre de 1855. José Montemayor. J Chacón Pizarro, Secretario[19]. La localidad de Montijo tampoco no se libró de huidas de autoridades:

“Circular número 255. El Regidor del Ayuntamiento Constitucional del Montijo D. Pedro Fernández ha sido multado en 200 reales vellón por haber abandonado la población al ser invadida del cólera morbo; y por igual falta han sido separados de sus respectivos cargos D. Miguel Molina, individuo de la Junta Municipal de Beneficencia, D. Joaquín Real y D. Alonso Grajera, que lo eran de la de Sanidad. Lo que se hace público por medio del presente periódico oficial para los fines que convengan. Badajoz, 29 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[20].

En Azuaga huyeron hasta los escribanos:

“Circular número 279. Atacada la villa de Azuaga con gran intensidad por el terrible azote del cólera morbo asiático, han huido cobardemente, abandonando sus puestos y la población el Alcalde Primero D. Antonio Ponce de León, los Regidores, Isidro Merino, Juan Robledo, José Durán Vega, el Primer Procurador Síndico José López Cano, y los dos escribanos públicos D. Vicente Gaón Sutil y D. José Ugía; por lo que he conminado a los individuos de Ayuntamiento con 400 reales de multa a cada uno si en el preciso término de tercero día no regresan a desempeñar sus cargos; reservándome adoptar otras providencias si persisten en su punible y criminal conducta (…) Badajoz, 16 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[21].

No obstante, hubo casos tremendamente dramáticos, donde casi todas las autoridades municipales desaparecieron, así en (…) la villa de Usagre, invadida de una manera terrible del cólera morbo, ha quedado sin Ayuntamiento por haber muerto unos y heridos otros de sus Concejales, cuyo ejemplo ha imitado las personas pudientes; D. Francisco León, Alcalde; D. Joaquín Gallardo, Regidor 1º; D. Tomás García, ídem segundo; D. Antonio Medina, Procurador Síndico; D. Juan Gallardo, Depositario de Propios; el Secretario D. José Peligro; D. Ildefonso Nogales, Farmacéutico; los presbíteros D. Casto del Carmen, D. Pedro Pérez, y D. Calisto García Cuevas, con particulares pudientes D. Manuel Candalija, D. Manuel Grajera, D. Manuel Muñoz, y D. José Murga abandonaron a sus convecinos, temerosos de los efectos de la epidemia, dejándolos en la situación más crítica y deplorable (…) además pues, de imponer 300 reales de multa a cada uno de los funcionarios públicos ausentes y de elevarlo al conocimiento del Gobierno, he creído conveniente publicarlo en el Boletín Oficial para que llegue todo a conocimiento de todos los habitantes de esta provincia. Badajoz, 18 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[22]. Y el Alcalde de Fuentes de León también abandonó su puesto:

“Circular número 299. El Alcalde Constitucional de Fuentes de León, don Manuel Contreras, a la presencia del cólera en la población, ha huido cobarde y vergonzosamente, sin esperar en su precipitada fuga la licencia competente para ausentarse y delegar su cargo. No pudiendo dejar impune semejante conducta, le he prevenido que inmediatamente regrese al pueblo a hacerse cargo de la jurisdicción que no ha debido abandonar, bajo multa de 500 reales si no lo verifica. Los demás Concejales e individuos de la Junta de Beneficencia y Sanidad permanecen firmes en sus puestos prestando los servicios que de ellos reclaman tan aflictivas circunstancias. Y para que sirva de escarmiento a los demás que pueden hallarse en igual caso he resuelto hacerlo público por medio del Boletín Oficial, y elevarlo a conocimiento del Gobierno de S. M. por si se cree acertado se publique también en la Gaceta. Badajoz, 25 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[23]”.

Todos ellos fueron sancionados, y el caso de la villa de Montijo llegó al Gobierno central, así (…) en virtud de la comunicación de V. S. fecha 29 de septiembre próximo pasado participando el correctivo impuesto a las personas que se ausentaron de la villa del Montijo, al ser invadida del cólera morbo, la Reina (q.D.g) a tenido a bien resolver se manifieste a V. S. como ejecuto, que aprueba la separación de los vocales de las Juntas de Beneficencias y Sanidad, que abandonaron aquella población; así como también la multa de 200 reales impuesta al Regidor de la misma don Pedro Fernández, como una de las prescripciones que en la Real Orden de 19 de julio último se hicieron a los Gobernadores. De la propia Real Orden lo digo a V. S. para su conocimiento y efectos consiguientes. Lo que se inserta en este periódico oficial para la común inteligencia. Badajoz, 27 de noviembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[24].

Las circunstancias de Granja de Torrehermosa fueron de las más horribles, destacando por la gran espantada de la mayoría de sus ciudadanos, que sin distinción de clases, huyeron de la villa, dejando allí a los enfermos, que fueron atendidos por las autoridades:

“El pueblo de Granja de Torrehermosa, acometido su vecindario del cólera morbo asiático, ha sido teatro de las nobles acciones. Al aspecto del azote, huyeron no sólo las personas acomodadas, sino que las que sólo disfrutaban de una mediana, y aún las pobres, a buscar la salvación en el campo. El vecindario quedó, por decirlo así, reducido a los enfermos, siendo a admirar la caridad, el celo y la eficacia del el respetable párroco D. Jerónimo Leoncio Maldonado y su digno Teniente D. Andrés Hidalgo, el Ayuntamiento y la Junta de Sanidad, el Médico Titular D. Francisco Alsina, y el Secretario de Ayuntamiento, Segundo Comandante de la Milicia Nacional, D. Pedro María Robledo asistían incansables a los dolientes, cada uno según su ministerio, estado y facultades. Unos alentaban con su voz permisiva y continua a los afligidos, cuidaban otros no faltasen los precisos artículos al menesteroso; aquellos velaban por proporcionarles la necesaria y salvadora asistencia, y éstos les facilitaban recursos sin gravar a nadie. Tal conducta no necesita de encomio y hasta hacer de ella un sencillo relato para conmover a todo el que participe de sentimientos tan humanitarios. Para satisfacción pues de tan dignos patricios, y a fin de poner patente un ejemplo que pueda hallar imitadores, he resuelto publicarlo en el Boletín Oficial de la Provincia, sin perjuicio de ponerlo en su día conocimiento del Gobierno para que obtenga la recompensa debida a tales acciones. Badajoz, 3 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[25].

En Zalamea de la Serena no huyeron las autoridades, pero sí las clases acomodadas, que despavoridas se marcharon al campo, de esta manera (…) consternada la población por el desarrollo del cólera morbo asiático, huyeron instantáneamente a buscar la salvación en los campos la mayor parte de las familias acomodadas (…), comportamiento marcadamente contrario a las autoridades, pues (…) al ver la actitud tranquila, firme y decidida de los que estaban al frente del pueblo, el vecindario ha recobrado la calma de espíritu tan indispensable en tales casos, y espera el resultado de los acontecimientos, entregándose a la esperanza de que sus medidas, han de contrarrestar en cuanto sea posible, los tristes efectos de la enfermedad[26]. Algo parecido pasó en Valverde de Leganés y (…) las familias más acomodadas han huido a la presencia del mal, siendo de notar hayan imitado su ejemplo los vocales de la Junta de Sanidad D. Francisco Becerra y Granadilla, y D. Manuel de la Concha y Alós, desatendiéndose de sus deberes, y posponiendo el bien general a los instintos de su propia conservación, de todo lo cual doy conocimiento con esta fecha al Gobierno de S. M. para lo fines que convenga. Badajoz, 11 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[27].

No faltó tampoco el caso de un eclesiástico que, horrorizado igualmente por la epidemia, abandonó a sus feligreses, recibiendo gran reprimenda desde el Gobierno Civil:

“Circular núm. 284. El Cura Párroco de la villa del Aceuchal, olvidando los deberes que le impone su sagrado ministerio, abandonó la población el 10 de julio último cuando comenzaba a presentarse la epidemia, y aún no ha regresado, desoyendo lamentos de los infelices, y las constantes y vehementes reclamaciones para que regresase a prestarles los auxilios de que tanto necesita en su lastimoso estado. Contrasta la de los dignos sacerdotes D. Domingo Indias, D. Miguel Cabrera, D. Francisco Sánchez, y D. José Álvarez, que en unión del Regidor Agustín Rodríguez, encargado interinamente de la jurisdicción, y de los facultativos D. Agustín Patrón y D. Lorenzo Millán, y el boticario D. Nicolás Rubiales prestaron cada uno en su clase los cuidados más exquisitos a los necesitados, mereciendo las bendiciones de sus convecinos. Lo que he dispuesto se inserte en el presente Boletín Oficial para la debida publicidad e inteligencia. Badajoz, 18 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[28].

También hubo momentos en que se extendieron bulos sobre poblaciones no invadidas, y que generaba grandes perjuicios, muchas veces fruto de enfrentamientos y rivalidades de unos pueblos con otros; así, informaba, desde Guareña, (…) don Juan Carlos Mancha, Alcalde Constitucional de esta villa (…), que habiendo circulado voces alarmantes acerca del estado sanitario de esta población, atribuyendo al cólera morbo asiático la muerte ocasionada en tres personas octogenarias y achacosas, cumple a mi deber como autoridad desmentir tales rumores, manifestando que esta villa disfruta del mayor beneficio que la providencia puede dispensarnos; Guareña, 5 de septiembre de 1855, Juan Carlos Mancha; P.A.D.S., Mariano Huerta[29].

V. Cólera, cadáveres y cementerios.

Desde finales del siglo XVIII -como se puede ver en el mismo Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, existió una preocupación en la cuestión referida a salubridad pública y cementerios. Durante la primera mitad del siglo XIX todavía era normal encontrar cementerios intramuros en las poblaciones, casi siempre cercanos a las parroquias, e incluso dentro de las mismas. Paulatinamente surgieron diferentes disposiciones que ordenaron el establecimiento de los campos santos fuera de la población como medio de evitar focos de infección por descomposición orgánica.

Todavía en 1855 existían inquietudes por el estado de los cementerios desde el Gobierno Civil como medio de control para evitar focos epidémicos. El 12 de marzo de 1855, el Gobernador Interino de Badajoz, Bartolomé Romero Leal publicó una circular en la que encomendaba a los alcaldes de los respectivos pueblos a enviar una serie de datos referidos a los campos santos:

“Circular número 70. Aún cuando muchos pueblos de esta provincia han construido sus cementerios en la forma que preceptúan las disposiciones del Gobierno y las reglas sanitarias, quedan todavía algunos en que por abandono de sus autoridades no se ha llevado a efecto aquella medida, recomendaba ya hace siglos como utilísima a la salud pública, y considerada hoy como absolutamente indispensable. A fin, pues, de evitar que las exhalaciones de los muertos infesten el aire que han de respirar los vivos, y que por esta causa de suyo poderosa se produzca una enfermedad epidémica o tome mayor incremento cualquiera otra que con distinto origen pudiera desarrollarse, he acordado lo siguiente: 1º En el término de quince días contados desde la publicación de esta circular, los Alcaldes Constitucionales me manifestarán con la mayor exactitud y precisión la distancia que medie entre sus respectivos pueblos y los cementerios que les pertenezcan, si estos tienen o no bastante capacidad para que hagan los enterramientos en la forma que recomiendan las reglas de higiene pública y lo demás que crean conveniente para remediar cualquier mal que por su situación o circunstancias se esté ocasionando o amenace perjudicar a la salud del vecindario. 2º Antes de darme estas noticias, consultarán los Alcaldes el parecer de los facultativos titulares, si los hubiere, y en su defecto el de cualquier otro de su confianza, remitiéndome el informe que estos le dieren por escrito sobre el particular. 3º Si notoriamente fuesen conocidas las malas condiciones del cementerio, las Autoridades locales instruirán el oportuno expediente, que remitirán a mi aprobación, donde se consigne la necesidad de construir uno nuevo, el sitio donde deberá establecerse según la opinión de los profesores de medicina, el presupuesto de la obra y los recursos que podrán emplearse en su ejecución, arreglando en lo posible estas diligencias a lo que previene la Real Orden de 2 de junio de 1833. 4º Los Alcaldes que sean morosos en el cumplimiento de esta circular, me reservo exigirles la responsabilidad que merezcan, en proporción al mayor o menor daño que su abandono pueda originar a la salud pública. Badajoz, 6 de marzo de 1855. El Gobernador Interino, Bartolomé Romero Leal”[30].

Pero declarada la epidemia, se publicó en el Boletín de la Provincia una Real Orden que prohibía la costumbre de la exposición pública de los cadáveres en las iglesias, pues (…) nada más perjudicial a la salud pública que la exposición de los cadáveres en las iglesias; cuantos de la higiene pública se han ocupado, todos han prescrito como una de las medidas sanitarias más importantes la prohibición de conducir los cadáveres a los templos, la descomposición subsiguiente a la muerte produce miasmas nocivos, que aspirados por los fieles concurrentes son origen de las enfermedades más graves. La exactitud de estas observaciones ha sido reconocida en todas épocas. El Sr. D. Carlos IV en 1801 expidió un decreto prohibiendo los funerales de cuerpo presente, y si bien las preocupaciones y el orgullo que se arrastra más allá del sepulcro lo relegó al olvido, un esfuerzo de demostración de las buenas medidas sanitarias lo reprodujo en 20 de septiembre de 1849. Por no haberse exigido con firmeza la responsabilidad que en esta última Real Disposición se imponía a los Gobernadores que consintiesen una práctica que bien puede calificarse de abusiva, volvieron los funerales de cuerpo presente, y si en todo tiempo es dañosa la expresada práctica, el perjuicio se eleva al grado máximo, considerando el estado sanitario del país y la influencia que en el ánimo opera la vista de los cadáveres. Absurdo inconcebible es que cuando se prescriben las fumigaciones y todos los desinfectantes para purificar la atmósfera de la habitación donde ha ocurrido un caso de epidemia se permita conducir los cadáveres de los epidemiados a los templos, lugar en general de escasa ventilación, y más si se compara con el número de personas que en ellos se reúnen. Penetrada S. M. la Reina (q.D.g.) de la verdad de las consideraciones expuestas y de que las exequias de cuerpo presente son una manifiesta infracción de los Reales Mandatos, se ha servido prohibir el expresado acto, haciendo responsables a los Gobernadores de las provincias de la menor relajación que en particular consientan. De Real Orden lo digo a V. S. para su puntual y exacto cumplimiento. Lo que se inserta en el Boletín Oficial para la debida publicidad e inteligencia, previniendo a los Sres. Alcaldes de esta provincia el más exacto y puntual cumplimiento. Badajoz, 10 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[31].

En esta coyuntura dramática, incluso algunos párrocos se vieron en la circunstancia de conducir cadáveres a los mismos cementerios. De esta manera, (…) guiado de su caridad evangélica, el Párroco [de Usagre], D. Luis Antonio Chacón, ha provisto a todas las necesidades en lo espiritual y temporal, visitando, consolando y socorriendo a los enfermos, y llegando al extremo de conducir las camillas de los cadáveres, cuyo admirable celo hizo se quebrantase su salud[32] (…) En Campillo de Llerena, (…) el Teniente de Cura D. Antonio Platero, con una caridad ejemplar, no contento con auxiliar a los infelices en tan duro trance, llevó a su celo hasta conducir un cadáver al depósito[33]. Fernando Rodríguez, Secretario del Ayuntamiento de Llera se dedicó a buscar a personas que hicieran sepulcros y que le ayudaran para enterrar a sus convecinos:

“Faltaría a mi deber si no llamase la atención de V. S. acerca del comportamiento habido en los días de aflicción que ha habido por el Secretario de Ayuntamiento, don Fernando Rodríguez Guerrero, la que ha consistido en visitar diariamente a los invadidos, animándolos con su presentación y persuasiones, dando alimento a los invadidos, y socorriendo de su peculio a los menesterosos, después acompañándome para buscar personas que hiciesen los sepulcros, de los que fallecían llevasen a enterrarlos, y sobre todo no estar en su casa más que las horas de trabajo, pues las demás las invertía como he dicho en las visita de enfermos y animando a los que sus fortunas no dejaron abandonar sus hogares”[34].

VI. La Legación española en Londres ayuda a las provincias invadidas por el cólera.

Dentro del apartado de suscripciones para paliar el cólera, destacó la ayuda que desde Inglaterra llegó a Badajoz, procedente del sufragio recogido de la Legación y españoles residentes en Reino Unido. Además de Badajoz, recibieron ayuda las provincias de Málaga, Granada y Madrid. De esta manera, a mediados de septiembre de 1855 llegaron de dicha suscripción a España 43.103 reales, y cada provincia recibió 10.775 reales y 24 maravedíes. La iniciativa partió del Ministro Plenipotenciario, Antonio González, natural de la provincia de Badajoz. Ello fue anunciado de la siguiente manera:

“Legación de España en Londres. Londres, 15 de septiembre de 1855. Muy señor mío, conmovido profundamente por las desgracias que el cólera morbo causa en esa capital y otros pueblos de la provincia, he invitado a una suscripción a los individuos de esta Legación, a los Cónsules y a los españoles notables que residen en Inglaterra. El resultado ha satisfechos mis deseos y esperanzas, y ha producido la suma de 43.103 reales vellón, lo cuales se reparten por iguales partes entre las provincias de Málaga, Badajoz, Granada, y Madrid, y le corresponden respectivamente 10.775 reales vellón 24 maravedíes. Al remitir a V. S. esta suma, que me alegraría fuese mayor, me cabe la satisfacción de manifestar a V. S. que no olvido las desgracias de los pueblos de esa provincia la que tuve la fortuna de nacer y ver la luz primera. Sírvase V. S. publicar esta comunicación en el Boletín Oficial con la nota adjunta de la suscripción, para satisfacción de los interesados y de sus distinguidos sentimientos de humanidad y patriotismo. Con este motivo tengo el honor de ofrecer a V. S. la distinguida consideración con que soy su atento y afecto S. Q. B. S. M. Antonio González. Sr. Gobernador de la Provincia de Badajoz. Suscripción abierta en esta legación de S. M. para socorrer a los pueblos de Madrid, Granada, Málaga, y Badajoz, infestados por el cólera morbo. Excmo. Sr. D. Antonio González, Ministro Plenipotenciario, 10 libras; D. Juan F. Comyn, Primer Secretario, 3; D. Pedro Sorella, Segundo ídem, 1; D. Eduardo Díaz del Moral, agregado, , D. Ricardo Balez, ídem, 1; D. Juan Guardamino, ídem, 1; Excmo. Sr. Duque de Osuna, 40; D. José Rodríguez Losada, 50; D. Sebastián Martínez y D. J Bretón Martínez, 50; D. Juan de Dios Ramos Izquierdo, 1’1; D. Antonio García Gutiérrez, 1; D. Juan Martínez Villergas, New Castle, 6; D. Enrique L. de Vedia, Liverpool, 3; D. Eduardo A. Gutiérrez, Cardiff, 1; D. Mariano Carsi, Cónsul General, 3; Los empleados del Consulado General, 1; Sres. Pinto, Pérez y Compañía, 10; Sres. Cuadra, Romero y Compañía, 10; D. José Luis Retortillo, 0’5. Libras, 192’6. Sr. D. Francisco Luciano Murrieta, 10.000 reales vellón; Sr. D. Federico Huth, 5.000; Sres. D. Francisco y D. Manuel Antonini, 4.000; D. José de Murrieta, 3.000. D. Mariano de Murrieta, 3.000. Resumen, 25.000. Libras, 192’6 que importan reales vellón, 18.103; suscripciones, 25.000. Total, 43.103”[35].

Y la distribución en la provincia de Badajoz se hizo de la siguiente manera según la (…) Circular número 252; distribuidos los 10.775 reales 24 maravedíes, producto de la suscripción hecha en Londres, para socorrer las necesidades del cólera en esta provincia, entre los pueblos que actualmente se tiene en este Gobierno conocimiento de hallarse invadidos de dicha enfermedad, con arreglo al número de vecinos de cada uno, les ha correspondido las sumas que se estampan a continuación, las cuales podrán reclamar en esta Secretaría por medio de persona de confianza que lo represente. Badajoz, 29 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Almendral, 465 reales vellón 16maravedíes; Aceuchal, 758 12; Barcarrota, 862 2; Berlanga, 881 28; Burguillos, 749 4; Fuente del Maestre, 1.051 30; Fregenal, 1.045 26; Puebla de Sancho Pérez, 457 16; Codosera, 178 16; Fuentes de León, 662 50; Higuera de la Serena, 443 24; Jerez de los Caballeros, 1.405 10; Oliva junto a Jerez; 933 12; Llera 210 28; Valencia del Mombuey, 165 2; Valverde de Llerena, 252; Villalba, 292 6; Total 10.775 24[36].

VII. España, Portugal y el cólera.

La cercanía de los pueblos de Cáceres y Badajoz con Portugal provocó igualmente la alarma en las autoridades lusas. En el mismo Boletín Oficial se publicaban resoluciones sanitarias de Portugal para evitar la extensión de la epidemia al país vecino. Por seguridad, se suspendieron algunas ferias cercanas a la frontera con España y a la que solían acudir españoles. En otras se prohibieron expresamente que fueran personas y mercancías de procedencia española. Ello ocurrió con la feria de Porto Alegre, circunstancia por la que (…) El Sr. Administrador del Concejo de Elvas, con fecha 3 del actual me dice lo que sigue: ‘Por el Excmo. Sr. Gobernador Civil de este distrito, me acaba de ser anunciado que está prohibida la entrada a las procedencias de los pueblos de España, donde continúa la epidemia, en la ciudad de Porto Alegre, en la que tiene lugar la feria en los días 13, 14 y 15 del actual; recomendándome lo comunique a V. E. para que se sirva hacer publicar que en dicha ciudad de Porto Alegre no serán admitidas personas procedentes de ese Reino’. Lo que se hace notorio por medio del Boletín Oficial para la debida publicidad y conocimiento a evitar lo perjuicios que en otro caso son consiguientes. Badajoz, 5 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[37]. Otras fueron suspendidas, fue el caso de la feria de Yelves:

“Gobierno Civil de esta provincia. Como medida sanitaria, las Autoridades del inmediato Reino de Portugal han suspendido la feria de san Mateo que debía celebrarse en Yelves los días 21, 22 y 23 del corriente. Lo que he dispuesto publicar para común inteligencia de todos los habitantes de esta provincia. Badajoz, 17 de septiembre de 1855. El Gobernador, José Montemayor”[38].

Al final, las Autoridades lusas decidieron cerrar la frontera, pero ésta era un territorio que era fácilmente permeable, y por ello conminaron a las Autoridades españolas que prohibieran terminantemente traspasar La Raya, sólo se permitía la entrada por el Puerto del Tejo, frente a Santiago de Carbajo. El anuncio de esta decisión se hizo por la (…) La Circular número 311; el Sr. Gobernador Civil de Castelo Blanco, en el Reino de Portugal, con fecha 25 del mes próximo pasado, me dice lo siguiente: ‘Habiéndose infelizmente declarado el cólera morbo en la villa de Herrera de Alcántara, contándome que la epidemia existe en otros dos puntos a pequeña distancia de aquel y pudiendo ser que se halle en algún otro pueblo próximo a la raya de la provincia del digno cargo de V. S. es forzoso impedir la entrada de las personas y objetos procedentes de ese país, que se dirijan a este por los puntos comprendidos, desde la Hoz de Sever junto a Cedillo, hasta la Erge frente a la Zarza, exceptuando solamente el Puerto del Tejo frente a Santiago de Cabajo, por donde es permitida la entrada, guardando las precauciones precisas y obligándose a hacer cuarentena de cinco días por lo menos, aquellas personas que no vengan provistas de documentos de sanidad de sus domicilios. Conciliados de este modo los intereses de los pueblos, confiados a la sabia administración de V. S. y la fiscalización que me compete ejercer en bien de la conservación de la salud pública en este distrito, ruego a V. S. se digne dar la conveniente publicidad de aquella medida en las poblaciones de esa provincia, cuyos habitantes frecuentan este distrito, a fin de que procuren para su entrada en el lugar de Monforte, fronterizo al referido Puerto de Santiago, venir siempre autorizados del competente documento de sanidad, durante las presentes circunstancias y hasta que se establezca otro punto de entrada por Salvatierra, lo que oportunamente elevaré del mismo modo a conocimiento de V. S.’ Lo que hace público por medio del Boletín Oficial para conocimiento de las personas a quienes[39]”.

Sin embargo, hubo quejas por la expedición de cartas de sanidad previo pago de una gratificación en el Viceconsulado de Portugal en Badajoz. De toda esta trama quedó constancia en la siguiente

“Circular número 276. El Excmo. Sr. Subsecretario del Ministerio de la Gobernación, con fecha 4 del actual, me dice lo que sigue: ‘De Real Orden comunicado por el Sr. Ministro de la Gobernación, incluyo a V. S. para su inteligencia y efectos correspondientes, copia de la nota del Ministro de Negocios Extranjeros de Portugal, en que se previene cese de exigirse emolumento alguno por las cartas de sanidad, cuya exacción se verificaba por disposición del Vicecónsul de aquella nación en esa capital’. ‘Ministerio de la Gobernación del Reino. Primera Secretaría del Estado. Dirección Comercial. Copia. Legación de España en Lisboa. Ministerio de Negocios Extranjeros. Tengo la honra de acusar a V. S. el recibo de la nota que se sirvió dirigirme en 6 del corriente, acompañándome copia de un oficio que le había dirigido el Vicecónsul de España en Elvas, informando a V. S. de que en aquel Viceconsulado no se percibía emolumento alguno por cartas de sanidad. En respuesta a dicha nota, cúmpleme manifestar a V. S. que en 7 del corriente fueron expedidas las convenientes órdenes al Vicecónsul de Portugal en Badajoz para que no exija en lo sucesivo emolumento alguno por las cartas de sanidad, quedando de este modo satisfechos los deseos expresado por V. S. en su referida nota. Aprovecho &c. Firmado. El Vizconde Athongina. Sr. D. Patricio de Escosura. Lisboa, 10 de julio de 1855. Está conforme. Es copia. El Subsecretario, Gómez’ Y se inserta en este periódico oficial para la debida publicidad y conocimiento. Badajoz, 12 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[40].

VIII. Medicinas y cólera.

Ante la epidemia, aunque el mejor remedio era la prevención, no faltaron pueblos que reunieron fondos monetarios para adquirir medicinas en establecimientos farmacéuticos; muchas veces se recurrieron a farmacias situadas en localidades vecinas por no existir en el núcleo afectado, además se adquirían también con esas cantidades alimentos de primera necesidad para formar economatos. De este tipo de noticias encontramos varias. El Alcalde de Valverde de Burguillo, aunque el pueblo se libró del azote, nos dice que (…) en uno de los últimos días de julio convoqué al Ayuntamiento, Junta de Sanidad y vecinos más acomodados, y después de hacerle una pintura de lo triste de las circunstancias, les indiqué la necesidad de reunir fondos por medio de donativo para proveerse en Zafra (pues aquí no hay boticas) de los medicamentos más precisos, así como de azúcar, arroz, almendra, té, café, y otras cosas necesarias, a fin de estar prevenidos para una eventualidad, cuya proposición fue favorablemente acogida, inscribiéndose todos, acto seguido por las cantidades que constan de la adjunta lista. A principios de agosto, reunidos en mi poder los 1.411 reales, pues me hicieron depositario, dándome al mismo tiempo facultades para la compra de lo que creyese necesario; me pasé a Zafra, y de la botica de D. Manuel de Silva traje medicamentos por valor de 307 reales, habiendo empleado hasta 630 en azúcar, arroz y demás, cuyos efectos con 781 reales en metálico obran en mi poder, habiendo acordado en la reunión que si las circunstancias lo exigían, se arbitrarían más recursos, pero hasta hoy, gracias al Ser Supremo, este pueblo se ha librado del terrible azote[41]. También en Zafra adquirió medicinas el Alcalde de Alconera:

“Pongo en conocimiento de V. S. como en este pueblo de Alconera se ha declarado en el día de hoy [18 de octubre de 1855] el cólera morbo asiático, habiendo principiado con bastante temor, que en pocas horas han sido invadidos del terrible azote doce personas, de las cuales cuatro han sido víctimas de la epidemia y las restantes están en mal estado. El Ayuntamiento y Junta de Sanidad, no teniendo recursos algunos para atender a la asistencia y medicamentos necesarios para socorrer a los invadidos necesitados, movidos de los mayores sentimientos y humanidad, al momento proporcionó por de pronto, por un donativo voluntario las cantidades que constan en la adjunta lista para comprar en Zafra los medicamentos necesarios por no haber en este pueblo botica, y todos dispuestos a continuar dando tantas, cuantas veces se concluya dicha suma hasta la extinción de dicha enfermedad”[42].

En Bienvenida, tras hacer una suscripción entre los vecinos pudientes, los medicamentos y otros artículos fueron traídos de Sevilla[43]. Realmente conflictiva fue la situación vivida en Puebla del Maestre, allí se agotaron las medicinas de la botica y se generó un grave conflicto; de esta manera, (…) en un pueblo en que ha habido tantos invadidos como vecinos, y donde se inutilizó el médico titular y se agotó la botica, se han dado gravísimos conflictos, habiendo suplido a todo uno y otra con incansable asiduidad y esmero. El Secretario de Ayuntamiento, D. Miguel Pecellín, a quien no son del todo extraños los conocimientos en medicina, logró según las instrucciones del farmacéutico de Fuente de Cantos, que auxiliaba en lo posible a los enfermos, arrancar muchas víctimas del borde del sepulcro, sin que fuese bastante a entibiar su ardiente celo haber contraído él mismo la enfermedad[44].

Sin embargo, no faltaron quienes intentaron hacer negocios con las penalidades ajenas. Así, hemos encontrado una orden de prohibición de venta, sin receta facultativa, de un medicamento, relacionado con la enfermedad. Se hace una denuncia contra el abuso de la toma de este medicamento, además que nos informa que no podía ser expensado por individuos no autorizados :

“Circular número 295. Los desastrosos efectos que produce el fanatismo y ceguedad con que algunos se administran la bebida conocida con el nombre de vomi-purgativo Le-Roy, y se entregan otros en manos de curanderos que especulan con la credulidad de gentes poco ilustradas o sistemáticas apasionadas, que de buena fe creen hallar en ella el remedio de todas sus dolencias, han movido a la Junta de Sanidad de esta Provincia a reclamar de mi autoridad medidas de represión, que corten en lo posible los numerosos abusos que se notan acerca de tan importante particular. Prohibido de Real Orden, el que expenda sin receta de persona competentemente autorizada, ni se haga uso de un medicamento que tanto como puede sanar un enfermo bien administrado y tomado a tiempo, es capaz así mismo de ocasionar la muerte si se usa sin método, y en una disposición que pueda contrariar los violentos efectos que produce; me creo el deber de publicar la presente en el Boletín Oficial para desimpresionar en cuanto de mí dependa a los incautos, inclinándoles a que arrostren el peligro que les acarrea el hacer uso de él sin conocimiento u dirección de facultativos aprobados; y a fin de que en los establecimientos de farmacia no de despache de modo alguno, a menos que sea por receta de persona competente, recomendado con toda eficacia a los subdelegados y autoridades dependientes de la mía, vigilen con el mayor esmero el cumplimiento de tales disposiciones, persiguiendo y denunciando, sin ningún género de consideración ni miramiento a los que se dedican a la confección, expendición y administración privada y clandestina, que me consta que se verifica por particulares y curanderos, que carecen de toda autorización, y a quienes vigilo y me reservo imponer severas penas si fuesen cogidos in fraganti, o se comprobase de un modo evidente su criminal manejo que tantos perjuicios acarrea a la sociedad, con marcado descrédito y vilipendio de la ciencia de curar. Badajoz, 23 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor.[45]

IX. Filantropía, caridad y cólera.

Fueron numerosos los actos de caridad y filantropía que se dieron en numerosos pueblos. De esta manera, fueron frecuentes en muchas localidades la búsqueda de fondos acudiendo a la caridad de las clases acomodadas, únicas capaces de hacer donaciones, en metálico y en especie. En muchas ocasiones se precavía haciendo una inversión de futuro en caso de invasión del cólera. Así (…) El Alcalde Constitucional de Bienvenida, con fecha 5 del actual me dice lo que sigue: ‘Si las Autoridades tienen un deber de perseguir las acciones que a la sociedad dañan, están igualmente en dar publicidad y elogiar a aquéllos que refluyen en beneficio de la misma, y que tienen por objeto servir a la humanidad. En este sentido creome en la obligación de poner en conocimiento de V. S. para de estímulo pueda servir en otros pueblos, el que para acudir a las necesidades que había de ocasionar el cólera morbo caso de llegar a invadir esta población, se ha hecho una suscripción voluntaria entre los vecinos de ésta, comprendidos en la adjunta lista, y reunidas en el acto las cantidades que la misma expresa. Además, el Diputado Provincial D. Pedro Bueno, D. Ciriaco Chábez, Sr. Conde de Villa de Santa Ana, D. Juan Francisco Muñoz, D. Ildefonso Sánchez de la Barreda, D. Pedro Rubio, D. Casimiro Esteban, D. Pedro Valencia, D. Antonio Candalija, D. Agustín Calvo, Cura Párroco, D. Severo Domínguez, D. Antonio Navarro Martínez, D. Vicente Luna, y D. Agustín Megía se han comprometido a seguir asistiendo al pueblo si el terrible azote le invade hasta concluir con sus respectivos caudales. En ninguna parte se han llevado los sentimientos humanitarios a tal extremo, y yo creo que tendrá V. S. un gran placer al saber este acto de abnegación y desprendimiento. Debo añadir a V. S. que tanto medicamentos como artículos de necesidad, para el caso de tener lugar de tener lugar dicho fatal acontecimiento, han sido traídos de Sevilla; por manera que a estas horas están cubiertas todas las eventualidades gracias a la filantropía de dichos vecinos. Lo que pongo en conocimiento de V. S. para su satisfacción, y a fin de que si le tiene a bien, se sirva mandar se inserte la adjunta lista en el Boletín Oficial de la Provincia’. Acciones de esta naturaleza no pueden quedar ocultas ni relegarse al olvido, mucho menos en una época y en un país en que por desgracia se observa por lo general una conducta diametralmente opuesta, dejándose llevar de rancias preocupaciones y posponiendo todo sentimiento al de la propia conservación. No contento con haber dado las gracias en nombre de la humanidad y ponerlo en conocimiento del Gobierno para que reciban la merecida recompensa, he acordado publicar el preinserto oficio con la lista que se estampa a continuación, a fin de excitar a los demás a la imitación de tan notable proceder. Quede pues, sentado que si bien hay entre nosotros muchos pusilánimes, gentes tímidas y de ánimo apocado que huyen a la proximidad del peligro, abandonado y desatendiendo sin ninguna consideración ni miramiento los cargos y deberes más sagrados, también hay, aunque en menor número, ciudadanos esforzados que se disponen, llenos de una caridad evangélica y poseídos de un verdadero amor a sus convecinos, a hacer frente a la calamidad y a hacerla más llevadera con su previsión, sus cuidados, su prodigalidad y su buen ejemplo. ¡Loor a lo que se sienten fuertes para la práctica de tales virtudes! Badajoz, 7 de septiembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor.

Ante una falsa alarma, en La Garrovilla se organizó también una suscripción:

“Circular número 275. El Alcalde de La Garrovilla, con fecha 4 del actual, me dice lo que sigue: ‘Habiéndose dado el día 27 del mes próximo pasado, en esta villa, un caso sospechoso de cólera morbo, reuní el Ayuntamiento de mi presidencia, y Junta de Sanidad de la misma, e invité a todos para que suscribieran voluntariamente con las cantidades que quisieran para socorrer las necesidades que en el desgraciado caso de que se desarrollara tan terrible enfermedad pudieran ocurrir a estos vecinos, dando por resultado dicha invitación lo que a continuación se expresa, con lo que se trajeron y prepararon medicinas y alimentos en abundancia’. Lo que se publica en el presente Boletín para la debida publicidad y conocimiento y para satisfacción de los que también comprenden los deberes de humanidad. Badajoz, 12 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Lista de los sujetos que se citan en la anterior circular. Don Francisco Durán, 40 reales; don Martín Rodríguez, 10; don Sebastián Barrero, 20; don Bartolomé Pérez Pabón, 160. Y además, don Miguel Pérez Pabón, por todo lo demás que hiciera falta”[46].

En Castuera también se decidió hacer una colecta para atender a los afectados en caso de invasión. Se recogieron dos tipos de ayuda, una en metálico y otra en especie. En esta última, figura trigo para que se hiciese harina, la cual sería entregada a los panaderos de la localidad, y así hacer pan para venderlo a su precio ajustado en caso de privación de productos panificados de otras procedencias, todo ello fue acordado por su Ayuntamiento el tres de septiembre[47]. Ayuntamiento de Casas de Reina también invitó a los pudientes de la localidad para desembolsar medios en caso de invasión[48]. El Ayuntamiento de la Haba, visto que en su término no se dio ningún caso de cólera, renunció a la suma de 500 reales del fondo de calamidades públicas del Gobierno, y que (…) teniendo en cuenta la reclamación que me ha dirigido el de Campanario para que se le facilite alguna suma con que cubrir las obligaciones creadas durante el largo periodo que ha pesado el azote sobre aquella población, se le ha asignado, mediante a no existir resto alguno de los subsidios concedidos por S. M. con este objeto[49].

En otros municipios, la filantropía se tradujo en ayuda incondicional a los convecinos afectados. Hemos encontrado algunos casos llamativos. En esta tesitura encontramos a la villa de Feria:

“Circular número 304. El Alcalde Constitucional de Feria, con fecha 22 del actual, me dice lo que copio: Al notificar a V. S. en oficio fecha 29 del pasado la desaparición en ésta del cólera morbo asiático, hice mérito ligeramente de los eminentes servicios que en días tan aciagos prestó el mismo facultativo de esta villa don Antonio Fadón, y como la gratitud del pueblo sea tanta por el convencimiento en que se halla de que la epidemia cedió a la intensidad que manifestase en sus primeros días, dejando así de cebarse como en otros pueblos ha sucedido, efecto de las disposiciones por él tomadas, habiéndole visto incansable, lo mismo de día que de noche, a pie o a caballo, buscando de casa en casa necesidades para prevenir el mal, ya para atajarle en sus primeros momentos, y ya en fin para remover todo aquello que pudiera darle origen o provocarle; y no tan sólo por esto, sino también por el celo y actividad que desplegó en la epidemia de pulmonías y tabardillos que apenas había desaparecido, epidemia que, no obstante sus terribles complicaciones, y sin el número de invadidos, sólo dos sucumbieron (…) Tampoco se ha hecho menos digno de recompensa el joven don Manuel Muñoz, que hallándose a la sazón en ésta esperando la terminación del año práctico que el plan de estudios exige para licenciarse en farmacia, invitado a permanecer y surtirse de cuantas medicinas pudieran necesitarse, previo permiso que se impetró del Sr. Gobernador, por carecerse de farmacéutico, tan necesario en tan críticas circunstancias, prestando así unos servicios que sólo se hubieran podido comprender careciendo de ellos (…) Badajoz, 26 de octubre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor”[50].

En la villa de Zahínos también hubo escenas que muestran casos de ayuda a los afectados. Así, (…) El Ayuntamiento, Junta de Sanidad y Junta de Beneficencia de la villa de Zahínos, modelos de filantropía y patriotismo, han permanecido firmes en sus puestos, sin arredrarles para el exacto cumplimiento de sus deberes los terribles golpes del cólera morbo que ha diezmado aquel vecindario, y desde el 30 de agosto hasta esta fecha cada cual se ha dedicado exclusivamente con un ardor y celo admirable a combatir la temida enfermedad, prodigando cuantos auxilios han necesitado los infelices invadidos. Entre ellos se han distinguido muy particularmente don José María del Peche, quien de su propio peculio ha suministrado cuantas medicinas han sido precisas sin omitir medio por costosa que fuese para socorrer a los desgraciados, y auxiliando a la par con alimentos abundantes a los coléricos y a sus familias, en lo que fue secundado por la señora doña Ana Pecellín y Salas, de la misma vecindad. También merece especial mención el médico cirujano don José Gamero, acierto y constante asiduidad, se debe no haya sido mayor el número de víctimas. Lo que he dispuesto insertar en el Boletín Oficial para satisfacción de los interesados, y procurar que tan loable conducta tenga imitadores. Badajoz, 2 de noviembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor[51].

En Puebla del Maestre -como ya se ha apuntado atrás- también se vivieron momentos dramáticos, y no faltaron vecinos que se portaron como auténticos héroes:

“D. José Rodríguez Charco, individuo de la Junta de Sanidad, a pesar de haber perdido a su esposa, a su madre y a una hermana, no desmintió por un momento sus sentimientos humanitarios, atendiendo y socorriendo a todos los necesitados de un modo verdaderamente heroico, olvidando sus propias penas por aliviar las ajenas. El digno Cura Párroco D. Francisco Pulgarín, modelo de abnegación y de caridad evangélica, no ha descansado un momento administrando a los necesitados los consuelos espirituales que también sientan en tan aflictivos casos. No satisfechos con el exacto cumplimiento de su sagrado ministerio, y a pesar de haber estado a la muerte el sacristán, quien perdió a sus padres y un hijo, se ocupó a la vez de suministrar toda clase de alivios temporales, llegando al extremo de sacar de entre los cadáveres de su esposa e hijos a un infeliz moribundo, y llevarlo a su misma casa, donde le asistió hasta que lo vio en salvo, y de conducir, acompañado del Secretario, desde el hospital el cadáver de un colérico forastero, desamparado de todos y enterrarlo en el cementerio”[52].

En Barcarrota también hubo casos de filantropía:

“Al comunicar a V. S. tan grata noticia, y cumpliendo con los deseos de referidas corporaciones, no puedo menos de hacerle presente, para que se publique en elBoletín Oficial, que todos los individuos correspondientes a las mismas, han cumplido con sus respectivos deberes en el periodo que ha durado referida enfermedad, prestándose a todo cuanto ha sido preciso para la asistencia y alivio de los necesitados; debiéndose a sus esfuerzos el que la enfermedad no se encarnizarse en la población, y que los enfermos no careciesen absolutamente de ningún auxilio; pero más señaladamente, el médico titular don José Díaz-Gómez, y el bachiller en medicina don Ambrosio García Maqueda, que con la mayor abnegación y desinterés se prestaron a la asistencia facultativa en los días de más peligro y aflicción , y cuando cayó enfermo en cama el también médico don Luis Carrasco Vázquez, llevando su humanitario proceder hasta el extremo de no descansar de día ni de noche por espacio de cuatro o cinco días, negándose a admitir todas las recompensas pecuniarias que el Ayuntamiento y Junta de Sanidad les propusieron, y no permitiendo que se gastasen los fondos de Beneficencia en traer otro facultativo que reemplazase al enfermo”[53].

En Berlanga se registraron también actitudes dignas de recordar, de esta manera (…) para contrarrestar sus efectos se han puesto en juego cuantas providencias han sido de desear por la celosa municipalidad y Junta de Sanidad, siendo secundados por el digno Clero, Milicia Nacional, Guardia Civil, y profesores de medicina D. Antonio Veles y D. Julián Moreno, que todo a porfía han socorrido las necesidades de su propio peculio. También es digno de mención el Capellán de la Milicia don Francisco Reyes, y muy particularmente el Guardia Civil de primera clase Francisco Capilla, quien se ha conducido heroicamente asistiendo con el mayor celo y abnegación a los coléricos, y prestando además, en unión de los demás individuos que constituyen el destacamento, importantes servicios de vigilancia, en circunstancias tan críticas. En Campillo de Llerena, nada más ser invadida por el cólera, (…) se reunió inmediatamente el Ayuntamiento y Junta de Sanidad para dictar cuantas disposiciones fuesen necesarias para combatir la terrible enfermedad, y todos sus individuos se prestaron con sus bienes y personas a cuanto exigiesen las circunstancias. El médico titular D. Juan Antonio Domínguez se ofreció espontáneamente y sin sobresueldo alguno a la asistencia de los coléricos[54]. Igual actitud se registró en Higuera de la Serena:

“Circular número 359. La loable conducta del Ayuntamiento, Clero y Junta de Sanidad de Higuera de la Serena, en las críticas circunstancias del cólera, es digno de que se le consagre un público homenaje, y que se inscriban los nombres en este periódico oficial, para recompensar su celo y estimular el de los demás que puedan hallarse en su caso. En tan aciagos momentos, todos rivalizaron en abnegación y patriotismo, y no pueden distinguirse a uno de ellos sin hacer notable injusticia al resto de dichas corporaciones. Por ello le he dado las gracias, y además de esta pública manifestación, me propongo elevar su heroico comportamiento a conocimiento del Gobierno de S. M. para la recompensa a que se le juzgue acreedores. Badajoz, 5 de diciembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Lista de las personas que se han distinguido durante el cólera en Higuera de la Serena, a que se refiere la circular anterior. Don Juan Bueno, Alcalde; Manuel Horrillo, regidor primero; Francisco Segovia, ídem segundo; Julián Segovia, ídem tercero; Antonio Lopo, síndico; don Mauricio Morillo Velarde, Secretario; don José Carriedo, Cabo Primero de Nacionales; don Juan de Dios Hidalgo Barquero, Cura Párroco; don Francisco Gómez, Presbítero; don Santiago Merino, ídem.; don Aquilino Segovia, ídem.; don Patricio Villar, sangrador; don Felipe Hidalgo, ídem.”[55].

También se publicó una reseña referida a las circunstancias emeritenses:

“circular número 339. El Alcalde de Mérida, en comunicación de 11 del pasado, me dice: ‘Al elevar al superior conocimiento de V. S. el estado de invadidos, curados y muertos del cólera morbo asiático en esta ciudad en los años 1854 y el presente, según se sirve prevenirme por su orden de 25 de septiembre último, no puedo menos de manifestarle que tanto en la primera como en la segunda época contribuyeron todos los individuos de las Juntas de Sanidad y Beneficencia, cuyos nombres acompaño a V. S. en lista separada, a menoscabar los efectos de tan mortífera enfermedad, practicando visitas domiciliarias con frecuencia, consolando a los infelices que tuvieron la desgracia de perder a alguno de su familia, y facilitando recursos de todos géneros a los que se encontraban en este miserable trance, pudiendo decirse con la veracidad que cumple a toda autoridad, que a los citados individuos que siempre permanecieron en sus puestos, a sus medidas anticipadas higiénicas, y a su constante anhelo por el aseo y limpieza en las casas y personas, así como también por el buen método que lograran se adoptase, generalmente en las comidas, se debe el que este vecindario no padeciera la enfermedad de la manera tan temible y funesta que otros, por cuya razón y para que sentimientos tan filantrópicos como humanos no yaciesen en el olvido, me permitirá V. S. le ruegue se digne hacerlos públicos para satisfacción de indicadas personas y estímulos de las demás. Precisándome mi cargo de Alcalde Primero Constitucional de esta ciudad, y como tal Presidente en ambos años de las referidas Juntas de Sanidad y Beneficencia, ocuparme más inmediatamente de todo cuanto concierne a las personas y cosas, de los que me hicieron la honra de darme aquella investidura, tuve una grande satisfacción al verme rodeado de infinidad de sujetos que a porfía se empeñaban en acompañarme a sobrellevarlo, y por ello varias veces tuve ocasión de mostrarle mi gratitud, más no encontrando medios en mis atribuciones para recompensarlos cual merecen, faltaría a uno de mis principales deberes, si al paso que en general recomiendo a V. S. a todos los individuos de las Juntas mencionadas, no lo hiciese particularmente, y con energía de los facultativos titulares D. José Araúna y D. Lucas Cervantes; del Subdelegado de Veterinaria D. Ildefonso Gómez Hernández; del Regidor D. Andrés Galán, del Secretario de Ayuntamiento D. Antonio Galbán y del Oficial Primero de la Secretaría D. Eugenio Bugarín (cuyos dos últimos sujetos renunciaron el sobresueldo que por sus trabajos extraordinarios debieron haber percibido); y de los vecinos particulares D. Vicente Pérez, y D. Pedro Pablo Fernández, todos los que jamás se separaron de mi lado y sin descanso de día y noche, me acompañaban, consultábamos lo que había de ejecutarse en los momentos críticos en que el progreso del mal lo requería, y se practicaba cuanto se creía conveniente en el acto mismo de su recrudescencia, esperando por ello se digne V. S. recomendar sus servicios al Gobierno, por sí de alguna manera estima sean recompensados como justamente merecen, y a ello son tan acreedores’. Lo que se publica en el Boletín Oficial con la lista de que se hace mérito, para satisfacción de los interesados, y que pueda servir de ejemplo a los demás. Badajoz, 20 de noviembre de 1855. El Gobernador de la Provincia, José Montemayor. Junta de Sanidad y Beneficencia de 1854. Don Agustín Fragoso; don Antonio Ramírez y Giménez; don Diego Nevado; don Andrés Galán; don Manuel Cervantes; don Eugenio Bulgarín, Oficial de la Secretaría; don José Araúna; don Ildefonso Gómez Hernández; don José Sánchez Ladrón de Guevara; don Juan Fraile; don José Becerra; don Antonio Galbán, Secretario. Auxiliares, don Eugenio España; don Vicente Pérez; don Antonio María Taboada; don Rafael Pulido; don José Pérez Domínguez; don Francisco de Tena; don Vicente Berrocal; don Martín Maroto Calderón; don Joaquín Sánchez, Sr. Antonio Barrera. Ídem [Junta de Sanidad y Beneficencia] Vocales, don José Araúna, don Ildefonso Gómez Hernández; don Diego Nevado; don Antonio Ramírez y Giménez; don Antonio Galbán, Secretario. Auxiliares, don Pedro Nogales; don Pedro Pablo Fernández; don Andrés Galán, don José Becerra, don Diego Chaput, don Lucas Cervantes”[56].

X. El fin del cólera y la acción de gracias.

No había noticia más esperada en una población, y por ende en el Gobierno Civil, que las noticias sobre la extinción de la epidemia en una localidad afectada. El primer acto público que se realizaba en una población que lograba extinguir el cólera era una magna función religiosa de acción de gracias. En el otoño de 1855, dadas las condiciones climatológicas de la estación, la epidemia solía perder vigor, y fue durante los meses de septiembre, octubre de 1855 cuando la enfermedad empezó a remitir. De esta manera, hemos encontrado constancia de varios casos. El anuncio que se publicó en el Boletín Oficial en referencia a los Santos de Maimona fue el siguiente:

“Por acuerdo del Ayuntamiento Constitucional y Junta de Sanidad de esta villa se ha cantado el día de hoy en la Iglesia Parroquial de la misma, un solemne Te Deum en acción de gracias al Todopoderoso, por haber alejado de sus habitantes la terrible enfermedad cólera morbo que los aquejaba. Lo que se anuncia por medio delBoletín Oficial para que llegue a conocimiento de todos. Los Santos, 3 de septiembre de 1855. El Alcalde Constitucional, Antonio Cerón Periáñez. Juan Vázquez, Secretario”[57].

También se hizo en Llera, así (…) en el día 21 del que rige se ha cantado en esta villa un solemne Te Deum dando gracias al Todopoderoso por haber cesado su divina justicia del cólera morbo que la afligía, en razón a que desde el día 14 no se había muerto ninguna persona[58]. En Barcarrota (…) el Ayuntamiento Constitucional de esta villa, en unión con las Juntas Municipales de Sanidad y Beneficencia han acordado en sesión de este día que el próximo 18 del corriente se cante un solemne Te Deum en acción de gracias por haber hecho cesar el cólera morbo asiático que por espacio de dos meses ha afligido a este vecindario[59]. Circunstancia que se repitió en Berlanga donde (…) se ha cantado el Te Deum por haber desaparecido el cólera que la ha afligido por espacio de 46 días[60].


NOTAS:

[1] Boletín Oficial de la Provincia (B.O.P.) de Badajoz. 5 de marzo de 1855.

[2] B.O.P. de Badajoz. 7 de marzo de 1855.

[3] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín del 27 de agosto de 1855.

[4] B.O.P. de Badajoz. 29 de agosto de 1855, p. 3.

[5] B.O.P. de Badajoz, 12 de septiembre de 1855, p. 4.

[6] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 2.

[7] Íbidem.

[8] B.O.P. de Badajoz, 21 de septiembre de 1855, p. 4.

[9] B.O.P. de Badajoz, 24 de septiembre de 1855, p. 4.

[10] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín del 1º de octubre de 1855.

[11] Peral Pacheco, D., Cólera y Sanidad en las Reales Órdenes de 1833 a 1855, Mérida, 1994, pp. 94 y s.

[12] Íbidem., p. 97.

[13] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín de 27 de agosto de 1855.

[14] B.O.P. de Badajoz, 12 de septiembre de 1855, p. 1.

[15] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 1.

[16] B.O.P. de Badajoz, 15 de agosto de 1855, p. 3.

[17] B.O.P. de Badajoz, 25 de julio de 1855, pp. 1 y s.

[18] B.O.P. de Badajoz, 7 de septiembre de 1855, p. 1.

[19] B.O.P. de Badajoz, 28 de septiembre de 1855, p. 3.

[20] B.O.P. de Badajoz, 3 de octubre de 1855, p. 1.

[21] B.O.P. de Badajoz, 22 de octubre de 1855, p. 1.

[22] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, p. 2.

[23] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 3.

[24] B.O.P. de Badajoz, 30 de octubre de 1855, p. 1.

[25] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 2.

[26] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 1.

[27] B.O.P. de Badajoz, suplemento del Boletín del 15 de octubre de 1855.

[28] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, p. 2.

[29] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 2.

[30] B.O.P. de Badajoz, 12 de marzo de 1855, p. 1.

[31] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 1.

[32] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, p. 2.

[33] B.O.P. de Badajoz, 7 de diciembre de 1855, p. 1.

[34] B.O.P. de Badajoz, 2 de noviembre de 1855, p. 1.

[35] B.O.P. de Badajoz, 1º de octubre de 1855, pp. 2 y s.

[36] B.O.P. de Badajoz, alcance al Boletín del 1º de octubre de 1855.

[37] B.O.P. de Badajoz, 10 de septiembre de 1855, p. 1.

[38] B.O.P. de Badajoz, 19 de septiembre de 1855, p. 2.

[39] B.O.P. de Badajoz, 7 de noviembre de 1855, p. 1.

[40] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 1.

[41] B.O.P. de Badajoz, 1 de octubre de 1855, p. 1.

[42] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 1.

[43] B.O.P. de Badajoz, 12 de septiembre de 1855, p. 1.

[44] B.O.P. de Badajoz, 9 de noviembre de 1855, p. 1.

[45] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 2.

[46] B.O.P. de Badajoz, 19 de octubre de 1855, p. 1.

[47] B.O.P. de Badajoz, 24 de octubre de 1855, pp. 1 y s.

[48] B.O.P. de Badajoz, 29 de octubre de 1855, p. 2.

[49] B.O.P. de Badajoz, 30 de noviembre de 1855, p. 1.

[50] B.O.P. de Badajoz, 31 de octubre de 1855, p. 2.

[51] B.O.P. de Badajoz, 7 de noviembre de 1855, p. 2.

[52] B.O.P. de Badajoz, 9 de noviembre de 1855, pp. 1 y s.

[53] B.O.P. de Badajoz, 28 de noviembre de 1855, pp. 1 y s.

[54] B.O.P. de Badajoz, 7 de diciembre de 1855, p. 1.

[55] Ibídem.

[56] B.O.P. de Badajoz, 23 de noviembre de 1855, pp. 1 y s.

[57] B.O.P. de Badajoz, 14 de septiembre de 1855, p. 1.

[58] B.O.P. de Badajoz, 2 de noviembre de 1855, p. 1.

[59] B.O.P. de Badajoz, 28 de noviembre de 1855, p. 1.

[60] B.O.P. de Badajoz, 3 de diciembre de 1855, p. 1.

Oct 012003
 

Jesús Barbero Mateos.

Maestro

En el año 2.005 se cumple el centenario del diseño y puesta en marcha del método de la lectura por la escritura RAYAS. Supuso en su día una auténtica revolución pedagógica, en relación con el tratamiento del aprendizaje lectoescritor, por cuanto abordaba ambos aprendizajes de forma simultánea e inseparable.

Extremadura debiera aprovechar la efeméride para poner en valor, tanto la figura del personaje que lo hizo posible, el maestro serradillano Ángel Rodríguez Álvarez, como la auténtica innovación metodológica que impulsó con su obra.

Por ello, con esta comunicación, trataré de hacer un repaso en torno a la vida del personaje y los avatares de su obra, como forma de reivindicar su indiscutible contribución en la educación de tantas generaciones de hispanohablantes, comenzando por…

1.- El autor.

Ángel Rodríguez Álvarez, segundo de cuatro hermanos, nació en Serradilla en 1.877, en el seno de una familia de horneros: Juan Rodríguez Tomé, nacido en Holguera en 1.815 y fallecido en Serradilla en 1.881 y Teresa Álvarez González, nacida en Serradilla en 1.839 y fallecida en la misma villa en 1.928.

Huérfano desde muy joven, pudo estudiar magisterio gracias a la ayuda prestada por su hermano mayor, Raimundo, que ya era maestro en ejercicio.

Estuvo casado con Carmen Santillana Molina.

Cursó magisterio en la Escuela Normal de Maestros de Cáceres, siendo su primer destino Canarias. También ejerció en Granada, San Sebastián y finalmente en Cáceres. Fue presidente de la Asociación del Magisterio Cacereño. También dirigió el periódico profesional “Magisterio Cacereño”, de gran arraigo y popularidad entre los maestros de la época. En el mismo escribió numerosos artículos de carácter pedagógico.

En noviembre de 1.918 fue nombrado director de Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe”, de Cáceres, donde terminó su carrera profesional, tras conseguir el traslado desde San Sebastián. En 1.923 fue elegido vocal de la Junta Provincial de Instrucción Pública, en 1.924 fue nombrado representante de la Asociación Nacional del Magisterio y, por consiguiente, Presidente de la provincial. Durante muchos años fue habilitado del magisterio nacional en la provincia.

En 1.954, se le concedió la Cruz de Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio por parte del Ministerio de Educación Nacional, por sus numerosos méritos pedagógicos y por su dilatada y fructífera labor profesional en la escuela. Esta es la crónica del acontecimiento:

“A finales de septiembre se celebró solemnemente la imposición de la Cruz de Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio, concedida a D. Ángel Rodríguez Álvarez, el ilustre maestro autor del famoso método de lectura por la escritura “Rayas”. Inició el acto el Sr. Sánchez Yusta, hablando después el Prelado y el Gobernador Civil, y al imponerse al galardonado la condecoración valiosa, sufragada por el magisterio de la provincia y antiguos alumnos, se ofrendó un clamoroso aplauso al Sr. Rodríguez Álvarez, el que dio las gracias.

El homenaje tuvo un remate fervoroso en el grupo escolar del Madruelo, donde ejerció su magisterio don Ángel, con el descubrimiento de una lápida en su honor, hablando el Inspector Jefe de 1ª Enseñanza, el director del grupo escolar y el Alcalde de la ciudad”.[1]

Con motivo del homenaje, se removería la conciencia cultural de la ciudad. El Ayuntamiento cacereño decidió dedicar una calle al maestro: La calle nueva de Cáceres, se denominará en adelante calle de Ángel Rodríguez Álvarez, como homenaje a este gran maestro, autor del célebre y difundido método “Rayas”.[2]

En 1.985 el de Serradilla hizo lo propio en la villa, asignándole la conocida hasta entonces con el nombre de calleja de Pañero, aunque con anterioridad, el grupo escolar de niños de Serradilla que se inauguró en 1.960, llevó su nombre hasta que en 1.979, tras la construcción de un nuevo edificio, pasó a denominarse “Santísimo Cristo de la Victoria”, su actual apelación.

Su preocupación por la cultura en general, sobre todo desde el punto de vista participativo, fue en todo momento una de las constantes que marcaron su actividad vital, y a la fundación y mantenimiento de revista y periódicos se entregó con ansia y con obstinación, convencido del valor de la palabra como auténtico vínculo de transmisión de la misma, única forma de elevar el nivel real (espiritual y material), del hombre en sociedad.

A buen seguro, los versos anónimos aparecidos en El Cronista bajo el título “Luz del pueblo”, sinteticen las claves de su pensamiento en esta cuestión:

Por cada escuela que abrimos
una cárcel se derrumba.
¿Quién que medite el alcance
de sentencia tan profunda
al noble fin no propende
de que los pueblos se instruyan?

¿Pudiera de la ignorancia
abusarse cual se abusa
si en instrucción estuviera
el pueblo a mayor altura?…

Falleció en Cáceres el día 23 de febrero de 1.962, a los 85 años. Además de Rayas, escribió varios libros de texto de lecturas, aritmética y gramática para las escuelas de enseñanza primaria. De entre ellos destacamos, además de “Rayas”:

La aritmética del grado primero. Intuición por medio de grabados. Ejercicios prácticos de cálculo mental y escritos. La obra estaba pensada para ser empleada en la enseñanza de los niños que aún no sabían leer. Se desarrollaba en orden cíclico: primer ciclo, hasta 10; segundo ciclo, hasta 100; tercer ciclo, hasta 1.000. Cada ciclo contenía los ejercicios necesarios referentes a numeración hablada y escrita, operaciones, problemas y sistema métrico. Se dirigía a formar aptitudes sobre la base del número concreto, y no al aprendizaje memorístico de definiciones y reglas; de unas y otras contenía el libro pocas y muy sencillas.

Perteneció a toda una saga de innovadores en el ámbito educativo. Entre ellos destacaron su hermano Raimundo Rodríguez Álvarez, que fue una personalidad muy conocida y apreciada por ser una figura relevante entre los maestros de la provincia, de quienes era habilitado. Raimundo había sido el iniciador de algunas cartillas de lectura, que sirvieron de base para la confección de RAYAS. Falleció en 1.928. Obra suya fue Definiciones Gramaticales, editado hacia 1.910 por la editorial Sánchez Rodrigo.

También María Teresa Rodríguez Rebollo, hija de Raimundo, hizo sus incursiones en la elaboración de libros de texto con la obra Nociones de aritmética.

Ubicado el personaje, centramos a continuación el análisis en…

2.- El método.

1.905 resultaría un año difícil, conocido como “el año del hambre” en Extremadura, entre los ya difíciles años que venían soportando los campesinos de esta región. Pero también vendría a suponer un punto de inflexión cultural, como consecuencia del diseño del método Rayas, que se convertiría en una de las obras culturales más emblemáticas del siglo XX. De su mano aprenderían a leer y escribir la mayor parte de las generaciones de habla castellana de la centuria.

El autor consideraba que si el método se imponía, se habría dado un enorme paso en la lucha contra el analfabetismo y, sobre todo, se conseguiría que el niño no aborreciese la lectura, elemento instrumental básico para el posterior acercamiento a la cultura.

Grandes hombres darían sus primeros pasos por el pensamiento con este método, que constituía una verdadera obra maestra para los anaqueles del progreso y la cultura de los pueblos de habla castellana. Entre ellos era conocido como la cartilla de la i, por ser ésta la primera letra que figura en sus páginas, presidiendo su cabecera.

Se trataba de un método de lecto-escritura pionero y revolucionario en su época, ante los que se usaban en los países de habla hispana y que vendría a suponer un importante salto cualitativo en el panorama educativo del siglo XX. Veamos como se llevó a cabo su…

2.1.- Diseño y confección.

RAYAS fue ideado entre 1.904 y 1.905 por Ángel Rodríguez Álvarez, que ejercía por entonces el magisterio en Canarias, e impulsado, editado, distribuido y propagado a partir de 1.905, por Agustín Sánchez Rodrigo.

El día 1 de marzo de 1.904, Ángel Rodríguez Álvarez, desde las Palmas de Gran Canaria, escribió una carta a Agustín Sánchez, anunciándole el envío del manuscrito original de Rayas a su hermano mayor, maestro nacional en Jaraicejo, para su corrección, siendo reexpedido por éste a Serradilla, en fecha 23 del mismo mes y año.

Dicho manuscrito obra en poder de los sobrinos del autor, hijos de Raimundo Rodríguez y presenta, además del texto, indicaciones en cada página sobre los caracteres de letra para la impresión.

Una vez realizado el proyecto y ante las dudas planteadas por algunos de sus allegados, en el sentido de que pudiera llegar a imponerse en todo el territorio nacional, como él pretendía, Agustín Sánchez Rodrigo se hizo cargo del original en 1.917.

2.2.- Ruptura con los sistemas anteriores.

Haciendo un breve repaso de lo que hasta el momento del diseño de RAYAS había supuesto el proceso de lectura y de escritura, podemos establecer que el más cercano antecedente de un intento similar se remonta al siglo XVIII, concretamente a 1.780. El monarca Carlos III, por Providencia de 22 de diciembre, creó el Colegio Académico del noble arte de Primeras Letras, en cuyos estatutos se establecía, entre otras cosas, que “(…) no podrán usar los maestros de muestras talladas, ni de estampilla directa ni indirectamente, a no ser de las que saque a la luz este colegio, o algún individuo de él(…)”.

En todo caso dejamos constancia de que no existía un código ordenador definitivo al respecto. Más bien había cierta libertad, y en cada escuela se seguía un método para aprender a leer y escribir, siempre como procesos separados. A lo largo del siglo XIX el proceso didáctico mejoraría cualitativamente, aunque en lo referente a la lectura y la escritura se seguirían las pautas establecidas desde comienzos de la centuria.

Mediante R.O. de 31 de enero, contenida en la circular de 3 de abril de 1.801, con motivo de haber impreso Torcuato Torío de la Riva la obra titulada “Arte de escribir por reglas y con muestras”, mandó el Rey que se distribuyeran ejemplares de ella a todas las escuelas del reino, sociedades económicas, universidades literarias, seminarios, academias, colegios…, como forma de generalizar su uso.

En lo sucesivo, para desarrollar las enseñanzas, las obras recomendadas que podían elegir, se solían publicar por orden de la Comisión provincial, en el Boletín de la provincia. Los libros de texto eran muy elementales, teniendo el maestro libertad de elección de acuerdo con la Comisión Local, e informando a la provincial. El maestro tenía libertad y elegía bien por las recomendaciones o por los anuncios.

Cuando se promulgaba alguna orden sobre utilización de un texto concreto, lo era más por el método que por el libro en sí. Tal es el caso de una R. O. del Ministro de la Gobernación, para utilizar la ortografía de la Real Academia Española, sin hacer variación ninguna, e incluso amenazando con la suspensión del magisterio a quien no la emplease adecuadamente. De forma general, estos fueron los textos recomendados durante el siglo XIX:

  1. Lectura: se aplicarán cartillas fijas o móviles, el Silabario, de la academia, el Catón, del Colegio Académico de Profesores de Primeras Letras y elMétodo práctico de enseñar a leer, por Naharro. Se prohibía que los niños leyesen novelas, romances, comedias u otros libros perniciosos, recomendando para las lecturas: El amigo de los niñosLecciones escogidas para los niños que aprender a leer en las Escuelas PíasFábulas, de Samaniego,Lecciones escogidas, Compendio de la Historia de España, Lecciones de caligrafía y Lecciones escogidas de urbanidad.
  2. Escritura: se apuntaba como texto el Arte de escribir por reglas y con muestras, de Torcuato Torío de la Riva.

Tomando como base estos planteamientos, la organización del aula se hacía en grupos homogéneos y flexibles de niños, en atención al nivel de aprendizaje en el que se encontraban. En todas las escuelas debía haber dos aulas separadas, una para leer y otra para escribir. Cada una de ellas podía dividirse en otras subalternas en atención al nivel de conocimientos de los niños.

La enseñanza era verbal, colectiva y simultanea, de manera predominantemente repetitiva y memorística. No se estimaba demostrada la conveniencia de simultanear la enseñanza de la lectura y la escritura, por lo que se apelaba al método más acreditado. Se comenzaría con la enseñanza de la lectura, para lo cual se recomendaba que esta clase se subdividiera en tres grupos: el de los niños que conocen las letras, el de los que conocen las sílabas y el Catón y el de los que ya supieran leer.

El método predominante consistía en conocer primero el nombre de las letras usando de cartillas o abecedarios móviles, para pasar luego a las sílabas y dicciones y, finalmente, a la lectura suelta o “de corrido”. No se pasaría de un grupo a otro hasta que el anterior estuviese perfectamente dominado.

Se prohibía expresamente el empleo del deletreo para enseñar el silabeo, recomendando al efecto el uso del Silabario de la Real Academia, “(…) corrigiendo algunos defectos que contiene (…)”. Dominado bien el silabeo, se pasaría al Catón.

Conocida la lectura daría comienzo la escritura. Para su enseñanza se usaría el tipo de letra llamado bastardo español, empleando como apoyo el encerado, donde el maestro debía escribir con yeso mate.

Las primeras lecciones consistirían en enseñar a los niños a coger la pluma, colocar el papel, situar el cuerpo, la cabeza… Posteriormente se pretendía que las letras fuesen inteligibles y, finalmente, bellas, pues se otorgaba mucha importancia a ser buen pendolista.

Los niños, que eran distribuidos por el tamaño de letra que escribieran (mejor cuanto más pequeña), harían primero escritura con copias y, posteriormente al dictado.

La jornada de clases constaba de tres horas por la mañana y tres por la tarde. La hora de entrada y salida sería fijada por la Junta, según el clima u otras consideraciones. La distribución de las materias en el horario se haría en atención a estos criterios:

Clase de leer:

Por la mañana:

  1. A primera hora de la mañana, lectura.
  2. A segunda hora oraciones de la iglesia, tomadas del catecismo.
  3. A tercera hora, lecciones de Pintón o Fleuri.

Por la tarde se seguiría con la misma distribución.

Clases de escribir:

Por la mañana:

  1. A primera hora de la mañana, corte de plumas y lecciones.
  2. A segunda hora escritura.
  3. Y a tercera gramática/ortografía, en días alternos.

Por la tarde, los miércoles y sábados, doctrina cristiana y las demás, urbanidad y buena conducta.

Finalmente, el siglo XX supondría una gran ruptura en todo lo concerniente a la educación. Así al menos parece intuir de las palabras del gran pedagogo Pestalozzi,“La ignorancia del pueblo es causa de todas las miserias, y es ésta una verdad tan grande que no hay argumentos para rebatirla. ¿Qué podemos esperar de un ignorante? Miserias y calamidades; un pueblo que no progresa, retrocede, y es un pueblo muerto, porque no se mueve y la vida sin movimiento no es vida”.

Como hemos visto, hasta la puesta en marcha de Rayas, en España venían empleándose métodos obsoletos para la enseñanza de la lectura y la escritura. La lectura se aprendía en grandes murales abecedarios y en catones con abecedarios de mayúsculas y minúsculas, con letra de imprenta.

Por su parte, la escritura era aprehendida con los manidos palotes y catones. El niño era obligado a memorizar y repetir las letras, sílabas y palabras, sin llegar a comprender su contenido. En definitiva, los arcaicos carteles y silabarios eran los principales enemigos del niño y su aprendizaje.

La puesta en marcha de Rayas, vendría a revolucionar por completo el sistema educativo infantil en general y, particularmente, el relacionado con la lecto-escritura.

Entremos ya a considerar el…

2.3.- Enfoque teórico y características técnicas.

“Tomemos una pluma mojada en tinta, o un lápiz convenientemente preparado y pasemos su punta sobre un papel. En éste quedará una señal: es una raya. Se pueden producir rayas diferentes: cortas, largas, rectas, curvas, en combinaciones y posiciones variadísimas. Algunos niños creerán que las rayas tienen escasa utilidad e importancia, pero no es así. Con rayas, convenientemente combinadas, se hacen las letras, con las letras se escriben las palabras, y las palabras escritas representan las palabras habladas. Las palabras habladas representan los pensamientos: por consiguiente, los pensamientos pueden representarse por medio de rayas (…)”

Así explicaba el autor la filosofía que le había inspirado el diseño de Rayas. Ni más ni menos que facilitar el aprendizaje de la expresión del pensamiento, de hacerlo ameno y atractivo, con la puesta en marcha de un método que, desde el punto de vista técnico, puede englobarse dentro de los modelos sintéticos

La principal novedad que introdujo, fue relacionar, por primera vez, de forma clara la lectura, la escritura y las primeras nociones gramaticales, con el objeto de acabar con la ilógica separación de las artes del lenguaje en la enseñanza.

El secreto del éxito radicaba en hacer del aprendizaje de la lectura y la escritura, casi un juego para el niño, pues estaba convencido el autor de que la causa de que muchos adultos no tocasen un libro, estribaba en que su sola presencia les recordaba el martirio de los silabarios y catones. Entendía, además, que la curiosidad de los niños es muy activa, cansándose ante lo que suponga adoptar una actitud pasiva, tal como la de escuchar.

El hecho de tener en cuenta este factor psíquico, fue otro de los pilares del éxito del método. Se pretendía liberar a los niños del penoso memorismo que suponía el aprendizaje mediante estos sistemas, haciéndolo más agradable a través de una fórmula elemental: “Enseñar al niño la lectura por medio de la escritura, le permite el ejercicio de su actividad material e intelectual, le convierte en voluntario colaborador de su enseñanza y estimula su actividad, obteniendo importantes beneficios educativos”.

En definitiva, Rayas se propuso desde el punto de vista pedagógico, eliminar el aburrimiento del niño y transformar en placer lo que antes era tortura. El maestro pasaba a ser una especie de encauzador del trabajo del niño. Desde el primer día los niños no hacían palotes sin sentido, sino que escribían letras, sílabas, palabras, frases y aprendían, como escribe Montaigne que a él le ocurrió, a escribir y a leer al mismo tiempo.

La primera página tenía sencillos dibujos con combinación de varios tipos de líneas, para que el alumno al copiarlos ejercitase la grafomotricidad y direccionalidad del trazo. Luego se comenzaba con la copia de letras a la vez que se aprendía a leerlas. En definitiva, se comenzaba con el trazo, para continuar con su interpretación.

Para mostrar el aval que el propio autor concedió a las ventajas que supondría el método RAYAS en relación con la enseñanza de la lectura y la escritura, valga un extracto del prólogo de la obra.

“El procedimiento de la escritura ofrece muchas y reconocidas ventajas sobre los demás empleados hasta el día en la enseñanza de la lectura.

En aquel procedimiento, el ejercicio manual templa la aridez que para el niño ofrece el trabajo puramente intelectual, memorista, de la enseñanza por los antiguas carteles y catones.

Permitiendo al niño el ejercicio de su actividad material e intelectual, le convierte en voluntario colaborador de su enseñanza, además de ejercitarse su actividad, se estimula ésta, produciendo beneficios incalculables en la obra general de su educación. La forma y combinaciones de lo que se hace, se conocen mejor y más pronto que las de lo que sólo se ve. Considerando la lectura como un conocimiento instrumental, en cuanto sirve después para adquirir otros, la lectura por la escritura proporciona al niño este conocimiento instrumental completo.

La enseñanza de la lectura, tal y como se practica en muchas escuelas, es árida y penosa para el niño; aplicando el procedimiento de la escritura a dicha enseñanza, creemos que ésta será más fácil y agradable: urge, por lo tanto, verificar resueltamente la innovación en todas las escuelas, y para ello se ha compuesto el método “Rayas”.

En él los tipos extraordinariamente llamados de imprenta quedan proscritos hasta que la enseñanza de este grado está al terminar, y no se alternan desde el principio con los manuscritos, porque esto constituiría un peligro de regresión y una causa de embarullamiento para el niño. Hay quien se asusta de que a los niños no se les dé a conocer desde luego los tipos de imprenta. Mayor motivo hay para asustarse de que no conozcan los manuscritos, raíz de donde han nacido los otros, sobre los que ofrecen en la enseñanza ventajas inmensas.

Hemos procurado, desenvolver, diluir, espaciar todo lo posible las dificultades de lectura, gráficas y ortográficas para que presentándose aisladas al niño, a éste le sea menos penoso vencerlas; de nada sirve aglomerar en un escaso número de lecciones todos los obstáculos; éstos no desaparecen, sino que se ocultan, y por ende se hacen más difíciles de vencer(…)”.

Incluía también unas…

2.4.- Pautas para su puesta en práctica.

En cada ejemplar, el autor reflejaba unas recomendaciones para poner en marcha el método, de modo que se facilitase la tarea a los maestros que decidiesen incorporarlo a sus escuelas:

“(…) Para usar el Método, conviene practicar tres clases de ejercicios: primero de escritura en la pizarra mural, segundo de lectura y tercero de escritura al dictado o copia.

El primero iniciará a los niños en el conocimiento de cada uno de los signos y artificios de la escritura; esta lección será colectiva, pero ejercitarán los niños uno por uno; la atención de todos se concentra así en lo que hace uno de ellos y en lo que el maestro explica o pregunta con motivo de lo que se va haciendo. Este ejercicio es el más eficaz y el que constituye el nervio de la enseñanza.

El segundo se practicará leyendo lo escrito en la pizarra y lo correspondiente del libro.

En el tercero, la copia alterna con la escritura al dictado para que los niños vayan dando forma un tanto regular a su letra: al principio sólo se exigirá que lo escrito pueda leerse. Más tarde se les estimulará a esmerarse cuanto puedan, pero sin ser nunca muy exigentes.

Si la necesidad de economizar tiempo obliga a ello, puede usarse el Método de otra manera. En la clase de escritura, cada niño copia, con su ejemplar del libro delante, la lección que se le haya indicado en la última corrección. Los niños se levantan y se acercan a la mesa del maestro por turno; el niño lee en el libro lo que ha escrito, que al mismo tiempo es corregido en el cuaderno por el maestro, quien hace las oportunas advertencias; es una doble corrección de lectura y escritura.

Si el niño debe pasar a otra lección, el maestro le indica cómo se forma la letra que haya nueva, si la hay, y le enseña a leer la lección, cuya clave puede darse con la lectura de dos o tres sílabas solamente.

Últimamente, si se quiere seguir la costumbre de enseñar la lectura sin el auxilio de la escritura, puede usarse también este Método con ventaja sobre los de tipos impresos, pues al menos se podrá contar con lo que el niño haga por su propia iniciativa, inducido a ello por la facilidad de imitar los tipos manuscritos. El paso de éstos a los impresos no ofrece mayores dificultades que el contrario”.

Como puede comprobarse, las pautas no tienen desperdicio. Plantean, incluso, un sistema de trabajo rápido, para aquellos maestros que no dispusiesen del tiempo suficiente para desarrollar su actividad, o bien el número de niños fuese tan elevado que no pudiera dedicarse solamente a la enseñanza de la lecto-escritura.

Confeccionado y planteado teóricamente el método, debía acometerse su…

3.- Edición y distribución.

En primer lugar trataremos la…

A.- Cesión de los derechos de autor.

Como ha quedado puesto de manifiesto, RAYAS fue diseñado entre 1.904 y 1.905 por Ángel Rodríguez Álvarez, e impulsado, editado, distribuido y propagado a partir de 1.905, por Agustín Sánchez Rodrigo.

En 1.904, el autor contactó epistolarmente desde las Palmas de Gran Canaria, con Agustín Sánchez, anunciándole el envío del manuscrito original de Rayas. Se habían planteado dudas entre su círculo de amistades sobre la posibilidad de que el método se impusiera a nivel nacional.

Sin embargo el editor no dudó ni un momento de que tal posibilidad se fuera a hacer realidad y se hizo cargo del original, sobre el que trabajaría inicialmente durante doce años, hasta que, por fin, la propiedad de Rayas le fue vendida por el autor en 1.917, mediante el correspondiente contrato, en el que, entre otras estipulaciones, se establecía: “si hacéis alguna modificación sustancial, que afecte al fondo de la obra, tendréis la obligación de indicarlo en la portada; de ella no desaparecerá jamás mi nombre como autor”(…)”, como así sucedió.

De esta forma se inician la…

B.- 1ª y 2ª ediciones. Nace una editorial.

Sin perder un ápice de tiempo, Agustín Sánchez comenzaría a poner en marcha la maquinaria precisa para garantizar el éxito en la puesta en marcha de Rayas.

Llegado que fue el editor a Madrid, la mayor dificultad fue encontrar un taller que tuviese el tipo de letra adecuado. Lo encontró en los talleres de Apalastegui, que tenía la imprenta en la calle Pozas nº 12 de la capital, con un amplio surtido de letras, entre ellas una muy clara, tipo inglesa, procedente de una fundición extranjera.

Impresor y editor llegaron a un acuerdo. Apalastegui se encargaría de tirar la primera edición. Cada página de galvano costaría 10 pts (0´06 E), pagándose los tipos aparte.

En 1.905 llegaron a la estación ferroviaria de de Mirabel las cajas con los tipos, los galvanos y los libro. A lomos de caballerías fueron trasladados a Serradilla. La primera edición se fue acabando, empleada casi toda en propaganda. Se hacía precisa una segunda edición del método.

Agotado hasta el último ejemplar y sin disposición económica, el editor convino con el impresor Estanislao Maestre que éste hiciese exclusivamente la impresión, corriendo él con el cortado y la encuadernación, ya en Serradilla, a medida que lo fuese necesitando. Para ello compró un manual de encuadernación y adquirió en la casa de J. Esteban, C/ del Hospital nº 12 de Barcelona, una guillotina de sobremesa movida a palanca, por 175 Pts. contra reembolsadas. Era el año 1.909.

Los primeros ejemplares de la segunda edición se enviaron a los maestros que lo habían solicitado previamente, por rigurosa lista. Los pliegos en rama se acababan, al igual que las posibilidades de encargar más a Maestre.

El editor contactó con un prestamista local, tras lo cual escribió a la casa Richard Gans de Madrid y encargó una minerva tamaño folio, movida a pedal, marca Diamante, que le costó 1.100 pts; la cuarta parte al contado y el resto en letras aceptadas de 125 Pts. La máquina llegó desguazada, sin montador ni instrucciones de montaje.

Con ello cerraba el ciclo completo de producción de ejemplares. La integridad del proyecto editorial se había consumado y quedaba en sus manos. Las demás ediciones saldrían de Serradilla y tras la guerra civil, de Plasencia.

A partir de 1.920/1.921, se incrementaron las ventas hasta el punto de ser preciso comprar una nueva minerva, marca Victoria Mercurio, por 5.200 pts, pagadas a plazos mensuales. Se hizo necesario ampliar el taller; las máquinas fueron trasladadas a un pabellón de nueva planta, construido ad hoc y se amplió la plantilla, que llegó a tener 17 operarios.

La editorial comienza entonces a ensanchar sus horizontes y acomete la publicación de libros de diversos autores. En la década de los treinta llegaría la definitiva consagración de Rayas. La editorial se trasladaría a Plasencia tras la guerra civil, para poder así garantizar la entrega de pedidos, aunque también siguieron funcionando las instalaciones de Serradilla.

Pero, sin duda, uno de los elementos claves del éxito, estuvo en la…

C.- Publicidad.

Si bien autor y editor estaban convencidos de que el método era bueno, también eran conscientes de que su extensión sólo vendría después de darlo suficientemente a conocer.

Por ello se inició pronto el elemento propagandístico. En 1.905, el editor envió un ejemplar del método a los inspectores de educación de toda España, a los centros oficiales, a los diarios más importantes…

Igualmente, mandó en concepto de depósito, sin plazo de tiempo, ejemplares a las librerías especializadas en material didáctico y esperó a que llegaran los primeros pedidos. La crítica elogió la obra, pero los maestros, desperdigados por toda la geografía nacional, lo desconocían; es más, aún conociéndolo, no sabían dónde adquirirlo.

El editor, que ya había invertido más de 50.000 pesetas en el empeño, seguía convencido de que la clave del éxito estaba en la propaganda, aunque se daba cuenta que enviar circulares resultaba costoso. Cada sobre de impresos necesitaba un céntimo de franqueo.

Entonces le asaltó una idea que llevaba tiempo madurando. Si fundaba un periódico, las suscripciones y anuncios sufragarían los gastos de publicación y podría reservar una página entera para hablar y hacer propaganda del método RAYAS. Como los periódicos se franqueaban con ¼ de céntimo, se podría intensificar la propaganda, ahorrándose, además, el sobre.

Agustín Sánchez ya no permanecía fiel al refrán “el buen paño en el arca se vende”. Serradilla estaba muy lejos de los principales centros de decisión y todos los reconocimientos y honores conseguidos en diez años por el método y el esfuerzo directo de envío de ejemplares a toda España no eran suficientes.

Ante los buenos augurios y escasos pedidos, se hacía necesario multiplicar la divulgación del mismo y esto no podía conseguirse más que fundando un periódico.

Surgió entonces EL CRONISTA, como soporte publicitario de Rayas, además de constituirse en el periódico local donde expresar inquietudes, avatares históricos o noticias cotidianas.

Con el tiempo se pondría en marcha un suplemento pedagógico titulado EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA, dirigido a maestros y técnicos en educación.

Esta fue la presentación del suplemento:

“Se crea este suplemento para contribuir al progreso y la cultura de la región. Se dice que la base de la cultura es la escuela y el alma de la escuela es el maestro. Así mismo la ley limita a la escuela la acción del magisterio, sin que ello deba entenderse como prohibición de la labor fuera de este limitado ámbito.

El maestro competente y altruista, si es entusiasta de su labor más sentirá la necesidad de elevar el nivel cultural de nuestro pueblo como forma de lograr un ambiente favorable de ilustración y progreso. A medida que asciende este nivel, habrá mayor estima y aprecio para la escuela y para el maestro, que gozará plenamente de la consideración y respeto que siempre se merece.

A los maestros que así piensen ofrecemos las columnas de esta pequeña revista, que ellos sabrán hacer grande condensando en ella los detalles de su ciencia; haciendo ver al pueblo, que también saben los maestros instruir a esos niños grandes que se llaman hombres; que saben vulgarizar los importantes temas de las ciencias y allanar las dificultades de su estudio; dictar reglas prácticas y a la vez sencillas para la resolución y aplicación de multitud de problemas de evidente conveniencia y utilidad y, así mismo, sabrán mezclar entre las arideces de la técnica amenos trabajos literarios que aunque siempre con vistas a la educación, sirvan de recreo y esparcimiento al ánimo.

Se trata, pues, de un periódico donde el maestro, saliéndose de las cuatro paredes de la escuela, dando mayor importancia y esplendor a su tarea, demuestre a todos que no sólo sabe escribir sobre derechos ultrajados, promesas incumplidas, celos mal reprimidos y otras miserias de la lucha por la vida, que mezcladas con el fárrago de disposiciones oficiales y listas inconmensurables de nombres y apellidos, constituyen la prensa profesional de mayor circulación.

No abominamos de la tal prensa; muy al contrario, la creemos necesaria pues el maestro, como todo hombre, tiene sus intereses que conservar y defender.

También reconocemos la existencia de excelentes revistas al magisterio dedicadas, donde doctísimos colaboradores disertan con verdadera maestría sobre importantes y variados asuntos; pero siempre todos ellos son destinados al supuesto público del periódico, a los maestros.

Repetimos que nuestro deseo es que el magisterio se dirija al pueblo, que escriba páginas que éste busque con el afán de instruirse, que con avidez las lea con el placer de deleitarse.

Pero hay otra razón: el arma que no se limpia, el óxido la corroe, la máquina que no se usa, se empasta y entorpece, la gala que no se luce se apolilla; la inteligencia que se estanca en un villorrio y rutinariamente va amoldándose a pensar sólo en los intereses materiales, insensiblemente se embrutece, progresivamente va perdiendo el hábito de estudio, las buenas formas sociales y cuanto es el ser y esencia del hombre que teniendo un título académico, por dignidad y propia estimación está obligado a enaltecerle y honrarle con el constante ejercicio de su noble profesión, que le proporcionará el acrecentamiento de sus facultades, a más de relevante prestigio y legítima satisfacción.

Este es nuestro programa, y claro es que no cerrado en absoluto, pues como ya veis por este número, procuraremos dar la más cumplida información en cuanto a la provincia se refiere. Ahora vosotros tenéis la palabra y decid si mis proyectos os agradan; si estáis dispuestos a colaborar para que su realización sea un éxito verdadero, que honrándonos a todos también honre y dignifique a nuestra queridísima región”.

Con EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA se remitía a los maestros una tarjeta de pedido para solicitar el envío gratuito de un ejemplar de la primera parte del método. Esta promoción consiguió el incremento paulatino de pedidos. La intensa propaganda comenzó a dar sus frutos a partir de 1.920/1.921. En cinco años las ventas se multiplicaron y el negocio comenzaba a florecer.

Estas son algunas de las consignas y eslóganes que sobre Rayas se insertaron en sus páginas:

  1. RAYAS: Es el mejor método de lectura por la escritura. Los pedidos al por mayor, diríjanse a EL CRONISTA.
  2. RAYAS, por D. Ángel Rodríguez Álvarez. Premiado en cuantas exposiciones se ha presentado.

Cartilla 1ª=0,05 pts; Cartilla 2ª=0,10; Cartilla 3ª=0,10. Primera parte. (Las tres cartillas juntas en un volumen encartonado)=0,40. Segunda parte=0,50. Tercera parte=0,50. El método completo = 1 peseta.

Comenzaba a fraguarse un buen sistema de…

D.- Distribución y expansión geográfica.

El primer pedido en firme llegó, nada menos, de la provincia de Gerona. El total, nueve pesetas.

En 1.917, “RAYAS” se vendía en Barcelona, librería de José Ferriols Amant-Boqueria, 36, siendo enorme el número de Maestro que habían adoptado el excelente método de lectura por la escritura, convencidos de que este libro era insustituible, por ser el único método racional y práctico para la enseñanza de la lectura por la escritura.

Por ello se instaba a los libreros de las poblaciones de importancia donde aún no había corresponsales, a presentar proposiciones, con buenas referencias, comprometiéndose la editorial a enviar nota de las condiciones establecidas para la venta de todas las obras publicadas por la misma.

A partir de los años 20 y 30 fueron consolidándose los pedidos con una progresión imparable. Las cartillas Rayas fueron extendiéndose por las escuelas de España y en años posteriores llegaron a los países de habla hispana, siguiendo esta progresión:

Año Ejemplares
1936 469.774
1940 914.493
1942 1.000.000
1945 1.250.078
1950 1.500.000
1962 2.000.000
1963 2.023.597

El método alcanzó gran popularidad. En 1.975, según testimonio oral del distribuidor extremeño de libros de texto, Ángel Arias Muñoz, se vendió el número 40.000.000, lo cual iba comunicado en una etiqueta adjunta.

Hasta 1.975, fecha de su retirada definitiva, se venderían más de 50 millones de ejemplares en España, Hispanoamérica, algunos países europeos y Australia.

También tuvo sus plagios. Muchas editoriales imitaron el método sacando a la luz materiales semejantes. Y hubo ediciones pirata, sobre todo en la América de habla hispana.

Con el tiempo comenzarían a llegar los…

4.- Reconocimientos.

Estos son algunos artículos periodísticos que se hicieron eco del método:

“El ilustrado Profesor D. Ángel Rodríguez Álvarez ha publicado una obra titulada RAYAS, que viene a resolver el gran problema de la verdadera enseñanza de la lectura por la escritura.

Esta obra, considerada de gran utilidad para los profesores de instrucción primaria, merece ser estudiada detenidamente por aquéllos, pues es innegable que en ella plantea su autor una trascendental cuestión pedagógica, de la que se carecía totalmente en España.

Este nuevo método de enseñanza de la lectura por la escritura viene a romper el rutinarismo de otros autores, HACIENDO DESAPARECER DE LAS ESCUELAS los monótonos carteles, cartillas, catones y la escritura de palotes y perfiles…Un libro utilísimo al par que económico acaba de publicarse.

RAYAS se titula; su autor, rompiendo con los antiguos y rutinarios moldes, indica nuevos derroteros con respecto a la enseñanza primaria. Con su método, HUELGAN POR COMPLETO todos los procedimientos usados hasta aquí.

Es infinitamente superior a algunos publicados con anterioridad, por la sencilla razón que todos pueden considerarse como débiles ensayos, INSUFICIENTES A TODAS LUCES, a resolver el propósito que debe perseguirse.

Heraldo de Cádiz.

Incluso en nuestros días siguen apareciendo sentidas referencias:

“A modo de prólogo permítaseme esta licencia, tal vez poco ortodoxa, como homenaje y agradecimiento a la editorial y al autor del método y de los libros en los que aprendí a leer y escribir. Y como yo, millones de niños repartidos por los países de habla hispana, que descubrimos de esta manera la a de abanico, la e de elefante, la i de iglesia, la o de ojo y la u de uvas para, desde tan elemental conocimiento, introducirnos de forma sencilla en un mundo maravilloso de signos y símbolos, cuyos arcanos fuimos poco a poco descifrando.

Pero además, la obra que aborde el tema de la primera enseñanza en Extremadura no puede, a mi entender, pasar por alto, aunque sea a vuela pluma y fuera del contexto general, una de las realizaciones extremeñas más universalmente difundidas, fruto de la iniciativa y el tesón del reducidísimo grupo de personas que hicieron posible en condiciones sociales, económicas y técnicas extremadamente adversas, el método de lecto-escritura RAYAS, que de ello y no de otra cosa estamos hablando.

La convergencia de esfuerzos por parte de dos extremeños, naturales de la localidad cacereña de Serradilla, hizo posible, hacia 1.905, el nacimiento de tal método, (…) uno de esto hombre fue el inquieto, polifacético y aventurado Agustín Sánchez Rodrigo, que puso en tal empresa algo más que trabajo personal. El otro, su autor, el maestro Ángel Rodríguez Álvarez. A su creación le pusieron el nombre de RAYAS porque pretendían, según ellos mismos cuentan, enseñar a trazar y combinar las rayas para formar las letras, con ésta escribir palabras y representar el pensamiento con las palabras así obtenidas.(…) La iniciativa surgida en Serradilla y perfeccionada con los años en los talleres de Plasencia, fue algo más que un sueño”. Así lo refleja Fco. Javier Rodillo Cordero en su obra “Datos para la Historia Escolar de Extremadura”, en 1998.

En su época llegó, incluso, a servir de inspiración a los poetas locales:

Fuiste mi primer amor,
tú me enseñaste a querer;
más se aprende por el Rayas
porque se aprende a leer.

Tiene en maestros de niños
talentos que mucho valen:
el autor del libro Rayas,
don Ángel Rodríguez Álvarez.

También llegarían los…

Premios y condecoraciones.

Entre otros podemos destacar:

En 1.905 la Declaración de utilidad para la enseñanza por Real Orden de 5 de junio. También fue elogiado por Alfonso XIII y consiguió medalla de Bronce en la exposición de Bilbao.

En 1.906, la R.O. de 8 de junio aparecida en la Gaceta de Madrid, se recogía que “(…) S.M. el Rey, de conformidad con lo informado por la sección primera del Consejo de Instrucción Pública, ha tenido a bien declarar útil para servir de texto en las escuelas de primera enseñanza el libro Rayas, novísimo método de la lectura por la escritura (…)”

En 1.908 obtuvo Medalla de Plata en la exposición Hispano Francesa de Zaragoza. El gobierno otorgó al editor medalla de plata de los sitios de Zaragoza, por el mérito de la obra.

En 1.909 logró la segunda medalla en la exposición regional de Santiago de Compostela.

El mismo año, cuando SAR D. Juan de Borbón, Príncipe de Asturias, tenía la edad adecuada, el editor envió una carta al Rey, obsequiándole con un ejemplar del método, para que fuese empleado en la enseñanza del Príncipe. La Casa Real contestó: “Muy Sr. Mío y de mi consideración: de orden de S.M. el Rey tengo la honra de dar a Vd. las gracias más expresivas por el ejemplar del método de la lectura por la escritura “Rayas” que remitía usted para SAR el Príncipe de Asturias y que el Augusto Señor se ha dignado aceptar, haciendo a favor de Vd. una excepción a la regla general de no aceptar regalos de particulares” Emilio María de Torres (rubricado).

También consiguió la Segunda medalla en la Exposición de la Infancia de Madrid.

En 1.910 se hizo con Medalla de oro en el concurso de libros de texto celebrado en Quito, Ecuador, lo que le abriría la puerta al mercado de los países americanos de habla hispana.

Por R.O., el Gobierno dispuso adquirir 200 ejemplares para las bibliotecas tipo, previo informe favorable del Consejo de Instrucción Pública y la Junta Consultiva de Bibliotecas, Archivos y Museos.

También sumó Medalla de plata en la Exposición de Valencia.

En 1.929 consiguió Medalla de plata en la exposición Internacional de Barcelona, Diploma de honor en la exposición iberoamericana de Sevilla y Diploma de Honor en el “Concurso-Feria” que se celebró en Barcelona.

Finalmente, en 1.934 mediante R.D. fue aprobado como libro de texto para la enseñanza.

Y como no podía ser de otra forma, en torno a la gran obra, se generó…

5.- La polémica.

A finales de los años sesenta y primeros setenta, surgió la polémica sobre la autoría del método de la lectura por la escritura RAYAS, a raíz de la publicación del libro “Sin Raíces”, por parte de Víctor Chamorro.

Se trata de una biografía novelada sobre Agustín Sánchez Rodrigo, redactada por encargo de su hijo Sixto Sánchez. En sus páginas se asegura que “(…) Celestino Vega llegó a afirmar que la idea fue de Agustín Sánchez, quien acudió a Ángel Rodríguez buscando su asesoramiento como pedagogo y dándole la idea para que él la desarrollase desde el punto de vista técnico, así como para que la confeccionase caligráficamente. Estamos convencidos que Agustín participó activamente en la invención del método RAYAS. ¿Fue sólo abra suya? ¿Fue en colaboración con Ángel? ¿Aportó él la idea y Ángel la llevó a la práctica? Esto es lo que afirma Celestino Vega, hombre objetivo y equilibrado, pese al enorme fervor con que trata todo lo que se relaciona con Agustín, al que siempre consideró su querido maestro (…)”.

Tras la publicación del libro, dos sobrinos de Ángel Rodríguez Álvarez, Raimundo y Alfonso Rodríguez Rebollo, hijos de su hermano Raimundo, escribieron en el diario ABC de Madrid un artículo titulado “Sobre el método Rayas”. Corría el año 1.971. El mismo artículo fue transcrito íntegramente en el diario HOY de Badajoz el día 23 de febrero del mismo año, con el título “Rayas”. Con él trataban de rebatirse los argumentos aportados por Víctor Chamorro, a base de aportar estos otros puntos de vista:

“(…) el autor de aquel método fue Don Ángel Rodríguez Álvarez, serradillano como el editor, de quien era amigo y maestro nacional, que lo concibió basado en su cultura pedagógica, lo escribió, experimentó y sometió a comprobación fraterna(…)el libro del biógrafo de referencia, según propia confesión, es una biografía novelada y esto permite ciertas licencias en su desarrollo e interpretación del personaje, siendo, a veces, difícil conocer dónde comienza la historia y dónde termina la ficción. Pero cuando se hace referencia (…) a personas que vivieron, debe el biógrafo, si es riguroso historiador, hacer historia y no deshacerla. (…).

(…) forzado a atribuirlo oficialmente a Ángel Rodríguez Álvarez, que lo firmó, transcribe manifestaciones de persona ya fallecida que, aún suponiendo las hiciera, sólo pudo exponer una opinión personal, sin valor de testimonio histórico, pues apenas si había nacido cuando se elaboraba el Rayas.(…) y puesto ya en la pendiente donde tan fácil es el desliz irresponsable, cuando se entrevista al biógrafo o se hace publicidad de su libro(…) al referirse al editor de Rayas, se habla de “su” método y se silencia al autor(…) llegando a decir que el editor lo inventó(…)

(…) Todas estas consideraciones y algunas más se las hemos dirigido privadamente al biógrafo, proponiéndole una rectificación pública del error (…). Como la contestación no ha sido la adecuada y justa, aunque nos consta que la auténtica paternidad del método “Rayas” es reconocida por numerosas personas responsables y tan indiscutible, que jamás se dudó de ella hasta la ocasión presente, porque esta obra sólo pudo ser realizada por un pedagogo y esto fue su autor durante toda una vida dedicada a la enseñanza primaria; ante la interrogante lanzada en la biografía del editor, nos sentimos obligados a restablecer la rigurosa legitimidad de la creación de Rayas(…).La propiedad de Rayas fue vendida en 1.917 por el autor al editor, tras una serie de forcejeos y regateos epistolares, que (…)son suficientemente demostrativos del reconocimiento expreso por parte del editor sobre la propiedad intelectual del autor(…).

(…) La biografía del editor de Rayas, a quien nosotros estimamos por propios y legítimos méritos, ha sido escrita por encargo (…) de un hijo del biografiado (…). Siendo importante por figurar en letra impresa, lo sería menos si no hubiera constituido el punto de partida de pretendidas revisiones y reivindicaciones a favor de la persona del editor, que por su función y muchos méritos más de su vida, debe ser justamente tratado(…) su editorial con el Rayas se engrandeció(…)”.

La polémica quedaría acallada, una vez puesto de manifiesto que la autoría del método era de Ángel Rodríguez Álvarez, a la vez que se alababa el esfuerzo del editor para sacarlo adelante.

Sin embargo, volvió a resurgir en 1.985 al publicarse en el diario EXTREMADURA de Cáceres del día 20 de julio, un artículo titulado “El método Rayas cumple 80 años”, sin firma de autor, en el que nuevamente se atribuye la autoría del método a Agustín Sánchez Rodrigo, por eso de la no contrastación de datos antes de la publicación de un artículo periodístico.

La revista local serradillana A.J.S. lo transcribió íntegramente en sus páginas, entre cuyas líneas podía leerse: «(…) aunque (…) el invento Rayas fuera firmado por el maestro y amigo de Agustín, Ángel Rodríguez Álvarez, todo parece indicar que la idea original partió del primero (…)”. Como era de esperar, hubo pronta contestación.

En esta ocasión de la mano de Mª Victoria Mateos Rodríguez, familiar del verdadero autor del método: “(…) ¿cómo se atreven a(…) afirmar lo que no es verdad?(…) Es(…) delito querer usurpar el derecho de paternidad al verdadero autor de Rayas, Ángel Rodríguez Álvarez(…) tenemos cartas, el contrato de cesión de los derechos, en una de cuyas cláusulas se establece: “si hacéis alguna modificación sustancial, que afecte al fondo de la obra, tendréis la obligación de indicarlo en la portada; de ella no desaparecerá jamás mi nombre como autor”(…)”.

Como quiera que en ninguna de las portadas de las sucesivas ediciones, se hizo constar la introducción de modificaciones sustanciales y en todas ellas se ha reflejado que el autor fue Ángel Rodríguez Álvarez, parece claro que la polémica, además de estéril, fue provocada artificialmente, sin saber muy bien en defensa de qué intereses.

Queda, pues, demostrado claramente, que el autor de RAYAS fue el maestro serradillano Ángel Rodríguez Álvarez, así como que la obra, además de suponer un espectacular avance metodológico, contribuyó desde Serradilla, desde Extremadura a innovar el obsoleto panorama didáctico y pedagógico hispanoamericano.

Quede, pues, constancia de ello en estos coloquios, para conocimiento de toda Extremadura.


NOTAS:

[1] CURIO O´XILLO (Pseudónimo). “Mirador: Crónica”, en Revista Literaria ALCÁNTARA. Año X. Número 84-85-86, octubre, noviembre, diciembre. Cáceres, Diputación Provincial, 1.954. pág. 101.

[2] CURIO O´XILLO (Pseudónimo). “Mirador: Crónica”, en Revista Literaria ALCÁNTARA. Año XI. Número 87-88-89, enero-febrero-marzo. Cáceres, Diputación Provincial, 1.955. pág. 84.

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