Oct 012001
 

Yolanda Fernández Muñoz.

Los artistas que quisieron alcanzar el reconocimiento de las Exposiciones Nacionales con el sabor de algunas de sus medallas, practicaron géneros tipificados de agradable apariencia para sus contempladores o de elevado contenido histórico o ético, tal es el caso de José Bermudo Mateos.

El “Pintor Bermudo”, como así se le llama en muchos artículos de prensa, se inclinó muy pronto hacia el dibujo y la pintura, teniendo una buena formación académica en Madrid, que le hizo llegar a ser profesor de la Escuela Superior de pintura, escultura y grabado, optando sucesivamente a estas exposiciones, que le darían un nombre y un futuro en el camino del arte.

Participa activamente en el ambiente cultural de su época, que contribuyó en gran manera al florecimiento de la pintura extremeña de finales del XIX y principios del XX, no sólo en España, sino en Europa y América; que formó parte de las exposiciones de su época y que gozó de la simpatía de los artistas y de la crítica de su generación, ya que había sido injustamente condenado al ostracismo.

En cuanto a los géneros tratados en sus obras, el estilo paradigmático de su arte, será el costumbrismo así como los cuadros de género o los paisajes, muy importantes en sus obras, no sólo como género independiente, sino como parte integrante de su producción. A su vez, llevará a cabo obras de historia, alegorías y algunas de carácter religioso. Por tanto, Bermudo tratará todos los géneros, aunque su producción se inclinará más hacia los primeros, pues serían los que más fama y prestigio le darían a lo largo de su vida.

SU VIDA

D. JOSE BERMUDO MATEOS, nació en el Arrabal de Huertas de Ánimas, Trujillo (Cáceres), el día 9 de Noviembre de 1853, y fue bautizado en la parroquia de San José del citado Arrabal, el día 16 de dicho mes y año. Era hijo de D. Carlos Bermudo Galván y de Dña. Cándida Mateos y Fernández, siendo José el primero de un gran número de hijos. Dña. Cándida era de dicho Arrabal, hija de ricos labradores, mientras D. Carlos era de Azuaga (Badajoz) y pertenecía a la clase capitalista de aquella localidad. Estudió en Madrid en la categoría de internos en

Sobre la infancia de José Bermudo se tiene poca información. Se sabe que sus primeros años en Trujillo, comenzaría su formación escolar con el gran maestro D. Juan de Dios y pasados unos años, sus padres fijaron su residencia en Madrid, teniendo que continuar los estudios en esta ciudad, ingresando en el Instituto de San Isidro, donde se matriculó para Dibujo, cursando en un año los cuatro de geometría y dándole el pase con buenas calificaciones, para la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado. En dicha escuela, ingresaría en la clase de lo Antiguo y Ropajes, pasando al mes siguiente a la de Natural y Colorido.

Por aquella época realizó una obra, “Mefistófeles”, que mandó a la Diputación como demanda de apoyo, por encontrarse en este momento, separado de su familia, pero se le negó[1]. Algún tiempo después se le concedió a otro esta ayuda, a quien la Diputación de Badajoz le tenía pensionado por creerle hijo de aquella provincia. Pero estas premisas eran falsas, y una vez enterada de que no lo era, la Diputación de Badajoz le retiró la ayuda. En vista de esto, la Diputación de Cáceres no tuvo más remedio que otorgársela, dándole luego otra pensión para ir a Roma. Cuando Bermudo se enteró de esto, solicitó a la Diputación, que se sacara a oposición esta ayuda para llevársela el que lo mereciera, pero también esto se le negó. En vista de ello, tuvo que concurrir como alumno libre y gracias al afecto que le tenían los profesores, D. Federico Madrazo, D. Carlos Luis de Rivera, Exparter Ponzano Ponciano y Valdivieso,… encontró siempre sitio en la clase, dedicándose después a copiar en el Museo. Aquí realizó en esta época algunos cuadritos con los que se ayudaba económicamente.

En los años 1874‑75, se fundó la clase de Acuarela, en la que figuraban como maestros; Casado de Alisal, Sanz, Ferrand Domínguez, Pradilla, Mejía y otros, en la que admitieron para trabajar con ellos. Sin embargo este género tuvo que abandonarlo algunos años después por motivos de salud.

Hizo oposiciones a las plazas de pensionados a Roma por el Ministerio del Estado y ejecutaba el segundo ejercicio, cuando animado por sus compañeros que iban a París e Italia, Bermudo decide marcharse de la Academia, pero no lo consiguió y mandó extender a su petición la retirada y salió junto a sus compañeros para la Capital de Francia. Pudo hacer el viaje, pues acababa de cobrar la mitad del importe de unos cuadros hechos para el Ministerio de la Guerra, donde se retrataba a los generales D. Mariano Socias y Martínez Plover, además de una veintena de obras entre óleos y acuarelas, cuyo género cultivaba por aquel entonces, y que vendió a un negociante alemán, Sr. Bach, que se los llevó a su país.

Durante los años 1877 y 1878 estuvo en París y casi toda Italia, haciendo algunas obras y vendiendo gran parte de su arte en la capital francesa y a finales de 1878 regresa a España, concretamente a Leganés donde por aquel tiempo residían sus padres aunque viajaba continuamente a Madrid donde había vendido un retrato de Alfonso XII, de cuerpo entero y tamaño natural, al Ayuntamiento de esta ciudad. Poco después se marcha a Extremadura, pasando grandes temporadas en Plasencia y en Huertas de Animas, donde pintaría algunos cuadros sobre costumbres de la región.

Por aquella época vuelve a acordarse de la Diputación de Cáceres y remite un cuadrito pequeño, titulado “Una Manola”, dedicado a la Excma. Diputación con fecha de 1881,solicitando con este una pensión, pero se le negó por segunda vez, acordando sin embargo, concederle 125 pesetas[2].

En virtud del éxito obtenido con motivo del Segundo Centenario de gran poeta D. Pedro Calderón de la Barca celebrado en Madrid en 1881, donde quedó finalista con un boceto alegórico, decide mandar esta obra a Diputación, solicitando nuevamente una pensión. En esta ocasión tampoco tuvo suerte, acordando concederle en compensación 250 pesetas, como se puede leer en la carta fechada el 12 de Abril de 1882[3], volviendo a instalarse en Extremadura el año siguiente.

En esta época conocería en Aranjuez, a la que sería su esposa, D. Rosa Ardura Campayo, cuando iba a tomar apuntes en aquellos jardines, en compañía del pintor catalán, D. Santiago Rusiñol. De su matrimonio tuvieron tres hijos: Rafael, Aurea y Augusto, muriendo la hija cuando aún era muy pequeña.

Participaría en las Exposiciones Nacionales de 1881, 1884 y 1889, obteniendo diferentes premios y este último año, se marchará por primera vez a América central. Bermudo llegará al nuevo continente donde vendió algunas obras regresando a España poco tiempo después. El año siguiente, embarcó nuevamente hacia las Américas, pero esta vez rumbo a la República Argentina. Poco tiempo después de su llegada, estalló la revolución conocida de Juares Celma, y dada la imposibilidad por la poca estabilidad que se vivía para trabajar en aquella tierra, le obligaron a regresar nuevamente a España.

En el año 1891, Bermudo será nombrado Presidente de la Comisión de Artistas de una Exposición Internacional celebrada en Chicago, encargado de organizar los envíos de las obras a los Estados Unidos, y participando él mismo en la exposición con alguna obra, como “Las que esperan”, que aún e conserva en el Museo de Chicago. El año siguiente fue una época de triunfos para este artista por los premios recibidos en las exposiciones. Ya en el año 1893 José decide cambiar de aires y se dedicará a viajar y trabajar por toda Europa.

En 1894, Bermudo será nombrado Ayudante de la Escuela Central de Artes y Oficios en la clase de colorido y composición. El año siguiente, formaría parte del Tribunal como profesor. Por esta época sería nombrado Presidente de la clase libre en la Real Academia de San Fernando y presentaría su renuncia como Ayudante de la Escuela Central de Artes y Oficios.

El año siguiente realizará varios viajes por Francia e Inglaterra y a finales de año regresaría a España, concretamente a la Coruña, desde donde emprendería un nuevo viaje a la Argentina, en Diciembre de 1896. Durante los años 1897 y 1898 hizo varias exposiciones en Buenos Aires, en el Salón Witcomb[4], por las que sería muy elogiado en aquella capital.

Por aquella época, mientras se desarrollaba la guerra cubana, trabajó mucho para conseguir, de los españoles residentes en la Argentina hacer la suscripción para regalar el crucero “Río de la Plata” a España, como así se hizo.

Ya en el año 98 regresó a España para hacer varios encargos que D. Antonio Saralegui, gran capitalista en Buenos Aires, natural de Bilbao, le había mandado realizar algunas copias de los sitios mas celebres de la última guerra civil.

En este momento decide enviar una carta al Ayuntamiento de Trujillo (Cáceres), ofreciendo como obsequio un cuadro firmado por él de S.M. el Rey (q.D.g.) D. Alfonso XIII, pero la situación económica que atravesaba en estos momentos el municipio, le obligan a no aceptar esta obra por no poder corresponder dignamente al obsequio que Bermudo les ofrecía. El Presidente y la corporación, con fecha 31 de Diciembre de 1898, acordaron por unanimidad otorgarle una subvención de quinientas pesetas en concepto de Hijo Predilecto de Trujillo, para ayuda de sus trabajos y presentación en la Exposición Universal de Paris, motivo por el cual había solicitado la ayuda[5].

El año 1899 será uno de los más importantes de su vida, gracias a los reconocimientos recibidos por su labor artística. Este año también será nombrado restaurador del Museo Nacional de 1ª Clase, pero sin embargo no aceptó pues decide marcharse a París, traspasando su estudio de la calle Peninsular de Madrid, que años más tarde, principios del mes de julio de 1919, destruiría un incendio[6].

En el año 1901, será nuevamente condecorado en las Exposiciones Nacionales y de decide volver al nuevo continente, pero su marcha a la Argentina para decorar de forma exclusiva, el frente de la Capilla del Hospital Español de Buenos Aires, cuya tarea duraría varios años, y que se desarrollaría de forma intermitente. En 1903, se marcha a Uruguay haciendo algunas exposiciones en Montevideo, después regresa a Buenos Aires, el día 15 de Diciembre[7], donde fijaría provisionalmente su residencia y se marchará a Chile y diferentes puntos como Santiago y Valparaíso, Quillot y Villa del Mar, regresando a la Argentina por el estrecho, pues la cordillera estaba cerrada[8].

En 1906 regresa a España para realizar varias copias de los tapices de Toledo que le habían sido encargadas, alternando su estancia en Madrid con su pueblo natal y regresa a la Argentina en 1908.

Al conmemorar el primer centenario de la independencia de la República Argentina, en 1910, se reunió una representación de artistas españoles en aquel país, y formando parte del grupo, que se encargaría de recibir a S.A. la Infanta Dña. Isabel que venía para representar a España. Bermudo para esta ocasión pintaría una Alegoría de la República Argentina, que sería elogiada por la infanta, el Ministro Pérez Caballero y el Marqués de Valdeiglesias, que acompañaban a S.A. desde España. Además mantuvo una conversación con la Infanta, pues esta le recordaba gracias al afecto que su hermano tuvo hacia él y los momentos que pasó para poder terminar el cuadro de los coléricos, manifestando que la muerte de Alfonso XII, le privó de su real protección, sugiriéndole a su vez que regresara a España, pues ya se iba haciendo mayor, a lo que Bermudo contestó “en ella pienso morir”[9].

En 1913 participaría en la Exposición Nacional que se celebró en la República Argentina con un gran éxito, pasando después a Brasil, haciendo varias exposiciones en Río de Janerio, San Pablo, Santos y Porto Alegre, conquistando la gloria allí por donde pasaba.

Al estallar la guerra europea el año siguiente, se empezaron a notar sus consecuencias en todo el mundo, y en todos los órdenes. Bermudo se dedicaba fundamentalmente a los trabajos de caballete que recibía por encargo, pues era lo que más le facilitaba su vida, sin embargo ahora esta actividad se paralizó totalmente. Esta circunstancia, unida a la situación política y a su idea de poner en práctica un invento que hacía tiempo le rondaba por la cabeza, fueron la causa de regresar a España, recogiendo todas las obras que tenía depositadas en estudios de amigos pintores y dedicando los tres años siguientes casi de forma exclusiva, al estudio de lo que él denominó “palanquílice[10], por el cual obtendría finalmente un reconocimiento oficial, pues se le concedió un Diploma de Honor por su invento, en 1919 en la Exposición celebrada en la Coruña.

Por entonces el presidente de la Diputación, D. Emilio Herreros, amante del arte, comenzó a investigar la vida y obra del pintor Bermudo y poco tiempo después, el 8 de Noviembre de este mismo año, Bermudo recibe una carta del presidente de la Diputación[11] exponiendo que le habían propuesto para ser galardonado con la“Medalla de Oro al Mérito Provincial” por su destacado puesto en la pintura. Sin embargo, la “suerte” que había seguido en su tierra durante toda su vida a este pintor, una vez más le dio de lado, pues las rencillas políticas, le privaron de adquirir esa medalla, que por otra parte ya le había sido concedida. Será sin embargo a principios de Mayo de 1920 cuando la Comisión Provincial informa sobre el acuerdo de solicitar de la Diputación, se interese por adquirir alguna obra del pintor Bermudo[12]. El cese en el cargo de presidente del Sr. Herreros, sustituido por D. Fernando Muñoz Soria, enfrió el asunto que este había propuesto de pintar un cuadro alegórico sobre Extremadura como en un principio se había encargado a José Bermudo.

Este año a pesar de la edad del artista, formará parte por última vez, de las Exposiciones Nacionales. Finalmente, cuando los trámites para la adquisición de una obra del pintor para la provincia de Cáceres, parecían estar arreglados por los Diputados Srs. Álvarez, Bejarano, Grande Bandesson y otros, la muerte le sobrevino como él quería, con la paleta en la mano, igual que había realizado todos sus trabajos. A las 4 h. de la mañana del día 18 de Septiembre de 1920, José Bermudo Mateos moría en Madrid de una pleuresía, según certificado facultativo[13], no sin antes hablar con su hijo Augusto exponiéndole su deseo de ser envuelto en un sudario y enterrado de forma humilde, sin ningún tipo de representación oficial. Las noticias se comunicaron a todos sus amigos y familiares, así como a los organismos oficiales; la Academia de Bellas Artes, las diputaciones de Cáceres y Badajoz, Ayuntamiento de Trujillo,.. ofreciéndose en todo lo que fuera necesario, e incluso este último, donde gobernaba como alcalde el Sr. Durán, en aquel momento, convocaron una reunión urgente y votaron por unanimidad, sufragar todos los gastos que los funerales ocasionaran, siendo esta la categoría que correspondía a un hijo predilecto de Trujillo, sin embargo, Rafael Bermudo, concejal de esta ciudad por aquella época, agradeció el gesto que el Ayuntamiento le ofrecía, aunque no lo aceptó, pues quería que se cumpliese la última voluntad de su padre, ser enterrado de forma humilde.

Así pues, la mañana del 19 de Septiembre de 1920, José Bermudo saldría de su casa en la calle Ferraz nº 52 (Madrid), dándole sepultura en el cementerio de la Almudena, cumpliendo sus últimos deseos de que su funeral fuese algo sencillo y familiar. Estaría acompañado sólo por Juan Donaire Bermudo, un familiar, su hijo Augusto[14] y algunos amigos. Junto a su lecho se colocaron, como mudos testigos, los cuadros de San Jerónimo y San Antonio, apenas delimitados en el lienzo, como dos pedazos de ensueño a los que Bermudo dio tonalidades carnales, expresión y vida que entonces le trasmitían.

La prensa publicó también su fallecimiento, tanto los noticieros extremeños como los nacionales.[15]

Coincidió con los últimos días de la vida de este ilustre artista, el acuerdo por el cual la Excma. Comisión Provincial decidió encargarle un cuadro[16] para la Diputación, teniendo ese dispendio adecuada recompensa, pero esto llegó, una vez más, demasiado tarde. Así pues el Gobernador Civil de la provincia comunicó en sesión del 30 de Abril de 1921[17], adquirir un cuadro embocetado del pintor Sr. Bermudo en la cantidad de 2500 pesetas. El cuadro en cuestión era “Marusiña, marusiña”[18]. Con ella finalmente se quería reconocer la labor de este pintor en su tierra, cuya protección tantas veces le negó.

SU OBRA

Al estudiar el desarrollo de la carrera artística de Bermudo, veremos como ésta fue pródiga en exposiciones y premios obtenidos en las mismas, tanto en las Nacionales como en las Internacionales.

Bermudo estará presente por primera vez en 1876, con su obra “Una Bacante”,[19] que le valió una justa crítica, por el acierto que había tenido, tanto en sus líneas como en su colorido. A partir de entonces, su participación será habitual hasta finales de siglo, a pesar de que en las mismas obtuvo algunos premios, pero sobre todo muchos sin sabores. En el año 1881 vuelve a presentar una obra titulada “Antes del baile”[20]donde se plasmaban costumbres extremeñas de la provincia de Cáceres, conocida también como el baile de la manzana que se celebra la tarde del casamiento en la vía pública.

Este mismo año, con motivo del segundo centenario del gran poeta Calderón de la Barca, se celebró en Madrid un certamen de bocetos alegóricos con este tema, concurriendo al mismo sin firmar la tela, para que el jurado premiar libremente la obra, sin importar quien fuera el autor. La obra de Bermudo quedó finalista junto con la de otro artista, Pérez Rubio A., declinándose el jurado finalmente por este último, con un premio de 2.500 pesetas.

El año 1884, vuelve a probar suerte en las Exposiciones Nacionales[21] con dos obras muy distintas: “Presentes para una boda en la provincia de Cáceres”, que muestra costumbres ya perdidas, que tenían lugar en las bodas extremeñas de aquel momento y que Bermudo plasma en su cuadro mostrando además de su maestría como pintor, también una obra con valor documental sobre nuestras tradiciones. “Los mártires en el circo romano” ó “Eudoro y Cimodea” (Foto 1), obra premiada con una Mención Honorífica sería la obra presentada este mismo año, adquirida por el Estado dos años después para el Museo Nacional, recompensando la injusticia que habían hecho con anterioridad pues este cuadro tenía que haber sido galardonado con alguna medalla. Actualmente esta obra se encuentra expuesta en el Ayuntamiento de Mataró.

El año 1887, presentó una gran obra[22]“S.M. el Rey Alfonso XII visitando a los coléricos en Aranjuez”. El día que se inauguró la exposición, esta causó una gran sorpresa a Bermudo, pues su cuadro había sido tapado con una tela y le habían quitado el rótulo donde expresaba las palabras que dijo el rey, pues decían que había sido pedido por la Intendencia, para no disgustar a la reina. A los quince días de la exposición, Intendencia le mandó un oficio donde le preguntaban si tenía fotografías del cuadro, pues la reina quería verlas. Así lo hizo y volvió a recibir otro oficio para que se pasase por la Intendencia, donde en nombre de la reina le dieron las gracias y mil pesetas por las citadas fotografías. No obstante, dañados los deseos del artista extremeño de conseguir premio, su obra fue adquirida por el Excmo. Ayuntamiento de Madrid, pues se trataba de una obra pictórica e histórica. El Ayuntamiento en la actualidad la conserva en el Museo Municipal de la Ciudad y ha sido recientemente restaurada.

img1Foto 1.- “Los mártires en el anfiteatro romano” o “Eudoro y Cimodea”. Óleo sobre lienzo. (295 x 410 cm.). Exposición Nacional de Bellas Artes de 1884.
Premiada con una Mención Honorífica. Propiedad del Museo del Prado.
Actualmente se encuentra en el Ayuntamiento de Mataró.

En el año 1890 presenta en la Exposición Nacional de Bellas Artes, una obra de gran tamaño “Por la que pecamos”, que muestra un paisaje alegre de la sierra de Béjar, y un ambiente familiar, de amigos disfrutando del mismo. Esta obra obtuvo, aunque no era reglamentario, una Mención Honorífica.

A principios del año siguiente, el Círculo de Bellas Artes, organizó una exposición para fundar el periódico ilustrado, “BLANCO Y NEGRO”, que tanto progresó desde su fundación. A esta exposición solo podían concurrir obras pintadas con estos dos colores, blanco y negro. Bermudo presentó el cuadro titulado“Tentación”, que la crítica describió como uno de los mejores trabajos de la exposición. Esta obra también participaría en la primera Exposición de Bellas Artes celebrada en Barcelona el año 1891[23]. El cuadro sería uno de los más bellos de los 1240 del catálogo y estaba tasado en 6000 pesetas.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid, también organizó 20 de Diciembre de 1890, una exposición de acuarelas y pasteles, a la que Bermudo concurrió a pesar de ser un género que hacía años no cultivaba por motivos de salud. La obra presentada se denominaba “Un ángel más”, elogiada grandemente por la crítica y la prensa que se referían a Bermudo como “un artista en quien se halla confundido en una sola personalidad la fantasía del artista y el sentimiento del poeta[24]”. Esta obra también sería presentada en la Exposición Nacional de 1892[25].

El año siguiente, se celebró una Exposición Internacional en Chicago, a orillas del lago Michigan y en el Parque Jackson, que ocuparía una superficie 4.800.000 de varas cuadradas. Bermudo acudirá a esta exposición, y será nombrado “Presidente de la Comisión de Artistas para los asuntos de Chicago”, donde presentaría algunas obras en la exposición, destacando entre otras “Las que esperan”, que sería adquirida por los Estados Unidos, y se conserva actualmente[26] en el Museo de Chicago.

Sin duda el año 1892 sería un momento de gloria para el pintor Bermudo pues participaría en la Exposición Internacional de Bellas Artes celebrada en Madrid[27]con siete obras, algunas de las cuales recibirían finalmente el reconocimiento de la Academia premiando su labor con alguna medalla. Las obras serían: “Los hijos de Antonio Pérez ante Rodrigo Vázquez”, “Bajo Toldilla”, “Un cigarro que no arde”, “Echadora de cartas”, “Lección de baile”, “El guiñol” (los palos del pierrot) y “Un ángel más”, cada una de las cuales encierran algún tema; costumbres, anécdotas, momentos históricos e incluso poéticos,.. y algunas incluso sufrieron su propia aventura causando un gran disgusto a nuestro artista. Pero una vez reunidos los jurados para la distribución de premios, llamó la atención de los extranjeros, que el cuadro de referencia, “Los hijos de Antonio Pérez ante Rodrigo Vázquez”, no fuese incluido. Entonces se les dio explicaciones y manifestaron su conformidad con la exclusión del cuadro, pero manifestaron que se le debía haber colocado antes un cartel que anunciase que estaba fuera de concurso. No obstante, León Bonat manifestó que había visto cuadros del mismo autor que merecían medalla, pero los borró, señalando este en cuanto lo vio. Los jurados españoles, por otra parte, le negaron derecho a todo, pero los extranjeros, no conformes con esto, salieron a ver otra vez sus obras. El jurado francés y el austriaco de conformidad con los demás, propusieron finalmente para 3ª Medalla “Bajo Toldilla”, haciendo constar que era muy inferior a la que le pertenecía por el otro cuadro. Se puso a votación y fue aprobada por todos los jurados extranjeros, y los españoles en contra; y así consta.

Con estos antecedentes, algún tiempo después, solicitó del estado, que previa información de la Academia, le fuera adquirida la obra. Este informó y el señor presidente tuvo que llamar a algunos de los miembros del jurado, para decirles que allí eran académicos. Así pues, tasaron la obra de “Los hijos de Antonio Pérez ante el magistrado Rodrigo Vázquez” (Foto 2) en precio de 2ª Medalla y aconsejaron que fuese adquirida para el Museo Nacional. Así fue manifestado por Real Orden del 19 de Junio de 1894, pues “Bajo Toldilla” (Foto3), había sido adquirida por Real Orden del 17 de Septiembre de 1893. Ambos cuadros fueron remitidos al Museo de la Coruña por el Ministro de Fomento señor Linares Rivas, donde se encuentran en la actualidad.

img2Foto 2.- Detalle de la obra “Los hijos de Antonio Pérez ante el Magistrado Rodrigo Vázquez”. Óleo sobre lienzo (302 x 425 cm.). Exposición Internacional de Bellas Artes de Madrid, 1892. Museo de la Coruña.

Este mismo año, 1892, se celebró en Madrid con motivo del 4º Centenario del descubrimiento de América, una Exposición Histórica Americana e Hispano Europea. A Bermudo el Estado le comisionó, por conocer el país, el gran honor de representar o formar parte de la sala de la República de Guatemala. El Estado español concedía premios a los artistas que se distinguiesen en representar con mayor gusto y costumbres a la nación que les había sido asignada. El Pabellón de Guatemala, representado por Bermudo, se distinguiría por su riqueza ornamental y curiosas colecciones de objetos, en su mayor parte pequeños, que permitían juzgar sobre todo las antiguas industrias del país. El Pabellón de la Republica de Guatemala, fue premiado y se le concedió a Bermudo la Medalla de Broncepropuesta por el jurado, junto con el diploma correspondiente, además de ser invitado por el Gobierno de aquel país para ser nombrado miembro principal de Bellas Artes, aunque en este momento no pudo ser pues tenía proyectado un viaje por Europa[28].Durante todo el año 1893 realizaría continuos viajes y trabajos por toda Europa participando a su regreso, el año siguiente, en la IV Exposición Bienal del Círculo de Bellas Artes[29], donde presentaría cuatro obras tituladas: “País Nevado”, “En el café”, “Quien más mira menos ve” y “Una cabeza”, mereciendo grandes y merecidos elogios por todas ellas.

Y de nuevo formaría parte de las Exposiciones Nacionales, en la Exposición General de Bellas Artes del año 1895[30], a pesar de todo lo que había pasado, participando con dos nuevas obras; “Escenas de café” y “Fuego a bordo”, y siendo nuevamente golpeado por las injusticias que en este tipo de certámenes se cometían de vez en cuando. En esta ocasión no ocurrió lo que hasta entonces se venía haciendo en las votaciones por mayoría, decidiendo que estas fuesen «por unanimidad«. Así pues, propuesta de 2ª Medalla a favor del cuadro “Fuego a Bordo”, sería aprobada por seis jurados pintores y votada en contra por el crítico Francisco Alcántara. El señor Ferranz, sin embargo, manifestó que no se le podía dejar sin nada, así pues, se le adjudicó 3ª Medalla al referido cuadro que sería vendido después en Argentina.

img3Foto 3.- “Bajo toldilla”. Óleo sobre lienzo (55 x 80 cm.). Firmado. Exposición Internacional de Bellas Artes de Madrid, 1892. Premiado con la Tercera Medalla. Museo de la Coruña.

Debido a los incidentes ocurridos en esta Exposición, los jurados[31]: D. Alejandro Ferranz, D. Manuel Domínguez, D. Agustín Querol, D. Eduardo Pelayo, D. Jerónimo Suñol, D. Salvador Dubel y D. Ricardo Madrazo en el Círculo de Bellas Artes, le dijeron a nuestro paisano: “Bermudo, cuando usted se vuelva a presentar, hágalo sin opción a premios; usted pinta para no ser juzgado y mucho mejor que otros que, para tener premios, recurren a medios que da vergüenza, a los que usted jamás recurrirá”. Por estas razones se expatrió en 1896, pasando por Francia, Inglaterra y América del Sur, regresando a España en el año 1898 para realizar algunos encargos en Bilbao.

Durante su estancia en América realizaría en el año 1897 y parte del 98 varias exposiciones en Buenos Aires. Destacan entre ellas la que tuvo lugar en el Salón Witcomb de la calle Florida nº 364, donde todos los artistas exponían sus obras en aquella capital y uno de los pocos salones que existían para celebrarlas. Esta exposición sería completa, constituyendo una gratísima sorpresa para los asistentes a la misma, y dando muestra del arte de este brillante artista. En ella figuraban las obras que le dieron al autor la recompensa de ser condecorado y muchos retratos, paisajes y bodegones, todos ellos de gran mérito. Bermudo sería muy elogiado por los concurrentes y sobre todo por la prensa, pues supo introducir su arte en aquel país, llegando a vender un gran número de obras, además de realizar algunos encargos.

También se ha podido averiguar por la prensa del momento[32], la presencia de Bermudo en las vidrieras de la Casa de Galli, en Buenos Aires, cuyos trabajos serían dignos de mención por el gran parecido, aparte de las condiciones artísticas de las obras que se reunían, los retratos presentados del señor D. Manuel G. Llamazares y de una niñita del señor D. A. R. Cartavio. También realizaría en Buenos Aires, con gran acierto, los retratos de la Señoras Dª Cesarea Valentí de Llamazares y Dª Petronila Gorgolas de Saralegui.

Su presencia en este continente y la gran maestría de sus obras realizadas tanto en España como en Latinoamérica, le valdrían su presencia en una de las obras más importantes del momento, el Diccionario Enciclopédico Hispano‑Americano, donde se narraba la biografía y algunas de las obras más importantes, de forma bastante acertada, el pintor Bermudo.

El año 1899, cuando faltaban veinte días para la presentación de las obras en la Exposición General de Bellas Artes[33], decide preparar una tela a pesar de las polémicas ocurridas en el Círculo de Bellas Artes, unos años antes. El último día del plazo trabajó en ella hasta las tres de la tarde y la condujo en un carro desde Moncloa hasta la Exposición. El paisaje que había pintado tenía como protagonistas a dos jóvenes muchachas de aquellos contornos, así que el día de la apertura, infinidad de personas de aquellos barrios fueron para verlas. La obra se llamaba “Vaya un par” y sería condecorada con la “Cruz de Caballero de Isabel la Católica” por Real Orden del 18 de Mayo de 1899 y vendida después en América, aunque poseemos una copia del original de menor tamaño. En Bilbao la prensa[34] publicó un artículo donde anunciaba la exhibición de esta obra, “Vaya un par”, en los escaparates del Sr. Velasco en la ciudad, que describe y critica con toda clase de elogios la obra del autor extremeño. Dos años después, en 1901, otra obra de este artista participaría en las Exposiciones Nacionales[35], por mediación de su amigo pintor, D. Luis Juliá, pues le remitió el cuadro “Un buen partido” (Foto 4) desde Bilbao para que lo entregase con un cartel donde se anotase «fuera de concurso», pero su amigo no lo hizo. Poco tiempo después Bermudo recogió esta obra en Buenos Aires con un cartel donde decía “propuesto para condecoración”, y por Real Orden del 5 de Mayo de 1901, obtendría la Cruz de Comendador de Isabel la Católica por esta obra, libre de gastos.

img4Figura 4.- Detalle del cuadro “Un buen partido”. Óleo sobre lienzo (3 x 2 m). Participa en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Madrid, 1901. Premiado con la Cruz de Comendador de Isabel la Católica.

Ya en el continente americano, realizó una Exposición en Buenos Aires, en Septiembre del año 1903, en el Salón Witcomb de la calle Florida nº 364, lugar donde años antes ya había expuesto algunas obras. Este mismo año se desplazaría a Uruguay, realizando en Montevideo una gran exposición con algunos cuadros que se había llevado desde España y que todavía no había vendido[36], al mismo tiempo que realizaba unos trabajos que habían sido encargados en Argentina. Al poco tiempo estalló la guerra civil de Aparicio Saravia, y decompondría todos sus planos obligándole a regresar nuevamente a Argentina. Sin embargo a pesar de la corta estancia, la prensa[37] de Montevideo le dedicó grandes elogios por los trabajos presentados en la Exposición de la Casa Maveroff, salón de la renombrada casa de comercio, convirtiéndose en una de las pocas exhibiciones de cuadros que habían llamado la atención de forma casi unánime, al público de esta ciudad, y que incluso instaban a que su Gobierno adquiriese una sola, de los veintinueve cuadros que Bermudo exponía. Entre las críticas destacaban las obras “Vaya un par” y “Un buen partido”, que definían a Bermudo como discípulo palpitante de la escuela de Fortuny y de Rosales, por la riquísima paleta, así como la manera de exteriorizar su temperamento artístico, vigorosamente sano, y sobre todo, por la infinita poesía que exhalaba de su asunto, con un corazón lleno de los más nobles y hermosos sentimientos, rememorando hechos y tipos genuinamente españoles[38]. La Tribuna Popular de 3‑12‑1903, trae el retrato de Bermudo destacando su presencia durante quince días en la Casa Maveroff, donde tuvo lugar la exposición que le había dado fama en toda la ciudad, a pesar de que muchos de sus mejores lienzos se quedaron en Buenos Aires, y otros forman parte de las colecciones de los más importantes museos españoles.

Además de las ya nombradas, formaron parte de la exposición, entre otros, cuadros como “Viento”, “Campesina”, “Camino de Gallarta”, “Un ángel más”,..[39]. El Diario Nuevo del 16 de Diciembre1903, anuncia la marcha de Bermudo hacia Buenos Aires el día antes, donde tenía fijada provisionalmente su residencia, despidiéndole algunos de sus amigos, Eduardo Ferreira, Felipe Menini, N. Mentero Bustamante, Fernando Quijano, Clodomiro Macial, Osvaldo Bixió, Carlos B. Masini, Francisco C. Arrotta y otros, aunque volvería tan sólo quince días después para realizar por encargo, el retrato de una bellísima señorita de la alta sociedad de esta ciudad, vestida de blanco, cuadro que presentaría grandes dificultades técnicas, pero de un gran encanto, capaz de ser vencidas solamente por un maestro de los pinceles.

El cuadro “Un buen partido” pudo ser vendido en Montevideo pero el alto precio con que Bermudo había tasado su obra, hicieron desistir a sus compradores.

De vuelta en Buenos Aires, donde pasaría varios meses, de forma intermitente pues realizaría algunos viajes por Chile donde pintaría de nuevo, algunas obras por Santiago, Valparaíso, Quillote o Villa del Mar, para volver a Buenos Aires. Aquí realizaría una nueva exposición en el Salón Witcomb en el año 1905 junto a su amigo D. José Artal. Ambos formarían parte de la organización de una serie no interrumpida por algunos años, de exposiciones de Pinturas‑Arte Moderno de Escuela Española, donde por sus buenas amistades españolas darían a conocer el nombre de artistas contemporáneos de muy cimentada fama, y cuyos trabajos eran desconocidos en aquella República, no así sus nombres, promoviendo el arte español en cuantas exposiciones se celebraron. La prensa española[40] también habla de una de esas exposiciones en la que figuró Bermudo, con tres cuadros, comentando que fue una de las célebres por entonces, pero no ofrece más detalles sobre la misma.

Al conmemorar el primer centenario de la República Argentina, en el año 1910, nuestro paisano formaría parte de la representación de artistas españoles en aquel país, participando también en la exposición celebrada con tal motivo, con un cuadro alegórico que recibió la felicitación de los concurrentes, así como la de la Infanta, presente con tal motivo en este país, por el acierto y gusto en representar a todos los países que concurrieron al centenario de aquella nación. El cuadro tenía como nombre “Boceto alegórico al primer centenario de la Revolución Argentina, 1810‑1910” (Foto 5), que sería adquirida por D. Francisco Spinetto, aunque se hicieron algunas fotografías y litografías en gran tamaño y en colores, que se extendieron por todas partes, y que serían realizadas por los talleres de Jacobo Peuser de Buenos Aires, prohibiendo su reproducción según la ley número 7092.

img5Figura 5.- “Alegoría conmemorativa del 1er Centenario de la Independencia de la República Argentina 1810-1910”. Óleo sobre lienzo, 1910. Actualmente en paradero desconocido.

Tres años más tarde, tendría lugar la Exposición Nacional celebrada en la República Argentina, en la que Bermudo participaría con una obra maestra, que recibiría todos los elogios de la crítica, “Advertencia desdeñosa” o “Escena de cocina”, no pudiendo por otra parte, optar a premio con ella, ya que el reglamento en vigor por entonces, impedía al Jurado condecorarle por su condición de extranjero, sin embargo se llevaron acabo una serie de gestiones para poder adquirir la citada obra, pero no llegaron a ningún acuerdo en el precio de la misma.

Después de esta muestra pasó a Brasil haciendo varias exposiciones en Río de Janeiro, Sao Paulo, Santos y Porto Alegre. En esta última ciudad un periódico[41]publica la noticia de la exposición que en este momento se realiza en el Centro Artístico, bajo el titular “O éxito da exposiçao, os quadros de José Bermudo”. A las tres de la tarde llegarían las autoridades al edificio donde se realizaba la exposición de artes pláticas “Club Caixeiral”, para la apertura de la misma. La exposición de nuestro artista fue detenidamente observada por el Ministro de Estado, el intendente de Porto Alegre, Sr. Montaury y demás visitantes, felicitando a Bermudo por sus cuadros, destacando principalmente los de naturalezas muertas. El periódico a su vez, nos muestra una detallada catalogación de las obras presentes en la exposición, destacando algunas de ellas, como “Escena de cocina”, “vados” o “siega”… Sabemos también por la prensa del momento, la gran afluencia de público a la exposición, pues por la noche, de los dos mil catálogos publicados como guía para recorrer la galería de arte, sólo quedaba uno, teniendo que realizar una segunda edición del catálogo para el día siguiente.

También la prensa[42] nos informará de las exposiciones realizadas en Río y en S. Paulo. En Río de Janeiro, anunciará la muestra del pintor español iniciando las exposiciones del año con un gran certamen, que tendría lugar en la Galería Vieitas, de la calle Quitanda. De la colección de obras destacará dos “Escena de cocina” y “Un buen partido”, pues las demás eran “maravillosos paisajes, llenos de frescura y colorido”. Desde aquí se marchó hacia S. Pablo, donde nuevamente realizaría una exposición a la que concurrió con obras de diferentes géneros que despertarían el interés del público asistente, y que tendría lugar en la “Casa Verde”, de la Calle S. Bento. El “Estado de San Pablo”, periódico del momento, daría cuenta de la llegada del artista después de sus estancias en Río y en Santos por algún tiempo y destacará en algunas obras como “Al viento” o “Lavanderas gallegas”, la maestría del artista extremeño.

Es de suponer que realizaría algunas otras muestras de las cuales no nos ha llegado información, pues tenemos conocimiento de las mismas a través de los recortes que la segunda “compañera” de Bermudo conservó, pero sin duda su aventura por tierras americanas seguiría conquistando la gloria y dando a conocer el arte de la tierra que le vio nacer.

Al estallar la guerra de 1914, se empezó a notar en todo el mundo sus consecuencias, con problemas económicos en todos los niveles. Los trabajos de caballete, que eran los que facilitaban su vida se reducirán por lo que decide volver a España, dedicándose a trabajar en su invento, el “Palanquélice”, aparato de velocidad, cuyo funcionamiento sería sin electricidad ni combustible alguno, y que estaría destinado a lanchas de salvamento y embarcaciones menores de remo o vela. Se realizarían varias pruebas con el mismo, una de las cuales tendría lugar en Bilbao[43], con resultado satisfactorio, y formaría parte de la colección de la Exposición celebrada en la Coruña el año siguiente, donde se reconocería finalmente su invento, siendo condecorado con Diploma de Honor.

En el “Noticiero”[44], con motivo de la Exposición de pinturas en la feria y el Museo Provincial, publica un artículo por el olvidado en su provincia, el artista Bermudo Mateos, con una serie de datos biográficos e información sobre la presencia en el Museo, de la reproducción fotográfica de algunas obras del artista, pues era la única manera de poder admirar algunas de las mismas, adquiriendo mayor importancia en número y calidad, la colección de obras que allí se guardaban. De esta manera intentaban aumentar la colección con donativos de sus mejores reproducciones, y llegar con el tiempo a ser un Museo donde se atesorase las joyas de las producciones de los artistas extremeños. A su vez, la prensa[45] también nos informa sobre la presencia en un gran número de escaparates de los comercios cacereños, de fotografías, muy bien hechas, de los cuadros del artista.

El año siguiente, por el mes de Febrero, se entera de la Exposición Nacional que se va a celebrar en Madrid y decide presentarse a pesar de sus años con una obra, que se llamaba “Buenos amigos” y sería una de sus últimas galardonadas. En el mes de mayo, a pesar de su preocupación por los problemas de salud de una de sus hermanas, acudiría el día del barnizaje sólo una hora. La prensa en general se hizo eco de la maestría que el autor plasmaba en esta obra[46].

A pesar de que la muerte le llegaría el 18 de Septiembre de 1920, sus obras seguirían formando parte de certámenes de todo tipo, como la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. El acontecimiento sería de una gran importancia y Bermudo formaría parte de las colecciones extremeñas con una de sus obras más conocidas, “Vaya un par”, por lo que me ha parecido interesante introducir unas notas informativas sobre el origen y desarrollo de dicha exposición.

Unos años más tarde, en 1992, la huella de Bermudo y de su arte, se dejaría sentir nuevamente en un certamen tan importante como el que tendría lugar en Sevilla en el primer tercio del siglo XX. La EXPO’92 sería un acontecimiento histórico‑cultural en la vida de nuestro país, y Bermudo volvería a participar con el mismo cuadro que tantos años atrás nos había representado, “Vaya un par”, y que formaría parte de la colección de obras expuestas del pabellón extremeño desde el 20 de abril al 19 de mayo. Además de la obra de nuestro paisano, serían otros artistas extremeños los que harían las delicias de los visitantes al pabellón de nuestra región, como: Luis de Morales, F. Zurbarán, Aurelio Cabrera, Eugenio Hermoso, Adelardo Covarsí, Pérez Rubio, Pérez Comendador, Ortega Muñoz o Torre Isunza entre otros.

Una de sus últimas exposiciones tendría lugar en su pueblo natal, Huertas de Ánimas, durantes la semana cultural de la festividad del Cristo de la vida, donde la asociación de vecinos de la localidad, quería dar a conocer a un artista del que pocos tenían conocimiento, con una exposición de obras Bermudo,

El Museo Municipal de Madrid en el año 1997, llevaría a cabo la restauración de una de las obras del pintor Bermudo que forma parte de su colección, “S.M. el rey D. Alfonso XII visitando a los coléricos en Aranjuez”, obra de gran tamaño, con motivo de su aparición en la exposición denominada “Cánovas y la Restauración”[47], celebrada en Madrid en el Centro Cultural del Conde Duque, desde Diciembre de 1997 hasta Febrero del año siguiente.

Finalmente la última exposición, hasta el momento, donde se muestra la obra del pintor extremeño y de las que tengo constancia hasta ahora, es la celebrada en Valladolid, en el Museo Nacional de Escultura, Palacio de Villena desde el 7 de Septiembre hasta el 22 de Noviembre del año 1999, en la muestra denominada “Carlos V y Felipe II en la pintura de historia”, celebrada con motivo de la conmemoración de los centenarios de ambos monarcas[48].

img6Foto 6.- “San Juan”. Óleo sobre lienzo. Propiedad de la familia Bermudo.

Se trataba de ofrecer un recorrido sobre los diversos asuntos históricos del siglo XVI que atrajeron la atención de los artistas decimonónicos, fundamentalmente a través de pinturas españolas, poco conocidas, cuya importancia estética e iconográfica resulta decisiva para establecer un discurso encadenado sobre la imagen mítica de aquel siglo, que ha formado parte del subconsciente colectivo hasta nuestros días. Una obra de Bermudo se encuadraría dentro de esta exposición y más concretamente en la sección, «Lepanto y la imagen triunfal de Felipe II», que plasmaría en imágenes parte del reinado de este monarca, con un carácter historicista,“Los hijos de Antonio Pérez ante el magistrado Rodrigo Vázquez”, inspirado en los pintores de la época. La obra forma parte de la colección del Museo de la Coruña, que en concepto de préstamo, donaría al Palacio de Villena de Valladolid con este propósito.

Datos muy extensos hemos podido leer entre estas líneas sobre los triunfos que nuestro artista cosechó durante toda su vida, demostrando que aunque el reconocimiento le llegó un poco tarde, sería en opinión de la prensa, pintor extremeño del siglo XIX, porque no había nadie que hubiese llegado a su altura en esa época, sabiendo dejar bien puesto en su arte el nombre de la tierra que le vio nacer.


NOTAS:

[1] A.D.C. Solicitud de beca como pensionado a Roma.

[2] A.D.C. Cantidad registrada en la carta que Bermudo presenta como solicitud de beca.

[3] A.D.C. Cantidad registrada en la documentación para la solicitud de la beca.

[4] Documentado por el tríptico editado para las Exposiciones.

[5] A.M.T. Libro de Acuerdos, 31 de Diciembre 1898.

[6] “El Diario de Cáceres”, 4 de Julio de 1919. “El Noticiero” de Cáceres, 7 de Julio de 1919. “La Montaña” de Cáceres, 8 de Julio de 1919. “El Bloque”de Cáceres, 11 de Julio de 1919.

[7] Según el “Diario Nuevo”, 16 de Diciembre de 1903.

[8] Según datos extraído de una pequeña memoria del pintor.

[9] Memorias de Augusto Bermudo sobre su padre.

[10] “El Pueblo Vasco” de Bilbao, 3 de Noviembre de 1918, nos habla de una de las últimas pruebas realizadas para comprobar el funcionamiento de su invento.

[11] Por entonces ocupaba este puesto, D. Emilio Herreros.

[12] A.D.P. Libro de Acuerdo. Comisión Provincial, sesión del 4 de Mayo de 1920. Publicado en el BOE. p.186‑189. “El correo de la mañana” de Badajoz, 5 de Mayo de 1920 informa también sobre el acuerdo tomado por la Comisión Provincial. A su vez otros periódicos como “La Montaña”, “El Adarve”, ò “El Noticiero” de Cáceres.

[13] Bermudo durante su vida, había sufrido ya dos pulmonías y estaba delicado del pecho.

[14] Rafael estaba en Trujillo, bastante enfermo y no pudo asistir a los funerales de su padre.

[15] “ABC”. «Noticias Necrológicas. En Madrid donde residía, ha fallecido el laureado pintor extremeño, D. José Bermudo Mateos, á los 68 años de edad…» “El correo de la Mañana” Badajoz, “La Montaña” ó “El Noticiero” de Cáceres, 20 de Septiembre de 1920, entre otros, publican la noticia de su fallecimiento.

[16] Ante la solicitud de la Diputación para adquirir un cuadro del Sr. Bermudo, este les comunica que tiene poco que ofrecer pues lo había vendido prácticamente todo. Será D. Emilio Herreros quien le encargaría una obra que engrandeciera Extremadura, donde se vieran reflejadas las dos provincias y parece que el artista ya tenía proyectada su idea, pero la muerte le sobrevino antes de poder llevarlo a cabo.

[17] A.D.P. Previa declaración de urgencia, visto el acuerdo de la Diputación del 3 de Agosto último.

[18] “El Noticiero” de Cáceres, 14 de Junio de 1921, publica la entrega de la obra adquirida por la Excma. Diputación Provincial de un lienzo que no está terminado, pero demuestra el genio del ilustre artista. El cuadro está inspirado en un cantar gallego, pues no se pudo cumplir la idea inicial de plasmar un reflejo de la región extremeña.

[19] Catálogo de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Madrid, 1876.

[20] Catálogo de la Exposición General de Bellas Artes. Madrid, 1881.

[21] Catálogo de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Madrid, 1884.

[22] Catálogo de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Madrid, 1887.

[23] Catálogo de la 1ª Exposición de Bellas Artes celebrada en Barcelona, 1891, aparece el cuadro en el nº 41 (por orden alfabético) como obra de D. José Bermudo Mateos, discípulo de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabados de Madrid

[24] “La Ilustración Artística de Barcelona”, 22 de Junio de 1891, opus. cit. pg. 394.

[25] Catálogo de la Exposición Internacional de Bellas Artes. Madrid, 1892.

[26] Según las últimas noticias.

[27] Catálogo de la Exposición Internacional de Bellas Artes. Madrid, 1892.

[28] “Ilustración Española y Americana”, 15 de Febrero de 1893. Op. cit. pag. 106. Describe detalladamente el Pabellón de Guatemala.

[29] Catálogo de la IV Exposición Bienal del Círculo de Bellas Artes. Madrid, 1894.

[30] Catálogo de la Exposición General de Bellas Artes. Madrid, 1895.

[31] GUTIÉRREZ BURON, J. “Exposiciones nacionales de pintura en España en el siglo XIX”. Ed. Universidad Complutense. Madrid, 1987.

[32] “El comercio español en el río de la plata”.

[33] Catálogo de la Exposición General de Bellas Artes. Madrid, 1899.

[34] “El Diario de Bilbao” del viernes, 8 de Junio de 1900.

[35] Catálogo de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Madrid, 1901.

[36] Tríptico publicado con motivo de la Exposición en Casa Maveroff, C/ Sarandi nº 307. Montevideo, 22 de Noviembre de 1903.

[37] “El Nacional”, 25‑11‑1903 ó “El Diario Nuevo”, 26‑11‑1903, entre otros.

[38] “Tribuna popular”, “El progreso español”, “La propaganda” con fecha del 26 de Noviembre de1903 ó “El Tiempo” periódico fechado el 28 de Noviembre1903, hablan sobre este artista.

[39] Obras publicadas en los artículos de algunos periódicos locales americanos como: “El Diario Nuevo” del 4 de Diciembre1903; “El progreso español”del 5 de Diciembre 1903; “El Nacional” de los días 5 y 6 de Diciembre 1903.

[40] “La ilustración artística de Barcelona” del 7 Agosto de 1905.

[41] “El correio del Pueblo”, fechado el 7 de Diciembre de 1913.

[42] “El Estado de San Pablo”, Diciembre de 1913.

[43] “El pueblo Vasco”, del 3 de Noviembre de 1918.

[44] Periódico cacereño, con fecha del 13 de Septiembre de 1919, y “El Diario de Cáceres” del 15 del mismo mes.

[45] “El Correo de la Mañana” de Badajoz del 27 de Diciembre de este mismo año.

[46] “La Montaña”, “El Adarve”, “El Noticiero” de Cáceres e incluso “El Sol” de Madrid fechados en el mes de Mayo de 1920.

[47] Catálogo publicado por el Museo Municipal del Ayuntamiento de Madrid, con motivo de la exposición. La obra de Bermudo situada en pg. 140.

[48] Revista “Descubrir el arte”. Año 1, nº7. Septiembre de 1999. Op. cit. p. 22.

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