Dic 122022
 

Álvaro Vázquez Cabrera

 

             INTRODUCCIÓN

 

            José Ramón Mélida, arqueólogo madrileño bien conocido por sus trabajos en Mérida, será el encargado de la realización de los catálogos pertenecientes a las dos provincias extremeñas.

En esos años, concretamente entre 1902-1905, se intentaba orientar la disciplina arqueológica hacia la profesionalización acercándose a las corrientes europeas del momento. Ya habían aparecido decretos que dictaban la elaboración de catálogos y la Ley de Excavaciones Arqueológicas (en julio de 1911) que planteaban preceptos más racionalistas ampliando el concepto de “monumento” para incluir los de “yacimiento y ruina”.

Motivado por los diferentes conflictos bélicos, acontecidos desde principios del siglo XIX, sumado a las desamortizaciones, el estado del patrimonio histórico y monumental del país era alarmante, por lo que se necesitaba un plan de estudio y catalogación de esa riqueza patrimonial. No existía ningún precedente en España, tan solo lo más parecido fue la publicación de Recuerdos y Bellezas de España[1].

La idea de realizar el Catálogo Monumental de España surge como iniciativa de Juan Facundo Riaño, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, siempre con apoyo de Eduardo Saavedra, que por aquel entonces era presidente de la Real Academia de la Historia. El proyecto inicial era elaborar uno por provincia y con un tiempo establecido de ocho meses, siendo la encargada la Academia de San Fernando pero, a pesar de los esfuerzos de Rodrigo Amador de los Ríos y Juan de Dios de la Rada y Delgado, finalmente la Academia de la Historia también será responsable de la elaboración de los catálogos con la coordinación de una Comisión Mixta[2].

Ávila será la primera provincia que se va a catalogar, lugar al que Mélida tenía conexión por publicar algunos trabajos y alguna conferencia en el Ateneo de Madrid. Sin embargo, se elige a Manuel Gómez-Moreno, que sería el que llevaría a buen puerto todas las provincias. O eso era la idea inicial hasta que fallece su gran protector, y jefe de la Comisión Mixta, el arabista granadino Facundo Riaño. Desde el Ministerio llegaban noticias de que se debía apresurar y aligerar la empresa, por lo que se decide que no haya solo un autor: para el de Álava se elige a un joven alumno de Gómez-Moreno, Juan de Mata Carriazo; Juan Catalina García López el de Guadalajara, aprovechando su amistad con el ministro de Instrucción Pública del momento (el conde de Romanones), el de Granada Melchor Almagro Díaz, el toledano lo elaborará el conde de Cedillo, Romero de Torres el de Cádiz; mientras que Gómez-Moreno hará, finalmente, el de Ávila, León y Zamora y Salamanca[3].

Por lo que respecta a los catálogos de las dos provincias extremeñas, José Ramón Mélida se encargará del de Badajoz entre 1907 y 1910 y el de Cáceres entre 1914 y 1918. Para elaborar estos catálogos, Mélida llevó a cabo un gran trabajo de campo, ayudado por eruditos locales y recurriendo a la tradición oral. Además de todo esto, va a recopilar datos en museos y archivos extremeños pero echando mano de un gran número de colaboradores como el padre Fita, Maximiliano Macías o Vicente Barrantes, entre otros.

La estructura de los dos catálogos está plasmada de manera cronológica: “tiempos ante-romanos”, “época romana”, “época visigoda”, “época árabe” y “época de la reconquista y tiempos modernos”. Según el propio Mélida «se pide es una enumeración precisa de los monumentos […] tomando como base de clasificación la unidad histórico-cronológica»[4].

La tardanza en que los catálogos, no solo los extremeños, salieran a la luz, hará que el arqueólogo madrileño publique artículos e informes de los hallazgos acontecidos mientras que recorría las provincias[5]. El de la provincia de Badajoz se publicará en 1925 contando con tres volúmenes gracias a la intervención del académico y arqueólogo valenciano Elías Tormo.

 

  1. CATÁLOGO DE LA PROVINCIA DE CÁCERES

 

El Catálogo Monumental de Cáceres le es propuesto a Mélida el 14 de abril de 1914, siendo aprobado por Real Orden del 18 de mayo, acabándolo en mayo de 1918, aunque no se publicará hasta varios años después, concretamente en 1924. También está constituido por dos tomos de texto y tres de láminas, con la misma estructura que el de la provincia de Badajoz.

Sobre los, denominados, tiempos ante-romanos, Mélida mencionará arte rupestre, ya documentado, cuevas paleolíticas como las del calerizo cacereño o las cuevas de Castañar de Ibor, y neolíticas como las ubicadas en Aliseda, en la Sierra de Montánchez o la de Boquique, en Plasencia, por citar algunos ejemplos. En estas cronologías nombra colecciones particulares como las de Vicente Paredes o el padre Sande[6], y objetos que se conservaban en el Museo de la ciudad de Cáceres. Capítulo aparte merece el que dedica al fenómeno del megalitismo, al que dedica nueve páginas[7]. Menciona, posteriormente, sepulturas, castros y verracos, adscritos a la Edad del Hierro.

Conociendo la labor que llevaba en Extremadura desde 1906 en el yacimiento emeritense, no nos debe extrañar que el capítulo más amplio de la obra sea el que corresponde a la época romana. Empieza el epígrafe nombrando las colonias de la provincia de la Lusitania, los dos campamentos romanos dependientes de Norba Caesarina (la actual ciudad de Cáceres), Cáparra, Augustobriga, Coria y las diversas vías romanas, destacando la Vía de la Plata. También estudia, de manera separada, las ciudades de origen romano en la provincia con sus nombres latinos y los restos arqueológicos que se conservaban, entre los que se incluye Trujillo[8].

Según Mélida, no existía en toda la provincia monumento arquitectónico de época visigoda por lo que, tan solo, citará algunas inscripciones, sepulturas y fragmentos arquitectónicos[9]. En cuanto al mundo andalusí, hará referencia al Califato y los reinos de Taifas mencionando objetos de cultura material y monumentos defensivos, donde va a aparecer con gran protagonismo el patrimonio trujillano[10].

El  primer tomo del Catálogo lo va a culminar con una breve explicación sobre el proceso reconquistador de las tierras extremeñas, la participación activa de las órdenes militares, las dos sedes episcopales, el reinado de los Reyes Católicos y la aventura americana donde la región va a jugar un papel decisivo. Parte final del primer tomo y todo el segundo volumen de la obra vamos a encontrar las diferentes localidades con sus respectivos monumentos de interés histórico- artístico datados en siglos medievales y tiempos modernos.

 

 

1.1. Trujillo en el Catálogo Monumental de Cáceres

 

Como hemos mencionado anteriormente, Trujillo va a aparecer en el catálogo, de manera extensa, en el capítulo dedicado a los tiempos de dominación musulmana. La nombra como Turgielo donde residían, durante el siglo IX, la tribu berberisca de Nafza cuyo caudillo era la familia Beni-Feranic. Nos cuenta, además, que en el año 881 la ciudad va a sufrir un ataque por parte del rey astur Alfonso III, aunque no tuvo éxito de tomarla. Va a citar la obra del cronista árabe Al-Idrisi para hacer referencia que Trujillo era una plaza fuerte con buenas murallas en donde vivían tan solo gente que «se dedicaba exclusivamente a hacer correrías en territorio cristiano, asolando y saqueando los poblados»[11].

Se nombra otro cronista árabe, Ben-Sahibis-Salat, para recoger la noticia de la toma de Trujillo por parte de Fernando II de León[12], en abril de 1165[13], para volver a conseguirla unos años después el califa almohade Abu-Jacub (1184)[14].

Mélida, prosigue, mencionando las diversas conquistas y reconquistas por parte de cristianos y almohades:

 

«Tomaronla de nuevo los cristianos, pues el rey D. Alfonso VIII habla de la villa y castillo que llaman Turgello en un privilegio de donación hecho a las órdenes militares con fecha de 1195. Nuevamente la recobraron los moros, tras la victoria de Alarcos»[15].

 

Según esta cita, nos está hablando de la toma del rey castellano, Alfonso VIII, que tras fundar la ciudad de Plasencia (1186) entró en Trujillo y para atraer a las órdenes militares les concede la mitad de los diezmos y su tierra, concretamente a la Orden de Santiago que años antes se había fundado en la cercana ciudad de Cáceres[16]. Esa frontera fluctuante tiene otra reconquista almohade, tras la victoria de la batalla de Alarcos en 1196[17], para finalizar el proceso reconquistador con la toma definitiva de la ciudad por el monarca castellano Fernando III ayudado por tropas pertenecientes a las órdenes militares y el obispo de Plasencia, D. Domingo. Un acontecimiento que tuvo lugar, según nos cuenta Mélida, el 25 de enero de 1232[18].

 

1.1.1. Época árabe

 

Tras la breve reseña de acontecimientos y fechas, se va a plasmar el monumento histórico más importante de Trujillo, en cuanto a simbolismo se refiere. Se trata del, denominado, castillo, el cual se va a convertir desde el momento de su construcción en el punto de referencia y de codicia por los diferentes caudillos, monarcas y señores que pasaron por estas tierras.

Mélida, haciendo referencia al monumento, nos dice su emplazamiento en la cumbre de un cerro, en cuyo lado oriental cerraba el recinto amurallado de la villa medieval. Este recinto lo denomina como «ciudad alta o vieja», con siete puertas de las que solo se conservan cuatro[19], pero algo reconstruidas al igual que algunas torres y partes del lienzo. Además, señala que los materiales empleados son mampostería y argamasa. El castillo, al que llama alcázar también, domina la ciudad aprovechando el suave declive que ofrece por el sureste la meseta del cerro.

Es interesante señalar que Mélida hace una diferencia entre las fortificaciones castellanas y el castillo de Trujillo debido a que este último no presente torres redondas, como aquellas, sino que son cuadradas, construidas en mampostería y argamasa, destacando algunas que las identifica como «baluartes». En su interior se puede ver un recinto rectangular en cuyo lado norte, y defendida por una torre, aparece otra segunda puerta que conduce al cuerpo principal del edificio, con forma cuadrada pero irregular (la plaza de armas). Menciona que existe otro recinto, algo mayor, que se denomina plaza de San Pablo por la existencia de una ermita bajo dicha advocación (el albacar). Sobre las torres albarranas no indica absolutamente nada, pero sí indica que en un extremo hay una torre cuadrada como baluarte avanzado; por tanto, da noticia de ese tipo de torres pero sin nombrarlas explícitamente con su nombre real.

Finaliza el análisis del castillo datándolo de época árabe y que se trataría del que se habla de él durante el siglo XII[20], pero con reformas posteriores, en ambos recintos.

Tras el castillo, se menciona dos aljibes que Mélida los denomina como “A y B”. Ambos se encuentran en el recinto fortificado, uno en la plaza de armas y el otro en el albacar, que recordemos que el arqueólogo madrileño denomina como plaza de San Pablo. Sobre estos aljibes va a dar una primicia, debido a que la publicación del Catálogo se iba dilatando, en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones[21].

Sobre el aljibe A, situado en la plaza de armas del castillo, nos da las medidas, el tipo de elementos arquitectónicos empleados, así como sus materiales:

 

«Es un recinto rectangular, de 8m12 por 5m35, dividido en dos naves, por gruesos arcos y cubiertas por bóvedas de medio cañón con tragaluces o sumideros cuadrados. La fábrica es de ladrillo y el fuste de la única columna es de granito. Esta columna está en el centro, de 0m72 de altura, sin basa ni capitel. Voltean sobre ella dos arcos de medio punto y peraltados, de 1m40 y 1m50 de luz respectivamente; y a continuación de ellos hay a un lado un arco y al otro dos pequeños, pues su luz es de 0,49 a 0,70 asimismo de medio punto y peraltados […]»[22].

 

Finaliza la descripción de este aljibe comparándolo, por su semejanza, con el del castillo de Piñar y el de la Alhambra de Granada.

El segundo de los aljibes que incluye Mélida en el catálogo, es de menores dimensiones al anterior, donde nos da detalles sobre el tipo de bóvedas, arcos y materiales son los empleados para esta construcción hidráulica (tres naves con bóvedas de medio cañón, con cuatro arcos de medio punto, siendo la fábrica de ladrillo y argamasa). Finaliza fechando ambos aljibes propios del siglo XIII, aunque en el artículo que publica en 1917 plantea que fuese posterior o, incluso, mudéjar[23]. Destacamos que, tanto en el artículo como en el catálogo, aporta fotografía y planta de ambos aljibes.

 

1.2.  Monumentos de Trujillo aparecidos en el Catálogo

 

Tras mencionar los restos monumentales que posee Trujillo pertenecientes del mundo andalusí, habrá que irse hasta el segundo tomo del catálogo para encontrar más referencias de esta ciudad. Será en el epígrafe que dedica, exclusivamente, a la localidad, con una cantidad nada despreciable: hasta cuarenta hojas dedica a los monumentos de interés histórico-artísticos.

Introduce el estudio haciendo, de nuevo, una reseña histórica haciendo referencia a los diversos nombres que tuvo la ciudad por las culturas que se asentaron en el promontorio, las diferentes conquistas cristianas y almohades, cómo es el escudo de la ciudad, las diversas disputas por el control de ella[24] y, como no podía ser de otra manera, ser la cuna de conquistadores que partieron hacia América, destacando por encima de todos a Francisco Pizarro, al que denomina como el porquero de Trujillo[25].

Debido a los numerosos vestigios y monumentos artísticos que Mélida recoge en el catálogo, vamos a dividirlo en varias partes. Por un lado, analizaremos las referencias acerca a lo relativo a las defensas y fortificaciones, siguiendo por los edificios religiosos, para terminar, en un tercer subgrupo, con las casas y palacios señoriales.

 

 1.2.1. Fortificaciones

 

            Vuelve a repetir lo que ya había señalado en el primer tomo sobre las murallas que rodean el caserío, al igual que el alcázar/castillo. Sobre las siete puertas que tenía el recinto amurallado, Mélida lo duda, siendo tan solo dos propias de la Edad Media pero siempre con dos torres flanqueando dichas puertas.

Las tres puertas que son recogidas en el catálogo son las del Triunfo, la de San Andrés y la de Santiago. La primera de ellas nos dice que su nombre se refiere porque por ella fue por la que las tropas cristianas tomaron la ciudad en ese día de San Pablo de 1233. Mirando a poniente, se trata de un arco apuntado con pequeñas dovelas y, sobre él, encontramos un escudo de los Reyes Católicos sustentado por el águila de San Juan. Por su parte, la de San Andrés no está flanqueada por torres, con un arco apuntado de dovelas anchas en cuya parte superior encontramos un escudo imperial, propio del siglo XVI. Finalmente, en cuanto a la puerta de Santiago [Fig.1], situada en el sector este de la villa medieval, está flanqueada igualmente por dos torres, con una particularidad: una especie de «ventanita árabe de ladrillo». Menciona que la torre de la derecha, siempre mirando desde extramuros, es en realidad el campanario de la iglesia de Santiago. Dice, también, que encima del arco existe una hornacina gótica en donde habría en el pasado una imagen del santo. Termina la descripción mencionando los dos escudos que hay presentes en la puerta: uno de los Reyes Católicos y otro de los Altamirano/Orellana.

Otro de los monumentos defensivos que añade, es de nuevo, al castillo, pero esta vez para añadirle un número, haciendo una breve explicación del monumento. Mélida piensa que la parte del albacar es propio de los tiempos cristianos por la presencia de torres semicilíndricas y no cuadradas como las del alcázar. Este, considera que la parte más antigua es la meridional y la septentrional sería una reforma posterior. Vuelve a mencionar la ermita de San Pablo, ubicada en el albacar, siendo una capilla de tan solo una nave dividida en tres tramos por arcos ligeramente apuntados y con una bóveda de lunetos, bastante posterior, y una cabecera de tres lados.

Data a la ermita como una obra gótica del siglo XVI, finalizando por mencionar que todos los 25 de enero se celebra una fiesta cívico-religiosa para conmemorar la conquista cristiana, al igual que la existencia de la imagen de la Virgen de la Victoria, ubicada en una capilla que mira para la ciudad y que es visible desde el exterior en una hornacina entre dos torres[26].

Como vemos, el arqueólogo se hace eco de la leyenda que cierra la conquista de la villa, donde en el fragor de la batalla aparece la Virgen entre dos torres concediendo la victoria a las tropas cristianas[27].

 

            1.2.2. Edificios religiosos

 

            Trujillo, desde el momento de su conquista, cuenta con un gran número de edificios religiosos, tanto iglesias como conventos. Este apartado comienza con la parroquia más importante, situada dentro de la villa medieval: la iglesia de Santa María.

Según Mélida, poco se sabe de sus orígenes aunque conjetura que se trataría de una iglesia románica, siendo la primera iglesia que se construiría tras la reconquista. Cuenta que existe una tradición sobre el hallazgo de la imagen de la Virgen que estaría escondida en la torre, que niega (acertadamente) que sea una construcción romana; y que la imagen es la que se venera en el castillo.

Se hace una descripción del templo, fechándolo como una obra románica del siglo XIII, construida en su totalidad con cantería. Señala la presencia de un rosetón, con una portada de transición, con columnas y arquivoltas apuntadas. Recoge la noticia de la reforma de la torre efectuada en 1732 y cuyo coste fue sufragado por limosnas «cuando la torre antigua empezó a estar ruinosa». No sabemos de dónde saca esa fecha como inicio de la reforma.

A lo que hace referencia, aunque cambiando de fecha, es al terremoto de Lisboa de 1755 que va a afectar, gravemente, a la estructura de la torre desplomándose, en su esquina noroeste, tres cuerpos de vanos superiores y parte del inferior[28]. Ese estado quebradizo va a llegar hasta mediados del siglo XIX, cuando el ayuntamiento de Trujillo, ante las quejas de la población, va a iniciar los trámites necesarios para demolerla[29]. Tras varios litigios entre instituciones, finalmente, en 1871 desmontan los dos cuerpos superiores[30].

Como hemos mencionado anteriormente, niega que el origen de la torre fuese romana, aunque la denominasen como Turris Julia por ser la antigua ciudad romana de Castra Julia, citada por Plinio[31]. Esta falsedad fue copiada por numerosos autores, entre los que menciona a Díaz Pérez[32], pero, también menciona a Antonio Ponz[33] para negar esta afirmación: «no tiene apariencia de que la mandase hacer Julio César, ni de que sea la Turris Julia»[34].

A estos dos, vamos a añadir a otro par de autores, entre otros, que consideraban a Trujillo como la supuesta colonia romana. Estos serán el padre Mariana[35] y el protoarqueólogo, y juez de profesión, José de Viu[36].

Mélida habla de su estado de ruina, de sus materiales y la describe de manera detallada para, posteriormente, describir el interior del templo siendo «de tres naves, muy alta la central con arcos de medio punto y apuntados en la división de naves y en las laterales, todo esto sobre pilares cuadrados con columnas adoradas, una en cada lado, y capiteles con hojas estilizadas […]»[37].

Eso en cuanto a lo que considera obra del siglo XIII, ya que encontramos trazas góticas como son las naves de crucería, ya construidas en los siglos XV-XVI, con un crucero y ábside de  tres planos cubierta por una bóveda de crucería. Los capiteles, con decoración de cabezas y hojas, son románicos. En el lado de la Epístola estaba la sacristía, mientras que en el lado del Evangelio aparece una puerta cegada. El coro, a los pies de la iglesia, presenta bóvedas de crucería y arcos escarzanos, siendo su promotor el obispo Vargas Carvajal[38]. Sobre los púlpitos, situados a ambos lados de la capilla mayor, los describe detallando su decoración. Menciona el retablo situado en el lado del Evangelio (del siglo XVI, posible tríptico donde se representan los dos Santos Juanes, a Jesucristo en el centro y de fondo un paisaje «de Jerusalén») en donde se encuentran los sepulcros de los padres del Cardenal Cervantes, nacido en Trujillo en 1513[39]. En esa misma zona hay dos altares colaterales con tablas de la Anunciación, del siglo XVI, y del Nacimiento del Niño Jesús.

Al retablo mayor, como creemos que es lo más lógico y conveniente, lo deja aparte para describirlo debido a su importancia, pero antes recoge las pilas bautismales. Una de granito con decoración renacentista y la antigua, con una cruz de Malta y en la que recoge la leyenda de cómo Diego García de Paredes sacó esta pila para ofrecerle a su madre agua bendita por no poder escuchar los oficios.

Del retablo mayor nos dice lo siguiente:

 

«Es un importante retablo gótico, del siglo XV, con veinticinco pinturas en tabla. La parte arquitectónica es de talla dorada, formando compartimientos con arcos conopiales adornados con lobulados y grumos, frisos y crestería. El retablo así construido se adapta al fondo del ábside en forma poligonal. En el centro […] que es hueco de camarín o nicho, hoy ocupado por un grupo escultórico moderno que representa el Misterio de la Asunción de la Virgen. […]»[40].

 

Sobre las tablas, lamenta que se desmontaran en algún momento para restaurarlas; noticia que aporta por mencionarlo Ponz[41]. Indica cuáles son las tablas, de izquierda a derecha, en los diferentes cuerpos, siendo el primero imágenes que representan: el abrazo de San Joaquín y Santa Ana, el Nacimiento de la Virgen, los Desposorios de la Virgen y San José, y la Anunciación. En el segundo cuerpo, de derecha a izquierda: la Visitación, la Natividad, la Epifanía y la Circuncisión. Culmina, en el tercer cuerpo, la Huida a Egipto, la Disputa de Jesús con los doctores, la Santa Cena y la Asunción de la Virgen, con una tabla central de la Coronación de Nuestra Señora. En los extremos de los tres cuerpos hay otras seis tablas más estrechas en las que se representan a los doctores San Ambrosio y San Agustín, y los cuatro Evangelistas. En la parte del zócalo, encontramos la Oración en el Huerto, el Descendimiento, el Prendimiento, una alegoría de la resurrección de la carne, la Resurrección del Señor y su Ascensión.

Por tanto, Mélida hace una descripción muy detallada de las tablas que componen el retablo de la iglesia de Santa María la Mayor, fechándolas como góticas del siglo XV, y considerando que su autor «tira al estilo de Durero»[42] pero de mano española con tradición flamenca, para más tarde, anotar por encima del texto que se atribuían a Fernando Gallego[43].

Como cualquier otro templo religioso, cuenta en su pavimento con una gran cantidad de losas sepulcrales, pero Mélida recoge en su catálogo tan solo siete por ser, según su criterio, las más importantes. Son las de Juan de Orellana, Sancho de Bonilleja y su mujer Isabel Álvarez de Torres, el de los Vargas, el del caballero D. Luis de Carvajal y su mujer Dª Constanza de Hinojosa, el de la familia Loaisa, el del canónigo Gonzalo Blázquez y, dejando para el final, el de Diego García de Paredes.

A todos los sepulcros los describe ubicando su lugar en el templo, así como los elementos decorativos que puedan tener y sus respectivos escudos nobiliarios. Entre todos los que recoge vamos a destacar el de García de Paredes que lo describe de la siguiente manera:

 

«Está adosado al muro del lado de la Epístola, junto a la puerta del S. y es muy sencillo pues se compone tan solo del arca lisa y encima un hueco en arco apuntado, en cuyo fondo está grabado el largo epitafio. A pesar de su sencillez es notable este sepulcro por lo famoso del personaje cuyos restos contiene. Diego García de Paredes, por extraordinaria fuerza llamado el Hércules extremeño o Sansón español nació en Trujillo a 20 de Marzo de 1466; dedicado a las armas estuvo en Italia y murió en Bolonia el año 1530 […]»[44].

 

Como podemos observar, recoge las noticias de su gran fuerza y valentía en las guerras de Italia, junto al Gran Capitán; además de hacerse eco de su apodo como Hércules o el Sansón[45]. Termina todo con el epitafio grabado en latín.

Tras la descripción, bastante extensa, de la iglesia de Santa María, prosigue con la de Santiago. Señala, de nuevo, que se encuentra junto a la puerta homónima y que una de las torres de dicha puerta corresponde con la torre del campanario de la iglesia. Indica que se trata de un templo románico del siglo XIII pero con reformas del siglo XVII, hecho que se demuestra por las tres naves clásicas con pilastras toscanas, arcos escarzanos y bóvedas de arista. A ambos lados del presbiterio hace notar unos escudos de los Tapia y los Paredes, siendo la capilla mayor construida en el siglo XV con bóveda con nervios en cuyas claves destacan conchas de Santiago. El lado del Evangelio lo va a describir, con gran detalle, así como la capilla gótica de D. Diego Alonso de Tapia y su mujer Dª María de Loaisa. Termina el análisis con el retablo clásico con columnas con una imagen del santo obra de Gregorio Hernández[46].

En el nº 1083 del catálogo, incluye una imagen de Nuestra Señora de la Coronada, que ubica en la parroquia de Santiago[47]. Nos dice que perteneció a la antigua ermita del castillo, siendo la que encontrarían oculta tras la conquista cristiana en la Torre Julia, pudiéndose datar del siglo XIII, policromada, con el Niño Jesús sentado sobre las rodillas de la Virgen, la cual está sentada y llevando en la mano derecha un lirio. Según Mélida, tiene más importancia arqueológica que artística.

La tercera iglesia que se incluye es la de San Martín[48], obra de los siglos XV- XVI[49], ubicada en la plaza, con escalinatas por el oeste y una lonja por el sur. La describe aportando datos sobre sus materiales, sus dos torres, sus dos portadas[50] y su interior[51]. Destaca algunos enterramientos como los del Cardenal D. Gaspar Cervantes de Gaete[52], en el lado de la Epístola; el de los hermanos González, el de Luis de Camargo y su mujer Beatriz Álvarez. En el lado del Evangelio incluye los de Francisco de Mendoza. En las capillas del Señor de la Salud nombra el sepulcro de D. Gonzalo Hernández Regodón y en la de Santa Ana un lienzo regalado por la familia de los Bejarano que representa a la Sagrada Familia[53].

El catálogo va a proseguir con los conventos de la ciudad, léase el de la Concepción, el de San Miguel y de Santa Isabel, y el de San Francisco. Del de monjas concepcionistas nos indica que fue fundado en el siglo XV por Catalina Álvarez Altamirano sobre unas casas de su propiedad, ampliando el edificio aprovechando solares limítrofes de los Vargas Hinojosa y por los Mendoza. La torre de la iglesia corresponde al palacio de la fundadora, con ventanas góticas, mismo estilo de la portada principal del templo.

En el interior de la iglesia, Mélida incluye una escultura que le parece interesante de resaltar. Se trata de una estatua orante del caballero Gómez Sedeño de Solís, la cual se encontraba en el suelo, junto al púlpito, bajo la entrada de la capilla de los Vargas. Añade, a esto, acciones de vandalismo: «está pintarrajeada», al igual que el escudo que estaba partido.

Sobre la iglesia de San Miguel y de Santa Isabel, nos dice que se trata de un convento de monjas dominicas que fundó la mismísima reina Isabel la Católica, en cuyo interior encontramos una sola nave de bóveda de cañón, con un coro con bóveda de crucería con arcos de medio punto. Para Mélida no tiene ninguna particularidad de ser destacada salvo las losas sepulcrales, dos lienzos y la talla de una virgen. Esta se trataría de una imagen de la Dolorosa, obra del siglo XVIII, que se encontraba en el altar mayor; mientras que los dos cuadros representaban, uno a Santa Cecilia, y el otro a Santa Catalina, ambos del siglo XVII[54].

El tercer, y último, convento que se cataloga es el de San Francisco. Fundado por los franciscanos en 1502[55], con una fachada lisa, con una portada de arco de medio punto y una hornacina donde se encuentra una imagen del santo principal. En la parte izquierda aparece un escudo de Carlos V y en la otra el escudo de Trujillo, culminando el conjunto la imagen del Padre Eterno. El interior consta de una sola nave con crucero y cabecera de tres lados, todo de estilo gótico[56] con arcos apuntados, bóvedas de crucería, cúpula sobre pechinas; con capillas en los dos primeros tramos de la nave, con un coro con bóveda de crucería y arco escarzano.

El retablo mayor es barroco, con zócalo y un cuerpo con columnas de orden compuesto y una hornacina central donde se encuentra la imagen de la Virgen, posiblemente del siglo XVII y capillas laterales con esculturas barrocas del siglo XVIII. En la cúspide hay una imagen de San Francisco.

El convento presenta un claustro de estilo herreriano, siendo el piso inferior de arcos de medio punto sobre pilares toscanos y bóvedas de arista, mientras que en el superior los vanos son adintelados con columnas toscanas.

Sobre la imaginaría del convento va a destacar una talla de la Virgen con el Niño, del siglo XIII, un lienzo que representa a la Asunción[57] y una estatua orante de Hernando Pizarro [Fig.2], hermano del conquistado del Perú[58]. Esta escultura representa al caballero arrodillado sobre un almohadón, vestido con una armadura completa con adornos renacentistas, con la falta de las manos y parte de la espada; representando a un hombre entrado en años según se ve por la cabeza, barbado y con una expresión severa. En el pedestal aparece una inscripción moderna y otro que dice Propiedad de la Sra Marquesa de la Conquista.

 

1.2.3. Edificios señoriales

 

            Tras nombrar, describir y analizar los diversos edificios religiosos de la ciudad de Truijillo, vamos a llevar a cabo el estudio de todos los monumentos patrimoniales de carácter nobiliario con los que cuenta la ciudad cacereña, tanto intramuros como extramuros.

Empezamos con la, conocida como, torre del Alfiler. Nombre que procede por la aguja que lleva en el remate del chapitel. Como hace con todos los monumentos, menciona los materiales empleados y fechándolo: recoge la tradición de que se construyó en conmemoración por el título de ciudad concedido por el monarca castellano Juan II en 1432, aunque él no cree que sea así. Eso sí, nos dice que forma parte de la casa palacio de los Orellana-Chaves, también conocida como la Casa de la cadena, por unas que aparecen en la puerta del edificio y que supone que tiene derecho de asilo esta casa pero sin más interés en su interior salvo la crestería gótica calada y el escudo de las dos familias en azulejo.

Mélida nombra unas Torres llamadas del Alcázar, que viendo los tomos correspondientes a las fotografías que aporta al Catálogo, se está tratando de la casa fuerte de los Bejarano [Fig. 3]. Sobre las torres plantea la idea de que pertenecieran a dos edificios distintos cuya función era la defensa de la villa medieval y donde se cree que fue la casa donde se hospedaron los Reyes Católicos durante su estancia en la ciudad. Plantea que si las dos torres son solo de un edificio, este sería de grandes dimensiones. Las torres son de mampostería con ventanas con arcos de ladrillo siendo datadas en el siglo XIII, aunque una de ellas podría ser posterior.

Por lo que respecta a la casa de los Bejarano, además de describir cómo es la portada, hay que destacar el escudo nobiliario de la familia y la inscripción[59] en el medio de la fachada que hace referencia al águila de San Juan protector y que indica el recuerdo de haberse hospedado los monarcas en ella.

La casa de los Pizarro [Fig. 4] se encontraba, en aquellos momentos de la visita de Mélida a Trujillo, en ruinas, lo que va a lamentar profundamente: «causa penosa impresión ver arruinada la casa solariega de esta familia cuyo nombre enalteció Francisco Pizarro, el conquistador del Perú»[60]. Pero, indica bastante acertado, que no se trata de la casa donde nació, sino su padre el capitán Gonzalo Pizarro y sus ascendientes. Nos habla que lo único conservado de la casa es la portada, con un arco apuntado de influencia mudéjar, parte del muro y el escudo de la familia que consta de una encina con dos cerdos empinados. Fecha la casa como obra del siglo XV.

Otra de las casas solariegas que aparece en el Catálogo es la de los Rol-Zárate y Zúñiga, también conocida como la “Casa de las Palomas”, por las cinco que aparecen en el escudo de la familia Rol. Aparecen, también, en el blasón la banda de los Zúñiga y las hojas de álamo de los Zárate. Para Mélida lo más interesante desde el punto de vista artístico es el patio interior de la casa, con arcos apuntados sobre pilares góticos y una galería superior de arcos góticos sobre columnas jónicas y ménsulas renacentistas. Este patio presenta dos bellas escaleras góticas, siendo todo ello una casa propia de los siglos XV-XVI.

La casa de los Escobar, la denomina como “casa de la escalera” por una que hay en el exterior y que se utiliza para acceder a la vivienda. Se encuentra cerca de la puerta de San Andrés y comprendida entre las casas fuertes que formaban parte de la segunda línea de defensa, la cual corresponde la torre de la casa situada en un ángulo. Termina describiendo la torre con sus respectivos vanos y nombra el escudo de la familia (escobas por los Escobar y tres fajas por los Mejía).

La casa de Calderón presenta dos ventanas, una gótica cuadrada sobre ménsulas y la otra en arco de ladrillo. Su interior consta de un patio porticado con arcos rebajados sobre pilares góticos, donde se encontraba en un pilar el escudo de la familia. Enfrente de esta casa se encuentra la de la familia Calderón-Torres, donde describe la fachada y nombra el escudo[61], al igual que hace con la casa de los Hinojosa.

En la plaza de Santiago se encuentra una de las casas fortaleza más importantes de la ciudad a la que, Mélida, dedica muy poco tiempo. Tan solo menciona que su torre flanquea la puerta de Santiago, así como su fachada principal. Añade la rejería, del siglo XVI, el escudo con cinco llaves,  y su uso: asilo de ancianos.

En la casa de los Altamirano, con portada de medio punto y escudo de diez roeles, nos encontramos con un patio y una capilla que presenta un arco de medio punto con lacerias mudéjares, y en cuyo interior quedaban restos de un bello friso con esgrafiados renacentistas. También hay una escalera que da para un salón con chimenea en cuyo testero presenta un blasón y en las paredes se conservaba un friso con esgrafiados y el escudo de la familia.

Por lo que respecta a monumentos que se encuentran fuera de las murallas de la villa medieval, en el Catálogo aparecen más casas y palacios, tales como el de Juan de Orellana Pizarro, el de los Ballesteros, el de Juan Fernández Pizarro, el de los Vargas y Carvajal, el de los marqueses de Sofraga; edificios públicos como las casas del ayuntamiento y monumentos, algo más alejados de la plaza mayor, como el rollo jurisdiccional.

De la casa-palacio de D. Juan de Orellana Pizarro nos dice que está situado «inmediato a la puerta del Paso y las murallas», con elementos constructivos propios del siglo XVI como arcos escarzanos, galería con columnas jónicas y portada adintelada. En su interior aparece, a la izquierda, una escalera que da acceso a una cámara construida dentro de la torre donde hay un aljibe subterráneo. Mélida va a destacar el patio interior de galería de dos pisos, contando el inferior con arcos de medio punto y en el superior con dinteles, dobles ménsulas y capiteles jónicos, algo propio del plateresco. Añade que en la galería alta hay una balaustrada y el escudo flanqueado por ángeles tenantes, mientras que en la baja encontramos la cocina y al fondo la caballeriza.

En aquellos momentos que recoge Mélida la información, el palacio estaba algo abandonado hasta el punto que «el vulgo llama patio de la tahona»[62] recomendando que este palacio, del siglo XVI, debería adecentarse para su futura conservación.

La amplia información que da sobre el palacio anterior contrasta con la que va a dar de la casa perteneciente a la familia Ballesteros que tan solo hace una descripción nombrando los materiales utilizados, la fachada con el balcón corrido, la portada con columnas y el frontón, el escudo de la familia y haciendo referencia a una reforma reciente sufragada por el duque de Valencia, esposo de la heredera de los marqueses de Santa Marta[63].

Con el nº 1108 del Catálogo, aparece el, denominado por Mélida, como Palacio de D. Juan Fernando Pizarro. Lo sitúa en la plaza, en su parte poniente haciendo esquina con la calle de la carnicería[64], siendo «el palacio más suntuoso y magnífico» de todos los construidos fuera de las murallas tras la conquista de América. Lo va a fechar, suponiendo su construcción a finales del siglo XVI o principios del siglo XVII, aunque hace una rectificación y añade en letra pequeña el año de 1550[65]. A partir de ahí, lo describe como hace con todos mencionando los materiales que se han usado para edificarlo y mencionando los elementos que se pueden contemplar, catalogándolo como una obra «pseudo-plateresco, en el que se deja sentir el barroco». Termina la descripción con el balcón en esquina, pero sin dar ningún detalle al escudo nobiliario de encima.

Como se puede observar, Mélida está hablando, sin ningún tipo de dudas, del majestuoso y bello palacio del Marqués de la Conquista, que en aquellos años era propiedad del marqués de Albayda.

Otro palacio situado en la plaza mayor de la ciudad es el que pertenece a los condes del Puerto, el de los Vargas y Carvajal. Se trata del que conocemos, hoy, como el de los Duques de San Carlos. Nos dice que está cerca de la iglesia de San Martín, haciendo esquina con la calle de García, siendo de estilo plateresco «un tanto barroco», del siglo XVII. Se trata de un palacio que consta de cuatro pisos, con una portada barroca y una puerta adintelada con dos columnas jónicas a cada lado y encima de todo, un escudo nobiliario. Sobre la portada hay un balcón con dos columnas jónicas coronado por un frontón y un escudo con el águila bicéfala. Nos dice que hay otro balcón que hace esquina donde resalta un busto varonil y encima aparece otra águila bicéfala sosteniendo un escudo. En la fachada que da para la calle García, hay una elegante arquería que estaba cegada, mientras que en su interior hay un patio de columnas de orden toscano y una escalera, a mano derecha, donde aparece la firma del autor y la fecha: A MERA ME FECIT MDCLXI[66]. Termina destacando las chimeneas de ladrillo y yeso que, según el autor, eran obra de moriscos.

El último palacio que es mencionado en la obra es el de los marqueses de Sofraga, que ostentaban el ducado de la Roca. Este edificio se encuentra en la plazuela de San Miguel. Se trata de un palacio de traza clásica, del siglo XVII, bastante sencillo, según indica el autor, siendo lo más notable de todo el conjunto el balcón esquinado.

Ya hemos indicado, anteriormente, que en el catálogo se va a incluir edificios con una función pública: las casas del ayuntamiento. Realmente se va a recoger tanto la casa antigua, situada en la plaza, como el nuevo ayuntamiento. Sobre el primero, que estaba destinado a escuela, nos dice que los soportales están construidos con columnas toscanas o jónicas, correspondiendo a los soportales del pan. En su fachada aparece el escudo de la ciudad y en lo alto una estatua de la Justicia, fechando el edificio gracias a una inscripción del año 1586 siendo corregidor D. Juan de Lodeña[67].

Destaca, por encima de todo, el salón con pinturas al fresco, propias del siglo XVI, del piso principal[68]. Debido a su belleza le recuerda a los frescos de la Biblioteca del Monasterio del Escorial, con cúpulas decoradas con casetones pintados, las pechinas decoradas con escudos[69]. Aparecen cartelas que contienen representaciones del Juicio de Salomón, Mucio Escévola quemándose el brazo por haber errado el golpe meditado contra Porsena, Curcio a caballo arrojándose en la cima del Foro romano por la salud de su patria y Guzmán el Bueno viendo desde los muros de Tarifa la ejecución de su hijo por los moros. En el otro extremo aparecen las virtudes de la Justicia, Fortaleza, Prudencia y Templanza. El autor califica estas pinturas de «suntuosas y apropiadas para un salón destinado al gobierno de la ciudad», pero hay otras que las superan. Estas pinturas son las que se encuentran en un altar con un frontal de azulejos de Talavera, destinado para el cabildo, en cuyo retablo existe un lienzo que representa la Ascensión de la Virgen, entre ángeles. La ejecución es tan bella que, a Mélida, le recuerda a Leonardo da Vinci[70].

Por lo que respecta al ayuntamiento actual de Trujillo, indica que se encuentra en la plaza «que se llamó del Mercadillo y hoy de Ruiz de Mendoza» construido, en su origen, para alhóndiga en el año 1585[71], teniendo otros usos como casa de comedias y como cuartel de milicias[72]. Nombra la última reforma efectuada para su función actual en 1886.

Terminamos la enumeración y análisis de los monumentos, con interés histórico, incluidos en el Catálogo con la picota. El autor la sitúa a las afueras, «a la subida de la ciudad por la plaza llamada el Campillo donde se unen las carreteras de Madrid y Logrosán»[73]. Se trata de un monumento de piedra, de estilo gótico, con cuatro gradas de planta circular en donde se alza un pilar de planta cuadrilobulada, todo coronado por la cruz de Santiago[74]. Indica la función original: «de los fustes hay una ménsula para colocar las cabezas de los ajusticiados» y la presencia del escudo de los Reyes Católicos sostenido por el águila de San Juan. Fechando el monumento como una obra de finales del siglo XV.

 

CONCLUSIONES

 

            José Ramón Mélida será el encargado de realizar los dos catálogos monumentales pertenecientes a las provincias extremeñas. Su llegada a Extremadura tendrá lugar en 1906, suponiendo un punto de inflexión para la arqueología de la región, siendo uno de los autores que más y mejor la va a conocer. Entre los años 1907 y 1910 va a elaborar el catálogo de la provincia de Badajoz, siguiendo con el de la provincia cacereña. Tarea que le va a ocupar entre 1914 y 1918.

La estructura de ambos tomos va a ser la misma, de manera cronológica, con volúmenes que van a corresponder a las láminas y fotografías que va a aportar.

Tanto el catálogo de Badajoz como el de Cáceres van a tardar varios años en salir a la luz, siendo publicados en 1924, en el caso del cacereño, y un año después, el pacense. Durante esos años, entre la finalización de la obra y su publicación, Mélida va a ir publicando artículos y diferentes informes sobre los hallazgos acontecidos mientras recorría la geografía regional. Uno de los casos, y que va a referir a algún resto monumental de Trujillo, es publicado en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, en donde va a dar noticia de dos aljibes musulmanes ubicados en el castillo de la ciudad, incluyendo una fotografía y la planta de ambos.

Durante todos los años que le ocupó la realización de los catálogos extremeños, el arqueólogo madrileño va a realizar una gran cantidad de excursiones recorriendo numerosos lugares para conocer in situ esos monumentos y poder hacer la descripción más fidedigna e, incluso, tomar fotografías. Sin embargo, se trataba de una ardua tarea y no pudo abarcar todo, por lo que va a echar mano de ayudantes, como lugareños o eruditos locales; pero también va a recoger la tradición oral o, incluso, la literatura de viajes.

De manera general, Mélida tendrá informantes y personas con gran nivel cultural y especialistas que le van a ayudar en la tarea. Ejemplos claros de esto serán el arqueólogo emeritense Maximiliano Macías, el padre Fita o Vicente Barrantes. Utilizará bibliografía ya existente con obras de José de Viu, Vicente Paredes, Hübner, Antonio Blázquez, artículos de Azuar, Hernández-Pacheco o Aurelio Cabrera, entre otros. También va a consultar colecciones privadas y objetos custodiados en el museo de Cáceres y en el de Badajoz.

En el caso de Trujillo, las diversas menciones que plasma son pertenecientes a Hübner y el padre Fita (en cuanto a los tiempos romanos) y un artículo publicado en la Revista de Extremadura por Matías Ramón Martínez para elaborar el capítulo sobre el poblamiento andalusí en el batolito trujillano y su posterior conquista por parte de las tropas cristianas.

Está claro que las descripciones que hace del castillo y sus dos aljibes son cosecha del propio Mélida. Se trata de unas descripciones bastante detalladas, con medidas, y la única manera que hay para hacerlo así es visitar el monumento. Añade, en esa parte, una lápida conservada en el recinto, que fue comunicada a la Academia de la Historia, para posteriormente ser estudiada por el arabista D. Francisco Codera[75].

En el capítulo que dedica, de manera íntegra, a la ciudad y sus monumentos de interés para ser incluidos en la obra, comenzará con la contextualización y antecedentes históricos; es decir, su posible origen celta y luego romano, para hacer una breve mención al proceso reconquistador. Este epígrafe, de gran extensión y tan solo superado a los que dedica a Guadalupe, Cáceres y Plasencia, lo dividirá en tres grandes capítulos según el tipo de monumentos a los que hace referencia: fortificaciones (murallas, puertas y castillo), iglesias y conventos; y palacios y casas señoriales.

No podemos negar la visita del madrileño a Trujillo, por el gran detalle que hace al mencionar y catalogar los monumentos patrimoniales de la ciudad. Una visita que, es posible que tuviera lugar en 1914, coincidiendo con una de las que realizó a la cercana ciudad de Cáceres. Aún habiendo conocido y recorrido la villa medieval y la ciudad extramuros, va a seguir una obra de referencia, que incluso va a nombrar en el catálogo. Se trata de una guía de Trujillo de Federico Acedo[76], publicada en 1913.

Además de este investigador, tomará datos de otros autores, siendo uno de sus principales fuentes el viaje de Antonio Ponz, que visitó Trujillo, como secretario de la Real Academia de San Fernando, a mediados del siglo XVIII.

Durante su visita a la localidad, tomará numerosas fotografías para ser incluidas en su obra. Va a aportar material gráfico del castillo (una vista exterior), de las tres puertas conservadas (Santiago, del Triunfo y San Andrés), de la parroquia de Santa María (de su ábside y de la Torre Julia), del retablo de Fernando Gallego, de la imagen de la Dolorosa ubicada en la iglesia de San Miguel, las torres del álcazar de los Bejarano, la estatua orante de Hernando Pizarro y la de Gómez Sedeño de Solís, una vista exterior de la casa-convento de la Concepción, la portada de la casa de los Pizarro, la de los Escobar, imágenes de los patios interiores de las casas de los Rol y de Juan Orellana Pizarro, varias imágenes de las pinturas al fresco del antiguo ayuntamiento de la ciudad, parte de las fachadas haciendo hincapié en los balcones en esquina de los palacios de San Carlos y de los marqueses de Sofraga, así como parte del patio donde se ven las chimeneas características del palacio de San Carlos y, por último, una imagen de la picota.

Todas las fotografías que incluye, salvo siete de ellas, son firmadas por el propio arqueólogo. Hemos intentado localizar de donde proceden estas otras imágenes y el resultado es el siguiente: la vista del castillo la pudo tomar del semanario independiente “La opinión” aunque la del catálogo es más nítida y lo más seguro es que la tomara de la guía de Acedo, la puerta de Santiago donde se aprecian las dos torres que la flanquean es posible que la tome de las que realizó Anna Christian para la Hispanic Society of América.

De la torre románica de la iglesia de Santa María la Mayor, la Torre Julia, incluye una de las fotografías tan conocidas de Jean Laurent pero no la parte donde se aprecia su estado de ruina tras el terremoto de Lisboa, sino que Mélida incluye en su obra otra de las tomas que el francés hizo de la torre.

Incluye imagen de los dos balcones en esquina de los palacios de San Carlos y el de los Sofraga, siendo el autor del primero el fotógrafo barcelonés Adolf Mas, y posiblemente también de la segunda casa señorial. Desconocemos cuál es la autoría de las fotografías que aporta de la estatua orante de Gómez Sedeño de Solís y del convento de la Concepción.

Como curiosidad vamos a señalar que no aportó ninguna imagen de, uno de los palacios más representativos de la plaza mayor y que tanto le impactó en su visita, el del Marqués de la Conquista.

            Si bien es cierto que el propósito de Mélida era recoger los diferentes monumentos de interés histórico-artístico que en sus numerosos viajes hizo por la geografía extremeña, en el caso del alcázar de los Chaves, conocido por Luis Chaves el Viejo, no menciona que fue la residencia de los Reyes Católicos todas las veces que fueron a la ciudad de Pizarro[77].

Lógicamente si no lo incluye es porque no tenía dicha información ni su informante se la podía suministrar. Es bien cierto que, será a partir de la segunda mitad del siglo XX y cuando se convierta Trujillo como uno de los destinos turísticos principales de Extremadura, el palacio de Luis Chaves sea uno de sus símbolos por su ubicación dentro del casco histórico de la ciudad, por su alta torre y por ser la presumible residencia de los monarcas.

Considerando que la obra de Mélida supuso una ardua labor para el arqueólogo, presenta ciertas lagunas. Ya en el momento de su publicación apareció alguna crítica por parte de investigadores como Mata Carriazo[78], Sáenz de Buruaga[79] o Rodríguez Moñino[80] apelando a la falta de mapas, la baja calidad de las fotografías y/o la poca dedicación por parte del autor para la elaboración de algunos capítulos.

En nuestro caso, hemos pretendido hacer un análisis a las diversas referencias que Mélida dedicó a Trujillo, siendo su catalogación bastante completa. Por tanto, podemos considerar al Catálogo Monumental como una obra fundamental para el estudio de la situación de la arqueología extremeña de principios del siglo XX.

 

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APÉNDICE FOTOGRÁFICO

 Fig. 1. Vista de la Puerta de Santiago y sus dos torres que la flanquean (Mélida, 1924).

Fig. 2. Estatua orante de Hernando Pizarro (Mélida, 1924).

Fig. 3. Vista de las dos torres del alcázar de los Bejarano (Mélida, 1924).

Fig. 4. Casa de la familia Pizarro, en la villa medieval, en ruinas (Mélida, 1924).

 

[1]Publicado entre 1839-1865, en diez tomos que contemplaban monumentos, antigüedades y paisajes de algunas regiones, pero no de todas. Aparecen Cataluña (tomos 1-2), Mallorca (tomo 3), Aragón (tomo 4), Castilla la Nueva (tomos 5-6), Granada (tomo 7), Córdoba (tomo 8), Asturias y León (tomo 9), Sevilla y Cádiz (tomo 10), Valladolid y Palencia (tomo 11), y Salamanca y Ávila (tomo 12). Las litografías eran del dibujante Francisco Javier Parcerisa, mientras que los textos eran de Pablo Piferrer (los dedicados a Cataluña y Mallorca). Los restantes textos eran de José María Quadrado (Aragón, Castilla la Nueva, Asturias, León, Salamanca y Ávila), Pi y Margall (Granada) y Pedro de Madrazo (Córdoba, Sevilla y Cádiz).

[2]José Ramón MÉLIDA ANILARI, Arqueología española (Edición de Margarita Díaz Andreu), Urgoiti Editores S.L., Pamplona, 2004, p. 61.

[3]María Elena GÓMEZ-MORENO, Manuel Gómez-Moreno Martínez, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1995, pp. 135-147.

[4]José Ramón MÉLIDA ALINARI, Catálogo monumental de España. Provincia de Badajoz, Ministerio de Instrucción Pública y de Bellas Artes, Madrid, 1925, tomo I, p. IX del prefacio.

[5]Trabajos publicados en la Revista de Extremadura, el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos; y en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones.

[6]José Ramón MÉLIDA ALINARI, Catálogo monumental de España. Provincia de Cáceres, Ministerio de Instrucción Pública y de Bellas Artes, Madrid, 1924, tomo I, pp. 2-8.

[7]Nombra, describe, aporta planta y fotografías a dólmenes de Valencia de Alcántara, y tan solo menciona que cerca de Miajadas existen algunos ejemplares, pero sin dar más datos. Para saber más al respecto, Vid. Álvaro VÁZQUEZ CABRERA, Valencia de Alcántara y José Ramón Mélida. La relación del arqueólogo madrileño con la villa cacereña, Diputación Provincial de Cáceres, 2022.

[8]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo I, pp. 59-144. Mélida incluye tres inscripciones epigráficas que habían sido estudiadas, previamente, por el padre Fita. José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo I, pp. 107-110. Fidel FITA, “Inscripciones romanas inéditas de Trujillo”, Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo LVIII, 1916, pp. 163-170.

[9]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo I, pp. 289-290.

[10]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo I, pp. 309-346.

[11]Mélida nombra al cronista como Xerif el Edrisi. José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo I, pp. 343. Antonio BLAZQUEZ, Descripción de España por Abu-Abd-Allá Mohamed Al-Edrisi (obra del siglo XII), Imprenta y litografía del depósito de la guerra, Madrid, 1901, pp. 25-26. Muhammad AL-IDRISI, Descripción de España de Xerif Aledris, conocido por el Nubiense, Imprenta Real, Madrid, 1799.

[12]La conquista la efectuó realmente el caudillo portugués Geraldo Sempavor, al igual que las de Cáceres, Monfragüe, Montánchez y Santa Cruz de la Sierra. Carlos Jesús RODRÍGUEZ CASILLAS, “Geraldo Sempavor: las hazañas de un guerrero portugués por tierras extremeñas”, XXXVIII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2009, pp. 693-715. Gervasio VELO Y NIETO, Coria, Reconquista de la Alta Extremadura, Seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento, Cáceres, 1956,  p. 81.

[13]Floriano Cumbreño considera que la conquista fue en 1164 como aparece en el Cronicón Lusitano. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, Estudios de Historia de Cáceres (desde los orígenes a la Reconquista), Diputación Provincial de Cáceres, 1957, p. 117.

[14]Matías Ramón MARTÍNEZ, “Trujillo”, Revista de Extremadura, tomo II, 1900, p. 249.

[15]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo I, p. 343.

[16]El Maestre de entonces era Fray Fernando Díaz, BULARIO DE ALCÁNTARA, Madrid, 1759, p. 2.

[17]Julio GONZÁLEZ, “Repoblación de la Extremadura leonesa”, Hispania, III, 1943. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, “Estudios de Historia de Cáceres…ob. cit. p. 229.

[18]La reconquista de Trujillo tuvo lugar, realmente, en 1233. Julio GONZÁLEZ, Reinado y diplomas de Fernando III, Monte de Piedad y Caja de Ahorros, Córdoba, 1980, p. 318. Manuel Jesús RUIZ MORENO, “1233, la reconquista cristiana de Trujillo”, XLII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2013, pp. 525-532. Manuel Jesús RUIZ MORENO, “Aproximación histórica a la reconquista de Trujillo (1233), XLIII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2014, pp. 813-834.

[19]Esas puertas son las de Santiago, de Coria, del Triunfo y San Andrés.

[20]Entendemos que se refiere a las noticias que tenemos de Trujillo y su fortaleza durante los asedios de Geral Sempavor, Abu-Jacub o Alfonso VIII.

[21]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Noticia del aljibe de la Casa de las Veletas, en Cáceres, y referencias de los de Montánchez y Trujillo”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, Vol. XXV, nº 4, Madrid, 1917, pp. 225-237.

[22]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo I, p. 345. José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Noticia del aljibe…ob. cit. pp. 235-236.

[23]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Noticia del aljibe…ob. cit. p. 237.

[24]Ganándola, primero, D. Álvaro de Luna para ser cedida por el rey Juan II al conde de Ledesma, D. Pedro de Zúñiga, para, más tarde, cederla al príncipe Enrique, que al acceder al trono se la cede al marqués de Villena. Pero tras la Guerra Civil castellana, por apoyar a la Beltraneja, la perdió a favor de la reina Isabel. María Isabel VAL VALDIVIESO, “Resistencia al dominio señorial en los últimos años del reinado de Enrique IV”, Hispania, 126, 1974, p. 63.

[25]Denominación que saca de la obra del periodista e hispanista Charles Fletcher Lummis, Los exploradores españoles del siglo XVI en América, publicado en 1893.

[26]La obra de la hornacina fue encargada al maestro Sancho de Cabrera, aunque Mélida incluye el promotor de la reforma acontecida en 1912, el Marqués de Albayda. En esta reforma se le quitó el dorado y policromía a la imagen. Carmelo SOLÍS RODRÍGUEZ, “El arquitecto trujillano Sancho de Cabrera”, Actas del V Congreso de Estudios Extremeños, Badajoz, 1976, pp. 137-172. La reforma de 1912, costeada por D. Jacinto Orellana y Avecia, aparece en el periódico “La opinión”. La opinión: semanario independiente, Año V, nº 253, 27 octubre 1912.

[27]Juan TENA FERNÁNDEZ, Historia de Santa María de la Victoria, Ed. Sánchez Rodrigo, Serradilla, 1930.

[28]Juan TENA FERNÁNDEZ, Trujillo, histórico y monumental, Gráficas Alicante, 1967, p. 495. La torre es, anteriormente, dañada por un terremoto en 1531, lo que va a provocar edificar una nueva torre. Francisco SANZ FERNÁNDEZ, “Que sea a imitación de la torre principal de las Casas Reales de Madrid. La torre Nueva de la iglesia de Santa María La Mayor de Trujillo”, Liño: Revista Anual de Historia del Arte, 17, 2011, pp. 39-51.

[29]Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, Arquitectura y urbanismo en Trujillo (siglos XVIII y XIX), Editora Regional de Extremadura, Cáceres, 1987, pp. 170-211. Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, “Abandono y ruina de la arquitectura trujillana durante el siglo XIX”, Norba, nº 2, 1981, pp. 64-66. José Antonio RAMOS RUBIO, Estudio histórico artístico de la Iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Trujillo, Cáceres, edición del autor, 1990. José Antonio RAMOS RUBIO, La Iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo, Ed. Lancia, León, 2001. José Antonio RAMOS RUBIO, Vicente MÉNDEZ HERNÁN, El patrimonio eclesiástico de la ciudad de Trujillo, Fundación “Palacio de Alarcón”, Jaraíz de la Vera, 2007, pp. 149-265.

[30]Carlos MARÍN HERNÁNDEZ, “Especulación y quebranto de un programa conservacionista contemporáneo: El derribo de la Torre Julia de Trujillo (1861-1871), Revista de Estudios Extremeños, tomo LXIX, nº 1, 2013, pp. 645-684.

[31]Cayo PLINIO SECUNDO, Naturae historiarum Libri XXXVII.

[32]Nicolás DÍAZ PÉREZ, Extremadura (Badajoz y Cáceres), Establecimiento Tipográfico-Editorial de Daniel Cortezo y Compañía, Barcelona, 1887, Tomo I, p. 929.

[33]Antonio PONZ, Viaje de España, en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse, que hay en ella, Madrid, 1778, Tomo Séptimo, carta VII, 20, p. 161.

[34]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, p. 497.

[35]Juan DE MARIANA, Historia general de España, Valencia, 1744, libro XXIII, cap. XV.

[36]En la edición de su obra de 1846 no aparece ninguna referencia a Trujillo, pero sí en la de 1852. José DE VIU, Estremadura. Colección de sus inscripciones y monumentos, seguida de reflexiones importantes sobre lo pasado, lo presente y el porvenir de estas provincias, Madrid, 1852, Tomo I, p. 8.

[37]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, p. 498.

[38]El coro fue ejecutado por el arquitecto trujillano Sancho de Cabrera. José Antonio RAMOS RUBIO, “Las capillas de la iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo”, Tabularium Edit, nº 1, 2014, p. 23. José Antonio RAMOS RUBIO, “La torre románica de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Trujillo”, Tabularium Edit, Vol. 1, nº 5, 2018, p. 148.

[39]En su origen había un retablo de Santa Apolonia, citado en inventarios del siglo XVI, pero durante la Guerra de Independencia va a desaparecer. José Antonio RAMOS RUBIO, “Capillas y bienes muebles de la iglesia de Santa María La Mayor de Trujillo según los libros de inventarios (1594-1708), Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXX, nº 1, 2014, p. 457.

[40]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, p. 500.

[41]Antonio PONZ, “Viaje de España…ob. cit. carta VII, 20, p. 163.

[42]Dato que aparece en la obra de Ponz y de donde Mélida sacaría dicho dato.

[43]El retablo está muy bien documentado en archivo, siendo profusamente estudiadas en diferentes trabajos. José Antonio RAMOS RUBIO, El retablo mayor de la iglesia parroquial de Santa María de Trujillo, Montijo, 2007. José Antonio RAMOS RUBIO, “Capillas y bienes muebles…ob. cit. pp. 441-450. José Antonio RAMOS RUBIO, “Estudio iconográfico del retablo mayor de la iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo”, Revista agustiniana, Vol. 46, nº 139, 2005, pp. 127-160. Juan Antonio GAYA NUÑO, Fernando Gallego, CSIC, Madrid, 1958.

[44]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, p. 504.

[45]Es posible que esa noticia la recogiera del propio Cervantes en su Quijote. Miguel DE CERVANTES, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Parte I, cap. XLIX. Otra opción es que tuviera acceso a las Crónicas del Gran Capitán, conservadas en la Biblioteca Agustiniana de Montilla y en la Biblioteca Nacional de España, aunque no creemos que fuera así.

[46]Este dato lo saca de la obra de Ponz. Antonio PONZ, “Viaje de España…ob. cit. carta VII, 20, p. 164.

[47]Su emplazamiento original sería la ermita de La Coronada, a 10 km de Trujillo, que fue destruida por la invasión francesa en 1809 para ser trasladada a la parroquia de Santiago. Desde 1989 se encuentra en una hornacina del Evangelio de la iglesia de San Martín. José Antonio RAMOS RUBIO, La escultura medieval en Extremadura: arte, pervivencias religiosas y antropológicas, Tau Editores, 2016, pp. 300-301. Clodoaldo NARANJO ALONSO, Trujillo y su tierra, Trujillo, 1922, pp. 110-111. Juan TENA FERNÁNDEZ, “Trujillo, histórico…ob. cit. p. 423. Sobre la ermita y su análisis descriptivo, Vid. Manuel RUBIO ANDRADA, Francisco Javier RUBIO MUÑOZ, “Estudio de la Ermita de Nuestra Señora de La Coronada”, XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2006, pp. 633-662.

[48]Existe una monografía sobre este templo. Vid. José Antonio RAMOS RUBIO, La iglesia parroquial de San Martín de Tours de Trujillo, Trujillo, 2018.

[49]Mélida indica el siglo XV por seguir a su informante, D. Federico Acedo, pero él considera que se trata de una obra del siglo XVI (no estaba del todo mal informado ya que la iglesia va a ser objeto de reformas en dicha centuria). Sin embargo, ya se tienen noticias del templo en el siglo XIV como demuestra la documentación de archivo. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1.1, nº 30, fols. 92r-94r.

[50]La portada de poniente es clásica, con columnas y frontón, y arco de medio punto. La del mediodía, más antigua, es gótica, perfilada en arco trilobulado con arquivoltas sobre finas columnas.

[51]Iglesia de una sola nave, gótica con finos baquetones en los pilares y finos nervios en los arcos, ligeramente, apuntados y en las bóvedas de crucería; con un ábside de tres lados. Con un retablo moderno, según palabras de Mélida.

[52]Situado en el presbiterio, mandado a construir por el propio Cardenal en 1561. Clodoaldo NARANJO ALONSO, “Trujillo y…ob. cit. p. 90.

[53]Originalmente el cuadro se encontraba en el monasterio de San Miguel y Santa Isabel. Se trata de un lienzo de José de Mera, como aparece la firma en el ángulo inferior, fechado en 1724. José BARRADO BARQUILLA, Vicente MÉNDEZ HERNÁN, José Antonio RAMOS RUBIO, El Monasterio de San Miguel y Santa Isabel de Trujillo, Jaraíz de la Vera, 2009. Salvador ANDRES ORDAX, “El pintor extremeño José de Mera”, Boletín del Semanario de Estudios de Arte y Arqueología, Tomo XLVIII, nº 47, 1981, p. 493. Salvador ANDRES ORDAX, “Nuevo cuadro de José de Mera en Trujillo”, Norba-Arte, V, 1984, pp. 329-334.

[54]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, pp. 511-512.

[55]Juan TENA FERNÁNDEZ, “Trujillo, histórico…ob. cit. p. 172. José DE SANTA CRUZ, Crónica de la Santa Provincia de San Miguel, Madrid, 1671,  pp. 340-374.

[56]Nos parece bastante extraño que Mélida indique que se trata de una iglesia gótica cuando, en realidad, es propia del Renacimiento con bóveda de cañón.

[57]Al parecer el lienzo procedía de la iglesia de Santa María atribuido a Mateo Cerezo, aunque lo duda. Sabemos que en un lateral aparece la firma del autor y la fecha: Joaquín Llop, 1914. Vid. José Antonio RAMOS RUBIO, El convento y la iglesia de San Francisco de Trujillo. La espiritualidad franciscana, Tau Editores, 2021, p. 80

[58]Recoge que estuvo en el propio enterramiento pero se trasladó al cementerio, sobre un pedestal, a la intemperie. Algo que va a lamentar el arqueólogo madrileño. Este sepulcro aparece citado en la crónica franciscana de fray José de Santa Cruz. José DE SANTA CRUZ, “Crónica de la Santa Provincia…ob. cit. p. 370. Se le atribuye la autoría al escultor granadino Mateo Sánchez de Villaviciosa. Carmelo SOLÍS RODRÍGUEZ, “El retablo mayor de la iglesia de San Francisco y la escultura barroca del XVIII en Trujillo”, XXVII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 1998, pp. 51 y ss.

[59]La lápida es la siguiente: SVB VMBRA ALLARVUM TVARVM PROTEGENOS.

[60]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, p. 517.

[61]Cuartelado con dos calderos y torre, cinco rosas (Loaisa), diez roeles (Altamirano) y cinco flores de lis.

[62]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, p. 523.

[63]El ducado de Valencia aparece durante el reinado de Isabel II concediendo el título al capitán general, y presidente del Consejo de Ministros, Ramón María Narváez y Campos, en 1847. En tiempos de Mélida, el título era de José María de Narváez y Pérez de Guzmán el Bueno, siendo IV duque.

[64]Hernando Pizarro obtiene del ayuntamiento trujillano permiso, el 4 de febrero de 1498, para construir en las partes altas de las carnicerías un palacio. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 11, fol. 377. Cit. Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, Antonio NAVAREÑO MATEOS, “Palacio del Marqués de la Conquista”, Separata de las Memorias de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Vol. I, Trujillo, 1983, pp. 286-287.

[65]El hermano del conquistado del Perú se casa con su sobrina Francisca en 1552, el ayuntamiento de Trujillo compra parte de una casa para ampliar las carnicerías y no se menciona nada de la casa de Hernando Pizarro, por tanto la fecha que aporta Mélida no es correcta del todo. Se plantea la construcción sobre la década de los seseta del siglo XVI. Juan TENA FERNÁNDEZ, “Trujillo, histórico…ob. cit. p. 392.

[66]Esta inscripción ya la recoge Ponz en su viaje. Antonio PONZ, “Viaje de España…ob. cit. carta VII, 20, p. 165.

[67]La inscripción, también, la recoge Ponz y es muy posible que una mala lectura haga que Mélida la incluya en el edificio del antiguo ayuntamiento cuando en realidad el portal del pan está en el palacio de Piedras Albas, en el otro extremo de la plaza. Antonio PONZ, “Viaje de España…ob. cit. carta VII, 20, p. 166.

[68]Es posible que el autor de los frescos fuera Pedro de Mata, según el investigador Vicente Méndez. AAVV, Plástica Extremeña, Fundación Caja de Badajoz, Badajoz, 2008, p. 174. Han sufrido varias restauraciones durante los siglos XIX-XX. Vid. Salvador ANDRES ORDAX, “Humanismo y Auctoritas histórica en el Renacimiento de Extremadura. Las pinturas del Palacio Viejo del Ayuntamiento de Trujillo”, VIII Congreso de Estudios Extremeños, Badajoz, 2007.

[69]Los escudos representados son de los Altamirano, Chaves, Paredes y Bejarano, además del escudo real y el de la ciudad. Pedro CORDERO ALVARADO, Trujillo. Guía Monumental y Heráldica, Instituto de Estudios Heráldicos y Genealógicos de Extremadura, 1996.

[70]Es obra de Pedro de Mata. Juan TENA FERNÁNDEZ, “Trujillo, histórico…ob. cit. p. 364.

[71]Los Reyes Católicos firman una Real Cédula para crear un depósito de granos en 1504 pero las obras se van a ejecutar entre 1566-1586, siendo corregidor D. Pedro Riquelme de Villaviciosa. En 1835 se habilitó el edificio como casa de comedias y en 1859 se realiza un proyecto para convertilo en cárcel pero no se llevará a cabo. Finalmente, como bien dice Mélida, en 1886 se adapta el edificio como ayuntamiento con un proyecto del arquitecto local Eduardo Herbás. Francisco Javier PIZARRO GÓMEZ, “Arquitectura y urbanismo…ob. cit. p. 195.

[72]Menciona a Ponz como el autor de ese dato. Antonio PONZ, “Viaje de España…ob. cit. carta VII, 20, p. 168. Juan TENA FERNÁNDEZ, “Trujillo, histórico…ob. cit. p. 158.

[73]José Ramón MÉLIDA ALINARI, “Catálogo Monumental…ob. cit. Tomo II, p. 529.

[74]Su emplazamiento original fue en la Plaza Mayor, situándose en el centro de la misma. Levantado en 1497. Carmelo SOLÍS RODRÍGUEZ, “La Plaza Mayor de Trujillo”, Actas del VI Congreso de Estudios Extremeños, Badajoz, 1981, p. 279.

[75]Francisco CODERA Y ZAIDÍN, “Inscripción árabe de Trujillo”, Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo LXIV, 1914, pp. 117-120.

[76]Federico ACEDO, Guía de Trujillo: Histórica, descriptiva y práctica, Tipografía artística, Madrid, 1913.

[77]Estas visitas acontecieron el 20 de junio al 4 de julio de 1477, el 30 de mayo de 1478, el 22 de enero de 1479, del 19 de febrero al 28 de febrero de 1479, el 22 de mayo de 1479, el 5 de junio de 1479 y el 28 de agosto de 1479. Juan TENA FERNÁNDEZ, “Trujillo, histórico…ob. cit. p. 408.

[78]Juan DE MATA CARRIAZO, “Mélida (José Ramón). Catálogo Monumental de España-provincia de cc I y II”, Archivo Español de Arte y Arqueología, Madrid, Tomo I, 1925, pp. 335-338.

[79]José ÁLVAREZ SÁENZ DE BURUAGA, “Don José Ramón Mélida y Don Maximiliano Macías. Su obra arqueológica en Extremadura”, Revista de Estudios Extremeños, nº 2, 1945, pp. 193-207.

[80]Antonio R. RODRÍGUEZ MOÑINO, “Epigrafía y yacimientos romanos en el Catálogo Monumental de Badajoz, de Mélida”, Revista del Centro de Estudios Extremeños, XIV, 1940, pp. 255-270.

Nov 292022
 

Teodoro A. López López

 

El Diccionario de la Lengua de la Real Academia de Española dice  “ermita  es un santuario o capilla situada por lo común en un despoblado y que suele no tener culto permanente”[1].

Estos templos, de acuerdo con la definición genérica dada al termino “ermita”  estuvieron situadas en los ejidos, arrabales  o fuera del núcleo poblacional. Las ermitas de Santa Lucía y de Santa María del Viso, los Santos Mártires, Fabián y Sebastián, Nuestra  Señora de la Hermosa, San Lázaro y Nuestra Señora del Buen Suceso se sitúan en ejidos; mientras que la de San Juan Bautista- antigua sinagoga judía- está intramuros.

Fuera del núcleo poblacional existían las ermitas de las cuatro aldeas sufragáneas: Santiago de Magacela, Pedroche, Villagordo y San Jorge[2] .

El libro Arte y Religiosidad popular presenta las ermitas santiaguistas, en donde se recogen las de Fuente del Maestre de modo puntual así como las 271 diseminadas  en 55 localidades entre 1494 y 1604 y se repartieron en 29 advocaciones diferentes[3].

Las ermitas fontanesas son  “fazese de las limosnas de las buenas gentes” por devoción. La Orden de Santiago desempeñó un papel principal en la fundación, conservación y mantenimiento, aunque el concejo colaboró  en las restauraciones.

En 1604 Fuente del Maestre conservaba cinco templos mencionados por primera vez en año 1494. Ninguna de las ermitas fue iglesia parroquial, excepto la de los Santos Mártires Fabián y Sebastián durante el medio  siglo que duró la obra del crucero de la Iglesia mayor hasta año 1587; y la de Ntra. Sra. de la Hermosa fue monasterio en 1503 y 1511 con la presencia de monjas contemplativas dominicas.

En el proceso constructivo  para su edificación  interviene el mayordomo clérigo, auténtico administrador intermedio entre  el cliente y el alarife. En la ampliación de la capilla mayor de la Hermosa  para proseguirla  fue necesario vender parte de sus bienes en almoneda pública.

La morfología eremítica  denota  dos partes bien diferenciadas: la nave  o  cuerpo propiamente dicha y la cabecera o capilla mayor; ésta última siempre orientada al este hacia Oriente.

Dos arcos dividen su nave en tres tramos en  la de San Juan Bautista, o   cuatro arcos generan los cinco tramos en la Hermosa, excepto  Santa Lucía y Ntra. Sra. del Viso que es descrita como dos ermitas juntas en dos naves[4].

El interior  de estos templo suele estar encalados, los suelos son ladrillo o de tierra apisonada, techumbre de madera tosca, la  caña y la jara son los más  empleados y, normalmente, su iluminación  es escasa debida a las pocas ventanas. En efecto, manda hacer ventana el visitador santiaguista en San Juan Bautista el 1498. El acceso es por la única puerta, con pórtico y campanario, con un esquilón pequeño y casa para el santero. La ermita de San Lázaro “a la izquierda del portal hay una  portada que conduce  a un  aposento  que  sirve de dormida a unos retraídos. Esta estancia es el recuerdo del aposento bueno para enfermos con dos camas” que originariamente existió[5].

En el interior el altar con su ara y reliquias de santos en donde se celebra el sacrificio de la Misa. Está precedido de varias gradas de ladrillo.

Otros elementos secundarios  es la imaginería religiosa, de las que  pocas piezas se conservan (San Antón, talla de madera policromada y la Hermosa copia  de escayola, puesta en su lugar de origen). La costumbre de vestir imágenes afectaba a la Hermosa, de piedra dorada y pintada  y por ser el deçentemente tratada salvo que, a causa a de estar  vestida como lo está, no está con tanta deçencia como debía. El Concilio de Trento el 1563 ordena que sean de bulto pintadas y doradas y no vestidas, como también lo recuerda el Concilio Provincial Compostelano  celebrado el 1566 en Salamanca. Los visitadores así lo corroboran en el año 1604.

Los tabernáculos con puertas servían para guardar las imágenes sobre todo en los altares mayores a modo de retablos. Estos eran menos frecuentes debido a los escasos recursos económicos, pero ya existía en la  ermita de los Santos Mártires en el 1511.

Sobre los altares se colocaban manteles, frontales  de  guadamecil  o lienzo blanco, en ocasiones adornados con imágenes. Cortinas y sargas  y lienzos pintados colocados detrás de las tallas que hacían las veces de retablo. Otros ornamentos son palia, hijuela, corporales, purificadores, hazalejos o paños para el facistol. Lámpara, crucifijos, candeleros etc.

La pintura mural es mandada el año 1551 por los visitadores al ser más  económica que los retablos, “se pinte  en ella un retablo de negro y blanco que será de poca costa  y adornará mucho para que no esté la pared rasa, pues en la dicha ermita no ay retablo alguno y para hacerse de madera y pintarse y dorarse no tiene posibilidades”[6].

En cuanto a la economía y jurisdicción se omite porque excedería los límites señalados y dejamos para otra ocasión.

Lámina 1. Ermita de Sta Lucía

  1. Ermita de Santa Lucía y de Santa María del Viso (Lám 1)

Es la más antigua de las ermitas de la localidad, se le supone, no hay seguridad, anterior al siglo XIV.

La información, que recoge Álvaro María, son seis ermitas  entre ella Santa Lucía con algunos monumentos antiguos: una cruz del temple y una lapida sepulcral de un soldado romano, mientras que  Gómez-Jara narra la tradición del paso de Santa Eulalia camino al martirio, las consecuencias funestas de la Guerra de la Independencia y la apertura del primer cementerio municipal.

Mayor información encontramos en las Visitas de la Orden de Santiago de 1494 en que se enumeran cinco ermitas existentes y  1498  “Visitose otra ermita  en donde hay dos advocaciones, una de Nuestra Señora y otra Santa Lucía” [7] con las imágenes titulares  y 1503 la imagen de Ntra. Sra. del Viso de bulto en un tabernáculo con puertas y la de Santa Lucía, de madera, vestida, así como los altares de San Blas y San Lorenzo por tanto  una  sola ermita y dos  advocaciones juntas  en dos naves[8].   

En el 1574 la ermita es “un cuerpo  de iglesia  de dos naves de cantería de piedra gajada de mampostería, tiene una puerta la poniente y  al cabo  de la dicha iglesia con sus puertas de madera viejas  y en la dicha puerta y hastial un campanario  el cual está un esquilón mediano en la cual puerta se entra a la nave mayor por cuatro escalones de ellos. El cuerpo de ella está sobre tres arcos y pilares de ladrillos con cuatro capillas cubiertas a dos aguas cada una de ellas con siete toças, cabríos de madroño y caña junta, la entrada de dicho cuerpo tiene cuatro arcos de ladrillo cubiertas a un aguas de vigas de madera de pino tosca y álamo negro y encima cabríos de madroño y caña junta” [9].

Cada capilla acoge ambas titulares en donde se veneran y se  da culto: “el arco toral de la dicha capilla  de la nave mayor de ladrillo con un pilar toral que responde a otro arco de la dicha nave donde está una capilla de nuestra Santa Lucía, virgen y mártir, la cual tiene un arco de ladrillo con una imagen de madera. La capilla es de media luna, cubierta de madera de pino de dos y tejera y ríos tres hileras y cabríos y caña junta de madera tosca, tiene el altar de ladrillo con dos gradas en el cual está un retablo de madera y un tabernáculo de talla de serafines  de bulto dorado y pintado con la insignia  y palma del triunfo de su martirio en las manos, tiene en su frontispicio de dicho tabernáculo y en el témpano pintado a pincel  un Dios Padre y en las tablas que acercan el dicho tabernáculo pintado las imágenes, todo de pincel al oleo.  En la capilla mayor hay dos rejas  de madera de madera de pino. El altar de esta capilla tiene dos gradas de ladrillo, está cubierta dicha capilla  de dos hileras  y cabríos y caña junta, toda de madera tosca, tiene un retablo de pincel sobre madera pintada al oleo Nuestra Señora con su bendito  Hijo en sus brazos, cuya advocación es Nuestra Señora del Viso y en el retablo tiene pintado la virgen y mártir Lucía, hizo éste Hernando de la Fuente, hijo de Gonzalo Peçero en reverencia de Ntra. Sra. del Viso y de Santa Lucía, está en el dicho retablo una imagen de bulto antigua de Ntra. Sra. con su bendito Hijo en los  brazos, vestida, tiene dos altares y en el Santa Lucía en  fuera del arco toral, hacia la parte de la epístola está  otro altar en donde está por retablo  una talla de pincel antiguo del doctor  de la iglesia y pontífice San Gregorio y la virgen y mártir Santa Lucía,  más alto por retablo en la pared un calvario con un Cristo Crucificado con Ntra. Sra. y San Juan y la Gloriosa Magdalena; al lado izquierda el retablo de Beatriz González,  santera de la dicha eremita  y lo mando hacerse el año de 1546. En la nave de  la advocación de Santa Lucía  está un Cristo en la columna pintado al oleo y una pila de piedra  para agua bendita en la cual está una pieza antigua con unas letras que dicen Numerius fámulo Dei. Dieis -annos 83- rrequiesce bedid ym paçe suz- nonas martia- e R DCEEEVI.  – tiene sus poyos todo alrededor y un sepulcro de piedra de los antiguos que sirve para echar agua para regar la dicha ermita, tiene en la dicha nave una puerta con sus  puertas de madera de pino y clavazón, tiene junto a dicha ermita un cuerpo de casa con dos aposentos  en donde vive la dicha santera”[10].

La vida espiritual continúa, como consta el 1791 por la petición  de Gonzalo, mayordomo de la cofradía de San Blas,  cuya sede canónica está en la ermita de Santa Lucía, en que pide y manda que se haga un retablo  con fondo de la cofradía.[11]   El año 1974 con la reforma litúrgica postconciliar fue colocado el retablo original de la Sagrada Familia que se traslada desde la capilla abierta del crucero, llamada “Traslación del Santiago de Magacela” a la esta ermita y se antepone al retablo barroco-portugués de mampostería  de la Aurora (N.S. del Viso), poniéndose en él su titular.

Reedificación del 1829

Los estragos de la Guerra de la Independencia fueron grandes.  Según la ley hipotecaría  cuando los dueños no quieren reedificar y en este caso al transcurrir casi 20 años se estable una concordia  entre el pueblo y las autoridades. Recurren al Obispo Prior que residía en Llerena el 7 de marzo de 1829.  En este interim poco o nada se había hecho, ya que en la ermita de San Lázaro estaba terminada y la de Buen Suceso estaría terminada en mayo o junio  al tener  formado el expediente, las cuentas de la Santa Visita y los deudores o mayordomos entregaron sin disputa lo recaudado para este fin.

En distintas circunstancias se hallaba la ermita de Santa Lucía (conocida ex vulgo como Ntra. Sra. de la Aurora o del Viso o del Rosario) que debía  pasar a la Hermandad o cofradía de la Aurora, de quien era antes de la destrucción vandálica para su reedificación como el cementerio contiguo, a cuyo cargo se somete. Las escrituras de las fincas y rentas avalan a la dicha Hermandad sin necesidad de enajenación, continuando las funciones litúrgicas y el Rosario de la Aurora a cuenta de la Cofradía, según la Constituciones  aprobadas por la autoridad eclesiástica.

Pedro López, vecino de la villa y mayordomo en la actualidad de Ntra. Sra. de la Aurora en representación de la cofradía  expuso que la Imagen del Viso, como se conocía en la ermita de Santa Lucía, de donde salía el Rosario y todas las funciones y culto. Hay alguna solidez y subsistencia, y la bóveda de la capilla mayor, mientras que sus bienes se adjudicaron a la Iglesia parroquial  y los cultos se celebraban en la Iglesia del Espíritu Santo, confinante  al  hospital hasta su reedificación. Además perjudicaba a los vecinos del arrabal a donde no podían ir a misa los días festivos,  a pesar de que no estuviesen decentemente vestidos. Por tanto, la cofradía está dispuesta a hacer la obra y todos los hermanos dan buenas limosnas. Fuente del Maestre 7 de marzo.

No faltó en el expediente la petición del Alcalde Mayor de la Villa el licenciado Rodríguez, máxime al estar la ermita de Santa Lucía adjunta el Campo Santo. La última Real Orden decía “de encargar que sean puestos  en la manera más decente y compatible, en obsequio de los cadáveres de los cristianos a quienes se debe todo respeto según la Ley de Partida”, mandando que se haga las diligencias con competente oficio, como lo testifica  ante mí José Eugenio Romero.

La resolución del Obispo Prior José Casquete de Prado Bootello, residente en Llerena, no se dio a rogar ante la exposición hecha ante  el Sr. Alcalde  de Fuente del Maestre por Pedro López mayordomo y en representación de los cofrades de Ntra. Sra. de la Aurora y el celo del Juez para la reedificación de las ermitas, firma la licencia para la reedificación  de la ermita de Santa Lucía y el contiguo cementerio, así como los  bienes que  por providencia de dicho Prior  del año 1815  en que ordenada la incorporación a la fabrica de la Iglesia  parroquial  a fin de que sirviesen para el culto religioso  y demás solemnidades de la cofradía. En efecto, la presente providencia libera el despacho, haciéndose saber al Sr. Cura Párroco Sr. Bañares y al mayordomo de la fábrica, comisionando a cualquiera. Firmado por el Obispo Prior  de la Real  Casa de San Marcos de León y su provincia en Extremadura el 12 de marzo de 1829 ante D. José  Genaro Aparicio y el Licenciado  Diego Rodríguez Vizuete.

La obra comenzó el 2 de agosto de 1929  con el maestro de obras  o alarife Diego Ortiz Romero y el importe de las mismas  corrió a cargo  Dª Josefa Sánchez-Hidalgo Gómez-Jara-madre del  presbítero D. Luis Ovando Sánchez-Hidalgo- al recuperar  la vista por intercesión  de Santa Lucía, al ser operada en Lisboa  a una edad muy avanzada.

Además colocaron en el altar mayor por devoción una imagen de san José y otra de Santa Eulalia, en recuerdo según la tradición de haber pernotado  en la misma  la Santa, camino del Martirio.

Por picar y lucir las paredes alrededor de la ermita,  por debajo todo lo que estaba en mal estado y tapiar los desperfectos, echar todo el  piso de baldosines, blancos y negros, con cal y cemento, por importe  de 940,25 pts., traídos de la Fábrica de Antonio Piriz Martínez en Villafranca de los Barros, de las puertas aún no se sabía el precio.

La sacristía es de piedra y ladrillos, las paredes con bóveda y tejado,  un par de puertas y una ventana. El cementerio viejo contiguo a la ermita mide 19 metros de largo por 9 de ancho, el  importe de  2605 pts.  Las cuentas de la reparación ascendió a un total de 4319, 50 pts[12].

Ultima Obra de 2022

Las patologías existentes de la espadaña, ubicada en la cubierta y las grietas de la bóveda de cañón por encima de la coronación del retablo, cuyo presupuesto asciende a  24.875 euros.

Lámina 2. Ermita de los Mártires

 

  1. Ermita de los Mártires San Fabián y San Sebastián (Lám 2)

La segunda ermita por orden de antigüedad, es la de los Santos Fabián y Sebastián, mártires romanos del siglo III, abogados contra la peste por disposición real en todos los pueblos de España con la erección  de ermitas, a consecuencia de la que en el siglo XIV, año del Señor 1348, asoló a Europa diezmando  todas sus ciudades y villas[13].

La información, que recoge Álvaro María, son  seis ermitas  entre ella los  santos Mártires, mientras que  Gómez–Jara  pondera la devoción del pueblo de tal manera que en la obra de la ampliación del crucero de la Iglesia Mayor  contribuyen a la obra  el 1531 con  7551 reales y 4 maravedíes en metálico, 51 fanegas de trigo y 30 de cebada. Las consecuencias funestas  de la Guerra de la Independencia  llevaron a una situación ruinosa de la ermita y fue derrumbada según acuerdo de 19 de mayo de 1864 para solares propios y construcción de casas.

Mayor información encontramos en las Visitas de la Orden de Santiago de 1494 en que se recoge la ermita de San Sebastián (sic) .  Las huellas  de su remoto pasado son evidentes en la ermita,  “Todo el templo paresçe ser fecho de gran antigüedad”  las fuentes documentales refieren las numerosas lápidas conservadas “ay  en la ermita cinco mármoles grandes y dos filas que paresçe han sido sepulcral”[14]

En el 1498  “Visitose la ermita de los Santos Fabián y Sebastián, en donde hay un altar mayor, imágenes de los titulares Mártires, cruz, ara, frontales, manteles, corporales, hijuelas,  palias de seda, cáliz de plata dorado con patena, casullas, acetre de cobre, una campana y, tejado de madera”.[15]  

En el 1503  encontramos  una imagen de Nuestra Señora, un velo, una alfombra y una cortina de lienzo para cubrir el altar[16].

En el año de 1.515 se ordenó el derribo del arco toral de la capilla y la construcción de otro nuevo:” que no ocupe la vista  del altar mayor quando va el pueblo a oír misa” [17]

Será la visita de 1549-50 cuando aparece la figura del santero o ermitaño, que es el encargado de la limpieza y cuidado de la ermita.

– Es interesante que en ocasiones sean los mismos ermitaños los que contribuyen  en la medida de sus posibilidades  a dotar a la ermita que servían.

Salvador García, santero de los Mártires poseía una casa junto a la ermita: “el qual dixo que quería hacer donación de ella  a la dicha hermita para el fin de sus días……..(ilegible)….. por servicio a Dios nuestro Señor e de los bienaventurados  mártires San Fabián y San Sebastián” [18]

Leonor García, ermitaña dona otra casa, cuya documentación recoge  este peculiar caso: “Leonor García, santera y luminaria de la dicha hermita a mas de quinze años que lo hace con mucho cuidado y diligencia, onestidad  y limpiça e por ello no se le ha dado ninguna cosa y aunque la hermita  siempre  ha sido rica  como lo es…….(ilegible)…….Dixo que mandaba y mando al dicho mayordomo haçer y haga a la dicha Leonor García, santera, una saya e sayuelo de un paño baxo de burel para que pueda andar  en la dicha hermita y dar el pan bendito como tiene quenta  de dallo  andando  más bien tratada  que el dicho Visitador la vido el día de San Esteban que estuvo en dicha hermita oyendo misa, porque la dicha Leonor García  es pobre y los santos gloriosos mártires de que se dé  la dicha limosna a la dicha su sierva recibirán mucho servicio en ello” [19]

-Pintores. Estancio de Bruselas, flamenco de origen, afincado en Baja Extremadura, acude  a la villa  de Fuente del Maestre, requerido por el mayordomo de los Mártires a tasar las pinturas de la ermita que habían ejecutado Diego González Rosado, pintor vecino de Jerez de los Caballeros y el zafreño Juan Martínez.

De los seis tableros de pincel que componían el retablo de la ermita, cinco habían sido realizados  por González Rosado y uno con el tema de Santiago se debía a Juan Martínez. “ En la dicha capilla  está un altar  y en él  un retablo pintado de pincel y de talla dorada, tiene seys tableros de pincel y uno en medio en que están los bustos de Sant Sebastián  y Sant Fabián  y los dos primeros tableros el de la mano derecha los Mártires e San Juan  y sobre esta la ystoria de quando el ángel sacó a San Pedro que estaba en la cárcel, el tablero primero de la izquierda es el nacimiento y el de encima  es Santiago a  cavallo y el que está en medio de los mártires   es la Asunción de Nuestra Señora y encima  un crucifijo y  San Juan y María y el remate de todos es un Dios Padre…..”[20].

El informe pericial ofrece  además del precio de las tablas,  curiosos datos  sobre la práctica del dorado, precio de los panes de oro y plata, esgrafiados, así como alusiones a los relieves de los  profetas. 

En el 1.574 los Visitadores ordenaron al mayordomo: “que dé y preste a la iglesia mayor en cada año que durase la dicha fábrica las rentas de pan y dineros diversos dejando solo lo necesario  para eventuales reparos, siempre con la aprobación del vicario, párroco y concejo”[21]

El hecho de haber salido para las Indias  60.000 maravedíes de la ermita, para recuperar esta cantidad se iniciaron las gestiones oportunas  a través de un pleito elevado al Real Consejo de las Ordenes[22].

La ermita está como  un tiro de piedra  de la dicha Villa de la Fuente en el ejido  al cabo de la calle que dicen de los Mártires.

El cuerpo  de la iglesia de cantería de piedra gajada y ladrillo, tiene un portal todo alrededor,  excepto  la capilla mayor que tiene treinta y dos arcos de ladrillo y pilares de ladrillo con unos ante pechos y tres escaleras altas y bajas para que no pudieran entrar bestias, en cada nave las suyas. Están cubiertos todos los tres portales de toscas de madera de pino,  cabríos de madera y caña junta.

Cuatro arcos y medio dividían la nave de la ermita y su  cabecera o Capilla Mayor, de mayor altura, semicircular. Todo el conjunto gozaba de especial entidad: amplitud, coro y tres puertas de acceso en las paredes oeste, sur y norte. En su interior, alrededor de los muros están poyo  s que servían de asientos para los hombres.

La puerta oeste con su puerta de madera “Tiene una puerta al cabo de la iglesia al poniente con un arco de piedra  con  una imagen de la Quinta Angustia pintada encima y lo alto un hastial de la dicha ermita  un campanario con dos campanas grandes, por la qual se entra a dicha hermita  por debaxo de un coro labrado nuevo de madera de pino de cuartones de sesma y ochava y tabla de chilla, çinta e saetino, las cintas labradas de unos florines,  todo de pino. Carga el dicho coro sobre dos vigas de tercia y quarta con cuatro zapatas metidas  en quatro  pilares de la dicha hermita……(ilegible) por delante una baranda de balaustre e……. (ilegible)  y por la misma escalera que sube  un campanario hecho de tres almenas con dos campanas  que caen sobre la puerta oeste” [23]

El cuerpo de ellas es de  tres naves con cuatro arcos y medio de ladrillo y a la derecha  cuando se entra una pila de agua bendita y por debajo de la nave de la epístola  una escalera de ladrillo por donde se sube al coro y al campanario. Tiene a los tres pilares unos asientos de ladrillo en todas las tres naves porque se celebra misa todos los domingos al no caber la gente en la Iglesia Mayor.

El arco toral de la capilla mayor es de madera  en donde pasan los dichos dos medios arcos. Ésta es redonda como media luna de piedra tosca de mampostería. Cubierta  a dos aguas de once vigas  de madera de pino tosca y cabríos de madera y caña junta. “Tiene el altar mayor cinco gradas, todo ello de ladrillo, tiene un retablo de madera de talla dorado y pintado con seis tableros de pincel con historias del nacimiento y Señor Santiago a cavallo y el Señor San Pedro en la cárcel y San Juan evangelista, tiene un tabernáculo dividido  por un pilar de por medio dentro del cual están  de bulto entero los glorioso mártires San Fabián y San Sebastián, labrados de talla, y dorado  y pintado; tiene  dos altares colaterales  en las naves- en la nave del evangelio, el uno  con un retablo  de madera de pincel y de los mártires san Fabián  y san Sebastián y el otro  que está a la mano de la epístola sin retablo, al lado del evangelio en el pilar del ofreçedero está otro altar con una imagen tapada en lienzo del glorioso nacimiento del Hijo de Dios con una Verónica pintada y un púlpito de madera de nogal peynazos  de pino con sus aldabones de hierro. Tiene toda la dicha ermita poyos alrededor y el suelo  y portal de ella todo enladrillado, tiene en el coro  tres escaños de madera de pino, un facistol y diez bancos de madera de pino,  en el cuerpo de la ermita en que se sienta la gente, tiene una rueda de doce campanillas”[24]

El único vestigio de esta ermita de los Mártires que se conserva hoy es una de las campanas de la torre parroquial con una inscripción de 1782. Sobre los terrenos de la ermita derruida se construyeron nuevas casas.

Lámina 3. Ermita de Nuestra Señora de la Hermosa

 

III.   Ermita de Nuestra Señora de la Hermosa (Lám 3)

Los historiadores locales  Álvaro María afirma “que de los conventos, uno de los religiosos menores de San Francisco y Provincia de San Gabriel, fundado por Dª Elvira García  Zambrano el 1646, su titula Ntra. Sra. de Esperanza y otro de religiosas de la Concepción franciscanas,  cuya fundación se ignora” [25]

Gómez-Jara dice  que “empezó por beaterio, debió tener su fundación a mediados del s. XVI…., previa autorización  del municipio como patrono, utilizan al efecto esta ermita,  variándole el  título de la advocación por el de su regla” [26]

El testamento otorgado por el presbítero fontanés  D. Juan Sánchez, cura de Feria y fundador del hospital de Ntra. Sra. de la Angustia de Fuente de Maestre, otorgado el 27 de noviembre del año  1.460, se da a la dicha fundación una huerta, sita junto a la ermita de la Hermosa.[27]

En el 1.498, se inició la reconstrucción de la ermita de Santa María de la Hermosa, de tiempo inmemorial,  a costa de las limosnas del vecindario.

La cuantía de estas limosnas es claro exponente del gran fervor popular de que era objeto este ermita. Las fuentes señalan, en diversas ocasiones  que era “causa de mucha devoción”[28]

  1. El templo primitivo era de una nave con dos tramos, portal delantero y casa del santero. Estaba cubierto de madera tosca y teja[29].

Tenía la ermita antigua el altar mayor con tres gradas de ladrillo y un retablo embutido en arco, metido en la pared un lienzo pintado al oleo un Crucifijo y Nuestra Señora y San Juan y las tres  Marías y una cruz puesta sobre un calvario con un Cristo crucificado de bulto de madera de talla, bien labrado, Los tres altares con sus aras y su guardapolvo protector. “Tiene en el lado del evangelio una imagen de Nuestra Señora de bulto entero, de talla de alabastro, dorada y pintada con su bendito Hijo en los brazos” [30].

Sobre la talla de Santa María de la Hermosa  dicen los Visitadores en 1.498: “la bió el maestre  Lorebzo Suárez  de Figueroa y están en ella sus armas” y el  año 1515 añade  “en el asiento  de dicha imagen” [31]

La imagen por ser antigua con decencia es vestida. La costumbre de vestir imágenes afecta  incluso a tallas de relevante calidad  y riqueza como la de Nuestra Señora de la Hermosa y “para ser  el bulto tan antiguo como parece que es esta muy hermosa y muy decentemente tratada, salvo que al estar vestida  como lo está, no está con tanta decencia como debía” [32]

En el  1.576 pese a su hábito  muy arraigado, se procedió a su drástica prohibición, no obstante en el año 1604 encontramos de nuevo vestida la imagen de Santa María de la Hermosa.

En los altares colaterales  fuera del arco toral en el lado del evangelio  está un retablo pincel artístico de la Adoración  de los tres Reyes; en el lado de la epístola otro altar retablo, un tabernáculo de madera pintado en que está de bulto entero el glorioso ermitaño y confesor San Antonio Abad (San Antón), dorado y pintado.[33]  Tiene un lienzo pintado en el retablo con los eremitas  San Patricio y San Hilario.

El altar mayor con un Cristo crucificado de bulto de madera  de talla, bien labrado. Hay una pila de agua bendita y un pozo de piedra de agua para servicio de dicha ermita.

La obra del nuevo templo empezó por la capilla mayor; entre  1.501 y 1.511 se alzan paredes de nueva piedra mampostería y se inicia la obra  de su cubierta. En 1.550 el visitador D. Andrés Ruiz de la Vega se ensalza  la buena bóveda de crucería de la cabecera con sus arcos,  repisas y claves de piedra[34].  Durante los 50 años de obra la nueva capilla coexistió  con la primera nave  del  edificio. La ruina de esta última  motivó su pronta sustitución, ya iniciada  en 1.550.

En esta fecha el Visitador General señala que: el cuerpo de la nave se va edificando”,  en clara alusión a los tres arcos de ladrillo ya construidos de su única nave. En la misma visita se ordena terminar el único arco que falta y la portada, con almoneda pública. Inventario de vestidos, ornamentos y cálices de plata del templo[35].

La visita de 1574 describe que es  un espacioso templo de nave única de cinco tramos, unido a una espléndida capilla abovedada, “ es un cuerpo de iglesia… al poniente tiene la puerta de piedra gajada y de  mampostería, todas las paredes de ella, tienen en lo alto, encima de la dicha puerta  un campanario de ladrillo con un esquilón mediano y la puerta es de ladrillo, con unas puertas muy viejas por la cual  se entra al cuerpo de dicha iglesia, la cual es una nave con cuatro arcos de ladrillo y cincos capillas, cubiertas  las dos que están  junto a  la  puerta de bóveda y las tres de más delante de cuartones çinta y saetino y talla junta de madera de pino pintada. El arco toral de la capilla mayor es de piedra de cantería y la capilla no tan ancha  como el cuerpo de la iglesia de “bóveda” de piedra  toda con su çinta y repisa y seis cruceros con tres claves, todos de piedra y la coyfa de ençima  de ladrillo” [36]

La Capilla Mayor está más elevada que la nave con cinco gradas que al establecer la diferencia de altura le confiere a ésta mayor  entidad como el espacio más sagrado del templo.

  1. Junto al templo existieron, entre 1.498 y 1503, dos pequeñas casas del ermitaño, habitadas en el 1515, por una beata[37].

En la visita de 1549-50 sabemos que eran unas instalaciones  conventuales más amplias, unido al templo por el lado norte. El visitador entra  “a dentro de la casa en la cual es un recibo pequeño y luego una pieza donde hizo el auto arriba contenido, cubierta a un agua de madera de pino, tosca y caña junta de la cual estaba un retablo de pincel que sirve de oratorio en las que se recogen a rezar la dichas beatas, mas adelante está una pieza la cual es dormitorio junto a otra pieza que está a la mano izquierda está cubierta de la misma manera y caña  junto, a una agua y a causa de la mucha pobreza que tiene la dicha casa está  por doblar el suelo; tiene otra pieza a la mano izquierda, que es el dicho coro bajo, tiene más adelante otra pieza pequeña  por el cual se entra a un corral donde están unas higueras, la cual está cerrada por tres tapias de alto.[38]

  1. Visita conventual. Las monjas exponen al visitador D. Andrés Ruíz de la Vega la necesidad de continuar la obra en la otra casa para cual solicitan al Emperador Carlos V, administrador perpetuo de la orden y caballería de Santiago por autoridad apostólica, oído el consejo de las ordenes, regidores y fiscales y hombres buenos de la villa de Fuente del Maestre, da la licencia pertinente, respondiendo con una provisión real  en una carta  de mandato  y facultad  para que pudieran continuar la obra y el edificio de las dichas casas que de suyo se hace mención para el efecto que lo piden y no caigan en pena alguna. Dado  el 29 de abril de 1551, Firmado, Don Enrique, doctor, el licenciado Pedrosa  y Francisco Guerrero, secretario de cámara de su católica Majestad. V.B. del consejo de órdenes. Cristóbal Darías Quintanilla.

La visita de 1549-50 menciona por primera vez la presencia de ocho monjas de hábito de Santo Domingo dirigidas por María de Santo Domingo, instaladas en esta casa con la correspondiente autorización real” [39]

Por las Escrituras de censos de otras mojas dominicas conocemos a María de Toro, educanda, hija del licenciado Toro, residente en Indias, (1539), con dote son Isabel Ortiz (1591), María de Jesús, novicia, hija de Juan Sánchez (1611), Josefa de San Andrés (1613) y D. de San Juan  (1614).[40]  Recibían el nombre de “beatas”  las monjas que vivían en congregación, bajo la disciplina de la Venerable Orden Tercera dominica.

A petición de Diego de Mendoza, visitador de 1574 las monjas presentan la Provisión  de Carlos V  en donde se dice que estas beatas poseen unas instalaciones conventuales más amplias, el convento está unido al templo por el lado norte.

Los Visitadores Santiaguistas describen, por primera vez, las dependencias monásticas del templo, llamado desde esta fecha “Convento de la Hermosa”, en clara alusión a las dominicas que moraban en él. Hasta que cambian el año 1618[41] el hábito por el azul blanco de  Concepcionista, que fundara Beatriz de Silva. La desamortización de Mendizábal el 1836 las expulsa y se cierra el convento.

El 20 de enero de 1896 la comunidad de las “Isabelas” franciscanas de la  Orden Tercera Regular de Trujillo, con Madre Filomena Bustamante instauran el antiguo convento de Fuente del Maestre. A los diez meses también cambian su hábito pardo por el blanco azul de las concepcionistas hasta su cierre el 14 de febrero de 2004, trasladándose las seis monjas muy mayores al convento de Osuna (Sevilla).

Lámina 4. Ermita de San Lázaro

 

  1. Ermita de San Lázaro (Lám 4)

Álvaro María en la nomina de las ermitas la incluye el 1788;  mientras que Gómez-Jara nos informa de que en 1645 Dª Elvira García Zambrano, fundadora del convento de frailes menores  pensó en este lugar para que pudiera servir de iglesia a la comunidad que proyectaba, pero se instalaron en unas casas de su propiedad en C/ San Pedro pocos años hasta que se edificara el convento. Refiere también la devoción popular a la Virgen de la Cabeza, cuya hermandad tenía aquí la sede canónica y que la imagen de San Sebastián fue llevada a dicha ermita, cuando despareció.

Las visitas santiaguistas nos proporcionan más información. En el 1494 la incluye entre otras[42] y 1498  nos describe así:

 “Visitose esta ermita de la vocación de Santo Lázaro junto en el  arrabal de esta villa, está en el altar mayor la imagen de Santo Lázaro de madera de bulto metida en un tabernáculo con sus puerta pintadas,  a las espaldas dos paños de lienzo pintados, una cortina de lienzo blanco,  unos manteles, una cruz pequeña, dos candelabros de latón,  una palia de seda labrada, dos pares de hazalejas, un frontal de lienzo pintado, una lámpara de latón. Otro altar de la vocación de Santana pintado entre la pared dos cruces de palo…Otro altar donde está la imagen de Nuestra Señora de Belén pintada, una cruz, un crucifijo de madera,  unos manteles, dos hazalejas labradas de seda, un candelero de hierro y un campanario con una campana mediana, en el arco de la capilla un crucifijo de madera con dos imágenes, saliendo a la puerta de dicha ermita está una nave de cuatro portales y en uno de ellos un aposentamiento para enfermo bueno, la cual dicha ermita el aposentamiento es de madera tosca y teja con propios-limosna-cortinal de las buenas gentes”  [43]

En el 1511 se describe adosada al templo la casa del ermitaño. La distribución de la casa es similar a las casas populares, las habitaciones estaban dispuestas ambos lados de un pasillo central y a final de este el corral y demás dependencias agrarias[44]. Tuvo unida a sus dependencias una pequeña pieza con dos camas para enfermos o como albergue de los pobres[45]. La imagen de San Lázaro la calificaban, los visitadores, de grandeza de talla[46]

El 1515 el visitador “Tomose cuenta  a Rodrigo  Díaz Valero, mayordomo del año pasado  1514 y vista la cuenta del año pasado encontrándose un alcance de 2321 maravedíes,  con que fue demandado por el mayordomo nuevo. Un  cargo de 142 mrs. de cal que  debe la dicha casa el antiguo  mayordomo (Alfonso) y otro alcance de 259 mrs. con cierto error  de la cuenta demandada que liquida y se le dijo al  nuevo  mayordomo. Mandose al dicho mayordomo que los maravedíes  de este alcance y los que más hubiera los pagase en la obra de la capilla de dicha iglesia de San Lázaro y mando comprar un libro  para la dicha capilla de la villa bajo pena de  dieciocho maravedíes para la obra de dicha  iglesia”[47].

En el 1549-50 el 14 de junio continúa la visita:“ es una  Iglesia de una nave de piedra y el  casco de ella de ladrillo, tiene de largura dos capillas de bóveda sobre  crucero de piedra y el  casco de ellas de ladrillo, tiene una capilla mayor así mismo de bóveda sobre crucero de piedra y el cabo de ellas de ladrillo, tiene un altar mayor así mismo de bóveda sobre crucero de piedra que responde a cinco llaves y le cae con ella de cal y ladrillo,  tiene un altar mayor y en él un busto de San Lázaro antiguo,  tiene otros dos altares colaterales con lo frontero  de la capilla, y  en uno una pintada en la pared la Salutación  Ntra. Sra. y en el otro la Anunciación de Ntra. Sra. está en la dicha capilla e iglesia junto está  una casa que a la entrada de ella tiene un patio  alrededor y  tres corredores sobre pilares de ladrillo,  asimismo y en  uno de ellos un arco grande por donde se entra a un zaguán y a la mano derecha está  una cama  y a la mano izquierda  está otra y entrando más dentro de este zaguán está una pieza larga que es tan grande como el corredor donde está más de cinco pies y más  a dentro junto de ella una para la caballeríza.  La puerta de la dicha Iglesia del patio de la dicha casa está un portal sobre unos pilares de ladrillo y de madera y caña y en uno de los corredores están ciertas pinturas antiguas y tiene un esquilón a la mano izquierda[48].

La Visita de 1570-1574  recoge una descripción más detallada como sigue: “El dicho Don Francisco de Mendoza Visitador de Vuestra Merced  continuando dicha visita lunes de diciembre de mil quinientos setenta y cuatro (1574) visitó la ermita del señor San Lázaro que está edificada  al cabo del arrabal del señor San Lázaro de dicha  villa en el  ejido anserero (municipal). Es un cuerpo de casa incorporada a la dicha ermita, tiene  un portal delante de la puerta  de seis pilares de ladrillo sin las esquinas sobre hilaras de madera con sus antepechos y poyos y una portada  por donde se entra a dicho portal cubierto a una  agua de madera tosca de pino, hileras  e fresno,  cabríos de madroño y cañizos  en parte juntos y en parte solos. Tiene encima de la puerta pintada la imagen  de la Anunciación, puertas de madera de pino y clavazón por las cuales se entran a un patio por tres  portales de pilares de catorce postes de ladrillo  sobre hileras de madera los dos y el tejado como el del portal de fuera y el otro con ocho arcos de ladrillo y el tejado  de madera de pino tosco y caña junta, en el cual está pintado de pincel la  shada (serie) en Jerusalen en dieciséis historias los pasos de la pasión y bajada al limbo y resurrección. Entrando por la puerta principal del dicho patio en el portal de la mano derecha está un cuerpo de casa, que tiene tres piezas: una cocina y cámara en donde duerme el santero, que se llama Juan López y una hermana suya que se dice Elvira García que limpian y tienen cargo de dicha ermita y la limosna de ella. Tiene dos grandes corrales y dos cuerpos de casa que solían ser de enfermería de los enfermos muchos años en  descubiertas; en la mano izquierda entrando por la puerta de dicho patio está el cuerpo y capilla de dicha iglesia es todo de piedra gajada de mampostería, esquinas y botaretes de ladrillo y piedra. Tiene un portal delante  de la puerta del cabo de la iglesia con dos pilares de ladrillo, dos pilares de madera tosca y un tejado de madera de pino tosca y caña junta. La puerta es un arco  de ladrillo con dos puertas de madera de pino y clavazón. El cuerpo de la dicha ermita es una nave de  de dos capillas de crucería y bóveda de  ladrillo sobre un arco grande de ladrillo tolarete  con diez clave cada bóveda. El arco toral de la  capilla mayor es de ladrillo con su capilla en cuadro de crucería de piedra repisas y basamentos y claves cinco y lo demás  de la crucería de ladrillo y la bóveda del mismo tiene dos ventanas saeteras. El altar tiene cinco gradas de ladrillo y el altar de lo mismo en el cual está un retablo pintado  en la pared al otro de pincel un santo crucifijo con la imagen de Ntra. Señora y señor San Juan y al lado del evangelio el glorioso confesor Lázaro, el mendigo pidiendo limosna en casa del rico avariento el cual está pintado en el lado de la epístola la historia de comer, tiene al pie el santo crucifijo y la historia de San Gregorio diciendo misa y  a la parte del evangelio una imagen de nuestra señora de los Remedios con su bendito Hijo en los brazos de bulto muy antigua. En la parte de la epístola está de bulto de madera pintado el glorioso confesor San Lázaro hermano de María Magdalena y Santa Marta con vestiduras de seda, al lado del evangelio está unas alhacenas con sus puertas de madera en donde están los ornamentos para decir misa, tiene dos altares fuera del arco toral pintados en la pared los retablos de Nuestra Señora de la Antigua al  lado del evangelio y al lado de la epístola las santas bienaventuradas Santa Marta y Santa María Magdalena. El altar mayor tiene su  ara guarnecida en madera, una pila de agua bendita y un esquilón pequeño y un campanario de ladrillo  pequeño, tiene una lámpara açófar y los bienes   siguientes”[49]

En el 1603 y 1604 se encuentra vestida la imagen de San Lázaro[50], así como pinturas murales al fresco en el interior de la ermita.

Reedificación del 1829

Los efectos funestos de la guerra de la Independencia  tuvieron que ser reparados y los nuevos estatutos de la Hermandad de la Virgen de la Cabeza  dieron nuevo impulso a la vida cultual de la ermita. Se intensificó el 1905 con Eduardo  Silva, gran devoto de la Virgen de la Cabeza.

La reparación de 1932 fue notable  porque  D. José Obando Montero de Espinosa al ser agraciado con el 2º premio de la lotería Nacional  la hizo a sus expensas.

La residencia-asilo de las hermanitas

La aprobación  del obispo D Adolfo Pérez Muñoz y la Superiora General    Sor Ignacia de Santa Eulalia, hicieron posible que las hermanitas de los ancianos desamparados, de Valencia,  el 27 de abril de 1917 llegasen las religiosas Eduvigis Barrero, Carmen Lorenzo Díez, María Carcelo Lozano, Bárbara Gil Marcos y Encarnación Álvarez Fernández, que son recibidas con alegría por el pueblo. Su obra buena, ingente de caridad se dilata hasta el año 2003 hasta la crisis de vocaciones que le obligan a marcharse.

Le sustituyen la Congregación de Marta y María, fundada por el obispo Miguel Angel García Arauz y Madre Angélica Silva Sánchez el 6 de enero de 1979. El primer equipo  de hermanas fueron  Madre Celia Rosaura Ramírez Pérez, Hipólita Pérez López, Hilda Jeannette Arias Hernández y María Angélica Hernández Aguirre, que comienzan el 20 de enero de 2003.

Lámina 5. Ermita de San Juan Bautista

 

  1. Ermita de San Juan Bautista (Lám 5)

Alvaro María la incluye como intramuros el año 1788; mientras que Gómez-Jara se centra en la reforma del altar mayor y su retablo con el camarín de la Virgen de los Dolores, costeado de limosnas (1733-38) y las imágenes de Jesús amarrado a la columna y San Juan Bautista cada  lado  y una serie de cuadros del Apostado en el muro. En el segundo cuerpo el  Cristo crucificado mexicano. Dos altares en el primer  tramo, uno, con una urna con el tránsito de la Virgen y sobre ella la imagen de Jesús  Resucitado. En el segundo cuerpo otra urna  con el Cristo Yacente y sobre ella un cuadro grande del Bautismo  del Señor (1650). Contiguo el púlpito de mampostería y la casa del santero. En el 1864 se llevo a cabo una gran reforma[51].

La visita santiaguista del  año de 1.498 dice que este edificio estaba situado en la corredera, “está desenvuelto, ay dentro asaz materiales y está comenzada a labrar[52]

La primitiva sinagoga judía se transforma  en templo cristiano, práctica habitual en toda la península. El pueblo la tomó por ermita de esta.

En el 1503 se halla con cubierta de madera y un altar con un lienzo pintado del Bautismo del Nuestro Señor, unos manteles y un frontal de lino, dos paños de lienzo pintados de San Juan Bautista y una lámpara[53].

La visita de 1549-50 “que está junto a la corredera una ermita desbaratada y que está de nuevo alrededor  de ella reedificar  de nuevo y están las paredes a la mitad casi en el alto que  a de tener”[54] El inventario recoge una suerte de tierra, unas casas, ornamento litúrgicos, un cáliz de plata y patena con caja… tomando cuenta a Juan García, vecino y mayordomo Juan García, después de la visita del Prior.

El 1574   “Visito  Don Francisco de Mendoza el 23 de diciembre  de 1574 la ermita de San Juan Bautista que está dentro de dicha villa de la Fuente en la calle de la traviesa que va de la calle de la corredera a la calle del Arroyo, tiene por ladero hacia la parte de arriba junto a un cuerpo de casa que tiene la dicha ermita  para el santero, linda con casas de Pedro Hernández Conde y por la presente de abajo  con casa  de Gonzalo Hernández. El cuerpo de la Iglesia es antiguo de cimientos de piedra y rafas de ladrillos y trapería,  tiene al mediodía una puerta con sus puertas de madera de pino y clavazón. El cuerpo  de la dicha iglesia es de tres  tramos sobre  dos arcos de ladrillo, cubierta de madera tosca de pino, cabríos  y caña junta. El arco toral  de la capilla mayor que va por encima de uno de los arcos viejos es ladrillo de la obra nueva y la capilla mayor de piedra de mampostería de dos capillas sobre un arco de  ladrillo. El arco y crucero con cuatro cruceros y  dos claves, una en cada capilla tiene necesidad de una ventana en la dicha capilla para claridad de ella hacía la puerta del mediodía. Tiene cinco gradas todo de ladrillo, tiene por retablo un arco metido en la pared las imágenes de bulto  entero de tallas, doradas y pintadas del glorioso San Juan Bautista y de la gloriosa Santa Isabel su madre y  en medio del altar una tabla con una imagen de pincel de un  santo con un cáliz y una Hostía en la mano, coronado de espinas. Tiene un esquilón mediano  que tañe a misa, cuando se dice en dicha ermita. Una lámpara   con su bacía de açofaz[55].

El culto religioso continúa al ser sede canónica de la Hermandad de la Virgen de los Dolores y Escuela de María[56].

La fundación de un colegio para niñas propiciada por las hermanas  Dª Ignacia y Dª Mercedes Gómez-Jara lleva a la comunidad y colegio a utilizar la ermita de San Juan Bautista. Viven en la calle corredera 33 y la travesía  al arroyo.

El vicario capitular, sede vacante, y la madre general de la Congregación del Sagrado Corazón, Dolores Pujalte firman la nueva fundación con satisfacción de las Señoras Gómez-Jara.

La primera comunidad fue: Madre María Elvira, como superiora, y las hermanas Rosa Bouzo, Dolores Fernández, Julia del Amo, Asunción Pujalte, Asunción Diez y María Alonso. Su presencia fue  fructífera para la juventud femenina fontanesa hasta terminar el curso de 1973.

Lámina 6. Ermita de Nuestra Señora del Buen Suceso.

 

  1. Ermita de Ntra. Sra. del Buen Suceso (Lám 6)

La última de las seis ermitas construidas es la de Ntra. Sra. del Buen Suceso, conocida  ex vulgo de Santiago.  Mientras que  Álvaro María se limita a citarla, Gómez-Jara la ubica la E.S. E. de la villa, que honran a su titular y al Señor Santiago con primeras vísperas, veladas nocturnas y función solemne a principio del siglo XVIII.

Fue fundada por el Capitán D. Juan Jerónimo Calderón, por devoción a Ntra. Sra. y terminada por su hijo, Capitán de Caballos Corazas D. Lorenzo  de Bolaños Calderón, según consta  en una clausula  de su testamento, otorgado ante el escribano público Álvaro Rodríguez  Zambrano el 30 de agosto de 1671, donde declara  que a sus expensas levantó el cuerpo delantero de dicha ermita[57].

Es una nave dividida en dos cuerpos. Sus altares primitivos fueron sencilla  hornacinas adosadas a sus muros. En el presbiterio la imagen titular, y los altares laterales dedicados a los Santos a San Jerónimo y  a San Lorenzo. Dª María Guerrero de Luna ante el escribano Pedro Jaramillo Guerrero el 31 de diciembre de 1704 dona casas, olivares…para sufragar los cultos.

La organización administrativa en 1729  consistía en la  mayordomía  de Ntra. Sra. del Buen Suceso. El visitador concede licencia a  D. Antonio de Porras,  mayordomo de la  misma para continuar en el cuidado de la ermita y de sus bienes. Tenía su capellán y ermitaño.

Inventarios: Un rostrillo de piedras y perlas, fabricado en Zafra para  Ntra. Sra. del Buen Suceso; un vestido  de muy buena calidad, autorizando al  mayordomo D. García Guerreo Becerra, teniente  cura el año 1751  para que compre el oro necesario para el manto nuevo. Una colección de vestidos morado, azul, verde de medio tisú, color de perla  el manto de tafetán encarnado, el de raso verde  y un jubón de tela verde de plata y  el de rosa  amarillo  guarnecido  con galón de plata se dispongan para los altares laterales de los santos Jerónimo y Lorenzo. En el 1775 el maestro de sastre era Manuel Silva. Además tres olivare, plantones y dos censos.

En el 1760 se hizo el atrio de la ermita, se reparan tejados, el porche  labrado… contribuyendo a ello la celebración de una corrida de toros el año 1762, en la plaza del Corro dando 80 reales por utilizar las vistas de  las tres ventanas a varias personas  en el espectáculo.

La imagen del Señor Santiago con su retablo que fue trasladada desde la aldea de Magacela el año 1587 a la capilla colateral del crucero mayor de la parroquia en el lado de la epístola, titulada “Traslación de Santiago de Magacela”,  después a principio del siglo XVIII es trasladado  a esta ermita y puesto en una hornacina  junto a Ntra. Sra. del Buen Suceso en el altar mayor el  Señor Santiago el viejo adornado con media basquiña verde y un jubón de plata con flores plateadas y dos trozos de tafetán encarnado para el uso del nicho de la imagen.

  1. Fernando Quintano de Silva y Figueroa, vicario general el año 1746 manda que de los caudales existentes pertenecientes al Señor Santiago se haga y se ejecute una escultura nueva  a caballo por un maestro conocido a cargo y cuidado de D. Francisco de Ceballos Zúñiga, concediéndole licencia para vender  cebada y trigo en existencia.

El 1 de agosto de 1749 se da cuenta de haber pagado 1.400 reales a D. Francisco David, vecino de la ciudad de Badajoz por la hechura de Santiago y un caballo, más 40 reales a Bartolomé Sánchez por la conducción de dicha imagen, 8 maravedíes a Francisco Macías Blanco por una libra de cera que se gastó la noche que llegó el Santo a esta Villa y 12 reales y medio a Manuel Gordillo, vecino de Zafra cerrajero por la hechura de los estribos.

En el 1763 se refundieron por mandato del  Lic. D. Juan Navarro Rejón, del Orden de Santiago. el caudal de la mayordomía de Ntra. Sra. del Buen Suceso y las cuentas del Señor Santiago, que arrancaban estas de la antigua fábrica de la Aldea de Magacela, administrada después por el mayordomo de la parroquia y finalmente trasladado a la ermita, su nueva ubicación.

Con motivo de la guerra de la Independencia y la desamortización de Mendizábal el 1836 la ermita fue privada de sus rentas y sus bienes fueron vendidos en pública subasta. Los cultos continuaron  con Misa Solemne y procesión  sufragadas con las limosnas de los fieles, puesto que las poseedora del vinculo de la fundación Dª María Guerrero de Luna dejo de responsabilizarse por carecer de los bienes propios.

Al ser in barrio de personas necesitadas la atención pastoral en los años de la post guerra estuvo a cargo del padre franciscano Javier Beltrán  O.F.M. con la misa de los domingos y catequesis. Las labor fue continuada por D. Manuel Leal de la Concha, vicario parroquial hasta su muerte el año 2002.

Conclusiones

  1. En un sistema positivista como en el que estamos envueltos, las cosas no tienen valor por el hecho de existir, valor cultural, sino por el hecho de cómo son vistas, su valor expositivo o interpretativo. El patrimonio histórico-artístico de las ermitas estudiadas, cuatro veces centenarias están fuera de duda su existencia. Parte de nuestra sociedad han descuidado el verdadero valor de la confianza en el otro que está en el espacio de no saber, de ahí la avidez expositiva de las llamadas redes sociales.
  2. De las seis ermitas aún se conservan todas, a excepción la dedicada a los santos Mártires, Fabián y Sebastián a causa de la guerra de la Independencia. No es menos cierto que otras, como Ntra. Sra.la Hermosa, San Lázaro y San Juan Bautista fueron reforzadas por los conventos que se anexionaron junto a ellas, algunas de ellas desaparecidas en el siglos XX y otras continúan siendo sede canónica de las mismas.
  3. Las prospectivas que se nos ofrecen no pueden ser negativas, a saber, la escasez de clero y la pérdida de “barrio” en el que siempre un grupo de vecinos usan como referencia de su espacio vital:” yo vivo en Buen Suceso, Santa Lucía o la Hermosa …
  4. Las autoridades civiles y eclesiásticas están llamadas a fomentar las fiestas y cultos de sus titulares con la tradicional velada, especialmente el 25 de julio, solemnidad de Santiago, patrono de España y durante 650 años bajo la jurisdicción santiaguista a la que hemos  pertenecidos a la diócesis-priorato de san Marcos de León en la Provincia  de Extremadura, a quienes debemos el rico patrimonio que poseemos hoy.
  5. El mayor peligro que nos acecha es convertirlas en almacenes de pasos procesionales,  utensilios… perdiendo su carácter sagrado y lugar de oración. La implicación de los vecinos laicos que están llamados a una participación activa en la conservación de nuestras ermitas.

 

 

[1]  Real Academia Española, Diccionario de Autoridades (1732), Madrid, 1984, II, p.  544.

[2]  LÓPEZ LÓPEZ, T.A. Las cuatro aldeas  de Fuente del Maestre. Revistas patronales de   Revista patronal de Fuente del Maestre, año 2022.

[3] RUÍZ MATEOS A. y VV. Arte y Religiosidad popular. Las Ermitas en la Baja Extremadura (Siglos XV-XVI) Badajoz 1995, p. 227-233.

[4] AHN.OOMM. Libro 1013, fol. 370.

[5]AHN.OOMM  Libro 1013, fol.365 r. y libro 1014 fol. 216 r.

 

[6] A.H. N. OOMM. Libro 1111, fol.590.

[7]  A.H.N.  OOMM. Libro 1101, fol. 271.

[8]  A.H.N.  OOMM .Libro 1103, fol. 52.

[9]. A.H.N.  OOMM. Libro  1012, fol. 708

[10] Ibídem.  fol. 708

  1. LÓPEZ LÓPEZ, T. A.- MARTÍN NIETO, D. Catálogo-Inventario. Orden de Santiago. Priorato de San Marcos de León. Provincia de León en Extremadura. Provisoratos de Llerena y Mérida. II. Parte. Leg. 358,nº 15601. AEMB. CD. Pág. 510.

[12] ORTIZ PONCE, F.  Notas.  Archivo particular.

[13]  A.H.N.  OOMM. Libro 1107, fol. 93.

[14]  A.H.N.  OOMM. Libro 1104, fol. 213 vto.

[15] A.H.N.  OOMM. Libro 1103, fol. 51.

[16] A.H.N.  OOMM. Libro 1106, fol. 474.

  1. A.H.N. OOMM. Libro 1110, fol.370.

[18]  A.H.N.  OOMM. Libro 1108, fol.402

[19]  A.H.N.  OOMM.  Libro 1012, fol.705 vto.

[20]  A.H.N.  OOMM. Libro  1111, fol.  583-584.

[21]  A.H.N.  OOMM.  Libro 1012, fol.683  vto.

[22]  A.H.N.  OOMM. Libro 1012 , fol. 705 y Judicial legajo 7022)

 

[23] A.H.N.  OOMM. Libro 1012, fol.701 y  Libro 1013, fol.142.

 

[24] A.H.N.  OOMM.   Libro 1012. fol. 701-702.

  1. Correo de Madrid. Tomo IV, nº 213, 6 de diciembre de 1788.

25 GÓMEZ-JARA , J. DE LA CRUZ.  Apuntes Históricos – Descriptivos de la Villa de Fuente del Maestre  Reedición ampliada por Teodoro A. López López el año 1987, págs. 106-107.

[27] Archivo Diocesano de Badajoz. Traslado del testamento 1 de diciembre de  1548,  leg. 1240, nº 40307, fol. 13.

[28] A.H.N.  OOMM. Libro  1106 c, fol. 366 vto.

[29] A.H.N.  OOMM.  Libro n 1103,  fol.55 vto.

[30] A.H.N. OOMM. Libro n 1102, fol. 155, Libro n 1112 c, fol.416 vto, Libro n 1012, fol.493 vto.  y 75º r, Libro n 1101c, fol.131 vto.  Libro n 1106, fol.185, Libro n 1017 c , fol.265 r, Libro n 1101c , fol.269 r, Libro n 1012 c, fol. 694 vto. y Libro n 1106 c, fol.393.

[31] A.H.N.  OOMM. Libro  1003, fol.243 r, Libro  1110c, fol.503 vto,  Libro  1116c, fol.238 r y Libro  1112, fol.694 vto.

[32] A.H.N.  OOMM. Libro  1112, fol. 694 vto.

[33] Hoy se conserva  la imagen de San Antón guardado en las dependencias, mientras que la imagen de la Hermosa  no existía. En el 1987 se hizo una réplica similar a la Virgen del pajarito  de la parroquia de San Agustín de Badajoz, en escayola  para perpetuar  su presencia artística en la ermita.

[34] A.H.N. OOMM. Libro n 1106,  fol.239 r y  Libro n 1111 c , fol.575 r. A.H.N. Libro n 1106,  fol.239 r  y  Libro n 1111c, fol.575 r

[35] A.H.N.  OOMM. Libro n 1111c, fol.575)

[36] A.H.N.  OOMM. Libro  1012, fol.595

[37] A.H.N.  OOMM. Libro 1103, fol.535. Libro 1106, fol.238 vto-230, vto. y  Libro 1110, fol.366 vto.

[38] A.H.N.  OOMM.  Libro  1012, fol.695 vto.

[39] A.H.N.  OOMM.  Libro n 1111 c, fol.575 vto.

[40] A. H. N. Sección del clero, legs. 754-756.

[41] LÓPEZ LÓPEZ, T.A. Y VV.  Historia y devoción: Fuente del Maestre. Monasterio de “Santa María de la Hermosa”,  en la época moderna. 1538-1536, págs. 85-87.

[42] A.H.N.  OOMM. Libro 1101c fol. 271.

[43] A.H.N.  OOMM. Libro 1103c fol. 52.

[44] A.H.N.  OOMM.  Libro 1013, fol. 365 vto.

[45] A.H.N.  OOMM.  Libro 1013, fol. 365 y Libro 1014c, fol. 216 r.

[46] A.H.N.  OOMM. Libro 1108c, fol. 809.

[47] A.H.N.  OOMM. Libro 1110c, fol. 796.

[48] A.H.N.  OOMM. Libro 1111c, fol. 587-588.

[49] A.H.N.  OOMM. Libro 1012c, fol.705 vto.

[50] A.H.N.  OOMM. Libro 1013, fol. 204 r.

[51] Estos autores hablan de seis ermitas, mientras que ahora incluimos también la  ermita de Buen Suceso, erigida en el año 1761.

[52] A.H.N.  OOMM.  Libro 1103, fol. 53

[53] A.H.N.  OOMM. Libro 1106, fol. 473.

[54] A.H.N.  OOMM.  Libro 1111c, fol. 592.

[55]  A.H.N.  OOMM. Libro 1012c, fol. 709 vto.

[56]  López Vacas, A. La Hermandad  de la Virgen de los Dolores.  Año 2020.

[57] ORTIZ PONCE, F. Historia de un santuario mariano.  Fiestas patronales de Fuente del Maestre, año  1988.

Dic 292017
 

Miguel Ángel Rodríguez Plaza. Provisional.

 

La proliferación de ermitas en los alrededores de la villa de Cáceres ha estado en consonancia con el arraigo popular en sentido religioso, desde tiempos pretéritos.

Las noticias sobre las ermitas cacereñas del pasado están recogida en los trabajos de varios autores:

Benito Boxoyo[1] en 1794 aporta datos de ellas, con conocimiento de causa por su cargo de presbítero. Realiza en su obra un recorrido recopilatorio de las existentes en su época, e incluso hace reseñas de las que ya habían desaparecido.

Publio Hurtado[2] en 1915, al escribir sobre las parroquias de Cáceres, narra detalles de las ermitas que son, o fueron antes de su desaparición, filiales de dichas parroquias.

Lozano Bartolozzi[3] publica en 1980 un estudio de las 24 ermitas que había en el casco de la población en el siglo XVI. Nos señala que en los dos siglos siguientes existían 23. En el XIX, indica que había 24, si bien, varias de ellas inhabilitadas a causa de la Desamortización de Mendizábal.

Campesino Fernández[4], en una publicación dos años después, muestra la misma relación que Lozano Bertolozzi. En cuanto a las existentes en el siglo XVI, nos habla de las que desaparecen en los siglos posteriores.

Corrales Gaitán[5] realiza un trabajo monográfico en 1998 sobre las ermitas ya no existentes, las transformadas y las actuales.

Sobre la desaparecida de Santa Gertrudis, en el presente trabajo recopilatorio, sacamos a la luz noticias que nos aportan información del pasado cacereño.

En las primeras reseñas que tenemos al respecto, observamos que se la cita como San Bartolomé, más tarde la leemos dedicada a ambos santos, San Bartolomé y Santa Gertrudis, siendo una más de las que formaban parte de las existentes en la periferia de la villa cacereña.

Su situación estaba próxima a otra ermita de la zona, los Mártires, desaparecida cuando se construyó la plaza de toros. Entre ambas no había mucha distancia y en el trecho de separación existía una charca, zona ocupada actualmente por el espacio ajardinado del Colegio Público Delicias. Ésta fue cegada al poco de ser construido el coso taurino.

Santa Gertrudis, en época previa a su desaparición, se encontraba ubicada entre las proximidades del Cerro del Teso, Peña Redonda, calle de Barrio Nuevo y la fuente de Aguas Vivas. En cuanto a esta última, el camino pasaba inmediato a la ermita.

Hoy el espacio que ocupó la ermita de Santa Gertrudis, está integrado en el Colegio de San José, junto a lo que actualmente es capilla de dicho centro docente.

Para introducirnos en su historia, recurriremos a las citas de autores de trabajos precedentes.

Juan Sanguino Michel en su artículo Noticiario de Cáceres[6], nos dice al respecto:

 

“En 22 de Agosto de 1671 se vendició (sic) la ermita de Sº San Bartolome, por haberse caido, y D. Juan de Carvajal y Sande fue quien la mandó reedificar…”

 

En la recopilación de Juan Martínez Quesada[7] en su libro Extremadura en el Siglo XVIII, trata de las contestaciones al interrogatorio realizado por la Real Audiencia de Extremadura en el año 1790. En la respuesta que hace el Ayuntamiento al tratar sobre las ermitas de la villa, la cita dedicada a San Bartolomé.

El presbítero e historiador Simón Beníto Boxoyo en su manuscrito Noticia historica de la M.N. y L. Vª de Cáceres provincia de Extremadura monumentos de la antigüedad q. conserva: Por un Presbitero Secular de dicha Villa: A. D. M. D.C.C.XC.IV. [8], nos manifiesta lo siguiente:

 

“106. La de San Bartolomé y Santa Gertrudis, esta fuera de la población, tiene un solo altar con estos santos, y su cofradía celebra sus respectivas festividades. En 1565, existía en Cáceres la cofradía de San Bartolomé, de los zapateros, ignoro si es la misma o aquella se extinguió”.  

 

De fecha 28 de agosto de 1798, existe una solicitud de terreno al Ayuntamiento[9], petición realizada por Manuel Andrés Fernández y su padre José Benito Fernández “en el sitio que se nomina Santa Gertrudis o San Bartolomé, en el ejido de esta villa, tras su ermita y corral”.

Desean, como especifica, un pedazo de terreno de unas 56 vara de largo y 36 de ancho, para construir dos o tres casas con sus corrales, mirando sus portadas hacia la charca o cerro del Rollo. Se le responde de forma positiva por el Ayuntamiento tras reconocimiento del terreno, advirtiéndole la obligación a quedar una calle de diez varas de ancho, arrimada al corral de dicha ermita para el paso de gentes, caballerías y carros. Como condición también se le impone que deben allanar el camino que viene del matadero “que va a juntar con el de Casar y Huerta de la Granja”, quitando la piedra necesaria a pico. Para ello se le da un plazo de dos años para la conclusión de lo solicitado.

El perímetro cacereño en 1800, por la zona de la ermita de Santa Gertrudis, llegaba hasta el barrio de Luna. Por ello en los listados de vecindario de ese año, así como en 1803, los moradores vienen registrados en “Barrio de Luna de Santa Gertrudis”. En 1818 el cuaderno de vecindario aporta la diferenciación entre el barrio de Luna y el “Barrio de la calle de Santa Gertrudis” y el de 1820 simplemente específica barrio de Santa Gertrudis.

En el Archivo Cartográfico del Centro Geográfico del Ejército, perteneciente al Ministerio de Defensa en Madrid, se conserva un plano geométrico de Cáceres realizado por J.J.M. Baier[10] que está fechado el 20 de marzo de 1813, donde se puede apreciar la ermita, junto al camino que se dirigía hacia la charca de los Mártires para continuar al Casar. Se la ve exenta de construcciones en sus alrededores, lo más cercano son las casas pertenecientes a los actuales números impares de la calle Barrio Nuevo, desde la esquina de la calle Barrio de Luna.

También se conserva un plano en el Archivo del Museo Provincial de Cáceres, que aunque está ejecutado por Julián Perate en 1901 por encargo de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos Artísticos de Cáceres, pone en él que es una fiel reproducción del plano realizado por Vicente Maestre. Puede observarse aun la solitaria ermita de Santa Gertrudis, cercana a la otra ya comentada y desaparecida ermita de los Mártires, junto a la antigua charca. Maestre realizó el plano en octubre de 1845. Observamos que no hay indicio de edificios en las cercanías de la ermita.

Publio Hurtado en su libro “Ayuntamiento y familias cacerenses”[11], aporta poco más:

 

“Santa Gertrudis.- Ermita situada al N.E. de la población en el Barrio de Santa Gertrudis, edificada a finales del siglo XVII y cerrada al culto a principios del XIX, cuyas imágenes se trasladaron a la parroquia de San Juan, a la que antiguamente pertenecía el santuario, y donde permanecieron muchos años, hasta que en 1889 se rehabilitó y abrió al culto, instalándose en ella la comunidad de las Amantes de Jesús (vulgo Concepcionistas) dedicada a recoger niñas pobres y desvalidas que educan, procurando hacer de ellas buenas sirvientas y buenas madres de familia. Tiene un solo altar con una efigie moderna de la santa y culta abadesa de Nivelle, y en la actualidad corresponde a la jurisdicción parroquial de Santa María. El Recogimiento se denomina Asilo de San José”.

 

El investigador Serafín Martín[12] nos refiere que también sirvió de polvorín en época de la Guerra de las Naranjas, cuando desde la cercana ermita de los Mártires se traslada la pólvora a ella. Igualmente durante la Guerra de la Independencia hay documentos que en dicha ermita se almacenaba munición.

Algo que pudo ser y quedó en posibilidad, lo encontramos en el libro de acuerdos municipales del año1813. Se trata en una sesión sobre hacer un cementerio provisional. Su fin era por razones higiénicas al evitar las inhumaciones en las iglesias. Con fecha 14 de diciembre queda reflejado que entre los terrenos elegidos para tal posibilidad, sea reconocida la “hermita de Santa Gertrudis y su cerca”, así como la ermita del Espíritu Santo con las cercas inmediatas[13].

Definitivamente el lugar elegido en sesión de fecha 24 de diciembre, fue el Espíritu Santo. Por los datos que se aportan, sabemos que la costumbre para los entierros era que se salía de la iglesia y acompañando al difunto iba el cura párroco o uno de los tres beneficiarios y en la última casa del pueblo se hace el responso que antes “se echaba en la casa del doliente”.

Los datos más interesantes al respecto de la ermita, los encontramos en el expediente de compraventa de los restos que de ella quedaban y del terreno que le pertenecía.

La compra la realiza Juan de Dios Barquero. Los testimonios están recogidos en el libro de protocolos del escribano Antonio Borrega Rincón[14] y del mismo transcribo el desarrollo de los acontecimientos.

Con fecha 10 de febrero de 1836, encontramos la solicitud al obispado por parte de la Cofradía, para poder vender las ruinas de Santa Gertrudis, ya que existe un comprador que les ofrece 400 reales:

 

“Ylusmo. Señor.

Miguel Ojalvo vecino de esta villa y Mayordomo actual de la Cofradía de N.Sª Santa Gitrudis y Sr. Sn. Bartolomé exsistente en la parroquia del Sn. Sn. Juan Bautista de esta dicha villa con todo respeto a su Señoria Yllumª hace Presnte: Que en los años transcurridos y epoca desgraciada de la desastrosa Guerra de la Independencia, fue destinada la ermita como hotras varias le sucedió en los extramuros de esta dicha villa en tal estado de ruina susisten siendo el amparo y abrigo de personas contra los sagrados dogmas de nuestra Stª Religión, por cuyo concepto se me a mandado por algunos Ayuntamientos que se caiga del todo dicho edificio para evitar tan escandalosos acontecimientos. Por tanto y por tan justas razones como llevo manifestadas y de haberse presentado persona que lo compre ofreciendo la cantidad de Quatrocientos reales y veinte maravedíes A.S.S.Y.L. Rendidamente suplica se sirva aceder a la enajenación de su solar tan perjudicial como infructuoso o bien sea con la cantidad de censo o carga que S.S.Y. estime conveniente”.

 

La solicitud está escrita y firmada por Andrés Polo a ruego de Miguel Ojalvo que no sabe escribir ni firmar.

El cura párroco de la parroquia de San Juan, en una nota añadida, dice ser cierto lo que manifiesta el Mayordomo, pero cree conveniente “no en venta por una vez, si no previa tasación del solar dada a Ley de Censo afianzado con la misma Hipoteca después de reedificada…”.

Con fecha 11 de febrero, el obispo Ramón Montero da conformidad al informe de dicho párroco, otorgándole poder para que lleve a efecto la escritura competente, previa las formalidades que indica.

El día 20 de febrero contesta el cura con una nota, en la que manifiesta que el Arquitecto acepta la tasación del terreno.

El 22 del mismo mes, por el arquitecto Fermín Yera es reconocida y medida la propiedad perteneciente a la ermita y lo que dicen fue corral. Esta cerca al no disponer de vestigios del lindero, ha tenido que valerse de personas ancianas para que lo demarcasen. Sus medidas y ubicación se pueden discernir del informe:

 

“…la mencionada hermita con su corral forman de esterior un poligono irregular de onze lados el primero que es donde estaba el portico de la capilla consta de cuarenta y cinco pies de longitud y linda por M con el camino de la fuente de Aguas Vivas, el segundo perpendicular al primero mira al N. y consta de veinte y cinco pies, el tercero paralelo al primero de veinte y siete y medio el cuarto perpendicular al ¿anterior? de treinta, el quinto que lo es al cuarto de nueve y medio, el sesto y setimo que forma angulo recto con lado dos perpendicular y paralelo al ¿anterior? (o ¿ante dicho?) tienen de longitud dieciocho pies cada uno: el octavo que forma un angulo obtuso con el septimo y es uno de los tres lados del corral tiene de longitud noventa y siete pies y linda por N. y O con la vereda que desde la charca va por O de la hermita al camino de Santa Gertrudis: el noveno lado linda con valdios de esta Villa y consta de ciento veinte y tres pies: el decimo que sigue la dirección del mencionado camino de Santa Gertrudis consta de ciento vente y seis pies: y el undecimo que es el costado derecho del portico tiene de largo catorce pies. El mencionado poligono consta de trece mil seiscientos noventa y cuatro pies cuadrados superficiales que hacen dos ¿? fanega del ¿? R que por su situacion topografica la tasa en la cantidad de mil doscientos sesenta y seis reales y vente y cuatro maravedíes advirtiendo que de esta cantidad ¿deve vajarse? cualquiera carga que sobre si tenga lugar tasado ¿ha gracia? ¿? vien y fielmente según su leal saber y entender y con arreglo al arte que profesa y lo firmó con dicha seña doy fe” [15].

 

El definitivo documento de compra venta se ejecuta en 1.266´24 reales. Es el siguiente:

 

“En la Villa de Cáceres a veinte y seis de Febrero de mil ochocientos treinta y seis ante mi el Escribano y testigos infrasquitos D. Blas Gómez Duran Cura Rector de la Iglesia parroquial de San Juan Bautista de esta misma Villa y Miguel Ojalvo Mayordomo de la Cofradía de Santa Gertrudis y San Bartolomé de esta vecindad dijeron, que por hallarse arruinada la hermita, solicitaron del Excm. e ilustrísimo Sr. Arzobispo obispo de esta Diócesis para su venta quien se sirvió concederla según resulta de las diligencias que para su unión e inserción en esta Escritura me entregan a mi el Escribano, y asi lo hago, cuyo tenor es el siguiente.

                                         Aquí las Diligencias

Y en uso de las facultades que le estan conferidas otorgan que por si y a nombre de los Cofrades y Mayordomos que en todo tiempo fueron de mencionadas Cofradías de Santa Gertrudis y San Bartolomé, venden y enagenan perpetuamente a ley de Censo reservativo al quitar a Juan de Dios Barquero y su mujer de esta vecindad, conviene a saber el terreno que queda deslindado en la diligencia de tasación practicada por el Arquitecto y consta de las diligencias insertas el cual pertenece a dicha Cofradía y se lo venden con todas sus ruinas materiales y demas que le pertenezca y por precio de mil doscientos sesenta y seis reales y veinte y cuatro maravedíses en que ha sido tasado, empezando su redificación en el termino de un año, cuya cantidad de mil doscientos sesenta y seis reales y veinte y cuatro maravedises mediante no parecer de presente, ni haverla entregado los compradores a los otrogantes queda reservado sobre el terreno y demas que en el se edifique, con obligación de pagar al actual mayordomo y demas que en todo tiempo fuere de espresada Cofradía treinta y siete reales y veinte y cuatro maravedises de reditos anuales al tres por ciento interin no satisfaga los mil doscientos sesenta y seis reales y veinte y cuatro maravdis de que han de constituir Censo reservativo redimible declarando que la referida cantidad es el justo precio y verdadero valor de dicho terreno, sin que valga mas ni haya habido quien tanto haya dado por el, y si mas vale o valer puede del esceso en mucha o poca suma, hacen a favor de los compradores gracia y donacion pura, perfecta e irrevocable que en derecho se llama intervivos con insinuacion y demas firmezas legales y renunciacion de la ley del ordenamiento real establecido en cortes celebradas Alcala de Henares que trata de los contratos de venta, trueque y otros en que hay lesion en mas o menos de la mitad del justo precio y los cuatro años que prefine para poder su rescision o suplemento a su justo valor, los que dan por pasados a uso si efectivamente lo estuvieran, y desde hoy en adelante para siempre desapoderan a enumerada Cofradía la desisten quitan y apartan del dominio propiedad posesion titulo, voz, recurso y otro cualquier derecho que le competan tercero pues todo ello le ceden renuncian y traspasan con las acciones reales personales utiles mistas directas y ejecutivas en dichos compradores y en quien lo representa para que lo posean, gocen tambien enagenen usen y disponga de el a un arbitrio como de todo lugar adquirido legítimamente pero con la carga de este Censo confiriendoles poder irrevocable con libre franca general administración para que de su autoridad o judicialmente entren y se apoderende dicho terreno y de el tomen y emprendan la real tenencia y posesion que por derecho le compete y para que no necesiten tomarla me piden de mi el Escribano les de copia autorizada de esta escritura con la que sin otro acto de aprehension ha de ser visto haberla tomado aprendidoy transferidoseles y en el interin constituyen a espresada Cofradía por su inquilina tenedora y precaria poseedora en legal forma como obligación a que dicho terreno será cierto y efectivo a dichos compradores y nadie les inquietara ni morerá pleyto sobre su propiedad posesion goce y disfrute ni contra el aparecera gravamen alguno y ni se le inquietara moviere o parareciera luego que el Mayordomo y Cofradía fueren requeridos conforme a derecho saldran a su defensa y lo seguirán a sus espensas en todas instancias y Tribunales hasta ejecutoriarlo y dejar a los compradores en su libre uso quieta y pacifica posesion y no pudiendo conseguirlo le restituiran la cantidad por que le há vendido con las mejoras utiles y voluntarias que a la razon tenga el mayor valor y estimacion que con el tiempo adquiera y todas las Costas demas intereses que se le inquieren e irrogaren si estuviere pagado y redimido el censo que en la Aceptación de esta Escritura ha de constituir pues si no lo está nada mas se le ha de devolver que las mejoras daños intereses y menoscabos que se les inquieren e irrogaren por todo lo cual se ha de poder ejecutar solo la virtud de esta Escritura y juramento del que la posea en que defieren su importe relevandole de otra prueba y estando presente el enunciado Juan de Dios Barquero enterado de esta Escritura y aceptado como acepta en todo la venta que por ella se le hace otorga que por si y a ¿? de sus herederos y sucesores vende larga funda y constituye a favor de enunciada Cofradía treinta y cinco reales y veinte y cuatro maravedíes de renta, Censo y tributo anuales que ha de empezar a correr desde este dia y cumplir en otro igual dia del año que vendra de mil ochociento trenta y siete y asi sucesivamente año en pos de año hasta la redencion de este censo por precio de los mil doscientos y sesenta y seis reales que según la valuación hecha vale el terreno que se le acaba de vender y recive a censo reservativo alquitar del cual se da por enterado a involuntad como renunciacion de las leyes de la entrega y su recibo declarando asi mismo no vale menos de los dichos mil doscientos sesenta y seis reales y en el caso de que menos valga de la mucha o poca suma hace a favor de referida Cofradía igual gracia y donacion que le queda hecha a cuyo fin renuncia la misma ley de ordenamiento ¿? obligandoles a empezar a edificar sobre el terreno en el termino de un año como tambien a satisfacer en cada año los reditos de este Censo hasta que se redima pena de egecución decima y costas que se causen en su cobranza y para la mayor seguridad del Censo y su redito lo funda generalmente sobre todos sus bienes y sin que la obligación general derogue ni perjudique la especial ni por el contrario si no que por el contrario si no que antes bien se ha de poder usar de ambas al arbitrio del Censualista la impone y constituye sobre lo que edifique en el terreno que se le acaba de vender y se desiste quita y aparta y a sus herederos y sucesores de la Real tenencia y posesion que por derecho les compete la cual con las acciones reales personales utiles mistas directas y egecutivasles cede renuncia y traspasa en dicha Cofradía y su mayordomo a quien confiere poder irrebocable con libre franca general administración para que de su propia autoridado judicialmente tomen y aprendan la real tenencia y posesion que en virtud de esta Escritura le corresponde percibiendo y cobrando de la hipoteca de este censo los reditos que se le donan, legan y disponga de el como suyo propio y para que no necesiten tomarla me pide a mi el Escribano le de copia autorizada con la cual sin mas acto de aceptacion ni apremios ha de ser visto haberla tomado y transferidosele y con el interin se constituye por su inquilino tenedor y precario poseedor en legal forma con obligación de satisfacer los reditos de este censo en los plazos estipulados sin descuentos y sin mover pleyto ni pedir cosa alguna sobre lo que queda elegido a todo lo cual se ha de poder egecutar solo en virtud de esta escritura y juramento del que la posea la cual ha de tener vigor cuarenticio. con cuyas cualidades y condiciones y con las demas regulares de los censos alquitar que los otorgantes dan aquí por insertos imponen y fundan este y cumplimento y observancia obligan todos sus bienes presentes y futuros y dan poder a las justicias y jueces de S.M. competente para que a su observancia las apremien por todo rigor de derecho y como si fuere por sentencia definitiva pasada su Autoridad de cosa juzgada y conesntida que por tal la reciven con renunciacion de todas las leyes fueros y derechos de su favor con la general y sus prohibiciones en forma. Habiendose advertido por mi el Escribano que de esta Escritura por medio de su traslado se ha de tomar razon en el oficio de hipotecas de esta Villa en el termino señalado por Real prasmatica de S.M. del año pasado de mil setecientos sesenta y ocho bajo la pena que contiene y para el pago de medio por ciento según lo ultimamente mandado con cuya advertencia asi lo digeron juzgaron y firmaron los que supieron…”

 

Desde su adquisición, Juan de Dios Barquero hace uso de las ruinas de la antigua ermita como tinado, ya que dispone de ganado, animales de carga y carro de transporte. En cuanto al corral, conocemos que mientras se construía la plaza de toros en la era de los Mártires, la empresa encargada de la obra se lo solicita en marzo de 1844, como se puede leer en el libro de actas de la sesión municipal del día 4:

 

“El Ingeniero que ha de dirigir la construcción de la plaza de toros debe llegar a esta capital dentro de diez o doce días; y que para trazar aquella hermita se le de el terreno expedito, había pedido a Juan de Dios Barquero el competente permiso para que interinamente le cediese el corral que tiene en Santa Gertrudis con destino a acorralar cualquier clase de ganado mientras se construía el otro que está fabricando la empresa, todo lo que ponía en conocimiento de la Municipalidad para que diera esta determinación la publicidad devida a los efectos oportunos”.

 

En el libro de sesiones de acuerdos municipales de fecha 26 de enero de 1847, leemos que Juan de Dios solicita al Ayuntamiento licencia para construir tres casas en dichos terrenos.

En un manuscrito de 1850 realizado por Vicente Maestre[16], recogido en el Archivo del Museo Provincial de Cáceres, también observamos datos de edificaciones en la zona. Cuando el autor hace mención del Barrio de Santa Gertrudis, aparece la siguiente referencia:

 

“5 casas con un tinado de Juan de Dios Barquero en 1845 al 48 construido sobre la dicha hermita y sus ayacencias”.

 

Proliferan nuevas construcciones en los alrededores de la antigua ermita convertida en tinado, que configurará un nuevo barrio. El área sigue conservando el nombre de la santa, con dos calles como ejes, Santa Gertrudis Altas (posteriormente rebautizada como Martín Cerezo) y Santa Gertrudis Bajas.

Para hacer un seguimiento de lo que fue la antigua ermita y ubicar su localización, debemos tener como puntos de referencias los datos notariales de las viviendas que la rodeaban, al ser estas adquiridas por los sucesivos propietarios.

Juan de Dios Barquero y su esposa tuvieron que enajenar el tinado y dos casas construidas por ellos en la misma zona, al no poder devolver un préstamo y tenerlo puesto como aval.

En la documentación se especifica que el tinado se entrega con todas las pertenencias, lindando este: “por uno y otro lado con casas del otorgante cuyas fincas él mismo construyó de nueva planta y por este concepto le corresponde en propiedad…”.

Esto sucedía en 1858. En el protocolo notarial observamos la identificación de la nueva propietaria:

 

“Trataron de su enajenación mas no encontrando otra persona que ofrezca mas por ella que Mª Collazos, quien cubre las dos terceras partes de su valor, 14.200 reales de los que han de descontarse 1.250 reales de un capital de censo que sobre el local de Santa Gertrudis, comprendido hoy en el tinado, existe a favor de la Corporación de dicho nombre con los réditos anuales de treinta y siete reales y medio que quedando por consiguiente líquidas 12.950 reales, han acordado la enajenación a su favor, contando cocitando con el José Enciso, quien por su parte había la hipoteca…”

 

María Collazos[17], según escritura ante el notario Saturnino González Celaya de fecha 26 de enero de 1867, permuta el tinado con una casa propiedad de Manuel García Aguilera.

La escritura del intercambio aporta los siguientes datos:

 

“María Collazos es dueña de un tinado sin número que fue ermita de San Bartolomé y Santa Gertrudis, sito en la calle Santa Gertrudis Alta de esta capital que linda entrando en él por la derecha con casa de la misma interesada y otras de los herederos de D. Víctor Izquierdo que dan al mismo por sus traseras y por la izquierda con otra casa de la misma interesada y corral de Concejo y por la espalda con calle de Santa Gertrudis baja”

 

Al fallecer el propietario del tinado en 1871, lo adquiere en 1875 Francisco Javier de la Rosa, marido de una de las hijas del fallecido.

El siguiente propietario, por compra, es Julián Iglesias Iglesias, del que lo hereda en 1892 su hija Paula Iglesia Caldito.

Según escritura de compraventa de fecha 28 de noviembre de 1894, esta y su marido Francisco Javier Acedo Cillero, lo venden por 3.000 pesetas al Obispo Ramón Peris Menchata.

Como Prelado de la Diócesis la adquiere para la Santa Iglesia Católica “con objeto de restablecer el Sagrado Culto en la antigua hermita de San Bartolomé y Santa Gertrudis para que con facilidad sean atendidas las necesidades espirituales de los fieles habitantes de aquellos barrios hoy muy poblados y distantes de los distintos templos y demás santuarios de la población”.

A la hora de citar los lindes, difiere con relación a las anteriores citas. Posiblemente por la transformación paulatina de esa zona urbana:

 

“Tinado sin número con corral extenso con varias edificaciones dentro de él, que todo constituye un solo predio de ignorada extensión superficial que fue ermita de San Bartolomé y Santa Gertrudis, sito en la calle alta de Santa Gertrudis de esta ciudad, lindante por la derecha entrando en él con carretera de la Ronda, por la izquierda con casa de Don Eduardo Rodríguez y corral de Concejo y por la espalda con calle Baja de Santa Gertrudis”.

        

Desde hacía poco tiempo, lindantes a ese terreno, estaban instaladas en el barrio las monjas Concepcionistas[18]. Su finalidad era ejercer la piadosa atención de huérfanas pobres.

Esta comunidad tuvo su asentamiento en un principio en la calle de Santa Gertrudis Bajas, extendiéndose posteriormente a Santa Gertrudis Altas (actual Martín Cerezo). Su capilla, construida junto al espacio que ocupó la anterior ermita desaparecida, siguió conociéndose popularmente con ese nombre, reminiscencia del pasado, aunque su advocación posterior fue San José, a la que está dedicada por ser el patrón de su congregación.

Tratar de esta comunidad en el presente trabajo, se justifica por el asentamiento circunstancial en el espacio que ocupó la antigua ermita de Santa Gertrudis, tener vecindad con las calles del mismo nombre y por la fecunda labor que realizaron en el barrio que menciona a la santa.

A su llegada a Cáceres, tras una breve estancia en el antiguo barrio monumental, con la ayuda de familias hacendadas consiguieron comprar la casa nº 5 de la calle Santa Gertrudis Baja.

Su vendedor fue Antonio Santillana Valiente, pero a causa de enfermedad de este, no se realizó ningún documento público[19]. Fallece el 26 de noviembre de 1894 y para regularizar la situación se formaliza la escritura con fecha 4 de agosto de 1896[20] ante el notario José Castellano Fernández, interviniendo la viuda, Amalia González Álvarez y las receptoras Sor Manuela Díaz Parejo, Sor María Herrero y Martínez y Sor Petra González y Cardenal.

Según datos del documento, vemos que la tasación fue de 1.750 pesetas. Lindaba por la derecha entrando en ella, con la nº 7 propiedad de Antero Santillana y Cecilio Ulecia, por la izquierda con la ermita de Santa Gertrudis (ya estaba construida la actual capilla) y por la espalda con corral tinado de José de la Rosa, y como se especifica en dicha escritura, “hoy pertenece a la ermita”.

En el tiempo transcurrido entre la adquisición por el obispado del espacio donde estuvo la antigua ermita y la regularización de la escritura de adquisición por la congregación concepcionista de lo que fue su primera casa, se realizó la construcción de la actual ermita.

El obispo Don Ramón Peris a fin de facilitar la instrucción religiosa de las niñas pobres de la ciudad, especialmente las que habitan en ese barrio, el 19 de marzo de 1895, festividad de San José, favorece a la comunidad con la concesión en usufructo de la capilla de Santa Gertrudis y una casa de dos pisos adosada a ella, mientras estén instaladas en la casa contigua.

Le permite que la entrada principal a la vivienda de las monjas, sea a través de la que le dona el Prelado. También les cede la utilización en usufructo del solar o corral con los tinados de la mencionada capilla.

En el escrito de concesión se especifica que es “sin perjuicio del derecho que sobre la capilla, casa, corral y tenados tiene la Diócesis y nos conservamos el derecho de disponer de los mencionados locales para establecer Escuelas Dominicales u otra obra que juzguemos provechosa al fin que nos propusimos al adquirir la precitada propiedad[21].

En la documentación que conserva la congregación[22], se encuentran los recibos de pagos de las obras que éstas realizan en el sitio que ocupan. Estos comienzan en diciembre de 1894 y duran hasta abril de 1895.

La comunidad pasó por malos momentos, como podemos leer en el periódico Eco de la Montaña del día 29 de agosto de 1895, que inserta el siguiente texto:

 

“Las pobres y humildísimas religiosas Concepcionistas nos manifiestan con la mayor pena, que han tenido que suspender las obras emprendidas en la casa que edifican en Santa Gertrudis por falta de fondos, y que además deben las maderas y todo lo de ferretería, que caritativamente han tenido la amabilidad de adelantarle los almacenes”.

 

Las obras se reinician en octubre de ese año y finalizan en marzo de 1896. Todo salió adelante ya que en abril del año siguiente, se inauguró en dicha capilla la Escuela Dominical, quedando abierta desde ese día la escuela para niñas externas. Aunque el fin era dar gratuita educación a todas las niñas pobres que lo soliciten, aceptan que los padres que puedan, contribuyan con algo mensualmente.

Con fecha 24 de febrero de 1900[23], la comunidad religiosa adquiere por 800 pesetas la casa nº 14 de la calle Santa Gertrudis Alta, hoy Martín Cerezo, propiedad de Dorotea Diez Canseco.

Por los datos aportados en la escritura, podemos conocer que dicha casa lindaba por la derecha entrando en ella, con la de María Collazos y por la izquierda con la nº 16. Esta última a su vez por la izquierda entrando en ella lindaba con el corral de Concejo y ambas por la espalda con tinado de los herederos de Manuel García Aguilera.

La vendedora la había adquirido junto con la nº 16 a los antiguos propietarios Martín Plasencia según escritura de fecha 29 de enero de 1892 ante el notario Alonso Martín González[24] y este a su vez las compró a los herederos de Juan de Dios Barquero, que fue quien las construyó junto a las ruinas de la antigua ermita de Santa Gertrudis y que usó como tinado.

También compra la comunidad por 500 pesetas la casa nº 12 de la misma calle a Eduardo Rodríguez Redondo, militar retirado, hijo político de la anterior. Dicha vivienda linda entrando por la derecha y espalda con tinado de los herederos de Manuel García Aguilera, “hoy asilo de niñas huérfanas” y por la izquierda con nº 14. La había adquirido a María Rodríguez Rincón según escritura de 24 febrero 1890 ante el notario José Enciso Parrales.

La compra de ambas fincas por las religiosas, está reflejada en escritura ante el notario José Castellano Fernández, con la particularidad que en ella se halla la firma de sor Matilde, fundadora de dicha comunidad.

Respecto a estas dos viviendas, Sor Mariana del Niño Jesús, superiora del Asilo de huérfanas, solicita al Ayuntamiento con fecha 27 de marzo de 1900, poder derribar las fachadas, hecho que le fue aceptado[25].

Todo este conjunto de casas son las que en la actualidad forman el Colegio San José.

Datos relativos a esta congregación en los años finales del siglo XIX, disponemos de dos documentos en el Archivo Municipal que proceden de 1896 y 1897. El primero se refiere a una solicitud de la superiora Sor Isabel del Carmen, para que el Ayuntamiento le preste los días 19 de cada mes, para conmemorar a su santo patrón San José, el armonio con que la Corporación dotó a la escuela de párvulos. El otro documento es la petición de la superiora Sor Mariana del Niño Jesús, para que le construyan un depósito de agua, ya que las internas deben ir a por ella para su abastecimiento a la fuente de Agua Vivas[26].

En la sacristía de la actual ermita hay una lápida de mármol con la siguiente inscripción:

 

Todos los Domingos y días festivos se celebrará una

Misa en esta Capilla por la intención del Sr. Dº Die-

go Carvajal y Pizarro y dos novenas al año, una a

  1. José y otra a la Virgen.

El encargado de hacer cumplir la voluntad del fi-

nado es el Ilmº. Sr. Obispo de Coria a cuyo efecto

ha recibido de los herederos del Sr. Carvajal capi-

tal bastante para con su renta atender a estos su-

fragios según escritura otorgada en esta Capital

     el 27 de diciembre de 1898.

 

La explicación la encuentro en el libro de protocolos del notario José Castellano Fernández[27] en la escritura citada.

Diego Carvajal y Pizarro hizo testamento el 9 de junio de 1885 ante Alonso Martín González. El día 22 de octubre de 1885 fallece y el día 27 de diciembre de 1898, para tratar el cumplimiento se reúnen las siguientes personas:

Representantes:

José Roldan Martín párroco de Santa María.

Gonzalo Carvajal Arce.

Josefa Carvajal Arce, casada con Adolfo López Montenegro que asiste en representación de Ana y Dolores Carvajal Arce.

Sor Hortence Agustine Rebin, hermana de la caridad, superiora del Asilo de Ancianos.

Entre otras determinaciones a ejecutar, es la de cumplir que se digan en el oratorio de la casa vivienda, misa semanal y dos novenas al año dedicadas a la Santísima Virgen de la Montaña y al patriarca San José en beneficio de su alma, la de su esposa y la de sus padres, como había expresado en el testamento.

Para ello lega el corral llamado de Santa Gertrudis con todas sus dependencias, y con sus productos se atienda dichos actos. Si sus hijos no pueden encargarse de ello, pase el dominio pleno del expresado corralón, sus dependencias y todo lo que existe en el oratorio y con el fin de que trasladándolo al de esta comunidad (asilo de ancianos), pueda cumplirse lo que deja establecido. Si ello no pudiera, lo realice el cura.

En la hipótesis de que por cualquier causa o motivo se procede a la venta del referido corralón y sus dependencias, los que adquieran dicha finca por cualquier título, quedan obligados al pago anual de la suma de dos mil reales para atender con ella a los actos del culto referido.

La situación de la propiedad es la siguiente: “Una casa-cochera y corralón sin número en el barrio de Santa Gertrudis de esta población inscrito a nombre de Josefa Carvajal que linda por la derecha entrando con calle llamada Peña Redonda, por la izquierda con la ronda del mismo nombre y por la espalda con acera de tierra de Doña Isidora Izquierdo”.

Acuerdan Josefa Carvajal y demás hermanos que para llevar a cabo la petición de su padre, solicitan la conmutación de la expresada carga piadosa al Obispado de la Diócesis “por títulos de la deuda perpetua al cuatro por ciento interior, suficiente a producir una renta fija con que sufragarla; y la traslación a la Hermita de Santa Gertrudis de esta capital, a cargo hoy de las Religiosas Concepcionistas o asilo de Niñas huérfanas que carece de dotación fija para el culto y en su defecto a la iglesia parroquial de Santa María, de las expresadas misas y novena, ampliando aquellas a todos los días festivos del año”.

El obispo accede disponiendo que bajo las bases de las festividades del año corriente y de 10 reales de limosna por cada misa y 20 reales por cada novena se verifique la capitalización.

Por el Padrón de 1898 tenemos conocimiento de las hermanas que componen la comunidad:

Sor Mariana del Niño Jesús. 38 años de Madrid.

Sor Cruz de Santa Teresa. 44 años de Bejar (Salamanca).

Sor Lorenza de la Encarnación. 36 años de Don Benito (Badajoz).

Sor Manuela de las Cruces. 27 años de Don Benito (Badajoz).

Sor Matilde del Sacramento. 24 años de Bejar (Salamanca).

Sor Consuelo de Jesús. 20 años de Cáceres.

En el libro se citan los nombres y naturaleza de 17 asiladas.

Puede más el entusiasmo de esta congregación, que los recursos económicos. Así lo vemos con fecha 20 de abril de 1900, en una instancia de Sor Mariana solicitando al Ayuntamiento para el Asilo de Huérfanas pobres, ayuda económica con el objeto de ampliar el local que ocupan: “con gran estrechez, apenas pueden contener a las siete religiosas y diez y nueve asiladas en el que vivimos”. Se aprueba la concesión de 125 pesetas en sesión celebrada del 25 de abril de dicho año[28].

A través del libro de vecindario de 1901[29] vemos los nombres de las siete hermanas de la comunidad:

Sor Mariana del Niño Jesús. 40 años de Madrid.

Sor Petra del Rosario. 33 años de Don Benito (Badajoz).

Sor Cruz de Santa Teresa. 46 años de Bejar (Salamanca).

Sor Consuelo de Jesús. 22 años de Cáceres.

Sor María del Carmen. 24 años de Bejar (Salamanca).

Sor Corazón de María. 58 años de Alicante,

Sor María de los Ángeles. 19 años de Almendralejo (Badajoz).

En la misma relación se citan las diecinueve huérfanas por ellas atendidas, procedencia y edad.

Respecto a vicisitudes en el transcurrir de los años, tenemos que con fecha 7 de mayo de 1921 hay una solicitud de las Concepcionistas que nos aporta datos sobre su capilla con el nombre de Santa Gertrudis. Piden al Ayuntamiento autorización para la apertura de un hueco en la iglesia de la comunidad por la calle Santa Gertrudis Baja, lucir la fachada y hacer varios reparos en el interior.

Acompaña a la solicitud un croquis que nos manifiesta las medidas, en él se puede observar que la fachada tenía 6 metros de alto por 7 de ancho. La superiora era en esas fechas Sor María del Carmen y ruega al alcalde las dispensen los derechos de obras, por tratarse de una congregación y asilo de huérfanas pobres. La concesión está sujeta a que la escalera que se debe realizar para salvar el desnivel, debe ser de dos tramos de 30 centímetros cada uno.

Con fecha 20 de agosto de 1929 existe otra petición, en esta ocasión exponen que desean convertir un portado de 2´60 por 1´63 en ventana de 1´40 por 0´85, en la fachada de la calle Santa Gertrudis Alta y una ventana de 1´35 por 0´ 85 en portado de entrada de 2´10 por 1´20 en la fachada de Santa Gertrudis Baja, quedando los huecos a reformarse a eje con las del piso superior y conservado los ejes propios[30].

En tiempos del recordado obispo Don Manuel Llopis Iborra, con fecha 30 de abril de 1953, se otorga a favor de esta congregación religiosa escritura de compraventa del terreno colindante denominado Corral de Concejo, propiedad de la Mitra de Coria[31].

Lo que comenzó siendo en su día un asilo de niñas huérfanas, con el transcurrir del tiempo y tras las correspondientes obras de ampliaciones y rehabilitación, se ha hecho posible que hoy sea el Colegio de San José.

 

Apéndice fotográfico

  1. Año 1813 plano de J.J.M. de Bair, copiado en 1822 por Antonio Talladó.

2. Año 1845. Plano conservado en el Museo provincial de Cáceres.

3. Mediados del siglo XIX. Plano de Francisco Coello.

4. Plano del año 1940.

5. Plano del año 1960.

6. Zona actual donde estuvo la ermita de Sta Gertrudis

7. Plano de la ermita y corral, febrero de 1836. Medición en pies.

 

Bibliografía

[1] CERRILLO MARTIN DE CACERES, E. Simón Benito Boxoyo. Noticias históricas de Cáceres y monumentos de la antigüedad que conserva. 1794. Cicón Ediciones. Cáceres 2009. Pág. 61-68.

[2] HURTADO, P. Ayuntamiento y familias cacerenses. Cáceres. Tip., Enc. y Lib, de Luciano Jiménez Merino – Portal Llano 19. Año 1915. Págs 29 y 49.

[3] LOZANO BARTOLOZZI, Mª del M. El desarrollo urbanístico de Cáceres (Siglos XVI-XIX). Cáceres 1980. Págs. 166-192.

[4] CAMPESINO FERNANDEZ, A. J. Estructura y paisaje urbano de Cáceres. Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura. Delegación de Cáceres 1982. Pág. 71.

[5] CORRALES GAITÁN, A. J. Ermitas cacerenses. Servicio de publicaciones de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Cáceres. 1998.

[6] SANGUINO MICHEL, J. Revista de Extremadura 1909, artículo Noticiario de Cáceres, “Libro de algunas cosas dignas de contar que han acaecido desde el año 32, en la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres, yo Bartolomé Sánchez anoté y firmé como se verá …”, Pág. 531.

[7] MARTÍNEZ QUESADA, J. Extremadura en el Siglo XVIII. Obra Cultural de la Caja de Ahorro y Monte de Piedad de Cáceres. 1965. Pág. 111.

[8] CERRILLO MARTIN DE CACERES, E. Noticias Históricas de Cáceres…op. cit., p. 64.

[9] Archivo Histórico Municipal de Cáceres, Caja 18/87.

[10] CERRILLO MARTÍN DE CÁCERES, E. Para entrar y salir de Cáceres: las comunicaciones en el Mapa geométrico de Cáceres y la Montaña, de J.J.M. Baier (1813). Cartografía y paisaje urbano de Cáceres. Concejalía de Cultura. Excmo. Ayuntamiento de Cáceres. 2012.

[11] HURTADO PÉREZ, P. Ayuntamiento y familias…op.cit., pág. 180.

[12] MARTÍN NIETO, S. XXXVII Coloquios Históricos de Extremadura. La Guerra de la Independencia y los institutos religiosos de la villa de Cáceres. Parte I (1808-1809). Trujillo 2008, pág. 198.

[13] Archivo Histórico Municipal de Cáceres, libro de acuerdos municipales año 1813.

[14] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Protocolos, Legajo 2841.

 

[15] Un pie corresponde a 0´2786 metros. Ateniéndonos a ello, el primer lado donde estaba el pórtico, consta de 12´537 metros y linda por “Mediodía”, con el camino de la fuente de Aguas Viva. El segundo lado que dice mirar al Norte mide 6´965 metros, el tercero mide 7´661, el cuarto 8´358, el quinto 2´656, el sexto y séptimo 5´014, el octavo 27´024 y puntualiza que linda por Norte y Oriente, o sea el Este con vereda que desde la charca va por Oriente (Este) de la ermita al camino de Santa Gertrudis. El noveno lado consta de 34´267 metros, el décimo 35´103 y por último el undécimo, que es el costado derecho del pórtico, mide 3´900 m. El mencionado polígono tiene una superficie de 1.062´900 metros cuadrados.

[16] MAESTRE, V. Libro de edificios urbanos de la Vª de Cáceres que comprende sus casas, Combentos, Parroquias, Establecimientos publicos, Hermitas, Labaderos, Fuentes, Colmenares, Hornos de cal, Tenerias, Batanes, Iglesias,Derechos del Ayuntamiento, Ganados, Caballerias, Yuntas de Bueyes, Colmenas, Olibares, Tierras blancas, Huertos, Viñas, Fincas sueltas, Contribuciones, Producciones del Termino de Cáceres.

[17] Su nombre completo es María Encarnación Collazos Cerro, natural de Talavan donde nació el día 2 de abril de 1815. En diversas documentaciones se la identifica como propietaria.

[18] Congregación de religiosas cuya fundación se debe a Matilde Téllez Robres (Robledillo de la Vera 30-V-1841, fallecida en Don Benito el 15 de diciembre de 1902, Beatificada en 2004). El origen se remonta al 19 de marzo de 1875 día de San José denominándose Amantes de Jesús e Hijas de María Inmaculada siendo el hábito de color azul. Tras el Concilio Vaticano II, cambian su denominación por Hijas de María Madre de la Iglesia.

Las primeras monjas que profesaron votos (Don Benito 29-VI-1884) fueron, además de la fundadora, Mª Briz Manzano, Juana de la Orden Manrique, Feliciana García Gallardo, Joaquina Trejo Álvarez y Mariana Fernández Oviedo.

[19] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legajo 5561, folio 441v.

Esta propiedad le había llegado procedente de su tía Juana Valiente Pozo, esposa de José Román Téllez que habían fallecido sin descendencia (Legajo 4686, folio 250 y Legajo 4722, folio 187).

[20] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legajo 5562, folio 972 y Legajo 4797, folio 2635v.

[21] Archivo Diocesano de Coria-Cáceres.

[22] Atención que debo agradecer a Sor Margarita, perteneciente a dicha comunidad religiosa.

[23] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legajo 5573, folio 314.

[24] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legajo 5623.

[25] Archivo Histórico Municipal de Cáceres, Caja 20/44 expediente nº 4.

[26] Archivo Histórico Municipal de Cáceres, Caja 19/180 expediente 17 y 19/55 expediente nº 40 y 41.

[27] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legajo 5569, folio 1981.

[28] Archivo Histórico Municipal de Cáceres, Caja 20/427. Expediente nº 10.

[29] Archivo Histórico Municipal de Cáceres.

[30] Archivo Histórico Municipal de Cáceres, Caja 20/55, expediente 25 y 20/71 expediente nº 35.

[31] La escritura otorgada a favor de la Congregación de Religiosas Amantes de Jesús e hijas de María Inmaculada está ejecutada ante el notario Juan Zancada del Río y comprendía a la finca nº 7.047 del Registro de la Propiedad de Cáceres.

Abr 032014
 

Tomás García Muñoz y Esteban Mira Caballos.

1.-INTRODUCCIÓN

            La atención dedicada a los conquistadores y a la conquista ha relegado al olvido a cientos de colonizadores que llegaron después, incluso a aquellos que amasaron una gran fortuna allende los mares, invirtiendo parte o todo su caudal en su localidad natal. Y ello sin tener en cuenta que, en muchas ocasiones, a efectos económicos tuvieron mucha más repercusión que los propios conquistadores.

En la España del siglo XVI se popularizó la palabra perulero para aludir a aquella persona que había hecho una gran fortuna en el Perú y regresaba rica. Con el tiempo, terminó designando a todo aquel que se enriquecía comerciando con cualquier lugar de las Indias. Juan Velázquez de Acevedo se ajusta perfectamente al perfil de perulero, pues se enriqueció en el Perú, mediante el comercio, y regresó inmensamente rico a su tierra natal. Conquistadores como Hernán Cortés y peruleros como los Velázquez, influyeron sobremanera en el ánimo de aquellas personas que no tenían nada en la Península y que, siguiendo su ejemplo, se animaron a probar suerte en las colonias. De hecho está documentado el paso a las Indias de más de 900 personas oriundas de la tierra de Medellín a lo largo de la época colonial[1].

De Juan Velázquez de Acevedo no sabíamos hasta la fecha casi nada, más allá de su propio nombre inscrito en la licencia otorgada por la Casa de la Contratación para marchar al Perú en compañía de su familia. Y este vacío historiográfico es especialmente llamativo ya que hablamos de una persona muy acaudalada que consiguió traer a su terruño una buena parte de su fortuna. Como tendremos ocasión de demostrar en este trabajo, la repercusión económica que tuvo para la villa fue excepcional, incomparable con los pocos capitales que remitieron otros paisanos, incluidos el célebre Hernán Cortés. Insisto que me parece extraño el olvido de un personaje tan señalado y poderoso económicamente como Juan Velázquez y que tanto influyó en la economía de la villa condal. Debió ser una persona muy conocida en su tiempo, admirado y envidiado por su fortuna y por su capacidad para los negocios, no sólo en su villa natal sino seguramente en toda la Baja Extremadura. La desaparición de los archivos metellinenses y el escaso desarrollo de la historiografía local ha contribuido al olvido.

En este trabajo, intentaremos ofrecer la verdadera dimensión de una persona que consiguió el sueño que otros nunca lograron, es decir, el de regresar triunfantes a la tierra que varias décadas antes los vio partir con las alforjas casi vacías.

2.-FUENTES

            Como ya hemos afirmado, el caso de este metellinense es especial porque la carencia de fuentes ha provocado su olvido por parte de la historiografía. En Medellín no se ha conservado documentación municipal, notarial ni parroquial referente al siglo XVI lo que ha condicionado en buena medida la investigación. De hecho, nos ha sido imposible localizar las decenas de escrituras notariales que con un negocio como el suyo debió formalizar. Tampoco hemos podido localizar su fecha de nacimiento, ni la de sus padres, hermanos y primos. Bien es cierto que, el erudito local Eduardo Rodríguez Gordillo extractó y publicó algunos documentos, entre ellos, el testamento del licenciado Luis Velázquez, tercer patrono de la fundación de los Velázquez, redactado en Medellín, ante el escribano Juan Cortés, el 4 de febrero de 1626[2].

            Pero, es más, ni tan siquiera se ha conservado documentación de significación en el Archivo General de Indias, más allá de su licencia de embarque. En cambio, sí que disponemos de documentos esenciales que hemos encontrado en el Archivo de Protocolos de Zafra. Resulta que esta villa de señorío –al igual que Medellín- funcionaba de alguna forma como puerta de Extremadura a las Indias, lugar de partida y de llegada de capitales indianos a tierras extremeñas[3]. Juan Velázquez mandaba desde Lima capitales a su hermano Alonso, que usualmente permanecía en Zafra a la espera de los arrieros y apoderados con los caudales de Indias. Una vez que Juan Velázquez y su esposa Inés de Cabañas regresaron a Medellín, la situación no cambió demasiado, pues frecuentemente enviaban a Alonso Velázquez a Zafra con el mismo cometido, es decir, recibir los caudales enviados desde las Indias[4].

Pues bien, a Inés de Cabañas le sorprendió la muerte sin acabar de redactar su escritura de última voluntad por lo que acordó que la terminara su esposo Juan Velázquez. Sin embargo, a éste le volvió a ocurrir lo mismo que a su difunta esposa, su enfermedad avanzó tan deprisa que no pudo concluir su testamento, por lo que fue su hermano Alonso el que lo formalizó en Zafra, el 3 de marzo de 1600, incluyendo las cláusulas de su hermano y las de su cuñada. Asimismo, adjuntó en el mismo otorgamiento, el testamento y el poder que Juan Velázquez de Acevedo otorgó con anterioridad en Valdetorres, jurisdicción de Medellín, el 5 de mayo de 1598, ante el escribano Juan de Morales y que finalmente la justicia declaró apócrifos[5]. Asimismo, disponemos de otros manuscritos, localizados en este mismo archivo y en el General de Simancas que detallan la actividad económica y la magnitud de la fortuna que consiguieron amasar estos peruleros metellinenses. También se conservan dos valiosos y extensos documentos impresos en la biblioteca del Palacio Real de Madrid, sobre el litigio entre Francisco de Vinuesa y los Velázquez, sobre el patronazgo, fechados en el primer tercio del siglo XVII[6]. Estos últimos nos han permitido perfilar definitivamente toda la genealogía de la familia Velázquez, y los sucesivos herederos hasta acabar en manos de los Vinuesa.

Con total seguridad, debe conservarse documentación sobre esta familia en el Archivo de Protocolos de Sevilla, sobre todo en la última década del siglo XVI. Y lo sabemos por algunas alusiones a escrituras otorgadas ante notario en la capital Hispalense. Sin embargo, dado que había veinticuatro escribanías, algunas de ellas con dos o tres libros por año, el trabajo de localización del material puede llevar bastante tiempo. Por ello, quiero dejar claro que dejamos para una segunda fase la búsqueda de este material que puede alumbrar mucha luz sobre las actividades económicas de la familia.

 

3.-EL FUNDADOR: JUAN VELÁZQUEZ DE ACEVEDO

            Juan Velázquez era el mayor de los varones del doctor Alonso Velázquez, habido con su primera esposa Guiomar de Acevedo. El patriarca de la estirpe, a juzgar por su titulación, muy inusual en la época, debía pertenecer a una familia acomodada de Medellín. No tenía vinculación alguna con Juan Velázquez Dávila de la Torre (1501-1572), hijo de Francisco Dávila y de Isabel Mexía de Ovando, señor de Loriana y Don Llorente. Y ello, a pesar de que tanto los Velázquez Dávila de Loriana como los Velázquez de Medellín terminaron entroncando con los Ovando de Cáceres[7].

Siguiendo con el padre del fundador, el doctor Alonso Velázquez, nos consta que tenía por costumbre donar seis hachas de cera para el acompañamiento del Santísimo Sacramento en la festividad del Corpus Christi de Magacela, tradición que trataron de continuar sus hijos[8]. No hemos encontrado vinculación alguna de esta familia con la localidad de Magacela[9]. Lo más plausible es que simplemente se trate de un signo de ostentación de un cristiano viejo, puesto que se entendía que la fiesta del Corpus fue instituida para rendir a Dios públicas adoraciones y resarcir en el modo posible los ultrajes que los herejes hacen a Dios Sacramentado[10]. El desfile de Magacela debía tener un componente especial al tratarse de una villa de mayoría morisca. En cambio, es mucho más probable una vinculación con la ciudad de Mérida, pues tanto Juan Velázquez de Acevedo como su hermano dejaron bastantes mandas a favor de instituciones religiosas emeritenses, e incluso, trataron de fundar el colegio conventual en dicha ciudad. Tampoco podemos descartar en este sentido que el emeritense Juan Velázquez, soltero, que en 1573 pasó al virreinato del Perú, tuviese alguna vinculación con los Velázquez de Medellín, aunque de momento no hemos podido verificar dicho extremo[11].

El doctor Alonso Velázquez se desposó con Guiomar de Acevedo y, tras enviudar, se casó en segundas nupcias con la zafrense Beatriz López, procreando con ambas mujeres un total de nueve vástagos:

Desconocemos la fecha exacta de nacimiento de Juan Velázquez de Acevedo, pero podemos situarla entre 1520 y 1525, pues casi todos los testigos presentados en el pleito por su herencia declararon que, en el momento de su fallecimiento, era muy mayor, cercano a los 80 años. En cambio, sí que nos consta el embarque rumbo al Perú, el 6 de febrero de 1569, del doctor Alonso Velázquez, su esposa Beatriz López, y al menos tres de sus hijos, Juan, Isabel y Gutierre Velázquez[12]. También viajaba con ellos un niño de nueve años, hijo probablemente de Isabel Velázquez, que llegaría a hacer una dilatada carrera eclesiástica, pues estudio en los elitistas colegios reales de San Felipe y San Marcos, pasando posteriormente a la universidad de San Marcos donde obtuvo el título de doctor en teología (1585)[13]. Allí impartió clases en la cátedra de Teología, ostentando el cargo de rector en dos ocasiones, compatibilizando su cargo con el arcedianato de la catedral de Lima[14]. Al parecer, sus restos reposan en la capilla del Arcediano de la Catedral de Lima que él mismo dotó y cuyo coste ascendió a 14.000 pesos de oro[15]. Sorprende la tardía marcha a las Indias de la familia Velázquez, y digo tardía porque el doctor Velázquez era un septuagenario, mientras que su hijo Juan Velázquez de Acevedo debía tener entre 44 y 49 años.

Una vez en Perú, la estirpe tuvo una suerte dispar; mientras Gutierre Velázquez tuvo la desdicha de fallecer al poco tiempo, Juan consiguió establecer un enorme negocio dedicado a la captación de caudales de indianos extremeños para su envío a la Península, a cambio de una comisión. Allí conoció a una viuda, llamada Inés de Cabañas, con la que terminaría desposándose. Desconocemos de dónde era originaria, pero lo más probable es que fuese extremeña, lo que fundamentamos en los siguientes argumentos: primero, que el apellido, aunque de origen castellano, estaba muy extendido en Extremadura, probando hidalguía algunos de ellos ante la Chancillería de Granada[16]. Segundo, que una sobrina suya profesó en el convento concepcionista de Usagre, en la provincia de Badajoz. Tercero, que existía una pequeña aldea de ese nombre en Extremadura, desde la que partieron para las Indias, solamente en el siglo XVI, al menos 39 emigrantes[17]. Y cuarto, que conocemos a otros personajes de este apellido en el Perú que eran originarios de Extremadura y que muy probablemente eran parientes de ella. Entre ellos, Martín de Cabañas, natural de Logrosán (Cáceres), que obtuvo licencia para pasar al Perú el 24 de febrero de 1540[18].

Ignoramos el nombre del primer marido de Inés de Cabañas, con el que tuvo un hijo que fue fraile profeso en el convento de Nuestra Señora del Rosario de Lima, fray Diego de la Serna. Ni la madre ni su padrastro contaron con él cuando formalizaron sus testamentos. Ello provocó un largo pleito que causó un grave perjuicio para todos los herederos del patrimonio de los Velázquez. Efectivamente, el hijo, tras conocer el óbito de su progenitora y el contenido del testamento se apresuró a presentar una demanda contra Juan Velázquez de Acevedo, recibiéndose el proceso en la Chancillería de Granada el 4 de agosto de ese mismo año[19]. El largo litigio y el presumible fallo a su favor del monje profeso, impidió la erección del colegio conventual previsto en la cláusula testamentaria.

Juan Velázquez de Acevedo y su esposa decidieron regresar a España en 1596, pues justo antes de la partida, concretamente el 29 de marzo de 1596, formalizaron una escritura en Lima, ante el escribano Pedro Arias Cortés, por la que se otorgaban mutuamente poderes para que el que sobreviviese de los dos dispusiese la última voluntad de ambos[20]. No sabemos la fecha exacta de regreso, pero debió ser aproximadamente a mediados de 1596. Ambos sobrevivieron a la travesía pero ella por poco tiempo puesto que murió un año y medio después, concretamente a mediados de enero de 1598, sin tiempo de acabar su testamento, cuya escritura había empezado a redactar ante Pedro Pérez, escribano de Medellín, el 13 de enero de 1598[21]. Fue inhumada en la iglesia de Santa Cecilia de Medellín, ofreciéndole su marido un novenario y 400 misas por su alma que debían oficiar los religiosos de San Francisco en el citado templo parroquial[22].

Tampoco vivió mucho más Juan Velázquez, pues falleció exactamente entre las 5 y las 6 de la mañana del 23 de noviembre de 1599[23]. Poco antes de las 8 de la mañana Juan de Castro, boticario, se presentó en la casa y certificó su muerte, dado que el doctor Marroyo estaba enfermo[24]. Debía tener en torno a 80 años, estaba torpe y falto de memoria y pocos días antes había sido operado de cataratas[25]. No obstante, su muerte fue más o menos inesperada, pues estuvo firmando escrituras y realizando negocios hasta el día antes. Y al igual que su mujer, murió sin terminar su testamento, atribución que con un falso poder se atribuyó su medio hermano Alonso Velázquez.

Tanto el cuerpo de Inés de Cabañas como el de su marido Juan Velázquez se depositaron provisionalmente en la capilla mayor de la iglesia de Santa Cecilia de Medellín, junto a la peana del altar mayor[26]. Para el entierro y honras fúnebres, el alcalde mayor encargado del inventario y del depósito de los bienes del finado, mientras se resolvía la herencia, entregó de ellos 300 ducados a Alonso Velázquez para que los sufragase[27]. En teoría, cuando se finalizase el colegio o el convento de monjas, previsto en el testamento, sus cuerpos debían trasladarse allí. En el testamento de Alonso, fechado en 1600, se recoge el boato fúnebre que debía rodear a los actos del traslado de los restos desde Santa Cecilia al colegio o monasterio:

Es mi voluntad que el día que fuere nuestro Señor servido que los cuerpos del dicho señor Juan Velázquez de Acevedo, mi hermano, y de la dicha señora doña Inés de Cabañas, su mujer, fueren trasladados y pasados de la sepultura de la iglesia de señora Santa Cecilia, donde están depositados a la capilla del dicho colegio o cualquiera de los monasterios que tuviere efecto según como lo dejó mandado y ordenado el dicho señor Juan Velázquez de Acevedo, mi hermano, y yo asimismo lo mando y ordeno en la cláusula antes de ésta que el dicho día diga misa por sus ánimas y acompañen sus cuerpos a la entrada de la villa, ciudad o lugar donde el dicho colegio o monasterio se hiciere, todos los clérigos y frailes que se hallaren en ella y se digan por sus ánimas una misa cantada con sus vigilias y nueve lecciones y con sus responsos cantados y a todos se les den los oficios de los nueve días han ido y van los frailes de señor san Francisco de la dicha villa cada semana un día que es miércoles y han de ir todo el año y entretanto que las dicen estén encendidas sobre la sepultura del dicho Juan Velázquez de Acevedo, mi hermano, cuatro hachas y los frailes que dicen las misas salen a decir un responso sobre la dicha sepultura, las cuales siete misas cada semana que así van diciendo han de decir hasta ser cumplido el año del entierro del dicho Juan Velázquez de Acevedo, mi hermano, y por su ánima mando se paguen de la hacienda[28].

Sin embargo, debido a los pleitos a que hicieron frente sus herederos, se terminó desechando la posibilidad del traslado de dichos restos al convento de las agustinas de Medellín que finalmente dotaron. En la misma iglesia de Santa Cecilia, Juan Velázquez y Elvira González instituyeron la llamada capilla de los Velázquez, el fundador era hermano del padre de Juan Velázquez de Acevedo, y la construyó para enterrarse él mismo y sus descendientes, como hicieron el licenciado Gutierre Velázquez y el clérigo Alonso Velázquez. Parece obvia, la vinculación de toda la estirpe con este templo, de donde debían ser parroquianos.

Lápida epigráfica localizada en la capilla de los Velázquez, en la iglesia de Santa Cecilia. (Fotografía de José María Custodio Simón). Dice así: Aquí están sepultados Juan Velázquez y Elvira González, su mujer, fundadores de esta capilla, y el licenciado Gutierre Velázquez y Alonso Velázquez, clérigo, sus hijos. (Hemos desarrollado las abreviaturas y colocado las tildes y las comas).

Pero al final todo quedó en la misma familia, pues el patronazgo de la capilla y el del convento de las agustinas, al terminar la descendencia de la línea principal de los Velázquez, terminó recayendo en la misma persona, es decir, en Juan Velázquez de Ovando[29]. Como es sabido, éste había accedido al cargo de relator del Consejo de Indias el 13 de noviembre de 1618, ignorándose el período de tiempo que lo desempeñó, probablemente en torno a una década[30]. Además ostentó el rango de alcalde de los hijosdalgo de Medellín y fue asimismo cofrade de los Santos Mártires. Como ya hemos dicho, en él confluyeron el legado de los fundadores de la capilla y el de los fundadores del convento de monjas de la villa.

Imagen I: árbol genealógico de los fundadores de la capilla de los Velázquez en Santa Cecilia    y sus descendientes, parientes de los Velázquez de Acevedo. Academia de la Historia, Colección

Salazar y Castro, (sig. D-35, fol. 83).

Las memorias de misas, las limosnas y las obras pías que cumplimentó Alonso Velázquez, tras la muerte de su hermano, fueron muchas aunque sólo una pequeña parte de ellas se llegaron a cumplir, debido a los pleitos subsiguientes. No obstante, las enumeramos a continuación:

Cuadro I

Misas establecidas por

Alonso Velázquez (1600)

Número Oficiante y templo Intención
1.000 Frailes del convento de San Francisco de Medellín Alma de Juan Velázquez
400 Curas de Santa Cecilia de Medellín Alma de Juan Velázquez
400 Frailes del convento de San Andrés de Mérida Alma de Juan Velázquez
200 Frailes del convento de San Francisco de Mérida Alma de Juan Velázquez
200 Frailes franciscanos de Mérida Alma de Inés de Cabañas, mujer de Juan Velázquez
200 Frailes del convento de San Francisco de Trujillo Alma del doctor Alonso Velázquez, padre de Juan y de Alonso.
200 Frailes franciscanos de Mérida Almas del Purgatorio.
100 Vicario del convento de las monjas Concepcionistas de Usagre Alma de Juan Velázquez
100 Frailes franciscanos de Trujillo Alma de Mari Álvarez que Alonso Velázquez denomina como su señora, difunta.
50 Franciscanos del convento de Medellín Alma de Gutierre Velázquez, hermano del otorgante.
50 Franciscanos del convento de Medellín Juan Velázquez, del que dice que murió en Salamanca y que no identifica pero que es sin duda un primo o tío.

Como puede observarse, además del entierro, vigilias y demás pompa fúnebre, se ofrecieron un total de 2.800 sufragios, todos con su correspondiente limosna que recayeron en religiosos seculares y regulares de Medellín –más de la mitad, concretamente 1.500-, Mérida, Trujillo y Usagre. Las donaciones y limosnas también fueron considerables:

Cuadro II

Limosnas establecidas por

Alonso Velázquez (1600)

Concepto Beneficiario/os Cuantía
Limosna para reparos de obras La ermita de San Blas de Medellín 3.400
Limosna para reparos de obras La ermita de San Pablo de Medellín 3.400
Limosna para reparos de obras La ermita de los Benditos Mártires de Medellín 3.400
Donación para hacer una imagen de Santa Cecilia Iglesia parroquial de Santa Cecilia de Medellín 10.200
Limosna para obras y reparos Iglesia parroquial de San Martín de Medellín 3.400
Limosna para obras y reparos Iglesia parroquial de Santiago de Medellín 3.400
Limosna para obras y reparos Iglesia parroquial de Santa María del Castillo de Medellín 3.400
Limosna para que a cambio celebren una misa cantada y con su vigilia por la memoria de Juan Velázquez y la comunidad rece por su alma. Convento de la Limpia Concepción de Medellín 30.000
Limosna para que a cambio celebren una misa cantada y con su vigilia por la memoria de Juan Velázquez Convento de San Francisco de Medellín 10.200
Limosna para reparos y gastos de camas de los pobres Hospital de Medellín 6.800
Limosna de seis hachas de cera blanca Cofradía de San Pedro de Medellín ¿?
Limosna Cofradía del Santísimo Sacramento de Medellín 1.496
Limosna Cofradía del Nombre de Jesús de Medellín 1.496
Limosna Cofradía de la Cruz de Medellín 1.496
Limosna Cofradía de los Mártires San Fabián y San Sebastián de Medellín 1.496
Limosna Cofradía de San Blas Medellín 1.496
Limosna Cofradía de la Magdalena de Medellín 1.496
Inversión total 86.576

Los donativos para distintas instituciones religiosas de la villa ascendieron a más de 86.000 maravedís, una cifra bastante estimable para la época. Una verdadera inyección de liquidez que de haberse cumplimentado íntegramente hubiesen tenido una notable repercusión en una parte del vecindario. Además, se citan un total de seis cofradías en la villa, lo cual tiene su importancia ya que hasta la fecha sólo se tenía constatada la existencia de la de los Mártires, por referencia de Solano de Figueroa. Hubo otras mandas establecidas por Juan Velázquez y ratificadas por su hermano, concretamente dos, a saber: una dote de 400 ducados a favor de Mayor de Cabañas, sobrina de Inés de Cabañas, para que profesase como monja en el convento de la Concepción de Usagre y la ahorría de sus esclavos Francisco y Ana, así como de los hijos de ésta, Leonor, Ana, Petrona y Simón[31]. Además dispuso el pago de distintas cuantías anuales a cada uno de ellos en concepto de alimentos: 45 ducados a Leonor, 36 ducados en total para Ana y Petrona y una libra y media de pan más cuatro maravedís diarios para Francisco. Como luego veremos, solo una pequeña parte de estas disposiciones llegaron a cumplirse porque, Alonso Velázquez debió enfrentarse a largos pleitos que además perdió, dilapidando una parte de la fortuna familiar y la suya propia.

4.-LA FALLIDA FUNDACIÓN DEL COLEGIO

Según Alonso Velázquez, la voluntad de Juan Velázquez de Acevedo y de la esposa de éste Inés de Cabañas, fue la fundación de un convento colegial de dominicos que debía establecerse en la casa de señor San Andrés de la ciudad de Mérida, para lo cual se destinaron 500 ducados que debían invertirse en rentas para el mismo. El dinero procedería íntegramente de los bienes de Inés de Cabañas que, al menos en teoría, era la auspiciadora del citado colegio.

Éste estaría habitado inicialmente por 18 colegiales, nombrados por el fundador de entre los religiosos dominicos. Una vez fallecido el fundador serían elegidos, dos de ellos por el rector, otros dos por el patrono y los catorce restantes por el rector y los colegiales, con tal de que procediesen cada uno de alguno de los siguientes centros: colegios de San Gregorio de Valladolid, San Esteban de Salamanca, San Pablo de Sevilla y Santa Cruz de Granada y de los conventos de Toledo, Ávila, Nuestra Señora de Atocha de Madrid, Talavera de la Reina, Palencia, Trujillo, Cáceres, Badajoz, Zafra y dos del de Lima[32]. Se preveía el futuro incremento de colegiales cuando aumentasen las rentas del mismo, sobre todo mediante las donaciones de los antiguos alumnos que alcanzasen altos cargos en la jerarquía eclesiástica, pues debían abonar la tercera parte del salario que adquiriesen el primer año del desempeño de su dignidad o de su magisterio.

            Asimismo, se preveía que el centro funcionase también como residencia de aquellos religiosos dominicos de los reinos de Perú y Lima viejos e impedidos, que decidiesen volver a España a descansar. Ahora bien, debían entregar para tal fin la hacienda que tuviesen para de esta forma poder recibir a más residentes y además no ser gravosos para el centro. Los colegiales estaban obligados a leer y enseñar gramática, retórica, artes y teología a todo el que quisiere oír sus lecciones, tanto religiosos como laicos.

            La comunidad seguiría de cerca los estatutos del colegio de San Gregorio de Valladolid y estaría dirigido por un rector. El primero de ellos debía ser fray Andrés de Almaguer O. P., atendiendo a que había sido muchos años colegial y es muy religioso y docto y persona muy ejemplar y de buen gobierno.

En caso de que no se pudiese establecer el colegio en dichas casas o por cualquier otra causa habría un plan alternativo: el establecimiento de un convento de monjas concepcionistas en la localidad de Villanueva de la Serena, adscrito a la provincia franciscana de San Miguel[33]. Para ello se le dotaría de los mismos recursos, es decir, de 500 ducados de renta, procedentes de un juro que tenían sobre las alcabalas de dicha villa, facilitando de esta forma su cobro por parte de las religiosas. Además de ese dinero, procedente de los bienes de Inés de Cabañas, Juan Velázquez añadió 300 ducados más de rentas de su propio erario para que las religiosas tuviesen más descanso para dedicarse al culto. Sin embargo, su hermano Alonso, poco después, redujo la dotación del cenobio hasta los 400 ducados de renta anual, incluyendo en dicho cargo el gasto de las monjas así como el del vicario que hiciese las funciones de capellán.

La iglesia se consagraría a la advocación de San Juan Bautista y en la capilla mayor se enterrarían Juan Velázquez y su esposa Inés, mientras que a los lados de la misma podrían inhumarse los herederos del patronazgo. Las monjas fundadoras del mismo serían sus tres hermanas, Sor María de San Bernardo, profesa en el cenobio de Concepcionistas de Medellín, María de San Antonio y María de San Rafael, estas dos monjas de velo negro en el cenobio de la misma advocación de Usagre. En ese orden debían alternarse como superioras cada tres años y, pasados los tres trienios, quien saliese elegida anualmente de las tres. Asimismo, se otorgarían dotes gratuitas a seis religiosas, a propuesta del patrono que iría cumplimentando el número cada vez que una plaza vacase.

Obviamente, el patronazgo lo ostentaría Alonso Velázquez y, tras su muerte, su hijo mayor Juan Velázquez y, después de éste, sus descendientes, prefiriendo siempre al varón mayor, como era usual en la época. En caso de terminarse la descendencia de Alonso Velázquez, el patronazgo pasaría a Juan Velázquez, hijo mayor de su hermana Beatriz Velázquez y a sus descendientes, prefiriendo de nuevo al varón sobre la mujer y por orden de edad.

El patrón recibiría 500.000 maravedís anuales, para lo que se destinaron los dos juros que Juan Velázquez tenía situados sobre las rentas reales de la villa de Alcuéscar. El vicario del mismo sería fray Juan Bautista de Cáceres, guardián del convento de San Francisco de Medellín, quien ostentaría el cargo de vicario y fundador a perpetuidad.

Dado que las rentas del colegio o en su defecto del monasterio debían proceder del caudal de Inés de Cabañas y que éste fue reclamado por su hijo, nunca se llegaron a realizar ni uno ni otro. A cambio de ello, se estableció una obra pía con las siguientes obligaciones:

Primero, un aniversario anual a celebrar el 23 de noviembre, que fue el día que murió Juan Velázquez, con la pompa fúnebre y en la iglesia que al patrón de la obra pía le pareciese.

Segundo, un día al año se celebraría en Santa Cecilia el oficio de cabildo mayor con los curas y beneficiados, acompañados por los frailes franciscanos, oficiando una misa por el eterno descanso del alma de Juan Velázquez. Al día siguiente, se realizarían otros dos oficios, uno por los franciscanos de la villa y otro por la cofradía de San Pedro, que era de la clerecía de Medellín.

Tercero, un millar de misas anuales por el alma de Juan Velázquez, poniendo una cruz con cuatro hachas de cera sobre su sepultura. A esas habría que sumar otras 365 misas por su alma, una cada día del año, excepto los lunes y sábados que se debían dedicar a las almas del purgatorio.

Cuarto, se sufragaban anualmente seis hachas de cera blanca para que alumbrasen el Santísimo el Jueves Santo y otras seis para la procesión del Corpus, en Medellín o en la localidad donde el patrón decidiese.

Quinto, se compró el patronazgo perpetuo de la cofradía de San Pedro de Medellín por una cuantía anual de 60 ducados, además del compromiso de reedificar con cargo a la obra pía la iglesia de San Pedro y San Pablo[34]. A cambio, la corporación se comprometía a reconocer a los Velázquez como patronos de dicho instituto y a rezar anualmente doce aniversarios por el alma del fundador de la obra pía.

Y sexto, ese dispuso el gasto del grueso del dinero de la obra pía en lo que al patronero le pareciese mejor, prefiriendo siempre a beneficiarios de la familia. La memoria quedaba muy abierta:

…Conforme a las necesidades presentes, pueda elegir lo que más útil le pareciere al servicio de Dios, ora sea casando huérfanas o haciendo decir misas, sacrificios o repartiendo trigo o pan (a)masado o soltando presos de la cárcel o metiendo monjas o haciendo limosna a los templos o a personas eclesiásticas o religiosas o repartiendo otras limosnas las pascuas y días festivos del año o haciendo fiestas al Santísimo Sacramento o a Nuestra Señora o a los santos que tuviere devoción y en fin eligiendo en cada un año las obras que le parecieren más pías…[35]

Como ya hemos dicho, estas fundaciones finalmente no se hicieron porque el testamento de Juan Velázquez, terminado por su medio hermano fue declarado apócrifo. Con posterioridad, el tercer patrono, es decir, el licenciado Luis Velázquez, nieto del fundador, decidió dotar otro convento, pero no en Villanueva de la Serena, ni en Mérida sino en la propia villa de Medellín.

5.-SU ACTIVIDAD ECONÓMICA

            ¿Cómo consiguieron su fortuna los Velázquez? El negocio estaba muy claro. Los hermanos Alonso, Gutierre y Juan Velázquez eran naturales de la villa de Medellín, hijos del doctor Alonso Velázquez. El primero residía habitualmente en Zafra, de donde era originaria su madre, por eso se casó y testó allí. En cambio, Gutierre y Juan Velázquez marcharon a las Indias, residiendo largos años en Lima. Gutierre murió en el virreinato peruano prematuramente, sin embargo, Juan Velázquez, que era el alma del negocio familiar, consiguió con esfuerzo y tesón amasar una gran fortuna.

Juan Velázquez, era socio y amigo del zafrense Hernando Martel de Mosquera. De hecho, cuando en 1581 este último y una hija suya, llamada María Martel, regresaron a su villa natal con una licencia de cuatro años, para solucionar ciertos negocios, dejó la administración de sus bienes y de su encomienda en manos del metellinense. Su amistad no fue óbice para que años después se detectase un fraude de 8.200 reales, que Juan Velázquez se obligó a devolver por escritura otorgada en Medellín, ante Pedro Pérez, el 3 de junio de 1598[36].

El cometido del metellinense era captar capitales indianos, casi siempre en el virreinato peruano pero en alguna ocasión también en Castilla del Oro y traerlos personalmente o remitirlos a su hermano Alonso Velázquez. También a Hernando Martel le enviaba capitales una vez que este último regresó a Zafra. De hecho, sabemos que le remitió 270.000 maravedís de Juan Yuste, difunto, natural de Logrosán, para que los invirtiera en rentas con las que establecer una capellanía en su localidad natal[37]. El dinero lo adquirió el duque de Feria, sin embargo, lo redimió en 1599 por lo que Juan Velázquez, que estaba por aquel entonces de vuelta en Medellín, envió a Zafra a su hermano Alonso para que recibiese la renta, la reinvirtiese y acudiese con la renta al capellán de la misma, Francisco Hernández[38].

En Lima recibió asimismo, de fray Andrés de Almaguer O.P., una partida de dinero para invertirla en España. Una parte se la entregó en Lima y la otra se la envió a Medellín, junto a una cadena de oro de tres libras, seis onzas y tres adarmes sin quilatar, por valor, excluyendo la joya, de 19.066 reales, con cuyo capital se compraron rentas, reconociéndose el capital principal y los réditos por escritura otorgada ante Pedro Pérez, escribano público de Medellín, el 25 de noviembre de 1598[39]. A veces se trataba tan sólo de invertirlos en rentas descontando, por supuesto, los costes de los fletes, las averías, las licencias, los escribanos así como las comisiones de los peruleros y arrieros. En otros, el cometido era algo más complejo; así, el 3 de marzo de 1596, Juan Velázquez recibió en Lima 1.400 ducados del religioso Pablo Núñez de Paredes, por mediación de Melchor Núñez de Prado, con un cometido muy específico: debía solicitar una licencia del Santo Pontífice para que autorizase el regreso a España de Pablo Núñez, invirtiendo el sobrante en rentas, previendo un pronto retorno de éste. En algunas ocasiones Juan Velázquez también remitía capitales propios para que su hermano los invirtiese en rentas. Así, en 1591 Martín Alonso de Ampuero, mercader y alcalde ordinario de Lima, embarcó hacia Sevilla mercancías por valor de 78.795 pesos de oro, siendo una parte de ellas propiedad de Juan Velázquez de Acevedo, vecino de Lima, con la intención de entregarlas a su hermano Alonso Velázquez[40].

Está claro que el negocio de los Velázquez procedía de las comisiones por la repatriación de capitales para su inversión en rentas. La comisión era elevada, acorde con los riesgos, pues la pérdida del mismo, la confiscación o una errónea inversión, podían acarrearle graves perjuicios económicos. De hecho, cuando regresó Juan Velázquez trajo consigo un cofrecillo con tejuelos de oro, suyos y ajenos, que le fue confiscado por la Casa de la Contratación, alegando que el contenido no venía registrado. Un fraile dominico de Panamá, propietario de uno de los tejuelos reclamó su importe, y Alonso Velázquez lo abonó, aunque eso sí, descontando averías, fletes y comisiones.

Ahora bien ¿qué porcentaje cobraban por su tarea?, pues sólo tenemos una referencia exacta de la cuantía, pero nos puede servir de aproximación. En 1597 recibió de Alonso Niño de Guzmán, vecino de Lima, por mediación de Pedro Cerrato, 952 ducados para invertir en Sevilla. Cuando en 1600 se presentó en Medellín el hijo del inversor, fray Rodrigo Niño de Guzmán O.P., para recuperar su dinero se le descontaron 15.062 maravedís que les había pagado ya Juan Velázquez en rentas y 50 ducados por traer el dinero y solicitar la licencia del prelado[41]. Es decir, que al menos en este caso, el coste del traslado del capital y del propio hijo del inversor, así como las gestiones, ascendió al 5,25% del total importado.

Pues bien, tras amasar una gran fortuna, el matrimonio formado por Juan Velázquez e Inés de Cabañas decidió regresar a Extremadura, y más concretamente al pueblo natal del primero, Medellín, donde se encontraban en 1597. En esos tres años continuó con el negocio, pues recibió a comisión numerosos capitales de indianos para invertirlos en rentas.

            El caudal que obtuvo Juan Velázquez fue considerable y en buena parte lo trajo a Medellín, invirtiéndolo en rentas que pudieron disfrutar sus descendientes. Eso no impidió que en el último año de vida sufriese alguna falta de liquidez debido a los muchos negocios que tenía y a algunas contingencias que sufrió en algunos de ellos. Por ello, el 1 de febrero de 1599, recibió 28.000 reales a censo de Elvira González, viuda de su tío Juan Velázquez. Su hermano Alonso, en su testamento de 1600, dispuso el pago de dicha cuantía y la redención del citado censo[42]. A continuación, enumeramos algunas de las propiedades y rentas adquiridas en Medellín desde su retorno:

Cuadro III

Rentas compradas por Juan

Velázquez en España (1597-1599)

Lugar y Fecha Situado Inversión Renta
Madrid, 30-VII-1597 La mitad sobre las alcabalas de la villa de Alcántara y su partido y la otra mitad sobre las de Zalamea. 11.250.000 803.571
Sevilla, 23-IX-1597 Sobre los impuestos reales de la villa de Alcuéscar 5.025.000 314.062
Medellín, 2-II-1599 Sobre los impuestos reales de la villa de Alcuéscar 3.000.000 187.500
Totales 19.275.000 1.305.133

            Como puede observarse, entre 1597 y 1599, el perulero invirtió en juros cerca de veinte millones de maravedís por los que cobraba una renta anual de 1,3 millones. Un provecho elevadísimo que debió incentivar la economía no sólo de Medellín sino también de Zafra y de otros pueblos de la Baja Extremadura.

            Sin embargo, su supuesto heredero, Alonso Velázquez, se debió enfrentar a dos pleitos, uno con sus propios hermanos y el otro con el hijo de Inés Cabañas. Ambos los perdió en primera instancia, apelándolos a la Chancillería de Granada, lo que no le evitó ciertos períodos de cárcel así como gastos millonarios en gestiones. Durante varios lustros la herencia estuvo embargada y los herederos no pudieron tocarla, en perjuicio de su administración. Cuando fue desembargada, debían más de 2.000 ducados de las rentas corridas de varios censos que tenía situados la hacienda de los Velázquez a favor de distintas personas[43]. Para colmo al administrador de la hacienda durante el tiempo del litigio, Diego Otáñez Sarabia, se le imputó un desfalco de más de 50.000 reales.

Cuadro IV

Rentas vinculadas al

Patronazgo en 1615 y en 1626

Situado Capital Renta anual
Rentas reales del concejo de Alcuéscar 8.020.000 401.000
Rentas reales del concejo de Alcuéscar 340.340 24.310
Rentas de las alcabalas del concejo de Alcántara 2.856.000 204.000
Rentas reales del concejo de Alcuéscar 1.760.000 110.000
Dehesa de pasto y labor en Valdegamas ¿? ¿?
Totales 12.976.340 739.310

            El capital había mermado considerablemente aunque, pese a ello, seguía siendo cuantioso. Exceptuando la dehesa, el capital había disminuido, con respecto a 1599, un 32,67% y las rentas un 43,44 %. Entre 1615, cuando el patrono era Alonso Velázquez, y 1626, cuando hizo su testamento el licenciado Luis Velázquez, el volumen de las rentas no varió[44]. Posteriormente, concretamente desde el 23 de diciembre de 1676, dado que las renta de las alcabalas de Alcántara no producían lo suficiente, cambiaron la ubicación de la renta a las alcabalas y tercias de la ciudad de Soria, lo que de paso facilitaba su cobro por los Vinuesa.

Pero volviendo a los Velázquez, debemos decir que no eran los únicos de la familia que se dedicaban al comercio, de hecho, un hermano de su padre, Rodrigo Velázquez, el hijo de éste, Juan Velázquez, y el nieto Diego Velázquez poseían una tienda de productos textiles en Medellín y se acercaban periódicamente a Zafra para comprar género[45]. No eran peruleros, pero si mantenían una intensa actividad económica, comprando género para su tienda. A continuación, mostramos algunas de las transacciones que esta familia formalizó en Zafra, aunque no hemos pretendido ser exhaustivos:

Cuadro V

Contratos de compra de género textil

en Zafra por los Velázquez[46]

FECHA COMPRADOR VENDEDOR CUANTÍA
11-VIII-1590 Rodrigo Velázquez, mercader, en nombre de Juan Velázquez, ambos de Medellín Fernando Franco y otros, vecinos de Toledo 32.368
12-XI-1591 Rodrigo Velázquez, mercader, con poder de su hijo Juan Velázquez Pedro Ortiz, Marcos Pérez y Baltasar Ortiz, vecinos de Laredo 176.639
24-VI-1592 Diego Velázquez, mercader, con poder de su padre Juan Velázquez, también mercader Juan Fernández y Andrés Sánchez Fernández, vecinos de Córdoba 67.116
25-VI-1592 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Juan de Herrera, jurado, y su hijo Alonso de Herrera, vecinos de Laredo 337.662
26-VI-1595 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Diego Rodríguez, jurado, vecino de Córdoba, o quien su poder tuviese 145.761
26-VI-1595 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Diego Rodríguez, jurado, vecino de Córdoba, o quien su poder tuviese 65.331
26-VI-1595 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Hernando Francisco y otros socios, vecinos de Laredo 123.743
1-X-1595 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Juan Rodríguez y Andrés Sánchez Fernández, jurados, vecinos de Córdoba 55.267
1-X-1595 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Andrés Sánchez, jurado, y Juan Fernández, su hermano, vecinos de Córdoba 112.574
1-X-1595 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Alonso Fernández de Córdoba y Alonso Fernández, su hijo, vecinos de Córdoba 20.026
1-X-1595 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Pedro Ortiz, Melchor Pérez y Baltasar Ortiz, vecinos de Laredo 173.275
26-VI-1596 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Alonso Rodríguez Yáñez, jurado, vecino de Córdoba 44.914
26-VI-1596 Diego Velázquez, con poder de su padre Juan Velázquez Juan de Herrera, jurado, y Alonso de Herrera 150.975
TOTAL 1.506.651

            Las cuantías abonadas por esta rama de los Velázquez fueron formidables, nada más y nada menos que de más de un millón y medio de maravedís. Sólo en 1595 compraron género por valor de casi 700.000 maravedís lo que nos indica el potencial económico de esta rama familiar. Y ello a pesar de que la mayoría de las veces solían comprar fiado, a pagar en el plazo de un año, la mitad en San Juan del año siguiente y la otra por San Miguel[47].

Había otros Velázquez, radicados en Zafra, que se dedicaban también al comercio con América. Así, en 1595 Lucía Velázquez, tía de Juan y Alonso Velázquez y viuda de Luis Sánchez el Mayor, vecinos de Zafra, tenía dos hijos, Luis Sánchez Velázquez, residente en la Villa Imperial de Potosí, al que encargó el cobro de todos los dineros que le debiesen[48], e Isabel Velázquez que ingresó como monja en el convento de la Concepción de Segura de León[49].

6.-LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE AGUSTINAS DE MEDELLÍN

 

            Como ya hemos dicho, a Juan Velázquez de Acevedo le sorprendió la muerte sin haber terminado de disponer su última voluntad, curiosa coincidencia con lo que le ocurrió a su propia esposa dos años antes. Alonso Velázquez ideó todo un fraude, falsificando un poder de su hermano finado para formalizar un testamento a su favor que finalmente la justicia declararía apócrifo.

Alonso Velázquez, aunque natural y vecino de Medellín, ya hemos dicho que pasaba buena parte de su tiempo en Zafra. Por eso no tuvo nada de particular que se desposase con una zafrense, Isabel Gutiérrez de Mexía, hija de un acaudalado mercader, Alonso de Mesa y de Leonor López. Prueba del poder económico de ambos es que ésta recibió en concepto de dote la cuantiosa cifra de 3.000 ducados aunque, eso sí, abonados en distintos plazos[50]. Fruto de este matrimonio nacieron tres hijos: Juan Velázquez, que heredaría todo el patrimonio familiar y el patronazgo de la fundación a través del mayorazgo, María Álvarez y Leonor López. Estas dos últimas profesaron como monjas de velo negro en el convento de Santa Catalina de Zafra, con una dote cada una de 500 ducados[51].

Bóveda de la nave de la iglesia del exclaustrado convento de agustinas de Medellín. El entresuelo que se observar es obra contemporánea para facilitar su uso como secadero de tabaco. (Fotografía de Manuel Viola)

Los planes de Alonso Velázquez se truncaron, pues se gastó una parte de la fortuna en abogados, y encima terminó perdiendo ambos litigios. No obstante, el capital seguía siendo mucho y los primeros patronos dispusieron de una enorme fortuna. Alonso Velázquez compaginaba sus actividades comerciales con el tradicional negocio de la ganadería, pues disponía de miles de reses que pastaban en sus dehesas y en otras que arrendaba periódicamente[52]. El segundo patrono, Juan Velázquez, hijo de Alonso, murió sin descendencia por lo que, el patronato pasó a otra rama familiar, recayendo en Luis Velázquez, beneficiado de San Martín y vicario de la villa. Éste a su vez, dado que era religioso y no tuvo descendencia, lo que legó a su sobrino Juan Velázquez de Ovando, relator del Consejo de Indias, desposado con María Velázquez de los Ríos y Toro[53]. Curiosamente, estos tampoco tuvieron hijos, por lo que en 1529 ostentaba el patronazgo su viuda María Velázquez.

Según consta en el testamento de Luis Velázquez, otorgado en Medellín, el 4 de febrero de 1626, se destinaron las rentas de la Fundación y de la Obra Pía de la familia a la erección de un convento de monjas agustinas recoletas en la propia villa de Medellín[54]. Las rentas de que disponía Luis Velázquez sobre las alcabalas de Alcuéscar delatan que al menos una parte del patrimonio con el que pretendía dotar el convento era el mismo que se había adquirido con el legado del perulero Juan Velázquez de Acevedo. Que se optara por fundar un cenobio en el pueblo tenía su razón de ser ya que el patrono Luis Velázquez era beneficiado de San Martín, vicario eclesiástico de Medellín y visitador general del obispado de Plasencia. El convento dispondría de las rentas de la fundación y, a cambio, sus inquilinas rezarían dos misas semanales por las almas de los fundadores. El citado vicario pretendió siempre la erección de un convento de monjas carmelitas descalzas, sin embargo, a mitad de las gestiones le sorprendió la muerte[55]. El heredero del patronazgo fue su sobrino el licenciado Juan Velázquez, relator del Consejo de Indias, que se convertiría en el cuarto patrono de la fundación de Juan Velázquez de Acevedo. Éste y su hermano, el clérigo Alonso Velázquez, acudieron a la Condesa de Medellín, Ana de Córdoba, para solicitar autorización, y al parecer fue ésta, muy devota de la orden agustina, la que los convenció para que el cenobio fuese de esta orden[56]. Obviamente, no fue casualidad la elección de las descalzas agustinas, pues desde principios del siglo XVII, tanto Felipe III como su esposa Margarita de Austria habían favorecido a esta orden, fomentando la fundación de varios conventos de monjas agustinas, intitulados de Descalzas Reales[57].

Inicialmente llegaron cuatro religiosas, a saber: Catalina de Jesús, procedente del convento de Villafranca del Bierzo, la primera priora, Antonia de la Santísima Trinidad, maestra de novicias, Josefa de San Gabriel, sub-priora, e Inés de la Asunción, monja de coro o de velo negro[58].

Como no podía ser de otra forma, se dedicó a la advocación de San Juan Bautista, constando su fundación oficial el 31 de enero de 1628, cuando llegaron las primeras religiosas. Sin embargo, puede interpretarse que la fundación efectiva no ocurrió hasta poco después, es decir, hasta el 24 de febrero de 1628 en que se celebró la fiesta de San Matías, se colocó el Santísimo, y las religiosas se recogieron en su clausura[59]. Como capellán del convento se designó a Alonso Velázquez, clérigo, hermano del patrono. Por cierto que éste había pasado al Perú en 1590 y era arcediano de la catedral de Lima desde 1609[60]. Debió regresar para acabar sus días en Medellín ocupando dicho cargo, pero tal hipótesis no la hemos podido verificar.

El cenobio pasó por muchas dificultades por la negativa del patrono a entregar los 400 ducados de renta que había comprometido su tío Luis Velázquez. Al parecer, la fundación pasó por algunas dificultades económicas que repercutió en un abandono a su suerte del cenobio. A punto estuvieron sus fundadoras de abandonarlo. Sin embargo, el ingreso de una nueva monja, originaria de Medellín, sor Mariana de San José, animó a algunos vecinos a proporcionar la ayuda necesaria para su perpetuación[61]. El convento que cubría una necesidad social de la villa, pues ampliaba la capacidad del pueblo para recoger a aquellas mujeres que no habían podido o no habían querido desposarse. Como ya hemos afirmado, se mantuvo en activo por espacio de más de dos siglos, exactamente hasta su abandono en 1835[62].

7.-EL PATRONAZGO: DE MEDELLÍN A SORIA

Como ya hemos indicado, los largos pleitos a los que se enfrentaron los Velázquez terminaron mermando la fortuna del perulero y malogrando una buena parte de las fundaciones inicialmente previstas. Todos tenían motivos para litigar ya que se dirimía el destino de una fortuna que los propios interesados calcularon en 80.000 ducados[63].

El primero de los pleitos lo planteó un profeso del convento del monasterio del Rosario de Lima, hijo de Inés de Cabañas que reclamaba su herencia y que. Y el otro, se produjo entre los propios hermanos del finado y sus descendientes. A Juan Velázquez de Acevedo le sorprendió la muerte sin haber terminado de redactar su testamento que se apresuró a terminarlo por poderes su hermano Alonso Velázquez. Pero la finalización y formalización del testamento era decisiva: si finalmente se aceptaba, el heredero y patrono de la fundación sería Alonso Velázquez, hermano de padre de Juan Velázquez de Acevedo, mientras que para los demás apenas quedaban unas migajas. Y había grandes perjudicados, sobre todo Juana de Torres, hija de Mayor Hernández e Isabel Velázquez, estas dos últimas hermanas de padre y madre del finado. Es decir, si se aceptaba el testamento toda la fortuna se la llevaría un medio hermano y sus descendientes, mientras que si se daba por nulo, los nueve hermanos y medios hermanos del fallecido se repartirían a partes iguales la fortuna.

Alonso Velázquez recibió el apoyo de su hermana Beatriz Velázquez y las esclavas Leonor y Ana, así como los hijos de éstas que, en caso de darse por válido el testamento obtendrían su libertad. Francisco de Vinuesa y Juana de Torres estaban ayudados por la hermana de ésta, Isabel Velázquez, y por otras dos medio hermanas Francisca y Leonor, monjas profesas en esos momentos en la Concepción de la villa de Usagre.

Francisco de Vinuesa, en nombre de su esposa Juana de Torres y de la hermana de ésta Isabel Velázquez, acusó a Alonso Velázquez no sólo de haber manipulado el testamento, pagando grandes sumas al escribano de Valdetorres Juan de Morales, sino de haber envenado a su hermano. En relación a lo primero escribió que el escribano era muy pobre y, gracias a las dádivas que le había entregado Alonso Velázquez, había prosperado económicamente[64]. En cuanto, al asesinato, declaró que Alonso Velázquez mantenía relaciones sexuales con la esclava de Juan Velázquez a quien ofreció incluir su libertad en el testamento, a cambio de que envenenase el almendrado que todos los días solicitaba su señor[65]. Según el demandante, el acusado tenía sobrados motivos para matarlo porque su propio hermano lo había sorprendido manteniendo relaciones sexuales con la esclava y le había amenazado con desheredarlo pues no quería que se gastase su hacienda con putas[66].

La defensa de Alonso Velázquez decidió centrarse no tanto en rebatir sus argumentos como en desacreditar a Francisco Vinuesa y culparlo asimismo del asesinato. Según su versión, Francisco Vinuesa era una persona de mala vida, que tenía antecedentes sangrientos, pues estando en Villanueva le dio una estocada a un mozo llamado Juan Campos, que murió pocos días después. Asimismo, afirmó que la esposa de éste y sus hermanas tenían más motivos que él para asesinarlo, pues pensaban que Juan Velázquez no había redactado su testamento y esperaban que muriese abintestato. En el memorial impreso de este pleito aparecen más de 150 folios con testigos de un lado y otro, comprados, que hablan a favor de una parte u otra según sus intereses.

La justicia dictaminó en primera instancia que no hubo envenenamiento y que la defunción se produjo por causas naturales. Por sentencia dada el 9 de diciembre de 1600 se condenó a Alonso Velázquez por falsificar el testamento, con la pena capital y 4.000 ducados de multa, la mitad para Juana de Torres e Isabel Velázquez y la otra mitad para la cámara, más los gastos de la justicia[67]. El escribano Juan de Morales, que ya había sido sometido a tormento en los interrogatorios, fue condenado a 200 azotes, amputación de la mano, inhabilitación perpetua para el ejercicio del oficio de escribano y cuatro años de destierro de la tierra de Medellín[68].

Obviamente, Alonso Velázquez apeló la sentencia, permaneciendo al frente del patronazgo él y sus descendientes mientras se dirimía un contencioso que se prolongó por espacio de varios lustros. El documento que hemos manejado está inconcluso y no aparece el fallo definitivo. Sin embargo, es seguro que finalmente se produjo el fallo en contra de Alonso Velázquez y su descendencia porque el patronazgo pasó a los Vinuesa Velázquez. Efectivamente, la fundación terminó recayendo en el hijo de Francisco de Vinuesa y de Juana de Torres, Fernando de Vinuesa y Velázquez, desposado con María de Cuéllar Carrasco, ambos avecindados en la ciudad de Soria. Y de nuevo el hijo de estos, Alonso de Vinuesa y Velázquez, tomó posesión de las rentas de la obra pía por escritura otorgada el 25 de abril de 1671[69]. Así fue como la fundación de los Velázquez, pese al empeño de Alonso Velázquez para que se mantuviese en poder de su linaje, quedó vinculado a los Vinuesa. Es decir, pasó de Medellín a Soria en menos de tres décadas lo que probablemente contribuyó al olvido de la memoria de los Velázquez.

Los descendientes posteriores del patronato, los Vinuesa Velázquez, mencionan en sus escrituras otros dos patronazgos cuyo origen desconocemos: uno, el del colegio de San Juan y San Antonio, cuya ubicación ignoramos totalmente. Y otro, el de la capilla mayor del convento de Santo Domingo de Llerena, del que tampoco conocemos detalles. Sólo nos consta documentalmente que Alonso de Vinuesa y Velázquez, en quien recayó el legado de Juan Velázquez de Acevedo, tomó posesión de ambos patronazgos. Lo cierto es que la fundación de este cenobio, en extramuros de Llerena fue aprobada por una licencia real, dada en Valladolid el 19 de enero de 1554[70]. Era inicialmente modesto, pues en 1575 estaba habitado por tan solo doce religiosos, siendo su prior fray Miguel de Toledo. El patronazgo de los Vinuesa debió ser sólo de la capilla mayor, a cambio presumiblemente de su reforma o reconstrucción. La bibliografía que hemos consultado sobre dicho convento no ha arrojado hasta ahora ninguna luz.

El destino quiso que, pese a los desvelos del primer patrono por que éste quedase perpetuamente vinculado a los Velázquez de Medellín, heredando siempre los varones de mayor edad, éste terminase vinculado nada más y nada menos que a los Vinuesa Velázquez de Soria. Los numerosos clérigos de la familia, la falta de descendencia masculina y los pleitos entre sobrinos terminaron provocando esta situación.

 

8.-CONCLUSIONES

Como hemos podido comprobar a lo largo de este artículo, los Velázquez, fueron una de las familias comercialmente más activas de Medellín en los siglos XVI y XVII. Nuevamente se vuelve a verificar que el origen hidalgo no era incompatible con la actividad empresarial. En la familia Velázquez había numerosos licenciados y doctores, cristianos viejos, que muy probablemente ostentaban como mínimo la hidalguía. Sin embargo, ello no supuso problema alguno para que muchos de sus miembros desempeñasen una importante carrera mercantil.

El dinero que trajeron a Medellín Juan Velázquez de Acevedo y su mujer Inés de Cabañas y que heredaron inicialmente su hermano Alonso Velázquez y después el hijo de éste, Juan Velázquez, pese a los pleitos, debieron dinamizar y revitalizar la economía de la zona. Una inyección de capital de varios millones de maravedis que se invirtieron en su mayor parte en la propia localidad. Vuelve a verificarse la importancia de la plata indiana, responsable de la creación de obras pías, capellanías, capillas privadas y limosnas. Con dinero indiano se sufragaron obras de arte como la imagen antigua de Santa Cecilia, que presidía el altar mayor, cofradías como la de la clerecía, capillas, como la fundada por Hernán Cortés en San Francisco u obras pías para socorrer a los pobres de la localidad. Igualmente, se dotaron las rentas necesarias para la fundación y el sostenimiento de un convento de monjas en la localidad, el de las Agustinas Recoletas, que se mantuvo en activo hasta su desaparición en el siglo XIX.

         No deja de sorprender que el numerario obtenido por un perulero en sus negocios ultramarinos terminase primero en Medellín y luego nada menos que en Soria. Un destino que jamás pudo imaginar el propio fundador. Ello probablemente contribuyó al olvido de la familia Velázquez en la memoria histórica de Medellín. El presente trabajo viene a llenar un vacío, y de paso a hacer justicia con uno de estos comerciantes que tuvieron más impacto económico en la localidad que conquistadores de la talla de Hernán Cortés.

APÉNDICE

Lám V. Los Velázquez

[1] MIRA CABALLOS, Esteban: “Medellín y América hasta la Guerra de la Independencia: estado de la cuestión”, Jornadas de Historia de las Vegas Altas. La batalla de Medellín. Medellín, 2010, p. 481.

[2] RODRÍGUEZ GORDILLO, Eduardo: Apuntes históricos de la villa de Medellín (Provincia de Badajoz). Cáceres, s.a. (h. 1916), pp. 169-170.

[3] Sobre el particular puede verse mi trabajo: “Zafra, puerta de Extremadura a las Indias, siglos XVI al XVIII”, Cuadernos de Çafra. Zafra, 2012 (en prensa).

[4] La vinculación de los Velázquez con Zafra fue muy estrecha, tanto que el doctor Alonso Velázquez, se desposó en segundas nupcias con la zafrense Beatriz López, padres del primer patrono Alonso Velázquez. Y éste a su vez se casó con otra zafrense, Isabel Gutiérrez de Mexía, padres del segundo patrono Juan Velázquez. Véase el árbol genealógico adjunto al final de este trabajo.

[5] AMZ, Rodrigo de Paz Tinoco, año 1600, fols. 549r-580v y 1601, fols. 581r-590v. El testamento y el poder supuestamente otorgado por Juan Velázquez de Acevedo fueron judicialmente declarados apócrifos. Aparecen reproducidos íntegramente en el Memorial del pleito entre Alonso Velázquez y Francisco Vinuesa y otros, 1599-1650. Biblioteca del Palacio Real, Sig. VII/50, fol. 7r-13v. En adelante citaremos los testamentos de Juan y Alonso Velázquez, omitiendo el resto de la referencia, y las alusiones al pleito conservado en el Palacio Real como Memorial del pleito, seguido del folio.

[6] Memorial del pleito…, Biblioteca del Palacio Real, signatura VII/50. Y Alegaciones de Alonso Velázquez al memorial impreso redactado por el relator en el pleito que sigue con Francisco de Vinuesa sobre la autenticidad del testamento otorgado por Juan Velázquez de Acevedo, Signatura XIV/3035.

[7] Sobre los Velázquez de Don Llorente véase a CARMONA CERRATO, Julio: La aldea de Don Llorente y sus vínculos con Don Benito (de la leyenda a la historia). Don Benito, Excmo. Ayuntamiento, 2005, pp. 91-121. En la obra de Mayoralgo y Lodo se puede observar que no hay ningún entronque en la ascendencia y descendencia de ambas familias, pese a compartir el apellido y pese a la cercanía entre Medellín y Don Benito. MAYORALGO Y LODO, José Miguel: La Casa de Ovando (Estudio Histórico-Genealógico). Cáceres, Real Academia de Extremadura, 1991, pp. 371 y ss.

[8] Alonso Velázquez decidió mantener esta tradición de su padre, disponiendo que cada hacha tuviese como mínimo cuatro libras de cera y que, luego, quedase en manos del mayordomo del Santísimo de Magacela o de la parroquia para que alumbrase al Santísimo mientras fuese posible. Asimismo, Alonso Velázquez dispuso otros seis hachones para el mismo fin, en aquella villa donde viviese el titular del patronazgo y del mayorazgo y otras seis para la iluminación del Santísimo el Jueves Santo en la iglesia o monasterio que decidiese el patrón. Testamento de Alonso Velázquez.

[9] No hemos encontrado la más mínima alusión a la presencia de personas de apellido Velázquez en esta localidad. Véase a MIRANDA DÍAZ, Bartolomé y Francisco de CÓRDOBA SORIANO: Los moriscos de Magacela. Badajoz, Diputación Provincial, 2010.

[10] Así consta en el mandato Nº 7 de la visita realizada a Almendralejo por el licenciado Lorenzo Cano, juez ecónomo de la provincia de León en junio de 1798. Archivo diocesano de Mérida Badajoz, Almendralejo Leg. 1082, Exp. 34.505.

[11] NAVARRO DEL CASTILLO, Vicente: La epopeya de la raza extremeña en Indias. Mérida, Gráficas Solinieve, 1978, p. 322.

[12] BERMÚDEZ PLATA, Cristóbal y otros: Catálogo de pasajeros a Indias, Sevilla-Madrid, 1930-1986, Vol. V, T. I, Nº 1870.

[13] El colegio Real de San Felipe y San Marcos era el más elitista del virreinato peruano, pues para cursar allí sus estudios los colegiales debían hacer un importante desembolso económico y acreditar en una probanza su pureza de sangre. Por ello, los colegiales de San Marcos tenían preferencia en los actos públicos a los colegiales de otros centros de menor prestigio. Véase el trabajo de COELLO DE LA ROSA, Alexandre: “Pureza, prestigio y letras en Lima colonial. El conflicto entre el colegio de San Martín y el colegio Real de San Felipe y San Marcos (1590-1615)”, en El peso de la sangre, limpios, mestizos y nobles en el mundo hispánico. México, 2011, pp. 137-168.

[14]NAVARRO DEL CASTILLO: Ob. Cit., p. 302. SÁNCHEZ RUBIO, Rocío: La emigración extremeña al Nuevo Mundo. Exclusiones voluntarias y forzosas de un pueblo periférico en el siglo XVI. Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1993, p. 617. PALAU Y DULCET, Antonio: Manual del librero Hispano-Americano, T. XXXVI. Barcelona, Librería Palau, 1953, p. 44.

[15] Debo éste y otros datos al investigador de Medellín José María Custodio Simón, que prepara un trabajo sobre heráldica metellinense.

[16] Véase por ejemplo a GONZÁLEZ-DORIA, Fernando: Diccionario heráldico y nobiliario de los reinos de España. Madrid, Editorial Bitácora, 1987, p. 472.

[17] Se trata de Cabañas del Castillo, como puede verse en la Web http:/www.cabañasdelcastillo.es (Consulta del 14 de febrero de 2013). Los emigrantes originarios de ese pueblo en SÁNCHEZ RUBIO: Ob. Cit., pp. 497-498.

[18] Luchó como arcabucero en las guerras civiles del lado de Gonzalo Pizarro, por lo que tras la derrota final en Jaquijahuana fue condenado a la pérdida de sus bienes y al destierro a Chile, donde todavía vivía en 1565.BUSTO, José Antonio del: Diccionario histórico biográfico de los conquistadores del Perú, T. I. Lima, Ediciones Studium, 1986, p. 288. Véase también a NAVARRO DEL CASTILLO: Ob. Cit., p. 263.

[19] Así se menciona en el testamento de Alonso Velázquez.

[20] Testamento de Juan Velázquez de Acevedo.

[21] Ibídem.

[22] Ibídem.

[23] La fecha la deducimos de tres documentos diferentes. Por un lado, el 3 de marzo de 1600 Alonso Velázquez ordenó su testamento y declaró que su hermano era ya finado. Testamento de Alonso Velázquez. Y por el otro, en un traslado de las memorias fundadas por los Velázquez de Acevedo se ordena hacer un aniversario el 23 de noviembre que es el día que murió el dicho Juan Velázquez, en la iglesia que el patrón de la fundación le pareciese más oportuno. Traslado de las memorias fundadas por Juan Velázquez de Acevedo, Soria, 27 de octubre de 1677. AGS, Contaduría de Mercedes 380. En el pleito conservado en el Palacio Real de Madrid, los testigos declaran no sólo la fecha sino también la hora del deceso. Biblioteca del Palacio Real, Sig. VII/50, fol. 2r.

[24] Memorial del pleito, fol. 144v.

[25] Sorprende la operación a la que se había sometido el anciano poco antes de su muerte. Los testigos afirman que estaba casi ciego y que, tras la operación, se le pidió que estuviese unos días sin exponerse a la luz del sol. Supongo que este tipo de operaciones no estaba al alcance de todo el mundo, sino de una persona acaudalada como él.

[26] Testamento de Alonso Velázquez.

[27] Memorial del pleito, fol. 2v.

[28] Ibídem.

[29] Véase al árbol genealógico que adjuntamos al final de este trabajo.

[30] SCHÄFER, Ernesto: El Consejo Real y Supremo de las Indias, T. I. Salamanca, Junta de Castilla y León, 2003, p. 359. En 1629, su esposa María Velázquez, decía ser viuda y ostentaba el patronazgo, dado que no tenían herederos forzosos.

[31] Dado que Simón murió poco después, se decidió ahorrar en su lugar a otro hijo llamado Juan.

[32] Salen en total 19 aunque el número inicial se fijó 18.

[33] Testamento de Alonso Velázquez.

[34] En el documento se cita así, pero parece claro que debe tratarse de la ermita de San Pablo, situada en extramuros, exactamente entre el puente y la puerta de Portaceli. Sin embargo, este templo terminó siendo abandonado, pues, en 1653, según Solano de Figueroa, estaba ya en ruinas.

[35] Traslado de las memorias y obras pías fundadas por Juan Velázquez de Acevedo, traslado dado en Soria, 27 de octubre de 1677. AGS, Contaduría de Mercedes 380.

[36] Se produjo cierta disputa porque el metellinense sólo le quiso pagar a Hernando Martel la mitad, al entender que la otra mitad no le correspondía a éste sino a su esposa María Martel. Testamento de Alonso Velázquez.

[37] Ibídem.

[38] En diciembre de 1599 el capellán se presentó en Medellín, en casa de Juan Velázquez, y éste le abonó personalmente el tercio de la renta anual. Ibídem.

[39] Ibídem.

[40] GARCÍA FUENTES, Lutgardo: Los peruleros y el comercio de Sevilla con las Indias, 580-1630. Sevilla, Universidad, 1997, pp. 101-102.

[41] Ibídem.

[42] Ibídem.

[43] Concretamente tenían gravado un censo de 28.000 reales de principal a favor de Elvira González, a razón de 15.000 el millar y otro de algo más de 24.000 reales a 16.000 el millar a favor de fray Andrés de Almaguer O.P. Traslado de las memorias y obras pías fundadas por Juan Velázquez de Acevedo, traslado dado en Soria, 27 de octubre de 1677. AGS, Contaduría de Mercedes 380.

[44] La única diferencia radica en que las rentas sobre las alcabalas de Alcántara, según Rodríguez Gordillo eran de 240.000 maravedís pero debe ser un error o un simple baile de cifras porque en realidad ascendía a 204.000. RODRÍGUEZ GORDILLO: Ob. Cit., p. 169-170.

[45] Alonso Velázquez en su testamento menciona a su primo Juan Velázquez, diciendo que era difunto. No era la única tienda que había en Medellín, pues Alonso Velázquez dispuso el pago de 460 reales que su difunto hermano debía a Antonio Ruiz Maroto, vecino de Medellín, por cierto genero que había adquirido en su tienda. Testamento de Alonso Velázquez.

[46] Las cifras están expresadas en maravedís. Fuentes: AMZ, Rodrigo de Paz Tinoco 1590; 1591, fols. 570r-571v; 1592, fols. 540r-540v; 1595, fols. 472v-474v;

[47] Véase por ejemplo el contrato firmado el 26 de junio de 1596. AMZ, Rodrigo de Paz Tinoco 1596, fol. 45r.

[48] Poder otorgado en Zafra, el 29 de noviembre de 1595. AMZ, Rodrigo de Paz Tinoco 1595, fol. 734r. Curiosamente, en ese mismo año vivía un homónimo en Medellín que era clérigo presbítero, al que Juan Ramírez de Prado encargo el arrendamiento de las dehesas del concejo o de particulares para que pastasen sus animales. Poder otorgado en Zafra, 27 de diciembre de 1595. AMZ, Rodrigo de Paz Tinoco 1595, fols. 690r-690v.

[49] Compromiso de dote de Lucía Velázquez y Luis Sánchez, su hijo, a favor de su hija y hermana Isabel Velázquez, de 400 ducados, Zafra, 4 de enero de 1587. AMZ, Rodrigo de Paz Tinoco 1587, fols. 283r-283v.

[50] En Zafra, el 11 de abril de 1588, compareció ante el escribano Rodrigo de Paz, Alonso Velázquez, vecino de Medellín y estante en Zafra, declarando que al tiempo que concertó el matrimonio con Isabel Gutiérrez, su mujer legítima, hija de Alonso de Mesa, mercader, y de Leonor López, su mujer, vecinos de Zafra, le dieron 3.000 ducados de dote que valieron 1.125.000 maravedís. Sin embargo, le habían entregado en varias pagas un total de 938.296 maravedís por lo que faltaban, a cumplimiento de los 3.000 ducados, 186.704 maravedís, de que se dio por pagado y entregado. A.M.Z., Rodrigo de Paz Tinoco 1588, fols. 130r-131v.

[51] Patente de monja, otorgada en el convento de Santa Cruz de Granada, 21 de junio de 1593. A.M.Z., Rodrigo de Paz Tinoco 1593, fol. 739r.

[52] Poder de Alonso Velázquez de Acevedo, vecino de la villa de Medellín, a Juan Ramírez de Prado, vecino de Zafra, y a Juan Parejo, mayoral del dicho Juan Ramírez, vecino de Don Benito, para que en su nombre pudiesen arrendar del señor conde de la Puebla, las dehesas de la Cardenita, Sotos del Palazuelo y Llano del Palazuelo, que están en término de la villa de Medellín y son de propiedad de la casa y mayorazgo del dicho señor conde por el precio y tiempo en que se concertare. Zafra, 26 de junio de 1597.

AMZ, Juan de Paz Tinoco 1597, fols. 454r-454v.

[53] MAYORALGO Y LODO: Ob. Cit., p. 825.

[54] RODRÍGUEZ GORDILLO: Ob. Cit., pp. 169-170.

[55] VILLERINO, padre Alonso de: Solar esclarecido de las religiosas recoletas de nuestro padre San Agustín. Y vidas de las insignes hijas de sus conventos. Madrid, 1690, Libro XI, p. 427.

[56] Ibídem.

[57] ATIENZA, Ángela: Tiempos de conventos. Madrid, Marcial Pons, 2008, p. pp. 133-141.

[58] VILLERINO: Ob. Cit., p. 427.

[59] Ibídem. El erudito local Rodríguez Gordillo, retrasa la celebración de la primera misa hasta el 26 de febrero de 1631, aunque no ofrece su fuente. RODRÍGUEZ GORDILLO: Ob. Cit., p. 170.

[60] NAVARRO DEL CASTILLO: Ob. Cit., p. 302.

[61] VILLERINO: Ob. Cit., pp. 429-430.

[62] RODRÍGUEZ GORDILLO: Ob. Cit., pp. 176-177.

[63] En la querella presentada por Francisco de Vinuesa y otros contra Alonso Velázquez, el 1 de julio de 1600, afirmó que se quiso excluir a su parte de la herencia de Juan Velázquez que superaba los 80.000 ducados. Memorial del pleito, fol. 5v.

[64] Memorial del Pleito, fol. 6r.

[65] Todos los detalles de este proceso se encuentran en el Memorial del pleito, fols. 6r y ss.

[66] Ibídem, fol. 133v.

[67] Ibídem, fol. 125v. Y Alegaciones de Alonso Velázquez al memorial impreso, h. 1601. Biblioteca del palacio Real XIV/3035 (3), fol. 13r. (en adelante lo citamos como Alegaciones, seguido del folio).

[68] Alegaciones, fol. 11r.

[69] Toma de posesión de varias rentas a favor de la obra pía fundada por Juan Velázquez, por su patrono Alonso de Vinuesa, 25 de abril de 1671. Traslado de la libranza que se dio a don Alonso de Vinuesa por los años desde el de 1681 hasta el de 1684. Traslado de las memorias y obras pías fundadas por Juan Velázquez de Acevedo, traslado dado en Soria, 27 de octubre de 1677. AGS, Contaduría de Mercedes 380.

[70] RODRÍGUEZ-ZAMBRANO Y JARAQUEMADA, Antonia: La fundación y patronato del convento de Santa Ana de Llerena. Llerena, Imprenta Escandón, 1986, p. 54. Sobre el particular puede verse también el trabajo de HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Salvador: “Notas para la historia del desaparecido convento de Santo Domingo de Llerena: una donación de platería de 1640”, Revista de Fiestas Mayores Patronales. Llerena, 2000, pp. 65-66.

Ene 152014
 

XXVII COLOQUIOS HISTÓRICOS DE EXTREMADURA.

ARROYO MATEOS, Juan Francisco EL GRAN EXTREMEÑO: FRAY JUAN CABRERA, O.F.M.

Vivió en el siglo XVI un extremeño tan destacado que las gran­des dignidades de la Patria deseaban tenerlo consigo y escuchar sus conversaciones, oir sus puntos de vista y aprovecharse de sus siempre provechosas doctrinas. Nos estamos refiriendo al francis­cano fray Juan Cabrera, que algunas veces solía visitar al Rey Fe­lipe II, al que incluso escribía cartas, que luego el monarca, por en­contrarlas tan amenas e interesantes, se las leía muchas veces al personal de su palacio. No le olvidaba Felipe II, pues cuando cierta vez viajó por Badajoz preguntó con gran admiración, respeto y afecto por su fraile muy estimado fray Juan Cabrera, que descolló sobre todo en santidad, espíritu de oración, penitencias austeras y milagros de toda índole, pues en un año de sequía consiguió del Señor abundantísima lluvia, en menos de 24 horas, tras solicitarle al superior del convento que impetrara esta gracia al Altísimo; prodigio que dejó como «espantados» a los frailes.

BAZAGA IBAÑEZ, Manuel J. TRUJILLO EN EL PLEITO DE LA ORDEN FRANCISCANA

La Orden Franciscana tuvo en Trujillo gran preponderancia y estimación, pero en su permanencia en la ciudad no pudo exi­mirse de los problemas que la división en sus dos ramas. Ob­servantes y Conventuales, ocasionaron desde el año 1500 a 1517, en que se someten a un solo ministro general, nombrado por el Papa León X.

BARRIO MOYA, José Luis APORTACIONES A LA BIOGRAFÍA DE JUAN MATEOS, BALLESTERO MAYOR DE FELIPE V, RETRATADO POR VELÁZQUEZ

La importancia que el ejercicio de la caza tuvo en la Corte de los Austrias españoles se tradujo en la aparición a lo largo del siglo XVII de numerosas obras sobre temas cinegéticos, en las que sus autores daban consejos para cobrar las mejores piezas y normas para el co­rrecto uso de las armas. Destacan entre aquellos libros el «Arte de la ballestería y montería», de Alonso Martínez de Espinar, y «El ori­gen y dignidad de la caza», del extremeño Juan Mateos.

Juan Mateos fue un hábil cazador, quien por sus méritos llegó a ser ballestero mayor de Felipe IV, tan aficionado a la caza como a la pintura y a las mujeres, al que acompañó en numerosas cace­rías, sobre todo en el monte de El Pardo. Fue tal la importancia que Juan Mateos alcanzó en la Corte de Felipe IV, que el propio Velázquez realizó su retrato, en una pintura que en la actualidad se con­serva en la Galería de Dresde.

Juan Mateos nació en la localidad de Villanueva del Fresno, en fecha todavía desconocida, falleciendo en Madrid en 1634. Hijo de un afamado ballestero, muy joven acompañó a su padre en sus ac­ciones venatorias. Establecido en Valladolid y luego en Madrid, Juan Mateos gozó de la confianza de los reyes Felipe III y Felipe IV, y a pesar de la protección que ambos monarcas le dispensaron su si­tuación económica fue siempre precaria. Su obra «Origen y digni­dad de la caza» se publicó en Madrid en 1634, haciendo en 1927 una nueva edición la Sociedad Española de Bibliófilos y una tercera, pu­blicada en Badajoz, en 1978, a cargo de Manuel Terrón Albarrán.

CADENAS HOLGUÍN, Ángel LA TORRE DE LOS PIZARRO

En el Marquesado de la Conquista, en el siglo XVI, Hernando Pizarro, hermano del conquistador del Perú, manda construir un monumental palacio para su esposa inca, doña Francisca Pizarro Yupanqui. El palacio está dotado de una torre homenaje, monoalmenada, coronándola que la señorea. Lleva como nombre la Torre de los Pi­zarro, pero propiamente debería ser denominada LA TORRE DE HERNANDO PIZARRO, en honor y homenaje a su creador.

La Villa de la Conquista, siempre ligada al linaje de los Pizarro desde los tiempos de la reconquista a los almohades da dictado al título de Marqués, el cual concede el Emperador Carlos I, a Fran­cisco Pizarro.

Ángel Cadenas, autor de este trabajo, nace a escasos metros de esta torre y desde su ventana ve y quiere ver a La Torre de Hernan­do, por su muro oeste, que hoy por hoy se desmorona y amenaza seria ruina, y expone la urgente necesidad de intervenir para evi­tar su derrumbre, pensar que es un símbolo de la relación entre la cultura Inca y la Ibérica.

CÁRDENAS BENITEZ, M.a Pilar UN TRUJILLANO EN AMÉRICA: JUAN PRIETO DE ORELLANA, VISITADOR DE LA AUDIENCIA DE SANTA FE

Muchos son los extremeños que emigraron a Indias y que par­ticiparon en su descubrimiento, conquista y población. Como la mayoría, llegaron impulsados por el afán de gloria, de grandezas, de enriquecimiento, de fama.

Juan Prieto de Orellana pasa a las Indias con un propósito: Ter­minar la visita comenzada por Juan Bautista de Monzón, que ha si­do hecho preso por los miembros de la Audiencia de Santa Fe.

Este trabajo va a servirse de las cartas que Prieto de Orellana envió al rey desde Santa Fe.

CARRASCO MONTERO, Gregorio DE LA CRÓNICA DE UNA PEREGRINACIÓN

Más de diez mil romeros caminaron a El Palancar. El motivo era celebrar la reinstalación de las órdenes religiosas en la diócesis después de la EXCLAUSTRACIÓN Y DESAMORTIZACIÓN.

En esta crónica existen reivindicaciones, aunque expuestas como quejas.

Personalidad del obispo impulsor de la magna marcha a la cu­na de la Reforma Alcantarina, ilmo. Sr. Dr. don Ramón Peris Mencheta, cuyo pontificado enlazó la última década del siglo XIX con el XX.

CAVA LÓPEZ, M.a Gema POBREZA Y MARGINACIÓN INFANTIL:EXPÓSITOS EN LA ALTA-EXTREMADURA MODERNA

El expósito constituye uno de los grupos característicos del co­lectivo más amplio de marginados de las sociedades occidentales de la época moderna. Su condición y situación de exclusión social se explica por la convergencia en estos individuos de, al menos, tres elementos de desprestigio en el sistema de valores de la época, cuales son su presumible filiación ilegítima, la desvinculación de un grupo familiar de origen y el estado de miseria que caracteriza su existencia desde los primeros momentos.

El intento de aproximación a la magnitud del fenómeno en el marco espacial de la Alta-Extremadura ha puesto de relieve las par­ticularidades que éste reviste en el caso propio. El escaso volumen de la exposición y el comportamiento extraño en cuanto a la ruptura de la tónica creciente del mismo, que cabría esperar de principio a fin del antiguo régimen, señalan los rasgos peculiares de la práctica del abandono. Así lo confirma el mantenimiento de las reducidas proporciones de expósitos según la información suministrada por la documentación parroquial; en tanto, el análisis de las cifras de la exposición institucionalizada no sólo corrobora la falta de ese cre­cimiento, sino que aún lo subraya al apuntar la tendencia inversa durante el XVII, al menos en el área de influencia de la fundación es­tablecida en Trujillo, que sólo será restablecida de acuerdo con las pautas generales en el transcurso de la centuria siguiente. En cualquier caso, los menores implicados serán atendidos por las autori­dades civiles y eclesiásticas locales, así como por las diferentes ins­tituciones de origen, naturaleza y entidad diversa, desigualmente distribuidas por el territorio de la Alta-Extremadura.

CEBALLOS BARBANCHO, Julio APROXIMACIÓN TIPOLÓGICA AL ARTE FUNERARIO Y SEPULCRAL EN LA ARQUITECTURA RELIGIOSA DE LA DIÓCESIS DE CORIA-CÁCERES (SS. XV-XVIII)

El sepulcro: aspectos generales.

Antes de afrontar el estudio tipológico de la diócesis de Coria-Cáceres conviene analizar el proceso constructivo que supone la erección de un sepulcro en un templo. Esbozaremos para ello un breve resumen de los trámites y trabajos necesarios para la edifi­cación de los mismos.

Ante todo señalaremos que los documentos de todo tipo (tumbos, becerros, escrituras de fundación, cuentas de fábrica y, sobre todo, los contratos) nos proporcionan noticias sobre el pro­ceso de construcción de un monumento funerario.

El primer aspecto a considerar es la preparación del lugar, que conlleva una serie de trámites burocráticos, permisos, etcétera, además de una compleja jerarquía espacial en la ubicación del se­pulcro en la iglesia.

A continuación se procede a la realización del sepulcro. Para ello hay que contratar primeramente al/los artista/as, que ade­más de escultores pueden ser arquitectos, rejeros, pintores o enta­lladores.

El artista elabora las trazas o proyecto del sepulcro, a los que se debe ajustar la realización de la obra si recibe la aprobación del cliente.

Para la construcción de obras funerarias se utilizan en los tiempos modernos variados materiales. Su uso implica una jerarquización que está en función de la condición socioeconómi­ca de los personajes a los que pertenecen. Otros aspectos a considerar en este sentido son la calidad del material, su dificultad de labra, procedencia, etc. Los materiales que aparecen en los monumentos funerarios de la diócesis Coria-Cáceres son bási­camente pétreos (granito, mármol, alabastro, pizarra, piedra co­mún, arenisca, caliza…), ya que no hemos hallado materiales me­tálicos (como oro o bronce), o soportes menos nobles (como ma­dera, yeso o barro).

CILLÁN CILLÁN, Francisco EL CONVENTO AGUSTINO DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA

En la parte más elevada de la localidad extremeña de Santa Cruz de la Sierra se encuentran las ruinas del antiguo convento de frailes agustinos recoletos, fundado bajo el patrocinio de don Juan de Chaves y Mendoza, primer señor de la villa, a principios del si­glo XVII. Eligieron por enclave un lugar lleno de misterio donde era constante la aparición de luces, y donde había un pozo con aguas milagrosas. Desde sus inicios, los frailes establecen relacio­nes pastorales con las comunidades parroquiales próximas y al­canzan un elevado prestigio en toda la comarca.

A mediados del siglo XVII, inician la construcción de un her­moso templo de cruz latina que aún hoy se puede contemplar casi íntegramente.

Un siglo después amplían las dependencias conventuales pa­ra dar albergue a treinta frailes. Sin embargo, el suministro del agua potable, el aumento continuo de propiedades, olvidándose del espíritu recoleto, y su inclinación hacia los más poderosos les hace que vivan en un permanente enfrentamiento con la vecindad.

El 18 de septiembre de 1835 se realizó la exclaustración, y el pueblo aprovechó la Primera Guerra Carlista para destruir el con­vento.

Hoy la grandiosidad de sus ruinas atestiguan el esplendor de otras épocas.

CORDERO ALVARADO, Pedro SIGNIFICADO PROFUNDO DE LAS ARMAS DEL ESCUDO QUE CORONA EL PALACIO DE LOS , MARQUESES DE LA CONQUISTA, DE TRUJILLO

Iniciamos este trabajo haciendo un estudio heráldico del mantelado, que muchos autores blasonan equivocadamente, resaltan­do de él que las armas principales son las que constan en la punta del escudo, y que las dos piezas superiores no son particiones del campo, sino añadiduras a las armas principales.

Seguidamente estudiamos, entre otras, las Reales Cédulas de 13 de noviembre de 1537, de Valladolid, de 22 de diciembre de 1537, por las que se conceden y se acrecientan las armas del conquistador del Perú, Francisco Pizarro, como también el significado heráldico, histórico y político de cada una de las armas que en él figuran.

Hacemos hincapié en destacar que «el cuartel principal» del blasón es el que en la punta se representa, en donde se ofrece la pri­sión del emperador Atahualpa y de los siete caciques de las pro­vincias de su imperio. Asimismo estudiamos el sentido de las manteladuras que rematan el emblema.

CORRALES GAITAN, Alonso José EL BIBLIÓFILO EXTREMEÑO: ELÍAS DÍEGUEZ LUENGO

Conocí a Elías telefónicamente en el año 1992, ello como con­secuencia de mi colaboración literaria en el Diario Regional HOY.

Desde aquel preciso momento, mantuvimos una amistad realmente curiosa, pues solamente nos tratamos por teléfono y al­guna carta. Y así ha sido en todos estos años, sin llegar a poder co­nocernos en persona, caprichos del destino.

Nació Elías Diéguez Luengo en la universal ciudad de Trujillo, pero prácticamente toda su vida la pasó en la localidad de Valencia de Alcántara. Profesor de E.G.B, casado y padre de seis hijos. Miem­bro de la Comisión de Monumentos de Cáceres, del Instituto Portugués de Arqueología Leite de Vasconcelos de Lisboa. Académico correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid. En posesión de la Cruz da Alfonso X El Sabio. Autor de una Historia de Valencia de Alcántara publicada en la Revista «Tensión».

Ha presentado comunicaciones en los Congresos de Estudios Extremeños en Plasencia, Badajoz, Cáceres, Trujillo y Mérida, así como en varias ocasiones en los Coloquios Históricos de Trujillo.

Son innumerables las conferencias que ha dado sobre temas de arqueología, historia y arte, en Cáceres, Madrid, Guadalajara, Oporto, Portalegre, Cedillo, Santiago de Alcántara, Salorino, S. Vi­cente de Alcántara, Trujillo, Brozas y Valencia de Alcántara.

De 1980 a 1987, semanalmente emitió por Radio Nacional de España, desde Cáceres: «Curiosidades de la Historia de Extrema­dura», en el espacio Retama.

50º ANIVERSARIO DE LA EXPOSICIÓN DEL LIBRO EXTREMEÑO

El pasado día 23 de abril se cumplieron cincuenta años de la celebración de la primera exposición del libro extremeño, aconte­cimiento que se llevó a cabo en Cáceres.

Ya unos meses antes, comencé a recordarles tal evento a distin­tas instituciones y organismos de nuestra ciudad, a fin de conme­morar de alguna manera tal acontecimiento cultural. Me puse a en­tera disposición de quienes quisieran aportar algo, pero me ignora­ron por completo y dicho aniversario ha pasado sin pena ni gloria, solamente unas líneas que escribí en la Revista Alcántara.

Una vez mas me ha sorprendido esta falta de interés por acon­tecimientos como el que nos ocupa, por el gran valor cultural que pueden aportar a nuestra tierra y sus gentes. Sin embargo por mo­tivos que desconozco, parece que no era interesante el recordarlo. Al menos por los estamentos oficiales.

Por todo esto, además de por mi condición de bibliófilo, quiero aprovechar la oportunidad que me brindan estos Coloquios Históricos, para al menos hacer un justo y nostálgico recuerdo, desde la distancia lógica del tiempo y mi humilde aportación investigadora a aquella Primera Exposición Bibliográfica Extremeña.

Es más que probable que hoy tal acontecimiento parezca algo cotidiano o sencillo, pero debemos verlo exclusivamente con los ojos y la mentalidad del año 1948, y entonces la cosa cambia. En la actualidad es verdaderamente sencillo que cualquier biblioteca particular tenga varios miles de ejemplares. Lo que puede darnos una idea de la cantidad de libros denominados extremeños, por su contenido, o por sus editores, que pueden existir dentro y fuera de nuestras fronteras regionales. Ahora bien, mirando todo esto cin­cuenta años atrás la cosa cambia.

CURADO FUENTES, Daniel MÉRIDA: FONDOS DE PENSIONES VISIGODOS

En diversos pasajes de las vitas emeritenses hemos encontra­do información sobre este mecenazgo de la iglesia visigoda en la ciudad.

Pensiones establecidas por nuestros obispos para paliar la pobreza o aumentar el patrimonio de la Iglesia, son documen­tados suficientemente y serán exponentes de la clara vocación social de nuestra iglesia local y de la riqueza atesorada en su gobierno.

Los datos aportados pueden ser las primeras noticias sobre fondos de pensiones en nuestra región y en la historia de la econo­mía extremeña.

CURADO GARCÍA, Blas PAULO: UN GINECÓLOGO EN MÉRIDA VISIGÓTICA. (LA FALSA CESÁREA)

Paulo, médico y obispo de la Sede emeritense (530-560) practica una operación ginecológica durante su episcopado. La

Se había preparado para llevar a cabo una epopeya. La gloria de la ¡mortalidad está al alcance de sus manos.

Un día se despidió de su madre para ir a recibir, en Lagunilla, la ordenación sacerdotal. Su madre lo despedía emocionada y le deseó buen viaje. El hijo le respondió: «Que me ahogue en el Tajo si no he de ser buen sacerdote».

FERNÁNDEZ SERRANO; FRANCISCO RECTOROLOGIOS IMPRESOS DE LA DIÓCESIS DE PLASENCIA

Antes que los rectorológios, fueron los episcopologios, nume­rosos y variados desde el siglo XVI hasta el último editado en 1998.

Los rectolorologios son a las parroquias, grandes o pequeñas, lo que los episcopologios a las diócesis.

Tres ocasiones perdidas para preparar los rectorológios.

Primera, en 1962, cuando se lanzó la idea de una «Extremadura Sacra», a nivel parroquial. Se aceptó, parcialmente, la idea; se pre­pararon algunos pocos rectorológios, pero no se editó ninguno.

Segunda, durante el VIII Centenario de la diócesis placentina, en 1989. Hubo conferencias, congresos de historia diocesana; un volumen conmemorativo. Pero nada de rectorológios, salvo apar­te, uno, el de Casatejada, en su revista anual.

Tercera, 1996. Se cumplió el primer centenario de un decreto fa­moso en la diócesis: el arreglo -o desarreglo- parroquial, cuando se suprimieron y se crearon nuevas parroquias en Plasencia, Don Be­nito, Béjar, Trujillo, Medellín, los viejos arcedianos, Guareña, Miajadas, Navalmoral de la Mata y Hervás. En este primer centenario alguien proyectó pero no se realizó ningún rectorológio impreso.

Rectorologios sueltos impresos…

Beneméritos los que, espontáneamente, prepararon e impri­mieron estos rectorologios aún sin editar. Los ejemplos brindados demuestran que se puede continuar una bella tarea.

LOS «VALLES» EN LA TOPONIMIA DE GARCIAZ

La primera cita histórica y literaria de Garciaz se halla en el Li­bro de la Montería del rey Alfonso XI, el del Salado, el de Guadalu­pe: …«en tierras de Trujillo están los «valles» de Garciaz (antes Gar­cías y simplemente García) hasta el camino de Berzocana».

En una zona de montaña no alta se destacan sus valles, que forman la corona aquella hondonada presidida por Garciaz, como un castillo inferior, al que no se puede acceder si no es salvando di­fícilmente cualquiera de las cuatro cadenas de montañas que por todas partes lo ocultan y rodean.

En ese círculo irregular de montañas que suponen Garciaz y sus valles, hasta época muy reciente de los caminos de Aldeacentenera, de Berzocana, de Logrosán, de Zorita, de Conquista, de Herguijuela y de Trujillo a través de la Madroñera, los valles ser­vían para conducir las aguas del círculo montañoso que iban casi todas al Almonte, y de allí al Tajo y para preparar los caminos tor­tuosos hacia los pueblos circunvecinos y exteriores.

FLORES OLAVE, Lucía ÍNDICES DE ALFABETIZACIÓN DE NÚCLEOS RURALES EXTREMEÑOS

Este trabajo supone el estudio de los índices de alfabetización de algunos núcleos rurales extremeños que participan de toda la dinámica de la región. Atiende la contraposición ciudad-campo las peculiaridades de este último sector así como las tasas de alfa­betización tanto masculina como femenina, centrándonos un poco más en este punto por cuanto sus peculiares características.

Trata además cuestiones como las herencias de estas bibliote­cas ¿quienes las heredaban? Y a la temática y autores más repre­sentativos y emblemáticos de la edad moderna.

Se incluyen gráficos para apoyar el estudio y observar así la evolución de estos índices de alfabetización vistos entre otras cues­tiones de síntesis en el punto final referente a conclusiones.

GARCÍA CIENFUEGOS, Manuel IMPACTO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN MONTIJO A TRAVÉS DE LAS FUENTES PARROQUIALES

Las fuentes parroquiales, para el estudio de la Guerra de la In­dependencia en Montijo nos acercan a una realidad que en todo momento he pretendido fuera desde un punto de vista novedoso, no tanto la propia guerra en su visión bélica, sino desde las citadas fuentes, sus efectos a nivel local, abriendo una puerta a la investi­gación histórica a un mayor nivel, el comarcal. Es visible que las fuentes parroquiales nos han llevado a un recorrido por los dife­rentes impactos que la contienda causó en las economías, en la pa­ralización de actividades religiosas, en la ocupación de edificios eclesiásticos, en las modificaciones de las habituales fuentes de in­gresos de las instituciones y, sin duda, lo que puede ser conside­rado como una premisa a la hora de analizar este periodo a través de los registros sacramentales: la influencia en la demografía.

Con ello, una vez más de la mano de la historia, se entrecruzan aquellos campos de investigación que son hoy en día vanguardia en el análisis histórico: una sociedad que se. ve afectada seriamente y que reacciona en un determinado comportamiento, moviéndo­nos en las mentalidades de un pueblo que se vio afectado en sus costumbres, en su expresión religiosa.

Al aspecto material de las destrucciones que la guerra originó: no sólo la pérdida de vidas, sino sobre todo la pobreza real del país que la guerra trajo consigo. España y por ende Extremadura, fueron mucho más pobres en 1814 de lo que fueron a comienzos de 1808.

GARCIA-MURGA ALCÁNTARA, Juan ACTUACIÓN SOBRE EL PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO DE MÉRIDA (BADAJOZ)

La comunicación enviada a los Coloquios de Trujillo, corres­pondientes al año 1998, ofrece unas reflexiones iniciales sobre el tema de la tutela del Patrimonio Histórico y Artístico, cuestión en ocasiones polémica, dado el escaso rendimiento económico direc­to de estos bienes de la Humanidad, aunque la postura meramente conservacionista carece de sentido, sobre todo con vistas a las ge­neraciones del futuro.

El concepto actual de patrimonio histórico-artístico, incluso desde el punto de vista legal, restringe el derecho de propiedad in­dividual en bien del carácter social del objeto artístico, llegándose a configurar un «Patrimonio Universal de la Humanidad». Se plantea igualmente la necesidad de una política de respeto y difu­sión de los tesoros culturales, desde los universales a los más par­ticulares y locales.

Se expone el criterio de que la tarea del historiador se refiera a la orientación de los diversos grupos sociales para que lleguen a considerar este patrimonio como un bien cultural, que enaltece los más nobles valores de la personalidad-humana. El criterio de valoración no será sólo el paso de los años, ni su mayor o menor uso político; habrá que tender a buscar su sentido estético y valo­res formativos: explicación del pasado, de las raíces progresivas del ser humano, conservación inteligente, entre todos, de las obras artísticas, etcétera.

GARCIA-PLÁTA, Reyes Narciso EL «GARLO FAMOSO» DE ZAPATA COMO FUENTE DE LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE PAREDES Y EL CAPITÁN JUAN DE URBINA, DE LOPE DE VEGA

La legendaria personalidad del trujillano Diego García de Paredes, el bravo soldado del Gran Capitán, alcanzó cierto re­lieve en la literatura española del renacimiento y del barroco a través de las composiciones dramáticas de autores de la talla de Lope de Vega o Juan Bautista Diamante y de obras como la del extremeño Luis Zapata de Chaves. Con el presente estudio pre­tendemos contribuir a un mayor conocimiento de la figura de García de Paredes y de los hechos históricos en los que participó, mediante el análisis de la comedia La contienda de Diego García de Paredes y el capitán Juan de Urbina, de Lope de Vega, y de la relación que mantiene con su fuente más directa, el poema he­roico Cario Famoso, de Luis Zapata.

GARRAÍN VILLA, Luis NUEVAS APORTACIONES DOCUMENTALES A LA VIDA DE FRANCISCO DE ZURBARÁN

Al cumplirse el IV centenario del nacimiento de Francisco de Zurbarán, es imprescindible dar a conocer nuevos documentos que ilustran la vida del pintor de Fuente de Cantos, con la aporta­ción de datos que desvelan incluso nuevas facetas artísticas desco­nocidas hasta ahora, como la de escultor de imágenes.

GIL SOTO, Alfonso PEDRO DE ALVARADO Y LOS ANTECEDENTES DE LA CONQUISTA DE NUEVA ESPAÑA

La expedición de Juan de Grijalva a Yucatán, en 1518, creó grandes expectativas en la isla de Cuba. Tras su regreso con algu­nas piezas de oro, el gobernador Diego Velázquez comenzó a rea­lizar los preparativos para enviar una nueva flota.

La elección del general que había de guiar la armada no fue en absoluto fácil, pues eran muchos los hidalgos que aspiraban a ocu­par el cargo. Alvarado, que había participado en la expedición de Grijalva como capitán de un navio, hizo también todo lo posible para convertirse en el líder de la hueste.

Finalmente, contra todo pronóstico, el gobernador eligió a Hernán Cortés. Pero al poco tiempo se arrepintió y le revocó el car­go, a pesar de lo cual partió rumbo a la costa continental.

Todos estos conflictos, en los que Alvarado participó de forma activa, desestabilizaron al ejército conquistador incluso antes de zarpar la flota.

GONZÁLEZ CUESTA, Francisco INÉS SUÁREZ: UNA EGREGIA PLACENTINA EN TIERRAS CHILENAS

Nuestro trabajo sobre Inés Suárez está dividido en cuatro par­tes: «Introducción», «Apuntes biográficos», «La imagen de Inés Suárez en el proceso de Pedro de Valdivia» y «Conclusiones».

En la introducción manifestamos nuestro propósito de di­fundir el conocimiento de aquella extraordinaria mujer, desgra­ciadamente poco estudiada por nuestros historiadores y dema­siado ignorada, incluso por sus paisanos. Como base de nuestro estudio se presentan las crónicas de la conquista de Chile, re­dactadas por testigos presenciales de los hechos, sobre todo la de Marino de Lobera. También se han tenido presentes los es­tudios de historiadores chilenos del relieve de Barros Arana y los de otros autores que tangencialmente han tratado la figura de esta egregia placentina.

En la primera parte, recordamos -anotando- los más relevan­tes datos biográficos de Inés Suárez, desde su nacimiento en Plasencia, en 1507, hasta su muerte en Santiago de Chile, en 1577. So­bresale su heroísmo en la defensa de la recién nacida ciudad de Santiago en 1541. La segunda etapa de su vida se extiende desde su matrimonio con Rodrigo de Quiroga, compañero de Valdivia en la conquista, hasta su fallecimiento.

La segunda parte del trabajo trata de presentar la figura hu­mana de Inés Suárez a través de documentos tan interesantes co­mo los relativos al proceso de Pedro de Valdivia. Se acusa a Inés Suárez de influencia excesiva sobre su amante, de codicia desme­dida y de conducta escandalosa. El propio Valdivia y testigos fide­dignos contestaron con datos y hechos a estos cargos, descubrien­do la auténtica dimensión biográfica de nuestro personaje.

Finalmente, en las conclusiones, sintetizamos sus valores -va­lentía, ambición, fidelidad en el amor, caridad y profunda religio­sidad- y sometemos el veredicto sobre esta ilustre placentina al criterio del lector.

GONZÁLEZ HABA Y GUISADO, José María LAS TORRES DE TRUJILLO

Trujillo es pura piedra y sequedad, pero que necesita de las al­turas. Un día se abrazaron la naturaleza y el arte y Trujillo se hizo vertical, a través de sus torres. Estas tuvieron dos bases distintas, la fe y la ilusión. Ejemplos de las mismas son la de Santa María de la Asunción y el torreón de Chaves el Viejo.

La primera encontró sus planos en el apocalipsis. Pero, un día se vio tronchada y se convirtió en ruinas. Era Asunción y hubo de ser llevada a los cielos, y subió como el recuerdo del más bello re­lato apócrifo mariano.

La segunda fue atalaya, y al llegar a las alturas divisó, allí don­de se juntan la tierra y el cielo, horizonte y ruido de mar. Primero fue fortaleza; después unidad de la patria; por último, fuente de ilusiones de conquista.

Hay otras que sólo cito por su interés: el mirador de las Jerónimas, donde una celosía de ladrillos separa la soledad sonora del mundanal ruido, y la torre de los Bejaranos, que aúna de un lado historia y valor y de otro amor y leyenda.

HIDALGO MATEOS, Antonio LA SUPERINTENDENCIA GENERAL DE PÓSITOS EN ARROYO DE LA LUZ

El pósito, como institución básicamente asistencial y crediticia desarrollada a lo largo del antiguo régimen y condicionado por una economía agraria de subsistencia, sufre un cambio fundamen­tal con la introducción, en 1751, de la Superintendencia General de Pósitos.

Dentro de la corriente reformista, sobre todo en lo que a las instituciones se refiere, auspiciada por los borbones y que va a ca­racterizar a todo el siglo XVIII, se va a producir un cambio en el de­sarrollo de las funciones del pósito. Con el desarrollo de la política de protección del productor, frente a la anterior protección del consumidor, basada en unas necesidades básicas que desarrolla­rán los pósitos, se da un giro radical en la gestión y administración de una institución tan antigua y arraigada en Castilla.

El objetivo de la ponencia será el de destacar los problemas que tenía el pósito de Arroyo de la Luz, así como analizar las so­luciones que, por poco tiempo, lograrán enderezar la decadencia que lentamente inutilizaba esta institución.

De 1751, año de la creación de la Superintendencia General de Pósitos, a 1764, año de la liberalización del mercando interior dé granos, se verá una mejora en la administración de la institución, re­gularizando las cuentas y deudas atrasadas, así como administran­do de manera más racional los recursos que, ante determinadas épocas de crisis de subsistencias, han de asegurar un abastecimien­to mínimo de trigo a la población.

IGLESIAS AUNION, Pablo METODOLOGÍA HISTÓRICA PARA UNA DIDÁCTICA DEL NUEVO MUNDO.

EMIGRACIÓN A INDIAS EN EL PARTIDO JUDICIAL DE LLERENA DURANTE EL SIGLO XVI

La comprensión de lo que ha sido el fenómeno de la emigración a América desde el partido judicial de Llerena, parte del entendi­miento, pues, de que estamos analizando una zona que se configura como unidad de todo un conjunto: Extremadura. El fenómeno de la migración atendiendo a los parámetros que se han ido establecien­do nos hace hablar de un traslado de población que buscó insisten­temente las mejoras de sus nefastas condiciones de vida en la región o en los lugares determinados que ocupa el denominado partido.

Una visión amplia de todo el territorio, con las fuentes que se presentan en la obra de donde han sido extraídas, nos hablan de la importancia que dicho partido tuvo en la emigración a las Indias y de cuyo proceso metodológico en la didáctica nacen las conse­cuencias finales, de tal forma que el descubrimiento de América no es sólo conquista (a pesar de que en colegios e institutos se da desde esta visión, cuando se da) y nombres de heroicos personajes que entrecruzaron la espada y la cruz para llevar la «civilización» a las nuevas tierras conquistadas.

El proceso de América el algo más amplio, refleja con claridad el deseo de trasladar los modelos españoles en sociedad, política, cultura, religión, administración, hacia las Indias, sin quedamos en viejas retóricas que malforman la visión de este acontecimiento que marcó el inicio de una nueva edad histórica y del propio hombre. Subsistieron factores más que notables para que este hombre extre­meño, de esta zona determinada, buscara una salida al Nuevo Mundo y ellos han de ser buscados, analizados y comprendidos.

UNA APROXIMACIÓN A LA RELIGIOSIDAD Y PIEDAD POPULAR POR MEDIO DE LAS COFRADÍAS EN EXTREMADURA DURANTE LOS TIEMPOS MODERNOS

Es obvio que el tema de la religiosidad popular y con él la ma­nifestación de la piedad, podría ser estudiado desde muy diversos campos, al igual que existen investigadores en este terreno que afirman que la religiosidad popular es un terreno propio y único de la religión como fenómeno producido por él.

Desde aquí, pues, la Historia de las religiones, la Teología, la Antropología, la Sociología, parecen campos de estudios más pro­pios que la Historia para estudiar este fenómeno que, efectiva­mente, no es exclusivo del cristianismo y en su caso del catolicis­mo, pues todas las religiones tienen un sentimiento de expresivi­dad popular de sus creencias.

Pero cierto es, de la misma manera, que los estudios produci­dos en estos campos, han llevado siempre al concepto de la religio­sidad popular y más en concreto al de las cofradías, verdadero ob­jeto de estudio de este trabajo, a añadirles aspectos que despiertan subjetividades e influencias de las propias creencias estudiadas. La motivación para el estudio de las cofradías en la edad mo­derna -y con ello realizar una aproximación en la Extremadura de los siglos XVI, XVII y XVIII- no es otra, que conocer el comporta­miento del hombre de esas centurias, en un análisis comparativo entre lo que podemos denominar religión elitista y religiosidad popular, todo encuadrado en el amplio y polémico terreno de la Historia de las Mentalidades.

LÓPEZ LÓPEZ, Teodoro-Agustín BALBOA: UN POBLADO DE CUATRO DÉCADAS (1958-1998)

La memoria colectiva de la sociedad es la historia, como la me­moria personal de los humanos es la vivencia. Con ocasión de la señera fecha de sus cuarenta años el poblado badajocense celebra su fundación y el desarrollo colonial.

Lo haremos historiando en cuatro grandes apartados:

I. En el Plan Badajoz (creado el 5-IV-1952 en las vegas del Río Ana) se construye la colonia de Balboa (28-V-1958) con un grupo de 82 familias, provenientes de los viejos pueblos extremeños:

Aceuchal (6), Alburquerque (8), Azuaga (2), Badajoz (2), Carmoni-ta (2), Cordovilla de Lácara (6), Esparragosa de Lares (5), Fregenal de la Sierra (13), Malcocinado (1), Puebla de Sancho Pérez (3), San Vicente de Alcántara (7), Santa Marta (1), Talavera la Real (14), Tra-sierra (2) y Villar del Rey (10).

II. La vida y costumbres de estas familias nucleares pasan por el desgarramiento de sus pueblos en busca de un futuro familiar. El rendimiento de la explotación agrícola les proporciona un ma­yor nivel de vida, llegan a amortizar la propiedad colonizada.

III. El urbanismo y los regadíos se ubican en las tierras expro­piadas por el régimen de Franco para convertirlas en tierras férti­les, en donde la ganadería de vacuno, mular y cerdar, junto con la producción de tomates, maíz y hortalizas, son objeto de atención por parte de los colonos y los obreros.

IV. Necesariamente el progreso material conlleva una vida religiosa y cultural, que va formado su identidad propia: Por un la­do, la comunidad católica con su curato (14-XII-1956 son creadas canónicamente todas las parroquias), templo, cementerio y com­plejo parroquial; por otro, instituciones culturales, como las escue­las, Sección Femenina, Extensión Agraria y Universidad Popular, así como asociaciones de colonos y cofradías eclesiásticas.

Finalmente, reseñar que en su demarcación se encuentran la base militar de aviación y el aeropuerto civil de Badajoz.

LUENGO PACHECO, Ricardo EDUCACIÓN EN EL NORTE DE EXTREMADURA. PROCESOS DE ENSEÑANZA. SIGLOS XVII Y XVIII

El presente trabajo se centra en el mundo de la enseñanza, y aunque nos acerquemos a la enseñanza en todos sus niveles y for­mas, concretamente trataremos el mundo de las primeras letras a través de fundaciones de escuelas, su metodología e instrumentos que fueron utilizados tanto por profesores como sus alumnos para acercar unos y conocer otros, el mundo del conocimiento, en pa­labras de W.J. Ong, la salida de la oscuridad de la ignorancia a la luz del mundo civilizado.

El aprendizaje de la escritura, de la lectura y de las reglas de arit­mética junto a la doctrina cristiana, serán las prioridades de una en­señanza que en Extremadura, y más concretamente en su parte sep­tentrional, intentaremos conocerla con más profundidad.

MARTÍN JIMÉNEZ, Marcela SATURNINO MARTÍN MORENO. UNA VIDA QUE DEJA HUELLA

Nunca pude imaginar que llegaría este día en que escribiría so­bre mi tío-abuelo. Nunca podría haber soñado algo así, pero aquí está este trabajo sobre él. Tengo que reconocer que he pasado bue­nos ratos buscando en los recuerdos, no sólo personales, sino en los de mi familia y amistades. En sus escritos he conocido lo íntimo, lo que dejaba su alma al desnudo y creo que he podido llegar a saber eso que cuando vivía bajo apariencia de persona grande e impor­tante escondía en la realidad. He tenido que buscarlo entre líneas, en sus reacciones, en sus secretos sentimientos y puedo decir con un cierto orgullo que el apodo que le daban, «El Sabio», era cierto.

Cómo me hubiera gustado decirle: Tío, tu «pequeña Pitonisa» quiere hacerte llegar a los demás como ese personaje importante que de tiempo en tiempo surge, aparece y perdura.

Desde estas líneas te doy gracias por haberle dado tantas cosas a mi padre, sobre todo cariño, y la confianza que depositaste en él que le dio la fortaleza para ser lo que fue.

Gracias por tu ejemplo de vida de la que nos sentimos muy or­gullosos.

MARTÍN NIETO, Serafín SAN PABLO DE CÁCERES; ORGANIZACIÓN, ECONOMÍA Y OBRAS PIAS (1425-1591)

En los XXIV Coloquios de Trujillo, abordamos el estudio de la Casa de San Pablo, desde sus inicios como beaterío en los albores del siglo XV hasta su forzosa adopción de la estricta clausura tridentina en las postrimerías de la centuria siguiente. Fue tanta la documentación que encontramos, que entonces, nos limitamos sólo a la exposición del desarrollo histórico de dicho proceso y a la descripción del edificio conventual. En los presentes Coloquios, lo completamos, sin solución de continuidad, con el análisis de la organización jerárquica del monasterio, su economía -basada en la gestión de las dotes que las monjas aportaban-, las capellanías y aniversarios fundados en la iglesia conventual por la piedad de los cacereños y de las propias religiosas. A pesar de haber sido con­siderado como un convento rico, a tenor del abolengo de sus mo­radoras, éstas sufrieron periodos de grandes carencias.

EL ÓRGANO DE LA PARROQUIA DE SANTIAGO DE CÁCERES, OBRA DE DON ROQUE DE LARRA Y CHURRIGUERA

El patronato de la familia Carvajal, condes de la Enjarada y duques de Abrantes, sobre la capilla mayor de la parroquia cacereña de Santiago, en virtud del testamento del arcediano de Plasencia don Francisco de Carvajal, ha sido de capital importancia para la historia del arte en nuestra ciudad; pues, sin reparar en gas­tos, recurrieron, en todo tiempo, a grandes maestros para la reali­zación de cuantas obras decidieron emprender.

Al secular mecenazgo de los Carvajales debemos también el órgano de Santiago, obra de Roque de Larra Churriguera, impor­tante pieza que permanece hoy olvidada y silenciosa en el coro al­to de referido templo.

MÉNDEZ HERNÁN, Vicente APORTACIONES DOCUMENTALES EN TORNO A LA OBRA DE LOS PINTORES PLACENTINOS DIEGO Y ANTONIO PÉREZ DE CERVERA

El panorama pictórico de una región como la extremeña, en más de una ocasión definida por el renovado goticismo que asiste a su producción arquitectónica y plástica, encontró en el segundo tercio del siglo XVI una vía renovadora respecto de las viejas y ar­caicas fórmulas bajomedievales, a través de pintores de profunda personalidad artística, de entre los que sobresale, por razones en más de una ocasión argumentadas, Luis de Morales, «El Divino». Su estilo, entroncado con el manierismo italiano y las fórmulas fla­mencas, fue pronto asimilado por una serie de discípulos, cuya fal­ta de calidad y frecuente copia de los modelos ejecutados por el maestro propiciaron, sin embargo, que la particularidad del arte de Morales muriera con él mismo. No obstante, siempre es intere­sante estudiar la serie de discípulos reunidos en torno a su taller, de entre los que cobra especial importancia en la Alta Extremadura el artista placentino Diego Pérez de Cervera, además de su her­mano Antonio, cuyo estilo bebe igualmente en el arte pictórico del círculo toledano. En la actualidad, son suficientemente conocidas las intervenciones que llevaron a cabo en los grandes conjuntos de Casas de Millán y Tejeda de Tiétar: dos magníficos ejemplares de nuestra retablística plateresca, cuyo amplio desarrollo iconográfi­co nos permite estudiar un estilo manierista que algunas ocasio­nes toma como fuente de inspiración las obras de su maestro, así como también, y siendo esto lo más frecuente, las composiciones que desde Flandes, Italia o Alemania llegaban a través de las ricas y fecundas colecciones de estampas. Es nuestro propósito con el presente trabajo ampliar los datos documentales hasta la fecha co­nocidos sobre la vida y trayectoria pictórica de los Cervera, así co­mo profundizar en el estudio de su estilo y tratar de rastrear las fuentes de su inspiración.

CUSTODIAS ARGÉNTEAS EN LA COMARCA DE LA SERENA

La comarca de la Serena, antiguo baluarte defensivo en el que se instaló la Orden Militar de Alcántara en sus gestas contra el in­vasor musulmán, cuenta entre sus tesoros artísticos más precia­dos, y aún a pesar de las pérdidas históricas que desgraciadamen­te la han asistido a lo largo de los siglos, una preciada producción de platería argéntea, de entre la que es nuestro propósito con el presente trabajo resaltar las piezas destinadas a exponer en el tem­plo la Sagrada Forma: la custodia. Procedente del siglo XVI no ha aparecido cifrado ningún ejemplar. El siglo XVII y el estilo purista están representados a través de cuatro piezas de soberbia calidad artística: el ostensorio de la parroquia de Zarza Capilla, de pro­bable procedencia mejicana; el que guardan las monjas concepcionistas franciscanas de Villanueva de la Serena, cuya ausencia de marcas es sintomático de las leyes contra el lujo entonces dictadas; el de la parroquia de Malpartida de la Serena, en pésimo estado de

MORANO MARTÍNEZ, Alberto RAFAEL GARCÍA-PLATA DE OSMA Y LA TOPONIMIA EXTREMEÑA COMO OBJETO DE EXPERIMENTACIÓN LINGÜÍSTICA (I): TOPÓNIMOS CACEREÑOS

Rafael García-Plata de Osma (1870-1918) constituye una de las personalidades más significativas del panorama cultural ex­tremeño de primeros de siglo. Aunque andaluz de nacimiento, en su biografía y en su hacer se descubren diversas facetas que demuestran cómo, en palabras de J. M. Cancho, «se convirtió en defensor de todo lo típicamente extremeño, laborando más en pro de la región que le acogió que otras muchas personas na­cidas en Extremadura».

Las inquietudes culturales de Rafael lo llevaron a escribir diferentes artículos y composiciones entre las que encontramos la «Melitonada geográfica de la provincia de Cáceres» (1902) y la «Cacería de gazapos geográficos en la provincia de Badajoz» (1904), en las que el eminente folklorista hilvana distintos topó­nimos extremeños, presentes muchos de ellos en el discurso en virtud de un juego asociativo que los vincula a otra serie de términos, demostrando así un uso de los materiales toponímicos extraño a su utilización más común, la estrictamente designativa.

La limitación del tiempo nos impide analizar de forma con­junta los diferentes topónimos de Extremadura que aparecen en estas dos composiciones, de ahí que, por esta vez, únicamente nos fijemos en los cacereños, registrados todos ellos en la pri­mera de las relaciones, la «Melitonada», «curiosa carta, en que se usan los nombres de los pueblos cacereños para describir un viaje imaginario por la provincia», según se refiere a ella J. Corchón García.

Así, la toponimia cacereña pasa a convertirse en este relato en objeto de asociaciones que, basadas en la coincidencia, similitud y otros rasgos, se convierten en la característica esencial del relato y el motivo de su composición.

MORENO MORALES, Marcelino DESARROLLO LOCAL APLICADO. VISIÓN A TRAVÉS DE UN CASO PRÁCTICO

Desde los años 70 empieza a ponerse en práctica en algunos países de la Unión Europea un modelo de desarrollo que intenta aportar soluciones a una economía como la europea con grandes problemas estructurales. Debiendo afrontar retos como las nue­vas tecnologías, la dicotomía empleo-formación y la distribu­ción espacial de la riqueza, a partir de aquí surge el desarrollo local.

Es necesario tener en cuenta algunas consideraciones que ca­racterizan el desarrollo local, tales como la necesidad de sinergia entre los agentes locales, que es una de las principales vías de crea­ción de empleo, que no existe un modelo único ya que cada zona es una realidad concreta, para lograrlo deben movilizarse los re­cursos disponibles de distinto tipo, su base puede estar en el apro­vechamiento de los recursos endógenos y en la atracción de los exógenos.

A la hora de afrontar un programa de desarrollo local exis­ten varias orientaciones, siendo lo ideal una integración que per­mita un desarrollo local sostenible, endógeno, comunitario e in­tegrado.

En esta ponencia se presenta un caso práctico, el del Ayunta­miento de Plasenzuela, que permite conocer las variantes del de­sarrollo local, así como algunas de las iniciativas llevadas a cabo a partir de la Agencia de Desarrollo Local; residencia de ancianos, lavandería industrial, alojamiento de turismo rural, proyecto para aprovechamiento de productos silvestres, proyectos de la Iniciati­va Comunitaria de Empleo, granja de huevos ecológicos. Centro Piloto de Estudios y Proyectos, Centro de Documentación, Proder de Adismonta, Universidad Popular, relaciones transfronterizas y transnacionales…

NAHARRO I RIERA, Alfonso EL CASTILLO DE ZUFEROLA Y ZORITA

Las continuas investigaciones en los últimos años me han con­ducido al hallazgo de unos documentos que verifican etimológi­camente la relación Ciferuela, Zuferola, Zorita. Este municipio es­tá situado a 28 Kms. de Trujillo en dirección a Guadalupe. El tér­mino se asienta sobre terrenos de la penillanura trujillano-cacereña y presenta un relieve en el que las formas planas dominantes se ven alteradas por la presencia de resaltes como el monte de Cabe­za de Águila o el de la Peña, lugar en el que estuvo situado el cas­tillo de Zuferola.

NARANJO SANGUINO, Miguel Ángel LAS MEDIDAS DE LAS FINCAS RUSTICAS EN LA DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA DE LA PROVINCIA DE BADAJOZ

Últimamente uno de los objetivos de los investigadores de la desamortización ha sido ofrecer en medidas actuales (normalmen­te en hectáreas) la superficie desamortizada en el campo español.

Pero en el momento del proceso desamortizador esa superfi­cie venía expresada en medidas tradicionales de diverso tipo que ha sido necesario reconvertir en hectáreas. Y no siempre ha sido fá­cil esta reconversión.

La medida ampliamente mayoritaria entre las fincas rústicas desamortizadas en la provincia de Badajoz fue la fanega castellana de marco real. Sin embargo, aparecieron también unas medidas vinculadas al ganado y los pastos que tuvieron cierta relevancia. Destacaron en este grupo de forma especial las cabezas lanares. Pero las restantes tuvieron una importancia mucho menor: vacas de yerba, excusas de yerba, yuntas y caballerías.

También tuvieron una cierta presencia las fanegas en sembra­dura. Y aparecieron con cierta frecuencia las fincas que se medían exclusivamente por las plantas y arbolado que contenían (olivos y cepas fundamentalmente).

Por último, también hemos encontrado algunas otras medi­das irrelevantes en el proceso desamortizador bajo el punto de vis­ta cuantitativo, pero de las que también hemos dado cuenta: el peón de viña, el almud y los maravedíes.

NARANJO SANGUINO, Miguel Ángel CAÑAMERO ROSAS, Antonio LA ESCLAVITUD EN MIAJAJADAS DURANTE LA EDAD MODERNA

Este tema ha sido poco estudiado en la provincia de Cáceres, por eso contribuirá a llenar este vacío investigador.

Se trata de un análisis local sobre la esclavitud en el pueblo cacereño de Miajadas, para el que se han utilizado un buen número de fuentes parroquiales y el correspondiente aparato bibliográfico.

Sus conclusiones más destacadas han sido las que siguen.

– La población esclava de Miajadas fue escasa en relación con el conjunto de su población, hecho común en el resto de Extrema­dura. Pero presenta más similitudes con Badajoz que con Cáceres.

– La población esclava se dio muy tardíamente (finales del XVII y primera mitad del XVIII) para lo que era usual en Extrema­dura.

– En la población esclava hubo más hembras que varones.

– Presentó una baja natalidad (toda ilegítima), una elevada mortalidad infantil y una total carencia de matrimonios de escla­vos.

– En algunos casos la relación amo-esclavo debió ser afectuo­sa, pero no parece que esto fuera algo generalizado.

– Los propietarios de esclavos eran muy pocos y pertenecie­ron a la élite local: clero, hidalguía, familias poderosas y viudas acomodadas.

– Parece ser que la función de esta población esclava fue el servicio personal y doméstico.

NUÑEZ MARTÍN, Ramón MISIÓN CUMPLIDA

Referencia de la venida del P. Máximo González del Valle.

PASTOR SERRANO, Juan José LOS ÚLTIMOS BANDOLEROS DE LAS VILLUERCAS

En estas sierras desde la prehistoria habitadas muchas de sus cuevas en sus sierras más naturales, otras aradas en las sierras y la mayor parte con pinturas esquemáticas, que según parece la rela­ción de los que habitaban en las cuevas una interpretación mía, co­mo otra cualquiera.

Han sido lugar propicio para bandidos, separatistas o renega­dos por cualquier causa y difícil de sacar de aquí como los marque­ses o señores que tenían criados con escopetas y que cuando ve­nían de las ferias salían al camino y les quitaban lo que llevaban y entregaban pingües ganancias a sus dueños.

Pero el caso que nos ocupa este año son dos personas de estas sierras de las Villuercas, ambos vivieron su infancia en el campo con sus padres y ambos salieron de sus pueblos, para juntos vivir como bandoleros de la sierra y sólo ellos dos trajeron en jaque a la justicia.

Uno era de Berzocana que nace en 1890 y el otro de Cañamero que nace en 1900. Ambos conocían sus propios territorios, eran inconformistas y ambos conocían esta comarca de las Villuercas en su juventud.

PAULE RUBIO, Ángel LA ACEITUNA Y LA UVA: MODO PRIMITIVO DE EXTRACCIÓN

DESCUBRIMIENTO Y ESTUDIO DE TRES DÓLMENES EN MONTEHERMOSO 

PELEGRI PEDROSA, Luis Vicente FORTUNA Y MISERIA DE TRUJILLANOS EN LAS INDIAS. LOS BIENES DE DIFUNTOS

Los Autos de Bienes de Difuntos de la Sección de Contratación del Archivo General de Indias constituyen uno de los mejores fon­dos documentales para reconstruir la fortuna, o la miseria, que muchos extremeños alcanzaron con su emigración a las Indias. En esta ocasión nos hemos ocupado de los expedientes de emigrantes de Trujillo, la ciudad de Extremadura más destacada en el movi­miento de población al Nuevo Mundo, en el periodo 1569-1665, pues carecemos de expedientes posteriores.

La documentación de bienes de difuntos nos permite conocer tanto las actividades económicas de los trujillanos en las Indias, como el origen de los capitales que llegaron a su ciudad natal, co­mo resultado de la liquidación de sus herencias, beneficiando con ello a sus familiares y herederos en Extremadura, y a sus propias almas con la fundación de capellanías que actuaron como autén­ticas instituciones bancarias al invertir a crédito el capital de sus fundaciones.

Los trámites efectuados por el Juzgado de Bienes de Difun­tos nos permiten calibrar la efectividad de esta institución colo­nial. En total, se registraron en la Casa de Contratación de Se­villa, más de 82.000 pesos, cifra nada despreciable, que tardó un promedio de 10 años en llegar a su destino y mermaron un 14% en costos de envío y trámites, periodo y costos nada exagerados considerando las limitaciones técnicas y las trabas burocráticas del momento.

A partir de esta documentación y con los planteamientos ex­puestos, hemos dividido el estudio en dos comunicaciones, por ra­zones de espacio, la primera titulada «Fortuna y miseria de trujilla­nos en las Indias: Los bienes de difuntos» y la segunda «Caudales y legados indianos en los bienes de difuntos de Trujillo».

CAUDALES Y LEGADOS INDIANOS EN LOS BIENES DE DIFUNTOS DE TRUJILLO

Trámites y costos de los bienes de difuntos

Los capitales que recibieron los herederos de los indianos de Trujillo difuntos en las Indias sufrieron unos costos en tiempo y en dinero, tanto en América como en la Casa de Contratación. Des­graciadamente la información que ofrecen los expedientes mane­jados no permiten conocer los costos en América al carecer de re­solución de cuentas que nos informen de los gastos burocráticos y de las mandas testamentarias allí efectuadas, sin embargo, pode­mos conocer los costos de envío, contenidos en la fe de registro de la Casa de Contratación, del dinero que llegó, así como el descuen­to que experimentó por el proceso llevado a cabo en esta institu­ción hasta su cobro por los herederos mediante la carta de pago. Por tanto, los costos en tiempo y en dinero de los autos de bienes y difuntos estaban sujetos al ritmo de la carrera de Indias y de la burocracia indiana y de la Casa de Contratación.

El ritmo de las flotas, como es sabido, condicionó el tráfico de personas, mercancías, y por supuesto, caudales. Gracias a las sa­lidas y llegadas de los navios conocemos las fechas concretas de al­gunas remesas de capitales que de otra manera no podrían preci­sarse, si bien, este ritmo fue más marcado en la costa y en las zonas próximas a Sevilla, cabecera del monopolio del sistema colonial español, que en territorios peninsulares de tierra adentro como los estudiados por nosotros.

PÉREZ GUEDEJO, José Joaquín LOS BIENES DE LOS PROPIOS DEL CONCEJO DE ALMENDRAL (BADAJOZ)

Los bienes de los Propios del concejo de Almendral, fueron más propiedades de las que hoy posee. Las fincas de las Dehesillas, la Jara, Monrivero, las Navas, la Hoya, el Carrascal pertene­cieron al Ayuntamiento.

En los siglos XVII y XVIII encontramos ganaderos trashuman­tes en la finca de la Jara, o el arriendo de las hierbas de la Dehesilla en el siglo XVII.

La pérdida de las fincas del Concejo de la Jara y Dehesilla fue a causa de la miseria en que se encontraba el vecindario después de la batalla de la Albuera en el siglo XIX.

Pero la finca más importante que posee el Ayuntamiento de Al­mendral es la Dehesa del Medio, en la que centramos la atención.

Le ha servido esta Dehesa al Ayuntamiento como desahogo económico, desde que encontramos documentación en el siglo XVII. Así encontramos en este siglo el corte de quinientos alcorno­ques para los gastos de la guerra de Restauración Portuguesa.

Ganaderos trashumantes también han pasado por esta Dehe­sa en los siglos XVII y XVIII.

El aprovechamiento de la bellota, las hierbas, el corcho, el agostadero y la leña eran aprovechados por los vecinos enrique­ciendo las arcas municipales desde el siglo XVII.

Esta Dehesa se aparcelaba para sembrarla y repartirla entre los vecinos dando preferencia a la clase jornalera, así consta que se hacía a finales del siglo XIX y principios del XX.

Fue exceptuada por Real Provisión del 29 de octubre de 1865 de la venta, en concepto de aprovechamiento común y gratuito.

PÉREZ MARTÍN, Marisa DISEÑO DE UN SISTEMA DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA PARA LA GESTIÓN DE EQUIPAMIENTOS SOCIALES EN CÁCERES. EL CASO DE LAS GUARDERÍAS Y LOS CENTROS DE ENSEÑANZA INFANTIL.

Actualmente, los sistemas de información en Geografía se han consolidado como una de las principales herramientas de gestión en multitud de instituciones, públicas o privadas. Gracias a ello, se está potenciando el desarrollo de algunas aplicaciones referentes a la gestión de variados equipamientos sociales, encaminadas a analizar la situación existente, marcar las pautas de comporta­miento y, sobre todo, fomentar la implantación de dichas activida­des en lugares idóneos. Con ello se consigue un desarrollo equili­brado y armónico de las mismas.

El ejemplo que hemos elegido para ilustrar esta gestión es el de las guarderías y los centros de enseñanza infantil en la ciudad de Cáceres. Para ello se ha considerado como base de datos alfanumérica el padrón municipal de habitantes (1996), las licencias comer­ciales del Impuesto de Actividades Económicas (1997) y diferentes encuestas realizadas en puntos estratégicos de la ciudad.

Palabras clave: Sistema de Información Geográfica, gestión, equipamientos sociales, Cáceres.

MOVILIDAD Y ACCESIBILIDAD: PARÁMETROS LIMITANTES PARA LA SOSTENIBILIDAD URBANA DE UNA CIUDAD INTERMEDIA. EL CASO DE CÁCERES ANALIZADO MEDIANTE SIG

En numerosas ocasiones atribuimos al tráfico motorizado unas connotaciones negativas en tanto que provoca diversas for­mas de contaminación, atmosférica, acústica, etcétera. Esto origi­na que sea uno de los principales factores limitantes para que el medio urbano alcance una sostenibilidad adecuada. Obviamente, para entender las claves del tráfico rodado es preciso hacer refe­rencia a dos conceptos problemáticos, la movilidad y la accesibi­lidad, parámetros que van a servirnos de base para analizar la ciu­dad de Cáceres desde un punto de vista sostenible.

Para alcanzar este objetivo se parte de una de las herramientas más novedosas en la gestión de cualquier área, el Sistema de Infor­mación Geográfica, con el cual vamos a determinar las zonas en las que el tráfico origina los mayores impactos, analizando las posi­bles consecuencias que esto puede tener y, por supuesto, tratando de exponer algunas soluciones potenciales. Palabras clave: Soste­nibilidad, movilidad, accesibilidad. Sistema de Información Geo­gráfica, Cáceres.

PERIAÑEZ GÓMEZ, Rocío LECTURAS Y LECTORES EN EL PARTIDO DE HOYOS

El objetivo de este trabajo es acercarse a uno de los aspectos que conforman la mentalidad del hombre, la cultura, a través del estudio de los libros que poseían, que leían y que influirían en su vida. El estudio se centra en un espacio muy concreto, la zona de la Sierra de Gata, tomando como representación cuatro poblacio­nes pertenecientes al Partido de Hoyos, en el periodo comprendi­do entre principios del siglo XVII y las primeras décadas del XVIII y se basa en los datos proporcionados por las fuentes notariales, en especial los inventarios post-mortem.

QUIJADA GONZÁLEZ, Domingo EL CONJUNTO MEGALÍTICO DE LA DEHESA BOYAL DE MONTEHERMOSO

Hacia el II milenio a.C., gente del Calcolítico recorre Extrema­dura (igual que otros lugares del país).

Como es evidente, el hombre de la Prehistoria no se asentaba, frecuentaba o controlaba un territorio al azar; sino que, como ha­rán sus descendientes, lo hará teniendo en cuenta los diversos con­dicionantes físicos (entre otros parámetros). Y, entre las diversas áreas seleccionadas para instalarse (si efectúan enterramientos es porque no andarían muy lejos, como es lógico), eligen este sector de la dehesa boyal de Montehermoso; ya que, según expondremos a lo largo de la presente ponencia, reúne una serie de factores óp­timos: edafológicos, hídricos, climáticos, etcétera.

Como fruto de la presencia de estos pueblos ganaderos en este lugar, surgen los Dólmenes del Tremal; que guardan un gran paralelismo con otro área megalítica no muy lejana, también de la cuenca del Tajo: el Campo Arañuelo y la Jara cacereña y to­ledana. De este modo, el patrimonio histórico de esta hermosa, laboriosa y típica localidad, que ya adquirió un notable legado durante el Paleolítico Inferior (Achólense Medio), se enriqueció considerablemente; conservándose, en parte, hasta nuestros días.

Pueblos prerromanos, tal vez vettones, volverían a establecer­se en su entorno; como lo demuestra el verraco, o escultura zoomorfa, que se halló en su término.

La civilización romana aportaría otra gran herencia, sobre to­do en las márgenes del río Alagón (las labores agrarias en esta rica vega han deteriorado gran parte del habitat) y en la propia dehesa boyal, enlazando la protohistoría con la fase histórica.

RAMOS RUBIO, José Antonio NOTICIAS DOCUMENTALES DE LA PARROQUIA DE SANTA MARÍA DEL CARRASCAL Y TODOS SUS ANEJOS, Y DE NTRA. SRA. DEL CARRASCAL Y DEL LUGAR O ASIENTO QUE ALLÍ HUBO LLAMADO MALPARTIDA. SUS RELACIONES CON LA PARROQUIA DE ALDEA DE TRUJILLO Y TORRECILLAS DE LA TIESA

Tienen una gran importancia dos libros hallados en Aldea de Trujillo, para obtener una serie de conclusiones de vital im­portancia para la vida eclesiástica de varios lugares que desa­parecieron víctimas de epidemias o por otros motivos como el haberse hallado en la casa que estaba junto a la iglesia del Ca­rrascal un hombre muerto, que estudiaremos, así como el tras­lado de los bienes muebles de las parroquias de estos pueblos a las vecinas Torrecillas de la Tiesa o Aldea de Trujillo, concre­tamente a ésta se trasladó una Virgen medieval, titular de la pa­rroquia del Carrascal. Se nos presenta María sedente, con el Ni­ño Jesús de pie apoyado en su pierna izquierda, respondiendo fielmente al tipo Mater Admirabilis, que en el gótico medio se las interpreta, al propio tiempo que como Odegetria, en figuras se­dentes, con Jesús en pie sobre la pierna izquierda, obra de me­diados del siglo XIV.

RIVERO, Francisco DON RUFINO VAQUERO, MÚSICO DE BROZAS

Don Rufino Vaquero del Campo nació en Belmote de Cam­pos (Falencia), pero se le considera un músico brócense, al ha­cerse cargo de la Banda Municipal tras la guerra civil. Tuvo la destreza profesional de conseguir que carpinteros, herreros, za­pateros, albañiles y otros artesanos del pueblo formaran una ex­celente banda.

La normativa municipal les obligaba a tocar en la procesión del Corpus Christi y su Octava, en los días de Semana Santa, en la Fiesta del patrón. San Antón Abad, en el día de la Milagrosa, la Pu­rísima, Navidad y el Día de Año Nuevo, amén de tocar en las fies­tas oficiales de carácter nacional, local y de un modo especial, en la famosa feria de ganados de abril de Brozas y también en la de septiembre, sin olvidarse de estar en la plaza de toros los días de novilladas, corridas o toros del jau jau. Igualmente tenían obliga­ción de dar un concierto todos los domingos y días festivos desde la feria de abril a la feria de septiembre.

Ahora, tras su muerte, se le va a rendir un homenaje. Su hijo, José Luis Vaquero, hombre interesado por el pueblo de Las Brozas, del que ha estudiado en su tesis doctoral la artística parroquia de Santa María la Mayor, quiere que se reconozca el cariño y el amor que puso don Rufino porque las gentes de Brozas supieran amar la música. A fe que lo consiguió. Hoy su semilla ha fructificado en la Coral Brocense, coral que ha conseguido numerosos éxitos por toda la región y fuera de ella.

LA BANDA MUNICIPAL DE BROZAS

Brozas es un pueblo que ha gustado siempre de la música. La música popular, el cante flamenco, la música culta. Rememorando los viejos tiempos, uno recuerda de niño la Banda Municipal que dirigía en la Plaza de Ovando, más conocida como la Plaza Nueva, don Rufino Vaquero. Esta es la historia de la labor que este hombre realizó en Brozas, en Las Brozas, por el arte divino, como él gus­taba llamar a la música.

Don Rufino Vaquero del Campo nació el 28 de febrero de 1897 en Belmonte de Campos (Palencia). Comenzó a estudiar música en su pueblo con un profesor particular que se llamaba don Amalio. Luego fue a los conservatorios de Palencia y Valladolid, donde se especializó en piano, órgano y dirección de orquestas y bandas.

Fue director de bandas por concurso-oposición. Ejerció de director de la Banda Municipal de Villalón (Valladolid), por más de 18 años, concretamente desde el 10 de abril de 1926 al 24 de octubre de 1944; es decir, 18 años, 6 meses y 15 días. El 18 de diciembre de 1935 se publicó en el Boletín Oficial del Estado el escalafón del Cuerpo de Directores de Bandas de Música, con arreglo a la Ley de 20 de diciembre de 1932 y en él aparece don Rufino Vaquero, en situación de excedente, con el número 301. Le seguía con el número 302, don Laurentino Vivas Colmenero, director de la Banda Municipal de Brozas, que poseía el cargo en propiedad.

REGODON VIZCAÍNO, Juan MÉDICOS EXTREMEÑOS DE LA ARMADA ESPAÑOLA EN FILIPINAS

En el año 1815, la Armada Española comenzó a destinar mé­dicos a Filipinas para cumplir campaña en ultramar, como ya ve­nía haciendo en las colonias americanas. Desde esta fecha hasta la pérdida del archipiélago, en 1898 fueron enviados unos 250 facul­tativos (tenemos recogidos, exactamente, 245). Más de la tercera parte de estos profesionales eran naturales de las provincias cos­teras de Andalucía, sobre todo de Cádiz, donde estaba el Real Co­legio de Cirugía de la Armada; seguían, en orden de frecuencia, las de Galicia, Vascongadas, Cataluña y, por motivos singulares, Madrid. Pocos médicos procedían del interior peninsular. De Extre­madura hubo cinco, cuatro de la provincia de Badajoz y uno de la de Cáceres. Ellos fueron: Don Paz Martínez y Cordón, de Almendralejo; don Sabino Álvarez y Falangiani, de Llerena; don Manuel García y Balsera, de Castuera; don Galo Calvo Rayo y García, de Cabeza del Buey y don Francisco Elvira y Sánchez, de Plasencia. Son pocos, pero es bueno recordarlos.

En esta comunicación hacemos una sucinta reseña de su tra­yectoria profesional en aquel archipiélago.

ROSO DÍAZ, Manuel IRREGULARIDADES EN LA EXTINCIÓN DE LOS DERECHOS COMUNALES «BALDIAJE» Y «TERCERAS PARTES» EN LA REAL DEHESA DE LA SERENA (1740-1874)

Nuestro estudio permite conocer las diferentes vicisitudes que sufren los derechos comunales en la Real Dehesa de la Serena. Haremos un breve recorrido histórico desde sus orígenes en la Or­den de Alcántara hasta su extinción a finales del siglo XIX. En par­ticular trataremos los Derechos de «Baldiaje» y «Terceras Partes» que sufren un ataque continuo tras la consolidación del Estado Li­beral. En efecto, la aplicación de la Legislación Desamortizadora de Madoz terminará con una serie de pautas económicas que ase­guraban la vida de la Comarca. Sin embargo estamos ante proce­dimientos administrativos y jurídicos ilegales pues la misma Ley protegía los derechos destinados al aprovechamiento común de los vecinos.

Analizaremos la importancia que la ganadería y la agricultura tenían para los municipios de la Real Dehesa de la Serena, así co­mo sus críticas y conflictos con los ganaderos transhumantes. Por último no olvidaremos la importancia de una oligarquía local que utilizará su influencia en la administración para redimir las dife­rentes cargas que recaen sobre sus fincas.

RUBIO ANDRADA, Manuel TRES POBLAMIENTOS PREHISTÓRICOS DEL BERROCAL TRUJILLANO

En este trabajo presento su localización y hago un breve estu­dio de sus defensas, el medio inmediato sobre el que se asientan posibilidades económicas, etc. Añado el catálogo completo de los materiales cerámicos, óseos y líticos observados en superficie. Con ellos hago las relaciones necesarias para indicar la cultura a la que pertenecieron y establecer sus cronologías.

Con todo ello se llena, al menos en parte, el vacío existente a escala local, cuestión evidente en todos los libros que se han escrito sobre nuestro pasado histórico.

SÁNCHEZ LÓPEZ, Martina «PIZARRO Y LA CONQUISTA DEL PERÚ VISTA POR UN HISTORIADOR DEL SIGLO XVI»

En la introducción se habla del historiador placentino Fray Alonso Fernández, que en su obra «Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia» dedica el capítulo 32 a Pizarro y la con­quista del Perú.

Se estudia primero al conquistador. A continuación se habla del inmenso tesoro que encontraron allí los españoles y del reparto del botín, así como de las consecuencias que tuvo, insistiendo en el fe­nómeno de la inflación que provocó en España y Europa.

En el capítulo dedicado al hombre y al político, el historia­dor resalta sus virtudes humanas, lo que contrasta con la crítica que hace de él como conquistador; exalta su valor, pero sobre todo su liberalidad «tiene más atención a remediar la necesidad que ganar honra». Nos habla también de su carácter afable y hu­milde, así como de sus cualidades intelectuales y sentimentales.

Después de tratar en otro punto la evangelización de los incas se termina con una serie de conclusiones.

SÁNCHEZ MARTÍN, José Manuel LA INFRAESTRUCTURA COMERCIAL DE CÁCERES ANALIZADA MEDIANTE S.I.G. APROXIMACIÓN A SU PROBLEMÁTICA

La ciudad de Cáceres posee una actividad comercial impor­tante como consecuencia derivada de su capitalidad provincial y del volumen de población que habita en ella y en su área de in­fluencia. Esto se traduce en un incremento importante de la acti­vidad comercial, si bien en este caso nos limitamos a un análisis del comercio minorista, dado que es el que concentra a un mayor número de activos y el que posee una mayor problemática. Esta se origina por la fuerte concentración comercial, lo que provoca un fuerte solape de áreas de influencia. A esto debemos añadir la ins­talación de dos grandes superficies comerciales y el crecimiento urbanístico en zonas dispares y distantes de la ciudad, que pueden acoger nuevas actividades comerciales. Toda esta problemática va a ser tratada mediante un sistema de información geográfica, que merced a la potencia de análisis que ofrece, permite descubrir la especialización del comercio minorista en la ciudad y, a la vez, fa­cilitar la detección de áreas óptimas para la instalación de nuevos establecimientos.

EL SISTEMA DE CARRETERAS COMO ELEMENTO VERTEBRADOR DE EXTREMADURA. UNA APROXIMACIÓN A LA CAUSALIDAD DEL ESCASO DESARROLLO DE LAS ÁREAS PERIFÉRICAS

El sistema de transportes por carretera tiene una importancia vital en el desarrollo socioeconómico de cualquier espacio, contri­buyendo de forma decisiva a la articulación del espacio. No obstan­te, en zonas como Extremadura, la red viaria de carreteras posee grandes limitaciones por su concepción, trazado y características específicas. Esto fomenta la inaccesibilidad a buena parte del territorio, sobre todo las áreas marginales, que son las que presentan unos índices de desarrollo económico más bajos, lo que lleva apa­rejado una crisis social, puesta de relieve mediante pérdidas impor­tantes de efectivos demográficos, que eligen como lugar de residen­cia habitual las principales ciudades. Con ello se experimenta un proceso de abandono de los núcleos más periféricos en beneficio de las cabeceras comarcales y funcionales. Para poner de manifiesto esta circunstancia, recurrimos a la aplicación conjunta de la Teoría de Grafos y el Sistema de Información en Geografía, cuyo fin prin­cipal consiste en analizar el modelo de las estructuras de comunica­ciones que se generan entre los diferentes núcleos considerados.

SENDIN BLAZQUEZ, José LA MUJER SERRANA

El intento de este trabajo es presentarnos el tipo de la mujer se­rrana, localizada en lo que hoy se conoce como región serrana.

Nos hallamos ante unas esencias de mujer que hereda las carac­terísticas de la hembra vettona, sencillamente porque es vettona.

Ahora que cada pueblo busca sus más significativas raíces, adentrarnos en el conocimiento de este tipo de mujer es buscar las herencias que nos definen como pueblo a través de la hembra de la que recibimos la parte más significativa de nuestro yo.

Podrá pensarse que no tiene mucho sentido este intento por­que la vida moderna y el devenir histórico se han encargado de identificar a todas las mujeres bajo un signo común, estandariza­do, imposible para ofrecer ya rasgos distintivos.

Pensamos que no. Y aún cuando el sentido de este trabajo no es la defensa de esta tesis, sino simplemente la presentación des­criptiva de un determinado tipo de mujer, que sobrevive y ejerce su poderosa herencia también hoy.

Las culturas cuando se asumen siempre se hacen incorporán­dose, con más o menos fuerza, al poderoso bagaje que lleva dentro cada hombre y cada pueblo. De lo contrario dejaríamos de ser no­sotros para ser otros.

Pensamos que esto es lo que sucede con nuestra herencia fe­menina, Vive y vivirá siempre en nosotros.

Si este privilegio se le concede a otros pueblos de España, al menos con igual razón hay que concederlo a la Serranía.

Somos un pueblo plenamente identificado. Y esto se lo debe­mos principalmente a nuestras madres.

SOLÍS RODRÍGUEZ, Carmelo EL RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO Y LA ESCULTURA BARROCA DEL XVIII EN TRUJILLO

El retablo mayor de la iglesia del Convento de Observantes de San Francisco es, sin duda alguna, una de las empresas artísticas más importantes de cuantas se acometieron en la ciudad de Trujillo durante todo el siglo XVIII. Con su emplazamiento en el testero de la capilla mayor, culminaba la larga historia de este templo trujillano, iniciado dos siglos antes. Tan grandiosa máquina retablística, sobre la que ironiza el corresponsal de don Antonio Ponz (Viage de España, VII, p. 173), acoge una importante colección iconográfica del santoral franciscano con las imágenes de San Francisco de Asís, en el ático. San Buenaventura y San Bernardino de Siena, en las ca­lles laterales y, en la hornacina central, presidiendo el conjunto, una espléndida «Piedad» (o «Quinta Angustia»), a quien profesa espe­cial devoción el pueblo trujillano. De este magnífico ejemplar de re­tablo «de arquitectura y talla», así como de las referidas imágenes, ofrecemos un análisis formal y estilístico, al mismo tiempo que ex­ponemos diversas hipótesis sobre su posible autoría.

Se recogen también en este trabajo, al hilo de los documentos y en una secuencia diacrónica, los nombres de los artistas de la ma­dera, que laboraron en la ciudad durante el siglo XVIII, reducidos casi exclusivamente al campo de la retablística: Bartolomé Xerez, con obra documentada en Plasencia, Cáceres y en la propia ciudad de Trujillo; Juan de Olivenza, cuyos servicios fueron requeridos por las autoridades santiaguistas del Provisorato de Mérida; PedroDíaz Bejarano, autor de la caja del órgano barroco de San Martín;

Antonio Ropero y Juan Bautista Páez, vecinos de la ciudad y nomi­nados en la documentación como «maestros de arquitectura y ta­lla» y, sobre todos ellos, el polifacético y controvertido Manuel de Lara y Churriguera, de la familia de los Churriguera/ quien entre 1734 y 1736 frecuentó la ciudad, ocupado en la remodelación de la entonces llamada «Casa del Escudo del Estado de la Conquista». No sería descabellado pensar que, los Franciscanos Observantes de Trujillo acudieran a él solicitando sus servicios de «tracista» pa­ra la confección del retablo mayor, digno remate a la obra de la iglesia, finalizada en 1735. Esta hipótesis podría casar con la tam­bién formulada sobre el maestro Bartolomé Jerez, quien, a su vez, vendría a ser el realizador del proyecto diseñado por el maestro salmantino.

Completamos este breve estudio sobre la escultura trujillana en el XVIII con el catálogo de retablos e imágenes de bulto, que se conservan en iglesias y conventos de la ciudad.

SORIA SÁNCHEZ, Valentín AGUSTINOS, DOMINICOS Y FRANCISCANOS EN EXTREMADURA

Los templarios conquistaron la vertiente sur de Credos. El monasterio de San Francisco se levanta en 1493. A mediados del si­glo XV los dominicos construyen el monasterio de Santa Catalina por los mismos años que García Álvarez de Toledo, en 1447, se en­castilla en el actual parador de turismo. Los jesuítas en 1554 pla­nean un eremitorio y un colegio acudiendo Borja a San Ignacio con la colaboración del conde de Oropesa. Juan Arias, alcalde de la Santa Hermandad de Madrid manda hacer la ermita del Cristo del Humilladero en 1591 y en febrero de 1604 es enterrado en el mo­nasterio de San Juan en los Agustinos de Jarandilla. De este colegio en el siglo XVII sale para Filipinas quien será obispo de Cebú, Fray Joaquín Encabo Aguilar de la Virgen de Sopetrán. Muere el año 1818. Los agustinos del Escorial en 1935 dedican el castillo de Jarandilla y la iglesia de San Juan a colegio. Los franciscanos desde el monasterio en el siglo XVI atienden Guijo de Jarandilla que en mil ochocientos diez y ocho se logra el privilegio de villa exenta. Jaraíz es villa exenta en 1686. San Pedro de Alcántara por patroci­nio del Conde de Oropesa establece el monasterio de Nuestra Se­ñora del Rosario junto a San Bernardo, que fue eremitorio de servitas y basilios. Cerca están las ruinas del castro del Raso y el Pan­tano del Rosarito junto a la casa señorial de los Álvarez de Toledo.

ARQUEOLOGÍA TRUJILLANA

Trujillo. PVBLIVS / VALIVS / PLACIDVS. Trujillo. L. CAECI-LI / VS. CRESC / ES. AN. LX. Solana Barros. EOYSOIYPOATE-YONTOSTOKLATOYSEOYEROYITALIKON. Talaván. EBRO-BRIGAE / TOVDO / PALAN / DAIGAE / AMMAIA. Anillo de Plasencia. RBSMREKABA. Plasencia, Inscripción griega. METER-MOIGAIENAPARERIOINSTISODEYEISEGELRESTEAENSYN PATRISOSZENEUIPOLOXIROMENOIMIKROEPIEGAREMO IMEISEBDOMOSOYPAERESOYNOMIOYLIANOS. Plasencia. CABVREAE / CALPVRNIAEMATRI / LANCENSIS / ANXOIH-SESTITL. Plasenzuela. ENZAKATAKI / TEMAXIMIANA / N1-KOLAVEKOVMEZEME(NI)VOEBR(IOV) / iemerapara(s)- KE (VE)S / ERXIG. Villarica, Almería. ENZA / KAAK / ITEEYTY / XESGRIK / OSYEOS / ATIOY. Reina. RES / PVBLICA / REGI-NENSI. Mérida. XEI(LO)N / LAKEIDAVMONIOS. PERIAN-DROSKORINZIOSBIASPRIENEYSZALESMILESIOSSOL(0)N AZENAIOSKLEOBOYLOS(L)INDIOS. JARAÍZ. Túmulos de co­rredor a un kilómetro. Don Benito. Busto romano en La Majona. José Gómez Galán. El año 5 a.C. fecha probable del nacimiento de Jesús. Jerusalén. Arqueólogos israelíes tratan sobre el templo salo­mónico. Estudios sobre pinturas rupestres de Castañar de Ibor. Maltravieso. Antonio Marqués dice que falta por descubrir gran parte. Villanueva de la Vera. Yacimiento tartésico. Valverde de la Vera. Jarra fenicia.

VÁZQUEZ, Luis O. de M. EL PINTOR-ESCULTOR FRANCISCO DE ZURBARÁN Y SU RELACIÓN CON LA MERCED: NOVEDADES DE ÚLTIMA HORA

Como homenaje -en este 400 aniversario del nacimiento- al artista extremeño Francisco de Zurbarán (1598-1664), presento las novedades más recientes sobre su vida y obra. Se trata, en síntesis, de dos aportaciones de primera mano: a) El descubrimiento de que el pintor universal Zurbarán era también escultor. Se ofrece el do­cumento de Protocolos de Llerena, del 10 de agosto de 1624, en que el gran extremeño se compromete, ante el Comendador de la Merced de Azuaga, Fray Francisco de Baños, a «hacer un Cristo del natural, de dos varas de alto, de madera… y Cruz labrada con cascara». Se le da una paga sustan­ciosa. 700 reales.

b) Después de una síntesis biográfica y destacar su pintura -ex­traordinaria, en calidad y cantidad, para la Orden de la Merced-, presen­to la segunda novedad -ésta, hallazgo personal muy reciente nos re­vela que Zurbarán tenía un sobrino mercedario, fray Sebastián de Zurbarán, nacido en Fuente de Cantos en 1613, y profeso en la Merced de Sevilla el 20 de junio de 1630. En esa fecha estaba allí Zurbarán realizando pinturas para la Merced. Se sabe que, en una de sus «crisis espirituales» -después del fallecimiento de su esposa Beatriz, en 1639-, manifestó su deseo de ingresar en la Orden Mercedaria y hacerse fraile, en el convento de San José de Sevilla. ¿Influ­yó en este «deseo, que no se llevó a cabo», su sobrino fray Sebastián de Zurbarán? Finalizo este trabajo con el «Árbol genealógico» de par­te de la familia Zurbarán y de los hijos de sus tres matrimonios sucesivos.

ZAMORANO RODRÍGUEZ, Felisa LA COCINA DEL SIGLO DE ORO

Por ser 1998 el año de dos efemérides tan importantes como el IV Centenario del nacimiento de Zurbarán y la muerte de Arias Montano, hemos creído necesario aportar algunas pinceladas de la cultura popular de su tiempo. En este caso de la cocina que, co­mo parte muy fundamental de esa cultura, responde perfectamen­te a los estamentos sociales de un siglo de oro en lo que respecta a las letras y a las artes, pero que, como contrapartida, fue políti­camente desastroso, socialmente injusto y económicamente insolidario.

La cocina es un fiel reflejo de las clases sociales que existían: la nobleza y los reyes, los monasterios y las órdenes militares, la es­casa burguesía y los que nada poseían, cuyo mejor reflejo nos lo muestra la novela picaresca.

Pocos bodegones nos aporta Zurbarán, pero su pintura emi­nente religiosa, nos muestra claramente la sobriedad de los refec­torios de sus monjes; unos panecillos, agua y poco más. Y tanto él como Arias Montano fueros testigos y partícipes tanto de la cocina popular de su tiempo como de la más refinada.

Oct 012011
 

Esteban Mira Caballos

 1.  INTRODUCCIÓN

La presente comunicación pretende dar a conocer un total de siete documentos inéditos sobre el padre del conquistador del imperio inca, localizados en el Archivo General de Navarra, concretamente en el fondo Rena. Se trata de un conjunto homogéneo, inventariado en los catálogos del archivo navarro. Por tanto no se puede decir que fuesen desconocidos, pues estaban a disposición de los usuarios en dicho repositorio. Sin embargo, además de permanecer inéditos, no habían sido usados por los biógrafos de Francisco Pizarro. Por ello, su puesta en circulación tiene el interés añadido de que, hasta la fecha, apenas disponíamos de fuentes primarias sobre el enigmático Gonzalo Pizarro, padre del conquistador.

A través de las biografías sobre Francisco Pizarro se habían deslizado un puñado de datos sobre su progenitor, a saber: que éste era a su vez hijo de Hernando Alonso Pizarro y de Isabel Rodríguez, que tuvo al menos once hijos con varias mujeres diferentes –véase el cuadro I- y que luchó en servicio de la Corona en los tres conflictos sucesivos más importantes de su tiempo: la guerra de Granada, la de Italia y la de Navarra. De los biógrafos del conquistador el que más se extendió en sus comentarios sobre su progenitor fue Bernard Lavallé quien, pese a ello, se limitó a decir en relación a Navarra que conocíamos su presencia por la crónica de la contienda1. Sin embargo, conviene no pasar por alto una cuestión: en este pequeño reino pirenaico permaneció, de manera más o menos continua, al menos la última década de su vida, es decir, los años comprendidos entre 1512 y 1522, y lo único que teníamos hasta la fecha de dichas andanzas eran unas pocas referencias en algunas crónicas. La escasez de fuentes primarias que permitieran documentar su presencia, primero en las guerras de Italia junto al Gran Capitán, y luego en Navarra en el tramo final de su vida, había provocado que sus biógrafos tomasen su participación en ambas campañas con muchas reservas.

Los manuscritos localizados, transcritos y publicados en el apéndice documental nos permiten documentar fehacientemente al trujillano en el reino de Navarra tal y como sostenían las fuentes cronísticas.

2. LOS PIZARRO DE TRUJILLO

El estudio de los Pizarro resulta especialmente dificultoso por tratarse de un apellido relativamente común. Debido a ello, encontramos a numerosas personas con dicho patronímico, tanto en España como en las Indias, que nada tienen que ver con la estirpe trujillana2.

Asimismo, el caso de los Pizarro es muy significativo de lo dispar y tendenciosa que puede ser la historiografía, dependiendo de los intereses y de la formación del biógrafo. Durante siglos, sus detractores, entre ellos Francisco López de Gómara que atacaba a todo aquel que suponía una amenaza para la gloria de su idolatrado Hernán Cortés, difundieron sus falsos orígenes como porquero. Según este cronista, y siguiéndolo a él una buena parte de la historiografía, fue abandonado en el umbral de una iglesia, sobreviviendo gracias a una cerda que lo amamantó. Luego se ganó la vida pastoreando piaras de cerdos, los mismos con los que convivió desde su nacimiento. Obviamente, esta versión, narrada en estos términos no son más que fabulaciones inventadas por sus detractores.

En el otro extremo se sitúan los apologistas que, cómo no, limpiaron de cualquier miseria todo su linaje familiar, remontándolo a los tiempos de Don Pelayo3. Ni que decir tiene que se trata de una costumbre redundante por parte del más pícaro de los hidalgos, es decir, el de remontar su ascendencia hasta las montañas de Covadonga para intentar dar el máximo lustre a su estirpe. En una época donde la sangre lo era todo, intentar convencer de un pasado cristiano, del lado de grandes leyendas como don Pelayo o el Cid Campeador no era una cuestión baladí. Los propios Pizarro se encargaron de insistir en la supuesta ascendencia asturiana de su estirpe, donde lucharon junto a don Pelayo por la independencia de la Patria4. Posteriormente participaron en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y, finalmente, en la reconquista de Trujillo, el 25 de enero de 12325. Esta extraordinaria versión de los hechos no constituyen más que la otra cara de la moneda de la leyenda porcina.

Los orígenes familiares de Francisco Pizarro eran los que eran, ni más ni menos. Al parecer el apellido es de origen gallego, aunque estaban asentados en Trujillo desde el siglo XIII. Aunque es muy probable que hubiese algún Pizarro en las tropas que ocuparon Trujillo en la reconquista, del primero que tenemos constancia documental es de Rodrigo Alfonso Pizarro y de su hermano Martín que aparecen en un manuscrito de 13916. Ya en el siglo XV nos consta que el abuelo del conquistador, Hernando Alonso Pizarro, resultó elegido regidor por el linaje de los Altamirano7. Junto a los Añascos, los Bejarano, Los Altamirano, los Vargas o los Tapia, gozaban de una posición privilegiada en la ciudad8. Los Pizarro eran tenidos por algo más que hidalgos, es decir, por caballeros. El llerenense Luis Zapata, que vivió una parte de su vida en la corte de Felipe II, al referirse a los orígenes de los Cortés y los Pizarro, escribió que mientras los primeros eran pobres hidalgos de Medellín los segundos eran caballeros de Trujillo. El comentario marca bastante bien la diferencia; ambas estirpes pertenecían al estamento nobiliar pero la estima de los Pizarro era bastante mayor, probablemente porque desde el bisabuelo al mismísimo Francisco Pizarro habían luchado de forma destacada en las guerras emprendidas por la Corona de Castilla.

Ahora bien, dentro de ese mismo estamento privilegiado al que pertenecían los Pizarro, es cierto que había familias con más poder como los Añasco, los Altamirano, los Chávez, los Bejarano y los Orellana. Así, mientras que los Bejarano colocaron su escudo nada menos que en la Puerta del Triunfo, los Orellana lo situaron junto al de los Reyes Católicos en la puerta de Santiago. Por otro lado, los Pizarro no poseían entonces ningún palacio, sino un par de casas solariegas blasonada. Una se ubicaba justo al lado de la iglesia de Santa María, en intramuros, la que erróneamente se identifica como la casa de Gonzalo Pizarro. Y la otra, propiedad del padre del conquistador, se situaba en la plaza del Arrabal, al parecer muy cerca de la carnicerías públicas donde, décadas después, Hernando Pizarro mandó construir su fabuloso palacio.

No parece que gozaran de una gran fortuna; en el testamento y mayorazgo de Gonzalo Pizarro se cita una buena propiedad en La Zarza y su casa solariega. No parece que tuvieran muchas más posesiones. Sin embargo, esas propiedades con ser pocas eran bastante más de lo que poseía la mayoría. De hecho, en 1591 se censaban en Trujillo 200 vecinos hidalgos frente a 1.300 pecheros, es decir, el 13,33%. Ello equivale a decir que poco más del 10% de la población gozaba de una situación de privilegio.

3. GONZALO PIZARRO Y LAS GUERRAS DE ITALIA

Gonzalo Pizarro Rodríguez de Aguilar (1446-1522), apodado El Largo por su estatura y después El Tuerto porque perdió un ojo en combate9, era un hidalgo medio que gozaba de cierto prestigio por haber luchado en las guerras de Italia junto al Gran Capitán. Éste y Gonzalo Pizarro fueron coetáneos, aunque el de Trujillo era siete años mayor y, curiosamente le sobrevivió otros siete años10. Como es bien sabido, el afamado cordobés, había luchado en la reconquista de Granada y, poco después, se reincorporó a las guerras de Italia.

En 1496, las tropas francesas enviadas por Carlos VIII se hicieron fuertes en Nápoles, pues los Anjou siempre reivindicaron la plaza. Pero, Fernando el Católico no estaba dispuesto a consentirlo por lo que envió allí al futuro Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. Pese a disponer de menos tropas que los franceses, reintegró el reino de Nápoles a la soberanía de los Reyes Católicos, empezando por Calabria, ocupada en ese mismo año. Posteriormente derrotó a los franceses en Atella, obligando al duque de Montpensier a capitular el 27 de julio de 1496. Parecía increíble que el aparentemente inexpugnable ejército francés hubiese sido humillantemente derrotado por un entonces desconocido hidalgo español11.

Esta rápida y aplastante victoria fue posible gracias a que inauguró una nueva forma de combatir que revolucionó los campos de batalla europeos. Como es bien sabido, fue el creador del modelo de escuadrón que dividía a los hombres en pequeños destacamentos de infantería, con gran movilidad y muy disciplinados. Esta nueva forma de combatir acabaría a medio plazo con aquellos grandes y pesados ejércitos, donde la caballería era la pieza esencial. Con Gonzalo Fernández de Córdoba la infantería se impuso definitivamente a la vieja caballería medieval. La primera guerra de Italia, finalizó en 1500 cuando se firmó el tratado de Granada por el que Nápoles se repartiría entre España y Francia. Tras alcanzar dicho acuerdo la guerra se dio por finalizada y el Gran Capitán regresó a España12.

Sin embargo, no tardaron en estallar nuevamente las hostilidades, pues este supuesto reparto no fue más que una tregua encubierta, pensada por ambos contendientes para ganar tiempo. Así que en ese mismo año, el Gran Capitán regresó a Italia, ya como lugarteniente de las tropas en Italia y con la intención de hacer efectiva la toma de Apulia y Calabria que, según el Tratado de Granada, pertenecían a los Reyes Católicos. El cordobés zarpó de Málaga, en junio de 1500, con una gran armada y gran cantidad de piezas de artillería y artilleros, con el objetivo inicial de combatir a los turcos en Cefalonia pero, poco después, tras comenzar la guerra con Francia, se dirigieron a Nápoles13. Luego llegaría la guerra con los franceses porque Fernando El Católico también quería los territorios centrales. Los triunfos del Gran Capitán frente a franceses y sicilianos sonaron en toda Europa, por su capacidad estratégica para derrotar a sus adversarios, incluso en aquellas ocasiones en las que se encontraba en inferioridad numérica.

Pues, bien, Gonzalo Pizarro no era cualquier soldado sino uno de los capitanes de confianza de Gonzalo Fernández de Córdoba. En las crónicas del Gran Capitán, firmadas por Antonio Rodríguez Villa, aparece citado reiteradamente. Se habla del trujillano como uno de los capitanes de infantería del Gran Capitán, los cuales eran todos –afirma- varones de muy gran virtud14. Estuvo presen- te al menos en las decisivas batallas de Ceriñola (abril de 1503), Garellano (a finales de ese mismo año), Gaeta (el 2 de enero de 1504) y en la defensa del cerco de Rocaseca15 en las que los franceses fueron totalmente derrotados. Debió ascender por méritos de guerra, pues en los últimos combates en Italia deja de aparecer como capitán y se menciona con el rango de coronel.

En 1507, debido a la vinculación de los Fernández de Córdoba con el bando de Felipe el Hermoso, el monarca aragonés obligó al Gran Capitán a regresar a España, instalándose en Loja16. Sabemos con certeza que en el ejército que trajo Fernández de Córdoba hasta Burgos estaba lo mejor de su tropa, entre ellos el capitán Pizarro y un tal Luis Pizarro del que desconocemos su vinculación exacta con el trujillano17. Pese a los recelos del rey católico, aquel ejército regresó triunfante, después de haber sorprendido a toda Europa con una estrategia militar que le dará a España la primacía militar al menos hasta el primer cuarto del siglo XVII. El trujillano volvía a su ciudad natal con todos los honores. Allí permanecería durante más de un lustro.

4. LA GUERRA DE NAVARRA

Cuando todo parecía augurar el final de la carrera militar del trujillano, éste sorprendió a todos enrolándose en las guerras de Navarra. En 1512, cuando estalló la primera de las guerras tenía 66 años, una edad considerable para aquella época. Está claro que era un hombre muy activo –y en ello su hijo Francisco se parecía a él- por lo que cambió una vejez tranquila y sosegada por otra bien distinta al frente de un ejército.

Los últimos años de su vida los pasó en el antiguo reino de Navarra. Se alistó junto al duque de Nájera, cuando éste fue nombrado virrey. Los Reyes Católicos siempre habían pretendido la incorporación de este pequeño reino para completar la unidad de España18. La realeza Navarra, temiendo con razón a España, había basculado hacia Francia, tratando de conseguir apoyos que hicieran viables su independencia. Castilla aprovechó la primera excusa que se le ocurrió para intervenir. Ello ocurrió en 1512 cuando depuso al último rey Juan de Albret y convirtió su reino en un protectorado asociado a la corona castellana. Sin embargo, por un lado la familia Albret, apoyada por Francia, no renunció nunca a sus derechos dinásticos, y por el otro, el objetivo último de Castilla no era otro que su anexión.

Lo cierto es que el duque de Alba ocupó el reino muy rápidamente, nombrando poco después como virrey a Diego Fernández de Córdoba19. Pero, la resistencia de los Albret, con el apoyo de Francia, se prolongaría hasta 1522. En este intervalo se produjeron nada menos que tres guerras, al fracasar reiteradamente los intentos de llegar a un acuerdo que satisficiera a las dos partes20. En el tratado de Noyon (1516) se determinó la necesidad de entablar conversaciones entre la familia Albret y Francia por un lado, y Castilla por el otro. En mayo de 1519 se reunieron las partes en Montpellier, sin alcanzar un acuerdo21. Pero al menos sirvió para saber definitivamente que las diferencias eran insalvables, pues, ni Castilla estaba dispuesta a ceder en su deseo de anexionar Navarra, ni tampoco Francia en su intento por mantener su influencia sobre el pequeño reino pirenaico.

En 1521 se desarrolló la batalla final, al invadir Navarra un ejército francés formado por 12.000 infantes y 800 caballeros a las órdenes de Andrés de Foix, señor de Esparre, recuperando para Albret tanto la ciudad de Pamplona como Tudela y Estella. Incluso sitiaron Logroño, lo que provocó la reacción inmediata de Castilla que en una gran ofensiva derrotó definitivamente a los franceses y anexionó Navarra22. El pequeño reino del norte formaría parte desde entonces a España, aunque manteniendo su identidad foral.

Trazado el contexto de las guerras de Navarra, pasaremos a responder a la siguiente cuestión: ¿qué papel jugó Gonzalo Pizarro en dicha contienda? Las cartas localizadas, transcritas y publicadas por nosotros en el apéndice documental aportan alguna luz sobre la actuación del trujillano en el antiguo reino de Navarra. Podemos documentar su presencia en dicho reino al menos entre 1515 y la fecha de su fallecimiento en 1522. De los siete documentos, uno está fechado en 1516, otro en 1517, tres en 1519, uno en 1521 y el último en 1522. En el primero de ellos, es decir, el de 1516, el trujillano solicita dinero a micer Juan de Rena, pagador general de las obras reales del Reino de Navarra, para reparar la fortaleza de San Juan y abonar el salario de sus 800 hombres23. Al leer la carta uno tiene la impresión de que el trujillano llevaba ya varios años en Navarra. Pero, es más, en el documento que presentamos en el apéndice III se men- ciona que, junto a Pedro de Malpaso, veedor general de las obras de Su Majestad en Navarra, solicitó un porcentaje de las rentas que se obtuviesen de las minas, que finalmente no se les concedió por el fallecimiento del monarca.

Dado que éste falleció en Madrigalejo en 1516 es obvio que Pizarro debía estar allí desde varios años antes. Lo más probable es que hubiese llegado en 1512, luchando junto al duque de Alba, quien derrotó y expulsó al último rey de Navarra, Juan del Albret24.

El capitán Gonzalo Pizarro debió tener algún problema con el fisco, a costa de 200 ducados que recibió de Juan de Rena probablemente en 1516 para gastarlos en las reparaciones de la fortaleza de San Juan. Al año siguiente de su concesión le fue solicitada la devolución25 y, nuevamente, en 1519. Él siempre respondió que no lo tenía porque lo gastó en cosas que tocan al servicio de Sus Altezas por mandado del señor duque de Nájera, virrey y capitán general del reino de Navarra26. Finalmente se debió dar por buena su respuesta porque, después de más de dos años insistiendo en la devolución, nunca más se le volvió a pedir la cuantía.

Como todos los servidores reales en aquella época, trató de solicitar una merced real, en compensación por los servicios prestados y para completar su salario de capitán que probablemente no era gran cosa. Para ello pidió, junto a Pedro de Malpaso, un porcentaje sobre las rentas de las minas de oro, plata, esmeraldas, cobre, estaño y otros metales que se obtuvieran en el presente o en el futuro en dicho reino27. Como ya hemos afirmado, la muerte de Fernando El Católico, en 1516, dio al traste con su petición. Sin embargo, su amigo Pedro de Malpaso, estando ya Carlos V en el trono, lo volvió a solicitar pero, se olvidó de su antiguo amigo Gonzalo Pizarro, pidiéndolo junto a Miguel de Herrera, camarero de su Majestad. Probablemente pensó que sería más fácil obtenerlo asociándose con este último que tenía bastante más influencia en la Corte. Finalmente se le concedió pero ocurrió lo previsible, es decir, que el trujillano se sintió agraviado y solicitó su parte. Por la carta de concordia se evidencia el problema personal entre dos viejos amigos que quisieron zanjar ante escribano público, en Pamplona el 28 de agosto de 1519. A través de este documento, acordaron que, por cuatro años, Malpaso cediera a Pizarro un 3,25% de su porcentaje del 7,25%28. Sin embargo, no tardaron en saber que las rentas del oro y la plata de Navarra eran tan insignificantes que no merecía la pena disputa alguna. Y es que la explotación de las minas de oro fue una verdadera fiebre en la España del siglo XVI, seguramente por influjo de las Indias, pero se quedó en un mero espejismo. Dado que no había dineros que repartir la concordia era segura. A fin de cuentas, para el trujillano lo más importante era que Pedro de Malpaso reconociera -como hizo- su mal gesto. Tan solo unos meses después, Gonzalo Pizarro renunció al porcentaje a cambio del cobro en efectivo de la insignificante suma de 16 ducados29.

Posteriormente, sí tenemos noticia de la percepción por parte de Gonzalo Pizarro de una cantidad bastante más enjundiosa. De hecho, el 25 de noviembre de 1521 Juan de Rena reconoció una deuda a favor de Gonzalo Pizarro de nada menos que 300 ducados, que el trujillano cobró al año siguiente, otorgando carta de pago en Pamplona el 7 de febrero de 152230. Desconocemos la causa de esta deuda aunque lo más probable es que fuera en concepto de pago de servicios pasados en la larga guerra de Navarra. Lo cierto es que pudo disfrutar muy poco tiempo del dinero, pues fue herido poco después en el sitio de Amaya, falleciendo el 31 de de agosto de 1522.

Al parecer, inicialmente fue inhumado en la capilla del convento de San Francisco de Pamplona pero, varias décadas después, su hijo Hernando trajo sus restos mortales a enterrar a Trujillo, concretamente al convento de Concepcionistas Jerónimas31.

5. CONCLUSIÓN

Aunque Gonzalo Pizarro figuraba en 1486 como regidor del concejo de Trujillo, lo cierto es que pasó fuera de su ciudad natal una gran parte de su vida. Y es que fue ante todo un hombre de armas que se pasó prácticamente toda su vida en los campos de batalla, siempre al servicio de la corona de Castilla. Estuvo ausente de Trujillo durante largas temporadas, especialmente en la última década de su vida. Entre 1512 y 1522 permaneció en Navarra, regresando a casa sólo puntualmente, con permisos temporales. Gozó de cierta hacienda que disfrutó su esposa legítima, Isabel de Vargas, y sus hijos, especialmente los tres legítimos. Murió prácticamente con las botas puestas, como reza el viejo refrán castellano.

Las cartas documentan fehacientemente la presencia de Gonzalo Pizarro en las guerras de Navarra. Ahora bien, seguimos sin tener datos concretos sobre la presencia o no de Francisco Pizarro junto a su padre. De la participación del conquistador en las guerras de Italia no existen indicios suficientes para sostenerlo, pese a que es algo en lo que ha insistido prácticamente toda la historiografía32. Los dos documentos que aluden a tal cuestión son posteriores y ema- nan directa o indirectamente de la opinión de los propios Pizarro, siempre deseosos lógicamente de engrandecer la figura de sus antepasados. Así, en una Real Cédula, fecha el 22 de diciembre de 1537, se aludió a sus servicios que le había hecho así en nuestros reinos como en Italia y otras partes de las nuestras Indias33. En otro manuscrito de los herederos del conquistador se refirieron a su ascendiente en los siguientes términos:

Francisco Pizarro, señor, caballero de la orden de Santiago, después de haber servido en las guerras de Italia y Navarra, con el coronel Gonzalo Pizarro, su padre, y Hernando Pizarro, su hermano, pasó a las islas de Barlovento… 34

Por cierto que se le otorga a Gonzalo Pizarro el mayor rango que ostentó, es decir, el de coronel, que ciertamente gozó en los años finales de la guerra de Italia. Sin embargo, posteriormente en Navarra aparece nuevamente con  el rango de capitán, grado en el que permaneció hasta su óbito en 1522. La presencia de Francisco Pizarro en Italia no ha podido ser verificada documentalmente, aunque no la podemos descartar. En cambio, su presencia en Navarra es totalmente imposible, pues, cuando su padre estuvo allí, entre 1512 y 1522, Francisco Pizarro estaba con total seguridad en las Indias35.

Estuviese o no Francisco Pizarro en alguna fase de las guerras de Italia junto a su padre debemos reconocer que el hecho de que éste tuviese un papel tan destacado junto a los famosos escuadrones del Gran Capitán debió tener trascendencia en la vida de su primogénito. Su padre fue un prestigioso guerrero que formó parte como capitán de aquellos ejércitos que impresionaron a la Eu- ropa de su tiempo. Es impensable que el joven Francisco fuese ajeno a las hazañas de su ascendiente de las que debió oír hablar lo mismo a su propio progenitor que a otros amigos y parientes. Un padre, por lejos que esté de su familia, siempre ejerce una poderosa influencia sobre sus hijos. Es obvio que la elección de la carrera militar por Francisco Pizarro debió estar influencia de una u otra forma por un precedente familiar tan cercano como el de su propio padre. Por ese motivo, a nadie le debió sorprender en Trujillo que Francisco Pizarro eligiera la carrera militar y que, siendo un joven, abandonase la ciudad que lo vio nacer.

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7. APÉNDICES36

Apéndice I

Carta de Gonzalo Pizarro a Juan Rena, sobre los reparos de la fortaleza de san Juan de Pie de Puerto, 3-III-1516

Muy reverendo señor: yo llegué aquí a san Juan y fue(ron) vistos los reparos que están desreparados (sic), la mayor parte por el suelo, sácanse ochocientos hombres de la tropa para guarda de la villa, pagáronse por doce días, creo que cumplidos, se irán a sus mesas si más dinero no les envía porque así lo publican. Yo escribo al señor visorrey suplicando a su merced se me echen aquellas partidas donde más servicio sea porque, estando en esta manera que yo ahora estoy, ni él será servido ni yo muy contento. El señor Campuzano va allá y es registro de todas las cosas de puertos a que en adelante me remito; en todo lo demás, nuestro señor, la muy reverenda persona acreciente con gran dignidad, como por vuestra merced se desea, de San Juan, mi dominio. Las manos de vuestra reverencia beso. (Firma: Gonzalo Pizarro). Detrás: al muy reverendo señor escribano micer Juan de Rena, pagador general de las obras reales del reino de Navarra.

(Archivo General de Navarra, fondo Rena, Caja 24, Nº 23)

Apéndice II

Real Cédula de Juana I y Carlos I , refrendada por el Cardenal Cisneros, dirigida a Gonzalo Pizarro, Illescas 6-VI-1517.

La Reina y el Rey. Gonzalo Pizarro, nuestro capitán, nos vos mandamos que los doscientos ducados de oro que por nuestro mandado recibisteis de micer Juan Rena, pagados de las obras del reino nuestro de Navarra para los reparos de las fortalezas de San Juan del pie del Puerto, los deis y tornéis al dicho micer Juan Rena para que él los gaste en las obras del dicho reino y tomad su carta de pago con la cual y con esta nuestra cédula mandamos que vos sean recibidos en cuenta y que vos no sean pedidos ni demandados otra vez, y no hagáis ende al. Fecha en Illescas, a seis días del mes de junio de mil y quinientos y diecisiete años. Por mandado de la Reina y del Rey, el gobernador en su nombre.

(A.H.N. Fondo Rena, Caja 28, Nº 2)

Apéndice III

Concordia de Gonzalo Pizarro y Pedro de Malpaso, veedor general de su majestad, Pamplona, 28-VIII-1519

Nos Gonzalo Pizarro, capitán de la Reina y del Rey nuestros señores, y Pedro de Malpaso, veedor general de las obras de sus Altezas, decimos que por cuanto en vida del católico rey don Fernando nuestro señor que en gloria sea, entre nosotros hubieron pasado ciertas palabras de asiento y concordia y conveniencia acerca de los mineros que hay en este reino de Navarra donde hay oro y plata y cobre y estaño y azul y otros cualesquier metales y fue de esta manera que yo el dicho capitán Gonzalo Pizarro pidiese merced de los dichos mineros a su Alteza que en tal licencia sea para ambos a dos y que todo el oro y plata y cobre y estaño y azul y otros metales que de los dichos mineros se sacase fuese para ambos a dos por mitad, tanto para el uno como para el otro. Y a causa de la muerte de su Alteza no se pudo haber la merced aunque yo el dicho capitán la pedí y, después de venido el rey don Carlos nuestro señor a estos sus reinos, yo el dicho Pedro de Malpaso me concerté con el comendador Miguel de Herrera, camarero de su Majestad y alcaide de la fortaleza de Pamplona, para que él pidiese a su Majestad la mitad de los dichos mineros. Y a su suplicación, su Majestad nos hizo merced de los dichos mineros al dicho alcaide y a mí por cierto tiempo y según que en la dicha merced se contiene. Y porque vos el dicho capitán Gonzalo Pizarro decís que pretendéis tener derecho a los dichos mineros por el asiento que entre vos y Malpaso, ni embargante que la merced que vos pedisteis no hubo efecto como dicho es, decimos que por quitar todas las diferencias y debates que entre nosotros por la dicha razón podría haber y porque nuestra amistad sea guardada y conservada como hasta ahora que yo el dicho Pedro de Malpaso me obligo de dar a vos el dicho capitán Gonzalo Pizarro de la parte que a mí perteneciese de los veintisiete por ciento que Berenguer de Aoiz, maestro de la moneda de este reino de Navarra, y Sancho de Yesa, recibidor de la merindad de Sangüesa, nos han de dar al dicho alcaide Miguel de Herrera y a mí de todo el oro y plata y cobre y estaño y plomo y azul y otros metales que ellos sacaren de todos los lineros que hay en este dicho reino, descubiertos o por descubrir, conforme a un asiento y capitulación que entre ellos y nosotros pasó ante Juan de Raso, notario vecino de esta ciudad de Pamplona, que dura su arrendamiento de ellos por tiempo y espacio de cuatro años que comienzan a correr desde diez días de este presente mes y año en que estamos y se cumplen a diez de agosto del año venidero de mil y quinientos y veintitrés y es la parte que a mí el dicho Pedro de Malpaso me pertenece de los dichos veintisiete por ciento pagado la ochava parte que a su alteza habemos de dar siete y un cuarto que de los dichos siete y un cuarto que asimismo me pertenece durante los dichos cuatro años os daré tres y un cuarto y han de quedar las cuatro partes de los dichos siete y un cuarto a mí el dicho Pedro de Malpaso. Y yo el dicho capitán Gonzalo Pizarro digo que soy contento y he por bien de recibir la dicha cuantía y que, pasados los dichos cuatro años susodichos, no vos pediré ni demandaré ni otra persona por mí más las dichas tres partes y un cuarto que así me dais, ni otra parte ni cosa ninguna de los dichos mineros ni del oro y plata y cobre y estaño y plomo y azul y otros cualesquier metales que de ellos sacáredes o hiciéredes sacar, ni de cosa alguna contenida en la merced que vos el dicho Pedro de Malpaso y el dicho alcaide tenéis de los dichos mineros. Ni vos seáis obligado a me lo dar, pasados los dichos cuatro años. Y por cuanto en el asiento y capitulación que hicisteis con los dichos Berenguer de Apiz y Sancho de Yesa entran como dicho es todos los mineros que al presente están descubiertos o se descubriesen durante los dichos cuatro años, excepto una fuente que se dice del oro, que está en el término de Valdebaztan o Mayan de la cual en otros tiempos se dice que se sacaba oro, digo que si al presente o de aquí adelante durante el tiempo de la dicha merced que así tenéis de su Alteza quisiéredes hacer abrir la dicha fuente y de ella se sacase oro digo que en esta tal fuente y oro no pretendo ni quiero tener derecho ni parte ninguna sino solamente como dicho tengo de las tres partes y un cuarto que me asignáis de los siete y un cuarto que tenéis de vuestra parte durante los dichos cuatro años y no mas quedando para vos el dicho Pedro de Malpaso las otras cuatro partes restantes en los dichos cuatro años. Y pasados los dichos cuatro años no me habéis de dar ninguna parte de lo que sacáredes o hiciéredes sacar de los dichos mineros, antes todo ello ha de ser para el dicho alcaide y para vos. Y si algún derecho o acción a los dichos mine- ros o fuente o a otra cosa de lo contenido en vuestra merced tengo y pudiese tener desde ahora me aparto y eximo de todo lo que así me podría pertenecer por cualquier razón o título o manera que fuese y hago donación de todo ello a vos el dicho Pedro de Malpaso para ahora y para siempre jamás y obligo mi persona y bienes para lo así cumplir y guardar y que si vos lo pidiere o demandare quiero que me no valga ahora ni en tiempo alguno.

Y yo el dicho Pedro de Malpaso, asimismo, me obligo de dar y acudir a vos el dicho Gonzalo Pizarro las tres partes y un cuarto de las siete partes y un cuarto que como dicho es a mi me pertenecen de los veintisiete por ciento que los dichos Sancho de Yesa y Berenguer de Aoyz han de dar al dicho alcaide y a mí durante el dicho tiempo de los dichos cuatro años y no más tiempo de todo el oro y plata y cobre y plomo y estaño y otros cualesquier metales que ellos sacaren de los dichos mineros. Y entiéndese que durante estos cuatro años vos el dicho capitán Gonzalo Pizarro no habéis de tener que hacer en los dichos mineros ni con los dichos Sancho de Yesa y Berenguer de Aoyz ni con otra persona ninguna salvo que yo el dicho Pedro de Malpaso os tengo de dar de las dichas siete partes y un cuarto que mi me pertenecen las tres partes y un cuarto que como dicho es tengo prometido de vos dar y han de quedar para mi las otras cuatro partes según arriba es dicho y nos damos las dichas partes damos poder cumplido a todas las justicias de los reinos y señoríos de sus altezas para que a cada uno de nos hagan cumplir lo suso contenido y renunciamos todas las leyes y fueros y derechos que en contrario de lo susodicho nos podrían aprovechar. En firmeza de lo cual nos los dichos capitán Gonzalo Pizarro y Pedro de malpaso, hicimos y otorgamos dos escrituras de un tenor firmadas de nuestros nombres para que cada uno de nos tenga la suya y la una de ellas es esta y rogamos al señor micer Juan Rena como a persona que ha entendido en hacer este concierto entre nosotros y a Juan de Vergara que firmasen juntamente con nosotros aquí sus nombres por testigos de lo susodicho. Fecha en Pamplona, a veintiocho días del mes de agosto de mil y quinientos y diecinueve años. Como quiera que arriba dice que yo el dicho Pedro de Malpaso tengo de dar las tres partes y un cuarto de las siete partes y un cuarto que a mi me pertenecen y a vos el dicho Gonzalo Pizarro las tres partes y un cuarto que así tengo de dar según dicho es entiéndese que las daré y pagaré a vos el dicho Gonzalo Pizarro o a quien vuestro poder para ello hubiese. Fecha ut supra va entre renglones. (Firman: Gonzalo Pizarro, Juan Malpaso, y testigos Juan Rena y Juan de Vergara).

Apéndice IV

Cesión de las rentas de minas en Juan de Rena, Pamplona, 9-IX-1519.

En la ciudad de Pamplona, a nueve días de septiembre año del nacimiento de nuestro salvador Jesucristo de mil y quinientos y diecinueve años en presencia de mi Martín Ochoa de Irigoyen, escribano de la reina doña Juana y del rey don Carlos su hijo, nuestros señores, y su notario público en la su corte y en todos los sus reinos y señoríos y de los testigos de yuso escritos, Gonzalo Pizarro, capitán de sus Altezas, dijo que cedía y traspasaba y cedió y traspasó a micer Juan Rena, capellán de sus Altezas que presente estaba, las tres partes y un cuarto que a él le pertenecen de los veintisiete por ciento que Berenguer de Aoyz y Sancho de Yesa han de dar a Miguel de Herrera, alcaide de la fortaleza de Pamplona, y a Pedro de Malpaso, veedor general de las obras de sus Altezas, de todo el oro, plata y cobre y estaño, plomo, azul y otros metales que ellos sacaren o hicieren sacar de todos los mineros que hay en este reino de Navarra, según se contiene en esta escritura firmada de los dichos Gonzalo Pizarro y Pedro de Malpaso y de micer Juan Rena y Juan de Vergara. El cual dicho traspaso dijo el dicho capitán Gonzalo Pizarro que hacía e hizo al dicho micer Juan Rena por cuanto él le había dado y pagado dieciséis ducados de oro que montan seis mil maravedís de los cuales se llamó por contento y pagado y entregado y pasaron de su poder al suyo realmente y con efecto y en razón de la paga de que al presente no parece renunció la ejecución de la non numerata, pecunia de la haber nombrado non visto non dado ni contado ni recibido y las dos leyes del fuero y del derecho la una ley en que dice que el escribano y testigos de la carta deben ver hacer la paga en dineros o en oro o en plata o en otra cosa cualquiera que lo valga…

(AHN. Fondo Rena Caja 83, Nº 8)

Apéndice V

Carta de Juan Rena, veedor de Su Majestad, Pamplona, 19-XI-1519.

En la ciudad de Pamplona, a diecinueve días del mes de noviembre, año de mil y quinientos y diecinueve años, este día en presencia de mi Ginés Martínez de Salazar, escribano de la cesárea y católicas majestades de la reina doña Juana y del rey don Carlos, su hijo, nuestros señores, y de los testigos infrascritos pareció presente el señor micer Juan Rena, capellán de sus católicas majestades y pagador de las obras de este reino de Navarra, estando presente el señor capitán Gonzalo Pizarro, dijo al dicho capitán que ya sabe como de dos años a esta parte le ha dicho y requerido con esta cédula de sus Altezas de esta otra parte contenida por muchas veces que le diese los doscientos ducados como en ella se contiene y que el dicho capitán siempre le ha respondido que los doscientos ducados que él le pide él los ha gastado en cosas que tocan a servicio de sus Altezas, por mandado del señor duque de Nájera, visorrey y capitán general de este reino y por su libranza. Y ahora, el dicho micer Juan nuevamente este dicho día le tornó a requerir con la dicha cédula por delante (de) mi el dicho escribano porque las otras veces se lo había dicho y requerido de palabra que cumpliese lo en la dicha cédula contenido. Y el dicho capitán dijo que era verdad todo lo que arriba se contiene y que ahora nuevamente responde lo mismo y dice haber gastado los dichos doscientos ducados, como el dicho micer Juan ha visto por la dicha libranza que le fue hecha por el dicho señor duque, en cosas cumplideras al servicio de sus Altezas, y que esto daba por su respuesta. Testigos, el capitán Carvajal y el secretario Guillén Ruiz y el contador Diego Manuel, estantes al presente (en) esta dicha ciudad. Va entre renglones y diz dijo vala. Y yo el dicho Ginés Martínez de Salazar, escribano de sus Altezas susodicho en uno con los dichos micer Juan Rena y capitán Gonzalo Pizarro y testigos presentes a todo lo que dicho es y por ende hice aquí este mi signo en testimonio de verdad. (Firma Ginés Martínez de Salazar, escribano)

(A.H.N. Fondo Rena, Caja 28, Nº 2)

Apéndice VI

Reconocimiento de deuda de Juan de Rena a favor del capitán Gonzalo Pizarro, 25-XI-1521.

Yo micer Juan Reyna, capellán de sus Majestades, digo que aseguro a vos el señor capitán Gonzalo Pizarro por la presente que os daré y pagaré trescientos ducados de oro que son ciento y doce mil y quinientos maravedís en fin del mes de enero primero que viene por razón que vos el dicho capitán Pizarro disteis una carta al señor conde de Miranda para los señores gobernadores en que les suplicasteis que la capitanía de Alonso de Valdés la den a la persona que el dicho señor conde les suplicare. Lo cual prometo de cumplir dentro del dicho término y que directa ni indirecta no iré ni vendré contra ello y que dentro de diez días primeros siguientes os daré carta del dicho señor conde de Miranda para que libremente podáis sacar vuestra patente de la dicha capitanía y que el dicho señor conde no será contra vos y si dentro de los dichos diez días no os diere la dicha carta del dicho señor conde que quedo obligado a daros los dichos trescientos ducados de oro al tiempo susodicho, para lo cual os di esta firmada de mi nombre. Hecha en Pamplona a veinticuatro días de noviembre, digo a veinticinco de noviembre de mil y quinientos y veintiún años. (Firma Juan Rena)

Yo don Francisco de Zúñiga y de Avellaneda, conde de Miranda, por la presente digo que me obligo que dentro de diez días de la fecha de ésta daré a vos micer Juan Rena, capellán de sus Majestades, libranza de los señores gobernadores para que de cualesquier maravedís de vuestro cargo deis y paguéis al capitán Gonzalo Pizarro trescientos ducados para en fin del mes de enero primero que viene de mil y quinientos y veintidós años. Y si esta libranza no dieren los señores gobernadores digo que os daré carta firmada de mi nombre, dentro de los dichos diez días, para que el dicho capitán Pizarro pueda libremente sacar la provisión de los señores gobernadores de la capitanía de Alonso de Valdés que Dios haya. De lo cual todo me obligo de sacaros a paz y a salvo. Fecha en Pamplona, a veinticinco de noviembre de mil y quinientos y veintiún años. (Firma Francisco de Zúñiga)

(AHN Fondo Rena Caja 33, Nº 7)

Apéndice VII

Recibo de Gonzalo Pizarro de los trescientos ducados, Pamplona, 7-II-1522. Conozco yo el capitán Gonzalo Pizarro que recibo de vos el señor micer

Juan Rena, capellán de sus Majestades, los trescientos ducados de esta otra

parte contenidos y porque es verdad que los recibí lo firmé de mi nombre, hecho en Pamplona a siete de febrero de mil quinientos y veintidós años. (Firma Gonzalo Pizarro)

(AHN Fondo Rena Caja 33, Nº 7)

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Firma de Gonzalo Pizarro en la carta del 3 de marzo de 1516

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Firma de Gonzalo Pizarro en un documento del 9 de septiembre de 1519.

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Firma de Gonzalo Pizarro el 7 de febrero de 1522, pocos meses antes de su fallecimiento.

Cuadro I: árbol genealógico del capitán Gonzalo Pizarro, con sus once hijos habidos con cinco mujeres distintas.

 cuadro 15-1

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1 LAVALLÉ, Bernard: Francisco Pizarro y la conquista del Imperio Inca. Madrid, Espasa Calpe, 2005, p. 25.

2  Por citar un ejemplo significativo, en 1598 vivía en Granada un Hernando Pizarro que era procurador de causas ante la Chancillería. Carta de poder de Benito González herrador, vecino de Zafra, a Hernando Pizarro, vecino de Granada, y a Lorenzo Collado, vecino de esta villa y residente en Granada para que defiendan a su hijo Antonio Jaramillo, residente en Indias de las acusaciones de Diego de la Barrera, Zafra 8-III-1598. A.M.Z. Rodrigo de Paz Tinoco 1598, fol. 956r..

3  CUNEO VIDAL, Rómulo: Vida del conquistador del Perú don Francisco Pizarro y de sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo Pizarro Martín Alcántara. Barcelona, s/a, p. 41.

4  HUBER, Siegfried: Pizarro. Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1966, p. 14.

Ibídem.

6  PORRAS BARRENECHEA, Raúl: Pizarro. Lima, Editorial Pizarro S. A., 1978, p. 7.

Ibídem, p. 9.

8  Repasando los miembros del concejo de Trujillo en la Baja Edad Media encontramos al menos a seis regidores: Ferrán Alonso Pizarro en 1434, Sancho Pizarro en 1480, Alonso Pizarro en 1484, García Pizarro y Gonzalo Pizarro en 1486 y, finalmente, Juan Pizarro en 1511. FERNÁNDEZ- DAZA ALVEAR, Carmen: La ciudad de Trujillo y su tierra en la Baja Edad Media. Badajoz, Junta de Extremadura, 1993, pp. 332-340. Está claro que los Pizarro eran una de las familias que controlaban el concejo local.

9  La historiografía tradicional sostenía que también recibió el apelativo de El Romano. Sin embargo Raúl Porras lo desmiente, pues al parecer se trataba de otra persona del mismo nombre. Y es que este historiador peruano identificó al menos tres homónimos en el Trujillo de finales del siglo XV. PORRAS: Ob. Cit., p. 11.

10  Es decir que el Gran Capitán murió con 62 años mientras que Gonzalo Pizarro vivió 76.

11  SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis: “Política internacional de los Reyes Católicos”, De la unión de coronas al Imperio de Carlos V, vol. III. Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, p. 312.

12   AZCONA, Tarsicio de: Isabel La Católica. Vida y reinado. Madrid, La Esfera de los Libros, 2002, p.542.

13   LADERO GALÁN, Aurora: “Artilleros y artillería de los Reyes Católicos (1495-1510)”, en Guerra y sociedad en la monarquía hispánica, Vol. I. Madrid, Ediciones del Laberinto, 2006, pp. 810-811.

14   RODRÍGUEZ VILLA, Antonio: Crónicas del Gran Capitán. Madrid, Baillo-Bailliere, 1908, p. 141.

15  Ibídem, pp. 191-397.

16  Fernando El Católico viajó a Italia para convencer personalmente el Gran Capitán de su regreso a España, sospechando la posibilidad de que éste pusiese el reino de Nápoles bajo la soberanía de Felipe El Hermoso. Sobre los motivos que llevaron a Fernando El Católico a destituir y apartar de Nápoles al Gran Capitán véanse los trabajos de HERNANDO SÁNCHEZ, Carlos José: “El Gran Capitán y los inicios del virreinato de Nápoles. Nobleza y Estado en la expansión europea de la monarquía bajo los Reyes Católicos”, en El Tratado de Tordesillas y su época, T. III. Madrid, 1995, pp. 1817-1854 y “El reino de Nápoles de Fernando el Católico a Carlos V (1506-1522” De la unión de coronas al Imperio de Carlos V, Vol. II. Madrid, 1999, pp. 79-176.

17  ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, Antonio: “Razón de linaje y lesa majestad. El Gran Capitán, Venecia y la corte de Fernando el Católico (1507-1509)”, De la unión de coronas al Imperio de Carlos V, Vol. III. Madrid, 1999, p. 410.

18  AZCONA: Ob. Cit., p. 544.

19  ARTOLA, Miguel: La monarquía de España. Madrid, Alianza Editorial, 1999, p. 264.

20  AZCONA: Ob. Cit., p. 546.

21  PÉREZ, Joseph, Carlos V. Madrid, Ediciones Folio, 2004, p. 75.

22  Ibídem, p. 76.

23  Véase el apéndice I.

24  DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio: España, tres milenios de Historia. Madrid, Marcial Pons, 2001, p. 122.

25  Véase el apéndice II.

26  Véase el apéndice V.

27  Véase el apéndice III.

28  Véase el apéndice III.

29  Véase el apéndice IV.

30  Véase los apéndice VI y VII.

31  CUNEO: Ob. Cit., pp. 51-52.

32  HUBER: Ob. Cit., p. 20.

33  PORRAS: Ob. Cit., p. 107

34  El documento en cuestión lo menciona Agustín Vivas Moreno (1994: 477) quien lo cita a su vez de  Quintana, (1889: 299). VIVAS MORENO, Agustín: “La imagen histórica de la conquista del Perú y la figura de Francisco Pizarro en la historiografía 1875-1915/20”, Actas de los XX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 1994. QUINTANA, Manuel José: “Pizarro” en Vida de los españoles célebres, Biblioteca Clásica, T. XII, Vol. I. Madrid, Imprenta Central, 1889.

35  Aunque siempre se ha hablado de la presencia de Francisco Pizarro en Santo Domingo junto al Comendador Mayor Nicolás de Ovando, desde 1502, el dato no ha podido ser verificado documentalmente. La primera vez que tenemos certeza de la presencia de Pizarro en las Indias es en 1509 cuando desde Santo Domingo se embarcó en la armada de Alonso de Ojeda. Todo lo referente a su presencia en aquella isla se basa en un único documento, una Real Cédula fechada en 1529 que decía exactamente así: Don Carlos, emperador, semper augustus, por la gracia de Dios… según vuestra petición, Francisco Pizarro, tenéis el deseo de servirnos, al igual que hicieron vuestros antepasados, como habéis venido haciéndolo desde hace veinticinco años, cuando salisteis de este reino para la isla Española junto al comendador de Lares, frey Nicolás de Ovando… HUBER: Ob. Cit., p. 25. En cualquier caso, hubiese pasado a América en 1502 con Ovando o en algún año posterior, en 1512, cuando dio comienzo la primera guerra de Navarra, estaba con total seguridad en las Indias.

36  Hemos seguido las directrices de transcripción de Alberto Blecua en cuanto a modernización de todas las grafías y desarrollo de las numerosas abreviaturas que presenta el texto. BLECUA, Alberto: Manual de crítica textual. Madrid, Castalia, 1983. Y todo ello lo hemos hecho reiteradamente en el texto sin advertencia previa en cada caso. Sin embargo, sí que hemos querido conservar intactas todas las construcciones gramaticales, incluso en los casos en los que hemos encontrado alguna incorrección. Asimismo, hemos creído conveniente colocar la tilde a las palabras que les correspondía llevarlas. También hemos procedido a la revisión, y en su caso rectificación, de los signos de puntuación.

Oct 012010
 

Bartolomé Miranda Díaz.

  1.  INTRODUCCIÓN

En 2005 don José María Pérez de Herrasti y Narváez, uno de los principales promotores y mecenas de los Coloquios Históricos de Extremadura, asesorado por Inmaculada Pérez-Zubizarreta y la junta directiva de ésta, puso en marcha la digitalización de su archivo. Terminado el proyecto en 2007 dio entonces comienzo una nueva y ambiciosa empresa cultural cuyo objetivo fundamental fue el de la digitalización de todos los archivos religiosos de la ciudad de Trujillo (iglesias, ermitas y conventos). A día de hoy el proyecto, aunque temporalmente suspendido, se encuentra ya muy avanzado habiendo sido digitalizado por completo los fondos históricos de las parroquias de Santa María (que comprende también el de la extinguida parroquia de Santo Domingo y el de la iglesia de la Sangre) y el de la parroquia de San Martín (en el que quedó absorbido el de la parroquia de Santiago). El presente trabajo pretende dar a conocer los pormenores del proyecto así como el índice de todos los fondos digitalizados, herramienta que consideramos fundamental para aquellos investigadores que quieran profundizar en el conocimiento de esta histórica ciudad extremeña.

2. LA IDEA Y EL MECENAZGO

Como decíamos, es don José María Pérez de Herrasti y Narváez el ideólogo y promotor del presente proyecto cuyo objetivo final es la creación de un gran archivo religioso de la ciudad de Trujillo. La idea de la que se partía era la de unificar bajo un mismo techo los archivos de las siguientes iglesias y conventos.

Archivos de las antiguas parroquias e iglesias de Trujillo1:

Parroquia Santa María la Mayor

Parroquia de Santo Domingo

Parroquia de San Martín

Parroquia de Santiago

Iglesia de la Sangre

Archivos de las parroquias de los arrabales:

Huertas de Ánimas

Huertas de la Magdalena

Pago de San Clemente

Belén

Archivos conventuales:

Convento de las Jerónimas

Convento de San Miguel

Convento de Santa Clara (concepcionistas)

Convento de San Pedro (franciscanas)

A pesar de que una vez planteado abiertamente el proyecto comenzaron a surgir algunas dificultades, los ánimos no decalleron y las tareas se empezaron a poner en marcha en diciembre de 2007 con la digitalización del primer archivo, el de la parroquia de Santa María la Mayor, que habría de servir de experiencia piloto para los posteriores y puesta en marcha de un modelo de trabajo previamente establecido sobre el que seguidamente hablaremos.

3.  DESARROLLO DE LOS TRABAJOS

Antes de comenzar las tareas de digitalización era de rigor estudiar el archivo a fondo, ver cuál era el estado de conservación de los documento, si poseía un orden coherente o no, analizar las posibles lagunas, intentar recuperar los fondos perdidos, etc.Respecto a la conservación debemos decir que el archivo parroquial de Santa María estaba en bastante buen estado y más o menos ordenado en lo que a libros se refiere, aunque no ocurría lo mismo con la documentación suelta que, aunque agrupada en cajas, no poseía una disposición coherente. En cuanto a las lagunas documentales, ya desde un primer momento pudimos detectar varias, algunas de ellas de gran importancia como, por ejemplo, la fala del primer libro de bautismos. Curiosamente este mismo libro, el primero, tampoco se conserva en el archivo parroquial de San Martín como tendríamos ocasión de comprobar más tarde. Sin duda se trata de una gran pérdida documental para la ciudad pues en ellos debieron de quedar reflejados los bautizos de algunos de los primeros trujillanos que viajaron al Nuevo Mundo, así como algunos de sus descendientes.

Hechas estas advertencias, procedimos entonces a hacer un inventario de toda la documentación estableciendo desde ese momento los fondos, secciones y series por las que se habría de regir la ordenación del archivo. Modelo que, como ya señalamos, exportaríamos más tarde al archivo parroquial de San Martín. Esquemáticamente la jerarquía establecida sería la siguiente:

FONDO – SECCIÓN – SERIE – CAJA – LIBRO, LEGAJO, DOCUMENTO O PIEZA

El fondo hace referencia al conjunto documental procedente de un lugar concreto. Así en el archivo de la parroquia de Santa María podemos hablar de:

  1. Fondo Santa María la Mayor: que agrupa la documentación generada en la propia parroquia.
  2. Fondo Santo Domingo: en el que se reune la documentación que se incorporó al archivo tras la extinción de la parroquia de Santo Domingo.
  3. Fondo Iglesias, ermitas y monasterios: compuesto por varios documentos llegados al archivo desde diferentes centros eclesiásticos de la ciudad, bien por ser sufraganeos de Santa María, bien por motivo de su extinción.
  4. Fondo Cofradías y hermandades: conjunto documental generado, como su propio nombre indica, por las cofradías y hermandades emplazadas o no en la parroquia.
  5. Fondo Cabildo de los Capellanes, en el que se reune toda la documentación procedente de la antigua iglesia de la Sangre, sede del Cabildo de los Capellanes de la Ciudad.

En cuanto a las secciones establecimos únicamente dos:

1.  Sección Sacramental: En ella se agrupan los documentos originados por el párroco durante la administrar de los sacramentos. Se trata de una sección fija, estipulada por los sínodos diocesanos, y que cuenta con cuatro series fundamentales:-  Serie Bautismos.

–  Serie Confirmaciones.

–  Serie Matrimonios.

–  Serie Defunciones.

2.  Sección disciplinar: En ella se reunen los documentos derivados de las gestiones realizadas por el párroco que no atañen a la administración de los sacramentos. Esto es, aquellos documentos en los que queda reflejada trabajo diario de la parroquia en sus funciones administrativas y de gobierno. Este importante cuerpo documental encierra en sí mismo la memoria histórica de la feligresía así como el impacto social y religioso que la parroquia imprime en el cotidiano quehacer de los feligreses.

Esta sección no posee una verdadera homogeneidad en las series documentales debido a que los criterios de los párrocos y de los Sínodos Diocesanos son flexibles. Pese a todo, y como ejemplo, para el caso del fondo Santa María establecimos las siguientes series:

–  Sección Libros de Fábrica (cuentas).

–  Sección Rentas y dotaciones.

–  Sección Censos.

–  Sección Capellanías.

–  Sección Colecturías (misas de difuntos).

–  Sección Títulos (de propiedades).

–  Sección Comunicaciones (correspondencia).

–  Sección Escrituras y testamentos.

–  Sección Inventarios.

–  Sección Libros de Matrícula (censos de parroquianos).

–  Sección Indiferente.

Una vez ordenado e inventariado el archivo, entonces sí, dimos paso a la digitalización de los fondos. Para ello utilizamos un scaner de última generación marca Book2net de iluminación controlada. Estos nos permitió obtener una gran resulución en las imágenes a la vez que se salvaguardaba en todo momento la integridad y conservación de los documentos.

En el caso del archivo parroquial de Santa María la Mayor, se generó una única copia master en formato JPG a 400 ppp, obteniéndose un total de 77.560 imágenes.

Por su parte, en la posterior digitalización del archivo parroquial de San Martín, se generaron tres copias: una como master en formato TIF de alta resolución a 300 ppp destinada a la seguridad del archivo; otra en calidad media y formato JPG a 300 ppp para poner a disposición del investigador en una posible sala de lectura; y una tercera copia a baja resolución, en JPG a 125 ppp por si en alguna ocasión se decidía hacer accesible el archivo a través de internet. En cada una de las versiones se generaron 74.580 imágenes.

 * * *

Tras la digitalización de los mencionados archivos parroquiales, el proceso ha sido suspendido temporalmente. Pese a ello, los fondos generados ya pueden ser consultados: el de Santa María la Mayor en el despacho parroquial de la Calle Zurradores, y el de San Martín en la casa de la Hermandad de la Virgen de la Victoria, a donde ha sido trasladado recientemente desde la iglesia de la Sangre, en donde se había guardado hasta ahora. En ambos lugares se han establecido puestos informático dotados con su correspondiente impresora para facilitar la tarea de los investigadores. Con este mismo afán de facilitar su consulta incluimos, junto a estas líneas, el ínventario de ambos archivos que esperemos sirva de ayuda para quienes deseen conocer más de cerca la historia de la ciudad de Trujillo.

4. INVENTARIO DEL ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTA MARÍA LA MAYOR

1.  Santa María la Mayor (1517-1960)

1.1. Sec. Sacramental (1517-1933)

1.1.1.  Ser. Bautismos (1517-1945)

Lib. 0 (1517-1548) …………………………………………….……. …. Caja 1, lib. 1

Lib. 1 (DESAPARECIDO)……………………………………………… –

Lib. 2 (1600-1682)………………………………………………………. Caja 1, lib. 2

Lib. 3 (1682-1720)………………………………………………………. Caja 1. lib. 3

Lib. 4 (1721-1752)……………………………………………………… Caja 2, lib. 1

Lib. 5 (1752-1809)……………………………………………………… Caja 2, lib. 2

Lib. 6 (1809-1833)……………………………………………………… Caja 3, lib. 1

Lib. 7 (1834-1851)……………………………………………………… Caja 3, lib. 2

Lib. 8 (1852-1856)………………………………………………………. Caja 3, lib. 3

Lib. 9 (1856-1883)…………………………..………………………….  Caja 4, lib. 1

Lib. 10 (1883-1895)………………………..…………………….…….. Caja 4, lib. 2

Lib. 11 (1895-1902) ……………………..……………………….…….. Caja 5, lib. 1

Lib. 12 (1902-1914)……………………..………………………….….. Caja 5, lib. 2

Lib. 13 (1914-1925)…………………..…………………………….….. Caja 6, lib. 1

Lib. 14 (1925-1933)……………………………………………………. Caja 6, lib. 2

Lib. 15 (1933-1940)……………………………………………………. Caja 7, lib. 1

Lib. 16 (1940-1945)……………………………………………………. Caja 7, lib. 2

* Lib. 17 (1945-1951)………………………………………………….. Caja 7, lib. 3

* Lib. 18 (1951-1968)………………………………………………….. Caja 8, lib. 1

* Lib. 19 (1968-1994)………………………………………………….. Caja 8, lib. 2

* Lib. 20 (1994-Hoy)…….…………………………………………….. Caja 9a, lib. 1

1.1.1.1.  ismos de Expósitos (1640-1936)

Lib. 1 (1640-1758)…………………………………………….  Caja 10, lib. 1

Lib. 2 (1758-1789)…………………………………………….  Caja 10, lib. 2

Lib. 3 (1789-1808)…………..………………….……………… Caja 10, lib. 3

Lib. 4 (1809-1859)…………..……….……….……………….. Caja 10, lib. 4

Lib. 5 (1859-1905)…………..…………………………….…… Caja 11, lib. 1

Lib. 6 (1905-1936)…………..…………………………………… Caja 11, lib. 2

1.1.2.  Ser. Defunciones (1583-1963)

Lib. 1 (1583-1642)………….…………..…………………………… Caja 11, lib. 3

Lib. 2 (1645-1735)………………………………….………………. Caja 12, lib. 1

Lib. 3 (1715-1766)…………….…………..………..………………. Caja 12, lib. 2

Lib. 4 (1809-1851)……..……..…………………………….………… Caja 13, lib. 1

Lib. 5 (1852-1860)………………….…………………………………. Caja 13, lib. 2

Lib. 6 (1860-1892)………………..………………………………… Caja 13, lib. 3

Lib. 7 (1892-1906)………………..………………………………… Caja 14, lib. 1

Lib. 8 (1916-1919)…….…….……………………………………… Caja 14, lib. 2

Lib. 9 (1919-1930)….……….……………………………………… Caja 15, lib. 1

Lib. 10 (193-11963)……..….………………………………………. Caja 15, lib. 2

* Lib. 11 (1963-1988…..…………………………………………… Caja 16a, lib. 1

* Lib. 12 (1988-Hoy)……………………………………………….. Caja 16a, lib. 2

1.1.3.  Ser. Matrimonios (1631-1954)

Lib. 1 (1631-1771).…….…….…….………..…………………….… Caja 17, lib. 1

Lib. 2 (1771-1808).……..…….…….……..………………………… Caja 17, lib. 2

Lib. 3. (1809-1852).……..…….…….……..……………………….  Caja 17, lib. 3

Lib. 4 (1852-1874).……..…….…….………………………………. Caja 18, lib.1

Lib. 5 (1874-1917).……..…….…………………………………….  Caja 18, lib. 2

Lib. 6 (1918-1954).……..…..………………………………………. Caja 19, lib. 1

* Lib. 7 (1954-1988)……………..…………………………………. Caja 19, lib. 2

* Lib. 8 (1988- Hoy)..……………….……………………………… Caja 20a, lib. 1

1.1.4.  Ser. Confirmaciones (1634-1806)

Exp. 1 (1634).………….…….……..……………………………….  Caja 21, lib. 1

Exp. 2 (1753-1806)…………………………………………………. Caja 21, lib. 2

* Ex. 3 (1935-1959)……………………………………………….… Caja 21, lib. 2b

1.1.5.  Ser. Índices Sacramentales (1548-Hoy)

1.1.5.1 Índ. Bautismos (1548-Hoy).

Lib. 1. (1548-1852)………………………………………..…..  Caja 21, lib. 3

Lib. 2. (1852-1954)…………………….……………………… Caja 21, lib. 4

Lib. 3. (1935- Hoy)… ………………….……………………..  Caja 21, lib. 5

1.1.5.2.  Difuntos (1852-1998).

Lib. 1. (1852-1998)………………………………….. ………… Caja 22, lib. 1

Lib. 2. (1852-1932)…… ……………………….………………  Caja 22, lib. 2

* Lib. 3. (1999-Hoy)………………..………..……… ……….. Caja 22, lib. 2b

1.1.5.3.  Matrimonios (1852-Hoy).

Lib. 1. (1852-1931)…………………………………….………. Caja 22, lib. 3

1.1.6.  Ser. Sacramental Castrense (1926-1933)

1.1.6.1.  Baut., Matri. y Defun. Lib. único (1926-1933)……….. Caja 23, lib. 1

1.2.Sec. Disciplinar (1528-1960)

1.2.1.  Ser. Rentas y dotaciones (1528-1804)

Lib. 1 (1528-1800)……………………………………………………  Caja 24, lib. 1

Lib. 2 (1670-1742)……………………………………………………  Caja 25, lib. 1

Lib. 3 (1687)……………………………………………………..… Caja 25, lib. 2

Lib. 4a (1720)………………………………………………………. Caja 25, lib. 3

Lib. 4b (1729)…..……………………………………………..…… Caja 26, lib. 1

Lib. 5 (1775-1804)…………………………………………….……  Caja 26, lib. 2

Lib. 6 (1780-1802)……………………………………………….…  Caja 26, lib. 3

Lib. 7 (1778)……………………………………………………..…  Caja 26, lib. 4

1.2.2.  Ser. Cuentas de Fábrica (1543-1965)

Lib. 1. Fábrica (1543-1558)……………..………………………..….   Caja 26, lib. 5

Lib. 2. Fábrica (1559-1583)………………………………..……….    Caja 27, lib. 1

Lib. 3. Fábrica (1583-1625)………….…………………..…………  Caja 28, lib. 1

Lib. 4. Fábrica (1629-1692)…………..……………….……………..   Caja 29, lib. 1

Lib. 5. Fábrica (1691-1729)…………………………………………..   Caja 30, lib. 1

Lib. 6. Fábrica (1731-1755)………………….……………………..  Caja 30, lib. 2

Lib. 7. Fábrica (1756-1773)………………………………………….. Caja 31, lib. 1

Lib. 8a. Fábrica (1774-1793)…………………………………..………. Caja 31, lib. 2

Lib. 8b. Fábrica (1775)…………………………………………….. Caja 31, lib. 3

Lib. 9. Fábrica (1724-1823)……………………………………………………..   Caja 32, lib. 1

Lib. 10. Fábrica (1823-…)…………………………………………………………. Caja 32, lib. 2

Lib. 11. Fábrica (1852-1889)……………………………………………………   Caja 33a, lib. 1

Lib. 12. Fábrica (1889-1965)…………………………………………………….  Caja 33a, lib. 2

Recibos sueltos (1691-1818)…………………………..……………  Caja 33a, lib. 3

1.2.3.  Ser. Capellanías (1560-1908)

Lib. 1 (1560-1646)………………………………………………..… Caja 34, lib. 1

Lib. 2 (1615)……………………………………..…………………. Caja 34, lib. 2

Lib. 3 (1687-1725)…………………………………..……………… Caja 35, lib. 1

Lib. 4 (Índice 1719)………………………………………..……….. Caja 35, lib. 2

Lib. 5 (1726-1775)………….…………………..…………………..  Caja 35, lib. 3

Lib. 6 (1773-1777)…………………………………..………….…..   Caja 36, lib. 1

Lib. 7 (1817-1908)……………………………..……………….…..  Caja 36, lib. 2

Lib. 8. (1833)……………………………………………………….. Caja 37, lib. 1

1.2.4.  Ser. Obras pías (1567-1728)

Lib. 1 (1567-1805)…………………………………………………   Caja 38, lib. 1

Lib. 2 (1588-1643)…………………………………………….……  Caja 38, lib. 2

Lib. 3 (1602-1769)…………………………….……………………  Caja 38, lib. 3

Lib. 4 (1658-1772)………………………………………………….  Caja 39, lib. 1

Lib. 5 (1728)……………………………………………….…….…. Caja 39, lib. 2

1.2.5.  Ser. Libros de escrituras (1581-1765)

–  Libros de heredades de Juana de Torres (1581-1681)

Lib. 1. Títulos de la dehesa de Guadalperalejo (1581)………..……. Caja 40, lib. 1

Lib. 2. Escritura de venta de Magasca (1606)……..….…………….  Caja 40, lib. 2

Lib. 3. Títulos de las casas (1609)………………..………………… Caja 40, lib. 3

Lib. 4. Testamento de Juana Torres (1619-1681)…………………….. Caja 41, lib. 1

Lib. 5.. Títulos de la dehesa de los Hinojosa (1681)………………… Caja 41, lib. 2

Lib. 6. Cuentas de los bienes de Juana Torres (1681)……………… Caja 41, lib. 3

Lib. 7. Libro de cuentas de la hacienda de Alonso de Mendoza (1638)…………………………………………………….. Caja 42, lib. 1

Lib. 8. Bienes que se le adjudicaron a Dª María Clara de Tapia (1652)…………………………………………………………….…  Caja 42, lib. 2

Lib. 9. Escritura de venta de los herederos de Juan Grande (1763)…….………………………………….………………………  Caja 43, lib. 1

Lib. 10. Escritura de compra de la viña de la Polonia (1765)…….…………………………………………………………….. Caja 43, lib. 2

1.2.6.  Ser. Inventarios de bienes (1595-1708)Invent. 1 (1595-1708)………………………………….…………… Caja 44, exp. 1

Invent. 2 (1888)…………………………..…………………………  Caja 44, exp. 2

Invent. 3 (1893)………………………………….……………….….   Caja 44, exp. 3

Invent. 4 (1897)……………..…….…………………………….…..   Caja 44, exp. 4

Invent. 5 (1916)…………………………………………..………….  Caja 44, exp. 5

Invent. 6 (1923)……………………………………………..……….  Caja 44, exp. 6

Invent. 7 (1935)…………… …………….………..………………..   Caja 44, exp. 7

Invent. 8 (1939)………………………………………….…..……..   Caja 44, exp. 8

Invent. 9 (1940)………………………………….……………..….    Caja 44, exp. 9

1.2.7.  Ser. Colecturías (1606-1960)

Lib. 1 (1606-1662)………………………………….………………  Caja 45, lib. 1

Lib. 2 (1662-1743)……………………………………….…………  Caja 46, lib. 1

Lib. 3 (1735-1787)………………………………………………….  Caja 46, lib. 2

Lib. 4 (1765-1804)……………………..……………………..…….  Caja 47, lib. 1

Lib. 5 (1817-1882)…………………………………..……….……..  Caja 47, lib. 2

Lib. 6 (1922-1960)…………………………..………………………  Caja 47, lib. 3

1.2.8.  Ser. Títulos y privilegios (1711-1735)

–  Títulos para la cruz y capa de Santa María (1711-1732)…….……  Caja 47, pieza 4

–  Título de la Casa rectoral de Santa María (1715)…………………  Caja 47, pieza 5

–  Reliquia de Santa Ana (1735)………………….………….………  Caja 47, pieza 6

1.2.9.  Ser. Libros de censos (1716-1778)

Lib. 1 de Censos (1716-1778)…………………………….……..….. Caja 48, lib. 1

1.2.10.  Matrículas (1802-1887)

Exp. 1 (1802)……………………………….………………………. Caja 48, pieza 2

Exp. 2 (1808)…………………….…………..……………………..  Caja 48, pieza 3

Exp. 3 (1820)………….………………………..……………….….  Caja 48, pieza 4

Exp. 4 (1823)……………….………………………………………  Caja 48, pieza 5

Exp. 5 (1824)…………………….…………………………………  Caja 48, pieza 6

Exp. 6 (1826)…….……….………………….……….…….………  Caja 48, pieza 7

Exp. 7 (1827)…….………..………………..………………………  Caja 48, pieza 8

Exp. 8 (1828)…….…………….…………………..………………   Caja 48, pieza 9

Exp. 9 (1829)…….…………………..…………………………..…  Caja 48, pieza 10

Exp. 10 (1830)…….………………………………………………… Caja 48, pieza 11

Exp. 11 (1832)…….………………………………………………… Caja 48, pieza 12

Exp. 12 (1833)…….………………………………..………………  Caja 48, pieza 13

Exp. 13 (1834)…….…..….………………………………………..   Caja 48, pieza 14

Exp. 14 (1835)…………..…………………………………………   Caja 48, pieza 15

Exp. 15 (1836)…….…………..……………………………………  Caja 48, pieza 16

Exp. 16 (1837)…….………………..………………………………  Caja 48, pieza 17

Exp. 17 (1838)…….…………………….…………………………   Caja 48, pieza 18

Exp. 18 (1839)…….…………………………..…….………………  Caja 48, pieza 19

Exp. 19 (1844)…….………………………………..………………  Caja 48, pieza 20

Exp. 20 (1850)…….…………………………..……………….…..   Caja 48, pieza 21

Exp. 21 (1853)…….…………………………..…….……………..   Caja 48, pieza 22

Exp. 22 (1855)…….………………………………………………     Caja 48, pieza 23

Exp. 23 (1875)…….………………………………………..………  Caja 48, pieza 24

Exp. 24 (1876)…….…………………..……………..……..………  Caja 48, pieza 25

Exp. 25 (1878)…….………………………………………………… Caja 48, pieza 26

Exp. 26 (1880)……………………………………….………………  Caja 48, pieza 27

Exp. 27 (1882)…….………………………………………………… Caja 48, pieza 28

Exp. 28 (1886)…….…………………………….………………….. Caja 48, pieza 29

Exp. 29 (1887…………………..……………………..……………. Caja 48, pieza 30

Lib. 1 (1919-1951)….………………………………………..……… Caja 49, lib. 1

Lib. 2 (1930)….….……………………………………..…………… Caja 49, lib. 2

1.2.11.  Circulares (1845-1861)

Lib. único de Circulares (1845-1861)……………………….……..   Caja 49, lib. 3

1.2.12.  Visitas arciprestales (1859-1879)

Lib. único de Visitas (1859-1879)…………………………….……. Caja 50, lib. 1

1.2.13.  Indiferente (1423-1913)

Leg. 1 (1423-1504)………………………………..……………….   Caja 51, capta.. 1

Leg. 1 (1505-1540)………………..…………………………..……  Caja 51, capta.. 2

Leg. 2 (1541-1574).…………..……………………………………   Caja 52, capta.. 1

Leg. 2 (1575-1587)………………….….…………………………     Caja 52, capta.. 2

Leg. 3 (1590-1607)………………………………………..………     Caja 53, capta.. 1

Leg. 3 (1609-1619)…………………….………………..…………   Caja 53, capta.. 2

Leg. 4 (1619-1623).…………………….…………….……………   Caja 54, capta.. 1

Leg. 4 (1623)…………………………………..…………..………    Caja 54, capta.. 2

Leg. 5 (1623-1630)……………….………………….……………     Caja 55, capta.. 1

Leg. 5 (1631-1645)……………………..…………………………     Caja 55, capta.. 2

Leg. 6 (1646-1664).…………………………..….…………..……     Caja 56, capta.. 1

Leg. 6 (1664)……………………….………………..…………….    Caja 56, capta.. 2

Leg. 7 (1665-1682)………………………..……………..…………  Caja 57, capta.. 1

Leg. 7 (1682-1897)…………………………………………………  Caja 57, capta.. 2

Leg. 8 (1701-1719).…………….…………………………..………  Caja 58, capta.. 1

Leg. 8 (1721-1725).………………………………………………… Caja 58, capta.. 2

Leg. 9 (1725-1734).………………………………………………… Caja 59, capta.. 1

Leg. 9 (1734-1745).………………………………………………… Caja 59, capta.. 2

Leg. 10 (1746-1752).……………………………..………………… Caja 60, capta.. 1

Leg. 10 (1753-1764).………………………………..……………… Caja 60, capta.. 2

Leg. 11 (1765-1774).……………………………..………………… Caja 61, capta.. 1

Leg. 11 (1774-1780).………………………..……………………… Caja 61, capta.. 2

Leg. 12 (1782-1789)…………………….……..………………..….. Caja 62, capta.. 1

Leg. 12 (1790-1798)……………………….……………………..… Caja 62, capta.. 2

Leg. 13 (1798-1808).……………………………………………..… Caja 63, capta.. 1

Leg. 13 (1809-1873).……………………………….…….………… Caja 63, capta.. 2

Leg. 14 (1873-1883).……………………………………..………… Caja 64, capta.. 1

Leg. 14 (1883-1913).…………..…………………………………… Caja 64, capta.. 2

2. Fondo parroquia de Santo Domingo (1504-1940)

2.1 Sec. Sacramental (1535-1940)

2.1.1. Ser. Bautismos (1535-1944)

Lib. 1 (1535-1578)……..…………………………………………..…  Caja 65, lib. 1

Lib. 2 (1579-1664)……….…………………………………….…… Caja 65, lib. 2

Lib. 3 (1666-1721).……………..…………………..………………  Caja 66, lib. 1

Lib. 4 (1721-1755).…………………..…………………..…………  Caja 66, lib. 2

Lib. 5 (1755-1768).…………………………………………………  Caja 67, lib. 1

Lib. 6 (1768-1793).………………………………….…..…………   Caja 67, lib. 2

Lib. 7 (1793-1851).…………………………………………………  Caja 68, lib. 1

Lib. 8 (1852-1858).……………………………………….………… Caja 69, lib. 1

Lib. 9 (1858-1869).…………………………….…………………… Caja 69, lib. 2

Lib. 10 (1869-1889).………………………………………………… Caja 69, lib. 3

Lib. 11 (1889-1918).……………………………………………..…  Caja 70, lib. 1

Lib. 12 (1918-1944).……………………………………………..…  Caja 70, lib. 2

2.1.2 Ser. Matrimonios (1564-1906)

Lib. 1 (1564-1625)………………………………………………..… Caja 71, lib. 1

Lib. 2 (1628-1689)…………………………………….……….…… Caja 71, lib. 2

Lib. 3 (1690-1749)……………………………………….…….…… Caja 71, lib. 3

Lib. 4 (1749-1851)…………………………..……………………… Caja 72, lib. 1

Lib. 5 (1852-1860)……………………………………………..…… Caja 72, lib. 2

Lib. 6 (1860-1906)………………………………………….………  Caja 72, lib. 3

2.1.3.  Ser. Defunciones (1594-1937)

Lib. 1 (1594-1617).……………………………….…………………  Caja 73, lib. 1

Lib. 2 (1659-1722).……………………………….…………………  Caja 73, lib. 2

Lib. 3 (1722-1771).…………………………………………….……  Caja 73, lib. 3

Lib. 4 (1772-1851).……………………………………..……….…   Caja 74, lib. 1

Lib. 5 (1852-1859).…………………………………………………  Caja 74, lib. 2

Lib. 6 (1859-1877).…………………………………………..….…   Caja 74, lib. 3

Lib. 7 (1877-1910).……………………………………………….… Caja 74, lib. 4

Lib. 8 (1910-1937) + índices…………………………………….…  Caja 75, lib. 1

2.1.4.  Ser. Índices Sacramentales (1848-1938)

Índ. Difuntos (1848-1938)…………………..……………………… Caja 75 ,lib. 2

2.1.5.  Ser. Hospital de la Inmaculada Concepción (Difuntos 1904-1940)

Lib. 1 Defun. (1904-1909).………………………..………………… Caja 76, lib. 1

Lib. 2 Defun. (1937-1940).……………….………………….……… Caja 76, lib. 2

2.2.Sec. Disciplinar (1504-1848)

2.2.1.  Ser. Cuentas de Fábrica (1791-1848)

– Sueltas ………………………………………….……………..…. Caja 77, capta. 1

2.2.2.  Ser. Escrituras, títulos y testamentos (1504-1846)Leg. 1 (1504-1599)……………………………………………….… Caja 77, capta. 2

Leg. 1 (1603-1629)………………………..……………………..… Caja 77, capta. 3

Leg. 2 (1630-1682)………….……………………….…….……..… Caja 78, capta. 1

Leg. 2 (1685-1697)…………….…………………………..……….. Caja 78, capta. 2

Leg. 2 (1701-1704)……………….……………….……………..… Caja 78, capta. 3

Leg. 3 (1705-1737)………………….………….…………………… Caja 79, capta. 1

Leg. 3 (1755-1788)…………………….…………………………… Caja 79, capta. 2

Leg. 3 (1788-1799)……………………….………………………… Caja 79, capta. 3

Leg. 4 (1800-1805)………………………….……………………… Caja 80, capta. 1

Leg. 4 (1808-1892)……………………………..………….…….… Caja 80, capta. 2

3. Fondo iglesias, ermitas y conventos (1544-1817)

3.1. Sec. Parroquias (1544-1944)

3.1.1. Iglesia de San Martín (1544-1811)……..…………..……….…. Caja 81, exp. 1

3.1.2. Iglesia de San Andrés (1642-1687)…..………………………… Caja 81, exp. 2

3.1.3. Iglesia de la Vera Cruz (1731-1816)…………………………… Caja 81, exp.

3 3.1.4. Iglesia de Santiago (1768-1775)……………………………….. Caja 81, exp. 4

3.1.5. Iglesia de San Francisco (1944)………………………………… Caja 81, exp. 5

3.2. Sec. Ermitas (1722-1817)3.2.1. Ermita de Santa Ana (1722-1817)

Bulas y breves (1722-1723)…………………………………………… Caja 81, exp. 6

Cuentas de Fábrica (1732-1817).………………….………………….. Caja 81, exp. 7

3.3.Sec. Conventos  (1572-1817)

3.3.1.  Convento de San Pedro (1572).……….………………….… Caja 81, exp. 8

3.3.2.  Convento de San Francisco (1720-1815)…………….…… Caja 81, exp. 9

3.3.3.  Convento de las Jerónimas (1758-1805)……………..…… Caja 81, exp. 10

3.3.4.  Convento de la Encarnación (1704-1817)……..……..…… Caja 81, exp. 11

3.3.5. Convento de San Miguel (1797)…………….………………. Caja 81, exp. 12

3.3.6.  Convento de la Merced (1801)…………..………………… Caja 81, exp. 13

3.3.7.  Convento de Santa María (1805-1807………….…………. Caja 81, exp. 14

4. Fondo hermandades y cofradías (1671-1931)

4.1.Sec. Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno (1671-1916)

4.1.1.  Ser. Hermanos (1846-1899).

Lista de Hrnos. de Luz de J. Nazareno (1846-1899)……………. Caja 82, pieza 1

Lista de Hrnos. de paso de J. Nazareno (1846)…………………. Caja 82, pieza 2

4.1.2.  Ser. Acuerdos y concordias (1671-1884)

Contrato y Concordia J. Nazareno. (1671)……………………… Caja 82, pieza 3

Concordia entre hermandades de Trujillo (1805).………………. Caja 82, pieza 4

Lib. Acuerdos J. Nazareno (1846-1884)………………………… Caja 82, pieza 5

4.1.3.  Ser. Cuentas (1826-1916)

Lib. 1 Cuent. J. Nazareno. (1826-1842)………………………… Caja 82, pieza 6 Lib. 2

Cuent. J. Nazareno (1889-1916)…………………………. Caja 82, pieza 7

4.2.Sec. Cofradía del Sto. Sepulcro y de Ntra. Sra. de la Soledad (1738-1931)

4.2.1. Ser. Lib. Hermanos (1738-1758)……..……….……….… Caja 83, capta. 1

4.2.2. Ser. Cuentas (1917-1931)…………….………….……..… Caja 83, capta. 2

4.2.3. Ser. Censos (1704-1713)….………………………..….… Caja 83, capta. 3

4.3.Sec. Pía Unión del Sagrado Corazón (1846-1893)

4.3.1. Ser. Acuerdos (1846-1887)……..………………………… Caja 84, Lib. 1

4.3.2.  Ser. Constituciones (1847-1897)………………..………… Caja 84, lib. 2

4.3.3.  Ser. Inventario de efectos (1847-1893)…………………… Caja 84, lib. 3

4.4.Sec. Conferencia de San Vicente de Paúl (1864-1901)

4.4.1. Ser. Libros de Gastos (1864-1868)

Lib. 1. (1864-1868).…………….……………………..………… Caja 84, lib. 4

Lib. 2. (1864-1868).……………….…….….……………….…… Caja 84, lib. 5

4.4.2. Ser. Discursos (1864-1868)………..…………………..… Caja 85, capta. 1

4.4.3.  Ser. Libros de Actas (1864-1901).

Lib. 1 (1864-1868).……………………..………………..……… Caja 85, capta. 2

Lib. 2 (1896-1901)….…………………..……………………….. Caja 85, capta. 3

4.4.4.  Ser. Libros de Registro (1864-1866)……….…………..… Caja 85, capta. 4

4.4.5.  Ser. Citaciones para Reuniones (1864-1868)………….… Caja 85, capta. 5

4.5. Sec. Cofradía de la Virgen de las Mercedes (1916)

4.5.1. Ser. Títulos (1916)………………………………………… Caja 85, capta. 6

5. Fondo Cabildo de los Capellanes (1461-1841)

5.1.Sec. Indiferente (1461-1841)

Leg. 1 (1461-1514)………………………..…………………..… Caja 86, capta. 1Leg. 1 (1515-1527)…………………………….……..……….… Caja 86, capta. 2

Leg. 2 (1527-1540)…………………………………..…..………….. Caja 87, capta. 1

Leg. 2 (1541-1553)…………………………………….…….……… Caja 87, capta. 2

Leg. 3 (1553-1566)……………………..………………….……….. Caja 88, capta. 1

Leg. 3 (1568-1590)……………………………..………….……….. Caja 88, capta. 2

Leg. 4 (1595-1605)……………………………..………….……….. Caja 89, capta. 1

Leg. 4 (1605-1617)…………..…………………………….……….. Caja 89, capta. 2

Leg. 5 (1619-1628)………………..……………………….……….. Caja 90, capta. 1

Leg. 5 (1628-1633)…………………………..…………….……….. Caja 90, capta. 2

Leg. 6 (1634-1645)………………………..……………….……….. Caja 91, capta. 1

Leg. 6 (1646-1666)…………………..…………………….……….. Caja 91, capta. 2

Leg. 7 (1667-1672)…………..…………………………….……….. Caja 92, capta. 1

Leg. 7 (1673-1682)…………………………..…………….……….. Caja 92, capta. 2

Leg. 8 (1682-1696)………………………..……………….……….. Caja 93, capta. 1

Leg. 8 (1697-1703)………………………..……………….……….. Caja 93, capta. 2

Leg. 9 (1703-1712)……………………………..………….……….. Caja 94, capta. 1

Leg. 9 (1713-1743)…………………..…………………….……….. Caja 94, capta. 2

Leg. 10 (1743-1758)……………………………………….……….. Caja 95, capta. 1

Leg. 10 (1764-1780)……………………………………….……….. Caja 95, capta. 2

Leg. 11 (1781-1809)……………………………..……….……..….. Caja 96, capta. 1

Leg. 11 (1809-1841)……………………..……………….…………  Caja 96, capta. 2

Leg. 11 (Recibos 1702-1834)……………..………………………..  Caja 96, capta. 3

6. INVENTARIO DEL ARCHIVO PARROQUIAL DE SAN MARTÍN

1.  San Martín (1501-2009)
1.1.Sec. Sacramental (1540-2009)
1.1.1.  Ser. Bautismos (1540-Hoy)Índice del lib. 1. (1540-1568)………………………………. …….. Caja 1 Lib. 1Lib. 1 (1540-1568)…………………………..………………. …….. Caja 1, Lib. 2Lib. 2 (1571-1587) …………………………..……..……….……..   Caja 1, Lib. 3* Lib. 3 (….)2……………………………………………….……..     FALTALib. 4 (1612-1634)………………………………………….……..      Caja 2 Lib. 1

Lib. 5 (1634-1654)…………………………….…………….……..   Caja 2 Lib. 2

Lib. 6 (1654-1678)……………..…………………..………. ……..   Caja 3, Lib. 1

Lib. 7 (1678-1701)…………………………………………. ……..   Caja 3, Lib. 2

Lib. 8 (1701-1712) …………………..…….……………….……..     Caja 4, Lib. 1

Lib. 9 (1712-1734) ………………………………………….……..   Caja 4, Lib. 2

Lib. 10 (1734-1754) ……………………….……………….……..     Caja 5, Lib. 1

Lib. 11 (1754-1771…..…………………………….……….……..     Caja 5, Lib. 2

Lib. 12 (1772-1790) ……………………………………….……..      Caja 6, Lib. 1

Lib. 13 (1790-1808) ………………………….…………….……..     Caja 6, Lib. 2

Lib. 13 bis (1809-1816)3 …………..……………………….……..     Caja 7, Lib. 1

Lib. 14 (1816-1829) ………………….…………………….……..     Caja 7, Lib. 2

Lib. 14bis (1829-1849) …..………………………………………..   Caja 7, Lib. 3

Lib. 15 (1850-1851) …………..…………………………….……..   Caja 8, Lib. 1

Lib.16 (1852-1853) ………………………………………….……..   Caja 8, Lib. 2

Lib. 17 (1853-1854) ……………………..………………….……..   Caja 8, Lib. 3

Lib. 18 (1854-1859) ……………………..………………….……..   Caja 8, Lib. 4

Lib. 19 (1859-1867) ………..……………………………….……..   Caja 9, Lib. 1

Lib. 20 (1867-1872) ……………..………………………….……..   Caja 9, Lib. 2

Lib. 21 (1873-1876) …………………………..…………….……..   Caja 10, Lib. 1

Lib. 22 (1876-1890) ……………………..………………….……..   Caja 10, Lib. 2

Lib. 23 (1880-1886) ……………………………..………….……..   Caja 10, Lib. 3

Lib. 24 (1887-1892) ……………..………………………….……..   Caja 11, Lib. 1

Lib. 25 (1892-1897) …………..…………………………….……..   Caja 11, Lib. 2

Lib. 26 (1897-1904) …………………………..…………….……..   Caja 11, Lib. 3

Lib. 27 (1904-1914) …………..…………………………….……..   Caja 12, Lib. 1

Lib. 28 (1914-1922) ……………..…………..……….…….……..     Caja 12, Lib. 2

Lib.29 (1922-1926) ……………..………………………….……..     Caja 12, Lib. 3

Lib. 30 (1926-1930) …………..…………………………….……..   Caja 13, Lib. 1

Lib. 31 (1930-1935) …………………………..…………….……..   Caja 13, Lib. 2

Lib. 32 (1935-1939) ………………………..……………….……..   Caja 13, Lib. 3

Lib. 33 (1939-1944) …………………………..…………….……..   Caja 14, Lib. 1

Lib. 34 (1944-1955) …………………………..…………….……..   Caja 14, Lib. 2

* Lib. 35 (1955-…)………………………………………….……..   Caja 15, Lib. 1

* Lib. 36 (..-1993) ………………………….……………….……..   Caja 15, Lib. 2

1.1.1.1. Ser. Bautismos Expósitos (1852-1892)

Lib. 1 (1852-1892) ………………………..…………….…….. Caja 16, carpt. 1

1.1.2.  Ser. Matrimonios (1586-Hoy )

Lib. 1 (1586-1617)…………………………………..……….……..  Caja 17, Lib. 1

Lib. 2 (1618-1648) ………………………………………….……..   Caja 17, Lib. 2

Lib. 3 (1650-1679)………………..………………………….……..  Caja 17, Lib. 3

Lib. 4 (1679-1743)………..………………….……..………. ……..  Caja 18, Lib. 1

Lib. 5 (1743-1790)……………….………………………….……..   Caja 18, Lib. 2

Lib. 6 (1791-1823)4…………………..…………………….……..     Caja 7, Lib. 1

Lib. 7 (1823-1851)………………………………………….……..     Caja 19, Lib. 1

Lib. 8 (1852-1854)………………………………………….……..     Caja 19, Lib. 2

Lib. 9 (1854-1872)………………………………………….……..     Caja 19, Lib. 3

Lib. 10 (1872-1878) ………………………………………….…….. Caja 19, Lib. 4

Lib. 11 (1878-1886) …………………………..…………….……..   Caja 20, Lib. 1

Lib. 12 (1887-1913) …………………..…………………….……..   Caja 20, Lib. 2

Lib. 13 (1913-1933) …………..…………………………….……..   Caja 20, Lib. 3

Lib. 14 (1933-1949)………………….……………………. ……..     Caja 21, Lib. 1

*Lib. 15 (1949-1974)…………………………..……..……. ……..   Caja 21, Lib. 2

1.1.3.  Ser. Confirmaciones (1612-1919)

Lib. 1. (1612-1673) ………………………………………….……..   Caja 22, Lib. 1

Lib. 2. (1686-1817) ……………..……………..…………….……..  Caja 22, Lib. 1

Lib. 3. (1829-1871) ………………………………………….……..  Caja 22, Lib. 2

*Lib. 4 (1970-1919)…………………………………………. …….. Caja 22, Lib. 3

1.1.4.  Ser. Defunciones (1709-Hoy)

Lib. 1 (1709-1741) …………………………..……………………… Caja 23, Lib. 1

Lib. 2 (1721-1764) …………………………..………………..….      Caja 23, Lib. 2

Lib. 2 bis (1741-1778) ……………………………………..………. Caja 24, Lib. 1

Lib. 3 (1778-1795)…………………………………………..…….     Caja 24, Lib. 2

Lib. 4 (1795-1842)…………………………………………. ……..   Caja 25, Lib. 1

Lib. 5 (1842-1851) ………………………………………….……..   Caja 25, Lib. 2

Lib. 6 (1852-1854) …………………………..……..……….……..   Caja 25, Lib. 3

Lib. 7 (1854-1861) ………………………………………….……..   Caja 26, Lib. 1

Lib. 8 (1862-1868) ………………………………………….……..   Caja 26, Lib. 2

Lib. 9 (1868-1877) ………………………………………….……..   Caja 26, Lib. 3

Lib. 10 (1877-1881) ………………..……………………….……..   Caja 27, Lib. 1

Lib. 11 (1881-1887) …………………………..…………….……..   Caja 27, Lib. 2

Lib. 12 (1887-1895) …………………………..…………….……..   Caja 27, Lib. 3

Lib. 13 (1895-1906) ………………………..……………….……..   Caja 27, Lib. 4

Lib. 14 (1906-1919) ………………………..……………….……..   Caja 28, Lib. 1

Lib. 15 (1919-1926) …………………………..…………….……..   Caja 28, Lib. 2

Lib. 16 (1926-1935) ………………..……………………….……..   Caja 28, Lib. 3

Lib. 17 (1935-1941) ………………..……………………….……..   Caja 29, Lib. 1

Lib. 18 (1941-1950) ………………………..……………….……..   Caja 29, Lib. 2

*Lib. 19 (1950-1983) ……………………………………….……..   Caja 29, Lib. 3

1.1.5.  Ser. Índices Sacramentales

1.1.5.1.  ces de Bautismos  (1830-1933)

Lib. 1. (1829-1897) ……………………………….……..  Caja 30, Lib. 1

Lib. 2. (1830-1892) ……………………………….……..  Caja 30, Lib. 2

Lib. 3. (1873-1897) ……………………………….……..  Caja 30, Lib. 3

Lib. 4. (1930-1933) ……………………………….……..  Caja 30, Lib. 4

1.1.5.2.  ce difuntos (1941-1961)Lib. 1. (1941-1961) …………….……………………………..  Caja 30, Lib. 5

1.2.  Sec. Disciplinar (1501-2009)

1.2.1.  Ser Cuentas de Fábrica (1538-Hoy)

Lib. 1 (1538-1554)……….…………………………………. ……..  Caja 31, Lib. 1

*Lib. 2 (?)…………………………………………………….……..   DESTRUIDO

*Lib. 3 (?)…………………………………………………….……..   DESTRUIDO

Lib. 4 (1719-1768) ………………………………………….……..   Caja 31, Lib. 2

*Lib. 5(?)……………………………..…………..………….……..    DESTRUIDO

Lib. 6 (1808) …………………………..……..……………..……..   Caja 31, Lib. 3

*Lib. 7 (?)…………………………………………………….……..   DESTRUIDO

Lib. 8 (1846-1860)………….……………………………….……..   Caja 32, Lib. 1

Lib. 9 (1852-1884)………………………………………….……..     Caja 32, Lib. 2

Lib. 10 (1985-1947)…………..……………………………. ……..   Caja 32, Lib. 3

Lib. 11 (1948-1957)………………………………………….……..  Caja 32, Lib. 4

Lib. 12 (1949-1970)………………………………………….……..  Caja 33, Lib. 1

Lib. 13 (1957-1969)……………………………………………..….. Caja 33, Lib. 2

– Leg. 1 (1848-1969)………………………………………………..  Caja 33, Pieza 3

–  Leg. 2 Cuentas de las Jornadas de la Santísima Virgen de la Victoria (1921-1922)………………..…………….….. ……..   Caja 34, Pieza. 1

–  Leg. 2 Cuentas del Bulto de la Sagrada Familia (1936-48)……… Caja 34, Pieza 2

–  Leg. 2 Cuentas de la Capilla de la Virgen del Pilar (1937-1948).. Caja 34, Pieza 3

* Leg. 2 (1996-1998)..…………………………………………………. Caja 34, Pzas 4-6

*,Leg. 3 (1999-2001) ..………………………………………………. Caja 35, Pzas 1-3

* Leg. 4 (2002-2003)..………………………………………………. Caja 36a, Pzas 1-3

1.2.2.  Ser. Rentas, capellanías y memorias (1568-1947)

Lib. 1 (1568-1633)………………………………………………..… Caja 37, Lib. 1

Lib 2 (16…-16…)………………………………………………. DESAPARECIDO

Lib 3 (1687-1859)…………………………………………………… Caja 38, Lib. 1

Lib. 4 (1729-1774)…………………………………………………..  Caja 38, Lib. 2

Lib. 5 (1729-1751)…………………………………………………..  Caja 39, carpt. 1

Lib. 6 (1729-1773)………………………………………………….. Caja 40, carpt. 1

Lib. 7 (1744-1810)………………………………………………….. Caja 40, carpt. 2

Lib. 8 (1847-1947)………..………………………………….……..  Caja 40, carpt. 3

1.2.3.  Ser. Colecturías, misas y testamentos (1572-1735)

Lib. 1 (1572-1590)…………………………………………………… Caja 41, carpt. 1

Lib. 2 (1592-1606)………….……………………….………………… Caja 41, carpt.

2 Lib. 3 (1610-1631)………….…………………………………..……  DESTRUIDO

Lib. 4 (1631-1661?)………………..……………………………….. Caja 42, carpt. 1

Lib. 5 (1685-1854)………………………………………………….  Caja 42, carpt. 2

Lib. 6 (1703-1716)…………………………….……………………. Caja 43, carpt. 1

Lib. 7 (1730-1735)………………………………….………………. Caja 43, carpt. 2

1.2.4.  Ser. Comunicaciones del obispado, arciprestazgo y otros (1805-1920)

Leg. 1. (1805-1833)………………………………………………..   Caja, 44 carpt. 1

Leg. 1. (1835-1851)………………………………………………..   Caja, 44 carpt. 2

Leg. 1. (1852)……………………………………………….……..    Caja, 44 carpt. 3

Leg. 2. (1853-1855)………………………………………………..   Caja, 45 carpt. 1

Leg. 2. (1856-1863)………………………………………………..   Caja, 45 carpt. 2

Leg. 2. (1864-1871)………………………………………………..   Caja, 45 carpt. 3

Leg. 3. (1872-1983)………………………………………….……..  Caja, 46 carpt. 1

Leg. 3. (1884-1898)………………………………………….……..  Caja, 46 carpt. 2

Leg. 3. (1900-1967)………………………………………….……..  Caja, 46 carpt. 3

1.2.5.  Ser. Comisión de Dotación de Culto y Clero (1842-1851)

Cuentas (1842-1851)………………………………………………..  Caja, 47 carpt. 1

1.2.6. Ser.  Inventarios (1849-2009)

Leg 1. (1849)……………………………………………..…………  Caja, 47 carpt. 2

Leg 2. (1851)……………………………………………..…………  Caja, 47 carpt. 2

Leg. 3 (1908)…………………………………………..……………  Caja, 47 carpt. 2

Leg 4. (1981)………………………………………..………………  Caja, 47 carpt. 2

Leg 5. (1999)……………………………………….……………….  Caja, 47 carpt. 2

Leg 6. (2009)……………………………………….……………….  Caja, 47 carpt. 2

1.2.7.  Ser. Cabildo de los Capellanes (1887)

Estatutos (1887)…………………………………………………….  Caja, 47 carpt. 3

1.2.8.  Ser. Libros de Matrícula y Padrón de la iglesia de San Marín y de su filial Santiago (c. 1890-1935)

Lib. 1 (c. 1890)……………………………………………………… Caja, 47 carpt. 4

Lib. 2 (1916)..……………………………………………………… Caja, 47 carpt. 4

Lib. 3 (1922).……………………………………………………….. Caja, 47 carpt. 4

Lib. 4. (1935)……………………………………………………..… Caja, 47 carpt. 4

1.2.9.  Ser.  Memoria Parroquial de Misas (1922-1960)

Lib. 1. (1922-1960)..………………………………………………..  Caja, 47 carpt. 5

1.2.10.  Casa Rectoral (1925-1959)

Lib. 1. (1925-1959)……………………………………….………… Caja, 48 carpt. 1

* Sueltas (1925-1959)………………………………………………  Caja, 48 carpt. 1

1.2.11.  Cuestionarios del Obispado de Plasencia (1927 y 1951)

Cuestionario 1 (1927)……………………………………………….. Caja, 48 carpt. 2

Cuestionario 2 (1951)…………………………………….………… Caja, 48 carpt. 2

1.2.12.  Apostolado, congregaciones y fiestas (1929-1954)

Lib. Cuentas del Santísimo Cristo de la Agonía (1924-1954) ………………………………………………..…Caja, 48 carpt. 3

Lib. Cuentas de la tesorería del Apostolado de la Oración (1929-1948)………….………………………………….. Caja, 48 carpt. 3

Lib. Congregación de la Doctrina Cristiana (1932-1947)…………… Caja, 48 carpt. 3

Lib. Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús (1947-1949)…………….. Caja, 48 carpt. 4

1.2.13.  Libros de Cultos (1929-1954)

Lib. 1. Cultos (1929-1954)………………………………….….…… Caja, 49 lib. 1

Lib. 2. Misas de Cofradías (1949)…………………………….……. Caja, 49 lib. 2

1.2.14.  Junta Arciprestal de Trujillo (1932-1938)

Lib. Actas (1932)..………………………………………………….. Caja, 49 lib. 3

Suscripciones y colectas (1932-1938)………………………..…….. Caja, 49 lib. 4

1.2.15.  Junta Parroquial pro Culto y Clero (1932-1940)

Lib. 1. Constituciones (1932)………….…………………………….. Caja, 49 lib. 5

Lib. 2. Ingresos y gastos (1932-1939).….…………………..……… Caja, 49 lib. 6

Lib. 3. Cuentas (1932-1939)………………………………………… Caja, 49 lib. 7

Lib. 4. Correspondencia (1933-1940)…………………………….… Caja, 49 pieza. 8

Lib. 5. Suscriptores (1938)………………………..………….……. Caja, 49 lib. 9

1.2.16.  Expedientes Matrimoniales (1837-1980)

*Leg. 1 (1837-1860)….…………………………………………….….  s/n

*Leg. 2 (1860-1872)………………..…………….…………………….  s/n

*Leg. 3 (1873-1879)…..……………………………………………   s/n

*Leg. 4 (1880-1892)..………………….…………….………………   s/n

*Leg. 5 (1893-1900)..…………………………………………………  s/n

*Leg. 6 (1901-1904)..………………………………..………………   s/n

*Leg. 7 (1905-1907)..…………………..……………………………   s/n

*Leg. 8 ( 1908-1912)..…………….…………………………………   s/n

*Leg. 9 (1913-1916)..…………..……………………………………   s/n

*Leg. 10 (1917-1921)………………..…….…………………………  s/n

*Leg. 11 (1922-1925)….………………………………………………  s/n

*Leg. 12 (1926-1929)…………………………………………………   s/n

*Leg. 13 (1930-1937)…………………………………………………   s/n

*Leg. 14 (1938-1942)…….………………….…………………………  s/n

*Leg. 15 (1943-1946)……………………………….…………………   s/n

*Leg. 16 (1947-1954)…….……………………………………………   s/n

*Leg. 17 (1955-1962)…………………………………………..……   s/n

*Leg. 18 (1963-1972)……………….………………………………     s/n

*Leg. 19 (1973-1979)…………………….…………………………     s/n

*Leg. 20 (1980-…).…………………………….……………………   s/n

1.2.17.   Libros de Misas por intenciones particulares (1956-1960)

Lib. 1. Misas (1956-1960) …………………….………..………..…  Caja, 49 lib. 10

1.2.18.  Correspondencia, publicidad y otros (s. XX)

*Correspondencia de la parroquia de San Martín (varias fechas)…..…………………………………………………… Caja, 50 carpt. 1

*Cartas, oficios y documentos de don Mariano Duprado (varias fechas)…………………………………………………..……  Caja, 50 carpt. 2

*Publicidad parroquial…………………………..…………………… Caja, 50 carpt. 3

1.2.19.  Planos y dibujos (s. XX)

Dibujos de la imagen de la Virgen del Pilar y de su peana (s.f.)…………….……………………..………..……  Caja, 50 carpt. 4

1.2.20.  Indiferente (1501-1969)

Leg. 1. (1501-1590)…………………………………………..…..… Caja 51, carpt. 1

Leg. 1. (1590-1611)………………………………………….…..…  Caja 51, carpt. 2

Leg. 2. (1615-1630)…………………………………………………  Caja 52, carpt. 1

Leg. 2. (1630-1636)…….………………………………………..…  Caja 52, carpt. 2

Leg. 3. (1637-1677)……….……………………………………..…  Caja 53, carpt. 1

Leg. 3. (1679-1688)………….…………………………………..…  Caja 53, carpt. 2

Leg. 4. (1689-1702)…………….………………………………..…  Caja 54, carpt. 1

Leg. 4. (1702-1726)……………….……………………………..…  Caja 54, carpt. 2

Leg. 5. (1727-1733)………………….…………………………..…  Caja 55, carpt. 1

Leg. 5. (1735-1743)…………………….………………………..…  Caja 55, carpt. 2

Leg. 6. (1745-1754)……………………….……………………..…  Caja 56, carpt. 1

Leg. 6. (1756-1779)………………………….…………………..…   Caja 56, carpt. 2

Leg. 7. (1785-1789)…………………………….………………..…  Caja 57, carpt. 1

Leg. 7. (1790-1821)……………………………….…………..……  Caja 57, carpt. 2

Leg. 8. (1826-1883)………………………………….…………..…  Caja 58, carpt. 1

Leg. 8. (1884-1969)………………………………………………… Caja 58, carpt. 2

1.2.21.  rales

Cantoral pequeño………………………………..…………  s/c

 

… debido a lo extenso de este artículo, se ha procedido a continuar en otro articulo, pinche en el enlace para continuar la visualizacion.

http://www.chdetrujillo.com/la-digitalizacion-de-los-archivos-parroquiales-de-trujillo-proyecto-e-indices-2a-parte/

Oct 012003
 

Gregorio Carrasco Montero.

AQUELLOS PASTORES TAMBIÉN TENÍAN PROGRAMAS

Estamos en tiempos de vendavales desatados y fuertes corrientes subterráneas de anticlericalismos envenenados en medios de comunicación. A veces se dan hechos ciertos. No más que en otros segmentos de la sociedad. Aunque ¡eso sí! los abultan cuando se trata de clérigos.

En otras ocasiones, y van siendo muchas, se vuelven a levantar tinglados de antiguas farsas sobre meras sospechas o calumnias. De todo ello siempre queda algo. Sin embargo, el tema no es reciente. El S. XIX estuvo, especialmente en la segunda mitad, bastante revuelto en materias, injusticias y tendencias del mismo cariz.

Suerte tuvo la diócesis cauriense al ser pastoreada por pastores de talla, eminentemente pastores prácticos y llegando a la raíz de los males.

Uno de ellos Fray Pedro Núñez Pernía. Había nacido en Benavente (Zamora) el 1 de agosto de 1810, siendo sus progenitores los Marqueses de los Salados. Ingresó y profesó en el celebérrimo monasterio de San Juan de Sahagún. Exclaustraciones y desamortizaciones deshicieron la floreciente comunidad. Como en otros casos se perpetró un desastre espiritual, un asesinato artístico y una destrucción histórica y cultural.

El monje Fray Pedro – nunca dejó de usar el Fray – se encuadró en la diócesis vallisoletana iniciando en ella su trabajo pastoral en el mundo rural castellano. Más tarde, y sucesivamente, ocupó sillas corales en las catedrales de Menorca, Barcelona, Toledo, silla abacial de la Colegiata de Jerez de la Frontera. Volvió a Toledo como Dignidad de Arcediano en la Catedral Primada.

Elegido obispo de Coria el 24 de septiembre de 1868 llegaría a la sede el 13 de marzo de 1869. Fray Pedro, ya en la diócesis, vivió la situación de acoso a la Iglesia. Sintió como propios los ataques y agresiones morales contra Pío IX. Sufrió las consecuencias en España de la Revolución de 1868, que se llevó por delante a Isabel II.

Iluminó al pueblo con pastorales sobre el jubileo proclamado por aquel papa y con otras, anunció el gran acontecimiento del Concilio Vaticano I al que asistiría, no obstante sus achaques.

Otras muchas pastorales fueron orientadoras de mentes y conciencias animando a sacerdotes y cristianos, conocedores y sufridores de los ataques al Papa y a la Santa Madre Iglesia.

Otro obispo de esta época, aunque de cortísimo pontificado, pero santo y eficaz, dejó marca, memoria y perfume de santidad, Beato Marcelo Spínola. Por unas u otras razones había que prestar atención al mundo de la enseñanza. Y aportó ayuda y remedio al deficiente y caótico tema, por aquel entonces, fundando las Esclavas Concepcionistas en la capital diocesana.

Otro pontificado que marcó a los sacerdotes y por ellos al pueblo, por largo y práctico, fue el del Excmo. D. Ramón Peris Mencheta, 1894 -1920. Pontificado reivindicador porque hasta él llegaron, con efectos retardados, problemas y desaguisados de todo tipo originados por las repetidas exclaustraciones y desamortizaciones: El Palancar, Real Monasterio de Guadalupe.

Ante la situación social de la mayoría de sus fieles, atrapados en la usura reinante, especialmente en los pueblos, con otros laicos católicos fundó la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres. Estimuló a los sacerdotes para crear un los pueblos los Sindicatos Católicos Obreros, etc.

Todo eso, y muchas cosas más, no fue óbice para desarrollar una auténtica y amplísima labor religiosa con los seminaristas, sacerdotes y laicos. Divulgó en la diócesis la Devoción al Corazón de Jesús, Eucaristía para intensificar la comunión frecuente, etc…

Así, por las semillas sembradas, la diócesis pudo contar con un póquer de ases envidiables, preparadísimos, entregados al estudio y a la pastoral del momento, cultivando muchos de ellos la poesía, historia, oratoria de altos vuelos, música, etc. Sería interminable la lista y sólo aportamos algunos nombres: Santiago Gaspar, Escobar Prieto, Simón Herrera, Cruz López, Rocha Pizarro, etc.

ESTE ERA UNO DE ELLOS

En Arroyo del Puerco – aún no se había cambiado el genitivo de pertenencia – nació un futuro seminarista y sacerdote llamado Carlos Mercedes Barriga Barriga, el 24 de septiembre de 1854, día de la Merced.

Por entonces, aproximadamente dos años, regía la diócesis cauriense el obispo iniciador de la publicación del Boletín Eclesiástico del Obispado, Excmo. D. Antonio María Sánchez Cid y Carrascal. En dicho boletín, desde seminarista, aparecía frecuentemente el nombre de este arroyano: por las notas de su brillante expediente académico, por las ordenaciones recibidas, premios obtenidos, destinos desempeñados, etc.

Las que podíamos llamar investigaciones de campo que sobre él realizamos en su villa natal han sido pocas. No viven familiares ni personas que contactaran con ellos. Las poquísimas noticias gozan de total imprecisión. Por cierto, pude oír de un profesor jubilado que en dicha villa la mayoría no sabían quien era D. Carlos, pues, habrían quitado ya la rotulación de la calle a él dedicada. Serían avatares de la política y no de los valores que poseyera este presbítero arroyano. Hasta el punto de ser conocido como el cura sabio. Apelativo y calle demuestran que sus paisanos de entonces sí lo sabían y lo valoraban rindiéndole con ambas cosas un homenaje.

ALGUNOS PASOS DE DON CARLOS

Sin pretender con este trabajo una biografía del sacerdote, objeto del mismo, ofrecemos algunos pasos dados por él y eficaces acciones realizadas.

Desde que empiezan su función los seminarios acordados en el Concilio de Trento, de ahí que se hayan conocido como tridentinos, para la formación de los futuros sacerdotes, lo ordinario era ingresar en ellos entre los 10 y 12 años. Iniciaban estudios de Latín y Humanidades exigidos en la Ratio Studiorum, igual o muy parecida en todos ellos.

En el de Coria estaría nuestro arroyano con otros muchachos de la diócesis. Destacaría pronto en las clases. Su expediente académico lo certifica. En estos centros en los que la disciplina era básica junto con la formación espiritual, humana e intelectual hacían surgir hombres muy bien cultivados y completos. La formación la impulsaban obispos imprimiendo cada uno un determinado estilo. En el largo camino quedaban algunos. Por la formación recibida triunfaban en la sociedad y en cargo civiles. Otros llegaban a la cima de la carrera eclesiástica. Ordenados de sacerdotes servían a la diócesis en los puestos confiados. En esos tajos de actuación ministerial aparecían, y siguen apareciendo, hombres de enorme personalidad y entrega a favor de la sociedad. En la inmensa mayoría de los casos sin reconocimiento por parte de los pueblos a los que sirvieron.

D. Carlos Mercedes Barriga Barriga, “hijo de Vicente Barriga Gómez y Lorenza Barriga Tejado, que fue bautizado en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. María de la Asunción, única de esta villa de Arroyo del Puerco el 27 del mes de septiembre 1854”. Ese día nació para Dios el que físicamente lo había hecho ya el día 24 del mismo mes y año, día de Ntra. Sra. de la Merced. Según las notas que hemos podido ver en los boletines eclesiásticos del obispado a los 23 años, cumplidos los requisitos exigidos, comenzaba a dar pasos hacia el sacerdocio.

Los anuncios de órdenes y pequeñas crónicas de las administradas con relación nominal de los que las habían recibido presentan bastantes equivocaciones y erratas de bulto, como señalar en los días 23y 24 de septiembre las témporas de cuaresma. Creemos que serían 23 y 24 de marzo, tiempo de cuaresma, de 1877 cuando Carlos Mercedes recibió la llamada Primera Clerical Tonsura y las conocidas, hasta después del Concilio Vaticano II, como Órdenes Menores. Le fueron administradas en el oratorio del Palacio Episcopal de Coria por el obispo Fray Pedro Núñez Pernía.

Según las crónicas aludidas recibió todas las Órdenes Sagradas en el mismo año 1877. El Subdiaconado ha sido eliminado y a las Menores se les llama, simplemente, Ministerios después de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio citado.

Dejando a un lado el lío de fechas y témporas, que sólo se podría resolver teniendo acceso a los expedientes de Ordenes, aunque esto no suponga nada en contrario de su personalidad.

Destaca su preocupación por aplicar sufragios por los sacerdotes difuntos, ingresando de inmediato en la Hermandad de Sufragios, creada y existente en la diócesis. Cada sacerdote se comprometía a aplicar una misa por el difunto.

NOTICIAS DE D. CARLOS EN OTRA VILLA QUE LE CAUTIVÓ

Indicamos ya que no pretendemos hacer una biografía. Y menos exhaustiva. Sólo dejar constancia en estos XXXII Coloquios Históricos de Extremadura de la existencia de un sacerdote extremeño, que desde le ejercicio de su ministerio y compartiendo los bienes espirituales e intelectuales de que había sido dotado, hizo bien a la economía de labradores y jornaleros, a la cultura, a los pobres, a las almas…

Dª. Ascensión Vivas Salgado, hija del que fuera joven amanuense del cura que vivía en permanente estado de ceguera, D. Martín Vivas Chaparro, me ha facilitado datos y noticias referidos por su padre en multitud de ocasiones, así como fotografía del dicho sacerdote. De todo ello hacemos tres apartados con numerados comentarios.

A) Gran Orador Sagrado

  1. El primer comentario que consigno tiene referencia a la Virgen de la Montaña. Era en su época, cuando la imagen de indicada advocación no descendía desde su santuario todos los años, él era predicador habitual del novenario en la hoy Concatedral de Santa María y en aquellos años Iglesia Arciprestal de Cáceres.
    Un abuelo de la informante le trasladaba en caballo desde Las Brozas hasta Cáceres. Por inquietudes sociales estaba muy unido a la familia Leal hospedándose en casa de D. León Leal, o la del hermano de éste, D. Fernando Leal. Al terminar el novenario el abuelo Juan Vivas Marchena volvía a Cáceres para acompañarlo en el regreso a la villa brocense.
  2. Buen improvisador, como se deduce de lo siguiente, aunque la informante no haya podido concretarme datos para este comentario. Ante la llegada de un personaje –¿quién? ¿para qué?– en el Ayuntamiento de Brozas se ha organizado un acto. Imagino, que ya para la respuesta, ya para ambientación, se necesitaba alguien –¿falló el que estuviera designado?– y se buscó al cura ciego. Se encontraba de paseo por la ermita de la Soledad. Se lo comunican allí y durante el trayecto hasta la Casa Consistorial fue preparando su improvisación. Según ha oído mi informante llamó poderosamente la atención el discurso de D. Carlos.

B) Sacerdote comprometido con el Mundo Rural (Aunque no estuviera institucionalizado el Apostolado Rural).

1º) Acción Social

Habría que haber conocido la situación real de ese mundo que formaban los hombres del campo y el no menos complejo de la ganadería. Entonces no existían ayudas estatales, menos Comunitarias, a olivos, vacas y otras especies vegetales y ganaderas.

Eran tiempos del obispo D. Ramón Peris Mencheta. A mi juicio el más comprometido con esta tierra durante el S. XX y por eso el más reivindicador de todo lo extremeño.

Los que hemos vivido los coletazos de los cincuenta y década completa de los sesenta hasta comenzar las obras de la construcción del pantano de Alcántara, con que se produjeron, por centenares, los desertores del arado, podemos imaginar un poco las situaciones anteriores.

En medio de las vicisitudes de indicadas situaciones, muy negativas, el cura ciego, el cura sabio hizo en Las Brozas una campaña, de persona a persona, tratando de convencer a los labradores, ganaderos y adláteres de los beneficios que les aportaría la fundación de un Sindicato Católico de Crédito Agrícola. Meta a la que consiguió llegar. En crónica que puede leerse en el Boletín Oficial del Obispado páginas 102 -104 del tomo 1907 -1908, se dice, entre otras cosas: “Muy de aplaudir es, el entusiasmo con que la villa de Brozas ha acogido las indicaciones y trabajos del Sacerdote de aquel pueblo, D. Carlos Barriga y sus cooperadores para la fundación de esta Sociedad de la que con el favor de Dios tantos provechos se esperan”. “Bien por Brozas ¡y viva el Sindicato Católico de Crédito Agrícola de Brozas! que es muy de desear encuentre en esta diócesis muchos pueblos en los que se establezca”.

A continuación de la citada crónica, en el mismo Boletín aparece una carta dirigida al Obispo Peris Mencheta de los párrocos de ambas parroquias en la que se encuentra este siguiente párrafo: “Al dar a V.E. cuenta de tan grato suceso, que sin duda alguna ha de contribuir al desarrollo moral y material de este pueblo rogamos a V.E.I. se digne bendecir esta obra y con especialidad a D. Carlos Barriga, principal iniciador y organizador, el que nos encarga encarecidamente hagamos presente a V.E. que si él no escribe directamente a V.E. es por falta de vista y que tenga V.E. esta por suya. B. E.A.P. de V.E.I. sus humildes súbditos: Ángel Perianes Olmedo – Avelino Sánchez Bermejo. Párroco de Santa María el primero y de los Mártires el segundo.

2º) Ayuda moral: Consejos y orientaciones

Su labor diaria, el boca a boca pastoral, aprovechando visitas a los enfermos, encuentros en las calles, sembrando semillas en la academia que dirigió, buscando y trayendo conferenciantes, etc, todo servía para crear inquietudes. Así cristalizaron las obras reseñadas. Además como veremos más largamente en el siguiente apartado, aunque ya lo hemos apuntado, con el deseo de alumbrar nuevos horizontes en los jóvenes, a pesar de esa ceguera, tantas veces repetida, fundó una academia. Nos gustaría tener más datos para saber de su funcionamiento y frutos de la misma.

C) Su Vasta Cultura la Compartía con EL PUEBLO

Creo que es el momento oportuno de indicar el por qué de la presencia en Brozas de este sacerdote arroyano de nacimiento y brocense de deseo. Y es sorprendente que tenga que añadir que las desconozco. Lo cierto es que cuando definitivamente perdió la vista estableció su residencia en la Villa de la Encomienda Mayor. ¿Fue en ella donde tuvo su primer servicio a la diócesis? ¿Se vino a este pueblo al ir perdiendo progresivamente la vista? Ciertamente fue ilustre profesor del seminario varios años. Sea de ello lo que fuere, tenemos esto:

1º) El 16 de julio de 1880, en el Boletín Eclesiástico del Obispado, Nº 248, pág. 468, aparece la aprobación de las Constituciones del Cabildo Eclesiástico de Brozas. Estos cabildos, en esta villa y en otras de la jurisdicción, fueron establecidos por la Orden de Alcántara. Esa aprobación ¿fue intento de que superviviera después de ejecución de la Bula Quo Gravius que anulaba las Órdenes Militares?

D. Carlos fue miembro de dicho Cabildo cuya elección e ingreso encontramos en el libro 6 del mismo, Fol. 256 vto. y que sintetizamos, pero seguimos preguntándonos por qué él estaba ya allí, ¿poseyó alguna capellanía o algo parecido? A la pregunta, o preguntas, aportamos, de momento:

2º) En el libro 6º, Fol. 256 Vto., al margen, dice: “Entrada del Presbítero D. Carlos Barriga y Barriga en el Cavildo (sic.), y otros particulares”.

Sigue el acta del 7 de mayo de 1899 de la que entresacamos y entrecomillamos algunas cosas de las reseñadas. “D. Ángel Perianes Olmedo, presidente del Cavildo (sic.), expuso la necesidad de dar entrada en el Cavildo a D. Carlos”. ¿Razón? Los pocos capitulares existentes en las fechas referidas.

Expresa dicho presidente “ que siempre que dicho señor aceptara gustoso el cargo; eliminándole de pagar cuota de entrada que nuestras ordenanzas exigen; y de dejar las utilidades del medio año en beneficio de la Corporación para cobrar sus herederos después de su fallecimiento; fue aceptado todo por unanimidad; rogando al señor D. Carlos que aceptara dicho cargo con atención a las razones expuestas y para el culto a Dios, teniendo el gusto los señores Capitulares de oír la conformidad de indicado señor, dándole por ello las gracias, tomando posesión en el mismo acto con la solemnidad acostumbrada”.

Lo que sí podemos aducir es lo que él mismo dice en el Prólogo que, personalmente dictó, para el libro “Hijos Ilustres de la Villa de Brozas”, que se ha repetido en las tres ediciones del libro anteriormente citado y fechado el 12 de mayo de 1901. La cita, a mi juicio, es reveladora: “La gratitud de que a este pueblo soy deudor por las inequívocas muestras de respeto y consideración con que me han honrado y el tierno afecto que le profeso, encendieron en mí el deseo de contribuir a su mejoramiento en la medida de mis escasas fuerzas y afectos, aproveché cuantas ocasiones oportunas se me ofrecieron para verter desde el púlpito y en mis conversaciones particulares ideas encaminadas al fomento del bienestar moral y material de la población…”. Por ello lo primero que hizo:

1º) Fundar una academia y dirigirla.

Señala él la decadencia de la villa brocense iniciada cuando concluía la primera mitad del S.XIX. Lo constató y denunció razonadamente como lo expresó en el referido prólogo. Esto se está palpando en la actualidad, aunque en la segunda y tercera edición se recojan las siguientes palabras del Sr. Conde de Canilleros, que en la práctica daba como ciertas sus ensoñaciones: “El prólogo que D. Carlos Barriga puso a la primera edición de este libro, triste es reconocerlo, era francamente derrotista. Brozas aparece en sus páginas decadente, hundido, sin posibles horizontes de prosperidad y cultura. Tras las descripciones de tono sombrío sobre un presente angustioso y un porvenir sin esperanzas, coloca estos comentarios: “Tal es en nuestros días la poco envidiable situación de esta infortunada villa, antes tan rica y floreciente. Nada queda de su pasada grandeza”. A esto apostilla el Sr. Conde: “yo no puedo compartir su criterio, ni puede compartirlo nadie que conozca esta localidad, cuyo nombre sigue pronunciándose hoy con admiración y respeto”.

El que suscribe lo comparte en toda su extensión. Refutar lo que dice el Sr. Canilleros me daría suficiente materia para hacer un libro como el de los Hijos Ilustres de Brozas. Baste, para terminar, decir que hoy tiene menos de la mitad de la población existente cuando vivía el cura ciego y el mismo Sr. Conde. ¿De cultura?… pues ni siquiera se le ha concedido centro de la ESO. ¿Qué diría ahora D. Miguel Muñoz de San Pedro?

El cura ciego, que no erró en su análisis de la situación, quiso poner remedio y creyó que era bueno compartir sus conocimientos. No sé cómo sería la experiencia de lo que todos llamaron academia. Si sólo actuaba él o con la ayuda de algún profesional de la enseñanza. Lo que sí he comprobado es que la existencia de citada academia la relacionan y siempre con el cura ciego. ¿Qué amplitud tuvo? Lo ignoro. Ni han podido informarme. Imagino que sería preparación de muchachos para ir a Cáceres a examinarse del grado, como entonces se decía.

2º) Se le debe la publicación de los “Hijos Ilustres de Brozas”.

La tercera edición del mismo ha salido en 1.995. El cura sabio, ciego como estaba, conocedor del elenco de hombres ilustres, nacidos y salidos de este pueblo, movió los hilos que pudo para que se diesen a conocer. Para ello:

  1. Se presentó, dice D. Carlos, “en las Casas Consistoriales” el 27 de enero de 1.896, cuando se celebraba una sesión ordinaria. Pretendía que calles y plazas se rotulasen con los nombres de tales hijos, que los tenía en gran número la dicha Villa de Las Brozas.
  2. Debió exponerlo con tal ardor que los ediles, además, acuerdan: a) que deben figurar todos los ilustres nombres en el salón de sesiones; b) adquirir retratos de Frey Nicolás de Obando y de Francisco Sánchez de Las Brozas. El Brocense; c) colocar una lápida de mármol en la casa natal del Catedrático de Salamanca; d) añade que se le ocurrió una idea felicísima al Jurisconsulto y Regidor Síndico, D. Martín López y era que se escribiese un libro que recogiese las más amplias biografías posibles de los ilustres hijo, para que las pudiesen conocer todos los brocenses.
  3. Como consecuencia de todo lo anterior el cura ciego se encargó de gestionar, en nombre de la Corporación, que lo llevase a término el Ilmo. Sr. D. Eugenio Escobar Prieto, que había sido Dignidad de Arcipreste de la Catedral de Coria y era en aquel momento Deán de la Catedral Placentina. Este sacerdote e historiador aceptó complacido por la gran amistad que le unía al tan repetido cura ciego.

AL CURA CIEGO LE LLEGÓ LA MUERTE

En el mismo libro 6º se encuentran varias actas que recogen los cargos desempeñados, a pesar de la ceguera que le limitaba. Y, claro está, recoge su muerte ocurrida en kalendas en las que se hinchaban, cada vez más, las campañas anticlericales que, incluso iban oliendo a pólvora.

Del acta capitular tomamos lo siguiente; “falleció a las 8 de la mañana del día 10 de julio del año 1931, el presbítero agregado a la de Sta. María, D. Carlos Barriga y Barriga, a los 77 años de edad. Se le hicieron los funerales que dispone el acuerdo del Cabildo y se encargaron a los Sres. Capitulares del Cabildo las cuatro misas que disponen las Ordenanzas”.

Además de lo referido en el acta capitular sobre la muerte y obligaciones que deberían cumplir los otros capitulares hallamos en el Boletín Oficial del Obispado la siguiente preciosa nota necrológica. Se encuentra y puede verse en el Tomo 28, años 1931-1932 del referido Boletín.

Necrología.- El día 10 del pasado julio, en el pueblo de Brozas, vivero de hombres ilustres, entregó su alma a Dios confortado con los Santos Sacramentos y habiendo recibido la B. A. el venerable sacerdote D. Carlos Barriga. ¡Descanse en la paz del Señor! Era figura de relieve en el Clero cauriense por su vasta ilustración y por sus virtudes que Dios quiso acrisolar en la resignación que sobrellevó la ceguera que padeció muchos años. Fue profesor doctísimo del Seminario, y sus discípulos le recuerdan con veneración y estima profunda. Trabajó, no obstante la ceguera, con denodado ahínco por la cuestión social en Brozas, de arte que mereció la Medalla del Trabajo y recibió un cariñoso homenaje. ¡Dios nuestro Señor habrá premiado los trabajos de su siervo fiel!, pero por si necesitase de nuestros sufragios, elevemos al Señor una plegaria.

Pertenecía a la Hermandad de Sufragios y tenía cumplida las cargas, por lo que se aplicará la Misa de Reglamento”.

Punto Final – Terminamos estos apuntes y noticias y no quisiéramos concluir con una jeremiada, Pero sí con manifestación triste. ¿No son merecedores estos sacerdotes, en Las Brozas, de algo que perpetuase sus trabajos, por la Corporación, ya que ésta lo suplicó al cura ciego? Al autor de los Hijos Ilustres de Brozas se le pagó su trabajo de historiador con una pluma de plata. Poco me parece, aunque, tal vez fuera mucho entonces. Al primero, cura ciego, cura sabio, que sepamos, con nada. Poseo fotografía del mismo. Bien, porque nunca es tarde si la dicha es buena, podía hacerse un busto y rendirle buen homenaje por bien merecido. Casi siempre el olvido de sus vidas es pago reservado a los sacerdotes más entregados en el silencio, buscando el bien de las ovejas que le mandaron pastorear.

Oct 012002
 

Manuel J. Bazaga Ibáñez.

«Yo me acosté, y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba» (Salmo III).

Si queremos recoger algo de la vida de esta ilustre Religiosa, debemos significar que en este Salmo, se puede resumir toda la trayectoria tanto seglar, como religiosa de Maria Ramona (Mariquita, como familiarmente la llamaban), más tarde Sor Filomena Maria del Patrocinio Bustamante Risel.

Nació en Trujillo un 18 de octubre del año 1825, en la calle Ballesteros, hija de Manuel Bustamante Saldaña, natural de Madrid y de Jacinta Risel Orozco, nacida en Aldeacentenera, Marqueses de San Antonio y Condes de Saldaña., ambos de ilustres familias afincadas en Trujillo.

A partir de los siglos XV al XVIII en Trujillo se tiene una explosión de religiosidad; los que marcharon a la conquista de América, vuelven con dinero y ganas de perpetuar sus nombres, por ello no dudan en destinar parte de sus caudales en levantar Palacios, Casas solariegas o subvencionar Conventos, dentro de las murallas, o fuera de ellas, se acordaron de todos y a pesar de que había Cuatro de Frailes ( Mercedarios, dominicos, Franciscanos, en sus dos ramas, (Observantes y Conventuales) y Seis de religiosas: Clarisas, Dominicas, Concepcionistas, Franciscanas, y Jerónimas). Además de las Ermitas u Oratorios que a la sombra de estos Conventos fueron levantándose en los alrededores de Trujillo: Santa Ana, Loreto, Magdalena, Papanaranja, etc. Las Parroquias también levantaron nuevos edificios o mejoraron las existentes: San Clemente, La Veracruz, Santa Maria, San Martín, acogieron a los devotos trujillanos que encontraban refugio en sus vidas espirituales. Todos fueron más o menos dotados económicamente, con la esperanza de que por sus donativos intercedieran por ellos. El Convento de San Francisco Real de la Coria es el que en principio ocupará nuestra atención, ya que está relacionado de forma muy especial con la vida que hemos de relatar de Sor Maria Filomena.

Este Convento, llamado de la Coria, por encontrarse en el camino que salía de Trujillo hacia la población de Coria, fue fundado en el año 1426, siendo su verdadero nombre San Francisco Real. Fue el preferido por las damas trujillanas y por ello adquirió cierto prestigio y fama de solo acoger a miembros femeninos de ilustres abolengos. Verdaderamente en él tuvieron acogida todas las jóvenes o mayores que acudieron a sus puertas solicitando su ingreso en el Cenobio, incluso vivieron con las Religiosas jóvenes que sus familias solicitaban su acogida como pupilas. En este Convento estuvo viviendo la Regla Religiosa durante siete meses, la madre de Sor Filomena, que tuvo que abandonar por enfermedad.

En este también profesaron como Religiosas dos hermanas de Jacinta Risel Orozco, que así se llamaba la madre de nuestra protagonista, una fue Abadesa, Sor Ana Maria y la otra Portera, Sor Paula. Ambas por tanto tías de Mariquita.

Una vez que Jacinta Risel, dejó el Convento, contrajo matrimonio con Manuel Bustamante Saldaña, de cuyo matrimonio tuvieron cuatro hijos: Mariano, Manuel, Carmen y Maria Ramona. Carmen falleció al nacer (27 enero de 1820) La madre Jacinta Risel, también tuvo corta vida pues a los 33 años, el 7 de julio de 1829 falleció, dejando los hijos antes reseñados: Mariano, Manuel, y Maria Ramona, llamada familiarmente Mariquita, y que más tarde fuera Sor Filomena Maria del Patrocinio. Del matrimonio de Antonio Risel y Tapia y Mª Josefa de Orozco Treviño, nacieron Jacinta, Sor Ana Maria, Sor Paula, (ambas religiosas en el Convento de la Coria, como hemos dicho), Leonardo y Eusebio, primos y tíos de nuestra Religiosa. Toda la familia Bustamante Risel estaba integrada en Trujillo, y prueba de ello fue que recibieron sepultura en el Cementerio de la Ciudad: Juana Lozano Rubio, (Trujillana) casada con Mariano Bustamante, que también recibió sepultura en Trujillo, el 21 de agosto de 1900, falleció a la temprana edad de 23 años. Mª Álvarez Riguero, casada con Manuel Bustamante, enterrada a los 52 años de edad en este mismo Cementerio el 25 de septiembre de 1875. Mariano Bustamante Risel y Saldaña, viudo de Juana Lozano Rubio, falleció el 9 de mayo de 1898 a los 75 años de edad y algún otro allegado familiar. Todos estos enterramientos están en el Patio Grande del Cementerio de Trujillo, (con lápidas muy deteriorada pero que permiten su lectura.) Toda la familia Bustamante Risel, aunque no oriundas de Trujillo, se vinculó a él y tuvieron suntuosas viviendas en la calle Ballesteros, García de Paredes y Francisco Pizarro, ya que sus títulos nobiliarios y desahogada situación económica la hicieron figurar entre las más distinguidas familias Trujillanas.

Al morir Jacinta Risel Orozco, los hijos varones los acogieron sus tíos Leonardo y Eusebio. La hembraro OrozcoOo fue llevada por sus tías Religiosas al Convento de La Coria. Esta niña nació el día 18 de Octubre de 1825, en la calle Ballesteros de Trujillo a la que pusieron por nombre Maria Ramona, más conocida por Mariquita,.La bautizaron en la Parroquia de Santa Maria el día 19 de Octubre de 1825 y confirmada el 27 de Octubre de 1829. Su madre murió cuando tenia 33 años, como antes hemos dicho y Maria Ramona tres. Su padre rico hacendado, obligado a efectuar frecuentes viajes de negocio, tuvo que dejar a la pequeña en manos de criados desaprensivos que la maltrataron hasta ponerla en peligro de muerte en más de una ocasión. Enterado el padre del trato dado a la pequeña le obligó al padre en uno de sus regreso a Trujillo, a entregar a la pequeña Mariquita a sus tías Religiosas del Convento de la Coria, que tuvieron que hacerse cargo de la niña, y con ellas estuvo desde la edad de tres años hasta que por enfermedad, nuevamente el padre la llevó a su casa, pensando que en esta tendría mejores cuidados, pero también se equivocó.

De sus hermanos Manuel y Mariano, se hicieron cargo de ellos sus tíos Leonardo y Eusebio, donde encontraron toda clase de cuidados y ayuda hasta su mayoría de edad. No fue así, con Mariquita, las personas encargadas por el padre de cuidar a la pequeña, la maltrataron despiadadamente, y en lugar de cuidar de la pequeña siguieron abusando de la confianza en ellas depositadas. La llevaron a un pueblo cercano a Trujillo, para evitar que se dieran cuenta del mal trato que recibía la pequeña, con ello creyeron tener la seguridad de que los familiares no se enterarían de cómo era tratada y prescindieran de sus servicios. La encargada de su cuidados y criados de la casa siempre abusaron de la confianza depositada en ellas y aprovechándose económicamente de la situación, mal alimentaban y maltrataban, llegando a situaciones extrema, pues incluso trataron en una ocasión de ahogarla, La niña que desde su nacimiento era débil y aquejada de extraña enfermedad volvió a recaer, en tal forma que en alguna ocasión llegaron a darla por muerta, sin que los médicos supieran que mal era el que la aquejaba. En esta situación, la niña ya mayorcita trata de volver con sus tías al Convento, cuando ocurre un extraño suceso: Llama un día a la puerta del domicilio paterno un desconocido personaje, pidiendo limosna, Mariquita le socorre y confiando en él, solicita que la lleve al Convento, con sus tías, así lo hace el anciano y una vez en las cercanías de la Coria, desaparece misteriosamente, sin que ella, ni sus tías, a las que explica lo ocurrido encuentren repuesta a la situación.

Una vez en el Convento tampoco encuentra la paz y tranquilidad que precisaba, ya que su enfermedad no deja de afectarla, más cuando en el Convento había algunas señoritas residentes, que a espaldas de las Monjas la maltratan haciéndola la vida insoportable, con especial cuidado para que las tías no se den cuenta de estos malos tratos, que llegando incluso a la violencia. Maria Ramona vuelve a sufrir con su enfermedad sin que ningún momento se la ocurra dar noticias de lo que está sufriendo.

Maria Ramona, quiere imitar a sus tías y religiosas del Convento obligándose con sacrificios y penitencias, demasiados rigurosas para su estado físico y tierna edad, contaba en aquel entonces trece años de edad. Vuelve a castigarla su enfermedad, llegando al parecer de todos a ponerse en trance de muerte, así se considera su estado en varias ocasiones. Milagrosamente algunas veces permanece en este estado de inconciencia más de un día, volviendo a la vida, como si nada hubiera pasado, recuperándose seguidamente, y siguiendo como su único pensamiento y deseo incorporarse a la Comunidad Religiosa con los votos monástico. Las otras monjas pusieron algunos impedimentos, pues la consideraban de poca edad para cumplir su investidura del hábito religioso y deseos de pertenecer a la Orden, en la que estaban sus tías. Estos deseos la daba fuerzas para superar todas las pruebas, tanto físicas como espirituales, con que se mortificaba su cuerpo y cada día más deseaba hacerse monja y pertenecer al Convento a perpetuidad.

Llegan tiempos difíciles para las Religiosas, si hasta entonces recibieron todas clases de ayudas económicas y espirituales, empiezan al cambiar radicalmente la situación. Los políticos por un lado, con la famosa Ley de Desamortización de Bienes Religiosos, (firmada por Mendizábal) año 1836, atacan a Conventos y Ordenes Religiosas que en ellos moraban. Por un lado se apropian de sus bienes, y como prohiben que existieran dos Conventos de igual Orden Religiosa, en la misma Ciudad. Más tarde la invasión francesa, en que las tropas francesas a su paso para Portugal arrasan, se apropian o destruyen lo poco que quedaba a los Conventos, saqueados y se obliga a las Religiosas a marchar a sitios más seguros. Las del Convento de San Francisco el Real (La Coria) marchan al Convento de San Ildefonso de Plasencia, donde las acogen. (Allí estaban también refugiadas las de San Pedro de Trujillo, por las mismas razones).

La marcha de las Monjas hasta llegar a Plasencia, fue de verdadera epopeya, pues si en Trujillo se las despide con todos los honores , el viaje es catastrófico, intento de asalto, vejaciones por los contratados para el traslado, amenazas, llegando por fin el 30 de abril de 1836, a Plasencia en donde son recibidas en el Convento de San Ildefonso. En este mismo Convento estaban las Religiosas del Convento de San Pedro de Trujillo, que también fueron obligadas a abandonar el suyo de Trujillo, por las mismas causas.

Nuestra Religiosa no encuentra mejoría en su enfermedad recayendo una y otra vez, no sirviendo para nada los cuidados médicos que no encuentran la enfermedad que la aquejaba, pero no olvidando en sus mejorías, la idea de hacerse religiosa como sus tías. Estando en Plasencia su familia trujillana, intentan una y otra vez que abandone el estado religioso al que aspiraba, llegando a proponerla el matrimonio con un amigo de la familia, relevante personaje en el Ejército, sin que fueran capaces de modificar sus pensamientos. Su padre había fallecido y los hermanos no estaban dispuestos a que siguiera en sus intentos religiosos, más cuando no dejaba de afligirla su extraña enfermedad, y con buen criterio esperaban que al abandonar el Convento mejorara siguiendo con sus propuestas matrimoniales. Sus deseos de seguir la vida religiosa la daba fuerzas para superar sus crisis y seguir con sus deseos de perfección.

Por fin hace sus votos simples en San Ildefonso, a los 17 años, tomando el nombre de Sor Filomena Maria del Patrocinio.

Su enfermedad no dejaba de afligirla de vez en cuando, tan pronto parecía una muerte aparente como que desaparecían los síntomas volviendo a la plenitud de su vida espiritual. Aceptaba y creía con fe firme, aplicándose lo que se decía en el Salmo:” YO ME ACOSTE, Y DORMI, Y DESPERTE, PORQUE JEHOVA ME SUSTENTABA” en El confiaba hasta su muerte verdadera.

Por su poca edad tuvo inconvenientes para lograr integrarse con las Religiosas, tomando los hábitos de la Orden, pero por autorización expresa del Obispo Placentino consiguió la toma del hábito que la vinculaba para siempre a la Orden Religiosa en 2 de abril de 1850.

Desapareciendo las causas por las que pasaron las Religiosas, después de 15 años en Plasencia, piensan en volver a su antiguo Convento de Trujillo, y el 30 de abril de 1851 regresan, encontrando que su Convento de La Coria, era un montón de escombros y unas malas paredes que restaban de él ya que los franceses a su paso por Trujillo, demolieron todos estos edificios religiosos, que tuvieron que abandonar las Religiosas y se llevaron todo lo que lo poco de valor que restaba en ellos, asaltados anteriormente por el saqueo autorizado por las leyes desamortizadoras de Mendizábal.

Viendo que en el Convento de la Coria era imposible habitarle, obtienen autorización para instalarse en el Convento de San Pedro, vacío, pues la Monjas de él, habían fallecido todas durante su estancia en Plasencia. El estado de este Convento tampoco era muy halagüeño, pero no encontrando sitio más confortable se cobijaron en sus ruinas, mientras lo acondicionaban obligando a las Religiosas a vivir entre sus muros desdeñando su estado ruinoso. Poco a poco fueron rehabilitándole. No faltaron a las Religiosas numerosas donaciones y limosnas que ayudaron a hacerle algo más habitable. La Abadesa, solicita y consigue ayuda de la Reina Isabel II. Una vez acomodadas en San Pedro, Sor Filomena hace por fin sus votos perpetuos el 11 de mayo de 1851. En 26 de febrero de 1865, fue nombrada Superiora Sor Filomena, sucediendo a su tía en el cargo y por su afortunada gestión las monjas pudieron proveerse de todo lo necesario y acabar de restaurar el Convento, e incluso consiguiendo que fueran admitidas novicias jóvenes que deseaban vivir como Religiosas a pesar de que la ley, todavía vigente solo permitía ingresar a más de dos personas como novicias en los Conventos. Pero Sor Filomena logra autorización de la Autoridad Civil para que puedan ingresar mayor número. Con ello se renueva la vida activa de las Religiosas.

La Madre Sor Filomena Maria del Patrocinio, recibe el ofrecimiento de unas señoras de Fuente del Maestre, en la provincia de Badajoz, dueñas de un antiguo Convento, para que en él se instalen las Monjas de su Orden. Obtenidas las oportunas autorizaciones del Obispado y pensando que en Trujillo ya están bien servidas y en Convento rehabilitado, acepta con otras cinco Monjas el ir hasta Fuente del Maestre. Llegando al edificio ofrecido ve, que de nuevo ha de acometer la obra de rehabilitación, puesto que hasta entonces este edificio había sido utilizado como fábrica de harinas. No logra mejorar en su enfermedad, que no dejaba de atacarla de vez en cuando y sin cejar en sus empeños de mejor servir a Dios, rehace y crea un nuevo Convento.

Pensando que la Orden que había estado anteriormente en el edificio que ella han aceptado fue de Religiosas de la Orden de Santa Beatriz de Silva, Concepcionistas, y previa consulta con sus hermanas religiosas y autoridad Religiosa, cambia su Orden Franciscana, por la de Inmaculada Concepción, cambiando su hábito, por el azul y blanco de estas Religiosas, Cumple así con sus deseos de servir a la Inmaculada Concepción, de la que siempre fue devota. Sor Filomena durante su estancia en Fuente del Maestre sufrió periodos de larga postración, ocasionados por su enfermedad, pero llegado el día 22 de Noviembre de 1913, a los 88 años de edad, entregó definitivamente su alma a Dios, dando en todo momento ejemplo de santidad, aceptando su muerte y ofreciéndola como prueba de amor a su Madre Inmaculada,. Su cuerpo recibió sepultura en la Iglesia del Convento por ella fundado, donde sigue. El pueblo de Fuente del Maestre demostró el sentimiento de todos los habitantes por la muerte de la Madre Filomena, que lo manifestó con numerosas pruebas de cariño a la Madre que despedían y a la que consideraban como elegida de Dios y merecedora de su devoción.

Oct 012001
 

Teodoro Agustín López y López.

La preocupación por las listas episcopales es antiquísima. Pero ha de ser extensiva a los priores que gozaban de dignidad casi episcopal. En efecto, presentamos los Priorologios leo-llerenense y magacelense. Aún más, estudiamos a los obispos titulares in partibus, que bajo la autoridad de aquellos existieron en algunos periodos.

Los Grandes Maestres medievales tenían a su cargo el gobierno espiritual y temporal de toda la orden, auxiliados por freiles, caballeros y clérigos, en una sociedad eminentemente religiosa. De aquí, nos ha llevado a estudiar las listas de maestres y gobernadores.

Estos elencos han sido iniciados por los estudiosos locales Horacio Mota Arévalo (1959) y Vicente Navarro del Castillo (1992) para la Orden de Santiago y Juan Antonio Muñoz Gallardo (1936) y Tomás Ramírez de Sandoval y Ramírez (1978) para la de Alcántara. Queremos continuar esta línea de investigación, consciente de que nunca podrán ser cerrados estos extensos elencos. Mientras que la nómina medieval fue recogida por Francisco de Rades y Andrada en la Chrónica de las tres Órdenes y Cavallerías de Santiago, Calatrava y Alcántara (1572), en el periodo moderno los fondos documentales utilizados han sido principalmente los numerosos expedientes de Ordenes Sagradas, que se conservan el Archivo diocesano de Badajoz. Tampoco pierden su interés estudios como la “Historia de la Ciudad de Mérida” de Bernabé Moreno de Varga (1633) y “Materiales para la Historia de Mérida” de José Álvarez Sáenz de Buruaga (1994) para los gobernadores y la Revistas de la Fiestas de Llerena con la aportación de Bonifacio López S.J. (1965).

En una primera y última parte estudiaremos el origen y extinción de la dilatada historia de más de cinco centurias, durante dos etapas diferenciadas; por una parte, la época medieval de los siglos XIII – XV y por otra, la moderna durante los siglos XVI-XIX.

Estos catálogos son muy útiles para los estudiosos y monótonos para el lector. No obstante, hemos intentado presentarlos en visión global y contexto histórico, que hagan más comprensible la relación nominal.

I. Origen y fundación

1.1. La Orden de Santiago

Ante las discordias de los reyes de León, Castilla, Navarra y Portugal algunos varones poderosos, guiados por un espíritu guerrero y religioso conciben agruparse y fundar una orden para defenderse contra los moros.

Pero ven la conveniencia de unirse a religiosos que llevasen la dirección de sus almas. Al ver sus pretensiones de vida algunos prelados les aconsejan al Prior y canónigos del monasterio de Lodio, diócesis de Astorga y reino de Galicia, que seguían la Regla de S. Agustín. En 1030 ya obtuvieron donaciones de Fernando I, rey de León.

Los canónigos de Lodio tenían cerca de León un hospital, llamado “San Marcos”, con el fin de atender a los peregrinos de Santiago. Después fueron expulsados por Fernando II de León (1157-1188), y el rey de Castilla, Alfonso VIII (1158-1214) les recibe y le asigna como cabeza de la asociación la villa de Uclés, donde edificaron su iglesia y casa matriz. No obstante, rescatan el antiguo hospital de S. Marcos, al recapacitar el rey de León sobre la finalidad de su fundación. Ambas sedes serán en el futuro las cabezas de los dos grandes prioratos de la Orden Santiaguista en la capital de León y en el pueblo conquense de Uclés. Aquella tendría una provincia en Extremadura, cuya capitalidad religiosa será Llerena con el Vicario General y dos Provisoratos en Llerena y Mérida a partir del s. XVII.

Al venir a España el Cardenal D. Jacinto, delegado de su S. Santidad, para el arreglo de las desavenencias de los reinos, el prior y sus canónigos aprovechan para gestionar la aprobación de la Orden. Cuando regresa a Roma le acompaña D. Pedro Fernández con otros caballeros y canónigos, quienes son presentados e informados favorablemente al Papa Alejandro III. Este confirma, da varios privilegios y aprueba sus establecimientos, con una Bula de confirmación, dada en Ferentine por mano de Graciano Subdiácono y Notario de la Santa Iglesia de Roma el 5 de julio de 1175. Hubo de transcurrir siglo y medio hasta su aprobación definitiva.

Las Reglas de Santiago de la Espada ordenan:

  • Vivir los Freiles casados (caballeros) y continentes (clérigos) bajo la obediencia del Maestre.
  • Poseer el reconocimiento de los bienes y los privilegios del Monasterio de Lodio o Loyo.
  • Los clérigos han de ser obedientes al Prior y enseñar las letras a los hijos de los Freiles.
  • Gozan de exención de autoridad para las penas canónicas, excepto el recurso a la Autoridad Apostólica.
  • Poseen facultades para erigir iglesias y oratorios.
  • Por el privilegio “canon” los freiles y freilas, según el Concilio General, ordenado por el Papa Inocencio, no pueden ser castigados por otra jurisdicción, que la eclesiástica.
  • Unos freiles viven en vida claustral y otros en los pueblos.

1.2. La Orden de Alcántara.

A principio del s XII el primer convento se ubica en la ribera de Coa, reino de León, a 50 Km. de Ciudad Rodrigo, conocido por S. Julián de Pereiro. El fundador de esta orden fue D. Gómez Fernández, según el Real privilegio concedido por el Rey Fernando II el 1174. La bula de aprobación y confirmación de la orden fue expedida el 4 de enero de 1177 por Alejandro III.

A la muerte del Rey, le sucede su hijo D. Alfonso IX (1158-1229), quien conquista la villa y el castillo de Alcántara, entregándoles al maestre de Calatrava D. Martín Fernández para que estableciera un convento de su orden. Como los santiaguistas, quienes tenían sus sedes priorales en los conventos de Uclés y León, pertenecientes a distintos reinos, los alcantarinos tendrían dos sedes, Calatrava y Alcántara. De este modo Castilla y León eran los asentamientos de ambas Órdenes de Caballería.

Con la aprobación del Rey, en Ciudad Rodrigo el 16 de julio de 1218, el Maestre de Calatrava da a Nuño Fernández privilegios y la concesión de pasar dicho convento a la Orden de Alcántara para mejor defender las fronteras, dejándose de llamarse del Pereiro.

Las Reglas de Alcántara eran:

  • Los caballeros hacían voto de perpetua castidad; pero la bula de Paulo III se les facultó para casarse y testar, no así a los clérigos.
  • La elección será hecha por freiles con común consentimiento.
  • La diócesis “nullius” es declarada exenta de los restantes obispos.
  • Recibían la profesión de Caballeros y religiosos
  • Preveían las encomiendas, prioratos y beneficios.
  • Daban la colación y canónica posesión de las prebendas.
  • Imponían castigo y reformación a las personas de hábito y a los vasallos.

Las Bulas funcionales de las Ordenes Militares tenían un objetivo común: el ejercer la guerra contra los moros y “vivir de acuerdo con el evangelio y combatir por Dios y contra los infieles”.

II. Primera época. Siglos XIII-XV

Finalizada la Reconquista, los reyes proceden a las actas de donación de los territorios conquistados, según la estrategia diseñada por Fernando III. Abarca el primer periodo los años 1230 -1493 para los santiaguistas y los años 1232-1495 para los alcantarinos.

En el segundo cuarto del s. XIII las Ordenes de caballería de Santiago y de Alcántara fueron las más beneficiadas en esta distribución, tras la definitiva conquista: Mérida (1229)[1], y Montáchez (1230), Alange (1234) con el maestre Pedro González (1226-36), Hornachos (1235), Reina (1243), Montemolín (1248) con Rodrigo Iñiguez (1236-42) y culminadas por Pelay Pérez Correa (1242-75); mientras que en la zona de la Serena se llevaron a cabo las donaciones de Magacela y Zalamea (1232) a los freiles alcantarinos, por Fernando III y reorganizadas por su hijo Alfonso X.

Los territorios se redistribuyeron: por un lado, en determinadas villas, que eran pueblos con jurisdicción y término propios, es decir, que sus alcaldes podían distribuir justicia ordinaria y, por otro, distintos “lugares” que eran pueblos con término, que carecían de jurisdicción, correspondía al cabildo de la villa cabecera. Al poblarse poco a poco los espacios geográficos en el s.XV surgen las aldeas, sin jurisdicción ni termino, terminando bajo administración de un concejo.

2.1 Los Grandes Maestres

Tenía el Gran Maestre el poder temporal de toda la Orden y se asesoraba de consejos particulares, que ejercieron su labor hasta la muerte del último maestre.

Sus prerrogativas se pueden resumir así:

  1. Tenían la máxima autoridad dentro de la Orden Santiaguista ejercida de forma monárquica, presidiendo el consejo de los Trece y el capítulo de caballeros; mientras que en la Orden de Alcántara existía un capítulo general, compuesto de comendadores y caballeros.
  2. Velaban por el culto, proporcionando los ornamentos, beneficios curados y el mantenimiento de la fábrica, tanto de las iglesias como de los conventos.
  3. Controlaban los territorios a través de los Visitadores Generales, quienes les rendían cuentas de los pueblos y encomiendas.
  4. Nombrar a los Priores, entre los más ancianos y doctos.
  5. Ejercían como Juez ordinario de las causas civiles y criminales, solo apelables sus sentencias a la Silla Apostólica.
  6. Resolvían en segunda instancia las apelaciones de los alcaldes y comendadores.
  7. Era elegido por el consejo de los Trece y la orden acataba la elección. Sin embargo, los Alcantarinos lo hacían a través del capítulo general compuesto de comendadores y caballeros.
  8. Poseían villas, hospitales y conventos con sus correspondientes tributos de los vecinos y rentas de las fundaciones.
  9. Daban a los Priores funciones delegadas para los servicios religiosos.
  10. Como patrón presenta los candidatos para los oficios y beneficios curados y el prior les da la colación[2].

Bajo al Gran Maestre estaban las dignidades mayores, a saber, los “comendadores” o lugartenientes, siendo uno de ellos “comendador mayor”; el “clavero” o guardián de los castillos; el “Sacristán Mayor” o fabriquero, responsable del patrimonio religioso, junto con los obreros o personal de servicio, formaban la organización temporal.

Maestres Santiaguistas[3]

Núm. Año de posesión Tiempo de duración Nombres
1 1170 14 años Frey D. Pedro Fernández
2 1184 2 Frey D. Fernando Díaz
3 1186 7 Frey D. Sancho Fernández, de Lemos
4 1193 9 Frey D. Gonzalo Rodríguez
5 1203 2 Frey D. Gonzalo Ordóñez
6 1205 meses Frey D. Suero Rodríguez
7 1205 1 Frey D. Sancho Rodríguez
8 1206 4 Frey D. Fernando González de Marañón
9 1210 3 Frey D. Pedro Arias
10 1213 4 meses Frey D. Pedro González de Aragón
11 1213 5 Frey D. García González de Candamio
12 1218 intruso 4 Frey D. Martín Peláez Barragán
13 1222 2 Frey D. García González de Candamio
14 1224 1 Frey D. Fernando Pérez
15 1225 1 Frey D. Pedro Alonso
16 1226 10 Frey D. Pedro González Mengo
17 1236 6 Frey D. Rodrigo o Ruy Iñiguez
18 1242 33 Frey D. Pelayo Pérez Correa
19 1275 5 Frey D. Gonzalo Ruiz Gerón
20 1280 4 Frey D. Pedro Núñez o Muñiz
21 1284 2 Frey D. Gonzalo Pérez Martel
22 1286 8 Frey D. Pedro Fernández Mata
23 1294 12 Frey D. Juan Osorez
24 1306 12 Frey D. Diego Muñiz
25 1318 6 Frey D. García Fernández
26 1324 14 Frey D. Vasco Rodríguez de Coronado
27 1338 1 Frey D. Vasco López
28 1338 4 Frey D. Alonso Méndez de Guzmán
29 1342 16 Frey El infante D. Fabrique
Intruso 2 Frey D. Juan García Villagera y Padilla
30 1354 10 Frey D. García Álvarez de Toledo
31 1359 5 Frey D. Gonzalo Mejías
32 1371 12 Frey D. Fernando Osorez
33 1383 1 Frey D. Pedro Fernández Cabeza de Vaca
Intruso 1 Frey D. Rodrigo o Ruy González Mejías
34 1384 1 Frey D. Pedro Muñiz de Godoy
35 1385 2 Frey D. Garci-Fernández de Villagarcía
36 1387 22 Frey D. Lorenzo Suárez de Figueroa
37 1409 36 Frey El infante D. Enrique de Aragón
38 1445 8 Frey D. Álvaro de Luna
Intruso Frey D. Rodrigo Manrique
Frey D. Alonso, Administrador de la Orden
39 1463 4 Frey D. Beltrán de la Cueva, conde de Ledesma
40 Frey D. Alfonso, otra vez.
41 1467 7 Frey D. Juan Pacheco, marqués de Villena
42 1474 3 Frey D. Rodrigo Manrique conde de Paredes
43 1477 16 D. Alonso de Cárdenas, el último maestre

En el 1493 muere Alonso de Cárdenas. Obtienen la bula los Reyes Católicos y el Papa concede que Dª Isabel la Católica fuera administradora en el Maestrazgo. Una vez muerto D. Fernando, reinando Carlos I, es anexionado por el Papa el Maestrazgo a la corona de Castilla y León.

Maestres Alcantarinos[4]

Núm Año de posesión Tiempo de duración Nombres
1 1177 25 años Frey D. Gómez Fernández
2 1202 6 Frey D. Benito Suárez
3 1208 11 Frey D. Nuño Fernández
4 1219 11 Frey D. Diego Sánchez
5 1230 4 Frey D. Arias Pérez Gallego
6 1234 20 Frey D. Pedro Yánez Perianez
7 1254 30 Frey D. Garci-Fernández Barrantes
8 1284 8 Frey D. Fernán Páez Pérez
9 1292 4 Frey D. Fernán Pérez Gallego
10 1296 16 Frey D. Gonzalo Pérez
11 1312 6 Frey D. Rui Vázquez
12 1318 16 Frey D. Suer Pérez
13 1334 1 Frey D. Rui Pérez Maldonado
14 1335 1 Frey D. Fernán López
15 1337 2 Frey D. Suero López
16 1337 días Frey D. Gonzalo Núñez de Oviedo
18 1338 1 Frey D. Nuño Chamizo
19 1343 6 Frey D. Pealonso Pantoga
20 1345 5 Frey D. Fernán Pérez Ponce de León
21 1345 58 días Frey D. Diego Gutiérrez de Ceballos
22 1361 3 Frey D. Gutierre Gómez de Toledo
23 1364 4 Frey D. Martín López de Córdoba
Intruso Frey D. Pedro Muñiz de Godoy
24 1369 3 Frey D. Melen Suárez
25 1371 3 Frey D. Ruiz Díaz Vega
26 1375 4 Frey D. Diego Martínez
27 1383 8 Frey D. Diego Gómez Barroso
28 1384 1 Frey D. Gonzalo Núñez
29 1385 1 Frey D. Martiañez de la Barbuda
24 1396 11 Frey D. Fernán Rodríguez de Villalobos
25 1408 12 Frey D. Sancho, infante y Rey de Aragón
26 1416 8 Frey D. Juan de Sotomayor
27 1432 16 Frey D. Gutierre Sotomayor
28 1433 1 Frey D. Gómez de Cáceres y Solís
29 1473 40 Frey D. Alonso de Monroy
Intruso Frey D. Francisco de Solís
30 1475 19 Frey D. Juan de Zúñiga, último maestro

El último Maestre renunció en 1495, pasando este Maestrazgo a D. Fernando y Dª Isabel la Católica, Administradora perpetua de esta orden.

Órganos colegiados

  • El Consejo de los Trece, que era el consejo asesor de los Freiles maestres, como mandaba la Bula funcional santiaguista en los casos de elección y destitución de los maestres y en la de Alcántara el Consejo particular o definidores.
  • El Capitulo General o Asamblea solemne se reunía anualmente para tratar los asuntos de la institución y nombrar a caballeros y altos cargos.

2.2. Comendadores Mayores

A principio se estructuró el territorio conquistado en torno a Mérida, Montantes, Alange, Hornachos, Reina y Montemolín, quedando estos pueblos como cabecera de las primitivas encomiendas y comunidades y lugares anejos, formando el amplio Señorío de la Orden de Santiago. Aprovechan las fortificaciones musulmanas y sus alcazabas como lugares propicios de ubicación organizativa. Por motivos geopolíticos y administrativos las encomiendas evolucionaron a su manera con distintos pueblos o circunscripciones ya en el siglo XIV. Siempre conservan la identidad de Provincia de León. Termina en dos cabeceras; una de Mérida con las tres primeras encomiendas:otra, de Llerena con las restantes[5]. También la capitalidad de Encomienda estaba en Magacela, y terminará en los partidos de Villanueva y de Zalamea, en la Serena.

Los caballeros y comendadores no podían casarse, mas por bula de Inocencio IV pueden a hacerlo con permiso del Maestre. Los comendadores se encargaban de fiscalizar la gestión de los oficiales del cabildo hasta que en Llerena el Maestre delega en el Alcalde Mayor y en el s. XV ya aparecen los gobernadores civiles. Los Concejos empiezan a ser independientes con sus alcaldes ordinarios y regidores.

2.1 Algunos Comendadores de la Orden santiaguista, que formaban parte de los treces, en cada mandato de los respectivos Maestres fueron Fernán Díaz (1170), Rodrigo Fernández (1184), Fernando Capilla (1186), García Pérez (1193), Ruy Sánchez (1203), Fernán González (1204), Pedro Arias (1206), Garci González (1210), Fernán Pérez (1213),Ruy González (1226),Marín López de Soria(1236), Garci Garces(1242), Pedro Núñez de Guzmán(1275), Diego Muñiz (1286),Garci Fernández (Mérida)(1294),Fernán Yánez de Fermosilla (1318),Sancho López de Ulloa(1324),Fernando Quirós (Montánchez) (1338),Juan Martínez de Huelgue (Alange)(1342), Garci Fernández (1354), Tel Fernández (Hornachos) (1359), Ruy González (Montáchez) (1371),Álvaro González (1383),Garci Fernández de Villagarcía (1383), Sancho González Chirino (Montemolín) (1387), Lope de Zúñiga (Guadalcanal) (1409), Gabriel Manrique(1445), Pero López de Porres(Mérida) (1463) Pedro Fernández de Ribadeneira (1467) Luys Coello (Montemolín) (1474) y Juan Zapata (Hornachos) (1477).

2.2 Algunos Comendadores de la Orden de Alcántara son: Men Páez de Sotomayor (1177), Nuño Fernández (1202), Gómez Gutiérrez Barroso (1208), Arias Pérez (1219) Periañez (1230) Fernán Pérez (1234) Fernán Páez (1254) Marín Fernández de la Riba de Uzela (1284) No se pone alguno por no encontrar escritura alguna otorgada en tiempo de este Maestre en que haya memoria de ellos (1292) Suer Gómez de Acevedo (1296) Gonzalo Rodríguez (1312) Fernán López (1318) gobierno corto (1334) gobierno corto (1335) renunció (1337) Gómez Gutiérrez (1337) Pedro Núñez de Vela (Magacela) (1338), Esteban López de Argüello (Magacela) (1343), Ruy González de Avellaneda (Magacela) (1345), (1361-69) no hay memoria de comendadores de este tiempo, Juan Díaz de Páramo (Cabeza del Buey) (1371), Gonzalo Núñez (de las Casas de Badajoz) (1375), Gonzalo de Deza (1383), Arias Fernández (1385), Sancho Pérez (Benquerencia) (1396), Juan Méndez (Magacela)(1408), Fernando Bazán (Peraleda) (1416), Ruy López de Mendoza (Magacela) (1432), Diego Carrillo (Almorchón) (1433), Juan de Ulloa (Benquerencia) (1473), un intruso en (1473) y Juan de Ribera (Magacela) (1475).

2.3 Otros Caballeros Comendadores en Zalamea fueron: Frey Ruy González (1316), Juan González (1335), Bernardo de Quirós (1337), Ruy Pérez (1340), Álvaro Fernández (1343), Fernando Alonso de Pantoja (1345), Alvar Fernández (1355), Fernando González de Neyra (1362), Fernando González (1365), Nuño Suárez (1370), Diego Martínez (1375), Gonzalo Pérez Pantoja (1383), Juan Méndez de Almeida (1384), Rodrigo Arias (1394), Pedro de Villafante (1396), Lope García de Avalos (1408-16),Juan Pérez de Ayala (1418), Francisco de Solís (1433), Gonzalo de Randona (1455), Gutiérrez de Randona. Gonzalo de Mostoso (1473) Gonzalo de Valdivia (1475) y Gonzalo de Mostoso (1494)[6].

3. Priores

En cuanto al poder espiritual tenían poder de jurisdicción y de orden. Pero al ser presbítero y no tener la plenitud del sacerdocio para ordenar a sus clérigos de Órdenes Mayores tenían que recurrir a los obispos vecinos, con las dimisorias, que el mismo Prior expedía.

Tenían los priores autoridad espiritual en su doble potestad de orden y jurisdicción. Son ayudados en los ministerios sacerdotales por vicarios, curas y clérigos. Su clero se formaba junto a la Iglesia de Santa María de Tudia, colegio-seminario creado por el Maestre Pérez Correa hasta su traslado el 1274 al colegio eclesiástico de Sancti Spiritu en Salamanca[7].

Sus atribuciones eran:

  1. Máxima autoridad espiritual con jurisdicción cuasi episcopal, exento de cualquier obispo diocesano.
  2. Tenía potestad para conferir órdenes menores y dar dimisorias para que sus súbditos pudieran recibir las Ordenes Mayores de subdiácono, diácono y presbítero en otras diócesis de manos de los obispos vecinos.
  3. Es el juez eclesiástico que pronuncia la excomunión y conoce las censuras, e impone preceptos a los súbditos de la Orden.
  4. Puede utilizar mitra, báculo, anillo pastoral y demás insignias pontificales con los hábitos prelaticios.
  5. Conceden 40 días de indulgencias y privilegios.
  6. Promuever y remuever los beneficios curados.
  7. Convocar sínodos y visitar sus iglesias personalmente o por los Visitadores generales.
  8. Con motivo de la muerte del Maestre convoca al capitulo general para la elección del sucesor.
  9. Recurren a los obispos vecinos y visitantes para la administración del Sacramento de la Confirmación a sus feligreses.
  10. Eran vitalicios en el cargo. De aquí, se le designase como Vicarios perpetuos.

3.1 Priores de San Marcos de León

-1100. D. Tello, el primero y más antiguo que hubo en S. Marcos, en San Loyo. -1169 D. Pedro Martínez según escrituras del dicho convento.-1171 D. Juan, en su tiempo de Alejandro III aprobó la Orden de Santiago. -1202 D. Miguel, según consta por escritura de ese año. -1216 D. Rodrigo Fernández, en cuyo tiempo vino a ser Mérida de la Orden de Santiago (1239).-1244-45 D. Pedro Estébanez-1253 D. Munio de Paz. -1255 D. Juan de Arias ?. -1257 D. Martín García, que es nominado en el Capitulo General, celebrado en Santa Eulalia de Mérida en 1274. -1276 D. Juan Martínez. -1284 D. Pedro Alfonso. -1393 D. D. Diego Alfonso es citado en el Capitulo General, celebrado en Santa Eulalia de Mérida en 1403. -1421 D. Alonso Fernández de Acevedo. -1431 D. Juan Alonso de Sevilla. -1464 D. Fernando de Miranda. -1464 D. Juan de Pareja. -1480 D. Luis de Castro y -1485-1502 D. Garci-Ramírez hasta ser promovido al Obispado de Oviedo.

Los priores residían en el lejano convento de S. Marcos de León. Sus visitas a Extremadura eran muy esporádicas. Lógicamente, tuvieron un vicario con el título de “vicario perpetuo” de Mérida, Montánchez, Fuente del Maestre y sus vicarias. Solía ser el Párroco de Santa Eulalia. Sus atribuciones eran en asuntos judiciales, matrimoniales y de competencia. Desaparecerá dicho cargo en la etapa posterior al crearse el provisorato[8].

3.2 Priores de San Benito de Magacela.

El poder espiritual del Prior incluía los límites jurisdiccionales de la Serena. Aún no se había creado como priorato independiente a Zalamea. La relación nominal de los priores de los siglos XIII y XIV en nuestra búsqueda no ha sido satisfactoria.

No obstante, conocemos los priores del s. XV, que cambiaron su residencia de Magacela a Villanueva[9]. Fueron en 1408-1455 Fernando de Trujillo, 1455-1473 Alonso de Clemente, Diego Morales y García Mesia, en opinión del Dr. Ramírez no fueron legítimos; 1475 García Mesia de Azuero, 1475-1490 ¿Gonzalo Gutiérrez de Aponte[10] y 1490 ¿Diego de Artiaga o Ateaga[11].

III. Segunda época. Siglos XVI-XIX

1. El Rey y el Consejo de las cuatro ordenes militares

1.1 El Rey, primer maestre.

El maestre Alonso de Cárdenas pone la Orden de Santiago en manos de los Reyes Católicos D. Fernando y Dª Isabel. Las Ordenes Militares en España habían acumulado muchas posesiones, por lo cual los Monarcas propiciaron para que la Sede Apostólica expidieran sedas bulas papales para que ellos fueran nombrados “Administradores perpetuos” de los distintos maestrazgos: Calatrava, en 1488; Santiago, en 1493 a la muerte de Cárdenas; y Alcántara, en 1494 por renuncia de Zúñiga.

Los Reyes Católicos se aprovecharon económicamente de estas instituciones, sin desmontar su organización. A la muerte de Dª Isabel (1504) le sucede en el maestrazgo de Santiago la reina Dª Juana, su hija, mujer de Dª Felipe I y por gobernador de estas coronas a su esposo Dª Fernando, que murió el 1506. Se incrementa el abuso con Carlos I, al conseguir de Clemente VII (1529) y Paulo III (1538) facultades para vender pueblos, tierras y jurisdicciones con el fin de remediar las necesidades hacendísticas, que ocasiona la expansión y mantenimiento del Nuevo Mundo. Cuando Felipe II en 1556 gobierna, a pesar de no querer la misma política, las penurias económicas le obligaron a continuar las enajenaciones de pueblos e imponer una fuerte presión fiscal (1598). Felipe III no continua esta línea de actuación, limitándose a arrendar tierras para coger los beneficios, aumentando así el fisco (1621). Los últimos austrias Felipe IV y Carlos II, retienen los abusos anteriores y se conforman con la venta de cargos públicos y hábitos[12].

Durante la dinastía borbónica los reyes Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, Fernando VII reducen las Ordenes Militares a instituciones honoríficas. Finalmente, Isabel II en 1835 reestructura la circunscripción administrativa de las provincias y suprime la jurisdicción civil. También desaparece el Consejo de las Órdenes con la reforma administrativa de las provincias para toda España, el 30 de noviembre de 1833.

1.2 Consejo Real de las Ordenes Militares

En sus comienzos tuvo poderes limitados, mientras duraron los capítulos particulares de cada orden. Al cesar estos por Célula Real el 10 de noviembre de 1495 recae en éste toda la autoridad.

La Bula de unión de los Maestrazgos de Santiago, Calatrava y Alcántara fue concedida por Adriano VI, a instancia del Electo Emperador Carlos V, Rey de Castilla y de León, el 4 de mayo de 1523, como lo haría Sixto V el 15 de marzo de 1587 con la de Montesa. Su objetivo fue la defensa contra los enemigos de la Fe Católica (turcos y judíos) y la expurgación de los infieles, “juzgamos ser causa justa, y congruente, que las dichas milicias perpetuamente queden aplicadas a la corona del reino de Castilla y de León” y sean administrados los mismos por él. Tanto lo concerniente a las rentas y frutos como a lo espiritual han de preocupar a personas nombradas por ellos, sean gobernadores, alcaldes o priores, vicarios y curas. Finalmente, que los reyes como “Administradores perpetuos” no puedan enajenar los bienes de los maestrazgos, aunque sí a recibir los beneficios oportunos[13].

Carlos I da forma definitiva al Consejo Real de las órdenes militares, asignándole la potestad y autoridad que la Corona había recibido, en lo temporal y en lo espiritual. Era un órgano consultivo en el que los reyes delegaron las funciones que habían recibido.

Por Bula de 20 de Enero de 1567 San Pío V creó el Consejo de las Órdenes, como Tribunal Superior.

Su organización era cuatro Ministros Consejeros, caballeros profesos en representación de las cuatro Órdenes, un Fiscal, un Procurador General. Además otros cargos subalternos, a saber, un secretario, seis secretarías, una cancillería, una relatoria y una escribanía de cámara.

Concretamente el Consejo Real en el 1851 estaba constituido así [14]:

  • Decano: Excmo. Sr. D. José María Galdiano y Zalduendo, caballero de la O. de Santiago y Senador del Reino.
  • Ministros: D. Manuel Urra, caballero de la O. de Montesa. D. Manuel Guillamas y Galiano, de la O. de Calatrava. D. Julián Santisteban, de la O. de Alcántara.
  • Fiscal: Excmo. Sr. D. Juan Martín Carramolino, caballero de la Orden española de Carlos III
  • Caballero procurador general: Sr. D. José Díaz Ajero, caballero de la orden de Montesa.
  • Secretario: Sr. D. Alfonso Cuenca, Secretario de S.M. con ejercicio de decretos.
  • Canciller: Sr. D. Manuel María de Aguilar y Manrique de Lara, caballero de la O. de Calatrava y secretario de S.M. en comisión.
  • Ministro jubilado: Sr. D. Fernando Vélez, Caballero de la O. de Santiago.
  • Secretario cesante: Ilmo. Sr. D. Antonio Tariego, ministro honorario del Consejo Real de España e Indias, y secular de la Orden Española de Carlos III.
  • Ministros honorarios: Sr. D. José Navacerrada, caballero de la O. de Santiago. Sr. D. Manuel de Riega, caballero de la O de Carlos III. Excmo. Sr. D. Antonio Heredia, idem.

La exención judicial se produce al refundirse este con el Tribunal Supremo por Decreto de 9 de Marzo de 1873[15].

Desde el punto de vista de la jurisdicción de justicia en las causas civiles y criminales, la Cámara de Castilla y las Reales Cancillerías cuestionaban las competencias del Consejo de las Órdenes.

1.3 Juzgados eclesiásticos

La Orden de Santiago: Dos Priores, el de Uclés y el de San Marcos de León, con audiencia en Llerena a finales de s.XVIII. De modo excepcional estos dos priores eran obispos en dicha fecha. También el Prior de Santiago de la Espada y el de Montalván, que terminaron por ser suprimido y no cubrir su vacante, respectivamente. 3 Provisoratos en Llerena, Mérida y León, indistintamente. Entre las 16 Vicarías destacamos la de Jerez de los Caballeros y Santa María de Tudía, sufragáneas de S. Marcos.

La Orden de Alcántara: 1 Gran Prior, que en s. XIX era Gobernador espiritual con audiencia en Valencia de Alcántara. 3 Priores: el de Magacela con jurisdicción casi episcopal vere nullius, el de Zalamea vere nullius, su audiencia en Magacela y el de Rollán vere nullius con audiencia en Salamanca.

1.4 Juzgados seculares

La Orden de Santiago tenían 6 gobernadores seculares, caballeros de la orden para los suprimidos partidos de Ocaña, Llerena, Mérida, Jerez de los Caballeros, Villanueva de los Infantes y Ciezar. 46 alcaldes mayores y ordinarios para las villas de la orden y 1 corregidor para Guadalcanal

La Orden de Alcántara tenía 4 gobernadores para Alcántara, Valencia de Alcántara, Villanueva de la Serena y Gata y 7 alcaldes ordinarios para las demás villas de la orden.

1.5 Otros establecimientos dependientes del Consejo de las Ordenes fueron los monasterios de las religiosas comendadoras de Santiago (Santa Fe en Toledo, Santa Cruz en Valladolid, Santiago el Mayor en Madrid, Junqueras en Barcelona y Madre de Dios en Granada); los archivos de Santiago en Uclés y Toledo y de Alcántara en Madrid; y los hospitales de Santiago en Toledo y en Cuenca.

2 Autoridades civiles

2.1 Gobernadores provinciales y particulares

Los Reyes designan un gobernador para cada provincia, que a la vez se dividían en partidos, al frente de los cuales figuraban los “alcaldes mayores”, aunque no siempre y por mucho tiempo.

La provincia de Extremadura tuvo un gobernador provincial con residencia en Llerena; y comprendía los partidos de Mérida, Llerena, Montánchez, Jerez de los Caballeros, Segura y Hornachos, que eran presididos por su alcalde mayor. No obstante, algunos periodos coexistían en Mérida un gobernador autónomo o corregidor.

La relación de Gobernadores de la Provincia de Extremadura fueron estudiado por Horacio Mota Arévalo y publicados por Bonifacio López S.J.[16]

— 1496 Rodrigo Manrique de Yeste, 1499 Luis de Portocarreño, señor de Palma, 1503 Pedro de Ledeña y comendador de Usagre, 1506 Lorenzo (Alonso) Ossorio, 1509 Hernán, Duque de Estrada, 1512 Juan de Guzmán y por segunda vez Rodrigo Manrique, 1516 Gonzalo Hernández Manrique, conde de Osorno, 1521 Juan de Castilla, comendador de la Puebla de Sancho Pérez, 1522 Diego Hernández de Córdoba, comendador de Alcuéscar y Juan Rodríguez, 1529 Antonio de Mendoza, 1531 Juan de Ribadeneira, con Juan Carrero o Bernardo de Mendoza, 1534 García de Toledo, 1539 Cristóbal López de Aguilera, 1546 Alonso Silvestre, 1549 Diego López de Zúñiga, 1553 Francisco Luzón, 1555 Gastón Peralta, marqués de Falces, 1558 Gaspar de la Cerda, 1561 Francisco Hernández de Córdoba, señor de Guadalcanal.

Cesaron los gobernadores para toda la provincia y se da el suyo a cada cabeza de partido, en que no solo este sino todos los partidos de la provincia reciben su gobernador autónomo y de hecho funcionaban desde 1538. A veces se cambian en ambos partidos territoriales.

Gobernadores particulares de Llerena y su partido:

— 1563 Francisco del Salto, 1566 Juan Álvarez de Toledo, 1569 Antonio Portocarrero de la Vega, con Jerónimo de Rueda (segunda vez) , 1571 Juan de Montealegre, 1572 Fabrique de Portocarrero y Manrique, 1585 Alonso del Castillo Villasancio, 1589 Pedro Martínez de Barrio, abogado, 1590 Diego Álvarez Osorio, 1591 Juan Tello Falconi y 1595 Juan Bravo de Saravia.

— 1610 Francisco de Barahona, 1630 Pedro González de Villalobos, 1632 Juan Agustín de Godoy, 1636 Juan Morante de la Madrid, 1651 Juan Zapata y Mendoza, capitán, 1655 Lope de Tordoya y Figueroa, Maestre de Campo, 1659 Juan de Urbina y Eguiluz, Maestre de Campo, 1661 Gregorio de la Rúa, 1663 Pedro-Antonio de Aguilar Ponce de León, Maestre de Campo, 1664 Juan de Aguilar, Maestre de Campo, 1665 Lope de Tordoya, Maestre de Campo (segunda vez), 1668 Diego de la Rueda Maestre de Campo, 1671 José Carrillo de Toledo, 1673 Pedro Luis de Legaso y Porras, 1678 Pedro de Ariz y Yanguas, 1681 Melchor Francisco de Bardales y Bazán, 1692 Francisco Manuel López de Zárate, gentil hombre de S.M., 1696 Gaspar de Salvatierra y Moreta, Señor de Salvatiera de Francia y 1699 Diego Gaspar Daza Maldonado.

— 1702 Manuel de la Cruz Ahedo, 1707 Francisco Barra de Cervantes, coronel, 1709 Bartolomé de Espejo y Cisneros, Marqués de Olías, 1713 Francisco Barna de Cervantes, superintendente de rentas reales, 1717 José Donaire Coronado, 1719 Juan-Manuel de Aguilera y de los Ríos, capitán y comendador de los Santos de Maimona, 1720 El Conde de Canalejas, Adelantado Mayor de Florida y comendador de los Santos de Maimona, 1735 El Marqués de S. Antonio, 1749 Juan de Quevedo, 1752 El Marqués de Torremejía,1754 Juan Santiago y Chinchilla, 1763 Alonso Boza Cháves, Marqués de Valdeloro, 1772, Alonso Boza, Marqués de Valdeloro, 1775 Coronel Marqués de Prado, 1787 Isidro-Agustín Mariño de Lobera, coronel.

— 1800 Gregorio de Silva y Pantoja, coronel del Ejercito y 1832 Antonio Carlos, coronel.

Gobernadores particulares de Mérida y su partido:

— 1538 Juan Rodríguez de Cisneros, 1540 Hernando Álvarez de Meneses, 1543 Francisco de Luzón, 1545 Juan Rodríguez de Villafuerte, 1549 Diego Añaya de Cháves, 1515 Pedro Ruiz de Alarcón y 1553 Baltasar Núñez Vela[17].

— 1564 Gonzalo de Ledesma Herrera, 1567 Francisco de Mendoza, 1571 Juan Alonso de Medina, 1576 Gómez Velázquez, 1584 Pedro de Guzmán, 1585 Francisco de Mendoza, 1589 Juan Duque de Estrada, 1593 Melchor de Brizuela, 1595 Antonio de Figueroa, 1600 Alonso Bejel Interino, 1601 Tomás Pasquier, 1604 Tomás Fabaro, 1610 Luis Manrique de Lara, 1615 Felipe de Albornoz, 1618 Diego López de Mendoza, 1622 Antonio de Pazos Figueroa, 1626 Diego Hurtado de Mendoza , 1629 Andrés Criado del Castillo[18], 1680 Francisco de Velasco y Ceballos, 1683 Francisco de Mazo y Calderón, 1685 Juan Francisco de Ángulo, 1686 Antonio Juan de Benavidez Guerra y Aragón, 1688 Fernando Francisco de Guillamas y Narváez, 1693 Diego Gaspar de Daza y Maldonado, 1696 Francisco Manuel López de Zárate y 1699 Felipe de Zúñiga y Rada[19].

— 1703 Fernando Enríquez de Guzmán, 1706 García de Vargas y Monroy, 1709 Gregorio Guarro Calderón 1717 García de Vargas, interino, 1718 Manuel Rodríguez Carbonell, 1720 José Pariente, 1722 Francisco Enríquez Dávalos, 1727 Juan de Zúñiga, 1746 Pedro de Silva y Pantoja Lasso de la Vega, 1749 Juan de Quevedo, 1759-600 Antonio Ventura de la Riba Aguero, José Benardo de Quirós, 1768 Ambrosio Sáenz de Bustamante, 1769 Vicente Daoiz Parzero, 1777 Miguel Maldonado, 1787 Andrés Tienza y Granero (interino), continuando Maldonado 22 años, 1796-1804 Francisco de Busto [20].

— 1809 Presidía la Junta de Gobierno de Mérida el capitán General Cuesta. Guerra de la Independencia.1833 Gobernador de la Provincia.

El partido de la Serena tenía un gobernador militar y político, elegido por el Rey, con una espléndida dotación económica. Así era inexorable a los alcaldes ordinarios a veces influenciados por las circunstancias. Junto existía la figura del Alcalde Mayor, que ejercía como Juez, que al no ser abogado necesitaba asesor. Su oficio en Villanueva data desde 1563. De este modo se distribuían las funciones militares-administrativas y judiciales entre ambos, para los asuntos de la villa y las apelaciones de las demás del Partido[21].

Fueron en 1554 Lic. Baltasar de Navarrete, 1701 Pablo José de Mayoralgo Enríquez, 1740 Diego de Herrera Castañeda, 1744 Cristóbal de Aranda y Amezaga, 1747 Baltasar José de Prado, 1748 Juan Domingo de Acedo, 1762 Juan de Mendoza y Silva, 1775 Domingo Sánchez Mateos (Alcalde Mayor anteriormente), 1778 José de Salamanca y 1784 Francisco Javier de Santisteban Pacheco de Padilla.

El territorio por que se extendía la jurisdicción de la Orden de Alcántara, además del conventual de Alcántara (sede principal) esta dividida en dos provincias: la de Alcántara al norte en la orilla derecha y la de la Serena al sur en la izquierda del Guadiana.

Al partido de la Serena pertenecían los pueblos de Villanueva y Magacela, Castilnovo, La Coronada, Campanario, Esparragosa de Lares y Galizuela, Santispiritu, Cabeza del Buey, Monterrubio, Villanueva del Zaucejo, Benquerencia, Castuera, Malpartida, Esparragosa de la Serena, Zalamea, Higuera, Valle, Quintana, La Guarda y La Haba.

2.2 Alcaldes mayores y ordinarios

Alcaldes mayores:

Llerena: 1539 Dr. Ribera, 1549 Lic. Gómez de León, 1551 Rui Díaz del Castillo, 1558 Diego Rodríguez de Cabrera, 1563 Bachiller Hernando de Castro, 1566 Lic. Salvador Núñez, 1572 Juan de Salazar, 1585 Villalobos Vázquez, 1591 Ponte Maldonado, y 1678 Andrés Martel.

Mérida: 1680 Pedro Marín Muñoz, 1700 Juan Cordobés y Crespo, 1702 José de la Gándara y Cossio, 1706? Diego Antonio de Atienza, 1710? Diego de Pró y Aguilar, 1712? Bernardo José de Vargas, 1715 Juan Francisco Méndez Venegas, 1717 José Donaire Coronado, 1718 Cristóbal Flores de la Cerda, 1719 Lucas Florencio de Castro, 1720 Gabriel de la Buelga Arguelles, 1723 Nicolás Portillo y León, 1727 Cristóbal Ortiz de Cepeda, 1746 Vicente Payno y Hurtado, 1747 José Simón de Tena y Cuenca, 1749 Fernando Manuel de la Vera, 1757 Julián Montenegro Rivadeneyro, 1758 Carlos de Seseña, 1768 Triburcio de Vargas y Martínez, 1769 Antonio Reyllo Velarde, 1775 Juan Antonio Pando, 1778 José Carlos del Castillo, 1782 José Francisco Coll y Puig, 1790 Antonio Valero, 1796 Manuel Valdivieso. 1809 Ciro de Meneses y Camacho[22].

Alcaldes ordinarios:

Eran responsables de administrar justicia en primera instancia, quedando las apelaciones y causas mayores al Gobernador de la Ciudad, como en la etapa anterior se recurría al Comendador (s. XIII) y Alcalde Mayor (s.XIV).

Gobernaban con los regidores que componían el cabildo para lo que disponían de oficiales (alguacil mayor, mayordomo de bienes concejiles, alguacil ordinario, escribano…) y sirvientes (pregonero, porteros guardas de campo…)

Celebraban semanalmente los plenos donde se trata los más diversos asuntos: subastas, impuestos, “propios”….[23].

3 Autoridades eclesiásticas

3.1 Prior del obispado priorato de S. Marcos

Ahora los priores, sacerdotes de segundo orden o presbíteros gobiernan por periodos trienales, pudiendo repetir. Pío VI el 10 de febrero de 1794 determinan que sean vitalicios y obispos. Conservan todas las facultades del periodo anterior.

Bajo su mandato tenía a los “vicarios”, “párrocos” y “capellanes” y como personal auxiliar a los “sacristanes”, profesos laicos que termina siendo contratados como serviciarios extraños a la orden. A veces tienen “obispos titulares” que son ajenos su cometido.

Los priores, cuya función específica consistía en regir la comunidad de canónigos observantes de la Regla de S. Agustín, ejercían la cura pastoral de todo el territorio, siendo “prelados” sin ser obispos, a excepción del último y único prior, José Casquete de Prado y Bootello (1797-1838) que posee la doble potestad de jurisdicción y de orden total.

Otras novedades que se añaden son motivadas por el Concilio de Trento. Por una parte, se obliga a los pastores a ser residentes en sus obispados. El capitulo general iniciado en Toledo en 1560 manda que el convento de San Marcos de León pasa a la villa de Calera de León (Extremadura) y antes de ser concluido en Madrid el 14 de septiembre de 1562, ordena que este sea trasladado a Mérida. El capítulo General de 1600 acordó trasladar de nuevo la “Casa” a León.

Por otra, el ejercicio completo del ministerio apostólico no se podía llevar a cabo sin la potestad de orden. Los priores intentaron cumplir su ministerio, con el traslado del convento prioral, pero no fue posible. Entonces el 1571 Felipe II, Administrador perpetuo de la Orden, pide que fuera nombrado obispo al párroco de Santa María D. Bartolomé Pérez el 18 de mayo del mismo año, sin perder su cargo en Mérida; pero con la facultad de ejercer “pontificalia” en todo el territorio santiguista.

Relación nominal

–1496-1509 D. Pedro Alonso de Valdearata, 1509-1512 D. Antonio de Ordas, 1515-1515 D. Juan González, 1515-1519 D. Juan Sánchez de Salamanca, 1519-1522 D. Jorge de Pliego, 1522-1527 D. Juan González, (de nuevo), 1527-1530 D. Juan Alonso, 1530-1534 D. García de Herrera, 1534-1537 D. Martín de Zabala, 1537-1540 D. Diego Gallego, 1540-1544 D. Fernando de Villares, 1544-1546 D. García de Herrera (de nuevo), Ordenó la constitución priorales de la provincia de León, publicadas en el sínodo diocesano celebrado el 19 de octubre de 1544, en Puebla del Prior y en el 24 del mismo mes y año en Mérida, 1546-1547 D. Juan de Juara, 1547-1552 D. Bernardo de Aller, por dos trienios, 1552-1555 D. Juan Gallego, 1555-1559 D. Andrés Ruiz de la Vega, 1559-1561 D. Cristóbal de Villamizar, 1561-1565 D. Juan de Olivares, 1565-1569 D. Bernardo de Aller (por segunda vez). Durante su mandato se trasladó el convento de S. Marcos de León a Calera, 1568-1571 D. Gonzalo de la Fuente, natural de Llerena. 1571-1574 D. Pedro Hernández de Criales, fue cura de Santa Eulalia. 1574-1578 D. Sebastián de Viera, 1578-1582 D. Gonzalo de la Fuente. Murió siendo prior y en la sede vacante se trasladó el convento de Calera a Mérida. 1582-1583 D. Pedro Hernández de Criales (por segunda vez), 1583-1585 D. Juan de Lodeña, 1585-1587 D. Apolinario de Zuaga, 1587-1590 D. Rodrigo de Lorenzana, canónigo de Sigüenza, 1590-1598 D. Alonso de Cerecedo, fue cura de Santa María y 1598-1601 D. Nicolás de Valdés Carrasco, murió siendo obispo de Guadix.

–1601-1605 D. Diego de Pereda, que mudó el convento de Mérida a su antigua sede de León. Aparece el vicario general perpetuo de Mérida, título honorífico y que sólo podía actuar en las ausencias del Vicario, Provisor o teniente de provisor, 1605-1607 D. Alonso de Cerecedo (por segunda vez), 1607-1613 D. Juan Blanco, (dos trienios), 1613-1616 D. Diego de Pereda, 1618-1619 D. García Gutiérrez de Salamanca. Murió siendo Prior, 1619-1622 D. Francisco Freyre Gálvez, 1622 Francisco Sánchez de Tena, 1624 D. Álvaro Guerrero Gutiérrez, 1625-1628 D. Francisco Sánchez de Tena, 1628-1632 D. Francisco Freyre Gálves, (por segunda vez), 1632 D. Juan Dávalos Altamirano, por muerte del anterior, 1633-1636 D. Diego de Pereda, (obispo titular de Sidonia), 1636-1638 D. Sede vacante, 1638-1642 D. Alonso Rodríguez de Lorenzana, 1642-1644 D. Esteban Nieto y Ortiz, 1644 D. Manuel González de Aguilar, 1647 D. Alonso Rodríguez, 1647-1650 D. Toribio de Posadas y Valdés, 1651 García de Eslava Caya, 1653 D. Juan Flores de Guzman Ossorio, 1653-1656 D. Juan Montero de Villalobos y Espinosa, 1656-1659 D. Juan Rodríguez de Avecilla, 1659-1663 D. Simón de Ordas y Acevedo, 1663-1667 Prior desconocido, 1669 Carvajal, D. Gabriel de Escobedo, 1670-1673 Prior desconocido, 1673-1676 D. Toribio de Cienfuegos y Miranda, 1676-1679 D. Julio García de Sampelayo, 1679-1684 D. Claudio de Villagómez, 1685-1687 D. Manuel del Prado Sandoval, 1689 D. Álvaro y Vaca y Lira, 1690 D. Martín Araya de la Cruz, (Sede vacante) 1690-1696 D. Antonio Álvarez de Acevedo, 1699 D. Francisco Fernández Cordobés y 1697-1700 D. Antonio Prado Rojas y Sandoval.

–1702 D. Andrés Barrena y Gragera, 1705 D. Isidro Alfonso de Villagómez y Llanos, 1706 Sede vacante, 1707 D. Francisco Fernández Cordobés, 1710 D. Juan de Guzmán y Bolaños, 1713 D. Diego González Castañón, 1717 D. Diego de Guzmán y Guevara, 1720 D. Melchor Alegre Blanco, 1724 D. Francisco Pizarro de Valencia, 1727 D. Diego González Castañón, 1730 D. Francisco Bote Monroy y Figueroa, 1733 D. Manuel Gómez de Aguilar, 1739 D. Alonso Sebastián de la Barrena, 1741 D. Francisco Gutiérrez de Castro, 1746 D. Bernabé de Chaves y Porras, 1749 D. Pedro González Radanas, 1752 D. Diego Gómez de Tena, 1753 Carlos de Robles Villafañe, 1756 Sede vacante, 1759 D. Ignacio José de Guzmán, 1760 Sede vacante 1762 D. Juan Rodríguez de Avecilla, 1765 D. Ignacio José de Guzmán, 1768 D. Pedro Marcos Vélez y Guevara, 1771 D. Fernando Vicente Jaraquemada (de nuevo), 1774 D. Juan Rodríguez de Avecilla, 1777 D. Lorenzo Caro Guerrero y Zambrano (de nuevo), 1786 D. Andrés de Landaburu y Ojirada, 1788 D. Lorenzo Caro Guerrero y Zambrano (de nuevo), 1789 D. Domingo Rodríguez de Robles, 1795 D. José Fernández Salamanca, Sede vacante y 1797- 1838 D. José Casquete de Prado y Bootello, obispo- prior. 1838 Sede vacante.

Gobernadores eclesiásticos 1849 D. José María Castañón Díez de Castro, 1855 D. Jenaro de Alday, 1858 D. Isidro Bernardo Palomino, 1861 D. Antonio de Figuera, 1868 D. Francisco Maeso y Durán, teniente gobernador.

3.1.1 Vicario General

Al no efectuarse el traslado de la casa prioral de S. Marcos en León a la Provincia de Extremadura, el capitulo general de 1600 crea la dignidad de Vicario General de la Provincia, que es elegido por elección y nombrado por el Rey, para que gobernase por un trienio en nombre del que fuese Prior; puesto que éste atendería directamente al convento de León.

La tradición secular del conventual de S. Marcos con sus canónigos pesó más que los 80 pueblos con sus numerosos fieles, a pesar de las normas tridentinas. No sopesaron la conveniencia de un subprior en el claustro y el prior en el pastoreo directo con sus feligreses.

Tenían todas las facultades delegadas del Prior, excepto las reverendas para las órdenes sagradas, ni las dispensas de las causas matrimoniales, ni el gobierno de las monjas[24]. Para todo ello había que recurrir al Prior, en una distancia de 500 Km.

La capitalidad religiosa de la Provincia es Llerena, en donde reside el único vicario general con las veces y omnímoda potestad de los Priores de León.

— 1600 Pedro de Valladares y provisor, 1661 Ldo. Diego de Pereda, 1614 Antonio Rodríguez de Cuadra, 1615 Antonio Ramírez de Cuadra, 1620 Ldo. Cristóbal de Freire y Galvez, 1627 Andrés Pérez de Ibarra, y vicario perpetuo de Tudia, 1629 Francisco Caballero de Yegros, 1630 Juan de Avalos Altamirano, 1634 Diego de Alvear, 1635-36 Sede vacante. Ldo. Sebastián Becerra Nieto, y visitador general, 1638 Pedro de Eslava y Zayas, 1642 Francisco Montaño de la Fuente, 1644 Francisco Gutiérrez de Castro, 1645 Francisco de la Roca, 1646 Sebastián Becerra Nieto, 1651 Francisco Caballero de Yegros, 1654 Juan Esteban Nieto, 1655 Juan Guerrero Becerra de Luna, 1656 Francisco Carrascal Casquete, 1657 Juan Montero Villalobos, 1659 Juan Díaz de Chaves, 1666 Francisco de Carvajal y Luna, 1668 Ldo. Juan Macias de Castro, 1669 Juan Díaz de Chaves, 1672 Sede vacante, 1675 Pedro Macias de Barreda, 1676 Francisco de Carvajal y Luna, 1678 Pedro de Eslava y Zayas y provisor, 1679 Francisco de Carvajal y Luna, 1681 Miguel de Prado y Sandoval, 1682 Pedro Macias de la Barreda, 1685 Francisco Castro Cacharro, 1687 Antonio del Parado y Sandoval, 1689 Diego Alonso de Prado y Becerra, 1691- 1693 Ldo. Andrés Barrena y Gragera, y vicario perpetuo de Mérida, 1695 Pedro Díaz Canseco y vicario de Barruedopardo y 1698 Francisco de Zúñiga y Girón.

— 1701 Nicolás Fernández de Reguera, 1702 Diego de Guzmán y Guevara, prior en 1716, 1703 Nicolás Fernández de la Reguera, 1703 Juan Carrascal Caqueste, teniente del Vicario General, 1705 Melchor Alegre Blanco, prior en 1720, 1709 Bernardino Antonio

Franco Valdés, 1710 Gonzalo Barrera y Gragera, 1716 García Golfín Figueroa y Fernández, vicario de Tudia en 1732, 1718 Bernabé de Atienza, 1720 Pedro Flores Ossorio, 1723 Bernabé de Chaves y Porras, 1724 Fernando de Arce, 1725 Bernabé de Chaves y Porras, 1727 Juan Baltasar de Loaysa, 1730 Francisco Gutiérrez de Castro, 1734 García Golfín Figueroa y Fernández, 1736 Francisco Gutiérrez de Castro, 1739 Diego Gómez de Tena, 1740 Fernando Yánez Doncel, 1744 Fernando Quintano de Silva, 1747 Diego Gómez de Tena, 1750 Fernando Quintano de Silva, 1753-59 Fernando de Arce, 1759 Juan F. Navarro Rejón, 1760 Juan Ortega y Saavedra, 1762 Antonio Casquete de Prado, 1762 Juan Navarro, 1768 Francisco Navarro Rejón, 1770 Miguel de Venegas, 1772 Félix Francisco Jaraquemada, 1774 Antonio Casquete de Prado, 1774 Ldo. José Calixto Baca y Olloa, 1776 Manuel Francisco Medianaveitia, 1777 Antonio Bustamante Arce, 1778 Félix Francisco Jaraquemada, 1779 Manuel Francisco Medianaveitia, 1780 Antonio Bustamante Arce, 1783 Diego de Murillo, 1786 Pedro Ulloa y Prado, 1788-97 Lorenzo Caro Guerrero, y Prior, y 1798-1838[25] Ldo. Joaquín Casquete, y provisor[26]

3.1.2 Provisor

El provisor es teniente del vicario general para suplirlo sobre todo en sus ausencias por visitas pastorales. Es nombrado por él. También es Juez Ordinario que conoce las causas en el correspondiente provisorato, creado en 1603. En la provincia de Extremadura son dos: Llerena con los partidos de Segura y Hornachos, nombrado por los priores y Mérida con el de Montánchez, nombrado por el vicario general[27].

3.1.2.1 Provisores de Llerena:

— 1607 Ldo. Pedro de Villares, 1618 Ldo. Pedro Venegas de Liaño, 1628 Ldo. Pedro Macias de Barrera, 1629 Ldo. Álvaro Guerrero Gutiérrez, 1629 Ldo. Francisco Caballero de Yegros, 1632 Ldo. Francisco de la Fuente Moreno, 1638 Bartolomé Barquero, consultor del Santo Oficio, 1641 Francisco Caballero de Yegros, vicario perpetuo de Tudia, 1645 Ldo. Francisco de Toro y Gragera, cura propio de Montemolín, 1647 Ldo. Diego de Barros Salgado, 1653 José de Barros Salgado, 1657 Pedro de la Fuente Moreno, 1666 Cristóbal de Carvajal Chaparro, 1667 Pedro de Eslava y Zayas, 1669 , Francisco de Carvajal y Luna, 1672 Sede Vacante, Francisco de Carvajal y Luna, 1677 Pedro de Eslava y Zayas, 1679 Tomás de Maeda y Sepúlveda, 1682 Pedro Macias de la Barreda, 1683 Antonio de Prado Rojas y Sandoval, teniente de provisor, 1686-89 Ldo. Francisco Fernández Cordobés, 1694 Francisco de Parada, y 1699 Sede vacante Ldo. Francisco Fernández Cordobés.

— 1700 Nicolás Fernández de Reguera, 1702 Ldo. Juan Carrascal, 1704 Pedro Cárdenas y Barrado, 1706 Merchor Alegre Blanco, 1709 Antonio Álvarez de Acevedo, obispo-provisor, 1716 Francisco de Guzmán Bolaños, 1723 Diego de Ortega Ponce de León, 1725 Diego Antonio Camuy, teniente de provisor, 1732 Diego de Ortega Ponce de León, 1739 Juan Arroyo de Ledesma, teniente de provisor, 1746 Diego Sánchez Benavente y Durán, 1757, Miguel de la Vera y Oliveros, 1758 Francisco de Jaraquemada, 1759 Francisco Carvajal de Luna, 1761 Ldo. Antonio Bravo, 1766 Ldo. Juan Ortega y Saavedra, 1768 Ldo. Juan Manuel Navarrete, 1768 Ldo. Lorenzo Caro Guerrero, 1773-78 José Fernández Salamanca, 1781 Francisco López Espinosa, teniente de provisor, 1783 Lorenzo Caro Guerrero, que fue prior en 1780, 1790 Francisco López Espinosa, teniente de provisor, 1792 José Fernández Salamanca, 1793 Dr. José del Prado y Botello y 1798 Francisco Hidalgo.

–1803-06 Joaquín Casquete de Prado, 1810 Francisco Hidalgo, teniente de provisor, 1819-33 Joaquín Casquete de Prado, 1833 Pedro Cáceres de la Flor, provisor interino, 1836 Ldo. José Mª Castañón Díaz de Cartes, 1846 Ldo. José Mª Castañón Díaz de Cartes, juez eclesiástico y gobernador eclesiástico, sede vacante, 1852 Pedro Nogales y Granda, provisor interino, 1855 Manuel Lagos, provisor interino, 1856 Bachiller Fr. Agustín Cáceres y Corral, 1858 Ldo. Isidro Bernardo Palomino, 1862 Antonio de Figuera, y 1868 Francisco Maeso, provisor interino y teniente gobernador[28].

3.1.2.2 Provisores de Mérida:

— 1597 Pedro de Valladares y vicario, Diego de Alvear Cerecedo, durante muchos años, según afirma Moreno de Vargas, y 1678 Pedro de Eslava y Zayas y vicario.

-1700 Andrés Solís Becerra, 1703 Alonso Macías Ortiz, 1706 Alonso Macías Ortiz, 1709-1712 Diego Guzmán y Guevara, 1715 Fernando Guzmán y Guevara, 1718 Alonso Sebastián de la Barrera, 1722 Alonso Sebastián de la Barrera, 1724-1727 Diego Gómez de Tena, 1730 Lorenzo Suárez de Figueroa, cura párroco de Santa María, 1733 Fernando Guerrero, 1736 Diego Fernández Flores, 1739-1741 Fernando Quintano de Silva, 1744 Pedro Moscoso, 1747 Francisco Cuadrado de Bolaños, 1750 Diego Fernández Flores, 1753 Francisco Cuadrado de Bolaños, 1756 Pedro Vélez de Guevara, 1762 Juan Navarro Rejón, 1765 Antonio Casquete de Prado, 1768 Antonio Bustamante de Arce, después Francisco de la Hoya, 1771 ?, 1774 Nicolás Fernández, 1775 Pedro Vélez de Guevara, 1783 José de Aguilar y Valdés, 1786 Lorenzo Caro Guerrero y Zambrano, 1789 José de Aguilar y Valdés, 1795 José de Aguilar y Valdés y 1797 Francisco de Granda.

-1800 Francisco de Granda, 1808 José Mª Valenzuela, 1816 José Botello, religioso de Alcántara, 1820 Joaquín Casquete de Prado, 1831 Pedro Cáceres de la Torre. A la muerte del Obispo Prior en 1838 no se volvieron a nombrar ninguno. Los gobernadores eclesiásticos hacen su misión, recayendo en 1858 Isidoro Bernardo Palomino, después de la muerte de Pedro Nogales de Granda y 1859 José Sánchez Ladrón, interino, 1859 Fernando Delgado y Ayala, y 1873 Miguel Martínez [29] .

3.1.3 Otros ministerios

Obispos titulares “in partibus”: 1. Bartolomé Pérez, titular de Tunis (Túnez), OS, promovido el 18 de mayo de 1571 y consagrado por Cristóbal Rojas Sandoval, arzobispo de Sevilla; 2. Diego de Pereda titular de Sidón (Sidonia) elegido el 7 mayo de 1621 y consagrado por Pedro Carranza Salinas, obispo de Buenos Aires el 5 de septiembre del mismo año, + d.1634; 3. Francisco Ocampo, OS, titular de Amiclae, elegido el 21 enero de 1660 y consagrado por el domingo 3 octubre del mismo año en Alcalá de Henares, diócesis de Toledo por Miguel Pérez Cevallos, obispo titular de Arcadiopolis (Arcadiopoli) y auxiliar de Toledo +? 4. Claudio de Villagómez, OS, titular arzobispo de Trajanópilis (Tracia) preconizado el 24 de abril de 1684 y consagrado por en Madrid por el Cardenal Savo Mellini, arzobispo titular de Calcedonia, Nuncio Apostólico, + a. 4 noviembre 1685; 5. Francisco Carbajal Luna, OS, titular de Caffa, preconizado 13 de mayo 1686 y consagrado por Juan Marín de Rodezno, obispo de Badajoz el 30 de noviembre del mismo año en la Iglesia Catedral, asistido por Juan Porras Atienza, ob. de Coria y Valeriao de Sao Raimundo, ob. de Elvas (Portugal) + a. 14 junio de 1690; 6. Francisco Rodríguez Pizaño, OS, titular de Rauliensis, elegido el 13 de noviembre 1690 y consagrado el 14 de noviembre de 1691, domingo en el monasterio de los Jerónimos de Madrid por el Cardenal Luis Manuel Fernández Portocarrero, arzobispo de Toledo, asistido por Fernando Guzmán, OFM, obispo de Segovia y por Luis Lemos Usategui, OSA, ob. de Imperial-Concepción (Chile),+ a. 4 diciembre 1698 ;7. Antonio Alvarez de Azevedo, OS, titular de Fulsiviliense o Fussaliense preconizado el 18 mayo 1699 + enero de 1714; 8. Francisco Sánchez Márquez, OS, titular de Amyclana, preconizado 27 mayo 1720 y consagrado el domingo 8 de septiembre del mismo año en Madrid , San Martín, benedictinos, por Felipe Antonio Gil Taboada, arzobispo de Sevilla, asistido por Martín Zalyeta Lizarza, obispo de León y por Dionisio Mellado Eguíluz, obispo titular de Lares y auxiliar de Toledo + septiembre 1728; 9. Miguel Esteban Pérez de Estremera, OS, titular de Danaba y elegido el 3 agosto 1729 y consagrado el 12 de noviembre de 1730 ,domingo en Madrid colegio imperial de los jesuitas por Juan Camargo Angulo, antiguo obispo de Pamplona, Inquisidor General. + 1732; 10. José Plata, titular de Adramittium, auxiliar de Santiago de Compostela y Prior de las Ordenes Militares y elegido el 1 octubre 1732 y consagrado el 19 octubre del mismo año en Madrid, iglesia de San Ginés por Juan Camargo Angulo, antiguo obispo de Pamplona, Inquisidor General, asistido por Benito Madueño Ramos, Ob titular de Sión, auxiliar de Toledo y por Dionisio Mellado Eguíluz, obispo titular de Lares y auxiliar de Toledo + 2 nov. 1745; 11. Alonso de Solís OS, y Gragera titular de Geras (Gera) y elegido el 18 julio 1757 y consagrado el 24 de julio del mismo año en Roma por el Cardenal Joaquín Fernández Portocarrero, asistido por Pietro Stefani, arzobispo de Naxos (Grecia) y por Innocenzo Gorgoni, arzobispo de Emesa (Siria) + 8 febrero 1797, como obispo de Badajoz; y 12. José Casquete de Prado y Bootello, OS titular de Cisamo elegido el 18 diciembre 1797 y consagrado el 25 de marzo de 1798 en Madrid Iglesia de las Comendadoras por José Antonio Sáenz de Santamaría, obispo de Segovia, asistido por Francisco La Cuerda, antiguo obispo de Puerto Rico y por Atanasio Puyal Poveda, obispo titular de Carystus (Caristo) y auxiliar de Toledo. + 2 febrero de 1838 en Llerena.

Visitador general: Suelen ser los vicarios generales y en alguna ocasión excepcional el Prior, como fue el 24 de junio de 1643 en que D. Esteban Nieto y Ortiz como prior hace la visita personalmente a Fuente del Maestre entre las múltiples visitas canónicas realizadas a lo largo de siete siglos.[30].

Teniente de vicario general: 1674 Francisco Guerrero de Toro, 1699 Juan Montero de Villalobos, 1725 Alonso Nieto Canseco y 1801 Francisco Hidalgo.

Teniente de provisor: 1755 Francisco Nacarro, 1759 Ldo. Antonio Bravo, 1771 Juan López de Espinosa, 1800 Francisco Hidalgo, 1836 Tadeo Mª Moruno, 1852 Francisco Gorgonio Rodríguez Vinagre, 1853 Manuel Fernández Villanueva, 1857 Manuel Hernández, 1858 Manuel Lagos, 1845 Pedro Cáceres, 1866 Felipe Gálvez, 1867 Francisco Maeso Durán y 1868 Francisco Moreno Durán.

Notario Mayor: 1805 Celedonio Regales Villasantes, 1815 José Barrientos, 1826 Juan José Barrientos Ibarra, 1831 Vicente Romero, 1833 Alonso Tomás Gallardo y 1845 Felipe Muriel.

3. 2 Prior de Magacela

Los Priores son la cabeza jerárquica de la “diócesis nullius”, y mandan observar, atenuadas, las reglas de S. Benito, de la del Cister. Antes residían en Magacela pero desde 1504 lo harán en Villanueva en la sede prioral, cuyo edificio fue remodelado en 1788. Son formados en la Universidad de Salamanca, lógicamente gozaron de prestigio como juristas y teólogos, y muchos fueron Jueces conservadores del Monasterio de Guadalupe.

Juan Antonio Gallardo confecciona un elenco, sacado del libro de Becerra Valcarcel “Curia Eclesiástica”[31] y Tomás Ramírez de Sandoval y Ramírez lo completa con los legajos de expedientes en el Archivo Histórico Nacional.

— 1528 Cristóbal Bravo de Lagunas, 1528 Juan Grixalval o Grijalba, 1530 Rodrigo de Cabrera, 1568-1573 Pedro Cabrera Alonso, 1584 Francisco de Calderón (interino), 1552-1584 Francisco Rol de Acosta, 1585-1589 Juan de Grijota y muere 1590[32]. 1594-1596 Alonso (Gutiérrez Carriedo) Flores y 1596-1606 Fernando Villela y Aldana,

–1620-1623 Nicolás Barrantes Arias, 1623-1628 o 30 Juan Calderón, 1628-1629 Fernando de Aponte, 1640-1642 Francisco de Torres, 1646 1660 Agustín Velázquez y Tineo, obispo electo de Popoyan, 1658-1672 Luis Velázquez de Zúñiga, 1674- 1677 Juan de Sandoval y de la Plata, 1676-1694 Diego Becerra de Valcarcel y 1695-1714 Juan Antonio de Aponte Zúñiga,

–1718-1726 Andrés Hidalgo Armengol + prior, 1726 Francisco Espadero y Obando (interino), 1729-1739 Francisco Calderón de la

Barca y Ceballos, 1740-1749 Pedro Zambrano Villalobos, + prior y obispo electo de Mérida (América), 1760-1774 Juan Campos de Orellana + prior, 1774-1778 Francisco Mª del Carmen Campos y Salcedo + prior, 1782-1785 Antonio María Espadero y Tejeda + prior, y 1785-1802 Manuel Feliciano de Silva y Figueroa y Pantoja, Laso de la Vega y Guzmán + prior,

–1803-1819 Francisco María de Granda y Rivero (los tres primeros años de interino, después en propiedad) + prior, 1836, 1819 y 1824-25 Pedro Mendoza y Granda (interino), 1820 y 1822 José Carrasco Malfeito (interino), 1825-1834 Juan María Bolaños Zambrano y Guzmán y 1835-1847 Juan José Faxardo Vargas, 1848-1860 Pedro Alfonso Calderón, 1860-1863 José María de Mendoza y 1863-1875 Agustín de Cáceres y Corral [33].

También había vicario general y provisor, que a la sazón en 1791 era D. Juan Antonio Cortés y Mora.

3.3 Priores de Zalamea

Fue el año 1527, cuando el Emperador Carlos I hizo cabeza de Priorato a Zalamea con sus aldeas de Higuera y Valle[34].

Entre otros fueron en 1602 Francisco Barrantes y Maldonado, 1654 Luis Velázquez de Zúñiga, 1662 Fernando Aponte y Zúñiga, ? Marín de Aponte y Zúñiga[35], 1676 Diego Becerra de Trejo y Valcarcel, 1791 Pedro Morales Campos y S. Miguel y 1836 Juan José Faxardo Vargas. En ocasiones era el mismo de Magacela.

IV. Extinción y anexión a los obispados

1. Antecedentes socio-religiosos

El 16 de Marzo de 1851 después de laboriosas gestiones se firma entre la Santa Sede y España el Concordato con el que se intentaba poner fin a la incomoda situación de los gobiernos liberales de nuestra Patria.

Entre otros se afrontan dos problemas, que nos compete ahora:

  1. la demarcación y división de las diócesis y provincias eclesiásticas (art.5).
  2. el territorio de la Ordenes Militares. (art. 9)

En cuanto al primero, la diócesis de Badajoz se desgaja de la Provincia eclesiástica de Santiago de Compostela y forma parte como sufragánea de la Provincia de Sevilla.

En cuanto al segundo, se recoge: “Siendo por una parte necesario y urgente acudir con el oportuno remedio a los graves inconvenientes que produce en la Administración Eclesiástica el territorio diseminado de las cuatro Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa; y debiendo por otra parte conservarse cuidadosamente los gloriosos recuerdos de una institución que tantos servicios ha hecho a la Iglesia y al Estado y las prerrogativas de los Reyes de España como Grandes Maestres de las expresadas Ordenes por concesión apostólica, se designará en una nueva demarcación eclesiástica un determinado número de pueblos que formen coto cerrado para que ejerzan en él como hasta aquí el Gran Maestre la jurisdicción eclesiástica con entero arreglo a la expresada concesión y Bulas Pontificias”[36].

Se optó por esta vía intermedia: respetar la existencia de la jurisdicción exenta de las Órdenes Militares; circunscribiendo su territorio a un “coto cerrado”, evitando las complicaciones de la diseminación en que se encontraban.

El nuevo territorio se titulará “Priorato de las Ordenes Militares”, y el Prior tendrá carácter episcopal con el título Iglesia in “in partibus”. (1875). El Prior ha sido hasta nuestros días el Obispo de Ciudad Real.

Un acontecimiento histórico de gran influencia en la aplicación del Concordato fue la Revolución del 1868 en que se expulsa a la Reina Isabel II. El 16 de noviembre del mismo año es elegido D. Amadeo de Saboya y en su corto mando no hay avance alguno en la iniciada reforma. El rey abdicaba el 11 de febrero de 1873 y el mismo día empezaba la Primera República por 258 votos de las Cortes contra 32. De este modo la Ordenes Militares quedaban “acéfalas”; lógicamente se habrían de disolver junto con su Real Consejo, como decretaría el Poder ejecutivo el 9 de marzo de 1873.

La Santa Sede ante esta disposición unilateral de los pactos concordatarios, llevó a Pío IX a firmar la Letras Apostólicas: “Quo gravius” en que suprime de las cuatro Ordenes Militares y determinar el “coto redondo” del cual siguiera subsistiendo esa “jurisdicción exenta”. Ante el cumplimiento del Gobierno, lleva al Pontífice a agregar esos territorios a las diócesis circunvecinas, sometiéndolas a la jurisdicción de sus respectivos obispos; y con la Bula “Quae diversa” resuelve las restantes jurisdicciones exentas.

La Reina Isabel II vivía en París desde su salida de España, el 26 de septiembre de 1868. Abdicó en su hijo Alfonso XII el 25 de junio de 1870. El 29 de diciembre de 1874 tiene lugar el “pronunciamiento de Sagunto” por el General Martínez Campos y al día siguiente se forma el Ministerio-Regencia que preside Cánovas, el 14 de enero de 1875. Alfonso XII entra en Madrid y una de sus primeras medidas fue reanudar las relaciones con la Santa Sede.

La Ejecución de la Bula “Quo gravius” de Pío IX se centra en que los pueblos que limiten con más de una diócesis, se agregarán a aquella cuya catedral esté más cercana, y los documentos de los diversos archivos, se trasladaran a los archivos diocesanos a los que los territorios se agregan.

El delegado pontificio fue el Cardenal arzobispo de Valladolid D. Juan Ignacio Moreno Maisonave. En febrero de 1874 el Cardenal había ultimado los expedientes: Son agregadas a la diócesis de Badajoz las parroquias que son enclave del Priorato de San Marcos de León, y aquellas otras que son de los Prioratos de Magacela y Zalamea.

2. El Cisma de Llerena, Azuaga y Mérida

Ante el “Auto ejecutivo” del 14 de abril de 1874, como resulta del expediente ultimado por el Delegado Pontificio, en que se anexionaba el Provisorato de Llerena, se dieron reacciones diversas.

Unas parroquias se sometieron incondicionalmente, mientras que en otras adoptaron una postura rebelde.

La autoridad civil amparó al clero rebelde, dando órdenes a la autoridad civil para que los protegiesen, al mismo tiempo que encarcelaban a sacerdotes sumisos y obedientes a la autoridad pontificia.

LlerenaD. Francisco Maeso Durán, Teniente Gobernador Eclesiástico, se negó a aceptar el “Auto de incorporación de su territorio” que se le notificaba; siguió ejerciendo su autoridad y encarceló a los párrocos de La Granada y Santiago, D. Genaro de Alday y D. Juan de Dios García Quintana, respectivamente, y a los sacerdotes Juan Ruiz, Diego Sancho, Antonio Soriano, Joaquín Sabido, Antonio Muñoz, Julián Sabido, Daniel Calado, Juan Martín y Agustín Rodríguez; con la ayuda del Alcalde Popular impidió la notificación a los párrocos del territorio.

Mons. Ramírez y Vázquez, obispo de Badajoz ordenaba fijar en las puertas de las Iglesias enormes cartelones, de los que se conservaban ejemplares en el Archivo diocesano.

La nueva circular del Obispo al clero afectado, del 28 de marzo de 1874 en que se urgía la ejecución de la Bula “Quo gravius” y un escrito al Gobierno de la Nación, en que se pedía su ayuda ante los hechos acaecidos. Pronto respondió el Ministro de Gracia y Justicia, en que ordena al Juez de Llerena que proceda “con toda energía”; así era comunicado por oficio del Gobernador D. Fernando Fernández de Bobadilla al Obispo, el 18 de marzo de 1874, al que replicaba el Prelado denunciando la improcedencia del tal intromisión, el 19 de marzo de 1874; a la vez que en otro más extenso se protestaba ante el Ministro por la invasión de la esfera jurisdiccional eclesiástica, el 23 de marzo de 1874.

Azuaga: Su párroco D. Antonio Durán Hernández rechaza el “auto ejecutivo” el 12 de marzo de 1874. Le siguen el coadjutor D. Pablo Bravo y los sacerdotes José Durán, Manuel Grueso y Rafael Cabello. No obstante, prestan obediencia el coadjutor Manuel de la Tabla y los sacerdotes adscritos Manuel del Castillo; Antonio Serrano y Pedro Durán Ceballos.

MéridaEl provisor interino D. Miguel Martínez rechazó el auto de incorporación a Badajoz. Se apodera de la Iglesia de Santa María con el apoyo de las Autoridades locales, sustituye al párroco

D. Martín Guerrero Flores, que permanece fiel a Badajoz por D. Pablo Antonio Espada; le sigue el párroco de Santa Eulalia D. Antonio Tena; se apodera de las llaves del Monasterio de Las Monjas Concepcionistas y prohíbe la celebración de la Misa a los sacerdotes sumisos en la iglesia del manicomio del Carmen.

3. Protestas en La Serena

El 17 de marzo de 1874 se firma el “auto” para los prioratos de la Orden de Alcántara, comisionándose al Obispo de Badajoz, quien a su vez firma el auto de ejecución el 12 de abril del mismo año.

La única protesta personal fue la del ex-prior conjunto de Magacela y Zalamea, Lic. D. Lorenzo Morillo-Velarde y Santisteban, dirigida al Cardenal Delegado con fecha 22 de abril de 1874, a la que el Purpurado contestó una misiva epistolar el 26 del mismo mes. Aunque el Ex-prior se negó aceptar la ejecución del auto de incorporación, el territorio quedó definitivamente anexionado. Permaneció en su actitud rebelde hasta su muerte que ocurrió en el 1911, aunque parece ser que en la última hora se reconcilió, recibiendo sepultura eclesiástica[37].

Retractaciones de los cismáticos:

El 3 de marzo de 1874 se comunica los párrocos de los nuevos pueblos que hagan inventario de ropas y alhajas, libro de coro y libros parroquiales y cambiar el sello parroquial cambiando el título del territorio suprimido; después, en circular del 12 de abril siguiente, se ordena que envíen una lista nominal de los clérigos de cada parroquia con el fin de hacer una estadística fiable.

Al conocerse la carta personal del Pío IX al Obispo diocesano comienzan las retractaciones del clero cismático: Después de recluirse varios días para los Santos Ejercicios Espirituales de S. Ignacio en la Casa de Ordenados de Badajoz, sita en la Plaza Minayo y anexa al Seminario de San Atón, el Padre Superior José Riu, de la Congregación de la Misión, conocido popularmente por PP. Paúles, en calidad de subdelegado episcopal recibía formalmente su adhesión a lo establecido canónicamente.

8. Magacela: Ermita de Ntra. Sra. de los Remedios. Antigua sede prioral.

1. Convento de San Marcos de León


NOTAS:

[1] Con Alfonso IX e hijo y compartida con el Arzobispo de Compostela según pacto.

[2] Rodríguez Blanco, Daniel. La Orden de Santiago en la Baja Edad Media (siglos XIV y XV), 1995 pág. 330.

[3] Rades y Andrada, Francisco de, Chonica de las tres Órdenes y Cavallerias de Santiago, Calatrava y Alcántara. Toledo 1572. Chronica de Santiago, págs. 9-72.

[4] Ibídem. Chonica de Alcántara, págs. 1-56

[5] Maldonado Fernández, Manuel: ”La Comunidad de Siete Villas de la Encomienda de Reina” REE, T. LVI pág 920-921.

[6] De Aguibar y Muñiz, Juan José, El Cristo de Zalamea. R.E.E. 1971. pag 286

[7] Navarro del Castillo, Vicente. Historia de Mérida y pueblos de su comarca, Mérida 1990. Tomo II pág. 98.s

[8] Ibídem. pág 97.

[9] Agradecemos a D. Tomás Ramírez de Sandoval y Ramírez su gentileza la proporcionarnos la relación de Priores de Magacela desde el año 1408 al 1875, en folios mecanografiados de su tesis doctoral, fols. 429-475..

[10] Muñoz Gallardo, Juan Antonio, Apuntes para la Historia de Villanueva de la Serena y de sus Hijos ilustres. Año 1936. pág 183-184.

[11] Díaz y Pérez, Nicolás. Diccionario de de Extremeños ilustres. tomo I.1886.

[12] Varios Autores. Valencia de la Torres. Historia y Arte. Año 1999. págs 44-46.

[13] El texto del documento pontificio en De Guillamas, Manuel. Reseña Histórica de la Ordenes Militares. Madrid 1851. págs 22-31

[14] Ibidem. págs 32-33.

[15] Camacho Macias, Aquilino. La antigua Sede metropolitana de Mérida. Roma 1965, fol 320.

[16] Revistas de Fiestas de Llerena. Año 1965.

[17] Moreno de Vargas Bernabé, Historia de la Ciudad de Mérida. Año 1633. Remprensión 1981, pág 429.

[18] Ibídem. pág 430.

[19] Navarro del Castillo, o.c. tomo II págs 217-219.

[20] Álvarez Sáenz, José. Materiales para la Historia de Mérida.1994. págs, 126, 152-153, 62, 168, 175, 178,186, 191.

[21] Agundez Fernández, Antonio. Viaje a la Serena en 1791. Villanueva de la Serena 1955. pgs 80-81.

[22] Álvarez Sáenz, o. c. págs 82, 126, 127, 141,153.155, 162, 169, 175, 186,191 y 206.

[23] Maldonado Fernández, o.c. pág 937-938.

[24] Moreno de Vargas, o.c. pág 470.

[25] Navarro del Castillo, o.c. Tomo II pág 450. El cargo de Vicario General, con residencia en Mérida fue suprimido 1838, quedando solo el provisorato.

[26] Mota Arévalo, Horacio: La Orden de Santiago en tierras de Extremadura, Estudios extremeños, XVIII-2, Y, 1962, 5-76. Se añade un 60% a la lista en los s.XVII-XVIII e incorporamos el 10% a la de Navarro del Castillo en los s.XVIII-XIX o.c. Tomo II, págs 416-451.

[27] Moreno de Vargas, o. c. pag. 471.

[28] Mota Arévalo, o.c. Ha sido incrementada en un 53%.

[29] Navarro del Castillo, o.c. tomo II págs 447-451

[30] Archivo Parroquial de Fuente del Maestre. Libro de Bautismo nº III.

[31] Becerra y Valcarcel, D. Curia eclesiástica. Manuscrito. Archivo parroquial de Zalamea de la Serena.

[32] Naranjo Alonso, Clodoaldo. El Priorato de Magacela, pág 47. Rev. Estudios Extremeños. Badajoz 1948.

[33] Muñoz Gallardo, o.c. págs 184-193

[34] Angudez Fernández Antonio, Viaje a la Serena en 1751 pag. 121.

[35] Antonio de San Felipe, Origen y Milagros de la Sagrada Imagen del Santísimo Cristo de Zalamea. pag 64

[36] Boletín del Obispado de Badajoz, julio de 1873.

[37] Manzano Garías, Antonio. El Cisma del Priorato y sus repercusiones en Azuaga con Llerena y Mérida, Dipurtación Provincial de Badajoz 1960. pag 8.

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